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TOWNSEND, D. (1999): Eighteenth-Century British Aesthetics. Baywood. Pág. 1
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Israel García Plata
objetos que daba por sentado la antigüedad y que daban forma a sus consideraciones
sobre el arte, constituye una ruptura de paradigma fundamental para las
subsecuentes investigaciones sobre la experiencia estética.
expresión junto con la imaginación, serán determinantes en el proceso creativo del artista y
en la experimentación de la obra de arte por el espectador. “Hume attributes to the
imagination the ability to represent ideas.”5 Las ideas, pero concretamente las ideas
creativas –que suelen ser las resultantes de la asociación de las mismas-, serán el material
conceptual del que los artistas partirán para representar su propia sensibilidad de la realidad
objetiva. Los espectadores por su parte, al enfrentar la obra, le serán evocadas ideas de
distinta índole que le harán experimentar placer estético, no importando si la obra le
presenta situaciones dolorosas o grotescas, pues “[i]magination converts painful passions
into pleasure, because the force of imagination is always pleasent.”6
El Arte obedece, siguiendo a Kant, una forma particular de expresión que parte de la
sensibilidad para aprehender el mundo. El Arte contemporáneo, por su parte, parece
manifestar desde sus diversas -tal vez caóticas o al menos confusas- formas de sensibilidad
la realidad que acontece una vez atravesados distintos acontecimientos históricos que han
determinado nuestro estar en el mundo. El siglo XX, según el recuento histórico de los
especialistas, ha sido unos de los siglos en los que la humanidad se ha visto mayormente
sacudida por distintos fenómenos sociales y culturales de carácter trágico como lo fueron las
guerras, pandemias, u holocaustos; lo que ha generado que la percepción del mundo se
modifique y adquiera rasgos más o menos característicos de nuestra época. Weber, por
ejemplo, acuña la expresión desencanto del mundo para representar nuestra condición,
Freud –el gran psicoanalista del siglo XX- llama por su parte Malestar de la cultura al
referir al estado generalizado de las sociedades y así, muchos otros filósofos y pensadores
en distintas áreas del conocimiento parecen apuntar a que en la situación contemporánea se
experimenta una sensación de vacío, de angustia y desazón. El Arte, como reflejo del
espíritu de una época, representa –algunas veces con éxito en el caso de los genios- ese estar
en el mundo que se configura por el contexto histórico. La experimentación muchas veces
caótica, la ausencia de reglas, el sin sentido, la ironía, el arte como mercancía, parecen
expresar finalmente el absurdo, el vacío existencial y conceptual que envuelve al mundo
contemporáneo. La estética por tanto, debe dar cuenta de estos fenómenos estrictamente
post-modernos desde el origen mismo de su significación, y adecuándose si es necesario, a
las variaciones que puede suscitar un periodo tan complejo y valioso como el nuestro.
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