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Martes 12 de Octubre 2010


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Sep 16

Alicia Cañas e Inés Echeverría: Heroínas sin estatua


Crónica, Especial Bicentenario

21 de agosto. Paula 1053.

Para los aniversarios se saca lustre a los monumentos y se revisan fotos añejas. Pero, tras las grandes
lámparas y de los bellos salones, van saliendo arañas, secretos en papelitos doblados, historias oscuras,
manchas de sangre. Aquí, el trenzado devenir de dos chilenas que hicieron noticia en los años 30.

Por Roberto Farías / Agradecimientos: Municipalidad de Providencia y Memoria chilena.


Alicia Cañas

Debo escribir sobre una mujer “destacada, notable, desde la Independencia hasta nuestros días, que haya hecho
un aporte…”. Luego de descartar a las artistas más recurridas y a las que lograron el voto femenino, y dando
cabezadas sobre tomos de historia, encontré a mi personaje. O eso creí: Alicia Cañas, fue la primera mujer
elegida para un cargo público por votación popular en 1935 y la primera alcaldesa en toda Sudamérica. Por
Providencia. No se sabía mucho de ella, cumplía los requisitos, así es que empecé a rastrear su aporte.

Al momento de la elección, tenía 34 años y figuraba en la vida social por ser la nuera del ex Presidente Juan
Luis Sanfuentes. Había enviudado a los 24 “siendo una de las mujeres más bellas de su época”, según la revista
Zig-Zag, y se había vuelto a casar con un gentleman, el abogado Augusto Errázuriz, con quien tuvo cuatro hijos.
Era una mujer conocida en los círculos de la beneficencia, patrocinadora de un club de ciegos en la comuna de
San Miguel y financista de los Bomberos de Santiago. En esos años las mujeres ya votaban en medio mundo:
Ecuador, Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, Uruguay… menos Chile. Los políticos se resistían, porque
ignoraban hacia qué lado inclinarían la balanza.

–Uno tiende a pensar que las mujeres votarían por la izquierda– dice la historiadora del siglo XX, Consuelo
Figueroa, de la Universidad Diego Portales.
–Pero no: porque ¿qué mujeres votarían? Las alfabetas, inscritas y políticamente informadas. O sea, las
conservadoras y clericales.

Entre los políticos, los conservadores apoyaban la idea del voto femenino; los radicales se resistían. En 1934,
súbitamente, se les ocurrió la idea de probar el asunto y se modificó la ley electoral. Dejarían que las mujeres
votaran sólo en las elecciones municipales. La primera vez fue en abril de 1935. En esa olvidada elección, 40%
de las mujeres votó por el Partido Conservador. Alicia Cañas, apoyada por esa repartición política, obtuvo 4.000
votos y ganó en Providencia. Los votos se contaban a mano así que Alicia asumió unos meses después.

En esos años, Providencia no era lo que es ahora. En Tobalaba había chacras de frutillas. Los tranvías llegaban
hasta avenida Los Leones. En la ribera del Mapocho, desde plaza Italia hacia arriba, había zarzamoras y era
lugar de escondrijo de maleantes. Cañas, en cambio, había vivido en París y se vestía a la moda. No era beata y
conducía su propio auto. Terminó convertida en la primera alcaldesa moderna de Providencia, gracias a su
proyecto de transformarla en una comuna jardín. Pero el presente parece haberla olvidado. En la municipalidad
hay que insistir para encontrar una foto suya. El alcalde Cristián Labbé recuerda que en 2002 le entregó una
medalla, cuando Alicia cumplió 100 años, y en el mismo acto rebautizó la plaza de Avenida Francisco Bilbao
con Los Leones con su nombre. Y no mucho más.
A la historiadora Consuelo Figueroa no le extraña:
–No hay monumentos a las mujeres en Chile. Por poesía, arte, quizás. ¿Pero por ganar elecciones? ¿Por
feminista? Ni siquiera Javiera Carrera tiene uno. No existen. Así que si al menos Alicia Cañas tiene una plaza…
Con la fecha de la elección en la mano –7 de abril de 1935– fui a revisar los diarios al subterráneo de la
Biblioteca Nacional.

Inés Echeverría

Mujeres sin titulares

Si abres una puerta que lleva 80 años cerrada, despiertas las arañas. En la prensa de 1934 el tema del voto
femenino fue apareciendo en forma paulatina: entre amarillentos avisos de pantymedias y tónicos digestivos, las
columnas de Amanda Labarca, del Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH), eran
impecables. Las de Adela Edwards, de la Acción Nacional de Mujeres (el ala conservadora del feminismo), eran
rotundas pero cautas. Pro y en contra siempre. Anónimos periodistas escribían las noticias en boga: “Modifican
Ley de Municipalidades para dar voto a la mujer”; “60 mil mujeres decidirán próximas elecciones”.

Pensé que las mujeres celebrarían en las calles. Pero no. No vi grandes titulares en los diarios. Pero otras
noticias comenzaron a desviar mi atención. Leí en El Mercurio, 17 de mayo de 1934: “Absuelto individuo que,
privado de razón, dio muerte a su mujer”. Seguí leyendo. “Rosendo Muñoz Delgado mató a puñaladas a su
mujer Zoila Matta enceguecido por su vida licenciosa y desordenada”. Pesaba sobre ella una acusación anterior
de adulterio. En la misma semana en que se emite la Ley de Separación de Bienes (el suceso legal del año, pues
antes la mujer cedía los bienes al marido, no podía firmar contratos ni disponer su herencia), otro caso policial
ocupa en La Nación un espacio mucho mayor: “Maestro Alba absuelto por asesinar a su cónyuge”. El año que
Alba pasó en un convento se tomó “como pena suficiente y compensatoria”, según el diario.

En numerosas editoriales los periodistas comentaban: “Cuando la mujer es libre de cascos, el derecho de matar,
en ese caso, no se discute”. Iba a buscar información del voto femenino y me topé con un descubrimiento
macabro: en todas las clases sociales había impunidad cuando un marido atacaba a su mujer. En todos los
tribunales regía el mismo criterio: la esposa era un bien desechable, matable. Regresé a las elecciones. La
campaña iba tomando color. Las poquísimas candidatas a alcaldesa hablan en el teatro Club de Señoras en calle
Monjitas y en las radios. Aparece el primer pequeño perfil de Alicia Cañas en la revista Zig-Zag, entre fotos de
salones y grandes tertulias estilo belle époque.

Hasta que, en los microfilms del diario La Opinión, un titular referido a Providencia me detuvo en seco: “A un
año del drama de avenida Holanda. El asesino de clase social que mató a su esposa”. En la misma comuna de
Providencia, donde Alicia Cañas –que vivía en avenida Ricardo Lyon– tejía su candidatura, otro femicidio
amenazaba con quedar impune. ¡Y a nadie parecía importarle! El reportaje estaba en tono novelado. En junio de
1933 Roberto Barceló Lira, descendiente de los Carrera, asesinó de un tiro en la espalda, en el baño de su casa, a
su esposa Rebeca Larraín Echeverría, de 37 años, también noble. Era bisnieta de Andrés Bello e hija de la
popular escritora Inés Echeverría, que firmaba sus columnas en diarios y revistas como Iris: una aristócrata
vívida y reina de los salones, ácida y culta. Novelista, la primera académica mujer en la Universidad de Chile.

Barceló estaba recluido en la Penitenciaría esperando sentencia. Seguí escarbando en los microfilms buscando
noticias sobre las elecciones en Providencia y Alicia Cañas, pero no pude quitar el ojo a la impune violencia
contra las mujeres y el caso Barceló. El color que tomó el caso me sorprendió del todo.

Típica neurosis masculina

Empieza 1935. El domingo 7 de abril fueron las elecciones municipales. ¡Por fin algo de entusiasmo! Todas las
revistas y diarios se abocan al asunto: “¡Votan las mujeres por primera vez!”. “¡Voto femenino!”. La mujer
depositando el voto es la foto oficial. El conteo a mano tomó cerca de un mes y los reclamos de cohecho, votos
marcados, suplantaciones y anulaciones sumaban cientos, sino miles. Recién en junio el colegio electoral tuvo
los resultados: votaron 63 mil mujeres, eligieron a 16 regidoras y dos obtuvieron la primera mayoría en su
distrito: Aída Nuño en San Felipe y Alicia Cañas en Providencia.

Fue una sorpresa. Algunos medios, como La Opinión, rumorean que Alicia ganó por bonita, pues no militaba en
ninguno de los movimientos feministas ni tampoco en el Partido Conservador. Sólo había hecho discursos y
asistido a programas en radio Chilena –cercana a la Iglesia. Pero se le presumía inteligente. Pasé volando los
rollos de microfilms sin volver a encontrar mayor información. Para no dormirme, me entretuve con las noticias
del caso Barceló.

La Corte revisa una y otra vez el proceso sin dictar sentencia. Declaran médicos y peritos a favor y en contra de
que a Barceló se le hubiera escapado el tiro mortal de forma casual. Aunque está en la cárcel, todos opinan que
será declarado inocente. A mitad de ese 1935, Inés Echeverría, la madre de Rebeca, deja las tertulias y los
salones literarios y se lanza como una kamikaze contra Barceló. Desnuda su vida como la de un sinvergüenza y
maltratador. Pide para él la pena de muerte. Inmediatamente la dejan de publicar en la prensa oficial. Ella sortea
el escollo publicando un libro: Por él.

Subí a la Sección Chilena, en el segundo piso de la Biblioteca Nacional. Leí las 220 páginas de constantes
maltratos y abusos de Barceló que Inés, según revela en el libro, justificaba hasta antes del asesinato de su hija
como “típica neurosis masculina”. Narra una escena anterior a la tragedia: “Un plato de ostras voló sobre la
mesa. Él, en medio de un festín marino, en la casa de Viña (en el verano de 1933), le arrojó las ostras en la cara
a Rebeca. Le empapó el peinado y el vestido parisienne quedó chorreando. –¡Ni siquiera sabes servir el vino
blanco helado!– le gritó. Y nos arruinó a todos la velada”.

En su libro Inés sospecha que se teje una impunidad judicial a favor de Barceló. Describe una de las visitas de su
yerno al tribunal.
El juez lo saluda de un abrazo –como signo de respeto– y le dice:
–No se preocupe. Seguramente todo esto tendrá una explicación.
Tras la publicación del libro el juez Mariano Rivas le impide a Inés declarar en el juicio. Ninguna mujer de la
política, ninguna de las ganadoras en las elecciones municipales, ninguna de las líderes de los movimientos
feministas escribe ni una sola línea en torno al caso Barceló en todo 1935. Menos sobre los otros parricidios sin
castigo. Quizás no las publicaban, censura previa, no lo sé. La prensa oficial informa apenas. Sólo Iris y un
periodista de iniciales O.O. informan periódicamente detalles sabrosos en La Opinión. Nadie más.

Finalmente, el Consejo de Regidores nomina a Alicia Cañas como primera alcaldesa de Providencia en octubre
de 1935. La noticia causa cierto revuelo, pero mucho menos que el caso Barceló. Encontré apenas un titular
pequeño cuando fue recibida con honores de Primera Dama por el Presidente Arturo Alessandri en La Moneda.
Aún era muy bonita– dice la prensa. Y Alessandri era un pícaro seductor. Apadrinó a sus hijas.

Paseo dominical

Llega 1936. Estalla la Segunda Guerra Mundial. Uno de los abogados del caso Barceló publica también un libro:
Uxoricidio: proceso contra Roberto Barceló Lira. Reproduce una parte del desgarrador diario de Rebeca Larraín,
la víctima: “Estoy tan sola, tan triste –escribe el año en que murió–, que escribo para desahogarme. Los otros
son tan indiferentes que aun entre nosotras estamos siempre solas… No saben cuántas penas, cuántas luchas,
cuántas lágrimas se derraman durante la noche, en el misterio de la alcoba cerrada. Cuántos sollozos se sofocan
entre las sábanas”. Alicia Cañas, apenas pisa la alcaldía de Providencia, se pone manos a la obra para cumplir
con su proyecto de rediseñar la comuna como una Ciudad Jardín. Lleva al arquitecto alemán Oscar Prager al
municipio para hacer un plan urbanístico con parques y avenidas arboladas, como los de las calles Pocuro y Los
Leones. Remodeló la avenida Andrés Bello –la Costanera– construyendo la avenida y el parque actual. Inauguró
su primera gran obra: el Mercado Municipal frente a la iglesia de la Divina Providencia. Durante 50 años sería
paseo obligado de domingo: ir a comprar empanadas al mercado después de oír misa al frente.

A fines de 1936 el caso Barceló llega a la recta final. La prensa ya no puede evitarlo y los periodistas se
desahogan en crónicas y titulares. A diario aparecen fallos, revisiones, apelaciones, solicitudes. La Corte
Suprema revisa por tercera vez la condena y contra todo pronóstico dicta la pena de muerte el 28 de octubre de
1936. Sólo queda el indulto. La Corte le da una semana al Presidente Alessandri para que decida. Son los cinco
días más emocionantes que he vivido a través de un archivo periodístico. A estas alturas, cuando encontraba
algo sobre Alicia Cañas lo fotocopiaba para leerlo después. En los diarios, amarillentos ya, van y vienen
opiniones encontradas: O.O. sospecha que, llegado el caso, pueden cambiar el fusilamiento por destierro o hacer
una simulación para que Barceló se dé a la fuga. Un periodista le pregunta a Inés Echeverría si no teme ser
odiada por sus nietos al hacer que fusilen a su propio padre. Ella responde con acidez: “Quiero justicia para
todos por igual”.

El Mercurio editorializa sobre la inutilidad de la pena de muerte en algunos casos. En La Nación recuerdan la
paradoja de que el propio padre de Barceló, José María Barceló, instaurara el fusilamiento en el Código Penal
chileno en 1874. Pasan los días, Alessandri no se decide. Mujeres protestan en La Moneda pidiendo justicia. El
suspenso corta la respiración. La hermana de Barceló, Josefina, no lo soporta y muere de un infarto tres días
antes de que el Presidente se pronuncie. Según su sobrina Mónica Echeverría, la autora de Agonía de una
irreverente (1997), Inés fue a La Moneda faltando apenas horas para que venciera el plazo. Como era amiga
íntima de Alessandri irrumpió en su despacho y con una pistola de faldas (aquellas muy pequeñitas, de una sola
bala) lo amenazó:

–Si estoy frente a un cobarde, sepa usted señor Presidente que no dudaré un instante en matarlo. Será olvidado y
la historia recordará sólo a un débil que fue ultimado por una mujer.

El 25 de noviembre se cumple el plazo. Alessandri niega el indulto. Barceló estaba tan confiado de que saldría
libre que, cuando se entera, estaba jugando ajedrez con otro reo. Se confiesa con el Padre Hurtado y le deja una
carta a su hijo Joaquín, para que la lea cuando cumpla 21 años. Se fija la fecha de la ejecución. Nadie puede
creer que alguna vez un aristócrata fuera condenado a muerte en Chile. Menos aún por matar a una mujer.
Únicamente cuatro parricidas habían sido fusilados antes.

La madrugada del 30 de noviembre de 1936 la gente trepó a los muros de la Penitenciaría para ver el patíbulo.
Pedían exhibir el cadáver para cerciorarse. La prensa, ávida de sangre azul, esperó en Avenida Pedro Montt. Iris
llevó esa mañana a su nieto de 10 años, Joaquín Barceló (filósofo, ex rector de la Universidad Andrés Bello), a
la iglesia de la Divina Providencia a esperar la hora fatal de su padre. La vieja, ácida y severa, fue a la iglesia
vestida entera de negro. Cruzando la calle, unos obreros comenzaban a construir el Mercado Municipal de
Providencia, la gran obra por la que se recordaría a Alicia Cañas.

A las 6:58 el pelotón disparó la andanada. Iris se retiró en silencio: calló su pluma ácida e irónica y no volvió a
publicar ni una sola línea en la prensa. Después del caso Barceló no volvió a haber en Chile un titular del tipo
Absuelto tras matar a su mujer. Iris murió en 1949. Alicia Cañas sería elegida de nuevo alcaldesa de Providencia
en 1947. Luego se retiraría, asqueada de la política y, pese a muchas ofertas de diputaciones y senadurías no
volvería a presentarse a una elección. Murió en 2002, a los 100 años.

Ya es de noche cuando salgo del archivo que guarda tantos secretos nacionales; las luces me encandilan y tras
de mí se cierra la pesada puerta.

24 comentarios en " Alicia Cañas e Inés Echeverría: Heroínas sin estatua "
1. daniel barros dice:

mi abuela era prima de ines ec heverria, por el lado barcelo y larrain siempre lo escondieron, mi abuela
siempre decia que el asesino asi se expresa era el tipico larrain, encandor pero golpeador con las mujeres.
eso siempre se ha sabido, a las chicas cuando se ponian de novia con alguien de este apellidos se les decia,
era como los subercaseaux, la ezquisofrenia heredada

Octubre 9, 2010 a las 11:28 pm

2. Anónimo dice:

Felicitaciones don Roberto Farías por este documento.


Hace años atrás tuve el honor de leer un ejemplar del libro “Por Él” y no podía creer que un hecho así
hubiese ocurrido en el país en el que nací, porque asesinato es asesinato.
En la vida existen muy pocas personas admirables, una de ellas es la madre de Rebeca, cuya hija fue
concebida en el cielo para ser un ángel en la tierra.
Quisiera comentarle que mi veterinaria fue compañera de un descendiente Barceló, y un profesor les hizo
leer el libro ya mencionado, el joven nunca había sabido de esa historia de la familia, por lo tanto quedó
más que sorprendido y llegó a casa preguntando por lo sucedido y su familia le dió a entender que ese
tema no se tocaba. Esto lo sé por las conversaciones con mi veterinaria, ya que ella le comentó el libro
leído, a lo que el joven le contestó y todavía quedan ejemplares de ese libro, pues su familia, cuando salió
el libro a la luz requisó los que más pudo creyendo que no se les había escapado ninguno, pero para suerte
de nuestra historia aún andan algunos dando vuelta. Agradezco la oportunidad de poder pronunciarme.

Septiembre 29, 2010 a las 1:07 pm

3. CAROLINA LÓPEZ dice:

Impresionante!!!
es fascinante poder conocer hechos del pasado, y de ello asociar otras situaciones, como que la prensa
siempre este censurada a la verdad, o al menos el miedo puede mas; y por otro lado entender que el
“apellido” siempre te lleva al poder.
dar gracias tambien que a ese mismo poder logro terminar con tanta impunidad.

felicitaciones.

Septiembre 25, 2010 a las 11:55 am

4. Beatriz dice:

Felitaciones: Creo que soy femenista pero en mi juventud hace varios años atras solo se escuchaba sobre
MEMCH y algunos otros muy conservadores, perojamas escuche sobre estas mujeres que aunque quizas
no pensamos iguales si que ellas fueron las pioneras para abrir el paso a la mujer chilena en la politica.
Creo que algun dia cuando vuelva a la patria buscare los diarios viejos a todas esta mujres que quedaron
olvidadas.
Para todas aquellas, no importa creencia, clor politico ni apellido un gran aplauso
Viva el Bicentenario.
Beatriz

Septiembre 20, 2010 a las 6:01 pm

5. Ines dice:

Muy interesante el reportaje, he vivido la experiencia de trajinar los diarios antiguos en la biblioteca
nacional, es maravilloso como uno se va adentrando en el pasado y encuentra verdaderas joyas del pasado.
Es verdad, la justicia no ha evolucionado mucho por décadas, sobre todo si la vìctima es mujer. Las leyes
las hacen los hombres, para los hombres…

Septiembre 20, 2010 a las 3:25 pm

6. henry vianco dice:

que cosa mas interesante es la verdadera historia de chile los cuentos de la indepencia nunca fueron de
creerlos el verdadero padre de la patria fue jose miguel carrera entre otros

Septiembre 20, 2010 a las 2:34 pm

7. Jaime Parot dice:

Me parece muy bien el castigo. Me parece mal el término femicidio, es una figura que no existe. El
homicidio no tiene género y las penas deben ser iguales para hombre y mujeres que matan y agreden. ¿En
un futuro´cercano a las mujeres que agreden y asesinan hombres habría que llamarlas hombricidas?.

Septiembre 20, 2010 a las 1:51 pm

8. A: dice:

falto olga poblete!

Septiembre 20, 2010 a las 12:19 pm

9. marcela jiménez dice:

Buena Roberto (D), me gustan tus historias.


un abrazo

Septiembre 20, 2010 a las 11:43 am

10. patricia dice:

“Agonìa de una irreverente” es el tìtulo del libro escrito por Iris y que narra el juicio en contra de Roberto
Barcelò.

Septiembre 20, 2010 a las 11:33 am

11. paula dice:

Muy bueno, interesante el reportaje, que agrado leer algo bien escrito… me quedé pensando en el niño,
Joaquìn…
Cuàntas Rebecas aún quedan…. con hombres que se sienten sus dueños, las consideran un bien de su
propiedad..

Septiembre 19, 2010 a las 5:40 pm

12. Mariel dice:

Muy bueno este reportaje, la verdad el tema del femicidio es algo que aún no está controlado y aún la
mujer chilena debe luchar por su posición en una sociedad tan machista como está.
La mujer chilena es especial e única, tiene una fuerza increible!!

Septiembre 16, 2010 a las 3:51 pm

13. Paulina dice:

Excelente! Me atrapó hasta la última línea.


Por favor, ¿cuál es el nombre del libro que escribió Inés en donde habla del crimen? Ahora lo quiero leer!!

Septiembre 16, 2010 a las 1:18 pm

14. Violeta Pascal dice:

Buenísimo reportaje, se nota el tremendo trabajo investigativom mis felicitaciones para Roberto.
Y qué historias más increíbles, que bueno que saquen a la luz el trabajo de mujeres tan importantes, y que
por una cuestión genérica nadie destaca ni honra hoy en día.

Septiembre 16, 2010 a las 12:20 pm

15. Consuelo Terra dice:

Excelente reportaje!! impactante los discursos de la época y el tesón de las mujeres protagonistas de
ambas historias.

Septiembre 16, 2010 a las 12:05 pm

16. Valentina dice:

Qué buen reportaje. Tantos secretos que se guardan en nuestro historia Nacional, que ni siquiera nos
enteramos, gracias po darnos la oportunidad de conocer mujeres tan notables, valientes, que algo hicieron
por nuestra sociedad!

Además me dan unas ganas enorme de ir a curiosear a la Biblioteca Nacional, quizás con qué más me
podré encontrar.

Septiembre 10, 2010 a las 10:24 am

17. matamala jarpam.ines dice:

Que novedoso y buen articulo el que han publicado de las heroinas chilenas. Me gustaria hiciera un libro o
publicacione sen algun Diario de varias mujeres notables de Chile. Gracias

Septiembre 4, 2010 a las 4:40 pm

18. Brenda Illesca Vega dice:

Este tipo de historias es de las que deberían estar en los colegios, de ejemplo para las niñas, de respeto
para los niños. Y de paso aprender del pasado por que en la actualidad los femicidas tienen casi las
mismas o menos consecuencias que hace mas de 100 años, increible! Gracias por la información. Ah! y
comprendo perfectamente a la alcaldesa por asquearse con la política, misma situación que hoy en
nuestros “modernos” días.

Septiembre 3, 2010 a las 8:22 pm

19. Pía dice:

Qué ameno reportaje.”La plaza de la alcaldesa” forma una parte importante de mi infancia y hasta ahora
no conocía la historia de quién le daba su nombre.Gracias.

Septiembre 3, 2010 a las 5:04 pm

20. Carolina dice:

Excelente historia…felicitaciones!

Septiembre 3, 2010 a las 5:03 pm

21. Genoveva muñoz dice:

Felicitaciones, por fin algo grato de leer

Septiembre 3, 2010 a las 2:39 pm

22. maria edith cabezon dice:

Muy interesantes estos reportajes históricos que han publicado. Me imagino que es por el bicentenario. A
primera vista parecen poco atracitvos, pero son muy reveladores. Me gustó mucho el de Petronila
Riquelme. Y ahora este. Demuestra cuánto hemos avanzado las mujeres!
Felicitaciones

Septiembre 3, 2010 a las 1:47 pm

23. María Soledad Echeverría Rabelo dice:

Me encantó la nota, Inés Echeverría y mi padre José Antonio Echeverría Rioseco (QEPD), eran familia.

Ojalá en la actualidad las penas para los femicidas fueran más duras, porque a 80 años del juicio de
barceló, los femicidios siguen existiendo y la injusticia impera.

Septiembre 3, 2010 a las 9:34 am

24. Marta "Rosita" Barahona dice:

Roberto: Buscaba algo tan vano y me encontré con tu reportaje. Gracias por llenar una memoria “hueca”.
No pude dejar de leer hasta que terminé.
Muy bella doña Alicia! Pero me atrapó la segunda historia. Quedé con ganas de seguir leyendo el diario
de Rebeca. Que mujer tan grande doña Inés!
Felicitaciones por lo hilado.

Septiembre 2, 2010 a las 9:44 pm

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