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AL EJÉRCITO PARAGUAYO
“No está aun escrita la historia de esa guerra. Ella vendrá algún día a
excusar, o justificar tal vez, faltas u omisiones que nos llevaron a esos campos
de batalla que nada grande ni fecundo produjeron…”
Carlos Pellegrini
PREFACIO
Por todo cuanto dicho queda, acaso este libro no alcance a satisfacer a
“lopiztas” ni a “antilopiztas”, términos absurdos, detestables y desprovistos de
Por ese camino era imposible llegar a la verdad, pero sembrábase, sí, la
confusión y echando íbamos las simientes de un nuevo e inoportuno factor de
discordia en la familia paraguaya. Pocos se ocuparon de estudiar con criterio
objetivo y sentido de proporción el dima social, político y hasta económico en
que actuaron Solano López y sus contemporáneos, como si fuera posible
desvincular de tales factores las acciones y reacciones de quienes en aquel
medio se movían. En zaherir y ensalzar por turnos la figura del Mariscal se
fueron todos los afanes y en aquella porfía de gritas y disparos al aire, más de
un historiador de valimiento y calidad dejando fue jirones muy preciados de su
erudición, prendidos en las zarzas de un ardor no siempre inspirado por el
deseo de poner las cosas en su punto.
paraguayo de fibra pura puede aceptar. Los pecados y flaquezas del hombre
son cuenta aparte. Y bueno es que de esto vaya convenciéndose más de uno,
porque si no es sobre la base de este previo y especial pronunciamiento –
como se dice en la jerga forense – no hay modo de que lleguemos jamás a
entendernos.
***
Arturo Bray
CAPITULO 1
LA TIERRA
1
Habrá querido escribir “agaces” y no “aguaces”. Los españoles llamaban “agaces” y los guaraníes “payaguá” – que
deriva de “pa”: estar de pie; y yga: canoa – a esta nación de origen pámpido, y enemiga de los guaraníes, que imperaba
los ríos Paraguay y Paraná. (Nota de Edición Digital)
***
de doradas cadenas, que el indio acepta resignado, mas sin someterse del todo
a ella, pues que con el rabillo del ojo sigue atisbando las tupidas soledades de
su amada selva, adonde ha de volver apenas sus amos de negra faja aflojen la
coyunda. No todo es trabajo en las reducciones. También hay que armarse y
ejercitarse para combatir al “bandeirante” y al encomendero, rival éste del
jesuita en la explotación del aborigen. Esto en cuanto a la vida material, que
en lo espiritual, la obra civilizadora de los hijos de Loyola no fue más allá de la
enseñanza del catecismo y ciertos rudimentos de algunas y muy pocas
ciencias. “En las misiones, los jesuitas enseñaron a leer y a escribir, a cantar y
a tocar música, pero prohibieron aprender el castellano, para aislar al indio por
el lenguaje. ¡Los primeros pedagogos del mundo, prohibiendo una lengua
civilizada!”. (Cecilio Báez). Mucha arte, sí, para luego emplearla en provecho
propio y en el ornato de templos, pero nada de enseñar aquello que hubiera
hecho del indio de las reducciones en el porvenir un ciudadano, esto es, un
hombre imbuido del concepto moderno de patria, consciente de sus derechos y
de sus obligaciones, un ser humano de utilidad al Estado, a sus semejantes y a
sí propio. Unilateral y rígida, intolerante y mecánica, la labor jesuítica no dejó
huellas espirituales en el alma del indígena y prueba la más acabada de ello es
que, apenas expulsados los padres, los indios retornaron a sus selvas,
llevándose con ellos a la extinción absoluta, a la desaparición completa, los
apagados principios de civilización asimilados en tres siglos de prédica y
práctica ignaciana. De aquellas reducciones nada quedó, excepción hecha de
sus piedras roídas por el tiempo; el espíritu y organización de los jesuitas no
fueron asimilados por la sociedad paraguaya ni sirvieron de prólogo y pedestal
a una cultura definida o a un rasgo característico de sus habitantes. Los
mortecinos destellos del espíritu jesuítico se apagaron con la liquidación de su
obra material, de su riqueza temporal. Haya sido buena o mala la obra de la
Compañía de Jesús en paraguayas tierras – que sobre eso mucha tinta se ha
vertido y se verterá aún – lo cierto de toda verdad es que su labor fue
perecedera, no sobrevivió al cuarto de hora de la
expulsión y, acabado de
adorar el vellocino de oro, disolvióse en el polvo y en la nada.
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Por algo el gran Simón Bolívar llamó una vez a España “ludibrio de
M.:.M.:.C.:.H
M.:.M.:.C.:.S.:.S
Verdad es, por otro lado, que los españoles fundaron en suelo de
América algunas universidades, mas no con el propósito de difundir principios
de libertad, de tolerancia, de dignificación espiritual y de independencia de
carácter, sino como prolongación de aquella cultura tamizada y que a gotas iba
filtrándose al través del absolutismo y del clericalismo. El diputado argentino
Castro Barros pronunciaba el 25 de mayo de 1815 el siguiente discurso, con
motivo de celebrarse en Tucumán el aniversario patrio:
***
Mas ya hemos dicho que no obstante ese pecado original con que vino al
mundo la América española, creciendo fue, por natural evolución, su
prosperidad material, aunque más no fuera que en ciertos aspectos de la vida
rural y agraria, esto es, la ganadería y la agricultura. En “la tierra de paso” que
fue el Paraguay, para luego convertirse en cabeza de fundaciones y madre de
ciudades, crecían las espigas y aumentaban los vacunos, riquezas explotadas
ora por el encomendero, ora por el jesuita, jamás por el nativo. En 1549, Nuflo
de Chavez introducía las primeras ovejas y cabras, y poco antes, Salazar había
traído del Brasil siete vacas y un toro; de este reducidísimo plantel arrancó en
breve período de tiempo una riqueza ganadera sin par en aquellos tiempos y
aún en estos. A principios del siglo XVIII contaban ya las misiones jesuíticas
con 1.200.000 cabezas de ganado vacuno, y eso para una población que no
alcanza a 100.000 habitantes. También a toda vela marcha la agricultura y, en
particular, el cultivo del algodón. El Paraguay – decía Burmeister en aquella
época – rinde más algodón que cualquier país del mundo, más de mil
kilogramos por hectárea. En 1863, llegarán a cincuenta y ocho millones las
plantas del precioso vegetal textil.
“El Paraguay – dice nuestro doctor Domínguez – fue colonizado por la más
alta nobleza de España, por la mejor gente del mejor tiempo, por vascos y
castellanos, sobre todo, lo que conviene tener en cuenta hoy, que se concede
importancia tan grande a la raza”. Sin discrepar en lo fundamental con
maestro tan insigne, cabe sí admitir que los españoles venidos al Paraguay no
fueron mejores ni peores que los arribados a otras tierras, pero cuando menos
no eran totalmente iletrados o del todo analfabetos, como aquel porquerizo
trepado a conquistador que dio en tierra con el imperio de los incas. Preciso es
recordar que la conquista de las Américas era por aquel tiempo una aventura,
plena de sinsabores, peligros, acechanzas e ingratitudes, cuando no expuesta
Por el contrario, hizo falta una bula de Paulo III – dictada con fecha a de
junio de 1537 – para dejar sentado que los indios del Nuevo Mundo eran
realmente hombres y, por lo tanto, en estado de abrazar la fe de Jesucristo.
***
***
La de Mayo fue una revolución sin sangre, aunque ella vino luego y a
torrentes. El 14 de mayo de 1811, un puñado de patriotas rompió las cadenas
que nos ataban a España, sin que para ello hubiera que disparar un tiro. Pero
aquel romper de cadenas era apenas un simbolismo, pues con ello no se
lograba la independencia política de la joven nación, y menos la de orden
económico, asediada como estaba la naciente República por peligros cercanos
e inminentes, ahogada en su situación mediterránea y escasa de hombres
ilustrados que guiar pudieran sus primeros pasos por la áspera y desconocida
cuesta del gobierno propio. La ausencia de una clase directora que encauzara
por derroteros razonables, serenos y reflexivos aquel primer fulgor de libertad,
junto al incansable recelo y codicia de vecinos poderosos, que por el norte y el
sur, sus garras afilaban con apretado y ceñudo gesto, negándose a reconocer
el derecho del Paraguay a vivir libre, hicieron que la revolución de Mayo
desembocara inexorablemente y entre levantes rojos en manos de un hombre
fuerte, autoritario, ilustrado – el único de su época – austero y de acerado
cuño, el doctor José Gaspar de Francia. Pasaba así la joven República del
absolutismo español a la dictadura implacable de uno de sus hijos, de la
intolerancia religiosa a la supresión absoluta de cultos, de la ilustración a
cuenta gotas a la ausencia total de escuelas y colegios, de la esclavitud del
encomendero y del jesuita a la férula del tirano, de la autoridad despótica –
pero más o menos patriarcal – de los gobernadores españoles a la negación
absoluta de todas las libertades y de todos los derechos.
críticos de nuestra evolución política, había de tener más tarde una gravitación
mortal sobre los destinos de la patria. Ese es el reproche más fundado y
fundamental que puede hacerse a la política de aislamiento del dictador
Francia.
Libres del yugo español, quedaba aquel que nos uncía al Virreinato del Río
de la Plata, más por imperativo de la geografía que por lazos político-
administrativos. Ya antes del grito de Mayo, las victorias de Paraguarí y
Tacuarí – obtenidas sobre el general Belgrano por dos modestísimos
comandantes paraguayos – no fueron suficientes para convencer a nuestros
hermanos del sur que nuestra decisión era la de disponer de nuestros propios
destinos, en la hora y por los medios que mejor se adaptaran a nuestros
intereses.
Se podría acaso citar como argumento contrario que la Real Cédula del 8
de agosto de 1776, al constituir el Virreinato de Buenos Aires, modificaba el
régimen jurídico anterior, haciendo con ello que el Paraguay pasase a
***
Tampoco los rasgos físicos de sus habitantes sufren mudanzas por mera
pertenencia a determinada región. “Considerada en su conjunto la nación
paraguaya, aislada de los pueblos del mismo origen que la rodean, es notable
por sus cualidades físicas como por las morales” ha dicho Demersay y con ello,
nos otorga marchamo de pueblo modelado con caracteres propios,
inconfundibles e inalterables. Los negros en el Paraguay no alcanzan a uno por
mil y la mayoría de ellos nos los dejaron los brasileños luego de su cruzada
libertadora. En cuanto a los indios – reducidos a unos 20.000 – habitan el
Chaco y extinguiéndose van, por reacios e indolentes a incorporarse a la vida
civilizada, de la cual se mantienen distantes y apartados. Un indio en las calles
***
Del español, por otro lado, le viene al paraguayo una suerte de fatalismo
musulmán, que muy a tono está con su melancolía perenne. Lo que ha de ser,
ha de ser. ¿A qué llevarle la contraria al destino? Sólo una cosa le rebela e
irrita, hasta sacarlo de aquel sometimiento fatalista: la injusticia, que ha sido
base y razón de todas nuestras revoluciones y de todos nuestros motines,
asonadas y alzamientos.
Verdad es que no sabemos ser gratos ni siquiera con los nuestros, pues a
ciento treinta y tres años de la independencia, no existe en toda la República
un solo monumento en memoria y honor de los próceres de aquella revolución.
Tampoco tienen el suyo Gaspar de Francia – artífice despiadado del estado
nación – Carlos Antonio López, figura la más noble de nuestro pasado,
Francisco Solano López, José Díaz, Valois Rivarola o cualesquiera de los
tantísimos y auténticos héroes que merecen la veneración en metal de las
generaciones de hoy, descontando, desde luego, las efigies más o menos
perdidas entre malezas que en esos pueblecitos de Dios ha erigido la
suscripción popular de los patriotas del local, y que son, algunos de ellos,
verdaderos adefesios artísticos.
***
Si se acepta como cierto que las Cortes españolas, como expresión del
sistema representativo, fueron anteriores al Parlamento inglés, no es menos
verdad que la práctica liberal de gobernar y gobernarse conforme a nociones
establecidas de un pacífico y bien engranado mecanismo institucional y de
sometimiento ciudadano a las leyes escritas, jamás lograron echar raíces en
las Españas. Sea debido al exagerado y nunca bien encauzado individualismo
del español, que excluye todo concepto de colaboración recíproca y toda
transigencia con el modo de pensar del prójimo, sea en razón de la atascada
educación cívica de su pueblo, más dado a los arrebatos que a la reflexión, la
evidencia es que España fue siempre, y sigue siendo hasta nuestros días,
terreno fertilísimo para pronunciamientos, cuarteladas, alzamientos de
orígenes más o menos populares y guerras civiles de cruel ferocidad.
Germinan, con profusión en aquella tierra de profesionales salvadores de la
patria, que muy luego y puestos en la pendiente fatal de los clásicos errores,
caen a su turno derribados por el empuje de nuevos libertadores, llegados a
las murallas con desaforados afanes de renovación y en alto el pendón de
sofísticas doctrinas; flamean las espadas victoriosas o simplemente
afortunadas en el fugaz relampagueo del poder asaltado para pronto sucumbir
bajo el filo de otras más audaces y mejor iluminadas de gloria; se gobierna al
país desde los cuerpos de guardia, entre “juntas”, camarillas y asociaciones
secretas del cuerpo de oficiales; se suceden revueltas y conjuraciones,
sargentadas y motines; se desploman con estrépito y sangre los regímenes
con patente popular o dinástico, ruedan por el suelo las coronas reales para
volverlas a restaurar al día siguiente, todo con acompañamiento de violencias
y horrores. Entretanto, el país no termina de salir de ese marasmo de atascos
y tropiezos, que a su vez engendran el atraso material y la desorientación
espiritual. Cutánea es la democracia y detrás de cada idea asoma el cañón de
una pistola cargada. Y si por acaso, por una de aquellas excepciones que
alguna vez se dan, logra el pueblo expresar su voluntad en comicios libres para
elegir a sus gobernantes, el resultado es la falta de unidad en los que mandan,
inflamadas oratorias, pero todos, todos algo hacemos contra ellos al contribuir
a la desintegración de los esfuerzos, a la dispersión de las voluntades y a la
inestabilidad de todo aquello que por su esencia debiera ser permanente e
inmutable. Los sociólogos tendrán, sin duda, su modo de explicar el
fundamento y raíz de tantos y tan negativos factores. Pero mientras sigamos
por ese nefasto camino de mirar y de hacer las cosas, el país no conocerá la
paz espiritual, ni el progreso material, ni la libertad ordenada de sus hijos. Ese
bárbaro afán de repudio instintivo a toda idea de tolerancia y al más elemental
respeto mutuo – del cual todos hemos sido víctimas y culpables, en mayor o
menor proporción – nos llevará un buen día a una quiebra dolorosa.
de las ciencias y de las letras, mas nada o muy poco hacen por formar el
carácter y la mentalidad del futuro ciudadano, esto es, ilustran sin educar.
Consecuencia primera de esta raíz dañina ha sido el florecimiento de un
proletariado intelectual – algún nombre hay que darle – que sólo vive
pensando en escalar un destinillo de gobierno, para buscar en él los beneficios
de complacientes liberalidades, o vegetar en la rutina de su empleo hasta
obtener la jubilación, que en el Paraguay – y dejando a salvo las excepciones –
no significa el reconocimiento de eficaces servicios prestados al Estado y a la
colectividad, sino premio a la constancia, pensión a la vejez o seguro de vida.
***
Una es la tierra y uno debiera ser el pueblo que de sus entrañas derecho
tiene a vivir. Pero hay siempre en nuestro querido suelo quien, prevalecido de
las transitorias pitanzas del poder, a su hermano le dice con autoridad de juez,
Aunque de todo esto salga uno con el optimismo estropeado, no hay razón
para perder la fe en los valores morales de nuestro gran pueblo ni para pensar
que ya no existen posibles ni de dónde sacarlos. Acaso en la nueva era que
para el mundo se anuncia – vencida ya la infección pasajera de ciertas teorías
liberticidas y esclavizantes – algo de la prometida dicha universal a nosotros
nos alcance. Tanto luchar y padecer de alguna cosa tiene que habernos servido
a los paraguayos. Dios mediante, día vendrá en que para todos se cante la
gloria y todos pongamos leal y decidido empeño en lograr, no la amarga
medicina del remedio heroico ingerido a la vuelta de cada media docena de
años, sino la salud perdurable, vigorosa y alegre. Tiempo será en que dejemos
de confiar nuestra salvación a la mentada mano fuerte, o a la acción redentora
del pretendido varón providencial, para descansar tranquilos y libres en el
gobierno de los mejores por voluntad de los más. Mientras así no se haga,
yerma seguirá la tierra y mal de ausencia seguirán sufriendo los campos,
dejados de la mano de sus hijos...
CAPITULO 2
EL HOMBRE
fúnebre que cubre un cuerpo todavía con vida. En aquella bendita tierra, por
completo aislada del resto del mundo, se daba el pueblo a sus quehaceres
diarios sumido en las tinieblas de un limbo sin gozos ni padecimientos,
contando las horas monótonas, opacas y rancias de su existencia como cuenta
las suyas un hombre sano recluido en los rigores de una prolongada
cuarentena, por imperio de las circunstancias.
Tranquila vivía la gente y de todo punto superfluo era darle tranca y llave
a las puertas, porque no se conocía el crimen y tampoco era de larga vida y
mucho porvenir el oficio de ladrón o ratero, que las ordenanzas del Supremo
castigaban con la pena capital. Tranquila, sí, pero no del todo dichosa, porque
dicha no puede existir con el espíritu viviendo entre brumas; sobre la población
flotaba la autoridad siempre presente del “karai-guasu”, ante cuyo solo
nombre – sinónimo de temor supersticioso – persignábanse las personas
mayores y echaban a correr los chiquillos para ocultarse debajo del mueble
más cercano. Quietud reinaba sobre nuestra tierra, pero no prorrumpen en
cánticos sus hombres. No era aquél un ambiente de terror a carta cabal, sino
de inercia espiritual, de silencio tétrico, de callada conformidad, como se está
El país entero era por aquellos tiempos una cárcel – dotada ciertamente
de abundancias materiales y con un régimen interno bastante soportable para
el común de las gentes – pero cárcel al fin. Para la mayoría, la ausencia de
toda libertad para comerciar, viajar, entrar y salir del país, ilustrarse con la
lectura de libros y periódicos, no significaba grandes privaciones ni penas,
dado que sólo excita la añoranza el bien perdido, y la dominación española no
había sido, por cierto, de las más pródigas en otorgar tales libertades. Pero
para una ínfima minoría de personas de algunas letras, el aislamiento
significaba una tortura moral, pues veían reprimidas e insatisfechas sus
naturales ansias de perfeccionar sus conocimientos por la lectura y enterarse
de lo que por el resto del mundo ocurriendo estaba.
La ciudad capital parecía por aquella época haber sufrido los efectos de un
bombardeo o las consecuencias de un terremoto, reducida como estaba a
escombros poco menos de la mitad de su edificación urbana, pues al dictador
le había dado por implantar el modernismo en la raleada urbe y pensó en
ensanchar las calles, abrir espaciosas avenidas y levantar viviendas
remozadas. Hay quien dice que esta fiebre modernista respondió a otros
propósitos: Francia, aquejado como todos los déspotas de la manía de perecer
asesinado, aborrecía la edificación compacta y los obscuros y estrechos
callejones, sitios propicios para conciliábulos de conspiradores y poco aptos
para la vigilancia eficaz de sus soplones; quería a la ciudad a cielo abierto, con
espacios despejados y calles anchas, de suerte que al pasar por éstas, no
corriera el riesgo de que alguien le atizara un pistoletazo desde una ventana.
Sea como fuere, la obra de demoler manzanas enteras cumplida fue con militar
rigor y precisión, pero la tarea de reconstruir iba tardando un rato largo en
empezar. Y es que el Supremo no era hombre de hacer las cosas a mucha
prisa, y además, para esto . como para tantísimas otras cosas que en su frío
caletre bullían en proyecto, sobrábale tiempo y le quedaba toda una vida, que
por algo era Dictador Perpetuo.
gobierno. Dicho queda que los españoles nada hicieron durante el coloniaje por
difundir en nuestro pueblo la educación superior y que fuera del Colegio
Carolino – institución de carácter civil y eclesiástico fundado en Asunción hacia
fines del siglo XVIII – no existía en todo el país un solo establecimiento de
enseñanza secundaria, no obstante las buenas intenciones de Carlos III, que
encarecía elevar el nivel cultural de los nativos. Pero la instrucción primaria, sí,
se había difundido bastante hasta el punto de asegurar algunos que no existía
en la República una sola aldea sin escuela. Gaspar de Francia terminó con
todas, o casi todas ellas. Afirma Washburn que durante su dictadura “no había
sino un hombre en todo el país capaz de enseñar cualquier cosa, además de
ciertos ramos elementales, como ser, lectura, deletreo, escritura y aritmética.
Y ese hombre era don Juan Pedro Escalada”. Don Carlos Antonio López
revalida, en 1854, la afirmación del diplomático norteamericano, al expresar:
“No había establecimiento ninguno de educación, instrucción elemental, moral
o religiosa; había algunas escuelas primarias de particulares muy mal
montadas”. Y Rengguer agrega: “Hasta la guitarra enmudeció”.
bastante en nuestros días como si de asunto muy nuevo se tratara, pero que a
igual que otras pretendidas novedades de parecido pelaje, en el Paraguay las
conocemos como más viejas que el minué. La gente siembra y cosecha en
abundancia, pero como vedado está colocar el excedente de la producción en
mercados del exterior, falta el estímulo y no abundan los beneficios
gananciales. Sirve, sí, nuestra agricultura para dar (le comer hasta el hartazgo
a toda la población, pero no constituye riqueza potencial de la economía del
país. Lo que no se puede llegar a consumir, se pierde o es arrojado a los
animales. Entretanto, el Estado – entiéndase Gaspar de Francia – todo lo
dirige, fiscaliza y vigila.
***
que aquel joven de quince años sentía por don Carlos Antonio era demasiado
hondo y venerable para que se atreviera a hacerle preguntas que afectaban la
moral de su vida y la honra del hogar común. Optó, pues, Francisco Solano por
encerrar en lo más recóndito de su ser aquella horrible incertidumbre, que sus
dientes había hincado en las entrañas mismas de su sensibilidad, y como todos
aquellos que por no poder o no querer desahogarse a gusto, nutren sus
aflicciones y dudas, devoró en íntimos revolcones y hasta el resto de sus días
aquella amargura reveládale en los floridos tiempos de su adolescencia.
***
Pero nuestra toma de contacto con el mundo exterior por las naturales
vías del sur encontraba infranqueable valla en el empeño terco del dictador
Rosas de no reconocer la independencia del Paraguay. Al asumir el mando,
envió Carlos Antonio López la siguiente comunicación al señor de Palermo:
de la Confederación Argentina.
oficiales que instruyen ese acto, que puso fin a la administración Provisoria del Gobo.
Consular, y ofrece segundar en su nuevo carácter con el Gobo. Argentino y Estados
vecinos los sentimientos de buena amistad, como lo ha hecho en la anterior
administración, manifestando sus deseos de cultivar una administración sincera y franca
con él y las Provincias de la Confederación.
El infrascrito aprecia debidamente los nobles deseos del Excmo. Gobierno del
Paraguay por conservar sus amistosas relaciones con la Argentina y consecuente con los
benévolos y fraternales deseos que le han acreditado desde que se ha restablecido la
correspondencia entre ambos Pueblos, le será grato retribuir los de V. E. por un vivo
perseverante interés en todo cuanto afiance la seguridad, libertad y bienestar del Pueblo
Paraguayo y la Independencia de la Confederación.
FELIPE ARANA
Hace un año que visteis surcar en vuestras aguas al “Ypora”, vapor construido en
vuestro astillero y por vuestros mismos compatriotas. Día para mí memorable y
satisfactorio, que formará época en la humilde historia de mi vida política.
Ciudadanos: la bandera paraguaya surca en las espumosas aguas del Atlántico y tal
vez a estas horas se verá solemnemente saludada por el pabellón de la Gran Bretaña, en
cuyas márgenes habrá fondeado el “Río Blanco”.
Vuestro vapor “Tacuarí” tremoló también nuestro paño tricolor por el anchuroso
océano. Cuatro vapores mercantes de vuestra exclusiva propiedad son cada día una
patente revelación de nuestra Nación.
“Se creaba Buenos Aires durante el coloniaje, aislada del resto del país y
atraída, más que a las provincias, a otros intereses, ya que tan flojo, o por lo
menos tan poco cultivado, parecía el vínculo moral y comercial que la ligaba.
Su egoísmo y aislamiento, hijos un poco de su situación geográfica y de los
provechos que ella le brindaba a solas, le atraía cierta población de muy
peculiares caracteres, en los cuales el espíritu mercantil, con todas sus
codicias, dominaba con imperio”. (José María Ramos Mejía). El doctor Salvador
María del Carril, vicepresidente de la Confederación Argentina, afirmaba –
entre otras cosas – en su circular del 27 de marzo de 1858 a los gobernadores
de provincias: “La política de la capital del Virreinato, continuada aún después
de la Revolución, despreció con soberbia las manifestaciones de los pueblos, ya
fueran sus jefes Artigas, Ramírez o Güemes, o ya fueran por su importancia y
antecedentes el Paraguay, Bolivia o el Estado Oriental. Y en lugar de darse
cuenta con sensatez de lo que podían tener de útiles y justas, dio a esos
pueblos nombres de guerra y bandería, los combatió y sin vencer jamás a
ninguno los forzó a desmembrar el ancho y magnífico suelo en que estaba
diseñada la Patria Argentina”. El propio general Urquiza – desatado ya el
drama – escribirá a Carlos María Querencio en 1869: “Tienda una mirada
desde los Andes al Plata, mire con detención el litoral, párese a contemplar el
Brasil y el Paraguay y encontrará escrita en caracteres de sangre la obra de
esos hombres de corazón patriota, de esos hombres que por adquirir posición
han contribuido a la ruina de tres Repúblicas y un Imperio”.
***
***
la fuerza que mandaba, no era otra cosa que una masa informe, sin
instrucción, sin arreglo, sin disciplina e ignorando hasta los primeros
rudimentos de la guerra. En el mismo estado se hallaba la infantería y la
caballería, y es fuera de toda cuestión, que dicha fuerza no estaba en estado
de batirse y que no se podía contar con ella para cosa alguna. La caballería
paraguaya se hallaba en estado de no prestar sino muy pocos servicios: sobre
no tener una organización regular, sobre no tener ni la teoría ni la menor
experiencia de la guerra, carecía de oficiales y de clases inferiores; había
escuadrón que no tenía más oficial ni jefe que un teniente y estaban muy mal
montados, no porque no se les hubiese dado caballos, sino porque no los
cuidaban y los destruían en muy pocos días”. (Memorias póstumas del general
José María Paz, Tomo III, pág. 392, La Plata, 1892). Más adelante agrega el
primer táctico argentino en el curso de la citada obra: “Sea dicho en honor del
joven López que muchas de las dificultades que presentaba para el arreglo de
su cuerpo, eran sugeridas por un coronel Oto, que hacía las funciones de
mentor, hombre díscolo y caviloso, muy conocido por muchos de los que
estuvieron en el ejército de Rivera, en tiempos pasados, en donde había
dejado los más ingratos recuerdos. Como una prueba de esto, debe decirse
que desde que se separó del general López, marchó todo mucho mejor y
mejoró cada día la instrucción de cuerpo paraguayo”.
Dos sables finos de parada, 174 sables de tropa. 30 quintales de pólvora. 100 sables sin
cabos ni vaina. 38 quintales de plomo. Cinco quintales de pólvora comprados a D. Diego
Habrard, 40 arrobas de munición patera. 20 fusiles viejos sin bayonetas, doce barricas de
a tres y medio millares de piedras de chispa, compradas a D. Miguel Gutiérrez.
Tal era el estado de cosas entre las autoridades de Corrientes, cuando a mediados de
Enero de 1846 apareció la invasión del General Urquiza. Esta novedad suspendió las
negociaciones del generalato en gefe del ejército correntino, y el curso de las
explicaciones que el Gobernador Madariaga ofreció al General Paz.
ejército correntino. Este suceso desconcertó al General Paz, y avivó las sospechas y
desconfianzas que nutría contra el Gobernador Madariaga.
......................
El General del Ejército nacional paraguayo guardó entera y perfecta neutralidad en los
indicados acontecimientos, y sólo franqueó, después de la total disolución del ejército
correntino, la escolta que le pidió el general Paz para conducirse con seguridad a esta
República.
......................
El Ejército paraguayo se recogió en la orilla derecha del Paraná, quedando rota y acabada
de todo punto la predicha alianza.
Seguidamente vino con el mismo objeto, pero con recomendación meramente particular,
Don Juan Madariaga. Esta aparición y sus demandas eran muy sospechosas, atendidas
las circunstancias misteriosas de haberse dejado caer en poder de Urquiza, y de que este
le haya dejado volver a Corrientes tan luego como supo la emigración de Paz al
Paraguay. Se hizo entender francamente a Don Juan Madariaga que después de todo lo
ocurrido era de extrañarse una tal pretensión del gobernador de Corrientes.
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***
..........................
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decirle a nuestro general que con esa visita apresurada y de media noche a
una desconocida iba a dar comienzo el idilio de toda una vida y que “la mujer
más hermosa de París” destinada estaba a ser su compañera por todo el resto
de su existencia!
Elisa Alicia Lynch – que así se llamaba la moza – era una mujer de verdad
hermosísima; acababa de cumplir los dieciocho años – López andaría entonces
por los veintisiete – y casada a los quince con un francés insípido, se había
separado de su esposo, al marchar éste al África a ocupar un destino público.
Cabellera de oro, ojos azules y tiernos, labios finos y rojos, cutis anacarado,
talle esbelto y con la espalda recta como la cuerda de un arco, elegancia
refinada en el vestir, gracia y donaire en el porte, todo en Elisa contribuía a
hacer de ella una mujer de esas que nacen para enloquecer a los hombres.
Bajo una apariencia de frivolidad ocultaba un carácter de toledano temple.
Natural de Irlanda, llevaba en sus venas el ardor y el fuego de sus
antepasados y en el fondo de sus ojos el destello vivaz de las batallas, de esas
batallas que las mujeres de su temperamento libran contra el mundo entero
por el amor, la ambición y el poder. Nada en ella era vulgar y su genio se
acomodaba admirablemente al de Solano López, por tener ambos en común la
aspiración por las alturas, el gusto por la vida de ostentación, la sensualidad de
los apetitos y una tenaz como esforzada voluntad. Aquellos dos seres se
comprendieron y se amaron desde el mismo instante de su primer encuentro.
Como otras tantas veces, Solano López se salía con las suyas, imponiendo
su real voluntad. Fue aquél su primer choque con Benigno. Ninguno de los dos
olvidaría jamás aquella escena desagradable y amarga.
Elisa Alicia Lynch llegó a América, traída por Francisco Solano López, mas
estando ya bastante avanzada del primer fruto de sus amores con el general
paraguayo, se quedó en Buenos Aires, donde nació su primer hijo al que
impusieron el nombre de Juan Francisco. Luego vendrían otros: Corina
Adelaida, Carlos, Federico, Enrique y Leopoldo. La niña murió siendo muy
pequeñita y sepultada está en el cementerio de la Recoleta de Asunción, a
mano izquierda y junto al corredor del templo, conforme se entra por la puerta
principal. Sobre la sencilla lápida que cubre sus restos puede leerse la
siguiente inscripción en inglés:
of
De los otros hijos habidos de la unión ilícita, Juan Francisco perdió la vida
en Cerro Corá; Carlos, Federico y Enrique sobrevivieron muchos años a guerra
del 70; y Leopoldo – de diez años – falleció en alta mar, al regresar con su
madre a Europa, después de la hecatombe.
***
llevaban trazas de alcanzar el éxito, dado que los porteños exigían como
condición previa e ineludible el retiro del presidente Urquiza de la vida pública,
cuya persona era “el principal inconveniente”, al decir de Mitre, mientras
Tejedor aseguraba que “la nacionalidad no era popular ni en Buenos Aires ni en
las provincias”.
Nada quedaba por hacer sino reducir por las armas a la provincia de
Buenos Aires y es lo que se dispuso a llevar a cabo el presidente Urquiza,
poniéndose al frente de su ejército en campaña, listo para romper la marcha
hacia el sur. Era la guerra civil que volvía a encenderse en suelo argentino con
su inevitable y temido cortejo de tragedia, sangre y devastaciones. Fue
entonces – 10 de agosto de 1859 – que el presidente del Paraguay, Carlos
Antonio López, ofreció la mediación de su gobierno, al tiempo que solicitaba
del general Urquiza detuviera sus preparativos militares a objeto de concertar
.............................
.............................
Respeto, Sr. Ministro, las razones que V. E. dice tener por sostener aquella negativa; y
haciendo en mi carácter de mediador una severa abstención de las causas que ambos
beligerantes hayan tenido y tengan aun, me permito rogar a V. E. quiera interponer su
merecido valer con el S. E. el Señor Gobernador, a fin de que no obstante las causas que
expresa, se digne oírme una vez más sobre este punto de tan grave importancia para
todos los argentinos, y de tanto interés para la humanidad.
.......................
Diez días de término; diez días de suspensión de hostilidades; diez días de aplazamiento
de la efusión de sangre; no es un tiempo, Sr. Ministro, para hacerse más fuerte ninguno
de los dos Ejércitos que están hace meses preparándose.
.......................
...me contestó [el general Urquiza] que él no tenia alianza con indios ladrones y que
aunque era cierto que existían algunas tribus de indios amigos, estos servían y obedecían
a la Confederación, del mismo modo que sirven y obedecen al gobierno de Buenos Aires
otras tribus amigas. Esta circunstancia me ha hecho comprender que en el caso de una
suspensión de hostilidades, los indios amigos de uno y otro gobierno podrían recibir
órdenes de los respectivos gobiernos y que si los indios ladrones cometen algún asalto
durante dicha suspensión, el gobierno perjudicado y sus ejércitos no se privarían del
derecho de escarmentarlos.
Ofrecí la paz antes de combatir y de triunfar. La victoria y dos mil prisioneros, tratados
corno hermanos, es la prueba que os ofrezco de la sinceridad de mis buenos sentimientos
y de mis leales promesas. No vengo a someteros bajo el dominio arbitrario de un hombre,
como vuestros opresores lo aseguran; vengo a arrebatar a vuestros mandones el poder
con que os conducen por una senda extraviada… Vengo a ofreceros una paz duradera
bajo la bandera de nuestros mayores, bajo una ley común, protectora y hermosa.
..........................
Por mi parte, yo deseo evitar a la ciudad de Buenos Aires ser teatro de una batalla
desigual; cualquiera que sea el éxito, son incalculables los perjuicios que sufrirá y las
victimas impíamente sacrificadas a la tenacidad de unos pocos.
Recoge con ello Solano López para su patria primoroso gajo de laurel por
una intervención noble, eficaz y desinteresada y como forjador de la paz entre
hermanos, graba sobre el duro metal de la consagración histórica un gratísimo
episodio que será por siempre memoria y aval de los sentimientos paraguayos
hacia el pueblo argentino. Vibra de regocijo y gratitud el pueblo de Buenos
Aires, y con él, la Argentina toda, mientras en alto brillan las estrellas de
Solano López y de Urquiza. Dice éste en su manifiesto, lanzado el mismo día
de la firma del convenio:
Confidencial.
En los momentos en que el Pueblo se halla gozando de la paz que acaba de obtenerse en
los primeros días de la Administración de V. E., el júbilo está interrumpido por las lágrimas
de las familias que al ver consignado en el convenio el olvido de todos los delitos políticos,
me piden interponga el valimiento con que las familias me creen cerca de V. E. a fin de
que todos los presos por causa política sean restituidos a la libertad.
Si fuese cierto, Señor, que haya presos por causas políticas, yo ruego a V. E. que
señalando este día con un acto de clemencia, se digne V. E. acordar su libertad, haciendo
sobreseer las causas que se les sigue.
La acción diplomática del Paraguay, acercando los miembros de una misma familia y
allanando las dificultades que hasta hoy habían parecido insuperables, ha contribuido
poderosamente a la resolución, por la paz, de las cuestiones que jamás habrían podido
ser resueltas honorablemente para todos por el empleo de las armas.
.......................
........................
Este acontecimiento será siempre de grande importancia para la República del Paraguay,
y su gobierno se felicitará siempre de que le haya cabido la fortuna bien gloriosa para la
Nación Paraguaya, de haber podido contribuir a que la reunión de los argentinos les haya
evitado a todos los pueblos confederados la efusión de sangre que parecía imposible
evitarse en el estado que por desgracia había llegado sus diferencias.”
congratulaciones por haber visto colmados mis deseos y esperanzas que_ V. E. tan
generosamente emprendla sus trabajos en la obra de la reconciliación.”
Entretanto, el general Solano López pasaba por las calles de Buenos Aires
entre dianas de júbilo y lluvia de flores – flores de papel mojado habían de
resultar luego – para recibir primoroso álbum con la siguiente dedicatoria:
Bartolomé Mitre, Eduardo Costa, Lorenzo Torres, Miguel Azcuénaga, Calixto Oyuela,
Jacobo D. Varela, José Manuel Estrada, Felipe y Ramón Lavallol, Carlos Tejedor, Félix
Frías, Tomás Guido, etc., etc.”
“Excmo. señor Brigadier Don Francisco Solano López, Ministro Mediador del Paraguay.
Veo que Mitre ha triunfado definitivamente y que su cómplice queda sumido en el fango.
La verdad es que la misión Ferré y Torrens que despachó Mitre cerca del gobernador
Pampin era de aconsejarlo y animarlo para reclamar el territorio de Corrientes que dice
tenerle usurpado el Paraguay; que Mitre le ayudará con tropas, dinero y vapores. Esto se
sabe por conducto muy respetable.
Se sabe por el conducto indicado que Mitre pretende provocar conflictos al Paraguay por
medio de Corrientes para anexarlo a la Confederación que va a reconstruir. Cuentas
alegres!!! Lo que conviene es que no pierda tiempo en traernos la guerra.
Menos ha dicho Ud. sobre la misión Pico en Montevideo, ni de la actitud del Gobierno
Oriental para resistir la invasión del general Flores.”
***
“Como Ud. sabe, el Señor General Urquiza me ha hecho el honor de elegirme como
padrino de su niña últimamente nacida, invitación que he aceptado con el mayor placer,
como un lazo más de nuestra mutua amistad, pero la posición de los negocios públicos y
la actualidad, no me permiten acudir personalmente a aquel acto religioso, como hubiera
deseado dar esta demostración de consideración a S. E. En tal situación me he resuelto a
rogar a Ud. se sirva representarme en aquella ocasión. Estoy seguro de que no puedo
elegir a otra persona más del agrado de S. E. “
Me hallaba en una de mis estancias cuando tuve el gusto de recibir la que contesto y tuve
que demorar esta respuesta hasta hoy que he regresado. Me repito de Ud., afectísima
comadre, amiga y servidora.
JUANA P. C. DE LÓPEZ.”
“Nada me será más satisfactorio que la realización de las buenas disposiciones que V. E.
me dice manifestar el Gobierno de Buenos Aires para traer a la unión común a aquella
Provincia. Esta noticia me ha sido tanto más grata cuanto que advierto que en la
Confederación existe poca confianza de que el Gobierno de Buenos Aires, dé el
cumplimiento debido al pacto del 10 de Noviembre, en cuya elaboración V. E, ha dado
tanta prueba de magnanimidad y patriotismo.”
2
Más tarde Da. Flora Urquiza de Soler, fallecida recientemente [recuérdese la fecha de esta edición: 1945] en Buenos.
(N. del A.).
“Es una sorpresa agradable el conocimiento que V. E. me supone de los deseos del
Gobierno de Buenos Aires para la pronta incorporación de aquella Provincia a la
Confederación. No hallo esa seguridad en los diarios de Buenos Aires y de la
Confederación.”
“V. E. que tan empeñosos esfuerzos ha hecho por esa unión [Argentina] debe encontrar el
premio de sus tareas en la realización de ella. Por mi parte, íntimamente grato a la
bondadosa consideración que V. E. me dispensa, me resta sólo hacer fervientes votos por
la estabilidad de la unión de la familia argentina y por la prosperidad de V. E.”
***
manos piadosas, su mole inmensa y sebosa ocupa ella sola todo el asiento.
Elegante y muy garboso de figura nunca fue don Carlos Antonio, pero ahora
está por completo desplomado; tres pliegues de sotabarba le cuelgan por
debajo del mentón y su protuberancia abdominal es cosa que impresiona.
Héctor Varela – siempre algo pintoresco y rebuscado en sus descripciones –
pinta en los siguientes términos al presidente paraguayo durante una
representación teatral:
A más del primogénito, el santo yugo del matrimonio dio a don Carlos
Antonio cuatro hijos más: Inocencia, Venancio, Rafaela y Benigno. Inocencia
casada estaba con el coronel Vicente Barrios, más tarde general y ministro de
Guerra; Rafaela se unió en primeras nupcias con Saturnino Bedoya,
funcionario de Hacienda, y viuda de éste, contrajo nuevo enlace con el
brasileño Melcíades Augusto Acevedo Pedra, pocos años después de la guerra.
En cuanto a los varones, Venancio se dedicó – como su hermano mayor – a la
carrera de las armas, si de tal puede calificarse el mero hecho de vestir un
bonito uniforme y matar los ocios de joven rico en una labor de papeleo y
burocracia militar; por lo demás, nunca pudo Venancio hacer vida activa de
cuartel, pues desde su temprana juventud vivía con la salud destrozada por un
mal específico y por aquella época poco menos que incurable. A poco de ser
nombrado ministro de Guerra en el gabinete de su hermano, electo ya éste
presidente de la República, hubo de dimitir el cargo por razones de salud.
Benigno – el benjamín de la dinastía – no ocupaba cargo público y parece que
no le llamaban mucho las bélicas charangas de la vida castrense. Designado en
un tiempo jefe de la marina de guerra, el nombramiento fue puramente
nominal: en 1857, desempeñó una misión diplomática cerca de la corte de Río
de Janeiro, cuyos pormenores ignoramos. Ninguno de los dos hermanos
menores tuvieron participación activa en la guerra del 70 y tampoco
conocieron el estruendo de las batallas. No pasó la curva de sus vidas por los
caminos de la gloria, pero sí por aquéllos del drama y de las penas físicas.
Más de un disgustillo dieron a don Carlos Antonio sus tres hijos varones,
juerguistas impenitentes como eran todos ellos, sin merecer por eso el
calificativo de émulos sobresalientes del cínico burlador de Sevilla. Jóvenes,
guapos, ricos, dotados de autoridad y de prestancia política y social, los hijos
del presidente algún partido tenían que sacar de aquel nepotismo tentador
para correr sus aventurillas y ganarse – no siempre mediante las legítimas
escaramuzas del amor correspondido – los favores de damas muy principales y
de las otras. Lo contrario no habría sido humano ni hubiera estado ello de
acuerdo con nuestro temperamento tropical. Ninguno de los tres se dejó uncir
a la coyunda matrimonial, aunque todos ellos dejaron sucesión, ganando a
todos Francisco Solano en tales y tan fecundos afanes. Y es que los López –
incluso el viejo – eran todos propensos al buen pasar, adictos a las lentejuelas
de la opulencia y dados al exterior ruidoso de una existencia no exenta de
cierto empaque teatral. La austeridad no era de fijo un concepto practicado por
aquella familia de capa negra ni fue la sencillez en el hábito, trato o
costumbres su rasgo dominante; fastuosos eran sus gustos, sus inclinaciones
tiraban al lujo y a la ostentación, exquisito el cuidado del físico superficial,
abundante y bien surtido el guardarropa y de riquísimo mantel la mesa diaria.
“Por el “Ypora” ya contesté a Ud. la consulta que me ha hecho – escribe
Venancio López a Egusquiza – para la compra del tílburi, y espero facilitar uno
de esta clase en esa, porque un carruaje de paseo ya he pedido a Europa, y el
tílburi quiero para mis trajines diarios en los días lluviosos y de mucho sol”. Y
de la residencia privada de Francisco Solano dijo un contemporáneo suyo que
“el moblaje de la sala sería perfecto en París”, agregando: “López tiene
muebles dorados, cortinas de seda, chiffoniers y gabinetes de exquisita mano
de obra y con incrustaciones de marfil, espejos con marcos florentinos,
cuadros de buenas firmas y bronces raros”. Familia acaudalada y de
primerísima jerarquía social, por mandato de las circunstancias, aunque no de
mucho ni muy rancio abolengo, complacía sus refinados gustos con ese
sibaritismo elegante y displicente de quien se sabe y se siente nacido para
gozar de las prebendas de la vida. Por eso, se atrajeron primero la curiosidad
del común de las gentes, luego su admiración, y por último su respeto no
desprovisto de cierto y muy saludable temor; pero es poco probable que
ninguno de los López – excepción hecha del Mariscal y hacia fines de la guerra
– se haya atraído jamás el verdadero afecto del pueblo paraguayo. Ese pueblo,
sencillo y sobrio como siempre fue, sintió más afinidad espiritual con el
dictador Francia, por percibir en su figura sombría, retraída y misántropa las
tradicionales virtudes de sobriedad franciscana que siempre animaron a la
raza.
No eran sus hijos los únicos que a perturbar contribuían los últimos años
del anciano presidente. Otros descosidos y sofocos había y de mayor cuidado.
Allá por 1860 se presentó el asunto Hortelano, que bastante malos ratos hizo
pasar a don Carlos Antonio y constituye un episodio poco conocido. Benito
Hortelano era un español llegado a estas tierras “para hacer la América”, por
medios honestos, si éstos cabían, y si no, por los que fueran. Desembarcado
en Buenos Aires a mediados de 1854, abrió en aquella ciudad una librería, mas
como no le fuera bien en el negocio y por picar más alto sus ambiciones, al
magín se le vino fundar un “Casino Bibliográfico”, y así lo hizo, constituyéndose
la flamante asociación cultural con 147 socios, cuya comisión directiva estaba
integrada nada menos que con Bartolomé Mitre como presidente y de vocales
figuraban Rufino de Elizalde, Antonio Pillado y Antonio Cruz Obligado. Pero el
éxito en pesos fuertes no fue con el Casino, los socios se hicieron morosos en
el pago de la cuota mensual y la empresa culminó en sonora quiebra. Por esta
fecha, el gobierno del Paraguay estaba en tratos para adquirir en Buenos Aires
una nueva imprenta y a fin de asesorar a Egusquiza en la compra del material,
se designó a don Pedro de Angelis y al referido Hortelano. Pero el español de
marras vio, o creyó ver, en esta oportunidad llovida del cielo, un negocio más
fácil y remunerativo que el de fundar Casinos y parece que se puso a falsificar
con la nueva imprenta, ya adquirida, billetes de nuestro papel moneda.
Descubierto el delito, fue procesado por la justicia argentina, a pedido de
nuestro gobierno, pero no pudo éste lograr de los hombres de Buenos Aires la
extradición de Hortelano, amparado como estaba el falsificador por muy
influyentes amistades.
Hoy marcha el vapor nacional “Ypora”, y es probable que encuentre todavía al “Jejuí” en
ese puerto. Se me había pasado en la anterior prevenir a Ud. que será bien haga Ud.
publicar en la “Reforma Pacífica” un serio desmentido al atrevido “remitido” que en ese
periódico hizo publicar el inicuo falsificador Benito Hortelano diciendo que efectuó la
falsificación del billete nacional de tres pesos, porque Juan Moreno le presentó una orden
del general López. Basta publicar la carta de Hortelano a Moreno y la respuesta de éste,
cuyos documentos fueron enviados a Ud. por el “Jejuí”. Moreno lo niega y dice que ni
conoce la firma del general López, y sobre todo, no es incumbencia ni atribución del
general la impresión de billetes. Al Gobierno Nacional compete privativamente la
impresión de billetes, y hacerlos imprimir en la Imprenta Nacional, sin que jamás se
necesitase mendigar en el extranjero ninguna impresión de billetes.
También se debe publicar que los de a tres pesos que Juan Moreno ha introducido en la
República, los ha traído sin la firma de los subscritores, ciudadanos Manuel y Saturnino
Bedoya, conforme ha declarado y jurado en el proceso el propio Juan Moreno y que hizo
imitar esas dos firmas con su dependiente José María González. En los dos mil billetes de
a tres pesos que Benito Hortelano entregó al juez de la causa en Buenos Aires, ha hecho
litografiar los nombres y las rúbricas de los dos referidos subscritores. Esta publicación
debe llevar un fuerte comento. Benito Hortelano, ya en España cometió el mismo crimen y
fue echado del país. Puede Ud. averiguar y si resultase cierto será bien publicarlo
también.
De Ud. affmo.
En este sentido, el escrito que anuncia Ud. para el día 25 será tan mal atendido, como el
que ha presentado el día 14, a excepción del embargo que no puede negarse de los
bienes de Hortelano. Todavía puede ser que le den escape, como dieron libertad al
falsificador Cattaldi.”
Por otro lado, el estado de las relaciones con el Brasil suscitaba en don
Carlos Antonio muy vivas y apremiantes desazones, como que estaba por
vencerse el plazo de seis años estipulado en el protocolo subscrito en Río el 7
de abril de 1856, entre nuestro ministro Berges y José María da Silva
Paranhos, para el arreglo definitivo de la cuestión de límites pendiente entre
ambos países. Con relación a este asunto que buen cariz no trae, escribe el
presidente a Egusquiza en fecha marzo 19 de 1860:
Dije al Cónsul entre otras cosas que estoy por la tregua y que llegado el término se
verá la negociación que corresponda, o sea el rompimiento de la paz, si así gustare al
Brasil. Mostré al Cónsul un grave disgusto por tratarme su Ministro de ese modo,
debiendo dirigirse al de igual clase de la República. La exigencia de Sinimbú es atrevida y
alarmante. Es probable que quiera romper la tregua.”
quienes han afirmado siempre que el conflicto bélico con el Brasil se hubiera
evitado de haber vivido don Carlos Antonio unos años más, estribando esa
afirmación en que Francisco Solano tenía menos serenidad que su padre para
tratar los asuntos de orden internacional. No emplea, por cierto, el anciano
presidente términos de tolerancia en la comunicación aludida. La sugestión de
enviar un plenipotenciario a la capital brasileña se le antoja atrevida y
alarmante. Desecha una ocasión para zanjar las dificultades existentes con el
Imperio y prefiere continuar con la tregua impuesta por el protocolo de 1856,
dejando a su sucesor como herencia poco envidiable el arreglo definitivo del
asunto, que él mismo percibe va apuntando ya hacia el rompimiento de la paz.
No sabemos en qué consistieron en concreto las proposiciones de Sinimbú,
pero de todas maneras, nada se habría perdido con enviar el sugerido
plenipotenciario.
***
Europa era en Buenos Aires el señor Félix Egusquiza, quien asimismo tenía a
su cargo la venta y colocación de ingentes cargamentos de yerba mate en la
ciudad porteña, transportados hasta ese puerto por la flota mercante nacional,
operaciones en que el referido agente cobra su buen porcentaje, hasta que el
gobierno nacional decide suspenderle ganga tan sabrosa, y así se lo anuncia en
la siguiente nota oficial:
Al señor don Félix Egusquiza, Agente Comercial de la República del Paraguay en Buenos
Aires.
Por no haber tenido presente el sueldo que disfrutaba Ud. de mil quinientos pesos
anuales, con casa y comida costeada por el Estado, y también un escribiente, no se ha
puesto reparo en la comisión que cobra Ud. de un tres por ciento de toda venta y compra
que hace por cuenta del Estado, pero ahora que me he fijado en este indebido recargo del
Tesoro Nacional, prevengo a Ud. que desde el recibo de esta orden cese todo cobro de
comisión.
MARIANO GONZÁLEZ”
Mi estimado amigo:
Quiera Ud. tener la bondad de poner a disposición de D. Adolfo Soler treinta onzas de oro
sellado y apuntar en cuenta de este su afecto amigo y servidor.
VENANCIO LÓPEZ”
“Quedo impuesto de la orden que ha recibido Ud. del señor coronel López para agregar a
los fondos del Estado a su cargo las treinta onzas de oro en pago de las que por mi orden
recibió de dichos fondos en esa, y se sirve avisarme de haberlos ya agregado.”
lícitos y honestos, a estar por la siguiente orden que imparte Mariano González
a Egusquiza con fecha 21 de octubre de 1863:
“Del cargamento que conduce a Ud. este vapor separará cien arrobas de yerba a favor del
Ilustmo. señor obispo Palacios. El señor ministro de Relacionas Exteriores dará a Ud.
orden sobre esas cien arrobas.”
***
El nº. 375 del Semanario de avisos del sábado 4 del corriente, hallará Ud. la remisión que
mandé hacer de mil onzas de oro a entregarse al gobierno de la Confederación, para la
remisión en calidad de auxilio a las familias y personas que han sobrevivido al deplorable
suceso de Mendoza.
***
De 1851 a 1855
Exportación $ 3.285.867
Importación $ 2.381.149
De 1856 a 1860
Exportación $ 7.943.254
Importación $ 4.997.958
Tenemos así que en diez años, el comercio exterior del Paraguay asciende
a la suma de $ 18.608.228 con un saldo de $ 3.850.014 a favor de la
exportación, diferencia apreciable y que según los cánones de las ciencias
financieras, constituye índice de economía sana, pero cantidad ínfima
comparada con las cifras del comercio internacional argentino, que en 1861, se
elevaba a la respetable suma de 36.763.000 de pesos oro, aumentada en 1867
a 71.988.000 de la misma moneda; sólo en el curso de 1865, la Confederación
exportó 50 millones de kilos de lana.
Tejidos finos
Tejidos ordinarios
Movimiento de buques:
Entrados:
Nacionales 30
Extranjeros 118
TOTAL 148
Salidos:
Nacionales 30
Extranjero 178
TOTAL 208
Por importación:
Por exportación:
Maderas 20 %
Tabaco 5%
Cueros curtidos 5%
***
expresión, sin ser absoluta, era lo bastante elástica como para que una
ilustración todavía incipiente y en su edad paleolítica, encontrara los cauces de
su desarrollo en los primeros pasos del pensamiento propio. No era perfecto el
mecanismo del sufragio popular ni aderezada estaba con sus mejores galas la
libertad individual, pero adecuados eran ambos a aquel ambiente de media luz,
que anunciaba ya una aurora próxima, bañando cual agua de mayo las almas
ensombrecidas por la cerrazón de una larga dictadura. Mérito el más grande de
don Carlos Antonio fue precisamente lograr que pasáramos de las tinieblas del
despotismo a los primeros fulgores de un día naciente, sin que los rayos de un
sol apenas asomado sobre el horizonte cegara nuestra visión primera para
sumirnos en desvaríos libertarios, atrofiada como estaba la retina de nuestra
sensibilidad ciudadana por la negra y lúgubre noche de una inmensa soledad
espiritual.
***
La cultura autodidacta del general Solano López – sin ser ella demasiado
sólida ni muy granada – estaba al nivel que era dado esperar en el ambiente
de su patria, sumida durante tres siglos en el analfabetismo del coloniaje
español al que siguieron los veintiséis años de encierro y aislamiento de la
dictadura. Sin universidades ni colegios, sin imprentas ni libros – salvo
aquellos que de contrabando se introducían entre los ornamentos destinados al
culto – las puertas de la ilustración estuvieron cerradas para aquellos criollos
que sentían ansias de matizar el blanco pan de cada día con el alimento
espiritual de buenas y provechosas letras. Esto en tiempos de la dominación
española, que ya bajo la férula del dictador Francia, ni el mentado contrabando
fue posible, porque desorganizada la iglesia nacional y desbaratado el clero, no
hubo ocasión ni necesidad de seguir introduciendo en el país objetos para la
sagrada liturgia. Sólo con el advenimiento de Carlos Antonio López al poder
entraron las letras en el Paraguay.
***
El del Padre Maíz constituye un caso especial, pues entre este sacerdote y
su futuro obispo diocesano – amigo y favorecido de López – existía de antiguo
un estado de pasiva beligerancia, cuyas causas no se conocen en puridad,
aunque mucho se sospecha que el primero aspiraba a la mitra, mientras el
segundo no era del todo ajeno a ciertas rivalidades y envidias del oficio, que
también entre los ministros del Señor suele andar suelto el diablo. Lo cierto es
que en aquella ocasión, el nombrado Padre Maíz acusado fue nada menos que
de herejía ante sus superiores, por haberse encontrado en su poder obras de
Rousseau, Voltaire y Víctor Hugo, a más de un retrato de Lutero, cosas que
afirmó el sacerdote tenerlas con la debida licencia. Mas tampoco debieron
faltarle a Solano López razones de orden político para ordenar el
procesamiento y detención del clérigo, a quien se sabía adverso a la persona
del futuro mariscal, cuya designación como presidente comentó en los
siguientes términos, al ser echadas a vuelo las campanas de las iglesias de
Asunción en son de júbilo por tan fausto suceso: “¡Para cuántos esos repiques
van a resultar dobles!”. Palabras de indudable profecía, pero harto indiscretas
Conocía perfectamente el carácter del general López y el poder ilimitado con que debía
ser investido al ser elegido presidente. Por esta razón, deseé una Constitución que le
privara del poder absoluto y pusiera un freno a la posible arbitrariedad, a fin de que la
Constitución pudiera conferirle, según frase del Deán Funes “la afortunada imposibilidad
de obrar mal”.
Sabía también cómo se le había consentido con autoridad desde los primeros años. El
joven militar, comandante supremo en la flor de su juventud, con la conciencia de su
dignidad y un gran celo por la estabilidad del orden público, apenas podía transar con
cualquier idea que pudiera estar sujeta a interpretación y tampoco toleraría una oposición
contra él mismo y mucho menos contra el sistema establecido de gobierno. Por esta
razón, deseé una Constitución que estableciera la independencia de los tres poderes:
legislativo, ejecutivo y judicial. El cura Palacios, interpretando las ideas a su modo, me
denunció.
Solano López, suma y razón del sistema que él afirma haber querido evitar.
Cuatro años de calabozo acabaron con el fervoroso civismo de Maíz, matando
en él toda vocación de mártir y reformador. Y sobre las márgenes del
Tebicuary, remató con cuatro tiros su antiguo mal querer con “el cura
Palacios”, ya consagrado obispo del Paraguay.
CAPITULO 3
EL PRESIDENTE
***
“General: He sido muy sensible a la carta particular que me habéis escrito y al afectuoso
recuerdo que guardáis de vuestra residencia en mi Corte Imperial. Creedlo, os lo aseguro,
que ese recuerdo no se borrará tampoco de mi memoria. He tenido ocasión de apreciar
las nobles cualidades que os distinguen y es, pues con conocimiento de causa que felicito
a vuestro país, por la elección que ha hecho de vuestra persona para velar sobre sus
destinos.
Me complacía seguir con mirada de amistoso interés los progresos sensibles que ha
hecho el Paraguay bajo la tutela de vuestro ilustre padre, de lamentada memoria, no
dudando que bajo vuestra sabia y patriótica dirección, continuará marchando rápidamente
por la vía de la civilización.
NAPOLEÓN”
***
El general López, que desea paz y unión para la familia argentina, porque
las sabe necesarias para la suya propia, escribe al doctor Pujol, el 20 de Julio
de 1861, esto es, antes de asumir el poder supremo, lo siguiente:
“Le aseguré (al presidente López) que si deseaba propinar una paliza al Brasil o a otro
cualquiera de sus vecinos, los yanquis le facilitarían los medios para hacerlo con la mayor
celeridad, en condiciones más razonables y con mayor eficacia que el que pudiera ofrecer
cualquier otro pueblo o nación.”
Por esa fecha expiraba el plazo de seis años, término por el cual se había
diferido el arreglo definitivo de la cuestión de límites entre Paraguay y Brasil,
conforme el protocolo subscripto en Río de Janeiro el 7 de abril de 1856 entre
don José Berges y José María da Silva Paranhos.
“La partida del general Flores tuvo lugar durante la ausencia del presidente general Mitre,
del vicepresidente, del ministro del Interior y del de Relaciones Exteriores. La ausencia del
presidente y del vicepresidente ha sido motivo de interpelación en el Congreso como una
violación de la Constitución. Cabe muy bien preguntarse ahora: ¿por qué todos estos
funcionarios del gobierno estuvieron ausentes, en el momento preciso en que el general
Flores salía de Buenos Aires para llevar a efecto su plan de invasión de la Banda
Oriental?... La prensa de Buenos Aires defendió calurosamente la causa del general
Flores, incluso La Nación Argentina, siempre considerada como órgano del gobierno.”
olvide a los orientales que, proscriptos de la patria, desean volver a ella, dándonos
participación en los destinos públicos; pertenezco a un gran círculo de mis amigos
políticos para los que tengo que llenar deberes muy sagrados.”
“Nada más natural que usted, en representación de los orientales que nos han ayudado a
alcanzar ese triunfo, me recuerde en esta ocasión que no olvide a los proscriptos... Usted
sabe, general, que mi corazón pertenece a usted y a sus compatriotas, como amigo,
como antiguo compañero de armas y como correligionario político.”
“Los principios de estricta neutralidad y de no ingerencia, aun oculta, que todos los
gobiernos del Paraguay han observado desde su independencia en las cuestiones
internas y externas de sus vecinos, forman también las bases del actual gobierno, que no
hallo todavía motivos suficientes para abandonar esa política tradicional. No pretendo por
eso asentar que este principio sea tan absoluto que los sucesos puedan limitarlos cuando
la propia seguridad obligue indeclinablemente a manifestar interés por esos mismos
sucesos, si ellos pueden comprometerla. Eso que es un derecho inherente para todos los
gobiernos, milita con mayor razón para el gobierno del Paraguay por su posición
geográfica y otros poderosos motivos que son inútiles mencionar a V. E. que los conoce.”
“Estoy muy distante de negar a la República y al gobierno del Paraguay el derecho que
pueda tener en casos dados a intervenir en los sucesos que puedan desenvolverse en el
Río de la Plata. V. E. se encuentra bajo muchos aspectos en circunstancias más
favorables que las nuestras, a la cabeza de un pueblo tranquilo y laborioso, que se va
engrandeciendo por la paz y que llama en ese sentido la atención del mundo; con medios
poderosos de gobierno que saca de esa misma situación pacífica; respetado y estimado
por todos los vecinos que cultivan con él relaciones proficuas de comercio; su política está
trazada de antemano y su tarea es tal vez más fácil que la nuestra en estas regiones
tempestuosas.”
resigna a perecer solo. Quiere de buena o mala fe, el auxilio moral y material
del Paraguay.
“Ustedes deben sacar todo el partido posible de la manera cómo se presenta el Paraguay.
Mitre no puede llevarles ni les llevará la guerra. Toca y corresponde al gobierno oriental
mantenerse firme, mostrándose enérgico en todas las cuestiones presentes y que en
adelante se susciten con el gobierno argentino. Deben obtener ventajas... El mismo
confidente de otras veces ha estado hoy con el general López. Me ha dicho que lo ha
encontrado animado de los mejores deseos hacia nuestro gobierno, de ayudarlo y
sostenerlo en las circunstancias difíciles por que atraviesa; que hará en su favor cuánto
de él dependa; que la resolución de pelearse con Mitre no puede ser más decisiva... El
gobierno argentino ha contestado a la nota paraguaya relativa a la fortificación de Martín
García y reunión de fuerzas en el litoral. Lo ha hecho, como usted verá por la nota que se
le envía, de la manera más cumplida para estos señores, declarando que esos
armamentos sólo tienen por objeto precaverse con tiempo contra cualquier ataque del
gobierno oriental... Esa misma nota ha dado lugar ya a que se lamenten que Mitre, en la
contestación que esperan el 24, se pronuncie de un modo suave y amistoso y les prive de
ir adelante con la prontitud que querían y quieren.”
El general López sigue vacilando, porque no está, sin duda, del todo
convencido de que peligra el “equilibrio del Plata” y acaso sospecha que al
gobierno del Uruguay, más que el mentado equilibrio, le interesa su
permanencia en el poder y su ánimo de enemistar a Mitre con el gobernante
paraguayo, a fin de poner término a la ayuda que Flores recibe de las
autoridades argentinas y desviar al mismo tiempo la atención del Imperio
hacia cuestiones de mayor gravedad internacional. El incidente del barco
mercante paraguayo “Paraguarí”, detenido y sometido a registro en aguas
uruguayas por gente del gobierno del citado país, da lugar a esta pintoresca
nota del ya referido del Pino a su ministro de Relaciones, en fecha 5 de abril de
1864:
“. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2) envío a las aguas del Uruguay y a las del Plata de algunos buques de guerra que
corresponda al aparato bélico brasilero en aguas orientales;
“O governo argentino, nos tinha prestado bons officios de amigo; a sua neutralidade para
com o governo de Montevideo nunca foi perfecta... No primeiro ataque de Paysandú
faltarao-nos algumas muniçoes, e nos as fomos achar nos parques de Buenos Aires”.
(José María da Silva Paranhos en “A convençao do 20 de Fevereiro”).”
“Como hecho histórico, queda fuera de toda cuestión que la política argentina y brasilera
“¿El Paraguay hará algo? Si López se deja estar sin hacer siquiera aparato – aparato que
no le cuesta nada y le da posición ante el Brasil y el Plata – yo opino que no sabe ser
inteligentemente ambicioso, y que no procura medios de adquirir para él y para su país
preponderancia e influencia política en estas regiones.”
“El “Igurey” ha traído el desenlace de la misión Mármol cerca del gobierno Oriental; las
exigencias presentadas como de preliminar aceptación para toda discusión de arreglo han
hecho fracasar aquella misión, a que desde un principio se habían atribuido instrucciones
poco conciliatorias. Veremos si los señores Thornton y Lamas son ahora más felices en
sus nuevas tentativas, y ojalá que así sea. Hará Ud. bien en visitar al señor Thornton y
cultivar su relación: él se ha manifestado últimamente y en varias ocasiones muy buen
amigo del Paraguay, haciéndome honra; por todo lo que deseo le haga Ud. un
cumplimiento en mi nombre.”
Con fecha 20 de febrero, dice Solano López a Egusquiza: “la situación del
Estado Oriental es ciertamente cada vez más lamentable y de un desenlace
menos fácil de prever”. Y el 6 de marzo: “Contrista el espíritu la situación
política del Estado Oriental, por todas las fases que se le mire”. En carta
fechada el 6 de abril afirma que “no hay conveniencia en desenvainar las
armas fuera de tiempo” y recomienda a nuestro agente prepare los materiales
que el doctor Quesada pueda necesitar para emprender la defensa jurídica de
nuestros derechos. Ni asomos siquiera de una actitud guerrera o guerrerista y
ausentes totalmente los indicios de una política envalentonada o de una
postura de intromisión y absorción.
“Estimo las noticias sobre la invasión de las Misiones atribuidas a nuestras fuerzas y es
El carácter y verdadera misión del Sr. Saraiva en el Río de la Plata es poco pacifica y
según corren las cosas no hemos de tardar en ver la conjunta intervención armada del
Brasil y de la República Argentina en los negocios intestinos de la Oriental.
Se dice que esa misma liga ha de llegar hasta aquí, requiriendo simultáneamente a las
dos nacionalidades la demarcación de sus limites, apoyando las pretensiones por la
fuerza.
“Si la política de López no fuera en ciertos casos tan poco noble, tan de rencilla y de amor
propio personal, el discurso del ministro oriental hubiera sido acto de política previsora y le
daba al Paraguay una posición alta en los negocios que se debaten y se preparan en el
Plata. Pero han preferido bajar hasta el incidente del “Paraguarí” y hacer de él, en estos
momentos, el motivo del discurso!”
“Que comprendan esos hombres que no está nuestra salvación en el Paraguay y que su
conducta con nosotros puede hacernos obligatorio darle definitivamente la espalda y
buscar por otros caminos nuestros intereses. Por ahora – ya en contraorden de mi nota de
ante ayer – reserva completa sobre toda comunicación de nuestros negocios con el Brasil
y Buenos Aires. Que no sepan lo que pasa con Saraiva, y que comprendan que nuestro
silencio y cese de confidencias se debe a la manera poco franca y amistosa con que nos
están tratando, y aprovecha toda ocasión para hacer comprender que tu misión no se
prolongará si ellos no adoptan otra conducta. Que vean resentimiento en nuestro misterio,
pero no dolor.”
escribe con fecha 6 de junio de 1864 a Félix Egusquiza, agente del gobierno
paraguayo en Buenos Aires:
“El campamento de Humaitá ha sido reforzado con 3 mil reclutas y el de Santa Teresa,
Villa de la Encarnación, y las fronteras del Norte, se han hecho también fuertes
reclutamientos; por fin, todo el país se va militarizando y crea usted, que nos pondremos
en estado de hacer oír la voz del gobierno paraguayo en los sucesos que se
desenvuelven en el Río de la Plata, y tal vez lleguemos a quitar el velo a la política
sombría y encapotada del Brasil.”
Aquí se dice y se nombra a más de un sujeto que siendo hostiles al gobierno, frecuentan
su casa y recibe las consideraciones que sólo se deben a los buenos ciudadanos, y salen
atribuyendo a usted una fría indiferencia en los negocios patrios, traduciendo este
indiferentismo una manera poco honorable a los sentimientos que yo le atribuyo. No basta
servir pasivamente un puesto tan delicado como el que está confiado a su cargo, cuando
hay que tratar con personas poco sanas.
Como usted ha de saber, el gobierno Oriental ha solicitado la mediación de éste para sus
arreglos con el Brasil y en consecuencia de la aceptación, sigue para Río de Janeiro el
Teniente Corvalán, con pliegos para el Ministerio de Negocios Extranjeros.”
Sírvase Ud. entregar al Teniente Corvalán la cantidad de diez y ocho onzas de oro por
cuenta de
su affmo.
De mi estimación:
He recibido sus dos últimas, fechas del 17 por el “Igurey” y 26 por el “Guairá”, quedando
impuesto del contenido de ellas. Como usted anunciaba en la primera, ha llegado el
Encargado de Negocios de Prusia con su familia y dice venir por un periodo de cuatro
meses. Ha hecho usted bien en ofrecerle localidad a bordo del paquete. Con esta ocasión
recibirá usted por el Ministerio correspondiente la orden de compra y remesa de los fusiles
y carabinas que de muestra ha mandado.
Por más que allí se haya reunido el Pueblo para hablar sobre los negocios del Pacífico y
la conducta del almirante Pinzón, en otros motivos debe buscarse la explicación de los
sucesos que se desarrollan en la Banda Oriental, por parte del Brasil y de la República
Argentina. El suceso de la isla de Chinchas no debe considerarse sino como una
circunstancia venida a propósito para el desarrollo ostensible de planes previamente
combinados.
Según las noticias que allí se tenían y las que directamente de Montevideo han llegado, la
paz estaba pactada, bajo condiciones no solamente gravosas, pero también inmorales.
Veremos la suerte de aquel país, que deponiendo las armas, queda en la más
encarnizada lucha. Lo que hay de cierto es que el gobierno debe cuidar mucho con
habilidad y tino para no perder en la paz lo que ha sostenido en la guerra, es decir,
además de lo que perdido tiene por el pacto que ha reconocido en el general Flores un
beligerante con todos los derechos.
Los detalles del arreglo son de tal naturaleza que si el país no hubiera estado tan
entregado a la idea de paz, pudiera haber conmovido el espíritu público, pero parece que
desde el momento en que ha asomado una esperanza de paz, se ha abandonado, no sólo
los preparativos bélicos, sino también la misma idea, lo que ha de hacer muy difícil,
reanudar las operaciones militares, y es forzoso un arreglo con el invasor ya hábil para
tratar frente a frente con el gobierno.
Cuando el Congreso argentino se ocupe de cosas serias, veremos la parte que nos toque.
Se sabe entre tanto, que el señor Trellez se ocupa muy activamente de nuestros limites.
Si usted puede encontrar datos, no se pare en medios.
“En tal situación de extrema gravedad, este gobierno necesita saber definitivamente, a fin
de no exponer intereses nacionales, basando ulterior conducta en suposiciones y
esperanzas, por muy halagadoras que sean, cuál es el género de apoyo que debe
esperar inmediatamente del gobierno del Paraguay y cuál el auxilio que llegado el caso de
obrar, estaría el mismo gobierno resuelto a prestarle... Nuestro deseo sería que,
producido el ataque, el Paraguay operase, ya sin más espera, sobre territorio limítrofe
argentino y brasilero, simultáneamente con el envío de fuerzas al Plata, que pudiesen
operar de acuerdo y en concierto con las orientales.”
Imperio del Brasil. El peligro que amenaza a la República Oriental es común al Paraguay.
Hay que afrontarlo y conjurarlo en lo posible, mediante una actitud enérgica. La
conflagración es inminente.”
“Ya por mi anterior habrá usted visto que en aquella fecha quedábamos en conocimiento
de los sucesos que habían principiado a desarrollarse de una manera tan fatal para el
gobierno Oriental. El complemento de esas noticias tengo en la que contesto.
Es más probable la noticia del general Guido sobre los propósitos de los gobiernos
argentino y brasilero sobre la República Oriental y ésta; que las seguridades dadas por el
señor Thornton en sentido contrario.
Mucho he oído hablar de las explicaciones y definiciones del Tratado del año 28, pero
nada he visto realizado al respecto y más que probable es que la misión Mármol ha tenido
un objeto más latente.
Estando allí el señor Saraiva y marchando los sucesos en el tren que llevan, no hemos de
pasar mucho tiempo, sin que veamos algo de claro.”
“Quedo enterado de la excusa que el señor Thornton ha dado para postergar su viaje
hasta el 28. Muchos dan otra explicación a este retardo algunos se avanzan hasta decir
que no arribará hasta el regreso del Dr. Carreras. Estos añaden que el agente británico se
encargará también de algo que no corresponde al servicio de su Legación. Ya lo veremos.
El armamento anunciado por Bareiro habrá llegado o estará por llegar al Río de la Plata, y
hará usted muy bien de hacerlo pasar sin demora en los términos que tiene en vista. Por
lo que usted me dice veo que el Dr. Carreras contaba con seguridades que yo no
conozco. El ha sido atendido hasta donde debía ser y no creo que regrese mal
impresionado de su viaje. Remita usted la cantidad de dos mil libras esterlinas a Mr.
Robert Stewart para compra y expedición de rieles, que pronto ha de necesitarse.”
gobierno oriental por el ministro plenipotenciario del Emperador en misión especial ante
aquel gobierno, como atentatorio al equilibrio del Plata, que interesa a la República del
Paraguay como garantía de su seguridad, paz y prosperidad; y que protesta del modo
más solemne contra tal acto, desligándose desde ahora de toda responsabilidad por las
consecuencias de la presente declaración.”
“Pediré licencia a V. E. para observar que, atento al propósito fijo en que parece estar el
Gobierno Oriental de no acoger las reclamaciones brasileñas, cualquiera mediación en la
actual controversia sólo serviría para crear nuevas dilaciones, defiriendo un estado de
cosas que tornóse intolerable para los brasileños que habitan la campaña oriental y
malogrando así las vistas del gobierno imperial, que tienden precisamente a obtener
pronta reparación a fin de impedir que durante las actuales perturbaciones políticas se
reproduzcan las tropelías y violencias hasta hoy practicada contra súbditos brasileños y
que se han repetido con más frecuencia desde que apareció la guerra civil que
infelizmente desbasta aquel país.”
precisamente evitar al del Brasil y al de la República Oriental del Uruguay por sus buenos
oficios, la actitud en que respectivamente se hallan y que es la misma que le ha obligado
a dirigir la solemne protesta del 30 de Agosto.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .”
Tiempo hubo en que la Corte de San Cristóbal buscó con afanoso empeño
– como dicho queda – la alianza y amistad del Paraguay contra Buenos Aires;
fue en la época en que el Brasil consideraba a los porteños como a sus
naturales enemigos, y adversarios – por imperativos de origen – de la
influencia lusitana en la cuenca del Plata. En aquellos tiempos, en que el
dictador Francia regía los destinos de nuestra patria, Antonio Manuel Correa da
Cámara – uno de los enviados por Brasil a Asunción para obtener nuestra
alianza contra Buenos Aires – informaba desde la capital paraguaya a su
ministro de Negocios Extranjeros, Luis José Carvalho e Mello, vizconde de
“Rodeado por todas partes de disputas, de perfidias y de las más abominables intrigas,
que no cesaron de oponerme nuestros inmorales enemigos de Buenos Aires, llegué
finalmente a la Corte de Asunción, donde con extraordinarias honras fui solemnemente
recibido en audiencia pública el 27 de Agosto, como consta en el Edicto adjunto.
.............................
.............................
El Brasil, unido en alianza con el Paraguay, de nada debe temer en el futuro, por su línea
de frontera de aquel lado y del Uruguay...”
Verdad es que mejor suerte no tuvo el Cónsul inglés en Buenos Aires, Sir
Woodbine Parish, a quien se atribuyó “estar ligado a Buenos Aires para solicitar
la cooperación de la República del Paraguay contra el Brasil”, según expresión
del propio Correa da Cámara.
***
“Muy graves han sido las noticias del último paquete y la situación asumida por el Brasil
en el Estado Oriental ha aconsejado la resolución que de este gobierno recibirá usted por
el Ministerio correspondiente. Ahora conviene hacerse cargo de toda la gravedad de la
materia y que cada ciudadano se manifieste unido a la política de su país, doquiera que
se halle. Es ya necesario abandonar la apatía que como nacional se nos atribuye.
guía.
Siento que el “Paraguarí” no haya podido traer las pocas armas traídas por el “Vna”, de la
línea de Liverpool. Puede ser que a esta fecha haya llegado otra remesa por la misma
línea y en tal caso, el Teniente Herreros tiene orden de hacer lo posible por transbordar,
sea allí o en Montevideo. Es preciso ganar tiempo, porque puede establecerse un
bloqueo, según el curso de los acontecimientos. En este caso, ha de usted procurar
establecer la comunicación que le sea posible, ya sea por agua, ya sea por tierra, y tratará
de alimentar el comercio como sea posible.
Si el “Paraguarí” no pudiera traer el armamento, y otro vapor puede hacerlo sin riesgo,
flételo usted y por principio general, haga usted todo lo que sea conducente al mejor
servicio de la Patria.
Se me dice que el señor Thornton ha modificado mucho sus simpatías hacia nosotros,
trasladándolas hacia la política del Brasil y del general Mitre, y de esto hará usted la
conveniente observación. El ha llegado por fin acá por el mismo paquete en que usted
escribía, habiendo venido a alcanzarlo en el Rosario, y regresa ahora. No se ha ocupado
sino del negocio de Saguier, patrocinado por el súbdito británico que usted conoce, pero
ha visto la fuerza de nuestra razón y se va.”
“Han llegado bien los rifles y las carabinas traídos de Liverpool por el vapor “Vna”.
Me han escrito también diferentes personas sobre la satisfacción que manifestaba el Dr.
Carreras de su viaje a ésta, avanzado alguno hasta ofrecimientos y seguridades que no
han podido tener lugar, sino en la escala que convenía a la política del Gobierno y a la
posición privada del caballero.
Por el vapor que el 8 de Agosto debió salir de Liverpool, ha debido expedirse la cantidad
de ochocientos rifles, que me temo no pueda traer el “Paraguarí”, pero que traerá el
“Igurey”.
“No es extraño que la prensa de esa Ciudad se haya desbordado en insultos, con motivo
de la protesta de este Gobierno en favor de la nacionalidad Oriental, y no de un partido,
pero lo extraño es que, habiéndole antes recomendado, no me haya enviado por
separado esos números que en adelante cuidará de remitir en recortes, sin perjuicio del
cumplimiento de otras órdenes.
Parece que no ha habido ningún arribo de armas últimamente de Inglaterra, después del
“Galileo”.
No ha llegado el señor Lanús, que parece haber quedado en Corrientes; aprecio la noticia
que le es relativa.
Aquí se ha recibido un cajón conteniendo dos fusiles y una carabina rayada, igual a las
que acaba usted de comprar en número de mil doscientos los primeros y de cuatrocientas
las segundas, sin que se conozca la procedencia y términos de tales muestras, lo que
importa una irregularidad notable en el servicio.
Si hay alguna existencia de esas armas en plaza, y se vende a los mismos precios que
las anteriores o con corta diferencia, compre y mande.”
Llegada era la hora de salir de nuestra indiferencia ante los sucesos que
venían ocurriendo en la Banda Oriental, aunque no se justificara una
intervención armada en tanto el Brasil no pasara a las vías de hecho. Mas el
gobierno del Uruguay, impaciente por la falta de acción de López, que
serenamente aguarda un “casus belli”, esto es, una violación flagrante del
territorio uruguayo, busca ahora meter en el embrollo a los gobiernos de Entre
Ríos y Corrientes. Escribe Antonio de las Carreras a Vázquez Sagastume con
fecha de octubre 22 de 1864:
“¿En tan noble empresa entrará Corrientes? ¿Podría contarse en esa provincia con
elementos suficientes para establecer en ella un gobierno provisorio que atendiese y
sirviese los intereses de la República, fuera del exclusivismo porteño? ¿Sería posible
hacer o es justo esperar algo en ese sentido u otro semejante? ¿Sería usted bastante
bondadoso para hablarme sobre ese tópico con la franqueza del amigo y la lealtad del
patriota?”
“Si el presidente López se inclinara abiertamente de parte del Uruguay, las grandes
provincias de Entre Ríos y Corrientes se rebelarían contra la Confederación.”
“Aquí es creencia universal que en toda esta controversia con el Brasil, el presidente
López cuenta muchísimo con la ayuda del general Urquiza, cuyo dominio en la provincia
argentina de Entre Ríos es tan absoluto como el del primero en el Paraguay.”
“Dentro de pocos días, el general Urquiza debe tomar una actitud decidida, no siendo
posible que continúe como hasta aquí.”
La misión Victorica debió haber servido para disipar por entero sus dudas
en cuanto a la futura actitud del caudillo entrerriano, pero tan grande era la
ingenuidad política del futuro mariscal, que seguía confiando en la lealtad de
Urquiza, en quien supone que la amistad personal ha de sobreponerse a su
patriotismo de argentino.
***
“Veo con placer la llegada del “Kepler”, con cuarenta y cinco cajones de armas, que
espero por el “Paraguarí”.
Tal vez el paquete que está para llegar traiga noticias de una actitud más definida. Yo
estoy contrariado por la morosidad con que se despachan las armas de Europa, siendo
considerable la cantidad que debe venir. Los fabricantes y la situación de la Europa crean
embarazos, cuando yo no quiero verlos.”
Estoy en posesión de sus dos últimas del 2 y del 16, traídas por el “Igurey” y el
“Paraguarí”.
Inútil es decir que todos los cajones de armas que de allí se han despachado por los
paquetes han llegado bien.
He recibido cartas del señor Lanús, muy satisfactorias y he encargado al señor Berges de
responderle, no teniendo tiempo de hacerlo directamente. Tiene también orden de escribir
a usted sobre esa contestación. Quedo enterado del estado financiero de la plaza de Río
de Janeiro y de los recursos con que cuenta el Barón de Tamandaré. Sus gastos deben
ser crecidos por lo que se ve.
Por las cartas de Bareiro y Blyth estará usted en conocimiento de la calidad y cantidad de
armas que están en camino, y a tiempo tomará sus medidas para hacerlas llegar aquí por
todos los medios a su alcance, pero si éstos fuesen imposibles, tomará usted la
resolución que más convenga a la conservación de ellas, para aprovechar el primer
momento que se presente para traerlas.”
“No es extraño que el señor Paranhos se haya manifestado tan irritado, pero esperemos
que no se ha de prolongar la situación de guerra en que hoy se hallan los dos países. Ya
verá él que no hemos esquivado ofrecerles la ocasión de lavar con sangre la afrenta que
nos atribuye, cuando no debiera acusar sino a su propio gobierno de la ruptura de
nuestras relaciones.
El señor Lanús ha llegado con el “Salto”, como era de esperarse, pero según me ha dicho
el ministro de Hacienda, no se ha entendido todavía sobre el vapor “Corrientes”, cuya
compra dice usted haberle encargado, ofreciéndole ocho mil patacones de auxilio,
ignorando sin embargo el valor total, operación poco mercantil, y que ha de poner en
embarazos al ministro. El ofrece también armas y otros objetos que pueden ser
aceptados, esperando forzar el bloqueo, en caso de no poder arreglarse de otro modo.”
***
Lejos de nuestro ánimo está afirmar que fueron los uruguayos de Aguirre,
Berro y Herrera los causantes de la guerra, evidentes como eran los designios
del Brasil de extender su influencia política hasta la cuenca del Plata, influencia
que una vez lograda, no habría podido tolerar a su retaguardia el peligro
constante de un Paraguay tranquilo y poderoso. Mas lo indudable es que las
intrigas de los Pinedo, Sagastume y de las Carreras influyeron nocivamente
sobre el ánimo del general López hasta hacer que éste se lanzara a una guerra
antes de completar sus preparativos militares y sin haberse recibido en el país
el modernísimo material de guerra y los barcos por él adquiridos en Europa.
Con algo más de paciencia y otro poco de serenidad – refrenando impulsos y
resistiendo insinuaciones, acaso justificados por el vértigo de los sucesos – el
general López habría constituido un ejército moderno para aguardar dentro de
su campo atrincherado el próximo paso del Imperio, y acaso con ello no
hubiera facilitado la firma inmediata del tratado secreto.
cuando menos ¿iba a ser esa agresión tan inmediata como para justificar
nuestra declaración de guerra al Brasil antes de dar término a la preparación
de nuestra defensa nacional? Solano López se deja llevar por los
acontecimientos, en lugar de dominarlos, como corresponde a un estadista. No
tiene de los sucesos una amplia y segura visión, o es que sus agentes en el
exterior no pueden o no saben informarle de la realidad. La diplomacia del
Paraguay, en este período de su historia, se caracteriza por una inercia trágica
y deplorable; ni observa ni protege, respaldada como estaba su acción por la
razón y también por la fuerza. Nada hace por anticiparse a las maniobras del
adversario a objeto de desbaratarlas, confundirlas y neutralizarlas, pasando al
contraataque antes de que las fuerzas contrarias se consoliden en las
posiciones conquistadas. Los agentes de Solano López en Buenos Aires y
Montevideo – Félix Egusquiza y Juan José Brizuela, respectivamente – son
personas de opaca personalidad, sin ciencia ni experiencia en los asuntos
internacionales, cuando en esos sitios era de necesidad acreditar
representantes diplomáticos dotados de la astucia de un Metternich y de la
cínica perspicacia de un Talleyrand. Félix Egusquiza ni siquiera estaba
reconocido por el gobierno argentino en carácter oficial y del caletre que
gastaba el señor Juan José Brizuela puede dar cuenta un opúsculo por él
publicado en Buenos Aires hacia el año 1857 bajo el título de “El Vapuleo de un
traidor”, sandez literaria sin ejemplo, escrito en prosa poética, según afirma su
autor. José Berges, Gumersindo Benítez o José Falcón – sin ser magos de la
diplomacia – habrían desempeñado de fijo mejor papel que Brizuela y
Egusquiza.
***
Con el correr del tiempo – que todo lo deforma – se llegará a decir que el
ejército paraguayo de aquel período de nuestra historia constituía una fuerza
militar de primer orden, patraña con hilachas al viento, inventada por el
adversario para justificar su demora de cinco años en alcanzar sobre nosotros
“Construidas por Wisner de Morgersten, las baterías son ocho en número: Batería
Cadenas, 13 cañones; Batería Londres, con parapetos de 27 pies de alto, construidos con
ladrillos (no piedras), 16 cañones; Batería Tacuarí, 3 piezas; Batería Coimbra, 8 piezas
bajo el mando del comandante Hermosa; Batería Octava, 13 piezas; Batería Pesada, 3
cañones; Itapirú, 7. El teniente Day daba a las ocho baterías un total de 45 cañones; a la
casamata Londres, 15 y a la Batería del Este, 50 con un total de 110 piezas.
***
Mas, después de todo y bien miradas las cosas, el asunto no era para
pedir el frasco de sales, dados los tiempos y el ambiente. El concubinato ha
sido en el Paraguay un mal endémico desde que los españoles – con Domingo
Martínez de Irala y sus 200 mujeres indias a la cabeza – hicieron de Asunción
“el paraíso de Mahoma”. Fue este un fenómeno de raíces sociológicas que,
andando el tiempo y aniquilada casi la población masculina por guerras y
conmociones, había de convertirse en necesidad nacional de orden fisiológico y
hasta de elemental crecimiento vegetativo, cuando no de mero instinto para la
conservación de la especie. Pero el mal del concubinato no ha impedido ni
impide en el Paraguay la constitución de la familia; sobre el pecado dulcísimo
del amor ilícito se han formado en nuestra tierra miles de hogares dignos y
austeros, en cuyo seno rigen los más severos cánones de la fidelidad conyugal,
del amor a los hijos y del respeto mutuo. No es éste, desde luego, un estado
social recomendable como institución permanente de vidas y costumbres en la
Aquel desprecio por todo tributo a las apariencias en Solano López desató
en Asunción una recia ofensiva, llevada a cabo a espada limpia de chácharas y
cotorreo, y cuyas cabezas visibles fueron Madame Cochelet y la señora de
Bermejo. La Cochelet, esposa del cónsul de Francia, era una obscura y
desabrida provinciana, pechugona y en mal estado de conservación, que
transportada de improviso al relumbrón oficial de aquel medio estrecho y
limitado, pero de seductora novedad para la deslucida dama del Segundo
Imperio, nada mejor encontró para entretener sus ocios que alzarse como
exponente y guión de la moralidad social en nuestra patria. La otra señora
escandalizada era esposa de Ildefonso Bermejo, español nervioso y voluble
que Solano López había importado de Madrid con el objeto de que fundara y
A Héctor Varela, que la conoció por aquella fecha, pertenece este retrato
de la señora Lynch:
eternamente Cupido, bebiendo la dicha y el amor; no era del todo pequeña su boca, pero
en sus labios vagaba esa expresión indescriptible de la voluptuosidad que se adivina o
presiente al verlos húmedos, como si con ese rocío etéreo quisiese Dios adormecer el
fuego de ciertas bocas convertidas en copas de deleite, en los festines de la pasión
ardiente. Eran sus manos pequeñas, largos sus dedos, perfectamente contorneadas sus
uñas y cuidadas con ese delicado esmero, que es para algunas mujeres el culto de su
toilette y una religión de su vida.”
“Se conservaba buena moza y muy distinguida. Su rostro era ovalado y sus labios algo
llenos; sus ojos grandes y grises, si recuerdo bien, y su apariencia no indicaba, por cierto,
la de una persona que tan a menudo había visto la muerte cara a cara, que había vivido
en circunstancias tan extrañas y espeluznantes durante tanto tiempo, enterrando a su
amante y a su hijo y sobrevivido para narrar la historia.”
“La casa de Madame Lynch, aunque una de las mejores de Asunción, sólo parecería
vulgar en Buenos Aires. Pero en su arreglo interior, se distinguía sobremanera. El lujo, la
elegancia, la variedad y la dignidad de su moblaje y de sus adornos confirman su
reputación como rendez vous de los visitantes extranjeros. Muchos de los bronces y
porcelanas de Madame Lynch son piezas de museo y las tapicerías francesas y alfombras
orientales están distribuidas con gusto excelente y de tal modo que constituye un deleite
para la vista.”
3
Pyrague: (guaraní) informante, agente policial. (Nota de la E.D.)
***
4
chaque pyragüé: Expresión de alarma: ¡Cuidado con el pyragüe¡
fantasía, que ningún bien hace a nadie y poco beneficio reporta a los propios
detractores. Pintarlo como un personaje ignorante, totalmente inculto, incapaz
de saber portarse en sociedad – tal como suelen hacerlo ciertos gacetilleros de
ayer y de hoy – importa, no sólo una mentira, sino un agravio estéril y
contraproducente.
“El fusilamiento, o asesinato oficial, del general Costa y de sus compañeros de infortunio,
fue de gran trascendencia en las dos Repúblicas del Plata. Si los hombres que
gobernaban a Buenos Aires, la primera provincia argentina por su población y cultura, si
esos hombres que blasonaban de liberalismo o de principistas, consideran lícito
deshacerse de sus contrarios – después de haberlos calumniado e injuriado – y todavía
en pos del sacrificio, de soez canalla trataban a sus víctimas, ese medio tenía que ser
aceptado como expeditivo y eficaz para garantirse el dominio de los pueblos.”
“No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al
país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos.”
“Es preciso emplear el terror para triunfar en la guerra. Debe darse muerte a todos los
prisioneros y a todos los enemigos. Debe manifestarse un brazo de hierro y no tener
consideración con nadie. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin
vacilación.”
“bárbaro” que le arrojaban de una y otra esquina, porque ninguno de los que
por ellas rondaban podía sentirse en absoluto libre de que una piedra no
viniera a dar en su tejado de vidrio.
“¿Qué entiende usted por libertad? ¿La que ustedes tienen en Buenos Aires? ¿La libertad
de insultarse por la prensa, de matarse en los comicios por elegir diputados, por mantener
dividida la nación, de hacer cada uno lo que se le antoje, sin respetar a nadie?”
***
En efecto, “La Nación Argentina” – órgano semioficial del gobierno, por ser
propiedad de Mitre – publica en diciembre de 1864 y bajo el sugestivo título de
“El Atila Americano”, el siguiente parrafillo, flaco de desperdicios:
“Al día siguiente del triunfo del Paraguay, la República Argentina se sometía a su tutela o
era obligada a la guerra... Al triunfo del Paraguay seguirá para nosotros el reinado de la
barbarie... Indinarse al Paraguay no es sólo defeccionar la causa de la civilización y el
derecho de los pueblos oprimidos, es traicionar a la República Argentina, amenazada por
los planos ulteriores del déspota paraguayo.”
los misterios? “La Nación Argentina” no lo dice. Cualquiera creería que es esta
una cura en salud, como también parece serlo aquella carta dirigida por Mitre a
Urquiza con fecha diciembre 23 de 1864:
“V. E. conoce mi opinión; quizás para evitar el peligro de una violación, que pudiera ser
necesaria y que traería peores consecuencias que el tránsito sujeto a condiciones que
pudieran haberse acordado recíprocamente entre ambos beligerantes, hubiese sido
conveniente esto último.”
“Hagan los paraguayos lo que quieran, no pudiendo batirlos al mismo tiempo que a los
blancos de Montevideo, sólo nos ocuparemos seria y exclusivamente de ellos después de
habernos desembarazado del Uruguay.”
Por lo demás, ya hemos visto que Solano López tenia sus dudas en cuanto
a la sinceridad del general Mitre por mantenerse ajeno al conflicto. Sus
agentes y soplones algo le habrían informado, sin duda. Sus preocupaciones
son todas para que la Argentina no tercie en la guerra con el Brasil. El 25 de
diciembre de 1864, escribe a Urquiza:
“No siendo la política amenazadora del Brasil y sus hostilidades contra el Estado Oriental
sino precursora de la que medirá contra el Paraguay y en último caso contra la
Confederación Argentina, mi gobierno se ha visto en la necesidad de adoptar las medidas
políticas que V. E. conoce.
La violación del territorio oriental por parte del Brasil, ha puesto al Paraguay en el deber
de usar sus recursos militares para neutralizar los sucesos y la acción del Brasil en aquel
Estado, y me han decidido hacer marchar una División de operaciones sobre la provincia
brasilera de Matto Grosso y otra de expectación al territorio de la República, en la
izquierda del Paraná.
En el deseo de que esta última no excite dudas sobre su objeto, y para prevenir
interpretaciones malévolas o apreciaciones menos correctas de los sentimientos que
siempre he profesado a V. E., me es grato asegurarle que esta disposición no es
emanada sino del cumplimiento de los deberes militares que la situación impone a la
República, y no una amenaza a las provincias amigas de Entre Ríos y Corrientes, ni al
Gobierno Nacional Argentino, aun cuando la política del general Mitre y el apoyo moral
con que protege los desmanes del Gobierno Imperial, justificarían cualquiera prevención.”
“Sin entrar en apreciaciones sobre la política militante del Gobierno Argentino en la lucha
actual del Río de la Plata, me es agradable oír de V. E. la seguridad de que ella ha de ser
de completa abstención y perfecta neutralidad en la actual lucha entre el Brasil y el
Paraguay, obedeciendo así al sentimiento general del País, cual corresponde al deber de
justicia y buena voluntad.
Si los sucesos del Estado Oriental en la fecha que V. E. escribía habían hecho ya más
irritante el sentimiento de aversión del pueblo argentino a toda complicación en la lucha,
habrán sin duda producido todavía mayor efecto en el ánimo de los argentinos las
atrocidades nunca disculpables cometidas al día siguiente de la fecha que contesto, en la
toma de la ciudad de Paysandú.
Siendo probable que los azares de la guerra en que se halla empeñada esta República
con el Imperio del Brasil, me arrastre a pisar alguna parte del territorio argentino de
Corrientes, y deseando guardar con el gobierno nacional toda la consideración y respeto
que me deben [sic] los derechos internacionales y la seguridad de neutralidad que V. E.
me asegura, por parte del gobierno argentino, he mandado dirigir la nota de solicitud, cuya
“He recibido la estimable carta de V. E. fecha 23 de enero5 conducida por don Julio
Victorica, y seguidamente la del 8 de éste, acusando recibo de mis anteriores del 14 del
pasado y del 1º de febrero. Ambas me han causado una penosa impresión, en cuanto
ellas importan una contradicción de las seguridades que espontáneamente V. E. quiso
ofrecerme sobre la neutralidad del Gobierno Argentino en la lucha entre el Paraguay y el
Brasil, y de que el tránsito de fuerzas paraguayas por alguna parte del territorio argentino,
no importaría un casus belli, no teniendo el gobierno argentino pretexto alguno para negar
ese tránsito y que si llegara a suceder, V. E. se pondría de parte del Paraguay,
combatiendo la política del general Mitre, para cuyo fin ha pedido la copia de la solicitud
de tránsito, y su contestación en caso negativo.
5
Copia de esta carta no la hemos podido hallar en el “Archivo del general Urquiza”. (N. del A.).
Países, pero V. E. sabe ya por la copia que habrá recibido a esta fecha, que el gobierno
argentino ha negado su beneplácito de tránsito de fuerzas paraguayas, no sólo por
territorio argentino, sino por el que corresponde a este país, aunque no le está reconocido
por esa República.6
V. E. conoce cuán buen amigo he sido siempre para la República Argentina, y me asiste
la satisfacción de decir que tanto V. E. como el general Mitre, son testigos de los
empeñosos esfuerzos que siempre he hecho en tal sentido y en el de vivir en perpetua
paz con su gobierno, pero si ahora desgraciadamente, y como V. E. prevé, las armas
argentinas llegan a ser enemigas de las paraguayas, llevaré a la lucha la satisfacción de
no haberla provocado, y el sentimiento de no haberla podido evitar.
Aunque naturalmente poco satisfecho del giro que últimamente V. E. ha dado a los
espontáneos ofrecimientos y seguridades que me ha traído el señor Don Tomás Ramírez,
consecuente con la estimación que siempre he hecho de V. E., nada me será más penoso
que herir alguna vez los intereses de V. E. con que deseo contemporizar, en cuanto sean
compatibles con los del Paraguay.”
De todas las cartas dirigidas por Solano López al general Urquiza es ésta
la más extensa y toda ella destila amargura, decepción y contrariedad.
Tenemos, pues, que el caudillo entrerriano ha asegurado al presidente
paraguayo que el pasaje de fuerzas paraguayas por territorio argentino no
importaría un casus belli; y tenemos más aún: la promesa de Urquiza de
ponerse de parte del Paraguay para “combatir la política del general Mitre” en
6
Se refiere al territorio de Misiones. (N. del A.).
Que fue el general Urquiza quien indujo a Solano López a que pidiera
autorización para el libre pasaje de sus tropas por territorio argentino se
desprende con meridiana claridad de la siguiente nota, escrita por José Rufos
Caminos – nuestro cónsul en Paraná – al caudillo entrerriano el 4 de febrero de
1865:
“Mi hijo, don Luis, va a Buenos Aires cerca del gobierno, más porteño que argentino, con
la comisión que V. E. aconsejó. Esta es una prueba inequívoca de la plena confianza que
mi gobierno, sincero y leal como es, hace de V. E.
Pronto vamos a ver qué es lo que el gobierno nacional argentino contesta a este paso que
V. E. ha querido se diera y le será comunicado a V. E. para las ulterioridades que tenga
lugar.”
en derecho internacional y dentro de las normas que rigen las relaciones entre
dos Estados, no existiendo por lo tanto base legal ni motivo moral para traerlo
a la cita, ni siquiera en forma negativa. Al promoverlo Solano López no hacía
sino proporcionar nuevas e inesperadas armas a la política ya oscilante del
general Mitre.7
Mas desde el momento que el tratado del 52 no había sido ratificado por
el Congreso de la Confederación, continuaba subsistente para el Paraguay el
del 41, y en éste pudo haberse fundado Solano López, no para solicitar pasaje
por dicho territorio, sino para reafirmar los derechos del Paraguay sobre el
mismo y, en consecuencia, su libertad de ejercer en él actos plenos de
soberanía.
“El gobierno argentino, después de haber considerado con reflexivo examen ese Tratado,
lo ha encontrado tan justo y conveniente a los intereses recíprocos de ambas Repúblicas,
que también se ha apresurado a ratificarlo por su parte, quedando de este modo
sancionada la Convención celebrada.”
7
Lo raro, rarísimo, es que de acuerdo con la versión del documento original hoy conocida, sólo
se refiere él a la solicitud de pasaje por el territorio de Corrientes, sin mencionar para nada a
Misiones, conforme hace suponer la carta de Solano López a Urquiza ya transcripta. (N. del
A.).
“No hay cuestión respecto del territorio de Misiones; ella está resuelta por la
naturaleza, por el tiempo, por las mutuas conveniencias y por el común
acuerdo”. Naturaleza, tiempo, conveniencias y acuerdo son todos factores muy
ponderables, pero sin relación alguna con el derecho, que el patricio argentino
ni siquiera cita. Mas volvamos a la época del coloniaje y a las que siguieron
luego para demostrar que el territorio de Misiones era de legítima pertenencia
del Paraguay. Cuando el 5 de mayo de 1806, el coronel don Bernardo de
Velazco asumió el gobierno del Paraguay, lo hizo sin perjuicio de sus funciones
como gobernador militar de los treinta pueblos que constituían “las Misiones” y
para el cual fue nombrado por Real Cédula del 17 de mayo de 1803.
“Certifico, doy fe y verdadero testimonio que el señor don Bernardo de Velazco ha sido
recibido y puesto en posesión del empleo de Gobernador Intendente de esta Provincia,
con reunión del de los pueblos de Misiones y prestó el juramento de estilo en el
Ayuntamiento. Y de su Mandato doy el presente en la Asunción a 5 de Mayo de 1806”.
***
Con todo, alguna sospecha tiene que haber cundido en Buenos Aires por
aquellos días, pues con fecha 11 de abril, “La Nación Argentina” adelantaba
esta noticia, acaso con visos de tanteo para pulsar el grado de reacción del
público en la capital porteña:
“Una noticia de la mayor gravedad circula desde el sábado en Buenos Aires: tal es la de
que el tirano del Paraguay, llevado al paroxismo de la locura, después de haber declarado
la guerra al general Flores y al Brasil, la ha declarado también a la República Argentina.”
¿Cómo explicar que noticia de tal gravedad no hubiese llegado aún a oídos
del propietario del periódico y de su gobierno, o es que ha llegado y no
conviene, de momento, divulgarla? Parece que el gobierno argentino no estaba
del todo ajeno al rumor – dando por descontado que ignorase por completo y
en concreto la noticia – pues con fecha 12 de abril, el ministro inglés Thornton
informa a Lord Russel, ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña:
“Desde el mediodía del 8 del corriente, ha circulado el rumor en esta ciudad de que el
gobierno paraguayo ha declarado la guerra a la República Argentina. Esta noticia derivó
del hecho de que aquel día llegó de Asunción un mensajero con despachos para el
agente paraguayo en esta, señor Egusquiza, quien al recibirlos procedió de inmediato a
convertir en especie una gran cantidad de papel moneda bonaerense y a trasferir sus
bienes raíces a nombre de un ciudadano de este país. Hablé del rumor al general Mitre y
al señor Elizalde, quienes al principio no lo creyeron, pero ahora le dan crédito y el
segundo me dijo ayer que un amigo suyo había visto una copia de la nota del gobierno
paraguayo que contiene la declaración de guerra. S. E. espera recibir esa nota por el
vapor argentino “Salto”, que debe llegar de Asunción dentro de uno o dos días.”
“Esta mañana tuve el honor de recibir el telegrama que con fecha 3 del corriente tuvo a
bien dirigirme desde Humaitá, desde donde me lo ha trasmitido el señor general Robles,
por lo que me he impuesto con sumo pesar de la actitud a que ha sido obligado nuestro
gobierno a asumir contra este país.”
Continúa Egusquiza:
“La alianza de este país con el Brasil será pronto un hecho, pues el único que sólo
esperaba un motivo para ello es el general Mitre.”
Mitre
RUFINO ELIZALDE
L. GONZÁLEZ
Iniciado el “juicio civil y criminal contra don Félix Egusquiza y don Cipriano
Ayala, ciudadanos paraguayos, por traición, ocultación de bienes y espionaje”,
y tras un largo y voluminoso proceso, la Suprema Corte de Justicia argentina
absolvió finalmente al ex-agente comercial del Paraguay por fallo dictado el 12
de febrero de 1867. Mas no deja de ser interesante reproducir una de las
“El objeto principal que ha traído [Luis Caminos] ha sido el buscar en uno de los bancos
de esta plaza la suma de 300 a 500 mil patacones, para recibirlos en esos plazos.
La operación esta habría sido fácil realizarla hace tres o cuatro meses, pero en estos
momentos lo creo, si no imposible, sumamente difícil, no sólo por la crisis monetaria por
que pasa esta plaza, cuanto por los acontecimientos políticos que hacen temer una
conflagración general en los Estados del Plata.”
“E preciso lembrar que nesta época ñao havia telegrapho entre o Rio de Janeiro e Buenos
Aires, e que uma viagem de ida y volta ñao era possivel realizar-se com a discussao e
acceitaçao das clausulas pelas altas partes contratantes, entre o 20 de abril, dia de
apresentaçao do ministro em Buenos Aires, e o 1º de maio, dia da assignatura do tratado
naquella cidade.”
“Yo suponía que con la llegada en esta del ministro Octaviano, que había venido a
invitación del gobierno argentino, más pronto de lo que pensaba, se iniciarían de
inmediato negociaciones para una alianza formal con el Brasil, relativa a la guerra contra
el Paraguay; pero hubo al principio una evidente frialdad entre el señor Octaviano y el
gobierno argentino. Yo sólo puedo atribuirla a la estipulación exigida por el primero de que
ambas partes declarasen que respetarían la independencia de la República del Paraguay.
Tanto el presidente Mitre como el señor Elizalde me han declarado en diferentes
oportunidades que ellos por el momento, deseaban que el Paraguay fuese independiente,
que no les convenía anexarse al Paraguay, aunque este lo quisiera, pero que no estaban
dispuestos a concertar ningún compromiso con el Brasil en este sentido; porque no
ocultaban que cualesquiera fuesen sus vistas actuales sobre este punto, las
circunstancias podrían modificarlas, y el señor Elizalde, que tiene cerca de cuarenta años,
me dijo un día, si bien en el curso de una simple conversación, “que esperaba vivir lo
suficiente para ver a Bolivia, al Paraguay, al Uruguay y a la República Argentina unidas en
una confederación y formando una poderosa república en Sur América”. “
8
Los suspicaces se sentirán tentados de relacionar esta circunstancia con aquel párrafo de la
carta escrita por Elizalde a Mitre y fechada el 21 de junio de 1864: “La más completa reserva
es necesaria por causas que ni a escribir me atrevo”. (N. del A.).
“Me encontraba en Montevideo de paso para Janeiro cuando llegó el señor Octaviano, en
marzo de 1865. El ministro imperial no quería hablar de otra cosa que de la alianza: la
vigilia, el sueño, la comida, el paseo todo era la alianza para ese diplomático. El señor
Octaviano hubiera preferido morirse antes que salir derrotado en la conquista de la
aspirada alianza... Me oprimía, me corría, me arrinconaba con la cuestión alianza.”
[Me ha dicho Mitre]... que el Brasil ha solicitado permiso por medio de su ministro para
transitar con su ejército por el territorio argentino desierto. Esta solicitud no la ha
formulado por escrito, temiendo un desaire, pero no es menos cierta. La negativa ha dado
lugar a réplicas, fundándose en los protocolos de la Confederación, antecedentes, etc.
Pero labor más improductiva que hacer historia sobre el factor negativo de
lo que pudo haber sido y dejó de ser, no existe. De hipótesis en hipótesis, se
puede llegar a lo infinito, sin alcanzar jamás la verdad.
***
Muy contados y simples son los principios de la guerra, uno de los cuales
establece: “Sólo la ofensiva conduce a la victoria”. Francisco Solano López fue
fiel al principio de emprender la ofensiva y anticiparse de esa manera a los
designios de sus adversarios, como medio indispensable de asumir y retener la
iniciativa, factor de primerísima calidad, así en el orden táctico como en el
estratégico. Y por no ir contra esa máxima esencial – aunque luego fuera
contra otras de parecida o mayor importancia – hubo de arrostrar riesgos
considerables, pero siempre inferiores – desde el punto de vista técnico-
profesional – a los que hubiese tenido que experimentar de haber faltado a ella
deliberadamente.
Todos esos factores, que no podían ser ignorados por Solano López,
sumados a la actitud de Urquiza volviendo sobre sus pasos y faltando a la
promesa dada, alteraban de un modo fundamental la postura del Paraguay con
respecto a la Argentina, y por idéntico motivo y lógica derivación, incidían
sobre nuestros planes estratégicos, desde que la guerra – según la clásica
definición – no es sino continuación de la política por otros medios.
“El vapor trae la noticia de la guerra más o menos declarada ya entre el Paraguay y lo que
diremos el Gobierno Nacional Argentino; pues la suerte o compensación de un país que
no tiene gobierno nacional es que nunca se puede decir que una guerra sea hecha a la
Nación. Guerra de honor dicen sus autores. Bueno es que se consuelen con algo”.
***
muy alto, tan alto que sólo el tiempo ha de decir si él corresponde al valor de
lo adquirido. Sólo el tiempo es susceptible de probar si la inmolación del
Paraguay fue prenda eficaz y duradera para asegurar por siempre la paz en el
Plata. El ya citado y prestigioso historiador argentino de nuestros tiempos, don
Enrique de Gandía, tiene la patriótica entereza de afirmar: “El Brasil nos llevó a
la guerra y nos hizo firmar un pacto injusto”. (Revista de Historia, Nº 2,
Buenos Aires).
“Nosotros hemos acatado una política que tenia su razón de ser, pero que ha de
desaparecer. Me refiero a la política de antagonismo entre las razas portuguesas y
españolas, que hemos heredado de la colonia después de nuestra emancipación. Así es
que el gobierno actual, no sólo pretende concluir para siempre con una política tan
equivocada y perjudicial, sino que levantará por el contrario una política de fraternidad,
cultivando la más sincera amistad con el gobierno imperial, porque cree que unidos estos
dos países, regidos igualmente por instituciones libres, cualquiera que sea su forma de
gobierno, están destinadas a auxiliarse y propender de una manera, la más prodigiosa, al
rápido progreso que depende, en gran parte, de la unión de pueblos que están
íntimamente ligados como estamos nosotros con el Brasil. “
“La guerra del Paraguay – afirma Carlos Pereyra – es guerra brasileña de conquista y
contrarrevolución: guerra antiamericana”. En aquel conflicto, Solano López – acaso sin
caer en ello y no obstante los errores pasivos de su diplomacia – tomó el único partido
que le correspondía por la tradición secular de hispánica prosapia; someterse al Brasil o
***
“Usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, general. Ese pueblo es nuestro
amigo. Llámenos para pelear a porteños y brasileros. Estamos prontos. Esos son
nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero
sentimiento del pueblo de Entre Ríos.”
“¡Redención del Paraguay! ¿Quién la pide? ¿Por qué no vamos más bien con ellos a
redimir a varios millones a Brasil? Así nos uniremos a este pueblo, que no necesita
redención, sino propender a que entre en las vías del progreso, dando entrada a las
instituciones liberales.”
“Guerra a Paraguay, dice el loco Bilbao, para redimir a ese pueblo. Doctrina digna del que
niega a Cristo. Unámonos a Paraguay, pero unámonos como buen hermano mayor, para
vincular en él las ideas de progreso, las ideas de libertad bien entendida, y no las de
disolución, que con frecuencia vemos germinar en nuestra patria.”
9
Abuelo paterno del distinguidísimo jefe del Ejército Argentino, Coronel don Raque Lanús,
teniente coronel honorario del Ejército Paraguayo. (N. del A.).
“Ayer los empujaba Rosas con el rebenque de la mazorca; hoy los empuja Mitre con el
látigo de los capataces del Imperio. Ayer caían bajo el hacha del verdugo; hoy caen bajo
el plomo de los fusiles extranjeros y los golpes de vara de los lictores del César.”
“El gobierno y la situación que quedarán fundados en Paraguay por la Alianza serán
derrumbados, arrasados y moralmente condenados por los acontecimientos que van a
sobrevenir, después de trastornos y sacudimientos desastrosos. El tratado es una
espantosa contradicción, un mentís dado a sí propio, una burla audaz del pueblo, de la
razón y de la conciencia humana... En el Paraguay anterior a la alianza bastaba suprimir
un tirano; en el Paraguay de la alianza hay que rehacer un pueblo.”
Y Urquiza – Urquiza, que con el general López, cayera en el lazo del Pacto
de San José de Flores – escribe a Mitre, y esto con fecha febrero 8 de 1865, es
decir antes de la firma del tratado, lo que parece probar que algo se tramaba
ya entonces:
“He calificado la alianza con el Brasil de odiosa, porque así lo es para el país, porque tal
es el sentimiento general, que V. E. tiene ocasión de apreciar también. Si no lo fue en el
“Como usted sabe, el “Chacabuco” llevaba a su bordo al contingente salteño, pero estos
individuos, que parecían ser la excepción de los contingentes que nos han enviado las
provincias, mostraron también la hilacha amotinándose como a once leguas arriba de
Esquina, y obligando a los oficiales y tripulación a que los desembarcaran en el Chaco,
llevándose los víveres y todo cuanto les convino a bordo.”
“Esas revoluciones son un escándalo en estos momentos, y además del oprobio de que
nos cubren, pueden ser causa de que el desorden se extienda con el mal ejemplo, hasta
la misma base del ejército de quien depende el honor nacional.”
“En las provincias, la guerra es impopular y odiosa. Cuando en las plazas públicas
leen los bandos de los gobernadores y los tambores recorren la ciudad convocando a la
guardia nacional, los hombres huyen a la selva próxima. No los empuja el terror. Han
nacido y vivido en las batallas. Resisten a Buenos Aires y al Imperio. El Paraguay es el
amigo y el vecino histórico, antiguo aliado de los pueblos del litoral, mediador afortunado
en la paz de Noviembre, después de Cepeda”. (Ramón J. Cárcano).
En Mendoza – para no citar sino uno de los muchos casos a que alude el
“He tenido el pesar de saber que las fuerzas con que debía concurrir la Provincia de Entre
Ríos a la formación del ejército nacional y que el gobierno de la República la había puesto
bajo el mando inmediato de V. E. se han desbandado en parte.”
“Deseo mucho que V. E. me anuncie cuanto antes que los dos batallones y el escuadrón
de artillería están prontas a marchar para mandarle en el acto los transportes.
............................
No creo que sea prudente reunir más fuerzas que esos dos batallones y la artillería; con
esto está salvado el principio de obediencia a las autoridades y el honor de la provincia de
Entre Ríos, que ya va a estar representada en el Ejército.”
***
Por el artículo VIII del Tratado, los Aliados “se obligaban a respetar la
independencia, soberanía e integridad del Paraguay”, pero a renglón seguido,
el artículo XV disponía la repartición de todo nuestro Chaco entre Brasil y
Argentina, al establecer lo siguiente: “La República Argentina quedará dividida
de la República del Paraguay por los ríos Paraná y Paraguay, hasta encontrar
los límites del Imperio del Brasil, siendo estos, en la ribera derecha del Río
Paraguay, la Bahía Negra”.
Aires, bajo la denominación de República del Río de la Plata... Constitúyase Buenos Aires
en nación, proclamando para lo futuro el principio de libre nación.”
“Liga el doctor Gómez un escrito mío que se publicó en 1856, con el título de “La
República del Plata”, a un plan de disolución nacional. El escrito que él recuerda no fue
sólo una evolución de partido. Produjo, es cierto, en su oportunidad, el efecto de arrebatar
la bandera del localismo a los que querían explotarla en nuestro daño, obligándoles a
tomar francamente la bandera de Urquiza, que era lo que buscábamos para hacer fuego,
quedando dueños del terreno. El proyecto de la República del Plata no fue sino un articulo
de periódico... Respecto al Brasil, había una especialidad. Años antes había estado el
señor Paranhos en Buenos Aires y había manifestado al señor Alsina y al señor Mármol
que el Brasil no estaría distante de reconocer la independencia del Estado disidente. Esto
no tuvo éxito ninguno. Con este antecedente se empezó a incluir en las instrucciones del
enviado confidencial este punto, para explorar la opinión del Brasil en tal sentido y saber a
qué atenernos de sus miras respecto de la política argentina. Al fin se acordó que la
instrucción fuera verbal.”
“Estas explicaciones del general Mitre no convencen al historiador que escriba sine ira et
studio. Desde luego, compruébase al examinarlas dos conclusiones ilevantables: 1º que
el general Mitre reconoció la paternidad del artículo periodístico propiciando la
nacionalización de Buenos Aires y erigiendo a la provincia en República del Río de la
Plata, con la categoría internacional de estado soberano; 2º que las instrucciones al
enviado en Río de Janeiro, tendientes a explorar la actitud del Brasil en el caso de que
Buenos Aires se declarara nación independiente, realmente existieron.”
“He visto la organización del ministerio Mitre: todos son lobos de una camada. Sarmiento,
se ha pronunciado siempre contra esta República y últimamente se alistó en la cofradía
de los canallas traidores refugiados y recogidos en esa Ciudad. Recordará usted la carta
de Sarmiento, en la cabeza del asqueroso folleto del mulato Luciano, y queriendo
aparecer en el mundo como autor de ese fárrago, le ayudó para imprimirlo. Usted sabe lo
que es el detestable Elizalde, pronto para cualquier maldad que pueda llenar su insaciable
codicia o su feroz pasión. No se precisa hablar del Juan Andrés, bueno tal vez para
juguete y para perro cazador al silbo de su amo. Más que esto hallará usted en los
artículos “El nuevo Gobierno. Malos síntomas”, del Nº 95 de la “Unión Argentina”.
“Quedo prevenido de que allí se anuncia un diario de tres anarquistas para abogar por la
política brasilera en el Río de la Plata. Se echa de menos entre ellos al inicuo T. C.
Gómez, ni sé si permanece en esa ciudad con la consabida misión brasilera. Se ha dicho
que ha entrado en lugar del infame Bilbao a encabezar a los libertadores.”
¿Ha ido acaso José Mármol a Río de Janeiro para ofrecer la ayuda de
Buenos Aires en la empresa de libertar al Paraguay en pago del reconocimiento
por el Imperio del Brasil de la nueva República del Plata, que propicia Mitre? En
todo caso, lo afirmado por don Carlos Antonio se ajusta como de medida a las
acusaciones posteriores de Juan Carlos Gómez.
“Creo haber dicho a usted que José Mármol no ha podido lograr que lo reciba ni en su
residencia particular el Ministro de Negocios Extranjeros del Brasil, por más que ese
canalla anduvo pregonando que Buenos Aires estaba en la mejor disposición para ayudar
al gobierno Imperial en la obra humanitaria de libertar y civilizar al Paraguay.”
CAPITULO 4
EL MARISCAL
pertenece al jefe y nadie más, aun cuando los errores cometidos sean
imputables a cálculos fallidos del Estado Mayor o a errores de ejecución por
parte de los mandos subordinados. En esto no ha variado la ética del arte de la
guerra en los siglos que lleva el mundo de existencia.
***
***
avanzan hacia el sur con escasa oposición, o mejor dicho ninguna, y orillando
el río Paraná llega a Goya con sus fuerzas intactas. Allí hace alto, “pide
órdenes”, despilfarra el tiempo y evidencia una absoluta falta de “voluntad de
vencer”, acervo moral indispensable en todo comandante de tropas. A menos,
claro está, que las órdenes de Solano López hayan sido esperar allí.
¿Cuál puede haber sido la misión de cada una de estas dos columnas, que
marchan paralelamente y separadas por una franja de 250 kilómetros de
anchura? Pues avanzar rápidamente y sin empeñar acciones parciales ni
preocuparse en demasía por su retaguardia o sus flancos, sea para efectuar su
eventual juntura en la desembocadura del río Uruguay, sea para que
Estigarribia llegue a Montevideo, mientras simultáneamente Robles cae sobre
Buenos Aires. Separarse para la marcha y unirse para la batalla, como lo exige
el clásico principio. Estigarribia y Robles protegen recíprocamente sus flancos,
y la provincia de Entre Ríos, si no es afecta, tampoco es de momento adversa
al invasor; de todos modos, el ejército argentino – que se hallaba entonces en
los pasos iniciales de la movilización, ejecutada a fuego muy lento – no está en
condiciones de introducir una cuña entre ambas columnas. Y los brasileños,
mientras se sostenga Montevideo, amarrados están al territorio oriental. El río
Paraná protege, por otro lado, el flanco derecho de Robles y el Uruguay el
izquierdo de Estigarribia. La concepción estratégica no parece estar del todo
mal y hasta aquí, las cosas no andan demasiado descabelladas. Que la idea de
maniobra de Solano López, en su esencia, nada tenía de ilusoria o atolondrada
lo atestiguan opiniones de mucho fuste. “Si López hubiera dirigido con energía
su ofensiva en la dirección conveniente, habría podido, a pesar de la pérdida
de tres meses, dar a la guerra un giro distinto del que tomó medio año más
tarde”. (Von Wersen). Los tres meses a que alude el militar prusiano se
Si en vez de tantos desaciertos, cuando López estaba mejor preparado que los aliados y
tenía a su disposición un poderoso ejército en momentos en que sus contendores no
podían oponerle ni la tercera parte de sus fuerzas, hubiese é lanzado 60.000 hombres
sobre Río Grande y el Estado Oriental, habría presentado otra faz esta guerra.
Las fluctuaciones de López y falta de audacia y de pericia militar fueron causas de que no
invadiera Buenos Aires al frente de 40 mil soldados irresistibles, dominara la capital y se
cambiaran los rumbos de la civilización.
“Esta desgracia es la consecuencia del olvido de todos los deberes del soldado y del
ciudadano y de la infracción a mis órdenes. Ya el sargento mayor Duarte con una
pequeña fuerza dependiente de aquella división, también en contravención a mis órdenes,
libró el 25 de agosto un combate en Yatay contra todo el ejército aliado, en vanguardia del
enemigo, al mando de nueve generales, sin el menor auxilio del cuerpo principal del
teniente coronel Estigarribia, estando únicamente separado por el ancho del río, con
tiempo y medios de pasaje.”
Y en carta que dirige a Cándido Bareiro, escrita desde Humaitá con fecha
8 de octubre de 1865, vuelve a insistir:
“La pequeña división del Uruguay ha sido perdida, sin que ninguna falta material pueda
hacerme, si bien es sensible moralmente y más todavía, cuando ha sido por infracción a
mis órdenes.”
Sea como fuere, y de fijo más por ineptitud que por desobediencia
deliberada, el plan operativo de Solano López culminó en el más rotundo de los
fracasos, perdiéndose así la única y última oportunidad de una victoria
relámpago. Estigarribia – torpe en la concepción y lento en la ejecución – se
deja encerrar en la ratonera de Uruguayana y allí, tras terribles privaciones y
cuando nada le quedaba ya por hacer, rinde su ejército al propio emperador
del Brasil, que se había trasladado en persona al teatro de operaciones, tanta
fue la importancia dada por los brasileños a aquella columna paraguaya,
circunstancia que no hace sino recalcar la alta jerarquía estratégica de su
misión. Para los aliados, la rendición de Uruguayana es más victoria política
que brillante hecho de armas, conforme lo admite el propio Paranhos al
escribir:
“El general Urquiza, por medio de agentes hábilmente seleccionados, había negociado la
defección del general paraguayo Robles con todas sus fuerzas. Robles debía volver sus
armas contra el dictador de su patria y ser, con su fuerte división, la vanguardia del
ejército libertador del Paraguay. Sólo se esperaba para ejecutar lo convenido, que
incorporado el general Paunero con las fuerzas a sus órdenes al cuerpo de ejército
entrerriano del general Urquiza, avanzase éste hasta hallarse en condiciones de facilitar,
apoyándola, la evolución de Robles, pues de otro modo se encontraba en la imposibilidad
de realizarla. Estaba este plan tan bien combinado, que el éxito era seguro, y como según
solemnes declaraciones de la alianza, su sólo objeto era derrocar al tirano del Paraguay,
éste no habría podido contrarrestar el efecto de la defección de uno de sus más
distinguidos generales y habría caído seguramente.”
“El afecto que en silencio le he profesado (como todo paraguayo de buen sentido, desde
el año 49) proviene de que hemos visto en Vd. a nuestro futuro libertador, al hombre único
que podría hacer la felicidad del desgraciado Pueblo paraguayo, librándolo de la brutal
tiranía que sobre él pesa.
Si entre los bienes que debe traer esta alianza es uno de ellos la libertad de mi país,
desde hoy me pongo de todo corazón y sin reserva a su disposición, como pondré
también a varios compatriotas de reputación bien sentada para con mis paisanos. Ellos y
yo haremos sentir nuestra voz en el corazón del suelo paraguayo, publicando la justicia de
su causa y la conveniencia de su adopción para los paraguayos. Estos tienen muy buen
sentido y llegado el caso, lo mostrarán.
En estos momentos nada debo ocultar a Vd. considerando mi primer deber hablar la
verdad, sin que por ello me retraiga, ni menos que pueda recaer en mi la nota de
adulación, porque nunca y a nadie he sabido adular. La revelación, pues, de una verdad
necesaria me impone el deber de decirle que goza Vd. entre los paraguayos la más
grande reputación que pueda tener un esforzado Capitán, un valiente guerrero. Su solo
nombre vale como un ejército para mis compatriotas. Vale más, pues vale la victoria, que
con su sola presencia la creo tan segura que no trepido afianzarla con mi existencia
puesta, como la pondré voluntariamente entre sus manos, cuando llegue el caso. Si a
esta reputación que goza el general Urquiza pudiésemos añadir la de Libertador, su
nombre ocupará todo el espacio de la tierra paraguaya. No crea, señor General, que
siempre sus grandiosos beneficios tropezarán con ingratos. El inocente, el buen pueblo
paraguayo sabrá medir su gratitud por el beneficio que de Ud. reciba; yo se lo garanto a fe
de caballero y con pleno conocimiento del compromiso que para con Ud. contraigo.”
Mas hay para pensar que Solano López volteando estuvo en su mente la
intención de ponerse al frente del ejército de Robles, así que éste realizara su
juntura con el de Estigarribia, para asumir el mando personal de ambas
columnas poco antes de la batalla decisiva. Su carta al ministro Berges,
fechada en Humaitá el 10 de octubre de 1865, presta fundamento a esa
suposición:
“He recibido la carta esta noche con el boletín, de cuyas noticias principales me es lícito
dudar, si bien puede haber exageración. Si yo hubiera podido adivinar que Estigarribia
habría de infringir todas sus instrucciones, atrincherándose en Uruguayana en vez de
retirarse sobre la Tranquera de San Miguel como le estaba mandado, Y POR DONDE YO
LO ESPERABA, no hubiera quedado en la penosa inacción en que me he constituido y
todo hubiera tenido remedio.”
***
“Nuestro lote de prisioneros en Uruguayana fue poco más de 1.400. Extrañará a usted el
número, que debieron ser más; pero la razón es que por parte de la caballería brasileña,
hubo en el día de la rendición tal robo de prisioneros, que por lo menos arrebataron de
800 a mil de ellos, lo que muestra a usted el desorden de esa tropa, la falta de energía de
sus jefes y la corrupción de esa gente, pues los robaron para esclavos; hasta hoy mismo
andan robando y comprando prisioneros del otro lado. El comandante Guimaraes, jefe de
una brigada brasileña, escandalizado de este tráfico indigno, me decía el otro día que en
las calles de Uruguayana, tenia que andar diciendo que no era paraguayo para que no lo
robasen.”
“El general Flores ha adoptado como sistema incorporar a sus filas todos los prisioneros y
después de recargar su batallón con ellos, ha organizado uno nuevo de 500 plazas con
puros paraguayos.”
“Los batallones orientales han sufrido una gran baja y estoy resuelto a reemplazarla con
prisioneros paraguayos, dándole una parte al general Paunero, para aumentar su
batallones, que están pequeños algunos.”
El bravo coronel Pallejas anota en su “diario” con fecha 28 del citado mes
y año:
“...hasta repugna el dar armas a estos pobres hombres para que peleen contra su
pabellón nacional y claven la bayoneta en el pecho de sus propios hermanos...”
“Hay algo de bárbaro y deprimente en este acto inaudito de obligar a uno a que haga
fuego contra su bandera; es un hecho sin ejemplo.”
“Si V.V. E.E. se muestran tan celosos por dar la libertad al pueblo paraguayo ¿por qué no
empiezan por dar la libertad a los infelices negros del Brasil, que componen la mayor
parte de su población y gimen en el más duro y espantoso cautiverio, para enriquecer y
dejar pasar en la ociosidad a algunos cientos de grandes del Imperio?”
***
“Ciudadanos:
Así debe constar del pronunciamiento uniforme con que la nación se levanta a pedir el
desagravio de su honor ultrajado, la garantía de su existencia amenazada y el
afianzamiento de los derechos vulnerados.
La santidad de la causa que nos ha obligado a dejar nuestra vida pacífica y laboriosa,
está en el corazón de cada ciudadano y el Dios de los ejércitos velará sobre nuestras
armas.
los requerimientos más apremiantes del sustento, esto es, carne, tubérculos
de distinta especie, yerba mate, almidón, porotos, azúcar, maíz, hortalizas y
frutas. Arsenales y fundiciones trabajando estaban a todo vapor en fabricar
proyectiles, fundir cañones, reparar el armamento menor, calafatear barcos,
construir canoas, chatas y embarcaciones menores. Todo el país era un vasto
arsenal y la población entera constituía un ejército sin distinción de sexos ni
edades. Cada hombre, cada mujer y cada niño empeñado está en la defensa
nacional, unos combatiendo al enemigo en los campos de batalla, otros arando
la tierra, fundiendo el hierro de nuestras minas, tejiendo burdas telas de
algodón, cosiendo vestuario para la tropa, fabricando vendas, curtiendo
cueros, cuidando a heridos, enfermos y convalecientes. Nadie está ocioso y
nadie libre de la obligación de trabajar por la defensa nacional. Es la
“movilización integral” de que tanto oímos hablar en estos tiempos y cual
tantas otras y supuestas novedades – economía dirigida, sistema totalitario,
etc.– han sido ya probadas con creces en nuestra tierra.
***
“A la pinta, Diaz, pero nde paquete rejúvo. (Caramba, Díaz, qué emperifollado viene
usted).”
“Hee, ha péina nico che ra’y ojapo chéve peteî poncho-güí che chaquetarã. Upéicha
mantéco roiko, karai. (Verdad es; mi ordenanza me ha hecho de un poncho una guerrera.
Así nos campaneamos, señor).”
***
Pero en los tiempos que corren por esta fecha, los aliados no intentan
siquiera una maniobra envolvente de aquella naturaleza. Puede que la idea no
haya estado del todo ausente en el pensamiento de algunos jefes brasileños,
como atestigua esta afirmación del coronel Bormann, historiador brasileño y
protagonista de la guerra: “Era ya opinión de algunos distinguidos oficiales
brasileños flanquear al enemigo por su izquierda y para esa operación
teníamos caballería suficiente. Nunca, nunca, como ya dijimos, el general en
jefe manifestó semejante plan”. Por otro lado, la escuadra del Brasil era dueña
de los ríos Paraguay y Paraná y en condiciones estaba de proteger y facilitar
una marcha de flanco por el Chaco; nada había para detener su paso sino la
llamada fortaleza de Humaitá, artillada con cañones “que no merecían el
nombre de tales” – según opinión del ya citado capitán británico Burton – y
cuyas balas esféricas se estrellaban como tortas de mazapán contra el blindaje
de los acorazados del imperio. Verdad es que al intrépido Ignacio – que sólo
bajo la advocación de María Santísima se avino al fin a “forzar” el paso de
Humaitá – también le detenía una hilera de damajuanas vacías mandadas
tender por el mariscal en el río Paraguay, de orilla a orilla, y que el almirante
brasileño tomó por poderosas minas, prontas a hacer volar “pelos ares” a toda
su escuadra.
“Con quem estamos aliados ñao querem acabar a guerra, porque estao com ella lucrando
e empobrecendo o Brazil. O Mitre tem procurado por todos os meios depois que aqui
chegou, atrapalhar a marcha das operaçoes que, se tivessem continuado como eu as
principei, estaría fim de Agosto a guerra concluida. ¿Mas eu que fico fazendo aqui as
ordens de un homen que tudo poderá ser menos general?”
Las buenas como las malas noticias deben recibirse con tranquilidad. Ayer ha sufrido la
vanguardia de mi mando un contraste de alguna consideración, perdiéndose casi
totalmente la división oriental.
.........................
No es para mi genio lo que aquí pasa. Todo se hace por cálculos matemáticos; y en
levantar planos, medir distancias, tirar líneas y mirar al cielo, se pierde el tiempo más
precioso; figúrate que las principales operaciones de guerra se han ejecutado en el
tablero de ajedrez. Entretanto, hay cuerpos de ejército que han pasado sin comer tres
días. Yo no sé qué será de nosotros; y de veras que si a la crítica situación en que
estamos se agrega la constante apatía del general Mitre, bien puede suceder que yendo
por lana salgamos trasquilados.
Todo se deja para mañana y de día en día se aplazan los movimientos más importantes y
que de suyo reclaman celeridad. Sólo he visto actividad en los días de besamanos.
Entonces sí se cruzan los cuerpos de música, los cumplimientos, las felicitaciones,
relucen los uniformes y las ricas espadas.”
“Nos movemos con dificultad, tenemos pocos caballos, mal forraje, bueyes flacos y
carretones pesados. He podido notar que nuestros oficiales de línea no tienen, en
general, una instrucción táctica muy profunda. Hay una anarquía descomunal; cada
cuerpo maniobra según el capricho y la inteligencia de su jefe. El coronel Chenaut dice
que somos una montonera con música, y podía agregar también que con mala música. A
los paraguayos prisioneros los hacemos pelear en nuestras filas; yo mismo tengo uno de
asistente. “
Mas sea como haya sido, los aliados dejaron al mariscal Solano López en
***
“Bah, no tiene eso tanta importancia. Probablemente, lo que pasa es que a Su Santidad le
aflige la desventura de contar con colaboradores tan estúpidos como los que tengo yo. Se
tratará de algún error cometido por un amanuense del Vaticano.”
***
Tengo el honor de invitar a V. E. a una entrevista personal en nuestras líneas, para el día
y lugar que V. E. quiera convenir.
Al Excmo. señor Mariscal Don Francisco Solano López, Presidente de la República del
Paraguay y general en jefe de su ejército.
BARTOLOMÉ MITRE”
En primer término, muy difícil era, por no decir imposible, que aquellos
dos hombres se entendieran. Un abismo los separaba. De un lado, orgullo
desorbitado, candidez política, vehemencia verbal, calculación ingenua; del
otro, habilidad polémica de esgrimista consumado, mentalidad flexible y
maniobrera, realismo viviente e incisivo. Mitre es hombre curtido en los afanes
y faramallas de la política; Solano López, en cambio, está imbuido de
– Ya nos tratamos el año 59, cuando me hizo usted el honor de visitarme en Buenos Aires
– respondió Mitre.
“Ninguna autoridad brasileña, bien pertenezca al ejército o a la armada, podrá tratar con el
presidente López ni con otra autoridad u otra persona, sea o no paraguaya, que hable en
nombre o en defensa de sus intereses, ni siquiera con un gobierno provisional o
permanente que en sustitución del suyo se constituya en la República, mientras se halle
en territorio de esta, de cualquier modo que sea, el presidente López. Serán, por lo tanto,
rechazadas inmediatamente todas las proposiciones de paz o armisticio que en tales
circunstancias se hagan.”
9) libertad de navegación de los Ríos Paraguay y Paraná para los buques de guerra
y mercantes;
“Las potencias aliadas, como parece desprenderse de la nota de V. E., están resueltas a
proseguir la guerra hasta que el actual LEGALMENTE electo presidente de la República,
Francisco Solano López, sea depuesto y arrojado fuera del país. Esta condición,
precedente a la mediación, es ciertamente tan contraria a toda idea de gobierno propio,
que el abajo firmante cree ser su deber hacia su gobierno – que jamás habría esperado
semejante respuesta a su oferta de mediación – protestar contra ella.”
Al Excmo. señor Mariscal Don Francisco Solano López, Presidente de la República del
Paraguay y General en Jefe de su Ejército.
Dios guarde a V. E.
BARTOLOMÉ MITRE”
Acuso a V. E. recibo de la nota que ayer tarde me hizo el honor de dirigir desde su Cuartel
General de Curuzú, diciendo que había convenido con sus Aliados referir a sus
respectivos gobiernos el motivo de nuestra entrevista del 12 en Yatayty-Corá.
“…se puede tratar con López bajo la base de que su gobierno desaparezca y que bajo
esta condición pueda oírsele proposiciones de paz y esta debe ser la contestación que se
le debe dar. Sostenemos que sólo con el gobierno que venga después de López se
pueden hacer los tratados sobre los asuntos que fija la alianza. Y sostenemos que usted
puede y debe, siempre que lo crea conveniente, recibir los parlamentos que envíe el
enemigo y, en caso necesario, hacer las convenciones necesarias que requiera la guerra.”
“…que no se contestaría nada del mariscal López, teniendo los Aliados el derecho de
hacerlo, no tomando en consideración la iniciativa, porque no estando dispuestos a tratar
con él sino bajo una hipótesis, que no es probable, no ha llegado la oportunidad de
proceder, dada la divergencia de opiniones, si esta hipótesis se realiza. Acordamos
también que S. E. el señor ministro del Brasil haría saber al Excmo. señor general en jefe
de las fuerzas brasileras, que quedaba autorizado a entenderse con V. E. para hacer las
capitulaciones, canje de prisioneros y otras convenciones militares que pudiesen ser
necesarias.”
“Tenga V. E. presente que en caso de ser invitado a conferenciar por el mismo dictador,
en ningún caso aceptará tal invitación, salvo que explícitamente le manifestara aquél que
el objeto de la conferencia era rendírsele con todas las fuerzas de su mando, a discreción
de V. E., sin condición alguna...”
***
En Curupayty iban los aliados a emplear, una vez más, su fatídica táctica
del toro, embistiendo de frente aquella línea poderosamente fortificada, sin un
El estado de su herida hacía esperar su curación, pero había derramado mucha sangre el
día de su desgracia y se encontraba en un estado de gran debilidad, sin que su estómago
pudiese recibir la alimentación necesaria. Le daban fuertes accidentes que hacían temer
que en uno de ellos quedara sin vida, como efectivamente sucedió el día que parecía
encontrarse más satisfecho y aliviado. No temo morir – dijo – pues no he sentido miedo
en las fuertes refriegas; sólo deploro no ser ya útil a mi patria y ver terminada mi
existencia antes de la conclusión de la guerra.”
***
***
Mas antes de que eso ocurra, el puño de hierro de Solano López caerá con
sanguinaria furia sobre la cabeza de ilustres paraguayos y extranjeros,
acusados de conjuración y traición.
***
“El cepo uruguayana, como se lo conocía en el Paraguay, está descrito por Washburn,
Mastermann y otros escritores parciales de la época como si fuera peculiar del Paraguay
o una invención de López. Tal lo indica su nombre, fue introducido en el Paraguay desde
el Uruguay y era conocido y practicado en muchos otros países suramericanos. Lejos de
ser una invención suramericana, era la adaptación de una tortura practicada como castigo
en la marina británica y en la de Estados Unidos, donde se lo conocía bajo la
denominación de bucking. Antes de juzgar a una nación cualquiera de la América del Sur
por la barbarie de sus métodos de castigo durante el siglo XIX, debería el lector estudiar
los documentos sobre las prisiones norteamericanas del mismo período y los métodos de
castigar a los marineros en los barcos de todas las naciones que recalaban en los puertos
suramericanos.
“Sargento 2º Leandro Acuña, del batallón Nº 29, encepado el 4 del corriente, por haber
cortado un dedo de la mano al soldado Baltazar Gavilán, que estaba atajándole un
espinazo de carne, siendo ambos rancheros.”
soldado.
De orden suprema, pásese por las armas al teniente Manuel Zayas, del batallón Nº 22,
por no haber querido levantarse a la diana cuando fue despertado para hacer servicio de
rancho; dio unos cintarazos a dos soldados que estaban cantando al frente de su cuarto
en aquella hora y no obedeció la orden que le ha traído de su comandante de cuerpo para
entregar su espada de oficial de día, diciendo que después de verse con el comandante,
la entregaría.
Hice ya pasar por las armas al teniente Manuel Zayas, en cumplimiento de la orden
suprema que V. S. me transmite.
MANUEL MONTIEL
***
En San Fernando, Solano López hace pasar por las armas a su hermano
Benigno, a don José Berges, a varios generales y a otras personalidades
política y socialmente encumbradas, bajo la acusación de haber conspirado
contra la estabilidad de su gobierno, delito conexo con el de traición a la
patria.
“– Y bien – habría preguntado Solano López – ¿qué es lo que ustedes intentaban hacer
en la capital?”
“– Señor, como no hemos tenido más noticias de usted o del ejército desde que Humaitá
quedó sitiada por el enemigo, habíamos creído llegado el momento de pensar en tomar
alguna medida tendiente a la salvación de nuestras personas e intereses.”
“Pregunta (por Mr. Orth); En la carta que con la indicación de privada envió al almirante
Davis dice usted lo siguiente: Mr. Washburn me dijo que jamás oyó hablar de una
revolución o conspiración contra el gobierno, pero la señora de Washburn en una ocasión,
cuando su marido no estaba presente, declaró que existía un plan para derrocar a López
del poder y reemplazarlo con sus dos hermanos, Venancio y Benigno”. Le ruego que
declare las circunstancias en las cuales recibió usted esa información.
Respuesta (Com. Kirkland): Fue durante el viaje aguas abajo, dos o tres días después
que nos habíamos alejado de las baterías. La señora Washburn dijo claramente que no
existía una conspiración, pero que había un plan. Estábamos en la mesa. El señor
Washburn había concluido de comer y había salido en busca de algo, regresando poco
después. Esa observación me sorprendió como bastante extraña y escribí al respecto al
almirante. Sé que ella establecía una distinción entre las palabras conspiración y plan.
R. – Sí, señor, un tal Mr. Davie se hallaba presente. Este señor Davie me acompañaba en
carácter de intérprete y me servia asimismo de traductor en el manejo de mi
correspondencia.”
En el día de la fecha, ante mi, el subscrito, Cónsul de los Estados Unidos de América en
Montevideo y sus dependencias, se presentó personalmente Charles J. F. Davie, quien
después de haber prestado el juramento de rigor, declaró y dijo:
Que hallándose a bordo del barco norteamericano “Wasp” en su viaje al Paraguay, con la
J. DONALDSON LONG
“No recuerdo haber tenido jamás con él una conversación al respecto, sino que todos
conversábamos sobre el tema de la conspiración. No pude haber dicho que existía un
plan o conspiración, porque entonces no lo creía, pero es posible que haya dicho que en
algún tiempo pudimos suponer algo de eso, en vista de las detenciones, etc. No pensaba
yo por aquel entonces que existiese una conspiración y, claro está, no pude haberme
expresado en forma categórica sobre su existencia. No recuerdo muy bien todo lo que
sucedió en el curso de aquel viaje, porque me hallaba muy nerviosa y presa de grandes
sufrimientos.”
Reunidos nuevamente nosotros, los que abajo firmamos, presidente y vocales del
Consejo de Guerra, a consecuencia del antecedente superior auto, que se ha servido
proveer S. E. el Señor Brigadier General, Comandante de la División del Sud, y habiendo
en su cumplimiento reconsiderado la sentencia de fecha 18 del corriente, en la parte de la
imposición de las penas, para arreglarla de una manera más conforme a las ordenanzas,
venimos a reformarlas, como reformamos, de común acuerdo, esa parte de la citada
sentencia, condenando a la pena de horca, en que han incurrido, según el Título 10,
Tratado 8º, articulo 26, de las Ordenanzas Generales, a los doce reos confesos y
convictos de conspiración y alta traición a la patria y a su gobierno, a saber: MANUEL
ANTONIO PALACIOS, VICENTE BARRIOS, BENIGNO LÓPEZ, JOSÉ BERGES,
EUGENIO BOGADO, JOSÉ MARÍA LEITE PEREIRA, SIMÓN FIDANZA, PAULINO ALEN,
JUAN BAUTISTA ZALDUONDO, JULIANA INSFRÁN, DOLORES RECALDE Y
MERCEDES EGUSQUIZA. Y por lo que respecta al coronel Venancio López,
conmutamos dicha pena de horca en que también ha incurrido en la inmediata a la capital,
que es la de diez años de presidio con retención, que ahora le imponemos con arreglo a
la Real Orden del 31 de marzo de 1852, vigente en el ejército, quedando además
depuesto dé su empleo, conforme al artículo 35 del mismo Titulo y Tratado y
consiguientemente borrado de la lista militar, y privado y destituido de todos los fueros y
derechos de ciudadanía, así como de todos los honores, distinciones, privilegios y
condecoraciones que haya gozado o gozar pudiera en adelante, por haberse hecho
indigno de tales merecimientos, a causa del infamante y atroz crimen que ha cometido,
atentando contra la patria y su gobierno, según el espíritu general de todas las leyes, y en
especial, del artículo 35 del Título IV, Tratado 8º, Apéndice al Título II de las mismas
ordenanzas generales. Y en cuanto a las dos mujeres, Inocencia y Rafaela López, con la
misma imposición de los diez años de destierro.
El Paraguay es, a buen seguro, tierra donde ocurren las cosas más
inverosímiles y espeluznantes, como aquella de que un sacerdote de la religión
católica – el presbítero Fidel Maíz – juzgara, sentenciara y condenara a muerte
nada menos que a su obispo diocesano, Monseñor Manuel Antonio Palacios.
Hemos visto que entre ambos servidores del Señor existía un feudo de raíces
hondas y lejanas; el hecho de que fuese precisamente Maiz el llamado a juzgar
a su superior jerárquico presta a la acción impía relieves que hacen pensar en
una venganza, o en algo que mucho se le parece. Monseñor hizo frente al
piquete de ejecución con serenidad y cristiana resignación. Con los ojos
vendados y acariciando con la mano izquierda su pectoral que colgaba sobre
raída sotana – comida a lamparones durante breve pero cruel encierro – trazó
con la derecha el signo de la Cruz en el espacio, al tiempo que a su verdugo,
***
“El otro día formulé una opinión sobre la señora Lynch y en apoyo de la misma me
agradaría dar lectura al siguiente extracto de un periódico de Buenos Aires, que he
recibido de entonces acá. Dice así:
Publicamos hoy un interesante relato de una de las víctimas inglesas de los paraguayos,
que acaba de llegar. Se refiere en los términos más elogiosos a la bondad demostrada a
él mismo y a su esposa, como también a los demás ingleses al servicio de López, por
Madame Lynch y él, en común con todas las demás víctimas, denuncia con indignación
las calumnias e imposturas que han aparecido, de tiempo en tiempo, en algunos órganos
de la prensa, contra esta mujer heroica, que en todo momento se ha esforzado por mitigar
los sufrimientos que la guerra ocasiona al pueblo paraguayo”.
Dice así la nota de las damas paraguayas y que a su pie lleva arriba de
noventa firmas:
“Las damas firmantes, nativas de esta ciudad de Asunción, dirigimos esta petición a V. E,
con el debido respeto y declaramos que en el período en el cual el tirano López ejerció
arbitrariamente su dominio, dejamos esta ciudad abandonando todos nuestros bienes y
propiedades y que dejamos, totalmente despojadas por el susodicho tirano, posesiones
que tenían un valor considerable. Hacemos mención especial de ese periodo porque
previamente habíamos sido robadas, bajo varios pretextos, y hemos comprobado al
regresar del destierro, la desaparición sucesiva de todo lo que constituía nuestro sostén y
el de nuestros hijos.
Hoy, Excelencia, nos enteramos de que la mujer que influenció ese despojo, la que lo
aprobó, la que conserva todavía en su posesión parte de los beneficios de ese despojo,
está por regresar al Paraguay. Nos referimos a Madame Lynch.
“Vuestro gobierno presume en la petición firmada por las damas y presentada a esta
Legación, que Madame Lynch llevaba consigo grandes riquezas. Eso no es cierto, como
lo prueba el inventario de los objetos hallados en su carruaje en el momento de ser
detenida. La generosidad natural del vencedor no ha tocado esas cosas.
El inventario ha sido hecho por un grupo de oficiales brasileños, responsables a bordo del
barco al que fue llevada la prisionera y por orden de S. E. el conde D’Eu, con la
aprobación del subscripto, teniendo presente los mejores intereses de todos en el
momento de la victoria sobre el ex-dictador.
Los efectos personales que figuran en este inventario no son de gran valor y representan,
sin duda, mucho menos de lo que Madame Lynch debe haber adquirido legítimamente en
el Paraguay.”
Francia existía esa ética deformada, sólo que la austeridad del dictador, lejos
de hacer peligrar, garantizaba la santidad de los intereses fiscales. Lo que hoy
calificaríamos de despojo era por aquella época consecuencia lógica – aunque
errada – de un feudalismo político regido por códigos atávicos.
***
“En 1865 el mariscal López vendió al doctor Stewart una gran cantidad de yerba mate de
su propiedad particular por un valor aproximado de 112 mil pesos oro, siendo el agente
George Duncan Stewart. Este último dio una letra de aceptación por esa suma en favor de
su hermano, el médico, pagadera en Buenos Aires, en cuanto el gobierno argentino
levantara el embargo contra esos envíos. El mariscal López ordenó al doctor Stewart que
endosara esa letra a mi favor y así lo hizo. Después de levantado el embargo, George
Duncan Stewart vendió la yerba por 350.000 pesos oro aproximadamente, según
documentos.
En 1868 entregué al doctor Stewart 4.400 onzas peluconas (de un valor aproximado de
tres libras y quince chelines la onza) y 55.659 patacones de plata, que fueron remitidos en
su nombre a Europa, junto con algún dinero perteneciente a otros súbditos británicos. En
esa remesa, la suma enviada por el doctor Stewart por su cuenta personal era de 800
pesos oro, según consta en una carta suya y en una declaración.
Además, en 1864 Robert Stewart, a quien el doctor hizo un pago en el Paraguay como
uno de los directores del Banco Real de Escocia, recibió del mariscal López más de 4 mil
libras esterlinas.
Como resultado de todo esto, la fortuna que confié al doctor Stewart y que era
exclusivamente mía, alcanzaba a 212.000 pesos oro, sin tener en cuenta los intereses.
Para obligar al doctor Stewart a que me devolviera esos depósitos, tuve que demandarle
ante los tribunales escoceses y cuando hube ganado el pleito, se declaró insolvente.”
Así se explica que Elisa Alicia Lynch muriera luego en París en medio de la
mayor indigencia y que cuatro empleados de la funeraria municipal bajaran su
féretro del desván de una casa de huéspedes de tercer orden.
***
“El cuartel general empezó a llenarse de heridos, pero ninguno se retiró de las líneas a
excepción de aquellos cuyas heridas eran tales como para incapacitarlos positiva e
inmediatamente para seguir luchando. Niños de tiernos años llegaban arrastrándose, las
piernas hechas pedazos o con horribles heridas de bala en sus cuerpos semidesnudos.
No lloraban ni gemían ni imploraban auxilios médicos. Cuando sentían con fuerza el
contacto de la mano misericordiosa de la muerte, se echaban al suelo para morir tan en
silencio como habían sufrido.”
cuadro de la derecha del cuartel general, rodeado de sus ayudantes, que caían a su lado,
heridos o muertos. El hombre estaba inmutable, dando pruebas de mayor serenidad y
sangre fría. Cuando el enemigo consiguió dominar por un momento la primera meseta,
avanzó sobre la segunda, llegando hasta media cuadra del punto donde él estaba; pero ni
aun entonces, hizo el menor movimiento, manteniéndose tranquilo con la mayor
impavidez.”
“La pérdida del enemigo, tanto en hombres como en elementos de guerra, no puede ser
más considerable. Baste decir que ha tenido que abandonar todas las piezas de artillería,
su parque, coches, carretas y hasta el equipaje y menaje del mismo mariscal López y
familia.”
***
azarosos días de una guerra hace tiempo perdida sin remedio: es la una,
documento oficial y público y pertenece la otra a su epistolario privado. Vibra
en la primera la estirpe recia de una voluntad hecha plomo candente, y se
filtran en la segunda, a través de apretada y cariñosa sintaxis, los sentimientos
ternísimos de un padre amoroso y a la vez severo. Mas en ambas, como en
hoja toledana de filo y contrafilo, es el mismo hombre que habla y el estilo –
aderezado con flexibilidad de acero a las circunstancias peculiares de cada caso
– no sufre alteraciones de fondo, y acaso ni siquiera de forma. Por demasiado
conocidos que sean los dos documentos, difícil se hace resistir a la tentación de
reproducirlos en este retrato del mariscal paraguayo, porque esas líneas,
dictadas entre interiores de batallas y destinos ya por Dios definidos, reflejan
los legítimos costurones de un carácter cubierto de cicatrices y llevado por la
impotencia a iracundos furores y por la desdicha a la fría cellisca de una
cumbre desmoronándose en torrentes de lava.
A una intimación de los jefes aliados para que deponga las armas en el
término de doce horas, contesta Solano López con la siguiente nota:
(a las 3 de la tarde).
A Sus Excelencias
Desde entonces, vi más clara la tendencia de la guerra de los aliados contra la existencia
de la República del Paraguay, y deplorando la sangre vertida en tantos años de lucha, he
debido callar y poniendo la suerte de mi patria y la de sus generosos hijos en las manos
del Dios de las Naciones, combatí a sus enemigos y estoy todavía dispuesto a continuar
combatiendo hasta que ese mismo Dios y nuestras armas decidan la suerte definitiva de
la causa.
Vuestras Excelencias tienen a bien notificarme el conocimiento que tienen de los recursos
de que pueda actualmente disponer, creyendo que yo también pueda tenerlo de la fuerza
numérica del ejército aliado y de sus recursos, cada día crecientes. Yo no tengo ese
conocimiento; pero tengo la experiencia de más de cuatro años de que la fuerza numérica
y esos recursos nunca se han impuesto a la abnegación y bravura del soldado paraguayo,
que se bate con la resolución del ciudadano honrado y del hombre cristiano, que abre una
ancha tumba en su patria antes que verla ni siquiera humillada.
Vuestras Excelencias han tenido a bien recordarme que la sangre derramada en Ytororó y
Avay debía determinarme a evitar aquella que fue derramada el 21 del corriente; pero
Vuestras Excelencias olvidan, sin duda, que esas mismas acciones pudieron de
antemano demostrarles cuán cierto es todo lo que pondero en la abnegación de mis
compatriotas y que cada gota de sangre que cae en la tierra es una nueva obligación para
los que sobreviven.
Y ante un ejemplo semejante ¿mi pobre cabeza puede arredrarse ante la amenaza poco
Así, a mi vez, invitando a Vuestras Excelencias a tratar de la paz, creo cumplir un deber
imperioso con la religión, la humanidad y la civilización por una parte, lo que debo al grito
unísono que acabo de oír de mis generales, jefes, oficiales y tropas, a quienes he
comunicado la intimación de Vuestras Excelencias, y lo que debo a mi propio nombre.
.............................
.............................
La guerra, sin embargo, no puede durar mucho y si la patria se salva, todo estará salvado;
pero si por desgracia cae, yo caeré con ella y, en ese caso, tú serás como te he dicho
antes, la esperanza de tus tiernos hermanitos y te recomiendo que entonces trabajes,
aunque sea labrando la tierra, para que no les falte el pan, que así nuestro Dios les
ayudará a todos y serán benditos de EL como de mí.
.............................
Muy joven me has dejado y muchos años han corrido sin siquiera tener noticias tuyas ni
recibir mis consejos, de manera que tú no me conoces, pero por esta carta, escrita al
correr de la pluma, conocerás mis deseos y sírvate de consejos sus prescripciones que,
mientras tenga la ocasión de escribir otras, te recomiendo la leas con atención y reflexión,
todos los domingos después de misa, pues pudiendo nunca debes faltar a este precepto,
así como de santo amor y temor de Dios, a cuya Majestad te recomiendo y ruego te
bendiga y haga feliz.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .”
Distinguido Señor:
Como representante de una nación amiga y en precaución contra cualquier cosa que
llegara a suceder, me permito confiar a su cuidado la adjunta escritura de donación, por la
cual trasfiero a Madame Lynch todos mis bienes privados de cualquier naturaleza. Le
ruego tenga la bondad de conservar ese documento, hasta que pueda Ud. entregarlo sin
peligro a la citada señora o devolvérmelo a mi, en cualquiera contingencia imprevista que
pueda impedirme volverle a ver sobre este asunto. También me permitiré rogarle en
seguida que haga todo cuanto esté en su poder para que sean cumplidas las
disposiciones estipuladas en el citado documento. Le agradezco anticipadamente todo lo
que Ud. pueda hacer con ese fin para dejar reconocido su muy atento y seguro servidor.
***
“Obligado por el Reglamento a fundar el proyecto de ley que se acaba de leer, diré muy
pocas palabras, porque creo que él se recomienda por sí mismo.
“Las naciones – dijo entonces Sarmiento – tienen deberes que llenar, inspirándose en su
historia y en la previsión del porvenir. Una guerra abandonada por cansancio en 1827 no
dio a la República durante seis meses la paz esperada; y después de haber disuelto los
vínculos que la unían, ha sido la razón de una tiranía salvaje y de una cadena de guerras
que no han terminado todavía con la toma de Humaitá. Parece que la presente se acerca
a su término. Quiero, sin embargo, deciros que debemos estar apercibidos; porque las
reglas del buen criterio fallan cuando los sucesos se hallan regidos por el capricho y las
pasiones de un déspota semibárbaro; y es necesario que no nos abandone por un
momento la decisión constante de proseguir la guerra, hasta que hayamos tenido
seguridad para el futuro.”
“Pienso que la alianza con el Brasil y el Uruguay no compromete los principios de nuestro
gobierno; y la reputo, no sólo necesaria y legítima, sino altamente honorable. Esta alianza
será mantenida y fielmente observada mientras la seguridad y el honor de la República
Argentina lo reclamen.”
“Es necesario que el general Mitre, cuyo patriotismo nadie excede, cuya honradez política
está más arriba de las vulgaridades y cuyo talento es una propiedad de la nación que lo
ha estimulado y robustecido con su aliento, se persuada que debe a su patria, a sus
amigos y a la posteridad, explicaciones francas e históricas sobre el alcance de las
estipulaciones del tratado a cuyo pie se registra su nombre. El tratado ¿nos obliga a
perseguir a López, a la persona de López, como dice su texto, por todos los bosques del
Paraguay y Matto Grosso, o nos deja la libertad de poner término a la guerra en alguna
parte? ¿Tenemos que ir toda la vida a remolque del Brasil hasta no dejar un árbol sobre la
superficie paraguaya, o tenemos el derecho, sin faltar al compromiso de la alianza, de
declarar que la guerra se encuentra terminada? ¿Está convenido que terminada la guerra
por nuestra parte, el Brasil puede continuarla por la suya, sirviéndose de nuestro territorio
para arsenal y almacén de provisiones, en su guerra contra el Paraguay, cuando nosotros
no estamos ya en guerra con esa República?”
Pero hace diecisiete años faltaba todo eso a la Confederación Argentina. Éramos una
.............................
¿Qué nos hemos dado en cambio? Según yo, un enemigo rencoroso e implacable, si no
deshacemos el mal que le hemos hecho, y le conquistamos el bien que le debemos; un
enemigo taimado, que en los vuelcos de la política, ha de aliarse mañana con nuestros
aliados de hoy para dar a algún nuevo Urquiza ejército y escuadra con qué atacarnos en
futuros Cepedas y piróscafos con qué proteger las defecciones de nuestras naves y
perseguir en nuestras aguas a los campeones de la libertad en otros AGUARAYS.”
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***
De Cerro León a Cerro Corá, por espacio de trece meses y a través de 140
leguas, la marcha del ejército paraguayo – valga la hipérbole – fue un
constante librar de desesperadas acciones de retaguardia, mientras a paso
lento buscando iba aquel pueblo un escenario digno de su caída final.
“La guerra está concluida, aunque aquel bruto [López] tiene todavía 20 piezas
de artillería y dos mil perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros
caballos. Ni a compasión mueve ese pueblo, rebaño de lobos”. El Paraguay,
limpio de rencores, ha dado no hace mucho, el nombre de Domingo Faustino
Sarmiento a una calle de Asunción.
***
Solano López, por esta época, parece haber perdido el dominio de sí mismo en
la aplicación de las leyes severísimas de aquellos tiempos. Si algo se salva de
los delirios del mariscal, lo completan y perfeccionan los esbirros, instrumentos
depravados de todo régimen absolutista.
“En múltiples ocasiones se me ocurrió que el afecto de López por su madre era
sumamente filial. Siempre la trataba con el mayor respeto, frecuentemente se comunicaba
con ella por telégrafo y continuamente le enviaba mensajes. En el día del cumpleaños de
la señora López, fui invitado a comer” en su casa con otras varias personas. No pude ir
ese día, pero recuerdo que el Presidente envió a todos sus hijos y a la señora Lynch a
comer con su madre y también le mandó regalos.”
“La madre de López, en las marchas, iba en su coche, pero tenía su guardia; yo no sé
cómo se le daba de comer, pero en Zanja-jhú se la atendía muy bien, porque siempre me
ha constado que le venía del Cuartel General comida y ella tenía su café o chocolate y
todas sus necesidades.”
vivieron hasta bastante tiempo después de terminada la guerra sin que jamás
se desdicieran ni retractaran de la humillación indigna mostrada ante el
vencedor ni de la cobardía moral que representaba arrojar sobre la memoria
de Solano López todo el lastre de sus ignominias.
***
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rodillas. Algunos llevan aún sus altos morriones de cuero, pero los más se los
han comido, sancochados en agua de baches y ciénagas, o masticados luego
de ponerlos un rato a la lumbre.
Aquel 1º de marzo ocurrió lo que aconteciendo venía todos los días desde
hacía muchos meses: soldados, mujeres, niños, que amanecían muertos de
inanición. Se había perdido ya la piadosa costumbre de dar sepultura a los
cadáveres, ni falta que hacía pues de ellos no quedaban carnes ni para tentar a
las aves de rapiña, y los huesos eran pronto blanqueados por la voracidad de
las hormigas o calcinados por el terrible sol.
Coroneles
Sargentos
Capitanes
Tenientes
Soldados
Alféreces
Mayores
Número
Cabos
Total
es
Batallón 18 \ \ 2 1 3 4 1 11 22
" 19 \ \ 1 3 5 4 9 22
" 24 \ \ 1 2 5 4 15 27
" 25 \ \ 1 2 3 1 1 3 11
" 39 \ \ 1 6 3 9 19
" 40 \ \ 2 3 3 7 11 13 39
" 42 \ \ 1 1 7 4 3 8 24
" 46 \ \ 1 4 7 3 7 22
Batallón Maestranza \ \ \ 1 1 2 4 13 4 27 53 suman 52
Batallón Suelto \ \ \ 2 2 1 1 2 18 27 suman 26
Regimiento 1 \ \ 1 3 4 5 2 16 31
" 6 \ 1 1 1 2 2 7 14
" 25 \ \ 2 1 3 6 8 8 28
" 30 \ \ 1 2 2 10 15
" 32 \ \ 1 3 6 4 6 20
" 46 \ \ 2 2 2 13 3 3 12 37
Total General: 412 suman 411
Del batallón 40 – el legendario cuerpo organizado por José Díaz con los
jóvenes de la mejor sociedad asunceña – sólo quedan treinta y nueve
hombres, entre ellos el abanderado, pero un abanderado sin bandera, porque
del paño tricolor no se ha salvado de las batallas sino un chamuscado y
desteñido jirón, que el portaestandarte lleva atado a su brazo derecho.
detener el sutil correr de la arenilla contando los minutos que faltan para la
muerte. El enemigo está a dos pasos y una nueva retirada se hace ya
imposible ni tiene razón de ser. Aquel puñado de huesos en pie no puede ya
seguirle y tampoco puede abandonar lo que resta de su ejército y de su pueblo
para refugiarse en la selva cercana y escapar a la hora nona. La noche antes,
unos indios “kaygua” habían estado a proponerle refugio y asilo en sus lejanas
tolderías, sabedores estos indígenas de la proximidad de las fuerzas brasileñas.
“Jaha, karai – le habían dicho – ndo topái chene nde rehe los cambá ore
apytépe” (“vamos, señor; no darán con usted los negros adonde pensamos
llevarle”). Pero Solano López declinó el ofrecimiento de aquellos leales
aborígenes. No podía rematar su vida borrascosa, señera y hecha ya historia
con una fuga indecorosa, malogrando en un instante de flaqueza toda la gloria
tejida en rededor de su nombre y de su alcurnia. Su promesa era morir con su
pueblo, y aunque razones le faltasen para ufanarse de esperar la muerte con
jactancia – tenía apenas 43 años – tampoco le era dado exponer su nombre,
ya íntimamente compenetrado con la suerte de su patria, al ludibrio y a la
mofa de las generaciones presentes y posteriores. Había que morir. El
mandato era irrevocable. Y morir como un soldado, tal lo había hecho el último
de los suyos, sin rendirse y con el arma en la mano. Cuanto menos vulgar la
escena final, mejor satisfecha quedarán las exigencias de los espectadores de
mañana. Cuanto más hondo el sufrimiento del alma, más meritoria y de mayor
sufragio será la penitencia.
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