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UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –

ORGANIZACION INDUSTRIAL

COMENTARIOS: Se trata de una recopilación de


artículos editados y publicados en Asiprensa.net,
sobre El Trabajo, que me parecieron interesantes
leerlos, comentarlos, discutirlos, y ponerlos a
consideración de otras personas.
ADVERTENCIAS: lo que esta escrito en letra azul
son conceptos que resalto por considerarlos impor-
tantes, en cambio lo anotado en letras coloradas
son agregados míos, que corren bajo mi estricta
responsabilidad

TEOLOGÍA DEL TRABAJO


Autor: Paulino Quevedo
Hola, amigos:
Estos artículos no son el lugar apropiado para desarrollar
una Teología del trabajo con toda formalidad. Sólo
pretenden dar una idea del tema. Lo que me motivó a
escribirlos fue, inicialmente, la preocupación actual de los
empresarios por le ética empresarial. De hecho, uno de
ellos me pidió que escribiera algo sobre el tema, con el
enfoque propio de la realidad actual.
Muchos empresarios están verdaderamente preocupados
por las críticas contra las enormes y crecientes diferencias
entre ricos y pobres, entre Norte y Sur, y sobre todo
porque se dan cuanta de que tales críticas responden a la
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Ing. Roberto RADICE
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realidad y de que hay mucho egoísmo en el actual merca-
do competitivo.
También se dan cuenta de que ellos se cuentan entre los
ricos. Por tales motivos, están interesa-dos en el
desarrollo de una ética empresarial que permita a las
empresas ser productivas, eficaces y rentables, a la vez
que impida que el hombre sea defraudado.
Si globalmente se genera riqueza suficiente para satisfacer
a todos, ¿por qué esa riqueza la disfrutan sólo unos pocos,
mientras otros sufren o aun mueren? El hecho de que
muchos empresarios arriesguen y pierdan su patrimonio
no debería ser un justificativo o respuesta a la pregunta
anterior, sino otra acuciante pregunta: ¿por qué el empre-
sario debe arriesgar tanto? ¿Por qué tanta rotación de
empresas que surgen y quiebran? Parece que algo anda
mal en el mundo de la empresa, al menos globalmente,
tanto para los pobres como para los empresarios mismos.
También parece que eso que anda mal no puede circuís-
cribirse al trabajo interno de nuestras organizaciones, sino
que las desborda, y que tiene tintes marcadamente éticos.
Parece, finalmente, que algo anda mal con la ética empre-
sarial que estamos manejando, y que resulta estrecha
como guía para resolver los problemas globales efectiva-
mente.
El problema actual no es, por tanto, plantearnos sólo el
carácter ético de las actividades empresariales, sino
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también algo mucho más profundo: plantearnos filosófica
y teológicamente la autenticidad de la ética empresarial
que manejemos. Empresarios, filósofos y teólogos
debemos trabajar juntos a fin de encontrar soluciones
éticas adecuadas a las complejas circunstancias globales
que estamos empezando a vivir.
Todo esto tiene mucho qué ver con la naturaleza misma
del trabajo humano, bien entendida, que nos remite a los
análisis e investigaciones de la Filosofía del Trabajo y,
todavía en mayor profundidad, de la Teología del Trabajo.
Sin estudios a fondo, el trabajo humano será siempre
explicado restrictivamente y prostituido en aras de intere-
ses individuales o de grupo, como bien lo atestigua la
historia. El trabajo humano sólo puede entenderse en
plenitud, como misión básica y enaltecedora dada al hom-
bre por Dios.
Lo que se pretende con los siguientes artículos es
introducir al lector a la riqueza implícita en esta temática.
Espero que le sean de utilidad.
1. Complejidades de la ética empresarial. La ética
empresarial debe mirar por el bien del hombre, y no
sólo por el bien de los empresarios.
2. Fundamentos de una ética empresarial. Lo previsible
es que el proceso de robotización lleve a su fin a la
empresa moderna, tal como la conocemos hoy.

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3. Valor y dignidad del trabajo humano. Las personas no
son tan malvadas como pueden parecer (asi en ppio.
lo creía Taylor); lo que no funciona bien son los sis-
temas.
4. Peligros relacionados con el trabajo humano. Hay que
investigar las relaciones entre el trabajo y la riqueza,
entre el trabajo y el poder, y entre el poder y la
riqueza.
5. Visión general y de detalle del trabajo. Lo que falta en
nuestro mundo es amor, también en el ámbito del
trabajo.
6. El motor del trabajo humano. ¿Negaremos que los
valores y el amor pueden ser motores del trabajo
humano?
7. Dinero, trueque, trabajo y propiedad. Surge la
pregunta de si nuestro trabajo tiene la finalidad de
adquirir la propiedad de los bienes.
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COMPLEJIDADES DE LA ETICA EMPRESARIAL


Teología del trabajo (1)
Domingo 2 de noviembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo
Hola, amigos:
Cada día se hace más necesaria la elaboración de
una auténtica ética empresarial.
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Breve preartículo
El V.I.S. (Vatican Information Service) informó que el
pasado 24 de octubre el Arzobispo Celestino Migliore,
observador permanente de la Santa Sede ante las
Naciones Unidas, intervino en Nueva York ante el Segundo
Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas
sobre el tema 93 E del programa: Crisis de la Deuda
Externa y Desarrollo. El Arzobispo dijo lo siguiente:
“El total de la deuda externa de los países en
desarrollo pasó de los 1,500 millones de dólares en
1990 a los 2,400 millones en 2001. (...) Esta crisis
recurrente de la deuda ha provocado una pérdida
general de recursos financieros a lo largo de los años,
que priva a estas naciones de sus recursos vitales
esenciales para su desarrollo básico, incluso de los
niveles mínimos de sanidad y educación. (...) Es
imperativo invertir esta tendencia.

“La comunidad internacional se enfrenta a dos retos:


la necesidad de encontrar soluciones a todos los
problemas pendientes de la deuda y la necesidad de
crear un sistema financiero duradero adecuado para
el desarrollo de todos los países.

“La financiación del desarrollo no es sólo una tarea


técnica. Ya que los seres humanos están dotados de
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la capacidad intrínseca de elección moral, ninguna
actividad humana se produce fuera de la esfera del
juicio moral. Por eso, las actividades que tienen
consecuencias duraderas para la vida de enteras
poblaciones, sobre todo sobre sus sectores más
pobres, merecen particular atención y un atento
examen moral”.
Una vez más aparece en el horizonte internacional el
reclamo de soluciones que tengan en mente los aspectos
morales de la economía en todos sus niveles, desde el
empresarial hasta el global. ¿Cómo lograr una moral o una
ética, ―como se prefiera llamarle― que sea aceptada
globalmente por todos? El problema se hace más
complejo si la ética común ha de ser aceptada también
desde el punto de vista económico; y como hoy la empre-
sa es la principal impulsora de la economía, esa ética ha
de ser aceptada también en el ámbito empresarial.
Cuerpo del artículo
El problema en realidad es muy antiguo, porque siempre
se ha visto la necesidad de una moral común entre
personas que de un modo u otro han de convivir. En
efecto, si para ti es bueno llevarte mis pertenencias, y
para mí es malo que te las lleves, es obvio que entre tú y
yo no podrá haber una sana convivencia (esto pasa hoy
dìa, con los piqueteros, arrebatadores, descuidistas,
chorros, afanancios y ladrones). Pues bien, incluso ante el
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hecho contundente de la necesidad de una moral común,
ésta nunca ha llegado a lograrse; baste considerar, por
ejemplo, la licitud de la poligamia entre los musulmanes, y
su ilicitud entre los cristianos.
El ejemplo anterior debería ser suficiente para reconocer
que la moral tradicionalmente ha estado ligada a la religio-
sidad humana, sobre todo en las principales religiones. Sin
embargo, también se ha dado el caso del desarrollo de
una ética desde el punto de vista racional, como sucedió
con las famosas éticas de Aristóteles, el gran filósofo grie-
go. El término ética se ha usado preferentemente en este
sentido, mientras que el término moral se ha usado
preferentemente en aquél, aunque en el fondo ambos
términos son sinónimos. Yo los usaré indistintamente.
El hecho es que ni recurriendo a la razón ni a las
religiones ha sido posible lograr que todos acepten una
misma ética, que por tal motivo sea común. Lo estamos
viendo con los embargos económicos contra ciertos países
y con la guerra preventiva lanzada contra Irak; unos dicen
que son procedimientos inmorales, y otros dicen lo contra-
rio. La falta de una moral común conduce incluso a gue-
rras, y de hecho está acabando con la buena convivencia
humana y con la humanidad misma. ¿Qué se podrá hacer?
¿Habrá solución para esta seria situación mundial?
Complejidad del problema

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Gran parte del problema de la ética radica en que a los
seres humanos no nos gusta que se nos diga qué pode-
mos y qué no podemos hacer, qué debemos y qué no
debemos hacer; y ésa es, precisamente, la normativa que
desempeña la ética. Incluso dentro de cada una de las
grandes religiones hay diferentes corrientes de pensa-
miento ético. Las hay también dentro del cristianismo, y
aun del catolicismo. Dentro del catolicismo no han faltado
quienes digan ―entre broma y broma ― que los tratados
de moral abundan en ejemplos de lujuria y gula, porque
los sacerdotes van del confesionario al refectorio
(comedor), y porque han sido ellos quienes han
desarrollado la moral católica. Dejando de lado esa broma
―de mal gusto―, el hecho es que los sacerdotes no han
tenido gran oportunidad de desarrollar una ética empre-
sarial.
Y hoy, debido a la Declaración Dignitatis humanae, sobre
la libertad religiosa, dada en el Concilio Vaticano II, y tam-
bién a la globalización, la meta de lograr una moral común
se hace más y más compleja aun desde el punto de vista
católico.
Pues bien, si dentro de cada religión ha sido (y sigue sien-
do) difícil lograr que una misma doctrina moral sea acep-
tada por todos los que aceptan unos mismos principios
religiosos, más difícil es lograr una moral común que sea
aceptada por todos los seres humanos, sea cual sea su
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religión, o que carezcan de una religión precisa, o incluso
que sean agnósticos o ateos declarados. Y mucho más
difícil resulta que esa moral común sea aceptada dentro
de sistemas económicos y empresariales comunistas y
capitalistas, donde reina la competitividad, y más todavía
en un mundo globalizado.
Complejidad desde el ángulo empresarial
En la actualidad, sobre todo después de la caída del Muro
de Berlín, el capitalismo es el sistema económico impe-
rante en casi todo el mundo, y tiende a extenderse cada
vez más. El libre mercado y la libre empresa son la norma,
y la competitividad se incrementa a medida que el mundo
se globaliza. A nivel nacional hay leyes que regulan la acti-
vidad empresarial en cierta medida, pero a nivel global no
las hay. La competitividad se ha hecho tan intensa que las
empresas temen no poder permanecer en el mercado;
muchas quiebran y muchas otras nacen, en un proceso
rotativo estremecedor. En tales circunstancias, nuestra
empresa ―poniendo la problemática en primera persona―
busca infundir confianza a base de tener una buena
reputación, un prestigio, de tener elevados estándares
éticos, para de esa forma lograr vender sus productos o
servicios en el gran mercado. Todo lo cual se hace
imperativo cuando quienes se relacionan con nuestra
empresa, comprometiendo recursos significativos, no
tienen manera de garantizar nuestro cumplimiento por
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medios legales, como está sucediendo a nivel global.
Entonces, los estándares éticos de nuestra empresa
cobran enorme importancia en orden a las ventas.
De otra parte, dado que en la actualidad la actividad
empresarial es el principal motor de la economía, las fallas
de ésta hoy se atribuyen también a las empresas y a los
empresarios. Se les critica que sus honorarios son de
millones de dólares, que gastan y despilfarran para sos-
tener un nivel de vida lleno de lujos, mientras gran parte
de la humanidad padece indigencia: unos 1.200 millones
de personas viven con menos de un dólar al día, y en
promedio mil mueren de hambre cada hora (cada 60
minutos), principalmente niños. ¿De qué sirve que las
empresas generen tanta riqueza, suficiente para satisfacer
las necesidades de todos, si se queda en manos de unos
pocos?
La crítica se dirige a que los empresarios, como tónica, no
trabajan para el bien de la humanidad, sino para enrique-
cerse y vivir lujosamente (quien es el empresario? El
inversor, el administrador, el trabajador?, ya que estos
dos últimos trabajan para quienes les pagan)―aunque
haya algunas honrosas excepciones―, sin importarles
gran cosa que sus herma-nos padezcan necesidad e
incluso mueran de hambre. Se les critica que hacen
donativos y caridades sólo con pequeños porcentajes de lo
que les sobra (dar lo que sobra, nos es dar); y que esto lo
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hacen principalmente para bien parecer y lograr una
buena reputación, y siempre deduciéndolo de impuestos
(hacer uso de las leyes impositivas que así lo permiten, no
tiene nada de malo y sino cambien la ley); y que
mantienen un sistema en el que los ricos se hacen cada
vez más ricos, y los pobres cada vez más pobres: los
mismos bienes son comprados barato por los ricos, y caro
por los pobres,(algunos lo llaman, el impuesto a la pobre-
za) etcétera.
¿Cuál es entonces la realidad actual, cuando los empresa-
rios hablan tanto de ética? ¿Cuál es la ética que los empre
sarios hoy tanto buscan? ¿En qué consiste la verdadera
ética empresarial? ¿Hay una falsa ética empresarial? ¿Es la
ética empresarial un capítulo más de la ética de siempre, o
es algo distinto, que se maneja aparte? ¿Cómo abordar
hoy el desarrollo de una auténtica ética empresarial, que
valga para todos, globalmente? Se trata de preguntas
importantes, incisivas, decisivas...
¿Qué entendemos por ética?
Quizá debamos empezar por aclarar qué entendemos por
ética. El Diccionario de la Lengua Española nos da dos
acepciones principales: “Parte de la filosofía que trata de
la moral y de las obligaciones del hombre”; y también
“Conjunto de normas morales que rigen la conducta
humana”. Como podemos ver, este diccionario toma ética
y moral como sinónimos, y define la ética en función de la
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moral. Veamos ahora cómo define la moral: “Ciencia que
trata del bien en general, y de las acciones humanas en
orden a su bondad o malicia”.
Si acudimos a una enciclopedia especializada encontramos
que ética viene del griego ethos, que significa costumbre o
modo habitual de obrar, y que moral viene del latín mos,
que significa básicamente lo mismo. Y así la ética o mo-
ral ha pasado a ser la ciencia que estudia los actos
humanos: “lo que constituye a la Ética como tal es la
consideración que hace de los actos humanos en su
calidad de buenos o malos... en cuanto poseen una
perfección que conviene al hombre como hombre, no de
un modo parcial sino absoluto, en cuanto conducen al
hombre, o no, a realizar su último fin”.
La ética no es una simple descripción de las costumbres
humanas a lo largo y lo ancho de las diversas culturas
histórica y geográficamente ―aunque algunos quieran
entenderla así―, sino una ciencia que valora los actos
humanos como buenos o malos en orden a la plena
realización del hombre, es decir, en orden a la conse-
cución de su fin último. Ya lo dice el refrán popular: El
que ríe al último ríe mejor. Surgen de inmediato las
cuestiones de qué sea el hombre y cuál sea su plena
realización o fin último. Dependiendo de las respuestas
que se den a estas preguntas se tendrán diversos tipos de
ética.
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Hay quienes entienden la ética ―más bien las “éticas”―
como conjuntos de códigos de honor acordados al interior
de determinados grupos. Se dice que hay “honor” incluso
entre ladrones (códigos de honor); y así, algunos de ellos
pueden tener los “códigos de ética” de no robarse entre sí
o de no robar a los muy pobres ( de castigar a los violado-
res). Entre los mafiosos ha existido el “código de ética” de
no matar a las mujeres (eso era antes, hoy no hay mafio-
sos, ni códigos, ni ética, es todo un cambalache). Y de
modo semejante pueden existir muchos otros “códigos de
ética” que poco o nada tengan qué ver con la verdadera
Ética.
La verdadera Ética, la de siempre, versa sobre la bondad o
maldad de los actos humanos libres; responde al principio
evidente de que el bien debe hacerse y el mal evitarse
(hoy día están redefinidos los conceptos del bien: todo lo
que me place o me conviene y hasta se me antoja – y del
mal) . Por eso ante los actos buenos se siente satisfacción
moral, y ante los malos se siente remordimiento (cierto,
cuando se tiene una conciencia correctamente formada;
pero si me enseñaron a que robar es bueno o que todo lo
que consigo, mas allá de cómo lo haga, es bueno para mí,
que?). La satisfacción proviene de saber que obré bien,
pudiendo haber obrado mal; y el remordimiento (en el
caso planteado, no existe, hoy día gran parte de la socie-
dad no lo conoce, tanto en la baja, media o alta) proviene
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de saber que obré mal, pudiendo haber obrado bien. La
verdadera Ética, la de siempre (la de antes), se relaciona
con el bien y el mal, con la satisfacción y el remordimien-
to, con la dicha y la desdicha, con la conciencia y la liber-
tad, con la vida completa, con la muerte, con la vida des-
pués de la muerte y con Dios. Surge entonces la cuestión
de qué entendamos por Dios.
En cambio, las “éticas” consistentes en “códigos de honor”
o “códigos de ética” vigentes sólo al interior de ciertos
grupos, se refieren sólo a esos grupos, y no a todos los
hombres, y lo hacen sólo en reducidos espacios y cortos
tiempos. Tales “éticas” responden a oportunismos y con-
veniencias de coyuntura, y no al anhelo de la realización
humana plena, que por lo mismo pide ser perdurable.
¿Qué entendemos por ética empresarial?(Existe?)
Por ética empresarial podemos entender un capítulo de la
verdadera Ética, aquel que se refiere a los actos humanos
que suelen realizarse en el mundo empresarial, a fin de
ordenarlos para que también ellos concurran al bien del
hombre ―de todos los hombres y todas las mujeres― y
de su plena realización o consecución de su fin último. En
este sentido puede haber auténticos códigos de ética.
O por ética empresarial podemos entender conjuntos de
“códigos de ética” desgajados de la verdadera Ética y
manejados aparte. Todo esto sería, indudablemente una
falsa ética empresarial, una usurpadora de tal nombre.
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La verdadera ética empresarial debe mirar por el bien del
hombre, de todos los hombres y mujeres de este mundo,
y no sólo por el bien de los empresarios; de modo
semejante a como la verdadera ética médica mira por el
bien del hombre, y no sólo por el bien de los médicos; y
de modo semejante a como la verdadera ética magisterial
mira por el bien del hombre, y no sólo por el bien de los
maestros. El bien es difusivo de suyo, enseña la
Filosofía. Quien quiere el bien exclusivamente para sí y los
suyos, o exclusivamente para los de su grupo, de alguna
forma prostituye la noción misma de bien.
Esta problemática, en toda su amplitud, debe ser dada a
conocer, aunque sea poco a poco y gradualmente, a los
empresarios de hoy, sobre todo ante la realidad de un
mundo que se globaliza y donde hay tanta riqueza
coexistiendo con tanta pobreza. Es un servicio que les
debemos a los empresarios, al tener en cuenta que ellos
no son filósofos de profesión. Pretender que ellos elaboren
por su cuenta una auténtica filosofía de la empresa sería
pedirles demasiado, como también sería pedirnos
demasiado a los filósofos si se pretendiera que nosotros
abasteciéramos de vivienda a toda la humanidad.
Volveremos sobre este tema.

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FUNDAMENTOS DE UNA ÉTICA EMPRESARIAL


Teología del trabajo (2)
Domingo 9 de noviembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo

Hola, amigos:

El desarrollo de una auténtica ética empresarial


requiere de una Filosofía del trabajo y de una
Teología del trabajo.

Breve preartículo

En mi artículo de la semana pasada, Complejidades de la


ética empresarial (2003-11-02), puse como subtítulo Ética
empresarial (1), indicando con ello que sería el primer
artículo de una serie que llevara ese subtítulo. Pues bien,
ahora recapacito y cambio el subtítulo por el de Teología
del trabajo, por los motivos que en seguida explicaré. En
consecuencia, aquel artículo pasa a ser el primero de la
serie Teología del trabajo, y el presente será el segundo; y
la serie Ética empresarial simplemente desaparece.

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En realidad la ética empresarial es un capítulo de la Ética;
y la filosofía de la empresa en realidad es un capítulo de la
Filosofía del trabajo. El trabajo empresarial es sólo una
parte del trabajo humano, como también el siglo XX es
sólo una parte de la historia humana. Sería presuntuoso
pretender hacer una “filosofía del siglo XX”, porque las
últimas causas o razones históricas del siglo XX se
encuentran a lo largo de toda la historia humana.
Por razones semejantes, sería presuntuoso pretender
hacer una “filosofía de la empresa”, ya que las últimas
causas o razones del trabajo empresarial se encuentran en
el sentido del trabajo humano en toda su riqueza y ampli-
tud. Es la Filosofía del trabajo la que debe explicar las
causas o razones últimas del trabajo humano, y también
de esa parte del trabajo humano que es el trabajo
empresarial.

Pero resulta que el trabajo humano es una realidad tan


rica que la sola Filosofía no es suficiente para explicarlo;
debido a lo cual es necesario recurrir a la Revelación
divina y a la Teología para finalmente lograr una
explicación más acabada gracias al desarrollo de una
Teología del trabajo. La razón de ello es que el trabajo es
una de las misiones básicas del hombre, que le fue dada
por Dios desde el momento de su creación a fin de que
pudiera dominar la Tierra y enseñorearse de ella (cfr.
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Génesis 1, 28 y 2, 15), pues el hombre nace para trabajar,
como el ave para volar (cfr. Job 5, 7).
Además, el señorío del hombre sobre los bienes terrenos
habla de la propiedad que el hombre ―todo hombre y
toda mujer― puede y debe tener de ellos, y del destino
universal de los mismos; lo cual se relaciona con la econo-
mía y con la propiedad humana, ya se trate de propiedad
común ―como el aire― o de propiedad privada ―como el
vestido―, o de ambas.
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse
independientemente, hay entre ellos una relación; debido
a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si
previamente se han leído los anteriores.

Cuerpo del artículo


En relación con nuestro tema el viernes pasado, 7 de
noviembre, el Papa se dirigió a los participantes del
encuentro promovido por la Fundación “Robert Schuman”
para la Cooperación de los Demócratas Cristianos de
Europa. Les dijo que “una persona superficial,
espiritualmente tibia o indiferente, o excesivamente
preocupada por el éxito y la popularidad, nunca será
capaz de ejercer adecuadamente su responsabilidad
política”. Podríamos generalizarlo diciendo que una
persona así, nunca será capaz de ejercer adecuadamente
sus responsabilidades humanas.
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Dos días antes, el miércoles 5, el Arzobispo Celestino
Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante la
ONU, hablaba en Nueva York sobre el tema Comercio
Internacional y Desarrollo. Entre otras cosas, dijo lo
siguiente: En el campo de las relaciones económicas, y
concretamente en el ámbito comercial, la Santa Sede
aboga por un sistema equitativo y justo, que promueva la
dignidad y el desarrollo íntegro de la persona humana. ...
A veces y de acuerdo con el principio de subsidiaridad,
sería necesario que los gobiernos jugasen un papel más
importante en la economía. De este modo, la relación
entre los gobiernos y los mercados debe ser completen-
taria y no competitiva o incluso antagonista. ...
Es necesario un mayor grado de solidaridad internacional
entre todas las naciones del mundo y el abandono de los
intereses de grupo que promueven objetivos egoístas,
mientras se despreocupan del bien común.
Es patente que el Magisterio de la Iglesia está insistiendo
notablemente en la necesidad de que todo trabajo
humano, sobre todo el político y el económico, que hoy es
marcadamente empresarial y comercial, sea ejercido por
personas humanamente responsables, no superficiales ni
espiritualmente tibias o indiferentes; y también en la
necesidad de que dicho trabajo promueva la dignidad y el
desarrollo íntegro de la persona humana, complementaria-
mente, no de manera competitiva ni antagonica, de modo
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que se abandonen los intereses de grupo y los objetivos
egoístas.
Todo esto tiene mucho qué ver con la naturaleza misma
del trabajo humano, bien entendida, que nos remite a los
análisis e investigaciones de la Filosofía del trabajo y,
todavía en mayor profundidad, de la Teología del trabajo.
Sin estudios a fondo, el trabajo humano será siempre
explicado restrictivamente y prostituido en aras de intere-
ses individuales o de grupo, como bien lo atestigua la
historia. El trabajo humano sólo puede entenderse en
plenitud como misión básica y enaltecedora dada al hom-
bre por Dios.

El punto de vista empresarial y ético

Muchos empresarios están verdaderamente preocupados


por las críticas contra las enormes y crecientes diferencias
entre ricos y pobres, entre Norte y Sur, y sobre todo
porque se dan cuanta de que tales críticas responden a la
realidad y de que hay mucho egoísmo en el actual merca-
do competitivo. También se dan cuenta de que ellos se
cuentan entre los ricos. Por tales motivos, están inte-
resados en el desarrollo de una ética empresarial que
permita a las empresas ser productivas, eficaces y renta-
bles, a la vez que impida que el hombre sea defraudado.
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Es verdad que las críticas se refieren principalmente a los
empresarios exitosos ―que han llegado a ser muy ricos―,
y que quienes las formulan no suelen fijarse en los que
han arriesgado y perdido buena parte de su patrimonio, o
todo, o incluso han quedado endeudados. Y si acaso se
han fijado, ha sido para criticarlos por ineptos, irrespon-
sables y hasta deshonestos. Con frecuencia esas críticas
se soslayan pensando que es muy fácil criticar, sobre todo
para los que no se toman la molestia de crear fuentes de
trabajo (el que no intenta , no arriesga o no hace no
yerra); y esto también es verdad.
Sin embargo, las críticas y preguntas están ahí, con toda
la fuerza de su objetividad, al margen de quiénes sean los
que las formulen: si globalmente se genera riqueza sufi-
ciente para satisfacer a todos, ¿por qué esa riqueza la
disfrutan sólo unos pocos, mientras otros sufren o aun
mueren?
El hecho de que muchos empresarios arriesguen y pierdan
su patrimonio no debería ser un justificativo o respuesta a
la pregunta anterior, sino otra acuciante pregunta: ¿por
qué el empresario debe arriesgar tanto? ¿Por qué tanta
rotación de empresas que surgen y quiebran? Parece que
algo anda mal en el mundo de la empresa, al menos
globalmente, tanto para los pobres como para los
empresarios mismos.

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ORGANIZACION INDUSTRIAL
También parece que eso que anda mal no puede
circunscribirse al trabajo interno de nuestras organiza-
ciones, sino que las desborda, y que tiene tintes
marcadamente éticos. Parece, finalmente, que algo anda
mal con la ética empresarial que estamos manejando, y
que resulta estrecha como guía para resolver los proble-
mas globales efectivamente.
El problema actual no es, por tanto, plantearnos sólo el
carácter ético de las actividades empresariales, sino
también algo mucho más profundo: plantearnos filosófica
y teológicamente la autenticidad de la ética empresarial
que manejemos. Empresarios, filósofos y teólogos
debemos trabajar juntos a fin de encontrar soluciones
éticas adecuadas a las complejas circunstancias globales
que estamos empezando a vivir.

Inercia e ingenuidad históricas


En el desarrollo de una Filosofía del trabajo nos
encontramos con la constante histórica de que el grueso
de la población ―sea regional, nacional o mundial―
tiende ingenuamente a pensar que los sistemas sociales y
económicos en los que vive van a perpetuarse indefinida-
mente; y esta tendencia es tanto más fuerte cuanto más
extendidos y establecidos están dichos sistemas.
Y así, también hoy, ingenuamente se piensa que el mo-
derno trabajo empresarial, como actualmente lo cono-
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cemos, ya nunca desaparecerá. Se piensa que al fin
hemos logrado un modo de trabajar ―el de la empresa
moderna― tan eficaz... ¡que seguramente permanecerá!
Verdaderamente asombra la magnitud de semejante
ingenuidad, sobre todo en momentos que claramente
apuntan a la desaparición ―en el presente siglo― de la
empresa que hoy conocemos. En efecto, la robótica lo
cambiará todo, y en un plazo relativamente corto.
Por empresa moderna entiendo la que busca ( a como de
lugar) utilidades económicas mediante la oferta competiti-
va de productos o servicios en un mercado libre. Es de
todo punto importante comprender que el trabajo es voca-
ción humana esencial, pero que el trabajo empresarial no
lo es. A esto se debe que el hombre siempre haya traba-
jado, pero que no siempre haya trabajado empresarial-
mente. La humanidad ha vivido sin la empresa moderna
durante milenios (**- ver revolución industrial), y también
podrá vivir sin ella en el futuro; pero hoy, dado que es el
sistema establecido, nos parece imposible vivir sin ella,
arrastrados por la inercia de la constante histórica arriba
mencionada. Hemos presenciado la celeridad con que la
Informática ha cambiado nuestro modo de vida. El hom-
bre, que fue sacado de su pequeño taller y llevado a las
fábricas debido a la máquina de vapor(**) , hoy está re-
gresando a traba-jar virtualmente desde su hogar gracias
a la computadora personal y a Internet. ¿Qué sucederá
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
cuando los robots se desarrollen lo suficiente como para
llevar a cabo todo o casi todo el trabajo que los humanos
realizamos hoy?
Esto tendrá lugar, sin duda, antes de que termine el
presente siglo, aun sin tener la inteligencia artificial, sino
sólo sistemas cada vez más expertos. ¿Qué sucederá si,
además, la inteligencia artificial llegara a lograrse?
Una cosa parece segura: el grueso de la humanidad se
quedará sin trabajo, al menos sin el tipo de trabajo que
previamente tenía, y que le era remunerado. Y entonces,
toda la riqueza generada por los robots y ofrecida en el
libre mercado, ¿quién la comprará? Y al no ser comprada,
¿de quién será? ¿Será toda ella de los poquísimos dueños
de las empresas robotizadas, mientras el resto de la
humanidad, el grueso de la humanidad, padece indigen-
cia? Indudablemente, el concepto mismo de propiedad
tendrá que ser reconsiderado y redefinido; y la empresa
moderna habrá desaparecido antes de finalizar el siglo 21
Consecuencias de la desaparición de la empresa
moderna
Cuando los robots generen riqueza suficiente para satis-
facer las necesidades de todos, y la empresa moderna
haya desaparecido, y el concepto de propiedad haya sido
reconsiderado y redefinido, la realidad socioeconómica en
cierto sentido será igual que antes, pero en otro sentido
habrá cambiado radicalmente.
24
Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
En cierto sentido será igual que antes porque, igual que
hoy, habrá riqueza suficiente para satisfacer las necesida-
des de todos.
Y en otro sentido habrá cambiado radicalmente, porque ya
no será posible que la acaparen unos pocos, convertidos
ya en poquísimos, en detrimento del resto de la humani-
dad, convertido ya en el grueso de la humanidad.
Como siempre ha sucedido en la historia, cuando el núme-
ro de los oprimidos crece más allá de ciertos límites, llega
un momento en que éstos ya no aguantan más y se sub-
levan, y entonces sobrevienen las revoluciones y los cam-
bios radicales. Roguémosle a Dios que esta futura revolu-
ción se realice sin derramamiento de sangre. (difícil)
Después de que los cambios hayan tenido lugar y de que
las cosas se hayan apaciguado, de alguna forma la riqueza
generada por los robots ―suficiente para satisfacer las
necesidades de todos― deberá ser distribuida entre todos,
ya sea en forma de propiedad privada, ya sea en forma de
propiedad común, dado que ―al igual que hoy y siempre,
ambas formas de propiedad deberán subsistir. En tal
situación de bonanza el problema de suficiencia de satis-
faztores materiales habrá desaparecido.
Será entonces cuando se presente agudamente el proble-
ma verdaderamente humano (cual?), como se presentó en
la situación de bonanza lograda en la antigua Grecia y en
el Imperio Romano. En Grecia se optó por el desarrollo de
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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la cultura, debido a lo cual Grecia ha sido llamada cuna de
la cultura (civilización). En Roma se optó por pan y circo,
cuya consecuencia fue la decadencia del Imperio Romano.

En la actualidad el pan está representado por el consumis-


mo, y el circo por las competencias de gran espectáculo.
El desarrollo de la cultura nunca ha necesitado de
representaciones. En el futuro las competencias podrán
seguir representando al circo, pero, en vez del
consumismo, ¿qué será lo que venga a representar al
pan? No lo sabemos bien, pero podemos sospechar que
será algún nuevo horror. Lo seguro es que cada quien
tendrá que usar su libertad para optar por el desarrollo de
la cultura o por el pan y circo propio de su época.

Dos importantes cometidos de la ética empresarial


En ese futuro globalizado y robotizado ya no será
necesario trabajar para tener pan; al menos no será
necesario trabajar de la misma manera, aunque siga en
vigor lo dicho en la Sagrada Escritura: “Con el sudor de tu
rostro comerás el pan” (Génesis 3, 19). Lo previsible es
que ya no será necesario trabajar para ganarse el pan,
sino para no perder el pan. Me explico.
Hoy necesitamos trabajar para ganar dinero y poder
comprar el pan ―que representa todo lo necesario para la
subsistencia―, y también para producir el pan. En el
26
Ing. Roberto RADICE
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ORGANIZACION INDUSTRIAL
futuro no será necesario trabajar así, porque el pan será
producido por los robots y será distribuido gratuitamente.
Habrá que trabajar a fin de no quedar fuera de dicha dis-
tribución, o para no tener restricciones respecto a la mis-
ma.
Y así, trabajar podrá ser llevar una vida con un mínimo de
orden asistiendo ―agotadoramente― a los espectáculos
públicos ―circo― para matar el tiempo, sin causar
conflictos ni ocasionarse uno mismo enfermedades; o
también podrá ser dedicarse a la cultura: artes, ciencias,
filantropía, etcétera.
Otros tendrán que trabajar debido a las necesidades
humanas mismas, pero no para ganar un dinero con el
cual poder comprarse el pan. Por ejemplo, tendrán que
trabajar los que manejen los sistemas que controlen los
robots, los sacerdotes, los médicos, los educadores y
algunos más. Y mientras más beneficio social reporte el
trabajo de alguien, en mejor situación estará en las
distribuciones gratuitas, ya que se le proporcionarán los
instrumentos requeridos por su trabajo. Un vago, en
cambio, recibirá sólo lo indispensable.
La ética empresarial tendrá ―tiene ya― el importante
cometido de propiciar que los cambios consecuentes al
proceso robotizador se lleven a cabo sin derramamiento
de sangre. Y tendrá también el cometido de propiciar que,
después de lograrse dichos cambios, las personas sean
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Ing. Roberto RADICE
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ORGANIZACION INDUSTRIAL
educadas a fin de que libremente opten por el desarrollo
de la cultura, y no por el pan y circo propio de su época.
Hemos visto una muestra de cómo un intento incipiente
por desarrollar la Filosofía del trabajo y la Teología del
trabajo ―notando que el modo empresarial actual de tra-
bajar no prevalecerá para siempre y tratando de prever
cómo terminará― nos ha ayudado a perfilar dos importan-
tes cometidos de la ética empresarial de hoy y del futuro.

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VALOR Y DIGNIDAD DEL TRABAJO HUMANO


Teología del trabajo (3)
Domingo 16 de noviembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo

Hola, amigos:

La dignidad y los derechos del hombre cuestionan


la validez de que su trabajo tenga un precio en el
libre mercado.

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Ing. Roberto RADICE
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ORGANIZACION INDUSTRIAL

Breve preartículo

En mi artículo de la semana pasada, Fundamentos de una


ética empresarial (2003-11-09), aclaré que el trabajo
empresarial es sólo una parte del trabajo humano, y
también que la humanidad ha vivido durante milenios sin
la empresa moderna ―la que busca utilidades económicas
mediante la oferta competitiva de productos o servicios en
un mercado libre―, y que podrá vivir sin ella en el futuro.
De manera semejante, la filosofía de la empresa es sólo
un capítulo de la Filosofía del trabajo. Y dada la riqueza
del trabajo humano, se hace necesaria también una
Teología del trabajo.

Como todas las otras ciencias humanas, la Ética de


siempre, la Filosofía del trabajo y la Teología del trabajo
también son perfectibles. La Ética está mucho más
desarrollada que las otras dos disciplinas; sin embargo,
ese capítulo suyo que es la ética empresarial se encuentra
en una etapa que bien podemos calificar de incipiente, y
que para su adecuado desarrollo requiere tanto del auxilio
de la Filosofía del trabajo como del de la Teología del
trabajo.
Estos artículos no son el lugar conveniente para
desarrollar con propiedad una Filosofía del trabajo, ni una
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
Teología del trabajo, y tampoco ese capítulo actualmente
tan necesario de la Ética, que es la ética empresarial. Aun
así, podemos aquí al menos estudiar algunos aspectos
filosóficos y teológicos del trabajo humano a fin de poder
llegar a ciertas verdades clave referentes a la ética
empresarial.
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse
independientemente, hay entre ellos una relación; debido
a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si
previamente se han leído los anteriores.

Cuerpo del artículo


¿Qué es el trabajo, el trabajo humano? Quizá ésta sea la
pregunta básica, con la que debamos empezar. El trabajo
humano es una realidad tan habitual, tan cotidiana, que
forma parte del léxico habitual en cualquier idioma, y el
castellano no es una excepción a esta regla. Veamos tan
sólo las acepciones que nos ofrece el Diccionario de la
Lengua Española:

Acepciones del verbo trabajar:


 Ocuparse en cualquier actividad física o intelectual.
 Tener una ocupación remunerada en una empresa,
una institución, etc.
 Ejercer determinada profesión u oficio.
 Intentar conseguir algo, generalmente con esfuerzo.
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Ing. Roberto RADICE
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 Aplicarse o dedicarse con esfuerzo a la realización de
algo.
 Elaborar o dar forma a una materia.
 Cultivar la tierra.
 Ejercitar.
 Tratar de influir en alguien para lograr lo que se
desea de él.
 Dicho de un establecimiento o de un organismo:
Desarrollar su actividad.

Acepciones del sustantivo trabajo:


 Acción y efecto de trabajar.
 Ocupación retribuida.
 Obra, resultado de la actividad humana.
 Esfuerzo humano aplicado a la producción de
riqueza, en contraposición al capital.
Como podemos apreciar, la noción misma de trabajo es
una noción básica, de una riqueza enorme. Se trabaja en
cualquier horario, con el intelecto y con las manos, solo o
en colaboración con otros, por amor al fruto del trabajo o
por interés pecuniario, para beneficio de uno mismo o
también de otros, por imposición o por libre voluntad,
etcétera, etcétera. Y es que el hombre nace para trabajar,
como el ave para volar (cfr. Job 5, 7). ¿Cómo lograr una
noción más rica del trabajo humano?

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Ing. Roberto RADICE
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Fuentes de una noción más rica del trabajo
humano
Después de buscar infructuosamente entre múltiples
posibilidades lo propio, lo característico, del trabajo
humano, descubrimos ―como en tantas otras ocasiones―
que la respuesta se encuentra en la Sagrada Escritura:
“Seis días trabajarás y harás tus obras, pero el séptimo día
es día de descanso” (Éxodo 20, 9-10).
La noción que la Escritura nos da del trabajo es la de lo
opuesto al descanso. Sucede como con otras nociones
básicas, que se captan más fácilmente por su noción
opuesta. Así sucede, por ejemplo, con la noción de ser,
que se capta mejor gracias a la de nada, aunque realmen-
te la nada se defina en función del ser; y lo mismo sucede
con la noción de bien, que se capta mejor gracias a la de
mal, aunque realmente el mal se defina en función del
bien.
Acepciones del verbo descansar:
 Aliviar a alguien en el trabajo, ayudarle en él.
 Cesar en el trabajo, reparar las fuerzas con la
quietud.
 Tener algún alivio en las preocupaciones.
 Reposar, dormir.
 Dicho de una persona: Estar tranquila y sin cuidado
en la confianza de los oficios o el favor de alguien.
Acepciones del sustantivo descanso:
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Ing. Roberto RADICE
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 Quietud, reposo o pausa en el trabajo o fatiga.
 Causa de alivio en la fatiga y en las dificultades físicas
o morales.
En el descanso no hay fatiga, ni premura de tiempo, ni
tensiones de realización de metas; el descanso es
recuperación de fuerzas físicas y psicológicas. Y el trabajo
se nos manifiesta como una noción básica en el ámbito de
lo humano, pero que captamos mejor como opuesta al
descanso, aunque, en el fondo, el descanso realmente se
defina en función del trabajo.
Lamentablemente, en algunos aspectos del descanso,
como en el deporte, se han introducido elementos com-
petitivos, que privan al descanso de su auténtica natura-
leza, convirtiéndolo en una tensa actividad destinada a
ganar, es decir, a satisfacer el propio ego. De tal forma, se
propicia el desarrollo de reacciones de tipo neurótico, co-
mo la agresividad, la envidia, el despecho, la fatiga psico-
lógica, la depresión, etc.

La más rica noción del trabajo humano


Los animales irracionales también realizan actividades y
también descansan, a su modo, durmiendo, etcétera; pero
esas actividades y ese descanso son esencialmente distin-
tos del trabajo y del descanso humanos. Con su trabajo el
hombre construye su casa y la hace acogedora para sí y
para los suyos, convirtiéndola en un hogar. Los animales
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Ing. Roberto RADICE
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también construyen sus guaridas y sus nidos. Sin embar-
go, hay una diferencia radical.
Si por cualquier causa un nido es destruido, las aves que
ahí habitaban construyen otro en otro lugar (son mas
inteligentes que los humanos, sino vean los terremotos e
inundaciones que se producen siempre en el mismo lugar
y la gente vuelve – Ej.: Ciudad de Vesubio), de preferen-
cia más apto, sin mayores problemas; no es el caso de
que vuelvan sobre su nido destruido y lloren ahí, ni de que
intenten reconstruirlo ahí mismo con claros peligros. Más
aun, los animales no lloran (de los perros no estaría muy
seguro).
En cambio, si por cualquier causa, como un incendio o un
terremoto, el hogar de una familia humana es destruido,
los miembros de la familia vuelven sobre su hogar destrui-
do y lloran ahí; y en muchos casos lo reconstruyen ahí
mismo, incluso con claros peligros. Esta actitud humana
obedece a que el hombre ha dejado algo de su ser en el
hogar que construyó o hizo acogedor con su trabajo
(olvido que es eterno y por ende su morada no esta en
esta tierra). Ahí empezó a vivir con su esposa; ahí formó a
su familia; ahí crecieron sus hijos...
El trabajo humano tiene la misión de hacer acogedor el lu-
gar donde el hombre vive, el mundo en que vive, para él y
los suyos, y también para todos los hombres. Y el hombre
no se dio a sí mismo esta misión, sino que le fue dada por
34
Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
Dios. Aquí entra en juego la noción que tengamos del
hombre mismo, y también de Dios. ¿Es Dios sólo una
creación cultural humana, o es el Creador del universo y
de todo lo que existe, excepto de sí mismo? Y el hombre,
¿es sólo uno de tantos productos de una evolución
aleatoria y ciega, o es una criatura de Dios, con una
vocación y unas misiones precisas? ¿Cuál es valor del
trabajo humano en uno y otro caso?
La realidad es que la hipótesis evolucionista no explica la
realidad del hombre, tal como el hombre es, anhelante de
valores, de creatividad estética, de verdad, de libertad
amorosa y de perpetuidad. El evolucionismo tan sólo
explicaría ―si es que explica algo― la aparición de un
mamífero con un cerebro altamente desarrollado. ¡Pero el
hombre no es eso! El evolucionismo ni siquiera explica la
estética simetría que existe en los seres vivos.
El hecho es sorprendente: la creación divina explica
perfectamente la aparición del hombre, mientras que el
evolucionismo no la explica en absoluto; y sin embargo,
hoy muchos abandonan la “explicación creacionista” por el
afán de adherirse a la “explicación evolucionista”. Son
estos mismos los que pretenden sustituir la verdadera
Ética con la ley civil, lograda mediante votaciones secre-
tas; y son los mismos que están a favor del aborto, la
eutanasia, la homosexualidad, etcétera.
Nada extraña que, en esa misma línea de pensamiento, se
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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denigre el trabajo humano y se pretenda convertirlo en
una mercancía más. De tal forma, el trabajo humano es
entendido y manejado como si fuera alguna peculiar
actividad de un animal más. Se trata de una concepción
torpe ―tonta, de poco nivel intelectual― tanto del trabajo
humano como del hombre mismo, y finalmente de Dios.
En efecto, Dios sería sólo el producto de un trabajo huma-
no demandado y retribuido en la libre oferta competitiva
de un mercado libre. ¿Qué Dios sería ése?
La realidad es muy diferente. Dios es el Ser Subsistente,
que ha existido siempre, y que creó el universo y también
al hombre, a quien dio la misión de trabajar a fin de que
le diera al universo la perfección de su último toque perso-
nal, y lo hiciera así más acogedor para todos. Ésta es la
verdadera grandeza y dignidad del trabajo humano:
¡colaborar en el plan creador de Dios!

Valor o precio del trabajo humano


¿Es el trabajo humano algo valioso ―en el sentido
axiológico del valor―, o simplemente tiene un precio
determinado por la oferta y la demanda del libre mercado?
¿Por qué si el trabajo de las madres tiene un valor
axiológico dentro de sus familias, en el libre mercado, en
cambio, ese mismo tipo de trabajo ―como el de educar―
tiene preferentemente un valor pecuniario, como puede
ser el salario de las maestras normalistas?
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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Si es el mismo tipo de trabajo, debe tener un valor
axiológico siempre y en todas partes. Se trata de un valor
que le viene de ser realizado por el hombre, y no tanto del
producto mismo, y mucho menos del precio que el libre
mercado determine.
El libre mercado quiere ponerle precio al trabajo humano,
y de hecho se lo ha puesto en forma de salario determina-
do por la ley de la oferta y la demanda, aunque dicho
salario sea insuficiente para que el trabajador viva digna-
mente con su familia. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué
sucede así? Es importante procurar responderlo en profun-
didad, porque en esta opresión está la semilla ―el caldo
de cultivo― de todas las sublevaciones y revoluciones so-
ciales, sobre todo las modernas, desde las de tipo comu-
nista hasta las de tipo terrorista.
Estoy convencido de que las personas no son tan malva-
das como pueden parecer, sino que, más bien, son los
sistemas los que no funcionan bien, conforme a lo que la
dignidad y los derechos humanos exigen. Somos muy
valientes para criticar y atacar a las personas, pero nos
tiemblan las piernas y nos castañean de miedo los dientes
tan sólo de pensar en la posibilidad de criticar los sistemas
establecidos.
Hay que criticar constructivamente los sistemas, quitán-
doles lo que tengan de malo, reforzando lo que tengan de
bueno, y modificando lo que sea pertinente. Y luego hay
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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que promover pacíficamente la conveniencia de llevar los
cambios a la realidad, haciendo todo lo posible para que el
daño de los ajustes resulte mínimo.
El estudio profundo de estas realidades puede ser un
camino fecundo para avanzar en el desarrollo de la Filoso-
fía del trabajo, de la Teología del trabajo, y de ese intere-
sante capítulo de la Ética que es la ética empresarial.
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PELIGROS RELACIONADOS CON EL TRABAJO


HUMANO
Fuente:
Autor: Paulino Quevedo
Teología del trabajo (4)

Domingo 23 de noviembre de 2003.


Hola, amigos:
Personas, dignidad y derechos, sistemas
socioeconómicos, trabajo humano y dinero.

Breve preartículo

En mi artículo de la semana pasada, Valor y dignidad del


trabajo humano (2003-11-16), mencioné el hecho de que
la verdadera dignidad del trabajo humano consiste en ser
colaboradores del plan creador de Dios, es decir, de darle
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Ing. Roberto RADICE
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al mundo nuestro personal toque de perfección, para
hacerlo así más habitable y acogedor. Paradójicamente,
estamos maltratando nuestro mundo en grados increíbles.

También he mencionado el destino universal de los bienes


creados por Dios, o sea, que Él los entregó a todos los
hombres. Y también aquí, paradójicamente, esos bienes
en poco tiempo vinieron a quedar en manos de unos
pocos. Repito ―pedagogía del repetir― las cifras ya
conocidas:
 Un promedio de mil personas, principalmente niños,
mueren de hambre cada hora (cada 60 minutos).
 Unos 1,200 millones de seres humanos (quinta parte
de la humanidad) viven con menos de un dólar al día.
 Las tres mayores fortunas ¡personales! del mundo
suman más que los productos internos brutos de los
48 países más pobres del mundo.
¿A qué se deben estas paradojas? ¿Por qué los hombres
obramos en contra de nuestra naturaleza y de los dones y
misiones que Dios nos ha dado? ¿Por qué el trabajo
humano destroza el mundo en vez de perfeccionarlo, y
maltrata al grueso de la humanidad en vez de ayudarla?
Procuremos encontrar algunas respuestas... con la cara,
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Ing. Roberto RADICE
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roja de vergüenza.
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse
independientemente, hay entre ellos una relación; debido
a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si
previamente se han leído los anteriores.

Cuerpo del artículo

Un hecho verdaderamente notable es que el mucho


descanso agota. Después de algunos días sin trabajar
empezamos a sentirnos mal, unos más y otros menos;
algo nos falta, como si fuera el aire o el alimento. Por eso
existen las terapias ocupacionales. Y es que el hombre
está hecho para trabajar, como el ave para volar (Job 5,
7). Ese trabajo puede ser intelectual o manual, o de muy
variados géneros, pero el hombre necesita realizar algo,
no puede estar simplemente de ocioso. Todos tenemos
alguna ilusión, algún proyecto, y queremos llevarlo a cabo.
Puede ser alguna forma de expresar-nos, más o menos
artísticamente; puede ser algún procedimiento que facilite
las cosas que se vienen haciendo de manera rutinaria; o
construir cierto instrumento, más eficaz; o realizar deter-
minado experimento que aclare ciertas dudas; o desempe-
ñar una actividad aparentemente monótona, pero valiosa,
como cuidar y atender enfermos, etcétera. Así el hombre
se enaltece con su trabajo.
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Ing. Roberto RADICE
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Lo malo es que alguien nos contrate mediante cierta paga,
como si nuestro trabajo fuera una mercancía, para que le
demos un martillazo a un objeto metálico cada vez que
pase delante de nosotros en una banda giratoria, por
poner un ejemplo. Tal tipo de trabajo nada tendría qué
ver con nosotros mismos, sino que sería alienante o ajeno
a nosotros. Charles Chaplin ridiculizó en algunas de sus
películas ese tipo de trabajo. Sin llegar a tales extremos,
el trabajo humano nunca debe ser ajeno a los anhelos,
ilusiones o proyectos de la perso-na que trabaja, al
margen de la paga que pueda recibir.
Para que el trabajo sea verdaderamente humano, todos
debemos de alguna forma hacer nuestra, aunque sea par-
cialmente, la finalidad de nuestro trabajo, de modo que al
ver el resultado nos sintamos satisfechos de él, y tam-bién
orgullosos en el buen sentido de la palabra. Esto no suce-
de hoy en nuestro mundo, quizá en detrimento de la ma-
yor parte de los trabajadores. ¿Qué nos está pasando?
La dignidad y los derechos se le dan al dinero, no a
las personas

Aquí tenemos otra desastrosa y tremenda realidad de


nuestro tiempo, y quizá también de los tiempos pasados,
casi hasta donde tenemos noticia histórica. Las personas,
debido a nuestra intrínseca dignidad, tenemos derechos
inalienables, como el derecho a la vida, a la casa, al vesti-
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Ing. Roberto RADICE
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do, al sustento, a la educación, a la atención médica, etc.

Consideremos tan sólo el derecho al sustento, muy con-


cretamente al alimento. Pedro y Juan son dos personas
que no se conocen entre sí, y que llegan separadamente
al mercado, donde hay muchos alimentos. Pedro tiene
hambre, pero no trae dinero. Juan trae dinero, pero no
tiene hambre. Con su dinero, Juan puede comprar todos
los bocadillos que se le antojen, aunque realmente no ten-
ga hambre. Pedro, en cambio, como no trae dinero, no
logra conseguir ni siquiera algunos alimentos con los cua-
les saciar básicamente su hambre.
¿Qué es lo que le da derecho al alimento a una
persona hambrienta, su dignidad de persona o el
dinero que traiga consigo? Obviamente, - su
dignidad de persona - Pues bien, el alimento no se
le otorga a la persona, por muy hambrienta que
pueda estar, sino a la persona que traiga dinero.
CUIDADO CON ESTA REFLEXION ESCONDE
RESENTIMIENTO Y ENGENDRA ODIO
Supongamos que es un perro ―o un robot―, el que llega
a la tienda con una canasta en el hocico y una nota
indicado lo que necesita, y también con el dinero para
pagarlo. Indudablemente, el dependiente tomará el dinero
y pondrá lo indicado en la canasta.
Como puede apreciarse, la dignidad y los derechos
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Ing. Roberto RADICE
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se le otorgan al dinero, no a las personas. Y lo
mismo que con el alimento sucede con el vestido, la casa,
la educación, la atención médica, etcétera. ¡Así es hoy
nuestro mundo! ¿Por qué? ¿Qué es lo que sucede?
EL DINERO NO ES MAS QUE UN ELEMENTO DE
CAMBIO, SIN NINGUN VALOR EN SI MISMO MAS
QUE EL DE PERMITIR COMPARAR EL VALOR
RELATIVO DE DIFERENTES COSAS. NO DA NI
QUITA DERECHOS.

Cómo funciona nuestro sistema socioeconómico


Nuestro sistema socioeconómico ha hecho que el hombre
tenga que trabajar colaborando con otro u otros hombres
que compran su trabajo como si fuera una mercancía, en
vez de trabajar para colaborar con Dios. Los patronos
han usurpado el lugar de Dios en lo que al trabajo
humano se refiere. NO TODOS Sin embargo, el hom-
bre tiene derecho de trabajar colaborando “en lo que
él entiende que Dios le pide (y quien establece lo que él
entiende, puede haber infinitas interpretaciones igual-
mente validas), siguiendo los personales intereses y
aptitudes que Dios le da”. SIN NINGUN SACRIFICIO
PREVIO DE PREPARACION, PERFECCIONAMIENTO,
ADECUACION ETC.? CON ESO NO BASTA

Las personas NO TODAS sedientas de poder o de rique-


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Ing. Roberto RADICE
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zas, o de ambas cosas, están dispuestas a arriesgarlo todo
y a gastar todas sus energías para colocarse en posiciones
de poder o de acaparar la mayor riqueza posible. Y luego
son ellas mismas NO TODAS las que establecen un siste-
ma socioeconómico donde para poder vivir hay que tener
el dinero necesario. Y ese dinero habrá que conseguirlo
como pago de un trabajo alienante para la persona, que
se ve obligada a trabajar en aras de los fines de quien le
paga. Su trabajo es comprado como si fuera una mercan-
cía, y su misión de colaborar con Dios tiende a desapare-
cer. CUIDADO HAY QUE PENSAR MUY BIEN LO QUE
AQUÍ SE DICE!!!!
Así, por ejemplo, mientras un artista trabaja poniendo
toda su atención en su creación estética, siempre hay otro
que pone toda su atención en lograr el modo de quedarse
con la mayor parte del fruto del trabajo de ese artista, a
cambio de pagarle migajas por su trabajo. Hoy (DESDE
QUE EL HOMBRE ES HOMBRE, ESE ES EL PECADO
QUE TRAEMOS DE NUESTROS PADRES) ya no se
puede poner toda la atención en un trabajo creativo,
porque siempre habrá un vivo que esté poniendo toda su
atención en arrebatarle el fruto de su trabajo al hombre
creativo. Así es hoy nuestro mundo... ¡qué tristeza!
PORQUE TANTA SORPRESA!!
Desde hace tiempo el vivo vive del sonso y el sonso

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Ing. Roberto RADICE
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de su trabajo – pero sí, ¿el ganarse la vida hones-
tamente es ser sonso?, pues entonces yo soy sonso
y a mucha honra.
Y luego esas mismas personas, ricas y poderosas, legislan
a favor del sistema socioeconómico que ellas mismas han
establecido, y por los medios de comunicación difunden
como “cultura establecida” ese mismo sistema. Entonces
los otros muerden ingenuamente el anzuelo y pugnan por
“mejorar” su condición o “subir” socialmente a base de
lograr poder y riquezas ellos también. Y así es como se
termina trabajando para poder codearse con los de arriba,
usando egoístamente el poder y las riquezas, en vez de
usarlos para el bien común, principalmente de los más
necesitados. QUE HABIENDOSE SACRIFICADO TODO
CUANTO HAN PODIDO NO LOGRARON ALCANZAR
LO QUE, CON JUSTICIA NECESITABAN
De tal manera, la “cultura social” impone que lo
“importante”, lo “valioso”, es ganar dinero y conseguir
posiciones de poder o “huesos” políticos. Bien lo dice el
refrán popular: Yo no pido que me den; sólo pido que me
pongan donde haya. Finalmente, en las reuniones de los
ricos se va estableciendo que sea de mal gusto, e incluso
de mala educación, hablar de los pobres, de sus necesida-
des y de las inhumanas condiciones en que viven.
PUSILANIMERIA DE ALGUNOS

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Ing. Roberto RADICE
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Las personas, los sistemas y las estructuras de
pecado

Como dije en mi artículo anterior, estoy convencido de


que las personas no son tan malvadas como parecen, sino
que son los sistemas los que no funcionan bien, conforme
a lo que la dignidad y los derechos humanos exigen. Sin
embargo, mientras con facilidad nos atrevemos a criticar y
atacar a las personas, no nos atrevemos a criticar a los
sistemas establecidos, ni siquiera amable y constructiva-
mente. Nos da miedo ir contra la corriente, contra la
opinión pública, y no ser aceptados social o grupalmente.
LA JUSTICIA SOCIAL ESTA EN LA DOCTRINA SO-
CIAL DE LA IGLESIA NO EL MARCISMO O EL CAPI-
TALISMO.
Los ricos y poderosos defienden el sistema establecido con
uñas y dientes, porque les es favorable. Cuando se trata
de presumir ―que es las más de las veces―, todos quie-
ren mostrarse más ricos y poderosos de lo que realmente
son. En cambio, como todos quieren aparecer como bue-
nas personas, cuando surgen los temas cristianos ―donde
no se puede servir a Dios y a las riquezas― nadie quiere
reconocer que es rico: Ricos son Rockefeller y Bill Gates.
Nosotros sólo tenemos lo necesario para el bienestar de
nuestra familia. A nosotros no se nos aplica lo de la aguja
y el camello... ¡ESO LO DICE Ud.¡
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
Me llama mucho la atención que en estos casos ―en que
surgen los temas cristianos― entre los ricos el concepto
mismo de rico se difumina, se volatiliza en la mayor de las
vaguedades, no sé si en el ciberespacio o en el éter
intergaláctico. En cambio, entre los pobres el concepto de
rico es del todo preciso y concreto: Son ricos los que
tienen coche. En efecto... ¡los pobres no tienen coche! EN
LAS VILLAS HAY MAS TV Y EQUIPOS MUSICALES
QUE EN LA MAYORIA DE LAS CASAS DE CLASE
MEDIA. HA! PERO ESO SI, ELLOS ESTAN COLGA-
DOS DE LA LUZ, POR QUE NO TIENEN PARA PA-
GARLA Y LES RESULTA IMPRESINDIBLES PARA
VIVIR, PODERLAS DISFRUTAR.
También me llama mucho la atención al hablar con los
ricos con cierta confianza, y hacerles ver todos los excesos
que tienen, que ellos no comiencen a buscar la forma de
distribuir entre los pobres dichos excesos, sino que empie-
cen a buscar argumentos tendientes a justificar el no te-
ner que distribuir nada, sino quedarse con todo, e incluso
poder seguir teniendo más y más. Sus argumentos son
verdaderamente pedestres.
La realidad es que las personas no son tan malvadas
como pueden parecer; lo que falla son los sistemas. Los
ricos y poderosos de hoy suelen serlo porque lo heredaron
de sus padres, - O LO ROBARON, COMO LOS POLITI-
COS , al menos en cierta medida; y también heredaron el
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
mayor o menor afán de seguir subiendo en esa misma lí-
nea socioeconómica. Y sus padres lo heredaron de sus
abuelos, y éstos de sus bisabuelos, y así sucesivamente,
de una manera casi siempre gradual. ”PROGRESAR
JUSTA Y HONESTAMENTE NO SOLO NO ES UN
PECADO SINO UNA OBLIGACION ANTE DIOS”.
Pero... reconocer que los propios padres vivieron mal es
algo casi impensable, y entonces se recurre al cuarto
mandamiento, sin duda muy mal entendido: la propia
familia queda por encima del cristianismo.
La verdad es que quienes heredan de sus padres un
determinado estatus socioeconómico, naturalmente
tienden a sostenerlo, y en eso tienen mayor o menor
disculpa. Y sus padres también tuvieron mayor o menor
disculpa respecto a sus abuelos; y éstos respecto a sus
bisabuelos, y así sucesivamente...
Poco a poco, a lo largo de los años y de los siglos, se
fueron añadiendo elementos de comodidad y de egoísmo,
conformando sistemas que se fueron legislando y difun-
diendo como una “cultura establecida”, en forma de
estructuras sociales de pecado. Y luego esas estructuras
indujeron a pecar a los que vinieron después, y así sucesi-
vamente... hasta llegar a nuestra situación actual, ya des-
crita arriba con cifras estremecedoras.
Y entonces suele suceder que los oprimidos, o son márti-
res, o no aguantan más y se sublevan en forma de revolu-
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
ciones sociales. El capitalismo ha sido el sistema malo de
nuestros tiempos, la semilla ―el caldo de cultivo― de
tales desórdenes y revoluciones sociales, POBRES
COMUNISTAS SOBRE LOS CUALES NO PESA CULPA
ALGUNA, NI SIQUIERA DE ESTA IGLESIA, desde el
comunismo hasta el terrorismo. Por eso hoy se hace nece-
sario resistir al capitalismo NADA MAS...?, ¡QUE
TENDENCIOSO...!, a fin de evitar sus malas consecuen-
cias, que serán cada vez peores.
CRISTO NO FUE, NO ES, NI SERA NUNCA UN
CAPITALISTA, PERO TAMPOCO UN COMUNISTA.!!

Lo que hay que hacer es criticar y corregir los


sistemas
Más de alguno podrá preguntar qué tenga qué ver todo lo
anterior con el trabajo humano (YO). Ciertamente tiene
mucho qué ver. Lo iremos comprobando a lo largo de es-
tos artículos. Sirva como botón de muestra la elección de
carrera universitaria que están haciendo hoy los jóvenes
que terminan el bachillerato. Ya no están buscando la ca-
rrera que responda a su vocación personal ―hay honrosas
excepciones―, sino la carrera que les deje más dinero
(CIERTO). Y cuando lo que se busca con el trabajo es
principalmente dinero, la consecuencia es que la humani-
dad se va en picada (A DONDE...?: ¡lo estamos viendo!
La gran pregunta de nuestro tiempo es cómo lograr traba-
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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jar con una finalidad humana digna, colaborando con el
plan creador de Dios en armonía con la vocación personal;
y sin que dicha finalidad tenga que ser el dinero, más y
más dinero, acumulación y acaparamiento de dinero sin
límites. A los que logran poder y riquezas hoy se les llama
ganadores, y a los que no los logran se les llama perdedo-
res. ¿Cómo lograr no caer, y que no caigan nuestros jóve-
nes, en las garras de esta malvada división bipolar de los
seres humanos? LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLE-
SIA ES COMO EL CANTO DE UNA MONEDA, QUE
TIENE DOS CARAS, EL COMUNISMO Y EL CAPITA-
LISMO, MOTIVO ESTE POR EL CUAL ES ATACADA
POR AMBOS SISTEMAS.
La respuesta está en la necesidad de estudiar e investigar
en mayor profundidad las relaciones entre el trabajo y la
riqueza, entre el trabajo y el poder, y entre el poder y la
riqueza. Sólo entonces podremos criticar y corregir ade-
cuadamente los sistemas. Algo de esto veremos en los
siguientes artículos de esta serie. Lucas 21, 1-4
LA INTERPRETACION DE ESTE EVANGELIO TIENE OTRO
CARIZ, A SABER:
En aquel tiempo, alzando Jesús la mirada, vio a unos ricos
que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio
también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas,
y dijo: De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado
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Ing. Roberto RADICE
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más que todos. Porque todos éstos han echado como
donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado
de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir.
dar no es entregar lo que te sobra, sino quitarte de
lo que te hace falta!!!!
Reflexión
¡Qué hermosos ojos tiene nuestro Redentor que tan
bellamente posa su mirada en cada uno de nuestros
actos! A Cristo no le es indiferente cuanto podamos hacer,
sobre todo, cuando son pequeñas menudencias que sólo
Él ha visto y que sabrá premiar en su debido tiempo.
Hay en la escena algunos ricos echando grandes cantida-
des de dinero para Dios. Es lo que significa su ofrenda al
Templo. Está lejos de Él una condena a los ricos,
como alguna literatura ha querido ver en este y
otros pasajes. Al contrario, seguramente se sintió a
gusto al ver cómo los que cuentan con los medios
necesarios, ponen en práctica la hermosa virtud de la
magnificencia. ¡Qué sería del Templo, de las grandes
obras de la Iglesia si no hubiera gente generosa a
lo grande! Además está muy lejos de Cristo esa
clase de favoritismos por unos o por otros.
Y es que Dios no mira las apariencias como los hombres.
Precisamente porque no mira las apariencias se impresio-

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Ing. Roberto RADICE
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nó por el gesto de esa mujer pobre. Lo ha dado todo para
Dios, ¡todo lo que tenía para su existencia! Y Cristo no se
ha quedado indiferente ante tan grandioso gesto. Si hasta
lo ha comunicado a sus apóstoles como diciendo:
“aprended de esa mujer lo que es creer de veras en Dios”.
Darlo todo. Y hay tanta gente que lo da todo en nuestro
mundo del siglo XXI y, quizás sería importante abrir más
los ojos y no dejarnos impresionar por las apariencias sino
mirar con la mirada de Cristo y obrar con la generosidad
de esa viuda. Porque para Dios ella no ha quedado
desamparada. Porque a los que así obran Dios no los
abandona sino que se conmueve de amor ante sus
pequeños actos de generosidad. Pensemos sólo que
gracias a ese pequeño acto de la viuda ella sigue siendo
hasta ahora modelo para nosotros.
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VISIÓN GENERAL Y DE DETALLE EN EL TRABAJO


Teología del trabajo (5)
Domingo 30 de noviembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo
Hola, amigos:

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Ing. Roberto RADICE
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También en el trabajo humano la teoría debe guiar
a la práctica, procediendo desde lo fácil hacia lo
difícil.
Breve preartículo
Recibí por correo electrónico un interesante comentario,
escrito por Carlos M. Torres, a mi artículo de la semana
pasada: Peligros relacionados con el trabajo humano
(2003-11-23). Lo agradezco mucho porque me da pie para
iniciar el artículo de hoy. Entre otras cosas, Carlos me dice
lo siguiente:
Desde las personas y el trabajo personal hay un "gran
salto", hasta los "sistemas socioeconómicos", se nos
quedan en el medio las "organizaciones", desde las
más pequeñas como la familia, hasta el gobierno,
pasando por las intermedias, "empresas" en general,
sean éstas lucrativas o no.
Sin dudar de que vivimos inmersos en "sistemas
socioeconómicos", éstos posiblemente sean más
lejanos y difíciles de "influir", aun cuando los
tengamos que "sufrir". No obstante "ignoramos" que
tenemos más próximas toda esta gama de sistemas
más pequeños, u organizaciones del "quehacer
humano", de las cuales somos parte y sobre los
cuales nuestra posibilidad de influencia y por ende

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Ing. Roberto RADICE
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nuestra "responsabilidad" de coherencia, con nuestras
"creencias" es mayor.
Indudablemente, en el nivel inferior de la gama de uni-
dades de trabajo humano estamos las personas humanas,
es decir, cada uno de nosotros. En el otro extremo está la
entera humanidad que vive hoy en nuestro mundo, sobre
todo ahora que el mundo se nos globaliza.
Anteriormente podía pensarse, aunque fuera algo irreal,
que dicho extremo era cada uno de los diversos pueblos,
naciones o países.
Las observaciones de Carlos son muy interesantes. ¿Por
qué dar ese gran salto desde las personas y el trabajo
personal hasta los sistemas socioeconómicos, si en medio
se nos quedan organizaciones como la familia, las
empresas y el gobierno? El solo intento de responder a
esta pregunta será de gran ayuda para avanzar en
nuestro tema.
Cuerpo del artículo
Nos encontramos ante la cuestión de qué sea mejor, si
tratar de avanzar desde el detalle hacia la visión general,
o desde la visión general hacia el detalle, o si, en fin, sea
mejor partir de algunos elementos intermedios. Es el viejo
tema del bosque y las ramas. Ni queremos andar volando
entre las nubes, ni queremos andar perdidos entre las
espesura.

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Ing. Roberto RADICE
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Curiosamente, sin embargo, yo estoy partiendo a la vez
del detalle y de la visión de conjunto: de la dignidad de las
personas y de los sistemas socioeconómicos. No estoy
partiendo de las organizaciones intermedias, como las
empresas.
Si releemos con cuidado los artículos de esta serie,
Teología del trabajo, veremos que comencé hablando de
la empresa. Los dos primeros artículos fueron
Complejidades de la ética empresarial y Fundamentos de
una ética empresarial, respectivamente.
Pero es verdad que aunque haya comenzado hablando de
la empresa, no comencé partiendo de ella. En lo que sigue
procuraré explicar por qué.
Orden en el que resulta más conveniente proceder
Al ubicarnos dentro de una organización intermedia, como
puede ser una empresa, podemos considerar muchas de
sus realidades e incluso cambiar, corregir o mejorar
algunas de ellas; pero desde esa ubicación no podemos
cambiar el ambiente en el que está inmersa ―como el
sistema socioeconómico o la legislación del país― ni la
naturaleza de sus elementos básicos ―como la dignidad
de las personas―, pues son realidades que la empresa
presupone.
Debido a lo anterior, si hubiera fallas referentes a las
personas o al sistema socioeconómico ―que son los
elementos básicos y el ambiente general―, nada
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Ing. Roberto RADICE
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ORGANIZACION INDUSTRIAL
podríamos lograr desde la ubicación intermedia que es la
empresa. Más aun, probablemente ni siquiera nos
daríamos cuenta de dichas fallas, precisamente por no
estar en la ubicación adecuada para observarlas.
Muchas violaciones a los derechos humanos provienen de
los sistemas sociales, como ha sucedido con la esclavitud
y ahora sucede con el comunismo y el capitalismo. Y las
empresas que han vivido y respirado en esos ambientes
difícilmente se han percatado de dichas violaciones, ya
fuera por verlas como algo natural, ya fuera por resultar-
les favorables a sus dueños y directores.
Por ejemplo, si hoy a un trabajador se le paga lo que se
estila en el mercado, o incluso algo más, el director de la
empresa se quedará tranquilo, sin importarle que ese
empleado no alcance a sostener con dignidad a su familia,
por ser ésta muy numerosa. Ese director se justificará
pensando y diciendo que le paga lo debido, y aun más...
¡sólo porque así lo establece el sistema capitalista!
Es difícil ―prácticamente imposible― corregir las fallas del
sistema capitalista ―lo mismo que las de otros sistemas―
desde el interior de las empresas o de otras organizacio-
nes intermedias. Hace falta lograr contemplar todo el bos-
que a fin de lograr corregir algunos defectos generales
que impiden que las ramas se desarrollen con las debidas
flores y frutos.

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Ing. Roberto RADICE
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Los maltratos humanos provenientes del interior de una
empresa, o de otra organización intermedia, se les pueden
imputar a sus dirigentes. En cambio, los maltratos
humanos provenientes de los sistemas socioeconómicos
no se le pueden imputar a nadie, aunque favorezcan a los
ricos y a los poderosos, quienes tienden a conservarlos.
CUIDADO...., DE NUEVO NO ME GUSTA... De ahí la
enorme dificultad para poder corregirlos.
Por eso es necesario primero revisar e investigar la digni-
dad y los derechos del hombre, y relacionarlos con los
sistemas socioeconómicos, a fin de poder luego revisar e
investigar las estructuras de las organizaciones interme-
dias.

Teoría y práctica en el trabajo humano


Es interesante observar que la visión más general de la
realidad se logra mediante el conocimiento teórico o
especulativo, a diferencia del conocimiento práctico. Al
conocimiento teórico llamado también especulativo
―del latín speculum, espejo―, para indicar que es un
conocimiento simplemente de espectador, ya que no se
puede actuar o meter mano en el objeto conocido a través
de un espejo. Y así, por ejemplo, al menos hasta la fecha,
del Sol sólo podemos tener un conocimiento especulativo
o teórico; y en general así es la Astronomía y muchas
otras ciencias. En realidad todo conocimiento es especu-
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Ing. Roberto RADICE
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lativo, ya que el solo conocimiento no modifica en nada la
realidad. Al conocimiento se le llama práctico sólo pa-
ra indicar que al conocimiento especulativo se le añade la
intención de obrar ―algo volitivo―, es decir, de actuar o
meter mano en la realidad conocida. Por esto, el conoci-
miento práctico en realidad es práctico además de teórico,
y no en vez de teórico. Tener claras estas nociones ayuda
mucho a comprender mejor las cosas. De hecho, nuestro
conocimiento práctico se ha reducido al planeta Tierra
hasta hace poco, cuando hemos logrado ir a la Luna y
poner algunas cosas en Marte. Con mucha razón se ha
dicho que la teoría, sin la práctica, es estéril; y que la
práctica, sin la teoría, es ciega. Es como un hombre ciego,
pero con buenas manos y piernas, que lleva en sus
hombros a un invalido sin manos ni piernas, pero con
buenos ojos.
La teoría es como el inválido con buenos ojos, y la prácti-
ca es como el ciego con buenas manos y piernas. Se ne-
cesitan mutuamente, y también se complementan. Sin
embargo, el hombre que ve es el que guía al hombre que
hace o que camina, y no al revés; no es el hombre que
hace o que camina el que guía al hombre que ve. Es claro,
por tanto, que, aunque teoría y práctica sean completen-
tarias, es la teoría la que guía a la práctica. Lo dice la sabi-
duría popular: ¡Hay que pensar antes de obrar!

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Sólo con el conocimiento teórico podemos lograr la visión
de conjunto, para luego poder ubicar debidamente nues-
tras obras dentro de ese conjunto; es decir, sólo viendo
primero el bosque logramos no perdernos entre las ramas.
Lo curioso es que al esfuerzo teórico por ver el conjunto
se le llame andar perdido entre las nubes, como si la
práctica hubiera de guiar a la teoría o, peor aun, como si
no debiera haber teoría. Esto suelen decirlo los hombres
prácticos, porque, además de los hombres equilibrados,
hay hombres muy inclinados a la práctica u hombres
prácticos, y hay también hombres muy inclinados a la
teoría u hombres teóricos. Obviamente, también mujeres.
A mí me llama mucho la atención que los hombres
prácticos ―los que hacen― tiendan a despreciar a los
hombres teóricos ―los que ven―, mientras que los
hombres teóricos valoramos y apreciamos mucho a los
hombres prácticos. Los teóricos entendemos a los prác-
ticos, pero muchas veces tenemos y padecemos la expe-
riencia de que los prácticos no nos entienden a los
teóricos. Yo no acababa de dilucidar este curioso
fenómeno, y debo reconocer que me molestaba. Pero
finalmente lo comprendí, de la siguiente manera: los que
ven tienden a entender lo que ven, mientras que los que
hacen tienden a entender lo que hacen; además, los que
ven, ven a los que hacen; en cambio, los que hacen no
hacen a los que ven. A unos y otros nos hace Dios.
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
Así es como se explica que los empresarios tiendan a no
entender a los filósofos, mientras que los filósofos enten-
demos y apreciamos mucho a los empresarios. Hay que
procurar romper o vencer esta nociva tendencia, porque
los filósofos tenemos mucho qué decirles a los empresa-
rios (HOY DIA SON CONTRATADOS EN LAS
ORGANIZACIONES PARA ASESORAR EN SU DIRECCION),
sobre todo en lo referente a los motivos por los que,
generándose riqueza suficiente para todos, ésta tienda a
quedarse siempre ―y cada vez más― en manos de unos
pocos, aunque sean muchísimos los que padezcan necesi-
dad.
El motor del trabajo humano y de la economía
Aunque el hombre por naturaleza se sienta impulsado a
trabajar por muy diversos motivos, en el mundo que
hemos ido configurando ―¿desconfigurando?― es
necesario trabajar para obtener dinero, y luego con ese
dinero poder comprar nuestros satisfactores. Dicho en
breve, hemos ido haciendo que el dinero se convierta en
el principal motor de nuestro trabajo: trabajamos para
ganar dinero; si no nos pagan no queremos trabajar.
Nos hemos ido acostumbrando a trabajar sólo para
provecho propio; nos molesta trabajar para beneficio de
los demás, si no hay un mayor beneficio para nosotros. Se
ha llegado al extremo de tirar los alimentos al mar,
aunque haya hambrientos, si no se paga por ellos el
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Ing. Roberto RADICE
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precio que se desea (yo he visto tirar los tomates en
Colonia Sta. Rosa cuando, a menos de 100 Km, en Oran,
los ancianos, en su asilo, se morían de hambre, esto se
debe más que al egoísmo a una mala o inexistente
planificación social y/o estatal), y de tal forma controlar su
precio. Hemos manchado el trabajo humano con los
tientes del egoísmo.
Es muy notable que la familia se haya resistido siempre a
tal estado de cosas. En el interior de la familia el dinero no
funciona (TODABIA!!), y hay la disposición de trabajar
para los demás sin esperar nada a cambio, sólo por amor.
Los padres trabajan para sus hijos y les dan lo que nece-
sitan porque valoran su dignidad de personas y sus dere-
chos, y porque se dan cuenta de que esa dignidad los
hace dignos de ser amados.
Lo tremendo del mundo actual es que sólo consideramos
dignas de ser amadas a las personas que nos son cerca-
nas o propias, como si se nos hubiera dicho esto: Amarás
a los tuyos como a ti mismo, en vez de esto otro: "Amarás
a tu prójimo como a ti mismo", sea quien sea ese prójimo.
Cuidamos de que los nuestros no padezcan indigencia,
porque los amamos; pero no cuidamos de que los demás
no padezcan indigencia, porque no los amamos.
Lo que falta en nuestro mundo es amor, también en el
ámbito del trabajo. Sin embargo, si pretendiéramos quitar
hoy el dinero como motor del trabajo y de la economía,
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
habría un desastre mundial, porque ambos se quedarían
sin motor. La meta es lograr sustituir el dinero con el amor
(PAVADA DE DESAFIO), como motor del trabajo y de la
economía; lo cual se presenta hoy como algo muy difícil,
prácticamente imposible.
La clave de la solución está en no tratar de lograr lo
imposible ―cambiar al mundo―, sino en cambiar
nosotros, al menos en la medida de lo posible y
gradualmente, ¡y procurando no molestar al mundo ni a
los demás! No hay que esperar a que el mundo cambie,
para luego cambiar nosotros, sino empezar por cambiar
nosotros. Y si nuestra vida resulta ser atractiva, otros
también se irán animando a cambiar; y así, poco a poco,
iremos cambiando al mundo.
En otros artículos iremos viendo en qué consiste ese
cambio personal, y cuáles son los medios o trucos para
lograrlo. Y luego pasaremos a ver algo equivalente en el
mundo de la empresa.
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EL MOTOR DEL TRABAJO HUMANO
Teología del trabajo (6)
Domingo 7 de diciembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo - Hola, amigos:
Preguntas que personalmente debemos hacernos
respecto al motor del trabajo humano.

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Ing. Roberto RADICE
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Breve preartículo
En mi artículo de la semana pasada, Visión general y de
detalle en el trabajo (2003-11-30), dije que hemos ido
haciendo que el dinero se convierta en el principal motor
de nuestro trabajo; y que si pretendiéramos quitar hoy el
dinero como motor del trabajo y de la economía, habría
un desastre mundial, porque ambos se quedarían sin
motor; y que la meta es lograr sustituir gradualmente el
dinero con el amor, como motor del trabajo y de la
economía.
También dije que por hoy es prácticamente imposible
cambiar al mundo en este aspecto, y que lo más que
podemos lograr es cambiar primero nosotros, y sólo
después, quizás, a nuestras familias y a nuestras
empresas. El hecho es que hoy vivimos en un mundo que
tiene las siguientes características:
 Se trabaja para adquirir la propiedad de algunos
bienes.
 Hay trueque entre los bienes poseídos.
 El trueque de los bienes se realiza mediante dinero,
incluso el trabajo humano mismo.
 El dinero se maneja en un ambiente marcadamente
capitalista, donde lo que principalmente importa es el
dinero mismo.
Dado que tenemos que vivir en este mundo, ya que no
podemos salirnos de él, debemos preguntarnos si nos gus-
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
tan las anteriores características, es decir, si vale la pena
tratar de sustraernos de ellas en la medida de lo posible
―al menos en lo personal, familiar y laboral―, o si, por el
contrario, nos gustan las características del mundo en que
vivimos. Es importante que nos definamos, que
tomemos postura. De otra manera, nuestras decisiones
y actuaciones serán incoherentes o amorfas.
Cuerpo del artículo
Sin duda nos molesta ―creo que a todos― el hecho de
que muchísimos africanos y latinoamericanos mueran de
SIDA porque los medicamentos que retrasan la aparición
de la enfermedad, en los que ya son portadores del virus,
sean tan costosos que ellos no pueden adquirirlos. Entre
que las personas mueran o que las compañías ganen lo
que pretenden o lo que dicen requerir para recuperar la
inversión ―defendiendo sus patentes con uñas y dientes,
importa menos que las personas mueran. Ahí tenemos el
capitalismo en acción.(EN CUBA NO HAY SIDA, POR QUE
NO HAY SIDOSOS...)
También nos molestan las prisas y las tensiones derivadas
de la competitividad. Aunque no todo sea tan dramático
en el capitalismo, en el fondo todo parece reducirse a lo
mismo: "Business is business", el negocio es el negocio, o,
en mejor castellano, (NO ES NADA PERSONAL, PERO... los
negocios son los negocios. Cuando de dinero se trata,

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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todo lo demás o casi todo lo demás ―un prudente "casi"―
parece pasar a segundo término.
Y nuevamente, como lo he repetido en varios de mis artí-
culos, las personas no son tan malvadas como pueden pa-
recer; lo que principalmente falla son los sistemas, en este
caso el sistema capitalista. (EL OTRO YA FALLO) Pero
mientras fácilmente criticamos y atacamos a las personas,
difícilmente nos atrevemos a cuestionar y criticar construí-
tivamente los sistemas. Y en esto la sociedad es cruel.
Quien critica lo establecido, aunque sea para mejorarlo, es
visto, señalado y tratado como un desadaptado, un faná-
tico, un fundamentalista, un prejuicioso, un loco (SOBRE
TODO CUANDO ES IMPARCIAL Y SESGADO EN LA
CRITICA). Por eso, tanto para evitarse tales molestias,
como por caridad hacia los demás, si queremos sustraer-
nos a las fallas de los sistemas, sea el capitalismo u otro
sistema cualquiera, conviene hacerlo de manera discreta y
personal, y sin criticar ni agredir a los demás, ni a la socie-
dad, ni al sistema mismo que falla. Si nuestro nuevo estilo
de vida es bueno y atractivo, atraerá a nuestros amigos, y
luego a otras personas. Y si el sistema en cuestión es muy
malo, tarde o temprano caerá por su propio peso.
La gran pregunta
La gran pregunta que cada uno debe hacerse, y responder
con toda honestidad, es ésta: ¿Amo yo el dinero? No hay
que precipitarse en responder; es mejor tomarse algún
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Ing. Roberto RADICE
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tiempo, dejando que la pregunta cale en lo profundo de
nuestro pensar, de nuestro obrar, de nuestro ser...
De sobra sabemos que Cristo dijo que no podemos amar a
Dios y al dinero, y que el que a dos amos sirve, con algu-
no queda mal. Y también sabemos que debemos amar a
Dios, aun sobre todas las cosas. Luego, en buena lógica,
no debemos amar el dinero. Pero mi pregunta no se
refiere a lo que pensamos que deba ser nuestra actitud
respecto al dinero, sino a cuál sea nuestra actitud de
hecho. ¿Cuáles son de hecho nuestros deseos y anhelos
respecto al dinero? ¿Qué hacemos de hecho con nuestro
dinero?
Hay que reconocer que tratar de responder honestamente
a esta pregunta es algo que a todos nos molesta, sobre
todo ahora, cuando se ha dado a conocer a través de los
medios la cifra promedio de los que mueren de hambre en
el mundo: mil cada hora (cada 60 minutos), principalmen-
te niños. Lo probable será que todos, o casi todos, ame-
mos el dinero en mayor o menor medida. ¿Cuál es esa
medida en mi caso personal?
Los verdaderos amantes del dinero tenderán a no querer
seguir leyendo mi artículo, y probablemente me escribirán,
con mejor o peor urbanidad, para pedirme o exigirme que
los borre de la lista de correo de mis artículos. No sería la
primera vez. Yo procuro borrarlos inmediatamente, pues,
como dije, mi estrategia consiste en tratar de no molestar
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Ing. Roberto RADICE
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a nadie. Y en efecto, si amamos el dinero, no tiene caso
buscar la forma de sustraernos a las fallas del capitalismo.
Sin duda yo también amo el dinero en mayor o menor
medida, lo mismo que todos, o casi todos; es muy difícil
vivir a contracorriente en este aspecto. Sin embargo, una
cosa es amar el dinero, y otra cosa es necesitarlo, en un
mundo en el que prácticamente no se puede vivir sin
dinero. Ante la falta de dinero nuestros sentimientos
pueden ayudarnos a responder nuestras crudas pregón-
tas, ya que pueden ser sentimientos muy diversos:
tristeza, nostalgia, soledad, desnudez, vergüenza,
inseguridad...
Si nuestro sentimiento es básicamente el de inseguridad,
es algo muy normal, pues normalmente compramos con
dinero lo que necesitamos. Eso no quiere decir que
amemos el dinero, sino que lo necesitamos, porque el
mundo en que vivimos nos ha obligado a necesitarlo (NO
A QUE LO AMEMOS). En cambio, si sentimos tristeza,
nostalgia, soledad, desnudez o vergüenza, o algo seme-
jante, hay mayores probabilidades de que amemos el
dinero o de que le tengamos apego.
Hay otros indicios que desenmascaran el amor al dinero,
como ser poco generosos con los pobres, no dar limosnas,
no ayudar a las instituciones de beneficencia, dar propinas
raquíticas, no querer trabajar en beneficio de los demás,
considerar que lo que nos pagan siempre es poco,
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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considerar que lo que pagamos siempre es mucho,
sentirnos felices al ir de compras, etcétera.
Otra difícil pregunta
Si en respuesta a la pregunta anterior hemos tenido que
reconocer que amamos el dinero en cierta medida, resulta
obligado que nos hagamos esta otra personal pregunta:
¿Quiero dejar de amarlo? Podemos considerar que amar el
dinero es una lacra para nuestra personalidad, o podemos
pensar que es algo que nos adorna.
Y también aquí, los amantes del dinero encontrarán
molesto mi artículo, con las consecuencias ya menciona-
das en el apartado anterior. Estas preguntas, tan nece-
sarias, no pretenden molestarlos; más bien les facilitan el
que dejen de leerme cuanto antes.
En el fondo se trata de saber si quisiéramos poder vivir en
un mundo sin dinero ―por utópico que parezca― o al
menos poder manejar el dinero lo menos posible, aunque
tengamos que vivir con dinero en nuestro mundo actual.
De no ser así, lo más probable será que queramos tener
cada vez más dinero.
Otros indicios pueden ayudarnos a responder esta nueva
pregunta. Supongamos que la esposa de un matrimonio
sabe cocinar y recibir muy bien, y que su hija sabe ayu-
darle maravillosamente. En caso de tener que invitar a
comer a personas muy importantes, ¿qué preferiría cada
uno de estos cónyuges, invitarlas a comer a su casa o
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
poder invitarlas a un magnífico restaurante? ¿En qué caso
se sentirían mejor con sus invitados?
Es claro que, en el ejemplo anterior, a quienes les gusta
manejar dinero y gastar, preferirán llevar a sus invitados a
un magnífico restaurante. Y de modo parecido se puede
considerar si siente uno satisfacción de saber hacer las
cosas, como un vestido o un pastel, o si siente uno ver-
güenza de no haber podido comprar algo de marca.
También podríamos preguntarle a un niño ya grandecito
cómo se sentiría más seguro, si sólo con dinero o con los
cuidados de unos padres que lo aman. O podríamos pre-
guntarle a un inválido si preferiría tener la seguridad del
dinero o la de poder trabajar y sostenerse por propia
cuenta.
Las preguntas anteriores son importantes, ya que si
amamos el dinero, y además queremos seguir amándolo,
ni siquiera tiene objeto plantearnos la posibilidad de
corregir o mejorar nuestro actual sistema capitalista (por
que no, podríamos ver la forma de ganar mas dinero...!!),
ni de tratar de sustraernos de él. Lo normal será que
trabajemos y luchemos por tener cada vez más dinero. Y
claro, como el dinero es limitado (a mí nunca me alcanza),
todo tenderá a seguir igual: dinero que entre a un bolsillo,
dejará de entrar a otro (sistema guerrero de suma cero:
gano lo que le quito a otro, pero existe el sistema de

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
desarrollo: producimos mas para ganar todos proporcio-
nalmente mas), o peor aun, tendrá que salir de otro.
A esto se debe que el capitalismo sea un sistema que
tiende a concentrar la riqueza en pocas manos (el pro-
blema no esta en la producción, sino en la distribución
desproporcionada, inequitativa y por ende injusta), y que
el resto de la humanidad no tenga lo necesario para llevar
una vida humanamente digna, y que muchos de plano
padezcan necesidad, o incluso que mueran de hambre.
¿Podrían los valores y el amor ser motores del
trabajo humano?
Más directamente se trata de saber si los valores y el
amor podrían suplir al dinero como motor del trabajo
humano. Dicho en otras palabras, ¿podría el motor del
trabajo intrafamiliar ser también motor del trabajo
extrafamiliar? ¿Podría la humanidad funcionar como una
gran familia? ¿Podrían hacerlo sociedades menores?
¿Podrían ser lo suficiente pequeñas como para que
pudieran formarse por grupos de familias amigas?
Como el dinero se obtiene principalmente en las transac-
ciones de intercambios de bienes, quienes quieren tener
más dinero procuran salir ganando en dichas transaccio-
nes (en una equitativa transacción no debe haber ganado-
res y perdedores - (%%)), es decir, procuran lograr el
propio beneficio con preferencia al beneficio del otro, en lo
cual hay una cierta dosis de egoísmo. El amor, en cambio,
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
procura el beneficio del otro con preferencia al beneficio
propio. Esto último es lo que sucede al interior de toda
familia bien constituida (si bien quien da esta dispuesto a
dar mas de lo que corresponde, quien recibe no quiere
mas que lo justo).
Muchas otras personas, a lo largo de la historia, se han
dedicado a trabajar por amor a los demás. En nuestro
tiempo hemos tenido el ejemplo de la madre Teresa de
Calcuta, ahora beata. Los grandes genios de la humanidad
se han dedicado a trabajar en aras de los valores: los
científicos, en aras de la verdad; los artistas, en aras de la
belleza; otros en aras del bien, o de la unidad, y así
muchos más.
¿Seremos capaces de negar que los valores y el amor
pue-den ser motores del trabajo humano en general?
¿Sere-mos capaces de cerrarnos a la posibilidad de
eliminar o re-ducir el egoísmo como motor principal de
nuestro trabajo? Salvo pocas excepciones, en nuestro
mundo actual todos tienen que cuidarse de todos, porque
todos compiten con todos, es decir, porque todos libran
una guerra más o menos solapada contra todos (nos la
hacen librar...). ¿No sería mejor y más amable que todos
cuidáramos de todos y colaboráramos con todos, como en
una gran familia? En realidad, eso sería la anhelada
civilización del amor. ¿Por qué negarnos a su posibilidad?
¿Por qué darle el favor de la presunción al dinero y al
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
egoísmo, en vez de dárselo al amor y los valores, como
motores del trabajo humano? ¿Qué ganamos con vivir
encerrados en la negatividad, la inseguridad, la angustia y
el miedo?
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DINERO, TRUEQUE, TRABAJO Y PROPIEDAD


Teología del trabajo (7)
Domingo 14 de diciembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo
Hola, amigos:
La magia del dinero explica semejanzas y
diferencias entre el trueque y las actividades de
compra y venta.
Breve preartículo
En mi artículo de la semana pasada, El motor del trabajo
humano (2003-12-07), dije que de hecho hoy vivimos en
un mundo que tiene las siguientes características:
 Se trabaja para adquirir la propiedad de algunos
bienes.
 Hay "trueque" entre los bienes poseídos.
 El "trueque" de los bienes se realiza mediante dinero,
(elemento de intercambio) incluso el trabajo humano
mismo.
 El dinero se maneja en un ambiente marcadamente
capitalista, donde lo que principalmente importa es el
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
dinero (el dinero no tiene entidad por si mismo, no
podría existir si no fuera por la confianza que las
personas depositan en él).
En ese artículo, la semana pasada vimos algo referente a
la última de las características anteriores, sobre todo en lo
relacionado con las tensiones causadas por la presión
competitiva derivada del capitalismo. Hice ahí algunas
preguntas personales destinadas a tomar conciencia de
qué tanto quisiéramos, al menos en la medida de lo
posible, librarnos de dichas tensiones y de algunos otros
aspectos negativos derivados del capitalismo que estamos
viviendo.
En esta ocasión caminaremos hacia atrás en esas
características, tal como dice el título del presente artículo:
desde el dinero, pasando luego por el trueque y el trabajo,
hasta llegar al tema de la propiedad de los bienes.
Cuerpo del artículo
En la semana que acaba de terminar no ha faltado quien
me pida que lo borre de la lista de correo de mis artículos.
Lo hice inmediatamente. Es algo normal, pues a muchos
les resulta molesto que se critique lo establecido, tanto
más si se trata de temas candentes, como sin duda lo es
el del dinero y el capitalismo. Mover lo establecido es
mover el terreno en que estamos acostumbrados a pisar.
Aun así, pienso que muchas personas soportarán dicha
molestia y tendrán curiosidad de seguir leyendo (YO). En
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
realidad se lo agradezco, pues no pretendo molestar a
nadie, sino sólo tratar un tema que me parece debe ser
tratado. Y en honor a la verdad, han sido más las perso-
nas que me han agradecido que escriba sobre el tema;
por lo cual supongo que tal vez sean más las que lo leen
con cierto agrado. (hay que leerlo con espíritu critico,
siempre algo se aprende)
Hay otros temas que también deben ser criticados y
cuestionados, aunque se refieran a realidades estable-
cidas. Algunas realidades, por muy establecidas que
estuvieran, con el paso del tiempo han llegado a ser
inoperantes, como la monarquía. Otras han sido franca-
mente erróneas, como la esclavitud. El hecho es que sien-
pre resulta saludable buscar posibles nuevas formas de
ver las cosas, aunque haya que criticar o cuestionar lo
establecido; si es valedero, por sí mismo resistirá la crítica.
El fenómeno de compra y venta
Los términos mismos de comprar y vender han pasado a
formar parte de nuestro léxico hasta el grado de usarse en
lugar de otros, aun en el caso de serles del todo ajenos,
como los de convencer y creer. En vez de decir que
convencimos a alguien, hoy acostumbramos decir que le
vendimos la idea; y en vez de decir que no creemos algo,
hoy acostumbramos decir que no lo compramos, sobre
todo en inglés: "I don´t buy that".

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
El comprar y vender se ha convertido en el prototipo de
las transacciones de intercambio. Y así, cuando yo te
ofrezco una idea o te propongo algo, y tú me das tu
asentimiento, digo que te vendí la idea. Lo importante en
esto es la convicción o la presunción de que si yo te doy
algo, tú debes darme algo a cambio: te doy para que me
des (la ley de la reciprocidad en el intercambio).
En la realidad, y ya sin analogías o metáforas, las
transacciones de intercambio se hacen mediante el uso de
dinero. El que vende ofrece algo, como un producto o un
servicio; y el que lo demanda lo compra con dinero. En
realidad se trata de un trueque agilizado y perfeccionado.
Cuando lo que se vende son bienes materiales, quien los
vende pierde su propiedad, y quien los compra adquiere
esa propiedad.
El que compra adquiere algo determinado, que le interesa
de algún modo especial, como puede ser un automóvil. En
cambio, el que vende adquiere dinero, que no es nada
determinado, sino una especie de comodín de bienes que
pueden adquirirse mediante su compra. De tal forma, el
dinero se nos puede convertir, a voluntad, en una gran
variedad de bienes. El dinero es como la varita mágica de
los cuentos de hadas.
En la transacción del yo te doy para que tú me des, quiero
que, a cambio de lo que yo te doy, tú me des algo que
valga la pena. Quiero, a la vez, adquirir algo valioso y
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
hacer valer mi dinero, o los bienes que te vendo. Entonces
surge en mí la desconfianza, porque puede suceder que tú
abuses, y salgas ganando; y claro, también puede suceder
que yo abuse, y que sea yo el que sale ganando (y no
debe ser así, volver a (%%)). Y ante tal peligrosa disyun-
tiva, yo tiendo a juzgar egoístamente ―mirando el benefi-
cio propio e inclinado a ello por el pecado original (produc-
to de una mala formación)― que es preferible que yo sal-
ga ganando, y no que tú vayas a abusar de mí.
Así es como se explica que la transacción de compraventa
se haya convertido en una pugna, en algo competitivo, en
una pequeña guerra que ha dado lugar al surgimiento de
las habilidades negociadoras. Y así es también como se
explica el regateo, o que quien compra quiera comprar
barato, y que quien que vende quiera vender caro. Y así
es también como se explica que quien tiene interés por
comprar acabe comprando caro, y que quien tiene interés
por vender acabe vendiendo barato. Cada uno se aprove-
cha del interés o de la necesidad del otro (mal hecho, no
debería ser así, PERO LO ES...).
Aquí ―en el egoísmo― está la razón de ser, de la ley
de la oferta y la demanda: (es mas bien un proble-
ma de interés) A mayor demanda, sube el precio; a
mayor oferta, baja el precio. Y puesto que ésta es la ley
básica del libre mercado y del capitalismo, resulta que el
capitalismo se fundamenta en el egoísmo; debido a lo cual
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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ha sido condenado por la Iglesia, como también lo ha sido
el comunismo, por otros motivos. Y a lo cual se debe, en
el fondo, que el capitalismo tienda a concentrar la riqueza
en manos de unos pocos, aunque millones de seres
humanos padezcan necesidad e incluso mueran de
hambre (casi nueve millones cada año).
Los bienes vendidos son los mismos que los comprados, y
todos ellos son lo que son, objetivamente. Por tanto, si su
precio fuera objetivo también, no debería variar conforme
a la ley de la oferta y la demanda. La ley de la oferta y la
demanda se basa en algo subjetivo, que es el egoísmo de
querer salir ganando en la transacción de compraventa: a
mayor demanda se sube el precio, aprovechándose así de
la necesidad del otro. (que son muchos los que lo necesi-
tan, no que son muy necesarios) Si en vez de egoísmo
hubiera altruismo ―amor―, a mayor demanda bajaría el
precio, (la competencia, nos lleva obligadamente a ser
altruistas, ya que entre otras cosas, nos hace bajar los
precios) es decir, se facilitaría la adquisición de los bienes
necesitados por los demás, mirando principalmente por el
bien del otro. Amar es querer el bien del otro.
La magia del dinero
Consideremos ahora la magia misma del dinero. Como
veíamos arriba, el dinero es como la varita mágica de los
cuentos de hadas. Pero cabe notar que la magia del dine-
ro es distinta en el que compra y en el que vende. En
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Ing. Roberto RADICE
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ORGANIZACION INDUSTRIAL
ambos casos esta magia se da solamente entre aquellos
que tienen suficiente dinero. En efecto, entre los que no lo
tienen, la insuficiencia de dinero no significa magia algu-
na; lo cual no hace sino reforzar la magia del dinero
mismo, en cuanto tal.
En el que compra, la magia del dinero atraviesa por tres
etapas: inicio, apogeo y decadencia. El inicio radica en el
hecho de tener el dinero listo, ya sea en cuentas banca-
rias, tarjetas de crédito o de cualquier otra forma; pero es
necesario que se considere dinero en efectivo, listo para
ser gastado al propio gusto. Es esta forma caprichosa de
poder gastar el dinero lo que verdaderamente constituye
su magia (sobretodo para el comprador compulsivo). La
segunda etapa, la del apogeo, tiene lugar durante la eufo-
ria de salir de compras. La decadencia viene cuando pasa
esa euforia, y la novedad de lo comprado pasa al olvido.
(sociedad de consumo)
En el que vende no suelen darse las etapas de inicio, apo-
geo y decadencia, ya que éstas están estrechamente liga-
das a los objetos comprados, que son muy concretos.
El que vende, en cambio, adquiere dinero de manera
directa, es decir, adquiere el comodín de bienes en vez de
adquirir alguno cualquiera de esos bienes. Aquí no se da
la decadencia, porque el dinero mismo nunca pasa al olvi-
do. Aquí la acumulación de dinero es una única etapa de

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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creciente euforia. Además, el vendedor se convierte en un
potencial comprador de niveles cada vez mayores.
El trueque
En realidad el trueque es sólo un primitivo tipo de compra
y venta. O también, la compra y venta mediante dinero
sólo es un trueque agilizado y perfeccionado. O también,
el dinero es sólo un catalizador del trueque. Si tú tienes
trigo, y yo vacas, por la cantidad de trigo que necesito no
puedo darte fracciones de vaca. No me interesa matar una
vaca para adquirir algo de trigo.
Hizo falta un patrón de cambio con divisiones lo suficiente
pequeñas como para satisfacer las necesidades normales
de todo tipo de transacción cambiaria de bienes. Las uni-
dades han sido diversas en diversos países, como pesos y
dólares; y las divisiones más pequeñas han sido los cénti-
mos de dichas unidades, esto es, los centavos.
Sin embargo, debe notarse que si en lo positivo y funcio-
nal el trueque carece de muchas de las conveniencias del
dinero como patrón de cambio, en lo negativo ya cuenta
con los defectos básicos de las actividades de compra y
venta en dinero. En efecto, el trueque obedece ya a la
egoísta motivación del doy para que me des, y salir
ganando (no necesariamente). Podemos decir que el
dinero se inventó a fin de poder "perfeccionar" las
habilidades negociadoras de los comerciantes.

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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En tiempos del trueque los comerciantes se sentían
frustrados por no tener los elementos necesarios para
desarrollar sus habilidades. La egoísta motivación del doy
para que me des, y salir ganando, viene de atrás (de
siempre), quizá de tiempos anteriores al trueque, remon-
tándose hasta poco después del pecado original.
El trabajo humano y la propiedad de los bienes
Como hemos visto en artículos anteriores, el trabajo
humano es de una riqueza que aun hoy no alcanzamos a
comprender. Trabaja el científico, trabaja el artista, el
filántropo, el político, el educador, el sacerdote... y tam-
bién... el negociante y el empresario.
Muchos hombres han trabajado por amor a los valores y a
los demás hombres, sus congéneres. Así, por ejemplo, a
Pitágoras ―o a los integrantes de su escuela― se atribuye
la demostración del famoso teorema y el descubrimiento
las tablas de multiplicar. Hoy, en cambio, hay quienes
pretenden patentar sus descubrimientos de modo que la
ciencia no puede avanzar sin que otros científicos les pa-
guen regalías. Imaginemos que hubieran tenido que pa-
garles regalías a Pitágoras y algunos de sus descendientes
cada vez que alguien multiplicara.
Cuando compramos algo, estamos convencidos de que en
ese "trueque" de dinero por bienes adquirimos la propie-
dad de los bienes comprados; y de que el vendedor
adquiere la propiedad de dicho dinero. Y como las
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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actividades de compra y venta ―de comerciantes,
negociantes y empresarios― son algunas más de las
diversas modalidades del trabajo humano, surge la
pregunta de si nuestro trabajo tiene la finalidad o misión
de adquirir la propiedad de los bienes.
La respuesta a la pregunta anterior podrá ser afirmativa o
negativa, o en algunos casos afirmativa y en otros nega-
tiva, quizá dependiendo de circunstancias y factores di-
versos. Sea de ello lo que fuere, la pregunta está bien
planteada, y por ello amerita una respuesta. Y esa
respuesta sin duda será de gran interés para un mejor
conocimiento de nuestro trabajo y de nuestras estructuras
laborales, económicas y sociales. Volveremos sobre este
tema en otro artículo.
PD) Lo escrito en rojo son notas agregadas por mi y
corren por mi exclusiva cuenta y responsabilidad. RR

EL TRABAJO Y LA PROPIEDAD DE LOS BIENES


Teología del trabajo (8)
Domingo 21 de diciembre de 2003.
Autor: Paulino Quevedo
Hola, amigos:
Hay que buscar la forma de vivir una civilización
del amor en pequeño.

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
Breve preartículo
En artículos previos hemos visto que los seres humanos
usualmente trabajamos para adquirir la propiedad de
algunos bienes, principalmente dinero, para luego por su
medio adquirir otras cosas. Aun así, al final de mi artículo
de la semana pasada, Dinero, trueque, trabajo y propie-
dad (2003-12-14), surgió la pregunta de si nuestro trabajo
tiene la finalidad o misión de adquirir la propiedad de los
bienes. En el presente artículo analizaremos esa pregunta
y trataremos de encontrar alguna respuesta. Debe notarse
que, en cuanto que pone en duda o cuestiona lo estableci-
do, tal pregunta tiende a verse como una falta de capta-
ción y de aceptación de la realidad y, por lo mismo, como
una locura. Y más loco aun se considerará el camino por
el cual llevaremos a cabo dicho análisis.
No obstante, dado que la pregunta está bien hecha, bien
formulada, merece una respuesta al margen de lo perti-
nente o impertinente que pueda parecer. Además, se trata
de un tema que debe ser abordado, y abordado con cierta
urgencia, habida cuenta de las consecuencias económicas
y sociales derivadas de las diversas respuestas que se
puedan encontrar.
Aunque los artículos de esta serie pueden leerse
independientemente, hay entre ellos una relación; debido
a lo cual se aprovechará mejor la lectura de cada uno si

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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
ORGANIZACION INDUSTRIAL
previamente se han leído los anteriores, que pueden
encontrarse activando el siguiente vínculo:
Cuerpo del artículo
La convicción actual, prácticamente universal, es que el
trabajo humano adquiere la propiedad de algunos bienes,
casi siempre con la mediación de dinero. Y el dinero
mismo es considerado como un bien, por peculiar que sea,
que también puede ser adquirido con el trabajo. Sin
embargo, como veremos, esta postura adolece de serios
inconvenientes.
Uno de los inconvenientes de que el trabajo adquiera la
propiedad de los bienes consiste en que lleva, de manera
casi irremediable, a la concentración de la riqueza, es
decir, a que ésta termine por estar en manos de unos
pocos (los que trabajan, y por ende ganan dinero, esta
mal eso?), aunque gran parte de la población mundial
padezca indigencia. La humanidad se ha encontrado en
esta situación desde que tenemos noticia histórica de ella.
En seguida veremos algunas razones que fundamentan los
inconvenientes mencionados en el párrafo anterior, una de
tipo natural y otra de tipo revelado. Ambas son coinciden-
tes y complementarias.
La dignidad y los derechos de la persona humana.
Al igual que toda persona, la persona humana tiene una
dignidad y unos derechos (y por que no, algunos debe-
res...). Pues bien, esta dignidad y estos derechos se ven
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Ing. Roberto RADICE
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atropellados en el caso de que el trabajo humano adquiera
la propiedad de los bienes (¿por qué?); así lo ha mostrado
siempre la historia de la humanidad, lo mismo que ahora.
En efecto, siempre se ha supuesto que el trabajo adquiere
la propiedad de los bienes, con la consecuencia de que la
dignidad y los derechos humanos sean violados (no
fundamenta esta afirmación).
Ante la pésima distribución de la riqueza que tiene lugar
en nuestro mundo, donde unos pocos tienen fortunas
desorbitadas mientras otros padecen indigencia de lo
indispensable o incluso mueren de hambre, si el trabajo
adquiere la propiedad de los bienes, aun el más rico pue-
de justificarse diciendo lo siguiente: Todo lo que tengo me
lo he ganado con mi trabajo; si hay otros que carecen de
lo necesario... ése es su problema... ¡que lo resuelvan
como puedan! (la primera parte esta bien, lo que sí, debe
ayudar a resolver los problemas ajenos, por que en cierta
medida son también su problema, pero no solo dando de
comer, sino enseñando a pescar. Y el que va a pescar que
sepa que hay que mojarse)
Si el trabajo humano adquiere la propiedad de los bienes,
el hombre tenderá a trabajar con el objeto principal de
adquirir esa propiedad y de enriquecerse (no necesaria-
mente). Esto es precisamente lo que estamos viendo. Y
así, las diferentes capacidades para trabajar tienen la
consecuencia de que los más hábiles (si por hábiles enten-
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Ing. Roberto RADICE
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demos a los mas esforzados, sacrificados, dedicados,
organizados, administrados, trabajadores, esta bien que
ganen con el sudor de su frente lo que se propusieron y lo
lograron, después si lo acumulan o ahorran, o lo gastan es
cosa de ellos) acumulan riquezas (el ahorro es la base de
la riqueza), mientras los menos hábiles viven en la indi-
gencia (si es por vagancia, negligencia, indolencia,
dejadez, cada uno libremente es en gran medida dueño
de su destino); es decir, la riqueza tiende a concentrarse
en las manos de unos pocos (de nuevo el problema no
esta en la creación de la riqueza sino en su distribución
inequitativa – “la justicia no es dar a todos por igual, sino
a cada uno lo que se merece”). CUIDADO CON
PROPIEDAD PRIVADA VS. COLECTIVISADA
Otra consecuencia es que los bienes necesarios para la
supervivencia y para una vida humanamente digna nor-
malmente se tienen en la medida en que se adquieren, ya
sea mediante trueque o mediante dinero (¿y de que otra
manera, insinúa, se podrían obtener?: de regalo, por
apropiación...) . De esta forma, muchas personas llegan a
carecer de alimento, de atención médica, de educación,
de vestido, de casa y de muchos otros bienes (para eso
están los subsidios por desempleo, las jubilaciones, los
planes habitacionales, etc.). A todo lo cual los seres
humanos tienen derecho (para tener ese derecho habrá
de haber cumplido con su deber: “ganaras el pan con el
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Ing. Roberto RADICE
UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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sudor de tu frente”, lo que también hay que hacérselo
posible) por su misma dignidad de personas; es decir, su
dignidad y sus derechos son violados. XXXXXXXXXXXXX
La única manera de asegurar que la dignidad y los
derechos de la persona humana sean respetados
consiste en que posea los bienes necesarios para
llevar una vida humanamente digna ¡sin que tenga
necesidad de adquirirlos!, supuesto que existan,
independientemente de quién o quiénes los hayan
logrado o producido, ya sea trabajando o de cual-
quier otra forma. (si a esto se le agrega “a como de
lugar”, lo que nos queda y se viene es una guerra,
como lo muestran las películas del futuro)
Aun así, hay que lograr motivar a todos, para que todos
trabajen y ayuden a satisfacer las necesidades de la
humanidad. Pero en todos los casos hay obligación de dar
al indigente lo necesario para subsistir (y salir de su indi-
gencia): hay que dar de comer al hambriento, y así en
todo lo demás. De lo contrario, la dignidad y los derechos
del hambriento serán violados. Todo lo cual indica, al
menos de alguna forma, quizá no muy clara, que el
trabajo no adquiere la propiedad de los bienes, aunque se
trate de algo contrario al sistema establecido. (no estoy de
acuerdo, el problema se plantea cuando no hay trabajo,
a pesar de que se quiera ganar dignamente el sustento
trabajando)
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Ing. Roberto RADICE
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El destino universal de los bienes
Lo dicho en el apartado anterior es del todo coincidente y
complementario con el destino universal de los bienes
(naturales, no los artificiales conseguidos y transformados
por el hombre), es decir, con el hecho de que éstos hayan
sido dados por Dios a todos los seres humanos, y no sólo
a algunos. Este universal destino de los bienes ha sido
enseñado por el Magisterio de la Iglesia, además de que
se desprende de los textos mismos de la Sagrada
Escritura: (REQUIERE DE UN ESTUDIO MAS PROFUNDO)
"Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de
Dios lo creó, y los creó macho y hembra (y la teoría
del genero, en donde la dejo?...); y los bendijo Dios,
diciéndoles: «Creced y multiplicaos, y henchid la
tierra; sometedla (con trabajo, e inteligencia) y domi-
nad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y
sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mue-
ve sobre la tierra»" (Génesis 1, 27-28). (POR ESTO ES
NECESARIO EL PAPA O EL VATICANO, O RATZINGER,
CON SU SAGRADA CONGREGACION PARA LA SANTA
FE – EX SANTO OFICIO - PARA QUE EXISTA UNA
SOLA INTERPRETACION DE LAS ESCRITURAS)
"Tomó, pues, Yavé Dios al hombre, y lo puso en el
jardín de Edén para que lo cultivase y guardase (y
pusiera algo de si)" (Génesis 2, 15).XXXXXXXXXXXXX

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UNSA – FACULTAD de INGENIERIA –
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Es muy claro que Dios da los bienes de la Tierra al hombre
y a la mujer que acaba de crear, y también a todos sus
descendientes ―multiplicaos― hasta henchir la Tierra. Y
es también muy claro que Dios le dio al hombre la misión
de cultivar y guardar la Tierra, de perfeccionarla con su
trabajo y hacerla acogedora para todos. Y la misión de
someter y dominar indica una forma de posesión de la
Tierra de parte del hombre, de todos los hombres y de
todas las mujeres.
Dios dio en propiedad todos los bienes del mundo a todos
los hombres; y a todas las mujeres, por supuesto (no hace
falta que haga extensivo los conceptos expresados a las
mujeres, se sobre entiende por hombre a ambos, nadie lo
va a tachar por discriminador) . No es el caso, por tanto,
de que todo niño que venga a este mundo haya de traer
una torta debajo del brazo, porque su torta ya lo está
esperando en este mundo, que también a él le fue dado
por Dios. Sin embargo, Dios no hizo una descripción
detallada de cuáles bienes habrían de pertenecer a cada
quien. Dios dejó al hombre decidir esos detalles como
parte de su trabajo.
El hombre es como un albacea del legado de los bienes
donados por Dios; pero es como un albacea muy peculiar,
pues debe decidir (como se ha de repartirse), a lo largo
del devenir histórico, qué bienes han de pertenecer a cada
quien. Todo indica que si Adán no hubiera pecado, ni
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Ing. Roberto RADICE
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muerto, él sería el responsable de dicha distribución de la
propiedad de los bienes ( no hay tal propiedad, solo una
administración de bienes que no nos pertenecen
estrictamente a cada uno de nosotros; ya que no son ellos
los que están de paso sino nosotros.), asistido por quienes
él mismo juzgara conveniente. Muerto Adán, esa
responsabilidad pasó a las autoridades de este mundo.
Sin duda la propiedad humana de los bienes tiene diversas
modalidades. Se trata de una propiedad en parte común,
como la del aire, y en parte privada, como la del vestido.
Y también se trata de una propiedad relativa, ya que no
somos dueños absolutos de los bienes, sino, más bien,
sólo administradores. ¿Cómo podríamos ser dueños
absolutos de unos bienes que dependen de Dios en su
existencia misma, y si nosotros mismos dependemos de
Dios de igual manera?
De todo lo dicho resulta que el hombre, como peculiar
albacea de los bienes donados por Dios, tiene la misión de
producirlos y distribuirlos con su trabajo, y de hacerlo
conforme a la voluntad del donante divino, que quiso que
fueran de todos, ya sea como propiedad común, ya sea
como propiedad privada (en ambos casos ganados,
justificados con el esfuerzo personal). La misión del
trabajo humano es la de lograr esa producción y esa
distribución, y no la de adquirir la propiedad de los bienes
donados. Nadie considera que con su trabajo de albacea
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Ing. Roberto RADICE
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adquiere la propiedad de los bienes heredados (los sober-
bios y deshonesto que violentan la voluntad de su
mandante , sí).
En todo esto radica el gran problema de la distribución de
la riqueza: en que el hombre le ha atribuido a su trabajo
la misión, finalidad o función de adquirir la propiedad de
los bienes. Y así ha encontrado la forma de acumular
bienes por encima de sus necesidades (en ello radica el
problema del capitalismo, el agio, la especulación, el
acaparamiento, la usura, la acumulación, el acopio más
allá del ahorro necesario y justificado), aunque haya
personas que padezcan verdadera indigencia e incluso
mueran de hambre; lo cual se ha debido, en gran parte, a
las malas inclinaciones derivadas del pecado original,
principalmente al egoísmo.
Lo que Dios quiere del trabajo humano
Lo que Dios quiere es algo radicalmente distinto. Quiere
que trabajemos por amor, por altruismo, no por egoísmo.
Quiere que trabajemos para los demás, con preferencia a
trabajar para nosotros mismos, ya que cada uno es capaz
de producir muchos más bienes que los que personalmen-
te necesita; y ese mayor excedente debe ser para los
demás. Esta forma de trabajar sigue en vigor dentro de la
familia; lo cual es claro indicio de que la familia es una
institución amorosa de iniciativa divina.

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El egoísmo es la causa de que no se quiera dar a otros lo
que se considera propio, y también de que se busquen
motivos para poder considerar como propio todo lo que se
pueda, y así poder justificar la acumulación de riquezas. Y
entonces sólo se quiere dar lo que se considera propio si
se adquiere algo a cambio, en lo cual consiste el trueque:
doy para que me des. Luego se procura salir ganando en
el trueque y aparecen las habilidades negociadoras. Y
finalmente aparece el dinero como facilitador y catalizador
del trueque. El resultado, casi inevitable, es el estableci-
miento del capitalismo ―amor al capital o al dinero― y la
concentración de la riqueza en unos pocos, en detrimento
de los demás.
El hecho es que hoy vivimos en un mundo donde el motor
del trabajo y de la economía es el egoísmo, el capitalismo,
el amor al dinero por encima de las personas, excepción
hecha de las que consideramos nuestras o muy cercanas a
nosotros, como lo son los familiares. Lo que se considera
propio se defiende mediante facturas, escrituras, leyes,
litigios, etcétera, tanto en lo personal como en lo familiar,
empresarial y social en general. Y las naciones lo defien-
den mediante ejércitos, armamento bélico y guerras. Con
lo que se gasta en armamento y ejércitos se podrían solu-
cionar casi todos los problemas económicos del mundo.

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(Le van a decir: y quien pone los ingresos, el impulso
económico y hasta el desarrollo lógico, que produce la
maquinaria bélica.)
En una economía y un trabajo humano movidos por el
amor, por el altruismo, la propiedad privada de los bienes
logrados con el trabajo de todos, en beneficio de todos,
sería asignada a cada quien de acuerdo a sus necesidades
por autoridades competentes (una cosa es que de a
compartir de lo mío, a que no tenga nada para compartir,
puesto que ya todo esta compartido; de donde saco el
valor de mis actos) Y así, por ejemplo, la silla de ruedas
de un enfermo que se cura definitivamente, dejaría de ser
propiedad suya para pasar a ser propiedad de alguien que
la necesite. Es obvio que un mundo movido por el amor,
hoy por hoy, es considerado algo utópico. (no obstante
hay que intentarlo)
Desde el punto de vista económico hay dos principales
estilos de vida: la vida de ricos y la vida austera (esta
es la que me gusta). En la vida de ricos, basada en el
egoísmo, se quiere que la propiedad privada sea máxima,
sobre todo la propia, y que la propiedad común sea
mínima. Notemos cómo el agua ya ha pasado de ser
propiedad común a ser propiedad privada (no es tan así,
la propiedad de las riquezas naturales son patrimonio del
País donde se encuentran, mas allá de que se concesione

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Ing. Roberto RADICE
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ORGANIZACION INDUSTRIAL
su explotación racional); y quizás en un futuro algo seme-
jante pueda suceder con el aire.
En cambio, en la vida austera, basada en el altruismo, se
quiere que la propiedad privada sea mínima, para que la
propiedad común sea máxima y pueda llegar a todos en
máxima medida. Por ejemplo, se prefiere que haya un
buen transporte colectivo a que se tenga un coche para
cada uno.
No debemos inhibirnos ante la llamada utopía del
amor
Ante la consideración ―¿acusación?― de utopía tan sólo
por proponer un mundo movido por el amor, también en
la economía y en el trabajo, ¿qué se puede hacer?, ¿qué
podemos hacer los que quisiéramos un mundo así?
Expresemos esa consideración o acusación con toda
crudeza: ¡La civilización del amor es una utopía! ... ¡El
Papa es un utópico! ... ¡Cristo es el máximo utópico!
¿Qué podemos hacer? (Utopía: plan, proyecto, doctrina, idea
o sistema que aparece como irrealizable al momento de su
formulación) ¿Cómo podemos reaccionar? ¿Cómo lograr
romper esa utopía, esa paradoja, esa magia negativa?
Todo indica que la solución no está en esperar a que el
mundo cambie, para luego cambiar nosotros. La solución
parece estar en cambiar nosotros primero, para luego
atraer a otros con la magia positiva de nuestra vida, y así,
poco a poco, ir cambiando el mundo.
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Y la clave del asunto está en no molestar a nadie al
cambiar nosotros, en no recriminar a los demás, en no
convertirnos en unos separatistas ni en unos raros, en no
ser anti-nada ni anti-nadie. En futuros artículos veremos
algunos trucos que nos permitan vivir una civilización del
amor en pequeño, al menos inicialmente. FIN

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