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LA REFORMA AGRARIA

De Apolinar Díaz Callejas

La reforma agraria en términos generales es la acción de poderes públicos dirigida a lograr la


redistribución de los recursos productivos, esto conlleva también a la de los ingresos económicos
y del poder público, además del mejoramiento del status social en beneficio de la población rural.
A través de la historia debido al ascenso de nuevos grupos sociales que exigían mejores condiciones
para el campesino se han tenido que tomar determinaciones de carácter político para el logro de
esos objetivos.
El predicador Thomas Muntzee (1.524) fue un pionero de la revolución campesina, tal así que fue
considerado iniciador del movimiento anabaptista (que trata sobre defender la ideología sobre que
todos los hombres cristianos deben vivir libres de la esclavitud).
La reforma agraria en Colombia está íntimamente ligada al conflicto a su vez a “la ampliación del
control de tierras y del territorio que se convierte en una tendencia dominante por poder de tierras,
pero gracias a esos escenarios, algunos sangrientos, se han hecho modificaciones en la estructura
económica, social y política del país. Y no es que defendamos esas acciones a veces violentas para
lograr los objetivos, pero a los campesinos no les han dejado de otra para pelear por lo que les
corresponde, a su vez, la tierra que por derecho nato les pertenece.
Todos los grupos que han surgido ya sean subversivos, ilegales, liberales en Colombia en los
últimos cincuenta años no han logrado obtener el reajuste en las condiciones propias de los
campesinos, las guerras iniciadas en pro de sus ideales no han servido de nada, solo para una cosa,
que los ricos sean más ricos por medio de la acumulación de grandes terrenos y los pobres por
oposición se quedan cada vez con menos. A esto se suma el conflicto armado interno que azota a
Colombia desde hace años con lo que surgen despojos violentos y masivos de tierras, todo esto
amplifica la brecha inequitativa que nos caracteriza como país subdesarrollado.
Muchas de las tierras usurpadas violentamente a través de los grupos armados ilegalmente se
encuentran hoy en manos de personas que las están explotando económicamente.
El principal desafío para la tal reforma es identificar que sectores poseen esas grandes cantidades
de tierras y poder superar la dificultad política para expropiarlos y hacer un ajuste entre quienes
realmente la necesitan y pueden ponerla a producir.

El doctor Rafael Núñez en su afán por exponer aquellos grupos a los cuáles se les debía hacer una
expropiación de tierras (refiriéndose puntualmente a la iglesia) declaró que aquellos que poseyeran
la mayor cantidad de tierras debían desprenderse a voluntad propia de ellas para así encaminarnos
a la tan anhelada paz.
El papel del estado en el asunto sería imponer una política estructural que busque mejorar la
distribución de tierras, promover mayor eficiencia en los patrones de uso de los suelos y un cambio
en la estructura de distribución de las tierras con potencial de uso agropecuario.
Desde el punto de vista del desarrollo económico los programas para implementar una reforma
agraria han sido concebidos por políticos, analistas, como una manera de promover la equidad y la
eficiencia rural; la coacción u otros tipos de intervenciones gubernamentales se justifican en tanto
sean necesarios para que funcione la reforma.

Carlos Lleras Restrepo como presidente de la república en el 71 entregó un informe a la


organización de las naciones unidas para la alimentación y la agricultura en el que mencionaba que
era necesario distribuir la tierra para conformar pequeños y medianos propietarios, cuyo objetivo
frenaría la gran migración que ese estaba presentando hacia las ciudades y que no podía acoger la
industria, también mencionaba que no sólo había que restructurar la tenencia de tierras como ya
había mencionado, sino que, se les garantizara un acompañamiento al campesino en materia de
producir y mantener la misma.
Posteriormente a su gobierno una alianza política bipartidista cedió ante las presiones de los dueños
de las tierras y le puso freno a la reforma agraria con lo que surgió el llamado Pacto de Chicoral
(éste buscaba estructurar legalmente la tenencia de la tierra e inducir una nueva reforma agraria).
Las cifras de esa nueva reforma eran algo desalentadoras, después de ese cambio se le habían dado
títulos de propiedad a 460.000 campesinos, sus legales dueños, que ya trabajaban la tierra y que
simplemente recibieron el título legal, también para esas fechas se estimaba que casi un millón de
familias carecían de parcelas. Entonces no deberíamos sorprendernos por las preocupantes cifras
de desigualdad y pobreza rural, por eso hoy más que nunca el tema de la reforma agraria debería
estar en primer plano de las prioridades del estado.
La violencia rural se sustenta en la tenencia mayoritaria de tierras, por ejemplo, en el proceso
paramilitar que se ha venido desarrollando en la gran propiedad reforzada a su vez por la
apropiación violenta de cuatro millones de hectáreas; en el desplazamiento forzado que ha
desterrado a más de 2.5 millones de personas y en política tradicional que sigue sostenida en un
poder real basado en la propiedad de tierras.
Sin la presión campesina organizada no existiría una reforma agraria, por eso el legado del Dr,
Lleras para nuestro estado actual sería insistir en tal reforma, tal vez con condiciones y modelos
diferentes a los que se tuvieron hace medio siglo, pero con la decisión y convicción que él le puso.
El fracaso de los intentos por reformar el sector agrario está relacionado con que no hubo decisiones
políticas firmes para modificar los factores de poder al interior de la estructura agraria, y para
facilitar y promover el ascenso social y político de los pobladores rurales. Colombia se dedicó los
últimos cincuenta años a implementar un modelo de desarrollo rural sin acceso a la propiedad rural
y con pocas fortalezas para garantizar los derechos de propiedad.

Es fundamental realizar la reforma de la estructura institucional del estado para el sector rural
partiendo de la redefinición de sus objetivos prioritarios y del ajuste de los medios para realizar
tales objetivos. Como principio general, el estado debe complementar, no sustituir, la iniciativa y
la responsabilidad de los productores y las comunidades rurales en cuanto concierne su desarrollo.
Por ende es necesario desarrollar mecanismos de control y participación social en la formulación,
ejecución y evaluación del impacto de los programas sectoriales y finalmente evaluar el impacto,
la eficacia y la eficiencia de los programas y recursos públicos dirigidos al sector rural.

LA REVOLUCION FRANCESA EN EL PANORAMA AGRARIO

Creemos que, al contrario de lo que la burguesía siempre a defendido e, incluso, algunas corrientes
del pensamiento de izquierda aceptaban, el problema agrario en Colombia particularmente no está
resuelto. Y por eso mismo asume, aparte del poco peso de la población rural, un significado aun
mayor para la solución de los problemas económicos y sociales de nuestra sociedad.
Los ideologistas clásicos han caracterizado la existencia de un problema agrario en las sociedades
capitalistas del siglo pasado, al percibir que la concentración de la propiedad de la tierra, originaria
de la grieta del feudalismo y de la oligarquía rural, se transformó en obstáculo al desarrollo de las
fuerzas productivas en el campo y en la industria. De esa forma, las élites burgueses recién llegadas
al poder, a partir de la revolución francesa, comprendieron la magnitud de este problema agrario,
de la concentración de la propiedad como una traba al desarrollo del mismo del capitalismo y
trataron de buscar una solución sencilla. Propusieron la distribución, la democratización de la
propiedad de la tierra, y llamaron a ese proceso de reforma agraria.

REFORMA AGRARIA Y LA BOMBA ATÓMICA EN JAPÓN

Con la derrota de Japón en la segunda guerra mundial, y el dominio armado norteamericano en


prácticamente toda Asia, se abrió espacio para que se realizaran ese continente reformas agrarias
netamente capitalistas. Bajo la ordenanza de las fuerzas armadas intervencionistas del general
MacArthur, se desarrollaron inmediatamente desde de la segunda guerra mundial, leyes de reforma
bastante radicales, aplicadas a japón. Se dictó un documento que preveía pasos para la
reconstrucción económica de acuerdo a un capitalismo atenuado con tintes socialistas, lo que
incluyó esta reforma antes mencionada. Desde 1.955 su crecimiento económico fue ejemplar.
ENSAYO BASADO EN LA REFORMA AGRARIA DE APOLINAR DIAZ CALLEJAS

JUAN CARLOS ORTEGA MORALES

PROGRAMA ADMINISTRACION DE EMPRESAS


FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA
Cartagena de Indias 11 de Mayo 2.019

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