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Trabajo final

Tractatus – Ontología implícita y explicita del Tractatus


Seminario de Historia de la filosofía del s. XX-III – prof. José Carlos Ballón Vargas
Jorge Luis Delgado Otero - 04030229

Es claro que Wittgenstein nunca habló específicamente en el Tractatus de una

“ontología”; pero como ya hemos visto en los controles, hay una estructura básica —

digamos “sustancial”— desde la cual se puede entender el mundo y el lenguaje que

tiene la forma “tal y tal es lo que acaece”. Como ya hemos visto también, esta se refiere

a la combinación (Verbindung) de elementos. Desde aquí se entiende lo lógico del

Tractatus. Explicaremos en este artículo a que nos referimos con implícito y explícto y a

través de eso elucidaremos el sentido que damos aquí a la palabra “ontología”.

De modo provisional, podemos empezar entendiendo fácilmente a lo que es

identificándolo con los objetos reales en el sentido de 2.13 y subordinados 1. Ahora bien,

contra una cierta opinión según la cual el orden esta sólo en el pensamiento y el

lenguaje pero no en la realidad (à la Schopenhauer), el orden del mundo es también

parte del mundo, lo que se puede ver en numerales como el 2.15 o el 5.542 y

subordinados. Expliquemos la figura de 5.5423

Aquí se nota claramente que tomando, digamos, las a como los objetos del

mundo y las b como el pensamiento —es indiferente cuál sea cuál por la coordinación

que debe darse— la calidad de figura de ésta le viene no sólo por tener la misma

1 De “a los objetos corresponden en la figura los elementos de la figura” (2.13) y “La figura es un
modelo de la realidad” (2.12) podemos entender que objeto, al menos en ocasiones, quiere decir en
lenguaje Wittgensteiniano objeto real.
multiplicidad de elementos, sino por mostrar la misma determinada configuración. Esto

se hace especialmente notorio en 2.1431: la figuración propia del pensamiento se nos

hace clara cuando nos imaginamos un espacio lleno de objetos; las relaciones entre los

objetos por los que notamos el lugar de cada uno con respecto al lugar de los demás es

lo que vemos en la realidad, y la realidad de Wittgenstein es tal como la vemos (ya

desde ahora podemos decir que para él el problema no está en el pensamiento sino en el

lenguaje y lo que hacemos con él)

Ya estamos en capacidad de entender en algo el sentido del paréntesis en 3.144:

“Los nombres son como puntos; las proposiciones, como flechas: tienen sentido”,

aplicable, por la coordinación entre realidad y figura, no sólo a los nombres y las

proposiciones (entendidas como las relaciones entre nombres), sino a cosas (objetos) y

estados de cosas. Ya que está entendido que es un “punto” (elemento), expliquemos que

es una “flecha”, y de pasada mostraremos por qué el mundo Wittgensteiniano es la

totalidad de los hechos y no de las cosas.

El elemento tiene dos clases de relación con los otros elementos: relaciones

internas y relaciones externas (relaciones o propiedades, 2.01 y subordinados); en el

caso de los objetos, las propiedades internas dicen en que hechos puede entrar el objeto;

las propiedades externas, por el contrario, no me hablan del objeto en un hecho o

proposición, sino independientemente, claro, con cierta dependencia respecto a su

posible combinación (2.0122) Así, estas relaciones que son como propiedades de las

cosas que las introducen desde siempre con un hecho, son las “flechas” de las que habla

en 3.144; y mostrado que el objeto, para la lógica de Wittgenstein, no es nada sino sus

relaciones o posibles relaciones (3.3), el mundo es ante todo la totalidad de los hechos

(1.1) He aquí lo que llamaríamos bien ontología explícita.

Con la intuición de este nivel explícto y con la explicación previa de la


coordinación entre realidad y pensamiento, que por la particular capacidad de mostrar

su sentido de las proposiciones (aún con las obstaculos que parecen verse en 4.0012,

4.0122 y el “trasunto” necesario de 4.013, 4.014 y 4.015) también se puede extender a

éstas, podemos establecer tres esferas —digámosles así— a las que llamaremos

justamente realidad, pensamiento y lenguaje, coordinadas entre sí de modo que puedan

considerarse una figura de la otra: la relación lógica, sintáxis o sentido es, pues, lo que

en nuestra ontología podríamos llamar “ser”. Quedan estas esferas de este modo:

La realidad

2.06 La existencia y no-existencia de los hechos atómicos es la realidad (a la


existencia de los hechos atómicos la llamamos también un hecho positivo, a la
no-existencia, un hecho negativo)
2.063 La total realidad es el mundo.

El pensamiento

3.5 El signo proposicional aplicado, pensado, es el pensamiento.


3.01 La totalidad de los pensamientos verdaderos es una figura del mundo.

El lenguaje

3.12 Llamo signo proposicional el signo mediante el cual expresamos el


pensamiento. Y la proposición es el signo proposicional en su relación
proyectiva con el mundo.
4 El pensamiento es la proposición con significado.
4.001 La totalidad de las proposiciones es el lenguaje.

Y de esto último podemos separar del lenguaje un grupo particular de proposiciones que

no sólo comparten la estructura lógica sino su sentido y significado:

4.11 La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural total (o la


totalidad de las ciencias naturales).

Si se mantuviera coherentemente la centralidad del hecho como estructura básica

del mundo en el aforismo 1, se podría no sólo haber trabajado mostrado esta ontología,

2 Recordemos 3.1432, “No: «El signo complejo ‘aRb’ dice que a está en la relación R con b», sino :
Que ‘a’ está en una cierta relación con ‘b’, dice que ‘aRb’”; o dicho de otro modo, no existe la
relación R, sino a lo suma una cierta relación (sin entender esto como un nombre, ni como un objeto
ni, en esta nomenclatura, ninguna clase de “punto”).
sino que se hubiera podido explicar como es que todo este trabajo, el Tractatus, no es un

simple sinsentido sino, como se desprende del prólogo, un asunto de verdad: “la verdad

de los pensamientos aquí comunicados me parece intocable y definitiva”. Tengo la

impresión que el destinar este trabajo a la correción del lenguaje matemático de sus

maestros Frege y Russell es la causa de estas consideraciones. Sea como sea, la

coordinación entre las distintas esferas permite mostrar suficientemente el punto: el

sentido de la realidad toda es el mismo sentido del lenguaje.

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