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Fürchte dich nicht, ich bin bei dir Motete BWV 228 (8.10s)
Richte mich, Gott Drei Psalmen op. 78 - No. 2 - Psalm XLIII. (4.05s)
Júzgadme, oh Dios
Regocíjate en el Señor
El gran Bach fue prácticamente desconocido hasta que Mendelssohn descubrió sus prodigiosas
partituras en Leipzig, donde vivía , y lo llevó a las salas de conciertos.
La tradición atribuye haber descubierto las partituras de Johann Sebastian Bach entre el papel
de envolver de un carnicero.
El joven prodigio musical acompañó un día a su madre al carnicero, en Leipzig, y descubrió que
aquel infeliz envolvía las chuletas en papel pautado lleno de notas manuscritas. En
casa comprobó que se trataba de partituras de Bach. Mendelssohn se fue a ver al carnicero,
quien le explicó que había encontrado muchos papeles como aquellos en una buhardilla que
acababa de alquilar, y le compró el resto del lote antes de que fuera demasiado tarde.
Así habría nacido el interés del músico por un compositor cuyas creaciones no habían sido
interpretadas desde su muerte, casi 80 años antes en la misma Leipzig, y que él rescataría para
la historia.
Sin la intervención del compositor judío, Bach sería quizá solo uno más entre los directores que
tuvo la coral de la iglesia de Santo Tomás (Thomaskirche) a lo largo de los siglos.
Mendelssohn admiraba a Bach por lo que empleó como base para su enseñanza musical El
clave bien temperado. Las obras del propio Mendelssohn muestran su estudio del Barroco y
los comienzos del Clasicismo. Sus fugas y obras corales sobre todo reflejan una claridad tonal y
un uso del contrapunto, que remite al estilo de J.S.Bach, por cuya música estaba fuertemente
influido.
Una cuidad (Leipzig) consigue que, a pesar del paso de los años, estos grandes artistas se
encuentren.