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PSICOLOGÍA SOCIAL Y

COMUNITARIA
de lo objetivo a lo construido socialmente,
discursividad y psicología colectiva
 De lo objetivo a lo construido socialmente, discursividad y psicología
colectiva

Esta premisa propia del construccionismo es especialmente transversal para la comprensión del
mundo social en el cual se desarrollan las reflexiones y los abordajes de la psicología social y
comunitaria, ya que permite habilitar otra dimensión epistemológica en la que no se establece
un mundo social ajeno observable, sino que contrariamente se establece un mundo
particularmente plural y cambiante que define sus propias realidades a partir de la interacción
entre individuos. Parece, entonces, que la tradición de comprensión es superada por una
emergencia que incluye géneros lingüísticos, así como las instituciones en las cuales estos se
encuentran inmersos, por lo cual la concepción de persona o individuo no puede ser verificada
o falseada por medio de la observación. De acuerdo con esto se puede decir que el lenguaje no
es hijo de algo interno llamado “mente”, sino de los procesos culturales que se tejen en un
contexto particular, donde las descripciones del mundo no son expresiones exteriores que se
instalan en el individuo, sino que por el contrario son los lenguajes los que permiten la
descripción y explicación dentro de las relaciones (Gergen, 1994).

A partir de estas consideraciones, Gergen establece una serie de premisas que posibilitan
incorporar el construccionismo a los fenómenos sociales correspondientes, denominándolos de
una manera concreta pero a la vez muy significativa dentro de los contextos de abordaje de la
psicología social y comunitaria. Estos son:

La deliberación reflexiva: Esta premisa da cuenta de la responsabilidad ética política que


caracteriza a la psicología social contemporánea, incluso le permite a quienes la conceptúan y la
desarrollan pararse por fuera de las mismas teorías para reconocer sus propiedades y ausencias,
es decir, les permite estar atentos de los hechos y eventos que circulan de forma cotidiana por
el contexto cultural y de las versiones y apuestas que la psicología tiene para explicar estos
hechos; las discute e incluso permite salir de la disciplina para encontrarse con otras que bien
pueden tener respuestas interesantes.

Restauración y revitalización histórica: En este aspecto lo que entra en discusión es


precisamente la reflexión acerca de los alcances que ha tenido el ejercicio histórico de la
psicología, los cuales no han sido particularmente los mejores referentes, debido a que la
psicología ha permanecido anclada a una línea promulgada y denominada por tesis progresistas,

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desarrollistas y de mercado, que unifican y estandarizan todo aquello que se considera de
interés científico. Sin embargo, existen otros referentes teóricos que han marcado para la
historia de la psicología un punto de partida que requiere ser reivindicado con respecto a los
temas de atención de la vida contemporánea, como algunas tesis psicoanalíticas que destacaron
los temas hermenéuticos, del lenguaje y relacionales (Spence, 1982; Aron, 1999), hasta las
propuestas fenomenológicas y crítico sociales (Richardson, 1999).

Diálogo intercultural: La premisa del diálogo cultural parte de asumir una postura sensata y
muy responsable de la psicología, en buena parte construida desde un marco occidental
fragmentado y reduccionista. Esta perspectiva no solo establece que la vida cultural es plural y
multicategorial, sino que a su vez exige despojar al psicólogo social de toda pretensión
unificadora por categorizar y homogenizar conceptos y metodologías. Si bien el
construccionismo social respalda y reconoce esta premisa como fundamental, hay referentes
teóricos y metodológicos propios de la psicología intercultural que han posibilitado el referente
del diálogo intercultural como categoría (Bruner, 1990).

Creación de inteligibilidades funcionales: El llamado con esta premisa es replantear los


conceptos y teorías diseñadas y prediseñadas por la lógica occidental, las cuales parecen
formalizar la réplica como fundamento y aislar toda posibilidad de construcción teórica local y
contextual. Entonces, la perspectiva construccionista, de forma muy responsable, invita también
a explotar la creatividad teórica que se resista a postulados universales y unificadores y
reivindique un contexto plagado de cambios y pluralidades relacionales.

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Discursividad social

https://www.google.com.co/search?hl=en&biw=1366&bih=673&site=imghp&tbm=isch&sa=1&
q=okupas+en+Colombia

Parece entonces pertinente, luego de considerar las aportaciones realizadas por el


construccionismo social como sustento epistemológico para la psicología social y comunitaria,
dar cuenta de otras formulaciones que podrían ser muy apropiadas para el reconocimiento del
contexto discursivo en el cual se desarrollan las realidades sociales y, por ende, se desarrolla el
ejercicio mismo de quien decide abordarlas. Las formas discursivas y las propuestas narrativas
hacen parte de esa dimensión teórica que vitaliza y da soporte a la comprensión de las
relaciones en los territorios sociales.

Se puede hacer referencia a los trabajos realizados por Harris Zeling, a quien se le atribuye la
noción de discurso incluso como categoría de análisis. Verón, por su parte, considera que el
análisis no debe instalarse solo en el texto, sino en los componentes hipertextuales que le dan
sentido y lo explican, como los referentes contextuales, intencionales y emocionales que hacen

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parte de cualquier relación social, tesis que posteriormente puede circunscribirse en las
propuestas de la sociosemiótica (Jofré 2007).

Para la psicología social y comunitaria, considerada como de sentido contemporáneo, es


indispensable conjugar todos y cada uno de los elementos establecidos por la lógica discursiva.
Esta última tiene también paradigmas distintos para definir lo lingüístico, como es el caso de la
perspectiva estructuralista, la cual establece que las propiedades lingüísticas se establecen
como estructuras determinantes y se ajustan a formalidades únicas para su expresión,
evocación y comprensión, como la semiótica, la gramática y sus propiedades sintácticas. Otros
como las denominadas teorías posestructuralistas o emergentes le dan sentido interpretativo al
lenguaje y le incorporan elementos como la referencia histórica, las cargas emocionales y las
pretensiones o intencionalidades, todas estas en situalidad o en lógicas contextualizadas
(Bruner 1998).

En este sentido, y como parte del desafío que construye la psicología social y comunitaria, es
indispensable que cada uno de los abordajes fenoménicos de carácter colectivo constituyan un
escenario donde las versiones plurales y la dialógica discursiva conserven su protagonismo, para
lo cual no resulta suficiente, lo que se dice, sino dónde se dice, entre quiénes se dice, cómo se
dice, qué intención existe al decir lo que se dice, y qué impactos genera lo que se dice. Vale
aclarar que el psicólogo social y comunitario, considerado sujeto activo en el proceso que
integra y paralelamente estudia o comprende, también resulta ser un referente lingüístico
indispensable.

https://www.google.com.co/search?hl=en&biw=1366&bih=673&site=imghp&tbm=isch&sa=1&
q=teor%C3%ADa+de+la+fractalidad

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Psicología colectiva y la emergencia de la interacción

Como bien se ha establecido en los apartes anteriores del documento, son muchos los aportes
teóricos y epistemológicos que le han dado soporte y orientación a la psicología social y
comunitaria contemporánea. Estos no solamente han abierto nuevas formas de comprender el
escenario de desarrollo del ejercicio disciplinar, sino que además han logrado configurar un
marco epistémico y metodológico que significan de forma y sentido distintos al sujeto, a sus
relaciones y a sus procesos transformadores. En este panorama, que podría llamarse también
emergente, aparece una propuesta teórica que parece vincular las concepciones sociales y
comunitarias y sirve de plataforma para dar cuenta de procesos colectivos, pasados por alto por
la psicología tradicional, como las acciones de intersubjetividad y la supraindividualidad, que de
manera particular conducen a la emergencia de categorías políticas en psicología social y
comunitaria. Esta perspectiva se denomina psicología colectiva, y a continuación se
establecerán algunas de sus más representativas características.

http://www.lasillavacia.com/historia/la-marcha-por-la-paz-y-sus-apuestas-politicas-analisis-y-
seguimiento-en-vivo-43580

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Para comenzar la formulación respecto a la psicología colectiva, vale reconocer que
históricamente la psicología social ha determinado su centro de atención en el sujeto y todos
aquellos procesos que lo implican, incluso las relaciones que se construyen con otros y con el
mismo entorno. Para las corrientes propias del fenómeno colectivo, es decir para aquellas que
han situado su atención en esta categoría, como la sociología política, la ciencia política y la
antropología social, parece tener relevancia el mundo relacional en el cual se construyen
discursos para reivindicar, para significar o para soportar prácticas de organización y gestión
social. Es precisamente en esta perspectiva en la que se concentra la psicología Colectiva,
privilegiando las interacciones y los procesos de conjugación y construcción de realidades en
escenarios sociales, sin que esto signifique desvirtuar los caracteres subjetivos propios de cada
momento relacional; este proceso bien puede considerarse como la nueva realidad
psicocolectiva, que tiene sentido a partir del encuentro y la interacción.1

La realidad psicocolectiva

En este aspecto, vale la pena comenzar diciendo que históricamente las ciencias sociales, e
incluso alguna fracción de las ciencias denominadas como duras, entraron en el debate
dialógico entre aparentes conceptos divergentes y antagónicos, como: alma-cuerpo,
racionalidad-espiritualidad, privado-público, subjetividad-objetividad. Esta discusión, en buena
parte, constituye la focalización y el centro de discusión de la mayoría de las mencionadas
ciencias de calibre sociocultural, donde caben también las emergencias de la física cuántica y las
teorías del caos, las incertidumbres y las fractalidades.

Dentro de este debate parece haber quedado instalada, por lo menos para las ciencias sociales,
la idea de que lo público está más ligado al mundo de lo objetivo, de la regla compartida, del
mundo normativo y estructural, mientras que lo privado, como propiedad del sujeto, se
encuentra mucho más ligado al mundo subjetivo propio de las ideas, las configuraciones
emocionales y las apuestas personales para la supervivencia. Pareciera, entonces, que la
postura se inclinara a expresar un mundo distintivo, claramente fracturado y definido por
fronteras imaginarias y hasta espaciales, donde el sujeto se moviliza entre una dimensión y otra
sin posibilidad alguna de mimetizarse en la complementariedad entre las mismas dimensiones.

Con la psicología colectiva se abre un panorama más que importante para lo que significa
comprender al sujeto contemporáneo, sus relaciones y sus contextos de desarrollo; en principio,
porque supera ese debate de distinciones y permite nuevas referencias acerca del significado de
lo público para construir subjetividades, así como lo privado también define particularidades
para la construcción de lo público, debate que pone a la psicología social y comunitaria en
perspectiva de contexto y pertinencia y demanda, entre otras, nuevas formas de abordaje en
contextos contemporáneos donde lo privado y lo público mutan y se deconstruyen a partir de
relaciones especialmente discursivas. En este orden de ideas, es posible establecer nuevas

1FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, Pablo. El espíritu de la calle, psicología política de la cultura


cotidiana. Barcelona: Anthropos, 2004

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categorías de análisis social, como la supraindividualidad, y la subjetividad pública, las cuales
constituyen un marco de sentido incluso para la versión política de la psicología contemporánea.

https://www.google.com.co/search?q=fotograf%C3%ADa%20art%C3%ADstica&um=1&ie=UTF

Subjetividad pública

A lo largo del siglo pasado y buena parte del siglo actual, se ha incrementado el sector disidente
de las ciencias sociales que sitúa la discusión de lo psíquico incluso por fuera de lo individual y
subjetivo, lo cual establece la existencia de una versión de subjetividad construida en los
escenarios relacionales y colectivos y que permite considerar tanto las apuestas identitarias
como los propósitos de colectivos, grupos sociales y comunidades de cualquier orden,2 de
donde emerge una cosmovisión que puede considerarse hiperorgánica y supraindividual, en la
cual se establece que el discurso colectivo y la presencia de una mentalidad colectiva debe ser
centro de atención y estudio de las nuevas ciencias sociales, entre ellas la psicología social
crítica emergente y la psicología comunitaria. Queda así superada y muy cuestionada toda
tendencia teórica que instala el mundo psicosocial en el individuo y su mundo privado, por lo
que el concepto resignifica lo psicocolectivo, como acento concreto de lo relacional e incluso de
lo intersubjetivo.

2 Ibid.

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Para la comprensión de este nuevo paradigma es indispensable establecer algunas
consideraciones respecto a categorías emergentes que resultan necesarias para el abordaje de
procesos sociales y comunitarios. Finalmente, estas categorías permitirán ofrecer nuevos
sentidos epistemológicos y horizontes de desarrollo para la psicología social y comunitaria:

Masa

Se podría considerar la categoría masa como las multitudes espontáneas que se movilizan y que
están compuestas por sujetos sin lazos previos ni vinculación alguna que repentinamente se
desindividúan al ser sustraídos por un sentimiento y actividad, por lo que dejan de pertenecerse
a sí mismos para empezar a pertenecer a él.

Supraindividualidad

Es importante referir que esta categoría reporta una dimensión política de la masa en el espacio
público que ha sido satanizada y desvirtuada por parte de las instituciones que pretenden
cohesionar a la ciudadanía y formular discursos más individualizantes que colectivos. Por esta
razón, cuando se habla de un espíritu colectivo o de supraindividualidad, se asume el espacio
público como el escenario propicio para la irrupción, es decir, para establecer su espíritu de
resistencia a lo que institucionalmente se plantea, promoviendo un clima sensitivo y
racionalmente político.

Cultura

Otra categoría indispensable para el análisis de la psicología colectiva hace referencia al cuerpo
cultural que circula tanto en la esfera pública como en la esfera privada; en particular, aquel que
caracteriza a los pueblos y a las comunidades, que construyen escenarios culturales y
discursivos políticos que las diferencian y las caracterizan en territorios donde convergen
permanentemente las relaciones entre ellas y entre ellas y las instituciones definidas por el
establecimiento.

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