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¿Qué habría pasado con El Quijote y con las Novelas Ejemplares, para
hablar solo de estos dos libros ilustres, si Cervantes hubiera recibido el
nombramiento que deseaba para un empleo en Soconusco, hoy provincia de
Chiapas en México? O si lo hubiera recibido para La Paz, en el Virreinato del
Alto Perú , hoy en Bolivia? O para Santafé de Bogotá o Cartagena de Indias,
en el Virreinato de la Nueva Granada? Habría escrito su obra en México, o en
Bolivia o en la Nueva Granada, con el condimento de lo real maravilloso
americano, antecedente del realismo mágico. Pero, ¿necesitaba acaso otras
dosis de magia quien representa, sin duda, la primera novela de ese
realismo mágico?
No viajó, pues, don Miguel de Cervantes, a las Indias. Quizá por ese
desencanto tan solo tres veces habla en el Quijote, del Nuevo Mundo, que
antes vimos cómo lo conocía en los Cronistas.
“Nos gusta pensar que Don Quijote -dice el escritor colombiano José
Hurtado García en su libro Don Quijote encadenado, -frente al mar de
Barcelona, como Bolívar, el otro Quijote, implorara más tarde en Santa
Marta- hubiese dicho a Sancho : Sigamos hacia América, que aquí ya no nos
quieren. Porque si el Libertador se moría contemplando el despedazamiento
de sus ideales políticos, Don Quijote se sentía ahogado en España, entre los
cortesanos, los oportunistas, los explotadores. No había campo para sus
proezas.”ix
Pues bien, o porque una trama urdida entre el frustrado viajero a Las
Indias, Cervantes, el bachiller Sansón Carrasco, la sobrina, el cura, y el fiel
escudero Sancho, hubiera preparado una nueva salida; o porque las
ensoñaciones y necesidades de idealismo, desinterés y nobleza de los
pueblos recién descubiertos, requirieran de la presencia y las hazañas del
gentil caballero, lo cierto es que don Quijote vino a dar con su humanidad a
Las Indias. Al parecer, se embarcó en Palos de Moguer. Viajó en la carabela
del Virrey Blasco Núñez Vela, quien iba al Perú a tomar cuentas a don
Francisco Pizarro. En Túmbez se enroló con don Sebastián de Belalcázar,
quien viajaba a la Nueva Granada. Y quien había de fundar la ciudad de
Popayán en donde, finalmente, sentó sus reales Don Quijote.