Professional Documents
Culture Documents
Presentoción
TJ lntroducción
n
Adriono Mozo Pesqueiro
re
L Los muieres y el orribo del liberolismo o México: ontecedentes,
combios, permonencios e impoctos (1753-,l850)
Z
Lucrecio lnfonte Vorgos
Bibliogrofio
196
CAPÍTULO
CINCO
197
Movilización y ciudadanía.
como la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (1964)
de filiación soviética y comunista, Mujeres en Acción So-
lidaria (1971) o el Movimiento de Liberación de la Mujer
política y social
actividad política como la cotidiana llevó a las mujeres a
posibilitarse otros –y mejores– espacios de desarrollo, al
tiempo que enfrentaban estructuras de poder más amplias.
El milagro mexicano
Dentro del ámbito social, vinculado a la política, factores
como el modelo de desarrollo estabilizador y el desborda-
do crecimiento urbano, requirieron la intervención de las
mujeres en gran diversidad de movimientos populares y
culturales. El ambiente conservador dentro del cual desa- Desde el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934–1940) hasta
rrollaron su actividad les presentó nuevos desafíos y generó la administración de Gustavo Díaz Ordaz (1964–1970), la
una dinámica social que las llevó a cuestionar nuevamente economía mexicana tuvo un crecimiento sostenido, atrave-
su subordinación y a elaborar estrategias de resistencia –y só por un proceso de industrialización y experimentó una
en ocasiones de subversión–, que culminaron con su parti- etapa de elevada producción agrícola. Se trató de un logro
cipación en importantes movimientos de esta época: la con- conocido como “el milagro mexicano”. Particularmente,
tracultura, el movimiento estudiantil del 68 y el feminismo durante el periodo comprendido entre 1958 y 1970, de-
de la nueva ola. nominado “el desarrollo estabilizador”, México alcanzó un
A la par de las grandes transformaciones sociales, crecimiento anual promedio de 6.8%; mantuvo el equilibrio
el agotamiento del modelo de desarrollo estabilizador, la de las finanzas públicas, la estabilidad del tipo de cambio
creciente dependencia económica de Estados Unidos y el (12.50 pesos por dólar, de 1954 a 1976) y una tasa infla-
abrumador imperialismo cultural norteamericano, afectó las cionaria relativamente baja que, excepto en 1953 cuando
estructuras mentales de la población mexicana que vio en su se ubicó en 13.4%, no llegó a rebasar un dígito.
vecino del norte al referente del sujeto moderno y que, des- De acuerdo con Roger Hansen, de 1940 en ade-
de luego, implicó también una fuerte influencia en la forma lante, la participación del Estado mexicano fue determinan-
de ser mujer, alterando su concepción sobre la educación, te para detonar el crecimiento. “Entre 1935 y 1960 más
el mundo laboral, el espacio doméstico y materno, y las re- de la mitad de la inversión del sector público se destinó
laciones entre los sexos. En el proceso, el cine, la televisión, a gastos de capitales de infraestructura, transportes y co-
la radio y la publicidad jugaron un papel relevante. municaciones”. En ese lapso, el financiamiento público se
Esta inminente expansión de los medios de comu- elevó a una tasa anual de 4.9%, lo cual permitió abarcar
nicación, actores sociales –y sin duda políticos– sentó las a “más de 60% de toda la tierra irrigada en México, en
pautas de lo que serían las industrias culturales en México, comparación del 13% que era en 1940”.1 Con base en
fenómeno que ciertamente tuvo importantes repercusiones esta política, más la respuesta positiva de los inversionistas
en la reconfiguración de espacios femeninos. Así, dedicare- privados, el mejoramiento de la producción y productividad
mos espacio para la reflexión, desde el terreno discursivo, agropecuaria, el “milagro” del crecimiento económico fue
sobre la producción cinematográfica, los mensajes televi- posible.
sivos y radiofónicos, y las publicaciones periódicas para
mujeres (revistas femeninas), que tuvieron una influencia
sustancial en los esquemas de género que en la época se
trastocaban o reforzaban y que, a su vez, formaron parte
de las tensiones en torno a la actividad femenina fuera del 1 Roger D. Hansen, La política del desarrollo mexicano, 25 ed. México:
hogar, incluida su participación política. Siglo XXI editores, 2004, pp. 61–62.
200
México se encontró frente a una virtual autosuficiencia socio y protector en caso de producirse estrangulamientos o
alimentaria; impulsó el crecimiento acelerado del sector cuando hubiera que reducir riesgos excesivos”.4
manufacturero y detonó las exportaciones; al comercio exte- Estrechamente vinculado con el proceso de desa-
rior le suministró algodón, café, azúcar, legumbres, frutas y rrollo, los avances económicos también se vieron favore-
ganado, logrando que la actividad agropecuaria se convir- cidos por la creciente urbanización. La población mayori-
tiera en una fuente crucial de captación de divisas. Si bien tariamente concentrada en el área rural, sistemáticamente
de 1935 a 1955 la agricultura fue el sector más dinámico empezó a congregarse en las grandes ciudades. Con base
de la economía nacional, “de 1955 a 1970, el sector de en las cifras del INEGI, la ciudad de México, por ejemplo, en
desarrollo más rápido fue el industrial (electricidad, petróleo 1940 reunía en su territorio a 9.17% de la población total
y manufacturas) [En ese lapso] la agricultura disminuyó su del país, y en 1980 llegó a 19.98%.
tasa de crecimiento a 3% anual, por debajo del incremento Mientras el “milagro mexicano” ocurría en el
de la población; en cambio, las manufacturas aumentaron ámbito de las cifras agregadas de la economía, y en el
a 8.6%, mientras la electricidad y el petróleo subieron a buen manejo de la política fiscal, monetaria, comercial y
2
11.6% y a 9.2%, respectivamente”. laboral, el prodigio estuvo acompañado, tal como señala
Asimismo, en el comportamiento de la economía Roger Hansen, por un incremento veloz y significativo de los
mexicana, influyeron otros factores relevantes: la protección precios, y “una pauta muy inequitativa en la distribución del
ante la competencia externa, el apoyo al florecimiento de ingreso […], en estos últimos treinta años, una gran parte de
industrias específicas, la política de sustitución de impor- la cuenta de la rápida industrialización se ha pagado con
taciones y los efectos positivos derivados de la elevación mayores reducciones en el consumo de la gran mayoría de
de la demanda del mercado norteamericano de productos la sociedad mexicana situada en los últimos peldaños de
industriales, la cual se vio favorecida por la participación la escala de ingresos”.5 Entre 1940 y los primeros años de
de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. la década de 1970, se abrió considerablemente la brecha
Durante el sexenio de Miguel Alemán (1946– económica entre las clases sociales. La enorme desigualdad
1952) las inversiones asignadas a las empresas públicas en la distribución del ingreso en México, en buena parte fue
(ferrocarriles, PEMEX, CFE) aumentaron considerablemente. consecuencia de una política de contención salarial.
La importancia de la intervención del Estado fue tanta que Desde el punto de vista político, el llamado “mila-
en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines (1952–1958), la gro mexicano”, principalmente a partir de 1940, se basó
capacidad instalada de la CFE se elevó en 80%.3 En ese en un sistema autoritario sustentado en la hegemonía po-
mismo lapso, PEMEX aumentó su capacidad de refinación de lítica del PRM–PRI, el corporativismo y un presidencialismo
petróleo en alrededor de 50%: “el Estado actuaba como omnipotente que distribuyó discrecionalmente premios y
castigos. Los incentivos individuales y colectivos, se repar-
tían en función de la capacidad de presión de los distintos
liderazgos y grupos sociales, con la condición de que no se instituciones y programas sociales, algunas de las cuales
propusieran cuestionar al sistema, sino legitimar la política fueron la culminación de demandas de las activistas mexica-
y las decisiones gubernamentales. Fue en esta coyuntura en nas. En la contraparte, los actores sociales (maestros, ferro-
donde las demandas que las sufragistas habían planteado carrileros, médicos, telegrafistas, estudiantes, electricistas y
desde principios de siglo encontraron respuesta al integrar- quienes optaron por la vía guerrillera) que tuvieron la auda-
se al corporativismo. cia de cuestionar la desigualdad económica, la pobreza y
No obstante el carácter autocrático en el ejercicio la antidemocracia, padecieron “todo el poder del Estado”
del poder político, en la forma se cuidaban los requerimien- mediante la represión policiaca y militar.
tos constitucionales concernientes al principio de separación Lo cierto es que a pesar de la admiración desper-
de poderes y a la celebración periódica de los procesos tada por los indicadores macroeconómicos y los niveles de
electorales para re- crecimiento indus-
novar al Congreso y trial, agropecuario
al titular del Ejecutivo Entre 1940 Y 1970, la economía mexicana y de servicios que
tanto a nivel federal tuvo un crecimiento sostenido: Se trató México logró, el
como estatal. Con modelo de desa-
ello, el sistema políti-
de un logro conocido como “el milagro rrollo capitalista
co mexicano cumplía mexicano”. En esta coyuntura, las demandas adoptado, en reali-
algunos de los requi-
que las sufragistas habían planteado desde dad generó agudas
sitos de un régimen diferencias econó-
democrático; en este principios de siglo, encontraron respuesta al micas y una serie
sentido, otorgar el integrarse al corporativismo. de contradicciones
derecho al sufragio sociales. Sin duda,
femenino y posterior- la politización e
mente apoyar las candidaturas de algunas mujeres –desde ideologización de los liderazgos obreros, magisteriales y
el partido en el poder–, constituía un factor importante campesinos desempeñaron un papel esencial en la irrupción
para dicha práctica. Los logros políticos de las mexicanas de los movimientos sociales contestatarios que terminaron
actuaron precisamente como hechos que legitimaban a la sofocados por acciones de fuerza del Estado. En este con-
autoridad y que, en adelante, fragmentarían a los diversos texto, a mediados de la década de los setenta, el “milagro
grupos femeniles que se habían organizado en torno a las mexicano” se desfondó. Desde el punto de vista de algunos
luchas por el voto, todo bajo la lógica de los incentivos y los analistas económicos, su agotamiento se explica, entre otros
castigos. factores, porque fue un modelo fiscalmente oneroso y cada
Las representaciones colectivas alineadas y dis- vez más dependiente del endeudamiento externo y de los
ciplinadas en torno a la estrategia y los intereses del go- recursos petroleros; junto a lo cual abandonó la política de
bierno en turno, eran recompensadas con la creación de desarrollo industrial y agropecuario.
202
que “la era del feminismo primitivo asexual” había pasa- oposición. En este sentido, los apoyos del PRI a los grupos
do y ahora “la reivindicación femenina estaba basada en femeniles se fueron otorgando como respuesta a la forma en
elevar la condición general de la mujer y especialmente la que los partidos de oposición movilizaban a sus cuadros;
8
función de esposa y madre […]”. como en casi todos los campos, el partido demostraba su
El movimiento sufragista, por su propia naturale- capacidad de institucionalización ante el crecimiento de la
za, ofreció la ventaja de aglutinar a mujeres de diversas participación femenina de todas las corrientes en la política
corrientes ideológicas. Lo anterior, aunado al liderazgo nacional.
que representaba Castillo Ledón y al apoyo de las autori- Las panistas habían demostrado ser una fuerza
dades, culminó en la fundación de la Alianza de Mujeres electoral importante para su partido durante los primeros
de México (AMM). De esta forma las demandas feministas comicios municipales en que pudieron votar. Por su parte,
se institucionalizaron y se eliminó todo intento de belige- el movimiento encabezado por Miguel Henríquez sumó a
rancia. La AMM sirvió al régimen para legitimar su proyecto sus filas diversos grupos de mujeres; entre sus contingentes,
modernizador y su imagen democrática y, además de tener las jaramillistas de Morelos formaron un comité femenil y se
el apoyo del presidente, también contó con el del candidato pronunciaron a favor de una campaña electoral que con-
del PRI a la presidencia, Adolfo Ruiz Cortines. Cabe señalar tribuiría a la liberación económica de toda la población,
que para esta coyuntura electoral, los candidatos de todos y sería parte de una estrategia para conquistar los dere-
los partidos se pronunciaban ya a favor chos cívicos que toda mexicana debía
del sufragio femenino. Exceptuando a los tener.10 Asimismo, dentro de la Organi-
Ruiz Cortines expresó abierta- candidatos Lombardo zación Nacional Única del Magisterio
mente su apoyo argumentando que “la Henriquista, las mujeres ocupaban los
mujer mexicana ha compartido las luchas
Toledano y Miguel cargos de mayor relevancia, desde la
por la libertad, pero lo que es más valio- Henríquez, en los Secretaría General hasta carteras como
so, está siempre presente, abnegada y discursos de campaña Finanzas, Acción Popular, Comisión de
alentadora, en el diario combate por la de 1952 se enfatizaba Estudios Políticos y Acción Femenil.11
9
vida”. El discurso enfatizaba la posición la abnegación como la En cuanto al Partido Acción Na-
de la mujer dentro del hogar y, a la vez, cional (PAN), su candidato Efraín Gonzá-
la estrategia de cooptar las demandas
cualidad ideal de las lez Luna declaraba que:
femeninas servía para hacer frente a la mexicanas.
Tampoco es verdad que la participación de la mujer en precisamente el rechazo a la misma, fue una de las prime-
ras banderas de la nueva ola del feminismo, como veremos
la política implique el abandono de su misión esencial
más adelante.
en la familia. […] Es suficiente el tiempo de que
Finalmente, el 17 de octubre de 1953 se publi-
puede disponer, conservando el cuidado escrupuloso que caron en el Diario Oficial las reformas a los artículos 34 y
dedica a su hogar, para trabajar por el bien de México, 115 de la Constitución, con las cuales se otorgaba la ciuda-
para realizar esa tarea esencial y en ciertos casos más danía plena a las mexicanas. Este logro originó posiciones
esencial, si vale la expresión, que la que hace dentro diferenciadas entre las activistas de tendencias izquierdistas
del hogar. Necesitamos, por tanto, la presencia nueva, que se habían escindido del PRI y las militantes del mismo.
Las últimas adoptaron una postura de reconocimiento al pre-
limpia, purificadora, abnegada y generosa de la mujer,
sidente y se alinearon a su partido de manera disciplinada;
en esta realidad sucia, sombría, injusta y dolorosa que es
juraron lealtad al programa del gobierno y a los principios
la vida pública de México.12 de la Revolución Mexicana, y se apresuraron a asegurar,
mediante sus discursos, que no tenían la menor intención
Exceptuando a los candidatos Lombardo Toledano y Miguel
de alejarse de su desempeño como madres y esposas. Al
Henríquez, en los discursos se enfatizaba la abnegación
respecto es necesario reconocer esta posición como una
como la cualidad ideal de las mexicanas. Conviene hacer
táctica que a la postre rindió resultados muy positivos. La
un paréntesis para compararla con aquellas que la cultura
labor de Amalia de Castillo Ledón, María Lavalle y Esther
patriarcal había exaltado desde el siglo XIX. La obediencia,
Chapa, entre otras, fue de gran influencia en la consecución
la docilidad y el pudor eran los ejes bajo los cuales se man-
de las demandas sufragistas y debe observarse a la luz de
tenían subordinadas a las mujeres. El discurso dio un giro
la situación política imperante de la época.
con la politización de la maternidad pero también, y esto
Por el contrario, las líderes de izquierda que no
hay que subrayarlo, los años de batallas feministas lograron
mostraron disciplina hacia el partido dominante, perdieron
desterrar estas virtudes de la retórica masculina, orillada a
toda capacidad de negociación y quedaron marginadas
buscar nuevas formas de control. La abnegación, por un
de los cargos públicos. La siguiente carta dirigida al pre-
lado, tenía una connotación de entrega desinteresada a
sidente y firmada por antiguas dirigentes feministas, así lo
la Patria y, por otro, recordaba que la función femenina
demuestra:
era dentro del hogar. Lo anterior es importante porque,
consagrado su vida a la mística cívica, poniendo y capitalizadas a favor de su proyecto reformador. No obs-
su capacidad y energía al servicio de la Patria para tante la imagen moderna que este último deseaba proyectar,
elegir como candidatos del mismo a jóvenes, sin una las mexicanas que buscaban acceder a las candidaturas
debieron demostrar que no competirían con los hombres por
trayectoria social y política con lo que prácticamente nos
los cargos públicos y que, desde luego, no abandonarían
sentimos postergadas.13 su perfil tradicional de madres y amas de casa. Asimismo,
como señala Gisela Zaremberg, otro requisito indispensable
Con la estrategia de mujer disciplinada a la autoridad, a
lo constituyó el demostrarse libres de todo rasgo comunista;
la vez que madre y esposa, las mexicanas accedieron a los
figuras como Esther Chapa y Fidelia Brindis se alejaron de
primeros cargos de elección popular.
las instituciones oficiales e ingresaron en las filas del Partido
Popular para la campaña de 1958, mientras a la conocida
activista María Lavalle Urbina se le objetó su candidatura
por considerarla comunista, y debió echar mano de todas
las redes de apoyo que había construido para ser postulada
Las líderes de izquierda que no
como senadora por Campeche en 1960.14
mostraron disciplina hacia el Por su cuenta, el PAN alentó a las mujeres en la
partido dominante, perdieron toda participación política una vez conseguido el sufragio, y las
capacidad de negociación y quedaron panistas no tardaron en expresar sus opiniones de manera
marginadas de los cargos públicos. pública y convertirse en un apoyo importante para su parti-
do. A raíz de la obtención de la ciudadanía, se fortaleció la
Sección Femenina y, como oposición, aunque se tratara de
un sector claramente conservador, ésta adoptó una actitud
más beligerante que su contraparte en el Revolucionario Ins-
titucional. Con todo, no abandonaron su imagen de amas
13 Citado en Gisela Zaremberg, op. cit., p. 283. Firmaron Consuelo M.
De Cuervo del “Grupo Precursor de los Derechos Políticos de la Mujer”,
de casa como estrategia de participación, al igual que las
Fidelia Brindis de las “Logias Femeninas”, Josefina Reynoso de la “Alianza integrantes de todas las corrientes políticas:
Nacional de Clase Media” y Dolores Grimaldo del “Frente de Mujeres
Revolucionarias”. 14 Gisela Zaremberg, op. cit., p. 284.
206
20 El Nacional, al servicio de México, 7/julio/1958, año XXX , tomo XXXII , 22 Luz de Lourdes de Silva Ruiz, Las mujeres y los cargos públicos en
4ª época, núm. 10 510, pp. 1, 7, 10. México, 1954–1984: Perfil sociopolítico, tesis de licenciatura, UNAM,
21 Ibid., pp. 7, 10, 11. México, 1986, pp. 51, 53.
209
LEGISLATURA AÑO DIPUTADAS DIPUTADOS MUJERES Las cifras nos revelan que el acceso de las mujeres a los
cargos de elección popular se dio de manera francamente
XLII 1952–55 1 s/i lenta, a la vez que la enorme diferencia en los porcentajes
XLIII 1955–58 4 158 2.5 evidencia la inequidad imperante en la década de 1970.
XLIV 1958–61 8 154 4.9 Este desequilibrio planteó al feminismo mexicano grandes
desafíos en el ámbito de la política hacia el último cuarto
XLV 1961–64 8 170 4.5
del siglo, y no fue sino hasta el siguiente que las mujeres se
XLVI 1964–67 13 166 7.3
encontraron ante la posibilidad de discutir sobre paridad de
XLVII 1967–70 12 166 6.7 género en las candidaturas al Poder Legislativo.
XLVIII 1970–73 13 165 7.3
XLIX 1973–76 18 178 9.2
Participación ciudadana y
El reclamo de las mujeres por mayores derechos, sumado
a la política posrevolucionaria dirigida a ellas como ma-
dres formadoras de ciudadanos productivos, incentivaron
Consideramos importante resaltar el papel de las ciudada- las políticas públicas a favor de sus reclamos. Su trabajo
nas como gestoras de bienestar social, aun cuando esta cotidiano en demanda de derechos sociales, políticos o ci-
acción las hiciera parte del clientelismo del PRI, pues a través viles fue duramente censurado, al ser realizado fuera de su
de sus batallas diarias por la supervivencia y el cuidado de espacio tradicional; al igual que las trabajadoras de princi-
los suyos, incursionaron de forma admirable en espacios in- pios de siglo, estas ciudadanas y las que se presentaban en
éditos, donde aprendieron las prácticas políticas necesarias juntas sindicales o huelgas obreras fueron cuestionadas en
para desarrollar sus funciones. Su participación constituyó su comportamiento moral. Sólo hasta los años setenta, con
además un antecedente muy importante de los movimientos la nueva ola del feminismo, se comenzaría a vislumbrar un
ciudadanos posteriores. Como señala Alejandra Massolo, cambio de mentalidad al respecto.
para exponerse a los espacios públicos las mujeres tuvieron Las políticas aplicadas al campo, por otra parte,
que transgredir la dimensión social, política y de género: estaban dirigidas a adoctrinar a las mujeres en la organi-
“de las discretas preguntas cuando gestionaban demandas zación de la esfera doméstica; mediante la introducción de
[…] transitaron al poder de réplica y discurso, con diferentes nociones sobre nutrición e higiene, se reforzaba su papel
lenguajes que expresan las formas de hacer política desde de madres y, a través del uso de prácticas culturales ances-
los barrios”.25 trales, la sumisión al patriarcado. Las iniciativas del gobier-
Esta praxis también se dio mediante los movimien- no tenían que ver más con incluir a las campesinas en la
tos urbanos independientes. Las amas de casa entraron en economía rural y asegurar su adhesión al sistema, que con
contacto directo con los problemas de vivienda y servicios su desarrollo individual. No obstante, como propone Lynn
públicos; si en el campo los hombres peleaban por el repar- Stephen, con sus programas también favorecieron ideas
to de tierras –promesa de la Revolución–, en las ciudades sobre los derechos y oportunidades que podían desarrollar
eran las mujeres las principales, y a veces únicas, prota- fuera de sus comunidades.27 El cambio se dio de manera
gonistas en la pugna por la legalización de predios y la gradual y no fue sino hasta la década de 1980, cuando
demanda de servicios ante un enorme crecimiento urbano y, las mujeres del campo adoptaron una posición más crítica
con acciones colectivas, se convirtieron en las interlocutoras sobre la desigualdad, de acuerdo con su sexo y clase.
primordiales entre las autoridades y su comunidad. Enfren- Si las etapas de mayor desarrollo generan mayor
tadas a las carencias de todo tipo, “convirtieron esas condi- movilidad social, también es cierto que producen manifesta-
ciones de vida en objeto de lucha y formas de participación ciones de oposición. Bajo esta premisa, hacia finales de la
pública de resistencia […]”,26 logrando a veces reorientar década de los años cincuenta, en pleno periodo electoral,
el sector obrero, y en menor medida el campesino, se movi- Salazar fue detenido y encarcelado en septiembre de ese
lizaron. En 1958 surgió un movimiento campesino bajo el año y Demetrio Vallejo a los pocos meses de que el presi-
liderazgo de Jacinto López, dirigente de la Unión General dente López Mateos asumiera el poder.
de Obreros y Campesinos, que consistió en la invasión Faltan investigaciones sobre la participación de las
de tierras en Sonora, Nayarit, Colima y Baja California. mujeres en los movimientos obreros y magisteriales de la
Asimismo, mientras los trabajadores ferrocarrileros orga- década, que nos permitan evaluar el desarrollo de su acti-
nizaban manifestaciones y paros escalonados en todo el vismo en estos ámbitos. Desde luego, el Movimiento Revolu-
país, bajo la conducción de Demetrio Vallejo, los maestros cionario Magisterial contó entre sus filas con un contingente
también se movilizaban comandados por Othón Salazar, muy importante de maestras. Ya hemos destacado cómo a lo
quien fundó el Movimiento Revolucionario Magisterial. Los largo de la historia del México independiente, fueron ellas
maestros organizaron una manifestación en el zócalo de la el sector más propositivo y combativo: en la demanda de
capital en abril de 1958, a la que se unieron estudiantes, derechos tanto laborales como políticos, en el advenimiento
ferrocarrileros, telegrafistas y petroleros. Como en todos del incipiente feminismo, la lucha por el sufragio, su partici-
28
los casos, la manifestación fue duramente reprimida. Los pación en la Revolución Mexicana, la defensa de la educa-
conflictos obreros persistieron; para liquidar el problema, ción socialista y la pugna por reivindicaciones para su sexo.
y bajo la lógica de “todo el poder del Estado”, Othón De manera similar, tanto las obreras como las compañeras
de los trabajadores protagonizaron una historia de combate
por mejores condiciones laborales y derechos sociales.
Un ejemplo lo representó el caso de los mineros de
Nueva Rosita, Coahuila que, en 1951, marcharon durante
cincuenta días hasta la Ciudad de México buscando que
sus demandas laborales y sindicales fueran escuchadas
por el presidente Alemán. Durante la huelga las mujeres
formaron la Alianza Femenil Socialista Coahuilense y se en-
frentaron a la represión de las autoridades. En una marcha
sin precedente en la historia obrera, algunas participaron
caminando al lado de los mineros, y fueron encerradas con
ellos tras las alambradas del deportivo “18 de Marzo”. Las
que se quedaron al cuidado de los suyos hicieron frente a
las armas del ejército en la mina, a las medidas represivas
Manifestación de maestros el 18 de agosto de 1956. de las autoridades patronales y se dedicaron a presionar a
los detractores de la movilización.29
Caminata de Nueva Rosita a la capital, que fue nombrada por los diarios como la “caravana del hambre”.
214
movimiento contracultural
32
de la SEP”. Esta idea se vio reforzada con la creación, en
1959, de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratui-
tos, la cual fue percibida como una acción de tendencia
comunista.
Lo visto hasta ahora nos muestra que las mujeres tuvieron En el ámbito internacional, principalmente en Eu-
que desarrollar el reclamo de sus reivindicaciones sociales, ropa y Estados Unidos, la época de posguerra recuperó
políticas y civiles insertas en una sociedad hermética y pro- el discurso de domesticidad, reconstruyó el patrón cultural
fundamente conservadora. Durante los años cincuenta, las de la mujer dedicada al hogar y, a través de los medios de
posibilidades de participar en política se reducían a las acti- comunicación y las revistas del corazón, la regresó a “su es-
vidades delimitadas por el partido en el poder, a la vez que fera”. Este modelo, como afirma Mary Nash, tuvo un fuerte
seguían consolidándose los dos pilares del orden social: la arraigo internacional. La feminidad se convirtió nuevamente
familia y el Estado. Para normar el comportamiento social en la apropiación de la maternidad como vía de realización
el gobierno recurrió a decretos presidenciales, impuso la y produjo un fuerte retroceso en la presencia pública de
censura y confluyó con la Iglesia católica en una campaña las mujeres.33 En México, donde la situación era similar,
30
nacional a favor de la decencia. En 1951, por ejemplo, se esta influencia se tradujo en el reforzamiento de la figura
lanzó la Campaña Nacional para la Moralización del Am- de esposa abnegada y, entre la clase media en particular,
biente que, sobre todo, se dedicó a diseñar las pautas de en un aumento al consumo de artículos para el hogar y el
conducta femenina, misma que era asumida como garantía rechazo sistemático al feminismo.
del orden familiar vigente.
Por otro lado, la agitación social acaecida entre
1958 y 1959, motivó una campaña anticomunista, también
a cargo de la jerarquía católica. Se organizaron manifes-
La época de posguerra recuperó el
taciones de repudio y la leyenda de “Cristianismo sí, co-
munismo no” invadió las calles.31 El Movimiento Familiar
discurso de domesticidad. En México
Cristiano condenaba que el comunismo desintegraba a las esta influencia se tradujo en el
reforzamiento de la figura de esposa
30 Laura Pérez Rosales. “Censura y control. La Campaña Nacional de
abnegada.
Moralización en los años cincuenta”, en Historia y grafía, núm. 37, ju-
lio–diciembre, Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana,
México, 2011, p. 83.
31 María Martha Pacheco, “¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomu-
nismo eclesiástico en México”, en Estudios de Historia Moderna y Con- 32 Ibid., p. 161.
temporánea de México, núm. 24, julio–diciembre, México: Instituto de 33 Mary Nash, Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, 2ª ed.,
Investigaciones Históricas, UNAM, 2002, p. 152. Madrid: Alianza Editorial, 2012, pp. 167–168.
215
La etapa de transición de los gobiernos de Ruiz Cortines Para 1964, después de un impasse en el activismo de las
y López Mateos se dio en medio de un cuestionamiento a mexicanas, diversas organizaciones entre las que se encon-
la autoridad absoluta del presidente y, con ello, al orden traban la Vanguardia de la Mujer Mexicana, el Bloque de
posrevolucionario. Los conflictos obreros y magisteriales Mujeres Revolucionarias, el Comité de Mujeres Economistas
se insertaron en un contexto de crisis familiar y falta de de la UNAM y la Organización de Estudiantes Universitarias,
disciplina, idea que fue difundida por los medios, tal como se fusionaron en la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas
se puede observar en el siguiente texto de un artículo publi- (UNMM), afiliada a la Federación Democrática Internacional
cado por el periódico Excélsior en julio de 1958, titulado de Mujeres, y a la que se le atribuyó cierta tendencia co-
“La autoridad en crisis”: munista. Su primera presidenta fue Clementina Batalla de
Bassols. Entre sus actividades más destacadas impulsó un
Es una pena contemplar que en México el principio de proyecto nacional de guarderías, apoyó a las campesinas
autoridad se ha perdido y así los nuevos problemas en sus demandas de tenencia de tierra, y promovió la orga-
nización del Frente Nacional para la Infancia.35 Durante los
surgen a diario: desde la aparentemente insignificante
acontecimientos del 68, sumó contingentes a las protestas
ruptura de la armonía familiar, debida a la falta de estudiantiles y posteriormente encabezó las luchas por la
influencia de los padres sobre los hijos, hasta los liberación de los presos políticos.
trascendentales disturbios nacionales como el paro de La transformación cultural y social de los años
los trabajadores ferrocarrileros, el reciente golpe de los sesenta fue común en varias latitudes del planeta y culmi-
maestros y los desórdenes en el IPN. Vandalismo juvenil, nó con el estallido de grandes movimientos entre los que
cuya semilla se encuentra en el seno de la familia, es destacaron los estudiantiles. Tal como sostiene Ricardo
Pozas, en estos procesos mundialmente compartidos, los
otro matiz de este grave problema […].34
estudiantes fueron el actor social y cultural que trascendió
el ámbito privado y cuya acción colectiva resquebrajó las
El autoritarismo, el conservadurismo y las políticas de censu-
estructuras dominantes tanto en lo social y político, como en
ra y control terminaron por generar la contraofensiva. Para
lo ideológico y cultural.36 También en México los estudian-
mediados de los años sesenta, México era testigo de un inci-
tes cuestionaron el rígido sistema social, el autoritarismo,
piente movimiento contracultural, importado principalmente
el intervencionismo norteamericano, el puritanismo sexual
de Estados Unidos, que llegó en forma de cuestionamientos
y otros tabús. La literatura de “La Onda” encabezada por
a las estructuras sociales y culturales tradicionales de estos
años.
35 Delia Selene de Dios Vallejo y María Esther Navarro Lara, “El femi-
nismo como movimiento social”, en Julia del Carmen Chávez Carapia
(coord.), Perspectiva de género, núm. 1, México: Escuela Nacional de
Trabajo Social UNAM, Plaza y Valdés, 2004, pp. 23–56.
34 Excélsior, 13/julio/1958, citado en Eric Zolov, Refried Elvis. The rise of 36 Ricardo Pozas Horcasitas, “Los 68: encuentro de muchas historias y
counterculture, Berkeley: University of California Press, California, 1999, culminación de muchas batallas”, en Perfiles latinoamericanos, núm. 43,
p. 51. enero–junio de 2014, México: FLACSO México, 2014, pp. 43, 51.
216
José Agustín y Gustavo Sainz, entre otros escritores, con- La historia determinó que su participación no coadyuvó al
tribuyó a transformar la visión de las juventudes. Al mismo desarrollo de los acontecimientos y las mujeres acabaron
tiempo, en el campo surgieron focos guerrilleros que dieron por creerlo y asimilarlo. Sin embargo, estudios posteriores,
cuenta de hechos como el asalto al cuartel de Madera en entre los que destacamos el realizado por Deborah Cohen
Chihuahua, en 1965, o las luchas sociales comandadas y Lessie Jo Frazier, han demostrado que con sus acciones
por Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en Guerrero, desde contribuyeron a generar valiosos apoyos fuera del campus
1967 y que, en la mente de los estudiantes, convergían con de la universidad.37 Fueron ellas las que, ocultas bajo los
el ícono de la contracultura y la batalla por la libertad: el estereotipos asignados a su sexo, pudieron infiltrarse en
Che Guevara. espacios prohibidos para los líderes masculinos, fácilmente
Dentro de este reconocibles, para hacer
ambiente de cambios se propaganda, convencidas
iniciaron nuevas pugnas Las mujeres que participaron y comprometidas con sus
por la autonomía universi- en el movimiento estudiantil del ideales; esta operación
taria, se multiplicaron las 68, transgredieron los esquemas resultaba crucial ya que,
manifestaciones estudian-
impuestos a su género: desafiaron al llevar el movimiento a la
tiles y se conformó el Con- calle, evitaban su derrota
sejo Nacional de Huelga
a la autoridad de su núcleo por aislamiento.
(CNH) con el objetivo de familiar y al contingente de líderes Después de los hechos
convertirse en interlocu- universitarios del CNH compuesto del 2 de octubre, las mu-
tor con el Estado, mismo exclusivamente por hombres. jeres se encargaron de
que, de forma paralela, alimentar a los presos,
fue organizando grupos sirvieron de abogadas,
de choque y paramilitares y, de una vez, tomó por asalto doctoras y maestras y, algo vital, fueron un enlace muy
las oficinas del Partido Comunista Mexicano porque, como importante entre la cárcel y el espacio público. De igual
siempre, la culpa la tenían los comunistas. Todo lo anterior valor resultaron las movilizaciones de las madres, esposas,
culminó en el movimiento estudiantil del 68. hermanas e hijas de los desaparecidos y los presos políti-
Las mujeres que participaron en el movimiento estu- cos, que con su activismo protagonizaron uno de los hechos
diantil, transgredieron los esquemas impuestos a su género más emblemáticos de la participación femenina. Una de las
en, por lo menos, dos espacios: desafiaron a la autoridad causas por las cuales la historia del 68 no incluyó a los
de su núcleo familiar, al apelar a su derecho de salir a las grupos de las bases, y entre éstos a las mujeres, puede con-
calles, y al contingente de líderes universitarios del CNH com- sultarse en el ya citado trabajo de Cohen y Frazier, quienes
puesto exclusivamente por hombres. Este último las confinó a
las labores de cocinar para los militantes y limpiar los loca-
37 Deborah Cohen y Lessie Jo Frazier, “México 68: hacia una definición
les de reunión, mismas que pasaban inadvertidas pero que, del espacio del movimiento. La masculinidad heroica en la cárcel y las
a la vez, las llevaron a cuestionar la asignación de tareas. ‘mujeres’ en las calles”, en Estudios Sociológicos, XXII, septiembre–diciem-
bre, México: 2004, pp. 591–623.
217
proponen una teoría interesante: el sufrimiento y el heroísmo cambiar el orden social, entonces vigente, ante la imposibi-
de los líderes estudiantiles en la cárcel, virtudes inaccesibles lidad de hacerlo por la vía democrática. La participación
para las bases, avasallaron la memoria colectiva y borraron femenina en la guerrilla no fue masiva debido precisamente
las acciones de los miles de participantes que no tuvieron un a que las condiciones sociales y económicas las obligaban
papel protagónico o de dirección. El espacio de la cárcel a sustituir en el trabajo agrícola a los hombres que tomaban
convirtió a los líderes en mártires portavoces de todos los las armas. No obstante, muchos nombres de mujeres deteni-
activistas políticos, en la voz del pueblo, y reconfiguró la das, encarceladas y desaparecidas integran las listas de los
38
interpretación del movimiento estudiantil. informes de la Fiscalía Especial para los Delitos del Pasado,
En el campo, las mujeres parecían haber quedado publicados en 2006,39 como testimonio de su intervención
al margen de los cambios sociales acontecidos en la déca- en distintos grupos subversivos.
da. Sin embargo, a partir de la experiencia del 68, algunas Lo cierto es que la participación de las mujeres
se incorporaron a los grupos armados que operaban a en los cambios sociales fue un parteaguas en el adveni-
principios de los años setenta, principalmente en Guerre- miento del nuevo feminismo –uno de los movimientos más
ro. Muchas de las campesinas que vivían en las zonas de significativos del siglo xx–, y representó una oportunidad de
conflicto, comenzaron a involucrarse cuando las funciones emancipación y una transformación de las mentalidades sin
asignadas a su sexo –dentro y fuera del hogar– se volvieron precedente.
irrealizables debido a la precariedad de las condiciones en
que estaban inmersas. Su activismo se debió en ocasiones
a sus lazos familiares o comunitarios con los guerrilleros,
pero en la mayoría de los casos, a un deseo auténtico de
de sus características básicas fue su autonomía de grupos significaba reconocer que su opresión no era personal sino
de oposición, partidos políticos, organizaciones obreras e de todas; de ahí que en sus inicios se desarrollara mediante
instituciones, buscando articular un nuevo discurso en el cual pequeños grupos de reflexión.
volcar la vida cotidiana y privada al espacio público. El 15 de febrero de 1971 Rosario Castellanos
La influencia del feminismo norteamericano tam- pronunció un discurso para la conmemoración del Día In-
bién se difundió en México gracias a la publicación de dos ternacional de la Mujer, “La abnegación, una virtud loca”,
artículos que hacían referencia a la manifestación realizada que también invitó a las mexicanas a la reflexión. A pesar
en San Francisco, California, para celebrar el cincuen- de que no se consideraba feminista, hizo público el rechazo
tenario de la emancipación de la mujer norteamericana a la virtud “más celebrada de México”, que había colocado
por medio del sufragio, el 26 de agosto de 1970. Rosario a las mujeres en la condición de subordinación a la que
Castellanos publicó “La liberación de la mujer, aquí” en el estaban sujetas. Se preguntó si la abnegación era realmente
periódico Excélsior, en el que hacía una invitación a imitar una virtud y expuso una crítica lapidaria a quienes se com-
el movimiento norteamericano. Elaboró una dura crítica a placían en ella. La escritora estimaba que lejos de ser una
la pasividad de las mexicanas y agregó: “¿Es que no hay cualidad, la abnegación se apropiaba de toda la familia
mujeres entre nosotros? ¿Es que el sahumerio de la abnega- provocando hijos no aptos para la vida, esposos tiranos y
ción las ha atarantado de tal manera que no se dan cuenta males sociales como el alcoholismo, el machismo y la hipo-
de cuáles son sus condiciones de vida?”. 43 cresía. Sólo cuando la mujer ganaba una batalla, gestaba
De igual forma, Martha Acevedo publicó un artí- seres humanos más completos, familias más armoniosas y
culo titulado “Nuestro sueño está en escarpado lugar” en una nación de ciudadanos más conscientes y libres. Con
la revista Siempre! Y, mediante una reseña del mitin de San respecto a la desigualdad expresó:
Francisco y los testimonios de las feministas que participa-
ron en él, realizó un análisis de la condición subordinada
de la mujer, arguyendo que “la emancipación de la mujer No es equitativo –y por lo tanto no es legítimo– que uno
y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposi- de los dos que forman la pareja, dé todo y no aspire a
bles mientras permanezca excluida del trabajo productivo
recibir nada a cambio.
social y confinada dentro del doméstico que es privado”,
el cual era –y sigue siendo– aportado en grandes cantida-
des sin remuneración alguna.44 El movimiento de liberación No es equitativo –así que no es legítimo– que uno tenga
la oportunidad de formarse intelectualmente y al otro no
le quede más alternativa que permanecer sumido en la
43 Rosario Castellanos, “La liberación de la mujer, aquí”, publicado ignorancia.
originalmente el 5 de septiembre de 1970, Excélsior, en Debate feminista,
año 6, vol. XII, octubre de 1995, México, pp. 351–354.
44 Marta Acevedo, “Nuestro sueño está en escarpado lugar”, publicado No es equitativo –por lo mismo no es legítimo– que uno
en La Cultura en México, suplemento de Siempre!, el 30 de septiembre de
1970, en Debate feminista, año 6, vol. 12, octubre, México, 1995, pp.
encuentre en el trabajo no sólo una fuente de riqueza
355–370. sino también la alegría de sentirse útil, mientras que el
220
otro cumple con una labor que no amerita remuneración social y luchando por la subsistencia diaria. Pero el cam-
bio de mentalidades, que poco a poco fue introduciendo el
y… que por su misma índole perecedera, no se puede
feminismo, originó que las batallas cotidianas de las clases
dar nunca por hecha.
subalternas cobraran una nueva dimensión y fueran recono-
cidas como un derecho que legítimamente les pertenecía al
No es equitativo –luego no es legal– que uno sea dueño participar en todos los ámbitos de la vida pública.
de su cuerpo y disponga de él como se le de la real gana Durante el primer lustro de los años setenta, se
mientras que el otro reserva ese cuerpo no para sus constituyeron varias asociaciones, todas mediante el traba-
propios fines […].45 jo de concientización sobre temas como maternidad, sexua-
lidad, doble jornada de trabajo y el aborto como problema
de las mujeres que debía, por tanto, ser resuelto por ellas
mismas. El primer grupo que se formó en 1971 fue Mujeres
en Acción Solidaria (MAS). En el mes de mayo, se manifestó
frente al Monumento a la Madre, en la Ciudad de México,
en contra del mito de la madre y la celebración del 10
de mayo. Sus integrantes repartieron un folleto en el que
explicaban que el mito consistía en “exaltar la función bio-
lógica de la mujer para volverla el reflejo de la voluntad del
hombre […] y para relegarla a la tarea de la reproducción
de la especie y los quehaceres domésticos”.46 Los concursos
auspiciados por el periódico Excélsior que premiaban a las
madres por diferentes motivos, y que con ello reforzaban
Rosario.
las políticas del Estado en la construcción del orden que que daría igualdad jurídica a los sexos: “el varón y la mujer
deseaba mantener, dejaron de practicarse justamente a par- son iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y
tir de la manifestación del MAS. Sólo un periódico, El Día, el desarrollo de la familia. Toda persona tiene derecho a
cubrió el acto con una breve nota en la que destacaba que decidir de manera libre, responsable e informada sobre el
la manifestación se había llevado a cabo a pesar de la ne- número y el espaciamiento de sus hijos”.48
gativa de las autoridades del Distrito Federal para conceder El MLM en México, como en otros países, no sólo se
el permiso, y explicaba someramente sus objetivos. mantuvo al margen de la Conferencia sino que organizó un
Entre 1972 y 1973 se formó el grupo Movimiento contracongreso como medida de oposición al Año Interna-
Nacional de Mujeres integrado principalmente por perio- cional de la Mujer; lo anterior obedecía a su forma inicial
distas atentas al desarrollo del feminismo en Estados Unidos de operar: el movimiento buscaba perdurar de manera
47
y Europa, y en 1974 el MLM. En este año, la ONU convocó autónoma y lejos de la imposición de líderes, jerarquías e
la Primera Conferencia del Año Internacional de la Mujer, instituciones que lo intentaran organizar. El contracongreso
para celebrarse en junio del siguiente año, cuyo tema y otras movilizaciones posteriores de la primera mitad de
general era la igualdad de la mujer y su contribución al los años setenta, tenían un carácter más simbólico que polí-
desarrollo y la paz. La Ciudad de México obtuvo la sede tico, cuyo objetivo era atraer la atención del mayor número
en un momento en que las mexicanas todavía no gozaban posible de actores, sobre la opresión de las mujeres y la
de igualdad jurídica en la Constitución. Ante lo inminente desigualdad.
de la Conferencia, el 31 de diciembre de 1974 se publicó
en el Diario Oficial, la reforma al artículo 4º Constitucional
El 31 de diciembre de 1974
se publicó en el Diario Oficial,
la reforma al artículo 4º
Constitucional que daría
igualdad jurídica a los sexos.
47 Ana Lau Jaiven, “Emergencia y trascendencia del neofeminismo”, op. 48 Felipe Tena Ramírez, Leyes fundamentales de México 1808–2005,
cit., p. 161. México: Editorial Porrúa, 2005, p. 983.
222
moderna, ciñéndolo fundamentalmente al hogar pero con viviendas, drenaje, alcantarillado, agua potable, servicios
una participación más activa dentro del mismo, sirviéndose de higiene), lo que provocó la disminución de las tasas de
de la emergente tecnología doméstica (electrodomésticos), mortandad y un considerable aumento de la población. Los
así como de novedosos productos para el perfeccionamien- centros urbanos, principalmente la capital nacional, comen-
to de su feminidad como alimentos procesados, vestimenta zaron a jugar un papel político y económico muy importante
de moda, cosméticos, artículos diversos para su belleza y al convertirse en los receptores de tales beneficios, al tiempo
salud, etcétera. que eran vistos como emblemas de progreso y modernidad.
Los procesos de modernización, que se dieron Ello se tradujo en constantes inmigraciones de personas
en términos económicos (industrialización) y sociocultura- en búsqueda de mejores niveles de vida (bienestar social,
les (urbanización, estilos de vida), generaron relevantes empleo, educación, salud, etc.), lo que tuvo como conse-
transformaciones. Los gobiernos llevaron a cabo políticas cuencia una alta concentración de población en las grandes
a favor de la salud (control de enfermedades infecciosas metrópolis, así como el abandono del campo, que tampoco
y parasitarias, campañas de vacunación, aparición de la recibía la atención ni la inversión adecuada por parte de los
penicilina) y mejoras de urbanización (construcción de gobiernos.
TABLA 3
POBLACIÓN
1930 16 552 722 5 540 631 1 229 576 132 577 117 556
1940 19 653 552 6 896 111 1 757 573 186 092 229 235
1950 25 791 017 10 983 483 3 050 442 339 282 380 226
1960 34 923 129 17 705 118 4 870 876 601 085 740 394
1970 48 225 238 28 308 556 6 874 165 858 107 1 199 391
*
Se considera centro urbano aquellas localidades con una población mayor a 2 500 habitantes.
Dicho fenómeno propició que se fuera modificando la geo- estabilizador”.53 El Instituto Nacional de la Vivienda (INV)
grafía urbana y social. La capital del país, hacia los años presentó proyectos para sustituir a las vecindades por mo-
cincuenta, se había convertido en el mayor símbolo de la dernos departamentos con una mejor distribución de los es-
modernidad nacional, contaba con espléndidas colonias pacios que permitiera la intimidad y mejorara la moralidad
para las clases alta (Las Lomas, El Pedregal) y media acomo- de sus habitantes.54 Chava Flores hace alusión a la aspira-
dada (Juárez, San Miguel Chapultepec, Del Valle, Narvarte, ción de muchos por vivir en aquellos novedosos y modernos
Guadalupe Inn, San Ángel, Coyoacán); con fraccionamien- departamentos:
tos y centros habitacionales para la creciente burocracia
(Multifamiliar Miguel Alemán en la colonia Del Valle, el Cen-
Promesa es promesa y no miento
tro Habitacional Presidente Juárez o la Unidad Esperanza
te tengo ya un apartamiento
en la colonia Narvarte) y para las clases medias en ascenso
(Postal, Álamos, Portales); con colonias proletarias, obre-
con agua caliente, dos rentas, fiador.
ras y populares (delegaciones Azcapotzalco y Gustavo A. Contrato forzoso de un año, cocina recámara y baño,
Madero). Los sectores para los pobres se ubicaban hacia el un poco de sala y su güen comedor
noreste de la ciudad (Peñón, Romero Rubio, Valle Gómez); Está rete–chula la casa; por eso, querida
también existían multitud de vecindades sobre todo en la Tomasa, quiero que te cases con un servidor […]
parte céntrica de la ciudad (la colonia Guerrero, Tepito, La
Hay radio pegado a la puerta,
Lagunilla, La Merced y Jamaica).
si tú hablas por él te contestan.
Había vecindades de distintos tipos, unas mejor
avenidas y que contaban con servicios de luz eléctrica,
Si dices ‘qué quieren”,
drenaje y agua potable; otras muy precarias –prácticamen- te dicen yo soy […].55
te jacalones– donde se vivía en condiciones deplorables,
sin servicios ni higiene y en grave hacinamiento, tal como La vida moderna en México se pensaba desde nue-
lo consignó Oscar Lewis en su ensayo antropológico Los vos espacios y estilos reflejados en las representaciones
hijos de Sánchez, con lo cual se cuestionaba fuertemente identitarias de la clase media urbana, se entendía como
la vida en tiempos del “milagro mexicano” y el “desarrollo “una propuesta de transformación global del habitar metro-
politano”.56 A partir de la segunda mitad del siglo XX, en el
país se consolidaba el poder de las clases medias que, en publicidad y representado en ídolos artísticos o deporti-
opinión de Soledad Loaeza, presentaban como principales vos.58 Dicho esquema se construía en torno a la familia hete-
características la implantación de un estilo de vida ligado rosexual nuclear con casa propia, con automóvil, electrodo-
al medio urbano occidentalizado, el desarrollo socio–pro- mésticos, aparatos de radio y televisión y un gran nivel de
fesional vinculado a la educación y patrones de consumo consumo. Para 1950, “quien no poseía un artefacto [radio
57
específicos. eléctrico o de pilas] era pobre o no estaba a la moda”;59
Así, los integrantes de las clases medias citadinas una de cada 5.1 familias urbana tenía uno de los más de
eran quienes se modernizaban cada vez más, es decir, se 324 000 aparatos de radio existentes en la República.60 En
urbanizaban siguiendo el american way of life, difundido tanto, los televisores se integraban a la vida familiar a partir
fehacientemente a través de cine, televisión, canciones, de los primeros años de la década de los cincuenta.61
TABLA 4
VIVIENDAS
POBLACIÓN DEL
CENSO 62
PAÍS # EN EL PAÍS CON ELECTRICIDAD CON RADIO CON TELEVISIÓN CON RADIO Y TELEVISIÓN
1960 34 923 129 6 409 096 1 120 020 * 1 799 775 26 850 372 444
1970 48 225 238 8 286 369 4 876 745 3 839 701 153 163 2 435 888
*
En este caso el censo registra para este rubro “viviendas con gas o electricidad”.
Los integrantes de las clases medias en Daniel Cosío Villegas, Historia de México, vol. 4, México: COLMEX ,
1976, pp. 415–416.
citadinas se modernizaban cada vez 59 Luis Leñero, Representaciones de la vida cotidiana en México, México:
más siguiendo el american way of life, Instituto Mexicano de Estudios Sociales, 1982, pp. 166–167.
60 José E. Iturriaga, Estructura social y cultural en México, México: FCE ,
difundido a través de cine, televisión, 1951, p. 203.
Por otro lado, en este periodo aumentaban los sitios de familia tradicional era presentada como consustancial a lo
diversión para todos los bolsillos: cafés, restaurantes, ba- mexicano. En este sentido, se puede plantear que durante el
res, cabarets, prostíbulos, salas de cine, teatros, parques, desarrollo experimentado en las décadas de los cincuenta
centros deportivos, etcétera; asimismo, la mayoría de los y los sesenta hubo, en el plano ideológico, una moderniza-
más de mil impresos que circulaban en el país estaban en ción diferenciada por sexos.
63
las ciudades. En este escenario, nos preguntamos qué papel des-
Con todos estos cambios políticos, tecnológicos, empeñaban las mujeres, qué oportunidades tenían para de-
urbanos y sociales, las repercusiones en la vida cotidiana sarrollarse socialmente y como personas; en otras palabras,
y en las estructuras mentales y culturales comenzaron a ¿a partir de la obtención del voto en 1953 y los sucesos
evidenciarse. En un primer vistazo hubo consecuencias en el políticos, sociales y culturales acaecidos, cómo se afectaron
desarrollo de las actividades femeninas tanto fuera del ho- los roles de género y las formas de vida para las mexicanas?
gar como al interior del mismo. La incursión de las mujeres
en la esfera pública, aunque no demasiado importante en
cifras, era sumamente significativa.
Para el medio siglo, la preocupación a nivel inter-
nacional por la situación de desigualdad política y social
del sexo femenino fue teniendo efectos en México. A la par,
la inserción creciente de las mexicanas en el ámbito laboral
propició el reconocimiento de sus derechos y beneficios,
en principio como trabajadoras y madres, pero también
como ciudadanas (tal como se reflejaría en 1974 con la
reforma constitucional para establecer la igualdad ante la
ley de hombres y mujeres). En lo referente a la educación,
su presencia era más notoria en las aulas universitarias, al
tiempo que en el renglón cultural se daban a la tarea de
organizar clubes, publicar revistas y hacerse presente tanto
en cuestiones intelectuales como artísticas. No obstante, y
a pesar de todo, también comenzaban a fortalecerse las
industrias culturales (prensa, radio, cine, televisión, revistas,
discos) a través de las cuales se afianzaban esquemas de
género de corte principalmente conservador, en los que la
Mujeres en escena
Desde finales del siglo XIX, las mexicanas se fueron incorpo-
rando al mundo laboral asalariado, fundamentalmente en la No obstante el desarrollo
industria y en el sector de los servicios, aunque las cifras
experimentado en las
vieron un acelerado aumento a partir de los años treinta: de
4.6% en 1930 a 7.4% en 1940, 13.6% en 1950, 18% en
décadas de los cincuenta
1960 y para 1969 llegó a 19%.64 Cabe destacar que los y sesenta, en el plano
censos no tomaban en cuenta diversas ocupaciones remu- ideológico, hubo
neradas ejercidas por las mujeres, que iban desde empleos una modernización
informales hasta el trabajo doméstico (limpieza, lavandería,
diferenciada por sexos.
cocina, cuidado de infantes o enfermos, etc.); de modo que
la cantidad de trabajadoras era bastante mayor a la consig-
nada por las estadísticas oficiales.
TABLA 5
% HOMBRES
MUJERES % MUJERES
POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE
CENSO 65 HOMBRES MUJERES ECONÓMICAMENTE ECONÓMICAMENTE ACTIVAS
TOTAL ACTIVOS
ACTIVAS* RESPECTO A POBLACIÓN*
RESPECTO A POBLACIÓN*
1940 19 653 552 9 695 787 27.60 9 957 765 432 457 2.20
1950 25 791 017 12 696 935 27.94 13 094 082 1 137 646 4.41
1960 34 923 129 17 415 320 26.45 17 507 809 2 035 293 5.78
1970 48 225 238 24 065 614 71.7 24 159 624 2 654 292 16.4
TABLA 7
INSUFICIENTEMENTE
TOTAL COMERCIO TRANSPORTE SERVICIOS GOBIERNO
ESPECIFICADAS
1 716 050 333 941 17 389 1 057 700 68 903 238 117
A diferencia del sector primario y secundario, la situación más fácilmente; y, también, porque al sexo femenino se le
en el terciario podía llegar a ser un poco más equitativa consideraba menos capaz y se le integraba en puestos con-
entre los sexos en cuanto a cantidad de trabajadores y tra- siderados de menor categoría y de poca competitividad.
bajadoras; y, aún así, los varones ocupaban los puestos de Elsa Chaney y Marianne C. Schmink, aseguraban, a princi-
mayor envergadura y mejor remunerados.67 Esto se debía a pios de los años setenta, que el sector de los servicios era un
que esos cargos requerían una especializada preparación espacio con pocas ventajas reales para las trabajadoras: “el
técnica y educativa, misma a la que ellos podían acceder hecho de que la modernización cree un tercer gran sector
66 Para más detalles sobre una serie de discursos que en el ámbito cultural
buscaban reinsertar simbólicamente a las mujeres en el ámbito doméstico,
véase Martha Santillán Esqueda, “Discursos de redomesticación femenina
durante los procesos modernizadores en México, 1946–1958”, en Histo-
ria y Grafía, núm. 31, diciembre 2008, Universidad Iberoamericana, pp. 67 INEGI , VIII censo general de población, México, Secretaría de Industria y
103–132. Comercio, 1960, p. 417.
230
compensa en muy poco a las mujeres […] significa para ser mejor visto social y moralmente, incluso por las mismas
ellas trabajo inseguro, de bajo nivel y mal pagado, como mujeres; en segundo, ellas podían romper con la depen-
sirvientas […]; como vendedoras callejeras y empleadas; dencia económica absoluta hacia el marido o su familia, lo
68
como prostitutas […] como oficinistas de bajo sueldo”. cual les otorgaba cierta movilidad dentro de la sociedad; en
El porcentaje de mujeres dedicadas exclusivamente tercero, la fuerza laboral femenina se convertía en un impor-
a los quehaceres domésticos (actividad considerada no pro- tante factor de presión social, pues se hacía indispensable
ductiva) pasaba de 53.48% en 1950 a 54.96% en 1960 su presencia –al menos en el sector terciario– para el desa-
y a 43.46% en 1970. Un dato que vale la pena resaltar rrollo de las nuevas formas de productividad, consecuencia
es que en ninguno de los censos de esos mismos años, se de la industrialización, lo cual posibilitaba la obtención de
aplicó al sexo masculino la pregunta sobre el desempeño derechos laborales y sociales.
de dichas tareas; definitivamente era considerada una labor El aumento de las mujeres en el mercado del traba-
femenina y mal remunerada. jo estuvo vinculado, entre otras cosas, al incremento de la
preparación técnica y a la educación. Gracias a los proce-
sos de modernización la educación superior fue impulsada
La fuerza laboral femenina se
de manera notable ya que se necesitaba gente preparada
constituyó como un importante factor para los proyectos industriales, empresariales y burocráti-
de presión social, pues se hacía cos. La inversión en educación al cierre del gobierno de
indispensable para el desarrollo de las Ruiz Cortines, en 1958, llegó a 21.58% del presupuesto
nuevas formas de productividad. ejercido; en el último año del sexenio de López Mateos,
1964, fue de 29.31%; para el de Díaz Ordaz, en 1970, al-
canzó 34.57%.69 La reducción del analfabetismo, el aumen-
A pesar de que seguía existiendo una división del to en los índices de escolaridad y de las aulas universitarias
trabajo en razón de los sexos, el aumento de mujeres labo- benefició a las mujeres, ya que les permitía especializarse
rando –aunque inequitativo en tipo de empleos y sueldos– para integrarse al mundo laboral, el magisterio y la vida
fue fundamental. En primer lugar, el trabajo femenino podía académica y cultural.
TABLA 8
TOTAL DE TOTAL DE
HOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES
AÑOS ALFABETOS ANALFABETOS
ALFABETOS ALFABETAS ANALFABETOS ANALFABETAS
AMBOS SEXOS AMBOS SEXOS
1940 5 321 131 5 533 676 10 854 807 2 221 772 2 561 329 4 783 101
1950 6 123 450 5 642 808 11 766 258 4 019 171 4 923 228 8 942 399
1960 9 102 747 8 311 928 17 414 675 4 783 709 5 358 764 10 142 473
1970 14 133 236 12 380 515 27 513 751 4 916 617 5 940 070 10 856 687
70 Censos 1950 y 1970; Anuarios estadísticos de la UNAM 1959 y 1971. 71 INEGI , Indicadores sociodemográficos de México (1930–2000), Méxi-
Los porcentajes respecto al estudiantado son nuestros. co, INEGI , 2001, p. 130.
232
TABLA 9
En los años cincuenta, el filósofo Leopoldo Zea77 Octavio Paz, heredero de esta corriente filosófica,
fue director del proyecto intelectual “México y lo mexicano”, en El laberinto de la soledad (1950) dedicó varias páginas
que constaba de una serie de publicaciones que buscaban a sostener la idea de la inferioridad de las mujeres en razón
repensar y reedificar la mexicanidad. Este pensamiento en- del llamado irrevocable de una naturaleza femenina perte-
marcaba el ideario del discurso nacionalista y desarrollista, neciente a lo doméstico y ajena a la vida social. El poeta
y tenía como objetivo reivindicar lo propiamente mexicano introduce al tema a partir de la idea de lo “rajado”; apunta
estudiando las características de su contexto y especialmen- que la hombría consiste en no rajarse nunca. En contrapar-
te los defectos psicosociales que dificultaban romper con los te, las mujeres “son seres inferiores porque, al entregarse,
78
atavismos que le impedían progresar. Pero, al mismo tiem- se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su
po, elaboraba un discurso homogéneo sobre los mexicanos sexo, en su ‘rajada’, herida que jamás cicatriza”.79 A partir
en general. Y, aunque tomaban en cuenta las características de esta diferencia anatómica, de corte freudiano, el autor
propias de las clases urbanas o campesinas, pretendían desencadena una serie de argumentos para justificar la ex-
guiar los comportamientos de todos los mexicanos hacia el clusión de las mujeres de la producción social y cultural, así
mismo fin: la modernización. Obviaban las particularidades como su subordinación a los varones.
concretas de los individuos por clase, raza o género, y pre- En suma, las mujeres eran para el ensayista la
sumían que todos los sujetos tenían que encarrilarse en el “cifra viviente de la extrañeza del universo y de su radical
desarrollo y el nacionalismo propuestos por las élites. heterogeneidad, la mujer ¿esconde la muerte o la vida?,
Los intelectuales a cargo del proyecto no considera- ¿en qué piensa?, ¿piensa acaso?, ¿siente de veras?, ¿es
ron en qué medida eran afectadas las mujeres por las nuevas igual a nosotros?”.80 Esta diferencia de género era resulta-
circunstancias sociales, no las pensaban como individuos do, según Paz, de fuerzas más allá de la voluntad femenina,
que debían poseer los mismos derechos sociales, políticos lo que situaba a las mujeres como un ser pasivo y transmisor
y económicos que los varones. El sexo femenino parecía no de valores, incapaz de trascenderse ni de crear. Señala que
ser un asunto relevante y daban por hecho que ellas debían la feminidad no es un fin que se logra en sí mismo como la
ocuparse idealmente del hogar y la maternidad. hombría, y que está dictada por fuerzas naturales, cósmicas
e irrevocables. Ahora bien, bajo esta lógica cualquier acti-
vidad realizada por ellas, que no sea la maternidad, es de
muy poca monta y, además, transgrede lo establecido.81 Por
ello el problema para el escritor no era la esencia como tal
de las mujeres, sino que ellas corrompieran su instinto de
procreación y enfrentaran la autoridad masculina.
77 Heredero del pensamiento filosófico de Samuel Ramos, estaba al frente
del grupo Hiperión, formado por los filósofos Ricardo Guerra, Joaquín Sán-
chez MacGrégor, Jorge Portilla, Salvador Reyes Nevárez, Emilio Uranga,
Fausto Vega y Luis Villoro. En 1952, fundó el Centro de estudios sobre lo
mexicano. 79 Octavio Paz, El laberinto de la soledad, Madrid: Cátedra, 2000,
78 Patrick Romanell, La formación de la mentalidad mexicana: panorama p. 165.
actual de la filosofía en México, 1910–1950, México: colmex , 1954, 80 Idem.
p. 211. 81 Ibid., pp. 171–175.
235
debían poseer los mismos derechos expensas del varón, una inclinación a sentirse incapaz, el
apego a la queja y al llanto, debilidad y actitud pasiva.83
sociales, políticos y económicos que Aseguraba que el hembrismo había sido desarrollado por
los varones. La escritora y periodista las mujeres como una manera de adaptación a entornos
María Elvira Bermúdez aseguraba que sociales hostiles.
el hembrismo había sido desarrollado Esta idea era innovadora para la época, pues aun
por las mujeres como una manera cuando Bermúdez se mostraba en sintonía con los discursos
referentes a la familia, la maternidad y la domesticidad fe-
de adaptación a entornos sociales menina, asumía que las características negativas del sexo
hostiles. femenino habían sido adquiridas socialmente, no de modo
natural y, por tanto, podían ser modificadas.
La fuerza de estas ideas (heredadas por Paz y
moneda corriente en la época) radica en el afán de re-
plantearlas y reforzarlas, cobijado bajo el discurso de la
mexicanidad y la modernidad. En un momento en que la
movilidad social femenina se encuentra en ascenso parece
necesario para las élites políticas e intelectuales insistir en
que las mujeres no deben buscar espacios de desarrollo per-
sonal más allá del doméstico; es decir, en redomesticarlas.
En contraparte, las reflexiones de la escritora y pe-
riodista María Elvira Bermúdez en su libro La vida familiar
del mexicano (que formaba parte de la colección “México y
lo mexicano”) delineaba un punto de vista distinto sobre lo
femenino y la situación de las mujeres. La autora analizaba
el entorno familiar y sus repercusiones en la vida social y
nacional; sostenía que los defectos y el sentimiento de in-
ferioridad del mexicano se cultivaban en la vida familiar,
pues era el espacio donde se recreaban los falsos conceptos
de hombría (machismo) y de feminidad (hembrismo).82 Éste
Imaginarios y vida
Asimismo, la autora señalaba que las mujeres se en-
contraban en desventaja ya que tenían menos oportunidades
laborales y educativas para subsistir por sí solas. El hembris-
mo, aunque común entre las mujeres mexicanas, no era de-
finitorio por su naturaleza, sino resultado de todo un sistema cotidiana
de aprendizaje reforzado culturalmente: “las cualidades que
adornan a un individuo (hombre o mujer) vienen a ser, en la
mayoría de los casos, más la resultante de la autodisciplina y Para los años cincuenta, en el ámbito cultural se patenti-
de la cultura que rasgos innatos y espontáneos dados gratui- zaban dos importantes fenómenos que repercutieron en la
tamente”.84 Bajo esta idea, Bermúdez aseguraba que la infe- consolidación de los esquemas tradicionales de género: los
rioridad femenina era, más bien, producto de todo un sistema electrodomésticos y los medios de comunicación. La ima-
de valores; de ese modo, al renovar los sistemas educativos y gen de la mujer moderna –liberal o liberada– comenzaría
culturales se podría modificar la situación de las mexicanas. a vincularse cada vez más, ya no sólo con la crianza y la
educación de los hijos, sino también con la moda en el
vestir, los estereotipos de belleza y la tecnología hogareña.
Los electrodomésticos junto con los alimentos pro- buscando promover la compra vinculada a un deseo de
cesados (leche en polvo o condensada, café soluble, aceite ser alguien diferente y conforme a ideales culturales más
vegetal, pan de caja, conservas enlatadas, etc.),85 que ya amplios.87
se comercializaban de manera importante desde los años Por ejemplo, en los diarios de mayor circulación
cuarenta, para las siguientes décadas se convertían en herra- nacional, como Excélsior o El Universal, es común encontrar
mientas indispensables dentro del hogar. Por supuesto, ello en los anuncios publicitarios dirigidos a mujeres (referentes
afectaría las prácticas cotidianas al interior del espacio do- a artículos de belleza, ropa, electrodomésticos, modernos
méstico, a la vez que se les veía como aparatos de lujo y ali- guisos o postres cocinados con alimentos procesados), re-
mentos a veces inalcanzables (dado sus altos costos) 86 y, por presentaciones femeninas con semblantes de felicidad, mu-
tanto, símbolo de estatus social; de modo que eran las fami- jeres blancas y esbeltas, vestidas a la moda norteamericana
lias de las clases altas y medias las principales consumidoras y con una actitud conservadora, en escenarios domésticos
de estos artículos. Su consumo se vincula con la expansión de como telón de fondo. Son anuncios sin duda dirigidos a la
los medios de comunicación (prensa, radio, cine y televisión) clase media que se convertían en referentes simbólicos que
pues éstos eran los espacios donde se publicitaban. también buscaban nutrir las aspiraciones del resto de las
Para mediados del siglo XX, la publicidad era el mujeres.
principal elemento económico–comercial de todo medio. Para entonces, los medios de comunicación masi-
Asumimos a la publicidad como un agente ideologizante en va se convertían en importantes reproductores de cultura,
tanto que su labor ha sido, no sólo en México, sino en
desde su surgimiento en el Las principales industrias el mundo occidentalizado;
siglo XIX, la elaboración de (re)productoras de cultura, difusoras en este sentido, eran también
discursos que oscilan entre la de mensajes homogéneos y masivos, herramientas que colaboraban
información y la seducción,
construían y reconstruían imaginarios y con la prolongación de los es-
quemas de género imperantes.
estereotipos de género tradicionalistas. Teresa De Lauretis considera
que a través de sus represen-
85 Un interesante análisis sobre los cambios alimenticios en México a me-
taciones se pretende inducir a los sujetos a actuar y a tener
diados de siglo y sus implicaciones de género y de clase, visto a través de
la publicidad y de entrevistas, en Sandra Aguilar, “La mesa está servida:
determinado tipo de experiencias de acuerdo con su sexo,
comida y vida cotidiana en el México de mediados del siglo XX ”, HIb. a autorrepresentarse y configurar su universo de vínculos
Revista de Historia Iberoamericana, vol. 2, núm. 2, 2009. sociales, a relacionarse entre sí, en fin, a constituir su identi-
86 Por ejemplo, el salario mínimo hacia mediados de los cincuenta era de
dad genérica ya sea como hombre o como mujer.88
5.53 pesos, mientras que, según los anuncios publicitarios en prensa, una
licuadora podía alcanzar los 250 pesos, una plancha rebasaba los 30,
una aspiradora 750, una estufa costaba casi 450, una televisión estaba
etiquetada en tres mil pesos, sólo por mencionar algunos ejemplos. Datos 87 Martha Santillán Esqueda, “Deletreando ensueños”, en Origina, año
tomados de Andrea López Ortiz, Promoción publicitaria en la prensa mexi- 11, núm. 125, julio 2003, Giraldi Editores, pp. 26–31.
cana y su proyección de un modelo del deber femenino. Prensa capitalina 88 Véase Teresa De Lauretis, “La tecnología del género”, en Carmen Ramos
en la década de 1950, licenciatura en historia, Instituto de Investigaciones Escandón (coord.), El género en perspectiva: de la dominación universal a
Dr. José María Luis Mora, en preparación. la representación, México: UAM – I , 1991, pp. 233–235.
238
En el México de aquellos años, la prensa, la radio Kena, otra importante publicación del periodo, al
y el cine eran medios bastante extendidos, los cuales, junto igual que La Familia, Claudia de México, Rutas de Pasión
con la naciente televisión, se convirtieron en las principales o las filiales norteamericanas Vanidades, Cosmopolitan,
industrias (re)productoras de cultura; en otras palabras, en “confinaban a la mujer a la cocina, la costura y confección,
tecnologías difusoras de mensajes homogéneos y masivos a a los chismes sobre artistas, a la apología de las modas y
través de los cuales se construían y reconstruían imaginarios de la vida de los ricos…”.90 Kena buscó desde sus orígenes
y estereotipos de género tradicionalistas que mostraban a a mediados de los sesenta, hacer frente a los “discursos
mujeres cuya máximo anhelo era ser una ama de casa mo- de la revolución cultural juvenil con sus ideas de libertad
derna. Conforme a los mensajes de los medios, entendemos en cuanto al amor y al sexo; la liberación femenina y el
que en el ámbito cultural de la época la “liberación” de la movimiento feminista con sus peticiones de igualdad laboral
mujer, la mujer liberada o la mujer liberal, era la que, sin y de control natal; y el psicoanálisis y la publicidad con sus
desatender su rol femenino dentro del hogar, se servía de nuevas formas de concebir al ser humano”.91 De acuerdo
las nuevas tecnologías y se ocupaba de mantenerse atracti- con Laura Mena, esta revista presentaba un doble discurso:
va para el sexo opuesto. por un lado, daba a conocer los nuevos modos de vida para
Avanzados los años cincuenta, comenzaron a la mujer moderna, en tanto reforzaba el papel tradicional
aparecer revistas con contenidos que rebasan las simples de la mujer ligada al espacio doméstico; por ejemplo, ante
tareas del hogar y la crianza de los hijos, mostrando los la temática
intereses vinculados a las mujeres de las clases medias urba-
nas: moda, belleza, viajes, restaurantes, imagen personal, De la libertad sexual, aceptó el placer como un
situación sentimental, etc. Por ejemplo, Feminidades, que se
elemento para ambos cónyuges, promovió el matrimonio
publicó por primera vez en los años cuarenta, para 1954
modificó su título por el de Feminidades: una revista para
pero criticó la unión libre y el sexo fuera del matrimonio. Ante
la mujer moderna; ahora los contenidos se ocupaban de el movimiento feminista argumentó que la libertad femenina
la vida de las estrellas de cine, de los signos zodiacales, consistía en apoyar al esposo de manera incondicional para
de temas de arte, psicología o medicina relacionada con preservar a la familia y en que la mujer casada se preparara
el día a día de las mujeres. Hacia el segundo lustro de los para desempeñar mejor su papel de madre y esposa. Ante
sesenta, se realizó una encuesta a las lectoras para conocer el discurso del psicoanálisis, la revista remarcó la respon-
su opinión sobre la libertad femenina.89 También se aborda-
sabilidad de la madre para educar a su hijo. Finalmente,
ban, de manera más constante aunque moderada, algunos
asuntos referentes a la sexualidad y tipos de ropa íntima
ante la publicidad, le presentó al ama de casa los productos
para seducir. necesarios para decorar su casa; los cosméticos y ropa de
moda para embellecerse con el objetivo de retener al esposo, la pantalla chica melodramas radiofónicos exitosos como
Anita de Montemar o El derecho de nacer.94
y todo un estilo de vida que representaba su status social. La
La estructura narrativa clásica de estos productos
publicidad invitaba al ama de casa a unirse a la corriente de
culturales giraba en torno a una mujer buena que era “res-
modernidad a partir de consumir productos pero manteniendo catada” por un hombre de sentimientos sinceros, guapo,
su rol de esposa, madre y ama de casa.92 caballeroso, atento y con posibilidades de brindarle segu-
ridad económica y amorosa para el resto de su vida. Las
Por otra parte, las radionovelas,93 al igual que las tele- historias de radionovelas y de telenovelas, invitaban a las
novelas, mantenían modelos de género conservadores, espectadoras a soñar con el amor de su vida, a no pensar
establecidos desde las décadas anteriores (que ya había en apuros económicos o simplemente a encontrar un prín-
explotado la cinematografía), y que eran una adaptación cipe azul que las sacara de los quehaceres diarios.95 Éste
de los modelos mediáticos norteamericanos. En 1958 se sería también el destino del contenido de las fotonovelas
transmitió la primera telenovela en México: Senda prohibi- que lograron un gran auge en la década de los setenta.96
da con el lema “La novela de las 6.30, su novela Colgate”. Para los años sesenta, las representaciones de
Una de las telenovelas más famosas en los años setenta fue mujeres dedicadas exclusivamente al hogar y a los hijos
Los ricos también lloran. De acuerdo con Alfonso Regala- habían disminuido; y, al igual que en las revistas y la publi-
do, las estructuras y contenidos de las telenovelas venían cidad impresa, comenzaba a notarse un importante acento
directamente de las radionovelas; de ahí que se llevaran a en la atención o seducción al marido, lo que se relacionaba
con la belleza, el vestir y ser “mujer de mundo”.
Las revistas femeninas presentaban En síntesis, el tipo de mujer moderna que, en ge-
un doble discurso: daban a conocer neral, retrataban todos los medios de comunicación en este
periodo, no era aquella que se realizaba fuera del hogar
los nuevos modos de vida para la
en actividades profesionales o de interés personal, sino más
mujer moderna, en tanto reforzaban el bien a través de una domesticidad reconfigurada gracias a
papel tradicional de la mujer ligada al los novedosos aparatos y tecnologías para el hogar, o bien,
espacio doméstico. gracias a la “modernización” de actitudes tradicionales a
Mujeres, transformaciones
través del consumo de productos que exaltaran sus atrac-
tivos físicos y la expansión de sus intereses. En otras pala-
bras, una “mujer liberada o liberal” es en este periodo la
que estudia, viaja, está a la moda, tiene –y se ocupa– de
un hogar tecnologizado, cocina novedosos platillos con y conservadurismo
alimentos procesados, disfruta de sus relaciones de pare-
ja; una mujer urbana con más mundo pero conservadora
(sobre todo sexualmente). Esquema no sólo bien visto, sino Los años sesenta es una época de cambios en el ámbito
deseable y perseguido por muchas mujeres de la época. sociocultural y en las mentalidades de los mexicanos. Por un
lado, los medios de comunicación mostraban nuevas formas
de ser y de consumir cultura. En segundo lugar, la juventud
se convertía en actor político y social fundamental que cues-
tionaba el fracaso de las grandes estructuras nacionales. Y,
en tercero, el control de la natalidad cobraba auge gracias
Una “mujer liberada o liberal” es en a la expansión de la pastilla anticonceptiva.
De Estados Unidos se importaron desde música
este periodo la que estudia, viaja,
(como jazz, blues, rock&roll) o la cultura hippie, hasta
está a la moda, tiene –y se ocupa– la moda en el vestir y en las relaciones de noviazgo (las
de un hogar tecnologizado, cocina películas en los sesenta protagonizadas por jóvenes como
novedosos platillos con alimentos Enrique Guzmán o César Costa, son muestra de ello). En el
procesados y disfruta de sus relaciones caso de las mujeres, las faldas se acortaban rápidamente,
vestían ropa de fábrica, calzaban zapatos de tacón alto,
de pareja.
aparecieron los bikinis, las pantimedias; los peinados altos
de principios de los sesenta cedieron paso a los peinados
lacios con raya en medio, los lápices labiales rojos y seduc-
tores bajaron un poco sus tonos.97 En tanto, las Lupes y las
Chayos empiezan a llamar a sus hijas Sylvias, Gladys y has-
ta Déboras.98 Aunque tímidamente y con mucho rubor, ya se
hablaba de sexo en las revistas. Una anécdota curiosa al
respecto y vinculada al Movimiento Estudiantil: Constantine
Paul Lent escribió al presidente Díaz Ordaz el 1º de octu- La revolución sexual encontró su mejor aliado en la
bre de 1968 para externarle que, desde su opinión, los comercialización de la píldora anticonceptiva, autorizada
disturbios de los jóvenes en todo el mundo eran de origen en el vecino país del norte en 1960 y en prácticamente
sexual, es decir, provocados por “la exposición indiscreta toda América Latina a mediados de la década. Las mujeres
del cuerpo de las mujeres cuando visten minifaldas”.99 pudieron, a partir de entonces, redefinir la idea de materni-
En este contexto, como vimos anteriormente, el dad y apelar a sus derechos sexuales, aunque el cambio de
feminismo en México cobró nuevos aires gracias a “las mentalidades se dio de manera paulatina.
búsquedas libertarias inspiradas por la contracultura en am- El control de la natalidad era ya en los años se-
bientes universitarios”, situación que recibió influencia del senta un tema de relevancia política; hacia finales de la
movimiento de liberación de la mujer en Estados Unidos.100 década se registraba el pico más alto de fecundidad en
Lo cierto es que para los años setenta, las mujeres conti- México con un promedio de siete hijos por mujer.101 A pesar
nuaban simbólicamente confinadas a la domesticidad y la de que la píldora anticonceptiva fue creada en México en
inferioridad en todos sentidos frente al varón. De modo que 1951 por el químico Luis Ernesto Miramontes,102 en el país
las denuncias feministas versaban en torno a la desigualdad estuvo excluida de la lista de medicamentos autorizados en
en la vida cotidiana en la esfera pública y en la privada, los establecimientos públicos de salud (ISSTE e IMSS, por ejem-
en el trabajo, en la moral sexual; a cuestionamientos a la plo), al tiempo que su uso fue rechazado abiertamente por
figura tradicional de la familia, a la autoridad, educación, los grupos sociales tradicionalistas o por instituciones como
sexualidad, relaciones de pareja. la Iglesia católica.103
No obstante, al empezar la década de los setenta,
ante la explosión demográfica, la crisis económica tras el
desengaño del “milagro mexicano”, el alto índice de des-
El feminismo en México cobró empleo y un sistema educativo deficiente, al gobierno “no
nuevos aires gracias a “las le queda otra solución que tratar de frenar el crecimiento de
la población por un sistema nacional de planeación fami-
búsquedas libertarias inspiradas liar”, sentenciaba en 1968 el organismo privado Fundación
por la contracultura en ambientes para Estudios de la Población A. C.104 Con todo, fue hasta
universitarios”. 1977 que el gobierno tomó acciones al respecto cuando
se implantó por primera vez en México el Plan Nacional
de Planificación Familiar del Sector Salud, con el lema “la
Reflexiones finales
campañas ideológicas que dictaron las pautas de conducta
femenina, y de políticas públicas enfocadas a mejorar su
desempeño dentro de su espacio tradicional.
Para 1970, la situación política y social había
Tras la obtención del derecho al sufragio en 1953, el pano- cambiado, al tiempo que las estructuras de género habían
rama político y social para las mexicanas cambió de mane- sido profundamente trastocadas. El aumento de las mujeres
ra importante. Ante la posibilidad de votar, de ser electas participando en política, estudiando, laborando, incluso
y de integrarse a los puestos de participación política, las divorciándose, posibilitó que las mexicanas desearan rea-
mujeres encontraron nuevos espacios de desarrollo profesio- lizarse personalmente en espacios diferentes al hogar y al
nal; no obstante, el lento posicionamiento en los mismos, las matrimonio. De testigos presenciales a protagonistas rele-
enfrentó a diversos retos, ya fuera para reafirmar las deman- vantes de los cambios sociales y culturales de estos años, se
das existentes o para abrir el camino a nuevos reclamos. sumaron a los cuestionamientos sobre los rígidos esquemas
Trascendida la batalla por los derechos políticos, dominantes que originaron el movimiento contracultural y el
la ciudadanía adquirió una dimensión social que llevó a las advenimiento del feminismo de la nueva ola, el cual repre-
mujeres a internarse en nuevos territorios de la vida públi- sentó una oportunidad de emancipación y una transforma-
ca; motivadas algunas por modificar las rígidas estructuras ción de las mentalidades sin precedente.
socioculturales propias de un ambiente todavía muy conser- El Movimiento de la Liberación de la Mujer brindó
vador, y otras –las menos favorecidas– por una imperiosa a las mexicanas nuevas formas de expresión y, mediante la
necesidad de supervivencia, quebrantaron las normas que sentencia –mundialmente compartida– de que “lo personal
fijaban la frontera entre lo público y lo privado, lo permitido es político”, hicieron frente a las estructuras de poder pa-
y lo censurado, y el estereotipo tradicional de mujer abne- triarcal que dominaban el orden familiar y la sexualidad,
gada, para desafiar a la jerarquía patriarcal que observa- volcando sus inquietudes al espacio público; trascendieron
ba con recelo o condenaba abiertamente su participación las reivindicaciones sociales y políticas, para reclamar el
en los cambios sociales acontecidos en los años sesenta y derecho a decidir sobre sus cuerpos, cuestión sobre la cual
setenta. quedan deudas pendientes: a partir de la emergencia del
En lo cultural, las tecnologías de comunicación
(prensa, cine, radio, televisión, fotonovela, publicidad), El Movimiento de la Liberación de la
del quehacer doméstico y la industria de los alimentos co- Mujer brindó a las mexicanas nuevas
menzarían a reproducir esquemas de género en los que las
formas de expresión; trascendieron las
mujeres continuaban en desventaja dentro del hogar, pero
también laboral, social y cívica, enalteciendo roles tradi-
reivindicaciones sociales y políticas,
cionales –aunque ya con ciertas fracturas, sobre todo en para reclamar el derecho a decidir
el terreno de lo sexual– en torno la realización femenina a sobre sus cuerpos, cuestión sobre la
través del amor maternal, de pareja y la vida doméstica. cual quedan deudas pendientes.
Esta función social única se enfatizó también a través de
244
Bibliografía
Acevedo, Martha, El 10 de mayo, México: SEP/Martín Casillas Editores, 1982.
______ “Nuestro sueño está en escarpado lugar”, publicado en La Cultura en México, suplemento de Siempre!, el 30 de septiembre
de 1970, en Debate feminista, año 6, vol. 12, octubre, México: 1995, pp. 355-370.
Aguilar, Sandra, “La mesa está servida: comida y vida cotidiana en el México de mediados del siglo XX”, HIb. Revista de Historia
Iberoamericana, vol. 2, núm. 2 2009, pp. 52-85.
Agustín, José, Tragicomedia mexicana 1, México: Editorial Planeta, Colección Espejo de México, 1990.
Alvarado, María de Lourdes (Transcripción y estudio introductorio), Educación y superación femenina en el siglo XIX: dos ensayos de
Laureana Wright, México: UNAM, 2005 (Cuadernos del Archivo Histórico de la UNAM, núm. 19).
______ (comp.), El siglo XIX ante el feminismo. Una interpretación positivista, México: UNAM, 1991.
______ La Educación “Superior” femenina en el México del siglo XIX. Demanda Social y reto gubernamental, México:
CESU-UNAM-Plaza y Valdés, 2004.
Amar y Borbón, Josefa, Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres, Madrid, Benito Cano, 1790 (edición moderna de
Ma. Victoria López Cordón, Madrid, Cátedra, 1994).
Anderson, Bonnie y Judith P. Zinzer, Historia de las mujeres. Una historia propia, Madrid: Crítica, 2009.
Arambel Guiñazú, María Cristina y Claire Emilie Martin, Las mujeres toman la palabra. Escritura femenina del siglo XIX en Hispa-
noamérica. Vol. I, Madrid: Iberoamericana- Vervuert, 2001.
Arrom, Silvia, Las mujeres en la ciudad de México, 1790-1857, México: Siglo XXI, 1988.
Aspe Armella, María Luisa, La formación social y política de los católicos mexicanos. La acción Católica Mexicana y la Unión Nacional
de Estudiantes Católicos, 1929-1958, México: Universidad Iberoamericana, 2008.
Ávila Espinosa, Felipe Arturo, El pensamiento económico, político y social de la Convención de Aguascalientes, México: Instituto
Cultural Aguascalientes/INHERM, 1991.
______ “La vida campesina durante la Revolución: el caso zapatista”, en Aurelio de los Reyes (coord.), Historia de la vida cotidiana en
México, tomo V, vol. 1: Siglo XX. Campo y ciudad, México: El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 49-88.
Ballent, Anahí, “El arte de saber vivir”, en Néstor García Canclini (coord.), Cultura y Comunicación en la Ciudad de México, México:
UNAM/ Grijalbo, 1998, pp. 64-131.
Barrera, Martiza, La producción de algunas radionovelas de la XEW en sus orígenes, tesis para optar al título de Licenciada de
Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, 1995.
Bazant, Milada, Historia de la educación durante el Porfiriato, México: El Colegio de México, 1993.
Bermúdez, Elvira, La vida familiar del mexicano, México: Antigua Librería Rebolledo, 1955.
Blanco, José Joaquín, “La cultura social mexicana a mediados del siglo XX”, en Carlos San Juan Victoria (coord.), El XX mexicano.
246
“Caravana de 1951”, en el Portal del Gobierno Municipal de San Juan de Sabinas, http://www.nuevarosita.gob.mx/nuevarosita.
247
php?qry=caravana
Cárdenas Montaño, Macrina, “La participación de las mujeres en los movimientos armados”, en Varónica Oikión Solano y Marta
Eugenia García Ugarte (eds.), Los movimientos armados en México, siglo XX, México: El Colegio de Michoacán/CIESAS, 2006, pp.
609-624.
Carranza, Venustiano, Ley sobre relaciones familiares, México: imprenta del Gobierno, 1917.
Castellanos, Rosario, “La abnegación: una virtud loca”, Discurso pronunciado en el acto conmemorativo del Día Internacional de la
Mujer el 15 de febrero de 1971, en Debate feminista, año 3, vol. 6, septiembre de 1992, México, pp. 287-292.
______ “La liberación de la mujer, aquí”, publicado originalmente el 5 de septiembre de 1970, Excélsior, en Debate feminista, año.
6, vol. XII, octubre de 1995, México, pp. 351-354.
Cedillo, Adela, “Mujeres, guerrilla y terror de Estado en la época de la revoltura en México”, en La guerra sucia en México (Blog) en:
http://guerrasuciamexicana.blogspot.mx/2010/03/mujeres-guerrilla-y-terror-de-estado.html
Chaney, Elsa M. y Marianne C Schmink, “Las mujeres y la modernización: acceso a la tecnología”, en María del Carmen Elu de Leñero
(intro.), La mujer en América Latina, t. I, México: SEP-Setentas, 1975, pp. 25-54.
Chassen, Francie R., “Más baratas que las máquinas: las mujeres y la agricultura en Oaxaca, 1880-1910”, en
Heather Fowler Salamini y Mary Kay Vaughan (comps.), Las mujeres del campo mexicano, 1850-1990, México: El Colegio de
Michoacán /Universidad Autónoma de Puebla, 2003, pp. 77-107.
Chávez Carapia, Julia del Carmen, “Cultura de participación y ciudadanía, desde la perspectiva de género”, en Cátedra UNESCO
Gutiérrez Nájera, Manuel, Los imprescindibles, selección y prólogo de Rafael Pérez Gay, México: Ediciones Cal y Arena, octava
reimpresión, 2009.
Hale, Charles, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, México: Vuelta, 1992.
Hansen, Roger D., La política del desarrollo mexicano, 25 ed. México: Siglo XXI editores, 2004.
Hernández Carballido, Elvira, Las otras soldaderas. Mujeres periodistas de la Revolución Mexicana. 1910-1917, España: Editorial
Académica Española, 2011.
Hidalgo Ramírez, Antonieta Guadalupe, Las mujeres en Acción Nacional: 60 años de trabajo y consolidación política, México: EPESSA,
2000.
______ Participación femenina en los partidos políticos mexicanos. El caso de las mujeres en el PRI, tesis de maestría en
Sociología Política, México, Instituto Mora, 1996.
Hoock-Demarle, Marie Claire, “Leer y escribir en Alemania”, Historia de las Mujeres, tomo VII, Madrid: Taurus, 1993, pp. 159-182.
Infante Vargas, Lucrecia, “Por nuestro género hablará el espíritu: las mujeres en la UNAM”, en Francisco Blanco
Figueroa (dir.) Mujeres mexicanas del siglo XX, t. III, México: Editorial Edicol/UAM/IPN/UNAM/UAEMEX/UANL/UAEM/UACD, 2001, pp.
77-93.
Informe Histórico presentado a la Sociedad Mexicana, Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, serie
“México: Genocidio y delitos de lesa humanidad Documentos básicos 1968-2008”, 1ª ed. México: edición del Comité 68 Pro
Libertades Democráticas, A. C., 2008.
INSTITUTO NACIONAL DE LA VIVIENDA, Herradura de tugurios: Problemas y soluciones, México, INV, 1958.
INSTITUTO DEL FONDO NACIONAL PARA LA VIVIENDA DE LOS TRABAJADORE, Primer Congreso Feminista de México, 1916, México: INFONAVIT, 1975.
Iracheta Cenecorta, Ma. del Pilar, Educación Femenina, México: El Colegio Mexiquense, 2009.
Iturriaga, José E., Estructura, social y cultural en México, México: INHERM, 2003 (1ª edición facsimilar de la edición FCE-NAFINSA, 1951).
Kapelli, Anne-Marie, “Escenarios del Feminismo”, en Historia de las Mujeres, tomo VIII, Madrid: Taurus, 1993,
pp. 191-226.
Kirkpatrick, Susan, Las Románticas. Escritoras y subjetividad en España, 1835-1850, Madrid: Cátedra-Universidad de Valencia-Institu-
to de la Mujer, 1991 (Las Románticas, 1).
Landes, Joan B., Women and the Public Sphere in the Age of the French Revolution, Ithaca, N.Y: Cornell University
Press, 1988.
Lau Jaiven, Ana, “Emergencia y trascendencia del neofeminismo”, en Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), Un fantasma
recorre el siglo. Luchas feministas en México 1910-1920, México: UAM-X/ITACA/CONACYT/ECOSUR, 2011, pp. 151-182.
______ “Mujeres, feminismo y sufragio en los años veinte”, en Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven (coords.), Un fantasma recorre
el siglo. Luchas feministas en México 1910-2010, México: UAM-X/ITACA/CONACYT/ECOSUR, 2011, pp. 61-96.
______ y Carmen Ramos, (estudio preliminar y compilación). Mujeres y Revolución 1900-1917., 1ª ed.
250
México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1993.
Lavrín, Asunción (comp.), Las mujeres latinoamericanas, perspectivas históricas, México: FCE, 1978.
______ Women, Feminism and Social Change in Argentina, Chile and Uruguay, 1890-1940, USA: University of Nebraska Press, 1995.
Lemaître, Monique J., Elvia Carrillo Puerto. La monja roja del Mayab, México: Editorial Castillo, 1998.
Leñero, Luis, Representaciones de la vida cotidiana en México, México: Instituto Mexicano de Estudios Sociales, 1982.
Lewis, Oscar, Los hijos de Sánchez, México: FCE, 2012.
Loaeza, Soledad, Las clases medias y política en México, México: COLMEX, 2012.
______ “Modernización autoritaria a la sombra de la superpotencia, 1944-1968”, en Nueva Historia general de México, México:
COLMEX, 2010, pp. 653-698.
López, Gerardo, “De la cárcel al aula”, en Divulgación UACM, disponible en http://www.uacm.edu.mx/Sedes/AulaLopez/tabid/2836/
Default.aspx
López, Oresta y Varinia Hernández, “La Soledad y el fuego de Dolores Jiménez Muro”, en La Jornada, 5 de noviembre, 2001, en
http://www.jornada.unam.mx/2001/11/05/arts_39/39_dolores_imuro.htm
López Ortiz, Andrea, Promoción publicitaria en la prensa mexicana y su proyección de un modelo del deber femenino. Prensa
capitalina en la década de 1950, Licenciatura en Historia, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, en preparación.
Macías, Anna, Contra viento y marea. El movimiento feminista en México hasta 1940, México: UNAM-PUEG/CIESAS, 2002.
Magaña, Gildardo, Emiliano Zapata y el agrarismo en México, Tomos I y III, México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, 1985, (edición facsimilar de la 1ª edición, 1937).
Manieri, Rosa “La mística del hogar doméstico y de la feminidad en A. Comte”, en Mujer y Capital, Debate Feminista, Madrid, 1978.
Massolo, Alejandra, “Las mujeres en los movimientos sociales urbanos de la ciudad de México”, en Iztapalapa, Revista de Ciencias
Sociales y Humanidades, núm. 9, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1983, pp. 152-167.
______ “Las políticas del barrio”, en Política y Cultura, núm. 1, otoño, 1992, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimil-
co, México, 1992, pp. 55-74.
Medin, Tzvi, El sexenio alemanista, México: Era, 1990.
______ “La mexicanidad política y filosófica en el sexenio de Miguel Alemán, 1946-1952”, en revista electrónica E.I.A.L. (Estudios
Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe), vol.1, núm.1 (enero-junio 1990): Nacionalismo en América Latina, Universidad
de Tel Aviv, http://www.tau.ac.il/eial/I_1/
Medina, Luis, Historia de la Revolución mexicana (1940-1952): civilismo y modernización del autoritarismo, vol. 20, México: COLMEX,
1979.
Mena, Ana Laura, La identidad femenina presentada por la revista Kena en la decada de los años setenta, tesina de maestría en
Historia de México, Instituto Cultural Helénico, México, 2013.
Mendieta Alatorre, Ángeles, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, precursora de la Revolución Mexicana, 1ª ed. México: Talleres
Impresores de Morelos, 1983.
______ La mujer en la Revolución Mexicana, 1ª ed. México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución
251
Mexicana, 1961.
Menéndez, Rodolfo, Boceto Biográfico Magisterio Yucateco. Rita Cetina Gutiérrez 1846-1908, Mérida: Secretaría de Educación de
Yucatán-Universidad Autónoma de Yucatán, 2011.
Meyer, Lorenzo, “La encrucijada”, en Daniel Cosío Villegas, Historia de México, vol.4, México: COLMEX, 1976, pp. 201-283.
Molina Petit, Cristina, Dialéctica feminista de la Ilustración, Barcelona: Anthropos, 1994.
Monsiváis, Carlos, “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”, en Daniel Cosío Villegas, Historia de México, vol.4, México:
COLMEX, 1976, pp. 303-476.
______ “Prólogo. De cuando los símbolos no dejaban ver el género (las mujeres y la Revolución mexicana)”, en Gabriela Cano, Mary
Kay Vaughan y Jocelyn Olcott (comps.), Género, poder y política en el México posrevolucionario, Rossana Reyes (trad.), México:
Fondo de Cultura Económica, UAM-Iztapalapa, 2009, pp. 11-37.
Montes de Oca Navas, Elvia, “La mujer ideal según las revistas femeninas que circularon en México. 1930-1950”, Convergencia,
vol.10, núm.32, UAEM, pp.143-159.
Mujeres artistas en el México de la modernidad: las contemporáneas de Frida, México: Museo Mural Diego
Rivera, 2007.
Muñiz, Elsa, “Historia y género. Hacia la construcción de una nueva historia cultural del género”, en Sara Elena Pérez-Gil Romo y
Patricia Ravelo Blancas (coords.), Voces disidentes. Debates contemporáneos en los estudios de género en México, México: CIESAS/
Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004, pp. 31-55.
Muriel, Josefina (coord.), Los vascos en México y su Colegio de las Vizcaínas, México: IIH- UNAM -IIE-Cigatam, 1987.
Nash, June, “Perspectiva de la mujer latinoamericana en las ciencias sociales”, en María del Carmen Elu de Leñero (intro.), La mujer
en América Latina, tomo II, México: SEP-Setentas, 1975, pp. 9-34.
Nash, Mary, Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, 2ª. ed., Madrid: Alianza Editorial, 2012.
Orellana Trinidad, Carlota, “’La mujer del porvenir’: raíces intelectuales y alcances del pensamiento feminista de Hermila Galindo,
1915-1919”, en Signos históricos, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, núm. 5, enero-junio 2001, pp. 109-137.
Pacheco, María Martha, “¡Cristianismo sí, comunismo no! Anticomunismo eclesiástico en México”, en Estudios de Historia Moderna y
Contemporánea de México, núm. 24, julio-diciembre, México: Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 2002, pp. 143-170.
Padilla, Tanalís, Rural resistance in the land of Zapata: The jaramillista movement and the myth of the Pax Priísta, 1940-1962, Carolina
del Norte: Duke University Press, 2008.
Passerini, Luisa, “Sociedad de consumo y cultura de masas”, en Georges Duby y Michelle Perrot, Historia de las
mujeres, vol. V, Madrid: Taurus, 2000, pp. 388-409.
Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, Madrid: Cátedra, 2000.
Pellicer de Brody, Olga y José Luis Reyna, Historia de la Revolución Mexicana: el afianzamiento de la estabilidad política, vol. 22,
México: COLMEX, 1978.
Perales, Alicia, Asociaciones Literarias Mexicanas, XIX, México: UNAM, 2000 (edición corregida y aumentada).
Pérez Rosales Laura, “Censura y control. La Campaña Nacional de Moralización en los años cincuenta”, en Historia y grafía, núm.
37, julio-diciembre, Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana, México, 2011, pp. 79-113.
252
1954.
Ruiz Cortines, Adolfo, “Iniciativa de reformas a la constitución para otorgar el voto a la mujer”, en Los presidentes de México ante la
Nación, 1821-1966, vol. V, México, Cámara de Diputados, 1966.
Salas, Elizabeth, “La soldadera en la Revolución Mexicana. La guerra y las ilusiones de los hombres”, en Heather Fowler Salamini
y Mary Kay Vaughan (comps.), Las mujeres del campo mexicano, 1850-1990, México: El Colegio de Michoacán /Universidad
Autónoma de Puebla, 2003, pp. 159-176.
Salgado, Eva, “Fragmentos de historia popular II. Las mujeres en la Revolución”, en Secuencia, núm. 2, septiembre-
diciembre 1985, Instituto Mora, México, pp. 206-214.
Sánchez Cordero de García Villegas, Olga, “Los derechos de las mujeres en la historia del constitucionalismo
mexicano”, en CENTENARIO DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN, Los Caminos de la Justicia en México, 1810-2010, México: SCJN, 2010,
pp. 535-554.
Santillán Esqueda, Martha, “Deletreando ensueños”, en revista Origina, año 11, núm. 125, julio 2003, Giraldi
Editores, pp. 26-31.
______ Delincuencia femenina. Representación, prácticas y negociación judicial, Distrito Federal (1940-1954), tesis de
doctorado en historia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013.
______ “Discursos de redomesticación femenina durante los procesos modernizadores en México, 1946-1958”, en revista Historia y
Grafía, núm. 31, diciembre 2008, Universidad Iberoamericana, pp. 103-132.
Scott, Joan W., “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en El género. La construcción cultural de la diferencia sexual,
Marta Lamas (comp.), México: Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios de Género, 2003,
254
pp. 265-302.
Seed, Patricia, Amar, honrar y obedecer en el México Colonial. Conflictos en torno a la elección matrimonial. 1574-1821, México:
Alianza Editorial-CONACULTA (Los Noventa), 1991.
Serret, Estela, “El feminismo mexicano de cara al siglo XXI”, en El Cotidiano, vol. 16, núm. 100, marzo-abril 2000, México: Univer-
sidad Autónoma Metropolitana Atzcapotzalco, pp. 42-51. Artículo en línea: http://www.redalyc.org/pdf/325/32510006.pdf
Silva Ruiz, Luz de Lourdes de, Las mujeres y los cargos públicos en México, 1954-1984: Perfil sociopolítico, tesis de licenciatura, UNAM,
México, 1986.
Solana, Fernando y Raúl Cardiel (coords.) Historia de la educación pública en México, México: FCE-SEP, 1981.
Solís, Leopoldo, La realidad económica de México: retrovisión y perspectivas, México: Siglo XXI, 1981.
Sonnet, Martine, “La educación de una joven”, en George Duby y Michelle Perrot (eds.), Historia de las Mujeres, tomo VII, Madrid:
Taurus, 1993, pp. 129-166.
Sosenski, Gregorio y Susana Sosenski, “En defensa de los niños y las mujeres: un acercamiento a la vida de la
psiquiatra Mathilde Rodríguez Cabo”, en Salud Mental, México, vol.33, núm. 1, enero-febrero de 2010, pp. 1-10.
Soto, Shirlene Ann, The mexican woman: a study of her participation in the Revolution, 1910-1940, EUA: R & E Research Associates,
Inc., 1979.
Speckman Guerra, Elisa, “Las tablas de la ley en la era de la modernidad. Normas y valores en la legislación porfiriana”, en Elisa
Speckman y Claudia Agostoni (comps.), Modernidad, Tradición y Alteridad. La ciudad de México en el cambio de siglo (XIX-XX),
México: Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, pp. 241-270.
Stephen, Lynn, “Epílogo. El activismo de las mujeres del campo, 1980-2000: la nación vista desde abajo”, en Gabriela Cano, Mary
Kay Vaughan y Jocelyn Olcott (comps.), Género, poder y política en el México posrevolucionario, Rossana Reyes (trad.), México:
Fondo de Cultura Económica, UAM-Iztapalapa, 2009, pp. 375-406.
Tanck Estrada, Dorothy, La educación ilustrada. 1786-1836, México: El Colegio de México, 1977.
Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México 1808-2005, México: Editorial Porrúa, 2005.
Torres, Blanca, Historia de la Revolución Mexicana, 1940-1952: hacia la utopía industrial, México: COLMEX, 1984.
Torres Septién, Valentina, “Una familia de tantas. La celebración de las fiestas familiares católicas en México (1940-1960), en Pilar
Gonzalbo Aizpuru (dir.), Historia de la vida cotidiana en México, t. V, vol. I, “Siglo XX. Campo y ciudad”, México: FCE/COLMEX,
______ ¡Por fin… ya podemos elegir y ser electas!, México: INAH/CONACULTA/Plaza y Valdés, 2002.
Tuñón, Esperanza, “El Frente Único Pro Derechos de la Mujeres durante el cardenismo”, en Gisela Espinosa Damián y Ana Lau Jaiven
(coords), Un fantasma recorre el siglo. Luchas feminista en México 1910-2010, México: UAM-X/ITACA/CONACYT/ECOSUR, 2011, pp.
97-126.
Tuñón, Julia, El Álbum de la mujer. Antología ilustrada de las mexicanas. Volumen III. El siglo XIX (1821-1880), México: CONACULTA,
1991.
______ Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano. La construcción de una imagen 1939-1952, México: IMCINE/COLMEX, 1998.
______ Mujeres en México. Recordando una historia, México: 1ª. edición en Regiones, CONACULTA, 1998.
______ (comp.), Voces a las mujeres: antología del pensamiento feminista mexicano, 1873-1953, México: Universidad Autónoma de
la Ciudad de México, 2011.
Urías Horcasitas, Beatriz, “Degeneracionismo e higiene mental en el México posrevolucionario (1929-1949)”, en Frenia, Revista de
Historia de la psiquiatría, vol. IV, fascículo 2, España, 2004, pp. 37-67, en línea: http://www.revistaaen.es/index.php/frenia/
article/view/16409/16255
Urrutia, Elena (coord.), Nueve escritoras mexicanas nacidas en la primera mitad del siglo XX, y una revista, México: INMUJERES/COLMEX,
2006.
Valles Ruiz, Rosa María, “Segundo Congreso Feminista en México: Una historia olvidada”, en Revista de Investigación Social ICSHU,