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Piensa a Chile...
Cuenta a Chile
2
Comisión Bicentenario, Presidencia de la República, 2010
Secretaría Ejecutiva
Comisión Asesora Presidencial Bicentenario
Holanda 2027, Providencia, Santiago de Chile
Teléfono: 56-2-411 21 00. Fax: 56-2-411 21 49
www.chilebicentenario.cl
Soñando a Chile 5
Secretaría Ejecutiva
Comisión Bicentenario Chile 2010
Enero 2010
Miradas al Chile del futuro
7
Septiembre, 2810
A veces pienso que me gustaría que un poco más allá de Tocopilla existieran las tierras de las
que hablan los libros de mi abuelo y no ese mar inmenso que lo cubre todo. Pero no hay mucho
tiempo para pensar porque dentro de siete días más serán las votaciones y no sé aún cómo voy
a votar. Por un lado es romántico llamar a esta zona Chile. Por otro, poco sé qué significa esa
palabra.
Dice un libro que se llama Almanaque Universal (que es el más antiguo que tengo, de 2048)
que hace mucho tiempo se armaban partidos de fútbol por cada país que existía. Se jugaba todo el
tiempo y cada cuatro años los mejores clasificaban a un campeonato mundial. Ahí decía que Chile
fue campeón el 2038. Eso sé de Chile. Y si bien he leído que hoy en día no es recomendable jugar
al fútbol, prefiero arriesgarme a quedar congelado que permanecer encerrado en mi casa hasta
que llegué el calor. Porque tengo un amigo llamado Roug, que vino desde la cordillera misma a
instalarse en uno de los búnker que inauguraron mis padres hace veinte años, con el cual le damos
chutes a una bola de cuero. Dice ser descendiente de un tal Maradona. Yo no sé quién era ese tipo,
pero Roug asegura que se trata del más grande futbolista de todos los tiempos.
Mi amigo Roug me cuenta que entre los libros de sus abuelos encontró unos mapas donde sale
cómo eran estas tierras años atrás. Me dice que Pica estaba situado en el país de Argentina o de
Chile. Yo le contradigo no porque sepa muy bien qué es eso de Argentina o eso de Chile. Si no
porque si le digo a mi amigo Roug que todas las cosas que dice son verdaderas, acabaría creyéndose
dueño de la verdad y eso sería grave. Además, he comprobado que muchas de sus historias son
falsas, porque aunque él tenga más libros que yo, los míos son en su mayoría históricos y los de él 13
no pasan de buenas historias de ficción. Por eso Roug siempre tiene algo que contar.
Afuera cae la nieve. Es día de sopaipillas. Siempre que está malo el tiempo preparo sopaipillas.
A mi amigo lo invito a comer y él trae un trago amargo de yerba mate que no me gusta pero que
finjo disfrutar. No es muy variada la comida por acá. Tengo mi fuente de verduras y me las arreglo
con lo que saco de ahí para preparar empanadas o cazuelas. En los libros de mi abuelo se dice
que antes la gente comía carne de animales y que se la echaban a las cazuelas y a las empanadas
en trozos. Por cierto que yo no tengo el vicio de la mentira; animales por estos lados nunca se
han visto. Antes que papá muriera me contó que cuando él era niño vio a un enorme pájaro
atravesando el cielo. No le creí pero le dije que estaba bien para que se fuera en paz.
Muchas más cosas no tengo por hacer. O juego al fútbol con Roug o leo los mismos libros que
he leído treinta y tantas veces o pienso cómo voy a votar. Me parece absurdo lo de la votación
¿Porqué llamar a esta zona Chile? Seguro la idea fue de los tipos del clan cuatro verde amarillo.
Nunca estuvieron de acuerdo en que les llamáramos así. Recuerdo que el día que los hallamos se
presentaron con unos nombres extraños: Íctus, Finis, Droco y Mercyfulfate. Como sus nombres
nos parecieron tan feos, yo y mi amigo Roug les sugerimos uno nuevo: Los tipos del clan cuatro
verde amarillo. No se lo tomaron bien, aunque sospecho que fue la envidia que les causaba el
saber que a nuestra pequeña zona la llamamos Pica, y al cabo de unos días nos propusieron que
votáramos por un nombre para toda la patria. Yo era la primera vez que oía esa palabra, patria, pero
mi amigo Roug me prestó un libro que tiene algunas hojas rotas y algo entendí del significado.
Patria. Me sonaba a Paria, Parto, Páter. Pero no parecía ser nada de eso.
Anoche me quedé a jugar al fútbol con mi amigo. Más tarde aproveché que él sabe imitar muy
bien el sonido de una guitarra y le pedí que siguiera mis indicaciones. Le dije que tenía ganas de
hacer una canción. Él comenzó a sonar. No tenía claro qué quería hacer. Pero mirando por los
vidrios hacia fuera me vino la nostalgia y canté bien de adentro y sin pensarlo mucho:
14 Majestuosa es la blanca montaña
que te dio por baluarte el Señor,
Y ese mar que tranquilo te baña
te promete futuro esplendor.
Mi amigo se detuvo y se echó a llorar. Así nos poníamos cada vez que inventábamos una
canción. Porque adentro teníamos mucha pena. Su mujer estaba bajo el mar. La gran ola se la
tragó hace exactos siete años, dos meses y tres días. Yo nunca pude decirle a la que llamo mi
mujer, aunque no lo fue, cuánto la amaba. No me atreví y cuando supe nuevamente de ella fue
para reconocerla dentro de un cubo de hielo. Y así nos quedamos mucho rato con mi amigo Roug,
mirando la cordillera; la nieve cayendo tan fuerte que podía habernos botado el techo encima y
dejarnos enterrados ahí para siempre. Así nos quedamos, recordando la canción que habíamos
hecho. Y cuando recuperamos el ánimo nos comimos unas sopaipillas que sobraron de la noche
anterior y conversamos lo de la votación. Él quería votar que no. Me dijo: ¿qué tenemos en
común con esa palabra?, ¿qué tenemos en común con Chile? Después de todo… ¿Qué es Chile?
Yo me quedé callado y miré fuera. Le dije que si bien no tenía idea qué significaba, desde que uno
de los tipos del clan cuatro verde amarillo lo propuso no me lo había podido quitar de la cabeza.
Además, según sus historias, así le llamaban a esta zona hace muchos años. Mi amigo Roug se
sintió acorralado. O admitía que su historia era falsa, o se quedaba sin argumentos para votar en
contra. Pero él no estaba para interrogatorios y se marchó gritando: ¡Chile, Chile! ¡Qué carajo es
Chile! Y al cabo de cuatro días, cuando supo que mi decisión era irrevocable, me dijo que se iba.
Pero Roug solía echar bravuconadas cada vez que algo no le parecía bien. De modo que me relajé
mirando cómo llegaba la ventisca que congelaba hasta el aire y le pedí a Roug que sonara como
una guitarra. Tocó la última melodía que habíamos hecho y yo canté. Si bien esta vez no lloramos,
al menos a mí me recorrió un escalofrío de pies a cabeza. Le pregunté a Roug qué iba a hacer. Él
se quedó mirando fuera. Luego dio un sorbo largo a su jarra de yerba mate y me contestó. Iba a
votar por Chile.
Primer Nacimiento 15
Primer Nacimiento
Apenas aterrizó miró por la ventana. La ciudad era completamente nueva para él y era bastante
distinta a su natal Punta Arenas , sin embargo se sentía contento por la invitación que el alcalde
de la ciudad Neruda le había enviado; contaba con sentirse como en casa.
- Ya puede desembarcar señor ministro – le indicó la azafata.
Salió por la puerta del avión y se detuvo a observar lo que podía ver de la ciudad desde allí.
Con lo que podía ver se da ba cuenta de que su arquitectura era algo nuevo para él y le resultaba
fascinante, pero aun así - aunque le resultara un tanto extraño- se sintió sumamente cómodo. En el
momento en que recibió la invitación no sabía si aceptar o no, pero luego de meditarlo un tiempo,
pensó que no era nada mala la idea de pasar las fiestas patrias en una ciudad completamente nueva
para él.
Una comitiva lo esperaba con regalos propios de la ciudad. Todo estaba en relación al ambiente
patrio que se vivía, pero podía notar sutiles cambios. Le regalaron un juego de trompo hecho de
metal, el poncho que le dieron era de un material que él ignoraba por completo y por último, entre
otras cosas, le hicieron probar chicha de la ciudad; definitivamente no era tan buena como la que
probó alguna vez en Curacaví, pero sonrió con un gesto de agradecimiento después de beberla.
Luego de toda la ceremonia por su llegada lo llevaron a su residencia. Durante el trayecto
pudo ver la ciudad adornada por símbolos patrios. Aunque era una ciudad nueva y relativamente
pequeña, pudo sentir el patriotismo de la gente en cada una de las casas que miraba; todas tenían
banderas escudos o los colores de la bandera chilena, era un día más que especial. 17
Pese a todo el modernismo arquitectónico de Neruda, se notaba que la ciudad quería mantener
un aspecto un tanto rústico, con muchas casas con una especie de imitación a madera y queriendo
emular cabañas o cosas por el estilo.
Más tarde se reunió con el alcalde. Pese a que su visita era un tanto informal, era obvio que
tenía que reunirse con la autoridad de la ciudad.
- Esta es una ciudad joven –comenzó el alcalde- cumple dos años este dieciocho de
Septiembre y esto precisamente hace que yo no tenga mucho trabajo en cuanto a lo que hay que
mejorar. El nacimiento de la ciudad y toda su planificación fue hecho en Santiago hace varios
años ya. Aquí he tenido que supervisar que todo se lleve a cabo.
- ¿Pero fue decisión suya haber venido hasta aquí a ser alcalde?
- Creo firmemente que una persona puede hacer patria en cualquier lado, siempre que
tengamos nuestra bandera en alto. El asunto es que como esta es una ciudad joven, yo fui un
alcalde designado, por lo menos por 2 años, hasta que Neruda pueda tener un ritmo como cualquier
otra ciudad. Tendrá su proceso de elección de alcalde y más adelante, cuando su crecimiento sea
mayor, podrá contar con sus propios diputados y senadores.
- Bueno, aunque yo soy ministro de salud y nosotros somos designados obviamente que
comparto que todo debe ser democrático. Chile ya lleva más de cien años de ininterrumpida
democracia y todos estamos conformes con eso.
- Es por eso que tenía mis dudas al principio respecto a tomar este puesto. Aunque el
gobierno me haya designado como alcalde creo que hace muchos años que no pasaba algo así y
me hace sentir un poco extraño. Lo bueno es que creo que la gente de la ciudad está conforme
con mi labor.
- A todo esto, ¿a visitado ciudades en otros países?
- De todos los países que limitan con Chile, sólo he ido a New Sydney en Australia.
18 Tenemos muy buenas relaciones con ellos y de hecho, mañana, al ser un día mas que especial nos
visitará una comitiva de ese país. En realidad la relación entre los países aquí es la mejor, existe
un progreso conjunto entre todos los países por mejorar la calidad de vida en este planeta.
- Me alegra mucho oír eso.
- De hecho usted está especialmente invitado al nacimiento que ocurrirá mañana.
- ¿Nacimiento?
- Mañana nacerá el primer niño en Neruda, realmente no sé si es una coincidencia o no,
pero que sea justo la fecha en que celebramos nuestro tricentenario, es algo demasiado especial
para nuestro país.
- ¿O sea va a ser el primer niño chileno que nace en Marte?
- No sólo el primer niño chileno, sino el primer niño de todos los países que tenemos
colonias en Marte. Es por eso que viene una comitiva de Australia, y si mal no recuerdo viene
una de Japón.
- A todo esto, ¿es varón o una niña?
- Es un niño, y su nombre obviamente tiene que ver con la ciudad; se llamará Neftalí
- Es un nombre muy apropiado, me llena de orgullo estar para este momento.
- Realmente me alegro mucho de recibir su visita, y de que venga en representación del Chile
terrestre. Aunque llevo dos años aquí me siento muy contento y para mi esta ciudad es tan chilena
como Valdivia o Concepción. Todos los que vivimos aquí nos sentimos en nuestra casa, aunque
hayamos nacido en la tierra.
Vinimos aquí como chilenos y así nos mantendremos.
Una imagen perturbadora
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Corría el primer año de la llamada Sparkling War1. Faltaban cinco minutos para cerrar la
infernal sesión extraordinaria —que aquella lluviosa noche de enero2 nos había tenido con el
trasero palpitante clavado a los sillones del congreso desde las 10:00PM hasta las 3:30AM—, en
la que debía decidirse de manera definitiva y a fuerza de una votación de 3/5 sobre dos, a cuál de
los bandos se cedería la franquicia comercial de nuestro territorio nacional. Decisión nada fácil
sobre todo si se tiene en cuenta la incertidumbre de los resultados, aumentada sin duda porque
algunas ratas—así los definió lanzando su almuerzo al televisor el senador Ribas, para quien
trabajaba como secretario— cambiaron sus votos convencidos por las ofertas de última hora
hechas por los altos ejecutivos de las compañías que habían llegado durante la semana previa,
como una manada de hienas hambrientas, a la gran selva del congreso a literalmente rastrojear en
el cadáver putrefacto de los ideales de partido, con los maletines llenos de papeles donde firmas
holográficas aseguraban a quienes adhirieran a sus causas un sillón directivo dentro de la “corte”
de una gran transnacional con cede en el país. Incertidumbre que nos tenía a todos consumiendo
el decimoctavo café del día en la sala de grabaciones, mirando en pantallitas de 7 pulgadas el
desempeño de los senadores a quienes asesorábamos dándoles continuamente tips para enfrentar
1 Se conoce como Sparkling War o “Guerra burbujeante” al proceso seudobélico (2027-39) en el cual las más
importantes transnacionales lucharon a nivel mundial para obtener territorios de exclusividad comercial. El nombre
proviene del paradigmático enfrentamiento entre Coca-Cola Company y Pepsi Co que le dio origen.
Para mayor información visitar: http://en.wikipedia.org/wiki/Sparkling_War.
2 El índice de pluviosidad de Santiago del mes de enero era para aquel entonces > 300 mm.
a las veinte cámaras que simultáneamente transmitían la acalorada discusión. Donde el espíritu 21
general era una mezcla entre miedo casi infantil y euforia de corte epiléptico porque todavía
permanecían patentes en la retina colectiva las imágenes de las batallas campales producidas
en plena Alameda los días previos a la votación, motivadas por la propaganda hiperestimulante
desplegada por ambos bandos, que en un principio llenó el cielo de M&M’s gigantes —en
cuyos costados podía leerse en grande Intel inside además de la clásica m— soltados desde las
barrigas de enormes aviones-piñatas, para luego bajar lentamente suspendidos de sus paracaídas
brillantes hasta dar con el suelo liberando su contenido de pepsis —incluida la nueva pepsi
éxtasis—, kisses de Hershey’s, iVPhones y otros productos de su alianza; iniciativa vertical
que significó la inmediata respuesta por parte de la competencia pues, incluso antes de que los
últimos M&M’s gigantes chocaran contra el asfalto, aparecieron numerosos Zeppelines pintados
como huevitos Kinder Sorpresa, dispuestos a contrarrestar a toda costa el colorido ataque de
los primeros sobrevolando a diez metros de altura cientos de lugares públicos, lanzando con
cañones de aire comprimido sobre la cabeza de los transeúntes —entre una abundante lluvia de
serpentinas virtuales— millares de cajitas felices McDonald rellenas con latas de coca-colas,
ítems de la amplia gama de chocolatería Nestlé y el nuevo Image3 de Northem Sun, para ir a dar
directamente a las manos de quienes pasaban por ahí. Intervenciones que terminaron por levantar
una revuelta nunca antes vista en nuestras calles, donde la gente peleaba enloquecida en nombre
de tales o cuales productos en una batalla de tintes epopéyicos que culminó al amanecer del día
siguiente con varios lesionados y dos semanas después con Joe Billy4 sin empleo, debido a que
se atrevió a decir en mitad del show de aquel martes que le había parecido más “impactante” la
3 Producto similar al iVPhone de Apple, fabricado por Northem Technologies, firma resultante de la fusión
ocurrida entre Nokia y Sony Ericsson. Ambos podían conectarse inalámbricamente al Helthchip (Ver nota N°7) y en-
tregar publicidad del tipo “Su glicemia está baja. ¡¿Qué tal una coca-cola?!”
4 Popular Talk Show Host de “The Rednight”, estelar transmitido en más de 70 países y producido por la NBC
(perteneciente a bando uno) cadena que comprara TVN durante la crisis del cobre en el año 2019.
22 lluvia de M&M’s… En fin, la votación estaba a punto de comenzar, la gente esperaba ansiosa
el resultado en sus casas y el “Rafa” Araneda5 acababa de cortar la palabra de la sexi senadora
Cirenne. Entonces, visiblemente agotado pero no por ello menos sonriente, el “Rafa” pidió la
autorización al presidente de la cámara que en una tensa locución en Off dio el vamos al sufragio,
a lo que Araneda respondió inmediatamente llamando al eufórico público en sus casas a disparar
su veredicto durante los próximos diez segundos presionando los botones de opinión de sus
controles remotos ¡ahora ya!, indicación que inmediatamente hizo que la enorme pantalla del
salón parlamentario relampagueara durante el tiempo estipulado en una profusa emisión de rayos
luminosos y llameantes imágenes 3D hasta mostrar, en un colorido, lúdico e instantáneo gráfico de
barras, las tendencias siempre impredecibles pero finalmente determinantes del voto popular, que
en esta oportunidad se inclinaron con una elocuente diferencia de más de veinte puntos hacia...
Instante en el cual el presidente de la cámara a viva voz en Off hizo válida constitucionalmente
la votación, que tenía un peso de 30% ante un 70% de los senadores, de quienes, como los
alentara en seguida el Rafa pidiendo un aplauso, era ahora el turno de presionar los pequeños
botoncitos digitales de sus paneles para dictar de manera definitiva el destino comercial —y
por qué no decirlo, espiritual— de nuestro país, instante sumamente tenso que logró que el
adrenaline6 pasara de un rojo anaranjado a un sin precedentes rojo incandescente en cosa de
segundos. Y fue en ese preciso momento, cuando la mayoría de los senadores ya acariciaba los
botones de sus paneles y la agitación del público ascendía a un clímax de excitación lumínica, que
repentinamente, y fuera de todo repertorio, apareció la imagen de un chico llorando en la pantalla
gigante de la sala. Nadie tenía idea de qué podría tratarse, los servicios de seguridad dieron en
5 Desde el 2015 las sesiones del congreso, debido al desinterés por la política nacional, incluían a un anima-
dor profesional para capturar la atención ciudadana, siendo transmitidas en un formato de Late Show. Rafael Araneda
ocupó el puesto de animador durante 24 años.
6 Dispositivo que indicaba la adrenalina de cada televidente a partir de una muestra tomada por un sensor
instalado en el control remoto y que viniera a reemplazar al obsoleto medidor de rating.
seguida la alerta de evacuación por un posible ataque terrorista, pero nadie quería dejar de ver 23
aquella cautivante imagen infantil que miraba directamente a la cámara mientras lloraba. Araneda
preguntó al presidente de la sala si sabía algo al respecto pero este contestó que no tenía idea de
que podría tratarse y alguien dijo entonces que quizás era una propaganda de las compañías pero
con la paz de tres días pactada con ellas no era factible. Y fue cuando intentábamos contestar las
llamadas de los altos ejecutivos que habían venido como hienas, etcétera, etcétera, nerviosos por el
desenlace de las votaciones y que comenzaban a hacer bullir los videocomunicadores del estudio
cuando escuchamos los gritos del “Rafa” que se revolcaba en el suelo en violentos espasmos,
y no fue hasta entonces cuando comenzamos a sentir el calor que nos quemaba por debajo de
la piel donde estaban instalados nuestros Helthchips7 y que los aullidos de dolor se volvieron
preponderantes ante la pasividad de la contemplación de aquel diabólico rostro de niño y que el
Mundo entero comenzó a contorsionarse para quienes estábamos en el parlamento, lanzándonos
a una incesante alucinación del tipo nebulosa explosión cósmica que llenó de extrañas y ruidosas
helicoides al palacio del congreso en las que girábamos como dentro de batidoras y donde la
cara del monstruoso chico llorando ocupaba el centro de irisados torbellinos multiplicados por
miles, que de pronto comenzaron a mover esos pequeños labios aún llenos del enfermizo frescor
pueril para decirnos que él tenía el poder de convertirnos en polvo espacial con solo desearlo y
que realmente lo deseaba por lo inmundos que éramos y las inmundas conciencias que teníamos
y que es más lo haría cuando terminara de contar hasta diez y dijo diez con sus labios húmedos
de pernicioso idealismo y dijo nueve lleno de odio y ocho y siete y seis y cinco en donde hizo
una breve pausa para hacernos temblar en el torbellino de luces vibrantes con sus ojillos vacíos y
cuatro y tres y dos con un sordo chillido de guagua porque su edad había ido decreciendo y uno
y…
7 Chip de salud que desde el 2015 se instalaba bajo la piel de la nuca para medir parámetros corporales como
temperatura, ritmo cardiaco, nivel de colesterol, glicemia, etc.
24 Despierto completamente empapado. Ha sido una pesadilla horrenda. Miro la hora y me
doy cuenta de que estoy atrasado así que me meto a la ducha y después me visto y preparo un
desayuno rápido.
Mientras como intento reconstruir el sueño. Todas esas cosas extrañas no tienen sentido.
No. Trato de tranquilizarme. Nada de eso ocurriría nunca. Me lo repito varias veces hasta que lo
olvido.
Tengo que estar en el congreso a las nueve de la mañana así que me bebo a empujones el café
que me queda. Saco la cajita de pastillas para el colon porque de seguro beberé más café durante
el día y las necesitaré.
Voy conduciendo recibo una videollamada del senador Ribas.
—Cómo dormiste chico, ¿estás listo para lo de hoy?—me pregunta sobándose las manos.
—Claro señor.
—Muy bien. Te esperamos entonces para la reunión.
Cuando he apagado el aparato otra vez estoy tenso por el sueño. Creo que me lo recordaron
esos M&M’s gigantes que aún están tirados a un costado del camino.
25
Serpientes
Serpientes
Fernando volvió la cabeza hacia arriba y se sintió afortunado. Nunca había tenido la oportunidad
de compartir con una indígena, y jamás se imaginó que habría mujeres tan bellas en esa tribu que
acampaba tranquila al costado del río. Se afirmó con desgano de la cuerda, y si no hubiera sido
por la mirada fulminante de los cobrizos ojos de la chica, su suerte habría terminado fatalmente.
Le agradeció la seña con una sonrisa imperceptible y afirmándose con todas sus fuerzas, llegó al
fondo del abismo.
El espectáculo subterráneo era dantesco: parecía una enorme caverna en donde quizás una
criatura fantástica de otros tiempos habría guardado su alimento. El eco replicaba el mínimo
ruido hacia todas las direcciones, así que Fernando contuvo el aliento. Luego, respiró hondo
y sintió por un instante el húmedo ambiente, el antiguo silencio. Si todo salía bien, sería el
primer explorador en visitar las cuevas en casi doscientos años. Y mientras trataba de calcular las
dimensiones exactas del lugar, Milla, la joven indígena, se lanzó sin siquiera utilizar la cuerda y
para su sorpresa, no provocó ningún sonido.
- Sígame de cerca, huinca – murmuró con voz siseante.
- Pero Milla… ¿por dónde avanzo?
- Por donde vea un camino, pué.
Sin pensarlo dos veces, Fernando activó su viejo negafoco y apuntó hacia el suelo. Brillaban
como cristales preciosos algunos pedazos de plástico junto a incoloros trozos de cemento y basura
olvidada por el tiempo. La respiración de Milla le marcaba el paso y los latidos; mas su emoción
iba en constante aumento. Ya lo vislumbraba: Fernando Esteban Rodríguez, el rebelde aventurero, 27
de vuelta al Gran Instituto de Historia de La Serena con la primera muestra de fósiles de la Época
Oscura. Imaginaba los febriles abrazos que sus viejos profesores le entregarían y las múltiples
disculpas del gremio antropológico cuando se dieran cuenta de que él siempre tuvo la razón. Sólo
era cosa de tiempo: de llegar a la Bestia y examinarla con calma, de descubrir esos secretos que
habían estado prohibidos por siglos y de los cuales sólo las tribus indígenas sabían. Hasta ahora.
- Milla, me contaste que… la Serpiente duerme, ¿no?
- Claro, pué. Descansa desde la noche en que la tierra se enojó.
Fernando había leído todo acerca del Terremoto en los informes de la Wikinet.
- Ya veo. ¿Y tú sueles bajar hasta acá?
- Harto.
- ¿Pero… pero no es peligroso?
- Jejeje... ¿el Huinca tiene miedo, ah?
A la sonrisa de Milla la acompañó un nuevo vacío, uno que Fernando, dando pasos titubeantes,
comenzó a escuchar con atención. No había que ser muy astuto para distinguir el extraño zumbido
que se acercaba; unas decenas de rápidas pisadas que formaban una minúscula marcha, y que
dejaban en claro que dentro de la caverna podía haber cientos de alimañas vivas. Al sentirlas, el
explorador se congeló con un suspiro, mientras Milla corrió hacia delante sin ruido, golpeó algo
que chilló dos veces en la oscuridad y saltó hasta alcanzar una pendiente de escombros entre las
sombras. Sus ojos cobre brillaban hacia Fernando desde lo alto:
- Milla no tiene miedo. Suba rápido, antes de que vuelvan las ratas.
Fernando volvió a pensar en el pasado. Todo había cambiado después del Terremoto, y los que
alguna vez fueron los edificios del Gran Santiago, hoy no eran más que un montón de macetas
gigantes para el reconfigurado valle central. Regresar al centro del país era, según los archivos, casi
imposible: a los caminos cortados había que sumarles la espesa vegetación, los ataques de indígenas
28 salvajes y las estampidas de gigantescos pumas que reinaban furiosos sobre la llanura. No eran
pocos los favores y disgustos que Fernando tuvo que exigirse pasar. Pero lo hizo. Compró al triple
de su precio original una vieja carcacha 4x4 que a duras penas consiguió hacer partir; contrató
un guía que lo acompañó disparando con blasters hasta que las bestias de los bosques huyeron; y
si de algo sirvió su intrincada tesis acerca de los mapuche (en donde revalidó con evidencias la
decisión del Metagobierno de entregarles para siempre toda la ex Región Metropolitana), fue para
poderse explicar en mapudungun bajo esas decenas de lanzas y miradas indómitas que buscaban
tranquilidad desde hace miles de años. Y habrá sido su perfecta pronunciación o su cara pasmada
del miedo, lo que a varios metros de distancia llamó la atención de una joven cazadora que sólo
lo tuvo que escuchar por medio minuto para saber que le ayudaría.
- ¿Esto es lo que buscaba el huinca, no?
Fernando se afirmó con fuerza y tardó un poco en volver al presente, pues frente a él se
encontraba su sueño y motivación desde hacía cinco años. Lánguida y durmiente, recostada
sobre varios kilómetros de cristales blancos, reposaba la Serpiente.
- Esto era, Milla. Esto era.
Qué importaban esos sermones, el poco apoyo docente, todos los créditos invertidos que
por momentos parecieron arrojados a la basura. Ignorando el miedo, la ausencia de luz y las
advertencias de Milla, Fernando corrió a tropezones hacia la silueta de la criatura, y aprovechando
un diminuto halo de luz que provenía desde la superficie, se encontró cara a cara con el débil
brillo de dos focos quebrados hace cientos de años.
- Le llamaban Metro -murmuró casi de memoria, mientras activaba su registradora vocal-
y por mucho tiempo, los antiguos habitantes de la Ciudad pensaron que era la manera más rápida
de movilizarse…
Sin entender todas las palabras, Milla se estremeció por vez primera al mirar a esa bestia de 29
metal. Algo dentro de ella le decía que Fernando no sería el último visitante en estudiarla, y que
luego de siglos separados, las dos culturas del futurista país volverían a encontrarse; porque al
igual que una gran serpiente, la historia de las naciones siempre debe retraerse para poder volver
a avanzar.
La Mujer del Mar
30
Su nano-pod le avisó que eran las seis de la mañana. La voz le recordó que ya llevaba tres
atrasos esta semana. Su mamá roncaba en la cama de al lado. Abrió los ojos y miró la imagen del
calendario que se movía al ritmo de siempre, la ola que se recogía y volvía a caer sobre la arena y
el 2027 titilando sobre la foto. No se duchó. Un poco de jabón en las axilas, harta agua en el pelo
y abrir la boca para que el cepillo de dientes haga lo suyo.
No había pan, tendría que esperar hasta el del colegio. Se acercó a besar a su madre. Tenía
ese aliento. Primero trató de moverla. Ella no reaccionó. De todos modos la besó y salió. Hacía
algo de frío, subió el cierre del buzo. Caminó a la parada de metro, buscó el chip en su bolsillo
y esperó.
Subió al vagón, estaba lleno, caminó hasta el segundo piso. Se acomodó en un esquina. Se sentó
sobre su bolso. Cada vez que el olor empezaba a resultarle asfixiante, pasaban los 17 segundos
entre estación y estación, justo a tiempo para volver a respirar. Siempre el mismo trayecto desde
Cerro Navia hasta Ñuñoa.
Estaba acostumbrado a algunas caras, lo que no implicaba que dejaran de resultarle hostiles.
Los monorates lo asustaban. Su aspecto era intimidante, en especial por las extensiones de
parpados que no permitían descifrar qué estaban mirando. Internet les había hecho mala fama,
sus sesiones de auto complacencia sexual masiva en lugares públicos, ya eran tema en los medios
extranjeros.
En los cursos superiores de su colegio, había una cantidad considerable de monorates. Una vez 37
uno de ellos lo quedó mirando fijo y luego aplaudió contra sus mejillas. Aparecieron cuatro, lo
rodearon y empezaron a bailar, estaban en recreo, mientras recogían sus piernas como flamencos
y estiraban la otra, se acercó el inspector y lo salvó de la lluvia. Pronto vendrían los escupitajos.
Los monorates hacían de la incertidumbre su arte, no era posible predecir cuándo iban a actuar ni
de qué forma.
Los monorates estaban ahí en el vagón del metro, eran los del colegio. Bajó la cabeza para que
no lo reconocieran. Empezó a repasar las tablas de multiplicar para la prueba que tendría en la
primera hora. Sólo llegaba bien hasta la del siete.
Quedaba una estación para el colegio. Los monorates se pegaron en masa contra la puerta,
oliendo sus axilas y rascando sus genitales. Esperaría a que ellos bajaran para luego salir rápido.
La puerta se abrió. Los monorates salían y jugaban a entrar nuevamente, hasta que sonó el aviso
de cierre de puertas. Salieron riendo. Él se quedó adentro.
Sentado ahí, sin monorates, con los vagones cada vez más vacíos, se estaba bien. Cerró los
ojos y se durmió. Lo despertó un hombre vestido de uniforme amarillo fosforescente y le preguntó
si estaba solo. “Sí”, contestó. “¿Eres de acá?”, preguntó el hombre. Él miró rápido hacia afuera
y leyó el nombre de la estación: Viña del Mar. “Sí”, contestó. “Tienes que bajar entonces, es la
terminal”. Él asintió, salió del vagón y sintió por primera vez la frescura del clima playero.
Estaba en la plaza, los chóferes de victoria esperaban a algún turista con el motor apagado, la
Quinta Vergara estaba cerrada, se adentró en la calle Valparaíso y se le abrió el apetito con el olor
de los sándwiches en las fotos. Avanzó sin rumbo, miró a una vieja que pedía billetes y a un ciego
que mezclaba bits en una tornamesa.
Se quedó mirando los peluches del Samoiedo y tuvo ganas de sentarse, pidió un pastel y un
milk shake. Comió lento, para que no se terminaran nunca. En la mesa de al lado vio a un hombre
de terno que tomaba café, discutía por nano-phone, decía algo sobre la noche y el casino y la plata
38 para los insumos. El hombre cortó y se puso llorar con los brazos cruzados sobre la mesa.
Él se acercó y puso en la mesa del hombre los restos del pastel y su vaso, luego salió corriendo.
No se detuvo, quería seguir sintiendo el viento fresco en su cara y el latido de su corazón. Hasta
que el paisaje lo obligó a detenerse.
Frente a sus ojos tenía la imagen del calendario. El mar era más verde que el otro, pero no
le importó. Había cinco personas en toda la playa. Pisó la arena y se le hizo difícil caminar con
el peso de los zapatos. Se los sacó y se puso a reír por las cosquillas que le hacía la arena. Se
sacó también el chaleco y la camisa, se quedó con una camiseta sin mangas, se arremangó los
pantalones y corrió a mojarse los pies. Vio cómo se quedaban estampados en la arena húmeda e
hizo dibujos con el dedo gordo. Se asustó cuando una gaviota pasó volando cerca suyo y le dio
risa cuando calculó mal el tamaño de una ola y el pantalón se le empapó. Cansado, se sentó en la
arena a mirar el mar.
Se habría quedado así para siempre.
39
Tengo mucha sed. Cómo todas las tardes, despierto ávida de agua. Es difícil hablar, la garganta
está seca. El polvo que dibuja surcos en mi cara también se ha pegado a las cuerdas vocales como
se adhieren los harapos a mi piel deshidratada. Los ojos y la nariz ya no se me humedecen.
Recuerdo (o tal vez soñé) cuando era pequeña y la lluvia caía en cascadas, resbalaba por la
piel y mis hermanos corrían a beber el aguacero, abriendo la boca cara al cielo. A veces, cuando
consigo dormir, sueño que mi madre me lava el cabello con un chorro de agua que fluye desde
un caño. Despierto, toco mi cabeza calva y algo me obstruye el pecho. Sé que mamá guarda un
saquito donde atesora algunos de nuestros últimos mechones de pelo. Supongo que no soy la
única que sueña con líquidos derramándose desde las alturas. Aunque nadie lo dice, estoy segura
que a otros también les sucede. Tal vez prefieren no hablar para no gastar saliva.
Hoy ya nos repartieron nuestra cuota diaria de agua: un vaso para los menores, media taza para
los adultos; pero yo sigo con sed. Por suerte estoy en la cuadrilla de los niños, éste es mi último
año. Tengo quince, aunque soy menuda para mi edad.
Somos parte del último grupo que partió hacia Tierra del Fuego, escapando de Santiago, que
ya está convertida en una ciudad calcinada, igual que Buenos Aires, Sao Paulo, Mendoza o
Concepción. El desierto es el paisaje que nos rodea.
Dicen que en la Antártida, aún hay hielos que se derriten. Que existen lagos no contaminados,
pozas de agua tan grandes en las que se puede sumergir el cuerpo entero. Parece que hay
árboles también.
Aunque hace mucho frío, viajamos caminando por las noches. De día el sol enceguece y 43
la radiación ultravioleta nos destruye la piel. En la madrugada, antes que los cielos se tiñan de
lila, buscamos cuevas oscuras. Y cuando cruzamos poblados, entramos en casas deshabitadas y
cerramos puertas y ventanas. Adentro extendemos nuestras carpas térmicas para lavarnos, comer
y descansar. Nos limpiamos con toallas mojadas en aceite.
En nuestro grupo soy la única niña, hay varios chicos de mi edad aunque con sus cabezas
calvas se ven mucho mayores. Se burlan de mí, diciendo que soy una chiquilla que nunca se va
a convertir en mujer. Sin embargo mi cuerpo ha crecido casi hasta al tamaño del de mamá. Tal
vez ya estoy comenzando a envejecer, algunos surcos se marcan en mi cara. La pena se seca en
mi interior.
Mi madre viene a despedirse antes de dormir. A ratos no la reconozco: tiene toda la piel
arrugadita y se le han caído varios dientes. En mayo cumplirá treinta y dos, cinco años menos
de la edad que tenía mi padre cuando murió. Igual que él, ella tiene las piernas y los pies muy
hinchados. Sobre la chaqueta que siempre viste lleva pegada la foto de una cabaña bajo unos
árboles que se llamaban araucarias: la casa donde nació en la Patagonia. No lo dice, pero creo
que abriga la esperanza de encontrarla igual que la imagen, aunque sabemos que esos bosques
lluviosos han desaparecido hace ya varios años.
Mi padre trabajaba en una planta desalinizadora en Valparaíso. Cuando cerró, le pagaron con
tambores de agua potable. El desempleo asustaba a todos, pero en vez de buscar otro trabajo en la
ciudad, papá decidió usar esos recipientes y transar nuestros cupos para este viaje. Seguro que de
tener los depósitos en casa nos habrían asaltado. En esa época comenzaron a pulular los “ladrones
de aguas”.
Mamá me consuela de las burlas de los muchachos
– No les hagas caso, a esta edad los chicos y las chicas siempre pelean- Ya verás cuando seas
mayor, ellos te seguirán como moscas. Hay muchos más hombres que niñas-. Me hace un cariño
en el vientre.
44 – Mamá, es que tal vez nunca sangre, he escuchado que por las radiaciones …-
– No te preocupes, algunas niñas tardan en llegar a la adolescencia-
Al anochecer ella me trae en un frasquito parte de su ración de agua.
– Todos los días te guardaré un poco, te ayudará a hacerte mujer- me susurra al oído.
He observado que cuando los adultos duermen en las tiendas, varios chicos salen al alba a
hacer excursiones clandestinas. Revuelven los basureros en busca de tesoros.
Una noche cuando reparten la comida, un muchacho de otro grupo me invita a salir por
la madrugada. Se llama Pedro y me dice que ha ubicado un lugar donde hay arbustos resecos.
Temblando ante la idea de que se burle de mí igual que los otros, le contesto que no me atrevo,
que mi madre no quiere que me exponga a la luz del día porque mi cutis es muy delicado, que mis
hermanos murieron de cáncer a la piel, como tantos otros.
– No importa- contesta -pero espérame en la parte trasera de la tienda- Antes de despedirse me
ordena- Tápate con unas mantas oscuras, Eva- Me gusta como dice mi nombre.
Veo el amanecer escondida en los cobertores. Bajo la luz mortecina, las heridas de la tierra
seca parecen arrugas gigantes. Las sombras de los merodeadores culebrean entre esas rendijas.
Después de un rato, más largo que un siglo, llega Pedro con varios bultos de distintos formas y
tamaños.
– Traje un regalo para ti, Eva-murmura mientras me muestra unas pelotitas color amarillo. Mi
nombre en su boca suena aún más dulce que la ofrenda.
– Aunque la cáscara está dura, si se les hace un orificio sale un jugo amarguito- Estiro mi
brazo para tomar el regalo y descubro unas manchas sobre la piel de mis manos.
Cuando cruzamos una ciudad que se llamaba Osorno, Pedro me cuenta que su papá dice que
todo comenzó con la destrucción de una selva llamada Amazonas. Era una jungla tan grande que
los árboles tapaban el sol. Bajo ellos crecían macizos con frutos rojos y amarillos y habitaban
animales de todos los tamaños. Un río más ancho que varias ciudades cruzaba esa selva desde la
Cordillera hasta el mar. Pronto se acaba nuestra provisión de naranjas, pero no importa, Pedro y 45
yo ya somos amigos y me enseña trucos para esconderse en los basurales sin ser herido por la
luz del sol. Durante sus excursiones siempre lo espero detrás de la carpas hasta que se aproxima
y me llama:
– Eva, Eva…
El mismo día en que descubrimos unos troncos quemados, un flujo oscuro mancha mis ropas.
Esa noche le pido a mamá que ya no se prive de su ración de agua. Ella llora y me besa la frente.
Para consolarla, le regalo unas semillas secas que dice Pedro se llaman piñones.
46
El Elegido
El Elegido
La enorme tómbola giró durante al menos un minuto, antes de que el representante legal del
Comité diera la orden de detenerla. La mano temblorosa de una atractiva mujer de unos cincuenta
años que parecía de treinta, y que también fue seleccionada al azar, se introdujo entonces dentro
de la esfera de mica gruesa transparente, y con sus dedos exploró en medio de varios millones
de pequeñas tiras de papel plastificado. Extrajo una de ellas, probablemente erigiendo una breve
oración al santo de su devoción, o bien directamente a Dios, y se la entregó al representante legal
del Comité. Éste la observó por escasos segundos, inmutable, y a paso firme, caminó hasta un
pequeño escenario especialmente preparado para la ocasión como todos los años, y leyó en voz
alta, con la solemnidad que obviamente todo el mundo esperaba.
– El elegido es el número 30.867.645-5.
Mientras un notario refrendaba la validez de la elección, el escaso público presente en el
salón, especialmente invitado por el Comité, sonrió con satisfacción y selló el fin de la corta
ceremonia con aplausos discretos, pero rotundos, tal como indicaba la norma del Protocolo
para ese acto específico. El representante legal del Comité, Ignacio Malatesta, debía ahora dar
cumplimiento al trámite más importante de todos: encontrar al elegido y comunicarle la buena
nueva. El funcionario enviado por el Servicio de Registro Civil, apostado en un rincón de la
sala, frente a un computador de última generación, ingresó el número de cédula a la página web
del organismo. Se trataba de un ciudadano de sexo masculino. Esa fue la única información que
Malatesta filtró a la prensa, apostada a la salida del edificio. Las tratativas de los periodistas por
48 saber más, fueron vanas. Desde el incidente ocurrido hacía cuatro años en que el elegido resultó
asesinado, la identificación de éste se mantenía en la más absoluta reserva hasta su ubicación y
puesta en cuarentena.
De acuerdo a la información recopilada, el elegido vivía en la sexta región del país, más
específicamente en San Fernando. El representante legal del Comité, se trasladó de inmediato
hasta el domicilio del ganador, acompañado por un par de delegados. Cuando el automóvil de
Malatesta se estacionó frente a la vivienda, ubicada en la Población San Martín de la ciudad,
decenas de rostros curiosos aparecieron en las ventanas de las casas vecinas. El automóvil del
comité tenía un sello distintivo absolutamente visible, así es que era probable que en pocos
minutos comenzara a correrse la voz. Ignacio Malatesta tocó personalmente la puerta y el
timbre de la añosa residencia de adobe, pero nadie abrió. Ni en uno, ni en cinco, ni en quince
minutos. No quedaba otra que dar cumplimiento al artículo cuarto, inciso tercero del Protocolo.
De inmediato, los delegados del Comité echaron abajo la puerta. La casa estaba desocupada.
Sólo encontraron unos cuantos periódicos amarillentos, unas cajas rotas, y algunas cucarachas
que salieron a refugiarse quién sabe adónde en cuánto captaron la presencia humana. Los diarios
estaban fechados hacía un año antes. El representante legal del Comité profirió un “mierda”, que
emergió desde lo más profundo de su decepción. Vía teléfono celular, Ignacio Malatesta, pidió
ayuda a la policía civil y uniformada. De acuerdo a los antecedentes que ésta aportó, el ciudadano
30.867.645-5, registraba un domicilio en Santiago, en un sector popular de la Reina Alta. Con la
urgencia que requería dar cumplimiento a los plazos de notificación dispuestos en el Protocolo, el
representante legal del Comité, regresó a la capital a ciento cincuenta kilómetros por hora. En la
carretera ningún carabinero lo detuvo. Ya se había dado la primera alerta amarilla.
En la Reina Alta, específicamente la calle Las Garzas, los vecinos se aglutinaron en la vereda
del frente de la vivienda signada con el número 756, en cuanto vieron detenerse el automóvil
del Comité. Silenciosos, conteniendo exclamaciones, comentarios envidiosos, e incluso risas,
vieron bajarase a Ignacio Malatesta, quien confiado volvió a golpear personalmente la puerta 49
y el timbre de la casa del elegido. Cuando estaban por cumplirse los quince minutos de espera,
establecidos en el Protocolo, la puerta se abrió. Un niño de unos nueve o diez años asomó su
cabecita despeinada, mientras masticaba un pedazo de marraqueta. Malatesta pidió hablar con el
elegido, pronunciando su nombre con el volumen de voz necesario sólo para que el pequeño lo
escuchara.
– Está trabajando -respondió el niño
El representante legal del Comité entonces le solicitó la información adicional requerida, pero
el menor le hizo ver que tenía prohibición de hablar con desconocidos. Malatesta, algo molesto,
pidió entonces comunicarse con cualquier adulto que estuviera en casa.
– Ya vengo - dijo entonces el chico, y cerró la puerta.
El representante legal del Comité pateó una piedra, para no lanzar un insulto, ya que estaba
siendo observado por demasiada gente, y él de acuerdo al Protocolo, debía ser cuidadoso con su
imagen. La puerta se abrió en menos de dos minutos. El niño estaba de vuelta.
– Mi mamá dice que pase
Malatesta y el par de delegados ingresaron a la vivienda. El amoblado barato, la decoración
de mal gusto, y el olor a comida quemada, pusieron en alerta al representante legal del Comité.
De seguro sería un dolor de cabeza negociar recursos extras con Hacienda para más asesorías.
Pero qué diablos. El Protocolo lo facultaba para ello. El niño lo llevó a él y a los delegados hasta
un cuarto pequeño, oscuro, donde en una cama yacía semi sentada una mujer relativamente joven,
que parecía vieja. Se notaba enferma.
– Para qué quieren a mi marido?.-preguntó tosiendo.
– Es información confidencial, respondió él, sin ninguna amabilidad, pero respetuoso.
– ¿Es acaso usted un receptor judicial?
– No, no soy un receptor judicial.
50 La mujer pareció tranquilizarse ante la respuesta, y evaluando mentalmente la circunstancia,
anotó en un papel que sacó de encima del velador, la dirección del trabajo del elegido y se lo
entregó al representante del Comité, quien lo guardó. Antes de abandonar la vivienda, Malesta
dio instrucciones a uno de los delegados para que enviaran un médico a la casa del elegido, y
mandaran a alguien a comprar mercadería. No era bueno que el hijo del elegido sólo tuviera
pan para entretener el hambre. El vehículo del Comité abandonó la población en medio de
cuchicheos.
Al cabo de veinte minutos, Malatesta ingresó a un edificio en construcción. Los obreros que
desde las alturas vieron llegar el automóvil con el sello respectivo, detuvieron sus labores para
mirar. No fue necesario que el representante legal del Comité pidiera hablar con el Ingeniero
Administrador. Éste salió por su cuenta a darle la bienvenida, alertado internamente por el capataz.
Malatesta, siempre serio, y sin responder al saludo, de acuerdo a las normas del Protocolo que
impiden establecer familiaridad con los contactos laborales del elegido, preguntó de inmediato
por éste. El ingeniero, sorprendido, pero al mismo tiempo, honrado de tener algún vínculo con
el elegido, buscó la planilla del día, e identificó de inmediato el sector donde se encontraba
el ciudadano requerido por el Comité. El ingeniero quiso guiarlos personalmente, pero Ignacio
Malatesta, por un asunto del Protocolo, declinó el ofrecimiento. Junto a los delegados, subió
en un montacargas hasta el piso siete de la construcción. Los obreros de esa ala, que ya sabían
todo ( por el capataz, evidentemente) les abrieron paso en silencio. Sólo por las miradas, el
representante legal del Comité supo dónde encontrar al elegido. El ciudadano 30.867.645-5, de
nombre Ubaldo González Collío, estaba detrás de unas vigas, durmiendo en el suelo, en medio de
unos sacos de cemento. Dicho de otro modo, el electo Presidente de Chile para el año 2040, de
acuerdo al Protocolo que establece la democratización total del cargo mediante un sorteo anual,
vía tómbola, y que supervisa el Comité Electoral, estaba durmiendo “la mona”.
Contacto personal 51
Contacto personal
El Baile de los que Sobran suena a todo volumen. Siempre me despierto con música clásica.
El despertador de mi teléfono pone un tema diferente cada día: los lunes es la Cabalgata de las
Valkirias; hoy son Los Prisioneros, mañana Steppenwolf. Así siempre sé qué día es. Una inteli-
gente aplicación diseñada por mí para Chiletronics, la empresa líder en innovación tecnológica
en la que trabajo, cuyo publicista y creador del lema evidentemente no es tan brillante como su
diseñador de producto… pero hoy desearía no saber que hoy es el día. Uno de “esos días”.
Hoy tengo que salir y asistir personalmente a una reunión. Un evento penoso y remoto que, sin
embargo, ocurre cuando tenemos que cerrar algún negocio muy importante: dos o tres veces al
año. Debería estar feliz, pero… ¡cómo detesto todas las reuniones! Nos reuniremos en algún buen
restaurante; usamos alguno típicamente chileno cuando hay que agasajar a clientes extranjeros
¿y cuál sería ese?… donde está mi papelito… ¡aquí está! Es el restaurante “Chilenazo”, en donde
los garzones atienden vestidos de huaso… no puedo pensar en elección más obvia, más adecuada
y ridícula a la vez ¡y sólo mi horrible fobia social imaginaria –que es la forma elegante de decir
que uno se aburre como ostra –puede explicar que lo haya olvidado!
¿A qué se estarán dedicando los huasos de verdad? El año pasado por fin prohibieron el rodeo
por inhumano; sólo quedan algunas medialunas ilegales. Ciertas cosas deben ser extirpadas de
la identidad patria… la barbarie con los animales, por ejemplo. De todas maneras, a pesar de sus
reminiscencias bárbaras, la comida del “Chilenazo” es buena: carne libre de colesterol de vacas
transgénicas… ¡pero sigue siendo una maldita y aburrida reunión! 53
Ella ríe... de hecho sí existe, lo lleva consigo y me lo muestra. Después del almuerzo me acerco
con aplomo y le pregunto con una audacia increíble si le gustaría que la llevara a alguna parte en
mi vieja reliquia que creo que constituye todo mi sex-appeal… es ahora o nunca, es demasiado
probable que nunca nos volvamos a ver, ni a hablar ni a chatear, aunque su voz me parecía agrada-
ble, nunca pensé que fuera tan encantadora y por eso que nunca entré en ningún plano personal...
por suerte.
Mi jefe me mira horrorizado y se apronta a una disculpa. Todas las leyes de protección laboral
de la mujer me caerán encima y mi despido será algo cierto si ella no sonríe. Deberé entrar en la
red de protección social, porque nadie más me contratará jamás después de un problema por acoso
sexual. Acabo de arriesgar mi vida laboral y todo mi brillante futuro acercándome a esta valkiria,
que estoy seguro que es la que enamoró a Sigfrido. Su perfume es demasiado embriagador, su
cabellera rubia demasiado dorada, sus labios hacen demasiadas promesas que no dicen, además,
y sobre todo, posee una mente capaz de volar… ¡sí que es ahora o nunca y misteriosamente no
pude contenerme! Bien ha valido que arriesgue todo mi futuro.
La redentora sonrisa omnipotente llega por fin.
– Sure! Why not? –dice en la lengua de todos los negocios del mundo y que todos llevamos
dos horas hablando. Mi jefe respira aliviado, lo mismo que todos mis colegas y yo. Su sonrisa es
la salvación para mi empresa, mi carrera y puedo ver con claridad que para el resto de mi vida
¡bendita sea la Ley Vargas!
56
Zapallar, verano de 2070
“¡Marijeicy!.. Dile al Rayatan que traiga la sandia y vengan a comer…“. Iloveny sigue a su
hija con los ojos hasta que ésta encuentra a su hermano en la orilla de la playa y corren juntos
hacia el roquerío. Después extiende un chal sobre la arena y pone sobre él una fuente con presas
clonadas de pollo, un plato con marraquetas instantáneas, vasos desechables y un bidón de coca
cola de cinco litros. Se acomoda bajo la sombra y abre su casco a la altura de la boca para
poder almorzar. “Tanta tontera que hay que ponerse ahora”, piensa y su mente se desvía hacia un
instante en Cartagena cuando era una niña de cinco años. Se ve jugando entre las olas, libre del
buzo refractante y ese aparato que ahora le envuelve la cabeza. Los niños llegan con la sandía
cuadrada que apenas pueden cargar entre ambos. Ha absorbido la temperatura del mar y está
perfectamente tibia. A resguardo del sol se sacan sus yelmos. Un tufo empalagoso y caliente se
les mete por las narices como una lombriz. Marijeicy sacude una mano frente a su cara mientras
con la otra alcanza las marraquetas. Rayatan traga inmune el primer vaso de bebida. El hedor
no es permanente, brota en oleadas sin previo aviso. Pero nada de eso disminuye el goce de los
visitantes. La playa bulle de gente. Desde lo alto, los toldo anti UV parecen una gran sábana
blanca y luminosa.
Iloveny está contenta. Después de esperar por semanas, finalmente había podido conseguir una
pieza en el “Palacio Errázuriz”. Desde que los propietarios de las grandes casonas del balneario
huyeron del sol y la pestilencia, en Zapallar siempre es posible encontrar habitaciones. Pero ella
58 quería alojarse en la casa de los Errázuriz De la Cuadra porque ahí alguna vez trabajó su abuela.
Nunca ha olvidado las historias que esa abuela y su madre le contaban sobre mujeres espigadas
con melenas largas color de miel que eran cortejadas por jóvenes rubicundos de sonrisa radiante
y futuro asegurado. Por años esas historias le hicieron creer que sí existían los príncipes azules
y que Zapallar era el perfecto escenario de un cuento de amor. Al llegar al tal palacio descubrió
que la belleza es imposible en el estropicio. “Por eso es tan barato” razonó mientras recorría los
espacios funcionales y desangelados. Su pieza era un rectángulo minúsculo dominado por el panel
de comunicaciones e identificación. El parque, un erial seco transformado en estacionamiento.
Pero Iloveny disponía de pocos días libres en la multi-maxi-tienda “Tododetodo” y no podía
permitir que el desencanto opacara su paseo. “Lo único realmente importante es estar con los
cabros, siempre tan abandonados”, pensó entonces y sonrió.
Los niños vuelven a jugar en la orilla del mar dentro de sus vestiduras aislantes. La madre
mete los desechos del almuerzo dentro de la cápsula compresora. ¿Qué le cuesta a la gente ser
limpia? dice casi en voz alta mirando molesta a su alrededor. Entre las toallas tendidas asoman
envases, piezas mínimas de chatarra electrónica, cilindros transparentes de cigarro, infinidad
de trozos multicolores de plástico y metal… Recodó que Cartagena estaba convertida en un
cementerio de celulares. “Bueno, qué le vamos a hacer”, reflexiona. Siente de pronto que el
calor la asfixia. Se saca el casco, sacude la cabeza y se tiende de espaldas sobre el chal. La mujer
respira hondo mientras su cuerpo se hunde suavemente en la arena. Su mente regresa al Palacio
Errázuriz pero a los tiempos de su abuela. Ve parejas jóvenes y bellas compartiendo el frescor
de la tarde en el gran living donde ahora se ubica el área de las proyecciones holográficas. Su
imaginación vaga por el salón. La luz del ocaso baña de ocre los muros de piedra; el aire marino,
puro e intenso, impregna el ambiente. Su madre corretea por el parque junto a los hijos de otras
nanas. Cerca, su abuela pasea un coche de guagua por un sendero umbroso y fragante. Viste
un delantal azul. Los patrones vienen llegando de un partido de tenis. A lo lejos se adivina la 59
playa primigenia. Iloveny abre los ojos. Una brisa oportuna le refresca la cara y aligera el mal
olor. Busca a sus hijos entre una muchedumbre de gordos. Ahí están, arrancando de la espuma
negruzca que flota sobre las olas.
Se reacomoda y vuelve a sus divagaciones. ¿Y dónde se irían los ricos?, se pregunta.
60
Poker de señoras
Poker de señoras
Cuando me levanto de la siesta es el mejor momento para comenzar, por eso corro al cuarto de
al lado, que uso de taller, prendo el equipo de música, y comienzo.
Hoy se hizo tarde, ya son como las cinco de la tarde, no me queda mucho tiempo de luz natural
para poder pintar, pero me gusta tanto mi idea, que igual comienzo.
Prendo el equipo, dudo por un instante qué música poner, pero sin duda lo mejor es poner algo
de U2, será por la voz gruesa de Bono o lo que sea, pero estoy seguro que me va a ayudar a que
me salga algo muy bueno.
Con PRIDE, respiro hondo, tomo la tablilla de plástico blanco que uso para apoyar las pinturas,
pongo un poco de cada pomo sobre ella y con un pincel de pelos rubios, empiezo a mezclar los
colores de tal manera que comience a aparecer alguna figura.
La música me envuelve y me muevo a su medida, cuando grita yo grito tirando apurados
colores sobre la tela, pero si ella me susurra yo tambien lo hago tratando de dar trazos cortos y
seguros, es cuando por lo general aprovecho para corregir y dar unos pasos para atrás para poder
observar si se está reflejando lo que me imaginación me ordena.
El disco sigue tocando, gira y giro con él, el sol tambien va disminuyendo, como la luz que
entra por la ventana; acalorado la abro lo más que se puede, corro, salto, tiro pinturas en la
superficie lisa, que de a poco lo va dejando de ser.
Con los dedos voy formando figuras también, ellos me ayudan a dar volumen a los objetos
62 que dibujo, así puedo rasgar rostros o esfuman superficies. Mis uñas se van tiñendo de colores,
quedan opacas y rugosas.
La camisa ya manchada y mojada de transpiración que no siento latir, me molesta. Me la quito
rápidamente. La dejo tirada a un costado de la ventana que prácticamente a oscuras deja pasar un
poco de brisa refrescante.
No veo casi nada, pero a pesar de que mis ojos ya se acostumbraron a la penumbra de mi taller
al atardecer, hacen que me sienta más excitado por mi pintura. Ahora debo pintar prácticamente
a ciegas.
Me obligo a no prender la luz.
Adivino lo que está pasando en la tela.
Aparecen de pronto cuatro monjas que vestidas de diferentes colores juegan a las cartas,
sentadas alrededor de una mesa negra de madera, en pesadas y altas sillas. Las cuatro están con
un velo difuso sobre sus caras que no deja reconocerlas.
Me encanta esa idea.
Mi pantalón sin quererlo desaparece de mis piernas, molesto, vuela hasta otro rincón de mi
taller.
Corro a buscar el amarillo que se me manchó con rojo, ese naranja no significa nada para esas
monjas, no lo puedo por lo tanto usar.
Cuando pretendo delinear la curva de la cintura de una de ellas, de la que está de espaldas, ella
se mueve y no me lo permite, vuelve su cara hacia mí, me grita y me ordena que me detenga, que
no la moleste.
SUNDAY BLOODY SUNDAY, suena por todos los rincones, circula como una manifestación
furiosa que penetra en la pintura, las anima y las perpetúa.
Ellas, cuando su líder les ordena, dejan de apostar en las cartas para salir de la quietud de la
mesa de juego y corren hacia mí.
Llegan a manosearme, a besarme, a darme cachetadas cuyo ruido se entrevera con el de la 63
por medio de sondas, y se mantienen así hasta que alguien escoge su cuerpo. - siento
nauseas, estoy a punto de vomitar ¿ pero dime que pasa con el tema religioso?- existe un
nuevo concepto, un tanto antojadizo, que dice que Dios es energía pura y que todo lo que
vaya en beneficio del hombre está bien. En ese instante se encendió una pantalla gigante
en un muro, donde apareció un locutor informando las últimas novedades noticiosas. En
primer termino se mostró la captura de un delincuente por parte de unos policías alados(se
desplazaban impulsados por unos motores especiales que llevaban adheridos a la espalda)
cuando este se aprestaba a cometer un delito. El periodista señaló que el individuo sería
derivado de inmediato a un hospital para realizarle la correspondiente operación.-¿ Qué
clase de operación le harán?- le consultó Alfonso a su amigo- le extirparan su lado oscuro
donde tiene incrustada la maldad, luego lo dejaran libre como un pájaro, ya no existen
las cárceles en esta época. Luego la noticia derivó a otro ámbito. El locutor anunció
con suma preocupación que otros islotes y superficies costeras, habían desaparecido
bajo las aguas producto del implacable calentamiento global y que se esperaba que en
los próximos meses el asunto empeorara aún mas, también dijo que más del 90% de la
fauna marina corría serio peligro de extinción debido a la desalinización de las aguas
producto del derretimiento de los témpanos glaciales. _ Es realmente terrible lo que esta
pasando- exclamó Alfonso alarmado- sabes una cosa ya no quiero escuchar nada mas,
quiero retornar a mi tiempo en el acto. – Pero si llegamos recién, la aventura recién
comienza- le espetó Luciano tratando de animarlo.- ¿de qué aventura me hablas? Si lo
que veo son puras catástrofes, quiero irme ¡ya! – Está bien como tu digas¿ pero antes que
68 nos vayamos no quieres que le echemos un vistazo al tema de los transplantes? Alfonso
se quedó unos segundos meditando la respuesta, este asunto le había de veras, llamado
poderosamente la atención.- Está bien echémosle una ojeada - dijo finalmente, luego se
encaminaron presurosos hasta el hospital Salvador ubicado en las cercanías. Al llegar
al lugar ingresaron a su interior por una puerta que lucía un cartel electrónico que decía
“Aquí zona de transplantes”. Habían caminado unos pasos cuando fueron abordados por
un enjambre de sujetos que les rogaban que fueran a su sección a ver sus cuerpos, que
según ellos eran los de mejor calidad. Alfonso sintió una ira terrible y unas ganas locas de
abandonar el lugar, pero no lo hizo y se hizo conducir junto a Luciano por un par de tipos
a una sala en donde había por lo menos una docena de jóvenes varones, tendidos en estado
inconsciente en unas especies de recamaras recubiertas en vidrio. Alfonso no supo en que
momento, ni como lo convencieron a él y su amigo para realizarse el transplante, pero en
menos de una hora ambos caminaban rumbo al cerro San Cristóbal para ser trasladados
a su tiempo por los extraterrestres, incrustados en cuerpos de dos jóvenes veinteañeros,
atléticos y bien parecidos. No estaban seguros, de que sí lo que habían hecho era correcto,
pero lo que tenían claro, era que ya no podían arrepentirse. Momentos mas tarde, ya en
su tiempo Alfonso se encontraba en la puerta de su casa, intentando ingresar al interior,
pero en ese instante fue sorprendido por su mujer la que al no reconocerlo le quitó las
llaves y lo empujó hacia la calle. Alfonso agotó todos los medios para convencerla de
que era el pero todo fue inútil, la mujer se mantuvo inflexible e incluso lo amenazó con
llamar a la policía. Entonces el hombre estalló desconsoladamente en llanto. Fue en ese
instante que sintió un palmetazo en uno de sus hombros y la voz de su mujer que le decía-
despiértate hombre ¿qué te pasa?, ¿Apuesto que ya estas teniendo otra de tus pesadillas 69
La Transmisión
• Científicos estadounidenses tratan de conseguir que los fotones viajen hacia atrás en
el tiempo. Si el experimento funciona, una señal podrá ser recibida antes de ser emitida. Si
su experimento con fotones separados realmente funciona, dijo el físico John Cramer de la
Universidad de Washington (U.W.), el siguiente paso será hacer la prueba de la retrocausalidad
cuántica. (28-Dec-2006 www.astroseti.org)
• John Cramer, físico en la universidad de Washington, explica que una característica de las
partículas cuánticas, llamada “retrocausality” o “retrocausalidad”, podría ser útil para lograr una
comunicación con el pasado. (15 de junio de 2007 , www. Neoteo.com)
• La partícula superlumínica hipotética denominada taquión –propuesta en el contexto
de la teoría de cuerdas bosónica y de otros campos de la física de alta energía–, al superar la
velocidad de la luz, se movería hacia atrás en el tiempo. (www.wikipedia.com)
La semana pasada se produjo un extraño accidente en las instalaciones de energía
del aeropuerto, dos técnicos murieron y el terminal aéreo quedó incomunicado por varias
horas. La revisión forense de los cuerpos arrojó como causa de muerte una fuerte exposición
a alguna fuente de alta energía, indeterminada aún. Entre los objetos recuperados junto a los
cuerpos se encontraron varios equipos quemados con distintos grados de daño, presumiblemente
por la misma fuente de energía. La investigación preliminar registró estos aparatos, pero no los
analizó en profundidad, el examen de estos me fue encomendado.
72 Nada era recuperable o entregaba algún indicio de lo sucedido hasta que llegué al último
objeto, un pendrive. Lo sometí a un proceso de recuperación de archivos dañados y me encontré
con un solo registro de sonido que ocupaba la memoria completa, bastante extraño, no tenia
nombre, ni especificaba el formato. No le dí importancia al principio, pero me sentía intrigado,
así que después de algunos días volvía revisarlo, hasta que logre reproducirlo. Lo que encontré
me dejó atónito, era la lejana y nerviosa voz de un hombre con un relato. ¿Cómo llegó ahí?, ¿de
quien era la voz?, son solo dos de las preguntas que ahora no puedo dejar de hacerme, así que
estoy subiendo este mensaje a Internet por si algo me pasara a mi o al archivo.
A continuación transcribo el relato encontrado.
...de Valdivia al sur es territorio ocupado y controlado por las tropas de la Unión Norteamericana.
Del otro lado de la cordillera es territorio de la Unión Europea, ambos ejércitos custodian a
muerte las aguas dulces. La línea divisoria se extiende hasta la Antártida en donde hay constantes
encuentros armados tanto en tierra como en el mar, entre las bases de los norteamericanos,
europeos, chinos e indios, cada cual tratando de proteger los superbarcos que sacan las riquezas
minerales que explotan en la zona.
La Araucanía es zona de guerra, intensos combates de guerrillas a ambos lados de la cordillera,
tanto la Unión Europea, como la Unión Norteamericana siguen enviando tropas sin poder
terminar con los conflictos, se cree que indígenas de toda Sur America , incluso de la devastada
región amazónica, vienen a pelear aquí, en lo que reconocen como último bastión de los pueblos
originarios en el continente.
Dos súper-portaviones de la Unión Norteamericana permanecen cerca de las costas, con el
pretexto de mantener la paz en la región. Uno frente a Valparaíso y el otro frente a Talcahuano
para prevenir cualquier intento de la Unión Europea de invadirnos, pero también para evitar que
pensemos siquiera en recuperar las valiosas aguas del sur.
El Bio-bio es el último río que hay hacia el norte, lo demás está seco. Está prohibido ir 73
al litoral central por el peligro que existe en los antiguos pueblos, casi todos bajo el agua, o
semi sumergidos, ya que la tremenda corrosión de las aguas toxicas produce derrumbes en los
edificios y deslizamientos de tierra repentinos. Los mares alcanzan aquí los más altos índices de
contaminación. Nada crece, nada vive ni dentro, ni junto al mar.
Ovalle es el último asentamiento humano tradicional de importancia hacia el norte, y pronto
será tragado por el implacable desierto que avanza con los vientos calidos y secos. Más allá se
encuentran primero las grandes zonas de extracción minera, donde gran parte de la población
trabaja y vive, sacando todo tipo de minerales desde inmensas profundidades bajo las pampas y
bajo la cordillera.
El puerto de Emerald, al norte de las ruinas del abandonado y semi sumergido Chañaral es
el único lugar por donde salen los minerales extraídos. Este puerto y todos los asentamientos
mineros funcionan como industrias gigantes y no como ciudades. Todo esta reglamentado y
planificado, para maximizar la producción.
Más al norte el paisaje se repite hasta encontrarse con las zonas de de desechos, en donde se
descargan todo tipo de residuos industriales peligrosos, como nucleares, químicos y de peligro
biológico, dependiendo de la zona. Llegan principalmente desde Norteamérica y de la Antártida.
Las inmensas cuadriculas de las instalaciones se alinean en los paisajes desolados, que cada vez
se vuelven más extraños y más peligrosos.
Si se sigue avanzando al norte es ....
El relato parece seguir pero los 2 Gb de memoria del pendrive fueron insuficientes para
contenerlo.
Extracto de la nueva Enciclopedia
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Partida: “El comienzo de todo”. Una manzana se divide en dos, se masca con delicadeza y
luego se entrega a quien sigue. Así comienza este nuevo juego culinario a la moda. Dicen que
hasta veinte comensales han podido probar de tal forma la más deliciosa de las frutas. Cabe
recordar que ya casi no quedan manzanas en el planeta, salvo en Chile. Es una fruta exótica.
Exótico: “Algo extraño, rebuscado y exquisito”; como un batallón de moscas o los antiguos
Moais de Isla de Pascua.
Isla de Pascua: “Capital de Chile”. Hace 500 años, por votación popular, reemplazó a Santiago.
Desde entonces los mandatarios se han convertido en expertos bailarines de Sau Sau y las corbatas
y trajes sólo se usan en contadas ocasiones.
Ocasión: “Momento propicio para realizar algo de preferencia importante”. “Es una gran
ocasión para brindar en honor de mi país” se convirtió en una frase célebre después que el chileno
Joselito Mellado, el primer hombre en llegar al centro de la tierra, el 2108, descorchara en vivo
una botella de champán para festejar su hazaña. Recordemos que luego se cortó la comunicación
y le perdimos el rastro para siempre.
Siempre: “Palabra pretenciosa y desprestigiada”. Se supone que un grito de gol no dura para
siempre, pero todos recuerdan el tanto que anotó el “Torito” Carilao en la final del ya lejano
76 mundial de Mauritania 2050 y que nos hizo por primera vez campeones.
Campeón: “Vencedor de alguna gesta, hecho o evento”. Ya no enseñamos a nuestros hijos a
ser campeones. Nos cansamos de crear fanfarrones que recorrían el mundo ostentando sus logros
económicos e intelectuales. Desde hace un tiempo, en compensación al descalabro generado por
Joselito Mellado, Chile ha creado la primera universidad de “Optimistas útiles”. La idea es que
sus egresados sueñen en pequeño y se adapten de manera perfecta a las circunstancias de la vida.
Junto a las manzanas, este tipo de enseñanza es nuestro mayor logro y orgullo nacional.
Nacional: “Relativo a la nación”. Nuestra nación cuenta con 322 millones de habitantes. Seres
tranquilos y respetuosos del prójimo. Eso sí, hay excepciones.
Excepción: “Lo raro, lo extraño e inusual.” Nuestra historia nos recuerda que Olegario Zoto,
el primer mandatario que debió trasladarse a gobernar Chile desde la Isla de Pascua, lo hizo
con adusto semblante. Bastaron dos meses para que su color de piel y mal humor cambiaran
definitivamente. Hoy existe un moai en su honor.
Honor: “Concepto ambiguo. A veces se relaciona con prestigio o gloria; en otros casos con
gestas insignificantes o hazañas olvidables”. Muchos manuales indican que Chile tiene el honor
de protagonizar la conquista del centro de la tierra y, también, el de poseer, en los anales de su
historia patria, al ebrio más famoso e irresponsable de la historia mundial, Joselito Mellado. Todo
depende del prisma con que se mire.
Mirar: “Acción de fijar la vista en una persona, lugar, paisaje, cosa u objeto”. Chile, de
manera estratégica, ha conservado 500 hectáreas de desierto. Allí se encuentran pequeños fósiles
y el vestigio del otrora lugar más árido del planeta (no olvidar que donde antes hubo arena hoy
florecen los manzanos). Al menos una vez al año se lleva a los alumnos de las escuelas a visitar y
a mirar con respeto y emoción ese pequeño oasis del pasado.
Pasado: “Lo que ya fue. De donde venimos”. Hace 600 años estudios de ADN dieron prueba
de algo irrefutable… más del 90 por ciento de la población chilena tenía sangre indígena en sus
venas. Ahora esa sangre se ha mezclado con la de nuestros hermanos del extrarradio. Somos 77
El otro día me levanté con un cardumen de gente amable en las calles / El otro, no
El otro día, lloré con un elefante rosado y un pajarito que me hacía Run-Run / El otro, no
El otro día, soñé que nadie peleaba en la fila para comprar el pan / El otro, no
El otro día, soñé que habían volantines de azúcar hasta en mi cama / El otro, no
El otro día ya pasó y ni balas ni flores agarré / El otro día lloré y nadie se percató /
Pero ahora estoy acá, como abeja en mi panal de cemento /
Como semáforo en pueblo fantasma / Como señalética para ciegos
Tembleque / Roteque / Hiriente / Ardiente / Benevolente / Volando / Volándome.
Las personas de mi Nación viven cada día sin aprovecharlo realmente / 83
Las personas tienen sueños inconclusos / Incluso en Metro Baquedano, Yumbel o Caldera /
Las personas son sensibles / Incluso con revólver o pañuelo blanco /
Las personas son hermosas / Incluso con sangre en el ojo o una rosa en los dientes
Las personas son el todo para el otro / Incluso si están locos
Las personas viven / Incluso si no mueven un dedo
Las personas se mueren / Incluso si no existe la Muerte /
La temida y piojenta Muerte / Única / La más temida por todos / La más mansa /
Pero realmente las personas mueren cuando uno las olvida /
Porque acá en mi Nación, todo se muere cuando se deja de alimentar /
Acá somos expertos en darles de comer a los pajaritos, a los ancianos y a las hormigas /
Si no nos queda comida, les damos el corazón si es posible / Tan nutritivo y pulposo /
Como el merquén o el tinto / Entre obsceno y robusto / Bruto y con harto busto.
De repente salen los zancudos cuando no había bicho que picaba ni chupaba el cuello /
De repente salen las pantuflas, la coctelera y los elogios /
Cuando con suerte había perro labrador, como ese mostacho canoso que se creyó Dios /
Tal vez Dios ha muerto / O yo esté muerto / O que nadie haya muerto en realidad /
De repente todos con todos, nos besamos en misa, en parrillada o en cuadrilla /
De repente, empujamos para subirnos nosotros primero en el bus /
De repente, nos agarramos los paquetes y los copihues ajenos /
De repente hay fiesta y barbacoa como quien levanta una piedra / 85
En medio del caos, del horno a barro o de la metrópoli, podemos tener cierta cordura /
En la flora y fauna de mi Nación, podemos cortejarnos sin darnos cuenta /
Entre la cordillera de los Andes o el edificio con dientes molidos y caderas anchas /
Entre una orgía de maíz y de trigo o una plazoleta llena de violencia y espuela /
Entre un vándalo mirando la luna nueva o un hermoso carpintero de Hualpén /
Siempre disparejo / Siempre extremo / Siempre pelando la cebolla o deshojando la alcachofa /
Mi Nación merece más que billete fácil y labia de Cristóbal Colón /
Mi Nación aspira a más que un Mapocho perfumado o un Sur despreciado /
Mi Nación es como una fotocopia gringa, pero siempre a color y tijereteada /
Mi Nación no miente, pero de repente se hace la picarona y la prepotente conmigo /
Mi Nación puede ser tiesa como palo, pero tiene más fuego por dentro que volcán en celo /
Mi Nación cumplirá años y estará más vieja y recorrida, pero nunca le faltará vida /
Mi Nación, vestida de raso, de proveedora o de campesina, florecerá más que nunca /
Con doscientos o una luca a la espalda, mi Nación gritará como recién nacida /
Aunque la magullen mil y un veces como en la Bastilla de mi esquina.
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Fe de historia
Fe de historia
Así ceñir la estela del cóndor para vaticinar el esfuerzo de tantos por salir adelante,
codo a codo hacer hogar, país –porque es el mismo empeño- mejor,
en el cual respirar libertad, contento, cielo.
Donde hundo mi lápiz como mi hermano su arado para seguir dibujando la cordillera 95
Donde lustré una vez mis zapatos antes de ir a la escuela f 528 Luis Cruz Martínez
ex Los Trigales
como si fueran los quilates de una patria mineral que tenemos que seguir mejorando.
No sólo por los que vendrán, sino por los que estuvieron.
Como el mar que vive callado en el desierto.
Sin duda, mi país desde estas –sus hojas- a sus múltiples raíces,
desde nuestros huesos a sus pilares con que levantamos campamento en esta intemperie.
No sin lagrimas, ensayo y error, perdón
puesto que no hay otra forma de echarle para adelante.
No como un puño sino como una mano abierta
incapaz de avanzar hacia todo porvenir sin sujetar al más pequeño.
Sí, quise ver a mi país como si al pronunciar la palabra amor también dijéramos Chile
en cien años más, como ahora.
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97
Alegoría
O abrazar a mi esposo, si
tan solo pudiera
llenar mis ojos con sus ojos.
Tu olor es el mío.
Tu voz es la mía, tu espalda, tu columna llena de cerros es como la mía,
102 tus cicatrices, tus ríos llenando nuestras cuencas
penetrando mares o esas puertas de salida que se abren solas
saliendo al descampado, dejando todo abierto como el final de una palabra.
Ha de vencer el honor
de todo patriota honrado
quien será recompensado
al recibir el amor
cuando el pueblo en su clamor
lo grite a los cuatro vientos
con grandes reconocimientos
por sus actos de heroísmo
que ante todo salvajismo
respondió con argumentos.
1
Nuestro país bien merece
cantarle a los cuatro vientos
cuales serán los cimientos
en los que Chile florece.
Este sueño no decrece
es geográfico desfile
donde el presente vigile
responder a su conciencia
cultivemos la experiencia
que la belleza perfile.
2 109
3
Resguardando los glaciares
van pueblos originarios
nuestro gran Bicentenario
trae impulsos seculares.
Sembrados, valles y mares
bosque nativo frondoso
son futuro esplendoroso
resguardemos con anhelo,
serán mañana consuelo
dando un presente glorioso
110 4
Esta herencia campesina
tiene magna proyección
con su honda concepción
legitima y encamina,
realidad tan cristalina
hará que nadie cavile
y que el mundo se encandile
luciendo nuestras raíces
nos dan ya las directrices
a los que habitamos Chile.
Despedida
Para el futuro requiero
más pasión, menos discurso
dicta el corazón su curso
con su latido sincero,
estadísticas no quiero
ni tampoco un mall fatal
apelo a lo principal:
¡la felicidad en pleno!
con el guitarrón chileno
patrimonio nacional
Valle de los desaparecidos 111
LA TIERRA
* * [ { {
} } ] * *
CUATRO LUGARES
De niña pensaba, que los otros países no nos veían, no nos escuchaban;
jugábamos a las escondidas entre el relieve,
susurrando entre montañas, bosques, desiertos y aguas.
Que estábamos en la parte baja del globo, que teníamos que aferrarnos con fuerza
para no desaparecer de esta Tierra habitada.
La materia oscura nos mantiene danzando en los brazos de una galaxia espiral,
desde el kurü del cosmos no hay “tierras de arriba”, wenteche “gente de arriba”
no hay “tierras de abajo”, nagche “gente de abajo”,
la fuerza de gravedad nos yergue, como la espina dorsal.
mari mari peñi, “tus diez y mis diez, hermano”, los dedos enlazados de nuestras manos.
(Nota de la Autora: Los últimos versos se fragmentaron para esparcir las semillas de la memoria en la silueta
de Chile. Las estrofas originales no sobrepasan los 100 versos. Para expresar la totalidad del territorio
nacional en la última página, se usó un tamaño de fuente más pequeño. Tamaño página: A 4)
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