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Como en aquél lugar el viento era tan fuerte y tan travieso, Camila tenía
que andar con mucho cuidado para no perder sus flamantes rayas de cebra.
Estaba tan triste que lloró 7 lágrimas, tantas como las rayas que había
perdido.
No te preocupes,
te daré mi bufanda verde
para que el frío no te entre.
Camila siguió paseando, muy triste, y lloró 6 lágrimas, tantas como las
rayas que le faltaban.
No te preocupes,
te daré mi bufanda morada
para que no te quedes helada.
Camila seguía llorando. Esta vez 4 lágrimas, como las rayas que le
faltaban.
Y pasó por allí casualmente la JIRAFA
No te preocupes,
te daré mi bufanda amarilla
que no se la comen las polillas
No te preocupes,
te daré mi bufanda marrón
que mola un montón
Camila lloraba, cada vez menos, esta vez sólo le cayeron 2 lágrimas.
No te preocupes,
te daré mi bufanda azul
te gustará, es de tul.
No te preocupes,
Toma mi bufanda plateá
Que te va a quedar niquelá!
Y así fue.
Cuando de repente Camila, ya contenta con todas sus rayas de colores miró
hacia el horizonte y vió a su amigo el LEÓN todo cubierto de rayas negras.
Camila le dijo:
¿Será posible lo que veo? ¿qué haces tú con mis rayas?
Yo, yo, yo… no te las he quitado
Ha venido el viento y me las ha pegado…
Ah! ¿si? Pues pienso que ahora estamos preparados los dos para irnos a una
fiesta de disfraces de Carnaval, ¿no te parece?
Y COLORÍN COLORADO
ESTE CUENTO SE HA ACABADO