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diariodepontevedra|sábado, 19 de febrero de 2011
pontevedreses en su sitio
▶ Un mes y medio antes de que acabase 2010, Gonzalo Morquecho hizo
la mejor de sus actuaciones: salir disparado hacia el sudeste asiático con
dos hojas garabateadas por un amigo y la dirección de un hotel
«Salí de España con una
mochila y lo dejé todo:
trabajo, casa, coche y, en
definitiva, mi vida anterior»
texto: manuel jabois
Gonzalo morquecho (Pon-
tevedra, 1977) es un actor formado
con Cristina Rota que en la actua-
lidad tiene una compañía teatral
con un socio. Vive, aunque eso es
ahora casi un decir, en Madrid.
La suya es una vida de cómico.
Y tanto. He trabajado por toda la
geografía española haciendo de
todo: desde descargar camiones
hasta ser maestro de ceremonias
para la Familia Real, bailando en
la noche madrileña, produciendo
teatro, actuando en televisión,
muchos veranos de barman en las
playas gaditanas... Vivo en Madrid
por mi profesión, no por placer, de
ahí que todos los veranos me esca-
pe a la costa a trabajar y recargar
energías para aguantar el ritmo
madrileño.
Y ahora le ha dado por hacer una
catarsis.
El viaje llevaba rondando mi cabe-
za bastantes años. Y después de la
inversión total de mi economía, mi
energía y toda mi pasión en nues-
tro proyecto televisivo decidí ha-
cerlo dejando todo atrás: mi casa,
mi coche (que quedó siniestro total
el pasado verano), mis diferentes
trabajos y mi hogar; en definitiva,
mi vida allí. Entre la crisis, entre
que ese proyecto del que hablo está
en venta y lleva tiempo, y que mi
cabeza ya no estaba en España, la
decisión no fue demasiado difícil.
Me atreví y puedo decir que es lo
mejor que he hecho en mucho
tiempo.
¿Lo programó?
En absoluto. No decidí destinos ni
me compré la Lonely Planet, ni pre-
paré nada. Tenía dos hojas escritas
a mano por un amigo que llevaba
dos años viajando por el sudeste
asiático, una dirección en Kuala
Lumpur (KL; Malasia) y una mo-
chila con siete kilos de peso. Ade-
más manejaba un inglés que creía
básico y era nulo. Por suerte, tres
meses y medio después ya me pue-
do comunicar casi sin problemas.
¿Llevó dinero?
El ahorrado en verano trabajando
en Cádiz y algún que otro cobro que
tenía pendiente. En un principio
mi idea era no gastarlo todo y llegar
a un límite, pero ese límite ya se
ha pasado y, la verdad, de perdidos
GONZALO MORQUECHO actor
al río. Llegaré a España a cero, aun-
que ahora estoy con un proyecto en
Malasia y viendo posibilidades de
trabajo por aquí para estirar más
mi viaje, que como mínimo dura-
rá tres meses más. Incluso estoy
pensando muy seriamente en que-
darme si estos proyectos crecen.
La verdad es que el dinero es lo que
menos me importa ahora mismo;
esto no tiene precio.
¿Lo está haciendo solo?
Sí, y creo que es necesario hacerlo
solo. Aunque realmente nunca se
está solo. Yo he conocido a decenas
de personas y puedo decir que ten-
go casa en casi todos los lugares del
globo, del mismo modo que toda la
gente que estoy conociendo y con
la que comparto esta experiencia
tendrá un lugar en mi casa.
¿Cuál fue el primer paso?
El 13 de noviembre de 2010 aterricé
en Kuala Lumpur. Llegué con una
dirección en un papel, el nombre
de una persona y toda la incerti-
dumbre. El mero hecho de salir
de Barajas ya fue una liberación.
Desde el primer segundo de mi
viaje comencé a sentir cómo des-
parecían de mí todas las cargas que
tenía en España: trabajo, facturas,
hastío, estrés... Que no quiero
decir que tuviese mala vida, pero
dentro de mí latía algo más fuerte
que lo que ya conocía. Aterricé de
noche y seguí las indicaciones que
Inquietud
Llevaba tiempo con el
viaje rondándome en
la cabeza, así que la
decisión no fue difícil:
había que atraverse»
Destinos
Tras cinco días en
Kuala Lumpur me fui
a la selva: tres días de
caminatas en la jungla»
Peligro
En Manila un taxista
me estafó
amenazándome en un
callejón con cuatro tíos
salidos de una peli de terror»
me habia escrito un amigo para
llegar al Guesthouse Le Village.
¿Un hotel?
Un lugar situado en Chinatown;
un edificio medio en ruinas repleto
de todo tipo de insectos y demás
fauna. Al llegar a mi cuarto me pre-
gunté: «¿Qué hago yo aquí? Vaya
lugar me han recomendado».
¿Se aclimató rápido?
No fue fácil, sobre todo al no poder
hablar con nadie ni entender nada
de lo que la gente decía. Fueron
pasando los días y empecé a ver Le
Village como lo que es: un hogar
de viajeros, estudiantes, piratas,
gente de todo tipo, de todas las
edades y de todo el mundo. Y aquí
empecé a entender lo que es viajar:
me ayudaron desde el primer día,
se preocuparon por mí y por mi
comodidad, me enseñaron todo
lo necesario para estar a gusto allí
y fueron pacientes con mi inglés.
Fui parte de una familia en apenas
cuatro días. Xxx. gonzalo morquecho
Gente auténtica.
Nadie aparentaba; simplemen-
te son como son y por lo tanto no cía y me dijo lo mismo. Mentía. todo el mundo me decia en Kuala
sentí ninguna presión o prisa por Llegué a un acuerdo con un taxista Lumpur que me fuese a Filipinas.
coger el ritmo. Este lugar lleno de tras regatear y fuimos a Manila. Echamos ocho horas en un camión
cuadros, mapas, guías de viaje, li- ¿Qué le pareció Manila? para llegar allí, atravesando la sel-
bros y tableros de ajedrez es ahora Una ciudad hiper agresiva, real- va, y al llegar me encontré con lo
mi hogar cuando regreso a Kuala mente dura. Al llegar allí le dije al más parecido al paraíso que he
Lumpur. Los insectos, alguna que taxista que me llevase a la zona de visto nunca.
otra rata y demás forman parte de los ‘homestays’ más baratos de la ¿Cómo es?
un todo que es un ‘guesthouse’ de ciudad. La sorpresa llegó cuando Son más de 7.000 pequeñas islas
libertad y tranquilidad. fui a pagar y el precio acordado se rodeadas de un mar cristalino lle-
¿Cuál fue su siguiente destino? había multiplicado por cien. Me no de peces de todo tipo. Hay una
Tras cinco días en Kuala Lumpur negué a bajar del coche y a pagarle. gente encantadora que me hizo ver
me fui a la selva (Taman Negara, Arrancó y casi sin darme cuenta que la vida es mucho más sencilla
en Malasia); primera parada para aparecí en un callejón sin salida y que no necesitamos mucho para
estar conmigo mismo y solamen- rodeado por cuatro filipinos que ser felices. Iba para estar cuatro
te sentir. Allí compartí viaje con parecían sacados de una película días y estuve casi tres semanas. En
Anne, una chica holandesa de de terror. este tiempo no vi llorar a ningún
veinte años que estaba viajando ¿Qué hizo? niño, no vi miseria ni pobreza ni
sola por toda Asia; tres días de ca- Con los pantalones por el suelo nada negativo. Sólo tranquilidad,
minatas, jungla, humedad y una de miedo les dí lo que me pedían paseos, disfrute, barbacoas con
sensación de que la naturaleza es y, cuando lo hice, me dejaron en mis amigos, locales en la playa,
inmensa y poderosa. medio de la jungla que es Manila. alguna fiesta y todos los tours que
¿No se vio realmente en proble- Hacía mucho que no sentía tanto hice a las islas gratis invitado por
mas? miedo. Finalmente encontré un mis amigos de allí cada vez que te-
En mi siguiente destino: Filipinas. hotel para pasar la noche, intentar nían a un grupo de turistas.
Llegué con la mochila al hombro relajarme y buscar alojamiento ba- ¿Vivió alguna situación extraordi-
sin dormir, con mi cabeza dando rato para el dia siguiente. La expe- naria?
tumbos y sin dirección ni transpor- riencia me costó el presupuesto de Un entierro; más que un entierro
te en ningún papel. Aterricé en el dos semanas y un susto de muerte. parecía un evento de propaganda
aeropuerto de Clark, a una hora de Tras cuatro días en Manila volé a política. A lo lejos vi llegar una mu-
Manila. Fue uno de los peores días Palawan, una isla de Filipinas. Allí chedumbre de gente tras una fur-
de mi viaje. Al llegar pregunté por me encontré con Emilio, un cha- goneta tuneada al mas puro estilo
el autobús y los taxistas me dijeron val ecuatoriano, y nos fuimos a El Fast Furious. En el morro estaba
que no había; pregunté a un poli- Nido. Al llegar comprendí por qué un cartel inmenso y colorido con