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SECCIÓN 3

“EL AMOR QUE EL CRISTO TIENE NOS


OBLIGA”

¿Qué nos impulsa a seguir a Jesús? El apóstol


Pablo responde: “El amor que el Cristo tiene nos
obliga” (2 Corintios 5:14). En esta sección
estudiaremos el amor de Jesús por Jehová, por la
humanidad y por cada uno de nosotros. Es un
estudio sumamente motivador, que llega al
corazón y nos incita a actuar, a imitar cada vez
mejor el ejemplo de nuestro Maestro.

CAPÍTULO 13

“YO AMO AL PADRE”

1, 2. ¿Qué reveló Juan sobre lo ocurrido en la


última noche que los apóstoles pasaron con
Jesús?

1 El anciano introduce la pluma en el tintero


mientras en su mente afloran los recuerdos. Su
nombre es Juan, y es el último apóstol de
Jesucristo que sigue vivo. Ya casi centenario, se
remonta a unas siete décadas atrás, a la noche
más memorable de todas: la última que él y otros
apóstoles pasaron con Jesús antes de su muerte.
Guiado por el espíritu santo, recuerda y escribe
con todo detalle lo ocurrido.

2 Aquella noche, Jesús declaró abiertamente que


sería ejecutado poco después, y Juan es el único
que revela la razón por la que el Hijo de Dios se
sometería a tan terrible final: “Para que el
mundo conozca que yo amo al Padre, así como el
Padre me ha dado mandamiento de hacer, así
hago. Levántense, vámonos de aquí” (Juan
14:31).

3. ¿Cómo mostró Jesús que amaba al Padre?

3 “Yo amo al Padre.” Para Jesús, eso era lo más


importante. Y no lo decimos porque él lo
repitiera constantemente. De hecho, Juan 14:31
es el único pasaje de la Biblia donde él expresa su
amor al Padre de modo tan directo. Lo decimos,
más bien, porque él vivió esas palabras. Su amor
a Jehová se evidenciaba día tras día. Su valor, su
obediencia y su aguante eran prueba de ello.
Todo su ministerio estaba motivado por el amor.
4, 5. ¿Qué clase de amor fomenta la Biblia? ¿Qué
puede decirse del amor de Jesús por Jehová?

4 Para muchos, ser amoroso equivale a ser


blando. Tal vez piensen en los poemas y las
canciones de amor o hasta en la frivolidad que a
veces se asocia con el amor romántico. Es cierto
que la Palabra de Dios habla del amor romántico,
pero lo hace de una manera más digna que la que
es habitual en este mundo (Proverbios 5:15-21).
Sin embargo, la Biblia le concede mucha más
atención a otra clase de amor. No se trata de
simple pasión ni de una emoción pasajera;
tampoco es un concepto puramente filosófico o
teórico. En realidad, en él intervienen tanto la
mente como el corazón. Brota desde lo más
recóndito de nuestro ser, se rige por nobles
principios y se traduce en buenas acciones. No es
para nada frívolo. “El amor nunca falla”, asegura
la Palabra de Dios (1 Corintios 13:8).

Proverbios 5:15-21 “Bebe agua de tu propia


cisterna, y chorrillos que salgan de en medio de
tu propio pozo. ¿Deben esparcirse afuera tus
manantiales, [tus] corrientes de agua en las
plazas públicas mismas? Resulten ser para ti
solo, y no para los extraños contigo. Resulte
bendita tu fuente de aguas, y regocíjate con la
esposa de tu juventud, una amable cierva y una
encantadora cabra montesa. Que sus propios
pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su
amor estés en un éxtasis constantemente. ¿Por
qué, pues, debes tú, hijo mío, estar en un éxtasis
con una extraña, o abrazar el seno de una
extranjera? Porque los caminos del hombre están
enfrente de los ojos de Jehová, y él está
contemplando todos sus senderos trillados.”

5 De todos los seres humanos que han vivido a lo


largo de la historia, Jesús es quien más ha amado
a Jehová. Nadie ha cumplido a mayor grado el
mandamiento que él mismo citó como el más
importante: “Tienes que amar a Jehová tu Dios
con todo tu corazón y con toda tu alma y con
toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos
12:30). ¿Cómo desarrolló Jesús este amor tan
intenso por su Padre? ¿Cómo lo mantuvo fuerte
mientras vivió en la Tierra? ¿Y de qué manera
podemos imitar su ejemplo?

Los más antiguos y fuertes lazos de amor


6, 7. ¿Cómo sabemos que Proverbios 8:22-31
describe al Hijo de Dios y no simplemente la
cualidad de la sabiduría?

6 ¿Le ha sucedido alguna vez que, al realizar una


tarea junto con un amigo, los dos llegaron a
conocerse mejor y la amistad se hizo más
estrecha? Esta agradable experiencia nos ayuda a
comprender un poco mejor el amor que creció
entre Jehová y su Hijo unigénito. Aunque ya en
más de una ocasión hemos hecho referencia a
Proverbios 8:30, volvamos a estudiarlo en su
contexto. Los versículos 22 a 31 describen por
inspiración divina a la sabiduría personificada.
¿Cómo sabemos que este pasaje alude al Hijo de
Dios?

7 En el versículo 22, la sabiduría afirma: “Jehová


mismo me produjo como el principio de su
camino, el más temprano de sus logros de mucho
tiempo atrás”. Estas palabras tienen que referirse
a algo más que simplemente la sabiduría. ¿Por
qué decimos esto? Porque dicha cualidad nunca
fue ‘producida’, nunca tuvo principio, pues
Jehová siempre ha existido y siempre ha sido
sabio (Salmo 90:2). En cambio, el Hijo de Dios
fue “el primogénito de toda la creación”. Fue
producido, o creado, por Jehová como la primera
de sus obras (Colosenses 1:15). Así es, el Hijo
existió mucho antes que los cielos y la Tierra,
como lo describe Proverbios. Y en su función de
la Palabra, o el Vocero de Dios, era la expresión
perfecta de la sabiduría de Jehová (Juan 1:1).

Juan 1:1 “En [el] principio la Palabra era, y la


Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un
dios.”

8. ¿En qué se ocupó el Hijo durante su existencia


prehumana, y sobre qué podemos reflexionar
cuando admiramos la creación?

8 ¿En qué se ocupó el Hijo durante el inmenso


período de tiempo que vivió antes de venir a la
Tierra? El versículo 30 nos dice que estuvo con
Dios como “obrero maestro”. ¿Qué quiere decir
eso? Colosenses 1:16 explica: “Por medio de él
todas las otras cosas fueron creadas en los cielos
y sobre la tierra [...]. Todas las otras cosas han
sido creadas mediante él y para él”. De modo que
Jehová, el Creador, utilizó a su Hijo, el Obrero
Maestro, para dar existencia a todo lo demás:
desde las criaturas espirituales hasta el vasto
universo material, incluidos la Tierra y su
asombrosa variedad de fauna y flora, así como la
obra cumbre de la creación terrestre, el hombre.
Hasta cierto punto, podemos asemejar la
colaboración entre Padre e Hijo a la de un
arquitecto y su contratista: este último se
especializa en hacer realidad los ingeniosos
proyectos de aquel. Cuando algún aspecto de la
creación nos llena de asombro, atribuimos el
mérito al Gran Arquitecto (Salmo 19:1). Pero, al
mismo tiempo, podemos reflexionar sobre la
larga y feliz colaboración que existió entre el
Creador y su “obrero maestro”.

Salmo 19:1 “Los cielos están declarando la


gloria de Dios; y de la obra de sus manos la
expansión está informando.”

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