Professional Documents
Culture Documents
Desde la Edad Media, existe la figura del despiadado negociante que acumula
riqueza mientras su esposa (o madre) otorga un siempre medido porcentaje “a los
pobres”, ya para amenguar un poco la miseria, ya por cuestiones morales, ya para
tener abierta la puerta del cielo. En Balún Canán, de Rosario Castellanos, la madre
de familia ayuda a “su pobre” ante la amenaza de castigo eterno. En el fondo, esta
moral resulta un arma de doble filo. Si antes los motivos eran más espirituales, hoy
es tradición vedada que la “caridad” representa un fructífero negocio: el negocio de
la pobreza, o mejor, la pobreza como negocio.
Pregunta básica: ¿por qué la iglesia nunca vio con buenos ojos la carta de los
Derechos Humanos? ¿Por qué nunca ha estado abierta y sinceramente a favor de
tales derechos? Una de las razones: porque éstos se oponen al “libre albedrío”, a la
“voluntad de dar”, es decir, a la caridad. Caridad versus derechos humanos. El
derecho al trabajo, a la salud, a la educación crea obligaciones en los estados, en
las autoridades. Quien aplica la “caridad” en esos rubros es recompensado por el
gobierno y deja de pagar impuestos. La razón ya no es espiritual, sino económica.
¡Sal a la calle a “botear” y la empresa “caritativa” no pagará impuestos! Además,
ganará una suma extra, incrementará su prestigio simbólico y “moral” ante una
sociedad engañada y, en última instancia, destinará un pequeño porcentaje a
algunos pobres, no para que dejen de serlo, sino para que continúen siéndolo al
depender de esa caridad, y para que la pobreza persista, pues sin pobres se
acabaría el negocio. Deben seguir ahí, ¡y que sus derechos decrezcan a fin de que
éstos sean sustituidos por la caridad! Para ello, nada como engordar la pobreza. Si
ésta no fuera tan notoria, no habría programas ni instituciones para abatirla. Los
diseñadores de esos programas y los dirigentes de dichas instituciones ganan
inmensos sueldos para “abatir” la pobreza; incluso se vuelven millonarios. ¿Quieres
ser rico? Predica a favor de los pobres. De la gente sale el dinero.