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Huelga decir que los comentarios que se ofrecen no son los únicos
posibles. Quien los utiliza puede muy bien mejorarlos o dar al cuento otra
interpretación.
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INDICE DE LOS CUENTOS
INDICE TEMATICO
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1º Con todo el corazón de Jesús
Se había dado cuenta Alejo que papá y mamá eran de veras una sola
cosa, y que los dos se amaban como a sí mismos. "Los maridos deben
amar a su esposas como aman a sus propios cuerpos. Amar a su esposa,
¿no es amarse a sí mismo?" (Ef 5, 28). No es tan fácil llegar a "amar al
otro como a sí mismo". El egocentrismo nos encierra en nosotros mismos
y nos impide amar al otro identificándonos con él. Ni siquiera entre marido
y mujer es fácil aquella identidad que en cambio fácilmente se realiza
entre madre e hijo. Amando a sus hijos los padres se aman a sí mismos
porque los hijos, en cierto sentido, son parte de los padres. Pero no se
puede decir la misma cosa cuando se trata de marido y mujer.
Una vez preguntaron a una niña: "¿Cuándo es que te das cuenta que en
casa todo anda bien?
Y la niña contestó: "Cuando papá y mamá se besan".
Hasta hace poco tiempo las manifestaciones de amor entre los esposos se
consideraban algo muy reservado y todo lo que se refería al sexo era
considerado algo del que no se podía hablar. Casi nunca los esposos se
animaban a manifestar su cariño delante de los hijos.
Ahora las cosas están cambiando y sabemos que todas las veces que los
padres se manifiestan el amor que los une, los niños se sienten inundados
de alegría y seguridad. Saben muy bien, sin que nadie se los haya
enseñado, que el amor recíproco de sus padres es la roca sólida sobre la
que pueden construir su vida. El amor de papá y mamá es como un
fundamento para mirar con confianza al futuro.
"Una vez, cuenta el padre Carlos Vallés, asusté a un joven marido que me
pedía consejo sobre su matrimonio en peligro. Este me había hablado de
su esposa con tantos detalles negativos que parecía imposible que pudiera
seguir viviendo con ella. Yo le di entonces mi consejo. "Tiene que
divorciarte de tu mujer". Aquel joven marido quedó asombrado que un
sacerdote le diera este consejo, y casi se cayó de espalda cuando el padre
insistió diciéndole: "¡Sí, tienes que divorciarte y casarte con otra mujer!
Amar de veras implica querer al otro como es, con todos los defectos que
tiene y no como tendría que ser o cómo nos gustaría que fuese. Dios no
nos ama porque somos dignos de amor sino que somos dignos de amor
porque Dios nos ama. Y Dios nos ama como somos, así, en concreto, con
los ojos abiertos sobre nuestras virtudes. y nuestros defectos.
El amor de los novios es ciego en cuanto a los defectos del otro, pero
también vidente en cuanto a las cualidades que sólo el enamorado es
capaz de ver. Cuando, con el pasar de los años, las cualidades, que tanto
los encantaban, disminuyen o desaparecen y quedan al descubierto los
defectos, que antes estaban escondidos, entonces parece que el amor ya
no existe y los esposos llegan a pensar que el amor se ha ido. En realidad,
amor únicamente fundado sobre las cualidades, no es verdadero amor. Se
aman las cualidades físicas o psicológicas o morales pero no se ama a la
persona que es el sujeto profundo de las cualidades. Si el amor
desaparece, es que probablemente, nunca existió. Pero si el amor llega a
ser un amor personal, un amor a la persona única e irrepetible, entonces
no va a desaparecer por el hecho de que desaparecen las cualidades. La
persona es siempre la misma aunque cambia a lo largo del tiempo.
Sólo Jesús es el amigo que nunca nos deja solos sobre todo en los
momentos de mayor soledad y aflicción: "Vengan a mi todos los que se
sienten cargados y agobiados, porque yo los aliviaré" (Mt 11, 29)
6º Cirugía plástica
El presidente de los EE. UU. Abraham Lincoln, era famoso por la extrema
cortesía que dispensaba a sus adversarios políticos. La conducta del
presidente no siempre era compartida por sus propios ministros. Uno de
ellos, un día, le dijo fastidiado: ¿Por qué los tratas como si fueran tus
amigos? ¡Merecerían más bien que los eliminaras! "Es lo que hago"
respondió Lincoln. "¿Acaso no elimino a un enemigo cada vez que lo
convierto en amigo?
Jesús nos dio un mandamiento nuevo que nos amáramos como él nos ha
amado y Jesús nos amó mientras éramos pecadores. (Ro. 5, 6-10). Es por
eso que tenemos que amar también a nuestros enemigos. Si el mismo
Dios los ama. ¿Por qué no tenemos que amarlos nosotros?
"Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. Así serán hijos de
su Padre que está en los cielos" (Mt 5, 44-45)
"De acuerdo, - contestó el hombre- pero ¿dónde? "Basta que tú subas allá
arriba, a la cumbre de la montaña, para encontrarte con Dios.
El hombre cuando vio a Dios no quería creer. Se frotó los ojos para ver
mejor. Pero, no había alguna duda. Dios tenía el rostro de su vecino tan
antipático e intratable.
Los ancianos se dijeron entonces: "Es necesario que también el otro vaya
a ver a Dios" Lograron convencerlo y también el vecino partió por la
montaña para ver a Dios. Y allá arriba también él descubrió que Dios tenía
el rostro de su, tan odiado, vecino. Desde aquel día todo ha cambiado y la
paz reinó en aquel barrio.
"¿Por qué?" le preguntó con un hilo de voz su mujer. "Por qué yo te quiero
y no puedo vivir sin ti". Y, entonces, la esposa, sonriendo y con un filo de
voz, le contestó: "¿Por qué no me lo dijiste antes?" Y de aquel momento
comenzó a estar mejor.
"No basta amar", decía Don Bosco. Los jóvenes tienen que darse cuentas
que los amamos. "Procura hacerte amar" le decía Don Bosco a Don Miguel
Rua, al enviarlo como director a un Colegio de muchachos. Si los jóvenes
se sienten amados aceptan a sus educadores y creen en lo que le dicen y
aprender los valores que les quieren enseñar. Pero si no se sienten
amados, de nada sirve todo el esfuerzo para educarlos; si no aceptan al
educador no va a aceptar nada de lo que se les dice. Se cierran en sí
mismos y no se dejan educar.
Una señora, que siempre daba una limosna a un mendigo, que estaba
pidiendo a la puerta de la Iglesia, se llevó aquel día la mano a la cartera, y
cayó en la cuenta de que había dejado en casa su monedero. El mendigo
mantenía su mano extendida hacia ella. Con tacto y rapidez aquella
señora le dijo: "Hoy no tengo nada que darte pero al menos puedo
estrecharte la mano". Y así lo hizo, con sincera naturalidad de sentimiento.
Y el mendigo no se dejó ganar en cortesía, aceptó el apretón de manos y
dijo: "Hoy Ud. me ha dado más que todos los otros días".
Un día vieron una hoja amarilla que se caía. Había llegado el otoño.
Jugaron con las hojas que en gran cantidad caían de los árboles y de
noche se refugiaban bajo un colchón de aquellas hojas para dormir,
porque ya hacía frío.
Así que una noche decidieron entrar para dormir juntos acercándose el
uno al otro bien apretados para calentarse y dormir. Pero, al acercarse, sin
querer se pinchaban entre sí con sus agudas púas. Entonces tenían que
salir afuera. Pero al frío era tan insoportable que de nuevo tenían que
volver para calentarse entre sí. Y otra vez, se herían y no podían
calentarse. Finalmente, para poder estar cerca sin sufrir, decidieron retirar
lo más posible sus púas y con mucha atención lograron encontrar la justa
posición. El viento frío soplaba con fuerza, pero ahora podían dormir todos
juntos.
Aunque no es exacto que los puerco espines se pinchen unos con otros al
estar juntos, la moraleja de la parábola es muy válida porque a menudo,
con nuestros carácter, somos causa de sufrimiento para los demás. No
nos damos cuenta, muchas veces, que hacemos sufrir a los que viven a
nuestro lado.
Hay que tener mucho cuidado para atenuar nuestras asperezas y poder
convivir soportándonos como hermanos e hijos del mismo Padre Dios. No
se pretende que seamos amigos de todos, porque la amistad tiene sus
límites y condiciones, pero sí podemos respetarnos y buscar realizar una
convivencia pacífica dado que somos muchos y vivimos en el mismo
planeta y.
Nos lo dice Jesús:"Si ustedes aman a los que los aman ¿qué premio
merecen? ¿no obran así también los pecadores?(Mt 5, 46)
"Oí una vez que se proyectaba abrir una casa religiosa de la siguiente
manera: se escogería primero al que iba a ser superior de la nueva
comunidad. Luego él elegiría a un amigo suyo, como segundo miembro del
grupo y ambos juntos invitarían a un tercero amigo de los dos y así
adelante hasta completar el número de los integrantes de aquella
comunidad de amigos. La comunidad estaría compuesta, entonces,
únicamente de religiosos que no tendrían ninguna dificultad en aceptarse
porque los miembros habrían siso seleccionado con la condición de haber
sido aceptado por todos.
Buscó entonces una manera que los ocuparan intensamente por un buen
rato de tiempo. Tomó de una revista un mapa de geografía que
representaba el mundo entero. Era un mapa muy complicado por los
distintos colores sobre los diversos estados.
Con la tijera cortó en pedazos pequeños todo el mapa y lo dio a sus dos
chicos, desafiándolos a recomponerlo todo como era. Pensaba que aquel
rompecabezas los habría ocupado por algunas horas.
"Pero, ¿cómo hicieron para terminar en tan poco tiempo?" les preguntó el
papá asombrado.
El gran escritor y apologista católico francés, Charles Peguy, decía que los
cristianos son la sal de la tierra no sólo porque anuncian al mundo la
buena nueva que revela el sentido de la historia y de la vida, sino también
porque, como la sal, denuncian el pecado y todas las estructuras injustas
que se oponen al reconocimiento de los derechos humanos. La sal en
efecto, si se esparce sobre una herida abierta, quema y provoca dolores
muy insoportables. Así tienen que ser los cristianos en medio del mundo
que no respeta a la persona humana. Tienen que ser el aguijón que no
dejan en paz a los egoístas, los violentos, los opresores e injustos, tienen
que ser como la sal en una herida abierta.
Lord Krishna quería saber cuán sabios eran sus gobernantes, y por eso
quiso probarlos de la siguiente manera. Llamó a uno, famoso en su reino
por su crueldad y avaricia, y le ordenó de buscar por todo el reino a un
hombre que fuera verdaderamente bueno. Este gobernador viajó mucho y
a la vuelta le dijo a Krishna :que: "Un hombre verdaderamente bueno no
se pueden encontrar. Todos son egoístas y malvados. No hay lugar donde
se pueda encontrar a un hombre bueno".
Un dicho famoso afirma que: "En este mundo traidor nada es verdad y
nada es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira".
Por el hecho que no somos buenos como Dios, Jesús nos prohibió juzgar a
los demás: "No juzguen y no serán juzgados; porque de la manera que
juzguen serán juzgados y con la medida con que midan los medirán a
ustedes"(Mt 7, 1-2).
Lo más importante para un niño es sentir que los padres tienen tiempo
para estar con él.
No le importa tanto que trabajen por él, que le consigan todo lo que le
gusta. Lo que más necesita es sentirse amado personalmente y no sólo a
través de cosas, por cuanto costosas sean.
Saber "perder tiempo con los hijos" no es perder tiempo sino donarlo
como algo muy personal, insustituible, inapreciable. Interesarse de los
hijos preguntándoles qué piensan, que dicen, qué hacen, qué esperan,
qué desean es ganarse aquella confianza que les permite educarlos y
guiarlos para su bien.
Muchos padres, ansiosos de dar lo mejor a sus hijos, les hacen faltar lo
que más vale: su presencia, su compañía y su interés por lo que a los hijos
les interesa.
Nunca aquella niña podrá sonreír por cuantos juguetes les van a regalar
sus padres siempre ausentes y ocupados en otros asuntos que no son ella
misma.
Una niña de seis años no dejaba en paz a sus padres porque siempre les
pedía cosas y cosas que ellos les tenían que comprarle cuando iban a la
ciudad. Al final el papá un día perdió la paciencia y le dijo: "Cómprame
esto, cómprame aquello... Tú piensas sólo a lo que tus padres te tienen
que comprar. Pero yo querría saber lo que tú le das a cambio. " Y la
respuesta pronta de la niña fue: "Yo les doy amor".
¿Cómo es posible que sean así?" les preguntó al ángel, "con tanto arroz
que tienen delante?" "Mira bien" le contestó el ángel, "cuando llegan aquí
reciben todos dos palitos de los que se usan en china para comer. Pero
tienen un metro de largo y, para llevar la comida a la boca, los dos palitos
largos un metro no le sirven por ser demasiado largos. De manera que no
pueden llevarse el arroz a la boca y sufren un hambre tremenda con tanta
comida delante.
"¿Cómo puede ser esto?" le preguntó el chino al ángel. " Y éste le sonrió
diciendo: "Mira bien como se ayudan el uno al otro. Aquí cada uno se
preocupa de dar de comer al que está en frente o al vecino de la derecha
y de la izquierda. Y todos comen en abundancia porque cada uno se
preocupa por el otro.
Lucas escribe de Jesús que empezó a hacer y predicar. (He 1, 1). Primero
“hacer” luego “predicar”, es decir, explicar el sentido de sus acciones.
"Cuando venga el Defensor que yo les enviaré y que vendrá del Padre, él
dará pruebas en mi favor. Y ustedes serán mis testigos ya que han estado
conmigo desde el principio". (Jn 15, 26-27)
El ciego siguió el consejo del cojo; lo tomó sobre sus hombros y se dejó
guiar por él que veía muy bien.
Esto es lo que significa la comparación que S. Pablo hace del “Cuerpo
místico” de Jesucristo. Somos miembros los unos de los otros y los
carismas se distribuyen siempre para el bien de todos. Nadie recibe un
don sólo para sí sino para utilidad de los demás.
Se decía en una aldea que una anciana señora era una vidente. El cura
quiso averiguar la autenticidad de sus visiones. La llamó y le dijo: "La
próxima vez que Dios te hable pídele que te revele mis pecados, que sólo
Él conoce. La mujer regresó pocos días más tarde y el cura le preguntó si
Dios se le había vuelto a hablar. Y, al responderle que sí, le dijo: "¿Y le
pediste lo que te ordené? "Sí, lo hice" ¿Y qué te dijo? Dile al cura que he
olvidado sus pecados".
Algunos dirá que Dios no sabe perdonar del todo porque nos hará sufrir en
el Purgatorio por los pecados que hemos cometido y que él nos perdonó.
Dios ¿no nos perdona entonces del todo?
¿Qué respondemos a esta sospecha? Si Dios nos perdona del todo, ¿por
qué entonces las penas del purgatorio?
Tuve un sueño. Me parecía caminar sobre la arena de una playa al lado del
Señor Jesús. Nuestros pasos dejaban en la arena una doble serie de
huellas: las mías y las de Jesús. Pensé que cada uno de mis pasos
representaba un día de mi vida. Entonces, siempre en sueño, me di vuelta
para volver a ver todas aquellas huellas en la arena, y me fijé que a veces
en lugar de dos series de huellas, aparecía solamente una. Rehice todo el
camino de mi vida y con asombro me di cuenta que los trechos de mi
existencia, en que aparecía una sola serie de huellas, correspondían a los
días más tristes de mi existencia. Días de angustia y de tristeza, de rabia y
mal humor, días de pruebas y de sufrimientos.
Entonces le dije a mi Señor Jesús: "Tú nos has prometido quedarte con
nosotros todos los días de nuestra vida. ¿Por qué no cumpliste con tu
promesa y me dejaste solo precisamente en los días más difíciles de mi
vida, cuando más yo necesitaba tu presencia?
Dice la leyenda que el hijo del rey se enamoró, como sucede siempre en
las fábulas, de una pobre mujer, hija de un panadero. Era pobre pero
hermosa fuerte y buena y se casó con ella.
Por algunos años vivieron felices, en plena armonía, pero, cuando se murió
el rey y el príncipe subió al trono, los ministros y consejeros se apuraron
para hacerle entender que, por el bien de su reino, tenía que divorciarse
de aquella mujer. ¿Cómo puede un rey presentar al mundo como esposa
la hija de un panadero? Tendría que divorciar y casarse con la hija de un
rey poderoso para asegurar con el matrimonio paz y prosperidad para
todo su reino.
Aquella noche cenaron juntos el rey y su esposa, por última vez. "Llévate a
tu casa todo lo que quieres de este palacio, hasta las joyas más preciosas
que se encuentran en mi tesoro" le decía.
Cuenta C. Vallés que hace algunos años aficionados al teatro asistían, con
un silencio profundo, a una obra de teatro en que se acusaba y juzgaba a
Dios por los sufrimientos que él había infligido a la humanidad.
Por fin el juez se levantó, resumió las acusaciones, apreció su peso y, dado
que el imputado no respondió a las acusaciones, pronunció la sentencia
final: Dios era condenado a nacer como cualquier hombre, a sufrir
pobreza, a ser desterrado, a ser mal entendido, calumniado, insultado,
perseguido, traicionado por sus propios amigos y abandonado por todos, a
ser torturado en su cuerpo y a morir con muerte violenta en la flor de su
vida.
"Dios amó tanto al mundo que envió a su Hijo Jesucristo". (Jn 3, 16). Y
cuando se habla del mundo, se entiende toda la humanidad y cuando se
piensa en la humanidad hay que entender a cada hombre.
Un piadoso musulmán rezaba todos los días ante Dios, y todos los días le
suplicaba una gracia que deseaba le concediese. Se colocaba siempre,
para su oración, en el mismo rincón de la mezquita y tantos años pasaron
y tantas veces repitió su oración que, según cuentan, las señales de sus
rodillas y de sus pies quedaron marcadas sobre el mármol del suelo
sagrado. Pero Dios parecía no oír su oración, parecía no enterarse siquiera
de que alguien le invocaba.
(Mt 21, 21), con lo cual todos los montes de la región, después de haber
sido ubicados en distintos lugares, según el capricho de los creyentes,
acabaron por ser todos arrojados al mar.
Los habitantes andan ahora buscando algún pasaje del evangelio que diga
que las montañas que se encuentran en el fondo del mar, pueden también
ser mandadas para que vuelvan a la tierra.
Esta parábola nos dice, a todas luces, como no hay que tomar al pie de la
letra el texto bíblico. La Biblia nos propone la palabra de Dios en distintos
y muy diversos géneros literarios. Si uno no los conoce y quiere adherirse
al texto como suena, tendía que, por ejemplo, "cortarse la mano, el pie y
arrancarse un ojo"(Mt 5, 30 ss) u ofrecer la otra mejilla al que te pega
(cosa que ni siquiera Jesús practicó). Cuando un soldado le pegó en la cara
durante su proceso en el tribunal de Caifás, Jesús pidió razón por esta
ofensa. (Jn 18, 22-23).
Ni Dios, con todo su infinito poder, quiere forzar la libertad del hombre y
obligarlo a responder con un 'sí' a su amor infinito. El amor: o es libre o no
es amor. Es por eso que el Apocalipsis compara a Dios a un mendigo que
llama a la puerta del corazón y espera como respuesta un acto libre de
amor.
Una vez alguien preguntó a Miguel Angel por qué, en la famosa estatua de
María con Jesús muerto en su regazo, había esculpido a la virgen con un
rostro más joven que su hijo Jesús. Y él contestó: "las almas vírgenes no
envejecen nunca. , siempre son jóvenes. "
Lo que hace al hombre espiritualmente 'viejo' es el pecado. S. Pablo nos
invita a despojarnos del hombre viejo con sus deseos falsos que llevan a la
muerte y revestirnos del hombre nuevo al que Dios creó a su semejanza
dándole la verdadera justicia y santidad. (Cfr. Ef 4, 20)
Sobre todo me impresionó algo que por aquellos días leí, escrito por una
antigua residente del campo, maestra de escuela. Comentaba que
aquellas cámaras de gas habían sido construidas por ingenieros titulados;
que los niños recién nacidos eran asfixiados por asistentes sanitarias
competentes; que inyecciones letales las ponían médicos o enfermeras
profesionales. Y concluía: "Desde que me di cuenta de eso, sospecho del
valor de la educación que estamos partiendo en nuestras escuelas".
No es el saber que hace al hombre humano sino el amor. Para los filósofos
griegos la perfección más elevada del hombre era el saber. Aristóteles
definía al hombre como: animal racional, dando a entender que la
racionalidad, el pensar y el saber eran la cumbre de todas las cualidades
del hombre
Cuando ella, al fin, se fue, vino a visitarle otra mujer. Era una madre que
tenía un niño enfermo y que también le daba prisa para que arreglase con
urgencia unos zapatos. Y el zapatero la atendió, aunque su corazón estaba
en otro sitio en su deseo de terminar cuanto antes su trabajo, no fuera a
llegar Cristo cuando él no hubiese terminado A la tarde llegó un borracho
que charlaba y charlaba y que, con tanta cháchara apenas le dejaba
rematar aquel par de zapatos que había llevado para reparar.
Así que cayó la noche sin que el zapatero hubiera tenido un minuto de
descanso. Pero, aun así se preparó para recibir la venida de Cristo como
se le había prometido en la oración. Pero, seguían pasando las horas, y se
hizo noche cerrada. El zapatero comenzó a temer que Cristo ya no vendría
mas. Y dudaba si acostarse o no. Y sólo entonces escuchó una voz que le
decía: "¿Por qué me estas esperando? ¿No te diste cuenta de que he
estado contigo tres veces a lo largo del día?"
Cuentan que un jeque árabe llamó a uno de sus consejeros para pedirle
que le contara lo que de él se decía en el país. Y dicen que el consejero
respondió: "Señor, ¿que desea?, ¿una respuesta que le agrade o la
verdad? "La verdad - dijo el jeque - Por dolorosa que sea". "Se la diré - dijo
el consejero - si me prometes, a cambio, el premio que yo le pida" "Está
concedido - dijo el jeque -. Pide lo que desee, porque la verdad no tiene
precio". "Me basta - dijo el consejero - que se me de un caballo para
escaparme apenas termine de decirle la verdad".
Corregir a nuestro hermano que se porta mal es uno de los actos más
exquisitos de amor. Así leemos en el evangelio de Mateo al capítulo 18,
15-17. "Si tu hermano ha pecado contra ti, anda a hablar con él a solas. Si
te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, lleva contigo a
dos o tres de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos.
Si se niega a escucharlos, dilo a la Iglesia reunida. Y si tampoco lo hace
con la Iglesia, será para ti como un pagano o un pecador".
"La verdad engendra el odio" decía S. Agustín, pero hablaba de aquella
verdad que no viene de Jesucristo y es signo de amor, sino de aquella otra
verdad que utilizamos como una espada para herir a nuestros hermanos.
La verdad no es el valor supremo; la verdad está en función de la caridad
y tiene que usarse para construir y no destruir la unidad de los hombres.
"¡Cristianos!: ¿Qué han hecho de la alegría que le anunciaron hace dos mil
años" Así escribió el gran filósofo Nietzsche, criticando a los cristianos que,
por un lado se dicen discípulos de Cristo resucitado y por otro lado
manifiestan una cara apagada y triste.
Es verdad que nosotros los cristianos por un lado nos decimos discípulos
de un hombre que venció la muerte con su resurrección y nos prometió
que lo seguiríamos todos hasta donde él se iba, y por otro lado
manifestamos una cara de gente golpeada y amargada.
Nos resuenan como una denuncia las palabras de Nietzsche: " Tendrían
que cantarme mejores cánticos para que yo aprendiera a creer en su
Salvador; sería necesario que tuvieran un aire más alegre, de
resucitados".
Ellos afirman que en el mundo "Todo sucede siempre como Dios quiere.
Dios quiere el bien, nos manda que seamos buenos y nos ayuda a realizar
nuestros buenos propósitos. y nos dará un día también el premio de
nuestras obras buenas.
Dios odia el mal, lo prohibe y amenaza castigos para los que lo cometen;
pero lo permite, es decir, no impide el mal y excluye de la vida eterna
todos aquellos que lo cometen sin luego arrepentirse.
"Usted perdone", le dijo un pez joven a otro pez de edad: "Es Ud más viejo
y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme.
Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman océano? He estado
buscando por todas partes, sin resultado" "¿El Océano, - respondió el viejo
pez - es donde estás ahora". "¿Esto?" Pero si esto no es más que agua. Lo
que busco es el Océano" replicó el joven pez totalmente decepcionado,
mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Jesús, con toda sencillez, nos dijo: "Sin mi no pueden hacer nada" (Jn 15,
5)
Son míos también porque "Hemos recibido el Espíritu que nos hace hijos
adoptivos y que nos mueve a exclamar: Abbá, papá. Y si somos hijos,
somos también herederos" (Rom 8, 15ss)
Son cristianos los que se dejan guiar por Dios, que buscan primero, como
dice Jesús, el Reino de Dios y no se preocupan de otra cosa sino de
cumplir con la misión que Dios les encomienda.
"Todos aquellos a los que conduce el Espíritu de Dios, ésos son hijos de
Dios" (Ro, 8, 14)
Un día estaba jugando con otros chicos y uno de ellos llevaba gafas.
Entonces él, en broma, tomó las gafas de aquel otro chico y se las puso. Y
entonces ocurrió el milagro. Comenzó a ver de repente como siempre
debería haber visto, como los demás veían, como las cosas eran en
movimiento, con súbito encanto y belleza insospechada.
Tuvo dos sentimientos claros y opuestos, tan marcados y precisos que los
recordaba cuando, muchos años más tarde, describió esa experiencia en
una charla a sus compañeros de oración.
Lo que sucedió a Tagore de niño cuando nació casi ciego, es lo que está
sucediendo a las gran mayoría de los hombres. Sólo una pequeña minoría
conoce a Jesucristo. La Iglesia es la comunidad de los que creen en el
Señor y sienten la necesidad de comunicar su fe. Pero, la gran mayoría de
los hombres, más de un ochenta por ciento, no conocen el verdadero Dios
ni el auténtico sentido de la vida. Viven como casi ciegos en un mundo
que no saben interpretar según su auténtico sentido. Cuando uno se
convierte a la fe descubre a Jesucristo y pasa a vivir una vida auténtica y
con sentido. El cristiano sabe quien es, qué vale la vida, cuáles son los
auténticos valores que hay que buscar más y por en cima de todos los
demás. Si su fe es auténtica, juzgará
todas las cosas y acontecimientos de la vida con esta luz nueva que le
viene de la fe.
45º “Si crees en mí, suelta la rama.”
Y Dios le contestó: "Te salvaré, pero antes tienes que creer en mí." Y el
ateo, de pronto, contestó: "Sí, mi Dios, creo en ti". Y entonces Dios le
volvió a hablar diciéndole: "Si crees en mí, suelta esa rama". Y el ateo
contestó: "¿Soltar la rama? ¡no soy loco!".
Los milagros no sirven para creer, sino que presuponen la fe. La fe viene
antes que el milagro.
¿Qué imagen de Dios se había hecho el piloto? Y cuál otra imagen tenía de
Dios el sacerdote? A primera vista el piloto demuestra más fe que el
sacerdote porque esperaba en un milagro. El sacerdote en cambio sabe
que Dios no gobierna el mundo por medio de milagros. ¡Cuántos aviones
se caen en la tierra y en el mar cada año! ¿Es que no rezaba aquella gente
que estaba por precipitarse en la mar?
Otro amigo mío se negó a celebrar los ritos necesarios para alcanzar a los
espíritus del terreno en el que iba a edificar su nueva casa. Se hizo la casa
y, al poco tiempo, su hija pequeña se ahogó en el pequeño estanque
cercano. El veredicto de los vecinos fue unánime: "yo había ofendido a los
espíritus y estos se habían vengado". :.
Creer en los horóscopos, creer que nuestra vida y felicidad depende de los
astros o de los espíritus malos, es una falta de fe en Dios. Es como si
dijéramos que los astros, la suerte o el destino son poderes superiores al
mismo Dios. Si Dios es nuestro padre y nos ama, ¿cómo no se va a
preocupar de nosotros? "No anden preocupados por su vida: ¿qué vamos
a comer? ni por su cuerpo: ¿qué ropa nos pondremos?... Los que no
conocen a Dios se preocupan de todo esto. Pero el Padre de ustedes sabe
que necesitan todo eso. Por lo tanto busquen primero el Reino de Dios y
todo lo bueno que éste supone y esas cosas vendrán por añadidura" (Mt 6,
25 ss)
"No de solo pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios"(Mt 4, 4). Y hoy podríamos adaptar este texto diciendo: "No de
sola técnica vive el hombre sino sobre todo de esperanza y amor" que
sólo pueden venir de Dios.
O mejor, algo sucedió para aquel señor; aprendió que Dios no se repite.
Dios nunca "vuelve", Dios siempre "viene". Dios no copia... ni siquiera se
copia a sí mismo.
Uno dijo: es una columna; otro, es una pared; otro, dijo, parece un techo; a
otro, le pareció una cuerda, mientras que a otro le pareció un abanico; es
un cuerno, dijo otro ciego, no, es una manguera afirmó el último. Cada
cual lo describió según que sus manos habían palpado al elefante: la pata,
el costado, el vientre, el rabo, la oreja, el colmillo, la trompa.
Podemos comparar los ciegos a los paganos que, según Pablo, buscan a
Dios como a tientas y no pueden conocerlo porque sólo el Hijo de Dios lo
puede revelar. Pablo a los atenienses les dijo que "Dios los dejó que
buscaran por sí mismos a Dios, para ver si lo descubrían aunque fuera a
tientas y lo encontraran". (He 17, 27).
Hay que creer sin más en su palabra. Es la respuesta que Jesús mismo dio
cuando a santo Tomás: le dijo: "Bienaventurados los que no vieron... y
creyeron'. Mis interlocutores indianos me oían con educación, se callaban
y cambiaban de conversación. No había 'darshan', no había 'visión,
experiencia, contacto directo con Dios' y entonces 'este hombre habla de
balde, de lo que no sabe'. Y yo me irritaba, y mi irritación solo servía para
probar que algo me dolía a mí, ahí, adentro.
Apenas hablamos y por eso oigo mejor y me impresiona más lo que uno
de mis muchachos dice a mi lado dirigiéndose a mí:
En esa misma terraza nos reunimos cada sábado por la noche todos los
estudiantes bajo las estrellas y rezamos juntos por una hora, y yo les
hablo de Dios y del amor y de la bondad, y todos cantamos cánticos
religiosos y oramos en silencio y ofrecemos a Dios nuestra hermandad.
Pero ¿de qué sirve esa hermandad piadosa de los sábado por la noche
cuando desde esa misma terraza vemos ennegrecerse los humos del odio
en nombre del Dios mismo a quien acabamos de invocar? Todos mis
sermones y todas nuestras plegarias han desaparecido en esa frase triste
e inevitable: "Si nos matamos unos a otros en nombre de Dios, ¿por qué
no nos hacemos ateos?"
Hi tler afirmaba que "Dios está con nosotros" y quería conquistar Europa y
Rusia bajo la insignia de la cruz gamada del nazismo. En todos los
continentes y en todos los campos se usa a Dios para justificar objetivos
de partido. A corto plazo puede incluso a ayudar a la causa, pero a largo
plazo daña a la fe. Quien manipula a Dios siembra ateísmo.
No es Dios la causa de las divisiones y las guerras, sino una falsa imagen
de Dios, una imagen hecha por el hombre para que le sirva como bandera
para dominar y explotar a sus hermanos.
"Mientras tenemos tiempo hagamos el bien" (Gal 6, 10) No hay que dejar
pasar la gracia que hoy mismo el Señor nos ofrece. Puede ser que mañana
sea demasiado tarde. Dicen que hay un diablo que se llama : "mañana"
porque su tentación consiste en hacernos aplazar el día de nuestra
conversión.
También Jesús se dio cuenta de que tenía que apurarse para cumplir su
misión: "Mientras sea de día, tengo que hacer el trabajo que el Padre me
ha encomendado. Ya se acerca la noche, cuando no se puede trabajar" (Jn
9, 4-5)
56º Una rica matrona de Pompeya murió con las manos llenas de
joyas. (Lc 16, 13)
El pueblo era pequeño y la gente muy pobre, y yo pensé que los monjes se
quedarían casi con las manos vacías. Y así lo dije a los monjes... que se
limitaron a sonreír y a guardar silencio. Una vez que se marcharon, se
supo, en el pueblo, la suma que se habían llevado. Y yo no podía creerlo:
venía a ser el equivalente a los ingresos totales de todo el pueblo durante
un mes.
¿Puede Dios castigar? Dios nunca castiga ni en esta vida ni en la otra. Los
males que padecemos son fruto de nuestra maldad o consecuencias de
las leyes naturales tampoco el castigo eterno que el hombre puede
merecer con su conducta inmoral, es obra de Dios sino nuestra. Somos
nosotros que rechazando la oferta de amor que Dios nos da, nos
quedamos sin el premio que Dios ofrece a los que le aman. Aquel terrible:
"No entrarán en el Reino de Dios, " significa "quedarán afuera por no
haber aceptado entrar". Dios no rechaza a nadie y a nadie castiga. Cada
uno recibirá lo que eligió libremente; también el quedarse sin Dios.
Sólo de Dios viene toda autoridad, o, mejor dicho, toda paternidad por la
cual se decide a mandar lo que es necesario que hagamos para alcanzar
nuestra felicidad. De su bondad viene su autoridad y poder. "Por eso doblo
las rodillas en presencia del Padre, 'de quién toma su nombre toda familia
en los cielos y en la tierra". (Ef 3, 15)
"El que quiere ser el primero debe hacerse siervo de los demás, a
imitación del Hijo del hombre que no vino para que lo sirvan sino para
servir y para dar su vida como precio por la salvación de todos". (Mt 20,
27-8)
Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un vieja yegua
para cultivar su campo. Un día la yegua escapó las montañas. Cuando los
vecinos del anciano labrador se acercaron a él para condolerse y lamentar
su desgracia, el labrador replicó: ¿Mala suerte? ¿Quién lo sabe?
El único verdadero bien es Dios. Cuando Dios está con nosotros no nos
falta nada. Así canta el Salmo 22: "El señor es mi pastor, nada me falta...
Aunque pase por quebradas muy oscuras no tengo ningún mal porque tú
estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen"
"Una vez la vi. En un camino solitario del cálido paisaje de la India, entre
campos y mieses, árboles y arbustos. Yo iba pedaleando suavemente en
mi bicicleta. Viaje de placer en los dominios de la naturaleza. Pasó un
buen rato y un buen trecho de camino cuando comencé a sentir un
zumbido sutil alrededor mío. Un extraño silencio se había apoderado del
campo. Colgaba el peligro en el aire expectante. Paré la bicicleta, eché pie
a tierra y escudriñé el terreno. De repente la vi. Algo se destacaba sobre la
hierba igual. Una serpiente cobra, medio enroscada en el suelo y medio
erguida en el aire, con su capuchón desplegado en solemne majestad y su
lengua escribiendo amenazas silbando en el viento. Seguí su mirada con la
mía y llegué a la rama de un arbusto a media altura y corta distancia. En
la rama estaba un pájaro aterido de miedo. Yo había oído que las
serpientes les hacían eso a los pájaros. Ahora lo veía. El pájaro tenía alas,
pero no podía volar. Tenía voz, pero no podía cantar. Estaba helado,
rígido, hipnotizado. La serpiente sabía su poder y había pronunciado se
hechizo. La presa ya no podía escapar, aunque tuviera el cielo entero
abierto a su carrera. El miedo atenazaba al pájaro. Un salto desde la
hierba, una punzada de colmillo traidor y el dueño de los vientos caería
ante el enemigo terrestre. Golpee mis manos y la serpiente se volvió
rápidamente y me miró con furia. Levanté los brazos y grité; y la cobra se
bajó con lenta protesta, luego se escurrió rápidamente entre la hierba. El
paisaje respiró de alivio como después de una terrible tensión. El arbusto
volvió a cobrar vida; el pájaro se despertó de su sueño de muerte; volvió a
encontrar sus alas, y voló.
Pero la mamá de Fabricio tenía tantas cuentas que pagar y los gastos
aumentaban cada día más que no podía de ninguna manera comprar una
bicicleta para su hijo. Fabricio conocía las dificultades de su mamá y así
decidió pedir la bicicleta directamente al niño Jesús, y siempre que
terminaba sus oraciones añadía aquella frase: "No te olvides de la
bicicleta".
Lo que Jesús nos dice sobre la oración podría dar la impresión que basta
con rezar para conseguir todo lo que queremos. "Pidan y les darán,
busquen y hallarán, toquen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que
pide recibe y el que busca halla y al que llame a una puerta se le abrirá...
Por lo tanto, si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos,
cuanto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan" (Lc 11, 11-13) Pero, se ve claramente que Dios no se compromete
a darnos siempre lo queremos sino lo que es más importante, el Espíritu
Santo. San Mateo nos dice algo semejante: "El Padre que está en los cielos
dará cosas buenas al que se las pida" (M7, 7).
En realidad todos los hombres no son que mendigos delante de Dios. "Qué
tienes que no hayas recibido? ¿Y si lo recibiste, ¿por qué te pones
orgulloso como si no lo hubieras recibido? (1 Cor 4, 7)
Aquel científico alemán no tenía fe y no podía entender que era lo que les
daba tanta alegría.
Un día se decidió a hablar con la priora y ésta le dio una sola razón. "Es
que somos las esposas de Cristo. "Pero - le contestó el científico - Cristo
murió casi hace dos mil años" Y la superiora se puso a sonreír "Se
equivoca - le dijo - Lo que pasó hace casi dos mil años fue que Cristo
venció la muerte y resucitó; Cristo está vivo" " Y ¿por eso son felices? - "Sí,
porque aunque no lo vemos Cristo está presente aquí, nos ama y nosotros
lo amamos como sus esposas,. esperando que un día venga a llevarnos
con él para siempre en la felicidad del cielo; es esto lo que nos llena de
alegría. ".
El cuento, un poco ridículo, nos dice que Dios no nos libera del esfuerzo y
de la iniciativa para resolver nuestros problemas. Para eso nos dio la
libertad y la inteligencia. No hay que esperar de Dios lo que podemos
hacer nosotros. Pongamos el caso, la cosa no está así, que dependa de
Dios que salga el gordo de la lotería, pero al menos comprar el billete,
depende del hombre
Hay una historia de un hombre que, un día, fue hasta su rabino y le dijo:
"¡Rabino, tiene que ayudarme! ¡Mi casa es un infierno! Vivimos en una
pequeña casita yo, mi mujer, mis hijos y mis cuñados. ¡Es un infierno! No
hay espacio para todos. "
El rabino sonrió y dijo: "Está bien, le ayudaré, pero tiene que prometerme
hacer lo que yo le diga.
Y entonces el rabino le dijo:" Ahora saca tus animales de la casa y verás. "
El hombre fue corriendo hasta su casa. Y cuando volvió, al día siguiente,
ojos brillaban y dijo: "Rabino, la casa es una maravilla, ¡tan limpia! ¡tan
tranquila, es un paraíso!"
El cuento nos dice que si nos comparamos con los que están peor, ya nos
sentimos, en cierto sentido, aliviados. En Italia corre este dicho popular: "
Mal común media alegría". Aquí en cambio se dice: "Mal de muchos
consuelo de tontos". No sé cuál preferir de los dos refranes.
Todo lo que el maestro dijo fue: ¡Muy bien! ¡Muy bien!. Y dio el bebé a una
de las mujeres de la aldea, encargándose de los gastos.
Una mujer de edad, estaba rezando un día en una Iglesia y estaba inmóvil
mucho tiempo, al parecer sin rezar. El cura interesado le preguntó qué le
estaba diciendo a Dios. Y ella le contestó: "yo no le digo nada: escucho. "
Y Dios ¿qué te dice? le preguntó el párroco. "Tampoco él me dice algo;
escucha no más. "
Parece sencillo dejarse guiar por la voluntad de Dios. , pero no es tan fácil.
Nos gusta ver dónde ponemos el pie y adónde dirigimos nuestros pasos.
Aunque sea nuestro Padre Dios quien nos tiene de la mano, estamos
tentados de abrir los ojos con disimulo para ver el camino; es decir,
queremos comprender y razonar; y se acaba entonces el riesgo de la fe.
"La fe es más semejante a una voz que a una luz" nos dice S. Tomás de
Aquino.
Cuando en las noches más oscuras las naves se acercan al puerto, los
faros encendidos las pueden orientar. Pero cuando el cielo está nublado o
la niebla lo cubre todo con su manto gris, hace falta una sirena, que con
su fuerte sonido las guíe con seguridad.
Así es la fe que es la respuesta a la voz de Dios que nos habla por medio
de las criaturas o a través de los profetas o finalmente y de manera más
directa, personal, a través de Jesucristo.
No es fácil dejarse llevar por la voz de Dios. Nos cuesta tener los ojos
vendados y dejarnos llevar por Dios. Estamos tentados a abrir los ojos,
como aquel chico, es decir, seguir la razón y guiarnos por nuestros puntos
de vista.
¿Qué cree que pasó? Preguntó el profesor Albert Knox a Sofía Amundsen.
"Creo que el ciempiés no volvió a bailar jamás" . contestó Sofía. ”.
El autor de este cuento es un filósofo del siglo XIX, muy famoso por su
pesimismo: Arturo Schopenhauer.
Hace falta un gran coraje nada usual para seguir creyendo en uno mismo
y en la propia obra después de trece desencantos. Y hace falta también
continuar creyendo en la honradez de los demás para no refugiarse en el
dicho común: "en este mundo todo es trampa y corrupción".
He leído en algún sitio, que los fetos llegan a soñar estando todavía en el
seno materno.
Un niño no deviene hombre por el hecho de que pasa del seno materno al
mundo donde brilla la luz del sol. Antes de nacer no es un animal, es ya
una criatura humana Aquel 'puñado de células que se está formando en el
seno materno es ya una criatura humana hecha a imagen y semejanza
con Dios. El aborto es un verdadero homicidio. Me dicen que en la China
los años se cuentan a partir del embarazo materno, y no del nacimiento.
¿Por qué las mujeres y los que colaboran para realizar un aborto no tiene
conciencia de este pecado que tiene la misma gravedad que un
asesinato? Hay personas tan sensibles que no se animarían a sacrificar a
un animal; serían totalmente incapaces de matar a su mascota. Pero, no
tienen la mínima duda en matar a un niño en el seno materno, ¿A qué se
debe tan grave insensibilidad?
77º Alvaro murió entre las llamas para salvar a tres desconocidos.
Sin duda, supo entonces que no moría solo. Supo que su amor al prójimo
le había conducido hasta la misma muerte que aquel Hombre-Dios que,
dos mil años antes y llevado por la misma locura de amor a los demás,
'inclinó la cabeza y se dejó morir'.
No hay amor más grande que dar la vida por los demás. El mandamiento
nuevo de Jesús es amar cómo él nos amó y "no hay amor más grande que
dar la vida" Este joven no dudó en arriesgar su vida y seguir en la lucha
para salvar vidas aunque se daba cuenta que perdería la suya.
¿Sabía Jesús antes de morir que iba a resucitar? Todo hace pensar que
Jesús no tenía claro que iba a resucitar al tercer día. No se explica el terror
y la angustia que sufrió en el huerto de los olivos y, sobre todo, el
inexplicable y misterioso grito en la cruz "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado". Si Jesús hubiera sabido ya la respuesta del Padre a su
petición: "Libérame de este cáliz" su oración no tenía sentido.
¿Puede darse consejo más conmovedor y más humano que éste? ¿No
sería más lógico - es decir - más normal, que en plena guerra, ese padre le
dijera a su hijo: cuida tu vida, o: ten cuidado a que no te maten?
Aquel hombre sabía que matar es mucho más mortal que morir. Mueren
mucho más los que matan que los que caen muertos. , Sólo una enorme
locura ha podido hacer olvidar a la humanidad que la bala que asesina
destroza antes el corazón y la vida entera del que la dispara. Aquel padre,
Joaquín, tenía los ojos limpios. Quería que su hijo volviera, pero no quería
que regresara con el alma muerta y el corazón convertido en piedra. Por
eso, es absolutamente justo hablar de ' un millón de muertos' en nuestra
guerra civil española, aun cuando fueran solamente medio millón. Porque
por cada muerto enterrado hay otro muerto - asesino - rodando por el
mundo.
Albert Camus aseguraba que, incluso aquellos que eran mejores que otros,
no podían evitar de matar porque esto forma parte de la lógica del tiempo
en que vivimos.
Si los hombres, escribe Bernanos, pudiéramos ver el mal que nos hacemos
los unos a los otros y, sobre todo, el bien que podríamos habernos hecho y
que, por cobardía, hemos dejado de hacer, quedaríamos espantados. Me
siento feliz de haber llegado a 50 años sin haber matado a nadie, pero me
preocupa el haber podido matar o herir con la palabra, con la frialdad o el
egoísmo.
Por eso yo nunca he entendido que haya confesores que retan a los
penitentes. Jesús sólo gritaba en contra de un tipo de pecadores, a los
hipócritas. Para los demás tenía cien toneladas de cariño por cada gramo
de reproche.
Era en 1975 cuando una niña de once años había llegado, desde su Sicilia
natal, a Lourdes, más por voluntad de sus padres que por la propia. La
niña desconocía completamente qué enfermedad era la que le
encadenaba su pierna y le impedía jugar. Por eso fue a Lourdes como a
una excursión más. Y allí ni siquiera se acordó de pedirle a la Virgen su
curación. Y la Virgen hizo el milagro.
Después de siete años de estudio un equipo médico de Lourdes ha
concluido que la curación del osteosarcoma que padecía Delicia Cirolli es
'científicamente inexplicable'. La Iglesia, que aún es más lenta que los
médicos, tal vez tarde catorce o más años antes de usar la palabra
"milagro"
El problema creció cuando tampoco Rosa, la hija mayor ni las otras tres
hermanas lo sabían. Y los cinco sentían crecer, dentro de ellos, una
enorme vergüenza. Por eso, cuando Elisa regresó de la compra: -¡Verde!
¡Verde! ¡Verde! - Gritaron los cinco de la familia y Elisa no entendía nada
al ver que los cinco de la casa contemplaban su rostro como si tuviera
pintado monos en la cara. Y descubrían - o redescubrían - que los ojos de
su madre y su esposa eran infinitamente más bonitos de lo que ellos
imaginaban.
¿Qué nos dice este cuento? Que conocemos tantas cosas de ninguna
importancia como el nombre de los jugadores de fútbol, de los artistas de
las películas, la características y prestaciones de las distintas marca de los
coches y no conocemos a los con quienes vivimos días y años juntos.
Un amigo mío, alcalde de una gran ciudad, se preguntó, con asombro, qué
hacía un cierto guardia que vigilaba a diario un determinado jardín.
Investigando descubrió que hacía siete años habían ordenado que un
guardia vigilase aquel jardín, en el que habían pintado recientemente
todos los bancos, para evitar que la gente se untara en ellos. Y siete años
después, cuando los bancos no sólo se habían secado, sino hasta habían
perdido su pintura... , allí seguía aquel guardia a diario vigilando ... ya no
sabía qué. Cobraba su sueldo y esto le bastaba. No le importaba para
nada saber lo que estaba haciendo.
Ver una cosa un millón de veces no aguza la vista, sino que la apaga. Por
la rutina perdemos la mitad de los gozos de la vida. Los pasteleros, por
ejemplo, terminan por aborrecer el sabor de los dulces.
La costumbre, sin embargo, tiene sus ventajas porque nos libera de estar
atento a ciertas cosas para poder interesarnos de otra más importantes.
Bajamos una escalera sin tanto pensar donde ponemos los pies y así
podemos seguir pensando o hablando y riendo y gesticulando con total
espontaneidad.
La costumbre nos mitiga, por ejemplo, el recuerdo que tenemos que morir
y nos permite vivir sin ansiedad. Habría que vivir siempre como si
acabásemos de nacer. Vivir en el asombro, como seres recién estrenados.
Sólo entonces saborearíamos la maravilla, el milagro de vivir. No son
muchas las personas que saben admirar y asombrarse frente a las
maravillas de la naturaleza. Considera como algo natural, obvio y sin
importancia. Y así se vive una vida chata, aburrida, sin emociones ni gozos
que podrían transformar nuestra existencia y sacarla del anonimato.
85º El cristiano camina hacia el amanecer. La muerte es un
nacimiento.
Hay hombres que viven de cara a la luz y hacia la vida y hombres que
caminan hacia la noche. Uno puede elegir la orientación de su vida: si
tiene fe camina hacia la vida, porque la muerte es un nacer; si no tiene fe
en Dios su vida es un camino hacia la noche total, hacia la nada.
En este sentido habría que envidiar a los ancianos y no a los jóvenes. Los
ancianos están más cerca de la vida, del nacer definitivo que los jóvenes
que, en cambio, tienen por delante largos años de vida terrenal antes de
llegar al momento de su nacimiento para la vida eterna.
Hay muchos que sólo aman a Dios en cuanto creen que garantiza su
felicidad personal, y no le aman porque Dios merece nuestra alabanza y
adoración. Y qué desilusión se llevan después cuando ven que, con
frecuencia, "Dios no funciona" que "la fe no sirve para nada "
Acabo de leer una entrevista con una de las hermanas de Santa María
Goretti. y a la pregunta del periodista, que quiere saber si la 'canonización
de su hermana les ha dado alguna ventaja material', Ersilia Goretti
respondió:: "No, no nos ha reportado ni el éxito ni nos ha dado una mejor
posición social. Siempre hemos vivido como ella, de nuestro trabajo y
hemos educado a nuestros hijos del mismo modo en que, con toda
seguridad, hubiera educado ella los suyos. Pero he de decir que nuestra
hermana nos ha proporcionado trabajo y paz. Ella deja que suframos en la
vida, porque quiere que obtengamos el paraíso con el sudor de nuestra
frente, el trabajo de cada día y el sacrificio. Mire, mi hermana Teresa está
enferma, totalmente enyesada, en cruz como Cristo. Nuestra santa
hermana María no la cura, pero le da fuerza y gracia para sufrir con amor".
La condición humana es algo así: ningún ser humano pasa mucho tiempo
sin que se le venga a los suelos algunos de sus sueños.
En una revista italiana veo la foto de Fiorella Marini, una estupenda chica
de dieciocho años a la que acababan de elegir 'Miss traje de baño'. Tiene
un rostro bonito, unos ojos pícaros, una cabellera estupenda, pero lo que
es aún es más gracioso es lo que se lee al pie de la fotografía: Fiorella no
sabe nadar.
No hay que reírse del fracaso porque nos puede indicar el error que
hemos cometido y que no tenemos que repetir; pero tampoco tenemos
que desanimarnos porque un fracaso puede ser el camino para el éxito.
Meses más tarde, lo que se había dado por imposible, se declaró en este
niño declarado sano, por lo que las curas tardías fueron mucho más
dolorosas y peligrosas. Y todo esto a causa de aquel error en el cruce de
etiquetas. Los médicos de aquel laboratorio sufrieron, por este error tanto
o casi tanto como los padres. Pero, gracias a las curas, el pequeño pudo
salvarse.
La vida nos ha enseñado a perdonar, que es el arte más difícil que existe.
"Se puede ser muy cruel al perdonar, - decía S. Agustín - cuando se
perdona 'desde arriba' desde la 'dignidad del ofendido'. Hay que perdonar
sabiendo que también nosotros necesitamos de perdón"
Mi amigo salió aquel día más congelado que nunca de la reunión. Y decidió
no volver más a aquellas reuniones. No quiso juzgarles, ni menos
condenarles. Pero entendió que algo no funcionaba en todo aquello.
Creo que ese hecho es algo muy común entre nosotros los cristianos.
Sabemos tanta sociología que estamos olvidándonos del hombre, del
hombre concreto. Hemos logrado autoconvencernos de que el mal es una
cosa anónima, del que tendría la culpa la sociedad y no nosotros. Al
parecer ni el delincuente tiene culpa alguna ni la tienen las personas que
de algún modo le rodearon. La culpa es 'de las estructuras'. El día que
cambien las estructuras, se dice, la criminalidad habrá desaparecido.
Nadie parece saber quienes son los culpables de las estructuras.
Esto es lo que Jesús quiso ser para nosotros: Camino, verdad y vida"
(CAVEVI). En estas tres palabras está contenido lo que constituye la
felicidad del hombre.
94º Dios nos dio ojos para ver y... párpados para no ver.
Uno de los discípulos de Jesús había cometido, una vez, una falta muy
grave. Todos esperaban que el Maestro le diera una buena reprensión.
Pero, pasó como si nada hubiera sucedido. Protestaron los discípulos de
Jesús diciendo: "No podemos no ver y olvidarnos lo que ha sucedido.
Después de todo Dios nos ha dado ojos para ver". "Sí, dijo Jesús, pero Dios
nos ha dado también párpados"
Es lo que hizo Jesús con sus discípulos que no eran nada santos y que una
y otra vez le provocaron y casi le hicieron enojar: En el evangelio
encontramos algunas expresiones de Jesús que nos hace ver cuánto tuvo
que aguantar a sus discípulos "¿Hasta cuando tendré que estar con
ustedes? ¿Hasta cuando tendré que soportarlos? (Mc 9, 19)
La profesora había dado a sus niños una tarea: les pedía que escribieran
qué animal o qué cosa les gustaría ser y... por qué. Un niño de apenas
ocho años respondió que a él le gustaría ser un televisor. ¿Por qué? - le
preguntó la maestra -.
Estando en grupo, le dijo una vez un joven oficial: "Hay algo que no
entiendo, capitán; usted es muy creyente y comulga todos los domingos y
sin embargo le suele dominar la cólera. ¿Cómo se explica eso?" Muchacho
- replicó el comandante - si no comulgara todos los domingos, ya hace
tiempo que los hubiera arrojado a todos a la mar".
- Y ella, ¿qué dijo?: - Sí, Dios hace también milagros para mí - ¿Qué
milagros te ha hecho Dios? -
Los milagros espirituales, los actos de amor, son más importantes que las
curaciones del cuerpo. La vida no es para sentarse esperando que Dios
haga milagros espectaculares en nuestro favor; ni es para limitarse a
confiar en que él resuelva nuestros problemas, sino para empezar a hacer
ese milagro pequeño que él puso en nuestras manos, el milagro de
querernos y ayudarnos. ¿Es más milagroso devolver la vista a un ciego o
curar a un amargado para que vuelva a esperar? ¿Es un milagro más
grande multiplicar los panes o repartirlos bien? ¿Más asombroso cambiar
el agua en vino o el egoísmo en fraternidad?
El camellero, a veces, tiene que frenarlo o estimularlo para que vaya más
de prisa. Tiene que frenarlo ante un paso nivel o no dejarle comer la paja
del carro que les está delante, y los camellos obedecen con mucha
paciencia y tranquilidad.
También los seres humanos somos un poco como los camellos; podemos
soportar, tragar humillaciones y dominar nuestros sentimientos negativos,
etc. Pero todas las cosas tienen un límite y a veces hace falta descargar la
tensión acumulada y desahogarse con alguien que sepa comprender
también lo excesivo de nuestras expresiones. El filósofo Aristóteles
pensaba que la representación de la vida real en los espectáculos trágicos
podían servir como 'catarsi' o purificación. La carta a los Efesios también
nos amonesta a no provocar a los demás "Y ustedes padre, no irriten a sus
hijos, sino para educarlos, usen la corrección y advertencias que puede
inspirar el Señor" (Ef 6, 4)
Pero habría sido una mentira, porque la mujer era muy atrayente y le
habría gustado de veras aceptar su invitación. "Pensé, afirmó el psicólogo
- con toda sinceridad, que no era una culpa que me gustase aunque sí,
habría sido un pecado cometerla. La mujer quedó sorprendida por la
sinceridad del psicólogo y le contestó con la misma franqueza: "es usted el
primer psicólogo honrado que he encontrado".
Por corazón del hombre se entiende los actos libres y responsables, los
actos que el hombre realiza con plena advertencia y deliberado
consentimiento. Nunca son pecados las fantasías que pasan por la mente,
los deseos espontáneos que nos pueden también molestar y constituir una
tentación peligrosa. Son pecados solamente los que dependen de nuestra
libre voluntad. También Jesús fue realmente tentado y a lo largo de toda
su vida, no solamente en una ocasión en el desierto al comienzo de su
vida pública.
Y nos preguntamos: ¿por qué fuimos a la aldea? ¿Por ellos? Parece que no.
Sin darnos cuenta el móvil de nuestra iniciativa era querer aparecer en los
periódicos. Pensábamos a lo bien que nos quedaríamos si en los diarios se
escribiera: "La universidad de San Javier ha adoptado una comunidad;
¡Que gesto noble y digno!” El pueblo, en realidad, no necesitaba de
nosotros. Empezamos a crearles unas necesidades; a armarles líos y
hacerles sufrir. Antes vivían tranquilos con su cultura, sus costumbres y su
miseria también a la que estaban acostumbrados. Nosotros les habíamos
dado lo que a nosotros nos parecía bien. Pero llegaron al punto de
pedirnos que nos marcháramos. No le hemos dado lo que ellos querían
sino lo que a nosotros nos parecía bien.
Quizás habría que leer el dicho bíblico: "haz a los demás lo que quieres
que los demás hagan a ti" de la siguiente manera: "Haz a los demás lo
que a ellos (no a ti) les gusta, lo que a ellos y no a ti te parece bien.
La moda ayuda a los jóvenes, no porque les guste, sino porque los
identifica con el grupo. Al muchacho no le gusta llevar ese peinado
(cabeza afeitada y pintada de verde por la mitad y la otra mitad como una
cresta de gallo) pero la moda les ayuda para identificarse con su grupo. No
es que les guste este tipo de peinado llamado 'punk', lo aborrecen, pero
todos juntos tienen que llevarlo porque es un símbolo.
Hay varios textos del Nuevo Testamento en el que se nos dice que no
tenemos que conformarnos con el mundo. "No sigan la corriente del
mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la renovación de su
mente. Así sabrán ver cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que
le agrada, lo que es perfecto" (Ro. 12, 2) No es un pecado seguir la moda.
pero hay límites. No hay que quedar esclavos de la misma.
No pude más que decirle: "¿Has notado querida, que tus manos le están
haciendo al pañuelo lo que querrías hacer con tus papás?" Ella cayó en la
cuenta, miró su pañuelo completamente estrujado y echó a llorar.
El escritor uruguayo: Eduardo Galeano, autor del famoso libro: "Las venas
abiertas de América Latina", cuenta un caso ocurrido en aquellos tiempos
de la dictadura militar. Hoy nos parece mentira que hubieran podido
suceder tales cosas.
Cuenta que dos presos políticos pudieron salir sanos y salvos de aquellas
celdas porque consiguieron comunicarse por medio de una especie de
alfabeto 'morse'. Pequeños golpecitos en la pared los tenía en
comunicación permanente. Desde sus celdas contiguas iban hablando, se
comunicaban de alguna manera y todos los días, guardaban ese contacto
humano. Al cabo de mucho tiempo salieron ilesos. No perdieron la cabeza,
consiguieron mantener su salud mental porque se mantuvieron en
contacto.
Llegan al alma las palabras de este niño, son palabras que conmueven el
universo. ¡Cómo las habrá oído Dios Padre!. y ¡cómo habrán conmovido a
aquel médico tan entregado para aliviar el sufrimiento y la soledad de
aquello niños . enfermos!. Y nos preguntamos: ¿por qué tantos
sufrimientos en este mundo y por qué sufren tantos inocentes? Este niño
ni siquiera pedía por sus padres "dígale a alguien". Se conformaba con
que alguien se diera cuenta de él.
Algo parecido nos ocurre a nosotros, No nos gusta, nos desagrada vernos
tal y cual como somos por dentro; nos cuesta hacer un serio examen de
conciencia y reconocer nuestras culpas. Una de las primeras
consecuencias del pecado que cometieron nuestros antepasados, fue la
de no reconocerse culpables y echar la culpa a otros. Adán echó la culpa a
Eva y Eva a la serpiente. Frente a esta indisponibilidad de reconocerse
culpables Dios no pudo perdonar y pronunció su castigo. Y sin embargo
Dios está siempre dispuesto a perdonar. A Caín que recién había
asesinado a su hermano Abel, Dios le dijo: "El pecado está agazapado a
las puertas de tu casa. El te acecha como fiera que te persigue, pero tú
debes dominarlo" (Gen 4, 7) ¿Qué es lo que nos impide un sincero examen
de conciencia y ponernos frente a frente con nosotros mismos para
conocernos realmente como somos? Es nuestro orgullo y sobre todo el
miedo de reconocer nuestras culpas y sentir la necesidad de cambiar vida.
Como los elefantes tenemos miedo de mirarnos por dentro y reconocer
nuestras faltas.
¿Por qué tenemos miedo de fracasar? A veces es nuestro orgullo que nos
frena; tenemos miedo de lo que van a decir los demás y de las críticas que
van a hacer. A veces es nuestra pereza que nos impide salir de la
tranquila seguridad cobarde y lanzarnos a la acción. Nos quedamos
tranquilos sin hacer nada, en lugar seguro, al reparo de los fracasos. Pero
es un sistema equivocado porque si es verdad que el que no hace nada no
se equivoca, es también verdad que toda su vida es una equivocación.
"¿Qué es lo que haces tú?", le preguntó al segundo. "Yo - dijo - estoy aquí
ganándome el pan para mi y mis hijos"
"No sirvan solamente para que los vean y para que los feliciten los
hombres, sino que sean como siervos de Cristo que cumplen de todo
corazón la voluntad de Dios" (Ef 6, 8)
No son los otros que me van a juzgar en el día del juicio. Allí estaré solo
con Dios, No tendré ni abogados defensores, ni testigos acusadores, ni
otro juez sino Jesucristo mismo que... murió por mi en la cruz. ¿Por qué
tenerle miedo si me ama tanto?
Aquella persona anciana, con aquella santa ingenuidad que sólo tienen los
viejos y los niños, contaba que escuchó un día a un cura que hablaba con
palabras terribles del próximo fin del mundo: el sol se iba a oscurecer, las
estrellas a caer, el mar a desbordar etc. "Al salir del templo, dijo, como
todo aquello eran tan triste, me fui a una pastelería y me comí un helado".
Si ni siquiera Jesús sabía cuando legará el fin del mundo: "En cuanto se
refiere al día y a la hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles de Dios, ni
siquiera el Hijo, sino sólo el Padre" (Mt 24, 36)
Lo que cuenta no es el día del fin del mundo, sino el día de nuestra
muerte. Dios nos lo quiso ocultar porque
cada día tenemos que vivir como si fuera el último y estar siempre
dispuestos a presentarnos a Jesús que nos vendrá al encuentro para
llevarnos a la casa del Padre.
111º Sólo recordaban que les ponía los calcetines: nada de tantos
consejos.
De pronto una de las hijas, dijo: "Lo que yo sí recuerdo muy bien son los
calcetines. "Ahora la sorprendida fue la madre. "¿Qué pasaba con los
calcetines?" La hija lo explicó "Tú venías por la mañana a despertarnos.
Nosotras estábamos aún llenas de sueño y de pereza y sacábamos sólo un
pie entre las sábanas. Entonces tú nos ponías un calcetín. Luego
sacábamos el otro pie y nos ponías el otro, mientras nosotras nos íbamos
despertando. De eso sí tenemos un buen recuerdo.
La madre se quedó pensando. Las palabras son sólo palabras y se las lleva
el viento. En cambio, un gesto de amor queda para siempre.
Ahí está la clave de toda educación. Los niños los saben muy bien y
distinguen perfectamente entre las palabras bonitas y la hechos que son
de veras un signo de auténtico amor. El lema principal del sistema
preventivo de Don Bosco es: "Studia di farti amare" es decir 'procura
hacerte amar" testimonia con los gestos y servicios concretos que tú
amas a los jóvenes y ellos lo recordarán para siempre.
Hay una expresión muy aclaradora del profeta Oseas(6, 6): "yo quiero
misericordia, no sacrificios" Jesús citó estas palabras de Oseas cuando le
criticaban porque no hacía ayunar a sus discípulos "Me gusta más la
compasión que no el culto" (Mt 9, 13 y también "Prefiero la bondad a los
sacrificios" (Mt 12, 17).
Francisco se dio cuenta que el ayuno de sus frailes era a veces excesivo y
sabía resolver ciertas situaciones. Quiso satisfacer el hambre de aquel
fraile hambriento pero sin dejarlo mal parado frente a sus hermanos más
robustos que él. Francisco satisfizo su hambre sin humillarlo.
Lanzó la moneda al aire y salió cara. Y los soldados se llenaron de tal ansia
de luchar que, aun siendo inferiores en número, consiguieron una
espectacular victoria. A la mañana siguiente, uno de los ayudantes dijo a
Nobunaga: "Es cierto, nadie puede cambiar el rostro del destino:" "Así es",
respondió el general, mientras mostraba a su ayudante la moneda que él
había utilizado: era una moneda falsa que tenía cara por ambos lados.
El destino es una moneda que, para los valientes, tiene "cara" (aspecto
positivo), por las dos partes, y para los cobardes tiene "cruz " (negativo)
también por ambos lados. Porque el que se enfrenta con la vida seguro de
que va a ser derrotado, lo será con certeza y el que está decidido a
construir su vida, antes o después, la triunfará. El cristiano cree esto como
un aspecto seguro de su fe: "Dios dispone todas las cosas para el bien de
los que lo aman" (Ro 8, 28)
114º Una sonrisa por encima del muro le bastaba para ser feliz
todo el día.
Cuando preguntó qué era lo que mantenía a este pobre leproso tan unido
a la vida, alguien le dijo que observara su conducta al comenzar el día. Y
vio que, apenas amanecía, aquel hombre acudía al patio que rodeaba el
campo de los leprosos y se sentaba enfrente del alto muro de cemento
que lo rodeaba. Y allí esperaba. Esperaba hasta que, a media mañana, tras
el muro, aparecía durante unos minutos una cara de mujer que le sonreía.
Entonces el hombre comulgaba con esa sonrisa y sonreía él también. El
rostro de mujer desaparecía pronto pero el hombre, iluminado, tenía ya
alimento para seguir soportando una nueva jornada y para esperar a que
la mañana siguiente regresaría el rostro sonriente. El rostro de su mujer,
que venía a verlos todos los días daba sentido a su vida.
Cuando le arrancaron de su pueblo y le trasladaron a la leprosería, la
mujer le siguió hasta el poblado más cercano. Y acudía cada mañana para
continuar expresándole su amor. "Al verla cada día - comentaba el leproso
- yo sé que todavía vivo"
¿Cuesta tanto una sonrisa? Sí, cuesta nada más y nada menos que saber
desprenderse de sí mismo, olvidar todos los sinsabores de la vida e
interesarse del otro que quizás esté esperando un signo de amistad.
Sin embargo, en aquella idea hay una pizca de verdad, sobre todo en la
fórmula del teólogo von Balthasar.
Y es que treinta años de ministerio me han enseñado que uno puede dar
mucho más de lo que personalmente tiene. Y esto por esta razón
elemental: en el mundo de la gracia ningún hombre da nada. Es Dios el
único que puede dar, él solo. Y la experiencia de cualquier sacerdote o de
cualquier cristiano es que, si él no pone demasiados obstáculos, Dios
comunica, a través de él, bienes espirituales que nadie llega a sospechar.
117º ¿Hay que envidiar a los animales porque no saben que van a
morir?
118º Una oración del Card. Newman: “sólo un paso para hoy”.
Protégeme al caminar.
Jesús nos enseñó a pedirle a Dios sólo el pan para hoy y no que se les
resuelvan para siempre sus problemas, El pan para hoy, y no para el
mañana, no para que el pan no se ponga duro; sino para acostumbrarnos
a vivir dejados a su providencia, abandonados de tal modo que no
soñemos en almacenar seguridad, virtud, perfección. Dios sabe que, si
tuviéramos todo resuelto para meses, para años, nos acostumbraríamos a
vivir sin Dios. , sin sentir necesidad de Él.
Una profesora tenía entre sus alumnas a una niña de ocho años, Manolita,
que estaba siempre extrañamente triste, huidiza, atemorizada. Por lo visto
- y pronto lo descubrió la profesora - alguien había abusado de la pequeña
y, desde entonces, tenía miedo de todos. Por eso no jugaba en los recreos,
andaba siempre sola, rehuía no sólo la amistad, sino hasta la compañía de
todas sus compañeras.
Y al día siguiente vio que Susana seguía con Manolita sin decirle una sola
palabra de las injurias que había recibido. Y por la noche fue a contar el
desenlace, con lágrimas de alegría en los ojos, a su profesora: "¿Sabe que
Manolita hoy, al despedirnos, se ha cercado a mí, me ha dado un beso y
me ha dicho: ¡Qué buena amiga eres!"
Sin embargo, lo que quizás cuesta más que perdonar, es: pedir perdón. No
es fácil reconocer que somos culpables y nos cuesta humillarnos delante
de aquel a quien hemos ofendido. Pero si no pedimos perdón no podemos
recibirlo, porque nuestro corazón empedernido y cerrado por el orgullo no
puede abrirse a la reconciliación.
Un joven ingeniero se acercó un día al más viejo campesino del lugar, don
Laureano y le preguntó: "¿Has visto, Laureano, mi campito? - Si, ¿cómo no
lo voy a ver? - contestó el viejo-
- Y bien, don Laureano, yo le quería preguntar una cosa: ¿Usted cree que
este campito me dará buen algodón?
-¿Algodón, dijo, patroncito? - No, mire, no creo que este campo le pueda
dar algodón. Fíjese los años que yo vivo aquí, pues nunca vi que este capo
diera algodón.
- ¿Y maíz? - insistió el joven- ¿Usted cree que me puede dar maíz? - Maíz
dijo, patroncito? No, no creo que le puede dar maíz. Por lo que yo sé, ese
campito lo más que puede dar el algo de frutita de monte. Pero maíz no
creo que le dé.
Y fue entonces cuando vio que el viejo levantaba los ojos y con una media
sonrisa en los labios le decía: -Hombre, claro, patroncito, si se siembra... si
se siembra es otra cosa.
Esta fábula nos hace sonreír pero esconde mucha verdad. A veces
consideramos imposible lo que no queremos hacer y no esperamos
realizar porque tenemos miedo al fracaso.
Por gracia de Dios, no siempre es así. Es posible encontrar gentes que han
aprendido a ver las virtudes de los demás y saben poner entre paréntesis
sus defectos. y practican aquello que decía Joubert: "Cuando mis amigos
son tuertos yo los miro de perfil"
Bossuet decía que "el defecto que más impide a los hombres a la hora de
progresar es el no darse cuenta de lo que son capaces"
Los libaneses tienen un dicho que asegura que "si el camello pudiera ver
sus jorobas caería al suelo de vergüenza" Y quizá por ello Dios puso las
jorobas del camello donde él no pudiese llegar a verlas.
Se podría decir que los enamorados son ciegos sobre los defectos del otro
pero también videntes, porque ven ciertas virtudes que los otros no son
capaces de ver. Y se puede decir también que los casados son más
objetivos porque saben ver : los valores y los antivalores del otro; pero
saben superar los defectos porque el amor no se queda a la superficie de
las cualidades sino que llega hasta el profundo de la persona. Lo que más
importa es llegar a esta profundidad, a la persona misma que, no obstante
sus defectos es siempre un valor incomparable por ser imagen de Dios y
elevada por Cristo a participar de la vida divina.
Esta postura no es digna del hombre que, creado a imagen de Dios y por
eso libre y responsable, no puede renunciar a este don, refugiándose en
una actitud neutral. Dios propone su amor y espera una respuesta
positiva; negar esta respuesta es prácticamente responder con un : no.
Esta actitud neutral indica falta de fe en Dios, indica sobre todo renunciar
a ejercer este magnífico don de Dios por el cual respondemos con un sí a
su amor que se nos anticipa con tanta generosidad.
Dios en cambio, ve las cosas desde un punto de vista que abarca todo y
nada escapa a su mirada infinitamente amorosa de Padre.
Lo que hasta hace poco no sabían los televidentes alemanes es que Petra
Krause presenta su programa desde una silla de ruedas, ya que es
paralítica en la mitad inferior de su cuerpo. Y sólo hace muy poco han
conocido la verdadera historia de esa sonrisa que a tantos cautiva.
Pero, al parecer, Alguien no permitió que Petra muriese; tal vez para
explicar al mundo que una muchacha que no encontraba el sentido de su
vida mientras todo le sonreía y mientras la salud habitaba su cuerpo, iba a
encontrar ahora ese sentido cuando, paralítica y rota la espina dorsal en
su caída, todo parecía verdaderamente terminar de cerrarse para ella.
125º ¿Por qué Dios, que es Amor, nos hace tanto sufrir?
La carta de esta señora me preocupa sobre todo porque refleja hasta qué
punto están difundidos dos espantosos errores: muchos se imaginan a
Dios como si fuera un tapagujeros y no tienen en cuenta la libertad
humana. La causa de la gran mayoría de nuestros males somos nosotros
que abusamos de nuestra libertad.
Resulta ahora que tendría que ser Dios a cambiar, mientras que el
convertirnos en hombres solidarios es el primero de nuestros deberes.
No nos damos cuenta que si Dios nos hubiera hecho "perfectos" es decir,
incapacitados para ser malos, ya no seríamos tampoco libres para hacer el
bien; seríamos como marionetas obligados a la bondad. La bondad es el
resultado libre del esfuerzo de quien, pudiendo hacer el mal, no lo hace. Y
no es cierto que Dios haya hecho al hombre malo; lo ha hecho libre,
dándole un potencial de bondad.
Bastaría, en cambio, con mirar a cómo Dios Padre trató a su Hijo Jesús; no
le ahorró ninguna dificultad, ni tampoco intervino para liberarlo de la
muerte. La única respuesta a sus oraciones fue la resurrección. Y esta es
también la respuesta que Dios se comprometió en hacer para nosotros.
126º Era más cristiano el tribunal africano que el francés.
Y ahora habrá que preguntarse quiénes eran, de veras, los que vivían el
Evangelio de Cristo: los cristianos o los paganos? porque a la hora de
exaltar las excelencias y méritos de la caridad enseñada por Cristo hay,
desgraciadamente, que distinguir cuidadosamente entre la caridad
cristiana y la caridad de los cristianos.
Pablo VI, que era amigo de las parábolas, contaba la historia de Berdiaef,
el gran pensador de la iglesia ortodoxa rusa. Un día éste pensador visitó
uno de los más famosos monasterios ortodoxos construidos con un
bellísimo claustro central sobre el que se abrían, las puertas de las celdas
de los monjes. Las puertas eran todas iguales, distinguidas únicamente
por el nombre de un santo diferente sobre el dintel.
Y la salida del sol le dio luz suficiente para distinguir su puerta de las
demás. Había girado en torno a ella, había pasado ante ella docenas de
veces sin llegar a verla, y ahora, ahí estaba facilísima y evidente. Gracias
a la luz.
En un viejo libro del siglo IV, en el que se cuentan las vidas de los santos
Padres del desierto, leo la historia de aquellos dos anacoretas que vivían
juntos y jamás habían tenido una discusión. Un día uno de los dos dijo a su
compañero: "Yo creo que, al menos una vez en la vida, tú y yo deberíamos
tener una discusión como las tiene todo el mundo. Así sabríamos qué es
eso de pelear.
La frase del pequeño era bastante más que una 'gracia' infantil. Porque la
verdad es que el caballo estaba, en realidad, ya dentro de aquel bloque, y
que la capacidad artística del escultor consistió precisamente en eso:
saber ver el caballo que había dentro y quitarle al bloque de piedra todo
cuanto le sobraba. El escultor no trabajó añadiendo trozos de caballo al
bloque de piedra, sino liberando a la piedra de todo lo que le impedía
mostrar al caballo ideal que tenía en su mente. El artista supo 'ver' dentro
lo que nadie veía. Ése fue su arte.
Pero vale la pena porque lo que hacemos de nosotros mismos durará por
toda la eternidad.
Hay una leyenda eslava que cuenta la historia de un monje, Demetrio, que
un día recibió una orden tajante: debería encontrarse con Dios al otro lado
de la montaña en la que vivía, antes de que se pusiera el sol. El monje se
puso en marcha, montaña arriba. Pero, a mitad de camino, se encontró
con un hombre herido que pedía socorro. Y el monje, casi sin detenerse, le
explicó que no podía pararse, porque Dios le esperaba al otro lado de la
cima, antes de que se pusiera el sol. Le prometió que volvería en cuanto
hubiese atendido a Dios. Y continuó su marcha. Horas más tarde, cuando,
aún el sol brillaba en todo lo alto, Demetrio llegó a la cima de la montaña
y desde allí sus ojos se pusieron a buscar a Dios. Pero Dios no estaba. Miró
entonces hacia atrás y en el fondo valle y vio a Dios que estaba ayudando
al hombre herido que él no había querido ayudar.
Hay incluso quien dice que Dios era el mismo herido que le había pedido
ayuda.
En el amor a Dios uno puede engañarse; puede alguien decir que ama a
Dios porque decirle a Dios te amo no cuesta nada. Amar al prójimo, en
cambio, no admite trampas.
Dice Jesús: "No basta con que me digan: Señor, Señor, para entrar en el
Reino de los cielos, sino que hay que hacer la voluntad de mi Padre que
está en el cielo" (Mt 7, 21) y la voluntad de Dios nuestro padre es que nos
amemos los unos a los otros como Jesús nos ha amado. "Les doy este
mandamiento nuevo, que se amen unos a otros" (Jn 13, 34)
San Camilo de Lelis fue uno de los primeros cristianos a valorar en serio el
cuerpo humano. En su tiempo había muchos que se preocupaban por los
enfermos, pero lo hacían únicamente por sus almas. Pensaban que había
que ayudar al los enfermo a bien morir, que lo importante era asegurar
sus almas para el cielo. Por eso casi abandonaban a los incurables una vez
que habían conseguido que éstos se confesasen.
"No soy loco, - respondió Buda- el loco serás tú que te crees poderoso
porque puedes herir y destruir. Eso es cosa de niños. Lo verdaderamente
poderoso es el que sabe crear y curar. "
La primera reacción del padre. Arrupe fue acudir a la capilla que estaba,
también ella, medio destruida y rezar. Su corazón se llenó de preguntas:
¿Por qué Dios aceptaba, toleraba esto? Y ésta fue la respuesta que se dio
a sí mismo: "Por todas partes muerte y destrucción. Nosotros aniquilados
en la impotencia. Y Dios allí, conociéndolo todo, contemplándolo todo, y
esperando nuestra iniciativa para que, juntos, tomásemos parte en la obra
de reconstruirlo todo".
Dios conoce todo y sufre por el mal que hacemos más que nosotros
mismos. Y está ahí, esperando a que lo invitemos a la única respuesta
válida ante el dolor y la catástrofe: juntar las manos para reconstruirlo
todo.
El cura padre Angel tenía una manera muy especial para catalogar a las
personas. Por eso, un día que alguien elogiaba las magníficas virtudes de
un obispo, recién elegido, preguntó: ¿Y se ríe mucho? "¡Ah no! le
contestaron - es un hombre tremendamente serio, nunca se ríe. " A lo que
el padre Angel añadió, por todo comentario "¡Hum! Un hombre que no ríe
no me inspira confianza. "
Contaba Bruce Marshall, notable escritor católico inglés, que un día tuvo
que asistir a la primera comunión de un amigo suyo, católico y "papista".
Tuvo que acudir a una iglesia católica y ocurrió que, en el momento más
solemne de la misa, se le escapó de su bolsillo una moneda que, por el
pasillo central, emprendió una carrera que todos los fieles e incluso el cura
que celebraba, siguieron con los ojos... hasta que fue a meterse por la
rejilla de la calefacción.
. Uno podría decir que hay tiempo y lugar para reírse y que la liturgia no
parece ser el lugar apropiado para las risas. Pero cuando las cosas
suceden sin premeditación y se presenta algo ridículo, no podemos pensar
que esté mal un poco de humor. Quizá que también Jesús, desde el
sagrario, se habrá puesto a reír silenciosamente compartiendo la alegría
de sus hermanos.
El mayor genio científico del siglo XX, el hombre que abrió las puertas a la
ciencia atómica, asustado un día por la fuerza terrible de sus
descubrimientos, escribió que él no sabía aún si se desataría una tercera
guerra mundial, pero que estaba seguro que si llegaba a haber una cuarta,
en ésta se lucharía con arcos y flechas, porque todo el resto de la
civilización se habría destruido en la tercera.
Este Albert Einstein fue un desastre en sus primeros estudios. Sus padres
llegaron a temer que se tratara de un deficiente mental. A los tres años
aún no sabía hablar. A los seis años comenzó a presentarse como un
chiquillo normal, pero era tan tímido que la muchacha que servía en casa
de sus padres, lo llamó "Papaíto aburrimiento" Se pasaba, en efecto, horas
y días enteros sin decir palabra.
Jamás fue el primero de la clase. Sólo a los quince años despertó la luz
que llevaba en el alma. ¿Y el resto? Lo hizo el coraje, el trabajo, el
esfuerzo. Hoy todos le llaman genio.
Pero resulta que l) Todos los tiempos son de transición. 2) nunca llegará
una edad dorada e definitiva
3) Todos los tiempos son igualmente importantes y 4) en todo caso, éste
es el tiempo en que tenemos que vivir.
¿Qué habrá pensado Dios al oír a este chiquillo que no va a El, como la
mayoría de los mayores, pidiéndole dinero, salud, amor o abrumándole de
quejas, de protestas por lo mal que marcha el mundo, sino que, lo que
hace es simplemente ofrecerse a echarle una mano. "Le pregunto si puedo
ayudarle en algo".
Y, sin embargo, qué profunda fue la intuición del chico. Porque, lo mejor
de Dios, no es que sea omnipotente, sino que no lo sea demasiado y que
El haya querido 'necesitar' de los hombres.
Por eso es tan desconcertante ver que la mayoría de los hombres en vez
de felicitarse por la suerte de poder colaborar en la obra de Dios, se pasan
la vida mirando hacia el cielo para pedirle que Dios baje para resolver
personalmente lo que era tarea nuestra.
Con la Iglesia ocurre casi lo mismo. No hay cristiano que una vez al día no
se queje de las cosas que hace o deja de hacer la Iglesia, entendiendo por
'Iglesia' el papa y los obispos. "Si el Papa vendiera las riquezas del
Vaticano, ya no habría hambre en el mundo". etc. Pero, ¿cuantos le dan
una mano a la Iglesia? ¿Cuántos se sienten responsable de la
evangelización?
139º Tenemos que vivir: hablando con los muertos, con los vivos y
con nosotros mismos.
Un famoso jesuita, Gracián, decía que el hombre tendría que vivir tres
vidas. Emplear la primera en hablar con los muertos (leer); la segunda
hablar con los vivos (conversar); la tercera, hablar consigo
mismo(reflexionar).
140º ¡Tonta! ¡tonta!... a los ojos del mundo, pero sabia a los ojos
de Dios.
¿Qué decir a esta amiga? Que por favor siga siendo tan tonta como hasta
hora. Porque mejor es ser tontos que estar muertos. Mejor tontos que
vacíos. Mejor tontos que traicioneros de nuestra conciencia. Ya lo decía S.
Pablo a los Corintios (1, 18. 21. 25) "La predicación de la cruz no deja de
ser locura para los que se pierden; pero para los que somos salvados es
poder de Dios... Dios quiso salvar a los que creen por medio de la locura
que predicamos... La locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los
hombres ".
"Me persiguieron a mi, también los perseguirán a ustedes" (Jn 15, 20)
"Es que - explicó la niña - mis padres están separados, celebré primero
con mamá, que no quiso invitar a mi papá. Pero, a la semana siguiente,
como me tocaba pasarla con papá, él dijo que él no iba a ser menos. Y fue
y me compró otro traje más bonito y me organizó otra primera comunión".
Yo creo que realmente los hombres no saben muchas veces lo que están
haciendo.
Suele decirse que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero hay
otro tipo peor de ceguera: la de los ciegos que están convencidos que
ven; la de los que se han puesto unas gafas de egoísmo de tal espesor
que ya ni se dan cuenta de que las tienen puestas y han llegado a
convencerse de que la realidad es tal y como sus ojos ciegos la
testimonian.
- No es culpa ni tuya ni mía que sea difícil - decía el maestro - Ahora vete y
obra según las conclusiones que tú mismo has sacado. Y no me hagas
perder tiempo pensando una misma cosa dos veces y no pierdas tú el
tiempo pensando en si es difícil o no: Hazla.
Las dos gracias más importantes que podemos pedir a Dios son: conocer
su voluntad y ser capaces de realizarla. En cuanto a la primera tenemos
dos facultades para reconocerla: la razón y la fe. No solamente la fe, sino
la razón. Cuando se trata de tomar decisiones: elegir una profesión u otra,
elegir un medio u otro para realizar un fin, podemos estar seguros que
estamos haciendo la voluntad de Dios cuando actuamos según lo que la
razón nos indica y nos parece más oportuno. Lo que importa es que el fin
sea bueno y que los medios sean honestos. No hay que esperar un signo
especial para estar seguros de la voluntad de Dios.
145º Una tabla de madera que salva una vida no tiene precio.
Tenía razón Bernanos al escribir que "las cosas pequeñas, que parecen de
ningún valor, son las que dan la paz. La pequeña llave del detalle abre
más corazones de lo que imaginamos".
A veces basta una pequeña señal de amor para dar a una persona una
'tabla de salvación', un motivo para recuperar el sentido y el valor de la
vida. Saber, por ejemplo, perder un poco de tiempo para conversar con
una persona que necesita una indicación, una orientación y sobre todo
una señal que le revele su valor, es muchas veces salvarla de la
desesperación.
Son gestos que superan todo valor económico, que no se pueden pagar
sino con un 'gracias'. Un día, no muy lejano, caeremos en la cuenta de que
pagar a un obrero solamente con un sueldo, aunque justo, no es
suficiente. Una retribución puramente económica, no puede recompensar
la labor de una persona que trabajó con amor y dedicación. Lo mínimo
que podemos hacer hoy es que además del salario, hace falta demostrar a
los obreros y empleados el sentido de agradecimiento un sincero gracias
un gracias por su labor.
Dicen que 'un santo triste es un triste santo". Si Jesús resucitó como el
primero de los hombres y si nosotros vamos a resucitar un día como él,
que nos precedió en la gloria del cielo, entonces no hay ningún motivo
para ser tristes. O, mejor, el único motivo de tristeza es el pecado que
cometemos, pero "si nuestra conciencia nos reprocha, sabemos que Dios
nos perdona porque Dios es más grande que nuestra conciencia"(1 Jn. 3,
20). No hay pecado tan grande que Dios no pueda perdonar. Entonces,
para uno que tiene fe, no hay ningún motivo verdadero para ser triste.
"Cristo resucitó de entre los muertos y resucitó como primer fruto ofrecido
a Dios, el primero de los que duermen" (1 Cor. 15, 30)
Había un campesino, tan bueno como inculto, que tenía que hacer
grandes esfuerzos para orar. Iba, por ello, llevando siempre consigo su
libro de oraciones que, luego, a la caída de la tarde, leía poco más que
deletreando. Sucedió que un día, durante un viaje, descubrió, al llegar la
noche, que se había olvidado su libro de oraciones. ¿Qué hacer? ¿Cómo
acostarse sin rezar? Trató de hacer un gran esfuerzo para ver si conseguía
recordar alguna oración, pero imposible, no sabía ni dos palabras
seguidas.
A la hora de la verdad los niños saben bien que el mejor de todos los
regalos es la amistad, la compañía, y han entendido que, en
circunstancias normales, hay mucha más felicidad en la comunidad que
en la soledad y que una cosa no es enteramente buena más que cuando
se comparte.
Los padres muchas veces no saben lo que más necesitan sus hijos. Creen
que les pueda satisfacer plenamente los juguetes que ven en la televisión
o que poseen sus compañeros de escuela. Pero lo que de veras necesitan
no son tantos cosas sino cariño y compañía.
Charlaban dos amigos sobre el dinero que ganaban, y uno le decía al otro:
"No entiendo en que se te va el dinero. Estás ganando bien y debería vivir
como un príncipe". Y el amigo le respondió: "La cosa es bien simple: de
todo lo que gano, invierto un tercio en pagar deudas; otro tercio lo coloco
a buen interés para el futuro, y con el tercero vivo. " "Pero, ¿tantas deudas
tienes? ¿Y qué interés es ése?" "Te lo explicaré: Tengo una deuda enorme
con mis padres, quienes gastaron un dineral para pagarme los estudios.
Ahora ellos están mal y soy yo quién les sostiene. "
La despedida fue tan emotiva y difícil para él como para todos sus
feligreses, que se apelotonaban en la iglesia a la hora del adiós. El nuestro
buen párroco se emocionó al hablar en su último sermón, pero más se
emocionó su auditorio cuando, como abriendo su corazón, les dijo que en
su testamento había dejado dicho que deseaba que el día de su muerte le
llevaran a enterrar allí, porque, decía, "quiero resucitar con todos ustedes,
con mi pueblo".
Todos pensaron que lo normal era que dijese:: "Quiero que me traigan
aquí porque deseo estar enterrado a su lado, o porque ésta es mi tierra.
En cambio, no. Lo que este cura quería era 'resucitar' junto a los suyos,
estar con ellos en la gran alegría del final de los tiempos, porque se veía a
sí mismo encabezando a sus parroquianos y dirigiéndose todos juntos al
encuentro final con Cristo.
Y es terrible comprobar que a los más de los hombres les falta más la
constancia que la inteligencia.
Al cabo de tres semanas estaba tan harta que se puso a chillar y golpear
la puerta de la celda hasta que finalmente la liberaron. Cuando por fin
salió se echó en brazos de su padre, feliz de la vida por haberla liberada
de aquel hombre al que había llegado a aborrecer.
Amar no es lo mismo que sentirse atraído por las cualidades del otro, sino
quererlo como persona única e insustituible y desear hacerlo feliz a costa
también de renuncias y sacrificios. Las cualidades de la persona tarde o
temprano se esfuman, pero la persona queda para siempre.
Una ostra dijo un día a una amiga suya: "Tengo realmente un gran dolor
dentro de mí. Hay algo duro y redondo en mi vientre y me siento sin
fuerzas".
Pasaba por ahí un cangrejo y oyó lo que las dos ostras estaban diciendo y
dirigiéndose a la que se sentía bien le dijo: "Sí, tú estás bien y eres sana,
pero el dolor de tu vecina lleva dentro de sí una perla de extraordinaria
belleza y valor. Tú, en cambio, está vacía por dentro, tu vida no tiene
ningún valor. ".
Sabemos que cuando en una ostra le entra un granito de arena, día tras
día transformará su dolor en una perla que es una obra maestra de la
naturaleza.
Dios, que había escuchado sus quejas con mucha paciencia, lo esperó una
tarde en la puerta de su casa, le sonrió amablemente y le dijo: "Ven
conmigo, Te daré otra cruz o, mejor, tú mismo la vas a elegir.
Probó una cruz liviana, pero era larga y difícil a llevar. Se puso al hombro
la cruz de un obispo, pero era increíblemente pesada, llena de
responsabilidades Otra era muy graciosa y aparentemente liviana, pero,
cuando se la puso al hombro comenzó a pincharlo como si fuera llena de
clavos. Agarró entonces una cruz de plata que era muy brillante; pero, de
pronto, se sintió invadir por una desgarrante sensación de soledad y de
abandono. Probó y volvió a probar todas las cruces, pero cada una tenía
su defecto insoportable.
El sufrimiento es una cruz, una tentación con la cual Dios quiere poner a
prueba nuestra fe. Dios nos conoce muy bien, pero permite la tentación
para que podamos fortalecernos en la fe. No podemos pensar que Dios
ponga, sobre nuestros hombros, una cruz superior a nuestras fuerzas, o,
mejor dicho, superior a las fuerzas que con la ayuda de Dios podemos
soportar. Dios no nos tienta nunca sobre nuestras fuerzas.
Estaba yo visitando una vez una especie de feria religiosa organizada por
una conocida secta de cierta religión. Sus seguidores guiaban al visitante
explicándole cada 'pabellón de la exposición, le daban folletos de
propaganda, y sobre todo le sonreían sin cesar con cara de gloria
destinada a expresar la felicidad de que ellos gozaban en el ejercicio de su
fe.
Esta experiencia, de C. Vallés, nos demuestra una vez más que la alegría
de los cristianos es la mejor manera de testimoniar que Jesús ha
resucitado y que con eso todos los problemas tienen una solución positiva.
Si Jesucristo venció la muerte, que es el más terrible enemigo, ¿cómo no
va a vencer las otras dificultades y problemas de la vida?
Por lo que se refiere a las relaciones con Dios, habría que dar vuelta a la
expresión y decir: Dios propone y el hombre dispone" es decir, Dios nos
ofrece su amistad y nosotros tenemos la libertad de responder libremente
a su propuesta de amor.
¿Se podría aplicar este juego a la colaboración del hombre con Dios? La
historia humana ¿es únicamente obra de Dios? ¿Sirve para algo la
actividad del hombre o, como en el cuento, es Dios que lo hace todo? La
acción del hombre y la de Dios ¿se juntar de tal manera que las dos
acciones se suman y el resultado depende en parte de Dios y en parte del
hombre? Y si Dios lo hace todo ¿por qué Dios pide nuestra colaboración?.
S. Pablo escribiendo a los corintios les decía: "No cuenta ni el que planta
ni el que riega, es Dios que hace crecer. Dios nos tiene por cooperadores
suyos, pero a él pertenece el campo y la construcción que son ustedes"(1
Cor 3, 6-9)
Tenemos que concluir que este tema tan profundo no tiene solución clara
y distinta. Podemos decir que el misterio consiste en que: Todo depende
de Dios y también todo depende del hombre. Cómo se armonizen las dos
libertades, nadie lo puede saber con claridad.
El cuento del chico que cree que el tren se mueve por su esfuerzo no sirve
para iluminar el misterio de la relación entre la libertad del hombre y la
voluntad de Dios. S. Agustín resumía todo eso diciendo: "Dios que te creó
sin ti, no puede salvarte sin ti"
Hay una frase que, nos delata y proclama a los vientos nuestra inclinación
a la queja. Cuando a alguien le va bien las cosas y le preguntamos sobre
ellos, él contesta con resignación: "No me puedo quejar" ¡Qué lástima! No
puede quejarse el pobre. Estaría deseando hacerlo, deseando poder
quejarse de algo o de alguien, pero, por desgracia, le va bien en todo y no
puede darse el gusto de quejarse. Al fin acaba por salirse con la suya. Se
queja que no puede quejarse.
¿Por qué será que nos quejamos continuamente de todo? ¿Es que todo
anda mal en el mundo? ¿O será porque estamos destinados a una plena
felicidad y nos sentimos extranjeros hasta que llegamos a la Patria
definitiva?
Una vez pude observar cómo una niña pequeña sufría al tener que
escoger entre dos muñecas en una tienda llena de juguetes. Quiso ambas
muñecas y se las puso bajo el brazo para salir. La mamá le hizo entender
que tenía que elegir a una sola. Resignada escogió una; pero cuando llegó
a la puerta, la pequeña se desprendió de la mano de la mamá y volvió
corriendo al mostrador donde aún estaba la muñeca en la resignación de
su abandono. Le dio un gran beso y volvió corriendo a su mamá. Una
pequeña niña encantadora comenzaba a aprender lo difícil que es
escoger.
Escribe C. Vallés.
Una pregunta puede ser una puerta genuina para un mejor entender. Lo
que más cuenta en la vida es buscar la verdad. Quién la busca, está
buscando a Dios. , mejor se podría decir, lo ha ya encontrado. S. Agustín
decía que nadie busca a Dios si no recibe de Dios una gracia que lo
inquieta. "No me buscaría si no me hubiera ya encontrado".
Muchos son los que se quejan de que la vida no tiene sentido. Toda la vida
no basta, quizá, para encontrarle el auténtico sentido Hay que esperar un
poco; el retrato, es decir la vida, no ha terminado todavía. Hasta el último
retoque nada hay de definitivo. Entendemos la vida cuando estamos ya al
final.
Es por eso que no podemos dar un juicio definitivo sobre las personas. "No
juzgue y no serás juzgado" nos dice Jesús (Mt 7, 1). No juzgue ni a los
demás ni a ti mismo, antes que se termine la vida, es decir nunca. Sólo
Dios puede juzgar porque sólo El nos conoce hasta el fondo. Sin decir que
ni Dios nos juzga ahora, sino que pacienta hasta que hayamos emitido el
último respiro.
El hecho es que nosotros los hombres vivimos tan poco tiempo que
estamos siempre apurados para conocer todo y dar un juicio definitivo
sobre lo que todavía está en marcha. Nadie critica un edificio que todavía
está en construcción porque sabe que todas aquellas tablas y vigas no son
que andamios. El edificio perfecto está todavía en la fantasía del
arquitecto.
En una familia sana y piadosa ha nacido un niño ciego y otro sin defecto
alguno. ¿Cómo explicar esa desigualdad? ¿Qué dice la piedad cristiana al
mirar a ese recién nacido que podrá vivir, sí, una vida larga, pero nunca
verá la luz del sol ni el rostro de su madre? El cristiano acepta la voluntad
de Dios y sus juicios inescrutables en repartir libremente sus dones. Los
padre cristianos se someten a los designios de Dios con la esperanza de
que tanto el niño nacido con la vista como el que ha nacido sin ella
pueden ser felices y pueden un día llegar a ver a Dios que es la suprema
felicidad. Pero, nadie en el mundo acepta esa actitud fuera de los
cristianos, judíos y mahometanos.
Años después, Leonardo volvió a dar vueltas y vueltas por la ciudad, pero
ahora visitaba los barrios bajos de Milán, por las tabernas más
sospechosas y ambiguas. Necesitaba encontrar un rostro para pintar al
apóstol traidor, Judas. Después de noches y noches transcurridas en
medio de borrachos y malhechores de toda laña, Leonardo encontró al
hombre que necesitaba para su Judas. Lo llevó al convento y se puse a
retratarlo. Estaba por comenzar cuando vio en los ojos de aquel hombre
brillar una lágrima. "¿Por qué lloras?" - le preguntó - Leonardo mirando
atentamente aquel hombre. "Yo soy aquel joven que le sirvió para pintar el
rostro de Jesús", le respondió.
Los rasgos del rostro son un reflejo del alma. Decía Abraham Lincoln, que
a los cuarenta años un hombre es responsable de la cara que tiene.
173º Cinco años para aprender las artes marciales y diez si estás
apurado.
Lo que dijo este maestro de artes marciales lo dijo también Jesús cuando
afirmó que "basta con las penas de cada día" (Mt 6, 34) Mañana tendré
otras dificultades, otros problemas pero también tendré otra ayuda de
Dios.
Cierto día tuve que jugar un partido de tenis con un contrincante difícil. Ya
había perdido el primer set, y estaba perdiendo el segundo. Hasta
entonces había hecho un esfuerzo desmesurado para que no me
eliminaran y el sudor corría a chorros por la frente. De pronto se me
ocurrió pensar en mi apurada situación y en la poca importancia que tenía
mi partido de tenis para el bien de la humanidad. Vi claramente que no
tenía por qué preocuparme tanto para ganar.
Lo mismo pasa con el cristiano que cree en Dios y sabe que Dios mismo
se preocupa de él y por lo tanto le queda toda la fuerza la lucidez y la
serenidad para OCUPARSE de sí mismo y de los demás. Si Dios, que es mi
papá y se preocupa de mí, ¿por qué tengo que angustiarme? Yo confío
totalmente en Dios y nada me va a suceder que sea un verdadero mal
para mí.
Sentí una gran veneración por el hombre de Dios que así hablaba; pero ya
entonces, antes de las aperturas del Concilio, sentí que algo dentro de mí
no coincidía con lo que mi hermano mayor sentía.
Dios sí que nos está siempre buscando, sobre todo cuando nos hemos
alejado de él. La conciencia es la voz de Dios que nos busca como a los
primeros hombres en el jardín del Edén. "Adán, Adán, ¿dónde estas? (Gen
3, 8)
Hacia la mitad del siglo XVI, el mismo día de otoño, nacieron Eduardo
Tudor y Tom Canty, uno príncipe y el otro mendigo. Tom pronto se
acostumbró a pasar hambre, a mendigar, a dormir en el suelo y a recibir
palizas de su padre, muy dado a las borracheras; Eduardo, en cambio, se
acostumbró a vivir una vida de príncipe.
Un buen día Tom se levantó y salió con el estómago vacío pero con la
cabeza llena de fantasías, soñaba con ser príncipe. Comenzó a
vagabundear por la ciudad; y, casi sin querer, se encontró delante del
palacio de Westminster, la fabulosa morada del príncipe Eduardo. Se
quedó a las verjas y pudo contemplar al príncipe que estaba solo entre
tantos árboles. Sin darse cuenta pegó la cara a los barrotes del portón y,
al verlo, uno de los soldados, le gritó diciéndole: "Lárgate de aquí,
pordiosero". El príncipe, al contemplar la escena, se indignó y le dijo al
soldado: "Ábrele el portón y déjalo entrar".
Tom entró y subieron los dos a la estancia del príncipe. Después de una
amigable conversación, Tom le pidió a Eduardo si le dejaba vestirse de
príncipe. Se cambiaron las ropas y al mirarse al espejo descubrieron que
sus rostros eran idénticos. Así con los vestidos cambiados salieron al jardín
para jugar. Pero una vez afuera los soldados confundieron el príncipe con
el mendigo y echaron al príncipe a puntapiés del palacio, sin hacer caso. a
sus protestas.
¿Por qué eres tan compasivo con tus súbditos, y no empleas la severidad
de tu padre a la hora de gobernar?" le decía el primer ministro de la corte.
Y el rey Eduardo VI respondía: "¿qué sabes tu de pueblo y de opresión? De
eso sabemos mi pueblo y yo; pero tú, no"
En realidad delante de Dios todos los hombres son iguales; lo que los
distingue no son ni la riqueza, ni el honor, ni ser príncipe o mendigo. Lo
que de veras distingue a los hombres es su respuesta positiva o negativa
a la propuesta de Dios. Dios nos propone su amor y espera que libremente
le respondamos con amor. Que uno viva rico o pobre, príncipe o mendigo,
poco importa; lo que cuenta es el corazón. "Dios es amor; quien ama
conoce a Dios"(1 Jn 4, 7).
181º ¡Qué manos feas tienes mamá!
Un buen día, se topó en un vagabundo. ¿Qué lo más bello que existe?" "-
El amor, " le contestó melancólicamente el vagabundo.
Otro día preguntó a un soldado: "¿Qué es lo más bello del mundo?" "La
paz", le contestó el militar. Una anciana señora le respondió con una
sonrisa arrugada entre los labios: "La fe en la vida, hijo, la fe".
La familia es el lugar del mundo donde Dios está más cerca. Dios es UNO
pero no vive solo; Dios es una comunión de personas que se conocen tan
profundamente y se aman tanto que, aunque son tres personas,
constituyen un solo Dios. De manera semejante es la familia. Aunque son
varias las personas que la constituyen, forman un solo núcleo familiar. Se
conocen y se aman de tal manera que se sienten unidos como una sola
realidad.
Aquel pobre mendigo temblaba como una hoja. Se esfumaron todas las
ilusiones, sus esperanza y, luego, se le llenó el corazón de indignación.
¿Cómo? ¡Un rey quiere algo de mi? Con desprecio entonces sacó de su
bolso un grano del trigo que había recibido en limosna y lo puso en la
mano enjoyada del rey.
Jesús nos invita a dar con generosidad porque recibiremos según que
habremos sido generosos. "Den y se les dará; recibirán una medida bien
llena, apretada y rebosante; porque con la medida que ustedes miden
serán medidos" (Lc 6, 38). La verdadera pobreza evangélica no se
identifica con la pobreza económica. Es pobre, según el evangelio, el que
está desprendido de las riquezas materiales y sobre todo desprendido de
sí mismo:
Hace unos años me levanté una mañana con una gana de dedicar el día a
hacer una encuesta: ¿Vivimos una sola vez? Esta era la pregunta que
había preparado para sondear la creencia de la gente sobre el tema de la
reencarnación. Mi primera víctima vestía un traje oscuro, corbata exótica y
gafas. Por el maletín presumí que sería un personaje importante. Me crucé
con él y le caí con la pregunta: "¡Oiga! perdone la molestia, ¿usted ha
vivido una vida antes de esta?" "Nunca... esta es la primera vida que
vivo"- me contestó sin demorar un segundo y asombrado. Mientras se
alejaba, no dejaba de mirarme con cara perpleja. Seguramente me tachó
de loco. Yo también habría pensado igual.
Sin embargo me asombré yo, este verano, cuando cayó entre mis manos
un folleto con este título: "Sugerencias par matar el tiempo" Y me
pregunté: ¿Tenemos que matar el tiempo? ¿Se puede matar el tiempo
cuando tenemos una sola vida? ¿Vale tan poco la vida para que tengamos
que matarla? Al que mata el tiempo habría que dedicarle en su tumba un
epitafio como éste: "Aquí descansa aquel individuo que, al morirse, dejó
vacíos unos pantalones"
La Sagrada Escritura nos dice claramente que se muere una sola vez. "Los
hombres mueren una sola vez, y después viene para ellos el juicio. " (He
9, 27)
"Oh Dios:
"De lo irreal llévame a lo real
de la falsedad llévame a la verdad;
de las tinieblas llévame a la luz;
de la muerte llévame a la inmortalidad".
El Papa pudo rezarla porque se dirige a Dios, al Dios de todos los hombres.
No importa mucho el nombre que se le da a Dios, lo que cuenta es la fe y
la humildad y, sobre todo, como en esta oración, el pedirle a Dios lo que
es más importante para el hombre: la verdad, la luz, la inmortalidad y la
liberación de todas las ilusiones.
"Ya me voy: ¡vuelvo a casa! Me llevo unas manos vacías, pero un corazón
lleno de esperanza". Estas palabras estaban esculpidas en la piedra
sepulcral de una niña. Algo así debió pensar la pequeña Lucía, el bebé que
sólo vivió un día.
Sí; la vida pasa pronto y no hay tiempo que perder. Madre Teresa de
Calcuta hablando del morir decía: "La muerte es algo hermoso. Significa
una vuelta a casa. "
188º No basta con ser padres. Hay que educar a los hijos.
Me inclino por las segunda hipótesis. En este sentido es cierto que todos
los padres son, en rigor, padres adoptivos. La paternidad fisiológica fue
sólo un comienzo. Se diría que esa 'alta tensión' entre padres e hijos es un
drama especialmente moderno. Padre Lombardi aseguraba que el
problema actual estaba en que los hijos eran, en realidad, nietos de sus
propios padres, como si se hubiera tragado una generación.
. Mas yo temo que el drama radical está en que el mundo moderno, igual
que ha conocido una 'aceleración de la historia', (los modos de vivir y de
pensar en este siglo han cambiado las que los diecinueve siglos
anteriores) está conociendo una 'aceleración del egoísmo'.
Donde hay amor el conflicto no puede durar mucho. "El amor es más
fuerte que la muerte"(Cant 8, 6).
Día después mi amigo logró arrancar a sus hijos un secreto que también
ellos guardaban celosamente : su madre no había perdido nunca la vieja
ilusión. A veces, incluso, se ponía en casa aquel vestido que no pudo
estrenar en su boda y terminaba siempre con lágrimas en los ojos.
190º Lo único que nos divide son las ideas (Juan XXIII).
Recién ahora, a los 35 años después del Vaticano II, he decidido no poner
en mi firma el título de Sacerdote(Sac), sino el de presbítero: (Pbro). He
comprendido que todos los bautizados participamos del único sacerdocio
de Jesucristo y que, el haber recibido el sacramento del orden, no me hace
más sacerdote que los demás sino únicamente 'ministro o siervo del
sacerdocio común o bautismal.
Lo más asombroso del cementerio son los epitafios que pueden leerse
sobre las tumbas: "Kiki, ¡eras demasiado bueno para este mundo!".
No hay que tratar a los demás según los humores del momento ni
descargar sobre los demás su propio enojo o indignación. Es muy probable
que la persona en que descargas tu energía reprimida no tenga nada que
ver con los que te indigna y él no tiene que pagar las consecuencias de tu
temperamento. Hay que dar a cada uno lo suyo. Esto es el primer
principio de la justicia.
“¿Y los clavos? ¿Se puede vivir con gente tan puntiaguda como ellos? Que
se vayan. Y también la lija y la escofina. Vivir con ellos es un continuo
tormento. Y echamos también el papel de vidrio cuya única razón de ser
es la de rasguñar al prójimo. Y echamos sobre todo la tenaza que, si te
agarra, no te deja sin arrancarte la piel”.
Dios nos mira con los ojos del carpintero, ojos capaces de descubrir las
cualidades positivas y negativas de cada uno de nosotros. Y, aunque
llenos de defectos, Dios se sirve de todos nosotros para comunicar la vida.
No tenemos que despreciarnos recíprocamente ni pensar que los demás
no sirven para nada y que el mundo sería mejor sin la presencia molesta
de esto o de aquello. Todos podemos ser útiles para construir un mundo
mejor.
“Tienes que confiar en Dios con toda tu alma, le contestó el maestro, pero
también ata el camello, porque "Dios no tiene otras manos que las tuyas”.
Aquel marido quedó tan mal que se despertó del sueño. Fue grande la
sorpresa de su mujer, el domingo siguiente, cuando a la hora de la Misa
encontró a su lado al marido que le decía “Hoy yo también quiero ir a la
Misa contigo”.
Había una vez un viejo que nunca recibió un poco de amor. En toda su
vida nunca había aprendido a amar, a vivir con alegría y ni siquiera se
decidía a morir. No sabía ni llorar ni sonreír. Todo lo que sucedía en el
mundo no le interesaba; ni le hacía triste ni alegre. Nada le asombraba.
Todas sus horas y jornadas las pasaba delante de su choza sin dignarse a
mirar el cielo, ni hablar con nadie. A veces algún pasajero le hacía
preguntas; era tan viejo que la gente lo creía sabio y quería aprender algo
de él. Por ejemplo le preguntaban:
“¿De qué manera podemos trabajar por los demás y ser útiles a nuestros
hermanos?” -le preguntaban algunos jóvenes deseosos de hacer algo
bueno. “Quién se sacrifica por la humanidad es un loco”, continuaba a
contestar el viejo con una mueca siniestra.
Hasta los artistas y los poetas se iban a consultar al viejo a quien todos
creían lleno de sabiduría y experiencia. “Enséñanos a expresar las
fantasías y sentimientos que tenemos en el alma” le preguntaban.
Llamó a un niño y le dijo: “Vete junto a aquel pobre viejo y dale un beso“
El niño obedeció, rodeó con sus brazos el cuello del viejo y le estampó un
beso húmedo y fuerte en su la mejilla arrugada. Por primera vez el viejo se
conmovió. Sus ojos turbios se iluminaron y se humedecieron de lágrimas
sus mejillas. Nadie nunca le había dado un beso así.
Afirman los psicólogos que si un niño no recibe amor desde sus primeros
años de vida, difícilmente llegará a dar amor. Le quedará en el alma el
deseo irresistible de ser amado y a la vez un rencor por no haber recibido
amor. La única manera para que florezca el amor en una persona es
amarla de veras superando todas las ingratitudes y obstáculos. Si no se
siembre amor, no se cosecha amor.
Algo semejante sucedió entre María Magdalena y Jesús. “Mujer, ¿por qué
lloras? ¿a quién buscas?” Ella creyendo que sería el cuidador del huerto le
contestó: “Señor, si tu has sacado a mi Señor, dime dónde lo has puesto y
yo me lo llevaré”. Jesús le dijo entonces: “¡María”! Entonces ella se dio
vuelta y le dijo: “Rabboni”, maestro mío. (Jn 20, 15-16).
Sólo la fe y el amor abre los ojos para conocer a las personas. Nadie
puede conocer a una persona con la sola razón. La inteligencia está hecha
para conocer las cosas para poderla dominar. A las personas se las conoce
con la intuición del corazón. Éste es el único camino para penetrar en el
alma del otro. Para poder cocer hace falta una aguja. El hilo puede
penetrar y unir las telas, o pegar botones, si una aguja le abre el camino.
Sin aguja el hilo nada puede hacer. El amor es la aguja que precede la
inteligencia y la razón.
La Iglesia no son los obispos ni los sacerdotes o los religiosos sino todos
los bautizados. Todos los que fuimos insertados en Cristo por la fe y el
bautismo somos " piedras vivas con las que se construye el templo
espiritual destinado al culto perfecto, en el que, por Cristo Jesús, se
ofrecen sacrificios espirituales agradables al Padre” (1 Pe 2, 5) No tiene
sentido, pero sucede continuamente, que un cristiano se queje de la
Iglesia porque no hace esto o aquello, como si él no fuera, al menos en
parte, responsable de lo que la Iglesia es.
Cuando volvió a desaparecer entre los árboles, el otro amigo bajó del árbol
en el que se había refugiado y le preguntó, chistosamente, a su amigo:
¿“Qué te dijo el oso al oído”? “Me dijo que, en adelante, no viaje nunca
más con amigos que en el momento del peligro se escapan y te dejan
solo”.
Un cristiano protestante, durante una gira turística, entró con su hija a una
iglesia católica. En lugar de mirar las obras de arte, la niña quedó atraída
por una lucecita roja que ardía en un rincón de la iglesia, al lado del
sagrario. “Papá, ¿por qué hay aquella lucecita roja”? le preguntó la niña.
“Por qué, según dicen los católicos, dentro de aquel sagrario está Jesús. La
lámpara recuerda a todos su presencia en el pan consagrado”. Así
contestó exactamente el papá.
Una estrella calladita dijo al final: yo no puedo hacer nada porque todavía
no he sido descubierta. Pero, les estoy prestando a los hombres un
servicio importante: les estoy diciendo que aún les queda algo para
descubrir.
En un hecho conocido que nos portamos mejor fuera de casa con los
amigos y conocidos que en nuestra misma casa. Todo miel y dulzura en la
casa de los demás, pero ácidos y agresivos con nuestros hermanos y
padres. ¿Por qué será? Alguien dice que en casa dejamos de lado toda
preocupación de aparentar, nos mostramos sin censura, como somos, en
casa. Es por eso que dejamos libres las riendas de nuestro temperamento
y nos manifestamos sin cuidarnos. En casa ajena nos portamos de manera
educada, atentos a no dejar una impresión negativa,.
Un famoso refrán nos dice que: "Lo que tu eres me grita tan fuerte que no
oigo lo que dices". La conducta visible nos delata a tal punto que si las
palabras contradicen la vida, se consideran una mentira: "no oigo lo que
dices"...
Existe un diablo que se llama "mañana" y siempre nos aconseja dejar para
mañana lo que tendríamos que hacer hoy. Es el diablo de le pereza que
nos tienta a evitar el compromiso y a quedarnos a la ventana para ver qué
pasa en el mundo. "Vamos a ver que pasa" decimos muy a menudo. S.
Agustin, antes de su conversión, sentía que tenía que dejar de convivir
con aquella mujer con la que estaba unido de hecho sin compromiso
ninguno. Pedía a Dios el don de cortar con aquella relación y su oración
era esta: "Dame o Dios el don de la castidad". Pero horrorizado por si Dios
escuchase esta oración y le diese la gracia de ser casto, proseguía
diciendo "pero no hoy, mañana".
A veces el egoísmo de los padres los hace ciegos tanto que no se dan
cuenta de la repercusión negativa que tienen en sus hijos sus discusiones
y peleas. Los que más sufren de la separación de los padres son los hijos,
que se quedan desamparados por la falta de amor y unidad de los padres.
Los hijos nacen como fruto del amor y se apoyan en este amor que le ha
dado la vida. Cuando los padres se separan, les parece que se desmorona
su mundo, que se abre la tierra bajo los pies, que todo tambalea y flotan
en el aire.
Con eso no se quiere afirmar que cualquier convivencia de los esposos sea
positiva. Es también trágico vivir entre continuas peleas y conflictos. Pero,
que la separación sea un menor mal, esto no significa que es un bien.
Según un cálculo realizado años atrás, durante los últimos treinta y ocho
siglos, sólo ha habido 269 años sin guerras, mientras se han firmado 1500
tratados de paz y arbitraje. ¿Cuál ha sido el resultado de dichos tratados?
Si se saca el promedio a ese conjunto de datos se verá que cada tratado
ha permitido al mundo solo dos meses de paz.
Padre, me rogaba una madre, le pido que ponga las manos sobre la
cabeza de mi hijo para que Dios lo proteja siempre y no aleje sus manos
de él. Al que yo le dije: voy a rezar para que este hijo suyo no deje de
tener la cabeza bajo las manos de Dios.
Pero un día, levantando los ojos, vio allá arriba en el cielo una magnífica
ave que flotaba elegante y majestuosa por entre las corrientes de aire,
moviendo apenas sus poderosas alas. El aguilucho miraba asombrado
hacia arriba. ¿”Qué es eso”? Preguntó a una gallina que estaba junto a él.
“Es el águila, el rey de las aves” respondió la gallina. Pero no pienses en
ello, Tú y yo somos diferentes” . Y el águila, criada con las gallinas vivió y
murió creyendo que era una gallina de corral. Había renunciado a ser lo
que era, un águila real.
Un famoso dicho reza así:: “Decíme con quien andas y te diré quien eres”.
Nos conformamos fácilmente con los de nuestro grupo de amigo o
compañeros. No tenemos la fuerza de voluntad para vivir según nuestros
convencimiento y nuestra fe. Nos acobardamos
Había un monasterio cuya regla no era: “No hables”, sino “No hables si no
es para decir algo que sea mejor que el silencio”.
El silencio, que se nos recomienda, tiene como fin hacer que no nos
dejemos llevar por palabras inútiles, sin valor ni sentido. El apóstol
Santiago llega a decir que "Si alguien no peca con la lengua, es un hombre
perfecto, capaz de dominar toda su persona" (St 3, 2). En efecto, sigue
diciendo: "La lengua es algo pequeño, pero puede mucho" es decir puede
hacer mucho bien y mucho mal y es difícil controlarla...
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran
a la vieja. Cuando ésta pasó junto a ellos, ella dirigió una sonrisa a la
familia. Pero nadie le devolvió el saludo.
Semanas más tarde supieron que la anciana había muerto y sólo entonces
se enteraron que aquella vieja había pasado los últimos años de su vida
liberando la playa de vidrios y de latas cortantes para que los niños no se
hirieran los pies.
Jesús nos prohibe tajantemente juzgar a los demás. ¿Por qué no tenemos
que juzgar? Simplemente porque no podemos; por que no tenemos una
luz para penetrar en las intenciones y responsabilidades de los demás. ,
Podemos, esto sí, juzgar los hechos externos, pero no la responsabilidad
subjetiva del hecho, que solo Dios conoce. Dios penetra en la interioridad
del hombre y sólo Dios es el juez que puede juzgar. "N juzguen y no serán
juzgados" (Mt 7, 1).
No es tan difícil amar de palabras a los lejanos. Los que están lejos son
como si no existieran y no nos cuesta nada decir que los amamos. Lo que
sí cuesta es amar a los vecinos, los que viviendo a nuestro lado, nos
pueden molestar con sus defectos y ponernos en crisis por su conducta.
¿Respondió bien esta mujer a su marido? ¿Se puede comparar el
matrimonio a dos animales atados por una cuerda? Es cierto que, cuando
falta amor, el lazo matrimonial se convierte en una cuerda que impide la
libertad. La respuesta de la mujer decía claramente que el matrimonio,
para ella, se había convertido en una prisión.
Pero si hubiera amor, vivir juntos no sería un peso sino una libertad.
Donde hay amor hay libertad. Sin amor, la convivencia se convierte en
una esclavitud.
"Si ustedes aman a los que los aman, ¿qué premio merecen? (Mt 5, 46).
La recta intención que nos guía en nuestras acciones es como el ojo que
permite al cuerpo desplazarse sin tropezar. "Lámpara de tu cuerpo es tu
ojo. Si el ojo es bueno el cuerpo ve; si el ojo es malo el cuerpo anda ciego.
Pero ¿qué pasará si la luz que tienes adentro se volvió oscuridad?(Mt 6,
22-23).
Hay que hacer el bien no sólo sin mirar a quién sino sin mirar tampoco a la
recompensa y aprobación de los demás. "Tengan cuidado de no hacer el
bien delante de la gente para que los vean; de lo contrario, el Padre que
está en los cielos no les dará ningún premio. Por eso cuando des limosna
no lo publiques al son de trompetas, como hacen los hipócritas en las
sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo
que ya recibieron su premio" (Mt 6, 1-2) "No sepa la tu mano izquierda lo
que hace tu derecha" (My 6, 3)
225º Ser papás quiere decir también jugar con los hijos.
El rey esta sentado solo y pensativo en la gran sala del trono. Por acaso,
jugando, sus tres chicos pequeños, empujan la puerta y, visto al papá,
corren alegres para abrazarlo y le invitan a jugar con ellos. “Estamos
jugando al caballito, - le gritan -, te toca a ti”. Y el rey baja del trono y a
gatas lleva sobre sus hombros a sus pequeños hijos dando vueltas y
vueltas por la gran sala. De improviso un ministro del rey entra y se queda
pasmado al ver esta escena. “No te asustes, le dijo el rey, si tu fueras
papá lo comprenderías muy bien.
Así, aquel grupo, se realizó lo que Dios hizo con nosotros, fueron la
amabilidad de los dependientes, su constancia a apreciar aquel gerente,
que lo cambió totalmente.
"Había un discípulo del Buda que se llamaba Srona. Era un hombre joven
de delicada salud y había nacido en una familia rica. Se había entregado
en serio a la tarea de alcanzar la iluminación como su gran maestro: Buda,
el iluminado. Y se esforzaba tanto que, según se decía, sus pies sudaban
sangre. Buda sintió compasión por él y le dijo: "Srona, hijo mío, ¿no has
estudiado en tu casa cómo tocar el arpa? Entonces sabrás que el arpa no
puede crear música si sus cuerdas están demasiado tensas. Para hacer
música, las cuerdas han de estar tensadas lo justo, ni flojas ni tensas.
Esforzarse por la iluminaciones es como afinar el arpa. No se alcanza la
iluminación haciéndose el perezoso, como tampoco se alcanza si se
tensan demasiado las cuerdas de la mente. Hay que tener consideración
en todo y actuar con sabiduría". Srona comprendió estas palabras y, al fin,
logró lo que buscaba
Luego las publicó en un libro. Estas son algunas citas auténticas de esas
cartas infantiles:
"¿De dónde vienen los niños? Espero que me lo expliques mejor que mi
papá"
En la India decimos que una buena carcajada vale una hora de yoga.
Nunca ha sido más verdad el dicho de Jesús: "Den y se les dará"(Lc 6, 38).
Quien reparte alegría recibe alegría. Quien se acerca a los demás para
despejar una preocupación, aliviar una pena, alegrar un rostro o poner un
toque de humor en una reunión, verá sus propias preocupaciones
desvanecidas y sus penas reducidas.
Claro que la práctica no es tan fácil; hay gente que nos pone los nervios
de punta, aunque sólo los veamos un minuto; hay caracteres y caracteres;
hay cansancio, molestia y burocracia oficinista; hay estupidez humana y a
veces te viene la gana de tirar al prójimo por la ventana, que sería la
mejor manera de acabar con el asunto ... Pero el poner en lo posible una
pincelada de color en cada situación y una nota de melodía en cada
conversación, va a alegrar el día a un buen número de personas, y, de
rebote, a nosotros mismos.
He aquí otra página de C. Vallés que nos dice cómo encarar la tristeza
cuando viene.
"No tengan miedo a ser santos. Es ésta la libertad del cristiano: Fuera de
la cárcel de nuestro egoísmo.
"Sean exigentes con el mundo que los rodea, sean exigentes en primer
lugar con ustedes mismos. Ustedes son hijos de Dios: sean orgullosos de
esta filiación. No se resignen a la mediocridad, no se rindan a los
condicionamientos de la modas pasajeras que imponen un estilo de vida
no conforme con los ideales cristianos, no cedan a las seducciones del
consumismo. Cristo los llama para grandes compromisos. No le
desilusione. Esto significaría desilusionarse a sí mismos" (Czenstochowa
1991)
"No tengan miedo para andar los caminos del mundo, en los lugares
públicos como los primeros apóstoles... No es este el momento de
avergonzarse del evangelio sino de predicarlo desde los tejados. Tienen
que 'ser orgullosos' del evangelio" (Denver, 1993)
"Queridos amigos, déjense seducir por Cristo; acogen su invitación y
síganlo. Vayan a predicar la buena nueva que salva"(Manila 1995)
No sé que pensar de esta amistad que dura hasta que sigue siendo útil.
Cuando ya no se necesita del amigo ya la amistad no tiene sentido. Pero
esto e puro egoísmo no amistad.
Mons Comboni, una noche, en París, ha sido intervistado por un señor que
le pidió que lo acompañara para asistir a una persona que estaba en punto
de muerte.
Que existan hoy, en toda las logias masónicas, criterios tan despiadados
como lo que hemos leído, no lo podemos afirmar con toda seguridad.
Lo mejor es no adherir a la masonería. Esto no significa que no se pueda
dialogar y también colaborar con gente afiliada a la masonería cuando se
trata de cosas buenas como la promoción de la paz, etc. como se hace
siempre con todos los hombres de buena voluntad. Podemos pensar que
existen también masones buenos.
Una madre estaba muy apesadumbrada porque sus dos hijos se habían
desviado del camino en que ella los había educado. Mal aconsejados por
sus compañeros de escuela, se habían entregado a una vida licenciosa,
cada día más por la pendiente del vicio.
Esta madre fue un día a desahogar su dolor con un santo eremita que
vivía totalmente entregado a la oración y a la penitencia. Era un santo
monje y a él acudían cuantos se sentían atormentados por la vida. Fue así
que esta madre se encontró con el santo monje y le abrió su corazón
contándole toda su amargura.
Su esposo había muerto cuando sus hijos eran aún pequeños y ella había
tenido que dedicar toda la vida a su educación. Y ella sentía ahora que
todo el esfuerzo de su vida se estaba inutilizando. ¿Qué hacer? Retirar a
sus hijos de la escuela significaba exponerlos a que suspendidos, sus
estudios, terminaran por sumergirse aún más en los vicios por dedicarse al
ocio y vagancia en los bares y las calles- Lo peor de la situación era que
ella misma ya no sabía qué actitud tomar respecto a sus convicciones
religiosas y morales.
Todo esto y muchas cosas más contó la mujer al santo eremita que la
escuchó en silencio y con cariño. Cuando terminó su exposición el monje
continuó en silencio mirándola. Finalmente se levantó de su asiento y la
invitó a que se acercara con él a la ventana. Daba esta hacia la falda de la
una colina donde solamente se veía un árbol y, atada de su tronco, una
burra con sus dos burritos mellizos.
El camino que nos acerca a Jesucristo es el mismo camino que nos acerca
los unos a los otros. Es el método de la convergencia.
La única respuesta que podemos dar a esta dificultad, que nos pone en
crisis, es mirar a Jesucristo crucificado. Mirándolo a él no podemos decir
que Dios no nos ama. Nos ama tanto que envió a su único hijo para que se
hiciera como uno de nosotros y nos rescatara del mal. Prefirió dejar a su
hijo morir en la cruz para demostrarnos su infinito amor. Ni Dios puede
doblar nuestra voluntad que se rebela, pero puede dar un testimonio de
amor tan grande que nos puede convencer. No obstante todo el mal del
mundo, podemos creer que Dios nos ama y nos tiene preparado una
felicidad definitiva después de esta vida.
241º “No son las cosas mismas que nos alborotan y espantan...
(Epicteto).
"No son las cosas mismas las que al hombre alborotan y espantan sino las
opiniones engañosas que tienen el hombre de las mismas cosas" (Manual,
redactado por Flavio Arriano histórico romano).
Esta sentencia del gran estoico Epicteto nos enseña que muchas veces los
miedos y angustias dependen más de nuestros prejuicios. La realidad es
mucho menos atrayente que los sueños y también mucho menos
espantosa de lo que nos imaginamos.
El Ave María es la nuestra más bella oración después del Padre nuestro. Su
primera parte es todo Evangelio, tomada de citas directas del ángel y de
Isabel en el relato evangélico lleno de admiración y de cariño por nuestra
Madre y Virgen querida.
244º Las mujeres son la última obra de Dios, lo mejor que Él hizo.
Oh sí. Dios les hizo a Uds. tan bien que pudo quedar por fin satisfecho y
descansar tras hacerlas a Uds. Después del hombre, Dios aún pudo crear a
la mujer, pero después de la mujer, Dios ya no pudo crear nada más
porque se había volcado del todo en su última obra de arte. La mujer es la
corona de la creación y toda la creación lo sabe.
Es una interpretación muy interesante del Capítulo 2º del Génesis. Cuando
Dios creó a la mujer, puso en marcha una serie de iniciativas para que el
hombre (varón) se diera cuenta del valor del regalo que le estaba
haciendo. Le hace pasar en revista a todos los animales para que pudiera
descubrir que ninguno de ellos habría podido estar a su lado dialogando
con él. Le envía un sueño profundo para prepararse la sorpresa y para que
la mujer fuera un misterio siempre nuevo para él.
"Como en todas las Iglesias de los santos, las mujeres deben callarse en
las asambleas; que no les está permitido tomar la palabra. Si quieren
aprender algo, siempre pueden preguntarle al marido en casa. ( 1 Cor 14,
34-35)
Estos pasos bíblicos son palabra de Dios que tienen que encarnarse según
la culturas y los signos de los tiempos. El evangelio tiene que encarnar el
mensaje. Si tuviéramos que considerar como inmutable para siempre y
para todos lo que es el ropaje cultural en que se expresa la Biblia, no
tendríamos necesidad del Magisterio de la Iglesia
Cuando en 1954 el Papa Pío XII permitió por primera vez en la historia que
se pudiera beber agua antes de comulgar causó un gran revuelo entre los
fieles. El mandato de no beber agua era tan antiguo, tan venerado, tan
obedecido, tan sagrado, tan aceptado por todos como ordenanza casi
divina, inalterable, eterna, que el inesperado cambio causó una verdadera
conmoción.
Y así fue como literalmente una pequeña gota de agua se hizo un río, se
abrieron cauces, se inundaron campos, se convocaron concilios se
cambiaron liturgias, se trocaron hábitos, se tradujeron lenguas, se
cruzaron fronteras, se desataron ideas, se levantaron horizontes. Y todo
por una gota de agua.
Las leyes de la moral sexual católica son límite de velocidad de diez por
hora. Y circulamos a 70
Esto no quiere decir que las leyes morales hayan de votarse por
democracia. Pero sí quiere decir que la realidad no puede ignorarse, y que
si se ignora, la ley llega a hacerse contraproducente y al querer abarcar
demasiado, no abarca ni siquiera lo que su hubiera podido controlar. Una
ley que resulta ser quebrantada por la mayor parte del tiempo por la
mayor parte de la gente, no es una buena ley.
El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por
saberlo todo acerca del Amazonas. Pero, ¿cómo podía él expresar con
palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló
aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos
de la selva?
¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta del
peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas
del río?
Y les dijo: "Vayan y descubran Uds. mismos. Nada puede sustituir el riesgo
y la experiencia personales".
249º El palacio del rey indio resultó tan pequeño que casi no se
veía.
Un rey indio hizo construir un palacio. Fue el palacio más maravilloso que
jamás se hubiera construido sobre la tierra, y cuando estuvo concluido, el
rey ordenó que el mejor pintor del reino hiciera un cuadro donde se viera
todo el palacio en su esplendor como era en la realidad. El pintor aceptó,
pero puso una condición: que nadie mirara el cuadro hasta que estuviese
terminado.
Una secta satánica, LOS HERMANOS como todas ellas formadas por gente
brillante, con título universitario y con rentas altas, apuñaló al sacerdote
Priscilo Ruiz Picazo, más que nada para que dejara de investigar sobre
ellos, porque los satánicos no son, como quien dice muy transparentes.
Más bien les gusta la opacidad, como las grandes multinacionales y a los
dictadores
Digo que tiene sentido del humor porque, desde su cama del hospital, el
bueno don Priscilo afirmó que la celada que le tendieron (un falso aviso
sobre rituales macabros le llevó hasta un lugar recóndito de Valencia y allí
le apuñalaron) y que lo puso a las puertas de la muerte, fue un "accidente
laboral" Y otra nota curiosa es que don Priscilo no interpuso denuncia
alguna, a pesar de saber quiénes son y por qué quisieron matarle. Será
que no confiaba en la acción de la policía? No es que dude de la eficacia
de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Simplemente, la policía,
al igual que el resto de las instituciones públicas, es prisionera de los
dogmas de la modernidad.
Para que un sello pueda pegarse al sobre hay que mojarlo con la saliva,
indispensable para que se realice el contacto y la unión. Nosotros como
padres y educadores, tenemos que servir como intermediarios entre
nuestros hermanos y Jesús, que nosotros conocemos pero que ellos no
conocen o no aman.
Los padres, por ejemplo, tienen que hacer un paso al costado cuando los
hijos se preparan a formar un nuevo hogar: "El hombre deja a sus padres
para unirse a una mujer y formar con ella un solo ser" (Gn 2, 24)
Hay una hermosa fábula que cuenta que una niña iba caminando por una
pradera cuando vio a una mariposa atravesada por una espina. Con
mucho cuidado la liberó y la mariposa se alejó volando. Pero muy pronto
regresó; se había convertido en una hermosísima hada.
Y ahora sí que la anciana respondió: "El hada me dijo sólo esto: “TODOS,
AUNQUE LOS QUE PARECEN MÁS SEGUROS, TE NECESITAN”
"¡Hijo mío!" - exclamó la madre - ¿es así cómo te ha contado esa historia
la maestra?" "Bueno... no justamente así. Pero si te la contara como ella
nos la contó, jamás la creerías"
El pastor protestante rezó así: Le pido a Dios que haga desaparecer del
territorio de Irlalda todos los católicos y entonces en nuestra isla reinará
definitivamente la paz.
Luego el sacerdote católico rezó así: “Te pido, o Dios, que no quede un
solo protestante en nuestra tierra y vendrá la paz”.