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LATÍN II TEMA INTRODUCTORIO

TEMA INTRODUCTORIO.- Génesis y transmisión de la literatura


latina. Introducción a los géneros literarios cultivados en
Roma.

1. Introducción

"Hemos superado en mucho la ciencia que el mundo antiguo conocía, pero hay lagunas
irreparables en nuestros conocimiento históricos. Imaginemos los misterios que podríamos
resolver sobre nuestro pasado si dispusiéramos de una tarjeta de lector para la Biblioteca de
Alejandría. Sabemos que había una historia del mundo en tres volúmenes, perdida actualmente,
de un sacerdote babilonio llamado Beroso. El primer volumen se ocupaba del intervalo desde la
Creación hasta el Diluvio, un período al cual atribuyó una duración de 432.000 años, es decir cien
veces más que la cronología del Antiguo Testamento. Me pregunto cuál era su contenido."
(SAGAN, CARL. Cosmos, p. 26)

Tito Livio escribió 142 volúmenes de los que sólo nos han llegado 35. Cicerón
redactó 120 discursos y sólo poseemos 60. De las 130 comedias de Plauto
conservamos 21.

No hay nada más terrible que la sensación de haber perdido algo para
siempre. De lo que escribieron los griegos y romanos hemos conservado sólo una
pequeñísima parte. Sabemos que un tal Aristarco de Samos ya pensaba que la
tierra y otros planetas giraban en torno al sol. También que Aristóteles escribió un
libro sobre la risa. Pero nunca podremos leerlo.

Afortunadamente y gracias al esfuerzo de muchos personajes anónimos


conservamos aún bastantes obras. Pero ¿cómo consiguieron salvarse de guerras,
incendios o el deterioro del tiempo?

2. La transmisión de la literatura clásica

2.1. Materiales de escritura

2.1.1. El papiro egipcio

El papiro egipcio era un excelente material para la escritura. Se trata de una


planta, el Cyperus papyrus, cultivada en la región del delta del Nilo. El tallo
central se cortaba en finas tiras que se entrelazaban y tras ser aplastadas daban
lugar a una suave superficie muy apta para la escritura. Plinio el Viejo nos
cuenta cómo se fabricaba. Las tiras horizontales quedaban en la cara donde se
escribía sirviendo de pautado.

Prácticamente su única pega era que resultaba muy caro al tratarse de un


material de importación. A partir del siglo III fue reemplazado por el pergamino y
en el siglo octavo y noveno los árabes ya utilizaban otras plantas para conseguir
papel. Pero se usó esporádicamente al menos hasta el siglo XII.

2.1.2. Los volúmenes

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Las hojas de papiro trenzado se unían en rollos, volumina (de donde nuestros
“volúmenes”), que podían tener hasta cinco metros de largo. Estos rollos podían
tener entre 20 y 50 hojas encoladas. Los rollos se guardaban en cajas cilíndricas
de cuero llamadas cistae.

2.1.3. El pergamino

Alrededor del siglo II a.C. se generalizó la antigua práctica jonia de utilizar


pieles de animales para la escritura. Ya egipcios y hebreos lo habían utilizado
antes. El pergamino es un material de escritura que se consigue curtiendo
cuidadosamente pieles de terneros, cabras, ovejas, etc. Pero para que sea de la
mejor calidad es necesario que los animales tengan poca edad. Todo esto hace
que no resulte tampoco muy barato. La tradición cuenta que fue Eumenes de
Pérgamo alrededor del 190 a.C. el que empezó a utilizarlo sistemáticamente.

2.1.4. Los “códices”

Al principio los pergaminos se enrollaban como se había hecho antes con los
papiros pero en torno al siglo I d.C. se tomó la costumbre de doblarlos en varios
pliegues y coserlos formando un codex (“códice”). Originariamente se llamaba
codex a un conjunto de tablillas de madera cubiertas de cera y unidas con una
cuerda en el extremo.

2.1.5. El papel

El papel se consigue a partir de una pulpa fabricada con fibras vegetales que
se extrajo durante mucho tiempo de fibras vegetales, trapos y telas y
posteriormente de la madera. El papel se conocía en China alrededor del siglo II
d.C. En el siglo VIII llegó a Bagdad y los árabes lo difundieron en Occidente. En el
siglo XIV se fabricaba regularmente en Europa. El papel es mucho más económico
y manejable que los otros materiales pero debemos reconocer que muchos textos
que se conservaron por estar escritos en pergamino no lo hubieran hecho de
haber sido escritos en papel.

2.2. La transmisión a través de la historia

2.2.1. La Edad Antigua

La épica y la poesía antigua se transmitieron durante mucho tiempo de forma


oral. Esto hacía de las obras una materia “viva” sujeta a constantes variaciones y
añadidos. Hacia el siglo VI Pisístrato, en Atenas, ordenó la fijación de un texto
escrito de la Ilíada y la Odisea. A partir de entonces los autores empezaron a
contar con espléndidas bibliotecas y se extendió la costumbre de aprender
copiando las obras de los ya consagrados.

2.2.2. La Edad Media

En este período la decadencia y el olvido de los clásicos dieron origen a todo


tipo de versiones y fantasías sobre la antigüedad. Así, por ejemplo, Virgilio es
considerado como un mago, Terencio como un filósofo, etc. Por otra parte la
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presión religiosa llevó a la destrucción de muchos textos clásicos acusados de


impiedad o simplemente “molestos” para las opiniones de la Iglesia.

2.2.3. El Renacimiento

El siglo XV será fundamental en la recuperación del saber clásico. Por una


parte, Constantinopla caerá en poder de los turcos en 1453. En la capital de
Bizancio se guardaban gran cantidad de obras de la Grecia antigua. Muchas de
éstas pasan a Italia. Allí enriquecerán un movimiento de renovación cultural, el
Humanismo, que buscaba en la Antigüedad la referencia para afrontar los
nuevos tiempos que vivía el mundo: se descubrían nuevas tierras, la imprenta
difundía, a una velocidad nunca vista, cualquier conocimiento.

Los medios técnicos produjeron una difusión sin precedentes de las obras
clásicas. Los autores favoritos son Ovidio, Séneca, Virgilio y Cicerón. En fin,
algunos humanistas, como Lorenzo Valla, inventarán la crítica filológica poniendo
al descubierto mentiras comúnmente creídas como la llamada Donación de
Constantino, que se hacía remontar al siglo IV cuando en realidad era un falso
documento del siglo VIII. Además, los estudios de filología griega y latina
alcanzarán un gran nivel en Europa y España, sobre todo, en Salamanca y Alcalá
de Henares.

2.3. La arqueología

Incluimos aquí este epígrafe porque esta ciencia puede también


proporcionarnos textos que creíamos perdidos. Hace tiempo que se han
encontrado papiros antiguos. Pero el mal estado de conservación hacía que a
menudo fuera imposible incluso desplegarlos para poder leerlos. Los últimos
descubrimientos científicos han conseguido que podamos leer estos documentos
de incalculable valor. Muchas obras sólo nos son conocidas a través de estos
papiros.

2.3.1. Egipto

La mayor parte de los papiros descubiertos gracias a la arqueología se han


encontrado en Egipto. Cuando se comenzaron las excavaciones de Al Fayum en el
siglo XIX se descubrió que en muchas ocasiones se habían utilizado papiros para
cubrir los cuerpos. Gran parte de estos se perdieron por una inadecuada
manipulación pero muchos otros se han recuperado. En 1985 se comenzaron las
excavaciones en Oxirrinco. Un asentamiento griego en el cual se han
descubierto gran cantidad de textos.

2.3.2. Pompeya y Herculano

Las ciudades de Pompeya y Herculano también nos han deparado muchas


agradables sorpresas. Cabe destacar la famosa Villa de los Papiros en Herculano
donde se encontraron 1800. Y todavía queda gran parte por excavar. ¿Hallaremos
allí obras perdidas que pueden cambiar nuestra visión de la historia?

3. La evolución de la literatura latina. Génesis de los géneros literarios.


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La literatura es una de las mayores aportaciones del mundo clásico en general


y romano en particular, y de las que aún perviven con mayor vigor.

Las primeras manifestaciones literarias eran de carácter oral y estaban muchas


veces enmarcadas en ceremonias religiosas. Tras la adopción de la escritura y el
desarrollo político de la ciudad de Roma, a estas manifestaciones orales se
empiezan a unir las letras griegas que penetran desde la Magna Grecia en el
mundo de los romanos; los romanos cultos de la primera época republicana se
rodean de sabios griegos que les enseñan también su tradición literaria. Así por
ejemplo, Polibio acompaña a Escipión en las Guerras Púnicas y escribe, en griego,
una historia con sus experiencias. En este periodo incluso los romanos prefieren el
refinado griego al rudimentario latín para sus creaciones literarias. Los primeros
historiadores latinos, los llamados “analistas” usan la lengua de Homero.

Pero conforme la clase senatorial romana va tomando conciencia de su


importancia, se decide reaccionar y dar al latín una mayor importancia. Cuando
en Roma empieza a surgir la literatura de manera escrita con autores conocidos
en el s. III a.C., la literatura griega lleva ya más de cinco siglos produciendo obras
que por entonces gozan de una gran tradición no sólo en Grecia, sino también en
todo el Mediterráneo. Esto hace que los géneros, los temas, los personajes, las
tramas, el lenguaje, el estilo provengan fundamentalmente de Grecia. Esta
primera afirmación parece quitarle mérito y originalidad a la literatura latina. Así
se consideró en cierto modo durante buena parte del s. XIX entre los estudiosos,
sin embargo, la importancia de la literatura latina es crucial, sin ella no hubiese
habido literaturas románicas, ni inglesa, ni alemana. Roma asimila la gran
literatura que la precedió, la griega, y la transmite a través de sus autores a la
Europa posterior, y de ahí al resto del mundo.

Así pues, los romanos se sentían continuadores de la obra iniciada por los
griegos. Cuando Catulo (87-54 a. C.) remeda a Safo, quiere continuar su obra, no
repetirla, del mismo modo que fray Luis de León continuaba la obra de Horacio,
Garcilaso parafrasea la de Virgilio, o Molière la de Plauto (255–184 a.C.). Si
ninguno de estos tres autores no latinos dejaría de ser considerado una pieza
fundamental de la literatura por nadie en su sano juicio, tampoco Catulo, Virgilio
u Horacio pierden un ápice de su interés por el hecho de haber continuado un
camino abierto por otros. Esta cadena literaria continúa hasta nuestros días: si la
Generación del 27 es deudora de Garcilaso, también lo es de Virgilio, por poner
un ejemplo. De este modo, en cualquier periodo de cualquier literatura occidental
subyacerá siempre de una manera más o menos directa la literatura clásica.

También en Roma la literatura gozó de gran prestigio e importancia. Por un


lado la labor poética y dramática era una de las actividades que llenaba el otium
de los romanos. La oratoria latina, basada en la retórica griega, era la formación
superior que todo romano, que quisiera hacer carrera, debía poseer. Por esta
razón Cicerón se convirtió en uno de los paradigmas de la literatura latina; su
oratoria fue el modelo que se debía seguir en la Roma que le siguió.

En Roma por primera vez hubo escritores profesionales, se creó el patrocinio


de los artistas; Mecenas (época de Augusto) fue su primer gran ejemplo. Las
obras literarias de Virgilio (71–19 a.C.), Horacio (65–8 a.C.), Propercio , por

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citar algunos nombres, tuvieron una enorme popularidad. Los tres fueron
escritores “profesionales” al abrigo de Mecenas.

Pero el gran poder de Roma comenzó a declinar en la segunda mitad del s. III
d.C. y con él su interés por la tradición literaria y científica anterior. El declive se
hizo profundo con la caída del Imperio de Occidente, en donde las letras griegas
habían sido casi totalmente olvidadas y también buena parte de las latinas. En
este periodo, la Antigüedad Tardía, hay, pese a todo, autores muy importantes,
como San Agustín de Hipona (354–430), Prudencio (segunda mitad s. IV) y
otros ligados a la nueva religión que se ha impuesto en el Imperio: el
cristianismo.

La conservación de las obras literarias clásicas estuvo marcada desde su


origen por la dificultad y la fatalidad; uno de los hitos que ilustran esto último es
el incendio de la Biblioteca de Alejandría en el s I a.C., en el que se perdió para
siempre una parte muy importante del legado de Grecia.

La pérdida de interés por la literatura clásica hizo que muchas obras dejaran
de copiarse perdiéndose para siempre. Fue ya en la Antigüedad tardía, en el
declive del Imperio Romano, cuando se perdió una parte muy importante de la
literatura clásica. El griego, lengua común entre los romanos cultos en siglos
anteriores, se olvidó y produjo una fractura en la continuación de las artes y
ciencias de la Antigüedad.

La literatura latina continuó durante la Edad Media con periodos de más


esplendor, como el Renacimiento Carolingio en los s. VIII y IX. La Escuela de
Traductores de Toledo, patrocinada por Alfonso X el Sabio, sirvió para
redescubrir en Occidente autores griegos olvidados como Aristóteles o Euclides.
En la Edad Media son los monasterios de Occidente los que, gracias a sus copias
de los manuscritos de autores clásicos, mantienen viva la tradición clásica. Pero
será en el Renacimiento, cuando vuelva a recuperarse con fuerza el estudio de la
literatura clásica. Con la invención de la imprenta comienzan a editarse de forma
masiva los clásicos. Durante la Edad Moderna continúa la edición de los griegos y
romanos y continúa hasta el siglo XX. Hasta el siglo XIX, sin embargo, no se
cuenta con ediciones completas de autores como Cicerón. Es, pues, en el siglo
XX, cuando podemos contar con un panorama completo de la literatura clásica,
en la medida de lo posible. Su estudio e influencia continúa hasta nuestros días.

3.1. Periodos de la literatura latina

Sin pretender encasillar obras y autores latinos es conveniente, sin embargo,


poner límites al estudio de la literatura latina. Por esta razón dividiremos los
autores y obras en varios periodos, siguiendo la denominación y delimitación más
habitual en las historias de la literatura latina.

 Época arcaica: Desde el comienzo de la literatura hasta el año


100 a.C.

 Época clásica: Desde el año 100 a.C. hasta la muerte de


Augusto el 14 d.C.

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 Época posclásica: Desde la muerte de Augusto hasta el año


200 d.C.

 Época tardía: Desde el año 200 d.C. hasta el final de la


latinidad, que se suele situar en torno al año 600. En este
periodo, especialmente desde el s. IV, distinguimos la literatura
cristiana del resto de la obra literaria latina.

 Época medieval: desde el año 600 al final de la Edad Media.


Esta época no se suele incluir en el estudio de la literatura
latina. En una primera aproximación a la literatura latina
generalmente nos detendremos en la época posclásica, citando
sólo excepcionalmente algún autor u obra de época tardía.

3.2. Los géneros literarios romanos.

La literatura clásica clasificaba de manera clara las obras en diversos géneros


literarios, que a grandes rasgos perduran hasta la actualidad. Esta clasificación se
creó en Grecia, pero pasó al latín con algunas características comunes y otras
específicas. A veces, como pasaba en el teatro, se distinguían las obras
autóctonas de las griegas. El concepto de género literario gestado en Grecia se
mantuvo casi incólume en Roma.

Sin embargo el alcance de este concepto ha variado sustancialmente hasta


hoy: en Grecia y Roma los géneros tenían una clara distinción formal; no se podía,
por ejemplo, componer una obra de teatro con versos hexámetros dactílicos. La
distinción formal entre géneros era tajante y no afectaba sólo al estilo, a los
temas tratados, sino incluso al dialecto en que se redactaba. Las diferencias
formales eran taxativas.

Se entiende por género literario cada una de las distintas categorías o clases
en que se pueden ordenar las obras literarias.

Tradicionalmente se distinguen tres géneros mayores denominados lírica,


épica y dramática, que son los géneros poéticos, esto es, escritos en verso.
Hemos dicho que Aristóteles en su Poética fue el primero en teorizar sobre la
literatura. Tras Aristóteles el mundo helenístico continuó con el estudio teórico de
la literatura, desde donde pasó a Roma. Tenemos en Horacio con su Arte poética
o su Carta a los Pisones la continuación de esta tradición en Roma. En esta
tradición se creó, como pasó en otras disciplinas, la terminología propia de la
literatura. Se crearon términos como anáfora, poesía o sinécdoque, de origen
griego, o verso, prosa o literatura, de origen latino

Pero además de estos géneros mayores poéticos, en la Antigüedad se


cultivaron otros en prosa. Entre estos vamos a destacar la filosofía y la prosa
científica y técnica, la novela, la historiografía y sobre todo la retórica y
oratoria.

En Roma hubo algunos géneros literarios propios. Los romanos distinguían en


el teatro entre las obras de origen itálico y las de origen griego: las primeras se
llamaban fabula togata (obra de teatro representada con toga, traje nacional
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romano) y fabula palliata (obra de teatro representada con palio), haciendo


referencia a la indumentaria de los actores.

Probablemente el género literario más importante de los genuinos de Roma


sea la sátira, satura en latín (un guiso que mezclaba de todo): un género poético
en el que se mezclaban variados contenidos, pero tenía el rasgo común de criticar
ácidamente.

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