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El proceso es resaltado por jugarretas de una élite político-económica que cada día
concentra mayor poder, logrando mediante sus cuestionables tácticas el desvío de fondos
internacionales. Las prácticas cínicas, que la politiquería costarricense ha inculcado en la función
pública, han procurado satisfacer intereses de unos pocos, lejos de construir democracia en apego
a los intereses de la gran diversidad de sectores que conforman el pueblo costarricense. El falso
pluralismo, la falta de protección de los Derechos Humanos y la explotación desmedida de los
recursos naturales, son muestras de que nuestro país sufre una profunda decadencia estatal por
falta de un programa nación.
La falta de acciones por parte de la presidenta Laura Chinchilla en torno a este tema
resulta alarmante. A esto se suman las acciones serviles de la bancada de 23 diputados de la
fracción liberacionista, que ya en reiteradas ocasionas ha impedido la conformación de una
comisión de investigación en torno al tema que permita su análisis y control político.
Desde los diversos movimientos estudiantiles nos comprometemos a velar, activamente, por una
Costa Rica solidaria, justa y democrática. Una Costa Rica donde el poder político sea una
responsabilidad en la lucha por el bienestar de la mayoría, y no una herramienta para intereses
individuales, la corrupción y el tráfico de influencias. El delito debe ser castigado sin importar de
quien se trate. La corrupción debe ser castigada, no validada.