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TEORÍA PSICOANALÍTICA i

Maurício Castejón Hermann

ACOMPAÑAMIENTO
TERAPÉUTICO Y PSICOSIS
ARTICULADOR DE LO REAL, SIMBÓLICO E IMAGINARIO
Maurício Castejón Hermann

Acompañamiento terapéutico
• •
y ps1cos1s
Articulador de lo real, simbólico e imaginario

TRADUCCIÓN DE JIMENA GARAY CORNEJO

'f,~.a
Castejón Hermann, Maurício
Acompañamiento terapéutico y psicosis : Articulador de lo real, simbólico e
imaginario
Índice
- l" ed. - Buenos Aires: Letra Viva, 2014.
228 p. ; 23 x 16 cm.
ISBN 978-950-649-549-7
NOTA DEL AUTOR PARA LA EDICIÓN ARGENTINA. .7
l. Psicoanálisis. l. Trad.: Jimena Garay Cornejo
PRESENTACIÓN . 11
CDD 150.195
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

CAPÍTULO l. La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento


terapéutico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

Dirección editorial: LEANDRO SALGADO 1.1 La comunidad terapéutica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24


1.2 La comunidad terapéutica y el acompañamiento terapéutico . . . . 27
Traducción del portugués: ]IMENA GARAY CORNEJO 1.3 La psiquiatría democrática italiana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
1.4 La psiquiatría democrática italiana y el acompañamiento terapéutico . . . . . . 34
1.5 La psicoterapia institucional francesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
1.6 La psicoterapia institucional francesa y el acompañamiento terapéutico . . . . . 46
© 2014, Letra Viva, Librería y Editorial
Av. Coronel Díaz 1837, (1425) C. A. de Buenos Aires, Argentina CAPÍTULO 2. Freud y la paranoia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... 53
E-MAIL: info@imagoagenda.com / WEB PAGE: www.imagoagenda.com
2.1 Freud, la hipnosis y sus primeras formulaciones sobre la teoría de la histeria . . 54
© 2014, Maurício Castejón Hermann
2.2 Freud y sus formulaciones iniciales sobre la teoría y la clínica de la paranoia . . 59
2.3 Fred, la constitución de la subjetividad y la paranoia: un abordaje
metapsicológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
2.4 Freud y el caso Schreber: una concepción ética del psicoanálisis ante la
Primera edición: Septiembre de 2014 escucha del delirio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

Impreso en Argentina - Printed in Argentina CAPÍTULO 3. Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis: un avance
teórico y una dirección clínica para el tratamiento posible de las psicosis ... 85
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
3. 1 Los tres tiempos del Edipo en Lacan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
. l. l El primer tiempo del Edipo en la neurosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
.J .2 El segundo tiempo del Edipo en la neurosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier método, .,. 1.3 El tercer tiempo del Edipo en la neurosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
incluidos la reprografía, la fotocopia y el tratamiento digital, sin la previa y expresa .2 El esquema R, su formalización de los tres tiempos del Edipo y la topología
autorización por escrito de Jos titulares del copyright. ligada al campo de la realidad: el corte en la dirección del tratamiento de las
neurosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97
.3 La paranoia y el Edipo en Lacan . . . . . . . . . . . . . 113
3.3. 1 La paranoia a partir de la teoría lacaniana del Edipo 114
3.3.2 El delirio de Schreber, el esquema I para formalizar el campo de la realidad
en la paranoia y una indicación para el tratamiento posible de las psicosis:
la construcción delirante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 116
Nota del autor
CAPÍTULO 4. La instalación del dispositivo de tratamiento . . . . . . . . . . . 129
4.1 De la demanda de tratamiento que viene de otro a la instalación del
para la edición argentina
dispositivo de tratamiento, o los tiempos previos para el establecimiento
de la transferencia y el acompañamiento terapéutico .. ... . .. . . . . .. . 132
4.2 Caso Emerson, o el no querer saber de tratamiento alguno .. . . . . . . . . . . . 140
4.3 Caso Beto, o la calle como espacio transicional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
4.4 Caso Joao, el acompañante terapéutico como persona grata: o la transferencia
pertinente para la instalación del dispositivo de tratamiento . . . . . . . . . . . . . . 148
4.4.l La construcción del dispositivo de tratan1iento en la paranoia . . . . . . . .. 155

CAPÍTULO 5. Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de Es con inmensa alegría que escribo estas palabras, con la intención de expre-
las psicosis: el sinthome y el lazo social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 sas mi enorme gratitud a los amigos argentinos que abrazaron la idea de viabi-
5.1 La noción de real y el nudo borromeo ... . . . . . .. .. . . . . . . .. ... . 161 1izar la publicación de mi libro en el país donde nació la clínica del acompaña-
5.2 El Nombre-del-Padre y la paranoia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 1niento terapéutico. Esto, por si solo, ya es un honor, considerando que la tra-
5.3 La escritura de Joao o un ejemplo de construcción del sinthome .. ... .. . 169 dición argentina es indiscutible, no solamente en el campo del acompañamien-
5.4 De la teoría del lenguaje a la teoría de los nudos borromeos o ... ¿existe una to terapéutico, sino en el área de la psicología y del psicoanálisis como un todo.
ruptura epistemológica entre el significante y la topología? . . . . . . . . . . . 173 ¡' lcner mi libro publicado aquí es un reconocimiento notable!
Este libro, originalmente, fue escrito como una tesis de doctorado defendi-
CAPÍTULO 6. El sinthome y el acompañamiento terapéutico . . . . . . . . . . 183
da en el Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de San Pablo,
6.1 La escena traumática, la Otra escena, el lazo social o ... ¿de qué trata el bajo la orientación del Prof. Dr. Luiz Carlos Nogueira (in memoriam) y de la
concepto de escena en el AT? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 Prof. Dra. Miriam Debieux Rosa. Ambos fueron acogedores y fundamentales
6.2 Caso Lourival o el ATy su contribución a la construcción del sinthome ... . 190 :n mi proceso de escritura de este trabajo, cuyo interés se remonta al inicio de
6.2.1 El primer tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191 los aí1os '90, cuando me empecé a interesar por la función clínica del acompa-
6.2.2 El segundo tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . 193
iiamiento terapéutico.
6.2.3 El tercer tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 193
Tengo, por lo tanto, un recorrido de veinte años de estudio e investigación
6.2.4 El cuarto tiempo. . . . . ... ... .. . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . 198
6.3 El AT, la paranoia y su nudo de trébol. .. o el AT en su función específica sob re el tema, marcado siempre por una interlocución con los autores argenti-
para la construcción del sinthome . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 nos. A modo de ilustración, en Brasil, el primer libro publicado sobre el tema
6.4 Consideraciones preliminares sobre la transferencia en el AT con paciente fue escrito por Susana Mauer y Silvia Resnizky, cuyo título es Acompanhantes
paranoicos ... o los tiempos del sujeto en el AT . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 'lcrapeuticqs e pacientes psicóticos, publicado por la editorial Papirus, de Cam-
Consideraciones finales o .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214 pinas. Estas autoras, reconocidas por la enorme contribución a nuestro campo,
El instante de mirar ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 215 ·omo tantos otros autores argentinos, siempre estuvieron en mi espectro de in-
El tiempo de comprender . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . .. 215 vcsligación e interlocución.
El momento de concluir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218 Por esto mismo, el interés surgido por los argentinos en traducir y publicar
1ni trabajo me acerca más a este país. Además de que el portugués y el castellano
REFERENCIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . • . . . . . . 221
sea n consideradas lenguas hermanas, la barrera de la lengua impone dificulta-
Nota del autor para la edición argentina 9
8 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCJO CASTEJÓN HERMANN

gu ien por quien también tengo una enorme gratitud . . . me refiero a Jimena Ga-
des capaces de desestimular al lector argentino, y por qué no a los de otros paí- ray Cornejo, una acompañante terapéutica de Córdoba, ¡pero que también es
ses de habla hispana, a inclinarse por el estudio de aquello que presento como un poquito brasilera! Agradezco su disponibilidad en realizar su trabajo de ver-
propuesta metodológica de intervención a la función clínica del acompañamien- sión de mi texto al castellano, riguroso y vigoroso, lo que dio mucha alegría. Es-
to terapéutico con pacientes psicóticos. pero que este trabajo de traducción realizado por ella sea el primero de muchos
Ahora, tener mi texto traducido permitirá la divulgación de mi trabajo que olros. Tampoco podría dejar de agradecer a Leandro Salgado, editor de Letra
extrapolará los límites geográficos y lingüísticos del territorio de la lengua por- Viva, por su interés en tener este libro en su editorial, cuya importancia es in-
tuguesa o, si preferimos, de la lengua brasilera. No hay satisfacción mayor para discutible para el legado del psicoanálisis y del acompañamiento terapéutico, al
un autor que eso, ¡pueden estar seguros! Este punto anteriormente destacado man tener viva la letra de la experiencta clínica. Agradezco a los innumerables
no se agota, dado que el universo lingüístico de la lengua española es inmenso, acom pañantes terapéuticos argentinos que me acogieron en mis idas a los even-
abarca innumerables países, extrapola nuestro continente y bordea otros terri- tos científicos de este país, en especial a Pablo Dragotto y María Laura Frank.
torios lingüísticos. ¿Y qué más puedo desear? Una buena lectura al lector que se interesará en
Otro punto de relevancia condice con el fortalecimiento del campo de teori- <1compañar mis inquietudes clínicas y teóricas aquí presentes. ¡Un abrazo!
zación del acompañamiento terapéutico. Es verdad que esta función clínica, aun-
que su surgimiento no sea tan reciente, carece de trabajos similares al que pre-
sento en este volumen. Hablo, por lo tanto, de una profundización en una pers-
pectiva teórica y el trabajo de bricolage conceptual, desde una referencia fun-
damental: la experiencia clínica. Precisamos, en nuestro campo, avanzar en esta
perspectiva de investigación, al teorizar la experiencia clínica desde las innume-
rables teorías psicoanalíticas, psicológicas y filosóficas existentes, pues cada una
de ellas, conforme a sus presupuestos epistemológicos, es pasible de contribu-
ción para la teorización de la función clínica del acompañamiento terapéutico.
No hay duda de que el camino de investigación aquí presentado fortalecerá el
debate y enriquecerá nuestro objeto de reflexión.
De este modo, lo que presento al lector es un boceto de una teoría del mé-
todo para el acompañamiento terapéutico con pacientes psicóticos, atravesada
por la enseñanza de Freud y Lacan. Perciban, estimados lectores, que se trata
de un recorte muy específico, teniendo en cuenta que la demanda de la psicosis
es solamente una de las innumerables posibilidades de intervención clínica del
acompañamiento terapéutico y la vertiente psicoanalítica mencionada es sola-
mente una posibilidad de recorte teórico o de bricolage conceptual. ¿Cuántas
combinaciones existirán en esta enorme gama de demandas clínicas del acom-
pañamiento terapéutico y de miradas teóricas originadas en el psicoanálisis, en
la psicología, como en la filosofía?
Por último, me alegra mucho el entusiasmo de algunos amigos que se dedica-
ron a viabilizar la publicación de este volumen. En especial agradezco a Gabriel
Pulice, por quien siento una enorme admiración por la contribución a nuestro
campo, cuya personalidad auténtica, con la cual me identifico, me inspira. Agra-
de~co a Gabriel por el cuidado en revisar la versión del texto, realizada por al-
Presentación

Maurício Hermann realiza, en este libro, la investigación que un día yo tam-


bién pretendí hacer: un diagrama del estatuto metapsicológico de la experien-
ia clínica del Acompañamiento Terapéutico (AT). Mis estudios acabaron por
lomar otro rumbo -preguntándose sobre la forma en cómo la ciudad interpela
la clínica y con qué herramientas conceptuales la clínica puede responder a esta
interpelación-, pero las formulaciones teóricas del psicoanálisis, en especial el
lacaniano, permanecían como "campos abiertos" a la investigación prolífica, en
;I escenario de las prácticas de Acompañamiento Terapéutico. Razón para cele-
brar que Maurício haya conducido su doctorado en esa dirección y que su tesis
se vea, ahora, materializada en este volumen. Es una contribución fundamental
a un campo aun carente de elaboración conceptual. No tan carente, hoy, como
hace quince años; pero, requiriendo un esfuerzo de pensamiento, como este en
·) que nuestro autor se involucra.
La tesis que él mantiene es que el AT puede operar como tratamiento psicoa-
1ialítico posible de las psicosis. Eso sucede porque la característica "móvil", itine-

ra nte de su ejercicio permite la instalación del dispositivo de tratamiento en las


condiciones más adversas, y viabiliza la tesitura, punto a punto, de una red de
npoyos y cuidados. Ahora, dado que el AT configura un tratamiento psicoana-
111ico posible de las psicosis, tendría un qué enseñar a los psicoanalistas, en sus
consultorios. O sea, "¿qué pasa en un AT que se torna posible el tratamiento?"
1\sia es unct cuestión que debe interesar al psicoanálisis.
Así, este libro viene a cumplir una doble función: primero, ofrece herramien-
l as conceptuales que orientan la dirección psicoanalítica de un Tratamiento Te-
r;lpéutico. Segundo, saca a los psicoanalistas de sus sillones; quién sabe, los ani-
11 ia a la experimentación en territorios menos provistos de paredes. Al cum-
12 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

plir esa doble función, este libro da muestras de su relevancia y actualidad en el


campo de la clínica psicoanalítica de modo general y, particularmente, de la clí-
nica de las psicosis.
Este es, sin duda, el mayor mérito de este trabajo, que nos hace festejar su Introducción
realización, sobre todo por un aspecto no menos importante: en las páginas de
este libro, nos encontramos con su autor en cada frase, en cada punto. No sólo
en el estilo marcadamente personal de la narrativa, sino en la forma encarnada
y experiencial con que Maurício vive las cuestiones que impulsaron la realiza-
ción de la investigación que se propone. Su relación con el problema de inves-
tigación y de total implicación, es algo de lo que Maurício se hace enteramen-
te responsable, a lo largo del texto, lo que nos permite afirmar que su escritura
fue productora de efectos subjetivantes, tanto en lo que respecta a los escritos de
Joáo o Lourival, como a lo que nos dicen sus relatos.
Cabe destacar, aun, la extrema generosidad de esas narrativas. Maurício no
duda en ningún momento en abrir su clínica a nuestra visita. Podemos suponer Acompañamiento terapéutico y psicosis: articulador de lo real, simbólico e
que eso se condice con una clínica que, justamente, no se da entre cuatro pare- imaginario. El presente trabajo es fruto de un recorrido de casi quince años, en
des, una clínica que se inserta y opera en el espacio público. Aun así, sorprende ·I cuál se cruzan, por un lado, el interés por esa clínica, desde los tiempos en que
la riqueza de detalles, la apertura y el despojo con el que el autor nos habla de n1c gradué en psicología y, por otro lado, un movimiento de sistematización de
lo que sucede en sus experiencias como Acompañante Terapéutico, en los mí- t·:;a misma experiencia por medio de la teoría lacaniana de las psicosis. La in-
nimos gestos. Es lo que da el máximo valor a esos relatos. Nos sentimos en la vitación hecha al lector, por lo tanto, es la de acompañar ciertos deslizamientos
piel del AT cuando leemos sobre la puerta del apartamento que, en un comien- presentes en esa trayectoria que se enfoca en:
zo, apenas se abre para él; y después de esto, el AT espera la invitación a entrar.
Y cuando, finalmente, la invitación llega, es para un tour completo por el apar- a. caracterizar la clínica del Acompañamiento Terapéutico (AT) 1en el marco
tamento, que viene junto con un "pedido de casamiento''. O cuando el AT llega de la reforma psiquiátrica, sabiendo que esa invención, fuertemente pre-
por primera vez al edificio de Beta, para comenzar su acompañamiento, y per- sente en algunos países del mundo, inclusive en Brasil, hizo una gran con-
cibe que el joven que espera en la vereda, frente al edificio, debe ser Beta. Sin tribución y todavía contribuye a la clínica de la reforma, como en la pers-
embargo decide ir hasta el portón, tocar el portero automático y preguntar por pectiva de cuestionar los paradigmas clínicos e institucionales que mar-
Beta, cuando ve, por el reflejo del vidrio del portero automático, que él se apro- caron su historia;
xima y se anuncia. Son gestos y objetos -la puerta, la espera, el portero automá- b. y, en ese contexto, interrogar su praxis, de modo tal de realizar un doble
tico, el desvío- que traspasan lo cotidiano, al mismo tiempo en que componen movimiento entre la experiencia.clínica y la teoría lacaniana de las psico-
el montaje de un dispositivo de tratamiento y la instauración de la transferen- sis, conforme al estatuto que esa relación adquirió en la clínica psicoana-
cia. Gestos y objetos que son materia con la que la clínica itinerante y citadina lítica stricto sensu, o sea, de acuerdo con las especificidades inherentes a
se realiza. En la generosidad con que nos narra esos gestos, Maurício nos per- la teoría y sus implicaciones en el método de intervención clínica.
mite experimentarlos de manera evidente. Basta con acompañarlo, renglón por
renglón, a lo largo del texto. Buenas andanzas, lectores ... La producción de conocimiento en psicoanálisis ocurre en función de un
pu 11Lo de partida, en este caso, un presupuesto teórico que incide sobre el méto-
Analice de Lima Palombini
Mayo,2010 1. /\ lo largo de este libro será adoptada la sigla AT para designar el Acompañamiento Terapéu-
tico.
Introducción 15
14 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

do como base algunos elementos presentes en las tres experiencias instituciona-


do de intervención clínica, al orientar y determinar la calidad de la experiencia
les de substitución de los manicomios anteriormente citadas. Sin embargo, esa
analítica. Ésta, a su vez, al tornarse mas minuciosa, renovada, pasa consecuen-
cuestión será mejor trabajada en el capítulo denominado "La reforma psiquiá-
temente a incrementar su producción teórica, lo que reafirma la relación dialéc-
trica y el Acompañamiento Terapéutico''. Por el momento, se destaca solamente
tica entre teoría y praxis.
el hecho de que el AT, sus raíces y sus avances teórico-clínicos no se apartan del
Se pretende, de este modo, realizar un paso más, al aproximar dos campos
movimiento de substitución de los manicomios, a la vez que no es posible afir-
que parecían estar separados -la experiencia clínica del ATy la teoría psicoana-
mar que la invención del AT esté separada de la reforma psiquiátrica. Ahí se creó
lítica de las psicosis, más precisamente el pensamiento de Jaques Lacan- con la
una especificidad importante: alguien que desempeñara la función de acompa-
intención de instituir algunas premisas teóricas sobre el método clínico en el AT.
ñar al loco en su errar por los espacios de la ciudad.
¿Habría una teoría del método para el AT? El deslizamiento antes mencio-
Eso es acompañamiento, eso es terapéutico. Acompañamiento Terapéutico.
nado sobrepasa algunos significantes: reforma psiquiátrica, AT, teoría lacania-
La etimología de la palabra acompañamiento -oriunda del latín accompaniá-
na de las psicosis, tratamiento analítico de las psicosis, el alcance analítico del
re- se condice con la idea de compañía o de un conjunto de personas que co-
AT para, finalmente, instituir premisas teóricas para una teoría del método en
men juntos su pan. En la definición dada por el Houaiss, es posible verificar al-
la función clínica del AT con pacientes psicóticos.
gunas versiones: ''estar con o juntos constantemente o durante cierto tiempo(. .. )
Aun existiendo especificidades en el rol de especialidades de tratamiento de
Ubicarse junto con o seguir en la misma dirección (. .. )Ir o seguir próximo a (al-
la locura, es posible afirmar que, paradójicamente, un acompañante terapéuti-
guien) para dispensarle cuidados, etc. ( .. .)" (HOUAISS, 2001). Esas definicio-
co2, atravesado por la ética del psicoanálisis, se confunde con la misma perspec-
nes, de entre tantas otras, permiten una aproximación al sentido que la palabra
tiva determinada por el tratamiento padrón. Hay especificidades entre ambos
acompañamiento asume en nuestro contexto específico, tal como será posible
-ATy clínica stricto sensu- pero también hay fuertes puntos de contacto. Aun
verificar a continuación.
así, una pregunta queda abierta: ¿es posible afirmar que la clínica del AT ense-
El adjetivo terapéutico, oriundo del griego therapeutikós, se refiere al cuidado y
ña algo a un analista que atiende psicóticos en su consultorio? Es eso lo que se
tratamiento de dolencias. "relativo a la terapéutica, tratamiento (. .. ) Que tiene pro-
pretende verificar a lo largo de este libro.
piedades medicinales, curativas(. .. )" (HOUAISS, 2001). Lo terapéutico asume un
El movimiento de sustitución de los manicomios cerrados se dio a partir de
·statuto de tratar o curar. Dentro del contexto específico, estar junto con el loco
algunas experiencias importantes, que datan del periodo de post Segunda Gue-
ud quiere, por lo tanto, una finalidad terapéutica: la tentativa de inserción social.
rra Mundial, cuando los paradigmas institucionales fueron inventados para dar
Aquí vale un comentario: en los años 1990, en algunos cursos de graduación
cabida a las inquietudes vigentes en la época: la constatación de las pésimas con-
' n psicología, en Brasil, se comenzó a hablar de esa práctica cuyo discurso más
diciones de vida de los locos y los inherentes mecanismos de cronificación de
orriente era el de establecer una relación casi casual entre locura, su binomio
la locura verificados en las instituciones cerradas que antecedían ese periodo de
;xcl usión y la creación del AT como una estrategia de inclusión social. Se ha-
grandes inventivas. Fue con Cooper, en Inglaterra, cuando propuso las comu-
blaba de ir a lo cotidiano del paciente, de modo de acompañarlo al banco, auxi-
nidades terapéuticas o con Basaglia, en Italia, con la psiquiatría democrática, o
1in rlo en tareas domésticas o simplemente ver la televisión con él. Se pregunta-
aun con Oury, en Francia, con la psicoterapia institucional, que nuevos paradig-
ba sobre la finalidad terapéutica de esa propuesta, reducida por sus opositores a
mas institucionales fueron creados en la perspectiva de proponer un tratamien-
la función de choferes o niñeras de locos.
to humanizado de la locura, de tal modo de dejar de considerar al loco como
Es cierto que las teorizaciones en aquella época eran bien incipientes 3, al igual
objeto de estudio de determinada ciencia que justificaba su exclusión, para con-
siderarlo como el sujeto de su propia historia, reinsertado en el contexto social. l. 1Iast':i el momento, se presentan la totalidad de las publicaciones brasileras sobre el temi: A
El AT es fruto del movimiento de la reforma psiquiátrica, teniendo en cuen- ru a como espa<;o clínico (1991 ), Crise e cidade (1997) e Textos, texturas e tessituras no
11companhamento terapeutico (2006), todos organizados por el equipo de acompañantes
ta que, a grosso modo, se caracteriza por la aproximación a la locura y por sus
terapéuticos del Hospital de Día A Casa, además de los Cadernos de AT: urna clínica itinerante,
nuevos modos de tratamiento. Es posible, inclusive, caracterizar al AT tenien- de 13elloc, Cabra!, Mittmann e Pelliccioli (1998), teniendo el formato de recopilación de
1rtk ulos sobre el tema. Hubo también publicaciones de trabajos académicos vinculados a
2. Para designar al acompañante terapéutico será utilizada la sigla at con letra minúscula.
16 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
\ Introducción 17

que el propio discurso que lo definía. Por ejemplo, ¿cómo problematizar la idea tento de establecimiento de control de variables para la extinción de la subjetivi-
de lo cotidiano? Cotidiano es una palabra imprecisa, que incitaba las propias dad humana; o la incorporación de la subjetividad del hombre en la producción
confusiones o ataques de los opositores a esa invención, cuyo extrañamiento de conocimiento y su intención de acercarse al objeto; o, entonces, la experien-
consistía en interrogar el interés de algunos estudiantes de psicología en aproxi- cia analítica como orientadora de la producción teórica, entre otros. El recorte
marse a esa experiencia. ¿Estudiar psicología para ser chofer o niñera de locos? del objeto -el hombre- tampoco es efectuado en su totalidad, lo que resulta en
Por otro lado, había quienes defendían esa idea, surgidos de las distintas fi- una aprehensión facetada del mismo. Las matrices del pensamiento psicológico
liaciones teóricas presentes en una carrera de psicología. Los debates comenza- son distintas, originadas de presupuestos filosóficos dispares, hasta inconciliables
ron y los alumnos que se identificaban con los behavoristas, con los fenomenó- entre sí. No hay una unidad territorial, lo que hace que la psicología, definitiva-
logos, con los junguianos, con los psicoanalistas, los propios estudiantes impul- mente, no sea un continente. De ese modo, la definición de terapéutico es cohe-
sados por algunos profesores, comenzaron a esbozar un movimiento de teori- rente con la posición epistemológica de cada una de las escuelas del campo psi.
zación y de debate acerca del modo en que cada teoría podría significar la expe- Así, fue posible constatar, en los años 1990, un movimiento de apropiación de
riencia clínica del AT. Había una cuestión allí, presente en la palabra terapéutico, la experiencia clínica del AT para cada uno de los abordajes del campo psi. Es a
en cuanto era articulada a la perspectiva de la inclusión de la locura en el con- lo que apunta el trabajo de Carvalho (2004), cuya reflexión se propuso describir
texto social. ¿Terapéutico e inclusión social son equivalentes? Se abría una cues- el fenómeno anteriormente citado: defensores de la práctica clínica del AT, apo-
tión que era la de reflejar la propia finalidad terapéutica de los abordajes teóri- yados en el significante terapéutico, buscaban para sí, en las referencias teóricas
cos. ¿Lo que es terapéutico para la psicología comportamental, lo es para el psi- de su preferencia -propias del campo psi-, las posibilidades de teorización del
coanálisis? Al final, ¿qué es terapéutico? Dentro de este debate de las psicotera- AT. Sin embargo, a pesar de que la psicología se incline yse esfuerce por sistema-
pias, cada presupuesto teórico defendía su postura, según sus presupuestos teó- tizar la experiencia clínica del AT, no se pretende aquí asumir una posición de
ricos y epistemológicos. carácter comercial, de reivindicación de una supuesta legitimidad o de apropia-
Por otro lado, no podría ser diferente, ya que no existe una unidad episte- ión del ejercicio de esa función por parte de psicólogos o psicoanalistas, como
mológica en el campo de las teorías y prácticas psi. Según Figueiredo (1992), la si fuese una función ejercida y legalizada por el Consejo Federal de Psicología.
psicología está más cerca de ser un archipiélago que un continente. Cada isla es Con todo, se abre aquí una argumentación que merece atención, en aquello
una escuela, sustentada por su modo peculiar de producción de conocimiento, que concierne, más específicamente, a la relación entre el AT y el psicoanálisis.
definido por la manera en como el sujeto cognoscente -el hombre- define su 1Tistóricamente, la función clínica del AT se constituyó a partir del significante
objeto de estudio: el propio hombre. De hecho, es bastante complicada esa rela- terapéutico, significante que dista de los presupuestos psicoanalíticos, cuya fi-
ción, dado que el hombre, como productor de conocimiento, tiene innumera- nalidad de tratamiento no incide sobre la psicoterapia, sobre lo terapéutico, so-
bles facetas, desdobladas en el debate epistemológico de la producción de cono- bre el bienestar, pero sí sobre lo analítico o el hablar bien. Esta cuestión merece
cimiento, en el cual asume posiciones distintas, tales como, por ejemplo: el in- S<.: r examinada un poco más de cerca.
Se hablaba de la idea de que el AT.traía consigo una finalidad terapéutica que
universidades, tales como: Ética e técnica no acompanhamento terapeutico: andam;as
na la de la inserción del loco en el contexto social, al punto de ocurrir una yux-
com D. Quixote e Sancho Panra, de Barreto (2000); Sorrisos inocentes e gargalhadas tnposición entre terapéutico e inclusión. En ese sentido, vale cuestionar, bajo el
horripilantes: intervenroes no acompanhamento terapeutico, de Cauchik (2001 ); punto de vista del psicoanálisis, la idea de inclusión social. ¿Es pertinente levan-
Acompanhamento terapeutico na rede pública: a clínica em movi- mento, de Palombini et al. tar la bandera de la inclusión social del loco, a cualquier precio, sin considerar
(2004); Acompanhamento terapeutico: que clínica é essa?, de Carvalho (2004); Acompanhamento
·krtas condiciones subjetivas? El psicoanálisis ofrece una posición importante
terapeutico: a construráo de urna estratégia clínica, de Pitiá e Santos (2005); Um passeio
esquizo pelo acompanhamento terapeutico: dos especialíssimos a política da amizade, de sobre este tema, que será desarrollado a lo largo de este libro, tal como el lector
Araújo (2006). Por fin, hubo también publicaciones de números de revistas de psicoanálisis podrá verificar a continuación, pero que es luego retomada: hay ciertos lugares
dedicadas, exclusivamente, al tema AT. Son las siguientes revistas: Pulsional (2002), Psyche Imposibles para el sujeto psicótico, lo que determina, por lo tanto, desde el pun-
(2006) e Estilos da Clínica (2005), siendo esa última un dossier sobre AT, coordinado por el to de vista de la ética psicoanalítica, considerar al sujeto y su posición en el bor-
autor de este libro. Algunos de sus artículos están anclados en la teoría lacaniana de las psicosis.
1 Introducción 19
18 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

de de la locura, para verificarse, a cada paso, sus reales posibilidades de inclu- tías del procedimiento técnico lo que validarán el psicoanálisis, pero sí el mane-
sión. La inclusión del loco en lo social, bajo el reverso del psicoanálisis, no pue- jo de la transferencia y sus respectivos efectos ...
de ser tomada como un a priori. De ese modo, es posible afirmar que el fruto de este trayecto de teorización
Otro aspecto, este sí más relevante para la presente reflexión, coincide con la del AT es consecuencia de ese malestar, también experimentado por mí, cuyo
posición de los defenseres del psicoanálisis en el debate que ocurría en algunas deseo es el de superar las cuestiones anteriormente expuestas, en el sentido mis-
instituciones académicas del país, en el intento de sistematizar la función del AT mo de hacer trabajar la teoría lacaniana de las psicosis, más precisamente el tipo
bajo esa óptica teórica. Se decía que el psicoanálisis, como teoría, podría orientar línico de la paranoia, para, a partir de ahí, sustentar la hipótesis de que el AT,
la praxis del AT, pero que el AT y su producto, como fruto de una función espe- :1Un preservando su especificidad, comprende una función analítica.
cífica, no podrían ser considerados un psicoanálisis. Ese tipo de reserva, presen - De ahí proviene el deslizamiento del significante: acompañamiento -estar
te en aquel momento histórico en el campo del AT, evidenciaba cierta cautela en al lado de ... - o, dicho de otro modo, soportar la transferencia psicótica y teo-
relación a la apropiación del psicoanálisis de la teorización del AT, ya que el psi- rizar sus manejos, atravesado por la ética lacaniana de la clínica de la paranoia,
coanálisis es una teoría procedente de un contexto bastante específico, la clíni- ·ircunscripta en la especificidad del AT. Terapéutico-o analítico-, en el sentido
ca stricto sensu, que contiene especificidades importantes a ser consideradas: los mismo de teorizar los efectos de la función clínica de esa experiencia, de acuer-
conceptos psicoanalíticos eran provenientes de una experiencia construida ar- do con las perspectivas clínicas de la construcción de la metáfora delirante y de
tificialmente en el interior de cuatro paredes, el consultorio. El discurso vigente la construcción del sinthome. Sin embargo, no se trata, de todos modos, de una
en la época era el de considerar el uso de algunos conceptos psicoanalíticos, ta- propuesta de cambio de nombre, como, por ejemplo, Acompañamiento Analítico.
les como el de transferencia, escucha del delirio, entre otros, pero sin nunca per- No se pretende instituir una nueva nomenclatura para una función que, a duras
derse de vista en el argumento la reserva mencionada: el AT no es psicoanálisis. penas, se constituyó, como una importante alternativa clínica para el movimien-
Evidentemente, en aquel momento histórico, se notaba un malestar entre los to de la Reforma Psiquiátrica en Brasil y en algunos países del mundo. Se trata,
at(s) que se apoyaban en la teoría psicoanalítica. El enfrentamiento de ideas en solamente, de superar el malestar citado en esta introducción, en la perspectiva
el medio académico estaba constituido: los defensores de los distintos abordajes de afirmar la pertinencia de la teoría lacaniana como una legítima herramienta
del campo psi realizaban sus primeros esfuerzos de teorización del AT en con- ( onceptual para la teorización del AT, conforme a las contribuciones de Lacan
sonancia con sus presupuestos teóricos, pero, en el momento en que los defen- .1cc rca del significante y de lo real5 en la clínica de la paranoia.
sores del psicoanálisis se presentaban para el debate, de antemano, iniciaban sus
ranraise. El uso de la palabra sinthome, con h, se condice con una nueva indicación
argumentos disculpándose, lo que denunciaba, automáticamente, una supues- línica para la dirección de tratamiento de la clínica psicoanalítica. En lo que concierne
ta fragilidad. ¿El psicoanálisis sirve como referencia teórica para teorizar al AT? a este libro, se tiene ahí, inclusive, una formulación teórica importante para la clínica
¿Pero, al final, cuáles son las garantías de un buen psicoanálisis? ¿Hay garan- psicoanalítica de las psicosis, en la medida en la que se introduce la dimensión social
tías? ¿Es el setting? ¿Es lo que garantiza el establecimiento de la transferencia? ;n ese tratamiento, al criticar la noción de construcción de la metáfora delirante como
1ra tamiento, posible para las psicosis -esta última tomada como dirección posible al
Hoy, en pleno siglo XXI, estando el campo psicoanalítico plenamente constitui-
1ra la miento-, formulada por Lacan e11 los años 1950.
do, con más de un siglo de vida, es posible afirmar, sin rodeos, que la vitalidad 11 En un texto, denominado O significante e o real na psicose: ferramentas conceituais para
del psicoanálisis no está en los elementos que componen su encuadre, pero sí en o /\T, fue trabajada la idea de que en la teoría de Jacques Lacan hay dos momentos
aquello que determina su fundamento ético: en la neurosis, donde hay transfe- teó ricos importantes para la teorización de puntos específicos de su función, los cuales
1;0 11 : la teoría del significante en la paranoia, formulada en los años 1950 y la teoría de la
rencia, hay interpretación; en la psicosis, donde hay transferencia, hay construc-
rn nstrucción del sinthome, presentada a partir de la topología de los nudos borromeos,
ción de la metáfora delirante o la construcción del sinthome4. No son las garan- Introducida por Lacan en los años 1970 (HERMANN, 2005). Por otra parte, la perspectiva
de teorizar la función clínica del AT bajo el reverso de lo real condice con aquello que
4. El Sinthome, Seminario 23 de Jacques Lacan. La grafía de la palabra sinthome, explica Lacan, Q uinet (2006) destaca en su libro Psicose e faro social, obra importante sobre el tema
viene de una manera antigua de escribir. Según destaca el traductor de la edición brasilera de y qu e marca la posición epistemológica de investigación en psicoanálisis lacaniano.
ese seminario, el origen de esa grafía se refiere a la palabra sympt6- me, que data de 1503, No obstante, antes de dar continuidad al texto, vale realizar una reserva, también
según el diccionario Le Robert. Dictionnaire alphabétique et analogique de la langue prese nte en el libro de Quin et: el hecho de pensar en dos momentos de la obra de
20 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Introducción 21

Ese paso es coherente con aquello que fue descripto respecto del debate aca- tes de su familia, teniendo en cuenta el lugar que el paciente ocupa en su nove-
démico ocurrido en los años 1990. Fue necesario un tiempo de maduración de la familiar: el de depositario de la locura.
esa experiencia clínica, pero, también, un tiempo histórico para que las discu- Sin embargo, fue en los años 1970, en conformidad con el énfasis dado por
siones del medio lacaniano incorporasen en sus debates sus contribuciones al Lacan a la clínica de lo real, de acuerdo con la teoría de los nudos borromeos
respecto de la noción de sinthome y sus implicaciones en la dirección del trata- - más precisamente los Seminarios Aun, R.S.I. y El Sinthome-, que fue posi-
miento de la paranoia, ya que esa contribución teórica es de gran importancia ble desglosar la experiencia clínica del AT en su especificidad, en un doble mo-
para la presente teorización, en aquello que se refiere, sobre todo, a la constata- vimiento: por un lado, problematizar la noción de escena en el AT, de tal forma
ción de que el AT contiene, en su especificidad, una función analítica. Es lo que de determinar su alcance analítico y, por otro lado, instituir las bases metodo-
se espera afirmar al final de este recorrido de elaboración teórica. lógicas para la constitución de una teoría del método para el AT, al menos en lo
De ese modo, el lector se encontrará con dos momentos importantes acer- que concierne a su función clínica con la paranoia, ya que hay especificidades en
ca de la teoría lacaniana de las psicosis, momentos que ofrecen subsidios teó- uanto al manejo de la transferencia, entre la paranoia y los otros tipos clínicos
ricos legítimos para teorizar los obstáculos de la clínica de la paranoia y las es- de la estructura psicótica, tales como el autismo, la esquizofrenia y la melancolía.
trategias creadas en el AT como alternativas importantes de superación de esos Así, y para finalizar, se retoma aquí, una vez más, la idea del deslizamiento
mismos obstáculos. del significante, ahora circunscripto a la clínica psicoanalítica en sentido estric-
El primer momento, referido a los años 1950, más precisamente los Semi- to y al AT. Fue a partir de la concepción de Lacan para la clínica psicoanalítica
narios Las psicosis (1955-1956) y Las formaciones del inconsciente (1957-1958), de la paranoia que se creó ese movimiento de teorización del AT, a fin de poner
además del texto De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las :se modelo teóric.o -sus herramientas conceptuales- al servicio de la sistema-
psicosis (1957-1958), permitirá teorizar, de acuerdo a la noción de manejo de la ! ización de presupuestos teóricos y técnicos y el debido alcance de su finalidad
transferencia para la construcción de la metáfora delirante, algunos pasajes es- dínica. Fue ese paso, el de trasladar la concepción de manejo de la transferen-
pecíficos de la clínica del AT, tales como los tiempos previos de la instalación del ria en la clínica psicoanalítica tradicional al AT, lo que permitió avances teóri-
dispositivo de tratamiento y el procedimiento aquí denominado mirada en red. ros importantes para el campo específico. Sin embargo, si existió ese movimien-
La instalación del dispositivo de tratamiento se refiere a una de las versiones to de la clínica stricto sensual AT, se espera, también, promover el movimiento
posibles acerca de la invención del AT, en este caso, la idea de que habría surgi- l1ivcrso; en este caso, trasladar el significante AT a la clínica psicoanalítica tra-
do en función de algunos casos que no encajaban en el montaje institucional de d icional, en la medida en que la función clínica del AT, en su especificidad, tie-
tratamiento constituido, lo que demandó, en esa circunstancia específica, lasa- 1w mucho para enseñar a los psicoanalistas que trabajan en sus consultorios ...
lida de un miembro del equipo a la residencia de tales pacientes, como una ex-
tensión de la institución para que el tratamiento se efectivice. En fin, este libro no interesa sólo a los acompañantes terapéuticos y sí a to-
Ya la idea de mirada en red se condice con un procedimiento oriundo de la dos los que, de alguna manera o de otra, sustentan una posición de embate con
concepción institucional de tratamiento -más precisamente la psicoterapia ins- l11s dificultades inherentes a todo tratamiento posible de la paranoia.
titucional-, pero que sirve al AT como procedimiento ético de bastante utili-
dad, ya sea para la formulación de un proyecto terapéutico para el AT, o como
punto de articulación de un equipo constituido en cada caso, donde el AT asu-
me una posición privilegiada de articulador de ese mismo equipo, atento a los
obstáculos, ataques o boicots inherentes al tratamiento del psicótico, provenien-

Lacan no significa afirmar que hay una ruptura epistemológica o conceptual entre
esos mismos momentos. Dicho de otra forma, no es posible prescindir de la teoría
del significante (o del lenguaje) y de su estatuto ligado a las estructuras clínicas para
leer, por ejemplo, el seminario denominado El Sinthome.
CAPÍTULO 1

La reforma psiquiátrica y el surgimiento


del acompañamiento terapéutico

Es sabido que, tratándose de la historia del AT, así como del conjunto de ex-
periencias de tratamiento de la locura, no es posible afirmar que una modali-
dad institucional, o igualmente el surgimiento del AT como dispositivo de tra-
tamiento, se hayan originado de forma espontánea o apartada del movimiento
institucional de sustitución de los manicomios. Ese movimiento crea y también
determina nuevos obstáculos, dilemas, crisis y ofrece soluciones, avances, nue-
vas posibilidades de teorización. La siguiente reflexión no es original. Absoluta-
111c nte. Al examinar la bibliografía existente sobre AT, vemos que varios traba-
os ya pueden ser citados para ejemplificar los orígenes de esa clínica insertada
m el movimiento de la historia de la reforma psiquiátrica.
Lo que se presenta es un intento de resituar la caracterización del AT a par-
1ir de la historia de la reforma psiquiátrica, haciendo foco en el modo en que el
~·n i rccruzamiento de las experiencias institucionales de tratamiento de la locu-
1,1, sobre todo en el periodo de post Segunda Guerra Mundial, permite caracte-
rizar el quehacer clínico del AT. Lo que se pretende sustentar es la idea de que el
lli.' riodo mencionado permitió un fecundo movimiento de invención de los pa-
n1d igmas institucionales de substitución del manicomio.
Al describir, en este orden, las comunidades terapéuticas de Inglaterra, la psi-
' ¡11in1·rfa democrática italiana y el modelo francés denominado psicoterapia ins-
111 ucional, el objetivo es recuperar, en nuestro momento histórico, los paradig-
n 1as institucionales de esas tres experiencias, formulándolos como principios
ol'icntadores y también como generadores de fracasos, a partir de aquello de lo
24 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 25

que cada montaje institucional no consiguió dar cuentas. Ahora, no es sin moti-
compara el uso de la violencia a aquello que cercena la libertad de una perso-
vo que toda concepción institucional tenga algo que, al final, escape. Como será
na por otra. Ser sano es saber preservar el derecho de otro a la utilización de su
más adelante trabajado a la luz de la teoría lacaniana, algo retorna, por la vía de
lo real, algo propio de la psicosis. propia libertad.
Su fundamentación consiste en afirmar que las relaciones sociales, sea en un
Así, lo que se puede afirmar, en términos de innovación en esta reflexión, es
grupo terapéutico, sea en la familia de un paciente psicótico, se fundamentan
el hecho de que la descripción de las mencionadas experiencias instituciona-
en algún tipo de relación entre una amenaza ilusoria o real de desintegración.
les, inclusive sus críticas, permite una descripción posible de lo que se defiende
De ese modo, el grupo reinventa sus miedos con el objetivo de asegurar la pro-
como la función clínica del acompañante terapéutico. La hipótesis que se sus-
pia permanencia. Dicho de otro modo, el producto de un grupo es enfrentarse
tenta es que la clínica del AT será descripta como producto de los paradigmas
al terror de la violencia de la libertad.
institucionales, incluyendo ahí las contradicciones inherentes al movimiento de
Es en ese contexto que Cooper se vuelca para el estudio de las familias de pa-
la reforma psiquiátrica.
ientes psiquiátricos al describir las peculiaridades de su funcionamiento. Las
·uestiones meramente triviales asumen una intensa polaridad entre vida y muer-
1.1 La comunidad terapéutica te, sanidad mental y locura. El modo de funcionamiento de la familia confun-
de a quien fue elegido para ocupar el lugar de enfermo mental. Una mamá, por
:jemplo, puede asumir el lugar de restringir la libertad de un niño, al sustentar
David Cooper (1989), principal exponente de la experiencia inglesa denomi-
la determinación de que todo intento de autonomía por parte del niño puede
nada comunidad terapéutica, fundamenta su propuesta de funcionamiento ins-
significar la desintegración del grupo familiar. En consecuencia, ese niño esta-
titucional en una minuciosa reflexión sobre las relaciones existentes entre psi-
r:\ condenado a ocupar una posición insustentable. O se somete al despotismo
quiatría y violencia. Al traer a la violencia al centro de su argumentación, Coo-
de otro, o carga con la culpa de asumir la desintegración de la ilusión de pleni-
per afirma que las relaciones institucionales entre los técnicos de una institu-
ción y los pacientes son marcadas por actos de violencia, tanto de orden física,
tud del grupo familiar.
Por lo tanto, se afirma que la salida posible para un paciente psiquiátrico es
tales como las camisas de fuerza, la lobotomía y el encarcelamiento de pacien-
In ruptura de los lazos familiares para su inclusión en la institución psiquiátri-
tes, como, sobre todo, por el modo en que se establece el uso del poder en aque-
1' :1. Siendo así, el estado natural de las relaciones de poder se mantienen también
llos que asumen el papel institucional de manutención de cierto orden social.
(' 11 el montaje institucional psiquiátrico tradicional. Se constata que las teorías

{. .. ]Al hablar de la violencia en psiquiatría, la violencia que nos enfrenta descarada - 1k doble vínculo, oriundas de la Escuela de Palo Alto, California, también están
mente dando gritos, proclamándose violencia en alta voz (como lo hace muy pocas ve- 11rcscntes en el funcionamiento del manicomio. Por doble vínculo se entiende
ces), es la violencia sutil y sinuosa que las personas "sanas"1 perpetran contra los rotu- 111 co nfrontación del paciente con exigencias absolutamente contradictorias. Ese
lados locos. En cuanto la psiquiatría representa los intereses o pretendidos intereses de tninbién es un punto importante, a partir del cual Cooperva a fundamentar sus
los sanos, descubrimos que, en realidad, la violencia en la psiquiatría es la violencia de lt•ntat ivas de sustitución del manicomio por su experiencia institucional, deno-
la psiquiatría (COOPER, 1989, p.31).
11ilnada Villa 21: Un experimento en antipsiquiatría.
:on todo, antes de presentar su propuesta de concepción institucional, cabe
Un primer punto a ser destacado es el propio concepto o definición de lo que
¡11(·scntar un argumento más, en este caso, una crítica a las clasificaciones psi-
sería la sanidad mental y su binomio, la locura. Campo de difícil tránsito, dado
q11 h\tricas. La medicina, de forma general, recurre a los diagnósticos para cla-
que las clasificaciones psiquiátricas tradicionales parecen ser insuficientes para
.l llcar la enfermedad y da poca o ninguna prioridad al enfermo o a la perso-
dar cuenta de la complejidad del sufrimiento psíquico humano. Cooper, al en-
1111 que sufre dificultades emocionales. Es verdad que la medicina, en su ámbito
fatizar en una mirada más detenida sobre aquello que se entiende como lo sano,
1111'111 ge neral, funciona bien al asumir esa estrategia. Sin embargo, la transposi-
1. Esas comillas denuncian el carácter irónico impreso por Cooper, al constatar el uso equivocado 1 1<'111 de la lógica de clasificación de las enfermedades para el campo psiquiátri-

d el poder de aquel que cree conocer el modo correcto de tratar a un paciente psiquiátri co. 1 • 1 l'S, según Cooper, bastante nociva. Sus efectos inciden sobre el hecho de que
La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 27
26 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

La horizontalización de las relaciones institucionales, según Cooper, convo-


la cuestión principal no está en la falencia del cuerpo del paciente psiquiátrico, ca a aquellos que tratan de aproximarse al fenómeno de la locura o se enfren-
pero sí en la perspectiva de que el paciente sufre de relaciones sociales y fami-
tan consigo mismos.
liares enloquecedoras.
La dificultad real para el personal consiste en la autoconfrontación, en la confrontación
[. .. ]La locura no está 'en" una persona, sino en un sistema de relaciones del cual for- con los problemas, perturbaciones y locura propios. Cada uno debe correr el riesgo de
ma parte el rotulado "paciente":[. .. ] La abstracción corriente del "enfermo" del sistema salir al encuentro del lunático que incluye en sí. El equilibrio convencional establecido
de relaciones en el que está aferrado distorsiona inmediatamente el problema y abre el mediante la externalización de la violencia por los psiquiatras y enfermeros (que ac-
camino a la invención de pseudo problemas, clasificados y analizados casualmente con túan al servicio del "público") no puede ya subsistir sin crítica por el hecho de no haber
toda seriedad, mientras que todos los problemas auténticos se disipan sigilosamente sido advertido. Ha producido el principal problema social del hospital psiquiátrico, al
por la puerta del hospital, junto con los parientes que se alejan (COOPER, 1989, p.47). obrar en una sutil y compleja colusión con la familia del paciente y, a través de la fami-
lia, con la totalidad de los funcionarios públicos implicados. (COOPER, 1989, p. 132).
La experiencia de la Villa 21 fue un marco en la concepción de la reforma psi-
quiátrica. A partir de la necesidad de crear una unidad autónoma frente al siste- Para finalizar, Cooper concluyó que el experimento de la Villa 21 implicó la
ma psiquiátrico, esa comunidad terapéutica puede establecerse en una casa de constatación de que hay límites para el cambio en la institución. Así mismo, cabe
la comunidad, fuera del contexto psiquiátrico institucional, asumiendo un ca- a aqtlellos que se aventuran en trabajar en una institución caracterizada en so-
rácter de prototipo o modelo de funcionamiento institucional. portar una proximidad mayor con el fenómeno de la locura, a partir de la hori-
Su rutina era establecida por grupos espontáneos o programados. En los gru- zontalización de las relaciones institucionales, no se dejen tomar por un sistema
pos programados, había una asamblea diaria de la cual participaban médicos, de dominación que clasifica, jerarquiza y, por lo tanto, determina a priori los lu-
técnicos y pacientes, con el objetivo de determinar cómo se daría el funciona- gares de funcionamiento de la institución.
miento de la institución. ¿Cómo lidiar con los problemas institucionales? Las
decisiones eran tomadas de forma colectiva, lo que revolucionaba radicalmente
lo que era propuesto por el modelo clásico de manicomio. No era más el médi- 1.2 La comunidad terapéutica y el acompañamiento terapéutico
co el que decidía el funcionamiento institucional, o lo que debería ser prescrip-
to como terapéutico para determinado paciente. Lo que estaba dado, en térmi- La contribución de las comunidades terapéuticas para la caracterización del
nos de horizonte del funcionamiento institucional, era una subversión delante A.T como dispositivo de tratamiento se da en dos niveles.
de un saber psiquiátrico totalizante, que muchas veces, al reproducir preconcep- El primer nivel se centraliza en la figura del auxiliar psiquiátrico como pre-
tos, estaba al servicio de una defensa frente a la locura. ursor del acompañamiento terapéutico, tal como es descripta por Reis Neto
Ocurrió en ese ejemplo un intento de horizontalización de las relaciones ins- ( 1995), Sereno (1996), Pitiá (2005) y Araújo (2005), al enfatizar la salida de ese
titucionales. Al tomarse la figura del médico como ejemplo mayor de lo que se técnico de la institución para auxiliar al paciente en su cotidianeidad.
discute en el momento, cabe verificar que él asume, naturalmente, un papel de El segundo nivel consiste en el propio debate sobre el pasaje de auxiliar psi-
líder en la institución. Históricamente él fue investido en un lugar de poder, sea quiátrico a acompañante terapéutico. Hay, en ese recorrido, una referencia a la
por su saber, sea por las atribuciones administrativas, en que las decisiones to- :xpresión amigo calificado, expresión importante para la cuestión en debate. No
madas parecen mucho más aliadas a las conveniencias operacionales y de con- t lene consenso, en la literatura sobre el AT, el cambio de término amigo califi-
firmación de un saber cientificista sobre la enfermedad. Dentro de ese contexto, rndo por el término acompañamiento terapéutico, como más adelante se verá.
se hace necesario resaltar un modo de ejercer el liderazgo con autenticidad, en Ibrahim (1991) relata una experiencia de trabajo de equipo en salud mental
el cual se promueve la no privación de la libertad del otro. Se abre la tentativa de :11 la ciudad de Río de Janeiro, en la Clínica Vila Pinheiros. Él describe la figura
no dominación del otro y, consecuentemente, de la no realización de la ilusión del auxiliar psiquiátrico como precursor del acompañamiento terapéutico. En
de que el funcionamiento institucional está bien ordenado, así como de la ilu- 11 n primer momento, ese técnico asumió la función de cuidar del paciente que
sión de que un funcionamiento institucional sustenta una organización interna.
La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 29
28 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAuRÍCIO CASTEJÓN HERMANN

acompañaba a los pacientes en tareas/acciones de lo cotidiano de la institución,


se encontraba en crisis emocional, siendo, así, demandados cuidados relaciona-
y pasa a trabajar directamente con el paciente, asumiendo él mismo el estatuto
dos a la manutención de la integridad física, la utilización de los medicamentos
de institución, al intervenir en el seno familiar del paciente sin el respaldo de un
y, sobre todo, un apoyo afectivo. En ese contexto, el auxiliar psiquiátrico asumió
equipo de trabajo constituido a priori.
una función que podría ser caracterizada no solamente como protección, vigi-
lancia y control. Había algo más, dado que ese profesional participaba integral-
El segundo aspecto a ser trabajado es la discusión del empleo del término
mente de la cotidianeidad de la institución, al auxiliar a los pacientes, al elabo-
11migo calificado, según lo descripto por Baremblitt (1991), al enfatizar la expre-
rar comisiones para la realización de fiestas, actividades deportivas, realización
sión amigo como algo importante para la reflexión acerca de la construcción de
del periódico mural, etc.
la figura del acompañante terapéutico. Él afirma que la tentativa de definición
Con todo, en el inicio de la década de 1970, cuando se piensa en Brasil, las
de una función o papel está profundamente marcada por compromisos cientí-
comunidades terapéuticas comenzaron a cerrarse en función de un retroceso
fi cos o disciplinares, ya que su argumentación también está atravesada por las
histórico marcado por el periodo de la dictadura militar. Se volvió a la época en
Ideas de Michel Foucault. ¿Cómo pensar la función del acompañante terapéu-
que la que lo que se proclamaba era simplemente sacar al loco de circulación. A
1ico, un desarrollo de la práctica del auxiliar psiquiátrico, haciendo también re-
pesar de eso, había un contingente de auxiliares psiquiátricos que fueron solici-
krencia al término amigo calificado? ¿Cuál es el lugar que se debe ocupar para
tados para trabajar en casas particulares, en el lugar mismo donde los pacien-
n.:percutir sobre la definición de acompañante terapéutico? La única salida po-
tes enfermaban. En ese pasaje, el trabajo pasa a ser ejercido fuera de las institu-
Hlhle es pensarlo a partir de la práctica, del lugar de aquel que ejerce la función
ciones. Algo se perdió, ya que no estaba más el recurso de la sustentación de un
de.: estar junto con un paciente psicótico. Lo que fue expuesto es que estar junto
equipo de trabajo para orientar las intervenciones del profesional. Sin embar-
1 on un paciente psicótico puede ser pensado a partir de una pequeña modifi-
go, el lanzarse directamente sobre lo cotidiano del paciente significó logros im-
( ación, ya que n'o interesa estar con el paciente, en su forma de estar en el mun-
portantes: el auxiliar psiquiátrico pasó a intervenir directamente en el seno de
do, pero sí considerar el hecho de que el paciente tiene su manera singular de
la familia, transformando radicalmente su forma de mantener la relación de tra-
n:producir el mundo. Cabe al acompañante terapéutico acompañar la recons-
bajo con el paciente. El auxiliar psiquiátrico deja de ser aquel que ocupaba una
1rucción de ese mundo, al considerar el modo absolutamente original del pa-
posición privilegiada de observador de la familia y pasa a ser actor en ese con-
1 it:n te. Es en ese contexto que se defiende la reconquista del empleo del térmi-
texto, manteniendo, a decir verdad, también un lugar de extraño en esa familia.
no amigo para la realización de la función descripta por Baremblitt, o al menos
Un punto de enorme importancia es lo que Ibrahim destaca como otra con-
no perder de vista aquello que la palabra amigo sugiere en términos conceptua-
secuencia del momento histórico anteriormente descripto. El auxiliar psiquiátri-
lt•s. Amigo significa soportar la inventiva/creatividad del paciente psicótico en
co, que antes participaba de un equipo de trabajo institucional, pasa a ser él mis-
recrear su mundo sin establecer una mirada de represor o de pedagogo, que de-
mo la institución. Ese punto será ampliamente desarrollado a lo largo de este li-
lt'rmine lo que es aconsejable para una buena adaptabilidad.
bro. ¿Qué desdoblamientos pueden ocurrir ahí? ¿Cómo pensar hoy la figura del
El debate acerca de la definición del acompañante terapéutico a partir de su
acompañante terapéutico apartado de un equipo de trabajo? ¿Cuál es su mirada
l11 nción permite reflexiones importantes, que merecen ser desarrolladas en el
sobre el fenómeno de la locura, su complejidad y las posibilidades de interven-
presente. Se creó el término acompañante terapéutico para pensar su identidad,
ción clínica? ¿Cómo pensar la idea de la mirada institucional o la mirada en red
ori unda de determinada función. Estar al lado de un paciente psicótico, no en
presente en esa función de proximidad con la vivencia de la locura?
1·1sentido de compartir su mundo pero en el intento de ofrecer estrategias para
Lo que Ibrahim describe en su texto es que el pasaje del auxiliar psiquiátrico
1¡11 c el paciente reconstruya el propio mundo. Eso evoca la figura del amigo como
ligado a un equipo de trabajo para ser él mismo la institución fue hecho de for-
1q11cl que no se preocupa por las excentricidades de par.
ma gradual y cargado de varios vicios institucionales, ya que se creía en el ca-
l\raújo (2005), al posicionarse frente a esa cuestión, defiende la reconquis-
rácter de "patología intrapsíquica" del enfermo y en su cura.
111 de la dimensión de la amistad en la clínica del acompañamiento terapéutico,
Acabamos de describir un primer marco para la construcción de la figura del
pues ella rescata la dimensión política de esa clínica, al apoyarse en la corriente
acompañante terapéutico. El auxiliar psiquiátrico sale de la institución, donde
30 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 31

teórica del esquizoanálisis. Lo que destaca Araújo es, sin duda, digno de tener puede surtir -en términos de pasajes subjetivos- son imprescindibles para lo
en cuenta. Al problematizar la noción de función en la clínica del AT, una clíni- que se busca en términos de efectos clínicos. Concordamos también con el he-
ca de pasaje, una clínica que propone una presencia por la proximidad de la ex- cho de que hay determinada clínica que puede tener efectos enriquecedores de
periencia de la locura, se propone enfatizar la propia idea del pasaje, de que algo la o en la subjetividad. Nos referimos aquí a aquellos que se apoyan en un sa-
se pasó. No solamente en el sentido del desplazamiento de los cuerpos en la vía ber tecnicista en vez de soportar una proximidad, en este caso, de mayor con-
pública, pero sí de algo que se produce en términos de cambios subjetivos. De tacto con la locura.
ese modo, Araújo propone: El debate del nombre de la función del AT ocurre a causa de la tensión exis-
1cnte entre una cualidad necesaria del AT de soportar lo insólito, característico
"Cuestionar las técnicas en cuanto saberes constituidos, no naturalizándolos, desesta- de la psicosis, como ya fue afirmado anteriormente, pero también sin perder de
bilizando sus formas, es lo que nos dará las condiciones para que podamos extraer de vista la faceta clínica de esa misma actividad. Históricamente, se apostó al nom-
las prácticas una experiencia clínica que pensaremos como un acontecimiento. Ha-
bre acompañamiento terapéutico justamente para resaltar su dimensión clínica
blamos ahora no más del cómo ni del dónde se da la clínica y sí el qué pasa en la clí-
nica de acontecimiento, o la clínica-acontecimiento-la punta más desestratificada del y/o terapéutica. Así, al contrario de lo que propone Araújo, la posición que aquí
agenciamiento clínico, que también será entendido como acompañamiento terapéuti- se inscribe es la de considerar una concepción de subjetividad y operar con ella,
co (ARAÚJO, 2005, p. 25). t• n la medida en que una teoría, a pesar de los riesgos posibles en su uso, es tam-
bién operadora, ya sea en el sentido de la oferta de aportes técnicos y metodoló-
El acento recae sobre la experiencia de un acontecimiento, en detrimento de gicos, como en los efectos de resignificación originados en la experiencia clíni-
la primacía de la técnica o del saber constituido. Lo que se hace es priorizar el ca, Jo que permite hacer avanzar aun más la propia potencia clínica.
acontecimiento, en vez de priorizar y, consecuentemente, confirmar algún saber En ese sentido, se abre una cuestión más ¿cómo pensar la clínica de la psicosis
instituido surgido de la técnica o del saber instituido sobre "la" clínica, al recono- delante del debate ahí expuesto? Dicho de otro modo ¿es verdad que el pasaje de
cer al sufrimiento humano como instrumento de confirmación de la ortodoxia .1uxiliar psiquiátrico a amigo calificado y, finalmente, a acompañante terapéuti-
teórica. Así, se preconiza la vivencia de acontecimientos, cuya dirección se opo- 1 o, puede perder de vista lo que fue mencionado sobre la posición de proximi-

ne a las fuerzas disciplinares o coercitivas encapsuladoras de la subjetividad. De dad que esa clínica exige de aquel que se propone acompañar a un psicótico? Sin
ese modo, la política de la amistad es entendida como "una relación libertaria vmbargo, se defiende la utilización del término acompañante terapéutico, dado
que surge en el espacio intersticial, entre dos, espacio siempre entre uno y otro, 1¡11e hay una posición distinta entre amigo y terapeuta. Basado en una posición
espacio que entendemos que es clínico por excelencia (ARAÚJO, 2005, p.31). determinada frente a ese debate, se cree que la política de amistad es importante
La política de la amistad, vivida sobre el amparo de lo imprevisible, de la ins- 1ia ra sustentar ese quehacer clínico, para no hablar de lo que ese término repre-
tantaneidad, de aquellos acontecimientos insólitos que la ciudad puede precipi- ·n ta en su dimensión ética y política. Pero la historia del AT nos muestra eso:
tar -en el sentido de una vivificación de la subjetividad en la escena o el esce- ;t' hace necesario no perder de vista la dimensión de tratamiento presente en el

nario público-, marca una articulación con el AT, en la medida en que hay un debate. Por otra parte, ya se habló mucho sobre cuan insustentable es la postura
compromiso político en su historia que no merece ser perdido de vista. 1k la antipsiquiatría tal como Cooper la describe. La proximidad por la proxi-
111idad misma no promueve tratamiento y también es verdadero el hecho de que
Amigo calificado fue el primer nombre dado a esa práctica, cuando se insertaba en el los integrantes del par acompañante/acompañado ocupan posiciones asimétri-
contexto de las luchas de la psiquiatría social. El amigo calificado fue entonces una for- ' ns. Hay alguien que sufre y hay alguien que ofrece tratamiento. Si no fuese así,
ma de hacer clínica que no se separaba de una intervención política en el campo de la
110 habría porqué teorizar esa clínica, ni interrogarse por sus efectos.
salud mental, que no se separaba de una práctica de libertad y de la creación de nue-
vos derechos relacionales (ARAÚJO, 2005, p.32).

Hasta ese punto, concordamos con Araújo, considerando que sus posicio-
nes acerca de la dimensión política del AT, además de los efectos que esa clínica
La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 33
32 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

Por ejemplo, los enfermeros comenzaron a acompañar a los internos en las


1.3 La psiquiatría democrática italiana visitas a sus familiares y, de ese modo, su función de control y vigilancia pasaba
a ser substituida por otra, opuesta: la de ofrecer y sustentar la libertad y el tránsi-
La experiencia italiana de substitución del manicomio pasa por una premi- to de los internos. Además de ese movimiento de salida de los internos, hay otro
sa fundamental: la de que la sociedad como un todo es productora de locura y, que también se estableció: el de apertura del manicomio a la posibilidad de visi-
consecuentemente, responsable por la exclusión social del loco. De ese modo, se tas de la población. Se estableció ahí un libre tránsito, sin restricción de sentido.
podrían crear en esa misma sociedad estrategias de inserción que puedan .s anar Lo de adentro podían salir y los de afuera podían entrar. Los esfuerzos se cen-
sus principios de funcionamiento enloquecedor y de exclusión. Lraban en la construcción y en el estrechamiento de la relación entre el manico-
Rotelli ( 1987) describe la experiencia de Tri este, ejemplo paradigmático de la mio y el territorio urbano. Culminaron en una estrategia de reurbanización de la
propuesta de substitución de los manicomios. Él parte de la constatación de que iudad, dado que se inició la construcción de centros externos de salud mental.
el sistema de leyes que regía en el país era del siglo XIX, centrado en la política Esos centros acumulaban las funciones de atención a la salud mental y también
de peligrosidad del enfermo mental. Así, la institución psiquiátrica contempla- de centros sociales, para abarcar las necesidades sociales de los usuarios, ya que
ba el sólo hecho de ejercer la custodia sobre el loco, considerado por la ley como muchos no disponían de familias para recibirlos. Por fin, se formaron coopera-
alguien inhábil, incapaz de ejercer sus derechos como ciudadano. De ese modo, tivas para sustentar ese movimiento, cuyo sustento financiero provenía de los
la psiquiatría era utilizada solamente para mantener el orden social. Los datos recursos destinados a la manutención del manicomio tradicional, extinto desde
estadísticos eran alarmantes: en 1965, se calculó que había 800 mil personas en la reformulación de los espacios públicos. Se creó un referendo para modificar
el interior del manicomio italiano, sin ningún derecho social. la ley de salud mental y, en mayo de 1978, el Parlamento Italiano votó la prime-
Como ya afirmamos, hay una relación de dependencia entre la psiquiatría, ra ley que preconizaba el cierre de los hospitales psiquiátricos.
las leyes y la manutención del orden público. Una vez constatada esa relación Para finalizar, de forma bien sintética, el proceso italiano abrió cuestiona-
de dependencia, el paradigma italiano se lanzó a un proceso de transformación inientos sobre el modo de constitución de la locura como enfermedad. La locu-
de esa realidad. Fue creado un hospital psiquiátrico abierto, donde las perso- ra puede ser vista como una situación natural y social, pero la categorización de
nas pudieran transitar libremente y ejercer sus derechos civiles. El punto inicial l'lla como enfermedad mental es un proceso histórico, cuya consolidación de-
era modificar la relación médico/paciente, a través de las discusiones colectivas pendió, y mucho, de determinado saber cientificista y legal. En ese sentid9, dis-
acerca de las necesidades de los usuarios frente a su tratamiento. De ese modo, ¡io ne de categorías como síntoma, diagnóstico, y se pasa a la tentativa de ade-
la propuesta de las comunidades terapéuticas sería el primer paso a ser dado, si- r uación del loco a una sociedad normalizante, como si el loco tuviese una falta
guiendo el modelo de asambleas, en que usuarios, médicos, familiares, en fin,
que debiese ser concertada.
todos los implicados tuviesen espacio para debatir lo que quisieran defender. Se
habla de una toma de conciencia colectiva, en que la dimensión del tratamiento lis preciso aumentar los grados de libertad personal, pues la locura acarrea su restricción.
se orientaba por la posibilidad del usuario de emanciparse como sujeto social. I:sto ocurre no sólo debido a la forma en como ella viene siendo gerenciada, sino tam-
La experiencia más significativa fue la de Trieste, iniciada en 1971, a partir de /Jién porque ésta es "per se" una situación de no elección, en la que el sujeto está inserto.
la nominación de Franco Basaglia para la dirección de un manicomio con más 'Terapia significa, por lo tanto, ampliar los espacios de libertad internos del ser humano,
de 1,2 mil camas. Se optó por trabajar las relaciones internas del hospital, con el y su emancipación. Para esto es necesario emancipar el medio circundante, pues no es
posible aumentar la libertad sin aumentar el estatuto de libertad, o sea, su libertad de
objetivo de abrir gradualmente las puertas del manicomio a la ciudad. Se creó,
relación. Es por lo tanto necesario emancipar todo el campo terapéutico y el ambiente
de ese modo, una cultura distinta de las relaciones entre las personas, en función t¡ue lo rodea (ROTELLI, 1987, p. 14).
de la responsabilidad atribuida a los médicos y, sobre todo, por la reconquista '
de la relación del interno con la ciudad. De ese modo, el principio de la comu- Para finalizar, el énfasis está en la promoción de la emancipación de los ciu-
nidad terapéutica podría ser pensado como un paso intermediario a ser dado, dndanos locos al establecer estrategias de trabajo y de inserción social. Se rom-
ya que el objetivo mayor de la propuesta era promover el cierre del manicomio 1lió con el pensamiento mecanicista de causa-efecto, ya que se priorizó el traba-
y la inserción del loco en la trama social.
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La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 35

jo bajo la defensa de las posibilidades. No se espera de determinada acción un


t lvo del acompañante terapéutico pretende tan solamente favorecer el flujo de
resultado específico y eso abre posibilidades y apuestas, pues la tutela cede te-
11n a acción, de modo que ella se sustente. Se destaca también el lugar físico del
rreno a la participación.
.1compañante terapéutico, que puede estar delante del acompañado para favore-
1t•r la ocurrencia de determinada acción. Él puede también estar al lado, como
ll Ruien que ofrece soporte al paciente, por servir como referencia corporal, o
1.4 La psiquiatría democrática italiana y el acompañamiento
t•nlonces estar atrás del acompañado, de modo de ofrecerle posibilidades de ex-
terapéutico
perimentar cómo reinventar el mundo a su manera, con su estilo.
En esa misma línea de raciocinio, Caiafa ( 1991) describe la condición de apri-
El ejemplo de Trieste nos permite verificar los efectos que una estrategia de
1don amiento que la crisis psicótica puede propiciar. Describe la posición de in-
circulación de/en lo social puede precipitar en un tratamiento con pacientes
111ovilidad en que determinado paciente se puede encontrar. Las salidas permi-
psicóticos. Ese es un punto absolutamente consensual en los distintos abordajes
te·n retirar al paciente de la condición mórbida, al ofrecer gerenciamientos de
del AT, se basen en las líneas cognitivas o comportamentales, en otros aborda-
vi da. Hay una apuesta al hacer enredo, historia, en fin, al incitar la memoria. No
jes psicoanalíticos y así mismo fenomenológicos o existenciales. La apuesta que
"1' habla apenas de una irregularidad de horario, sino también de aquello que las
se hace es que el encuentro del paciente con la calle, espacio clínico, promueve
' "~ce nas, actos, lugares públicos incitan en relación a la (re)construcción de una
efectos en la subjetividad.
111cmoria y, por consecuencia, da la tentativa de rescate de los propios recursos
A rua como espa<;o clínico, título de la primera publicación brasilera sobre
11bjetivos del paciente.
el tema, nos ofrece una definición de lo que sería el AT, según Porto y Sereno
(1991, p. 31).
e cualquier forma, ya hay una transformación social de algo mortífero y espantoso
por algo que puede impedir la muerte, que posibilita la vida. Esto sólo es posible por-
Acompañamiento terapéutico: prácticas de salidas por la ciudad, con la intención de que puede ser usado, vivido. Usado y vivido de modo que no incurramos nosotros,
montar una "guía" que pueda articular al paciente en la circulación social, a través de
t1compañantes terapéuticos, en la burocratización de un servicio, encerrando lo psicó-
acciones, sustentado por una relación de vecindad del acompañante con el loco y la lo- tico a una circulación neurótica de lo social, dictando modos de estar ajenos al pacien-
cura, dentro de un contexto histórico. Así, lo que se proclama es el intento de estable-
te (CAIFA, 1991, p.98).
cer una "guía" de la ciudad en que se pudiesen clasificar los puntos privilegiados de de-
terminado paciente, para que él pudiese experimentar su modo singular de conexión
con la trama social, respetando su organización psíquica, con el objetivo de aumentar La ciudad pasa, entonces, a ser considerada como objeto de reflexión. Frayze-
las posibilidades de circulación. Se busca una manera posible de que el paciente movi- 1•ncira ( 1994) se interroga sobre la ciudad al caracterizarla a partir de conceptos
lice sus propios recursos internos para construir sus puntos de contacto con la ciudad. d1· la modernidad. Articula la vivencia de la modernidad, cuyo inicio data del
1lglo XV, con la vivencia de lo urbano y reformula las dimensiones del tiempo y
En ese sentido, se prioriza el uso de acciones, al intentar siempre promover e 11·1espacio. La vivencia del tiempo se modifica, ya que no está más en juego la
salidas para la calle. El punto ahí es sustentar la circulación, inclusive si se sabe 1l1·tcnninación de la naturaleza sobre el hombre y sí la determinación del traba-
de antemano que el objetivo final está condenado al fracaso. No importa, lo que jo. No se duerme más a la noche y se despierta al amanecer. El hombre moder-
se sustenta es la posibilidad de que la acción se concretice, hasta donde fuese po- 11 0 o rganiza el propio tiempo en función del orden productivo. El tiempo pasa a

sible, a partir de aquello que fuera imaginado. 1·r considerado como algo lineal, en que claro y oscuro -día y noche- dejan
Otro punto importante es el de que la acción del acompañante terapéutico de ser determinantes para la organización del trabajo. Las fábricas disponen de
puede producir efectos interpretativos. No se trata de pensar la interpretación t 1·es turnos, los bancos contratan personas para trabajar en la compensación de
tal como fue formulada por Freud en la clínica de la neurosis, a través de lapa- 1 hcques de madrugada, las instituciones públicas solicitan mano de obra para

labra o del silencio, pero sí como acciones, movimientos, actos que puedan sus- l'l'a lizar procesamiento de datos, los medios de comunicación contratan profe-
tentar aquello que se imaginó como acción. En ese sentido, un acto interpreta- lonales para mantener siempre actualizados los sitios de Internet, etc. El espa-
1 lo también se modifica. El hombre pasa a trabajar en un lugar diferente al de su
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La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 37

residencia. Tiempo y espacio pasan a asumir nuevas configuraciones de la sub- En ese sentido, retomando a Caiafa (1991), la apuesta clínica que se hace es
jetividad del hombre moderno. 1¡11c el paciente psicótico, por estar al margen de un amarre neurótico que le con-
Tal proceso culminó en la condición subjetiva de fragmentación y disconti- li cre un estatuto simbólico, consigue, en su vínculo con la ciudad, construir algo
nuidades, marcas de la contemporaneidad. El hombre contemporáneo vive los q11e le permite sostener el amarre que le faltó en el momento de estructuración
efectos de la industrialización. La ciudad deja de ser algo a ser contemplado, ad- t k la propia subjetividad.
mirado, y se torna un espacio que posibilita la compra y venta de productos. Las A modo de conclusión, se realiza una breve descripción del paradigma italia-
marcas singulares de la ciudad, aquello que era admirado, son puestas en segun- 110 de reforma psiquiátrica. La experiencia de Trieste nos retrata el énfasis dado
do plano en función de la generalización del producto, que constituye el lema t la idea de que la sociedad produzca la locura y, consecuentemente, pasa tam-
para el sistema de producción de los bienes materiales IMn a ser responsable de promover estrategias de inclusión social. Vimos que
t•I proceso de cierre del manicomio de Trieste ocurrió según algunas etapas. La
El hombre actual es aquel que circula por las calles, solitario, enfrentando el caos ur-
¡1dmera fase fue similar a lo que fue descripto sobre las comunidades terapéuti-
bano y que tiene que ver con los efectos que esa circulación promueve en sí. No se tra-
t 1111, la horizontalización de las relaciones institucionales. La segunda fase con-
ta solamente de un esfuerzo para conquistar un mejor camino, sino también de la in-
teracción que se establece entre el hombre y el caos. 1. t ió en abrir el territorio urbano y el manicomio. Las puertas del asilo se man -
El hombre en la calle, lanzado en ese caos moderno, se ve en torno a sus propios recur- 111 vkron abiertas y, poco a poco, fue posible diluir las diferencias entre dichos
sos - posibilidades que frecuentemente ignora poseer- y se ve obligado a explorarlos lt'l'l'ilorios. Para finalizar, los centros externos fueron creados, con un carácter
exhaustivamente si quiere sobrevivir. Y, para recorrer el caos, él necesita estar en armo- t 11· cooperativa, para recibir a los usuarios que por ventura no dispusiesen de fa -
nía con sus movimientos[... ] (FRAYZE-PEREIRA, 1994, p.26).
11 tilia o de un lugar para vivir y hasta trabajar.

l .a exper iencia italiana radicalizó la propuesta de inclusión social, en com-


Se agrega el estar en armonía también con los propios recursos psíquicos. l'll'tn sintonía con lo que la clínica del AT preconiza, según lo trabajado en este
Es en ese contexto que Palombini (2005) localiza la figura del acompañante 111'111. Sin embargo, hay un punto que merece ser destacado ¿cómo pensar la in-
terapéutico. El acompañante terapéutico aparece como una piece de résistance, t hl'l ión social de un psicótico, teniendo en cuenta que él trae consigo determi-
alguien capaz de oponerse a la lógica de dominación del flujo homogeneizan- ll i1cl11 condición subjetiva? Cabe examinar las cosas más de cerca. De hecho, vi-
te de lo urbano. Hay una subversión en el modo con el que él se posiciona en la 11101> que el paciente psicótico se beneficia al tener espacios de anclaje subjetivo
ciudad, propuesta a partir de la figura del flaneur. El vagabundo2 es aquel que t 11 1·1 contexto social. Pero también sabemos que los puntos de anclaje son te-
vaga por la ciudad, desligado/desvinculado de la determinación de los flujos ur- ttlll'N y de difícil construcción. En otros términos, no es posible proponer la ban-
banos ligados a la lógica capitalista. Él circula por el territorio, buscando para sí il1 •r11 de la inclusión social sin preguntar si alguien, con su propia historia, so-
posibilidades de contemplación y disfrute de aquello que experimenta y viven- ¡1111 1n ser lanzado a cohabitar un mundo determinado por una lógica capitalista.
cia. El par acompañante/acompañado establece el mismo tipo de relación con '1h1vez sea ese el punto de mayor fragilidad de la experiencia italiana. Hay
la ciudad. Lo interesante es descubrir cuáles son los puntos de anclaje posibles l1111111t·s simbólicos que pueden ser imposibles de habitar, o hay ciertos derechos
para el psicótico, con el objetivo de crear una red propia de circulación. La cir- j\1 11 111\t izados por ley que son, si no imposibles, al menos difíciles de ser conquis-
culación se abre a la perspectiva de lo nuevo, del encuentro, de la posibilidad de 111111 l/l, Por ejemplo, se sabe que, en Brasil, el psicótico tiene una pensión por in-
creación de acontecimientos en los espacios. El acontecimiento implica una di- v d1d1·~. Es una cuestión delicada, dado que ese derecho deriva en un rótulo, lo
mensión subjetiva, un encuentro con la alteridad, una ruptura con aquello que ' I' 11 • ¡iucde tener implicancias en la subjetividad del candidato a tal bono social.
mantiene el psicótico en su encierro.
l 11 1u 110 pasa por ahí. Al suponer esa posibilidaa, se imagina que el hipotético
1 11 H l ldnl'o tenga que obtener un segundo documento de identidad para conquis-

l111 1111 beneficio. Es una hipótesis bastante común, teniendo en cuenta que, al
2. Nota del Traductor: se considera a la palabra vagabundo como la traducción contextual más
1111 1tt1s <.: n la realidad brasilera, millares de internos perdieron sus vínculos fami-
acertada de la palabra francesa flaneur, utilizando su primera acepción según el Diccionario
de la Real Academia Española: Que anda errante de una parte a otra ll.111 •11 ¿cómo, entonces, se puede sustentar esa propuesta delante de alguien que,
La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 39
38 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

Pierre Riviere no puede ser juzgado por la justicia común, pues sufría intensas
en su producción delirante, cree que su origen viene de referencias oriundas del J ificultades emocionales. El saber psiquiátrico de la época intercedió y desde enton-
propio delirio y no de una filiación marcada por un padre y una madre y, por lo es se creó una demanda importante para el Estado: ¿qué hacer con los criminales
tanto, según las determinaciones simbólicas? La bandera de la inclusión social locos? El movimiento humanista fue, en función de esa demanda, una tentativa de
puede ser legítima, pero debe ser conducida de tal modo que se consideren las ofrecer tratamiento a esas personas. Pinel propuso un tratamiento moral, basado
condicione subjetivas de cada paciente. <.:n su hipótesis de que el loco tenía un cerebro más influenciable a los males de la
En cierta ocasión, actué como acompañante terapéutico de un paciente que sociedad. Cabría, entonces, proponerle un tratamiento basado en terapias como
creativamente produjo una "tarjeta de presentación" de sí mismo, que decía más b estrategia del silencio y baños terapéuticos, un tratamiento que pudiese aliviar
o menos lo siguiente: "Certifico para los debidos fines que [... ] es constructor de al cerebro moralmente enflaquecido o susceptible a las explosiones de la locura.
puentes y edificios, profesor de educación moral y cívica, sereno, carpintero, etc:' Esquirol, su discípulo, constató la necesidad de crear una institución sola-
Había una infinidad de profesiones impresas en su tarjeta, que fue confeccio- mente para la demanda específica de tratamiento de la locura. No era posible
nada de modo cuidadoso, plastificada y con una firma bastante original. Un día, tratar la locura en una institución que juntaba a los locos con toda clase de ex-
fue necesario ir a un centro de análisis clínicos para realizar un control de san- d uidos, tales como leprosos, prostitutas, jóvenes desvirgadas, mendigos, etc. A
gre de rutina. Le fue solicitado su documento de identidad y el paciente le pre- modo de ilustración, el hospital Salpetriere era un depositario de excluidos. Era
sentó su tarjeta personal. En ese momento, se creó un conflicto. La recepcionis- 11rgente la necesidad de organizar la casa, de crear una institución para el trata-
ta, por un lado, no quería aceptar lo que le estaba siendo presentado; el pacien- 111 iento exclusivamente de la locura.
te, por el otro, se rehusaba a tomar cualquier otra iniciativa, a no ser la de insistir La afirmación de Desviat acerca de la tentativa de la psicoterapia institucio-
en la validez de aquello que estaba presentando, al final su tarjeta decía mucho 11 al de rescatar el manicomio condice con la reconquista de los presupuestos hu-
más de él qu:e el documento oficial. Después de la discusión y en función de la man istas, al considerar la subjetividad del loco en cuestión, además de crear un
insistencia del paciente, la recepcionista cedió y permitió la realización del exa- territorio que ofreciera condiciones de tratamiento a la demanda específica de
men, a causa de la intervención conciliatoria del acompañante terapéutico. Mo- In locura. Pinel y Esquirol fueron entonces rescatados, en otro momento histó-
raleja de la historia: no es posible insistir en la bandera de la inclusión social sin rico, post Segunda Guerra Mundial.
considerar las condiciones subjetivas de aquel que ocupa un lugar excluido del O tro dato importante es que en ese periodo entrara Jacques Lacan en la his-
contexto social. Lo que veremos a continuación hace referencia a dicha cuestión. 1oria del psicoanálisis, con su "no retroceder" frente al sufrimiento de la locura.
l .acan apaciguó el terreno de tratamiento de las psicosis, lo que permitió una teo-
da de la subjetividad operativa, consistente, lo que llevó a constituir los pilares
1.5 La psicoterapia institucional francesa dd paradigma francés de reforma psiquiátrica. En resumen, el modelo institu-
' ional francés es un intento de rescate del manicomio, pues rescata ideas huma-
En este libro, el paradigma de substitución del manicomio oriundo de Fran- n islas, ya sea al considerar la subjetividad del loco o al crear un territorio insti-
cia, denominado psicoterapia institucional, ocupará un lugar destacado, pues en l11 cional organizado en torno a esa demanda específica de tratamiento.
él hay fundamentos importantes para pensar la clínica del AT. Sin embargo, los presupuestos teóricos de la psicoterapia institucional no se
La psicoterapia institucional produjo una alternativa importante de substi- dt'licnen aquí. Silva (1999) dice que Oury, fundador de esa experiencia institu-
tución del manicomio. Sus raíces teóricas se remontan al silgo XIX, según Des- 1 ional, también se preocupó por la complejidad presente en las formas de aliena-
viat (1999) que afirma que ese modelo institucional fue una tentativa de resca- ' Ión del sujeto, que sobrepasan apenas la dimensión clínica, pero también social,
tar aquello que sería una institución psiquiátrica. Sus fundamentos se originan l11lcs como la explotación capitalista y las estrategias de coerción ejercidas por las
en las concepciones de Pinel y Esquirol, quienes propusieron el fundamento hu- 11 s t ituciones del Estado. Así, se habla de una doble alienación: la alienación psi-
manista de tratamiento de los alienados. Un marco histórico importante fue la 1
1 1)1lea - a partir de Lacan, al pensarse la estructuración del sujeto mediante el
conjunción entre el Poder Judicial y la psiquiatría, cuando Pierre Riviere asesi- l1 ·11guaje y el deseo- y la alienación social, basada en el pensamiento marxista.
nó~ su familia en Francia, a mediados de la década de 1830.
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Del punto de vista de la subjetividad se tiene aquí una condición alienante Oury establece su propuesta de tratamiento en torno al concepto de colecti-
en la estructuración del deseo, en la medida en que su constitución se da a par- vo. Teniendo en cuenta la condición subjetiva de la psicosis, su fragmentación,
tir del sujetamiento del niño al deseo del Otro. Esa condición denuncia nuestra cabe a la institución organizarse en una multiplicidad de saberes, en que los téc-
precariedad, ya que para que nos tornemos humanos es necesario someternos nicos -o sea, la psiquiatría, la terapia ocupacional, la asistencia social, la enfer-
a las condiciones deseantes del Otro, portavoz del lenguaje y del orden simbóli- mería, el personal administrativo, en fin, todos los implicados en la trama co-
co de la cultura, con sus reglas y prohibiciones organizadoras de la sexualidad. lectiva- puedan sustentar, siguiendo criterios metodológicos definidos, lapa-
Se trata de una condición paradoja!, en la medida en que, si existe algo de liber- radoja existente en ofrecer sistemas colectivos que abarquen, al mismo tiempo,
tad, ese algo debe ser conquistado a partir de operaciones de separación 3 de la la aceptación de lo singular. Está presente una especie de tránsito entre lo colec-
condición alienante, que es inherente a la constitución subjetiva humana. Para tivo y lo singular y viceversa.
Oury, la alienación psicótica proviene de la propia constitución de la subjetivi-
dad, pero también de los efectos presentes de la alienación social. Oury afirma que la lógica subyacente en la noción de colectivo no es la lógica habitual
¿Y cómo articular, en el tratamiento de la locura, la alienación psicótica y de la organización de los sistemas psiquiátricos tradicionales, fundada en un sistema
también los efectos de la alienación social? El argumento de Oury es el de la éti- jerárquico, pero sí una lógica que debe respetar casi una infinidad de factores, uno por
uno, lo que no es posible en ese tipo de organización. No se trata, por lo tanto, de la ló-
ca, en que se articulan, en una justa medida, deseo y acción.
gica de una simple discursividad, ni de lo serial, ni de la Gestalt, y sí de la lógica de los
En ese sentido, se debe también pensar que la dimensión de la alienación so- conjuntos transfinitos, de la lógica de los conjuntos aleatorios y de la lógica de la poé-
cial está presente en aquellos que tratan la locura, lo que desemboca en la exi- tica (SILVA, 2001, p. 103).
gencia de tratar la alienación de la propia institución.
Se busca sustentar los espacios de transicionalidad, tal como Winnicott lo
El tratamiento de psicóticos en la institución exige, por lo tanto, un sólo tiempo: la des- formula, para organizar la trama colectiva de modo tal que la alienación psicó-
alienación de la institución (alterar las condiciones y la organización del trabajo, pro-
1ica, de la forma en como fue teorizada por Lacan, sea pasible de tratamiento,
ceder a un análisis concreto de la institución y rever las relaciones políticas y los cam-
bios con la sociedad más amplia y con el Estado, las formas de distribución de los re- ndemás de ofrecer condiciones de desalienación de las determinaciones socia-
cursos, el análisis de la demanda, etc.) y la desalienación de los que tratan (que permi- les. Todo eso basado en el principio ético de que es posible ofrecer tratamien-
tan que esos, en la tarea de tratar, puedan poner en juego su deseo) (SILVA, 2001, p.93). to a los psicóticos, justificado por el plano teórico y, sobre todo, por el deseo de
.1quellos que se proponen a tratarlos.
La institución de tratamiento busca interrogar, continuamente, lo que son
sus trabajos, sus efectos, sus estrategias de intervención, en fin, establecer herra- El colectivo no es ni un conjunto de individuos, ni un grupo de personas, ni un estable-
mientas conceptuales para que se pueda cuestionar y orientar una práctica más cimiento o institución, pudiendo ser mejor definido como un sistema de multifuncio-
nes que deberían ser puestas en práctica para obtener los efectos deseados. Se trata, en-
efectiva. Oury sostiene la idea de que es siempre necesario cuestionar el trabajo,
tonces, de destacar cuáles son los efectos positivos deseados[. .. ] donde se pueda vivir
de modo de luchar contra su condición alienante, la cosificación. De ese modo,
de un modo bastante personalizado.
la institución es llevada siempre a cuestionarse sobre el arsenal tórico que sus- Oury destaca como efectos deseables: el respeto al otro en una dimensión ética, la posi-
tenta su praxis, para reverla y teorizada en el a posteriori, dado que los pacien- bilidad de establecimiento de un buen contacto con los pacientes que no los deje caer en
tes son absolutamente capaces de percibir si lo que se ofrece, en términos de tra- el vacío y que permita que la persona en sufrimiento perciba que cuenta con los otros,
tamiento, es algo que favorece la adherencia al mismo o no y si se reproduce la In heterogeneidad, la libertad de circulación y la transferencia (además de esto, Oury
alienación o no. destaca como efectos del Colectivo la polifonía, la multidimensionalidad y la transver-
salidad) (SILVA, 2001, p. 104).
3. Punto de suma importancia, que será retomado a partir del Seminario 11, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis, de Jacques Lacan. El tipo clínico de la paranoia se somete a la abe entonces, a la institución, ofrecer espacios heterogéneos que favorezcan
operación de alienación, pero no tiene consigo, desde el punto de vista estructural, la segunda 111 circulación del paciente en el espacio institucional. Sino, no se trata más que
operación del sujeto, en este caso, la separación.
42 La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 43
Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

·ir, de emergencia del sujeto, hay circulación de la palabra y, por consecuencia,


de una oferta de distintos talleres o grupos terapéuticos, organizados en torno de
transferencia.
determinado tema. Se hace necesario crear un ambiente caracterizado por un es-
Otra función de gran importancia para el funcionamiento del Colectivo se
tilo de aproximación que promueva contacto con lo que le es ofertado, que pro-
condice con la función diacrítica. Este término se refiere a ciertos signos capa-
mueva la posibilidad de encuentro. Es por ese prisma que el psicótico puede cir-
·cs de marcar una diferencia en relación a otro signo. Por ejemplo, en la gramá-
cular en los espacios institucionales, teniendo ahí, en esa oferta, una posibilidad
1lea (brasilera) se utiliza el signo"-" (tilde) para distinguir al fonema "a', pro-
de elegir y, consecuentemente, de libertad de circulación. Lo siguiente es una cita
nunciación nasal del fonema "a'', pronunciado de forma abierta y con el aire ex-
de Oury acerca de la noción de encuentro, derivada del pensamiento de Lacan:
halado por la boca.
No hay encuentro a no ser que se ponga en cuestión cualquier cosa de lo Real. Sabe- En la institución, la función diacrítica asume su papel al distinguir aquello
mos bien que el esquizofrénico, el psicótico, vive en lo Real. No es realidad; lo Real es que es del orden de lo amorfo, de lo confuso, en la tentativa de romper con la
cualquier cosa mucho más espantosa; es paradójicamente no pasible de ser vivido. Lo repetición, con el vacío. Cabe resaltar aquello que determinado acontecimiento
Real es justamente lo que se evita siempre, pero es cualquier cosa que siempre estuvo pueda traer como novedad. La función diacrítica busca distinguir lo diferente y
allí, eso que reaparece siempre allí donde no se esperaba, Allí, justamente donde el en- 1•ucede de forma práctica, en función de acontecimientos que ocurren en la ins-
cuentro, que es siempre del orden de la casualidad, puede manifestarse. Si somos toma- 1ilución o fuera de ella. Oury afirma que los acontecimientos importantes exi-
dos por ese nivel, estamos inmersos en la existencia, y eso tendrá consecuencias prác-
gen ser marcados, con el objetivo de romper con la repetición. Resalta también
ticas en la vida del esquizofrénico, ese problema de encuentro[. ..] exige, para poder-
se articular prácticamente, el establecimiento de una red de lugares bastante diferentes l'I riesgo de interpretar algo que ya está allí, anticipando o suponiendo una subs-
(OURY apud SILVA, 2001, p.104). 1a ncia presente, por lo tanto oculta, a la espera de ser revelada. Es una precau-
~ ión valiosa, en la medida en que corre el riesgo de caer en una especie de hábi-
Desde el punto de vista del psicoanálisis, es posible justificar la importancia lo interpretativo, que incurre, una vez más, en repetición.
de promover la circulación del paciente psicótico en el interior de la institución, La marcación anhelada es aquella que implica una decisión. ¿Cómo decidir
en la medida en que la noción de pasaje puede ser trabajada con el propósito de 11 i un acontecimiento merece ser mencionado? Tal decisión está en la articula-
producir efectos terapéuticos. Lo que se verificó como pasaje al acto en un gru- ción con la función diacrítica, que pretende justamente destacar aquello que es-
po puede ser posteriormente elaborado como acting-out. l apa a la monotonía. Ella asume, en ese sentido, un intento de romper con el

Se distingue pasaje al acto de acting-out de la siguiente manera: en cuanto 1/11/us qua, lo ya establecido. Los efectos de esa marcación recaen también sobre
lo primero ocurre sin cualquier participación de alguien como testigo, sin bas- d equipo como una interpretación, dado que aquellos que están directamente
tidores o espectadores, siendo, por lo tanto, una escena para no ser presencia- mplicados con el paciente en cuestión serán convocados a repensar su estrate-
da, lo segundo pasa a ser algo más organizado pues depende de un espectador. gia de manejo de la transferencia.
Así, el acting-out ocurre en una escena y, por lo tanto, en la transferencia, pasi-
ble de sufrir intervención analítica. Tal punto es importante, pues las institucio- {. .. ]Lo que está en juego en estrategia es un cierto tiempo para comprender, que tenga
en cuenta la dimensión del inconsciente y la transferencia. Además de eso, para poner
nes psiquiátricas, de modo general, están organizadas para que no haya ningu-
en juego una estrategia en el campo pragmático es necesaria una consistencia que im-
na tentativa de pasaje al acto, tales como la fuga o el suicidio. Siendo así, el pro- plica que haya entre los miembros que participan del equipo de trabajo una especie de
pósito de la institución defen di da por Oury es el de que los pacientes puedan evidencia cognitiva intersubjetiva. No se trata, por lo tanto, simplemente de preguntar
hablar, organizarse, vivir escenas pasibles de algún tipo de intervención clínica. ni otro: ¿estás de acuerdo? (SILVA, 2001, p.108).
Se resalta también la importancia de sustentar, en el Colectivo, la transferen-
cia. Cuestión delicada, teniendo en cuenta que la dimensión transferencia! de El horizonte a ser seguido es separarse del plano empírico, del plano de la
la clínica exige mucha atención para ser manejada. Considerando que la mayo- diferencia entre técnicas o abordajes, a fin de no producirse, en la praxis, cual-
ría de las organizaciones extingue, en su funcionamiento, toda y cualquier po- ' ¡t 1ic r vehiculización de conceptos, ya que no es por medio de una racionalidad
sibilidad de emergencia del decir. Donde hay posibilidad de emergencia del de- t\•t•nica que se trata la psicosis. Es por eso que se exige una constante teoriza-
La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico
45
44 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

Por último, se subraya un procedimiento fundamental para la continuidad


ción de la praxis y de las justificaciones teóricas y éticas: " [ ... ] Para que lo que
del trabajo institucional: el tener, sistemáticamente, reuniones de equipo, mo-
se hace tenga sentido es preciso que haya inscripción, traducción de la teoriza-
mento privilegiado para que se pueda discutir el movimiento de cada singulari-
ción que se hace. Teorizar es traducir lo que se hace a partir de un cierto mar-
dad en el colectivo, cuando se abre la posibilidad de apuntar y disolver las cris-
co' (SILVA, 2001, p. 108).
1alizaciones imaginarias; en fin, donde hay una especie de análisis de la resis-
Mientra tanto, no es el orden de una doctrina común, en el contexto de una
tencia de la institución a dar continuidad a un tratamiento. Esto ocurre porque
adecuación ideológica, lo que está en juego en el funcionamiento institucional,
organizar la propuesta del colectivo en la institución es posibilitar la ocurrencia
sino la urgencia de la urgencia de tener como guía de la praxis ciertos puntos de
de aquello que Oury denominó como constelación en torno a determinado pa-
acuerdo, donde las estrategias se puedan anclar.
iente o, dicho de otro modo, considerar cuáles son las personas que el paciente
Hay una distinción, propuesta por Oury, entre aquellos que tienden a no des-
·I igió como significativas para, en la transferencia, direccionar sus significantes.
tacar nada de nuevo en lo colectivo y otros que poseen una atención mayor para
percibir lo nuevo, para resaltar, en el día a día de la clínica institucional, aquello
¿Cómo interpretar, en el plano colectivo, todo eso que sucede? Esa no es una tarea sim-
que puede ser equiparado a un acontecimiento. Evidentemente, tales posiciones ple, pues requiere que cada miembro del equipo (o por lo menos gran parte de este) pue-
no se cristalizan en cada uno de los técnicos, ya que todos pueden estar más pro- da funcionar como un intérprete. Pero para interpretar, aquellos que interpretan deben
pensos a, un día, estar más atentos a distinguir el acontecimiento, de lo que hu- intentar analizar los obstáculos imaginarios, lo que consiste en una tarea enorme, pues
bieran estado en otro momento. Desde Freud (1921), en Psicología de las masas para situarse en la condición de intérprete es preciso mantener el semblante, es preciso
y análisis del yo, se teoriza la idea de que, aquellos más inclinados a apoyarse en asumir la castración, o sea, acceder al registro de los simbólico, lo que implica dominar
la masificación de los acontecimientos, en la creencia de una mismidad, funcio- y reducir al máximo la dimensión imaginaria. La interpretación, en el plano colecti-
vo, se sitúa, por lo tanto, en el nivel de la estrategia, que consiste en que los responsables
nan en el registro de lo imaginario y, por lo tanto, en la identificación con el yo
por el colectivo tengan una actitud analítica y que se reúnan, no para decidir o infor-
ideal. Quienes son capaces de discernir un acontecimiento de la rutina institucio- marse en detalle, sino para elaborar ecuaciones significantes. Es evidente entonces que
nal se identifican al ideal del yo y, por consecuencia, al registro de lo simbólico. todos los que participan de la institución terapéutica están presos como material de esa
El intento mayor es el de huir, en los grupos, del orden de la sugestión o de gran máquina abstracta, donde aquello que está en juego es una especie de poema per-
la fascinación imaginaria. Por lo tanto, la estrategia adoptada es la de sustentar manente que se hace y que se debe descifrar según nuevas reglas (SILVA, 2001, p. 115).
un hiato entre el yo ideal y el ideal del yo, entre lo imaginario y lo simbólico. El
trabajo analítico incide en el registro de lo simbólico. Según esa óptica se pue- Para concluir ese ítem, retomamos lo que fue expuesto por la psicoterapia
de verificar que la resistencia se articula con el registro de lo imaginario, sea en institucional francesa, con el objetivo de presentar, al menos en lo que se refiere
análisis, sea en el colectivo, en forma de pasividad, inercia o sustentación de de- ·n los términos de la experiencia institucional, aquello de lo que esa experiencia
terminada ideología. El pasaje de lo imaginario a lo simbólico actualiza la ope- no puede dar cuentas, cuando se trata de la substitución del manicomio. Vimos
ración simbólica de la castración. que esa modalidad·de tratamiento de las psicosis fue, según Desviat, un inten-
Una vez más el obstáculo entre lo imaginario y lo simbólico es sobrepasado to de rescate del manicomio, en la medida en que se estableció la necesidad de
por la necesidad de un constante trabajo institucional, en el que el cambio de constituir una teoría de la subjetividad de las psicosis y un territorio que se or-
ambiente, de la cotidianeidad institucional, se constituye por una red de actos y ganizase en torno a esa demanda específica. El momento histórico contaba con
por sus efectos derivados. Oury describe la característica del ambiente al refe- la teoría lacaniana de las psicosis, lo que entonces ofreció nuevos aportes teóri-
rirse al concepto de semblante, tal como Lacan lo formula. Así, lo colectivo se cos a la organización de la trama institucional, en torno a lo que se denominó
funda en la posibilidad de sustentar el semblante, en lo cual se posibilita la ocu- como colectivo, con una estrategia clínica de tratamiento de la alienación psi-
rrencia del discurso analítico. Sustentar el semblante no es una tarea trivial. Se rúl ica y de la alienación social.
piensa en cierto tono delante del acontecimiento, una disposición interna frente Hay una especificidad en la política pública de salud en Francia, denominada
a lo insólito, un esfuerzo tenaz en sustentar aquello que es del orden del no sa- política de sector, en que un territorio urbano es dividido en sectores, de modo
ber. Es de ese orden que se precipita la posibilidad de la aceptación de lo insólito. de que se pueda realizar un levantamiento epidemiológico y crear estrategias
""-
46 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 47

de tratamiento y un estimativo previsto de incidencias de determinada patolo- ción del dispositivo de tratamiento, de modo de intentar traer al paciente hacia
gía. En el caso de la política pública de salud mental, eso también se aplica. Así, el tratamiento institucional. Mauer y Resnizky ( 1987) trabajaron esa cuestión al
el territorio institucional de tratamiento de las psicosis se inscribe en el espacio afirmar que el AT tiene un papel propio cuando es desempeñado por un equi-
urbano como un territorio de circulación del psicótico, no para promover la ex- po multiprofesional, en el que las funciones y responsabilidades de cada dispo-
clusión y el confinamiento, y sí para ofrecer tratamiento. El problema que se en- sitivo son asimétricas e interdependientes. Desde el inicio del AT aparece la ne-
frentó en ese intento de substitución del manicomio fue el de que el territorio csidad de que el trabajo sea desarrollado en equipo, para que lo heterogéneo
institucional ligado a la propuesta de psicoterapia institucional no fue capaz de opere en el montaje institucional y también para que el paciente perciba la exis-
dar cuentas de todas las manifestaciones clínicas de la psicosis. Sin embargo, es tencia de una red de profesionales articulados al caso.
posible ofrecer un tratamiento intensivo a la psicosis. Mientras tanto, ese trata- Se sabe que uno de los desafíos para la clínica de la psicosis es la instalación
miento abarca determinados momentos subjetivos de la psicosis y no su totali- del dispositivo de tratamiento. Ese momento del proceso clínico es de extrema
dad. Por ejemplo, un momento de crisis psicótica, un brote en el que el pacien- relevancia y también de gran dificultad. Sin embargo, si recuperamos la historia
te esté bastante descontrolado, van a demandar una contención mayor, propia del surgimiento del AT, percibiremos que fue una demanda institucional del hos-
de una enfermedad psiquiátrica. pital de día la que propició el origen de ese tipo de atención, que pasó entonces a
En ese contexto y a modo de conclusión, afirmamos que ese modelo institu- exigir un profesional que pudiese dar respuestas a esa demanda. Había muchos
cional dio cuentas de realizar una substitución parcial del manicomio, pues no rasos en que el paciente simplemente no establecía transferencia con la institu-
consiguió prescindir totalmente de aquello que el manicomio ofrece, no en el r ión y su tratamiento. ¿En esa ocasión, qué se podría hacer? ¿Cómo superar el
sentido de cronificación de la locura en la vivencia institucional, sino de cierta obstáculo ofrecido a la institución por la clínica de la psicosis? Es a partir de ahí
contención que, algunas veces, es necesaria. que surge un profesional del equipo, capaz de ir al encuentro del paciente y que,
paso a paso, puede establecer un vínculo transferencia! con él para, posterior-
rn cnte, crear una transferencia con la institución. Ese profesional ofrece sopor-
1.6 La psicoterapia institucional francesa y el acompañamiento 1L· para que el paciente se comprometa en un tratamiento en la institución por
terapéutico rn cdio, por ejemplo, de una apuesta a la aceptación de una invitación, hecha en
ll n momento propicio, a una visita a la institución. Esa estrategia fue primordial
En este momento, destacamos algunos puntos importantes, tales como el para que la institución pudiese incrementar sus potencialidades terapéuticas en
origen institucional del AT ligado a un institución similar a lo que se denomi- 1111 momento crucial del tratamiento, en este caso, la instalación del dispositivo
na hospital de día o CAPS, propio del modelo institucional anteriormente des- 1le tratamiento. Así, podemos afirmar que ese profesional asume el carácter de
cripto, así también como la recuperación de una concepción teórica de subjeti~ brazo, extensión de la institución. Sin embargo, su función inicial no se restrin-
vidad de la psicosis, punto importante para pensar una estrategia clínica de las nió a la instalación del dispositivo de tratamiento.
psicosis en la que el registro de los simbólico opere para dar sustentabilidad a la
inclusión social, cuestión ya mencionada en un ítem anterior denominado "Psi- ALestablecer un contacto cotidiano con el paciente, el acompañante terapéutico po-
quiatría democrática italiana y el acompañamiento terapéutico': drá obtener una información fidedigna sobre el comportamiento del mismo en la calle,
El acompañamiento terapéutico surgió en Argentina, alrededor de los años de los vínculos que mantiene con los miembros de la familia, del tipo de personas con
1970, a partir de una historia institucional -esa es al menos una versión de la quien prefiere relacionarse, de las emociones que lo dominan. Registrará también con-
ductas llamativas de la vida cotidiana en relación a la alimentación, al sueño, a la hi-
historia-. Había una institución de tratamiento de pacientes con graves compro-
giene personal. Todo eso favorecerá en menor tiempo una comprensión global del pa-
misos emocionales, coordinada por el Dr. Eduardo Kalina, en la que se constató icnte por parte del equipo y servirá como indicador de diagnóstico y pronóstico de ines-
una serie de fracasos clínicos en función de la no adherencia de algunos pacien- timable valor(MAUER; RESNIZKY, 1987,p.62). .
tes al tratamiento institucional. Desde entonces, se pensó que alguien del equipo
pudiese ir al encuentro del paciente, para intentar nuevas estrategias de instala-
48 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAuRíc10 CASTEJÓN HERMANN La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 49

El papel del acompañante terapéutico dentro del molde anteriormente pre- dones asimétricas en el par acompañante/acompañado. ¿Cómo, entonces, sus-
sentado se constituyó a través de una dependencia institucional: "su trabajo no tentar la hipótesis de que el at, impregnado de la teoría lacaniana sobre la subje-
puede ser realizado de forma aislada. Está inscripto en el seno de un equipo" tividad de la psicosis, puede alcanzar los efectos clínicos a él atribuidos, en este
(MAUER; RESNIZKY, 1987, p.64). caso, construir medios de estabilización para que el sujeto psicótico soporte una
El acompañante terapéutico asume la responsabilidad de recolectar infor- proximidad con el lazo social?
mación de la vida del paciente para el equipo que lo asiste. Así, su papel está cir- Guerra y Milagros (2005) ofrecen a la literatura del AT un avance importan-
cunscripto a la necesidad de la institución de prolongarse hasta los espacios de te, en la medida en que sostienen una hipótesis teórica que condice con lo que
circulación del paciente fuera del espacio físico institucional. Él también tiene fue expuesto hasta aquí. Hablan de dos puntos: el primero es una recuperación
como tarea realizar procedimientos asistenciales, o sea, auxiliar al paciente para de la discusión acerca de las prácticas inclusivas, en que el debate se centra so-
que cuide su higiene personal, realice tareas domésticas, vaya al banco, ordenar bre tendencias o posiciones históricas descriptas anteriormente, o sea, que esa
un documento cualquiera, entre otros. clínica estaría al lado de las determinaciones sociales o, entonces, de las deter-
Pero, en ese contexto se abre una cuestión, pues un punto importante es lo que minaciones simbólicas, priorizando la tendencia de la rehabilitación social o la
fue descripto como una primera función del AT. Se indaga acerca de su propio de la reestructuración subjetiva, respectivamente. El segundo aspecto impor-
propósito clínico. Cabría pensar la práctica del acompañante terapéutico como tante es el de que esas autoras ofrecen una hipótesis teórica importante para el
algo que se aproxima a lo que fue descripto por Mauer y Resnizky, o sea, ¿redu- acompañamiento terapéutico, en la que la superación de la dicotomía social/clí-
cir su función a la recolección de información y a la realización de tareas asis- nico se hace presente.
tenciales? ¿Será que no se podría formular su demanda, de modo que sea nece- En cuanto a la rehabilitación del manicomio parte de la premisa de que la
sario, inclusive, recurrir a nuevos aportes teóricos y metodológicos? ¿Cómo cir- sociedad es responsable por la locura y que, por lo tanto, cabría a ella responsa-
cunscribir y teorizar el momento de instalación del dispositivo de tratamiento? bilizarse por ofrecer estrategias sociales de rehabilitación. En ese contexto, cabe
¿La dirección del tratamiento o el proyecto terapéutico se orientan en dirección acompañar el argumento presente en la reflexión de las autoras citadas, en lo que
a la localización del sujeto psicótico en él lazo social? concierne a la problematización del AT en ese debate.
Las cuestiones antes expuestas constituyen el punto central en torno del cual Según la International Association ofPsychosocial Rehabilitation, cabría resca-
gravita este libro, porque la historia del surgimiento del AT parece tener clavada tar y promover aquello que compondría los aspectos más positivos del pacien-
una pieza al propio at. Por un lado, vimos que el modelo o paradigma del hos- te, para que se pudiese aumentar su potencial de autonomía y libertad delante
pital de día se originó a partir de una demanda específica de la psicosis, en que de la comunidad, al enfatizar las partes más sanas del individuo y, de ese modo,
una teoría de subjetividad, en este caso, lacaniana, permitió aportes teóricos, éti- poder anhelar una autonomía funcional. Autores más contemporáneos funda-
cos y metodológicos importantes para la constitución del Colectivo, concepto mentan esa línea de raciocinio en una idea de equidad, o sea, en la perspectiva
descripto a partir del pensamiento de Oury. No obstante, al recuperarse la his- de que la sociedad debería ser más justa y que, por lo tanto, los proyectos tera-
toria de su surgimiento, su función fue reducida a aquello que más se asemeja a · péuticos fuesen encaminados en esa. dirección. Tal perspectiva puede ser cues-
un auxiliar psiquiátrico, al subrayar la horizontalización de las relaciones insti- l ionada en la medida en que los ideales de movilización de las capacidades in-
tucionales y el debate acerca del término amigo calificado para denominar esa dividuales para la sobrevivencia, bajo la óptica darwinista, refuerzan la noción
primera función. Alguien próximo, capaz de auxiliar al psicótico en sus acciones de adaptabilidad al medio y de selección de los más aptos para la supervivencia.
cotidianas o recolectar información, sustentar una proximidad ... Ahora bien, vi- l·'. n esa línea de pensamiento, Saraceno sostiene la idea de que la rehabilitación
mos que era necesario dar un paso más, en relación a orientar la clínica del AT social pasa, más que por un esfuerzo de las habilidades individuales, por una
para aquello que de hecho promueve efectos clínicos, focalizar el acento en lo recuperación del modelo de redes múltiples de negociación, en el que las reglas
terapéutico de esa función, en la medida en que se ofrecen estrategias de apro- del funcionamiento social podrían ser modificadas de modo de catalizar los in-
ximación del sujeto psicótico con el lazo social. La posición de proximidad con krca mbios de competencia e intereses. Ante este argumento, surge una cues-
la locura, por sí misma, es insustentable, en la medida en que se ocupan posi- t Ión; ¿sería posible modificar las reglas de funcionamiento social en un mun-
50 La reforma psiquiátrica y el surgimiento del acompañamiento terapéutico 51
Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

aquello mismo que produce. Cabe entonces considerar las estrategias del sujeto
do globalizado? Surgen observaciones importantes para la dimensión política y
adoptadas, para que los retornos de lo real se tornen menos insoportables, para
social del debate acerca de la inclusión. Sin embargo, resta hacer una observa-
que el goce se vuelva más civilizado.
ción más: ¿sería posible separar el debate de la dimensión social como algo ex-
terno y superior al sujeto?
Podemos decir que el caso social es aquel que se desarrolla a partir del peso de una
No obstante, es con Vigano que se presenta un camino importante para la ecuación del tipo: salud= mercancía. El caso social, entonces, tiende a ser aquel dentro
cuestión que viene siendo expuesta, ya que él se enfoca en la necesidad de recu- de esa lógica; es el caso del discurso del puro significante, de los instrumentos jurídicos
perar la dimensión constante del sujeto, oriunda de la clínica. Es necesario, por y asistenciales. El caso clínico, no obstante, comprende, además del significante, el ob-
lo tanto, encontrarse con la dimensión subjetiva al pensar sobre las estrategias jeto. En cuanto el caso social es conducido por los operadores, el caso clínico es resuel-
de rehabilitación social. Ahora bien, ese punto ya fue abordado en el ítem deno- to por el sujeto, que es el verdadero operador, mientras que nosotros lo coloquemos en
minado "Psiquiatría democrática italiana': donde criticamos la ausencia de la di- condición de serlo. Observo que el caso clínico no excluye el caso social. Por lo contra-
rio, el caso clínico es la condición para que exista el caso social (VI GANÓ apud GUE-
mensión subjetiva de ese paradigma. Orientado por la enseñanza de Freud y de RRA; MILAGRES, 2005, p. 71).
Lacan, el argumento presente es el de que el síntoma en la psicosis habla de una
posición subjetiva y también de una posición ética frente al delirio, como cura De ese modo, concluimos que no es posible mantener la dicotomía social/
y/o elaboración de la castración. Las estrategias inclusivas no deben, por lo tanto, subjetividad frente al debate de la rehabilitación social, dado que se estable-
excluir la dimensión subjetiva citada, o, dicho de otro modo, criticamos los mo- e una relación dialéctica entre ambos. La orientación propuesta es la de rom-
delos de rehabilitación social que simplemente obstruyen el síntoma psicótico. per con la mencionada dicotomía, pues su superación apunta a construir for-
mas de estabilización en el lazo social y, consecuentemente, estrategias de inclu-
Todo aprendizaje que el Otro social proporciona al sujeto permanece en la serie de obje-
tos dados por el Otro materno y no liberará jamás al sujeto de su dependencia, simbióti-
sión más efectivas.
ca[... ]. La rehabilitación no rehabilita sino al orden simbólico, aquello que permite a un Vimos que las comunidades terapéuticas de Inglaterra propiciaron la hori-
sujeto comunicarse con la realidad. Esta afirmación tiene una consecuencia: la rehabili- zontalización de las relaciones institucionales y que ese paso favoreció históri-
tación puede ser exitosa solamente con la condición de seguir el estilo que sugiere la es- amente la salida de un profesional de la institución al encuentro del paciente.
tructura subjetiva de lo psicótico (VI GANÓ apud GUERRA; MILAGRES, 2005, p. 70 ). También señalamos que el hecho de que el modelo italiano de substitución del
manicomio se propone a dar un paso más, pues la horizontalización de las re-
No se trata sólo de crear condiciones para sustentar una posición en el con- laciones institucionales sería un momento intermediario para una estrategia de
texto social, sino de crear estrategias simbólicas del sujeto para impregnar lo real inclusión más efectiva. La rehabilitación social, por esa vía, estaba enfocada en
del goce del Otro. Entran en concordancia la dimensión social y la dimensión la reformulación de la trama institucional, ya que la sociedad, como productora
subjetiva para pensar la inclusión social, dado que la clínica es indisociable del de locura y de exclusión social, debería también responsabilizarse por la crea-
lazo social. Ese punto es importante, pues el desmantelamiento del manicomio y ión de estrategias de rehabilitación. social. En ese punto percibimos que algo
la creación de espacios públicos de circulación social pueden incurrir en el ries- escapaba de esa propuesta, o sea, la dimensión subjetiva o simbólica del psicó-
go de que se crearan nuevas formas de exclusión social, algunas veces promovi- tico. Ese aspecto fue priorizado en la experiencia francesa, como vimos, des-
das por la propia red de asistencia a la salud mental, cuando se idealizan las po- de su origen. A partir de la reflexión de Guerra y Milagres, fue posible verificar
sibilidades de emancipación del loco. una superación de la dicotomía social y subjetiva, que otrora era sustentada por
De ese modo, se propone la estrategia del caso clínico, al considerar la sin- el modelo italiano, pasando por la idea de que la clínica del AT, efectivamente,
gularidad subjetiva del paciente en cuestión, su dimensión particular, a partir rcdimensiona la condición subjetiva en el acto mismo de rehabilitación social.
de su inscripción como sujeto de lenguaje frente al orden simbólico de la cultu- La premisa aquí defendida es que la oferta de aproximación del sujeto psicó-
ra. ¿Cómo considerar la implicación del sujeto psicótico en el mundo que él ha- l ico con el lazo social promueve efectos subjetivos importantes y que esos efec-
bita? La perspectiva mencionada es la de considerar la subjetividad del sujeto y tos constituyen la materia prima del AT: Cabe recordar la definición de Oury so-
las intervenciones clínicas sostenidas, de forma de comprometer al sujeto por
52 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAuRíc10 CASTEJÓN HERMANN

bre encuentro, descripta en el ítem anterior, a la cual se liga la dimensión de efec-


tos de Real. ¿Puede la clínica del AT sustentar una teorización desde esa pers- CAPÍTULO 2
pectiva, desde la noción de Real en la psicosis, oriunda de la enseñanza de La-
can? Esa es la posición que defendemos, ya que la hipótesis teórica a ser sosteni-
da es que el AT produce efectos analíticos. Es lo que veremos a continuación ... Freud y la paranoia

¿De qué manera el psicoanálisis abordó la problemática de los tratamientos


de las psicosis? ¿Cuáles fueron los obstáculos que allí surgieron? ¿Cómo fueron
superados? La siguiente reflexión, lejos de agotar la cuestión, apunta apresen-
lnr un recorte sobre la clínica de las psicosis en la obra de Freud, como punto de
.1nclaje teórico. El propósito, en este caso, es problematizar la idea de la posición
( t ica del psicoanálisis frente a la escucha del delirio, punto de gran importancia
porque condice con cuestiones pertinentes a la orientación de la clínica del AT.
1\1enfoque dado a este capítulo será el de la clínica de la paranoia.
En aquello que concierne al pensamiento freudiano, abordaremos inicialmen-
lt· el momento pre-analítico, cuando Freud desarrolló la técnica de la hipnosis
111le la clínica de la histeria. Esa reflexión es importante pues ilustrará el modo
1·11 que fue inventado el psicoanálisis, lo que permitirá ilustrar la manera por la
1 un l Freud pudo distanciarse del pensamiento positivista, marcado por la noción

•k causalidad de carácter mecanicista. A partir de esa primera reflexión, vamos


1proximándonos a la cuestión específica de la paranoia, también circunscripta
.1ese momento pre-analítico. De ese modo, nos proponemos ilustrar la hipóte-
,ls teórica acerca de la paranoia, cuyo mecanismo de proyección de una repre-
•,rntación inconciliable con la realidad se hará presente, así como una breve re-
llt-xión sobre el método hipnótico aplicado a esa patología.
Posteriormente, presentaremos la noción freudiana de la constitución de la
.11hjctividad para problematizar la idea de pérdida de la realidad en la paranoia.
Vnifica remos que no se trata de una realidad cualquiera, sino de una percep-
54 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 55

ción bastante especial, en este caso, el rechazo de la percepción de que la ma- Cabe recordar que Freud se aproximó al fenómeno histérico, fenómeno que
dre, o su substituta, es castrada. Ese momento estructurante de la subjetividad t iene la particularidad de interrogar el propio saber de la medicina. La repre-
no ocurre sin consecuencias, cuando se trata de pensar la etiología de la para- sentación dominante que se tenía en la época acerca de las histerias, sobre todo
noia. Aquí hablamos de una teoría propia del movimiento psicoanalítico, pues por la visión médica, era que ellas eran fingidas o disimuladas, ya que decían
articulamos la hipótesis de la sexualidad infantil y sus particularidades como sufrir de síntomas en el cuerpo, pero no presentaban ninguna etiología bioló-
herramientas teóricas para la concepción de una teoría sobre la subjetividad en gica de esos síntomas. Es curioso pensar que las histerias acababan por expli-
la psicosis. Sin embargo, no perderemos de vista la contribución freudiana exis- car la impotencia del saber médico y de su mirada sobra las mismas, lo que, de
tente en el caso Schreber, publicado en 1911. El recorte presentado ilustrará al- paso, es lo que normalmente ocurre en ese tipo de fenómenos: marcar la impo-
gunos elementos de la hipótesis freudiana sobre las psicosis formulados en ese tencia y/o la falta en el otro.
momento, en este caso, el de que el paranoico tiene la proyección como meca- ¿Y cómo pensar la causa de la histeria2 en ese momento de la teoría freudia-
nismo de defensa frente a la homosexualidad -cuestión que también será de- na? Se trata, más específicamente, de interrogar la configuración de los síntomas
batida y revisada-, además de una rica producción delirante. De ese modo, ve- histéricos, lo que descarta cualquier reflexión acerca de la elaboración secunda-
rificaremos como Freud trabajó la concepción de delirio, para encaminar una ri a en/de la histeria. No es posible responder a esa cuestión con exámenes clí-
posición ética frente a la intervención clínica. nicos, teniendo en cuenta que el paciente no dispone de recursos para relatar la
relación entre la causa y la patología. Es en ese contexto, por lo tanto, que la hip-
nosis aparece como recurso técnico para intentar establecer el nexo entre am-
2.1 Freud, la hipnosis y sus primeras formulaciones sobre la teoría de bas, para superar las resistencias a la rememoración de situaciones en que afec-
la histeria tos intensos y desagradables hayan sido movilizados. La hipnosis, según Freud,
sería un método clínico que presentaría resultados valiosos.
Al respecto de sus primeras influencias, se percibe que el joven Freud fue mar- Sobre su fundamento teórico, percibimos que el factor accidental comanda a
cado por un pensamiento cientificista en el que la noción de causalidad mecani- 1a patología de la histeria en una medida que excede lo admitido, o sea, se percibe
cista se hacía presente y se buscaba todavía una comprobación del conocimien- una fuerte influencia de un trauma cuando se entiende la patología. La histeria
to a partir de la experiencia. Esos dos aspectos son fundamentales para carac- 1raumática ilustra la relación causal del trauma al originar la patología, pues los
terizar las relaciones entre teoría y método psicoanalítico, presentes desde este subsecuentes ataques histéricos son del mismo orden que aquel que originó esa
inicio, y que llamamos como periodo pre-analítico o teoría del trauma 1 y la de- melena. Sin embargo, hay también otros síntomas histéricos que se manifiestan
bida técnica de la hipnosis. de distintas maneras y que también se relacionan con algún trauma. Se afirma,
Fue en su viaje a París (GAY, 1999), después de recibir una beca de estudios, po r lo tanto, que el nexo entre un trauma y un síntoma es bastante claro, lo que
que Freud hizo sus primeras experiencias con la hipnosis. En marzo de 1885, permite vislumbrar una relación directa entre causa y efecto.
Freud se encontró con Charcot, eminente investigador que trabajaba en el no Hay una analogía patogénica entre la neurosis traumática y la histeria, tenien -
menos famoso hospital Salpetriere. Fue en ese encuentro que Freud se enfrentó do en cuenta que en ambas se establece -como punto de contacto- la etiología
con el fenómeno psíquico y con una cuestión crucial: ¿Cómo distinguir la en- relacionada a un trauma psíquico y el afecto de horror que subyace a ese trauma.
fermedad psíquica de la enfermedad física? Para vislumbrar las manifestaciones sintomáticas del trauma -el afecto de ho-
1
' ror- , la vivencia deberá tener el mismo valor de trauma, que asume valor d •

1. Posteriormente a la teoría del trauma, Freud formuló la teoría de la seducción, también


horror en formas distintas: puede ser un acontecimiento grave, varios acontc-
presente en esa fase denominada "pre-analíticá'. La teoría de la seducción consiste en remitir l im icntos parciales que agrupados asumen valor de horror o entonces circuns-

a la causalidad del síntoma a un hecho ocurrido en la realidad, en este caso, la idea de que un l.1ncias insignificantes que, por algún motivo, adquieren un carácter traumático.
adulto incitó en un niño una estimulación sexual precoz, que asumiría un estatuto de trauma
y sería capaz de generar un síntoma psíquico. Se recomienda la lectura del texto denominado l .n discusión presente está en el texto Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos.
La etiología de la histeria, de 1896. Comunicación prcli111i11nr ( 18H1 ).
Freud y la paranoia 57
56 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

este caso, un modo de como no (énfasis mío) abordar el delirio, como será vis-
No es el trauma en sí el agente provocador de la patología, sino su recuerdo to más adelante.
como un cuerpo extraño, no elaborado, que puede permanecer intacto en el psi- La experiencia clínica obligó a Freud a rever su afirmación acerca de la va-
quismo durante muchos años sin manifestarse. Tal afirmación pone en eviden- lidez del método hipnótico. Él percibió que los síntomas histéricos retornaban,
cia la práctica clínica de la hipnosis: lo que resultó en un cuestionamiento acerca de sus hipótesis sobre la eficacia de
la hipnosis. En ese sentido, se hace necesario el reconocimiento del fracaso de la
[. .. ]los síntomas histéricos singulares desaparecían enseguida y sin retornar cuando se
hipnosis y una crítica bastante contundente a la sugestionabilidad5.
conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador, con-
vocando al mismo tiempo el afecto acompañante, y cuando luego el enfermo descri- Freud (1905) compara el periodo de la hipnosis con la práctica de la pintu-
bía ese proceso de la manera más detallada posible y expresaba en palabras el afecto ra, de modo de concebirla como una tela en blanco en la cual un pintor, activa-
(FREUD, 1893, p.32). mente, lanza tintas, colores, para que ahí surja una forma. En la hipnosis, suce-
de lo mismo: el médico o hipnotizador, en el intento de auxiliar al paciente a re-
El acto de recordar el trauma deber venir acompañado de su respectivo afec- cordar la escena traumática en la cual fue movilizado el afecto desagradable, in-
to. De esa manera es posible remover el síntoma, ya que él aparece con intensi- cita, sugestiona, infiere contenidos para que la misma escena se precipite en las
dad y después desaparece para siempre. palabras del paciente. Cuestión delicada y que exige una reflexión. Para comen-
Se toma, por ejemplo, el famoso ejemplo de Anna 0. 3 y su síntoma de hi- zar, ¿cómo pensar que el hipnotizador sabía algo de la escena traumática vivida
drofobia. Este se deparó con la siguiente escena: vio a su gobernanta ofreciendo por otro y también como evaluar que tal escena es más relevante que otra para la
agua a un cachorrito en un recipiente que a ella le gustaba mucho. Sintió, en ese finalidad terapéutica que se proponga? La consecuencia de eso es un desdobla-
momento, un afecto bastante desagradable direccionado hacia su gobernanta y miento ético -¿al final quién sabe más respecto de sí y de su verdad, el hipno-
se calló. Esa escena, según Freud, m ovilizó una carga afectiva que no puede ser l izador o el paciente?-, punto importante y que fundamenta un giro en el pen-
exteriorizada. El afecto desagradable permaneció en el psiquismo, ocasionando sa miento psicoanalítico, cuando un saber previo al respecto del otro no es posi-
el síntoma histérico de hidrofobia, o sea, el pavor de ingerir agua. ble de sostener. Ahora, utilizar tintas y colores, según la metáfora freudiana, re-
Fue a través de la hipnosis que se disolvió ese síntoma, en el momento en que produce la lógica antes citada, pues es él quien concibe su arte, que tiene como
la paciente, bajo la protección de la sugestionabilidad, recordó la escena ante- punto de partida una tela en blanco.
riormente descripta. Freud incentivaba a la paciente a recordar lo que ocurrie- Por otro lado, el abandono de la hipnosis y el descubrimiento de la asocia-
ra, de modo tal de recordar la escena traumática con el objetivo de rescatar el ión libre6 marcan el pasaje del momento pre-analítico para el descubrimiento
afecto desagradable 4 que era la causa del síntoma histérico. Nótese, en esa des- de la regla fundamental del psicoanálisis, trabajada por Freud a partir de la me-
cripción, el modelo clásico de síntoma, oriundo de la medicina, en que se pre- 1:\fora de la escultura. Freud sugiere que la asociación libre puede ser compara-
tendía rescatar la causa del síntoma para eliminar el propio síntoma. Lo que se da con un bloque de mármol en el que una forma ya estaría allí, presente, pero
constata ahí son las influencias del positivismo, cuyo paso fue el de incorpo-
'l. El texto Sobre psicoterapia (1905) es fundamental para la presente reflexión.
rar la lógica del síntoma médico al psiquismo, contenido en la noción de cau- 11. El descubrimiento fundamental del psicoanálisis, la asociación libre, consiste en sustentar la
salidad mecanicista. Se sabe que el surgimiento del psicoanálisis se dio, sobre regla fundamental del proceso clínico. Se trata de explicar que todo lo que pasa en la cabeza es
todo, por la clínica de la histeria. Sin embargo, y como ya fue dicho, vale tam- importante, inclusive las "tonterías': pues nada debe ser censurado. Otro concepto recurrente
bién recuperar la producción teórica al respecto de la p aranoia en ese p erio- es el de atención flotante, en este caso, pertinente para describir la conducta del analista, que
no se apega a un saber previo al escuchar a quien le dirige la palabra. A modo de sugerencia,
do, como aporte teórico, pero también como una primera discusión clínica, en
recomendamos la lectura de los artículos sobre la técnica psicoanalítica (1911-1913 ), constantes
del volumen XII de las obras completas de Freud. Vale resaltar que las sistematizaciones sobre
3. Descripto en el texto denominado Cinco conferencias sobre Psicoanálisis (1909). No obstante, el el par asociación libre-atención flotante fueron presentadas por Freud en relación con la clínica
mencionado caso se encuentra publicado, en su integridad, en el ya nombrado Estudios sobre de las neurosis. Sin embargo, también en la clínica de las psicosis se mantiene la idea de que
la histeria (1893-1 895) es necesario esperar aquello que el otro trae y que un analista no se posiciona con un saber
4. Se trata del concepto de abreacción, que consiste en rescatar el afecto desagradable al previo sobre el paciente.
configurarse, en ese momento, un efecto de catarsis.
58 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 59

recubierta por excesos. Cabe al analista, en ese nuevo contexto, retirar esos ex- 2.2 Freud y sus formulaciones iniciales sobre la teoría y la clínica de
cesos para que una forma se decante, forma que ya se encontraba allí presen- la paranoia '
te. Se puede suponer que el descubrimiento de la asociación libre reposiciona
el lugar de la verdad y del saber en la clínica psicoanalítica. Ya no es quien con- ¿Sería la teoría freudiana de las psicosis una teoría ingenua o de poca susten-
duce el proceso clínico que poseía un saber sobre la verdad del otro, y sí el pro- tabilidad teórica? Simanke (1994) aborda esa cuestión al comentar el debate en
pio paciente que es poseedor de su verdad personal, singular. Desde el punto de torno a las concepciones freudianas sobre las psicosis -comúnmente articula-
vista ético, sostener la asociación libre, del lado del analista, es sostener un sem- das a las nociones psiquiátricas más tradicionales-, en las que se hace presen-
blante de que se tiene un saber sobre aquel que sufre ... Pero atención a la pala- te la premisa de una ruptura del sujeto psicótico con la realidad. En ese contex-
bra semblante, pues semblante de saber sobre la verdad del otro no es, en abso- to, preguntamos cuál es el alcance teórico y clínico de la contribución freudia-
luto, la misma cosa que encarna un saber sobre el otro. na para esa clínica. Tal vez no sea posible afirmar que, en Freud, haya una teo-
Desde el punto de vista histórico, Quinet7 describe el encuentro de Freud con ría acabada sobre el tema, sin embargo, es posible destacar algunos pasajes teó-
Emmy Von N. como el momento inaugural del psicoanálisis, porque esa pacien- ricos relevantes para presentar al lector el modo en que Lacan sustentó su retor-
te impedirá a Freud realizar sus preguntas de costumbre y le solicita que la deje no a Freud en la cuestión especifica de la paranoia.
hablar de su dolor. El descubrimiento de la regla fundamental, la de asociación ¿Cuál es la concepción concerniente a la paranoia en el momento en que la
libre, fue considerado como acto inaugural del psicoanálisis. práctica de la hipnosis todavía era considerada como un método defendido por
Para concluir ese primer recorte de la obra de Freud, vale tejer un comenta- Freud? Para responder a esta pregunta, trabajaremos, más específicamente, tres
rio acerca del valor clínico de ese obstáculo superado por el padre del psicoaná- lextos de Freud: Manuscrito H (1895), Observaciones sobre las neuropsicosis de
lisis. Es curioso como los jóvenes analistas parecen desconocer lo que fue dicho defensa (1894) y Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896).
anteriormente. Es común reproducir la lógica mecanicista de un síntoma, res- Esos textos, a pesar de que presentaron formulaciones teóricas interesantes so-
paldado por la tendencia médica, en tratamientos psicoanalíticos, incluso si no bre la etiología de la paranoia, tienen recortes clínicos que fueron presentados
se emplea la hipnosis. Es una supervisión clínica, fue relatado el siguiente pasaje: a partir del método hipnótico, método abandonado por Freud, tal como vimos
"Yo estaba atendiendo a una paciente histérica grave que relatara sus manías de anteriormente.
persecución': En determinado momento, el joven analista interrogó el síntoma En Manuscrito H (1895), Freud encauza su argumento a la psiquiatría clási-
por la vía de la casualidad: "¿Por qué tienes manías de persecución?" después de a con el objetivo de formular la idea de que en la paranoia, así como en la neu-
algún silencio, la paciente le respondió que si supiese no estaría allí. rosis obsesiva, hay un conflicto existente entre una representación inconciliable
Respuesta bastante precisa por parte de la paciente, que denuncia una indi- y perturbaciones de orden afectiva.
cación importante sobre el modo de interrogar el síntoma. No se trata de con-
cebir el síntoma, un sufrimiento psíquico, del mismo modo en que la medici- De hecho, esto es así: la paranoia crónica en su forma clásica es un modo patológico
na concibe el síntoma, atravesándolo por la lógica mecanicista. Preguntar el por de la defensa, como la histeria, la neurosis obsesiva y la confusión alucinatoria. Uno se
vuelve paranoico por cosas que no tolera, suponiendo que uno posea la predisposición
qué induce una casualidad inoperante para el propósito de la clínica psicoanalí-
psíquica peculiar para ello (FREUD, 1895, p. 247).
tica, ya que el propósito mayor es ofrecer la palabra a quien sufre, con el objeti-
vo de que hable más sobre el propio sufrimiento ... La pregunta "¿por qué?" cie-
Freud describe un fragmento clínico: una joven de 30 años vivió una escena
rra la cadena asociativa.
en la que un hombre se acostaba con ella en una cama y colocaba la mano de la
oven sobre su pene. Tal escena recae sobre la paranoia. ¿Por qué? Podemos afir-
111ar, en ese momento de la enseñanza freudiana, que la representación de esa
·sccna asume un papel en la etiología de la paranoia; en este caso, su contenido
se conservó intacto y, de ese modo, lo que alguna vez fue interno pasó a ser in-
7. A. Quinet, As 4 + 1 condifóes em análise. Río de Janeriro: Jorge Zahar, 1999. sinu ado como algo p roveniente de lo externo, de tal modo de crear una condi-
Freud y la paranoia 61
60 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCJO CASTEJÓN H ERMANN

(verwerfen 9) la representación insoportable junto con el afecto y actúa como si


ción nueva sobre sí misma. La reprobación sobre la vivencia de la escena men- tal representación nunca hubiese existido.
cionada pasó a no ser más sustentada por ella misma, pero sí por quienes vivían Aquí Freud esgrime un nuevo argumento: el contenido de una psicosis alu-
a su alrededor. El logro reside en el hecho de que ella aceptara el juicio propio inatoria condice con el contenido de la representación intolerable que originó
sobre su conducta, al tiempo que podría desautorizar a aquellos que la recrimi- la patología. Como ya fue mencionado, el ego se defiende de una representa-
naran. De ese modo, la reprobación vinculada a esa escena era mantenida bien ión inconciliable, pero ésta se enlaza de manera inseparable con un fragmen-
distante de su ego. to de la realidad objetiva 10• La representación inconciliable pasa a substituir un
fragmento o la totalidad de la realidad objetiva.
La paranoia tiene, por tanto, el propósito de defenderse de una representación inconci-
Ya en un texto posterior, denominado Nuevas observaciones sobre las neu-
liable para el yo proyectando al mundo exterior el sumario de la causa que la represen-
tación misma establece (FREUD, 1895, p. 249). ropsicosis de defensa (1896), Freud resalta la idea ya trabajada, la de que lapa-
ranoia es una defensa del ego frente a una representación inconciliable y supone
En ese contexto, al pensar el mecanismo específico de la paranoia, se afirma que otros tipos de psicosis podrían seguir la misma lógica. El recorte que aquí
que el contenido y el afecto de la representación inconciliable se mantienen in- hacemos tiene como objetivo presentar el modo en que Freud empleó el uso de
tactos o conservados y son proyectados para el mundo externo. Las alucinacio- la hipnosis 11 con la señora P., pues de ese modo será posible presentar una pri-
nes, que pueden variar en forma y contenido, son hostiles al ego, pero susten- mera reflexión sobre la teoría de la técnica en la clínica de las psicosis, más es-
tan su defensa. pecíficamente en la clínica de la paranoia.
En el texto denominado Las neurosis de defensa 8 (1894), Freud retoma la La señora P., de 32 años, casada hacía tres años, permaneció sana y producti-
cuestión de la etiología de los mecanismos psíquicos en la histeria, neurosis ob- va hasta seis meses antes de contraer su enfermedad. Empezó a desconfiar de los
sesiva y paranoia, con la intención de diferenciarlas y de determinar sus respec- hermanos de su marido, además de quejarse de sus vecinos de la pequeña ciu-
tivos mecanismos psíquicos. En relación a los dos primeros, se afirma que la de- dad donde habitaba. Esas quejas se tornaron más frecuentes, a pesar de que per-
fensa de la representación inconciliable se da de acuerdo con la disociación en- manecerían difusas. Ella decía que ellos tenían algo contra ella, que le faltaban
tre ésta - la representación inconciliable- y el afecto, de modo tal de que haya t'I respeto y que hacían lo posible para mortificarla. Después de algún tiempo,
destinos diferentes, o que justamente defina una histeria y una neurosis obse- t'lla pasó a afirmar que las personas sabían lo que ella pensaba, además de saber
siva. En cuanto al afecto, en la histeria, se convierte en síntomas en el cuerpo, lo que sucedía en su casa . .Ella comenzó a manifestar conductas de precaución,
el afecto en la neurosis obsesiva incidiría sobre el pensamiento, por la sustitu- lnles como desvestirse para cambiar su ropa debajo de las sábanas. Descuidaba
ción o desplazamiento de ciertas categorías asociativas, al transformar un pen- m1 propia alimentación y sus vestimentas, al punto de, en el verano de 1895, ser
samiento importante en algo banal. En ambos casos, se da la separación entre la
1
1. Según Simanke, el empleo del verbo verwerfen sirve para designar una forma más drástica
representación inconciliable - siendo que esta última permanecería en la con-
de rechazo del ego frente a la representación intolerable. Es interesante destacar que
ciencia- y el afecto, cuyo destino define el tipo de patología. Freud utiliza este verbo en otros contextos, tales como la noción de Verwerfung, para
En el caso de la paranoia, y de acuerdo con lo que ya fue expuesto acerca pensar un modo específico de rechazo de la castración, presente en el caso del Hombre
del Manuscrito H, hay un tercer modo de pensar una modalidad defensiva del de los Lobos. La noción de Verwerfung será ampliamente discutida más adelante, ya que
ego. Para Freud se trata de una modalidad más enérgica en que el ego rechaza este término es elegido por Lacan para pensar el mecanismo específico de la psicosis,
en este caso, la forclusión. Vale resaltar que Freud dispone de esta palabra en otros
ontextos más amplios, lo que torna su empleo, en ciertos casos, difuso y ambiguo.
8. En ese texto, histeria, neurosis obsesiva y paranoia son consideradas neurosis de defensa, dado 1O. Se percibe el problema teórico sobre el cual Freud se inclinará más adelante en su obra; en
que el acento recae sobre la universalidad de un mecanismo psíquico, cual sea, o de considerarse este caso, la pérdida de la realidad en la psicosis. Este tema será retomado más adelante en este
una defensa del ego frente a una representación inconciliable y su respectivo afecto. La defensa apít1ilo, cuando articulemos la etiología de la psicosis con la metapsicología freudiana.
del ego frente a la representación inconciliable condice con el punto nuclear del mecanismo 11• 1:reud describe la hipnosis con algunas curiosidades. Una de ellas consiste en ejercer una presión
psíquico de las neurosis mencionadas. Vale destacar el hecho de que no hay, en ese momento :on su m ano en Ja fre nte del paciente, para que, junto con la sugestión, se acuerde de aquello
de la obra de Freud, una distinción estructural entre neurosis y psicosis, tal como se verificará que Freud le estaba solicl l ando.
más adelante en su obra.
Freud y la paranoia 63
62 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAuRíc10 CASTEJÓN HERMANN

En ese momento del relato del caso, Freud establece una aproximación entre la
internada en un instituto de cura de aguas. A lo largo de esa internación surgie- histeria y la paranoia, al constatar la presencia de lo infantil y de la manifestación
ron nuevas alucinaciones 12 , además de ser reforzadas las otras ya existentes. La de la sexualidad en lo que concierne a la etiología de ambas. De ese modo, for-
señora P. tenía la sensación de que había una mano en sus genitales y pasó a te- mula la idea de que las alucinaciones eran fragmentos tomados de las experien-
ner alucinaciones visuales de desnudeces femeninas y masculinas que la marti- ias infantiles,"[ ... ] síntomas de retorno de lo reprimido" (FREUD, 1896, p.180).
rizaban. Normalmente, tales alucinaciones ocurrían con la presencia de alguna Freud también utilizó el método de la hipnosis para tratar las voces de la se-
mujer, que, para la señora P., se exponía en una desnudez indecorosa. Simultá- ñora P. y estableció algunas consideraciones teóricas complementarias a lo que
neamente a esas alucinaciones visuales, aparecieron voces que ella no sabía ex- ya fue expuesto. La génesis de las voces condecía con la represión de pensamien-
plicar. Al caminar por las calles, por ejemplo, oía que las personas la identifica- los oriundos de la vivencia análoga del trauma infantil.
ban e interrogaban sobre su destino. Sus acciones, sus movimientos eran comen-
tados y señalados por los otros ... [. .. ]según eso, eran síntomas del retorno de lo reprimido, pero al mismo tiempo conse-
Freud diagnosticó a la señora P. como una paranoica crónica, se explayó so- cuencias de un compromiso entre resistencia del yo y poder de lo retornante, compro-
bre la etiología de ese caso y también acerca del mecanismo de sus alucinaciones. miso que en este caso había producido una desfiguración que llegaba a lo irreconoci-
ble (FREUD, 1896, p. 182).
Del mismo modo que en la histeria, existía en esa paciente la presencia de pen-
samientos inconscientes y recuerdos reprimidos que podrían ser recuperados 13 •
Freud se inclina hacia la idea de que las representaciones inconscientes condu- Al comparar la etiología del síntoma en la neurosis obsesiva con la paranoia,
cían a la señora P. a una compulsión a la repetición, oriunda de su inconsciente. Freud agrega que, en esta última, el retorno de lo reprimido se da por el camino
De ese modo, él constató que el origen de las alucinaciones visuales -al me- de proyección, considerando que el síntoma de desconfianza de los otros signi-
nos las imágenes de la denudes femenina- aparecían con la sensación de pre- lica, en verdad, una protección contra el retorno de lo reprimido cuando apa-
sión sobre su órgano genital. Esas primeras imágenes surgieron en el instituto n.:cen las ideas delirantes. Esos pensamientos retornan en voz alta, provocando
de cura de aguas y se repitieron en función de un gran interés por parte de lapa- 11na doble desfiguración: una censura implica la substitución por otros pensa-
ciente. Ella sintió vergüenza de las otras mujeres. En ese momento, Freud notó mientos asociados o su encubrimiento ocurre por modos más o menos precisos
la compulsión de la paciente e infirió que había algo importante a ser explorado de expresión, referidos a vivencias recientes, análogas a las vivencias infantiles.
en esa escena. Fue, entonces, cuando le solicitó que hablase más sobre la escena En este caso relatado, referente a la señora P., en la búsqueda de una causa-
de desnudez, lo que fue acatado, ya que ella relató escenas de su infancia cuan- lidad mecanicista para pensar la cura del síntoma -en verdad, alucinaciones
do se sintió avergonzada con la situación de bañarse desnuda junto a sus herma- de persecución y voces-, al disponer de la técnica de la hipnosis, reproduce la
nos y su madre. Posteriormente, relató otra escena, en la que tenía 6 años, ha- 111isma lógica frente a la tentativa de la remoción de un síntoma histérico. Evi-
bía un intenso comercio erótico con su hermano, lo que resultaría en una expli- dentemente, no se trata de remover un síntoma (igual que en la clínica psicoa-
cación sobre la etiología de su paranoia. De ese modo, así como en la histeria y 11alítica de la neurosis -el síntoma sirve para ser interrogado 14- , en la medida
1•11 que se espera la instalación de una neurosis artificial de transferencia), pero
en ese momento de la obra de Freud, se puede inferir que la etiología de lapa-
ranoia estaría ligada a una estimulación precoz de la sexualidad infantil, se ha- i. ( de preguntar cuál es el estatuto de una alucinación o de un delirio en la clíni-
1 .1 psicoanalítica. Freud, al transponer la lógica mecanicista del síntoma para el
bla aquí, de una escena traumática de carácter sexual, tal como ya fue discuti-
do anteriormente. 1hordaje de una alucinación, acaba por reproducir la ética médica de remoción
dt' un síntoma. Lo que presentaremos más adelante, todavía en torno a la con-
1iibución de Freud a la clínica de la paranoia, es la idea de que un delirio es va-

12. Es curioso notar que Freud utilice la palabra síntoma al describir las alucinaciones citadas en
el cuerpo del texto, en el momento en que presenta el delirio de persecución de la señora P. l •I. Para ilustrar lo que estamos afirmando, recomendamos la lectura de las conferencias El sentido
De hecho, tenemos que considerar el síntoma, en el sentido psicoanalítico del término, para le los síntomas y La fija ción al trauma, el inconciente, conferencias de número XVII y XVIII,
designar el sufrimiento psíquico en la neurosis. respectivamente.
13. Cabe destacar que todavía se trata de la técnica de la hipnosis.
64 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 65

lioso y merece ser escuchado, y no removido. La presente perspectiva será fun- El énfasis puesto en una realidad cae por tierra cuando Freud propone una
damentada en el momento en que el caso Schreber sea presentado. solución importante para la noción de realidad, que pasa a ser considerada ya no
No obstante, antes de recuperar la dimensión ética del psicoanálisis en la es- como una realidad fáctica, y sí como realidad psíquica 16 • Entendamos por rea-
cucha del delirio, una cuestión se presenta: vimos, en el periodo pre-analítico, lidad psíquica una mezcla entre contenidos tomados de la experiencia concreta
que la paranoia es una defensa del ego ante una representación inconciliable. y material y también de contenidos originados de la fantasía. Es importante re-
Vimos también que hay un compromiso del vínculo del sujeto con la realidad, saltar que no se trata de inquietarse acerca de la veracidad de determinado he-
dado que la misma representación inconciliable parece sobreponerse a la mis- ·ho y su ocurrencia en una realidad, pero sí en considerar que el contenido in-
ma realidad que se presentara como insoportable, por el mecanismo de la pro- ·onsciente emergente en una asociación libre, exprime una verdad singular del
yección. Dicho esto, ¿cómo pensar la noción de pérdida de la realidad en lapa- sujeto, oriunda de la realidad psíquica. En ese sentido, se le atribuye a la fantasía
ranoia, ahora ligada a la concepción de la metapsicología de Freud? ¿De qué tipo inconsciente un carácter patogénico, e~ el cual reside la intensidad de un sín-
de realidad se trata: la de una escena traumática -aquí vale retomar la idea ya loma. La noción de realidad psíquica incide sobre la hipótesis del inconscien-
discutida y descartada de la teoría del trauma y de la seducción, en la cual ha-1 lc, más específicamente sobre la articulación entre deseo inconsciente y su fan-
bría una estimulación precoz de lo sexual en lo infantil- o de un momento es- lasía correlativa -o, dicho de otro modo, se puede afirmar que es en la fantasía
tructurante de la subjetividad? Inconsciente que se articula el deseo inconsciente. La noción de fantasía preo-
( upó a Freud en diversos niveles, ya que él elaboró la idea de fantasía conscien-
k , sueños diurnos o devaneos -tal como se presenta en Anna O. al emplear la
2.3 Fred, la constitución de la subjetividad y la paranoia: un abordaje (ºXpresión teatro privado-, las fantasías prototípicas 17 y la fantasía inconsciente
metapsicológico -esta última será mejor trabajada más adelante-.
Sabemos también que Freud sustentó dicotomías importantes a lo largo de
Vimos, en la teoría del trauma y de la seducción, que Freud enfatizó un even- s 11 obra, tales como lo biológico y lo psíquico y también la cuestión de lo inter-

to ocurrido en la realidad como fundamento para sustentar una hipótesis sobre 11 o y externo. En cuanto a esta cuestión, el debate acerca de la hipótesis exógena
la etiología del síntoma histérico y también la etiología del síntoma paranoico. y endógena se percibe a lo largo de su obra. Por ejemplo, en la ya discutida teo-
Él parecía preocupado con la veracidad de los hechos, y tal preocupación se per- da del trauma, el énfasis dado a la etiología del síntoma incide sobre una hipó-
cibe en sus textos de esa fase pre-analítica, como, por ejemplo, en los casos clí-
nicos. Ese punto es importante, pues uno de los riesgos posibles es el de reducir ese momento, la confirmación de datos de la realidad concreta y la recurrente necesidad de
la escucha clínica a datos fácticos o del registro de lo imaginario, en que un ma- considerar al otro de la realidad en la dirección del tratamiento.
nejo equivocado se haría presente, como si la resolución de una angustia cual- 1(1. Concepto formulado por Freud y presentado en el capítulo VII del texto denominado
quiera por parte del paciente pudiese ser equiparada en una sugestión del tipo: Interpretación de los sueños, de 1900.
. Solamente a modo de referencia, recomendamos la lectura del texto Sobre las teorías sexuales
"ya que su problema es su marido, entonces ¿por qué usted no conversa con él?
infantiles, de 1908, en el cual Freud discute la idea de fantasía por el sesgo biológico, en este
¿Por qué no intenta resolver ese asunto?" Ahora, sabemos, desde la enseñanza aso, a través del concepto de fantasía prototípica. Él presenta tres fantasías prototípicas: la
de Freud, que una intervención analítica no es del orden de lo imaginario, en universalidad del pene, la fantasía de que el bebé nace por la cloaca y el carácter sádico del
este caso, direccionada para los objetos de la realidad concreta, pero sí articula- coito. Destacamos aquí la idea de que esas fantasías son heredadas filogenéticamente. De ese
da al inconsciente 15 • modo, ellas brotarían en el psiquismo del niño en un momento específico de su subjetivación.
El énfasis recae sobre la palabra brotar, dado que se esperaría que tales contenidos de fantasía
despuntasen en función de la carga genética del hombre. Es claro que tal hipótesis es revista por
15. Ese punto será mejor trabajado en el momento en que presentaremos la idea de constitución Freud en otro texto denominado Pegan a un niño, de 1919, cuya reformulación se encuentra
del sujeto en Freud. Apenas a modo de ilustración, podemos verificar en el relato del caso u lo largo del argumento de este capítulo. Por último, vale resaltar la expresión creada por
Dora, de Freud (1905), como él se preocupa con los contenidos ofrecidos por esa paciente y Laplanche, según la cual la biología es el bicho de la fruta del psicoanálisis. Con ese alerta, hay
la veracidad de los mismos. Por ejemplo, Dora le relata que el Señor K. la buscó en el lago, y que desconfiar del recurso de la biología como argumento teórico, pues se sabe que Freud, a
Freud se vio obligado a confirmar tal afirmativa con el padre de Dora. Todavía le pesaba, en lo largo de su obra. utilizó ese argumento o recurso en diferentes contextos de su obra.
66 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 67

tesis exógena, a la vez que un evento ocurrido en la realidad moviliza un afec- mario. Una primera distinción que hacemos es que la palabra narcisismo es uti-
to desagradable, que es considerado como la causa del síntoma histérico. Pos- lizada en un contexto distinto del sentido común, el cuál atribuye a aquel que
teriormente, en otra discusión vinculada a las pulsiones parciales de la prime- es narcisista la cualidad de egoísmo, de pensar sólo en sí mismo. No es en vano
ra infancia, Freud afirma que las pulsiones parciales oriundas del autoerotismo que Freud se refiere al mito de Narciso para ilustrar esa cuestión, en la 26ª Con-
18
infantil -perversas y polimorfas- serían "domesticadas" por diques hereda- ferencia Introductoria denominada La teoría de la libido y el narcisismo (1916).
dos filogenéticamente. Percibimos en ese argumento un fundamento endóge- uando remitimos al concepto de narcisismo primario, utilizamos esa idea para
no y biológico para sustentar la idea de que las pulsiones -oral y anal- se so- resaltar la existencia de una etapa constitutiva del sujeto psíquico, una opera-
meterían a una organización obediente a la primacía de lo genital por el flore- ción psíquica realizada por el niño. Es interesante notar que todos pasaron por
cimiento de los diques mencionados, que canalizarían las manifestaciones pul- esa etapa lógica del desarrollo infantil, excepto los autistas y esquizofrénicos.
sionales desgobernadas para un proceso de sumisión de la sexualidad infantil a Freud, sin embargo, no fue capaz de formalizar, en términos conceptuales, lo
la cultura. Al discutir el estatuto de la fantasía inconsciente, Freud concilia esas que está en juego en ese momento lógico de la constitución de la subjetividad.
dos hipótesis, la exógena y la endógena, localizándolas entre el mundo subjeti-
1
m utiliza ejemplos tales como la pasión, la enfermedad y la hipocondría para
vo 19 y el mundo objetivo, punto que será retomado más adelante. :jemplificar la incidencia de esa instancia psíquica y afirma que lo esperado, a
De ese modo, para pensar la constitución de la subjetividad20 , hay que consi- lo largo del desarrollo de la sexualidad infantil, es la consolidación de ese acto
derar factores endógenos tales como la sexualidad infantil -perversa y polimor- psíquico. Sin embargo, Freud no nos ofrece una solución para el problema teó-
fa-, dado que ella elige en el propio cuerpo zonas erógenas como objeto de sa- rico planteado, o sea, él no explicita el modo en que ocurre la constitución del
tisfacción. De las pulsiones parciales de la primera infancia existe la pulsión del narcisismo primario en el texto mencionado. Por último, él afirma que la ope-
saber, en este caso, una pulsión de carácter investigativo en la que el niño bus- ración psíquica es equiparable a la constitución del ego. Esa etapa del desarro-
ca construir para sí un mito sobre el propio origen: "¿de dónde vienen los be- 1lo psíquico permitirá un desdoblam iento de la libido, que en otro momento era
bés?" Este interrogante que el niño formula resulta en las fantasías prototípicas, solamente autoerótica y que, en función del advenimiento de la consolidación
como respuesta a su indagación y que ya fueron citadas en este capítulo. Lo que del narcisismo primario, pasa también a ser libido de objeto.
se debe resaltar es el hecho de que las pulsiones del saber tienen un papel im- En ese sentido, vale incluir aquí una referencia a la enseñanza de Lacan, de un
portante en la constitución del sujeto, como veremos luego, al movilizar el inte- texto en el cual él presenta un complemento a esa teoría del narcisismo prima-
rés del niño a realizar sus investigaciones infantiles. rio freudiano, cuando acuña la expresión del estadio del espejo, en el momento
Otro concepto importante es el de narcisismo primario, que parte de la cons- •n que el niño pasa a reconocer y jugar con la propia imagen reflejada en el es-
tatación de que existe una operación psíquica, la constitución del narcisismo pri- pejo, más o menos alrededor de los 18 meses, y la nombra con su propio nom-
bre. El acto psíquico condice con la realización de un contorno corporal, como
18. Recomendamos, para esta discusión, la lectura del texto titulado Tres ensayos sobre la teoría u na operación psíquica ligada al registro de lo imaginario.
sexual, de 1905, sobre todo el segundo ensayo, denominado La sexualidad infantil. Ese texto es La ocurrencia de esa operación psíquica depende del modo en que se esta-
inaugural para pensar la hipótesis freudiana sobre la sexualidad infantil y sus características.
blece el vínculo de amor entre la crianza y la madre o su substituta en el primer
19. Así, evocamos una vez más la polaridad entre imaginación y realidad (ligada a la percepción),
lo que indica la fantasía inconsciente y su satisfacción como algo del orden de la ilusión, t icmpo de Edipo -volveremos a ese punto más adelante, cuando hemos de dis-
oponiéndose a la percepción de la realidad. De ese modo, el mundo interior se condice con la nitir el tema de la constitución del sujeto en Lacan-. Lacan es bastante preci-
satisfacción y el placer, y el mundo exterior se condice con la realidad. so al extender los tiempos del Edipo más allá del tiempo biológico del niño. El
20. Este tópico exige un tránsito entre varios textos de la obra de Freud, de modo tal de poder primer tiempo del Edipo comienza antes de que el óvulo sea fecundado por el
sustentar una enumeración de conceptos y una consecuente articulación, tal como se presenta
a lo largo de este capítulo. Apenas a modo de referencia, presentamos una guía al lector, para
espermatozoide, pues se hace necesario verificar cual es el estatuto de ese niño
que él pueda recorrer los conceptos citados: Tres ensayos sobre la teoría sexual, de 1905; Sobre ·n la economía psíquica de su madre. Dicho de otro modo, es preciso pregun-
las teorías sexuales infantiles, de 1908; Introducción al narcisismo, de 1914; Pegan a un niño, de tar sobre el lugar que el niño ocupa en el deseo de la madre. Para que aparezca
1919; La organización genital infantil. (Una interpolación en la teoría de la sexualidad), de 1923; ·I narcisismo primari o, se supone que tanto la madre -o su sustituta- como
Neurosis y psicosis, de 1924; y La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, de 1924.
68 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 69

el niño constituyan una célula narcisista, una especie de amalgama o, en otros demanda de amor, reconocerá su imagen reflejada en la mirada de su madre o
términos, establezcan entre sí una relación simbiótica permeada por un vínculo sustituta ante la transmisión de los ideales culturales, simbólicos por definición.
de amor. El modo en que se establece esa relación es lo que va a permitir la ocu- Para Lacan es de esa forma que se constituye el yo en su doble acepción, ya
rrencia -o no- del acto psíquico en el niño, realizado por él mismo. sea en el sentido de cerrar una gestalt -considerando que antes el cuerpo era
despedazado y desde entonces pasa a asumir una unidad-; lo que lleva a asu-
Basta para ello comprender el estadio del espejo como una identificación en el sentido mir un carácter de permanencia del yo, ya sea en la propia condición alienan-
pleno que el análisis da a éste término: a saber, la transformación producida en el sujeto
te de estructuración del yo, ya que él se constituye a partir de la mirada del otro.
cuando asume una imagen, cuya predestinación a este efecto de fase está suficientemen-
te indicada por el uso, en la teoría, del término antiguo !mago (LA CAN, 1998, p. 97). Dicho esto, volvamos al argumento freudiano para pensar la constitución de
la subjetividad. Sin embargo, antes de sustentar una articulación de los concep-
Lacan introduce, a esa altura de la elaboración de su argumento, la idea de los necesarios para presentar una teoría de la subjetividad para el psicoanálisis
que el yo se precipita a partir de una matriz simbólica, que puede ser descripta - y profundizar la cuestión de la subjetividad en la psicosis-, proponemos un
en términos bastante freudianos, tal como aparece en Freud en el texto denomi- salto para presentar algunos conceptos también imprescindibles para la poste-
nado Proyecto para una psicología científica para neurólogos21 • Freud propone un rior articulación que viene siendo propuesta.
modelo de aparato psíquico al importar el modelo de sistema de neuronas de la Con relación a la fantasía inconsciente24 , Freud articula algunas considera-
neurología. Sin profundizar en este asunto, trabajaremos apenas la idea de que ciones importantes en relación a su estatuto teórico y clínico.
el bebé trae consigo un cúmulo de tensión interna que desemboca en una des- Inicialmente, resaltemos el hecho de que la fantasía inconsciente implica sen-
carga motora, en este caso, un grito. Ese grito es interpretado por la madre o su 1i m ientos placenteros y se articula con la masturbación infantil. En ese sentido,

sustituta, de modo que ella realiza una lectura del llanto del bebé y se dispone a percibimos que a ella se agrega la libido y que hay, en la posición que el niño ocu-
realizar una intervención - externa- capaz de aliviar la acumulación de ten- pa en la fantasía inconsciente, una posición incestuosa articulada al drama edí-
sión interna del bebé. Es en ese sentido que podemos afirmar la existencia del pico. Aquí se abre una perspectiva importante para la presente discusión, dado
registro de lo simbólico, dado que hay un nombramiento de lo que ocurre en el que están localizados en la fantasía edípica los motivos que llevan al niño a cons-
cuerpo del bebé mediante el lenguaje, en el momento mismo en que se diferen- tituirse a partir de la estructura neurótica -o dicho de otro modo, se describe
cia un llanto de cólico de otro llanto, que es hambre o la incomodidad de un pa- l.1etiología o los motivos que originan la represión-. Sin embargo. Considerar
ñal sucio, entre otros. la posición incestuosa del niño frente a sus figuras parentales es sostener, tam-
No obstante, y según Lacan 22 , el registro de lo simbólico se verifica también bién desde el punto de vista exógeno, sus determinaciones. En ese momento de
por la proyección de los ideales de la madre o su substituta sobre el bebé, ya que In obra freudiana, se incluye también el lugar que el niño ocupa ante sus padres
ella proyecta sus ideales, los ideales de la cultura, sobre ese bebé. "¡Mi hijo será biológicos o sustitutos. En el texto Pegan a un niño (1919), Freud se interesó por
un hombre de carácter!" ese investimento de libido, por parte del agente que rea- describir la estructura de la fantasía, lo que desemboca también en un giro con-
liza la función materna23 , es lo que posibilitará el acto psíquico de la constitución n:ptual y ético para el tratamiento de las neurosis.
del narcisismo primario, considerando que el bebé, no por necesidad, pero sí por Dando continuidad a lo que veníamos afirmando acerca de la fantasía incons-
cie nte, es en la fase fálica que Freud localiza la organización de las pulsiones par-
21. El "Proyecto'', como es comúnmente llamado, es un texto de gran importancia y altamente t iales sobre la primacía fálica. El niño elige una figura parental como objeto de
recomendable. Él presenta una dificultad, pues el uso del modelo neurológico presupone el .11nor y busca anhelar la satisfacción de una meta pulsional. Freud resalta que
uso de conceptos externos al psicoanálisis. Sin embargo, en él se encuentran bases conceptuales
importantísimas para innumerables conceptos que posteriormente serían elaborados por Freud. 11. La referencia para esta discusión es el texto freudiano denominado Pegan a un niño, de 1919. Sin
22. Por ejemplo, esa idea está presente en el texto Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, embargo, queremos recuperar también el argumento presente en La interpretación de los sueños,
publicado en los Escritos. en el que la fantasía inconsciente trae consigo una articulación con el deseo inconsciente, en el
23. El término "función" nos permite desprendernos de la tendencia biológica, ya que no se espera momento en que se discute el sueño como realización de deseo. Tal mención es importante, pues
que un niño dependa de la existencia de una madre y de un padre biológico para constituir la en algunos momentos de la obra de Freud podemos verificar la idea de fantasía inconsciente
propia subjetividad. orn o un devaneo suhl imlnnl y, por lo tanto, pre-consciente.
70 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 71

la identificación y la elección del objeto ocurren en ese momento -o sea, en el lldad en la neurosis en la medida en que algo del orden de lo simbólico no pue-
drama edípico- y determinan la vida erótica en la fase adulta. En ese contexto, de ser simbolizable. Pensar en la pérdida de la realidad es sostener la hipótesis
la primacía fálica está presente tanto en la resolución edípica masculina como de que existe, en el psiquismo humano, el atravesamiento de la fantasía incons-
en la resolución edípica femenina 25 y hace que el niño se enfrente a la percep- t lente en el momento en que nos enfrentamos con la realidad. Dicho de otro
ción de la diferenciación sexual, en este caso, que se enfrente con la percepción rilodo, la pérdida de la realidad en la neurosis es reconocida en el momento en
de que la madre, o su substituta, es castrada. que ocurre la acción de la fantasía inconsciente, en el momento mismo en que
Cuando se trata de neurosis, y tomando como referencia el Edipo masculi- 11lgún objeto de la realidad evoca un contenido perteneciente al conflicto edípico.
no, ese niño, en sus investigaciones infantiles-impulsadas por la pulsión del sa- En este punto, retomamos el estatuto de la fantasía inconsciente a partir de
ber-, se posiciona ante el hecho de que la madre es castrada y que, por lo tanto, l.1 referencia presente en el texto Pegan a un niño. Decimos que la fantasía in-
no existe la universalidad del pene -creencia en la cual se mantenía inamovi- 1 onsciente se estructura en la vivencia edípica, en el momento en que las hipó-

ble. Ahora bien, tal percepción va a amenazar su integridad egoica, dado que la lvsis endógenas y exógenas confluyen en la etapa edípica. Por un lado, recono-
amenaza de la pérdida del pene constituye para él una amenaza de desintegra1- 1 emos la sexualidad infantil, la pulsión del saber, el narcisismo primario, la pri-
ción de su unidad corporal, originada en la constitución del narcisismo prima- 111:icía fálica y la percepción de la diferenciación sexual, en el momento en que
rio, trabajada anteriormente. Es en ese momento en que aparecen la angustia de li1 percepción de la castración en la madre y/o mujer es reconocida y aceptada
castración y el conflicto edípico, cuya resolución se da por la vía de la estructura 1>or el niño, lo que desemboca en la elección de la represión como mecanismo
neurótica, cuando se elige la represión para lidiar con la angustia de castración dv defensa para la angustia de castración. Por otro lado, reconocemos también
oriunda de la amenaza de desintegración narcisista. 1111 posicionamiento del niño en relación a lo que le es transmitido en términos
27
El ego, según Freud, es gobernado por el mundo externo de dos maneras. Hay, 1 k ley simbólica • Una cuestión que todavía no trabajamos en esta reflexión es
en primer lugar, percepciones actuales que son siempre renovables. Esas percep- 1·1 hecho de que el niño elige un mecanismo de defensa para lidiar con la percep-
ciones actuales están referenciadas en función del almacenamiento de percep- 1 Ión de la diferencia sexual según la posición que él ocupa en la estructura edí-
ciones antiguas, recuerdos anteriores -o, dicho de otro modo, por recuerdos 11ka an te sus figuras parentales o sustitutas. Es dentro de ese contexto que reco-
ordenados por el "mundo interno" que forman parte del ego-. Al tratarse de nnccmos, en este momento, un fundamento exógeno para nuestro raciocinio.
neurosis, se propone que el niño reconozca la percepción de la diferenciación En la neurosis, se articula la fantasía inconsciente con el deseo 28 inconscien-
sexual -percepción antigua-, en el momento de esa prueba edípica. Recono- 11'. Nasio (1999) trabaja el modo en que el lugar de un objeto real pasa a ser un
cer la percepción de la diferencia sexual es someterse a una ley simbólica26 or- 1 >I >jclo fantaseado, de modo tal de que el objeto real de la relación incestuosa, de
denadora de la sexualidad humana. No obstante, se habla de una fuga de la rea- 111 pulsión sexual, pasa a ser incorporado como una parte del ego, que desde la
1·gunda tópica adquiere una porción inconsciente29 • De ese modo la figura pa-
25. La diferenciación entre el Edipo masculino y el femenino no se dio de forma inmediata en
el pensamiento freudiano. Para una profundización mayor de esta cuestión, recomendamos una restricción a la realización pulsional, fundamento de una ley simbólica ordenadora de la
la lectura del texto Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica entre los sexualidad y de un proyecto cultural.
sexos, de 1925. Ese texto permite una precisión mayor de la resolución edípica de la niña; en 1
•' • No obstante, la conceptualización de esa idea, la de que existe una transmisión simbólica que
él existen, inclusive, indicaciones clínicas valiosas para la clínica de la histeria. orienta el modo en que el niño va a posicionarse ante la percepción de que la madre o sus
26. Para esta discusión, recomendamos la lectura de Tótem y tabú, de 1914, obra de gran importancia sustituta es castrada, no es evidente en Freud. Esa discusión es fundamental para el eje teórico
para pensar la génesis de las relaciones culturales y que propone una ley simbólica universal de este trabajo y será mejor desarrollado desde el punto de vista de Jacques Lacan, más adelante,
para el ordenamiento de la sexualidad humana, en este caso, la idea de que las relaciones de considerando que la problemática de la función paterna -como agente de transmisión de la
alianza no coinciden con las relaciones de parentesco. Existe, por lo tanto, una restricción de la ley cultural- fue ampliamente desarrollada por él. Además, la cuestión del Nombre del Padre
realización pulsional que permite la existencia de un proyecto cultural. Allí también se discute la tsume sirve como punto de anclaje para la hipótesis central de este trabajo, teniendo en cuenta
idea de que la ley cultural, en este caso, la ley de prohibición del incesto es universal, a pesar de que el Nombre del padre asume un estatuto central en la subjetivación, de modo tal de orientar,
variar en distintas culturas. En nuestra cultura occidental existe, por ejemplo, la prohibición de tnmbién, la dirección del tratamiento de las psicosis.
1
que una niña tenga relaciones sexuales con el hermano de la madre. Lo que resaltamos no son 1!, 'lhl articulación se localiza en el texto de Nasio, denominado O prazer de ler Freud, de 1999.
11
·tanto las variaciones de prohibiciones, sino el hecho de que toda y cualquier cultura presenta ), 1)lscusión presente en el t1·x 10 fil yo y el ello, de Freud, de 1923. En ese texto hay una
72 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 73

rental, o su sustituta, deja de ser un objeto real y pasa a ser un objeto fantasea- Aquí reside un fundamento ético importante para la clínica psicoanalítica de
do, incluso si ese objeto tiene una existencia autónoma en el mundo. De esa for- las neurosis. Es ella la que nos muestra cuán difícil es sostener esa dirección de
ma, Nasio concluye que el objeto de amor es una mezcla de fantasía y de figura tratamiento, en este caso, manejar la transferencia del paciente en dirección a
parental real-cabe aquí recordarle al lector el concepto de realidad psíquica-. una construcción de una posición en el drama edípico, frente a su fantasía fun-
De ese modo, una relación amorosa se funda sobre el estatuto de la fantasía in- damental y, evidentemente, ante aquello que le caµsa deseo. La doble vertien-
consciente, sede de la pulsión, donde se sitúan el placer sexual y también el fun- te descripta anteriormente exige un cálculo, una dirección necesaria o una res-
damento de las relaciones afectivas en general, inclusive su actualización a la fi- ponsabilidad asumida por un psicoanalista en el momento en que él permite a
gura del analista, o sea, el fundamento que sustenta el amor se transferencia 30 • El un candidato al análisis, recostarse en su diván. De ese modo, entendemos que
deseo inconsciente se condice con la realización del deseo incestuoso que, a pe- el trayecto de un análisis incide sobre ese camino, que es responsabilidad de un
sar de ser restringido por la ley simbólica, se actualiza en sus reediciones. De esa nnalista indicarlo. Sin embargo, y por el hecho de que el recuerdo ocurre por la
manera, para encaminar nuestra discusión, falta resaltar los desdoblamientos de vía del paciente, es el paciente el que va a avanzar en su análisis en el momen-
la descubierta fantasía inconsciente y su estatuto en la técnica psicoanalítica de la1 to en que el trabajo arqueológico sobre sí mismo progresa. Punto delicado, que
neurosis, más precisamente acerca de la noción de construcción en el análisis 31 • exige por parte del analista una atención redoblada para no interferir en las ela-
Freud sugiere ese término como un giro en la dirección del tratamiento de la boraciones que están siendo hechas a partir de la fantasía inconsciente. Es un
neurosis. El conflicto edípico deja de ser interpretado para ser costruído, respe- hecho que un analista no interpreta una fantasía inconsciente con sus construc-
tandó la materialidad psíquica de aquella singularidad, según lo que fue expues- ciones derivadas. El fundamento ético se sustenta en esa cuestión, ya que la de-
to acerca de la noción de realidad psíquica -en este caso, la reconstrucción de li cadeza de ese manejo incide sobre un punto ya discutido, en este caso, la idea
contenidos reales y fantasísticos por el sujeto, coherente con su mito edípico in- de que es el propio paciente el que va a encontrarse con sus marcas edípicas y va
fantil. Freud hace una reserva acerca de la dificultad en realizar tal construcción, .i reposicionarse ante esas mismas marcas.

al destacar el papel de la construcción y su ideal en un análisis, o sea, un recuer- ¿Y cómo estamos con la problemática de la paranoia? Vimos que el niño, bajo
do del conflicto edípico y la remoción de su amnesia infantil. la fuerza pulsional proveniente de la sexualidad infantil, dotada de su narcisismo
El fundamento de ese giro en el método analítico se encuentra en el ya cita- primario, ante sus investigaciones infantiles, se encuentra con la percepción de
do texto Pegan a un niño, en el momento en que Freud presenta una lógica in- In castración de la madre. En el caso de la paranoia, Freud considerará el hecho
terna presente en la fantasía inconsciente, como cuando se reconoce la dificul- de que el niño rechaza la percepción de la diferenciación sexual, en este caso, la
tad de rememorar ciertos contenidos de la misma. percepción de la castración de la madre o de su sustituta. El compromiso o pér-
De ese modo, la cuestión es abordada en una doble vertiente. La primera con- dida de la realidad ocurre en función de una perturbación del ego y de su vín-
32
siste en un manejo de la transferencia en que un analista ofrece subsidios para l ulo con la realidad •

ayudar al paciente a realizar sus construcciones en el análisis, en este caso, re- De acuerdo con lo que ya expusimos acerca del fundamento en que la pato-
construir sus impresiones sobre su vivencia edípica. Por otro lado, destacamos l11gía incide sobre las percepciones antiguas o percepciones actuales 33 , en el caso
que el hecho de que es el propio paciente el que construye, rememora, realiza de la paranoia, reconocemos el hecho de que las percepciones antiguas fueron
ese trabajo de arqueología sobre sí mismo, en el sentido de reconstruir lo que se h·rgiversadas. El rechazo a la castración de la mujer, en el momento en que el
imprimió en el inconsciente. Se nota aquí un doble sentido de la palabra "im- niño realiza sus investigaciones infantiles -percepción antigua- determina el
presión'': ya sea en el sentido de las marcas que tales contenidos inscriben en el
11. Además, esa es la hipótesis central presente en el texto La pérdida de la realidad en la neurosis
psiquismo, o en el sentido de aquello que se percibe como contenidos oriundos
y la psicosis, de Freud (1924), en aquello que concierne específicamente a la cuestión específica
de su realidad psíquica. de la paranoia.
1 \, En el texto La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, de 1924, en el que Freud
reformulación sobre el aparato psíquico que inaugura la denominada segunda tópica. su ~ tentará la hipótesis de que, en la psicosis, el niño rechaza la percepción de la castración en
30. Discusión presente en el texto Sobre el amor de transferencia, de Freud (1912). la mujer, a partir de lo que fue expuesto anteriormente sobre el hecho de que la patología se
3 1. Í{ccomendamos la lectura del texto Construcciones en el análisis, de 1938. inscribe sobre pcrcepdon l:S nn ti µuas o actuales.
74 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 75

modo en que se asentarán las percepciones futuras o actuales. En ese sentido es tó la gloria que tanto anheló en el campo de las ciencias jurídicas, fue como pa-
que Freud compara a la neurosis con la psicosis, considerando que en la prime- ciente psiquiátrico que se volvió un referente aun vivo para la psiquiatría y para
ra hay una pérdida de la realidad - mientras que en la psicosis hay una recons- el psicoanálisis. Carone destaca un comentario de Lacan 35 sobre lo escrito por
trucción de la realidad- . Dicho de otra manera, lo que se sitúa en la psicosis es Schreber, diciendo que se trataba de un texto esmerado de iniciación a la feno-
el hecho de que hay, desde el momento edípico, una fase activa de reconstruc- menología de la psicosis. Lacan se refería al hecho de que la fuerza de las memo-
ción de la realidad, al desembocar en una remodelación del mundo y de su vín- rias de Schreber, como la apropiación de Freud de las mismas, se mantiene viva
cufo con la realidad. Freud concluye su texto afirmando que, tanto en la neuro- en función de la propia astucia de Schreber, dado que, según sus propias pala-
sis como en la psicosis, hay una sustitución de la realidad, considerando el he- bras, él llegó a "intuiciones sobre las sensaciones y los procesos de pensamiento
cho de que se estructuran, como patologías, de modos diferentes. hu mano que muchos psicólogos podrían envidiar" (SCHREBER, 1995, p.140).
Así mismo, una cuestión sigue suspendida: ¿cómo fundamentar la dirección Schreber (1842-1911) viene de una familia de protestantes burgueses, dota-
del tratamiento psicoanalítico en la paranoia? Sabemos que Freud se apoyó en dos de cultura y posesiones materiales, desde el siglo XVIII, ellos aspiraban a ser
la clínica de las neurosis y que incorporó la lógica del tratamiento de las neuro- celebridades a través de la producción intelectual. Además de otros descendien-
sis a las psicosis, lo que resultó en obstáculos clínicos importantes, consideran- tes de la familia, se destaca el padre de Schreber, Daniel Gottlieb Moritz Schre-
do que la posición subjetiva del psicótico en relación al registro de lo simbólico ber (1806-1861), eminente médico ortopedista y pedagogo, autor de innumera-
no es la misma que la del neurótico. A pesar de habernos ofrecido también con- bles libros sobre gimnasia, higiene y educación para niños. El padre de Schre-
tribuciones originales e importantes acerca de la etiología de la psicosis, le fal- ber era representante de una doctrina rígida e implacable, de carácter bastan-
tó a Freud precisar, desde el punto de vista de la teoría del método clínico, cues- te moralista, que promovía un control completo de todas las facetas de la vida.
tiones relativas al manejo de la transferencia en el tratamiento de las psicosis. ~ I ideó, a modo de ilustración, aparatos ortopédicos en hierro y cuero que pu-
Aun así, cabe resaltar la indicación clínica presente en las formulaciones teó- diesen garantizar la postura erecta del niño. Promovía, además, la idea de que
ricas acerca de la paranoia; en este caso, una posición ética de suma importan- la rectitud del espíritu es consecuencia de un aprendizaje precoz de contención
cia para esta clínica. Para tal, la contribución del caso Schreber es imprescindi- emocional y, evidentemente, levantaba la bandera de que todas las manifesta-
ble, tal como expondremos a continuación. ciones de la sexualidad deberían ser suprimidas. El padre de Schreber se enor-
gullecía de haber aplicado sus métodos correctivos y pedagógicos en sus hijos
y siempre se vanaglorió de que el resultado obtenido, en lo referido a la educa-
2.4 Freud y el caso Schreber: una concepción ética del psicoanálisis ión de ellos, fue el mejor. Daniel Paul Schreber, que se volvió una leyenda viva
ante la escucha del delirio orno paciente psiquiátrico, tuvo cuatro hermanos, siendo que el mayor, Daniel
Gustav (1839-1877), se suicidó a los 38 años.
Daniel Paul Schreber... sin duda alguna el más ilustre caso de la bibliografía Se sabe poco sobre su infancia, a no ser por el hecho de que él se sometiera
psiquiátrica y psicoanalítica sobre la paranoia. Carone, en su prefacio a Memó - on docilidad al despotismo del padre. Alumno aplicado, en los años de juven-
rias de um doente dos nervos, destaca las palabras del propio autor, pues él refe- tud, poco se interesó por la religión y se avocó al estudio de las ciencias natura-
renció su obra, publicada en 1903, como una de las "obras más interesantes que les. Según Carone, sus memorias lo revelan como un hombre culto, conocedor
ya fueron escritas desde que el mundo existe" (SCHREBER, 1995, p. 306). Él es- de diversas lenguas, inclusive del griego y el latín, además de las ciencias natu-
taba seguro de que sus memorias servirían como una valiosa contribución para rales, historia, literatura clásica, música - era pianista-, y además poseía cono-
las investigaciones futuras 34 • Como bien resaltó Carone, si Schreber no conquis- imientos jurídicos, que eran su especialidad.
Su carrera como jurista seguía el camino esperado. Funcionario del Minis-
34. Evidentemente, Freud fue el gran responsable por el "suceso" de Schreber, en el momento le rio de Justicia del Reino de Sajonia, obtuvo sucesivas promociones, al punto
en que publica un análisis importante sobre su delirio en el texto Sobre un caso de paranoia
descrito autobiográficamente, publicado en 1911. De ese modo, el nombre de Schreber está, 15. Presente en el texto IJe 1mo mestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, publicado
indisociablemente, ligado al de Freud. en 1966 en Escritos.
Freud y la paranoia 77
76 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

de ser nombrado vice presidente del Tribunal Regional de Chemnitz, en el año lapso mental, al punto de recurrir, una vez más, al Prof. Flechsig, médico por
1884. Su ambición parecía ser grande, pues en ese mismo año se presentó a las el cual sentía enorme gratitud, en función de la primera internación. Fue inter-
elecciones parlamentarias por el Partido Nacional Liberal. Sin embargo, sufrió nado37 en noviembre de 1893 y sólo volvió a ser dado de alta después de nueve
una gran derrota y recibió, a los 42 años, una exposición en los medios de comu- años. Su diagnóstico fue de demencia paranoide. Con el correr de esa larga in-
nicación que se opusieron a sus propias ambiciones de convertirse en una figu- ternación, Schreber comenzó el proyecto de escribir las memorias de un enfer-
ra pública, considerando que fuera criado bajo el "culto orgulloso de los méritos mo de los nervios, al mismo tiempo en que trabó una larga disputa judicial con-
de los antepasados y fuera testigo de la fama del padre, ese artículo traía impre- tra la propia prohibición y en busca de retomar posteriormente sus derechos de
so, como un insulto, la faceta pública de su anonimato" (CARONE, 1995, p.12). administrar, de forma autónoma, sus bienes.
En el día 8 de diciembre de 1884, más o menos 45 días después de la derro- A pesar de haber sido dado de alta en el año 1900, permaneció, por voluntad
ta mencionada, Schreber tuvo su primera internación, en la clínica de enferme- propia, dos años más en el sanatorio, pues quería tener más tiempo para prepa-
dades nerviosas de la Universidad de Leipzig, coordinada por el Prof. Paul Emil rar, de forma cautelosa, su reingreso a la sociedad.
Flechsig. Era su primera internación, provocada por una crisis de hipocondría En 1903, Schreber publicó sus memorias -no en su totalidad, considerando
-que no era el primer episodio-. Él aseguraba haber perdido más de 15 kilo- que un capítulo, referido a su familia, fue quitado sin que quedase ningún ras-
gramos, siendo que los datos médicos acusaban un aumento de 2 kilogramos. tro de él-, al mismo tiempo en que adopta una hija de 13 años con quien ten-
Estaban presentes también ideas delirantes, además de haber tenido dos intentos drá una relación afable y tierna, posicionándose como un buen padre. Tiene un
de suicidio. Schreber aseguraba que los médicos lo habían engañado respecto a nuevo periodo de estabilidad emocional, que perdurará hasta 1907, cuando tuvo
su peso, además de sospechar que su esposa hubiese desaparecido. Esa interna- su tercer periodo de crisis.
ción duró seis meses y, después de recibir el alta, Schreber realizó un largo viaje No se sabe con certeza lo que desencadenó ese tercer episodio de internación.
de convalecencia con su esposa, que también tuvo una duración de seis meses. Por un lado, tiene como referencia la muerte de su madre, a los 92 años. Ese he-
En enero de 1886, él asumió sus actividades como juez presidente del Tribu- cho lo obligó a lidiar, con relativa competencia, con cuestiones de inventario, por-
nal Regional de Leipzig, ciudad a la cual fuera transferido durante su internación. que él fue convocado a opinar y a conferir legitimidad a los herederos. Por otro,
Pasó un periodo de estabilidad emocional y clasificó a esos años como años fe- se agravó la enfermedad de su esposa. Al verla atacada por una crisis de afasia por
lices y plenos de honores, según sus propias palabras. Sin embargo, también se cuatro días, a consecuencia de un derrame cerebral, Schreber sufrió una recaída:
comenta que su única infelicidad fueron los innumerables intentos de tener un volvieron sus crisis de insomnio y angustia, además del retorno de las voces. Los
hijo. Hoy se sabe que su esposa tuvo seis abortos naturales. biógrafos de Schreber eran unánimes en afirmar que el evento desencadenante
En junio de 1893, Schreber recibió la visita del Ministro de Justicia de Sajo- de esa última crisis fuera la enfermedad de su esposa. Sin embargo, más reciente-
nia, quien le traía la noticia de que sería nombrado juez presidente de la Corte mente, surgió una hipótesis de que la responsabilidad de lidiar con el inventario
de Apelación de la ciudad de Dresden. Puesto de suma importancia y, en cier- de la madre, por ser el único hijo hombre sobreviviente, tal vez le haya impuesto
to modo, obtenido muy precozmente. El nombramiento fue determinado por dificultades de orden subjetiva que lo incapacitaron a lidiar con esa incumbencia.
el rey y no podía ser rechazado, pues un rechazo representaría un delito de lesa El hecho es que Schreber pasó los cuatro últimos años de su vida internado,
majestad. Esa convocatoria representó el tope de su carrera, con lo cual él fue ·on un estado de salud agravado. Él no se alimentaba: en su delirio afirmaba,
obligado a lidiar, como si se tratase de un desafío, con subordinados más gran- por ejemplo, que no tenía estómago. En 1909, su estado de salud se agravó bas-
des de edad y más experimentados que él. Honrado con el nombramiento, luego l:mte, al punto de permanecer constantemente en cama, hasta que en 1911 su-
se vio perturbado ante tamaña responsabilidad y, en el intervalo entre el nom- frió u na crisis de angina y falleció el día 14 de abril con síntomas de disnea e in-
bramiento y la ocupación del cargo, tuvo un sueño en un devaneo: soñó que su i;uficiencia cardíaca.
enfermedad de los nervios volvía y devaneó que podría ser bueno volverse una
muj er en el acto sexual36• Tal circunstancia llevó a Schreber a entrar en un co- .17. En verdad, Schreber permaneció seis meses en Leipzig, posteriormente estuvo quince días en
el sanato rio de Li ndc nhof - lugar por él mismo denominado como "cocina del diablo'
36. Tal punto será mejor desarrollado más adelante y fi n almente pcrn111 1wcíó po r más d e och o años en el sanatorio de Sonnenstein.
78 Acompaüamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 79

El énfasis dado por Freud al caso Schreber se remonta al periodo de su se- Ese punto es importante, pues en él se encuentra la hipótesis freudiana acer-
gunda internación, pues, como fue dicho anteriormente, fue en esa fase de su ca de la etiología38 de la paranoia, que será mejor trabajada más adelante. Para
vida que emprendió la escritura de sus memorias. En ese episodio, es importan- Freud, la etiología de la paranoia, que también puede ser atribuida a Schreber,
te destacar el hecho de que Schreber fue nombrado para asumir el cargo de pre- tiene relación con una posición homosexual femenina - pasiva-. En el caso de
sidente del Superior Tribunal, evento que fue clasificado como el desencadenan- Schreber, él tuvo como primer objeto al Dr. Flechsig por Dios que significó una
te de la segunda crisis. intensificación del conflicto: ya que para él era imposible ser la mujer del médi-
Simultáneamente a ese nombramiento, Schreber tuvo un sueño que lo mar- co, pasó a considerarse la mujer de Dios. El Dr. Flechsig y Dios fueron puestos
có: soñó que podría ser bastante encantador convertirse en una mujer y estar en un mismo lugar, y eso proporcionó a Schreber contenidos importantes para
sometido al acto sexual. Luego, después de ese sueño, él comenzó a insultar a la formación del delirio.
aquellos que lo rodeaban, al juzgar que ellos estaban persiguiéndolo. A conti- Antes de entrar en las formulaciones teóricas sobre el mecanismo psíquico
nuación, pasó hacia un delirio de grandeza, durante el cual aseguraba estar rela- de la paranoia sostenido por Freud en ese momento de su obra, cabe resaltar un
cionándose con Dios. Su delirio se constituyó, en esa segunda crisis, en dos eta- 1 último aspecto de la interpretación freudiana sobre Schreber. Para fundamentar
pas. La primera consistía en convertirse en mujer, no como un acto de voluntad el conflicto psíquico anteriormente citado, Freud fundamentó la construcción
propia, sino por una especie de obligación, un "tiene que ser así"... Y la segun- de la fantasía de deseo femenino en la noción de frustración, una privación de la
da etapa consistía en redimir al mundo al ser una mujer que debería someter- vida real objetiva. Se trata, en este caso, de la imposibilidad de Schreber de tener
se al coito con Dios. Él aseguraba que nervios femeninos atravesaban su cuerpo hijos en su matrimonio. Sobre todo hijos varones, que podrían haberlo conso-
y que, a través de ellos, por fecundación directa de Dios, poblaría el mundo de lado por la pérdida de su padre y su hermano. Freud relaciona la cuestión de la
personas purificadas y, de ese modo, causaría la redención. Sólo después podría frustración con el propio delirio de Schreber, al retomar la idea de que él, al vol-
morir, de muerte natural y con un sentimiento de voluptuosidad. verse mujer, podría poblar el mundo de hombres dotados de su mismo espíritu.
Freud resalta que en ese delirio hay dos puntos importantes, presentados en Con relación a las hipótesis teóricas de Freud acerca de la paranoia, percibi-
el siguiente orden: de inicio, llegada del delirio de emasculación y, posteriormen- mos un intento de formulación de los mecanismos generales que constituyen
te, el delirio de grandeza. La representación de la emasculación fue muy costosa su etiología. Él sostuvo la idea de que la paranoia es una defensa frente a la po-
para Schreber, lo que, según Freud, fue germen de la producción delirante que, sición homosexual femenina. De ese modo, el centro del conflicto patogénico
por consecuencia, originó el desencadenamiento de la crisis. Otro aspecto des- es la defensa ante el deseo homosexual, en la medida en que el paciente fraca-
tacado por Freud es la representación de que Dios es constituido por nervios. sa en dominar tal posición inconsciente. Freud aseguraba que tal hipótesis con-
De ese modo, es posible afirmar que su unión con Dios se da por una especie de decía con innumerables relatos de casos de paranoia y compartió esa posición
continuidad de sus propios nervios, como si fuese posible formar un trenzado de on el entonces discípulo Carl G. Jung, además del eterno colaborador, Ferenczi.
nervios, lo que consolidaría la posibilidad de relacionarse sexualmente con Dios. Para pensar la cuestión de la homosexualidad en la paranoia, Freud retomó
Por último, Schreber, siempre de acuerdo con Freud, durante su crisis, adoptó una la sexualidad infantil, más precisamente para una etapa constitutiva del desarro-
posición femenina frente a Dios. Tal posición le permitió aliar las dos produc- llo infantil, la del narcisismo primario. Vale resaltar que el texto Introducción al
ciones delirantes, la fantasía de emasculación y su vínculo privilegiado con Dios. narcisismo (1914) aun no fuera publicado. Sin embargo, dispuso de ese concepto
Otro aspecto resaltado por Freud es el papel del Dr. Flechsig en el sistema de- para fundamentar su hipótesis acerca del mecanismo de formación de la paranoia.
lirante de Schreber. Freud, en su intento de interpretar lo ocurrido con Schre-
38. Evidentemente, la hipótesis teórica acerca de la etiología de la paranoia en ese texto, más
ber, se preguntó por qué el Dr. Flechsig asumiría un papel tan perturbador en precisamente al respecto de la permanencia de un tiempo mayor durante la constitución del
el sistema delirante de Schreber. Cabe recordad cuán importante fue el Dr. Fle- narcisismo primarios, así como la idea de que el delirio es un desdoblamiento o consecuencia
chsig en la cura de la primera crisis. Para Freud, lo que estaba en juego en aquel de una pulsión homosexual, no se condicen con las formulaciones ulteriores de Freud sobre la
momento era un cúmulo de libido homosexual dirigido al médico, que era res- etiología de la misma. El eje central que interesa para la argumentación teórica de la subjetividad
ponsable inclusive de la continuidad de la producción delirante del paciente. en la paranoia condice con lo que fue expuesto en el ítem anterior al respecto de la constitución
de la subjctivid:id l' ll Frrnd.
80 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Freud y la paranoia 81

Pero, de acuerdo con el texto de Freud sobre Schreber, la hipótesis de que la sis de que el mecanismo de formación del delirio en la paranoia depende de una
paranoia es una defensa frente a la homosexualidad pasa justamente por la cues- percepción de que él me odia, me persigue, lo que justificaría la condición del
tión del narcisismo primario. Para elegir un objeto de amor, es necesario tomar- paranoico de odiar a los objetos.
se a sí mismo como objeto, antes de elegir a otra persona como tal. Esa fase de Otro punto muy trabajado por Freud es el de la erotomanía. La frase: "Yo no
elección de sí mismo como objeto es intermediaria y transitoria. Apuntó que al- lo amo, pues yo la amo" puede ser explicada por el mismo mecanismo de pro-
gunas personas demoran más tiempo para superar esa fase, lo que genera con- yección, lo que implicaría una segunda formulación: "yo noto que ella me ama'',
secuencias en el desarrollo de la personalidad. Una de ellas es la de la elección o entonces: "yo no lo amo, yo la amo, porque ella me ama''. Freud destaca que la
de la heterosexualidad por la vía de la elección homosexual de objeto. Otra con- erotomanía puede ser considerada como una fijación heterosexual exagerada,
secuencia, que, además es.discutible, es la hipótesis de que la homosexualidad derivada no de una percepción interna de amar, sino como una percepción ex-
ocurre en función de la permanencia de un tiempo mayor en esa fase -la del terna de ser amado, que viene de afuera.
narcisismo primario-, que implica la exigencia en mantener los mismos geni- Explicada la formación del delirio a través de los dos ejemplos antes citados,
tales como objeto de satisfacción. Tal visión implicaría una idea -también bas- , vale retomar la noción de proyección, esencial para el entendimiento teórico de
tante discutible- de que la homosexualidad es una búsqueda de un doble nar- lo que viene siendo aquí trabajado. El concepto de proyección se da a partir del
cisismo, lo que permitiría entonces suponer que el síntoma homosexual sería sofocamiento de una percepción interna, que, al ser deformada, lleva al paranoi-
del orden de la perversión. Por último, se resalta que la elección del objeto hete- co a experimentarla como venida de afuera. En el delirio de persecución, hay un
rosexual ocurre a partir del gradual abandono de las aspiraciones homosexua- cambio de afecto, pues lo que era para ser sentido como un amor interno pasa
les, que no se cancelan, pero son apenas forzadas a separarse de la meta sexual, a ser reconocido como un odio externo. Freud formula dos comentarios sobre
al constituirse en pulsiones sociales de amistad, trabajo, camaradería. este problema. El primero de ello es que el papel de la proyección es variable,
Freud comenta que es en la sexualidad infantil que se ofrece la posibilidad dentro de las formas de la paranoia. El segundo es que el mecanismo de la pro-
de fijación en una de sus etapas. Ahí se constituye la condición patogénica o su yección puede ocurrir no solamente en la paranoia, sino también en otras cons-
predisposición. Así, según Freud: telaciones de la vida anímica, inclusive en la vida cotidiana -muchas veces no
somos capaces de buscar en nosotros mismo las causas de ciertas sensaciones, lo
[... ]Puesto que en nuestros análisis hallamos que los paranoicos procuran defender- que acaba resultando en justificarlas como un fenómeno venido del exterior-.
se de una sexualización así de sus investiduras pulsionales sociales, nos vemos lleva- En lo que concierne a la formación del mecanismo de la paranoia, Freud par-
dos a suponer que el punto débil de su desarrollo ha de buscarse en el tramo entre au-
te de una argumentación que también está presente en el mecanismo de forma-
toerotismo, narcisismo y homosexualidad, y allí se situará su predisposición patológi-
ca[... ] (1911, p. 58). ción del síntoma neurótico. Evidentemente, él resalta el carácter del vínculo en-
tre la formación del síntoma con la historia del desarrollo de la libido, al descri-
Freud marca el núcleo central del conflicto de la paranoia. En el caso del hom- bir tres fases:
bre, se trata de la fantasía de deseo homosexual, amar a otro hombre -él resal- La primera de ellas consiste en la.fijación, condición necesaria para la repre-
ta que se vale de esa premisa al menos para ciertos tipos de paranoia-. Veamos sión. La fijación ocurre en el momento en que un componente pulsional sufre
el trato lingüístico que nos ofrece, para pensar el delirio de persecución y la ero- algún tipo de alteración en su desarrollo, permaneciendo aun en un estadio in-
tomanía de la paranoia. fantil. Su corriente libidinal permanece en el inconsciente, y es eso lo que permite
El paranoico dice: "yo (un hombre) lo amo (a otro hombre)''. Esta frase es afirmar la existencia de una predisposición futura para la enfermedad psíquica.
contradictoria, ya que en el delirio de persecución lo que se impone es, y sin ti- La segunda etapa de la formación del síntoma condice con la noción de con-
tubeos, la idea de que: "Yo no lo amo -pues lo odio-': Esta frase, que se expli- flicto psíquico. Se trata de un proceso activo del ego, en que la represión hace su-
ca en el delirio de persecución, es un desdoblamiento de la contradicción ante- cumbir los retornos psíquicos de las fijaciones oriundas de sus respectivas pul-
riormente citada. Es claro que el inconsciente sólo podría tratar el amor homo- siones. Hay un momento en que el conflicto psíquico se configura, dado que las
sexual en la paranoia de esa manera. En ese contexto, Freud formula la hipóte- antiguas aspiraciones se tornan repugnantes para el ego.
Freud y la paranoia 83
82 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

No obstante, Freud destaca el hecho de que el desligamiento de la libido del


Por último, la tercera fase tiene relación con el retorno de lo reprimido, ya
los objetos amados no es exclusividad de la paranoia. De ese modo, cabe la pre-
que la represión fracasa. Ese retorno está íntimamente ligado a la etapa misma
gunta: ¿qué es lo que se caracteriza como algo patológico, exclusivo de la para-
en que se producirían las fijaciones y tiene como consecuencia una regresión de
la libido a esa fase mencionada. noia? ¿Qué ocurre con la libido?
Constatamos el hecho de que la libido, que antes era invertida en objetos, aho-
Freud señala que es importante estar atento a otras posibilidades de meca-
ra permanece fluctuante, ya que su adherencia a esos mismos objetos fue cancela-
nismos de represión, lo que posiblemente puede ser encontrado en la paranoia.
da. Su destino entonces pasa a ser el retorno al propio ego. Se habla, por lo tanto,
A continuación, la cita en que Freud formula tal hipótesis. Optamos por pre-
de la megalomanía que, en la paranoia, es bastante usual de encontrar. La libido
sentarla entera, pues ahí reside la hipótesis freudiana sobre la etiología de la psi-
retorna al estadio del narcisismo primario, aquel en que el ego era el único obje-
cosis en este momento de teorización de su obra ya que, posteriormente, el au-
to sexual. Freud señala que los paranoicos, en función de ese cuadro clínico, tie-
tor destacará el rechazo como mecanismo específico de la psicosis. Ese punto
nen la libido fijada en el narcisismo primario y que la homosexualidad sublima-
será ampliamente retomado cuando discutamos la concepción de sujeto psicó-
da, vinculada al narcisismo, apunta hacia la regresión específica de la paranoia.
tico en Jaques Lacan.
Por último, cabe retomar el texto Construcciones en el análisis, de Freud
Acordémonos ahora de que ya hemos tratado sobre la fijación, hemos propuesto la for-
(1937), pues en él también hay un comentario interesante sobre el delirio en la
mación del síntoma, y limitémonos a este problema: si del análisis del caso Schreber se paranoia, también entendido como una construcción. Él propone una analogía
obtiene alguna referencia al mecanismo de la represión (propiamente dicha) que pre- entre las construcciones en el análisis del neurótico, tal como fue trabajado ante-
valece en la paranoia (FREUD, 1914, p. 63). riormente, desde la noción de fantasía inconsciente (Cf. Pegan a un niño) hasta
su articulación con la idea de realidad psíquica. En la paranoia, el delirio puede
Freud describe la sepultura del mundo, tal como aparece en Schreber. Des- ser considerado como una construcción y, bajo determinadas condiciones de la
taca el hecho de que la sepultura del mundo tiene como objetivo extraer a las psicosis, substituye -según lo ya dicho- un fragmento de una realidad objeti-
personas de su entorno, dado que él refleja justamente la catástrofe del mun- va de su prehistoria -el rechazo de la castración en la mujer-, por otra reali-
do interior, por la vía del mecanismo de proyección. El paranoico, silenciosa- dad menos insoportable. Otro aspecto importante es la cuestión de Freud acer-
mente, se desliga de los objetos de la realidad con tan sólo investir libido en ca de las relaciones entre la etiología del delirio y el drama edípico. ¿Cómo de-
los mismos. terminar los vínculos íntimos entre el delirio y lo que ocurre en el Edipo, en tér-
Freud afirma que la reconstrucción del mundo por el paranoico es un intento minos de estructuración de la subjetividad?
de volver a su entorno menos aterrorizante. Y él hace eso recurriendo al delirio. Volvemos a la cuestión ya discutida del delirio como intento de cura, lo que
Aquí es importante hacer un comentario. Freud afirma que el paranoico produ- permitió a Lacan orientar una primera posición frente al tratamiento posible de
ce el delirio, que puede ser considerado por muchos como una producción pa- las psicosis, en este caso, la idea de la construcción de una metáfora delirante.
tológica. Sin embargo, Freud hace una observación al señalar que la producción Ese punto es de gran importancia, r.ues va justamente al encuentro de la cues-
delirante es, en verdad, un intento de reestablecimiento, de reconstrucción del l ión formulada por Freud al final de su vida. Es en ese sentido que Lacan tra-
entorno. Ese aspecto es fundamental porque condice con la ética del psicoaná- baja la cuestión de la función del padre en el psicoanálisis -más precisamen-
lisis en relación al deliro. te en el drama edípico-, lo que le permitirá una formulación teórica compati-
La sepultura del mundo está de acuerdo con el siguiente proceso: para co- ble con su indicación clínica, así como una concepción de manejo de la trans-
menzar, sucede un desligamiento de los objetos del mundo, objetos que en otro fcrencia en la paranoia.
momento fueron amados. Tal movimiento ocurre sin ruido alguno. El que de
hecho se torna ruidoso es el proceso de reconquista de las personas de su en-
torno, como lo hace el paranoico, al utilizar el mecanismo de proyección, cuan-
do retorna por la vía de lo externo lo que fue silenciosamente cancelado por la
vida interior del individuo.
CAPÍTULO 3

Puntualizaciones sobre el padre en el


psicoanálisis: un avance teórico y una
dirección clínica para el tratamiento
posible de las psicosis

Haríamos mal en creer que el mito freudiano del Edipo da el golpe de gracia
sobre este punto á la teología. Pues no se basta por el hecho de agitar el guiño de
la rivalidad sexual. Y convendría más bien leer en él lo que en sus coordenadas
Freud impone a nuestra reflexión; pues regresan a la cuestión de donde él mis-
mo partió: ¿qué es un Padre? Es el Padre muerto, responde Freud, pero nadie lo
escucha, y en la medida en que Lacan lo prosigue bajo el capítulo de Nombre-
del-Padre1, puede lamentarse que una situación poco científica le deje siempre
privado de su auditorio normaF (LACAN, [1960], 1998, p. 827).

El eje teórico pertinente para este capítulo es la problemática del padre y su


función en el psicoanálisis. En ese contexto, su análisis y su lugar en la teoría y
clínica psicoanalítica son de gran importancia para precisar -en el sentido mis-
mo de la exactitud y también de la necesidad- avances teóricos y sus consecuen-
cias clínicas, también insc:riptas en el campo de tratamiento de la paranoia. El
retorno a Freud, en aquello que concierne al perfeccionamiento teórico acerca
1. La anotación Nombre-del-Padre, con letra mayúscula en las palabras "nombre'' y "padre':
articuladas con guión, según Porge (1998), compone las tres palabras en un conjunto que indica
una unidad entre nombre y padre, al asemejarse a un nombre propio. No se habla del nombre
propio del padre, a pesar de que esté presente, sino de la función del "nombre propio al padre
como nombre, nombrado y también nombrante, y el nombre del conjunto de los nombres del
padre" (PORGE, 1998, p. 9).
.. Cita extraída del texto Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, texto de Lacan publicado en
1960.
86 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 87

de la forma en que Lacan examina la estructuración de la subjetividad -de las dre y el Nombre de Dios, al punto de desembocar en una posible grafía "Dios-el-
elecciones del sujeto del inconsciente ante la angustia de la castración- condice Padre': Dios asume un lugar comparable al Nombre-del-Padre, en la medida en
con la vivencia edípica. De ese modo, el complejo de Edipo fue revisado a par- que Lacan se detiene, con frecuencia, en el pasaje bíblico relacionado a Moisés.
tir de la noción de función 3 materna y función paterna, la última, articulada se- Moisés interroga a Dios acerca de su nombre y obtiene como respuesta "yo soy
gún su posicionamiento teórico, clínico y también político4 ante el psicoanálisis. lo que soy': Ahí reside el misterio de un nombre, en que la articulación del su-
Lacan se inscribe en el campo psicoanalítico al sostener una posición de en- jeto al Nombre-del-Padre se cruza exactamente en eso: ningún sujeto dice: "Yo
frentamiento ante la lectura de los post freudianos, ya sean los de la vertiente soy padre': sino que responde tal como Dios hizo con Moisés, en este caso, no
latinoamericana, como los psicoanalistas de la escuela inglesa. Hay innumera- atribuyendo a sí mismo ninguna sustancialidad acerca de lo que es un padre o,
bles referencias en diversos textos y seminarios lacanianos en que se mantienen dicho de otro modo, simplemente no respondiendo. Es el nombre propio lo que
debates, en el sentido mismo de marcar una reanudación de la posición ética permite -o no- un nombramiento posible para el sujeto, en el sentido mismo
del psicoanálisis, la del sujeto del inconsciente, además de circunscribir el dile- de la idea de que el sujeto es lo que se nombra.
ma del padre en esa misma cuestión. La interrogación sobre el padre 5 y su lo- '
calización en el núcleo de la experiencia psicoanalítica como punto de oscuri- El uso que hace el sujeto, antes de que él se nombre, de su nombre para ser el significan-
dad para el psicoanálisis, en los años 1950, apuntan para la dirección por don- te de lo que hay para significar divide al sujeto, de acuerdo con un procedimiento lite-
de se pretende avanzar. ral de cálculo que Lacan nos propone a partir de una cifrado del cogito por medio del
uno del rasgo unario, da diferencia absoluta,[. .. ] (PORGE, 1998, p.16).
Continuando con Porge6, el término Nombre-del-Padre fue tomado de la re-
ligión cristiana, lo que entonces denuncia un paralelo entre el Nombre-del-Pa-
Porge avanza en su argumento al destacar el hecho de que el nombre propio,
3. El término función, acuñado por Lacan, se separa de una tendencia biologizante de atribuir al
incluyendo ahí el nombre de pila, divide al sujeto, ya que él, al aferrarse a su pro-
Edipo la exigencia de la presencia de una madre y de un padre biológicos para la estructuración pia identidad, encuentra una determinación que le es exterior. "el nombre com-
de la subjetividad. No es necesaria la presencia de ambos para que el Edipo ocurra, por eso el pleto y el nombre de pila que lo identifican viene de sus padres y la adopción
uso del término función. Por ejemplo, un bebé que haya vivido en alguna institución puede de su identificación, por este medio, lo confronta con el deseo de Otro" (POR-
estructurarse subjetivamente, pues la institución ejerció esas dos funciones.
GE, 1998, p.16).
4. Roudinesco, en la biografía de Jacques Lacan -Esbozo de una vida, historia de un sistema de
pensamiento-, describe con gran minuciosidad cuestiones ligadas al pensamiento teórico de No es sin sentido que la elección del nombre de pila es hecha con esmero, al
Lacan, sobre el padre y su relación con su vida personal y también institucional. Ella describe igual que existe allí una serie de ambigüedades. Se habla aquí de una determi-
el modo en que Lacan reaccionó a la muerte de su padre, a los 87 años, en 1960. Durante su nación simbólica -también referente a la identificación con el rasgo unario-,
seminario, él no aludió a la muerte del padre, así como casi no llegó a tiempo de asistir a su cuyo contenido será mejor presentado más adelante, cuando trabajemos el pri-
funeral, pero derramó lágrimas cuando falleció su amigo Merleau-Pontu. Desde el punto de vista
mer tiempo del Edipo. Por ahora, vale retomar la idea presentada en el epígrafe
político, la referencia hecha por Lacan en la epígrafe de ese capítulo condice con la excomunión
de Lacan de la IPA, excomunión que ocurrió en el año 1963, pero que se anunciara años antes, de este capítulo, la de que el mito de Edipo, en Freud, pondría fin a la teología.
en función del revuelo creado por Ernest Jones y otros sobre la "desobediencia" de Lacan ante Freud utilizó al Edipo y al psicoanálisis para situar a Dios como una figu-
los procedimientos teóricos adoptados por la IPA acerca del tiempo cronológico de una sesión ra posterior al asesinato del padre de la horda primitiva, colocándolo en un lu-
analítica, así como la frecuencia de un análisis didáctico. Los seminarios de Lacan estaban gar nostálgico, como un sustituto del padre muerto. Lacan importa la figura de
repletos de sus seguidores -analizados y supervisados-, lo que causó bastante disconformidad
en sus opositores. Los dogmas técnicos ipeístas servían como argumento para la persecución
Dios de la religión para avanzar en sus teorizaciones acerca del Edipo. El Nom-
a Jacques Lacan, lo que culminó con su excomunión (término utilizado por el propio Lacan bre-del-Padre se aproxima más a Dios que al padre de la horda primitiva, en la
para designar su salida de la IPA) en el momento en que iba a proferir el seminario dedicado medida en que se denuncia ahí una desexualización del padre, ya que se articu-
a los nombres del padre, en el año 1963. Su salida fue anunciada en el mencionado seminario, la la idea del padre con su función sublimatoria.
que fue cancelado después de su primera clase.
S. Seminario 4, cuyo título es La relación de objeto.
Es a esta figura , secundaria en el tiempo en Freud, que Lacan otorga prioridad y pri-
6. Las refl exiones aquí presentes, referentes a la contribución de Erik Porge, están presentes en
macía opcmtorio .~ 1•11 <'l psicoanálisis. Por este desplazamiento en relación a Freud, La-
su libro Los nombres del padre en facques Lacan - puntuaciones y problerruilil'!ls. d<' 1998.
88 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 89

can liga la noción de padre a la civilización, más que a la religión propiamente dicha ¿Cómo articular la noción de delirio, en la paranoia, con una indicación clíni-
(PORGE, 1998, p.27).
ca? Freud sostiene la idea de que el delirio es un intento de cura, ya que sustituye
a una realidad insoportable. Se inauguró allí el fundamento ético del psicoaná-
De este modo, el Nombre-del-Padre se inscribe, al menos en ese momen- lisis, lo de no remover el delirio. Tal posicionamiento ético se opone a una ver-
to de la enseñanza de Lacan, a partir de una doble vía, la cual es: por un lado, tiente de la psiquiatría, cuya ética es la de extinción del delirio. Psiquiatras atra-
pensar la cuestión del Nombre-del-Padre por medio de su función simbólica y, vesados por una tendencia organicista entienden que la manifestación deliran -
por otro, problematizar al padre desde el ternario del padre simbólico, del pa- te es un mal a ser extirpado y actúan, mediante el uso de medicamentos, con la
dre imaginario y del padre real. Hay una pulsación entre esas dos vías, la prime- fi nalidad de eliminarla. Además, y en cierto sentido, fue lo que Freud hizo en el
ra más presente en los Seminarios 3 y 5, denominados Las psicosis y Las forma - periodo pre-analítico, pues, al emplear la hipnosis en la paranoia, también tra-
ciones del inconsciente, respectivamente, y la segunda vía bastante trabajada en tará de remover el delirio según el presupuesto de la escena traumática y el afec-
el Seminario 4, cuyo título es La relación de objeto. to desagradable como causa del síntoma. Para la clínica del AT, así como para
El eje de cuestiones expuestas por Porge confluyen en la posibilidad de ar- la clínica sticto sensu, el delirio es necesario para la existencia de un tratamiento
ticular esas dos vías presentes en la función paterna: la del Nombre-del-Padre posible. Sin embargo, una reserva es importante: evidentemente, la asociación
y su prominencia en el registro de lo simbólico y la tríada del padre simbólico, con la psiquiatría es fundamental para el tratamiento de las psicosis. En ciertos
padre imaginario y padre real. El camino sostenido por él es verificar, por ejem- casos o en ciertos momentos subjetivos7 de un tratamiento, el uso del medica-
plo, si el Nombre-del-Padre se refiere tan sólo a la triada anteriormente citada o mento es imprescindible, pues existen delirios que portan un elevado nivel de
si se resume al registro de lo simbólico, así como la articulación entre los nom- angustia para el sujeto. Es claro que la terapia medicamentosa cumple la fun-
bres del padre y el "Nombre-del-Padre" -esta última cuestión será retomada y ción de permitir un apaciguamiento de la angustia, para que ella se torne sopor-
discutida en capítulos posteriores de este libro, en el momento en que presenta- table ... Lo que destacamos es tan sólo el hecho de que el empleo de psicofár-
remos la cuestión del sinthome y su relación con Joyce-. macos exige un cálculo para que se puedan mantener el delirio y Ja consecuen-
Aun en referencia a esa doble vía, mencionamos, por ejemplo, que sus dos te escucha del sujeto.
posibilidades surgieron casi concomitantemente. En cuanto Lacan se refería al
Nombre-del-Padre como un soporte de la función simbólica, identificando a la
persona del padre con la figura de ley, presente en el texto Discurso de Roma, 3.1 Los tres tiempos del Edipo en Lacan
pronunciado en 1953, él mismo anuncia el ternario simbólico, imaginario y real
en una conferencia homónima pronunciada el 8 de julio de 1954 y publicada La relectura del Edipo de Freud realizada por Lacan incluye elementos de la
póstumamente. 1ingüística de Saussure. Lacan, al sostener el retorno a Freud, propone leer las es-
En lo que concierne a las reflexiones teóricas expuestas en este trabajo, op- tructuras clínicas como fenómenos del lenguaje. Así lo hace, por ejemplo, en La
tamos por verificar el estatuto del Nombre-del-Padre desde los Seminarios Las instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud, de 1957, al articular
psicosis y Las formaciones del inconsciente y su formalización presente en el tex- los mecanismos de defensa de los suefws -condensación y desplazamiento-,
to De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, elabora- detallados por Freud. Lacan describe la condensación por medio de la metáfo-
do entre diciembre de 1957 y enero de 1958 y publicado en los Escritos. De ese ra y el desplazamiento como metonimia. Esas figuras del lenguaje están vincu-
modo, presentaremos un recorte teórico de Lacan sobre los tres tiempos del Edi- ladas a la neurosis. Al pensar la psicosis, Lacan propone el neologismo -la in -
po, situando en ellos el papel de la función materna y de la función paterna en la vención de nuevas palabras o la atribución de sentidos inusitados a las palabras
estructuración de la subjetividad en la paranoia y en la neurosis como un con- ya conocidas- como fenómeno de lenguaje específico de la psicosis.
trapunto. Esperamos recuperar contribuciones freudianas y, al mismo tiempo,
avanzar en cuestiones clínicas para el tratamiento posible de las psicosis. 7. Es común verificar en la clínica de las psicosis un trayecto subjetivo en el que el uso del
m edicamento f1.1 e necesari o, pero, y en función del tratamiento clínico, una estabilización fo e
alcanzada y el pslcof:\rmaco se retiró.
90 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 91

El paso dado por Lacan fue el de retomar el algoritmo lingüístico de Saussu- la palabra tiempo sugiere una cronología- deberán ser pensados como etapas
re y modificarlo, de modo tal de poder incorporarlo en su sistema teórico. Saus- lógicas de constitución del sujeto psíquico.
sure8, lingüista preocupado por describir las leyes generales que rigen el fun- Vale también hacer otro comentario: consideramos que los tiempos del Edipo
cionamiento del lenguaje, propuso como unidad mínima s/S, la relación entre son constituidos por personajes y también por algo que circula: el falo. La ma-
significado y significante, respectivamente. El significado hace referencia al con- dre, el padre y el niño constituyen los personajes de la estructura edípica, pero
cepto propiamente dicho. El concepto relativo a la palabra mesa lleva a pensar los dos primeros deben ser entendidos como función, teniendo en cuenta que se
algo parecido, por ejemplo, a un objeto con una superficie capaz de ofrecer apo- considera el hecho de que es necesaria la existencia de una madre y de un padre
yo para otros objetos. No se piensa en una sustancia líquida e inodora o tampo- biológicos para propiciar la constitución de la subjetividad; se trata de función
co en una fruta con cáscara amarilla, comúnmente encontrada en países tropi- materna y función paterna. Ya el falo es algo que circula entre los personajes de
cales. La materialidad de los fonemas encadenados en una secuencia específi- la estructura, de modo tal de ocupar estatutos distintos de acuerdo con los tiem-
ca permite oír una palabra que asume, en su sentido más amplio, un concepto. pos del Edipo y también en función de los personajes en cuestión.
Ya el significante, la imagen acústica, trae la idea de un sentido particular que el El falo se diferencia del pene. Freud9 (1923) ya alertó sobre el hecho de que
1
concepto asume para el ser hablante. Mesa: no se trata solamente de un objeto el pene, entendido como el órgano genital masculino, se distingue del falo, que
capaz de sostener a otros objetos, sino también del sentido particular que el ob- asume un estatuto, no de genitalidad, sino de primacía fálica, articulada al com-
jeto mesa asume para una subjetividad cualquiera ... "La mesa de la finca de mi plejo de castración. Tanto para los niños como para las niñas, lo que está en jue-
abuela siempre tenía un bizcochuelo de harina de maíz que me recuerda al gus- go en la constitución de la subjetividad es el primado del falo y sus desdobla-
to de mi infancia': El significante es la expresión de un sentido particular que el mientos, relacionados al narcisismo primario y a la percepción de la castración
concepto asume para alguien. en la mujer. Vale recordar que la palabra "falo" asume un sentido más simbólico,
Lacan propone subvertir la relación entre significado y significante al afir- cuyo atractivo se nota, tal como su culto en la Grecia antigua, en el momento en
mar que, en realidad, lo que existe es la primacía del significante sobre el signi- que objetos similares al pene en erección representaban virilidad y potencia. El
ficado. Esa inversión es importante y le permitió a Lacan teorizar los tiempos niño, en la fase fálica, toma para sí ese atributo de atractivo al sustentar una po-
del Edipo por la vía del significante. Tal pasaje será mejor tratado a lo largo de la sición de protagonista en la realización de fantasía edípica. Para Lacan 10 (1958),
discusión del Edipo en Lacan, más precisamente en el primer tiempo del Edipo. el falo asume un estatuto de significante del deseo, que puede ser visto como falo
Freud localiza al Edipo, en el tiempo cronológico, alrededor de los 5 o 6 años, imaginario y falo simbólico, lo que le permitirá retomar la visión freudiana de la
al describir el modo en que el niño reconoce o rechaza la percepción de la dife- primacía fálica a partir de la dialéctica ser o no ser el falo, tener o no tener falo.
renciación sexual, en este caso, la percepción de la castración de la madre o su Un comentario más antes de que profundicemos en los tiempos del Edipo:
sustituta. Lacan, en relación al tiempo cronológico, anuncia que el Edipo comien- la estructuración de la subjetividad ocurre en una gama de posibilidades, ta-
za antes de que el óvulo sea fecundado por el espermatozoide, dado que es ne- les como las nuevas configuraciones familiares -las parejas homosexuales que
cesario verificar cual es el estatuto del bebé ante el deseo de la madre. El tiempo adoptan bebés y que cumplen las funciones materna y paterna-, o así mismo
cronológico es bastante anterior... pero tratar la cuestión de la constitución de la en situaciones institucionales, como en el caso de los bebés en orfanatos o en
subjetividad implica considerar que sus etapas no son cronológicas. Lo que inte- instituciones afines. Esa reserva es importante para que no recaer en una lec-
resa es verificar el modo en que el sujeto psíquico se configura, a partir de subs- tura ingenua de que las funciones estarían condicionadas a la presencia de una
tituciones de significantes, actos psíquicos y sus desdoblamientos, comenzando madre o un padre concretos. Las funciones materna y paterna pueden ser des-
por una lectura que rompa con los criterios desarrollistas. El tiempo cronológi- empeñadas por cualquier agente. Rosa (2001) trabaja esa cuestión al problema-
co poco importa, pues lo que se prioriza es el tiempo de estructuración del in- · tizar la función paterna en nuestra contemporaneidad. Sin embargo, a modo de
consciente. Por ello, consideramos que los tiempos del Edipo -a pesar de que una transmisión más didáctica, se toma como referencia una situación concre-

8. SAUSSURE, F. de. Curso de lingüística geral. 17. ed. Sáo Paulo: Cultrix, 1995. ese libro fue 9. La organización genital infantil (una interpolación de la teoría de la sexualidad), de 1923.
escrito por sus discípulos, alumnos que realizaron anotaciones en sus clases. 1O. La significación del fnlo , presente en los Escritos.
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 93
92 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

cribe la primera vez que el bebé mama como una experiencia mítica de satis-
ta en que existen una madre, un padre y un bebé del sexo masculino. Serán pre- facción. En esa nueva condición, el bebé llora por un alimento. Cuando la ma-
sentadas dos vías de estructuración del sujeto del inconsciente, la neurótica - dre le ofrece el seno, la leche fluye por el aparato digestivo y sacia las necesida-
en su ámbito más general, sin considerar las diferencias de los tipos clínicos de des fisiológicas. Por otro lado, desde el punto de vista del bebé, a esa experien-
la neurosis obsesiva, histeria o fobia y la paranoica 11 • cia de satisfacción de las necesidades fisiológicas se agrega una vivencia míti-
ca de satisfacción y se inaugura una demanda de amor. El bebé pasa a creer que
él está en el mundo para completar al otro materno. Proviene de ese momento
3.1.1 El primer tiempo del Edipo en la neurosis mítico una condición necesaria para la posterior identificación del bebé como
el falo de la madre.
El primer tiempo del Edipo 12 es constituido por dos personajes -la madre Lacan describe el lugar en que la madre ubica al bebé en su deseo, por ejem-
y el bebé- y el falo. En ese primer tiempo, el niño es identificado como el falo plo, en el Grafo del deseo 16 , al sugerir la letra mayúscula I (A) 17 para pensar el
simbólico de la madre, desde la equivalencia simbólica bebé = falo, descripta Ideal del yo y su función en la constitución de la subjetividad. Hay aquí una su-
por Freud 13 (1925) como una salida edípica posible para la niña. La madre si- tileza que merece ser resaltada: Eidelsztein (2005) destaca la distinción del Ideal
túa al bebé en el lugar de objeto de su deseo y, sometida a una ley simbólica, ins- del yo entre Freud y Lacan y sugiere el término Ideal del Otro 18 para pensar lo
cribe al niño al lenguaje, al nombrar 14 lo que ocurre en su cuerpo. La madre es que fue dicho anteriormente acerca de la inscripción del niño en el lenguaje. Para
omnipotente y absoluta en relaeión a sus propios caprichos, pues solamente ella inscribirse en el proceso de simbolización y, por lo tanto, someterse al lengua-
es capaz de satisfacer -o no- las necesidades del bebé. De allí la importancia je, el niño requiere ocupar un lugar de investimento de libido de esa madre, que
de considerar el estatuto o el lugar que el hijo ocupa ante el deseo de la madre. pasa por la transmisión de los ideales maternos al bebé: "¡Mi hijo, cuando crez-
Ya el bebé se identifica como el falo de la madre. Al ser expelido del cuerpo a, será un hombre de carácter!" Evidentemente, el contenido de la frase poco
materno, el bebé deja de vivir en la condición intrauterina en que era alimentado importa. Lo que importa es la mirada atravesada por el amor materno. Una ma-
por el flujo sanguíneo y por el tejido placentario y se encuentra con una nueva dre puede tener para sí otros ideales de la cultura que cumplan la misma fun-
condición, la de reclamar la satisfacción de sus necesidades. Freud (1895) 15 des- ·ión. Lo que importa aquí es que una identificación simbólica posibilita, como
ya fue dicho, una inscripción del niüo en el registro de lo simbólico. Existe, por
11. Aquí también se hace una reserva, pues la estructura psicótica abarca algunos tipos clínicos,
lo tanto, un precio a ser pagado, dado que el niño, al someterse al registro de lo
tales como la esquizofrenia, el autismo y la melancolía. En función del eje teórico de este libro de
centrarse en la cuestión específica de la paranoia, optamos por dejar de lado las consecuencias si mbólico, se aliena en el lenguaje, pues él es el discurso del Otro.
teóricas de la constitución de la subjetividad de esos otros tipos clínicos presentes en la estructura Está presente también la identificación imaginaria. Freud 19 (1914) sostiene
psicótica. la hipótesis de que existe una operación psíquica denominada narcisismo pri-
12. Reflexión extraída del Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, de Jacques Lacan (1957-
1958). 16. El grafo del deseo es una formalización importante para pensar la clínica de la neurosis. No es
13. Cuestión presente en el texto Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias anatómicas intención de este trabajo profundizarlo. Vamos simplemente a describir algunos pasajes para
entre los sexos, de 1925. ilustrar la cuestión del lugar del niño ante el deseo de la madre. Ver Seminario 5, Las formaciones
14. Freud (1895), en el texto Proyecto de una psicología científica para neurólogos, describe muy riel inconsciente, y también el texto Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, de 1960.
bien la situación en que el niño es sometido a los caprichos del otro. Al referirse a la vivencia . En el texto De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis (1957-1958),
de satisfacción, Freud describe el mecanismo por el cual la madre interviene en el cuerpo del Lacan también articula el 1 (A) en el esquema R como el Ideal del Otro, tal como aparece en
bebé al nombrar lo que ocurre en ese mismo cuerpo. El bebé presenta un cúmulo de tensión la argumentación acerca del grafo del deseo.
interna que genera una descarga motora, el grito. El cúmulo de tensión interna es amainado 1H. Otro, con mayúscula, se refiere al registro de lo simbólico o, en otras palabras, al tesoro de los
en función de la intervención externa. El sentido del grito es interpretado por la madre, de $ignificantes. De forma bien sintética, el registro de lo simbólico se condice con un sistema
modo tal de nombrar e inscribir en el cuerpo del bebé el significante. Se comprende por qué de representaciones articulado en el lenguaje, mediante signos y significaciones posibles que
motivo Lacan subvierte el algoritmo lingüístico de Saussure, considerando que la imagen determinan el sujeto del inconsciente y la facultad de simbolización. Ya la palabra otro, con
acústica, corporal, despunta inicialmente en el cuerpo del bebé para después ser revestida de minúscula, está articulada al semejante, a cualquier persona.
un significado, que viene de otro, portavoz de las determinaciones simbólicas. l 11. /11/ rorlucción ni nnrcisis1110, de 19 l4.
15. Una vez más, la referencia es al texto El proyecto de una psicología científica para neurólogos
94 Aco1npañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 95

mario, que es releída por Lacan como estadio del espejo. De forma bien resumi- imaginario de la madre 20, dicho de otro modo, de que él -el niño- no ocupa
da, este acto psíquico, o la constitución del yo, también depende de la presen- el lugar imaginario de completar a su madre.
cia de una mirada materna investida de amor para que el niño lo realice. Se tra- Es en ese sentido que se habla de la instancia paterna como metáfora. El Nom-
ta de la construcción de un contorno del cuerpo del bebé, que en otro momen- bre-del-Padre es el padre en cuanto función simbólica, cuya entrada metaforiza
to era despedazado y que pasa a tener una imagen unificada. Esa unidad ima- el lugar de ausencia de la madre. La función significante del Nombre-de-Padre
ginaria viene del semejante cuando el niño reconoce su imagen reflejada en la se inscribe en el Otro, que era hasta entonces absoluto y enteramente ocupado
mirada del otro. Hay una equivalencia entre la constitución del yo -narcisismo por la madre. El otro materno deja de ser absoluto y posibilita la inserción del
primario o estadio del espejo- y la instancia psíquica denominada yo ideal. El niño en el registro de lo simbólico. La intervención del Nombre-del-Padre en el
yo ideal aparece como una imagen de perfección narcisista, de modo que el yo Otro instaura la ley -ya no más considerada como omnipotente y absoluta-,
asume una valoración máxima que se condice con la creencia del bebé de que él admitida al registro de lo simbólico.
es aquello que completa a la madre; en este caso, el falo imaginario. Es la castración simbólica. El niño, en su posición fálica, deja de ocupar ese
De ese modo, madre y bebé constituyen una unidad, una célula narcisista en lugar -el de objeto imaginario para el deseo de la madre- al convertirse en el
la que ambos parecen ser suficientes. Mientras que la madre simboliza al bebé significante del deseo del Otro. Es ahí que el Otro se torna castrado, asumiendo
como falo, falo simbólico, el bebé es el falo imaginario. No hay en ese primer un estatuto de inconsciente barrado al sujeto. La castración del Otro permite la
tiempo del Edipo ninguna posibilidad de entrada de un tercero que venga a rom- inserción del niño en el orden simbólico de la cultura y también su admisión al
per esa unidad. Es ahí que se verifica la cuestión del padre y la entrada en el se- lenguaje, momento descripto por Freud como represión imaginaria.
gundo tiempo del Edipo. ¿Cómo introducir al padre como un tercero en esa re- Es en ese punto que Lacan articula la lectura freudiana 21 de la constitución de
lación simbiótica? Es el punto que verificaremos a continuación ... la subjetividad por la vía de la percepción de la castración de la mujer. El niño, al
·ncontrarse con esta percepción, puede reconocerla, mientras que exista la trans-
misión de una ley simbólica que sustente a ese niño a soportar la provocación
3.1.2 El segundo tiempo del Edipo en la neurosis ·d ípica, en el momento en que él reconoce y admite la división de los sexos -
pues, evidentemente, estamos hablando aquí de la estructuración de la neurosis- .
El segundo tiempo del Edipo es marcado por la entrada del padre como per- Lacan afirma que la inscripción del niño en el orden simbólico se hace efec-
sonaje en esa estructura edípica, además de la madre, del bebé y del falo. Exis- 1iva en función de la articulación entre la castración y el Edipo. Por medio de la
te un proceso de simbolización de la madre, de modo tal de posibilitar una me- metáfora paterna y de su sumisión a la ley simbólica, el niño abandona la po-
diación entre ella y el bebé, mediación que ocurre en.función de una prohibi- sición de falo imaginario al significar el falo en su función significante. Es ese
ción de un tercero, el padre, cuya función es romper la célula narcisista entre la pasaje que Lacan (1958) trabaja en el texto La significación del falo, al describir
madre y el bebé. el pasaje del falo imaginario al falo simbólico. El significante fálico permitirá al
En ese segundo tiempo del Edipo, el padre asume una posición de déspota, sujeto neurótico atribuir significaciones a sus significantes. Por último, el sujeto
al dictar la ley. Sin embargo, su presencia se hace efectiva si hay una entrada po- ,1bandona la dialéctica de ser o no ser el falo, en función de la falta en ser, para
sible para él, si la madre así lo consiente. El padre asume la posición fálica. Él es la dialéctica de tener o no tener el falo.
el falo, él es la ley, es él quien dicta la norma que incide sobre la subjetividad de
la madre y del bebé. Desde el punto de vista de la madre, el llamado del padre io. Aquí incide una operación importante en relación al vaciamiento de goce de la crianza. Si ·
en otro momento había un goce absoluto, en el momento en que incide la metáfora paterna,
pretende mover el deseo de la madre para alguna otra cosa que no sea su hijo.
ocurre una pérdida de goce, no su totalidad, ya que persiste un goce localizado vinculado al
"¡madre, tu no reintegrarás tu producto!': afirma Lacan. Hay un desplazamiento objeto a.
de la mirada de la madre, que es percibido por el niño, de modo tal que el niño 11. Cf. el capítulo anterior y la articulación entre sexualidad infantil y constitución del sujeto,
se reconoce en un lugar de hiancia. El desplazamiento de la mirada de la madre sobretodo cuando Freud describe el momento en que se definen la neurosis y la psicosis en
para otro objeto lo confronta con la cuestión de que él, el niño, no es más el falo función de la aceptación o del rechazo de la percepción de la castración, momento trabajado
en el texto La périfidn de lo refllidad en la neurosis y la psicosis, de 1924.
96 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 97

3.1.3 El tercer tiempo del Edipo en la neurosis 3.2 El esquema R, su formalización de los tres tiempos del Edipo y la
topología ligada al campo de la realidad: el corte en la dirección del
Este es el momento en que ocurre la disminución del complejo de Edipo. La tratamiento de las neurosis
ley deja de ser encarnada en la figura del padre, pues él también se sujeta a la
ley simbólica, exterior a sí mismo. El padre no es más la ley, es también su re-
presentante. El falo circula entre los personajes de la estructura edípica. El pa- q, - M
dre del segundo tiempo era restrictivo, mientras que el padre del tercer tiempo
es posibilitador.
El niño que atravesó la provocación edípica puede internalizar la ley cultu-
ral, de forma tal de concretizar la lógica interna a los pactos edípico y cultural.
Según Pelegrino (1983), la lógica de los pactos condice con su idea de acuerdo m
entre dos partes. El niño se abstiene de realizar sus deseos incestuosos y, en con-
trapartida, recibe un lugar simbólico en la cultura: hereda un apellido y un lugar
en su clan de parentesco o se inscribe en un lastre familiar.
La ley de prohibición del incesto es sostenida de modo tal de ofrecer una po- I p
sibilidad de realización sexual, no con un objeto del mismo clan familiar, pero sí
con objetos de otro clan, según la formulación freudiana al respecto del origen Esquema R (Lacan* [1957-1958], p. 559)
de la cultura, presente en Freud (1914) en la obra Tótem y tabú. Evidentemen-
te, la voluptuosidad de la sexualidad no estallará después de la disminución del Se sabe que el esquema Res una estrategia de formalización de los tres tiem -
complejo de Edipo. Debemos acordar con Freud y su idea acerca del periodo de 1>os del Edipo y sus consecuencias vinculadas a la experiencia analítica. La can
latencia, en que las determinaciones de las vivencias edípicas infantiles se ador- lo utiliza como un artificio de su transmisión, presente en el texto De una cues-
mecen hasta el periodo de la pubertad. Es después de la maduración del cuer- 1/cín preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, además de introducir
po, con la plena posibilidad de ejercicio de la sexualidad, que las identificacio- 1· 11 ese esquema una nota al pie, cuyo contenido condice con el uso de la topolo -
nes impresas en el drama edípico retornan y determinan, desde esas mismas vi- ¡•,la para pensar la relación del sujeto neurótico con la realidad y los consecuen -
vencias infantiles, las conductas sexuales del púber. lt's operadores conceptuales para la fundamentación de la clínica psicoanalíti-
Para finalizar, Lacan 22 va a trabajar la idea del padre como metáfora. El algo - 1 .1. De ese modo, vale problematizar algunos pasajes de la nota al pié menciona-

ritmo de Saussure fue invertido por Lacan, que sostuvo la premisa de que se tra- 1l.1, con la finalidad de revisar algunos presupuestos freudianos y lacanianos ya

ta, en verdad, de la primacía del significante sobre el significado. Para que el S/s l 1.1bajados anteriormente, además de introducir la noción de corte y sus impli-
se constituya, la función paterna precisa operar, en el sentido mismo de la sus- 1 11cio nes en la clínica de las neurosis.

titución del significante deseo de la madre por el significante que represente la


existencia de la ley simbólica, el significante Nombre-del-Padre, capaz de ofre- /\sí, si se consideran los vértices del triángulo simbólico: I como ideal del yo, M como el
cer un amarre entre el significante y el significado a partir del point de capiton 23 .1ig11ificante del objeto primordial, y P como la posición en A del Nombre-del-Padre, se
puede captar cómo el prendido homológico de la significación del sujeto S bajo el signi-
o punto de almohadillado.
jirnn te del falo puede repercutir en el sostén del campo de la realidad, delimitado por
t'I cuadrángulo Miml. Los otros dos vértices de éste, i, y m, representan los dos térmi-
11 os imaginarios de la relación narcisista, o sea el yo y la imagen especular (LACAN,
22. Seminario 5, Las formaciones del inconsciente (1957-1958). J957-1958, p.559).
23. El point de capitones utilizado en la manufactura de muebles tapizados; por ejemplo, el respaldo
de una silla, donde la unión del revestimiento es sujetada por un botón .
*De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis, texto publi c~ d o en los Escritos.
98 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 99

Continúa la nota al pié en su totalidad: Al principio, se destaca la idea de objeto a24 y su relación con el campo de la
realidad. Dicho de otro modo, Lacan insiste en enunciar el hecho de que el cam-
Ubicar en este esquema R el objeto a es interesante para esclarecer lo que po de la realidad es atravesado por la pantalla de la fantasía. ¿Qué es exactamen-
te lo que eso quiere decir?
aporta en el campo de la realidad (campo que lo tacha).
Por mucha insistencia que hayamos puesto más tarde en desarrollar -de- Aquí reside una aproximación al argumento freudiano, teniendo en cuen-
nunciando que este campo sólo funciona obturándose con la pantalla de la fan- ta que en el texto La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, de 1924,
tasía-, esto exige todavía mucha atención. Freud rectificó la idea según la cual sólo habría una pérdida de la realidad en la
Tal vez haya interés en reconocer que enigmáticamente entonces, pero perfec- psicosis, tal como afirmara en un texto anterior, Neurosis y psicosis, de 1924. En
tamente legible para quien conoce la continuación, como es el caso si pretende verdad, también hay momentos en los que ocurre una pérdida de la realidad en
apoyarse en ello, lo que el esquema R pone en evidencia es un plano proyectivo. la neurosis, momentos en los cuales algún objeto de la realidad evoca un rasgo
Especialmente los puntos para los que no por casualidad (ni por juego) he- de la fantasía inconsciente.
mos escogido las letras con que se corresponden m M, i I y que son los que en- Para dar continuidad al argumento anterior, es necesario interrogar la des-
marcaron el único corte válido en este esquema (o sea el corte mi, MI), indican cripción de Freud acerca de la hipótesis endógena y exógena de la constitución
suficientemente que este corte aísla en el campo una banda de Moebius. de la subjetividad y su confluencia en la fantasía inconsciente. Freud (1919) afir-
Con lo cual está dicho todo, puesto que entonces ese campo no será sino el mó, en Pegan a un niño, que la fantasía inconsciente articula el mundo subjeti-
lugarteniente del fantasma del que este corte da toda la estructura. vo del niño al mundo objetivo, de modo tal de considerar la estructuración de
Queremos decir que sólo el corte revela la estructura de la superficie entera la fantasía inconsciente o edípica en función del lugar que el niño ocupa, en la
por poder destacar en ella esos dos elementos heterogéneos que son (marcados propia fantasía, en relación a los padres.
en nuestro algoritmo[$ O a] del fantasma): el$, S tachada de la banda que aquí Nasio (1993) ofrece una reflexión interesante sobre este debate, al definir,
ha de esperarse donde en efecto llega, es decir recubriendo el campo de R de la como punto de partida, la experiencia analítica en función del amor de transfe-
realidad, y la a que corresponde a los campos I y S.
Es pues en cuanto representante de la representación en el fantasma, es decir 4. Según Roudinesco y Plont, en el Diccionario de Psicoanálisis, el concepto objeto a fue
como sujeto originalmente reprimido, como el $, S tachado del deseo, soporta presentado por Lacan, en el año 1961, con el objetivo de describir el objeto de deseo del
sujeto como algo que le es robado y también irrepresentable, como un resto no simbolizable.
aquí el campo de la realidad, y éste sólo se sostiene por la extracción del objeto Aparece de forma fragmentada, a través de cuatro objetos parciales desligados del cuerpo, a
a que sin embargo le da su marco. saber: el seno como objeto de succión, las heces como objeto de secreción y la voz y la mirada
Midiendo por escalones, todos vectorializados de una intrusión del único como objetos de deseo. Ya en el Seminario 8, denominado La transferencia, Lacan trabaja
campo I en el campo R, lo cual sólo se articula bien en nuestro texto como efec- cuestiones vinculadas al manejo de la transferencia, al retomar El banquete de Platón y la
posición de Alcibíades ante Sócrates. Alcibíades demandaba de Sócrates una confirmación de
to del narcisismo, queda pues enteramente excluido que queramos hacer en-
su amor. Sócrates, por su parte y según Lacan, sostenía una posición de analista, ya que hacía
trar de nuevo, por una puerta de atrás cualquiera, que esos efectos ("sistema de semblante a la dirección del amor de Alcibíades y, al mismo tiempo, no respondía en acto.
las identificaciones': leemos) puedan teóricamente fundar, de una manera cual- Ahora, aquí reside un argumento freudiano acerca del amor de transferencia, considerando
quiera, la realidad. que el neurótico adquiere una manera específica de amar, en el drama edípico, y reproduce
Quien haya seguido nuestras exposiciones topológicas (que no se justifican ese modo específico de amar en la figura del analista. Por su parte, un analista soporta el
lugar que le fue dado en la transferencia, soporta la dirección del amor de su analista, pero
por nada sino por la estructura por articular del fantasma), debe saber bien que
no responde en acto. El diálogo de Platón versa en torno del amor y de la idea de que hay un
en la banda de Moebius no hay nada mensurable que sea de retenerse en su es- objeto que representa el Bien, el Agalma. Es sobre esa noción de Agalma -el buen objeto-
tructura, y que se reduce, como lo real aquí interesado, al corte mismo. que Lacan lo convierte en objeto a."( ... ) objeto del deseo que se esquiva y que, al mismo
Esta nota.es indicativa para el momento actual de nuestra elaboración topo- ti empo, remite a la propia causa del deseo. En otras palabras, la verdad del deseo permanece
lógica (julio de 1966) (LACAN, 1957-1958, p. 559-560). oculta para la consciencia, porque su objeto es una 'falta-a-ser'. En marzo de 1965, Lacan
resumiría esa proposición en un aforismo deslumbrante. 'el amor es dar lo que no se tiene
a alguien que no lo qui ere'" (ROUDINESCO Y PLONT, 1998, p. 552).
100 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ...
101
25
rencia • Se interroga al respecto de ciertas dicotomías o preconceptos sobre la
forma de opuestos: ¿es posible afirmar la existencia de un hombre y de una mu- table, intangible, tal como Lacan formuló en el Seminario 17, El reverso del psi
jer? ¿El cuerpo es algo que se distingue por completo del psiquismo? ¿Hay dife- coanálisis, o entonces según su contribución en el Seminario 20, denominado
rencias entre la realidad material y la realidad psíquica? ¿Es posible sostener la Aun, en el momento en que articula el goce del ser con lo real2 6• Tomemos eSl\
hipótesis endógena y la hipótesis exógena, tal como Freud lo hizo, al teorizar la referencia: Lacan propone algunas modalidades de goce en ese Seminario, tales
fantasía inconsciente? como, por ejemplo, el goce fálico, el goce femenino y, el que es más importan -
La experiencia analítica y el respectivo trato teórico ofrecido por Lacan rom- te para esta reflexión, el goce del ser. Hay una equivalencia entre el goce del ser
pen con esos "opuestos': o entonces, es posible verificar que hay algunos precon- y lo real,
27
de modo tal de considerarlo como aquello que anima, de acuerdo con
Freud , la compulsión a la repetición.
ceptos que merecen ser revisados o reconsiderados. Por ejemplo, la idea de que
hay un adentro y un afuera se modifica cuando se sitúa la propia clínica psicoa- Ya la realidad es cambiante, se abre y se cierra, de modo tal de ser concebida
nalítica como territorio. "¿En qué términos pasa ese límite que dice respecto a la como algo local y ligado a la trama de significantes. En otros términos, la reali -
experiencia del análisis?" (NASIO, 1993, p. 27). Dentro de ese contexto, él pro- dad puede ser pensada como una serie de identificaciones que se sucedieron en
pone pensar el psicoanálisis como la "realidad en cuanto límite, esa zona fron- la vida del sujeto, como un vaivén entre el yo y la imagen especular del estadio
teriza entre el sujeto y lo real" (NASIO, 1993, p. 27). del espejo. Aquí, el énfasis está puesto en el primer tiempo del Edipo, más pre-
Aun de acuerdo con la crítica a la hipótesis freudiana de que existe un aden- cisamente en el lugar de la madre como el Otro que desea."[ ... ] realidad, en fa
tro y un afuera, se afirma que el argumento de Freud se aproxima a una determi- vida de alguien, y la sucesión de encuentros identificadores y de encuentro con
el deseo del Otro" (NASIO, 1993, p. 31).
nada visión filosófica, la de Berkeley, coincidente con la idea de que sólo es po-
sible conocer el mundo, el afuera, a través de las representaciones. Pero ahí re- Por lo tanto, según Nasio (1993), la realidad no se restringe apenas a las pa-
side una contradicción. ¿Cómo es eso posible, siendo que las representaciones labras e imágenes, ya que la realidad es también concebida por el movimiento
son internas y poseen sus propias características? ¡No existen representaciones de la pulsión, en el estrecho vínculo entre el psiquismo y lo orgánico. Es en ese
fuera del psiquismo humano! contexto que Nasio se interroga acerca del ataque histérico. ¿De que se trata?
Freud no realizó ninguna distinción entre la noción de realidad y de real, ade- ¿Es fantasía? ¿Es realidad? El desmayo histérico es un ejemplo interesante para
más de eso, supuso la existencia de dos mundos, interno y externo, en función encaminar esas cuestiones, considerando que es, sin duda alguna, consecuen -
de la confusión existente entre esos dos conceptos. Él también decía que sola- cia de la acción de la fantasía inconsciente y, sin embargo y al mismo tiempo,
mente el mundo interno era pasible de ser cognoscible, a pesar de tener revisa- hay un cuerpo en el piso. Se habla de un cuerpo desmayado, tomado por la ac-
ción de la fantasía histérica.
da esa posición al final de su vida, en el texto Esquema del psicoanálisis, de 1938,
al afirmar que lo real interno es más cognoscible que lo real externo, pero que
[. .. ] la fantasía no es una imagen en la cabeza, sino que es algo material, que se mani-
no sería comprensible mediante conceptos o palabras y sí por el propio análisis.
fiesta por una actividad motora, una parálisis, por alguna cosa en el cuerpo. La reali-
Dicho esto, vale considerar en Lacan la distinción entre real y realidad. Real dad es esto: no fue solamente el significante que indujo a la histérica a desmayarse, no
es aquello que no cambia: el sexo. Real se condice con algo que es irrepresen- son apenas las imágenes que sustentan su identificación. La realidad para la histéri-
ca es más que todo el circo que gira alrededor de ella, que ella instaló. La realidad para
25. C( la discusión acerca de El banquete de Platón, presentada en la nota al pié anterior. La discusión la histérica es donde ella cae desmayada. Para hablar de realidad es preciso esto (NA -
sobre el amor de transferencia también se encuentra en el texto de Freud denominado Sobre S/O, 1993, p. 33).
el amor de transferencia, de 1914. Allí, Freud destaca el hecho de que el hombre, al atravesar
la experiencia edípica, adquiere una manera específica de amar, que es reproducida junto a 6. Ese punto es de gran importancia y será retomado en capítulos posteriores.
los otros objetos amorosos, inclusive junto al analista. En ese texto, Freud formula la idea de 7. Cf. Recordar, repetir, reelaborar, de 1914. En ese texto, Freud describe la compulsión a la
que la dirección del tratamiento psicoanalítico se consolida con la noción de que la manera repetición como algo del orden del inconsciente, contenidos que todavía no fueron pasibles
específica de amar, que en otro momento era inconsciente, se torna consciente al final del de elaboración y que, de ~se modo, son actualizados en la transferencia en acto. La indicación
tratamiento. Para tal, la ética psicoanalítica se condice con la idea de la abstinencia, ya que el clínica de ese texto se articula con la idea de que un análisis se efectiviza, en la transferencia,
amor es dirigido al analista, pero él no responde en acto. en sustentar lns l"('pt l it ioncs del analista, ya que es en la repetición de algo que la diferencia
puede aclve11ir, 1·111'1 m· lltldo dr qu c algo in conscíenle se torna algo elaborado.
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 103
Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
102
28 Al adaptar esa discusión al esquema R, se tiene la idea de que en él existe la
En otras palabras, la realidad equivale al corte , cuando se introduce el mo-
29 formalización de los tres tiempos del Edipo, como el cuadrilátero MimI. Son esos
vimiento de la pulsión para que el sujeto se separe del objeto • Así, en el ataque
puntos los que determinan el cuadrilátero, responsable de animar la estructura
histérico, el objeto de la pulsión puede ser la mirada o entonces la acción motora
-al determinar las instancias por las cuales un análisis se sitúa, además de in-
del músculo. Se habla entonces de una realidad concebida como imágenes y sig-
corporar en el modelo la problemática del tiempo- , considerando que inscriben
nificantes, pero también determinada por el movimiento pulsional. La trayecto-
un movimiento donde se sitúa el campo de la experiencia analítica, dado que es
ria de la pulsión escópica, descripta por Freud, sirve como ejemplo para ilustrar
hecha de ese cuadrilátero una figura topológica denominada banda de Moebius.
la gramática de su movimiento: tenemos aquí tres términos: mirar, ser mirado
Así, vale ahora incluir un tercer comentario sobre la nota al pié, más precisa-
y mirarse. La realidad es lo que tiene exteriormente, ligado al significante y a la
mente al respecto de los puntos MimI.
imagen y, sin embargo, es al mismo tiempo lo que hay interiormente, lo más in-
Antes de adentrarnos en los tiempos y en los movimientos de un análisis es
timo en el cuerpo del sujeto. El énfasis dado en la frase anterior incide sobre el
necesario comprender mejor lo que está en juego en esos puntos. La clase del 5
periodo "es al mismo tiempo'', lo que indica la superación de la dicotomía endo
de febrero de 1958, denominada De la imagen al significante en el placer y en la
y exo, tal como ya fue discutida anteriormente. realidad, continuación del Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, es de
Un segundo aspecto importante para la discusión de la nota al pié es la afir-
suma importancia para esa comprensión.
mación de Lacan acerca del esquema R como un plano proyectivo. ¿Qué quie-
Lacan establece un debate con los pensadores de la Escuela Inglesa, sobre
re decir eso? todo con Klein y Winnicott, al cuestionar el complejo de castración 30 • El deba-
La presentación gráfica del mapamundi es un ejemplo de plano proyectivo.
te incide sobre la cuestión de la relación de objeto y el surgimiento de la fanta -
La disposición de los continentes en un plano bidimensional es bastante cono-
sía inconsciente. Vale retomar algunos puntos ya desarrollados para encaminar
cida, inclusive en función de las determinaciones históricas que lo concibieran.
la cuestión. El punto de vista defendido por Lacan es que no existe un estado de
El continente europeo se localiza al centro y en la parte superior de la represen-
necesidad pura, considerando que el bebé, desde su primera vivencia de satis-
tación y, tomándolo como referencia, sirve para que los otros continentes sean
facción31, sobrepone, al estado de la necesidad, el estatuto de deseo, por haber
distribuidos, en esa misma representación gráfica, según su localización geo-
ahí una demanda de amor. Es por medio de esa relación dual que se abre, para el
gráfica en relación a la referencia elegida. Es interesante destacar que cualquier
humano, la perspectiva de encontrarse con la cadena de significantes, ahí cons-
parte del planeta podría ser usada como punto de referencia. La consecuencia
tituida o presente a partir de la figura de la madre, el Otro materno. Lacan cita
de eso es que sería posible tener series de representaciones al intentar ilustrarlo
en un plano bidimensional. 30. Aquí incide, una vez más, el retorno de Lacan a Freud, más precisamente en el modo en que
Sin embargo, hay algo que escapa a la representación gráfica del planeta Tie-
se establecen la estructura neurótica y la estructura psicótica, discusión presente en el texto
rra, como su eje de rotación y también su eje de traslación. La Tierra gira alre- La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, de 1924. A modo de rememoración y en el
dedor de sí misma, lo que genera los días y las noches, así como posee una lo- caso específico de la neurosis, la pérdida de la realidad se da desde las percepciones actuales,
calización en el sistema solar; es el tercer planeta más próximo al sol y demora teniendo en cuenta que el niño acepta la percepción antigua -la percepción de la castración-.
365 días, un año, en dar una vuelta completa a su alrededor. El mapamundi no Dicho de otro modo, según Freud, el n iño reconoce la percepción de la castración de la madre,
percepción primordial que originó la represión ( Verdrangung).
da cuentas de los movimientos terrestres y sus respectivos tiempos, porque no
31. Aquí cabe retomar la discusión de Freud en el texto titulado Proyecto de una psicología pam
es posible representarlos o figurarlos. neurólogos, de 1895, más precisamente el pasaje donde se discute el surgimiento del apa rato
psíquico a partir de la vivencia de satisfacción: cuando el bebé sufre un cúmulo de tensión
28. La noción de corte será retomada más adelante, pues es importante para el eje de argumentación interna, genera una descarga motora - el grito- y recibe una acción del mundo externo,
que pretendemos sostener al respecto del manejo de la transferencia en la clínica de las neurosis. nombrada por un otro que significa el llanto del bebé. Esa acción externa es capaz de apaciguar
29. En el texto Pulsiones y sus destinos, de 1914, Freud afirma que las pulsiones no poseen objeto la tensión interna del bebé y, también, ofrece la posibilidad de inscripción del significante en su
definido. Comenta la idea de que hay una falsa creencia, la de que existiría una relación entre cuerpo. Allí se puede incluir la reformulación de la unidad mínima de la lengua, de Saussure,
la pulsión y el objeto. En verdad, el objeto elegido de la pulsión puede inducir a ese error, por la idea de Lncnn de que prevalece la primacía del significante sobre el significado, trabajada
considerando que se presenta ahí una ilusión de que la satisfacción pulslonnl t'$ consecuencia anteri onncnt c.
de determinado objeto. No es en vano que Freud habla acerca de la ploNI h ld1ul de la pulsión.
104 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ...
10 11

a Freud, la Carta 52 a Fliess, en la cual se discute el nacimiento de las estructu- de Ideal del yo es hacer referencia a la identificación que requiere el regisl ro d1•
ras inconscientes y del aparato psíquico. La hipótesis admitida por Freud es que, lo simbólico, o sea, a una serie de identificaciones significantes que se oponen ni
en su origen, la inscripción anómica correspondiente a la manifestación de la registro de lo imaginario. La identificación al Ideal del yo presupone la inciden
necesidad es un signo. Tenemos allí un proceso de aprendizaje que presupone cia de la función paterna y, consecuentemente, un desapego referente a la rdn
una simbolización32 , ya que, por ejemplo, el bebé puede expresar dos fonemas y ción imaginaria con la madre. El padre, por ser un personaje real, interviene de
oponerlos, lo que ya asume el estatuto de vocablos, dado que son dirigidos a la tal modo de que el yo se torne un elemento significante.
madre. Es una combinación significante que explicita su organización. El niño De esta forma, se puede afirmar que se establece ahí, de acuerdo con Lac:.111 ,
pasa, desde entonces, no más a anhelar la satisfacción de una necesidad, y sí una un movimiento de báscula derivado de la torsión entre los registros de lo imagi -
relación con el deseo del sujeto materno que tiene ante sí. nario y de lo simbólico, justamente donde se define el campo de la realidad. Por
Para Lacan, la aparición del estadio del espejo es y no es, paradójicamente, el un lado, existe la realidad adquirida por el sujeto humano a partir de su conqub-
encuentro del sujeto con la realidad, ya que se trata, en verdad, de una imagen ta de la asunción de una imagen virtual del cuerpo y, por el otro, el sujeto intro-
virtual que tiene la propiedad de aislar el campo de la realidad. El sujeto capta duce en el campo de la experiencia el significante, lo que resulta en ampliar est"
una imagen virtual y la conquista, tal como fue visto anteriormente con la idea mismo campo para el sujeto humano.
33
del falo imaginario -objeto imaginario con el cual el niño se identifica para sa- Aun en Lacan , cabe interrogarnos acerca del estatuto del objeto, ya que CS"
tisfacer el deseo de la madre- a partir de una cristalización del yo que abre las cuestionamiento es primordial para sustentar la experiencia analítica. ¿Cuáles
posibilidades de lo imaginario. Se establece aquí una vía de doble mano: por un son la fuente y la génesis del objeto ilusorio? ¿Es posible reducir al objeto como
lado, la experiencia de la realidad introduce, bajo la forma de una imagen cor- ilusorio o reducirlo a lo imaginario?
poral, un elemento ilusorio y engañoso que permite al sujeto establecer su rela- ¡No! Lacan es taxativo en su respuesta. El objeto de la necesidad sexual nos
ción con la realidad y, por otro lado, la experiencia del estadio del espejo abre la reduce al hecho, por ejemplo, de que el macho se vuelve hacia una hembra en
perspectiva del niño de realizar sus primeras identificaciones. busca de una actividad sexual, cuya finalidad sea de reproducción de la especie.
3
Dicho esto, ahora es posible definir los puntos presentes en el trapecio, que Se sabe, desde Freud 4, que el ejercicio de la sexualidad humana tiene como ob-
define el campo de la realidad. Al principio, el eje i - M, eje que está de acuerdo jetivo la obtención de placer. Lacan es irónico al afirmar el hecho esencial para
con el registro imaginario. El i equivale al yo, la imagen del propio cuerpo fren- esa discusión, a saber: vale enfatizar lo que un zapatito de mujer provoca en un
te a la madre. El M está ligado al significante del objeto primordial, o dicho de hombre.
otro modo, al ego ideal. El objeto ilusorio no ejerce su función en el sujeto como imagen, a pesar del
Ya en otro eje, m - I, m es la imagen especular del niño e I es el Ideal del yo, señuelo que se presenta, pero se inscribe como un elemento significante, ligado
según lo discutido anteriormente. El segmento m - I, a través de sus identifica- a la cadena significante. De ese modo, hay que pensar que el objeto primordial
ciones, está ligado a la serie de significantes, o de representaciones que puntúan domina la vida del sujeto, considerando que hay elementos imaginarios que des-
su realidad a partir de referencias, una realidad rellena de significantes. Hablar empeñan un papel cristalizador, y también teniendo en cuenta, como ya fue di -

32. Una vez más, Lacan se refiere a Freud. El proceso de simbolización aquí detallado trata, en 33. La misma clase del 5 de febrero de 1958, denominada De la imagen al significante en el placer
verdad, de la escena descripta por Freud en relación a su nieto. En el momento en que él jugaba y en la realidad, presente en el Seminario 5, Las formaciones del inconsciente (1957-1958).
con un carretel. Para lidiar con la ausencia de la madre, el niño jugaba con un carretel y una 34. Cf. el texto Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, de 1905, es importante para romper con
cuerda y lo tiraba debajo del sofá, realizando un movimiento de vaivén con el carretel, y al determinada visión de lo infantil que predominaba en la época: la de que los niños eran puros
mismo tiempo repetía las palabras fort y da, cuya traducción es va y vuelve. El juego del fort- y desprovistos de sexualidad infantil. Freud, además de describir la sexualidad infantil a parl 1r
da, como es conocido en la literatura psicoanalítica, se condice con el proceso de simbolización de las fases de organización parcial de la libido alrededor de las zonas erógenas elegidas en d
primordial del niño, pues retrata la alternancia de la presencia y ausencia de la madre sobre el propio cuerpo, aproxima esas mismas experiencias infantiles a la vida erótica del adulto. De olll
nifio, alternancia primordial para el proceso de simbolización. Es mediante una presencia que el fundam ento psicoanalítico acerca de la sexualidad humana, ya que no tiene una finalidad <k-
se hace ausencia, qu e algo se inscribe en el psiquismo. Se habla de inscripción d!'i ll' nguaje. Esa reproducción de In especie; dicho de otro modo, cabe no "biologizar" la sexualidad hunrnn11,
discusión se encw;nlrn t:: n el tex lo Mrls allá del principio de placer, ck ¡:, 1'11 1I ( 111.W). pero si ;it rlh1ill'l t· 1111 <'N f11 1t11 0 de satisfacción pulsional.
106 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCJO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis .. . 107

cho, su inscripción como significante ligado a la cadena. Ésta última avanza: S, modo por el cual el sujeto articula/define/ordena su posición de sujeto en re-
Sl, S2, S3, ... y la significación también avanza, pero en sentido contrario. Hay lación al juego del significante. Para pensar la neurosis, Lacan37 habla del pun -
una significación que se desliza y que determina, en lo humano, una especie de to de almohadillado como algo primordial para la experiencia humana. Dispo-
relación intrínseca de significación. Aquí se trata de un objeto metonímico, axial ne de una metáfora, en este caso, la idea del point de capiton como punto de ar-
en la dialéctica de las perversiones y de las neurosis, además de ser también de- ticulación, de unión entre los tres registros: lo simbólico, lo imaginario, lo real
terminante para el desarrollo subjetivo. Estamos hablando del falo. en el lenguaje. El point de capiton permite una articulación entre significante y
La relación del niño con la madre no es solamente permeada por realiza - significado, capaz de construir sentidos posibles para un habla, cuando se co-
ciones y frustraciones, sino también por el descubrimiento de lo que es, para el loca un punto final en la frase. El sentido se construye retroactivamente y pue-
niño, ser el objeto de deseo del otro y la inscripción del deseo para él mismo, el de ser compartido en función del hecho de que es propio del lenguaje compar-
niño. En ese punto, Lacan retoma las ideas de Freud al respecto de la fase fálica 35 tir sentidos posibles. En la neurosis, el sujeto habita el lenguaje, ya que él reci-
y de la estructuración de la fantasía inconsciente36 , al introducir en su argumen- be el mensaje de forma invertida, dado que Otro está reconocido en el discur-
to el pasaje del primer tiempo para el segundo tiempo del Edipo. ¿Qué significa ' so de la alteridad. "Esta incógnita en la alteridad del Otro es lo que caracteriza
para el niño su deseo? Lacan atribuye a la fase fálica de Freud el estatuto de un esencialmente la relación de palabra en el nivel en que es hablada al otro" (LA-
significante pivote, "alrededor del cual gira toda la dialéctica de lo que el suje- CAN, 1955-1956. p. 49).
to debe conquistar de sí mismo, de su propio ser" (LACAN, 1957-1958, p. 248). En el habla del sujeto neurótico, hay reciprocidad. La condición del neuró-
Lo que vimos anteriormente, al respecto de la inscripción del significante fá- tico de habitar el lenguaje trae consecuencias importantes para el manejo de la
lico en la estructuración de la subjetividad -y la constitución de la cadena signi- transferencia en la clínica, en aquello que se refiere al tiempo de una sesión de
ficante anclada en la relación entre significante y significado, unidos por el point análisis, el tiempo lógico y su estructura de corte. Además, en la propia nota al
de capiton-, se liga al suceso de la función paterna, o a la inscripción del signi- pié, Lacan sitúa el cuadrilátero M i m I como el único corte válido en ese esque-
ficante Nombre-del-Padre. ma, porque él aísla en el campo de la realidad una banda de Moebius.
Tenemos aquí un cuarto aspecto importante de la nota al pié a ser conside-
Les he dicho que de alguna manera, en el interior del sistema significante, el nombre
rado. ¿Cómo pensar la idea de topología? ¿Y qué sería una banda de Moebius?
del padre tiene la función del conjunto del sistema significante, aquel que significa, que
autoriza al sistema significante a existir, que hace de ello la ley. Les diré que frecuente- La topología se constituyó como una rama de la matemática. Granon-Lafont
mente, en el sistema significante, debemos considerar que el falo entra en juego a partir (1987) ofrece algunos pasajes históricos para describir su campo. En 1679, Lei-
del momento en que el sujeto tiene que simbolizar como tal, en esta oposición del signi- bniz definió una nueva rama de la matemática, sobre la clasificación latina de
ficante con el significado, al significado, quiero decir la significación. "analysis situs': cuya traducción para el francés es "étude de la place': en portu-
Lo que importa al sujeto, lo que él desea, el deseo en tanto que deseado, lo deseado del gués "estudo do lugar" y en español, "estudio del lugar': Fue en 1750 que la topo-
sujeto, cuando el neurótico o el perverso tiene que simbolizarlo, en último análisis esto logía avanzó, en el momento mismo en que Euler establece relaciones constan-
es literalmente con la ayuda del falo. El significante de lo significado, en general es el
tes entre vértices, fases y aristas de un sólido convexo. El trabajo de Euler suscitó
falo (LACAN, 1957-1958, p. 249).
varias polémicas, lo que sirvió para reforzar el campo de la topología, ya que in-
numerables matemáticos se concentraron en establecer límites posibles para las
El significante fálico une el significante al significado, a través del punto de
leyes propuestas por Euler. Fue por medio de Moebius, en 1861, que una figura
almohadillado, según fue visto anteriormente, lo que reafirma la formulación
topológica entraría en la historia. Es la banda de Moebius, tema de esta reflexión.
lacaniana al respecto de la primacía del significante sobre el significado. De ese
La topología se ocupa del estudio de las formas geométricas, la ciencia de los
modo, retomamos la idea de que una estructura clínica se define a partir del
espacios y sus leyes o propiedades. Se opone al modelo matemático euclidiano,
considerando que no se trata de estudiar un objeto y el cálculo de su desplaza-
35. Argumento presente en La organización genital infantil: una interpolación sobre la teoría de la miento en el espacio. El énfasis dado a la topología se condice con el estudio del
sexualidad, texto de Freud, de 1923.
6. Pegan a un niño, de 1919. 7. Sem inario l. / 111 ¡ 1,/111s11, de 1955-1956.
108 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 109

espacio en sí mismo, en su invariabilidad. Se puede inclusive afirmar que el uso ¿Y qué es una banda de Moebius? Se trata de una figura topológica simple de
de la topología en el campo psicoanalítico, así como en las ciencias humanas, se hacer. Al tomar, por ejemplo, una tira de papel, se realiza una torsión 38 sobre ella
debe a un fundamento epistemológico del conocimiento y que cabe a Lacan el y después se fijan sus extremidades. Ahí está, esa figura, la banda de Moebius,
mérito de haber insistido en esa vía. Él fue, cuando menos, un gran colabora- que trae una serie de implicancias importantes para este momento. Un ejemplo
dor para la realización de esa labor: la de utilizar la matemática para formalizar bastante conocido es la figura de Escher, que permite notar el andar de las hor-
la experiencia analítica. m igas en un continuo donde desaparecen por el lado de adentro y por el lado de
Vegh (1994), en distintos momentos de su obra, se interroga respecto del uso afuera. Una hormiga, al caminar sobre la superficie de la banda, retorna al mis-
de las escrituras en la obra de Lacan. Reconoce que, en Lacan, existe el recurso m o punto después de realizar dos vueltas, de modo tal de establecer una conti-
de las figuras topológicas, lo que permite establecer, por medio de las escrituras, nuidad entre el lado de adentro y el lado de afuera.
descripciones importantes de una época de su enseñanza. ¿Pero, cuál es la finali-
dad de utilizar ese recurso? ¿Por qué un analista como Jacques Lacan, por ejem-
plo, utiliza las escrituras? Vegh compara el uso de la topología en el psicoanáli-
sis con la poesía. La poesía, apoyada en los recursos de la metáfora, llega a pun-
tos que se sitúan en el límite de lo indecible. Es ahí donde también se localiza la
experiencia analítica, ya que un análisis también es una experiencia del sujeto
frente a su mundo, punto que no es susceptible de ser nombrado.
Granon-Lafont (1987) también se interroga al respecto de la pertinencia de
la topología, de su uso, para teorizar la experiencia analítica. Una tendencia po-
sible en el psicoanálisis sería la de dar sustancialidad al sujeto del inconscien-
te, ya que se trata de un concepto fundamental para su sistema teórico. Sin em-
bargo, no es eso lo que está en juego .. . No se trata de sustancializar un concep-
to, en el sentido mismo de la no-comprensión. Lacan (1975-1976), en el Semi-
nario RSI, comenta la importancia del uso del nudo Borromeo en su enseñan-
za, más perfectamente aplicable a las otras figuras topológicas: "Por otra parte, Escher
qué es lo que podríamos perder[ ... ], a saber, que todos los sistemas de la na-
turaleza hasta aquí surgidos están marcados por la debilidad mental, ¡para qué Aún con Granon-Lafont (1987) es apenas mediante un acontecimiento tem-
atenernos tanto a ellos!" (LACAN, 1974-1975, p. 5). poral que se distingue el lado de adentro del lado de afuera. En el caso de la hor-
Es claro que Lacan hizo un gran esfuerzo para formalizar la experiencia ana- miga que realice solamente una vuelta, se encontrará en el lado opuesto a su pun-
lítica, por ejemplo, al evitar la contaminación del imaginario en aquello que él to de partida. El tiempo aparece allí como una dimensión fundamental, impor-
pretende transmitir. O, según Granon-Lafont (1987), tante para ser teorizado en la experiencia analítica y que se condice con las re-
peticiones del analista, ligado a aquello que fue dicho anteriormente, a la idea de
[. ..]la banda de Moebius conserva, en nuestro espacio, el estatuto de representante de que la emergencia del sujeto del inconsciente, en la asociación libre, se refiere al
lo irrepresentable. Esta función paradoja! constituye una necesidad, la causa de la de- soportar la transferencia, a aquello que se actualiza en acto y su noción de corte.
bilidad de nuestra percepción y de nuestra imaginación intuitiva del espacio (Granon-
Lafont, 1987, p. 46).
Es en ese punto que reside el quinto comentario sobre la nota al pié. La ban-
da de Moebius es el lugar-teniente del fantasma, donde el corte ofrece su estruc-
tura. Se incluyen allí dos elementos importantes para pensar la travesía del fan -

18. El n úm ero de lorsionr s en ]:i tira de papel, para realizar una banda de Moebius, debe ser siempre
impar.
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 111
110 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

ciente. Como ya dijo Freud39 , un análisis se dirige a las construcciones posibles


tasma, como dirección de tratamiento en la neurosis: el sujeto del inconscien- que el analista realiza, en el sentido del trabajo de arqueología sobre sí mismo,
te, el sujeto barrado -su emergencia en la asociación libre- y el objeto a, ob- al intentar reconstruir su posición ante la Otra escena, la escena edípica. El cor-
jeto causa del deseo, que encuadra el campo de la realidad. Un análisis propi- te lacaniano ayuda al sujeto a encontrarse con la Otra escena.
cia al sujeto del inconsciente atravesar su posición fantasmática, de modo tal de La entrada al análisis presupone la entrada del sujeto en el campo del deseo.
encontrarse con el objeto a y su consecuente declinación. También vale resal- Lacan (1953), en Función y campo de la palabra y del lenguaje, ofrece una indi-
tar la idea de que no hay nada de mensurable a ser retenido en la estructura de cación clínica valiosa, en lo que concierne a una posible primera posición del
la banda de Moebius, teniendo en cuenta que ella se reduce al propio corte, así sujeto ante el deseo. Él afirma que el primer deseo es el deseo de reconocimien-
como la emergencia de lo real, pues también es mensurable. to del otro, no en el sentido de que el otro pueda tener la llave del objeto desea-
do, sino porque su primer objeto pasa por ese tipo de reconocimiento. Esa es
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una dimensión importante del análisis, pues la indicación clínica ahí presente
se condice con la enorme frecuencia con que los candidatos a un análisis siem-
pre incluyen al otro como causa de sí mismos, del propio sufrimiento. Asumir la
responsabilidad del propio deseo no es un paso simple y la entrada en el campo
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del deseo presupone la existencia de una ley impuesta que impulsa al sujeto ha-
cia algo que existe, hacia algo que va más allá del principio de placer -el goce de
1 ser o lo real-, o mejor dicho, aquello que anima la compulsión a la repetición.
'/, Lo real, la inercia, el goce -equivalentes entre sí-, tal como aparecen en
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la clínica psicoanalítica, pueden llevar al sujeto a rehusarse a entrar en la dan-
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za de los significantes. "No, no seré un elemento de la cadena'' (LACAN, 1957-
,_ ·- - - - - - -- - - - _'.J 1958, p. 255).
I p Ahí reside una paradoja, pues el sujeto, al rehusarse a pagar una deuda sim-
bólica que no contrajo, no hace otra cosa sino perpetuar esa misma deuda. Es
Esquema R ilustrando el corte de la realidad en su torsión en ese punto que Lacan retoma la segunda fase de la fantasía inconsciente de
(apud NASIO, 1993, p.38). Freud 40 , de carácter masoquista.

Los puntos M i m I delimitan el campo de la realidad, y con ellos es posi- [... ]hay siempre en la fantasía masoquista ese lado degradante, ese lado profanato-
ble realizar una torsión para hacer la banda de Moebius. Los puntos i e I serán rio que al mismo tiempo indica la dimensión del reconocimiento, y ese modo de rela-
coincidentes, así como los puntos m y M. Se articula el yo con el Ideal del yo y ción con el sujeto prohibido, relación con el sujeto paterno. Eso es precisamente lo que
constituye el fondo de la parte desconocida de la fantasía (LA CAN, 1957-1958, p. 255).
la imagen especular con el significante del objeto primordial. Las instancias por
las cuales se establece el movimiento de un análisis son, por lo tanto, el narcisis-
El padre aparece en el registro de lo imaginario como un rival, pero también
mo primario y el Ideal del yo. Son instancias psíquicas que delimitan el campo
asume un estatuto de modelo de identificación. Allí reside el efecto de báscu-
de la realidad, campo que asume status de plano proyectivo, considerando que
la, considerando que la posición imaginaria conlleva consigo una ambigüedad,
anima lo que el esquema R presupone de estático. La banda de Moebius indica el
pues al mismo tiempo en que esa identificación imaginaria de rivalidad para-
movimiento de la pulsión del objeto. De ese modo, se rompe con la idea de rea-
liza al sujeto, existe también la identificación que, ligada a la danza de los sig-
lidad objetiva, dado que ella solo es percibida por la fantasía inconsciente -la
realidad es definida por el movimiento pulsional y también a través del juego de
significantes. Ese movimiento en el análisis es marcado por el tiempo, el tiempo 39. Construcciones en 11111!/isis, texto de Freud escrito en 1937.
del corte, movimiento determinado por el atravesamiento dt• 1.1 íantasía incons- '10. Presente en t•I h'xln d1· Jlr t•11d denominado Pegan a un niño, de 1919.
112 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 113

nificantes, ofrece o propicia el movimiento de un tratamiento psicoanalítico y en el significante y por su inscripción en la cadena asociativa, ya que un signifi -
la consecuente noción de construcción en análisis. La clínica psicoanalítica de cante asume el valor siempre que esté delante de otros significantes.
las neurosis no se reduce al síntoma, ya que la dimensión ética del psicoanálisis Para finalizar este tópico, vale retomar a Lacan (1964) 43 y su articulación de
conduce la dirección del tratamiento para la travesía del fantasma -y no para cura psicoanalítica con el materna de la fantasía y su relación con el objeto a, al
su desaparición-, lo que indica una orientación para el método psicoanalítico. describir dos operaciones importantes: la alienación y la separación. La aliena-
La fantasía fundamental no es interpretada; es, sí, construida, y el fin de un aná- ción, como ya fue dicho, se refiere al precio que el neurótico paga por su inscrip-
lisis resulta en un cambio subjetivo del sujeto frente a su fantasía inconsciente o ción en el universo del lenguaje, al someterse al registro de lo simbólico -en
ante aquello que le causa deseo. la medida en que el deseo humano se constituye desde su posición delante del
La escucha del significante y el corte41 de una sesión orientan el método de Otro materno-, según el primer tiempo del Edipo, ya que el deseo humano se
intervención clínica, según la posición ética descripta en el párrafo anterior. La establece a partir del discurso del Otro. Ya la separación, condición importante
formalización de la banda de Moebius incorpora la noción de corte. Vegh ( 1994) para la cura psicoanalítica de la clínica de las neurosis, indica la responsabilidad
retoma la idea de que el corte pretende separar al sujeto del objeto en relación del sujeto en asumir su propio deseo.
al Otro, según la lógica de la castración en la teoría lacaniana. De ese modo, el
corte de una sesión es el equivalente de una interpretación y consiste en separar
el deseo de la realidad, para que el sujeto pueda emerger, en la medida en que el 3.3 La paranoia y el Edipo en Lacan
objeto cae. La emergencia del sujeto es teorizada a través del modelo topológico
aquí discutido, ya que la banda de Moebius, como una muestra, indica algo de El recorte de los tres tiempos del Edipo en la neurosis, su formalización a par-
lo real. La función de corte, si bien es sustentada, se consolida con la noción de tir del esquema R y de la banda de Moebius permitió apuntar relaciones impor-
que el significante nunca se representa a sí mismo y abre la perspectiva de que, tantes entre determinada concepción de subjetividad y sus consecuencias sobre
en la repetición42 , algo nuevo pueda aparecer. El corte de una sesión propicia la la teoría del método de intervención en el tratamiento psicoanalítico. Lo mismo
abertura del inconsciente. La emergencia de lo real es percibida por sus efectos proponemos para la teoría lacaniana de la paranoia -objeto de esta reflexión- ,
ya que, en ese momento, será presentado el modo en que se da la constitución
41. En 1945, Lacan escribe un texto denominado El tiempo lógico y el aserto de certidumbre de la subjetividad en la paranoia44 y la formalización propuesta por Lacan del
anticipada. Un nuevo sofisma, presente en los Escritos. Lacan, al presentar un problema de campo de la realidad a partir del delirio de Schreber, presente en el esquema I,
lógica cuando presentó una situación que envuelve a tres prisioneros y cinco discos, describe para ahí sí formular la indicación clínica para el manejo de la transferencia en
su solución al teorizar tres tiempos allí presentes. Aquí se destaca la idea de que los tiempos
la clínica de la paranoia stricto sensu. Ese punto será de gran valor, pues la idea
descriptos, el instante de la mirada, el tiempo de comprender y el momento de concluir, incluidos
en la resolución del problema lógico, se introducen también en la teorización de los tiempos de de escucha del delirio y la construcción de una metáfora delirante servirán para
una sesión de análisis. Ese texto sustenta la idea de que una sesión de análisis sigue el tiempo problematizar aspectos clínicos presentes en el AT, tales como la instalación del
lógico, y no el tiempo cronológico. dispositivo de tratamiento y la idea de la mirada en red.
42. Aquí reside una formulación lacaniana acerca de la noción de inconsciente como repetición, Sin embargo, en referencia al esquema I, Lacan no teorizó la idea del plano
tal como aparece en el Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
proyectivo capaz de animar la estructura, tal como lo hizo al recortar el campo
( 1964). Es en ese punto que el inconsciente lacaniano se distingue del inconsciente freudiano.
Este último puede ser ilustrado, por ejemplo, con el texto Psicopatologia de la vida cotidiana, de la realidad en la neurosis, a través de la banda de Moebius. Ahí reside el pun-
de 1901. Freud describe su acto fallido, el olvido del nombre Signorelli, y Ja aparición, en su to neurálgico que pretendemos teorizar en este trabajo, pues la hipótesis teórica
cadena asociativa, de dos nombres sustitutos: Botticelli y Boltraffio. Ese acto fallido, según aquí defendida, la de que el AT implica efectos clínicos propuestos por la ética
Freud, se dio en función de ciertas condiciones: a) hay cierta predisposición para su olvido;
b) ocurrió en un proceso de represión en un tiempo anterior y c) ocurrió una posibilidad de
establecer una asociación extrínseca entre el nombre en cuestión y el elemento antes reprimido. 43. Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
El inconsciente freudiano es aquello que se manifiesta en los sueños, en los actos fallidos, chistes, 44. Evidentemente, la problemática del padre y la idea de fracaso de su función en estas etapas
en fin, son las formaciones del inconsciente o, dicho de otro modo y de acuerdo con Lacan, las lógicas de constitución de su subjetividad, así como sus consecuencias, compondrán el eje
manifestaciones del inconsciente son tropiezos, desfallecimientos o rnJ11d11rns. teórico prop11 ~·s 1 0 .
114 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... 11 5

psicoanalítica, será investigada a partir del concepto objeto a y su incidencia en para que se encuentre con la falta del Otro materno. El niño no se encontró con
la paranoia. A esa idea, se acrecienta también la noción de sinthome, tal como el hecho de que no es más el falo de la madre, ya que la completitud imaginaria
Lacan lo formuló en el Seminario 23, ]ayee, el sinthome, pues allí reside una in- típica del primer tiempo del Edipo no fue rota. No existe el pasaje del falo ima-
dicación teórica importante para la confirmación de la hipótesis de investigación ginario al falo simbólico y la posibilidad de resignificación del significante fálico.
aquí defendida: la de que el AT acarrea efectos coincidentes con aquello que La- Lacan47 atribuye a ese mecanismo el término forclusión, término oriundo de
can nombró como el tratamiento posible de las psicosis. la lengua francesa, más precisamente del campo jurídico, para designar la impo-
sibilidad de apelación de un proceso en función de la pérdida del plazo. Prescri-
bió el plazo de apelación de un proceso en el campo jurídico, prescribió el plazo
3.3.1 La paranoia a partir de la teoría lacaniana del Edipo de inscripción del sujeto en la ley simbólica cuando se refiere a la constitución
de la subjetividad. El término forclusion es traducido como forclusión, neologis-
Se puede afirmar que la construcción de la neurosis y de la paranoia, en re- mo de la lengua española usado como equivalente de la Verwerfung freudiana.
lación al primer tiempo del Edipo, son equivalentes. La función materna en el El niño, al tener la oportunidad de encontrarse con la percepción de la diferen-
primer tiempo del Edipo en la neurosis condice con la efectivización de la célula ciación sexual, al ser convocado a atravesar la provocación edípica, rechaza esa
narcisista entre la madre y el niño, en el momento en que ambos personajes de misma percepción y no se inscribe en la división de los sexos.
la estructura edípica establecen, entre sí, una especie de amalgama o un víncu- La consecuencia oriunda de ese mecanismo lógico de constitución de la sub-
lo simbiótico. Retomamos aquí la noción de que el niño es el falo de la madre y jetividad de las psicosis -también presente en el tipo clínico de la paranoia- es
la madre simboliza al niño como falo, según el estatuto que el niño asume en su la de no someterse al registro de lo simbólico y, por lo tanto, no insertarse en la
deseo 45 -deseo de la madre-. Existe también la transmisión del Ideal del Otro lógica discursiva del lazo social. No se establece la lógica del pacto edípico y del
y la realización de la constitución del narcisismo primario o estadio del espejo, pacto cultural, tal como aparece en Tótem y tabú de Freud (1913), teniendo en
tal como vimos en Freud o en Lacan. cuenta que en él hay una renuncia pulsional incestuosa y, en contrapartida, una
No obstante, la paranoia se diferencia de la neurosis en aquello que concier- filiación simbólica ordenada por la ley cultural de la prohibición del incesto, en
ne a la etapa lógica de estructuración de la subjetividad, según Lacan46 , al afir- el que las relaciones de alianza no coinciden con las relaciones de parentesco.
mar que hubo una falla de la función paterna, en el momento en que se inscri- La forclusión del significante Nombre-del-Padre en el Otro genera conse-
be el segundo tiempo del Edipo. El tiempo posible de inscripción de la ley sim- cuencias importantes para la reflexión acerca de la subjetividad en la psicosis.
bólica se perdió, pues no hubo una abertura, en la estructura edípica, para que El Otro, en la psicosis, no es barrado, a diferencia de la neurosis, ya que en esa
la madre ofreciera un espacio posible con la finalidad de efectivizar la entrada última estructura clínica existe en el Otro el significante de la castración, lo que
del padre y su transmisión de la ley simbólica. En ese caso, se caracteriza al pa- lo torna inconsciente, marcado por la falta y por la presencia de la ley simbólica.
dre como padre débil, impotente, o un padre déspota. Ambos son inoperantes El Otro en la psicosis es consistente. En la paranoia, se habla de otro absolu-
en el hecho de desviar la mirada de la madre para alguna otra cosa que no sea su to. Quinet (1997) compara la posición estructural48 del paranoico con el primer
hijo, en el sentido de crear un hiato, un hueco desde el punto de vista del niño, tiempo del Edipo, ya que el Otro asume un estatuto avasallante, tal como lama-
dre en ese tiempo lógico, teniendo en cuenta que el niño se sujeta a los caprichos
45. Aquí también vale un comentario sobre la diferencia entre el tipo clínico del autismo, la de su deseo, identificado con el falo imaginario de la madre. La falla de la fun-
esquizofrenia, la melancolía y la paranoia. Cabas (1988) reconoce que en todos los tipos
ción paterna --la no inscripción del significante Nombre-del-Padre en el deseo
clínicos citados existe la ausencia del significante Nombre-del-Padre. Sin embargo, propone
una distinción entre autismo y esquizofrenia, por un lado, y melancolía y paranoia, por el otro,
del Otro- no permitió que el niño saliese de la posición de objeto de goce de la
pues las dos primeras son consideradas como psicosis de ausencia, mientras que las otras dos madre. Faltó también una inscripción en el registro de lo simbólico.
son psicosis de presencia. De ese modo, se afirma, por ejemplo, que en la melancolía y en la
paranoia hubo una clara inscripción de la función materna. 47. Seminario 3, Las psicosis.
46. Seminario 5, Las formaciones del inconsciente y De una cuestión preliminar n torio tratamiento 118. Según Quinel. se l r:it a tnn solo de una analogía, considerando que el psicótico no fue capaz de
posiúle ele las psicosis. ntravcsn r l11 prov111 ·:11 i(l11 cd fpica y, por lo tanto, n o constituyó el Edipo propiamente dicho.
116 Acompañamiento terapéutico y psicosis / MAURíc10 CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis .. . 117

La consecuencia clínica de ese Otro terrible y gozador, de acuerdo con la ex- tor una estructura del delirio e indicar pistas de aquello que se aprehende ante
presión acuñada por Quinet, reside en el hecho de que la falla de inscripción su formalización.
en el registro de lo simbólico permite una lectura importante sobre el fenóme-
no psicótico, que se equipara a un efecto de emergencia en la realidad, que no Esquema 1 / . M

S~8
se sustenta para el sujeto psicótico, pues se habla de una significación imposible
para él, ya que no formó parte de su estructura.
49
Freud ( 1924) formula la hipótesis de que el psicótico substituyó un fragmen -
to de una realidad insoportable por otra menos imposible: el delirio. s

[. .. ]La carencia en lo simbólico del Nombre-del-Padre corresponde a esta fisura en la


realidad del sujeto psicótico que es rellenada por el delirio. La forclusión del Nombre- m 'l
del-Padre en la psicosis encausa la cadena de significantes que asume, entonces, su in-
dependencia y se pone a hablar, a pesar del sujeto. La ley del significante ejercerá sus Esquema I (apud QUINET, 1997, p. 55)
efectos sobre éste y lo hará hablar en una lengua ignorada por él (QUJNET, 1997, p. 30).
Tenemos aquí una secuencia de comentarios que se aproxima a aquella que
El sujeto psicótico, por estar sujetado a los imperativos del Otro, aprehende fue realizada en relación al esquema R. algunos puntos serán destacados, según
su relación con ese mismo Otro desde el significante, lo que resulta en un dis- la secuencia que se presenta: la cuestión del objeto a en la paranoia y su relación
curso absolutamente vacío de sentido50• El Otro es tomado por alguien, por un con el campo de la realidad; la idea del plano proyectivo que anima la estruc-
personaje que sustenta las identificaciones imaginarias del sujeto, de modo tal tura o, dicho de otro modo, un apuntamiento sobre la posibilidad -o no- de
de convertirse en un otro perseguidor. " [ ... ] el personaje inicialmente idealizado realizarse una torsión con la figura delimitada por el campo de la realidad en la
se torna en aquel que lo observa, le da órdenes y lo somete a su querer''. (QUI- paranoia, así como la noción de tiempo para la construcción de la metáfora de-
NET, 1997, p. 31). lirante; las instancias que delimitan el campo de la realidad en la paranoia, cua-
Es común verificar la existencia del otro perseguidor en los contenidos de- les sean, el narcisismo primario o el estadio del espejo y el Ideal de yo; o mejor,
lirantes de los pacientes psicóticos. Es lo que veremos en la secuencia, al aden- el Ideal del Otro no barrado, y, por último, la indicación clínica presente en ese
trarnos en el delirio de Schreber y su formalización. esquema; en este caso, la noción de construcción de una metáfora delirante en la
paranoia capaz de realizar dos suplencias -la suplencia imaginaria y la suplencia
simbólica- como un modo de interrogar al sujeto en la clínica de la paranoia.
3.3.2 El delirio de Schreber, el esquema 1 para formalizar el campo El objeto a en la paranoia y su relación con el campo de la realidad se distin-
de la realidad en la paranoia y una indicación para el tratamiento gue al ser comparado con el objeto a en la neurosis y su vínculo con la realidad.
posible de las psicosis: la construcción delirante En el esquema R, la realidad es determinada por el registro de lo simbólico,
1
encuadrada por el registro de lo imaginario, al sustentarse por la extracción del
El esquema I5 , propuesto por Lacan (1957-1958), transpone la lógica presen- objeto a, ya que la castración simbólica fue exitosa. Lo simbólico barra al obje-
te en el esquema R, sobretodo en lo que se refiere al cuadrilátero MimI y su rela- to a, al mismo tiempo que lo imaginario, además de contenerlo, también lo vela
ción con el campo de la realidad. Su intención es formalizar el campo de la rea- - y así se afirma que él -el objeto a- se hace presente en la imagen del otro, a
lidad -a partir de sus puntos- en la paranoia, en el sentido de ofrecer al lec- pesar de estar velado. Quin et retoma el Seminario 1O, La angustia, para descri -
bir los tiempos lógicos de la constitución del sujeto al ilustrar la incidencia del
49. Neurosis y psicosis, de 1924
goce, de la angustia y del deseo. El primer tiempo del Edipo es marcado por el
50. M ás adel ante será retomada esa discusión. goce y por la inscripción del significante en el cuerpo. El goce, donde reside la
1. De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis ( 1957 1CJ'iH) p ulsación de la vida, donde incide la relación de los objetos parciales de la pul -
118 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ... ll9

sión en la sexualidad infantil -el seno, las heces, la vos y la mirada- son mar- Es la realidad que habla. La paciente recibe del otro su propia habla.
cados por la llegada de la castración y, por lo tanto, extraídos del campo de la ¿Y el campo de la realidad en la paranoia? La forclusión del Nombre-del-Padre
realidad. La inscripción del significante en el cuerpo o la identificación simbóli- del registro de lo simbólico promueve un desencuentro, una hiancia entre el re-
ca a través del Ideal del yo introduce al sujeto en el Otro y ofrece las condiciones gistro de lo simbólico y el registro de lo imaginario. La neurosis trae consigo una
necesarias para la entrada de él en el universo del lenguaje. La angustia condi- contigüidad entre el Nombre-del-Padre y el falo imaginario, que se encuentran
ce con el segundo tiempo del Edipo, en la medida en que es en ese tiempo lógi- en un mismo punto topológico. Ya en la paranoia es posible afirmar que hay dos
co que el niúo se encuentra con la castración del Otro, el A barrado, la ley sim- huecos, tal como aparecen en el esquema I, considerando que el Po es la no ins-
bólica y la entrada en el universo humano de la cultura. Por fin, el tercer tiempo cripción del Nombre-del-Padre y el cjlo se condice con la ausencia de la significa-
lógico condice con la estructuración del deseo y la estructuración de la fantasía ción fálica. Hay ahí una serie de consecuencias importantes, tales como Quinet
inconsciente, localizada al lado del Otro, aquí entendido como el representan- (1997) sugiere, al proponer dos tipos de suplencias para pensar la metáfora deli -
te de la ley. La interdicción paterna, en la neurosis, hace que los objetos parcia- rante, la suplencia imaginaria y la suplencia simbólica. La falla de la función pa-
les sean interdictos y perdidos para siempre. terna -la forclusión del significante Nombre-del-Padre- resulta en una conmo-
Ya en la paranoia, el objeto a se encuentra desvelado, dado que los objetos ción de las identificaciones imaginarias del sujeto paranoico, ya que la crisis des -
parciales mirada y voz son fácilmente identificables, ya que no hubo, en ese caso, encadenada en Schreber, en función de la irrupción del pensamiento "que bue-
la extracción del objeto a del campo de la realidad para el sujeto en función de no sería convertirme en mujer", favoreció su disolución imaginaria - punto de
la forclusión del significante Nombre-del-Padre. El objeto a, en la paranoia, se suma importancia para el presente trabajo, que será retomado más adelante, cuan-
encuentra al lado de la realidad. ¿Pero qué quiere decir eso? Ahora bien, por no do tratemos el narcisismo primario o estadio del espejo e indicaremos aspectos
haber sido realizada la operación de la castración simbólica, queda en suspen- clínicos pertinentes para la teorización de la demanda del AT en la paranoia-.
so la estructuración de la fantasía inconsciente y el sujeto del deseo. En el tiem- En relación a la suplencia imaginaria, su transformación en mujer se refiere
po lógico de la angustia, el sujeto se confronta a un Otro no castrado, absoluto, a la idea del primer tiempo del Edipo, lo de ser el falo del otro. Sin embargo, esa
y que, por lo tanto, todo ve y todo habla.
condición no era sustentable, porque se aproximaba a la posición homosexual 52 ,
De acuerdo con Quinet (1997), la no castración en el Otro propicia el hecho que él abominaba, ya que calificaba a los hombres con quienes vivía como hom -
de que los objetos parciales aparezcan en el campo de la realidad. Además, de bres que no tenían firmeza. La recomposición de lo imaginario de Schreber, re-
eso se trata cuando Lacan (1955-1956), en el Seminario 3, Las psicosis, ilustra presentada en el esquema I, se agudiza con la práctica transexual (i) y una fan -
el modo en que se da la manifestación del lenguaje en la paranoia, más precisa- tasía sin mediación de su transformación en mujer (m). La hipérbola m - i con-
mente la alucinación. Lacan trabaja esa cuestión a través de una paciente. Ella dice con la muerte del sujeto, en función de la ausencia de la significación fálica.
estaba volviendo de la carnicería cuando encontró a un vecino al que ella juz- Es a través de la construcción de la metáfora delirante, al incluir ahí la idea de
gaba como un joven de hábitos fútiles. Al encontrarse, la paciente dice: "vengo la redención -copular con Dios y poblar el mundo con una nueva raza- que
del fiambrero''. Fue en ese momento que ella escuchó la palabra "marrana': se- Schreber va a reconstruir su mundo al aproximarse al registro de lo simbólico.
gún ella, dicha por el vecino. ¿Se trata aquí de un mensaje que el sujeto recibe de En relación a la suplencia simbólica, Schreber, a lo largo de su delirio, acepta
forma invertida? Lacan se pregunta: "¿Qué es marrana? Es, en efecto, sumen- su condición de convertirse en mujer, no para relacionarse con otros hombres,
saje, pero ¿no es más bien su propio mensaje?" (LACAN, 1988, p. 61). Lo im- sino para ser una mujer de Dios, la mujer que llevaría a la humanidad a la reden -
p ortante es pensar que de hecho la palabra "marraná' haya sido realmente oída. ción, al poblar el mundo de hijos de Schreber con Dios. Desde el lado simbólico,
¿Quién habla? Ya que hay alucinación, es la realidad la que habla. Nuestras premisas
lo implican, si planteamos que la realidad está constituida por sensaciones y percepcio- " 2. El lector puede recordar la hipótesis freudiana acerca de la etiología de la paranoia. Freud
nes. Al respecto no hay ambigüedad, no dice: Tuve la impresión de que me respondía: había sostenido la hipótesis de que Schreber desarrolló su delirio en función de una defensa
Marrana[. ..] (LACAN, 1988, p.62). frente a la pulsión homosexual. De hecho se confunde la posición homosexual con la idea del
empuje a la mujer, esa sí es una manifestación presente en la crisis del paranoico, tal como fue
descripto t 11!'! \ 11(·rp1i de cslc texto.
120 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTE)ÓN HERMANN Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis .. . 12 l

(M) representa a su creador -Dios-y a las criaturas de la palabra, donde resi- que el esquema I conlleva la misma idea de formalización presente en el esque-
den una serie de alucinaciones. Ya lo (I) representa el lugar de la identificación ma R, en lo que concierne a las instancias psíquicas presentes en la delimitación
ideal, aquí tomado como el ideal del Otro, Otro absoluto -amado u odiado-, del campo de la realidad -el narcisismo primario o estadio del espejo y el Ideal
capaz de capturar al sujeto en trampas. Lo I, según Quinet (1997), se constitu- del yo, aquí entendido como Ideal del Otro no barrado-, instancias que animan
ye como el vacío de la ley o su "Orden del Mundo': la redención, posición que lo la estructura, considerando que imprimen en la formalización del esquema I una
restituirá al campo de la realidad y la contención de una imagen. La hipérbola M dimensión del tiempo en la dirección de tratamiento de la paranoia. Quinet, sin
- I contornea la forclusión del Nombre-del-Padre, el Po, marcado por una asín- embargo, afirmó que no existe trabajo alguno en que se presente una propuesta
tota que nunca llega a su fin. La suplencia simbólica le permitirá la recomposi- de construcción de una figura topológica para el campo de la realidad en la para-
ción del eje de lo imaginario, lo que resultó en consolidar una relación de amis- noia, tal como existe para la banda de Moebius, efectiva a partir del corte y de la
tad con su mujer, a pesar de la práctica transexual y de la metáfora delirante de torsión del campo de la realidad en el esquema R. Sin embargo, es posible extraer
ser la mujer de Dios. El restablecimiento de la realidad para Schreber le permi- del esquema I apuntamientos importantes, en aquello que su formalización de-
tió recibir el alta del hospital y retornar a la convivencia familiar. muestra, tal como fue dicho anteriormente y como se verificará a continuación.
Pero si el eje M - I compone una curva que no se delimita, ¿cómo se puede El desencadenamiento de una crisis se da en función de una apelación del re-
pensar en una estabilización en la metáfora delirante de Schreber? Lacan (1953- gistro de lo simbólico imposible de responder para el sujeto. Ahí reside el fun-
1954), en el Seminario l, Los escritos técnicos de Freud, indicó la necesidad del damento teórico para pensar el desencadenamiento de una crisis, o llamado de
registro de lo simbólico para el establecimiento de las posiciones imaginarias del la realidad para que el sujeto ocupe un lugar cuya imposibilidad es estructural,
sujeto en el mundo, considerando que "no puede establecerse ninguna regula- ya que existe la apelación al Nombre-del-Padre que fuera forcluído.
ción imaginaria, verdaderamente eficaz y completa, si no es mediante la inter- La realidad del sujeto en la psicosis, según Quinet ( 1997), es determinada por
vención de otra dimensión" (LACAN, 1953-1954, p. 166).
la relación del sujeto con el significante, formateada por el registro de lo imagi-
nario y que puede ser esquematizada de la siguiente manera, en tres tiempos:
Ahora bien, aquí reside un punto importante y que genera ciertas confusiones en el de-
bate acerca de la constitución del sujeto del inconsciente en la paranoia, pues la afir-
mación de que ese sujeto rechaza la percepción de la castración en la mujer, o entonces 1º) Momento que antecede a la crisis: el sujeto, en ese tiempo, se apoya en
de que el significante Nombre-del-Padre está forcluído, no permite sostener la hipótesis los objetos de la realidad a partir de bastones imaginarios, ya que el sujeto
de que no existe la incidencia del registro de lo simbólico en la clínica de la paranoia. se identifica con el falo imaginario, propio del primer tiempo del Edipo.
El campo de la realidad en el esquema 1 indica la superposición del mismo sobre el re- 2°) Desencadenamiento de la crisis: lo que se verifica en ese momento, cuan-
gistro de lo imaginario, donde inclusive se establece la relación de Schreber con el otro, do se trata de una suerte de crisis psicótica, es el predominio del narcisis-
marcado por un límite establecido por lo simbólico, aunque ese límite sea distorsiona- mo primario o estadio del espejo, según Freud, ya que es en ese momento
do. "[. .. ]se le hace habitable, pero también que[. .. ] distorsiona, a saber retoques ex-
subjetivo que la libido es retirada de los objetos de la realidad 54 e investi-
céntricos de lo imaginario 1 y de lo simbólico S, que[. .. ] reducen al campo del desnivel
entre ambos" (LACAN, 1957-1958, p. 580). da en el propio yo, además de producirse la disolución de lo imaginario.
Hay una caída de la identificación del sujeto al falo imaginario.
Como vimos, la construcción de la metáfora delirante conlleva una suplencia 3°) Estabilización del delirio: se habla aquí de una reestructuración de lo
simbólica. Dicho esto, vale considerar la cuestión del tiempo en la dirección del imaginario a partir del trabajo de construcción de la metáfora delirante.
tratamiento de la paranoia, según fue descripto en relación a la idea del plano pro- En Schreber, el desencadenamiento de la crisis presente en el esquema I
yectivo y la banda de Moebius. En comunicación oral, António Quinet53 afirmó se dio en el momento en que se encontró con la alucinación "qué bueno
sería convertirme en una mujer': Ahí residió su sepultura del mundo o,
según Quinet (1997), el periodo de
53. António Quinet profirió una conferencia en Sao Paulo, Brasil, en la EPFCL-SP (Escola de
Psicoa nálise dos Fóruns do Campo Lacaniano), para lanzar su libro Psicose e lafo social, Ed. 54. Aquí es posible asignar la bella metáfora de Freud empleada para describir ese proceso, en este
za har.
caso, la in'l:lj',('11 <k !:1 se pultura del mundo descripta en el capítulo wterior.
123
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ...
122 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

psicótica, así como un manejo de la transferencia que condice con la noción d"
[. .. }catatonia cuando él ve su nombre en la sección de obituarios en los periódicos.
[... ]lo imaginario del yo[. .. ] se disuelve, se despedaza y toda la estructura cortante del la construcción de la metáfora delirante.
Lacan propone un retorno a Freud, cuando este último aborda la psicosis in -
espejo se manifiesta con su filo mortal (él es reducido a un ''cadáver leproso" duplicado)
corporando la lógica del tratamiento de la neurosis al de la psicosis, lo que resul -
y el mundo es desinvestido (QUINET, 1997, p.54).
ta en una lectura de la psicosis a partir de los referenciales de lo simbólico. Ln -
can indica otro camino: le cabe al psicoanálisis teorizar la clínica de la psicosis
La formalización del delirio de Schreber, presentada en el esquema I, tiene
más allá del registro de lo simbólico y así distinguir la clínica de la neurosis de la
la dimensión del tiempo en el tratamiento de la psicosis, ya que en ella reside
clínica de la psicosis. Una vez más, recuperamos el contrapunto descripto ante-
el tiempo de eclosión de la crisis -la disolución de lo imaginario-, así como
riormente entre la neurosis y la psicosis, ya que la indagación pertinente consis-
su restablecimiento, dado que la construcción de la metáfora delirante, como
ya fue dicho, conlleva la suplencia imaginaria y también la suplencia simbóli- te en diferenciar la relación del sujeto con la realidad, así como el modo en que
ca, esta última a través de la inclusión de la figura de Dios, el Otro no barrado, se da esa relación en las estructuras clínicas mencionadas.
En la neurosis es en el segundo tiempo, y en la medida en que la realidad no
en su sistema delirante.
es plenamente rearticulada de manera simbólica en el mundo exterior, que existe
Freud55 inauguró la dimensión ética del psicoanálisis frente al tratamiento
en el sujeto una pérdida parcial de la realidad, incapacidad de enfrentar esa parte
de las psicosis, dado que el delirio debe ser escuchado, y no removido. El delirio
de la realidad, secretamente conservada. En la psicosis, al contrario, es realmen-
como una tentativa de cura, como una forma de reestablecimiento de una reali-
te la propia realidad que es en primer lugar provista de un agujero, que el mun-
dad menos insoportable para el sujeto, es un intento de barrar el goce narcisis-
ta al localizar el goce en el campo del Otro. En relación al objeto a, fue visto que do fantástico vendrá enseguida a colmar (LACAN, 1955-1056, p. 57).
De ese modo, para dar continuidad a la argumentación aquí propuesta, vale
él, en el desencadenamiento de la crisis, no se separa del cuerpo y, en ese senti-
verificar cuál es el mecanismo de formación del síntoma. Retomamos la contri-
do, la construcción de la metáfora delirante es un intento del sujeto de separar-
bución de Jean Hyppolite sobre la Verneinung, o punto de origen de la simboli-
se de ese objeto, al localizar el goce en un objeto separado de su cuerpo. Según
zación. Apuntamos para la necesidad de distinguir el concepto de Verneinungy
Quinet (1997), se trata de:
Bejahung. Lacan afirma:
{. .. ]una indicación clínica bastante precisa[ ... ]: lo que constituye el sufrimiento del su-
jeto es justamente esa dispersión, ese despedazamiento de goce, siendo eminentemen- [... ]en lo inconsciente, todo no está tan sólo reprimido, es decir desconocido por el suje-
te terapéutico y apaciguador el intento de condensar el goce en un objeto fuera del su- to luego de haber sido verbalizado, sino que hay que admitir, detrás del proceso de ver-
jeto (QUINET, 1997, p. 70). balización, una Bejahung primordial, una admisión en el sentido de lo simbólico, que
puede a su vez faltar (1955-1956, p. 21 ).
La indicación clínica presente en el texto De una cuestión preliminar a todo
Se trata de la Bejahung pura, pasible o no de concretizarse, y en la cual se pro-
tratamiento posible de las psicosis -en el momento en que Lacan describe la ac-
duce una primera dicotomía, pues aquello que recae en la primera simbolización
ción de los objetos parciales en el surgimiento de la crisis de Schreber (la voz en
tendrá destinos diversos de aquello que recae sobre la primacía de una Verwer-
las alucinaciones y la condensación del goce en el objeto anal)- ofrece perspec-
tivas de estudio e investigación acerca del modo en que cada sujeto psicótico en-
fung primitiva. En esta última ocurre un fenómeno de exclusión, una negativa
del sujeto de algo del orden simbólico, en este caso, la amenaza de castración.
contrará su solución singular para lidiar con su crisis, fruto de la imposibilidad
Cabe atenernos al ejemplo del Hombre de los Lobos. Al jugar con su cuchi-
de responder a la apelación del registro de los simbólico, así como el intento de
llo, él se corta el dedo, que queda unido a la mano solamente por un pedazo de
separarse de esos objetos con los cuales su ser se identifica.
piel. Cuando se ubicó al lado de su niñera, a la cual le confiaba sus experiencias,
Es en ese punto que exponemos el último argumento de este capítulo, una
no quiso hablar sobre ello. Destacamos de ese hecho: ¿Cuán significativo es no
concepción teórica acerca del registro de lo real inherente a la noción de crisis
poder hablar sobre eso?
55. S. Frcud ( 1909), Pimtualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de prm11111i11 (Dcrncntia
paranoides) descripto autobiográficamente.
124 Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis . . . 125
Acompañamiento terapéutico y psicosis J MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

La relación que Freud establece entre este fenómeno y ese muy especial no saber nada rece forzosamente de relación con el discurso normal, y el sujeto es harto capaz de co-
de la cosa,[. .. ], se traduce así: lo que es rehusado en el orden simbólico, vuelve a surgir municárnoslo, y de satisfacerse con él, dentro de un mundo donde toda comunicación
en lo real (LACAN, 1955-1956, p. 22). no está interrumpida (LACAN, 1955-1956, p. 105).

El fenómeno alucinatorio se da por el reaparecimiento en lo real de aquello Avanzando más en la teoría, retomamos la idea de que la realidad solo pue-
que no puede ser simbolizado, o entonces, rechazado por el sujeto. de ser concebida como una trenza de significantes. Esa realidad, en ese mo-
El descubrimiento freudiano también apunta a la imposibilidad de otorgar mento de la enseñanza de Lacan, se organiza por la presencia del significante el
al hombre una natural adecuación a la realidad. Freud destaca el hecho de que Nombre-del-Padre, significante porta voz del orden simbólico de la cultura. Es
la organización de la sexualidad humana se da, exclusivamente, por el ordena- en el complejo de Edipo que es ofrecida al hombre la posibilidad de pasar por
miento de la constitución bisexual humana al orden simbólico cultural. Es esto una provocación, un atravesamiento, siendo su realización final el sujetamien-
lo que el complejo de Edipo quiere decir. to a la ley simbólica. En la psicosis, el sujeto se sitúa al margen de esa provoca-
Así, cuando se busca responder a la cuestión del fenómeno psicótico, se en- ción, o dicho de otro modo, le es negado el acceso a la realidad articulada a la
tiende que se trata de: trama de significantes del orden simbólico. Hay algo que le falta, el significan-
te Nombre-del-Padre.
La emergencia en la realidad de una significación enorme que parece una na- Así, el point de capiton es determinante para pensar la experiencia humana,
dería, en la medida en que no se la puede vincular a nada, ya que nunca entró y enfatizamos el valor del descubrimiento freudiano en cuanto a la provocación
en el sistema de la simbolización, pero que, en determinadas condiciones pue- originada en el Complejo de Edipo. En ese sentido, la consecuencia de la ausen-
de amenazar todo el edificio (LACAN, 1955-1956, p. 102). cia del significante Nombre-del-Padre, en la psicosis, nos permite afirmar que
significante y significado están divididos y que el sujeto psicótico se concentra
En el ejemplo de Schreber, según Lacan, la significación rechazada tiene re- en el significante. El delirio asume un sentido particular, en su certeza y en su
lación con la bisexualidad primitiva ya trabajada por Freud en los Tres ensayos perplejidad.
sobre la teoría de la sexualidad. Lacan nos indica que se trata de la función fe -
menina en su significación simbólica esencial. No, hay que abordar lo que sucede en la psicosis en otro registro. No conozco la cuen-
ta, pero no es imposible que se llegue a determinar el número mínimo de puntos de li-
En la neurosis, esa pulsión femenina aparece en los distintos puntos de sim- gazón fundamentales necesarios entre significante y significado para que un ser huma-
bolización previa y encuentra eco en la solución de compromiso del síntoma. Es no sea llamado normal, y que, cuando no están establecidos, o cuando se aflojan, ha-
la represión y el retorno de la represión. En la psicosis, en su inicio, lo no simbo- cen el psicótico (LACAN, 1988, p.304).
lizado reaparece en lo real, a través de respuestas por el lado de una Verneinung
inadecuada o, en otros términos, insuficiente. Teniendo en cuenta las afirmaciones anteriores, podemos volver a la clíni-
ca y preguntar ¿cuál es el uso que el psicótico hace de su producción delirante?
Se produce entonces algo cuya característica es estar absolutamente excluido del com- ¿Hay significación? Sin duda que sí, pero ¿cuál? El sujeto no sabe, a pesar de que
promiso simbolizante de la neurosis, y que se traduce en otro registro, por una verda- la significación está en primer plano. Para el psicótico, se sitúa en el plano de
dera reacción en cadena a nivel de lo imaginario[ ...] (LACAN, 1955-1956, p. 104). comprensión, al igual que lo que se comprende no puede ser articulado, nom-
brado, introducido por el sujeto en un contexto en que se explicite tal compren-
El estudio de Schreber ilustra su dialéctica imaginaria y la consecuente rela- sión. Es en ese punto que Lacan critica la psicopatología de Jaspers y denuncia
ción especular del sujeto con el mundo.
el hecho de que es imposible, para el analista, comprender la producción deli-
rante del sujeto psicótico.
Una exigencia del orden simbólico, al no poder ser integrada en lo que ya fue puesto en
El delirio se expone de forma distinta del lenguaje común a través de la figu-
juego en el movimiento dialéctico en que vivió el sujeto, acarrea una desagregación en
cndena, una sustracción de la trama en el tapiz, que se llama delirio. Un delirio no ca- ra del lenguaje denominada neologismo -el uso de palabras nuevas o antiguas
Puntualizaciones sobre el padre en el psicoanálisis ...
127
126 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

con sentido nuevo-. Lacan sugiere dos tipos de fenómenos en los cuales se pro- hecho de que la ética del psicoanálisis, inaugurada por Freud en el caso Schre-
yecta el neologismo: la intuición y la fórmula. En lo que se refiere a la intuición, ber, promueve la no remoción del delirio, y sí la posibilidad de resignificación
le es atribuido un carácter pleno, una perspectiva nueva como si fuese un des- de esa experiencia delirante, en la transferencia, como dirección de tratamien-
cubrimiento fundamental: es el alma de la situación. Existe también el tipo de to psicoanalítico de la psicosis.
significación que no remite a nada -fórmula-, que se repite con una estereo-
tipia constante. De acuerdo con Lacan,

[... ]Ambas formas, la más plena y la más vacía, detienen la significación, son una es-
pecie de plomada en la red del discurso del sujeto. Característica estructural que, en el
abordaje clínico, permite reconocer la rúbrica del delirio (LACAN, 1955-1956, p. 44).

Es en la economía del discurso descripta anteriormente, en la relación del su-


jeto con la significación, que nos permitimos distinguir el delirio como un fe- ,
nómeno elemental, como una indicación para la formulación del diagnóstico
psicoanalítico.
Por consiguiente, la clínica de la psicosis nos interroga: ¿de cuál real se
trata? Cuestión que trae consigo una ambigüedad. Se habla, por un lado, de
una concepción teórica sobre lo real de la psicosis, descripta anteriormente,
originada en los fenómenos clínicos con los cuales un psicoanalista se en-
cuentra. Por otro lado, se tiene en la misma concepción teórica una indica-
ción clínica importante, capaz de orientar a un psicoanalista en la dirección
del tratamiento de la clínica de la psicosis. El testigo o secretario del aliena-
do son expresiones que indican una posición clínica, una dirección posible
para el tratamiento de las psicosis. En la psicosis, el analista no compren-
de y tampoco remite al sujeto psicótico a la imposibilidad de lo simbólico.
El analista busca atestiguar, sostener significantes del sujeto psicótico capa-
ces de dar contorno a lo real, capaces de dar contorno a ese sujeto que vive
el borde de la locura, y que puede, en cualquier momento, sumergirse en el
agujero de la psicosis.
Entendemos la indicación clínica del Seminario Las psicosis, anteriormen-
te trabajada, como el punto de partida para pensar el manejo de la transferen-
cia en la clínica de la psicosis. En la psicosis, el analista sostiene los significantes
del sujeto teniendo como principio ético el respeto a aquello que el propio pa-
ciente trae en la transferencia. El analista no interpola al sujeto psicótico con sus
"comprensiones" o lo remite a la imposibilidad de lo simbólico, pues allí el de-
lirio es entendido como una cura del sujeto psicótico, al menos en ese momen-
to de la enseñanza de Lacan. El delirio es considerado como el modo particular
del sujeto psicótico de lidiar con la propia castración. Siendo así, recordamos el
CAPÍTULO 4

La instalación del dispositivo


de tratamiento

Es sugerente ver que, para que todo no se reduzca de golpe a nada, para que
toda la tela de la relación imaginaria no se vuelva a enrollar de golpe, y no desa-
parezca en una oquedad sombría de la que Schreber al comienzo no estaba muy
lejos, es necesaria esa red de naturaleza simbólica que conserva cierta estabili -
dad de la imagen en las relaciones interhumanas (LACAN, 1955-1956, p. 117).

El epígrafe anterior es una bella descripción de Lacan respecto de lo que ocu-


rre con la disolución de lo imaginario en el desencadenamiento de la crisis psi-
cótica. Ésta surge cuando el sujeto psicótico es convocado a asumir un lugar de
imposibilidad simbólica, considerando que en su estructuración subjetiva no
existe la inscripción en una norma -la norma fálica- en función de la forclu -
sión del significante Nombre-del-Padre. Ante el registro de lo simbólico, el pa-
ranoico se posiciona de acuerdo con cierta exterioridad, pues no hubo, en la es-
tructuración lógica de la subjetividad, según Freud (1925), un sujetamiento a la
ley simbólica en función de la aceptación del sujeto de la percepción de la cas-
tración de la madre o su sustituta; le faltó el reconocimiento de la división de los
sexos. Sin embargo, es posible afirmar que el paranoico puede pasar una vida
entera sin ningún desencadenamiento de crisis, mientras que en su historia no
exista una apelación para que el sujeto sea convocado a asumir un lugar de im-
posibilidad simbólica, tal como ocurre con Schreber en el momento en que fue
nombrado para asumir el cargo de juez presidente de la Corte de Apelación de
Dresden, episodio que desencadenó su segunda crisis psicótica. Es en esos mo-
mentos de crisis, de disolución de lo imaginario, que comúnmente ocurre una
indicación de tratamiento, tal como se verá a continuación.
130 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 131

Es en una crisis psicótica que los bastones imaginarios, que anteriormente un contrato de trabajo con un paciente exige un tiempo previo, tal como la ex-
sostenían al sujeto en el lazo social, son disueltos. Es también en ese momento periencia clínica demuestra con frecuencia.
que aparecen las alucinaciones como un retorno de algo del orden de lo real que Otro punto de interés es la dimensión institucional que el AT asume, también
no encontró eco en las vías de simbolización y, en ese sentido, podemos ubicar ligada a su propia indicación, oriunda de una lectura devenida de un montaje ins-
allí la principal demanda de intervención para el AT. Lacan 1 (1957-1958), al titucional, capaz de orientar manejos importantes con el propio paciente como
comentar el esquema l, describe el modo en que la acción del significante inci- con la familia. Hay que considerar el hecho de que una indicación de AT, mu-
de sobre lo imaginario, al causar trastornos al sujeto, al determinar aquello que chas veces, ocurre en función de una historia de tratamiento en una institución.
Freud designó como la sepultura del mundo 2 , exigiéndole inclusive responder Esa cuestión es importante, ya que las instituciones de salud mental, orientadas
con nuevos efectos de significante. Lacan describe las etapas subjetivas de Schre- por el psicoanálisis, presentan un procedimiento -aquí denominado mirada
ber, desde la alucinación "que bueno sería ser una mujer': hasta la construcción en red- capaz de orientar la formulación de indicación de una demanda de AT.
de la metáfora delirante "copular con Dios para realizar la redención: poblar el Los puntos de interés para el presente libro serán teorizados a partir de frag-
mundo con una nueva raza de hombres", para afirmar que a lo largo de ese pro- mentos clínicos. Optamos por esa estrategia de ilustración, en vez de detener-
ceso subjetivo hay diferentes etapas de disolución del imaginario y también de nos en un caso, pues la propia clínica del AT se define caso a caso, más precisa-
su reestructuración. mente en aquello que concierne a su proyecto terapéutico. Existen casos en los
La contribución de Lacan para la comprensión de la paranoia y la indicación cuales la disolución imaginaria coincide con aquello que Lacan denominó como
clínica de la construcción de la metáfora delirante son pertinentes para pensar oquedad sombría, junto con una producción delirante en cuyo contenido el otro
algunas cuestiones específicas de la clínica del AT. se presenta como alguien aterrorizador. Hay otros casos en que el contenido del
Proponemos, por lo tanto, desarrollar algunos puntos, tales como las de- delirio no impide la proximidad de otro en la transferencia y, de ese modo, se
mandas de indicación de un AT a partir de su especificidad, si se considera tam- torna más fácil la instalación del dispositivo de tratamiento. Serán presentadas
bién una condición particular de la paranoia, el hecho de que existe determina- viñetas clínicas de distintos pacientes para ilustrar los tiempos del sujeto, desde
do modo de alienación en su constitución subjetiva -la alienación al deseo del la crisis psicótica hasta la instalación del dispositivo de tratamiento.
Otro-. De ese modo, hay que discriminar quien es aquel que demanda una in- Existen circunstancias en que el AT es pensado en conformidad con un equi-
dicación de AT, teniendo en cuenta que hay casos cuya pertinencia de indica- po de tratamiento constituido a priori, lo que determina la dirección de trata-
ción se justifica por una demanda de otro, por ejemplo, la familia, el psiquiatra miento en función de aquello que el equipo o institución entienden como incre-
o la institución de tratamiento. Aquí reside un argumento clínico bastante im- mento de su "montaje institucional de tratamiento"4 • Sin embargo, es posible
portante, que determina inclusive la dirección de tratamiento del AT, a partir verificar, en la clínica, que en ciertos casos el acompañante terapéutico es aquel
de la demanda de otro, crear estrategias, en la transferencia, para establecer una que incluye, a lo largo del tratamiento, la posibilidad de aumentar los dispositi-
transferencia posible en el tratamiento. Estamos hablando de la instalación del vos de tratamiento de un caso. La primera circunstancia idealiza al AT como un
dispositivo de tratamiento y de su articulación con la formulación de un pro- dispositivo de tratamiento de acuerdo con la especificidad de su montaje insti-
yecto terapéutico3, considerando que hay casos en los que la formulación de tucional, al tiempo que, en la segunda circunstancia, es el propio acompañante
terapéutico el que orienta el proyecto terapéutico de acuerdo con lo que es po-
l. De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis (1957-1958). sible o pertinente para la singularidad del caso, teniendo, como posibilidad, la
2. La sepultura del mundo condice con una retirada silenciosa de la libido, que en otro momento onstrucción de una red de tratamiento como perspectiva posible para la ideali-
era investida en los objetos de la realidad. La libido se torna fluctuante hasta ser dirigida al propio
yo, tal como Freud describió y como fue destacado en nuestro capítulo "Freud y la paranoia".
1
3. Una vez más aparece la palabra terapéutico, aquí utilizada para pensar la idea de dirección de 1. La idea de "montaje institucional de tratamiento" condice con los dispositivos de tratamiento
tratamiento para el AT. Vale marcar el hecho de que la ética psicoanalítica no se consolida con presentes en un montaje institucional, donde comúnmente se encuentran: los grupos u oficinas
la idea de lo terapéutico, pero sí con aquello que el psicoanálisis propone como tratamiento terapéuticas, la psiquiatría, en ciertos montajes la terapia familiar o grupo de padres, la asistencia
posible, lo que podría indicar un uso más preciso para la presente cuesti ón. Sin embargo, social, entre otros. Cada equipo tiene una historia institucional, determinada por los obstáculos
tradicionalmente entre los analistas, la expresión más utilizada es ¡m1yccto tcmpéutico. que la clinico olr1·c1· y ~ 11 N consecuentes modos de superación.
Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 13
132

zación de un proyecto terapéutico. Una vez más, es la mirada en red la que atra- ra. Los representantes de una tendencia psiquiátrica más biológica pueden ar
gumentar a partir del raciocinio expuesto anteriormente. El delirio es algo qu"
viesa la clínica del AT.
perturba el orden establecido, es una disfunción y merece ser eliminado a cual
quier costo. Las consecuencias de este tipo de argumentos son claras, ya que no
4.1 De la demanda de tratamiento que viene de otro a la instalación existe ningún cálculo sobre el dosaje de medicamentos a ser administrado. Al -
del dispositivo de tratamiento, o los tiempos previos para el gunas dosis de medicación, en ciertos casos, son indicadas y alcanzan su obje-
establecimiento de la transferencia y el acompañamiento terapéutico tivo mayor: la extinción del delirio. Sin embargo, el precio que se paga tambi én
es muy alto, considerando que las condiciones subjetivas del sujeto se aniquilan
A pesar de que el presente capítulo se destina a la discusión de la noción de por completo, además de causar daños por la impregnación del remedio, tales
la transferencia en la clínica psicoanalítica de la paranoia y de sus articulaciones como temblores, disfunciones en el sueño, entre otros. Este punto es delicado y
con los manejos posibles en la transferencia en el AT, vale, para comenzar, recu- merece una discusión, ya que la psiquiatría es una gran aliada de la clínica de las
perar la discusión respecto del modo en que Freud inauguró la posición ética del psicosis, haciéndose presente también en la práctica del AT.
psicoanálisis de la escucha del delirio, lo que permitió, inclusive, en el retorno de En ciertos casos, no es posible prescindir del tratamiento medicamentoso en
Lacan a Freud, una indicación acerca del manejo de la transferencia en la para- la clínica de las psicosis, dado que el brote moviliza un montante de angustia
noia. Es sobre eso que tratamos en este capítulo: de abarcar la noción de trans- que, en muchos casos, es insoportable para el sujeto, pudiendo inclusive poner su
ferencia en la paranoia, originada en la clínica stricto sensu, de modo tal de ofre- propia supervivencia física en riesgo. Los avances de los medicamentos, inclusi -
cerla como una herramienta conceptual para la teorización de los aspectos men- ve, contribuyen para la consolidación de la sustitución de los manicomios -las
cionados: la instalación del dispositivo de tratamiento y la idea de la mirada en instituciones cerradas- de modo tal de posibilitar la clínica del AT. La alianza
red como procedimiento clínico, no solamente en el AT, sino que puede utilizar- con la psiquiatría puede ser necesaria, mientras que el dosaje recomendado por
se por todos aquellos que se inserten en una red de tratamiento de un paciente. el médico sea calculado entre un apaciguamiento de la angustia movilizada en
Proponemos, para empezar, problematizar el manejo de la transferencia en una crisis, por un lado, y por el otro, la manutención del delirio, condición sin
la paranoia, con una tendencia de la psiquiatría -de carácter organicista- que qua non para la emergencia del sujeto en la transferencia. No obstante, hay cier-
trabaja en la perspectiva de la remoción del delirio, tal como Freud pretendía tos casos en los que es posible prescindir del uso de medicamentos.
hacer con la hipnosis. Ahora bien, sustentar los significantes, en la transferen- Una vez realizadas algunas consideraciones al respecto de lo que es posible
cia, de forma tal de posibilitar la escucha del delirio, es algo que sólo es posible extraer de la teoría del trauma y de la seducción -en su aplicabilidad en relación
mientras no se busque su extinción por la vía medicamentosa. a la psiquiatría-, podemos problematizar el AT como una estrategia importan -
Freud, en el momento pre-analítico de su obra, utilizó la lógica médica, en la te para la instalación del dispositivo de tratamiento, al considerar los tiempo del
que la noción de causalidad de carácter mecanicista se hace presente, en el in- sujeto: del odio a alguien a la erotomanía. El argumento reside en la idea de las
tento de remoción del síntoma por la práctica de la hipnosis. La acción del mé- distintas etapas de disolución del imaginario y, de ese modo, a continuación , a
dico, o igualmente de Freud en el momento que antecede al descubrimiento de partir de viñetas clínicas, proponemos problematizar sus estrategias de mane-
la asociación libre5, consiste en, a partir del síntoma, detectar su causa y remo- jo de la transferencia, así como los modos de subversión de la demanda del otro
verla, pues sería posible eliminar el propio síntoma. La ética defendida en ese ra- para la instalación del dispositivo de tratamiento. De ese modo, presentaremos
ciocinio es la de la remoción del síntoma, pero inclinada hacia la ética del indi- recortes clínicos que describirán distintas circunstancias, en las cuales será pf'\-
viduo y su bienestar, distinta a la ética psicoanalítica, que promueve la ética del sible percibir sus etapas de construcción.
sujeto: no el bienestar, sino el hablar bien. Hay que considerar el hecho de que
es común un tipo de prescripción médica que pretende la eliminación comple- A pesar del sufrimiento brutal que la crisis psicótica produce, es bastante co-
ta del delirio, tal como un médico que actúa sobre un síntoma físico cualquie- mún verificar un <'I completa aversión del sujeto a cualquier posibilidad de proxi-
midad de alg11k11 q11 v pu eda tratarlo. Vimos que el origen del AT está ligad o a
5. Descubrim iento fundam ental qu e desembocó en la invención del psi\ 111111 ,\illll ~
134 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento
135
casos en los que el paciente no adhería a la oferta de tratamiento en la institu- nas a la condición esencial del ejercicio del psicoanálisis, en este caso, la manu -
ción y, por consiguiente, permanecía en la clausura o aislamiento. Fue allí don- tención de solamente una regla fundamental: la asociación libre. La transferen -
de surgió - esa es al menos una versión al respecto del origen del AT- la idea cia, por lin lado, se define por una suposición de saber8 en un otro, a quien es
de que alguien ligado a un equipo institucional pudiese ir al encuentro del pa- dirigida una palabra al respecto de un sufrimiento que asume un sentido singu -
ciente para crear una demanda de tratamiento -que viene de otro en el primer lar y, por el otro, hay un analista que se presta a soportar el lugar que le es dado
momento-, pero posteriormente legitimada por el propio paciente. El acom- en la propia transferencia, cuando escucha al paciente según aquello que Freud
pañante terapéutico aquí se aproxima a la ética del psicoanálisis, según la cual el denominó como atención flotante.
deseo del analista6 implica una apuesta en el sujeto del inconsciente. De ese modo, mutatis mutandis, el problema de la transferencia se encuentra
Otro aspecto a ser considerado es la cuestión del concepto de transferencia y también en la clínica de la paranoia. La cuestión, en este momento, no es saber
su articulación con la noción de encuadre o setting analítico. ¿El fenómeno de la si existe o no transferencia en la psicosis, sino problematizarla, tal como Lacan
transferencia ocurre solamente en el consultorio? ¿El setting analítico es el pre- propuso en relación a la idea del secretario del alienado, según su posición ex-
supuesto que antecede o garantiza el fenómeno transferencia!? Aquí reside uri puesta en el Seminario 3, Las psicosis. Lacan, en ese momento de su obra, indi-
punto importante de discusión, pues notamos, a lo largo de la historia del psi- ca un tratamiento posible de las psicosis, indicación que pasa por el manejo de
coanálisis, una tendencia en condicionar la ocurrencia de la transferencia a la la transferencia que se da, ya sea en un consultorio particular o en las institucio-
existencia del setting, como si este último le atribuyera un valor de garantía para nes y, evidentemente -¿y por qué no?-, también en los espacios de la ciudad.
su existencia. Si de hecho eso ocurriese, no sería posible pensar en la noción de Se parte de ese presupuesto: hay transferencia en la paranoia, y su ocurrencia se
transferencia y sus manejos en el AT, teniendo en cuenta que la transferencia es soporta a través de la garantía de encuadre. Hay transferencia de un paciente psi-
la condición necesaria para que haya psicoanálisis. La transferencia no se de- cótico con su analista, pero también con el acompañante terapéutico, en el inte-
fine por un territorio físico, su manifestación no depende de las paredes de un rior de su vivienda o del mismo paciente paranoico con el conductor de ómnibus.
consultorio. Afirmamos que su existencia está en otras relaciones no solamen- ¿Y cómo caracterizar el fenómeno de la transferencia en la psicosis, más pre-
te entre un paciente y un psicoanalista. La transferencia, a modo de ilustración, cisamente en la paranoia? Aquí residen dos aspectos a ser considerados ... El
ocurre en un aula, entre profesor y alumnos, entre psicoanalistas en una escue- primero consiste en recuperar el primer tiempo del Edipo, más precisamente el
la de psicoanálisis, etc. modo en que el niño se posiciona ante la madre, pues ahí se encuentra una ca-
Siendo así, podemos problematizar la noción de settingpara interrogar su su- racterización del fenómeno de la transferencia en la clínica, dado que la trans-
puesta validez como garantía para la ocurrencia de un "buen'' psicoanálisis. Por ferencia remite a una relación dual, que convoca al analista a asumir un lugar
setting se entiende un conjunto de reglas 7 más o menos establecidas que sostie- relacionado al primer tiempo del Edipo. El segundo aspecto condice con el he-
nen la intervención analítica, tales como el pago de la sesión, su tiempo de du- cho de que Lacan, en el Seminario 3, Las psicosis, ofrece una indicación clínica
ración, la frecuencia de sesiones en una semana, la disposición de los muebles pertinente como una primera vertiente de tratamiento psicoanalítico de lapa-
en un consultorio y, en ese sentido, el uso del diván, entre otros. Ahora bien, lo ranoia, en este caso, la noción de secretario del alienado, articulada con la idea
que se percibe es una especie de marco de prerrogativas absolutamente exter- de que la paranoia, así como los otros tipos clínicos de la estructura psicótica, al
igual que las otras dos estructuras clínicas, neurosis y perversión; son pensadas
6. Lacan, en muchos momentos de su obra, destaca que el producto final de un análisis es un como fenómenos del lenguaje.
analista, cuando se produce el deseo del analista como producto final de un análisis. Veamos
una cita de Lacan (1964): "¿cuál es el fin del análisis más allá de la terapéutica? Imposible no
Como punto de partida, se tiene la idea de que, en el primer tiempo del Edi -
distinguirlo de ella cuando se trata de hacer un analista. Pues, lo hemos dicho sin entrar en po, el niño se posiciona como el falo del Otro materno, el Otro absoluto quepo-
el resorte de la transferencia, es el deseo del analista el que en último término opera en el siciona al niño como un falo imaginario, como aquello que justamente lo com -
psicoanálisis" (LACAN, 1964, p. 868). pleta. Aquí también vale recuperar la noción de amalgama, o la idea de simbio-
7. Es interesante destacar que Freud designó los elementos presentes en la definición del setting sis, presente en el primer tiempo del Edipo, cuando madre y niño constituyen
como recomendaciones y no como obligatoriedades o puntos condicion:intcs para el ejercicio
del psicoanálisis. H. Aquí, evidvn(('llli'rlit ', Ne· l 1n1a de In neurosis.
136 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento

aquello que se denominó como célula narcisista. En ese sentido, podemos afir- tución del significante Deseo de la Madre por el significante Nombre-del-Padre,
mar que el psicótico reproduce, en la transferencia, un modus operandi en el que por no haber tenido un acceso a la significación fálica, y, de ese modo, el para
el otro es siempre considerado a partir de una relación especular. Es como si el noico estructurarse, desde el punto de vista de su subjetividad, a partir de unn
paranoico afirmase: "el otro sabe lo que yo soy, lo que yo quiero, me mantiene cierta posición de exteriorización frente al registro de lo simbólico, el sujeto pn ·
en un lugar de complementariedad absoluta, es el otro quien confirma mi exis- ranoico se concentra solamente en el signifiéante.
tencia': Esa es la posición que el paranoico ocupa en la transferencia, en la me-
Puede creerse que en una psicosis todo está en el significante. Todo parece estar ahí[. .. j
dida en que el otro ocupa un lugar marcado por la omnipresencia. El analista o
No conozco la cuenta, pero no es imposible que se llegue a determinar el número míni-
acompañante terapéutico, en la transferencia ocupa ese lugar de otro absoluto u
mo de puntos de ligazón fundamentales necesarios entre significante y significado para
omnipresente al cual es dirigida una palabra erotizada, una expectativa de con- que un ser humano sea llamado normal, y que, cuando no están establecidos, o cuan -
firmación de su existencia desde la mirada absoluta del otro. do se aflojan, hacen el psicótico (LA CAN, 1955-1956, p. 304).
Aquí vale rescatar un comentario de Pommier (1997). Él propone la idea de
que un analista, al manejar la transferencia en la psicosis, ocupa el lugar más val Sin embargo, Colette Soler, en ese punto específico, formula la siguiente cues-
cío, a partir del cual los significantes aparecen. El efecto de esa posición es el de tión: ''¿Será posible que dijéramos, por ejemplo, que el significante representa a
(des)erotizar la palabra, de modo tal de que ella pueda ser sometida a una re- Schreber en su delirio?" (SOLER, 2007, p. 64).
construcción de la historia del paciente. Ese es el punto donde se sostiene un Su respuesta es negativa. Allí reside una precisión teórica importante, tenien -
analista, donde el vacío se ubica, donde reside una paradoja: a partir de la pre- do en cuenta que hay elementos para discernir mejor la estructura del delirio de
sencia de un analista sostener un lugar vacío, para propiciar una hiancia entre Schreber, de modo tal de posibilitar la localización del sujeto en esa misma es-
una presencia que en otro momentos era totalizante, pero que permite, desde la tructura. Siguiendo la lógica del comentario de Soler, el significante representa -
condición de vaciamiento, ofrecer al psicótico la posibilidad de reconstrucción ría antes a Dios, como el significante primordial, Sr Al lado de Schreber, en su
de su propia historia. Así, el analista asume un lugar de otro imaginario no es- delirio, él se ubica desde dos perspectivas. La primera de ellas se condice con la
pecular, donde el heteras asume su pertinencia. incesante tarea de completar las frases interrumpidas que le son dirigidas, sin
No se trata de ocupar el lugar del padre9 , sino de permitir el inicio de re- ningún descanso. Delante del otro absoluto, no barrado, Schreber se vio obliga -
construcción de una historia posible. Ahí reside un punto importante, pues la do a complementar las significaciones. Las voces convergen en Schreber, lo que
dirección de la reconstrucción de la historia de un paciente pasa, no por lo que permite afirmar, según Soler, que las
se dice en la transferencia, sino por la propia posición ocupada por un analista
en la transferencia, tal como fue descripto anteriormente. [. .. }voces representan a Dios en otro significante, del cual Schreber hace las veces, en
Es la posición del analista, en la transferencia, lo que permite el despliegue, su recepción paciente, sistemática y automática de todas las voces, que él completa con
la significación de ellas (SOLER, 2007, p. 64).
por ejemplo, del tratamiento posible de un paciente paranoico 10•
De esa posición se desprende el segundo argumento a ser desarrollado: la no-
Schreber estuvo, a toda costa, respondiendo a Dios.
ción de la paranoia como fenómeno de lenguaje y un modo de abordar el deli -
rio. Lacan, en la parte final de su Seminario 3, denominado Las psicosis, retoma Ese punto abre un desdoblamiento importante: es la posición de Schreber que
la discusión acerca de las estructuras clínicas como fenómenos de lenguaje. En hace que Dios ejerza su goce. Schreber, al situarse como el significante en rela-
este caso específico de la paranoia, se afirma que, por no haber existido la susti - ción al cual sus voces representan a Dios, establece una conjunción entre am -
bos -Schreber y Dios-, conjunción que sustenta una relación correlativa entre
Dios y su actividad pensante. Es en ese sentido que Schreber realiza una especie
9. O cualquier otra posición en que se encarne un ideal, tal como Pommier (1998) describe la
de coito con Dios, al asegurar un goce divino, pero también se define como de-
posición del analista, en Ja transferencia, con la clínica de las psicosis.
10. La cuestión primordial pasa por un saber del analista, al respecto del punto de vista teórico, secho, en el momento en que la conjunción es disuelta. Deriva de ese hecho la
de cómo se posiciona en la transferencia, sin decir nada de especial al respecto. "La posición idea de Fuem rfo rfiscurso shreberiano: "El significante no representa al sujeto y
. de Ja transferencia necesita de tal saber" (POMMIER, J 997, p.38) .
La instalación del dispositivo de tratamiento 1'H
138 Acompañamiento terapéutico y psicosis j MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

no hay barrera para el goce, y, entre Dios y Schreber, casi podríamos evocar una A modo de recordatorio, para ofrecer al lector un apoyo en la continuidad
relación sexual[ ... ]" (SOLER, 2007, p. 64). de su lectura, retomamos aquí la cuestión que pretendemos trabajar a partir d"
los recortes clínicos.
¿El argumento presentado por Soler se contradice con lo que Lacan afirmó:
que todo, en la paranoia, se sitúa en el significante? De cierto modo, sí, en la me- Al retomar la concepción del manejo de la transferencia en la paranoia, pn.:
dida en que Lacan no diferenció, al menos en el pasaje citado anteriormente, los tendemos teorizar los tiempos presentes en la dirección de tratamiento del J\'I~
elementos que componen el deliro. Hay algo de él que representa Dios, el Otro verificando las etapas entre la indicación de una demanda que viene de otro hasta
absoluto, pero existen también los efectos de significación, las voces que inician la instalación del dispositivo de tratamiento. Buscaremos teorizar esa clínica en
una frase y que convocan al arduo trabajo de Schreber de completarlas. Es en conformidad con las distintas etapas de disolución de lo imaginario, a lo largo
ese segundo punto que es posible localizar al sujeto en el significante, según las de una crisis y también de la reestructuración del paciente, siempre respetando
propias palabras de Soler, en la medida en que las voces remiten a otros signifi- la posición ética inaugurada por Freud ante la escucha del delirio. Lo que pre-
cantes. Es en esos otros significantes que se localiza el sujeto. tendemos problematizar a continuación es la hipótesis de que el acompañan("
De ese modo, y para concluir este tópico, es posible realizar un desdoblamien- terapéutico maneja la transferencia, al incluir, en ese movimiento, no solamen -
to importante acerca del manejo de la transferencia en la paranoia. Según Lacan, te palabras o silencios, sino principalmente la introducción de alternancias en -
ser secretario del alienado significa sostener los significantes en la transferencia, tre presencia y ausencia. Esa introducción otorga, en ciertas circunstancias, un
de forma tal de no interpretarlos y tampoco remitir al sujeto a la imposibilidad efecto importante para la conducción del tratamiento. Es importante pensar las
simbólica, teniendo en cuenta que no se constituye, en la paranoia, el eje de la se- estrategias 12 de manejo de la transferencia en esa clínica. La política, la estrategia
paración. ¿La pregunta pertinente es: cómo abordar el delirio en la transferencia? y la táctica en el AT: es lo que se pretende teorizar a partir de las viñetas clínicas.
Colette Soler (2007) afirma, en relación a la paranoia, basada en el Semina- Por último, es importante también situar los tiempos en el AT según las ins-
rio 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, que el sujeto para-
noico se somete a la operación de la alienación, teniendo en cuenta su identifica- 12. Lacan, en La dirección del tratamiento y los principios de su poder, de 1958, propone, segi'.in
ción simbólica presente en el primer tiempo del Edipo, identificación que le per- sus propias palabras, poner al analista en el banquillo, problematizar la acción del analista de
mitió, inclusive, realizar el acto psíquico del narcisismo primario. Sin embargo, acuerdo con su propuesta de retorno a Freud. Una vez más, resurge el debate entre su posición
acerca de los psicoanalistas de la Escuela Inglesa y los psicoanalistas fundadores de la corriente
en función de la forclusión del Nombre-del-Padre, él no se inscribió a la opera- denominada Psicoanálisis del yo, ampliamente difundida en Estados Unidos. Lacan, al
ción denominada separación. Se trata de la oposición entre neurosis y psicosis, problematizar los principios del poder de un análisis, defiende la idea de que el analista se dep<ira
estando la primera inscripta en un orden discursivo, atravesada por el registro con la política, la estrategia y la táctica. La política del psicoanálisis, de manera bien resumida,
de lo simbólico, en la cual las dos operaciones mencionadas de causalidad del se define a partir de la ética del psicoanálisis, en la medida en que la política es sostenida por
sujeto se hacen presentes. En la paranoia, existe solamente la alienación, lo que la ética del deseo, o del sujeto del inconsciente, lo que exige, por parte de un analista, que se
sitúe al lado de la falta-en-ser, en vez de priorizar la construcción de un ego más fortalecido,
ubica al sujeto paranoico en una posición de exterioridad a la lógica discursiva. al menos en la neurosis, como criterio para la dirección del tratamiento psicoanalítico. l .a
El juego de palabras En quete d'un sujet, Enquéte d'un sujet 11 ofrece una ima- estrategia, también ligada a la falta-en-ser del analista, es comparada con el lugar de mu erlo
gen interesante. Realizar una búsqueda del sujeto, estudiar al sujeto ante una si- que ocupa el participante de un juego de bridge, en el momento en que se inicia una ronda y
tuación de crisis. Hay un cierto modo de interrogar al sujeto psicótico, en el mo- en que sus cartas son presentadas en la mesa. El lugar de muerto, al tratarse de la transferencln
en un análisis, consiste en un analista posicionado al lado de la falta-a-ser, pues así es poslhk•
mento en que él vive una circunstancia de crisis, de disolución imaginaria, en la
soportar el lugar que le es dado en la transferencia, al tener, inclusive, un analista, que pagar e~l'
perspectiva de la construcción de la metáfora delirante. ¿Cuál fue el evento des- precio. En lo que se refiere a la política y a la estrategia, Lacan afirma que el analista no pO~i.ºl'
encadenante de la crisis? ¿Qué se produjo en términos de contenido del delirio libertad para modificarla. Con relación a la táctica, es posible considerar que algo del estilo
a lo largo de la crisis? ¿Ocurrió algún evento, o qué motivó al sujeto psicótico a del analista, de acuerdo con su singularidad, pueda estar presente, mientras que la táctic<1 esll'·
salir de la crisis? ¿Cómo permanecer en la estabilidad conquistada después de en conformidad con la política y la estrategia. Como fue visto, el problema del manejo de la
transferencia en la paranoia también se sitúa al lado de la falta-a-ser, dado que el lugar de vad 11
la vivencia de la crisis?
sugerido para operar la transferencia en la paranoia, consiste, también, en no responder deslk'
una posició n c·specular, tal como ya vimos.
11. En busca de un sujeto, estudio de un sujeto.
140 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 141

tancias psíquicas denominadas narcisismo primario, o el ideal, o estadio del es- encontró con el siguiente obstáculo: o permanecía allí o tendría que soportar la
pejo y el ideal del yo, en el caso de la paranoia, es absoluto o no barrado. Fue presencia de un acompañante terapéutico para que le diera los medicamentos
visto que el uso de la topología 13 en la neurosis -más precisamente de la ban- necesarios, al menos en los cinco días hábiles de la semana. Esa era la condición
da de Moebius- anima la estructura, de modo tal de orientar el movimiento de su psiquiatra para autorizar su salida de la clínica. Una condición impuesta
de un análisis entre el yo ideal y el ideal del yo -pero que puede ser compren- por el otro, que no le ofrecía muchas alternativas. Otro le era insoportable, pero
dido como el ideal del Otro barrado-. El tratamiento analítico en la neurosis permanecer en una clínica psiquiátrica parecía ser un sacrificio todavía mayor.
se sitúa entre las instancias psíquicas mencionadas. En relación a la clínica de la Después de resistirse un poco, Emerson estuvo de acuerdo con la posibilidad d ..
paranoia, es posible situarla entre el narcisismo primario y el ideal del yo, man- tener, diariamente, un acompañante terapéutico para que le diera los medica -
teniendo, es claro, la especificidad del ideal del yo -no barrado- en ese modo mentos en su apartamento. La estrategia funcionó ... Fue posible establecer un
específico de estructuración subjetiva. acuerdo que aseguraba la entrada del acompañante terapéutico para viabilizar
Las viñetas clínicas apuntan para esa misma dirección, de modo tal de de- un tratamiento posible.
terminar, inclusive, los tiempos en la dirección de tratamiento en el AT, que se El día de la presentación del acompañante terapéutico al paciente, en la clí-
inicia en el momento en que un paciente se encuentra según aquello que Freud nica psiquiátrica, ocurrió según lo esperado. Emerson fue taxativo: "Me vas a
denominó como neurosis narcisista, momento en el cual la libido está dirigida dar el remedio y después, ¡te vas! No quiero saber nada con esa historia de te-
para el yo del paciente, hasta la posibilidad de establecimiento de la transferen- ner a alguien molestándome''. Por su parte, el acompañante terapéutico acató
cia al analista -o el redireccionamiento de la libido a un objeto-, de modo tal las palabras de él, seguro de que quedaba por delante un tiempo previo impor-
de propiciar la instalación del dispositivo de tratamiento. tante para que su presencia dejase de ser algo aterrador, teniendo en cuenta que
el otro, para el paciente en cuestión, en aquel momento, todavía se presentaba
como un objeto amenazador. Fue establecido el acuerdo entre el psiquiatra, el
4.2 Caso Emerson, o el no querer saber de tratamiento alguno ... paciente y el acompañante terapéutico, lo que permitió la definición de un ho-
rario y el inicio del tratamiento.
Emerson vivía solo en su apartamento y no permitía la entrada a ninguna per- Día tras día, semana tras semana, el acompañante terapéutico tocaba pun -
sona. Las paredes formaban una protección, una envoltura, confinándolo en un tualmente el portero eléctrico del apartamento de Emerson para darle los reme-
aislamiento intenso. De cuando en cuando, le sobrevenía una crisis, que varia- dios indicados. El ritual parecía ser siempre el mismo ... La puerta de la cocina
ba según su delirio, pero que resultaba, algunas veces, en una destrucción com - se abría, y Emerson, desconfiado, abría solamente una rendija que posibilitaba
pleta de los muebles de la casa. al acompañante terapéutico darle los remedios. Emerson delimitaba la fronte -
ra de su territorio. Era como un aviso: "¡no entres aquí!" No obstante, el énfasis
Como no permitía la entrada de nadie en su territorio, no tomaba los medi- dado no recaía exactamente sobre la prohibición, sobre el límite, pero sí sobre la
camentos. Pasada su última crisis, aun internado en una clínica psiquiátrica, se apertura que le ofrecía, lo que legitimaba una apuesta al sujeto.
Después de algunas semanas, Emerson comenzó a abrir la puerta de la coci-
13. El esquema I -o esquema que examina el deliro de Schreber- tiene una semejanza con el na por completo, ofreciendo una oportunidad de que el trabajo del acompañan-
Esquema R, considerando que en ambos existe el campo de la realidad delimitado por las te terapéutico se hiciera efectivo, de modo tal de ocupar un lugar en el disposi-
instancias denominadas yo ideal o el ideal del yo. En la paranoia, el ideal del yo no es barrado, tivo de tratamiento. La apertura ofrecida por Emerson no fue inmediatamen-
lo que hace que el campo de la realidad se constituya a partir de asíntotas que tienden al infinito.
te aprovechada; el acompañante terapéutico esperó una invitación de Emerson
En comunicación oral, Antonio Quinet afirmó que la semejanza entre los dos esquemas podría
sugerir la idea de que el campo de la realidad, en la paranoia, sea también concebido en términos
para entrar en su apartamento.
topológicos, tal como La.can lo hizo en la neurosis, al disponer de la figura denominada banda
de Moebius. No obstante, queda aun una pregunta: ¿sería posible formar una figura topológica Los acompañamientos pasaron a durar algo más de dos minutos, a pesar de
con el campo de la realidad en la paranoia? Según Antonio Quinet, ese intcrrog:intc todavía tener aun un tiempo vari able, siempre menor a una hora. En cuanto al contra-
permanece abierto .. .
142 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 143

to de trabajo realizado con la familia, quedó establecido que el pago al acompa- pectiva importante para la teorización del AT en ese momento previo de esta-
ñante terapéutico sería hecho a partir del valor de una hora completa de traba- blecimiento de una transferencia ~e tratamiento: la idea de que es necesario, en
jo. En esas primeras semanas, el acompañante terapéutico se rehusó a trabajar la estrategia, asegurar condiciones mínimas de encuadre o setting en el AT, pues
todo el tiempo del que disponía. La disponibilidad del acompañante terapéuti- se mantuvo la determinación de un horario y lugar de encuentro. Tal aspecto
co de estar allí por más tiempo estaba explicitada, pero era siempre rechazada será mejor discutido en el próximo fragmento clínico.
por el sujeto, teniendo en cuenta que era él el que establecía el tiempo de dura- Por lo demás no fueron necesarias muchas palabras, pues el acompañante te-
ción de los acompañamientos. rapéutico atestiguó el movimiento del sujeto, lo que resultó en condiciones pre-
Y así ocurrió. Cierto día, Emerson sugirió al acompañante terapéutico que vias para el establecimiento de una transferencia de tratamiento. Fue importan-
entrara a su apartamento. Como un guía turístico, le mostró su cuarto, el baño, te, por parte del acompañante terapéutico, soportar el tiempo de la locura. De
otro cuarto que estaba desprovisto de muebles, en fin, dirigió un tour comple- acuerdo con Pelbart 14 (1993), lo que marca la relación del tiempo en la locura no
to. Por último, él realizó un pedido: "¿quieres ayudarme a ordenar mi armario?" es, de ninguna manera, el tiempo cronológico atravesado por la lógica capitalista,
Fue en ese momento que el acompañante terapéutico respondió "Mira, tu sabes sino el tiempo del devenir humano, caracterizado por otro régimen de tempo-
que yo puedo estar aquí por una hora. La decisión es tuya''. Ese mismo día, lo in- ralidad. Si, por un lado, fuese necesario establecer un contrato de trabajo con la
vitó al acompañante terapéutico a fumar un cigarro en el sofá de la sala, un sofá familia de Emerson, en el cual la defensa del time is money se hace presente, te-
de dos cuerpos, donde ambos se instalaron y permanecieron allí, callados. Des- niendo en cuenta que la función ejercida por el acompañante terapéutico se in-
pués de algunos minutos, Emerson miró al acompañante y le dijo "pega tu pier- serta en esa misma lógica mercantil1 5, es importante, por otro lado, sostener que
na a la mía, vamos a balancearnos juntos ... ¿vamos a casarnos?" no existía ninguna prisa, pues había una apuesta a un sujeto con el cual algo era
necesario construir, ya que fueron respetados el sujeto y el tiempo de la locura.
* * * [. .. ]Pero, más profundamente, el psicótico se sitúa en una especie de punto de horror,
anterior a una temporalidad, un punto de parada, de suspenso, en que todavía no está
El recorte clínico anterior describe, paso a paso, el movimiento del pacien- configurada una imagen del cuerpo, en un estado de inacabamiento radical, donde no
te en relación al acompañante terapéutico, en cuanto salía de una posición nar- hay olvido ni surgimiento. La idea[. .. ] es que deberíamos poder sostener para los psi-
cisista, tal como Freud describe en su análisis del caso Schreber, en el cual la li- cóticos un punto que es al mismo tiempo de olvido y de espera.[. .. ] Deberíamos poder
bido estaba dirigida al propio yo. Lo que Freud denominó como imposibilidad estar allí donde comienza el tiempo, y con él la posibilidad de alguna forma, de alguna
de establecimiento de la transferencia en la paranoia puede ser comparado con decisión, dejar correr el tiempo para que pueda surgir el buen momento de hacer algu-
na cosa (PELBART, 1993, p.35).
el momento inicial del tratamiento de Emerson. Sin embargo, la resistencia de
Emerson a soportar una proximidad y el consecuente delirio de persecución len-
tamente cedió espacio al establecimiento de la transferencia que, tal como fue La construcción de una presencia fue lenta y gradual, respetó los movimien-
visto, en la paranoia, asume el estatuto de simbiosis. La libido de Emerson, tiem- tos de apertura del paciente y orientó el manejo de la transferencia. La presen-
po después, pasó a ser dirigida al objeto acompañante terapéutico. cia que se alternaba con la ausencia, el silencio, el desvío de la mirada, en fin, as-
La hipótesis aquí defendida es que la alternancia entre esa presencia y la au- pectos importantes que permitieron al paciente la transformación del otro -el
sencia introducida en el tratamiento por el acompañante terapéutico fue sufi- acompañante terapéutico- en alguien que no fuese aterrorizador, alguien que
ciente para que Emerson estableciera una transferencia capaz de permitir el tra- no resaltase, en sí mismo, la faceta aterradora de un otro omnisciente y absolu-
tamiento posible. La estrategia, por parte del acompañante terapéutico y del psi -
·quiatra, fue apostar a la emergencia de un sujeto, cuya estrategia asumida fue la 11. Sus consideraciones se basan en un artículo de Jean Oury, denominado "La temporalité dans
de garantizar que la mencionada alternancia presencia-ausencia del acompañan la psychose'', publicado en Armando Verdiglione ( Org.). La folie dans la psychanalyse. Paris:
Payot, 1977.
te terapéutico pudiese ser efectiva. No había salida .. . Debía soportar a otro para
15. Es claro que 1'1 fun ción del l\T se inscribe como una forma de tratamiento q'ue, así como todas
salir de la internación . .. Ese punto fue decisivo, pues lnrnhi<'.·n abrió una pers l:is otras, ml'rl'Cl' N11 pngo. ¡cucstión ética que es indiscutible!
144 Acompaüamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 145

to. Se hablaba, hasta hace poco, de la paradoja de la transferencia en la clínica de según la misma lógica descripta en el juego mencionado. Para que la faceta del
la paranoia stricto sensu, el caso de una presencia vacía ... lo mismo sucede con amor incondicional sobresalga delante del odio, es necesario que se creen, en la
el acompañante terapéutico en ese momento subjetivo de completa fragmenta- estrategia, condiciones para que la alternancia presencia-ausencia se establezca,
ción de lo imaginario. Es prudente que los movimientos del acompañante te- pues solamente así será posible una autorización del sujeto, en la transferencia,
rapéutico -su presencia, su distanciamiento, su mirada- establezcan una dis- para la instalación del dispositivo de tratamiento.
tancia necesaria para que el sujeto cree movimientos propios de aproximación,
haga de ese acontecimiento algo soportable.
Por último, vale comentar la indicación clínica al respecto del establecimiento 4.3 Caso Beto 16 , o la calle como espacio transicional
de una transferencia de tratamiento. Evidentemente, la propuesta de casamiento
hecha por Emerson no se refería a una elección homosexual -después de todo, Presentaremos un fragmento de un caso que permitió corroborar la hipóte-
la paranoia, según Lacan, no se condice con una defensa de la homosexualidad, sis de que la movilidad del setting o encuadre del acompañamiento terapéutico
sino con la idea del empuje a la mujer, con el ser el objeto de goce del Otro-. apunta a situaciones concretas, tales como la calle, el automóvil del acompañan-
El paranoico reactualiza la posición del niño ante su madre en el primer tiempo te terapéutico, la residencia del propio paciente, en fin, objetos intermediarios
del Edipo, posición marcada por ser objeto de goce del Otro. o transicionales 17 favorables para la emergencia del sujeto psicótico, capaces de
Es posible afirmar que el AT cubre una carencia importante en la dirección propiciar la construcción del vínculo transferencia!. La noción de objeto tran-
del tratamiento de la paranoia, más precisamente entre el momento de eclosión sicional remite a la idea de algún objeto material que tiene para el bebé, y tam-
de una crisis hasta el primer paso para hacer efectiva la instalación del disposi- bién para el niño, un valor propio, pertinente para la transición fundamental en -
tivo de tratamiento, o establecimiento de una transferencia favorable para el tra- tre la relación oral con la madre y las posteriores relaciones de objeto. En ciertas
bajo analítico. En ese sentido, se puede afirmar que la frase de Emerson "Vamos circunstancias clínicas, tales como las psicosis, adolescentes en crisis o en cier-
a casarnos" confirma la idea de que la transferencia erotizada se constituyó, se- tos casos donde se nota una resistencia grande al tratamiento, es válido dispo-
gún lo que Pommier comentaba, y que confirma, por lo tanto, la condición pre- ner de algún objeto intermediario, que asuma el estatuto de facilitador del ma-
via para la instalación del dispositivo de tratamiento. De lo terrorífico al objeto nejo de la transferencia, de modo tal de tornarlas más favorables al tratamien-
de amor absoluto ... De acuerdo con la idea de Freud, que lo contrario del amor to. El recorte aquí propuesto pretende profundizar la discusión sobre el setting
no es el odio, sino la indiferencia, se afirma que ambas facetas, tanto la del otro o encuadre, de forma tal de ilustrar la idea de que la clínica del AT tiene, en su
aterrorizador como la del otro amado, adquieren el mismo estatuto del vínculo especificidad, una definición importante de setting o encuadre, al incluir en esa
entre la madre y el bebé en el primer tiempo del Edipo. Vale recordar el estatuto discusión, el uso de objetos intermediarios.
de la función materna y su intrusión en el cuerpo del bebé -por su presencia, se Presentamos a Beto, un joven de 20 años que pasaba por dificultades emocio-
inscribe el significante-, de modo tal de humanizar un pedazo de carne a través nales18 y que, en un momento de crisis, procuró un acompañante terapéutico para
de la identificación con el rasgo unario y, por lo tanto, con el registro de lo sim- realizar una búsqueda de interés perspnal. El AT fue indicado por su analista que
bólico. En ese tiempo, es el otro que sabe lo que ocurre en el cuerpo del bebé ... sugirió esa intervención clínica por acreditar que, así, Beto podría intensificar el pro-
De ese modo, es posible trazar un paralelismo entre ese momento previo pio compromiso en el tratamiento, ya que se encontraba reticente en su adhesión.
de construcción del dispositivo de tratamiento y aquello que Freud teorizó so-
16. Nombre ficticio.
bre el juego del carretel, denominado como fort-da, presentado en el texto Más
17. La breve definición de obj eto transicional presentada fue extraída del Diccionario de
allá del principio de placer y ya citado a lo largo de esta argumentación teórica. psicoanálisis, elaborado por Elisabeth Roudinesco y Michel Pion. Sin embargo, para una mayor
El niño para simbolizar la ausencia de la madre, establece un juego de lenguaje profundización del concepto, recomendamos la lectura de los textos "Desarrollo emocional
para justamente simbolizar la falta -la falta que se inscribe a partir de una pre- primitivo" (1951) y "Objetos transicionales y fenómenos transicionales'' (1951) de Winnicott,
sencia establecida anteriormente- . Ahora bien, el AT sirve como una valiosa que se encuentran en WINNICOT, D. De la pediatría al psicoanálisis
18. Este caso presenló una incertidumbre en cuanto al diagnóstico psicoanalítico. Igualmente, es
estrategia para el establecimiento de una transferencia favorabl e al tratamiento
interesan le para p1 ohkmali zar la noción de encuadre o setting en el AT.
146 Acompaüamiento terapéutico y psicosis 1 MAuRícIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 147

Desde el comienzo de los acompañamientos, Beto presentaba una ambigüe- búsqueda, en otras circunstancias, daba muestras de rechazo a cualquier inten -
dad en relación a la propuesta de trabajo, ya que en su pedido de ayuda había un to de aproximación. El encuentro podría no ocurrir, pero lo mismo en su au -
interés, pero también un rechazo a cualquier intento de aproximación. Él dejó sencia, en los desencuentros provocados, algo de la presencia del acompañan
un mensaje en el contestador automático del consultorio: "Vengo de parte de te terapéutico permanecía. Desde el comienzo, los teléfonos celulares se mos-
mi analista. Me gustaría acordar un horario para saber más sobre el acompaña- traron como importantes objetos intermediarios. Con el pasar del tiempo, los
miento terapéutico [... ]"Fueron acordados un día y horario. El acompañante te- acompañamientos comenzaron a suceder casi regularmente, sin faltas por parte
rapéutico llegó al apartamento de Beto y él ya lo esperaba en la vereda. Descon- de Beto, pues él sabía que en los dos horarios estipulados durante la semana ha-
fiando de que aquella persona en la vereda fuera Beto, el acompañante terapéu- bía un compromiso entre él y el acompañante terapéutico. El lugar del encuen-
tico no lo abordó directamente ... Es mejor ir de a poco ... tocó el portero eléc- tro no era determinado. El AT se hacía en la casa de Beto, en la calle o en el bar,
trico: "Disculpe, ¿Beto está?': "Mire, él salió': Durante ese breve diálogo, pudo espacios delimitados dentro de un barrio de Sáo Paulo. Cuando se aproxima-
observar por el reflejo en el vidrio, con el rabillo del ojo, los movimientos del jo- ba el horario establecido, uno llamaba al otro y acordaban cómo sería el acom-
ven que estaba allí. Era él, Beto, que escuchó la conversación y de inmediato se pañamiento del día.
dirigió hacia el acompañante terapéutico: "¡Ey, usted! Yo soy Beto': ¿Qué se puede deducir de esta experiencia? ¿Cómo pensar la cuestión del en-
En ese primer encuentro, se realizó un acuerdo de trabajo. La frecuencia es- cuadre en este fragmento clínico? Veamos lo que Fulgencio Jr. (1991) escribe:
tablecida era de dos veces por semana, con una hora de duración. Ambos iban
a investigar el material existente de interés de Beto. Él afirmó que le gustaría ir El setting es una garantía y una necesidad para la realización del trabajo. En la prác-
más a fondo con esa búsqueda, pero se encontraba con dificultades -¿y cuá- tica del acompañante, es evidente que el setting no está ligado al espacio físico: donde
les serían?-. Fue enfático al circunscribir el acompañamiento terapéutico so- quiera que estén terapeuta y paciente, el setting está presente. A esta presencia que re-
lamente para la cuestión de la búsqueda: "Yo no quiero conversar. No me gusta corre el espacio físico, a este campo se lo denominó setting ambulante (FULGENCIO
JÚNIOR, 1991,p. 234).
abrirme y hablar de mis viajes. Es sólo hacer esa búsquedá:
En el encuentro siguiente, Beto no aceptó realizar la búsqueda. Dijo que que-
ría ver el partido de Guga por la televisión y que no existía la menor posibilidad En otro texto escrito por Cenamo et alii (1991), encontramos la idea de que
el encuadre clínico y la función del acompañante terapéutico se definen a par-
de que él y el acompañante terapéutico salieran a investigar. El acompañante te-
rapéutico insistió en la necesidad de realizar el segundo encuentro de la sema- tir de determinada tarea.
na y entonces sugirió un nuevo horario para el día siguiente. La noción de setting ambulante trae consigo una movilidad en doble sentido.
Nuevamente al portero eléctrico: "Él no está': En ese ínterin, el acompañan- Movilidad en cuanto a la propia característica del trabajo de AT, pues, al final, se
trata de una clínica de circulación. Acompañante terapéutico y paciente pudie-
te terapéutico aguardó un tiempo en la vereda, pues apostaba a la instalación de
ron escoger y recorrer caminos ... en la ciudad y, así, se abrió el campo para que
un dispositivo de tratamiento, o sea, sostenía una presencia como posibilidad
la transferencia se instale. Pero la idea de movilidad está también presente en las
de ocurrencia de la transferencia. Después de media hora vio a Beto viniendo
por la calle. Parecía bastante irritado y entró inmediatamente en el predio. Por posibles transformaciones de dirección del tratamiento. Luego, la definición de
el teléfono celular, ocurrió el siguiente diálogo: "Hola, no tengo la menor volun- encuadre en función de una determinada tarea es pertinente.
Vimos que la definición de setting dentro del acompañamiento terapéutico
tad para la búsqueda ¿qué está haciendo ahí?" Fue cuando el acompañante tera-
depende de la tarea. Hay algo que se fija en el encuadre, en este caso, la determi-
péutico respondió: "Me pagan para ofrecerte dos horarios de acompañamiento
terapéutico y voy a quedarme en la vereda los días y horarios acordados. Si tu nación del horario y la frecuencia. Está claro que cada caso tiene un modo par-
l icular de establecimiento del encuadre. Sin embargo, aseguramos que esa es la
quieres, ya sabes donde encontrarme''. Y del otro lado de la línea: "¡Qué absur-
do! ¡No quiero saber nada de usted! ¡Váyase! Y vuelva el lunes': condición fundamental para recibir al sujeto, ya que están dadas las condicio-
En los ATs siguientes, Beto transitaba entre esos dos polos. En algunos mo- nes para propiciar el juego presencia-ausencia que tanto le falta y, por lo tanto,
mentos, parecía haber adherido a la propuesta y estar interesado en realizar su d campo posible para el manejo de la transferencia y sus cálculos. En el caso re-
b tado, queda cl:ir:i la pertinencia de esa estrategia de instalación del dispositivo
148 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 149

terapéutico, ya que la disponibilidad del acompañante terapéutico de ir al en- Joao, un señor de casi 50 años, se presentó como un tipo bien peculiar. Usaba
cuentro del paciente implicó para el sujeto tener que lidiar con su ambigüedad, un saco de lino blanco, sombrero de paja que, según él, era un sombrero de Pa-
su pedido de ayuda y un rechazo. Desde el punto de vista del acompañante tera- namá, bigotes vistosos, anillos en casi todos los dedos de las dos manos.
péutico, hubo una apuesta en los recursos disponibles del paciente, apuesta sos- Su primera crisis ocurrió en la adolescencia y, desde entonces, vivió una his-
tenida in locu. Por último, resaltamos que allí está la riqueza de este dispositivo, toria clínica de internaciones. Era soltero, no tenía familia y vivía en una pensión,
ya que ocurrió, en este caso, un acogimiento efectivo del sujeto. ¿Sería posible la donde disponía de un cuarto sólo para él. Comía en un bar, en la misma cuadra
realización de esa tarea si el acompañante terapéutico estuviese imbuido de una de su habitación, cuadra en la que se sentía acogido por la ciudad de Sao Paulo.
concepción de setting tradicional? ¿Será que no es el caso de acordar con lo di- Sufrió un proceso de interdicción, provocado por la propia madre, de modo tal
cho: si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma? que le fue prohibido administrar sus bienes materiales. El Estado nombró una
curadora para hacer la administración de ellos.
Él decía "El acompañamiento es muy simple, no tendrás ningún trabajo. Vie-
19
4.4 Caso Joao , el acompañante terapéutico como persona grata: nes aquí, en automóvil, me buscas para pasear, me ayudas con la ropa, porque
o la transferencia pertinente para la instalación del dispositivo de ir hasta la lavandería solo es difícil, me llevas al psiquiatra para que me ponga la
tratamiento inyección .. . No, al psiquiatra puedo ir solo, ¡no te voy a tragar ahora!': Su expli-
cación llamó la atención. ¿Qué quería decir? Algo como su contribución para
El fragmento clínico a continuación ilustrará la instalación del dispositivo de mantenerse estable, al asumir su responsabilidad en cuanto al uso de la medica-
tratamiento, basado, una vez más, en la comparación entre la creación del dis- ción. La frase "No, al psiquiatra puedo ir solo, ¡no te voy a tragar ahora!" sugiere
positivo de tratamiento en la neurosis y la especificidad de su creación en la clí- un primer punto de partida para su proyecto terapéutico, en este caso, sostener
nica de la paranoia. Este recorte clínico, oriundo de la clínica del AT, demues- sus recursos para que él mismo vaya al psiquiatra. De hecho, él iba solo al am-
tra que el manejo de la transferencia para la construcción del dispositivo de tra- bulatorio a tomar su medicación.
tamiento se dio en el momento en que acompañado y acompañante terapéuti- Lo que más llamó la atención fue la frase "¡no te voy a tragar ahora!" Ya ha-
co caminaban por las cuadras de un barrio de la ciudad de Sao Paulo. La especi- bía un lugar en la transferencia, un objeto pasible de ser devorado, degustado,
ficidad de este caso, o sea, la resistencia de Joáo a cualquier tipo de tratamiento masticado ... Conocemos, desde Freud, el carácter erótico atribuido a la idea de
institucional, resaltó, una vez más, la pertinencia del AT como estrategia para la devorar al otro, de incorporar al otro a uno mismo. Desde el inicio del AT, Joao
instalación del dispositivo de tratamiento. dio fuerte indicios de que la transferencia de tratamiento estaba establecida. En
Joao, que en otro momento se resistía a tratarse, que tenía a sus antiguos el automóvil, delante del acompañante terapéutico, hacía bromas infantiles que
acompañantes terapéuticos como amigos "psicológicos" 2º que no le perforaban desentonaban con la imagen que él mismo daba. Decía que su "ateíto" era muy
la mente, le tomó aversión a cualquier oferta de tratamiento que le fuese pre- bonito, así como él, que también era un patito muy graciosito .. . ¡y se reía! Ex-
sentada. El obstáculo estaba dado: erá posible tener acompañantes terapéuticos, presiones curiosas que denunciaban lo que se afirmó como una transferencia
dado que no determinan un tratamiento. Un acompañante terapéutico le servi- erotizada, favorable a la instalación del dispositivo de tratamiento.
ría como un buen compañero. Nada más. Joao conquistó una cuadra de la ciudad de Sao Paulo. No obstante, vivía a
escondidas. Salía poco del cuarto, tenía mucho miedo de las personas. Se trata
19. Nombre ficticio.
de una situación paradójica, pues sus recursos le posibilitaban un acogimiento
20. Aquí se trata de un neologismo, dado que el sentido atribuido por Joao a la palabra psicológico raro en una metrópolis, acogimiento que se presentaba en dos facetas: una refe-
se condice con la idea de que psicológico es aquel que lo respeta, que no lo atraviesa con una
rencia, un lugar y, en contrapartida, una amenaza, un temor. Joao decía que su
mirada perforante que le cause "asistitis''. ''Asistitis" también es un neologismo que será
retomado a lo largo de la presentación de este fragmento clínico. Vale retomar la idea de que vida iba a mejorar si se mudaba de pensión y de bar, y reiteradas veces solicitó
en la psicosis es frecuente la presencia de neologismos, en este caso, la invención de nuevas la ayuda del acompañante terapéutico para esos cambios. ¿Qué hacer? En vez de
palabras o entonces la atribución de sentidos inexistentes a palabras ya conocidas. El caso Joao conseguir un a nueva cuadra, le fue ofrecida la escucha clínica, para que la esta-
es riquísimo en neologismos, tal como el lector podrá constatar.
150 Acompaf1amiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 151

bilización pudiese suceder en ese mismo espacio de la ciudad. Los tiempos pre- cripta por él como momento~ de vacaciones de la vida "cívicá: o sea, los mo-
vios a la instalación del dispositivo de tratamiento, ante un caso en que la face- mentos psicóticos. Preguntando sobre el surgimiento de sus crisis, decía que las
ta de lo aterrorizador se sobreponía a la faceta del amor, no se hacían presentes primeras señales eran el miedo que los otros le causaban y que, justamente por
en este caso. La cuestión era que no le interesaba someterse a cualquier tipo de ese miedo, percibía que todos los que lo rodeaban querían perforarlo, atravesar-
tratamiento, pero, curiosamente, las condiciones para una investigación del su - lo ... Los otros se volvían realmente una amenaza.
jeto ante el borde de la locura estaban allí presentes, explicitadas, listas para ser Cierto día, Joáo fue interrogado, una vez más, sobre el sentido de la palabra
aprovechadas. "asistitis". Él retomó la idea de que eso ocurría en función de los otros que lo ri-
Rápidamente, el trabajo de investigación sobre sí, sobre sus experiencias de diculizaban y que sus primeras señales consistían en una quemazón en el estó-
internación, sobre su posición ante los otros, sobre los recuerdos de su madre, mago. Fue en ese momento que el acompañante terapéutico le preguntó si él era
en fin, puntos importantes fueron siendo dichos con tanta desenvoltura que el capaz de inventar una palabra o una frase que contuviese la palabra "asistitis",
acompañante terapéutico llegó a sentir un extrañamiento. para que él pudiese estar más tranquilo en el bar, sin sentirse tan acusado por las
Joáo decía que, en la infancia, tenía una relación "tensiolítica" con la madre, burlas de las personas que lo rodeaban. Joáo tomó para sí esa oferta de trabajo ...
ya que ella le daba protección, pero, al mismo tiempo, lo oprimía. Hablaba tam- Se sintió tocado por la idea de que podría, por sí mismo, inclinarse por la creen-
bién de la "asistitis" cuya traducción se daba por la descomposición de esa pala- cia de que la vida "cívicá' pudiera volverse menos persecutoria.
bra entre el sufijo titis, como equivalente de dolor o inflamación, y el verbo asis- Tiempo después, Joáo y el acompañante terapéutico fueron a un bar que fre-
tir, que consistía en ser asistido por el otro. ''Asistitis': por lo tanto, consistía en cuentaban, cuyo nombre es "Catito". En el automóvil cantaba: "Catito, Catito, Ca-
ser asistido por el otro de modo inflamado, lo que, según él, ilustraba el hecho tito mío. Pedazo de cielo que Dios me dio. Bendito, bendito, bendito la suerte,
de que las personas no "psicológicas" fueran perforantes con él, o, como míni- Bendito la suerte de ser tu amor': mezclando el portugués con el español. Una
mo, irrespetuosas. Bella descripción de la paranoia. canción que mantenía el carácter erótico de la transferencia ... Sentados a la mesa,
Al respecto del uso de tantos anillos, había allí un detalle que llamaba la aten- Joao se sorprendió con las palabras del acompañante terapéutico, que explicó el
ción. Todo ellos eran bastante ostentosos, grandes, coloridos. Algunos, inclusi- hecho de que adoraba las palabras inventadas por él para explicar lo que le ocu-
ve, fueron hechos por el propio Joao, con alambres y cuentas. Sin embargo, ha- rría, y que le llamaba la atención el hecho de que él no quisiera someterse a un
bía uno, en la mano izquierda, que desentonaba por completo con los demás. tratamiento, ya que las conversaciones que tuvieron hasta aquel momento, en
Era un anillo discreto, que más se parecía a una alianza. Al preguntar sobre ese los alrededores de la pensión, eran propias de un tratamiento ... "¡Psíquico!", él
anillo, Joáo afirmó que tenía una utilidad especial. .. servía para espantar a las completó la frase. Y, en seguida, afirmó que aquellas conversaciones le estaban
mujeres, para que ellas notasen que él era un hombre comprometido. Esa estra- haciendo bien, que eran distintas de las que entablaba con antiguos psiquiatras
tegia lo protegería de un supuesto interés de una mujer por él, ya que no le era y que, si aquello era psicoterapia, valdría la pena continuar.
posible sentir excitación. "Es muy peligroso sentir excitación, porque la excita- El uso de la palabra psicoterapia hecho por Joáo, evidentemente, no preten-
ción que aparece al frente puede ir para atrás''. día realizar una distinción entre el alcance terapéutico determinado por los abor-
Joáo también decía que la vida se descomponía en vida "cívica" y vida "psi- dajes psicológicos y el alcance clínico oriundo del psicoanálisis. El énfasis dado
quiátricá'. La vida "cívica" era la vida del bar, donde comía, la vida en la pensión en ese recorte se consolida con la idea de la instalación del dispositivo de trata-
que habitaba, sus idas constantes al estudio jurídico de su curadora. Vale resal- miento. Sin embargo, existe también otro aspecto importante a abordar: la arti-
tar que él no tenía más familia, lo que resultó en la necesidad del Estado de nom- culación entre instalación del dispositivo de tratamiento con el procedimiento
brar un curador para administrar su dinero, así como la creación -por parte mirada en red, dado que la estrategia del acompañante terapéutico, en este caso
de la propia curadora-y sostenimiento de on montaje institucional compues- específico, precipitó la creación de aquello a lo que Joáo denominó como psico-
to por acompañantes terapéuticos, un psiquiatra de la red pública, la propia cu- terapia y, consecuentemente, el enriquecimiento del montaje institucional de su
radora y, por que no, sin tener la menor noción de que eso sucedía, la dueña de tratamiento. Sin embargo, en nuestra discusión, el caso de Joáo será retomado,
b pensión y el gerente del bar. Pero había también una vida "psiquiátrica: des- debido a su riqueza en la ilustración de determinado aspecto del AT: la perti-
152 Acompañamiento terapéutico y psicosis J MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
La instalación del dispositivo de tratamiento 153

nencia de este procedimiento en el momento en que un acompañante terapéu-


tor y que se repita esa misma operación con el otro vector. La consecuencia d"
tico autónomo, proveniente de un equipo de trabajo constituido a priori, toma
esas dos operaciones reside en el encuentro entre esas dos rectas trazadas pos-
como parte del proyecto terapéutico el enriquecimiento de un montaje institu-
cional de tratamiento. teriormente, en otro punto que no es el del vértice presente en el encuentro d,.
las dos fuerzas inicialmente representadas. La fuerza resultante de las dos fu er-
zas puede ser representada, gráficamente, a partir de los dos puntos establecidos
* * * en ese procedimiento, en este caso, el vértice inicial donde se pusieron las fuer-
zas iniciales y el punto presente entre el cruce de las rectas trazadas posterior-
El manejo de la transferencia, por parte del acompañante terapéutico, fue el mente. La representación de esa tercera fuerza, denominada fuerza resultante,
de realizar la investigación, la búsqueda de un sujeto que pudiese darle un con- equivale a la acción de las dos primeras fuerzas existentes en el sistema inicial.
torno posible al retorno de lo real, propio de la crisis psicótica. No le fue indica- Podemos pensar el conflicto psíquico de esa misma manera. Por un lado, hay
da, a priori, una investigación psicoanalítica, pero la investigación mencionada una pulsión sexual, de carácter inconsciente, que implica una representación.
ocurrió sin que Joáo tuviese conocimiento de qué se trataba, del modo en que Por el otro, existe la pulsión yoica o de autoconservación -que en ese momen -
Lacan formuló el manejo de la transferencia para el tratamiento posible de las to de la teoría freudiana puede ser comparada con la moral-, ligada a la cons-
psicosis -sostener los significantes, ser secretario del alienado en la búsqueda ciencia y que se verá amenazada por la acción de dos fuerzas que tienen, entre
de significantes que pudiesen barrar el retorno de lo real, de aquello que no se sí, destinos distintos. Por un lado, la pulsión sexual anhela la satisfacción; por el
somete a la simbolización-.
otro, el objeto a ser elegido por la pulsión sexual amenaza la integridad yoica y,
Así mismo, una cuestión permanece suspendida . .. ¿Cómo teorizar la insta- como consecuencia, se establece el conflicto. El síntoma es la consecuencia del
lación del dispositivo de tratamiento en la paranoia? ¿Cuáles son los elementos conflicto entre dos fuerzas y puede ser descripto como un acuerdo entre la ac-
presentes en la teorización de la creación de su dispositivo de tratamiento? ¿Hay ción de esas mismas fuerzas. Hay una solución de compromiso - una especie de
una distinción entre la neurosis y la paranoia en esa cuestión? acuerdo entre las partes-, dado que el representante de la pulsión sexual, en el
Proponemos, por lo tanto, retomar algunos aspectos de la teoría freudiana síntoma, se torna desfigurado y su retorno deja de amenazar la integridad yoica.
acerca de la noción de síntoma -circunscripto, evidentemente, a un contexto De ese modo, interrogamos el estatuto del síntoma en la clínica psicoanalíti-
psicoanalítico y, por lo tanto, sin el bies médico que Freud le atribuía en la época ca22 de la neurosis. A diferencia de la ética médica, en la que el síntoma es pen-
de la hipnosis- para describir el modo en que un síntoma favorece la construc- sado como un disturbio que exige remoción -ya que se detecta su etiología y
ción del dispositivo de tratamiento o analítico en clínica de la neurosis. Tal digre- la acción incide en la causa del síntoma para ser removido- , el síntoma articu-
sión será pertinente, pues servirá de contrapunto para las consecuentes teoriza- lado al psicoanálisis asume otro estatuto. Además, y como ya fue dicho, Freud
ciones acerca de la construcción del dispositivo de tratamiento en la paranoia, a abandonó la teoría del trauma y la teoría de la seducción -su bies mecanicista
la luz del fragmento extraído y ya expuesto sobre el caso de Joáo. del síntoma- para conferirle una nueva atribución. El síntoma psicoanalítico
La noción de conflicto psíquico aquí adoptada, en un comienzo, coincide con no es pasible de ser removido, sino de ser interrogado.
la idea de que hay dos tendencias opuestas que buscan, entre sí, un acuerdo en- La presencia de alguien que sufre delante de un psicoanalista no es algo tri-
21
tre las partes o, como Freud (1899) afirma, una solución de compromiso. Se vial. Se sabe que ese movimiento, el de procurar un análisis, indica una predis-
apoya sobre una metáfora; en este caso, la regla de suma de vectores oriunda de posición importante por parte de ese candidato. Existen innumerables formas de
la física de Isaac Newton. Para representar dos fu erzas que tienen sentidos dis- lidiar con el sufrimiento humano en nuestra contemporaneidad, tales como la
tintos y que actúan sobre un mismo objeto, se propone que las representacio- confesión de un cura, una visita a una casa de culto umbanda, la invitación he-
nes vectoriales de esas fuerzas sean puestas sobre un mismo punto y que se tra- ha a un amigo para tomar una cerveza, el uso de medicamentos o hasta el uso
ce una recta paralela a uno de los vectores a partir de la extremidad de otro vec-
22. El argumento qu e se presenta a continuación es una síntesis de dos conferencias introductorias
de Freud, qu e dat an de los ai'ios 1915-1916, cuyos títulos son El sentido de los síntomas y Fijación
21. Para esta discusión, sugerimos la lectura de Freud, Sobre los rec11errlos c11rnl11·ir/ores, de J 89~.
ol tr m111111, lo /11 rn 11 1·rim t1·. con ferencias de número 17 y1 8, respectivamente.
154 Acompai'iamicnto terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN H ERMANN La instalación del dispositivo de tratamiento 155

de drogas ilícitas, libros de autoayuda, entre otros. Hay varias posibilidades de lista: corno aquel que posee un saber sobre su dolor. El neurótico tiene dudas so-
encauzar el sufrimiento humano, e ir al psicoanalista es solamente una, de entre bre la propia existencia, dudas que remiten a la propia división del sujeto, y diri -
tantas. No obstante, marcar un horario para una entrevista es una actitud valio- ge una suposición de saber hacia el analista. Se puede afirmar que el neurótico,
sa, que debe ser manejada con mucho cuidado.
bajo el bies de la duda, acaba por sostener una de las paradojas psicoanalíticas,
La instalación del dispositivo analítico no es algo dado a priori, sino construi- ya que la construcción de su dispositivo pasa por la creencia de que el analis
da por el modo en que un analista interroga el síntoma neurótico, considerado ta es poseedor de una verdad personal para él, al mismo tiempo que, de hecho,
como equivalente del sufrimiento psíquico23 . Freud sugiere el término neuro- lo que interesa en un análisis es la construcción de un saber sobre sí mismo, sa-
24
sis de transferencia , en que una neurosis artificial es constituida, en la transfe- ber que está al lado del propio analizante, pero que, en el momento de la formu -
rencia, a partir del sufrimiento del candidato a un análisis. Aquel que sufre acos- lación de la cuestión analítica, el candidato a análisis, inclusive, se enfrenta co n
tumbra a responsabilizar a los objetos de la realidad como causantes de su sufri- ese saber inconsciente. Tal enfrentamiento es importante, pues sirve como una
miento. Establecer una neurosis de transferencia significa realizar un giro, sig- especie de motor para la manutención de la asociación libre -que además, de
nifica para el candidato al análisis salir de una posición de víctima, por el dolor libre no tiene nada, dado que es determinada por el inconsciente, una paradoja
que siente a causa de los otros, para adoptar otra posición, la de responsabilizar- más de la técnica psicoanalítica-.
se por el propio sufrimiento. La queja se transforma en una demanda 25 dirigida Por último, la oferta del diván coincide con ese momento de formulaci ón
al analista. Por su parte, el analista sostiene una "cara de nada': hace semblante de la cuestión analítica. Su oferta coincide con algunos puntos: existe, por par-
de saber, recibe la dirección de la cuestión y, en contrapartida, pide al analizan- te del analista, un consentimiento de que él será responsable de la conducción
te26 que hable más, que se explaye sobre la pregunta que le formuló ... El acento de ese análisis, consentimiento que asume un estatuto de acto. Un analista, al
recae, una vez más, en sostener el descubrimiento fundamental de la asociación ofrecer el diván a aquel que en otro momento era un candidato a análisis, pasa,
libre -que también ocurre en el momento del tratamiento de ensayo o entre- en ese momento, a tomarlo como su analizante, asumiendo los pros y los con -
vistas preliminares-, con el objetivo de sustentar la posición ética del psicoa- tras de esa decisión. Por parte del analizante, acostarse en el diván es barrar la
nálisis, que el propio analizante va a encontrar las respuestas a sus interrogantes. pulsión escópica: al retirar la figura del analista de su campo de visión, el ana-
De acuerdo con Quinet (1999), la formulación del diagnóstico psicoanalíti- lizante, en la asociación libre, tendrá más comodidad para avanzar en sus aso -
co coincide con la construcción del dispositivo analítico, lo que, en el caso de la ciaciones libres -lo que otorga al diván una dimensión ética- al propiciar un
neurosis, se condice con la transformación del sufrimiento psíquico en cuestión apagamiento del analista y, en consecuencia, favorecer la emergencia del obje-
de análisis y con el lugar consecuente en que el candidato al análisis sitúa alana- to a, la faceta de goce del ser y el encontrarse con su falta, a lo largo de la tra-
vesía del fantasma.
23. António Quinet, en su libro denominado As 4+1 condif6es em análise (Río de Janeiro: ¿Y la paranoia? ¿Cómo se da allí la construcción del dispositivo de tratamiento?
Jorge zahar, 2005 ), también es bastante esclarecedor en cuanto al tema de los elementos que
componen la técnica psicoanalítica de la clínica de las neurosis, el uso del dinero en el análisis
y aquello que se espera como producto final de un análisis.
24. Discusión presente en los artículos sobre la técnica psicoanalítica, constantes del volumen 12 4.4.1 La construcción del dispositivo de tratamiento en la paranoia
de las Obras completas de Freud, 1911-1915.
25. Freud sugiere, en el texto Fijación al trauma, lo inconsciente (1916), un modo interesante de Nuestra propuesta de discusión se inscribe en una comparación con lo que
interrogar el síntoma. Preguntas del tipo desde cuando, cómo fue, son recomendables porque
fue dicho en relación a la construcción del dispositivo de tratamiento psicoana-
llevan al candidato al análisis a remitirse a las cuestiones de su propia :novela familiar, punto
fundamental para la elaboración de una demanda analítica. lítico en la paranoia -y sus desdoblamientos-, así como describir la especifi-
26. Existe una discusión interesante acerca del modo en que se denomina a aquel que se somete a cidad de la creación de su dispositivo de tratamiento.
un análisis. Existen muchas expresiones, tales como: paciente, cliente, analizante, y analizado. En cuanto al diagnóstico psicoanalítico, un primer aspecto a ser resaltado es
La expresión analizan te tiene un sentido interesante, en la medida en que se le atribuye la idea el hecho de que el paranoico es tomado por certezas absolutas -a diferencias
de que aquel que se somete a un análisis tiene un papel activo en los descubrimientos sobre sí
mismo. del neuróti co, que formula su cuestión de análisis en el ámbito de la duda- . La
La instalación del dispositivo de tratamiento 157
156 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
del amor absoluto supera al odio terrorífico, tal como fue visto anteriormente,
certeza no es pasible de cuestionamientos; no es posible interrogar a un para- sobre todo en el caso Emerson. Otra condición importante condice con aque-
noico, intentar contradecirlo en sus dichos ... llo que Pommier describe acerca de la paradoja inherente al lugar que un ana-
Cierta vez, Joao afirmó que los ómnibus de la prefectura de Sáo Paulo estaban lista ocupa en la transferencia: ser objeto de una transferencia simbiótica y, al
girando para la derecha, con el riesgo inminente de volcar, justamente porque él mismo tiempo, vaciar la propia presencia. Esas condiciones previas permiten el
estaba allí, presenciando ese hecho. Otro paciente, en crisis psicótica, afirmó ha- establecimiento del dispositivo de tratamiento en la paranoia, que se instaura
ber visto a Nuestra Señora de Fátima desnuda, dándole ordenes a través de un en el momento en que el psicótico se percibe en un trabajo de bricolage sobre sí
chip puesto por ella en su tercer molar. La certeza psicótica, el delirio son fenó - mismo, en el intento de resignificar su delirio, en dirección a la construcción de
menos de lenguaje que denotan la no inscripción del psicótico en la norma fá- una metáfora delirante o en la construcción del sinthome. Está claro que se tra-
lica, ya que no existe el deslizamiento del significante y la atribución de un sen- ta de orientaciones absolutamente distihtas en términos de dirección de trata-
tido, en el a posteriori, en el momento en que se pone un punto final en la frase. miento. Por ahora, vale destacar que ambas son propuestas de cura de lo incu-
De ese modo, un paranoico se apega a un significante y, en torno a él, diri- rable27, de tratamiento del sufrimiento psicótico -la construcción de una me-
ge lo dicho al analista, de modo tal de tratar su sufrimiento sin esperar que un ' táfora delirante o la construcción del sinthome- exigen el establecimiento de
analista posea un saber sobre su delirio. No existe, en la paranoia, la suposición una transferencia propicia al tratamiento posible de la psicosis, tal como fue des-
de saber de un analista. El paranoico sabe exactamente aquello que pasa consi- cripto anteriormente.
go. Ese es un punto de suma importancia para la formulación de un diagnósti- Fue lo que sucedió con Joao. En el momento en que él se puso a trabajar so-
co psicoanalítico de la estructura psicótica. El lugar que un analista ocupa, en la bre aquello que le ocurría, en el momento en que autorizó al acompañante te-
transferencia, es el de testigo, el de aquel que no recibe ningún tipo de direccio- rapéutico a compartir su esfuerzo de resignificación de su relación "tensiolíticá'
namiento de una demanda de saber. Eso no significa que no haya una deman- con la madre; sus estrategias para soportar la convivencia con el otro -sus ani-
da de tratamiento para un sujeto psicótico. De hecho, no es posible afirmar que llos, la "asistitis" -, así como su curiosidad por explorar la propuesta de crear
el psicótico demande un saber de un analista, pero, en función de su sufrimien- una palabra o una frase que barrase la quemazón del estómago y su consecuen-
to, es legítimo atenerse a la recomendación de Lacan, según la posición de que te miedo que los otros le causaban, aun así, cuando Joao se vio, no más actuan-
el psicoanálisis no puede retroceder ante la locura. do sobre su delirio, pero compartiéndolo con el acompañante terapéutico, en
Pero entonces, si no hay una demanda de saber en la paranoia, ¿cómo teori- la transferencia, en un trabajo de bricolage sobre sí mismo y, por último, cuan-
zar la construcción de su dispositivo de tratamiento? do Joao consintió nombrar ese trabajo de bricolage como psicoterapia y autori-
No se trata de establecer una neurosis de transferencia, tal como ocurre en la zarlo, de modo tal de legitimar su pertinencia en relación al tratamiento de su
neurosis, pues ese manejo es imposible para el sujeto psicótico. Además, la di- sufrimiento, se puede, en fin, afirmar que se constituyó el dispositivo de trata-
rección de tratamiento en la psicosis, su cura, no pasa por el intento de inscri- miento en la paranoia.
birlo en una norma fálica. Pero, resta una cuestión: ¿por qué un paranoico retoma el tratamiento? Jus-
tamente porque fue instituido el dispositivo de tratamiento, porque el manejo
No se puede, por lo tanto, de tornar en neurótico a un psicótico. He aquí lo que se puede de la transferencia no lo remitió a la imposibilidad de lo simbólico, porque no
deducir de la advertencia freudiana, confirmada por la continuidad que Lacan le dio fue evocada la realidad empírica como un contrapunto, en suma, porque no fue
a su enseñanza, así como por la propia experiencia analítica (QUINE1; 1999, p. 22).
posible circunscribir el dispositivo de tratamiento como un espacio de cons-
trucción de la metáfora delirante o del sinthome, de modo tal de compartir, en
De allí la necesidad de realizar un diagnóstico psicoanalítico, teniendo en la transferencia, algo que en otro momento era actuado. El dispositivo de trata-
cuenta que los manejos de la transferencia son absolutamente dispares, cuando miento de la paranoia consiste, por lo tanto, en una oferta de contorno a lo real
se trata de estructuras clínicas distintas.
En ese contexto, una condición previa para que ese trabajo ocurra -esa in- 27. Incurable, pues como ya vimos, una vez determinada la estructura psicótica, en el momento
vestigación, esa búsqueda de un sujeto que se encuentra delante del borde de de estructuración de la subjetividad en la primera infancia, no es posible modi ficarla.
la locura- consiste en el establecimiento de una transfcn:ncia en que la fo cct;:i
158 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN H ERMANN

que no puede ser simbolizado, cuando un profesional maneja la transferencia


según la indicación clínica ofrecida por Lacan en el Seminario 3, Las psicosis, la
CAPÍTULO 5
de ser secretario del alienado, para posibilitar al sujeto reconstruir su historia.
Así mismo, la presente discusión se circunscribe en torno de la instancia psí-
quica denominada narcisismo primario, yo ideal o estadio del espejo. El lector Una nueva indicación clínica para
puede recordar el esquema 1 de Lacan, en el cual, al trabajar la construcción de
la metáfora delirante, incluyó también otra instancia psíquica, el ideal del yo el tratamiento posible de las psicosis:
no barrado y la consecuente suplencia simbólica. Eso hace posible afirmar que
la dirección del tratamiento se orienta entre ellos. Hasta aquí, desde la discu- el sinthome y el lazo social
sión acerca de la demanda del otro a la instalación del dispositivo de tratamien-
to, quedamos ligados -en cuanto al material clínico- al narcisismo primario,
al yo ideal o al estadio del espejo. La inclusión del ideal del yo no barrado en la
discusión del tratamiento posible de la paranoia supone otro tiempo, posterior
Joyce tiene un síntoma que parte de que su padre era carente, radicalmente carente. Sólo
a la instalación del dispositivo de tratamiento, tal como será presentado en los habla de eso. He centrado la cosa en torno del nombre propio y he pensado que por que-
próximos capítulos. rer hacerse un nombre Joyce compensó la carencia paterna[. .. ]
Por último, constatamos innumerables trabajos existentes en la literatura psi- Es claro que el arte de Joyce es algo tan particular que el término sinthome es justo el
coanalítica sobre la construcción del dispositivo analítico en la neurosis y una que le conviene (LACAN, 1975-1976, p. 91).
enorme escasez sobre la instalación del dispositivo de tratamiento en la para-
noia, lo que nos indica una cuestión: ¿hay manera de formalizar la entrada de Vimos en el capítulo denominado "Puntualizaciones sobre el padre en el psi-
un paranoico en un tratamiento posible? · coanálisis: un avance teórico y una dirección clínica para el tratamiento posible
de las psicosis'', el modo en que Lacan se inclinó por el texto freudiano al ofrecer
una indicación clínica: la construcción de la metáfora delirante. En aquel mo-
mento de su obra, atravesada por la teoría del significante y del lenguaje, Lacan
fue capaz de superar el obstáculo freudiano acerca del tratamiento posible de
las psicosis al proponer un manejo de la transferencia -el testimonio del deli-
rio o el secretario del alienado-. Para Lacan, lo que no puede ser simbolizado,
en la psicosis, retorna por la vía de lo real. El delirio, por lo tanto, tiene ese es-
tatuto -una consecuencia del retorno de lo real-, cuyo tratamiento incide en
escucharlo, con el objetivo de construir una metáfora delirante capaz de cons-
truir contornos al retorno de lo real que fuera forcluído.
Sin embargo, con los avances teóricos de Lacan, la noción de metáfora deliran-
te como dirección de tratamiento fue sustituida por la noción de construcción del
sinthome. Aquí reside un argumento importante, en la medida en que se abre una
nueva dirección de tratamiento para las psicosis, en este caso, incluir la dimen-
sión del lazo social, de modo tal de avanzar todavía más en el debate acerca de los
tratamientos posibles de las psicosis. La construcción de la metáfora delirante -
así como las suplencias imaginaria y simbólica- abre el espacio para una posi-
ión posible de cada sujeto psicótico frente al lazo social. Para Lacan, en ese mo-
160 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis . . . 161
mento de su teoría, esa es la cuestión ... ¿De qué manera un psicótico puede cons-
truir su sinthome, para posibilitar un amarre posible y singular con el lazo social? 5.1 La noción de real y el nudo borromeo
La cuestión anterior remite al estatuto del Nombre-del-Padre, que sufre cam-
bios a lo largo de la obra de Lacan, tal como se presenta a continuación. El pro- Lacan, en el Seminario 20, Aun, se interroga al respecto de las repeticiones
pósito mayor de este capítulo es presentar un cambio importante en el estatuto presentes en un tratamiento en un análisis de neuróticos. ¿De qué forma Lacan
del Nombre-del-Padre en la estructuración de la subjetividad y ofrecer los sub- teorizó ese fenómeno clínico, de modo tal de inaugtirar una nueva indicación
sidios teóricos necesarios para la discusión acerca de la paranoia y el modo en clínica psicoanalítica?
que se constituye el anudamiento de los tres registros -real, simbólico e imagi- Lacan (1973-1974) inicia su seminario problematizando la noción de goce 1
nario- en ese tipo clínico de la estructura psicótica. Se hace, por lo tanto, una del ser. Él afirma que el goce del ser es comandado por el superyó, que tiene
mención a las teorizaciones de Jacques Lacan sobre Joyce. No porque Joyce fuese como imperativo: "Goza'' (LACAN, 1973-1974, p. 11). Es en el orden del goce
un paranoico ... Además, Lacan (1975-1976) afirmó que, desde el punto de vis- del ser que podemos entender lo que Freud desarrolló acerca de la pulsión de
ta clínico, Joyce no era analizable. "En fin, está claro que él era poco predispues- muerte. Ese goce del ser nos da la posibilidad de reflexionar sobre la clínica,
to al análisis" (LACAN, 1975-1976, p. 77). Sin embargo, las teorizaciones de La- sobre todo cuando entendemos ciertos fenómenos clínicos, tales como cier-
can sobre Joyce ofrecen una preciosa indicación clínica para el tratamiento po- tos momentos subjetivos en que un análisis parece no avanzar. ¿Qué hace que
sible de las psicosis, en el momento en que él justamente afirma que la carencia un analizante permanezca en sus repeticiones? ¿Cómo entender ese fenómeno
paterna de Joyce fue reemplazada por su escritura, su arte y sus efectos de lazo clínico, ya teorizado por Freud en los artículos técnicos? El goce del ser es algo
social como suplencia a la forclusión del Nombre-del-Padre. del orden del no querer saber de eso, a pesar de que el goce permanezca allí. ..
La clínica nos demuestra que los paranoicos se aproximan más a Schreber aun. El goce del ser se condice con la pulsión de muerte, cuya evidencia clíni-
que Joyce: la sepultura del mundo, las crisis, las alucinaciones, los delirios, el des- ca son las repeticiones.
mantelamiento de lo imaginario. La noción de sinthome es sin duda alguna una El concepto de real también es relevante para la presente reflexión, dado que
contribución que indica un camino posible para los tantos "Schreberes" que lle- Lacan propone una equivalencia entre el goce del ser y el registro de lo real. Hay
gan a la clínica. El recorte clínico de este capítulo serán fragmentos de la escri- algo de las repeticiones que insiste, retorna y que tiene consigo un carácter de
tura del caso Joao. ser irrepresentable. A partir de un cometario de Rabinovich (1993), se presen-
De ese modo, presentaremos una breve reflexión acerca de la concepción de tan cuatro puntualizaciones sobre lo real:
real desde el Seminario Aun, con el objetivo de ofrecer un punto de partida para Lo real es lo que retorna siempre al mismo lugar, lugar de semblante. En ese
el lector. ¿De cuál real se trata en ese momento de la obra de Lacan? En el semi- sentido, no es posible instituirlo a partir del registro de lo imaginario, tal como
nario mencionado, Lacan no abordó la cuestión del padre, lo que entonces des- puede indicar, a primera vista, la noción de lugar.
emboca en una discusión sobre el registro de lo real, simbólico e imaginario y Lo real es formulado a partir de lo imposible de una modalidad lógica. Lacan
el entrelazamiento de ellos a partir de la figura topológica del nudo Borromeo define lo imposible como aquello que no deja de no inscribirse.
de tres elementos. Optamos por presentar esta reflexión como punto de parti- Y describir también la incompatibilidad entre lo imaginario del mundo y lo
da para, posteriormente, retomar los avances de la teoría del Nombre-del-Pa- real, de modo tal de afirmar la imposibilidad de alcanzar lo real a través de la
dre en ese momento de la obra lacaniana, más precisamente a partir de los Se- representación.
minarios R.S.I. y El sinthome, pues en ellos Lacan nos ofrece subsidios teóricos Existe una relación entre lo real y lo no todo, que trae consigo modalidades
importantes para pensar la subjetividad humana, además de sus desdoblamien - de escritura con las fórmulas de sexuación. Afirma que lo real no es universal y,
tos en el tipo clínico de la paranoia. ¿Cuál es el estatuto del Nombre-del-Padre siendo así, no es posible afirmar que existan todos los elementos de un conjun-
en la teoría de los nudos borromeos? ¿Cuáles consecuencias provoca la forclu - to que puedan demostrar una universalidad. Hay conjuntos que pueden ser de-

sión del Nombre-del-Padre en el nudo borromeo de la paranoia, tanto desde el


1. Porge (2006) dcstac:i el hecho de que Lacan deseó designar el campo del goce como el campo
punto de vista de la teoría como también de la indicación clínica?
lacaniano. l ~xlN t l' li , tk hrc ho, varias modalidades de goce, tales como "goce mortal, el goce del
se r, el gon· 11\lh n, 1•1111111• 111-1Otro, el plus de gozar" (PORCE, 2006, p. 2119).
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terminados según el caso. Por eso, se afirma que lo real implica, en su sentido 5.2 El Nombre-del-Padre y la paranoia
más estricto, la idea de que cada uno de sus elementos sea idéntico a sí mismo.
A partir del Seminario R.S.I, Lacan se propone a trabajar el nudo borromeo
Aun resta articular la noción de goce del ser o real con el uso de la topología, con cuatro elementos, lo que indica una búsqueda de estabilizar el anudamien-
pues introducimos en ese contexto la teoría de los nudos borromeos. ¿Cómo to de tres elementos o, entonces, estabilizar la propia estructura. El cuarto ele-
pensar el concepto de topología? mento, Lacan ( 1974-197 5) enfatiza, es el Nombre-del-Padre, presentado como el
Lacan (1973-1974) establece una equivalencia entre estructura clínica y to- articulador primordial de los tres registros, lo real, lo simbólico y lo imaginario.
pología. La topología, por no ser una metáfora o un modelo, acaba por nodular El significante Nombre-del-Padre, en los comienzos de la enseñanza de Lacan,
el goce del ser o lo real del goce, así como la estructura -donde se manifiesta lo fue presentado como S2 , en la medida en que era responsable por realizar la subs-
real a través del lenguaje-. La topología es un saber sobre la posición del suje- titución del significante Deseo de la Madre, este sí considerado como S1• Ese pun -
to del inconsciente ante lo dicho y el decir. to es importante para entender la fundamentación teórica que sigue a continua-
ción. Así, el Nombre-del-Padre asume el estatuto de "nombrar" o, dicho de otro
La posición desde donde habla el sujeto, y donde aloja su goce, lo sitúa en una topolo- modo, una función articulada a un acto, considerando que el acto, según Lacan,
gía de los dichos, con efectos de sentido, en los cuales existe un decir, [. .. ]un discurso, consiste, justamente, en algo que opera pero que el propio sujeto desconoce. No
fuera de sentido por él mismo (POR GE, 2006, p. 226). se trata de apoyarse en un saber inconsciente, propio de un S2 • Es en ese sentido
que el pasaje del Nombre-del-Padre como S1 asume una subversión en la ense-
Existe, por lo tanto, una correlación entre lo dicho y el decir, y lo dicho asu- ñanza de Lacan, no tan sólo un progreso del mismo. El Nombre-del-Padre deja
me una condición de verdad. La verdad, a diferencia del mandamiento jurídi- de ser una función predominantemente simbólica, tal como lo fue en la década
co de decirla toda, en la experiencia analítica puede ser dicha solamente por la del '50, en el momento en que trabajó en los tres Tiempos del Edipo la teoría de
mitad, por el medio-decir [... ] toda la verdad, es lo que no puede decirse. Ella la sustitución del significante Deseo de la Madre -presente en el primer tiem-
sólo puede decirse a condición de no extremarla, de sólo decirla a medias. (LA- po- por el significante Nombre-del-Padre -cuando se inicia el segundo tiem-
CAN, 1973-1974, p. 124). po-, como aparece, por ejemplo, en la fórmula de la Metáfora Paterna. 2
Tal imposibilidad, la oposición al mandamiento jurídico, se explica en fun- Lacan (1974-1975) comenta en el Seminario R.S.I que Freud, sin saber, ya
ción de que el goce del ser asuma el estatuto de límite, que puede ser elaborado propuso algo similar, cuando reconoció en el concepto de realidad psíquica el
a partir del semblante del analista. La clínica psicoanalítica apunta a una expe- germen de los desdoblamientos que Lacan sostiene. La prohibición del inces-
riencia que busca un saber sobre la verdad. to es estructural, pues en ella existe la interdicción del incesto y del consecuen-
Lacan (1973-1974), en ese momento de su enseñanza, se preocupó por rea- te sujetamiento del niño al estatuto de lo simbólico. Freud nombró a esa opera-
lizar un paso importante sobre la teorización de lo real a través de la formaliza- ción como Complejo de Edipo. Lacan despeja el concepto al esclarecer mejor
ción matemática, al disponer de la figura topológica del nudo borromeo de tres la operación del Nombre-del-Padre no como nombre, sino como "nombrador':
elementos, siendo que cada uno de ellos representa el registro de lo real (R), de como aquel que sustenta lo simbólico, en un acto de amarre de los tres registros.
lo simbólico (S) y de lo imaginario (I). Vale resaltar que cada uno de los regis-
tros citados no asume un valor mayor que el otro. No hay una jerarquía entre Nomc-do-Pai . Dcscjo da MAc (.A_)
ellos, lo que entonces se podría escribir I.S.R. o mediante cualquier otra combi- 2. • 15escjo Ja füc Significado para o •ujcuo -· Nomc-do-Pai ~Faf°J La fórmula de la metáfora patern a es
nación posible. Para Lacan, la topología sirve como una estrategia de formali- una representación de los tres tiempos del Edipo. El lector puede interrogarse respecto a la
anotación NP, referente al Nombre-del-Padre, que aparece arriba de la barra en la primera
zación de los límites, de los obstáculos de un análisis o, según Lacan, "los pun-
fracción. La escritura de la fórmula de la Metáfora Paterna se dio de ese modo, pues en el primer
tos de impasse, de sin salida, que muestran a lo real accediendo a lo simbólico" tiempo del Edipo existe una identificación con el rasgo unario y, por lo tanto, con el registro
(LACAN, 1973-1974, p.126). Para Lacan, es la matematización que toca lo real, de lo simbólico, dado que hubo un consentimiento de la madre a la entrada del padre, que
de acuerdo con el discurso analítico. ocurre en el segundo tiempo del Edipo, pero que exige el consentimiento de la madre como
condición previa.
164 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis .. . 165
Porge (1998) analiza el movimiento de Lacan respecto de esa proposición, nes, antes de verificar la aplicabilidad de la contribución de Lacan a la noción
el Nombre-del-Padre como un cuarto elemento del nudo borromeo capaz de del sinthome en la clínica de la paranoia, vale remitirnos al ejemplo de Joyce y a
amarrar los registros de lo real, simbólico e imaginario. Lacan afirma que fue el su modo de amarre de los registros de lo real, simbólico e imaginario; o, dicho
propio Freud el inventor de la idea del amarre de lo real, simbólico e imagina- de otro modo, interesa verificar el estatuto teórico que la escritura de Joyce asu -
rio. La frase "lo que Freud instaura con su Nombre-del-Padre idéntico a la rea- me como sinthome.
lidad psíquica'' (LACAN apud PORGE, 1998, p. 157), cuyo acento reside en la A partir de lo que presentamos, nos preguntamos acerca del caso Joyce. El
palabra "su", indica dos consideraciones: acento está en la palabra "caso': ya que lo que interesa para el psicoanálisis no
es algo del orden de una crítica literaria, ni nada parecido. El caso Joyce enseña
Él es un Nombre-del-Padre porque es una nominación del padre en los dos sentidos del
algo al psicoanálisis en la medida en que su relación con la escritura abre cami -
término: nominación de una función del padre y nominación producida por Freud, a
quien se puede imputar ser el padre del psicoanálisis. Nombrando el complejo de Edi- no para elaboraciones teóricas importantes, tales como los Nombres-del-Padre,
po, Freud refiere esta paternidad a un significante y a un acto de nominación (POR- en plural. Todo lo que asume estatuto de Nombres-del-Padre adquiere el carác-
GE, 1998, p. 157). ter de cuarto elemento, lo que sustenta el amarre de los tres registros.
Sin embargo, se abre una cuestión: ¿qué ocurre cuando ese cuarto elemento
No obstante, vale retomar un aspecto citado respecto a la idea del Nombre- es forcluído de la constitución edípica? Lacan afirma que la ausencia de ese cuar-
del-Padre como amarre de los tres registros. Porge (2006) avanza en esa discu- to elemento puede delimitar algo que pasa a ocupar el lugar de suplencia. Joyce,
sión al retomar la idea de Lacan al respecto de los Nombres-del-Padre, en plu- a partir de su escritura, mostró al psicoanálisis que es posible construir suplen-
ral, cuando Lacan afirma que los Nombre-del-Padre son nombres en plural, pero cias para la ausencia del Nombre-del-Padre como S1, como aquel responsable
que no superan el número tres -tres registros, real, simbólico e imaginario- por sustentar el amarre de lo real, simbólico e imaginario. Es, inclusive, en fun-
cuyo nombramiento pasa a ser Nombre de Nombre de Nombre. "El Nombre de ción de las suplencias tan bien sustentadas en Joyce que es posible afirmar, des-
Nombre de Nombre es el nombre al cual responde, si a él se identifica, aquel que, de Lacan, que Joyce no era un psicótico, al menos desde el punto de vista clí-
nombrado por la madre, nombra" (PORGE, 2006, p. 179). nico. Los tres elementos posibles que hacen suplencias son: el sinthome, el ha-
Es interesante resaltar que no se trata más que de una sustitución de un sig- cerse un nombre y el ego, que, por asumir el estatuto de si y no de s2 permiten
nificante por el otro, de modo tal de esperar una palabra plena del padre para una compensación de una ausencia de amarre, o un nudo mal logrado, especí-
que la metáfora paterna ocurra. En ese sentido, Lacan afirma que la transmi- fico de la paranoia.
sión simbólica pasa por lo no dicho, al ironizar, justamente, al padre de Schre- La primera referencia al nudo de trébol o al nudo de la paranoia, en el Semi-
ber: "Se los he dicho simplemente al pasar en un artículo sobre aquel Schreber: nario El sinthome, aparece en la clase del 9 de diciembre de 1975.
nada peor (pire), nada peor que el padre (pere) que profiere la ley sobre todo.
No hay padre educador sobre todo, sino más bien rezagado respecto de todos
los magisterios:' (LACAN, 1974-1975, p. 23).
Evidentemente, Lacan ironiza el hecho de que el eminente educador, de prin-
cipios rígidos, inventor de aparatos para corregir la postura corporal de niños,
fue incapaz de cumplir su función de nombrador. Daniel Gottlieb Moritz Schre-
ber (1806-1861), el padre de Schreber, supo dictar muchas reglas, pero absolu-
tamente inoperantes. Excesivas palabras al viento ...
Y por hablar de Schreber, aun queda un abanico de cuestiones abiertas: ¿de
qué manera la noción de real, trabajada en la década de 1970 por Lacan, con-
tribuyó para el tratamiento posible de la paranoia? ¿Cómo pensar la idea del
nudo borromeo en esa clínica? ¿Y el sinthome? Para respond er a esas cuestio-
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[... ] esto, que constituye un nudo, [. .. ] el nudo más simple, el nudo que ustedes pue- El sinthome, por lo tanto, se consolida con la idea del cuarto elemento que ar-
den hacer es el mismo que éste, con cualquier cuerda, la más simple, es el mismo nudo
ticula los tres registros, no más en cadena, sino en amarre, donde, inclusive, ofrece
que el nudo borromeo, aunque no tenga el mismo aspecto (LACAN, 1975-1976, p. 42)
sustentación al sujeto. Es dentro de ese contexto que Lacan (1975-1976) afirma:
En ese punto del seminario, Lacan discute la relación entre los tres registros
[. .. ] es siempre de tres soportes que llamaremos en la ocasión subjetivos, es decir per-
al afirmar que el nudo borromeo en forma de trébol o nudo de la paranoia ma- sonales, que un cuarto tomará apoyo. Y, si ustedes se acuerdan del modo bajo el cual
nifiesta una superposición o continuidad entre esos mismos registros: "En el he introducido este cuarto elemento, cada uno de los otros está supuesto constituir algo
nudo de 3, es decir en el hecho de que pongamos a lo Simbólico, lo Imaginario personal respecto de esos 3 elementos, el cuarto será lo que enuncio este año como el
y lo Real en continuidad, no nos asombraremos de que allí veamos que no hay sinthome (LACAN, 1975-1976, p. 50).
sino un único nudo de 3 [... ] que homogeneiza el nudo borromeo, no hay por el
contrario más que una sola especie" (LACAN, 1975-1976, p. 52). Es en esta perspectiva que Lacan se interroga al respecto de cómo interrogar al
Lacan, inclusive, dispone de un neologismo para ilustrar esa idea: cacle-nu- sujeto, este último sustentado por el nudo. La reluctancia de Lacan en publicar su
do. La conjunción de las palabras cadena y nudo para ilustrar la idea de una ar- tesis de doctorado sobre la psicosis, en la presente perspectiva, se distingue de la no-
ticulación entre los tres registros. Aun, en la ausencia de un cuarto elemento, lo ción de personalidad. El sujeto se ubica en el sinthome, en el cuarto anillo del nudo.
real, simbólico e imaginario permanecen en nudo de trébol, en continuidad u En cuanto a la posibilidad de hacerse un nombre como suplencia del Nom-
homogeneizados. El cuarto elemento reorganiza el nudo, como un ArTiculador bre-del-Padre, es posible notar que es ahí donde reside el problema del nom-
entre los tres registros, y al romper la continuidad del nudo de trébol establece bramiento. Existe un pasaje del Seminario El sinthome en que Lacan se interro-
una cadena. El cuarto elemento, en la paranoia, debido a la ausencia del Nombre- ga acerca de la locura de Joyce y de su consecuente deseo de ser un artista. Aho-
del-Padre, son las suplencias: el sinthome, el hacer un nombre propio y el ego. ra bien, ser un artista, crear una obra literaria asume un estatuto de suplencia a
En un comienzo, es interesante la distinción entre la grafía síntoma, sin la le- la ausencia del padre o, en otras palabras, de compensación.
tra h y la grafía sinthome. Síntoma condice con el modo en que el sujeto goza su
inconsciente, con el modo en que este último lo determina. Se destaca allí una ¿No hay algo, diría, como una compensación de esta dimisión paterna, de esta Verwer-
fung [. ..], en el hecho de que Joyce se haya sentido imperiosamente "llamado"? Éste es
distinción entre lo que se produjo en términos de síntoma desde la Instancia de
el término, es el término que resulta de un montón de cosas en su propio texto, en lo que
la letra ... , el síntoma como metáfora, ya que el síntoma, a partir del Seminario ha escrito, y que ése sea el resorte propio por el cual en él, el nombre propio, sea algo ex-
Aun, se articula con lo real del goce, con aquello que insiste articulado entre el traño (LACAN, 1975-1976, p. 86).
registro de lo simbólico y de lo real.
Para Lacan, Joyce está desabonado del inconsciente, al no producir sínto- Es dentro de ese contexto que Lacan problematiza la construcción del nom-
ma, pues no hay nada que se articule con su inconsciente y en un sentido posi- bre propio, en la medida en que el nombre propio fue lo que Joyce más valoró, a
ble, no hay sufrimiento. El goce de Joyce en relación al síntoma excluye la posi- costa del padre. El nombre propio asume estatuto de S1 -el significante-maes-
bilidad de remitirse al Otro. Su escritura, si fuera posible compararla con el sín- tro- que se dirige al S2 • La intención de Joyce fue hacer entrar el nombre propio
toma, excluye la dimensión del sentido, ya que se articula solamente al goce de en el ámbito común, que es sustantivo como cualquier otro. El acento importan-
poder escribir, se puede afirmar que la escritura de Joyce está al lado del sintho- te recae en la destitución de su lugar como nombre propio y asume estatuto de
me. En ese contexto, se evoca la alegría de Joyce en poder escribir. La suplen- nombre común, característica pasible de ser articulada con el S , en el momen-
1
cia del sinthome se refiere al nombramiento simbólico, ya que denuncia su re- to en que este último aparece en el lugar del discurso analítico.
lación con la letra y el goce. Por último, y en lo que refiere al ego como suplencia, como una clase de sintho-
me, tenemos la relación de Joyce con su propio cuerpo, que puede ser ilustrado
En este sentido es que se puede retomar a Joyce como desabonado del inconsciente; su es-
como piel o cáscara, lana de las ovejas o hábito del monje, entre otros, además
critura no es interpretable, solamente permite deducir la función del padre que nombra
del sentido menos usual, el de un hombre vil y despreciable.
como suplencia de la ausencia del Nombre-del-Padre{. ..] (RJ\ VINOV ICI /, 1993, p. 187).
Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis.. . 169
168 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

5.3 La escritura de Joao o un ejemplo de construcción del sinthome


El ego es definido como la idea que se tiene de sí mismo como cuerpo, lo
que demanda la presencia de una imagen especular, considerada narcisista. En
La clínica, una vez más, sirve como referencia para ilustrar las cuestiones teó-
el caso de Joyce, se afirma que él no asume una imagen especular esperada en el
ricas anteriormente trabajadas, que servirán, a su vez, para pensar la cuestión
ego. Es como si el ego de Joyce no tuviese, para sí, el envoltorio del ideal del ego.
del trabajo de construcción del sinthome. Presentaremos un recorte clínico que
El cuerpo implica una manera de designar el nombramiento del Nombre-del-
ilustra el trabajo de escritura de Joao, en un momento de su recorrido clínico.
Padre en el nivel de lo imaginario, nombramiento que normalmente es insepara-
Al decir que sufría de "asistitis': Joáo explicó su neologismo: ''Asistitis. Titis
ble del cuerpo. El nombramiento imaginario es un marco en la realidad psíqui-
proviene de dolencia, inflamación, y asistir es ser asistido, vigilado o controla-
ca, del Edipo y también de la significación fálica. En Joyce, debido a la ausencia
do. 'Asistitis' es ser vigilado de modo inflamado''.
del nombramiento o el amarre de los tres registros, el nombramiento imagina-
Su explicación es, sin duda, un bello neologismo para definir su paranoia. Pre-
rio es suprimido. En ese punto del argumento, Joyce se distingue de Schreber.
guntándole si podría inventar una palabra o frase que pudiese barrar su "asis-
Mientras Schreber se apoya en el significante del ideal para construir una metá-
titis", Joáo comenzó un trabajo de escritura. Lo que presentaremos a continua-
fora delirante, Joyce funciona al revés, al desprenderse de los ideales y también
ción son fragmentos de su escritura, producción sostenida por el acompañan-
de aquello que es del orden del cuerpo, en este caso, la inhibición.
te terapéutico, en torno a la cuestión que lo motivaba a trabajar. El silencio era
Para Lacan, Joyce tiene un ego bastante adaptado, teniendo como punto de
raramente interrumpido, sólo cuando él pedía el cenicero o un poco de café. La
sustentación, en relación a su adaptabilidad egoica, una ausencia de imaginario
escritura de Joáo 3 es presentada respetando su estilo de construcción de fra -
especular. En el esquema L, afirma que la resistencia se localiza en el eje a-el, en el
ses, sus acentos y sus puntuaciones. Sin embargo, antes de seguir con el frag-
eje ego-ego ideal. Joyce, en su ego, se sitúa sin ningún revestimiento de ideal, lo
mento clínico, queremos distinguir el horno sapiens del horno faber. Cabe resal -
que le permite no tener ninguna confusión con el otro, un semejante. Es también
tar el desinterés por el primero, pues no interesa la dimensión racional o políti-
en función de eso que él puede utilizar el propio cuerpo de manera tan peculiar.
ca del hombre, sino la potencia creadora del segundo. Es el "hombre que hace':
No se trata de una especificidad de la psicosis, sino que también es aplicable
el artesano que, en el caso de Joyce, sugiere pensar en un artesano de las pala-
a ella. Se reconoce, desde el punto de vista clínico, el efecto de ausencia de ideal,
bras, creando artificios para sostenerse en el mundo, produciendo un discurso
oriundo también de cierta falla del nombramiento imaginario. Es en ese contex-
que sigue la vía opuesta del discurso analítico. En cuanto el discurso analítico
to que Lacan se refiere al caso del pequeño Hans, en la medida en que él parece
propicia la escansión del significante, el discurso joiceano tiende a atraer todos
no saber qué hacer con su falo, narcisistamente hablando, como atributo o, di-
los posibles S2 para el S1, entendiéndose allí al S1 como inclinado hacia la idea de
cho de otro modo, no es capaz de dejar de ser el falo para tener el falo. Es claro,
sinthome. En la psicosis, la ausencia del Nombre-del-Padre nos lleva a formular
sin embargo, que se trata de otra cuestión, comparado al caso de Joyce.
la idea de que la construcción del sinthome asume el lugar de suplencia, de ama-
Rabinovich (1993) comenta que la forma de suplencia presentada por Joyce
rre, pertinente para pensar la dirección del tratamiento (RAVINOVICH, 1993).
no puede ser equiparada a una teoría de cura de la psicosis. El caso Joyce inte-
resa al psicoanálisis en la medida en que explicita una forma de ilustrar la su-
plencia de la forclusión del Nombre-del-Padre y, por eso mismo, enseña algo al * * *
psicoanálisis. Sin embargo, no sirve de modelo para una cura, pudiendo ape-
3. Caso ya trabajado anteriormente en este libro, en el momento en que discutimos la instalación
nas indicar una dirección posible de investigación de la clínica de las psicosis. del dispositivo de tratamiento. La escritura de Joao se precipitó en función de su interés en
De todos modos, ahí se presentan indicaciones clínicas importantes, el sintho- trabajar con las palabras, en su estilo personal, lo que resultó en una bella "artesanía de palabras':
me, el hacer un nombre y el ego como suplencias posibles a la forclusión del que presentaban como hilo conductor su posición subjetiva ante su semejante, el otro, en la
Nombre-del-Padre. Contribuciones importantes, sobre todo referente al sintho- medida en que Joao dispuso de la escritura, de las palabras, para la construcción de su sinthome.
Por eso, preferimos preservar sus acentuaciones, interrupciones, neologismos, entre otros.
me, que será retomado posteriormente cuando articulemos tales contribuciones
Además, coincidencia o no, el punto de partida que lo motivó a trabajar fue la invitación hecha
teóricas con la cuestión de la investigación de este libro, en el capítulo siguien- para crear palabras o frases que pudiesen contener la "asistitis" -efectos de quemazón en el
te, acerca de los efectos analíticos en la clínica del AT con pacient es psicóticos. estómago cunndo realizaba sus intentos de lazo social- .
170 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis ... 171

Acompañante terapéutico: Me dices: no estoy bien. Y entonces yo te pre- Acompañante terapéutico: Hola Joáo ¿todo bien? Hoy me dices una cosa di-
gunté: ¿por qué? Y ahí me respondiste que era la dueña de la pensión. ferente sobre la dueña de la pensión. Dices que tienes miedo de ella. Nun-
Bueno, ahora yo te comento: conmigo no sufres de "asistitis': pero pare- ca había escuchado la palabra miedo con la idea de "asistitis': ¿Me podrías
ce que con los otros sí. explicar eso?
Joao: Sí. Joao: Una persóna cuando es demasiado aburrida, yo creo qué, la gente, sien-
Acompañante terapéutico: ¿Tanta cosa para este sí? Joáo, aventúrate en el te miedo de ella. La "asistitis" qué es, el dolor de estomago mío, está bien,
papel. Consigue una hoja para que comiences ... con el remédio, que, estoy tomando, en un Dr. que consulto; en el P.S.
Joao: Las cosas, no son bien así. .. Yo, compro, en el bar, y no les di libertad Acompañante terapéutico: Yo pensé que el aburrimiento de la Dueña de la
alguna, para, éste atrevimiento de ellos. Y, en la pensión, también. Yo vivo pensión te causaba "asistitis", ¿no es eso? ¿El miedo está junto con la "asis-
allá, y estoy, para ... entonces ... prestar servicios y recibir, todo, minuto titis"?
órdenes de Doña Eustácia4• Con lo qué, vamos, conversando, hay una Joao: Es eso. el miedo también, da "asistitis':
posibilidad, de que yo esté, más tranquilo, con todo eso, y evitar, proble- Acompañante terapéutico: ¿Y qué haces con el miedo? ¿Cómo se vive con
mas, para mí, y para éllos. alguien así? ¿Podrías disponer de una forma de mejorar esta situación?
Acompañante terapéutico: Es justamente por esa línea que yo quiero pro- Joao: Es horrible convivir. Tengo, que tener paciéncia y controlar y contor-
seguir. ¿Cuál es la posibilidad de estar más tranquilo? Creo yo, que crear near. Mejorar, también es el tratamiento aqui, que me calma, y me man-
un nombre para barrar la "asistitis" y comprender mejor las situaciones tiene. [... ] Tenemos, qué ser hombre, y tener nuestros Objetivos, el res-
cuando la "asistitis" es frecuente. to no se ve. Es + o - así.
Joao: Nosotros debemos imponer nuestros obstáculos, y calmar nuestras Acompañante terapéutico: ¿Cómo es aquella frase: tenemos que imponer
tristezas. nuestros obstáculos y calmar nuestras tristezas?
Acompañante terapéutico: Entendí más o menos. ¿Esta es la frase paraba- Joao: Tenemos, qué, guardar, lo qué, pensamos, delante, de persónas, mál
rrar la "asistitis"? queridas, como éllos. Y, hacer, qué, no ve, lo qué, éllos, nos dicen, y hacen.
Joao: +o-, es la frase, para proseguir mejór. Allá. donde, yo vívo, y en la vida Acompañante terapéutico: ¿Y si ellos repitieran esa mala actitud?
cívica. Joao: Si, yo estuviera bien, y bien protegido, también, puede, pasar esto.
Acompañante terapéutico: Dentro de lo que estamos conversando, ¿qué
quiere decir esta frase? Después de un año de tratamiento, Joáo abre un nuevo significante, como si-
Joao: Dentro, de mejoría, para mí. Allá, donde yo vivo, y general. La frase, gue a continuación:
quiere decir, un currículo, del hombre más enérgico .. .
Acompañante terapéutico: Un sinónimo para enérgico .. . Acompañante terapéutico: ¡Hola, Joáo! ¿Puedo preguntarte una cosa? ¿Te
Joáo: Menos atento. eón relación á éllos. entristeces cuando el cielo está gris, para llover?
Acompañante terapéutico: Ok. La frase Nosotros debemos imponer nues- Joao: Me entristezco, y me quedo con odio. Porqué, no me gustan, los luga-
tros obstáculos y calmar nuestras tristezas. res así. Me siento bien, eón lugares del interior, dónde es bueno vivir, eón
Joao: Es. paisajes, poco sol, sombra, y llovizna, qué da salud, no gripe, como allí.
Acompañante terapéutico: ¿Vamos a parar aquí? Acompañante terapéutico: ¿El cielo oscuro te da odio? Nunca oí esta pala-
Joao: Sí. bra viniendo de ti. Odio, ¿cómo es eso?[ . . . ] ¿Será que el grupo del bar y
Doña Eustácia pueden dejarte con odio? ¿Podría ser?
Dos meses después ... otro fragmento de escritura: Joao: También, coopéra, esto, yo estar, bien con odio, acertaste, sino, algunas
veces, no me importa, el tiempo.
Acompañante terapéutico: ¿Estar bien con el odio? ¿Cómo es eso?
'1 . Nombre fi cticio.
172 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis .. . 17J

Joao: De estas cosas, p. tiene los dramas de la Doña Eustácia y del bar. [ ... ] tes importantes: el miedo y el odio. El significante tristeza vino después, en un
Sólo esto ... Da para ir... momento en que Joáo casi no estaba eligiendo ir al consultorio a realizar sus lla-
Acompañante terapéutico: ¿Ir para dónde? madas sesiones de "psicoterapia': De cualquier modo, ese significante también
Joao: Viviendo, con esta, irregularidades, que yo encuentro. Que yo encuen- apareció en la transferencia.
tro, que este tratamiento, que me da Sao Paulo (tiempo) y donde vivo, es ¿Cómo teorizar el proceso de Joáo? ¿Es posible afirmar que Lacan rompió
un defecto de ellos (irregularidad). De ellos, allá, donde, yo, vivo. con la teoría de las psicosis vinculada con la noción de significante, al ofrecer
Acompañante terapéutico: ¿Tienes alguna cosa más para decir? su propuesta de articulación entre goce del ser y real a través de la topología de
Joao: Ok. Sólo. Gracias. los nudos borromeos?

Un nuevo significante se abre: el odio. Después de esa frase, hubo un giro im-
portante en la trayectoria clínica de Joáo. Él abandonó su posición de víctima 5.4 De la teoría del lenguaje a la teoría de los nudos borromeos
de las miradas de los otros. Comenzó a cuestionar ciertas imposiciones de per- o ... ¿existe una ruptura epistemológica entre el significante y la
sonas de su entorno y a rechazar cierta sumisión y fragilidad. Era capaz de res- topología?
ponder a las bromas de los otros con seguridad, defendiéndose hasta con agre-
sividad. Decía que no le gustaba sentir "asistitis': Era capaz de discriminar las A partir de la perspectiva del Seminario Las psicosis, vimos determinada con-
burlas que le causaban "asistitis", sentir odio y defenderse. cepción de real: aquello que no puede ser simbolizado y que, por lo tanto, retor-
Después de algún tiempo, Joáo entristeció. Su producción delirante dismi- na por la vía de lo real a través de alucinaciones o delirios. En ese momento, la
nuyó considerablemente. Ya no se oía más la palabra "asistitis': él parecía triste dirección de tratamiento de la paranoia incide en la construcción de la metáfo-
y cabizbajo. En determinado momento, el acompañante terapéutico le dijo que ra delirante. Según la noción de real elaborada por Lacan desde la teoría de los
también se sentía triste al verlo así. Tal intervención tuvo un efecto importante. nudos borromeos, lo real se articula con el goce del ser -aquello que anima las
Joáo, gradualmente, recuperó su modo animado de ver la vida, comenzó a salir repeticiones-, al incluir la topología de los nudos mencionados. Lo real sola-
más de su cuarto y a actuar con más ánimo, ya sea en el tratamiento como tam- mente ex-siste en la medida en que se articula con el registro de los simbólico
bién en la convivencia con otros. y de lo imaginario. Además de eso, Lacan afirma que un tratamiento, bajo esa
Evidentemente, se trató de una intervención especular, eficaz para ese mo- óptica, está dirigido a la construcción del sinthome, cuarto elemento del nudo,
mento del tratamiento de Joáo, en la medida en que hubo un efecto de reubicar- que sustenta la articulación de los registros mencionados. Siendo así, ¿es posi-
lo en el trabajo subjetivo sobre sí mismo. Hay ciertos momentos en que un pa- ble afirmar que hubo una ruptura epistemológica, en cuanto al concepto de real,
ciente paranoico se beneficia con una intervención de esa naturaleza, en la me- en esos dos momentos de la obra de Lacan?
dida en que esa modalidad de intervención tiene un efecto de reconocimiento Trabajamos aún con la idea de que el manejo de la transferencia, en la para-
sobre sí, desde el otro especular. Fue una especie de llamado, de rescate de aque- noia, desde el Seminario Las psicosis, se apoya en la idea de escucha del deliro
llo de lo que Joáo parecía estar agarrado, o sea, perplejidad ante una conquista para la construcción de la metáfora delirante, de modo tal de que un analista de
de un saber sobre sí, pero que también, paradójicamente, lo ponía en jaque mate psicóticos sustente el significante, en la transferencia, sin interpretarlo o remi -
en cuanto a la precariedad de su vida, de sus lazos. Sin embargo, un tratamien- tirlo a la imposibilidad simbólica. ¿Pasa lo mismo en la construcción del sintho-
to clínico no se fundamenta sólo con ese tipo de intervenciones. Aquí también me? Dicho de otro modo, ¿el sinthome es interpretable?
reside una paradoja, pues la estrategia de una intervención de esa naturaleza es
calculada en la medida en que la apelación a un llamado se hace necesaria. Sin * * *
embargo, el trabajo de escritura, de sustentación de los significantes en la trans-
ferencia puede prescindir de una intervención especular. Lacan reformula la noción freudiana de la psicosis, desde el Seminario Las
Ese proceso de escritura de Joáo culminó con la apari ción de dos significan - psicosis, de ac ue rdo con ciertas apropiaciones. Al retomar el algoritmo de Saus-
174 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis . . . l 1:)

sure e incorporarlo en su teoría a través de una reformulación, en este caso, odio y la tristeza. ¿Cómo entender, desde el punto de vista teórico, la emerge n
la idea de la primacía del significante sobre el significado, Lacan fue capaz de cia de esos otros significantes en la transferencia?
teorizar la experiencia clínica de las psicosis, a través de la proposición de que Al utilizar la clínica como referencia, se destaca que el artificio de la topo lo
el lenguaje es la propia condición del inconsciente. El trato teórico que Jac- gía va justamente en contra de lo que Lacan propone como testigo o secretario
ques Lacan ejecutó le permitió avanzar en nuevas articulaciones. Para Lacan, del alienado. La noción de topología nos permite teorizar ciertos fenómenos clf-
la paranoia puede ser entendida como un fenómeno de lenguaje, los neolo- nicos. Ahora bien, en la situación clínica anteriormente descripta se sustentaron
gismos, significantes que son secretariados en la transferencia. Vale, inclusi- ciertos significantes en la transferencia, según la indicación clínica del Semina-
ve, retomar la imagen de Lacan sobre el analista de psicóticos, testigo o secre- rio Las psicosis. A lo largo de ese tratamiento, también se percibió que Joao pasó
tario del alienado. por un periodo de odio y tristeza 5 • ¿Qué está en juego? ¿Un manejo equivoca-
La escucha del delirio, en ese momento de la enseñanza de Lacan, busca lo- do? ¿O entonces una indicación clínica importante acerca de ese momento del
calizar al sujeto psicótico en el borde de la locura, de modo tal de interrogar la tratamiento, inherente al propio proceso analítico?
producción delirante: ¿cuál fue el evento desencadenante del brote? ¿Qué se pro- • Lacan inicia el Seminario Aun con neologismos del tipo: opeora, suspeora. El
dujo, en términos de contenido, en el delirio? ¿Cómo fue posible salir del deli- inconsciente pira, suspira. La topología de lo real incluye en su modelo aquello
rio? ¿De qué manera es posible permanecer estabilizado, sin desplomarse en el que Lacan denominó como amorodio, o sea, una formalización de la experien-
abismo de la locura? cia analítica en que amor y odio son componentes esperados en el trayecto de un
Ese modo de abordar el brote psicótico, en la crisis, deviene de cierta con- tratamiento psicoanalítico. La noción topológica de lo real nos sirve como refe-
cepción de real, trabajada en el Seminario Las psicosis, que condice con el re- rencia teórica para sostener la clínica, o manejo de la transferencia del secreta-
torno de algo que jamás entró en el proceso de simbolización. En ese momento rio del alienado. Se trata de una apuesta a la insistencia de esa trayectoria o in-
de su obra, Lacan afirma que la significación rechazada tiene relación con la bi- dicación clínica. Al final, se sabe que, a lo largo de los análisis, las apelaciones de
sexualidad primitiva, descripta por Freud en los Tres ensayos sobre la teoría de los analizantes se tornan cada vez más primitivas. Un analista poco experimen-
la sexualidad, en su función femenina y la consecuente significación simbólica tado puede conmoverse con esas apelaciones y caer en las trampas de la trans-
esencial. La construcción de la metáfora delirante alcanza la finalidad de reali- ferencia (HERMANN, 2004).
zar una suplencia imaginaria, en este caso, ser una mujer -como reestructura- Dentro de ese contexto, vale destacar el hecho de que la teorización de lo real
ción de los bastones imaginarios-, y una suplencia simbólica, al incluir a Dios en términos de topología no es exclusividad de cierta estructura clínica. Tal pun-
-Otro no barrado- en su delirio. El efecto de esa intervención permite trasla- to es trabajado por Lacan en el Seminario Aun.
dar la posición de Schreber como objeto a, en el intento de circunscribir el goce
del Otro en un objeto separado del cuerpo o, entonces, condensar, delimitar, ba- Hay relación de ser que no puede saberse. Aquella cuya estructura indago en mi ense-
ñanza, en tanto que ese saber -acabo de decirlo- imposible está, por ello, en entre-
rrar el goce. No obstante, es posible apuntar a una nueva dirección para el trata-
dicho (interdit). Aquí juego con el equívoco: este saber imposible está censurado, pro-
miento posible de la paranoia, en la medida en que ella se orienta, radicalmen-
hibido, pero no lo está si escriben adecuadamente el entre-dicho, está dicho entre pala-
te, al lazo social. Hablamos de los intentos posibles de amarre de los tres regis- bras, entre líneas. Se trata de denunciar a qué género de real nos da acceso (LACAN,
tros -a través del sinthome-, de modo tal de justamente hacer uso de aque- 1973-1974, p. 162).
llo que el lazo social ofrece, o sea, un soporte para la estabilización -este pun-
to será retomado más adelante-. Ese punto es importante, pues denunciar a qué suerte de real se tiene acce-
De ese modo, al acompañar el recorrido clínico de Joao, se percibe en los frag- so no invalida las contribuciones de Lacan en el campo del lenguaje articulado
mentos de este caso la sustentación de su producción delirante, según la función a las estructuras clínicas. Existe un pasaje en el Seminario El sinthome que me-
del analista descripta en el Seminario Las psicosis, la de ser secretario del signifi- rece ser destacado:
cante "asistitis" presente en la transferencia. Sin embargo, se pudo percibir, a lo
largo del tratamiento, que otros significantes surgieron, lnlcs como el miedo, el
:). Lacan trabnjn In idea d e la tristeza en Televisión.
176 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis ...

Digo eso porque anoche se me formuló la pregunta de saber si había otras forclusiones construcción de contenidos reales y fantasmáticos del sujeto, coincidentes con su
que la que resulta de la forclusión del Nombre-del-Padre. Es muy cierto que la forclusión, mito edípico infantil-. Freud hace una reserva acerca de la dificultad de realizar
eso tiene algo de más radical, puesto que el Nombre-del- Padre es algo al fin de cuen- tal construcción, al destacar el papel de la construcción ysu ideal en un análisis,<>
tas ligero: pero es cierto que es ahí que esto puede servir, en cuanto a lo que concierne a sea, una rememoración del conflicto edípico y la remoción de su amnesia infanlil.
la forclusión del sentido por la orientación de lo real[...] (LA CAN, 1975-1976, p. 118).
El fundamento de ese giro en el método analítico se encuentra en el ya cita
do texto Pegan a un niño, en el momento en que Freud anuncia una lógica in
Esta cita puede inducir a un tipo de lectura equivocada, en la medida en que
terna presente en la fantasía inconsciente, cuando reconoce la dificultad 6 de re-
se explicita una forclusión generalizada. Hay una ex-sistencia de lo real en las
memorar ciertos contenidos de ella.
tres estructuras clínicas ... pero es posible atenerse solamente en esa ex-sisten-
De ese modo, se aborda la cuestión en una doble vertiente. La primera de ellas
cia, independientemente de la estructura clínica. No es eso lo que la clínica nos
consiste en un manejo de la transferencia en que un analista ofrece subsidios
enseña ... el caso Joao, por ejemplo, en lo que concierne al manejo de la trans-
para auxiliar al paciente a realizar sus construcciones en análisis, en este caso, re-
ferencia, siempre fue abordado desde la perspectiva del secretario del alienado,
construir las propias "impresiones" sobre su vivencia edípica. Por otro lado, es el
elaborada por Lacan en el Seminario Las psicosis. En cuanto a la teoría de los nu-
propio paciente quien construye, rememora, realiza ese trabajo de arqueología
dos borromeos, esta le sirvió a Lacan para prevenir a los analistas, a través de la
sobre sí mismo, en el sentido de reconstruir lo que imprimió en el inconscien-
formalización de la experiencia analítica, de que el inconsciente pira, de que el
te. Nótese allí un doble sentido de la palabra impresión: ya sea en el sentido de
amor y el odio son componentes esperados de un tratamiento analítico o de que
las marcas que tales contenidos inscribieron en el psiquismo, como en el senti-
hay un precio que pagar por el saber conquistado en un tratamiento.
do de aquello que se percibe como contenidos oriundos de su realidad psíquica.
De ese modo, se enfatiza la cuestión de la estructura. La topología está allí, está
Aquí reside un fundamento ético importante para la clínica psicoanalíti-
dada, articulada con la noción de real. Cuando Lacan interroga el lugar de la es-
ca. Es él quien nos muestra cuan difícil es sostener esa dirección de tratamien-
tructura y articula esa cuestión con cuál suerte de real se permite tener acceso, él
to, en este caso, manejar la transferencia en dirección a una construcción acer-
mantiene coherencia con lo que trabajó en el Seminario Las psicosis. En él, Lacan
ca de la posición del sujeto en el drama edípico, ante la fantasía fundamental y,
denuncia la diferencia existente entre neurosis y psicosis al afirmar que la defini-
evidentemente, ante aquello que causa deseo. Esa doble vertiente exige un cál-
ción de una estructura clínica se da, también, por el modo en que el sujeto arti-
culo, una dirección necesaria o una responsabilidad asumida por un psicoana-
cula su posición ante el juego de los significantes y determina también la particu-
lista en el momento en que él consiente que un candidato a análisis se acueste
laridad del manejo de la transferencia para cada estructura clínica. Así, podemos
en el diván. De ese modo, se entiende que el proceso de un análisis incide sobre
afirmar que la concepción topológica de real ofrecida desde el Seminario Aun, sir-
ese trayecto, que es responsabilidad de un analista indicar. Sin embargo, y por
ve para pensar aspectos relevantes, tales como la relación entre real y goce del ser
el hecho de que el recuerdo ocurre por la vía del paciente, es el paciente quien
como la compulsión a la repetición -presente en las tres estructuras clínicas- ,
va a avanzar en su análisis en el momento en que el trabajo arqueológico sobre
pero su modo de acceso está sí determinado por las particularidades de cada es-
sí mismo progresa. Punto delicado, que exige por parte de un analista una aten -
tructura clínica que marcó el cuerpo y sus consecuentes concepciones de manejo
ción redoblada para no interferir en las elaboraciones que el paciente realiza so-
de la transferencia, trabajadas desde el inicio de la enseñanza de Lacan.
bre su fantasía inconsciente. En ese sentido, un analista no interpreta una fan -
Por último, resta aún una pregunta: ¿el sinthome es interpretable? Así como
tasía inconsciente y sus consecuentes construcciones. El fundamento ético se
la metáfora delirante, el sinthome también es una construcción. Sin embargo,
sustenta en esa cuestión, ya que la delicadeza de ese manejo incide sobre la idea
antes de realizar esa articulación, vale retomar aquello que Freud elaboró al res-
de que es el propio paciente quien ha de encontrarse con sus marcas edípicas y,
pecto de la noción de construcciones en análisis, circunscripto, por lo tanto, a la
ante ellas, (re)posicionarse.
perspectiva de la clínica de las neurosis.
Para Freud (1938), el conflicto edípico deja de ser interpretado para ser re-
6. El texto Pegan a un niño sugiere tres etapas de la fantasía. El énfasis mayor está puesto sobre la
construido, respetando la materialidad psíquica de aquella singularidad, según segunda etapa, momento caracterizado por Freud como el más difícil de recordar, cuyo texto
lo que fue expuesto acerca de la noción de realidad psíquica - en este caso, la re- es: "¡Mi p:idrc me pega!':
Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis . .. 179
178 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

¿Y la idea de construcciones en la clínica de las psicosis? El propio Freud afir- salidas permitieron al acompañante terapéutico una aproximación mayor al su
mó que el delirio de Schreber también es una construcción en análisis. Ese as- frimiento de Joáo. Era notable cómo Joáo reproducía, en la situación específica
pecto destaca la idea de que la construcción de la metáfora delirante no es in- del acompañamiento en su comienzo, una condición bastante similar a la qm·
terpretable, en la medida en que la estructura psicótica, como fenómeno de len- Lacan describe en el primer tiempo del Edipo, en el que el otro es encapsulado
guaje, no se inscribe en la lógica discursiva regida por el registro de lo simbólico. por la transferencia simbiótica. No había, en esas salidas, ningún interés por las
Rabinovich (1993) formula una cuestión interesante sobre Schreber, ¿Sería personas que estaban a su alrededor. Al constatar esa condición, el acompafian ·
él, Schreber o la mujer de Dios, un nuevo nombre, tal como se afirma al respec- te terapéutico se dispuso a interrogar a Joáo acerca de sus temores. ¿Cómo tra-
to de Joyce, el sinthome? Ella afirma que sí y abre esa perspectiva de discusión tar la "asistitis"? Fue ahí que el acompañante terapéutico enriqueció su monta
mientras que se mantenga en mente el hecho de que tal imagen - la mujer de je institucional de tratamiento al instalar el dispositivo de tratamiento den omi -
Dios- asuma el estatuto de suplencia al Nombre-del-Padre, como un S1, al to- nado por Joáo como "psicoterapia': Ese trabajo de producción de escritura duró
mar esa significación como algo que representa al sujeto para otros significan- cerca de dos años. Después de ese periodo, Joáo se interesó solamente en rca li ·
tes, S2• Una vez más se nota la validez del modelo lingüístico de Lacan. zar los acompañamientos).
Dentro de ese contexto, hay algo que sobrepasa la lógica de la construcción Afirmamos que el acompañante terapéutico trae consigo una mirada en red,
en ambas clínicas -de la neurosis y la psicosis-, en la medida en que la cons- mirada que pretende construir, sostener y hacer circular la producción del p::i
trucción de la fantasía inconsciente, de la metáfora delirante o del sinthome no ciente por los dispositivos de tratamiento que componen el montaje institucional
es interpretable, a diferencia del síntoma en la clínica de la neurosis. de tratamiento. Se trata de construir bordes posibles para el retorno de lo real.
Sin embargo, existe una distinción que merece ser realizada ante la noción Desde ese prisma, el acompañante terapéutico contribuye para la función de hl
de equivocación entre las clínicas mencionadas. La equivocación en la clínica mirada en red, también como un ArTiculador de los profesionales que compo
psicoanalítica de las neurosis es el arma de la cual un analista dispone contra el nen la red de tratamiento. Construir una red de profesionales también const i
síntoma, dado que él se dirige al inconsciente del analizante, de allí proviene el tuye un proyecto terapéutico importante para el AT. En la singularidad de ese
manejo de la transferencia realizado por un psicoanalista, en función de signi- caso le fue posible al acompañante terapéutico operar con la escucha analítica,
ficantes que le son desconocidos, que se ubican al lado del analizante como su- al demandar de Joáo un trabajo de escritura.
jeto. En Joyce, no es posible afirmar que el otro es destinatario de sus equivoca- El ejemplo aquí trabajado posibilitó ofertar un nuevo dispositivo clínico a
ciones. De ese modo, el manejo que se hace ante la construcción del sinthome Joáo, lo que permitió incrementar la gama de dispositivos clínicos que lo asis-
condice con la lógica del poeta o del "artesano de palabras", en la justa medida en tían. Por un lado, fueron mantenidas las salidas y las circulaciones a través d'·
que se apoya en significantes conocidos por el sujeto. Por esa razón, la escritura los acompañamientos terapéuticos y, por el otro, se abrió un espacio de trabajo
de Joáo fue presentada respetando sus acentuaciones, su grafía, sus pausas . .. es para pensar los efectos sobre sí mismo frente a las salidas y las personas presen-
por eso que la escritura de Joyce "no es interpretable, solamente permite dedu- tes en su entorno. Joáo puede, a partir de un momento de la dirección de su tra
cir la función del padre que nombra como suplencia a la ausencia del Nombre- tamiento, embarcarse en un proceso.de escritura, de construcción de su sintho-
del-Padre" (RAVINOVICH, 1993, p. 187). me. Nótese que no se trató de una sustitución de un dispositivo por el otro, sino
de un incremento de: la oferta clínica. Concomitantemente al proceso de escri
tura de Joáo, fue posible sostener las salidas y promover la circulación. Su modo
* * * de estar juntos fue también modificándose, porque él se fue tornando me nos
El caso Joáo trajo especificidades importantes a ser consideradas. Su equipo aterrorizado y más seguro ante la oferta de lazo social.
El AT produjo efectos importantes, efectos de real para Joáo. El lector puede
de tratamiento estaba compuesto por el acompañante terapéutico, un psiquiatra
recordar la definición de encuentro, propuesta por Oury, en el momento en que
y por su curadora -persona responsable de administrar sus finanzas persona-
trabajamos la noción de colectivo en la institución. El encuentro, como siendo dd
les-. En términos de dispositivos de tratamiento, Joáo disponía solamente de
orden de la casualidad, puede tener efectos de real, de allí que pensemos a la ins
salidas con el acompañante terapéutico, salidas para paseos en San Pablo. Tales
180 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCJO CASTEJÓN HERMANN Una nueva indicación clínica para el tratamiento posible de las psicosis ... 181

titución como una red de lugares distintos. La circulación, la apuesta en propiciar qu'il y a dans cette tasse?" "Cest du café''. El artículo partitif de la segunda orn
una aproximación del sujeto psicótico con el lazo social permitió a Joao situarse ción es la palabra du, necesario en la gramática francesa para el acto lingülst 1
en la tensión entre el retorno de lo real y sus avances en la construcción del sintho- co de identificar la naturaleza de la sustancia en cuestión, en este caso, el cafc.
me. Joao ya no recurría a la vieja estrategia de reproducir la transferencia simbió- El problema que se encuentra en los siguientes interrogantes sobre el AT pue-
tica, bastante frecuente en el inicio de su tratamiento. A partir de los efectos que de ser precisado a partir del ejemplo del artículo partitif. Cuando se formula la
sus producciones de escritura produjeron sobre él, empezó a relacionarse de otro cuestión de si el AT asume una función analítica en esa clínica, lo que se busc'1
modo con los espacios de la ciudad. El proyecto terapéutico del AT, en ese mo- identificar es si las ofertas de lazo social producen algún tipo de efecto de real,
mento del caso, era promover ofertas de lazos sociales importantes para que Joao comparable al efecto de una intervención clínica, tal como Oury teorizó, por
experimentase, en acto, posibilidades de encuentro con efectos de real. ejemplo, en su paradigma institucional. De ese modo, fue de gran importan -
Acordamos, con Palombini (2004), en que la intervención clínica del acom- cia realizar una reflexión sobre lo que es propiamente analítico en la clínica psi-
pañamiento terapéutico incide sobre la dimensión del espacio y del tiempo. En coanalítica de las psicosis, para verificar la hipótesis de que el AT, en su especi-
la dimensión espacial de la ciudad, con sus flujos, es posible encontrar brechas ficidad, contribuye a la construcción del sinthome. Es lo que se verificará en el
de enlace del sujeto psicótico en espacios públicos, fuera de los límites territo- próximo capítulo.
riales de las instituciones de tratamiento, instituciones que pueden también es-
tancar el tiempo, regularlo. Pensamos que el sujeto psicótico, en su modo sin-
gular de relacionarse con el tiempo y el espacio, construye puntos de contacto
importantes para la inscripción de su singularidad en la ciudad. Son esas ofer-
tas de aproximación al lazo social lo que provoca efectos importantes en la sub-
jetividad del sujeto psicótico.
Así mismo, permanece una cuestión esencial: ¿cómo teorizar la transferencia
en la modalidad clínica del acompañamiento terapéutico? Esta cuestión mere-
ce un comentario aparte, dado que hay dos visiones distintas respecto a la fun-
ción del acompañante terapéutico. La primera de ellas se fundamenta en la idea
de que la clínica del AT se basa en un "hacer juntos''. Basta pensar en uno de los
sentidos posibles de la palabra acompañamiento, en este caso: "comer pan jun-
tos''. Así, para los defensores de esa visión, la clínica del AT se fundamentaría
exclusivamente en ese hacer juntos, como si su función clínica se justificara "en
esa acción entre 'amigos"'. ¿Será realmente válido reducir la clínica del AT a ese
"hacer juntos"?
Tomamos como ejemplo a la lengua francesa. Además de los artículos defi-
nidos e indefinidos, presentes también en el español, existe el artículo partitif.
Se emplea ante un nombre concreto o abstracto o sirve para indicar una canti-
dad indeterminada, una parte de un todo que no puede ser contabilizado. Vea-
mos un breve diálogo, a modo de ilustración. "¿Qué hay en este pocillo?" "Café''.
En la lengua española se afirma, por ejemplo, que el contenido de un pocillo está
compuesto por una sustancia líquida, oscura, con buen aroma, etc., denominada
café. En la lengua española, no existe un artículo propio para el diálogo propues-
to. Ahora, continuamos con ese mismo diálogo en la lengua francesa: "Qu'est-ce
CAPÍTULO 6

El sinthome y el acompañamiento
terapéutico

La cuestión de las variantes de la cura, por adelantarse aquí con el rasgo galan -
te de ser cura-tipo, nos incita a no conservar en ella más que un criterio, por ser
el único de que dispone el médico que orienta en ella a su paciente. Este criterio
rara vez enunciado por considerárselo tautológico lo escribimos: un psicoanáli-
sis, tipo o no, es la cura que se espera de un psicoanalista. (LACAN, 1955, p. 331).

La propuesta de este capítulo es problematizar el concepto de escena en el


AT, pues una aproximación a la idea de escena es condición previa para la reali-
zación de dos pasos subsecuentes: la teorización de los efectos del AT en pos de
la construcción del sinthome y las consecuencias pasibles de ser extraídas para
teorizar el manejo de transferencia en el AT con pacientes paranoicos.
Las discusiones clínicas del AT son atravesadas por el concepto de escena, ya
sea en aquello que define a su especificidad: una aproximación a las ofertas de
lazo social, o en supervisiones clínicas, en el manejo de la transferencia de un
acompañante terapéutico, en fin, no es posible prescindir de la idea. Sin embar-
go, es necesario problematizar el uso del concepto de escena en el AT con pa-
cientes psicóticos. ¿La escena en el AT es equivalente a la realización de lazo so-
cial? Claro que no. ¿Pero, entonces, qué se espera de esa acción? Crear circuns-
tancias o situaciones que aproximen al sujeto a una invitación por parte de la ciu -
dad, a una oferta de lazo social. Es más apropiado, por lo tanto, circunscribir el
uso de la palabra escena como el manejo específico de la transferencia en el AT
De esa primera proposición resultan otros dos puntos importantes. El prime-
ro de ellos consiste en verificar -y así, finalmente, se trabaja la hipótesis central
de este libro- la contribución de la función clínica del AT para la construcción
del sinthome, al ampliar las posibilidades de intervención clínica para el trata-
184 Acompañamiento terapéutico y psicosis J MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico Hb
miento posible de la paranoia, por existir la forclusión del Nombre-del-Padre, del encuentro con un sujeto en crisis, cuando las manifestaciones de la sexuali
pretende construir un sinthome como suplencia de aquello que ofrece susten- dad se encuentran en estado bruto, es común un acompañante terapéutico, aíl i
tación al amarre de los tres registros: lo real, lo simbólico y lo imaginario. La hi- gido por el retorno de lo reprimido que ese tipo de experiencias plantea, preso
pótesis que pretendemos examinar, en el presente capítulo, es que el AT contri- entre sus efectos y también por una expectativa de efectivizar su trabajo, termi -
buye a la construcción del sinthome. Una vez verificada esta hipótesis, preten- nar buscando en la propia realidad social un "concierto" de aquello que desen-
demos extraer algunas premisas acerca de la transferencia en el AT con pacien- cadenó la crisis, por la vía de la causalidad mecanicista.
tes paranoicos en la perspectiva de la teoría lacaniana. Es como si un acompañante terapéutico reprodujera aquello que Freud tanto
buscara en la teoría del trauma o de la seducción. Para extinguir la causa del sínto-
ma histérico, Freud hipnotizaba a sus pacientes, con el objetivo de encontrar una
6.1 La escena traumática, la Otra escena, el lazo social o ... ¿de qué escena traumática que generó un afecto desagradable. Ese afecto, como causa del
trata el concepto de escena en el AT? síntoma histérico, era rescatado a partir de la hipnosis, en el momento en que la
paciente intentaba recordar la escena traumática ocurrida en la realidad. Al re-
A lo largo de esta reflexión, presentamos algunos conceptos de escena, tales
memorar esa escena, un paciente rescataría el afecto desagradable y lo exteriori-
como la escena traumática, descripta por Freud en el momento pre-analítico; la
zaría, según aquello que Freud denominó como limpieza de chimeneas o catarsis.
Otra escena o la fantasía inconsciente, citada, inicialmente, a través de Freud, cuan-
Ahora bien, existe el riesgo de que un acompañante terapéutico siga ese ra-
do propone un giro en la dirección del tratamiento psicoanalítico de las neurosis;
ciocinio de Freud cuando empleaba la hipnosis. Se toma, por ejemplo, una si-
el lazo social, en el momento en que se presentó la noción de fenómeno de masa,
tuación hipotética en la que un acompañante terapéutico, junto con su paciente,
a partir de Freud. Falta ahora problematizar la noción de escena en el AT: ¿es po-
fuese en busca de un escenario y necesitase trasladarse por la ciudad para rea-
sible afirmar que el paranoico está en el lazo social? Cada concepto aquí citado
lizar entrevistas. Imaginemos que ese paciente hubiese sufrido una experiencia
será comentado, con el objetivo de aproximarnos a la cuestión central: una ca-
de desencadenamiento de un brote en un metro y, por eso mismo, sus posibili-
racterización posible del concepto de escena en el AT... ¿pero que escena es esa?
dades de desplazamiento por la ciudad se restringen a automóviles y ómnibus.
La escena traumática, el abandono de la hipnosis y el descubrimiento de la
¿Valdría la pena insistir en que se desplace en metro por la ciudad?
asociación libre también traen consecuencias importantes para problematizar
Algunos podrían argumenta que sería interesante, para el paciente, tomar el
la idea de circulación del paranoico en lo social.
metro, porque él aprendería con esa situación, al soportar esa experiencia sin
Conviene alertar a los acompañantes terapéuticos sobre el hecho de que, en
desencadenar un nuevo brote. Es como si fuese el retorno a una situación con-
sus tácticas, está descartado cualquier intento de interrogación sobre el delirio
creta, que en otro momento fuera insoportable para el paciente, pero que po-
por la vía de la causalidad 1• Ante el extrañamiento 2 causado por el impacto
dría ser reaprendida. Parece que no es de eso de lo que se trata en el AT, al me-
nos desde la perspectiva aquí presentada. No se trata de tomar la realidad como
1. Por ejemplo, una pregunta del tipo: "¿por qué tienes la manía de persecución?" Es una pregunta
poco efectiva y que, de cierto modo, reproduce la lógica de la causalidad mecanicista presente referencia para una acción educativa o pedagógica, como si fuese posible rees-
en el fundamento teórico de la hipnosis. tablecer el orden anteriormente perturbado.
2. Freud, en el texto Lo ominoso (1919), se interesa por trabajar los impactos de lo horroroso en Como ocurre en el caso clínico de Joáo. Se trata de una situación en la que
la subjetividad humana. Propuesta interesante y que va, de cierto modo, en una dirección poco él, un paranoico, se quejaba incesantemente de las personas que habitaban su
explorada por los tratados de estética, cuyos argumentos versan sobre los efectos de lo bello en
el hombre. A partir del análisis de un cuento de E. T. A. Hoffman, escritor romántico alemán,
entorno, al describirlas como perforantes, pues ellas le causaban pavor y deses-
denominado El hombre de la arena, Freud argumenta al respecto de los mecanismos psíquicos peración. Un acompañante terapéutico desprevenido podría suponer que fácil-
presentes en el momento en que alguien se encuentra con algo asombroso. Su hipótesis consiste mente resolvería ese obstáculo al proponer que su paciente habite otro espacio
en la idea de que el encuentro con lo bizarro, lo diferente, provoca fatiga, angustias, entre otros,
pues se trata de efectos de retorno de algo familiar, pero que fue reprimido. Por ejemplo, las acto psíquico de la constitución del narcisismo primario o estadio del espejo. De ese modo,
deformaciones corporales causan cierta extrañeza, dado que evocan algo fa miliar - las vivencias ciertos ti pos de encuentros con la diferencia movilizan en el sujeto actos de distanciamiento,
in fo nliles de la sexualidad en un cuerpo despedazado- , pero que t'unon sLJ perad as por el o al ll1 l' ll OS un "no qu erer saber de eso".
186 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCJO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 187

físico, otra región. Aquí se puede suponer un tipo de manejo al revés de lo que como un factor de la realidad que desencadenó su crisis. La situación de Joáo,
fue descripto en la situación hipotética anterior3, considerando que esa situa- su acogimiento en una cuadra de la ciudad de Sáo Paulo -la gente del bar y la
ción concreta, la de verse perseguido por aquellos que habitan su entorno, po- dueña de la pensión- pueden también ser considerados lugares sociales pasi -
dría ser comprendida como una escena traumática. La idea sería simplemente bles de lazos sociales, pero, bajo el punto de vista de Joáo, se trataba de ofertas
la de retirar al paciente de aquello que se supondría como algo traumático en sí. posibles de realización de lazo. Hay allí un hiato, o una perspectiva diferente,
Gracioso engaño ... un tratamiento, atravesado por la ética psicoanalítica, no es que será mejor analizada más adelante, en el momento en que problematice-
concebido de esa manera, pues la propia condición de la paranoia se encargará, mos la noción de escena en el AT.
rápidamente, de elegir otros objetos de la realidad como persecutorios. El trata- Pero, entonces, ¿cómo fundamentar la idea de lazo social? La caracteriza-
miento va por otra vía, por la perspectiva de interrogar al sujeto al respecto de ción de lazo social aquí propuesta exige, imperativamente, una articulación con
sus posibilidades de creación de estrategias para soportar las ofertas de lazo so- la idea de la Otra escena. De ese modo, Otra escena y lazo social se ligan a tra-
cial que lo rodean, Fue lo que sucedió en el caso Joáo, más precisamente en re- vés del concepto de identificación, la identificación al padre que inscribe al neu-
lación a su escritura y a la construcción de su sinthome. rótico en el registro de lo simbólico.
Dentro de ese contexto, no es el caso de tomar una escena de la realidad para Freud, en el texto Pegan a un niño (1919), reorientó la dirección de trata-
ser revivida, de modo tal de obtener con ello un aprendizaje originado en una miento psicoanalítico de las neurosis a partir del descubrimiento de la fanta-
reactualización de una escena que fue traumática y que volvería a ser soporta- sía inconsciente y la resultante construcción en análisis. Un análisis de neu-
ble para el sujeto. Tampoco es el caso de proponer una retirada de la "supuesta rótico consiste en rememorar la Otra escena, la escena inconsciente, o enton-
escena': como si ella, en sí, fuese la única responsable por el sufrimiento psíqui- ces, de acuerdo con Lacan, realizar la travesía del fantasma -dado que en esa
co, tal como Freud supuso en el momento pre-analítico de su obra. trayectoria, inclusive, se concretiza la separación del sujeto ante aquello que
Hablamos en escenas de lo cotidiano, tales como andar en el metro, o de las lo constituye y que también lo alienó-. Ahora bien, rememorar o construir
personas que frecuentan un bar de la ciudad de Sáo Paulo. Revivir la escena la Otra escena en análisis es una premisa teórica que sustenta el tratamien-
traumática o retirarlo de la escena traumática de lo cotidiano ... ¿sería posible to psicoanalítico de aquellos que atravesaron el drama edípico, de modo tal
formular la cuestión de esa manera? Hablar de escenas cotidianas que causa- de realizar un reconocimiento de la ley simbólica, o sea, neuróticos y perver-
rían la fuerza de un trauma es retomar los tiempos de Freud y la Señora P. - sos. Vale retomar el momento en que la fantasía inconsciente se constituyó en
sus imágenes de desnudez femenina y la sensación de presión sobre su órga- los tres tiempos del Edipo, en el cambio del primer tiempo al segundo tiem-
no genital, que sucedieron en un instituto de cura de aguas- hasta el descu- po, en el momento en que la madre desplaza su mirada para alguna otra cosa
brimiento de la escena traumática, en este caso, el intenso comercio erótico que no sea su hijo. La madre, al consentir responder al llamado del padre, ins-
que ella mantenía, a los 6 años, con su hermano. Aquí, Freud se apoyará en la tituye, en la estructuración de la subjetividad del niño, un lugar de hiancia. El
teoría de la seducción, que es posterior a la teoría del trauma, pues se incluye niño, ante el enigma de la madre, sustituye la incógnita que ese momento ló-
la idea de una estimulación sexual precoz, sin embargo, aun circunscripta por gico de estructuración de la subjetividad proporciona por su fantasía incons-
el bies exógeno de la escena traumática ocurrida en la realidad. Ya sea un pa- ciente -la Otra escena-, que asume el estatuto de sutura del enigma del de-
ciente que desencadenó un brote en el metro, o Joáo al sentirse perforado por seo de la madre. No es posible hablar de fantasía inconsciente en las psicosis\
la gente del bar... ¿Ellos están en la escena social? ¿La escena traumática sería
4. Este es un punto polémico. No hay un consenso entre psicoanalistas lacanianos ante la cuestión
una escena social? Tal vez fuese más correcto afirmar que la circunstancia del de la fantasía inconsciente en la paranoia. Optamos por tomar como referencia el concepto
metro, para los neuróticos, es un escenario pasible de realizaciones de escenas de fórmula de la metáfora paterna, el pasaje de la sustitución del significante DM (deseo de la
o lazos sociales, mientras que, para un paciente paranoico, puede ser tomado madre) por el significante NP (nombre-del-padre). Es en la neurosis y en la perversión que el
niño se encuentra con el enigma del deseo materno y constituye la fantasía inconsciente para
3. En la escena del metro, hay una idea de que revivir la escena desencadenante del brote suturar este mismo enigma. En el caso de la psicosis, optamos por sustentar la idea de que no
podría "(de)sensibilizar" al paciente ante las influencias que esa misma escena causaría en su hay fantasía inconsciente, justamente por no existir la incidencia del NP y, por consecuencia,
subjetividad. también por <·I h ~c h o de que el niño no se encuentra con un enigma del deseo del Otro.
El sinthome y el acompañamiento terapéutico 189
188 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

Hablar de inclusión del sujeto psicótico es incluir la forclusión. En ese con -


en la medida en que no existió la entrada de la función paterna en el segun-
texto, proponemos superar el binomio exclusión-reclusión por el binomio in -
do tiempo del Edipo.
clusión-forclusión. Por ello no normalizamos al psicótico, en el sentido de in -
Así como la constitución de la fantasía inconsciente, el lazo social también
tentar incluirlo en una norma fálica - dinero, trabajo, legitimación de aquello
está ligado al registro de lo simbólico. Freud, en Psicología de las masas y análi-
que la costumbre define como correcto, etc.- . Quinet aborda la cuestión de sa-
sis del yo (1921), dedica el célebre capítulo 7, denominado "La identificación': a
nar el furor includenti, al proponer allí un deslizamiento entre el furor curandi
describir el mecanismo de la identificación y de la elección de objeto, en la sali-
de Freud o el deseo de querer el bien del paciente, discutido por Lacan. En la
da edípica, a través de la dialéctica del ser y del tener, respectivamente. Ese tex-
psicosis, el Otro está excluido, dado que el sujeto lidia solamente con el otro, su
to, considerado como un importante texto social de Freud, avanza, en teoriza-
semejante, en una relación especular. Lacan -Seminario 3, Las psicosis, 1955-
ciones de gran importancia para la teoría de la identificación en el psicoanáli-
1956- va a afirmar que Schreber, en su crisis, se encuentra solamente con el
sis, con desdoblamientos fundamentales para la experiencia clínica. De cual-
otro imaginario. De ese modo, no se trata del Otro que penetra el lazo social en -
quier forma, Freud, cuya intención era describir cómo se da un fenómeno de
tre los semejantes, sino el Otro sin ley, sin la ley simbólica. Podemos afirmar, en
masas, terminó inaugurando una teoría sobre el lazo social, teoría que presume
consonancia con las palabras de Quinet, que la psicosis es el reverso del lazo so-
un atravesamiento del neurótico al registro de lo simbólico, a través, de la iden-
cial. Es el afuera que denuncia el hecho de que el neurótico está preso en el dis-
tificación simbólica, al lanzar al neurótico en el universo discursivo del lenguaje.
curso y el lazo social.
A modo de recordatorio, el fenómeno de masa, o lazo social, ocurre en la me-
Así, al remitir al concepto de escena en el AT, algunos problemas se sitúan
dida en que un rasgo del ideal del yo es capturado por una característica cual-
como punto de partida. ¿El AT con pacientes psicóticos se propone realizar es-
quiera del líder o de una idea en común, de manera tal de rotar el interés del in-
cenas en lo social? Frente a lo que fue expuesto anteriormente, la respuesta es
dividuo hacia ese objeto con un investimento de libido. El metro podría ser un
negativa, pues se trata de una imposibilidad estructural. Pero, entonces ¿qué
escenario propicio para el acontecimiento de lazos sociales. Sao Paulo, hora pico,
hace un acompañante terapéutico? Aquí vale recuperar un argumento de Sere-
una serie de personas amontonadas en un vagón. Todos cansados, cada cual re-
no (1996) y otro de Palombini (2004, 2007). El primero condice con la idea de
flexionando sobre sus problemas, amores, trabajos. Al salir del vagón del me-
que un acompañante terapéutico busca promover una acción en los espacios pú-
tro, se encuentran con un artista callejero vestido de payaso haciendo malaba-
blicos de la ciudad. La acción en primer lugar. .. Evidentemente, Sereno estaba
rismos con bolas fosforescentes y, encantados con ese regalo de la ciudad, hacen
preocupada en fundamentar la especificidad del AT en cuanto función cataliza-
un medio círculo alrededor del malabarista y comentan: "¡qué bueno!" o "¡me
dora de circulación del sujeto psicótico por los espacios públicos de la ciudad.
gustaría ser como él!", etc. En ese momento, se instituyeron lazos sociales. Pero,
Está claro que una salida por la ciudad no es idealizada en absoluto, al final, un
entonces, ¿qué sucedería con un paciente psicótico? ¿Qué estatuto asumiría el
proyecto terapéutico para el AT depende de una escucha analítica. El ejemplo
malabarista para él? Se trata de otro especular, un objeto con el cual el paranoi-
del metro, o un psiquiatra que sugiere al acompañante terapéutico ir con un pa-
co mantendría una relación narcisista y dual, fuera del lazo social. El paranoi-
ciente a una casa de masajes -sin realizar una escucha del delirio, sin saber, en
co establece un tipo de vínculo con el otro, su semejante, donde el Otro se tor-
este caso, si no fue justamente la proximidad con otro cuerpo lo que desenca-
na absoluto,"sin ley y quiere perjudicar al sujeto" (QUINET, 2006, p. 50). De ese
denó la crisis- son proyectos terapéuticos que no pueden ser aceptados de for-
modo, ¿cómo caracterizar al paranoico y, por que no, a los otros tipos clínicos
ma ingenua, sin considerar las condiciones subjetivas del paciente. Observada
de la estructura psicótica ante el lazo social? Para problematizar el concepto de
esta reserva, las palabras de Sereno encuentran ecos en las bases que sustentan
escena en el AT es necesario disponer de un argumento de Quinet (2006) al res-
la función clínica del AT: promover tentativas de lazo social.
pecto de la psicosis y sus intentos de lazo social.
¿Por qué? Porque, de acuerdo con Palombini (2004, 2007), la ciudad se pone de
Quinet se cuestiona al respecto de la inclusión del sujeto psicótico en la polis.
m anifiesto como un lugar privilegiado para establecer puntos de contacto entre su
¿Cómo respetar su modo singular de posicionarse frente al lazo social y, al mis-
funcionamiento neurótico, atravesado por la lógica fálica y capitalista, y la subje-
mo tiempo, no caer en las trampas del discurso capitalista? ¿Cómo responsabi -
tividad psicótica, pues es posible encontrar brechas para que ese encuentro acon -
lizar al sujeto psicótico por su inclusión sin adaptarlo a la lógica del mercado?
190 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 191

tezca. La ciudad se torna un lugar privilegiado para que el psicótico consiga, a su sente. El tercer tiempo -importante para pensar la contribución del pacicnll'
modo, realizar intentos de lazo social. Es posible justificar que una aproximación a a la construcción de su sinthome- condice con un intento de participar en 1111
las ofertas de lazo social asume, por sí misma, una función de tratamiento bastan- programa de calidad de vida de una institución pública. Ese periodo del AT r•·
te especial, porque la alteridad que se presenta en ese contexto ocurre sin las cons- presentó un giro en el proceso de tratamiento, considerando que el paciente se.:
tancias y los vicios pasibles de ser encontrados en una institución de tratamiento. reposicionó ante sus miedos, no en una posición de pasividad ante el otro, sino
De ese modo, es importante señalar que una acción en la ciudad asume una a través del enfrentamiento. Viene, entonces, el cuarto tiempo, el de la produc-
apariencia de escena o lazo social. Ahora bien, acompañante terapéutico y acom- ción escrita del paciente, que contribuyó para la construcción de su sinthoine y
pañado, en circunstancias tales como caminar por la ciudad, o tomar un refresco el intento de creación de una nueva posibilidad de habitar el mundo.
en un bar, o en la fila del cine, pueden sugerir un tipo de lazo social, al menos a Lourival fue derivado al AT por un psiquiatra de un CAPS, pues vivió m:.\s
los que no están al tanto de la teoría psicoanalítica de las psicosis. Sin embargo, de doce años en una institución psiquiátrica y hacía solamente pocas semanas
estar presente en los espacios públicos de la ciudad no es condición suficiente que estaba de vuelta en su casa. Fue un largo periodo de exclusión; la existencia
para la realización de una escena, aquí entendida como equivalente de lazo social. de Lourival se restringía a los olores de la institución cerrada, a las vivencias d"
Ocurre, por lo tanto, una acción donde se aprovechan las ofertas de lo so- electrochoque, a las relaciones atravesadas por prohibiciones institucionales, en
cial para los intentos de realización de lazo social. El concepto de escena en el fin, había poquísimas brechas de contacto con el mundo, como él mismo rela-
AT puede ser equiparado al manejo de la transferencia, dado que un acompa- tara. Las visitas familiares eran inconstantes y sus salidas dominicales de la ins-
ñante terapéutico aprovecha la transferencia erótica para invitar a un paciente a titución, para ir al centro de la ciudad del interior donde vivía internado, eran
aproximarse a las ofertas de lazo social. Al encontrarse con los objetos de la rea- siempre realizadas en grupo y con la marca de la institución -salía con el trans-
lidad, un acompañante terapéutico vacía su presencia en la transferencia con el porte del hospital psiquiátrico, además de estar siempre acompañado por prof<·-
paciente, de modo tal de posibilitar la realización de la transferencia del pacien- sionales vestidos de blanco-.
te con algún objeto de la realidad. La transferencia efectiva entre el paciente y El padre de Lourival, un señor altivo y vigoroso, convocó a una reunión para
algún objeto de la realidad puede contribuir a la construcción del sinthome. El acordar cómo se harían los acompañamientos. En esa primera ocasión, la pala-
caso Lourival ilustrará lo que estamos afirmando. bra fue dada a Lourival, lo que causó una mezcla de sorpresa y perplejidad, es-
pecialmente cuando afirmaba que no sabía cómo era vivir fuera de la institu-
ción psiquiátrica. Se quejó de su miedo a las cosas, de su falta de preparación.
6.2 Caso Lourival5 o el AT y su contribución a la construcción del Cuando el acompañante terapéutico le preguntó qué otra cosa había para tra-
sinthome tar, Lourival fue taxativo:
-No consigo comunicarme y quiero entrar de nuevo en la sociedad.
El presente relato tiene como objetivo describir el modo en que el AT contri- El paciente, en la primera reunión, formuló claramente su pedido de ayuda
buye para la construcción del sinthome de un paciente paranoico. Es una cons- al acompañante terapéutico. Comentó que no lograba salir de casa, ni siquiera
trucción lenta, gradual, cuyos caminos presentan obstáculos, desvíos, contra- para comprar cigarrillos en un bar ubicado al lado de su residencia.
tiempos ... El eje clínico de ese caso incide sobre cuatro momentos o tiempos: -Tengo miedo de comprar cigarrillos porque creo que van a robarme co n
El primero de ellos es la salida del paciente a un parque o visitas a un monu- el vuelto y no sabré reclamar.
mento municipal. El segundo tiempo es la manifestación al propio paciente de
que su equipo de tratamiento está constituido, articulado y apostando a los re-
cursos de él, teniendo en cuenta que un Ceceo -Centro de Convivencia y Coo- 6.2.1 El primer tiempo
perativa- fue incluido como una institución más donde el paciente comenzó a
circular, y allí una oferta privilegiada de convivencia o de lazo social se hizo pre- El primer movimiento del AT fue hacer salir a Lourival del apartamento. Des
pués de algun as conversaciones en casa, le fue propuesta una salida hasta el bar
5. Nombre ficticio.
192 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 193

de la esquina para tomar un refresco y comprar cigarrillos. Él continuaba afir- 6.2.2 El segundo tiempo
mando el miedo de pedir algo para tomar, de comprar cigarrillos, pues no sa-
bría comunicarse y tampoco verificar si el pago se haría sin ningún prejuicio. El segundo movimiento se caracteriza por la presentación de un equipo d•·
Esas circunstancias aparentemente se repetían. El acompañante terapéutico trabajo presente en el tratamiento de Lourival. Además del acompañante tera-
y Lourival iban al bar y pedían algo para beber y un cenicero. Se sentaban a la péutico, está su psiquiatra y su psicóloga, ambos presentes en el marco institu-
mesa y allí conversaban sobre lo que era la vida fuera de la institución y sobre la cional, hubo la necesidad de presentar, delante de su paciente, la existencia de un
(in)capacidad de Lourival de soportar esa nueva condición de vida: equipo de trabajo en el que circula la información sobre su tratamiento. Tal pro-
-Qué difícil que es vivir en Sao Paulo .. . cedimiento puede parecer paradojal si se considera que se trata de un paciente
El cálculo, por parte del acompañante terapéutico, era apagar gradualmen- paranoico y que, entonces, podríamos, como profesionales, "discutir el casd' en
te la propia presencia - su voz y su mirada- de ese primer intento de lazo que la ausencia de él. Sin embargo, lo que se verificó fue la pertinencia de ese proce-
el bar ofrecía. Lazo fugaz, es verdad, pero que ya imponía al paciente un movi- dimiento, pues pareció bastante importante para el paciente el reconocimiento
miento importante de soportar y enfrentar el miedo. Paulatinamente, y casi sin de que hay un buen entendimiento entre los profesionales del equipo y que to-
darse cuenta, Lourival daba todos los pasos para la realización de la acción de dos están implicados en una apuesta a los recursos de él.
comprar el refresco y pedir el cigarrillo. En esa reunión, también le fue presentada la perspectiva de circular en otra
Inicialmente, era el acompañante terapéutico quien tomaba la delantera, al expli- institución, un Ceceo localizado cerca del CAPS y también de su casa. Hubo una
car al empleado del bar lo que querían. En un segundo tiempo, Lourival yel acom- cierta resistencia de su parte, dado que él luego dijo que no sabía si iba a aguantar:
pañante terapéutico se posicionaban frente al vendedor y permanecían callados. -Puede ser demasiado para mí. ..
El acompañante terapéutico esperando una palabra de Lourival, y Lourival aguar- No obstante, con cierta dosis de insistencia por parte del equipo, fue posible
daba una iniciativa del acompañante terapéutico. Silencio. La incomodidad, lo ex- agendar un intento, una visita sin compromisos.
traño de la circunstancia, la mirada expectante del vendedor... esa atmósfera hizo Bueno, como era de esperarse, el acogimiento en el Ceceo ocurrió rápida-
que, finalmente, Lourival se arriesgara. Le pidió lo que quería, pero, a la hora de mente. Él solicitó al acompañante terapéutico que fuesen a visitar la institución,
pagar, solicitó al acompañante terapéutico que controlara el vuelto, si estaba bien. porque estaba interesado en percibirla mejor. Dos o tres visitas fueron suficien-
Un tercer tiempo fue el silencio del acompañante terapéutico en el momen- tes para que él sostuviese, solo, sus idas hasta el lugar. Participó de un proyecto
to en que el paciente controlaba el vuelto. Lourival intentó una palabra, una mi- de organización de la videoteca y se interesó por el taller de yoga. En la actuali-
rada, una confirmación o una garantía de que estaba todo correcto. En ese mo- dad, frecuenta la institución asiduamente ...
mento, tuvo que encontrarse con una distracción promovida como manejo de
la transferencia por parte del acompañante terapéutico. En la acción de contar
el vuelto, la mirada y la voz del otro -acompañante terapéutico- no se hacían 6.2.3 El tercer tiempo
más presentes, a pesar de que él aun estaba allí, delante del vendedor y al lado de
Lourival. Esa fue para él una situación difícil, pero posible de sostener. Después de siete u ocho meses desde el comienzo del tratamiento, ocurrió
Por último, la escena del bar, o la circunstancia de pedir un refresco y un ce- un episodio importante. Era Navidad y el acompañante terapéutico iba a reali-
nicero, prescindió de la presencia del acompañante terapéutico. En cuanto el pa- zar un viaje por vacaciones durante tres semanas. Lourival fue avisado con anti-
ciente solicitaba lo que quería, el acompañante terapéutico se sentaba a la mesa cipación y, poco a poco, fue volviéndose inseguro ante la perspectiva de quedar
y esperaba el refresco, el cenicero y a Lourival. Instalados a la mesa y durante las ese tiempo sin AT. A medida que se aproximaba el fin de año, Lourival más in-
conversaciones, el paciente comenzó a presentar cierta desenvoltura en el trato terrogaba sobre los detalles del viaje, el medio de transporte, si el acompañante
con el vendedor, al incluir otros pedidos, tales como un chocolate, o hasta veri- terapéutico tenía amigos en los lugares que visitaría, etc.
ficar cuál era el plato del día. Lourival dice que le gustaría almorzar allí alguna En el último acompañamiento del año, Lourival se presentó desestabilizado.
vez, para experimentar un sabor diferente al de su casa. Hablaba sobre hombres-bomba que salían de la televisión para molestarlo, así
El sinthome y el acompañamiento terapéutico 195
194 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

tico se despidió afirmando que lo que estaba siendo dicho allí era muy impor-
como de un hecho de suma gravedad que habría ocurrido en su casa: él asegu-
tante y que luego sería posible dar continuidad a esa conversación.
raba que alguien entraba en su residencia, pues no salía más agua caliente de la
El retorno a los acompañamientos al año siguiente se dio con poca referen -
ducha. Ese acompañamiento se desarrolló en su casa, él sudaba abundantemen-
cia a lo que había ocurrido. Lourival pasó el periodo de vacaciones del acompa-
te y decía que no quería que el acompañante terapéutico se ausentara. La prime-
ñante terapéutico sin ser internado, pero parecía un poco apático y sin brillo. Al
ra previsión a ser tomada fue la de verificar lo que ocurría con la ducha: había
preguntarle sobre cómo había pasado aquellas semanas, decía que estaba todo
sido desconectada porque hacía bastante calor. Al notar lo que había ocurrido,
bien, pero que también estaba aliviado con el retorno de los acompañamientos.
cierta calma se instaló, a pesar de que Lourival todavía se sentía perseguido por
Comenzó un nuevo año, con nuevas perspectivas, proyectos, visitas al Museo
los hombrecitos de la televisión, que conversaban con él. Lourival y el acompa-
de Arte de Sao Paulo, salidas en ómnibus a la Avenida Paulista. Estaban, Louri-
ñante terapéutico se despidieron para cerrar el último acompañamiento del año.
val y el acompañante terapéutico, retomando el trabajo, pero había una incomo-
Inmediatamente, el acompañante terapéutico entró en contacto6 con el psi-
didad: lo que ocurriera a fin de año no aparecía en las conversaciones. Una frase
quiatra y propuso un aumento de sesiones en la semana con la psicóloga, pues
quedó marcada .. . al respecto de las exigencias y expectativas de su padre sobre él.
ella permanecería trabajando normalmente. Durante los tres últimos días que
Tiempo después, el paciente pidió ir al hospital de Clínicas, pues tenía indi-
antecedieron a sus vacaciones, el acompañante terapéutico realizó contactos te-
cación de un programa que lo ayudaría a dejar de fumar. Lourival y el acompa-
lefónicos con Lourival y con su padre, avisándoles que el CAPS estaría en fun-
ñante terapéutico fueron en ómnibus hasta una Avenida y, caminando pararon
cionamiento y que la psicóloga intensificaría la frecuencia de las sesiones de
para verificar por dónde exactamente deberían seguir. Fue en ese momento que
Lourival, al menos en ese periodo. El psiquiatra aumentó la dosis de medica-
el acompañante terapéutico interrogó a Lourival sobre el deseo de dejar de fu-
ción antipsicótica. El padre se tranquilizó al ver que el equipo de tratamiento
mar, si aquella era una demanda de su padre o·si era algo que nacía de él. Louri-
estaba consciente del aumento de la producción delirante de su hijo. El pacien-
val fue categórico al afirmar que esa era una ·preocupación personal, pues esta-
te, a pesar de su miedo ante la ausencia del acompañante terapéutico, tendría
ba fumando demasiado y no conseguía recorrer trayectos de su día a día, cami-
alguna referencia durante ese periodo. Aquí, una vez más, se notó la pertinen-
nar por las subidas de su barrio. Pero lo que se puedo observar fue que la infor-
cia de la mirada en red.
mación de Lourival al respecto de tal programa resultó improcedente, porque
En un último contacto telefónico, Lourival, a pesar de haberse intensifica-
él era mantenido por un instituto que nada tenía que ver con el hospital. Así se
do su producción delirante, afirmaba con toda lucidez que su familia era muy
creó un obstáculo, luego solucionado: paciente y acompañante terapéutico ve-
loca. Decía:
rificaron si en el propio hospital habría algo parecido.
-¿Qué hago yo con esta familia? ¡Es muy loca!
De hecho, en el Instituto Central del Hospital de Clínicas existía un progra-
Por otro lado, el acompañante terapéutico confirmaba la importancia de lo que
ma de calidad de vida, que exigía a los interesados una participación en una con-
él decía en aquel momento y pedía al paciente que hablase más. Lourival exclamó:
ferencia informativa. Fue agenciada la inscripción del paciente y el acompañan-
-No sé qué hago con ellos, mi padre exige algo de mí que yo no logro ofre-
te terapéutico para asistir a la conferencia. En la fila de inscripción, Lou rival co-
cerle ...
menzó a sudar y a decir que no le gustaba aquel ambiente. El tiempo de espera
Después de algunos minutos más de conversación, el acompañante terapéu-
fue breve y luego salieron del hospital.
Pasados más o menos cuarenta y cinco días, fueron, Lourival y el acompa-
6. La reunión entre los técnicos participantes de la red de tratamiento de Lourival fue de gran
importancia para que esa misma red entrase en funcionamiento en el periodo mencionado de ñante terapéutico, a cumplir lo que sería el primer paso para participar del pro-
regresión del paciente. Si, por un lado, el acompañante terapéutico, que actuaba como soporte grama. En el automóvil, Lourival se mostró bastante aprehensivo. En verdad, la
de los bastones imaginarios del sujeto psicótico, se iba a ausentar en función de sus vacaciones, perspectiva de ir al hospital y de proponerse dejar de fumar ya venía causándo-
por el otro, habría una manutención de una asistencia al paciente, a través de Ja institución le recelos desde hacía algún tiempo. La duda sobre la demanda de parar de fu -
como parte integrante de su red de tratamiento, que se reveló absolutamente pertinente para
m ar resurgió. ¿De quién era ese pedido, de él o del padre? ¿Y el evento ocurri-
sostener al sujeto ante el abismo de la locura. Lourival se aproximó al precipicio, pero no se
sumergió en el abismo, o dicho de otro modo, le fue posible soportar ese tiempo sin entrar en do el fin de año anterior? ¿Cómo situarse ante aquella frase, la de que su fami -
crisis, aunque tuviera algunas alucinaciones.
196 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTE)ÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 197

lia estaba muy loca y que su padre exigía demasiado de él? El acompañante te- percibía la necesidad de hablar al respecto del sentido que aquellas vivencias te-
rapéutico sabía que ese pasaje del tratamiento se configuraba como un momen- nían para él. Lourival rescató una serie de puntos de su vida, con mucho coraje.
to importante, sin saber con certeza en lo que resultaría tal apuesta. Se percibía Otro punto de gran importancia fue el modo en que Lourival se percibía ante
una demanda de un Ideal del Otro absoluto o no barrado, sin embargo, pacien- las exigencias del padre. Él tocó ese punto con propiedad, reconociendo que es
te y acompañante terapéutico estaban protegidos por una estrategia de susten- difícil lidiar con esa situación. En ese momento, él dio muestras de cierta con-
tación de una proximidad especular. fusión, pues mezcló el amor al padre con una gran dosis de indiferencia por su
El acompañante terapéutico realizó el siguiente cálculo: posicionarse al lado progenitor -amar al padre y hacer todo lo que él dice. Comentaba que depen -
de Lourival como su semejante, como alguien que estaría interesado en partici- día del padre para vivir al hablar del miedo de que muriera, ya que se trataba de
par de la conferencia solamente para ver de que se trataba. En el automóvil, yen- un señor mayor de edad. El tema del padre es recurrente e incide siempre so-
do para el hospital, entablaron el siguiente diálogo: bre ese dilema. Interrogado sobre la posibilidad de cambiar su posición en rela-
ción al padre, Lourival no supo responder cómo sería posible realizar tal hazaña.
Lourival: ¿Y si no logro dejar de fumar? Pasado más o menos un mes de lo ocurrido, Lourival y el acompañante te -
Acompañante terapéutico: No hay ningún problema ... rapéutico se dirigían al Hospital de Clínicas, pues era el día de la primera con -
Lourival: ¿Y que hago con mi paquete de cigarrillos? sulta con el médico del programa de calidad de vida. En el automóvil, Lourival
Acompañante terapéutico: Guárdalo en el bolso. interrogó al acompañante terapéutico sobre la necesidad de dar continuidad al
Lourival: ¿Tienes tu paquete ahí? proyecto. Esa pregunta fue el detonante para decretar la falencia del plan. Las
Acompañante terapéutico: Lo tengo, sí, y no voy a tirarlo ... voy a quedar- idas anteriores propiciaban efectos importantísimos para el tratamiento, sin
me con él y a guardarlo en el bolso ... embargo, había allí una insistencia de Lourival al respecto de la dificultad de li-
diar con ese tema. Resonaban siempre los comentarios de Lourival sobre la lo-
Ellos asistieron a la confere~cia sobre el programa. Era una sala con varias cura familiar, la exigencia excesiva del padre, la función del cigarrillo como es-
personas, y las preguntas giraban alrededor de temas como tabaquismo, alimen- cudo o protección para sus miedos. Por eso el acompañante terapéutico pensó
tación, ejercicios físicos, sueño," entre otros. Lourival permaneció callado todo el que podría considerar los avisos de Lourival. En el automóvil, decidieron que
tiempo y, ya cerca del final, pidió irse. No era fácil para él estar allí. .. Fue agenda- no le darían continuidad al proyecto de calidad de vida y fueron a apreciar un
da para dentro de treinta días una consulta para Lourival y el acompañante tera- mirador de la ciudad.
péutico con un médico para una primera orientación. Se fueron y, en el trayecto, No obstante, hubo allí un movimiento importante, pues el acompañante te-
Lourival comentó que había sentido miedo del proyector de diapositivas. Interro- rapéutico tomó la palabra ante el padre de Lourival para decirle que las idas al
gado sobre ese miedo, se calló ... El acompañante terapéutico quedó atravesado Hospital de Clínicas estaban suspendidas. El padre fue bastante claro al afirmar
por dudas y temores. ¿Será que hubiera sido un cálculo equivocado de su parte? que el acompañante terapéutico tenía autonomía y condiciones de avalar lo que
En el encuentro siguiente, Lourival solicitó al acompañante terapéutico una era viable, necesario y productivo para el AT del hijo. De cierto modo, fue una
salida al parque, lugar que se caracterizaba, en ese tratamiento, como un territo- sorpresa el comentario del padre, pues él mismo consintió y sustentó un cor-
rio seguro. Durante el trayecto hasta el parque, él retomó la historia del miedo al te en sus demandas o exigencias sobre su hijo. Algo allí operó y produjo efec-
proyector de diapositivas. Describió con riqueza de detalles los procedimientos tos en Lourival.
de electrochoques de la institución cerrada donde pasara más de una década. Se Un tiempo después, en el bar de costumbre, Lourival y el acompañante tera·
acordó de las sensaciones corporales, de la aflicción en el momento en que per- péutico tenían el siguiente diálogo:
cibía que el procedimiento le sería aplicado; el adormecimiento en el momento
en que despertaba, después de los electrochoques ... en fin, surgieron una serie Lourival: Sabes, yo soy un estudiante.
de recuerdos muy dolorosos, pero importantísimos. El acompañante terapéuti- Acompañante terapéutico: No, hoy no eres un estudiante, ya fuiste un es-
co puntualizó el hecho de que todo aquello debe haber sido muy difícil, pero que tudiante.
198 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURICIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 199
Lourival: Pero tengo ganas de volver a estudiar. 6.3 El AT, la paranoia y su nudo de trébol. .. o el AT en su función
Acompañante terapéutico: Eso es muy bueno, ¿qué tienes ganas de hacer? específica para la construcción del sinthome
Lourival: Quería estudiar computación y también retomar inglés, pero ten-
go un problema, no logro leer un libro entero. Me quedo en una página y Los recortes clínicos extraídos del caso Lourival hacen confluir dos pun -
luego paso a la página siguiente y ya me olvidé de lo que había leído antes. tos fundamentales para el presente trabajo: confirmar la hipótesis de los efectos
Acompañante terapéutico: ¿Por qué no compras un cuaderno y entrenas analíticos del dispositivo del AT -al considerar que un tratamiento posible de
para ser un estudiante? Puedes leer y después escribir lo que entendis- la paranoia, atravesado por la teoría lacaniana, condice con aquello que un psi-
te en el cuaderno. coanalista puede sostener en términos de dirección de tratamiento. Eso posibi-
lita extraer algunas premisas importantes para la noción de transferencia en el
Al salir del bar, Lourival fue solo a una librería para comprar su cuaderno. AT. Sin embargo, antes de dar cabida a lo que fue propuesto, se hace necesario
El acompañante terapéutico, en contrapartida, reconoció el hecho de que el AT recorrer algunos aspectos específicos de la paranoia, más precisamente su rela-
producía una demanda legítima para el tratamiento del paciente, acatada y sos- ción con la teoría de los nudos borromeos.
tenida por él mismo; escribir en un cuaderno. Allí surgía un futuro promisorio El nudo de trébol, o el nudo de la paranoia, es considerado como un nudo
para el tratamiento.
donde los tres registros -lo real, lo simbólico y lo imaginario- confluyen en
una continuidad que marca una indiferenciación entre ellos.
6.2.4 El cuarto tiempo
En la medida en que un sujeto anuda los tres, lo imaginario, lo simbólico y lo
real, él es soportado apenas por la continuidad de ellos. Lo imaginario, lo sim-
En su cuarto, Lourival y el acompañante terapéutico estaban frente al cua- bólico y lo real son una única y misma consistencia, y en eso consiste la psicosis
derno bien bonito, pero sin una sola letra escrita. paranoica (LACAN, 1975-1976, p. 52).
Curiosamente, aquello que inicialmente era un pedido para convertirse en un Lacan afirma que el nudo de trébol, o el nudo de la paranoia, describe la con-
estudiante se transformó en una demanda de escritura al respecto de sí mismo, dición inicial del sujeto -excepto la de los autistas y la de los esquizofrénicos- ,
de sus cuestiones subjetivas, si bien el "ser un estudiante" también forma parte dado que hubo una identificación con el registro de lo simbólico a través de la
de la cuestión subjetiva, si se entiende que "ser un estudiante" es la legitimación identificación con el rasgo unario. Es el cuarto elemento del nudo, el Nombre-
de un intento bien singular de Lourival, propio de la dirección de su tratamien- del-Padre, ordena, organizar, discriminar los tres registros, al componer una to-
to, que incide sobre la perspectiva de su aproximación al lazo social. pología cuya figura compuesta por anillos ordenados o cuerdas, al representar
De todos modos, el blanco del cuaderno cedió lugar a una escritura sobre los tres registros de forma ordenada, se asemejarán a los anillos olímpicos. Sin
los efectos del AT en el tratamiento. El significante "miedo del proyector" retor- embargo, en el caso específico de la paranoia, por haber ocurrido la forclusión
nó y fue a través de él que el paciente se inclinó en un proyecto de escritura de del Nombre-del-Padre, por haber faltado el cuarto elemento del nudo que loor-
sí mismo. En determinado momento, Lourival se dirigió hacia el acompañante ganiza, los tres registros se encontrarán enmarañados, a no ser que haya una su -
terapéutico y le hizo un pedido:
plencia para la ausencia del Nombre-del-Padre, tal como por ejemplo, el sintho-
-¿Me ayudas a publicar estos escritos? me. De ese modo, es posible afirmar que la dirección del tratamiento en ese mo-
Era evidente que la conferencia sobre calidad de vida representó un giro en mento de la enseñanza de Lacan, en la clínica de la paranoia, consiste en orde-
el tratamiento de Lourival, giro percibido en el a posteriori. Asumiría un estatu- nar o discriminar los tres registros, que en un momento de crisis se configuran
to de contribución a la construcción del sinthome. No había más dudas en cuan- o se presentan en una única consistencia.
to a eso, a partir del momento en que Lourival exteriorizó el pedido de ayuda ¿Y cómo ocurre eso? ¿Cómo precisar la dirección del tratamiento en lapa-
para publicar sus escritos. Un deseo de volver pública una existencia, un deseo ranoia? Esta pregunta se desdobla en otras, tales como: ¿cuál es la función del
de hacerse inscribir en el lazo social.
Uno en la paranoia y su relación con el registro de lo imaginario? ¿De qué ma -
200 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 20 1

nera el ideal, en la paranoia, se articula con lo imaginario, de modo tal de resal- es lo real que transborda, él ex-siste, y al no entrar en la significación fálica y al
tar, inclusive, su viscosidad? ¿En qué medida el phatos del Uno promueve y atri- asumir una exterioridad al registro de lo simbólico, al mismo tiempo, insiste. El
buye sentido a todo y a todos los objetos de la realidad? Y la mirada ... ¿cómo sujeto, como respuesta a lo real del sexo y con ese encuentro traumático con el
precisar su función en la paranoia, como objeto a, presente en las manifestacio- sexo, conserva la representación a través del Uno, o S1 del trauma.
nes de esa patología? ¿En qué medida la primacía del sentido, en la paranoia, se
articula a lo real y posibilita la construcción del sinthome, como dirección para En el campo del goce el Uno sólo existe como significante de esa irrupción, de ese desborda-
el tratamiento posible de la paranoia? Las cuestiones mencionadas, específicas miento, significante del exceso, significante que no domina el goce (QUINET, 2006, p. 93 ).
para articular el tratamiento posible de la paranoia a la teoría de los nudos bo-
rromeos -como una suplencia posible a la forclusión del Nombre-del-Padre, En el caso específico de la paranoia, no se reprimió en S1, tal como ocurre en
servirán de eje para la argumentación teórica siguiente, apoyada, una vez más, la neurosis y tampoco se encuentra disperso, como de hecho la esquizofrenia
en la contribución de Quinet (2006). demuestra, sino que queda sometido a la operación de la retención, al fijar el su-
De ese modo, es necesario interrogarse acerca del estatuto del Uno en lapa- , jeto paranoico un goce traumático de lo real, intolerable. Es a partir del Uno, o
ranoia, ya sea en la teoría del significante y del lenguaje, como también en la teo- S , que el sujeto queda retenido y que también establece relaciones con los otros.
1
ría de lo real y del goce. En cuanto al primero, para comenzar, resaltamos el he- Como dice Quinet, the only one, lo que le confiere su rasgo de megalomanía. El
cho de que el significante, para el psicoanálisis, es pura diferencia, consideran- paranoico es único pues es la excepción a la regla, y también es el Uno de don-
do que nunca es lo mismo, ya sea en las repeticiones, como en su relación con de se origina la ley simbólica. El paranoico da consistencia al Uno "con su ser de
otro significante o cuando retorna de otro lugar. goce al proponerse a encararlo" (QUINET, 2006, p. 94).
Esto permite pensar en el sentido de la retención psíquica a través de Freud.
Es lo mismo y no es lo mismo; no es idéntico a sí mismo. La unidad en el campo del psi- Este autor desarrolló, en el comienzo de su obra, la idea de etiología de las psi-
coanálisis no tiene por función la unificación, y sí la distinción (QUINET, 2006, p. 91). coneurosis de defensa desde el incidente primario, esto es, el encuentro con el
sexo y el destino de la representación psíquica -el significante-. Hay en ese
Sin embargo, el Uno como unicidad fue generalizado por Lacan desde la dis- incidente primario un plus de placer que, al ser recordado, viene acompañado
cusión del rasgo unario, que conlleva una paradoja, en la medida en que ese ras- de una recriminación y de un consecuente displacer -como sustituto de lo que
go de distinción está en la base de toda identificación. Ahora bien, la ocurrencia en otro momento fuera placer-, fenómeno que permitió a Freud aproximar la
del fenómeno de masa se sustenta desde esa identificación, simbólica, lo que le neurosis obsesiva y la paranoia. En la neurosis obsesiva, recuerdo y recrimina-
permitió a Freud ( 1921) romper con la supuesta dicotomía existente en el deba- ción son reprimidas y originan el síntoma obsesivo: la escrupulosidad. En el caso
te de la época, al respecto de la separación entre psicología individual y psico- de la paranoia, existe también una connotación de goce, acompañada por una
logía social o de masas, al afirmar que, salvo raras excepciones, toda la psicolo- recriminación que el paranoico no considera -sin embargo, su retorno, en lo
gía individual es también psicología social. La afirmación de Freud conlleva la real, ocurre a través de voces-. "El paranoico no cree en la recriminación que
paradoja mencionada. El Uno de la unicidad tiene la función de reagrupar. Es acompaña el goce, y sí en la alucinaciones que escucha" (QUINET, 2006, p.98).
también el Uno de la ley, el S1• El paranoico, como ya fue visto, no solamente se La creencia o descreencia en la recriminación determinará la "elección'' del su -
inscribe en ese S1, sino también se apega a la consistencia de ese Uno, tal como jeto o designará, en conformidad con las palabras de Freud, el tipo de psiconeu-
será discutido más adelante. rosis de defensa. La paranoia es determinada por la descreencia en la recrimi -
¿Y el Uno en el campo del goce? El goce del ser-aquello que reanima la com- nación, lo que corresponde a la forclusión del Nombre-del-Padre. La recrimi -
pulsión a la repetición- es imposible de ser aprehendido en su totalidad, dado nación como Nombre-del-Padre, como sujetamiento del sujeto a lo simbólico,
que hay siempre algo que escapa. Freud, en el Proyecto (1895), ya denunció ese no se sometió a la creencia del sujeto, lo que impidió, inclusive, el vaciamiento
hecho al describir la primera experiencia de satisfacción como una experiencia de su goce. Se puede ver, en ese esquema freudiano, el significante del goce que
mítica, nunca más pasible de ser actualizada y que produce un resto. Ese resto desemboca en el significante traumático, o ST' y el significante de la ley o equi-
El sinthome y el acompañamiento terapéutico 20
202 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

La mirada en la paranoia también merece ser destacada.


valente al Nombre-del-Padre que es el SL" En el caso específico de la paranoia, el
significante de la ley es forcluído y el significante traumático es retenido. Éste úl- El paranoico es un ser visto, él es más visto de lo que ve (QUINET, 2006, p. 116).
timo, por no desprenderse en la cadena de significante, congela al sujeto en un
goce excesivo, movido normalmente por el displacer. De ese modo, el paranoico -acompañado o no por las voces alucinatorias-
En la paranoia, el SL forcluído de lo Simbólico retorna en lo Real del lado del se vuelve transparente ante el otro, o perforado, tal como afirmó Joáo -además
Otro, y así el sujeto interpreta lo que viene del Otro como señal de recrimina- de ubicarse en el centro de los intereses del mundo que lo rodea-. Una vez más,
ción, injuria y hostilidad, que transforma en persecución. El retorno del SL en lo Quinet se remite a Freud y a sus innumerables referencias en cuanto al delirio
Real recompone la cadena significante (5 1-S) vinculándose al ST que retiene al de observación, como una provocación clínica de la existencia del superyó. Voz
sujeto. De allí que el sujeto sea representado por un significante para otro signi- y mirada, objetos pulsionales, corresponden a la función superyoica de la vigi-
ficante (QUINET, 2006, p. 99). lancia y de la crítica y retornan en la realidad: el sujeto es, incesantemente, visto
The only one ... El paranoico es único, y su retención permite al sujeto, en fun - y comentado. La "mirada-superyó", o una "mirada sobre mí", asume materiali-
ción del 5 1, una entrada posible en los lazos sociales. Es el Uno de la referencia, dad o visibilidad, al punto de que el Otro mire al sujeto. La condición de la mi-
Uno que constituye la base de la interpretación delirante. Autorreferencia y re- rada en la paranoia se desdobla en el "empuje-a-la-fama: lo que hace del para-
torno de lo forcluído de lo real están articulados -o primero se refiere al suje- noico un ser que pretende tornar público aquello que le compete, apoyado en la
to y el segundo está relacionado con el Otro-, dado que la forclusión emite se- creencia de que todos se interesan por lo que le ocurre.
ñales del Otro para el sujeto, o entonces, según Freud, condice con aquello que La mirada, como objeto a plus-de-gozar, se encuentra en el centro del nudo
el paranoico proyecta en el otro. La autorreferencia o retención del significante de trébol, al condensar los tres registros, de modo tal de posibilitar recorrerlos
fija al paranoico en una identificación ideal y rígida. Se habla de un significan- en continuidad.
te ideal, ubicado por Lacan en el registro de lo imaginario, y que no posee nin-
guna mediación con otro significante, lo que desemboca, por consecuencia, en
una "imaginarización" de lo simbólico, de allí su consistencia imaginaria. Es po-
sible extraer de ese raciocinio una evidencia clínica de la paranoia: en función
de la consistencia imaginaria y del ideal que mantiene su unicidad, ella convo-
ca al sujeto a dar, constantemente, pruebas de sus certezas.
La cuestión del ideal en la paranoia permitió a Lacan afirmar que la para-
noia es un pegoteo imaginario 7, al ligar al Uno de lo imaginario de la paranoia
a la identificación especular del narcisismo primario, o yo ideal o estadio del es-
pejo. El estadio del espejo cierra una Gestalt de una imagen -en otro momen-
to despedazada-, al impedir la dispersión de la imagen y del cuerpo, así como
la imposibilidad del sujeto de percibirse individuo.
La pasión de ser Uno es el padecimiento del Uno del ideal: pathos del Uno.
El paranoico ama el Uno como a sí mismo y, entre las pasiones del ser, verifica- Nudo de trébol
mos el amor por el Uno, el odio por lo diferente -hetero- y la ignorancia de
la división subjetiva (QUINET, 2006, p. 104). El nudo de trébol denuncia la particularidad de la clínica de la paranoia, en
El pegoteo imaginario aprisiona al paranoico en una tendencia a atribuir sen- la medida en que el Uno del significante, como ideal, es al mismo tiempo ima-
tido a todo, así como a estar en el centro de las miradas. ginarizado como ideal y también como el Uno de lo real del goce, además de
ser el Uno de la ley simbólica. De ese modo, es posible abordar los tres registros
7. Quinet (2006) afirma que esa articulación de Lacan, presente en el Seminario RSI en la clase desde e]·fcnómeno de la paranoia al considerar lo real como el goce del trauma,
del 8 de abril de 1975, es su última definición acerca de la paranoia.
204 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 05

donde fija al sujeto como goce que retiene el sujeto y que lo representa para los mento, es verificar la relación entre imaginario y real -en el interior de esa con -
otros significantes -el S2- y lo imaginario, cuya consistencia del yo propicia tinuidad, en la medida en que la viscosidad imaginaria atribuye sentido a todo,
la idealización. ella puede tener consecuencias en el registro de lo real y, por consiguiente, mo-
Del mismo modo se habla también de la continuidad de los goces. vilizar algo del orden del sujeto y su construcción del sinthome. ¿De qué mane-
ra la aproximación al lazo social produce efectos de sujeto en el paranoico? No
es posible suponer que una buena cualidad de lazo social sea suficiente para la
estabilización del paranoico. La proximidad del sujeto psicótico con los objetos
de la realidad promueve efectos de real, percibidos a través del significante, que
auxilian en su estabilización.

* * *
Es posible problematizar el caso Lourival de acuerdo con los cuatro tiempos
Nudo de trébol (apud QUINET, 2006, p. 122) presentados en la dirección de tratamiento de ese caso, con el objetivo de con-
firmar la hipótesis de la contribución de esa función clínica en la construcción
Es en lo real del goce del Otro, que lo vigila por todos los lados, personas y del sinthome.
objetos, donde florece el delirio de observación. Es lo simbólico que retiene el Lourival no demandó del acompañante terapéutico un manejo de la transfe-
sujeto en un goce traumático, lo que permite atraer todas las miradas sobre sí y rencia, tal como ocurrió en el caso Emerson o en el caso Beto, donde había una
atribuir una significación. Es lo imaginario que ofrece consistencia a la mirada, dificultad inicial, dado que ambos, cada cual a su modo, estaban reticentes ante
cuya materialidad hace que la mirada aparezca en el campo de la realidad al mi- la instalación del dispositivo de tratamiento. Emerson, específicamente, porque el
rar al sujeto, al perforarlo, así como afirmara Joao. Los tres registros se presentan diagnóstico psicoanalítico de paranoia estaba configurado, no soportara la idea,
en continuidad, así como las modalidades de goce: el goce del Otro, el goce de en el comienzo del AT, de que alguien pudiese aproximarse a su apartamento. El
sentido y el goce fálico. Goce del Otro absoluto, no barrado, lo que promueve el delirio de persecución estaba bastante acentuado y fue pensada una estrategia
empuje-a-la-mujer convertirse en objeto de goce del Otro. El Otro que goza, al -entre acompañante terapéutico y psiquiatra- para que se asegurasen condi-
adquirir la consistencia imaginaria, atribuyendo sentido a todo lo que lo rodea. ciones mínimas de tratamiento. La transferencia, en el momento inicial, estaba
Y, por último, el goce fálico, disponible al paranoico, a costa del congelamien- puesta como otro perseguidor, odiado, hasta que se transformó en otro amado.
to del deseo. La plasticidad presente en la fantasía neurótica, que le permite una De la persecución a la erotomanía. ¿El lector recordará la invitación de Emer-
variedad de objetos sexuales, no aparece en el deseo del paranoico. Quinet des- son al acompañante terapéutico, expresado en una propuesta de casamiento?.
cribe el deseo en el paranoico como un cliché fotográfico, una imagen cristali- Lourival comenzó el tratamiento sin revelar la faceta aterrorizante de la trans-
zada, una mirada congelada en el retrato de su deseo. ferencia. De inmediato consintió en la presencia del acompañante terapéutico
en la transferencia y también le dijo lo siguiente:
El goce fálico es fijado por el objeto a mirada enmarcada por el imaginario (QUINET,
2006, p.122). - Tengo miedo de ir a comprar cigarrillos. Pueden robarme con el vuelto y no
sabré comunicarme, defenderme. ¿Me ayudas a entrar de nuevo en la sociedad?
Para finalizar, se retoma la condición específica del nudo de la paranoia -su
onsistencia, que aparece en la indiferenciación entre los tres registros y tam- Ahora bien, se estableció la transferencia, pues existían las condiciones pre-
bién entre las tres modalidades de goce-. El momento de crisis en la paranoia vias para iniciar una acción por la ciudad. El bar fue el punto de partida, sobre
acentúa la característica aquí descripta. La cuestión que se plantea, en este mo- todo la acción de comprar refrescos y pedir un cenicero -circunstancia inicial-
206 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
El sinthome y el acompañamiento terapéutico 207

mente protagonizada por el acompañante terapéutico, hasta el momento en que Vale recuperar la indicación clínica presente en el Seminario Aun, en cuan -
él pudo, por completo, retirarse de esa acción, al dejar solos a Lourival y el ven- to al superyó como imperativo del goce del ser, aquello que exactamente anima
dedor del bar como protagonistas de la acción.
la compulsión a la repetición. Ese aspecto merece ser puntualizado, pues el pa-
Aquí se revela un primer aspecto a ser analizado, en lo que se refiere a la es- ranoico erotiza la mirada y la voz como una manifestación del superyó que fue-
pecificidad del manejo de la transferencia en el AT con pacientes paranoicos, a ra forcluída. El significante de la ley retorna a través del otro de la realidad. En
la luz de la contribución de Quinet acerca del estatuto de los objetos mirada y esa perspectiva, toda y cualquier intervención superyoica fracasa, en la medi-
voz en la paranoia, así como a la luz de la indicación clínica de Pommier acerca da en que ella se distancia del discurso analítico, además de retomar la omni-
del lugar del analista en la transferencia, circunscripto a la clínica de la paranoia presencia del otro.
y también a la luz del argumento desarrollado por Lacan (1973-1974) en el Se- El manejo de la transferencia realizado por el acompañante terapéutico en
minario Aun, acerca del imperativo superyoico que anima a la compulsión a la la acción de comprar un refresco siguió estrictamente las orientaciones teóri-
repetición. Esos tres aspectos posibilitaron la formulación de una primera pre- cas mencionadas. El lector recordará el modo en que el acompañante terapéu-
misa acerca de la transferencia en el AT con la paranoia. tico manejó la transferencia en la concretización de la acción de comprar el re-
Vale retomar el argumento de Quinet (2006) acerca de la noción de la mirada fresco. Su presencia -marcada por el uso de la voz y de la mirada- fue, poco
y de la voz como objetos pulsionales que impulsan al paranoico a querer ser visto a poco, siendo vaciada gradualmente, a través del silencio y, posteriormente,
y ser hablado por el otro. En la relación especular con el otro, el paranoico se po- por su "distracción" calculada en el momento en que la mirada que verificaría
siciona en la posición de objeto de ese otro al esperar de él una mirada y una voz el vuelto no existió.
que confirmen su existencia. Ahora bien, vale recuperar, una vez más, el modo
en que Lacan describe el primer tiempo del Edipo, más precisamente la función En cuanto a la función clínica del acompañante terapéutico en la clínica de la
materna en su particularidad de inscribir en el cuerpo del bebé el significante, al paranoia, es posible formular la noción de vaciamiento de los objetos pulsiona-
mirar y nombrar aquello que ocurre en el cuerpo del otro. Es la madre que mira les -mirada y voz-, que en otro momento fueran necesarios para la concreti-
el cuerpo del bebé y codifica, a través del lenguaje, el sentido del llanto de ese zación de una acción, pero que, paso a paso, dejaran de manifestarse en esa cir-
mismo cuerpo. Un llanto de hambre no es el mismo que un llanto de cólicos. La . cunstancia, pues, Lourival fue convocado a asumir, gradualmente, su función
mirada y la voz, como objetos, asumen una posición destacada en el ejercicio de como protagonista de la acción ante el vendedor del bar. El cálculo fue preciso,
la función materna. El paranoico, por no haberse encontrado con el enigma del ya sea en la función del vaciamiento de la presencia del acompañante terapéuti-
deseo de la madre, por estar fijado en el primer tiempo del Edipo, se aprisiona y co en la acción, como también por el hecho de que la retirada de los objetos voz
reproduce ese modo de relación simbiótica, imaginaria y especular en la transfe- y mirada, en el ejemplo del refresco, fue soportable para Lourival, dado que la
rencia. El otro en la transferencia asume el estatuto de omnipresencia absoluta. acción se concretizó. Otro aspecto relevante fue el hecho de que el acompañan-
De allí el querer ser visto y ser mirado, bajo la mirada vigilante del superyó. Ser te terapéutico haya soportado la forma media torpe de Lourival al no interferir
visto y ser mirado por el otro, en función del significante de la ley, o SI, que fue con códigos de buenas maneras, ya que estaba alertado sobre el imperativo su-
forcluído y que retorna a través del otro. Ese punto será retomado a continuación. peryoico que anima a la compulsión a la repetición. Dicho de otro modo, inte-
Pommier (1997) describe el lugar que un analista ocupa en la transferencia resa al acompañante terapéutico que un paciente se arriesgue a realizar una ac-
en la clínica de la paranoia. Se trata de una paradoja, la de ocupar un lugar más ción, sin importar si él, el acompañante terapéutico, lo haría de manera diferen-
vacío en la relación imaginaria, o sea, (des)erotizar la palabra, para que los sig- te o no. ¿El lector recuerda lo dicho por Lourival sobre su incapacidad para ir a
nificantes puedan emerger en la transferencia. El analista pasa a ocupar el lugar comprar cigarrillos?
de otro no especular. Se habla de una paradoja, en la medida en que una presen- La compra del refresco describe el manejo de la transferencia en el AT, pues
cia en otro momento totalizante -como la madre en el primer tiempo del Edi- la paradoja de la presencia vacía8 posibilita el establecimiento de la transferen -
po-, para ocupar un lugar que favorezca el tratamiento analítico, exige ser va-
t iaqa para posibilitar el direccionamiento de los significantes al otro. 8. Es posible realizar un deslizamiento de la paradoja de la transferencia en la experiencia clínica
de l;1 pnrn no ll1 pora Ja función clínica del AT. En la primera, el vaciamiento de la presencia
El sinthome y el acompaüamiento terapéutico 209
208 Acompaüamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN
ya que la acción al Ceceo rápidamente prescindió de cualquier tipo de presencia
cia entre el paciente y los objetos presentes en la realidad. Lourival y el vende- del acompañante terapéutico -de una presencia a la ausencia-.
dor protagonizaron una acción en el momento en que se compró el refresco. El Sin embargo, el argumento anterior merece una reserva, en la medida en que
paciente se aproximó a una oferta de lazo social oriunda de un objeto de la rea- ese proyecto terapéutico -la ida de Lourival al Ceceo- contó con dos especifi -
lidad. Se puede afirmar que el manejo de la transferencia en el A1: en la acción cidades importantes. La primera de ella consiste en el hecho de que "esa liebre"
por la ciudad, va de una omnipresencia a un semblante de presencia. La para- fue levantada en una reunión de equipo -aquella en la cual se buscó presentar
doja de la transferencia en el AT reside en ese punto: la presencia del acompa- al paciente una buena articulación entre los técnicos que lo asistían- , de modo
ñante terapéutico conduce al paciente en dirección a las ofertas de lazo social, tal de que haya una apuesta colectiva a sus recursos y una indicación sosteni-
hasta el punto en que ese mismo paciente puede prescindir de la presencia del da por todos, y no solamente por el acompañante terapéutico. Es verdad que un
acompañante terapéutico para la concretización de una acción entre el pacien- acompañante terapéutico, alertado sobre los equipamientos que componen la
te y algún objeto. La presencia del acompañante terapéutico en la transferencia red de Salud Mental, así como de las especificidades de los dispositivos de tra-
exige un cálculo, desde su entrada hasta el modo en que se efectivizará su sali- tamiento, puede tener entre las manos elementos importantes para la dirección
da, para que una acción se concretice cuando el paciente prescinda de la presen- de un tratamiento. También es verdad que fue el acompañante terapéutico quien
cia del acompañante terapéutico. solicitó esa reunión de equipo, de presentación entre técnicos, entre técnicos y
Lourival, técnicos comprometidos y preocupados por el éxito clínico del caso ...
El segundo tiempo, o el segundo recorte, del caso Lourival incide sobre la Si no hubiese una preocupación en consolidar las condiciones necesarias para la
perspectiva de consolidar una articulación de su equipo de tratamiento, que mirada en red por parte del acompañante terapéutico, no le habría sido posible
inicialmente estaba compuesta por un psiquiatra, una psicóloga, ambos técni- a Lourival haber conquistado el Ceceo como territorio de circulación. Otra es-
cos de un CAPS, y el acompañante terapéutico, desvinculado de ese equipo, de pecificidad importante es la propia naturaleza del Ceceo, institución concebida
modo tal de presentar a Lourival la existencia de un funcionamiento de la mira- para promover el encuentro entre lo heterogéneo. La mirada en red y la concep-
da en red como un procedimiento ético de suma importancia para su tratamien- ción de montaje institucional del Ceceo permitieron un segundo deslizamien-
to, así como el alargamiento de ese mismo equipo con la inclusión de un Cec- to en cuanto a la calidad de la presencia del acompañante terapéutico -de una
eo. El presente análisis de detendrá solamente en un aspecto: el sostenimiento, presencia totalizante a una ausencia construida a partir de aquello que en otro
por parte del acompañante terapéutico, de que Lourival se beneficiaría en cir- momento fuera una presencia-.
cular por el Ceceo. El tercer tiempo condice con la función clínica del AT, función que conlleva
Ese punto es breve. La transferencia de Lourival con el acompañante tera- efectos analíticos o que contribuye a la construcción del sinthome. El punto de
péutico permitió ese proyecto, que se inició con algunas pocas idas de ambos al análisis reside en el momento en que el propio paciente propuso una salida al
territorio institucional y que después perduró sin la presencia del acompañan- Hospital de Clínicas, con el objetivo de participar de un programa que lo auxi-
te terapéutico. La circunstancia del bar y la compra del refresco permitió des- liase para dejar de fumar. Esa propuesta, inicialmente sugerida por Lourival, fue
cribir la transferencia en el AT a partir de la paradoja del semblante de presen- acatada por el acompañante terapéutico con cierto recelo. Lourival afirmó que
cia o de la presencia opaca, silenciosa y distraída. La ida al Ceceo, inicialmente, se trataba, de hecho, de una voluntad suya, pero, desde el comienzo, una duda
se dio junto con el acompañante terapéutico, pero, poco tiempo después, Louri- se le presentó al acompañante terapéutico, dado que el padre de Lourival ya ha-
val empezó a ir solo ... En ese caso específico, su acción en el Ceceo prescindió bía hablado al respecto.
de la presencia del acompañante terapéutico por completo. La situación del bar -Él fuma demasiado, tiene que fumar menos ...
permitió el deslizamiento entre una presencia totalizante y una presencia opaca, ¿Será que en él no estaba, en alguna medida, ligado lo que el padre decía y
demandaba? Aquí es interesante recuperar el argumento expuesto por Quinet
de un analista, en la transferencia, permite el direccionamiento de los significantes del sujeto (2006) acerca del ideal. Si, por un lado, está el ideal del Otro no barrado encar-
al analista. En la segunda, el vaciamiento de a presencia del acompañante terapéutico o el nado en la palabra del padre, por el otro, Lourival parecía tomar para sí la res-
semblante de presencia, así como el apagamiento de la voz y de la mirada, permite dirigir al
'sujeto psicótico a las ofertas de lazo social.
210 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompaüamiento terapéutico 211

ponsabilidad de cuidar del propio cuerpo, de la propia imagen, al final él afirmó ciente a cielo abierto. Es en ese sentido, inclusive, que un paranoico puebla los
que no lograba hacer las subidas del barrio. El ideal, en la paranoia, liga el Uno objetos de la realidad concreta con sus creaciones inconscientes, capaces, inclu-
de lo imaginario al estadio del espejo y propicia la viscosidad de lo imaginario. sive, de perturbar el propio orden social. No es el caso de Lourival, pues él pare-
La insistencia en el proyecto de calidad de vida, a pesar de la duda planteada, se ce vivir sus creaciones inconscientes de forma bastante silenciosa.
fundamentó en la cuestión de construir un ego como una suplencia posible a la Hablábamos anteriormente de la viscosidad de lo imaginario. El paranoico es
forclusión del Nombre-del-Padre. una plétora de sentido ... Por: ser el número Uno, the only one, él atribuye sen-
De todos modos, la primera visita al instituto Central del Hospital de Clíni- tido a todo y a todos los que lo rodean. El pegoteo imaginario ofrece consisten-
cas transcurrió sin grandes percances. Lo que merece ser destacado es la segun- cia al Uno del paranoico. Tener miedo del proyector de diapositivas, teniendo
da visita, que causó efectos importantísimos en el tratamiento. La salida en au- en cuenta lo que acaba de ser dicho, confirma esa misma fundamentación teó-
tomóvil al instituto, el diálogo que se entabló entre el acompañante terapéuti- rica. El proyector de diapositivas estaba allí, en aquella posición, capaz de cau-
co y el paciente, el cálculo en el manejo de la transferencia ... Lourival afirmó la sarle temor en función del pegote imaginario. Por otro lado, comentamos tam-
imposibilidad de desprenderse del cigarrillo, no sabía qué hacer con el paque- bién la característica del retorno de lo real, que fuera forcluído por no haber en-
te, decía que no iba a aguantar. El acompañante terapéutico, a su turno, realizó trado en el sistema de simbolización. Lo real retorna, ex-insiste y produce efec-
una intervención que permitió dar algún contorno a Lourival -una interven- tos. El proyector de diapositivas capturó el imaginario de Lourival en esa acción
ción especular- que le ofreció algún soporte: y, al mismo tiempo, promovió efectos de real en su subjetividad. Real e imagina-
-Mira, yo tampoco voy a tirar mi paquete ahora. Vamos a conocer, a asistir rio caminan juntos ... ¿Cómo? ¿Cuál es la relación entre real e imaginario? ¿De
a una conferencia ... No estamos obligados a parar de fumar. qué manera la viscosidad de lo imaginario captura al sujeto frente a los objetos
Lourival soportó casi todo la conferencia informativa sobre calidad de vida, de la realidad? En contrapartida, ¿cuáles son los efectos de real devenidos de los
pero, casi al final, pidió irse. En el automóvil, camino a su casa, él afirmó: objetos de la realidad sobre el sujeto? 10
-Tuve miedo del proyector de diapositivas. Lacan (1975-1976), en el Seminario El sinthome, aproxima el registro de lo
Permaneció el resto del trayecto en silencio. real al registro de lo imaginario, este como soporte de la consistencia del nudo
"Tuve miedo del proyector de diapositivas''. Esta fue su única frase sobre la de trébol. El registro de lo real por ex-sistir a lo imaginario y a lo simbólico, en-
conferencia informativa del programa de calidad de vida del Hospital de Clíni- cuentra en esos dos registros su retención.
cas. En el momento anterior, en el automóvil, acompañante terapéutico y Louri-
val actualizaron una transferencia especular o simbiótica. Ya en el auditorio del "Es en tanto que ex-siste a lo Real que lo Imaginario encuentra también el choque que
hospital estaban juntos, ante una oferta de lazo social, sostenida por un grupo aquí se siente mejor" (LACAN, 1975-1976, p. 49).
de profesionales y otros interesados en el programa mencionado. Lourival era
uno más entre tantos que se disponían a participar de un servicio gratuito. La Por cuenta de la continuidad del nudo, de lo enmarañado de los tres regis-
acción de asistir a una conferencia resultó en efectos de real, percibidos en la fra- tros, es posible establecer esa estrecha relación entre real e imaginario. La ex-sis-
se dicha por Lourival. tencia de lo real es retenida, barrada, contorneada por la viscosidad imaginaria.
La clínica de la paranoia prioriza aquello que es de lo real y que fuera forcluí- En otro momento del mismo seminario, Lacan propone un neologismo en-
do, cuyo retorno deviene de los objetos de la realidad 9 • Lacan ya nos alertó so-
bre este hecho, esta evidencia clínica, en el Seminario Las psicosis, en el momen- 10. El sujeto como el cuarto elemento del nudo, en ese momento de la enseüanza de Lacan, se
to en que problematizó el ejemplo de la madre, la hija y la palabra marrana. La encuentra en el S 1, y ya no en el S2, tal como lo era en la perspectiva de tratamiento de la
construcción de la metáfora delirante. Lacan, al dar continuidad a su argumento, se interroga
condición propia del inconsciente en la paranoia es descripta como un incons- acerca del modo de abordar al sujeto -desde la noción del nudo de trébol- al punto, inclusive,
de distinguir la personalidad del sinthome. De allí que su resistencia en publicar, nuevamente, su
9. Es interesante destacar que el presente razonamiento se fundamente en la superación de la Tesis de Doctorado sobre la paranoia y sus relaciones con la personalidad, pues en ese momento
dicotomía interno-externo, presente en el pensamiento de Freud, pero superada por Lacan él afirma que no es posible establecer relaciones entre personalidad y paranoia, dado que no
desde la figura topológica de la banda de Moebius, trabajada anteriormente. son la misma cosa. El sujeto es el cuarto elemento del nudo borromeo, él lo ordena.
212 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico u
tre las palabras cadena y nudo, cade-nudo 11 • La cadena se presenta tal como los La frase "tuve mucho miedo del proyector de diapositivas", sostenida en el
anillos olímpicos, donde se presume la no indiferenciación de los tres registros. significante miedo ligado al objeto proyector de diapositivas, asume el estatu
El nudo de trébol, por su parte, mantiene los registros en continuidad. En ese to de S1 propio del sujeto, al recomponer la cadena de significantes (S 1-S 2 ), ade -
pasaje del seminario, Lacan evoca la descripción de la cadena al conjugar los tres más de desembocar, en el a posteriori, en un efecto importante, descripto en la
registros para, a continuación, afirmar la importancia de lo real. discusión de ese caso como el cuarto tiempo -el pedido de escritura y el "ser
estudiante''. Los efectos de real en el AT y su contribución a la construcción del
Lo que es importante, es lo Real. Después de haber hablado mucho tiempo de lo Sim- sinthome fue percibido en el apres coup, después del golpe ... de lo real. Final -
bólico y de lo Imaginario, he sido llevado a preguntarme lo que podía ser, en esta con-
junción (LA CAN, 1975-1976, p. 103).
mente, y desde lo que fue expuesto hasta aquí, es posible afirmar que una acción
del paranoico en lo social -o un proyecto terapéutico en el AT- permite efec-
tos de real favorables a la construcción del sinthome.
Los efectos de real, percibidos en el significante, favorecen la articulación de los
Después de la circunstancia del proyector de diapositivas, se verificó un in -
registros -o entonces reorganiza el nudo de trébol en la forma de los anillos olím-
terés de Lourival en dirección al lazo social, además de aventurarse a recons-
pico, en cadena- mientras que el significante asuma estatuto de S , de articulador.
1 truir su propia historia. En cuanto a lo último, en el parque, le fue posible re-
También es posible abordar los efectos de real sobre el sujeto a partir del ar-
cuperar momentos vividos en su internación de doce años, el electrochoque, el
gumento expuesto por Quinet (2006) acerca de los destinos distintos entre el
adormecimiento por las sustancias allí ingeridas, una interna de la institución
significante de la ley y el significante del trauma, SL y ST respectivamente. El sig-
de quien él gustaba, el padre, entre otros. Lourival dejó la reflexión de lado y
nificante de la ley, forcluído, retorna desde la realidad a través de lo real, al lado
pasó a poner en palabras algo muy particular, doloroso, pero que le permitió
del Otro -no barrado o absoluto-, y desemboca en una señal de hostilidad y
una aproximación a aquello que aparentemente le era imposible de abordar...
persecución. El retorno de ese significante, o SL, en lo real recompone la cadena
ya en el viejo y conocido bar, aconteció el diálogo acerca de querer ser un estu-
significante al vincularse al Uno del significante traumático, o S • Esa retención,
1 diante, referencia inédita en el tratamiento, dando a ver a alguien que no era el
según lo que ya fue expuesto, permite al sujeto paranoico ubicarse en el lazo so-
loco, el interno, el usuario de una institución de tratamiento, sino un estudian-
cial, pues el Uno de la referencia condice con el S1, el significante donde se ubi-
ca el sujeto del inconsciente o el sinthome 12 • te, alguien que legítimamente ocupa un lugar en el lazo social. Ser estudiante,
leer libros y tener un cuaderno para escribir.
11. O Chainoeud, en francés. Y allí reside el cuarto tiempo del recorte presentado: el movimiento de es-
12. Sinthome y personalidad no son equivalentes, ya sea en la paranoia como en la neurosis. Para critura sobre sí mismo y el pedido de publicación. El interés aquí reside en la
Lacan, el neurótico dispone de su sinthome, y no de su personalidad, para suturar la falla de perspectiva de apuntar otra evidencia clínica que corrobora la hipótesis de que
lo real. El sinthome no condice con la personalidad, pero sí con el inconsciente. " [... ] hay un Lourival se orientó hacia la construcción de su sinthome después de haber ido
término que se relaciona con él más especialmente, que respecto de lo que es del sinthome
a la conferencia en el Hospital de Clínicas. No es el caso de recuperar elemen -
tiene una relación privilegiada, es el inconsciente" (LACAN, 1975-76, p. 53). Más adelante,
Lacan complementa y avanza al articular sinthome e inconsciente, al establecer un paralelo tos teóricos trabajados en el capítulo anterior, sino apenas destacar el hecho de
entre imaginario y real "es en tanto que el sinthome se vuelve a ligar al inconsciente y que que el movimiento realizado por el paciente -su interés en tener un cuaderno,
lo Imaginario se liga a lo Real que tenemos que ver con algo de lo que surge el sinthome" escribir sobre sí mismo y publicar- fue disparado por una intervención ocu-
(LACAN, 1975-76, p. 53). Al avanzar en su seminario, Lacan ofrece otra cuestión"[ ... ] se trata rrida en el AT. El AT contribuyó a la construcción del sinthome de Lourival, lo
de situar lo que tiene que ver con lo Real, con lo real del inconsciente, si es que el inconsciente
que confiere a su función clínica un estatuto psicoanalítico.
es real ¿Cómo saber si el inconsciente es real o imaginario? Esa es precisamente la cuestión. El
participa de un equívoco entre los dos:' (LACAN, 1975-76, p. 98). Si se pregunta acerca de la del sentido. "Pero la orientación no es un sentido, puesto que ella excluye el único hecho de la
intervención analítica, de aquello que toca lo real, su orientación -el pas-de-sens- tal como copulación de lo Simbólico y de lo Imaginario, en lo cual consiste el sentido. La orientación
Lacan lo trabaja en el Seminario 23, condice con la doble acepción que la homofonía de esa de lo Real, en mi temario, el mío, forcluye el sentidó' (LACAN, 1975-1976, p. 117). De ese
expresión que sugiere el idioma francés. El paso-de-sentido y la negación del sentido. Una modo, la intervención analítica se orienta o aspira a quebrar el nuevo imaginario que instaura
intervención analítica -en ese momento de la enseñanza de Lacan, momento en el que se un nuevo sentido. Por lo tanto, podemos pensar el estatuto de la intervención analítica como
inclina por el hueso de lo real- se orienta no por la primacía del sentido, sino por la forclusión un cortocircuito que atraviesa el sentido.
214 Acompaúamiento terapéutico y psic~sis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompaúamiento terapéutico 215

Quinet (2006) comentó que el empuje-a-la-fama del paranoico quiere tor- El instante de mirar, el tiempo de comprender y el momento de concluir. ..
nar público aquello que le concierne. El acompañante terapéutico no dijo nada Tres tiempos para el corte de una sesión analítica o tres tiempos para finalizar
a Lourival acerca de la viabilidad de publicar o no sus escritos. Sin embargo, su este proceso de investigación sobre la función clínica del AT y la teoría psicoa-
empuje-a-la-fama le sirvió y aun le sirve como un artificio para motivarse a es- nalítica. Momento de concluir lo que fue posible sistematizar en ese recorrido,
cribir, aun, sobre sí mismo, inclinado hacia la perspectiva poética de disponer el cierre ... Sin embargo, paradójicamente, es también un momento de apertura
de sus significantes para construir su sinthome. hacia las cuestiones que aun permanecen abiertas.

6.4 Consideraciones preliminares sobre la transferencia en el AT con El instante de mirar


paciente paranoicos ... o los tiempos del sujeto en el AT
El inicio de mi recorrido como acompañante terapéutico fue marcado por
Los recortes clínicos de Emerson, Joao y Lourival permitieron extraer algu- un extrañamiento ante los discursos predominantes en la época sobre su fun-
nas consideraciones importantes para pensar los tiempos del sujeto paranoico ción clínica. La pluralidad de los saberes presentes en el debate acerca de la re-
en la dirección del tratamiento posible en el AT. forma psiquiátrica -el discurso psicoanalítico; el discurso de la ciencia, donde
Del odio al otro a la construcción del sinthome. Ese recorrido incide sobre también se encuentra el discurso médico; el discurso jurídico; las prácticas asis-
dos tiempos en la dirección del tratamiento, que pueden ser descriptos se la si- tencialistas; entre otros, atravesaban a aquellos que se aventuraban a definir lo
guiente manera: que sería propio de la función del AT. Y todavía restaba una cuestión: AT y psi-
1º tiempo: de otro aterrorizan te, cuya dirección de tratamiento se sostiene coanálisis, ¿sería esa una intersección viable?
en el pasaje del odio a la erotomanía, o entonces .... De una ausencia necesaria
a una presencia totalizante.
2° tiempo: de otro totalizante al sinthome, cuya dirección de tratamiento se El tiempo de comprender
apoya en el vaciamiento de la presencia totalizante, para que el sujeto se incline
hacia los objetos de la realidad, de donde lo real retorna y produce efectos para El instante de mirar fue el tiempo previo para la decisión de lanzarme en esta
la construcción del sinthome. investigación. Los embates con la clínica del AT y la superación de algunos de sus
La transferencia en la paranoia consiste ... en una relación narcisista y espe- obstáculos caminaban, paso a paso, con mis estudios sobre la teoría de Freud y
cular. La consistencia imaginaria encapsula al otro, no hay entrada posible de Lacan al respecto del tratamiento posible de las psicosis. Ya era tiempo de atra-
un tercero para romper la simbiosis. De esa condición, resulta la siguiente para- vesar los momentos de elaboración de la teoría psicoanalítica para fundamen -
doja: la clínica del AT con pacientes paranoicos se sostiene en una presencia va- tar la función clínica del AT en su especificidad.
ciada, no en la perspectiva de un direccionamiento de significantes del sujeto al La primera indicacion clínica de Lacan para el tratamiento posible de las psi-
analista, pero sí en la perspectiva de un direccionamiento del sujeto -su mira- cosis, conocida como la teoría psicoanalítica del lenguaje y ubicada en la década
da y su voz- a los objetos que pueblan la realidad social. de 1950, me permitió teorizar, a través de la idea de construcción de la metáfo-
ra delirante, dos puntos que fueron privilegiados en ese recorrido de investiga-
ción: la instalación del dispositivo de tratamiento y la mirada en red.
Consideraciones finales o ... Vamos a la instalación del dispositivo de tratamiento en la paranoia. En cier-
tos casos, la construcción del dispositivo de tratamiento en la paranoia es gra-
AT y psicoanálisis: ¿una intersección? dual, pues el sujeto se encuentra en la vertiente del odio -cuando el otro es al-
AT y el tratamiento posible de la paranoia guien aterrorizante, cuando él atribuye al otro un carácter de perseguidor-, lo
que presupone un tiempo anterior del sujeto en cuanto a la transferencia cali-
216 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1 MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 217

ficada por Freud como erótica - la erotomanía- pertinente para que el sujeto el momento en que me ausenté por vacaciones, se pudo movilizar ante un ries-
psicótico se ponga en tratamiento, mientras que un clínico sostenga la paradoja go de una nueva crisis. Lourival soportó ese periodo. Por lo tanto, afirmo que la
de la transferencia -una presencia vaciada- , pues así se torna viable el direc- mirada en red acompaña los tiempos del sujeto en la dirección de tratamiento
cionamiento de los significantes del sujeto al otro. en el AT, lo que le confiere un estatuto ético.
En toda y cualquier clínica psicoanalítica - ya sea el análisis con neuróticos, Existe también otro aspecto, dado que la mirada en red y la escucha del de-
o el tratamiento posible de la paranoia-, la presencia del analista es condición lirio orientan la formulación de un proyecto terapéutico, al considerar la posi -
necesaria para la construcción del dispositivo de tratamiento. En este caso espe- ción del psicótico ante el borde de la locura. El AT se definió, en los comienzos
cífico de la paranoia, más específicamente cuando el otro es alguien perseguidor de los años '90, como una clínica de acción en lo social. Hoy propongo revisar
-el paranoico odia al otro- , la construcción del dispositivo de tratamiento es esa definición, pues no es posible tomar como un a priori toda y cualquier sali-
lenta y gradual, hasta un tiempo anterior a la transferencia descripta por Freud da o acción en los social como dirección de tratamiento para el AT. La elabora-
como erotomanía. La experiencia clínica nos mostró que el AT, al tomar el caso ción de un proyecto terapéutico, al ser concebido a través de la mirada en red, es
Emerson como ejemplo, se convirtió en una estrategia privilegiada para la su- fundamental, pues determinará la calidad de ofertas de lazo social con las cua-
peración de ese mismo obstáculo. les el sujeto psicótico de encontrará.
No obstante, el comentario no se restringe a lo que afirmé anteriormente, La teoría de los nudos borromeos, elaborada por Lacan en la década de 1970
pues aun noto en la literatura psicoanalítica sobre el tema una escasa elabora- es conocida como la clínica de lo real o el campo del goce, le atribuye una nueva
ción teórica acerca de la instalación del dispositivo de tratamiento en la para- dirección para el tratamiento posible de las psicosis. Los tres registros, lo real, lo
noia. El recorte trabajado del caso Joáo ilustró el direccionamiento de signifi- simbólico y lo imaginario, se articulan a partir de un cuarto elemento, el Nom-
cantes para mí y fue en ese momento que le propuse realizar un trabajo de es- bre-del-Padre, o el sinthome. En la paranoia, ese cuarto elemento es forcluído y,
critura. Ese pasaje nos indicó la entrada de Joao en el dispositivo de tratamiento, por eso mismo, Lacan propone como dirección de tratamiento para esa clínica
pero, así mismo, me pregunto si ese mismo paraje todavía no permanece poco la construcción del sinthome como ArTiculador de esos tres registros.
teorizado en el campo psicoanalítico, cuando comparado con las innumerables El paranoico establece una relación narcisista con el otro, y así ocurre con un
referencias teóricas acerca de la construcción del dispositivo analítico en la clí- acompañante terapéutico o con los otros objetos presentes en lo social. El acom-
nica de la neurosis. Dicho de otro modo: ¿existen, en la teoría de Jacques Lacan, pañante terapéutico, una vez establecida una transferencia erotizada, busca pro-
conceptos pertinentes para la formalización de la instalación del dispositivo de mover una aproximación al lazo social, mientras que sea posible para el pacien-
tratamiento en la paranoia? te. Paciente y acompañante terapéutico circulan por la ciudad y, paso a paso, el
La mirada en red estuvo presente en diversos momentos de mi práctica clí- acompañante terapéutico construye la paradoja de la transferencia - una pre-
nica como acompañante terapéutico. Emerson no soportaba la proximidad de sencia vaciada-, pertinente para que el paranoico se dirija hacia los objetos de
un otro. El psiquiatra y yo manejamos la transferencia con el objetivo de asegu- la realidad. Veamos el eyemplo de Lourival y el vendedor del bar. El acompañante
rar una estrategia posible para posibilitar la construcción de mi presencia en esa terapéutico, al silenciar su voz, al apagar su mirada, convocó al paciente a posi-
transferencia. Joao no quería un segundo acompañante terapéutico y tampoco cionarse ante la oferta de lazo social que allí ocurría. Por consecuencia, la trans-
disponía de un espacio para dirigir sus significantes en un trabajo de escritura. ferencia narcisista se estableció entre Lourival y el vendedor. Esa condición de
La mirada en red, en ese caso, me permitió, incluso desvinculado de un equipo vaciar la transferencia en el AT permite al paciente volverse hacia los objetos de
constituido a priori, enriquecer su montaje institucional de tratamiento cuyos la realidad, de modo tal de favorecer la ocurrencia del retorno de lo real que fue
efectos fueron notables para su recorrido clínico. Una reunión de equipo - el forcluído. El significante de la ley (SL) forcluído, al retornar por la vía de lo real,
psiquiatra, la psicóloga y yo-, realizada en un CAPS, nos permitió sostener una asume el estatuto de S1 y por eso mismo, por equivaler al Nombre-del-Padre, ar-
apuesta en los recursos de Lourival. Apuntamos para la necesidad de alargar su ticula u organiza los tres registros. Ese pasaje me permitió concluir que el AT, en
montaje institucional de tratamiento, y le fue posible prescindir de mi presen- su estrategia y en su especificidad, contribuye a la construcción del sinthome, lo
cia para mantener su transferencia al Ceceo. Ese mismo equipo del CAPS, en que también le otorga un estatuto psicoanalítico.
Acompañamiento terapéutico y psicosis \ MAURÍCJO CASTEJÓN HERMANN El sinthome y el acompañamiento terapéutico 21 e
18

Las contribuciones de Lacan para el tratamiento posible de la paranoia - la da de escritura en el caso Joao? Los opositores de esa posición argumentarán
construcción de la metáfora delirante y la construcción del sinthome- me per- que yo estaría solamente priorizando una relación narcisista con el paciente, al
mitieron sistematizar tres aspectos importantes para el AT con pacientes para- poner a los objetos de la realidad en un segundo plano. Ahora bien, en ese pa-
noicos: la instalación del dispositivo de tratamiento, la mirada en red y su con- saje del recorrido clínico de Joáo, el AT posibilitó incrementar su montaje insti -
tribución para la construcción del sinthome. Es importante resaltar la interde- tucional de tratamiento, pues es sabido que la escritura en la psicosis tiene una
pendencia entre esos tres aspectos, pues es la mirada en red lo que orientará la función importante para la construcción del sinthome. Me posiciono en el cam-
intervención de un acompañante terapéutico en dirección a la instalación del po de debate del AT al afirmar que un acompañante terapéutico lacaniano está
dispositivo de tratamiento o en dirección a la construcción del sinthome. Existe atravesado por su concepción de subjetividad y, consecuentemente, consciente
también otro aspecto a ser considerado en cuanto a la función clínica del AT: la de los tiempos del sujeto ante su tratamiento. El AT sirvió para la construcción
construcción del sinthome depende de la efectivización del dispositiv:o de trata- del dispositivo de tratamiento y, en ciertos momentos de un recorrido subjeti-
miento o, dicho de otro modo, la construcción del sinthome es un tiempo pos- vo, cabe manejar la transferencia de modo tal de posibilitar el direccionamien-
terior al tiempo de construcción del dispositivo de tratamiento. to de los significantes.
Esos tres aspectos -la instalación del dispositivo de tratamiento, la mirada Los analistas, inclusive algunos de orientación lacaniana, se confunden con
en red y la construcción del sinthome- funden los dos campos, AT y psicoa- el significante terapéutico, por acreditar que la naturaleza de la intervención del
nálisis, de modo tal de superar la cuestión planteada en el inicio de este libro, la AT -basada en el binomio terapéutico e inclusión- sostendrían determinada
de si AT y psicoanálisis serían una intersección viable. Hoy, en la perspectiva en forma de inclusión social fundamentada solamente por los discursos sociológi-
que me presento, la de un acompañante terapéutico lacaniano, sostengo la pre- cos y jurídicos. Existen reservas en el medio psicoanalítico, sobre todo por par-
misa de que es un psicoanálisis lo que se espera de un AT. te de algunos psicoanalistas que permanecen en sus consultorios, en indicar un
acompañamiento terapéutico para componer una montaje de tratamiento, pues
existe el recelo de que su intervención sería asistencialista o pedagógica y, por lo
El momento de concluir tanto, contraria a la ética del sujeto. Ahora bien, el caso Lourival ilustra la fun -
ción clínica del AT como una clínica de inclusión simbólica, dado que los efectos
El significante terapéutico incita a confusiones, cuando se toma el binomio de real favorecen la construcción del sinthome, al ArTicular los tres registros. El
AT e inclusión social o lo terapéutico como equivalente del incluir. AT dispone de una concepción de transferencia para fundamentar la función clí-
La psiquiatría democrática italiana propone crear mecanismos de inclusión nica de circulación con un paciente paranoico en lo social, cuyos efectos de real
social, de modo tal de lanzar al psicótico a la ciudad, al punto, inclusive, de rea- catalizan la construcción del sinthome. ¿Por qué disponer de esa estrategia de
lizar un proyecto urbanístico para el desmonte del manicomio. Vimos, en esa in- tratamiento? ¿Por qué no considerar la importancia de un equipo de tratamien-
vestigación, que la experiencia mencionada dejó escapar determinada concep- to -así como de la mirada en red-, dado que ese mismo equipo tiene mejores
ción de subjetividad y su propuesta de inclusión social fue fundamentada sola- condiciones de superar los obstáculos del tratamiento posible de la paranoia?
mente por el discurso sociológico y jurídico. El campo del AT, influenciado tam- Por último, me gustaría destacar una cuestión que permanece abierta. Este
bién por una definición que promueve la acción del psicótico por la ciudad, pa- libro se sostuvo, básicamente, sobre la clínica de la paranoia. En lo que concier-
rece asumir en ciertos momentos la misma posición que otrora asumió la expe- ne a la contribución para el debate sobre la transferencia en el AT con pacientes
riencia de Trieste, lo que vale es la acción en lo social. paranoicos, solamente los casos Emerson, Joáo y Lourival estuvieron presentes,
Al proponer una teoría de subjetividad de la psicosis, el psicoanálisis, ade- lo que me permite afirmar que ese recorrido de investigación posibilitó una con-
más de problematizar la noción de inclusión, nos ofrece una indicación impor- tribución para el mismo debate. Es allí que se encuentra la cuestión: ¿cómo teo-
tante para la dirección de tratamiento posible de la paranoia. En ese sentido, el rizar los otros tipos clínicos de la estructura psicótica, tales como el auUsmo, la
acompañante terapéutico, en su estrategia, tiene una condición privilegiada para esquizofrenia y la melancolía en el AT? ¿Y el AT en ciertos casos graves de his-
la instalación del dispositivo de tratamiento. ¿Por qué no producir una deman- teria, neurosis obsesiva y fobia? ¿Cómo pensar la constitución de la subjetividad
220 Acompañamiento terapéutico y psicosis 1MAURÍCIO CASTEJÓN HERMANN

en los tipos clínicos mencionados, sus consecuencias para la dirección de tra-


tamiento y el manejo de la transferencia, de modo tal de contribuir para el de-
bate acerca de la transferencia en el AT? Esas cuestiones constituyen un punto Referencias
de partida para problematizar la función clínica del AT en cada uno de los tipos
clínicos citados, de modo tal de contribuir para el campo de teorización del AT,
así como para el propio psicoanálisis.

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Esta obra se terminó de imprimir durante septiembre de 20 J 4
en los 1:1lleres Gráficos "Planeta Offset", Saavcdra 565,
Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Mauricio Hermann realiza en este libro un diseño del estatuto metapsi-
cológico de la experiencia clínica del Acompañamiento Terapéutico. Las
formulaciones teóricas del psicoanálisis, del psicoanálisis lacaniano,
permanecían como campo abierto a una investigación fecunda en el
escenario de las prácticas del acompañamiento terapéutico. Razón para
celebrar la publicación de este volúmen.

ANALICE DE LIMA p ALOMBINI

El libro sorprende, entusiasma, más allá del aura y el prestigio profesio-


nal de quien lo escribe. Pronto se comprueba la exhaustiva consistencia
teórica alcanzada por Mauricio en su investigación - luego de una expe-
riencia de más de 15 años en el trabajo clínico con pacientes psicóti-
cos- , en una fecunda puesta a prueba de la ética del psicoanálisis de
orientación lacaniana en el campo del Acompañamiento Terapéutico.
Pero con una valiosísima novedad adicional: en su punto de llegada, su
recorrido nos permite acceder - en una transmisión magistralmente
lograda- a las complejas formulaciones clínicas del último Lacan, el
Lacan borromeo, el de los nudos, el del sinthome. Freud, por su parte,
nunca deja de estar ahí, desde la primera hasta la última letra, cuidando
meticulosamente que esa osada aventura en la clínica de lo real no
desemboque en ningún extravío ...

GABRIEL O. PULICE

IS BN 978-9 50-649- 549- 7

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9 7 8 9 506 495 4 97

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