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Tradición Perenne

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Editorial Redacción
La Conspiración de Acuario: Introducción Marilyn ferguson
Música y Nueva Era Varios
La Nueva Religiosidad Jean-François Mayer
Nueva Era contra Tradición Alexis Hatman

Editorial
Se trata de un monográfico sobre la Nueva Era –New Age- al hilo de lo comentado algunos días atrás en la
lista de correo, y que será seguido por un número posterior en los próximos días, continuación del número 29.
Tenemos que pedir disculpas por la amplitud de su contenido, especialmente el artículo sobre Religiosidad,
pero extractar o resumir los artículos habría dado una imagen pésima sobre lo que pretenden transmitir.
Lo que deslumbra de la Nueva Era son sus imágenes y símbolos. Lo que no se conoce de ella es lo que hay
detrás de las palabras que utiliza -por cierto, aprovechando un momento de memoria, recuerdo que en el
anterior número colocamos un enlace en el editorial para comparar Tradición cristiana y Nueva Era. Es buen
momento para leerlo-, dado que, generalmente, no se llega a profundizar en ellas lo suficiente.
Por ejemplo, Shirley MacLane puede manifestar que aprovechemos la vida viviendo como uno con Dios. Es
más, dice que nosotros somos Dios. Pero no dice de dónde saca esta idea, ni en que antecedentes se apoya, ni
en qué otros argumentos Nueva Era se basa tal afirmación. Solo lo dice. Y la verdad es que resulta agradable:
Nosotros somos Dios. Esto es fácil de entender porque Dios es energía. Dado que nosotros somos energía,
ergo… Claro que después dice que actuemos en consecuencia y, cómo no, tampoco indica de qué forma se
comporta Dios. ¿A qué se refiere?
Otra palabra clave es “profundidad”. La Nueva Era permite conocer al hombre en su interior con más
profundidad, a la humanidad más profundamente, a sentir el amor de manera más profunda, profundidad hacia
el cosmos, la energía, la felicidad, la visión, la simpatía, etc. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Quién? Por ejemplo, una de las
claves, y esta es otra palabra importante, es la universalidad, expresada en el sentido de que la Nueva Era
recoge el sentir, el núcleo, de todas las religiones, las sintetiza. Cabrían las mismas preguntas de hace un
instante. Pero en cuanto a religiones, la cosa se complica. ¿Entran también las animistas, las politeístas, las
enfrentadas, las orientales solo…? Qué hacemos con conceptos como la reencarnación, en la que cree la Nueva
Era, y que casi ninguna Tradición asume, salvo alguna muy antigua como la egipcia. Mezclando reencarnación
y crecimiento interior sobre el núcleo común de todas las religiones, culminará la era de acuario y reinará la
paz y la armonía en todo el planeta y, en ese momento, y dado que, además, somos Dios, Dios dejará de existir
como tal y no hará falta juicio final ni salvación.
Hay otras ideas que son tan importantes como las anteriores: ecología global, vuelta a la naturaleza, libertad e
instinto, maestros que contactan con difusores de la Nueva Era, etc.

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La Conspiración de Acuario
Marilyn Ferguson
Fragmento correspondiente a la Introducción de su libro La Conspiración de
Acuario, Edt. Kairos, Barcelona, 2007

A comienzos de los años setenta, cuando me encontraba preparando un libro sobre el


cerebro y la conciencia, me sentí profundamente impresionada por descubrimientos
científicos que atestiguaban la existencia de capacidades humanas mucho más allá de
las que consideramos «normales». En esa época, la ciencia no se preocupaba
fundamentalmente de las implicaciones sociales de este tipo de investigación, y el
público las ignoraba por completo. Se trataba de investigaciones especializadas,
diseminadas en diversos campos, escritas en lenguaje técnico, y que se publicaban, dos
o tres años después de realizadas, en revistas que se encuentran raramente fuera de
bibliotecas especializadas.

Mientras que la ciencia, siguiendo su modo objetivo de proceder, iba acumulando datos
sorprendentes sobre la naturaleza del hombre y de la realidad, yo me daba cuenta que
cientos de miles de individuos se estaban tropezando, por su parte, con experiencias
subjetivas sorprendentes. Por medio de exploraciones sistemáticas de la experiencia
consciente, valiéndose de métodos muy variados, han ido descubriendo fenómenos
mentales como el aprendizaje acelerado, la conciencia acrecentada, el poder de la
visualización interna para curar y para resolver problemas, o la capacidad de recuperar
recuerdos olvidados... A consecuencia de lo intuido en tales exploraciones veían
modificarse sus valores y relaciones personales. De ahí en adelante abrían sus antenas
en busca de cualquier información que pudiera ayudarles a encontrar un sentido a sus
experiencias.

Tal vez por haber sido uno de los primeros intentos de síntesis en este campo, mi libro
The Brain Revolution: The Frontiers of Mind Research me convirtió en una especie de
oficina central, no oficial por supuesto, a donde acudían, por un lado, investigadores
que adivinaban las implicaciones de sus descubrimientos, por otro, individuos deseosos
de contrastar sus impresiones, o bien periodistas de todo género interesados en
encontrar datos de base con que nutrir el creciente interés por el estudio de la
conciencia. A fin de satisfacer esa aparente necesidad de conexión y comunicación,
comencé a publicar a fines de 1975 un boletín quincenal, el Brain/Mind Bulletin, para
dar cuenta de investigaciones, teorías e innovaciones relativas al aprendizaje, a la
salud, la psiquiatría, la psicología, estados de conciencia, sueños, meditación, y otros
temas relacionados.

El boletín resultó ser un auténtico pararrayos para una energía que yo había
subestimado en gran medida. Efectivamente, la respuesta inmediata vino en forma de
una avalancha de artículos, de correspondencia y de llamadas, confirmando que un
número de personas que crecía rápidamente y sin parar estaba explorando este nuevo
territorio, en el campo más radical de la ciencia, de la experiencia subjetiva. En mis
viajes por todo el país, dando conferencias o asistiendo a coloquios, encontraba
pioneros semejantes en todos lados. Y las nuevas perspectivas estaban comenzando a
ponerse en marcha. El activismo social de los años sesenta y la «revolución de la
conciencia» de los primeros años setenta parecían converger en una síntesis histórica:
el advenimiento de una transformación social como consecuencia de la transformación
personal, cambio de dentro afuera.

En enero de 1976, publiqué un editorial con el título «El movimiento sin nombre».
Reproduzco aquí parte de su contenido:
"Está ocurriendo algo que merece consideración; algo se está moviendo a una
velocidad vertiginosa, algo que no tiene nombre y que escapa a todo intento de
descripción.

A medida que el Brain/Mind Bulletin ha ido informando de nuevas organizaciones,


grupos cuyo interés converge en nuevos enfoques de la salud, educación humanística,
nuevas formas de gestión política o administrativa, nos hemos ido sintiendo
sorprendidos por la cualidad indefinible del Zeitgeist1. El espíritu de nuestra época está
cargado de paradojas. Es al mismo tiempo pragmático y trascendental. Aprecia a la vez
el esclarecimiento y el misterio..., el poder y la humildad..., la interdependencia y la
individualidad. Es simultáneamente político y apolítico. Entre sus protagonistas y
fautores se encuentran individuos que, sin dejar de pertenecer impecablemente al
establishment, se entienden con radicales que en otro tiempo acaudillaban
manifestaciones portando pancartas.

En pocos años, ha contaminado a la medicina, la educación, las ciencias sociales, las


ciencias exactas, e incluso el gobierno y todo lo que implica se han visto contaminados
por «él». Se caracteriza por operar a través de organizaciones fluidas, opuestas a todo
dogma, y que se resisten a crear estructuras jerárquicas. Se guían por el principio de
que el cambio solamente puede ser facilitado, no decretado. Es parco en manifiestos.
Parece dirigirse a algo muy antiguo presente en todo y en todos. Y tal vez, al tratar de
integrar la magia y la ciencia, el arte y la tecnología, consiga triunfar donde hasta ahora
todos los empeños anteriores habían fracasado."
Tal vez, escribía yo, le esté llegando ahora el momento a esa fuerza indefinible, y sea
ya lo suficientemente robusta para recibir un nombre. Pero, ¿cómo caracterizar a esta
marea de fondo?

La respuesta de muchos lectores al editorial y la petición que muchas revistas me


dirigieron, pidiéndome permiso para reproducirlo, me confirmaron que había mucha
gente que estaba viendo y sintiendo esas mismas fuerzas.

Algunos meses más tarde, cuando estaba tratando de esbozar un libro aún no titulado
sobre las alternativas sociales que están emergiendo, reflexionaba una vez más sobre
la forma peculiar que reviste este movimiento: su estilo directivo atípico, la paciencia e
intensidad de sus seguidores, sus éxitos improbables. De pronto, caí en la cuenta de
que por el hecho de estar compartiendo unas mismas estrategias, por los lazos
existentes entre ellos, y por su recíproco reconocimiento por medio de signos sutiles,
los participantes no se estaban limitando a cooperar unos con otros. Estaban siendo
cómplices. Ese «algo», ese movimiento, ¡era una conspiración!

Al principio me resistía a usar este término. No quería convertir en sensacionalismo lo


que estaba ocurriendo. Además la palabra conspiración tiene, por lo general,
connotaciones negativas. Por entonces tropecé con un libro de ejercicios para el
espíritu, del novelista griego Nikos Kazantzakis, en el que decía que deseaba hacer una
señal a sus camaradas, «como a conspiradores», a fin de que se uniesen para salvar el
mundo. Al día siguiente, el periódico Los Angeles Times daba cuenta resumida de un
discurso del primer ministro canadiense, Pierre Trudeau, ante una comisión de las
Naciones Unidas reunida en Vancouver. Trudeau citaba un pasaje del sacerdote y
científico francés Pierre Teilhard de Chardin, en el que éste urgía la necesidad de una
«conspiración de amor».

Conspirar, en sentido literal, significa «respirar juntos». Es una unión íntima. 2


Escogí la
referencia a Acuario, a fin de dejar clara la naturaleza benévola de esta unión. Aunque
no estoy familiarizada con los arcanos astrológicos, me sentía atraída por el poder
simbólico de esa idea difundida en toda nuestra cultura popular: el que tras una era
violenta y oscura, la de Piscis, entramos en un milenio de amor y de luz, «la era de
Acuario», época de la «verdadera liberación espiritual». Esté o no escrita en los astros,
lo cierto es que parece estarse aproximando una era diferente; y Acuario, la figura del
aguador en el antiguo zodíaco, símbolo de la corriente que viene a apagar una antigua
sed, parece ser el símbolo adecuado.

Durante los tres años siguientes, período de búsqueda, reflexión y revisión incesante de
este libro, el título comenzó a divulgarse poco a poco. Invariablemente provocaba
reacciones de sorpresa y regocijo en los propios conspiradores, que se reconocían a sí
mismos como tales y admitían su complicidad en procurar el cambio de las instituciones
sociales o nuevos modos de resolver los problemas o de distribuir el poder. Algunos
firmaban sus cartas como «co-conspiradores», o ponían «A la atención de la
Conspiración de Acuario» en la correspondencia dirigida a mí. La etiqueta parece
apropiada al sentido de solidaridad e intriga anejo al movimiento:

A medida que sus redes se extendían, la conspiración se revelaba más y más real al
paso de cada semana. Por todas partes en el país, y también fuera de él, parecían
estarse organizando grupos de forma espontánea. En sus proclamas exteriores y en sus
comunicaciones internas, todos expresaban la misma convicción: «Estamos asistiendo a
una gran transformación...», «en este período de despertar cultural...» Los
conspiradores me ponían en contacto con otros conspiradores: políticos, ejecutivos de
la empresa pública o privada, celebridades, profesionales que intentaban cambiar de
profesión, y gente «corriente», que estaban realizando auténticos milagros de
transformación social. Estos, a su vez, me ponían en contacto con otros y con sus redes.

Recibí ayuda en las formas más diversas: asesoramiento en investigación, directrices,


folletos de circulación interna de unos u otros movimientos, libros y artículos, críticas y
dictámenes de especialistas a los diversos borradores del manuscrito, ánimo, y
colaboraciones de todo tipo, tratando de ayudarme a descubrir toda la rica historia de la
visión transformativa. Ninguno de cuantos me ayudaron pidió a cambio reconocimiento
alguno, sólo querían que otros sintieran lo que ellos habían sentido, que atisbaran el
potencial que tenemos en común.

A fines de 1977, a fin de comprobar mi propia idea de la conspiración y las opiniones de


sus seguidores, envié unos cuestionarios a doscientas diez personas implicadas en
tareas de transformación social en áreas muy diversas 3.

Respondieron ciento ochenta y cinco personas representantes de campos y modos de


vida muy distintos. Aunque algunos son bien conocidos, y unos cuantos incluso
famosos, la mayoría es gente cuyos nombres son fundamentalmente desconocidos
fuera de sus círculos habituales. Solamente tres solicitaron guardar el anonimato;
realmente, ésta es una «conspiración abierta».

A pesar de todo, he procurado no identificar a los participantes en conexión con sus


respuestas al cuestionario, aunque aparecen en el texto los nombres de muchos de
ellos que han expresado también públicamente sus opiniones. No me parece
conveniente asociar la conspiración a determinadas personalidades. Individuos que han
estado trabajando en silencio en favor del cambio, podrían encontrar duro seguir
funcionando al descubierto, una vez identificados. Y lo que es más importante, alguien
podría empezar a establecer diferencias artificiales entre quiénes son y quiénes no son
conspiradores.

Focalizar la atención en los nombres sería hacer justamente lo que no se debe hacer;
cualquiera puede ser un conspirador.

Lo mismo que, al principio, cuando estaba componiendo los primeros esbozos de este
libro, dudaba si usar la palabra conspiración, también la palabra transformación me
daba miedo. Tenía una connotación de cambios demasiado grandes, tal vez imposibles.
Y sin embargo, el uso de esta expresión se ha hecho muy común, y parece que hoy
estamos todos convencidos de que nuestra sociedad está necesitada de una
remodelación y no meramente de un arreglo. La gente habla hoy libremente de la
necesidad de transformar esta o aquella institución o este o aquel procedimiento, y los
individuos se recatan menos de hablar de su propia transformación, ese proceso en
curso que ha cambiado el tenor de sus vidas.

Desde luego, atraer la atención hacia este movimiento, hasta ahora anónimo, y que con
tanta eficacia ha operado lejos de toda publicidad, no deja de tener sus riesgos.
Siempre existe la posibilidad de que este vasto reajuste cultural sea asimilado,
trivializado o explotado por el sistema; efectivamente, eso ya ha ocurrido en alguna
medida. Y existe también el peligro de que las insignias y símbolos de la transformación
puedan ser tomados por algunos como si fueran el mismo y difícil camino para llegar a
ella.

Pero sean cuales sean los riesgos que comporte su desvelamiento, esta conspiración,
profundamente enraizada desde antiguo en la historia humana, nos pertenece a todos.
Este libro trata de cartografiar sus dimensiones, tanto en favor de quienes, participando
de ella en espíritu, ignoran cuántos otros comparten su sentido de lo posible, como en
favor de aquellos que andan desesperados pero estarían deseosos de comprobar
alguna evidencia favorable a la esperanza.

Como al fijar las coordenadas de una nueva estrella, el hecho de poner nombres y de
trazar un mapa de la conspiración lo único que hace es hacer visible una luz que había
estado ahí todo el tiempo, pero que no acertábamos a ver porque no sabíamos bien a
donde mirar.

MARILYN FERGUSON
Los Angeles, California
Enero 1980

Música y Nueva Era


Varios
Letras de canciones que se suponen marcaron una época en el cine musical y,
según la opinión de muchos, también marcaron el comienzo de la época
conocida como Nueva Era. No obstante, la mayor parte de la música que en la
actualidad se asocia a la Nueva Era tiene más que ver con la música etiquetada
como de relajación o armonización, sin letras ni tensiones. Uno de sus máximos
exponentes es Steven Halpern, cuya definición de música Nueva Era puede
verse en http://www.alterguia.com.ve/MUSICA/que_es.htm.

Aquarius (Gerome Ragni, James Rado y Galt Superstar Letra: Tim Rice; Música: Andrew
McDermott) y Let the Sunshine in Lloyd Webber; Versión española: Ignacio
(del musical Hair, versión dirigida en cine por Milos Artime y Jaime Azpilicueta (de la ópera
Forman, 1979, la versión teatral es de 1968,
musical Jesuschrist Superstar)
reestrenada en 1999)
Judas:
Cuando la Luna esté en la Séptima Casa,
Cuanto más te miro menos puedo
y Júpiter se alinee con Marte,
entender
entonces la Paz guiará a los Planetas,
Porque has dicho no a lo que supiste
y el Amor conducirá a las Estrellas. emprender
Hubieras podido realizar nuestros sueños
Es el amanecer de la Era de Acuario... ¿Cómo no viniste en otro tiempo y lugar?
la Era de Acuario Hoy con tantos medios de comunicación
¡Acuario! Hubieras podido levantar una nación
¡Acuario! Coro y Judas:
Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Abundarán la armonía y la comprensión, Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
la simpatía y la confianza, Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
no habrá más engaños ni más burlas: Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
una vida dorada, sueños de visiones, Jesucristo, Jesucristo
una revelación mística cristalina, ¿De qué ha servido tu sacrificio?
y la auténtica liberación de la mente Jesucristo, Jesucristo
¡Acuario! ¿De qué ha servido tu sacrificio?
¡Acuario! Jesucristo Superstar
Dime que eres al que hay que amar
Cuando la Luna esté en la Séptima Casa, Jesucristo Superstar
y Júpiter se alinee con Marte, Dime que eres al que hay que amar
entonces la Paz guiará a los Planetas, Judas:
y el Amor conducirá a las Estrellas. Dime lo que piensas de los que como tú
Se sacrificaron para la multitud
Es el amanecer de la Era de Acuario... Buda y Mahoma y todos los profetas
la Era de Acuario Quedaron o pasaron cual fugaces cometas
¡Acuario! Todo lo sabías, te dejaste matar
¡Acuario! Eras el Mesías y eres ya Superstar
Coro y Judas:
Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Let the sunshine in Quiero preguntarlo, quisiera saberlo
Let the sunshine, let the sunshine in Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
The Sunshine in Quiero preguntarlo, sólo quiere saberlo
Let the sunshine, let the sunshine in Jesucristo, Jesucristo
The sunshine in ¿De qué ha servido tu sacrificio?
Let the sunshine, let the sunshine in Jesucristo, Jesucristo
The Sunshine in ¿De qué ha servido tu sacrificio?
Let the sunshine, let the sunshine in Jesucristo Superstar
The sunshine in Dime que eres al que hay que amar...

La Nueva Religiosidad
Jean-François Mayer
Artículo aparecido en el número 1 de la revista Letra y Espíritu, Encarte
Editorial SL, L´Hospitalet (Barcelona), julio 1998. Única en su género en
España, estas páginas de estudios tradicionales merecen leerse con atención.
Para información adicional, por favor consulten los enlaces:
http://www.geocities.com/revistalye/,
y
http://cabalgandoaltigre.wordpress.com/2006/05/18/vuelve-la-publicacion-
%E2%80%9Cletra-y-espiritu%E2%80%9D/.

Ocurrió fuera de una reunión en los locales de la ONU, donde se reencontraron


discípulos de gurús hindúes, entusiastas de la NEW AGE y algunos otros idealistas para
promover la idea de un mundo mejor. El joven de mirada un poco fija vestía
elegantemente, venía de los Estados Unidos y pertenecía a una nueva religión
fundada en la India. "¿Mi itinerario? Hacía tiempo que me interesaba en la espiritualidad
pero no había gran cosa en mi región. Un día que debía ir por asuntos de negocios a
San Francisco... ya saben, un sitio muy "espiritual"... cogí la guía de teléfonos y
seleccioné una quincena de centros. Las horas de meditación de sólo un centro entre
todos coincidía con las del tiempo libre que me dejaba mi trabajo. ¡He aquí como me
volví miembro del movimiento!"

Antes de comprometerse en la vía hacia la iluminación este americano pragmático ya


conocía una gran verdad: hoy en día nada se parece más a la "búsqueda espiritual" que
a un vasto supermercado donde uno hace sus compras pasando de una sección a otra,
comparando los productos ofrecidos y eligiendo lo que le convenga. Esto es más que
una metáfora: en 1986, la Oficina de protección del consumidor (!) de Quebec,
subvencionó una propuesta presentada por el grupo antisectas "Projet Cuite"
(rebautizado después "Infoculte") sobre ¡Las dificultades ligadas al consumo
encontrados por los consumidores de ciertos movimientos religiosos y pararreligiosos
de la provincia de Quebec"!

Consumidores, asociaciones de defensa del consumidor... y vendedores, los negocios de


los mercaderes del templo no han sido nunca tan florecientes. Por ejemplo, cierta
señora encontrada en el stand de una "feria del esoterismo" donde, al lado de iconos,
vendía mensajes recibidos por channeling: "¿Está realizando un trabajo de
investigación? ¡Es maravilloso, tenemos que volvernos a ver, usted podría aconsejarme
qué productos tienen mejor perspectiva en este sector!".

No hay necesidad de largas encuestas para saber que la moda es la NEW AGE. Una
moda que surgió en el curso de los años setenta en los Estados Unidos y que ha hecho
furor desde hace cierto tiempo en Alemania y que ha irrumpido más recientemente en
los países francófonos, aunque de creer a Fritjof Capra, el concepto comienza a ser
dejado atrás en California (1): debido a la necesidad' de estar siempre en marcha
cuando uno quiere estar en la vanguardia... Pero no es más que una cuestión de
palabras, tanto si la New Age no debía rebelarse más que como una moda pasajera de
la que otras designaciones tomarían el relevo, esto no cambiaría en nada el fondo del
asunto. La New Age representa una cristalización de fragmentos neo-religiosos en
circulación. Todo esto no va a desaparecer, independientemente de las etiquetas
cambiantes.

Ni la "nueva conciencia religiosa" ni la New Age son fenómenos "nuevos", la novedad


consiste en la popularización creciente de ciertos temas, en la ampliación de su
audiencia, en su banalización mediática. Históricamente esto se inscribe en la
continuidad de una tradición de religiosidad paralela. Uno no puede aclarar
adecuadamente estos fenómenos sino situándolos en una perspectiva diacrónica; el
especialista americano J. Gordon Melton observa: "(...) Esto que se ha dado en llamar la
nueva consciencia religiosa es idéntica bajo todos sus aspectos a las viejas enseñanzas
oculto-teosóficas. Esta identidad sugiere además la expansión de las religiones
alternativas en los años setenta. No es por lo tanto un nuevo acontecimiento en la
cultura occidental sino más bien la continuación del florecimiento del misticismo oculto
y del pensamiento oriental que comenzó en el siglo XIX (2)".

Del espiritismo al channeling

Évola no es el único en ver en el espiritismo la "vanguardia del nuevo espiritualismo";


es el punto de paso obligado de todo acercamiento histórico. La acogida del espiritismo
"ayuda a preparar los espíritus en Europa y en América a revelaciones más sofisticadas
(...). De una simple hospitalidad divertida hacia los milagros, muchos frutos extraños y
exóticos podrían crecer" (3).

El espiritismo es el hijo de una época donde las creencias tradicionales se batían en


retirada por el avance de una ciencia imperialista y triunfante. El espiritismo -como
otras corrientes neo-religiosas después de él- aspira a ser el lugar de una reconciliación,
de una síntesis: "Sólo el espiritismo puede establecer la relación entre la ciencia y la
religión", exclamaba Léon Denis en el Congreso espirita universal de 1913 (4). "El
espiritismo es moderno, cartesiano en el sentido vulgar de la palabra", señala el
historiador Régis Ladous (5). Se propone combatir el materialismo pero a través, de un
acercamiento que procede de la misma mentalidad, ya que se trata de aportar
"pruebas" -lo más tangibles posibles- de la supervivencia del alma. Uno encontrará la
misma sed de fenómenos tangibles y de explicaciones "científicas" de lo sobrenatural
en la creencia neo-religiosa de los extraterrestres (6), y no es una mera coincidencia si
uno descubre más de un punto de contacto entre espiritismo y sucubismo (7). ¡Después
de los espíritus, los "hermanos del espacio"! Cuando el cielo se vacía de ángeles se
llena de extraterrestres...

Ironías de la historia: al principio era el espiritismo y al final surgió el Channeling, que


no es otra cosa que el espiritismo acomodado al estilo New Age; con ciertas diferencias,
seguramente, el channeling no ha heredado del espiritismo el gusto por los
"fenómenos" materiales, uno no encuentra más la expresión de espíritus de difuntos (o
que pretendan serlo) sino la de entidades variadas, expresiones del inconsciente, según
las diferentes teorías adelantadas (8). Se tratarían de mensajes que provienen "de toda
fuente mental que se encuentra fuera del consciente o del inconsciente ordinario de
una persona y no de cualquier otro encamado sobre el plano físico de realidad" (9).

La moda del channeling parece tener su punto de partida en los mensajes recibidos por
la americana Jane Roberts (1929-1984) que, supuestamente, provenían de una entidad
llamada "Seth", que se manifiesta en 1963, en el tiempo en que Jane Roberts y su
marido empezaban a dedicarse a algunas experiencias espiritistas. Las numerosas
comunicaciones recibidas de Seth forman el contenido de numerosos volúmenes
publicados en inglés y progresivamente traducidos a otras lenguas. En ellos se da una
visión crítica de las religiones tradicionales, consideradas como pertenecientes a un
pasado caduco: "Vuestros conceptos religiosos cambiarán considerablemente, y las
imágenes asociadas a ellos"(10). Los conceptos orientales también son criticados, pues
la "aniquilación de vuestra personalidad" que entraña el "nirvana", según Seth,
impediría la expresión de la individualidad (11).

Creyendo a Seth el hombre dispone de un potencial casi ilimitado: "Nunca lo repetiré lo


suficiente: Vuestras creencias forman vuestra realidad, vuestro cuerpo y su condición,
vuestras relaciones personales, vuestro entorno, y en conjunto vuestra civilización y
vuestro mundo" (12).

"Los demonios de todo género son el resultado de vuestras creencias. £//os han nacido
de una creencia en la culpabilidad "anormal" (unnatural). Vosotros podéis
personificarlos y podéis igualmente encontrarlos en vuestra experiencia, pero aún así
son el producto de vuestra inconmensurable creatividad, aunque formados por vuestra
culpabilidad y vuestra creencia en ello" (13).

"Crear vuestra realidad" era el tema de un reciente número de una revista francesa
consagrada al channeling (y gozando de un "contrato de exclusividad sobre numerosos
textos de channels americanos"). Desde esta óptica, el concepto mismo de verdades
inmutables o puntos de referencia fijos parece borrarse, diluirse en un evolucionismo
sin fin: "Vuestra realidad (en tanto que estéis en la tierra) debe ser establecida día a
día, lo que aprendéis hoy aprenderéis mañana a cambiar el sentido, pues habréis
aprendido alguna cosa nueva que contradirá lo que teníais por verdadero hasta hoy"
(14).

El channeling aparece como la culminación de una religiosidad completamente


individualizada y por ello completamente adaptada a la mentalidad moderna, hasta el
punto de poder tomar contacto por teléfono con la entidad "Lazaris" por el precio de 53
dólares por 30 minutos, indicando el número de su tarjeta de crédito (15). Cada uno
puede creer lo que quiera según su fantasía del momento y se encuentra además
alentado a entrar él mismo en relación con esos otros "niveles de realidad". Los editores
publican unos "manuales de comunicación espiritual" con el fin de aprender a "volverse
un canal". Con la ayuda de estas técnicas uno encontrará evidentemente la
confirmación de todo aquello que tenga necesidad de creer, tanto más que los autores
animan al neófito "a conceder importancia sólo a las informaciones que encuentren un
eco en lo más profundo de vuestro ser, rechazando todas las otras. Tener confianza en
vuestros mensajes y percepciones interiores" (16). Los criterios de discernimiento
propuestos son bastante rudimentarios: "(...) dejad a vuestro guía entrar
completamente en vuestra aura. Su vibración es muy ligera, llena de atención y
sabiduría (...) Debería ser una sensación de bienestar. No continuéis abriéndoos a no
ser que sintáis que vuestro guía es elevado y que afirme claramente que viene de la luz
(sic!). Si tiene una sensación de pesadez, de resistencia, de negatividad, no continuéis
dejándole venir. Pedid un guía más elevado y pedidle a éste que se vaya" (17).

Aparentemente los autores del manual no han oído nunca hablar de la aptitud de las
entidades bastante dudosas que se presentan bajo las formas más risueñas o como
ángeles de luz, hasta el punto de haber triunfado frente a ascetas experimentados...
Uno se encuentra confesiones involuntarias en otros textos: "Los guías no tienen forma,
escogen una que os dé confianza para tratar de comunicar con vosotros. Si confiáis en
un bello anciano con aire de sabio, esa es la forma que tomará vuestro guía. Si, al
contrarío, tenéis necesidad de alguna cosa dulce y sutil, vuestro guía aparecerá bajo
una forma femenina" (18).

En el mismo volumen, y en la misma página, el lector es incitado a no preocuparse de


saber si él inventa o no lo que cuenta y a no hacer del diálogo con los guías algo serio. Y
la obra termina con este benévolo consejo: "¡Divertíos!" Sin precisar que se trata de un
juego peligroso...

Los "guías espirituales" serían, nos afirman, estos famosos seres reencontrados en la
muerte, tan a menudo evocados en una literatura en pleno apogeo: "cuando dejéis
vuestro cuerpo, os esperarán para guiaros en vuestra evolución" (19). No es
sorprendente que el desarrollo del channe-ling siga de cerca el éxito de toda una serie
de libros sobre el mismo tema de "la vida después de la vida". Se trata de preguntas
legítimas, sobre todo en una época que se esfuerza en ocultar la muerte, y no hay lugar
de burlarse de aquellos que se las realizan. Pero hace falta señalar al mismo tiempo el
carácter sospechoso de "respuestas" aportadas por toda esta literatura actual, así como
lo ha mostrado notablemente el hieromonje Seraphim Rose (1934-1982) en una obra
sobre estas cuestiones (20). Las creencias desprendidas de estas experiencias tan
largamente difundidas contradicen netamente ciertos trazos esenciales de datos
tradicionales para no despertar nuestra desconfianza.

Nuevos movimientos religiosos y llamada de Oriente

Para resumir, del espiritismo al channeling hemos juntado la punta extrema de la


disolución espiritual contemporánea y sus producciones más suaves. Pero el panorama
actual presenta una cambiante diversidad. Hace falta guardarse de las demasiado
cómodas descripciones que reducen a sus aspectos más caricaturescos un universo con
expresiones múltiples y a veces incluso contradictorias. Las generalizaciones
precipitadas no favorecen una comprensión adecuada y todo análisis debe reposar
sobre una sólida base documental.
Al lado de los aspectos "invertebrados" de una nueva religiosidad difusa y do it yourself,
otras vías se presentan bajo formas más estructuradas. Estos "nuevos movimientos
religiosos" (así es como los designan generalmente los sociólogos) han sido a veces
objeto de vivas controversias en el curso de los veinte últimos años, pero hace falta
sobre todo tratar de comprender aquí el significado de su aparición. A pesar de estar
adaptada a las circunstancias del mundo moderno, la nueva religiosidad puede también
expresar una paradójica aspiración a escapar a través de ésta. ¿Si el espiritismo ha
conocido tanto éxito, no ha sido, después de todo, porque parece constituir una réplica
posible al materialismo? De la misma manera, los nuevos movimientos religiosos (de los
cuales no hace falta sobreestimar el impacto numérico) atraen frecuentemente a seres
de un valor real que podían haber encontrado en una vía tradicional si las
circunstancias hubiesen sido favorables.

Las polémicas alrededor de los nuevos y diversos movimientos religiosos no deben


llevarnos a falsear las perspectivas. Los nuevos movimientos religiosos y la nueva
religiosidad no son tanto una causa de la desorientación del mundo moderno como una
consecuencia de éste. Si el mundo occidental parece hoy en día privado de una
tradición orientativa, es en sí mismo que debe buscar las raíces de esta confusión. En
un esclarecedor estudio, Philip Sherrard ha puesto en evidencia la ineluctable evolución
teológica y filosófica de Occidente, desde hace siglos, que ha entrañado la aparición de
la mentalidad moderna cortada de la dimensión espiritual, con las consecuencias que se
conocen sobre todos los planos:

"El hombre ha perdido el sentido de su papel como mediador entre Dios y el mundo
(...). Un orden social que priva al hombre y sus prácticas de su cualidad sacramental
está ya muerto, sea cual sea la actividad frenética que pueda parecer manifestar".

"La principal herejía del hombre moderno a su propio respecto, consiste en el hecho
que piensa que es o que puede ser hombre sin ninguna relación dinámica interior con
Dios, sin esta reciprocidad y esta interpenetración de lo divino y de lo humano de la
cual el Lagos encarnado es el modelo (...). La aserción de que el hombre es
simplemente humano ha tenido por resultado una deshumanización quizás sin
parangón en la historia del mundo" (21).

"El cristianismo occidental se ha transformado en humanismo" estimaba el P. Justin


Popovitch (1894 - 1979) (22), aunque lapidaria y merecedora de matices, la fórmula
pone el dedo sobre una innegable tendencia. Los indiscutibles juicios de valor de Évola
sobre el tema del cristianismo y su incomprensión a este respecto reflejan sus prejuicios
anticristianos o más bien anticatólicos, pero es interesante remarcar que responden en
buena parte a la imagen ofrecida por la evolución histórica del cristianismo occidental,
evolución íntimamente ligada al proceso analizado por Sherrard. Pues el catolicismo
romano moralizador, juridizante y transformado en sistema (23), tal como podía
observarlo Évola, se encontraba lejos de la tradición patrística, por ejemplo de la
doctrina de la deificación, a la cual Évola hace una breve alusión; a través de la
Encarnación, la integridad de su naturaleza es restituida al hombre, se abre la
posibilidad para él de encontrar su sitio dentro de la descendencia divina y la
perspectiva de una transfiguración cósmica se hace posible.

En cuanto a la situación espiritual en la cual se encuentra el Occidente del siglo XX, no


hace falta sorprenderse del desarrollo de aspiraciones confusas hacia "otra cosa"
desembocando especialmente sobre los senderos de la religiosidad paralela; este
aspecto ha sido bien señalado por Évola en el capítulo inicial de la presente obra (*).
Nosotros no podemos abordar aquí las diferentes categorías de nuevos movimientos
religiosos (24). Nos limitaremos al apasionante fenómeno intercultural que representa
la incorporación de movimientos neo-orientales en Occidente. La "llamada de oriente"
es un proceso doble; la fascinación de círculos de occidentales por Oriente ha
encontrado una pulsión misionera de grupos orientales (25).

La Sociedad teosófica, fundada en 1875, no fue la única fuente de interés por Oriente,
aunque jugó un papel importante en la historia de la religiosidad paralela
contemporánea, y no es por casualidad que se encuentran señales de la influencia
ejercida por sus ideas en corrientes diversas a veces inesperadas, desde la New Age al
aryosofismo (26). En 1878, Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) y Henry Steel Olcott
(1832-1907) embarcaron con destino a la India. Apenas desembarcó en Bombay, en
1879, el primer gesto de Olcott fue el de arrojarse a tierra para abrazar el "suelo
sagrado" de la India, esta "cuna de las religiones", "sitio de residencia de los Maestros".
Con sagacidad, los comentarios de Ellwood han puesto en evidencia el significado
profundo de esta migración a la india -o más bien hacia "la idea de la India y de sus
realidades invisibles"-. Un viaje "hacia otro estado espiritual más que hacia otro país";
un viaje que constituye el modelo original de tantos otros peregrinajes hacia Oriente a
finales del siglo XX (27).

La literatura teosofista contribuirá notablemente a popularizar varios conceptos de


origen oriental en Occidente y la Sociedad teosófica jugará un papel no despreciable en
las tentativas de "revitalización" del hinduismo y del budismo; en Ceylan, Olcott, se
comprometerá así en una intensa actividad para reforzar el budismo frente a los
ataques de las misiones cristianas; sobre otro plano la Sociedad teosófica ejercerá una
influencia sobre la fundación y los primeros desarrollos del Congreso Nacional Indio.

El mensaje teosofista no querrá ser simplemente espiritual sino también científico,


prefigurando en ésto el acercamiento de muchos de los movimientos espiritualistas
posteriores: "Como la ciencia, la teosofía trata de los hechos que ella clasifica y de
donde saca las leyes, teniendo en cuenta los hechos adicionales todavía desconocidos
de la ciencia. Lo que es rigurosamente científico es teosófico, de la misma manera que
lo que es verdaderamente teosófico está en armonía con los hechos, y por ello científico
en el más alto grado" (28).

Todo lo "sobrenatural" no sería más que el producto de la acción de leyes "rebasando


nuestro nivel actual en la evolución", pero los poderes ocultos necesarios para
conocerlos "se desarrollan normalmente con la marcha de la evolución" (29). En un
gigantesco proceso evolucionista, de unas razas y subrazas sucesivas que aparecen, y a
través de las reencarnaciones "puede ser cumplido el progreso incesante de millones
de innumerables Egos que marchan hacia su perfección y su reposo final". Encontramos
la herencia de este evolucionismo en grandes sectores de la religiosidad paralela, y
singularmente en las corrientes de la New Age.

Grupos y literatura teosófica preparaban un auditorio atento para los primeros maestros
espirituales orientales que irían a aventurarse a Occidente. Nosotros nos limitaremos a
la India, pero las mismas observaciones podrían ser hechas en otros contextos. Se sabe
que el hinduismo no constituye una tradición religiosa muy misionera. Un discurso
"universalista" se hizo sitio en el siglo XIX en ciertos sectores del hinduismo; "Parecía
imposible a la mente moderna defender el dharma solamente como religión de los
hindúes. El dharma es universal, creado para toda la humanidad" (31). Esta evolución
estaba ligada al choque del contacto con el Occidente imperialista, y el especialista
alemán Reinhart Hummel sugiere que no es por azar que los orígenes de la misión neo-
hinduista se encuentren en las regiones que han sido más directamente confrontadas:
"Los gurús misioneros se inscriben en el cuadro de un contra movimiento que responde
a la provocación del colonialismo occidental, al proselitismo cristiano y al sentimiento
de superioridad de la civilización europea, por esta razón, se ha podido también hablar
de una contramisión" (32).

Según Otto Wolff, "la actividad religiosa moderna del hinduismo es el resultado de tres
estados de desarrollo". El primero habría sido el de la asimilación de elementos de
origen occidental, ilustrado por el caso de Brahmo Samaj, con la creencia en una
religión universal depurada que sería la esencia misma del hinduismo, las categorías
occidentalocristianas servirían para redescubrir los valores de la tradición indígena y
revivificarlos en una nueva perspectiva. El segundo estadio es definido por Wolff como
el de la consolidación exclusivista, del que un ejemplo es el Arya Samaj, se trata de
sacar fuerzas en una síntesis con Occidente, si no se quiere encontrarlas únicamente en
las fuentes interiores propias del hinduismo. Finalmente la tercera fase, que es la de la
expansión, que inaugura históricamente Swami Vivekananda (1862-1902) dirigiéndose
en 1893 al Parlamento de las religiones de Chicago: el hinduismo tiene un mensaje
religioso para el mundo entero y toma una tonalidad universalista (33).

"La India, una vez más, debe asumir el papel de gurú de la humanidad", proclama el
célebre Sathya Sai Baba". Nos encontramos frente a un fenómeno típico de
revitalización; el mensaje se adapta a las nuevas circunstancias. La India (o en otros
escenarios el Japón) continúa siendo considerada como una tierra sagrada, pero su
misión es universalizada; de ahí la curiosa mezcla de temas ultranacionalistas y
universalistas que se presencian en ocasiones...

Seguramente muchos hinduistas continúan rechazando, como en el pasado, la


conversión de los no hindúes. Pero el fenómeno neo-hinduista merece interés por
múltiples razones; para empezar es el signo indicador de mutaciones que afectan a
sectores del hinduismo, seguidamente, la simple presencia de discípulos de diferentes
gurús hindúes en los países occidentales muestra todo el camino que ha sido recorrido
desde el viaje de Blavatsky y de Olcott hacia la India. Finalmente el neo-hinduismo
misionero no está sin puntos de contacto con un hinduismo político-religioso militante
en la misma India.

Las teorías desarrolladas en algunos de estos grupos reservan sorpresas al


investigador. También las publicaciones de "Voice of India" llaman a una verdadera
movilización del hinduismo contra las religiones semíticas para poner un dique a la
subversión de las "fuerzas extranjeras", tales como el cristianismo y el islam: "La
sociedad hindú debe comprender claramente aquello a lo que se enfrenta bajo la forma
del cristianismo y del islam que no son religiones sino ideologías imperialistas cuyo
apetito ha sido aguzado para la conquista de una gran parte del mundo" (35). Estos
militantes hindúes se proponen no solamente evitar a la India esta invasión ideológica
sino que llegan también a concebir sorprendentes proyectos con el fin de "liberar" a los
occidentales de ellos mismos:

"La espiritualidad hindú, que conserva todavía su antigua intuición y su genio, debe
ayudar a muchas sociedades de Asia, África, América, Europa y Oceanía a rechazar el
monoteísmo y a volver a dar vida a sus antiguos dioses y diosas. Esta es la única vía
hacia su emancipación espiritual y cultural del yugo imperialista del cristianismo y del
islam." (36)

Admitamos que se trata sin duda de un caso extremo, pero revelador de un mundo
donde, sobre el plano espiritual también, mutaciones y conflictos así como
convergencias imprevistas pueden producirse. Es importante estar atento a todos los
aspectos y puestas en juego posibles si se quiere tener alguna posibilidad de ver más
claro.

Ante todo no es el número de los discípulos de los gurús neo-hindúes en Occidente los
que retienen la atención: incluso juntos estos movimientos no reúnen nada más que
una fracción poco importante de la población occidental. El aspecto chocante consiste
en la rapidez de aclimatación de estos grupos en el contexto occidental y en la
multiplicación del número de movimientos (más que en el número de adeptos). La
palabra "gurú" ¿No pertenece hoy al vocabulario corriente?, con toda la devaluación
que esto implica.

Enseñando el sahaja yoga, shri Mataji Nirmala Devi es una de las mujeres-gurús más
activas en estos últimos años. Desde hace algún tiempo, los anuncios publicitarios que
anuncian sus reuniones no dudan en presentarla como el "Espíritu Santo", lo que es, de
paso, una buena indicación de la tendencia sincrética que se reencuentra a menudo.
Durante el curso del verano de 1990, efectuó una gira por varios países de Europa del
Este; en efecto la mayor parte de nuevos movimientos religiosos se precipitan hacia el
vasto campo misionero que le abrían los trastornos en los países que pertenecían al
bloque comunista. A la vuelta de su gira, Shri Mataji acordó una entrevista a un
periódico hindú al que hizo unas candidas confidencias que lanzan interesantes luces
sobre el nacimiento de un gurú:

"Estuve con todos estos gurús para ver lo que hacían, cómo trabajaban y todo eso,
simplemente por estudiarlos. Yo nací como alma realizada. Habría podido dar también
la realización a una o dos personas, pero mi idea era encontrar un medio por el cual
podría dar la realización en masa. Fui a ver a Swami Muktananda y a todos los otros; fui
a ver a Rajneesh (...). Descubrí que no había gurús, que eran falsificaciones la mayor
parte de ellos. Entonces me dije:"Si es ésto lo que estos gurús hacen, más vale probar
yo misma". Entonces me quedé sentada bajo un árbol cerca de la ribera durante toda la
noche (...) Y fue en ese día que el séptimo chakra se abrió y que vi como Kundalini
ascendía" (37).

¡Un gurú más vino así a añadirse a todos aquellos que se disputan las partes de un
mercado ya encumbrado! Alrededor de cada gurú, sus discípulos se apresuran a crear
una leyenda dorada, cuando no le reconocen un estatuto casi divino de avatar, el cual
tiende a la inflación desde Ramakrishna (38). El médico francés Jacques Vigne aporta
una constatación lúcida: "(...) los indios lo saben, hay menos riesgos en llegar a ser
discípulo que gurú! El daño mayor es confundir la devoción de sus discípulos hacia el
arquetipo que encarna a sus ojos con el culto de su propia personalidad. ¡Su "ego" corre
el riesgo de inflarse desmesuradamente! Esta distinción es difícil de mantener, pocos
llegan a lograrlo completamente. Para un occidental, este riesgo está agravado por
aquel inherente al paso de una tradición a otra" (39).

Sin duda no hace falta ir a buscar más lejos la explicación de frecuentes "patinazos"
observados. Para resistir a la adulación de los discípulos, por otro lado
complacientemente alentados por algunos gurús, hace falta tener un desapego y una
humildad poco común. La embriaguez puede fácilmente ganar hasta a un ser sincero.
Bastantes "maestros" ganarían mucho meditando en el ejemplo de San Daniel el Estilita
(+ 493); él no atribuyó jamás a su propia virtud los innumerables milagros que se
producían con su contacto y permaneció en la humildad más allá de la muerte, pidiendo
ser enterrado bajo las reliquias de los santos mártires, con el fin de que fuese a ellos
todo el mérito de la intercesión por las plegarias escuchadas en su tumba.

Las raíces espirituales de la Nueva Era

Pero, ¿los gurús todavía hacen y deshacen? La moda hoy en día es la Nueva Era. Hace
falta saber qué es la Nueva Era, se oye hablar de la espiritualidad de la Nueva Era, de la
música New Age ¡y también de la política o de management New Age!

Nada sorprendente si las definiciones quedan borrosas; no se trata de un movimiento


estructurado, con sus fundadores y sus criterios de pertenencia, sino de individuos y de
grupos que se reconocen más o menos en una visión común. Entramos en la era de
acuario y ésta debería presidir a una civilización caracterizada por cualidades de
armonía, de paz y de cooperación. Nuestra época se aprestará, pues, a conocer un
"cambio de paradigma". El sueño de la New Age es el de una transformación planetaria.
Este espíritu de reencantamiento del mundo no podía faltar de volver a encontrar la
religiosidad paralela.

A pesar de la dificultad de poder precisar los denominadores comunes de las tendencias


vagas y difusas que constituyen, según la expresión de Gottfried Küenzlen, el "síndrome
de la Nueva Era" uno puede identificar tres: la creencia en el poder de la consciencia,
una convicción evolucionista y una visión del mundo holística (40).

Transformando nuestra conciencia (individual y colectiva) podemos transformar el


mundo, esta certeza se encuentra en el corazón de la ideología de la Nueva Era. Un
curioso espécimen es el "Proyecto Hambre", puesto en marcha principalmente por
Werner Erhard (fundador controvertido de la "psicotécnica"); no se trata tanto de
socorrer a los hambrientos como de crear un contexto en el cual pueda nacer la
convicción de que es posible "poner fin al hambre", pues "la persistencia del hambre
está condicionada por el hecho de que creemos en nuestra impotencia". Según Erhard,
"el contexto que se viene a crear posee un poder superior al de los hechos" y tiene
entonces el poder de poner en marcha un proceso gracias al cual surgirán las
circunstancias favorables, permitiendo el objetivo señalado (41). Bien entendido, la
transformación de la conciencia es un sueño que va aún más lejos.

El corolario de la idea de una transformación es una perspectiva evolucionista; por una


suerte de salto evolutivo, la humanidad se prestará a pasar a un estado de conciencia
superior. La era que comienza abrirá la vía al desarrollo de capacidades todavía
insospechadas. Unas comunidades, especialmente en Estados Unidos, querrían jugar el
papel de una verdadera "vanguardia consciente" de la New Age para construir, no
solamente nuevas estructuras sociales, sino nuevos hombres: El acercamiento
evolucionista confiere a la mutación un carácter ineluctable, uno estaría casi tentado de
decir implacable, como lo ilustra un texto publicado por los amigos franceses de
Findhorn:

"(...) La Nueva Era está ya aquí. Todos los reinos de la Naturaleza ya han respondido a
este cambio. Ésto significa que las energías que los alimentan han sido modificadas y
no pueden aprovechar sino a las formas, humanas o no, que pueden aceptar estos
nuevos alimentos. Todo lo que quede anclado en el mundo antiguo será
progresivamente cortado de sus fuentes vivas y se desintegrará o se volverá
simplemente incapaz de reproducirse" (41).

La aproximación holística es el tercer pilar de la Nueva Era. Este sentimiento de


interdependencia de todas las cosas creadas se encuentran en afinidad con la gestión
ecologista. Esto va más lejos que el sentimiento de un destino global compartido por
todos los habitantes de nuestro pequeño planeta. La Tierra (Gaia) es un gran organismo
viviente. En los gestos más ordinarios de la existencia está el conseguir una consciencia
cósmica. La vida de una comunidad de la Nueva Era está descrita en estos términos:
"Aquí, incluso cortando madera, uno participa del sufrimiento y de las alegrías de
nuestros hermanos humanos del otro extremo del mundo, como si ellos estuvieran
próximos. Los ruidos ritmados de la cocina se vuelven los latidos del corazón de la
Tierra misma" (41).

Sólo la sincronía y el reconocimiento de aspiraciones comunes ligan entre ellas las


gestiones independientes que tienden, a su escala, a participar en la mutación
esperada de la conciencia planetaria. La etiqueta New Age encubre una gran
diversidad, y tanto más desde que algunos explotan hábilmente este nuevo filón: los
puntos comunes no son muy numerosos entre el comerciante avispado que vende
"bicicletas de la Nueva Era" (!) y el cenáculo que se reúne en torno de un cirio y de
cristales con el fin de enviar "energías positivas" al planeta. La dificultad de encuadrar
el fenómeno está bien ilustrada en el caso de la antroposofía, los teóricos de la Nueva
Era hacen de él un movimiento precursor y los adversarios de la Nueva Era se
apresuran a incluirlo a su vez en ese cómodo cajón de sastre... ¡A pesar de que los
antropósofos no ocultan sus reservas hacia la Nueva Era! (44)

Existe un acuerdo general en decir que la New Age emprendió vuelo alrededor de 1970.
Pero no nació por generación espontánea. David Spangler, que fue uno de los
responsables de la comunidad de Findhorn, habla de "la vieja noción de la Nueva Era" y
cuenta cómo hacia 1960, frecuentó en compañía de sus padres los círculos de
americanos que creían en "el alba inminente de una Nueva Era", en una atmósfera
entonces no exenta de tintes apocalípticos. Describe un medio complejo, constituido
por grupos interesados por la astrología, la parapsicología, los extraterrestres, los
estados místicos, la teosofía, el rosacrucianismo, el pensamiento de Rudolf Steiner y los
escritos de Alice Bailey (45).

Invitado a definir la Nueva Era, el redactor jefe de una revista alemana ligada a esta
corriente, explica que la "nueva consciencia" se funda "sobre las enseñanzas esotéricas
del pasado" y que "esta tradición oculta ha vivido su verdadero renacimiento con la
fundación de la Sociedad teosófica" (46). Es significativo que una Alice Bailey (1880-
1949), cuyo papel es importante en los medios que ponen el acento en la dimensión
espiritual de la Nueva Era, fuese ella misma miembro activo de la Sociedad teosófica
hasta 1920, antes de desertar para crear la Escuela Arcana.

¿Cómo el tema de la Nueva Era ha sobrepasado el cuadro en suma restringido de estos


círculos para ganar medios más amplios? De una parte hace falta tener en cuenta un
fenómeno de "exoterización del esoterismo", Mircea Eliade estuvo sorprendido por la
"explosión de ocultismo" y la aceptación de una revista como Planéte (47). Por otra
parte, la espera cultivada en los medios descritos por Spangler reencuentra las
aspiraciones confusas de la contra cultura americana de los años sesenta.

Antes de los hippies ya existían los beatniks, y es suficiente releer a Jack Kerouac para
ver en qué aguas espiri tuales navegaban sus "vagabundos celestes".

En l969, Theodore Roszak estimaba que la ausencia de una izquierda políticamente


fuerte en los Estados Unidos había llevado a los estudiantes contestatarios a un
cuestionamiento global de la sociedad tecnocrática. Roszak remarcaba también que
estamos bien entrados en una era post-cristiana, pero no necesariamente en un mundo
positivista, y apuntaba la tendencia de la contra cultura por una religiosidad ecléctica
mezclada con un misticismo de este mundo. Describiendo una manifestación pacifista
delante del Pentágono en 1967, Roszak cuenta que militantes e ideólogos de todos los
géneros caminaban al lado de brujos, videntes, magos y chamanes venidos para hacer
la "revolución mística"... (48)

Siguiendo diez años más tarde sus reflexiones en una obra donde apunta la expresión
"Nueva Era", Roszak se confiesa sorprendido por el carácter tan fragmentario de
corrientes, grupos e iniciativas, que han surgido: este mosaico le lleva a hablar de un
"paisaje de liberación individualizado y universal" (49). Quizás toquemos lo que da a la
Nueva Era su carácter multiforme y difícil de cernir claramente, la aspiración a la
cooperación y a la unidad se combina con una especie de individualismo al que le
repugna todo lo que podría ser una estructura que encierre al individuo.

En 1980, el libro de Marilyn Ferguson, The Aquarian Conspiracy (50) dota de un


manifiesto a los entusiastas de la Nueva Era. El volumen está lleno de una constante
insistencia sobre la transformación personal, propone el modelo de organizaciones
fluidas y la confianza en redes que colaboran entre ellas más que en rígidas
organizaciones. Sugiere una nueva síntesis para trascender nuestra conciencia
estrecha. Insiste sobre el aporte de la sensibilidad femenina. Acuerda un lugar central a
la experiencia. Señala la necesidad de una nueva espiritualidad "despojada de
insularidad".

Algunas figuras a la cabeza de la Nueva Era, tienen una idea muy precisa de estas
nuevas orientaciones espirituales. Spangler explica que se mantendrán diversas
religiones y disciplinas dirigiéndose "a diferentes sensibilidades y afinidades", pero que
también habrá "una espiritualidad planetaria que celebrará el carácter sagrado de la
humanidad entera con sus fiestas, sus rituales y sus sacramentos". Una mejor
comprensión de "la naturaleza unitaria de la realidad" deberá ser uno de sus
fundamentos (51). Dentro de la perspectiva de Alice Bailey, lo que mejor pueden hacer
las Iglesias es depurarse de sus perspectivas inadecuadas para prepararse a la unión en
el cuadro de la nueva religión mundial, que verá todos los hombres espirituales del
planeta celebrar los mismos días santos, creando así "una invocación cuya potencia
espiritual será considerable". La Escuela Arcana anima a actividades como "reuniones
de meditación en luna llena", que deben permitir a la misteriosa "jerarquía espiritual", a
los "Maestros", establecer relaciones más estrechas con la humanidad y comunicar al
mundo ciertas energías por el canal de los círculos de meditación.

Al lado de esta mezcla de ocultismo, de mundialismo, y de espiritualización de la


creencia moderna en el "progreso", florecen técnicas y prácticas de lo más variado.
Christopher Lasch duda, sin embargo, que todo esto pueda ofrecer algo más que un
"consuelo temporal a los síntomas del malestar espiritual": "Lo que falta a estas
religiones de reemplazo es la disciplina espiritual, la sumisión a un cuerpo de
enseñanzas que deben ser aceptadas aunque entren en conflicto con los intereses o las
tendencias del momento, y no puedan constantemente ser reordenadas de la forma
que convenga al individuo, (...) Los sustitutos religiosos de la Nueva Era apaciguan la
conciencia en lugar de acariciarla a contrapelo" (52).

La subversión espiritual

Anne y Daniel Meurois-Givaudan son autores de éxito. Esta pareja francesa cuenta sus
descubrimientos en el curso de "viajes astrales", lo que no es nada nuevo, por otra
parte, en relación con toda la literatura marcada con las maravillas de la línea
teosofista. Su cuarto libro relata su "viaje a Shambala". De boca del "Maestro Morya"
(¡todavía un viejo conocido!) habrían recogido estas perturbadoras informaciones:
"Hace algunas décadas, enviamos a uno de los nuestros aquí presente, con el fin de
acelerar la disgregación del dogma católico, en adelante inadaptado a millones de
hombres. No es necesario nombrarlo, todo está perfectamente claro. Hace tiempo que
estas cosas estaban convenidas, no hay lugar, pues, para estar sorprendido. La
esterilización desde dentro se ha impuesto como la manera más sabia de proceder. (...)
Para expresarme concretamente, la reforma del último concilio romano no ha tenido
nunca en profundidad los objetivos alegados públicamente. Esta reforma ha acabado de
orquestar un trabajo de zapa. (...) Oh, mis Hermanos de cualquier lugar, si veis al
cristianismo sofocarse, en la calma de vuestro corazón no emitáis ningún pesar, es con
el fin de que nazca el alba del cristianismo" (53).

Este "trabajo de zapa", ¿estaría hoy en día tan avanzado que ciertas fuerzas ocultas no
ven peligro en confesarlo públicamente? ¡Se querría suscitar fantasmas
conspiracionistas que no se tomarían de otro modo! Y sería esto lo que se ha producido
a juzgar por toda una literatura emanada de círculos fundamentalistas protestantes o
medios integristas católicos.

La nueva religiosidad tiene un carácter espiritualmente "subversivo", pero la


aproximación demasiado literal a la conspiración, ¿no constituirá ella también una
trampa? Sobre este tema hace falta releer las pertinentes reflexiones desarrolladas por
Francois Maistre en el apéndice a otra obra de Julius Évola (54); como ya lo había
apuntado Guénon, la visión conspiracionista corre el riesgo de extraviar al buscador
manteniéndole de "obsesiones", sin hablar del reduccionismo simplificador sobre el cual
esta visión acaba a menudo por desembocar, con el riesgo de desacreditar hasta las
observaciones válidas que ha permitido desgranar. Los esquemas que pretenden, por
ejemplo, representar un verdadero organigrama de la "conspiración de la Nueva Era"
ponen de relieve una gran fantasía y tienden a conferir a ciertos grupos un poder que
están bien lejos de detentar; pues lo esencial se juega a la vez en una escala más vasta
y más sutil, el de las influencias y sugestiones espirituales. El espíritu moderno
engendra una mentalidad en ruptura con los datos tradicionales. ¿Qué hay de
sorprendente, desde entonces, si las producciones espirituales de esta época reflejan
las mismas tendencias?

Se podrían multiplicar los ejemplos que mostrarían sobre qué confusión desemboca la
nueva religiosidad, no obstante la innegable sinceridad de muchos de los que están
comprometidos en estas vías. Esta confusión se expresa especialmente por la
amalgama cada vez más frecuente de prácticas totalmente diferentes o por la
credulidad de cara a extrañas teorías. Se acaba en una verdadera suma de todas las
ilusiones y de todos los extravíos, bajo las apariencias en ocasiones tentadoras para las
almas en búsqueda de espiritualidad, pero sin bagaje ni criterios.

"Los santos padres profetizaban sobre los últimos tiempos. ¿Qué hemos hecho
nosotros?, se preguntaban un día. Uno de ellos, el gran abad Ischyrion, respondió:
"Nosotros hemos observado los mandamientos de Dios".Y los que nos sigan, replicaron
los otros, ¿qué harán ellos? Ischyrion respondió: 'Esos no llegarán nada más que a la
mitad de lo que nosotros hemos hecho'. Los padres insistieron todavía: "¿Qué será de
aquéllos que vendrán después de éstos?". "Los hombres de esta época, respondió el
abad, no serán nada ricos en obras, el tiempo de la gran tentación se levantará contra
ellos, y aquellos que en esta época sean encontrados buenos, serán más grandes que
nosotros y que nuestros padres" (55).

En este "tiempo de la gran tentación" no es suficiente con tener conciencia del carácter
problemático de la nueva religiosidad. La única actitud coherente y consecuente es la
de ponerse en marcha sobre auténticas vías espirituales e ir a beber en las fuentes de
agua pura que no cesarán jamás de fluir, cristalinas, lejos de las ciénagas mefíticas o
los espejismos seductores del "espiritualismo".

Jean Francois Mayer, nacido en Fribourg (Suiza) ha sostenido en 1984 en Lyon una tesis
de doctorado en historia sobre el movimiento swedenborgiano en Suiza romanda. En el
curso de los años siguientes ha desarrollado una importante actividad de investigación
sobre los fenómenos religiosos por cuenta del Fondo Nacional Suizo de la investigación
científica.

Entre sus publicaciones: Sectes nouvelles. Un regará neuf (Cerf. 1985, traducido en
italiano y en portugués), Les Sectes (56) (2a éd, Cerf, 1990, traducido en italiano).
Confessions d'un chasseur de sectes (Cerf, 1990, con bibliografía).

Este artículo es una gentileza de Ed. PARDES, propietaria del copyright. Fue publicado
como postfacio del libro "Masques et visages du spiritualisme contemporain" de Julius
Évola, en esta editorial francesa. 9, rué Jules-Dumesnil. 45390 Puiseaux.

NOTAS
1. Esotera, enero de 1988, pág 23.
2. J. Gordon Melton "How New te New? The flowering of the "New" Religious
consciousness Since 1965" in David G Bromley y Philip E. Hammond (dir.) The future of
New Religious Movement, Macón (Georgia), Mercer University Press, p. 46-56.
3. James Webb. The Occult Underground, La Salle (Illinois), Open Court, 1974, p.44.
4. Segundo Congreso Espiritista Universal. Ginebra 1913. Ginebra s.d., p.50.
5. Régis Ladous. Le Spirítisme. París/Montreal, Cerf/Rdes. 1989. p. 15.
6. Cf. Jean Bruno Renard. Les extraterrestres. Une nouvelle croyance religieuse?,
París/Montreal. Cerf / Fides, 1988.
7. Cf. J. -F. Mayer, "Spiriti e médium nelle nuove religioni" in Massimo Introvigne (dir.).
Lo Spiritismo, Leuman (Torino), Editrice Elle Di Ci, 1989, p.173-224 (p.207-209).
8. M. Introvigne, "II channeling: uno spirtitismo moderno?" in ibid., p.35-94.
9. Según la definición dada por Jon Klimo, Channeling, Wellingborough
(Northamptonshire), Aquariarv Press, 1988, p.345.
10. Jane Roberts. The Nature of the Psyque. Its Human Expression, Englewood Cliffs
(N.J.) Prentice Hall, 1979, p.88.
11. Jane Roberts. The Nature of Personal Reality. A Seth Book, Englewood Cliffs (N.J.),
Prentice Hall, 1974, p.182.
12. Ibid., p.81.
13. Ibid, p.166.
14. "Channeling", n-4, 49 trimestre 1990, p.9.
15. Anécdota citada por Hans-Jürgen Ruppert, "Channeling" en Materialdients der
Evangelischen Zentralstelle für Weltanschauungsfragen, 53/12, diciembre 1990 p. 357-
361.
16. Sanaya Román y Duane Parker, Manuel de Communication spirituelle, Chéne-Bourg
(Geneve), Ed. Soleil, 1989, p.31.
17. Ibid., pp. 113-114.
18. Á la découverte des mondes spirituels. Ce que nous disent les guides..., Chéne
Bourg (Geneve)., Foundation Soleil, 1989, p.9.
19. Ibidem, p. 21.
20. Seraphim Rose, The Soul After Death, 2ñ edition de 1982 (publicada por St. herman
de Alaska Brotherhood. P.O. Box 70 Platina, California 96076, U.S.A.).
21. Philip Sherrard, The Rape of Man and Nature. An Enquiry Into the Origins and
Consequences of Modem Science, Ipswich (Suffolk), Golgonooza Press, 1987, p.43-44.
22. Justin Popovitch, L'Homme etle Dieu-Homme, Lausanne, L'Áge d'Homme, 1989,
p.130.
23. Sherrard presenta la disociación entre teología y experiencia como una etapa
capital en la desviación del cristianismo occidental y la involución del mundo moderno
(op. cit., p.48).
24. Habría igualmente mucho a decir sobre los movimientos "mágicos"; para los
interesados ver el volumen enciclopédico y sólidamente documentado de Massimo
Introvigne, Il cappello del mago. I nuovi movimenti magici, dallo spiritismo al satanismo,
Milano Sugarco Edizioni, 1990.
25. Cf. J - F Mayer, "Les héritiers de saint Josaphat. De la contre-mission á
l'inculturation des mouvements religieux asiatiques en Occident" (próxima aparición en
1991); "Nouveaux mouvements religieux; une perspective historique et intercul-turelle",
in Silvio Ferrari (dir.) Diritti dell'uomo e liberta dei gruppi religiosi. Problemi giuridici deu
nuovi moviemnte religiosi, Padova, CEDAM, 1989, p. 17-40.
26. Sobre este último punto, cf. el excelente estudio de Nicholas Goodrick-Clarke,
Les racines occultistes du Nazisme, Puiseaux, Pardés, 1989.
27. Robert S. Ellwood, Alternative Altars. Unconventional and Eastem Spirituality in
America, Chicago/London, University of Chicago Press, 1979, P. 127-135.
(*) Recordamos que el autor se refiere a libro de Evola: Masques et visages du
spiritualisme contemparain. N. del T.
28. Marcel Bohrer, La Théosophie au XX siécle (reimpresión de la edición en 1948),
París, Editorial Adyar, 1982, p.12.
29. Ibid, p. 9.
30. H.P. Blavatsky, La Chef de la Théosophie (réimpression), París, Éd. Adyar, 1976, p.
277.
31. Joachim Finger, Gurús, Ashrams und det Western. Eine religionswissenschaftliche
Untersuchung zu den Hintergründen det Internationalisierung des Hinduismus,
Frankfurt am Maim, Peter Lang, 1987, p.59.
32. Reinhart Hummel, Les Gourous, París/Montreal. Cerf/Fides, 1988, p.16.
33. Otto Wolf, "Die religióse Aktivitát des modernen Hinduismus", Zetschríft für
Teligions- und Geistesgeschichte, 10/4,1.958,0.299-316.
34. Sathya Sai Baba nous parle, vol. 1 Pondichéry, 1983.
35. Sita Ram Goel, Defence of Hindú Society, éd. révisée, New Delhi, Voice of India,
1987, p.75.
36. Ibid. p.90-91. Los dioses y diosas no siendo otra cosa que variaciones de una misma
espiritualidad universal, "están siempre allí", esperando ser veneradas según el autor,
"pues ellas moran en las profundidades del corazón humano", (ibid, p.47).
37. Hinduism Today (Indian Ocean Edition), 12/10, octobre 1990, p.4.
38. Daniel E. Bassuk, "Incarnation in Hinduism and Christianity". The Myth of the
God-Man, London, Macmillan Press, 1987, p.66.
39. Journal de Genéve, 15 septembre 1989.
40. G. Küenzlen, "New Age- ein neues Paradigma? Anmerkungen zur Grundlagenkrise
det Moderne", Materialdienst der Evangelischen Zentralstelle für
Weltanschauungsfragen, 49/2, février 1986, p. 28-38 (p.33).
41. Werner Erhard, La Fin de la Faim: creer una idee dont le temps est venu, Toronto, Le
Projet Faim, 1987, p.25.
42. Findhorn, creuset d'un Nouvel Age, s.l.n.d., p.6-7.
43. Corinne MacLaughlin y Gordon Davidson, Les Bátisseurs de l'Aube. Modes de vie
communauttaires dans un monde en mutation, Barret le Bas, Le Souffle d'Or, s.d.,
p.382.
44. Cf. l'article "Aurore d'un temps nouveau ou heure des revenants?" (Tríades, été
1988, p.77-95).
45. David Spangler, Émergence. La renaissance du sacre, Barret les Bas, Le Souffle
d'Or, 1985, p.23.
46. 2000. Magazin für neues Bewusstsein, juin 1988, p.47.
47. Cf. Mircea Eliade, Occultisme, sorcellerie et modes culturelles, París, Gallimard,
1978. (Existe trad. en castellano).
48. Theodore Roszak, Vers une contre-culture. Réflexions sur la sociéte technocratique
et l'opposition de la jeunesse, París, Stock + Plus, 1980.
49. T. Roszak, L'Homme/Planéte. La desintegration creative de la sociéte industrielle.
París, Stock, 1980, p.45-46.
50. Traduction francaise: Les Enfants du Verseau. Pour un nouveau paradigme, París,
Calmann-Lévy, 1981.
51. Spangler. op. cit., p.112.
52. Christopher Lasch, "Vrais et faux chercheurs du Nouvel Age", in Sources. L'aventure
intéríeure, avril-mai 1988, p.7-14 (p.8-9).
53. Anne et Daniel Meurois-Givaudan, Le Voyage á Shambhalla. Un Pélerinage vers Soi,
Plazac-Rouffignac, Éd. Arista, 1986, p.128-129.
54. Frangois Maistre, "León de Poncins, un contra-revolutionnaire integral", in Julius
Evola, Écrits sur la Franc-Magonnerie, Puiseaux, Pardés, p. 127-152 (p.147-150).
55. Apotegma citado por Paul Evdokimov, Les Ages de la Vie spirituelle, 3- éd. París,
Desclée De Brouwer, 1980, p.171-172.
56. Existe traducción en español. Las Sectas, Desclée de Brouwer. Bilbao, 1.990.

Nueva Era contra Tradición


Alexis Hatman
Artículo aparecido en el número 1 de la revista Letra y Espíritu, Encarte
Editorial SL, L´Hospitalet (Barcelona), julio 1998. Única en su género en
España, estas páginas de estudios tradicionales merecen leerse con atención.
Para información adicional, por favor consulten los enlaces:
http://www.geocities.com/revistalye/,
y
http://cabalgandoaltigre.wordpress.com/2006/05/18/vuelve-la-publicacion-
%E2%80%9Cletra-y-espiritu%E2%80%9D/.

Sabido es que el fenómeno "nueva era" no es nuevo, como dice Jean Francois Mayer:
"La novedad consiste en la popularización creciente de ciertos temas, en la ampliación
de su audiencia, en su banalización mediática". El término "nueva era" fue acuñado por
Alice A. Bailey (1.880-1.949) a principios de este siglo, discípula de Helena P. Blavatsky,
fundadora de la sociedad teosófica, de la que se separó para fundar en 1.923 la
"escuela arcana", basada en la "meditación oculta y el desarrollo de los poderes
espirituales" y cuyos objetivos son "movilizar la energía de buena voluntad en el
mundo, educar a la opinión pública sobre las causas de los grandes problemas
mundiales y crear una ideología de soluciones, preparando el regreso del Instructor
mundial, de Cristo"(1). Alice A. Bailey escribió veinticuatro libros, dieciocho de los
cuales dictados telepáticamente por el "maestro tibetano" Djwahl Kuhl. Vemos bien en
esta precursora de la "nueva era" los lugares y objetivos comunes de este movimiento
difícil de definir, completamente desestructurado y sin jerarquía conocida, que cubre
desde las terapias curativas hasta la gestión de negocios, pasando por la política y el
fenómeno OVNI,y que recoge todas las fantasías y equívocos del neoespiritualismo del
siglo XIX.

Así, el chaneling por el que se contacta con todo tipo de "entidades desencarnadas" o
"extraterrestres" no es más que el espiritismo decimonónico puesto al día; el batiburrillo
de técnicas y pseudofilosofías pretendidamente orientales provienen del teosofismo y,
el gusto por las mancias, "rituales" y amuletos de toda clase, del ocultismo de los
Papus, Sedir, etc. A lo que hay que agregar ciertas técnicas psicológicas que provienen
directamente del psicoanálisis, vía Jung, Wilhem Reich y otros.

Para entender bien la parodia de la verdadera espiritualidad que representa la "nueva


era" hay que saber que este movimiento no solamente se desmarca de toda tradición
revelada, sino que va justamente en su contra, como lo explicitan muchos, si no todos,
los grupos "nueva era", que pretenden la abolición de las actuales religiones y la
instauración de una nueva religión mundial.

El concepto de tradición existe y ha existido siempre entre todos los pueblos y en todas
las épocas, etimológicamente proviene de "transmisión". En todas las culturas se refiere
a una transmisión del conocimiento metafísico, religioso, moral y científico no-humana
(divina); recibida desde el origen de cada civilización y por ende de la humanidad toda
(Tradición Primordial).

La tradición es inicialmente sólo oral y, posteriormente, es fijada en textos escritos (3)


"inspirados"; revistiendo por eso mismo un carácter de Sacralidad e Inmutabilidad. Así
en el hinduismo son los Vedas ordenados por Vyasa; en la tradición china el I Ching
escrito por Fo-hi, en el judaísmo es el Pentateuco y otros textos revelados a Moisés y
otros profetas; en el cristianismo son los Evangelios y otros textos escritos por
discípulos de Jesucristo; y en el islam es el Corán revelado a Muhammad y transcrito por
sus compañeros.

Al margen de la unanimidad de todas las formas tradicionales en cuanto a la atribución


de ésta a la Revelación Divina, la propia lógica nos dice que si la vida tiene un sentido
éste ha de ser cognoscible para el hombre y, por lo tanto, ha de haber una forma de
vivir y una doctrina adecuados al fin último de esta existencia. Para el creyente, si Dios
ha creado al hombre y le revela "el camino y la verdad" a través de un profeta o del
"descenso" del Principio divino mismo (avatar o encarnación del Verbo), no será para
que se pierda inmediatamente, sino que prevé igualmente unas instituciones
encargadas de su custodia y transmisión (4).

Igualmente todas las tradiciones son unánimes en ésto; y así existen en todas ellas
instituciones esotéricas y exotéricas fundadas al principio mismo de la Revelación; tales
como las castas hindúes, la cábala judía, la iglesia cristiana o el sufismo islámico; que
conservan una transmisión directa e ininterrumpida desde su fundación hasta nuestros
días; en el cristianismo a ésto se le llama la "sucesión apostólica", en el judaísmo
"selseleh", y "silsilah" en el islam.

La transmisión a la que venimos refiriéndonos no es solamente de conocimientos


teóricos o de funciones temporales, sino (y así lo atestiguan todas las tradiciones) de
una influencia espiritual que permite el acceso a la verdad central de cada tradición y,
por lo mismo, a todas sus aplicaciones.

Si ahora examinamos lo que hay de ésto en la "nueva era", es imposible ver en ninguna
parte transmisión alguna, puesto que todo se desarrolla al margen y, como hemos
dicho, en contra de toda tradición; antes bien todo ello apunta a ser producto de la
imaginación humana, pues además de la carencia de lógica interna es manifiesto su
carácter psicológico. Resulta revelador que para nada se trate allí de conocimiento, sino
de realizaciones prácticas que bien poco recuerdan a la verdadera espiritualidad, como
por ejemplo el desarrollo de supuestos "poderes mentales" y la búsqueda de ganancias
económicas o de simple placer físico (ya sea sexual o de otro tipo).

El gran error que comete el movimiento Nueva Era es el de confundir los dominios
psíquico y espiritual que, como explica Rene Guénon, "es una consecuencia natural del
hecho que los occidentales, desde hace ya largo tiempo no saben distinguir más el
"alma" del "espíritu" (y el dualismo cartesiano tiene seguramente mucho que ver con
ello, pues confunde en una sola y misma cosa todo lo que no es el cuerpo, y esta cosa
vaga y mal definida se designa indiferentemente con uno u otro nombre)". Esta
confusión puede darse de dos formas inversas: "en la primera lo espiritual es reducido a
lo psíquico (se pretenden dar explicaciones psicológicas a las verdades espirituales); en
la segunda el psiquismo es por el contrario tomado por lo espiritual" (5) y es
precisamente este caso el que se da en la "nueva era".

El hombre, enseñan todas las doctrinas tradicionales, está constituido de cuerpo, alma y
espíritu (soma, psiqué y nous en la tradición greco-latina); que refleja la constitución
misma del universo como imagen de Dios ("hizo Dios al hombre a su imagen y
semejanza"), lo que la doc¬trina hermética expresa: "como es arriba es abajo". Es la
Gran Tríada del taoísmo, el Tribhuvana hindú, los tres mundos emanados de la Cábala o
el Cielo, Tierra, Infierno del cristianismo.

Así como la integralidad del hombre es triple, siguiendo la "ley de correspondencias",


también lo es el alma; esta triple constitución del alma la denominaban los filósofos
escolásticos con los nombres de alma racional, alma irascible y alma concupiscible, lo
que podríamos traducir por mente, emociones y sentidos.

En todas las divisiones que queramos considerar, lo que se establece siempre de forma
natural es una jerarquía entre los diferentes estados o facultades del ser humano, como
del universo todo. Así, en el hombre, el espíritu debe imperar sobre todo el conjunto,
acto seguido vendría la razón, la emotividad y, por último, los sentidos, estrechamente
ligados ya al cuerpo.

En los diferentes y variopintos grupos "nueva era" vemos, bien al contrario, imperar no
ya el espíritu, ni siquiera la razón, sino la pura emotividad, cuando no los sentidos
mismos, por esta auténtica manía de experimentarlo todo, como si la pura experiencia
sin doctrina alguna pudiese provocar el más mínimo conocimiento o realización
verdadera; como les decía san Bernardo a sus monjes: "no os fiéis de la experiencia
sino sólo de la Fe, porque la experiencia es a menudo engañosa, la Fe, en cambio, es
siempre verdadera". Hay que decir que la Fe no es una mera creencia, como se
entiende habitualmente, sino la facultad puramente intelectual por la que podemos
conocer, en un grado o en otro según nuestras capacidades, lo que corresponde al
dominio espiritual; para entender ésto hay que ser consciente que la razón (la facultad
por la que conocemos las cosas particulares e individuales, por la que pensamos en
forma discursiva y analítica, por la que separamos y distinguimos la multiplicidad) no
puede abarcar lo universal, la unidad, que la supera e incluye; éste que es el ámbito
ontológico, más allá del cual sólo impera la pura metafísica, no puede ser cognoscible,
para la generalidad de las personas, más que por la Fe revelada por Dios mismo a
través de sus "enviados" y que, por eso mismo, no puede ser más que verdadera.

A poco que echemos un vistazo a cualquiera de las revistas "nueva era" veremos un
amplio catálogo de "talleres" de astrología, numerología, biorritmos, escritura
automática, dinámica mental, trabajo corporal, exploración de la conciencia,
bioenergética, relajación, hipnosis, auto-hipnosis, sanación "espiritual", armonización de
los chakras, botánica hermética (¿?), radiestesia, medicina "indígena", parapsicología,
grafosofía (¡!), control mental, sofrología, tarot psicológico tibetano (6)... No nos
esforcemos en buscar algo realmente espiritual en este inventario, no lo hay.

Cuando, sin embargo, entre toda esta marabunta, encontramos otras cosas como yoga,
za-zen, "metafísica", "coloquios sobre el Tao", "antropología gnóstica", cabala, etc. (7),
no nos engañemos; las verdaderas doctrinas que corresponden a esos nombres no las
detentan unos señores que las imparten por correo o en cursillos a pagar en cómodos
plazos; estas doctrinas pertenecen a la espiritualidad más elevada, a la iniciación. La
iniciación es el proceso, descrito en todas las tradiciones, por el que el individuo realiza
la unión con su verdadero Ser, más allá de toda contingencia o existencia terrestre u
otras; es "el Reino de Dios está dentro de vosotros" que decía Cristo, la "unión del alma
con Dios" de los místicos, la "identificación suprema" de los sufíes o la "liberación final"
del hinduismo. La iniciación se recibe por transmisión directa, de maestro a discípulo,
en el seno de las diversas organizaciones iniciáticas que todavía existen y han existido
en todos los pueblos y épocas. El yoga, como el zen, por ejemplo, no son para nada una
especie de gimnasia o terapia puramente fisiológicas, sino el conjunto de técnicas
desarrolladas en sus diferentes tradiciones para llegar a la liberación de la que
hablábamos antes. No vamos a desarrollar aquí esta cuestión, que desborda el ámbito
del presente artículo, pero sí diremos que hoy, más que nunca, hay que estar atentos a
las innumerables falsificaciones de la verdadera iniciación. Una auténtica organización
iniciática nunca aceptará a cualquiera por el simple hecho que así lo desee, tampoco
aceptará a una persona que pertenezca a una tradición diferente (un cristiano en una
tariqah sufí, por ejemplo), sus directrices no serán de índole moral ni psicológico y
siempre serán estrictamente ortodoxas con respecto a los preceptos y doctrinas de la
tradición, tendrá una cadena de transmisión que deberá remontarse al inicio mismo de
la revelación y, por último, nunca hará proselitismo ni, mucho menos, publicidad.

Así, en la "nueva era", el hombre, dominado por la naturaleza más baja de su ser,
queda sujeto a los continuos vaivenes de la emocionalidad que le impiden obtener la
estabilidad necesaria para llevar a cabo su crecimiento normal. Esta evidente ausencia
de disciplina espiritual no lleva más que a una desmesurada potenciación del ego que,
finalmente, no pretende otra cosa que construir una especie de "super-hombre" al
servicio de sus deseos particulares, llevados por una fascinación por fenómenos tales
como la comunicación con "entidades", "poderes psíquicos" y otros parecidos que se
traduce siempre en un afán por el poder y la superioridad banal y contingente.
No se pretende sin embargo "negar la realidad de los "fenómenos" en cuestión como
tales, y por esto son mucho más peligrosos; lo que rechazamos formalmente es su valor
y su interés, sobre todo desde el punto de vista del desarrollo espiritual, y es
precisamente ahí donde reside la ilusión", nos aclara Guénon. El peligro de esta ilusión
se encuentra en que "en general, el ser que se aferra a estas cosas, después se vuelve
incapaz de liberarse de ellas e ir más allá, y así está irremediablemente desviado; en
todas las tradiciones orientales, se conoce muy bien el caso de estos individuos que
transformados en simples productores de "fenómenos", jamás alcanzaron la menor
espiritualidad. Pero todavía hay más: puede existir aquí una especie de desarrollo "al
revés", que no sólo no aporta ninguna adquisición válida, sino que siempre se aleja más
de la "realización" espiritual; hasta que el ser queda definitivamente extraviado en esas
"prolongaciones" inferiores de su individualidad a las que constantemente hacemos
alusión, y por medio de las cuales sólo puede entrar en contacto con lo "infrahumano"
(8).

En toda civilización tradicional la perspectiva es bien otra; la vida del hombre gira
siempre en torno a la Verdad, estructurando la sociedad de modo que cada individuo
pueda tener acceso a ella en la medida de sus posibilidades. Esta búsqueda implica en
primer término el conocerse a uno mismo', y para ello ha de seguir un proceso en el
que la persona va trasladando su consciencia (ego) en diferentes etapas desde los
niveles más bajos a los más altos. Sin embargo, para que esta ascensión se dé, es
imprescindible que el ego se transmute "muriendo" o disolviéndose al estado o nivel de
partida, para "nacer" o cristalizar en otro superior; ésta es la razón por la que se
prescribe la humildad y el desapego a lo material, tan insistentemente y de modo
unánime en todas las tradiciones, pues es así como se lo libera de las ataduras que lo
retienen posibilitándole el alcanzar estados cada vez más elevados, hasta llegar a la
"identificación suprema" o "liberación", de la que hemos hablado, en el que la
consciencia del "yo" se ha sublimado por completo. Este proceso es descrito como una
verdadera guerra (10) librada contra el "Adversario" (Satán) en el campo de batalla del
alma; el ser que vence queda propietario de aquélla y puede progresar en el dominio
del espíritu (salvación), pero el que es vencido la pierde de modo permanente
(condenación); es para impedir esta última posibilidad y asegurar la primera que la
Tradición proporciona al ser humano el marco y los medios a emplear.

La pretensión de una realización espiritual en el dominio mental propia del movimiento


"nueva era" es una imagen prácticamente invertida de la Tradición, tomando el aspecto
de una grotesca parodia, marca que revela su naturaleza pues como es bien sabido,
"Satán es el mono de Dios". En efecto, el fenómeno "nueva era", lleva a algo más que a
un extravío en el camino espiritual del hombre pues, como afirma Rene Guénon, "ésto
es tomar literalmente la espiritualidad "al revés", sustituirla por lo que es literalmente
lo inverso, puesto que conduce inevitablemente a su pérdida definitiva, y en ello
consiste el "satanismo" propiamente dicho" (11).

En estas circunstancias cabe preguntarse cómo es posible que la Verdad haya quedado
reducida a su mínima expresión mientras que el error no deja de extenderse cada vez
más rápidamente. Para responder a esta cuestión es necesario recurrir a los datos que
la propia Tradición nos ofrece. Por ella sabemos que todo proceso de manifestación
implica, necesariamente, un alejamiento cada vez mayor del Principio que la origina.
Este alejamiento no es lineal sino que se dan determinadas correcciones (retrocesos)
que retardan el desenlace final, y se produce en un marco cíclico, lógicamente, pues se
parte del Principio y, finalmente, se acaba regresando a Él, última realidad de todo lo
manifestado.

Al período en el que se da el desarrollo total de un mundo o estado del Ser Universal


(Atma), la doctrina hindú lo denomina Kalpa, y está formado por 14 ciclos de 64.800
años cada uno, llamados Manvantaras. A su vez, cada Manvantara, consta de 4 Yugas,
siendo cada uno degeneración del que le precede. Los nombres que reciben y sus
duraciones son:

Krita (o Satya)- 25.920


Yuga años
Trêta-Yuga 19.440
"
Dwâpara-Yuga 12.960
"
Kali-Yuga 6.480
"

Esta doctrina es conocida en todas las tradiciones, son las edades de oro, plata, bronce
y hierro de la antigüedad greco-latina, o lo que refleja el sueño de Nabucodonosor en
Daniel, II.

Las edades devienen de más en más cortas a medida que decrecen en calidad, cada
una de ellas marca una fase del oscurecimiento gradual de la perfección inicial, que no
es otra cosa que pura espiritualidad, esta degeneración gradual se explica por el hecho
que todo desarrollo cíclico, es decir todo proceso de manifestación, implica
necesariamente un alejamiento progresivo del principio, causa de su desarrollo,
constituyendo verdaderamente un "descenso" que es el sentido real de la "caída" en la
tradición judeo-cristiana (12). "Por lo tanto, desde el punto más alto, tiende
forzosamente hacia abajo y, como los cuerpos pesados, lo hace con una velocidad
siempre creciente, hasta que finalmente encuentra un punto de parada. Esta caída
podría ser caracterizada como una materialización progresiva, porque la expresión del
principio es pura espiritualidad" (13).

Es bien una resultante de esta aceleración, de más en más acentuada, la impresión


general que se tiene hoy de la rapidez con que "corre" el tiempo, y estas prisas que
para todo tenemos en la actualidad no son más que una exteriorización de esta
sensación.

La más corta y la peor de todas las edades es, pues, la edad de Hierro o Kali Yuga (edad
sombría en la tradición hindú) en la cual vivimos y en la que nos encontramos, según
todos los cálculos, desde hace más de 6.000 años.

La doctrina de las edades, hay que decirlo, no contradice el libro del Génesis, sino que
sugiere una interpretación alegórica, comúnmente admitida por los antiguos
representantes de la Cristiandad, como los del judaísmo y otras tradiciones. La
etimología de algunos nombres bíblicos señala claramente que no designan únicamente
a individuos, sino a períodos completos de la prehistoria y que el nombre de Adán, en
particular, puede designar no solamente al primer hombre sino también al conjunto de
la humanidad primordial, cuya duración se extiende por varios millares de años.

Naturalmente, esta idea de descenso o "caída" de la humanidad en su devenir histórico,


es completamente extraña a la mentalidad moderna que, al contrario, amparándose en
su desarrollo exclusivamente material piensa que la humanidad progresa.
"Primeramente, debe ser bien entendido que ninguna doctrina tradicional admite la
idea de un "progreso" general, a menos que se lo entienda en un sentido totalmente
restringido de desarrollo material, puesto que este último concuerda bien con la
marcha misma del ciclo. Por consiguiente, no es de ninguna forma necesario suponer
un tal desarrollo material entre los primeros hombres; lo que todas las tradiciones
afirman, es que ellos poseían todos, y de una forma espontánea, un estado espiritual
que no puede ser conseguido más que difícil y excepcionalmente por los hombres
actuales. Hay que remarcar también que los restos descubiertos por los paleontólogos
no son forzosamente los de los primeros hombres, sobre todo si éstos vivieron en algún
continente que actualmente ha desaparecido" (14).

No vamos a entrar en una exposición histórica de ninguno de estos períodos que se


saldría del marco de nuestro artículo, pero remarcaremos simplemente que el mundo
moderno, última etapa del Kali yuga, comienza en el siglo XIV, con el final de la Edad
Media, y se desarrolla a partir del siglo XVI con el Renacimiento y la Reforma, que
consuman la ruptura definitiva con el espíritu tradicional, el primero en el dominio de
las ciencias y de las artes y la segunda en el dominio religioso.

"En adelante no existieron más que la filosofa y la ciencia "profanas", es decir, la


negación de la verdadera intelectualidad, la limitación del conocimiento al orden más
inferior, el estudio empírico y analítico de los hechos que no son relacionados con
ningún principio, la dispersión en una multitud indefinida de detalles insignificantes, la
acumulación de hipótesis sin fundamento, que se destruyen incesantemente las unas a
las otras, y de puntos de vista fragmentarios que no pueden conducir a nada, salvo a
esas aplicaciones prácticas que constituyen la única superioridad efectiva de la
civilización moderna; superioridad poco envidiable por otra parte y que, desarrollándose
hasta ahogar toda otra preocupación, ha dado a esta civilización el carácter puramente
material que hace de ella una verdadera monstruosidad" (15).

El humanismo, ideología propia de esta época, resumía por adelantado todo el


programa de la civilización moderna. Se trataba de reducirlo todo a lo puramente
humano, olvidando todo principio superior, suprahumano. Del humanismo se pasó al
laicismo o secularización actual, proceso que marca nuestro tiempo, descendiendo cada
vez más a lo que hay de más inferior en el hombre, atendiendo exclusivamente a las
necesidades y deseos meramente materiales, buscando permanentemente una
satisfacción imposible.

"Parece que después de todas las indicaciones suministradas por las doctrinas
tradicionales, hayamos entrado verdaderamente en la fase final del Kali yuga, en el
período más sombrío de esta "edad sombría", en el estado de disolución del que no es
posible salir más que mediante un cataclismo, porque no es un simple enderezamiento
lo que es ya necesario, sino una renovación total" (16).

Nunca en la historia de la humanidad reinó tal confusión y desorden en todos los


ámbitos y en todas partes, casi todos los "signos de los tiempos", que en todas las
tradiciones anuncian el fin del ciclo, se han cumplido ya. Ofreceremos al lector para que
medite y extraiga sus propias conclusiones dos textos de dos tradiciones distintas,
cristiana e hindú que describen el final de los tiempos.

El primero y más corto es de San Pablo, que en su 2ª epístola a Timoteo escribe: "Ten
presente que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles; los hombres serán
egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores, rebeldes a los padres, ingratos,
irreligiosos, desnaturalizados, implacables, calumniadores, disolutos, despiadados,
enemigos del bien, traidores, temerarios, infatuados, más amantes de los placeres que
de Dios, que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia." A ésto se
podría objetar que las características mencionadas por San Pablo también se podrían
aplicar a los hombres de otros tiempos. Hay que decir que San Pablo vivió durante el
imperio romano en una fase ya avanzada de su decadencia, conocía muy bien a los
hombres de su época y se puede tener la certeza que la mayoría de ellos no
conjuntaban este abanico de "virtudes", ¿podemos decir lo mismo de los hombres de
hoy? Además hay "cualidades" que son exclusivamente propias de nuestra época, como
"rebeldes a los padres", "irreligiosos" o "más amantes de los placeres que de Dios".
El segundo texto es más largo y más explícito. Pertenece al Vishnu Purana, uno de los
textos sagrados de la India. Escrito hace miles de años, se muestra de una asombrosa
actualidad.

"La riqueza y la piedad disminuirán de día en día hasta que el mundo esté todo
corrompido. Entonces la fortuna conferirá la distinción; la pasión será el único motivo
de unión entre los sexos, la mentira será la única vía empleada para triunfar en los
negocios. La tierra no será respetada más que a causa de los tesoros minerales que
encierra, la deslealtad será el medio universalmente empleado para subsistir; la
arrogancia y el orgullo detentarán el lugar del saber... Los matrimonios no serán más
conformes a los ritos, los deberes de los alumnos hacia sus maestros serán infringidos
como los de los maridos y sus esposas entre ellos. Cada texto de la Sagrada Escritura
será juzgado por cada uno como quiera. Las mujeres abandonarán a sus maridos
cuando éstos caigan en la pobreza y el que distribuya mucho dinero dominará a los
hombres. Los tesoros acumulados serán despilfarrados por ostentación. Los hombres
dirigirán todos sus pensamientos hacia la adquisición de la riqueza y ésta no será
empleada más que para procurar placeres egoístas. Las mujeres seguirán sus
propensiones y serán presas del placer. Los hombres envidiarán la opulencia aunque
ésta fuese adquirida por medios deshonrosos. Nadie querrá deshacerse de la más
pequeña fracción de la más pequeña de las monedas aunque le fuese solicitada por un
amigo.

A medida que la herejía haga nuevos progresos, los sabios podrán apreciar el desarrollo
de la edad de Kali. Es proporcionalmente a la disminución del número de hombres
piadosos que adhieran a las lecciones de los Textos Sagrados que los sabios
constatarán el crecimiento de la influencia de la edad de Kali. Entonces los hombres
engañados por los corruptores, cesarán de adorar a Vishnu, el señor del sacrificio,
creador y señor de todas las cosas, y dirán: ¿Qué autoridad tienen los Textos Sagrados?
¿Qué son Dios y los sacerdotes?".

Pensamos que sobra cualquier comentario, añadiremos sólo que todo desorden
contribuye al orden global, como no puede ser de otra manera desde que se sabe que
la manifestación es un todo perfectamente armónico, imagen pasajera del Creador
Eterno; aunque nosotros no lo podamos observar por falta de perspectiva. Como dice el
proverbio "no hay mal que por bien no venga", sin embargo como dice Guénon: "La
civilización moderna, como todas las cosas, tiene forzosamente su razón de ser, y si ella
es verdaderamente la que termina un ciclo, se puede decir que es lo que debe ser, que
viene a su tiempo y en su lugar; pero no por ello deberá menos ser juzgada según estas
palabras evangélicas demasiado a menudo mal comprendidas: "Es necesario que haya
escándalo, pero ¡ay de aquel por quien llega el escándalo!" (17).

NOTAS
1. J. Frangois Mayer. "Un visage du monde mo-derne: La nouvelle religiosité". En
Masques et vis-ages du spiritualisme contemporain. Ed. Pardés.
2. Citado en Jean Vemette, "La Nueva Era". Tikal.
3. La Tradición siempre conserva un componente oral, imprescindible para la cabal
comprensión de los textos y sus diversas aplicaciones.
4. "Es necesario que Yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Espíritu
Santo; pero si me voy, os lo enviaré; y cuando Él venga, convencerá al mundo". S. Juan,
16, 7-8. "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella". S. Mateo, 16. 18.
5. Rene Guénon. "El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos". ED. PAIDOS.
6. Recogemos esta lista teniendo a la vista una de estas revistas.
7. Ibidem.
8. Rene Guénon. Op. cit.
9. Es el "conócete a ti mismo" de la Academia platónica o "quien se conoce a sí mismo
conoce a su Señor" de un conocido hadit del profeta Muhammad.
10. Así en San Pablo: "revestidos con la Justicia como coraza..., embrazando siempre el
escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del
maligno. Tomad, tamben, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu" (1
Tesalonicenses 5, 8). En un hadit de Muhammad, al regresar de una batalla: "Volvemos
de la pequeña guerra santa y vamos a la gran guerra santa (jihad)", refiriéndose a la
interior e individual de cada uno. En el hinduismo, el Bagavad Gita usa en todo el texto
el simbolismo de la guerra.
11. Rene Guénon. Op. cit.
12. El Génesis relata cómo Adán en el Paraíso terrestre o edad de Oro no muere ni
envejece ni sufre enfermedades o penalidades, vive sin trabajos resguardándose y
alimentándose en y de la naturaleza.
13. Rene Guénon. La crisis del mundo moderno. Obelisco.
14. Carta de R. Guénon a A.K. Coomaraswamy. Citada en "Rene Guénon, temoin de la
tradition". Jean Robin.
15. Rene Guénon. Op. cit.
16. Ibidem.
17. Ibidem.

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