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ATAQUE POR “SORPRESA”

PARTE 3
(Ene 30 de 2011)

INTRODUCCIÓN
Hoy continuaremos hablando de la división en las iglesias cristianas como uno
de los ataques favoritos de Satanás para estorbar la obra de Dios. Pero siendo sinceros,
Satanás no tiene toda la culpa, también nosotros tenemos parte de la culpa cuando nos
dejamos llevar por la carne.
Dos problemas de la carne son causantes de la desunión en un grupo de seres
humanos; estos son: el orgullo y la envidia.
Cuando nos creemos mejores o superiores a los demás y, por falta de
contentamiento, envidiamos lo que otros tienen; estos dos ingredientes, muy
probablemente provocarán una crisis que puede llevar a la división de un cuerpo.
Como cristianos, tenemos que entender claramente dos cosas:
1) Todos somos iguales de valiosos, necesarios o importantes; sin embargo, no
todos tenemos la misma función, como nos exhorta la palabra:
Ro. 12:3-5 “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que
piense de sí con cordura, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno.
Porque de la misma manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no
todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”
2) Quien designa la función es Dios. No una junta directiva o una votación
mayoritaria de la iglesia, aunque así nos lo parezca, en realidad, quien está detrás de
todo, y controlándolo todo (hasta los volados), es el único y soberano Dios. Esto enseña
la Biblia:
1Cor. 12:18 “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el
cuerpo, como él quiso”
De modo que no te quejes de los pastores o de los hermanos porque no te
tomaron en cuenta. Habla con Dios y reclámale a Dios, si te atreves, porque le faltó
sabiduría para escogerte a ti.
Cuando perdemos de vista las dos cosas anteriores, podemos caer en el pecado
de rebeldía y provocar una división en el pueblo de Dios, como pasó en la historia
bíblica que a continuación vamos a estudiar.

I.- UN PUEBLO QUE NACIÓ PARA SER UNIDO


Jacob entró siendo tan solo una familia en Egipto, y pasados cuatrocientos
treinta años, su descendencia salió ya como un pueblo, la nación de Israel.
Ex. 12:37,40 “Partieron los hijos de Israel de Ramsés a Sucot, como seiscientos
mil hombres de a pie, sin contar los niños.... El tiempo que los hijos de Israel habitaron
en Egipto fue cuatrocientos treinta años”
Todo este pueblo eran hijos de Israel, es decir, todos eran descendientes de una
misma persona y por lo tanto, todos pertenecían a la misma familia. Y a ellos, Dios
decidió tomarlos como su pueblo escogido entre todos los pueblos de la tierra. De aquí
surge una pregunta interesante: ¿Por qué Dios formó su pueblo a partir de un pueblo en
donde todos eran familiares entre sí, hermanos, primos, tíos, tías etc.? Yo pienso que
Dios deseaba tener un pueblo que fuera muy unido; donde no solamente los uniera una
misma identidad nacional, sino también, lazos familiares. Por ejemplo, los mexicanos
nos sentimos unidos aunque unos seamos González, otros Pérez, otros Torres, otros
Méndez, etc., porque todos somos mexicanos; pero, ¿cómo estaríamos de unidos si
todos fuéramos Pérez o Torres? Ahora, agreguémosle otro componente más y muy
importante:
Dt. 6:4 “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”
Todos ellos tenían un mismo Dios, no un Dios nuevo o desconocido, sino el
mismo de sus antepasados, como se le dijo a Moisés:
Ex. 3:6 “Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y
Dios de Jacob...”
Piensen en este factor de unidad: Toda una nación que cree en Dios, en un único
y el mismo Dios, con el mismo culto a Dios, con la misma religión. Imagínense a un
México, donde todos fuéramos Pérez, y donde todos tuviéramos la misma creencia, que
todos fuéramos de la misma iglesia. ¿Se imaginan: todos los mexicanos hermanos en la
carne y todos hermanos en Cristo? Sería un país fuertísimo, indivisible. Así se esperaba
que fuese Israel. (Y así se espera que sea la Iglesia de Cristo)
Pensando en esto, podemos comprender lo doloroso que debió ser para Dios,
cuando un grupo de orgullosos y envidiosos, dentro del pueblo de Israel recién formado,
provocaron una división.

II.- LA REBELIÓN DE CORÉ


Núm. 16:1,2 “Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram
hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, y se levantaron
contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la
congregación, de los del consejo, varones de renombre”
Este capítulo 16 inicia dando los nombres de los principales instigadores del
movimiento de rebelión en contra de Moisés, que era la persona que Dios había
colocado para dirigir al que debiera ser un pueblo súper unido de Israel. Como ya
dijimos, todos eran parientes entre sí. Por ejemplo, el primero en la lista es:
Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Jacob
Su objetivo era destituir a Moisés, que era su familiar muy cercano:
Moisés, hijo de Amram, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Jacob
Los otros:
Datán, Abiram hijos de Eliab, hijo de Falú, hijo de Rubén, hijo de Jacob
(Esto lo encontramos en Núm. 26:1-10). Estos son los nombres de los hombres
perversos que iniciaron la división. Pero, ¿cuántas veces hemos escuchado a los que
saben que están haciendo algo mal, decir: es mi vida y yo hago con ella lo que quiera?
¡Qué gran mentira! Sabemos que lo que uno hace, afecta a otros, especialmente a la
misma familia, ¿no es verdad? El problema es que aquí todos son familia; por lo que
esto va a afectar a toda la nación, como veremos más adelante. Por lo pronto, notamos
que sus malas acciones mancharon el prestigio de sus padres. Porque la Biblia da, no
solamente el nombre de ellos, sino también el nombre de su padre, de su abuelo, etc.
Cuando la policía detiene a algún sospechoso de violar la ley, qué vergüenza le da que
salga su nombre en el periódico; ahora, ¿se imaginan la vergüenza para sus padres o
abuelos si salieran sus nombres también en el periódico?
Pr. 17:25 “El hijo necio es pesadumbre de su padre, y amargura a la que lo dio
a luz”
Pero, continuemos con la historia:
Núm. 16:3,4 “Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de
vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está
Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?”
Nótese como las dos conductas correspondientes a los nombres de Satanás están
presentes en las palabras de Coré y sus seguidores. Recordemos que Satanás significa
“opositor o adversario”. Y el texto dice: se juntaron contra Moisés y Aarón. Aquí
tenemos la oposición, incubada en sus corazones por Satanás a partir del orgullo, porque
decían: toda la congregación, todos ellos son santos. Todos ellos se creían igualmente
santos como Moisés y Aarón. ¿Era esto cierto? R = No. La palabra “santo” significa en
nuestro contexto “apartado por Dios para un propósito”. Y ya dijimos la principio que
todos somos iguales pero que no tenemos todos la misma función, y que es Dios quien
designa las funciones que nos corresponden a cada uno. Moisés y Aarón habían sido
designados por Dios para una función de liderazgo político y religioso respectivamente,
mientras que Coré, que también era levita, tenía otra función dentro del servicio en el
tabernáculo. El otro nombre es “diablo”, que sabemos significa “calumniador”. En el
v.3 encontramos también la calumnia: ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la
congregación de Jehová? Es la misma calumnia que Datán y Abiram le echaron en cara
a Moisés:
Núm. 16:13 “¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila
leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de
nosotros imperiosamente?”
Tres calumnias: No les había impedido entrar a la tierra prometida; ellos se
habían negado por falta de fe en Dios. No les había hecho morir, ellos lo pidieron: ojala
muriéramos en el desierto (Núm. 14:2). Y finalmente, ¿Moisés había querido ser señor
sobre ellos? R = No, él vivía muy a gusto, en paz y sin preocupaciones, en Madián,
casado, con hijos y cuidando de unas tranquilas ovejas, cuando Dios le llamó a liberar a
su pueblo, y Moisés se negó, no quiso hacerlo; pero, ¿quién se puede resistir al
Todopoderoso? (Léase Ex. 4:12-17). ¿Cómo terminó la historia? Triste, muy triste.
A los conspiradores se los tragó la tierra:
Núm. 16:27,32 “Y se apartaron de las tiendas de Coré, de Datán y de Abiram
en derredor; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a las puertas de sus tiendas, con
sus mujeres, sus hijo y sus pequeñuelos... Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a
sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes”
Los doscientos cincuenta aliados murieron quemados:
Núm. 16:35 “También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los
doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso”
Decía que cuando uno hace mal, éste afecta principalmente a su familia, pero
aquí todos eran familia; así que hubo mucho pueblo afectado:
Núm. 16:46,49 “Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego
del altar... porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha
comenzado..... Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos,
sin los muertos por la rebelión de Coré”

CONCLUSIÓN
Siento decirles que esta historia no tuvo un final feliz. Nunca una división tiene
un final feliz. Feliz hubiera sido que se arrepintieran, se perdonaran y se reconciliaran;
pero cuando la gente se deja llevar por su carne y manipular por Satanás, le es imposible
reconciliarse con sus hermanos.

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