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MODELOS CONDUCTUALES

La terapia de conducta parte de la idea de que la mayor parte de la conducta es aprendida y


de que los principios descritos por las teorías del aprendizaje pueden utilizarse en la práctica
clínica.
Los terapeutas de la conducta centran el tratamiento en el cambio de la conducta observable
por sí misma. Desarrollan una metodología de diagnóstico y evaluación conductual que les
permitirá identificar e intervenir en las contingencias y parámetros que mantiene la conducta
inadaptada del presente.
I. M. Schenov consideraba que toda conducta podía explicarse apelando a los reflejos, sin
hacer referencia alguna a la conciencia u otros procesos mentales, estableció el marco para la
aplicación de los métodos de la fisiología al estudio de los problemas psicológicos.
J. B. Watson fue el autor del manifiesto conductista con el que se cristalizó un movimiento que
fomentaba la introducción de métodos objetivos de investigación psicológica. Este autor ocupa
un lugar destacado por su aplicación de los principios del condicionamiento en la reducción de
los miedos.
Los estudios de Thorndike se desarrollan sobre el condicionamiento instrumental, en el que el
aprendizaje se entendía como un proceso que obedece a diversas leyes de asociación
estímulo-respuesta, siendo la más importante la ley del efecto. Esta ley afirma que la conducta
está controlada por sus consecuencias.
Skinner merece una mención especial en el desarollo de las teorías del aprendizaje.
Apoyándose en el trabajo de Thorndike, Skinner adoptó un nuevo punto de partida para la
explicación del aprendizaje, hecho que le permitió establecer un nuevo paradigma: el
condicionamiento operante. Desde este punto de vista, el parámetro esencial que gobierna la
conducta reside en las consecuencias que se sigues de ésta: Reside en los estímulos
reforzantes que se definen como aquellos hechos ambientales que acompañan o se dan con
las respuestas y que cambian la probabilidad de que éstas aparezcan en el futuro.
Quizá la contribución esencial de Skinner reside en que alentó un ambientalismo radical que
potenció el diseño de ambientes terapéuticos.
Merece una referencia especial la obre de Bandura y Walters Aprendizaje social y desarrollo
de la personalidad, porque en ella se habla de otro tipo de aprendizaje: el aprendizaje
observacional, a través del cual, poco a poco, se irá introduciendo la complejidad del mundo
social en el que el aprendizaje ocurre en realidad y se irá reconociendo el papel de los
procesos cognitivos.
Kazdin, ofrece una definición de la modificación de conducta:
“La modificación de conducta podría definirse como la aplicación de la teoría y de la
investigación básica procedentes de la psicología experimental a la alteración de la conducta,
con el propósito de resolver problemas tanto de índole personal como social, y de mejorar el
funcionamiento humano en general.
A continuación se exponen características de los modelos conductuales:
-La conducta normal como anormal, son principalmente, producto del aprendizaje.
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-Se da menor importancia a factores innatos o heredados en la adquisición de la conducta,


aunque se acepta la influencia posible de factores genéticos o constitucionales.
-Se sitúa el objeto de estudio en la conducta, entendida como actividad cuantificable o
evaluable, tanto en el plano motor como en el cognitivo o fisiológico.
-Se concede especial relevancia al método experimental, como instrumento imprescindible en
la descripción, predicción y control de la conducta.
-Se considera necesaria la comprobación de la eficacia de cualquier procedimiento, ya sea de
evaluación o de tratamiento.
-No se admite la existencia de enfermedades mentales como entidades cualitativamente
distintas en cuanto a génesis y dinámica funcional; la conducta normal y la anormal se
adquieren y modifican por medio de los mismos principios del aprendizaje.
-La evaluación y el tratamiento se consideran funciones estrechamente relacionadas y
dirigidas a modificar las conductas inadecuadas.
-Se considera que el rigor científico no es incompatible con la responsabilidad profesional.

Las alternativas para el estudio de la conducta anormal giran en torno a tres paradigmas del
aprendizaje: el condicionamiento clásico, el condicionamiento operante y el modelado.

*El condicionamiento clásico


Este paradigma ha sido utilizado para explicar cómo estímulos neutros llegan a provocar
respuestas innatas como consecuencia del emparejamiento con otros estímulos. Establece
que cuando un estímulo incondicionado que da origen a una respuesta incondicionada se
presenta después de un estímulo condicionado, éste adquiere la propiedad de provocar por sí
mismo una respuesta condicionada que es similar a la respuesta incondicionada.

*El condicionamiento operante


Este paradigma se ocupa de conductas que el organismo emite libremente y que operan
sobre el medio y están controladas por sus consecuencias ambientales. En concreto, este
paradigma establece que si un tipo de respuesta en presencia de un estímulo discriminativo,
en el futuro este tipo de respuesta tendrá más probabilidad de ocurrir en presencia de ese
estímulo.

*El modelado o aprendizaje observacional


En este paradigma se establece que un observador puede aprender una conducta compleja
observando la ejecución que realiza un modelo. Para explicar este tipo de aprendizaje es
necesario recurrir a mecanismos complejos de procesamiento de información que suponen
una discontinuidad respecto a los mecanismos implicados en los paradigmas anteriores,
fundamentados principalmente en la investigación experimental con animales.
En el aprendizaje observacional se suelen distinguir dos fases: la primera es una fase de
adquisición de la respuesta, en la que el sujeto observa cómo el modelo realiza la conducta, y
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la segunda es una fase de ejecución, en la que el observador realiza la conducta a partir de


una representación simbólica.

El objetivo de los tratamientos conductuales es la modificación de la conducta inadaptada.


Para ello, antes de iniciar el tratamiento, es necesario realizar una evaluación minuciosa de
los parámetros y contingencias que controlan la conducta.
Por otra parte, a partir del modelo conductual, la relación terapéutica se concibe como un
vínculo para la implantación de las técnicas conductuales. El papel del terapeuta consiste en
instruir al cliente en la tecnología conductual apropiada para solucionar su problema. Al
terapeuta se le considera un reforzador social y un modelo. Los terapeutas de conducta
conciben los procesos que ocurren en el contexto de la relación como procesos de
aprendizaje, en los que el terapeuta refuerza ciertas conductas o modela las conductas objeto
de tratamiento. Las estrategias de modelado, de hecho, forman parte de diversos
tratamientos, tanto para facilitar la adquisición de nuevas conductas como para desinhibir la
expresión de conductas ya existentes.
El terapeuta conductista tiene a sus disposición recursos técnicos, como lo son en primer
lugar: las técnicas de recondicionamiento. Estas técnicas se fundamentan en los principios del
condicionamiento clásico, a partir del cual se concibe la ansiedad como una respuesta
condicionada que se encuentra en el origen de muchos trastornos psicológicos. Para tratar
este tipo de problemas es necesario romper la asociación entre los estímulos temidos y la
ansiedad y sustituirla por respuestas más adecuadas. Para ello contamos con recursos
técnicos como: técnicas de relajación, desensibilización sistemática, la desensibilización por
autocontrol, el entrenamiento asertivo, técnicas de implosión e inundación, la práctica masiva,
la terapia aversiva, etc.
En segundo lugar, cuenta con: técnicas operantes. Estas técnicas tienen uno o varios de los
siguientes objetivos:
− el desarrollo y establecimiento de una conducta,
− el fortalecimiento de una conducta y/o
− la eliminación de una conducta.
Pueden ser técnicas para establecer conductas, el modelado (o método de las
aproximaciones sucesivas), técnicas para incrementar conductas, el contrato de
contingencias, técnicas para disminuir una conducta, el coste de respuesta, el tiempo fuera de
reforzamiento, reforzamiento de conductas incompatibles, el condicionamiento encubierto, etc.
En tercer y último lugar, cuenta con: técnicas de modelado. Éstas se han utilizado para fines
muy diversos, tales como la reducción del miedo, la reducción de conductas hiperactivas en
niños, en el tratamiento de adultos psicóticos, etc.
Para diseñar un programa de modelado es importante diferenciar entre la fase de adquisición
de las conductas relevantes y la fase de ejecución de las mismas, siguiendo las
recomendaciones de Bandura.
En la fase de adquisición el observador tiene que atender a las conductas relevantes del
modelo y procesar y retener las observaciones. Se han estudiado los factores que facilitan el
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aprendizaje en esta fase de adquisición tanto por lo que se refiere a las características del
modelo como a las del observador y el formato de presentación. Para incrementar la eficacia
del programa de modelado es conveniente que el clínico los tenga en cuenta:
-Factores que mejoran la adquisición de conductas (la investigación ha mostrado que el
modelado es más eficaz cuando el modelo es semejante al observador en las variables de
sexo, edad, raza y actitudes. De igual modo, el hecho de que el modelo posea prestigio,
competencia y cordialidad también mejora la adquisición de las conductas que ejecuta para el
observador.
Por otro lado, la adquisición de las conductas del modelado también está afectada por la
capacidad del observador para procesar y retener información.
-Factores que mejoran la ejecución de la conducta. Hay aspectos que contribuyen a motivar al
observador a que ponga en práctica la conducta. Las conductas que el observador ha
adquirido pueden mejorarse mediante el ensayo activo y el modelo participativo. Es
importante asegurarse de que las conductas aprendidas van a ponerse en práctica en el
contexto real de la vida del cliente.
A partir de los años setenta la terapia de conducta se encuentra consolidada en el ámbito de
los tratamientos psicológicos y entra en una fase de expansión y crecimiento. El interés de los
investigadores ya no se concentra tanto en la demostración de la eficacia de sus técnicas en
comparación con otros enfoques, sino en el perfeccionamiento de las mismas.
Los terapeutas de conducta entienden la formación del terapeuta como una formación técnica,
que abarca tanto el diagnóstico y la evaluación conductual como las técnicas de tratamiento.
La formación terapéutica suele ser muy estructurada y orientada hacia las técnicas para
conseguir cambios de conducta.
En la terapia de conducta el tratamiento está intrínsecamente unido al diagnóstico y a la
evaluación de la conducta. En lugar del diagnóstico tradicional, que asigna a una etiqueta
diagnóstica a un individuo, los terapeutas de conducta han desarrollado el diagnóstico
conductual, que se centra en las conductas específicas y las condiciones en las que se
realizan, de modo que sea directamente útil para la elección de un tratamiento.
La terapia de conducta ha sido el modelo que más ha contribuido a la génesis de una
psicoterapia científica. La terapia de conducta ha favorecido el desarrollo de una concepción
“optimista” de los problemas psicológicos que ha situado el énfasis de las posibilidades de
cambio e intervención, frente a la concepción “pesimista” que se derivaba del modelo
intrapsíquico.

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