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(Mateo 6:19-34)
Introducción:
- En los sermones anteriores vimos la preocupación del Señor Jesucristo por nuestras prácticas
privadas como la ofrenda, el ayuno y la oración.
Estas prácticas privadas fueron convertidas por los religiosos de su época en una ostentación por
parte de ellos para ser vistos por los demás como hombres espiritualmente superiores al resto de
los mortales.
El Señor se valió del ejemplo de los fariseos para enseñar a sus discípulos cuál era el propósito de
estas prácticas privadas y cómo debían ser llevadas a cabo por sus seguidores.
- Sin embargo, nuestro Señor no solo está interesado en estos aspectos vitales de nuestra vida
espiritual, sino que también está interesado en los aspectos vitales de nuestra vida material, y la
porción de la Escritura que estudiaremos el día de hoy así nos lo muestra.
En esta ocasión el Señor Jesucristo trae como ejemplo a los paganos para enseñarnos que nuestros
afanes materiales no deben ser los mismos afanes de ellos.
El hecho de saber que Dios tiene cuidado de nuestras necesidades materiales debe generar en
nosotros un profundo sentido de confianza y paz.
Pero, si nuestro corazón, ante los vaivenes de la vida y las necesidades diarias, mantiene
preocupado, lo más probable es que nuestro corazón esté en el lugar equivocado.
La desazón por las cosas materiales que tenemos o no tenemos, el afán por obtener mucho o el
afán porque obtenemos poco, es un indicio de a quién realmente estamos sirviendo.
- En el Sermón del Monte, el sermón más memorable de todos los tiempos, nuestro buen Dios nos
enseña que para Él importa no solo nuestro aspecto espiritual sino también nuestra necesidad
material. Nosotros no solo somos seres espirituales sino también materiales.
No solo necesitamos orar, también necesitamos comer, y Dios lo sabe. Lo sabe porque nos creó y
lo sabe porque lo experimentó cuando se encarnó.
Y si Dios sabe y conoce nuestras necesidades y además nosotros sabemos que Él tiene el poder
para sustentarnos y que ha prometido hacerlo, ¿por qué nos afanamos? ¿A qué se debe nuestra
preocupación?
- Como veremos, este afán y preocupación no es el problema, es un resultado del verdadero
problema.
De hecho, el texto bíblico que tenemos ante nosotros el día de hoy no inicia con los afanes
materiales del día a día, termina allí.
El sermón inicia con el verdadero problema, con la raíz de este, y termina con el resultado.
- El sermón estará dividido en cuatro partes. Cada parte estará guiada con su correspondiente
pregunta.
- Toda esta porción guarda una unidad de pensamiento y una misma intención. De cada una de
las partes en las que esta porción está dividida se podrían sacar muchísimos sermones, pero
perderíamos la belleza de todo el pensamiento completo si lo fraccionamos.
A partir del versículo 19, hasta el final del capítulo, Jesús nos invita a considerar nuestra actitud hacia
los bienes materiales.
David Burt:
“Esencialmente hay dos maneras de afrontar la vida. O bien confiamos en las riquezas y somos materialistas en
nuestras ambiciones y prioridades; o bien confiamos en Dios, en cuyo caso el afán materialista no debe tener
cabida en nosotros. Por tanto, debemos escoger cuál será el objeto de nuestra confianza y en qué consistirá
nuestro tesoro. ¿Seguiremos el patrón del mundo, depositando nuestra esperanza en nosotros mismos y en los
valores materialistas? ¿O viviremos por fe en Dios?
Por otra parte, debemos entender que el materialismo no se expresa solamente en la cruda codicia de bienes, sino
que puede tomar formas muy variadas. Jesús trata dos de ellas en esta sección: la avaricia y la ansiedad; la
primera es la tentación peculiar de los ricos, la segunda la de los pobres, pero ambas son igualmente peligrosas.
En contraste, pues, con la avaricia y la ansiedad o cualquier otra manifestación de materialismo, Jesús nos
propone la vida de fe, vida que consiste en una plena confianza en el Padre celestial como aquel que es poderoso
para proveer para sus hijos. El discípulo verdadero no debe sufrir ansiedad en cuanto a sus necesidades
materiales, sino confiar en la providencia de su Padre. Tal confianza tiene grandes implicaciones prácticas, pues
significa el fin de aquel afán de acumular bienes materiales que caracteriza al impío”.
Desarrollo del Tema:
La primera pregunta que nos plantea el día de hoy nuestro Buen Dios en su Palabra es:
Mateo 6:19-20 RV60 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan
y hurtan; (20) sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan
ni hurtan.
¿Significa ello que, por ejemplo, ningún creyente puede emprender una empresa a no ser que
esta sea sin ánimo de lucro?
De ninguna manera.
De ninguna manera.
¿Significa que ningún creyente puede ahorrar, por ejemplo, para el bienestar de sus hijos a
futuro?
De ninguna manera.
¿Significa que todos los creyentes deben ser pobres materialmente hablando?
De ninguna manera.
El apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios en el capítulo 12 versículo 14 nos dice que no
son los hijos quienes deben atesorar para sus padres sino los padres quienes deben atesorar para
sus hijos.
La Escritura pone como ejemplo a la hormiga que es diligente pues prepara en el verano su comida,
y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Haciendo provisión para aquellos tiempos en
los que no se podrá segar.
El mismo apóstol Pablo nos dice que el obrero es digno de su salario. Es decir que aquel que trabaja
puede y debe esperar provisión.
Aquel que trabaja no solo debe esperar recibir el fruto de su labor, sino que debe ser diligente para
que su empresa o la empresa en la que labora salga adelante y prospere.
Trabajando como para Dios o no para los hombres.
La Escritura no condena la riqueza, hay muchos creyentes ricos tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento.
- Pero, y aquí viene la parte importante, la Escritura sí advierte contra el peligro que puede traer
aparejado el dinero, y, por lo tanto, el peligro de caer en estar atesorando en esta vida para los
asuntos terrenales.
Hacer tesoros en la tierra es invertir nuestras vidas, posesiones y dinero en nuestras vidas, en
nuestras posesiones y en nuestro dinero.
Hacer tesoros en la tierra es invertir nuestros pensamientos y fuerzas en esta vida y no en la futura.
Una cosa es ser precavido, otra cosa es confiar en que nuestro futuro depende de lo que podamos
acumular hoy.
- Hemos de ser precavidos no confiando en lo que al presente tengamos sino en que en todo
momento dependemos de Dios, que en últimas sabemos que lo que tenemos en cualquier
momento se puede desvanecer y quedarnos en la ruina, pero aun así, no nos aterroriza este
pensamiento pues sabemos que siempre dependemos de Dios y su provisión, ya sea mucha o
poca.
Dice Job: “Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se
multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho… esto también sería maldad juzgada; porque habría negado al Dios
soberano” (Job 31:24, 25,28).
- Cuando el Señor dijo: No hagan tesoros en la tierra, les advierte acerca de que aquellas cosas
que atesoran aquí finalmente la polilla, el orín y los ladrones nos las terminan quitando.
No podemos perder de vista estos tres elementos que destruyen las posesiones terrenales porque
el mensaje del Señor con estos no es solo decirnos lo insensatos que somos si atesoramos para
nosotros aquí y le desobedecemos, sino que estos tres elementos cumplen el propósito de
ilustrarnos a qué se está refiriendo con hacer tesoros en la tierra.
- Cuando nuestra vida consiste en vivir para poder vestirnos, alimentarnos y tener objetos de
valor, estamos viviendo para estos. Haciendo tesoros en la tierra.
Es una insensatez porque finalmente estas cosas son perecederas, no tienen valor eterno, solo
temporal, y nuestra vida la estamos invirtiendo en ellas, por lo tanto, nuestra vida es un despilfarro.
No hay ninguna diferencia entre nosotros y los incrédulos. Digamos lo que digamos, nuestros
objetivos son tan terrenales como el objetivo del mayor de los impíos: Vivir para poder poseer y vivir
bien.
Si pensamos que por venir un domingo a congregarnos ya somos diferentes al resto nos engañamos.
Nuestra vida se centra en nosotros, en aspectos meramente terrenales y no en los celestiales.
Confiar en nuestras posesiones es vivir engañados. Estas perecen, no nos sacian, nos dejan con
hambre.
Cuando el Señor dice que no hagamos tesoros aquí en la tierra, nos está diciendo que cada decisión,
por más pequeña que tomemos, cada día, estaremos atesorando o acumulando en algún lugar, ya
sea en la tierra o en el cielo.
“Pastor, yo trabajo mucho, y me preocupo porque tengo muchas deudas, si no tuviera deudas trabajaría menos,
dedicaría más tiempo a acumular en el cielo, pero el Señor entiende que es por las deudas, y no por acumular
tesoros aquí”.
No, te engañas, esas deudas las adquiriste porque estuviste acumulando en la tierra, no en el cielo. Así de
engañosa es la riqueza, te endeudaste con cosas que pensabas que necesitabas, pero sin ellas podías vivir muy
bien, sin embargo, ahora pagas las consecuencias de acumular tesoros en la tierra.
- Fijémonos que el llamado aquí no es exclusivamente para los ricos o aquellos que tienen muchas
posesiones y viven en estratos altos.
Por lo tanto, esto nos incluye a todos, estrato bajo, medio y alto.
A decir verdad, todos necesitamos vestido y alimento. Pero cuando nuestra vida se vive alrededor
de estos, de su obtención y acumulación, estamos acumulando en la tierra, nos estamos
desperdiciando y desgastando por algo que se terminará destruyendo y desapareciendo.
1 Timoteo 6:7-12 RV60 Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (8) Así que,
teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. (9) Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación
y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; (10) porque
raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores. (11) Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. (12) Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida
eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
El amor al dinero no es algo que habita solo en el corazón de los ricos, este amor se encuentra
también en el hombre más pobre.
Este amor al dinero, este vivir para las cosas terrenales, es la raíz de todos los males, ya sea este
amor manifestado mediante la avaricia o mediante la preocupación por las cosas cotidiana como el
vestido y el alimento.
1 Juan 3:17-18 RV60 Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él
su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? (18) Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de
hecho y en verdad.
2 Corintios 8:1-5,13-15 RV60 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las
iglesias de Macedonia; (2) que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad. (3) Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus
fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas, (4) pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio
de participar en este servicio para los santos…
…(13) Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, (14) sino para que en
este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de
ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad, (15) como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo
más, y el que poco, no tuvo menos.
Aquí Pablo va a recoger una ofrenda para los pobres de la iglesia en Jerusalén y trae a los
macedonios como ejemplo que en medio de su pobreza proveyeron para sus hermanos en
necesidad. Así mismo debían hacer los Corintios.
Ahora, aquellos que siendo haraganes y perezosos se niegan a trabajar o a buscar excusas para
trabajar, y quieren manipular a hermanos para que les suplan, que esto no tiene nada que ver con
ellos. Si no trabajan, que tampoco coman. Así ordena la Escritura.
Pregunta:
+ ¿Dónde estás atesorando?
+ ¿Estás viviendo para ti solamente?
+ ¿Qué haces con tu dinero?
+ ¿En qué inviertes la mayor parte de él?
+ ¿Estás viviendo para que otros conozcan a Cristo?
+ ¿Vives e inviertes para su causa?,
+ O ¿vives e inviertes para la tuya?
+ Cuando das, ¿lo haces con tristeza y por necesidad?
+ ¿O lo haces con alegría, comprendiendo que todo le pertenece a Dios y que tú eres solo un administrador?
“Trabajad, dice el Señor en el evangelio de Juan, trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a
vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”.
Cuando pensamos que obteniendo más viviremos mejor hemos sucumbido ante el espejismo, la
ilusión, la promesa falsa del dinero.
Yo he escuchado a personas decir que el día que se ganen la lotería se acaban sus problemas, pero
muchos de los que se han ganado la lotería, y esto es comprobable por el testimonio de ellos mismos,
que se encontraron más infelices que cuando no se la habían ganado.
¿La razón? Porque descubrieron, para su propia lástima, que aquello que pensaron los haría felices,
no logró hacerlo. Guardaban su esperanza en cosas efímeras y estas terminaron desilusionándolos.
En cambio, cuando somos fieles a Dios y compartimos con los necesitados, sostenemos su obra,
compartimos el evangelio y el carácter de Cristo se va formando en nosotros, nos vemos llenos de
un gozo y una paz que permanecen eternamente.
Muchos cristianos se deprimen en algunas ocasiones por causas que solo Dios conoce y que el
Señor incluso la permite en ellos para luego glorificarse en ellos, para que encuentren solo consuelo
en Dios; pero otras veces la depresión se debe a que están viviendo centrados en sí mismos. Y
donde esté nuestro tesoro allí estará nuestro corazón, y si estamos acumulando para esta vida,
nuestro corazón estará en el lugar equivocado, y seremos decepcionados en lo profundo de nuestro
ser.
Hermano y amigo, o estás acumulando tesoros aquí en la tierra, o estás acumulando tesoros en el
cielo, no hay un tercer lugar. En uno de estos dos lugares está tu corazón. ¿En cuál?
En palabras de Hendriksen:
“El corazón no puede estar en ambos lugares al mismo tiempo”.
Los dos tesoros no se pueden conservar. Si nos aferramos a uno perdemos el otro.
2. ¿ES TU OJO BUENO O MALO?
Mateo 6:22-23 RV60 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de
luz; (23) pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas,
¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
- Bien, lo primero que dice el Señor es que la lámpara del cuerpo es el ojo. Jesús está trayendo
una pequeña parábola. En la que se refiere al ojo como lámpara, la razón es no porque el ojo
tenga luz en sí mismo, sino que así como por una ventana entra luz e ilumina toda la casa, así
mismo son los ojos quienes nos permiten percibir la luz. Así, si nuestros ojos son malos, no
podremos percibir la luz, por lo tanto, andaremos en tinieblas.
Dependiendo, entonces, de la salud de nuestros ojos, de si estos son buenos o malo, andaremos en
la luz o andaremos en oscuridad.
Claramente, andar en la luz, según la Palabra, es andar conforme a la Escritura, andar en comunión
con Dios y en comunión unos con otros; mientras que las tinieblas son el camino y el destino de los
impíos.
Cuando el Señor utiliza la expresión buena o mala refiriéndose a los ojos, está utilizando dos
palabras que en el Nuevo Testamento apuntan por un lado a la generosidad y por el otro a la
tacañería o a la avaricia respectivamente.
Esa palabra liberalidad, es la misma expresión utilizada en Mateo 6:22 haciendo referencia al ojo
bueno.
- Lo que está queriendo decir Jesús en Mateo es que un ojo bueno, es el ojo generoso.
Si somos generosos con nuestros bienes terrenales, compartiendo con el necesitado y proveyendo
para la obra del Señor, significa que hemos comprendido la generosidad de Dios hacia nosotros en
Jesucristo y que lo realmente importante no son nuestras posesiones y el cúmulo de ellas en la tierra.
Un ojo bueno, es decir, alguien generoso, está dando evidencia de andar en la luz, pues le ha
resplandecido Dios en la faz de Jesucristo.
Que cierra la mano para no dar pues teme perder lo que con tanta fuerza aferra.
Un ojo malo es un ojo cuyo corazón está puesto en el tesoro terrenal pues toda su vida se ha
dedicado a almacenar allí.
La frase ojo malo la encontramos también en la Escritura haciendo referencia al hombre avaro.
Proverbios 23:6 “No comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares”.
- Con lo que acabamos de ver, la segunda pregunta que el texto nos plantea, la podemos
replantear ya no como si tenemos el ojo bueno o el ojo malo, sino:
Mateo 6:24 RV60 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
- Cuando nuestro corazón está posicionado en los tesoros terrenales, terminaremos aborreciendo
a Dios.
Por eso la Escritura dice que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Aquel que ama el dinero
aborrece a Dios.
- Cuando somos generosos nuestros afectos por Dios y por el prójimo se ensanchan.
La Escritura no miente cuando dice que es más bienaventurado dar que recibir.
Bienaventurado es la expresión makario, que significa muy feliz, muy dichoso.
Aquel que se niega a dar es una persona triste, aferrada a cosas que finalmente no podrá conservar.
1 Timoteo 6:6-10 RV60 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; (7) porque nada hemos
traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (8) Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos
con esto. (9) Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas,
que hunden a los hombres en destrucción y perdición; (10) porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Job 1:21 RV60 Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó;
sea el nombre de Jehová bendito.
- Son los paganos quienes piensan y viven así, llenos de temor y angustia por el mañana.
Si eres cristiano, ¿por qué te angustias como un pagano? O, ¿es que realmente no eres cristiano?
Si eres cristiano y te has estado afanando, que hoy sea un motivo de arrepentimiento delante de
Dios por tu afán, por estar buscando lo tuyo propio, y que experimentes la paz y el gozo de saber
que tu Dios proveerá para toda tu necesidad.
En muchas ocasiones Él da poco a los suyos para que ellos aprendan a confiar en Él y no en los
bienes o el dinero que poseen.
Mateo 6:25-34 RV60 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber;
ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
(26) Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (27) ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane,
añadir a su estatura un codo? (28) Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo
crecen: no trabajan ni hilan; (29) pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. (30) Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho
más a vosotros, hombres de poca fe? (31) No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos,
o qué vestiremos? (32) Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas. (33) Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas. (34) Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta
a cada día su propio mal.