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Comentarios

Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas

Cuauhtémoc Guerrero Araiza

Schmelkes, Silvia. Hacia una mejor


calidad de nuestras escuelas. SEP,
México, 1995 (Biblioteca para la
actualización del maestro).

La calidad de la educación es un tema común de discusión entre maestros, políticos y padres de familia. Al igual
que sucede con muchas nociones, su uso cotidiano tiende a perder la dimensión de su significado.

Al respecto, el libro de Silvia Schmelkes introduce a los lectores en una discusión en torno al significado de la
calidad de la educación. Como punto de partida señala los objetivos del servicio educativo: proporcionar a los
demandantes los códigos culturales básicos que les permitan incorporarse a la vida ciudadana, desarrollar sus
capacidades para resolver problemas y continuar aprendiendo, así como desarrollar actitudes y valores acordes
con una sociedad que desea una vida de calidad para todos sus habitantes.

Si bien es importante que la escuela proporcione saberes y desarrolle capacidades, la calidad de la educación,
como problema, no se agota en el espacio de la enseñanza, no puede remitirse exclusivamente a la labor cotidiana
e individual de un maestro encerrado en su salón de clase. Para la autora, es conveniente problematizarla en
relación a la responsabilidad que tiene el personal docente en conjunto para ofrecer un servicio educativo de
calidad.

En este sentido, destaca que cada escuela posee una singularidad pese a que forma parte del sistema educativo.
De esta manera, el problema de la calidad no puede resolverse con medidas centralizadoras y políticas
estandarizadas para todas las escuelas del país. Como espacio de confluencia de profesionales de la educación, en
la escuela se establecen relaciones que contribuyen a elevar o a relajar la enseñanza. Avanzar en la calidad de la
educación, implica prestar atención a las actividades de los maestros en el plantel escolar.

Schmelkes introduce otro elemento en la reflexión sobre la escuela. La calidad implica, desde su perspectiva, que
los maestros tomen en consideración no solamente las demandas del sistema, el cual exige el cumplimiento de
prescripciones y normas, sino que dirijan su atención hacia los beneficiarios del sistema educativo. Desde este
ángulo se identifican varios beneficiarios, por ejemplo, losmaestros de diferentes grados que recibirán a los
alumnos de grados anteriores; las escuelas superiores que absorberán a los egresados de los niveles básicos y
 
medio; o el sistema productivo al que se incorporarán los alumnos como empleados. Pero fundamentalmente los
beneficiarios del servicio son los mismos alumnos y padres de familia.

Este aspecto representa un replanteamiento de las relaciones entre la escuela y los padres de familia, en el sentido
de una actividad docente que priorice las demandas de la comunidad y que rinda cuentas del servicio ante la
misma. Schmelkes coincide en este punto con las políticas educativas que replantean la gestión de las escuelas
abriendo espacios a la participación social de los quehaceres docentes.

La calidad de la educación también requiere que los maestros identifiquen colectivamente los problemas
educativos. Schmelkes señala que más que los productos, es conveniente que se identifiquen los problemas
relacionados con los procesos de trabajo. Para la autora, tradicionalmente se ja evaluado el resultado de la
actividad docente, pero no se ha enfatizado la importancia de detectar los factores que inciden en resultados de
mala calidad.

La detección de dichos factores y la búsqueda de soluciones es una responsabilidad colectiva de los docentes y
padres de familia. Sin embargo, destaca el papel que se debe cumplir el director de escuela. Su posición en la
organización escolar implica un fuerte compromiso educativo. Su papel consiste en estimular a los maestros y en
particular sus esfuerzos para desempeñar las actividades de enseñanza.

La gestión del director incluye el conocimiento de su personal, la identificación de problemas, la búsqueda de


soluciones, pero sobre todo la capacidad de convocar y convencer a la comunidad de maestros de la necesidad de
coordinar sus esfuerzos para elevar la calidad de la educación.

Ahora bien, para Schmelkes, la posibilidad de mejorar el trabajo docente no descansa solamente en el
compromiso, que es sumamente valioso, sino también en la claridad que tanto directores como maestros tengan
en relación a los problemas educativos del plantel, principalmente los relativos al rezago educativo.

La creación de un proyecto escolar es un objetivo básico para orientar los esfuerzos docentes. El proyecto escolar
requiere capacidad de planeación del director y maestros, requiere la búsqueda de soluciones colectivas, el
desarrollo de estrategias para atacar los problemas, asimismo, la búsqueda de apoyos externos a la escuela para
que los maestros se capaciten y actualicen. Para Schmelkes el proyecto escolar no tiene que ser ambicioso; debe
consistir en medidas básicas que contribuyan a la solución de problemas educativos.

Como proyecto es inacabado. Se pueden cumplir metas que tienen que ser evaluadas a través del monitoreo sobre
las actividades realizadas. Su culminación debe procurar el surgimiento de nuevas metas y nuevas tareas para
elevar los estándares de calidad que la escuela vaya precisando. De esta forma, la calidad de la educación es un
proceso posible atendiendo a diversos aspectos: desarrollo de saberes y capacidades, responsabilidad social,
trabajo colectivo, liderazgo del director y estrategias docentes orientadas por un proyecto escolar.

Schmelkes apoya su reflexión sobre la calidad educativa en la filosofía de la calidad total: si bien toma en
consideración la existencia de condiciones institucionales, enfatiza sus comentarios sobre el cambio cultural y el
desarrollo de nuevas actitudes entre los maestros para mejorar continuamente el servicio educativo.

Desde mu punto de vista, el texto de Schmelkes provoca una seria reflexión sobre la importancia de un trabajo
docente autogestivo, responsable socialmente, con la capacidad de crear desde la escuela un sentido institucional.
 
Pero queda la sensación de que el cambio de actitudes no es suficiente, en la medida en que las condiciones
materiales, los contextos sociales, las trayectorias de los sujetos y los múltiples sentidos que la institución imprime
al trabajo docente nos enfrentan a una realidad heterogénea, que requiere de modificaciones estructurales, de
cambio en la relación del poder, con el objeto de constituir espacios escolares propicios para el desarrollo de la
enseñanza.

Además, se necesita investigaciones específicas sobre el tema y que los maestros experimenten y analicen el
asunto en su trabajo cotidiano para avanzar en la comprensión de los fenómenos educativos, con miras a tener
una mayor claridad sobre la pertinencia y factibilidad de las propuestas de intervención en la escuela.

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