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La paulatina consolidación de un pensamiento Xolocotziano.

Fausto R. Inzunza Mascareño

En números redondos han transcurrido 6 décadas de influencia Xolocotzina en el proceso


formativo de ingenieros agrónomos en México y en general en la conjugación del dominio
que caracteriza a esta profesión y al ejercicio de la misma; 4 de ellas con la presencia física
de Efraím Hernández Xolocotzi y las dos últimas en su ausencia, lo cual constituye el
motivo de esta edición especial del boletín Aquí Centros Regionales...

Hace algunos años le escribía a un amigo que “digerir” al Maestro ha sido más difícil que
olvidarlo, y ello lo corroboraba otro también al referir cómo a tan sólo 10 años de fallecido
las generaciones nuevas no sabían quien fue Efraím Hernández X., mas allá de identificarlo
entre los bustos que custodian el diario peregrinar de los alumnos por la Calzada Principal,
de la Universidad Autónoma Chapingo sin caer en la cuenta del sinnúmero de
consecuencias en su formación profesional derivadas del pensamiento y los actos de
aquellos hombres que la pueblan, el Maestro Hernández X. entre ellos.

¿En que está que esos hombres se mantengan vivos después de muertos, y en particular el
Maestro?: supongo en principio por el hecho de que aun vive una alta proporción de sus
alumnos -tanto entrecomillados como formales- en los que por regla general dejaba huella
específica e individualizada, pues nos daba a cada uno lo que le manifestábamos necesitar
de la forma que él suponía debía ser, llegando a tejer con los años una red de relaciones
personales cuyo común denominador era la presencia de un sentimiento; afín o encontrado,
mas nunca indiferente, de ahí que se le juzgara desde un profeta hasta un hombre
controversial y tosco.

El Maestro irradiaba hasta cierto punto una desesperación por "violentar" lo infuncional
instituido -tanto a nivel de personas como instituciones- y construir las bases para un
Desarrollo Agrario sustentado en elementos propios, amalgamado con lo que él llamaba el
"desarrollo científico occidental", elementos que estudió y enseñó a profundidad entre las
décadas 50 y 60, arribando en los 70 a un contenido holístico conjugado en principio en la
Etnobotánica, en donde mostraba los fundamentos históricos, biológicos, ambientales y
sociales en que supuso después debía soportarse el sistema de enseñanza agrícola formal
para alcanzar tal desarrollo.

Señaló desde siempre la falta de vinculación entre los dominios agronómicos


especializados transpuestos de otros países con las dinámicas agrarias propias de cada
región, lo cual decía, se acentúa con la diversidad del espacio geográfico que constituye la
nación; conjugando con ello uno de los planteamientos de problema a mi ver más
trascendentes de todo su quehacer científico: el problema epistemológico de transformar
realidades con conocimientos no derivados de las mismas, lo cual supongo también
contribuyó al frecuente psitacismo presente en la profesión.

Como respuesta a ello a mitad de su vida profesional formuló un proyecto de alcance


mesoamericano cuyo objetivo central era entender la dinámica de la Agricultura Campesina,

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dominante en el país y heredera de conocimientos agrarios milenarios, con los que
soportaba la soberanía alimentaria nacional, estando a su vez sujeta a las presiones de
desintegración del desarrollo económico nacional y mundial.

Para el arranque de dicho proyecto convocó en 1976 al Seminario sobre el Análisis de los
Agroecosistemas de México, celebrado en Chapingo, Méx., en el cual logró que al
exponerse los más diversos planteamientos de avanzada sobre el tema se formulara el
Estado del Arte a partir del cual él iniciaría la andadura, evento que coordinó en todas sus
etapas y dejó constancia en el volumen publicado por el Colegio de Postgraduados que
lleva dicho titulo. Éste constituyó una lectura inicial obligatoria para todos los
colaboradores en el proyecto que tendría vigencia durante la siguiente década en las
versiones: Tecnología Agrícola Tradicional primero y Dinámica de la Milpa después, y
que se ubicaría en: la Sierra Norte de Puebla; la Sierra Mazateca, los Valles Centrales y
entre los Huaves del Istmo de Tehuantepec en Oaxaca; los Altos de Chiapas; los malpais de
Valle de Santiago Gto.; la Huasteca Potosina; para concluir en Yucatán con el seguimiento
que por años se hiciera al sistema de producción de “la milpa” en el centro y sur de la
península en las localidades: Yaxcabá y Becanchén, en las cuales se establecieron por
primera vez equipos de investigación interdisciplinarios compuestos por agrónomos,
biólogos, antropólogos y en general disciplinas humanísticas.

Los términos de la trascendencia de esta parte de la vida académica del Maestro están
escribiéndose aún, pues aunque se consignan en tesis profesionales o de postgrado la
mayoría de los resultados ahí obtenidos, aún no se analizan de conjunto aunados a las muy
diversas investigaciones que han conducido en las décadas precedentes quienes integraron
de forma directa o indirecta los equipos que trabajaron en lo que ahora se empieza a llamar
“el pensamiento Xolocotziano” que a su vez se considera precursor del campo de la
Agroecología.

Aquí es importante señalar que una de las mayores limitantes con las que se enfrentó el
Maestro fue la baja capacidad heurística generada por los equipos de trabajo que conjugó,
incluyendo la propia sinopsis que él hizo de los resultados de los proyectos en su conjunto,
pues aún en las últimas etapas mantuvo un fuerte énfasis en el planteamiento del problema
y su desarrollo, pero con un reducido desenlace en respuestas innovadoras; de esta forma
entonces se aportó mucho en señalar lo que falta por entender y como conseguirlo, y poco
en proponer que hacer con ello, es decir para qué racionalizar y que hacer con lo
racionalizado. Esto fue más evidente en el ejercicio de la Península de Yucatán en el que se
tuvieron largos períodos de estancia con grupos interdisciplinarios y con una buena
cantidad de recursos, por lo que es en este terreno justamente en donde están por
escudriñarse los resultados de capacidad transformadora que heredó en un proceso
evolutivo al dominio de la agronomía y ciencias afines.

El paso de la huella personal formativa a la huella social en el quehacer agrario nacional del
Maestro Efraím Hernández Xolocotzi, se acelera en la medida que van siendo evidentes las
consecuencias de las limitantes por él señaladas: a) una indefinición del rumbo agrario
nacional y de formación de recursos humanos encubierto en la mas precisa planeación y
certificación instituida, b) un concepto de desarrollo rural regido cada vez mas por el
mercado que legitima y entroniza la pérdida de soberanía alimentaria, c) un crecimiento

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económico nacional asociado a la mayor degradación humana de la población mexicana,
cuya principal causa de mortalidad se asocia a la forma como se alimenta, aún cuando su
génesis sea la propia de un centro de origen mundial de domesticación de plantas y
animales, d) el pago de un alto precio social por muertes prematuras en los segmentos
juveniles de la población por narcotráfico y migración y e) la perdida en peso específico de
una masa crítica mexicana con capacidad de revertir lo antes expuesto.

Posiblemente el Maestro recorrió como individuo la secuencia que supongo deberán


recorrer las instituciones agrarias mexicanas cuando se aboquen a la transformación
estructural de lo rural, cualesquiera que estas sean. Es claro que Hernández X no tenía una
secuencia de pasos que lo llevara de un estado inicial a uno final, es claro también que bajo
su racionalidad seleccionó un camino entre muchos otros y por ahí condujo su quehacer. En
este terreno entonces hay también mucho aprendizaje del pensamiento Xolocotziano.

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