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Sergio Fuster
transcendente. En el caso del trisílabo ânj , puede que contenga el misterio que
encierra la vida animada, su reproducción, cesación y concomitancia, ya sea en
este mundo o en el otro.
forma más temprana con el signo de la cruz (paleo-hebreo, taw , siglo VII).
La taw en su forma mística se representa con una cruz sin cúspide (símbolo de
impureza para los hebreos). Pronto este signo pudo servir para simbolizar al dios
caldeo, Tammuz, aquel que, según el mito, después de su muerte, al ser
resucitado por su amante la diosa Ishtar, aflora a manera de un árbol o vid
(hierofanizado en la vegetación como protector de la agricultura) (23).
Según Cirilo de Alejandría y Jerónimo, Tammuz equivale al Adonis sirio, que
renace en un árbol. Plutarco dio a entender que también es homólogo a Osiris. En
esta versión del mito, Isis viaja hasta Biblos y rescata el cuerpo de su esposo
muerto (vida retardada) dentro de un tronco en forma de columna (24).
Encontramos así una correspondencia entre el signo cruciforme, el cuerpo físico
limitado en estado vegetativo y el árbol o matriz que contiene la vida futura. Este
se abre ahora como símbolo reproductivo masculino y femenino,
alternativamente, de la vida potencial y de las facultades generativas detenidas y
reactivadas (25).
En la trans -significación del símbolo como lenguaje místico universal,
el ânj comparte similitudes gráficas con la tav-taw de los idiomas semíticos (26)
y su asociación religiosa referente a la divinidad viva, suspendida y reanimada,
tanto en esta vida como en el Otro Mundo. Aunque lo vertical, en este caso,
representa concretamente la vida en potencia seminal (27).
2. 4. El ânj ha sido clasificado como un nudo o correa de sandalia (Gardiner
S34), pero su fonema corresponde a "vivir" o "vida". Veamos un ejemplo: la
palabra egipcia sahu , “noble”, con el determinativo
signo circular cruzado por dos calles que determinan cuatro esquinas ( ni(w)t ,
Gardiner 49), “villa, aldea, ciudad”, el cual, por extensión, durante el Reino
Nuevo, pasó a designar a Tebas, la No de La Biblia , que también fue cantada
como “madre de ciudades”.
4. 3. La geografía sagrada de Egipto estaba imaginada sobre un diagrama en cruz.
El Nilo cortaba al país como una arteria central en dos mitades (45), siendo como
un nudo conector y, a la vez, mostrando la dualidad del Alto y Bajo Egipto (46).
Por otra parte, la elíptica solar cruzaba el río desde el oriente - donde renacían Râ
u Horus del Nun - hacia el occidente, en donde Atum era el sol que se ocultaba.
Esto simbolizaba la continuación eterna de la existencia en dos niveles de
realidad: el Ser y el "(todavía) no" Ser ( papiro 1695 y 888), configuración de la
cual el ânjbien pudo ser una clausura simbólica muy apropiada, remitiendo, por
un lado, al elemento líquido (Agua) del sagrado Nilo – que procedía directamente
del Nun - y, por otra, a los elementos Aire y Fuego del ciclo solar. Es decir, una
cruz dentro de un Universo “vivo” (47).
4. 4. En el arte del Africa interior, la cruz tiene una relación astral y una
significación estrecha con respecto al nudo o cuerda como unión de los planos
cósmicos. Existe la costumbre de anudar una cuerdecilla formando pequeños
círculos en los extremos horizontales, los que denotarían las dos posiciones
solares: el naciente y el poniente; y la totalidad de los extremos muestran el ciclo
lunar completo (48).
Es interesante notar que, en el alfabeto surarábigo del siglo XV, la tav ( t ) se