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Fungi

En biología, el término fungi (plural latino de fungus, lit. «hongos»)1 designa a un grupo de
organismos eucariotas entre los que se encuentran los mohos, las levaduras y los organismos
productores de setas. Se clasifican en un reino distinto al de las plantas, animales y protistas. Se
distinguen de las plantas en que son heterótrofos; y de los animales que poseen paredes celulares,
como las plantas, compuestas por quitina, en vez de celulosa, y que se alimentan por absorción,
como las plantas. Se ha descubierto que organismos que parecían hongos en realidad no lo eran, y
que organismos que no lo parecían en realidad sí lo eran, si llamamos "hongo" a todos los
organismos derivados del que ancestralmente adquirió la capacidad de formar una pared celular
de quitina.

Etimología
El término «Fungi» es el plural de la palabra latina fungus, empleado ya por el poeta Horacio y el
naturalista Plinio el Viejo para nombrar a sus cuerpos fructíferos, que en castellano dio origen a la
palabra «hongo» así como a la palabra fungus en inglés.4 En cambio, en otros idiomas la raíz es el
vocablo de griego antiguo σφογγος (esponja), que hace referencia a las estructuras macroscópicas
de mohos y setas; de esta han derivado los términos alemanes Schwamm (esponja), Schimmel
(moho), el francés champignon y a través de este último el español «champiñón».5 La disciplina
que estudia los hongos, la micología, deriva del griego mykes/μύκης (hongo) y logos/λόγος
(discurso);6 se cree que fue creada por el naturalista inglés Miles Joseph Berkeley en su
publicación de 1836 The English Flora of Sir James Edward Smith, Vol. 5.5

Características
Antes del desarrollo de los análisis moleculares de ARN y su aplicación en la dilucidación de la
filogenia del grupo, los taxónomos clasificaban a los hongos en el grupo de las plantas debido a la
semejanza entre sus formas de vida (fundamentalmente, la ausencia de locomoción y una
morfología semejante). Como ellas, los hongos crecen en el suelo y, en el caso de las setas, forman
cuerpos fructíferos que en algunos casos guardan parecido con ejemplares de plantas, como los
musgos. No obstante, los estudios filogenéticos indicaron que forman parte de un reino separado
del de los animales y plantas, de los cuales se separó hace aproximadamente mil millones de años.

Como otros eucariotas, los hongos poseen células delimitadas por una membrana plasmática rica
en esteroles y que contienen un núcleo que alberga el material genético en forma de
cromosomas. Este material genético contiene genes y otros elementos codificantes así como
elementos no codificantes, como los intrones. Poseen orgánulos celulares, como las mitocondrias
y los ribosomas de tipo 80S. Como compuestos de reserva y glúcidos solubles poseen polialcoholes
(p.e. el manitol), disacáridos (como la trehalosa) y polisacáridos (como el glucógeno, que, además,
se encuentra presente en animales). Al igual que los animales, los hongos carecen de cloroplastos.
Esto se debe a su carácter heterotrófico, que exige que obtengan como fuente de carbono,
energía y poder reductor compuestos orgánicos.

Características diferenciales
Las levaduras, un grupo de hongos, presentan al menos una fase de su ciclo vital en forma
unicelular; durante esta, se reproducen por gemación o bipartición. Se denominan hongos
dimórficos a las especies que alternan una fase unicelular (de levadura) con otra miceliar (con
hifas)18

La pared celular de los hongos se compone de glucanos y quitina; los primeros se presentan
también en plantas, y los segundos, en el exoesqueleto de artrópodos;1920 esta combinación es
única. Además, y a diferencia de las plantas y oomicetos, las paredes celulares de los hongos
carecen de celulosa.21

La mayoría de los hongos carecen de un sistema eficiente de transporte a distancia de sustancias


(estructuras que en plantas conforman el xilema y floema). Algunas especies, como Armillaria,
desarrollan rizomorfos,22 estructuras que guardan una relación funcional con las raíces de las
plantas.

En cuanto a rutas metabólicas, los hongos poseen algunas vías biosintéticas comunes a las plantas,
como la ruta de síntesis de terpenos a través del ácido mevalónico y el pirofosfato.23 No obstante,
las plantas poseen una segunda vía metabólica para la producción de estos isoprenoides que no se
presenta en los hongos.24 Los metabolitos secundarios de los hongos son idénticos o muy
semejantes a los vegetales.23 La secuencia de aminoácidos de los péptidos que conforman las
enzimas involucradas en estas rutas biosintéticas difieren no obstante de las de las plantas,
sugiriendo un origen y evolución distintos.2325

Carecen de fases móviles, tales como formas flageladas, con la excepción de los gametos
masculinos y las esporas de algunas formas filogenéticamente “primitivas” (los Chytridiomycota).

No poseen plasmodesmos.

La mayoría de los hongos crecen como hifas, estructuras cilíndricas y filiformes de 2 a 10


micrómetros de diámetro y hasta varios centímetros de longitud. Las hifas crecen en sus ápices;
las hifas nuevas se forman típicamente por la aparición de nuevos ápices a lo largo de hifas
preexistentes por un proceso llamado de ramificación, o —en ocasiones— el extremo apical de las
hifas se bifurca, dando lugar a dos hifas con crecimiento paralelo

Reproducción
se reproducen sobre todo por medio de esporas, las cuales se dispersan en un estado latente, que
se interrumpe solo cuando se hallan condiciones favorables para su germinación. Cuando estas
condiciones se dan, la espora germina, surgiendo de ella una primera hifa, por cuya extensión y
ramificación se va constituyendo un micelio. La velocidad de crecimiento de las hifas de un hongo
es verdaderamente espectacular: en un hongo tropical llega hasta los 5 mm por minuto. Se puede
decir, sin exagerar, que incluso es posible ver crecer a algunos hongos en tiempo real.

Las esporas de los hongos se producen en esporangios, ya sea asexualmente o como resultado de
un proceso de reproducción sexual. En este último caso la producción de esporas es precedida por
la meiosis de las células, de la cual se originan las esporas mismas. Las esporas producidas a
continuación de la meiosis se denominan meiosporas. Como la misma especie del hongo es capaz
de reproducirse tanto asexual como sexualmente, las meiosporas tienen una capacidad de
resistencia que les permite sobrevivir en las condiciones más adversas, mientras que las esporas
producidas asexualmente cumplen sobre todo con el objetivo de propagar el hongo con la máxima
rapidez y extensión posible.

Diversidad
Los hongos poseen una distribución cosmopolita y poseen un amplio rango de hábitats, que
incluyen ambientes extremos como los desiertos, áreas de extremada salinidad. 27 expuestas a
radiación ionizante, o en los sedimentos de los fondos marinos.28 Algunos líquenes son
resistentes a la radiación UV y cósmica presente en los viajes espaciales.29 La mayoría son
terrestres, aunque algunos, como Batrachochytrium dendrobatidis son estrictamente acuáticos.
Este quítrido es responsable del declive en las poblaciones de anfibios; una de sus fases vitales, la
zoóspora, le permite dispersarse en el agua y acceder a los anfibios, a los que parasita.30 Existen
especies acuáticas propias de las áreas hidrotermales del océano.31

Se han descrito unas 100 000 especies de hongos,32 aunque la diversidad global no ha sido
totalmente catalogada por los taxónomos.33 Empleando como herramienta de análisis el ratio
entre el número de especies de hongos respecto al de plantas en hábitats seleccionados, se ha
realizado una estima de una diversidad total de 1.5 millones de especies.34 La micología ha
empleado diversas características para configurar el concepto de especie. La clasificación
morfológica, basada en aspectos como el tamaño y forma de las estructuras de fructificación y las
esporas, ha sido predominante en la taxonomía tradicional.35 También se han empleado
caracteres bioquímicos y fisiológicos, como la reacción ante determinados metabolitos. Se ha
empleado la compatibilidad para la reproducción sexual mediante isogamia. Los métodos de
taxonomía molecular, como el uso de marcadores moleculares y los análisis filogenéticos han
permitido aumentar la discriminación entre variantes genéticas; esto ha aumentado la resolución
a la hora de separar especies

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