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Silvia Bardomás∗
Diana Díaz∗∗
1. Introducción
Esta ponencia busca dar cuenta de algunos aspectos del mercado de trabajo de la
actividad forestal en los departamentos de Colón, Concordia y Federación en la
provincia de Entre Ríos. Para ello, en primer lugar, se presenta la evolución que ha
experimentado la superficie forestada en la provincia y en la zona bajo estudio a través
de información secundaria proporcionada por los censos agropecuarios; además, se
describen las particularidades y el funcionamiento del sector forestal.
2. Características de la actividad
industria del tablero utiliza abundante materia prima, sin exigencias en cuanto a la
calidad, la demanda por parte de la industria del aserrado está condicionada por el
destino al cual se aplica la madera aserrada.
Tradicionalmente la industria local del aserrado producía madera procesada para usos
de bajo valor agregado, tales como cajones para embalajes, pallets, etc. Recientemente
el comprobado potencial de la madera de eucalipto para productos de valor (machimbre,
molduras, muebles, etc.) ha impulsado el desarrollo, aún incipiente, de una industria de
segunda transformación, que produce bienes de mayor valor (en base a madera seca,
libre de nudos, clasificada, etc.). Este cambio en la demanda de materia prima está
generando, a su vez, cambios en el manejo de las forestaciones.
En la zona se encuentran, además, dos plantas de madera aglomerada y una planta que
produce tableros MDF1; también existen trece plantas de impregnación de postes. Parte
de la producción forestal se destina a una planta de Celulosa Argentina SA, ubicada en
Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe.
1
Masisa Argentina es la empresa líder en la fabricación de tableros de madera, utilizados en la industria
del mueble y de la construcción. En su planta industrial de Concordia, elabora sus productos con alta
tecnología y posee una capacidad productiva de 450.000 m3 de tableros al año. Cuenta con un patrimonio
forestal que le permite asegurarse el suministro de fibra en el largo plazo acorde a la estrategia de
crecimiento del negocio en los países donde está presente.
2
Como esta demanda difiere no sólo según el perfil tecnológico sino, particularmente, según la etapa de
desarrollo en que se encuentra la forestación (implantación, mantenimiento, cosecha, etc.), a los fines de
la comparación entre perfiles, se consideraron períodos similares de tiempo. Por otra parte, se asume que
4
A los fines del presente estudio se asumió que el ciclo del cultivo comprende desde la
preparación del sitio para la forestación hasta la cosecha, incluida la carga sobre
camión. En el cálculo de los coeficientes se han considerado también las actividades
profesionales de supervisión y control de las tareas que realizan los operarios. En
cambio, se han dejado fuera del ciclo productivo –y por lo tanto se han excluido del
cálculo- las actividades de producción de plantas en vivero y el transporte de la madera
“tranqueras afuera”3.
La calidad más que la cantidad total de madera obtenida es lo que caracteriza a los
diferentes niveles tecnológicos, ya que ésta y, en particular, el diámetro de la madera
rolliza obtenida determina el potencial destino industrial. Es por ello que no se
presentan diferencias en cuanto a los rendimientos en volumen por hectárea según perfil
tecnológico. A su vez, la obtención de los diferentes productos y subproductos está
condicionada por el manejo que se realice de la forestación. La producción de madera
de calidad con destino al aserrado exige la realización de las prácticas de poda y raleo.
La poda tiene por objetivo la eliminación de las ramas del fuste del árbol con el fin de
evitar la formación de nudos en la madera, cuya presencia la descalifica para la
obtención de productos de alto valor agregado (Ingaramo, 2005).
La poda baja, hasta los 2,5 m de altura del árbol, se realiza sobre todos los árboles.
Además de permitir que la primera troza del árbol (la de mayor valor por ser la de
mayor diámetro) se encuentre libre de nudos, tiene por finalidad mantener la forestación
limpia, cortando la continuidad de material combustible entre el suelo y las ramas
superiores del árbol, disminuyendo así el riesgo de ocurrencia de incendios. Las podas
media y alta, a 5,5 y 7,5 m de altura respectivamente, se realizan solamente sobre
aquellos individuos que no serán extraídos en el raleo siguiente. Esta práctica realizada
en el momento oportuno (cuando la zona del fuste a podar no presenta más de 7 a 11 cm
de diámetro), permite que los nudos se concentren en el cilindro central del árbol
(cilindro nudoso), y que el resto del rollizo contenga madera libre de nudos.
La inversión en podas sólo cobra sentido si éstas van acompañadas de raleos. El raleo es
la operación por la cual se eliminan los individuos de características menos deseadas en
cuanto a forma, crecimiento y sanidad con el fin de dar más espacio vital (luz, agua y
nutrientes) a aquellos individuos en los que se concentrará el crecimiento para la
producción de madera de calidad. En los sucesivos raleos se van cosechando los árboles
menores, dejando para la cosecha final en tala rasa sólo aquellos árboles dominantes, de
mayor diámetro y mejor calidad.
De esta manera, por efecto de los raleos, de los 1000-1100 árboles/hectárea plantados,
sólo llega a la cosecha final un número que puede variar de 400 a 200 árboles. Por tal
motivo, bajo este sistema de manejo (denominado "de monte alto"), con posterioridad a
las tareas correspondientes a la etapa de implantación, desde la preparación del sitio hasta la “plantación
lograda” a los 18 meses, son semejantes para los tres niveles.
3
Existen algunas actividades comprendidas dentro del ciclo productivo que no han sido consideradas al
estimar los coeficientes, como la realización y mantenimiento de caminos y las actividades de brigadas de
lucha contra incendios forestales. Ambas actividades, si bien necesarias en todos los perfiles tecnológicos,
se encuentran más relacionadas con la escala de la empresa. Tampoco se han considerado las tareas
profesionales correspondientes a la preparación de la documentación necesaria para la presentación del
proyecto de forestación con el objetivo de recibir los beneficios previstos en la Ley 2508 de Promoción de
las Forestaciones.
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En el perfil tecnológico bajo se presentan plantaciones sin manejo, cuya madera tiene
por únicos destinos posibles la producción de tablero o la obtención de celulosa. Son
forestaciones que han sido aprovechadas en más de un turno y en las que no se ha
realizado un manejo del rebrote (lo que tiene por consecuencia que sobrevivan 3 a más
varas por cepa), por lo cual dominan los diámetros finos. Sólo se encuentran
plantaciones antiguas que llevan más de un turno de producción.
El 30% de la superficie total del área sobre la que se informa pertenece a este perfil, con
un rendimiento medio de 30 m3 por hectárea al año.
4
Se denomina “turno” al lapso entre plantación y cosecha, y entre cosecha y cosecha.
5
Para los perfiles tecnológicos bajo y medio se consideró una rotación conformada por tres turnos de 10
años cada uno. Para el nivel tecnológico alto se consideraron dos rotaciones de 14 años cada una (en este
caso equivalentes a dos turnos de 14 años). El período de tiempo total para los perfiles tecnológicos bajo
y medio fue 31 años; para el perfil tecnológico alto el lapso considerado fue 29 años. El total de demanda
de mano de obra para el período considerado en cada perfil fue, posteriormente, dividido por el número
de años que comprende el período correspondiente, obteniéndose un promedio anual de horas por
hectárea y de jornales, generados por cada uno de los perfiles tecnológicos.
6
Acoplado de un eje, autovolcador, utilizado para la extracción de madera en el monte.
6
dicha y el control de plagas y malezas (Vera et al, 2004). Al final de cada turno, con
posterioridad a la cosecha, se realiza un manejo del rebrote y la poda baja nuevamente.
No se realizan raleos, la cosecha incluye el apeo con motosierra, la extracción con
tractor con linga y la carga con cargadora frontal.
En forma semejante al nivel tecnológico bajo, se asume una rotación conformada por
tres turnos de 10 años y una rotación de 31 años. A los fines del presente trabajo se
considera que, en el primer turno el 12% de la madera cosechada tiene por destino el
triturado y el 88% restante se comercializa como madera rolliza para aserrado; esta
proporción disminuye con cada turno, obteniéndose al final del tercer turno un 18% de
madera con destino a triturado y un 82% para aserrado.
Se estima que el 60% de la superficie ocupada con forestación pertenece a este perfil,
con un rendimiento medio de 35 m3 por hectárea por año.
La poda baja se realiza con tijera o serrucho sobre todas las plantas; las podas media y
alta (a 5,5 y a 7,5 metros de altura del fuste, respectivamente) se realizan sobre plantas
seleccionadas utilizando escalera, lo que hace más lenta la operación. Los tres raleos se
ejecutan para la obtención de madera de calidad. El primero se realiza a pérdida al
segundo año de edad de la plantación; el segundo al cuarto año y el tercero al séptimo.
La cosecha incluye las actividades de apeo y elaboración (con motosierra), extracción y
carga. Con posterioridad a la cosecha, el sitio es reforestado.
En este nivel, la forestación produce un 10% con destino a triturado y el 90% restante
con destino a aserrado; además la madera rolliza larga presenta diámetros mayores y se
obtiene una mayor proporción libre de nudos y de más valor, que permite la elaboración
de productos con mayor valor agregado (muebles, machimbre, tableros de listones, etc.).
Son empresas forestales medianas y grandes las que han implementado un manejo más
intensivo de sus forestaciones, con podas y raleos. Algunas de ellas organizan su
producción con miras a la certificación forestal, lo cual les exige trabajar con contratos
7
La mayor demanda de mano de obra se registra en el perfil alto (2.79 puestos de trabajo
cada 100 ha), y la menor en el perfil medio (2,00 puestos de trabajo cada 100 ha). El
perfil tecnológico bajo, en una situación intermedia (2,17 puestos de trabajo cada 100
ha), presenta alta demanda de mano de obra durante la cosecha ya que el destino de la
madera -para celulosa- exige el descortezado en el campo, actividad manual que tiene
muy baja eficiencia (se estima que cada operario descorteza entre 5 y 7 m3 estéreo por
día) y requiere muy poca calificación. La mano de obra que demanda el manejo de los
rebrotes realizado en el nivel tecnológico medio no es suficiente para equiparar el
mayor requerimiento de trabajo en la cosecha del nivel tecnológico bajo.
Como es de esperarse, el nivel tecnológico alto ocupa más mano de obra en tareas de
supervisión y control.
El perfil más bajo presenta mayor concentración de la demanda de mano de obra, lo que
sucede en el momento de la cosecha. Ello es así porque durante el resto del ciclo sólo se
realizan mínimas actividades de mantenimiento y recién al alcanzarse el turno de
cosecha, se concentra la labor.
Por el contrario, la demanda del perfil tecnológico alto es más sostenida a través del
tiempo, con picos menos pronunciados y más frecuentes; ello se debe a que
periódicamente se realizan actividades silviculturales de poda y raleo. En el caso de los
raleos comerciales (segundo y tercer raleo), la actividad se asemeja a la cosecha pero
tiene coeficientes de trabajo superiores que una tala rasa.
7
A fin de estimar el número de puestos de trabajo permanentes se consideraron 18 días laborables por
mes (descontados los no laborables y los días con lluvia y mal tiempo), lo que se traduce en 216 jornadas
laborables por año.
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Aún cuando la superficie asignada al nivel tecnológico bajo es del 30%, y que ella
presenta un coeficiente de mano de obra mayor al nivel tecnológico medio, se estima
que la superficie manejada con este esquema tecnológico sólo contribuye con el 15%
de la mano de obra, ya que la mayor parte de la superficie manejada no realiza más que
tareas de mantenimiento, y éstas demandan escasa mano de obra.
Por el contrario, el nivel tecnológico alto, que sólo representa el 10% de la superficie
forestada, está demandando el 24% de la ocupación, aún cuando es reducida la
superficie que ha llegado ya a la etapa de raleos productivos, los que se realizan en el
cuarto y séptimo año. El nivel tecnológico medio (con el 60% de la superficie
forestada), contribuye con el 61% de la demanda de mano de obra, habida cuenta que
presenta coeficientes de trabajo que se ubican por debajo de los otros dos niveles
tecnológicos.
4. Mercados de trabajo
Como la bibliografía sobre los mercados de trabajo da cuenta, los aspectos económicos
no son los únicos que parecen influir en la conformación de los mismos; los aspectos
culturales, las identidades y la historia de los actores cobran importancia y le otorgan
ciertas particularidades (Craviotti et al, 2007). La conformación de la oferta de
trabajadores no es sólo un producto del mercado sino que “...es regulada por procesos
relativamente autónomos del mundo productivo, como los factores demográficos, las
políticas públicas, las estructuras familiares, las normas ideológicas, etc.” (Benencia y
Quaranta, 2006). Los mercados laborales se organizan fuertemente condicionados por
los sistemas de relaciones sociales presentes en localidades y territorios específicos
(Peck, 1996); la conducta en el mercado no es, en consecuencia, individualista-
atomizada sino que está condicionada por esos contextos (Mingione, 1993). La
presencia de redes, por otra parte, es central para dar cuenta de la información de que
disponen los trabajadores, su formación, su reclutamiento y asignación a puestos de
trabajo, así como también su involucramiento en el proceso de trabajo (Granovetter,
1974; Requena Santos, 1991). El mercado laboral forestal en el nordeste de Entre Ríos
no parece escapar a ello.
8
Proyecto CEIL (CONICET)- INTA “Transformaciones productivas y demanda de mano de obra en el
agro argentino, 1980-2000”; Director: Guillermo Neiman.
9
Las empresas de intermediación laboral son las que se encargan de suplir esta escasez
de trabajadores forestales y, para ello, apelan a la movilización de mano de obra
procedente de otras provincias, además de organizar el proceso de trabajo, como se verá
más adelante. Este sistema de intermediación parecería responder a características no
sólo del mercado de trabajo local sino también a particularidades de la actividad
forestal.
Las empresas de servicio dedicadas a tareas de cosecha son las que presentan mayores
diferencias tecnológicas dadas, principalmente, por el tipo de maquinarias con que
operan, la productividad y el grado de formalidad. El trabajo de campo se focalizó en
entrevistar a contratistas de cosecha.
Una de las grandes empresas que tiene sus plantaciones en las provincias de Entre Ríos
y de Corrientes, con alrededor de 48.000 hectáreas forestadas, realiza la explotación de
los montes con contratistas; el perfil de los mismos es variado, en algunos casos se trata
de pequeños contratistas, que incluso pueden haber sido previamente encargados y,
luego, se capitalizaron, u otros de escala mediana a grande, con características más
empresariales. En la zona de Concordia siete son los contratistas que trabajan para esta
empresa; los más grandes tienen un encargado en el campo que es quién supervisa a los
trabajadores, en tanto si es de un perfil menor es el mismo contratista el que realiza el
control del proceso de trabajo. La mayoría de estos prestadores de servicio no trabaja
exclusivamente para esta empresa, aunque sí con mayor dedicación.
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Cada cuadrilla tiene nueve trabajadores que se distribuyen por tarea de la siguiente
manera: dos motosierriestas, tres apiladores, un marcador, el encargado, un operador
que saca la madera y carga al camión (en una carreta con un tractor con grúa).
“ Empecé en Chile con esa empresa y traje capital desde allá, vine porque
hacían falta contratistas; me ayudaron con maquinarias e inclusive algunos
operadores para capacitar gente acá; trajimos maquinarias muy sofisticadas
que entraron de forma temporaria... La mecanización ya no está, es todo
manual... Y después vino la hecatombe de la Argentina y no había posibilidades
de comprar absolutamente nada. La mecanización se fue toda; aquí ahora es
todo manual” (de la entrevista a un contratista)
Sin embargo, los pequeños contratistas son los predominantes en la zona; éstos se
caracterizan por tener un capital reducido que se limita a un camión y un tractor (de más
de 20 años de antigüedad) y un guinche, muchas veces rudimentario, para cargar y
mover la madera. Según Hirschhorn “Su producción normal es de 600-700 toneladas
por mes... El apeo es con motosierra; la extracción se realiza con tractor con cadenas o
con lingas (cables). Normalmente el mismo tractorista se baja para lingar y vuelve a
bajar en la planchada a desenganchar. Cuando lo que se elabora son productos cortos, es
común observar el uso del cachapé... La carga de este implemento dentro del monte es
manual, o bien con alguna cargadora, puesta por el aserradero” (Hirschhorn, 2005,
pág. 2).
“Trabajo desde hace 14 años en esta actividad y desde hace un año tengo un
aserradero, lo que extraigo es para el aserradero. Antes hacía transporte... La
cantidad de trabajadores que contrato depende del trabajo que se me presenta.
Trabajo con productores chicos, con una capacidad de 40 toneladas diarias.
Tengo trabajo el año completo. En el aserradero trabajan 8 personas; y 4 en el
monte aparte de mí que hago de motosierrista, maquinista y transporte. Mi hijo
también trabaja, tiene 20 años y maneja el camión... Trabajé hasta los 30 años
en la quinta con mi padre y también como capataz en la cosecha de cítrico. Mi
esposa fue embaladora y cosechadora de cítricos y ahora trabaja en el
arándano en cosecha y poda junto con mi hija” (de la entrevista a un
contratista).
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Las condiciones laborales del trabajador forestal son consideradas mundialmente de las
peores no sólo en el medio rural sino en el conjunto de las actividades económicas. La
OIT considera que la forestación -junto con la construcción y la minería- es de los
sectores de actividad más riesgosos por la alta incidencia de accidentes laborales y de
siniestros mortales (OIT, 1997). En los países en desarrollo “la silvicultura se convierte
en el empleo que las personas sin otras alternativas toman como último recurso...”
(Blombäck, 2001, pág. 13). Frecuentemente se desarrolla en un contexto caracterizado
por la precariedad en las condiciones laborales y de vida en el monte; esto lleva a que
resulte poco atractiva para la mano de obra local, a la gran rotación de la misma y a su
escasa especialización.
9
El costo de un cosechador puede oscilar entre los 150 mil dólares y los 400 mil euros.
12
con una tradición de larga data en la provincia que involucró y sigue involucrando a
varias generaciones (Krautstofl, 1991).
“El tata abuelo y mi padre fueron hacheros. Tres de mis cuatro hermanos son
motosierristas, como yo. Mis hijos seguirán estos pasos. Quizás ellos vivan
mejor. Mientras espero eso, ojalá los porteños se enteren cuánto brazo, espalda
y sacrificio hizo falta para su papel de computadora” (trabajador forestal en
Misiones, Página 12, 1º de abril del 2007).
Otro trabajador joven, ocupado en una cooperativa de trabajo, nos relató su trayectoria
de la siguiente manera:
“Tengo 21 años y soy de Eldorado; sólo hice hasta cuarto grado. Hace 3 meses
que estoy en Entre Ríos y en la cooperativa. Mi primer trabajo fue a los 11 años
13
Por otra parte, un trabajador local de 30 años, nos cuenta que inició su trabajo en el
monte a los 18 años. Durante todo el año trabaja como jornalero ya sea como hachero,
guinchero o motosierrista y, cuando no tiene trabajo en el monte, se ocupa como
ayudante de albañil o hace changas cosechando cítricos; pero prefiere la forestación
porque gana. El oficio lo “aprendió mirando”, sin capacitación previa.
Se observa una muy alta rotación de la mano de obra, sobre todo en los puestos de
trabajo de menor calificación como puede ser el de apilador o pelador. Los operadores
de máquinas y motosierras, que son los que requieren mayor capacitación, rotan menos.
El cambio constante de contratistas es común a todos los trabajadores y se desprende
del relato de sus trayectorias laborales.
La rotación del trabajador parecería ser una característica intrínseca de la actividad que
incide sobre sus condiciones de trabajo y de vida “que tradicionalmente se las asocia
con expresiones tales como: transitoriedad de los obrajes, transitoriedad de la mano de
obra, falta de afincamiento, es como si fueran nómades”. La lógica de producción
genera también un estilo de vida (Krautstofl, 1991, pág. 69).
Los trabajadores de origen migratorio van a ocupar los puestos de trabajo en los que la
población local no está dispuesta a ocuparse porque es una actividad con la que no se
sienten identificados o sin historia o tradición en la región; a su vez, los trabajadores de
afuera están dispuestos a migrar para aceptar estos trabajos por las limitadas
oportunidades de empleo en sus lugares de origen y porque los salarios suelen resultar
altos en comparación con los habituales en su provincia.
“Los trabajadores del aserradero que tomo son de la zona; para el monte
prefiero contratar más de Misiones o paraguayos porque vienen a trabajar,
hacen su trabajo y se van. Por lo general, tienen entre 20 y 35 años y siempre
trabajaron en forestación. Vienen a Entre Ríos porque allá se trabaja distinto,
con mayores medidas de seguridad y a ellos no les gusta. Por otra parte, en
Paraguay pagan menos y en Misiones también... Me cansé de trabajar con los
de Concordia; la primera vez que contraté a un misionero fue porque levanté a
un trabajador de allá en la ruta y así establecí el contacto; le di 400 pesos para
que trajera gente. Ahora tengo tres teléfonos a los que llamo, dos de paraguayos
y uno de un misionero” (de la entrevista a un contratista local)
El período de permanencia del trabajador en la zona varía según el arreglo que realice.
Es bastante frecuente que los contratistas más chicos, que trabajan con mayor grado de
informalidad contraten a los trabajadores por 45 días, luego de los cuales, éste regresa a
su lugar por un lapso de tiempo que rondan las dos semanas. En su lugar de origen se
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Las condiciones de vida en los obrajes de las grandes empresas son sustancialmente
mejores ya que el disponer de certificación los obliga a responder a normas de seguridad
e higiene internacionales, lo que redunda en la mejor calidad de vida de los asalariados.
Varios autores han señalado que los alojamientos en los lugares de trabajo son una
forma efectiva de control y disciplinamiento del trabajador; Moroney (1978:30) señala
que se tornan un mecanismo de gerenciamiento para obtener niveles máximos de
producción a través de costos bajos de reproducción de la fuerza de trabajo (citado en
Menezes, 2002). La residencia en los campamentos los vuelve disponibles para todas
las tareas y en cualquier hora del día y, por sobre todo, evita el ausentismo de los
trabajadores. Los trabajadores que viven en estos lugares suelen trabajar jornadas más
largas en función de ganar lo máximo posible durante su permanencia en la zona para
mantener a sus familias que se encuentran en otro lugar.
Las redes de amigos y parientes tienen un papel importante en el control social del
comportamiento de los individuos y del grupo. En el espacio de los campamentos donde
residen mientras dura el trabajo, la interrelación social está marcada tanto por
sentimientos de amistad y solidaridad como por expresiones de conflicto; en general los
grupos formados por parientes suelen ser más duraderos (Menezes, 2002).
La bibliografía sobre forestación señala que esta forma salarial por producción es la
dominante internacionalmente pero que, aunque no está probado, un ritmo de trabajo
intenso aumenta la probabilidad de accidentes.
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“En un mes bien trabajado podemos sacar 700-800 pesos limpio, pero una sola
vez fue así. Lo normal es que saquemos 300-450 como máximo. Lo importante
más que ser rápido en el trabajo es mantener el ritmo. Una vez nos prometieron
que si hacíamos rápido el trabajo nos iban a pagar una compensación de $500,
pero después no cumplieron.” (de la entrevista a un trabajador)
“Antes eran 45 días, y a los 45 días se les daba un finiquito y después podían
venir de nuevo... Ahora no hacemos la liquidación final, son 25 días de trabajo
por 5 de descanso y si no viene le tengo que hacer una citación a través de una
carta documento y darle un plazo. Si no aparece tengo que hacer todo un
trámite y depositarle la plata en el Ministerio de Trabajo...” “Antes de irse,
cada 25 días, les pago. Con el destajo cobran alrededor de 1800-2200 un
motosierrista; el maquinista 2200 y el apilador 1300; depende de la temporada,
si los días son cortos sacan menos. En invierno son 6 horas de trabajo y en
verano 8. Les doy el traslado, después la empresa me lo paga, también el lavado
de la ropa de trabajo y el combustible del motosierrista. Las motosierras son de
los trabajadores, yo se las compro y les descuento mensualmente en 3-4
cuotas.” (de la entrevista a un contratista de una empresa forestal).
Con respecto al gasto de traslado, suelen existir distintos arreglos: en las inserciones
más formales, generalmente, la empresa paga el pasaje de venida a la zona y el de
regreso, siempre y cuando lo hagan el día acordado y con un mínimo de días trabajados;
en otros casos el contratista se hace cargo de la venida y no del regreso a su casa o bien
situaciones en las que el intermediario adelanta el dinero pero, luego, se los descuenta
del pago final.
10
Por la Resolución 37 de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (publicada en el Boletín Oficial el 27
de julio del 2006) se fijan las siguientes remuneraciones para los trabajadores forestales en las provincias
de Entre Ríos y Corrientes: Peones Generales 889,3; Cargadores 899; Conductores de camiones, tractores
y máquinas varias en monte 975,5; Motosierristas 935; Mecánicos 1026,85; Hacheros, volteadores y
troceadores 889,5; Peladores, enganchadores y estibadores 969,85; Capataces 1038,95; Encargados
1065,95.
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Los accidentes más frecuentes son los cortes y heridas causadas por el uso de sierras,
hachas y otras herramientas; a esto se agrega el deterioro corporal que provocan, por un
lado, tareas con alta exigencia física y, por otro, la exposición a condiciones climáticas
desfavorables. Son comunes las enfermedades profesionales como pérdidas de audición
por la exposición a las vibraciones de las herramientas y lesiones en la columna
provocadas por el intenso esfuerzo físico, sobre todo en el puesto de trabajo vinculado
con la carga manual de los troncos.
5. Conclusiones
operarios forestales es más o menos sostenido y regular a lo largo del año; es por ello
que la migración de trabajadores procedentes de otras provincias no presenta
estacionalidad. Se puede decir entonces que el movimiento de trabajadores adquiere
características casi pendulares, donde las idas hacia el noreste de Entre Ríos se repiten
varias veces durante el año, separadas por períodos reducidos de tiempo de permanencia
en el lugar de origen. Llamativamente esta demanda más regularizada durante el año no
contribuye al asentamiento del trabajador en la zona, como se observa que ocurre en
otras actividades agrícolas (Ortiz, 1999).
De la mayor parte de las trayectorias laborales se desprende que el oficio del obrajero es
aprendido en el trabajo. Desde hace un año, en la zona, se vienen realizando cursos de
19
6. Bibliografía
Bercovich, Néstor (2000): Evolución y situación actual del complejo forestal en Argentina,
División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, 65 páginas.
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Granovetter, Mark (1974), Getting A Job. A study of Contacts and Careers, Harvard
University Press, Cambridge.
Hirschhorn, Néstor y Sánchez Acosta, Martín (2005): “Cosecha forestal en Entre Ríos: situación
y recomendaciones”, en XX Jornadas Forestales de Entre Ríos, Concordia.
12
Estas capacitaciones cuentan con el apoyo de: la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y
Estibadores (UATRE), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Ministerio de
Trabajo, la Comisión Administradora de los Fondos de Salto Grande (CAFESG), la Asociación Forestal
Argentina (AfoA) y el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos. Se realizaron cursos sobre poda, uso de
motosierra, aplicación de agroquímicos, extracción de madera y supervisión de las tareas.
13
En agosto del 2006, los motosierristas que trabajan para contratistas de Alto Paraná S.A. pararon por 42
días en demanda de mejores salarios y condiciones laborales. En marzo del 2007, realizaron otro paro con
bloqueo del ingreso a la empresa, reclamando por incumplimiento de lo acordado y por la transferencia de
sus aportes sindicales al Sindicato de Obreros y Empleados de Celulosa, Papel y Afines (SOEP),
cuestionando la representatividad del gremio asignado por ley (UATRE).
20
Ingaramo, L. (2005): ¿Por qué podar?, Día de Campo EEA Concordia, INTA, Concordia.
Krautstofl, Elena María (1991) Condiciones de trabajo y calidad de vida de los peones
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