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Origen de la histeria
Los autores no se ponen de acuerdo en este punto (ni en este ni en
otros muchos), por lo que expresaré mi opinión al respecto. Por
consiguiente, lo que voy a escribir no se puede tomar como algo
científico ni demostrado, pues no hay un nivel de evidencia elevada. Se
debe tomar como una reflexión sobre lo que he leído y conozco
personalmente (un porcentaje altísimo de histéricas tienen síntomas de
mi especialidad). Como en cualquier aspecto de la personalidad, la
genética debe jugar un papel importante en el “ser histérico”, pero esto
no se ha comprobado. El hecho de afectar predominantemente a las
mujeres, a pesar de tener los mismos condicionantes en la primera
infancia que los hombres y, que esta personalidad ya se manifieste en
los primero años de vida, sugieren la existencia de un mecanismo
genético, que en ningún momento se debe considerar como un factor
determinante sino más bien como una tendencia.
Características de la histeria
La nula tolerancia al abandono y el miedo a no-ser (la necesidad de ser
tenida en cuenta junto al miedo al compromiso) conforman las
características fundamentales de estas mujeres:
1. Dependencia emocional. Tienen una necesidad imperiosa de
“colgarse de alguien”. Para conseguirlo recurren a:
2. Un impulso irrefrenable de llamar la atención. Si no lo consiguen,
vendrán las tan temidas pataletas. Dependiendo del entorno en que se
muevan, llamarán la atención de determinada manera: pueden ser las
más religiosas o puritanas, en un determinado medio, o hipersexuales
y amorales en otro. Lo que haga falta para conseguir la aceptación.
3. Su primer arma siempre es la complacencia. Intentan dar todo lo
que suponen que lo demás quieren. Sólo si no lo consiguen
complaciendo echarán mano del chantaje e incluso la violencia. Con
los hombres son seductoras y exhibicionistas, con las mujeres,
sufridoras y teatrales.
4. Percepción interesada: sólo ven lo que quieren o les interesa ver.
No hacen introspección, odian mirarse a sí mismas. Actúan para atraer
la atención y retenerla. Son actrices que hacen el papel que necesitan
en cada momento, pero sólo son actrices, detrás del personaje no hay
nada más. Esto nos lleva a otra característica:
5. Paradojas contínuas. De un gran y salvaje apego pueden pasar al
más despiadado odio en la ruptura. De aparentar ser una mujer
hipersexuada a ser frígida en la cama. Pero no hay una elaboración
consciente. Para ella el universo es tal y como lo percibe en un
momento dado y en su estado de ánimo actual. Lo que hoy es blanco,
mañana es negro con la misma certeza.
6. Relación de pareja muy difícil, imposible de comprender por el
compañero. Hay una necesidad enfermiza de ser amada, pero la
supuesta necesidad de dotar de seguridad a la relación se ve
continuamente sorprendida por una necesidad paradójica de poner a
prueba continuamente esa relación. Recelan continuamente de la
sinceridad del sentimiento del otro e incluso necesitan demostrar su
hipocresía. Imploran y suplican depender del amor del compañero y a
la vez verifican que a ese amor le falta alguna cualidad esencial. Pasan
del “no puedo vivir sin ti” al “tu amor no es bueno”. Del amor más teatral
al odio más vengativo. Divorciarse de una mujer histérica puede llegar
a ser terrible. Muchas de las falsas denuncias de malos tratos y de los
“raptos legales” de hijos proceden de mujeres así.
7. Toda histérica es inmadura. La madurez es el antídoto perfecto
contra la histeria. Los adultos no pueden dedicarse a fantasías y
anhelos de adolescentes sin llegar a ser progresivamente inaceptables
a medida que la edad avanza.
8. Sufren más que nadie y llevan este sufrimiento más como un orgullo
que como un dolor. Una madre que no sufra con sus hijos no es buena
madre. No existe una mujer que no le haga sufrir su marido.
9. Suelen buscar un cierto tipo de hombre: maternales. Están siempre
a su disposición, siempre la comprenden. Son fácilmente manipulables
y se convierten en los voceadores de su dolor.
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