You are on page 1of 22

INTRODUCCIÓN

En pleno siglo XXI, aún con la declaración de los Derechos Humanos y todas aquellas
normas que se establecen para el buen actuar del hombre, para que sus derechos no
sean violados ni alterados, vemos un gran incremento en el número de asesinatos
diarios que se viven en los distintos países del mundo, el ascenso de abortos realizados
es inimaginable. El respeto a la vida ha quedado como utopía. El hombre ya no le
encuentra sentido a su vida, ya no tiene ganas de vivir. Jóvenes que sufren por la falta
de un Ser que oriente su vida y les dé un sentido sobrenatural que les indique el camino
a seguir, ha provocado un sin fin de suicidios en todo el mundo. Hombres que trabajan
más de quince horas diarias, siendo explotados y recibiendo una retribución
miserable. ¿Qué ha provocado todo esto? ¿En dónde está el verdadero sentido de la
vida? ¿Dónde queda la moral? ¿En dónde está Dios?

El ser humano se plantea muchas interrogantes, buscando el porqué de su


existencia, debido a todos los sucesos que acontece día con día. ¿Cuál es el origen de
todo ello? el hombre es libre para realizar lo que crea conveniente para sí mismo. Pero,
¿todo le es permitido? acá es donde radica este mal. El hombre no concibe y no aplica
de manera correcta este gran don que se le ha otorgado como creación de Dios: la
libertad. Ya que cree que le es permitido realizar todo lo que se le antoje, sin tomar en
cuenta la moralidad de sus actos y las consecuencias que estas puedan provocar.

El hombre es capaz de regular su comportamiento, tomando en cuenta ciertas


normas que Dios ha dejado inscrito en su corazón que marcan su actuar conforme a su
naturaleza: ley natural. Podemos considerar esta ley como parte de la Sabiduría Divina,
ya que es el mismo Dios es el que la infunde en el corazón del hombre, para que
aplicándolas (la conciencia) pueda emitir juicios correctos sobre la moralidad de sus
actos. Siguiendo esta ley el hombre será capaz de alcanzar la perfección y poder
manifestar una libertad plena que siempre va en busca del bien y de la verdad, que al
alcanzarlas en su plenitud, podrá llegar a obtener su fin último sobrenatural: Dios.

El hombre está autodeterminado al bien, es capaz de seguir la normativa que Dios


le ha dejado como parte de su ser, esta ley no limita la libertad del hombre, sino que la
perfecciona. Pero, el hombre ha mal interpretado todo, quiere ser autónomo y creador
de sus propias normas que rijan su conducta, evitando así, todo lo que Dios le ha
otorgado, quedándose simplemente con la idea de que es imagen y semejanza suya, y
por este hecho, sentirse creador como Él y, estableciendo para sí una moral autónoma
teónoma.

Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 1


EL HOMBRE, ¿MEDIDA DE TODAS LAS COSAS?

LIBERTAD, CONCIENCIA Y LEY SEGÚN


LA MORAL AUTÓNOMA TEÓNOMA

Este aspecto de la moral es muy amplio, debido a que la libertad, la conciencia y la


ley afectan a un ser específico denominado persona. Estos elementos residen en un ser
concreto y regulan el comportamiento del mismo, ya que el hombre está constituido
de alma y cuerpo, co-principios que conforman a la persona humana, por lo que su
actuar no solamente se rige en un plano espiritual, sino que también tiene una
manifestación corpórea que exterioriza todo lo que lleva dentro. Por lo tanto,
necesitamos conocer, a grandes rasgos, lo que es la persona y su constitución como tal,
ya que es un ser íntegro por naturaleza y como tal merece el respeto debido; así
también, se constituye en un ser sociable, que manifiesta un compartimento a nivel
individual y grupal.

El comportamiento del hombre debe estar regulado por una norma moral, que en
nuestro tiempo se ha desviado de su verdadero significado, por lo que es necesario
establecer los conceptos objetivos de lo que es la persona, la libertad, la conciencia y la
ley. Nuestro tema estará centrado en lo que es la moral autónoma teónoma, que es una
desviación de la moral, que se ha mal interpretado y que ha causado grandes estragos
en la sociedad de hoy, por lo que vemos la necesidad de darlo a conocer desde el punto
de vista objetivo (una correcta moral) y desde la mala interpretación (moral autónoma
teónoma) que ha estado esclavizando a la persona de hoy.

Persona Humana

Una interrogante que muchos filósofos han tratado de responder, definiendo a la


persona humana como un sin sentido, una nada como lo menciona Nietzsche, tampoco
se reduce sólo a la libido según Freud o visto como mero medio de producción como
lo propone Marx, peor aún, visto desde el punto de Sartre como un ser para la muerte.
El hombre tiene un sentido y una dirección que debe seguir. El hombre tiene un fin
supremo y una llamada a la que debe responder según la necesidad que hay de un ser
que trasciende toda actitud humana; su fin y felicidad.

Mounier alude que la persona no se puede definir de manera estricta, porque no


puede encerrar en pocas palabras todo lo que supone la vida humana. Menciona que

Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 2


«una persona es un ser espiritual constituido como tal por su forma de subsistencia y
de independencia en su ser»1 pero, juntamente con ello dice que «la persona, en el
hombre, está sustancialmente encarnada, mezclada con su carne, aunque
trascendiéndola».2 Mounier quiere dar a conocer que la persona como tal está
constituida de alma y cuerpo, una dualidad. Aclara que la persona es capaz de alcanzar
un nivel que trasciende toda corporeidad, pero que ese hecho de trascender se debe
manifestar a través de su actuar, ya que también tiene un cuerpo que posee ciertas
apetencias que según sean encauzadas pueden ser buenas o malas según el fin que
quieran darles.

La carne y el alma son elementos sustanciales del hombre y no mero accidente como
lo hace ver Platón, formulando un dualismo. El alma y cuerpo no son elementos
completos, no pueden dar origen a la persona por separado. El cuerpo y el alma como
materia y forma son co-principios que adquieren un carácter completo cuando
constituyen a la persona humana. La forma de subsistencia de la persona es su cuerpo,
es aquello que lo mantiene como ente sensible en la realidad. El alma, es aquello que le
da la forma a la materia, y es el medio por el cual el cuerpo adquiere vida y así, el alma
se manifiesta como signo de vitalidad. Porque si se toman por separado estos
elementos, no se podría alcanzar la constitución de la persona, porque solo el alma
sería un elemento espiritual sin más, y solo el cuerpo, sería un cadáver. Por lo tanto, al
estar unidos alma-cuerpo constituyen un ser completo.

También podemos añadir que la persona es alguien que por naturaleza es sociable.
Su sociabilidad la realiza en comunidad. Entonces para que se pueda hablar de
comunidad es necesario que se tome a la persona de manera integral, con todas sus
dimensiones. Es necesario ver en el otro a un «tú», a un prójimo, y relacionarse de tal
manera que se pueda crear un «nosotros». Ese «nosotros» surge de vivir un proyecto
común (bien común) de valorar al que tenemos enfrente, de abrirnos a él para acogerle
y envolverle en nuestros ideales, aunque sin abandonar totalmente nuestro «yo».
Entonces cuando aparece la comunión, que es mirar al otro como prójimo y no como
mero semejante en la especie. En este punto podemos resaltar el obrar moral de la
persona, su comportamiento debe ser recto que busque el beneficio y la calidad
interpersonal con todos aquellos que entren en contacto con él, teniendo siempre en
cuenta que su actuar afecta de una u otra manera a los que están a su alrededor, sea
para bien o para mal.

1
J. M. Burgos. El Personalismo, p. 60
2
Ibídem
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 3
Afirma Mounier, «no se ha dicho: amarás al hombre como a ti mismo, es decir,
dándote a él, como a la realización de tu persona, sin medida»3 este pensamiento busca
poder encauzar la buena conducta del hombre que se manifiesta en el trato con los
demás, porque el hombre no es un ser aislado, necesariamente debe entrar en contacto
con sus los demás como prójimo-semejante, ya que si se olvida de este elemento,
simplemente caería como el trato de los animales sálvese quien pueda o la lucha y la
supervivencia del más fuerte. Lo de prójimo es un nivel con mayor perfección a lo de
semejante porque cuando uno trata al otro como prójimo, se está reflejando en esa
persona y que uno quiere el bien para ella, sea una persona amiga o enemiga, así como
uno quiere el bien para sí mismo; en cambio, solo el mero trato de semejante, podemos
ver cierto respeto por el otro, pero que no conduce a profundizar en la fraternidad y la
buena sociabilidad, simplemente a fijarnos que hay otros como nosotros, pero que no
necesariamente nos interesamos en ellos.

La necesidad del hombre de vivir en comunidad es vital para su desarrollo integral


y lo que se quiere recalcar es la necesidad de donación que se debe de manifestar en
el diario vivir del hombre. El hecho de que viva en comunidad no quiere decir que
pierda su personalidad, sus ideales y todo aquello que implica un carácter íntimo de
cada persona. Al contrario, el vivir en comunidad le hará crecer y desarrollarse de
manera estable. La donación y la visión del prójimo como un «yo» no implica
abandonarse a sí mismo y preocuparse solamente por los demás, sino que es el trato
que debe tener con aquel que se asemeja, no sólo en la especie sino también como
persona, ese trato le hará ver el «nosotros» que existe y que motiva a la ayuda mutua
para el bien común. La relación que pueda entablar con los demás ayudará a obtener
bienes que sean de beneficio y desarrollo de todos, esto se logrará cuando el hombre
deje de ser egoísta y demasiado autónomo, y así, poder servirse de los demás de una
manera noble para que exista la reciprocidad y el respeto a la integridad del otro.

Para que el hombre sea capaz de sociabilizar con los demás, debe de existir un
vínculo que sirva de cemento llamado amor para poder unificar y sostener toda
relación interpersonal. Mounier hace relucir el mensaje evangélico, dice
explícitamente que el vínculo de la comunidad es el amor. «La relación del yo al tú es
el amor, en el que mi persona se descentra y vive en el otro aun poseyéndose y
poseyendo su amor». «El amor es la unidad de la comunidad, como la vocación es la
unidad de la persona».4 Ese amor debe ser objeto de buenas relaciones interpersonales
y deben estar reguladas por una correcta moral, ya que si esto faltara, el amor se

3
Ibídem, p. 65
4
Ibídem
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 4
dirigiría a un beneficio egoísta y se perdería el sentido de donación, simplemente
estaría en el provecho que pueda obtener de los otros manifestando un amor aparente.

El hombre es un ente posible, el cual debe su existencia a un Ente Necesario, lo que


hace del él alguien importante; porque posee la imagen de Aquel que le da el ser,
porque el hombre por el hecho de ser posee cierto grado de perfección, porque se hace
partícipe de la perfección de un ser superior.

Gabriel Marcel, personalista existencialista, considera al hombre como «imago Dei,


como apertura y referencia a Dios, una dimensión que confiere a la persona un valor
inviolable y fundamenta de modo definitivo su dignidad»5 acá se reafirma el valor
indudable que el hombre posee, por el simple hecho de ser imagen de Dios; como
creatura perfecta y llena de virtudes y destrezas que puede aplicar para su propio bien
y el de los demás; y así, darle sentido a su vida ya que si el hombre tiene claro que es
imagen de Dios, lo cual le remite a ese Ser Trascendente como punto en donde centrar
su sentido y poder dejar esa nihilidad que en la época contemporánea ataca al hombre
en su dignidad y en su valor como ser viviente.

Claramente se expone la dependencia del hombre de un ser superior del cual, le


viene toda la normativa que el hombre libremente debe de asumir para conducir su
actuar en búsqueda del bien, tanto personal como grupal. Si el hombre pierde esta
imagen del Ser Trascendente que hay en su existencia, el hombre pretendería ocupar
ese lugar y llegaríamos así a una desviación que incurre en la pérdida de valores y en
una moral subjetiva que afectaría a la persona y a todo el orden social.

Marcel hace ver el aspecto espiritual del hombre, para que éste recupere el sentido
de su vida, teniendo para ello un punto preciso de referencia; para valorarse y tener
plena conciencia que es un ser espiritual que a la vez es su cuerpo, no como dos cosas
separadas, sino como dos elementos que forman su ser. Pero, en realidad ¿Qué es el
hombre? Jacques Maritain menciona que, cuando decimos que un hombre es persona,
queremos decir que no es simplemente un trozo de materia, un elemento individual en
la materia. El hombre es un individuo que se gobierna a sí mismo por la inteligencia y
la voluntad (facultades del alma), este gobierno se desarrolla por el uso de sus
facultades especialmente su libertad, teniendo en cuenta que existe una moral que le
indica el camino al que debe encauzar su libertad para poder alcanzar todo aquello que
le ayude a realizarse como persona, sin faltar a la ley que está establecido como
regulador de las actos humanos.

5
Ibídem, p. 91
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 5
El hombre no sólo existe de una manera física. Hay en él una existencia más elevada,
que existe espiritualmente en conocimiento y en amor. La persona por el amor puede
donarse libremente a otros seres, que son, como él mismo, relación que es imposible
encontrar equivalente en todo el universo físico.6 Si es verdadero amor, es porque
posee una libertad plena en cuanto que sabe encaminarlo por el sendero recto que le
ayuda a alcanzar un nivel alto de donación. Porque solamente en los hombres, unidos
con el vínculo del amor, se puede dar esa relación del yo y tú, lo que requiere pleno
conocimiento de lo que en realidad es como persona, y voluntad para poder donarse a
los demás.

Este es el misterio de nuestra naturaleza que el pensamiento religioso designa


cuando dice que la persona humana es imagen de Dios. El valor de la persona, su
libertad y sus derechos hacen referencia al orden de las cosas naturalmente sagradas;
de las que llevan huellas del Padre, de los seres que tienen en Él, el fin de su
movimiento. La persona tiene una dignidad absoluta, porque está en relación directa
con el Único que puede garantizar su realización plena.7 Porque el hombre tiene las
facultades necesarias que Dios le ha concedido para poder alcanzar una cierta
perfección en esta vida a través de los conocimientos que le concede cuando hace buen
uso de sus facultades y las desarrolla con responsabilidad.

La filosofía expresa de manera clara la relación del hombre como persona


constituida de alma y cuerpo. Pero el cristianismo lo exalta con una visión
trascendente, con vistas a un fin sobrenatural. Entonces decimos que «el hombre es
persona, es decir, con su voluntad y su inteligencia, a favor o en contra del amor»,8 el
hombre tiene esa capacidad de actuar libremente, ya que ha sido creado con una
libertad que puede utilizar conforme le indique su naturaleza. Tiene la capacidad de
analizar sus actos, dándole el sentido que le marque su moralidad y manifestándolo a
su voluntad. Todo es regido en el amor en cuanto noble y bueno sea, y en cuanto se
dirija a Dios.

Podemos definir al hombre, pero no de manera estricta, sino como lo mostró


Mounier. Al hombre no se le puede enmarcar como algo ni como cosa, ya que el hombre
está determinado por la naturaleza que trae ya inscrita, con un fin ya determinado,
pero que es libre de seguirlo o no. De ésta manera el hombre no es algo, sino alguien.
Al igual que decimos que Dios es Persona, también lo predicamos del hombre. El

6
Cfr. J. Maritain. Los derechos del hombre, p. 14
7
Ibídem, p. 15
8
Cfr. Youcat, n. 56
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 6
hombre puede pensar más allá de su horizonte inmediato y evaluar toda la amplitud
del ser; puede incluso conocerse a sí mismo con una distancia crítica y trabajar en sí
mismo; puede percibir a otros como personas, captar su dignidad y amarlos. Entre
todas las criaturas visibles, sólo el hombre es capaz de «conocer y amar a su Creador»
(Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes) 9

En lo que hemos mencionado, vemos claramente la constitución de la persona


humana, también que es capaz de conjugar su entendimiento, su voluntad y su libertad
con respecto a los designios de Dios que regulan su actuar y le conceden las
herramientas necesarias para poder perfeccionar y crecer en virtudes asemejándose
así cada vez más a su Creador. Ejercer sus facultades sin verse obligado porque lo hace
con amor, de esa manera purifica su actuar y reconoce que él mismo no es el hacedor
de su propia moral.

9
Ibídem, n. 58
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 7
Correcta concepción de libertad, conciencia y ley

Hemos visto a grandes rasgos lo que es la persona, vemos con mejor claridad que el
hombre es un ser a imagen y semejanza de Dios, que es capaz de donarse a los demás
a través del amor, que está constituido por alma y cuerpo y que también, al igual que
Dios posee una libertad, no absoluta pero si participativa de la libertad de Dios.
Conocer al hombre nos ayuda a esclarecer lo que se verá a continuación, ya que la
libertad del hombre no es una situación aislada o permisiva, sino que es una facultad
regulada por la normativa divina que viene inscrita en el corazón del hombre, que
ayuda a educar su conciencia y de esa manera emitir juicios concretos y correctos de
su actuar que se ajusten a la ley que Dios concede de manera objetiva a todo hombre
en la tierra y así alcanzar satisfactoriamente su fin último sobrenatural: ver a Dios cara
a cara y gozar eternamente de Él.

La libertad, la conciencia y la ley pueden ser interpretadas de diversas maneras, tal


como cada persona pueda pensar sobre ellas. La libertad puede ser vista como la acción
de elegir lo bueno y lo malo, podría ser una elección de una cosa mejor que otra, etc.
La conciencia puede ser una voz interior del hombre que dicta, si un acto es bueno o
malo. La ley puede ser una normativa que reduzca nuestra libertad, encerrándola en
un espacio marginado por la ley; entre estas y otras muchas formas de concebir estos
términos, podemos aclarar la definición correcta de las mismas de la siguiente manera:

¿Qué es libertad?

La libertad ha sido mal aplicada desde los inicios de la creación. Dios ha creado al
hombre en un estado de justicia original, que involucra un orden en todas sus
facultades, especialmente en el uso de su libertad. Dios ha creado al hombre libre para
que pueda, en el uso de sus capacidades, buscarlo y amarlo, sin que esté condicionado
a hacerlo sino que sea encaminado por el Amor. Pero, el hombre quiso equipararse a
Dios e impulsado por la tentación del enemigo atentó contra la normativa que Dios le
había dado:

Dios impuso al hombre este mandamiento: «puedes comer de cualquier árbol del jardín,
pero no comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que comieres
del él morirás sin remedio»10

10
Gen 2, 16-17
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 8
Este mandato divino fue establecido para probar al hombre en su libertad y mostrar
que de ninguna manera estaba siendo manipulado por Dios, sino que desde su creación
Dios lo había constituido libre y responsable de sus actos. El texto bíblico nos muestra
la ley que Dios establece “no comerás” vemos también el estado libre del hombre, la
responsabilidad y la condena que le esperaba si rompiese con esa normativa. Pero la
intención de este texto es dar a conocer la libertad, y poder responder a esta pregunta:
¿Qué es la libertad?

La libertad es: la autodeterminación al bien. Es el dominio de la voluntad sobre la


elección. Es la capacidad que tiene el hombre de autodeterminarse al bien, esto es
debido a que el hombre está finalizado11

La libertad es la autodeterminación al bien que en plenitud es Dios, en este caso,


vemos que la libertad siempre se va a encaminar a buscar el bien, y no simplemente es
reducirlo al mero hecho de elegir entre el bien y el mal, porque si se eligiese el mal, no
se estaría siendo libre sino que se estaría siendo esclavo de algún mal. Encaminarse al
bien sería el pleno uso de la libertad, la capacidad estar en el bien se daría con el uso
de la voluntad que el hombre posee para poder autodeterminarse al bien, porque el
hecho de que el hombre sea capaz de realizar esto, es porque es un ser finalizado,
porque está constituido de manera perfecta y también en cuanto que fue hecho bueno
desde el inicio de su existencia, fue creado para estar con Dios y gozar de Él.

El hombre siempre está sujeto a la normativa divina que le ayuda a esclarecer el


bien que debe hacer y en el que debe vivir, de esta manera su libertad está regulada y
conducida por la ley para que no se encauce por otros caminos que no le convienen y
que coarten su libertad. Y entonces ¿Qué es la ley?

¿Qué es ley?

Utilizando el texto Génesis 2, 17ª “pero no comerás del árbol de la ciencia del bien y
del mal” vemos que la ley es una normativa que se establece para obtener el orden y
conducir la libertad del hombre hacia el bien. En este caso Dios le da esto al hombre
para dar a conocer que el hombre es capaz de usar su libertad y que él mismo no es
creador de sus propios valores y normativas, como se piensa hoy en día. Por lo tanto
es necesario que la ley sea promulgada por otro ser superior al hombre que regule su

11
P. Fredy Mejía, folleto El hombre, p. 20
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 9
vida en cuanto que lo conduzca al Bien, para ello, podemos conocer la definición clásica
de santo Tomás de Aquino sobre lo que es ley:

Ordenación de la razón dirigida al bien común y promulgada por quien tiene el cuidado
de la comunidad.12

Notamos que la ley está dirigida para poder encontrar el bien común, eso involucra
la condición del hombre como un ser sociable, que sus actos bien regulados no afectan
a la sociedad, vemos también que la ley se define por un ente que se encarga de
mantener el orden, pero, esta definición es genérica en cuanto que vemos que se aplica
al término ley sin más. Ahora bien, lo que necesitamos conocer es la ley moral, la
definición anterior de ley y el ejemplo bíblico nos serán de gran ayuda para entender
los que veremos a continuación.

Ley moral

Por ley moral se entiende como el conjunto de preceptos que Dios ha promulgado
para que, con su cumplimiento, la criatura racional alcance su fin último sobrenatural.
13 Ahora podemos entender el sentido pleno de lo que es ley con respecto a la moral, la

ley que Dios da a conocer para que el hombre tenga un modo de regir su conducta sin
faltar a su libertad. La ley se establece para tener un orden dentro de la vida del hombre
y por consiguiente en la sociedad.

La ley moral se descubre solamente en la criatura racional, al contemplarla, dotada


de inteligencia y voluntad libre. Pero la ley moral sabe que no todo lo que se puede
físicamente hacer, se debe hacer.14 Este modo de expresar lo que es ley se confirma con
lo que san Pablo dice: «todo es licito, más no todo es conveniente. Todo es licito mas
no todo edifica» (1Cor 10,23), el entendimiento humano es el único capaz de asimilar
tal disposición de Dios, ya que nos ha dotado de inteligencia para poder conocer la
verdad que nos edificará como personas y como hijos de Dios, haciendo vida la
normativa de Dios, se acepta su voluntad, ya que Él quiere el bien para sus hijos, tal y
como lo hizo en el Edén con Adán y Eva, pero que, lastimosamente desobedecieron y
faltaron a la Omnisciencia divina, aceptando el consejo del maligno y dudando de lo
que Dios les había dicho.

12
Ibídem, p. 88
13
R. Sada y A. Monroy, Curso de Teología Moral, p. 48
14
Ibídem, p. 49
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 10
En el hombre se encuentra inscrito en su corazón la ley natural, como esa normativa
primera que se va desarrollando conforme se va obteniendo mayor conocimiento con
el pasar del tiempo. Con ello, alcanza la capacidad de realizar juicos sobre su
comportamiento, se necesita también un elemento que ayude a realizar el juicio sobre
las acciones, teniendo como base la ley moral que se da a conocer conforme la moral y
que ayuda a construirla para que los juicios sean correctos y no queden velados por la
duda o la ignorancia.

¿Qué es conciencia?

Como primer acercamiento, podemos decir que la conciencia es el lugar donde el


hombre se encuentra con Dios, en donde el hombre escucha la voz de Dios, es el lugar
sagrado del hombre.

Lo que se debe conocer en este punto es el papel de la conciencia moral en el


hombre, ya que es el elemento que necesita para realizar el juicio sobre la moralidad
de sus actos, si son buenos o malos. La conciencia puede definirse como:

El dictamen o juicio del entendimiento práctico acerca de la moralidad de un acto que


vamos a realizar o hemos realizado ya, según los principios morales.15

La conciencia es el encargado de dictaminar la moralidad del acto humano que el


hombre ha realizado o está por realizar, tomando en cuenta la sindéresis y toda ley
establecida para regular el actuar del hombre conforme al bien o el mal que pueda
obrar. Porque la conciencia previene al hombre antes de actuar y le acusa después de
haber actuado según la bondad de su acción. La conciencia debe tomar siempre en
cuenta los principios morales de la fe y de la razón natural y aplicarlos a un caso
particular, y con ello, emitir un juicio correcto.

Las definiciones son muy claras para poder realizar una aplicación de los términos:

«La conciencia conoce la ley que posee el hombre por participación y en base a ella juzga
la bondad o malicia de los actos concretos que realiza el hombre libremente. La
conciencia es el lugar donde se encuentra la libertad y la ley divina, la libertad y Dios. La
libertad no crea la ley, sino que la obedece. La conciencia no crea la ley, sino que la

15
A. Royo Marín, Teología Moral para Seglares I, p. 129
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 11
aplica. La conciencia no es simplemente preceptista, sino que en la aplicación de la ley
que posee por participación, tiene un papel activo».16

Podemos observar la aplicación correcta y real de la libertad, la conciencia y la ley,


necesaria para una buena aplicación de la teología moral que rige la conducta humana.
Nuestro tema enfoca estos términos con respecto a la moral Autónoma Teónoma.

MORAL AUTÓNOMA TEÓNOMA

Haber aclarado el verdadero significado de Libertad, conciencia y ley ayudará a


poder comprender el desajuste que ha tenido hoy en día y el erróneo sentido que se le
otorga. Estos elementos se han supervalorado hasta el punto de expresar una
autonomía absoluta, invalidando el designio divino y cayendo en un antropocentrismo
exagerado, por lo que se vio la necesidad de dar a conocer, al inicio del contenido, lo
que en realidad es la persona, y así, evitar concebir mal el sentido que se le ha otorgado;
todo ello ha provocado una nueva moral que desajusta la vida del hombre y de toda la
sociedad.

Autonomía Teónoma

En el desarrollo de la teología moral se ha mal interpretado la libertad, la conciencia


y la ley, incluso la idea de persona, estos elementos que han provocado mucho daño al
hombre y a la sociedad, ya que el hombre falta a su propia integridad y a la de los
demás; violando los derechos propios y ajenos y cayendo en un plano subjetivo en la
interpretación de estos elementos.

En este apartado queremos resaltar y desarrollar una moral mal entendida en


nuestro tiempo, así también lo que es la autonomía teónoma que ha servido como base
de esta mala interpretación de la moral y que ha tomado mucho revuelo en la sociedad.
El hombre se ha puesto en el lugar de Dios como ente que dictamina las normas que
conservan el orden moral en la vida del hombre, Dios cae en un segundo plano, o peor
aún, es eliminado de la vida del hombre y éste se ha puesto como centro de todo, como
aquel que posee una autonomía absoluta, tal como lo hizo ver Nietzsche al momento

16
P. Fredy Mejía, folleto ¿Qué es la Moral?, p. 28
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 12
de darle vida al superhombre creador de sus propios valores y, de esa manera,
emanciparse de Dios.

La autonomía como tal «es la no dependencia de otro». En el campo moral «equivale


a que no existe norma vinculante fuera del propio sujeto, llevado al extremo, se afirma
que el individuo por sí mismo determina su comportamiento moral»17 con ello,
claramente vemos la independencia del hombre de la ley de Dios, en este aspecto, el
hombre es independiente y establece de manera subjetiva la normativa que le indicará
la calidad moral de su actuar. No es regulado por otro sino por sí mismo. El hombre se
establece como la medida de todas las cosas.

En cambio, la teonomía significa que la norma de conducta depende de Dios. En este


punto claramente se nota que Dios es el que se encuentra en el centro de la vida del
hombre, y es el que dictamina la norma de conducta para el hombre; en toda su
sabiduría, Dios establece todo aquello que el hombre es capaz de seguir y cumplir para
alcanzar su felicidad y llevar una conducta ejemplar. Algo parecido a lo que se da a
conocer en Gen 2, 16-17 (lo que citamos en la p. 8), Dios le da al hombre una normativa
que debía cumplir “no comerás” y que estaba en sus capacidades el poder hacerlo, pero,
el hombre fue incapaz de cumplir ese mandato y cayó en la desobediencia que le trajo
como consecuencia la expulsión del paraíso.

Uniendo los dos términos, vemos que la autonomía teónoma posee un matiz
diferente a lo que la Moral, que anteriormente hemos citado, da a conocer. Según la
autonomía teónoma el hombre participa de su creador, pero no como comúnmente lo
entendemos cuando decimos que el hombre participa del ser de Dios, de su libertad,
de su bondad, etc. sino que se muestra al hombre equiparado a Dios con el hecho de
sentirse también con la capacidad de crear, tal y como lo hace Dios, con respecto a la
ley moral establecida. El hombre hace mal uso de su autonomía y la absolutiza al no
querer depender de Dios, el hombre se revela y cae en el error de imponer su propia
ley que le favorezca según su conveniencia.

Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza18 este es un pasaje excepcional


porque Dios hace al hombre a imagen suya en cuanto a su dignidad, su libertad, en
cuanto que participa de su gracia (la vida de Dios). Pero, el hombre ha mal entendido
esta disposición de Dios y lo ha interpretado como que Dios lo hecho igual a Él en
cuanto creador, Dios hizo al hombre a su semejanza, Dios es creador, y el hombre,

17
A. Fernández, Diccionario de Teología Moral, p. 123
18
Cfr. Gen. 1,26
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 13
imagen y semejanza de Dios, también es creador. Según esta interpretación Dios le dio
al hombre sólo un mandato: crea tu propia ley moral y rige tu comportamiento
intramundano. Y el ser humano crea con su libertad y con su razón la ley moral, y así,
se realiza como persona y como imagen y semejanza de Dios. En el hombre no hay
participación de la ley eterna, sino sólo de la capacidad de crear la ley.19

Vemos claramente como la autonomía se absolutiza, con el sentido de no depender


de Dios y, según esta moral, darle un “sentido racional” a la moral, ya que el hombre
puede aplicar sus facultades intelectivas en ella, y no solamente dejarse llevar por lo
que le dictamina la ley dada por Dios, pero utiliza la teonomía simplemente como
garante de su autonomía; ya que, según la autonomía teónoma, Dios le ha dado
autoridad al hombre de crear su propia ley.

Notamos que el hombre se emancipa de Dios, pero quiere dejarlo como un simple
garante de ese mandato de “crear su propia moral” el hombre toma de manera
exagerada esta situación y destruye el orden que debe de haber entre la libertad y la
ley, se reducen estos conceptos a la subjetividad y se pierde el sentido de una recta
doctrina. Esta situación afecta mucho a la conciencia porque solo dispondría de todo y
solo aquello que al hombre le parezca conveniente y quedaría velada para poder emitir
juicios verdaderos.

Dios le ha otorgado al hombre ciertas normas para regir su vida y su conducta de


cara a su fin último sobrenatural, Dios lo ha dejado «en manos de su propio albedrío»
(Eclo. 15, 14). De manera que el hombre posea libertad para realizar lo correcto y
necesario que lo encamine a su fin. Para que la moral cristiana no sea acusada «de
carecer de fundamento racional, dado que el juicio moral depende radicalmente de
Dios»20

Esta disposición de Dios muestra el amor y la confianza que le concede al propio


hombre, tal y como lo hizo con nuestros primeros padres al decirles “no comerás” le
concede una norma para que su vida se llenara de la felicidad de Dios haciendo lo que
a Él le gusta, y si el hombre realiza que lo que Dios le pide, cumple su voluntad y el
hombre se perfecciona obedeciendo a Aquel le ha concedido la existencia. Pero el
hombre al escuchar “seréis como dioses”21 se dispone a elevarse al nivel de Dios, queda
fascinado con esa tentación del enemigo, porque sabe que si llega a equipararse a Dios,

19
P. Fredy Mejía, folleto ¿Qué es la Moral?, p. 27
20
A. Fernández, Diccionario de Teología Moral, p. 1324
21
Cfr. Gen. 3,5
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 14
Él ya no podrá decirle lo que es correcto e incorrecto, sino que él mismo impondrá su
propia ley de vida. Dios dejaría de ser el centro de todo y el hombre ocuparía ese lugar,
como ente regulador, y esto es lo que pasa hoy en día, la situación no cambia sino que
se agrava cada vez más, porque con la mala antropología que ronda en el ambiente
intelectual, todos quieren emanciparse de todo aquello que pueda reducir su libertad,
que vaya en contra de lo que creen correcto y conveniente para sus vidas; olvidándose
así, de la objetividad del actuar humano que le viene de Dios.

Adentrándonos así a la autonomía teónoma, llegamos al punto de conocer la moral


autónoma teónoma que se respira en el mundo actual y que se disfraza con los
eslóganes “yo tengo derechos” “yo soy libre de hacer lo que quiero, pues no le hago mal
a nadie” esta forma de pensar afecta mucho al hombre como persona individual porque
altera el orden natural al que está dispuesto y rebaja su dignidad porque llega a caer al
punto de verse como un instrumento de cosas que son menos dignas y que están a un
nivel por debajo de él, como el dinero, la avaricia, los placeres etc.

Al hombre se le ha olvidado lo que Dios dispuso para él desde la creación cuando


dijo «sed fecundos, y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla».22 El mandato de Dios
fue “sometedla” y no que el mundo sometiera al hombre. Dios da a conocer la bondad
del hombre y todo aquello del cual podía disponer, pero por su soberbia ha optado por
un camino duro que él mismo ha buscado con la sola intención de hacer todo aquello
que le plazca y hacerlo sin medida alguna.

Este tipo de moral tiene su desarrollo en la mala aplicación de los tres elementos
que hemos definido: la libertad, la ley y la conciencia. Ahora veremos cómo esta moral
los interpreta y cómo se desfasa del orden natural que deben seguir.

Libertad sin límites

La libertad en la autonomía teónoma, es una libertad que pretende crear por sí


misma los criterios del bien y del mal, se propone como fin de sí misma, por lo tanto,
todo le es permitido realizar porque no hay norma que le restrinja. La libertad del
hombre ya no queda como la autodeterminación al bien, sino como autodeterminación
de sí misma, ya que el hombre no va en busca de su creador, sino que va en busca de sí
mismo como creador de sus propios valores y así, determinarse como origen y fin;

22
Ibídem, 1,28
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 15
porque según la autonomía teónoma, Dios le ha dado esa facultad creadora por el
hecho de ser imagen y semejanza suya.

La libertad se presenta como absoluta, sin depender de otro, el hombre está como
el superhombre gozando de libertad ilimitada y como hacedor de sus propios valores
que no coarten su libertad. Esta libertad deja al hombre como centro de todo, él es
capaz de darse las normas de conducta. Es una libertad que no tiene otro fin que el
máximo disfrute de la vida humana que inclina al narcicismo, al hedonismo, y no es
capaz de pedir al hombre lo mejor de sí mismo por el bien y la verdad objetivos.23 Nos
atrevemos a decir que la libertad en este tipo de moral, es una libertad producto de la
modernidad, en donde se rinde culto a la diosa razón, la ilustración, dándole autonomía
a la razón que automáticamente tiene como consecuencia una libertad subjetivista que
queda relativizada, tomando en cuenta lo que dijo Protágoras: el hombre es la medida
de todas las cosas.

Vemos claramente que esta libertad oscurece a la verdad, y ata al hombre, aún más,
a las pasiones desordenadas. Ya que «la libertad no libera; libera la verdad. La libertad
es un instrumento necesario e imprescindible en toda acción humana, pero lo es sólo
como instrumento en orden a asegurar las exigencias auténticas de la verdad. Si no es
con la verdad, la libertad pierde su propio rumbo y su propio sentido».24 La verdad
queda opacada con una mala concepción de libertad, y ésta, no va en busca de la
perfección del hombre, porque tiende a realizar todo aquello que le gusta, como si todo
estuviera permitido realizar, incluso el mal. El sentido de verdadera libertad se ha
oscurecido. El conocimiento de la verdad le hará verdaderamente libre (cfr. Jn 8, 32),
porque el hombre debe ir en busca de la felicidad y perfección que los encuentra en
Dios, que es su fin último sobrenatural.

El hombre se estanca, ya no se perfecciona y se va degradando con el paso del tiempo


porque en el uso de su libertad ya no hay verdad. Porque lo que cree que es correcto
nada más es una falacia que él mismo se ha puesto como norma de vida. En vez de
ejercer una libertad ilimitada como se lo propone esta moral, queda reducido a una
simple marioneta esclavizada a sus pasiones y deseos, sin poder alcanzar verdades
objetivas que le alcancen mayor perfección. La Veritatis Splendor en su numeral 34
menciona que «la verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el
hombre. Pues quiso Dios “dejar al hombre en manos de su propia decisión” (cfr. Eclo

23
Cfr. J. Antonio Sayés, Antropología y Moral, p. 109
24
J. Antonio Sayés, Antropología y moral, p. 109-110
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 16
15, 14), de modo que busque sin coacciones a su Creador y, adhiriéndose a Él, llegue
libremente a su plena y feliz perfección»

Una nueva ley

En la moral Autónoma Teónoma, la ley aparece como mera invención del hombre
para regir su propio comportamiento. En este sentido el hombre por el hecho de
poseer libertad y esa capacidad creadora que Dios le ha otorgado, posee la capacidad
de crear su propia ley, facultad que la conciencia se otorga; más allá de que la
conciencia aplique la ley, la crea, porque no tiene, por así decirlo, inscrita en ella la ley
natural, y si la tuviese, se otorga la facultad de elegir y modificarla conforme le sea
conveniente para su actuar porque el hombre posee la capacidad creadora. Por lo
tanto, esa normativa solo rige la vida de una persona reduciéndola al plano subjetivo,
reduciendo así la normativa universal, porque el hombre estaría obedeciendo todo y
solo aquello que su conciencia le dictamine. El problema grave está realizado, sus
consecuencias se verán rápidamente, porque podemos preguntar ¿Qué pasaría con las
demás personas? ¿Ellos también buscarían un derecho propio y único, aunque falten
al derecho de los demás? Con estos dos planteamientos se tiene mucho para pensar e
imaginarse los grandes estragos que esto causaría en el mundo.

El hombre busca crear sus leyes y valores porque, de manera errónea, se ve como
un instrumento, un ser utilizado por Dios, ya que Él da la norma y el hombre actúa
como un ente receptor simplemente pasivo; el hombre en este sentido no quiere ser
simple espectador, que le digan qué es lo que debe de hacer, sino que quiere elevarse
de tal forma que pueda ser él quien pueda decidir sus propias normas, ser legislador
de sí mismo. Con esta forma de pensar, veríamos la moral cristiana como una moral
heterónoma que concibe la ley, como una norma dada por un legislador distinto de la
persona que debe cumplirla, independientemente si esa ley está fundada en el ser de
Dios, queda a la libre voluntad del legislador (la Iglesia) ya sea racional o irracional,
correcta o incorrecta esa ley que dictamina; así sería planteada la moral cristiana como
irracional porque el hombre no sería capaz de establecer su propia norma como un
ente independiente y racional, sino que, dependería únicamente de Dios y, esta actitud
le restaría libertad. Por lo tanto la moral que es objetiva, queda paralizada y obsoleta
porque no concede al hombre ejercer su libertad sino que la retiene y la domina de
manera arbitraria.

Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 17


Acá, la ley no cumple con lo que está destinada a realizar. La ley no busca el bien
común sino que busca el beneficio de la propia persona que la reduce a su medida y no
la deja ejercer como se debe; su fundamento deja de ser Dios y el hombre pasa a serlo.
La ley debe siempre encaminarse a la búsqueda del bien común y no solo el beneficio
propio; si la ley no busca el bien común, no tendrá sentido como es debido y, no sería
el ordenamiento de la razón propiamente, porque la razón va en busca de la verdad y
si no está conforme a su ordenamiento, ¿qué buscaría entonces?

La razón debe estar coordinado con la verdad, pero una verdad que sea objetiva y
se fundamente en Dios, porque si la verdad no está en Dios, cada quien tendría su
propia verdad según sus conveniencias y caeríamos en un relativismo. Tampoco la
verdad puede ser el resultado de un consenso realizado por las personas para decir si
una cosa o acción es buena o es mala. La verdad no se manifiesta de esa manera sino
que es la expresión de Dios mismo que se da a conocer.

La ley debe considerarse como expresión de la sabiduría divina,25 porque es lo que


Dios ha establecido como norma que conduzca al hombre por un camino de contínua
perfección, porque el hombre está autodeterminado al bien, y ese Bien que pretende
alcanzar, es Dios. Ciertamente no está obligado a acatarlo por el hecho de que es un ser
libre que tiene la capacidad de elegir lo que crea conveniente para su vida y perfección;
sin embargo, debe de vivir conforme a su naturaleza, siempre y cuando no esté alterada
sino que esté conforme a lo que ha sido establecido.

Si la ley está autodeterminada por una conciencia y libertad individualistas, se


desvirtúa a sí misma, porque no sigue objetivamente lo que está destinada a realizar y
perturba el orden natural que Dios ha establecido para bien de todos. Por lo tanto, es
necesario que el hombre busque la ley natural que está inscrita en su naturaleza, ya
que con ella podrá dirigir su comportamiento conforme a lo que Dios quiere, sin abusar
de la libertad que se le ha otorgado y poder dejar que la conciencia emita sus juicios
según las leyes objetivamente establecidas. Mientras la ley y la libertad no estén siendo
utilizadas de forma debida, la conciencia estaría oscurecida y actuando de manera
irracional.

25
Veritatis Splendor n. 41
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 18
La conciencia, fuente de la moral

La conciencia en este caso queda velada por la autonomía de la libertad, ya que la


conciencia bien entendida es el lugar sagrado donde Dios se encuentra con el hombre.
Es el juicio del entendimiento práctico sobre la bondad o malicia de un acto humano,
que estamos realizando o que vamos a realizar.

La conciencia aplica la ley de manera objetiva, pero en este caso la conciencia va a


tender a ser errónea porque no va a seguir la ley eterna, sino que va a seguir la ley que
el mismo hombre ha creado y que se ha dado a sí mismo. Entonces, la conciencia, aparte
de ser errónea va a ser autónoma; con ello, va aparentar ser la creadora de las
normativas que regirán el comportamiento humano, porque va intentar ser tal como
ella quiere ser y no como la ley objetiva le indique. La conciencia ya no será aquella
que reciba la ley y que sentencie la moralidad de un acto humano, sino que será la que
aplique la norma que ella misma ha establecido como objetiva sin importarle que tan
verdadera sea y que efectos tendría y este es el resultado de una libertad autónoma.

La conciencia pretenderá ser la fuente de la moral y ley para sí misma. Con ello se
pretende que la conciencia sea «expresión creadora de la persona humana y no la mera
aplicación a un caso concreto de la norma general».26 De esta manera, la conciencia
pierde su veracidad en el juicio moral, porque pierde lo mandatos universales de la
ley natural y de la ley eterna; ya que ella es la que está decidiendo sobre lo que es bueno
y malo, según sus propias normativas y pierde el verdadero sentido de la naturaleza
humana; porque su juicio no es conforme al modo de ser del hombre, sino que se
inclina por aquellas cosas que satisfacen las necesidades humanas, aunque fueran
contrarias a su naturaleza. «Esta visión coincide con una ética individualista, para la
cual cada uno se encuentra con su verdad, diversa a la verdad de los demás».27

Y si se alcanza una verdad, aparentemente objetiva, pero que la alcanza a través de


la opinión pública, como un consenso para saber que dicen lo demás y lo que la mayoría
diga esa será la verdad, esto tampoco sería una verdad objetiva; esto claramente es
falso porque la verdad no es algo que se alcance con un consenso, sino que es aquello
que Dios ha dado a conocer y que debemos aceptar porque Él no miente, no se engaña
y no puede engañarnos, porque si eso llegara a pasar, dejaría de ser Dios, esto no es
posible porque en Él no puede haber falsedad.

26
J. Antonio Sayés, Antropología y Moral, p. 98
27
Veritatis Splendor n. 32
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 19
La conciencia ciertamente puede equivocarse por ignorancia invencible, sin perder
su dignidad. Por lo tanto, si es una persona preparada, con buenos principios y con
clara doctrina, la conciencia debe de estar educada conforme a las disposiciones de
Dios y no deja arrastrar por el ambiente relativo que se desarrolla hoy en día.

Si no se busca la verdad ni el bien, la conciencia queda empañada. Para que la


conciencia sea recta, debe buscar siempre la verdad y el bien que provienen de lo Alto,
la conciencia debe ser iluminada por el Espíritu Santo que es Espíritu de Verdad.28
Porque Dios ha dado a conocer al hombre todo aquello que le guiará por el camino
justo y que a través de Jesucristo como modelo de vida podrá alcanzar la plenitud de
su libertad que yace en Dios como Principio y Fin de todo lo creado; ÉL a través de su
Hijo Jesucristo le ha prometido el Espíritu de Verdad que le hará libre.

28
Cfr. Veritatis Splendor n. 62
Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 20
CONCLUSIÓN

La ley de Dios no atenúa ni elimina la libertad del hombre, al contrario, la garantiza


y promueve.29 Por el hecho de que Dios le conceda las leyes al hombre para regir su
conducta no limita su libertad, porque las prescripciones dadas al hombre por su
Creador sirven para su perfección, ya que el hombre va siempre en busca del Bien y la
Verdad, que harán de él un ser nuevo y cada vez con mayor grado de perfección.

El hombre es capaz buscar y encontrar en su interior un recinto sagrado en donde


puede comunicarse con Dios, su Creador. También es en donde puede encontrar las
normativas que han quedado inscritas en su naturaleza para un buen comportamiento
que vaya conforme a su ser y actúe conforme a lo debido.

El hombre no es solamente un receptor al recibir la ley por parte de Dios, sino que
es un ente que participa de su Creador, ya que es el hombre el que hace vida esa ley, en
cuanto que pone en práctica las leyes prescritas por Dios con su forma de actuar, de
vivir, del trato cordial que tiene con sus semejantes y, sobre todo la búsqueda incesante
del Sumo Bien que satisfaga su sed de felicidad, y que sólo en Él encontrará.

«Hay que comprender que la ley moral, como expresión de la verdad del hombre, no
es algo que elimine la libertad, sino justamente es lo que la lleva a su verdadero
cumplimiento. El hombre no puede determinar por sí mismo el bien y el mal ni crear
por ello los valores como pretendió Adán en el paraíso. Las normas morales, reflejo de
la verdad y de bien del hombre, creados por Dios, tienen por esto mismo su
fundamento último en Él, y justamente cuando el hombre realiza el bien y permanece
en la verdad, es cuando realiza el sentido profundo de su libertad»

29
Ibídem, Veritatis Splendor n. 35

Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 21


BIBLIOGRAFÍA

1. Antonio Royo Marín, O.P. Teología Moral para Seglares I


Biblioteca de Autores Cristianos. Segunda Edición
Madrid MCMLXI

2. Ricardo Sada y Alfonso Monroy. Curso de Teología Moral.


Editorial Minos, S.A. México, 2001

3. José Antonio Sayés. Antropología y Moral.


De la «nueva moral» a la Veritatis Splendor.
Ediciones Palabra. Madrid, 1997

4. Aurelio Fernández. Diccionario de Teología Moral.


Editorial Monte Carmelo. Madrid, 2005

5. SS. Juan Pablo II. Carta Encíclica Veritatis Splendor.


Roma, 1993

6. Concilio Vaticano II. Constitución Pastoral Gaudium et Spes.


Sobre la Iglesia y el mundo de hoy. Roma, 1965

7. P. Fredy Mejía Barrios. Folletos para uso de los alumnos.


¿Qué es la moral? y El Hombre

8. Juan Manuel Burgos. El Personalismo


Biblioteca Palabra. Segunda Edición
Madrid, 2003

9. Jacques Maritain. Los derechos del hombre, cristianismo y democracia.


Ediciones palabra. Madrid, 2001

10. YOUCAT. Catecismo Joven de la Iglesia Católica


Ediciones San Pablo. Edición original alemana, 2011

11. Biblia de Jerusalén

Libertad, Conciencia y Ley según la moral Autónoma Teónoma 22

You might also like