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Métodos de Investigación

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

Integrantes
Luciana Calvimontes Vilela y Cesar
Alumnos (a)
Daniel Iriarte Pacheco
Artes Escénicas y Literatura
Especialidad y ciclo
Ciclo IV

Tema de investigación
“La teatralidad en las aulas”

Pregunta de investigación
¿Qué hace que un profesor pueda controlar su clase, evitando que se convierta
en un caos total? ¿Qué fuerzas orientan el orden académico?

Objetivo general de la investigación


Demostrar que la teatralidad es parte importante en la interacción de los medios
sociales.

Objetivos específicos de la investigación


Demostrar que la teatralidad cumple un rol fundamental en la interacción del
profesor con su curso, del alumno con el curso dictado y del profesor con el
alumno.

Justificación de la investigación

Para situarnos en el contexto comenzaremos definiendo lo que es


teatralidad. Roland Barthes, en uno de sus ensayos críticos, aduce que la
teatralidad es “el teatro sin texto, es un espesor de signos y sensaciones que se
edifica en la escena a partir del argumento escrito, esa especie de percepción
ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias...”.
Es precisamente esto de lo que hablaremos, tomando a las aulas como el
escenario, a los maestros como los actores y a estas dos variables en conjunto
como la escena.1

Como grupo, comenzamos a reflexionar sobre el problema del orden en


clase. Hay profesores que atraen el desorden y no logran controlar a los
alumnos, los cuales – reconocemos – se rebelan ostentosamente contra
cualquier intento de ordenación. Estos mismos alumnos pueden mostrarse muy
atentos en presencia de otro profesor. Entonces, partiendo de esta reflexión, nos
planteamos las siguientes preguntas: ¿Qué hace que un profesor pueda
controlar su clase, evitando que se convierta en un caos total? ¿Qué fuerzas
orientan el orden académico?

En el tiempo que hemos llevado estudiando en la universidad, y


basándonos en nuestra experiencia escolar, podemos decir que hemos conocido
a magníficos especialistas cuyas clases eran un desastre de confusión y
alteración de las normas disciplinarias. Nadie callaba y nadie se tomaba el
tiempo para concentrarse y escuchar al extraordinario profesor que tenían
enfrente. Sin embargo, hemos conocido a otros profesores hastiados de su
profesión y totalmente aburridos que daban sus clases en medio de un silencio
casi sagrado en los cursos mas difíciles y terribles.

La respuesta a las preguntas anteriormente formuladas no tiene nada que


ver con la profesionalidad. Y es que hay buenos profesionales que tienen graves
problemas de disciplina. Los alumnos son astutos y saben de quién pueden
aprovecharse. Un profesor puede poner mucho afecto y profesionalidad pero no
es esto lo que hace que la clase siga su curso y funcione. El profesor debe
presentar una cualidad esencialmente teatral que le lleve a dominar el aula. Sus
palabras han de ser teatrales, interesantes en algún sentido.

Dará igual que un profesor ame el curso que esta dictando o que quiera a
sus alumnos, si es que su discurso es monótono o poco atractivo. Algunos
profesores que aman su profesión se lamentan el hecho de que su autoridad es
próxima a cero. La experiencia ayuda en algo, sin embargo, esta no es decisiva.
La clave es la teatralidad, saber conseguir el silencio y ser capaces de explicar
la materia de estudio.

1 Ensayos críticos, Roland Barthes.


El efecto que produce ir al teatro y encontrar actores en acción, que
encarnan personajes que actúan, nos muestran seres que han construido luego
de un proceso de investigación personal que llaman nuestra atención; lo
podemos comparar al hecho de que en las aulas los profesores tengan que
hacer uso de diferentes recursos físicos y vocales para llamar la atención de los
alumnos. O ¿es acaso que aquellos hombres que dictan clases frente a decenas
de jóvenes se comportan de la misma manera en la calle, en sus casas o con
sus amistades cercanas?

Jorge Dubatti, filósofo teatral, como se hace llamar, nos dice que la
teatralidad nace del convivio, de la relación e interacción de los seres en una
situación determinada. Es por eso que podemos aplicar el concepto de
teatralidad en las aulas.

En una salón de clases los alumnos y el profesor llegan a desarrollar


códigos, ademanes y formas de expresarse que escapan del estado cotidiano de
cada individuo. Si bien el profesor era el actor y los alumnos los espectadores,
los alumnos también cumplen un rol teatral en la clase. Ahora todos los
individuos dentro del aula son personajes que actúan de la manera en la que se
espera.

Ahora nos preguntamos cuándo es que vemos a personas verdaderas


comportándose de manera verdadera, si en verdad todo es una actuación. Hoy
en día el teatro abarca una gran cantidad de espacios dentro de la esfera social.
Podemos ver a un político haciendo un discurso, moviendo los brazos y llevando
el mentón arriba con gran solemnidad. Y es que ahora el comportamiento ha
dejado de ser una expresión del carácter y se ha convertido en una expresión
del rol que cumplimos.

Los psicólogos explican que los profesores deberían desarrollar


estrategias que desplieguen a través del lenguaje gestual y corporal muy
expresivo y rico en instrumentos por medio de gestos, miradas sugestivas,
variaciones tonales y desplazamientos necesarios. Sin embargo también
advierten que una excesiva teatralidad o sobreactuación, en vez de interés y
fascinación, provocan rechazo o risa entre los estudiantes.
Nos damos cuenta que lo ideal es un balance entre la naturalidad y la
teatralidad, ver a profesores que se muestren como personajes atractivos al
público, pero que no pierdan la coherencia con la realidad.

Ahora, si bien los profesores cumplen parte importante de este rol. ¿Qué
hay de los alumnos? En una clase podemos ver a diferentes alumnos con
diferentes posiciones, diferentes miradas y diferentes actitudes, las cuales varían
de acuerdo a la clase a la que asistan, el tema y el profesor que dicta la clase.

Pongamos algunos ejemplos. Es diferente la actitud y la teatralidad de un


alumno rindiendo un examen para el que estudió. Mirada firme en el papel, la
mano con el lapicero listo para escribir, los pies bien puestos en el piso. Por el
otro lado el alumno que no estudio, suele tener la mirada dispersa, el lapicero
que se bambolea mientras trata de recordar aquella clase, tal vez golpeando el
piso con los pies.

Vemos que la teatralidad, muchas veces nos hace entrar en cliché sobre
la personalidad humana, podemos decir, ahí esta el alumno tranquilo, el loco, la
que mira mal, la tímida, el que “esta en otra”, el atento, etc.

Sabemos que los seres humanos somos seres que aprenden por
repetición, y que casi todas nuestras actitudes y ademanes son producto de un
ejemplo previamente establecido. Las profesiones que los niños eligen hoy en
día, se relacionan con los roles sociales que pueden presenciar a diario: el
policía, el bombero, el doctor y la enfermera, el veterinario, entre otros. Y
¿cuáles serán los ejemplos que toman los jóvenes? Pues empezando con las
películas que vemos en los cines, las series que pasan por la televisión, las
revistas que venden en los kioskos. Cada vez los jóvenes se vuelven mas
iguales, siguiendo el estereotipo que aprueba su medio socia. Es que acaso
ahora cada señorita quiere tener su gran fiesta de 15, los jóvenes se vuelven
más populares por que su pantalón se rasga al caminar.

Podemos llegar a la conclusión de que en el proceso pedagógico existen


artificios, tales como gestos, tonos de voz y ademanes, que acercan o alejan al
alumno del curso dictado, así como también del profesor. Estas formas de
expresión por parte de los profesores y de los alumnos se basan en clichés
preestablecidos. La teatralidad, hoy en día, está muy presente en cada esfera de
la sociedad. Vemos que en las aulas, la teatralidad de desenvuelve de manera
particular, ya que es un fenómeno de receptividad.

Marco Teórico
Antecedentes: Roland Barthes; Jorge Dubatti

Definición conceptual y operacional de términos:


• Teatralidad → “el teatro sin texto, es un espesor de signos y
sensaciones que se edifica en la escena a partir del argumento
escrito, esa especie de percepción ecuménica de los artificios
sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias...”

Bibliografía en formato Vancouver

• El convivio teatral (2003). Jorge Dubatti

• Filosofía del Teatro II. Cuerpo poético y función ontológica (2010). Jorge
Dubatti

• El vínculo profesor-alumno:una lectura psicológica. Noemí Allidiére.


Editorial Biblos, 2004

• Diccionario del pensamiento alternativo. Hugo Edgardo Biagini, Arturo


Andrés Roig. Editorial Biblos, 2008.

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