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Indicaciones sobre los comentario y elaboración de temas a partir de fuentes.

1.- COMENTARIO DE TEXTOS CONSTITUCIONALES.-


Es frecuente que en la prueba se proponga el análisis y el cometario de
fragmentos de textos constitucionales, sobre todo de las Constituciones de 1812,
1869 ó 1931. Sean cuales sean las cuestiones concretas que se plateen en la prueba,
recomendamos que se tengan en cuenta las consideraciones que se exponen a
continuación.

Pautas de desarrollo
Una constitución condensa la expresión de los principios políticos por lo que se
rige el Estado y, por tanto, refleja mejor que ningún otro documento la situación
política de España en su período de vigencia: principios y valores que rige, modelo de
Estado que establece, organización del mismo, reconocimiento de derechos y
afirmación de deberes de los ciudadanos, etc. El análisis y comentario de un
documento de este tipo requiere realizar las siguientes operaciones:
1.- Presentación del documento, caracterizándolo y, si es posible,
identificándolo. Se debe realizar, así mismo, un primer apunte sobre las
circunstancias de la elaboración y promulgación: si es el resultado de un proceso
constituyente, si sigue a un golpe de Estado o a un movimiento revolucionario, etc.
2.- Descripción y análisis de su contenido. Habrá que considerar los siguientes
aspectos en la lectura de su articulado.
-- Concepto de soberanía que establece.
-- Forma de gobierno.
-- Descripción de los derechos y deberes de los ciudadanos.
-- Organización de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), órganos
en los que residen y forma en la que se configuran, con especial atención al poder
legislativo (tipo de sufragio, sistema electoral, etc.).
-- Organización territorial del Estado.
-- Aspectos económicos: Hacienda, fiscalidad, competencias de la
Administración, etc.
-- Ejército y defensa nacional.
-- Relaciones Iglesia-Estado
-- Cultura y educación.
En este apartado, además de la descripción y referencia a los artículos que
tocan cada uno de estos aspectos, la tarea fundamental consiste en el uso correcto
de los términos y los conceptos.
3.- Análisis y comentario sobre el significado histórico del documento. En este
punto se realizará una valoración del texto constitucional considerando los siguientes
aspectos:
a) En qué medida recoge la relación de las fuerzas políticas existentes en
España en ese momento.
b) Qué problemas sociales y políticos determinaron tanto su elaboración como
su contenido.
c) Qué corrientes de pensamiento expresa.
d) Qué vigencia y aplicación efectiva tuvo.
e) La influencia que ejerció sobre otras constituciones posteriores, si la hubo.
f) Las valoraciones que se han hecho de la Constitución que se está
comentando.

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4.- Recapitulación. A modo de conclusión, se hará una breve recogida de los
elementos más significativos apuntados en los apartados anteriores, así como la
valoración del documento.

2.- ANÁLISIS Y COMETARIO DE SERIES ESTADÍSTICAS

Pautas de desarrollo.
1.- Presentación de los datos. Hay que indicar la naturaleza y el tipo de los
datos, la unidad-base de la cuantificación y su procedencia (organismo que los
publica, investigador que los recopila, etc.).
2.- Descripción de la serie. Conviene mencionar los criterios temporales, de
distribución geográfica, etc., así como señalar la tendencia y las variaciones que se
aprecien en esa tendencia. También hay que llevar a cabo una agrupación y
contraste de los datos para establecer algunos elementos significativos que nos
permitan “leer” esa información cuantitativa y atribuirle algún sentido.
3.- Comentario y análisis de la serie. Se debe construir un marco teórico para
analizar la información que aporta la serie. Por ejemplo, si se trata de datos sobre la
evaluación demográfica, deberíamos relacionar la evolución de la población y el
poblamiento con causas de tipo económico, político, bélico, etc.
Por ello, habremos de realizar las siguientes tareas de forma ordenada:
a) Formular una hipótesis explicativa del comportamiento de los datos.
b) Desarrollar una reflexión sobre su significado histórico o, lo que es lo
mismo, convertir nuestra lectura de las cifras enunciados que describan las
causas, las consecuencias y el sentido de los mismos
4.- Valoración de las cifras y de su comportamiento en la serie.
Deberemos redactar este apartado considerando su fiabilidad, oportunidad y
valor, así como la trascendencia histórica del fenómeno que reflejan y, en su caso, los
posibles debates sobre el asunto.

3.- COMENTARIO DE GRÁFICOS


Encontraremos los siguientes tipos básicos de gráficos:
 Sectores circulares o semicirculares: Se utilizan con frecuencia para
representar la distribución de un fenómeno y reconocer rápidamente los sectores
mayoritarios; por ejemplo, la representación de resultados electorales.
 Gráficos de barras o histogramas. Se emplean para representar series
discontinuas o muy contrastadas, organizadas según criterios específicos, referidos a
los más diversos aspectos; como ejemplos se pueden citar un gráfico que exprese el
número de huelgas según sus motivaciones en una serie de años; la representación
de los resultados de una encuesta.
 Curvas de evolución. Expresan la variación en el tiempo de algún
fenómeno, como puede ser la evolución de la inflación en un determinado período.

Pautas de desarrollo
La tarea es en gran parte similar a la que nos requeriría un documento escrito
que enumerase los datos en cuestión. Pero, en este caso, ya disponemos de la
información organizada y, por tanto, nos ahorraremos ciertos pasos necesarios en el
comentario de documentos o textos escritos. Un comentario razonable de este tipo de
materiales implica:
1.- Presentación del gráfico. Consiste en indicar qué tipo de gráfico es y, si es
posible, valorar de entrada su interés como fuente de información sobre el asunto que
trate. Se deberá citar el organismo del que proceden los datos, la fecha de

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elaboración, la escala que utiliza y la unidad de medida; en el caso de curvas de
evolución, hay que señalar el período que representa. La presentación supone ya una
valoración de la fiabilidad y validez del gráfico como representación de una realidad
social.
2.- Descripción de su contenido. Hemos de señalar de manera ordenada las
magnitudes más llamativas que refleja (mayorías, minorías significativas, en su caso),
indicar los datos más contrastados, realizar agrupamientos de datos según de
homogeneidad, etc., y si se trata de curvas de evolución describir la tendencia
general y señalar las inflexiones: alteraciones, discontinuidades, estancamientos, etc.
En suma, se trata de realizar aquí una descripción del gráfico proporcionando
ya cierto significado a los datos que aparecen en él.
3.- Análisis y comentario del gráfico. En este punto procederemos con un
método similar al seguido en el comentario de textos escritos. Utilizando un enfoque
que irá de los particular a lo general, pondremos los datos en relación con el tema a
que se refiere el gráfico (por ejemplo: si son datos referidos al paro, se relacionarán
con la coyuntura económica; si son datos electorales, con el momento político; etc.).
A continuación buscaremos un marco más amplio relacionando el tema con el
contexto histórico y buscando las claves que explican la distribución o evolución de
los datos: sus causas, la manifestación del problema, sus consecuencias, etc.
4.- Valoración crítica. Abordaremos la valoración del material examinado y
comentado reflexionando sobre aspectos tales como su fiabilidad, su posible carácter
excepcional, su particular significado, las tendencias que refleja, la vigencia actual de
la cuestión a que se refiere, etc.

4.- ANÁLISIS Y COMENTARIOS DE MAPAS


-- Mapas políticos-administrativos: reflejan la organización política del territorio.
-- Mapas geopolíticos: expresan el control que ejerce un Estado sobre un
territorio y su posición relativa con respecto a otros.
-- Mapas militares: indican zonas ocupadas, movimientos de tropas,
encuentros bélicos, etc.
-- Mapas temáticos: reflejan la localización y la distribución espacial de hechos
y fenómenos muy diversos. Pueden ser de naturaleza económica, demográfica,
lingüística, cultural, etc.
-- Cartogramas: deforman, amplían o reducen el área correspondiente a zonas
particulares del mapa, según la mayor o menor densidad del fenómeno que
describen. Así, por ejemplo, un cartograma referido a la incidencia de una epidemia
otorgará a cada zona un área proporcional al número de afectados, manteniendo la
silueta general del mapa.

Pauta de desarrollo
En todos los casos se pueden aplicar criterios comunes de tratamiento para su
análisis y comentario, teniendo en cuenta que el ejercicio se plantea como objetivo
principal reflexionar sobre las causas y las consecuencias de esa particular
organización que aparece en el mapa.
1.- Identificación del mapa. Tras la lectura de su título, debemos identificar el
espacio objeto de estudio, ponerlo en relación con un conjunto geográfico más amplio
y señalar qué tipo de mapa es y la fecha de referencia. Se trata, en suma, de
destacar todos aquellos elementos que nos permitan caracterizarlo suficientemente.
2.- Observación y descripción de sus elementos. Todo mapa presentará una
serie de signos convencionales, colores y toponimia que nos servirán para describir la
información que aporta. Para ello, hemos de tener en cuenta los vacíos existentes, las

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continuidades y la mayor o menor densidad del fenómeno de las diferentes zonas del
mapa.
3.- Análisis y comentario. Habrá que formular hipótesis explicativas desde el
punto de vista histórico recurriendo a nuestros conocimientos sobre el tema,
contrastar el mapa con otras fuentes documentales (otros mapas que conozcamos,
estadísticas, etc.) y señalar las consecuencias del fenómeno estudiado.
4.- Valoración de la información aportada por el mapa. Puesto que se trata de
un documento cartográfico, nunca nuestra reflexión deberá atenerse a cuestiones
relacionadas con el hecho de la distribución espacial del fenómeno estudiado. Así,
por ejemplo, un mapa que refleje la industrialización de España a mediados del siglo
XX nos permite un comentario sobre el fenómeno concreto de la geografía industrial
en esa centuria y, quizás, a comienzo de la siguiente; pero no sería razonable
extender el comentario hasta tratar toda la problemática de la revolución industrial de
España o hacer un estudio general del economía en la España contemporánea.

5.- ANÁLISIS Y COMENTARIO DE DOCUMENTOS ICINOGRÁFICOS

Pautas de desarrollo
1.- Identificación y descripción del documento. Debemos indicar los siguientes
elementos: autor, fecha de la realización, género (propagandístico, educativo, etc.),
tema que trata, destinatario (a que grupo social va dirigido), material y técnica
utilizados y soporte (medio de comunicación, exposición pública, etc.)
2.- Análisis pormenorizados de los elementos iconográficos. Señalaremos la
escena o el lugar que representa; los planos que utiliza; los colores, los lemas, o
indicaciones textuales; las relaciones entre los elementos del documento, etc. Muy
posiblemente se podrá hacer algún apunte sobre la composición del mismo a partir de
la distribución de los elementos iconográficos y establecer relaciones entre texto e
imagen, en su caso. Tómese nota también de los símbolos que aparecen de modo
explícito.
3.- Interpretación del contenido y función social del documento. Nuestro
análisis debe llevarnos a descubrir cuál es la significación social del documento.
Debemos considerar el momento histórico de su realización, la posición del grupo
(político, social, económico) a cuyos intereses responde, el problema que refleja y
cuantas connotaciones de tipo ideológico, político, moral, etc., se adviertan en el
documento.
En suma se trata de poner en relación la imagen con el contexto social e
histórico de su realización utilizando diversas escalas. Por ejemplo, un cartel de
nuestra Guerra Civil, nos llevará a comentar el momento de la contienda, el partido
político que lo produce, la actitud y el comportamiento que se pretende suscitar en los
destinatarios, etc.
4.- Valoración del documento. Esto nos permitirá señalar que la medida logró
sus objetivos el documento y, apurando el análisis, la importancia que ha podido tener
este tipo de recursos en los fenómenos de la comunicación social, el valor estético de
los mismos, etc.

6.- COMPOSICIÓN A PARTIR DE DIVERSAS FUENTES Y DOCUMENTOS

La composición pretende evaluar la capacidad de integrar informaciones de


diferente signos y formato en torno a una cuestión histórica relevante, que muchas
veces será un tema general básico en la historia contemporánea: el proceso de

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industrialización en la España del siglo XIX, el sistema político de la Restauración, las
reformas de la Segunda República, la transición democrática, etc.

Pautas de desarrollo
1.- Enunciado y breve desarrollo de las líneas generales del tema.
2.- Análisis sucinto de la naturaleza y el contenido de los diferentes
documentos y materiales aportados, de acuerdo con lo que se propone en los
apartados anteriores (dependiendo de la naturaleza de los materiales: cartografía,
prensa, textos historiográficos, series, etc.)
3.- Desarrollo del tema, con cita y alusiones frecuentes al contenido de los
documentos como elementos que avalan lo que se expresa en la redacción. Debe
prestarse especial atención a la redacción de los encabezamientos y los títulos de
capítulos y epígrafes, de modo que sean significativos, según los criterios que se
señalan en el apartado 2, “Exposición y desarrollo de temas”.

EJEMPLO DE EXAMEN.

OPCIÓN A
1º TEXTO
“Art. 3. La soberanía reside especialmente en la Nación y, por lo mismo,
pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.
Art. 4. La Nación está obligada a conservar y proteger por leyes sabias y justas
la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos
que la componen.
Art.14. El gobierno de la Nación española es una Monarquía moderada
hereditaria.
Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey
Art. 287. Ningún español podrá ser preso sin que preceda información sumaria
del hecho por el que merezca según la ley ser castigado con pena corporal, y
asimismo un mandamiento del juez por escrito, que se le notificará en el acto mismo
de la prisión.
Art. 371. Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus
ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la
publicación alguna anterior a la publicación bajo las restricciones y responsabilidad
que establezcan las leyes”.
Constitución española de 1812

2º GRAFICO
Eclesiástico 80 ---------------------------------------------------------------------------
Abogados 56 ------------------------------------------------
Funcionarios 48 ---------------------------------------
Militares 30
-------------------------------
Sin profesión determinada 20----------------------
Catedráticos de Universidad 16--------------
Nobles 14 --------
Marinos 8-----
Comerciantes 6----
Escritores 2-
Arquitectos 1
Bachilleres 1

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Médicos 1

OPCION B
1º TEXTO
“Al final de la guerra de liberación, la economía española tuvo que enfrentarse
con el problema de su reconstrucción, que se veía retardada en aquellos momentos
por la insuficiencia de los recursos y por bajos niveles de renta y ahorro, agravados
por el desequilibrio de la capacidad productiva como consecuencia de la contienda.

La guerra mundial y las repercusiones que trajo consigo aumentaron estas


dificultades y cerraron en gran parte de los mercados y fuentes de aprovisionamiento
normales, lo que motivó una serie de intervenciones económicas al servicio de las
tareas de abastecimiento y de la reconstrucción nacional [...] Resueltos un sinfín de
problemas, hay que enfrentarse ahora con otros derivados tanto del nivel de vida ya
alcanzando cuanto de la evaluación de la economía mundial, especialmente la de los
países de Occidente, en cuyas organizaciones económicas está integrada España.
Para ello son imprescindibles unas medidas de adaptación que, sin romper la
continuidad de nuestro proceso económico, aseguren un crecimiento de la producción
respaldada por una política de ahorro y de ordenación del gasto [...] En este aspecto,
el Decreto-Ley que a continuación se articula establece la liberalización progresiva de
la importación de mercancías y, paralelamente, la de su comercio interior, autoriza la
convertibilidad de la peseta y una regulación del mercado de divisas, facultad de
Gobierno para modificar las tarifas de determinados impuestos y al Ministerio de
Hacienda para dictar normas acerca del volumen de créditos. [...] La mayor
flexibilidad económica que se establecerá gradualmente no supone en ningún caso
que abdique del derecho y de la obligación de vigilar y fomentar el desarrollo
económico del país. Por el contrario esta función se podrá ejercer con mayor agilidad
suprimiendo intervenciones hoy innecesarias.
De este modo, se espera obtener la estabilidad interna y externa de nuestra
economía, el equilibrio de la balanza de pagos, el robustecimiento de la confianza en
nuestro signo monetario y, en suma, la normalización de nuestra vida económica”
Plan de Estabilización, 20 de julio de 1959. Decreto-Ley

CUADRO
Años Nº de habitantes Renta per cápita Saldos de la balanza de
(millones (miles de ptas.) pagos (millones dólar)

1960 30,3 30,8 519,38


1961 30,6 33,8 433,45
1962 30,9 .... .....
1963 31,2 41,7 32,93
1964 31,5 45,1 287,71
1965 31,9 48,0 -177,46
1966 32,2 52,9 -220,41
1967 32,5 57,2 78,86
1968 32,9 61,3 339,43
1969 33,2 66,6 112,21
SOLUCIÓN A LA PRUEBA

OPCION A

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Se trata de una selección del articulado de la Constitución de 1812,
promulgada el día 19 de marzo de ese mismo año y elaborada por los diputados de
las Cortes reunidas en Cádiz desde 1810 a convocatoria del Consejo de Regencia.
Es un documento histórico público de naturaleza política, fuente directa y primaria
para el conocimiento del proceso de abolición del Antiguo Régimen en España y, por
tanto, del desarrollo de la revolución liberal. Como sucede con todas las
Constituciones, la de 1812 expresa la correlación de fuerzas políticas e ideológicas
mayoritaria en la Asamblea Constituyente.

Descripción de su contenido.
En esta selección se recogen algunos artículos que expresan principios
fundamentales del liberalismo avanzado. Se definen los siguientes.
 La soberanía nacional (artículo 3), según la cual corresponde a la sociedad
civil (la nación) darse a sí misma las leyes según la voluntad general.
 El derecho de propiedad y los derechos no enumerados, que se consideran
inviolables, y su conservación y protección una obligación fundamental del
poder político (artículo 4)
 La forma de gobierno, establecida como monarquía moderada
(constitucional), y el otorgamiento al rey de diversas prerrogativas sobre los
poderes legislativo y ejecutivo (artículo 14, 15)
 Garantías judiciales de los ciudadanos y otorgamiento a los jueces del
poder exclusivo de privación de libertad a cualquier ciudadano (artículo 287)
 Reconocimiento de la libertad de prensa e imprenta sin censura previa
(artículo 371)

Gráfico
Expresa la extracción social de los diputados de Cádiz. Se trata de una fuente
secundaria, elaborada por la historiografía, sin que conste el autor que proporciona
datos. El total de los miembros contabilizados asciende a 296, que debió de ser el
máximo número de asistentes a las sesiones a lo largo de los más de tres años de
existencia de las mismas.
Un análisis de los datos nos permite afirmar que en las Cortes participaron dos
grupos sociales:
 Un bloque formado por eclesiásticos, militares y nobles que, grosso modo,
pueden considerarse pertenecientes a los estamento privilegiados del
Antiguo Régimen.
 Un bloque formado de personas con profesionales ligadas a la
Administración, la Universidad y el comercio, que se pueden calificar,
también con carácter general, como clases medias (así se las llamaba
entonces), es decir, sectores sociales pertenecientes a la burguesía.

Las Cortes de Cádiz


Convocatoria de las Cortes
Mientras gran parte de la sociedad española se enfrentaba con las armas a los
franceses y a sus ideas, unos pocos ilustrados pretendían implantarlas para realizar,
como en Francia, una verdadera revolución burguesa. La gran oportunidad llegó
cuando las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central, que refugiada en
Cádiz, dio paso en enero de 1810 a una Regencia colectiva, una especie de gobierno
provisional compuesto por cinco miembros muy conservadores, pero sometidos a la

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presión ambiental de la ciudad, que era sede de nutrida burguesía mercantil y de
importantes colonias de comerciantes extranjeros.
Aunque la idea de una Reunión de Cortes Generales para reorganizar la vida
pública en tiempos de guerra y de vacío de poder ya había sido debatida en la Junta
Central, la Regencia no se decidió a convocarlas hasta que llegó a Cádiz la noticia del
establecimiento de poderes locales en distintas ciudades americanas que podían
poner en peligro el imperio español. Después de cien años en los que los Borbones
habían gobernado sin reunirlas, las Cortes inauguraron sus reuniones en septiembre
de 1810 con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nación
española, y prolongaron su actividad hasta la primavera de 1814. Un conjunto de
decretos y, sobre todo, la Constitución de 1812 manifiestan su deseo de
transformación del país mediante la aplicación de en importantes reformas que
debían convertir España en una monarquía liberal y parlamentaria.

Composición de la Cortes
Los integrantes de las Cortes formaban un grupo heterogéneo en el que
figuraban muchos burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales
procedentes de otras ciudades tomadas por el ejército del rey José, y miembros de
las Juntas, que, huyendo de la guerra, se habían concentrado en Cádiz, ciudad-
refugio protegida por la marina británica.
A causa de las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la jerarquía de la
Iglesia apenas estuvieron representadas en Cádiz. Tampoco asistieron los delegados
de las provincias ocupadas (la mayoría), a los que se buscó suplentes gaditanos, lo
mismo a los representantes de los territorios españoles de América. Según se
advierte en el gráfico, predominaban en las Cortes las clases medias con formación
intelectual, eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares y catedráticos, aunque no
faltaban tampoco miembros de la burguesía industrial y comercial. No había, en
cambio, representación alguna de las masas populares: ni un solo campesino tuvo
sitio en la Asamblea de Cádiz; y tampoco hubo mujeres, carentes todavía de todo
derecho político. Las primeras sesiones de las Cortes congregaron a un centenar de
diputados, pero su número fue aumentando hasta llegar a los trescientos.

Tendencia
De inmediato surgieron dos grandes tendencias en la cámara gaditana. Los
liberales (por primera vez se emplea este término como etiqueta política) eran
partidarios de reformas revolucionarias, mientras que los absolutistas, llamados
despectivamente “serviles”, pretendían mantener el viejo orden monárquico. La
prensa de Cádiz estuvo mayoritariamente del lado de los liberales, que siempre
dominaron los debates de las Cortes, en tanto que los púlpitos de las iglesias se
mantuvieron al servicio de la ideología absolutista. No obstante, algunos clérigos
apoyaron con fuerzas las reformas políticas de Diego Muñoz Torrero, miembro del
equipo redactor de la Constitución y una de las personalidades más relevantes dentro
de la familia liberal.
Desde su comienzo, las Cortes demostraron que en nada se parecían a las
antiguas. Al declararse Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional, los
diputados gaditanos ponían en marcha la revolución liberal, que contaba ya con el
precedente de la Francia de 1789. Así mismo, con la concesión de iguales derechos a
todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían España y sus colonias en
una única nación repartida en ambos lados de océano.

Los decretos de abolición del Antiguo Régimen

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Los liberales aprobaron el decreto de libertad de imprenta (primera formulación
del derecho de expresión), que suprimía la censura para los escritos políticos, pero no
para los religiosos. La libre expresión de las ideas era una pieza clave de un sistema
basado en la soberanía nacional y un eficaz instrumento de concienciación política y
de defensa frente a los abusos del poder.
Fueron abolidos los señoríos jurisdiccionales, que impedían la modernización
de la Administración local y provincial; esta fue una decisión fundamental en el
proceso de reforzamiento del Estado, ya que la mitad de los pueblos y dos tercios de
las ciudades españolas mantenían todavía alguna dependencia del clero y la nobleza.
También fueron derogados los gremios, una estructura medieval tachada de
inoperante desde el reinado de Carlos III, para dar paso a las modernas relaciones de
producción liberal capitalista. Se decretó, así mismo, la venta en pública subasta de
las tierras comunales de los municipios como medidas desamortizadora, y la Mesta
quedó suprimida, reconociéndose el decreto de los pueblos a acotar sus tierras
comunales.

La Constitución de 1812
Esta constitución, la primera de la historia de España elaborada por unas
Cortes Constituyentes, resume la labor legisladora de las Cortes y establece las ideas
del liberalismo español. Es un texto muy extenso en el que se regulan con detalle
todas las cuestiones relacionadas con la vida política y los derechos de los
ciudadanos.
La Constitución proclama la soberanía nacional en detrimento del rey, al que
se le quita la función legisladora, atribuida ahora a las Cortes. Estas tendrían una sola
cámara, elegida por sufragio universal masculino mediante un complicado sistema de
compromisarios; para ser diputado se requería, sin embargo, la condición de
propietario, lo cual excluía a los asalariados y a los campesinos sin tierra. Al atribuir la
soberanía nacional a la nación se estaba produciendo un cambio fundamental; de
acuerdo con el texto, los ciudadanos reconocían a Fernando VII como rey de España,
pero no como rey absoluto, sino constitucional.
Su idea de la nación quedó plasmada en el diseño de un Estado unitario que
afirmaba los derechos de los españoles en su conjunto, por encima de los derechos
históricos de cada reino. Los diputados representan a la nación, lo que supone la
eliminación de toda otra representación, regional o corporativa, que ya carecía se
sentido en una España dividida en provincias y municipios. De esta forma, la
Constitución de 1812 daba un nuevo paso adelante en el proceso de centralización
política y administrativa emprendido por los primeros Borbones. Con su afirmación de
los derechos individuales y colectivos de los españoles, ponía los fundamentos para
acabar con un modelo de sociedad basado en las exenciones y los privilegios. A fin
de conseguir la igualdad de los ciudadanos, la Constitución de 1812 fijaba una
burocracia centralizada, una fiscalidad común, un ejército (milicia) nacional y un
mercado libre de aduanas interiores. Pero define el Estado como confesional y
reconoce las propiedades de los grupos de los privilegiados, lo que constituye un
aspecto reaccionario a favor de la minoría absolutista de las Cortes y de los grupos.
La Constitución no tuvo vigencia real en España por causa de la guerra, y
Fernando VII la abolió en 1814. Solo estuvo vigente en el trienio liberal (1820-1823) y
durante unos meses en 1836. No obstante, años después otros textos inspirados en
ella se encargarían de hacer avanzar la sociedad española en la conquista de sus
derechos individuales y colectivos. Como símbolo del deseo de libertad de los
españoles, la Constitución de 1812 permanecería viva en el recuerdo a lo largo del

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siglo, prolongándose, también, en el ideario de los liberales de América del Sur y de
Europa.

OPCION B

Se trata del preámbulo al Decreto de 20-VII-1959, por el que el gobierno del


general Franco establece un Plan de Estabilización de la economía. El documento es
una fuente primaria y directa para el conocimiento de la evolución económica y social
de España durante la dictadura franquista. En él se presenta la justificación del
Gobierno para la Promulgación del Decreto que estableció el Plan de Estabilización,
un conjunto de medidas política económicas destinadas a fomentar el crecimiento.
Encontramos las siguientes ideas:
 Afirma que la Guerra Civil (“de liberación”, como la llamaban los
franquistas) produjo una pérdida de capacidad productiva del país,
agravadas por la Segunda Guerra Mundial y sus repercusiones.
 Ello condujo a establecer medidas de intervencionismo económico del
Estado para el “abastecimiento y la reconstrucción nacional”.
 Después de veinte años, creen llegado el momento de acelerar el
crecimiento económico, teniendo en cuenta la evolución de la economía
mundial y, especialmente, de los países de Occidente con los que España
posee fuertes relaciones.
 Por todo ello, el Decreto establecerá medidas de liberalización y
flexibilización de la economía, reduciendo el intervencionismo estatal
innecesario. Los fines buscados son: equilibrar la balanza de pagos,
estabilizar la economía y robustecer la peseta

Cuadro
Este cuadro, de cuyo autor no hay referencia alguna, expresa la evolución de
tres variables significativas de la situación económica y social de España durante la
década de 1960: la población total del país, expresada en millones de habitantes; la
renta per cápita, en miles de pesetas, resultante de dividir entre la población el total
de la Renta Nacional, y el saldo de la balanza de pagos, en millones de dólares.
Los datos arrojan una visión de crecimiento y dinamismo económico y
demográfico:
 La población crece un 10% en esa década, lo que indica que se trata de
una etapa de expansión notable.
 La renta per cápita se duplica, lo que significa que el Producto Interior Bruto
(PIB) o valor total de la producción del país ha crecido en esos diez años
más de un 100%.
 El saldo en la balanza de pagos muy fluctuante, con variaciones muy
notables y fases de superávit y déficit que muestran una situación de gran
dinamismo en los intercambios con el exterior, tanto de mercancías como
de capitales.
En conjunto, el cuadro nos presenta una coyuntura económica expansiva y de
crecimiento acelerado de la economía nacional, que coincide con los años de puesta
en la marcha de los Planes de Desarrollo del franquismo, como explicaremos a
continuación.

Introducción: el abandono de la autarquía

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Desde el comienzo de la década de los cincuenta, la autarquía económica se
hizo cada vez más insostenibles y manifestaba graves muestras de descomposición.
En 1951, el nuevo ministro de Comercio, Arburúa, con la colaboración de Cabestany
en Agricultura, emprendió una revisión moderada del rígido intervencionismo
comercial. La supresión del racionamiento vino acompañada de un decreto que
establecía la libertad de precios, comercio y circulación de los productos alimentarios,
lo cual suponía cierta normalización de la vida cotidiana. Los salarios seguían
tasados, pero el aumento de la demanda industrial favoreció los ingresos adicionales
por horas extra, jornadas festivas trabajadas o vacaciones no disfrutadas. El
Ministerio de Trabajo, al frente del cual estuvo durante diecisiete años Girón, se
encargó de planificar subidas salariales y sus largos bloqueos.
Por otra parte, la ayuda económica estadounidense pronto dejó huella en el
sector industrial, que comenzó a disponer de materias primas y los suministros
imprescindibles para mejorar su capacidad productiva. A partir de 1950 se abrió un
período de crecimiento industrial muy intenso y regular, que no cesaría hasta 1974.
Pero no por ello España había dejado de ser un país eminentemente agrario, como
afirmaban quienes criticaban la apuesta industrial del Gobierno y reclamaban una
atención preferente al campo. La mayor parte de los españoles de 1950 trabajaba o
vivía del producto de la tierra, mientras que los artículos agropecuarios seguían
siendo fundamentales en la nómina exportadora, especialmente el aceite, los agrios y
el vino, aunque cada vez con más duros competidores en los otros países
mediterráneos. No obstante la mejora de los rendimientos, la agricultura estuvo
marcada por la escasez de iniciativas empresariales y por la ausencia de cierto estilo
financiero o capitalista en el sector.
El fin del aislamiento político del régimen y su acercamiento progresivo a los
países occidentales contribuyeron a incrementar el flujo turístico tradicional, de tal
forma que medio millón de visitantes de 1950 se convirtió en seis millones largos en
1960. Los ingresos obtenidos por gastos de estancia y consumo de esta gran masa
de turistas fueron decisivos para lograr el equilibrio de la balanza de pagos.

El Plan de Estabilización.
Hacia 197, el Estado español estaba al borde de la bancarrota. La
semiautarquía y la sindicación vertical asfixiaba a la economía, y Franco comprendió
la necesidad de introducir cambios. Para dirigir el nuevo giro de su política eligió a
ministros formados en economía y derecho administrativo, algunos de los cuales
pertenecían al instituto secular católico del Opus Dei. El Gobierno constituido por
Franco en 1957 representó la liquidación de los ideales económicos de la Falange y
el nacimiento de un grupo político, los tecnócratas, moderno en lo económico y
conservadores en lo político, cuya gestión inauguró una era de desarrollo en la
historia del franquismo. Por fin, el régimen se decidía a liberalizar la economía
española, poniéndola en línea con la de los países occidentales y ofreciendo
oportunidades a las inversiones extranjeras, que hasta entonces había estado muy
restringidas. Pero, para cumplir tal objetivo, se necesitaría pasar antes por un Plan de
Estabilización, que se pondría en marcha en julio de 1959.
El Plan de Estabilización llevó a los españoles a una forzada austeridad, pues
recortó el gasto público, restringió el crédito, congeló los salarios, limitó las horas
extra y devaluó la peseta. Así mismo, el plan ponía fin a muchos controles
comerciales e industriales internos y favorecía las inversiones extranjeras, siendo en
su conjunto la operación económica de mayor alcance realizada por el Estado en el
período de 1939-1959. También se abordó la siempre aplazada reforma fiscal con
nuevas estimaciones tributarias y persecución del fraude, lo que aumentó los ingresos

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ordinarios del Estado, pero no alteró apenas el anacrónico sistema fiscal vigente
hasta la transición democrática. Al no embarcarse en una verdadera reforma fiscal
que afectaría a sus clientelas, las clases medias, el Estado franquista se vio
condenado a la pobreza y a mantener unos presupuestos austeros que impidieron
modernizar las Fuerzas Armadas, el sistema educativo o las infraestructuras.
Los efectos del programa de estabilización fueron inmediatos, pero tuvieron un
alto costo, sobre todo en los trabajadores, a los que se privaba de las horas
extraordinarias, mientras que la restricción de créditos a los negocios casi doblaba el
desempleo. En el campo, una cosecha desastrosa aumentó el paro rural y empujó a
los labradores a abandonar la tierra. La consecuencia fue que muchos españoles
emigraron a las regiones industriales de la periferia y otros buscaron trabajo en el
extranjero. Para suavizar los efectos negativos de la política estabilizadora, Estados
Unidos, el Fondo Monetario Internacional y la Banca privada concedieron a España
importantes créditos.

La España del desarrollo: los años sesenta


Los Planes de Desarrollo
Las buenas condiciones para llevar a cabo un impulso económico,
aprovechando la situación periférica de España respecto de la Europa del Mercado
Común, terminaron de convencer a Franco y a Carrero Blanco de la necesidad de la
reforma económica y entregaron los ministerios económicos a los tecnócratas del
Opus Dei. El franquismo inauguró una etapa de ideología desarrollista en la que la
subida de la renta per cápita fue propuesta como el gran objetivo nacional. “La
libertad empieza en el momento en que los ingresos mínimos de cada ciudadano
llegan a los 800 dólares anuales”, escribió un ministro, augurando que las reformas
de los tecnócratas serían beneficiosas para el franquismo en su conjunto, porque
garantizaban la supervivencia de un régimen que parecía condenado por los
desastres de su economía. En 1963, los españoles tenían una renta per cápita anual
de quinientos dólares, pero ocho años más tarde superaban los mil.
Entre 1962 y 1975, tres Planes de Desarrollo, de duración cuatrienal, señalan el
camino que España sigue para abandonar su reducto de subdesarrollo y meterse en
el club de los privilegiados como décima potencia industrial del mundo. Mediante la
planificación económica indicativa y la propaganda que alrededor de ella realizó el
régimen, el franquismo apareció como un régimen modernizador en lo económico. El
cerebro fue el catedrático de Derecho Administrativo Laureano López Rodó, quien en
1962 estaba ya al frente de la Comisaría del Plan de Desarrollo.
Inspirados en la planificación indicativa francesa, los tecnócratas del Gobierno
(Ullastres, López Rodó, Navarro Rubio, López Bravo) buscaban el crecimiento del
producto nacional, el pleno empleo, un mejor reparto de la renta y una progresiva
integración española en la economía mundial. Los Planes de Desarrollo señalaban
las direcciones de inversión preferentes y asignaban recursos ajustados a ellas.
También estimulaban la iniciativa privada con ventajas fiscales y crediticias, y
preveían la creación de “polos de desarrollo” en siete ciudades: Burgos, Huelva, Vigo,
A Coruña, Valladolid, Zaragoza y Sevilla.

Los cambios en la estructura económica


No todos los objetivos se alcanzaron, pero España tuvo en los años sesenta
una de las tasas de crecimiento más altas del mundo. La producción industrial
aumentó entre 1960 y 1973 con una tasa anual del 10%. El sector de más vistoso
desarrollo fue el del automóvil, a cuyo consumo masivo iban accediendo cada vez
más los españoles. Existían cinco grandes fabricantes de coches, entre los que

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destacaba SEAT y Renault, que se encontraban entre las mayores industrias del país.
El bienestar creciente se reflejaba, así mismo, en la amplitud del sector de
electrodomésticos destinados a aliviar las labores del hogar y a facilitar el ocio. En
1960, solo el 1% de las familias españolas tenía televisión; quince años más tarde,
el 85%. Las nuevas antenas en los tejados eran señaladas por la propaganda del
régimen como ejemplo de una consolidada sociedad de consumo.
La rápida industrialización de España exigió una cuantiosa importación de
bienes de equipo, que pudo realizarse gracias al continuo flujo de divisas procedentes
del turismo y de los ahorros enviados por los emigrantes desde distintos países
europeos. Entre 1960 y 1970, un millón de trabajadores españoles emigraron a través
de conductos legales, sobre todo a Francia y Alemania; pero los que salieron sin sus
documentos en regla casi alcanzaron ese número. La inversión de capital extranjero,
especialmente alemán y estadounidense, también facilitó la compra de materias
primas necesarias, al tiempo que el aumento de las exportaciones ofrecía buena
partidas de divisas, destinadas inmediatamente al desarrollo industrial. Seguras de la
protección de un régimen que las necesitaba, las empresas multinacionales se
movieron a sus anchas, molestadas tan solo por el discurso subversivo de la
oposición, que protestaba por la “venta” de España a los extranjeros.
Los principales beneficiarios del “milagro” económico fueron la Banca y los
grandes grupos industriales, que alcanzaron una indudable hegemonía sobre los
demás y que consiguieron el apoyo decidido del Estado mediante exenciones fiscales
o formas privilegiadas de financiación.

Los cambios sociales y culturales.


La otra cara del desarrollo español la constituyen no sólo el mantenimiento de
las desigualdades personales en la distribución de la renta, sino también el mal
reparto regional de los logros de la economía. España, efectivamente, era a
comienzos de los setenta un país desarrollado, pero mal desarrollado, que refleja el
fracaso de la política de descentralización industrial planificada por el Gobierno. Entre
1960 y 1973, la parte del PIB correspondiente al País Vasco, Madrid, Cataluña,
Baleares y Canarias creció hasta llegara a representar el 46%, mientras que las
demás regiones se repartían el resto. Ninguna variación experimentó la tabla de
clasificación de las provincias de acuerdo con sus ingresos por persona. La de mayor
nivel de vida en 1955 (Guipúzcoa, Vizcaya, Barcelona, Madrid, Álava) conservaban
su puesto en 1970, mientras que las menos agraciadas (Orense, Badajoz, Jaén,
Cáceres, Granada) no conseguían abandonar el final de la cola. Como consecuencia
de la planificación indicativa del Gobierno, surgieron algunos enclaves industriales en
Valladolid, Vigo, Zaragoza o Burgos; pero las dos Castillas, Aragón, Extremadura y
Andalucía no habían logrado aún salir de su atraso.
A impulsos del “milagro económico”, la sociedad española comenzó a cambiar
rápidamente. Desde 1962 (momento en que España contaba con 31 millones de
habitantes), hasta 1973, cuatro millones de personas abandonaron sus pueblos de
origen para dirigirse a Europa, a las regiones prósperas de España o a sus capitales
de provincia. Si las ciudades se súper poblaban con, rapidez, el campo se
despoblaba a igual velocidad, contribuyendo a reforzar la distribución cada vez más
irregular de la población española. La mejora de las carreteras, realizada por el
“Estado de obras” (así lo llamaban sus aduladores) facilitó los vínculos entre las
tierras de España pero dejaría como asignatura pendiente la modernización definitiva
de las comunicaciones.
El flujo continuo de turistas, la emigración y el establecimiento de empresas
multinacionales sirvieron para poner en contacto a los españoles con otras formas de

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vida y con nuevos modos de comportamiento político y social. Las condiciones de
empleo y el desarrollo de la educación, así como el aumento creciente de los salarios,
dieron origen a una nueva sociedad más instalada en la cultura del bienestar y la
tolerancia, y más en sintonía con las naciones del mundo occidental. En diciembre de
1963, la Ley de Bases de la Seguridad Social remplazaba todo el entramado de
seguros sociales, hasta entonces vigente, por un régimen de previsión total, en línea
con el Estado del bienestar desarrollado por la Europa rica después de la Segunda
Guerra Mundial. A partir del nacimiento de la nueva Seguridad Social, un número
creciente de españoles accedería a las pensiones de jubilación y a los servicios
sanitarios.

El franquismo ante la Europa del Mercado Común


En 1957, cunado el nacimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE)
puso en marcha un modelo de unión en Europa, el régimen reaccionó, según su
costumbre, con desprecio público e interés privado. En tanto que Franco y sus
ministros más conservadores mostraban su desdén hacia el Mercado Común, los
tecnócratas del Opus Dei permanecían muy atentos a las oportunidades que la
integración europea podía ofrecer a la economía española. Desde 1959, el
franquismo estuvo pidiendo a la CEE el establecimiento de conversaciones para
entrar en el grupo, algo que no le sería concedido nunca a causa de las
características políticas del régimen. Sí lograría, en cambio, años más tarde un
acuerdo comercial preferencial, mientras se congelaban las expectativas de
incorporación plena. Los españoles estaban convencidos, al menos desde ese
momento, de que su destino, a corto o largo plazo, no era otro que Europa, y los
gobiernos de Franco jugarán la carta económica de esta opción europea, pero sin
contrapartida de las reformas políticas y sociales obligatorias.

Las primeras conversaciones: el Acuerdo Preferencial.


El 9 de febrero de 1962, el gobierno español, por medio del ministro Castiella,
solicitaba formalmente a la CEE iniciar conversaciones para la adhesión. Esta
petición fue rechazada contundentemente por el Parlamento Europeo, para quien
“solamente los Estados que garanticen en sus territorios prácticas auténticamente
democráticas, así como el respeto a los derechos y libertades fundamentales, pueden
convertirse en miembros de la Comunidad”. Ni siquiera hubo respuesta oficial al
gobierno español. Dos años más tarde fue reiterada la solicitud, y en esta ocasión si
hubo una respuesta del Consejo de Ministros de la CEE, que afirmaba estar
dispuesto a “autorizar a la Comisión a entablar conversaciones con el gobierno
español”.
El resultado sería la firma, en 1970, de un simple Acuerdo Preferencial, por el
cual se facilitaban los intercambios entre los seis países comunitarios y España,
sobre todo con importantes rebajas arancelarias de la CEE en productos industriales,
aunque no así en los agrícolas. El acuerdo es considerado hoy favorable para
España, por cuanto contribuyó a reducir su déficit comercial con la CEE, que a partir
de 1971 comenzó a descender.
Tras la ampliación y el fortalecimiento del Mercado Común con la incorporación,
en 1972, del reino Unido, Irlanda y Dinamarca (que suponía la desaparición de la otra
alternativa comunitaria europea, la EFTA), comenzarían nuevas conversaciones para
la renovación y ampliación del primer acuerdo. En esos años, los riegos que tuvo la
economía española de verse descolgada y reducida su participación en los
intercambios europeos fueron grandes; urgía, pues, la incorporación a Europa era
aún un régimen políticamente inaceptable para las democracias occidentales.

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