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En pleno siglo XXI, aún con la declaración de los Derechos Humanos y todas aquellas
normas que se establecen para el buen actuar del hombre, para que sus derechos no
sean violados ni alterados, vemos un gran incremento en el número de asesinatos
diarios que se viven en los distintos países del mundo, el ascenso de abortos realizados
es inimaginable. El respeto a la vida ha quedado como utopía. El hombre ya no le
encuentra sentido a su vida, ya no tiene ganas de vivir. Jóvenes que sufren por la falta
de un Ser que oriente su vida y les dé un sentido sobrenatural que les indique el camino
a seguir, ha provocado un sin fin de suicidios en todo el mundo. Hombres que trabajan
más de quince horas diarias, siendo explotados y recibiendo una retribución
miserable. ¿Qué ha provocado todo esto? ¿En dónde está el verdadero sentido de la
vida? ¿Dónde queda la moral? ¿En dónde está Dios?
El comportamiento del hombre debe estar regulado por una norma moral, que en
nuestro tiempo se ha desviado de su verdadero significado, por lo que es necesario
establecer los conceptos objetivos de lo que es la persona, la libertad, la conciencia y la
ley. Nuestro tema estará centrado en lo que es la moral autónoma teónoma, que es una
desviación de la moral, que se ha mal interpretado y que ha causado grandes estragos
en la sociedad de hoy, por lo que vemos la necesidad de darlo a conocer desde el punto
de vista objetivo (una correcta moral) y desde la mala interpretación (moral autónoma
teónoma) que ha estado esclavizando a la persona de hoy.
Persona Humana
La carne y el alma son elementos sustanciales del hombre y no mero accidente como
lo hace ver Platón, formulando un dualismo. El alma y cuerpo no son elementos
completos, no pueden dar origen a la persona por separado. El cuerpo y el alma como
materia y forma son co-principios que adquieren un carácter completo cuando
constituyen a la persona humana. La forma de subsistencia de la persona es su cuerpo,
es aquello que lo mantiene como ente sensible en la realidad. El alma, es aquello que le
da la forma a la materia, y es el medio por el cual el cuerpo adquiere vida y así, el alma
se manifiesta como signo de vitalidad. Porque si se toman por separado estos
elementos, no se podría alcanzar la constitución de la persona, porque solo el alma
sería un elemento espiritual sin más, y solo el cuerpo, sería un cadáver. Por lo tanto, al
estar unidos alma-cuerpo constituyen un ser completo.
También podemos añadir que la persona es alguien que por naturaleza es sociable.
Su sociabilidad la realiza en comunidad. Entonces para que se pueda hablar de
comunidad es necesario que se tome a la persona de manera integral, con todas sus
dimensiones. Es necesario ver en el otro a un «tú», a un prójimo, y relacionarse de tal
manera que se pueda crear un «nosotros». Ese «nosotros» surge de vivir un proyecto
común (bien común) de valorar al que tenemos enfrente, de abrirnos a él para acogerle
y envolverle en nuestros ideales, aunque sin abandonar totalmente nuestro «yo».
Entonces cuando aparece la comunión, que es mirar al otro como prójimo y no como
mero semejante en la especie. En este punto podemos resaltar el obrar moral de la
persona, su comportamiento debe ser recto que busque el beneficio y la calidad
interpersonal con todos aquellos que entren en contacto con él, teniendo siempre en
cuenta que su actuar afecta de una u otra manera a los que están a su alrededor, sea
para bien o para mal.
1
J. M. Burgos. El Personalismo, p. 60
2
Ibídem
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 3
Afirma Mounier, «no se ha dicho: amarás al hombre como a ti mismo, es decir,
dándote a él, como a la realización de tu persona, sin medida»3 este pensamiento busca
poder encauzar la buena conducta del hombre que se manifiesta en el trato con los
demás, porque el hombre no es un ser aislado, necesariamente debe entrar en contacto
con sus los demás como prójimo-semejante, ya que si se olvida de este elemento,
simplemente caería como el trato de los animales sálvese quien pueda o la lucha y la
supervivencia del más fuerte. Lo de prójimo es un nivel con mayor perfección a lo de
semejante porque cuando uno trata al otro como prójimo, se está reflejando en esa
persona y que uno quiere el bien para ella, sea una persona amiga o enemiga, así como
uno quiere el bien para sí mismo; en cambio, solo el mero trato de semejante, podemos
ver cierto respeto por el otro, pero que no conduce a profundizar en la fraternidad y la
buena sociabilidad, simplemente a fijarnos que hay otros como nosotros, pero que no
necesariamente nos interesamos en ellos.
Para que el hombre sea capaz de sociabilizar con los demás, debe de existir un
vínculo que sirva de cemento llamado amor para poder unificar y sostener toda
relación interpersonal. Mounier hace relucir el mensaje evangélico, dice
explícitamente que el vínculo de la comunidad es el amor. «La relación del yo al tú es
el amor, en el que mi persona se descentra y vive en el otro aun poseyéndose y
poseyendo su amor». «El amor es la unidad de la comunidad, como la vocación es la
unidad de la persona».4 Ese amor debe ser objeto de buenas relaciones interpersonales
y deben estar reguladas por una correcta moral, ya que si esto faltara, el amor se
3
Ibídem, p. 65
4
Ibídem
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 4
dirigiría a un beneficio egoísta y se perdería el sentido de donación, simplemente
estaría en el provecho que pueda obtener de los otros manifestando un amor aparente.
Marcel hace ver el aspecto espiritual del hombre, para que éste recupere el sentido
de su vida, teniendo para ello un punto preciso de referencia; para valorarse y tener
plena conciencia que es un ser espiritual que a la vez es su cuerpo, no como dos cosas
separadas, sino como dos elementos que forman su ser. Pero, en realidad ¿Qué es el
hombre? Jacques Maritain menciona que, cuando decimos que un hombre es persona,
queremos decir que no es simplemente un trozo de materia, un elemento individual en
la materia. El hombre es un individuo que se gobierna a sí mismo por la inteligencia y
la voluntad (facultades del alma), este gobierno se desarrolla por el uso de sus
facultades especialmente su libertad, teniendo en cuenta que existe una moral que le
indica el camino al que debe encauzar su libertad para poder alcanzar todo aquello que
le ayude a realizarse como persona, sin faltar a la ley que está establecido como
regulador de las actos humanos.
5
Ibídem, p. 91
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 5
El hombre no sólo existe de una manera física. Hay en él una existencia más elevada,
que existe espiritualmente en conocimiento y en amor. La persona por el amor puede
donarse libremente a otros seres, que son, como él mismo, relación que es imposible
encontrar equivalente en todo el universo físico.6 Si es verdadero amor, es porque
posee una libertad plena en cuanto que sabe encaminarlo por el sendero recto que le
ayuda a alcanzar un nivel alto de donación. Porque solamente en los hombres, unidos
con el vínculo del amor, se puede dar esa relación del yo y tú, lo que requiere pleno
conocimiento de lo que en realidad es como persona, y voluntad para poder donarse a
los demás.
6
Cfr. J. Maritain. Los derechos del hombre, p. 14
7
Ibídem, p. 15
8
Cfr. Youcat, n. 56
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 6
hombre puede pensar más allá de su horizonte inmediato y evaluar toda la amplitud
del ser; puede incluso conocerse a sí mismo con una distancia crítica y trabajar en sí
mismo; puede percibir a otros como personas, captar su dignidad y amarlos. Entre
todas las criaturas visibles, sólo el hombre es capaz de «conocer y amar a su Creador»
(Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes) 9
9
Ibídem, n. 58
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 7
Correcta concepción de libertad, conciencia y ley
Hemos visto a grandes rasgos lo que es la persona, vemos con mejor claridad que el
hombre es un ser a imagen y semejanza de Dios, que es capaz de donarse a los demás
a través del amor, que está constituido por alma y cuerpo y que también, al igual que
Dios posee una libertad, no absoluta pero si participativa de la libertad de Dios.
Conocer al hombre nos ayuda a esclarecer lo que se verá a continuación, ya que la
libertad del hombre no es una situación aislada o permisiva, sino que es una facultad
regulada por la normativa divina que viene inscrita en el corazón del hombre, que
ayuda a educar su conciencia y de esa manera emitir juicios concretos y correctos de
su actuar que se ajusten a la ley que Dios concede de manera objetiva a todo hombre
en la tierra y así alcanzar satisfactoriamente su fin último sobrenatural: ver a Dios cara
a cara y gozar eternamente de Él.
¿Qué es libertad?
La libertad ha sido mal aplicada desde los inicios de la creación. Dios ha creado al
hombre en un estado de justicia original, que involucra un orden en todas sus
facultades, especialmente en el uso de su libertad. Dios ha creado al hombre libre para
que pueda, en el uso de sus capacidades, buscarlo y amarlo, sin que esté condicionado
a hacerlo sino que sea encaminado por el Amor. Pero, el hombre quiso equipararse a
Dios e impulsado por la tentación del enemigo atentó contra la normativa que Dios le
había dado:
Dios impuso al hombre este mandamiento: «puedes comer de cualquier árbol del jardín,
pero no comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comieres
del él morirás sin remedio»10
10
Gen 2, 16-17
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 8
Este mandato divino fue establecido para probar al hombre en su libertad y mostrar
que de ninguna manera estaba siendo manipulado por Dios, sino que desde su creación
Dios lo había constituido libre y responsable de sus actos. El texto bíblico nos muestra
la ley que Dios establece “no comerás” vemos también el estado libre del hombre, la
responsabilidad y la condena que le esperaba si rompiese con esa normativa. Pero la
intención de este texto es dar a conocer la libertad, y poder responder a esta pregunta:
¿Qué es la libertad?
¿Qué es ley?
Utilizando el texto Génesis 2, 17ª “pero no comerás del árbol de la ciencia del bien y
del mal” vemos que la ley es una normativa que se establece para obtener el orden y
conducir la libertad del hombre hacia el bien. En este caso Dios le da esto al hombre
para dar a conocer que el hombre es capaz de usar su libertad y que él mismo no es
creador de sus propios valores y normativas, como se piensa hoy en día. Por lo tanto
es necesario que la ley sea promulgada por otro ser superior al hombre que regule su
11
P. Fredy Mejía, folleto El hombre, p. 20
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 9
vida en cuanto que lo conduzca al Bien, para ello, podemos conocer la definición clásica
de santo Tomás de Aquino sobre lo que es ley:
Ordenación de la razón dirigida al bien común y promulgada por quien tiene el cuidado
de la comunidad.12
Notamos que la ley está dirigida para poder encontrar el bien común, eso involucra
la condición del hombre como un ser sociable, que sus actos bien regulados no afectan
a la sociedad, vemos también que la ley se define por un ente que se encarga de
mantener el orden, pero, esta definición es genérica en cuanto que vemos que se aplica
al término ley sin más. Ahora bien, lo que necesitamos conocer es la ley moral, la
definición anterior de ley y el ejemplo bíblico nos serán de gran ayuda para entender
los que veremos a continuación.
Ley moral
Por ley moral se entiende como el conjunto de preceptos que Dios ha promulgado
para que, con su cumplimiento, la criatura racional alcance su fin último sobrenatural.
13 Ahora podemos entender el sentido pleno de lo que es ley con respecto a la moral, la
ley que Dios da a conocer para que el hombre tenga un modo de regir su conducta sin
faltar a su libertad. La ley se establece para tener un orden dentro de la vida del hombre
y por consiguiente en la sociedad.
12
Ibídem, p. 88
13
R. Sada y A. Monroy, Curso de Teología Moral, p. 48
14
Ibídem, p. 49
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 10
En el hombre se encuentra inscrito en su corazón la ley natural, como esa normativa
primera que se va desarrollando conforme se va obteniendo mayor conocimiento con
el pasar del tiempo. Con ello, alcanza la capacidad de realizar juicos sobre su
comportamiento, se necesita también un elemento que ayude a realizar el juicio sobre
las acciones, teniendo como base la ley moral que se da a conocer conforme la moral y
que ayuda a construirla para que los juicios sean correctos y no queden velados por la
duda o la ignorancia.
¿Qué es conciencia?
Las definiciones son muy claras para poder realizar una aplicación de los términos:
«La conciencia conoce la ley que posee el hombre por participación y en base a ella juzga
la bondad o malicia de los actos concretos que realiza el hombre libremente. La
conciencia es el lugar donde se encuentra la libertad y la ley divina, la libertad y Dios. La
libertad no crea la ley, sino que la obedece. La conciencia no crea la ley, sino que la
15
A. Royo Marín, Teología Moral para Seglares I, p. 129
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 11
aplica. La conciencia no es simplemente preceptista, sino que en la aplicación de la ley
que posee por participación, tiene un papel activo».16
Autonomía Teónoma
16
P. Fredy Mejía, folleto ¿Qué es la Moral?, p. 28
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 12
de darle vida al superhombre creador de sus propios valores y, de esa manera,
emanciparse de Dios.
Uniendo los dos términos, vemos que la autonomía teónoma posee un matiz
diferente a lo que la Moral, que anteriormente hemos citado, da a conocer. Según la
autonomía teónoma el hombre participa de su creador, pero no como comúnmente lo
entendemos cuando decimos que el hombre participa del ser de Dios, de su libertad,
de su bondad, etc. sino que se muestra al hombre equiparado a Dios con el hecho de
sentirse también con la capacidad de crear, tal y como lo hace Dios, con respecto a la
ley moral establecida. El hombre hace mal uso de su autonomía y la absolutiza al no
querer depender de Dios, el hombre se revela y cae en el error de imponer su propia
ley que le favorezca según su conveniencia.
17
A. Fernández, Diccionario de Teología Moral, p. 123
18
Cfr. Gen. 1,26
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 13
imagen y semejanza de Dios, también es creador. Según esta interpretación Dios le dio
al hombre sólo un mandato: crea tu propia ley moral y rige tu comportamiento
intramundano. Y el ser humano crea con su libertad y con su razón la ley moral, y así,
se realiza como persona y como imagen y semejanza de Dios. En el hombre no hay
participación de la ley eterna, sino sólo de la capacidad de crear la ley.19
Notamos que el hombre se emancipa de Dios, pero quiere dejarlo como un simple
garante de ese mandato de “crear su propia moral” el hombre toma de manera
exagerada esta situación y destruye el orden que debe de haber entre la libertad y la
ley, se reducen estos conceptos a la subjetividad y se pierde el sentido de una recta
doctrina. Esta situación afecta mucho a la conciencia porque solo dispondría de todo y
solo aquello que al hombre le parezca conveniente y quedaría velada para poder emitir
juicios verdaderos.
19
P. Fredy Mejía, folleto ¿Qué es la Moral?, p. 27
20
A. Fernández, Diccionario de Teología Moral, p. 1324
21
Cfr. Gen. 3,5
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 14
Él ya no podrá decirle lo que es correcto e incorrecto, sino que él mismo impondrá su
propia ley de vida. Dios dejaría de ser el centro de todo y el hombre ocuparía ese lugar,
como ente regulador, y esto es lo que pasa hoy en día, la situación no cambia sino que
se agrava cada vez más, porque con la mala antropología que ronda en el ambiente
intelectual, todos quieren emanciparse de todo aquello que pueda reducir su libertad,
que vaya en contra de lo que creen correcto y conveniente para sus vidas; olvidándose
así, de la objetividad del actuar humano que le viene de Dios.
Este tipo de moral tiene su desarrollo en la mala aplicación de los tres elementos
que hemos definido: la libertad, la ley y la conciencia. Ahora veremos cómo esta moral
los interpreta y cómo se desfasa del orden natural que deben seguir.
22
Ibídem, 1,28
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 15
porque según la autonomía teónoma, Dios le ha dado esa facultad creadora por el
hecho de ser imagen y semejanza suya.
La libertad se presenta como absoluta, sin depender de otro, el hombre está como
el superhombre gozando de libertad ilimitada y como hacedor de sus propios valores
que no coarten su libertad. Esta libertad deja al hombre como centro de todo, él es
capaz de darse las normas de conducta. Es una libertad que no tiene otro fin que el
máximo disfrute de la vida humana que inclina al narcicismo, al hedonismo, y no es
capaz de pedir al hombre lo mejor de sí mismo por el bien y la verdad objetivos.23 Nos
atrevemos a decir que la libertad en este tipo de moral, es una libertad producto de la
modernidad, en donde se rinde culto a la diosa razón, la ilustración, dándole autonomía
a la razón que automáticamente tiene como consecuencia una libertad subjetivista que
queda relativizada, tomando en cuenta lo que dijo Protágoras: el hombre es la medida
de todas las cosas.
Vemos claramente que esta libertad oscurece a la verdad, y ata al hombre, aún más,
a las pasiones desordenadas. Ya que «la libertad no libera; libera la verdad. La libertad
es un instrumento necesario e imprescindible en toda acción humana, pero lo es sólo
como instrumento en orden a asegurar las exigencias auténticas de la verdad. Si no es
con la verdad, la libertad pierde su propio rumbo y su propio sentido».24 La verdad
queda opacada con una mala concepción de libertad, y ésta, no va en busca de la
perfección del hombre, porque tiende a realizar todo aquello que le gusta, como si todo
estuviera permitido realizar, incluso el mal. El sentido de verdadera libertad se ha
oscurecido. El conocimiento de la verdad le hará verdaderamente libre (cfr. Jn 8, 32),
porque el hombre debe ir en busca de la felicidad y perfección que los encuentra en
Dios, que es su fin último sobrenatural.
23
Cfr. J. Antonio Sayés, Antropología y Moral, p. 109
24
J. Antonio Sayés, Antropología y moral, p. 109-110
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 16
15, 14), de modo que busque sin coacciones a su Creador y, adhiriéndose a Él, llegue
libremente a su plena y feliz perfección»
En la moral Autónoma Teónoma, la ley aparece como mera invención del hombre
para regir su propio comportamiento. En este sentido el hombre por el hecho de
poseer libertad y esa capacidad creadora que Dios le ha otorgado, posee la capacidad
de crear su propia ley, facultad que la conciencia se otorga; más allá de que la
conciencia aplique la ley, la crea, porque no tiene, por así decirlo, inscrita en ella la ley
natural, y si la tuviese, se otorga la facultad de elegir y modificarla conforme le sea
conveniente para su actuar porque el hombre posee la capacidad creadora. Por lo
tanto, esa normativa solo rige la vida de una persona reduciéndola al plano subjetivo,
reduciendo así la normativa universal, porque el hombre estaría obedeciendo todo y
solo aquello que su conciencia le dictamine. El problema grave está realizado, sus
consecuencias se verán rápidamente, porque podemos preguntar ¿Qué pasaría con las
demás personas? ¿Ellos también buscarían un derecho propio y único, aunque falten
al derecho de los demás? Con estos dos planteamientos se tiene mucho para pensar e
imaginarse los grandes estragos que esto causaría en el mundo.
El hombre busca crear sus leyes y valores porque, de manera errónea, se ve como
un instrumento, un ser utilizado por Dios, ya que Él da la norma y el hombre actúa
como un ente receptor simplemente pasivo; el hombre en este sentido no quiere ser
simple espectador, que le digan qué es lo que debe de hacer, sino que quiere elevarse
de tal forma que pueda ser él quien pueda decidir sus propias normas, ser legislador
de sí mismo. Con esta forma de pensar, veríamos la moral cristiana como una moral
heterónoma que concibe la ley, como una norma dada por un legislador distinto de la
persona que debe cumplirla, independientemente si esa ley está fundada en el ser de
Dios, queda a la libre voluntad del legislador (la Iglesia) ya sea racional o irracional,
correcta o incorrecta esa ley que dictamina; así sería planteada la moral cristiana como
irracional porque el hombre no sería capaz de establecer su propia norma como un
ente independiente y racional, sino que, dependería únicamente de Dios y, esta actitud
le restaría libertad. Por lo tanto la moral que es objetiva, queda paralizada y obsoleta
porque no concede al hombre ejercer su libertad sino que la retiene y la domina de
manera arbitraria.
La razón debe estar coordinado con la verdad, pero una verdad que sea objetiva y
se fundamente en Dios, porque si la verdad no está en Dios, cada quien tendría su
propia verdad según sus conveniencias y caeríamos en un relativismo. Tampoco la
verdad puede ser el resultado de un consenso realizado por las personas para decir si
una cosa o acción es buena o es mala. La verdad no se manifiesta de esa manera sino
que es la expresión de Dios mismo que se da a conocer.
25
Veritatis Splendor n. 41
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 18
La conciencia, fuente de la moral
La conciencia pretenderá ser la fuente de la moral y ley para sí misma. Con ello se
pretende que la conciencia sea «expresión creadora de la persona humana y no la mera
aplicación a un caso concreto de la norma general».26 De esta manera, la conciencia
pierde su veracidad en el juicio moral, porque pierde lo mandatos universales de la
ley natural y de la ley eterna; ya que ella es la que está decidiendo sobre lo que es bueno
y malo, según sus propias normativas y pierde el verdadero sentido de la naturaleza
humana; porque su juicio no es conforme al modo de ser del hombre, sino que se
inclina por aquellas cosas que satisfacen las necesidades humanas, aunque fueran
contrarias a su naturaleza. «Esta visión coincide con una ética individualista, para la
cual cada uno se encuentra con su verdad, diversa a la verdad de los demás».27
26
J. Antonio Sayés, Antropología y Moral, p. 98
27
Veritatis Splendor n. 32
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 19
La conciencia ciertamente puede equivocarse por ignorancia invencible, sin perder
su dignidad. Por lo tanto, si es una persona preparada, con buenos principios y con
clara doctrina, la conciencia debe de estar educada conforme a las disposiciones de
Dios y no deja arrastrar por el ambiente relativo que se desarrolla hoy en día.
28
Cfr. Veritatis Splendor n. 62
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 20
CONCLUSIÓN
El hombre no es solamente un receptor al recibir la ley por parte de Dios, sino que
es un ente que participa de su Creador, ya que es el hombre el que hace vida esa ley, en
cuanto que pone en práctica las leyes prescritas por Dios con su forma de actuar, de
vivir, del trato cordial que tiene con sus semejantes y, sobre todo la búsqueda incesante
del Sumo Bien que satisfaga su sed de felicidad, y que sólo en Él encontrará.
«Hay que comprender que la ley moral, como expresión de la verdad del hombre, no
es algo que elimine la libertad, sino justamente es lo que la lleva a su verdadero
cumplimiento. El hombre no puede determinar por sí mismo el bien y el mal ni crear
por ello los valores como pretendió Adán en el paraíso. Las normas morales, reflejo de
la verdad y de bien del hombre, creados por Dios, tienen por esto mismo su
fundamento último en Él, y justamente cuando el hombre realiza el bien y permanece
en la verdad, es cuando realiza el sentido profundo de su libertad»
29
Ibídem, Veritatis Splendor n. 35