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UG

Palacio de Minería, Cd. de México

Mario Augusto García Vázquez


500 “B”
UG
Introducción
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, un movimiento artístico y cultural en
México, que en contraposición del exuberante, caprichoso y en ocasiones
recargado movimiento barroco en la arquitectura, propone una visión renacentista
del arte y arquitectura grecorromana. Antepone su sencillez, claridad y fuerza en
sus líneas, ante el movimiento de las líneas curvas y claros-oscuros de la
arquitectura barroca.

Posteriormente de la extraordinaria proliferación de la arquitectura durante la


época colonial, hay en México un cambio radical en la manera de razonar el arte y
la arquitectura. Desde casas habitación, hospitales, monumentos, libros, mobiliario
etc., cambian su composición en forma y contenido. Se cambió la columna estípite
por las columnas clásicas: dórica, jónica o corintia y se abandono del tezontle rojo
y la chiluca gris por la cantera.

La escala majestuosa y las grandes dimensiones continuaron como un símbolo del


prestigio y poder real pero se cambiaron los espejos, los cristales y la madera
dorada por el mármol blanco, el bronce y la madera natural; así como la rica
policromía y los tonos pastel se abandonaron por tonos más sobrios.

Poco conocida y aún menos apreciada es la arquitectura neoclásica de México. Se


le acusa de frialdad, de conceptualismo formal, de carencia de gusto y hasta de
fealdad, de escasa o nula solidez cultural. Sin embargo, el Palacio de Minería, en
la ciudad de México, es un edificio que nadie se ha atrevido a denigrar, ni siquiera
los más perseverantes enemigos del neoclasicismo.

A su favor se menciona la elegancia de las formas, la justeza de la proporción, la


monumentalidad de la escala. En el edificio se perciben, de modo inconsciente e
involuntario, algunos valores que satisfacen las demandas sentimentales y
estéticas de los amantes del barroco mexicano, porque existe en su organización
formal y espacial, características perceptibles barrocas.

Historia
Sus instalaciones fueron concebidas para la enseñanza de lo relativo a la
Industria de extracción, operación y manufacturación de materiales procedentes
de las minas. Por esta razón y sus características arquitectónicas se asegura que
data de a mediados y finales del siglo XVIII, época donde la ciudad de México
vivía un gran auge en educación y progreso.

Sus antecedentes corresponden de 1773 cuando, por cédula real, se formalizó el


gremio de la minería en Nueva España. En 1774 los señores Joaquín Velázquez
de León y don Juan Lucas de Lessaga, representantes de la minería de Nueva
España, propusieron al rey Carlos III que se enseñara la minería. El 22 de Mayo
de 1783 se promulgó la ley en cuyo artículo 1° se dispuso la creación del colegio,
que según el artículo 6° debía tener el título de Real Seminario de Minería. En esa
época se impulsó a dos de las más importantes instituciones educativas del
momento: La Escuela de Minas y la Academia de Nobles Artes.

En 1778, Joaquín Velázquez de León y Lucas de Lessaga, promovieron la


creación del Seminario de Minería, establecido en una casa vecina al hospital de
loa agustinos descalzos, hoy calle de Guatemala, # 90. Aprobado el plan de
estudios, el Real seminario de minería se inauguro el primero de Enero de 1792.

Posteriormente, sus directivos compraron a la Academia de San Carlos el lugar en


donde se construyó el Palacio de Minería. Tiempo después, se convocó a
concurso la construcción. El ganador de éste fue el arquitecto Manuel Tolsá. El
edificio funcionó como Colegio de Minería de 1811 a 1867. En 1868, cambió su
nombre por el de Escuela Nacional de Ingenieros, creada por decreto presidencial
en 1867.

El edificio está formado por los tres cuerpos siguientes: planta baja, entresuelo
(sótano) y primer nivel; por cuatro fachadas, una principal, dos laterales y una
posterior; un patio principal y cuatro secundarios.

Fachada Principal
La extensión de la fachada principal de 90 metros y
sus líneas generales y perfiles, contribuyen al
severo y grandioso efecto, así como la piedra
chiluca con que está construida, material usado en
casi todas las partes monumentales del edificio.

La portada principal al eje del edificio, resaltada, se


levanta en dos cuerpos; el primero, correspondiente
al pórtico, ocupa la altura del primer piso y del
entresuelo y se remata por un balcón corrido con
balaustradas; el segundo sigue las líneas generales
del piso principal y está rematado por el frontón que
resalta sobre el cuerpo del observatorio. Son pues,
las tres portadas y el cuerpo del observatorio, los
únicos elementos que interrumpen armónicamente las líneas horizontales de la
gran fachada.
En la composición central del que acomoda tres entrejes, están las columnas
dóricas, elementos más en armonía y el afecto del estilo, los entablamentos con
sus imprescindibles triglifos y rosetones en las metopas, los significativos
dentellones que subrayan sin interrupción la cornisa que recorre los quince metros
que abarca esta entrada principal al edificio; es decir el resalte de mayor
envergadura en el conjunto, con sus arcos semicirculares; los tres ejes que
marcan las interesantes dovelas de esos arcos, que parecieran continuar el
almohadillado del primer piso hasta rematar en las claves de los mismos en
ménsulas se transforman en mascarones.

Luego características como el movimiento de las dos portadas laterales, al estar


culminadas por frontones que se rompen para dar lugar a cornisas y frisos. Otra
característica con evidente sustento clásico, los frontones en el piso alto se
alternan en la portada central, dos triangulares y uno en forma de arco, los tres en
una especie de nichos de semejante formación casi semicircular, nichos que
semejan seguir conteniendo esta variante de frontones y que aportan la novedad
de inscribir repisones o molduras que a manera de adorno y sostén descansan
sobre ménsula.

La característica más notoria para algunos autores y por presentarse en otras


obras de Manuel Tolsá, son los particulares capiteles de las pilastras y las
balaustrada que corona todo el edificio con sus respectivos remates, que por lo
general eran urnas o macetones.

“Por sus grandes líneas horizontales, por su cuerpo central con el pórtico, por las portadas
laterales, por la sobriedad y la elegancia de sus proporciones, por sus soluciones llenas
de gracia y dignidad, esta fachada principal es de un efecto grandioso en el que están
ausentes la pesadez y la monotonía...cualquiera que observe esta fachada,
especialmente al atardecer, cuando la luz la hiere de soslayo por el poniente y todas sus
armoniosas líneas se dibujan sobre la masa pétrea, los vanos se oscurecen y las cornisas
y resaltes dan efectos de profundidad en una medida que sólo un gran artista es capaz de
lograr.

Nada más grato e impresionante para el que gusta del arte arquitectónico, que contemplar
una de estas fachadas laterales cuando la luz del medio día subraya las cornisas y demás
elementos, entonces adquieren las formas toda su fuerza y grandeza, todo su efecto
tridimensional que, no obstante su clasicismo, recuerdan las mejores de las más sobrias
construcciones barrocas.” Justino Fernández
Patio Central
El bellísimo patio principal está
formado en el piso bajo por veinte
arcos almohadillados, con columnas
dóricas empotradas en los machones
y formando dos pórticos en dos de
ellos en cada lado de dicho patio: los
altos tienen también veinte arcos y en
lugar de machones hay dos columnas
pareadas y balaustrada cuyo empleo
está aquí justificado, porque las
columnas están sobre pedestales de
la misma altura que ésta y en nada
perjudica la esbeltez de aquellas.
Sobre los capiteles jónicos descansa
un arco rebajado por el intermedio de
un arquitrabe siguiendo el friso y
después la cornisa con balaustrado y jarrones correspondiendo a las columnas. La
interrupción del arquitrabe en el espacio de los arcos, que como se sabe
corresponde al umbral ó cerramiento, que sostiene en los templos antiguos las
maderas, que forman el friso y cuyas cabezas son los triglifos del orden dórico.

El segundo cuerpo de la arquería, está coronado por una balaustrada, los


capiteles de las airosas columnas, que convocan al jónico y al corintio en las
volutas del primero y en el adorno vegetal del segundo. Igual solución que los
capiteles ya referidos en la portada. Bella solución que conlleva para el artista una
remembranza de su formación en Valencia.

"El cielo como revés del patio o como espejo, queda enmarcado por medio de la
balaustrada, y enganchado en forma visual, por los perfiles entrantes y salientes de los
macetones. Sin la balaustrada y sin los macetones este elemento escaparía a la vista y
dejaría de contribuir a la monumentalidad de la obra. El cielo juega el mismo papel, que
las pinturas que lo representan en las bóvedas... donde la grandeza de la arquitectura se
prolonga en ilusiones ópticas". Eloísa Uribe

Patio de Tacuba 7
La entrada a este patio es la más cercana a la calle de Filomeno Mata. El acceso
es a través de una puerta de madera de doble altura enmarcada con columnas
dóricas que sostienen un frontón cortado. Conduce a un amplio corredor en el que
se ven las puertas de otros recintos del palacio. Pasando unos metros, en la parte
superior se encuentra un arco de medio punto hecho en piedra, decorado con
casetones, y la parte baja del arco está rematada con sendos nichos que
probablemente albergaban la escultura de alguno de los promotores de la creación
del Real Seminario de Minería.

Pasando este punto se encuentra otro arco que conduce al patio, los muros que
circundan al patio tienen ventanas rectangulares, simétricamente distribuidas. Las
ventanas de la planta baja del lado derecho que dan al patio corresponden al
Salón de Maestros Distinguidos.

Salón de los maestros distinguidos


El Salón de Maestros Distinguidos se encuentra en la planta baja, está ubicado
entre el corredor sureste del patio principal y el patio de Tacuba 7. El Palacio de
Minería, lleno de historia y de soberbios recintos, se enriquece con un espacio en
honor a los protagonistas más importantes de una etapa de su historia académica:
un salón dedicado a sus maestros distinguidos, en donde los alumnos perpetúan
la memoria de aquellos hombres que dedicaron su vida a la labor docente.
Establecido por la Facultad de Ingeniería para rendir homenaje a los grandes
maestros que impartieron su cátedra en el Palacio de Minería, sede de la Escuela
Nacional de Ingeniería antes de su traslado a la Ciudad Universitaria.

Patio de Tacuba 3
La entrada a este patio es la más cercana a la calle de la Condesa y se penetra
cruzando una puerta de madera de doble altura enmarcada con columnas dóricas
que sostienen un frontón semicircular cortado. Por dicha entrada se encuentra un
corredor, que del lado izquierdo da acceso a una escalera elaborada en piedra con
un barandal de hierro forjado, que conduce a las oficinas de diversas
organizaciones gremiales de Ingeniería.

Cuando el Palacio era sede del Real Seminario de Minería, ésta era la puerta que
daba acceso a la habitación del contador del gremio de los mineros. Al continuar
hacia el fondo del corredor se llega a un patio rectangular en cuyos muros se
aprecian contrafuertes hechos en piedra volcánica y tezontle, al fondo del mismo,
al nivel del piso, se observa un recuadro a desnivel rodeado por ocho basas
cuadradas que aún conservan parte del fuste y que se presume formaban parte de
la alberca.
Biblioteca
La biblioteca del Palacio de Minería fue
remozada a partir de la restauración del
edificio cuyo local en su tiempo se
destinó al laboratorio de ensaye de
materiales. A pesar del uso al que se
destinó, su estantería se mantuvo en
buenas condiciones. Su decoración con
estilo palafoxiano de Puebla es posterior
a la obra de Tolsá.

Actualmente contiene más de 184,000


volúmenes (sin incluir tesis ni
publicaciones periódicas), integrados en los siguientes fondos:

Fondo antiguo: lo integran aproximadamente 12,000 volúmenes, compuesto por


tres fondos de diferente origen:

a) Los libros que pertenecieron a la biblioteca del Real Seminario o Colegio de


Minería.

b) Los libros de la Escuela de Ingenieros

c) Parte del fondo que perteneció al Antiguo Colegio de San Idelfonso, en otra
época la Escuela Nacional Preparatoria, constituido por 11,300 ejemplares.

Escalera Monumental
"... se aloja en un cubo de 15 m. por lado.
Además del corredor del patio en la planta
baja hay siete arcos de medio punto
almohadillados, fajados y rústicos que
forman digamos el embarque propio de
las rampas de la escalera... los tres arcos
centrales pertenecen ya al cubo de la
escalera; el del centro es libre, pero en la
base de los otros dos arrancan las
rampas laterales de la escalera hasta
llegar a unas mesetas; unos escalones
más, otra meseta y la rampa central
asciende hasta el nivel del corredor
superior. El cubo de la escalera a esta
altura está bordeado por columnas.
pareadas y tres en los ángulos, que sostienen arcos muy rebajados, y entre los
basamentos de los cuales corren balaustradas." Justino Fernández

"Caminar por el patio hasta encontrar la escalera, subir lentamente por los escalones,
cuyas cómodas huellas y peraltes obligan a ese ritmo, alcanzar la rampa central y
desembocar al corredor entre la esbelta columnata, llegar hasta la puerta misma de la
Capilla y desde allí contemplar el conjunto es experimentar una de las sensaciones únicas
de noble sencillez y tranquila grandeza, que proporciona la arquitectura neoclásica
cuando es de semejante calidad." Justino Fernández

Patio de la Autonomía
Este patio se encuentra ubicado a la izquierda del Salón del Bicentenario y ostenta
ese nombre para recordar el "Año de la Autonomía". Un logro que se debe al
movimiento estudiantil organizado por la generación 1929, que logró la Autonomía
de la Universidad Nacional de México.

El Patio de la Autonomía está rodeado por tres corredores que poseen bóvedas de
arista y con diez arcos de medio punto, el cuarto muro es de doble altura y se
encuentra reforzado con tres contrafuertes de grandes dimensiones,
representativos del estilo Tolsá.

Antigua Capilla
Es la Antigua Capilla otra de las etapas o
áreas importantes del edificio. En ella se
advierte cómo el artista conjuga su capacidad
no sólo arquitectónica, sino también
escultórica así como aquél saber que inscriben
sus conocimientos adquiridos al haber
realizado en su natal Valencia, obras de
carácter suntuario tanto civiles como
religiosas. Mismas que permean influencias
italianas y valencianas. Aquí cabe aclarar que
su labor en este campo lo señala como
fructuoso realizador de retablos.

Azules y blancos albergan los profusos oros,


el ritmo de las apenas resaltadas pilastras, así
como los acabados en bronce dorado, dan por resultante, pese a su voluntad
racionalista y a sus afanes de hombre de ilustración, un conjunto que se inscribe
en un cierto abarrocamiento, no sólo indicado en el altar sino del conjunto en
general.
Son treinta y dos pilastras adosadas y con capiteles que más que corintios,
pareciera manejar un orden compuesto que sostienen la cornisa, todo de la misma
composición compuesta, descansando en un zócalo de 93 cm de altura; en los
entrepaños hay tableros hasta cierta altura en forma de medio punto, después
corren unas molduras doradas y queda un espacio entre los capiteles, con
tableros octagonales decorados con amorcillos pintados. Sobre esta
ornamentación, el plafón pintado por otro gran artista valenciano, Rafael Ximeno y
Planes pone el acento en el sentir religioso.

Lo que se refiere al altar, de la mesa del mismo arrancan dos columnas de mármol
con sus capiteles de bronce dorado, obra de un discípulo de Tolsá, Antonio
Camaño autor igualmente de la puertecita del Sagrario. Las columnas sirven de
soporte al friso y a un frontón roto en el que se destaca como vértice la ráfaga de
oro, elemento empleado por Miguel Ángel y al mismo tiempo muy del gusto de los
artistas barrocos.

Composición que enmarca a la Virgen de Guadalupe, presencia inevitable al ser


patrona principalísima de los mineros, lienzo igualmente debido a Ximeno y
Planes, mientras que a los lados de las columnas, la flanquean dos esculturas en

Yeso una de San José y la otra de San Nicolás, ambos también titulares de los
mineros. En el lado opuesto al altar está el coro con su balaustrada dorada
completando el conjunto.
Conclusión.
El Palacio de minería de la ciudad de México, es uno de los exponentes más
representativos del estilo neoclásico en nuestro país, aunque como se menciona
anteriormente el neoclasicismo mexicano fue duramente criticado por su falta de
gusto y cierta fealdad, pero creo yo que la esencia, pureza y elegancia
neoclasicista que se anteponía a los curvas y claros oscuros del barroco, no se
convirtió si no en la mezcla de ambas escuelas, gracias al sentimentalismo que
genera la prolifera arquitectura que habría de nacer durante siglos atrás y que se
había convertido en exquisitas portadas barrocas.

El palacio de Minería creo yo es el ejemplo claro de dicho comentario, claramente


Manuel Tolsá proyecto un edificio lleno de líneas fuertes, simpleza, proporciones y
elementos evocativos a los cánones grecorromanos y enfocados desde el
renacimiento, pero ciertas características generan reminiscencias barrocas que
sugiere, y no solo en las obras de Manuel Tolsá, si no en muchas obras del
principios del siglo XIX, cierto temor al vacio ornamental.

Bibliografía

Arte Mexicano: de sus orígenes a nuestros días, Justino Fernández

El arquitecto y escultor valenciano Manuel Tolsá, 1757-1816, Francisco Almela

http://www.palaciomineria.unam.mx

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