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El trabajo en la actividad forestal en la provincia de Entre Ríos

Silvia Bardomás∗
Diana Díaz∗∗
1. Introducción

Esta ponencia busca dar cuenta de algunos aspectos del mercado de trabajo de la
actividad forestal en los departamentos de Colón, Concordia y Federación en la
provincia de Entre Ríos. Para ello, en primer lugar, se presenta la evolución que ha
experimentado la superficie forestada en la provincia y en la zona bajo estudio a través
de información secundaria proporcionada por los censos agropecuarios; además, se
describen las particularidades y el funcionamiento del sector forestal.

Posteriormente, se realiza una estimación de la demanda de mano de obra de la


actividad en los departamentos mencionados; los requerimientos de mano de obra de las
empresas se calcularon para tres niveles tecnológicos diferentes en horas/hombre por
hectáreas, identificando las distintas tareas desarrolladas en las etapas de precosecha,
cosecha y poscosecha.

A través de entrevistas a informantes clave, contratistas de servicios y trabajadores se


indaga sobre la organización del proceso de trabajo en la forestación, las formas de
contratación adoptadas predominantemente por las empresas, las trayectorias laborales
de los trabajadores que colaboran con la construcción de esa oferta y las condiciones de
vida en el lugar de trabajo.

2. Características de la actividad

Durante los últimos años la actividad forestal ha dado pruebas de su consolidación y


relevancia como una producción regional del Noreste de la provincia. En efecto, a pesar
de la expansión de la superficie dedicada a otras producciones agropecuarias como la
soja, la producción forestal ha mantenido una contribución constante al PBG durante el
período 1997-2002, participando con un 3% del producto bruto del sector primario y un
14% del sector de la industria en la provincia.

La superficie implantada con bosques en Entre Ríos, según el Censo Nacional


Agropecuario del 2002, alcanza las 113.977 hectáreas en un total de 1.590
explotaciones. La producción forestal se concentra en los departamentos de Colón,
Concordia y Federación donde predominan las plantaciones de eucaliptos. Para ese año,
el área comprendida por estos tres departamentos, a la que se circunscribe este estudio,
dispone de 85.000 hectáreas forestadas e involucra a algo más de mil explotaciones;
para el 2006 se estima que las hectáreas forestadas alcanzan las 101.000 hectáreas.

En el período intercensal, la superficie forestada creció a nivel provincial en un 45 % y


tanto en 1988 como en el 2002, el 86% de la misma estaba implantada con eucalipto. La
evolución en el área comprendida por este estudio fue del 40% y se explica por el
aumento de la superficie con eucalipto ya que esta última creció en la misma
proporción. Sin embargo, no fue homogéneo este incremento en todos los

CEIL-CONICET, sbardomas@ceil-piette.gov.ar
∗∗
INTA Concordia, ddiaz@concordia.com.ar
2

departamentos; en Colón se triplicó la superficie con esta especie, en Concordia tuvo un


crecimiento de algo más de un tercio y en Federación permaneció sin grandes cambios.
Estas diferencias se relacionan con el tipo de estructura agraria de cada uno de estos
departamentos y con el tipo de uso del suelo; mientras en Colón se observa una mayor
especialización forestal, en Federación y en Concordia la citricultura es la actividad
agrícola dominante.

Cuadro Nº 1: Evolución de la superficie forestada y con eucalipto, 1988-2002.


Superficie Superficie con Eucalipto Crecimiento
Año Forestada
(has.) Has. % del Total Pcial. 1988-2002
Total Provincia 1988 78352,2 53822,5 100,0
2002 113977,0 83247,7 100,0 54,67
Concordia 1988 26704 22694,0 42,2
2002 36687,3 30664,6 36,8 35,12
Colón 1988 12915,2 10570,5 19,6
2002 36249,7 31909,2 38,3 201,87
Federación 1988 11435,9 10784,4 20,0
2002 12025,9 11082,9 13,3 2,77
Total Área 1988 51055,1 44048,9 81,8
2002 84962,9 73656,7 88,5 67,22
Fuente: Censo Nacional Agropecuario, 1988 y 2002.

Según el último censo, la implantación forestal se desarrolla predominantemente en


explotaciones medias (de 100 a 500 hectáreas) y en grandes (de más de 500) en los
departamentos de Colón y Concordia, mientras que prevalece en unidades más pequeñas
(algo menos de la mitad tienen hasta 50 hectáreas y algo más de un cuarto entre 50 y
100) en Federación.

A fin de afianzar la posición estratégica del sector, aprovechando las ventajas


comparativas de la actividad, existe una política de promoción por parte del gobierno
nacional. Entre las diferentes medidas de fomento se incluye la Ley 25080 de
Inversiones para Bosques Cultivados, que fija incentivos a las forestaciones consistentes
en aportes no reintegrables para la plantación, la realización de podas y raleos y asegura
la estabilidad fiscal por el término de 30 años para los proyectos encuadrados en la ley.

Una de las características principales del sector es su fuerte integración vertical en el


territorio. Como la madera es un producto de baja relación precio/volumen, la industria
de procesamiento se ubica por lo general en las cercanías de las fuentes de
abastecimiento de materia prima con el fin de disminuir los costos de flete. Esta
integración geográfica de la actividad forestal es importante, ya que la demanda de
materia prima, en cuanto a cantidad y calidad, está fuertemente condicionada por el
tamaño y el tipo de industria de procesamiento y por los potenciales usos a los que esta
industria aplica la madera que elabora. A su vez, el manejo silvícola –y la
correspondiente demanda de mano de obra- dependerá no sólo de la cantidad sino
particularmente de la calidad de la materia prima que requiere el mercado. Esta fuerte
relación entre la industria y la producción de madera resalta la importancia del enfoque
por cadena para la actividad.

La industria de la madera de la región está básicamente constituida por industrias de


primera transformación (industria de tablero e industria del aserrado). Mientras que la
3

industria del tablero utiliza abundante materia prima, sin exigencias en cuanto a la
calidad, la demanda por parte de la industria del aserrado está condicionada por el
destino al cual se aplica la madera aserrada.

Tradicionalmente la industria local del aserrado producía madera procesada para usos
de bajo valor agregado, tales como cajones para embalajes, pallets, etc. Recientemente
el comprobado potencial de la madera de eucalipto para productos de valor (machimbre,
molduras, muebles, etc.) ha impulsado el desarrollo, aún incipiente, de una industria de
segunda transformación, que produce bienes de mayor valor (en base a madera seca,
libre de nudos, clasificada, etc.). Este cambio en la demanda de materia prima está
generando, a su vez, cambios en el manejo de las forestaciones.

En la segunda mitad de la década del ´90 se observó en el país un cambio en el


complejo forestal que consistió en la consolidación de un marco de política sectorial, un
crecimiento de las exportaciones y, también, la aparición de nuevos actores
empresariales extranjeros y nacionales en actividades tales como celulosa y papel,
aserrados y tableros. “Las nuevas inversiones en forestación están concentradas
mayormente en no más de veinte empresas (nacionales y extranjeras)” (Bercovich,
2000, p. 47). En lo que va del siglo muchas de estas empresas han cambiado su
titularidad pasando de un grupo económico a otro.

En la actualidad, el polo de desarrollo foresto-industrial del noreste de Entre Ríos está


conformado por más de 140 aserraderos, de los cuales el 40% produce tablas, y el resto
cajones y pallets. En su mayoría son empresas PyMES; su producción varía de 3.000 a
30.000 pie2/tabla por día, lo que en el nivel internacional corresponde a aserraderos de
pequeña escala. Solamente en Entre Ríos estas industrias del aserrado ocupan en forma
directa a más de 2100 personas, estimándose el empleo indirecto en 6.500 personas
(Secretaría de la Producción-INTA, 2002). La industria se ubica principalmente en las
cercanías de las localidades de Federación, Concordia y Ubajay.

En la zona se encuentran, además, dos plantas de madera aglomerada y una planta que
produce tableros MDF1; también existen trece plantas de impregnación de postes. Parte
de la producción forestal se destina a una planta de Celulosa Argentina SA, ubicada en
Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe.

3. Identificación de distintos perfiles tecnológicos y estimación de coeficientes de


trabajo

Se establecieron tres niveles tecnológicos diferentes de producción de los


establecimientos (bajo, medio y alto) para los que se estimó la demanda de mano de
obra; para ello fue necesario identificar las tareas involucradas (precosecha, cosecha y
poscosecha) y sus requerimientos cuantitativos en horas/hombre por hectárea2.

1
Masisa Argentina es la empresa líder en la fabricación de tableros de madera, utilizados en la industria
del mueble y de la construcción. En su planta industrial de Concordia, elabora sus productos con alta
tecnología y posee una capacidad productiva de 450.000 m3 de tableros al año. Cuenta con un patrimonio
forestal que le permite asegurarse el suministro de fibra en el largo plazo acorde a la estrategia de
crecimiento del negocio en los países donde está presente.
2
Como esta demanda difiere no sólo según el perfil tecnológico sino, particularmente, según la etapa de
desarrollo en que se encuentra la forestación (implantación, mantenimiento, cosecha, etc.), a los fines de
la comparación entre perfiles, se consideraron períodos similares de tiempo. Por otra parte, se asume que
4

A los fines del presente estudio se asumió que el ciclo del cultivo comprende desde la
preparación del sitio para la forestación hasta la cosecha, incluida la carga sobre
camión. En el cálculo de los coeficientes se han considerado también las actividades
profesionales de supervisión y control de las tareas que realizan los operarios. En
cambio, se han dejado fuera del ciclo productivo –y por lo tanto se han excluido del
cálculo- las actividades de producción de plantas en vivero y el transporte de la madera
“tranqueras afuera”3.

La calidad más que la cantidad total de madera obtenida es lo que caracteriza a los
diferentes niveles tecnológicos, ya que ésta y, en particular, el diámetro de la madera
rolliza obtenida determina el potencial destino industrial. Es por ello que no se
presentan diferencias en cuanto a los rendimientos en volumen por hectárea según perfil
tecnológico. A su vez, la obtención de los diferentes productos y subproductos está
condicionada por el manejo que se realice de la forestación. La producción de madera
de calidad con destino al aserrado exige la realización de las prácticas de poda y raleo.
La poda tiene por objetivo la eliminación de las ramas del fuste del árbol con el fin de
evitar la formación de nudos en la madera, cuya presencia la descalifica para la
obtención de productos de alto valor agregado (Ingaramo, 2005).

La poda baja, hasta los 2,5 m de altura del árbol, se realiza sobre todos los árboles.
Además de permitir que la primera troza del árbol (la de mayor valor por ser la de
mayor diámetro) se encuentre libre de nudos, tiene por finalidad mantener la forestación
limpia, cortando la continuidad de material combustible entre el suelo y las ramas
superiores del árbol, disminuyendo así el riesgo de ocurrencia de incendios. Las podas
media y alta, a 5,5 y 7,5 m de altura respectivamente, se realizan solamente sobre
aquellos individuos que no serán extraídos en el raleo siguiente. Esta práctica realizada
en el momento oportuno (cuando la zona del fuste a podar no presenta más de 7 a 11 cm
de diámetro), permite que los nudos se concentren en el cilindro central del árbol
(cilindro nudoso), y que el resto del rollizo contenga madera libre de nudos.

La inversión en podas sólo cobra sentido si éstas van acompañadas de raleos. El raleo es
la operación por la cual se eliminan los individuos de características menos deseadas en
cuanto a forma, crecimiento y sanidad con el fin de dar más espacio vital (luz, agua y
nutrientes) a aquellos individuos en los que se concentrará el crecimiento para la
producción de madera de calidad. En los sucesivos raleos se van cosechando los árboles
menores, dejando para la cosecha final en tala rasa sólo aquellos árboles dominantes, de
mayor diámetro y mejor calidad.

De esta manera, por efecto de los raleos, de los 1000-1100 árboles/hectárea plantados,
sólo llega a la cosecha final un número que puede variar de 400 a 200 árboles. Por tal
motivo, bajo este sistema de manejo (denominado "de monte alto"), con posterioridad a

las tareas correspondientes a la etapa de implantación, desde la preparación del sitio hasta la “plantación
lograda” a los 18 meses, son semejantes para los tres niveles.
3
Existen algunas actividades comprendidas dentro del ciclo productivo que no han sido consideradas al
estimar los coeficientes, como la realización y mantenimiento de caminos y las actividades de brigadas de
lucha contra incendios forestales. Ambas actividades, si bien necesarias en todos los perfiles tecnológicos,
se encuentran más relacionadas con la escala de la empresa. Tampoco se han considerado las tareas
profesionales correspondientes a la preparación de la documentación necesaria para la presentación del
proyecto de forestación con el objetivo de recibir los beneficios previstos en la Ley 2508 de Promoción de
las Forestaciones.
5

la cosecha - o sea al finalizar el primer turno4 -, es necesario reforestar el sitio. El hecho


de realizar esta actividad sobre un área con residuos de cosecha y tocones de los árboles
raleados y cosechados, dificulta la mecanización de las actividades correspondientes a la
preparación del sitio y, por ende, determina que la demanda de mano de obra de la
actividad de replantación (que incluye control de plagas, de malezas, plantación, etc.)
sea mayor que la correspondiente a la plantación sobre un terreno limpio.

3.1. Características de los perfiles tecnológicos

A continuación se describen las características principales de cada perfil 5:

En el perfil tecnológico bajo se presentan plantaciones sin manejo, cuya madera tiene
por únicos destinos posibles la producción de tablero o la obtención de celulosa. Son
forestaciones que han sido aprovechadas en más de un turno y en las que no se ha
realizado un manejo del rebrote (lo que tiene por consecuencia que sobrevivan 3 a más
varas por cepa), por lo cual dominan los diámetros finos. Sólo se encuentran
plantaciones antiguas que llevan más de un turno de producción.

La rotación, es decir el lapso que transcurre entre la plantación y la replantación, está


conformada por varios turnos. Debido a que en los sucesivos turnos de corte se van
perdiendo cepas (las mismas mueren por efecto de la maquinaria que realiza la cosecha,
por el ataque de hormigas, etc.), en cada turno sucesivo de la rotación disminuye la
productividad por hectárea del área forestada.

Durante el desarrollo de la forestación solamente se realizan tareas mínimas de


mantenimiento (por ejemplo, cortafuegos). La cosecha tiene lugar al alcanzar el turno de
corta (10 años) y comprende el apeo, el descortezado en el campo, la extracción con
cachapé volcador6 y la carga con cargadora frontal. Si bien se ha considerado, a los
fines del presente trabajo, una extracción y carga mecanizada, pueden encontrarse casos
extremos en los que estas operaciones se realizan en forma manual. Se asume una
rotación de 31 años, conformada por tres turnos de 10 años cada uno.

El productor no recibe asesoramiento y tampoco se encuentra vinculado al sector


forestal; por ello, generalmente, accede a contratistas que no cuentan con personal
capacitado.

El 30% de la superficie total del área sobre la que se informa pertenece a este perfil, con
un rendimiento medio de 30 m3 por hectárea al año.

En el perfil tecnológico medio se encuentran forestaciones en las que sólo se realizan la


poda baja (a 2,5 m) y actividades de mantenimiento (en particular de caminos y
cortafuegos). La plantación incluye la preparación del sitio, la plantación propiamente

4
Se denomina “turno” al lapso entre plantación y cosecha, y entre cosecha y cosecha.
5
Para los perfiles tecnológicos bajo y medio se consideró una rotación conformada por tres turnos de 10
años cada uno. Para el nivel tecnológico alto se consideraron dos rotaciones de 14 años cada una (en este
caso equivalentes a dos turnos de 14 años). El período de tiempo total para los perfiles tecnológicos bajo
y medio fue 31 años; para el perfil tecnológico alto el lapso considerado fue 29 años. El total de demanda
de mano de obra para el período considerado en cada perfil fue, posteriormente, dividido por el número
de años que comprende el período correspondiente, obteniéndose un promedio anual de horas por
hectárea y de jornales, generados por cada uno de los perfiles tecnológicos.
6
Acoplado de un eje, autovolcador, utilizado para la extracción de madera en el monte.
6

dicha y el control de plagas y malezas (Vera et al, 2004). Al final de cada turno, con
posterioridad a la cosecha, se realiza un manejo del rebrote y la poda baja nuevamente.
No se realizan raleos, la cosecha incluye el apeo con motosierra, la extracción con
tractor con linga y la carga con cargadora frontal.

Al igual que en el perfil tecnológico anterior, se aprovechan en varios turnos por


rotación; si bien genera madera rolliza con destino a aserrado, la proporción de madera
de calidad producida es baja. En este caso, se obtiene madera redonda como
subproducto del manejo del rebrote y madera rolliza de diferentes diámetros y calidades
en el corte final.

En forma semejante al nivel tecnológico bajo, se asume una rotación conformada por
tres turnos de 10 años y una rotación de 31 años. A los fines del presente trabajo se
considera que, en el primer turno el 12% de la madera cosechada tiene por destino el
triturado y el 88% restante se comercializa como madera rolliza para aserrado; esta
proporción disminuye con cada turno, obteniéndose al final del tercer turno un 18% de
madera con destino a triturado y un 82% para aserrado.

El asesoramiento es esporádico y, en general, todas las tareas son realizadas por


contratistas. Constituyen una excepción los pequeños productores agropecuarios que
han decidido diversificar su producción; en estos casos, algunas actividades como la
implantación y la poda baja pueden ser realizadas por el mismo productor o por
personal permanente de la explotación agropecuaria.

Se estima que el 60% de la superficie ocupada con forestación pertenece a este perfil,
con un rendimiento medio de 35 m3 por hectárea por año.

La implantación del cultivo en el perfil tecnológico alto se realiza en forma semejante a


lo indicado en el perfil tecnológico medio pero, por ser forestaciones manejadas con el
objetivo de obtener madera rolliza de calidad, se realizan tres podas y tres raleos, lo cual
permite la obtención de rollizos libres de nudos y de mayores diámetros; con
posterioridad a la cosecha, el sitio debe ser reforestado. Se ha considerado un turno
equivalente a una rotación de 14 años (Vera y Larocca, 2005).

La poda baja se realiza con tijera o serrucho sobre todas las plantas; las podas media y
alta (a 5,5 y a 7,5 metros de altura del fuste, respectivamente) se realizan sobre plantas
seleccionadas utilizando escalera, lo que hace más lenta la operación. Los tres raleos se
ejecutan para la obtención de madera de calidad. El primero se realiza a pérdida al
segundo año de edad de la plantación; el segundo al cuarto año y el tercero al séptimo.
La cosecha incluye las actividades de apeo y elaboración (con motosierra), extracción y
carga. Con posterioridad a la cosecha, el sitio es reforestado.

En este nivel, la forestación produce un 10% con destino a triturado y el 90% restante
con destino a aserrado; además la madera rolliza larga presenta diámetros mayores y se
obtiene una mayor proporción libre de nudos y de más valor, que permite la elaboración
de productos con mayor valor agregado (muebles, machimbre, tableros de listones, etc.).

Son empresas forestales medianas y grandes las que han implementado un manejo más
intensivo de sus forestaciones, con podas y raleos. Algunas de ellas organizan su
producción con miras a la certificación forestal, lo cual les exige trabajar con contratos
7

formales, con personal capacitado (propio o de contratistas) y cumplir estrictamente con


todas las normas de seguridad laboral. Sólo el 10% de la superficie con forestación
pertenece a este perfil tecnológico, con una producción media de 35m3 por hectárea al
año.

3.2. Coeficientes de trabajo según perfil tecnológico

La mayor demanda de mano de obra se registra en el perfil alto (2.79 puestos de trabajo
cada 100 ha), y la menor en el perfil medio (2,00 puestos de trabajo cada 100 ha). El
perfil tecnológico bajo, en una situación intermedia (2,17 puestos de trabajo cada 100
ha), presenta alta demanda de mano de obra durante la cosecha ya que el destino de la
madera -para celulosa- exige el descortezado en el campo, actividad manual que tiene
muy baja eficiencia (se estima que cada operario descorteza entre 5 y 7 m3 estéreo por
día) y requiere muy poca calificación. La mano de obra que demanda el manejo de los
rebrotes realizado en el nivel tecnológico medio no es suficiente para equiparar el
mayor requerimiento de trabajo en la cosecha del nivel tecnológico bajo.

Como es de esperarse, el nivel tecnológico alto ocupa más mano de obra en tareas de
supervisión y control.

En cuanto a la distribución de las tareas a través del tiempo, a diferencia de lo que


sucede en otras actividades agropecuarias con fuerte estacionalidad, en el caso de la
forestal, la mayoría ellas pueden realizarse prácticamente durante todo el año. En
general, la exigencia de trabajadores se concentra en algunos años del ciclo del cultivo,
en particular al comienzo de la rotación cuando se realiza la plantación o la
replantación, cuando tienen lugar actividades silviculturales, o cuando se lleva a cabo la
cosecha.

El perfil más bajo presenta mayor concentración de la demanda de mano de obra, lo que
sucede en el momento de la cosecha. Ello es así porque durante el resto del ciclo sólo se
realizan mínimas actividades de mantenimiento y recién al alcanzarse el turno de
cosecha, se concentra la labor.

Por el contrario, la demanda del perfil tecnológico alto es más sostenida a través del
tiempo, con picos menos pronunciados y más frecuentes; ello se debe a que
periódicamente se realizan actividades silviculturales de poda y raleo. En el caso de los
raleos comerciales (segundo y tercer raleo), la actividad se asemeja a la cosecha pero
tiene coeficientes de trabajo superiores que una tala rasa.

Teniendo en cuenta la superficie aprovechada, forestada y bajo manejo en los últimos


10 años, se calculó, según la fase de desarrollo en que se encuentra la superficie
asignada a cada nivel tecnológico, y los coeficientes de trabajo estimados para cada una
de esas etapas, los jornales de trabajo (de 8 horas) generados durante el año 20047. Se
estimó que en el año 2004 la actividad primaria forestal realizada en los departamentos

7
A fin de estimar el número de puestos de trabajo permanentes se consideraron 18 días laborables por
mes (descontados los no laborables y los días con lluvia y mal tiempo), lo que se traduce en 216 jornadas
laborables por año.
8

de Federación, Concordia y Colón había demandado 313.266 jornales, equivalentes a


1.450 puestos de trabajo permanente8.

Aún cuando la superficie asignada al nivel tecnológico bajo es del 30%, y que ella
presenta un coeficiente de mano de obra mayor al nivel tecnológico medio, se estima
que la superficie manejada con este esquema tecnológico sólo contribuye con el 15%
de la mano de obra, ya que la mayor parte de la superficie manejada no realiza más que
tareas de mantenimiento, y éstas demandan escasa mano de obra.

Por el contrario, el nivel tecnológico alto, que sólo representa el 10% de la superficie
forestada, está demandando el 24% de la ocupación, aún cuando es reducida la
superficie que ha llegado ya a la etapa de raleos productivos, los que se realizan en el
cuarto y séptimo año. El nivel tecnológico medio (con el 60% de la superficie
forestada), contribuye con el 61% de la demanda de mano de obra, habida cuenta que
presenta coeficientes de trabajo que se ubican por debajo de los otros dos niveles
tecnológicos.

4. Mercados de trabajo

Como la bibliografía sobre los mercados de trabajo da cuenta, los aspectos económicos
no son los únicos que parecen influir en la conformación de los mismos; los aspectos
culturales, las identidades y la historia de los actores cobran importancia y le otorgan
ciertas particularidades (Craviotti et al, 2007). La conformación de la oferta de
trabajadores no es sólo un producto del mercado sino que “...es regulada por procesos
relativamente autónomos del mundo productivo, como los factores demográficos, las
políticas públicas, las estructuras familiares, las normas ideológicas, etc.” (Benencia y
Quaranta, 2006). Los mercados laborales se organizan fuertemente condicionados por
los sistemas de relaciones sociales presentes en localidades y territorios específicos
(Peck, 1996); la conducta en el mercado no es, en consecuencia, individualista-
atomizada sino que está condicionada por esos contextos (Mingione, 1993). La
presencia de redes, por otra parte, es central para dar cuenta de la información de que
disponen los trabajadores, su formación, su reclutamiento y asignación a puestos de
trabajo, así como también su involucramiento en el proceso de trabajo (Granovetter,
1974; Requena Santos, 1991). El mercado laboral forestal en el nordeste de Entre Ríos
no parece escapar a ello.

La producción de cítricos es, históricamente, la actividad agrícola más importante, a la


que se agrega, en los últimos años, la de arándano. La citricultura concentra la mayor
parte de la mano de obra ocupada en el sector agrícola. Por otra parte, la zona,
especialmente Concordia, viene registrando desde hace varios años altos índices de
desocupación; no obstante ello, la mano de obra local es remisa a insertarse en la
forestación y la actividad depende del reclutamiento de trabajadores de fuera de la zona.
Si bien “...la continuidad del ciclo agrario, los saberes aprendidos y algunas
características del perfil del trabajador favorecen la inserción de los cosecheros del
citrus en el arándano...” (Craviotti, op. cit.) la forestación parece tener limitaciones más
difíciles de superar.

8
Proyecto CEIL (CONICET)- INTA “Transformaciones productivas y demanda de mano de obra en el
agro argentino, 1980-2000”; Director: Guillermo Neiman.
9

Las empresas de intermediación laboral son las que se encargan de suplir esta escasez
de trabajadores forestales y, para ello, apelan a la movilización de mano de obra
procedente de otras provincias, además de organizar el proceso de trabajo, como se verá
más adelante. Este sistema de intermediación parecería responder a características no
sólo del mercado de trabajo local sino también a particularidades de la actividad
forestal.

4.1. La intermediación en la actividad

La actividad forestal se encuentra tercerizada en su casi totalidad a través de empresas


de servicios que trabajan en forma independiente y que son contratadas por el productor
o por la empresa forestal para la realización de las diferentes tareas, ya sea la
implantación, las podas, la cosecha o las actividades de mantenimiento. Cuando se trata
de la actividad de cosecha, otra modalidad es que las cuadrillas que realizan el trabajo
dependan de la industria que adquiere la madera al productor, la venta se realiza como
madera en pie y el aserradero se hace cargo de las tareas de cosecha.

El contratista se encuentra especializado por actividad; el que realiza la forestación y las


prácticas silviculturales (control de malezas, podas, manejo de rebrote) no suele ser el
mismo que el que se dedica a la actividad de cosecha. Mientras que el primero utiliza
equipamiento común a otras actividades agrícolas (tractor, rastras, subsolador,
equipamiento para la aplicación de agroquímicos), el segundo requiere personal con
experiencia en el uso de equipamiento forestal, tal como motosierra y maquinaria para
la extracción y carga de la madera.

Con respecto a las empresas de servicios forestales que se dedican a la implantación y al


manejo silvicultural, son menores las diferencias entre los niveles tecnológicos medio y
alto. Las empresas que trabajan en el perfil más alto realizan una mejor planificación y
manejo de las actividades y aplican buenas prácticas silviculturales con miras a la
certificación forestal. Además, los operarios que trabajan en este perfil se encuentran,
por lo general, más capacitados, aplican las normas de higiene y seguridad y trabajan en
situaciones contractuales formalizadas, cumpliendo con lo estipulado en la legislación
laboral.

Las empresas de servicio dedicadas a tareas de cosecha son las que presentan mayores
diferencias tecnológicas dadas, principalmente, por el tipo de maquinarias con que
operan, la productividad y el grado de formalidad. El trabajo de campo se focalizó en
entrevistar a contratistas de cosecha.

Una de las grandes empresas que tiene sus plantaciones en las provincias de Entre Ríos
y de Corrientes, con alrededor de 48.000 hectáreas forestadas, realiza la explotación de
los montes con contratistas; el perfil de los mismos es variado, en algunos casos se trata
de pequeños contratistas, que incluso pueden haber sido previamente encargados y,
luego, se capitalizaron, u otros de escala mediana a grande, con características más
empresariales. En la zona de Concordia siete son los contratistas que trabajan para esta
empresa; los más grandes tienen un encargado en el campo que es quién supervisa a los
trabajadores, en tanto si es de un perfil menor es el mismo contratista el que realiza el
control del proceso de trabajo. La mayoría de estos prestadores de servicio no trabaja
exclusivamente para esta empresa, aunque sí con mayor dedicación.
10

En el área de Concordia sólo un contratista es prestador exclusivo de la empresa; con


21 trabajadores realiza la cosecha y la carga de la madera (puesta sobre camión). Sus
funciones consisten en realizar la supervisión general entre los campos, ya que opera
con dos grupos de trabajo, así como organizar y dirigir la ejecución del proceso de
trabajo a través de un encargado. Se ocupa, además, de la facturación y del pago de los
impuestos. La supervisión en el campo es función del encargado que tiene a cargo,
también, la tarea de contratar a los trabajadores, organizar el traslado y administrar la
comida y la ropa de trabajo.

Cada cuadrilla tiene nueve trabajadores que se distribuyen por tarea de la siguiente
manera: dos motosierriestas, tres apiladores, un marcador, el encargado, un operador
que saca la madera y carga al camión (en una carreta con un tractor con grúa).

“ Empecé en Chile con esa empresa y traje capital desde allá, vine porque
hacían falta contratistas; me ayudaron con maquinarias e inclusive algunos
operadores para capacitar gente acá; trajimos maquinarias muy sofisticadas
que entraron de forma temporaria... La mecanización ya no está, es todo
manual... Y después vino la hecatombe de la Argentina y no había posibilidades
de comprar absolutamente nada. La mecanización se fue toda; aquí ahora es
todo manual” (de la entrevista a un contratista)

Sin embargo, los pequeños contratistas son los predominantes en la zona; éstos se
caracterizan por tener un capital reducido que se limita a un camión y un tractor (de más
de 20 años de antigüedad) y un guinche, muchas veces rudimentario, para cargar y
mover la madera. Según Hirschhorn “Su producción normal es de 600-700 toneladas
por mes... El apeo es con motosierra; la extracción se realiza con tractor con cadenas o
con lingas (cables). Normalmente el mismo tractorista se baja para lingar y vuelve a
bajar en la planchada a desenganchar. Cuando lo que se elabora son productos cortos, es
común observar el uso del cachapé... La carga de este implemento dentro del monte es
manual, o bien con alguna cargadora, puesta por el aserradero” (Hirschhorn, 2005,
pág. 2).

Un contratista de esta escala, a quien entrevistamos, sólo realiza el aprovechamiento y


la extracción y, en menor medida si se le presenta, tareas de raleo; no se encarga de la
plantación.

“Trabajo desde hace 14 años en esta actividad y desde hace un año tengo un
aserradero, lo que extraigo es para el aserradero. Antes hacía transporte... La
cantidad de trabajadores que contrato depende del trabajo que se me presenta.
Trabajo con productores chicos, con una capacidad de 40 toneladas diarias.
Tengo trabajo el año completo. En el aserradero trabajan 8 personas; y 4 en el
monte aparte de mí que hago de motosierrista, maquinista y transporte. Mi hijo
también trabaja, tiene 20 años y maneja el camión... Trabajé hasta los 30 años
en la quinta con mi padre y también como capataz en la cosecha de cítrico. Mi
esposa fue embaladora y cosechadora de cítricos y ahora trabaja en el
arándano en cosecha y poda junto con mi hija” (de la entrevista a un
contratista).
11

La cosecha mecanizada es prácticamente inexistente en la zona bajo estudio; esto se


debe al alto costo de los equipos, de los repuestos y del mantenimiento9; por otra parte,
se requiere de grandes superficies forestadas para hacer rentable su incorporación. En
tanto, en esta área predominan las forestaciones de extensión pequeñas y dispersas. Las
industrias demandantes de la madera son, en su mayoría, de pequeño tamaño y
atomizadas (Hirschhorn, 2005).

4.2. El trabajador forestal: características y estrategias de reclutamiento

Las condiciones laborales del trabajador forestal son consideradas mundialmente de las
peores no sólo en el medio rural sino en el conjunto de las actividades económicas. La
OIT considera que la forestación -junto con la construcción y la minería- es de los
sectores de actividad más riesgosos por la alta incidencia de accidentes laborales y de
siniestros mortales (OIT, 1997). En los países en desarrollo “la silvicultura se convierte
en el empleo que las personas sin otras alternativas toman como último recurso...”
(Blombäck, 2001, pág. 13). Frecuentemente se desarrolla en un contexto caracterizado
por la precariedad en las condiciones laborales y de vida en el monte; esto lleva a que
resulte poco atractiva para la mano de obra local, a la gran rotación de la misma y a su
escasa especialización.

La alta exigencia física de las distintas tareas y las condiciones de trabajo y de


permanencia en las plantaciones hacen que la forestación sea una actividad
exclusivamente masculina. El grupo etario comprendido entre los 18 y 35 años es el
mayoritario; siendo poco frecuente la presencia de trabajadores con más edad. Los
motosierristas pueden ser mayores, no así los operarios menos calificados como los
apiladores y los peladores.

El perfil predominante en la zona es el trabajador joven, con bajo nivel de instrucción


(primaria incompleta o completa como máximo nivel educativo), que migra
temporariamente desde su lugar de origen. La provincia de Misiones es la principal
proveedora de mano de obra, seguida en menor medida por la de Corrientes; también, se
pueden encontrar trabajadores paraguayos.

La experiencia acumulada de reiteradas migraciones procedentes de un determinado


lugar, las particularidades culturales de esa población que responde a un sistema de
valores y normas (noción de prestigio, honor, disciplina, etc.) colaboran en cierta forma
con la percepción que se tiene de este migrante y que de su lugar de origen dependa el
tipo de valoración que se haga de él.

Misiones es de las provincias de la región la que tiene mayor tradición en la explotación


forestal, primero del bosque nativo y, posteriormente, del implantado. En ella, el
proceso de formación del asalariado forestal y de construcción de una cultura del monte
lleva varias décadas, lo que ha contribuido a que actualmente el trabajador misionero
sea reconocido por su experiencia en la actividad y por su adaptabilidad a la vida en
campamentos. La descripción del proceso de trabajo en bosques nativos para la
provincia de Misiones revela que los obrajeros misioneros obtienen el conocimiento con
la práctica y cómo este “saber hacer” se relaciona con una trayectoria de vida en
contacto permanente con el medio natural, con las distintas tareas de la forestación y

9
El costo de un cosechador puede oscilar entre los 150 mil dólares y los 400 mil euros.
12

con una tradición de larga data en la provincia que involucró y sigue involucrando a
varias generaciones (Krautstofl, 1991).

“El tata abuelo y mi padre fueron hacheros. Tres de mis cuatro hermanos son
motosierristas, como yo. Mis hijos seguirán estos pasos. Quizás ellos vivan
mejor. Mientras espero eso, ojalá los porteños se enteren cuánto brazo, espalda
y sacrificio hizo falta para su papel de computadora” (trabajador forestal en
Misiones, Página 12, 1º de abril del 2007).

Si bien encontramos casos de trabajadores migrantes que se encuentran registrados y


perciben todos los beneficios sociales, en general, la precariedad laboral está muy
difundida. El estado de la cuestión acerca de las migraciones laborales estacionales da
cuenta de la doble vulnerabilidad de este tipo de trabajador, por un lado, por su
condición de trabajador estacional (inestabilidad laboral, carencia de beneficios
sociales, prolongadas jornadas laborales, trabajo no registrado, falta de sindicalización,
etc.) y, por el otro, por las condiciones de vida que deben sobrellevar en los lugares de
destino. No sólo los hace socialmente vulnerables la precariedad de sus formas de
empleo y de trabajo, sino también su condición de migrante ya que el acceso a un
trabajo implica necesariamente su desplazamiento, lo que conlleva una inestabilidad
permanente y una forma de vida de mayor desprotección (Lara, 2006). La zona se
convierte, en cierta forma, en un espacio significativo para la reproducción de hogares
de asalariados migrantes temporarios de otras provincias y que, en su lugar de origen, se
encuentran en situación de inseguridad crónica de empleo y de ingresos.

Las trayectorias laborales de varios trabajadores revelan como particularidad común el


muy temprano inicio en el mundo del trabajo, en general, y en el sector, en particular;
este inicio puede ser en su lugar de origen o fuera de él.

“Tengo 18 años, hice hasta quinto grado de la primaria y soy de Bernardo de


Irigoyen. A los 12 años vine por primera vez a trabajar en el monte a la
provincia de Entre Ríos y desde entonces nunca dejé. Después de dos meses
volvía a la casa, estaba 10 días y regresaba a Entre Ríos. Todos mis hermanos
trabajan en el monte y mi padre también trabajó y venía a Entre Ríos, pero
ahora ya no trabaja más; dejó a los 57 años, ahora tiene 61. Acá está también
uno de mis hermanos. Soy motosierrista; aprendí a los 15 años con mi hermano
que me enseñó. Hace dos meses que estoy en esta empresa y la idea es seguir...
Nunca me pasó de no tener trabajo. Mi familia vive en el pueblo pero tienen una
chacra donde hacen mandioca, maíz y crían animales. Mi cuñado me consiguió
este trabajo, tengo también cuatro cuñados trabajando acá. Al contratista lo
conocía pero nunca había trabajado para él, sí mis hermanos y mi padre. Desde
que empecé a trabajar he cambiado de contratistas siete- ocho veces. Aunque
era menor, como trabajaba en negro no tenía problemas; eran sobre todo
contratistas chicos para los que cargaba madera” (de la entrevista a un
trabajador).

Otro trabajador joven, ocupado en una cooperativa de trabajo, nos relató su trayectoria
de la siguiente manera:

“Tengo 21 años y soy de Eldorado; sólo hice hasta cuarto grado. Hace 3 meses
que estoy en Entre Ríos y en la cooperativa. Mi primer trabajo fue a los 11 años
13

con el marido de mi madre. Trabajé como cocinero en una empresa importante.


Antes de trabajar en la cooperativa estuve trabajando con otro contratista.
Anterior a eso trabajé en Corrientes para un contratista grande que exporta y
además tiene plantaciones; la empresa había ido a buscar gente a Irigoyen y fui
con mi primo. Tenía seguro por 45 días y me hacían la liquidación cuando me
iba (me descontaban la comida y lo de los vicios). Era buen trabajo, me
pagaban 2$ el m3 y podía hacer 400 m3 (700-800 por mes). También trabajé en
Paso de los Libres para un contratista misionero chico. De Corrientes me fui a
Buenos Aires donde vive mi madre, ahí trabajé en una empresa de artículos
sanitarios. Después me vine a trabajar con Eliseo que es familiar mío.” (de la
entrevista a un trabajador)

Por otra parte, un trabajador local de 30 años, nos cuenta que inició su trabajo en el
monte a los 18 años. Durante todo el año trabaja como jornalero ya sea como hachero,
guinchero o motosierrista y, cuando no tiene trabajo en el monte, se ocupa como
ayudante de albañil o hace changas cosechando cítricos; pero prefiere la forestación
porque gana. El oficio lo “aprendió mirando”, sin capacitación previa.

Se observa una muy alta rotación de la mano de obra, sobre todo en los puestos de
trabajo de menor calificación como puede ser el de apilador o pelador. Los operadores
de máquinas y motosierras, que son los que requieren mayor capacitación, rotan menos.
El cambio constante de contratistas es común a todos los trabajadores y se desprende
del relato de sus trayectorias laborales.

La rotación del trabajador parecería ser una característica intrínseca de la actividad que
incide sobre sus condiciones de trabajo y de vida “que tradicionalmente se las asocia
con expresiones tales como: transitoriedad de los obrajes, transitoriedad de la mano de
obra, falta de afincamiento, es como si fueran nómades”. La lógica de producción
genera también un estilo de vida (Krautstofl, 1991, pág. 69).

Los trabajadores de origen migratorio van a ocupar los puestos de trabajo en los que la
población local no está dispuesta a ocuparse porque es una actividad con la que no se
sienten identificados o sin historia o tradición en la región; a su vez, los trabajadores de
afuera están dispuestos a migrar para aceptar estos trabajos por las limitadas
oportunidades de empleo en sus lugares de origen y porque los salarios suelen resultar
altos en comparación con los habituales en su provincia.

Según la información brindada por contratistas e informantes calificados, esta actividad


satisface su demanda de mano de obra mayoritariamente con trabajadores migrantes (70
a 80% del total ocupado en el sector); asimismo, de las entrevistas surge que existe una
clara preferencia por ella y una voluntad expresa por evitar contratar mano de obra
local. Atribuyen esto a la menor conflictividad de los trabajadores de afuera, al
conocimiento del oficio y a la adaptación a las condiciones del monte. Del discurso se
desprende que consideran más conveniente y menos problemático disponer de fuerza de
trabajo migrante por un tiempo determinado, que regrese a su lugar habitual de
residencia y no permanezca en la zona. En cierta forma, esto responde a la necesidad de
suplir una deficiencia del mercado de trabajo local, sin correr con el costo de formación
de un asalariado forestal, aprovechando las ventajas de un trabajador con una “cultura”
del monte y que dispone del “saber hacer”.
14

“Los trabajadores del aserradero que tomo son de la zona; para el monte
prefiero contratar más de Misiones o paraguayos porque vienen a trabajar,
hacen su trabajo y se van. Por lo general, tienen entre 20 y 35 años y siempre
trabajaron en forestación. Vienen a Entre Ríos porque allá se trabaja distinto,
con mayores medidas de seguridad y a ellos no les gusta. Por otra parte, en
Paraguay pagan menos y en Misiones también... Me cansé de trabajar con los
de Concordia; la primera vez que contraté a un misionero fue porque levanté a
un trabajador de allá en la ruta y así establecí el contacto; le di 400 pesos para
que trajera gente. Ahora tengo tres teléfonos a los que llamo, dos de paraguayos
y uno de un misionero” (de la entrevista a un contratista local)

“Los misioneros están más acostumbrados al monte; de todas maneras, la mejor


gente creo que está empleada en Misiones, esto es mi percepción” (informante
vinculado al sector).
En tanto un trabajador de la zona, que reside en Federación, señala que la diferencia con
respecto a los trabajadores de afuera es que: “Nosotros ponemos el ritmo de trabajo en
cambio los trabajadores de otras provincias se explotan más”; este ritmo lo fijan en
función de determinada cantidad de viajes del camión cargado con madera por día (no
más de cinco), para llegar a percibir un jornal determinado (en este caso de 50-60
pesos). El trabajador migrante probablemente está dispuesto a prolongar su jornada de
trabajo y a que ésta sea más intensa en función de lograr reunir un monto mayor de
dinero a la vuelta a su hogar; también la permanencia en los campamentos hace menos
frecuente el ausentismo.

Los contratistas se encargan de reclutar mano de obra de fuera de la zona, actuando


como intermediarios entre las empresas-productores y los trabajadores. Para ello
muchas veces se valen de agentes locales, sobre todo, en el momento inicial hasta que
se hace la cadena. Por otra parte, las redes de familiares, amigos, coterráneos o sujetos
procedentes del lugar de destino encargados de realizar el reclutamiento son de vital
importancia para que el migrante disponga de la información necesaria acerca de las
oportunidades de empleo fuera de su lugar de residencia, para que encuentre trabajo y
para que realice su traslado.

4.3. Período de permanencia de la mano de obra migrante

La bibliografía sobre la temática de las migraciones laborales considera, en general,


como migración temporaria aquélla que, con un origen y destino variables, se
caracteriza por el mantenimiento de la residencia en el lugar de origen y la permanencia
por un período corto y variable en el de destino, cuyo móvil es el trabajo; su duración
fluctúa entre los tres y seis meses (Rodríguez y Venegas, 1986).

El carácter temporario de la migración en la forestación no está condicionado por una


estacionalidad ligada a ciclos naturales sino al hecho de que las forestaciones son
plantaciones manejadas y el momento de realización de estas prácticas depende en gran
medida del plan de gestión.

El período de permanencia del trabajador en la zona varía según el arreglo que realice.
Es bastante frecuente que los contratistas más chicos, que trabajan con mayor grado de
informalidad contraten a los trabajadores por 45 días, luego de los cuales, éste regresa a
su lugar por un lapso de tiempo que rondan las dos semanas. En su lugar de origen se
15

mantiene comunicado con el contratista o recibe información sobre posibilidades


laborales a través de sus compañeros de trabajo.

Las empresas forestales grandes, cuyo reclutamiento de la mano de obra es realizado


por el intermediario, suelen establecer períodos de trabajo más cortos, que pueden
fluctuar entre los 25 y 30 días, con cinco a siete días de descanso durante los cuales
retornan a sus hogares.

Durante su permanencia en la zona, viven en campamentos levantados en la misma


forestación. Frecuentemente éstos consisten en casillas de madera precarias construidas
con el descarte y los residuos de la industria forestal; algunos contratistas suelen alquilar
viviendas en localidades muy próximas al lugar de trabajo o reacondicionar viviendas
ubicadas en el establecimiento donde se encuentra la plantación. Los alimentos son
proporcionados por el contratista y luego descontados de su remuneración. También,
muchas veces, deben trasladar el agua potable para beber.

Las condiciones de vida en los obrajes de las grandes empresas son sustancialmente
mejores ya que el disponer de certificación los obliga a responder a normas de seguridad
e higiene internacionales, lo que redunda en la mejor calidad de vida de los asalariados.

Varios autores han señalado que los alojamientos en los lugares de trabajo son una
forma efectiva de control y disciplinamiento del trabajador; Moroney (1978:30) señala
que se tornan un mecanismo de gerenciamiento para obtener niveles máximos de
producción a través de costos bajos de reproducción de la fuerza de trabajo (citado en
Menezes, 2002). La residencia en los campamentos los vuelve disponibles para todas
las tareas y en cualquier hora del día y, por sobre todo, evita el ausentismo de los
trabajadores. Los trabajadores que viven en estos lugares suelen trabajar jornadas más
largas en función de ganar lo máximo posible durante su permanencia en la zona para
mantener a sus familias que se encuentran en otro lugar.

Las redes de amigos y parientes tienen un papel importante en el control social del
comportamiento de los individuos y del grupo. En el espacio de los campamentos donde
residen mientras dura el trabajo, la interrelación social está marcada tanto por
sentimientos de amistad y solidaridad como por expresiones de conflicto; en general los
grupos formados por parientes suelen ser más duraderos (Menezes, 2002).

4.4. Sistemas de remuneración

El sistema de remuneración predominante es a destajo, es decir que se basa en el


rendimiento. Los montos por producción varían según el producto obtenido; las vigas
son las mejor remuneradas y su valor se fija en toneladas (dos pesos), en tanto los
rodrigones se pagan un peso treinta por metro. Este tipo de remuneración estimula un
ritmo de trabajo rápido y una jornada más prolongada que debe compensar los días que
el trabajador permanece sin trabajar por mal tiempo y por los que no recibe pago.

La bibliografía sobre forestación señala que esta forma salarial por producción es la
dominante internacionalmente pero que, aunque no está probado, un ritmo de trabajo
intenso aumenta la probabilidad de accidentes.
16

“En un mes bien trabajado podemos sacar 700-800 pesos limpio, pero una sola
vez fue así. Lo normal es que saquemos 300-450 como máximo. Lo importante
más que ser rápido en el trabajo es mantener el ritmo. Una vez nos prometieron
que si hacíamos rápido el trabajo nos iban a pagar una compensación de $500,
pero después no cumplieron.” (de la entrevista a un trabajador)

La remuneración varía, además, según el desarrollo empresarial del contratista.

“Pago por tanto, cuando se van y arreglo mediante. En general es un jornal de


45-55-70$ según la madera, cómo está para trabajar, para sacar y también
según el factor climático. El motosierrista y el maquinista son los que cobran
más (3000-3500$ libres por 45 días) y 1500-2000 el resto.” (de la entrevista a
un contratista)

En el caso de los trabajadores ocupados en empresas más desarrolladas tienen un


sistema de remuneración combinado: por recibo cobran lo establecido por ley10 y, a eso,
se suma lo percibido por producción, con lo que duplican el salario siempre y cuando
las condiciones climáticas hayan sido buenas. El pago se efectúa antes de que vuelvan a
su hogar.

“Antes eran 45 días, y a los 45 días se les daba un finiquito y después podían
venir de nuevo... Ahora no hacemos la liquidación final, son 25 días de trabajo
por 5 de descanso y si no viene le tengo que hacer una citación a través de una
carta documento y darle un plazo. Si no aparece tengo que hacer todo un
trámite y depositarle la plata en el Ministerio de Trabajo...” “Antes de irse,
cada 25 días, les pago. Con el destajo cobran alrededor de 1800-2200 un
motosierrista; el maquinista 2200 y el apilador 1300; depende de la temporada,
si los días son cortos sacan menos. En invierno son 6 horas de trabajo y en
verano 8. Les doy el traslado, después la empresa me lo paga, también el lavado
de la ropa de trabajo y el combustible del motosierrista. Las motosierras son de
los trabajadores, yo se las compro y les descuento mensualmente en 3-4
cuotas.” (de la entrevista a un contratista de una empresa forestal).

Con respecto al gasto de traslado, suelen existir distintos arreglos: en las inserciones
más formales, generalmente, la empresa paga el pasaje de venida a la zona y el de
regreso, siempre y cuando lo hagan el día acordado y con un mínimo de días trabajados;
en otros casos el contratista se hace cargo de la venida y no del regreso a su casa o bien
situaciones en las que el intermediario adelanta el dinero pero, luego, se los descuenta
del pago final.

4.5. La seguridad, los accidentes en el trabajo y la certificación forestal

El empleo de métodos inadecuados en la tala de árboles y en la extracción de la madera


incrementa los riesgos de accidentes. La estabilidad del trabajador y su calificación en el

10
Por la Resolución 37 de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (publicada en el Boletín Oficial el 27
de julio del 2006) se fijan las siguientes remuneraciones para los trabajadores forestales en las provincias
de Entre Ríos y Corrientes: Peones Generales 889,3; Cargadores 899; Conductores de camiones, tractores
y máquinas varias en monte 975,5; Motosierristas 935; Mecánicos 1026,85; Hacheros, volteadores y
troceadores 889,5; Peladores, enganchadores y estibadores 969,85; Capataces 1038,95; Encargados
1065,95.
17

volteo dirigido son algunas de las recomendaciones realizadas por la OIT11.

Actualmente, la tercerización de la mayoría de las tareas forestales a través de


contratista de servicios es lo predominante en los países con actividad forestal. La
subcontratación de trabajadores ha generado una mayor rotación de los mismos,
dificultando en buena medida su calificación. Por otra parte, lo habitual es que el “saber
hacer” del trabajador sea adquirido exclusivamente con la experiencia, sin que medie un
aprendizaje formal de la tarea. La bibliografía sobre esta temática señala que esta
informalidad en el aprendizaje sumada a la alta rotación laboral inciden en la alta
siniestralidad de la actividad y en la presencia de severos problemas de salud (Poshen,
sin fecha).

Los accidentes más frecuentes son los cortes y heridas causadas por el uso de sierras,
hachas y otras herramientas; a esto se agrega el deterioro corporal que provocan, por un
lado, tareas con alta exigencia física y, por otro, la exposición a condiciones climáticas
desfavorables. Son comunes las enfermedades profesionales como pérdidas de audición
por la exposición a las vibraciones de las herramientas y lesiones en la columna
provocadas por el intenso esfuerzo físico, sobre todo en el puesto de trabajo vinculado
con la carga manual de los troncos.

La incorporación de criterios de “calidad” reorganiza la actividad específicamente en el


manejo de las forestaciones, en las modalidades contractuales, en la seguridad e higiene
de los trabajadores y en las condiciones de vida de los mismos en los campamentos.

La certificación forestal establece un marco de referencia para la gestión ambiental y


rigurosas prácticas de preservación del bienestar, la salud y la seguridad del trabajador.
En lo ambiental tiene como finalidad minimizar los efectos negativos que la actividad
provoca en el ecosistema; en cuanto a la función social las prácticas están orientadas a
preservar la salud del trabajador, prevenir accidentes de trabajo y mejorar las
condiciones de vida del mismo en los campamentos y, además, obliga a que las
empresas trabajen con personal registrado. También, se orienta a preservar a las
poblaciones de la zona de impactos negativos.

Resulta contradictorio que, en tanto la certificación genera exigencias en cuanto a las


condiciones de trabajo y de vida en los campamentos, la organización del trabajo siga
dependiendo de la contratación de mano de obra que se traslada desde otras provincias.
Articula así elementos modernos como es la incorporación de normas de seguridad e
higiene con otros que responden a una lógica más “tradicional” como es el recurrir a
trabajadores migrantes que, por un período de tiempo determinado, viven en el obraje,
aislados, lejos de los centros urbanos y de sus hogares.

5. Conclusiones

La escasez de trabajadores locales en la actividad forestal ha llevado a que los


intermediarios recluten mano de obra fuera de la zona durante todo el año, articulando
así la oferta y la demanda. Contrariamente a lo que ocurre en buena parte de las
producciones agrícolas donde la mayor demanda de mano de obra se encuentra
concentrada en un período muy corto de tiempo, en esta actividad el requerimiento de
11
Los trabajadores forestales denominan con humor negro a los troncos que se enganchan en las copas de
otros árboles y quedan colgados “productores de viudas” (OIT: 1997).
18

operarios forestales es más o menos sostenido y regular a lo largo del año; es por ello
que la migración de trabajadores procedentes de otras provincias no presenta
estacionalidad. Se puede decir entonces que el movimiento de trabajadores adquiere
características casi pendulares, donde las idas hacia el noreste de Entre Ríos se repiten
varias veces durante el año, separadas por períodos reducidos de tiempo de permanencia
en el lugar de origen. Llamativamente esta demanda más regularizada durante el año no
contribuye al asentamiento del trabajador en la zona, como se observa que ocurre en
otras actividades agrícolas (Ortiz, 1999).

Este constante ir y venir de la mano de obra se relaciona con el tipo de inserción


precaria en un mercado estructurado por los contratistas y con la escasa disponibilidad
de trabajadores forestales locales. Entran en juego, además, las decisiones o estrategias
del trabajador, las oportunidades de empleo en su lugar de origen y la existencia de
redes que facilitan la transmisión de información para acceder a un trabajo. La apertura
de este espacio laboral al migrante misionero “está delineada por relaciones de
parentesco y rutas de migración establecida en un pasado” (Ortiz, op. cit.). Retomando a
esta autora, no sólo la oferta y la demanda operan como estructuradores del mercado, las
trayectorias creadas por las redes familiares, amicales y de coterráneos parecen ser
fundamentales.

Si bien la aplicación de normas de seguridad e higiene son lo “nuevo” en la actividad,


esto no está generalizado. Lo habitual es que el trabajador no use casco, trabaje sin
protección auditiva y con ropa no adecuada (es conveniente el uso de ropa de colores
fuertes que permita la rápida visualización y borceguíes con punteras de metal).
Predominan, por un lado, los vínculos laborales precarios, trabajo en negro y a destajo y
con condiciones de vida de extrema precariedad en los campamentos. Los contratistas
que trabajan para una empresa en proceso de certificación, sean o no de mayor
envergadura, generan situaciones laborales de mayor formalidad, mejores condiciones
de trabajo y de vida y, aunque persiste el pago a destajo, éste se combina con el salario
estipulado por ley, al que se le agrega el pago por productividad.

El traslado desde sus lugares de origen y la residencia en campamentos en condiciones


de aislamiento, alejados de sus familias, responde más a cuestiones “tradicionales” de
los mercados de trabajo agrícolas donde el trabajador es colocado en una situación de
gran vulnerabilidad, pero también parecería ser una condición común de los
trabajadores forestales en la mayor parte de los países con esta actividad.

El reclutamiento de trabajadores en lugares alejados con actividad forestal, le permite al


patrón (contratista) disponer de una mano de obra con tradición en las distintas tareas,
como es el caso del obrajero misionero, y adaptada a las condiciones de vida en el
monte. Le asegura también mayor productividad, ya que el trabajador está dispuesto a
maximizar la producción diaria en función de reunir una mayor cantidad de dinero al
momento de retorno a su provincia y, en cierta medida, menor conflictividad. Cabe
hacer la salvedad que no siempre el “saber hacer” que traen estos trabajadores es una
ventaja, ya que suelen tener incorporados malos hábitos de manejo de las herramientas y
de posturas en el desempeño de la tarea que pueden aumentar la probabilidad de
accidentes.

De la mayor parte de las trayectorias laborales se desprende que el oficio del obrajero es
aprendido en el trabajo. Desde hace un año, en la zona, se vienen realizando cursos de
19

capacitación para diferentes tareas forestales12 a las que ha asistido un número


importante de trabajadores. Algunos de los entrevistados manifestaron estar interesados
en capacitarse formalmente pero encuentran el impedimento de que, para hacerlo, deben
perder días de trabajo.

La alta rotación de personal se vincula con la existencia de un mercado con una


demanda que no satisface la mano de obra local, con la informalidad de la inserción y la
muy baja presencia de acción sindical, así como con particularidades intrínsecas de la
actividad. Por otra parte, esta rotación evita la conflictividad laboral; cuando el
trabajador no está conforme con el contratista simplemente se va a trabajar con otro
contratista o vuelve a su lugar de origen y, una vez allí, trata de conseguir a través de la
red de amigos-familiares otro trabajo que lo traerá de regreso a la provincia de Entre
Ríos. No se registran manifestaciones colectivas de fuerza por reivindicaciones
salariales, mejores condiciones de trabajo o de vida en la zona, como se observaron, en
el último año, en la provincia de Misiones13.

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Hirschhorn, Néstor y Sánchez Acosta, Martín (2005): “Cosecha forestal en Entre Ríos: situación
y recomendaciones”, en XX Jornadas Forestales de Entre Ríos, Concordia.

12
Estas capacitaciones cuentan con el apoyo de: la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y
Estibadores (UATRE), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Ministerio de
Trabajo, la Comisión Administradora de los Fondos de Salto Grande (CAFESG), la Asociación Forestal
Argentina (AfoA) y el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos. Se realizaron cursos sobre poda, uso de
motosierra, aplicación de agroquímicos, extracción de madera y supervisión de las tareas.
13
En agosto del 2006, los motosierristas que trabajan para contratistas de Alto Paraná S.A. pararon por 42
días en demanda de mejores salarios y condiciones laborales. En marzo del 2007, realizaron otro paro con
bloqueo del ingreso a la empresa, reclamando por incumplimiento de lo acordado y por la transferencia de
sus aportes sindicales al Sindicato de Obreros y Empleados de Celulosa, Papel y Afines (SOEP),
cuestionando la representatividad del gremio asignado por ley (UATRE).
20

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