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de las desigualdades.
Luis Antonio Sánchez Trujillo.
“Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar;
vio muchas ciudades de hombres y conoció su talante,
y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando
de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.”
Homero, La Odisea
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condenan al olvido en desierta isla para ser consumidas/os por el cíclope
horrendo del desempleo y la miseria.
Así, una nueva marea avasalla las costas del mundo. Desde los
confinados espacios, una marejada humana se abre paso. Nutrida de anhelos,
surca entre prohibiciones y fronteras, desbordando todo dique, toda
barrera. Traspasando, pese a los muros, todo horizonte.
Inundando con su brisa las avenidas, los comercios, las lujosas residencias
de un norte que no es más geografía, sino simple sinónimo de abundancia
y dominio, frente a un sur pauperizado, cuyas aguas se agitan y discurren
por doquier, alimentadas por la quimera del sueño capitalista.
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Juntos, codo con codo, flotan en un océano de contradicciones la
opulencia y el hambre, el despilfarro y la pobreza, reversos de una sola
moneda: la del capitalismo sistémico que continua su rumbo de
acumulación incesante, de consumismo extremo: monstruo eternamente
ávido.
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Es así, que no debemos ver los cambios ocurridos a partir de los 80s sólo
como el nuevo contexto en donde ocurre la migración, sino considerar a la
migración como un proceso que forma parte consustancial de la situación
donde la vasta movilidad poblacional, es una de las articulaciones a través
de las cuales el sistema expande sus nuevas formas de dominación e
integra a su estructura la explotación masiva y directa de la fuerza de trabajo
externa.
Pero más allá del mero mantenimiento del sistema, a lo que en la actualidad
asistimos es a una profundización de sus desigualdades, a un recrudecimiento
de sus violencias, que lejos de atenuarse se naturalizan, ocultándose bajo el
velo de una normalidad que no por ser más cotidiana, resulta menos lesiva y
costosa para hombres y mujeres que la viven.
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[…] esta doxa, es una ortodoxia, una visión asumida, dominante, que sólo al cabo de las luchas
contra las visiones contrarias ha conseguido imponerse; y que la «actitud natural» de la que hablan los
fenomenólogos, es decir la experiencia primera del mundo del sentido común, es una relación
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forma ligada a la naturaleza humana, como única aspiración auténticamente
valiosa, apuesta universal que invade la multiplicidad de campos que
componen los diversos espacios sociales que conforman eso que llamamos
realidad, hegemonía en el sentido gramsciano, pues exige de quienes la viven
y reproducen, una estrecha adhesión a sus preceptos, a la ideología cuyo
sustrato permite la continuidad, pese a las desigualdades y contradicciones que
permite y promueve.
Sin embargo, para que tal movilidad sea realizable, para emprender los
numerosos riesgos que conlleva la decisión de migrar es fundamental poseer
una visión particular del mundo, no sólo haber asumido plenamente el
ethos patriarcal mercantil sistémico, sino los capitales, la ilusión y las reglas
del juego requeridas para realizarlo, este desideratum que como tal requiere
su plena incorporación, su estructuración como habitus3: hexis corporal
que está verdaderamente incrustada en las identidades, naturalizada y
asumida sin cuestionar la violencia que implica.
políticamente construida, como las categorías de percepción que la hacen posible. Lo que hoy en día
se manifiesta de un modo evidente, más allá de la conciencia y de la elección, ha constituido, a
menudo, el envite de luchas y no se ha instituido más que tras enfrentamientos entre dominantes y
dominados. (Bourdieu, 1997 :120)
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En términos descriptivos, las "matrias" serían espacios cortos, en promedio diez veces más cortos
que una región "El radio de cada una de estas mini sociedades se puede abarcar de una sola mirada y
recorrer a pie de punta a punta en un solo día" [González, 1988: 52].
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El habitus es ese principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y
relacionales de una posición en un estilo de vida unitario, es decir un conjunto unitario de elección de
personas, de bienes y de prácticas... Son principios generadores de prácticas distintas y distintivas...
pero también son esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión y de
división, aficiones diferentes. Establecen diferencias entre lo que es bueno y lo que es malo, entre lo
que está bien y lo que está mal, entre lo que es distinguido y o que es vulgar, etc., pero no son las
mismas diferencias para unos y otros. (Bourdieu, 1997: 19, 20)
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mayor o menor grado durante el proceso migratorio, y ello no sólo por el
cambio de espacio geográfico que implica, sino por el proceso que le
acompaña y que suele ser, en muchos casos, de violenta ruptura no sólo en
cuanto a las condiciones materiales de existencia, sino a todo su marco de
referencia, las creencias, las valoraciones, la percepción de quién se es y de lo
que se desea.
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comprensión y de un avance hacia un nuevo tipo de investigaciones cuyo
panorama se abre a diálogos fructíferos y diversos para aproximarnos.
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especial en el campo de la construcción, y que de acuerdo los propios
trabajadores chiapanecos entrevistados, es causada por la crisis, así como por
el tan promocionado brote de influenza NH1-N1, que durante el 2009 propició
un catastrófico descenso en las tasas de ocupación de cuartos de toda la
Riviera Maya.
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Al respecto es posible consultar el trabajo de Sosa, Mayas migrantes en Cancún, Quintana Roo
(2007).
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el caso de Chiapas, la empresas transportistas les prometen empleos
seguros o bien la existencia de obras importantes que demandan mano de
obra, sin embargo al llegar a la Riviera Maya nada de esto resulta cierto,
por lo que muchos trabajadores afrontan el desempleo debiendo permanecer
días e incluso semanas sin trabajo.
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De acuerdo a Bauman: “[...] el consumismo es un tipo de acuerdo social que resulta de la
reconversión de los deseos, ganas o anhelos humanos (si se quiere neutrales respecto del sistema) en
la principal fuerza de impulso y de operaciones de la sociedad, […] la capacidad esencialmente
individual de querer, desear y anhelar debe ser separada (“alienada”) de los individuos (como lo fue la
capacidad de trabajo en la sociedad de productores) y debe ser reciclada/reificada como fuerza externa
capaz de poner en movimiento a la sociedad de consumidores y mantener su rumbo en tanto forma
específica de la comunidad humana”. (Bauman, 2007: 47)
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El termino imago lo empleo como una componente del imaginario social, cuyo sentido y
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incorpora a los habitus de hombres y mujeres, y que les empuja a migrar
atrapados/as por la ilusión del éxodo como capital simbólico.
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Mientras espera la salida un joven dice: “voy a Playa mejor que al norte,
porque allá es lejos, se necesita mucha paga y sobre todo es muy difìcil... y de
ai’, todo queda tirado, la familia, la milpa, todo pue’...en Playa voy por tres o
cuatro semanas y regreso...”.
El arreglo con el cabo es verbal y sólo por una semana, a veces por días; él
los traslada al lugar en donde trabajarán con algún maestro de obras o un
subcontratista. La primera semana de salario la cobra el cabo, sin decirles a
los trabajadores, “así es la costumbre de acá, si acaso te queda para pagar tu
comida que te dan fiado”. Los que no tienen un pariente o amigo que viva en la
ciudad, tienen que quedarse en la galera del campamento, cuando ésta existe;
para los que laboran en construcciones dentro de la ciudad la perspectiva suele
ser dormir en la calle en tanto ganan lo suficiente para poder rentar un cuarto.
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Las zonas en donde viven los migrantes están en la periferia de la ciudad, en
ellas los locales de venta de alimentos, electrodomésticos y ropa, se alternan
con cantinas, cabarets y prostíbulos que son los únicos espacios que hay para
que los “chiapitas” pasen sus días de descanso. Aunque ellos opinan que
nadie los discrimina, en realidad esas ciudades están geográfica y socialmente
segmentadas: las zonas hoteleras, son exclusivas y constituyen una verdadera
invasión en el suelo, playas y el mar mexicanos. Los empleados de las
empresas, del gobierno y de las escuelas privadas viven en las colonias
contiguas a las zonas hoteleras, pero separadas de éstas. Los migrantes
raramente salen de sus barrios marginales, excepto para trabajar, ellos
mismos se autoexcluyen profundizando la jerarquización espacial.
Entre los problemas más frecuentes que tienen los trabajadores a la llegada
se mencionan que en todos los trabajos les piden su identificación (credencial
de elector) y “muchos no tienen y se ven obligados a dormir en el parque 7 sin
servicios, mientras resuelven, “algunos mejor ven cómo regresan a su
comunidad”. Otro problema es que siempre viajan con poco dinero, sólo traen
para el pasaje. No tienen para comer. Pero “el problema más grande es
conseguir un buen trabajo, donde te paguen completo y no te roben. Siempre
tienes que discutirte con el que paga”. “Otro cuidado es con la policía, si no
conoces el lugar o eres indígena, te sacan dinero, por andar en la zona
hotelera, te dicen que andas bolo o drogado o cualquier cosa para sacarte
dinero, si no les das te llevan al bote, las mujeres no pueden vender su
artesanías en la calle, se las quitan” (2008, entrevistas a trabajadores
chiapanecos en la Riviera Maya).
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En Cancún se quedan en el Crucero y en Playa del Carmen solían quedarse en la cancha del parque
Leona Vicario, eso hasta la construcción de la terminal de autobuses de segunda.
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algunas que forman brigadas de la limpieza en las construcciones.
Pero más allá de esta explotación de la que son objeto, las y los
trabajadores de la construcción forman parte de una compleja cadena
económica que los posiciona en el último peldaño (Gráfico 1), que además está
diseñada para integrarles al sistema capitalista, de manera tal que las escasas
ganancias generadas por su trabajo regresan al ciclo de reinversión y
acumulación de capitales en un proceso interminable de pauperización
pasivamente aceptada y vivida como destino asumido.
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especializada, ellos transportan a las construcciones a los migrantes que les
han mandado “sus polleros”. Los migrantes pendulares reproducen su fuerza
de trabajo en sus comunidades y familias, sin costo para las empresas.
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Todos articulados a la empresa con la mediación de los salarios
diferenciales dentro del sistema, de manera tal que el valor generado por el
trabajo se acumula en la construcción y se realiza cuando los hoteles se
venden o inician su reproducción en el hospedaje turístico de lujo. Pero los
salarios también regresan al ciclo de reinversión y acumulación de capitales a
través del consumo y el consumismo inducido en un proceso interminable de
diferenciación y pauperización de los de abajo, pobreza pasivamente aceptada
y vivida por los migrantes pendulares como única vía.
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cuando el mismo plan de desarrollo estipula que los servicios cuestan el 17.5%
de la inversión por cuarto de hotel.
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En la encuesta de Redes se encontró que más del 80% de los chiapanecos
llegaban sin trabajo, sin embargo, en un lapso no mayor a tres días el 60%
había conseguido empleo y al final de la primera semana, sólo 2 de cada 10
no conseguían contratarse. La jornada laboral oscilaba entre las 10 y las 11
horas diarias, por lo general de lunes a sábado por la mañana y los domingos
como día de descanso.
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los sistemas de creencias y la ética colectiva en aras de su nuevo ideal de
modernidad como único camino para alcanzar el éxito.
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estructural que se justifica a sí misma, y se invisibiliza deformando la
percepción de quienes la sufren para hacer de un hecho indignante una
práctica común pasivamente aceptada. El sistema mismo al excluirles a los
confines de su inframundo social impide a quienes sufren de tal discriminación,
el acceso a los capitales culturales necesarios para adquirir la conciencia
política de la violencia que sufren y que les mantiene atados/as a su posición
subordinada y explotada.
En el mismo sentido Zunkel (19 :5) escribe: “[...] tanto el subdesarrollo como
el desarrollo son dos aspectos de un mismo fenómeno, ambos procesos son
históricamente simultáneos, están vinculados funcionalmente y, por lo tanto,
interactúan y se condicionan mutuamente, dando como resultado, por una
parte, la división del mundo entre países industriales, avanzados o “centros”, y
países subdesarrollados, atrasados, o “periféricos”; y, por otra parte, la
repetición de este proceso dentro de los países subdesarrollados en áreas
avanzadas y modernas, y áreas, grupos y actividades atrasadas, primitivas y
dependientes. El desarrollo y el subdesarrollo pueden comprenderse, entonces,
como estructuras parciales pero interdependientes, que componen un sistema
único.” Norte y sur, centro y periferia son realidades que coexisten
simbióticamente en lugares adyacentes y comunes, Chiapas y Quintana Roo
son espacios codependientes, donde la lógica del sistema se rebela en toda su
crudeza.
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los cuales están predestinados a personal que las propias empresas importan
de sus países de de origen, además todo empleado/a dentro de la hotelería o
los servicios turísticos comienza siempre por el puesto más bajo, durante un
periodo de prueba y sólo a través de los años y la continua demostración de
sus “dotes de servicio” podrá ir escalando puestos, alcanzar prestaciones y
poder acumular antigüedad laboral, misma que al principio es un derecho
negado pues los contratos son siempre temporales y no superiores a los tres
meses.
Tales políticas adoptadas por las empresas se ubican dentro del perfil que la
globalización ha impuesto como ideal de trabajadores/as requeridos en la
actualidad: identidades desarraigadas, jóvenes, interesadas en la obtención del
capital económico para consumir productos y servicios que dan prestigio,
capaces de adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes, de ver en sus
propias subjetividades objetos mercantiles, en una palabra, “engranes” bien
ajustados de la maquinaria moderna del sistema mundo, libres de toda
conciencia crítica que obstaculice la alienación necesaria para pertenecer a
este “mundo feliz”.
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muchos los que vienen de Chiapas, lo dicen sus ropas, sus rasgos faciales, y el
tono de sus palabras, cuyo acento conserva el encanto de la lengua materna.
Han transcurrido tan sólo dos años desde mi última visita al municipio de
Solidaridad, sin embargo, los cambios son evidentes: aún está el parque, los
pequeños negocios de comida alrededor, las calles y calles de cuarteríos que
dan alojo a la población migrante proveniente de Chiapas, que, pese a las crisis
y las epidemias, continua llegando cargada de esperanza, aunque mucho
menos numerosa que antes. Ya no se les ve deambular en el parque Leona
Vicario, el que ha sido remodelado; tampoco arriban a ese punto los autobuses
que les trasladaban desde los varios municipios de Chiapas, ahora tienen una
terminal especial, localizada en las afueras de la ciudad, y aunque las corridas
continúan, la cantidad de pasajeros ha descendido notablemente. También la
edad de los migrantes ha cambiado, pues los adolescentes, casi niños que
componían a la mayoría, han sido remplazados por hombres de mediana edad,
de entre 25 y hasta 50 años o más.
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actualmente se concentra en labores de desarrollo urbano, cuya mano de obra
se encuentra casi por completo sindicalizada, lo que dificulta a muchos
chiapanecos el obtener tales puestos.
“No pues yo allá tengo mi tierrita… como 2 hectáreas, siembro maíz, frijol,
tomate, papa… hay por lo menos sale pa´ comer… no es mucho pero algo
da… acá ya está muy duro… ya no es como antes… pero siempre vengo, ya
tengo más de diez años viniendo… me acuerdo antes no había nada, ni casas,
ni parque… sólo unos pocos… pero antes había mucha obra… de todas
formas voy a seguir regresando, es que acá me gusta, está bonito y pues ya es
costumbre, hasta donde aguante, hasta donde me den las fuerzas…” (Alberto,
36 años)
Estos son algunos ejemplos de las muchas historias y vidas de los migrantes
chiapanecos que laboran en la construcción. Lo que llama la atención es su
persistencia a retornar, a continuar viajando a la Riviera Maya impulsados por
algo que no es explicado por motivos económicos, pues como los testimonios
lo muestran, el desempleo y subempleo suelen acompañar sus actuales
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travesías. ¿Qué es entonces lo que les atrae? ¿Qué secreto viento empuja su
velamen a retornar una y otra vez, pese a las dificultades? ¿Qué arrecife ha
enganchado sus redes o qué secreto hechizo de Circe les ha embrujado, y no
les deja abandonar las azules costas del Caribe mexicano?
“Lo que pasa es que ya no me hallo allá… es que allá no hay tantas cosas,
acá hay tiendas, hay dinero, y está el mar… el trabajo es duro pero me gusta…
no cualquiera puede… no cualquiera le entra, hay que ser hombre… y luego
como que la ciudad se lo come a uno y ya no dan ganas de regresar…” (El
“Estrella”, 42 años)
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Bibliografía
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