You are on page 1of 26

 Conceptos de Motivación y Motivo

- Motivación:
Es todo lo que mueve la conducta, es decir, todo lo que la inicia, la mantiene y la dirige
hacia una meta.
- Motivo:
Es todo acontecimiento o conjunto de acontecimientos internos y externos que impulsan a
un individuo a actuar en dirección a un objeto.
 La Motivación en un doble proceso
La motivación produce los siguientes dobles procesos:
 Aumenta el vigor: activa la conducta alertando estímulos.
 Da persistencia a la conducta hacia una determinada dirección o meta: la dirige porque
espera un valor.
Este valor esperado esta en función de distintas variables:
 La experiencia de éxito y fracaso: la frustración lo diminuye y el éxito lo aumenta.
 El tipo de dificultad de las tareas: las tareas más difíciles disminuyen el valor esperado.
 La importancia de la tarea.
 La distancia Psíquica, es decir, la accesibilidad de la meta y la distancia que separa el
estado presente del ser, y su estado futuro.
 Motivación Biológica
Son las motivaciones que tienen su origen en necesidades del organismo. Todo organismo
tiende a mantener en equilibrio ( homeóstasis) sus condiciones fisiológicas: contenido de
azúcar, de proteínas, de agua, y de oxigeno. Cuando se rompe el equilibrio se ponen en
movimiento los mecanismos homeostáticos que impulsan al individuo a algún tipo de
conducta que tienden a proporcionarle de nuevo dicho equilibrio. Así aparecen el apetito o
el hambre específica, la sed, la respiración, entre otros.(El deseo sexual, la somnolencia y
el comportamiento maternal, no han podido ser explicados por la homeóstasis)
 Motivaciones biológicas más importantes
 Hambre y sed: El mecanismo del hambre esta relacionado con el metabolismo de el
azúcar. Y la sed con la concentración de los sólidos de la sangre y el volumen de fluidos
intravasculares. Cuando aumenta la concentración de sólidos y disminuye el volumen de
los fluidos aparece la sed para lograr la homeóstasis.
 Eliminación: El mecanismo para eliminar desechos del organismo, el exceso de fluidos y
productos finales del proceso digestivo se pone en funcionamiento por medio de la
distensión de la vejiga y el intestino grueso y de algunas actividades glandulares.
 La respiración: Está basada en el mecanismo para conservar el equilibrio de oxigeno. La
falta de oxigeno produce disminución de la memoria, fallos en la coordinación muscular,
sensación de euforia y la muerte.
 Sueño: Es un descanso del organismo. Está regulado por mecanismos Internos como
temperatura del organismo, actividad cerebral y Externos como el ritmo del sueño (tiempo
de dormir).
 Sexualidad: Está controlada por mecanismos químicos y nerviosos. No es una
motivación necesaria para la supervivencia del individuo, y la reacción depende de los
seres humanos, de su aprendizaje.
 Impulso o pulsión maternal: Esta relacionado aparentemente con la secreción de
prolactina, hormona de la hipófisis que regula los procesos relacionados con la
maternidad.
 Motivaciones Psicológicas y Sociales
Son las que se desarrollan por procesos de aprendizaje y suponen la relación con otros
miembros de la especie. Su origen se encuentra en la homeóstasis Psicológica: todo
individuo desea aquello de lo que carece o siente deficiencia y aspira a crecer más.
Las principales motivaciones de este tipo son: Necesidad de seguridad, Necesidad de
aprobación, Necesidad de relaciones interpersonales, Necesidad de amor y cariño.
 Puntualizaciones sobre las Motivaciones
 El principio de homeóstasis es fundamental para tratar de explicar las motivaciones.
 Existen diferencias entre motivaciones infantiles y motivaciones adultas.
 La forma como se sienten las motivaciones es individual y depende de la autonomía,
desarrollo y organización de la personalidad de cada uno.
 Bases biológicas de la conducta
Las base biológica está constituida por mecanismos nerviosos: Sistema Nervioso y
mecanismos químicos: Sistema hormonal o Endocrino.
Al analizar estos sistemas vamos a comprobar la estrecha conexión entre Psicología y
Biología, pero debemos tener en cuenta que no son dos cosas idénticas, la actividad
fisiológica es necesaria para la actividad biológica. Sin embargo, la psicología supera la
biología y tiene las características típicas de los fenómenos Psíquicos.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo que presentamos, se ha realizado con el fin de instruirnos más y ampliar de
cierta manera nuestros conocimientos con respecto a la Psicología, especialmente sobre
este tan importante tema.
Solo esperamos que este sea de su agrado y cumpla con sus requerimientos y exigencias.
CONCLUSIÓN
Gracias al trabajo realizado nos pudimos dar cuenta de lo importante que es conocer la
Psicología, y nos ayuda a reflexionar sobre nuestras aspiraciones, comportamientos,
impulsos, entre otros., al mismo tiempo amplía nuestros conocimientos y nos insta a una
auto-evaluación personal.
 Motivo y Motivación
 Motivación de doble proceso
 Motivación Biológica
 Motivaciones Biológicas más importantes
 Motivaciones Psicológicas y Sociales
 Puntualizaciones sobre motivaciones
 Bases biológicas de la conducta

El proceso de la motivación

El objetivo es mostrar los elementos que intervienen en el proceso de motivación no financiero y como
estos se pueden manejar para conseguir vincular a los miembros del equipo de trabajo y lograr la
satisfacción de los mismos.

Entenderemos la motivación como un proceso complejo en el cual, no basta saber las necesidades del
individuo para predecir su comportamiento, optimizar el trabajo en equipo y conducir eficazmente al
grupo.
Además de las necesidades, deberemos conocer los valores, expectativas, metas, intenciones y
atribuciones de los miembros del equipo de trabajo. Todas ellas son variables que afectan al desempeño
y consecución de los objetivos organizacionales.

ELEMENTOS DEL PROCESO MOTIVACIONAL

Las Necesidades

La necesidad es la carencia física o psicológica del individuo. Depende de factores personales, sociales y
culturales. Influye en la jerarquización con la que las necesidades se presentan en un individuo concreto.
A continuación mostramos el Test De Evaluación de Necesidades elaborado a partir de la Teoría ERG
(Alderfer), con la finalidad de conocer cuales son nuestras propias necesidades.

“El conocimiento de los demás parte de conocernos a nosotros mismos”.

Test de Necesidades

Indique la importancia de cada uno de los siguientes enunciados en el trabajo que le gustaría obtener.
Escriba los números 1, 2, 3, 4 o 5 en la línea que sigue a cada enunciado.

1 = No importante
2 = Ligeramente importante
3 = Moderadamente importante
4 = Muy importante
5 = Extremadamente importante

Relaciones cooperativas con mis compañeros de trabajo ___


Adquisición de nuevas habilidades y conocimientos en el trabajo ___
Buena remuneración por mi trabajo ___
Gozar de la aceptación de los otros ___
Oportunidad de acción y pensamiento independientes ___
Aumentos salariales frecuentes ___
Oportunidades de conseguir amistades íntimas en el trabajo___
Sentido de autoestima ___
Un programa completo de prestaciones ___
Apertura y honradez con mis compañeros de trabajo ___
Oportunidades de crecimiento y desarrollo personal ___
Sentido de seguridad contra el daño corporal ___

LOS VALORES

El término que hace referencia a la asociación de determinadas respuestas emocionales de agrado o


desagrado con distintos objetos o actividades, asociación que puede influir en las decisiones inmediatas
de las personas o en sus planteamientos a largo plazo. Es un concepto muy relacionado con el “interés”
pero, se diferencia de éste en que el término “valor” se suele utilizar para hacer referencia a intereses de
tipo más general, menos ligados al desempeño de una profesión y que afectan a las decisiones que la
persona toma también en relación a otros ámbitos de la vida.
El sistema de valores de los miembros de un equipo de trabajo inciden de un modo determinante en la
toma decisiones en situaciones de interacción personal, es por ello un factor importante a tener en
cuenta.

Clasificación de los valores interpersonales


Estímulo Se refleja en el deseo de ser tratado con comprensión recibiendo apoyo de las
demás personas
Conformidad Se manifiesta en el deseo de las personas a hacer lo que es socialmente
correcto, siguiendo estrictamente las normas. Es propio de personas
conformistas
Reconocimiento Deseo de ser bien visto y admirado, de ser considerado como persona
importante, de llamar favorablemente la atención y de conseguir el
reconocimiento de los demás
Independencia Se manifiesta en la voluntad de ejercer el derecho a hacer lo que uno quiere, a
ser libre para decidir sobre uno mismo, según el propio criterio.
Benevolencia Deseo de hacer cosas por los demás, de ayudar a los menos afortunados
Liderazgo Supone estar al cargo de otras personas, ejerciendo el mando sobre ellas
Fuente: “Cuestionario de valores interpersonales”, Gordon

Por último, indicar que los valores son estables y duraderos en los individuos pero ello no significa que
sean rígidos.
Las actitudes están muy relacionadas con los valores pero, son más específicas. También influyen en el
comportamiento y, son evaluaciones positivas o negativas respecto a personas, objetos o
acontecimientos (siguiendo el tema de nuestro interés, ese objeto sería nuestro trabajo, equipo o
empresa).
La importancia de distinguir entre actitudes y valores es que estos últimos son muy resistentes al
cambio en tanto que, las actitudes son susceptibles de ser modificadas. Por ello, la figura del líder se
torna de gran importancia de tal modo que, realiza, mediante su comportamiento con los miembros del
equipo, un proceso motivador que lleva a crear un clima laboral óptimo que repercute en la consecución
de las metas organizacionales modulando las actitudes de su equipo de trabajo.

EL LIDER EFECTIVO DE EQUIPO


1. Forma parte del equipo como un miembro del mismo.
2. Articula una visión, crea una misión clara y desarrolla metas, objetivos y planes de acción.
3. Tiene capacidad para implicar a los miembros del equipo.
4. Asegura el cumplimiento de las tareas inmediatas y la conveniente asignación de trabajo.
5. Es capaz de inspirar un deseo de producir productos y servicios de alta calidad.
6. Tiene la habilidad de comunicar con todos los miembros del equipo y de establecer relaciones
con importantes miembros fuera del equipo.
7. Es hábil en su actitud d e escucha, en resolver conflictos y en construir consenso.
8. Es capaz de crear un ambiente abierto donde los miembros.

Expectativas, Metas e Intenciones

Las expectativa, metas (objetivos) e intenciones de los miembros de la organización inciden en su


comportamiento ya que, aquello que una persona espera que ocurra en una situación dada -en relación
con su trabajo- provoca que lo haga, es decir, que son aspectos motivadores.

Existen tres aspectos a considerar con relación a las expectativas:

1. Contenido de las expectativas. Qué espera una persona en relación a un curso de acción
determinado, en relación con la conducta probable de otras personas, en relación con sus posibilidades
de control de los acontecimientos, en relación con la evolución de una situación determinada.

2. Magnitud de las expectativas. En qué grado espera un individuo alcanzar un objetivo que persigue,
o que se produzca un suceso en particular, o que otras personas se comporten de un modo
determinado.

3. Causas de las expectativas. Qué variables (experiencias, creencias, etc.) influyen en el contenido y
magnitud de las expectativas del sujeto.

Los aspectos mencionados se toman más claros cuando se trata de dar respuesta a preguntas
como: ¿Qué espera una persona conseguir en un trabajo determinado?, ¿Qué mejoras espera conseguir
el equipo al realizar unas determinadas acciones?, ¿Qué espera el grupo de trabajo que haga la empresa
para compensar un esfuerzo adicional (mayor número de horas, trabajo de fin de semana...)?, etc..

Ante estas preguntas que se realizan los miembros de un equipo de trabajo (o cada uno de sus
miembros) se formarán interiormente unas respuestas a las mismas que estarán moduladas por las
experiencias previas con el curso de acción o trabajo en otras organizaciones (causas), el grado en que
creen que se cumplirán (magnitud) y el contenido mismo de la expectativa de modo manifiesto en sus
pensamientos (contenido).

Todo ello influirá de modo determinante en la satisfacción del equipo, en función de si se cumplen o no,
además de si el equipo (o sus miembros) inicia el esfuerzo de la tarea o no.

Existen diferentes tipo de expectativas:

1. Expectativas de autoeficacia. En qué medida creen que serán capaces de realizar una
determinada acción que pueda llevarle a la consecución del resultado.
2. Expectativas de roles. Manera en que los demás piensan que debería obrar alguien en
determinadas circunstancias.

Expectativas relativas a situaciones, acontecimientos, etc.

Las expectativas desde la Psicología Cognitiva

El término expectativa desde esta perspectiva se define como la evaluación subjetiva de la probabilidad
de alcanzar una meta concreta. Además, puede ser una fuente importante de motivación en cuanto que
puede afectar a la intensidad y persistencia de la conducta.

Existirían dos tipos de expectativas (Bandura):

1. Expectativas de eficacia : juicio que hace una persona sobre la seguridad que tiene de poder
realizar una conducta en particular.
2. Expectativas de resultado: la estimación que hace la persona de que la conducta una vez
realizada tendrá un resultado concreto (consecuencias).

Expectativas Influencia Fuente de Expectativas


Las personas esperan poder Experiencia Directa:
realizar la tarea adecuadamente: La mayor fuente de expectativas
Están dispuestas a participar en Si se evalúa que una conducta ha sido realizada
las actividades exitosamente entonces aumenta la eficacia
Están dispuestas a desplegar los percibida y viceversa.
esfuerzos necesarios para Experiencia indirecta:
cumplir con los retos que se Producto de la observación de cómo otras
presentan personas han realizado la misma tarea
Persisten si se crean obstáculos La expectativa de eficacia aumenta observando a
Las personas no esperan poder otras personas que realizan la tarea con éxito (“si
De Eficacia realizar la tarea exitosamente: ellos lo pueden hacer yo también”)
No están dispuestos a participar Cuanto mayor es la similitud entre el “actor” y el
en las actividades observador mayor impacto.
Se esfuerzan menos Persuasión verbal:
Se rinden ante los obstáculos. Dar ánimos para que se fijen en sus habilidades
potenciales e ignoren sus deficiencias o fracasos
anteriores.

Feedback del resultado:


Mientras la persona realizan una actividad
Si la persona cree que obtendrá
pueden evaluar si su actividad produce éxito o si
un resultado seguro si realiza
fracasa. La evaluación del éxito tiene un
una determinada tarea tendrá
componente subjetivo (sensación o sentimiento)
una alta expectativa de resultado
y otro objetivo (felicitaciones, premios).
(motivación)
Dificultad de la tarea:
Si la persona cree que
Las características difíciles de las tareas llevan a
seguramente no obtendrá un
expectativas de éxito bajas y viceversa.
De Resultado resultado deseado tendrá una
Información derivada de la comparación social:
baja expectativa de resultado
Observación de los resultados obtenidos por otros
(desmotivación)
(equipos de trabajo o personas) en la misma
Las personas tienden a perseguir
tarea.
metas y realizar esfuerzo si que
Factores de personalidad:
creen que podrán conseguir
Determinantes de las expectativas de resultado
resultados
Necesidad de logro:
Alta: sobreestiman posibilidades de éxito.
Baja: subestiman posibilidades.

Las Metas

Las metas se puede definir como aquello que la persona se esfuerza en conseguir. Se debe tener en
cuenta que el establecimiento de metas no siempre mejora en rendimiento para ello éstas deberán ser:

1. Específicas
2. Desafiantes
3. Difíciles

Las consecuencias motivacionales que tienen las metas son cuatro:


1. Dirigir la atención hacia la tarea.
2. Movilizar el esfuerzo.
3. Aumentar la persistencia.
4. Promover el desarrollo de estrategias eficaces.

Aunque establecer las metas - del modo comentado - suele mejorar el rendimiento, es necesario que el
individuo o equipo reciba esta información (feedback).

EL PAPEL DE LAS EMOCIONES COMO LA MOTIVACION NO FINANCIERA

La emociones son un tipo especial de motivacion no financiera, según diversos autores, las emociones
encajan en la definición de un motivo en el sentido de que energizan y dirigen la conducta. El miedo, por
ejemplo, energiza la persona para actuar y dirige la acción hacía una meta, principalmente, la de
escapar de un peligro.

De acuerdo con Ross Buck, las emociones:

1. Constantemente informan del estatus de los estados emocionales.


2. Movilizan los recursos corporales para gratificar los motivos y facilitar la adaptación.

Existen siete emociones básicas: Sorpresa, Miedo, Rabia, Asco, Angustia, Alegría, Interés. Todas ellas
influyen en la motivos que nos llevan a realizar determinados cursos de acción.

FACTORES MOTIVADORES

Factores individuales y colectivos


La distinción entre factores individuales y colectivos de la motivación viene determinada porque el
trabajo en equipo no es la única manera en que los miembros de la organización llevan a cabo sus
funciones en la empresa. A veces el trabajo debe ser individual y, otras veces, las personas de un
departamento o área deben realizar tareas conjuntas para alcanzar un objetivo o meta.

Un trabajo en equipo repercute en la motivación a dos niveles:

1. A nivel individual:

Incrementa la seguridad personal


Aumento de la productividad del individuo
Satisface las necesidades de afiliación y pertenencia
Enriquecimiento personal

1. A nivel colectivo:

Mejora eficazmente la comunicación


Estimula el ambiente de trabajo
Creación de una división de tareas precisas
Motivación emocional en el conjunto de sus miembros
Incremento de la productividad
Facilita la compresión de las decisiones
Permite un mayor número de enfoques de un problema

El trabajo en equipo tampoco debe ser considerado una panacea pues, a veces, existen miembros del
equipo que se neutralizan entre sí, lo cual, provoca ineficacia y pasividad por parte de algunos individuos
del colectivo. No obstante, en un equipo efectivo el rendimiento es mayor que la suma de los
rendimientos individuales de los miembros que lo componen. A este efecto se le denomina sinergia de
grupo.
De la intención a la atención, la realidad es atender algo

MODELOS EXPLICATIVOS EN
PSICOLOGÍA DE LA MOTIVACIÓN

Barberá Heredia, Ester


Universitat de València (Spain)
INTRODUCCIÓN
En su afán por comprender la actividad humana, la Psicología ha asignado a
la motivación el cometido de explicar las causas del comportamiento. Entre
los procesos psicológicos básicos, tal vez sean los motivacionales los que se
presentan más estrechamente vinculados con la acción, con independencia de
que el marco teórico adoptado sea conductista, cognitivo o dinámico (Barberá
y Mateos, 2000). De hecho, la asociación entre explicación causal
(motivación) y efecto resultante (conducta) ha generado, con frecuencia, un
cierto confusionismo, que se explicita en 'la circularidad' presente en bastantes
definiciones psicológicas, en las que el concepto de motivación se infiere a
partir de las conductas que deberían explicarse apoyándose en él. La crítica a
la explicación circular plantea que una teoría científica debe definir los
estados (necesidades, deseos, impulsos, incentivos) que se postulan como
motivos del comportamiento con independencia de las actividades que se
pretenden explicar (Wise, 1987).

A lo largo del siglo XX, la Psicología ha desarrollado múltiples teorías de la


motivación humana, de manera que para poder tener una visión de conjunto
sobre las tendencias dominantes se hace necesario introducir algún criterio
ordenador. Existen tipologías motivacionales muy diversas, pero, sin duda, la
tradición dualista, que ha prevalecido a lo largo de la historia del pensamiento
occidental, ha dejado una impronta potente en el estudio psicológico de la
motivación. En fechas recientes, el profesor Garrido ha analizado las
principales confrontaciones en la representación del comportamiento humano,
a través de polaridades referidas a 'libre voluntad versus determinismo',
'anticipación de metas versus mecanicismo' o 'el sujeto como sistema auto-
regulador versus la metáfora del individuo-máquina'. La forma concreta en
que se ha resuelto cada una de estas confrontaciones ha ejercido una notable
influencia en el desarrollo de la psicología motivacional (Garrido, 2000).

Siguiendo el criterio dualista, la clasificación que aquí se propone para


iniciar el debate sobre el protagonismo de la motivación en la explicación de
la actividad humana parte de la diferenciación entre modelos reactivos y
teorías de la activación. Soy consciente de que clasificar supone organizar y
clarificar; pero también implica uniformar, dividir y simplificar, lo que
conlleva pérdida de matices diferenciales y riqueza de contenido. Pero, asumir
riesgos es una condición necesaria para avanzar en el conocimiento.

1. TEORÍAS REACTIVAS
Bajo este rótulo se incluyen planteamientos teóricos y epistemológicos bien
diferenciados. Sin embargo, todos ellos comparten entre sí la conceptuación
del sujeto como un ser reactivo, cuyas actuaciones responden a cambios
producidos en el estado de una situación estimular concreta. La motivación se
inicia, por tanto, como reacción ante una determinada emoción (miedo), una
necesidad biológica (hambre) o psicológica (curiosidad), y, también, ante la
presencia de estímulos externos (apetitivos/aversivos). En cualesquiera de
estos casos, la meta de la conducta motivacional siempre consiste en satisfacer
una demanda y, por ende, reducir la presión.

En relación a las fuentes iniciadoras de la conducta motivada quiero hacer


dos puntualizaciones, referidas respectivamente a las emociones básicas y a la
inclusión de la curiosidad. El planteamiento de las emociones como agentes
motivacionales es compartido por casi todos los autores, si bien existen
diversos modos de representar esta vinculación. Así, mientras Izard sostiene
que la función central de una emoción básica es similar a la de un motivo y
consiste en activar y dirigir el comportamiento, el modelo de Buck representa
los procesos motivacionales y emocionales como las dos caras de una
moneda, atribuyendo a las emociones el cometido específico de facilitar o
dificultar las adaptaciones exitosas. Por su parte, la interpretación de la
curiosidad como necesidad psicológica, con propiedades motivacionales
similares al hambre o la sed, merece ser matizada, como se hará más adelante.

En la base de esta representación motivacional subyace la noción de


homeostasis, concepto procedente de la Fisiología, introducido por Cannon en
referencia al equilibrio dinámico que mantiene dentro de una variabilidad
limitada, el medio interno. La investigación psico-fisiológica se interesó, en
un principio, por las orientaciones motivacionales primarias, tales como
alimentarse, huir o evitar el dolor, y para explicarlas desarrolló tanto teorías
locales (del hambre o de la sed) como otras que implican la intervención de
estados motivacionales centrales -Central Motive State- (Morgan, 1943). En
cada una de ellas, o bien la estimulación de determinados puntos periféricos o
bien la actividad de los centros excitadores del hipotálamo activan una serie
de conductas orientadas a mantener el equilibrio homeostático.

La formulación motivacional de Hull y su escuela (Hull, 1943, 1952;


Spence, 1956) representa el intento más sistemático y completo por trasladar
el modelo homeostático a la explicación psicológica de la motivación humana.
La funcionalidad de los procesos motivacionales la desarrolla Hull a través de
dos conceptos básicos, el impulso (drive) y el incentivo, y su explicación se
integra en la 'teoría general de la conducta', teoría basada en los principios del
aprendizaje asociativo característicos del conductismo mediacional. En la
década de los sesenta, la incorporación del concepto de activación fisiológica
de Duffy (1962) aporta una medida psicofisiológica al impulso hulliano, de
manera que su intensidad podía medirse fisiológicamente con independencia
de la conducta resultante (Suay, Salvador y González, 1996).

La teoría de Hull supuso para la Psicología la primera interpretación


empíricamente demostrable de la motivación. Y su influencia, tomando en
consideración las sucesivas modificaciones propuestas por él o por sus
discípulos, ha sido dominante en el ámbito académico durante la primera
mitad del siglo XX, habiendo servido como heurístico central en la
investigación psicológica teórica y aplicada. Por la misma razón de su
influencia, también ha sido objeto de numerosas críticas, entre las que cabe
destacar la pretensión generalista de explicar comportamientos humanos
complejos, relativos a las situaciones de frustración o a las reacciones ante un
conflicto, a partir de diseños experimentales basados fundamentalmente en la
investigación animal, en los que sólo se estudian reacciones motivacionales
ante situaciones de privación forzosa. A pesar de todo, no existe un modelo
motivacional unitario que represente en la Psicología académica actual lo que
supuso en su momento la propuesta de Hull.

1.1. Explicaciones cognitivas reactivas: los modelos


basados en E/V
La perspectiva cognitiva, cuya influencia en la disciplina psicológica
aumenta desde finales de los años cincuenta, dirige la atención hacia el
estudio de motivaciones complejas que acontecen en actividades
específicamente humanas en relación con comportamientos conscientes y de
carácter voluntario; tal es el caso de la motivación de logro o de la
planificación de metas. Sin embargo, gran parte de los modelos cognitivos
desarrollados para explicar la motivación asumen y reproducen el esquema
general característico de la concepción homeostática.

El ejemplo más claro de trasposición del modelo homeostático al ámbito de


la cognición humana se observa en una serie de teorías, etiquetadas grosso
modo como de 'la consistencia cognitiva'. Si bien estas teorías poseen
formulaciones específicas y ámbitos de aplicación diferenciados, todas ellas
confluyen en la idea de presentar la interpretación motivacional dentro de
series alternativas de consistencia/inconsistencia como características
centrales de la actividad psíquica. La teoría de la disonancia de Festinger
(1957), la de la reactancia psicológica (Brehm, 1966), el modelo de
autopercepción de Bem (1972) o la teoría de la equidad (Adams, 1965;
Homans, 1961), comparten la estructura prototípica del modelo homeostático.

El esquema general de la teoría de la reducción del impulso, que en el


diseño de Hull se aplica a la necesidad de satisfacer el deseo por la comida en
una situación de hambre, se utiliza para explicar el funcionamiento de la
psique ante pensamientos disonantes, percepciones de inequidad o cualquier
otra inconsistencia entre creencias y comportamientos. El contenido
motivacional que se pretende conocer cambia (motivos básicos versus
motivos secundarios), así como el diseño general de la investigación
(laboratorio animal versus observación y registro de reacciones humanas).
Pero, la estructura explicativa homeostática se mantiene intacta en el modelo
de la reducción del impulso y en las teorías de la consistencia cognitiva.
Ambos comparten una interpretación mecanicista de la motivación humana
basada en la alternancia dinámica entre equilibrio inicial (consonancia) y
desequilibrio posterior (situación disonante). El sujeto se motiva, por tanto,
ante una situación estimular concreta y reacciona mediante conductas
predeterminadas, con el propósito de recomponer el estado anterior.

Entre las explicaciones cognitivas de la motivación humana, una de las que


ha tenido mayor impacto se basa en destacar el papel que las 'expectativas' y
'valencias', en tanto conceptos anticipatorios a la acción, ejercen sobre el nivel
de esfuerzo (tendencia motivacional) asignado a determinadas conductas. Una
serie de modelos, desarrollados por Atkinson (1957), Feather (1959) o Vroom
(1964) y aplicados a ámbitos muy diversos, se pueden agrupar en torno a la
denominación común de teorías de expectativa/valencia (E/V). Estas teorías
comparten con las de la consonancia/disonancia una visión racional del ser
humano y consideran que el comportamiento es intencional en la medida en
que obedece a un propósito funcional. Asimismo comparten un planteamiento
reactivo de la motivación, en tanto en cuanto las tendencias motivacionales se
interpretan como reacciones específicas provocadas por cambios en la
situación estimular. En este caso, los estímulos (expectativas y valencias) son
internos, mentalistas y anticipatorios. La intencionalidad, aunque se asume
como característica inherente a la conducta, no representa un constructo
explicativo de la motivación humana. Mantienen el criterio mecanicista al
asignar a las expectativas y las valencias toda la responsabilidad de la
tendencia motivacional dominante.

1.2. Reelaboración y ampliación de los parámetros de


E/V
El profesor Pedro Mateos (1996), al revisar la evolución de los conceptos
de motivación, intención y acción por parte de la Psicología, analiza con
detalle algunas propuestas psicológicas que, manteniendo la filosofía general
de los modelos basados en expectativas y valencias, intentan o bien ampliar su
alcance o bien complementar estos dos parámetros cognitivos con otros
componentes motivacionales. A su capítulo remito para los interesados en el
tema. Aquí sólo voy a hacer referencia a determinados intentos de
reelaboración o de ampliación del esquema clásico basado en los parámetros
de expectativas y valencias. Tales intentos evidencian, por un lado, el impacto
tan fuerte que han tenido y continúan teniendo las teorías de E/V en la
psicología motivacional. Por otro lado y esto es lo más interesante, estas
propuestas han contribuido a perfilar los contornos del mosaico explicativo de
la motivación humana.

Ejemplos de re-elaboración de los parámetros E/V se encuentran en las


propuestas de Bandura (1977) o Heckhausen (1977) al diferenciar tipos
específicos de expectativas. La clasificación de Bandura distingue entre
expectativas de eficacia y de resultado. Las primeras, referidas a la percepción
de auto-capacidad para llevar a cabo una conducta, se sitúan conceptualmente
entre el sujeto y la acción. Las expectativas de resultado, sin embargo, aluden
a la convicción de que una determinada acción producirá un determinado
resultado. Intervienen como actividades mediadoras entre la acción y el
resultado esperado, tal y como se representa en el siguiente esquema.

Figura 1
Clasificación de expectativas propuesta por Bandura (1977)

Heckhausen, por su parte, clasifica tres tipos de expectativas: i) de


situación-resultado (S-R), ii) de acción-resultado (A-R) y de resultado-
consecuencia (R-C). La expectativa de A-R coincide prácticamente con la
noción de expectativa de resultado de Bandura. La expectativa de S-R se
define como la creencia de que una situación en sí misma, al margen de la
conducta del sujeto, llevará a un determinado resultado. Por ejemplo, el
convencimiento de que determinadas situaciones de pobreza llevan aparejadas
el fracaso escolar. Finalmente, la expectativa de R-C consiste en la creencia de
que el resultado esperado actuará como instrumento mediador para alcanzar
unas determinadas consecuencias. Si se termina la carrera (resultado) se podrá
acceder a un puesto profesional (consecuencia).

Tanto la noción de expectativa de eficacia de Bandura como la de


expectativas de R-C de Heckhausen van a generar importantes repercusiones
en la interpretación psicológica de la motivación. Bandura desarrollará el
concepto de auto-eficacia (Bandura, 1982, 1995), incidiendo en el papel
motivador que tiene la percepción de uno mismo como agente capaz de llevar
a término determinadas acciones. Sobre la noción de auto-eficacia y la
percepción de auto-capacidad volveremos luego, al hablar de motivación
intrínseca.
A su vez, la distinción entre resultado y consecuencias, que plantea
Heckhausen, posibilita la interpretación de los resultados como pasos
instrumentales encaminados hacia metas de orden superior que aportan valor
significativo a nuestras acciones. De manera que, aunque no se pueda influir
directamente sobre las consecuencias sino sólo sobre los resultados, la
creencia en la relación entre resultados y consecuencias posteriores adquiere
valor motivacional. La relevancia de las acciones futuras sobre la conducta
presente será enfatizada por Raynor (1981) a través de su concepción de 'la
orientación futura' y por Gjesme mediante el concepto de 'distancia temporal
de la meta'.

Además de ampliar el concepto tradicional de expectativa o de incorporar


tipos diferenciados de valoraciones anticipadas (comparación social, auto-
valoración, incentivos extrínsecos, costes/beneficios, o valor cultural), ha
habido otras propuestas que han incorporado parámetros adicionales a los de
expectativas y valencias para explicar las tendencias motivacionales de la
conducta. Uno de los ejemplos más representativos de esta ampliación del
modelo de E/V se localiza en 'la teoría dinámica de la acción' de Atkinson y
Birch, (1970, 1978). En ella la tendencia de acción dominante se representa
como el resultado final de contrarrestar fuerzas instigadoras y consumatorias,
por un lado, frente a fuerzas inhibitorias y de resistencia, por otro. La idea de
incluir en la explicación motivacional tanto las tendencias hacia la acción
como las de evitación está ya presente en la explicación previa de Atkinson
(1957) sobre la conducta de logro. La novedad de esta propuesta radica en
que, al incorporar parámetros mediacionales (fuerzas instigadoras y
consumatorias / fuerzas inhibidoras y de resistencia) entre las
expectativas/valencias y las tendencias motivacionales resultantes, se plantea
la posibilidad teórica de producir un cambio en la conducta y en la estructura
motivacional subyacente, aún cuando permanezcan constantes las expectativas
del sujeto y su valoración en torno a la situación vital.

Figura 2
Esquema de los parámetros explicativos según la teoría dinámica de la
acción
En resumen, a partir de la década de los sesenta proliferan una serie de
modelos que intentar explicar las estrechas relaciones entre factores
motivacionales y conducta, o entre conocimiento, motivación y actividad. A
pesar de los innegables progresos que representan algunas de estas propuestas
cognitivas respecto a una consideración más activa y auto-reguladora de la
motivación (Bandura, 1982; Raynor, 1981), la serie de teorías incluidas en
este bloque, categorizado como reactivo, comparten un planteamiento común
que se puede esquematizar mediante la representación gráfica siguiente:

Figura 3
Esquema general de las teorías reactivas

2. TEORÍAS DE LA ACTIVACIÓN
Este enfoque parte de la consideración del ser humano como agente causal
de sus propias acciones. La motivación se interpreta como una actividad que,
a menudo, se manifiesta de forma espontánea, sin necesidad de reducirse a
mera reacción ante una situación estimular específica. Además, la conducta
motivada se considera propositiva puesto que, en gran medida, se desarrolla
impulsada por planes, metas y objetivos.

Desde la perspectiva psicofisiológica, el concepto de motivación de Hebb


(1955), definido como la tendencia de todo organismo a producir actividad
organizada, y el conocimiento del sustrato neural del arousal, en torno a la
formación reticular y los núcleos inespecíficos del tálamo, constituyen dos
importantes apoyos para sostener la concepción del ser humano como agente
causal. La crítica posterior a la representación de la activación como un
constructo unitario (Vila y Fernández, 1990) va a posibilitar la incorporación
del enfoque sistémico, que toma en consideración tanto las estructuras
neurales centrales y periféricas como el papel modulador de los componentes
neuroendocrinos y, sobre todo, la serie de interacciones que se establece entre
dichos componentes. La identificación del sistema cerebral de la motivación, a
partir de los hallazgos de Olds y Milner, permite inferir la existencia de un
circuito neural, cuya función consiste en regular el nivel de activación y
proporcionar el impulso necesario para actuar en una determinada dirección
(Suay, Salvador y González, 1996).

A diferencia de los planteamientos reactivos, la motivación humana en las


teorías activadoras se caracteriza básicamente por las propiedades de
espontaneidad y propositividad. La curiosidad, el afán exploratorio o el
sentido de autodeterminación de la conducta son, en sí mismos, capaces de
activación psicológica y el objetivo de tal actividad no consiste en restablecer
la situación previa ni restaurar el equilibrio roto, sino guiar el comportamiento
hacia caminos nuevos, desconocidos y desafiantes. La importancia
motivacional de la intencionalidad y el peso que la voluntad ejerce sobre la
conducta propositiva se han ido consolidando, en años recientes, en torno a
una teoría general de la acción claramente separada del esquema tradicional
alrededor de la conducta. Los antecedentes más inmediatos de tales
posicionamientos teóricos remiten a la psicología filosófica de principios de
siglo; y, en particular, a las explicaciones científicas desarrolladas por Ach
para evaluar, de manera objetiva, la fuerza de voluntad, así como a la réplica y
cuestionamiento que posteriormente plantea Lewin.

El desarrollo de la motivación intrínseca y la investigación psicológica


desarrollada para explicar su origen se interesan, sobre todo, por el análisis de
la espontaneidad, en tanto rasgo motivacional característico, que está presente
en múltiples actividades humanas. Por su parte, el carácter propositivo, en
estrecha sintonía con las nociones de intencionalidad y voluntad, ocupará el
centro de atención en las explicaciones motivacionales de los modelos de la
acción (Heckhausen, 1987; Kuhl, 1985).

2.1. La motivación intrínseca


La definición de motivación intrínseca plantea que gran parte de la
actividad humana se realiza por el placer que supone o por el interés que su
ejecución conlleva. La pregunta clave para la investigación psicológica ha
girado en torno al conocimiento sobre cuáles son los factores subyacentes que
permiten explicar la motivación intrínseca. En último término ¿qué es lo que
convierte a una actividad en intrínsecamente motivante?. Las respuestas
obtenidas han sido diversas y, en cierto modo, complementarias.

Algunos investigadores se han interesado por analizar las propiedades


específicas de algunos objetos, que los convierten en intrínsecamente
motivantes. Así por ejemplo, los estudios de Berlyne (1960), aplicados al
ámbito educativo, inciden en las características de novedad, complejidad e
imprevisibilidad, que poseen determinadas actividades, en tanto determinantes
del interés motivacional. Un grado intermedio de cada una de estas
propiedades despierta el interés de los sujetos y favorece la curiosidad y el
afán exploratorio hacia ellas. Que una actividad resulte moderadamente
novedosa, compleja o imprevisible depende, en parte, de la comparación de la
información derivada de distintas fuentes. En este sentido, tales propiedades
se definen como colativas de los patrones de estímulo.

Hasta cierto punto, el esquema homeostático reactivo se mantiene en esta


explicación, en la medida en que las propiedades colativas (novedad,
complejidad, imprevisibilidad) de ciertos estímulos provocan curiosidad y
llevan a la exploración y manipulación de objetos para su mejor
conocimiento; de modo parecido a como en el esquema clásico hulliano la
carencia de algún principio alimenticio básico genera hambre y lleva a buscar
alimento para satisfacer la necesidad. En este sentido, se puede representar la
curiosidad como una necesidad psicológica, actuando de manera
relativamente parecida a las necesidades básicas de hambre o sed, tal y como
se ha mencionado previamente.

Csikszentmihalyi (1975) incorpora la noción de flujo, cuyo antecedente más


directo cabe localizarlo en la idea de 'reto óptimo', como punto de encuentro
entre el nivel de dificultad de la tarea, característico de una actividad, y las
habilidades de las que dispone la persona para resolver la situación
problemática. Aquí, la activación motivacional no depende sólo de la novedad
o interés intrínseco del trabajo en cuestión, sino de la correspondencia entre
ésta y los recursos personales de los que se dispone para afrontar la situación.
El origen de la motivación intrínseca no depende sólo de las propiedades
colativas que posean determinados objetos sino de una adecuación equilibrada
entre competencia del individuo y reto implicado en la tarea. Cuando los retos
superan las competencias individuales se genera un estado de ansiedad por
exceso de dificultad. Si, por el contrario, las habilidades superan con creces
los retos, el individuo se mostrará aburrido y, por ende, poco motivado.

Aunque, sin duda, las nociones de flujo o de reto óptimo incorporan, hasta
cierto punto, la sensación de control personal sobre las propias habilidades y
la interacción del sujeto con la actividad, la concepción motivacional
subyacente sigue siendo reactiva en la medida en que el placer que lleva a
realizar la actividad deriva, al menos parcialmente, de las propiedades
colativas de los estímulos.

Pero, también la investigación psicológica interesada por la motivación


intrínseca ha indagado sus orígenes dentro del sujeto, a través de la auto-
percepción como persona competente, eficaz y con determinación para actuar.
Las nociones de auto-competencia (White,1959), causación personal
(deCharms, 1968), auto-determinación (Deci y Ryan, 1985), auto-eficacia
(Bandura, 1982) y acción personalizada (Nuttin, 1985) realzan el
protagonismo motivacional de la subjetividad y el papel del individuo como
agente causal de su propia actividad comportamental. Cada uno de estos
conceptos intenta definir, de manera precisa, la naturaleza de la motivación
intrínseca. Pero en cualesquiera de tales explicaciones la motivación, más que
responder a determinadas características estimulares concretas, proporciona
oportunidades para que las personas pongan a prueba sus competencias y
determinaciones, de manera activa e intencional. Las características de
dinamismo y activación interna alejan la noción de motivación intrínseca de
actividades placenteras derivadas, por ejemplo, de la experiencia sensorial
pasiva. Como dice Reeve (1994), puede que nos guste ir al cine o escuchar
música, pero no se puede definir estas actividades como conductas activadas
por la motivación intrínseca. Otra cosa distinta es que tales actividades
sensoriales favorezcan en nosotros el interés por conocer solfeo, por aprender
a tocar un instrumento musical o por estudiar cinematografía.

Desde la perspectiva que aquí se analiza, relativa a la diferenciación entre


teorías reactivas y de la activación, es esta última consideración de la
motivación intrínseca la que presenta al individuo activa y espontáneamente
motivado, buscando evaluarse en tanto persona competente y con
autodeterminación respecto del entorno.

2.2. Los modelos de la acción


Junto al desarrollo de la motivación intrínseca, durante la década de los
ochenta se formalizan una serie de modelos psicológicos que incorporan la
intencionalidad y la voluntad como aspectos relevantes del comportamiento
propositivo humano, atribuyéndoles un papel específico en la explicación
motivacional. Los dos más representativos son la teoría del control de la
acción de Kuhl (1985, 1986) y la del Rubicón de las fases de la acción
desarrollada por Heckhausen (1987). Ambas explicaciones enlazan
directamente con la tradición alemana de estudio de la voluntad, de la escuela
de Wurzburgo, y con la noción de intencionalidad definida por Ach como
fuerza impulsora de una tendencia determinante que incita a su realización.

Desde mi consideración personal, las dos mayores aportaciones de estos


modelos para apoyar un enfoque activo y no meramente reactivo de la
motivación son:

i) El establecimiento de una delimitación


conceptual importante entre tendencia motivacional
y logro de objetivos, de la que se derivan
consecuencias teóricas y aplicadas de gran impacto,
y
ii) la idea de que la conducta dirigida a una meta
está jerárquicamente organizada, aunque el
desarrollo de su estructura y la fundamentación
empírica de la jerarquía todavía estén por descifrar.

Con respecto a la primera cuestión, ambos modelos incorporan el análisis


diferencial entre los procesos que intervienen en la toma de decisiones y los
que actúan sobre la consecución del objetivo propuesto. Para lograr una meta
voluntaria es necesario, sin duda, tener el firme propósito de querer
conseguirla. Pero, la intención, en tanto concepto motivacional central que
representa el nivel máximo de compromiso con la acción, no garantiza el éxito
del resultado deseado. La experiencia de la vida cotidiana evidencia la
distancia existente entre los propósitos y los logros. Casi todos los estudiantes
inician el curso académico con el firme propósito de aprobar una serie de
asignaturas, sin embargo la proporción de los que lo consiguen suele ser
bastante inferior.

En particular, Kuhl destaca como una insuficiencia la asunción implícita


que realizan las teorías de E/V al identificar conducta motivada con meta. Por
el contrario, su modelo parte de la diferenciación entre intencionalidad y
acción. La propuesta se sostiene en dos ideas básicas referidas a:

i) los impulsos, deseos, expectativas, valoraciones y


demás tendencias motivacionales son determinantes
del grado de compromiso con la acción, cuyo nivel
más elevado se sitúa en la intención o propósito
firme de conseguir una meta, y

ii) entre intención y conducta median una serie de


procesos volitivos complejos que tendrán que
imponerse frente a diversas tendencias dificultosas,
tanto externas como internas, para conseguir el
objetivo propuesto.

Son estos últimos procesos y estrategias, más que los parámetros


impulsivos, afectivos y cognitivos determinantes del nivel de compromiso con
la acción, los que el modelo de Kuhl se interesa por estudiar. La figura que se
presenta a continuación trata de representar el planteamiento básico de este
autor.

Figura 4
Esquema de la Teoría del Control de la Acción (Kuhl, 1985)
El modelo del Rubicón de Heckhausen representa, con más detalle, la
misma idea de Kuhl relativa a la diferenciación entre procesos motivacionales
y volitivos, incluyendo en su representación cuatro fases y dos momentos
clave de inflexión (el paso del Rubicón) en el proceso de toma de decisiones,
tal y como aparece en el siguiente esquema.

Figura 5
Esquema de la Teoría del Rubicón de las fases de la acción (Heckhausen,
1987)

La cuarta fase del modelo incorpora, además, un nuevo componente


motivacional en la secuencia, que se corresponde con la valoración que hace
el sujeto de la acción conseguida, idea esta que ya había sido previamente
esbozada a través de la noción de expectativa de resultado-consecuencia. La
incorporación de la valoración en la explicación de la actividad motivada de
los comportamientos voluntarios permite, por un lado, establecer en la
representación un circuito de retroalimentación, ya que sólo la valoración
positiva de los resultados obtenidos permite desactivar definitivamente la
intención. Por otro lado, la valoración de la acción precedente posibilita
implícitamente la valoración de las consecuencias, enlazando así el criterio de
que el futuro puede influir sobre el presente, a través de las metas anticipadas
y de la valoración de las mismas.

Síntesis en castellano sobre las aportaciones de estos modelos para la


psicología motivacional se encuentran en Barberá (1991, 2000); Garrido
(1996) y Mateos (1996). Sobre la importancia de la anticipación de metas en
la explicación motivacional reflexiona el profesor Garrido en su reciente
revisión teórica aparecida en los números 5-6 de la REME (Garrido, 2000).

3. TENDENCIAS FUTURAS
La idea de que gran parte de la motivación humana acontece de modo
espontáneo, obedeciendo al interés intrínseco por ejercitar las propias
habilidades o por poner a prueba la capacidad de intervención sobre el
entorno, constituye un avance considerable y ha enriquecido, de forma
sustantiva, el papel que desempeña la 'subjetividad' en el desarrollo de la
actividad psicológica. También ha sido decisiva la incorporación de 'la
intencionalidad' y del 'libre albedrío' para valorar la propia conducta y juzgar
las acciones de los demás. La experiencia demuestra que ni la reacción
comportamental ni tampoco la valoración de un acontecimiento suele ser la
misma cuando se presupone buena o mala intención a los protagonistas.
Conocimiento, motivación y valoración presentan, por tanto, estrechas
interacciones entre sí.

El modelo de Kuhl (1986) establece, además de una interacción continua


entre estos tres procesos psicológicos, vínculos específicos de cada uno de
ellos con el entorno social, de manera que la relación prioritaria de los
procesos cognitivos es de representación, mientras que lo que caracteriza
específicamente a las emociones es el tono valorativo que los humanos
solemos atribuir, en mayor o menor grado, a cualquier acontecimiento.
Finalmente, la característica específica de los procesos motivacionales es el
grado de compromiso con la acción. La siguiente figura representa
esquemáticamente esta idea.

Figura 6
Relación de los procesos psicológicos con el mundo (Kuhl, 1986)

Sin embargo, la psicología cognitiva se ha dedicado a analizar


preferentemente el papel crucial que el conocimiento (disonancia,
expectativas, atribuciones causales) y la voluntad (mecanismos de regulación
y modos de control de la acción) ejercen sobre la motivación y sobre la
actividad humana; hasta el punto de sostener, no sólo con argumentos teóricos
sino también con evidencia empírica, que un factor tan mental como 'la
anticipación de metas futuras' puede ser decisivo en la evaluación del nivel de
esfuerzo y de las reacciones comportamentales. Por su parte, la influencia del
conocimiento sobre el área más caliente de la Psicología, las emociones, se ha
reavivado recientemente mediante el estudio de la inteligencia emocional, del
coeficiente emocional como factor distinto y complementario del CI
(coeficiente intelectual) y del desarrollo de instrumentos de medida de este
constructo.

El camino inverso no ha recibido, sin embargo, una exploración similar.


Con frecuencia se da por supuesto que las tendencias motivacionales y las
emociones influyen sobre las representaciones cognitivas. Se suele asumir que
los deseos personales, algunos afectos e, incluso, el sentido de auto-eficacia
afectan a la representación del conocimiento y a las interacciones humanas.
Pero no se ha analizado con detenimiento ni se ha formalizado mediante un
modelo concreto los diversos modos como tal influencia acontece.

También, existe poca investigación teórica y empírica acerca de las


estrechas relaciones e interacciones que acontecen entre motivación y
emoción, fuera de las hipótesis psico-fisiológicas ya mencionadas. La
consideración de alguna emoción básica (miedo) como un sistema
motivacional primario no permite, si no se amplia el modelo, dar cuenta del
papel que ejercen múltiples emociones humanas, como la envidia, los celos, la
compasión, el odio o la ternura; afectos todos ellos de naturaleza no tan
primaria, que la observación fenomenológica y la propia experiencia señalan
como factores determinantes de la actividad psíquica, y que hay que tomar en
consideración en la explicación motivacional del comportamiento.

3.1. La inteligencia emocional


En fechas recientes, la Psicología ha incorporado a su acervo terminológico
la expresión inteligencia emocional (IE). Propuesta originalmente por Salovey
y Mayer (1990) y popularizada un poco más tarde por Goleman (1996), la
creencia en una IE, diferenciada del concepto de inteligencia clásica, ha
generado un tremendo revuelo, que algunos califican de verdadera
conmoción, en el panorama de la Psicología actual. Aunque la expresión
aporta pocas novedades conceptuales (véase, a este respecto, los conceptos de
inteligencia social de Thorndike,1920 y, más recientemente la teoría de
Gardner, 1983 sobre las inteligencias múltiples), el índice de popularidad
conseguido obedece, además de al hecho innegable de acuñar un término, a la
necesidad social de incorporar los afectos y las emociones en la explicación
del comportamiento humano. Los seres humanos percibimos el mundo,
desarrollamos expectativas, construimos pensamientos, interaccionamos con
los demás y actuamos movidos por emociones. La emocionalidad representa
una parte sustancial de la psique, tiene propiedades funcionales y hay que
incorporarla en la explicación de la actividad humana, en estrecha interacción
con la motivación y el conocimiento, en lugar de enfrentarla a la razón y
conceptuarla como la parte irracional y atávica de los organismos.

Definida como un conjunto de meta-habilidades que pueden ser aprendidas,


Salovey y Mayer (1990) estructuran el concepto en torno a cinco dimensiones
básicas referidas a : 1) el conocimiento de las propias emociones, 2) la
capacidad para controlar las propias emociones, 3) la capacidad de motivarse
a sí mismo, 4) el reconocimiento de las emociones ajenas y 5) el control de las
relaciones. Además, desde una consideración psico-fisiológica, estudios
recientes (LeDoux, 1999) han aportado información específica sobre el papel
de la amígdala como nexo de unión entre el cerebro emocional y el cerebro
racional, corroborando con ello la noción de IE (Mestre, Guil, Carreras de
Alba y Braza, 2000).

Si nos detenemos en el análisis de estas cinco características vemos que la


base de la IE radica en el conocimiento y control de las emociones propias y
ajenas, así como en la capacidad de la IE como fuente motivacional creativa e
intrínseca. Por lo que respecta a la relación entre emociones y procesos de
conocimiento (percepción, razonamiento, solución de problemas, lenguaje) el
concepto de IE sólo aporta una interpretación cognitiva de las emociones, que
se basa en el conocimiento de las emociones propias y ajenas como requisito
imprescindible para poder controlarlas. A su vez, en la aproximación que
establecen Salovey y Mayer entre emociones y motivación, la IE parece
contribuir a aumentar la competencia social, mediante la empatia y el control
emocional, incrementando la sensación de eficacia en las acciones que se
acometen. Este aspecto se relaciona también con el concepto de inteligencia
exitosa propuesto actualmente por Sternberg (1997).

3.2. Retos y enigmas por resolver


Un balance general sobre el estado del arte en psicología de la motivación
revela como rasgos prioritarios el predominio actual de la investigación
aplicada, con especial incidencia en los ámbitos educativo y laboral. La
psicología educativa reclama la importancia de los procesos motivacionales en
la acción formativa y las interacciones específicas que acontecen entre
motivación y rendimiento académico. En los entornos organizacionales, los
principales debates giran en torno al papel que desempeña la motivación,
intrínseca y extrínseca, sobre la satisfacción y el rendimiento laboral,
interesándose fundamentalmente por como esta relación se puede traducir en
beneficios económicos.

Una reciente revisión sobre las áreas preferentes de investigación


motivacional en las universidades españolas (Barberá y Mateos, 2000)
presenta como resultados concluyentes, por un lado, una enorme dispersión
temática, y, por otro, un claro predominio de la investigación aplicada sobre la
investigación básica. La investigación psicológica actual está lejos ya de las
antiguas pretensiones universalistas desde conceptos motivacionales únicos,
como ‘la voluntad’, ‘el instinto’, ‘el impulso’, ‘el incentivo’ o ‘la pulsión’.
Tampoco se piensa ingenuamente que la motivación lo explica todo. Se
reconoce, por el contrario, que la mayor parte de actividades humanas son tan
complejas, sus motivaciones tan diversas y tan plurales los factores que en
ellas intervienen, que resulta muy difícil aglutinar en un único paradigma
explicativo toda esta complejidad (Barberá, 2000).

No obstante, una característica comúnmente compartida por los


investigadores es la elección de lo que se podría denominar un ‘marco
cognitivo de referencia’. A pesar de la diversidad temática y procedimental
planteada o del enfoque conceptual, casi todos los autores asumen, de manera
explícita o implícita, una interpretación psicológica que prioriza los
componentes racionales de la motivación humana y los comportamientos
voluntarios dirigidos a la consecución de metas. Una tendencia que se
vislumbra en los modelos motivacionales más recientes es el influjo del
enfoque sistémico, según el cual el centro de atención no son los componentes
motivacionales internos, ni tampoco los factores ambientales, sino las
relaciones interactivas que, de forma continua, se producen entre las personas
y el universo subjetivo que se construye socialmente.

Sin embargo, siguen siendo enigmas sin resolver y se apuntan como retos
centrales para el futuro algunas cuestiones referidas a las estrechas
interacciones entre motivación y emociones, así como al desarrollo de
modelos que traten de representar los modos mediante los cuales se entreteje
la influencia de las emociones y motivaciones sobre el conocimiento, la
actividad psíquica y los resultados comportamentales.

Es necesario, en estos momentos, invertir esfuerzos para desarrollar una


representación formalizada de las interacciones que acontecen entre los
afectos e intenciones comportamentales, por un lado, y la representación del
conocimiento, por otro. De acuerdo con el planteamiento de la IE, las
emociones sólo aportan inteligencia y funcionalidad a la conducta en la
medida en que se las conoce cognitivamente, conocimiento que se presenta
como requisito previo para su control. Es cierto que Salovey y Mayer hablan
del valor de la empatía en la interacción con el entorno, pero poco o nada se
plantea sobre si las emociones, desde una consideración positiva, sirven para
pensar de un modo mejor, o si nos pueden ayudar a razonar de una manera
más justa y valiosa.

Esta primera pregunta lleva a plantear una nueva duda acerca del sentido de
meter en el mismo cajón explicativo emociones tan diversas como el miedo
reactivo, los afectos de ternura o la complejidad emocional que conlleva el
amor. ¿Cabe hablar de emociones en sentido genérico o, por el contrario, el
modo como contribuye una emoción como la envidia es radicalmente distinto
a como lo hace el amor o la ternura, como factores impulsores del
comportamiento?, ¿qué comparten la envidia y la ternura como agentes
motivacionales que permita seguir hablando de dos emociones sin más?.
Incluso si nos detenemos en una emoción concreta como el miedo, ¿tiene
sentido comparar la actividad motivada por miedo ante un objeto fóbico con
las reacciones motivadoras que puede suscitar el temor a perder un amigo?.

Es posible pensar en la dimensión de la IE referida a la capacidad de


motivarse a sí mismo enlazándola con la idea de que el auto- conocimiento y
auto-control de las emociones se puede asemejar a las nociones de auto-
eficacia, auto-determinación y causación personal. Pero, de nuevo, desde esta
perspectiva, vuelve a plantearse la pregunta sobre el análisis de algunas
emociones, no sólo como cargas afectivas a controlar, sino como componentes
psíquicos esenciales que intervienen en la actividad humana, en la toma de
decisiones y en la interpretación y valoración de los acontecimientos.

En definitiva, como ya propusiera Nuttin (1985) hace unos cuantos años,


todavía sigue siendo un reto para la investigación psicológica la
representación de las complejas relaciones que acontecen entre los deseos y
afectos humanos, las metas y planes de acción sobre un 'mundo percibido y
pensado' y la actividad psíquica.

 La Motivación. ¿Qué es la motivación?, Tipos de


motivación y ¿Cómo motivar al alumno?
Guía Pedagogía 31.03.2007

El capítulo de esta semana trata sobre la motivación. En el vamos a hablar sobre


¿Qué es la motivación?, Tipos de motivación y ¿Cómo motivar al alumno?
1. La motivación: es una atracción hacia un objetivo que supone una acción por
parte del sujeto y permite aceptar el esfuerzo requerido para conseguir ese
objetivo. La motivación está compuesta de necesidades, deseos, tensiones,
incomodidades y expectativas. Constituye un paso previo al aprendizaje y es el
motor del mismo. La ausencia de motivación hace complicada la tarea del
profesor. También decir que la falta de motivación por parte del alumno queda a
veces fuera del alcance del profesor
2. Los tipos de motivación.
Antes de explicar los distintos tipos de motivación debemos comentar que éstos
se basan en los factores internos y externos que engloban al alumno.
Podemos clasificar la motivación en cuatro tipos:
- Motivación relacionada con la tarea, o intrínseca: la asignatura que en ese
momento se está estudiando despierta el interés. El alumno se ve reforzado
cuando comienza a dominar el objeto de estudio.
- Motivación relacionada con el yo, con la autoestima: al intentar aprender y
conseguirlo vamos formándonos una idea positiva de nosotros mismos, que nos
ayudará a continuar con nuestros aprendizajes. Las experiencias que tienen los
alumnos van formando poco a poco el autoconcepto y la autoestima. Es el
deseo constante de superación, guiado siempre por un espíritu positivo.
- Motivación centrada en la valoración social: la aceptación y aprobación que
se recibe por parte de las personas que el alumno considera superiores a él. La
motivación social manifiesta en parte una relación de dependencia hacia esas
personas.
- Motivación que apunta al logro de recompensas externas: en este caso
estamos hablando de los premios, regalos que se reciben cuando se han
conseguido los resultados esperados.
3. ¿Cómo motivar al alumno? Para saber como motivar debemos tener en
cuenta algunos de los siguientes aspectos:
-Explicar a los alumnos los objetivos educativos que tenemos previstos para esa
sesión.
- Justificar la utilización de los conocimientos que les intentamos transmitir con
las actividades que les vamos a plantear.
- Plantearles las actividades de forma lógica y ordenada.
- Proponerles actividades que les hagan utilizar distintas capacidades para su
resolución.
- Tomar los errores como nuevos momentos de aprendizaje y como momentos
enriquecedores.
- Fomentar la comunicación entre los alumnos y las buenas relaciones,
realizando tareas de grupo.
- Plantear el razonamiento y la comprensión como la mejor herramienta para la
resolución de actividades y conflictos.
- Aplicar los contenidos y conocimientos adquiridos a situaciones próximas y
cercanas para los alumnos.

You might also like