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Personalidad histérica

Histeria procede del griego hysteros, que significa útero.


Hoy en día, se confunde el término con el insulto. Voy a intentar
esquematizar, cosa nada fácil, lo que es el verdadero término histeria.
Intentaré huir de conceptos puramente psiquiátricos que harían poco
inteligible el texto.
Para empezar, diré que ni siquiera los psiquiatras, psicoanalistas o
psicólogos, están de acuerdo en lo que implica este término. Por otro
lado, cabe diferenciar lo que es neurosis histérica, como patología, y lo
que es una estructura de personalidad histérica normal.

La enfermedad (neurosis histérica) conlleva la aparición de los


síntomas típicos de la somatización, cuyo estadío final más conocido
son los desmayos teatrales con movimientos convulsivos, aunque hay
cientos de síntomas que pueden ser reproducidos en esta enfermedad.
Afecta al 1% de la población, la mayoría mujeres, con lo que su
frecuencia podemos observar que es realmente alta.

Pero no es de la enfermedad de lo que hoy quiero hablar, sino de la


personalidad histérica, mucho más extendida que la neurosis y también
mucho más frecuente en las mujeres. Para compensar, el próximo tema
a tratar será “El niño rey”, muy similar a la histeria, pero predominante
en hombres.

La estructura de personalidad histérica nada tiene que ver con algo


insultante, eso lo quiero dejar claro, no es mi objetivo meterme con estas
mujeres, sino intentar describirlas para conocerlas y, en su caso, saber
comprenderlas y tratarlas. En todo momento me expresaré en femenino,
como lo haré en masculino cuando hable del niño rey, aunque eso no
significa que no hayan hombres histéricos.

Origen de la histeria
Los autores no se ponen de acuerdo en este punto (ni en este ni en
otros muchos), por lo que expresaré mi opinión al respecto. Por
consiguiente, lo que voy a escribir no se puede tomar como algo
científico ni demostrado, pues no hay un nivel de evidencia elevada. Se
debe tomar como una reflexión sobre lo que he leído y conozco
personalmente (un porcentaje altísimo de histéricas tienen síntomas de
mi especialidad). Como en cualquier aspecto de la personalidad, la
genética debe jugar un papel importante en el “ser histérico”, pero esto
no se ha comprobado. El hecho de afectar predominantemente a las
mujeres, a pesar de tener los mismos condicionantes en la primera
infancia que los hombres y, que esta personalidad ya se manifieste en
los primero años de vida, sugieren la existencia de un mecanismo
genético, que en ningún momento se debe considerar como un factor
determinante sino más bien como una tendencia.

Factor emocional: la separación de la madre (o de la persona que tenga


el papel maternal) en el primer año de vida, la falta de caricias, abrazos
y contacto físico y de una seguridad en el entorno puede ser el origen
más probable de esta patología. La angustia y pánico del bebé al verse
solo, aislado y frágil, con una contínua llamada de atención mediante el
llanto que no es respondida por los progenitores. Este es el inicio de las
dos características sobresalientes de la personalidad histérica: la
separación y el miedo a no-ser.

Características de la histeria
La nula tolerancia al abandono y el miedo a no-ser (la necesidad de ser
tenida en cuenta junto al miedo al compromiso) conforman las
características fundamentales de estas mujeres:
1. Dependencia emocional. Tienen una necesidad imperiosa de
“colgarse de alguien”. Para conseguirlo recurren a:
2. Un impulso irrefrenable de llamar la atención. Si no lo consiguen,
vendrán las tan temidas pataletas. Dependiendo del entorno en que se
muevan, llamarán la atención de determinada manera: pueden ser las
más religiosas o puritanas, en un determinado medio, o hipersexuales
y amorales en otro. Lo que haga falta para conseguir la aceptación.
3. Su primer arma siempre es la complacencia. Intentan dar todo lo
que suponen que lo demás quieren. Sólo si no lo consiguen
complaciendo echarán mano del chantaje e incluso la violencia. Con
los hombres son seductoras y exhibicionistas, con las mujeres,
sufridoras y teatrales.
4. Percepción interesada: sólo ven lo que quieren o les interesa ver.
No hacen introspección, odian mirarse a sí mismas. Actúan para atraer
la atención y retenerla. Son actrices que hacen el papel que necesitan
en cada momento, pero sólo son actrices, detrás del personaje no hay
nada más. Esto nos lleva a otra característica:
5. Paradojas contínuas. De un gran y salvaje apego pueden pasar al
más despiadado odio en la ruptura. De aparentar ser una mujer
hipersexuada a ser frígida en la cama. Pero no hay una elaboración
consciente. Para ella el universo es tal y como lo percibe en un
momento dado y en su estado de ánimo actual. Lo que hoy es blanco,
mañana es negro con la misma certeza.
6. Relación de pareja muy difícil, imposible de comprender por el
compañero. Hay una necesidad enfermiza de ser amada, pero la
supuesta necesidad de dotar de seguridad a la relación se ve
continuamente sorprendida por una necesidad paradójica de poner a
prueba continuamente esa relación. Recelan continuamente de la
sinceridad del sentimiento del otro e incluso necesitan demostrar su
hipocresía. Imploran y suplican depender del amor del compañero y a
la vez verifican que a ese amor le falta alguna cualidad esencial. Pasan
del “no puedo vivir sin ti” al “tu amor no es bueno”. Del amor más teatral
al odio más vengativo. Divorciarse de una mujer histérica puede llegar
a ser terrible. Muchas de las falsas denuncias de malos tratos y de los
“raptos legales” de hijos proceden de mujeres así.
7. Toda histérica es inmadura. La madurez es el antídoto perfecto
contra la histeria. Los adultos no pueden dedicarse a fantasías y
anhelos de adolescentes sin llegar a ser progresivamente inaceptables
a medida que la edad avanza.
8. Sufren más que nadie y llevan este sufrimiento más como un orgullo
que como un dolor. Una madre que no sufra con sus hijos no es buena
madre. No existe una mujer que no le haga sufrir su marido.
9. Suelen buscar un cierto tipo de hombre: maternales. Están siempre
a su disposición, siempre la comprenden. Son fácilmente manipulables
y se convierten en los voceadores de su dolor.
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