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“4Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; 5y de Jesucristo el testigo
fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él
sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. 7He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí,
amén. 8Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:4-8).
Saludo de la Trinidad
Vamos al Libro del Apocalipsis, al primer capítulo, estamos solamente en la introducción. En el primer capítulo vimos acerca de la alta crítica acerca de este libro del Apocalipsis,
viendo como su autor fue efectivamente el apóstol Juan. En el segundo capítulo vimos lo relativo a la baja crítica, la transmisión del texto desde los primeros siglos, los manuscritos
que nos traen el texto del Apocalipsis, lo que es muy necesario, porque a través de la consideración de los manuscritos más antiguos tenemos acceso al texto más puro y podemos
evaluar las diferentes versiones y traducciones que existen. Hemos aconsejado a los hermanos que estemos abiertos a considerar varias traducciones, y en lo que sea posible, ir a los
idiomas originales, especialmente los documentos más antiguos. En el tercer capítulo vimos lo relativo a la hermenéutica de este libro; como debe ser encarado este libro que es una
profecía. En el cuarto capítulo vimos lo relativo al título del libro; y en el quinto capítulo, la vez pasada, comenzamos con el saludo del libro. Hoy vamos a continuar con el saludo; el
tema de hoy es la continuación del saludo. El saludo está en el capítulo 1 desde el verso 4 al verso 8. La vez pasada estuvimos viendo los textos griegos para que podamos ver este
saludo de la manera más pura, como nos es conservada por los textos antiguos, y nos detuvimos después de ver el aspecto textual en la exégesis del versículo 4; pero el saludo va desde
el 4 hasta el 8.
Entonces debemos ahora centrarnos un poco en la exégesis desde el versículo 5 en adelante, porque en el verso 4 Juan hace el saludo de la manera como hacían los saludos los
apóstoles: la gracia y la paz de Dios. Pablo decía: de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo; y Juan dice: “4Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir (que es el
Padre), y de los siete espíritus delante de su trono; 5y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra” . Vamos primeramente a
detenernos allí, en el punto; voy a parar porque allí empieza una exultación, exaltación también al Señor; pero en el punto termina la parte del saludo de parte del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, pero en este orden como lo presenta Juan: el Padre, el Espíritu y el Hijo. “ De Jesucristo el testigo fiel”; la gracia y la paz de Dios son también de Jesucristo; nada nos
viene del Padre sino por el Hijo; y aun lo que nos viene del Espíritu Santo es en el nombre del Hijo; es por medio del Hijo que Dios y el hombre se unen, se encuentran; en la persona
del Hijo tenemos al Hijo de Dios en cuanto Verbo divino y al Hijo del Hombre en cuanto se hizo hombre y asumió naturaleza humana. Ahora aparece llamado aquí como el testigo fiel.
¡Qué precioso! Este testigo es testigo de Dios, testigo del Padre; y qué hermoso que se le dice “testigo fiel”; o sea que en Jesucristo, el Hijo de Dios, sí podemos conocer a Dios el Padre
sin distorsión, sin equivocación.
El testigo fiel
Otra cosa importante que se dice del Señor Jesús aquí y que se dice a continuación, ustedes se dan cuenta que aquí hay una secuencia; primero dice: el testigo fiel; entonces, claro,
¿cómo demostró Dios que el testimonio de Jesús fue fiel? resucitándolo de los muertos; esa fue la manera de decir: lo que Él decía sí era verdadero. Mahoma está podrido todavía,
Buda está todavía podrido, hermanos; hasta los apóstoles están todavía podridos; pero claro, a esos sí los resucitará el Señor en la primera resurrección, pero por estar en Cristo Jesús;
pero Dios demostró quien es el Señor Jesús resucitándolo de los muertos. La secuencia dice primero: el testigo fiel; entonces como consecuen cia de eso: primogénito; gracias a Dios que
no es el único, sino el primero, porque Él condujo a muchos en Su testimonio; “ primogénito de los muertos”, entonces resucitado, glorificado, sentado a la diestra del Padre. La
siguiente consecuencia es: “soberano de los reyes de la tierra”. Fíjense en el orden: primero “testigo fiel”; eso fue desde la encarnación y Su vivir humano y Su muerte, porque fue
testigo hasta la muerte, porque la palabra “testigo” en el idioma griego es “mártir”; o sea que para Dios “testigo” y “mártir”, es lo mismo; o sea, quien no esté dispuesto a poner su vida
hasta la muerte por el honor de Dios, no es un verdadero testigo; por eso la palabra testigo y mártir para Dios es la misma palabra; en el griego es la misma palabra; donde dice: el
mártir fiel, es el testigo fiel.
Un reino de sacerdotes
Vamos a Éxodo 19, cuando por primera vez, de manera explícita, porque ya tipológicamente desde la creación del hombre ya se veía el sacerdocio, pero en forma tipológica, pero de
manera explícita aparece en Éxodo 19. Fíjense cómo Apocalipsis, allí donde leímos, es como una terminal conectada con este pasaje acá. Éxodo 19 dice lo siguiente; vamos a leerlo
desde el versículo 4: “Vosotros”, le está hablando Dios a todo el pueblo de Israel; oigan, en este pasaje, fíjense bien, no le habla sólo a los levitas, ni sólo a los sacerdotes de Aarón; le
habla al pueblo entero de Él: “4Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.” Fíjense, es casi lo mismo: el que nos amó, Él fue
el Cordero de la pascua, nos libró de nuestros pecados, nos trae a Él, ¿para ser qué? “Os he traído a mi. 5Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardaréis mi pacto, vosotros seréis mi
especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa”. Por eso era que el apóstol Pedro decía también:
“Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncieis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1
Pedro 2:9); o sea que desde el principio, el objetivo de la redención es un reino de sacerdotes; no es solamente ser perdonados, no es solamente no irnos al infierno. El Señor nos
perdona, nos libra y nos constituye sacerdotes, y esos sacerdotes juntos formamos un reino.
Un reino es toda una economía divina administrada por Dios, por Cristo el ungido y sus co-reyes, coherederos con Él, que reinarán juntamente con Él, si juntamente con Él
padecieren; porque este asunto del reino está relacionado con el sufrimiento con Cristo. Aquí Juan está sintetizando de eternidad a eternidad; nos amó, nos libró de nuestros pecados
con Su sangre, y nos hizo un reino. La palabra más exacta es un reino; la vez pasada mencionamos rápidamente ese detalle. Ser reyes es todavía muy individual; es que la palabra reino
y reyes es muy parecida, sólo se diferencian en unas letras finales en el griego, y por eso algunos de los manuscritos posteriores se equivocaron en esos detallitos; pero los más antiguos
mantienen esa palabra, “reino”, y que concuerda con lo que dice aquí en Éxodo 19, con lo que dice Pedro; el concepto de un reino, es un reino, no es reyes cada uno con su reino....
Juan es inspirado; pero no todos los traductores son inspirados; gracias damos a Dios por los traductores, pero nos toca comparar traducciones. Espero que eso no escandalice a los
hermanos, porque no estamos queriendo ser infieles a la palabra, sino fieles, porque la palabra es la que escribió Juan y lo más cercano son los manuscritos antiguos.
La ofrenda quemada
Verso 15: “15Asimismo tomarás uno de los carneros”. Fíjense que ahora son dos, porque con Cristo hay cosas que Él hizo por nosotros, es uno solo, pero hay cosas que Él hizo por
nosotros y nos hace a nosotros con Él, entonces son dos. Por ejemplo, Cristo murió por nosotros, ese es uno, luego nosotros morimos también, ese es el otro; entonces dice así:
“15Asimismo tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 16Y matarás al carnero, y con su sangre rociarás sobre el
altar alrededor. 17Cortarás el carnero en pedazos, y lavarás sus intestinos y sus piernas, y las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza. 18Y quemarás todo el carnero sobre
el altar; es holocausto de olor grato para Jehová; es ofrenda quemada a Jehová”.
¿Se dan cuenta que es otro aspecto? Un aspecto era ofrenda por el pecado; este otro aspecto es holocausto. ¿Qué quiere decir holocausto? Holocausto es algo que se quemaba
totalmente para Dios; o sea, hay que libertarnos a nosotros del pecado, sí, pero hay que honrar y vindicar la justicia de Dios. Del holocausto no comía el sacerdote, del holocausto no
comían los hijos de los sacerdotes, del holocausto no comía el pueblo, el holocausto se quemaba totalmente para Dios; o sea que como la santidad de Dios fue ofendida, Su justicia fue
ofendida, Su gloria fue ofendida, debe ser vindicada. La muerte de Cristo no fue solamente para nosotros, sino para vindicar la santidad de Su Padre, vindicar la justicia de Su Padre y
vindicar la gloria de Su Padre que habían sido ofendidas; era algo totalmente para Dios; nosotros no comemos de ese carnero, ¿por qué? porque era algo de lo cual sólo Dios tenía que
recibir. Claro que la muerte de Cristo satisface a Dios, pero también nos salva a nosotros, por eso son distintos aspectos de la obra de Cristo. Si tú vas a Levítico lo puedes encontrar.
Algún día Dios nos conceda hacer una serie minuciosa de esto, que está en mi corazón hace tiempo también y sentí también de Dios un impulso, ojalá podamos ver cada aspecto. Cada
sacrificio del Antiguo Testamento representa un aspecto de la obra única de Cristo hecha una vez para siempre; pero nosotros a veces sólo vemos el perdón de los pecados, pero más
cosas fueron hechas en la cruz.
El sacrificio en la ordenación
Seguimos leyendo el capítulo 29: “ 19Tomarás luego el otro carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 20Y matarás el carnero, y tomarás de su
sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón”. Ahora sí viene la aplicación; un aspecto era totalmente para Dios, totalmente quemado, holocausto, ofrenda a
Jehová; esa es la parte que es para Dios; por eso es que tenían que ser dos; uno para representar lo que es para Dios y el otro lo que nos hace a nosotros. Ahora sí el otro aspecto de la
obra de Cristo es para nuestra oreja, porque es que a veces oímos otras voces y no sólo la del Señor, y así nadie puede ser sacerdote; el que no oye sino la voz del Señor Jesús puede ser
sacerdote, pero el que oye otras voces no puede ser sacerdote. Por eso es que la sangre tiene que ser puesta en nuestra oreja, porque oímos muchos voces; pero Dios dijo: “Este es mi
Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5). ¿Saben cuando lo dijo? Cuando San Pedro, el que fue después llamado Papa, estaba promocionando a Moisés y a
Elías que fueron siervos de Dios. Moisés y Elías, los más grandes de los profetas. Señor, que bueno que estemos aquí; vamos a hacer tres enramadas; 5 y los puso en el mismo nivel
como si fueran: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Moisés, Jesús y Elías; no, cómo que Moisés, Jesús y Elías, no, no, no tres enramadas. Cuando estaba hablando Pedro, Dios no lo dejó
terminar de hablar, sino que mientras hablaba lo corrigió el Señor; habló diciendo: Éste, no éstos; éste, Jesús, éste es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento, a Él oíd.
Entonces, hermanos, primero la justicia, la santidad y la gloria de Dios debían ser vindicadas por el Cordero; o si no, ¿quién podía entrar a la presencia de Dios? ¿quién podía ser
sacerdote si la santidad de Dios está ofendida, si la gloria de Dios está ofendida, si la justicia de Dios está ofendida? Nadie puede ser sacerdote, nadie puede entrar con Él en el Lugar
Santísimo sin que primero Él nos haya hecho de esta manera con Su muerte, sacerdotes, y con Su vida, alimentándonos de Él y haciéndonos un cuerpo y muchas iglesias locales.
Seguimos leyendo en Éxodo 29: “20Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos
(eso se refiere al oír; no hay que oír sino una voz; cuando oímos otras voces tenemos otro gobierno, no somos reino suyo, ni sacerdotes para Él; somos de aquellos a quienes oímos;
cuando oímos cualquier otra voz antes que la del Señor no podemos estar actuando como sacerdotes. Para ser hechos sacerdotes el Señor tenía que limpiarnos de todas las otras voces
que oímos), sobre el dedo pulgar de la manos derechas de ellos (significa el trabajo, la acción, la obra, porque tienen que ser purificadas con la sangre del Señor, las manos, la diestra,
porque también no sólo oímos otras voces, sino que hacemos otras cosas que no son para Él; las manos son para trabajar; pero no siempre trabajos para Él; no siempre nuestro trabajo
es para Dios; pero Él nos hizo reino para Dios el Padre, sacerdotes para Dios el Padre; por lo tanto, todo lo que no hacemos para Él es perdido, debe ser purificado; por eso nuestra
diestra del dedo, el dedo con el cual se cubren todos los demás dedos para poder hacer algo. ¿Recuerdan ese rey que tenía unos cuantos reyes allá debajo? Saben que para impedirles
defenderse les cortó el dedo pulgar, porque sin el dedo pulgar tú no puedes agarrar bien las cosas sólo con cuatro; el pulgar es el que complementa; por eso es que allí se ponía también
la sangre), y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos (significa nuestro andar), y rociarás la sangre sobre el altar alrededor”. Entonces esa sangre estaba sobre el lóbulo, lo
que oímos; la mano, lo que hacemos, y el pie, por donde andamos, y en el altar, o sea, consagración. Consagrarnos a oírlo sólo a Él, a trabajar sólo para Él y a andar sólo en Él; así nos
hace sacerdotes. Cuando con Su sangre nos libró, nos libra de otras voces, de otras obras, obras muertas, obras de las tinieblas y nos libra de otros andares.
Ahora dice así: “ 21Y con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, rociarás sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de éstos; y él
será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él” . Significa que las vestiduras del sacerdocio representan el nuevo hombre en Cristo. El viejo hombre
es las viejas vestiduras, el nuevo hombre es las nuevas vestiduras; cuando somos purifica dos de lo demás, ahora nuestras vestiduras son el nuevo hombre; si no, estamos en el viejo
hombre, en la carne.