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EL HORNO DE BARRO

Cuando pensamos en instalar en nuestro patio, en el jardín trasero de nuestra residencia,


al costado de nuestra casa de fin de semana, adelante de nuestro rancho o de nuestra
humilde vivienda, enseguida analizamos quién puede y sabe magistralmente
construirlo... No se preocupe, Usted puede ser esta persona. Siga atentamente nuestras
instrucciones y podrá realizar el mejor horno de barro, con el cual deleitar a sus visitas
con anécdotas y manjares casi mágicos, donde su maestría tendiendo a lo artístico
asombrará a oyentes y a su misma persona. Su pecho aumentará de volumen, su voz se
transformará en profética, sus experiencias dejarán con “la boca abierta” a sus
comensales.
Construcción
Una forma más bien campestre de ubicar un horno de barro es la realización de una
plataforma sobre la cual empezar la verdadera construcción del mismo. Para tal
propósito se entierran en un lugar cerca de la casa, a la sombra de una arboleda, cuatro
postes de madera poco sujetos al deterioro climático y a la altura de unos 70 centímetros
del suelo, se unen los extremos con travesaños de buena madera. Arriba de este soporte
se coloca, bien nivelada, una planchada de loza de unos diez cms. de espesor y de la
dimensiones acorde al horno que se le vaya a construir arriba.

Nosotros optamos más por una construcción de mampostería, en este caso de ladrillos
comunes, dejando algún medio faltante para que esta piecita, con una buena boca, se
transforme en depósito de leña y otros utensilios.

La construcción de la bóveda implica la necesidad de un encofrado semiesférico de


madera prolijamente hecho y es conveniente también recavar el formato del arco de la
puerta o la forma que usted establezca. De esta manera podrá trabajar con la seguridad
que en un cierto momento no se venga todo abajo con la correspondiente desazón que
ocasiona el hecho.
Si no quiere incursionar en estas habilidades de carpintero, puede formar con tierra o
arena húmeda, un cúmulo semiesférico para que le sirva de guía y apoyo, sea cuando se
vayan asentando los ladrillos horizontalmente en hileras circulares más estrechas o
radial, es decir, cada ladrillo mirando el centro de la base. Con esta última opción, el
interior de la bóveda quedará sin dientes y lisa. La ayuda de un piolín clavado con una
punta en el centro de la base del horno, con un radio igual al de la calota esférica, le
facilitará la forma del “molde” de tierra o arena, que lo guiará sin problema durante la
atenta labor para concretar una de la más útil invención de la antigüedad. Ha que
evidenciar que los expertos no necesitan de ningún molde, solamente del piolín que lo
guía en la colocación de los ladrillos a la misma distancia del centro de la base, ¡pero
hay que hacer muchos hornos para eso..!

Ordenando las ideas tenemos:

Una capa de ladrillos asentados con barro sobre el soporte de loza.


Una capa circular de ladrillos que es comienzo de la base de la bóveda del horno.
El interior se rellena con sal gruesa o vidrio molido o una mezcla de ambos. Este relleno
es necesario para que la base del horno absorba las dilataciones o contracciones debidas
a las altas temperatura allí imperantes.
Otra capa de ladrillos pegados con barro formando sea una segunda pared circular del
horno, sea el mismo piso. La capa que representará el piso puede ser de ladrillos
refractarios. Es preferible para poder hornear pizzas a la piedra, por ejemplo.
Desde aquí se empieza la verdadera construcción de la bóveda. Los ladrillos debe
cortarse en forma trapezoidal para que adhieran uno con el otro con la menor cantidad
de barro posible. Tampoco deben mojarse.
El barro
Para obtener el barro con el cual pegar los elementos constructivos del horno, se
mezclan un 70/% de tierra negra o arcillosa cernida, con algo de pasto seco picado (paja
brava) y el resto bosta de equinos o vacunos con la cantidad de agua necesaria para que
el resultado final sea un pegamento, ni chirle ni duro, mas bien plástico. Hay que dejarlo
fermentar por lo menos quince días, en un recipiente grande con una aislamiento en la
base de una película gruesa de polietileno para que no se seque, y cubriéndolo con otra
tanto.

La boca del horno


Puede construirse simultáneamente con la bóveda, con la ayuda de un recorte
semicircular de un bidón de cien litros o si tiene la posibilidad comprar una tapa de
hierro o en fundición con tapa a guillotina.

La chimenea
É preferible ubicarla en la parte lateral trasera izquierda a una altura igual al 7/10 de
radio de la bóveda. El diámetro se calcula en unos 10/15 centímetros. Un ladrillo calado
con la forma de este hueco, envuelto en un pedazo de bolsa arpillera mojada, sirve de
tapón una vez que el horno está listo para hornear. La aplicación de un tramo de caño
galvanizado de 4 o 6 pulgadas insertado en tal salida y sellado con barro hará que el
tiraje sea más eficiente y puede taparse la extremidad con una hermosa lata de durazno
vacía...
El revoque
Después de unos días de secado de la bóveda, se procede al revoque externo, con el
mismo barro, aplicando capas delgadas hasta un espesor de alrededor de dos pulgada.

La tapa
Si no ha tenido la gran suerte de colocar de estas hermosas puertas hecha para horno de
barro, una chapa de hierro recortada según el diseño de la boca del horno, con una
manija de hierro en forma de triángulo soldada con la base menor a nivel del piso, es la
manera más practica para mantenerla vertical cuando se apoya contra la boca del horno.

En la imagen de este pequeño y bien logrado horno de barro, se puede observar cada
una de las características constructivas explicadas, varía solamente la ubicación de la
chimenea: el realizador habrá tenido sus motivos...

El encendido
Después de haber hecho secar el horno por varios días, finalmente llega la hora de la
verdad: encenderlo para curarlo y constatar la bondades sea para conservar el calor, sea
para cocinar.
Abra la obturación de la chimenea y la boca del horno.
Los pedazos de madera blanda de los cajones de fruta sirven excelentemente para
empezar un fuego con abundantes llamas. Esta hoguera debe alimentarse con más y más
leña por almeno una hora u hora y media hasta que la bóveda interior del horno, de
negra va poniéndose blancuzca. Consumida las llamas y apartada la brasa a un costado
del horno, la manera usual de tantear la temperatura es la de tirar adentro un papel de
sulfito arrugado: si se prende enseguida, el horno estará demasiado caliente, en este caso
enfriar el piso con una bolsa arpillera mojada. Si el papel tiende a aprenderse estará a
punto. Y si no opte para comprarse un pirómetro... Una temperatura muy fuerte es
hablar de 300 ºC, una fuerte de 270 ºC, una media fuerte 200 ºC... ¡Pero la experiencia
enseña que las propias manos son el termómetro más exacto para determinar la justa
temperatura para la cocción de los alimentos! Tape la salida de la chimenea.

Preparando el horno
Este es el momento de limpiar el horno sacando la ceniza y las brasas con ramas verde
de eucalipto u otro árbol con muchas hojas, puede dejar apartada las brasas a un costado
o alrededor del perímetro de la base del horno, si piensa que va a necesitar este calorcito
suplementario durante la cocción de cierto alimentos. Tape el horno.

Los utensilios
- Un hacha y/o una sierra eléctrica para rápidamente trozar maderas.
- Un atizador en forma de T para manejar la hoguera, retirar el grueso de la ceniza,
acomodar las brasas, etc..
- Un balde o recipiente metálico donde hacer caer los residuos de la combustión.
- Una palita de metal con mango largo.
- Un par de guantes de descarne o de amianto que cubran los antebrazos, gruesos paños,
etc..
- Bandejas, pizzeras y la preciosa lata para lechón, cordero u otro animalito grandote.
Asegúrese que el tamaño de esta lata esté acorde a la estrategia con la cual construyó el
horno entero. La lata debe poder entrar por la boca y no tocar el fondo...
- Una pala de madera de la que usan los pizzeros, una de metal para desplazar bandejas,
latas, etc..
- Un pirómetro, para facilitar la vida de los principiantes.
- Un buen delantal grueso de algodón le quedará bien.
Los secretos
Los secretos que se atesoran y se conservan en el fondo del orgullo del satisfecho
cocinero de horno de barro, no son transferibles. Aun cuando entre blanco y tintito se
divulga el más secreto de los secretos. Son secretos que nadie puede robar fácilmente.
Son fruto de la experiencia personal, de la observación, de la paciencia, de la deducción,
de la insistencia, del amor por lo que uno se juega cada vez que va a hornear un
alimento distinto. Un experimentado “horneador” es un artesano, ¡casi un artista!
El cobertizo
Para una larga duración del horno, es preferible construir un pequeño cobertizo arriba.
La lluvia y el sol fuerte no le hacen bien a su obra maestra... y Ud. también podrá
repararse de las intemperies.
Consideraciones generales para un horno de barro.
Reiteradas consultas sobre elementos constructivos del horno de barro, me impulsan a
complementar lo expuesto hasta ahora, con otras informaciones, por cierto de gran
importancia, para aquellos que decididamente quieren realizan la construcción de su
propio horno.
La primera y difícil evaluación que nos toca hacer es el emplazamiento del mismo
horno: afuera o adentro de la casa, al abierto o bajo un cobertizo. Luego, a que altura
desde el piso, en qué posición respeto a los vientos dominantes del lugar, las
dimensiones interiores de la bóveda, de la boca, del plano de trabajo, la terminación y el
aislamiento externo, la ubicación, la forma y las dimensiones de la chimenea.
Otros detalles constructivos, como por ejemplo la característica absorbente del piso,
hacen y se remiten a la experiencia, a la intuición y al grado de nivel “técnico” que el
audaz jefe de familia posee. Pero, todo vale, hasta algunos fracasos, para finalmente con
trémula decisión se vaya a hornear el primer pavo o lechón y con ojos penetrantes
seguir el proceso de cocción hasta el resultado final, coronado de éxito y aplausos. ¡Qué
satisfacción! “Tutto fatto in casa”.
En el caso de emplazar el horno afuera, al abierto, es aconsejable que los vientos
molestos de la zona, en todo caso golpeen sobre el costado opuesto a la chimenea,
nunca, claro, para que un masa de aire frío se emboque adentro cuando justo se va a
controlar la cocción de un pan.
La altura de la loza sobre la cual construir ya la primera hilera de ladrillos del horno
puede considerarse en 90 a 120 centímetros del suelo, evidentemente depende de la
estatura del hornero. Para un hombre de 1.80/1,85 lo ideal es 120 centímetros.
En la estructura de la bóveda son de preferir ladrillos comunes hechos a mano, porque
resisten mejor la alta temperatura, y si bien tardan más tiempo en acumular calor,
también lo ceden lentamente y por más tiempo, que es precisamente lo que nos interesa:
tener una fuente de calor con erogación lo más constante posible.
Los ladrillos industriales, excesivamente comprimidos, tienen el defecto de quebrarse
bajo intenso calor por la implicación de una rápida dilatación térmica. Por ende todo el
horno se empieza a agrietarse. La loza y la base han de preferirse uno 15 a 20
centímetros más ancha en todo su perímetro y algo más delante de la boca, para tener un
plano de apoyo muy útil durante el horneado. Sobra decir que la base debe ser
perfectamente horizontal para poder hornear fuentes con líquidos.
Otra pregunta que nos hacemos es sobre la medida del diámetro y la correspondiente
altura, o en general, sobre las medidas del horno.
Para un horno chico hay que hablar de la medida mínima conveniente, pues un horno
puede construirse tan chico como se quiere; Pero, ¿ para qué serviría? Un horno chico
familiar es aquel que por lo menos podemos cocinarle un pavo, un lechón, un asado,
etc., sin quedar sorprendido que la lata que los contienen no quepa en su interior.
Yo diría que las dimensiones más oportunas son 100/110 centímetros de diámetro por
40 de altura. En todo caso esta altura no debe bajar los 30 centímetros. Para hornos con
base interior más ancha, puede aplicarse una fórmula experimental, que es, lo de dividir
el diámetro por el número 3,4-. Por ejemplo, una base de 150 cm. tendría una altura de
bóveda de 45 cm. aproximada.
La boca también tiene su forma y medidas que dependen de fuentes, latas a introducir
que contienen los elementos a hornear. Puede asignarse a un horno de 120 centímetros
de diámetro una boca de al menos de 50 centímetros, con un alto de 28. También la
forma cambia según la preponderancia de los alimentos que se hornean. Por ejemplo,
los hornos destinados a cocción de pizzas y panes, se prefieren con bocas de diseño
rectangular o de trapecio isósceles y los destinados a carnes con una arcada superior,
más bien achatada.
La chimenea, es preferible posicionarla a un costado, entre la boca y la parte alta de la
cúpula. Puede hacerse con los mismos ladrillos o de caño de material aislante y forrarlo
luego con los mismos ladrillos o piedra. La sección puede ser cuadrada o circular, ésta
de preferencia. En cuanto al área de la sección puede considerarse, para un horno con un
diámetro entre 80 a 120 cm. de 1,7 dec2 es decir un diámetro de 15 cm. o un lado de 13
para sección cuadrada. De 120 para arriba un diámetro de 20 y un lado algo menor. El
alto de la chimenea que depende de muchos factores circundantes, hacen a un menor o
mayor tiraje, por lo tanto es gran utilidad poner un registro a la chimenea, así poder
regular en el momento que conviene el justo tiraje, y no desperdiciar calor valioso
reservado a la cocción de los alimentos.
El aislamiento exterior puede hacerse con el mismo barro, con arcilla batida, tierra
refractaria mezclada con cal y poco cemento, o los nuevos materiales aislantes como el
vermiculite (El vermiculite es un silicato volcánico mineral. Es un buen aislante y
aireador de suelo).
El periodo de asentamiento necesario para que el horno se consolide y seque bien, según
algunos, es de unos quince días, encendiendo el fuego moderadamente media hora todo
aquel periodo. Después de este asentamiento se empieza a cocinar en serio.
El punto justo para empezar es cuando la bóveda después de ponerse negra por efecto
del adhesión de hollín, empieza a aclararse, y cuando lo es completamente, se considera
que llegó a su punto optimo de temperatura. Para que ocurra esto, el fuego debe
encenderse varias horas antes para que todo el horno, bóveda y piso, acumule la
necesaria energía térmica, para luego, cederla de la manera más constante posible y esto
depende del grado de aislamiento externo y de la tapa de boca. Para suplir la perdida de
calor se deja casi siempre unas brasas al costado o perimetralmente en su interior. Si
pudiéramos relevar la temperatura de la estructura interior de la bóveda y del piso nos
daría seguramente un intervalo de 300 a 350 ºC, considerado satisfactorio para hornear,
y en algunos casos extremos hasta 450 ºC.
En el caso de cocinar pizzas, empanadas, fainás, tartas con masa de grasa, se prefiere
que el horno esté alimentado constantemente con leña dulce que desarrolle llamas, justo
hasta lamer apenas la bóveda. Esto hace, en el caso de la pizza, que también la parte del
condimento se cocine en pocos minutos. En el caso del pan se prefiere una cocción sin
llamas, pero con un horno que haya acumulado una buena inercia térmica. Para las
carnes depende del grado de cocción que se les quiere dar: doradas por afuera y muy
jugosas por dentro, con fuego encendido; doradas y bien sequitas por dentro, sin fuego,
pero con reserva térmica asegurada. Pescados y verdura, es preferible, sin ningún fuego
y a temperatura normal.
Todo cuanto he expuesto, le va a servir, sólo, si Usted tiene la capacidad de flexibilizar
todo y cada uno de los conceptos, para adaptarlos a su necesidad, al clima del lugar
donde reside, al tipo de leña, a las características del material constructivo empleado,

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