Un asociado nos consultó ¿Cuál es la diferencia entre la intermediación laboral y la
tercerización? La intermediación laboral es aquella figura que tiene como finalidad exclusiva la prestación de servicios por parte de una tercera empresa. Así, involucra a tres agentes: una tercera empresa, la empresa usuaria y a los trabajadores mediante los cuales se brinda el servicio de intermediación laboral. Es así que sólo se otorga la fuerza de trabajo, es decir al personal capacitado y calificado para el desarrollo de la actividad; y sólo podrá prestarse por empresas de servicios que se encuentren constituidas como personas jurídicas de acuerdo a la Ley General de Sociedades y como Cooperativas de acuerdo a la Ley General de Cooperativas. Así también, existe una garantía de pago hacia los trabajadores puesto que, frente a un supuesto de impago, la empresa usuaria responde solidariamente por la empresa de intermediación. Sin embargo, es posible mencionar que la empresa usuaria no podrá contratar a una empresa de intermediación laboral paran cubrir personal que se encuentre ejerciendo el derecho de huelga o para cubrir personal en otra empresa de servicios, de acuerdo al artículo 8° de la Ley N° 27626, Ley que regula la actividad de las empresas especiales de servicios y de las cooperativas de trabajadores. Sólo procede la intermediación laboral en los supuestos de temporalidad (contratos ocasionales y de suplencia), complementariedad o especialización; es decir, que los trabajadores de la empresa que brinda el servicio, no pueden formar parte dentro del desarrollo principal de la empresa usuaria. Asimismo, la Ley en mención establece porcentajes limitativos para el número de trabajadores de empresas de intermediación que pueden brindar servicios en las empresas usuarias. Esta limitación consiste en exceder del 20% del total de trabajadores de la empresa usuaria; por su carácter temporal. Es así, que frente a un incumplimiento respecto de los límites permisibles y/o frente a contratos de intermediación fuera de los supuestos establecidos por la norma, se genera la desnaturalización de la intermediación laboral, entendiéndose la existencia de un contrato de trabajo con los trabajadores, fuera de las sanciones que se le imputarían a las empresas partes. Por otro lado, la tercerización o outsourcing es un proceso mediante el cual, se externaliza hacia otras empresas contratistas autónomas, determinadas funciones o actividades, que anteriormente se desarrollaban por la propia empresa. En este caso, la tercera empresa no solo otorga la fuerza de trabajo, sino también, maquinarias, infraestructura y todo aquello que sea necesario para el desarrollo del servicio. Es decir, una empresa externa ofrece de manera independiente una serie de bienes o un tipo de servicios. Cabe resaltar que, al momento de celebrar un contrato de intermediación laboral, o un contrato de tercerización, se debe tomar en cuenta todo supuesto de la norma correspondiente, con la finalidad de no caer en alguna invalidez; teniendo presente el principio de "Primacía de la Realidad", para conservar la naturaleza de la actividad que constituye tanto la intermediación laboral como la tercerización.
29 de Enero de 2010
Tercerización, competitividad y rigidez del mercado
laboral La decisión del Ministerio de Trabajo de acortar la lista de actividades que se pueden contratar a través de “services” originó el rechazo de las empresas intermediarias que adujeron que se pone en riesgo el empleo de los trabajadores. (El Comercio, 29/01/2010)
La resolución del Ministerio de Trabajo (Mintra) restringe la intermediación
laboral a actividades de vigilancia, reparaciones, mensajería externa y limpieza. No obstante, más allá de las implicancias legales que tiene esta decisión, lo que nos compete es la relevancia económica de la misma. Sobre ésta, hay que destacar varios aspectos. Un primer tema es el relativo a la razón de ser de esta resolución. Si se percibe que los services son una forma de subcontratación que “atenta contra el trabajo digno de los peruanos”, el problema no está en las empresas que tercerizan, sino en algunas de las que ofrecen el servicio en cuestión. Regulándolas, velando por su formalización y el cumplimiento de todos los estándares laborales vigentes podría solucionarse este problema desde su raíz. La tercerización no es un mecanismo diseñado especialmente para “abusar de los trabajadores”. Ésta tiene sentido si el trabajo que se terceriza es muy especializado o requiere de mano de obra poca calificada. Un abuso, en todo caso, resultaría el persistir con el rígido esquema laboral actual, que perjudica aún más a los trabajadores, especialmente a los más jóvenes y menos calificados. En ese sentido, un segundo tema tiene que ver con las alternativas a la tercerización de servicios que no son el giro de negocio de la empresa. Con el marco legislativo que actualmente rige en el Perú, las empresas se ven desincentivadas a formalizarse, lo que implica que muchos trabajadores no gocen de los beneficios laborales que les corresponden y hasta que pueda existir subempleo. Las empresas formales, por otro lado, recurren a este mecanismo como una suerte de válvula de escape para no incurrir en costos innecesarios, los cuales no influyen directamente en el desenvolvimiento del negocio. Obviamente no todo es color de rosa y seguramente debe haber abusos tanto en empresas que contratan el servicio como en las que lo ofrecen. Sin embargo, ese problema es controlable mientras el Mintra realice eficientemente su trabajo y pueda identificar las malas prácticas. Así, los services permitirían a las empresas ser flexibles en cuanto a su manejo de costos y darían la oportunidad de desarrollar talento especializado en labores relativamente genéricas. No olvidemos, además, que la decisión de prácticamente prohibir los services influiría directamente en la competitividad y productividad de las empresas. De este modo, si tanto la empresa que ofrece el service como la que lo contrata respetan las leyes laborales, no tendría por qué haber problemas con su existencia.
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