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A la sombra de Zambra

María Tenorio

Dicen que hay escritores que escriben cientos de páginas y, luego de editarlas, se quedan
apenas con unas decenas. No sé si será un mito o si de veras existirán seres tan
generosos con sus lectores como para podar todo lo irrelevante y entregarles la esencia.
En todo caso, me gusta pensar que eso, precisamente, ha logrado el chileno Alejandro
Zambra en sus dos novelas publicadas hasta ahora: Bonsái (Anagrama, 2006) y La vida
privada de los árboles (Anagrama, 2007).

Se trata de dos libros mínimos por su extensión, pero máximos por el extremo cuidado
de su lenguaje. No es casualidad que sean las dos primeras narraciones emprendidas por
un poeta que cultiva, modela y acaricia cada palabra. La prosa de Zambra dista de ser
espontánea, como la enredadera que invade el jardín vecino. Es más bien un bonsái
producido con maña y artificio, a fuerza de alambres, torceduras y cortes. A propósito de
esto el autor escribió: "Escribir es como cuidar un bonsái (...): escribir es podar el ramaje
hasta hacer visible una forma que ya estaba allí, agazapada; escribir es alambrar el
lenguaje para que las palabras digan, por una vez, lo que queremos decir".

Y lo que Zambra quiso decir fueron historias de gente común, ordinaria, perteneciente a
su mundo universitario, doméstico, chileno. Sus relatos versan sobre jóvenes que se
enamoran. "Es una historia de amor, nada demasiado particular: dos personas
construyen, con voluntad e inocencia, un mundo paralelo que, naturalmente, muy pronto
se viene abajo", dice La vida privada de los árboles (p. 103). Las dos novelas arbórea y
temáticamente emparentadas hablan sobre parejas que se interrumpen, mujeres que se
ausentan, árboles que se transforman, noches que se alargan.

Una peculiaridad de ambos libros es la aparición, por momentos, del narrador que
comenta sobre los acontecimientos y los personajes, situándolos o descolocándolos para
el lector, indicándole --muchas veces-- cómo debe leer la novela: "Pero en este relato la
madre de Anita y Anita no importan, son personajes secundarios", dice en Bonsái (p.
47). Esta estrategia autorreflexiva pone en evidencia que contar historias es un truco y
que tras él hay un artífice que junta las palabras. La crítica literaria Macarena Silva C. ha
señalado, a este respecto, que Zambra construye, más que ficciones, metaficciones
donde la escritura revela su carácter de simulación y fingimiento.

Finalizo con una breve presentación del autor de esta pareja de novelas minimalistas.
Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) es poeta, narrador y crítico literario. Es
colaborador asiduo de periódicos chilenos y también de extranjeros. Reside en su país,
donde es catedrático de la Universidad Diego Portales. Además de las obras aquí
comentadas, ha publicado los libros de poesía Bahía inútil (1998) y Mudanza (2003). Su
obra ha recibido muy buena crítica.

Extracto de La vida privada de los árboles (2007)

(Publicado en Contrapunto, 27 septiembre 2010)

Ilustración: "El árbol de la vida" de Gustav Klimt

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