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Desmitificando la primera vez.

Esta no es otra de esas historias de amor o desamor con final feliz, una de esas historias
en las que la típica chica empollona, se convierte en un bombón y enamora al guapo del
instituto, que deja a su novia para compartir su vida con la ex - fea, ni tampoco es una
historia de amores imposibles, porque no creo sinceramente que existan, el amor o es
mutuo o es enamoramiento y punto.
Es mi historia, una historia vulgar, más común, más real, que todas las historias de
cuento de hadas que venden en los libros y sobre todo en las películas. No hay
princesas, no hay sapos, sólo personas, yo y mi círculo de personas, todas ellas
normales, aunque no siempre racionales, pero al menos lógicas, en ningún punto la
protagonista, que no soy otra que yo, será salvada del populacho por un príncipe azul, ni
se verá convertida en rana, por ningún sapo principesco; sólo se relacionará con tipos
“normales” (aunque les dé este atributo muy a mi pesar y sólo para distinguirlos de los
seres ficticios que se retratan en otras historias).
Después de esto no sé si empezar con una historia fallida o ir directamente a las
historias correspondidas, o algo correspondidas; quizá lo suyo sería empezar diciendo
que mis historias de amor hasta la universidad, no eran otra cosa que historias de
enamoramiento, más o menos profundas, pero ninguna correspondida. También sería
importante matizar que sin ser la patito del cole, tampoco era una de las divinas; es
quizá por eso que no me creo lo de la fea que se ligó al guapo, porque me faltó un tanto
para ser fea y otro tanto para ser guapa.
Y así entré yo en la universidad, sin ser ni fea ni guapa y después de unos meses se me
ocurrió la brillante idea de fijarme en un chico, que no merece ni de lejos la apreciación
de guapo, pero del que yo solita me encapriché perdidamente, hay detalles dignos de
ADV en la historia con, llamémosle P, pero el principio de la historia es algo que
arrastro desde entonces casi siempre que me fijo en un hombre y en un porcentaje
cercano al noventa cuando ese hombre me corresponde: tenía novia, la típica novia del
pueblo con la que la relación no va muy bien y a la que no ves mucho, pero novia al fin
y al cabo, la típica novia por la que los hombres “esperan” para “hacerlo” pero novia al
fin y al cabo.
Ese es el punto de partida de 2 de mis 4 digamos relaciones, digamos más profundas,
sólo dos son relaciones, o en algún punto las denominé así, pero de una reniego yo y de
otra él… En fin es complicado.
Volviendo al señor P, un día con la inestimable colaboración de mi mejor amiga
(inestimable hasta el punto de que más que colaboración debería decir ejecución) le dije
que me gustaba, su respuesta fue literalmente, “no me lo había planteado” (aún hoy sigo
sin entender como podía repetir que no se lo había planteado después de veinte minutos
dándole vueltas al tema, supongo que son misterios del cerebro masculino o quizá sólo
del suyo, que funcionaba lento). Después de aquello se zanjó la conversación hasta el
día siguiente, que era miércoles, lo recuerdo porque fue el viernes cuando nos liamos y
porque faltaban dos días para la fiesta que habían organizado los compañeros de clase e
insistió mucho, no sólo en averiguar que era lo que yo buscaba, si no en si iba a ir a la
fiesta.
Fue una conversación absurda, que ahora mismo, no podría transcribir aunque lo
intentara, primero porque para mi ingenuidad de aquella época nada tenía sentido y
segundo porque ahora sé que el chico, tenía algún problema mental, no una
discapacidad, pero desde luego un retraso que le hacía procesar las cosas demasiado
lento en su cabeza y demasiado rápido entre sus piernas…
Ese fue uno de los problemas de la noche en que nos liamos, en lo único que creo de las
historias de cuento, es en las miradas no descritas que yo siempre he imaginado se
intercambian sapo y princesa, cuarterback y empollona, esas miradas de te lo digo todo,
pero no te digo nada, yo aún las practico, aunque no he tenido oportunidad de preguntar
si alguien las capta y aquella noche, hasta la tercera copa, desplegué mi más amplio
abanico de sutiles, pero reveladoras miradas, que desembocaron en un: ¿quieres que
vayamos a dar una vuelta? (para vueltas las que daba mi cabeza) a lo que tuve que
responder con un sí brusco, porque una sutil inclinación de cabeza no fue suficiente para
mi perspicaz P. Y allá que nos fuimos a dar una vuelta a eso de la cuarta copa y casi
rozando la hora de entrar a la discoteca (práctico, ¿no?) hasta que llegamos a un murito
escondidito donde me apoyé y cuando fui a hablar me plantó un dedazo en la boca y me
soltó: shhh no digas nada y entonces se acercó y me besó, no voy a negar, que pese a la
poca sutileza, la poca calidad del beso y el mucho frío del lugar, en ese momento la
cabeza no sólo me dio vueltas por el alcohol, si no también por su beso, que aunque sea
triste era mi primer beso, después del cual me dijo alguna gilipollez más y ya no volvió
a hablar, ningún beso de esa noche, después de ese, tuvo ningún efecto en mi equilibrio
que peligraba sólo por el alcohol ingerido. No hubo ningún estremecimiento posterior
por su forma de tocarme, ni de besarme, suponía por su situación que no era su primer
beso, pero me costaba creerlo, porque parecía un muerto de sed en el desierto, aferrado
a la última cantimplora de agua, desesperado, posesivo, torpe, caliente y nervioso.
No pude compartir su calentón porque mi cabeza tampoco me daba lugar a entender
todo lo que pasaba, me costó darme cuenta de que a lo que metía mano era a mi teta, de
que su otra mano se resbalaba por debajo de mi pantalón amasándome el culo y de que
su bragueta se apretaba contra mí, precediendo a su cuerpo que me aplastaba a
intervalos rítmicos. No hubo más esa noche, me despedí de él dándole dos besos, hasta
que me pidió que le diera sólo uno y creo recordar que también me pidió esperar un
poco antes de volver con el resto y que me susurraba que me fuera con él. Todo en el
mismo halo de romanticismo que abruma un botellón y un calentón apresurado,
supongo que algo le gusté, porque meses después acabé por perder con él mi virginidad,
cayendo en una trampa de principiantes, que me costó alguna bromita.
No me arrepiento, no puedo decir que estuviera enamorada de él, porque nunca le quise,
pero si me duró mucho la tontería, tanto como el puteo al que él quiso someterme.
Sé que no es una historia bonita, que no es la historia que una abuelita apacible (no las
conozco aún de esa clase) contaría a sus nietos sobre como comenzó la historia con su
abuelito, pero es la mía, como ocurrió o por lo menos como yo la recuerdo hoy, yo fui
una fresca a la que no le importó que tuviera novia, es cierto, pero él fue un cabrón que
no se acordó de que la tenía mientras me empujaba contra la pared, ni meses después
cuando me desfloraba en su cama.
Entre esa desastrosa noche y la tarde en su casa (aun peor que la anterior) pasaron meses
y un par de rollos por mi vida, uno de ellos un canadiense, que sería el príncipe si es que
hubiera alguno en esta historia y no hubiera dejado a su novia en Canadá mientras se
liaba conmigo.
No intento, cuando preciso que las novias eran de ellos, exculpar mi conciencia, sé que
mi moral es difusa y que no todo el mundo acepta liarse con personas comprometidas
(en mayor o menor grado), pero lo hago, porque yo, quizá porque hasta hoy sólo he
tenido dos no relaciones o quizá porque mi moral no es tan difusa, nunca le he puesto
los cuernos a nadie y cuando he estado atontada, encaprichada e incluso en un caso
enamorada de alguien he pasado más hambre que el perro de un ciego y no me he ido a
buscar comida fuera de casa; puede que si mis relaciones, hubieran sido más profundas,
más largas o que sé yo, hubiera acabado cayendo, porque me cuesta dejar a las personas,
pero como no ha ocurrido, quiero salvar esa parte de mi conciencia, que hasta hoy,
permanece intacta y que cada cual cargue con su culpa.
A decir verdad, me da igual cargar con las dos, no tengo problema en cargar con el odio
de la canadiense y la novia de P en mi conciencia, en el primer caso porque la chica es
canadiense y ojos que no ven… y en el segundo, porque ya pagué de sobra mi
penitencia por fijarme en P, aguantando todo lo que quiso tocarme las narices durante
casi dos años.
Parte de ese puteo de dos años ocurrió en los meses que pasaron desde el lunes siguiente
a aquel botellón hasta el viernes 25 de noviembre en que perdí mi virginidad. Y digo
desde el lunes siguiente por no decir desde la mañana siguiente, que me pasé esperando
algún tipo de señal de vida por parte del individuo, pero si la incertidumbre es mala (que
lo es y mucho) el tortazo de después es peor, sobre todo si salda con un: fue un error.
Tan críptico como cruel, fue un error, el hecho de buscarme, el hecho de planteárselo, el
hecho de besarme o todo lo demás. No digo que el primer paso no lo diera yo, pero de
mi primer paso al murito escondido hubo un caminito y yo sólo estuve en el sitio en que
él me dijo que estuviera, no di marcha atrás en ningún punto, pero tampoco fui yo la que
tomo la iniciativa.
Es de humanos equivocarse, no obstante y él nunca fue ningún sabio, así que no
esperéis leer que rectificó. Yo también seguí equivocándome, pero como me pasa
siempre con los hombres, no sé ser mujer del todo, no sé negarme, no sé reservarme y
sobre todo no se manejarlos, me puede la impaciencia y el prejuicio de que si dos
personas quieren lo mismo no hay porque ponerle nombre, pedir permiso o esperar que
sea correcto, sólo hay que hacerlo.
Ese es un prejuicio que aún hoy no he superado, no entiendo que para que un hombre
esté al lado de una mujer, ésta tenga que quedar bien en sociedad, necesitar de él y sobre
todo ser suya; yo no soy de nadie, soy mía, un poco de mi madre y todo lo que me
necesiten de la gente que quiero, pero con mi permiso, no por norma. Soy yo y me
pertenezco, puedo compartirme, pero no me gusta que se me apropien, como no me
gusta apropiarme de nadie, no es que no sea celosa, cuando estuve enamorada lo era y
mucho, más de fantasmas que de personas reales y sobre todo de los 500 km de
distancia, pero lo era; pero él no era mío, era él y nos compartíamos, para mí era
suficiente, para él fui yo la que pidió demasiado… pero eso es una historia que ocurrió
más adelante.
Así que volviendo atrás en los flash back de mi memoria, nos volvemos a encontrar con
P y con su forma peculiar, por no decir despótica forma de tratarme; porque desde ese
lunes, su forma de mirarme y hablarme cambió, todo había sido un error, pero me
miraba como si estuviera desnudándome mentalmente y se las ingeniaba para quedarse
a solas conmigo siempre que podía, siempre forzando, siempre tentando… Si no fuera
porque como ya he contado meses después nos acostamos (por ponerle un nombre) diría
que sólo quería torearme, como acabamos en la cama, sé que sólo quería rematar la
hazaña y que no le importó torearme durante medio año para conseguirlo.
Después del medio año, y después de un fallo garrafal por parte de mis compañeras de
clase, él se enteró de que por mi parte todos sabían que nos habíamos liado, cosa que
había especificado no se podía saber, porque claro él tenía novia.
También fue una conversación ruinosa aquella, indigna de ser transcrita y que sólo
merece mencionar que acabó abrazándome para decirme que no pasaba nada y que si
quería ir a comer a su casa y ver una peli, si estáis pensando claro, a ver una peli,
supongo que es fundamentalmente por dos cosas, una lo habéis utilizado para echar un
polvo, dos os acordáis de que iba a terminar acostándome con él.
Contar la historia entera me produce escalofríos, así que me limitaré a decir, que me fui
hasta su barrio en el extrarradio, más lejano de Madrid, entramos en su casa, subimos a
su cuarto, no había pelis, no había comida y se limitó a ponerme la radio (hace no tanto
recordaba la canción que estaba sonando cuando me besó, pero a día de hoy ya no la
recuerdo), con decir que se repitió la escena del muerto de sed sería bastante, pero sería
corto, porque esta vez si es consumada y se consumó como terminaría la historia del
pobre hombre del desierto con su cantimplora: muy rápido.
No sé si en aquel momento en que me sentía perpleja y muy decepcionada, llegué a
sacar las conclusiones que saco hoy de aquello, pero sé que no tardaron en llegar, el
sexo me pareció demasiado bueno (pese a que sólo llegué a vislumbrarlo gracias a Bily
el rápido) para practicarlo durante un intervalo taaaaaan corto de tiempo y no te fíes
nunca de que un tío vaya a ponerte sólo una peli cuando te invita a su casa, si no quieres
algo más o pegarle un bofetón, rechaza la peli. Sé que esta conclusión es irrisoria en
estos tiempos y que todo el mundo sabe de sobra que significa vamos a ver una peli a
mi casa, pero a mí me sigue dando pena que peli en casa sea sinónimo de sexo rápido en
la casa de mis padres ausentes.
Como ya he avisado, mi historia no es ningún cuento, hay primeras veces maravillosas
y dignas de ser llevadas al cine, la mía no fue una de ellas, como tantas otras, como
muchas otras, no quiero quitarle magia a ese momento, sólo bajar unos escalones el
pedestal en que se encuentra en la conciencia general, al menos de mi generación,
perder la virginidad, no es más que hacer algo por primera vez, romper una barrera, hay
primeras veces que no cuestan, pero que me aspen si alguien aprendió a andar sin darse
algún morrazo con la moqueta o sin gatear primero, yo desde luego no. Aprendí a andar
después de gatear, a escribir a boli, después de borrar mucho en lápiz y a disfrutar del
sexo, después de un tropezón o dos.
Ese fue el primero, que no el último, la historia sigue después de aquello tan patética
como parece en estos dos episodios, me llamó meses después un día a casa para
preguntarme si estaba embarazada, no haré más menciones al tema, hoy sé con bastante
certeza los porqués de todo aquello, su eyaculación más que precoz, su llamada después
de seis meses, cuando había terminado fuera de mí y dentro del preservativo, su
indecisión a la hora de ponerse el preservativo… Y es que aunque él se las diera de
experto, casi podría poner la mano en el fuego sin quemarme, asegurando que si él me
desvirgó a mí, yo también a él; de ahí el desastre.
Esta historieta, no merece más extensión que la que ya tiene, algunos os habréis reído,
otros habréis sentido cierta compasión inmerecida y quizá incluso alguna sólo haya
pensado, se lo merece por zorra, cualquier sentimiento es válido a decir verdad.
Pasó algo en mi vida después de aquello que me hizo alejarme no sólo de él si no de mi
misma, ese hecho es mío y no voy a compartirlo, no cambió los pilares de mi
personalidad, pero si aceleró mis relaciones con el género opuesto y supuso un cambio
en mi círculo y en mi entorno.
De ese hecho, que no voy a desmenenuzaros, porque podría posicionaros en una línea
de pensamiento o sentimiento hacía mi, que no deseo, surgió un juego divertido para mi
mejor amiga y para mí, con una distancia de unos meses las dos tuvimos un punto y a
parte en nuestras vidas y comenzamos un nuevo capítulo juntas, capítulo que comienza
gracias a que las dos disfrutamos de más libertad a partir de ese punto y al
descubrimiento de Internet en la vida “adulta”. Ella, es mi compañera en este segundo
capítulo de mi historia, pero sus vivencias quedan al margen de este texto, por respeto a
ella y a su círculo, sólo la mencionaré en lo que respecte a mis historias personales, si
algún día quiere ella, podrá escribir su historia, que para mí es mucho más jugosa que la
mía, pero de la que en absoluto soy dueña como para mezclarla con la mía.
Desnudando el Chat.

Mi segundo capítulo esta influido por una página Web: terra - Chat, como el título
indica no va a tratar de un encuentro fortuito en un autobús que se salda con un libro
extraviado y una cadena de nuevos encuentros fortuitos hasta un beso, no. Hay una
búsqueda del sexo en Internet, digo del sexo que no del porno, que es aún más fácil de
encontrar en la red.
La libertad de la que empezamos a gozar I, mi mejor amiga y yo a raíz de las
circunstancias y la red, confluyeron en un vicio tonto y no inocente, pero tampoco
malintencionado con el Chat de terra, la gente de mi generación, seguro que lo conoce y
casi seguro, lo ha usado alguna vez.
Lo bueno de escribir y no contar, es que mientras yo escribo quizá estoy pensando en
qué cara pondría quien leyera lo que escribo, pero como no la percibo, la inhibición a la
hora de relatar los sucesos es mucho menor que si tuviera que contar todo esto cara a
cara a cualquier interlocutor, también disminuye, porque sé por mi propia experiencia,
que cuando lees un libro, sólo estás tú y el libro, en el peor de los casos todos los
viajeros de un tren, pero nadie presta mucha atención a los demás en el metro; eso
implica que la persona que esté leyendo lo que escribo, sabe si utilizó o no el Chat, no
me tiene enfrente y tiene que negarlo, para demostrar nada. Si lo utilizó en algún punto,
independientemente de la experiencia que tuviera en él, probablemente se ría con algo
de lo que voy a contar; y si nunca lo utilizó, podrá tener dos reacciones, curiosidad o
espanto. Pero no habrá prejuicios ni mentiras respecto a ese punto, porque nadie va a
enterarse, yo por mi parte no tengo problema en admitir que lo usé y mucho, aunque no
diera frutos en proporción al tiempo que pasé conectada.
Para centrarme a mí y también a vosotros, os contaré que hay tres personas que merecen
mención en este capítulo, Don 21, el Yanky y el Nexo Heavy.
Don 21 y el Yanki son mis dos historias sin novia, mis dos polvos sin novia, el Yanki
fue un gran tropiezo y algo que nadie en su sano juicio contaría; pero quizá yo no tenga
el juicio muy sano, en fin. El Yanky, obviamente no se llamaba así, pero no le pongo
mote, sólo porque es el que le pusimos, sino también, porque no recuerdo cual era su
verdadero nombre, decir que es una de mis dos historias sin novia es mentir, porque
después de quedar (mal), dijo que la tenía; también mentí más arriba hablando de dos de
cuatro, pero si sois mujeres sabéis que a veces se nos olvidan (más o menos
intencionadamente) por un momento los hombres con los que hemos estado y si sois
hombres, pensaréis que las mujeres solemos reducir el número de hombres con los que
hemos follado, para no parecer demasiado golfas (o al menos así era en mi época); en
este caso, ha sido simplemente una reorganización de la historia, ya que en un principio
iba a prescindir de este personaje de película de serie B; pero al llegar a este capítulo y
tras releer la historia con P, me he dicho: ¡Que demonios, de perdidos al río! (lo que
probablemente implique que si algún día esto sale de mi ordenador, sea firmado por un
pseudónimo y no por mi propio nombre, pero creo que merecía la pena quedarse en el
anonimato, para dejar constancia de este tipo de… persona).
Pese a lo que pudiera parecer, este individuo, que os anuncio tan peculiar, no es el
segundo tropezón en mi despertar sexual, quiero decir es un tropezón sin duda alguna,
pero no tengo claro si fue el sucesor de P el rápido o de Don 21 (del que ya explicaré el
mote, por si hace falta para algún navegante inocente), así que contaré la historia con
cierto desorden, porque en lo que tampoco mienten los cuentos, es en que el primero
marca más que los siguientes y se recuerda con distinto nivel de detalle.
Para no marearos en exceso os contaré que además del hecho omitido, tuvo especial
relevancia no tanto en este capítulo de mi vida como en el siguiente, el Nexo Heavy, le
menciono aquí porque corresponde a este momento, pero lo único que me aportó este
chico (decir único me parece restarle importancia, pero es sólo una forma de hablar) es
precisamente el nexo de unión con un tipo de música y un tipo de gente que ya
aparecerá en su debido momento. Nunca tuve nada con él, nunca quisimos más el uno
del otro, pero me proporcionó todo un abanico de nuevas experiencias que van
enlazadas con un tema y un nombre y que tienen parte de culpa de mi historia con el
Yanky (sólo parte, que yo no necesito excusas para meter la pata solita).
Eso es todo lo que merece decirse del Nexo – Heavy, quedamos para un concierto y
todavía conservo de él en este portátil la discografía entera de al menos dos grupos de
música, todo lo demás se debe a él, pero en una intervención tan mínima que no es
necesario darle mayor importancia.
Dicho todo esto, que es mucho para no decir realmente nada, me veo obligada a
hablaros de Don 21; que también tuvo su nombre, pero que tampoco soy capaz de traer
del olvido a día de hoy. La historia empezó, como todas las mías de aquella época en el
marco de terra- Chat y se desarrolló en el Messenger, hasta el día en que quedamos. No
sé como describirle, porque me vienen sólo a la mente tres de sus características, sus
manos excesivamente pequeñas y finas, su pelo apestando a champú timotei y mojado y
su voz de chica. Tampoco sé exactamente porqué quedé con él, supongo que me dio
morbo, luego lo perdí al verle, olerle y oírle; pero fue uno de los ratos divertidos de mi
vida sexual, aunque en un primer asalto creía que iba a morirme al ver repetirse la
historia de P el rápido, porque al chico le ponía mucho algo que yo tenía y le costó
controlarse; la diferencia fue su experiencia, no hubo dramas ni siquiera ridículo, pidió
disculpas y se encargó de que yo me lo pasara bien mientras él se recuperaba, lo que
tampoco le costó mucho y si duró suficiente en el segundo asalto.
Descubrí tres cosas de mi encuentro con él, la primera es que una eyaculación precoz,
sin ser anterior a los preliminares, no es un drama, es en algunos casos una señal de que
eres más sexy de lo que la otra persona esperaba (lo llamo sexy, pero me refiero a que a
esa persona, la excitas más de lo que pensaba, esto sólo es aplicable si hay experiencia,
si no es sólo fruto del nerviosismo) y por tanto una bonita subida de autoestima; la
segunda, el sexo en un coche en un parking no es cómodo, lo sé, lo pienso y maldigo el
momento de tener que utilizar un coche para esos menesteres, puede ser morboso,
divertido, pero en ningún caso es realmente cómodo, limita enormemente la variedad de
posturas, de movimientos y de tiempo y la tercera es que no me gustan los chicos de
aspecto frágil que esconden un machote dentro, Don 21, que le debía su mote al tamaño,
me destrozó literalmente, guardé moratones de ese encuentro una semana y nunca más
quise quedar con él, pese a que me lo pasé realmente bien y aprendí mucho aquella
noche; la combinación de sus manos pequeñas, su olor a limpio y su voz de niña con su
lujuria desatada, tuvieron la culpa de que si bien no me arrepintiera de quedar con él,
tampoco me dieran ganas de repetir.
Después de la casi perfecta experiencia con Don 21, seguí insistiendo con el Chat, ya
influenciada por el Nexo y por la música que me descubrió, hasta que conocí al Yanky,
al que agregué únicamente por dos motivos, escuchaba la música que había empezado a
interesarme y su dirección tenía que ver con Mónica Naranjo y con un cantante, si
alguien escucha heavy, sabe de quien se trata y probablemente pensara: ¡qué típico!
Pero que no sea una historia de cuento, no significa que no haya algo de común en ella,
ya he dicho que lo que hace que mi historia no deba ser escrita, es que no dista mucho
de la de cualquiera y quizá por eso no merezca tomarse el tiempo necesario para leerla.
Yendo al grano, este individuo si merece un análisis pormenorizado, que hará que jamás
firme este libro. Este chico, hijo de un marine, me contó entre otras cosas y antes de
quedar que usaba un consolador rosa para masturbarse y que dormía todas las noches
con tanguitas rosas, de volantes e incluso de flores. No prejuzgo a nadie, quizá debería,
no es el único hombre que me ha dicho que hacerse una paja metiéndose mínimo un
dedo en el culo es algo común, me da igual si los que lo leéis pensáis que horror o que
es normal, a mi no me lo parecía, una cosa es excitarse la próstata con un dedo, cosa,
que si de verdad te proporciona un mayor placer me parece estupenda y otra es tener un
consolador rosa y tanguitas de chica en los cajones, en cualquier caso, no es un tema
recurrente en una conversación picante con una chica que no conoces de nada y con la
que pretendes follar (aviso para navegante). Si lo haces, bien por ti, yo sigo pensando
que parte de lo interesante de este juego es no contarlo todo, no descubrirlo todo.
Presupongo que el común de los mortales hace cosas que no siempre cuenta, hace o
piensa, me da igual, las fantasías son algo personal igual que ciertas desviaciones (no
quiero dar lugar a mal interpretaciones, como he dicho un libro es una conversación con
uno mismo y no pretendo que nadie se sienta ofendido ni cohibido al leer lo que
escribo) o inclinaciones; pueden compartirse si se aprecia una predisposición del otro a
recibirlas, pero si no, sólo fuerzas a la otra parte a dos reacciones: entendimiento fingido
o incomprensión y rechazo mal disimulado. En este caso elegí fingir entendimiento,
comprensión o incluso aceptación de sus tendencias que me quedaban muy grandes en
ese momento; no me gusta juzgar a la gente por lo que le excita, porque sé que es algo
que no se elige, pero tampoco me gusta que me obliguen a abrir mis miras sin previo
aviso, porque eso presupone un prejuicio por parte de la otra persona, sobre lo que yo
puedo llegar a aceptar y eso tampoco se elige.
Pese a todo esto, quedé con él, llegó oliendo a pelo recién lavado con herbal essence y
bastante desarreglado, aún así y sabiendo que me corta el rollo que un hombre huela a
niño pequeño recién salido del baño, me fui con él a un paraje alejado a practicar sexo,
en mi coche, que siempre fue demasiado pequeño para esas cosas.
Con todos los antecedentes, la historia no podía tener un buen fin y no lo tuvo, después
de mis dos experiencias con la eyaculación precoz me enfrenté por fin al temido
gatillazo, que llegó en un aparcamiento en un parque en mitad de ninguna parte para
terminar con aquella incomprensible equivocación, chuchurríos, nos vestimos y dimos
la vuelta por donde habíamos venido. No sé que sintió él en aquel momento y aún hoy
no sé que hacer en esas situaciones, pero no fui capaz de suavizarle el trago, medio
desnuda en el asiento trasero de mi coche mi cara era un poema y mi reacción una
ducha de agua fría, cuando volvió a entrar en el coche, le invité a vestirse y a irnos cada
uno por su lado cuando le dejara en algún lugar medianamente comunicado.
Destacaría de la vuelta que fue dando traguitos a una petaca llena de tequila y que
cuando le abandoné me despedí de él con dos besos. Sé que no es una buena costumbre
despedirse de alguien con quien acabas de restregarte dando dos besos, pero no soy
capaz de hacer otra cosa cuando no me gusta lo que ha pasado y o bien me arrepiento o
bien me siento insatisfecha e incomprendida, esta fue mi despedida para P el rápido en
nuestros dos encuentros y para el Yanky, pero no para Don 21, con el que hubiera
echado un tercero, si hubiéramos estado en otro sitio y hubiera estado más preparada
para toda la lujuria que él tenía.
Ahora sé, porque doy dos besos después de un encuentro, entonces ni lo entendía ni me
sentía bien después de hacerlo, como no me sentí bien después de despedirme de él y
quizá por eso me emperré en que estaba enamorada; cosa que sólo gracias a mi mejor
amiga (que siempre tiene un papel fundamental en mis historias erradas) conseguí
entender que no era cierta. De aquel encuentro saqué dos conclusiones, no sé si en su
momento o posteriormente; la primera es que me cuesta menos enamorarme o darle una
segunda oportunidad a un hombre que me deja insatisfecha, que a uno que consigue
saciarme (es una regla y por tanto tiene sus excepciones y matices) y la segunda, es que
un gatillazo es peor que un precoz, porque si bien un precoz, como he dicho antes puede
tener una visión positiva para la parte contraria, un gatillazo sólo te deja una sensación
de impotencia inimaginable; no soy hombre y no sé que supone para ellos cualquiera de
estos dos problemas, pero para mí y mis circunstancias un gatillazo o una falta de
eyaculación, es algo así como gritarte estrecha a la cara, como decirte sin palabras que
eres tan mala o tan poco deseable en la cama (coche, baño…) que no eres capaz de
conseguir algo tan sencillo como una eyaculación. Quizá podría extraer una tercera
lección de aquello, pero esa, estoy segura de que es muy posterior, podría resumirla en
que pese a lo que podamos pensar las mujeres respecto de los hombres, no es cierto que
ellos no valoren los preliminares o que no tengan imaginación, lo que ocurre es que
ellos están en el momento del sexo mucho antes que nosotras, ellos visualizan el acto en
su cabeza y ahí reside parte de su precalentamiento, no es que sean rápidos
calentándose, es que llevan los preliminares hechos de casa en su cabeza. Digo que esta
es una conclusión posterior, porque inevitablemente pienso que el Yanky, nunca hizo
preliminares conmigo en su cabeza y que si en algún punto el roce le produjo
calentamiento su estado mental en ningún caso le permitió mantenerlo, desde lo que yo
pienso, porque no le atraía, desde su punto de vista, quizá debió ponerse uno de sus
tanguitas en lugar de traerse los calzoncillos de su abuelo y debió deslizarse él mismo
un dedo para mantenerse despierto.
Tengo curiosidad real por saber que pensaría una persona, que no me conociera,
después de leer estos dos relatos, porque si bien después de contar lo del rápido, tenía,
en cierta medida, claro que habría algunos sentimientos de lástima, otros de bien
merecido te lo tienes y otros simplemente de cómica complicidad; me intriga saber que
piensa la gente en su fuero interno y sin estar sometido a crítica de una tía, que queda
con desconocidos que encuentra por Internet, se los beneficia en un coche y años
después lo cuenta en un libro, también me intriga saber hasta que punto estoy en lo
cierto respecto a mis conclusiones sobre las reacciones masculinas, quizá si algún día
esto fuera publicado debería facilitar una dirección de correo al final del libro, para que
la gente que lo lea y quiera, desde el anonimato me transmita sus propias conclusiones y
sus pensamientos al respecto de las mías, lo maduraré si algún día esto se hace público.
Después de estas dos experiencias consumadas y alguna otra inconclusa, unas por falta
total de feeling entre los dos, otras por falta de atracción por mi parte y otras por falta de
atracción por la de ellos, me involucré, arrastrando por el camino a mi mejor amiga en
el mundillo del heavy, parte de esta historia de hecho transcurre mezclada con mis
primeros acercamientos a ese estilo de música y a gente aficionada al mismo, pero como
corresponde, además de a otro capítulo de mi vida, al que considero fue mi gran y más
loco amor, lo reservo para el siguiente.
No sólo por esos dos motivos he de apartarlo de este, sino porque la excepción a la regla
de que cuanto más satisfecha me dejaba un hombre menos posibilidades tiene de
gustarme realmente es el co-protagonista del siguiente capítulo, llamémosle K. Porque
si de alguien he querido algo más allá de lo físico y me he esforzado por conseguirlo es
de él y en ningún caso puedo decir que no se portara en la cama.
Él es mi esperanza de poder enamorarme, algo un poco triste ya que nunca llegó a estar
al mismo nivel que yo en nuestra no relación y de hecho es él, el que no la computa
cuando hace recuento de sus relaciones sentimentales; pero también es él, la persona,
que me ha gustado con la que más me he entregado y casi menos me ha importado
compartirme; no es que la perspectiva pinte alentadora, pero pese al cierto resquemor
que tengo de que aquello no saliera bien, por lo menos parto una lanza en su defensa
diciendo, que el daño que me hizo no fue premeditado ni intencionado, sólo
inconsciente, sólo circunstancial.
Que suene una canción romántica.

Este es el punto romántico de mi historia, es una historia por otra parte, de muerte
anunciada, no habrá sorpresas al final, no hay un buen final, es sólo un desastre más,
pero este es el primero en un plano más elevado que el físico, más profundo.
Como ya he contado el Nexo Heavy me dio motivos para interesarme por la música que
él escuchaba y esa música me dio motivos para indagar más en esa cultura y esa cultura
me dio motivos y se me fue descubriendo por un foro. Si a alguien de los que pudiera
leer esto, le gusta discutir, debatir, expresarse y no ha probado nunca a participar en un
foro de un tema que le interese, le animaría a hacerlo.
Y allí estaba yo, antisocial, poco conocedora del estilo de música del grupo sobre el que
trataba el foro y un tanto asustada por causar una impresión negativa en el resto de
foreros por mi interés físico por el cantante del grupo. Mi estancia en el foro hubiera
sido distinta si mi mejor amiga no me hubiera echado un cable registrándose, quizá lo
único que no hubiera cambiado es que hubiera agregado a K de todas formas, pero sin
ella, probablemente la historia no hubiera llegado tan lejos, algo por lo que pese a que
me hizo mucha pupa, la estoy sinceramente agradecida.
¿Y quién es ese misterioso K? Pues K, es la inicial del nick que se puso en el foro ese
leo que me encandiló; reconozco para quitarle méritos inmerecidos que lo que me
impactó de él no fue su aspecto físico, pese a que tenía los ojos muy grandes y azules,
mi primera impresión es que era bastante feo; pero en contraprestación tenía una
seguridad intrínseca no sé si a su signo o a su personalidad que me llamaba la atención,
esa curiosidad me llevó a estar metida en el foro más tiempo del necesario, a ganarme
alguna enemiga femenina (para los que ya estáis presuponiendo que este también tenía
novia, os adelantaré que no es cierto) y a acabar llamando su atención, puse mucho de
mi parte para que se fijara en mí, no sé si incluso más de lo que era necesario, el caso es
que un día habló de un grupo y yo me pasé por el link a escucharlo, jugué a ser mujer
por una vez e hice ver que algo me interesaba más de lo que realmente lo hacía, así nos
agregamos al Messenger y empezamos a hablar. Sé que tengo una gran cantidad de
conversaciones con él guardadas en un cd, que también sé donde se encuentra, sé que si
alguna vez me he comportado de verdad como una chica fue con él; como también sé
que si alguna vez vuelve a interesarme un leo, me acordaré de él, pero sobre todo sé que
me enamoré. Mucho antes de conocerle bien, mucho antes de plantearme que vivía a
500 km, mucho antes de querer liarme con él, quise estar con él, no tengo una
explicación cierta para ese deseo, tengo explicaciones parciales de porqué con él si
quería una relación, motivos como que me encontré en un momento de mi vida que
realmente me apetecía compartirme, como que me encantaba su forma de hablar (a
pesar de que a día de hoy por ejemplo me parezca un pedante cabezota), como que me
sentía bien hablando con él de cualquier cosa… Pero no un porqué rotundo, de porqué
con él, el menos indicado sí y con otros no.
Me pierdo en como sucedieron los hechos, porque en mi memoria todo pasó y se
esfumó muy fuerte y muy rápido, pero sé que la primera vez que nos vimos fue en un
viaje que yo sola me hice hasta casi su ciudad con la excusa de un concierto y de
conocer a otros foreros. Fue una noche extraña, para mí mucho, aún no sé cuanto para
él, pero sí recuerdo algo, es que con él si había esas miradas, aunque no me llegó a besar
esa noche y me dejó abandonada y triste con los otros foreros, para irse a su casa, sé que
cuando me miraba decía y veía algo más, que me buscaba con los ojos cuando no
estábamos hablando los dos y que me recorrían calambres por el estómago cuando
coincidíamos en mirarnos igual, él fue mi segundo primero, por así decirlo, tengo
suerte, creo, de tener dos primeros que recordar con tanta intensidad, uno por ser el
primero circunstancialmente hablando y otro por ser el primero del que me enamoré.
Como he dicho esa noche se fue, no sé si porque no pensó que tenía que pasar nada más
o porque no quiso precipitarlo, sólo sé que quizá esa noche borracha como una cuba en
un garito desconocido, en una ciudad tan lejos de la mía y con gente tan desconocida a
su vez, quizá hubiera sido capaz de liarme con otro aún sintiendo lo que sentía por él, no
hasta el punto de hacer algo yo misma por liarme con otro, pero si hasta el punto de
dejarme llevar si otro hubiera puesto mucho de su parte, tuve la suerte de que no hubiera
nadie dispuesto y de que el más dispuesto, prefiriera defenderle y escucharme que
aprovecharse de la situación.
Esa noche, bueno más bien ese fin de semana, merecerían una extensión mayor en
cualquier relato, porque fueron tan surrealistas como pueda ser posible, pero para mí, la
historia de ese fin de semana acabó cuando él se marchó por la puerta y me miró justo
antes de salir; el día siguiente hice un viaje con los foreros que me acogieron en su casa
para ver a mi ídolo, pero no dejé de pensar en él. Si lo leyera y se diera por aludido,
cosa que podría ocurrir si lo leyera (porque un poquito egocéntrico si es), quizá él me
entendería un poco más a mí y a lo mejor podría echarme una mano para que yo le
entendiera un poco más a él, en fin siempre es complicado saber a ciencia cierta que
pasa por la cabeza de los demás.
La vuelta de aquel fin de semana fue una de las más duras, probablemente la más dura
porque la hice sola y no perdí de vista en el retrovisor el nombre de su ciudad mientras
me alejaba, pensando en dar la vuelta y plantarme en la puerta de su casa que
desconocía; pero no lo hice. Las cosas quedaron un poco en stand by después de
aquello, sobre todo porque no entendía cómo había acabado así y me sentía ofuscada y
decepcionada con él; pero aquí otra vez hizo aparición mi mejor amiga para darle el
empujón que necesitaba a lo “nuestro”. Cómo lo hizo es algo simpático de contar por lo
menos, como reaccionó también pero en aquel momento, sólo podía pensar que era una
broma pesada.
Al grano, ella escribió con mi consentimiento algo dirigido a él en un blog que yo
escribía, el lo leyó y se dio cuenta por fin, o del todo no sé muy bien como decirlo, de
que me gustaba, quizá lo correcto sería decir que se dio cuenta de que me gustaba más
de lo que él creía, cuando me dijo algo muy al hilo del no me lo había planteado pensé
que tenía que ser una broma del destino, pero K, era más listo y más rápido que P (sólo
en lo referido a pensamiento) y lo apañó un poco mejor, podría mirar el día exacto en
que “me declaré”, pero no tendría la menor importancia, fue un día entre el 15 de
diciembre de 2007 (día en que nos conocimos en persona) y el 15 de febrero de 2008
(día en que nos liamos), la fecha intermedia en realidad no tiene importancia, porque la
fecha límite para que se lo planteara era el 15 de febrero, día en que nos volveríamos a
ver con motivo de otro concierto y reunión foril. Mi mejor amiga había empezado con
su novio el 2 de febrero y aún así se vino conmigo en coche, en lugar de ir con él, para
ir a buscarlos a su ciudad y llevarlos al pueblo donde todos habíamos quedado. Fue
también una noche rara aquella, el viaje en coche divertido y el resto de la noche
caótica, por historias de celos y de borracheras, no podía ser de otra forma en aquel bar
y con los que estábamos allí. El bar cerró y volvió a hacerlo sin que se acercara a mí,
pero por fin llegamos a casa de uno de los foreros y decidí que podía requerir algo más
de mi parte el que nos liáramos, aún ahora cuando lo recuerdo me recorre cierto
malestar al pensar que todo estaba apalabrado y que sólo me besó porque iba a ser más
cómodo dormir juntos si antes nos liábamos (sería un punto que me gustaría que
simplemente me aclarara si llegara a leer esto), no es que mi colaboración fuera mucha,
pero pasé de estar borde y arisca con él a sentarme a su lado en un sofá, no sé sin
consultar mi blog si fue él o fui yo la que cogió la mano del otro, sé que en un momento
en el que no quedaba mucha gente en el salón me besó y aunque estaba sentada me
tembló el suelo bajo los pies, fue hasta ahora el beso más bonito que me han dado, estar
junto a una chimenea y que me lo diera él fueron las dos circunstancias que lo hicieron
perfecto, luego volvió la realidad de estar rodeados de un montón de gente que esperaba
que pasara eso… Aunque he pecado mucho de frivolizar con el sexo hasta ahora,
respecto de él no puedo, hay cosas que pienso sobre aquella noche que no voy a
escribir, porque si bien no me importa quitarle magia a mi primera vez, cuando hago un
esfuerzo por recordar la noche con él no soy capaz de quitársela ni por un momento, hay
un matiz en las dos veces que me acosté con él que también me gustaría que me
aclarase, pero si esa noche no le dije que le quería no fue porque no lo sintiera, si no
porque esperaba tener la ocasión de decírselo en otro momento.
Si aquel fin de semana alguien dio el ciento por ciento fue él, yo sólo me limité a
dejarme querer, cada uno de los besos que me dio los tengo en el recuerdo y sé que si no
volví a cometer el error de despedirme con dos besos fue porque él no me dejó. Esa fue
la segunda vuelta a casa más dura de mi vida, no la última, pero si una de las que más
lloré. También merecería la pena contar la vuelta, el caos, la aventura de volver a casa,
sin dinero, sin fuerzas, sin gasolina; pero en esa victoria de volver interviene gente a la
que a día de hoy no tengo ningún aprecio y prefiero no mencionar mientras cuento todo
esto.
Ya en Madrid y a 500 km de distancia de él, me dolía recordar que hacía horas había
estado acurrucada entre sus brazos y gracias a la colaboración no sólo de mi mejor
amiga sino de otros dos celestinos, una semana más tarde empezamos a salir, si,
empezamos a salir, a 500 km de distancia y sin perspectivas de volver a vernos en poco
tiempo. Hoy sé que le forcé y no debía haberlo hecho, debía haberme conformado con
pasar un fin de semana alucinante a su lado y quizás volver a repetir si algún día
volvíamos a coincidir en algún concierto, pero no pude, él era mi excepción a la regla y
dejé que la historia siguiera, es más puse todo lo que tenía para que siguiera, el lunes 25
de febrero me fui a verle, cogí todo el dinero que tenía para el mes, un billete de tren
puse una mala excusa en mi casa y me fui, como no podía ser de otra manera llegó tarde
a recogerme, también es cierto que yo perdí el bus y por eso tuve que irme en tren; nos
fuimos a jugar al billar, nada tan romántico como meter bolas en troneras después de un
viaje de 500 km, si no me hubiera vuelto a besar quizá me hubiera visto obligada a
hacerlo yo (soy un poco reticente a dar primeros pasos), pero cuando terminamos de
jugar volvió a besarme, tuve que agarrarme a la mesa de billar para no perder el
equilibrio y nos fuimos a su casa.
La odisea de que tu madre te pille a 500 km de casa cuando piensa que estás en casa de
una amiga, no tiene precio, pero una vez más a quien no puedo pagárselo es a mi mejor
amiga que se comió la bronca de mi madre y se encargó de salvarme el cuello y de
hacer que me olvidara de todo cuando hablamos por teléfono.
De su casa nos fuimos a la playa, que es un lugar muy romántico, pero frío en febrero,
la organización no era buena y cuando nos congelamos de estar tirados en la arena
volvimos a su casa, donde me tuvo esperando cerca de media hora para prepararlo todo.
Sé que tuvo ayuda para el decorado, pero las velas y Stand by me sonando por toda la
casa y ese beso es algo que siempre dificulta olvidarse de una persona.
Nada fue perfecto tampoco esa noche, aún no he vivido nada que lo sea, pero en este
caso a diferencia de los otros, no recuerdo un detalle concreto de él, sólo recuerdo
sentirme feliz por estar con él, por encima de todo recuerdo despertarme y verle
(siempre le reprocharé que no se durmiera nunca) y sólo poder pensar en decirle te
quiero, se lo dije y él me respondió lo mismo, el resto del día a su lado fue tan dulce
como amargo (al menos para mí, viendo que el tiempo se me escapaba de las manos) y
por fin llegó el momento de volver, de coger un autobús, para alejarme de él, hasta
quien sabe cuando.
Si la historia terminara ahí, porque yo muriera en el autobús o él al cruzar la esquina,
sería uno de esos finales de película, pero esas cosas no pasan en la realidad y yo llegué
a Madrid e intenté con todas mis fuerzas que saliera adelante hasta que pudiéramos
volver a vernos y darle motivos para seguir, pero al mes de una de las mejores noches
de mi vida, hablando de ir a verle me dijo que me veía como a una amiga.
No soy estúpida y sé que no se dio cuenta de repente, tampoco he olvidado que sabía
que tarde o temprano pasaría, pero aún hoy y sobre todo después de hacer una
rememoración tan detallada de todo aquello me jode que acabara así. Ya no me planteo
como en otros momentos después de que me dejara que había otra y muy poco que
nunca le gusté, sólo me gustaría saber que fue lo que me perdí entre ese te quiero entre
sus brazos y ese te veo como a una amiga en letra arial tamaño 10.
Soy consciente de que quizá esto es lo más parecido a una historia de cuento que he
relatado, pero es sólo porque el tiempo y lo que yo sentía por él la hacen más idílica, no
porque realmente lo fuera, yo la recuerdo así, porque así me gusta que fuera,
probablemente si a él se le especificara que contara lo que tuvo conmigo, nunca
mencionaría que llegamos a salir, que nos dijimos te quiero ni otros tantos detalles que
yo tan bien recuerdo. Probablemente ya no sepa donde están la mitad de las velas que
insistí en que él se quedara, ni recuerde que ropa llevaba aquel día, ni la canción que
tuvo que buscar para recibirme, ni siquiera el día que era.
Pero decir esto si es acercarme al mito de la historia peliculera, porque no es nada
especial que una persona se enamore de otra y la otra sólo sienta atracción, no es
especial que una relación a distancia salga mal y mucho menos es especial que no acabe
bien, pero me produce cierta alegría pensar que por lo menos no era previsible pensar
que iba a salir mal, que era posible imaginar que podía haber sido una de esas historias
que acaban con aquello de: “y comieron perdices”.
Espero que no os defraude demasiado que me haya puesto romanticota por un rato, pero
a los que ya me habéis cogido manía, podéis alegraros de que saliera así y a los que os
resulto indiferente o incluso simpática, podéis alegraros de que por un rato fuera feliz a
su lado. Lo más jodido de estas historias, es como ya he dicho que no se acaban a la
mañana siguiente, los personajes continúan viviendo después de aquel beso, no hay un
fin y una última hoja en blanco. Y es por eso, que las heridas de esas historias parecen
exageradas cuando se cuentan, porque no estamos acostumbrados a ver la secuela de los
finales felices y nos parecen estrambóticas y si no son como en las películas nos
decepcionan, yo no viví el después acurrucada en la cama comiendo helado y
escuchando canciones románticas, sabiendo que no volvería a verle. Le encontraba cada
día en el Messenger y me costaba asociar a ese nombre una nueva relación que no
quería, que no sentía… Y cuando nos volvíamos a ver a diferencia de en las películas
sabía que él no iba a acercarse a mí, para decirme cuanto me quería y que nos
fugáramos para estar juntos, sabía que tenía que acostumbrarme a verle como a un
amigo y a no buscar en sus palabras lo que ya nunca más encontraría.
Sé por instinto, que no es mi príncipe azul, sólo un chico que me gustó más que ninguno
hasta ahora y al que no gusté en la misma medida, sé que no es la última vez que sentiré
algo así, pero también sé que si esto fuera una película, no hubiera habido otro después
de él; pero así son las cosas en la realidad, las personas con las que sueñas que pasarás
si no la vida, una larga temporada, raramente lo son y aquellos que crees que
desaparecerán como un suspiro en tu vida, suelen convertirse en compañeros de largos
viajes. Así acaba mi capítulo con él y aunque hay más después ni las letras ni las frases
pueden dar una noción del tiempo que pasó entre él y los demás.
Me cuesta avanzar de capítulo después del anterior, porque es el suyo y también porque
estoy en “esos días”, pero para motivarme me he puesto música alegre y he evitado
releer el capítulo anterior.
Pero después de una no relación hubo otra, esta es de la que yo reniego, pero después de
cruzarme hoy con P por la facultad y de verme obligada a charlar un rato con él, estoy si
cabe más decidida a seguir escribiendo mi anticuento de hadas a lo Shrek, pero sin final,
ni triste ni feliz. Así que me pondré a ello sin más dilaciones.
Un año después de todo lo narrado (más o menos) decidí agregar a un chaval que había
conocido, hacía x tiempo y que de repente me encontré por el tuenti, sobre él pesa aún
una amenaza de muerte, por ser tan simpático.
Le costó captar la indirecta de que quería algo con él, él buscaba una novia y yo un
pasatiempo, así que costó llegar a un acuerdo, pero después de decirle a las claras lo que
quería quedamos en un centro comercial; por cierto, no le he presentado, él es T-Rex.
El caso es que al final quedamos T-Rex y yo, nos tomamos un café y salimos a dar una
vuelta (sigo sin entender el afán de los hombres por dar vueltas cuando quedan con
mujeres para liarse…) y después de discutir que no queríamos lo mismo, me dijo que
sólo quería besarme y que qué pensaba al respecto a lo que respondí que me parecía
bien y entonces me besó, fue un beso insulso coronado con una foto hecha con el móvil.
Si no entiendo los cuentos de la ex fea es en parte por esta historia y por lo que ocurrió
con este individuo, de ahí también viene el que me pregunte porque las novias tienen
que ser prototípicas, novia que por cierto este no tenía.
Después de ese beso nos fuimos a su coche a magrearnos un rato, porque si ya me había
encontrado con don rápido, don lujurias y don gatillazo me faltaba por conocer a don
reservado, pero todo llega y por eso no pasamos del magreo.
Me doy cuenta mientras escribo de que no podría poner fecha a cada uno de los
encuentros que tuve con T-Rex y que lo que más recuerdo es hablar con él de que no iba
a cambiar, eso y buscarle por su barrio para matarle por huir como un cobarde…
Intentaré, no obstante, dejar constancia de los defectos y las conclusiones de la no
relación con bracitos cortos lo mejor que me sea posible.
Resumiré nuestras quedadas en los centros comerciales diciendo que se repetía lo
mismo, tomar café e irnos a darnos el lote, sencillo, pero no del todo práctico, porque
una vez más los encuentros se producían en un coche, en el suyo que además pecaba de
conducir como un completo gilipollas (más o menos lo que era, claro).
Hubo otro encuentro en el pueblo del novio de mi mejor amiga, entró en casa de los
padres de él, me plantó un beso en los morros y allí se quedó, para él no sería cómodo,
pero yo tampoco acabé de entender del todo lo que hizo, en fin.
Después de eso, llego el encuentro en el coche que lo estropeó todo, mientras nos
liábamos, se le ocurrió la genial idea de decirme que si adelgazara sería más manejable,
yo sólo quería matarle, pero sólo fui capaz de preguntarle ¿cómo?
Fueron momentos de confusión y sé que dijo entre otras cosas que estaría mejor, que
sería más manejable y que le gustaría más lucirme en ese caso y yo sólo pensaba que no
se podía ser más hijo de puta, ser capaz de decirme eso mientras nos liábamos y notaba
su erección inminente contra mi cuerpo, pero no pude reaccionar como debía, sólo le
dije que me dejara en mi coche y algo más estúpido, pero no le crucé la cara como se
merecía, me hundió, fue tan sencillo como decirme eso para hundirme, para que sintiera
que no valía una mierda y que quizá si estuviera más delgada, entonces si sería lo
suficientemente buena como para estar con alguien, cosa que ni siquiera quería, pero
que evidentemente no hubiera podido tener porque me sobraban kilos para serlo.
Si ahora mismo me volviera a pasar me apartaría de él y simplemente le escupiría en la
cara, me revestiría y me largaría de dondequiera que estuviéramos después de decirle
tranquilamente que si ese fuera el caso un picha corta como él no podría pagar sexo
conmigo ni aunque fuera Bill Gates y luego le haría la puerta de su precioso coche
giratoria; pero en aquel momento no supe que hacer a parte de ir a mi mejor amiga con
la historia, sintiéndome indefensa, humillada, estúpida y sucia…

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