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Se cuenta que hace mucho tiempo, en el puerto de Ilo, vivía un pescador llamado
Alberto, un día salió de faena al mar con su lancha, junto a su mejor amigo de
nombre Pío, estando en alta mar, Alberto se sintió cansado por las largas horas que
navegaba, al llegar la noche y preocupado porque no habían pescado nada, decidieron
regresar al muelle Fiscal y desviando la proa, en rumbaron a sus casas. Pasada media
hora, ambos amigos escucharon una melódica canción en medio de la noche y el brillo
del mar que provenía de un conjunto de rocas.
Estando en el muelle Fiscal se bajaron los dos apresurados para tomar un café en la
casa de Pío.
Cerca de las dos de la
mañana, Pío no podía dormir tranquilo por
la acción que había realizado en el mar y
mientras pensaba, nuevamente escuchó
la melodía, se levantó asustado y miró por
la ventana, era la sirena que lo llamaba
entre las olas del mar y el oscuro ocaso.
El poder de la varita hizo que, desde ese día, ese lugar se convirtiera en una piscina
natural de aguas quietas y cristalinas conocida actualmente como Puerto Inglés.
El vengador espíritu pirata
Narran los pescadores con más experiencia del varadero artesanal de Ilo, que Puerto
Inglés, playa ubicada al sur de la ciudad, fue como una especie de fuerte y
desembarcadero pirata.
piratas desembarcaban aquellos tesoros que sustraían de los navíos de la corona
española en una fortaleza peñosa construida por la propia naturaleza, la cual hallamos
en el cerro de peñas que se encuentra ubicado frente a la playa.
Como era costumbre, después de haber
atacado un navío real, la tripulación pirata
quedaba maravillada de tanta riqueza,
todos los objetos eran de oro y decorados
con rubíes.
Una noche Gulibert uno de los piratas, presionado por la codicia de la mujer que
amaba, sustrajo un cofre. Al ser descubierto por sus compañeros, huyó
despavoridamente rumbo al cerro de peñas con la finalidad de esconderlo, y así lo
hizo.
No había pasado mucho tiempo y Gulibert fue detenido por el capitán, quien ordenó
castigarlo por la traición, lo cual era castigado con la muerte, y así lo hicieron.
Degollaron a Gulibert y condenaron su espíritu a la protección infinita de los tesoros.
Transcurridos los años, nadie se atrevía a buscar el baúl. Gulibert recorre las
inmediaciones del cerro de peñas, decapitado, debido al castigo que le dieron.
Se dice que su espíritu seguirá penando hasta reunir la cantidad de vidas que tenía la
tripulación pirata a la que pertenecía. También dicen que aquel que encuentre o trate
de encontrar el baúl del tesoro será maldecido como Gulibert.