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La sumisión cristiana; ¿A quién?

Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como
quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no gimiendo; porque esto no os es
provechoso. – Hebreos 13:17

Normalmente no me gusta hacer hincapié en “palabras” pero, al desarrollar este tema me veo
forzado a recurrir al idioma original para probar un punto. Es importante notar la palabra
“pastores” en el texto citado. Cualquier lector del mundo evangélico cristiano razonablemente
pensara que el escritor de Hebreos está hablando de „Su Pastor,‟ aquel a quien debe obediencia.
Y no es que haya nada malo en sentirse así, pues el contexto muestra la responsabilidad que
conlleva ser „pastor.‟

La realidad es que la palabra utilizada en Hebreos 13:17 es la palabra griega Hegeomai la cual
significa “líder,” “comandante con autoridad oficial,” según el Diccionario Strong de Hebreo y
Griego. Es por eso que Nueva Versión Internacional traduce “líderes” en lugar de Pastores y La
Biblia de Jerusalén, “dirigentes.” La palabra para pastor en griego es “Poimen” y se usa con
referencia a Jesús (Hebreos 13:32) y en su forma plural, refiriéndose al don en forma de hombres
en Efesios 4:11.

La razón para este ejercicio tiene como propósito resaltar dos cosas:

1. La palabra “pastor,” (singular) en el Nuevo Testamento fue únicamente usada por


Jesús para referirse asimismo de manera indirecta o directa y por Pedro y el escritor de
Hebreos para referirse a Jesús. (1Pedro 2:25 y Heb.13:20)
2. No hay referencia en el Nuevo Testamento a una iglesia gobernada por un solo
individuo, sea este designado “Pastor” o por cualquier otro título. Desde la primera
iglesia en Jerusalén, todas las le siguieron fueron gobernadas por una pluralidad de
líderes llamados “ancianos,” griego, “Presbuteros.”

Esta línea de pensamiento va contrario a lo que ha sido y es la tradición evangélica de gobernar


las iglesias pero, el que algo se practique, aun por siglos, no garantiza que sea correcto. Jesús
reprendió a los líderes religiosos de Israel por invalidar la Palabra de Dios al anteponer sus
tradiciones. (Mateo 7:3-9) Hacemos bien en reflexionar en estas palabras.

Por supuesto, puede haber tradiciones no bíblicas que no sean condenables. Son aquellas
nocivas que interfieren con el fluir del Espíritu Santo cancelando la capacidad de la conciencia
cristiana y que en muchos casos esclavizan o violan doctrinas claramente delineadas y apoyadas
por las escrituras.

La nueva iglesia cristiana fundada en Pentecostés 33 (c.33 A.D.) estableció un modelo de


gobierno similar al que ellos por ser judíos conocían. Era el sistema que Moisés instituyó a
instancias de su suegro en el desierto de Arabia. Fue un sistema a su vez parecido al que
siguieron los patriarcas y otros pueblos tribales aun hasta este día. Era un sistema donde
“ancianos,” hombres experimentados eran los que representaban a la comunidad y eran asiento
de autoridad, sabiduría y juicio.

Aunque la iglesia en Jerusalén disfrutaba de tener a los apóstoles originales en su seno, también
había un grupo de número indefinido de “ancianos” a los cuales siempre se menciona junto con
los apóstoles. (Vea el capítulo 15 de Hechos) Los apóstoles no monopolizaron la dirección y
autoridad de la iglesia, aunque pudieron haberlo hecho. Pero Jesús no les entrenó así. (Mateo
23:11) De hecho, el que evidentemente se convirtió en el vocero del cuerpo ministerial de
apóstoles y ancianos en Jerusalén fue Santiago, medio hermano de Jesús, quien solo llego a ser
creyente después de la muerte y resurrección del Señor. (1 Cor. 15:7, Hechos 15:13)

En Hechos capitulo 20 Pablo envió a llamar a los ancianos de la iglesia en Éfeso. Los versículos
del 17 en adelante muestran la preocupación de Pablo por el bienestar del rebano de Dios. Pedro
también, identificándose asimismo como “anciano” dio consejo oportuno a los “pastores”
nombrados por Dios en 1 Pedro 5:1-4.

El asunto de ser designado, nombrado, ordenado como obispo (griego, Episcopo,


superintendente) o anciano (Presbuteros) era algo serio. Pablo estableció un criterio o normas
que se requerirían de tales hombres. Es sus cartas a Timoteo y Tito se presentan los requisitos
que Dios busca de tales “pastores.” En 1 Tito 1: 5 y 7 vemos que Pablo usa los dos términos para
ancianos y superintendentes de manera indistinta. Mostrando así que no se estaba creado una
jerarquía. El anciano, en la práctica, funcionaba como un superintendente.

Bueno, ¿qué se quiere probar con todo este argumento? Que el modelo cristiano de gobierno de
la iglesia excluye la singularidad de un asiento de poder y autoridad depositada sobre un solo
hombre. Proverbios nos advierte que “Donde no hay consejo, el pueblo cae, mas en la multitud
de consejeros hay seguridad.” - Pro 11:14

Alguien dijo en una ocasión que “El poder absoluto, absolutamente corrompe.” Y esto no es una
exageración. Si usted no ha estado viviendo en una cueva, sabe que esto es así dentro del mundo
secular como religioso. Pablo señala a Timoteo que habría un sistema de “control de calidad”
por decirlo así, dentro de la iglesia cuando escribió: “Los ancianos que gobiernan bien sean
considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la
enseñanza.” -1Ti 5:17 ¿Quién determina si un anciano „gobierna bien‟? Está claro que son los
demás ancianos y la iglesia.

No es agradable escribir sobre este tema pues corre contra la corriente a que la mayoría está
acostumbrada. Especialmente es ofensivo a aquellos que están montados como caciques del
pueblo de Dios y consideran estos comentarios como una afrenta a su poder y autoridad. ¡Amén!
Que así sea. En lo personal, pague un precio muy alto por la libertad que Cristo trajo a mi vida.
Para mí es un gozo ayudar a otros a romper con las cadenas de la tiranía de la mente y el
espíritu. Sin embargo, no soy perfecto. Por eso pido a cualquier lector que pueda señalar algún
error de exégesis en esta información presentada o error de cualquier otra índole, que me
escriba para mi consideración.

En conclusión; ¿A quién debemos sumisión? La respuesta es obvia; primero a Jesús, cabeza de


la iglesia y „Pastor y Obispo de nuestras almas‟ (1 Pedro 2:25) y segundo a aquellos “pastores”
entre nosotros que „lo hacen bien.‟

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