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¿PORQUÉ
PECAMOS
AUN
LOS CRISTIANOS
EVANGELICOS?

Por: José Arnoldo Rivera Morales


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INDICE

1.- Capítulo I CAINISTAS……………………………………………………….…3

2.- Capítulo II EL PECADO ORIGINAL………………………………………..…10

3.- Capítulo III EL PECADO QUE MORA EN MI……………………………..…..16

4.- Capítulo IV HUMANOS; NECESITADOS DE UN MEDIADOR E


INTERCESOR…………………………………………………..….23

5.- Capítulo V DE LA INOCENCIA A LA INDECENCIA………………..………33

6.- Capítulo VI AMIGOS DEL MUNDO…….. ENEMIGOS DE DIOS………..…..41

7.- Capítulo VII EN LAS REDES DEL PECADO………...…………………………46

8.- Capítulo VIII UNA RESEÑA DE LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
ROMANOS Y A NOSOTROS TAMBIÉN....................................................................48

9.- Capítulo IX PALABRAS DE DIOS……………………………………….……54

10. Capítulo X PROCURANDO NO PECAR MÁS……………………………..….57

COMO HACERLO - PRIMERO: LA CONSTANTE ORACIÓN………………...…..58


SEGUNDO: ANDANDO EN EL ESPÍRITU SANTO DE DIOS ….......................…62
TERCERO: LEYENDO, ESCUDRIÑANDO Y GUARDANDO PARA SÍ, LA
PALABRA DE DIOS …………………………………………………………………64
CUARTO: EL AYUNO…………………..…………………………………………67
UNA ORACIÓN DE ARREPENTIMIENTO…………………………………………71
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CAPITULO I

CAINISTAS.

Remontémonos a la antigüedad y principio de vida humana, en esta tierra y quisiera


compartir con Usted, amado lector, mis principios creacionistas, es decir que creo
fervientemente que Jehová Dios, creo los Cielos y la Tierra y todo lo que en ellos existe;
según lo relatado en los primeros capítulos del Génesis.

Muy anteriormente, y dándole crédito a las teorías científicas, de que nuestro planeta
fue formado o creado hace millones de años; pues sustentemos esa teoría en el primer
versículo de la Palabra de Dios, nuestra infalible Biblia, que dice: “En el principio creó
Dios los cielos y la tierra.” Leemos un principio y una creación, realizadas por el Todo
Poderoso Jehová Dios y vemos al final de esta clásica frase, un punto, el cual deja la
brecha de millones de años, es decir que en un principio, no determinado en cantidad de
años, hacia el momento de la creación de parte de Dios de Adán y Eva; ya los cielos y la
tierra habían sido creados juntamente con sus componentes.

Existían entre muchos del reino animal y vegetal, los dinosaurios, que nos relatan los
científicos y dan veracidad de estos los muchísimos fósiles encontrados y estudiados en
varias partes del planeta. Existían entonces una gran variedad de plantas y animales ya
extintos. Acudiendo a material escrito referente a la paleontología entre otros, sabremos
de toda la amplia gama de creación de Dios antes de esta hecatombe que acabó con lo
bello y ordenado que fue en un lejano principio la perfecta creación.

En relatos de instituciones prestigiosas se nos informa que hace millones de años, un


gran meteorito chocó contra la Tierra, destruyendo y aniquilando todo vestigio de vida.

Basándonos en las Santas Escrituras, que para nosotros los Cristianos Evangélicos es la
fuente más confiable de información y sustentadora de cualquier teoría o dogma. Es
entonces la fuente sustentadora de que aquel meteorito que proclaman los científicos,
que fue el causante de la destrucción de vida hace muchos años, creemos Bíblicamente
que no fue un meteorito, ni ningún cuerpo celeste, sino la caída de Satanás y una tercera
parte de los ángeles, que este convenció y engañó; los cuales fueron expulsados y arroja
dos del Trono de Dios, hacia la Tierra.

Leamos esto en Isaías 14: 12 “¡Cómo caíste del Cielo, oh lucero, hijo de la mañana!
cortado fuiste por tierra, tu que debilitabas a las naciones.” Y sustentado nada más y
nada menos que por nuestro Señor y Salvador Cristo Jesús en la cita del evangelista y
doctor Lucas, capítulo 10 verso 18 “Y les dijo (Jesús): Yo veía a satanás caer del Cielo
como un rayo.” Según las teorías de lo que hemos leído y estudiado, la caída y/o choque
de un meteoro es semejante a un rayo.

En el Libro del profeta Ezequiel se nos narra la existencia de este ser, de este Querubín,
que era Satán allá en el Cielo; “Tu, querubín grande, protector, yo te puse en el Santo
monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto
eras en todos tus caminos, desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad
a causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste por lo
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que yo te eche del monte de Dios (el Cielo), y te arroje de entre las piedras de fuego, oh
querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu
sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré
para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus
contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual
te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.
Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás,
y para siempre dejarás de ser.” Ezequiel 28: 14-19.

Este querubín al ser expulsado de las cercanías del Trono de Dios, tomo forma del mal
en todo su esplendor y se le denomina como satanás, palabra del Hebreo; Satán, que
significa enemigo y adversario. Y este es el dios y príncipe de este mundo; según Juan
12: 31 “ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado
fuera.” y se confirma en la cita de Pablo a los Corintios en el capítulo 4 verso 4 “en los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”

Estamos seguros que este personaje y los ángeles que se revelaron juntamente con el,
cayeron en esta tierra, hace muchos años, antes de que Jehová Dios creara al primer
hombre, Adán y a la primer mujer, Eva; y al descender como un rayo, según las
palabras de Jesús, en Lucas 10: 18, causó destrucción y caos, confirmándolo en el
segundo versículo de Génesis 1 “y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas
estaban sobre la faz del abismo.” Después de ese choque hubo desorden, caos,
destrucción de lo creado perfectamente y un gran vacío, porque Satán vino a matar,
robar y destruir. En la Torah dice de esta parte del versículo: “La tierra era caos y
confusión y oscuridad por encima del abismo” sabemos y entendemos que Dios no crea
algo así; en caos tenebroso. Lo que el hace lo hace bello y perfecto. En la segunda parte
de este versículo, Dios dispone por medio de su ilimitada voluntad y poder, reconstruir
su creación, diciendo: “y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
Empezando su nueva obra: “Y dijo Dios: Sea la luz, y fue la luz” verso 3.

Lo que sucedió inmediatamente pues es la base de los que somos creacionistas y


resultado de la misma.

Adán y Eva, primeros seres humanos creados por Dios; “Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó: varón y hembra los creó.” Génesis 1: 27 y tuvieron
dos hijos Caín, del Hebreo qanah, que significa “adquirir” Génesis 4: 1 “Conoció Adán
a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: por voluntad de Jehová he
adquirido varón.” Luego les nació Abel; “Después dio a luz a su hermano Abel.”
Génesis 4: 2a

Del versículo 3 al 8 vemos en detalle al primer asesino, desobediente y blasfemo ser


humano creado y caído en desgracia; Caín, el cual al haber matado a su hermano Abel,
guiado por las fuertes influencias del adversario y enemigo, lo cual es la traducción del
vocablo hebreo; Satán o sea Satanás, el diablo; que ya habitaba este planeta y fue el que
tentó a Eva al ella acceder y desobedecer la orden de no comer del fruto prohibido.

Dios maldice a Caín por su grabe error, Génesis 4: 11 indicándole su tenebroso futuro;
expulsándolo de la tierra de sus padres.
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Es aquí donde llegamos a descubrir un enigma importante: Caín salió del sector que con
anterioridad fue el paraíso; donde fueron creados y disfrutaron por un tiempo sus padres
Adán y Eva, hasta caer en desobediencia por el asunto del árbol de la vida. Lo relata del
verso 16 al 17: “Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al
oriente del Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y
edificó una ciudad, y llamo el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc.”

Si usamos la lógica más elemental; habiendo leído los capítulos anteriores, sabremos
que en ese principio Jehová Dios había creado solamente cuatro seres humanos; Adán,
Eva su mujer y estos habían procreado a Caín y a su hermano Abel. Entonces cuando
Caín después de lo que cometió y se enfrentó a Dios; dice que salió a tierra de Nod, que
según el diccionario Bíblico; Nod, es nombrada una región desconocida, al oeste del
Jordán, Génesis 4:16 , Nod es la forma infinitiva del verbo hebreo “vagar”, usado por
Caín en Génesis 4:14. Algunos creen por tanto que el nombre es simbólico y no
designa un lugar conocido, sino que sugiere una región en donde se podía llevar una
vida nómada, cosa común en el oriente. Clara referencia esta del nombre de esta tierra
de Nod, quizá del verbo hebreo Nad, que significa: vagabundo.

El asunto no es el nombre de la región, sino lo que dice en su parte medular y parte A


del versículo 17 “Y conoció (o sea tuvo relaciones sexuales; se sobre entiende que fue
con una mujer de edad para procrear), Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a
Enoc.” ¿Quien era esta mujer, y más aún; hija de quien era esta mujer? , si Caín salió
del Edén y se condujo, se fue, se trasladó a esta región, que quizá el propio Caín la
nombro Nod o acaso ya tenía este nombre, puesto por los moradores de aquel lugar,
seguramente que si. ¿Entonces quienes eran ellos? , lo veremos en instantes. Estábamos
expresando que este malvado de Caín, se trasladó a aquel lugar de Nod; esto echa por
tierra la teoría que Caín a la persona que tomo por mujer, era una parienta suya, si en el
relato Bíblico se detalla con claridad que, el partió a otra región y no regresó a sus
padres; y al llegar a este lugar denominado Nod, se unió a su mujer y edificaron un
poblado.

La que se convirtió en la mujer de Caín, suponemos, tuvo padre y madre; aunque no lo


relata la Biblia y más en detalle, tampoco lo encontramos en la Toráh, en su versión
original. Entonces la pregunta del millón de dólares sería: ¿Quién es esta mujer y
quienes sus padres? O más aún ¿descendientes de quienes eran?

Recordemos lo que expuse con anterioridad, con relación a la caída de Satán y sus
ángeles, venidos a transformarse en el diablo y sus demonios. Estos habitaron la tierra y
fue seguramente el diablo, transformado en una serpiente el que tentó e indujo a Eva a
desobedecer el mandato de Dios a no comer del fruto del árbol, capítulo tres del
Génesis.

Este Satán habría humanizado a parte de sus ángeles demoníacos y los habría puesto a
morar en esta región desconocida al este del Jordán, siendo estos los padres de la mujer
que tomo Caín como su compañera y madre de sus hijos; transformándose así en los
descendientes de una raza malvada que aún sobrevive hasta nuestros días, en personas
que son asesinos, criminales, malignos, satánicos, y personas carentes de una conciencia
para actuar malvadamente en todas sus características. Sabemos de toda la maldad en
sus amplias facetas que se desarrollan en muchas personas, que bien encajarían ser los
descendientes de esta unión entre Caín, un ser creado por Dios, pero caído en desgracia
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por su aberrante pecado y al llegar a aquellas tierras, donde se habrían mutado demonios
transformándose en seres humanos; recordemos que el enemigo de nuestras almas, es un
imitador y engañador por excelencia, Apocalipsis 12: 9 “Y fue lanzado fuera el gran
dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y satanás, el cual engaña al mundo
entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con el.” Vea, dice, la
serpiente antigua; o sea la que relata el pasaje del capítulo 3 del Génesis, que engañó a
Eva, que se llama diablo y satanás, dice; y sus ángeles, o sea los que en una parte el
diablo humanizo para crear con Caín una raza, malvada, diabólica y satánica, que reina
en nuestros días creando toda clase de personas de mal indescriptible. Usted sabe y
conoce del imperio de maldad que gobierna este mundo; llenos de odio e iniquidad,
siendo estos los que no quieren aceptar, bajo ningún punto de vista, el Santo Evangelio
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Por eso no quieren amar y ser amados, y ya lo dijo el apóstol Juan en 1ª Juan 3: 11- 14
“Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a
otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y porque causa le
mato? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas. Hermanos míos, no os
extrañéis si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a
vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en
muerte.”

Dice Juan inspirado por el Espíritu Santo de Dios en parte de estos versículos: “No
como Caín, que era del maligno” quien fue creado bueno, desobedeció a su Creador,
Jehová y obedeció a la malvada voz de la serpiente antigua que es el diablo y Satanás,
hiendo a unirse con los del maligno, los de la región de Nod; después de matar a su
hermano Abel.

Cuando Dios envió el diluvio, la raza humana casi desaparece de la faz de la tierra; casi
porque solo quedo Noé y su familia, y más de alguno de estos en sus genes, siguió con
la descendencia de aquella raza malvada de Caín y sobrevivió hasta nuestros días; he ahí
la raíz de la maldad de los humanos y causas que nos alcanzaron a todos, pero por la
infinita misericordia de Dios, nosotros fuimos salvos por gracia, por medio de Aquel
que nos amó y dio vida eterna en Cristo Jesús, Juan 3: 16 y 17 entre muchas citas al
respecto

El ofrecimiento de la Salvación es para todos, pero muchos la rechazan y se condenaran


por su desobediencia. Sabemos entonces que por un plan perfecto, que solo a Jehová
Dios le incumbe según su santa y bendita soberanía, dispuso El en toda su Voluntad,
Sapiencia, Omnipresencia, y diligencia, despojar a lucifer, que ahora es el diablo; de
toda belleza y santidad; por haberse revelado; siendo echados a esta tierra, tomando
posesión de ella y desarrollando poder, autoridad y maldad, tratando de tomar revancha
ante Dios y su creación, destruyendo en parte, la creación que habla el versículo uno del
Génesis, creando caos y oscuridad. Pero al ver que Dios realizó su obra maestra;
creando un ser a su imagen y semejanza, además de ponerle una compañía; se a de
haber encolerizado de tal manera que planifico toda clase de maldades, pecados,
parafílias y todo lo concerniente a lo maligno y no sacro. Desarrolló planes funestos,
poniendo toda su astucia y artimañas. Principiando con engañar y mentir cuando tentó a
Eva para desobedecer a Dios, poniendo un espíritu de muerte y asesinato en la vida de
Caín, para cometer lo aberrante con su hermano Abel, logrando que se mezclara con una
raza satánica en tierra de Nod, como ya vimos con anterioridad, de ese punto partió una
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interminable avalancha de maldad en los hombres y mujeres. Leemos claramente en


Génesis 6 del 5 al 8 algo muy explicativo al respecto: “Y vio Jehová que la maldad de
los hombres (entiéndase la raza humana), era mucha en la tierra, y que todo designio de
los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió
Jehová de haber hecho hombre en la tierra y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová:
raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la
bestia, y hasta el reptil y las aves del Cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero
Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.”

Fue tanta su desilusión que se arrepintió de haberlos creado, al ver la maldad de los
seres humanos, entregados a los deleites del pecado y la maldad, inducidos por Satán y
sus huestes; pero vio en Noé, a un varón apartado del mal, fiel a su creador y Dios; en
lo infinito de su misericordia, El Shadday en su máxima expresión, dispuso dar una
oportunidad a la raza humana, dando tiempo de 120 años en los cuales su siervo Noé y
su familia, divulgaban la oportunidad de arrepentimiento a tanta maldad en que habían
incurrido los hombres; advirtiendo del inminente castigo que se cernía sobre la faz de la
tierra con un diluvio del cual no se tenia registro, ni se tendrá. Pero era tanta la maldad
de los habitantes de la tierra que hicieron caso omiso a la advertencia; prorrumpiendo en
maldad, maximizando lo ya actuado.

Dios sabiendo de la perdición del hombre y la descomposición de la raza humana por la


mutación que se había efectuado entre Caín y la gente humano-demoníaca; sabría que
no habría arrepentimiento a pesar de la nueva oportunidad. Dios dispuso preservar su
creación viviente, tanto de la raza humana, como del reino animal; ordenó el resguardo
de toda especie; en el arca que mandó construir a Noé y sus hijos, que juntamente con
sus esposas y madre, esposa de Noé, se salvaron; para que nosotros aún existiéramos en
la actualidad.

En el Génesis y primer libro de la Torah, para los hebreos, leemos el pacto de Dios con
Noé, (Génesis 9: 12-17) en el cual dejara que viviéramos y nos multiplicáramos, a pesar
de que nuestra pecaminosa manera de ser; subsistió en los genes de alguno de los
descendientes de Sem, Cam y Jafet (Génesis 9: 18) “Estos tres son los hijos de Noé, y
de ellos fue llena toda la tierra.” Génesis 9: 19

A partir del pacto de Dios con los sobrevivientes del diluvio, la raza humana siguió
pecando hasta nuestros días y he ahí el verdadero e invaluable Nuevo Pacto entre Dios y
nosotros, por medio de la Salvación de nuestras almas para vida eterna, por la Divina
persona de nuestro Señor Jesucristo, al dar su vida en expiación por nuestro pasado
tenebroso, nuestro ADN contaminado y nuestro ser engañado por el diablo y sus huestes
enemigos a todas luces, tanto de la Divina Trinidad, como nosotros su creación perfecta;
pero descompuesta por nuestra propia culpa, por nuestro propio errático proceder y
dejarnos seducir por las falacias ofrecidas por el maligno llevándonos a producir las
obras de la carne (Gálatas 5: 19-21). Por lo cual deducimos con certeza y plena
afirmación, guiados por el Espíritu Santo de Dios, que nuestro buen Dios, Jehová de
Israel y de nuestros Países, no se equivocó en lo más mínimo, desde la expulsión de
lucifer de su Reino a esta tierra, ni en la obra de su creación. Los que nos equivocamos
fuimos nosotros al haber caído en las artimañas del diablo.

Reitero, la equivocación fue nuestra y por causa del engañador. Vale ampararse en la
teoría del libre albedrío, lo cual es el poder o capacidad del individuo (Usted y yo), para
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elegir una línea de acción o tomar una decisión sin estar sujeto a limitaciones
impuestas. El diccionario nos define entre varias lo del Albedrío, del latín “albitrium”;
que es la potestad de obrar por reflexión y elección.

Baruch Espinosa, el filósofo holandés, reinterpretó el libre albedrío como la


autodeterminación, es decir, la medida en que a una persona se adapta a la naturaleza de
Dios y a la propia naturaleza del mundo y sus males.

En teología, que nos concierne; el libre albedrío viene a chocar de frente con la doctrina
de la predestinación, que es una réplica teológica al determinismo. Estaría más
inclinado a la teoría de Pelagio y amparado en que Dios no hace acepción
(Deuteronomio 10: 17; Job 34: 19; Hechos 10:34,35; Romanos 2:11; Gálatas 2:6;
Efesios 6: 9 y Col.3:25) entre otras citas. Entonces si Dios no hace acepción de gentes,
quienes somos para estorbar su Gracia; que por el sacrificio de nuestro amado Jesús en
la cruz del calvario y posterior resurrección, la salvación es un regalo para el mundo
entero. En las cartas del apóstol Pablo principalmente, vemos la teoría de la
predestinación y sabemos que Dios nos creo a su imagen y semejanza, viniendo a ser
predestinados para salvación, los que el predestino y justifico por Jesús, somos salvos
por gracia “Y El os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia, entre los cuales también nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos
de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios que es rico en misericordia,
por su gran amor con que nos amó aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con El nos resucitó, y
a si mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” Efesios 2: 1-6.
Veamos que dice que éramos por “naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”
acaso aclara aquí Pablo lo que estamos tratando de asimilar que cuando Caín se mezclo
con aquella mujer descendiente de lo humano-demoníaco dio como resultado hijos de
ira, pecado y de maldad, pero que en la misericordia de Dios somos salvos por Gracia
llegando a ser sus legítimos hijos por medio de Jesús siendo la expresión viva que narra
el versículo 10 de este capítulo 2 de Efesios: “Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.” Preparó de antemano, o sea desde un principio, pero a causa de
nuestra rebeldía, nos dejamos seducir, a lo cual fuimos arrastrados al pecado y sus
consecuencias.

Los pecados de nuestros antepasados remotos como los de Adán, Eva y Caín, fueron
de ellos, ellos pagaron por sus faltas personales, más Caín corrompió a la raza humana;
conduciéndonos eso a pecar por naturaleza.

Hemos visto, que Dios nos da el rescate por medio de Jesús, teniendo libertad completa
en elegir o rechazar el camino (Jesús) hacia Dios. Podríamos resumir que el libre
albedrío es como una medida de autodeterminación que las personas sentimos poseer,
por la cual actuamos y formulamos juicios morales; que sin Jehová Dios, Jesús y el
Espíritu Santo de Dios en nosotros, seriamos presa fácil para el diablo.

Este principio del libre albedrío se podría aplicar en el verso 14 del capítulo 5 de la
carta del apóstol Pablo a los Hebreos: “pero el alimento sólido es para los que han
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alcanzado madurez para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal.”

Quizá en un alarde de atrevimiento, al igual que el filósofo Baruch Espinosa,


reinterpreto y unifico dos teorías que se contraponen; la predestinación y el libre
albedrío; la primera por ser hechura de Dios y estar en sus divinos planes, a pesar del
momentáneo escape al pecado y la segunda fruto de la libertad, que ampara el principio
del libre albedrío, pero en constante vigilancia por Aquel que es nuestro Padre Celestial.
Podría denominar este principio o teoría como “Dominio Divino”, que tiene un
paralelismo asombroso con lo acontecido al rey Nabucodonosor, que en franca
referencia hizo lo que nosotros al no escoger bien las actuaciones; dejándonos llevar por
el mal. Leamos y asimilemos la cita de Daniel 4: 25 “Que te echarán de entre los
hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te
apacentarán como a los bueyes y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos
pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el ALTISIMO TIENE DOMINIO en el reino
de los hombres, y que lo da a quien El quiere.”

Aún nosotros que aceptamos el evangelio de Jesús y sabemos que por su preciosa
sangre y por confesión con nuestra boca, de que le reconocemos como nuestro único y
suficiente Señor y Salvador y además estamos anuentes a creer que Jesús es el Hijo de
Dios, echo carne que resucitó al tercer día, y esta a la diestra de nuestro Padre Celestial,
todo esto por medio de la fe, que nos es dada y soportada en nosotros por la convicción
que nos provee el glorioso Espíritu Santo de Dios. A pesar de saber las advertencias de
que si pecamos y morimos en nuestros delitos y pecados, iremos a condenación eterna
al infierno y posteriormente por la eternidad al lago de fuego y azufre, aún pecamos, si
pecamos y en ocasiones, se cometen pecados graves y vergonzosos. Pecamos a diario a
pesar de ya haber rendido nuestras cargas y errores (eso significa la palabra pecado,
entre otros significados), si cometemos pecadillos, dicen algunos; y ya sean pecaditos o
pecadillos, pecados o pecadotes, estos son ofensas ante nuestro buen Dios; pero como
veremos en otros capítulos más adelante, se debe a nuestra pecaminosa naturaleza
humana. Vimos uno de los orígenes, pero no por ello convalidar la famosa frase del
pecado original, la cual estudiaremos en el siguiente capitulo.

Ser Cainista, (de Caín) por descendencia fue la causa de una naturaleza pecaminosa
muy desdichada, pero el haber aceptado a nuestro Señor y Salvador Cristo Jesús, fue la
maravillosa piedad y misericordia de nuestro Jehová-Shadday. Sabremos que la palabra
hebrea Shadday se deriva del vocablo “Shad” que en su esencia se relaciona con el
pecho de una madre que amamanta a su bebe, demostrando una total dependencia de la
cría a su madre y la lealtad, amor y misericordia de esta a su hijo. Así es nuestro Dios,
Jehová El Shadday con nosotros sus hijos, rebeldes y pecadores; pero El, amoroso al
máximo dándonos la redención y perdón de pecados, por medio de la muerte sacrificial
de su amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

En nuestros días se han proliferado gran variedad de sectas, que se nutren de dogmas de
hombres. Algunas se mofan de ser Cainistas, en esencia por pecar y seguir pecando;
diciendo en clara blasfemia que como ya Jesús llevo nuestros pecados, ellos son
“salvos siempre salvos” SSS (un claro paralelismo con “seis, seis, seis). Estos Cainistas
tratan de disculpar a Caín, de su maldad; al igual que los Judaítas (de Judas, el traidor)
que trataron hacernos creer que Jesús y Judas dispusieron la crucifixión a cuenta del
discípulo.
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Vimos entonces a grandes rasgos, una de las teorías de nuestra conducta pecaminosa y
pareciera que esta raíz del pecado en nosotros, nos condujera al trillado tema del
“pecado original” que tanto proclama la Iglesia Católica; pero NO, sepa que aunque en
nuestro ADN está una porción del pecado aberrante de Caín, cada uno en particular es
responsable de sus actos, buenos o malos ante Dios.

Nacemos y como bebes y niños somos inocentes de los errores de nuestros antepasados,
hasta cierta edad, en la cual comprendemos que somos seres necesitados de un Salvador
para perdón de nuestra conducta pecaminosa. Al reconocer a Jesús como nuestro Señor
y Salvador personal, venimos a ser hijos legítimos de Dios, nuestro Padre y creador
(Génesis 2:7)

Imploro a su madurez; que debe orar a Dios en el nombre Glorioso de Jesús, para que
Dios le ilumine con su Santo Espíritu, lo aquí expuesto.

CAPITULO II

“EL PECADO ORIGINAL”

Se dice por la tradición que es el pecado con el cual todos nacemos…

El término “pecado original” no se encuentra en la Biblia. Sin embargo los teólogos


que defienden el dogma del pecado original, argumentan que está muy influida (esta
doctrina) por Pablo, según deducen lo escrito angustiosamente por el apóstol en la cita a
los Romanos capítulo 7 del verso 7 al 25, por Juan en 1ª. Juan 5:l9 “Sabemos que somos
de Dios, y el mundo entero esta bajo el maligno” e incluso por el mismo Jesús cuando
habla en el pasaje de Lucas 11:13 “pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas da-
divas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los
que se lo pidan?” tanto las sofocantes y angustiantes palabras de Pablo, que se referían a
su naturaleza pecaminosa con la que él lidió y nosotros batallamos diariamente, como
la afirmación dualista de Juan y la sentencia de nuestro Glorioso Señor y Salvador
Jesucristo; no mencionan bajo ningún argumento dialéctico o en su léxico el
acercamiento tan siquiera de la expresión del pecado original.

A pesar que nuestra hereditaria naturaleza pecaminosa nos haría culpables, pareciera
pero el pecado cometido por nuestros antepasados fue individual y cada quien recibió su
paga, según el Justo Juez.

Este término del “pecado original” fue impuesto por la Iglesia Católica Apostólica
Romana, dando pie a las doctrinas del que ellos llaman San Agustín y al que yo llamo
simplemente (porque ese era su nombre real), Agustín de Hipona, quien nació en el año
354 en algún lugar de Argelia (País del África), murió en el 430.

Agustín de Hipona, fue padre y doctor de la Iglesia Católica y uno de sus más grandes
teólogos de todos los tiempos. En el declive y caída de Roma a finales del siglo IV y
principios del V produjeron una atmósfera apocalíptica y se vieron inmersos en
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controversias eclesiásticas y una de estas fue que Agustín de Hipona fue capaz de hacer
un poderoso y efectivo llamamiento a la comprensión apocalíptica Paulina (de los
escritos del Apóstol Pablo) destinada al perdón de los pecados. Agustín en su
elaboración de la doctrina (dogmas que ahora imperan en las estructuras de la Iglesia
católica apostólica Romana, idolatra y Mariana, con sede central en el Vaticano, Roma,
Italia), decíamos que en la elaboración de una de sus doctrinas, este teólogo aportó una
idea extraña a la Biblia: la noción de que la mancha del pecado se transmite de
generación en generación mediante el acto de la procreación. Al respecto vimos en el
capítulo anterior que podríamos tener en nuestros genes y ADN, las huellas de nuestros
antepasados pecadores, pero de eso a acarrear con sus culpas y pecados, existe una gran
diferencia, ya que cada uno somos seres independientes y responsables por igual de sus
actos, buenos o malos ante el Juez Justo, Jehová Dios. Recordemos que somos
individuales y cada ser humano con sus 60 billones de células, es una persona, en su
propio yo. Ya vimos que somos predestinados por Dios; Romanos 8: 28-30 “Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a sus propósitos son llamados. Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el
primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a
los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
También supimos la teoría del libre albedrío (1ª. Reyes 3:9; Hebreos 5: 14 entre otras
citas), y al unir estos dos Principios, tenemos el resultante del “Dominio Divino”.

La idea del pecado original es que seguimos cargando las culpas y pecados de nuestros
ancestros y eso no puede ser, porque si creyeron en que al expiar ante Jehová los
sacrificios respectivos en la antigüedad, en clara obediencia a los preceptos que dictó el
Dios nuestro y Dios hebreo, que es el mismo Glorioso Jehová, decía; los preceptos que
están para ellos en la Torah (que es el Pentateuco de Moisés) y luego los antepasados
nuestros que vivieron bajo la era Cristiana. Y si no creyeron y desobedecieron, pues
fueron condenados por sus pecados. Por lo tanto, los pecados de ellos, los tuvieron que
pagar, los que los cometieron.

Estudiando a los grandes teólogos de la antigüedad aprendimos que Agustín de Hipona,


tomó esta idea del teólogo del siglo II, Tertuliano, quien fue el que en realidad acuñó la
frase “pecado original”.

Tertuliano, nació en el año 160 D. de Cristo y murió en el 220 D.C., escritor, teólogo
romano y uno de los primeros padres de la Iglesia popular (católica). Su nombre
completo era: Quinto Séptimo Florente Tertuliano, hijo de un centurión romano.

En la teología subsecuente y en especial los teólogos medievales, permaneció la idea del


pecado original, siempre defendida en una forma identificable agustiniana (aunque
vimos que Agustín tomo la idea de Tertuliano, pero la religión católica y las demás
religiones Cristianas, muchas de ellas al amparo del ecumenismo; respetan, obedecen y
veneran los dogmas de hombres escritos por el que ellos llaman: San Agustín). Sin
embargo la historia nos relata que en el movimiento de la Reforma Protestante (de cuyo
movimiento vuelve a resurgir la verdadera Iglesia que instituyó Jesucristo en el siglo I,
de nuestra era), esta doctrina del pecado original; fue diluida y evitada; dando paso a
que los teólogos liberales protestantes desarrollaron un punto de vista optimista sobre la
12

no culpa individual de los pecados de otros, que lógicamente determinó la


incompatibilidad con la idea del pecado original.

Muchas citas especialmente en el Antiguo Testamento nos hablan del nacimiento en pe-
cado, el cual fue cometido por los padres de la criatura, por lo tanto el recién nacido no
debería tener culpa alguna, a propósito esto da pie a ser renuente a atribuir la
transmisión del pecado a la procreación y si atribuirlo a una sociedad ya corrupta.

Entonces si somos anuentes a atribuir un nacimiento en pecado, cualquiera que este sea,
endosando como protagonistas a nuestros progenitores, sin tener parte nosotros como
criaturas puras, sin mancha alguna de culpa, por lo realizado. Llego entonces a ser un
creyente del dualismo, el cual es la convivencia de la humanidad en medio del bien y
del mal.

El dualismo se centra en la creencia de la existencia de un ente del bien, y que se y clara


mente acepto que es el Creador de todo (porque soy fiel adepto al creacionismo; según
Génesis), y este Jehová Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo de Dios; de lo cual son mi
Creador y Padre Celestial, mi Señor y Salvador personal y mi guía y consolador, una
referencia clara y concisa de un Dios Trino Unipersonal. Lógicamente el dualismo se
complementa con el otro reino, el reino del mal, encabezado por Satán y secundado por
sus seguidores tanto espirituales como humanos. Estas dos fuerzas nos rodean y he ahí
el verdadero concepto estructural y puesto a prueba del libre albedrío.

En el punto de no concordar con el dualismo es en la creencia de que Jesús era única-


mente ser Divino en esta tierra, y por lo tanto no sufrió el castigo en el proceso de la
crucifixión, ni murió y por ende (dicen ellos, los dualistas), nunca resucitó. Herejía
estúpida, satánica bestial aberrante; la cual nosotros los Salvos por Gracia, condenamos
con todas las fuerzas de nuestro ser, porque CRISTO JESUS, EL HIJO DE DIOS,
SUFRIO LA MUERTE SACRIFICIAL EN LA CRUZ Y MURIO POR DARNOS
PERDON DE PECADOS Y VIDA ETERNA, RESUCITANDO AL TERCER DIA Y ESTA
A LA DIESTRA DE DIOS Y ANHELAMOS SU VENIDA.¡¡¡ GLORIA POR SIEMPRE
AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPIRITU SANTO DE DIOS!!!

Entonces una humanidad corrompida por el ente del mal, personificado por satanás, que
en un principio fue Lucifer; que por sublevación fue expulsado del tercer cielo, por el
Creador Supremo. Vuelva a analizarlo. El que tenga entendimiento, comprenderá.

En la santa Biblia, la infalible Palabra de Dios; encontramos una amplia gama de citas
con relación al pecador y pecado, pero para eso vino el verdadero Cristo, o sea el
Mesías Jesús para que el que creyere en su nombre, fuere libre de cualquier pecado;
Hechos 10: 42 y 43, que decir del versículo central de la Biblia; Juan 3: 16 “Porque de
tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel
que en El cree no se pierda más tenga vida eterna.”

Las maldiciones que se heredarían de generación en generación, fueron anuladas a partir


del Nuevo Pacto en el glorioso Nombre que es sobre todo nombre; JESUS de Nazaret.

Según Romanos 11: 26 y 27 “y luego todo Israel será salvo, como está escrito: vendrá
de Sión el Libertador, y apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos,
cuando Yo quite sus pecados.” Que maravilloso cuando esto es partícipe a nosotros los
13

gentiles también; es decir a nosotros los no nacidos en la Bendita tierra de Israel, leamos
en Efesios 3: 6 “que los gentiles (Usted y yo), son coherederos y miembros del mismo
cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio.”

Hebreos 7: 22 dice con relación al Nuevo Pacto entre Dios y nosotros: “Por tanto, Jesús
es hecho fiador de un mejor pacto.”

En síntesis; la idea del pecado original fue impuesta por los padres de la religión
popular para que en los tiempos postreros a ellos, se tuviera una base (no Bíblica, por
supuestos y le reto a demostrar lo contrario) para el bautismo de niños, so pretexto del
famoso “pecado original”.

Esta teoría se fundamenta en la descendencia de la humanidad en Adán y Eva, que junto


a su mal logrado hijo Caín, fueron despojados de los beneficios que Dios les dio, a
causa de la desobediencia. Entonces se nos enseña que somos hijos de la promesa echa
por Jehová al patriarca Abraham y su esposa Sara, los cuales también pecaron; Abraham
en adulterio con Agar, la madre de Ismael; Sara por desobedecer e incitar a su esposo a
serle infiel. Por lo tanto seamos descendientes de quien quiera que haya sido, este ser
ancestral nuestro, fue pecadorizo; que es lo dicho de una persona: propensa a pecar.

Lo cual resumo a lo anteriormente anotado; que más bien, hemos heredado, no el


pecado original, sino el pecado capital, que es: el apetito desordenado que es fuente o
principio de otros pecados. En los dogmas islámicos, el pecado capital; es el orgullo
humano que conduce a la autonomía ante Dios. Podríamos tomar ejemplo de esto, ya
que sabemos de la total dependencia ante nuestro Creador; el Dios Altísimo.

El pecado, cualquiera que sea su nombre, es una mancha a nuestro interior (alma y
espíritu) y a nuestro exterior (cuerpo), a causa del cual necesitamos de un Salvador
(Cristo Jesús) y posterior bautismo en aguas; pero a personas con conocimiento real del
pecado y sus consecuencias. Exceptuando por lo tanto a los infantes.

El bautismo en aguas de niños no es Bíblico, bajo ningún punto de vista. El acto bello
del bautismo en aguas es un mandato Divino que dejó establecido nuestro señor Jesús;
después de aceptarlo a El como el único intermediario entre Dios y nosotros para el
perdón de nuestros pecados, el segundo paso y muy importante es el descender a las
aguas bautismales.

Veamos la importancia de este acto; pero para personas con edad de razonamiento y que
echa por tierra el mito del pecado original, que no es más que un pretexto como ya lo
dije para el bautismo de niños y lo que esto conlleva en la religión popular que es el
cobro obligatorio por este rito, además de los compadrazgos para tener otra excusa para
pecar, Usted me entiende perfectamente.

El bautismo en agua es un testimonio público de la fe aceptada y de la experiencia


interna recibida; también es un paso de obediencia a la Palabra de Dios, escrita en la
Biblia.

Se ministra únicamente a personas; jóvenes y adultos que ya poseen un entendimiento


claro de las responsabilidades Cristianas, cuyas vidas han sido transformadas por el
poder regenerador de Jesucristo.
14

Que quede absolutamente claro que el bautismo en aguas; no es el medio para alcanzar
el perdón de los pecados, ni el requerimiento de transformación, que Jehová requiere de
nosotros. Se conduce al bautismo a los que por medio de la aceptación voluntaria de
que Jesús es nuestro Señor y Salvador personal, hemos sido transformados y justifica-
dos por su Gracia.

Tampoco se puede considerar este glorioso acto como un rito Judaico que haya venido a
hacerse tradición Cristiana, debido a la práctica de los primeros seguidores del Señor
Jesús. Menos aún es considerado como práctica netamente juanina (de Juan el bautista),
sino como un explicito mandamiento de Cristo Jesús para todo aquel que cree en su
santo Evangelio.

La Iglesia Cristiano Evangélica, lo aplica conforme el sentimiento apostólico de


obediencia al Señor Jesús, “como hijos amados”, logrando percibir en el un símbolo
claro de la muerte y resurrección de Cristo Jesús y de la muerte del creyente al pecado,
al depositarse por la fe en el “lavacro de la regeneración.”

El bautismo en aguas no posee ninguna eficacia como medio de limpiamiento de pecado


la única fuente bíblica, universal y eficaz que tiene poder para limpiar nuestras
aberrantes culpas y pecados personales es LA SANGRE DE CRISTO JESUS,
NUESTRO UNICO Y SUFICIENTE SEÑOR Y SALVADOR PERSONAL. Al
introducirse al agua de utilizar para este acto; a un pecador, sin haberse arrepentido, sin
haber confiado en el sacrificio de Jesús, no logrará por el hecho de ser bautizado,
alcanzar bajo ninguna circunstancia un mejor nivel para su vida espiritual. Esta es la
razón porque la Iglesia Evangélica hace bastante énfasis examinar primero el testimonio
de los candidatos al bautismo. Además de observar la conducta de estos,
anticipadamente se les imparte una plática después de haber leído del porqué del
bautismo, leyendo y escudriñando la Santa Biblia con citas que explican lo
concerniente al acto del bautismo en agua; siendo prácticos y guiados por el Espíritu
Santo de Dios, para no caer en largos y tediosos meses de clases, repitiendo de lo
mismo que viene a ser una pérdida de tiempo, cuando confiamos que su Espíritu nos
guía a comprender si sabemos escudriñar su Santa Palabra.

Recordemos el pasaje de Hechos, capítulo 8 del verso 26 al 39, donde se narran las
preguntas del etíope a Felipe, instruyéndole este en breve tiempo, apremiándole primero
a creer en Jesús como su Salvador e inmediatamente, cómo ser bautizado y no perder
tiempo. Es un acto de obediencia muy sencillo; para que el candidato actué con todo
conocimiento, además con toda responsabilidad personal ante Dios; cosa que un recién
nacido por lógica jamás podría expresar.

Hay padres inconscientes incluso en las Iglesias Evangélicas, que desean el bautismo de
sus niños pequeños, los cuales carecen de razonamiento, ni perciben por su corta edad
nada de la fe, únicamente por el concepto tradicional que tiene del acto (según estos)
por estimarlo como un rito Cristiano, por dedicación a Dios o por pensar que con el
bautismo se borra el supuesto pecado original. Recuérdelo siempre mi muy caro lector:
las Iglesias nuestras; Cristiano Evangélicas realizan el bautismo en aguas por
mandamiento de nuestro Señor Jesucristo y no por tradición, ni para quitar o evitar
pecados.
15

El lugar para bautizar no es de importancia; ya que se puede realizar en una laguna, un


lago, un río, el mar, un canal, un bautisterio en la Iglesia o en una pileta o piscina. No
hay restricción para que sea únicamente en un río, por el hecho de que el Señor Jesús
fue bautizado en un río; lo importante es el acto y la condición interna del candidato.

La forma del bautismo es precisamente por inmersión de acuerdo con el significado de


la palabra “bautismo”, el cual traducido del original, quiere decir: “sumergir”, por lo
tanto no se considera bautizada a una persona que lo haya hecho por aspersión o por
rociamiento; como lo hacen en la religión popular además de efectuárselo a un recién
nacido, inocente a toda prueba, que aunque en su ADN, como ya hemos visto; traiga su
naturaleza pecaminosa, pero sin pecados propios, que al crecer y razonar, se le
presentará la opción de ser hijo legítimo de Dios, por medio de aceptar a Jesucristo
como su Señor y Salvador PERSONAL, para el perdón de sus pecados PERSONALES,
no de los de sus antepasados, mucho menos los cometidos por Adán, Eva, Caín y
posteriores. Por lo mismo concluimos que el bautismo de niños; a parte de no ser
bíblico en lo más mínimo queda vacío por falta de pruebas contundentes con relación al
término; pecado original.

Pero ya inmersos en el verdadero y eficaz acto del bautismo; le invito a seguir


aprendiendo al respecto: el acto del bautismo debe impartirse usando las palabras de
acuerdo con el mandamiento dado por el Señor Jesús, según Mateo 28: 19 “En el
Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Al igual que nos referimos a la
forma, la Iglesia Evangélica no considera bautizadas a las personas cuyo bautismo se
administra única-mente en el Nombre de Jesús.

El bautismo en aguas es un tipo de la muerte del hombre viejo y la resurrección del


hombre nuevo, para andar en nueva vida. Lea por favor en Romanos 6: 4-6 “Porque
somos sepultados juntamente con El para muerte con el bautismo, a fin de cómo Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con El en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre
fue crucificado juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de
que no sirvamos más al pecado.” Vea que interesante lo que Dios le reveló al apóstol
Pablo: aparte de entender perfectamente el significado del bautismo en aguas, él nos re-
vela que nuestro “viejo hombre” fue crucificado juntamente con Jesús; significaría que
nuestro ADN ha sido limpiado por la muerte sacrificial y expiatoria de Jesucristo en la
cruz del calvario y al estar bajo la Gracia debiéramos de evitar al pecado, pero los
rezagos de esa herencia pecaminosa nos conducen a pecar aún cuando sabemos
claramente que desobedecemos a nuestro Salvador.

Retomando la cita del versículo 4; también se enseña que debe ser la persona inmersa en
el agua o sea una clara visión de ser sepultado, pues una persona no estará sepultada so-
lo con unos cuantos puñados de tierra en la cabeza. Por lo tanto: el bautismo requiere
de agua, Hechos 8:36; requiere abundancia de agua, Juan 3: 23; requiere que tanto el
que bautiza como el creyente, deben descender al agua, Hechos 8: 38; el bautismo re-
quiere ser sepultado en el agua, Romanos 6:4 y Colosenses 2: 12 y el bautismo requiere
subir del agua, Mateo 3: 16 y Hechos 8: 39.
16

Por último el bautismo en agua no se puede practicar en una persona menor de doce
años, mucho menos en un niño, puesto que no llenaría los requisitos bíblicos
mencionados en los puntos anteriores.

Brevemente con relación al tema que nos ocupó en este capítulo, del pecado original;
habría deseado explicarme mejor, pero apelo al excelente nivel de su coeficiente mental.

CAPITULO III

EL PECADO QUE MORA EN MI.


“¿Qué diremos, pues? ¿la ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el
pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: no
codiciarás. Más el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mi toda
codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo;
pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el mismo
mandamiento que era para vida, a mi me resulto para muerte; porque el pecado,
tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. De manera que la
ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es
bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para
mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que
por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. Porque sabemos
que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no
lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no
quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace
aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo se que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien; porque el querer el bien está en mi, pero no el hacerlo. Porque no hago el
bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no
lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo
esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de
Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que
me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí!
¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? GRACIAS DOY A DIOS, POR
JESUCRISTO SEÑOR NUESTRO. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de
Dios, más con la carne a la ley del pecado.” Roma-nos 7: 7-25

Angustiantes palabras del gran Apóstol Pablo, el que fue el precursor principal, después
de Jesucristo de la institución de la Iglesia de nuestro Dios hecho carne en la Divina
persona de su Amado Hijo, es decir una auténtica teofanía. Pues este apóstol con su
ministerio inigualable aun hasta nuestros días, nos da un claro ejemplo de humildad,
sinceridad y mensaje de no hipocresía; al expresar sus debilidades, compartidas con
todos los seres humanos que hemos habitado este planeta. Leo sus palabras y puedo
percibir que las escribió acompañado de abundantes lágrimas, que ahogaban su corazón
dolido, angustiado y lacerado por el hecho de lamentar esta pecaminosa naturaleza
humana que nos conduce a pecar a pesar de no querer hacerlo, porque los que hemos
reconocido a Jesús como el Rey de nuestra vida, estamos sabidos que para no pisotear y
menospreciar su sacrificio en la cruz, por nuestra culpa; debemos estar apartados de
cometer los mismos pecados que acostumbrábamos realizar estando en el viejo hombre.
17

Al recordar esa vida pasada, somos consientes que cuando cometíamos pecado, este era
el común denominador de nuestro diario vivir y no nos sentíamos mal al realizarlo; pero
ahora estando en Cristo, al errar, el Espíritu Santo nos hace sentir la culpa inmediata y
nos lleva a acudir a nuestro abogado para clamar por socorro ante Dios, como dice el
pasaje de la 1ª. Epístola de Juan 2: 1 y 2 “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que
no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo
el justo. Y El es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros,
sino también por los de todo el mundo.” Palabras por demás confortantes pero no por
eso tenemos vía libre para pecar a nuestras anchas; porque Dios es amor, pero también
es fuego consumidor y no debemos profanar, ni desvalorizar su muerte en la cruz.

Pablo exclama en Romanos 7:15, frases llenas de clamor y suplica, por no llegar a
comprender a cabalidad, el causante del cometer pecados que no quiere hacer y sin
embargo hace, al igual que cada uno de nosotros. Veamos el verso 19 “Porque no hago
el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” Sabe y trata de excusarse en
los preceptos dictados en la Torah, que por causa de lo prohibido, se comete lo contrario
a lo establecido. Pero ve y entiende que por la desobediencia y pecados de Caín, nuestra
naturaleza pecaminosa, sale a flote y se demuestra en nuestras células; exclamándolo en
el verso 23 “pero veo otra ley en mis “miembros”, que se rebela contra la ley de mi
mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis (¿células?) miembros.”

No sabemos a ciencia cierta que pecados angustiaban al apóstol, pero él daba gracias a
Dios por la Salvación por medio de Jesús y es aquí nuevamente que valoramos el gran e
inexpresable plan de salvación para la raza humana, en el Nuevo Pacto entre Dios y los
hombres, por medio de Jesús; ya que esto viene a aniquilar la condenación en la que se
nos había puesto por satán, al tratar de tomar revancha por haber sido expulsado del
Reino de Dios por querer ser igual a la Divina Trinidad.

Ahora somos aparte de hijos legítimos de Dios; siervos de justicia. Y en los versículos
que leeremos a continuación, el que tiene entendimiento y sabiduría no de hombres, si-
no de la que imparte Dios, por medio de la unción del Espíritu Santo, podrá ver clara-
mente el misterio que hemos visto nosotros al igual que se le reveló al apóstol Pablo de
Tarso. “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la Gracia?
En ninguna manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea
de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del
pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis
entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Hablo como
humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis
vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais
esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿pero qué fruto teníais de aquellas
cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Más ahora
que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto
la santificación, y como fin, la vi da eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6: 15-23

Esa herencia maldita en nuestros miembros (podríamos aplicarlo a nuestro ADN), nos
hizo esclavos al pecado, dice Pablo; afirmando y hablando como humano que por
nuestra humana debilidad, fuimos prestando nuestros miembros para servir a la
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inmundicia y a la iniquidad, más siendo ya lavados y perdonados, debiéramos presentar


nuestro organismo completamente al servicio de la justicia, o sea a la obra de nuestro
Señor Jesús.

Más aun siendo justificados por su gracia, muchos seguimos pecando, siendo este el
punto focal del tema que nos atañe, por ser el titulo de este libro; ¿porque pecamos aun
los Cristianos Evangélicos? Puntualizamos; Cristianos Evangélicos, si porque
Cristianos se hacen llamar y con toda lógica, todas aquellas sectas o religiones que
creen que Jesús, es el Cristo Redentor, pero les adhieren a sus creencias, dogmas hechos
por hombres y en el caso de la religión popular o sea la católica, ellos vienen a ser mas
Marianos (por la excesiva veneración a la virgen María), que Cristianos, aparte de su
desobediencia por el hecho de la idolatría, el alcahueteo a que sus feligreses vivan en
libertinaje absoluto, doctrinas explícitamente no bíblicas y la adulación, veneración y
obediencia ciega al papa, sus obispos, cardenales y sacerdotes, sin reparar en la
advertencia de Jehová Dios en Jeremías 5: 17 “Maldito el hombre que confía en otro
hombre…..” al igual que los mormones que desvían su mirada en José Smith, bueno
este no es un libro exacto para tratar temas de sectas y religiones apartadas del
verdadero camino (Jesús) hacia Dios, pero quería aclarar lo del titulo.

Pecamos sabiendo de las consecuencias, porque en cada reunión se nos advierte al res-
pecto, sin embargo hacemos caso omiso de la advertencias que el Pastor o predicador
nos hace. En muchas ocasiones él mismo portador de esa advertencia, esta en pecado, si
y han sido predicadores de relevancia internacional, o pastores locales, o ancianos de las
iglesias al igual que diáconos, obreros, ministros de alabanza, miembros del coro o de
los grupos musicales, maestros de niños; ya no digamos miembros regulares de la
congregación, si, porque somos seres 100% humanos, débiles, fácil presa del enemigo
de nuestras almas, que “anda como león rugiente, viendo a quién devorar” pero como
dice el apóstol Judas en su epístola, en la parte final del verso 9 “el Señor (Jesús) te
reprenda.”

Somos advertidos hasta la saciedad para no pecar, comprendiendo claramente lo escrito


en Romanos 6: 23 “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Todos los hombres y mujeres que se mencionan en la Santa Biblia, pecaron, menos uno
sabiéndolo con certeza; fue nuestro Amado Jesucristo; pero si Usted ha leído o
escudriñado las Sagradas Escrituras, sabrá claramente que todos cometieron más de un
pecado. Estando marcado con mayor énfasis en los grandes hombres que dejaron huella
y que su vida personal fue manchada por pecados muy grabes. Por ejemplo: El
Patriarca Abraham; no fue paciente con la promesa de ser padre, juntamente con su
esposa Sara, esta fue la que al igual que Eva, lo indujo a pecar en adulterio con su
empleada Agar, la egipcia; el resultado de dicho pecado fue Ismael el padre de los
árabes, he ahí el problema actual entre estos y los descendientes de Isaac, verdadero hijo
prometido por Dios al patriarca y a su esposa real, Sara. Moisés, pecó en varias
ocasiones relevantes, como cuando mató deliberadamente más no en guerra al egipcio
que le ofendió; desobedeció la indicación de Jehová, con relación al caso de las aguas
de Mara, viniendo a ser este pecado el causante que no le permitió entrar con su pueblo
a la tierra prometida.
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Adán, Eva y Caín; ya sabemos. El rey de Israel más famoso; David, entre otros pecados
el mas conocido; cuando hizo para él a la mujer de Urias Eteo, mandando a este al
frente de batalla, deliberadamente para que le matasen y quedándose con su hermosa
mujer, a la cual había visto y codiciado de antemano; quedando para nosotros un
modelo de arrepentimiento poético, patético, angustiante y de un corazón partido,
expresado en el Salmo 51 pidiendo, exclamando, rogando perdón después de pecar
flagrantemente en adulterio con Betsabé, dijo a Jehová Dios: “Ten piedad de mi, oh
Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis
rebeliones. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado. Porque yo
reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mi contra ti, contra ti
solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo
en tus palabras, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en
pecado me concibió mi madre. He aquí tu amas la verdad en lo intimo, y en lo secreto
me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y
seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que
has abatido. Esconde tu Rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí,
oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de
delante de ti, y no quites de mí tu Santo Espíritu……….” Entendiendo David que ha
sido escuchado además de perdonado, empieza a glorificar y alabar el Santo nombre de
Dios; según lo que leemos en la continuación de este Salmo.

A cuántos de nosotros no nos habría pasado lo mismo, quizá no a la dimensión del rey
de Israel de esos días, pero pecamos a diario, de diferentes maneras, en diferentes
circunstancias, pecamos, pecamos y siempre pecamos. Dios, ten piedad de nosotros,
con- forme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra nuestras
rebeliones; exclamaba el rey David. Lo mismo suplicamos nosotros en lo individual,
pero ahora por la intercesión de Aquel que nos ama dando su vida en la cruz para pagar
las culpas nuestras. Gracias al Hijo de Dios, a Jesús nuestro Señor y Salvador personal.

Estábamos recordando algunos de los muchos pecados que cometieron los grandes
personajes que aparecen en las Santas Escrituras, mencionando a algunos pocos, como
Adán. Eva, Caín, Abraham, Moisés, también Noé peco, David, su hijo Salomón; tuvo
mil concubinas, se menciona de los enojos y desobediencias de los grandes profetas.

Todos conocemos la historia de Sansón, el cual era una nazareo para Dios, es decir; un
barón apartado para el servicio de Dios que debía llevar un distintivo ante los hombres,
so pena de ser juzgado y criticado por todos, en este caso era el pelo largo que tenía
Sansón, en donde radicaba su fuerza sobrenatural, de parte de Jehová. Pues este
nazareo, cayó en desgracia, por su desobediencia y curiosidad de buscar en el mundo
carnal, los deleites que su carne le exigía en clara rebeldía ante Dios. Su pecado, lo
llevó a la ruina viniendo a ser un claro paralelismo para nuestros días, al permitir el ser
humano dejarse seducir por el sexo opuesto.

Gente del tiempo de los escritos del Nuevo Testamento, fueron pecadores, al igual que
todo ser humano y recalco que el único ser, tan humano como Usted y yo, pero Divino
en toda su esencia, nuestro Jesús, El nunca conoció pecado alguno.

Citaré a los más renombrados al igual que lo hicimos con los del Antiguo Testamento;
pecaron, por mencionar a algunos: Pedro, quiso tentar a Jesús, para evitar su muerte en
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la cruz, también mintió al negarle tres veces, los evangelistas y discípulos eran
impertinentes. Pablo y su confesión entre otras, del pasaje de Romanos 7.

Hablamos de estas gentes que pecaron estando bajo el conocimiento real del bien y del
mal, ya en plena conciencia de haber venido al camino correcto y aún así, se entregaron
a pecados y contiendas; entonces que habrían cometido antes de ser salvos por la
infinita misericordia de Dios, no lo sabemos pero podemos imaginarlo.

Conocemos muy en detalle los graves errores de uno de los discípulos de Jesucristo.
Judas Iscariote; un personaje muy ridiculizado hoy en día, por su traición, sus mentiras
y a saber cuan gran cantidad de pecados, a pesar de que era uno de los doce apóstoles
pero tan humano como Usted y yo.

¿Quién fue Judas Iscariote? Iscariote se deriva del hebreo “ish queriyot” que significa:
“varón de Queriot” que era oriundo de ese lugar. Queriyyot Jesrón, “Azor-hadata, Que-
riyyot, Hezrón (que es Hazor).” Josué 15: 25, ciudad situada a 19 Kilómetros al sur de
Hebrón; era, pues, el único apóstol oriundo de Judea. Hijo de Simón Iscariote “Hablaba
de Judas Iscariote, hijo de Simón” Juan 6: 71 a . Siempre se le mencionó de último
cuando se nombraba a los apóstoles. Fue nombrado tesorero, a pesar de su tendencia a
la corrupción, según el pasaje de Juan 12: 6 “pero dijo esto (Judas), no porque se
cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa (de la tesorería),
sustraía de lo que echaba en ella.” Esto de que fue nombrado administrador del tesoro
del grupo; a de haber sido por su capacidad numérica y administrativa; aunque después
se desvió totalmente, corrompiéndose hasta hacer lo que hizo; cosas que solo Dios
Padre y su amado Hijo en su Santa Soberanía, saben porque llamó a Judas a pesar de
que en su interior habitaba el enemigo: lea lo que se nos dice al respecto en Juan 6: 70 y
71 “Jesús les respondió: ¿no os he escogido Yo a vosotros los doce, y uno de vosotros
es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a
entregar, y era uno de los doce.” Crudas y verdaderas palabras las de Jesús, con
relación al personaje de Judas “uno de vosotros es diablo” del griego “diabolo” que
significa: engañador y traicionero.

Aunque nos duela; muchos de nosotros tenemos algo de Judas, específicamente en que
este apóstol en su “conversión” su “arrepentimiento”, fue metamélia, que significa:
cambio de parecer, y no metanoía, que significa: cambio de mente y corazón. Por eso se
nos dice: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” Mateo 3: 8 sustentado esto en
lo que narra Pablo en Hechos 3: 19 y 20 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que
sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio, y El envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”

¿Qué de nosotros, entonces?, cuantos y horrendos pecados cometimos antes de conocer


el Evangelio de Jesús. De esa vida pasada ya no debemos recordarla, ya que si el
misericordioso Dios (Jehová Shadday), olvidó nuestros errores, como dice la Biblia,
entonces nosotros los ex culpables no tenemos porque recordar lo pasado, ya
perdonado.

Cuando veamos a nuestro hermano caer en pecado, estamos obligados a ayudarle, como
nos lo recomienda Pablo en la epístola a los Gálatas 6: 1 y 2 “Hermano, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
21

mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobre-


llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”

Como hijos legítimos de Dios, debemos estar en constante oración (1ª. Tes. 5:17), para
andar en el Espíritu, soportando con la ayuda de Dios la constante tentación para caer en
cualquier pecado, pues el enemigo de nuestras almas, acecha en la penumbra para hacer
nos caer en errores que ofenden a nuestro Santo Dios; por lo cual si estamos en la
búsqueda constante de su Espíritu Santo, seremos personas llenas de la unción y
presencia de Dios en nuestras vidas y alejarnos de los pecados que como obra de la
carne están a la orden y disposición; seamos espirituales entonces, a propósito leamos lo
que nueva-mente Dios le indico al apóstol, para que lo sepamos: “Digo, pues: andad en
el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra
el espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no
hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu (el Espíritu Santo de Dios),
no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que
los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es
amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra
tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos. Si vi-vimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”
Gálatas 5: 16-25

Notamos en le pasaje anterior, que se enumeran algunos de los muchos y variados


pecados que existen, pero de estos que Pablo nos ilustra, se derivan los muchos otros al
igual que los frutos del Espíritu Santo.

Dos factores son los determinantes y las causas de la gran mayoría de pecados; diría que
son la raíz de todos los males y pecados, siendo estos a saber: el dinero y el sexo.
“Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1ª. Timoteo 6:10 y el
temible sexo (fuera del matrimonio) que es concupiscencia; “no en pasión de
concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios.” 1ª. Tes. 4: 5; Colosenses 3:
5 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impurezas, pasiones
desordenadas, malos de-seos y avaricia, que es idolatría.” El sabio Salomón nos
aconseja al respecto y le pido lo busque en su Biblia, en Proverbios 6: 20-35 y el
capítulo siguiente, el siete en su totalidad; entre otras muchas otras citas al respecto de
estos dos males mayores que son la materia prima para la elaboración de un 85% de
todos los pecados. Por dar un pequeño ejemplo: si una persona, sin importar que sea
varón u hembra, comete la aberrante ofensa a Dios del adulterio y/o fornicación, de
estas se derivarán: engaños, mentiras, iras, ce-los, contiendas, asesinatos, actos sexuales
contra natura, malas palabras, etc. etc.

Si es por causa del dinero, este individuo; por amor al dinero, también cometerá: robo,
crímenes, es decir quitará la vida al prójimo, engañará, estafará, y un sin fin etcétera.

¡Ah el pecado que mora en mí! Exclamaba San Pablo, el gran apóstol, que con ese
ministerio que le fue encomendado, que con esos misterios que le fueron revelados, el
poder de Dios en su vida, los consejos y mandatos que dio a todas aquellas regiones que
22

había conquistado para Cristo Jesús y su santo Evangelio, su mente fue el recipiente de
la inspiración que le dio Dios por medio del Espíritu Santo para haber escrito 13 libros
que aparecen en el Nuevo Testamento de nuestras Biblias; un hombre con el don de
continencia, por ende solo en cuanto a mujer, pero entregado al servicio de Dios, para
que Usted y yo tengamos una Iglesia Cristiano Evangélica, en donde congregarnos, si-
guiendo la sana doctrina predicada por este.

A pesar de tan gran ministerio de aquel apóstol, tuvo que lidiar al igual que nosotros por
escapar o ser presa momentánea de los tentáculos del pecado. Momentánea digo, pues
los que ya hemos reconocido en Jesús a nuestro Señor y Salvador, tenemos al Espíritu
Santo que nos recuerda que al pecar debemos arrepentirnos y no nos deja en paz; a lo
que la psicología llamaría, no tener la conciencia tranquila, pues en el estar en Cristo, es
sentirnos con mancha y acudir al oportuno socorro que da Dios al pedirle perdón por
Jesús. Pero debemos de estar plenamente concientes que no se nos permitirá estar
pecando deliberadamente, porque Dios es fiel y misericordioso, pero todo tiene un
límite y sabemos que “la paga del pecado es muerte”.

Si sabemos que hemos tenido una herencia maldita de pecado, por haber nuestros
lejanos antepasados pecado y corrompido la raza, mezclándose con entes del mal, para
dar paso a lo que vio Jehová Dios según el Génesis, cuando se narra que: “Y vio Jehová
que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” Una
descomposición del corazón de la raza humana, a causa de la desobediencia hacía su
Creador.

¿Que hacer entonces a causa de nuestra pecaminosa naturaleza? Lo veremos más


adelante en este libro.

Una cosa tenemos claro, que si ya hemos reconocido públicamente a Cristo Jesús, el
Hijo de Dios, como nuestro Señor y Salvador personal por su sacrificio en la cruz del
calvario y creemos que Dios lo levantó de los muertos al tercer día, ahora esta a la
diestra del Altísimo, esperando el rapto de su Iglesia pura y verdadera y su posterior
Segunda Venida; hemos sido perdonados de nuestros delitos y pecados cometidos antes
de reconocerle, somos salvos por Gracia; pero este pequeño y humilde libro se enfoca
en los pecados que cometemos los ya, bajo la tutela de nuestro Salvador.

Retrocediendo al pasaje que ya vimos de Romanos 6, especialmente en los dos


primeros versículos que dicen: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado
para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aun en él?”

El dilema está entonces en el ¿porqué pecamos aun? , ya vimos algunas causas en el


primer capítulo de este libro y estamos consientes que el trabajo primordial del enemigo
de nuestras almas, pone todo su empeño en hacernos caer en pecado, sabedor de nuestra
debilidad, pero aprenderemos a sujetarnos de la Mano de nuestro Pastor.

¿Qué es esto de la Gracia? Dirá mas de alguno, pues es el acto sacrificial de Jesús para
darnos perdón de pecados y vida nueva y eterna juntamente con El, “Por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por
su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
23

propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de


haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.” Romanos 3: 23-25
maravilloso y gratificante. Entonces “para que así como el pecado reinó para muerte, así
también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor
nuestro.” Romanos 5: 21 además de que “para alabanza de la gloria de su gracia, con la
cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados según las riquezas de su gracia.” Efesios 1: 6 y 7

CAPITULO IV

HUMANOS; NECESITADOS DE UN MEDIADOR E INTERCESOR.

Hemos de estudiar estas teorías y si las quiere tomar como hipótesis, pues adelante; lo
único que rogaría a Usted mi amado lector es el pedir en oración a Dios en el nombre
de Cristo Jesús y guiado por el Espíritu Santo de Dios; para que su entendimiento este
acorde a lo que tratamos en el capítulo uno y este capitulo, número cuatro. Le pido que
por favor, en el nombre de Jesús, medite antes de enviarme a la hoguera, ya que trato al
máximo en basarme en las Sagradas Escrituras, porque “Lámpara es a mis pies tu
Palabra y lumbrera a mi camino” Salmo 119: 105. Si pide discernimiento a Dios, el dará
testimonio de que lo aquí escrito es producto del escudriñar su Palabra escrita,
amparado en la promesa de Jeremías 33: 3 “clama a mi, y Yo te responderé, y te
enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Fue para la restauración de la
prosperidad de Jerusalén, entiendo bien esto, pero su Palabra y promesas permanecen
para siempre y son también para los que hemos creído en su Nombre, los cuales oramos
y clamamos a Dios en el nombre de Jesús, tal y como está establecido por El, (Juan 14:
13, 14).

Desde el momento en que Dios exclamó a causa de la maldad de los hombres, por los
pecados de Caín y sus padres terrenales; diciendo: “Y se arrepintió Jehová de haber
hecho hombre en la tierra, y le dolió en su Corazón.” Dispuso reglas y severos castigos
para nuestra raza humana, a causa de tanta maldad y desobediencia. Dictó 613 preceptos
que aparecen en la Torah de Moisés, o como nosotros lo conocemos; el Pentateuco de
Moisés, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento de nuestra Biblia y para los
judíos, la Torah, son los cinco libros de Moisés de la Tanah (tanaj) la Biblia Hebrea.

En estos seiscientos trece preceptos, Dios establece la conducta y requisitos a seguir por
su pueblo.

Dios es soberano; El hace según su Santa Voluntad, disponiendo en su ilimitada


Soberanía enviar a su Amado Hijo a establecer las reglas y lineamientos para ordenar a
los sacerdotes y profetas de la antigüedad; estaremos bien claros que su venida principal
fue cuando nació de una virgen, cumpliendo el plan perfecto de la salvación.

Esta, quizá primer venida a este planeta del Hijo unigénito de Dios podría causar en
Usted una duda, pero cierre este libro; por favor incline su rostro, ore a Dios (insisto
24

nuevamente) en el Nombre poderoso de Jesús; pidiéndole con sinceridad que su Santo


Espíritu le guíe a toda verdad.

MELQUISEDEC: el Hijo de Jehová Dios, echo ser humano en una de sus venidas a esta
tierra.

Melquisedec, Rey y sacerdote supremo de Salem (la tradición Judía, identifica a Salem,
con Jerusalén), que relata en el Antiguo Testamento, en Génesis 14: 18-20 “Entonces
Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo,
diciendo: bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y
bendito sea el Dios Altísimo, que entrego tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los
diezmos de todo.”

Según el pasaje leído; Melquisedec sale al encuentro de Abraham al regresar este de la


batalla con los reyes mesopotámicos; Melquisedec ofreció a Abraham “pan y vino” una
clara prefiguración, de la Santa Cena, a cambio obtuvo un diezmo (el 10%) de lo
ganado por Abraham.

En el Salmo 110, se le describe a Melquisedec como un prototipo de el futuro Mesías, el


Cristo que vendría miles de años después a la tierra prometida, a la tierra del pueblo
Judío, que por la sapiencia de nuestro Dios soberano encomendó iniciar en el patriarca
Abraham (hablo del inicio del pueblo Hebreo), quien antes de recibir la promesa se
llamaba Abram.

Estaba el Hijo de Jehová Dios en ese entonces como ser humano en la tierra,
encargándose de ordenar a los líderes y sacerdotes al servicio de Dios hacia su pueblo,
los cuales daban los lineamientos en todo sentido; muy especialmente referentes al real
cumplimiento de los seiscientos trece preceptos escritos santamente en la Torah, entre
estos el cumplimiento de los sacrificios para la expiación de los pecados del pueblo.

El ordenamiento de estos sacerdotes, de parte de Dios en la persona de Melquisedec; era


supremo y permanente; según leemos en los pasajes de Hebreos 5: 10 “Y fue declarado
por Dios, sumo sacerdote según el orden de Melquisedec” y Hebreos 6:20 “donde Jesús
entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden
de Melquisedec.” Ese ordenamiento, esa confirmación, esa imposición de manos, era
en si un sello permanente y supremo que daba confirmación al aval plenipotenciario y
vitalicio de parte de nuestro eterno Dios. Estos dos versículos hablan del propio Cristo
Jesús; Señor y Salvador nuestro, quien fue en aquellos lejanos tiempos, El mismo pero
con el nombre muy poco conocido y descrito en las Santas Escrituras. Su función como
ya vimos, era otra. Pero El era, porque ha estado personalmente y hecho a nuestra
semejanza (pero sin pecado), en varias ocasiones a través de los tiempos; hiendo al Pa-
dre (a Dios) y venido a este mundo (una de sus infinitas creaciones, porque por El y
para El fue hecho el mundo; “En el mundo estaba, y el mundo por El fue hecho; pero el
mundo no le conoció.” Juan 1:10).

Recapitulando: Cristo Jesús estuvo varias veces en esta tierra y retornado a los cielos,
antes de “su venida principal para morir y resucitar por nosotros”. Esto lo afirma el
propio Jesús de Nazareth, en el Evangelio de San Juan l6: 28 “Salí del Padre, y he
venido al mundo OTRA VEZ DEJO EL MUNDO, y voy al Padre.” “otra vez”, que es
sinónimo de: “una vez más”, “por segunda, tercera, cuarta vez; en fin varias veces.” Si
25

varias veces, en varias ocasiones; para diferentes funciones por medio de la obediencia
hacia su Padre; nuestro Padre celestial, nuestro único Dios.

Adoramos por la eternidad a ese nuestro único Dios porque en una de sus muchas
venidas a esta tierra, de su amado Hijo, y la más importante; fue que en el plan perfecto,
su Hijo Jesucristo, viniera y naciera de una virgen, dejando enseñanza, padeciendo por
nuestras culpas y pecados; fue crucificado; al tercer día resucitó para darnos el perdón
por gracia y vida eterna juntamente con El. Ahora le esperamos en dos venidas
extremadamente importantes: el glorioso Rapto de su fiel Iglesia y su posterior Segunda
Venida, para reinar con El por mil años y luego partir definitivamente al Reino de los
cielos por la eternidad, con Dios.

Por inspiración Divina del Espíritu Santo de Dios al apóstol Saulo de Tarso, venido a
ser llamado Pablo, cuando ya convertido; leemos sobre Melquisedec, en la carta a los
Hebreos capítulo 7 “Porque este Melquisedec, Rey de Salem, Sacerdote del Dios
Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le
bendijo, a quien a si mismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa
(el de Melquisedec), primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem (la
Jerusalén actual), esto es Rey de Paz; sin padre, sin madre (terrenales), sin genealogía;
que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino HECHO SEMEJANTE AL HIJO DE
DIOS, permanece SACERDOTE PARA SIEMPRE. Considerad pues, CUAN
GRANDE ERA ESTE, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.
Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen
mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos,
aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel (Melquisedec),
cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo
al que tenia las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el
MAYOR. Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, UNO
DE QUIEN SE DA TESTIMONIO DE QUE VIVE (o sea el Hijo de Dios en la persona
de Malquisedec). Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que
recibe los diezmos; porque aún estaba en los lomos de su padre, cuando Melquisedec le
salió al encuentro.”

A la luz de este maravilloso relato Divino (recuerde que al apóstol Pablo le fueron
reveladas grandes cosas de parte de Dios, así que no dude al respecto), escudriñando a
profundidad, encontramos varias frases, donde se describe al Hijo de Dios en la persona
de Melquisedec, que ahora es nuestro Cristo, nuestro Jesús. Lea y sorpréndase,
escudriñe y medite: “Rey de justicia” “Rey de paz”, el versículo tres es revelador al
máximo, el seis lo confirma y en el versículo siete (v 7), Pablo da una clave:
definitivamente el Hijo de Dios, es por mucho e infinito margen, mayor al patriarca
Abraham.

Más adelante explica el apóstol, siempre bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios;
la infalibilidad del nuevo pacto en Jesús.

Le ruego en el amor de nuestro Señor Jesucristo, que lea cuidadosamente y escudriñe el


pasaje que recién leímos, de Hebreos capítulo siete (7) y vera que maravillosa
revelación tendrá al respecto; pero léalo detenidamente, meditando en quien lo escribió,
bajo la unción e inspiración del Espíritu Santo de Dios.
26

Se aconseja a consultar varias versiones bíblicas, además de un diccionario bíblico. Pero


ante todo pídale dirección a Dios en oración.

Melquisedec: en el idioma hebreo; sedec significa: mi Rey; así como relata el pasaje de
la carta a Hebreos 7: 2.

Recordamos al gran siervo de Dios, al gran rey de Israel; el rey David. Este majestuoso
rey que aproximadamente mil años antes del nacimiento de Cristo Jesús; conquistó la
bella y eterna Jerusalén; por lo tanto fue heredero de la dinastía de reyes-sacerdotes
iniciada por Melquisedec; llegando ese linaje hasta José, el padre terrenal y adoptivo de
Jesús; porque de Jesús en adelante, El inicia la nueva dinastía de reyes sacerdotes;
siendo estos nosotros ya según el orden Supremo y eternal por medio de la Gracia en
Cristo Jesús. Estamos en la actualidad siendo gobernados, transformados en súbditos
del REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES; CRISTO JESUS.

Una dinastía nacida entonces en el Rey Melquisedec; el Hijo del Dios Altísimo; que
según se detalla en el primer libro de la Torah de Moisés; es decir en Génesis, en el cual
se concluye que el sacerdocio de Melquisedec es viviente o eterno; por lo tanto es el
mismo Hijo de Dios, en ese entonces en la persona de Melquisedec; ese sacerdocio es
superior al de Aarón y el Levítico; también a los sucesores de estos; porque estos eran y
son mortales.

Las Santas Escrituras lo mencionan muy poco, casi nada; la tradición Judía lo menciona
mucho más viendo en los textos del Qumrán, específicamente un texto fragmentario de
la cueva 11 de Qumrán; este considera a Melquisedec como el Juez nombrado
Divinamente en la corte celestial e interpreta el Salmo 7: 7- 17 “Te rodeará
congregación de pueblos, y sobre ella vuélvete a sentar en alto. Jehová juzgará a los
pueblos; júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia, y conforme a mi integridad.
Fenezca ahora la mal-dad de los inicuos, más establece Tú al justo; porque el Dios justo
prueba la mente y el corazón. Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón.
Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días. Si no se arrepiente,
El afilará su espada; armado tiene ya su arco, y lo ha preparado. Asimismo ha preparado
armas de muerte, y ah labrado saetas ardientes. He aquí, el impío concibió maldad, se
preñó de iniquidad, y dio a luz engaño. Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo
que hizo caerá. Su iniquidad caerá sobre su cabeza, y su agravio caerá sobre su propia
coronilla. Alabaré a Jehová conforme a su justicia, y cantaré al nombre de Jehová el
Altísimo.”

Al Salmo 82 especialmente el versículo 8 “Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú


heredarás todas las naciones.” Como decíamos estos textos antiquísimos del pueblo
Hebreo, interpretan a estos Salmos, en este sentido, o sea que el nombramiento Divino
de Melquisedec fue para juzgar con justicia celestial al pecador y el error cometido,
además de ordenar como ya vimos, a reyes y sacerdotes, para siempre según el “orden
de Melquisedec”.

Alabamos y Glorificamos a nuestro único y SOBERANO JEHOVA DIOS; soberano, si


porque si a El le plació enviar a su amado y Santo Hijo, nuestro Señor y Salvador las ve
ces que El dispuso, a través de los tiempos, fue obra de su total y absoluta soberanía. Pe
ro lo importante que en una de sus venidas anteriores, para nosotros vino a cumplir la
abolición del pecado a través de su muerte en la cruz, dándonos vida eterna por Gracia
27

(es repetitiva esta frase, pero así debe ser para su Gloria por siempre). Por lo tanto, el
Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, no es esotérico ni asceta; en él, Jesucristo
es proclamado como: Profeta, Señor, Salvador, Sacerdote y Rey davídico, en una sola
persona.

Nuestro redentor Cristo Jesús, murió violentamente (a diferencia de cualquier otro líder
de sectas y religiones),y RESUCITÓ (una grandísima diferencia con cualquier profeta o
líder de los religiosos o sectarios), por eso, no nos cansaremos de escribir y vociferar
que RESUCITÓ DE UNA MANERA SALVÍFICA, ¡¡Gloria a DIOS por la eternidad!!

En esto estamos claros: que según el orden de Melquisedec, se inició la dinastía de re-
yes y sacerdotes; hasta José, el padre no biológico de Jesús el niño; desde el inicio de
su ministerio, Cristo Jesús, ya de treinta (30) años, es decir somos nosotros los que
creemos en Jesús como el Cristo (que significa Mesías), enviado por Jehová Dios, para
salvación de nuestras almas e inmortales en espíritu para vida eterna juntamente con El.

En resumen; la salvación de nuestras almas, por medio de la Divina gracia en la Persona


de Jesucristo, es el núcleo del porque del existir y persistir en estos caminos; tanto del
que lee y lo comparte con el que, en su muy limitada sabiduría, lo escribe.

Hemos visto bíblicamente, de este plan de Dios, al enviar a su Hijo Unigénito, en la


persona de Melquisedec, para juzgar y regir, sobre el patriarca Abraham, sobre los reyes
y sacerdotes; a causa de la maldad de los hombres, en aquellos tiempos, por
circunstancias ya estudiadas, pero no con esto decirle que Melquisedec, es otro Hijo de
Dios, NO, en lo más explicativo que pueda ser; no. Jesús, como le conocemos a partir
de su naci-miento, hace más de dos mil años; siempre ha existido juntamente con Dios
Padre, El, (Jesús, como) Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, un Dios Trino y Unipersonal.
La Biblia dice al respecto: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios. Este (Jesús, su Hijo) era en el principio con Dios.” Juan 1: 1 y 2.

Dios es Espíritu, pero El quiso siempre tener un contacto directo con la raza humana;
entonces se hizo carne por medio de su Hijo, es decir el real verbo de Dios, lo que es lo
mismo a la acción de Dios, “Y aquel Verbo (el Hijo Unigénito de Dios), fue hecho
carne (nació un niño, el cual fue Jesús), y habitó entre nosotros y vimos su Gloria,
Gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” Juan 1: 14.

Este verbo de Dios, ahora en la Persona de Jesús, el Mesías, fue y es el Cordero de Dios
que vino a abolir la ley y sus 613 preceptos, en la Torah; entre estos, dejó sin efecto los
sacrificios de animales, especialmente corderitos, para pedir perdón por los pecados del
pueblo ante Jehová Dios; siendo enviado una vez más por los suyos, los de su pueblo,
pero: “A los suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Juan 1: 11. Enviado a nosotros los
gentiles también: “que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y
co- partícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” Efesios 3: 6 al
aceptarlo como Salvador, decimos juntamente con Juan el bautista: “He aquí el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo” Juan 1: 29b. Transformándonos por lo tanto
en bienaventurados (tres veces dichosos) porque: “Más a todos los que le recibieron, a
los que creen en su Nombre (definitivamente yo, espero que Usted también, diga un
gran Amén, si es así), les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Juan 1: 12, 13.
28

Creo, entonces que en la gran misericordia de Dios (Shadday), El dio en sus


oportunidades a su Hijo Unigénito a conocer a nuestra semejanza, a nosotros su obra
maestra de la creación, para regir, redimir, interceder y auxiliarnos ante Dios. “A Dios
nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, El le ha dado a
conocer.” San Juan 1: 18.

El Hijo de Dios, siempre fue, llegando entonces a la conclusión de que: JESUCRISTO


ES EL MISMO DE AYER, DE HOY Y POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. A EL (Dios
el Padre, Jesucristo el Hijo y al Espíritu Santo de Dios) SEA TODA LA GLORIA EL
IMPERIO, EL HONOR Y LA HONRA, POR SIEMPRE Y PARA SIEMPRE.

Otra de las Teofanías, es decir: una manifestación de Dios en forma visible y corpórea
que es lo mismo a Dios hecho carne, por medio de su Hijo, fue aquel Varón de Dios con
el cual luchó (podría traducirse como cuando uno ora y pide el cumplimiento de las pro-
mesas escritas Divinamente), Jacob; según dice de ello así: “Así quedó Jacob solo; y
luchó con él un Varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el Varón vio que no podía con
él, toco en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras
con él luchaba. Y dijo: déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: no te dejaré,
si no me bendices (un claro paralelismo con la cita del Nuevo Testamento de que
debemos pedir y se nos dará, tocar y se nos abrirá; esto en oración a Dios en el Nombre
de Jesús, exclusivamente), Y el Varón le dijo: ¿cuál es tu nombre? Y él respondió:
Jacob. Y el Varón le dijo: no se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel (lo cual significa:
el que lucha juntamente con Dios, o Dios lucha), porque has luchado con Dios y con los
hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: declárame ahora tu nombre.
Y el Varón respondió: ¿Porqué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó
Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel (esto significa: el Rostro de Dios) porque dijo: vi
a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.” Génesis 32: 24-30.

Deduzco por revelación y resultado del escudriñar, que este varón que lucho juntamente
con Jacob, era el Hijo de Dios, echo carne, ya que en primer lugar, Jacob sabía a quien
le pedía bendición, luchando desesperadamente por conseguirla, segundo; este varón de
Dios, tenía la suprema autoridad para cambiar su nombre, de Jacob a Israel, que a la
postre vendría a ser el pueblo Santo de Dios, la gloriosa Nación de Israel y tercero, dice
Jacob o sea Israel “Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.” (v. 30b), sabemos
clara-mente que Jehová Dios el Padre, es Espíritu y nadie le ha visto, “A Dios nadie le
vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre , El le ha dado a conocer.”
Juan 1: l8. Jesús es el Verbo de Dios, la acción de Dios; “Y aquel Verbo fue hecho
carne y ha-bitó entre nosotros…” Juan 1: 14 a. más claro aun se explica en 1ª. Juan 5: 6
y 7 “Este es Jesucristo, que vino mediante agua (su bautismo) y Sangre (el sacrificio en
la cruz), no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el
que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan
testimonio en el cielo: el Padre (Dios), el Verbo (Jesús) y el Espíritu Santo; y estos tres
son uno.”

En el libro del Apocalipsis, se habla claramente de Jesús cuando el venga una vez más
a esta tierra con poder y gloria, detallando específicamente su Nombre, sobre todo
nombre “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre (la sangre que nos limpia de todo
peca-do), y su Nombre es: EL VERBO DE DIOS.” Apocalipsis 19: 13.
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El Ángel de Jehová.

Doscientas trece (213) veces aparece escrito en el Antiguo Testamento en hebreo la


palabra “mal’ak”, cincuenta y ocho (58) componen la expresión “mal’ak YHVH” que
sig-nifica “Ángel de Jehová” y otras once (11) “mal’ak ha-elohim” que es “Ángel de
Dios”

Quiero hacer un paréntesis y explicar lo referente al Santo Nombre de Dios, que a causa
de lo extremadamente Sacro, según las citas de Éxodo 20: 7 “No tomarás el Nombre de
Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre
en vano.” Además de Levítico 24: 11-16 “Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el
Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y la madre se llamaba Selomit, hija
de Dibri, de la tribu de Dan. Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese declarado por
palabra de Jehová. Y Jehová hablo a Moisés, diciendo: saca al blasfemo fuera del
campamento, y todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y ape-
dréelo toda la congregación. Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: cualquiera que
maldijere a su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el Nombre de Jehová, ha
de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si
blasfemare el Nombre que muera.” El Nombre, si su Santo Nombre y por eso
dispusieron dar un nombre in-pronunciable con las consonantes YHVH, más adelante
con las vocales incorporadas en el texto masorético de una palabra distinta, para
referirse a Dios con el especifico nombre de Adonai (mi Amo, mi Señor, del verbo
Adown), se formo el Santo nombre con el que le conocemos ahora y el cual es el
nombre propio de nuestro Dios; así: YAVHE en Hebreo, lo que es Jehová en nuestro
idioma, o por ejemplo; en in-glés: Yahova.

Es por eso la frase, entre otras de “mal’ak YHVH”, el Ángel de Jehová; el cual es un ser
Supremo que actuó como mensajero o representante de Jehová, como la relación entre
un Soberano (Dios, el Padre) y su Embajador (el Hijo de Dios) “Respondió el Ángel de
Jehová y dijo: oh Jehová de los ejércitos ¿hasta cuando no tendrás piedad de Jerusalén,
y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años?
Y Jehová respondió buenas palabras, palabras consoladoras, al Ángel que hablaba con
migo. Y me dijo el ángel que hablaba con migo: clama diciendo: así a dicho Jehová de
los ejércitos: celé con gran celo a Jerusalén y a Sión y estoy muy airado contra las
naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos
agravaron el mal. Por tanto así a dicho Jehová: Yo me he vuelto a Jerusalén con
misericordia; en ella será edificada mi casa, dice Jehová de los ejércitos, y la plomada
será tendida sobre Jerusalén. Clama aun, diciendo: así dice Jehová de los ejércitos: aún
rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sión, y
escogerá todavía a Jerusalén.” Zacarías 1: 12-17 Estaba el Hijo de Dios, denominado
como el Ángel de Jehová (mal’ak YHVH), intercediendo; siendo mensajero y
embajador de Dios, a su pueblo, por medio del profeta Zacarías.

Leemos que intercede en esta comisión el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús, como le
conocemos y adoramos, por la maldad y pecados de las naciones, cuando leemos en el
verso 15 “Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando
Yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal” después muestra su misericordia;
prometiendo bendiciones hacia estas gentes. Leemos que cuando el Ángel de Jehová le
pedía clemencia, por los setenta años que estas ciudades habían estado siendo castigadas
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por Dios, Él buen Padre, accede con muy buenas palabras, pues nada menos que su
Amado Hijo se lo pedía.

En otros casos este Divino Ángel de Dios, se identifica como Dios mismo, por favor lea
en este momento en su Biblia en el libro de Jueces capítulo 13 (léalo ahora para no
perder el hilo de este asunto), donde se narra el nacimiento de Sansón y verá que aquel
Án-gel de Dios que se les apareció a los padres de Sansón, era Dios hecho carne, por
medio de su Amado Hijo Unigénito (recuerde que Dios el Padre es espíritu y a El nadie
le ha visto jamás). Que revelación se nos da en los versículos 17 y 18 de este capítulo
13 de Jueces: “Entonces dijo Manoa al Ángel de Jehová: ¿cuál es tu Nombre, para que
cuando se cumpla tu palabra, te honremos? Y el Ángel de Jehová respondió: ¿porqué
preguntas por mi Nombre que es Admirable?” En primer lugar, Manoa, el padre de
Sansón, actuó igual a Jacob, preguntando por su Nombre, y en segunda razón; el Varón
de Dios, le di-ce que su Nombre es Admirable, un apelativo que se aplica a Jesucristo,
Señor nuestro.

La certeza del padre de Sansón era tal, porque así lo ha de haber percibido y discernido
que había visto a Dios ya que exclamó: “Y dijo Manoa a su mujer: ciertamente
moriremos, porque a Dios hemos visto” Verso 22. sin saber que, si, por supuesto habían
visto a Dios, en la persona de su Santo Hijo, el Verbo de Dios.

En el libro de Jueces, se nos narra que: “El Ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim,
y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a
vuestros padres, diciendo: no invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que
vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de
derribar; más vosotros no habéis atendido mi voz. ¿Porqué habéis hecho esto? Por tanto
Yo también digo: no los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para
vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero. Cuando el Ángel de Jehová habló
estas palabras a todos los hijos de Israel, el pueblo alzó su voz y lloró. Y llamaron el
nombre de aquel lugar Boaquim (que significa: los que lloran) y ofrecieron allí
sacrificios a Jehová.” 2:1-5

Concluimos que estas son verdaderas Teofanías, que como ya dije; es una manifestación
de Dios en forma visible y corpórea.

Esta debe ser definitivamente una de las Personas de la Divina Trinidad, sabemos que
Jehová Dios es Espíritu y por ende su Santo Espíritu también, entonces su forma visible
y corpórea a nuestra semejanza, es la Divina Persona de su amado Hijo, el cual
conocemos como El Mesías, Jesús de Nazareth.

En esos espacios de tiempos y edades, con diferentes nombres, pero el mismo, el


Glorioso, el Consejero, ADMIRABLE, Príncipe de paz, Rey de Justicia, Señor de
señores, Rey de reyes, Emanuel, Bendito por los siglos de los siglos, por toda la
eternidad. La única esperanza para la humanidad perdida en delitos y pecados, siendo
Jesús el único Camino al Padre; “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida;
nadie viene al Padre sino por Mi, Si me conocéis, también a mi Padre conoceríais; y
desde ahora le conocéis, y le habéis visto.” Juan 14: 6 y 7.

Estas manifestaciones de Dios, en la Persona de su Hijo, podrían haber sido muchas


más, en la antigüedad, pero como ya dijimos hasta la saciedad, que la más importante
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para nosotros en esta etapa de vida de la humanidad, fue en la venida del Mesías
prometido por Dios, a través de uno de los grandes profetas, Isaías, cuando dijo:
“Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se
llamará su nombre ADMIRABLE, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de
paz.” Isaías 9: 6 complementándose con: “porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El crea, no se pierda, más
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por El. El que en El cree, no es condenado; pero el
que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del Unigénito
Hijo de Dios.” Juan 3: 16- 18.

Sueño en que nuestros Países latinoamericanos sean para Jesús y crean verdaderamente
en El, al igual que los samaritanos, que con verle y oírle creyeron, a pesar de ser de un
pueblo no amistoso con los judíos; “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad
creyeron en El por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: me dijo todo lo
que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a El y le rogaron que se quedase con
ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de El, y decían a
la mujer: ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y
sabemos que verdaderamente éste (Jesús) es el Salvador del mundo, el Cristo.” San Juan
4: 39-42 , soñémoslo y oremos al respecto.

Un solo intercesor entre Dios y nosotros la raza humana, Jesús es nuestro verdadero y
siempre fue desde la eternidad (que no tiene principio ni fin), el único mediador.

El Nuevo Pacto, entre Dios y nosotros fue hecho con la mediación e intercesión del
buen Pastor, y el buen pastor, su vida da por sus ovejas (Salmo 23), entonces veamos lo
que San Pablo nos dice al respecto: “Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.

Los otros sacerdotes (que ordenó el mismo Hijo de Dios en aquellos lejanos tiempos),
llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; más éste, por
cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede
también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos. “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: Santo, inocente, sin
mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; porque no tiene
necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por
sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para sien-
pre, ofreciéndose así mismo. Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles
hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo (o sea a Jesús), hecho
perfecto para siempre.” Hebreos 7: 22-28

El mensaje anterior de Pablo, se explica por si solo, referente al trabajo en la ley, que
ejerció el Hijo del Dios Altísimo, bajo el nombre de Melquisedec; y el posterior a la ley,
o sea bajo el Nuevo Pacto; el mismo Hijo de Dios, ahora y para siempre en la persona
de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Ante la necedad y corrupción de la raza humana, era primordial la salvación de esta, a


causa de la perdición en que se encuentra nuestra decadente condición.

Hacemos eco al lamento una vez más del siervo de Dios, el rey David, cuando exclama,
bajo la inspiración del Espíritu Santo: “Dice el necio en su corazón: no hay Dios. Se han
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corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien. Jehová miró desde los
cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a
Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay
ni siquiera uno. ¿no tienen discernimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a
mi pueblo, como si comiesen pan, y a Jehová no invocan? Ellos temblaron de espanto;
porque Dios está con la generación de los justos. Del consejo del pobre se han burlado,
pero Jehová es su esperanza. ¡Oh, que de Sión saliera la salvación de Israel! Cuando
Jehová hiciere volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob, y se alegrará Israel.”
Salmo 14.

Vio David la descomposición del hombre en su ser hacía su Creador, y se lamenta; pero
al final de este pasaje, vemos un anhelo maravilloso, que se hace una metamorfosis
hacia una profecía, porque al igual que se anuncia en Isaías 9: 6, sabemos del Nuevo
pacto en la persona de Jesús, porque apremiaba, la salvación a nuestra alma pecaminosa,
ya que “cada uno se había vuelto atrás; todos se habían corrompido; no hay quien haga
lo bueno, no hay ni aun uno.” Salmo 53: 3. Por todos los que nos desviamos y perdimos
a causa de obedecer al engañador, fue la culminación del plan perfecto de la salvación;
dice Jesús cuando le habla a Zaqueo, diciéndonoslo también (porque su Palabra
permanece para siempre), “Jesús le dijo: hoy ha venido la salvación a esta casa; por
cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino ha buscar y a
salvar lo que se había perdido.” Lucas 19: 9 y 10

Necesitábamos, de un mediador entre Dios y nosotros, la raza humana, en todos los


tiempos y edades que han transcurrido desde la caída en pecado de Caín, siendo Dios en
lo infinito de su misericordia, piadoso con todos y dando las oportunidades respectivas,
por medio del único mediador, su Amado Hijo; “Porque hay un solo Dios, y un solo
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre.” 1ª. Timoteo 2: 5, estas
oportunidades de ayuda y salvación, acompañaron a la humanidad a lo largo de su
existencia pecaminosa.

Estamos sabidos de que tenemos un único Dios Soberano; el dispuso ser fiel y multi-
misericordioso con todos, dándole la autoridad a su Amado Hijo, para trasladarse a esta
tierra a mediar por nosotros; “Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5: 8 aún más: “¿Quién es el
que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” Romanos 8: 34

Jesucristo, el mediador; es cuando se acentúa la Santidad de Dios y nuestra


pecaminosidad, para: expiación de pecados, propiciación de la Justicia Divina y
reconciliación de las dos partes.

Esto expresado en los sagrados escritos del Nuevo Testamento, ampliamente. En los
evangelios sinópticos; a nuestro Bendito intercesor y mediador, se le presenta como el
Hijo de Dios por excelencia, único revelador del Padre; “Todas las cosas me fueron
entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce
alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.” Mateo 11: 27

La Divina Persona del Hijo de Dios, es desde la eternidad y por la infinita eternidad,
partiendo de esa premisa, El ha venido siendo el mediador aun desde la eternidad;
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“Todas las cosas por El fueron hechas, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho.” Juan 1: 3.

Su eterna mediación se ha manifestado inclusive en la creación de todas las cosas y a


causa de eso; nosotros también: “para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre,
del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para El; y un Señor, Jesucristo, por
medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de El.” 1ª. Corintios 8: 6 ; esto
se hizo especialmente en el establecimiento del Nuevo Pacto; “pero ahora tanto mejor
ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores
promesas.” Hebreos 8: 6; viniendo esto a confirmar que su sacrificio expiatorio es más
que perfecto, expresado en la inspiración del Espíritu Santo de Dios, al apóstol Pablo,
cuando nos narra lo siguiente: “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los
bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es
decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su
propia Sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas
de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuan-
o más la SANGRE DE CRISTO, el cual MEDIANTE EL ESPIRITU ETERNO se
ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas
para que sirváis al Dios vivo?. Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para
que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer
pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Hebreos 9: 11-15

Humanidad la nuestra; necesitados de un intercesor, mediador y salvador; ¡¡Gloria a


Dios por siempre!! ¡¡gracias Yavhé, por Yeshua!!

CAPITULO V

DE LA INOCENCIA A LA INDECENCIA.

Según el diccionario ilustrado de la Biblia; pecado es: aquel poder misterioso primordial
que se opone por naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre, así como
también todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo.

Falta, iniquidad, rebelión, injusticia y deuda, son palabras muy relacionadas con la
expresión; pecado; estas acciones, muy relacionadas con nosotros los adultos
especialmente. Aunque acotamos que a cierta edad, ya la maldad en alguna escala se
deja vislumbrar en niños que oscilan edades tempranas, como de 7 años en adelante.

Al nacer como ya estudiamos; estamos exentos de culpa; los bebes son remansos de la
más pura inocencia, diría y por observación, amén de conocimiento de todos; que hasta
cierta edad, quizá y básicamente en la forma de ser educados y ejemplificados estos
pequeñines, por sus padres, tutores u otros; son seres libres de todo pecado o acciones
cobijadas al amparo del resultante de las palabras sinónimas del pecado, (arriba
descritas).

Que iniquidad podría tener un bebe recién nacido y crecido por ejemplo hasta los seis o
siete años, según el caso; si esta acción: iniquidad es en su raíz, una voz hebrea cuyo
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matiz particular tiende a subrayar la culpabilidad personal. Esta, la iniquidad siempre es


producto de una determinación voluntaria tomada en contra de las normas que ha
establecido el Divino Creador, Dios nuestro; por lo cual implica culpabilidad, además
de ser el oculto y tenebroso poder espiritual activamente opuesto a Dios.

Lo mismo aplica a las otras palabras, ya escritas, relacionadas a pecado; las cuales no
encajan con los actos personales de un recién nacido, bebe y niño de pequeña edad.

A lo anteriormente escrito; cabe preguntarnos entonces ¿Por qué nos hemos


transformado, de inocentes a proscritos pecadores, a partir del avance en nuestra edad?

Nos transformamos en pecadorizos; lo cual es lo dicho de una persona: propensa a pe-


car.

Pasamos de ser angelicales a; en muchísimos casos, en seres malignos; seguidores y


actores de toda una amplia gama de pecados……… ¿cómo y por qué?

El como……………

Definitivamente el ejemplo a nuestra conducta a seguir estaría en el hogar, pero ¿que de


aquellos que no poseen o habitan, ni en una casa, mucho menos tendrían un hogar?

El papel de ser padres, especialmente es fundamental; ya que somos los responsables


ante Dios por la forma de cuidar, educar y un sinfín de tareas que serán importantes en
el crecimiento de nuestros pequeños hijos. Su desarrollo emocional, por ejemplo; el
vínculo consiste en una unión psicológica entre el niño y la persona que le cuida.

Esa bellísima etapa de la infancia, que es el período que comprende desde el momento
del nacimiento, hasta los doce (12) años. En este período va a depender la evolución
posterior en el infante, el cual absorbe como una esponja (¡¡y vaya que literalmente!!)
todo lo que a su alrededor se produce, bajo cualquier circunstancia.

Estamos conscientes que de ellos es el Reino de los cielos, ya lo dijo Jesús: “Entonces le
fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los
discípulos les reprendieron. Pero Jesús dijo: dejad a los niños venir a mi, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el Reino de los cielos. Y habiendo puesto sobre ellos las
manos, se fue de allí.” Mateo 19: 13-15 A causa de esa declaración, son seres muy
especiales y dignos de todo cuidado, siendo sus derechos inviolables (se sobre entiende,
pero en la practica, se deja mucho que desear, de parte de los adultos).

El infante va conociendo el pecado, en nosotros los adultos; cuando les mandamos a


decir al que toca a nuestra puerta, que nos estamos bañando, que no estamos en casa,
que aquí, que allá; en resumen una cátedra de mentiras y falsedades, que llevan a este
pequeño niño a aprender de una manera fácil y directa. Esto como un pequeño ejemplo,
pero ve, entiende y aprende, cuando en casa, se comete un amplio surtido de pecados,
desde la desobediencia hasta los grandes insultos entre papá y mamá por culpa del
adulterio de alguno de los dos, pasando por la amplia autopista llena de pecados y
maldad, dejando corta la lista de Gálatas capítulo cinco.
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Científicamente se han hecho experimentos a niños de tres a cuatro años, en donde se


les lleva a un cuarto con una mesita y una pequeña silla, la cual ponen al infante sentado
dándole la espalda a lo que cubren en la pequeña mesa, en la cual esta un tren y su pista
que el adulto tutor, destapa y enciende el trencito, diciéndole al niño que saldrá por un
minuto a hacer una actividad, pero le deja dicho seriamente que no voltee a ver lo que
está a sus espaldas. Se ve por una cámara oculta que al pasar unos segundos, el niño
voltea, guiado por el ruido del juguete y movido por la curiosidad, a pesar de la
advertencia del adulto tutor. Cuando el experimentador regresa, le pregunta si ha visto
lo que estaba en la mesa, a lo que el niño (y fue el 100% de los participantes dijeron), le
responde que no, que no voltio, que no supo que había allí. Posteriormente se les
pregunta con todo el cuidado respectivo; ¿Por qué mintieron?. Sorprendentemente, las
respuestas fue- ron; porque la presión ejercida a causa de la prohibición del adulto, los
condujo a mentir y engañar, para no meterse en problemas.

Esta es una teoría científica muy valedera, pero lo que nos lleva a cuidarnos de los
castigos de los adultos es precisamente: primero; el ejemplo que vimos (de pequeños)
en el mismo patrón de defensa en los adultos para evitar (supuestamente) problemas, al
negar nuestra presencia, por ejemplo, cuando llegan a requerir algún pago o
compromiso. Segundo; la presión que ejercemos sobre los más débiles, so pena de
castigos.

La mentira es el resultante de la desobediencia y esta (la mentira) es la matriz de un sin


fin de pecados. No permitamos que nuestros pequeños aprendan y se desarrollen en el
nefasto pecado de la mentira, porque con solo leer lo que Jesús dijo: “vosotros sois de
vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuan-
do habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” Evangelio
de San Juan 8: 44, al saber de esto; no quisiéramos jamás tener semejante padre,
absolutamente no.

Nuestra es la culpa de la metamorfosis que se realiza en los pequeños seres que están
bajo nuestra responsabilidad, una tarea que se va distorsionando con el mal ejemplo que
reciben de nuestra parte.

Existen muchos padres que tratan de dar el mejor de los ejemplos; con amor, disciplina
y buenas costumbres, amén de ser fieles seguidores de las sanas doctrinas que dejó
nuestro Señor Jesucristo, asistiendo regularmente a su Iglesia, en excelente mancuerna
con sus obligaciones como trabajadores y ciudadanos. Pero dejando que las malas
influencias que se enseñan en nuestros aparatos de televisión, tomen el nefasto control.

Es angustiante estar esclavizados a la televisión por cable, al Internet, a la televisión


publica, la música, el cine, revistas y demás tentáculos de las telecomunicaciones; que
son una de las más letales armas del enemigo de nuestras almas.

Sin una supervisión, quizá a nivel militar (la cual sería tediosa y hasta penada por las
leyes en nuestros Países), los medios modernos citados en el párrafo anterior, se
convierten en el malévolo guía y maestro de nuestros pequeños, que al ir creciendo bajo
estas influencias, son una de las causas principales de pasar de la inocencia a la
indecencia y posterior decadencia de nuestra humanidad.
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No quisiera entrar en detalle, pero estas armas son letales para despertar la maldad en la
preciada inocencia de los niños.

La amplia opción pecaminosa, que ha estado progresado a nuestro alcance para


desarrollar el pecado en nuestro ser, es un paralelismo; del árbol del bien y del mal, que
se narra en el Génesis. Está en nuestro ser la conducta pecaminosa; ya lo decía el
profeta Jeremías: “¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para
que de-jase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros,
congregación de prevaricadores. Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco,
y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me
han desconocido, dice Jehová. Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún
hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo hermano
anda calumniando. Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad;
acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente. Su
morada esta en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice
Jehová.” Jeremías 9: 2-6.

Esta pecaminosa conducta que reprochaba el Dios Eterno a su pueblo, por medio del pro
feta; es la conducta que lamentablemente enseñamos a nuestros niños y es por eso que
al saber y ver, entienden y al tener la ley, se revelan haciendo lo prohibido; ya que ven y
entienden que los adultos hacen lo que las reglas limitan.

A esto se refería el apóstol Pablo en el pasaje de Romanos 7, específicamente en el ver-


so siete.

Los niños menores de doce años, ven y entienden nuestra manera de proceder en todos
los aspectos. Por consecuencia; cuando se establecen leyes y reglas, las romperán, para
incursionar en lo que está prohibido, descodificando lo codificado.

Para paliar en parte, esta problemática futura en nuestros pequeños hijos, debemos
aplicar el consejo del sabio Salomón cuando cita en Proverbios 22: 6 “Instruye al niño
en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él.” No es mi intención ser
pesimista al respecto de que estas criaturas, de cualquier manera pecarán, aunque nos
esforcemos al máximo, dando el mejor de los ejemplos en casa, les demos la mejor
educación en el más excelente de los colegios, buena instrucción bíblica y permanente
asistencia a la iglesia, etc. etc. Seré muy realista al respecto; lamentablemente; tarde o
temprano y a cierta edad, ellos pecarán. Porque todos hemos pecado: “si decimos que no
tenemos pe- cado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El
mentiroso, y su Palabra no está en nosotros.” 1ª. Juan 1: 8-10

Es por eso que como dice Salomón (inspirado por el Espíritu Santo de Dios), que
instruyendo a los niños, en su crecimiento, haremos de ellos,( con el apoyo fundamental
de Dios), unas personas mucho mejores, pero aclaro; no exentas de pecado alguno.
Claro estarán advertidos y no caerán en graves pecados. Pero como dice la cita de 1ª. de
Juan, que no podemos jactarnos de no haber pecado nunca, ya que estaríamos
cometiendo pecado de mentira y lo más grave; dice el apóstol Juan: “le hacemos a El
mentiroso”.
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Estamos analizando el como nos transformamos de infantes inocentes y libres de


pecado a adolescentes, jóvenes y adultos; llenos de culpa, iniquidad, maldad, malicia,
ofensa, prevaricación, errores y transgresión, que son sinónimos del pecado.

Nuestro Señor Jesucristo tubo mucho contacto con pequeños niños, porque sabía que en
su corta edad, ellos son puros e inocentes de pecado, los ponía como ejemplo de pureza
y mayordomía: “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿quién es el
mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
y dijo: de cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor
en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a
mi me recibe.” San Mateo 18: 1-5 ¡Que enseñanza! Vemos, en primer lugar el
reconocimiento del Maestro, de la libertad de todo pecado en estos pequeñitos, en
segundo lugar la sentencia de que si no buscamos con humildad (como los niños lo
hacen cuando se han portado mal; piden disculpas y perdón a sus padres), y venimos
suplicando el perdón a nuestro Dios, por medio de Jesús, no seremos salvos, para vida
eterna y en tercer punto, la importancia de cuidar e instruir a nuestros hijos en el camino
del bien.

Puntualiza Jesús la importancia de los niños en su reino celestial (Marcos 10:14; Lucas
18: 16; Marcos 10: 15 y Lucas l8: 17)

El apóstol Pablo nos dice juntamente con la gente de Corinto: “Hermanos, no seáis
niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de
pensar.” 1ª. Corintios 14: 20; aquí el apóstol nos ilustra la manera como piensan los
niños; sin maldad, sin malicia, sin pecado. Pero el asunto que nos ocupa es “el como”
van dejando esa maravillosa manera de pensar, ( “sino sed niños en la malicia” ) ya he
escrito hasta el cansancio, que conforme van creciendo, se van dando cuenta del mundo
lleno de pecado y maldad que los rodea. Entonces “el como” se respondería así: en
primer termino, van siguiendo el patrón de ejemplos y enseñanza que se les imparten en
el hogar principalmente y luego en sus aulas, juntamente con lo que ven y asimilan
tanto de sus maestros y amigos. Segundo; los medios de telecomunicación son parte
fundamental en su crecimiento, tercero; el reto de romper las reglas, conduce a cometer
errores y cuarto; a causa de los tres puntos anteriores, la maldad imperante en este
mundo, es el camino ancho que lleva al pecado y sus consecuencias.

A la luz de los cuatro puntos anteriormente escritos, analicemos “el porqué”

Primero: porque si nos portamos mal en casa y fuera de ella; llevando una serie de
errores y problemas, que descorchamos delante de nuestros hijos, ellos, al igual que
nosotros sin desearlo lo beberemos juntamente (hablo en sentido figurado) y
terminaremos impartiéndoles la más absoluta de las enseñanzas del mal, que al ir
creciendo la pondrán en practica e inmiscuirán a sus hermanitos y amigos; también
estos amigos, traerán lo que aprendieron en sus respectivos hogares.

Segundo: cuando me refiero a los medios de telecomunicación, estoy hablando de la


televisión, la radio, la Internet, el cine, revistas, etcétera y etcétera. Todos sabemos la
clase de enseñanza maligna que se difunde por estos medios.
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La infaltable televisión es tan letal como un arma de fuego, si no la sabemos utilizar.


Por ejemplo para los niños; un 85% de las caricaturas, son malignas en sus escenas y
personajes. También ya muchas pequeñas niñas juntamente con sus hermanas mayores
y madres, se sientan a ver y mal aprender lo que muestran en las nefastas telenovelas
(para mayor detalle y advertencia; le ruego adquirir mis pequeños libros: Las telarañas
del mal y El mundo atrayente de las telenovelas).

De la gran telaraña mundial (www), que es la Internet, ni hablar; pues casi todos
sabemos que aparte de la buena enseñanza, también existe una gama infinita de maldad;
ya no digamos de las letras de la música secular; satánica y de doble sentido,
acompañada de videos pornográficos y a todas luces blasfemos, no solo a Dios, sino
también a los padres de familia, la patria y sociedad; que decir del Cine y su violencia
ilimitada (al igual que en la televisión), pornografía, falsos héroes además de maldad al
por mayor.

Los videojuegos son peligrosos en gran medida, ya que les dejan a ellos; los
dominantes del juego disponer a su antojo el dominio y culminación del mismo; los
cuales en su gran mayoría son juegos violentos y satánicos. Proveámosles los
educativos o deportivos que son los de menor peligro. Lo mismo en los medios
escritos.

Todo esto es material de enseñanza para los niños, siendo uno de los porque se van
transformando de inocentes a indecentes. Me duele en el corazón expresarlo, porque soy
padre de cinco bellas niñas y un hermoso niño. Juntamente con Erika Roxana, quien es
mi esposa, hemos tratado de guiarlos por los caminos del Santo Evangelio de nuestro
Señor y Salvador Cristo Jesús, siguiendo sus enseñanzas e instrucciones, para aplicarlas
tanto en nuestras vidas, como en las de ellos; que son el tesoro más preciado para
nosotros.

Viendo y comprendiendo los cambios en sus vidas a causa del crecimiento de cada uno
de ellos, nos damos cuenta de que aún sabiendo del ejemplo que les damos, tratando al
máximo que sea bueno, aunado a que han nacido bajo la gracia de nuestro buen Dios,
estando en todo tiempo en la Iglesia, ya que Erika, mi esposa, es pastora de la misma y
este servidor suyo tiene el ministerio de escribir temas amparados en la infalible Palabra
de Dios, mi Biblia, su Biblia. Entonces hemos unido esfuerzos para llevarlos por buenos
caminos, con la ayuda indispensable del Dios altísimo. A pesar de esto, nos hemos ido
enfrentando a vicisitudes en el crecimiento de ellos, al saber de sus inquietudes al
respecto de lo lícito e ilícito. Al igual que ustedes como padres de familia (si es el caso),
tratamos con ferviente oración, de guiarlos y educarlos para el bien, para que estén
siempre en los caminos de Dios haciendo viva la Palabra que dice: “a los que creemos
en El que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por
nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” Romanos 4: 24b y 25.

Tercero: hacer lo prohibido, es lo más apetecible, dicen algunos. Estar al límite entre el
bien y el mal es un riesgo que no quisiéramos volver a experimentar, pero eso a los que
ya hemos vivido las consecuencias del pecado.

Nuestros hijos no saben de ese peligro, si no se les advierte al respecto, irían a


condenación, siendo nuestro deber advertirles a tiempo y fuera de tiempo, haciéndoles
la salvedad de que: “porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es
39

vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 6: 23. Se les advierte, pero la
mayoría, hace caso omiso.

¿Por qué lo hacen? ¿Por qué desobedecen al respecto? Porque rompiendo las reglas van
adquiriendo independencia. Seamos sinceros, nosotros también lo hicimos, claro nos
fue muy mal y en muchos casos, varias personas ya no lo pueden compartir, porque lo
han pagado con su vida; estando ahora seguramente en condenación eterna.

Y en cuarto lugar: la suma de los anteriores puntos descritos; están bajo el abrigo de la
cuarta razón, ya lo vimos con anterioridad en el capítulo uno de este libro; el enemigo
de nuestras almas es el que gobierna este mundo; lo que es la causa principal de tanto
mal.

A causa de esto se nos enseña que: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es Templo del
Espritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Por-que habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” 1ª. Corintios 6: 19 y 20. Se nos indica que
somos morada del Espíritu Santo de Dios, por lo tanto este mundo, esta siendo (por un
periodo) gobernado por satanás y sus huestes; por haber sido expulsado del reino de los
cielos, a causa de su soberbia y rebelión, viniendo a corromper a la humanidad, hasta
nuestros días. Si no me expliqué bien, pues recuerde que Jesús dijo que: “si el mundo os
aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo,
el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes Yo os elegí del mundo,
por eso el mundo os aborrece.” Juan 15: 18, 19.

Es contradictorio, diremos; lo es, afirmo; porque nacemos inocentes y libres de pecado,


a pesar de traer en nuestro ADN las huellas de nuestros pecadores ancestros, crecemos y
abrimos nuestros ojos, viendo los caminos del bien y del mal, en un principio la mayoría
nos hemos inclinado al camino ancho, en algunos casos nos arrepentimos, volviendo a
la senda del bien, siendo lavados y limpiados por la preciosa Sangre de Jesús, estando
bajo la Gracia de Dios, pecamos aún. ¡¡¡Que real vienen a ser las Santas Escrituras!!!
Especialmente las que ya hemos leído del capítulo 51 del Salmo de David y la queja del
apóstol Pablo en Romanos 7: 7-25 Pero a esto tenemos un consuelo supremo cuando
leemos nuevamente: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede
por nosotros.” Romanos 8: 34

Los que somos padres de familia, debemos tener como una de las oraciones más
importantes ante Dios; a nuestros hijos, debiendo pedir en el nombre de Jesús, como ser
bue-nos guías, padres y amigos.

Ellos son nuestras joyas más valiosas, para expresarlo mejor, son las joyas de Jesús, no
habiendo dinero en el mundo que pueda cubrir lo que en verdad valen; son invaluables,
son almas puras, sin rencor, sin envidia, sin malicia. No conocen el rencor. ¿Quien de
nosotros no recuerda alguna escena en que se disgustan por segundos o quizá pocos
minutos con sus amiguitos o hermanitos y al instante ya están jugando como si nada
hubiese sucedido?. Nos dan una cátedra de pureza y lealtad, nos explican con amplia
experiencia lo que le fue inspirado por Dios al apóstol Pablo en la primera carta a los de
Corinto, capítulo trece; ¡la preeminencia del amor! Ellos al igual que Dios, ¡son amor!
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Entrevistando a Melody Joice Esther (nuestra hijita de cuatro años)

Es una dulzura de criatura, es sentir el amor de Dios a nuestro lado (al igual que
nuestros demás hijos), a su corta edad, y por estar involucrada desde el momento de su
concepción (al igual que sus hermanitos), en los caminos de Dios, a asimilado junto a
Yuli, Mary, Jenny, José y Yaqui, (diminutivos de sus primeros nombres, excepto el de
José) lo aprendido de las Sagradas Escrituras.

Hemos visto su inocencia la misma que han tenido sus hermanitos y todos los pequeños
niños menores de siete años del mundo entero, algunos la han ido perdiendo a menor
edad, muchas veces a causa de una sociedad mediática en extremo. No quiero decir con
esto que los niños mayores de siete u ocho años, son todos unos malévolos y grandes
pecadores; en absoluto. Es tarea de recordar lo anotado con anterioridad y meditar.

Le he preguntado, específicamente a Joice, para este libro: ¿Cuándo te peleas o se


sacan la lengua con tu hermanita yaqui (10 años), o alguna de tus amiguitas, que pasa?
¿Por qué al momentito ya están jugando? A lo que ella respondió sin vacilar: no sé, se
me olvida, porque peleamos. Joicy, - le interrogo en seguida, tratando de disimular el
nudo que se me ha hecho en la garganta y desviando la mirada, para que no vea una
posible lágrima asomar – cuando tu mami o yo te decimos que hagas alguna cosa y no
ha- ces caso, ¿Qué sentís? –es porque estoy cansada- respondió con una tierna sonrisa, y
cansada ¿de qué? insisto, - ¡¡¡cansada de jugar!!!-me dice y sale corriendo a seguir su
tarea preferida, o sea jugar y jugar.

La llamé para seguir con la “entrevista”; ¿sabes que es bueno y malo? –si, el bueno es
Diosito y Jesús, el malo es el diablo- lo ha aprendido en su escuela dominical, en casa y
como es una niña tan inteligente (porque a los tres años, ya sabia los números del uno al
veinte y en inglés hasta el diez, las vocales, habladas y escritas, además de muchas
cosas que ha su edad, no son comunes que sepan), sabe y comprende el bien.

Joicy, a veces oís hablar a algunas personas, ya sea en la tele o en la calle, que se gritan
y dicen cosas, ¿Qué piensas de eso? – pues, que eso es malo, que se peleen y en la tele,
el otro día dos señores se pegaron en la cara y uno lloró porque le dolió y tenía sangre, y
yo no hago eso…¿papito puedo ir a jugar un ratito, con la yaqui y Marlen, siiiii, porfis?
Prorrumpió después de su respuesta; le pedí que le haría solo dos preguntas más;
dandome cuenta qué tan difícil es ingresar a su mundo, lleno de amor puro, de juegos,
de libertad, sin estrés, sin presiones, donde abunda la sinceridad, la paciencia, la
inocencia, la ternura, el amor, si mucho más amor, donde no se conoce el rencor, mucho
menos el odio, la competencia, la rivalidad, la insolencia. Un mundo perfecto, en el
cual todos estuvimos por algunos años; un mundo sano dentro de este mundo enfermo.

No estoy capacitado profesionalmente para formularle preguntas de este tipo a niños


menores, mucho menos a mayores de siete años, que van dejando su pureza.

Varias son las noticias, de niños mayores a los diez años que han abusado sexualmente
de sus compañeritas de clase, que han asesinado a sus amiguitos, por tomar el arma que
tan irresponsablemente muchos papas tienen en casa, hemos visto y oído historias de
niños y niñas, que son usados voluntaria o forzosamente, en pandillas. Si no cree esto,
le pido que asista a una hemeroteca; revise los diarios (periódicos), verá que no miento.
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Amado hermano en Cristo Jesús, le pido que ore, en comunión con sus hijos, no importa
la edad que estos tengan; oren, lean la Biblia y dialogue con ellos, que le cuenten sus
problemas y circunstancias de la vida, hablen, enseñen el bien, déjense guiar por el
Espíritu Santo de Dios. Madre, se la mujer virtuosa que elogia Salomón en sus sabios
proverbios; que haga eco en ti la cita de Proverbios 31: 21, 28 y 29 “No tiene temor de
la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Se levantan
sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: muchas mujeres
hicieron el bien; más tu sobrepasas a todas.”

Preparémonos de la mejor manera para afrontar los cambios que irán suscitándose en el
crecimiento de nuestros pequeñitos, instruyámoslos en los caminos del Señor Jesús.

Sabemos del peligro que esta por todos lados, pero confiados en que Dios nos dio la
victoria en Jesús. Espiritualmente pongamos en la frente y corazón de nuestros hijos, lo
que le fue dicho a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas
ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas.” Josué 1:
9.

Desearía con toda la fuerza de mí ser, cambiar el titulo de este capítulo cinco, que aquí
concluimos, el cual fue el más difícil de escribir.

CAPITULO VI

AMIGOS DEL MUNDO……………………. ENEMIGOS DE DIOS.

El apóstol Santiago, era directo y fuerte en sus apreciaciones, siempre bajo la unción e
inspiración del Espíritu Santo; nos exhorta fervientemente con relación a la amistad con
el mundo. Tendremos muy claro que al referirnos al “mundo” estaremos hablando de
sus habitantes y no del planeta y sus componentes.

Santiago nos dice: ¿De donde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿no es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis;
matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo
que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites. ¡Oh almas adulteras! ¿no sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios.” Capítulo 4 de Santiago, versos del 1 al 4.

Como hijos legítimos de Dios, estamos rodeados en este mundo, de gente llena de pe-
cado, los cuales nos aborrecen, porque los que en ellos habitan espiritualmente, que son
los demonios, les hacen saber que son los adversarios del que mora en nosotros, o sea el
Glorioso Espíritu Santo de Dios. “Hermanos míos (nos dice Juan en su primera carta, 3:
13), no os extrañéis si el mundo os aborrece.” No es de extrañar esto, ya que debemos
ser distintos a los que no conocen el ser llamados auténticos hijos de Dios; “Mirad cual
amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo
no nos conoce, porque no le conoció a El.” 1ª. Juan 3: 1
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Debiéramos ser muy distintos a los inconversos, dando el ejemplo y buen testimonio, ya
que: “vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero,
y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos.” Mateo 5: 14-16. Sabemos que la luz mayor para este mundo es Jesús “Otra
vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Juan 8: 12. Además de su luz, nos da su paz,
una paz muy distinta a la que ofrecen los del mundo, ya lo dijo Jesús: “La paz os dejo,
mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni
tenga miedo.” Juan 14: 27. Su luz y su paz, que deben morar en nosotros, para
mostrarle al mundo y sus gentes, que somos diferentes, habiendo también lugar para
ellos.

Diferentes, porque su Santo Espíritu está en nuestro ser, porque Jesús lo


prometió: “Más el consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho.” Juan 14: 26
este Glorioso Espíritu Santo nos redarguye recordándonos las enseñanzas que dejó el
Señor en su Santo Evangelio a todo el mundo.

Es por eso que debemos predicar sus enseñanzas y dar las buenas nuevas de salvación, a
los pecadores, amando al pecador, pero odiando el pecado que cometen. Jesús vino por
nosotros los pecadores: “Id, pues, y aprended lo que significa: misericordia quiero, y no
sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”
Mateo 9: 13

Vivimos en este mundo, pero no somos de este mundo; nuestro amado Jesús, hablo de
nosotros ante Dios nuestro Padre eterno, al saber que le pertenecíamos desde entonces y
por la eternidad: “porque las palabras que me diste, le he dado; y ellos las recibieron, y
han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que Tu me enviaste. Yo ruego
por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo
mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo;
más estos están en el mundo, y Yo voy a ti. Padre Santo, a los que me has dado,
guárdalos en tu Nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos
en el mundo, Yo los guardaba en tu Nombre; a los que me diste, Yo los guardé, y
ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en si
mismos. Yo les he dado tu Palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo,
como tampoco Yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los
guardes del mal. No son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo.” Aparte del
tema que nos ocupa, que oración más impresionante la del Santo Hijo de Dios, a su
Padre, nuestro Padre, y pedía por sus discípulos, pero también por nosotros, (lea por
favor los siguientes versos, del 20 al 26) ¡Bendito Jesús, por tu intercesión, te
glorificamos y amamos por siempre!

Entendemos entonces que vivimos en este mundo, pero debemos estar apartados de los
placeres y deleites carnales, que cometen los habitantes incrédulos e inconversos, que
para ellos, gozar de sus riquezas, de sus fiestas, sodomías, rebeldías y una amplia gama
de pecados, es estar en su “paraíso”, pero el fin de esto será la condenación eterna, si no
vienen al arrepentimiento.
43

En las mismas circunstancias estábamos muchos de nosotros, muertos en vida, muertos


en nuestros delitos y pecados: “Y El os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en
vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que
ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros
vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Efesios 2: 1-3

Un punto focal ya descifrado y estudiado en este libro; “y éramos por naturaleza hijos
de ira, lo mismo que los demás” dice antes: “conforme al príncipe de la potestad del
aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia”. Ese príncipe que era
satán en el reino de los cielos, junto a una tercera parte de los ángeles, caídos en
desobediencia, que mutaron, haciéndose humanos(algunos, no todos), esa mezcla que
inició Caín en la tierra de Nod, dio como resultado: “por naturaleza, hijos de ira, lo
mismo que los demás” “hijos de desobediencia” PERO: “pero Dios, que es rico en
misericordia (Jehová-Shadday), por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos), y juntamente con El nos resucitó, y a si mismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús.” Efesios 2: 4-6

Esto nos da paso a la nueva vida en Cristo Jesús; le pido que por favor lea y medite en
Efesios 4: 17-32 y el 5: 1-20

Retomando la cita de Santiago 4: 4, la amistad con los pecadores que habitan este
mundo, es ofensa y se constituye en enemistad contra Dios. Pero si nosotros conociendo
el verdadero camino a Dios, sabiendo claramente de sus advertencias con respecto al
pecado; todavía lo practicamos aunque a menor escala, pero lo hacemos; venimos a ser
entonces, doblemente enemigos ante Dios. Palabras duras pero reales. Meditemos esto
en silencio, con corazón y mente abiertos y dolidos, por tan ingrata actitud la nuestra de
estar en delitos y pecados; apartémonos del error, viniendo al oportuno socorro.

Esta amistad con el mundo es fatal, nos conducirá, si no nos apartamos; al castigo que
está preparado para los que desobedecen; “y los que hicieron lo bueno, saldrán a
resurrección de vida; más lo que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” Juan
5: 29 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más
bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10: 28

No esperemos ser condenados eternamente, por amar y ser condescendientes con los
pecadores.

“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo,
aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Más el que
practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en
Dios.” Juan 3: 19-21
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la amistad y condescendencia con los pecadores nos traerá mayor condenación, ya que
sabemos la verdad más no la damos a conocer; hacemos lo opuesto. Estamos actuando
igual que ellos lo hacen en las tinieblas.

Es extremadamente lamentable la amistad con el mundo y el consentir a pecadores


continuos en las iglesias, no se les exhorta a dejar el pecado, pues claro como el 90% de
los mensajes que da el pastor, cuando esta en su iglesia, porque gran parte del tiempo se
la pasa en conferencias internacionales (me refiero a las mega iglesias), son mensajes de
la doctrina de la prosperidad, acompañada de fábulas y conferencias para el desarrollo
personal y de las finanzas. Bien le dice Pablo a Timoteo: “Te encarezco delante de Dios
y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en
su reino, que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye,
reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no
sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros
conforme a sus propias concupiscencias, y aparatarán de la verdad el oído y se volverán
a las fabulas.” 2ª. Timoteo 4: 1-4

Como pastores, deben velar por el rebaño, no consentir al pecador que llega a sus gran-
des templos acomodándose apaciblemente, sin escuchar que lo que sigue cometiendo es
una gran ofensa ante Dios; dice en Proverbios 1: 10 “Hijo mío, si los pecadores te
quisieren engañar, no consientas.” Dice el diccionario, que consentir es: permitir algo o
condescender en que se haga. Estos líderes al no predicar contra el pecado, las personas
que asisten, no sabrán debidamente que lo que mal practican, es un error, porque como
solo se les instruye en “ensanchar su territorio”, en como hacer dinero, en como confiar
en si mismos, en amarse a uno mismo; una cátedra de narcisismo y egocentrismo puro.

Este pastor tele evangelista y conferencista (muy bien asalariado por cierto), se
convierte en un consentidor, de lo cual explica el diccionario lo siguiente: que consiente
que se haga algo, DEBIENDO y PUDIENDO estorbarlo. “y al que sabe hacer lo bueno,
y no lo hace, le es pecado.” Santiago 4:17

Encontramos entonces otra de las razones del “por qué pecamos aún los Cristianos
Evangélicos”.

La amistad con el mundo, nos convierte en pecadores y enemigos de Dios. Asistimos a


una Iglesia Evangélica, nos arrepentimos y aceptamos al Cristo como nuestro Señor y
Salvador, nos instruimos, bajamos a las aguas bautismales, tenemos privilegios, etc. etc.
pero seguimos en pecado, aunque supongamos y digamos que no son pecados enormes
como los que cometíamos con anterioridad, pero delante de Dios, siguen siendo pecados

En estas grandes Iglesias principalmente nunca o casi nunca, escuchamos mensajes con
relación a la condenación que hay aun más para los que conocemos la verdad y la paga
del pecado, so pena de las graves consecuencias del mismo aquí en la tierra y posterior
castigo eterno en el infierno y lago de fuego; pues no se oyen mensajes de advertencia.

En extremo muchos se acomodarán y se dejaran llevar por los espejismos de las


doctrinas y fábulas de hombres; “El que dijere al malo: justo eres, los pueblos lo
maldecirán, y le detestarán las naciones.” Proverbios 24: 24 más “El que reprende al
hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con su lengua.” Proverbios
28: 23.
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La amistad con el mundo y el consentimiento de esto, son dos grandes motivos que nos
llevan a seguir pecando, estando en los caminos del Santo Evangelio; “No améis al
mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre
no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de
los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo
pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1ª.
Juan 2: 15-17

Enemistémonos con los pecados que cometen los mundanos, oremos a nuestro Dios, en
Nombre de Cristo Jesús, para la redención de estas almas perdidas, que aunque muchos
tienen riquezas, si no vienen al arrepentimiento perderán su vida; “Pues ¿Qué aprovecha
al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a si mismo?.” Lucas 9: 25
pero el que aprovecha la gracia arrepintiéndose, le será dicho: “Y el mundo pasa, y sus
deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1ª. Juan 2: 17

Tenemos el mandamiento de poner nuestra mirada en Dios, no en confiar en lo de esta


tierra; “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Colosenses 3: 2
Por lo mismo, la mundanalidad es peligrosa; ya que: destruye la influencia de la verdad;
Mateo 13: 22; engaña a los hombres llevándolos a un estado de seguridad falsa, Mateo
24: 38, 39; hace que los afanes terrenales dominen nuestra vida, 1ª. Corintios 7: 32, 33;
crea un molde de las actividades y planes de la vida, Efesios 2: 2; la mundanalidad
conduce a la apostasía, 2ª. Timoteo 4: 10

Cuando Jesús enseñó la oración maestra del Padre Nuestro, resaltó la importancia de
pedir que su Reino, viniera a nosotros en la Divina Persona del Espíritu Santo de Dios;
que su voluntad sea echa aquí en esta tierra, como también en el cielo, o sea la
soberanía de Dios que se manifieste en esta tierra; la cual habitamos temporalmente,
como se hace en su Reino Celestial, al cual iremos por la eternidad, dejando atrás este
mundo cruel, pero amamos su venida, en el rapto y posterior Segunda Venida, para
reinar con Jesús por mil años en esta tierra, ya purificada y administrada por nuestro
Señor, para luego ir por la eternidad a los cielos.

Para entender estas doctrinas del Rapto (Isaías 17: 11; Isaías 18: 5; 1ª. Tesalonicenses
1: 10 y 1ª. Tesalonicenses 4: 16 y 17) de la Segunda Venida (Mateo 26: 64; Mateo 24;
36; Lucas 21: 27; Hechos 1: 11; Hechos 9: 28; Apocalipsis 22: 20, entre muchas citas
más) también del Milenio, El día del Juicio y la Eternidad (cien por ciento bíblicas), le
ruego buscar en su librería cristiana preferida, los temas específicos al respecto y como
una recomendación; al excelente escritor holandés Wim Malgo.

Cierro este capítulo, recordando su título, que la amistad con el mundo, nos constituye
en enemigos de Dios; apartémonos del pecado que cometen los del mundo; sigamos los
mandamientos y enseñanzas que instituyo Jesucristo y seremos lo que nos ofrece en la
cita de Juan 15: 14, 15 “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando. Ya no
os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado
amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre (sigue diciendo Jesús), os las he dado
a conocer.”
46

CAPITULO VII

EN LAS REDES DEL PECADO

Un elevadísimo porcentaje de personas cristianas, hemos llegado a salirnos del redil, al


acto que muy comúnmente se le denomina, entre otros: “caídos”, “apartados”, “venidos
al mundo” “está en el mundial”, etc. etc. Diría que la expresión más adecuada sería la
de “apartados”, ya que sabiendo y entendiendo del plan perfecto, se han alejado del
grupo de redimidos por la preciosa Sangre Redentora del Cristo, el Hijo de Dios.

Pero en las Escrituras se les denomina con mayor frecuencia con la expresión: caídos.

A lo cual Pablo nos amonesta: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”
1ª. Corintios 10: 12.

Estar en esta situación, es incomoda para nuestro espíritu; ya que para la débil carne, es
en cierta medida, confortable. Se desarrolla una constante lucha entre el espíritu y la
carne.

Más Dios en su infinita misericordia, espera y socorre al caído; para manifestar su


justicia a sus hijos venidos a desgracia; “Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará;
no dejará para siempre caído al justo.” Salmo 55: 22

El apóstol Pedro da en sus cartas excelentes enseñanzas, mandamientos y razones para


los convertidos, ayudándonos a entender premisas para estar apartados de las
circunstancias que nos hacen caer en pecado, apartándonos del redil de las ovejas del
Señor Jesús.

Su primera epístola es ejemplar en todo sentido, dándonos una esperanza viva; capítulo
1: 3-12, luego nos lleva a comprender su súplica por un llamamiento a una vida santa;
esto del verso trece del mismo capítulo uno, al tres del capítulo dos. En este capítulo 2
nos induce a acercarnos a la Piedra viva, la cual es Jesucristo, dándonos juntamente con
Él la misma distinción para edificación de casa y templo espiritual; versos 4 al 7.

Siguiendo este maravilloso recorrido por los escritos de Pedro, nos deja maravillados
con la inspiración del Espíritu Santo de Dios cuando nos dice: “Más vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, NACION SANTA, pueblo adquirido por Dios, para que
anuncies las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros
que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro
tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
Versos 9, 10.

A los firmes en la fe y a los apartados o caídos en las trampas del pecado, nos insta:
“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma……. Siga leyendo en su Biblia, por favor desde
este versículo once, hasta el veinticinco, en los cuales se nos pide que vivamos como
siervos de Dios.
47

En el capítulo 3, se nos enseñan los deberes conyugales y por ende; una buena
conciencia. Como ser buenos administradores de la gracia de Dios y el padecimiento
como cristianos, en el capítulo cuatro, en el cinco; le pide a los pastores y ancianos de
nuestras iglesias que apacienten la grey de Dios, la cual somos nosotros muy
especialmente nos manda: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que
Él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él
tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en
la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos
en todo el mundo.” Esto para nuestros hermanos caídos o apartados momentáneamente
de la Gracia, ya que nos alienta en el verso 10, así: “Más el Dios de toda gracia, que
nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de
tiempo, Él mismo os perfeccione afirme, fortalezca y establezca.”

Sabremos valorar que los llamados a ser hijos de Dios, aunque nos apartemos por
periodos de tiempo, divagando por el mundo pecaminoso; seremos traídos de una u otra
forma, al la senda derecha, porque fuimos comprados con invaluable precio: LA
SANGRE PRECIOSA DE CRISTO JESUS.

Recordemos la preciosa parábola de la oveja perdida (Mateo 18: 10-14) donde el mismo
Jesús expresa lo valioso que somos ante su Santo Padre, nuestro Santo Padre; Jehová
Dios. Cuan importante es aquel que se a apartado o caído para Dios; “Y si acontece que
la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y
nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los
cielos que se pierda uno de estos pequeños.” Mateo 18: 13, 14. Es por eso que se dice
que al enemigo de nuestras almas, le duele sobremanera por un apartado o caído que es
encontrado y se reconcilia ante su Salvador.

Jesucristo nos da una revelación importante, con respecto a nuestros hermanos, que han
sucumbido; diciéndonos que los ángeles designados a cada uno de los convertidos, al
este caer en constante pecado, le son quitados, siendo estos ángeles transportados a los
cielos, esperando el momento de la reconciliación con su Salvador del caído para
retornar a él, a cumplir sus obligaciones. Este misterio lo revela el Maestro de sus
propias Palabras en los versículos 10 y 11: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos
pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el Rostro de mi
Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se
había perdido.”

Nuestro amado Jesús nos dio entre muchas maravillosas enseñanzas; la parábola del
hijo pródigo, le pido la lea en Lucas 15, juntamente con las parábolas de la oveja
perdida y la moneda extraviada, son exactos paralelismos con aquellos que han caído en
constante pecado y “vuelto a su vómito”, pero amados por su Creador y Salvador, hasta
ser encontrados, haciendo viva la Palabra que se da en el verso 10 de dicho capítulo, del
evangelista Lucas; “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un
pecador que se arrepiente.”

Este espacio en este humilde libro, se había pensado escribir, en establecer las causas
mayores que nos hacen caer de la gracia Salvadora, pero fui movido a misericordia,
entonces me limito a exponer muy brevemente de la infinita misericordia de Dios. Si
Ud. caro y apreciable lector, se encuentra en esta circunstancia, alejado
48

(momentáneamente) de los caminos de Dios, le pido encarecidamente que vuelva al


redil; nadie lo acusa, ni aún el Salvador del Mundo, nuestro dulce Jesús, muchísimo
menos nosotros, propensos a pecar. Recuerde: Dios le ama tanto que dio en sacrificio a
su Amado Hijo, por la salvación de su alma. Por piedad y en el Nombre de Jesús, le
pido que lea este bello capítulo quince de Lucas. Dios le espera, porque le ama, Usted
ya conoce del Santo Evangelio de nuestro Jesús, está a la orilla del camino nada más,
así que busque una verdadera Iglesia evangélica, reconcíliese con su Señor y Salvador.

Pero si le es imposible ir a una Iglesia y desea hacerlo ahora mismo, le pido que
busque la última página de este libro. Lea en voz alta, la oración que se detalla allí,
haciendo posible para Usted lo que se nos dice en 1ª. de Juan 1: 9 y 2: 1.

¡¡¡Bienvenido nuevamente a los caminos de Dios, en Cristo Jesús, Señor nuestro. Que
el Santo Espíritu de Dios le guíe a toda verdad!!!

“Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor (Jesús) es para salvación” 2ª.
Pedro 3: 15 a.

CAPITULO VIII

UNA RESEÑA DE LA ESPISTOLA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS Y


A NOSOTROS TAMBIÉN. (A causa de las razones que nos hacen pecadores).

Carta dirigida a todos los cristianos en Roma, la capital del imperio reinante de aquel
entonces, en donde abundaba el pecado y al igual que hoy en día; Roma, es la capital
religiosa popular (la Babilonia actual) desde donde se alcahuetea el pecado al mundo.

Esta carta paulina esta dirigida también a nosotros los gentiles en todas partes del
mundo; “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: gracia
y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.” Romanos 1: 7

El apóstol nos apremia a probar que el género humano está rodeado de dos montañas
impenetrables e insuperables (a la capacidad humana), a saber:

1.- La montaña de la culpabilidad universal.

Vimos en el primer capítulo de este trabajo un par de razones del porqué de nuestra
pecaminosa manera de proceder, a causa de esto: “pues habiendo, conocido a Dios, no
le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron
necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre
corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (idolatría). Por lo cual también Dios
los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que
deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es Bendito
por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus
mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza (lesbianismo), y de
49

igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en
su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres
(homosexualismo), y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío (sida).
Y como ellos no aprobaron tener en cuanta a Dios, Dios los entregó a una mente
reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia,
fornicación, perversidades, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas,
engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos,
soberbios, altivos, inventores de maldades, desobedientes a los padres, necios, desleales,
sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio
de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino
que también se complacen con los que las practican.” Romanos 1: 21-32

Una clara reseña del pecado que habitó nuestro ser antes de conocer la salvación. Aún
latente, aunque a menor escala; en varios de los ya convertidos, lo que nos transforma
en personas inexcusables ante Dios, propensos al justo juicio del Altísimo (leer los
capítulos 2 y 3).

La justicia es por medio de la fe, esta fe que nos lleva aceptar la muerte sacrificial y
salvífica del Hijo de Dios, en la persona de Jesús de Nazareth, pudiendo penetrar
alcanzan-do la sima de esta montaña, para descender al valle de la salvación de nuestras
almas.

“por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo


JUSTIFICADOS GRATUITAMENTE por su GRACIA, mediante la REDENCION
que es en CRIS TO JESUS, a quien Dios puso como PROPICIACION por medio de
la FE en su SANGRE, para manifestar su JUSTICIA, a causa de haber pasado por alto,
en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su
JUSTICIA, a fin de que EL sea el JUSTO, y el que JUSTIFICA al que es de la FE de
JESUS.” Romanos 3: 23-26. Además de que: “Justificados, pues, por la FE, tenemos
PAZ para con DIOS por MEDIO de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.” Romanos 5: 1

2.- La montaña de las tendencias pecaminosas y las concupiscencias carnales.

Romanos 7: 15-24 detalla Pablo a profundidad nuestra tendencia al pecado. Teniendo


regeneración y viviendo en el Espíritu de Dios, venimos a buscar perdón y refugio en la
roca, que es Cristo Jesús. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la
ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte
porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su HIJO en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no
andamos con-forme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8: 1-4 una clave en
esto: “que no andamos conforme a la carne” el pecado asoma, se hace manifiesto, esta
presto; pero lo ideal es “sino conforme al Espíritu” es decir estar en una constante
búsqueda de lo espiritual, de lo Divino, por medio de la oración principalmente; la cual
es el arma más pode rosa que posee el Cristiano; comunicarse directamente con Dios en
el Poderoso Nombre de Cristo Jesús; para no caer fácilmente en los tentáculos del
enemigo de nuestras almas debiendo nosotros velar en oración, siendo sabios, prudentes
y sobrios; “sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscan-do a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe,
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sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en


todo el mundo.” 1ª. Pedro 5: 8, 9

Dios, por medio de Jesús, nos da el impulso para poder escalar, conquistando en su
Nombre la cumbre, instalando la bandera de victoria (Jehová-Nissi), descendiendo con
prontitud, llegando al valle de la vida eterna, por su misericordia (Jehová-Shadday)
infinita. Pasando así la segunda montaña.

Esto nos conduce a la elección soberana de Dios, hacia nosotros su creación: “ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: en Isaac te será llamada descendencia.
Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son
hijos según la promesa son contados como descendientes. Porque la palabra de la
promesa es esta: por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no solo esto, sino
también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre (pues no habían aun
nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la
elección permaneciese, no por obras sino por el que llama), se le dijo: el mayor servirá
al menor. Como está escrito: a Jacob amé, más a Esaú aborrecí. ¿Qué, pues, diremos?
¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: tendré
misericordia del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del que Yo me
compadezca. Así que no de-pende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que
tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: para esto mismo te he levantado,
para mostrar en ti mi poder, y para que mi Nombre sea anunciado por toda la tierra. De
manera de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.”
Romanos 9: 7-18

Este argumento que el apóstol nos presenta, nos muestra la terrible situación del hombre
natural, señalándonos las puertas de la misericordia Divina provistas para el plan de
salvación, por las cuales todos los hombres y mujeres pueden escapar de los juicios
inminentes de Dios, si lo deseamos (libre albedrío).

Nos enteramos por revelación, de varias razones por las cuales pecamos
abundantemente en nuestra vida pasada sin Jesucristo y, porqué aún pecamos;
levemente, quizá.

En esta carta a los Cristianos que vivían en la capital del imperio de aquellos tiempos y
paradójicamente, la misma capital del imperio religioso mundial de ahora (la Babilonia
actual), Pablo nos comparte la necesidad del plan de Salvación (ya consumado por Jesús
en la cruz del calvario y su gloriosa resurrección, cuando Pablo predicaba esto), una
necesidad imperante, fundamentada en la culpabilidad universal de la humanidad: del
mundo gentil (nosotros, es decir Usted y yo), Romanos 1: 18-2: 16 al igual que a los
Judíos, bajo la condenación de la ley, Ro 2: 17 al 3: 20 y la conclusión de que todos,
absolutamente todos somos pecadores; según Ro 3: 23

El método de la Salvación: justificación o justicia por fe, Ro 3: 21-28 la cual es


universal; Ro 3: 29, 30 y honra la ley: Ro 3: 31

Esta justificación se ilustra en la vida del patriarca Abraham, estudiemos el capítulo 4,


separado de la obras, versos 1-6; separado de las ordenanzas, vv. 9-12 y separado de la
ley, según versos del 13 al 25.
51

Sus bendiciones, son hechas eficaces a través del amor de Dios, que es manifestado en
el sacrificio salvífico de la muerte de Jesucristo, Ro 5: 1-11, en este mismo capítulo 5
del verso 12 al 21, se explica el alcance del don gratuito (gracia) de la salvación;
leyendo con gratitud especial el verso quince: “pero el don no fue como la transgresión;
por-que si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más
para los muchos (nosotros; es decir Usted, los suyos, los míos y yo), la gracia y el don
de Dios por la gracia de un Hombre, JESUCRISTO.”

Este don gratuito, que es nuestra salvación por gracia; debería desanimarnos a continuar
pecando, crucificando nuestra naturaleza corrupta para resucitar a una vida de servicio
santo a Dios; según se nos enseña en el capítulo 6: 1-23 en especial lo que narra el verso
cuatro: “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros
andemos en vida nueva.” Dejando de pecar, porque hemos enterrado al viejo hombre y
resucitado juntamente con Jesús para vida nueva; esto lo confirma el versículo 5 y el 6:
“Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre
fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de
que no sirvamos más al pecado.”

A esto añado que debiéramos morir, al aceptar al salvador como Señor de nuestra vida,
vivir en espíritu (se habla en sentido espiritual, por supuesto mientras vivamos en este
mundo), como Pablo lo explica, bajo la unción explícita del Espíritu Santo de Jehová
Dios: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo
que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al
pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como
vivos de entre los muertos y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la
gracia.” Ro 6: 11-14

En el capítulo ocho se describe la culminación del plan Divino de la salvación. El cual


es el llevar una nueva vida espiritual y física, de libertad y justicia por medio de la fe en
Cristo Jesús. Este precioso capítulo ocho de la carta a nosotros hoy en día y a nuestros
hermanos en la fe, que vivían en la capital del imperio romano del siglo I, es uno de los
más grandes capítulos espirituales de las Santas Escrituras, en el cual al Espíritu Santo
de Dios, se le menciona en diez y nueve veces. Ese glorioso Espíritu Santo es quien nos
induce a creer, el que nos provee de fe ¡Esa Zarza ardiendo en mi ser, que no se
consume, que no causa daño; es el vivir en el Espíritu como se nos instruye
constantemente!

El capítulo nueve, nos lleva a un amplio recorrido de los planes de Dios para los Judíos,
su Santo pueblo y el misterio de la soberanía Divina.

En Romanos 10: del 4 al 18; se da una explicación del plan de salvación por fe y la
promulgación de su aplicación universal. Resonando en nuestros corazones las
impresionan tes palabras de: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu co razón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el
corazón se cree pa-ra justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Porque todo
52

aquel que invocare el Nombre del Señor (Jesucristo, el Hijo del Dios Altísimo), será
salvo.” Romanos 10: 9 10, 13 respectivamente.

Hemos pecado sobreabundantemente y hemos sido salvos por Jesús, lo sabemos y


damos infinitas honras, glorias y gracias a Dios, por ello; sabiendo que somos los
gentiles de los que habla el apóstol, de la siguiente manera, rogando a Dios que nos de
entendimiento para escudriñar estas revelaciones del capítulo once de Romanos,
versículos 13 al 24: “Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los
gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de
mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. Porque si su exclusión es la reconciliación
del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? Si las primicias son
santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.
Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido
injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del
olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tu a la raíz, sino
la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien;
por su incredulidad fueron desgajadas, pero tu por la fe estas en pie. No te
ensoberbezcas, sino teme porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco
te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente
para con los que cayeron, pe-ro la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad;
pues de otra manera tu también serás cortado. Y aún ellos, si no permanecieren en
incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si
tú fuiste cortado del que por natura leza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste
injertado en el buen olivo, ¿Cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán
injertados en su propio olivo? “

Estoy convencido que el Espíritu Santo de Dios nos dio el entendimiento necesario para
discernir el maravilloso pasaje anterior.

Esta gloriosa salvación para nosotros los gentiles, que en el griego original, es: ta ethne
que significa: naciones o pueblos. Con este término se designa a los pueblos no Judíos,
o sea nosotros, según Romanos 3: 9 “¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos?
En ninguna manera; pues ya hemos acusado a Judíos y gentiles, que todos están bajo
pecado.”

En la antigüedad los judíos llegaron a despreciar en altísimo grado a los gentiles, en vez
de serles fuente de bendición, según el plan divino de Dios: “Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias
de la tierra.” Génesis 12: 3, además de Isaías 49: 6 “dice: poco es para mí que tú seas mi
siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel;
también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la
tierra.”

Ya en el nuevo Pacto y posterior a la muerte, resurrección y ascensión de nuestro


bendito Señor y Salvador el Cristo, Jesús; a la Iglesia primitiva, le fue sumamente difícil
comprender que las buenas nuevas (evangelio) de Jesucristo habrían de ser patrimonio
también a los gentiles de todas las épocas (incluyéndonos gloriosamente). Esto nos
obliga a volver a los Hechos de los apóstoles, leyéndolo vivamente: “Y les dijo:
vosotros sabéis cuán abominable es para un varón Judío juntarse o acercarse a un
extranjero; pero para mi me ha mostrado Dios que ha ningún hombre llame común o
53

inmundo.” “Entonces Pedro abriendo la boca, dijo: en verdad comprendo que Dios no
hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace
justicia.” “Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron
atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.” Hechos 10: 28,
34,35, 45 y 46 respectivamente. Pero muy gratificante el verso 36 que dice: “Dios
envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de
JESUCRISTO; ESTE ES SEÑOR DE TO-DOS.”

Al apóstol Pablo, por su amplio y fructífero ministerio por Asía y Europa (y por medio
de sus trece cartas, inclusive a todos nosotros alrededor de la tierra), se le denominó: el
apóstol de los gentiles. Fue así como la iglesia primitiva, llegó a comprender que el plan
de Dios era para todos; ¡¡lejos de ser excluidos de las promesas, fuimos incluidos
gloriosamente!! Aleluya, Gloria a Dios por siempre.

Así como la carta a los Romanos, es paulista, así también los es la carta a los efesios,
entonces añadiré a esta la cita relativa a lo que nos concierne a nosotros los gentiles, por
ser de importancia suprema, dándonos esperanza eterna lo citado por “el apóstol de los
gentiles” que dice: “Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los
gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada
para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he
escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el
miste-rio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de
los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu:
QUE LOS GENTILES SON COHEREDEROS Y MIEMBROS DEL MISMO
CUERPO, Y COPARTICIPES DE LA PROMESA EN CRISTO JESUS POR MEDIO
DEL EVAN-GELIO, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que
me ha sido dado según la operación de su poder. A mi, que soy menos que el más
pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la
dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creo todas las cosas;
para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito
eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con
confianza por medio de la fe en El.” Efesios 3: 1-12

El Nuevo Testamento de nuestra Biblia da carácter total y universal al evangelio. El


apóstol predica que Jesucristo ha derribado el muro o pared intermedia de separación
entre judíos y gentiles: “Porque EL es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno,
derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la
ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en si mismo de los dos
un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Efesios 2: 14-16 y, por
tanto, ya no hay “circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino
que Cristo es el todo, y en todos.” Colosenses 3: 11

Somos los gentiles, salvos de nuestros delitos y pecados, por Jesús, Señor nuestro,
somos los gentiles que aún libramos fuertes batallas contra la tentación del pecado, pero
tenemos en Dios, un faro de salvación, en este cruento mar y clamamos por ayuda
desesperadamente, rogamos a Jesús, que interceda ante el Padre por nuestro pronto
54

socorro “Y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está
escrito: por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu Nombre. Y otra vez
dice: alegraos, gentiles, con su pueblo (Guatemala, El Salvador, Honduras, México,
Nicaragua, y todas las naciones). Y otra vez: alabad al Señor todos los gentiles, y
magnificadle todos los pueblos. Y otra vez dice Isaías: estará la raíz de Isaí, y el que se
levantará (Jesús) a regir los gentiles; los gentiles esperarán en Él. Y el Dios de
esperanza os llene de todos gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por
el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15: 9-13

Con certeza podremos decir: acuso recibo de la carta del apóstol Pablo a nuestros herma
nos Cristianos en todo el mundo, incluyéndome por supuesto.

Por lo tanto, debemos estar firmes y no pecar, a pesar de nuestra naturaleza pecaminosa,
aferrémonos a Aquel que sufrió y murió por nuestras culpas, el Mesías, Cristo Jesús.

DEBERES.

De como llevar a la práctica nuestros deberes como cristianos se nos exhorta en los
capítulos del doce al diez y seis. El sorprendente capítulo doce nos presenta uno de los
mejores resúmenes de los deberes cristianos encontrados en las Escrituras.

Nuestro Señor Jesucristo dejó la más clara, pura, maravillosa e inigualable enseñanza de
nuestro comportamiento posterior a la aceptación y reconocimiento de su sacrificio.
Entre muchos otros de sus siervos, delegó principalmente al apóstol Pablo expresarnos
por inspiración del Espíritu Santo de Dios, en sus trece cartas paulinas; los deberes para
los cristianos de su época y gentiles, que somos nosotros, en todos los tiempos y lugares
de este mundo.

CAPITULO IX

PALABRAS DE DIOS

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. “ 1ª. Juan 1: 9; “Hijitos míos, estas cosas os escribo para
que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo. Y El es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo.” 1ª. Juan 2: 1, 2; “En esto consiste el
amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros, y
envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Y nosotros hemos visto y
testificamos que el Padre a enviado al Hijo, el Salvador del Mundo. Todo aquel que
confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.” 1ª. Juan 4:
10, 14, 15.

“Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el
que hace lo malo, no ha visto a Dios.” 3ª. Juan 11; “Porque la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de
Dios.” 1ª. Corintios 1: 18
55

“De modo que si alguno está en Cristo Jesús, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas.” 2ª. Corintios 5: 17; “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo
vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mi.” Gálatas
2: 20

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él, antes
de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en
amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual
nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de
pecados según la riqueza de su gracia.” Efesios 1: 3-7; “Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” Efesios 2: 8

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4: 32; “Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo
con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y
súplica por todos los santos.” Efesios 6: 17, 18

“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os


dio vida juntamente con El, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y
clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió
pública-mente, triunfando sobre ellos en la cruz.” Colosenses 2: 13-15;

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para
salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” 1ª. Timoteo 1: 15; “Porque hay
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre.” 1ª. Timoteo 2: 5

“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne,


justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el
mundo, recibido arriba en gloria.” 1ª. Timoteo 3: 16

“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro salvador,
para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza
de la vida eterna.” Tito 3: 5-7

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras


debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
A-cerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4: 15, 16; “Y Cristo, en los días de su
carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de
la muerte, fue oído a causa de su temor reverente, y aunque era Hijo, por lo que padeció
aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino ha ser autor de eterna
salvación para todos los que le obedecen.” Hebreos 5: 7-9; “¿Cuánto más la sangre de
56

Cristo el cual mediante el Espíritu eterno, se ofreció a si mismo sin mancha a Dios,
limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que,
por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión
de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de
la herencia eterna.” Hebreos 9: 14, 15; “así también Cristo fue ofrecido una sola vez
para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan.” Hebreos 9: 28

“Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de
Dios; que en otro tiempo no habías alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia.” 1ª. Pedro 2: 9, 10

“Quien llevó Él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al
Pastor y Obispo de vuestras almas.” 1ª. Pedro 2: 24, 25

“De cierto, de cierto os digo: el que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, más a pasado de muerte a vida.” Juan 5: 24

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: si
alguno tiene sed, venga a mi y beba. El que cree en mi, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7: 37, 38

“Jesús les respondió: de cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado, y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo si queda
para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8: 34-
36

JESUS DIJO: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, más tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha
sido conde-nado, porque no ha creído en el Nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta
es la conde-nación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, por que sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Más el que practica la
verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” Juan
3: 16-21

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” Lucas 5: 32

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que NO pequéis…” 1ª. Juan 2: 1 a.
57

CAPITULO X

PROCURANDO NO PECAR MÁS.

Sabemos claramente que abogado tenemos ante Dios, si hemos pecado (1ª. Juan 2: 1),
pero definitivamente no por eso, tendremos vía libre al pecado; DE NINGUNA MANE-
RA.

No podemos pisotear la sangre de Cristo Jesús, ni desvalorizar el sacrificio que hizo al


soportar los castigos, previos a su violenta muerte en la cruz del calvario. “¿Cuánto
mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por
inmunda la Sangre del pacto en la cual fue santificado e hiciere afrenta al Espíritu de
Gracia?” Hebreos 10: 29.

Este sacrificio, nos obliga a ser conscientes a cada instante del amor sublime de Dios
hacía nosotros sus hijos. Un sacrificio que nos indica que la total sustitución,
satisfacción, propiciación y purificación se obtiene solo por la Sangre de Cristo Jesús:
“y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia Sangre, entro una
vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” Hebreos
9: 12; “Pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros,
y la Sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” 1ª. Juan 1: 7, además; “y
de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de
la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su Sangre.” Apocalipsis 1:
5

En el nuevo pacto a causa del sacrificio de Jesús; se señala lo provisorio que eran los
sacrificios de animales en el Antiguo pacto. Cada año debía presentarse en el día del
perdón; según leemos: “y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo
sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.” Hebreos 9: 25 pues la
sangre de machos cabríos o de becerros, no podía purificar perfectamente, so pena de
que el sumo sacerdote que presentaba los sacrificios, por los pecados del pueblo, debía
él antes presentar sacrificio por sus propios pecados; “que no tiene necesidad cada día,
como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios
pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre
(Jesucristo), ofreciéndose a sí mismo .” Hebreos 7: 27.

El sacrificio voluntario y lleno de amor sublime, de Jesús, por nosotros, puso fin a todos
los sacrificios antiguos y a los que aún se realizan por mandatos en dogmas de hombres.

Con su muerte en la cruz, se puso fin a toda clase de sacrificios sangrientos, porque: “En
esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una
vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y
ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre UN SOLO SACRIFICIO por los
pecados, se ha sentado a la diestra de Dios.” Hebreos 10: 10-12.

Glorificamos a Dios y a su Amado Hijo, por cuanto este maravilloso sustituto; “a quien
Dios puso como propiciación por medio de la fe en su Sangre, para manifestar su
justicia causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.” Ro 3: 25
58

Entonces estamos comprometidos los cristianos evangélicos a procurar no pecar más.

¿Cómo hacerlo?
Primero: la constante oración.

“Orad sin cesar” 1ª. Tes. 5: 17 es un mandato, una obligación y una de las formulas más
efectivas para estar en el Espíritu, pudiendo resistir las asechanzas tanto de nuestra
propia carne como del enemigo de nuestras almas.

*Sabemos que nuestro Mesías enseñó que debemos dirigir la oración a nuestro Dios y
Padre celestial en su Nombre, lea por favor en el evangelio de Juan 14: 13; 15: 16 y 16:
23 por medio de quien tenemos acceso al Padre. Orar en el nombre de Cristo Jesús es
orar como Jesús mismo oraba y orar al Padre en la forma en que el Hijo nos lo ha dado
a conocer. Para Jesús el verdadero punto focal de la oración es la voluntad del Padre.

Aquí tenemos la característica básica de la oración cristiana: un nuevo modo de acceso


a Jehová Dios lograda por Cristo para el cristiano evangélico, o sea nosotros; la oración
en armonía con la voluntad del Padre, porque es ofrecida en el poderoso y único nombre
que es sobre todo nombre, el Nombre de Jesucristo.

El nos enseñó a orar dándonos la oración del Padrenuestro; que encontramos en Mateo
6; podríamos tratar de explicar lo que encierra tan bello poema hecho una oración muy
completa: primero nos enseña a glorificar, alabar y ensalzar su Santo Nombre;
reconocer que nuestro Todopoderoso Dios está en su santo Trono; en los Cielos; nos
induce a anhelar su reino, el rapto y la Segunda Venida de su amado Hijo, nuestro Señor
y Salvador Jesucristo. Luego nos hace pronunciar una de las claves más importantes en
la oración del verdadero cristiano; la voluntad de Dios, que sea hecha su voluntad, en
todo lugar en esta tierra en la cual habitamos temporalmente y allá en nuestro futuro
hogar por la eternidad. Luego nos permite pedir, que en la mayoría de oraciones que
realizamos diariamente; es el motivo principal, pedir, pedir y pedir y seguir pidiendo;
bueno es a nuestro Padre al que oramos por medio de Jesucristo y los humanos estamos
guiados por nuestra naturaleza a solicitar y parcos para dar; pero tenemos esa opción y
gran oportunidad de orar y solicitar. Pedimos variedad de cosas, pero nuestro Señor
Jesús nos en-seña a empezar pidiendo por nuestros alimentos, con sabiduría para estar
bien fortalecidos y poder trabajar para producir por lo demás que también El lo
proveerá, no sin antes ver el esfuerzo que cada uno de nosotros realizamos en nuestras
labores. Nos inculca el humillarnos reconociendo nuestras faltas y pecados, por medio
del sacrificio expiatorio de su Hijo; debiendo pedir perdón, al mismo tiempo que nos
compromete a perdonar a nuestros semejantes. Debemos pedir, suplicar e implorar que
nos libre de la contaminación pecaminosa que encontramos al frente, atrás y a los
costados en nuestro diario andar. Al final de esta oración maestra, nos indica que le
demos nuevamente a El toda la honra, el honor, la gloria, nuestra máxima alabanza;
porque es el único digno de nuestra reverencia por los siglos, amén.

La oración es esencial para el verdadero cristiano evangélico; “Gozosos en la esperanza,


sufridos en la tribulación; constantes en la oración” Romanos 12: 12. Es también
nuestra armadura; según Efesios 6: 13-17
59

La verdadera oración del cristiano debe estar además compuesta por, como ya vimos al
analizar el Padrenuestro, de: adoración; Daniel 4: 34 y 35, confesión; por la que
reconocemos nuestra iniquidad, 1ª. Juan 1: 9, intercesión; con la que rogamos por
nuestros semejantes; Santiago 5: 16 y acción de gracias; donde expresamos nuestro
agradecimiento al buen Dios, Filipenses 4: 6.

Dios no nos oiría si en extremo tenemos estas causas, las cuales nos producirían un
fracaso en nuestras oraciones:

Desobediencia: Deuteronomio 1: 45; 1ª. Samuel 14: 37; 28: 6


Grandes pecados ocultos: Salmo 66: 18
Indiferencia: Proverbios 1: 28
Negligencia de misericordia: Proverbios 21: 13
Intemperancia: Santiago 4: 3

Muchos tenemos estas faltas y más; pero tenemos un magnífico abogado, a Jesucristo el
Justo y podemos pedir su ayuda, recordemos lo que dice 1ª. Juan 1: 9 (pero dejando de
pecar constantemente)

Si acudimos a Dios en oración por medio de Jesús; El nos perdona y oirá, además
responderá a nuestras peticiones, ya que tenemos promesas y respuestas prometidas a
nuestras peticiones como por ejemplo: Salmo 91: 15 “Me invocará y Yo le responderé;
con él estaré Yo en la angustia; lo libraré y le glorificare.” Lea Isaías 41: 17; Isaías 58:
9; 65 24; Jeremías 33: 3; Zacarías 13: 9; Lucas 11: 9; Juan 14: 14 y 1ª. Juan 3: 22
( * párrafos resumidos del libro “La Oración un don especial” escrito por este servidor)

La búsqueda de ayuda de lo alto es indispensable para evitar caer en las telarañas que el
diablo y sus secuaces tejen delante de nosotros, para en comunión a nuestra débil carne,
caer en pecados, que muchas veces no queremos cometer, pero que al estar espiritual-
mente anémicos, seremos presa fácil del engañador. Es por eso que la oración es el
arma más potente que poseemos en nuestro arsenal espiritual.

** Orar en el Espíritu es una experiencia sobrenatural, superior y maravillosa, porque se


ingresa a una dimensión desconocida para nuestra carne, pero muy conocida y cómoda
para nuestro espíritu, el cual se siente a plenitud a pesar de lo incómodo que en algunas
ocasiones se pudiera sentir nuestra débil carne, ya lo dijo nuestro Señor Jesucristo en
Mateo 26: 41, por lo cual debemos orar en el Espíritu a los que nos ha sido dado el don
de hablar en lenguas angélicas y humanas (1ª. Corintios 13: 1)

Debiéramos anhelar la unción del Espíritu Santo de Dios y tener el don de la oración
que solo Él puede dar y que esa unción permanezca siempre en nuestro ser; 1ª. Juan 2:
27 “pero la unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis
necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en El.” Esa
misma unción y presencia de Dios nos va instruyendo en la oración y a medida que el
fuego del Espíritu Santo se incrementa en nosotros, iremos experimentando situaciones
que a la carne le parecerán extrañas, pero no a nuestro espíritu que se irá poniendo en
sintonía llegando al punto de orar con fluidez en lenguas celestiales.
60

Jesucristo prometió que al El ascender, vendría otro consolador (del griego parakletos),
el cual permanece en nosotros para siempre, Juan 14: 16; nos hace recordar las Palabras
de Cristo Jesús, Juan 15: 26; convence al mundo de pecado, Juan 16: 7 y 8; nos guía a
toda verdad, Juan 16: 13, así como los de la Iglesia primitiva fueron llenos; esa
promesa es cumplida en nosotros también. Este mismo Espíritu nos guía a la comunión
con Dios haciéndonos sus hijos; Romanos 8: 14 “porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”

Este “paraklétos”, palabra griega que se traduce como consolador, es el que está ahora
en cada creyente fiel, morando en nuestro ser, el que nos da esa fuerza necesaria para
confiar en Dios; nos da la certeza que Jesucristo es nuestro Señor y Salvador personal
eso es fe; eso extraño que creemos en lo que no vimos, una confianza en lo que a veces
no sentimos pero sabemos que está ahí, esa palabra tan pequeña pero tan grande a la
vez: FE, Hebreos 11: 1 “es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve.” Más adelante en el versículo 6 leemos: “pero sin fe es imposible agradar
a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan.”

Que don más especial el de la oración y sepamos que el don más importante es el de la
salvación, es el don de Dios a los hombres. Todos los demás dones, incluyendo el de la
oración; surgen de esta verdad básica. El don de la comunión con Dios, en el Nombre
de nuestro amado Jesús, por medio de la oración, proviene de Dios; según Santiago 1:17
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en
el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”

Agradezcamos ese regalo, esa dádiva, ese don de Dios; para comunicarnos con El.

Insistimos, en base bíblica; que nuestras oraciones tienen que ser siempre dirigidas a
nuestro Padre celestial, Jehová Dios, en el poderoso Nombre de Cristo Jesús y nunca
debemos “orarle al Espíritu Santo”, como acostumbran, sin ningún fundamento bíblico
algunas sectas y organizaciones. Mucho menos a ídolos; de esto Usted ya lo sabe
abundantemente.

La oración y la regla de oro: esta bella enseñanza esta en el evangelio de Mateo 7:7-12
“pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pi-
de, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. ¿Qué hombre hay de
vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si le pide un pescado, le dará
una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos
¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Dios nos da una
ilustración y una clave; El es bueno y compasivo; no nos dejará si oramos a su
Majestad. (**pequeños párrafos del libro: “La oración, un don especial”)

Incluyo esto, porque debemos entender que la oportunidad de orarle al Creador nuestro
es de suma importancia, para cubrirnos, por medio de El, de una coraza fortísima, la
cual deberá protegernos, manteniéndonos alejados de pecados y futuras tentaciones.

Tentación, una palabra tan enigmática; en hebreo, “masa, bahan”; en griego: “peirazo,
dokimazo” que significa: inducir a pecar. Debido al éxito satánico de la primera
61

tentación del hombre, el diablo ahora dispone del mundo y de la carne, esto en el
sentido peyorativo de estos vocablos; disponiendo de estos dos (mundo/carne), como
aliados muy constantes, además de la ayuda de huestes de demonios.

Satanás tienta a la humanidad. Dios no puede inducir a nadie a hacer lo malo, sino que
el enemigo de nuestras almas, es el que despierta la concupiscencia, que se materializa
en quien cede, al pecado y la muerte (Santiago 1: 13, 14).

La tentación no se debe confundir con el pecado, pues la sugerencia del mal, no se con-
vierte en pecado sino se acepta. Por eso en la tentación que experimentó nuestro
Salvador en aquel desierto de parte de satán; la completa humanidad de Jesús, le
permitió a-preciar toda la fuerza de los embates del maligno, que trataron de poner a
prueba la perfección de su Persona, pero no pecó: “porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado
en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” Hebreos 4: 15. Por lo tanto nosotros
sus hijos legítimos hemos de pedirle a nuestro Padre que:”no nos metas en tentación
más líbranos del mal.” Mateo 6: 13, pero sí Dios en algunos casos permite la prueba,
como hijos fieles, no cae- remos si nos valemos de los recursos del Dios fiel, quien “no
os dejará ser tentados más allá de lo que podéis sufrir….sino que dará la salida.” 1ª.
Corintios 10: 13.

Es por eso que debemos velar y orar, para no sufrir tentaciones; tal y como Jesús se lo
expresaba a sus discípulos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a
la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Mateo 26: 41.

Es orando y manteniendo comunión con El, que lograremos ser librados por nuestro
Señor: “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos.” 2ª. Pedro 2: 9 a.

Retomando el tema del significado en hebreo y griego (dos idiomas en los cuales fueron
escritas las Santas Escrituras en su original, he ahí la importancia de su real traducción y
significados), de la palabra tentación (la cual es una de las raíces del pecado), “masa,
bahan” en hebreo y “Peirazo, dokimazo” en el griego, es: “someter a prueba” y en su
uso bíblico, no solo significa entonces “inducir a pecar”. Esta traducción de “someter a
prueba” a una persona, que es el sentido básico de los verbos en los idiomas originales.
Esta frase se expresa con la metáfora de la purificación de metales preciosos en el crisol.

Estas pruebas son muy especiales de parte de Dios, para solidificar la fe del probado. En
la Biblia tenemos casos espectaculares como los de Abraham, donde la fe del patriarca
salió extremadamente fortalecida, lea por favor en: Génesis 22: 1; Hebreos 11: 7, según
la norma subrayada en 1ª. Pedro 1: 6 y 7, también las pruebas al pueblo de Israel (por ej.
Isaías 48: 10; Zacarías 13: 9; Santiago 1: 12, etc.), además está el caso de Job, etc. etc.

A nosotros que sufrimos tentación o sea “inducidos a pecar” de parte del maligno,
aunado a esto las varias razones que vimos en este libro en los capítulos anteriores; nos
que-da entonces una opción fundamental para nuestra defensa amparados en Dios, la
cual es la constante oración (Mateo 26: 41; 1ª. Tes. 5: 17). Pablo nos alienta al respecto:
“pues en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que
son tentados.” Hebreos 2: 18
62

Deliberadamente no podemos mentir, menos en estas circunstancias; escribiendo algo


sacro. Les cuento que en este preciso momento fui tentado, y caí en error de ira, ya que
uno de los trabajadores del negocio de transporte que Dios nos provee, me llamó
exigiendo un pago justo, pero que el día anterior a este, se le estuvo buscando en su área
de trabajo; este junto a sus compañeros no se encontraban cuando el mensajero les
llevaba el pago respectivo. Le he contestado de muy mala manera. Se que debo
disculparme tanto ante Dios como con el trabajador. Una tentación que llegó justo al
escribir al res-pecto y experimentar la incursión del enemigo, en inducir al que llamó
para que me faltase el respeto y yo en mi debilidad, responderle groseramente también
faltándole al respeto. Tengo dos obligaciones ahora (pienso en este instante), primero
orar a Dios, en el Nombre de Jesús, para que: “pero cuando el arcángel Miguel
contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a
proferir juicio de maldición contra él, sino dijo: EL SEÑOR (JESUS) TE
REPRENDA.” Judas 9. Además que Dios me perdone. Segundo; disculparme y pagarle
(como era la intención el día anterior).

Segundo: Andando en el Espíritu Santo de Dios.


Inmediatamente después de reconocer en privado y públicamente a Jesús como nuestro
Salvador y Señor, se lleva a cabo uno de los acontecimientos más impresionantes en
nuestro ser; es la posesión del Espíritu Santo de Dios, ya que venimos a ser templo y
morada de esta Divina Persona de la Trinidad; “¿no sabéis que sois Templo de Dios, y
que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 1ª. Corintios 3: 16. Transformándose en ***
el dulce Huésped de mi alma; es maravilloso, respetuoso, dulce, amable, bello,
bondadoso y no hay palabras para expresar lo mucho que significa para nuestro ser el
glorioso Espíritu Santo de Dios; Él es (repito) “el dulce huésped de mi alma”, el que nos
hace llegar a Dios por medio de la oración, el que nos induce a hacerlo, su maravillosa
presencia nos da fuerza, para seguir haciéndolo, es un deseo, una pasión, un dulce
despertar, una brisa que acaricia nuestro espíritu, un suspiro en el silencio, un aliento
fresco, una visión de mil colores, un aroma de frescura sin igual que acapara las delicias
de un jardín celestial que expande nuestra visión de lo terrenal a el paraíso que será
nuestro hogar. Eso y mucho más es el sentir la presencia del Espíritu Santo en nuestro
ser (Jehová-Sama).

La llenura del Espíritu Santo, llega en la mayoría de las oportunidades en la oración;


Pedro y Juan lo hicieron; leemos en Hechos 8: 15 “los cuales, habiendo venido, oraron
por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo” más adelante habla de la imposición de
las manos para recibirlo también, versículo 17 “entonces les imponían las manos, y
recibían el Espíritu Santo.” (*** otras anotaciones en el libro referente a la oración.)
Si tenemos la llenura del Espíritu Santo, nos será, no solo más fácil orar, sino resistir
las luchas tentadora del diablo e inclinación propia y carnal nuestra, para consumar un
hecho pecaminoso. Viviendo en el Espíritu. (Sabremos que cuando escribo Espíritu, con
E mayúscula, es cuando se refiere al Espíritu Santo de Dios, con e minúscula, a nuestro
espíritu personal)

“Digo, pues: andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el


deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se
oponen entre si, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos,
63

celos, iras, con-tiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías,


y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios. Más el fruto del
Espíritu es a-mor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la
carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el
Espíritu.” Gálatas 5: 16-25.

Triunfaremos sobre las tentaciones pecaminosas, si fortalecemos nuestra vida espiritual


en reglas como: apoyarla (nuestra vida), en la Palabra de Dios, según Deuteronomio 8:3
Asegurada por medio de la fe; Juan 5: 24; Juan 20: 31; Romanos 6: 11 y 8: 10; requiere
que muramos al pecado y a nosotros mismos: “Porque nosotros que vivimos, siempre
estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestra carne mortal.” 2ª. Corintios 4: 11; Cristo el objetivo supremo de
nuestra vida espiritual: “Porque para mi el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”
Filipenses 1: 21.

Vendrá a ser un riguroso requisito, tener más de alguno de los dones espirituales, para
estar más cerca de Dios. Le pido leer y escudriñar el capítulo 12 de 1ª. Corintios,
pasando por el camino excelso del amor, detallado en el capítulo 13 y terminando con el
14 en su totalidad, ya que “Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu
de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu
Santo.” 1ª. Corintios 12: 3.

Esta gloriosa presencia de Dios, nos será dada como respuesta a oraciones específicas al
respecto, según palabras prometedoras de Jesús; “pues si vosotros, siendo malos, sabéis
dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11: 13. Además de que la limpieza espiritual propia
lo precede; “Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hechos
2: 38.

Resistamos los embates del diablo, con sus tentaciones y falsas ofertas, con sus falacias
y espejismos, con sus charlatanerías y burla. Soportémoslo con el Poder que viene de lo
Alto; estando llenos del Espíritu de Dios. Avivemos la llama del Espíritu en nosotros,
dando testimonio a los no convertidos y aviso de prevención a los espíritus del maligno
de que Dios mora en nosotros; “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios.” Romanos 8: 16; “Y el que guarda sus mandamientos,
permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por
el Espíritu que nos ha dado.” 1ª. Juan 3: 24.

Tenemos pues la fuerza de Dios de nuestro lado porque…… “No con ejército, ni con
fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Zacarías 4: 6b.

Debemos comprender entonces que nuestra lucha es espiritual y contra los que nos
provocan para pecar y perder la paz que Dios nos da.

Los demonios son incitadores del mal, sabemos que no los podemos ver, a esos
espíritus inmundos, mientras ellos si nos ven a nosotros, dándoles eso, una gran ventaja.
64

Estamos conscientes que humanamente no tenemos la fuerza y el poder que ellos


poseen pero contamos con la ayuda y autoridad que Jesucristo nos delegó, estando
asidos del poder de Dios ¡¡¡Gloria a Dios por eso!!! Nos unimos nuevamente a lo que
el apóstol Pablo expresa “pues aunque andamos en la carne, no militamos según la
carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para
la destrucción de fortalezas.” 2ª. Corintios 10: 2-4.

Tenemos que estar bien preparados espiritualmente, o sea llenos del Espíritu de Dios,
para resistir esta lucha constante, amparándonos en la cita que dice: “protegernos con la
verdad, la coraza de justicia, el evangelio de la paz, el yelmo de la salvación y el escudo
de la fe para apagar todos los dardos de fuego del maligno.” Mira que estas son armas
que tenemos que llevar como buenos soldados (espiritualmente hablando), puestas en
todo momento y así resistir en el nombre de Jesús, las invitaciones a pecar.

Un creyente en Jesús, lleno de la unción del Espíritu de Dios, será difícil presa de satán
para hacerle caer en tentación, porque estará en constante oración, bajo la unción del
Espíritu Santo, además de fortalecido con el tercer punto, que detallaré a continuación,
para poder con la ayuda de Jehová Dios, procurar no pecar más.

Tercero: Leyendo, escudriñando y guardando para sí, la Palabra de Dios.

Las Sagradas Escrituras; la Santa e infalible Palabra escrita de Dios a su pueblo en todas
las edades y tiempos. Sabemos de estos escritos sacros, que fueron inspirados por el
Espíritu Santo de Dios a cuarenta personas.

Lo extremadamente importante es creer que es la Divina Palabra de Dios, revelada, bajo


su soberana y santa voluntad a quien el dispuso, (¿quienes somos nosotros para pedir o
dar opinión a Dios, sobre sus disposiciones en la Biblia?), El es Soberano en todo;
recordemos lo que le dijo a Job: “¿Dónde estabas tu cuando Yo fundaba la tierra?
Házmelo saber si tienes inteligencia.” 38: 4.

Aunado a esto del creer, esta el guardar y obedecer sus preceptos. Entonces ahorremos
el tiempo y espacio en este libro (ya que existen varios libros específicos), para explicar
los orígenes de los Escritos de la Palabra de Dios; su Biblia, mi Biblia. Limitémonos en
obedecerla poniendo en práctica sus mandatos, muy especialmente los dejados por el
gran Maestro, Señor y Salvador personal, el Cristo, es decir el Mesías; JESUCRISTO.

Esta palabra de Dios; viva y eficaz, nos dará confort, aliento y precaución para
desobedecer a las tentaciones diabólicas; que llevan en sí el propósito explícito y
definitivo; el hacernos caer en pecado.

“Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino.” Nos dice el salmista


respectivo en el 119: 105. Es una auténtica lámpara, que nos guía en este peregrinar,
por este mundo donde reina la maldad, el cual recorremos a través de nuestra existencia,
que aun que muy breve, es significativa en tiempo y edades para esta carne débil. Es
por eso que siempre estamos en constante movimiento, necesitando de una luz para no
tropezar.
65

Es la Biblia también, la Palabra de vida, la cual debemos comer, ya que viene a ser uno
de los alimentos más indispensables para nuestro espíritu; “Él respondió y dijo: escrito
está: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”
“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las Palabras que Yo os he
hablado son espíritu y son vida.” “asidos de la Palabra de vida, para que en el día de
Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.”
Mateo 4: 4; Juan 6: 63 y Filipenses 2: 16 respectivamente.

En medio de esta guerra espiritual contra el enemigo de nuestras almas, el cual procura
con diligencia apartarnos del camino de la verdad hacia Dios, tratando
desesperadamente que accedamos a sus propuestas malévolas para caer en pecado y
desobediencia; dentro de este batallar; refugiarnos en la lectura, observancia, obediencia
y el escudriñar de la Biblia, principalmente en las Palabras de Jesucristo, nos dará un
resultante preciso de victoria sobre las tentaciones y sus consecuencias.

Las infalibles e inmortales Palabras de Cristo Jesús son: Imperecederas; “El cielo y la
tierra pasarán, pero mis Palabras (dijo Jesús), no pasarán.” Marcos 13: 31; llenas de
gracia, Lucas 4: 22. Con absoluta y contundente autoridad: “Y se admiraban de su
doctrina, porque su Palabra era con autoridad.” Lucas 4: 32; definitivamente, muy
espirituales, según el pasaje de Juan 6: 63; son también llenas de vida eterna: “Le
respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quien iremos? Tu tienes Palabras de vida eterna.”
Juan 6: 68. Sus palabras son incomparables, Juan 7: 36, además de Palabras de juicio;
Juan 12: 48.

Esta Escritura sacra es en su esencia; Palabra Divina: “el que no me ama, no guarda mis
Palabras (lo escrito en la Biblia), y la Palabra que habéis oído ( que para nosotros los de
los días postreros a El, se aplica: leído), no es mía, sino del Padre (Dios) que me envió.”
Juan 14: 24.

Al leer nuestra Biblia, no solo alimentamos nuestro espíritu, alma y cuerpo; también lo
volvemos bajo el Poder sobrenatural de Dios, muy blindado para cubrirnos de los
dardos del diablo y sus demonios, para evitar aun pecar. Además estamos haciendo
efectivas las promesas de Jesús, que entre muchas serían: vida eterna; “de cierto, de
cierto os digo, que el que guarda mi Palabra, nunca verá muerte.” Juan 8: 51. La
maravillosa pro mesa de la venida del Espíritu Santo de Dios: “si me amáis, guardad
mis mandamientos y Yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador (el Parakletos, El
Espíritu Santo), para que esté con vosotros para siempre.” Juan 14: 15 y 16.

Tendremos comunión Divina, lo cual es un incomparable blindaje espiritual para


desechar las obras del enemigo, porque Jesús prometió, esa llenura, esa comunión
Divina: “Respondió Jesús y le dijo: el que me ama, mi Palabra guardará; y mi Padre
(Dios y su Santo Espíritu) le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” Juan
14: 23. Esta no le parece, amado lector, una de las promesas más maravillosas e
inigualables palabras dichas, escritas y firmadas por el Hijo de Dios; el cual nunca
miente, porque no es hijo de hombre terrenal para que mienta; sus Palabras siempre
fueron y son verdad.

Por lo cual tendremos seguridad en sus Santas Palabras; “Y en esto sabemos que
nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.” Cita del apóstol, en 1ª Juan
2:3
66

Adquiriendo, teniendo, leyendo, observando, escudriñando y sobre todo guardando en


nuestro corazón; poniendo en práctica su Palabra, tendremos fácil acceso a Jehová-Dios,
seremos premiados con la excelsa promesa de nuestro amado Jesús, cuando dijo por
medio del visionario Juan, en el Libro del Apocalipsis 3: 8 “Yo conozco tus obras; he
aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque
aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi Nombre.”

La sana lectura es defensiva, principalmente leyendo la Santa Biblia; recordemos lo que


el apóstol le dijo a Timoteo; atesorémoslo en nuestra mente y corazón por siempre, para
que cuando venga la tentación, podamos recordar estos sabios consejos: “Pero persiste
tu en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido; y que
desde la niñez has sabido de las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio
para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de
que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” 2ª.
Timoteo 3: 14-17.

Este libro de enseñanza y advertencia nos hará reconsiderar las ofertas malas que nos
ofrece el diablo. Ya que en sus escritos podemos encontrar los resultantes a causa de
los pecados que cometeríamos si accedemos a los deseos carnales propios incitados por
el mal (Romanos 6: 23).

El sabio Salomón nos advierte: “El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda
en perversidad de boca; que guiña los ojos, que habla con los pies, que hace señas con
los dedos. Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal en todo tiempo;
siembra las discordias. Por tanto, su calamidad vendrá de repente; súbitamente será
quebrantado, y no habrá remedio.” Proverbios 6: 12-15 esta cita, específicamente la
parte b del verso 12; “es el que anda en perversidad de boca” me recuerda lo mal
hablado que era; la cantidad de palabras malas, como decimos popularmente, eran
asombrosas y tan ofensivas que a mi mismo me espantaban. Aún siendo cristiano las
decía con frecuencia, pe-ro aplique estos principios y además un secretito que quiero
compartir para con aquellos que todavía las dicen en cualquier circunstancia. Resulta
que dispuse en mi corazón con la anuencia de Dios, a causa de mis ruegos a El, que me
quitara la mala costumbre de decir cualquier clase y cantidad de palabrotas, sintiendo
que por cada palabra no adecuada, exclamara diez “gloria a Dios” o repitiera cinco
veces un pequeño versículo de la Biblia lógicamente que tremendo trueque no le pareció
buen negocio al espíritu inmundo que me hacía decir palabras inadecuadas, optando por
retirar su repertorio de mi ser dejando que de mi garganta fluyeran cosas buenas nada
más. Aplique este ejemplo o aconseje a quien Usted sepa que padece de este mal.

Toda la Biblia está llena de sabios consejos para evitar los pecados; pero el libro de los
Proverbios dados con la sabiduría de lo Alto al rey Salomón; son una exquisita ensalada
de consejos que podemos con la ayuda del Espíritu Santo, llegar a aplicar en nuestras vi
das para resistir las insinuaciones a pecar. Lea los capítulos: tres, cinco, seis, siete, once
doce, trece, diez y seis, diez y ocho y veintidós al veintinueve. Lee y escudriña; guarda
en tu mente y corazón todos esos sabios consejos, los cuales son directamente de Dios
por medio de su Santo Espíritu a nosotros, para estar resguardados del maligno,
confiando en que “Toda Palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en El
esperan.” Proverbios 30: 5
67

Cuarto: El Ayuno.

Actividad fundamental en la vida del verdadero cristiano; ya lo dijo Jesús: “Este género
no sale sino con oración y ayuno.” Refiriéndose a espíritus inmundos que nos atacan
para pecar.

Este ejercicio espiritual en el que se abstiene una o varias personas de comer, se realiza
de muchas maneras y tiempos. La Biblia cita ayunos desde un día (hasta el anochecer)
como de tres días, siete días, tres semanas (Daniel), y hasta de cuarenta días, los cuales
llevaron a cabo Jesús de Nazareth y en la antigüedad; Moisés y Elías.

En el Antiguo Testamento se informa del ayuno por varias razones y circunstancias;


siendo las más comunes; para sacrifico por los pecados, por humillación, por luto y la
reinterpretación profética de Isaías 58, donde el profeta presenta el ayuno como un acto
de solidaridad entre los ricos y pobres de aquella época. Con este tipo de ayuno surge la
posibilidad de que las personas acomodadas y solventes experimenten lo que día a día
viven los pobres.

Pero también se ayunaba para preparase a recibir una revelación Divina como es el
caso del profeta Daniel.

Nuestro Señor Jesucristo instó a un ayuno más efectivo; más sincero, menos hipócrita,
que sea hecho y dirigido exclusivamente a Dios; “Cuando ayunéis, no seáis austeros,
como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que
ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tu, cuando ayunes, unge tu
cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre (Dios) que ve en lo secreto te recompensará en público.”
Mateo 6: 16-18.

Jesucristo ayunó cuarenta días en el desierto, para iniciar tan gran ministerio y poder
resistir la tentación que a la postre realizaría el tentador, sabiendo que el Mesías era
100% un ser humano. Es por eso que nuestro Señor, se preparó en un ayuno prolongado
para adquirir resistencia a los embates del maligno; “Y después de haber ayunado
cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a Él el tentador, y le
dijo………..” Mateo 4: 2… fue tentada la humanidad de Jesús, pero estaba con blindaje
espiritual, hecho a base de constante oración y ayuno, recordemos que El se instruía en
las Sagradas Escrituras, que en aquellos tiempos era la Tanah , que es la Biblia Hebrea,
o sea lo que hoy en día conocemos como el Antiguo Testamento. Toda las referencias
de Cristo cuando hablaba de Moisés, los grandes hombres de la antigüedad y los
profetas, era porque leía y escudriñaba la Palabra de Dios, escrita tanto en la Toráh (el
Pentateuco de Moisés), como en el resto de la Tanah (tanaj). Entonces este Cristo
hombre fue tentado, pero resistió, saliendo el tentador, derrotado; “Entonces Jesús le
dijo: vete satanás, porque escrito está: al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás. El
diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.” Mateo 4: 10, 11.

Por eso el apóstol Santiago nos exhorta: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y
huirá de vosotros.” Santiago 4: 7.
68

Cuando sintamos la tentación cercana, busquemos la presencia de Dios a través del


ayuno.

Mediante el proceso del ayuno, se irán entremezclando las tres actividades que vimos
con anterioridad.

Si quisiéramos, bien pudiéramos; fuerza de voluntad nos falta, para poder ser
absolutamente personas de bien; ya que teniendo la bienaventuranza de ser salvos por
gracia en Dios, por medio de Jesucristo; tan solo podríamos alimentar nuestro espíritu,
para que en total comunión con el Espíritu Santo, estén en armonía, al llevar a
conclusión estos ejercicios significativos para nuestra edificación espiritual. Imagínese
uniendo el ayuno con la lectura de la Palabra escrita de Dios y mezclándola con la
oración; pues tendríamos como resultante; una llenura del Espíritu Santo y esta a la vez
bien fortalecida seria el blindaje ideal para soportar los embates de las armas con las que
nos ataca sin piedad el maligno.

Santiago nos anima entonces al decirnos que: “Acercaos a Dios, y Él se acercará a


vosotros. Pecadores limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad
vuestros corazones.” 4: 8.

Definitivamente estamos en guerra; guerra espiritual: “Por lo demás, hermanos míos,


fortaleceos en el Señor (Jesús), y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura
de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no
tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en
las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestíos con la coraza de justicia, y calzaos los
pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con
que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la PALABRA DE DIOS (la Biblia);
ORANDO en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu (ayuno), y velando
en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (nuestros hermanos en la
fe).” Efesios 6: 10-18.

Tenemos todas las armas espirituales a nuestro alcance y debemos echar mano de ellas,
ya que nuestro General; Jehová Dios de los ejércitos, nos las da y con el somos más que
vencedores (Jehová-Sabaot).

Podemos estar seguros en Dios, aunque llegan momentos de flaqueza, porque somos
débiles y temerosos; de tanto ataque que sufrimos, diera la impresión que estamos
siendo derrotados; que fuimos dejados por Dios; pero eso nunca pasará, ya que Él jamás
nos dejará, porque somos sus hijos, teniendo el derecho de que nos auxilie, porque solos
no podríamos contra el mal (Deuteronomio 31: 6).

Nuestra vida en este mundo pecaminoso es temporal y si perseveramos; tendremos una


de las más grandes y maravillosas promesas hechas por Jesús; “Al que venciere le daré
que se siente conmigo en mi trono así como Yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su Trono.” Apocalipsis 3: 21, es una espectacular promesa; entonces
69

empecemos a orar, estar en el Espíritu, escudriñar y guardar su Palabra escrita y ayunar,


todo esto sin temor, ya que: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores
por medio de Aquel que nos amó.” Romanos 8: 37

A todo esto; comprenderá que nuestra lucha no es contra seres humanos iguales a
nosotros, sino contra demonios en el exterior y al derredor. Mayormente contra estos
demonios en el interior nuestro que nos provocan hacer pecados, aprovechando el
deleite que nuestra carne aparente y momentáneamente disfruta. Pero para contrarrestar
este malévolo principio, deberíamos aplicar la cita de 2ª. Corintios 10: 2-4 “pues aunque
andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia
no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.”

Estos cuatro puntos son pilares fundamentales para el sostén de la fe del cristiano
comprometido con Dios, para no pecar más. Poniéndolos en práctica será más fácil
resistir al diablo con sus engaños, astucia, mentiras y falacias. Recordando al extremo
las palabras del apóstol Juan de que: “El que practica el pecado es del diablo; porque el
diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las
obras del diablo.

Las razones anotadas por las cuales nos inclinamos aún al pecado, serán destrozadas por
el Dios nuestro Todopoderoso, si venimos a Él con un corazón puro, sincero, sin
intentar ocultar nada (no siendo hipócritas), llenos de arrepentimiento, deseos y actitud
de cambio; rogándole a Él que nos ayude a no pecar. Reconociendo nuestras
debilidades delante de Dios, claramente; orando con fervor y un corazón quebrantado,
confesando nuestras culpas únicamente ante Dios y por la única y exclusiva intercesión
de Cristo Jesús. Es nuestra obligación humillarnos ante el Creador expresando con
nuestra voz en detalle las situaciones que nos afectan; si nos gusta el alcohol, pues
confesarlo; si son las mujeres, los juegos de azar, las parafílias, las mentiras, y un sin fin
de pecados; pues nuestra sinceridad ante Jehová Dios, debe ser totalmente pura, aunque
Él ya conoce de antemano nuestras debilidades, pero a Dios le complace que nos
humillemos, reconociendo que solo en Él, a través de Jesucristo tendremos la ayuda que
buscamos además del perdón absoluto a nuestras faltas.

A Dios le complace nuestra sinceridad, humildad y arrepentimiento; hagamos eco de las


palabras siguientes: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús
vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” ¿Quién lo
dijo? Fue el gran apóstol Pablo, perfectamente sabemos del gran ministerio que Dios le
encomendó a este hombre, quien fue nada más y nada menos que el principal precursor
de la Iglesia primitiva, de la cual nosotros partimos, que predicó la sana doctrina de
nuestro Señor Jesucristo, y ya vimos abundantemente en este estudio, varias citas al
respecto, entendiendo y sabiendo que Dios por medio de su Santo Espíritu le reveló y
encargó el escribir para nosotros trece cartas maravillosas. Fue llevado en vida al tercer
cielo y le fueron mostradas cosas extraordinarias, que no todas le fueron permitidas
revelar a la humanidad. A pesar de todo esto; el apóstol, se consideraba el primero de
los pecadores, necesitado urgentemente de un Señor y Salvador para gobernar su vida y
para el perdón de sus pecados.

La sinceridad del apóstol Pablo (Romanos 7: 7-25) y su humildad (1ª. Timoteo 1: 15


entre otras citas), nos enseñan que somos pecadores aun, a pesar de estar ya en los
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caminos del Señor, que no debemos ser hipócritas delante de Dios, con nuestros
semejantes y con nosotros mismos; para que Dios por medio de su Amado Hijo, devele
su gran misericordia y clemencia. Por eso el apóstol dice, inmediatamente después de
humillarse reconociendo su condición, que: “Pero por eso fui recibido a
MISERICORDIA, para que JESUCRISTO mostrase en mí el primero toda su
CLEMENCIA, para ejemplo de los que habrían de creer (Usted y yo) en Él para vida
eterna. Por tanto, al REY de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio DIOS, sea
honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” 1ª. Timoteo 1: 16, 17.

(A lo que el apóstol apunta con relación a ser el primero de los pecadores, pues difiero
totalmente con él, porque ese primer lugar lo tengo lamentablemente yo) pero nos
alienta y consuela lo siguiente.

Seremos santificados y purificados por Dios; “SANTIFICALOS EN TU VERDAD;


TU PALABRA ES VERDAD” Juan 17: 17.

Efesios 5: 25-27 “Maridos, amad a vuestras mujeres, ASI COMO CRISTO AMO A
LA IGLESIA, Y SE ENTREGÓ ASÍ MISMO POR ELLA, PARA SANTIFICARLA,
HABIÉNDOLA PURIFICADO EN EL LAVAMIENTO DEL AGUA POR LA PALA-
BRA, A FIN DE PRESENTARSELA A SÍ MISMO, UNA IGLESIA GLORIOSA,
QUE NO TUVIESE MANCHA NI ARRUGA NI COSA SEMEJANTE, SINO QUE
FUESE SANTA Y SIN MANCHA.”

Por último y tan importante como lo anterior; JESUS dijo: “El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi
Padre, y Yo le amaré y me manifestaré a él.” Juan 14: 21 “Si guardareis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como Yo he guardado los mandamientos
de mi Padre, y permanezco en su amor.” Juan 15: 10

“Y POR ELLOS (dijo Jesús) YO ME SANTIFICO A MI MISMO, PARA QUE TAM-


BIEN ELLOS (nosotros) SEAN SANTIFICADOS EN LA VERDAD.” Juan 17: 19.

Nos amamos en el AMOR DE JESUS, hasta pronto; le agradezco por leer esto,
despidámonos con las maravillosas e inigualables palabras de nuestro amado Jesús:

“TODA POTESTAD ME ES DADA EN EL CIELO Y EN LA TIERRA. POR TANTO


ID, Y HACED DISCIPULOS A TODAS LAS NACIONES, BAUTIZANDOLOS EN
EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPIRITU SANTO;
ENSEÑANDOLES QUE GUARDEN TODAS LAS COSAS QUE OS HE
MANDADO; Y HE AQUI YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DIAS,
HASTA EL FIN DEL MUN-DO. AMÉN.”

SHALOM.
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UNA ORACIÓN DE ARREPENTIMIENTO.

Padre Santo, mi único Dios, Creador del universo, la tierra y todo lo que en ellos existe,
yo pecador, vengo a Ti en el Nombre de Cristo Jesús, al cual reconozco públicamente
como el único y suficiente Salvador y Señor de mi vida, para que en su Santo Nombre y
por su muerte en la cruz del Calvario y posterior gloriosa resurrección para vida eterna
juntamente con Él; me perdones de todos los pecados que he cometido, ayudándome al
mismo tiempo a no volver a pecar, porque de hoy en adelante ya no soy solo criatura
tuya, más vengo a ser hijo legítimo, para tu honra y tu gloria. Doy cabida a tu Santo
Espíritu en mi ser, para que por fe me guíe a toda verdad. Amén.

“Jesús le dijo: YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD, Y LA VIDA; NADIE VIENE


AL PADRE, SINO POR MI.” Juan 14: 6.

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