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Esquilo

(Eleusis, actual Grecia, 525 a.C.-Gela, Sicilia, 456 a.C.) Trágico griego. Esquilo vivió en un
período de grandeza para Atenas, tras las victorias contra los persas en las batallas de
Maratón y Salamina, en las que participó directamente. Tras su primer éxito, Los persas (472
a.C.), Esquilo realizó un viaje a Sicilia, llamado a la corte de Hierón, adonde volvería unos
años más tarde para instalarse definitivamente.

De las noventa obras que escribió Esquilo, sólo se han conservado completas siete, entre
ellas una trilogía, la Orestíada (Agamenón, Las coéforas y Las Euménides, 478 a.C.). Se
considera a Esquilo el fundador del género de la tragedia griega, a partir de la lírica coral, al
introducir un segundo actor en escena, lo cual permitió independizar el diálogo del coro,
aparte de otras innovaciones en la escenografía y la técnica teatral.

Esquilo llevó a escena los grandes ciclos mitológicos de la historia de Grecia, a través de los
cuales reflejó la sumisión del hombre a un destino superior incluso a la voluntad divina, una
fatalidad eterna (moira) que rige la naturaleza y contra la cual los actos individuales son
estériles, puro orgullo (hybris, desmesura) abocado al necesario castigo. En sus obras, el
héroe trágico, que no se encuentra envuelto en grandes acciones, aparece en el centro de
este orden cósmico; el valor simbólico pasa a primer término, frente al tratamiento
psicológico.
Sófocles
(Colona, hoy parte de Atenas, actual Grecia, 495 a.C.-Atenas, 406 a.C.) Poeta trágico griego.
Hijo de un rico armero llamado Sofilo, a los dieciséis años fue elegido director del coro de
muchachos para celebrar la victoria de Salamina. En el 468 a.C. se dio a conocer como autor
trágico al vencer a Esquilo en el concurso teatral que se celebraba anualmente en Atenas
durante las fiestas dionisíacas, cuyo dominador en los años precedentes había sido Esquilo.
Comenzó así una carrera literaria sin parangón: Sófocles llegó a escribir hasta 123 tragedias
para los festivales, en los que se adjudicó, se estima, 24 victorias, frente a las 13 que había
logrado Esquilo. Se convirtió en una figura importante en Atenas, y su larga vida coincidió
con el momento de máximo esplendor de la ciudad.
Amigo de Herodoto y Pericles, no mostró demasiado interés por la política, pese a lo cual fue
elegido dos veces estratego y participó en la expedición ateniense contra Samos (440),
acontecimiento que recoge Plutarco en sus Vidas paralelas. Su muerte coincidió con la
guerra con Esparta que habría de significar el principio del fin del dominio ateniense, y se
dice que el ejército atacante concertó una tregua para que se pudieran celebrar
debidamente sus funerales.
De su enorme producción, sin embargo, se conservan en la actualidad, aparte de algunos
fragmentos, tan sólo siete tragedias completas: Antígona, Edipo Rey, Áyax, Las Traquinias,
Filoctetes, Edipo en Colona y Electra. A Sófocles se deben la introducción de un tercer
personaje en la escena, lo que daba mayor juego al diálogo, y el hecho de dotar de
complejidad psicológica al héroe de la obra.
En Antígona opone dos leyes: la de la ciudad y la de la sangre; Antígona quiere dar sepultura
a su hermano muerto, que se había levantado contra la ciudad, ante la oposición del tirano
Creonte, quien al negarle sepultura pretende dar ejemplo a la ciudad. La tensión del
enfrentamiento mantiene en todo momento la complejidad y el equilibrio, y el destino trágico
se abate sobre los dos, pues también a ambos corresponde la «hybris», el orgullo excesivo.
Edipo rey es quizá la más célebre de sus tragedias, y así Aristóteles la consideraba en su
Poética como la más representativa y perfecta de las tragedias griegas, aquella en que el
mecanismo catártico final alcanza su mejor clímax. También es una inmejorable muestra de
la llamada ironía trágica, por la que las expresiones de los protagonistas adquieren un
sentido distinto del que ellos pretenden; así sucede con Edipo, empeñado en hallar al
culpable de su desgracia y la de su ciudad, y abocado a descubrir que este culpable es él
mismo, por haber transgredido, otra vez, la ley de la naturaleza y de la sangre al matar a su
padre y yacer con su madre, aun a su pesar.
El enfrentamiento entre la ley humana y la ley natural es central en la obra de Sófocles, de la
que probablemente sea cierto decir que representa la más equilibrada formulación de los
conflictos culturales de fondo a los que daba salida la tragedia griega.

Eurípides
Salamina 480 a.C. - Pella 406 a.C.

Entre los mejores poetas trágicos griegos debemos situar a Eurípides. La mayoría de
los datos biográficos que conservamos serían invenciones por lo que resulta difícil
establecer una línea coherente para referirnos a su vida. Parece que su aparición en
el teatro se produjo en Atenas hacia 455 a.C., sin cosechar ningún éxito, elemento
común a su vida ateniense. Nunca participó en la vida política aunque en sus obras
encontramos muestras de la preocupación por el cariz que tomaban los
acontecimientos y que llevaban a Atenas a la destrucción. El linchamiento al que le
sometían sus rivales y la incomprensión del público motivaron su traslado a
Macedonia, recibiendo la protección del rey Arquelao. Los especialistas atribuyen a
Eurípides más de noventa obras de las que se han conservado 17 tragedias entre las
que destacan "Medea", "Electra", "Hipólito" y "Las Troyanas". El elemento común de
estas obras es la desilusión del héroe, presentada mediante recursos psicológicos y
naturalistas, alterando la mitología de obras anteriores. Se centra en la vida
cotidiana y la gente común, siendo considerado el precursor del drama burgués.
Curiosamente, Eurípides alcanzó el éxito después de su muerte, superando incluso a
Esquilo y Sófocles.
Lope de Vega
Nacido en 1562 en Madrid, estudió en el colegio de los teatinos y posteriormente en la
universidad de Alcalá de Henares. Comenzó la carrera sacerdotal, que hubo de abandonar a
causa de la publicación de sus amores con Elena Osorio, mujer casada, que será la
inspiración para muchas de sus obras, como "La Dorotea". Esta relación causará también la
apertura de un proceso en su contra y la pena de destierro. Tras tomar las armas, participa
en la conquista de las Azores (1583) y en la fracasada Armada Invencible (1588). Tuvo varias
esposas. Con la primera, Isabel de Urbina, vivió en Valencia y, entre 1590 y 1595, en Alba de
Tormes, al servicio del duque de Alba. Tres años más tarde medió en cuestiones amorosas
en favor del duque de Sessa. Su segunda esposa fue Juana de Guardo, con la que casó en
1598 después de haber enviudado. Con Micaela Luján, su amante, convivió en Toledo y
Sevilla entre 1501 y 1506, con la que tendrá siete hijos. Miembro del Santo Oficio, en 1614
se ordena sacerdote, pese a lo cual entre 1618 y 1632 convive con Marta de Nevares, años
de remordimiento y melancolía. Una vitalidad desbordante y un ensalzamiento hasta límites
extrahumanos del amor parecen definir tanto su vida como su obra. Además, en sus escritos
se refleja un profundo conocimiento de la mitología grecolatina -un tema recurrente- y de la
historia nacional. De su pluma salieron excelentes escritos en todos los géneros. Entre su
prosa son de destacar "La Arcadia" (1598), novela pastoril, "Peregrino en su patria" (1603-
04) y "La Dorotea" (1588-1632). Autor prolífico, escribió más de 1500 poesías líricas y 850
piezas dramáticas. Merecen ser destacadas "Isidro" (1599), "La hermosura de Angélica"
(1602), "Los pastores de Belén" (1611), etc. La temática de sus obras no pretende cuestionar
los valores de la época ni realizar incursiones en el clasicismo, como Cervantes, sino que
más bien refleja y reproduce intencionadamente la mentalidad y el modo de vida imperante,
es decir, la ortodoxia católica, la monarquía, el honor del hidalgo, etc. Formalmente
introduce novedades de enorme repercusión, formuladas en su "Arte nuevo de hacer
comedias" (1609): estructura el drama en tres actos, intercala comedia y tragedia, adecua la
métrica a la naturaleza del pasaje. Sus comedias conforman un modelo repetido hasta la
saciedad, creando arquetipos psicológicos característicos, como el rey, el villano, la dama,
etc. Crea la figura del gracioso, contrapunto cómico del héroe grave, cuyos antecedentes
deben buscarse en Plauto. Sus obras le convierten en uno de los genios de la literatura
universal, sieno autor de, por citar algunas, "El mejor alcalde el rey ", "Peribañez y el
comendador de Ocaña", "Fuenteovejuna" o "El caballero de Olmedo". Su producción teatral
es básico para comprender el teatro barroco español, influyendo en figuras como Calderón,
Tirso de Molina, Ruiz de Alarcón y otros. Falleció en 1635.
William Shakespeare
Poeta y autor teatral inglés

Se piensa que nació el 23 de abril de 1564 en la modesta ciudad mediterránea de


Stratfordon Avon, que es ahora un museo shakesperiano. Tercero de ocho hermanos, fue el
primer hijo varón de un comerciante, y de Mary Arden, hija a su vez de un terrateniente
católico. Estudió en la escuela de su localidad y, como primogénito varón, estaba destinado a
suceder a su padre en los negocios, que fue concejal, traficaba en guantes, en cuero, en
madera y en trigo. El poeta habría cursado durante unos seis años Grammar school o escuela
primaria, cuya materia básica era el latín. aunque tuvo que ponerse a trabajar como aprendiz
de carnicero, por la difícil situación económica que atravesaba su padre. En 1582 contrae
matrimonio con Anne Hathaway, hija de un granjero, con la que tuvo una hija, Susanna, en
1583, y dos mellizos -un niño, que murió a los 11 años de edad, y una niña- en 1585. Al
parecer, hubo de abandonar Stratford ya que le sorprendieron cazando furtivamente en las
propiedades del juez de paz de la ciudad.

Se cree que llegó a Londres hacia 1588 y, cuatro años más adelante, ya había logrado un
notable éxito como dramaturgo y actor teatral. Tuvo el mecenazgo de Henry Wriothesley,
tercer conde de Southampton. La publicación de dos poemas eróticos según la moda de la
época, Venus y Adonis (1593) y La violación de Lucrecia (1594), y de sus Sonetos (editados
en 1609) le dieron la reputación de brillante poeta. La reputación de Shakespeare se basa,
sobre todo, en las 38 obras teatrales de las que se tienen indicios de su participación,
aunque sus contemporáneos de mayor nivel cultural las rechazaron, por considerarlas, como
al resto del teatro, tan sólo un vulgar entretenimiento.
Shakespeare en Londres compartió los beneficios de la compañía teatral en la que actuaba,
la Chamberlain's Men, más tarde llamada King's Men, y de los dos teatros que ésta poseía,
The Globe y Blackfriars. Sus obras fueron representadas en la corte de la reina IsabelI y del
rey JacoboI.

En 1610, William Shakespeare retornó a su pueblo natal. Había cumplido uno de sus muchos
propósitos, lograr una fortuna. Las metáforas de carácter legal (When to the Sessions of
sweet silent thought / I summon up remembrance of things past.) abundan curiosamente en
su obra; hasta la fecha de su muerte Shakespeare se dedicó a litigios con los vecinos. No se
le ocurrió entregar a la imprenta su vasta obra dispersa; De Quincey conjetura que para
Shakespeare, la representación teatral era la verdadera publicidad, no la impresión de un
texto. Poco antes de morir había hecho su testamento; se habla de muebles y de inmuebles,
pero no se menciona un solo libro. Murió el 23 de abril de 1616, acaso el mismo día de su
cumpleaños. Por esta fecha murió Cervantes en Madrid; sin duda, ninguno de los dos oyó
hablar del otro.

No se conoce con exactitud la fecha de composición de muchas de sus obras.

Sus primeras obras teatrales, al contrario de lo que ocurrió con sus obras de madurez,
poseían un alto grado de formalidad y, a menudo, resultaban un tanto predecibles y
amaneradas. Sus primeras obras fueron cuatro dramas que tenían como trasfondo los
enfrentamientos civiles en la Inglaterra del siglo XV, un estilo muy popular en la época. Estas
cuatro obras, EnriqueVI, Primera, Segunda y Tercera parte (hacia 1590-1592) y RicardoIII
(hacia 1593), tratan de las consecuencias que para el país tuvo la falta de un liderazgo
fuerte, debido al egoísmo de los políticos de la época. El ciclo se cierra con la muerte de
RicardoIII y la subida al trono de EnriqueVII, fundador de la dinastía Tudor, a la que
pertenecía la reina Isabel. En cuanto a estilo y estructura, contienen numerosas referencias
al teatro medieval y otras a las obras de los primeros dramaturgos isabelinos, en especial
Cristopher Marlowe, a través de los cuales conoció las obras del dramaturgo clásico latino
Séneca. Esta influencia, que se manifiesta en sus numerosas escenas sangrientas y en su
lenguaje colorista y redundante, especialmente perceptible en Tito Andrónico (hacia 1594),
una tragedia poblada de justas venganzas, que posee una puesta en escena muy detallista.
En este este primer periodo escribió numerosas comedias, entre las cuales cabe resaltar La
comedia de las equivocaciones (hacia 1592), una divertida farsa que, imitando el estilo de la
comedia clásica latina, basa su interés en los errores de identidad que provocan dos parejas
de gemelos y los equívocos que se producen respecto al amor y a la guerra. El carácter de
farsa ya no resulta tan evidente en La doma de la bravía (hacia 1593), una comedia de
caracteres. Por otro lado, Los dos hidalgos de Verona (hacia 1594) basa su atractivo en el
uso del amor idílico, mientras que Trabajos de amor perdidos (hacia 1594) satiriza los
amores de sus personajes masculinos, así como su entrega a los estudios con el fin de no
caer en las redes del amor. El modo en que están construidos sus diálogos ridiculiza el estilo
artificial y redundante del novelista y dramaturgo John Lyly, las convenciones cortesanas de
la época y, quizá, también las discusiones científicas de Walter Raleigh y sus seguidores.
Siguió con una profundización en su individualidad como autor teatral, escribió algunas de
sus obras más importantes relacionadas con la historia inglesa y las denominadas comedias
alegres, así como dos de sus mejores tragedias. Entre las primeras cabe destacar RicardoII
(hacia 1595), EnriqueIV, Primera y segunda parte (hacia 1597) y EnriqueV (hacia 1598), que
cubren un periodo de tiempo inmediatamente anterior al de su EnriqueVI. La primera es un
estudio alrededor de la figura de un débil, sensible y teatral, aunque agradable rey que
pierde su reino en manos del que sería EnriqueIV. En las dos partes de EnriqueIV, éste
reconoce sus culpas y expresa sus temores sobre su hijo, que le sucederá con el nombre de
Enrique V, temores que se demuestran infundados porque éste demuestra una gran
responsabilidad y sentido moral sobre sus deberes como monarca. En una magistral
alternancia de escenas serias y cómicas, el obeso caballero Falstaff y el rebelde Hotspur
ponen de manifiesto los dos extremos entre los que el príncipe encontrará el equilibrio. La
introducción, en distintas proporciones, de elementos trágicos y cómicos para expresar
amplios espectros de caracteres se convertiría en uno de los recursos favoritos del autor
inglés.
Entre las comedias de este periodo sobresale Sueño de una noche de verano (hacia 1595),
una obra plagada de fantasía en la que se entremezclan varios hilos argumentales centrados
respectivamente en dos parejas de nobles amantes, en un grupo de despreocupados
cómicos y en una serie de personajes pertenecientes al reino de las hadas, entre los que se
encuentran Puck, el rey Oberón y la reina Titania. En El mercader de Venecia (hacia 1596),
por otro lado, se puede encontrar otra sutil evocación de atmósferas exóticas similar a la de
la obra anterior. En ella aparecen retratadas las cualidades renacentistas de la amistad viril y
el amor platónico que se oponen a la amarga falta de humanidad de un usurero llamado
Shylock, cuyas desdichas terminan despertando la comprensión y la simpatía del público. El
tipo de mujer de ingenio rápido, calidez y responsabilidad personificado en Portia
reaparecería, más adelante, en las comedias alegres del segundo periodo, mientras que, por
el contrario, la ingeniosa comedia Mucho ruido y pocas nueces (hacia 1599) deforma, según
la opinión de muchos críticos, en el tratamiento un tanto insensible, a los personajes
femeninos. Sin embargo, las comedias de madurez Como gustéis (hacia 1600) y Noche de
Epifanía (hacia 1600) se caracterizan por su lirismo, su ambigüedad y por el atractivo de sus
bellas, encantadoras e inteligentes heroínas. En Como gustéis, Shakespeare describe el
contraste entre las refinadas costumbres de la corte isabelina y las de las áreas rurales del
país de un modo rico y variado, aunque no excesivo, y construyó una compleja trama
argumental basada en las relaciones entre la realidad y la ficción y entre los distintos
personajes, trama que utilizó para comentar las distintas debilidades del género humano. En
este sentido, Como gustéis se asemeja a Noche de Epifanía, en la cual el lado cómico del
amor aparece ilustrado por las desventuras de dos parejas de amantes rodeadas de
numerosos personajes secundarios que actúan como comparsas cómicos. Otra de las
comedias de este segundo periodo, Las alegres casadas de Windsor (hacia 1599), es una
farsa sobre la vida de la clase media en la cual reaparece el personaje de Falstaff como
víctima cómica.

Dos grandes tragedias, muy distintas entre sí por su naturaleza, marcan el comienzo y el
final de este segundo periodo.

Por un lado, Romeo y Julieta (hacia 1595) muy famosa por su poético tratamiento de los
éxtasis amorosos juveniles, pone en escena el trágico destino de dos amantes, forjado por la
enemistad de sus familias y por lo temperamental de sus propios caracteres. Por el otro, Julio
César (hacia 1599) es una tragedia sobre la rivalidad política, muy intensa, aunque en menor
medida que las tragedias posteriores.

Hamlet (hacia 1601), su obra más universal, va más allá de las otras tragedias centradas en
la venganza, pues retrata de un modo escalofriante la mezcla de gloria y sordidez que
caracteriza la naturaleza humana. Hamlet siente que vive en un mundo de engaños y
corrupción, sentimiento que le viene confirmado por el asesinato de su padre y la
sensualidad desenfrenada de su madre. Estas revelaciones le conducen a un estado en el
que los momentos de angustia e indecisión se atropellan con frenéticas actuaciones,
situación cuyas profundas razones continúan hoy siendo motivo de distintas
interpretaciones.

Otelo, el moro de Venecia (hacia 1604) retrata el surgir y el expandirse de unos injustificados
celos en el corazón del protagonista, un moro que es el general del ejército veneciano. El
supuesto motivo de sus celos, su inocente esposa Desdémona, es utilizada por Yago, el
lugarteniente de su marido, para destruir su carrera militar llevándole al borde de la locura.
El rey Lear (hacia 1605), concebido en un tono más épico, describe las consecuencias de la
irresponsabilidad y los errores de juicio de Lear, dominador de la antigua Bretaña, y de su
consejero, el duque de Gloucester. El trágico final llega como resultado de entregar el poder
al hijo malvado y no al bondadoso. Como contrapunto, la hija, Cordelia, pone de manifiesto
un amor capaz de redimir el mal por el bien, pero ella muere en un final sobrecogedor. La
idea de que el mal se destruye a sí mismo, sin embargo, se ve reforzada por el funesto
destino de las hermanas de Cordelia y del oportunista hijo del duque de Gloucester. Antonio
y Cleopatra (hacia 1606), otra de las grandes tragedias, se centra en otro tipo de amor, la
pasión del general romano Marco Antonio por Cleopatra, reina de Egipto, glorificada por
algunos de los versos más sensuales de toda la producción shakespeariana. Macbeth (hacia
1606), en cambio, describe el proceso de un hombre esencialmente bueno que, influido por
otros y debido también a un defecto de su propia naturaleza, sucumbe a la ambición y llega
hasta el asesinato. A lo largo de la obra, Macbeth, por obtener y, más tarde, retener el trono
de Escocia, va perdiendo su humanidad hasta llegar al punto de cometer todo tipo de
imperdonables actos.

Otras tres obras de este periodo revelan la amargura contenida en estas tragedias, pues sus
personajes no poseen categoría trágica ni grandeza alguna. Así, Troilo y Cressida (hacia
1602), la más efectista de sus obras, pone de manifiesto, de un modo muy clarificador, el
abismo que extiende entre lo ideal y lo real, tanto en el terreno político como individual,
mientras que en Coriolano (hacia 1608), otra tragedia ambientada en la antigüedad, el
legendario héroe romano Cayo Marcio Coriolano aparece como un personaje incapaz de
seducir a las masas o de dominarlas por la fuerza. Igualmente amargo, Timón de Atenas
(hacia 1608) narra la historia de un personaje reducido a la misantropía por la ingratitud de
sus sicofantes. Debido a la fluctuante calidad de su escritura, se ha avanzado la hipótesis de
que esta obra fuera escrita en colaboración con otro dramaturgo, posiblemente Thomas
Middleton.

Las dos comedias de este periodo son también algo oscuras. De hecho, se las ha llamado
"las obras problemáticas", pues no entran claramente en ninguna categoría, ni presentan
desenlaces demasiado inteligibles. A buen fin no hay mal principio (hacia 1602) y Medida por
medida (hacia 1604) tienen en común, además, el hecho de cuestionar la moral oficial. Hacia
el final de su carrera, el dramaturgo inglés creó numerosas obras en las que, a través de la
intervención de la magia, la piedad, el arte o la gracia, sugiere con frecuencia la esperanza
en la existencia de una redención para el género humano. Estas obras están escritas, por lo
general, con una gravedad que las aleja de las comedias de los periodos anteriores, pero
suelen tener finales felices en forma de reuniones o reconciliaciones. Estas tragicomedias
basan parte de su atractivo en el carácter exótico y alejado en el tiempo de los escenarios en
los que se desarrollan, y resultan mucho más simbólicas que cualquiera de las obras
anteriores de su autor. Para muchos críticos literarios, las tragicomedias shakespearianas
representan un giro de tuerca más en el desarrollo creativo del autor, aunque otros opinan
que se debieron sólo a cambios acaecidos en las modas teatrales de la época.

La tragicomedia romántica Pericles, príncipe de Tiro (hacia 1608), retrata a un personaje


abatido por la pérdida de su esposa y por la persecución de su hija. Tras innumerables y
exóticas aventuras, el desagraciado Pericles consigue reunirse por fin con ambas. En
Cimbelino (hacia 1610) y El cuento de invierno (hacia 1610), los personajes soportan
también grandes sufrimientos aunque al final consiguen la felicidad. La más lograda, quizá,
de las creaciones derivadas de este peculiar punto de vista sea la última de las obras que
consiguió completar y aquella en la que alcanzó las más altas cimas de lirismo poético, La
tempestad (hacia 1611), una tragicomedia a través de cuyo desenlace se pueden
comprender los beneficiosos efectos de la alianza entre la sabiduría y el poder. En esta obra,
Próspero, duque de Milán, expulsado de su reino por su hermano y condenado al exilio en
una lejana isla, utiliza sus poderes mágicos para confundir al usurpador de su ducado y crear
una relación de amor entre su propia hija, Miranda, y el hijo del rey de Nápoles, cómplice del
golpe de Estado.
Dos obras finales, el drama histórico EnriqueVIII (hacia 1613) y Los dos nobles caballeros
(hacia 1613 y publicada en 1634), la historia de dos jóvenes caballeros enamorados de una
dama, atribuidas a Shakespeare, parecen ser más bien fruto de su colaboración con John
Fletcher.

Importancia literaria

Hasta el siglo XVIII, Shakespeare fue considerado únicamente como un genio difícil. Se han
propuesto teorías según las cuales sus obras fueron escritas por alguien de una educación
superior, tal vez por el estadista y filósofo sir Francis Bacon, o por el conde de Southampton,
protector del autor, o incluso por el dramaturgo Christopher Marlowe, el cual, según la
opinión de algunos estudiosos, no murió en una reyerta de taberna, sino que huyó al
continente, donde siguió escribiendo. A pesar de la controvertida identidad de Shakespeare,
sus obras fueron admiradas ya en su tiempo por Ben Jonson y otros autores, que vieron en él
una brillantez destinada a perdurar en el tiempo; Jonson dijo que Shakespeare "no era de
una época, sino de todas las épocas". Del siglo XIX en adelante, sus obras han recibido el
reconocimiento que merecen en el mundo entero. Casi todas sus obras continúan hoy
representándose y son fuente de inspiración para numerosos experimentos teatrales, pues
comunican un profundo conocimiento de la naturaleza humana, ejemplificado en la perfecta
caracterización de sus variadísimos personajes.
TIRSO DE MOLINA
(1584 – 1648)
Tirso de Molina, cuyo nombre real era Gabriel Téllez, nació en Madrid. Según algunos, fue
hijo (ilegítimo) del duque de Osuna. De joven ingresó en la Orden de la Merced y pronto fue
trasladado a América. Pero duró muy poco tiempo ahí, puesto que, después de dos años, lo
vemos en Toledo, en donde vivió la mayor parte de su vida.

Al nombrar a Tirso de Molina de inmediato nos viene a la mente lo del drama del Siglo de Oro
español. Para ello no tenemos más que mencionar dos de sus dramas muy reconocidos en el
mundo de las letras: El Burlador de Sevilla y El condenado por desconfiado.

En un momento dado, Tirso fue criticado por sus hermanos de hábito, porque algunos de sus
dramas trataban temas demasiado "humanos". Más tarde, en el Consejo de Castilla, se le
prohibió escribir totalmente, por las mismas razones. Pero dicen los críticos que, a pesar de
ello, continuó sigilosamente escribiendo.

Una de las características que distingue a Tirso del resto de sus colegas es, a pesar de ser
fraile, el estudio psicológico que hace de la mujer. En general, cuando aparecen mujeres, que
es muy común, el dramaturgo las perfila con mucha exactitud. Por otra parte, parece que no
tiene inconveniente en vestirlas, a veces, con atavíos masculinos.

No solamente en sus dramas encontramos las magníficas cualidades literarias de este gran
escritor, sino también en su poesía. Sus características principales podrían resumirse
brevemente diciendo que Tirso es siempre muy mesurado, profundo en sus conceptos, con
frecuencia tiende al humor sutil, pero siempre agradable y nunca hiriente.
Calderón de la Barca, Pedro
(Madrid, 1600-id., 1681) Dramaturgo español. Educado en un colegio jesuita de Madrid,
estudió en las universidades de Alcalá y Salamanca. En 1620 abandonó los estudios
religiosos y tres años más tarde se dio a conocer como dramaturgo con su primera
comedia, Amor, honor y poder. Como todo joven instruido de su época, viajó por Italia y
Flandes y, desde 1625, proveyó a la corte de un extenso repertorio dramático entre el
que figuran sus mejores obras. Tras granjearse un sólido prestigio en el Palacio Real, en
1635 escribió El mayor encanto, el amor, para la inauguración del teatro del palacio del
Buen Retiro. Nombrado caballero de la Orden de Santiago por el rey, se distinguió como
soldado en el sitio de Fuenterrabía (1638) y en la guerra de Cataluña (1640). Ordenado
sacerdote en 1561, poco tiempo después fue nombrado capellán de Reyes Nuevos de
Toledo. Por entonces ya era el dramaturgo de más éxito de la corte. En 1663, el rey lo
designó capellán de honor, por lo que se trasladó definitivamente a Madrid. Según el
recuento que él mismo hizo el año de su muerte, su producción consta de ciento diez
comedias y ochenta autos sacramentales, loas, entremeses y otras obras menores.
Como todo coetáneo suyo, Calderón no podía por menos que partir de las pautas
dramáticas establecidas por Lope de Vega. Pero su obra, ya plenamente barroca, tal vez
alcance mayor grado de perfección técnica y formal que la de Lope. De estilo más
sobrio, Calderón pone en juego menor número de personajes y los centra en torno al
protagonista, de manera que la obra tiene un centro de gravedad claro, un eje en torno
al cual giran todos los elementos secundarios, lo que refuerza la intensidad dramática.
A. Valbuena ha señalado que en su estilo cabe distinguir dos registros. El primero
consiste en reordenar y condensar lo que en Lope aparece de manera difusa y caótica y
en estilizar las notas de su realismo costumbrista. Así, reelabora temas originales de
Lope en varias de sus Obras Maestras. En ellas aparece una rica galería de personajes
representativos de su tiempo y de su condición social, todos los cuales tienen en común
un tema del siglo: el honor, el patrimonio del alma enfrentado a la justicia de los
hombres, caso de El alcalde de Zalamea, o las pasiones amorosas que ciegan el alma,
cuestión que aborda en El mayor monstruo, los celos o en El médico de su honra. Pero
no es ése, desde luego, el principal motivo de su obra. En su segundo registro, el
dramaturgo inventa, más allá del repertorio caballeresco, una forma poético-simbólica
desconocida antes de él y que configura un teatro esencialmente lírico, cuyos
personajes se elevan hacia lo simbólico y lo espiritual. Calderón destaca sobre todo
como creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión
trágica, que aparecen en El mágico prodigioso o La devoción de la cruz.

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