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Editorial Redacción
La Conspiración de Acuario: Introducción Marilyn ferguson
Música y Nueva Era Varios
La Nueva Religiosidad Jean-François Mayer
Nueva Era contra Tradición Alexis Hatman
Editorial
Se trata de un monográfico sobre la Nueva Era –New Age- al hilo de lo comentado algunos días atrás en la
lista de correo, y que será seguido por un número posterior en los próximos días, continuación del número 29.
Tenemos que pedir disculpas por la amplitud de su contenido, especialmente el artículo sobre Religiosidad,
pero extractar o resumir los artículos habría dado una imagen pésima sobre lo que pretenden transmitir.
Lo que deslumbra de la Nueva Era son sus imágenes y símbolos. Lo que no se conoce de ella es lo que hay
detrás de las palabras que utiliza -por cierto, aprovechando un momento de memoria, recuerdo que en el
anterior número colocamos un enlace en el editorial para comparar Tradición cristiana y Nueva Era. Es buen
momento para leerlo-, dado que, generalmente, no se llega a profundizar en ellas lo suficiente.
Por ejemplo, Shirley MacLane puede manifestar que aprovechemos la vida viviendo como uno con Dios. Es
más, dice que nosotros somos Dios. Pero no dice de dónde saca esta idea, ni en que antecedentes se apoya, ni
en qué otros argumentos Nueva Era se basa tal afirmación. Solo lo dice. Y la verdad es que resulta agradable:
Nosotros somos Dios. Esto es fácil de entender porque Dios es energía. Dado que nosotros somos energía,
ergo… Claro que después dice que actuemos en consecuencia y, cómo no, tampoco indica de qué forma se
comporta Dios. ¿A qué se refiere?
Otra palabra clave es “profundidad”. La Nueva Era permite conocer al hombre en su interior con más
profundidad, a la humanidad más profundamente, a sentir el amor de manera más profunda, profundidad hacia
el cosmos, la energía, la felicidad, la visión, la simpatía, etc. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Quién? Por ejemplo, una de las
claves, y esta es otra palabra importante, es la universalidad, expresada en el sentido de que la Nueva Era
recoge el sentir, el núcleo, de todas las religiones, las sintetiza. Cabrían las mismas preguntas de hace un
instante. Pero en cuanto a religiones, la cosa se complica. ¿Entran también las animistas, las politeístas, las
enfrentadas, las orientales solo…? Qué hacemos con conceptos como la reencarnación, en la que cree la Nueva
Era, y que casi ninguna Tradición asume, salvo alguna muy antigua como la egipcia. Mezclando reencarnación
y crecimiento interior sobre el núcleo común de todas las religiones, culminará la era de acuario y reinará la
paz y la armonía en todo el planeta y, en ese momento, y dado que, además, somos Dios, Dios dejará de existir
como tal y no hará falta juicio final ni salvación.
Hay otras ideas que son tan importantes como las anteriores: ecología global, vuelta a la naturaleza, libertad e
instinto, maestros que contactan con difusores de la Nueva Era, etc.
Como sugerimos en los editoriales precedentes queda abierta esta lista de correo, donde aparece esta revista,
para que los lectores hagan sugerencias, críticas y comentarios que puedan complementar las letras que aquí
traemos. Para darse de alta en el boletín y en la lista, escriban un e-mail sin asunto a la dirección:
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La Conspiración de Acuario
Marilyn Ferguson
Fragmento correspondiente a la Introducción de su libro La Conspiración de
Acuario, Edt. Kairos, Barcelona, 2007
Mientras que la ciencia, siguiendo su modo objetivo de proceder, iba acumulando datos
sorprendentes sobre la naturaleza del hombre y de la realidad, yo me daba cuenta que
cientos de miles de individuos se estaban tropezando, por su parte, con experiencias
subjetivas sorprendentes. Por medio de exploraciones sistemáticas de la experiencia
consciente, valiéndose de métodos muy variados, han ido descubriendo fenómenos
mentales como el aprendizaje acelerado, la conciencia acrecentada, el poder de la
visualización interna para curar y para resolver problemas, o la capacidad de recuperar
recuerdos olvidados... A consecuencia de lo intuido en tales exploraciones veían
modificarse sus valores y relaciones personales. De ahí en adelante abrían sus antenas
en busca de cualquier información que pudiera ayudarles a encontrar un sentido a sus
experiencias.
Tal vez por haber sido uno de los primeros intentos de síntesis en este campo, mi libro
The Brain Revolution: The Frontiers of Mind Research me convirtió en una especie de
oficina central, no oficial por supuesto, a donde acudían, por un lado, investigadores
que adivinaban las implicaciones de sus descubrimientos, por otro, individuos deseosos
de contrastar sus impresiones, o bien periodistas de todo género interesados en
encontrar datos de base con que nutrir el creciente interés por el estudio de la
conciencia. A fin de satisfacer esa aparente necesidad de conexión y comunicación,
comencé a publicar a fines de 1975 un boletín quincenal, el Brain/Mind Bulletin, para
dar cuenta de investigaciones, teorías e innovaciones relativas al aprendizaje, a la
salud, la psiquiatría, la psicología, estados de conciencia, sueños, meditación, y otros
temas relacionados.
El boletín resultó ser un auténtico pararrayos para una energía que yo había
subestimado en gran medida. Efectivamente, la respuesta inmediata vino en forma de
una avalancha de artículos, de correspondencia y de llamadas, confirmando que un
número de personas que crecía rápidamente y sin parar estaba explorando este nuevo
territorio, en el campo más radical de la ciencia, de la experiencia subjetiva. En mis
viajes por todo el país, dando conferencias o asistiendo a coloquios, encontraba
pioneros semejantes en todos lados. Y las nuevas perspectivas estaban comenzando a
ponerse en marcha. El activismo social de los años sesenta y la «revolución de la
conciencia» de los primeros años setenta parecían converger en una síntesis histórica:
el advenimiento de una transformación social como consecuencia de la transformación
personal, cambio de dentro afuera.
En enero de 1976, publiqué un editorial con el título «El movimiento sin nombre».
Reproduzco aquí parte de su contenido:
"Está ocurriendo algo que merece consideración; algo se está moviendo a una
velocidad vertiginosa, algo que no tiene nombre y que escapa a todo intento de
descripción.
Algunos meses más tarde, cuando estaba tratando de esbozar un libro aún no titulado
sobre las alternativas sociales que están emergiendo, reflexionaba una vez más sobre
la forma peculiar que reviste este movimiento: su estilo directivo atípico, la paciencia e
intensidad de sus seguidores, sus éxitos improbables. De pronto, caí en la cuenta de
que por el hecho de estar compartiendo unas mismas estrategias, por los lazos
existentes entre ellos, y por su recíproco reconocimiento por medio de signos sutiles,
los participantes no se estaban limitando a cooperar unos con otros. Estaban siendo
cómplices. Ese «algo», ese movimiento, ¡era una conspiración!
Durante los tres años siguientes, período de búsqueda, reflexión y revisión incesante de
este libro, el título comenzó a divulgarse poco a poco. Invariablemente provocaba
reacciones de sorpresa y regocijo en los propios conspiradores, que se reconocían a sí
mismos como tales y admitían su complicidad en procurar el cambio de las instituciones
sociales o nuevos modos de resolver los problemas o de distribuir el poder. Algunos
firmaban sus cartas como «co-conspiradores», o ponían «A la atención de la
Conspiración de Acuario» en la correspondencia dirigida a mí. La etiqueta parece
apropiada al sentido de solidaridad e intriga anejo al movimiento:
A medida que sus redes se extendían, la conspiración se revelaba más y más real al
paso de cada semana. Por todas partes en el país, y también fuera de él, parecían
estarse organizando grupos de forma espontánea. En sus proclamas exteriores y en sus
comunicaciones internas, todos expresaban la misma convicción: «Estamos asistiendo a
una gran transformación...», «en este período de despertar cultural...» Los
conspiradores me ponían en contacto con otros conspiradores: políticos, ejecutivos de
la empresa pública o privada, celebridades, profesionales que intentaban cambiar de
profesión, y gente «corriente», que estaban realizando auténticos milagros de
transformación social. Estos, a su vez, me ponían en contacto con otros y con sus redes.
Focalizar la atención en los nombres sería hacer justamente lo que no se debe hacer;
cualquiera puede ser un conspirador.
Lo mismo que, al principio, cuando estaba componiendo los primeros esbozos de este
libro, dudaba si usar la palabra conspiración, también la palabra transformación me
daba miedo. Tenía una connotación de cambios demasiado grandes, tal vez imposibles.
Y sin embargo, el uso de esta expresión se ha hecho muy común, y parece que hoy
estamos todos convencidos de que nuestra sociedad está necesitada de una
remodelación y no meramente de un arreglo. La gente habla hoy libremente de la
necesidad de transformar esta o aquella institución o este o aquel procedimiento, y los
individuos se recatan menos de hablar de su propia transformación, ese proceso en
curso que ha cambiado el tenor de sus vidas.
Desde luego, atraer la atención hacia este movimiento, hasta ahora anónimo, y que con
tanta eficacia ha operado lejos de toda publicidad, no deja de tener sus riesgos.
Siempre existe la posibilidad de que este vasto reajuste cultural sea asimilado,
trivializado o explotado por el sistema; efectivamente, eso ya ha ocurrido en alguna
medida. Y existe también el peligro de que las insignias y símbolos de la transformación
puedan ser tomados por algunos como si fueran el mismo y difícil camino para llegar a
ella.
Pero sean cuales sean los riesgos que comporte su desvelamiento, esta conspiración,
profundamente enraizada desde antiguo en la historia humana, nos pertenece a todos.
Este libro trata de cartografiar sus dimensiones, tanto en favor de quienes, participando
de ella en espíritu, ignoran cuántos otros comparten su sentido de lo posible, como en
favor de aquellos que andan desesperados pero estarían deseosos de comprobar
alguna evidencia favorable a la esperanza.
Como al fijar las coordenadas de una nueva estrella, el hecho de poner nombres y de
trazar un mapa de la conspiración lo único que hace es hacer visible una luz que había
estado ahí todo el tiempo, pero que no acertábamos a ver porque no sabíamos bien a
donde mirar.
MARILYN FERGUSON
Los Angeles, California
Enero 1980
Aquarius (Gerome Ragni, James Rado y Galt Superstar Letra: Tim Rice; Música: Andrew
McDermott) y Let the Sunshine in Lloyd Webber; Versión española: Ignacio
(del musical Hair, versión dirigida en cine por Milos Artime y Jaime Azpilicueta (de la ópera
Forman, 1979, la versión teatral es de 1968,
musical Jesuschrist Superstar)
reestrenada en 1999)
Judas:
Cuando la Luna esté en la Séptima Casa,
Cuanto más te miro menos puedo
y Júpiter se alinee con Marte,
entender
entonces la Paz guiará a los Planetas,
Porque has dicho no a lo que supiste
y el Amor conducirá a las Estrellas. emprender
Hubieras podido realizar nuestros sueños
Es el amanecer de la Era de Acuario... ¿Cómo no viniste en otro tiempo y lugar?
la Era de Acuario Hoy con tantos medios de comunicación
¡Acuario! Hubieras podido levantar una nación
¡Acuario! Coro y Judas:
Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Abundarán la armonía y la comprensión, Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
la simpatía y la confianza, Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
no habrá más engaños ni más burlas: Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
una vida dorada, sueños de visiones, Jesucristo, Jesucristo
una revelación mística cristalina, ¿De qué ha servido tu sacrificio?
y la auténtica liberación de la mente Jesucristo, Jesucristo
¡Acuario! ¿De qué ha servido tu sacrificio?
¡Acuario! Jesucristo Superstar
Dime que eres al que hay que amar
Cuando la Luna esté en la Séptima Casa, Jesucristo Superstar
y Júpiter se alinee con Marte, Dime que eres al que hay que amar
entonces la Paz guiará a los Planetas, Judas:
y el Amor conducirá a las Estrellas. Dime lo que piensas de los que como tú
Se sacrificaron para la multitud
Es el amanecer de la Era de Acuario... Buda y Mahoma y todos los profetas
la Era de Acuario Quedaron o pasaron cual fugaces cometas
¡Acuario! Todo lo sabías, te dejaste matar
¡Acuario! Eras el Mesías y eres ya Superstar
Coro y Judas:
Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Let the sunshine in Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Let the sunshine, let the sunshine in Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
The Sunshine in Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
Let the sunshine, let the sunshine in Jesucristo, Jesucristo
The sunshine in ¿De qué ha servido tu sacrificio?
Let the sunshine, let the sunshine in Jesucristo, Jesucristo
The Sunshine in ¿De qué ha servido tu sacrificio?
Let the sunshine, let the sunshine in Jesucristo Superstar
The sunshine in Dime que eres al que hay que amar...
La Nueva Religiosidad
Jean-François Mayer
Artículo aparecido en el número 1 de la revista Letra y Espíritu, Encarte
Editorial SL, L´Hospitalet (Barcelona), julio 1998. Única en su género en
España, estas páginas de estudios tradicionales merecen leerse con atención.
Para información adicional, por favor consulten los enlaces:
http://www.geocities.com/revistalye/,
y
http://cabalgandoaltigre.wordpress.com/2006/05/18/vuelve-la-publicacion-
%E2%80%9Cletra-y-espiritu%E2%80%9D/.
No hay necesidad de largas encuestas para saber que la moda es la NEW AGE. Una
moda que surgió en el curso de los años setenta en los Estados Unidos y que ha hecho
furor desde hace cierto tiempo en Alemania y que ha irrumpido más recientemente en
los países francófonos, aunque de creer a Fritjof Capra, el concepto comienza a ser
dejado atrás en California (1): debido a la necesidad' de estar siempre en marcha
cuando uno quiere estar en la vanguardia... Pero no es más que una cuestión de
palabras, tanto si la New Age no debía rebelarse más que como una moda pasajera de
la que otras designaciones tomarían el relevo, esto no cambiaría en nada el fondo del
asunto. La New Age representa una cristalización de fragmentos neo-religiosos en
circulación. Todo esto no va a desaparecer, independientemente de las etiquetas
cambiantes.
La moda del channeling parece tener su punto de partida en los mensajes recibidos por
la americana Jane Roberts (1929-1984) que, supuestamente, provenían de una entidad
llamada "Seth", que se manifiesta en 1963, en el tiempo en que Jane Roberts y su
marido empezaban a dedicarse a algunas experiencias espiritistas. Las numerosas
comunicaciones recibidas de Seth forman el contenido de numerosos volúmenes
publicados en inglés y progresivamente traducidos a otras lenguas. En ellos se da una
visión crítica de las religiones tradicionales, consideradas como pertenecientes a un
pasado caduco: "Vuestros conceptos religiosos cambiarán considerablemente, y las
imágenes asociadas a ellos"(10). Los conceptos orientales también son criticados, pues
la "aniquilación de vuestra personalidad" que entraña el "nirvana", según Seth,
impediría la expresión de la individualidad (11).
"Los demonios de todo género son el resultado de vuestras creencias. £//os han nacido
de una creencia en la culpabilidad "anormal" (unnatural). Vosotros podéis
personificarlos y podéis igualmente encontrarlos en vuestra experiencia, pero aún así
son el producto de vuestra inconmensurable creatividad, aunque formados por vuestra
culpabilidad y vuestra creencia en ello" (13).
"Crear vuestra realidad" era el tema de un reciente número de una revista francesa
consagrada al channeling (y gozando de un "contrato de exclusividad sobre numerosos
textos de channels americanos"). Desde esta óptica, el concepto mismo de verdades
inmutables o puntos de referencia fijos parece borrarse, diluirse en un evolucionismo
sin fin: "Vuestra realidad (en tanto que estéis en la tierra) debe ser establecida día a
día, lo que aprendéis hoy aprenderéis mañana a cambiar el sentido, pues habréis
aprendido alguna cosa nueva que contradirá lo que teníais por verdadero hasta hoy"
(14).
Aparentemente los autores del manual no han oído nunca hablar de la aptitud de las
entidades bastante dudosas que se presentan bajo las formas más risueñas o como
ángeles de luz, hasta el punto de haber triunfado frente a ascetas experimentados...
Uno se encuentra confesiones involuntarias en otros textos: "Los guías no tienen forma,
escogen una que os dé confianza para tratar de comunicar con vosotros. Si confiáis en
un bello anciano con aire de sabio, esa es la forma que tomará vuestro guía. Si, al
contrarío, tenéis necesidad de alguna cosa dulce y sutil, vuestro guía aparecerá bajo
una forma femenina" (18).
Los "guías espirituales" serían, nos afirman, estos famosos seres reencontrados en la
muerte, tan a menudo evocados en una literatura en pleno apogeo: "cuando dejéis
vuestro cuerpo, os esperarán para guiaros en vuestra evolución" (19). No es
sorprendente que el desarrollo del channe-ling siga de cerca el éxito de toda una serie
de libros sobre el mismo tema de "la vida después de la vida". Se trata de preguntas
legítimas, sobre todo en una época que se esfuerza en ocultar la muerte, y no hay lugar
de burlarse de aquellos que se las realizan. Pero hace falta señalar al mismo tiempo el
carácter sospechoso de "respuestas" aportadas por toda esta literatura actual, así como
lo ha mostrado notablemente el hieromonje Seraphim Rose (1934-1982) en una obra
sobre estas cuestiones (20). Las creencias desprendidas de estas experiencias tan
largamente difundidas contradicen netamente ciertos trazos esenciales de datos
tradicionales para no despertar nuestra desconfianza.
"El hombre ha perdido el sentido de su papel como mediador entre Dios y el mundo
(...). Un orden social que priva al hombre y sus prácticas de su cualidad sacramental
está ya muerto, sea cual sea la actividad frenética que pueda parecer manifestar".
"La principal herejía del hombre moderno a su propio respecto, consiste en el hecho
que piensa que es o que puede ser hombre sin ninguna relación dinámica interior con
Dios, sin esta reciprocidad y esta interpenetración de lo divino y de lo humano de la
cual el Lagos encarnado es el modelo (...). La aserción de que el hombre es
simplemente humano ha tenido por resultado una deshumanización quizás sin
parangón en la historia del mundo" (21).
La Sociedad teosófica, fundada en 1875, no fue la única fuente de interés por Oriente,
aunque jugó un papel importante en la historia de la religiosidad paralela
contemporánea, y no es por casualidad que se encuentran señales de la influencia
ejercida por sus ideas en corrientes diversas a veces inesperadas, desde la New Age al
aryosofismo (26). En 1878, Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) y Henry Steel Olcott
(1832-1907) embarcaron con destino a la India. Apenas desembarcó en Bombay, en
1879, el primer gesto de Olcott fue el de arrojarse a tierra para abrazar el "suelo
sagrado" de la India, esta "cuna de las religiones", "sitio de residencia de los Maestros".
Con sagacidad, los comentarios de Ellwood han puesto en evidencia el significado
profundo de esta migración a la india -o más bien hacia "la idea de la India y de sus
realidades invisibles"-. Un viaje "hacia otro estado espiritual más que hacia otro país";
un viaje que constituye el modelo original de tantos otros peregrinajes hacia Oriente a
finales del siglo XX (27).
Grupos y literatura teosófica preparaban un auditorio atento para los primeros maestros
espirituales orientales que irían a aventurarse a Occidente. Nosotros nos limitaremos a
la India, pero las mismas observaciones podrían ser hechas en otros contextos. Se sabe
que el hinduismo no constituye una tradición religiosa muy misionera. Un discurso
"universalista" se hizo sitio en el siglo XIX en ciertos sectores del hinduismo; "Parecía
imposible a la mente moderna defender el dharma solamente como religión de los
hindúes. El dharma es universal, creado para toda la humanidad" (31). Esta evolución
estaba ligada al choque del contacto con el Occidente imperialista, y el especialista
alemán Reinhart Hummel sugiere que no es por azar que los orígenes de la misión neo-
hinduista se encuentren en las regiones que han sido más directamente confrontadas:
"Los gurús misioneros se inscriben en el cuadro de un contra movimiento que responde
a la provocación del colonialismo occidental, al proselitismo cristiano y al sentimiento
de superioridad de la civilización europea, por esta razón, se ha podido también hablar
de una contramisión" (32).
Según Otto Wolff, "la actividad religiosa moderna del hinduismo es el resultado de tres
estados de desarrollo". El primero habría sido el de la asimilación de elementos de
origen occidental, ilustrado por el caso de Brahmo Samaj, con la creencia en una
religión universal depurada que sería la esencia misma del hinduismo, las categorías
occidentalocristianas servirían para redescubrir los valores de la tradición indígena y
revivificarlos en una nueva perspectiva. El segundo estadio es definido por Wolff como
el de la consolidación exclusivista, del que un ejemplo es el Arya Samaj, se trata de
sacar fuerzas en una síntesis con Occidente, si no se quiere encontrarlas únicamente en
las fuentes interiores propias del hinduismo. Finalmente la tercera fase, que es la de la
expansión, que inaugura históricamente Swami Vivekananda (1862-1902) dirigiéndose
en 1893 al Parlamento de las religiones de Chicago: el hinduismo tiene un mensaje
religioso para el mundo entero y toma una tonalidad universalista (33).
"La India, una vez más, debe asumir el papel de gurú de la humanidad", proclama el
célebre Sathya Sai Baba". Nos encontramos frente a un fenómeno típico de
revitalización; el mensaje se adapta a las nuevas circunstancias. La India (o en otros
escenarios el Japón) continúa siendo considerada como una tierra sagrada, pero su
misión es universalizada; de ahí la curiosa mezcla de temas ultranacionalistas y
universalistas que se presencian en ocasiones...
"La espiritualidad hindú, que conserva todavía su antigua intuición y su genio, debe
ayudar a muchas sociedades de Asia, África, América, Europa y Oceanía a rechazar el
monoteísmo y a volver a dar vida a sus antiguos dioses y diosas. Esta es la única vía
hacia su emancipación espiritual y cultural del yugo imperialista del cristianismo y del
islam." (36)
Admitamos que se trata sin duda de un caso extremo, pero revelador de un mundo
donde, sobre el plano espiritual también, mutaciones y conflictos así como
convergencias imprevistas pueden producirse. Es importante estar atento a todos los
aspectos y puestas en juego posibles si se quiere tener alguna posibilidad de ver más
claro.
Ante todo no es el número de los discípulos de los gurús neo-hindúes en Occidente los
que retienen la atención: incluso juntos estos movimientos no reúnen nada más que
una fracción poco importante de la población occidental. El aspecto chocante consiste
en la rapidez de aclimatación de estos grupos en el contexto occidental y en la
multiplicación del número de movimientos (más que en el número de adeptos). La
palabra "gurú" ¿No pertenece hoy al vocabulario corriente?, con toda la devaluación
que esto implica.
Enseñando el sahaja yoga, shri Mataji Nirmala Devi es una de las mujeres-gurús más
activas en estos últimos años. Desde hace algún tiempo, los anuncios publicitarios que
anuncian sus reuniones no dudan en presentarla como el "Espíritu Santo", lo que es, de
paso, una buena indicación de la tendencia sincrética que se reencuentra a menudo.
Durante el curso del verano de 1990, efectuó una gira por varios países de Europa del
Este; en efecto la mayor parte de nuevos movimientos religiosos se precipitan hacia el
vasto campo misionero que le abrían los trastornos en los países que pertenecían al
bloque comunista. A la vuelta de su gira, Shri Mataji acordó una entrevista a un
periódico hindú al que hizo unas candidas confidencias que lanzan interesantes luces
sobre el nacimiento de un gurú:
"Estuve con todos estos gurús para ver lo que hacían, cómo trabajaban y todo eso,
simplemente por estudiarlos. Yo nací como alma realizada. Habría podido dar también
la realización a una o dos personas, pero mi idea era encontrar un medio por el cual
podría dar la realización en masa. Fui a ver a Swami Muktananda y a todos los otros; fui
a ver a Rajneesh (...). Descubrí que no había gurús, que eran falsificaciones la mayor
parte de ellos. Entonces me dije:"Si es ésto lo que estos gurús hacen, más vale probar
yo misma". Entonces me quedé sentada bajo un árbol cerca de la ribera durante toda la
noche (...) Y fue en ese día que el séptimo chakra se abrió y que vi como Kundalini
ascendía" (37).
¡Un gurú más vino así a añadirse a todos aquellos que se disputan las partes de un
mercado ya encumbrado! Alrededor de cada gurú, sus discípulos se apresuran a crear
una leyenda dorada, cuando no le reconocen un estatuto casi divino de avatar, el cual
tiende a la inflación desde Ramakrishna (38). El médico francés Jacques Vigne aporta
una constatación lúcida: "(...) los indios lo saben, hay menos riesgos en llegar a ser
discípulo que gurú! El daño mayor es confundir la devoción de sus discípulos hacia el
arquetipo que encarna a sus ojos con el culto de su propia personalidad. ¡Su "ego" corre
el riesgo de inflarse desmesuradamente! Esta distinción es difícil de mantener, pocos
llegan a lograrlo completamente. Para un occidental, este riesgo está agravado por
aquel inherente al paso de una tradición a otra" (39).
Sin duda no hace falta ir a buscar más lejos la explicación de frecuentes "patinazos"
observados. Para resistir a la adulación de los discípulos, por otro lado
complacientemente alentados por algunos gurús, hace falta tener un desapego y una
humildad poco común. La embriaguez puede fácilmente ganar hasta a un ser sincero.
Bastantes "maestros" ganarían mucho meditando en el ejemplo de San Daniel el Estilita
(+ 493); él no atribuyó jamás a su propia virtud los innumerables milagros que se
producían con su contacto y permaneció en la humildad más allá de la muerte, pidiendo
ser enterrado bajo las reliquias de los santos mártires, con el fin de que fuese a ellos
todo el mérito de la intercesión por las plegarias escuchadas en su tumba.
Pero, ¿los gurús todavía hacen y deshacen? La moda hoy en día es la Nueva Era. Hace
falta saber qué es la Nueva Era, se oye hablar de la espiritualidad de la Nueva Era, de la
música New Age ¡y también de la política o de management New Age!
"(...) La Nueva Era está ya aquí. Todos los reinos de la Naturaleza ya han respondido a
este cambio. Ésto significa que las energías que los alimentan han sido modificadas y
no pueden aprovechar sino a las formas, humanas o no, que pueden aceptar estos
nuevos alimentos. Todo lo que quede anclado en el mundo antiguo será
progresivamente cortado de sus fuentes vivas y se desintegrará o se volverá
simplemente incapaz de reproducirse" (41).
Existe un acuerdo general en decir que la New Age emprendió vuelo alrededor de 1970.
Pero no nació por generación espontánea. David Spangler, que fue uno de los
responsables de la comunidad de Findhorn, habla de "la vieja noción de la Nueva Era" y
cuenta cómo hacia 1960, frecuentó en compañía de sus padres los círculos de
americanos que creían en "el alba inminente de una Nueva Era", en una atmósfera
entonces no exenta de tintes apocalípticos. Describe un medio complejo, constituido
por grupos interesados por la astrología, la parapsicología, los extraterrestres, los
estados místicos, la teosofía, el rosacrucianismo, el pensamiento de Rudolf Steiner y los
escritos de Alice Bailey (45).
Invitado a definir la Nueva Era, el redactor jefe de una revista alemana ligada a esta
corriente, explica que la "nueva consciencia" se funda "sobre las enseñanzas esotéricas
del pasado" y que "esta tradición oculta ha vivido su verdadero renacimiento con la
fundación de la Sociedad teosófica" (46). Es significativo que una Alice Bailey (1880-
1949), cuyo papel es importante en los medios que ponen el acento en la dimensión
espiritual de la Nueva Era, fuese ella misma miembro activo de la Sociedad teosófica
hasta 1920, antes de desertar para crear la Escuela Arcana.
Antes de los hippies ya existían los beatniks, y es suficiente releer a Jack Kerouac para
ver en qué aguas espiri tuales navegaban sus "vagabundos celestes".
Siguiendo diez años más tarde sus reflexiones en una obra donde apunta la expresión
"Nueva Era", Roszak se confiesa sorprendido por el carácter tan fragmentario de
corrientes, grupos e iniciativas, que han surgido: este mosaico le lleva a hablar de un
"paisaje de liberación individualizado y universal" (49). Quizás toquemos lo que da a la
Nueva Era su carácter multiforme y difícil de cernir claramente, la aspiración a la
cooperación y a la unidad se combina con una especie de individualismo al que le
repugna todo lo que podría ser una estructura que encierre al individuo.
Algunas figuras a la cabeza de la Nueva Era, tienen una idea muy precisa de estas
nuevas orientaciones espirituales. Spangler explica que se mantendrán diversas
religiones y disciplinas dirigiéndose "a diferentes sensibilidades y afinidades", pero que
también habrá "una espiritualidad planetaria que celebrará el carácter sagrado de la
humanidad entera con sus fiestas, sus rituales y sus sacramentos". Una mejor
comprensión de "la naturaleza unitaria de la realidad" deberá ser uno de sus
fundamentos (51). Dentro de la perspectiva de Alice Bailey, lo que mejor pueden hacer
las Iglesias es depurarse de sus perspectivas inadecuadas para prepararse a la unión en
el cuadro de la nueva religión mundial, que verá todos los hombres espirituales del
planeta celebrar los mismos días santos, creando así "una invocación cuya potencia
espiritual será considerable". La Escuela Arcana anima a actividades como "reuniones
de meditación en luna llena", que deben permitir a la misteriosa "jerarquía espiritual", a
los "Maestros", establecer relaciones más estrechas con la humanidad y comunicar al
mundo ciertas energías por el canal de los círculos de meditación.
La subversión espiritual
Anne y Daniel Meurois-Givaudan son autores de éxito. Esta pareja francesa cuenta sus
descubrimientos en el curso de "viajes astrales", lo que no es nada nuevo, por otra
parte, en relación con toda la literatura marcada con las maravillas de la línea
teosofista. Su cuarto libro relata su "viaje a Shambala". De boca del "Maestro Morya"
(¡todavía un viejo conocido!) habrían recogido estas perturbadoras informaciones:
"Hace algunas décadas, enviamos a uno de los nuestros aquí presente, con el fin de
acelerar la disgregación del dogma católico, en adelante inadaptado a millones de
hombres. No es necesario nombrarlo, todo está perfectamente claro. Hace tiempo que
estas cosas estaban convenidas, no hay lugar, pues, para estar sorprendido. La
esterilización desde dentro se ha impuesto como la manera más sabia de proceder. (...)
Para expresarme concretamente, la reforma del último concilio romano no ha tenido
nunca en profundidad los objetivos alegados públicamente. Esta reforma ha acabado de
orquestar un trabajo de zapa. (...) Oh, mis Hermanos de cualquier lugar, si veis al
cristianismo sofocarse, en la calma de vuestro corazón no emitáis ningún pesar, es con
el fin de que nazca el alba del cristianismo" (53).
Este "trabajo de zapa", ¿estaría hoy en día tan avanzado que ciertas fuerzas ocultas no
ven peligro en confesarlo públicamente? ¡Se querría suscitar fantasmas
conspiracionistas que no se tomarían de otro modo! Y sería esto lo que se ha producido
a juzgar por toda una literatura emanada de círculos fundamentalistas protestantes o
medios integristas católicos.
Se podrían multiplicar los ejemplos que mostrarían sobre qué confusión desemboca la
nueva religiosidad, no obstante la innegable sinceridad de muchos de los que están
comprometidos en estas vías. Esta confusión se expresa especialmente por la
amalgama cada vez más frecuente de prácticas totalmente diferentes o por la
credulidad de cara a extrañas teorías. Se acaba en una verdadera suma de todas las
ilusiones y de todos los extravíos, bajo las apariencias en ocasiones tentadoras para las
almas en búsqueda de espiritualidad, pero sin bagaje ni criterios.
"Los santos padres profetizaban sobre los últimos tiempos. ¿Qué hemos hecho
nosotros?, se preguntaban un día. Uno de ellos, el gran abad Ischyrion, respondió:
"Nosotros hemos observado los mandamientos de Dios".Y los que nos sigan, replicaron
los otros, ¿qué harán ellos? Ischyrion respondió: 'Esos no llegarán nada más que a la
mitad de lo que nosotros hemos hecho'. Los padres insistieron todavía: "¿Qué será de
aquéllos que vendrán después de éstos?". "Los hombres de esta época, respondió el
abad, no serán nada ricos en obras, el tiempo de la gran tentación se levantará contra
ellos, y aquellos que en esta época sean encontrados buenos, serán más grandes que
nosotros y que nuestros padres" (55).
En este "tiempo de la gran tentación" no es suficiente con tener conciencia del carácter
problemático de la nueva religiosidad. La única actitud coherente y consecuente es la
de ponerse en marcha sobre auténticas vías espirituales e ir a beber en las fuentes de
agua pura que no cesarán jamás de fluir, cristalinas, lejos de las ciénagas mefíticas o
los espejismos seductores del "espiritualismo".
Jean Francois Mayer, nacido en Fribourg (Suiza) ha sostenido en 1984 en Lyon una tesis
de doctorado en historia sobre el movimiento swedenborgiano en Suiza romanda. En el
curso de los años siguientes ha desarrollado una importante actividad de investigación
sobre los fenómenos religiosos por cuenta del Fondo Nacional Suizo de la investigación
científica.
Entre sus publicaciones: Sectes nouvelles. Un regará neuf (Cerf. 1985, traducido en
italiano y en portugués), Les Sectes (56) (2a éd, Cerf, 1990, traducido en italiano).
Confessions d'un chasseur de sectes (Cerf, 1990, con bibliografía).
Este artículo es una gentileza de Ed. PARDES, propietaria del copyright. Fue publicado
como postfacio del libro "Masques et visages du spiritualisme contemporain" de Julius
Évola, en esta editorial francesa. 9, rué Jules-Dumesnil. 45390 Puiseaux.
NOTAS
1. Esotera, enero de 1988, pág 23.
2. J. Gordon Melton "How New te New? The flowering of the "New" Religious
consciousness Since 1965" in David G Bromley y Philip E. Hammond (dir.) The future of
New Religious Movement, Macón (Georgia), Mercer University Press, p. 46-56.
3. James Webb. The Occult Underground, La Salle (Illinois), Open Court, 1974, p.44.
4. Segundo Congreso Espiritista Universal. Ginebra 1913. Ginebra s.d., p.50.
5. Régis Ladous. Le Spirítisme. París/Montreal, Cerf/Rdes. 1989. p. 15.
6. Cf. Jean Bruno Renard. Les extraterrestres. Une nouvelle croyance religieuse?,
París/Montreal. Cerf / Fides, 1988.
7. Cf. J. -F. Mayer, "Spiriti e médium nelle nuove religioni" in Massimo Introvigne (dir.).
Lo Spiritismo, Leuman (Torino), Editrice Elle Di Ci, 1989, p.173-224 (p.207-209).
8. M. Introvigne, "II channeling: uno spirtitismo moderno?" in ibid., p.35-94.
9. Según la definición dada por Jon Klimo, Channeling, Wellingborough
(Northamptonshire), Aquariarv Press, 1988, p.345.
10. Jane Roberts. The Nature of the Psyque. Its Human Expression, Englewood Cliffs
(N.J.) Prentice Hall, 1979, p.88.
11. Jane Roberts. The Nature of Personal Reality. A Seth Book, Englewood Cliffs (N.J.),
Prentice Hall, 1974, p.182.
12. Ibid., p.81.
13. Ibid, p.166.
14. "Channeling", n-4, 49 trimestre 1990, p.9.
15. Anécdota citada por Hans-Jürgen Ruppert, "Channeling" en Materialdients der
Evangelischen Zentralstelle für Weltanschauungsfragen, 53/12, diciembre 1990 p. 357-
361.
16. Sanaya Román y Duane Parker, Manuel de Communication spirituelle, Chéne-Bourg
(Geneve), Ed. Soleil, 1989, p.31.
17. Ibid., pp. 113-114.
18. Á la découverte des mondes spirituels. Ce que nous disent les guides..., Chéne
Bourg (Geneve)., Foundation Soleil, 1989, p.9.
19. Ibidem, p. 21.
20. Seraphim Rose, The Soul After Death, 2ñ edition de 1982 (publicada por St. herman
de Alaska Brotherhood. P.O. Box 70 Platina, California 96076, U.S.A.).
21. Philip Sherrard, The Rape of Man and Nature. An Enquiry Into the Origins and
Consequences of Modem Science, Ipswich (Suffolk), Golgonooza Press, 1987, p.43-44.
22. Justin Popovitch, L'Homme etle Dieu-Homme, Lausanne, L'Áge d'Homme, 1989,
p.130.
23. Sherrard presenta la disociación entre teología y experiencia como una etapa
capital en la desviación del cristianismo occidental y la involución del mundo moderno
(op. cit., p.48).
24. Habría igualmente mucho a decir sobre los movimientos "mágicos"; para los
interesados ver el volumen enciclopédico y sólidamente documentado de Massimo
Introvigne, Il cappello del mago. I nuovi movimenti magici, dallo spiritismo al satanismo,
Milano Sugarco Edizioni, 1990.
25. Cf. J - F Mayer, "Les héritiers de saint Josaphat. De la contre-mission á
l'inculturation des mouvements religieux asiatiques en Occident" (próxima aparición en
1991); "Nouveaux mouvements religieux; une perspective historique et intercul-turelle",
in Silvio Ferrari (dir.) Diritti dell'uomo e liberta dei gruppi religiosi. Problemi giuridici deu
nuovi moviemnte religiosi, Padova, CEDAM, 1989, p. 17-40.
26. Sobre este último punto, cf. el excelente estudio de Nicholas Goodrick-Clarke,
Les racines occultistes du Nazisme, Puiseaux, Pardés, 1989.
27. Robert S. Ellwood, Alternative Altars. Unconventional and Eastem Spirituality in
America, Chicago/London, University of Chicago Press, 1979, P. 127-135.
(*) Recordamos que el autor se refiere a libro de Evola: Masques et visages du
spiritualisme contemparain. N. del T.
28. Marcel Bohrer, La Théosophie au XX siécle (reimpresión de la edición en 1948),
París, Editorial Adyar, 1982, p.12.
29. Ibid, p. 9.
30. H.P. Blavatsky, La Chef de la Théosophie (réimpression), París, Éd. Adyar, 1976, p.
277.
31. Joachim Finger, Gurús, Ashrams und det Western. Eine religionswissenschaftliche
Untersuchung zu den Hintergründen det Internationalisierung des Hinduismus,
Frankfurt am Maim, Peter Lang, 1987, p.59.
32. Reinhart Hummel, Les Gourous, París/Montreal. Cerf/Fides, 1988, p.16.
33. Otto Wolf, "Die religióse Aktivitát des modernen Hinduismus", Zetschríft für
Teligions- und Geistesgeschichte, 10/4,1.958,0.299-316.
34. Sathya Sai Baba nous parle, vol. 1 Pondichéry, 1983.
35. Sita Ram Goel, Defence of Hindú Society, éd. révisée, New Delhi, Voice of India,
1987, p.75.
36. Ibid. p.90-91. Los dioses y diosas no siendo otra cosa que variaciones de una misma
espiritualidad universal, "están siempre allí", esperando ser veneradas según el autor,
"pues ellas moran en las profundidades del corazón humano", (ibid, p.47).
37. Hinduism Today (Indian Ocean Edition), 12/10, octobre 1990, p.4.
38. Daniel E. Bassuk, "Incarnation in Hinduism and Christianity". The Myth of the
God-Man, London, Macmillan Press, 1987, p.66.
39. Journal de Genéve, 15 septembre 1989.
40. G. Küenzlen, "New Age- ein neues Paradigma? Anmerkungen zur Grundlagenkrise
det Moderne", Materialdienst der Evangelischen Zentralstelle für
Weltanschauungsfragen, 49/2, février 1986, p. 28-38 (p.33).
41. Werner Erhard, La Fin de la Faim: creer una idee dont le temps est venu, Toronto, Le
Projet Faim, 1987, p.25.
42. Findhorn, creuset d'un Nouvel Age, s.l.n.d., p.6-7.
43. Corinne MacLaughlin y Gordon Davidson, Les Bátisseurs de l'Aube. Modes de vie
communauttaires dans un monde en mutation, Barret le Bas, Le Souffle d'Or, s.d.,
p.382.
44. Cf. l'article "Aurore d'un temps nouveau ou heure des revenants?" (Tríades, été
1988, p.77-95).
45. David Spangler, Émergence. La renaissance du sacre, Barret les Bas, Le Souffle
d'Or, 1985, p.23.
46. 2000. Magazin für neues Bewusstsein, juin 1988, p.47.
47. Cf. Mircea Eliade, Occultisme, sorcellerie et modes culturelles, París, Gallimard,
1978. (Existe trad. en castellano).
48. Theodore Roszak, Vers une contre-culture. Réflexions sur la sociéte technocratique
et l'opposition de la jeunesse, París, Stock + Plus, 1980.
49. T. Roszak, L'Homme/Planéte. La desintegration creative de la sociéte industrielle.
París, Stock, 1980, p.45-46.
50. Traduction francaise: Les Enfants du Verseau. Pour un nouveau paradigme, París,
Calmann-Lévy, 1981.
51. Spangler. op. cit., p.112.
52. Christopher Lasch, "Vrais et faux chercheurs du Nouvel Age", in Sources. L'aventure
intéríeure, avril-mai 1988, p.7-14 (p.8-9).
53. Anne et Daniel Meurois-Givaudan, Le Voyage á Shambhalla. Un Pélerinage vers Soi,
Plazac-Rouffignac, Éd. Arista, 1986, p.128-129.
54. Frangois Maistre, "León de Poncins, un contra-revolutionnaire integral", in Julius
Evola, Écrits sur la Franc-Magonnerie, Puiseaux, Pardés, p. 127-152 (p.147-150).
55. Apotegma citado por Paul Evdokimov, Les Ages de la Vie spirituelle, 3- éd. París,
Desclée De Brouwer, 1980, p.171-172.
56. Existe traducción en español. Las Sectas, Desclée de Brouwer. Bilbao, 1.990.
Sabido es que el fenómeno "nueva era" no es nuevo, como dice Jean Francois Mayer:
"La novedad consiste en la popularización creciente de ciertos temas, en la ampliación
de su audiencia, en su banalización mediática". El término "nueva era" fue acuñado por
Alice A. Bailey (1.880-1.949) a principios de este siglo, discípula de Helena P. Blavatsky,
fundadora de la sociedad teosófica, de la que se separó para fundar en 1.923 la
"escuela arcana", basada en la "meditación oculta y el desarrollo de los poderes
espirituales" y cuyos objetivos son "movilizar la energía de buena voluntad en el
mundo, educar a la opinión pública sobre las causas de los grandes problemas
mundiales y crear una ideología de soluciones, preparando el regreso del Instructor
mundial, de Cristo"(1). Alice A. Bailey escribió veinticuatro libros, dieciocho de los
cuales dictados telepáticamente por el "maestro tibetano" Djwahl Kuhl. Vemos bien en
esta precursora de la "nueva era" los lugares y objetivos comunes de este movimiento
difícil de definir, completamente desestructurado y sin jerarquía conocida, que cubre
desde las terapias curativas hasta la gestión de negocios, pasando por la política y el
fenómeno OVNI,y que recoge todas las fantasías y equívocos del neoespiritualismo del
siglo XIX.
Así, el chaneling por el que se contacta con todo tipo de "entidades desencarnadas" o
"extraterrestres" no es más que el espiritismo decimonónico puesto al día; el batiburrillo
de técnicas y pseudofilosofías pretendidamente orientales provienen del teosofismo y,
el gusto por las mancias, "rituales" y amuletos de toda clase, del ocultismo de los
Papus, Sedir, etc. A lo que hay que agregar ciertas técnicas psicológicas que provienen
directamente del psicoanálisis, vía Jung, Wilhem Reich y otros.
El concepto de tradición existe y ha existido siempre entre todos los pueblos y en todas
las épocas, etimológicamente proviene de "transmisión". En todas las culturas se refiere
a una transmisión del conocimiento metafísico, religioso, moral y científico no-humana
(divina); recibida desde el origen de cada civilización y por ende de la humanidad toda
(Tradición Primordial).
Igualmente todas las tradiciones son unánimes en ésto; y así existen en todas ellas
instituciones esotéricas y exotéricas fundadas al principio mismo de la Revelación; tales
como las castas hindúes, la cábala judía, la iglesia cristiana o el sufismo islámico; que
conservan una transmisión directa e ininterrumpida desde su fundación hasta nuestros
días; en el cristianismo a ésto se le llama la "sucesión apostólica", en el judaísmo
"selseleh", y "silsilah" en el islam.
Si ahora examinamos lo que hay de ésto en la "nueva era", es imposible ver en ninguna
parte transmisión alguna, puesto que todo se desarrolla al margen y, como hemos
dicho, en contra de toda tradición; antes bien todo ello apunta a ser producto de la
imaginación humana, pues además de la carencia de lógica interna es manifiesto su
carácter psicológico. Resulta revelador que para nada se trate allí de conocimiento, sino
de realizaciones prácticas que bien poco recuerdan a la verdadera espiritualidad, como
por ejemplo el desarrollo de supuestos "poderes mentales" y la búsqueda de ganancias
económicas o de simple placer físico (ya sea sexual o de otro tipo).
El gran error que comete el movimiento Nueva Era es el de confundir los dominios
psíquico y espiritual que, como explica Rene Guénon, "es una consecuencia natural del
hecho que los occidentales, desde hace ya largo tiempo no saben distinguir más el
"alma" del "espíritu" (y el dualismo cartesiano tiene seguramente mucho que ver con
ello, pues confunde en una sola y misma cosa todo lo que no es el cuerpo, y esta cosa
vaga y mal definida se designa indiferentemente con uno u otro nombre)". Esta
confusión puede darse de dos formas inversas: "en la primera lo espiritual es reducido a
lo psíquico (se pretenden dar explicaciones psicológicas a las verdades espirituales); en
la segunda el psiquismo es por el contrario tomado por lo espiritual" (5) y es
precisamente este caso el que se da en la "nueva era".
El hombre, enseñan todas las doctrinas tradicionales, está constituido de cuerpo, alma y
espíritu (soma, psiqué y nous en la tradición greco-latina); que refleja la constitución
misma del universo como imagen de Dios ("hizo Dios al hombre a su imagen y
semejanza"), lo que la doc¬trina hermética expresa: "como es arriba es abajo". Es la
Gran Tríada del taoísmo, el Tribhuvana hindú, los tres mundos emanados de la Cábala o
el Cielo, Tierra, Infierno del cristianismo.
En todas las divisiones que queramos considerar, lo que se establece siempre de forma
natural es una jerarquía entre los diferentes estados o facultades del ser humano, como
del universo todo. Así, en el hombre, el espíritu debe imperar sobre todo el conjunto,
acto seguido vendría la razón, la emotividad y, por último, los sentidos, estrechamente
ligados ya al cuerpo.
En los diferentes y variopintos grupos "nueva era" vemos, bien al contrario, imperar no
ya el espíritu, ni siquiera la razón, sino la pura emotividad, cuando no los sentidos
mismos, por esta auténtica manía de experimentarlo todo, como si la pura experiencia
sin doctrina alguna pudiese provocar el más mínimo conocimiento o realización
verdadera; como les decía san Bernardo a sus monjes: "no os fiéis de la experiencia
sino sólo de la Fe, porque la experiencia es a menudo engañosa, la Fe, en cambio, es
siempre verdadera". Hay que decir que la Fe no es una mera creencia, como se
entiende habitualmente, sino la facultad puramente intelectual por la que podemos
conocer, en un grado o en otro según nuestras capacidades, lo que corresponde al
dominio espiritual; para entender ésto hay que ser consciente que la razón (la facultad
por la que conocemos las cosas particulares e individuales, por la que pensamos en
forma discursiva y analítica, por la que separamos y distinguimos la multiplicidad) no
puede abarcar lo universal, la unidad, que la supera e incluye; éste que es el ámbito
ontológico, más allá del cual sólo impera la pura metafísica, no puede ser cognoscible,
para la generalidad de las personas, más que por la Fe revelada por Dios mismo a
través de sus "enviados" y que, por eso mismo, no puede ser más que verdadera.
A poco que echemos un vistazo a cualquiera de las revistas "nueva era" veremos un
amplio catálogo de "talleres" de astrología, numerología, biorritmos, escritura
automática, dinámica mental, trabajo corporal, exploración de la conciencia,
bioenergética, relajación, hipnosis, auto-hipnosis, sanación "espiritual", armonización de
los chakras, botánica hermética (¿?), radiestesia, medicina "indígena", parapsicología,
grafosofía (¡!), control mental, sofrología, tarot psicológico tibetano (6)... No nos
esforcemos en buscar algo realmente espiritual en este inventario, no lo hay.
Cuando, sin embargo, entre toda esta marabunta, encontramos otras cosas como yoga,
za-zen, "metafísica", "coloquios sobre el Tao", "antropología gnóstica", cabala, etc. (7),
no nos engañemos; las verdaderas doctrinas que corresponden a esos nombres no las
detentan unos señores que las imparten por correo o en cursillos a pagar en cómodos
plazos; estas doctrinas pertenecen a la espiritualidad más elevada, a la iniciación. La
iniciación es el proceso, descrito en todas las tradiciones, por el que el individuo realiza
la unión con su verdadero Ser, más allá de toda contingencia o existencia terrestre u
otras; es "el Reino de Dios está dentro de vosotros" que decía Cristo, la "unión del alma
con Dios" de los místicos, la "identificación suprema" de los sufíes o la "liberación final"
del hinduismo. La iniciación se recibe por transmisión directa, de maestro a discípulo,
en el seno de las diversas organizaciones iniciáticas que todavía existen y han existido
en todos los pueblos y épocas. El yoga, como el zen, por ejemplo, no son para nada una
especie de gimnasia o terapia puramente fisiológicas, sino el conjunto de técnicas
desarrolladas en sus diferentes tradiciones para llegar a la liberación de la que
hablábamos antes. No vamos a desarrollar aquí esta cuestión, que desborda el ámbito
del presente artículo, pero sí diremos que hoy, más que nunca, hay que estar atentos a
las innumerables falsificaciones de la verdadera iniciación. Una auténtica organización
iniciática nunca aceptará a cualquiera por el simple hecho que así lo desee, tampoco
aceptará a una persona que pertenezca a una tradición diferente (un cristiano en una
tariqah sufí, por ejemplo), sus directrices no serán de índole moral ni psicológico y
siempre serán estrictamente ortodoxas con respecto a los preceptos y doctrinas de la
tradición, tendrá una cadena de transmisión que deberá remontarse al inicio mismo de
la revelación y, por último, nunca hará proselitismo ni, mucho menos, publicidad.
Así, en la "nueva era", el hombre, dominado por la naturaleza más baja de su ser,
queda sujeto a los continuos vaivenes de la emocionalidad que le impiden obtener la
estabilidad necesaria para llevar a cabo su crecimiento normal. Esta evidente ausencia
de disciplina espiritual no lleva más que a una desmesurada potenciación del ego que,
finalmente, no pretende otra cosa que construir una especie de "super-hombre" al
servicio de sus deseos particulares, llevados por una fascinación por fenómenos tales
como la comunicación con "entidades", "poderes psíquicos" y otros parecidos que se
traduce siempre en un afán por el poder y la superioridad banal y contingente.
No se pretende sin embargo "negar la realidad de los "fenómenos" en cuestión como
tales, y por esto son mucho más peligrosos; lo que rechazamos formalmente es su valor
y su interés, sobre todo desde el punto de vista del desarrollo espiritual, y es
precisamente ahí donde reside la ilusión", nos aclara Guénon. El peligro de esta ilusión
se encuentra en que "en general, el ser que se aferra a estas cosas, después se vuelve
incapaz de liberarse de ellas e ir más allá, y así está irremediablemente desviado; en
todas las tradiciones orientales, se conoce muy bien el caso de estos individuos que
transformados en simples productores de "fenómenos", jamás alcanzaron la menor
espiritualidad. Pero todavía hay más: puede existir aquí una especie de desarrollo "al
revés", que no sólo no aporta ninguna adquisición válida, sino que siempre se aleja más
de la "realización" espiritual; hasta que el ser queda definitivamente extraviado en esas
"prolongaciones" inferiores de su individualidad a las que constantemente hacemos
alusión, y por medio de las cuales sólo puede entrar en contacto con lo "infrahumano"
(8).
En toda civilización tradicional la perspectiva es bien otra; la vida del hombre gira
siempre en torno a la Verdad, estructurando la sociedad de modo que cada individuo
pueda tener acceso a ella en la medida de sus posibilidades. Esta búsqueda implica en
primer término el conocerse a uno mismo', y para ello ha de seguir un proceso en el
que la persona va trasladando su consciencia (ego) en diferentes etapas desde los
niveles más bajos a los más altos. Sin embargo, para que esta ascensión se dé, es
imprescindible que el ego se transmute "muriendo" o disolviéndose al estado o nivel de
partida, para "nacer" o cristalizar en otro superior; ésta es la razón por la que se
prescribe la humildad y el desapego a lo material, tan insistentemente y de modo
unánime en todas las tradiciones, pues es así como se lo libera de las ataduras que lo
retienen posibilitándole el alcanzar estados cada vez más elevados, hasta llegar a la
"identificación suprema" o "liberación", de la que hemos hablado, en el que la
consciencia del "yo" se ha sublimado por completo. Este proceso es descrito como una
verdadera guerra (10) librada contra el "Adversario" (Satán) en el campo de batalla del
alma; el ser que vence queda propietario de aquélla y puede progresar en el dominio
del espíritu (salvación), pero el que es vencido la pierde de modo permanente
(condenación); es para impedir esta última posibilidad y asegurar la primera que la
Tradición proporciona al ser humano el marco y los medios a emplear.
En estas circunstancias cabe preguntarse cómo es posible que la Verdad haya quedado
reducida a su mínima expresión mientras que el error no deja de extenderse cada vez
más rápidamente. Para responder a esta cuestión es necesario recurrir a los datos que
la propia Tradición nos ofrece. Por ella sabemos que todo proceso de manifestación
implica, necesariamente, un alejamiento cada vez mayor del Principio que la origina.
Este alejamiento no es lineal sino que se dan determinadas correcciones (retrocesos)
que retardan el desenlace final, y se produce en un marco cíclico, lógicamente, pues se
parte del Principio y, finalmente, se acaba regresando a Él, última realidad de todo lo
manifestado.
Esta doctrina es conocida en todas las tradiciones, son las edades de oro, plata, bronce
y hierro de la antigüedad greco-latina, o lo que refleja el sueño de Nabucodonosor en
Daniel, II.
Las edades devienen de más en más cortas a medida que decrecen en calidad, cada
una de ellas marca una fase del oscurecimiento gradual de la perfección inicial, que no
es otra cosa que pura espiritualidad, esta degeneración gradual se explica por el hecho
que todo desarrollo cíclico, es decir todo proceso de manifestación, implica
necesariamente un alejamiento progresivo del principio, causa de su desarrollo,
constituyendo verdaderamente un "descenso" que es el sentido real de la "caída" en la
tradición judeo-cristiana (12). "Por lo tanto, desde el punto más alto, tiende
forzosamente hacia abajo y, como los cuerpos pesados, lo hace con una velocidad
siempre creciente, hasta que finalmente encuentra un punto de parada. Esta caída
podría ser caracterizada como una materialización progresiva, porque la expresión del
principio es pura espiritualidad" (13).
La más corta y la peor de todas las edades es, pues, la edad de Hierro o Kali Yuga (edad
sombría en la tradición hindú) en la cual vivimos y en la que nos encontramos, según
todos los cálculos, desde hace más de 6.000 años.
La doctrina de las edades, hay que decirlo, no contradice el libro del Génesis, sino que
sugiere una interpretación alegórica, comúnmente admitida por los antiguos
representantes de la Cristiandad, como los del judaísmo y otras tradiciones. La
etimología de algunos nombres bíblicos señala claramente que no designan únicamente
a individuos, sino a períodos completos de la prehistoria y que el nombre de Adán, en
particular, puede designar no solamente al primer hombre sino también al conjunto de
la humanidad primordial, cuya duración se extiende por varios millares de años.
"Parece que después de todas las indicaciones suministradas por las doctrinas
tradicionales, hayamos entrado verdaderamente en la fase final del Kali yuga, en el
período más sombrío de esta "edad sombría", en el estado de disolución del que no es
posible salir más que mediante un cataclismo, porque no es un simple enderezamiento
lo que es ya necesario, sino una renovación total" (16).
El primero y más corto es de San Pablo, que en su 2ª epístola a Timoteo escribe: "Ten
presente que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles; los hombres serán
egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a los padres, ingratos,
irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados,
enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que
de Dios, que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia." A ésto se
podría objetar que las características mencionadas por San Pablo también se podrían
aplicar a los hombres de otros tiempos. Hay que decir que San Pablo vivió durante el
imperio romano en una fase ya avanzada de su decadencia, conocía muy bien a los
hombres de su época y se puede tener la certeza que la mayoría de ellos no
conjuntaban este abanico de "virtudes", ¿podemos decir lo mismo de los hombres de
hoy? Además hay "cualidades" que son exclusivamente propias de nuestra época, como
"rebeldes a los padres", "irreligiosos" o "más amantes de los placeres que de Dios".
El segundo texto es más largo y más explícito. Pertenece al Vishnu Purana, uno de los
textos sagrados de la India. Escrito hace miles de años, se muestra de una asombrosa
actualidad.
"La riqueza y la piedad disminuirán de día en día hasta que el mundo esté todo
corrompido. Entonces la fortuna conferirá la distinción; la pasión será el único motivo
de unión entre los sexos, la mentira será la única vía empleada para triunfar en los
negocios. La tierra no será respetada más que a causa de los tesoros minerales que
encierra, la deslealtad será el medio universalmente empleado para subsistir; la
arrogancia y el orgullo detentarán el lugar del saber... Los matrimonios no serán más
conformes a los ritos, los deberes de los alumnos hacia sus maestros serán infringidos
como los de los maridos y sus esposas entre ellos. Cada texto de la Sagrada Escritura
será juzgado por cada uno como quiera. Las mujeres abandonarán a sus maridos
cuando éstos caigan en la pobreza y el que distribuya mucho dinero dominará a los
hombres. Los tesoros acumulados serán despilfarrados por ostentación. Los hombres
dirigirán todos sus pensamientos hacia la adquisición de la riqueza y ésta no será
empleada más que para procurar placeres egoístas. Las mujeres seguirán sus
propensiones y serán presas del placer. Los hombres envidiarán la opulencia aunque
ésta fuese adquirida por medios deshonrosos. Nadie querrá deshacerse de la más
pequeña fracción de la más pequeña de las monedas aunque le fuese solicitada por un
amigo.
A medida que la herejía haga nuevos progresos, los sabios podrán apreciar el desarrollo
de la edad de Kali. Es proporcionalmente a la disminución del número de hombres
piadosos que adhieran a las lecciones de los Textos Sagrados que los sabios
constatarán el crecimiento de la influencia de la edad de Kali. Entonces los hombres
engañados por los corruptores, cesarán de adorar a Vishnu, el señor del sacrificio,
creador y señor de todas las cosas, y dirán: ¿Qué autoridad tienen los Textos Sagrados?
¿Qué son Dios y los sacerdotes?".
Pensamos que sobra cualquier comentario, añadiremos sólo que todo desorden
contribuye al orden global, como no puede ser de otra manera desde que se sabe que
la manifestación es un todo perfectamente armónico, imagen pasajera del Creador
Eterno; aunque nosotros no lo podamos observar por falta de perspectiva. Como dice el
proverbio "no hay mal que por bien no venga", sin embargo como dice Guénon: "La
civilización moderna, como todas las cosas, tiene forzosamente su razón de ser, y si ella
es verdaderamente la que termina un ciclo, se puede decir que es lo que debe ser, que
viene a su tiempo y en su lugar; pero no por ello deberá menos ser juzgada según estas
palabras evangélicas demasiado a menudo mal comprendidas: "Es necesario que haya
escándalo, pero ¡ay de aquel por quien llega el escándalo!" (17).
NOTAS
1. J. Frangois Mayer. "Un visage du monde mo-derne: La nouvelle religiosité". En
Masques et vis-ages du spiritualisme contemporain. Ed. Pardés.
2. Citado en Jean Vemette, "La Nueva Era". Tikal.
3. La Tradición siempre conserva un componente oral, imprescindible para la cabal
comprensión de los textos y sus diversas aplicaciones.
4. "Es necesario que Yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Espíritu
Santo; pero si me voy, os lo enviaré; y cuando Él venga, convencerá al mundo". S. Juan,
16, 7-8. "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella". S. Mateo, 16. 18.
5. Rene Guénon. "El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos". ED. PAIDOS.
6. Recogemos esta lista teniendo a la vista una de estas revistas.
7. Ibidem.
8. Rene Guénon. Op. cit.
9. Es el "conócete a ti mismo" de la Academia platónica o "quien se conoce a sí mismo
conoce a su Señor" de un conocido hadit del profeta Muhammad.
10. Así en San Pablo: "revestidos con la Justicia como coraza..., embrazando siempre el
escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del
maligno. Tomad, tamben, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu" (1
Tesalonicenses 5, 8). En un hadit de Muhammad, al regresar de una batalla: "Volvemos
de la pequeña guerra santa y vamos a la gran guerra santa (jihad)", refiriéndose a la
interior e individual de cada uno. En el hinduismo, el Bagavad Gita usa en todo el texto
el simbolismo de la guerra.
11. Rene Guénon. Op. cit.
12. El Génesis relata cómo Adán en el Paraíso terrestre o edad de Oro no muere ni
envejece ni sufre enfermedades o penalidades, vive sin trabajos resguardándose y
alimentándose en y de la naturaleza.
13. Rene Guénon. La crisis del mundo moderno. Obelisco.
14. Carta de R. Guénon a A.K. Coomaraswamy. Citada en "Rene Guénon, temoin de la
tradition". Jean Robin.
15. Rene Guénon. Op. cit.
16. Ibidem.
17. Ibidem.