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UN APUNTE SOBRE LA CRISIS FINANCIERA ACTUAL Y ENSEÑANZAS

FUTURAS

Alberto Arredondo Polar*

INTRODUCCION

La crisis financiera mundial que se manifestó con fuerza en el tercer trimestre del año 2008
ha tenido y tiene todavía impactos muy negativos en la gran mayoría de países, tanto
desarrollados como en desarrollo, y sobre ella se han establecido un sinfín de
especulaciones y apresurado muchas conclusiones. Sin duda continúa siendo motivo de
noticia en la mayoría de medios de prensa del mundo y es tema de analistas y comentaristas
de todo el espectro del conocimiento humano, incluyendo a los no economistas.

Entre otros aspectos, algunos analistas han puesto en tela de juicio las bondades del sistema
de mercado como el mejor asignador de recursos y la conducción al mejoramiento de la
calidad y nivel de vida de la población; aún más responsabilizan al mercado como causante
de la crisis. Concordante con ello, se pretende restaurar esquemas económicos superados
que, históricamente, han demostrado su incapacidad para conducir a las poblaciones al
bienestar y para solucionar problemas económicos y sociales ya que, por el contrario, los
profundizaron o generaron.

Se señala también que el Estado debe retomar su rol de conductor de la economía y, por esa
vía impedir que se manifiesten las fallas del mercado, la política económica debe orientarse
a favor del sector productivo y del pleno empleo, subordinando lo financiero a estos
objetivos con mecanismos de intervención efectivos.

Por otro lado, las críticas se han orientado a la irresponsabilidad de determinados agentes
financieros que canalizaron operaciones crediticias a la adquisición de viviendas de
sectores poblacionales de escasos recursos y a la excesiva flexibilización en las exigencias
de garantías para cubrir situaciones de riesgo, que dieron lugar a los denominados créditos
subprime, finalmente causantes de la situación.

En otro orden de ideas se dice que la crisis por ser eminentemente financiera, debido al
desapalancamiento en segmentos importantes de la economía mundial, tendría que
solucionarse con medidas financieras, antes que afectara al sector real de la economía, por
cuanto de producirse ello, se enfrentaría un problema de recesión, tal como finalmente
ocurrió.

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* Director del Programa Profesional de Ingeniería Comercial. UCSM. Arequipa, julio 2009
Sin pretender ser general después de la guerra y a riesgo de simplificar demasiado,
conviene tratar de identificar algunos elementos del proceso de generación de la crisis
financiera a lo largo de los últimos años, con el objeto de establecer alertas que permitan
ajustes y correcciones que minimicen el impacto de acciones peligrosas en el futuro, ya que
esta crisis es la más peligrosa de los últimos 70 años por su impacto en todas las economías
del mundo.

ANTECEDENTES DE LA CRISIS Y EL BOOM DE LA INNOVACION

La Teoría Económica nos enseña a establecer relaciones causa-efecto entre los fenómenos
económicos por lo que para entender la crisis financiera que se manifestó con crudeza
durante el tercer trimestre del año 2008 debemos indagar sobre sus causas que,
fundamentalmente, fueron de carácter monetario, las mismas que las podemos localizar en
la década de los ochenta del siglo pasado y centrarnos en la economía más grande del
mundo que es donde, principalmente, se focaliza el problema.

Los años ochenta del Siglo XX se caracterizan por la existencia de una política monetaria
restrictiva vinculada con la crisis bancaria de la época y un excesivo esquema de regulación
y supervisión, aunque en un ambiente de estabilidad económica. Esta situación favorece la
creación, introducción y/o implementación de un conjunto de instrumentos financieros,
especialmente en los años noventa y con mayor fuerza en los primeros del presente siglo,
que propiciaron mayor liquidez y recursos que ampliaron la capacidad de los mercados
financieros.

Dichos instrumentos, entre los que se encuentran fondos de pensiones, fondos mutuos,
instrumentos derivados, swaps, fondos de estabilización cambiaria, bonos respaldados por
hipotecas, obligaciones de deuda colateralizada, reportos, entre otros, permitieron mayor
liquidez y propiciaron expansión de créditos por encima de los niveles de depósitos del
sistema y conllevó a prácticas especulativas, burbujas de bienestar, volatilidad de los
mercados de valores, dinamismo de algunos sectores productivos como el de la
construcción que, como sabemos, genera grandes efectos multiplicadores y, con el tiempo,
causó inestabilidad y derrumbamiento de la sensación de bonanza.

Los instrumentos señalados son parte de un proceso dinámico y novedoso de innovación


financiera que condujo al desarrollo de “ingeniería financiera”, “inteligencia financiera” e
“imaginación financiera”, orientadas a propiciar mayores alternativas de inversión y, por
esa vía, generar ganancias por encima de los niveles tradicionales del sistema bancario, del
mercado bursátil e incluso de los obtenidos por las actividades productivas. La
globalización y mundialización de la economía, además del desarrollo tecnológico,
contribuyen a ampliar las expectativas en ese campo.

Ciertamente muchos de estos instrumentos financieros existían desde décadas atrás pero en
esta oportunidad, parte de la innovación estuvo vinculada con el afán desmedido y creciente
de generación de beneficios extraordinarios en un ambiente de especulación asociado a
mayores riesgos y de expectativas fallidas, porque las proyecciones de ganancias se
basaban más en “deseos” de rendimiento futuro de los activos financieros que de
proyecciones racionales; imperó más las expectativas adaptativas.

Haciendo una analogía de lo anterior, recordemos lo que ocurrió con los elevados
rendimientos de las Bolsas de Valores de algunos países, entre ellos la del Perú, en que
durante los años 2006 y 2007 generaron beneficios económicos por encima del 100%,
superando los niveles tradicionales y todas las expectativas racionales, y, como bien lo
observáramos, constituyó la base para que los agentes económicos (empresas y
particulares) se volcaran hacia las operaciones bursátiles, los fondos mutuos, los fondos de
pensiones, entre otros, con la esperanza de comportamientos similares en el futuro, porque
así lo deseaban.

La realidad mostró, al año siguiente un cambio diametralmente opuesto y las pérdidas y


frustraciones superaron en más a lo obtenido durante el período 2006-2007. Sobre este
particular, recordemos también que muchos agentes económicos se deshicieron de activos
fijos poco rentables y se sobre endeudaron por la perspectiva de ganar más con las
“inversiones” en dichos instrumentos.

Volviendo al tema central, debemos destacar que las acciones especulativas y de mayor
riesgo incluyó mecanismos de evasión o elusión a los mecanismos de regulación y
supervisión. Dentro de este contexto se integran al sistema dos elementos adicionales: por
un lado el fortalecimiento de la banca paralela que pasó a denominarse banca de inversión y
la creación de las compañías clasificadoras de riesgo; frente a éstas últimas las
instituciones del sistema financiero se preocuparon por mostrar sus estados económicos y
financieros en forma sólida; principalmente aquí se pone de manifiesto la “imaginación
financiera”. La conclusión de ello fue la reducción de la regulación y la disminución de las
tasas de interés a partir del año 2001.

Es evidente que, con el transcurrir de los años, la bonanza del sistema financiero, traducido
en mayores ganancias, se fortalece con los flujos monetarios que se orientan hacia el sector
lo que impacta sobre los precios de los activos financieros y explican el mejor
desenvolvimiento de los mercados bursátiles, primero y de viviendas, después.

Es importante notar que los beneficios extraordinarios no se canalizan hacia el sector


productivo y la mejor performance de activos financieros y reales es por efecto precio y no
por fortalecimiento de la estructura productiva ni por incrementos del ingreso real;
adicionalmente, los beneficios que genera el sector productivo no se reinvierten en él sino
que, igualmente, se canalizan hacia el sector financiero por las expectativas de mejor
rendimiento.

Situaciones de esta naturaleza, aunadas a la bonanza del sector financiero, propicia mayores
niveles de endeudamiento primero, de las empresas del sector real y luego, de las familias
que atraídas por el rendimiento de los activos financieros, el aumento progresivo del precio
de las viviendas y la flexibilización de las garantías por operaciones de crédito, asumen
mayores niveles de riesgo y, como consecuencia, sobreendeudamiento, pese al poco
dinamismo en el aumento de los salarios, lo que se agrava con el significativo incremento
de los créditos para consumo. Este hecho no se vio pero era una alerta al comportamiento
futuro del sector financiero.

DESAJUSTES DEL SECTOR PRODUCTIVO

Podemos entender, por consiguiente, que durante todo este proceso, progresivamente, se
afectaba el sector real de la economía que no recibía los impactos de las ganancias
financieras; por el contrario se debilitaba ya que, paralelamente, muchas actividades
económicas perdían productividad y competitividad con relación a productos provenientes
del exterior particularmente de la zona asiática, por el extraordinario crecimiento que
mostraban países como China e India, entre otros, cuyos menores precios favorecieron a los
consumidores a través de las importaciones, pero incrementó el déficit comercial del país.

La Teoría Económica también nos enseña que la menor productividad relativa del aparato
productivo afecta los beneficios de las empresas y el poder adquisitivo de los trabajadores,
lo que genera caída de los precios de los activos y, por lo tanto, propicia mayor
endeudamiento o incapacidad del pago de obligaciones tanto de los prime como de los
subprime. Dentro de este aspecto, conviene señalar que gran parte de inversiones se
orientó a la construcción de viviendas y la mayor demanda, explicado por los incrementos
de créditos para la adquisición de estos activos (con garantía de las hipotecas), propició la
elevación de sus precios, hecho que incentivaba su mayor adquisición, dada la expectativa
de su mejor valoración; sin embargo, una vez más lo que se daba era un efecto precio y no
un efecto producción, lo que constituía una burbuja insostenible y, por tanto, peligrosa.

Claramente nos damos cuenta que no se puede separar el comportamiento del sector
financiero con el del sector real; cuando se manifiesta la crisis se consideró que el problema
era financiero y que la solución tendría que darse por el lado monetario antes que se
afectara el sector real, pero, el sector real ya estaba afectado desde mucho antes. No
podemos dejar de lado que los flujos financieros deben provenir del sector productivo, lo
que no estaba ocurriendo.

El cambio de algunos precios en el mercado internacional especialmente el del petróleo


llevó a la modificación de la situación imperante; uno de los cambios fue la elevación de
las tasas de interés (con el fin de evitar impactos inflacionarios), del costo del crédito y de
las hipotecas; éstas últimas por encima del valor de las viviendas, lo que originó las ventas
masivas de estos activos y su consecuente caída, primero en sus precios y luego de las
hipotecas que las garantizaban; la consecuencia de ello fue descapitalización de los
tenedores de las mismas y la consecuente caída del mercado de valores y del dinero. Al no
haber activos financieros seguros se genera un aumento de la preferencia por la liquidez y
se cae en lo que conocemos como trampa de liquidez.

Es evidente, por otro lado, la descapitalización y elevados niveles de insolvencia que la


nueva situación financiera genera sobre las empresas del sector productivo, que poseen
activos financieros desvalorizados, lo que se traduce en cierres de plantas, reducción de
personal y la consecuente recesión. Por lo tanto, la bonanza del sector financiero se
convierte en una profunda crisis, tanto por la desvalorización de los activos como por la
imposible recuperación de los créditos otorgados. Las leyes económicas enseñan que no es
posible producir riqueza de la nada.

La recesión afecta la capacidad productiva y por esa vía a los países en desarrollo que
dependen de las exportaciones de materias primas, cuyos precios y mercados se reducen
sufriendo las consecuencias de la internacionalización de la crisis. La teoría económica nos
dice que las acciones especulativas de alto rendimiento duran muy poco y, por lo tanto, los
excesos y los errores implican un costo muy alto en términos de bienestar social.

IMPACTOS DE LA POLITICA MONETARIA Y FISCAL

Las políticas de salvataje implementadas por los gobiernos no dan resultado, a pesar de la
capitalización del sistema financiero por los flujos recibidos de las autoridades públicas y
por la reducción de la tasa de interés orientada a frenar la desvalorización de los activos
financieros y las viviendas, en parte, por la pérdida de confianza y en parte, por el
desconocimiento de la magnitud de los activos contaminados, agravado por la insolvencia
de los deudores que impide la reiniciación de la política crediticia.

Al respecto, Olivier Blanchard (2008) hace referencia a la incertidumbre existente y señala


que la pérdida de confianza a nivel mundial se asocia con temores de una larga y profunda
recesión generando preocupaciones e inseguridad en el empleo, el ahorro y el crédito, y,
como consecuencia, afectando el gasto de consumo, la inversión productiva y el
desempleo.

Los sistemas de regulación y supervisión son limitados e, igualmente, insuficientes para


revertir las tendencias por cuanto no aseguran condiciones de solvencia que permitan
restaurar la confianza y la dinámica crediticia, hecho que tiene que ver con la dinámica del
sector productivo, cuyo restablecimiento contribuiría a la estabilización de los activos
reales y de los mercados financieros.

En estos casos y teniendo en cuenta la magnitud de la crisis, la sola política monetaria es


insuficiente para revertir el problema; esta tiene que actuar conjuntamente con la política
fiscal orientándose al incremento de la producción, la recuperación del empleo y la
generación de ingresos, que permitan el incremento de la demanda interna y el repago de
los créditos, a efectos de reiniciar el círculo virtuoso inversión-producción-consumo.
Dentro de este esquema, se requiere una expansión selectiva del gasto público hacia la
producción y el fortalecimiento de la demanda interna y una política monetaria orientada a
restaurar el valor de los activos financieros.

ENSEÑANZAS DE LA CRISIS

1. La primera idea que cabe destacar es que la crisis financiera no es una falla del mercado
que, en su esencia, se sustenta en bases éticas y de confianza que dan origen a las leyes
económicas; son los comportamientos que exceden el marco del mercado por el afán
mercantilista de algunos agentes y la errada aplicación de instrumentos de política los
que la genera. Es como cuando en la esfera político-social, grupos subversivos agitan
sectores aprovechando la ignorancia de la realidad o del tema por parte de los grupos
poblacionales. Ello no significa que falla el marco legal sino que se le rebasa. Una vez
más la crisis nos enseña que el ir en contra de las leyes de la economía y actuar por
encima de la esfera del mercado, dejando de lado la ética, sólo conduce a la pérdida de
bienestar.

2. Uno de los elementos más significativos del crecimiento y el desarrollo del mundo
moderno es la innovación en las esferas sociales, técnicas y económicas. Sus bondades
son evidentes pero también sus problemas; la innovación per se no es buena ni mala,
es la orientación que se le da lo que genera beneficios o perjuicios. La capacidad del ser
humano es extraordinaria tanto para crear valor como para destruirlo, por ello es claro
que el dinamismo de la innovación no se va a reducir.

3. La crisis actual no es exclusivamente de carácter monetaria y financiera sino que tiene


su contrapartida en el sector real. Lo financiero se desprende de lo productivo y la
solución exige una solución integral en términos de restablecer la dinámica productiva y
estabilizar el mercado financiero, lo que implica el ajuste a su nivel de los activos
reales y financieros. Los límites de la eficacia de la política monetaria por los
trastornos financieros, exigen el estímulo fiscal para evitar efectos negativos recíprocos
entre lo financiero y lo real.

4. Los errores de política económica, que en un país pequeño sólo generarían impactos
internos, en un país grande provocan repercusiones internacionales de elevada
magnitud, lo que se agrava por la transmisión inmediata en un mundo globalizado,
como el actual, tanto en el sector financiero como en el sector real de todos los países.

5. El fortalecimiento de los esquemas de regulación y supervisión financiera deben incluir


técnicas de gestión de riesgo sistémico y contemplar los efectos de la ingeniería e
imaginación financieras que son consustanciales con el desarrollo de las habilidades y
capacidades del ser humano, que además cuenta con el apoyo de la innovación
tecnológica que caracteriza al mundo globalizado de hoy. En consecuencia tendrá que
orientarse a reducir los riesgos sistémicos pero sin ahogar la innovación.

6. Para contrarrestar los impactos negativos de las crisis internacionales, los países en
desarrollo tienen la obligación de fortalecer su mercado interno y ampliar su
participación en el comercio internacional elevando los niveles de competitividad con el
desarrollo de infraestructura económica y social, optimizando los niveles de educación,
mejorando la institucionalidad, garantizando el estado de derecho y manteniendo
estabilidad económica, política y social.

REFERENCIAS

1. Blanchard Olivier (2008): “Grietas en el Sistema”. FMI. Revista Finanzas y Desarrollo.


Diciembre.
2. Claessens S. Kose M.A. y Terrones M.E. (2008): “Cuando las crisis colisionan”. FMI.
Revista Finanzas y Desarrollo. Diciembre.
3. Comité de Basilea (2008): Joint Forum: “Transferencia de riesgo crediticio 2005-2007”.
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4. El-Erian Mohamed A. (2008): “Una crisis aleccionadora”. FMI. Revista Finanzas y
Desarrollo. Diciembre.
5. Gorton Gary B (2008): “The subprime Panic”, Working Paper, núm. 14398, National
Bureau of Economics Research. Octubre.
6. Huerta Gonzáles Arturo (2009): “Las causas de la crisis financiera y la inoperatividad
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7. Sacasa Noel (2008): “Como evitar crisis en el futuro”. FMI. Revista Finanzas y
Desarrollo. Diciembre.
8. The Economist (2008): “What Went Wrong”, Revista 19 de marzo

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