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El boom de las
microfinanzas
El modelo latinoamericano
visto desde adentro

Marguerite Berger
Lara Goldmark
Tomás Miller-Sanabria
Editores

Banco Interamericano de Desarrollo


Las opiniones expresadas en este libro pertenecen a los autores y no necesaria-

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mente reflejan los puntos de vista del BID.

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Cataloging-in-Publication data provided by the
Inter-American Development Bank
Felipe Herrera Library

El boom de las microfinanzas : el modelo latinoamericano visto desde


adentro / Marguerite Berger, Lara Goldmark, Tomás Miller-Sanabria,
editores.

p. cm.
Includes bibliographical references.
ISBN: 1597820652
ISBN: 9781597820653

1. Microfinance—Latin America. 2. Loans, Personal—Latin America. I. Berger,


Marguerite. II. Goldmark, Lara. III. Miller Sanabria, Tomás. IV. Inter-
American Development Bank.

HG178.3 .B285 2007

© Banco Interamericano de Desarrollo, primera edición en castellano: octubre de


2007. Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida,
ni en todo ni en parte, ni utilizarse de ninguna manera ni por ningún medio,
sea electrónico o mecánico, incluidos los procesos de fotocopiado o grabado,
ni por ningún sistema de almacenamiento o recuperación de información, sin
permiso previo por escrito del BID. La autorización para utilizar el contenido
de este libro puede solicitarse a:

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1300 New York Avenue, NW
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Estados Unidos de América
Tel. (202) 623-1753, Fax (202) 623-1709
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La Oficina de Relaciones Externas del BID fue responsable de la producción edi-


torial de la publicación.

Dirección editorial: Rafael Cruz


Editor principal: Gerardo Giannoni
Editora de producción: Claudia M. Pasquetti
Corrección de estilo: Luciana Del Gizzo
Lectura de pruebas: Carolina Méndez
Asistente editorial: Cathy Conkling-Shaker
Diagramación: The Word Express, Inc.
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A los 60 millones de empresarios que cada día se esfuerzan
por tener éxito. Y a los pioneros de las microfinanzas,
que se asociaron a dichos esfuerzos.
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ÍNDICE

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A GRADECIMIENTOS ................................................................................vii

P RÓLOGO ............................................................................................... ix
Luis Alberto Moreno

C APÍTULO 1
El modelo latinoamericano de microfinanzas ...................................1
Marguerite Berger

C APÍTULO 2
Pioneros en la comercialización de las microfinanzas:
el avance logrado con el upgrading ..........................................43
Marguerite Berger, María Otero y Gabriel Schor

C APÍTULO 3
Downscaling: la incursión de bancos
latinoamericanos en las microfinanzas....................................91
Beatriz Marulanda

C APÍTULO 4
Regulación y supervisión del microcrédito en
América Latina .........................................................................125
Ramón Rosales

C APÍTULO 5
Instituciones de microfinanzas en tiempos de crisis:
efectos, actuaciones y lecciones aprendidas ..........................165
Armando Muriel, Victoria Muriel, Giulissa Franco
y Elsa Martín
vi ÍNDICE

C APÍTULO 6

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La tecnología adecuada para las microfinanzas .............................189

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Sergio Castello y Carlos Danel

C APÍTULO 7
Más allá de las finanzas: microfinanzas y servicios
de desarrollo empresarial ........................................................219
Lara Goldmark

C APÍTULO 8
Los retos futuros de las microfinanzas en
América Latina .........................................................................269
Robert Peck Christen y Jared Miller

C APÍTULO 9
El futuro de las microfinanzas en América Latina .........................307
Tomás Miller-Sanabria

A CERCA DE LOS AUTORES ....................................................................333

Í NDICE DE MATERIAS ............................................................................339


AGRADECIMIENTOS

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Este volumen intenta capturar la experiencia recogida a lo largo de
más de una década por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) en la promoción de
las microfinanzas en América Latina y el Caribe. El libro describe la
evolución del modelo latinoamericano en esta área, en palabras de los
mismos participantes que ayudaron a elaborarlo e instrumentarlo, con
resultados financieros extraordinarios y un igualmente extraordinario
impacto en el desarrollo. Valoramos sinceramente la disposición que
han puesto de manifiesto para compartir su visión y sus experiencias
en el campo de las microfinanzas en la región.
Agradecemos especialmente a Sergio Castello, Robert Peck Christen,
Carlos Danel, Giulissa Franco, Elsa Martín, Beatriz Marulanda, Jared
Miller, Armando Muriel, Victoria Muriel, María Otero, Ramón Rosales
y Gabriel Schor; el trabajo que han realizado en esta región ha benefi-
ciado a millones de vidas. Agradecemos también a Carlos Alberto dos
Santos por compartir sus ideas y su experiencia. El apoyo permanente y
los conceptos ofrecidos por Sandra Darville, del Fondo Multilateral de
Inversiones, fueron esenciales para esta iniciativa. Valoramos profun-
damente su paciencia. Donald Terry, gerente de la misma institución,
concibió la idea de este libro; apreciamos particularmente su apoyo y
aliento a lo largo de este proyecto.
Lyle Prescott tradujo varios capítulos del español al inglés; ade-
más, ofreció con paciencia orientación editorial y ayuda con la revisión
tipográfica. Reconocemos con gratitud su colaboración invalorable. El
asesoramiento editorial experto de Nancy Morrison fue siempre valioso
y muy apreciado. Agradecemos también a los funcionarios de la Oficina
de Relaciones Externas del BID por sus oportunos consejos.
Tetsuro Narita investigó fuentes y verificó datos e información.
Sin duda, su interés y su inquietud profesional lo llevarán a continuar
en el campo de las finanzas para el desarrollo. También agradecemos
viii AGRADECIMIENTOS

a Nicole Rohrmann por su asistencia, de gran utilidad, en la revisión

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tipográfica del original.

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Finalmente, tenemos una profunda deuda de gratitud con el Dr.
Steven Wilson, del Fomin, por su lectura minuciosa y su revisión del
original. Sin sus sugerencias integrales y las mejoras que introdujo, este
libro no se habría publicado.
PRÓLOGO

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Las microfinanzas, que tienen su origen en tradiciones antiguas de
autoayuda colectiva, se han convertido en el segmento de más rápido
crecimiento, y en uno de los más rentables, de los sistemas financieros
de América Latina y el Caribe.
Su crecimiento, que en los últimos años se ha mantenido regular-
mente en el orden de los dos dígitos, es reflejo de un mercado que goza
de un reconocimiento en aumento, debido a su inmenso potencial de
desarrollo y a su excelente calidad crediticia, además de su naturaleza
contracíclica. Sin embargo, para la mayor parte de las personas que viven
y trabajan en la base de la pirámide económica, aún no se ha materiali-
zado el potencial de este instrumento en toda su magnitud.
El valor fundamental de las microfinanzas reside en su capacidad
de estimular el espíritu de iniciativa y de generar la posibilidad de una
mejor vida para millones de individuos con gran espíritu de trabajo,
que en la actualidad carecen de acceso al sistema financiero formal. Así,
trascienden los parámetros de ingresos y balances: convierten la esperanza
en ganancias, las ganancias en oportunidades y las oportunidades en un
crecimiento económico sostenible para las familias y las comunidades
en que estas se insertan.
En las últimas tres décadas, y desde la creación del Programa de
Pequeños Proyectos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha
brindado apoyo directo a las microfinanzas. En ese período el BID ha
otorgado préstamos a gobiernos para apoyar los marcos jurídicos y la
reforma normativa, crear centrales de riesgo, y para financiamiento a
bancos e instituciones de microfinanzas. Las donaciones y los créditos con
tasas de interés bajas han ayudado a numerosas ONG precursoras en este
campo a desarrollar y ampliar el alcance de los micropréstamos; además,
han proporcionado la base del capital embrionario y del crecimiento
sostenible. A lo largo de los últimos diez años, el Fondo Multilateral de
Inversiones (Fomin) del Banco, en particular, se ha convertido en una
x PRÓLOGO

importante fuente de innovación y capital para el sector en la región,

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al ofrecer capital y fortalecimiento de la capacidad institucional a enti-

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dades nuevas de microfinanzas y a fondos de inversiones relacionados
con esta actividad.
En este momento, las microfinanzas en América Latina y el Caribe
enfrentan una encrucijada. Tomando como base varios modelos exi-
tosos aplicados en países pequeños, es necesario llevarlas a gran escala
en toda la región. A lo largo de los próximos cinco años, el Grupo BID
debería centrarse en movilizar todos sus instrumentos para desarrollar
nuevos productos, mejorar los entornos normativos y promover pro-
gramas con diversos asociados, desde ONG pequeñas hasta grandes
bancos comerciales. La meta final es estimular los mercados privados
para triplicar el volumen de las microfinanzas en la región y así llevar
el nivel actual de la cartera de US$5 mil millones a US$15 mil millones
para el año 2011.
La realidad concreta es que el sistema financiero de América Latina
y el Caribe no presenta relevancia alguna, en la actualidad, para la vida
cotidiana de la gran mayoría de la población. Este es el momento de
modificar esta realidad a fin de crear una democracia financiera en la
región, a fin de ofrecer a los pobres mayores opciones para utilizar sus
recursos, su energía y sus talentos.
Ellos se encargarán del resto...

Luis Alberto Moreno


Presidente
Banco Interamericano de Desarrollo
CAPÍTULO 1

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El modelo latinoamericano
de microfinanzas

Marguerite Berger

E
n una región caracterizada por una gran desigualdad y por ines-
tabilidad económica, las microfinanzas constituyen una paradoja
del mundo capitalista. En los últimos 20 años, han pasado de ser
un experimento poco conocido en pos del desarrollo a convertirse en
una empresa multimillonaria que lleva servicios bancarios a millones
de personas. Si bien la industria ha crecido en todo el mundo, y hay
actores destacados en cada región, las instituciones de América Latina
sobresalen por su integración en el sistema financiero formal y por sus
admirables indicadores de crecimiento, cobertura y rentabilidad. Hacia
fines de 2004, 80 de las instituciones de microfinanzas más importantes
de América Latina (tanto ONG como instituciones financieras formales)
brindaban servicios a más de cuatro millones de clientes, con una cartera
combinada de préstamos vigentes por un valor de US$4.000 millones
(Miller y Martínez, 2005).1 El volumen actual de microcréditos es mucho
mayor, ya que en la región operan cientos de instituciones, incluidos
algunos bancos comerciales de gran envergadura que recientemente
han ingresado al mercado de las microfinanzas en países como Brasil,
México, Perú y Venezuela.
El camino para llegar hasta este punto no ha sido fácil y la industria
de las microfinanzas está lejos de alcanzar su apogeo en la región. De

1
La cifra corresponde a la cartera de préstamos vigentes, a su cantidad de saldo disponible,
lo que significa que las 80 instituciones declarantes en 2004 desembolsaron más de
US$10.000 millones en concepto de préstamos.
2 MARGUERITE BERGER

hecho, enfrenta retos continuos: fundamentalmente, llevar el servicio a

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poblaciones desatendidas, mantener la rentabilidad en un contexto de

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creciente competencia y atraer más inversión privada.
No obstante, la experiencia acumulada hasta el momento en
América Latina ejemplifica a todas luces cómo un enfoque visionario de
préstamos a empresas se convirtió en una industria por mérito propio.
En la mayoría de los países de la región, los formadores de políticas, los
donantes y el público opinan que las instituciones de microfinanzas
realizan un aporte importante al desarrollo financiero y socioeconómico.
Más aún, las entidades que financian microemprendimientos tienen
mucho que enseñar a la industria bancaria del mundo sobre cómo tra-
bajar con un nuevo segmento de clientes y cómo gestionar los riesgos
propios de ese segmento.
La industria de las microfinanzas en América Latina tiene algunas
características distintivas que la diferencian de la actividad en Asia, África
u otras economías en transición de Europa del Este. La mayoría de los
precursores en esta región comenzaron siendo entidades privadas, sin
fines de lucro, con presencia en los mercados urbanos. Las instituciones
de microfinanzas se centraron en la concesión de crédito como servicio
principal, y hace relativamente poco que comenzaron a desarrollar
programas de ahorro y a expandir sus líneas de productos hacia áreas
tales como financiamiento de la vivienda y remesas. Si bien la mayoría
de las entidades precursoras se ocuparon de los pobres, y el grupo po-
blacional de ingreso bajo aún constituye la mayor parte de la base de
clientes del sistema, la característica distintiva de las microfinanzas en
América Latina no ha sido un enfoque exclusivo en los pobres, como
sucede en muchas instituciones asiáticas y africanas. En el continente
latinoamericano, se ha hecho especial hincapié en prestar servicios a
empresas sin suficiente acceso a los servicios financieros y al público
no bancarizado en general.
Este libro ofrece una visión interna de la industria de las microfi-
nanzas en América Latina, según la óptica de quienes han trabajado a
lo largo de las décadas para hacerla crecer. Las lecciones aprendidas no
sólo son pertinentes para la comunidad microfinanciera mundial, sino
en general para el campo del desarrollo. En una región caracterizada por
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 3

una gran desigualdad y por inestabilidad económica, las microfinanzas

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constituyen una paradoja del mundo capitalista. Esta industria ha po-

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dido crear servicios viables para quienes ocupan la base de la pirámide
socioeconómica, ha sobrevivido y crecido en condiciones económicas
adversas, y se ha transformado en un segmento rentable, de rápido
crecimiento, dentro del sector financiero regulado.

Características del modelo latinoamericano

Muchos sostienen que no existe un único modelo latinoamericano de


microfinanzas. En realidad, existe una multiplicidad de modelos, enfoques
y formas en que las instituciones responden a la demanda de servicios
financieros de pequeña escala. Las diversas modalidades operativas tienen
en cuenta las circunstancias de cada país o mercado, como el grado de
desarrollo de los mercados financieros locales, las condiciones macroeco-
nómicas, el marco regulatorio y el capital humano disponible.

Definición de microfinanzas

Al centrarse en América Latina, este libro define las microfinanzas como


los servicios financieros destinados principalmente a las microempresas,
sus propietarios/operadores y sus empleados. Es importante comprender
que el término “microempresa” se define en sentido amplio: incluye
actividades económicas independientes, que pueden abarcar desde
vendedores de naranjas en puestos callejeros hasta pequeños talleres con
empleados (para profundizar, véase Berger, 2000). Algunos responsables
de la formulación de políticas y académicos no consideran que las acti-
vidades más pequeñas de los pobres constituyan empresas, pero incluso
estas actividades merecen ser catalogadas como tales en virtud de los
riesgos que sus propietarios/operadores asumen con sus propios activos,
por más pequeños que sean. Y para las instituciones microfinancieras,
estas empresas y quienes trabajan en ellas son clientes valorados.
Al definir las microfinanzas, las características de los clientes son
tan importantes como la cuantía de las transacciones. Por tratarse de
operaciones informales y habitualmente familiares, las microempresas,
4 MARGUERITE BERGER

y sus propietarios y trabajadores, no cuentan con la documentación, los

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bienes y la verificación de ingresos salariales que normalmente exigen

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los bancos, especialmente para el otorgamiento de préstamos. La clave
de las microfinanzas es el desarrollo de productos y tecnologías para
prestar servicios financieros a estos clientes sobre una base sostenible.
La distinción entre microfinanzas y microcrédito puede ser confusa,
pero es importante. Ambos términos hacen referencia a transacciones
de pequeña cuantía, pero el microcrédito se relaciona exclusivamente
con la concesión de préstamos. En cambio, las microfinanzas hacen
referencia a un amplio espectro de servicios financieros, entre los cuales
se incluye el microcrédito, además del microahorro, la transferencia de
remesas y el microseguro, entre otros.
La prensa y los estudios en materia de desarrollo han descrito las
microfinanzas de varias maneras. En un extremo están quienes consideran
que constituyen una especie de programa para reducir la pobreza; en el
otro, quienes sostienen que son la última modalidad adoptada por los
bancos para la generación de ingresos. Una vez más, los clientes de la
industria microfinanciera son un aspecto importante para comprender
este complejo debate. Las microempresas son predominantemente las
empleadoras de los pobres, ya sea como propietarios/operadores o
como personal. Los microempresarios tienen algunas características
en común con los pobres: poseen poca documentación para justificar
ingresos y antecedentes de crédito; por lo general, no han tenido acceso
a instituciones financieras formales antes de las microfinanzas; y, por
último, suelen vivir en las mismas áreas.
Algunos definen el microcrédito exclusivamente en relación con
la cuantía del préstamo; suelen usar un umbral de US$300, US$500 o
US$1.000 por debajo del cual un préstamo se clasifica en la categoría
“micro”, y presuponen que quien toma préstamos por debajo de ese
umbral es pobre. El primer problema que presenta esta definición es
que carece de utilidad, pues formula comparaciones entre países con
distintos niveles de desarrollo, ingresos y precios. El segundo problema
es que el gran avance del microcrédito no radica sólo en la capacidad
de realizar operaciones a escala cada vez más pequeña con eficacia, sino
también en la posibilidad de conceder esos préstamos y cobrarlos. Para
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 5

ello es preciso gestionar los riesgos que las instituciones financieras

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existentes no han estado dispuestas a tomar o no han estado en condi-

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ciones de hacerlo.
Si el cliente carece de documentación y garantías, ¿cómo hacen
los prestamistas para evaluar los riesgos inherentes a este tipo de fi-
nanciamiento y para gestionar tales riesgos con eficacia? A partir de la
experiencia de las instituciones latinoamericanas de microfinanzas, se
extraen algunos principios básicos. En primer lugar, estas instituciones
deben evaluar al solicitante y su negocio. Puede afirmarse que, cuanto
más pequeño es el préstamo en cuestión, más importancia adquiere la
reputación del prestatario. En los microcréditos, la esencia de la tran-
sacción se resume en su predisposición y su capacidad de pago.

Algunos aspectos clave de las microfinanzas


en América Latina

Si bien ninguna generalización incluye todos los casos, es posible iden-


tificar algunas tendencias y características clave que permiten comparar
la industria microfinanciera de América Latina con las de otras regiones,
especialmente Asia. El modelo de microfinanzas asociado con el Banco
Grameen, de Bangladesh, es muy conocido; el modelo latinoamericano,
por su parte, ha recibido mucha menos atención. Esta obra hace un
repaso del desarrollo histórico de las microfinanzas en América Latina
y se centra en aquellos aspectos que son exclusivos de este modelo.
Posiblemente, la característica distintiva más importante de las mi-
crofinanzas en la región sea la orientación comercial de las instituciones
líderes en materia de operaciones, desempeño financiero, financiamiento
y propiedad; una orientación que también se está instaurando en Asia.
Otros elementos clave que distinguen a la industria microfinanciera
en América Latina son su adaptabilidad y capacidad de respuesta a las
demandas de los clientes, su mayor concentración en áreas urbanas y
la diversidad de su clientela.
Además, ha crecido a una tasa anual estimada entre el 30% y el
40% en los últimos tres a cinco años, e incluso a tasas más altas en países
tales como Brasil, México y Perú. Las instituciones de microfinanzas
6 MARGUERITE BERGER

latinoamericanas tienen mayor envergadura que sus homólogas de África,

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Europa del Este y Oriente Medio, pero aún no han alcanzado la escala

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masiva que poseen las reconocidas instituciones asiáticas. Parte de la
diferencia entre la cobertura de las microfinanzas de ambas regiones es
atribuible a su enorme brecha demográfica. Sin embargo, mientras la
población de América Latina equivale al 14% de la población asiática,
tiene apenas el 6% de la cantidad de microempresas prestatarias de ese
continente. El número promedio de deudores por institución microfi-
nanciera en América Latina es de 31.000, frente a 130.000 en Asia (MIX,
2005). Sin embargo, las microfinanzas latinoamericanas están en franco
crecimiento, a un ritmo acelerado.
La demanda de servicios financieros entre los clientes ha sido uno
de los motores principales de las microfinanzas latinoamericanas desde
sus comienzos. Hasta cierto punto, las instituciones de microfinanzas
especializadas del mundo comparten esta característica, dado que
todas tienen como misión subyacente mejorar el bienestar del grupo
destinatario. En respuesta a la demanda de los clientes y a sus propias
capacidades, la mayoría de estas instituciones en América Latina co-
menzó por ofrecer créditos y luego amplió la gama de servicios, tras
perfeccionar la tecnología crediticia. Actualmente, ofrecen una gama
de productos para micro y pequeñas empresas: crédito individual y
colectivo, préstamos para inversión, hipotecarios y de consumo, y
líneas de crédito. Las operaciones de depósito incluyen varios tipos
de cuentas: cuentas de ahorro con libreta, depósitos a plazo fijo en
distintas monedas y cuentas corrientes. Algunas también ofrecen otros
tipos de servicios, tales como transferencias y remesas nacionales e
internacionales, cambio de divisas, cobro de servicios públicos (agua,
electricidad y teléfono, de prestadores privados o públicos), cobro de
impuestos locales e incluso documentos hipotecarios, tales como pagarés
e instrumentos de deuda.
Uno de los secretos de las microfinanzas de América Latina y de
otras partes del mundo es la lealtad del cliente. Las instituciones tienen
en claro que, para las entidades financieras, el tiempo dedicado a la
interacción más un buen servicio es sinónimo de confianza, y eso se
traduce en lealtad. Conocen bien a sus clientes y hacen sus tareas de
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 7

modo tal que los productos que ofrecen satisfagan sus necesidades y

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los hagan sentirse valorados.

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Si bien esta situación está cambiando, las instituciones latinoa-
mericanas aún tienden a dar preponderancia a la concesión del crédito,
con poca actividad de captación de depósitos. Algunas de las líderes,
como Women’s World Banking de Cali, Colombia, aún mantienen la
condición de entidad sin fines de lucro no regulada que tenían en un
comienzo y, por lo tanto, no pueden tomar depósitos. El ahorro juega
un papel más importante en la industria microfinanciera de Asia que
en aquella latinoamericana. En algunos casos, es obligatorio; se exige
que los prestatarios realicen depósitos en cuentas de ahorro a medida
que reembolsan sus préstamos. En otros casos, el ahorro es voluntario,
y se ofrecen cuentas de ahorro accesibles y convenientes a prestatarios
y otros miembros de la comunidad.
Es conocida la dependencia de la industria microfinanciera en
América Latina respecto de las fuentes privadas de financiamiento para
impulsar el crecimiento y la continuidad de las operaciones. A diferencia
de sus homólogas de Asia y África, por ejemplo, las instituciones dependen
más de empréstitos y aportes de capital que de la captación de depósitos
para financiarse (Barrès, 2005). Lo que es más importante aún, una gran
proporción de los aportes de capital y de los préstamos proceden de
fuentes comerciales o se toman a tasas de mercado (por ejemplo, véase
Miles, 2005; Heinen, 2005; Portocarrero Maisch, Tarazona Soria y Westley,
2005; Jansson, 2003). Ciertamente, el financiamiento comercial implica
una menor dependencia de los donantes, pero también entraña nuevos
riesgos. Sin embargo, a medida que las instituciones de microfinanzas
comenzaron a crecer y a alcanzar cierta magnitud, se dieron cuenta de que
la dependencia de los donantes también entraña riesgos, especialmente,
la respuesta lenta ante las crisis de las instituciones y la incapacidad para
satisfacer la creciente demanda de servicios de sus clientes, que no están
integrados a los mercados financieros y de capital locales.
La rápida expansión de las instituciones de microfinanzas lati-
noamericanas les permite llegar cada vez a más clientes de los sectores
beneficiarios tradicionales y expandirse hacia otros sectores. De esta
manera, pueden atraer financiamiento de fuentes que anteriormente sólo
8 MARGUERITE BERGER

trataban con el sector bancario tradicional; esto, a su vez, les permite

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ampliar aún más su ámbito de acción. Hacia 2005, unas 20 instituciones

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latinoamericanas de microfinanzas ya habían aumentado sus activos
hasta niveles superiores a los US$50 millones por entidad. Las más
importantes tienen capacidad para diseñar y emitir instrumentos de
magnitud suficiente para atraer inversionistas privados, lo que supone
una ventaja en materia de financiamiento. Entre los nuevos capitales se
incluyen fondos de pensiones, bancos de inversión, y fondos interna-
cionales de inversión y para el desarrollo de capital.
La sostenibilidad y la rentabilidad de la industria microfinanciera
latinoamericana son tan elevadas como las de otras partes del mundo,
e incluso mayores, a pesar de la menor envergadura que tienen las ope-
raciones. Aunque las economías de escala son importantes, el tamaño
mínimo que debe tener una cartera de microfinanzas para alcanzar un
nivel de sostenibilidad, e incluso de rentabilidad, es mucho menor que lo
originalmente pensado por los analistas del sector bancario de la región.
Las instituciones de microfinanzas latinoamericanas más importantes
en términos de rentabilidad han demostrado que es posible lograr
buenas tasas de rendimiento con una cartera de US$1 millón. Por otra
parte, aunque un gran tamaño puede ayudar, no es garantía de mayor
sostenibilidad o rentabilidad.
Pese a tener la mayor concentración de microfinanzas con fondos
privados de carácter comercial, el modelo latinoamericano es un caso
de innovación desde abajo. Tuvo sus inicios en instituciones pequeñas
sin fines de lucro en unos pocos países de ingresos bajos, que se convir-
tieron en importantes instituciones bancarias y prepararon el terreno
para la entrada de una nueva oleada de bancos comerciales en el sector.
Aunque el origen institucional sin fines de lucro es común en todas
las instituciones de microfinanzas de otras regiones, el Estado tiende a
participar más directamente en la industria microfinanciera fuera de
América Latina. Esto sucede particularmente en Asia, donde el Estado
ha tenido participación en el capital de algunas instituciones líderes,
incluidos el BRI en Indonesia, un banco agrícola de propiedad estatal,
y el Banco Grameen en Bangladesh, que tenía participación estatal en
los años ochenta. Sin embargo, en este sentido, se advierten indicios de
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 9

convergencia entre las dos regiones, dado que los bancos de propiedad

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estatal amplían su participación en la industria microfinanciera de

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América Latina, en tanto crece el enfoque comercial en Asia.

Contextualización histórica del modelo latinoamericano

El desarrollo de las microfinanzas es parte de la larga historia de los


servicios financieros. Los académicos señalan las operaciones mercan-
tiles de la orden religiosa de los templarios como la primera institución
bancaria (Weatherford, 1997). En respuesta a las necesidades de clientes
particulares acaudalados y de importantes clientes institucionales (la
Iglesia y las monarquías europeas), los templarios ofrecían un abanico
de servicios financieros, entre los que incluían seguros, transferencias,
cambio de divisas, préstamos, ahorro e hipotecas, y así sentaron las
bases de la banca moderna. Los banqueros italianos que siguieron los
pasos de los templarios ampliaron estos servicios al mercado de ingreso
medio, para atender las necesidades de pequeños terratenientes, mer-
caderes y vendedores, además de los aristócratas y altos funcionarios
eclesiásticos y gubernamentales. Para no contradecir las políticas de la
Iglesia en materia de préstamos de dinero, los créditos se disfrazaban
de transferencias, adelantos u operaciones de canje.
Lógicamente, el cambio de divisas y el préstamo de dinero son
actividades antiquísimas. Pero durante siglos, los servicios financieros
informales, como los de prestamistas particulares o sociedades de ahorro
y préstamo rotatorias (ROSCA por sus siglas en inglés) eran la única
alternativa a la que podían acceder los pobres. Recién en tiempos de la
Revolución Industrial en Europa, las clases no acomodadas comenzaron
a participar en la economía del dinero, y la problemática del acceso a
los mercados y a los servicios financieros comenzó a salir a la luz. De
hecho, el origen del término “prestamista usurero” está asociado con la
relación de explotación en la cual pequeños agricultores se endeudaban
a tasas exorbitantes con personas que actuaban como intermediarios
entre sus granjas y los mercados alejados (Von Pischke, 1991).
En el siglo XVIII en Irlanda, y en el siglo XIX en Alemania, Ita-
lia y Reino Unido, hicieron su aparición los modelos institucionales
10 MARGUERITE BERGER

dirigidos al segmento más bajo del mercado. Los fondos irlandeses para

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préstamo concedieron crédito y servicios de ahorro a los propietarios

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de microempresas durante 150 años, y el movimiento cooperativista fue
creado para satisfacer las necesidades de asalariados urbanos y pequeños
agricultores. Este movimiento fue “exportado” a América Latina con
distintos grados de éxito y, en algunos lugares, dio paso a la formación
de sólidas instituciones financieras, que atienden las necesidades de los
segmentos de ingreso más bajo.
A mediados del siglo XX, los gobiernos de los países desarrollados
y los organismos internacionales para el desarrollo de todo el mundo
comenzaron a apoyar iniciativas de gran escala destinadas a conceder
crédito a la población de ingreso bajo en áreas rurales. Estos programas
impulsados desde la oferta, que mayormente eran administrados por
bancos estatales para el desarrollo agrícola, fracasaron por varias razo-
nes, entre ellas, la ineficiencia y la corrupción, además de los préstamos
a tasas de interés muy subsidiadas, lo que provocó un racionamiento
del crédito. Resulta irónico que el crédito a tasas bajas, que se proponía
reducir la desigualdad, haya terminado por agudizarla.
Nuevas vertientes de pensamiento en los años setenta cuestionaron
la máxima que propugna “cuanto más grande, mejor” en materia comer-
cial, y reconocieron la función útil que tenían y aún tienen las empresas
informales para la generación de ingresos y la creación de empleo para
los pobres (Schumacher, 1973; OIT, 1972). Es en este contexto que los
precursores de la industria microfinanciera lanzaron sus programas
innovadores en los años setenta y ochenta. Posiblemente la institución
microfinanciera más reconocida en el mundo, el Banco Grameen de
Bangladesh, se gestó alrededor de la misma época en que se llevaba a
cabo una serie de experimentos en América Latina. A partir de 1972, y
hasta 1979, Projeto Uno, en Recife, Brasil, comenzó a ofrecer préstamos
de capital de trabajo a microempresas con la consigna de que un proceso
ágil de aprobación y desembolso de los préstamos era más importante
para estos clientes que la tasa de interés. Projeto Uno también introdujo
la idea de incluir oficiales de crédito jóvenes y proactivos, que forjaban
relaciones personales con los clientes y eran responsables de todos los
aspectos del ciclo del préstamo, desde la concesión hasta la recuperación.
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 11

Entre otros precursores de la industria microfinanciera en América

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Latina, cabe citar un fondo de préstamos destinados a los tricicleros en

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República Dominicana (hombres que pedalean sobre grandes triciclos
con cestas de mercancías para la venta), que fue la antesala de la crea-
ción del Banco Ademi en ese país; y Fedecrédito, de El Salvador, una
cooperativa que ofrecía préstamos a sus miembros, usando garantías
colectivas e incentivos financieros a su personal, en función del nivel
de recuperación de préstamos.
El movimiento femenino también contribuyó a impulsar el de-
sarrollo de las microfinanzas, especialmente en Asia y América Latina.
En 1974, durante la preparación del Año Internacional de la Mujer, que
sería en 1975, 100 mujeres se reunieron en Ghana para debatir sobre los
temas que las preocupaban. En esa oportunidad, insistieron en que el
acceso al crédito era su principal preocupación, por encima de la educa-
ción, la vivienda o la atención médica pues, según sostenían, al acceder
al crédito podrían mejorar sus ingresos y satisfacer otras necesidades.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre las Mujeres, realizada
en 1975 en la ciudad de México, un grupo de diez mujeres comenzó a
planificar la institución Women’s World Banking, que posteriormente
abrió filiales en todo el mundo, incluidas las de República Dominicana
y Colombia. El Banco Grameen y muchas instituciones de microfinan-
zas de América Latina, especialmente en el sector de las ONG, aún hoy
apuntan a las mujeres como principal grupo de clientes.
En los años ochenta, las microfinanzas evolucionaron más allá
de la etapa experimental. Para ese entonces, Grameen había inicia-
do su fase de crecimiento y fue el primer proyecto de desarrollo en
convertirse en una institución de microfinanzas. Este banco realizó
una serie de aportes metodológicos importantes en este campo, tales
como utilizar grupos de referencia como mecanismo para la selección
de prestatarios y garantías; adaptar los importes y las condiciones de
los préstamos a las necesidades estacionales y de otra naturaleza de los
prestatarios; promover la visión de un banco proactivo “que llega hasta
la gente”; y utilizar el ahorro y el seguro como parte importante de la
combinación de productos, que brinda protección al cliente en épocas
de shock y de crisis.
12 MARGUERITE BERGER

El Bank Rakyat Indonesia (BRI), un banco estatal agrícola menos

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conocido, fue uno de los primeros en demostrar que las microfinanzas

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podían no sólo alcanzar la magnitud para sostenerse, sino también
ser rentables. A mediados de los ochenta, el banco llevó a cabo una
importante reestructuración y comenzó a ofrecer servicios de ahorro y
préstamo en pequeña escala a millones de personas. En la actualidad,
tiene más de 2 millones de clientes con micro y pequeñas cuentas. A lo
largo de las décadas, el BRI ha sido un ejemplo contundente de que las
microfinanzas pueden y deberían desarrollarse de modo eficiente a través
del sistema financiero formal. Su legado en este campo incluye la oferta
de servicios de ahorro convenientes, un sistema modelo de incentivos
para el personal del banco y un sistema de gestión de información de
talla mundial sin computadoras. El BRI, un modelo de simplicidad,
utilizaba tarjetas indexadas para hacer un seguimiento y registrar los
pagos de préstamos hasta principios de los años noventa. Esta solución
de baja tecnología demuestra que los adelantos tecnológicos en la in-
dustria microfinanciera facilitan mejoras en términos de eficiencia y
cobertura, pero no garantizan los resultados.
En América Latina, tras los primeros experimentos ad hoc en Brasil
y en otros países, siguió un período de esfuerzos concertados y apren-
dizaje, fundamentalmente en Colombia y República Dominicana. En
Colombia, los defensores del modelo de crédito más capacitación, como
la Fundación Carvajal, realizaron un debate interno y con instituciones
afiliadas. ACCIÓN International, asociada con Carvajal en sus inicios,
se apartó del modelo de crédito más servicios adicionales en favor de un
enfoque minimalista. Aproximadamente en la misma época, la Fundación
para la Educación Superior (FES) dio apoyo a una serie de instituciones
sin fines de lucro, incluidas las asociadas con la red de Women’s World
Banking (WWB). Las filiales de WWB, por su parte, adoptaron el modelo
exclusivamente de crédito o minimalista desde un comienzo. Actualmente,
WWB-Cali es reconocida como una de las instituciones de microfinanzas
más eficientes en el mundo y ha logrado acceder a los mercados locales
de capital a pesar de su naturaleza sin fines de lucro.
Otra lección importante, aunque posterior, que legó la experiencia
en Colombia fue la vinculada a la casi quiebra de Finansol, denominada
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 13

desde entonces Finamérica. Esta entidad, asociada a la red ACCIÓN,

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diversificó sus actividades fuera de sus áreas de competencia esencial

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y al mismo tiempo flexibilizó los controles sobre la metodología de
crédito; así, encubrió el rápido deterioro de su cartera de préstamos.
Cuando se hizo pública su verdadera situación, en 1997, un grupo de
inversionistas y donantes con orientación social ofrecieron una inyección
de capital. La motivación del primer “rescate de una microfinanciera”,
que fue ampliamente documentado, fue en gran medida que, si Finan-
sol quebraba, los donantes y los inversionistas posiblemente perderían
confianza en el resto de la industria microfinanciera de América Latina
(Lee, 2002).
Por último, a finales de los años ochenta, Colombia fue precursora
del modelo de instituciones de segundo piso para el financiamiento del
crédito a microempresas. De acuerdo con este enfoque, el sector público
volvió a participar en el sector microfinanciero no como minorista de
crédito, como lo había hecho en los años sesenta, sino como mayorista.
Con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Colombia
y otros países, incluidos El Salvador, Paraguay y Perú, crearon progra-
mas destinados a canalizar fondos y asistencia técnica hacia bancos
comerciales e instituciones de microfinanzas especializadas, a fin de
ayudarlos a ampliar el acceso al crédito para micro y pequeñas empresas.
El programa financiado por el BID contribuyó a la rápida expansión del
microcrédito en los países en los que se llevó a cabo, pero no siempre
logró crear una industria microfinanciera comercial sostenible, especial-
mente en países como Argentina y Colombia, que se caracterizaban por
una mayor intervención del Estado (para un análisis completo de este
programa, véase Berger, Beck Yonas y Lloreda, 2003). Tras esta y otras
experiencias del BID, el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), un
mecanismo del Banco para apoyar al sector privado, se convirtió en
uno de los primeros organismos de desarrollo en realizar inversiones
en capital accionario de instituciones de microfinanzas de América
Latina. El Fomin fue el principal inversionista en ProFund, uno de los
primeros fondos especializados en la inversión de capital en entidades
microfinancieras.
14 MARGUERITE BERGER

Los resultados de las microfinanzas en América Latina

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En la actualidad, las microfinanzas son un negocio en marcha en América
Latina. Como propuesta comercial y como actividad, pretenden brindar
servicio a personas que no eran consideradas solventes por la industria
bancaria tradicional. Esto ha sido posible gracias al desarrollo de siste-
mas para evaluar y gestionar el riesgo de otorgar préstamos a individuos
con pocos bienes, sin documentación formal de ingresos y sin historial
formal de crédito. Las microfinanzas requieren la creación de canales
de distribución viables y la reducción de los costos de transacción de
operaciones de pequeña envergadura. De esta forma, es posible superar
los altos costos unitarios asociados con los préstamos muy pequeños,
que han supuesto una barrera para la entrada de entidades financieras
en este nicho de mercado.
En comparación con otras regiones del mundo, la disponibilidad
de crédito bancario para el sector privado es muy limitada en Améri-
ca Latina, lo que refleja el grado de subdesarrollo de sus mercados e
instituciones, incluidos los derechos de propiedad, como así también
la gran proporción del crédito destinado al sector público. El crédito
al sector privado promedió apenas un 31% del PIB en 2004, un nivel
inferior al 37% para el período 1995–2002. Por el contrario, el crédito
promedio al sector privado fue del 77% del PIB en todo el continente
asiático (23% si se cuenta únicamente el Sur de Asia) y del 141% en
Europa Occidental en 2004 (Business News Americas, 2005; BID, 2004).
Por otra parte, los costos indirectos, los diferenciales de la tasa de interés
y la volatilidad del crédito se hallan entre los más elevados del mundo,
cercanos a los de África y Europa del Este. Este contexto presenta un
reto y una oportunidad para las instituciones de microfinanzas y para
los bancos interesados en la actividad, ya que el potencial de crecimiento
es elevado, pero también lo son los costos y los riesgos.
No es fácil establecer cifras precisas sobre la cantidad y el im-
porte de los micropréstamos y ahorros, y sobre la clientela potencial
para estos servicios. Los mejores datos disponibles indican que, en
relación con los 60 a 80 millones de microempresas de la región, las
cuentas microfinancieras (depósitos y préstamos) representan menos
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 15

del 10% del total. Esto no incluye a los trabajadores de microempresas

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u otros que podrían también demandar servicios microfinancieros. Los

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estudios basados en datos de los últimos cinco o seis años indican que
las microfinanzas tienen en América Latina una cobertura menor que
en Asia, pero mayor que en otras regiones del mundo (Westley, 2001;
Christen, 2001). Así también, existen enormes diferencias de cobertura
entre países, entre áreas urbanas y rurales, y en el espectro de servicios
financieros ofrecidos. El mercado de las microfinanzas no tiene carac-
terísticas homogéneas en toda la región, y todavía existe la necesidad y
la oportunidad de ampliar la cobertura.
En cuanto a los proveedores de microfinanzas, América Latina
se caracteriza por la coexistencia de una amplia variedad de insti-
tuciones de distinto tipo, especialmente en comparación con otras
regiones en desarrollo. Los modelos institucionales incluyen entidades
de microfinanzas especializadas y sin fines de lucro, que en ocasiones
prestan servicios no financieros a sus clientes; financieras reguladas
con fines específicos dedicadas a las microfinanzas; bancos comerciales
especializados con orientación a las microfinanzas; y cooperativas de
crédito, financieras y bancos comerciales que ofrecen distintos instru-
mentos de microcrédito como parte de su línea de productos. Si bien
la evolución de la actividad en la región se centró en el desarrollo de
instituciones, actualmente ese enfoque está cambiando de crear enti-
dades especializadas a crear productos especializados, que puedan ser
ofrecidos por muchos tipos de instituciones. Esta es una gran lección
para otras regiones.

Los clientes de las microfinanzas

La industria microfinanciera latinoamericana provee servicios de crédito


a un amplio espectro de clientes y servicios de ahorro a un espectro
aún mayor. Determinadas metodologías particulares que se basan en
la homogeneidad de los prestatarios, tales como el sistema de bancos
comunales, no son tan frecuentes en América Latina como en otras
regiones, si bien revisten importancia en las áreas rurales y existen mo-
delos exitosos, como Compartamos en México y la red Finca en toda la
16 MARGUERITE BERGER

región. De los cuatro a cinco millones de clientes de microfinanzas en

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América Latina, sólo el 10% opera con la banca comunal y cerca de la

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mitad de esas personas son clientes de Compartamos en México.2
Como se observó, las microfinanzas en América Latina no se centran
exclusivamente en los pobres, si bien la mayoría de las instituciones de
microfinanzas precursoras en la región tuvieron esa orientación en un
comienzo. La industria está más orientada a empresas con acceso insu-
ficiente a los servicios financieros y a los sectores sin acceso a servicios
bancarios, incluidos los pobres y el público por encima de la línea de
pobreza. Parte de su estrategia consiste en prestar servicios a una amplia
base de clientes. Sin embargo, algunas instituciones están orientadas
específicamente hacia los pobres; entre ellas, Compartamos en México
(véase el capítulo 2).
Un aspecto asociado con la mayor diversidad de clientes, en tér-
minos de condición de pobreza, es la naturaleza más urbana y la menor
orientación hacia la mujer que caracterizan a la industria microfinanciera
de América Latina. Las tres cuartas partes de la población latinoamericana
viven en áreas urbanas. La industria microfinanciera ha hecho grandes
avances en las áreas rurales en los últimos años, pero sigue manteniendo
un sesgo predominantemente urbano. En Asia, especialmente en los países
con alta densidad de población rural, como Bangladesh e Indonesia, las
microfinanzas comenzaron como un fenómeno rural; hoy en día, sigue
imperando esa concepción, aunque también está cambiando.
Hay ejemplos importantes de instituciones de microfinanzas
orientadas hacia la mujer en América Latina, entre las que se incluyen
la financiera regulada Compartamos, algunas filiales de Women’s World
Banking y la red Pro Mujer. Aun así, el porcentaje de mujeres entre los
clientes de microfinanzas es menor en América Latina que en otras
regiones, incluidos Oriente Medio y el Norte de África. Las compara-
ciones entre regiones indican que las mujeres son apenas el 38% de los
prestatarios de las instituciones de microfinanzas de América Latina,
mientras que representan el 60% de la base de clientes en Asia y África

2
Para más información sobre la banca comunal en la región, véase Westley (2004).
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 17

(MIX, 2005). La razón de esta diferencia puede obedecer, en parte, a

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la mayor proporción de instituciones latinoamericanas que no están

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orientadas fundamentalmente a la mujer, en comparación con las que
sí lo están.
La situación económica promedio en América Latina es relativa-
mente mejor que en otras regiones y, por lo tanto, el tamaño promedio
del préstamo es mayor. Sin embargo, cuando se lo considera en relación
con el PIB per cápita, los préstamos tienen un tamaño similar al de Asia
(MIX, 2005). En América Latina, el tamaño del préstamo promedio suele
utilizarse como barómetro de las características del cliente y los presta-
mistas normalmente centran su atención en la sostenibilidad, antes que
en el alivio de la pobreza. Por lo tanto, no es sorprendente que se sepa
poco sobre las características socioeconómicas de los clientes microfi-
nancieros de la región. Si bien algunas instituciones de microfinanzas
realizan investigaciones de mercado para identificar las necesidades
de los clientes y desarrollar nuevos productos, la mayor parte de esa
investigación tiene carácter privado.
Recientes investigaciones cuantitativas indican que el grado en
que las microfinanzas llegan a los pobres y a los grupos de ingreso bajo
varía enormemente de un país a otro y en función del tipo de institu-
ción financiera (véase un resumen de la investigación en Marulanda y
Otero, 2005). Las organizaciones no gubernamentales siguen concen-
trando sus carteras en el nivel más bajo del espectro microempresario,
al menos medido por la relación entre el préstamo promedio vigente
y el PIB per cápita. En los tres tipos de instituciones de microfinanzas
que operan en la región (bancos, financieras y ONG), la mayor parte
de los préstamos otorgados oscilan entre US$1 y US$800 (Marulanda
y Otero, 2005). Pero las ONG tienen una distribución más uniforme de
los préstamos en términos de tamaño, con una mayor proporción en el
rango entre US$1 y US$500 (50%), y una proporción mucho menor en
el rango superior a US$1.600. Sin embargo, si en lugar de los porcentajes
se tiene en cuenta la cantidad de clientes a los que se presta servicio,
se comprueba que los bancos y las financieras especializadas ostentan
una cuota mucho mayor del mercado de microcréditos que las ONG.
También generan una mayor cantidad de créditos de pequeña cuantía,
18 MARGUERITE BERGER

lo que indica que tienen un papel muy importante en el nivel inferior

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del mercado microfinanciero en la actualidad.3

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Algunos observadores han criticado a las instituciones de micro-
finanzas de América Latina por su limitada cobertura en los sectores
pobres.4 Sostienen que está rezagada con respecto a sus homólogos en
Asia y África, en cuanto a la inserción de las poblaciones de ingreso bajo
en el sector bancario. En parte, el problema es atribuible a la definición
de la línea de pobreza y a los cambios de un año a otro, dado que los
clientes del sector microfinanciero tienden a estar agrupados en torno
a la misma (por encima y por debajo). Estudios recientes realizados en
Bolivia, Haití y Perú con clientes de ACCIÓN de Bancosol, Sogesol y
Mibanco indican que una gran proporción de los prestatarios de estas
instituciones se encuentran por debajo de la línea nacional de pobreza:
el 49% en el caso de Bancosol, el 37% en el caso de Sogesol y el 27% en
el caso de Mibanco. Al analizar la distribución de los clientes por enci-
ma y por debajo de esta línea, se ve con claridad que estas instituciones
también tienen un porcentaje significativo de prestatarios que están por
encima. Alrededor del 42% de los clientes de Bancosol tienen ingresos
familiares superiores al 120% de la línea nacional de pobreza; esta cifra
es del 47% en el caso de Sogesol y del 38% en el caso de Mibanco. La
clasificación de prestatarios por encima y por debajo de este indicador es
muy sensible a los cambios que sufra, pero en todo caso siempre señala
que están concentrados cerca de la línea de pobreza.

Sostenibilidad y rentabilidad

El desempeño de las instituciones de microfinanzas de América Latina


ha sido un tema de acalorado debate en los últimos años (Conger y

3
El capítulo 2 analiza en más detalle este tema de la distribución de los préstamos en
función de su tamaño; examina las instituciones que pasaron de ONG a instituciones
financieras formales e ilustra algunos de los peligros de usar el tamaño promedio del
préstamo como barómetro del grado de cobertura que las instituciones de microfinanzas
tienen en la región.
4
Véanse los fundamentos de Christen y Miller, en el capítulo 8 del presente libro.
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 19

Berger, 2004). En esta región se encuentran muchas de las instituciones

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de microfinanzas con mayor rentabilidad y sostenibilidad del mundo.

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En efecto, las cifras son satisfactorias en términos de sostenibilidad de
las instituciones y el 87% de los prestatarios son atendidos por institu-
ciones sostenibles. En promedio, la rentabilidad de las entidades tiende
a ser más elevada cuando se la mide en términos del rendimiento sobre
el patrimonio, aun si se ajusta en función de los subsidios implícitos, y
menor si se la mide en términos de rendimiento sobre los activos. Esto
indica que, en promedio, los márgenes de ganancia de las instituciones
latinoamericanas son menores, pero lo compensan con un apalanca-
miento mayor que el de sus homólogas de otras regiones.
Las instituciones de microfinanzas más exitosas de la región ya
han alcanzado los niveles de rentabilidad de los principales bancos
internacionales con presencia allí, lo que les permite atraer mayor finan-
ciamiento externo y ampliar aún más su cobertura. Alrededor de 21 de
las instituciones de microfinanzas especializadas más importantes del
mundo (la mayoría situada en América Latina) tienen una rentabilidad
superior a la de las 5 instituciones bancarias globales más destacadas y
45 instituciones de microfinanzas superaron la rentabilidad de las 10
principales, según indica el análisis de Julie Abrams (2005). Otros estudios
e indicadores de rentabilidad confirman este resultado. Por ejemplo, el
informe anual del Boston Consulting Group sobre la industria banca-
ria comprobó que el rendimiento sobre el patrimonio (ROE por sus
siglas en inglés) después de impuestos promedió un 13% en el mundo.
Durante el mismo año, las instituciones financieras de América Latina
que informan a MicroBanking Bulletin tuvieron un ROE promedio del
15,6%, mientras que en las instituciones asiáticas promedió un 12,4%
(Sinn et al., 2004).
Tanto la sostenibilidad como la rentabilidad de la industria mi-
crofinanciera en América Latina están mejorando. Estudios recientes
realizados por Microfinance Information eXchange (MIX) y Micro-
Banking Bulletin comprobaron que las instituciones de microfinanzas
demoran entre cinco y siete años en alcanzar un nivel de sostenibilidad,
si bien una proporción sustancial de los casos estudiados demoró más
tiempo. Las entidades creadas más recientemente tienden a alcanzar su
20 MARGUERITE BERGER

nivel de sostenibilidad antes que las más antiguas, y las instituciones

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fundadas entre 1999 y 2003 han logrado alcanzarlo en apenas dos años

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(Stephens, 2005). Este panorama es relativamente uniforme en todas
las regiones. Sin embargo, analistas como Robert Peck Christen y Jared
Miller también advierten sobre una contracción en las utilidades de las
microfinancieras latinoamericanas, y ponen en duda las perspectivas de
crecimiento futuro de estas instituciones, además de resaltar la necesidad
de mejorar la eficiencia.
Las diversas vías hacia la sostenibilidad y la rentabilidad pueden
agruparse en tres grandes categorías: upgrading (la creación de una
institución financiera regulada a partir de una ONG), downscaling
(bancos comerciales y otras instituciones financieras que incursionan en
los segmentos de microempresas) y greenfields (creación de instituciones
totalmente nuevas, normalmente con el apoyo de redes internacionales).
Hasta el momento, la primera vía ha sido el camino más habitual para
lograr la viabilidad comercial, pero las otras dos están creciendo (véanse
capítulos 2 y 3). Otras instituciones, por su parte, han alcanzado un nivel
de sostenibilidad comparable al de los proveedores regulados de servicios
microfinancieros, sin abandonar la estructura jurídica de una ONG sin
fines de lucro. Este libro centra menos atención en las instituciones sin
fines de lucro, ya que su acceso al financiamiento, su crecimiento y, más
importante aún, la gama de servicios que pueden ofrecer a sus clientes
tienden a ser más limitados.

Lecciones recogidas de la experiencia latinoamericana

Muchos factores se conjugan en el éxito de la industria microfinanciera


en América Latina. Como indica el recuadro 1.1, en su mayoría se trata
de factores surgidos al interior de las instituciones que prestan servicios
microfinancieros. Así, una de las primeras lecciones es que la capacidad
interna de estas instituciones es suficiente para asegurar su éxito y el
desarrollo de la industria en su conjunto. (Las excepciones son pocas y
se trata principalmente de entidades que enfrentan muchas condiciones
externas desfavorables). Las instituciones de microfinanzas con una
buena gestión pueden sobreponerse a algunas de las dificultades que
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 21

Recuadro 1.1

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Factores que contribuyen al éxito de las microfinanzas

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Factores internos
• Una misión que haga hincapié en la cobertura del grupo de destino y en un sólido
desempeño financiero.
• Conocimiento del mercado (de la demanda y de la competencia).
• Productos (de depósito y de crédito) diseñados específicamente para las necesidades
del mercado de destino.
• Tecnología crediticia eficiente, que permita controlar el riesgo.
• Sistemas de gestión de información y controles internos sólidos.
• Liderazgo fuerte y visionario.
• Personal motivado con experiencia específica en microfinanzas y sistemas de recur-
sos humanos que premien el desempeño.
• Un gobierno corporativo que se caracterice por su transparencia, su responsabilidad
y por ajustarse a la misión, además de establecer funciones claramente definidas
para la administración y el directorio.
• Estructuras de propiedad que incluyan inversionistas pacientes del sector privado,
que no dependan de donantes.
• Financiamiento proveniente de diversas fuentes (que comprendan recursos propios,
depósitos y préstamos, no sólo donaciones).
Factores externos
• Magnitud y concentración del sector microempresario y del sector que no tiene
acceso a servicios bancarios.
• Condiciones macroeconómicas (especialmente, estabilidad de precios o niveles de
inflación previsibles, que permitan a las instituciones microfinancieras y a sus clien-
tes soportar los ciclos económicos con mayor facilidad).
• Un entorno regulatorio favorable (que incluya una regulación/supervisión prudencial
y sólida en términos generales, normas que posibiliten que las microfinanzas sean
rentables, y una participación limitada del gobierno en los préstamos minoristas).
• Niveles de competencia razonables (que ofrezcan incentivos para prestar un mejor
servicio a costos más bajos, sin llegar a ser predatorios ).
• Contactos políticos (pueden ser útiles, pero no es un requisito obligatorio).

Fuentes: Adaptación de Otero y Rhyne (1994) y Berger, Beck Yonas y Lloreda (2003).

presentan un entorno normativo desfavorable (aunque no a todas), a


las condiciones económicas poco alentadoras e incluso a la competencia
desleal. Asimismo, las exitosas recurren a la innovación, la flexibilidad y
el servicio al cliente para superar las barreras en el sector microempre-
sario de ingreso bajo, que suelen limitar la penetración de productos
bancarios estándar. Los detalles detrás de estas lecciones generales, que
22 MARGUERITE BERGER

compartimos en este libro, son las verdaderas razones del éxito de las

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microfinanzas en América Latina.

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Upgrading: el legado fundamental de América Latina

En gran medida, el desarrollo de las microfinanzas en América Latina


en las dos últimas décadas ha sido impulsado por el proceso conocido
como upgrading: la transformación de las ONG de microcrédito, que
operan fuera del ámbito regulado por los entes de supervisión bancaria,
en instituciones financieras reguladas. El capítulo 2 analiza las distintas
vías de upgrading y, para ello, presenta los casos de Calpiá (El Salvador),
Banco Los Andes ProCredit (Bolivia), Chispa (Nicaragua), Bancosol
(Bolivia), Finamérica (Colombia), Compartamos (México) y Mibanco
(Perú), junto con las reflexiones de quienes lideran las redes a las que
pertenecen estas instituciones. A pesar de no incluir algunas entidades
destacadas que utilizaron el proceso de upgrading, el análisis de estos casos
ofrece una perspectiva exhaustiva del fenómeno. La calidad innovadora
y precursora de muchas de estas instituciones se evidencia en las formas
en que enfrentaron distintas dificultades durante el proceso.
Ante todo, ¿qué razones llevan a las organizaciones sin fines de
lucro a ofrecer microcréditos? Y luego, ¿por qué se toman la molestia
de obtener licencias bancarias y de cumplir con requisitos normativos
y de información costosos? Las respuestas a cada una de estas preguntas
están relacionadas. Tienen que ver con brindar servicios financieros
extremadamente necesarios a un número cada vez mayor de micro-
empresas y personas de ingreso bajo: el grupo de destino. El proceso de
upgrading también ha dado respuesta a la búsqueda de financiamiento,
y paralelamente ha contribuido a aumentar la eficiencia, promover
la sostenibilidad, fortalecer las estructuras de gobierno corporativo y
ofrecer un amplio abanico de servicios a los sectores para los cuales
estas organizaciones han sido creadas.
Los casos de instituciones de microfinanzas surgidas de un proceso
de upgrading que se presentan en el capítulo 2 no se limitan a mostrar
los aspectos positivos, sino que también describen los peligros de crear
instituciones reguladas con fines de lucro, que sean desprendimientos
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 23

de ONG microfinancieras. Por ejemplo, las primeras instituciones

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surgidas de este modo enfrentaron problemas de dirección que no

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habían sido previstos por las ONG que las habían originado. En la
inquietud acerca de los costos del modelo de upgrading resuena un
debate constante en muchas líneas de negocios acerca de la conve-
niencia de reestructurarse, comprar o comenzar de cero:5 expandir o
modernizar la capacidad existente en una institución propia o contro-
lada, como una ONG; comprar capacidad mediante la adquisición de
una institución financiera o una cartera microfinanciera; o crear una
institución de microfinanzas desde cero conforme al modelo greenfield.
Actualmente, se considera que el costo del proceso de upgrading, que
implica el fortalecimiento de una institución sin fines de lucro para
luego crear una institución nueva con fines de lucro, es mucho más
elevado que trabajar con bancos comerciales ya existentes o, incluso,
que crear instituciones totalmente nuevas para ampliar y profundizar
la industria microfinanciera. Si bien aún existen en la región casos de
ONG en proceso de upgrading, la utilización de este primer enfoque
probablemente tienda a disminuir.
En algunos países, ha surgido una segunda generación de upgrading.
Tras el liderazgo de la firma internacional IPC y su sociedad de inversión
afiliada, ProCredit Holding, las instituciones de microfinanzas que fun-
cionaron como financieras en Bolivia, Ecuador, El Salvador y Nicaragua
han pasado a ser entidades bancarias universales mediante el proceso
de upgrading. La filial de ACCIÓN en México, Compartamos, también
está en vías de adquirir la condición de banco universal mediante este
proceso. Esta tendencia es fiel a la lógica original del upgrading, espe-
cialmente en cuanto proporciona un espectro más amplio de servicios a
microempresas y personas de ingreso bajo. Gracias a su nueva condición,
estas instituciones podrán continuar ampliando sus servicios.
Para que el proceso de upgrading tenga buenos resultados o sea
mucho más fácil, deben darse una serie de condiciones previas. Entre
las más importantes, cabe citar la existencia de un liderazgo visionario

5
Se trata de una adaptación del tradicional interrogante empresarial: ¿reestructurar, cerrar
o vender? Por ejemplo, véase Slater (2004).
24 MARGUERITE BERGER

dentro de la ONG que busca transformarse y una decisión inquebranta-

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ble de lograr sostenibilidad y viabilidad comercial. Como se observa en

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los casos de instituciones de microfinanzas de Bolivia y Perú, un buen
entorno regulatorio también es importante para permitir la sostenibi-
lidad de las instituciones y de los productos microfinancieros (véase el
capítulo 4). También es importante contar con la tecnología de crédito
adecuada, buenos sistemas informáticos, sistemas de gestión del riesgo y
una estructura sólida de gobierno corporativo. Otro factor fundamental
es el capital humano, que deberá tener destrezas en las áreas bancaria,
gerencial y comercial-financiera.
Los observadores que están fuera de América Latina suelen afir-
mar que el proceso de upgrading consiste en trabajar con empresas
de mayor tamaño para aumentar la rentabilidad. Como resulta más
eficiente administrar préstamos más grandes y sus carteras crecen más
rápido, podría haber cierto incentivo para un “cambio de misión”, que
implique abandonar la misión original y a los clientes iniciales. Aun-
que las instituciones de microfinanzas reguladas persiguen una mayor
rentabilidad, el mercado de destino de estas entidades es muy distinto
del mercado de las instituciones bancarias tradicionales. El proceso de
upgrading no implica necesariamente ascender hacia otra categoría de
clientes; se trata de un ascenso en la condición de la institución, cuyo
objetivo es brindar una mejor atención al mismo tipo de clientes y, en
ocasiones, a clientes nuevos. La primera generación de instituciones
de microfinanzas con proceso de upgrading actualmente atiende a un
amplio espectro de clientes: existen desde aquellas cuyo público no ha
cambiado, como es el caso de Compartamos, en México, hasta otras que,
en gran medida, han incorporado pequeñas empresas, como el Banco
Los Andes ProCredit en Bolivia. Si bien es cierto que el tamaño de los
préstamos promedio ha aumentado, el abanico de productos que ofre-
cen y los distintos plazos de sus préstamos también se han ampliado. Al
mismo tiempo, la cantidad de clientes que tienen acceso a créditos muy
pequeños se ha mantenido estable o incluso ha crecido. En el capítulo
2, se incluye un análisis exhaustivo de este tema.
Estas instituciones han tenido un enorme impacto en los mer-
cados de servicios financieros de los países donde se han desarrollado,
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 25

ya que incorporan una gran cantidad de clientes no bancarizados al

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sector financiero formal, y generan ímpetu y modelos que imitan otras

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instituciones financieras. De los 40 a 50 casos de upgrading que han
tenido lugar en los últimos 15 años en todo el mundo (especialmente
en América Latina), prácticamente todas estas instituciones siguen fun-
cionando y varias son líderes en la industria de servicios financieros. Sin
embargo, en países como Chile y Perú, los bancos están equiparando o
incluso superando la actividad de concesión de crédito a microempresas
y sectores pobres de la mayoría de las instituciones de microfinanzas
reconocidas. Sólo en Colombia y Honduras, el modelo sin fines de lucro
sigue siendo el motor de la industria microfinanciera, seguido por unas
pocas entidades bancarias, entre las que se destacan Banco Caja Social
y Bancolombia en Colombia. En parte, esto obedece a un entorno re-
gulatorio desfavorable en ese país, donde los topes a las tasas de interés
limitan la posibilidad de cobrar tasas suficientes para cubrir los costos.
En Honduras, las instituciones de microfinanzas de organismos no gu-
bernamentales han podido mantener fácilmente su condición gracias
a los niveles muy bajos de capitalización obligatoria y a la posibilidad
de captar depósitos de las instituciones sin fines de lucro no reguladas
por las autoridades bancarias.

Downscaling: los bancos comerciales y las microfinanzas

Downscaling es el término que se utiliza para definir el proceso mediante


el cual bancos comerciales y otras instituciones financieras existentes
amplían el alcance de sus servicios financieros, fundamentalmente el
crédito, e incorporan el segmento de empresas de menor escala y personas
de ingresos más bajos. Debido a la creciente competencia instaurada en la
industria de los servicios financieros en América Latina, las instituciones
bancarias formales se han interesado mucho más en este proceso.
En el capítulo 3, Beatriz Marulanda sostiene que las instituciones
financieras formales y los bancos ingresan al sector microfinanciero
por tres razones principales: rentabilidad de los nichos de mercado,
diversificación de productos y de mercados, y cumplimiento de una
función social. El interés de la industria bancaria latinoamericana en
26 MARGUERITE BERGER

las microfinanzas se pone de manifiesto en la importancia que la fede-

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ración de bancos de la región, Felaban, ha atribuido al tema (Business

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News Americas, 2005). Como bien observa Marulanda, la rentabilidad
del microcrédito es una razón necesaria pero no suficiente para optar
por el proceso de downscaling. Los bancos que ingresan en este mercado
normalmente cuentan con el compromiso social de los accionistas y
directores para acercar sus operaciones a los pobres. Sin embargo, un
estudio de Valenzuela (2002) también comprobó que las motivaciones
están ligadas a la contracción de los márgenes financieros y a la búsqueda
de nichos de mercado más rentables. Los bancos que eligen el proceso
de downscaling tienden a apuntar a microempresas más grandes en un
comienzo y expanden su actividad hacia otros grupos del sector una vez
que han adquirido experiencia en el área.
Los bancos tienen el acceso al financiamiento y a la infraestructura
necesarios para ocuparse de grandes volúmenes de actividad y de grandes
mercados, y tienen una amplia red de sucursales para captar depósitos.
Algunos bancos que ingresan al mercado de las microfinanzas ofrecen
productos de ahorro y servicios para microempresas y población de
ingreso bajo, lo que facilita el crecimiento de su actividad de micro-
crédito. El alcance geográfico de la base de clientes de ahorro existente
también les permite usar su historial para evaluar el riesgo de crédito,
una técnica innovadora utilizada por primera vez por Caja Social, un
banco colombiano.
En parte, la participación de los bancos en el segmento de mi-
crocréditos fue un desprendimiento de las operaciones de crédito de
consumo que utilizaban modelos de scoring estadístico. Chile fue el
primer país de América Latina en introducir el crédito de consumo a
gran escala, tras realizar una serie de reformas estructurales importantes
en el sector financiero en los años ochenta. El crédito de consumo dio a
los bancos chilenos una plataforma para la expansión hacia otros países
de América Latina, incluidos Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y
Perú (Marulanda, 2000).
El microcrédito tiende a ocupar un nicho de mercado similar al
crédito de consumo para las personas con ingreso más bajo; ambos
implican préstamos de pequeña cuantía y altos costos operativos. Sin
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 27

embargo, difieren notablemente en el origen de los fondos para el re-

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pago del préstamo y, por ende, en los riesgos que los caracterizan. En

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el caso del microcrédito, los fondos destinados al repago provienen del
flujo de efectivo de las actividades productivas, normalmente del sector
informal, mientras que para el reembolso del crédito de consumo los
fondos provienen de los salarios de empleados del sector formal.
Algunas instituciones financieras han comprobado acertadamente
que ofrecer productos ya existentes a segmentos de menor poder ad-
quisitivo no es lo mismo que optar por una estrategia de downscaling.
La experiencia boliviana nos presenta un buen ejemplo. Los primeros
intentos de las empresas de crédito de consumo por vender sus produc-
tos a microempresarios (sin salarios fijos, y con bienes y documentos
limitados), sin diferenciarlos, condujeron a un sobreendeudamiento
de estos clientes, con consecuencias adversas para las instituciones de
microfinanzas existentes. Así, estas instituciones aprendieron una im-
portante lección, y pudieron adaptar los préstamos comerciales y otros
productos usando tecnología microfinanciera, a fin de atender mejor
las necesidades de los microempresarios.
Existen diferencias importantes entre las instituciones que han
elegido el downscaling y las que han elegido el upgrading, en cuanto a
su propiedad, gestión, cultura y relación con el sector microempresario
(aunque cada vez son menos las diferencias entre las entidades precur-
soras en la estrategia de upgrading y las instituciones más preeminentes
que optaron por el downscaling). La industria microfinanciera requiere
mucha mano de obra, y posee costos de transacción y tasas de interés
más elevados. Además, las mejores prácticas en el área microfinanciera
incluyen estructuras salariales, gestión de cartera y mecanismos de
cobro de préstamos muy diferentes. Por esa razón, los bancos comer-
ciales están desarrollando nuevos modelos orgánicos que les permitan
llegar al mercado microempresario y superar los problemas propios de
introducir una nueva cultura de crédito en una estructura orgánica ya
existente. Hasta el momento, unos pocos bancos han logrado realizar
los cambios necesarios para integrar las microfinanzas en su operatoria;
sin embargo, otros han creado nuevas divisiones, filiales financieras o
empresas de servicio que identifican, originan y gestionan el cobro del
28 MARGUERITE BERGER

microcrédito y el depósito del microahorro. Las asociaciones con ONG

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han proporcionado un laboratorio de aprendizaje en muchos casos,

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como fue el del Banco Wiese (actualmente Wiese Sudameris) y el del
Banco de Crédito, que trabajó con la ONG Acción Comunitaria y su
filial, Mibanco, en Perú.
En el capítulo 3, Marulanda reseña los factores más importantes
que determinan el éxito de las instituciones bancarias tradicionales
que optan por la estrategia de downscaling: regulación y supervisión
adecuadas; tecnología de microcrédito especializada y adaptada; falta
de participación del gobierno en las operaciones microfinancieras
minoristas; y, finalmente, el pleno compromiso a largo plazo y la par-
ticipación de los bancos, sus socios y sus accionistas. Si no se reúnen
estas condiciones, la estrategia de downscaling en microfinanzas es
necesariamente limitada.

Nuevas fuentes de financiamiento

Los fondos de inversión especializados han tenido un rol fundamental en


las estrategias de upgrading y en la puesta en marcha de instituciones de
microfinanzas, así como en el crecimiento de las carteras de microcrédito
de instituciones financieras tradicionales más pequeñas, que deseaban
ofrecer productos microfinancieros. Más de 40 fondos de inversión en
todo el mundo proporcionan actualmente gran parte del capital invertido
en las instituciones de microfinanzas líderes del sector privado, ya sea en
la forma de deuda o de capital accionario. Durante los últimos diez años,
las inversiones en estos fondos han crecido desde valores prácticamente
nulos hasta superar los US$600 millones (Goodman, 2005).
El primer fondo de inversión establecido con un objetivo de ren-
tabilidad financiera, ProFund, se creó para invertir en instituciones de
microfinanzas de América Latina. Su composición accionaria se concentró
fundamentalmente en manos de organismos de desarrollo internacional,
incluido el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Inte-
ramericano de Desarrollo. ProFund ha tenido mucho éxito en ayudar a
crear y expandir las instituciones de microfinanzas líderes de América
Latina y, al mismo tiempo, en obtener una rentabilidad favorable para
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 29

sus inversionistas. Aunque estos fondos son privados, gran parte de su

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capital es aportado por instituciones financieras internacionales, tales

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como el Fomin y la Corporación Financiera Internacional, y por fondos
de inversión nacionales o bancos de países europeos. Sin embargo, la
participación del sector privado crece a ritmo constante.

Un entorno propicio

Las reformas radicales en el sector financiero de América Latina duran-


te los años ochenta y noventa crearon nuevas oportunidades para las
microfinanzas, ya que ampliaron el ámbito de la competencia y elimi-
naron algunas de las barreras de entrada para nuevas instituciones. En
la mayoría de los países, las microfinanzas no formaban parte explícita
de los programas de reforma, pero esas reformas crearon el espacio para
las microfinanzas y los incentivos para que las instituciones financieras
buscaran nuevos clientes.
Como se sostiene en el capítulo 4, el crecimiento de la industria
microfinanciera se dificulta sin un entorno normativo sólido y prác-
ticas de supervisión adecuadas, que equilibren la protección de los
depositantes y el sistema financiero con el acceso al crédito para las
empresas más pequeñas y las personas sin fuentes formales de ingreso.
El desarrollo de la industria microfinanciera no ha sido uniforme en
América Latina, como destaca Ramón Rosales en el mismo capítulo, al
analizar las experiencias de varios países y de Bolivia, en particular. Las
naciones a la vanguardia de las microfinanzas en la región son aquellas
en las que el marco normativo se adaptó para facilitar las operaciones
de microcrédito; de esta manera, se permitió que las instituciones de
microfinanzas pasaran a ser reguladas sin que tuvieran que dejar de
centrarse en los clientes y que las instituciones financieras ya reguladas
pudieran ofrecer crédito a un nuevo segmento. Estas estructuras jurídicas
reconocen que corresponde dar a las operaciones de microcrédito un
tratamiento diferente, aunque no preferencial, conforme a las caracterís-
ticas intrínsecas de ese tipo de crédito, que tenga en cuenta su naturaleza,
los flujos de efectivo, la documentación informal y la falta de informa-
ción, así como la ausencia o insuficiencia de garantías reales. El caso
30 MARGUERITE BERGER

de Women’s World Banking en Colombia indica que las microfinanzas

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pueden tener excelentes resultados en un marco normativo mediocre.

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Sin embargo, ese entorno normativo a menudo puede impedir que los
clientes de microcrédito se beneficien con los servicios de depósito que
ofrece la misma institución y, de esa forma, limitar la capacidad de las
instituciones de microfinanzas, de modo que usen los depósitos para
financiar sus operaciones de préstamo.
Las prácticas sólidas de regulación y supervisión también bene-
fician a los consumidores de servicios financieros. Esto reviste especial
importancia para los depositantes; de hecho, muchos consideran que
la protección de los intereses de los depositantes es el fundamento
principal de la regulación de las entidades financieras. La mayoría de
los expertos tiende a coincidir en que las instituciones de microfinanzas
que no aceptan depósitos no deberían estar sometidas a la regulación y
la supervisión de las autoridades bancarias. Cuando se desató la crisis
financiera en Bolivia a fines de los noventa, los principales fondos finan-
cieros privados (FFP), un tipo de financiera que se especializa princi-
palmente en microfinanzas, vieron crecer su base de depósitos debido a
su buena reputación. Sin embargo, si no hubiesen estado reguladas o si
hubiesen estado sujetas a normas menos rigurosas por parte de los entes
de supervisión bancaria, ese crecimiento no hubiese sido posible. Y un
entorno normativo adecuado también ofrece a los prestatarios acceso a
una fuente permanente, estable y creciente de financiamiento, además
de proporcionarles información para que tomen decisiones fundadas.
Desde la óptica de las instituciones de microfinanzas, la regulación
y la supervisión son extremadamente importantes, pues les permiten
establecer su propia base de financiamiento, tomando prestado de los
depositantes y los inversionistas comerciales. A cambio, las instituciones
de microfinanzas reguladas deben aceptar someterse a una supervisión
pública permanente y cumplir con las normas prudenciales, las normas
contables, los requisitos de información y otras pautas bancarias. De
esta manera, al estar sujetas a las mismas reglas y mediciones (tales
como patrimonio neto, límites de crédito, provisiones para préstamos
incobrables y contabilidad) que las otras instituciones financieras que
ofrecen una gama similar de servicios, las instituciones de microfinanzas
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 31

pueden competir en igualdad de condiciones. Por último, la posibilidad

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de asegurar los depósitos de estas instituciones genera mayor confianza

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entre los depositantes.
El enfoque de los organismos de regulación y supervisión debería
centrarse en el público en general, si bien en ocasiones pueden interferir
presiones de distintas partes involucradas. Estos organismos tienen interés
en reducir el costo de los servicios financieros y, al mismo tiempo, en
garantizar la solvencia de los intermediarios. Su función es establecer y
hacer cumplir las normas pertinentes para propiciar operaciones seguras
y la buena actuación de todos los segmentos del sector bancario. En el
desempeño de esa función, no sería adecuado promover determinados
instrumentos de crédito o modelos en particular.
Un elemento importante para un marco regulatorio en plena
evolución que enfatice el desarrollo de los servicios microfinancieros en
todas las instituciones (a diferencia del enfoque que procura crear la ca-
pacidad minorista de una forma institucional específica, con instituciones
microfinancieras especializadas) es el desarrollo de una infraestructura
para la industria, que incluya centrales de riesgo y agencias de infor-
mes de crédito. El acceso a la información de los posibles prestatarios
mediante estas entidades ayuda a las instituciones a seleccionar mejor
a sus clientes y a gestionar los riesgos asociados con los préstamos a
microempresas. También fortalece los vínculos entre las microfinanzas
y las finanzas tradicionales, ya que las agencias de informes de crédito
y las centrales de riesgo hacen un seguimiento de las operaciones de
ambos tipos de instituciones.
Los organismos que regulan la actividad bancaria en América
Latina y en el resto del mundo sufren la presión de tener que integrar
las microfinanzas en el marco normativo del sector financiero. En al-
gunos países, esta tendencia es el resultado de muchos años de trabajo
de instituciones sin fines de lucro que, con el apoyo de donantes y
organismos internacionales, han desarrollado tecnologías de préstamo
para microempresas y posteriormente incursionaron en la creación
de instituciones de microfinanzas. La presión también puede provenir
de intermediarios financieros tradicionales que deseen ingresar en un
nuevo nicho de mercado ante la dura competencia que enfrentan en
32 MARGUERITE BERGER

sus mercados habituales. Por su parte, también los microempresarios

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ejercen gradualmente presión sobre los gobiernos para que se fijen topes

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a las tasas de interés, como sucedió en Colombia, Ecuador, Honduras y
Nicaragua. Desafortunadamente, como señala Ramón Rosales, la presión
en pos de una reforma normativa suele surgir en el campo político y, en
ocasiones, conduce a soluciones políticas, que no siempre son favorables
para las microfinanzas.

Capear las crisis

Hasta la crisis financiera que abarcó de mediados a fines de los años


noventa, muchos sostenían que las microfinanzas latinoamericanas
no habían pasado por ninguna prueba. Esta aseveración difícilmente
pueda sostenerse en la actualidad. No sólo se ha sometido a prueba a
las instituciones de microfinanzas de la región, sino que en muchos
casos han mostrado una solidez aún mayor que otras instituciones más
tradicionales de la industria de servicios financieros.
Las crisis económicas de los años noventa afectaron sistemática-
mente a todos los intermediarios financieros de América Latina, incluidas
las instituciones de microfinanzas. Pero como bien observan Armando
Muriel, Victoria Muriel, Giulissa Franco y Elsa Martín en el capítulo 5,
estas instituciones lograron sobreponerse a las crisis y, en muchos casos,
salieron fortalecidas. Además, dado que sus carteras de préstamos eran
mucho menos cíclicas que las de los bancos comerciales tradicionales,
su presencia redujo la volatilidad del sistema financiero en su conjunto.
Los estudios de caso de Bolivia y Ecuador que se presentan en el capí-
tulo muestran de qué manera estas instituciones respondieron a tales
desafíos con éxito durante una crisis sistémica. El contacto estrecho con
el cliente, la empatía personal con los empresarios, la confianza mutua,
una cultura que fomenta el pago puntual e íntegro de los préstamos, una
preselección adecuada y la tecnología financiera propicia que utilizan
las instituciones de microfinanzas se conjugaron para ubicarlas en una
posición ventajosa respecto de las instituciones financieras tradiciona-
les. No obstante, los resultados no fueron uniformes. Cada institución
manejó la crisis a su manera, con distintos resultados. Y estas diferencias
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 33

constituyen lecciones fundamentales para las instituciones de microfi-

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nanzas en otros países y regiones.

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Avances tecnológicos

La tecnología ha ayudado para que los servicios financieros atomizados


que manejan sumas de dinero muy pequeñas sean viables, tanto en
términos financieros como en la práctica. Pero aunque contribuye a
mejorar la eficiencia de las instituciones de microfinanzas, no es una
garantía. Las tecnologías de la información y la comunicación son ape-
nas una parte del conjunto de cambios gerenciales y financieros, que al
combinarse con el enfoque centrado en el cliente, pueden contribuir a
la sostenibilidad de las microfinanzas.
En el capítulo 6, Sergio Castello y Carlos Danel analizan cómo
la tecnología ofrece a las instituciones de microfinanzas de América
Latina nuevas formas para ampliar su ámbito de acción y para brindar
mejores servicios a microempresarios en zonas urbanas y rurales. En las
últimas décadas, las tecnologías de la información y la comunicación
han tenido un protagonismo cada vez mayor en los servicios financie-
ros en general. Les tomó tiempo a las instituciones de microfinanzas
convencerse de la necesidad de invertir sumas importantes en nueva
tecnología. En ocasiones, el cambio en este aspecto de las microfinanzas
se ha dado como resultado de los avances en otras áreas de la industria
de servicios financieros, pero también ha habido ocasiones en las que
marcaron una tendencia.
La utilización de nuevos dispositivos electrónicos, como las
Palm Pilot, para aplicaciones microfinancieras de campo ha atraído
gran atención, pero también ha habido otros cambios, en especial la
automatización de las operaciones internas, que han generado mayor
rentabilidad en términos de eficiencia y mejora de las utilidades netas.
Las evaluaciones de riesgo de crédito para micro y pequeñas empresas
difieren notablemente del análisis que normalmente realizan los bancos
comerciales en América Latina, que se basa en el valor de los activos de
la empresa o de los bienes personales. El análisis de carácter, en cambio,
sigue siendo fundamental en los productos de microcrédito y puede
34 MARGUERITE BERGER

facilitarse al indagar información sobre el comportamiento pasado del

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prestatario, a fin de determinar su capacidad e intención de pago. Las

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instituciones de microfinanzas de América Latina han comprobado que
su amplia base de clientes y los historiales de operaciones de los mismos
proporcionan una base de datos atractiva para desarrollar modelos que
permitan predecir el cumplimiento en el pago de sus créditos.
Los cambios tecnológicos en la banca convencional han modificado
sensiblemente la naturaleza original del negocio centrada en la relación
y los nuevos procesos han quitado atractivo a los préstamos destinados
a pequeñas empresas para los bancos tradicionales. Las microfinanzas
pueden ser consideradas como una forma de préstamo con base en una
relación, aplicada a las pequeñas empresas, ya que se asienta, en gran
medida, en el establecimiento de una estrecha relación con el propietario
de la empresa. De hecho, la nueva tecnología está ayudando a las institu-
ciones a ampliar el ámbito de acción y la eficiencia de las microfinanzas,
al tiempo que mejora la relación oficial de crédito-cliente. Las tecnolo-
gías, como el asistente personal digital, permiten que las instituciones
de microfinanzas obtengan y procesen información en tiempo real de
manera eficiente, de modo tal que las necesidades de los clientes pue-
dan ser satisfechas inmediatamente durante las visitas a los oficiales de
crédito. El capítulo 6 describe cómo las instituciones de microfinanzas
han combinado tecnologías innovadoras, como los asistentes personales
digitales, los cajeros automáticos, las tarjetas inteligentes, las tecnologías
interactivas de voz, el scoring estadístico y los indicadores biométricos,
para formar estructuras eficaces, a partir de la experiencia recogida por
las instituciones de microfinanzas líderes en toda la región.6
Sin embargo, como bien advierten Castello y Danel, no hay fór-
mulas mágicas. Sin innovaciones en la organización que complementen
las nuevas tecnologías para impulsar la productividad, las inversiones
en tecnología difícilmente generarán rentabilidad positiva. Muchas
instituciones de microfinanzas aún tienen dificultades para dominar

6
Entre ellas se incluyen Prodem, en Bolivia; Finamérica, en Colombia; Adopem y Ademi,
en República Dominicana; Banco Solidario, en Ecuador; Compartamos y Fincomún, en
México; Financiera Visión en Paraguay; Mibanco, en Perú; y Bangente, en Venezuela.
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 35

los procesos básicos de gestión de la información que utilizan las ins-

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tituciones financieras formales, que en algunos casos son necesarios

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para adquirir una nueva condición de entidad regulada. Aun así, para
los vanguardistas o para quienes se animan a experimentar con con-
figuraciones alternativas en una organización, las nuevas tecnologías
representan grandes oportunidades para acceder a los nuevos canales
de entrega que les permitirán ampliar su ámbito de acción, reducir los
costos de transacción e introducir nuevos productos.

Microfinanzas y servicios de desarrollo empresarial

Aunque el modelo latinoamericano ha desarrollado únicamente su faceta


microfinanciera, sin unificarse con los servicios de desarrollo empresarial,
hay una clara conciencia de que las microfinanzas no son la panacea.
La reforma normativa y de políticas ha figurado entre los temas más
importantes de la región desde un comienzo, y están en marcha nume-
rosos experimentos interesantes con servicios de desarrollo empresarial
complementarios pero institucionalmente independientes.
Como Lara Goldmark señala en el capítulo 7, muchas institucio-
nes de microcrédito optaron por un modelo de crédito más servicios
adicionales durante los años setenta, en lugar del modelo “minimalis-
ta” (limitado exclusivamente a servicios financieros) que impera en la
actualidad. Al comparar estos dos enfoques, es preciso distinguir entre
diversos tipos de servicios “adicionales” que tradicionalmente se ofre-
cen junto con el microcrédito: desde iniciativas básicas de educación
en materia de salud y alfabetización (dirigidas a los empresarios y sus
familias), hasta educación financiera y planificación empresarial (vincu-
lados con la administración del préstamo), y formación gerencial o para
la adquisición de destrezas (relacionadas con la actividad comercial).
Normalmente, las instituciones ofrecen estos servicios adicionales por
razones relacionadas con su misión social; algunas también afirman que
la capacitación contribuyó a mejorar las tasas de cumplimiento.
El modelo minimalista, que se limita a ofrecer servicios financieros,
dista mucho de ser hegemónico. Si bien ha habido un alejamiento del
modelo que propone ofrecer servicios no financieros, el cambio no ha
36 MARGUERITE BERGER

sido tan drástico como insinúa la retórica. El campo del desarrollo de

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la pequeña empresa ha evolucionado desde su nacimiento, en los años

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cincuenta, hacia los modelos de “desarrollo de mercado” y de “cadena
de valor” del nuevo milenio. Mientras tanto, las áreas paralelas de mi-
crofinanzas y desarrollo empresarial han compartido información y
ejercido influencia recíproca. Un aspecto está fuera de discusión: en la
industria microfinanciera de América Latina, quedaron atrás los días
en que se afirmaba que el microcrédito ligado a los servicios de desa-
rrollo empresarial mejora la rentabilidad y el impacto de la cartera. Por
otra parte, una serie de proyectos sectoriales promisorios analiza cómo
aumentar la disponibilidad de financiamiento mediante mecanismos
de cadena de distribución. En los mercados sofisticados, puede haber
incentivos comerciales para ofrecer servicios con valor agregado desti-
nados a empresas fuera de las áreas no financieras.

Preguntas que aguardan respuesta

La experiencia de América Latina en el universo de las microfinanzas


tiene mucho que enseñar a otras regiones, pero esto no significa que
haya alcanzado el pináculo de la perfección. En el capítulo 8, Robert
Peck Christen y Jared Miller presentan una visión menos optimista sobre
las microfinanzas latinoamericanas, en relación con otros observadores
en este libro. Sin dejar de reconocer sus logros, sostienen que todavía
queda un largo camino por recorrer para cumplir con la promesa de las
microfinanzas en la región. Su análisis se centra más en algunos aspectos
problemáticos, que deben ser resueltos para que la industria continúe
desarrollándose y cumpla la misión de la mayoría de las instituciones
de microfinanzas. Los principales desafíos que se presentan son conti-
nuar mejorando los resultados, en especial la eficiencia en la prestación
del servicio de crédito; llegar hasta las poblaciones que no reciben el
servicio, fundamentalmente en los países de gran extensión territorial;
y enfrentar a la competencia.
Christen y Miller sostienen que, en América Latina, las microfi-
nanzas se concentran más limitadamente en el crédito para empresas,
a diferencia del enfoque en otras partes del mundo, que tiende a ser
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 37

más abarcador y a incluir ahorro, seguro y otros servicios financieros,

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además del microcrédito, los cuales no se limitan sólo a microempre-

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sas, sino que se destinan explícitamente a los consumidores, ya sea que
estén en el sector formal o en el informal de la economía. Estos autores
concluyen que los márgenes de ganancia no son tan sólidos como en
el pasado, debido a la intensificación de la competencia en mercados
clave, afirmación que no comparten algunos expertos. Aun así, todos
coinciden en que las instituciones de microfinanzas de América Latina
tendrán que alcanzar niveles todavía más altos de eficiencia para poder
competir.
El desarrollo de las microfinanzas en los países grandes tiene
características distintas de las que se observan en Bolivia y El Salvador,
que reciben gran atención en este libro. Con la excepción de México, los
países grandes no están siguiendo el camino trazado por las instituciones
de microfinanzas que optaron por la estrategia de upgrading: son pocas
las organizaciones sin fines de lucro de esas naciones que tienen interés
en transformarse en instituciones reguladas, e incluso la creación de
instituciones nuevas de microfinanzas es limitada. En Brasil, por ejem-
plo, las organizaciones sin fines de lucro no tienen fuerza; los bancos
estatales, en cambio, son sólidos y una serie de iniciativas recientes de
downscaling se basaron en las tecnologías de crédito para consumo, en
lugar de sustentarse en los principios probados del crédito para micro-
empresas. No obstante, la amplia red de puntos de servicio para el pago
de facturas y desembolso de asistencia social que utilizan los sectores de
bajo ingreso en Brasil ofrece una base importante para el establecimiento
de relaciones bancarias que no se encuentran en muchos otros países. Al
igual que en Chile, los bancos estatales brasileños seguramente tendrán
mayor protagonismo en la industria microfinanciera.
Otro desafío es la necesidad de seguir captando fuentes de financia-
miento del sector privado, incluso capital accionario. Pese a la expansión
de los depósitos y de otros tipos de financiamiento del sector privado para
las instituciones microfinancieras de América Latina, las microfinanzas
comerciales aún no se han independizado de los donantes. Muchas de
las instituciones líderes siguen recibiendo financiamiento subsidiado
de organismos de desarrollo, o bien estos organismos son en última
38 MARGUERITE BERGER

instancia sus propietarios, a través de fondos especiales de inversión. Las

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perspectivas son buenas para la migración constante hacia fuentes de

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financiamiento del sector privado, incluidas las utilidades retenidas y los
depósitos, así como para los mecanismos innovadores de financiamiento,
tales como la emisión de bonos y la titularización de activos. Asimismo,
la cantidad de prestatarios y las sumas de dinero que ya mueve el sector
indican que la magnitud de este fenómeno ha superado los niveles de
financiamiento que están en condiciones de proporcionar los donantes
y prestamistas multilaterales subsidiados, como queda demostrado en
los casos que se analizan en este libro.
Algunas ONG aún procuran transformarse en instituciones de
microfinanzas reguladas, si bien esta tendencia no es tan común como
en el pasado. Son más los bancos que ingresan en este nuevo mercado.
El marco regulatorio del microcrédito como servicio financiero oscila
permanentemente entre el control y la liberalización de las tasas de in-
terés (Silva, 2005). Un interrogante vuelve a plantearse constantemente:
cómo hacen las personas pobres con recursos limitados para reembolsar
préstamos con intereses elevados. La adopción y la adaptación de la nueva
tecnología en este campo siguen albergando probabilidades de éxito y
presentando desafíos. Las instituciones y los responsables de formular
políticas, a su vez, siguen esforzándose por encontrar la mejor forma de
prestar servicios sostenibles a microempresas, de tipo financiero y no
financiero, ya sean integrados o no. Aquellos que no repasan continua-
mente las lecciones que ofrecen las instituciones líderes de microfinanzas
pueden estar condenados a repetir sus errores. Las reflexiones recogidas
en este volumen se ofrecen con la esperanza de que sirvan para acortar
el camino que las instituciones, los responsables de formular políticas,
los inversionistas y el público que los apoya deban transitar, con miras a
desarrollar servicios financieros sostenibles para microempresas y otros
sectores que han estado excluidos de los mercados formales durante
tanto tiempo.
En el capítulo 9, Tomás Miller-Sanabria, un funcionario de inver-
siones del Fondo Multilateral de Inversiones, anticipa los desafíos que
han de enfrentar las microfinanzas en América Latina y algunas de las
tendencias en franca evolución en este mercado naciente. Entre las fuerzas
EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 39

que incidirán en el desarrollo de esta actividad, se cuentan el aumento

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de la competencia; los nuevos avances tecnológicos; las economías de

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escala y la mayor eficiencia; las necesidades de capital humano, gestión
y estructuras de gobierno corporativo; la innovación de productos y la
globalización de los servicios; y, por último, los cambios en el clima de
inversión.
Las microfinanzas en América Latina han hecho avances increíbles
en los últimos veinte años y, en especial, en la última década. Pero este
libro no aborda la historia de las microfinanzas en la región (pese a
incluir algo de eso): trata de los logros y los desafíos de hoy y mañana.
Este libro busca un equilibrio entre un análisis preciso y agudo del
fenómeno de las microfinanzas en la región y el análisis de su futuro.
Ambos aspectos pueden ser útiles para los lectores de otras regiones,
como también para la propia América Latina.
40 MARGUERITE BERGER

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CAPÍTULO 2

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Pioneros en la comercialización
de las microfinanzas:
el avance logrado con el upgrading

Marguerite Berger, María Otero y Gabriel Schor

E
l proceso de upgrading para la creación de instituciones ha pre-
sentado muchas dificultades, pero en última instancia, ha tenido
buenos resultados. En ese sentido, constituye un caso de estudio
convincente en materia de desarrollo eficaz. El upgrading, la transfor-
mación de organizaciones no gubernamentales de microfinanzas en
instituciones financieras formales, bajo la supervisión de las autoridades
bancarias, les ha permitido brindar servicios financieros a microempresa-
rios, a pequeñas y medianas empresas, y a hogares de bajo ingreso. Estas
instituciones todavía tienen un desafío clave por delante: administrar
la diversificación y la competencia sin distorsionar su producto básico
de microcrédito.
Hace quince años, el proceso de upgrading ocupó las primeras
planas, ya que estas instituciones encabezaron el desarrollo de un sector
microfinanciero sostenible y contribuyeron a fortalecer considerable-
mente los sectores financieros de sus países. Aunque no es el principal
vehículo de expansión de las microfinanzas en América Latina en la
actualidad, las lecciones recogidas de las experiencias de upgrading
ofrecen información valiosa para el desarrollo de sectores financieros
que puedan brindar un mejor servicio a microempresarios, pequeñas
empresas y familias de bajo ingreso.
Las instituciones microfinancieras que transitaron este proceso
siguen teniendo un papel fundamental en las microfinanzas y en los
sectores financieros de sus países, a pesar de la creciente importancia
44 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

que han adquirido el proceso de downscaling, es decir, la incursión de

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instituciones financieras formales en segmentos de menor escala, y la

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creación de nuevas instituciones especializadas desde cero, a las que se
conoce como greenfields. Aquellas que han seguido un proceso de upgra-
ding llegan a más clientes que los bancos comerciales o las instituciones
nuevas de microfinanzas (Marulanda y Otero, 2005). En los países más
pequeños de América Latina, representan la mayor proporción de las
microfinanzas, fundamentalmente en Bolivia y El Salvador. En este
último país, el sector microfinanciero liderado por Banco Los Andes
ProCredit, Bancosol y otros dos fondos financieros privados (FFP) ha
incorporado a más de 450.000 clientes al sistema bancario, que apenas
tenía 142.000 en 1997; la proporción del microcrédito en la cartera total
de activos del sistema bancario ha crecido desde el 5% en 1999 hasta el
11% en la actualidad. Más aún, el tamaño promedio de los préstamos
concedidos por instituciones de microcrédito es de apenas US$1.000,
mientras que el sistema bancario tradicional concentra actualmente el
55% de la cartera de préstamos total, con 4.144 préstamos superiores
a los US$200.000.1
La razón que motivó a las instituciones a seguir un proceso de
upgrading fue la búsqueda de la sostenibilidad comercial, combinada
con una cobertura en escala. Las organizaciones no gubernamentales
tenían acceso limitado al financiamiento para ser destinado a activi-
dades de préstamo; al pasar a ser instituciones reguladas, estuvieron
en condiciones de captar depósitos y acceder a fuentes comerciales de
refinanciamiento. El desafío para estas instituciones radicó en manejar
un modelo comercial más complejo, con la consiguiente diversificación
de productos y clientes, sin descuidar a su clientela original de bajo
ingreso. Al mismo tiempo, necesitaban mantener la alta calidad de la
cartera de préstamos y operaciones muy eficientes para conservar la
solidez de los resultados financieros. Este capítulo analiza en qué medida
estas instituciones lograron superar tales desafíos.

1
Datos recogidos del Boletín Informativo Mensual Sistema Bancario, 31 de diciembre de
2005, publicados por la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 45

Asimismo, se identifican los factores fundamentales que contri-

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buyen al éxito del proceso de upgrading, y se evalúan las consecuencias

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de estos factores para el desarrollo de las microfinanzas y para el sector
financiero en su conjunto. Se reflexiona sobre las estructuras de propie-
dad, y la función que cumplen los inversionistas y los consultores para
garantizar ese éxito. Para concluir, el capítulo analiza los desafíos que
enfrentarán en el futuro tanto las instituciones que ya han pasado por
el proceso de upgrading como las que pretendan hacerlo.

Los comienzos del proceso de upgrading

En el mundo de las microfinanzas, el término upgrading hace referencia


al proceso mediante el cual una institución financiera informal o semi-
formal crea o se transforma en una institución financiera regulada, bajo
la normativa y la supervisión de las autoridades bancarias de su país,
y se incorpora al sistema financiero formal. El término hace referencia
al ascenso de categoría de la institución, no de nicho de mercado. En la
mayoría de los casos, una ONG ya existente dedicada a las microfinanzas
crea una institución financiera nueva que está sujeta a la regulación y
la supervisión bancaria, y adquiere la participación mayoritaria en el
capital de la nueva entidad.
Dos organizaciones microfinancieras mundiales, ACCIÓN Interna-
tional e Internationale Projekt Consult (IPC), fueron las precursoras de
la comercialización de productos microfinancieros; en un comienzo, se
abocaron a ayudar a organizaciones sin fines de lucro a transformarse en
instituciones financieras reguladas. Estas organizaciones se beneficiaron
y pudieron llevar a la práctica el aprendizaje recogido a través de sus
operaciones mundiales; en última instancia, lograron captar los recur-
sos necesarios para tener participación en el capital de las instituciones
financieras formales que ayudaron a crear (gráfico 2.1). Si bien existen
otras instituciones de microfinanzas de prestigio que han seguido el
proceso de upgrading en América Latina, asociadas a Women’s World
Banking y a Finca, o instituciones independientes como FIE, en Bolivia,
este capítulo centra su análisis en la experiencia de aquellas asociadas
46 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Gráfico 2.1 Descripción del proceso de upgrading

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ONG Empresa Empresa Banco
financiera financiera comercial
regulada regulada con plenas
sin depósitos con depósitos funciones

Proceso de upgrading respaldado por ACCIÓN

Bolivia Prodem BancoSol (1992)

Colombia Actuar/Bogotá (Corposol) Finansol/Finamérica (1994)

México Compartamos SOFOL Compartamos Por concluir en


(1999) 2006
Perú Acción Comunitaria MiBanco (1998)

Proceso de upgrading respaldado por IPC

Bolivia ProCredito/ Caja Los Andes Banco Los Andes


Caja Los Andes (1995) ProCredit (2004)

El Salvador AMPES Calpiá Banco ProCredit


(1996) (2004)
Nicaragua Chispa Confia/ProCredit Banco ProCredit
(2000) (2005)
Fuente: Compilado por los autores a partir de datos de las empresas.

con estas dos organizaciones precursoras, a fin de ofrecer perspectivas


comparables y exhaustivas sobre este proceso.
El primer banco comercial que se especializó en el área de micro-
finanzas, Bancosol, fue creado en 1992, en Bolivia, por la ONG Prodem,
surgida a su vez en 1987 de una sociedad entre ACCIÓN International y
empresarios locales. La Financiera Calpiá, creada por la ONG salvadore-
ña AMPES en 1996, con el apoyo de IPC, fue la precursora en América
Central.2 Después de Bancosol, otras instituciones eligieron el proceso
de upgrading en Bolivia; entre ellas se destacan Caja Los Andes en 1995,
FIE en1996 y la FFP Prodem en 1998. Todas adoptaron la estructura de
un FFP, o fondo financiero privado, una entidad regulada especializada
que se dedica a las microfinanzas, en el marco regulatorio boliviano. Caja
Los Andes transitó una segunda instancia de upgrading y se transformó

2
Financiera Calpiá transitó una segunda instancia del proceso de upgrading: en junio de
2004, se transformó en un banco comercial en toda su dimensión, el Banco ProCredit.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 47

en un banco comercial, el Banco Los Andes ProCredit, en 2004. Por úl-

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timo, Compartamos, de México, adquirió la condición plena de banco

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comercial en 2006.3 A partir de su experiencia en Bolivia y otros países,
ACCIÓN e IPC se centraron totalmente en el proceso de upgrading de
organizaciones no gubernamentales en empresas financieras y bancos
regulados: ACCIÓN en Bolivia, Colombia, México y Perú; IPC en El
Salvador y Nicaragua.

Por qué se dio el upgrading

Fueron muchas las razones que motivaron el proceso de upgrading


en América Latina, las que al fin de cuentas, permitieron que diera
finalmente sus frutos. A medida que la teoría de las finanzas para el
desarrollo abandonaba su orientación estatal en favor del sector pri-
vado, las organizaciones sin fines de lucro que habían desarrollado
productos de microcrédito procuraban denodadamente comercializar
sus operaciones para captar más recursos y garantizar la sostenibilidad
de sus operaciones. Los cambios en el entorno normativo abrieron
nuevas oportunidades en la industria de los servicios financieros, y el
abanico de experiencia internacional y regional contribuyó a que esas
organizaciones o sus subsidiarias pasaran a formar parte del universo
de entidades financieras reguladas.

La evolución conceptual de las finanzas para el desarrollo

La teoría que imperaba hace 20 años sostenía que las microfinanzas no


podían instrumentarse de manera comercial y sostenible. Así, en un
entorno caracterizado por numerosas intervenciones del sector público,
en su mayoría infructuosas, y por una tendencia general a permitir que
las iniciativas del sector privado adquirieran mayor protagonismo en
materia de desarrollo, las ONG se expandieron en toda América Latina.
Además, se convirtieron en el modelo preferido, especialmente por la

3
Compartamos recibió su licencia bancaria por parte de la Comisión Nacional Bancaria
y de Valores en junio de 2006.
48 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

comunidad internacional de donantes, para la prestación de servicios

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microfinancieros, ya que muchas ofrecían servicios de crédito de algún

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tipo. Inicialmente, la mayoría de las ONG que concedían préstamos
consideraban que se trataba de un agregado a los servicios de educación
y capacitación de sectores pobres, que constituían su actividad principal;
sin embargo, algunas enfocaron su actividad hacia el crédito con miras
a lograr la sostenibilidad de sus operaciones de préstamo.
El enfoque denominado “minimalista”, promovido con excelentes
resultados por organizaciones como ACCIÓN International e IPC,
fue más allá de simplemente propugnar que las ONG se centraran en
las actividades de crédito. La intención era demostrar que era posible
conceder microcrédito en condiciones que permitieran cubrir los costos,
de modo que las instituciones financieras pudieran operar de manera
sostenible y, finalmente, incorporarse al sistema financiero tradicional.
Las primeras etapas del proceso de upgrading también fueron una
época de transición para los organismos de desarrollo internacional,
que destinaron fondos a proyectos de microfinanzas, pero no estaban
preparados para pasar a un modelo totalmente comercial y preferían
apoyar a instituciones microfinancieras pertenecientes a organizaciones
sin fines de lucro. Sin modelos bancarios, los propietarios de bancos
comerciales tenían reservas con respecto a las microfinanzas y sus
precursores no contaban aún con los recursos necesarios para crear
sus propias instituciones con orientación comercial. Era necesario
demostrar su viabilidad financiera, antes de que pudiera persuadirse
a los grupos de interés oportunos de invertir en instituciones finan-
cieras formales, de mayor envergadura. No obstante, IPC y ACCIÓN
encontraron en las ONG socios que compartían un fuerte compro-
miso con el grupo de microempresarios a los que estaban destinados
los servicios, así como con la creación de un modelo sostenible de
microfinanzas.
Un aspecto que pronto se hizo palpable fue que, para los micro-
empresarios, era más importante tener acceso rápido al financiamiento
que a tasas de interés bajas. De esta manera, fue posible modificar el
paradigma de tasas de interés subsidiadas por otro que proponía tasas
suficientes para cubrir los costos. Estas tasas, sumadas a tecnologías
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 49

de crédito innovadoras, garantizaron que las microfinanzas fueran un

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modelo comercial viable. Además, se comprobó que el riesgo de crédi-

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to podía controlarse y que, en comparación con los costos de bancos
comerciales que conceden préstamos para empresas o de consumo, los
costos administrativos relativamente elevados de las instituciones de
microfinanzas podían cubrirse con las tasas de interés de mercado.

La búsqueda de financiamiento

En un comienzo, la razón principal de las instituciones de microfinanzas


para seguir un proceso de upgrading institucional y regulatorio era su
necesidad de acceder a fondos para crecer. El financiamiento sigue siendo
uno de los principales obstáculos en la industria microfinanciera, pues
limita la capacidad de una institución para ampliar su ámbito de acción
y alcanzar una escala significativa. Ante esta limitación, a fines de los
años ochenta, las ONG de microfinanzas más desarrolladas se dieron
cuenta de que tanto los fondos de los donantes como la capacidad de
los bancos locales para concederles préstamos, que por lo general no
superaban la base de capital de las ONG, eran fuentes de financiamiento
totalmente inadecuadas para el largo plazo.
Cuando estas instituciones incipientes se transformaran en enti-
dades formales reguladas, podrían apalancar su capital en una relación
de hasta 12 veces, según lo permite la Convención de Basilea, a la que
han adherido la mayoría de las autoridades monetarias de la región.
Además, al pasar a ser instituciones financieras, podrían tener acceso a
los mercados de capital y crear una estructura de financiamiento que
incluyera la captación de depósitos de clientes, préstamos interbancarios,
préstamos de fuentes internacionales y medios más sofisticados, como
la emisión de títulos en mercados locales o incluso la titulización de sus
carteras. Las instituciones microfinancieras que escogieron el upgrading
perseguían principalmente el acceso a los depósitos de clientes y a los
mercados de capital. De acuerdo con el país y el marco regulatorio,
utilizaron distintas estructuras institucionales para lograr su cometido,
desde bancos comerciales hasta financieras e instituciones de finanzas
para propósitos especiales.
50 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Había otras razones para elegir este proceso. El hecho de alcanzar

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una escala nacional en materia de cobertura de clientes se traducía

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en un mayor impacto social y aumentaba la visibilidad y credibilidad
de la institución, tanto en el plano local como en el internacional.
El lanzamiento de productos nuevos de crédito y ahorro para una
población excluida de las instituciones bancarias formales señalaba
un nuevo concepto de banca que podría, eventualmente, cambiar el
sistema financiero de cada país, especialmente en los más pequeños,
con sistemas bancarios menos desarrollados. El establecimiento de una
base de depósitos de clientes significaba la independencia de socios
donantes a menudo erráticos e implicaba que las instituciones podrían
afianzarse con mayor firmeza aún en la comunidad de su grupo de
destinatarios.

Reforma del marco regulatorio en el sector financiero

Los cambios en el entorno regulatorio de las instituciones financieras


que tuvieron lugar en los años noventa en América Latina también crea-
ron oportunidades y presiones para encarar el proceso de upgrading, ya
que las autoridades regulatorias procuraban tener mayor control sobre
las instituciones financieras no bancarias y adaptaron para eso los re-
quisitos de capital mínimo, los requisitos de garantías y las normas de
supervisión, de modo tal que se permitía a las instituciones financieras
reguladas prestar a microempresas dentro del marco legal y con renta-
bilidad (véase el capítulo 4).
De este modo, el proceso de upgrading se benefició y al mismo
tiempo incidió enormemente en la modernización de las leyes, re-
glamentaciones y prácticas de supervisión en América Latina. Ante la
existencia de instituciones de microfinanzas bien administradas, con
carteras conformadas por gran cantidad de préstamos muy pequeños
de muy buena calidad, a pesar de la falta de garantías y documentación
formales, los gobiernos desarrollaron nuevos medios de regulación
y supervisión. En Bolivia, el gobierno incluso creó un departamento
especial dentro de la Superintendencia de Bancos para supervisar las
instituciones de microfinanzas y sus carteras.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 51

Asistencia técnica

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La pericia externa de instituciones como IPC y ACCIÓN, con vasta
experiencia en un amplio espectro de instituciones de microfinanzas,
aportó las conexiones y los conocimientos prácticos que muchas de
las originales ONG de microfinanzas necesitaban para adaptar sus sis-
temas, su gestión, sus productos y su personal en función del proceso
de upgrading, y definir los protocolos e indicadores de éxito. La visión
de personas clave en IPC y ACCIÓN siempre había sido fomentar la
expansión de las microfinanzas comerciales; estas personas han sido los
motores de la transformación de la industria durante los años noventa.
Ambas empresas aportaron conocimientos, experiencia en la gestión y,
más tarde, acceso al financiamiento: en un comienzo, ese acceso consistió
fundamentalmente en canalizar o identificar recursos de donantes, pero
posteriormente las dos empresas formaron sus propias compañías de ca-
pital. Inversionistas como ProCredit Holding4 (que en parte es propiedad
de IPC y su personal), Gateway Fund y, más recientemente, Investments
in Microfinance SPC, ambos de ACCIÓN, traen consigo financiamiento,
propietarios internacionales y miembros del directorio. Su experiencia
internacional contribuye a mantener al directorio y a la dirección de las
instituciones de microfinanzas bien informados y actualizados respecto
de los últimos acontecimientos en el área, y a llevar una medición de las
instituciones en función de normas internacionales.
El proceso de upgrading no fue fácil ni gratuito. Ha sido un enorme
desafío en términos de desarrollo institucional. Los requisitos regulatorios
y de supervisión implícitos en este proceso entrañan costos adicionales
de sistemas y de personal. Las instituciones de microfinanzas también
debieron captar importantes sumas de capital y realizar ajustes internos
costosos que consumieron mucho tiempo, entre los que se incluye la
contratación y la capacitación de los recursos humanos. El proceso fue
largo, engorroso y costoso, y estuvo sujeto a muchas demoras inevitables.
Durante el período (de hasta 3 años) que requiere el proceso, algunas

4
En enero de 2005, IMI-International Micro Investitionen AG se transformó en ProCredit
Holding Group AG.
52 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

instituciones se desanimaron y cuestionaron la conveniencia de su

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decisión. Sin embargo, tan pronto como las nuevas licencias bancarias

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estuvieron en sus manos, se inició una nueva era para las instituciones
de microfinanzas y ninguna de ellas dio marcha atrás.

Situación actual de las instituciones de microfinanzas que


escogieron el upgrading

En la actualidad, desde hace cinco años o más, un grupo numeroso de


instituciones de microfinanzas han estado funcionando como institu-
ciones financieras formales en distintos países (véase el cuadro 2.1). Su
experiencia proporciona información suficiente para sacar conclusiones
acerca de su desempeño en el tiempo. Entre las instituciones de IPC,
tres se encuadran en esta categoría: Banco Los Andes ProCredit (ex Caja
Los Andes) en Bolivia; Banco ProCredit (ex Financiera Calpiá) en El
Salvador; y ProCredit (ex Confia) en Nicaragua. En el caso de ACCIÓN
International, cuatro instituciones se encuadran en la categoría: Ban-
cosol en Bolivia; Finamérica en Colombia; Compartamos en México; y
Mibanco en Perú. Este conjunto de siete instituciones, consideradas la
primera generación de instituciones de microfinanzas en transformarse,
pone de relieve similitudes interesantes, así como varias diferencias claras
en la evolución de las instituciones microfinancieras que siguieron el
proceso de upgrading.
Cuando las instituciones de microfinanzas se incorporan al
sistema financiero, con administraciones sólidas y estructuras de ca-
pital claras, pueden acceder a los mercados de capital para financiar
sus carteras de préstamos, lo que les permite ampliar rápidamente
su base de clientes. En su mayoría, han podido movilizar ahorros y,
así, proporcionar otro servicio financiero importante a los pobres,
además de captar otra fuente importante de fondos. Al insertarse en
los sistemas financieros de sus países, las instituciones de microfinan-
zas han profundizado el ámbito de acción de los mismos, al llegar a
poblaciones anteriormente excluidas de los servicios bancarios y de
otras instituciones financieras. Pese a su logro importante en térmi-
nos de cobertura, la pequeña cuantía del préstamo promedio implica
Cuadro 2.1. Descripción general de las microfinancieras que han seguido un proceso de upgrading
Cantidad de Base de Calificación
Cartera de clientes de depósitos Patrimonio neto local por
Tipo préstamos vigentes préstamos (30 de septiembre (en millones una agencia
País Nombre societario (en millones de US$) (en miles) de 2005) de US$) internacional

30 de A la fecha 30 de A la fecha 30 de Volumen 30 de


septiembre de trans- septiembre de trans- septiembre (en millones Cantidad septiembre Más
de 2005 formación de 2005 formación de 2005 de US$) de cuentas de 2005 reciente

Instituciones respaldadas
por ACCIÓN

Bolivia Bancosol Banco 15,0 121,7 15 82 98,3 77.032 18,6 A+


PIONEROS

comercial
Colombia Finansol/ Financiera 11,0 35,8 10 27 26,6 2.230 7,0 A+
Finamérica
México SOFOL Financiera 8,8 144,4 64 402 — — 59,4 AA
Compartamos
Perú Mibanco Banco 10,0 180,5 16 129 139,4 46.452 37,1 A–
comercial
Instituciones respaldadas
por IPC

Bolivia Banco Banco 6,0 138,0 16 79 94,6 65.804 17,1 A+


Los Andes comercial
ProCredit
El Salvador Banco Banco 6,6 98,7 12 66 66,3 72.891 17,4 AA
ProCredit comercial
Nicaragua Banco Banco 13,9 57,8 5 55 21,0 23.852 12,4 A+
EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS

ProCredit comercial
Fuentes : ACCIÓN y ProCredit Holding. La información sobre las instituciones de Bolivia proviene de Asofin, 30 de septiembre de 2005, Superintendencia de Bancos.
53

Nota : Los guiones indican que la información no está disponible.

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54 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

que las instituciones de microfinanzas aún representan un porcentaje

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relativamente bajo de los activos del sistema bancario de sus países.

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Bolivia y Perú son las excepciones; en el caso de Bolivia, el 11% de
los activos de los mercados financieros corresponden al segmento de
microfinanzas, (véase el capítulo 4).
En la actualidad, las instituciones de microfinanzas precursoras,
que crearon financieras formales en los años noventa, son instituciones
sofisticadas (véase el cuadro 2.2). Han dejado de ser entidades espe-
cializadas con un único producto, para transformarse en instituciones
financieras que ofrecen un amplio abanico de productos de préstamo
y depósito, y una cantidad significativa de servicios. El proceso de
upgrading de las ONG que concedían crédito propició un crecimiento
cuantitativo y cualitativo muy fuerte, que les ha permitido posicionarse
como proveedores de servicios financieros no sólo para microempre-
sarios, sino también para hogares de bajo ingreso y para pequeñas y
medianas empresas.
En prácticamente todas las instituciones de microfinanzas que
escogieron el upgrading, el concepto de mercado evolucionó desde mi-
croempresarios pobres en busca de capital de trabajo a hogares de bajo
ingreso, que necesitan diversos productos financieros y aún no tienen
acceso a ellos. En términos generales, los sectores pobres que forman
parte de la población económicamente activa, incluidos los trabajadores
asalariados de sueldo básico, han formado parte del mercado de estas
instituciones. Más aún, la cartera de productos de préstamo que ofrecen
ha crecido e incluye no sólo micropréstamos de capital de trabajo a muy
corto plazo, sino también préstamos para pequeñas empresas de mayor
cuantía y a más largo plazo. Estas instituciones ya no se limitan a produc-
tos de préstamo. La supervisión de las autoridades bancarias nacionales
les permite, en la mayoría de los casos, ofrecer productos de ahorro, que
aumentan sensiblemente el impacto que tienen sobre el desarrollo.

El proceso de desarrollo institucional

Con el tiempo, las instituciones que escogieron el upgrading han enfren-


tado desafíos institucionales de creciente complejidad: desarrollar una
Cuadro 2.2. Productos de microfinancieras que tuvieron upgrading, por año en que se ofrecieron por primera vez
Depósitos Transferencia
Prést. Micro- Préstamos Prést. Prést. Cuentas Certif. a la vista de dinero Transf.
solida- préstamos pequeños para la de de de (cuenta Pago de inter- de dinero
Institución rios indiv. indiv. vivienda consumo ahorro depósito corriente) Seguros facturas nacional local

Bancosol 1992 1999 2000 2001 2001 1993 1992 No 2005 1997 2003 2001
Finamérica 1994 1994 1998 2003 No 2006 1994 No 2006 1994 No No
PIONEROS

Compartamos 1993 2001 No No No No No No No No No No


Mibanco 1998 1998 1998 1999 2000 1998 1998 2001 1998 1998 2000 2000
Banco No 1995 1999 2002 2004 1995 1995 No No 2003 2004 2004
Los Andes
ProCredit,
Bolivia
Banco No 1995 1999 2001 2004 1995 1995 2005 No 2004 2003 2003
ProCredit,
El Salvador
Banco No 2000 2004 2002 2004 2000 2000 2005 No 2004 2004 2005
ProCredit,
Nicaragua
Fuente : Compilado por los autores a partir de información de las empresas y entrevistas.
Nota : No = no se ofrece información.
EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS
55

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56 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

base de ahorros, ampliar la cartera de productos y servicios que ofrecen,

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y diversificar su base de clientes.

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Desarrollo de una base de ahorros: un avance decisivo en
materia de intermediación e independencia financiera

El acontecimiento más significativo para la mayoría de las instituciones


de microfinanzas que eligieron el proceso de upgrading ha sido el desa-
rrollo de una base de ahorros. Esto ha demostrado que es posible otorgar
préstamos a prestatarios de pequeña escala y financiarlos con recursos
locales captados a través de la actividad de intermediación financiera, en
lugar de depender de la concesión continua de donaciones, fondos para
subpréstamo provenientes de las organizaciones donantes internacionales,
o préstamos costosos de bancos comerciales locales e internacionales. El
volumen de financiamiento disponible a través de la base de ahorros local
es, en definitiva, mucho mayor del que pueden ofrecer los proveedores
comerciales. La sostenibilidad de bancos de gran escala orientados a grupos
específicos de destinatarios puede garantizarse en el largo plazo únicamente
si se movilizan ahorros y depósitos en moneda local para financiar el cre-
cimiento de su cartera de préstamos. Además, es el máximo mecanismo
de cobertura para protegerse frente al riesgo de tipos de cambio.
Todas las instituciones de microfinanzas que se estudian en este
capítulo, con la excepción de Compartamos, que por ley no está auto-
rizada para captar depósitos, han desarrollado productos de ahorro,
tanto para ofrecer productos financieros adicionales a clientes existentes
como para captar depósitos de particulares e instituciones de mayor
ingreso. Uno de los productos de ahorro más populares entre los clientes
de ingreso bajo han sido las cuentas de libreta de ahorro, con distintas
características, que permiten un fácil acceso sin saldo mínimo o con un
saldo mínimo bajo. Asimismo, las tarjetas de débito y de crédito y los
cajeros automáticos son muy utilizados por Mibanco, Bancosol y las
instituciones ProCredit.
Hacia fines de 2004, tanto Mibanco como Bancosol tenían más de
50.000 cuentas de depósito, con saldos promedio que oscilaban entre
US$300 y US$500. Asimismo, hacia septiembre de 2005, las instituciones
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 57

de ProCredit en El Salvador y Bolivia tenían 73.000 y 66.000 cuentas

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de depósito respectivamente, con un saldo promedio del orden de los

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US$1.000 y una mediana de saldo mucho menor (dado que el volumen
total de depósitos incluye depositantes institucionales y corporativos).
En septiembre de 2005, la cartera de depósitos de Mibanco, de
US$139,4 millones, representaba un 77,2% de su cartera de préstamos;
en Bancosol, los depósitos por valor de US$98,3 millones significaban
el 80,7%; y en el caso de Finamérica, los depósitos de US$26,6 millo-
nes constituían un 74%. Las instituciones de ProCredit en Bolivia, El
Salvador y Nicaragua tienen depósitos de US$94,6 millones (70% de su
cartera de préstamos), US$66,2 millones (70%) y US$21 millones (40%)
respectivamente, si bien la estrategia de forjar una base de depósitos
minoristas de gran escala recién comenzó en 2004 (anteriormente, sólo
existía una cartera limitada de productos de ahorro). A todas luces, estas
instituciones de microfinanzas gozan de un alto grado de credibilidad,
suficiente para atraer cada vez más depósitos. La lealtad de los clientes es
elevada aun en épocas de crisis. Un ejemplo es Bolivia, donde Bancosol y
Banco Los Andes ProCredit tuvieron un desempeño significativamente
mejor que otros bancos durante las crisis económica y política durante
los últimos diez años o más.
El desarrollo de la base de depósitos ha sido y sigue siendo un
desafío para las instituciones. Ha implicado una inversión importante
en personal, tecnología y sucursales. A menudo, se abren filiales en nue-
vas localidades con un nuevo aspecto y una funcionalidad más formal.
Ha sido difícil adaptar la cultura institucional a la gestión de una base
de depósitos y de productos minoristas afines. A modo de ejemplo,
Mibanco y Finamérica han abierto sucursales en vecindarios de mayor
poder adquisitivo destinados a captar ahorros de grupos con mayores
ingresos. También han procurado captar depósitos de instituciones y han
formulado una serie de productos, tales como certificados de depósito,
destinados a atraer a depositantes de mayor envergadura.
Los productos de ahorro han evolucionado considerablemente
en instituciones cuyas raíces habían sido los servicios financieros de
crédito. Sin embargo, los productos de ahorro para grupos de menor
ingreso siguen siendo costosos. En entornos especialmente competitivos,
58 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

corren el riesgo de quedar rezagados, mientras continúan proliferando

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los productos de préstamo. Reducir el costo de los productos de ahorro

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destinados a los sectores pobres sigue siendo un desafío importante para
estas instituciones.

Diversificación de productos y servicios:


el camino hacia bancos integrales

A medida que muchas instituciones de microfinanzas que siguieron


upgrading fueron posicionándose como bancos minoristas orientados
a un grupo específico de clientes, se introdujeron otros productos ban-
carios minoristas, tales como transferencias de remesas locales e inter-
nacionales, tarjetas de débito y de crédito, servicios de cambio de divisas
y servicios de pago de facturas (véase el cuadro 2.2). Las instituciones
también analizan la posibilidad de ofrecer productos de seguro. En
cuanto a la actividad de préstamos, el abanico de productos se amplió,
y actualmente incluye préstamos para pequeñas y medianas empresas
de hasta US$100.000, y préstamos para la vivienda.
Debido a su compromiso con los grupos de ingreso bajo, las ins-
tituciones de microfinanzas en proceso de upgrading han mostrado un
perfil innovador para identificar productos que satisficieran las necesi-
dades de su grupo de clientes y tratar de ofrecerlos a precios asequibles.
Un área que actualmente recibe especial atención es la prestación de
servicios de remesas más eficientes y a más bajo costo. El negocio de
las remesas es muy importante en América Latina y el Caribe: en 2005,
movilizó más de US$50.000 millones.5 Proporciona una fuente vital de
ingresos para familias de bajo ingreso en toda la región. La mayoría de
las instituciones de microfinanzas líderes (que en su mayor parte han
seguido el proceso de upgrading) estudian actualmente mecanismos
que permitan la transferencia eficiente de estos fondos a los hogares , y
que den a los beneficiarios un mayor acceso a préstamos y cuentas de
ahorro que devenguen intereses.

5
Según las estimaciones preliminares del Fondo Multilateral de Inversiones del Banco
Interamericano de Desarrollo correspondientes a 2005.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 59

El posicionamiento estratégico es fundamental a la hora de es-

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tructurar una combinación de productos que dé una ventaja competi-

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tiva en términos de eficiencia en los costos y lealtad del cliente. En los
mercados maduros, los clientes exigen mayor variedad de productos
financieros y de precios. De cara a una demanda en franca evolución,
las instituciones de microfinanzas que siguieron el upgrading deberán
definir sus estrategias para completar su desarrollo como bancos mi-
noristas. Si bien no existe una “estrategia óptima”, no hay duda de que,
en última instancia, la típica institución de microfinanzas regulada se
verá atraída por la gama de productos de la clásica banca minorista. La
secuencia y los tiempos en que se llevará a cabo este proceso dependerá
de las condiciones del mercado, la capacidad de gestión y el entorno
regulatorio.

Diversificación de la base de clientes: ¿un cambio de misión?

En su misión inicial como ONG, la mayoría de las instituciones de


microfinanzas concedían exclusivamente préstamos de capital de tra-
bajo, para lo cual utilizaban una variedad de tecnologías de crédito,
especialmente mediante préstamos personales y solidarios. El caso de
Compartamos, en México, fue la excepción, ya que desde un comienzo
ofreció un producto con base en el concepto de banca comunal. Todas
estas instituciones tenían el mismo enfoque: prestar a hogares pobres
y de bajo ingreso, y a microempresarios, mediante un único producto
de microcrédito. Sin embargo, a través del proceso de upgrading, la
mayoría de las instituciones ampliaron su gama de productos y su base
de clientes. Una de las iniciativas más controvertidas ha sido ofrecer
servicios a pequeñas y medianas empresas de mayor envergadura y en
mejor posición. Este cambio a menudo ha generado críticas, por consi-
derarse que las instituciones de microfinanzas en proceso de upgrading
se “apartaron de su misión” y ya no tienen la misma dedicación para los
grupos de menor ingreso. En relación con estas críticas, se ha debatido
sobre la mejor forma de medir si las instituciones de microfinanzas
llegan efectivamente a los sectores con poco acceso o sin acceso a los
servicios bancarios.
60 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

El método generalmente aceptado entre las ONG para evaluar el

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mercado al que prestaban servicios era el tamaño del préstamo pro-

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medio. Se suponía que cuanto menor fuera, más pobres y excluidos
serían los clientes. Normalmente, las ONG otorgaban préstamos por
un valor promedio del orden de los US$300 y US$400, y ofrecían un
único producto: un préstamo de capital de trabajo con un plazo de cua-
tro a seis meses. Este valor creció en las instituciones de microfinanzas
que siguieron el upgrading, después de su transformación; en algunos
casos (como el de Finamérica), el crecimiento fue espectacular, como
se observa en el cuadro 2.3. Pero si bien la mayoría de las instituciones
de microfinanzas tenían préstamos promedio inferiores a los US$500
a mediados de los años noventa, actualmente tienen un rango mucho
más amplio en función de esta medida. Igualmente, aunque el espectro
de clientes que atienden y el tamaño de los préstamos que ofrecen es
más amplio, continúan teniendo una fuerte presencia entre los clientes
de ingreso bajo.
Hoy en día, muchos analistas siguen tomando en cuenta el tamaño
del préstamo promedio para caracterizar el mercado de las instituciones
de microfinanzas reguladas e ignoran los cambios fundamentales que
hacen de esa medida una herramienta cada vez más viciada para quienes
procuran entenderlo. Entre los cambios más importantes, se cuentan la
definición del mercado y la variedad de préstamos, en términos de su
monto y plazos ofrecidos. De hecho, posiblemente se necesiten nuevas
medidas para instituciones financieras que se han transformado en
bancos con servicios integrales y llegan a un segmento mucho más
amplio de clientes que las ONG con las que compiten. Al analizar los
productos de crédito de las instituciones de microfinanzas que siguie-
ron el upgrading, y los distintos importes y plazos que ofrecen, llama la
atención lo poco que revela el tamaño del préstamo promedio acerca
del mercado de destino, especialmente si se comparan estas instituciones
con las ONG que atienden la misma demanda con un único producto
de crédito. Un análisis más minucioso de tres instituciones reguladas
pone de relieve este punto.
Por ejemplo, Mibanco, en Perú, ofrece siete productos principales
de crédito, entre los que se incluyen préstamos de consumo, préstamos de
Cuadro 2.3. Características de los clientes de la cartera de préstamos de instituciones de
microfinanzas que han seguido el upgrading
Clientes de Clientes de Saldo Saldo promedio
la cartera la cartera promedio de de préstamos Préstamos Préstamos
Clientes de préstamos de PyMe préstamos como % del vigentes vigentes
Institución (cantidad) (cantidad) (cantidad) (US$) PIB per cápita <US$500 <US$1.000

Bancosol 121.914 82.118 611 2.039 185 42.969 53.429


Finamérica 125.489 26.800 279 1.338 54 10.319 17.088
PIONEROS

Compartamos 402.007 425.747 n.a. 359 5 248.634 353.952


Mibanco 113.242 128.782 4.000 a 1.129 48 68.134 94.709
Banco 115.451 77.663 1.803 1.739 158 32.333 51.235
Los Andes
ProCredit,
Bolivia
Banco 84.095 66.193 1.203 1.491 62 — 50.050
ProCredit,
El Salvador
Banco 57.989 54.990 863 1.051 121 — 42.682
ProCredit,
Nicaragua
Fuente : La información sobre las instituciones de Bolivia proviene de Asofin, 30 de septiembre de 2005, y del Boletín Informativo del 31 de diciembre de 2005, Superintendencia de Bancos y Entidades
Financieras, Bolivia.
Nota : Toda la información es al 30 de septiembre de 2005. Los guiones indican que la información no está disponible. n.a. = no aplicable.
EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS

a
Estimado.
61

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62 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

capital de trabajo, financiamiento hipotecario, préstamos para mejoras

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en el hogar y préstamos para pequeñas empresas. El plazo oscila entre

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10 y 18 meses; los préstamos hipotecarios se ofrecen por 18 meses, que
es un plazo considerablemente mayor que los cuatro a seis meses que se
ofrecían para productos anteriores, en particular, préstamos solidarios.
Para quienes los solicitan por primera vez, Mibanco ofrece inicialmente
importes de US$347 en el caso de préstamos de consumo, US$615 para
mejoras en el hogar, entre US$770 y US$970 para líneas de crédito y
préstamos particulares para capital de trabajo, o US$16.000 para la
compra de una vivienda. Prácticamente todos los clientes activos de
Mibanco (más del 90%) se concentran en estos tres o cuatro productos,
con un plazo promedio de 11 meses.
Un estudio reciente de los clientes de Mibanco trató de categorizar
a los clientes en función de la línea de pobreza del país y determinar el
porcentaje que se hallaba por debajo de este indicador al recibir su pri-
mer préstamo (Welch y Devaney, 2003). Prácticamente la mitad (49%)
de los clientes de Mibanco estaban por debajo en Lima, donde Mibanco
concentra su actividad, en comparación con un 40% de la población
total de esa ciudad que vive por debajo de la línea de pobreza. El estudio
también concluyó que las instituciones de microfinanzas de América
Latina quizás tengan menos probabilidades de llegar a los sectores más
pobres porque sus integrantes viven en áreas rurales y la actividad mi-
crofinanciera está concentrada en las áreas urbanas (donde vive más de
las tres cuartas partes de la población de la región).
Las características de la cartera de Bancosol son similares a las
de Mibanco, aunque se advierte una mayor diversidad de productos y
mayores plazos. Los préstamos personales para capital de trabajo co-
mienzan desde US$200 y tienen un plazo promedio de 18 meses. Los
préstamos solidarios para capital de trabajo comienzan desde US$150,
con un plazo de 16 meses. Los préstamos de menor cuantía (inferiores
a US$500) comienzan en US$50, con un plazo promedio de 12 meses y
un crédito promedio de US$360. Los préstamos de mayor cuantía des-
tinados a pequeñas y medianas empresas promedian los US$28.500, con
plazos de alrededor de 77 meses. Sólo 611 de los más de 82.000 clientes
de la cartera de préstamos han tomado esos préstamos. Un aspecto
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 63

interesante radica en que los préstamos de Bancosol para mejoras en

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el hogar, con un crédito promedio de US$4.500 y un plazo promedio

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de 39 meses, representan la porción de la cartera que crece con más
rapidez, pero la gran mayoría de los clientes activos se concentra en
los préstamos para capital de trabajo. Ninguna de estas variaciones se
ve reflejada en el tamaño del préstamo promedio, que al ser superior a
US$2.000 parecería sugerir que Bancosol trabaja con un mercado muy
diferente del de Prodem, la ONG que lo precedió.
Por el contrario, Compartamos ofrece únicamente dos productos,
pero tiene una cobertura superior al 95% de sus clientes activos (la ma-
yoría mujeres que viven en zonas rurales), con un modelo modificado
de banca comunal denominado Generadoras de Ingresos. Con plazos
de cuatro meses, los préstamos para capital de trabajo en zonas rurales
comienzan desde US$170 y tienen un saldo promedio de US$359. A
medida que Compartamos amplíe su oferta de productos, en especial
cuando ofrezca préstamos personales, es posible que el tamaño del prés-
tamo promedio también deje de ser tan útil para identificar el mercado
al que presta servicios la institución, ya que su base de clientes seguirá
siendo eminentemente la misma.
Pueden observarse tendencias similares en las instituciones de
ProCredit. La cartera de productos de Banco Los Andes ProCredit (Bo-
livia), Banco ProCredit (El Salvador) y ProCredit (Nicaragua) incluye
préstamos para empresas que superan los US$100.000 y plazos de hasta
siete años, así como préstamos para la vivienda con montos de entre
US$5.000 y US$6.000 (para nuevas viviendas) y plazos de hasta 10 años.
Sin embargo, su actividad principal sigue siendo la concesión de un gran
número de microcréditos. Alrededor del 80% de todos los préstamos
desembolsados por estas tres instituciones son inferiores a los US$1.000.
La cantidad otorgada ha aumentado de manera ininterrumpida desde
su transformación (véase el cuadro 2.4).
Estos datos sugieren que, lejos de sucumbir a un “cambio de misión”,
estas instituciones, con un tamaño de préstamo promedio un poco más
grande, llegan hasta un segmento de mercado mucho más amplio que
las ONG antecesoras y ofrecen plazos más largos, sin dejar de asignar
una proporción importante de su actividad de crédito a préstamos
64 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Cuadro 2.4 Cantidad de préstamos inferiores a US$1.000

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desembolsados por instituciones de microfinanzas que han

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seguido el upgrading
Institución/País 2002 2003 2004

Bancosol, Bolivia — — 49.443


Finamérica, Colombia 14.173 15.750 16.731
Compartamos, México 351.157 516.639 759.788
Banco Los Andes ProCredit, Bolivia 54.350 55.371 55.408
Banco ProCredit, El Salvador 58.020 69.206 82.414
Banco ProCredit, Nicaragua 29.979 36.980 47.077
Fuente: Compilación de los autores.
Nota : Los guiones indican que la información no está disponible.

de poca cuantía, destinados a personas que se hallan por debajo de la


línea de pobreza. Dado que su formalización les ha permitido crecer a
un ritmo más acelerado que las ONG, el hecho de que también lleguen
a otros mercados no desmerece que se hayan transformado en las más
importantes instituciones que prestan servicios financieros a los secto-
res pobres de sus países. Como parte de su evolución, administran una
cartera combinada, de la cual entre el 15% y el 20% está destinado a
préstamos para pequeñas empresas, que representan entre el 3% y el 4%
de los clientes activos, mientras que el resto se mantiene en una gran
variedad de productos que llegan hasta poblaciones de ingreso bajo.
A menudo se afirma que una mayor eficacia para la administra-
ción de préstamos de mayor cuantía incentiva a las instituciones de
microfinanzas para apuntar a segmentos de mayor poder adquisitivo
y que, de esa forma, se apartan de su misión. Si bien es cierto que las
instituciones de microfinanzas reguladas procuran generar una mayor
rentabilidad, su definición de mercado varía enormemente y responde
más a las decisiones estratégicas que adopta cada institución que al curso
natural e irreversible hacia un mercado diferente y en mejor situación.
La primera generación de instituciones microfinancieras con proceso de
upgrading atiende a un amplio espectro de clientes: están desde aquellas
cuyos clientes no han cambiado, como es el caso de Compartamos, hasta
otras que han incorporado a pequeñas empresas en gran medida, como
Banco Los Andes ProCredit.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 65

Los préstamos a pequeñas y medianas empresas (PyMe) pueden ser

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una parte fundamental de una estrategia comercial donde la reputación

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y proveer acceso a trabajadores asalariados de bajo ingreso (es decir,
los empleados de las PyMe) también son importantes para ampliar la
base de depósitos, en mercados donde el sector financiero formal no
satisface adecuadamente las necesidades de este segmento. Se trata de
una oportunidad de mercado que pueden aprovechar las instituciones
de microfinanzas formalizadas, ya que tienen acceso a una base de fi-
nanciamiento mucho más amplia. Algunos de sus microclientes crecen
significativamente y demandan los tipos de servicios que normalmente
requieren las PyMe. Gracias a todo esto, las instituciones formalizadas
pueden establecer una estructura de costos más eficiente que, en última
instancia, les permite ofrecer servicios con mejores condiciones, lo que
redunda en beneficio de microempresas y PyMe.
Sin embargo, la teoría de que cuanto mejor es la condición del
mercado y más grande el monto de los préstamos, mayor es el nivel
de rentabilidad de las instituciones de microfinanzas, no se verifica en
el grupo de instituciones de la primera generación. Los préstamos de
mayor cuantía tienen márgenes significativamente menores, puesto que
la competencia de los bancos comerciales es mayor. Más aún, producen
la concentración del riesgo y pueden deteriorar la calidad de la cartera.
El caso de Compartamos, que exhibe sistemáticamente la tasa más alta
de rentabilidad sobre el patrimonio mientras sigue atendiendo al mis-
mo mercado rural de muy bajo ingreso, indica que las instituciones de
microfinanzas pueden ser muy rentables en sus mercados principales.
En los entornos urbanos más competitivos, donde la penetración de las
microfinanzas es fuerte, las instituciones suelen buscar clientes en un
espectro más amplio que en los mercados menos saturados, pero esto
obedece más a la competencia que a la naturaleza regulada de las que
se han formalizado mediante el upgrading.
De todos modos, la administración de una base de clientes y de
productos más diversa no deja de ser un desafío para las instituciones de
microfinanzas. Sería ingenuo suponer que las instituciones orientadas a
grupos de ingreso más bajo pueden integrar rápidamente a PyMe con
mejor situación económica y a clientes depositantes; se requieren distintos
66 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

estilos para distintos grupos de destino. Sin embargo, los directivos y los

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propietarios de las instituciones que siguieron el upgrading normalmente

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son conscientes de esta tensión y la manejan con delicadeza.

Desempeño financiero

Las instituciones formalizadas mediante el proceso de upgrading han


tenido un buen desempeño financiero: mantuvieron la calidad de su
cartera de préstamos, aumentaron los niveles de eficiencia y renta-
bilidad, y accedieron a fuentes comerciales de financiamiento. En la
actualidad, el desempeño de estas instituciones está a la par del de las
instituciones financieras líderes de sus países, cuando no las supera,
mientras prestan servicios a clientes pobres y de ingreso bajo, muchos
de los cuales no habían tenido acceso a un banco antes. En general, su
desempeño financiero ha mejorado después del upgrading. A pesar de
los reveses sufridos en medio de la recesión en Bolivia y en otros países,
sigue siendo sólido de acuerdo con una serie de mediciones, entre las
que se incluyen la cartera en riesgo, la eficiencia y la rentabilidad (véase
el cuadro 2.5).

Alta calidad de la cartera de préstamos

Un aspecto fundamental para mantener la rentabilidad y el buen des-


empeño financiero general de cualquier institución de microfinanzas
radica en la calidad de su cartera de préstamos. El indicador específico
que más a menudo se utiliza para medir el desempeño de estas institu-
ciones es la cartera en riesgo con morosidad de más de 30 días (PaR30).6
Las siete instituciones de microfinanzas estudiadas en este capítulo,
por lo general, consideran que los pagos vencidos constituyen uno de
los indicadores fundamentales de solidez financiera, y han invertido
importantes recursos para un seguimiento y una administración eficaz
de la cartera. Entre ellas, el indicador PaR30 se sitúa entre un 0,6% y

6
La cartera en riesgo (PaR, por sus siglas en inglés) mide el valor vigente de los préstamos
que registran morosidad como porcentaje de la cartera total.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 67

Cuadro 2.5 Desempeño de las microfinancieras con upgrading,

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en comparación con promedios por país

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(porcentaje)
Gastos
operativos/
Mora Cartera
País Institución 30 díasa ROA ROE promedio

Bolivia Banco Los Andes ProCredit 1,95 0,60 8,00 12,50


Bancosol 5,40 1,30 11,00 12,60
Promedio del sector financiero 13,68 0,42 4,21 6,85
Colombia Finamérica 4,20 1,90 11,30 16,30
Promedio del sector financiero 3,15 2,66 24,50 9,35
El Salvador Banco ProCredit 2,07 1,30 10,00 12,50
Promedio del sector financiero 2,16 1,05 9,64 4,62
México Compartamos 0,60 20,00 54,00 35,60
Promedio del sector financiero 1,99 1,91 15,69 5,08
Nicaragua Banco ProCredit 1,89 4,00 25,10 15,90
Promedio del sector financiero 2,38 2,17 26,80 9,55
Perú Mibanco 2,90 5,80 33,90 18,80
Promedio del sector financiero 2,68 1,53 21,28 6,81
Fuente : México: CNBV (2005); Nicaragua: Felaban (octubre de 2005); otros países: Felaban (septiembre de 2005).
Nota : Toda la información es al 30 de septiembre de 2005.
a
Cartera en riesgo mayor a 30 días. Para el caso del sector financiero, esta tasa se calcula sumando la cartera de
préstamos morosos y los préstamos en gestión judicial y se los calcula como porcentaje de la cartera total.

un 5,4%, cifras que resultan satisfactorias en comparación con el sector


bancario en su conjunto en los países donde operan. En los últimos
años, el PaR30 ha adoptado distintos patrones entre las instituciones
de microfinanzas que siguieron el proceso de upgrading, pero la calidad
general de los activos ha sido elevada.
Varias de estas instituciones han tenido períodos de alta morosidad
en distintas épocas. La presencia de instituciones de crédito para consumo,
con mayor tolerancia a la morosidad que las instituciones de microfi-
nanzas , condujo al sobreendeudamiento sistemático de los clientes en
algunos países. Esta situación, que se vivió en Bolivia a fines de los años
noventa, provocó el deterioro de las carteras de todas las instituciones
de microfinanzas y, en definitiva, condujo al desmoronamiento de la
mayoría de las instituciones de crédito de consumo. Algunas instituciones
de microfinanzas, como Bancosol, se vieron más seriamente afectadas,
pero en todos los casos disminuyó la calidad de las carteras.
68 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Todas las instituciones de microfinanzas que siguieron el proceso

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de upgrading que se analiza en este capítulo se vieron afectadas por crisis

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de distinta índole, pero su desempeño tiende a ser mejor que el de las
instituciones bancarias y su recuperación más rápida (véase el capítulo
5). En general, el mercado microfinanciero no se ve tan seriamente
afectado por las crisis financieras, debido a la capacidad de recuperación
de las microempresas y a su concentración en la producción de bienes
y servicios para el mercado local. Aun así, puede verse diezmado por
una catástrofe natural, como sucedió en América Central durante el
huracán Mitch.
El proceso de upgrading y la consiguiente supervisión regulatoria
han fortalecido la administración en todas las áreas clave del negocio y
han sido especialmente importantes para mantener la calidad de la car-
tera de préstamos. Sin embargo, algunas instituciones de microfinanzas
han tenido dificultades debido a administraciones deficientes y controles
poco rigurosos que, o bien ignoraban los problemas de la cartera en
riesgo, o bien intentaban resolverlos mediante la reestructuración de
préstamos. La administración deficiente de la cartera fue más evidente
en Finansol, antecesora de Finamérica, que estuvo a punto de quebrar
en 1996. En este caso, la connivencia entre un miembro del directorio y
la administración, y la decisión irresponsable de usar la ONG asociada
para encubrir una cartera improductiva, provocaron grandes pérdidas
para esa institución. La experiencia puso de relieve la importancia del
gobierno corporativo activo de todos los accionistas, además de una
supervisión rigurosa de la administración.
A fin de mejorar la calidad de sus carteras, las instituciones de
microfinanzas con problemas instrumentaron cambios drásticos en la
administración, las políticas y las metodologías de crédito, las metas de
crecimiento, y las políticas de constitución de reservas y de cancelación
de deudas incobrables. La mayoría de las siete instituciones que se es-
tudian en este capítulo ha contratado una nueva administración, ya sea
para resolver problemas relativos a su desempeño o para avanzar hacia
nuevos niveles de crecimiento. También intensificaron el seguimiento
de sus carteras para poder responder con rapidez ante un aumento de la
cartera en riesgo por encima de los niveles convenientes, generalmente
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 69

un PaR30 del 4%. Asimismo, mejoraron las metodologías de crédito;

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para ello, se ocuparon de estrechar más la relación con sus clientes,

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perfeccionar las evaluaciones de préstamos, implantar procedimientos
más rigurosos, y formar al personal y darle incentivos en función de la
calidad de la cartera. Las instituciones de microfinanzas han consolidado
sus carteras y han reducido sus metas de crecimiento, especialmente
en Bolivia. Por otra parte, durante la primera década del proceso de
upgrading, normalizaron sus políticas de castigos a deudas morosas y
aumentaron los niveles de las reservas; ambas medidas contribuyeron
a su solidez y estabilidad como instituciones financieras.
En líneas generales, el desempeño de la cartera de las institu-
ciones de microfinanzas en proceso de upgrading se mantuvo sólido.
Las que se constituyeron en bancos comerciales casi siempre tienen
resultados superiores a los de otras instituciones financieras de sus
países, en términos de la calidad de las carteras de préstamos y del
desempeño financiero general, y ocupan el primer o segundo lugar.
Esto ha sucedido con Bancosol, Banco Los Andes ProCredit y Mibanco.
En muchos casos, las políticas de las instituciones de microfinanzas en
materia de provisiones para créditos morosos son más rigurosas que
las que establecen las autoridades regulatorias. Este factor contribuye
significativamente a la robustez que demuestran como instituciones
financieras y es un elemento esencial que las ayuda a capear las crisis,
si bien es cierto que esto puede contribuir a reducir las utilidades a
corto plazo.
Con el tiempo, la magnitud de las cancelaciones de deudas in-
cobrables también ha sido más que aceptable y con pérdidas mucho
menores que la que establecen las normas del sector bancario. En el
caso de Bancosol, a pesar de las marcadas repercusiones de la crisis de
los préstamos de consumo en Bolivia y de los altos niveles de morosidad
que mantuvo durante dos años, la institución apenas asignó a pérdidas
US$11 millones en un total de más de US$1.100 millones que lleva
prestados. Banco Los Andes ProCredit ha asignado a pérdidas alrede-
dor de US$4 millones, lo que equivale al 2% de la cartera de préstamos
vigentes al cierre de cada ejercicio. Durante el mismo período, Banco
ProCredit (El Salvador), en un entorno mucho más favorable, tan sólo
70 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

ha perdido alrededor del 0,5% del volumen de préstamos vigentes al

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cierre de cada ejercicio. Todo indica que estas instituciones de micro-

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finanzas transformadas mantendrán altas tasas de repago, se ocuparán
con eficacia de la morosidad de la cartera cuando esta exceda los niveles
aceptables y seguirán aplicando políticas prudenciales de provisiones
para créditos incobrables.

Incrementar la eficiencia

Un aspecto sorprendente es que la eficiencia, en tanto concepto ope-


rativo, es un elemento relativamente nuevo para las microfinanzas. Se
transformó en un factor de peso cuando surgió la competencia entre
sus instituciones, en la segunda mitad de los años noventa, a partir de la
cual la reducción de los costos operativos pasó a ser una consideración
fundamental. Al aumentar la eficiencia, se reducen los costos operativos
expresados como porcentaje de la cartera y, de esta forma, aumenta la
utilidad neta y mejoran los resultados. Asimismo, esto permite que las
instituciones de microfinanzas reduzcan las tasas de interés que cobran,
lo que se traduce en un beneficio para los clientes y para las propias
instituciones, que se tornan más competitivas.
Las instituciones de microfinanzas transformadas mediante el
proceso de upgrading han recurrido a distintas medidas para reducir
costos. Entre las más importantes, cabe citar las siguientes:

• La contratación de oficiales de crédito experimentados y el


desarrollo de una base de clientes leales, medidas estas que
aumentan la productividad.
• El desarrollo de productos mejorados, lo que incluye la reduc-
ción significativa de los requisitos de garantía y documentación
para acelerar el desembolso de los microcréditos.
• Operaciones de reingeniería, tanto en las sucursales como en
la casa matriz.
• La introducción de nuevas tecnologías; esto incluye el scoring
estadístico y los asistentes personales digitales, que aumentan
la productividad de los oficiales de crédito.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 71

• El aprovechamiento de la tecnología, por ejemplo, tarjetas

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inteligentes y cajeros automáticos, para diseñar productos de

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crédito que mejoren la calidad y reduzcan los costos de sus
operaciones de préstamo.
• La utilización de información de mercado para segmentar la
oferta y comprender mejor cómo dar un servicio más eficiente
y eficaz al cliente.

La innovación constituye una parte importante del éxito de las


instituciones de microfinanzas transformadas por el upgrading, es-
pecialmente hoy, cuando la eficiencia adquiere aún más importancia
en mercados microfinancieros altamente competitivos. Además de las
presiones competitivas sobre las tasas de interés, la urgencia de estas
instituciones por recortar costos se ha visto incrementada por su deseo
de ampliar la cobertura y de llegar a un mayor número de clientes de
bajo ingreso y no bancarizados.
Como sucede en el negocio bancario tradicional, las instituciones
de microfinanzas modificadas por el upgrading y sus pares enfrentan
continuamente el desafío de tener que aplicar la tecnología adecuada
para automatizar, integrar y rediseñar los procesos comerciales a fin
de mejorar la eficiencia, el servicio al cliente y la calidad del producto.
Han introducido tecnologías experimentales, incluso la utilización
de Palm Pilots para crear sistemas electrónicos de procesamiento de
micropréstamos y el scoring estadístico para automatizar parcialmente
los procesos de toma de decisiones. Estas tecnologías son actualmente
moneda común en las instituciones de microfinanzas (véase el capítulo
6). Y a la hora de explicar esa mayor eficiencia no debe subestimarse la
importancia de los factores “blandos” en una mejor gestión de recursos
humanos, producto de una mayor experiencia, una administración más
sólida, una propiedad más transparente y los excelentes resultados del
proceso de upgrading.
El nivel de eficiencia varía entre las distintas instituciones de
microfinanzas, pero en todas ha aumentado a partir del proceso de
upgrading. La competencia es un factor que se correlaciona con un alto
nivel. Bolivia constituye un ejemplo interesante. Cuando la primera
72 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

ONG se transformó en Bancosol, en 1992, sus costos operativos eran

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ampliamente superiores al 60% de su cartera de préstamos. Al intensi-

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ficarse la competencia, a fines de los años noventa, la eficiencia en las
operaciones se convirtió en un elemento esencial para que las institu-
ciones de microfinanzas pudieran conservar sus mercados y crecer. En
la actualidad, Bolivia es quizás el mercado más competitivo de América
Latina y allí funcionan cuatro de las instituciones de microfinanzas más
eficientes de la región. Los costos operativos expresados como porcentaje
de la cartera de préstamos de las cuatro instituciones de microfinanzas
líderes, incluidas Bancosol y Banco Los Andes ProCredit, oscilan entre
un 10% y un 13%, y representan niveles de eficiencia que alguna vez se
consideraron imposibles.
En mercados menos competitivos, no se verifica aún que la eficiencia
sea un elemento indispensable para el crecimiento y la sostenibilidad de
las instituciones de microfinanzas modificadas por el proceso de upgra-
ding. Sin embargo, al prepararse para competir, estas instituciones deben
realizar importantes esfuerzos para mejorar su eficiencia. La Financiera
Calpiá (hoy Banco ProCredit), de El Salvador, dio el puntapié inicial a
fines de los años noventa, al recortar sus tasas de interés significativa-
mente para que sus productos fueran más competitivos. Esto no hubiera
sido posible si la institución hubiese mantenido su antigua estructura
de costos. Mibanco tampoco tenía muchos incentivos para reducir sus
costos cuando comenzó a funcionar como una institución regulada en
un mercado sin competencia. Pero procuró anticiparse aumentando su
eficiencia. Entre 2000 y 2005, redujo sus costos en más de la mitad, hasta
un 18,8% de su cartera, todavía por encima de los niveles alcanzados en
Bolivia. Entretanto, las tasas de interés generales también disminuyen
en Perú gracias al ingreso de más bancos comerciales en el mercado de
las microfinanzas.
En las instituciones de microfinanzas transformadas mediante el
proceso de upgrading, la variación en los costos operativos se ha visto
reflejada en la reducción de las tasas de interés que cobran a sus clientes
y los cambios más significativos han tenido lugar en entornos compe-
titivos. Bolivia tiene las tasas de interés efectivas más bajas de la región:
en menos de tres años, descendieron casi a una tercera parte.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 73

Resulta asombroso que, a pesar de las mayores presiones de precios

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en todos los mercados microfinancieros, originadas por la competencia

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de instituciones de microfinanzas eficientes y bancos comerciales que
ofrecen financiamiento para consumo, y pese a la inversión considerable
que se necesita para desarrollar la base de depósitos y ampliar el abanico
de productos, los niveles de rentabilidad se han mantenido sistemáti-
camente sólidos. Esto es reflejo de la sorprendente robustez que tienen
estas instituciones y sus clientes.

Rentabilidad

Antes de que naciera el fenómeno del upgrading, la rentabilidad era casi


una mala palabra para muchos de los que trabajaban en microfinanzas.
Sin embargo, constituye la clave de la sostenibilidad de estas institucio-
nes, pues obliga a los microprestamistas a cubrir sus costos, les permite
tener el acceso al financiamiento y a la experiencia técnica necesarios
para su crecimiento, y los mantiene centrados en la prestación de servi-
cios eficientes a sus clientes. Sin embargo, el nivel de rentabilidad varía
sensiblemente entre las instituciones de microfinanzas transformadas
mediante el upgrading: algunas conservan altos niveles, mientras que a
otras no les va tan bien (véase el cuadro 2.5). Por ejemplo, Finamérica,
en Colombia, está obligada a operar con un tope a la tasa de interés fijado
por el gobierno; esto hace que sea extremadamente difícil alcanzar el
punto de equilibrio. En el otro extremo del espectro, Compartamos, en
México (en 2004 y 2005), y ProCredit, en Nicaragua (en 2004) exhiben
rentabilidades muy elevadas. Las grandes utilidades de Compartamos le
han permitido crecer a niveles increíbles, llegando a superar los 400.000
clientes activos en septiembre de 2005. La mayoría de las instituciones
de ProCredit también han mantenido altos niveles de utilidades, a pesar
de las fuertes inversiones realizadas durante su etapa de transformación
en 2004 y 2005.
Con la intensificación de la competencia en algunos de los mercados
donde operan las instituciones de microfinanzas transformadas por el
upgrading, la rentabilidad sobre los activos (ROA) ha mermado sensi-
blemente debido al descenso de las tasas de interés (si bien esto cambia
74 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

considerablemente de un año a otro). Por lo general, se considera que la

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rentabilidad sobre el patrimonio (ROE) es un indicador de rentabilidad

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más adecuado. El nivel de ROE se ha mantenido elevado, en un rango
apenas superior al 20% en los mercados competitivos. En otros casos,
como en Compartamos, ese rango se ha duplicado cómodamente de-
bido al elevado nivel de las tasas de interés cobradas. Si bien las fuertes
inversiones realizadas por las instituciones de ProCredit en 2004 y 2005
tuvieron un efecto negativo transitorio sobre el ROE, la alta rentabilidad
general de las siete instituciones de microfinanzas estudiadas en este
capítulo es posible pese a las altas tasas de crecimiento y a la inversión
continua en ampliación de la cobertura y diversificación de productos.
Se requiere una rentabilidad relativamente elevada a fin de generar
utilidades retenidas, que sustenten la base de capital de instituciones
de rápido crecimiento.
Si bien estas instituciones han tenido excelentes resultados en
sus países, no han escapado a los efectos de la inestabilidad política,
las crisis financieras y los desastres naturales, en distintas épocas y con
distinto nivel de gravedad, en casi todos los países incluidos aquí. De
todas formas, han demostrado tener mayor capacidad para soportar
los shocks económicos que la mayoría de las instituciones financieras.
El hecho de que Bancosol y Banco Los Andes ProCredit no hayan in-
terrumpido su fuerte crecimiento y hayan mantenido niveles holgados
de rentabilidad en Bolivia, durante un período de gran inestabilidad
política y económica, es un testimonio contundente de la capacidad
de recuperación del grupo central de microclientes. Aun así, al evaluar
el desempeño a largo plazo de las instituciones de microfinanzas, debe
tenerse en cuenta el riesgo país al que están expuestas. Es en parte por
este riesgo que las instituciones de microfinanzas transformadas deben
mantener niveles elevados de ROE y ROA, para seguir atrayendo las
inversiones que necesitan para crecer.
A medida que estas instituciones sigan afianzándose como entidades
financieras, seguramente registrarán rentabilidades sobre el patrimonio y
sobre el activo en un rango más acotado que en la actualidad. De hecho,
es probable que el rango del ROE se estreche en torno a un 20% y un
25%. Este es el nivel de rentabilidad registrado para las instituciones
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 75

con desempeño más destacado en los últimos años, incluidas las que

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funcionan en entornos muy competitivos, como Bolivia, las cuales

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proporcionan la mejor estimación del nivel de utilidades que pueden
alcanzar las instituciones bien administradas.
Los niveles relativamente elevados de rentabilidad de las insti-
tuciones de microfinanzas han dependido, y mayormente seguirán
dependiendo, de que se mantenga una elevada calidad en la cartera de
préstamos, se mantengan las tasas de interés de mercado, se reduzcan
los costos de transacción y se incremente la eficiencia, en medio de la
presión cada vez mayor de los márgenes sobre las tasas de interés.

Diversificación de las fuentes de financiamiento comercial

Una motivación fundamental para el proceso de upgrading fue la po-


sibilidad de acceder a un mayor volumen de financiamiento a menor
costo, lo que efectivamente se ha cumplido. Las siete instituciones de
microfinanzas que se estudian en este capítulo tienen acceso a vastas
fuentes de financiamiento para sus operaciones y procuran recurrir a
financiamiento mediante pasivos, para evitar la concentración o depen-
dencia de una única fuente de recursos. Estas instituciones se esfuerzan
por obtener fuentes eficaces, aunque en algunos países los mercados de
capital donde operan están saturados de emisiones de deuda y existen
crecientes opciones de financiamiento de deuda en mercados interna-
cionales. Como se indicó, los depósitos en cuentas de ahorro representan
una fuente cada vez más importante para estas instituciones.
Un elemento clave para poder acceder a fuentes comerciales de
financiamiento en términos asequibles ha sido el sólido desempeño
financiero de estas instituciones y el fortalecimiento de sus estructuras
de administración y propiedad, lo que les ha valido sólidas calificaciones
de las agencias internacionales.
Las instituciones de microfinanzas transformadas por el upgrading
tienen en común tres preocupaciones principales al recurrir a financia-
miento mediante deuda. En primer lugar, se esfuerzan por diversificar
la estructura de pasivos para evitar una concentración que pueda po-
ner en peligro su liquidez o afectar la correspondencia entre activos y
76 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

pasivos. En segundo lugar, debido a su potencial de volatilidad, tienden

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a mantener niveles conservadores de apalancamiento (en algunos casos

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de apenas seis o siete veces), si bien deben equilibrar estos niveles con
metas de rentabilidad, especialmente en mercados altamente competi-
tivos. En tercer lugar, procuran administrar el riesgo de tipo de cambio,
particularmente en países que no están dolarizados y donde se ofrecen
cuentas en monedas fuertes.

Préstamos comerciales. Las instituciones de microfinanzas que pasaron


por el upgrading toman prestado de un amplio espectro de fuentes,
tanto locales como internacionales. En este sentido, su principal pre-
ocupación radica en negociar las mejores tasas de interés para mantener
bajos sus costos financieros. La exposición al riesgo de tipo de cambio
limita el grado en que estas instituciones pueden depender de prés-
tamos comerciales en divisas en el mercado internacional. Cuando el
euro se apreció rápidamente frente al dólar, Banco Ademi, de República
Dominicana, comprendió que la deuda denominada en euros presenta
un riesgo sustancial para una institución que presta en moneda local.
Actualmente, pocas instituciones de microfinanzas recurren en gran
medida a préstamos subsidiados, debido a que hay menos préstamos
disponibles con los volúmenes necesarios, a que este tipo de préstamos
distorsionan sus balances y reducen su control, y a que, en el largo plazo,
pueden no ser tan favorables.

Bonos/papeles comerciales. En los últimos años, dos instituciones, Com-


partamos y Mibanco, han emitido títulos en sus mercados locales para
financiar sus operaciones. Compartamos, con una calificación de A+
según Standard & Poors, emitió bonos por valor de US$17 millones,
denominados en pesos mexicanos. Tras el buen resultado obtenido,
estableció un programa de emisión de bonos por un valor de US$46
millones. Mibanco ha utilizado garantías de USAID (Agencia de Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional) y de la CAF (Corporación An-
dina de Fomento) para emitir títulos por un valor de US$10 millones en
el mercado peruano. Bancosol tiene líneas de crédito externas de US$55
millones, lo que equivale aproximadamente a un tercio de sus activos.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 77

Las instituciones de microfinanzas del grupo de bancos ProCredit se

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han visto beneficiadas, ya que su empresa controlante, ProCredit Hol-

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ding, tiene acceso a financiamiento en los mercados internacionales de
capital para represtar a sus subsidiarias. Banco ProCredit Ecuador está
experimentando con la emisión de bonos locales en la región.

Estructuras de propiedad más transparentes

Otro factor fundamental para mantener el desempeño de estas institu-


ciones han sido las fuertes estructuras accionarias y de administración
surgidas durante el proceso de upgrading. Así se formalizó también el
papel fundamental que han tenido IPC y ACCIÓN en la creación de
estas entidades (véase cuadro 2.6). Una institución de microfinanzas
dinámica y con orientación comercial, en mercados cada vez más
competitivos, debe recurrir a estrategias y procesos muy distintos; esto
incluye nuevas formas de gobierno corporativo y un directorio capaz
de desempeñar una función informada en una entidad financiera re-
gulada. Las instituciones transformadas por el upgrading requieren que
los propietarios estén de acuerdo con la doble meta de rentabilidad y
desarrollo.
Cuando la ONG se estructura con prudencia y el directorio está
comprometido con las buenas prácticas comerciales y con la misión
de toda institución de microfinanzas, se ha visto que los resultados
son satisfactorios. Este ha sido el caso de Fundasal, en El Salvador, de
la ONG Pro Crédito Bolivia y de Acción Comunitaria, en Perú. De las
siete instituciones que se estudian en este capítulo, sólo Mibanco tiene
como accionista mayoritario (con el 60%) a una ONG. Para subsanar
el problema que presenta la falta de experiencia financiera de los fun-
cionarios de la ONG, Mibanco está tratando de reducir la proporción
de las operaciones a cargo de la misma y de diversificar las fuentes de
financiamiento.
Esto constituye un gran avance en relación con las ONG no re-
guladas, sin un accionista mayoritario profesional. Las ONG no tienen
verdaderos propietarios y si un directorio es débil, el poder se traslada
a la administración. Su participación en el capital de instituciones de
78

Cuadro 2.6. Estructura de propiedad de las instituciones de microfinanzas que han seguido el upgrading
(porcentaje)
Donante
internacional/ ACCIÓN
Institución Investments Otros
financiera o ProCredit ACCIÓN fondos Inversionistas
Institución ONG internacional Holding Gateway especializados particulares Otros

Bancosol 20 0 21,9 23,9 0 19,2 15


MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO

Finaméricaa 0 0 0 9 0 0,65 90,35a


Y

Compartamos 39 10 0 18 0 33 0
Mibanco 63,9 3,8 8,9 6,3 11,4 0,7 5
Banco Los Andes ProCredit 14,6 0b 83,6b 0 0 1,8 0
Banco ProCredit, El Salvadorb 1 0b 98,6b 0 0 0,4 0
Banco ProCredit, Nicaragua 17,7 0 81,6 0 0 0,7 0
GABRIEL SCHOR

Fuente: Compilado por los autores a partir de información de las empresas.


Nota : Toda la información es al 30 de septiembre de 2005.
a
En Finamérica, “otros” inversionistas hace referencia a cuatro cajas de compensación, un tipo de fondo de pensión del sector público y privado en Colombia.
b
ProCredit Holding adquirió su participación en Banco Los Andes ProCredit de la institución financiera internacional (BIO). También concretó la compra de todos los demás accionistas de Banco ProCredit
El Salvador.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 79

microfinanzas ha generado dificultades en algunos casos muy conoci-

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dos. En la Financiera Calpiá, de El Salvador, distintos grupos dentro

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de la ONG controlante, AMPES, se disputaban el control de la parti-
cipación de la ONG, lo que complicó la administración de la empresa
financiera. En ese momento, AMPES era titular de al menos la mitad
(50%) del capital de Calpiá, pero finalmente vendió sus acciones a
ProCredit Holding.
Tras el proceso de upgrading, una relación permanente entre la ONG
y la nueva institución de microfinanzas también puede ser problemática,
si la ONG sigue funcionando como entidad operativa. Esto es lo que
sucedió en el caso de Finansol/Finamérica en Colombia. La institución de
microfinanzas transfirió los créditos incobrables a la ONG y remuneró a
su personal de extensión en función del número de clientes que traían a
la institución financiera. Con la crisis de Finansol, ACCIÓN International
aprendió que debía tomar una posición más activa en el gobierno de la
institución; actualmente, ACCIÓN tiene una presencia mucho mayor
en el directorio de cada institución de microfinanzas afiliada y supervisa
sus actividades y desempeño con mayor rigurosidad.
El delicado equilibrio entre la meta de desarrollo y la de renta-
bilidad, en el directorio y entre los propietarios, es fundamental para
garantizar que las instituciones de microfinanzas respondan adecua-
damente a sus dos medidas de resultados: la rentabilidad financiera
y la rentabilidad social. Cuando los propietarios tienen un compro-
miso genuino con el grupo de destino y con las metas de desarrollo,
es probable que las instituciones mantengan su especialización. Los
bancos especializados en servicios financieros para microempresas y
grupos de bajo ingreso (hayan sido fundados mediante un proceso de
upgrading o desde cero) seguirán siendo actores importantes en los
sectores financieros de países en desarrollo y economías en transición
en el futuro próximo, aun cuando los bancos comerciales ingresen en
el mercado de las microfinanzas. Hasta el momento, las evidencias
sugieren que estos tienen un mayor compromiso con la cobertura
del grupo de destino y con la innovación para elaborar productos
dirigidos a ese grupo.
80 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

El surgimiento de fondos especializados y grupos

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internacionales de microfinanzas

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El surgimiento de fondos que se especializan en invertir en instituciones
de microfinanzas ha fortalecido el proceso de upgrading. Incluso después
de haberse demostrado que las microfinanzas pueden ser rentables, los
inversionistas comerciales aún se mostraban renuentes a ingresar en este
segmento de mercado, por lo que el acceso al financiamiento a largo
plazo que ofrecen los fondos especializados fue fundamental. Hoy en
día, estos fondos, incluidos los fondos dirigidos por ACCIÓN e IPC,
siguen teniendo protagonismo, no sólo participando en el proceso de
transformación de ONG en instituciones financieras reguladas y apo-
yando su crecimiento, sino también creando instituciones totalmente
nuevas.
Los fondos de inversión especializados, en su mayoría organizados
como asociaciones de los sectores público y privado, han resultado ser
accionistas más apropiados de las instituciones microfinancieras que las
ONG, tanto en términos de la estructura de incentivos como de gobierno.
Además, pueden aprovechar la vasta experiencia recogida de distintas
inversiones y mercados. Los administradores del fondo son capaces de
tomar decisiones con rapidez, por ejemplo, para atender solicitudes de
aportes de capital que requieran una respuesta rápida. La capacidad
especializada para identificar instituciones de microfinanzas en las
que invertir, la habilidad para ejercer la función de gobierno con más
eficacia y la estructura que permite una respuesta oportuna para cada
situación en particular hacen de estos fondos especializados un vehículo
ideal mediante el cual los organismos internacionales para el desarrollo,
como el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) y la Corporación
Financiera Internacional (CFI), han podido respaldar el crecimiento de
la industria microfinanciera en los últimos años.
El primer fondo de inversión especializado en microfinanzas fue
ProFund, creado por ACCIÓN International (Estados Unidos), Fundes
(Suiza), SIDI (Francia), Calmeadow Foundation (Canadá) y un inver-
sionista particular (Bolivia). La clave del éxito que tuvo la campaña de
financiamiento de ProFund radicó en los compromisos asumidos desde
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 81

un comienzo por el BID/Fomin, la Seco (State Secretariat for Economics

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Affaris, Suiza), la Argidius Foundation y Calvert Foundation (Silva,

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2005). Le sucedieron otros vehículos de inversión, tales como LACIF,
Blue Orchard Finance, Sarona Global Investment Fund y Africap Mi-
crofinance Fund. Un estudio reciente identificó 38 fondos de inversión
especializados en microfinanzas y, al menos, otros cinco cuya constitución
estaba prevista en 2005 (Goodman, 2005).
El objetivo principal de estos fondos es preservar el capital y ob-
tener una rentabilidad sobre la inversión. Procuran armar una cartera
equilibrada, en términos de riesgo país y en cuanto a la distribución de
inversiones en micro y pequeñas empresas, de acuerdo con las pautas
establecidas en los instrumentos de constitución de cada fondo. Pero
estos propietarios también tienen un interés a largo plazo en el éxito de
las microfinanzas. La mayoría de los fondos tienen una participación
activa en el gobierno de las instituciones en las que invierten, ya que
comparten sus conocimientos mediante su presencia en el directorio
de la institución y aportan un enorme bagaje de experiencia acumulada
en su participación en otras instituciones de microfinanzas, en carácter
de accionistas o de acreedores.
Un hecho de particular importancia para las instituciones estudia-
das en este capítulo ha sido la decisión de IPC y ACCIÓN International
de establecer sus propias sociedades de inversión: ProCredit Holding AG
y Acción Investments in Microfinance, SPC (véase el cuadro 2.7). En su
carácter de propietarios, IPC y ACCIÓN han demostrado la importante
influencia que tiene la combinación de pericia técnica, experiencia y
recursos financieros sobre la evolución de las instituciones transfor-
madas mediante el proceso de upgrading. Con estos tres elementos,
han contribuido a la viabilidad comercial de las instituciones, con una
rentabilidad satisfactoria sobre la inversión. Además, esta experiencia
ha dado lugar a numerosas lecciones que redundaron en beneficio de
sus afiliadas y de otras instituciones de microfinanzas del mundo. Sin
embargo, muchos otros fondos de inversión de microfinanzas se inclinan
más por invertir en deuda en lugar de capital, a fin de contrarrestar los
riesgos asociados con la inversión en instituciones de microfinanzas
jóvenes que tienen una limitada experiencia de gestión.
82 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Cuadro 2.7 Compañías de inversión especializadas formadas

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por ACCIÓN e IPC

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ACCIÓN Investments ProCredit
in Microfinance, SPC Holding AG

Capital total, junio de 2005 US$19,5 millones €90 millones


(US$109 millones)
ROE, 2004 6,37% (primer año 12,6%
de operaciones)
Accionista fundador ACCIÓN International IPC GmbH, IPC Invest
(personal de IPC)
Otros accionistas Gray Ghost, Andromeda y DOEN Foundation,
del sector privado otros inversionistas ResponsAbility, Andromeda
particulares del sector privado Fund, Fundasal
Accionistas de instituciones BID/Fomin, IFC, KfW, FMO, BIO, KfW Group (incluyendo
financieras internacionales Finnfund DEG), IFC, FMO, BIO
Cantidad de inversiones 6 19
en instituciones de micro-
finanzas de todo el mundo
Compañías de la región • Bancosol, Bolivia • Banco Los Andes
en las que han invertido • Banco Solidario, Ecuador ProCredit, Bolivia
• Mibanco, Perú • Banco ProCredit,
El Salvador
• Apoyo Integral, El Salvador • Banco ProCredit,
Nicaragua
• Visión, Paraguay • Banco ProCredit, Ecuador
• MCN, Haití

Fuente : Compilado por los autores a partir de información de las empresas.

Acción Investments7 y ProCredit Holding tienen distintas moda-


lidades de operación. La primera tiene comprometido todo su capital,
y prepara una segunda capitalización que lo incrementará hasta US$40
millones. Las inversiones realizadas por Acción en el campo de las
microfinanzas a partir de 1992 han obedecido fundamentalmente a su
interés por asegurar que las instituciones en las que invierte no se aparten
de su misión. La sociedad ha optado por mantener una participación
accionaria minoritaria en cada institución en la que invierte. Además,
aúna esfuerzos con otros inversionistas que comparten su filosofía, para

7
Acción Investments in Microfinance, SPC y ACCIÓN son distintas organizaciones.
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 83

formar bloques y así garantizar que el rumbo estratégico de la institución

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de microfinanzas no se interrumpa. Tiene un cargo en el directorio de

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cada institución y su voz tiene peso en su gobierno.
Por su parte, ProCredit Holding tiene, o pronto tendrá, una
participación mayoritaria en las 19 instituciones financieras del grupo
ProCredit, con excepción de una. En estas condiciones, no es un fon-
do de inversión, sino una sociedad controlante a largo plazo de todas
las instituciones que integran el grupo. No tiene previsto vender sus
acciones y ejerce un control activo de las entidades, que en todos los
casos comparten una identidad corporativa en común, con la inclusión
de “ProCredit” en su denominación. Con una única excepción (Hai-
tí), las cuentas de todas estas instituciones se consolidan totalmente
en los estados financieros del grupo. ProCredit Holding, en estrecha
colaboración con IPC, su principal accionista, tiene una participación
determinante en todo el grupo. Orienta la administración, fomenta el
desarrollo de una fuerte cultura corporativa, y se asegura de que las
mejores prácticas se difundan rápidamente en todo el grupo para la
mejora continua de la eficiencia. Tiene fuerte injerencia en la audito-
ría interna, el control de gestión y la administración de riesgo. Brinda
apoyo central en las áreas de préstamos, banca minorista, marketing
y administración de recursos humanos. También ofrece deuda a largo
plazo, que a su vez capta en los mercados de capital occidentales con
el respaldo de su calificación internacional BBB- (grado de inversión)
según Fitch.
ProCredit Holding ejerce un control directo sobre la admi-
nistración, ya que los funcionarios número uno o dos en todas sus
instituciones son expertos de IPC. Su modelo comercial se basa en la
siguiente afirmación recogida de su propia experiencia: con el control
mayoritario, se puede establecer un rumbo estratégico inequívoco, se
pueden tomar decisiones eficientes y se pueden aprovechar sinergias
en todo el grupo. En un contexto cada vez más competitivo, la eficien-
cia y la motivación del personal, propias de pertenecer a un grupo
internacional, constituyen una ventaja estratégica significativa para las
instituciones de ProCredit.
84 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Evaluación del upgrading

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El proceso de upgrading ha tenido una influencia dominante en la evo-
lución de las microfinanzas en América Latina durante los últimos 15
años. La experiencia ha tenido excelentes resultados por las siguientes
razones:

• Ayuda a resolver uno de los problemas más difíciles que en-


frentan las instituciones de microfinanzas que son ONG: el
acceso a recursos para financiar su crecimiento.
• Permite que las instituciones de microfinanzas accedan a una
base de depósitos locales, y a los mercados locales e internacio-
nales de capital, las únicas fuentes con los recursos necesarios
para un crecimiento a gran escala.
• Genera un efecto modelo que anima a otras instituciones a
transformarse mediante el proceso de upgrading e incita a
los bancos comerciales a incorporar a su base de clientes a
microempresarios y a grupos de ingreso bajo.
• Pone en marcha un proceso de redefinición del sistema finan-
ciero de cada país, al que se integran instituciones sujetas a una
supervisión bancaria formal, cuyos clientes eran anteriormente
excluidos del sistema bancario.
• Mejora la gestión y el desempeño financiero, ya que las mi-
crofinanzas comienzan a ser supervisadas por un organismo
regulatorio externo que eleva las normas que rigen la actividad
de todas las instituciones de microfinanzas.
• Demuestra que las instituciones financieras pueden tener dos
medidas de resultados: las instituciones de microfinanzas trans-
formadas por el upgrading procuran obtener una rentabilidad
financiera, sin abandonar su objetivo de dar acceso a la gran
mayoría de personas pobres y de bajo ingreso que trabajan por
su cuenta.

El objetivo original de las microfinanzas no consistía en centrarse


exclusivamente en los préstamos a microempresas. Una de las ventajas
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 85

importantes de las instituciones financieras sujetas a supervisión es que

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pueden ofrecer productos de ahorro, que revisten tanta importancia

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como los préstamos para los clientes del grupo de destino. Esto significa
que las instituciones que siguieron el upgrading pueden cumplir parte
de su misión original en mejores condiciones que sus predecesoras. Por
otra parte, la cobertura del grupo meta y la eficiencia de los servicios
financieros son una parte integral de la misión. Cuando de cobertura
y eficiencia se trata, las pruebas son abrumadoras: las instituciones de
microfinanzas son los motores fundamentales del crecimiento de los
mercados microfinancieros y de la mayor eficiencia de la estructura de
costos. En última instancia, pueden ofrecer a sus clientes tasas de inte-
rés mucho más favorables que las ONG con las que compiten, si estos
competidores procuraran cubrir los costos de sus operaciones. Además,
pueden hacerlo sin sacrificar la solidez de su desempeño financiero, lo
que sugiere sostenibilidad a largo plazo.
El proceso de upgrading ha permitido que tanto los accionistas
de las instituciones de microfinanzas como los organismos regulado-
res realizaran grandes avances en el aprendizaje de las microfinanzas.
Esto, a su vez, ha permitido ensayar enfoques más directos. Por un
lado, las iniciativas de downscaling tan esperadas, mediante las cua-
les instituciones comerciales existentes incursionan en el negocio de
las microfinanzas e ingresan a estos segmentos de mercado (véase el
capítulo 3). Por el otro, la creación de instituciones de microfinanzas
supervisadas totalmente nuevas, a las que se llama iniciativas green-
field. Ambos enfoques prometen mejores resultados que el proceso de
upgrading, dado que es posible lograr resultados en menos tiempo y
las estructuras de propiedad pueden definirse adecuadamente desde
un comienzo. Gracias a estos dos factores, el proceso puede ser más
eficiente en términos económicos.
El upgrading ha sido un proceso costoso. Indudablemente, no es
eficiente invertir primero en una ONG y fortalecer todas las capacidades
internas necesarias, para finalmente comprobar que muchas de esas
capacidades dejarán de ser necesarias cuando la ONG se transforme
en una entidad regulada. Debido a los avances en el mundo de las mi-
crofinanzas, el valor del modelo de upgrading para su desarrollo puede
86 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

limitarse a situaciones en las cuales se desea probar un nuevo mercado

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o cuando hay grandes barreras para su entrada.

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Recientemente, el ritmo de crecimiento del upgrading se ha mo-
derado, si bien ha habido algunas instancias importantes; entre ellas, se
destacan Adopem, una filial de Women’s World Banking en República
Dominicana, y Finca Ecuador. Las redes internacionales como ACCIÓN,
IPC, WWB y Finca tienen una clara ventaja, dada su capacidad para
captar capitales para el proceso de upgrading, y gracias a los recursos
técnicos, comerciales y tecnológicos, así como a la experiencia, que
pueden aprovechar con eficacia en beneficio de sus filiales. Todas las
instituciones de ProCredit relacionadas con IPC que operan en la región
se han transformado mediante un proceso de upgrading o se han creado
desde cero como instituciones financieras formales; a la vez, la mayoría
de las filiales de ACCIÓN también han sido instituciones transforma-
das mediante este proceso, o bancos comerciales que han optado por la
estrategia de downscaling.
Cuando se inició el fenómeno del upgrading, las instituciones
de microfinanzas pioneras tuvieron la ventaja de ser las primeras y de
funcionar en mercados que aún no eran muy competitivos. En años
recientes, las utilidades generadas por estas instituciones han atraído a
la competencia. Su gestión debe ser muy sofisticada, habida cuenta de
que los márgenes de rentabilidad tienden a contraerse (véase el capítulo
8). En países como Bolivia y Perú, donde las barreras de entrada son
bajas y el entorno normativo es atractivo, la competencia se instauró
antes que en otros países. Pero nuevos actores han ingresado al mer-
cado de las microfinanzas en muchos países latinoamericanos y están
cambiando radicalmente el panorama. Por otra parte, ahora que tienen
opciones para elegir, los clientes se han vuelto más selectivos y pueden
dejar de operar con instituciones que no satisfacen sus necesidades. La
consiguiente presión bajista sobre los precios y la prisa por mejorar sus
productos han ejercido una fuerte presión sobre instituciones nacidas
en entornos monopólicos impulsados por donantes. Esto implica que
cualquier entidad que ingrese en el mercado actual mediante upgrading
se enfrentará con un panorama mucho más difícil. No tendrá el período
de gracia que ofrecía la poca competencia para brindar servicios finan-
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 87

cieros en mercados de bajo ingreso, que caracterizó a la mayoría de los

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mercados latinoamericanos en el pasado.

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Las ONG siguen siendo importantes en determinados contextos,
o bien porque sus directorios prefieren mantener el enfoque sin fines
de lucro (con frecuencia, para servir a los sectores más pobres), o bien
porque el sistema normativo no es el adecuado para reglamentar las ins-
tituciones de microfinanzas. Por ejemplo, la Fundación WWB Colombia
en Cali tiene más de 100.000 prestatarios y un desempeño financiero
excelente. Recientemente, a pesar de su condición de ONG, ha podido
captar US$52 millones mediante una oferta de bonos denominados
en moneda local. En la actualidad, entre los actores principales de las
microfinanzas de América Latina se encuentran las ONG transformadas
que siguieron el ejemplo de las precursoras y, lo que es más importante,
otras instituciones reguladas, que incluyen las siguientes:

• Bancos comerciales pequeños que cambiaron su mercado por


el de las microfinanzas; tal es el caso de Banco Solidario, en
Ecuador.
• Un número cada vez mayor de bancos de gran envergadura,
que han ingresado en un mercado de menor poder adquisiti-
vo como es el de las microfinanzas. Entre ellos se encuentran
ABN/AMRO, en Brasil; Caja Social y Bancolombia, en Co-
lombia; Credife/Banco Pichincha, en Ecuador; Sogebank (a
través de Sogesol) y Unibank (a través de MCN), en Haití; y
Banco de Crédito, en Perú.8 Otro banco que eligió el proceso
de downscaling, el Banco Pichincha, incorpora además una
característica interesante, ya que integra el modelo de ONG en
un banco comercial de gran envergadura. Unas 250 sucursales

8
Banco de Crédito es un caso interesante, al ser uno de los accionistas fundadores de
Mibanco, con una participación del 5% en el total del capital accionario. En los primeros
dos años de operaciones de la entidad, Banco de Crédito formó parte del directorio de
Mibanco y se interesó por las microfinanzas. Después de dos años, vendió su participación.
Actualmente, es uno de los competidores más importantes de Mibanco en el mercado
microempresario de Lima.
88 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

de este banco ofrecen actualmente productos microfinancieros,

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pero tienen sólo dos oficiales de crédito por sucursal.

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• Las empresas comerciales incipientes, como las financieras, que
desde un comienzo se constituyen como instituciones regula-
das; entre ellas, cabe citar a Banco ProCredit (anteriormente
Financiera Ecuatorial), en Ecuador. Estas instituciones existen
cada vez en más países, especialmente en la región andina.
• Bancos estatales de desarrollo con un enfoque comercial, que
incorporan las microfinanzas a su cartera después de crear
una empresa de servicios subsidiaria. Banco do Nordeste,
con financiamiento del Banco Mundial y del BID, y asistencia
técnica de ACCIÓN, sigue este modelo. Hoy es la institución
de microfinanzas más grande del Brasil.

En los últimos 15 años, el universo de las microfinanzas en Amé-


rica Latina se ha transformado. En la mayoría de los mercados, crece
la competencia entre las instituciones financieras relativamente sólidas
que ofrecen servicios a las microempresas y a los grupos de bajo ingreso.
Sin embargo, sigue habiendo desafíos por delante para profundizar el
desarrollo de estos sectores financieros: continuar ampliando la cober-
tura de los grupos de destino, reducir costos de manera innovadora para
integrar a grupos marginados en el sector bancario formal y mantener
normas de servicio al cliente y de transparencia en la industria.
Posiblemente, el desafío más importante que deban enfrentar en el
futuro las instituciones transformadas mediante el upgrading, y las que
deseen seguir ese proceso, sea redefinir constantemente su identidad y
la función que desempeñan en sus mercados, sin abandonar el bagaje
de experiencias acumuladas en el pasado. El cambio es un hecho en los
mercados financieros de América Latina y las instituciones de micro-
finanzas deben ser capaces de adaptarse o, de lo contrario, renunciar a
sus clientes microempresarios y de sectores pobres. Sin embargo, este
desafío entraña un riesgo. Hay una tendencia importante a favor de
transformar el producto de microcrédito original mediante préstamos
de consumo, la utilización de scoring estadístico, y la tolerancia de ma-
yores niveles de morosidad, en particular, entre los bancos comerciales
PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 89

que ingresan en este mercado. Un interrogante clave, que constituye a la

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vez un desafío, radica en cómo diversificar y competir sin distorsionar

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la esencia del producto de microcrédito. Apartarse demasiado de su
enfoque y de la tecnología esencial, como hicieron las financieras en
Bolivia, puede conducir a una institución microfinanciera a la ruina y
causar problemas en la industria en su conjunto.
Las lecciones aprendidas por las instituciones que participaron
en el proceso de upgrading han sido muy importantes. Además, se han
afianzado en agrupaciones regionales (lideradas por ACCIÓN e IPC/
ProCredit), lo que les permite alcanzar verdaderas economías de escala.
En consecuencia, se encuentran en una posición más fuerte para defen-
der su ventaja competitiva en sus respectivos mercados, sin apartarse
de su misión y de su tecnología de crédito. También están en mejores
condiciones para seguir prestando servicios financieros a sus grupos de
destino de bajo ingreso con innovación y mayor eficiencia. Los fuertes
actores regionales y globales surgidos a partir de procesos de upgrading
pueden sentirse respaldados por una larga tradición en la filosofía y la
tecnología de las microfinanzas sostenibles, además de la solidez finan-
ciera y la experiencia técnica necesarias para competir. En tal calidad,
tienen una función importante que desempeñar: seguir mejorando la
prestación de servicios financieros sostenibles para microempresarios,
pequeñas empresas y familias de bajo ingreso.
90 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Referencias

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Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), México. 2005. Boletín
Estadístico: Banca Múltiple, Septiembre.
Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban). 2005. Boletín Financie-
ro Mensual: Indicadores financieros 2005, Septiembre y Octubre.
Disponible: <http://www.felaban.com/boletin_financiero.php>.
Fecha de ingreso: 9/6/2007.
Goodman, Patrick. 2005. “Microfinance Investment Funds: Key Fea-
tures”. Documento originalmente presentado en el Financial
Sector Development Symposium organizado por KfW, 11 y
12 de noviembre de 2004, Berlín. Appui au Développemente
Autonome, Luxemburgo.
Marulanda, Beatriz y María Otero. 2005. “Perfil de las microfinanzas
en Latinoamérica en 10 años: Visión y características”. Boston,
ACCIÓN International. Documento mimeografiado.
ProCredit Holding. 2004. Annual Report. Frankfurt y Main.
Silva, Alex. 2005. “Investment in Microfinance: ProFund’s Story”. En:
Small Enterprise Development 16 (1): 17–29.
Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras Bolivianos. 2005.
Boletín Informativo Mensual Sistema Bancario, diciembre. La
Paz.
Welch, Karen Horn y Patricia Lee Devaney. 2003. “Poverty Outreach
Findings: Mibanco, Peru”. En: Insight No. 5. Boston, ACCIÓN
International.
CAPÍTULO 3

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Downscaling: la incursión de bancos
latinoamericanos en las microfinanzas

Beatriz Marulanda

E
l desarrollo y la consolidación de las instituciones de microfinan-
zas han demostrado que el crédito destinado a microempresas es
un mercado rentable y con gran potencial, en el que es posible
controlar el riesgo crediticio. Si bien las iniciativas de downscaling que
realizan los bancos tradicionales pueden ampliar la oferta de productos
y reducir los costos de intermediación, el principal desafío que enfren-
tará la industria microfinanciera en los próximos años es, sin lugar a
dudas, persuadir a las instituciones financieras formales de participar
en este segmento.
Las instituciones financieras formales de América Latina y el Caribe
han tardado en incluir el crédito para microempresas en sus servicios,
especialmente si se compara este proceso con la proliferación de insti-
tuciones de microcrédito no formales. Estas instituciones han crecido
rápidamente, transformándose en intermediarios financieros regulados
(véase el capítulo 2). En la actualidad hay varios casos exitosos de insti-
tuciones de microfinanzas sostenibles que se transformaron mediante el
proceso de upscaling en la región. En cambio, las instituciones financieras
tradicionales no se han animado a incursionar en este mercado, debido
a factores sistémicos y macroeconómicos que limitaron las posibilidades
de exploración de nuevos mercados, como el microfinanciero.

Quisiera agradecer a todas las instituciones financieras que proporcionaron toda la infor-
mación que aquí se presenta, como así también a Mariana Paredes, sin cuyos comentarios
y sugerencias hubiese sido imposible escribir este capítulo.
92 BEATRIZ MARULANDA

En general los sistemas financieros formales de la región evolu-

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cionaron dentro de marcos jurídicos que atribuían las funciones de

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depósito y de crédito a intermediarios especializados, lo que generaba
una segmentación artificial del sector. Esta estructura daba a las institu-
ciones financieras un mercado protegido, dentro del cual no era necesario
competir enérgicamente por la participación. Esto explica el número
limitado de entidades que surgieron, las que sólo podían sobrevivir en
condiciones y circunstancias artificiales.
Así, los bancos comerciales se erigieron como las instituciones
con operaciones de depósito y de préstamo más diversas. Desarro-
llaron, entonces, la infraestructura física, institucional y tecnológica
para manejar un gran volumen de operaciones con distinto grado de
complejidad. Otras instituciones financieras más especializadas desa-
rrollaron la infraestructura adecuada para operaciones dirigidas a un
número menor de usuarios en nichos de mercado. Normalmente, no
estaban autorizadas para captar depósitos, contaban con una pequeña
red de oficinas y sus conocimientos estaban dirigidos únicamente a las
operaciones que podían realizar.
Todas estas instituciones financieras crecieron en un entorno
protegido, sin la necesidad de ampliar su base de clientes mediante la
incorporación de actividades de mayor riesgo o de nuevos grupos pobla-
cionales. En consecuencia, no tuvieron la necesidad de diseñar productos
más complejos y sofisticados para atraer nuevos clientes o buscar otros
mercados. En estas circunstancias, las instituciones formales no se vieron
atraídas hacia los segmentos de microempresarios o los sectores pobres,
pues implicaba incurrir en elevados costos y riesgos sin que tuvieran
una verdadera presión por parte de la competencia.
Las reformas financieras llevadas a cabo en la mayor parte de la
región durante los años noventa procuraron promover la competencia
y una mayor eficiencia en el sector. Este objetivo se fundamentó en la
convicción de que una mayor competencia redundaría en una mayor
diversificación financiera, y en la ampliación de los servicios para
incorporar actividades y grupos que hasta entonces no habían tenido
acceso a servicios financieros formales. Las reformas, instrumentadas
por la mayoría de los países, estuvieron centradas en la liberalización
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 93

y la desregulación de los sectores financieros, con el objetivo de inten-

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sificar la competencia. Se redujo la participación estatal y se permitió

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la inversión extranjera en el sector. El sistema de bancos especializados
desapareció gradualmente, y la intervención del Estado mediante con-
troles de tasa de interés, niveles excesivos de encajes y crédito dirigido
se redujo al mínimo.
Aunque estas reformas financieras condujeron a una mayor com-
petencia en muchas naciones de América Latina y el Caribe, el proceso
no fue inmediato; además, en algunos países, se vio demorado por
las crisis financieras y macroeconómicas de fines de los años noventa.
Algunas instituciones no estaban bien preparadas para hacer frente a
los desajustes macroeconómicos, dado que la instrumentación de las
reformas en los marcos legales normalmente no iba acompañada por
reformas en materia de supervisión. Por otra parte, las políticas de
liberalización puestas en práctica a mediados de la década expusieron
a algunos países a los efectos de las crisis financieras de otras naciones,
con una consiguiente onda expansiva que tuvo efectos adversos en los
sectores financieros.
La desaceleración del crecimiento económico de la región agravó
estas circunstancias: aumentó el desempleo y la inflación, y en algunos
países se redujo el crédito bancario. En muchos lugares las autoridades
se vieron forzadas a adoptar y aplicar medidas de rescate financiero y
reglamentaciones destinadas a proteger los ahorros del público. Esto
fue lo que sucedió, entre otros, en Bolivia, Colombia, Paraguay y Perú
a mediados de los años noventa. A fines de ese decenio, la mayoría de
los países tomó medidas para modificar los marcos regulatorios y de
supervisión de sus sectores financieros; entre esas medidas, se incluyeron
el aumento del capital mínimo, el establecimiento de nuevas normas de
clasificación de carteras y métodos de valuación de activos, y la adecuación
de las reglamentaciones para incorporar la administración del riesgo.
Las crisis financieras, además, redujeron el número de instituciones
bancarias en el sector.1 Por otra parte, muchos bancos debieron sanear

1
Para más información sobre las crisis financieras en Ecuador y Bolivia, véase el capítulo
5.
94 BEATRIZ MARULANDA

sus estados financieros, retrasando en consecuencia cualquier búsqueda

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de nuevos mercados y por supuesto también la experimentación con

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nuevas operaciones de crédito, como el microcrédito. Algunos casos
de downscaling que tuvieron excelentes resultados, como los de Banco
Económico en Bolivia y Multicredit Bank en Panamá (Vargas y Bass,
1998), redujeron los esfuerzos encaminados a ofrecer servicios a mi-
croempresarios y a los sectores pobres.
En consecuencia, la expansión bancaria que permitiera el acceso
al sistema financiero de la mayor parte de la población latinoamericana
no llegó a materializarse en las magnitudes que se esperaban. El único
aumento en el alcance de los servicios financieros a esos segmentos se
produjo gracias a las iniciativas de ciertas instituciones de microfinanzas
que procuraron mecanismos y procedimientos para brindar servicio a
ese mercado. Las cooperativas de crédito también contribuyeron consi-
derablemente a que los microempresarios pudieran acceder a servicios
financieros formales.
Aun así, el acceso al crédito seguía siendo restringido. La relación
entre el agregado monetario M22 y el PIB creció desde un 21% hasta un
29% entre los años sesenta y los setenta en América Latina y el Caribe,
y hasta llegó al 38% en el período 1993-1996; sin embargo, continuaba
siendo ampliamente inferior a la relación registrada en los países de Asia
del Este y otras naciones industrializadas a fines de los años noventa
(Westley, 2001).
Así, a principios del siglo XXI, son pocos los participantes princi-
pales del mercado (con algunas honrosas excepciones) que cumplen la
función de intermediación entre el ahorro del público y los microem-
presarios. Si bien un número creciente de instituciones de microcrédito
ofrecen servicios integrales de microfinanzas, en su mayoría no están
autorizadas a movilizar ahorros del público, por no estar reguladas o
supervisadas. Por ese motivo, y debido a su estructura de gobierno y a
su capacidad limitada de crecimiento, estas instituciones no han podido
hacer la diferencia en términos de impacto en el acceso a servicios finan-

2
El indicador M2 mide la oferta monetaria total e incluye todos los depósitos a la vista de
cuentas corrientes y de ahorro, y otros depósitos a plazo.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 95

cieros en la población microempresarial, si bien han demostrado que este

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nicho de mercado es rentable. El reto que enfrentan las microfinanzas

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en los próximos años consiste en canalizar más ahorros del público a
través de la participación del sector financiero formal.
La siguiente sección de este capítulo describe el tipo de institu-
ciones que han ingresado en el sector financiero y las circunstancias en
que lo han hecho. Luego se explica el modelo organizacional de estas
instituciones financieras. Por último, se analizan la tecnología crediticia
y las medidas de riesgo que han utilizado, y se presentan algunas con-
clusiones y recomendaciones.

La industria de las microfinanzas y sus nuevos participantes

Durante las crisis económicas y bancarias que sufrió la región en los


años noventa, algunos bancos comenzaron a incursionar por su cuenta
en el mercado microempresario. Movidos por una serie de factores,
sus participaciones tuvieron diferentes resultados. Debido al éxito de
los micropréstamos, algunos comenzaron a explorar el mercado con
la ayuda de organismos multilaterales y bilaterales. En Paraguay, los
bancos tomaron estas decisiones en respuesta a la intensa competencia,
mientras que en El Salvador, Banco Agrícola ingresó en ese segmento
con el objetivo de diversificar los nichos de mercado, los depósitos y los
servicios de préstamo.
Como consecuencia de estas crisis, lejos de evaluar nuevas opor-
tunidades, algunos bancos debieron abocarse a mejorar su condición
financiera y sobrevivir en el mercado. Entidades tales como Banco
Económico, en Bolivia, se retiraron del sector de microfinanzas después
de una oleada de sobreendeudamiento que afectó al sector microem-
presario. Esto obedeció al ingreso en el mercado boliviano de varias
instituciones de crédito para el consumo, que utilizaron metodologías
de crédito y préstamo inadecuadas (Rhyne, 2001). Otras entidades, como
el Banco Solidario, en Ecuador, sobrevivieron a la crisis precisamente
al concentrarse en este segmento. Durante el período más difícil de la
crisis cambiaria que sufrió el país, Banco Solidario tenía coeficientes de
morosidad inferiores a los del sistema financiero en su conjunto y mayor
96 BEATRIZ MARULANDA

estabilidad en sus depósitos, y contaba con el respaldo de un préstamo

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sindicado, coordinado por el fondo de inversión ProFund.3

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A comienzos del siglo XXI, una vez superadas las crisis financieras,
los bancos tradicionales vuelven a interesarse en el sector microempre-
sario. Por lo general, se trata de bancos grandes, que atienden varios
segmentos de mercado, tanto con productos de captación como de
colocación.4 El sector microempresario les ofrece una oportunidad
de ampliar la captación de depósitos y el alcance de sus productos de
préstamo. Estos grandes bancos tradicionales tienen acceso a la infra-
estructura necesaria para ocuparse de grandes volúmenes de actividad
y de grandes mercados, y tienen una amplia red de sucursales para
captar depósitos. De hecho, algunos de estos bancos, incluso los que no
han manifestado un interés explícito en el mercado microempresario,
ya atienden las necesidades de este sector mediante sus productos y
servicios de ahorro.
En la actualidad, pueden identificarse muchos ejemplos válidos de
downscaling en la región, si bien no dejan de estar aislados. Por ejemplo,
en Haití, Sogebank es el banco más grande del país, con una participación
de mercado del 28%, 30 sucursales y una cartera de activos de US$340
millones. En Ecuador Banco Pichincha es una entidad multiservicio que
ingresó en el sector, en parte, gracias a su red de sucursales en barrios de
segmentos populares. Anteriormente, muchas sucursales del Pichincha
no eran rentables porque no aprovechaban el potencial del mercado
para la captación de depósitos y de productos de préstamo. El banco,
acertadamente, decidió comprender mejor las necesidades de los mi-
croempresarios y estableció una subsidiaria, Credife, para administrar
los nuevos servicios dirigidos al sector microempresario. Para esto, era
necesario un cambio en la concepción de la administración y crear un
equipo de ventas de microcrédito con formación en un conjunto de
destrezas, distintas de las que se requieren para vender servicios ban-
carios más tradicionales.

3
ProFund es un fondo de inversiones con fines de lucro cuyo objetivo es obtener una alta
rentabilidad; apunta a los sectores de micro y pequeñas empresas de la región; al mismo
tiempo, promueve el crecimiento de intermediarios financieros eficientes y regulados.
4
Las pequeñas instituciones financieras de Paraguay constituyen la excepción.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 97

Credife inició sus operaciones en junio de 1999 y, en el lapso de

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dos años, construyó una cartera de US$3,5 millones y más de 9.000

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clientes. A junio de 2005, esas cifras habían aumentado a 38.000 clientes
activos y más de US$53 millones. El monto promedio de los préstamos
otorgados en 2005 fue de US$1.409, cifra esta que indica que el banco
está llegando al sector microempresario de destino. Un hecho sorpren-
dente es que logró alcanzar su punto de equilibrio tras apenas 18 meses
de operaciones, mientras Ecuador transitaba su peor crisis económica
del siglo. Esta experiencia ha tenido repercusiones en otros bancos
de la región, como el Banco Agrícola en El Salvador, que comenzó su
programa de microcrédito con el objetivo de ampliar los servicios que
prestaba a sectores de la población con escaso acceso al sector bancario
(López y Rhyne, 2003).
Muchas experiencias bancarias recientes con productos de micro-
crédito surgieron a partir de operaciones de crédito de consumo masivo.
El crecimiento de estos préstamos fue uno de los primeros resultados
del aumento inicial de la competencia en el sector financiero a media-
dos de los años noventa, cuando organismos especializados y bancos
internacionales introdujeron las tecnologías de crédito de consumo con
base en el scoring estadístico. Chile fue el primer país latinoamericano
en introducir y consolidar el crédito de consumo a gran escala; esto fue
posible, en parte, gracias a las reformas estructurales que introdujo el país
durante los años ochenta. Estas reformas crearon una plataforma para
que las empresas financieras chilenas se expandieran hacia otros países
de América Latina, tales como Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y
Perú (Marulanda, 2000).
El crédito de consumo masivo es adecuado para la población asa-
lariada, independientemente del nivel de ingreso que tenga, pero muy
especialmente para los grupos de ingreso medio y bajo, con salarios
que oscilan entre US$150 y US$200 por mes. Ofrece financiamiento
para una amplia variedad de usos y su reembolso se acuerda en pagos
mensuales fijos, que incluyen la amortización del capital y los intereses;
las tarjetas de crédito están disponibles para clientes con antecedentes
crediticios satisfactorios. En general, los préstamos oscilan entre US$500
y US$1.000, y los períodos de reembolso entre 18 y 36 meses; las tasas de
98 BEATRIZ MARULANDA

interés se fijan por acción de las fuerzas del mercado y la competencia.

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Este producto normalmente no requiere garantes ni codeudores. Para su

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comercialización, se utilizan prácticas de promoción agresivas a cargo
de representantes de venta que reciben un salario fijo bajo y comisiones
en función del importe de préstamos desembolsados.
Una falencia de este sistema es que los incentivos no están ligados a
las tasas de recuperación y de incumplimiento, pues los representantes de
venta no mantienen el contacto con los clientes. Los oficiales de crédito
verifican inicialmente que se reúnan los requisitos mínimos para acceder
al préstamo, pero toda la información es posteriormente analizada por
metodologías de scoring estadístico, que determinan si la persona es apta
para recibir un préstamo y, en tal caso, cuál debería ser su importe. Este
proceso también incluye la verificación de antecedentes crediticios me-
diante una central de riesgo. La tecnificación de los procesos de crédito
para el consumo permite procesar las solicitudes de préstamo en dos
o tres días. Las funciones de cobro y recuperación de carteras morosas
están a cargo de otro equipo y llegan a incluir la utilización de empre-
sas externas de gestión de cobro, cuya remuneración está dada por las
comisiones que cobran sobre los importes recuperados. La tolerancia
de morosidad es mayor que en las mejores prácticas de microcrédito,
debido a la naturaleza de la población de destino. Por esta razón, los
préstamos para el consumo presentan tasas de incumplimiento más
elevadas que los micropréstamos y los préstamos comerciales.
El crédito de consumo y el microcrédito suelen ocupar el mismo
nicho de mercado; ambos tienen altos costos operativos, los montos
son pequeños y están dirigidos a familias de ingreso bajo en sectores
formales e informales de la economía. Difieren en el origen de los fondos
empleados para repagar los préstamos. En el segmento del microcré-
dito, las actividades productivas generan los flujos de caja necesarios
para repagar el préstamo, mientras que, en el crédito de consumo, la
fuente del pago es el salario. Más aún, el microcrédito normalmente
financia al sector informal de la economía local, mientras que el crédito
de consumo está dirigido al sector formal. En ambos casos, se amplía
la profundización del sistema financiero, al proporcionar crédito a las
personas con menores ingresos.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 99

A pesar de algunas similitudes aparentes, las operaciones de micro-

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crédito deben necesariamente formularse con una concepción distinta

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de la del crédito de consumo, pues son precisamente esas diferencias las
que determinan el perfil de riesgo crediticio que enfrenta una entidad
financiera. En la región se han dado varias situaciones en las que no se
evaluaron adecuadamente estas características distintivas y se pusieron
en práctica programas masivos de crédito de consumo. El caso antes
aludido de Bolivia es un ejemplo de cómo el crédito para consumo a
gran escala (introducido en ese país por empresas de finanzas chilenas)
llevó al sobreendeudamiento de los microempresarios.
Pero también hay ejemplos de microfinanzas surgidas de un mo-
delo de crédito para consumo que tuvieron excelentes resultados. En
Chile, la adquisición de la Financiera Banefe, una empresa de crédito de
consumo, por parte del Banco Santander dio origen a un programa de
microfinanzas exitoso (Vargas y Bass, 1998). En Paraguay, este tipo de
operaciones fueron un desprendimiento del crédito de consumo ofrecido
por financieras que incorporaron tecnologías apropiadas para el micro-
crédito, gracias al Programa de Crédito Global para Microempresas del
BID, que también influyó en su penetración en el segmento. En Perú, dos
instituciones bancarias importantes incursionaron en este campo, tras
haberse adaptado y haber aprendido de la crisis del crédito de consumo
cómo desarrollar una operación de microcrédito sólida. En el período
1997–1998, se produjo la crisis de la banca de consumo en Perú, como
resultado de un nivel extremo de competencia, el sobreendeudamiento de
los clientes y la crisis macroeconómica. Banco del Trabajo y la Financiera
Solución/Banco de Crédito lograron afrontarla, iniciando operaciones de
microcrédito a mayor escala. Estas instituciones tienen hoy operaciones
de microcrédito importantes y en franca expansión.
Banco del Trabajo pertenece al Grupo Altas Cumbres y tiene in-
versiones en instituciones financieras de Costa Rica, República Domini-
cana, Ecuador y Guatemala. Desde su creación, en 1994, ha dirigido sus
préstamos para consumo a grupos asalariados de ingreso bajo y medio-
bajo. Actualmente, define su misión como la prestación de servicios y
soluciones financieras, para trabajadores asalariados y autónomos, en
grupos de ingreso bajo y medio en Perú.
100 BEATRIZ MARULANDA

Banco de Crédito comenzó sus operaciones en el segmento

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microempresario a través de Financiera Solución, que se vio afectada

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tras la crisis peruana de la industria de préstamos de consumo y el so-
breendeudamiento del país. Financiera Solución decidió centrarse en el
sector microempresario; para ello, comenzó por comprar la cartera de
préstamos de dos instituciones de crédito de consumo que quebraron.
Tras absorber a Financiera Solución en 2004, Banco de Crédito parti-
cipó en este mercado de manera directa y, actualmente, su cartera de
préstamos representa el 35% de los préstamos vigentes en el país (véase
recuadro 3.1).
En Paraguay Financiera Visión, El Comercio e Interfisa también
modificaron su estrategia centrada en préstamos de consumo y se in-
clinaron por programas de microcrédito, en parte gracias a un proyecto
de cooperación técnica del Banco Interamericano de Desarrollo, en el
marco del Programa de Crédito Global para la Microempresa.
Banco Solidario, de Ecuador, es representativo de una tendencia
diferente. Fue creado especialmente por un grupo de empresarios ecua-
torianos del sector privado, en 1995, para brindar servicios a mercados
que eran excluidos por los bancos tradicionales. Más tarde, los orga-
nismos internacionales con misión social se asociaron al banco como
accionistas. Banco Solidario es considerado un intermediario financiero
confiable para canalizar recursos hacia sectores de la población que no
tienen acceso al sistema financiero formal (Banco Solidario, 2002). En
primer término, se abocó a las pequeñas y medianas empresas, para
generar una rentabilidad suficiente que le permitiera operar una cartera
de microcrédito hasta alcanzar un nivel de autonomía financiera.
Varios años más tarde, en 2001, Internationale Projekt Consult
GmbH (IPC) creó la Sociedad Financiera Ecuatorial (SFE), para lo cual
reprodujo su modelo microfinanciero y su tecnología de Europa del Este
en Ecuador, mediante su sociedad de inversión, Internationale Micro
Investitionen (IMI).5 En diciembre de 2004, SFE se transformó en un
verdadero banco comercial, Banco ProCredit, una institución microfi-

5
En enero de 2005, IMI-Internationale Micro Investitionen AG cambió su nombre por
ProCredit Holding AG.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 101

Recuadro 3.1

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Los consumidores y el microcrédito: el caso del Banco de

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Crédito en Perú

Banco de Crédito (BCP) es la entidad bancaria líder de Perú. Concentra el 35% de la


cartera de préstamos y el 37% de los depósitos del país, y tiene una red de 209 oficinas
en todo el territorio nacional y 115 en Lima. En 1996, BCP fundó la subsidiaria Financie-
ra Solución para ofrecer créditos de consumo.
Después de la crisis financiera de 1997 y 1998, la subsidiaria, con el apoyo de la red del
banco, dejó de dedicarse al crédito de consumo como actividad principal, para atender a
microempresarios independientes. Combinó los procedimientos de crédito de consumo
con la nueva metodología especializada de microfinanzas y así adoptó un enfoque hí-
brido. La cartera de microempresas de Financiera Solución aumentó de US$33 millones
en marzo de 2001 a US$62 millones en diciembre de 2002; de esa manera, igualó la
cartera de Mibanco, su principal competidor y líder de la industria microfinanciera de
Perú (véase el capítulo 2). Asimismo, en el mismo período, la parte de la cartera de
BCP dedicada a microempresarios de mayor envergadura aumentó de US$17 a US$41
millones. En 2004, Financiera Solución se fusionó con Banco de Crédito.
Actualmente, BCP está diseñando nuevos productos y sistemas para ampliar su presen-
cia en el sector microempresario y reducir costos. Está elaborando un sistema de scoring
estadístico especializado para microcréditos, utilizando la base de datos del banco,
que tiene más de 10.000 clientes. El scoring está compuesto de una combinación de
factores demográficos y variables comerciales. La información permite que el banco sólo
tenga que visitar a aquellos clientes que tienen un scoring superior a un determinado
umbral, para evaluar detalladamente al solicitante y establecer la tasa de interés del
préstamo, según el riesgo de crédito del cliente. Esta metodología se puede aplicar
únicamente a préstamos por un valor mínimo de US$2.000, debido a la estructura de
costos del producto.
BCP y Financiera Solución han demostrado tener la capacidad de controlar los niveles de
morosidad, y de utilizar otro tipo de tecnología distinta a la de las demás instituciones
microfinancieras, que sólo utilizan tecnología de microcrédito.

nanciera nueva cuyo nicho de mercado es el sector microempresario


y de pequeñas y medianas empresas. Otros donantes y organismos de
desarrollo internacionales también invirtieron en SFE. A fines de 2002,
tenía una cartera de más de 5,5 millones de euros y más de 4.300 clien-
tes, pese a la intensa competencia que ofrecían Banco Solidario y otras
instituciones financieras (Mommartz, 2002). Hacia fines de 2004, la
cartera de crédito había crecido a US$43 millones, con más de 20.000
clientes.
102 BEATRIZ MARULANDA

En Colombia Banco Caja Social siguió un camino propio (véase el

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recuadro 3.2). En sus 96 años de historia, esta institución ofreció servi-

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cios financieros a los prestatarios más pobres del país. Desde sus inicios,
ofreció productos de ahorro y de préstamo al sector microempresario.
Ha atendido este sector de forma constante gracias a la localización

Recuadro 3.2
Caja Sociedad de Ahorros: cien años de compromiso con los
clientes de más bajo ingreso de Colombia

Caja Sociedad de Ahorros fue fundada por el Padre José María Campoamor en 1911,
como parte de los esfuerzos de la comunidad jesuita por ayudar a resolver el problema
de la pobreza en Colombia. Funcionó como una institución de ahorro sin fines de
lucro hasta 1991, año en que se convirtió en un banco comercial. En 1996, el nombre
del banco pasó a ser Banco Caja Social. La institución sigue cumpliendo su función
social original, en calidad de banco perteneciente a la organización sin fines de lucro
Fundación Social.
Banco Caja Social es una de las instituciones financieras más grandes y antiguas de
la región. Desde hace 96 años, canaliza los ahorros del público hacia el sector de
microempresarios y habitantes de bajo ingreso de áreas rurales, e individuos de mayor
ingreso que residen en áreas urbanas. Actualmente, posee una red de 122 sucursales
en 42 ciudades. En 2003, tenía más de un millón de cuentas de ahorro, 226.000 clien-
tes de préstamos (40% de ellos, microempresarios) y una cartera de US$159 millones
destinada al segmento de trabajadores por cuenta propia, donde casi la mitad de los
prestatarios ganan menos de 2,5 veces el salario mínimo mensual.
Banco Caja Social tiene una excelente estructura financiera, cimentada en cuentas
de ahorro que, junto con una cartera de préstamos destinada a empresas de distinto
tamaño, permiten que la institución atienda al sector microempresario a un costo
razonable. No obstante, la falta de tecnología microfinanciera especializada le impidió
ofrecer un mayor respaldo al segmento de microempresarios sin acceso al sector
financiero, por lo que el tamaño promedio de los préstamos es de US$1.770. A julio de
2003, el 5% de los préstamos se otorgaban a microempresarios sin historial de crédito
anterior. Sólo el 2,3% del total de la cartera registra una morosidad superior a 30 días.
El banco ha diseñado un producto de préstamo para financiar la compra de lotes, las
tareas previas a la construcción, la ampliación de construcciones en lotes adquiridos
anteriormente y/o las remodelaciones con fines productivos. La experiencia ha sido muy
positiva en términos comerciales. Este producto se suele ofrecer a clientes que tienen
buenos antecedentes con el banco, ya que en el 80% de los casos, no se presentan
garantías. La cartera asciende a US$52 millones (no se dispone de las cifras correspon-
dientes al segmento de microempresarios exclusivamente).

Fuente : Tissot (2003).


BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 103

estratégica de sucursales cerca de sus clientes y al diseño de productos

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de ahorro y préstamo que se ajustan a sus necesidades.

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El ingreso de las instituciones financieras formales y de bancos en
el sector microempresario ha estado impulsado por tres factores fun-
damentales. El más importante ha sido la rentabilidad que ofrecen los
nichos de mercado; en un segundo término, la diversificación del mismo
y, por último, la realización de una función social. Los tres factores operan
conjuntamente y se potencian. Antes de que los bancos logren un nivel
de rentabilidad en microfinanzas, y mientras trabajan para perfeccionar
sus metodologías, es importante que tengan un fuerte liderazgo de sus
accionistas y directores con cierto grado de compromiso social, además
de un interés estratégico en ampliar sus servicios e incluir a clientes de
más bajo ingreso. La búsqueda de la rentabilidad es una motivación
necesaria, pero no suficiente por sí misma, para que estas operaciones
se introduzcan y consoliden en los bancos comerciales. Una encuesta
realizada en 2001 confirmó que la motivación de los bancos se relaciona
con la contracción de los márgenes financieros y con la necesidad de
buscar nichos de mercado más rentables (Valenzuela, 2002).6
En algunos casos el impulso proviene de la competencia que
enfrentan, que los obliga a buscar nuevos mercados para mantener su
rentabilidad. Esto es lo que sucede con los bancos de servicios múltiples,
que amplían su ámbito de acción a nuevos clientes, ofreciéndoles cuentas
de ahorro y otros productos financieros; de esta manera, modifican su
estrategia centrada en un único producto por un planteo de servicio
al cliente enfocado en una multiplicidad de productos. Este cambio de
orientación se produjo inicialmente con las microempresas relativamente
más grandes, pues los bancos profundizan su penetración en el sector
a medida que van adquiriendo experiencia.
Sogesol, una subsidiaria de Sogebank en Haití, es un ejemplo de
cómo un banco con servicio integral incursionó en el microcrédito, en
respuesta a las necesidades de sus clientes. El 40% del financiamiento

6
Según la encuesta, los bancos de gran envergadura ven en este sector una oportunidad de
diversificar su mercado, mientras que los bancos más pequeños y los estatales lo consideran
una necesidad para cumplir con su responsabilidad social.
104 BEATRIZ MARULANDA

del banco provenía de depósitos en cuentas de ahorro con libreta, de

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las cuales el 40% de los titulares eran trabajadores independientes. La

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demanda de estos clientes creó el estímulo para abrir una línea de pro-
ductos de microcrédito. En ese momento, existía una fuerte competencia
por otros segmentos del mercado, como resultado de la liberalización del
sistema financiero de Haití y de las reformas introducidas a mediados
de los años noventa, como la eliminación de los topes a las tasas de in-
terés. La oferta de operaciones de microcrédito de gran escala permitió
afianzar la imagen de Sogebank como líder del sector con compromiso
social y con responsabilidad por su comunidad y sus clientes (Boisson,
2002). Bancolombia, el banco más grande de Colombia, siguió un ca-
mino similar: en 2001, pasó de prestar servicios a pequeñas y medianas
empresas a participar en el sector de las microfinanzas. Los resultados
financieros de la cartera de microempresas fueron tan satisfactorios que
los directores decidieron adaptar los productos y procesos del banco a
las necesidades del microcrédito, para brindar un mejor servicio a ese
mercado.
Los bancos estatales también comenzaron a incursionar en las
microfinanzas, pero su motivación partía de políticas de gobierno
concebidas para llenar los vacíos que dejaban los bancos privados. A
modo de ejemplo, pueden citarse los casos de Banco Estado, en Chile,
y de Banco do Nordeste, en Brasil. Según Valenzuela (2002), estas ins-
tituciones tuvieron en común cinco características salientes: liderazgo
fuerte y estable, orientación comercial, protección de la injerencia po-
lítica, fuerte presencia comunitaria y buena reputación. Banco Estado
también se vio atraído por el vasto ámbito de acción, que se amplió a
12 millones de cuentas de ahorro, lo que equivale al 78% del mercado
chileno. Con una base de clientes tan sólida, la transición fue fácil (Banco
Estado, 2002, 2003a, 2003b y 2003c). Bajo el liderazgo de su presidente,
Banco do Nordeste ingresó en nuevos mercados, lo que le permitió
consolidar su posición en la región que le da nombre. Contó con el
apoyo del Banco Mundial, que pretendía identificar una oportunidad
de promover las microfinanzas en Brasil, donde la industria no se ha-
bía logrado consolidar en forma significativa en el sector financiero, ni
siquiera a través de ONG.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 105

Varios modelos de organizaciones microfinancieras

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Casi todos los bancos que ingresan en el sector de microcrédito advierten
que las tecnologías de la banca tradicional no son adecuadas para este
mercado. En la mayoría de los casos, segregan totalmente la cartera de
microempresas del resto de las operaciones. Esta medida puede resolver
algunos problemas, pero también crear otros.
Resulta difícil integrar las mejores prácticas de operaciones de
microcrédito a las operaciones de los bancos comerciales tradicionales,
para controlar el riesgo crediticio y reducir los costos operativos. Las
instituciones microfinancieras tienen una estructura salarial, un sistema
de remuneraciones, una administración de cartera y un mecanismo de
cobranza que difieren sensiblemente de los que utilizan los bancos tra-
dicionales. Por otra parte, la administración de préstamos y los esfuerzos
de cobro consumen muchos recursos de personal y tienen altos costos;
por esta razón, se hace necesario aplicar tasas de interés elevadas, una
práctica que puede crear en el público la percepción de que el banco
“cobra caro”. Posiblemente, la adaptación más difícil de ambos métodos
sea la combinación de las funciones comerciales con las de análisis de
riesgo en un único responsable de cuenta, lo que representa una mejor
práctica en la industria microfinanciera, pero no es habitual en la banca
comercial.
Como resultado de estas diferencias, los bancos comerciales han
diseñado distintos modelos de organización para ingresar en el mercado
del microcrédito y, al mismo tiempo, superar los obstáculos internos que
pueden surgir al introducir una nueva cultura de crédito en la misma
estructura institucional. Estos modelos varían de acuerdo con la enver-
gadura del banco y de su compromiso social con los pobres: algunos
han creado nuevas divisiones dentro de su estructura institucional; otros
han establecido una subsidiaria financiera o de servicios, que oficia de
canal de contacto con los microempresarios; algunos, por otra parte,
han integrado las operaciones en la propia estructura del banco y otros
han formado alianzas con ONG.
Cuanto más grande es el banco, más difícil es integrar el mi-
crocrédito en su estructura formal. Los bancos tradicionales tienen
106 BEATRIZ MARULANDA

directrices rígidas, de modo que resulta difícil introducir un nuevo mo-

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delo comercial, especialmente si es tan radical como los que se utilizan en

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el sector microfinanciero, donde se deben administrar muchos préstamos
pequeños de forma eficiente y rentable. En un banco de gran envergadura,
la importancia de las operaciones de microcrédito se ve opacada por el
gran volumen de operaciones tradicionales, en las que se concentran las
capacidades de administración y recuperación del banco.
Los bancos pequeños tienden a ser más flexibles y pueden integrar
las operaciones de microcrédito con mayor facilidad. Estas representan
allí el porcentaje mayor de la cartera de préstamos, lo que hace que
estas instituciones tengan más incentivos para asimilar las tecnologías
de microcrédito en sus operaciones bancarias tradicionales. También es
más fácil integrar los micropréstamos en una estructura concebida para
crédito de consumo, dado que los sistemas comercial y de información
de la institución están preparados para respaldar muchas operaciones
pequeñas.
La introducción y la evaluación de las operaciones de microprés-
tamo en un banco requieren pruebas piloto antes de su lanzamiento
definitivo y de su integración a gran escala.

Integración del microcrédito en las operaciones bancarias

Los bancos que han desarrollado operaciones de microcrédito dentro de


su estructura se benefician de muchas maneras: los costos de las opera-
ciones son más bajos, el nuevo equipo puede interactuar sin dificultades
con otros empleados del banco y el control de gestión del riesgo es más
ágil. En la mayoría de los casos, en una primera instancia, el programa
se instrumenta de forma piloto en una sucursal y, posteriormente, se
extiende a todas las filiales de la región o del país. A continuación, se
exponen ejemplos de esta estructura en distintos países de América
Latina.
Banco Solidario, de Ecuador, es un ejemplo de integración de las
microfinanzas en un banco, con buenos resultados. En un comienzo, el
banco se centró en las pequeñas y medianas empresas, y su misión a largo
plazo era prestar servicios al sector microempresario, principalmente
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 107

a personas pobres y de ingreso más bajo. A fines de 1999, la cartera

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microempresaria representaba el 18% de su cartera total de préstamos.

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Hacia junio de 2005, esa participación había aumentado hasta el 62%. A
fines de 2002, la situación se había revertido: la cartera de microempresas
representaba el 46% del total de préstamos, mientras que la de pequeñas
y medianas empresas se reducía al 20% (véase el recuadro 3.3).
Banco do Nordeste, un banco estatal brasileño, inició su progra-
ma de microfinanzas en un departamento independiente dentro de la
entidad, al que se denominó CrediAmigo. No fue estructurado como
una subsidiaria, en parte porque el banco era una institución pública
controlada por el Estado. A pesar de gestarse de esa manera, tenía gran
autonomía e incluso subcontrataba a los oficiales de crédito dado que
la estructura salarial del banco era fija y muy elevada. El programa se
puso en marcha en 1998, con excelentes resultados, y el banco no tardó
en ampliar el programa piloto de microfinanzas de cinco a cincuenta

Recuadro 3.3
Banco Solidario de Ecuador: compromiso con la microempresa

Banco Solidario fue fundado en 1995 como financiera (Enlace) y fue la primera institu-
ción en Ecuador creada para atender al sector microempresario. En 1996, se convirtió
en Banco Solidario, por iniciativa de Fundación Alternativa, una organización social que
respaldaba al banco y a tres inversionistas del sector privado. Posteriormente se incor-
poraron inversionistas extranjeros en calidad de accionistas, entre los que se incluye
ACCIÓN International (asesor técnico desde 1996), la Corporación Andina de Fomento
(CAF), Care Ecuador, ProFund International y Seed Capital.
El nicho de mercado definido por el banco está formado por más del 60% de la pobla-
ción económicamente activa de Ecuador, que trabaja en los sectores socioeconómicos
urbanos y rurales, y tiene poco acceso al sistema bancario tradicional del país. La gama
de productos de préstamo diseñados para empresas de distinto tamaño permite que
el banco pueda ofrecer financiamiento para microempresarios durante todas las fases
de su desarrollo y crecimiento. Tiene 12 puntos de venta en zonas urbanas de bajo
ingreso y una cartera sólida de micropréstamos para la vivienda, que forma parte de
un programa de promoción de viviendas del gobierno de Ecuador. Durante la primera
etapa de este programa, Banco Solidario logró movilizar ahorros de 14.000 clientes.
También diseñó un modelo que le permite ofrecer crédito para la vivienda a costos más
bajos y, de este modo, las familias pueden combinar los subsidios del gobierno con
un préstamo directo del sector privado. A diciembre de 2005, el banco tenía 148.712
clientes y una cartera de US$183 millones, con un préstamo promedio de US$909.
108 BEATRIZ MARULANDA

sucursales. Sin embargo, al poco tiempo, los niveles de morosidad

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aumentaron significativamente, debido a los sistemas inadecuados

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de incentivos. En un comienzo, los salarios de los oficiales de crédito
dependían únicamente de la cantidad de préstamos desembolsados,
con total prescindencia del cumplimiento del deudor. En respuesta,
el banco frenó su crecimiento exponencial y puso en marcha un plan
menos ambicioso, con un ritmo de crecimiento lento y constante, que
se transformó en uno de los programas más grandes de micropréstamos
en América Latina.
Banco del Trabajo, en Perú, amplió su cobertura al sector micro-
empresario como prolongación del programa de crédito de consumo.
Introdujo cambios importantes en su modelo de evaluación de riesgo,
en particular, la incorporación de visitas a clientes a fin de recabar la
información necesaria para estimar su capacidad de pago. En diciembre
de 2005, tenía una cartera de préstamos a microempresas de US$124,4
millones y 78.000 clientes, que representaban el 40% de la cartera total
del banco (Banco del Trabajo, 2005). La nueva orientación hacia el
microcrédito fue planificada cuidadosamente y se utilizaron nuevas
metodologías de contacto con el cliente, una nueva plataforma tecno-
lógica diseñada para una amplia gama de productos, una estrategia de
apertura de sucursales en áreas habitadas por trabajadores de las grandes
ciudades del Perú y un sistema basado en incentivos para los oficiales de
crédito. El banco mantuvo total independencia entre las áreas comercial
y de evaluación de riesgo, y el cobro de préstamos a cargo de personal
que no integraba la fuerza de ventas, a diferencia de la tecnología de
microcrédito habitual. El desarrollo de las microfinanzas en el banco
ha mejorado el negocio bancario tradicional, reduciendo el nivel de
morosidad del 8% al 5%.
Esta estrategia también ha sido adoptada por financieras que pro-
curan ampliar sus operaciones de crédito de consumo. Este es el caso de
Interfisa y Financiera El Comercio, en Paraguay. Las dos instituciones
entraron en este nicho de mercado después de recibir un préstamo del
BID y asistencia técnica destinada a paliar la profunda crisis financiera
de su país, que obligó a las financieras a buscar distintos sectores para
diversificar sus carteras y reducir el riesgo.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 109

Otro ejemplo es el Banco Agrícola, de El Salvador. Esta institución

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también desarrolló una estrategia para atender a microempresarios a

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través de una división dentro de su estructura, pero el proceso ha sido
lento. A junio de 2003, tenía una cartera de US$11,6 millones y atendía
a 3.224 clientes. Esto fue posible gracias a la cooperación de USAID y a
la asistencia técnica de Development Alternatives, Inc. (DAI).

Creación de filiales

Algunos bancos optaron por desarrollar operaciones de micropréstamo a


través de una entidad jurídica con independencia institucional, como una
filial o subsidiaria. La constitución de una filial para ofrecer microcrédito
significa una enorme “decisión estructural”, de modo que los bancos tien-
den, en una primera instancia, a desarrollar un producto piloto dentro
de la propia estructura de la organización y, posteriormente, deciden la
creación o no de una subsidiaria. En este tipo de iniciativa, los servicios
de los asesores técnicos especializados en microcrédito son importantes
para la viabilidad y la sostenibilidad del proyecto: por un lado, transmiten
sus conocimientos al personal del banco y, por otro, crean, junto con
este, nuevos productos y servicios que se ajustan a las necesidades de los
clientes. Existen dos tipos de filiales: financieras y de servicio.

Filiales financieras. Una filial financiera pone en práctica las operaciones


de microcrédito de su empresa controlante, pero esta participa en el
proceso de toma de decisiones y proporciona, total o parcialmente, el
financiamiento necesario para el nuevo emprendimiento.
Este modelo permite que los servicios financieros se desarrollen con
independencia del banco. Es el que utilizó la Financiera Solución, una
subsidiaria del Banco de Crédito de Perú, que dejó de ser una institución
de crédito de consumo para dedicarse a las operaciones de microcrédito.
Se trata de un mecanismo institucional viable y probablemente necesario
para los grupos financieros que deciden especializarse en este sector del
mercado. Sin embargo, en función de la información que disponemos,
ningún banco comercial ha optado por crear un nuevo intermediario
para entrar en el sector microfinanciero.
110 BEATRIZ MARULANDA

Filiales de servicio. Una filial de servicio es una institución jurídica e ins-

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titucionalmente independiente, que presta servicios al banco: establece

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y administra una cartera de microcrédito a cambio de una comisión.
En este caso, los préstamos se contabilizan en los estados financieros
del banco, una vez que son aceptados por este.
La ventaja principal de este mecanismo es que todo el personal
asignado a la administración de operaciones de microcrédito es con-
tratado y recibe su remuneración de la empresa de servicios, y no del
banco; de esta forma, se evita la dificultad de tener que adaptar el plan de
personal y de remuneración a la estructura rígida del banco tradicional.
Además, estas subsidiarias no están obligadas a obtener la autorización
del organismo de supervisión de entidades financieras; esto significa que
el capital necesario para crearlas es menor que el exigido para constituir
una institución financiera supervisada. Este modelo emplea la infraes-
tructura del banco y recibe apoyo operativo, pero tiene una identidad
propia frente a sus clientes, si bien se beneficia de su asociación con el
nombre y la reputación del banco.
Banco Estado de Chile es una entidad estatal que estructuró sus
operaciones de microcrédito a través de una subsidiaria de servicio,
debido a la falta de flexibilidad intrínseca de la estructura de personal en
la banca pública (véase el recuadro 3.4). El banco desarrolló su propia
tecnología, pero también introdujo cambios radicales en los procesos y
en el departamento de sistemas, así como en el área de recursos huma-
nos. La filial opera desde las instalaciones del banco, pero con personal
independiente. Sus sistemas están totalmente integrados y se nutre de las
mejoras periódicas del banco en materia de implementación tecnológica
y evaluación del riesgo.
Multicredit Bank, de Panamá, un precursor en la estrategia de
downscaling, no ha tenido buenos resultados con el establecimiento de
una subsidiaria. Creó Acción Empresarial, pero al poco tiempo, volvió a
transferir la administración de la cartera al banco en 1999. En diciembre
de 2002, la cartera de préstamos inferior a US$3.000 estaba valuada en
apenas US$600.000 y tenía tan solo 709 clientes activos y una tasa de
morosidad del 59%.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 111

Recuadro 3.4

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Banco Estado de Chile, un caso de downscaling

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Banco Estado se fundó en Chile en 1953, con la misión de facilitar el acceso de las
pequeñas empresas y las microempresas al sistema financiero. En 2005, tenía 312
sucursales, 75 puntos de servicio remoto, 12 bancos auxiliares y 2 bancos móviles con
una red de servicios automatizados, que incluía 813 cajeros automáticos y 289 cajas
de seguridad.
El banco comenzó su programa de downscaling en búsqueda de nuevas oportunidades
de mercado en las que pudiera aprovechar las ventajas de sus estrechas relaciones
con microempresarios. Optó por crear una unidad especial para analizar el perfil de los
microempresarios y sus respectivas necesidades, que son distintas de las de los clientes
tradicionales. Contrató personal con un perfil profesional adecuado para que diseñara
productos y servicios microfinancieros y trabajara en el campo, mediante la incorpo-
ración de cambios tecnológicos que permitieran adaptarse a economías de escala y
reducir los costos de transacción.

Banco Estado de Chile


Resultados del sector microempresario, 2005

Cartera de clientes 168.829


Desembolso de préstamos desde el inicio 462.549
Desembolsos US$676 millones
Préstamos vigentes US$250 millones
Morosidad 1%

Fuente: Banco Estado.

Banco Estado provee una infraestructura técnica y física a la subsidiaria que se encarga
del segmento de microcrédito. Actualmente, dicha subsidiaria tiene 70 sucursales, el
36% de las cuales están situadas en áreas urbanas y el 64%, en áreas rurales. Otorga
préstamos tradicionales y también presta servicios al sector microempresario, entre
los que se incluyen préstamos a agricultores y pescadores. También ofrece tarjetas de
crédito, cuentas electrónicas y seguros.

Un caso especial es Sogesol, subsidiaria de Sogebank, el banco


más grande de Haití. La entidad ya tenía subsidiarias para realizar
operaciones de crédito de consumo, pero decidió lanzar un programa
de microcrédito con una nueva. La justificación del plan se basaba en
su experiencia con otras filiales, ya que permitía motivar al personal
112 BEATRIZ MARULANDA

de manera más directa, mantener una cultura comercial radicalmente

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distinta y atraer a nuevos inversionistas.

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Sogesol es un joint venture entre Sogebank (35%), ACCIÓN In-
ternational (19,5%), ProFund Internacional S.A. (20,5%) y un grupo
de inversionistas locales (25%). Esta subsidiaria origina y gestiona la
cartera, pero los préstamos se contabilizan en el balance del banco.
No comparte la red de sucursales de Sogebank, pero sus oficinas
están situadas cerca de las mismas. Sus sistemas de información son
independientes y están adaptados a los requisitos del microcrédito,
pero se interconectan con el sistema del banco. Sogesol recibe una
comisión variable, que depende de los costos operativos y financieros
de administrar la cartera. Además, tiene previsto ofrecer productos
de ahorro, transferencias de dinero y otros servicios financieros a
sus clientes. Actualmente, opera en seis de las treinta sucursales del
banco y tiene una cartera de US$5 millones, distribuida entre casi
7.000 clientes. Apenas 20 meses después del inicio de sus operaciones,
alcanzó el equilibrio con los costos de su puesta en marcha (López y
Rhyne, 2003).
Banco Pichincha, de Ecuador, debió hacer frente a un entorno muy
competitivo en el sector microfinanciero, con muchos participantes; entre
ellos, Banco Solidario, Sociedad Financiera Ecuatorial (Banco ProCredit
S.A.) y algunas ONG. Decidió entrar en el sector mediante el estable-
cimiento de una subsidiaria especializada, en asociación con ACCIÓN
International, en calidad de asesor técnico y socio inversionista; a su
vez, aprovechó su amplia red de sucursales y su posición de liderazgo
en el sector bancario del país. La subsidiaria, denominada Credife, ha
contribuido a la rentabilidad de varias sucursales del banco.
En Brasil, Banco ABN AMRO REAL S.A. estableció una empresa
de servicios denominada RealMicrocrédito Assessoria Financeira S.A. en
2002. El banco es titular del 80% de las acciones y ACCIÓN Internatio-
nal, del 20% restante. El banco designa al gerente general de la empresa,
mientras que ACCIÓN nombra al gerente comercial. Esta subsidiaria ha
enfrentado una gran competencia de compañías financieras, cadenas de
supermercados, y otras grandes tiendas y establecimientos que ofrecen
productos similares. En junio de 2005, la institución tenía 5.945 clientes
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 113

y una cartera de US$3,1 millones, en tanto el préstamo promedio era

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de US$519.

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Las subsidiarias de servicios no han formulado estrategias para
ofrecer otros servicios financieros, porque no se ha definido una es-
tructura clara de remuneración y porque la casa matriz ya tiene entre
sus depositantes a estos nuevos clientes de microcrédito. Un elemento
fundamental para su éxito es la interfaz entre el banco y la filial, y su
aceptación del nivel de sucursal, especialmente cuando ambas institu-
ciones financieras comparten la misma infraestructura.
Este es el modelo más reciente, y tendrá que demostrar rentabilidad
y buenos resultados en los próximos años. En última instancia el objetivo
será que las filiales sean absorbidas por la casa matriz tan pronto como
la metodología resulte rentable.

Establecimiento de alianzas estratégicas

Los bancos que estudian el sector microfinanciero han recurrido a las


alianzas estratégicas como alternativa para reducir los costos de desa-
rrollo y de transacción. Algunos han ingresado al sector con el respaldo
o en asociación con ONG, y así han complementado el conocimiento
de estas organizaciones con su capacidad de apalancamiento.
En las sociedades en sentido estricto las ONG simplemente pre-
sentan a los microempresarios al banco y es este último quien concede
el crédito. Una vez desembolsado el préstamo, las ONG ofrecen apoyo y
reciben una comisión del banco. En otros casos, asumen parte del riesgo
del crédito al aceptar una comisión más baja a medida que aumenta el
riesgo, o mediante un acuerdo contractual que las obliga a comprar la
cartera improductiva si la morosidad supera un determinado nivel.
Existe otra forma de sociedad en la cual los bancos conceden líneas
de crédito a ONG, que luego otorgan préstamos y asumen el riesgo de
la cartera por cuenta propia. Este modelo ha tenido buenos resultados
en Colombia, donde instituciones serias, como las cinco filiales de
Women’s World Banking (WWB), recibieron financiamiento de bancos
comerciales que les permitieron crecer a un ritmo más acelerado que
instituciones similares situadas en otras zonas de la región. Mediante
114 BEATRIZ MARULANDA

este mecanismo, los bancos pueden expandirse y diversificarse en nue-

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vos mercados, sin adquirir el conocimiento práctico que necesitarían

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para ingresar directamente. Esta opción es principalmente escogida por
aquellos que desean, ante todo, aumentar el volumen de operaciones
y, en segundo lugar, aprender sobre la sostenibilidad y la rentabilidad
del sector microfinanciero, ante la posibilidad de ingresar al mercado
directamente más adelante.
Bangente, en Venezuela, adoptó un planteamiento distinto. Tres
ONG (Fundación Eugenio Mendoza, Grupo Social Cesap y Fundación
Vivienda Popular) se asociaron con el Banco del Caribe y varios otros
inversionistas internacionales (ACCIÓN International, CAF, el Fondo
Multilateral de Inversiones y ProFund). Hacia diciembre de 2001, la
sociedad tenía una cartera de US$7,4 millones y 5.221 clientes, pero aún
no era rentable. Desde entonces, el desempeño ha mejorado, Bangente
ha logrado ampliar satisfactoriamente su ámbito de acción (18.706
clientes activos a junio de 2005), y ha alcanzado rentabilidad y una
alta calidad de activos. Las ONG fundadoras no pudieron transferirle
ningún préstamo. Con la evolución de Bangente, Banco del Caribe se
ha transformado en el principal accionista.
Este tipo de modelo comercial no se ha destacado por sus buenos
resultados, lo que sugiere que si los bancos desean asociarse con ONG,
deben hacerlo únicamente con aquellas sólidas y sostenibles. Esta puede
ser una primera etapa en el estudio de las microfinanzas.

Microcrédito: necesidad de tecnología especial

Durante la evolución de las microfinanzas, la sostenibilidad financiera


sólo ha sido posible cuando las instituciones aplicaron herramientas y
procedimientos especiales para el control del riesgo. Uno de los principales
obstáculos que debe sortear el sector microfinanciero para acceder al
financiamiento bancario es la informalidad que suele caracterizar a las
empresas del sector. Esta informalidad dificulta el acceso a información
oportuna, suficiente y fiable sobre su condición financiera, y a sus ante-
cedentes de crédito, lo que aumenta el perfil de riesgo. Por otra parte, el
sector no tiene mayor acceso a otros servicios financieros formales, tales
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 115

como el ahorro y las transferencias bancarias, pues el riesgo que implica

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la captación de depósitos es menor que en la concesión de préstamos.

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Los antecedentes históricos ejemplifican las dificultades que pre-
senta usar técnicas y procedimientos de crédito tradicionales cuando
se procura atender al mercado de las microfinanzas. Una desventaja
importante es que las estrategias tradicionales presuponen un grado
mínimo de formalidad y el acceso a la información mediante mecanis-
mos convencionales. La información de las actividades formales está
disponible en los estados financieros y en las declaraciones del impuesto
sobre la renta. Esto no es posible con las actividades informales, de
modo que las instituciones deben usar sus fuerzas de venta para com-
pilar información confiable y oportuna sobre los futuros clientes. Los
antecedentes de crédito en el sector informal se basan simplemente en
la última transacción o constancia de pagos recibidos del cliente. Es por
este motivo que las instituciones financieras comienzan por conceder
préstamos de pequeña cuantía, y este importe crece a medida que los
clientes forjan su historial crediticio y acumulan antecedentes.
Los principales fracasos en el sector se han producido cuando los
bancos recurrieron a procedimientos tradicionales, particularmente
los empleados en el mercado de préstamos de consumo. Debido a las
similitudes entre los préstamos de consumo y el microcrédito (ambos
son productos con gran cantidad de transacciones de pequeña cuantía),
se suele creer erróneamente que los procedimientos de los primeros
tendrán la misma eficacia con los micropréstamos. Sin embargo, los dos
productos son muy diferentes, como lo son los mercados que atienden.
Un préstamo de consumo del tipo habitual, concedido por un banco,
está dirigido a la población asalariada del sector formal, mientras que
el crédito está destinado a microempresarios del sector informal. La
principal diferencia radica en el origen de los fondos que se utilizan para
repagar el préstamo y no en la finalidad a la que se destina.7

7
La diferenciación, a efectos de calificar y clasificar, la cartera debería establecerse entre
“préstamos a trabajadores asalariados” y “préstamos a microempresarios”, antes que entre
“créditos de consumo” y “microcréditos”, ya que esta última puede incluir préstamos a
microempresarios que se destinen a financiar productos de consumo.
116 BEATRIZ MARULANDA

Banco Económico y Financiera Fassil, en Bolivia, ejemplifican

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los problemas que surgen cuando los sistemas de evaluación de riesgo

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tradicionales no se ajustan a la realidad de las microfinanzas (Poyo y
Young, 1999). Ambas instituciones tenían buenos resultados en la in-
dustria bancaria tradicional, pero fracasaron en su intento por abordar
el sector microempresario informal. Otras instituciones que optaron
por establecer subsidiarias de servicio lo hicieron con la convicción de
que necesitaban adaptar sus procedimientos de evaluación de riesgo, el
contacto con el cliente, y la gestión y la recuperación de cartera. A modo
de ejemplo, Sogesol, de Haití, aplicó tecnología de microcrédito estándar
provista por ACCIÓN International con el financiamiento inicial del
Fondo Multilateral de Inversiones para cubrir el costo de asistencia y
desarrollo de la empresa durante los primeros años. Banco Pichincha
y su subsidiaria Credife también pusieron en práctica un programa
tecnológico de microcrédito.
Banco do Nordeste es una de las varias instituciones financieras que
emplearon tecnología para préstamos solidarios, con el asesoramiento
de ACCIÓN International, así como el financiamiento y el respaldo de
CGAP (Consultative Group to Assist the Poor) y el Banco Mundial.
Los resultados de este programa de microfinanzas ilustran las tasas de
crecimiento posibles en una institución bancaria con una amplia red
de sucursales (véase el gráfico 3.1). A fines de 2004, Banco do Nordeste
tenía 163.000 clientes, una cartera de US$40,2 millones y una tasa de
morosidad de apenas 1,88%, en tanto el préstamo promedio era de
US$250.
Banco Estado de Chile, a través de una subsidiaria, aplicó varios de
los principios básicos de la tecnología de microcrédito a los préstamos
personales. Asimismo, aprovechó los conocimientos del banco en materia
de evaluación de riesgo para pulir su metodología, de modo de aumentar
la eficiencia y reducir los costos de transacción. Más recientemente, ha
planificado una estrategia de acceso a clientes mediante programas de
georreferencia, con el objetivo de mejorar la eficiencia de los analistas
en su trabajo de campo. Además, está estudiando distintos programas
de remuneración, entre ellos, un plan de gratificaciones ligadas al rendi-
miento que no se basa en el desempeño individual, sino en el del equipo
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 117

Gráfico 3.1 Crecimiento de un banco con múltiples sucursales:

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Banco Nordeste-CrediAmigo

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200 60

180
50

Cartera de préstamos (millones de US$)


160

140
40
Clientes (miles)

120

100 30

80
20
60

40
10
20

– –
2000 2001 2002 2003 2004 Junio
2005

Cartera de préstamos Clientes

en cada sucursal. También está usando tecnología de comunicación


móvil para mejorar la eficiencia en los mercados rurales.
Banco Solidario y Sociedad Financiera Ecuatorial (Banco ProCredit
S.A.), ambos creados para atender al sector microfinanciero en distintos
países de la región, han instrumentado tecnologías de microcrédito desde
su inicio, con la asistencia de ACCIÓN International e IPC, respectiva-
mente. A modo de ejemplo la experiencia ha enseñado la importancia
que tienen en las operaciones de micropréstamo la obtención y la vali-
dación de la información del cliente mediante visitas.
Financiera Solución, de Perú, mantuvo una división de funciones
entre los responsables de la evaluación y la medición del riesgo, y los
responsables del área comercial. El funcionamiento de este sistema es
más costoso, pues es necesario un elevado volumen inicial de clientes
para aprovechar las economías de escala; sin embargo, el sistema fortalece
las técnicas de evaluación y control del riesgo del banco, y resguarda la
institución de posibles fraudes. Las visitas a los clientes se introdujeron
para evaluar su capacidad de pago en función de sus ingresos y gastos
118 BEATRIZ MARULANDA

totales. Los préstamos se estructuran con vencimientos cortos, lo que

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permite a los clientes forjar su historial de crédito mediante préstamos

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sucesivos, a medida que los saldan. Los resultados se han traducido en
una importante reducción de la tasa de morosidad, mientras la cantidad
de préstamos sigue creciendo (véase el recuadro 3.1).
Banco del Trabajo, de Perú, y Banco Caja Social, de Colombia, son
ejemplos de instituciones que han realizado pocos ajustes en sus progra-
mas de microfinanzas. El primero utiliza su tecnología para préstamos
de consumo, con pocas adaptaciones. Sin embargo, tuvo problemas para
pronosticar el desempeño del cliente a partir de sus modelos estándar
de scoring estadístico. Igualmente, también decidió recabar información
mediante visitas a los clientes, a diferencia del procedimiento empleado
para procesar los préstamos a trabajadores asalariados, que consiste
exclusivamente en la compilación y validación de información, y en
la utilización de los resultados del scoring estadístico. Así, el banco
amplió su cartera de préstamos de US$30 millones en junio de 2001 a
US$72 millones en diciembre de 2002, y aumentó su base de clientes
de 25.000 a 78.600. Con un préstamo promedio de US$1.200 y una tasa
de morosidad del 5,7%, se ha erigido en uno de los participantes más
importantes de la industria microfinanciera del país.
Banco Caja Social ofrece al sector microfinanciero el mismo pro-
ducto que utiliza para todos sus clientes, por lo que el importe de sus
préstamos es un poco más alto que la media de este mercado. Normal-
mente, ofrece un préstamo de tres años a tasa fija, con un plan de cuotas
mensuales y la única garantía exigida es un codeudor. La capacidad de
crédito se evalúa mediante la metodología de scoring estadístico, pero
la información se compila a través de las visitas. Actualmente, está
elaborando un nuevo sistema de scoring para clientes del segmento de
trabajadores independientes, que previsiblemente aumentará la eficiencia
y la calidad de la cartera, al tiempo que reducirá los costos de transac-
ción, el riesgo de crédito y la morosidad. El banco exige que todos los
prestatarios abran una cuenta de ahorro, de modo que las cuotas del
préstamo puedan debitarse automáticamente.
En la mayoría de los casos, los sistemas de scoring estadístico se
adaptan para que incluyan variables que sean pertinentes a las micro-
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 119

empresas. La ventaja de este sistema en las microfinanzas es que no se

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realizan visitas a clientes que encuadran en una calificación de riesgo

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aceptable, y así se reducen el tiempo y los recursos destinados al pro-
ceso de selección. Banco Caja Social sigue enfatizando la importancia
de normalizar la metodología, a fin de facilitar la implementación de
nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, reducir la subjetividad de los
oficiales de crédito en el proceso de aprobación de préstamos.

Conclusión

Los bancos comerciales han demostrado un renovado interés en la


prestación de servicios financieros al sector microempresario, incluido
el crédito. En el mercado confluyen muchos actores con distintos ob-
jetivos comerciales, modelos de organización y tecnologías de crédito
usadas por instituciones financieras, subsidiarias y bancos, algunos con
mejores resultados que otros. Pero no existe la solución, el modelo ni
la tecnología de crédito que pueda emplearse con buenos resultados en
toda América Latina. Los países de la región han experimentado distin-
tas crisis financieras durante la última década; tienen distintos sistemas
regulatorios, distintos bancos con diferentes misiones y objetivos, y
distintos clientes, con distintas necesidades.
El éxito de las instituciones de microfinanzas sostenibles y rentables
ha captado el interés de los bancos formales de este sector. Su desarrollo
y consolidación han demostrado que el crédito destinado a microem-
presas es un mercado rentable y con gran potencial, en el que es posible
controlar el riesgo crediticio. Las instituciones tales como el Fondo
Multilateral de Inversiones y el Banco Interamericano de Desarrollo han
contribuido activamente a difundir información sobre estudios de caso
de países y de empresas, así como a desarrollar e implantar tecnologías
innovadoras y canales de distribución eficaces.
Siempre está el riesgo de que los participantes financieros aban-
donen este mercado, ante las dificultades que se presentan para alcanzar
rentabilidad. Pero existen bancos e instituciones financieras que han
tenido buenos resultados en este campo. Entre ellos, se incluyen Banco do
Nordeste (Brasil); Banco Estado (Chile); Banco Caja Social (Colombia);
120 BEATRIZ MARULANDA

Banco Solidario, Sociedad Financiera Ecuatorial (Banco ProCredit) y

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Banco Pichincha (Ecuador); y Banco de Crédito (Perú).

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Las operaciones de microcrédito han alcanzado un nivel signifi-
cativo de desarrollo y sofisticación gracias, en parte, a la experiencia de
las instituciones financieras informales. No obstante, el eventual aporte
de los bancos comerciales y tradicionales es importante para apuntalar
el sector, ya que proveen una gama completa de productos y servicios
a gran escala y, al mismo tiempo, reducen los costos de transacción y
financiación. Los ejemplos descritos precedentemente ponen de relieve
que la cobertura y la profundización de este mercado pueden aumentar
rápidamente si los bancos siguen participando en el desarrollo de las
microfinanzas.
Los organismos multilaterales y los gobiernos locales deberían
seguir promoviendo modelos de organizaciones microfinancieras via-
bles y contribuir a facilitar las iniciativas de downscaling de los bancos
tradicionales, que pueden ampliar las ofertas de productos y reducir los
costos de intermediación. En primer lugar, al introducir nuevos pro-
ductos y servicios, los bancos están en condiciones de alcanzar su punto
de equilibrio en menos tiempo, tienen un acceso más ágil a los fondos
destinados a un crecimiento más rápido y cuentan con una amplia red
de sucursales para captar ahorros y nuevos clientes. También pueden
aligerar el costo de ingresar a nuevos nichos de mercado, usando la
infraestructura que ya poseen y asignando a oficiales de crédito y di-
rectivos de sus filas. Todo esto puede traducirse en tasas de interés más
bajas para los clientes de microfinanzas, según el grado de competencia
de mercado en cada país y área.
En segundo lugar, aunque el modelo de upgrading utilizado por
las instituciones de microfinanzas informales les permitió ofrecer una
gama completa de productos y servicios financieros, los bancos pueden
ofrecer estos productos y servicios con mayor eficiencia. Los bancos
comerciales, con experiencia en la captación de recursos a gran escala,
tienen los conocimientos y la infraestructura tecnológica y física ne-
cesarios para canalizar los productos de préstamo hacia los clientes de
productos de ahorro. La mayoría tiene una amplia cobertura geográfica
y muchos clientes ahorristas; por eso, tienen la ventaja de poder usar los
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 121

antecedentes de ahorro para evaluar el riesgo de crédito. Los factores

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más importantes a la hora de medir los resultados del downscaling de

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instituciones bancarias tradicionales son la participación por acción
o por omisión del estado en el proceso, la tecnología de microcrédito
apropiada, un compromiso cabal y a largo plazo, y la participación de
los bancos, sus socios y accionistas.
El estado debe ocuparse de corregir la mentalidad no lucrativa de
muchas instituciones financieras que ofrecen microcrédito. En algunas
organizaciones sin fines de lucro puede existir una cultura de incumpli-
miento, lo que dificulta la posibilidad de los participantes del mercado
de atraer nuevos inversionistas y clientes. Esta situación también puede
repercutir desfavorablemente en el proceso de formalización de las ONG
que atienden a ese mismo grupo de clientes y deben rendir cuentas por
los ahorros movilizados del público. Por lo tanto, fuentes de carácter
gubernamental o internacional deben abstenerse de ofrecer subsidios
financieros a instituciones microfinancieras y de flexibilizar las normas
de control del riesgo crediticio. Un marco regulatorio y de supervisión
inadecuado dificulta la inclusión de las operaciones de microcrédito en
la estructura de los bancos tradicionales y, con frecuencia, los induce a
retirarse del sector de las microfinanzas. Algunos bancos aún muestran
cierta inquietud ante la posible politización de este sector, que podría
adoptar la forma de subsidios financieros o de una flexibilización de
las normas de control del riesgo, como ocurre en varios países de la
región.
Algunos aspectos del marco regulatorio que rige el sector finan-
ciero formal son factores clave a la hora de decidir el ingreso o no en el
sector de las microfinanzas; entre ellos, la desregulación de las tasas de
préstamo y de depósitos, que permite que el sistema de mercado y las
fuerzas de la competencia determinen los precios que reflejan los distintos
riesgos. Asimismo, es preciso comprender la esencia de las operaciones
de microcrédito para desarrollar un sistema adecuado de calificación y
clasificación de carteras, a fin de establecer las provisiones necesarias.
Además, es preciso que los gobiernos y los bancos comprendan
que muchas personas no tienen acceso al sector financiero formal, fun-
damentalmente, por la ausencia de registros de información necesaria
122 BEATRIZ MARULANDA

para evaluar el riesgo de crédito, y no por la falta de garantías. Los

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gobiernos deben fomentar la creación de centrales de riesgo que pue-

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dan recabar información de otras fuentes, además de las instituciones
financieras formales. Las entidades también deben tener en claro que
el microcrédito puede ser sostenible aun sin garantías. Lo que es más
importante aún, el microcrédito requiere de tecnologías adecuadas para
evaluar la capacidad de pago, y de productos que estimulen y premien
la recuperación del crédito, para así aumentar la responsabilidad de los
clientes ante las instituciones financieras.
Los bancos y otras instituciones financieras formales deben adaptar
las prácticas, los productos y los servicios tradicionales para satisfacer las
necesidades de las microempresas. La falta de tecnología de microcrédito
adecuada ha socavado los esfuerzos de muchas instituciones. Aunque
los programas de microcrédito pueden ser aptos para operaciones de
gran escala (pues no tienen problemas de financiamiento), las carteras
de muchos bancos se han deteriorado rápidamente, y se han visto
obligados a suspender y reestructurar estos programas. Es importante
seguir promoviendo la difusión de los casos exitosos entre los bancos,
haciendo especial hincapié en las mejores prácticas.
El objetivo debe centrarse en brindar una gama integral de servicios
financieros. Los esfuerzos realizados hasta la fecha para promover la
relación de las instituciones financieras regionales en las transferencias
de remesas internacionales son un ejemplo de la oferta ampliada de
productos que estas instituciones pueden utilizar para mejorar la calidad
de vida de los microempresarios de la región y de sus familias. Sin lugar
a duda, el principal desafío que deberá enfrentar la industria financiera
en los próximos años es el de persuadir a las instituciones financieras
formales de participar en este sector.
BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 123

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CAPÍTULO 4

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Regulación y supervisión
del microcrédito en América Latina

Ramón Rosales

H
ace 15 años, los vendedores en las calles de Lima, La Paz y San
Salvador tenían una única alternativa conveniente de financia-
miento: los créditos a corto plazo concedidos por prestamistas
informales, a tasas de interés elevadas. Hoy en día, estos mercados son
atendidos por varias instituciones financieras reguladas, que ofrecen
crédito con condiciones mucho más convenientes. La mayoría de estos
préstamos son otorgados por instituciones constituidas recientemente
a raíz de los cambios en el marco que reglamenta del sistema regula-
torio.
La tasa de interés anual promedio que paga en la actualidad un
microempresario en el mercado de Uyustus de La Paz por un préstamo
en dólares es del 21%. En el mercado central de Arequipa, la tasa de un
préstamo en moneda local, soles, es de aproximadamente el 50%, si
bien las tasas de interés vienen disminuyendo y probablemente sigan
esa tendencia en el futuro. Antes de la aparición de las instituciones de
microfinanzas reguladas, el promedio de estas tasas era más de diez veces
superior a estos niveles. Aproximadamente el 38% de los microempre-
sarios de Bolivia tienen hoy acceso al crédito. En Perú, este porcentaje
es también elevado. La industria microfinanciera boliviana se ha trans-
formado en un mercado importante y sofisticado y es líder indiscutido
en la región. Habiéndose iniciado desde cero a mediados de los años
ochenta, el microcrédito cobró considerable peso hacia fines de 2004,
con la presencia de 21 prestamistas en este segmento, que representaban
cerca del 11% de la cartera total del sistema financiero.
126 RAMÓN ROSALES

A pesar de ello, tanto en Bolivia como en Perú aún subsiste una

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brecha en la cobertura de las microfinanzas, tal como lo demuestra la

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escasa oferta de servicios financieros disponibles para la población de
ingreso bajo que reside en zonas rurales. Asimismo, muchos clientes de
los centros urbanos más importantes están sobre-endeudados, a raíz
de la fuerte competencia que existe entre las instituciones de microfi-
nanzas, los bancos y las entidades que otorgan préstamos de consumo.
En Bolivia, esa competencia hizo que se relajaran las tecnologías de
microcrédito aceptadas y, durante algún tiempo, se otorgó una gran
cantidad de préstamos que sobrepasaban el nivel prudencial de la relación
préstamo-activo y la capacidad de pago de los prestatarios. Además, el
crecimiento indiscriminado de los préstamos de consumo destinados
a trabajadores autónomos, sumado a la intención de las instituciones
de microfinanzas líderes de mantener o incrementar la participación
de mercado, dio lugar a una ponderación inadecuada de los riesgos.
Por ende, no es sorprendente que los niveles de morosidad se hayan
elevado con el tiempo.
Bolivia y Perú fueron los primeros países en establecer marcos
regulatorios adecuados para el microcrédito y, al día de hoy, son los que
más han avanzado en este aspecto. Este capítulo trata principalmente
sobre la relación entre el desarrollo de las microfinanzas y las reformas
financieras de estos dos países. En el resto de los países de América Latina,
el desarrollo de las microfinanzas también está claramente ligado a los
cambios en la regulación y en la supervisión del sistema financiero. Si
bien este mercado prácticamente no existía en la región durante los años
ochenta, en la actualidad muchos países, incluidos Brasil, El Salvador,
Honduras, México, Panamá y Venezuela, tienen instituciones financieras
que se especializan en préstamos de poca cuantía. En Colombia, Ecua-
dor, Honduras, Nicaragua y Panamá, el microcrédito ha sido regulado
como una industria de financiamiento por mérito propio. Actualmente,
en Guatemala y Nicaragua, se están analizando proyectos de ley para
constituir entidades especializadas.
En este capítulo, se analizarán los cambios introducidos recien-
temente en el marco regulatorio y en las prácticas de supervisión del
microcrédito, así como las repercusiones que han tenido en el desarrollo
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 127

de la industria microfinanciera de América Latina. Este análisis pondrá

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en relieve los requisitos que debe reunir un mercado financiero para

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ofrecer a las microempresas un acceso amplio a sus servicios, y a un
mercado sólido y seguro para todos. En la sección final se tratan los
retos que se deberán enfrentar en el futuro para regular y supervisar el
microcrédito. Si bien este libro trata acerca de las microfinanzas (que
incluyen el ahorro y el crédito), desde el punto de vista regulatorio,
dentro de los servicios financieros, se hace hincapié en la actividad de
préstamo a microempresarios. Por lo tanto, este capítulo se centra en
el microcrédito.

Microcrédito: definición y perfil de riesgo

En la región, no existen definiciones uniformes de microcrédito, mi-


croempresa y pequeña empresa. Una microempresa puede definirse
de acuerdo a la cantidad de empleados, el tamaño de sus activos o el
volumen de sus ventas anuales. Sin embargo, estas magnitudes varían
mucho según el país del que se trate e, incluso, dentro de un mismo país.
Por este motivo, la comparación de estadísticas no es una tarea fácil.
Este libro define el microcrédito como un préstamo de monto
bajo (generalmente, inferior a US$10.000), que no está garantizado (con
garantía real), otorgado a trabajadores por cuenta propia (a los que tam-
bién se denomina microempresarios), quienes no llevan registros contables
ni operacionales de sus actividades y suelen trabajar en el sector informal
de la economía. Las instituciones de microfinanzas prestan servicios
financieros especializados a microempresarios, entre los que se incluye
la concesión de crédito, aunque también pueden atender a otro tipo
de clientes.
El perfil de riesgo de un microcrédito difiere bastante del perfil de
un crédito corporativo o de un préstamo de consumo, puesto que los dos
componentes fundamentales en los que se fundamenta tradicionalmente
la decisión de conceder un crédito (información formal acerca de la ca-
pacidad de pago del prestatario y garantías reales) no están disponibles
en el caso de un trabajador por cuenta propia o de un microempresario.
El perfil de riesgo también se ve influenciado por el hecho de que los
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microempresarios desempeñan actividades de productividad limitada,

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que no requieren de muchos activos, lo cual los hace más vulnerables a los

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vaivenes del mercado y a los ciclos económicos. No obstante, en algunos
casos, las microempresas pueden ser más flexibles que las empresas más
grandes para adaptarse a los cambios en el entorno comercial, como
por ejemplo, los cambios en su actividad principal.
La experiencia de las instituciones de microfinanzas en América
Latina desde los años ochenta demuestra que financiar a microempre-
sarios es una actividad muy rentable si se utiliza la tecnología de crédito
adecuada. De lo contrario, puede ser una actividad riesgosa y muchos
bancos comerciales que no están especializados en el área han sufrido
grandes pérdidas al intentar ingresar en este mercado.
Una tecnología adecuada para el financiamiento de microempresas
debe reunir los siguientes cuatro aspectos clave. En primer lugar, la eva-
luación de la capacidad de pago de un cliente depende de la elaboración
de estados contables simplificados que capturen información acerca
de la unidad de negocio familiar y del patrimonio neto de la empresa
(especialmente los activos más importantes), a partir de información
que recopilan los oficiales de crédito en el lugar de trabajo del cliente,
mediante procedimientos normalizados de recopilación y procesamiento
de datos. También se evalúa la reputación del cliente, mediante un aná-
lisis de su historial crediticio y la verificación de referencias con vecinos
y proveedores. Los préstamos se procesan rápidamente y se efectúa un
seguimiento sistemático, lo que afianza la motivación del cliente para
devolverlos. Esta metodología difiere radicalmente de los procedimientos
que se utilizan para los créditos tradicionales, en los que la decisión de
otorgarlos se toma en función de información financiera formal y de
los activos que se pueden registrar y, en el caso de préstamos hipoteca-
rios y de consumo, en base a la verificación de ingresos de trabajadores
asalariados.
En segundo lugar, el microcrédito suele fundarse en un principio de
gradación, según el cual, en un comienzo, se otorga a los nuevos clientes
préstamos de poca cuantía dentro de su capacidad de pago. Así se pone
a prueba su predisposición para devolverlos y se va incrementando
paulatinamente el tamaño de los nuevos préstamos a aquellos que han
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 129

mantenido un desempeño confiable. Mediante este método se forja una

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relación a largo plazo entre prestamistas y clientes que, de contar con

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buenos antecedentes, pueden acceder a préstamos de mayor cuantía en
menos tiempo; esto propicia economías de escala para la institución de
crédito. Una forma de fortalecer la motivación del cliente para cumplir
con las obligaciones es la adopción de una actitud firme y, en ocasiones,
enérgica ante la morosidad. No es inusual que un prestamista deje de
brindar servicios a un cliente que se retrasa más de 30 días en efectuar
un pago de capital o de intereses; la entidad carga el préstamo a pérdidas
y la persona deja de pertenecer a la categoría de prestatario calificado.
La mayoría de las instituciones de microfinanzas prósperas informan
claramente a sus nuevos clientes de la política de poca tolerancia a la
morosidad y de los beneficios que pueden obtener si cumplen con sus
obligaciones puntualmente.
En tercer lugar, las operaciones de las instituciones de microfinan-
zas son descentralizadas. La mayor parte de las decisiones son tomadas
por comités de crédito, integrados por oficiales de crédito y gerentes
de sucursal.1 Las instituciones eficientes, con metodologías de crédito
y controles internos probados, gestionan carteras formadas por cientos
de préstamos no garantizados de poca cuantía, otorgados a clientes del
sector informal, y logran obtener altas tasas de recuperación. La des-
centralización se extiende también a la cartera de préstamos e incluye
actualizaciones diarias a los oficiales de crédito acerca del desempeño
de pago de sus clientes. Así pues, la puntualidad y la fiabilidad de los
sistemas de información es esencial para una gestión eficaz de las ins-
tituciones de microfinanzas. Los sistemas de información se combinan
con la aplicación de distintos niveles de control interno instaurados por
gerentes de sucursal, gerentes de área, ejecutivos de la casa matriz y, en
última instancia, la junta directiva. También deben contar con sistemas
eficaces de seguimiento de los créditos que otorgan. Si los informes sobre

1
Este comentario se refiere únicamente a microcréditos individuales y no a créditos para
grupos organizados, en los que cada miembro del grupo garantiza el préstamo mancomu-
nadamente con los demás y en los que las instituciones financieras cuentan con la presión
del grupo como medio para garantizar el pago.
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incumplimiento y reestructuración de préstamos se generan fuera de

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término o no son claros, los directores, e incluso los gerentes, pueden

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llegar a trabajar a ciegas y se corre el riesgo de perder el control de los
préstamos morosos. Por lo tanto, es fundamental verificar periódicamente
el funcionamiento del sistema de control interno y llevar a cabo audi-
torías de rutina y no programadas, pues se conocen casos de empleados
de instituciones de microfinanzas que, actuando en connivencia para
organizar fraudes, han provocado importantes pérdidas.
Por último, es importante promover una competencia sana entre
las instituciones de microfinanzas, a fin de evitar que relajen sus políticas
de crédito en busca de una mayor participación de mercado, que se vean
envueltas en acciones tendientes a robarse clientes o que sucumban a
niveles de morosidad generalizados. También se corre el riesgo de que
los prestatarios morosos organicen grupos de presión para procurar
que se reprogramen los vencimientos de sus préstamos de gran escala,
se reduzcan las tasas de interés o incluso se condone la deuda, como
ocurrió en Bolivia.

La importancia de la regulación del microcrédito

La normativa bancaria establece condiciones mínimas para las activi-


dades de financiamiento, con el objetivo de promover la diversificación
del riesgo. A fin de proteger a los depositantes y acreedores, las normas
estipulan el monto máximo que se puede prestar a un único cliente, en
qué casos se deben presentar garantías, la información mínima que se
debe mantener sobre los prestatarios y pautas para el castigo de présta-
mos impagos. Estos requisitos se basan en las buenas prácticas de bancos
prudentes y pueden aplicarse perfectamente a préstamos corporativos y,
en menor medida, a préstamos hipotecarios o de consumo concedidos a
personas asalariadas, en los que la verificación de la estabilidad laboral
constituye la mejor garantía para la recuperación normal del crédito.
En todo el mundo, las normas bancarias exigen que los bancos
analicen las fuentes probadas de ingresos que se utilizarán para reem-
bolsar el préstamo y que además soliciten garantías para cada uno, con
el propósito de proteger los fondos de los depositantes. En el campo de
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las microfinanzas, en los últimos veinte años los organismos de regula-

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ción han intentado establecer un marco jurídico para la concesión de

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préstamos a personas sin garantías reales registrables y sin fuentes de
ingresos verificadas por un tercero. Como era de esperarse, este cambio
de política se vio acompañado por la incorporación de normas pruden-
tes en materia de gestión del riesgo. En el recuadro 4.1, se resumen los
requisitos recomendados para las instituciones de microfinanzas espe-
cializadas en microcréditos y, en el recuadro 4.2, las prácticas óptimas
generales para la evaluación del crédito y del riesgo.
Desde la óptica del público en general, una institución de micro-
finanzas tiene éxito cuando logra ampliar la cobertura, incorporando
una mayor cantidad de pequeños prestatarios que pagan precios cada
vez más bajos; en otras palabras, cuando atiende a una mayor cantidad
de clientes y les ofrece tasas de interés más bajas, préstamos de mayor
cuantía y períodos de reembolso más prolongados.
El objetivo que persiguen las reformas financieras es posibilitar que
toda empresa o individuo que desempeñe una actividad comercial viable
o tenga capacidad de pago basado en un ingreso regular, pueda reunir
los requisitos para acceder a un crédito otorgado por fuentes formales.

Recuadro 4.1
Requisitos para microfinancieras que se especializan en
operaciones de microcrédito

Las instituciones de microfinanzas que se especializan en microcrédito deben atenerse


a los siguientes requisitos:
1. Capital mínimo de aproximadamente US$1 millón, debido a la magnitud de las
pérdidas que podrían sufrir sus propietarios si desatienden la actividad. Esta base de
capital también permite alcanzar una escala de operaciones sostenible.
2. Prohibición de otorgar préstamos entre partes relacionadas, o imposición de
límites estrictos al respecto, ya que concentran el riesgo y pueden dar lugar a que
se flexibilicen los procedimientos de evaluación y recuperación de préstamos. Las
transacciones de este tipo también incrementan el riesgo de que surjan problemas
relacionados con el gobierno institucional.
3. Operaciones en el ámbito nacional y regional para lograr eficiencia y ofrecer tasas
competitivas a los clientes. Una institución microfinanciera que concentra sus opera-
ciones en un municipio o en una región pequeña tiene dificultades para alcanzar altos
niveles de eficiencia y, a la vez, se expone a un alto riesgo geográfico y sectorial.
132 RAMÓN ROSALES

Recuadro 4.2

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Las mejores prácticas generales para la evaluación del crédito y

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del riesgo

Se recomienda a las instituciones microfinancieras y a otros intermediarios que


instrumenten las siguientes prácticas en el proceso de toma de decisiones relativas a la
concesión de microcrédito. Estas prácticas deberían aplicarse a instituciones microfi-
nancieras especializadas y a otros intermediarios que deseen ingresar a este segmento
de mercado:
1. Exigir que los clientes tengan experiencia como microempresarios, a fin de verificar
la viabilidad económica de sus actividades.
2. Instar a que se constituya una provisión para créditos incobrables desde el primer
día en que se registre morosidad en un pago.
3. Prohibir que se utilicen garantías como parte de las provisiones para créditos inco-
brables, a menos de que se trate de garantías reales debidamente registradas.
4. Ordenar que los prestamistas contabilicen préstamos reprogramados en la categoría
de préstamos morosos.
5. Requerir que la documentación en los legajos de los clientes reflejen la información
generada mediante el análisis crediticio, aunque no es necesario incluir todos los
documentos que se solicitan a prestamistas de mayor envergadura.

Este objetivo se puede lograr si la oferta de fondos es suficiente para


satisfacer la demanda, dadas las condiciones de mercado, es decir, sin
recurrir a subsidios ni a un sistema sesgado que promueva la concesión
de créditos en forma irresponsable, en perjuicio del depositante o del
contribuyente.
Desde el punto de vista de las instituciones de microfinanzas, la
regulación y la supervisión son aspectos muy importantes, ya que pueden
permitirles reunir las condiciones necesarias para captar depósitos o
tomar préstamos de bancos comerciales, y así establecer su propia base
de financiamiento. De este modo, adquieren autonomía financiera y
dejan de depender de la veleidad de donantes e inversionistas sociales.
En otras palabras, logran permanecer en el mercado. A cambio de esto,
las instituciones de microfinanzas deben aceptar someterse a la super-
visión pública en forma permanente y cumplir con las normas y reglas
prudenciales que rigen la información sobre su desempeño.
Una vez sujetas a las mismas normas y medidas que rigen a las
demás instituciones financieras (patrimonio, límites de crédito, provi-
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siones para préstamos incobrables, contabilidad, márgenes de tasas),

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las instituciones de microfinanzas están en condiciones de competir en

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igualdad de condiciones. Además, al acceder a información sobre posibles
prestatarios mediante una central de riesgo, pueden seleccionar mejor
a sus clientes. Por último, la posibilidad de garantizar sus depósitos
consolida la confianza de los depositantes, quienes incluso pueden tener
cuentas de gran tamaño.
Desde la óptica de los prestatarios, la existencia de un marco
regulatorio adecuado les brinda, ante todo, acceso a fuentes de finan-
ciamiento permanentes, estables y cada vez mayores. La competencia
contribuye a la disminución de las tasas de interés, mediante información
transparente sobre las tasas de mercado vigentes. Esto permite que los
prestatarios puedan tomar decisiones informadas y determinar cuál es la
institución que mejor satisface sus necesidades de crédito. En definitiva,
no les importa tanto el tipo de institución que les otorga los fondos, sino
que desean obtener las mejores condiciones de financiamiento: monto,
tasas de interés, plazos, garantías y oportunidad.
Actualmente, se reconoce la necesidad de contar con un sistema
financiero sólido, eficiente y bien organizado para fomentar el desarrollo
económico. Dado que los intermediarios financieros llevan a cabo sus
operaciones de crédito con el financiamiento del público, es fundamental
contar con un sistema de regulación y supervisión que garantice una
adecuada gestión del riesgo, evalúe la solvencia de las instituciones del
sistema financiero y permita que las fuerzas del mercado equilibren la
oferta y la demanda.
La existencia de un marco jurídico y regulatorio adecuado, que
respalde el desarrollo de un sistema financiero de bajo riesgo, un sistema
contable adecuado para el país y la seguridad jurídica de los contratos,
facilita la supervisión bancaria. Por otra parte, la tarea del supervisor
se ve dificultada cuando la legislación bancaria permite que bancos con
capital limitado, o cuyos propietarios pueden retirar el capital mínimo
que el banco utiliza para llevar a cabo sus operaciones, otorguen prés-
tamos de gran cuantía. También se complica cuando no se utilizan los
principios de contabilidad generalmente aceptados para registrar los
activos del banco y cuando el sistema judicial es ineficiente.
134 RAMÓN ROSALES

Al supervisor le interesa reducir el costo de los servicios financie-

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ros y, al mismo tiempo, garantizar la solvencia de los intermediarios.

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Lejos de actuar como promotor de mercado, establece y exige el cum-
plimiento de normas que promueven la seguridad de las operaciones
y el buen desempeño de todos los segmentos del sector bancario. Para
eso, la supervisión se centra en evaluar el modo en que la gerencia de
las instituciones identifica, mide, controla y supervisa el riesgo de sus
numerosos clientes en la operatoria cotidiana.
En el caso del microcrédito, el supervisor debería estar en condi-
ciones de dar su opinión acerca de tecnologías de microfinanciamiento,
tanto al otorgar licencias a ONG que desean convertirse en instituciones
financieras formales, como al llevar a cabo inspecciones en las oficinas
de instituciones con carteras de microcréditos. Fundamentalmente se
centrará en evitar que las instituciones financieras incurran en prácticas
de préstamo predatorias, la llamada “venta de créditos”, o abusen de su
situación contractual. Los supervisores deben hacer un seguimiento es-
pecial de aquellas instituciones que ofrecen simultáneamente préstamos
de consumo, microcréditos y pequeños créditos comerciales. Una de las
herramientas importantes con las que cuenta para cumplir su función
es recurrir a un servicio de información de riesgos crediticios que se
ocupe de controlar el cumplimiento de pago de una gran cantidad de
clientes y de promover la competencia leal en el mercado. En muchos
países, existe una central de riesgos que depende de la superintenden-
cia de bancos o del banco central, y la información sobre el historial
crediticio se suministra directamente a las instituciones financieras y a
centrales de riesgo privadas. En otros países, todas estas funciones son
realizadas únicamente por el sector privado.

Tendencias en la regulación y la supervisión


del microcrédito

Reformas del sector financiero

Las reformas del sector financiero de los años ochenta y noventa tu-
vieron por objeto intensificar la intermediación financiera, mejorar
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 135

la asignación del crédito y promover la competencia sana. Entre las

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muchas reformas realizadas, se incluyeron la liberalización de las tasas

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de interés y las operaciones en el mercado cambiario, la reducción de
los encajes legales, la eliminación de los controles crediticios, la au-
torización de instituciones para que puedan funcionar como bancos
comerciales y el cierre de bancos públicos, lo cual puso fin a la política
de otorgar subsidios indiscriminadamente en forma de préstamos, una
práctica muy habitual en muchos países de América Latina. Al mismo
tiempo, las reformas apuntaron a fortalecer el marco de supervisión
prudencial del sistema financiero, a fin de mitigar el riesgo moral, la
selección adversa de clientes, y otros riesgos que existen en sistemas sin
una regulación eficiente.
Los marcos regulatorios establecidos por las reformas hicieron
hincapié en las condiciones mínimas de seguridad para las actividades
de financiamiento bancario, con el fin de diversificar el riesgo y reducir
los gastos y costos. Estas condiciones incluyen el incremento de la ca-
pitalización y el patrimonio mínimo, la reducción del monto máximo
que se puede prestar a un único cliente, definiciones más precisas de
casos en los que es necesario presentar garantías reales, la simplificación
de la información mínima que se debe mantener sobre los prestatarios
y la forma de reconocer pérdidas generadas por préstamos. Todas es-
tas medidas tuvieron por finalidad proteger a los depositantes y a los
acreedores por igual. Si bien las reformas financieras no contemplaron
específicamente el microcrédito, establecieron un marco adecuado
para el desarrollo de las instituciones de microfinanzas, al eliminarse
los controles sobre las tasas de interés. Así, estas instituciones pudieron
atender a clientes más pequeños con perfiles de riesgo más elevados,
cobrándoles tasas de interés más altas para cubrir los costos y garantizar
su sostenibilidad financiera.

Evolución de la regulación del microcrédito en el período


1980–2000

Si bien los bancos y las cooperativas siempre han ofrecido crédito a


trabajadores por cuenta propia, en Perú y Bolivia se aprobó un nuevo
136 RAMÓN ROSALES

tipo de institución especializada en este nicho de mercado entre 1980

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y 1995. Las instituciones de microfinanzas con fines de lucro podían

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otorgar pequeños créditos y aceptar depósitos, bajo la supervisión de
la superintendencia de bancos. Sin embargo, las leyes que regulaban la
constitución de tales instituciones no mencionaban que estas debieran
prestar servicios a microempresarios o actuar como instrumentos en
la lucha contra la pobreza. A mediados de los años noventa, las super-
intendencias de ambos países incluyeron al microcrédito en el marco
regulatorio y lo encuadraron como una operación de crédito dirigida a
trabajadores no asalariados. Asimismo, establecieron que este producto
podía ser ofrecido por entidades especializadas, como así también por
bancos y otras instituciones financieras, aunque no se establecieron
topes a las tasas de interés.
A partir de 1990, los bancos y las instituciones financieras ingresa-
ron en el negocio del microcrédito en varios países de América Latina.
Entre los casos más destacados, cabe citar a los bancos comerciales
especializados en pequeños préstamos de Bolivia, Chile, Ecuador y
Perú; las financieras de El Salvador, Nicaragua y Paraguay; los bancos de
propiedad estatal en Brasil; y, más recientemente, las financieras comer-
ciales en Colombia (véase el capítulo 3, que presenta una descripción
más detallada de este proceso). En Colombia, Ecuador y Nicaragua, el
microcrédito ha sido regulado como una industria de financiamiento
por mérito propio. Actualmente, en Guatemala y Nicaragua, se están
analizando proyectos de ley para constituir entidades especializadas.
Paralelamente, desde hace varios años, funcionan en la región ONG
de microcrédito, con distinto grado de cobertura nacional. Algunas son
independientes; otras son miembros de redes internacionales, tales como
ACCIÓN, Women’s World Banking y Finca. También existen coopera-
tivas de crédito especializadas y de múltiples propósitos que conceden
préstamos a trabajadores por cuenta propia. Desde 1999, se han creado
instituciones financieras especializadas en pequeños préstamos en Brasil,
El Salvador, Honduras, México, Panamá y Venezuela.
Con excepción de Guatemala, Honduras y Nicaragua, donde las
instituciones de microfinanzas pueden adoptar la figura de las asocia-
ciones sin fines de lucro, en los demás países estas deben constituirse
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 137

como empresas comerciales. En Brasil, Honduras y México, el requi-

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sito de capital mínimo es inferior a los US$100.000, mientras que en

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Guatemala y Nicaragua, no supera los US$300.000. Estas instituciones
pueden captar depósitos del público en todos los países, menos en Brasil.
En todos los casos, se admiten los préstamos entre partes relacionadas,
pero con limitaciones.
Bolivia es el único país donde la legislación que rige al microcrédito
y a las instituciones especializadas no hace referencia a “microempre-
sarios” ni a “microempresas”, precisamente para evitar que el crédito
se distribuya mediante la predeterminación de sus destinatarios. En
los demás países, se tiende a vincular la definición de microcrédito
incluida en las reglamentaciones prudenciales con las definiciones de
microempresario o microempresa contenidas en la legislación que las
promueve.

Presión para el cambio y fuentes de resistencia

Los organismos de supervisión bancaria de la región y de todo el mun-


do sufren cada vez más presiones para integrar las microfinanzas en
el marco regulatorio. En algunos países, esta tendencia es el resultado
de muchos años de trabajo realizado por instituciones sin fines de lu-
cro que, con el apoyo de donantes y organismos internacionales, han
desarrollado tecnologías de crédito para microempresas y, posterior-
mente, participaron en la creación de instituciones de microfinanzas.
En otros, la presión proviene de fuentes estrictamente comerciales:
intermediarios financieros tradicionales que desean acceder al mer-
cado microfinanciero. Estos intermediarios se enfrentan a una férrea
competencia en sus mercados tradicionales o se ven atraídos por la
mayor rentabilidad y crecimiento que han demostrado las instituciones
de microfinanzas.
Ante estas dos tendencias, es probable que, tarde o temprano, los
organismos de supervisión bancaria tengan que abordar el tema de las
microfinanzas. Las fundaciones sin fines de lucro rentables y maduras
están solicitando licencias para operar en calidad de intermediarias su-
pervisadas, para poder obtener recursos en los mercados financieros y
138 RAMÓN ROSALES

captar depósitos del público. Por su parte, los intermediarios financieros

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establecidos suelen toparse con obstáculos y problemas regulatorios al

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intentar prestar servicios a este segmento del mercado. Esta situación
genera presiones de dos tipos para que se ajuste el marco regulatorio:
en primer término, facilitar la actividad de microfinancimiento y, en
segundo, regular adecuadamente las instituciones que se dedican a esta
actividad o se especializan en ella.
La presión en pos de la reforma regulatoria suele aparecer en el
plano político. En particular, las organizaciones de microcrédito sin
fines de lucro han tenido un papel cada vez más activo en el impulso de
reformas legales que propicien la actividad microfinanciera. En algunos
países, esta necesidad ha dado lugar a la constitución de nuevos tipos de
instituciones financieras, precisamente con el fin de que las fundaciones
sin fines de lucro puedan convertirse en intermediarias y, de esa mane-
ra, obtener fondos en los mercados financieros y captar depósitos del
público. Asimismo, tal como ocurrió en Colombia, Ecuador, Honduras
y Nicaragua, los microempresarios están presionando a los gobiernos
en forma paulatina para que establezcan topes a las tasas de interés, ya
que consideran que los niveles actuales son muy elevados. Desafortu-
nadamente, no todos los cambios que se han propuesto en materia de
regulación son positivos para las microfinanzas. En algunos casos, se
dan respuestas de gran repercusión a problemas que podrían resolverse
mejor con un enfoque regulatorio más moderado.
El hecho de que existan obstáculos para la regulación de las
microfinanzas se debe a una combinación de factores: entre ellos, la
poca experiencia en el área de los organismos de regulación, con cierta
ingenuidad y sin independencia de criterio; la falta de previsión, en los
planes comerciales de las entidades financieras especializadas sin fines
de lucro, de una cobertura de gran escala y de la disminución de las tasas
de interés, una vez que hayan alcanzado un mayor nivel de eficiencia;
donantes internacionales irresponsables que, en ocasiones, reaccionan
ante circunstancias coyunturales o ante los mandatos cambiantes de sus
gobiernos, y políticos que, de buena o mala fe, se olvidan de que el sistema
financiero es sólo un medio para que empresas e individuos eficientes
aprovechen oportunidades comerciales y acumulen riqueza.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 139

Es preciso instrumentar políticas y marcos regulatorios adecuados

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para poder crear un mercado competitivo para las microfinanzas, en

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el que las tasas de interés disminuyan con el tiempo. La experiencia de
los últimos años ha demostrado que un entorno regulatorio adecuado
para las microfinanzas debe reunir los siguientes requisitos:

• Organismos de regulación profesionales, independientes y


creíbles.
• Gerentes de instituciones de microfinanzas (incluso de aque-
llas que originalmente fueron ONG), que deseen obtener una
rentabilidad legítima sobre sus inversiones.
• Donantes internacionales y políticos que actúen con una visión
a largo plazo.

Futura convergencia

Se pueden identificar dos posturas en lo que respecta a la regulación de


las microfinanzas. La primera, preocupada principalmente por la lucha
contra la pobreza, aspira a crear un sistema financiero que se especia-
lice en asistir a los pobres, con normas prudenciales blandas, directa o
indirectamente supervisadas por las superintendencias de bancos. En
este escenario, las ONG de microcrédito que no tienen propietarios que
puedan tomar las riendas del gobierno corporativo, y las cooperativas de
crédito con patrimonios pequeños podrían movilizar grandes cantidades
de dinero proveniente de pequeños depositantes y reemplazar de este modo
las donaciones y los préstamos blandos, que son cada vez más escasos. La
segunda postura se ocupa de la regulación y supervisión prudencial de los
intermediarios financieros. En este caso, los supervisores deben proteger
los intereses de los ahorristas y acreedores, exigiendo que las instituciones
de microfinanzas gestionen adecuadamente sus activos y riesgos. En este
contexto, pueden enfrentarse a una dicotomía entre priorizar los objetivos
sociales, por un lado, y la solvencia financiera, por el otro.
En países como Honduras y Nicaragua, la ausencia de reglamen-
taciones dio lugar a un mercado con poca competencia y altas tasas
de interés. Por otra parte, países como Bolivia han decidido definir el
140 RAMÓN ROSALES

microcrédito como una actividad de financiamiento que pueden llevar

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a cabo las instituciones financieras de todo tipo, partiendo del princi-

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pio de que el ahorro interno puede y debería utilizarse para cualquier
actividad económica rentable, independientemente de su tamaño.2 En
algunos casos, el marco regulatorio se ha desarrollado aún más para
permitir que las entidades financieras se constituyan como sociedades
anónimas, especializadas en otorgar préstamos pequeños, con niveles
de capitalización mínimos razonables.3 El reto que tienen por delante
los organismos de regulación consiste en promover condiciones trans-
parentes y competitivas, a fin de reducir las tasas de interés cuando la
institución adquiere una mayor comprensión acerca de la capacidad
y predisposición de pago del cliente, o bien cuando se presenta una
garantía hipotecaria como aval de un préstamo.
Es probable que los países que aún no han creado un marco re-
gulatorio para el microfinanciamiento se adhieran a alguna de las dos
posturas descriptas anteriormente. Sin embargo, se corre el riesgo de
que, a raíz del aumento del desempleo y del subempleo en América
Latina, autoricen a las entidades financieras sin fines de lucro a canalizar
los recursos del gobierno, a aceptar depósitos del público y a someterse
a la supervisión de la superintendencia de bancos, en un contexto de
control de tasas de interés. Este cambio podría dar lugar a un nuevo
tipo de banco público muy desacreditado en el pasado.
Sin duda, el sistema financiero puede verse más perjudicado por
una regulación deficiente y normas poco rigurosas, que por la inexis-
tencia de un marco regulatorio adecuado. Esto se advierte en el caso
de México, donde se autorizó a tres tipos distintos de instituciones a
prestar servicios de microcrédito, cada una de ellas con distintos niveles
de provisiones para préstamos incobrables en la misma categoría de
riesgo del deudor.

2
En general, los países no necesariamente han definido parámetros adecuados para el
riesgo relacionado con el microfinanciamiento. En algunos casos, está relacionado con la
definición de microempresa, pero difiere mucho según el país del que se trate.
3
Existen límites de crédito y es necesario obtener un permiso para efectuar préstamos entre
partes relacionadas, en cuyo caso, estas entidades entrarían en una categoría de entidades
financieras que se especializan en micropréstamos y en préstamos de poca cuantía.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 141

Creación de instituciones financieras especializadas en

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microfinanzas

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El microcrédito como operación financiera

La mejor manera de promover el microcrédito es autorizar a toda insti-


tución financiera a otorgarlo. Mediante este enfoque, se abren las puertas
del sistema financiero entero a todo aquel con capacidad de pago para
reembolsar un préstamo pequeño.
Desde el punto de vista de las técnicas bancarias, el microcrédito
se define como un préstamo que va a ser devuelto con el producto de
la venta de bienes o servicios de una persona que trabaja por cuenta
propia en un entorno informal (sin licencias ni registros contables),
pero que cuenta con una trayectoria comercial y resultados probados,
y está dispuesto a que una institución financiera evalúe y registre siste-
máticamente sus activos y actividades.
Normalmente, las facultades de la superintendencia de bancos son
suficientes para autorizar operaciones de microcrédito y no es necesario
que se promulguen leyes nuevas. Para ello, este organismo puede aceptar
un informe de cartera elaborado por la institución de crédito, donde
figuren las operaciones de microcrédito, y no se exige que el legajo del
cliente contenga estados contables ni garantías reales. Como contra-
partida, las pérdidas generadas por morosidad y reestructuración de
préstamos se deben declarar en un plazo breve. Estas normas relativas
a la cartera no suelen establecer precios para los servicios, ya que las
tasas de interés están sujetas a las fuerzas de la oferta y la demanda, pero
deben cumplir con las reglamentaciones vigentes en materia de usura,
en el caso de que existan.

Cuándo y por qué crear instituciones nuevas

La creación de una institución de microfinanzas autorizada para aceptar


depósitos del público se justifica cuando, para constituir un banco u
otra institución financiera formal, se exige una capitalización mínima
extremadamente alta (más de US$2 millones), cuando la exposición
142 RAMÓN ROSALES

máxima al riesgo como porcentaje del patrimonio es elevada (5% o

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más) y cuando las entidades sin fines de lucro no están autorizadas a

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tener participación en las acciones de instituciones financieras. Por lo
general, para crear un nuevo tipo de entidad especializada se requiere
de legislación, y el proceso necesario para generar consenso y promulgar
una ley puede demorar años.
En algunos países, las instituciones especializadas han sido útiles,
e incluso indispensables, para promover las microfinanzas. En otros
casos, el proceso de constituir este nuevo tipo de entidad financiera
parece haber sido prematuro o no haber sido diseñado correctamente.
En estos últimos casos, es probable que las reformas no hayan tenido
un impacto tan fuerte sobre el financiamiento disponible para las
microempresas.
Existen dos escenarios en los que puede ser conveniente consti-
tuir un nuevo tipo de institución para facilitar la transformación de
entidades sin fines de lucro en intermediarias financieras autorizadas
y supervisadas. En primer lugar, si el requisito de capital mínimo para
las instituciones existentes (es decir, bancos y financieras) es elevado,
es posible que impida que fundaciones maduras y bien administradas
procedan a efectuar el cambio y se incorporen al sistema financiero
formal. En segundo lugar, si existen restricciones en cuanto a las ope-
raciones que las financieras, que son las instituciones con requisitos de
capital mínimo más bajos, están autorizadas a efectuar (particularmente
en lo que respecta a la movilización del ahorro), esta estructura no es
atractiva para las entidades sin fines de lucro que desean ingresar al
sistema financiero formal. En estos casos, hay dos alternativas: modificar
las reglamentaciones que rigen a las instituciones existentes o crear un
nuevo tipo de institución que permita que las organizaciones sin fines
de lucro se conviertan en entidades especializadas. Si no existen organi-
zaciones sin fines de lucro maduras y de gran envergadura que deseen
convertirse en intermediarias financieras, obviamente, sería prematuro
crear un nuevo tipo de institución para tal fin.
En algunos países de América Latina, las opciones operativas de las
financieras son tan limitadas que les resulta imposible prestar servicios
microfinancieros. En Guatemala, por ejemplo, no pueden movilizar depó-
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 143

sitos en cuentas de ahorro, y sólo están autorizadas a otorgar préstamos

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a mediano y largo plazo. Dado que la capacidad de captar ahorros es

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una de las principales razones por las que las ONG desean convertirse
en instituciones financieras y dado que los micropréstamos se suelen
otorgar con plazos que oscilan entre tres y doce meses, las financieras
no representan una forma jurídica atractiva.
En algunos países latinoamericanos, la mala reputación de las fi-
nancieras se ha esgrimido como una de las razones para crear una nueva
forma institucional para las organizaciones sin fines de lucro que desean
convertirse en intermediarias financieras reguladas. Si las financieras
están muy desprestigiadas, posiblemente sea más conveniente proponer
su reemplazo por un nuevo tipo de institución cuya estructura tenga la
flexibilidad suficiente para poder llevar a cabo las actividades tradicionales
de estas entidades, además de actividades microfinancieras.
En el caso de que el requisito de capital mínimo exigido a las finan-
cieras sea razonable (menos de US$2 millones) y estas estén autorizadas
a movilizar depósitos en cuentas de ahorro y a plazo fijo, entonces no
hay razón alguna para crear un nuevo tipo de institución que promueva
el microcrédito. Si esto último no se da, la primera alternativa sería con-
templar la posibilidad de eliminar esta restricción, en lugar de crear un
nuevo tipo de institución. La proliferación innecesaria de instituciones
no es aconsejable, ya que dificulta la tarea de supervisión.
Las organizaciones sin fines de lucro que sólo se dedican a conceder
crédito no deberían estar sujetas a la supervisión del gobierno, ya que
operan con donaciones y no con depósitos del público. Para este tipo
de entidades, es preferible aplicar un sistema de autorregulación, a fin
de fortalecer los mecanismos de gobierno corporativo4, concentrar sus
operaciones en actividades de crédito y promover el control externo
por parte de los acreedores y donantes. Este sistema de autorregulación

4
Los problemas habituales del gobierno corporativo de fundaciones incluyen los siguientes:
concentración excesiva de poder, que incluye la facultad administrativa y gerencial diaria
en manos del directorio; ausencia de un marco que delimite las funciones de otras áreas de
la institución; inexistencia de mecanismos formales de control; falta de responsabilidades
definidas inherentes al directorio y a la gerencia; ausencia de mecanismos de asignación de
responsabilidades gerenciales y de una normativa prudencial para la gestión del riesgo.
144 RAMÓN ROSALES

debería apoyarse en información fiable y comparable, que cumpla con

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los principios de contabilidad aplicables a instituciones financieras, con

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la participación de auditores externos independientes y experimentados.
Tales elementos se podrían incorporar a la operatoria de rutina de las
organizaciones de microcrédito, mediante la modificación voluntaria
de sus actas constitutivas y estatutos, normas contables y manuales de
procedimiento.

Los distintos tipos de instituciones especializadas en


América Latina

Al día de hoy, se han creado once tipos distintos de instituciones finan-


cieras en América Latina, con el propósito total o parcial de facilitar la
actividad de microfinanzas (véase el cuadro 4.1). Estas instituciones se
encuentran en Bolivia, Brasil, El Salvador, Honduras, México, Panamá,
Perú y Venezuela. Con excepción de Bolivia y Perú, países a los que se
reconoce por tener los marcos regulatorios más avanzados de la región
en la materia, estas instituciones son demasiado recientes y no han acu-
mulado la experiencia necesaria ni forjado una trayectoria sólida. Por lo
general, los marcos regulatorios de Bolivia se consideran un tanto más
exitosa que la de Perú. Estos dos casos se analizarán con más detalle a
continuación.
En su mayoría, los 11 tipos de instituciones que se describen están
estructuradas como sociedades anónimas, lo cual es coherente con la
práctica general de autorizar únicamente a estas formas jurídicas y a
las cooperativas a operar como intermediarios que aceptan depósitos.
No obstante, hay algunas excepciones. En Perú, por ejemplo, las Cajas
Municipales de Ahorro y Crédito (CMAC) son propiedad absoluta de
las municipalidades, si bien muchas están explorando la posibilidad
de privatizarse. Honduras es otra excepción interesante a la regla.
Una ley promulgada en 2001 permite a las organizaciones sin fines de
lucro obtener licencias y operar como intermediarias financieras,
sin perder su forma jurídica original. Esta estructura tan poco habitual es
el único caso registrado en todos los países de América Latina y el
Caribe.
Cuadro 4.1 Instituciones financieras creadas para facilitar el microcrédito
Año País Nombre Tipo societario Propietarios

1980 Perú Caja Municipal de Ahorro y Crédito Sociedad municipal Municipios


(CMAC)
1992 Perú Caja Rural de Ahorro y Crédito (CRAC) Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas
1994 Perú Entidad de Desarrollo a la Pequeña y Microempresa Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas
REGULACIÓN

(Edpyme)
1995 Bolivia Fondo Financiero Privado (FFP) Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas
2000 Brasil Sociedade de crédito ao microempreendedor (SCM) Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas
2000 El Salvador Sociedad de Ahorro y Crédito (SAC) Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas
2001 Honduras Organización Privada de Desarrollo Entidad privada Sin propietarios, sólo
Financiero (OPDF) sin fines de lucro miembros fundadores
2001 México Sociedad Financiera Popular (Sofipo) Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas.
10% cada una como máximo
2001 México Sociedad Cooperativa de Ahorro y Cooperativa Personas jurídicas.
Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN

Préstamo (SOCAP) 3% cada una como máximo


2001 Panamá Banco de Microfinanzas (BMFa) Sociedad anónima Toda persona que reúna los requisitos
para ser accionista de un banco
2001 Venezuela Banco de Desarrollo Especializado en Microcrédito Sociedad anónima Personas físicas y jurídicas,
AMÉRICA LATINA

(BEM) municipios, bancos, gobierno


Fuente : Jansson, Rosales y Westley (2004).
a
Al menos el 75% de la cartera de estos bancos debe estar formada por préstamos pequeños, cada uno de los cuales no debe superar el 3% del patrimonio neto. El 25% restante se puede otorgar en
carácter de préstamos, con sujeción a los límites de crédito impuestos por los bancos comerciales (cada uno de los préstamos no podrá superar el 50% del patrimonio neto).
145

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146 RAMÓN ROSALES

Los casos de Bolivia y Perú

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En Bolivia y Perú existe un amplio espectro de instituciones que prestan
servicios microfinancieros (véase el cuadro 4.2). El cuadro 4.3 com-
para los requisitos regulatorios que deben cumplir las instituciones
de microfinanzas de ambos países. En Bolivia, los fondos financieros
privados (FFP) funcionan como sociedades anónimas en el ámbito na-
cional. Sus accionistas pueden ser personas físicas u organizaciones no
gubernamentales rentables. La totalidad de la cartera de microcréditos
se registra como activos ponderados por riesgo. Al igual que en otras
entidades financieras de ese país, si la operación no genera ingresos, se
constituye una provisión de préstamos incobrables del 1% tras cinco

Cuadro 4.2 Oferta de microcrédito en Bolivia y Perú


País Instituciones financieras especializadas que ofrecen microcrédito

Bolivia • Bancos especializados (uno de ellos ofrece préstamos solidarios y


préstamos individuales).
• Fondos financieros privados (son similares a las financieras; tienen éxito
en otorgar microcrédito en zonas urbanas, pero algunos inconvenientes
con los préstamos para consumo).
• Bancos comerciales que han seguido un proceso de downscaling
(se han retirado de este segmento).
• Cooperativas de crédito (en proceso de adaptarse a las nuevas reformas
regulatorias).
• ONG no reguladas que ofrecen crédito (mayor presencia en canalizar fondos
del gobierno).
Perú • Cajas Municipales de Ahorro y Crédito: CMAC (pertenecientes a municipios,
aún por privatizarse).
• Un banco especializado (ampliando su cobertura al ámbito nacional).
• Bancos comerciales (especialmente aquellos con grandes carteras de
crédito para consumo).
• Financieras privadas (que también otorgan préstamos para consumo
y comerciales).
• Caja Rural de Ahorro y Crédito: CRAC (algunas con problemas de viabilidad
en materia institucional).
• Edpyme (con requisitos de desarrollo institucional).
• Cooperativas de crédito (con relativamente poca presencia).
• ONG no reguladas que ofrecen crédito (con poca presencia; un decreto
promulgado recientemente les permite instaurar un sistema de
autorregulación para acceder a fondos del gobierno).
Fuente : Compilación del autor.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 147

Cuadro 4.3 Matriz de riesgo regulado de las instituciones de

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microfinanzas de Bolivia y Perú

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Características Bolivia Perú

Cobertura geográfica Nacional Provincial


Capital mínimo US$900.000 US$283.000
Límite por cada crédito 1% del patrimonio neto 10% del patrimonio neto
Préstamos entre partes No Sí
relacionadas
Reconocimiento de 90 días 120 días
créditos incobrables
Adecuación de capital 10 % 9%
Fuente : Compilación del autor.

días de morosidad. A los 90 días de mora, se provisiona la totalidad del


préstamo. Los requisitos son los siguientes: capital mínimo razonable,
cobertura nacional, límite de crédito bajo, prohibición de otorgar créditos
entre partes relacionadas y reconocimiento oportuno de las pérdidas
generadas por imposibilidad de cobro. Gracias a normas, a inversionistas
pacientes y a juntas directivas y gerentes competentes y responsables, la
industria ha logrado mantenerse, a pesar de las crisis financieras y los
ataques políticos que ha sufrido en los últimos años.
En Perú, las entidades especializadas más importantes son las
denominadas Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (CMAC) (Por-
tocarrero, 1999: 47-68). Estas instituciones operan como empresas
municipales y, por lo tanto, su ámbito de acción queda limitado a un
área geográfica. Al igual que en el resto de las entidades financieras, se
constituye una provisión para préstamos incobrables del 1% después de
ocho días de mora y del 100% después de 120 días. Si transcurridos 30
días, el préstamo no genera ingresos, se permite la deducción de valor
de las garantías reales.

Características de las instituciones de microfinanzas


especializadas

De los once tipos de instituciones que se constituyeron en América


Latina (véase cuadro 4.4), las creadas en Bolivia y El Salvador parecen
148 RAMÓN ROSALES

ser las más equilibradas y mejor justificadas. Cumplen las funciones de

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una financiera y de una entidad microfinanciera, lo que permite evitar la

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proliferación de instituciones, como sucedió en Perú. Están autorizadas
a movilizar depósitos del público; tienen niveles de capital mínimo que
exigen cierto grado de solidez financiera, pero aún así, permiten que las
entidades sin fines de lucro contemplen la posibilidad de convertirse en
instituciones financieras. Se constituyen como sociedades anónimas que,
si bien están lejos de ser perfectas, siguen brindando el sistema de control
y contrapeso más adecuado en términos de gobierno corporativo.
El diseño y la justificación de los otros nueve tipos de institucio-
nes no son tan convincentes. El algunos casos, el requisito de capital
mínimo parece ser muy bajo como para garantizar que puedan llevar
a cabo operaciones sostenibles. En otros casos, las entidades no están
autorizadas a movilizar depósitos en cuentas de ahorro y, por ende, no
queda claro el motivo por el cual deban someterse a supervisión.
El requisito de capital mínimo para las instituciones de Brasil,
Honduras, México y Perú es bajo. Las entidades de Brasil y las Edpyme
de Perú no están autorizadas a captar depósitos. El caso de Honduras
es una excepción, pero por otro motivo: es el único caso en que las
fundaciones sin fines de lucro están autorizadas a operar como interme-
diarias financieras aceptando depósitos y a mantener al mismo tiempo
la forma jurídica de fundación. En Venezuela, el requisito de capital
mínimo exigido a los bancos comerciales es elevado; esto, sumado a la
inexistencia de un tipo de institución con un requisito de capital mínimo
más bajo (por ejemplo, una financiera) implica que la creación de una
nueva institución cubrirá un vacío importante. Sin embargo, este país
tiene pocas organizaciones de microfinanzas con madurez o prosperidad
suficiente que estén en condiciones de adoptar la estructura formal de
instituciones financieras. En Panamá, el requisito de capital mínimo
exigido a bancos comerciales es elevado, lo cual fomentó y justificó la
creación de una nueva institución. No obstante, otra alternativa po-
dría haber sido autorizar a las financieras, que actualmente no están
supervisadas y no pueden movilizar depósitos en cuentas de ahorro, a
solicitar licencias para convertirse en intermediarias supervisadas, que
sí puedan hacerlo.
Cuadro 4.4 Características de las instituciones de microfinanzas especializadas de América Latina
Capital mínimo Coeficiente de Capital mínimo Bancos/
País Entidad Depósitos (US$) solvencia financieras (US$)

Bolivia FFP Cuentas de ahorro 900.000 10%, igual al de los bancos Bancos: 7.500.000
Depósitos a plazo fijo Financieras: ninguno
Brasil SCM No 53.000 16,6%, superior al de los bancos Bancos: 6.500.000
y financieras (11%) Financieras: 2.600.000
El Salvador SAC Cuentas de ahorro 2.850.000 12%, igual al de los bancos Bancos: 11.400.000
Depósitos a plazo fijo 1.140.000a Financieras: ninguno
Honduras OPDF Cuentas de ahorro 60.000 16,6%, superior al de los bancos Bancos: 6.000.000
REGULACIÓN

Depósitos a plazo fijo y financieras (10%) Financieras: 1.200.000


México SOFIPO Depósitos a plazo fijob 45.000 8–11% (a mayor capital, más bajo el Bancos: 19.000.000
SOCAP coeficiente), superior al de los bancos (8%)
Panamá BMF Depósitos a la vista 3.000.000 8%, igual al de los bancos Bancos: 10.000.000
Cuentas de ahorro Financieras: ningunoc
Depósitos a plazo fijo
Perú CMAC Cuentas de ahorro 283.000 9%, igual al de los bancos Bancos: 5.200.000
Depósitos a plazo fijo Financieras: 2.600.000
CRAC Cuentas de ahorro
Depósitos a plazo fijo
Edpyme Nod
Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN

Venezuela BEM Depósitos a la vista 2.370.000 12%, igual al de los bancos Bancos: 19.800.000
Cuentas de ahorro
Depósitos a plazo fijo
Fuente: Jansson, Rosales y Westley (2004).
a
Este requisito más bajo se aplica si la entidad otorga préstamos a microempresarios y pequeñas empresas únicamente y recibe depósitos sólo de sus prestatarios. Una microempresa es aquella que tiene
AMÉRICA LATINA

menos de 10 empleados o ventas mensuales inferiores a US$5.700. Una pequeña empresa es aquella que tiene entre 10 y 50 empleados y sus ventas mensuales oscilan entre US$5.700 y US$57.000.
b
SOFIPO y SOCAP están sujetas a un acuerdo operativo por módulos en función de su capital. Las entidades con capital superior a US$7.500.000 operan del mismo modo que los bancos.
c
Panamá tiene financieras, pero no están bajo la supervisión de la superintendencia de bancos y no están autorizadas a movilizar ahorros.
d
Todas las entidades especializadas están sujetas a un acuerdo operativo por módulos en función del capital mínimo de las mismas. Las Edpyme pueden aceptar depósitos en cuentas de ahorro y a plazo
149

fijo cuando acceden al módulo 1, para el que se exige un capital de aproximadamente US$1 millón.

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150 RAMÓN ROSALES

En México, la creación de instituciones nuevas forma parte de una

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iniciativa tendiente a consolidar la gran cantidad de tipos institucionales

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que existen hoy en día en el sistema financiero. Esta iniciativa es singular
en el sentido de que también trata con las microfinanzas a través de la
óptica de las cooperativas de ahorro y crédito (cooperativas financieras).
En América Latina, las cooperativas de crédito tienen protagonismo en
el mercado del microcrédito, ya que prestan entre US$825 y US$1.650
millones a microempresarios, cifras que representan entre el 20% y el
40% de sus carteras de crédito (Westley y Shaffer, 2000).

Regulación de otras instituciones financieras que


ofrecen microcrédito

Bancos comerciales

Actualmente, una creciente cantidad de bancos comerciales están ingre-


sando a los mercados de microfinanzas. Sin embargo, antes de llegar a
esta instancia, se han cometido algunos errores y de ellos se extrajeron
lecciones valiosas. En algunos casos, adoptaron estrategias erróneas y
se vieron forzados a abandonar la actividad por un tiempo. Los errores
más comunes y costosos son los siguientes:

1. La ausencia de objetivos claros y de una estrategia definida


que permita obtener una cartera de préstamos de alta calidad,
con un volumen suficiente y dentro de un plazo razonable.
Muchas veces, los bancos intentan crecer rápidamente, sin
contar con tecnología crediticia adecuada, personal capacita-
do o sistemas de supervisión y control interno. Aquellos que
pretenden incursionar tentativamente en el campo del micro-
crédito deberían estar al tanto de las consecuencias adversas
que pueden sufrir si fracasan, no tanto por el impacto en sus
estados financieros, sino en el mercado de las microempresas.
Las instituciones exitosas llevan a cabo proyectos piloto y,
de este modo, evitan quedar expuestas a riesgos excesivos o
desproporcionados.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 151

2. El hecho de no utilizar la tecnología crediticia adecuada, par-

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ticularmente en el caso de bancos que operan en el sector de

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créditos de consumo e ingresan al campo del microcrédito,
conservando la misma “línea de producción”. Es decir, un ofi-
cial del banco promociona u ofrece los préstamos y recopila
información básica (promotor); otro oficial analiza al cliente
(analista) y un tercero se encarga de los clientes morosos (oficial
de cobranzas). En el mercado del microcrédito, es más eficiente
que el mismo oficial de crédito desempeñe las tres funciones.
Los microempresarios no tienen sueldos fijos ni información
financiera formal que permita demostrar su capacidad de pago.
Por ese motivo, los promotores de préstamos, que generalmente
trabajan a comisión, se pueden encontrar ante un conflicto de
intereses, entre recopilar con prudencia información de buena
calidad sobre el cliente y la necesidad de que exista una mayor
cantidad de clientes aprobados. A largo plazo, este conflicto
puede terminar generando un riesgo inmanejable para el
banco.
3. El hecho de no diseñar incentivos adecuados para el personal,
particularmente para aquellos oficiales de crédito que trabajan
“en la calle” y que representan un activo para el banco, cuan-
do están seriamente comprometidos a formar sus carteras de
préstamos, combinando seguridad con productividad. Esta
situación también atañe a los gerentes de sucursal, quienes
deberían garantizar la transparencia de las operaciones y de los
informes de los oficiales de crédito. Cada categoría de empleado
debería comprender claramente la estructura de incentivos y
los mecanismos adecuados de control interno.
4. Falta de un compromiso firme por parte de la alta gerencia
y de la junta directiva con respecto a los sistemas de control
interno. Dado que la mayor parte de las decisiones de conce-
der créditos se toman en forma descentralizada en cada una
de las sucursales, los bancos no tienen una única cartera de
microcréditos, sino tantas como oficiales de crédito. Debido
a la aplicación poco rigurosa de los controles internos, en la
152 RAMÓN ROSALES

práctica, la gestión de las operaciones microfinancieras está a

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la merced de la buena voluntad de cada oficial.

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5. Niveles inadecuados de ganancias y/o gastos para la unidad,
división o departamento a cargo de las operaciones de micro-
crédito. Esto puede verse reflejado en costos administrativos
excesivos (sueldos elevados o demasiado personal) que se
cubren aplicando tasas de interés extremadamente elevadas.
Estas tasas pueden obedecer a una posición de oligopolio en
el mercado y pueden no ser sostenible a mediano o a largo
plazo. En otros casos, el problema es opuesto: se aplican tasas
de interés muy bajas que no permiten cubrir todos los costos
del banco, particularmente, las provisiones para créditos in-
cobrables.

Los errores citados precedentemente explican por qué en muchos


países la incursión de los bancos en el segmento del microcrédito no ha
llegado a materializarse en toda su dimensión. Asimismo, echan luz sobre
las razones que han llevado a bancos tradicionales, en países como Perú,
a retirarse paulatinamente de este segmento entre 1998 y 2001. Otra de
las razones es la falta de regulación adecuada del microfinanciamiento
como actividad bancaria en general, lo cual explica los problemas que
se suscitaron en Honduras y Nicaragua. Estos inconvenientes reafirman
la conclusión de que es necesario elaborar reglamentaciones para el
microcrédito como producto y no sólo para instituciones de microfi-
nanzas especializadas.

Cooperativas de crédito

Si bien en algunos casos las cooperativas de crédito tienen un volumen


de operaciones superior al de los bancos y las financieras, en muchos
países, están sujetas únicamente a la legislación y supervisión vigentes
del cooperativismo en general, junto con miles de cooperativas comer-
ciales, de transporte, de educación y de atención médica. Por ende, las
prácticas de regulación y supervisión de la mayoría de los países las
ponen prácticamente en una situación de vacío regulatorio. Dado que
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 153

el vínculo original entre las cooperativas de crédito y sus miembros se

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diluye o desaparece del todo a medida que éstas crecen, la falta de aten-

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ción regulatoria es difícil de justificar.5 Si no existe una relación genuina
entre las cooperativas de crédito y sus miembros, éstas deberían recibir el
mismo tratamiento que cualquier otra institución financiera que acepta
depósitos, es decir, deberían estar bajo la regulación y supervisión de la
misma autoridad que supervisa los bancos y las financieras.
La regulación y la supervisión de las cooperativas financieras
representan un reto importante para las autoridades de supervisión,
por ser muy numerosas y por tener una estructura de gobierno poco
habitual. A menudo, las autoridades consideran bastante improbable que
las cooperativas de crédito representen un riesgo sistémico para el sector
financiero y, por ello, prefieren que estén bajo la órbita de supervisión
de otros organismos. No obstante, al día de hoy, la supervisión delegada
de las cooperativas no ha sido eficaz en América Latina. Habida cuenta
de la cantidad de depositantes y prestatarios que dependen de estas
instituciones, su quiebra podría afectar a miles y miles de individuos
que, en su mayoría, tienen medios muy limitados para afrontar la pér-
dida de sus ahorros o del acceso al crédito. Sin embargo, los organismos
de supervisión recién ahora están comenzando a comprender que su
intervención se justifica en función del riesgo sistémico que presentan
las cooperativas de crédito en muchos países.
Por estas razones, los organismos de supervisión deben analizar
detenidamente la manera de abordar el tema de las cooperativas. En
países tales como Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, Jamaica, México
y Paraguay se han encarado iniciativas para mejorar la regulación y la
supervisón. Si bien es probable que esta tendencia siga creciendo en la

5
Los miembros de la mayoría de las cooperativas grandes de la región no mantienen rela-
ciones estrechas con éstas, lo cual explica que muchos de ellos no asistan a las asambleas.
Muchas veces, basta con presentar un documento de identidad para poder ser miembro. En
los casos en que los aportes no son remunerados y se aplica una tasa fija a los depósitos, es
posible que los miembros tengan poco interés en participar en decisiones clave, tales como
elegir a los miembros del directorio y aprobar los resultados financieros; mucho menor
es su predisposición a participar en el control societario. En la práctica, la gran mayoría
de los “socios” de las cooperativas de crédito son meramente clientes.
154 RAMÓN ROSALES

región, la instrumentación de estos marcos regulatorios recién comienza.

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Actualmente, uno de los principales retos de los supervisores es iden-

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tificar modelos eficaces para regular y supervisar a las cooperativas de
crédito.

La función de la “infraestructura financiera”

Se ha dicho mucho acerca de los beneficios de crear centrales de in-


formación de riesgos crediticios u organismos de crédito para facilitar
la intermediación financiera, particularmente, en lo que respecta a los
créditos de consumo y al microcrédito. Estos organismos, ya sean pú-
blicos o privados, utilizan información proporcionada por instituciones
financieras reguladas y no reguladas sobre el tamaño de sus préstamos
y la condición de morosidad de sus prestatarios. Asimismo, crean bases
de datos de clientes de compañías de seguro y de distintos acreedores
comerciales, y recaban información sobre acciones judiciales. No obs-
tante, en muchos países de América Latina existen obstáculos legales,
institucionales y prácticos para el funcionamiento de las centrales de
riesgo que manejan información sobre préstamos pequeños.

Limitaciones legales

Si bien se advierte una tendencia paulatina en América Latina hacia


una mayor flexibilización y transparencia de la estricta legislación que
ha regido tradicionalmente en materia de secreto bancario, en algunos
países, la ley aún no permite que las instituciones financieras compar-
tan información sobre prestatarios ni que las instituciones financieras
no reguladas participen con los bancos en el proceso de calificación
de crédito. En otros casos, se ha acusado a las centrales de riesgo y
organismos de informes de crédito de no respetar niveles mínimos de
seguridad necesarios para usar, manejar y proteger la información. La
legislación debe encontrar un equilibrio justo entre los objetivos de
promover el uso legítimo de la información crediticia, garantizar que
se respeten los derechos de privacidad de los individuos y verificar la
exactitud de los datos.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 155

Limitaciones institucionales

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Algunos países aspiran a que las cooperativas de crédito y las entidades
financieras no reguladas tengan acceso a la información que manejan
las centrales de riesgo. Mucho se ha debatido acerca de si estas agencias
u organismos deben ser entidades públicas o privadas. En el último
caso, el debate gira en torno a los requisitos básicos que deben reunir
los accionistas o propietarios de tales organismos. Una de las ventajas
de las centrales de riesgo es que sus bases de datos incluyen a todos los
prestatarios del sistema financiero, ya que no existen clientes cautivos
y los individuos pueden ser prestatarios de un número considerable
de entidades. Independientemente de que estas centrales sean públi-
cas o privadas, las superintendencias de bancos siempre deben recibir
información acerca del tamaño de los préstamos y de la situación de
endeudamiento en el sistema financiero para poder cumplir con sus
funciones de supervisión. Las agencias privadas, en las que la informa-
ción sobre deudas contraídas en el sistema financiero se complementa
y amplía con datos provenientes del sector comercial, no quedan ex-
cluidas de esta regla. Como es de esperarse, las entidades financieras
suelen estar particularmente interesadas en ser propietarias de agencias
privadas, generalmente en sociedad con empresas internacionales
especializadas.

Limitaciones de orden práctico

Las centrales de riesgo privadas pueden enfrentarse con dificultades de


orden práctico; entre ellas, la falta de documentos nacionales de identidad
fiables que les permitan consolidar los antecedentes de los prestatarios;
el tamaño pequeño de algunos mercados, que no permite lograr eco-
nomías de escala; y el temor a que la información pueda ser utilizada
inadecuadamente por individuos inescrupulosos y por delincuentes.
Es difícil llevar a cabo actividades de microcrédito prósperas en un
país que no cuenta con una central de riesgo que permita disminuir el
costo de la información, evitar el sobreendeudamiento y supervisar que
no se incremente la morosidad entre los clientes. El scoring estadístico
156 RAMÓN ROSALES

permite identificar el perfil de riesgo de la clientela, gestionar el riesgo

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a largo plazo y reducir las tasas de interés. Los microempresarios, como

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cualquier otro tipo de empresario, dependen en gran medida del crédito
y suelen endeudarse demasiado cuando pueden acceder fácilmente a
operadores de microcrédito que compiten agresivamente.

El impacto de la calificación de crédito sobre


las microfinanzas en Perú y Bolivia

Por lo general, las instituciones de crédito utilizan la información que


recopilan las centrales de riesgo para evaluar la calidad de los antecedentes
de pago de quienes solicitan un préstamo. Además, esta información
también permite que los organismos que supervisan al sector bancario
analicen las carteras de las instituciones financieras que participan. En
este sentido, las centrales de riesgo han cumplido un papel muy impor-
tante en el desarrollo del microcrédito en Bolivia y Perú.
La constitución de una central de riesgo conlleva dos aspectos:
uno legal y otro técnico. Los aspectos legales están relacionados con las
leyes sobre secreto bancario y con la elaboración de normas para que
la información sea lo más transparente posible. Los aspectos técnicos
incluyen el desarrollo de sistemas informáticos, redes, sistemas de se-
guridad, infraestructura, etc., que permitan acceder a la información
en el momento indicado y mantenerla actualizada. La superintendencia
suministra información objetiva sobre todos los prestatarios del sistema
financiero a las centrales de riesgo privadas, en lugar de las clasificaciones
de prestatarios efectuadas por distintas instituciones.
En Bolivia, aproximadamente el 60% de los préstamos comerciales
se otorgan a personas físicas, mientras que los préstamos hipotecarios
pueden ser contraídos por microempresarios y por trabajadores asala-
riados. A través de los centros de información bancaria, la comunidad
empresarial puede recabar información sobre todo el pasivo (préstamos,
otros compromisos financieros, facturación y pago de servicios públicos)
de los individuos y de las empresas que solicitan crédito. La central de
riesgos de crédito administrada por el gobierno se creó originalmente
para generar información sobre préstamos de mayor cuantía otorgados
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 157

mediante el sistema bancario tradicional. No obstante, la importancia

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que tiene el sistema para el microcrédito se comprendió posteriormente,

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al incorporar en el sistema información sobre pequeños prestatarios
para evitar casos de sobreendeudamiento.
Una gran diferencia entre Bolivia y Perú y el resto de América La-
tina es que en estos dos países las ONG de microfinanzas se convirtieron
en instituciones financieras formales con anterioridad. En Bolivia, este
crecimiento implicó tender un puente para las ONG que les permitió
ampliar sus horizontes y obtener información de mejor calidad sobre
el historial crediticio de sus prestatarios. En un contexto en el que esta
información está reservada a las instituciones financieras formales y
reguladas, la transformación de las ONG en fondos financieros privados
fue bastante beneficiosa para el sólido desarrollo de la industria microfi-
nanciera. En Perú, el proceso de crear Edpyme (que anteriormente eran
ONG) no generó beneficios notorios en la información obtenida, debido
a que ya estaba disponible a través de fuentes privadas. Probablemente,
ese sea el motivo por el cual el impacto del deterioro que produjo el
sobreendeudamiento en la calidad de las carteras de microcréditos fue
menor en Perú que en Bolivia.
Además de poder acceder a información crediticia, los beneficios
de convertirse en una institución formal son principalmente financieros.
Dado que gran parte de la demanda del mercado no estaba satisfecha,
las ONG tuvieron que incrementar sus activos y procuraron lograrlo
mediante el aumento del nivel de apalancamiento (hoy en día, la gran
mayoría de las organizaciones no reguladas dedicadas al microfinancia-
miento tienen este incentivo). El hecho de convertirse en instituciones
formales les dio acceso a nuevas fuentes de financiamiento y permitió
a los microprestatarios incrementar estos niveles. En el caso de Boli-
via, el acceso a información de mejor calidad a través de la central de
riesgo fue un beneficio adicional que contribuyó a reducir el riesgo. La
transformación de las ONG en prestatarios formales también mejoró
la transparencia y la disponibilidad de la información financiera para
todas las instituciones de este tipo, ya que se establecieron requisitos
de presentación de información más rigurosos y generalizados, lo cual
contribuyó a reducir el riesgo del sistema financiero.
158 RAMÓN ROSALES

Las dificultades actuales en cuanto a la regulación de

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las microfinanzas

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Los organismos de regulación y supervisión bancaria de América Latina
se enfrentan al problema de cómo manejar carteras formadas por miles
de préstamos pequeños sin garantías reales, otorgados a individuos que
no tienen un empleo fijo o conocido, o que lo han perdido, que no tienen
documentos para demostrar un ingreso regular o estable, y/o que tienen
una fuente o un nivel de ingresos no documentados. (Cabe mencionar
que en algunos países de otras regiones del mundo, se otorgan préstamos
pequeños incluso a individuos sin documentos de identidad).
Los organismos de regulación y supervisión bancaria se encuentran
con estas situaciones al otorgar licencias a nuevos tipos de entidades
financieras, y también cuando los bancos u otras instituciones existen-
tes forman carteras de microfinanciamiento o establecen subsidiarias
especializadas de microcrédito. En el recuadro 4.3 se resumen los prin-
cipales riesgos.
A fin de garantizar que las carteras de microcréditos se supervisen
de forma adecuada, las superintendencias de bancos evalúan las meto-
dologías que utilizan las entidades para analizar, conceder, supervisar
y cobrar préstamos, en lugar de evaluar el riesgo de cada préstamo en
forma individual. También analizan el grado de fiabilidad de las tec-
nologías de microcrédito en su conjunto, constituyen provisiones para
pérdidas por morosidad y aplican técnicas estadísticas para analizar la
probabilidad de que las carteras actuales generen pérdidas. Este ejercicio
les ha permitido diferenciar claramente los riesgos inherentes a las ope-
raciones de crédito que se pagarán con el producto de la venta de bienes
y servicios, de los correspondientes a aquellas cuyo reembolso depende
de futuros sueldos y jornales de empleados. En otras palabras, separa la
supervisión del microcrédito de la del crédito de consumo. En Bolivia y
Perú, la supervisión siguió estos mismos lineamientos y, de este modo,
ayudó a atenuar los problemas relacionados con el sobreendeudamiento
y las asociaciones de deudores.
Los organismos de regulación han reconocido que las instituciones
de microfinanzas bien administradas no son tan riesgosas como los
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 159

Recuadro 4.3

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Las cuestiones regulatorias más comunes en el ámbito de

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las microfinanzas

Los problemas concretos con los que se enfrentan los organismos de regulación y
supervisión en la actualidad están vinculados con la forma de abordar los riesgos que
surgen de los siguientes factores:
1. Alejamiento de las buenas prácticas crediticias, en respuesta a una competencia des-
leal o a prácticas de concesión de préstamos predatorias (que incluyen la rotación
de los oficiales de crédito de una entidad a otra) en áreas geográficas que están
superpobladas de entidades financieras.
2. Sobreendeudamiento de una gran cantidad de individuos (mediante una o varias
entidades financieras) y la posibilidad de que se les cierren las puertas del sistema si
no cumplen con sus obligaciones.
3. Prácticas de cobro abusivas, contratos de préstamo con cláusulas engañosas o que
incluyan cambios unilaterales en las condiciones pactadas, a criterio del prestamista.
4. Cobro de tasas de interés excesivas para préstamos pequeños garantizados con
propiedades.
5. La práctica de no suministrar a los prestatarios información clara sobre tasas de inte-
rés vigentes y otros cargos financieros aplicables a sus préstamos.
6. Sindicalización de pequeños deudores y la consiguiente politización de los cobros.
7. Falta de información pública acerca del nivel de morosidad en cada institución
financiera.
8. Bancos que aplican cargos mensuales excesivos por mantener pequeños depósitos,
lo que obliga a los depositantes a recurrir a entidades de depósito menos seguras.
9. Cobro de comisiones muy altas por transferir pequeñas sumas de dinero electrónica-
mente o por fax.

bancos grandes especializados en financiamiento empresario. Por este


motivo han establecido requisitos de adecuación de capital similares
para las instituciones de microfinanzas y para los bancos (entre el 8% y
el 10%). Una cartera de microcrédito gestionada correctamente puede
constituir una línea de negocio más para cualquier tipo de institución
financiera. No obstante, se debería emprender un programa de moviliza-
ción del ahorro, únicamente si existen activos suficientes (y propietarios
solventes) para cubrir posibles pérdidas.
El marco regulatorio del microcrédito debería permitir que coexis-
tan metodologías para préstamos individuales y grupales, y mantener una
postura neutral respecto a los puntos de vista y prácticas cambiantes de
las redes internacionales de organizaciones microfinancieras. Se deben
160 RAMÓN ROSALES

tomar medidas prudenciales para evitar que entidades especializadas

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con requisitos de capital más bajos ofrezcan préstamos de gran tamaño

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a empresas o lleven a cabo operaciones de ese tipo, para las que carecen
de una base patrimonial suficiente.
También se deberían contemplar los aspectos relacionados con la
forma de supervisar el gobierno corporativo de las entidades financieras
especializadas con accionistas sin fines de lucro, a fin de evitar ciertas
deficiencias, tales como conflictos de intereses e insuficiente obligación
de diligencia y lealtad. Asimismo, se deberían analizar las posibilidades
de inducir la reducción de las tasas de interés mediante los mecanismos
del mercado y la necesidad de promover el financiamiento a largo plazo.
En mercados muy competitivos, se debería fomentar una competencia
sana entre sus participantes, a fin de evitar el sobreendeudamiento o la
morosidad generalizada, mediante información de buena calidad sobre
los prestatarios y de políticas estrictas en materia de provisiones.
El encuentro entre los organismos de supervisión (y el sistema
financiero en general) y el microcrédito ha aclarado ciertos preconcep-
tos, y parece haber demostrado que la lógica de evaluar la capacidad
y la predisposición de pago del cliente es similar tanto para empresas
grandes como para microempresas. La diferencia principal estriba en
que los procesos y la documentación respaldatoria difieren en cada uno
de estos casos. Se debe establecer una clara diferencia entre un préstamo
otorgado a un trabajador asalariado (crédito de consumo) y un préstamo
otorgado a una empresa pequeña (microcrédito). La experiencia ha de-
mostrado que los préstamos de poca cuantía no son tan riesgosos como
los de gran tamaño y que las instituciones de microfinanzas registran
niveles de morosidad más bajos que los bancos.

De cara al futuro

Todos los países de América Latina afirman que cumplen con los princi-
pios de regulación y supervisión recomendados por el Comité de Basilea
sobre Supervisión Bancaria (Basilea I). No obstante, dicho cumplimiento
es en la práctica una combinación imaginativa de pautas que se traduce
en requisitos de capitalización más bajos para los bancos.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 161

En el caso del microcrédito, los organismos de supervisión de-

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ben estar capacitados para dar opiniones técnicas sobre la solidez de

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sus tecnologías y de las metodologías de evaluación de riesgo, tanto al
otorgar una licencia para que una ONG se convierta en una institución
formal, como al efectuar una inspección de una institución que tiene
una cartera de microcréditos. La supervisión se debería centrar en
evaluar el modo en que la gerencia de la institución identifica, mide,
controla y supervisa el riesgo crediticio de sus numerosos clientes en
su operatoria cotidiana.
Los organismos de supervisión deberían tomar precauciones es-
peciales a fin de prevenir el “crédito predatorio”, la “venta de créditos” y
el abuso de la posición contractual de parte de las entidades. Asimismo,
deberían efectuar una supervisión especial de aquellas instituciones
que ofrecen simultáneamente préstamos de consumo, microcréditos y
préstamos comerciales pequeños. Un servicio de información de riesgos
crediticios constituye una herramienta importante para esta tarea. Los
servicios de las centrales se pueden utilizar para supervisar el cumpli-
miento de una gran cantidad de clientes y promover la competencia
equitativa entre los participantes.
Los cambios que introdujo el Comité de Basilea sobre Supervi-
sión Bancaria reconocen que las carteras diversificadas de préstamos
de poca cuantía pertenecientes a instituciones bien administradas son
menos riesgosas que las carteras formadas por unos pocos clientes que
representan grandes porcentajes del patrimonio neto de la institución.
Esto es positivo para intermediarios de microfinanzas que tienen una
buena gestión y, en términos de solvencia y capital, es positivo también
para las instituciones de microfinanzas, particularmente en el área de
préstamos de consumo.6

6
Lo que comúnmente se conoce como “Basilea II” hace referencia a la versión actualizada
del documento titulado International Convergence of Capital Measurement and Capital
Standards: A Revised Framework, elaborado por el Comité de Basilea sobre Supervisión
Bancaria en junio de 2004. Más información en www.bis.org
162 RAMÓN ROSALES

Recomendaciones

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Las autoridades del sector financiero pueden cumplir una función fun-
damental, al contribuir a que el marco regulatorio reduzca los costos y
riesgos de las instituciones financieras que operan con microcréditos.
En particular, pueden brindar apoyo en los siguientes aspectos:

1. Reducir el énfasis en el microcrédito como una herramienta para


paliar la pobreza y abordarlo paulatinamente desde el punto
de vista de la gestión del riesgo de créditos no garantizados
otorgados a miles de trabajadores por cuenta propia, que no
tienen información financiera ni garantías reales, independien-
temente de su condición o no de pobreza.
2. Establecer normas prudenciales y adecuadas para el micro-
crédito y para instituciones que se especializan en este tipo de
financiamiento, y evitar establecer reglamentaciones menos
estrictas que puedan incrementar el riesgo de las carteras de
microcréditos y, por ende, los requisitos de capital.
3. Reducir la incertidumbre acerca de la información mediante la
constitución de sistemas de referencia crediticia a nivel nacional
(agencias de informes de crédito o centrales de riesgo) a las
que todos los operadores de microcréditos deban informar y
consultar antes de otorgar un crédito.
4. Promover la transparencia de las tasas de interés que aplican
las entidades financieras a las operaciones de todo tipo, a fin de
que los microempresarios cuenten con la información adecuada
para seleccionar a sus acreedores.
5. Crear instrumentos eficaces para que las superintendencias
puedan evaluar las metodologías de microcrédito y detectar
prontamente políticas poco sólidas, abusivas o inadecuadas, y
señales de deterioro en las tecnologías y prácticas de crédito.
6. Crear mecanismos de coordinación institucional por parte de
donantes internacionales y organismos gubernamentales que
respalden las actividades microfinancieras.
REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 163

Además, toda estrategia que se elabore en el futuro para la regu-

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lación del microcrédito debería contemplar los siguientes factores: la

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creación de un marco regulatorio neutral, el funcionamiento de una
central de riesgo moderna, la transparencia de los contratos y de las tasas
de interés, y la aplicación de sistemas de supervisión diferenciados. Una
regulación eficaz también puede contribuir a reducir paulatinamente
las tasas de interés y así evitar que se intente fijar un tope o que resurjan
las antiguas leyes que regían en materia de usura.
164 RAMÓN ROSALES

Referencias

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Jansson, Tor, Ramón Rosales y Glenn D. Westley. 2004. Principles and
Practices for Regulating and Supervising Microfinance. Washington,
D.C., Banco Interamericano de Desarrollo.
Portocarrero Maisch, Felipe. 1999. Microfinanzas en el Perú: Experiencias
y perspectivas. Lima, Universidad del Pacífico.
Westley, Glenn D. y Sherrill Shaffer. 2000. “Credit Union Delinquency
and Profitability”. En: Westley, Glenn D. y Brian Branch (Eds.).
Safe Money: Building Effective Credit Unions in Latin America.
Washington, D.C., Banco Interamericano de Desarrollo.
CAPÍTULO 5

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Instituciones de microfinanzas
en tiempos de crisis:
efectos, actuaciones y lecciones aprendidas

Armando Muriel, Victoria Muriel, Giulissa Franco y


Elsa Martín

E
ste capítulo analiza las formas en que las instituciones de microfi-
nanzas latinoamericanas han respondido a las crisis de liquidez y
solvencia, y las lecciones que pueden extraerse de esas experiencias.
América Latina experimenta crisis financieras sistémicas con más fre-
cuencia que otras regiones. Es importante estudiarlas, así como también
sus efectos en las instituciones de microfinanzas, de modo que estas
últimas puedan actuar con miras a atenuarlos. Esto es especialmente
importante para que puedan tomarse medidas a fin de proteger a los
clientes, que en general provienen de grupos de bajo ingreso y que son
especialmente vulnerables a los tiempos de crisis.
Un aspecto asombroso es el escaso número de estudios acerca de
las crisis de liquidez y solvencia de América Latina, en particular, si se
los compara con la gran cantidad de estudios acerca de las asiáticas.
De modo que este capítulo también analiza los estudios disponibles
sobre las crisis sistémicas en la región. Se centra en dos países, Bolivia y
Ecuador, y en dos instituciones de microfinanzas de cada país, a fin de
incluir organizaciones con bases jurídicas diferentes (bancos, coopera-
tivas, instituciones especializadas y ONG). Con ese objetivo, los autores

Queremos agradecer a Banco Solidario, Cooperativa Jardín Azuayo, Caja los Andes y FIE,
y a sus representantes, por la información y las observaciones que han hecho posible este
capítulo. El contenido es responsabilidad exclusiva de los autores.
166 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

seleccionaron aquellas instituciones que, a su parecer, echarían más luz

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sobre este tema: dos fondos financieros privados de Bolivia (Caja los

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Andes, que actualmente funciona como el banco comercial Los Andes
ProCredit, y FIE), un banco (Banco Solidario) y una cooperativa de
crédito (Cooperativa Jardín Azuayo) de Ecuador.
La razón por la cual se eligió Bolivia es que las actividades micro-
financieras en ese país han sido las que mejores resultados han arrojado;
muchos otros países lo han tomado como modelo. Allí, las microfinanzas
son desarrolladas por instituciones privadas sostenibles, mayormente en
un marco jurídico especializado, el de los fondos financieros privados,
que son muy competitivos debido a los altos niveles de demanda. La
crisis que se analiza en este capítulo se produjo a raíz del ingreso en el
sistema microfinanciero de instituciones provenientes de otra cultu-
ra, que aplicaron metodologías de crédito probadas, pero de manera
inadecuada. Esto sucedió en medio de una crisis general, mientras el
gobierno imponía una serie de medidas que afectarían directamente a las
poblaciones de destino atendidas por las instituciones de microfinanzas,
e incluso, a las propias instituciones del sector.
En el caso de Ecuador, la selección obedeció a la magnitud y la
seriedad de la crisis, que afectó a toda la economía y, en particular, al
sistema financiero. También fue elegido debido a su sistema de coo-
perativas de crédito supervisadas y no supervisadas, que atienden a
las microempresas y a las poblaciones de bajo ingreso. Estas entidades
han establecido un sistema de microfinanzas incipiente, junto con dos
bancos. Banco Solidario, por su parte, constituye un patrón de referencia
para la industria y la forma en que manejó la crisis merece ser objeto
de estudio.

La crisis en Bolivia

Bolivia, al igual que otros países de América Latina, sufrió una fuerte
recesión económica a fines de los años noventa, después de casi una
década de crecimiento económico sostenido. Al incremento del PIB
del 5,2% en 1998, siguieron una fuerte desaceleración en 1999, una
tenue recuperación en 2000 y un crecimiento totalmente nulo en 2001.
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 167

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, una gran

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incertidumbre se apoderó de todos los mercados y echó por tierra toda

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esperanza de recuperación económica del país.
La crisis obedeció a una serie de factores internacionales e internos.
El primer grupo fue de naturaleza global. Si bien estos factores afectaron
también a otros países de la región, las repercusiones en la economía
boliviana estuvieron marcadas por determinadas idiosincrasias, inclui-
dos los efectos de cambios climáticos adversos y el inicio de la crisis
financiera internacional, especialmente en el país vecino Brasil, que
representa una quinta parte del comercio total de Bolivia. Los fuertes
cambios climáticos en 1998 provocados por los fenómenos de El Niño
y La Niña, y las sequías e inundaciones catastróficas que siguieron en
distintas partes del país, produjeron pérdidas económicas masivas en los
sectores agrícola y ganadero. Los cultivos y los activos fueron destruidos
o dañados, y los productos debieron venderse a precios reducidos (ge-
neralmente por debajo del costo), debido a las necesidades apremiantes
de muchos productores.
La crisis financiera internacional afectó la economía boliviana
mediante dos mecanismos tradicionales. En primer lugar, la disminución
de la demanda externa provocó caídas directas en las exportaciones y
en los precios, y un sensible deterioro de la relación de intercambio. En
particular, a principios de 1999, Brasil devaluó su moneda. En segundo
lugar, debido a la crisis financiera internacional, se redujo considera-
blemente el financiamiento externo, lo que se vio acompañado por una
fuerte fuga de capitales.
Otras variables que incidieron en la crisis tuvieron su origen en
las políticas y respuestas internas. Una serie de disturbios públicos ter-
minaron con violencia (control de la vía pública, destrucción de carre-
teras, huelgas reiteradas); esto impidió que los pequeños empresarios,
principalmente del sector agropecuario, accedieran a los mercados, con
el consiguiente lucro cesante. Ante estos disturbios sociales, se agudizó
la idea en los mercados internacionales de que Bolivia era un lugar
riesgoso para invertir.
Varias decisiones de política interna afectaron el sector de la eco-
nomía informal; entre ellas, la sanción de leyes destinadas a controlar el
168 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

contrabando y erradicar el cultivo ilegal de coca. A pesar de la intención a

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largo plazo de ambos tipos de decisiones desde los puntos de vista social

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y económico, sus efectos macroeconómicos a corto plazo fueron negati-
vos. La interrupción de las importaciones informales fue un verdadero
shock para los productores y empresarios que compraban sus materias
primas o mercancías mediante estos canales, tanto como para los agen-
tes que las transportaban al país. Por lo que se refiere a la erradicación
del cultivo ilegal de coca, es difícil medir su impacto macroeconómico
por la propia naturaleza de la actividad, pero parece haber sido muy
importante, en base al lento crecimiento del valor agregado agrícola y
el aumento del desempleo rural.
Los factores mencionados pusieron fin al auge económico de Boli-
via. Entre 1993 y 1998, el PIB creció a un promedio de 4,6% anual; entre
1999 y 2002, creció a una tasa promedio de 1,3%. Esta tasa no compensó
el crecimiento poblacional, de modo que el PIB per cápita disminuyó en
un 0,9%. La desaceleración de la tasa de crecimiento se vio reflejada en
distintos sectores de la actividad macroeconómica (producción, comer-
cio, inversión y consumo) y en un fuerte aumento del subempleo y del
desempleo (el desempleo urbano creció desde un 5,3% hasta un 7,3%
entre 1998 y 2001). Debido a la contracción económica, el déficit fiscal
creció a un nivel alarmante para un país con hiperinflación. El déficit
no financiero saltó de un 3,8% a un 6% del PIB entre 1999 y 2001. Sin
embargo, gracias a los esfuerzos del banco central, se logró controlar
relativamente la inflación durante la crisis.
El aspecto financiero de la crisis económica de Bolivia a finales de
los años noventa se vio reflejado en un fuerte proceso de desarticulación
de la intermediación financiera, caracterizado por la disminución de los
depósitos en términos reales y en el tamaño de las carteras de préstamos,
así como en fuertes aumentos en la morosidad. Esta seguidilla de cambios
negativos tras un período de prosperidad provocó serios problemas para
el sistema financiero y para la economía en general.
En medio de la crisis boliviana, instituciones financieras de Chile
especializadas en crédito de consumo ingresaron en el mercado de
microfinanzas de ese país. Estas entidades formalizaron su situación
jurídica en Bolivia, adoptando la estructura de “fondos financieros
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 169

privados de consumo”, en lugar de los “fondos financieros privados

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para financiar microempresas” que habían existido tradicionalmente.

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Su estrategia estuvo basada en los grupos solidarios. En esencia, todo
microempresario que fuera cliente de un fondo financiero privado o
de Bancosol podía obtener un préstamo instantáneo. Estos puntos de
venta de crédito de consumo no realizaban análisis de riesgo específico
de cada microempresa solicitante. Con la mirada puesta en su objetivo
de producir préstamos a escala masiva, omitieron evaluar adecuada-
mente la capacidad de reembolso de sus clientes o medir sus niveles de
endeudamiento. Como era esperable, los clientes se sobreendeudaron
y se atrasaron en los pagos en todas las instituciones de crédito en las
que habían solicitado un préstamo.

La experiencia boliviana en el ámbito de las microfinanzas

La primera señal de la crisis entre los clientes de las instituciones mi-


crofinancieras se hizo sentir en el terreno internacional. Los ingresos
de las empresas exportadoras descendieron y, con ellos, la capacidad
de servicio de la deuda. El efecto de la crisis en las importaciones
tuvo grandes repercusiones en el sector microfinanciero, que depende
enormemente de las importaciones. Las carteras de varias instituciones
de microfinanzas se concentraban en estos sectores. Por otra parte, se
sancionaron varias políticas que contribuyeron a aumentar el precio
de los bienes importados y, por ende, afectaron la economía informal.
En este contexto, las instituciones de microfinanzas no prestaron sufi-
ciente atención a estos acontecimientos y no recortaron su actividad de
préstamo en consecuencia.
Otro factor importante fue la decisión del gobierno de condonar
las deudas de determinados clientes antiguos de bancos estatales que
dejaron de existir. Esta medida fue sumamente inoportuna, y aumentó el
riesgo moral de otros deudores e intermediarios, además de menoscabar
la intención de pago. Por su parte, las pequeñas empresas aceptaron
las tentadoras ofertas de crédito rápido y fácil, y se sobreendeudaron.
Contrajeron préstamos con varias instituciones y debían efectuar pagos
correspondientes a dos o más préstamos al mismo tiempo, que excedían
170 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

ampliamente su capacidad de pago. El resultado inevitable fue, en algunos

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casos, el incumplimiento, y en otros, el endeudamiento en cadena (usar

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fondos de una institución para pagar a otra).
La situación devino en estallido social. Los deudores sobreendeu-
dados se organizaron en asociaciones que se manifestaban en contra
de las instituciones de crédito de consumo y de microfinanzas. Esto
provocó un vuelco en la opinión pública que perjudicó a estas últimas.
Además, la conmoción social y la crisis tuvieron lugar en un período
de incertidumbre electoral. La decisión de los depositantes de mediana
y gran envergadura de retirar sus depósitos sacudió el sistema banca-
rio tradicional, pero esto no fue lo que ocurrió en las instituciones de
microfinanzas. A modo de ejemplo, en Caja los Andes, entre fines de
1998 y fines de 2000, el número total de depósitos aumentó de 2.865 a
18.589, y el saldo vigente de US$11,2 millones a US$17,4 millones. La
consecuencia principal fue el deterioro significativo en la cantidad y la
calidad de los clientes de las instituciones de microfinanzas. Este proceso
obedeció a las quiebras provocadas por la crisis financiera en sí y por el
éxodo de clientes normalmente los mejores, atraídos por estrategias de
marketing muy enérgicas de las instituciones de crédito de consumo,
que finalmente colapsaron debido al sobreendeudamiento.
En 1999 y 2000, ninguna de estas instituciones logró recuperar
las tasas de crecimiento, en cantidad de clientes, que habían registrado
con anterioridad. En algunos casos, la clientela se redujo considerable-
mente. Por el contrario, otras, que se centraron en las microfinanzas
y utilizaron acertadamente una tecnología que incluía el análisis de
la capacidad de pago y de préstamo de los posibles clientes, pudieron
desarrollarse. Caja los Andes y el FFP FIE (Fondo Financiero Privado
para el Fomento a Iniciativas Económicas) crecieron un 20,8% y un
11,1%, respectivamente, entre diciembre 1998 y junio 2000. Los re-
sultados de ambas instituciones se contraponen con los de las demás.
Debería hacerse especial hincapié en estos resultados, pues demuestran
cómo la atención flexible y oportuna, y la aplicación adecuada de una
metodología correcta, lograron mantener la lealtad del cliente. En el
período anterior y posterior al pico de la crisis, entre 1996 y 2001, Caja
los Andes duplicó su base de clientes, de 22.000 a 45.000, y la base de
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 171

clientes de FIE creció de 14.000 a 23.000. En una presentación realizada

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en 2003 ante la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras, en

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La Paz, el Profesor Claudio González-Vega, de la Universidad Estatal de
Ohio, atribuyó el éxito de estas dos instituciones a las ventajas relativas
de conceder préstamos a particulares en lugar de a grupos solidarios en
tiempos de una crisis sistémica, es decir, cuando los problemas de los
deudores dejan de ser particulares para transformarse en el problema
de todos (González-Vega, 2003).
Entre 1997 y 2001, cuando las carteras de crédito de los fondos
financieros de préstamos para consumo colapsaron y las de los bancos
comerciales resultaron muy perjudicadas, la mayoría de las institucio-
nes de microfinanzas mantuvieron un nivel similar o incluso superior
al del inicio. Las carteras de Caja los Andes y FIE se duplicaron en ese
mismo período. En el punto más grave de la crisis, entre diciembre de
1998 y junio de 2000, la cartera de Caja los Andes aumentó un 43,6%,
de US$28,6 millones a US$41,1 millones, mientras que la cartera de FIE
se incrementó en un 36,9%, de US$14,1 millones a US$19,3 millones.
Entre tanto, el grado de morosidad en la cartera tuvo un nivel sin
precedentes. Mientras la morosidad en las instituciones reguladas era
de apenas un 2,4% de la cartera total en 1997, para 1999 había llegado
a 11,2% y a 12,6% para fines de 2000, sin incluir los préstamos repro-
gramados (Rhyne, 2001). Aunque este aumento fue una constante en
todas las instituciones, los esfuerzos realizados condujeron a resultados
sensiblemente diferentes. En términos relativos, el aumento de la mo-
rosidad fue superior en las instituciones de microfinanzas que en otros
intermediarios, si bien tenían la ventaja de partir con niveles iniciales
de morosidad muy bajos. Una vez más, la institución menos afectada
por la crisis en este sentido fue Caja los Andes, ya que su cartera en
riesgo creció apenas de un 5,7% en 1998 a un 7,7% en 2000. En ese
mismo año, la cartera en riesgo de FIE ascendía al 7,9%, comparado
con el 1,5% en 1998.
El aumento de las provisiones para préstamos incobrables provo-
có un descenso drástico de las utilidades de todas las instituciones. No
obstante, Caja los Andes logró mantener una rentabilidad del 19,2%
sobre su patrimonio en junio de 2000, frente a un 27,1% en diciembre
172 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

de 1998; por su parte, la rentabilidad sobre el patrimonio de FIE dis-

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minuyó del 31,9% al 4,6% en el mismo período. En otras instituciones,

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este indicador se precipitó. En el caso de Bancosol, cayó de un 29% a
un 4% entre 1998 y 2000 (Rhyne, 2001).
Otro efecto importante que tuvo la crisis en las instituciones fue
provocado por el aumento de los costos de personal y una disminución
de su productividad. Los analistas de préstamos debieron dedicar más
tiempo a controlar el nivel de morosidad y a analizar nuevas solicitudes
de préstamo, muchas de las cuales no eran aprobadas. Con frecuencia, fue
necesario contratar a nuevos asistentes para gestionar el cobro de présta-
mos en condiciones irregulares. Los costos relacionados con las acciones
judiciales de cobro aumentaron, al igual que los costos de transporte del
personal a cargo de controlar la evolución de los préstamos morosos.
Durante este período, FIE se esforzó enormemente por reducir los costos
administrativos, que descendieron de un 24,2% a un 15,6% en su cartera.
Al mismo tiempo, los costos financieros crecieron del 7,9% al 10,2% y
las provisiones para préstamos incobrables del 1,9% al 4,6%.
La crisis ha tenido efectos poco significativos sobre la liquidez de
las instituciones bolivianas. Nacional Financiera Boliviana (Nafibo), una
institución de segundo piso, proporcionó apoyo específico a instituciones
que lo solicitaron, a tasas de interés que disminuyeron notablemente,
al igual que en el sistema financiero. A modo de ejemplo, Caja los An-
des tomó fondos en préstamo de Nafibo, pero por simple precaución.
Algunos de sus accionistas suscribieron un aumento de capital, que se
incrementó de Bs 14,3 millones a Bs 21,3 millones entre 1998 y 2001, y
apoyaron a la dirección a la hora de definir una estrategia.

Las acciones de las instituciones de microfinanzas en Bolivia

Los resultados positivos de algunas instituciones bolivianas, a diferencia


de la respuesta deficiente de otras, tuvieron origen en su capacidad para
innovar, optimizar las relaciones con los clientes y manejar con eficacia
la gestión del riesgo. Un buen ejemplo de la capacidad de innovación
y adaptación es la gran participación de mercado que Caja los Andes
y FIE lograron conquistar, al ser las primeras en ofrecer préstamos a
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 173

particulares en Bolivia, a diferencia de los préstamos tradicionales que

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se concedían a grupos solidarios.

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Caja los Andes también se apartó del modelo tradicional al pro-
curar ofrecer préstamos iniciales de mayor tamaño, en función de la
capacidad de pago futura del cliente, en lugar de limitarse a tener en
cuenta los buenos antecedentes con préstamos anteriores de menor
cuantía. En el caso de FIE, establecer contacto con clientes, comprender
sus problemas y tratar de ayudarlos a encontrar soluciones también ha
sido esencial para atraer nuevos clientes y, ante todo, para asegurarse
de que cumplirían sus obligaciones.
Vale la pena destacar las estrategias de estas instituciones en la
crisis. Todo el personal de FIE, desde los analistas de crédito hasta los
propios gerentes, realizaron visitas directas a personas con dificultades,
analizaron sus problemas en profundidad, reprogramaron sus pagos y,
en ocasiones, incluso condonaron sus deudas. También proporcionó
financiamiento a algunos clientes que tenían problemas con otras ins-
tituciones financieras. Los clientes valoraron enormemente esta estrate-
gia, que fue muy eficaz para inducirlos a cumplir con sus obligaciones.
Mientras algunas instituciones ofrecían varios productos nuevos para
atraer clientes, Caja los Andes adoptó una estrategia distinta. Ofreció sólo
una pequeña variedad de productos muy flexibles, que los potenciales
clientes podían comprender más fácilmente.
Para capear la crisis era necesario que las instituciones actuaran con
mucha más prudencia que antes frente a los riesgos. Las dos instituciones
adoptaron estrategias ligeramente diferentes para endurecer la gestión
del riesgo. Según su presidenta, Pilar Ramírez, la política de FIE consistió
en no priorizar el crecimiento. La institución prefirió un crecimiento
sólido y constante, y centrarse en mantener a los clientes conocidos.
Como resultado de la crisis, algunos de estos clientes abandonaron sus
actividades productivas y se dedicaron al comercio, aunque la mayoría
no se desprendió de su maquinaria, de modo de poder reanudar sus
actividades de producción tan pronto se aliviara la situación. FIE les
ofreció crédito para facilitar el proceso.
Caja los Andes prestó mayor atención a los análisis del mercado
y del entorno: en particular, cómo afectaría a los clientes y a su futura
174 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

capacidad de reembolso. Pedro Arriola, gerente general de la institución,

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comentó que las claves de su estrategia eran una actitud enérgica de cap-

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tación de clientes y, al mismo tiempo, someterlos a un análisis riguroso.
Una estrategia diferente, pero con los mismos objetivos de mejorar la
calidad de la cartera y de crecimiento, consistió en promover la compra
de préstamos “productivos” de otras instituciones. Esta estrategia be-
nefició a las entidades involucradas (vendedores y compradores) y, en
cierta medida, también a los clientes, que pudieron entonces consolidar
sus deudas preexistentes con varias instituciones, en una única deuda
contraída con una sola institución.
En un entorno tan frágil y confusamente competitivo, las ins-
tituciones debieron esforzarse enormemente por convencer a los
clientes y “reeducarlos” acerca del cumplimiento de sus obligaciones
de préstamos. En otras palabras, debieron diferenciarse de los “malos”
intermediarios financieros. Para llevar a cabo esta estrategia, tomaron
muchas medidas: se unificó la apariencia física de las sucursales, aumen-
taron la promoción y la publicidad, y se fortaleció considerablemente
el análisis crediticio, a fin de asegurarse de que los clientes pudieran
manejar sus deudas.
Pese a su énfasis tradicional en el crédito para fabricantes, FIE
no tuvo reparos en modificar la composición de su cartera cuando fue
necesario. Tras un proceso minucioso de compilación de información, la
institución realizó un análisis exhaustivo de los distintos sectores y evitó
concentrar el riesgo en donde se identificaran problemas. En cuanto a
la diversificación geográfica, Caja los Andes modificó su plan de expan-
sión: redujo sensiblemente la cantidad de nuevas oficinas y fortaleció su
posición en los establecimientos en los que ya operaba.
Debido a los cambios en las relaciones con los clientes y en la ges-
tión del riesgo, fue necesario realizar determinadas modificaciones en la
organización y en el personal de las instituciones. En el caso de FIE, la
reestructuración fue significativa: descentralizó determinadas funciones
y dio más independencia a los gerentes de sucursales, quienes contaban
con más y mejor información. La intuición podría sugerir lo contrario:
centralizar aún más para sobreponerse a la crisis. Sin embargo, la decisión
de FIE parece haber producido muy buenos resultados, y los informes
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 175

y la actuación de los gerentes de sucursal mejoraron tan pronto como

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se les asignó mayor responsabilidad. También se modificó el sistema de

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incentivos para adaptarlo a la naturaleza especial y a la situación en cada
zona. La institución no redujo su dotación de empleados.
La estrategia de Caja los Andes se centró en proporcionar más
capacitación a sus recursos humanos y, en algunos casos, en despedir
a empleados que no estaban en condiciones de adaptarse a la nueva si-
tuación y que habían reducido su productividad. La institución también
modificó las responsabilidades de su personal operativo. Los analistas
con los niveles más elevados de morosidad tuvieron menos posibilida-
des de realizar nuevos préstamos y debieron centrarse en mantener la
calidad de la cartera y controlar la evolución de los préstamos morosos.
También introdujo una serie de medidas para mejorar el control y la
gestión de la cartera: redujo la cantidad de clientes que atendía cada
analista, y ajustó el sistema de incentivo monetario de estos y de los
gerentes de sucursal.
Además, se otorgaron premios especiales a los empleados que
tuvieran los mejores resultados en la gestión de su cartera. Se alentó y
recompensó el trabajo en equipo en el que participara todo el personal
de la sucursal. La institución insistió sobre la importancia de fortalecer
la confianza de los analistas de crédito, que suelen tener cierto grado
de desaliento y aversión al riesgo en tiempos de crisis. Los cambios que
Caja los Andes realizó en su organización, según Pedro Arriola, fueron
el resultado de la evolución, el crecimiento y la diversificación de la
institución, y no una respuesta a la crisis. No obstante, la creación del
puesto de asistente supervisor de la cartera de crédito, y el fortalecimiento
del departamento de asuntos legales y del departamento de auditoría
interna, sí son consecuencia directa de la crisis.
Habitualmente, las instituciones de microfinanzas procuran con-
trolar los costos en tiempos de crisis. Las políticas de FIE incluyeron la
eliminación de todo gasto innecesario, la reducción de los intereses sobre
los depósitos, el reembolso de préstamos más costosos y la modificación
del sistema de remuneración a empleados, mediante la reducción del
componente fijo del salario y el aumento de la remuneración variable
de incentivo.
176 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

Los representantes de las instituciones entrevistadas para este

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estudio identificaron determinadas medidas que podrían haber im-

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pedido o atenuado la crisis, y recalcaron la falta de responsabilidad y
de iniciativa de las autoridades del país para ejercer control sobre las
instituciones de crédito de consumo. En su opinión, muchos proble-
mas podrían haberse evitado con una reglamentación más rigurosa de
esas instituciones, que no hubiese permitido el sobreendeudamiento.
Otra medida útil de prevención podría haber sido el establecimiento
de una central de riesgo que agrupara información sobre instituciones
de microfinanzas reguladas y ONG, como la que se creó en 2003. Este
mecanismo hubiese proporcionado información completa sobre todos
los clientes y su nivel de endeudamiento. Por su parte, las instituciones
de microfinanzas deberían haber actuado con mayor decisión, a fin de
convencer y cooperar con las autoridades en este sentido, en particular
las instituciones de mayor tamaño, que tenían acceso a la información
y estaban al tanto del problema antes que las otras.

La crisis en Ecuador

Ecuador presenta un caso particularmente interesante, debido al alcance


de su crisis. El PIB se contrajo en más de un 7% en términos reales en 1999
(frente a un crecimiento promedio nulo en el resto de América Latina);
los precios al consumidor crecieron un 60,7% (frente a un promedio
del 10% en la región); y la tasa de desempleo creció considerablemente,
acompañada con un descenso significativo del salario en términos reales.
El sucre, la moneda nacional, se desvalorizó en un 200% frente al dólar
estadounidense (mientras que el promedio en América Latina era del
3,5%), y la pobreza y la distribución del ingreso empeoraron ostensible-
mente. La crisis ecuatoriana también se caracterizó por actitudes poco
rigurosas de las autoridades regulatorias y de supervisión.
Las causas inmediatas de la crisis se originaron en una serie de
acontecimientos negativos producidos en Ecuador en la segunda parte
de la década de 1990. Primero, los desastres naturales asociados con el
fenómeno El Niño. En segundo lugar, el impacto de la crisis financiera
internacional, que se inició en Asia a mediados de 1997 y se expandió
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 177

a toda América Latina en 1998. En tercer lugar, el hecho de que estos

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shocks externos se produjeron en un contexto de gran vulnerabilidad

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del sistema financiero. A esto se sumó la instrumentación de una serie
de respuestas políticas del gobierno, muchas de las cuales fueron insu-
ficientes o inadecuadas.
Las pérdidas asociadas con El Niño se han estimado en torno a
los US$3.000 millones: más del 14% del PIB del país (CEPAL, 1998). El
financiamiento para la reconstrucción provino fundamentalmente de
fuentes externas, lo que sugiere que el impacto no se incluyó en las cuen-
tas nacionales o en la balanza de pagos. Sin embargo, las consecuencias
nefastas del gran empobrecimiento de los agricultores afectados y las
secuelas en el sistema financiero no deben pasarse por alto.
La crisis financiera internacional parece haber tenido un impacto
aún mayor que los desastres naturales sobre la economía general del
país. Esta crisis afectó a Ecuador mediante dos mecanismos principales:
en primer lugar, una caída drástica de los ingresos por exportaciones,
principalmente atribuible a la disminución de los precios del petróleo;
y en segundo lugar, el nuevo escenario de riesgo en los mercados
internacionales, que hizo mermar significativamente la entrada de flujos
financieros extranjeros en el país.
Ambos efectos se sucedieron en un contexto financiero de gran
vulnerabilidad; combinados, desataron una profunda crisis de solvencia
y liquidez. La gravedad fue tal que las autoridades intervinieron 16 ins-
tituciones financieras entre mediados de 1998 y comienzos de 2000; el
45% de los préstamos era improductivo y los costos fiscales estimados
llegaron hasta un 20% del PIB (FMI, 2000). Las políticas monetaria y
cambiaria se vieron perjudicadas y se generó un círculo vicioso que
devino finalmente en el anuncio de la dolarización en enero de 2000.
El sistema financiero de Ecuador se ha caracterizado por problemas
operativos y de gestión que suelen surgir de deficiencias en las áreas
de supervisión y regulación bancaria, además de la tendencia del país
a rescatar a los bancos con dificultades financieras, en lugar de aplicar
normas prudenciales. La supervisión bancaria siempre ha sido difícil.
Parte de este problema radica en las graves falencias del personal asig-
nado a esta tarea, a pesar de los esfuerzos realizados por los organismos
178 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

externos, como el Banco Interamericano de Desarrollo, por fortalecer las

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instituciones de supervisión. El personal tenía una formación deficiente

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y equipos inadecuados y, dada la ausencia de una misión clara, carecía
de motivación (FMI, 2000). Además, no tenía protección jurídica y eran
frecuentes los casos de conflictos de intereses. A menudo, no se aplicaban
las sanciones necesarias.
Más aún, el marco jurídico y normativo excesivamente permi-
sivo tampoco contribuyó a la operatoria del sistema financiero ni a la
capacidad fiscalizadora de la Superintendencia de Bancos. El sistema
financiero de Ecuador se liberalizó durante el gobierno de Sixto Durán
Ballén (1992–96). En mayo de 1994, se sancionó la Ley General de Insti-
tuciones del Sistema Financiero, destinada a promover la liberalización
del sector y a modernizar distintos aspectos de los requerimientos de
capital. Esta ley estableció límites a los préstamos de terceros relaciona-
dos y a la concentración del crédito, y auditorías externas obligatorias.
Pero los límites que fijó la ley eran demasiado amplios y se basaban
excesivamente en la autorregulación de las propias instituciones, lo que
iba en detrimento del desarrollo y el fortalecimiento de la capacidad
de la Superintendencia de Bancos, e imposibilitaba cualquier medida
correctiva pertinente.
Asimismo, conforme a la nueva ley, se crearon nuevas entidades
financieras con distintos tipos societarios, con capital local e interna-
cional (ING y Centro Mundo), y varias empresas financieras obtuvieron
la licencia para funcionar como bancos. Entre 1994 y 1995, la cantidad
de bancos creció de 32 a 39; las empresas financieras, de 33 a 46; y las
cooperativas de crédito, de 24 a 26. Durante ese mismo período, se
produjo un proceso de concentración de las instituciones financieras
mediante fusiones, absorciones, compras y ventas. A fines de 1996, el
sistema estaba formado por 44 bancos, 32 empresas financieras y 26
cooperativas de crédito.
La combinación de una legislación inadecuada y una supervisión
ineficaz dio lugar a un crecimiento del 23,9% en el volumen de la cartera
de préstamos y a un aumento de los préstamos entre partes relacionadas
de casi el 300% del patrimonio técnico de las instituciones. Se abrió una
brecha de US$688 millones entre los ingresos financieros contabilizados
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 179

y los efectivamente percibidos. En general, no había transparencia en la

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concesión de préstamos e, incluso, se llegaron a aprobar préstamos para

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empresas inexistentes (Plitman Pauker, 2002). En 1999, la irritación de
los depositantes y la desconfianza en el sistema financiero llevaron al
gobierno a contratar empresas de auditoría internacionales para echar
luz sobre las cuentas y determinar la verdadera condición de las insti-
tuciones del sistema. Sólo 19 bancos aprobaron la auditoría, incluido
Banco Solidario; por otra parte, se exigió a tres grandes bancos del sistema
(Pacífico, Popular y Previsora) que se capitalizaran, pero finalmente no
pudieron evitar la quiebra.
La incertidumbre local, sumada a la crisis financiera internacional,
se tradujo en el recorte de las líneas de crédito externo y en la pérdida
de confianza de todo el país, ya que los problemas en el sector bancario
tomaron carácter público. Se produjo una gran fuga de capitales: alre-
dedor de US$422 millones abandonaron el país en 1998, y otros US$891
millones en 1999. Estos hechos, combinados con algunas medidas po-
líticas, agravaron los problemas del sistema financiero, que devinieron
en una crisis sistémica de liquidez y solvencia.
Aunque el gobierno intentó frenar la fuga de capitales y reesta-
blecer la confianza en el sistema financiero mediante la creación de un
Organismo de Protección del Ahorro (con miras a resguardar el ahorro
mediante una supervisión rigurosa y constante de las instituciones fi-
nancieras), el público percibió que esta medida era un factor adicional
de vulnerabilidad y una herramienta empleada por el poder político-
económico para salvar a Filanbanco, el banco más grande del país en ese
momento. En marzo de 1999, el gobierno de Jamil Mahuad declaró un
feriado bancario y en junio se congelaron los depósitos por un año.
La crisis en el sector real de la economía aumentó la cartera impro-
ductiva de las instituciones financieras, que se vieron forzadas a constituir
previsiones para préstamos incobrables. Sin embargo, la falta de liquidez
y los bajos niveles de patrimonio acotaron la magnitud de tales reservas,
que no pudieron llegar a establecerse en los niveles deseados.
La reducción de los pasivos y, en menor medida, la creación de un
impuesto sobre la circulación del capital en diciembre de 1998 provo-
caron una contracción considerable en la actividad de intermediación
180 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

financiera y, en consecuencia, también disminuyeron los ingresos de

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esa actividad. Las instituciones se vieron obligadas a generar ganancias

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mediante otras operaciones, como el cambio de divisas y las inversio-
nes en el mercado inmobiliario. Los bancos comenzaron a presionar
al gobierno para devaluar el sucre. La serie de devaluaciones previas a
la dolarización creó incentivos para minimizar las tenencias en activos
monetarios, que fueron reemplazados por bienes inmobiliarios y activos
denominados en dólares.
Como consecuencia del volumen reducido de la actividad de in-
termediación, los bancos debieron esforzarse por ajustar su capacidad
disponible a los nuevos niveles operativos; para ello, cerraron algunas
sucursales y despidieron empleados. Sin embargo, esta reducción del gasto
no alcanzó para compensar la disminución en los niveles operativos. El
gasto se redujo un 19,1%, mientras que la cartera se contrajo un 28,1%.
La relación entre los costos operativos y la cartera bruta de los bancos
creció de un 11% en 1997 a un 12,4% en 1999, según información fi-
nanciera de la Superintendencia de Bancos de Ecuador.

La respuesta de las instituciones de microfinanzas


ecuatorianas a la crisis

La profunda desconfianza en el sistema financiero ecuatoriano provocó


retiros continuos de depósitos, ante el temor a perderlos durante un
colapso general del sistema bancario. De los pocos fondos que se man-
tuvieron, la mayoría estaban dolarizados. Hacia fines de 1999, el 41% de
los depósitos a plazo en los bancos estaba en dólares, con vencimientos
que no superaban los 90 días. En cierta medida, estas opciones de corto
plazo procuraban ayudar a mantener la liquidez y el poder adquisitivo.
Sin embargo, la crisis macroeconómica y las devaluaciones continuas
del sucre redujeron la posibilidad de los clientes de pagar sus deudas y
limitaron aún más la capacidad de endeudamiento. Las altas tasas de
interés de los préstamos en sucres (que aumentaron del 49% en 1998 al
59% en 1999) y la incertidumbre reinante desalentaron la contratación
de nuevos préstamos. Dada la imposibilidad de hacer frente a las deu-
das, creció la aversión al riesgo entre los clientes. Asimismo, la menor
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 181

liquidez del sistema financiero restringió la creación de crédito, lo que

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limitó también el universo de posibles prestatarios.

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Por el contrario, el retiro de fondos de las instituciones de micro-
finanzas, pese a ser significativo, no fue tan grave como en los bancos.
En 1999, los depósitos cayeron un 45% en las cooperativas de crédito y
un 69% en los bancos, según información financiera proporcionada por
la Superintendencia de Bancos de Ecuador. Las cooperativas de crédito
dependían menos de los préstamos internacionales y de los depósitos
del gobierno, porque sus fondos provenían fundamentalmente de los
depósitos de sus miembros, una fuente de financiamiento más diversi-
ficada y estable. Entre las ofertas de productos de Banco Solidario había
instrumentos de ahorro de largo plazo vinculados con la compra de
viviendas. Los clientes se resistieron con firmeza a rescatarlos y gracias
a estos instrumentos, junto a los grandes depósitos del gobierno de la
Corporación Financiera Nacional (CFN), esta entidad gozó de gran
estabilidad en comparación con los otros bancos.
Dos factores fundamentales limitaron la liquidez de las instituciones
financieras. En primer lugar, la dolarización dispuesta en enero de 2000
dejó sin efecto la función del banco central como prestador de último
recurso, que cesó de apoyar a los bancos mediante operaciones con bonos
o líneas permanentes de crédito. En segundo lugar, el gobierno permitió
que los deudores bancarios saldaran sus deudas con certificados de de-
pósitos originados en instituciones financieras, que habían sido objeto
de una adquisición o habían pasado por un proceso de reorganización.
Los bancos pudieron redescontar esos certificados para saldar sus propias
deudas, con la CFN como entidad de segundo piso.
La falta de liquidez y la ausencia de financiamiento a largo plazo
redujo drásticamente la cantidad y los plazos de los préstamos, lo que
tuvo efectos previsiblemente negativos en el crédito a mediano y largo
plazo en áreas tales como los préstamos hipotecarios. En líneas generales,
el desempeño de las cooperativas fue mejor que el de los bancos. En
1999 y 2000, la cartera bruta de préstamos de los bancos disminuyó un
23% y un 47%, respectivamente. Aunque la cartera de las cooperativas
se contrajo un 59% en 1999, se recuperó con fuerza y creció un 63% en
2000. A pesar de esta variabilidad, las cooperativas nunca abandonaron
182 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

sus operaciones de crédito y prestaron dinero, aunque por importes

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menores, a tasas más bajas que los bancos.

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La crisis económica tuvo efectos resonantes sobre la capacidad
de pago de los deudores. Las carteras improductivas aumentaron en
los bancos del 5,6% al 29,7% entre 1998 y 1999; en las cooperativas de
crédito, crecieron en promedio del 2,8% al 3,2%; y en el caso de Banco
Solidario, del 3,6% al 11,4%. Son varias las razones por las cuales la
morosidad fue menor en las instituciones de microfinanzas que en los
bancos. Entre las más importantes, se destacan la mejor diversificación
de su cartera y la escasa o nula exposición a los préstamos a empresas.
Por otra parte, los clientes estaban motivados por una obligación mo-
ral de pagar sus deudas y, en el caso de las cooperativas de crédito, las
instituciones tenían fuertes vínculos sociales con sus clientes, dada su
presencia local y su identificación con la comunidad.
El efecto inmediato de la crisis fue la reducción de los ingresos
y el patrimonio de las entidades. Ante la reducción de la rentabilidad
generada por la intermediación financiera, las instituciones intentaron
producir utilidades mediante los diferenciales de las operaciones de
cambio y mediante inversiones en bienes inmuebles. Banco Solidario
invirtió US$6 millones en el mercado inmobiliario, para aprovechar la
revalorización de los bienes raíces. Asimismo, al igual que otras insti-
tuciones, aumentó sus posiciones en dólares para sacar provecho de las
devaluaciones. En 1999, estas tácticas generaron ingresos extraordinarios
que representaron un 140% de su margen financiero bruto y un 900%
de sus resultados.

Las acciones de las instituciones de microfinanzas en


Ecuador

Banco Solidario estableció nuevas estructuras financieras internas


y canjeó sus propios certificados bancarios al 100% de su valor, por
certificados de instituciones en proceso de administración judicial
o de liquidación, que se negociaban con un descuento del orden del
70%. Banco Solidario utilizó estos certificados para saldar las líneas de
crédito que había contratado antes de la crisis, a razón del 100% de su
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 183

valor nominal. Dado que los certificados se negociaban con descuento,

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esta operación le permitió realizar ganancias sin provocar descalces de

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moneda.
Un aspecto esencial para la supervivencia del banco fue el apoyo
inmediato y efectivo de los accionistas, en particular, los internacionales
y algunos organismos de asistencia. Con la iniciativa de ProFund In-
ternational, se formó un grupo para proporcionarle liquidez inmediata
(integrado por el fondo holandés Hivos-Triodos, Calvert y ACCIÓN,
con garantía de USAID). ProFund e Hivos-Triodos-Fonds, junto con
otras instituciones, tales como Belgian Technical Cooperation (BTC),
Oikocredit, Citibank y Care International, proveyeron recursos a largo
plazo. USAID (United States Agency for International Development)
y Latin American Bridge Fund, de ACCIÓN, proporcionaron distintas
garantías para respaldar el financiamiento continuo. También participa-
ron accionistas internacionales en la ampliación del capital. Todas estas
intervenciones oportunas permitieron que Banco Solidario cumpliera
sus obligaciones financieras y fomentara la confianza de los clientes.
Para mantener su base de depósitos, Banco Solidario incorporó
los depósitos a plazo con anticipos periódicos del capital; esto le permi-
tió captar una fuente estable de fondos y tranquilizar a los clientes en
cuanto a la seguridad de sus ahorros. Los resultados fueron una pérdida
más pequeña de depósitos, seguida por una rápida recuperación de los
niveles previos. Entre tanto, las cooperativas de crédito (específicamente,
Jardín Azuay) pusieron en práctica una política de transparencia con sus
miembros. En épocas de crisis, la lealtad de los clientes constituyó un
punto fuerte, y los retiros y los flujos de efectivo se manejaron en niveles
razonables. Además, las cooperativas fuera de la órbita de supervisión de
la Superintendencia de Bancos aprovecharon la posibilidad de mantener
sus oficinas abiertas durante los feriados bancarios, lo que fortaleció la
confianza de sus miembros.
Ante un nuevo escenario de riesgo, un fuerte aumento de la moro-
sidad y las dificultades para conceder nuevos préstamos, las instituciones
pusieron en práctica diversas estrategias para agilizar el otorgamiento de
créditos y mejorar la política de gestión del riesgo institucional. Banco
Solidario estuvo a la altura de este desafío con una estrategia que ajustaba
184 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

los planes de pagos de cada deudor en función de sus antecedentes histó-

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ricos y circunstancias específicas. Esta estrategia fue instrumentada con

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la ayuda de ACCIÓN International, mediante una técnica que permite
identificar posibles candidatos para recibir refinanciamiento. Esta técnica
fue diseñada para maximizar la recuperación de préstamos y minimizar
la pérdida de clientes, y había sido probada con buenos resultados por
Bancosol, en Bolivia, y por Mibanco, en Perú. Asimismo, se aumentaron
las reservas para cobertura de riesgos.
Este enfoque de nuevos préstamos adopta una visión más amplia
del entorno en el que se mueven los microempresarios y trasciende la
visión personal del cliente. También se adoptaron medidas estándar
de atenuación del riesgo, tales como la reducción de los montos de los
préstamos y de los plazos, y la exigencia de más garantías. En el orden
institucional, el banco endureció su política de riesgo y creó recursos
para medir el riesgo macroeconómico, y sus efectos en la institución y
los clientes. Asimismo, diseñó e implantó un sistema de información
sofisticado para medir y controlar los riesgos institucionales.

Lecciones aprendidas

El análisis precedente describe de qué manera una crisis sistémica


puede afectar las operaciones y las estrategias de gestión de crisis de
las instituciones financieras latinoamericanas, y da lugar a una serie de
conclusiones. Las lecciones extraídas pueden emplearse de dos maneras:
para comprender los resultados y las acciones estratégicas que han ca-
racterizado a las instituciones de microfinanzas en América Latina en los
últimos años y, más importante aún, para orientar las futuras acciones
de las instituciones, los gobiernos y los distintos actores que participan
en el universo de las microfinanzas. La identificación y la adopción
de una serie de “buenas prácticas” a partir de las lecciones aprendidas
pueden ayudar a resguardar a las instituciones de microfinanzas de fu-
turos efectos adversos, y a aliviar o eliminar la experiencia traumática
de algunos clientes. A continuación se analizan cinco lecciones y sus
consecuencias.
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 185

En primer lugar, en épocas de crisis sistémicas, que por su misma

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naturaleza afectan a todos los intermediarios financieros, las instituciones

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de microfinanzas tienen determinadas ventajas que pueden permitirles
sobrevivir a ese período crítico con mejores resultados que los otros
intermediarios. En particular, según lo que se ha analizado aquí, los re-
tiros de los depositantes fueron menores en estas instituciones, de modo
que la pérdida de liquidez fue también más baja. La mayor proximidad
física y financiera de estas instituciones con respecto a sus clientes y la
mayor confianza que inspiran entre ellos son factores determinantes
de este resultado.
Esto hace que en las instituciones de microfinanzas exista una
cultura más rigurosa de pago que en el resto del sistema financiero. La
profundización de las relaciones personalizadas entre las instituciones y
sus clientes también aumenta el entendimiento y la confianza mutuos.
La fórmula o las estrategias concretas aplicadas por cada institución
pueden variar. Una posibilidad es que ofrezcan productos de crédito o
ahorro que se adapten a la situación de cada cliente, y que estén diseñados
para estimular la lealtad hacia la institución (como el financiamiento
a largo plazo, o la diferenciación entre productos de ahorro y de inver-
sión). Otra es que respondan con flexibilidad ante situaciones inusuales
que no son provocadas por el cliente (tales como reprogramación de
la deuda, condonación en casos extremos o servicios de asesoramiento
legal). También existe la posibilidad de que el personal de la entidad
visite a los clientes afectados por la crisis, para informarse directamente
de sus problemas. Las instituciones de microfinanzas, además, pueden
diferenciarse de otras instituciones de crédito que tienen menos relación
con sus clientes, mediante actividades promocionales y de publicidad,
modificando la apariencia física de sus sucursales, etc.
En segundo lugar, la información que recopilan es valiosa por
dos motivos. Las instituciones que son capaces de identificar las pri-
meras señales de una crisis que se avecina pueden anticiparse con sus
decisiones y sobrellevar mejor la situación, como indica este estudio.
No sólo la información general acerca del contexto en el que operan
las instituciones de microfinanzas, sino también la información acerca
de los clientes, su capacidad individual y el contexto en el cual llevan
186 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

adelante sus actividades empresarias son extremadamente valiosas. En

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respuesta a la crisis, todas las instituciones comprendidas en este estudio

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adoptaron una actitud más prudente al evaluar el riesgo. Sin embargo,
su respuesta no fue uniforme. Algunas se inclinaron por tomar el des-
empeño histórico de sus clientes como referencia. Su estrategia consistió
en mantener a los que conocían, en lugar de atraer nuevos clientes sobre
los que no tenían información alguna. Otros destinaron importantes
recursos a realizar un análisis minucioso del mercado y del contexto
en el que operaban sus clientes, a fin de obtener información acerca de
su futura capacidad de pago. Sin duda, es necesaria una estrategia que
combine ambos tipos de medidas.
En tercer lugar, con la crisis se crea un entorno más competitivo para
las instituciones de microfinanzas que, a su vez, deben realizar acciones
concretas para atraer y retener a los mejores clientes. Las que obtienen
mejores resultados son aquellas que realizan los mayores esfuerzos en
esta área, al ofrecer nuevos productos de crédito y depósito (o incluso
otros tipos de productos, como la venta de seguros o los servicios de pago
de impuestos), nuevas innovaciones tecnológicas (tarjetas inteligentes,
sucursales interconectadas), nuevas formas de relación con el cliente
(mayor flexibilidad, mejor servicio) o mediante la diversificación en
nuevos sectores de la economía.
Paralelamente a estas observaciones, está la necesidad de las insti-
tuciones de microfinanzas de emprender una reestructuración interna
para fortalecer las operaciones. Esta reestructuración puede abarcar
la organización de la institución, la capacidad gerencial, el personal,
las instalaciones o el equipamiento. Existen determinadas medidas
que parecen ayudarlas a sobrellevar las crisis con buenos resultados.
Entre ellas, la capacitación de recursos humanos, la introducción de
un sistema de incentivos bien diseñado para motivar al personal, la
promoción del trabajo en equipo, la creación o el fortalecimiento de los
departamentos de análisis de riesgo, la gestión del cobro, los servicios
de asesoramiento legal, y las mejoras en la capacidad instalada y en los
sistemas de información.
La última conclusión general se refiere a la importancia del apoyo
de los accionistas, las instituciones del sector público nacional y los
INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 187

distintos organismos internacionales. En los casos en los que la crisis

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se tradujo en problemas de liquidez, la necesidad de ese apoyo se hizo

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más evidente. Aun sin estos problemas, las acciones oportunas y eficaces
de las autoridades regulatorias y de supervisión fueron un factor deter-
minante en la magnitud de los efectos de la crisis. En algunos casos, los
esfuerzos de los accionistas y de las instituciones, tanto nacionales como
internacionales, mediante aportes inmediatos de recursos y el diseño de
una estrategia institucional, también cumplieron un papel importante
a la hora de aliviar los efectos de la crisis.
188 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

Referencias

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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). 1998.
Ecuador: Evaluación de los efectos socioeconómicos del fenómeno
de El Niño en 1997–1998. Santiago de Chile, CEPAL.
González Vega, Claudio. 2003. El manejo del riesgo idiosincrásico y del
riesgo sistémico en las microfinanzas. Presentación en la oficina
boliviana de la Superintendencia de Bancos y Entidades Finan-
cieras, La Paz.
Fondo Monetario Internacional (FMI). 2000. Ecuador: Selected Issues
and Statistical Annex. IMF Staff Country Report No.00/125.
Washington, D.C. (October). Disponible: <http://www.imf.
org/external/pubs/ft/scr/2000/cr00125.pdf>. Fecha de consulta:
17/6/07.
Plitman Pauker, Ruth. 2002. La crisis bancaria en el Ecuador. Quito,
Fundación Friedrich Ebert.
Rhyne, Elisabeth. 2001. Commercialization and Crisis in Bolivian
Microfinance. Bethesda, USAID–Microenterprise Best Prac-
tices (MBP) Project – Development Alternatives. Disponible:
<http://www.microfinancegateway.org/files/28001_file_
commercialization_and_crisis_4.pdf>. Fecha de consulta:
17/6/07.
.
CAPÍTULO 6

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La tecnología adecuada
para las microfinanzas

Sergio Castello y Carlos Danel

L
as nuevas tecnologías representan grandes oportunidades para que
las instituciones de microfinanzas amplíen considerablemente el
alcance de sus servicios, reduzcan el costo de las transacciones y
lancen nuevos productos. La tecnología les ofrece en América Latina
nuevas formas de ampliar su cobertura y mejorar los servicios para
microempresarios de áreas urbanas y rurales. Este capítulo describe, en
líneas generales, la forma en que los desarrollos tecnológicos han trans-
formado la industria de servicios financieros durante las tres últimas
décadas, destaca las diferencias específicas de la tecnología microfinan-
ciera, y analiza oportunidades y desafíos especiales.
El capítulo comienza con una breve descripción del contexto en
el que operan las instituciones de microfinanzas latinoamericanas y
explica de qué forma la tecnología puede contribuir a que el campo mi-
crofinanciero haga frente a algunos retos fundamentales. En la segunda
sección se analiza la “nueva economía” y la forma en que la revolución
de la tecnologías de la información y de la comunicación ha repercutido
en el desarrollo de la industria de servicios financieros. En la tercera
sección se analiza la forma en que las instituciones de microfinanzas
latinoamericanas utilizan actualmente tecnologías innovadoras, como
cajeros automáticos, tarjetas inteligentes, asistentes personales digitales,
tecnología de voz interactiva, scoring estadístico y tecnología biomé-
trica. En la cuarta sección se describe, a modo de conclusión, de qué
manera la tecnología podría contribuir de un modo realista para que la
industria microfinanciera de América Latina pueda superar obstáculos
190 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

y así ampliar el alcance de sus servicios (cobertura), reducir costos y

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desarrollar nuevos productos; retos que, hasta el momento, el sector

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bancario tradicional no ha podido o no ha querido enfrentar, tanto en
países desarrollados como en países en desarrollo.

Introducción a la tecnología microfinanciera

A medida que crece la presencia de las instituciones de microfinanzas


latinoamericanas en el sector financiero formal, estas entidades reci-
ben el mismo tipo de presión que los bancos y que otras instituciones
financieras, como se describe en los comentarios sobre downscaling en
el capítulo 3. Los bancos se siguen enfrentando al reto de reducir costos
para mantener su participación de mercado. Algunos han optado por
la estrategia de downscaling, o bien han apuntado a un segmento más
bajo del mercado, lo que ha forzado a las instituciones de microfinanzas
latinoamericanas a incrementar aún más su nivel de competitividad. Dada
la naturaleza misma de la industria, que se basa en una gran cantidad
de transacciones de pequeña cuantía, las instituciones latinoamericanas
siempre han sentido la necesidad de reducir el costo de las operaciones,
todavía más que los bancos. Asimismo, buscan constantemente formas
de ampliar la cobertura de sus servicios.
Desde hace mucho tiempo, América Latina ocupa un lugar pro-
tagónico en el campo de las microfinanzas, pero sigue enfrentando
importantes retos: entre ellos, penetrar en algunos de los países más
grandes de la región y ampliar la cobertura de los productos y servi-
cios financieros para llevarlos a áreas rurales y a sus habitantes más
pobres. El uso de la tecnología puede contribuir a desarrollar canales
de producción más eficaces, a fin de que las instituciones puedan hacer
frente a esos retos. Por ejemplo, pueden acceder y procesar informa-
ción en tiempo real de un modo eficiente mediante tecnologías tales
como servicios de transacciones automáticas y asistentes personales
digitales y, de este modo, satisfacer inmediatamente las necesidades de
los clientes a través de cajeros automáticos o durante la visita de un
oficial de crédito. Como resultado, se podría ampliar sensiblemente
la base de clientes con más productos y servicios, así como mejorar la
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 191

productividad de los oficiales de crédito y, al mismo tiempo, reducir el

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costo de las transacciones.

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Los efectos de la tecnología en los servicios financieros y
en las microfinanzas

A fines de los años noventa la “nueva economía” se convirtió en la frase


de moda para referirse a la forma en que los avances revolucionarios en
el campo de las tecnologías de la información y la comunicación estaban
transformando al mundo. Estos avances comenzaron a principios de los
años cuarenta y se aceleraron rápidamente durante los setenta, ochenta y
noventa. Los economistas anunciaron un nuevo paradigma en el que los
factores tradicionales de producción (capital, mano de obra y recursos
naturales) ya no constituían los principales factores determinantes del
crecimiento económico. Con el colapso del mercado bursátil de 2001 y
la consiguiente recesión global, mermó el entusiasmo por el creciente
dominio de Internet y, durante un breve lapso, confirmaron la opinión
de los escépticos que resistían el nuevo paradigma.
Sin embargo, el desempeño económico y las características de la
recuperación desde ese entonces han demostrado que la nueva econo-
mía sigue vigente y que probablemente llegó para quedarse. El sector
relativamente reciente de tecnología de la información se mantiene
como industria por mérito propio. El rendimiento de los chips sigue
aumentando y las velocidades de conexión al espacio virtual mejoran a
un ritmo aún más acelerado. Internet está introduciendo nuevos pro-
ductos y servicios a mercados de todos los sectores, que abarcan desde
el sector industrial hasta los de atención médica, educación, servicios
bancarios y microfinanzas. Sin embargo, lo más importante parece ser
que el incremento de la productividad vinculado con las nuevas tecno-
logías es significativo, perdurable y continuo (Alcaly, 2003).
Si bien los avances en las tecnologías de la información y la comu-
nicación forman parte de la esencia de la nueva economía, la solidez y
vitalidad de esta también se debe a los cambios en la operatoria de las
empresas (Alcaly, 2003). Según Alcaly, el origen de lo que llama “nuevas
prácticas comerciales” se remonta a Toyota Motor Company, que han
192 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

seguido evolucionando mediante la incorporación los últimos avances

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tecnológicos y se han difundido a un número cada vez más grande

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de empresas. En lugar de producir cantidades de productos estándar
en masa, las empresas procuran responder de forma más directa a la
demanda y a los pedidos de sus clientes. En perspectiva, este cambio
parece ser simple, pero sus consecuencias han sido trascendentes, pues
implica producir distintas mercancías en lotes más pequeños; coordinar
rigurosamente las operaciones con proveedores, diseñadores y distribui-
dores; delegar a los empleados más responsabilidades para la toma de
decisiones; y apoyarlos y estimularlos, ofreciéndoles más capacitación
y remuneraciones acordes al desempeño, como participación en las
utilidades y titularidad de acciones.
De acuerdo con ciertos estudios, el aumento de la productividad
es fundamental para el desarrollo y la competitividad de una serie de
sectores, y estos beneficios se relacionan con las inversiones en tecnología
y las innovaciones en la organización (Alcaly, 2003). Es probable que
muchas de las empresas que hacen uso exhaustivo de equipos de infor-
mación y comunicaciones, como es el caso de los sectores de atención
médica, servicios financieros y seguros, realicen grandes inversiones en
tecnología de la información. Si bien el aumento de la productividad y
el desempeño comercial de estos sectores han sido elevados, otras áreas
que han invertido en el mismo tipo de tecnología, como los bancos
minoristas y los hoteles, no han tenido la misma suerte. La inversión
en tecnología es necesaria, pero también es preciso introducir las in-
novaciones oportunas en la organización para complementarla y para
estimular la productividad.
En algunos aspectos, como las operaciones más eficientes y los
incentivos para empleados, es posible que las prácticas comerciales del
sector de microfinanzas se estén acercando más rápidamente al nuevo
paradigma que el sector bancario. La lección citada anteriormente es
también fundamental: el aumento de la productividad mediante el uso
de nuevas tecnologías posiblemente se materialice cuando las inversio-
nes en esta área se complementen con innovaciones en la organización.
Los hechos que se narran a continuación describen la forma en que
la tecnología ha transformado el sector bancario y plantean el marco
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 193

propicio para debatir sobre qué beneficios debería o no esperar el sector

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de microfinanzas a partir de la revolución tecnológica.

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La revolución de la información y la tecnología comenzó mucho
antes de que siquiera se mencionara el concepto de “nueva economía”.
Empezó con los sistemas de unidades de procesamiento estándar de los
años cuarenta y cincuenta; también cobró impulso con la aparición del
microprocesador en los años setenta; y avanzó aún más en los ochenta,
con el uso de las unidades de procesamiento comerciales, las computa-
doras personales, las redes informáticas y las transacciones en tiempo
real. Finalmente, estalló a mediados de los noventa con la aparición de
la World Wide Web, que trajo aparejadas innovaciones, como por ejem-
plo, las comunicaciones inalámbricas con sistemas abiertos estándar. La
Internet de los años 2000 emergió junto con la convergencia digital y la
interconectividad del comercio y la industria (véase el gráfico 6.1).
Mayer (1997) sostiene que la transformación del sector bancario
de Estados Unidos en un negocio de información se debió, en gran
parte, a la tecnología y a sus capacidades de procesar y recuperar datos,
lo cual redujo el costo de los mismos. A partir de los años setenta, las

Gráfico 6.1 Evolución de la tecnología de la información,


1940–2000
1990–2000
Informática global
1970–1980 Global (24 x 7)
Computadoras Base de datos pública
1950–1960 personales y redes
Aplicaciones de Internet,
Computadoras informáticas
1940 acceso inalámbrico y
centrales comerciales Poder consumidor convergencia digital
Primeras IBM 70, IBM 650 y el Operaciones bancarias Banca telefónica auto-
computadoras diseño de la IBM 360 vía telefónica y tarjetas mática, Respuesta de Voz
centrales en 1962 de crédito Interactiva (IVR, por sus
Uso militar Estándares básicos Banca y transacciones en siglas en inglés)
La ENIAC y la Atlas de Uso bancario de tiempo real, cajeros Banca en línea, asistentes
la marina esta- la IBM 360 automáticos y tarjetas personales digitales (PDA,
dounidense en 1946 de débito por sus siglas en inglés),
Lenguajes básicos tarjetas inteligentes,
y no estándares scoring estadístico y
tecnología biométrica

Fuentes: Carvajal (2003); Trejos (2003); Castello (2004), adaptado por los autores.
194 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

máquinas comenzaron a tener más capacidad de realizar las funciones

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que solían desempeñar los empleados bancarios manualmente. Este

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factor, sumado a la facilidad de obtener y analizar información (como
por ejemplo, tasas de interés con distintos vencimientos) a la que ante-
riormente sólo podían acceder los bancos, hizo posible que instituciones
no financieras, tales como comercios minoristas y empresas dedicadas
a procesar datos, pudieran competir con los bancos.
En los años ochenta y principios de los noventa hubo una segunda
ola de innovaciones tecnológicas específicas, tales como transacciones
en tiempo real, cajeros automáticos y tarjetas de débito, que ofrecieron
nuevos canales de entrega a un sector bancario que se había redefinido
como una industria de servicios financieros más amplia. Estos cambios
en el sector bancario han reducido, o incluso eliminado por completo,
la naturaleza del negocio que solía estar fundada en la relación con el
cliente, y los nuevos procesos han convertido a los préstamos empresa-
riales en un producto menos atractivo para los bancos en términos rela-
tivos. Por otra parte, las microfinanzas emergieron como una industria,
cuyo producto principal es dar financiamiento a pequeñas empresas en
función de la relación entablada. Existen diferencias importantes entre
la forma en que la tecnología ha impactado a los bancos y el rol que
cumple en las microfinanzas.

Cómo la tecnología casi condujo a los bancos a la quiebra...


y luego los rescató

En 1973 se agasajó a un hombre por sus 50 años de trabajo en un banco


de Virginia y en la celebración se le preguntó cuál había sido, a su criterio,
“el cambio más importante que había observado en el sector bancario
durante esos cincuenta años”. Hizo una breve pausa y luego respondió:
“El aire acondicionado.”
Este relato puede parecer hasta prehistórico para aquellos que han
seguido la rápida evolución que tuvo el sector bancario desde los años
setenta y, de hecho, es representativo de una época anterior a que la
tecnología transformara la industria bancaria. En su libro The Bankers:
The Next Generation, Martin Mayer (1997) remonta a los lectores a
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 195

principios del siglo XX, un momento en que los bancos estaban direc-

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tamente relacionados con sus comunidades y su principal actividad era

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dar financiamiento a empresas locales. Los bancos abrían de 10 am a 3
pm y las operaciones se efectuaban en persona. Al cierre del día, hombres
con viseras verdes se sentaban en taburetes altos donde hacían el cierre
de las cuentas. Los bancos eran símbolos de poder y prestigio en las
comunidades, y muchos banqueros conocían a todos sus clientes.
Aunque es posible que los bancos hayan creído que se les pagaba
para asumir riesgos y prestar fondos, en realidad, sólo estaban apro-
vechando la ventaja de contar con información de que no disponían
personas ajenas al sector, señala Mayer. Podían distribuir entre muchos
préstamos el costo de obtener información sobre tasas de interés con
distinto vencimiento, tipos de cambio, tendencias de la industria y la
solvencia crediticia de empresas de una determinada industria. Los
bancos de mayor envergadura normalmente prestaban este servicio a
sus filiales ubicadas en ciudades pequeñas.
Por otra parte, las instituciones bancarias tenían el monopolio del
procesamiento de la información: vinculaban transacciones individuales,
como retiros de cuentas corrientes y depósitos de fondos, con cuentas
personales y de empresas. Los hombres de visera verde eran indispensa-
bles para desempeñar esta función y no contemplaban siquiera la idea
de trabajar en otra parte.
Con la aparición de las máquinas que procesaban transacciones
automáticamente, y a medida que el público en general pudo acceder a
información financiera y económica prácticamente sin cargo, las puertas
se abrieron de par en par a muchos otros participantes. Así, paulatina-
mente, empresas fuera del sector bancario estuvieron en condiciones
de competir con éxito por el negocio de este sector. A continuación se
citan algunos casos representativos de esta tendencia general:

• Los mejores clientes de los bancos pasaron a ser competidores.


Originalmente, Sears Roebuck ofrecía a sus clientes préstamos
personales mediante una sociedad con un banco. A medida que
creció su actividad de financiamiento y aparecieron tecnolo-
gías que posibilitaron que Sears pudiese gestionar su propia
196 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

cartera, el gigante minorista pudo prescindir de la sociedad

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que tenía con ese banco. Sears cayó en la cuenta de que podía

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captar fondos a un precio más asequible que los bancos. Otros
participantes, como los concesionarios de automóviles, bus-
caron la forma de financiar las ventas sin tener que recurrir a
un entidad financiera.
• Surgieron empresas nuevas para aprovechar las nuevas tecno-
logías. El procesamiento automático de datos creció al asumir
líneas de negocios que tradicionalmente eran operadas por
bancos, como la liquidación de sueldos de empresas. El pro-
cesamiento automático de datos también dominó la actividad
de procesar tarjetas de crédito desde un comienzo.
• Los nuevos instrumentos financieros, surgidos gracias a las
computadoras, ayudaron a las empresas fuera del sector ban-
cario a cubrir su riesgo financiero. Una razón por la cual mu-
chas empresas de gran envergadura permitían que los bancos
manejaran sus finanzas se debía simplemente al hecho de que
era demasiado riesgoso tener grandes sumas de dinero en el
departamento de tesorería. Con el desarrollo de los futuros y
las opciones, las empresas fuera del sector bancario adquirieron
más seguridad para conservar, trasladar y manejar grandes
sumas.

Al generar competencia para los bancos, la tecnología hizo que estos


estuvieran más pendientes de los resultados. Los gerentes paulatinamente
dejaron de guiarse por las recomendaciones de los oficiales de crédito,
cuando les decían que valía la pena otorgar un préstamo específico a un
fabricante pequeño, ya que rendiría sus frutos cuando este creciera.
Al posibilitar la creación de nuevos productos estandarizados, la
tecnología también permitió que los bancos procuraran economías de
escala por primera vez. Los préstamos a empresas se deben estructu-
rar, cotizar y supervisar de a uno. El costo de otorgar un préstamo es
prácticamente el mismo para un banco grande que para uno pequeño.
Sin embargo, las tarjetas de crédito, los préstamos hipotecarios para
la vivienda, el procesamiento de valores y la negociación de tipos de
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 197

cambio y transacciones derivadas de ella son todas actividades para las

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que se requiere tener conocimientos sobre instalaciones informáticas y

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telecomunicaciones complejas y costosas. Pero una vez implantados estos
servicios y productos, el próximo préstamo o la próxima transacción se
pueden llevar a cabo prácticamente sin costo.
En 1994, los bancos invirtieron US$19.000 millones en tecnología.
Ese mismo año, a partir de una serie de fusiones, iniciaron un proceso
tendiente a ampliar la envergadura de sus operaciones, que permanece
vigente desde entonces. Dicha tendencia se vio impulsada por la nece-
sidad de mantener una infraestructura tecnológica de gran tamaño. Por
otra parte, comenzaron a apartarse de la actividad de financiamiento y a
competir en nuevas áreas, lo cual fue posible gracias a las tecnologías de
la información y la comunicación y a los cambios normativos (servicios
de pagos electrónicos, servicios de corredurías, instrumentos derivados,
procesamiento de hipotecas, emisión de tarjetas de crédito, préstamos
sindicados, etc.). Estos procesos financieros que dan cuenta de econo-
mías de escala constituyen la actual definición de la industria bancaria.
Hoy en día, es tan común encontrar banqueros (los protagonistas de la
historia de Mayer acerca de la industria bancaria de Estados Unidos) en
compañías de seguros, sociedades de bolsa y empresas de crédito, como
en los propios bancos.
La revolución de la tecnología de la información no se ha detenido
y, en los últimos años, ha afianzado sus lazos con los avances en el sector
de las telecomunicaciones. En los años noventa, Nokia revolucionó la
industria de las comunicaciones inalámbricas, al permitir que millones
de personas utilicen computadoras portátiles, computadoras manuales,
asistentes personales digitales y teléfonos celulares con distintos propó-
sitos. Las tecnologías inalámbricas y digitales introdujeron innovaciones
más sofisticadas, nuevos productos bancarios y servicios financieros,
que incluyen banca telefónica automática, respuesta de voz interactiva,
banca por Internet, asistentes personales digitales, tarjetas inteligentes,
scoring estadístico y tecnología biométrica.
Mientras tanto, la tarjeta inteligente se ha convertido en la com-
putadora portátil del tercer milenio, con más de 50 millones en manos
de consumidores de todo el mundo. La primera se creó y se puso en
198 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

venta en Francia en 1974; al tiempo que el sistema de tarjetas prepagas

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se popularizó por primera vez en Estados Unidos a mediados de los

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años noventa. El Sistema de Transporte Rápido de Bay Area, San Fran-
cisco, fue pionero en su uso. En 1996, fue adoptado por la Autoridad de
Transporte del Área Metropolitana de Nueva York. Este sistema es más
fácil de utilizar que el de tarjetas de crédito, ya que permite cargar una
suma de dinero específica. Hoy en día, estas tarjetas se utilizan junto con
otra tecnología biométrica de identificación personal y seguridad, que
permite autorizar transacciones bancarias mediante huellas dactilares
o firmas digitalizadas.

Los servicios financieros y la tecnología en América Latina

Los pasos inicialmente dados por el sector bancario de Estados Unidos


se fueron difundiendo paulatinamente al resto del mundo, en particular,
la tendencia hacia una mayor automatización. Con la introducción de la
primera computadora en un banco mexicano a fines de los años sesenta,
se reemplazó el trabajo de 240 empleados, tal como lo ha testimoniado
el ex director del Banco del Comercio de la Ciudad de México en una
entrevista. En los años setenta, la interconexión de computadoras vía
módem y sistemas telefónicos permitió introducir las primeras tarjetas
de crédito en la industria bancaria de la región. En la década de 1980,
se hicieron realidad las transacciones en línea, que permitieron la in-
troducción de nuevas tecnologías, tales como cajeros automáticos y
tarjetas de débito, las cuales incrementaron el volumen de transacciones
y brindaron mayor comodidad. En Brasil, la hiperinflación de los años
ochenta y noventa obligó a los bancos a crear sistemas sofisticados para
indexar préstamos y procesar pagos. Hoy en día, el sector bancario de
ese país cuenta con algunos servicios relativamente avanzados, como el
procesamiento de todos los cheques en 24 horas (un plazo mucho más
breve que en Estados Unidos). Finalmente, la reciente penetración de
bancos extranjeros en los mercados locales de América Latina contribuyó
a acelerar el ritmo del desarrollo tecnológico de la industria bancaria
de la región. Sin embargo, aún no se han superado algunos obstáculos;
entre ellos, el estado de la industria de las telecomunicaciones.
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 199

Los países con infraestructura de tecnología de la información

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deficiente, instituciones financieras sin conocimientos tecnológicos y con

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recursos limitados, y mercados con baja penetración de consumidores
posiblemente tengan dificultades para implementar tecnologías inno-
vadoras en el sector bancario. El nivel de sofisticación de la tecnología
de la información de los países y la capacidad de estos para aprovechar
las oportunidades que ofrece Internet se pueden medir en términos de
la penetración inalámbrica y su utilización en los servicios financieros.
Europa Occidental y América del Norte registran el nivel más alto, con
tasas del 70% y del 53%, respectivamente. África y los países de América
Latina y el Caribe son los más rezagados en este aspecto, con tasas del
5% y del 18%, respectivamente (Assaad, 2003).
La solidez de la infraestructura inalámbrica varía según el país de
América Latina del que se trate e influye en las instituciones financieras a
la hora de decidir qué servicios ofrecer. La receptividad y la demanda de
servicios inalámbricos por parte de los consumidores varía de acuerdo
con el país y se ve reflejado en el uso de Internet y de tecnologías móviles
y alternativas, así como en la sofisticación de los canales de pago y de los
canales bancarios establecidos. América Latina y el Caribe tienen un total
de 250.000 usuarios de tecnología financiera inalámbrica. Esto refleja el
bajo nivel de sofisticación que tiene la tecnología de la información en
estas regiones, y constituye un obstáculo enorme para el crecimiento
de sistemas integrados en las industrias de servicios financieros y de
microfinanzas.

Las microfinanzas en América Latina

Del debate acerca de la industria bancaria y la tecnología, surgieron


varios conceptos importantes para las microfinanzas en América Latina.
En primer lugar, la tecnología obligó a la industria bancaria moderna a
adoptar procesos normalizados y a dejar de lado las transacciones basadas
en la relación con el cliente, a pesar de señales insistentes de algunos de
ellos que aspiran a recibir una atención personal. Sin lugar a duda, la
comodidad y la agilidad que ofrecen las transacciones automáticas puede
complementar el contacto personal, pero no reemplazarlo por completo.
200 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Durante el período de mayor entusiasmo en torno a la nueva economía,

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algunos bancos anunciaron el fin de las sucursales físicas; esa tendencia

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se revirtió. A modo de ejemplo, en Nueva York han comenzado a abrir-
se sucursales de bancos por todas partes. Por lo general, en los países
desarrollados los canales tradicionales siguen dominando la industria
bancaria. Las transacciones se siguen llevando a cabo principalmente
a través de sucursales y oficiales de crédito, y representan el 85% de las
operaciones financieras. La banca telefónica y la banca en línea repre-
sentan el 12% y el 3%, respectivamente, de ese porcentaje.
En segundo lugar, el sector bancario ha afianzado sus lazos con
el de las comunicaciones. De hecho, Mayer prevé que, en el futuro, los
bancos se convertirán en subsidiarias de las empresas de telecomuni-
caciones. Sin embargo, en los países en desarrollo, esta tecnología no
está tan difundida y los clientes posiblemente no tengan tantos cono-
cimientos tecnológicos.
El negocio de las microfinanzas tiene varias características que
determinarán las necesidades concretas que tenga en materia de tecno-
logías de la información y de la comunicación. Desde sus orígenes, el
producto principal de las microfinanzas latinoamericanas consiste en
préstamos con base en un análisis de carácter, otorgados a pequeñas
empresas informales. Estas transacciones de muy poca cuantía forman
una cartera que básicamente no está garantizada ni diversificada, cuyos
clientes posiblemente no tengan estados contables ni historial crediticio.
El nivel de morosidad en las instituciones muy rentables suelen ser bajo,
aunque puede ser muy volátil si no se controla mediante recordatorios
frecuentes y personalizados a los clientes.
En esencia, la revolución microfinanciera se ha forjado a partir
de una serie de metodologías de financiamiento que, combinadas con
incentivos institucionales, ha permitido que las entidades de microfi-
nanzas se apoyen en la presión del grupo de referencia, en incentivos
positivos (como el acceso futuro) y en el conocimiento del ámbito local,
como los principales mecanismos para garantizar el pago de los présta-
mos. En un comienzo, las operaciones de las primeras instituciones de
América Latina y del mundo (que incluyen a Grameen, BRI y Prodem)
eran sencillas en términos tecnológicos y administrativos. Al disiparse
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 201

toda duda de que los microempresarios reembolsarían sus préstamos, de

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que las tasas de interés cubrirían los costos y de que la base de clientes

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seguiría creciendo, tuvieron que prestar mayor atención a los procesos del
departamento de operaciones, a los sistemas de gestión de información
y a la tecnología de comunicaciones.
Muchas instituciones de microfinanzas aún tienen dificultades para
manejar los procesos básicos de gestión de información utilizados por las
instituciones financieras formales, que en algunos casos, son necesarios
para adquirir la condición de entidades reguladas. Prácticamente no hay
atajos y, de hecho, muchas instituciones latinoamericanas dedicarán los
próximos cinco a diez años a realizar mejoras marginales de eficiencia,
a medida que aprendan a gestionar mejor la información de sus propias
carteras de préstamos. No obstante, para aquellas que se han anticipado
a esta tendencia o se atreven a experimentar con configuraciones de
organización alternativas, las nuevas tecnologías representan grandes
oportunidades de acceder a canales innovadores de distribución, que les
permitirán ampliar rotundamente el alcance de sus servicios, reducir el
costo de las transacciones y lanzar nuevos productos.
Las instituciones de microfinanzas líderes han podido adoptar y
adecuar algunas de las tecnologías nuevas que se utilizan en el sector
bancario, para mejorar la eficiencia de sus operaciones, y agilizar y
normalizar los procedimientos. Sin embargo, debido a que el negocio
al que se dedican tiene algunas características peculiares, también han
buscado más allá de los límites de la industria de servicios financieros
y emplearon aparatos tales como Palm Pilots y teléfonos celulares de
maneras innovadoras. Mientras tanto, los bancos están utilizando la
tecnología de la información para estrategias de downscaling, que consiste
en incursionar en un segmento inferior de mercado y ofrecer préstamos
a pequeñas empresas informales. Para eso, observan a las instituciones
de microfinanzas líderes a fin de determinar qué tecnologías resultan
más útiles.
En la actualidad, las instituciones de microfinanzas de América
Latina utilizan la tecnología principalmente con tres propósitos: ampliar
la cobertura, ofrecer nuevos productos y servicios, y reducir los costos
del departamento de operaciones internas y de las transacciones. Las
202 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

nuevas tecnologías, como los cajeros automáticos, las tarjetas inteligentes,

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los asistentes personales digitales, la banca telefónica, la respuesta de

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voz interactiva, el scoring estadístico y la tecnología biométrica, pueden
ayudar a las instituciones de microfinanzas a crear valor y, paralelamente,
a reducir el costo de las transacciones y a ampliar la cobertura en áreas
rurales y remotas. El uso y la implementación de tecnologías innova-
doras también puede ayudarlas a crear nuevos productos y servicios
que satisfagan las necesidades particulares de los consumidores, y así
mejorar y ampliar el alcance y la productividad de las relaciones con los
clientes. Con algunas de estas tecnologías, también es posible mejorar
las funciones relativas a bases de datos y operaciones, y contribuir con
la gestión del riesgo. La siguiente sección presenta ejemplos acerca de la
forma en que estas instituciones de América Latina están combinando
tecnologías en paquetes que satisfacen sus necesidades.

La tecnología y las instituciones de microfinanzas


de América Latina

La mayoría de las instituciones de microfinanzas viables del mundo


se encuentran en América Latina (35 de 64) y podría decirse que esta
es la región en desarrollo que más ha avanzado a la hora de integrar
las microfinanzas con el sector financiero formal (Miller, 2003). Sin
embargo, los países más grandes, como Brasil y México, tienen una
población combinada de más de 15 millones de microempresas, de las
cuales menos del 2% reciben servicios de instituciones de microfinan-
zas (Westley, 2001; Christen, 2001; Nichter, Goldmark y Fiori, 2002).
Por su parte, países pequeños como Bolivia, Nicaragua, El Salvador y
Paraguay tienen una base combinada de clientes de microfinanzas de
aproximadamente 600.000, cifra que representa una penetración en el
mercado de 163% en Bolivia, 72% en Nicaragua, 69% en El Salvador y
36% en Paraguay (Nichter, Goldmark y Fiori, 2002). Por ende, el nivel de
penetración de las microfinanzas en países grandes es extremadamente
bajo con respecto al de países más pequeños.
Bolivia es un país pequeño que ha logrado desarrollar un sector
microfinanciero próspero, con instituciones reguladas y carteras de prés-
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 203

tamos sólidas, y una base de clientes que compite con la de los bancos

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tradicionales. Sin embargo, incluso los mercados microfinancieros más

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desarrollados, como el de Bolivia, Paraguay y Nicaragua, aún tienen por
delante una serie de desafíos: necesitan incrementar la productividad
y la eficiencia, ampliar la oferta de productos para que no se reduzca
únicamente al microcrédito, ampliar la cobertura a los pobres de áreas
rurales y remotas, y afianzar la integración de la industria microfinan-
ciera con el sistema financiero formal (por ejemplo, mediante el uso de
infraestructuras comunes, tales como centrales de riesgo y mecanismos
de presentación de informes ante los bancos centrales).
Aparentemente, las instituciones de microfinanzas o los bancos
que podrán penetrar mejor en los mercados de los “países grandes”
serán los que cuenten con soluciones tecnológicas creativas que se
adelanten a las sofisticadas industrias bancarias, al crédito de consumo
y a la industria de comunicaciones de esos países, o lo que es más pro-
bable, que trabajen en conjunto con éstas. Los ejemplos que se citan a
continuación ilustran el uso de tecnologías y sistemas específicos, tales
como cajeros automáticos, tarjetas inteligentes, asistentes personales
digitales, respuesta de voz interactiva, scoring estadístico y tecnología
biométrica, que actualmente están disponibles en el sector de micro-
finanzas de América Latina.

Cajeros automáticos

Los cajeros automáticos ofrecen varios beneficios. Los clientes pueden


acceder a sus cuentas cuando les resulta conveniente y no es necesaria
la presencia de los empleados de las instituciones de microfinanzas para
llevar a cabo operaciones. Además, estas instituciones pueden ampliar
su horario de atención y adaptarse mejor a los planes y requerimien-
tos de los clientes. Las instituciones financieras pueden aprovechar la
infraestructura existente, como por ejemplo comercios, farmacias y
supermercados, y de esa manera reducir el espacio de las sucursales e
incrementar su base de clientes. Los cajeros automáticos también faci-
litan la prestación de servicios de ahorro y, así, ofrecen una fuente de
financiamiento a menor costo a través de la captación de depósitos.
204 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Sin duda, tienen cierto atractivo para las instituciones financieras

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que buscan canalizar recursos de capital hacia aquellos clientes que no

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tienen suficiente acceso a los servicios bancarios (Whelan, 2003a). Pue-
den manejar transacciones de un modo eficiente y así aliviar las tareas
del personal escaso, además de poder actuar como vehículos de una
amplia gama de productos financieros. Sin embargo, adquirir y operar
esa tecnología es costoso. Muy pocas instituciones de microfinanzas
están en condiciones de adquirir una máquina de US$30.000; mucho
menos, de poner en funcionamiento varias en red.
Por otra parte, la adaptación de los cajeros automáticos para su
utilización en transacciones microfinancieras también puede ser cos-
toso. En lugares donde hay problemas de alfabetización, puede ser útil
complementar el texto escrito con instrucciones verbales en el idioma
local. Si bien la mayoría utiliza una tarjeta con cinta magnética y núme-
ros de identificación personal para reconocer a los titulares de cuentas,
también es posible utilizar tarjetas inteligentes con validación de huellas
dactilares. El cajero automático envía la información del cliente que lee
de la tarjeta a un procesador central y este, a su vez, envía la solicitud de
transacción a la institución del titular de la tarjeta. Si el titular solicita
efectivo, el procesador central genera una transferencia electrónica de
fondos de la cuenta bancaria del cliente a la cuenta de dicho procesador.
El proceso de comunicación, verificación y autorización está vinculado
a un sistema central a través de una línea arrendada, con conexión por
marcado telefónico (dial-up) o inalámbrica, según el costo y confiabi-
lidad de la infraestructura.
Por ejemplo, el Banco Ademi de República Dominicana, a pesar
de poseer solamente un cajero automático ubicado en la casa matriz,
participa en una red de servicios existente para cajeros automáticos de-
nominada A Toda Hora (ATH). De esta manera, ha mejorado el servicio
de atención al cliente y la comodidad, mediante el uso de estos cajeros
y de tarjetas inteligentes, cuyo mayor beneficio es la movilización del
ahorro. Por su parte, Mibanco, en Perú, adquirió siete cajeros automáticos
para crear su propia red cuando los operadores de la red existente le
negaron acceso; tuvo que pagar un precio más alto por unidad, debido
al bajo volumen de su pedido.
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 205

Tarjetas inteligentes

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Una tarjeta inteligente es una tarjeta de plástico del mismo tamaño que
una de crédito, con un chip incorporado, que puede ser un microproce-
sador con memoria interna, o bien un chip de memoria con lógica no
programable. Ofrecen un procesamiento fuera de línea extremadamente
seguro y protegen al mismo tiempo la integridad de la información y
la privacidad del titular de la tarjeta. Dado que las tarjetas inteligentes
contienen toda la información financiera esencial del cliente, las transac-
ciones se pueden procesar inmediatamente. No hace falta acceder en línea
a una red para efectuar cada transacción; sólo es necesario actualizarlas
dos veces al día en el sitio central de procesamiento.
Las tarjetas inteligentes se pueden utilizar para servicios tales
como administrar cuentas de ahorro, desembolsar préstamos o efectuar
transferencias. Cuando el cliente las solicita, se puede cargar toda su
información en la tarjeta mediante un dispositivo de grabación co-
nectado a una computadora personal. Los servicios a los que el cliente
puede acceder estarán identificados, junto con los saldos en cuenta y
con cualquier otro límite que corresponda.
El uso de las tarjetas inteligentes ofrece varios beneficios. Brindan
comodidad, ya que se pueden utilizar en cajeros automáticos o en ter-
minales de puntos de venta; también permiten controlar la seguridad,
la información y los datos del cliente, e impiden que se almacene la
identidad del usuario y de su cuenta. Pueden administrar y controlar
gastos con límites e informes automáticos, no necesitan recurrir a infra-
estructuras de comunicaciones débiles o costosas, reducen la necesidad
de completar formularios reiteradamente, aceleran las funciones admi-
nistrativas y mejoran la exactitud de las transacciones. A medida que se
multiplican las aplicaciones, las distintas formas de tarjetas inteligentes
están comenzando a aparecer como un mecanismo común para iden-
tificar al titular y procesar transacciones (Whelan, 2003b). En algunos
casos, las instituciones de microfinanzas han notado que contribuyen a
reemplazar las operaciones en papel, aceleran la prestación de servicios
y mejoran la exactitud de los mismos.
206 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Existen dos categorías generales: tarjetas inteligentes con contacto

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y sin contacto. Las primeras se deben insertar en un lector, que tiene

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conexión directa a un micromódulo conductor, ubicado en la superficie
de la tarjeta (por lo general, enchapado en oro). A través de estos puntos
de contacto, se transmiten los comandos, la información y el estado de
la tarjeta entre el lector y una aplicación que se suele ejecutar en una
computadora personal. Las tarjetas inteligentes sin contacto no se in-
sertan en un lector y sólo deben colocarse cerca de uno para transmitir
información. Estas tarjetas se utilizan en todo el mundo en aplicaciones
relacionadas con viajes y transporte público.

Combinación de tarjetas inteligentes, cajeros automáticos y tecnología bio-


métrica. En Bolivia, Prodem introdujo las tarjetas inteligentes e instaló
34 cajeros automáticos para operar su propia red, con el fin de reducir
el costo operativo de los servicios en áreas rurales (Bazoberry, 2003).
Actualmente, las tarjetas inteligentes funcionan como libretas electrónicas
y permiten que los clientes de Prodem puedan efectuar giros, cambiar
divisas, y depositar y retirar efectivo. Prodem ahorró US$800.000 por
año, al prescindir de las frecuentes llamadas por marcado telefónico y
de los cargos por líneas fijas arrendadas. Asimismo, se protegió de ca-
sos de fraude, ya que la tarjeta contiene la información financiera más
reciente del cliente.

Tarjetas inteligentes para usar con proveedores. Financiera Visión de Para-


guay es un usuario líder de tarjetas de crédito y de débito, tarjetas prepagas,
tarjetas inteligentes y cajeros automáticos (vinculados a Visa Internacional
y Credicard). Entre otras cosas, ofrece una tarjeta denominada Tarjeta
Mayorista, que es producto del esfuerzo conjunto con proveedores es-
tablecidos; otorga grandes descuentos y otras ventajas a microempresas.
Visión, en su calidad de miembro principal de Visa Internacional, está
reemplazando el uso de efectivo en operaciones microfinancieras por
tarjetas de débito y de crédito, a través de cajeros automáticos y de su
red de puntos de venta, en 3.500 pequeñas empresas.
En Ecuador, Banco Solidario introdujo recientemente una tarjeta
inteligente denominada La Chauchera, que los titulares pueden utilizar
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 207

como tarjeta de débito o de crédito (Ribadeneira, 2003). Funciona como

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una billetera electrónica o inteligente que permite a los microempresarios

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comprar materias primas a grandes industrias, a precios mayoristas. La
tarjeta inteligente funciona también como una línea de crédito de reno-
vación automática y como tarjeta de débito. A fines de 2003, las tarjetas
inteligentes tenían 14.774 usuarios, una red de 25 mayoristas con 164
puntos de venta y 1.082 cajeros automáticos. Se espera que este proyecto
de tarjetas inteligentes con un costo de US$1,2 millones permita reducir
la infraestructura de las sucursales y los costos administrativos de las
instituciones de microfinanzas. Estas tecnologías han sido probadas e
instrumentadas parcialmente en áreas urbanas.

Asistentes personales digitales

Los asistentes personales digitales son pequeñas computadoras


manuales que pueden transmitir información de clientes y hacer
cálculos financieros (Waterfield, 2003). Gracias a su uso, los oficiales
de crédito trabajan con muy poco papel y muchos ni siquiera lo uti-
lizan. Al trabajar en el campo, pueden consultar una lista electrónica
de prestatarios morosos para programar visitas de cobro, evaluar
clientes que están en condiciones de solicitar su próximo préstamo
y consultar información histórica de los clientes. Asimismo, pueden
completar solicitudes de préstamo y calcular los indicadores de aná-
lisis y aprobación de préstamos. Se puede guardar electrónicamente
toda la información del cliente y los registros de las visitas, y acceder
a estos datos inmediatamente.
Los asistentes personales digitales pueden contribuir a normalizar
metodologías de crédito y políticas operativas, a mejorar la eficiencia de
los oficiales de crédito y a incrementar la exactitud de la información y
el acceso a la misma. En definitiva, complementan el sistema de gestión
de información de las instituciones financieras. Si bien algunas institu-
ciones de microfinanzas están evaluando tecnologías inalámbricas para
transmitir información, hoy en día, prácticamente todas ellas utilizan
un proceso físico de sincronización en el que el asistente personal digital
se conecta a una computadora personal.
208 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

El uso de los asistentes personales digitales en las instituciones de micro-

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finanzas de América Latina. Banco Solidario de Ecuador, Bangente de

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Venezuela, Finamérica de Colombia, Bancosol de Bolivia y Fincomún
de México los han implementado para actualizar la información sobre
solicitudes de préstamo nuevas y pendientes de la cartera de préstamos
que manejan los oficiales de crédito; allí se incluye información sobre
pagos, renovaciones y morosidad de préstamos.
Por ejemplo, Banco Solidario de Ecuador sigue recurriendo a
los oficiales de crédito y a las recomendaciones de clientes para captar
público nuevo. Aproximadamente el 45% de los clientes nuevos son
atraídos por oficiales de crédito que trabajan en el campo y el otro
45% es recomendado por otros clientes. Sin embargo, las instituciones
de microfinanzas de Ecuador utilizan computadoras manuales para
ingresar solicitudes de préstamo y aprovechan el historial de pago de
clientes anteriores y actuales para aprobar nuevos préstamos. De este
modo, logran reducir el papeleo en las sucursales y permiten que los
oficiales de crédito puedan dedicar más tiempo a los clientes.
Las instituciones de microfinanzas han manifestado que la tecnolo-
gía mejoró la eficiencia del flujo de trabajo, redujo los costos operativos
y permitió que los oficiales de crédito puedan acceder a información de
mejor calidad. Los resultados han sido una tasa más alta de retención de
clientes, mayor celeridad en la aprobación de créditos y desembolsos de
efectivo, y mayor productividad de los oficiales de crédito. Banco Soli-
dario de Ecuador registra siete operaciones y 20 préstamos nuevos por
oficial de crédito mensualmente, 720 clientes nuevos y un incremento
de US$1,2 millones en la cartera de préstamos que gestiona (Hernán-
dez, 2004). Banestado Microempresas, subsidiaria de Banco Estado de
Chile, redujo el costo de sus préstamos en un 18% mediante el uso de
un sistema de transmisión de datos al que se puede acceder desde una
computadora portátil con sistema operativo Windows. Compartamos de
México suspendió recientemente el uso de asistentes personales digitales,
ya que le generaba mucho trabajo desarrollar el software necesario y,
a la vez, preparar y poner a prueba una serie de nuevos productos de
financiamiento para áreas urbanas. No obstante, tiene intención de hacer
un nuevo intento con asistentes personales digitales en el corto plazo.
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 209

Tecnología de respuesta de voz interactiva

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La tecnología de respuesta de voz interactiva ayuda a las personas que
hacen llamadas a efectuar operaciones con un sistema automático, ha-
blando por teléfono (Frederick, 2003a). Para una institución de micro-
finanzas, esta información puede incluir la ubicación de sus sucursales,
los saldos de cuentas o de créditos, los pagos de clientes e información
general sobre productos. La respuesta de voz interactiva pretende mejorar
el servicio de atención al cliente y reducir los cuellos de botella que se
producen en las operaciones cotidianas cuando una gran cantidad de
personas solicitan información sencilla en una sucursal. Esta tecnología
es rentable únicamente para instituciones de gran envergadura, que
tienen una cantidad significativa de clientes con conocimientos tecno-
lógicos. Edpyme Edyficar de Perú es una institución de microfinanzas
regulada que realizó una prueba piloto de tecnología de respuesta de
voz interactiva para analizar mejor la posible demanda de este servicio
por áreas geográficas específicas. En un plazo de tres a cuatro meses,
la institución recibía 1.500 llamadas por mes solicitando información
sobre servicios y cuentas.

Scoring estadístico

La tecnología de scoring analiza información histórica del cliente, identifica


vínculos entre sus características y su comportamiento, y da por sentado
que esos vínculos seguirán prediciendo el comportamiento del cliente en el
futuro (Salazar, 2003). Esta tecnología puede ayudar a las instituciones de
microfinanzas a tomar decisiones más confiables respecto a las solicitudes
de préstamo, elaborar estrategias de cobro más eficaces e incrementar los
esfuerzos destinados al marketing y a la retención de clientes. Asimismo,
puede contribuir a realizar análisis más complejos, como fijar la tasa de
interés de un préstamo en función del riesgo del cliente y efectuar pro-
visiones más precisas por morosidad y para préstamos incobrables. Por
lo general, las instituciones de microfinanzas que implementan el scoring
estadístico suelen ser organizaciones de gran envergadura, que otorgan
préstamos personales a una base de clientes bien establecida.
210 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Bancosol de Bolivia implementó una tarjeta de puntuación (score-

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card) de cobranzas, para mejorar la eficacia de la gestión de recupera-

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ción de préstamos y, de hecho, lo ha logrado, pese a la reticencia de los
oficiales de crédito al proceso de obtención y registro de la información.
Durante el primer año posterior a la implementación de la tecnología
de scoring estadístico, Mibanco de Perú logró reducir el costo de otorga-
miento de préstamos en un 10%, con la automatización del proceso de
aprobación. Se espera continuar economizando a medida que las tarjetas
de puntuación se apliquen a un espectro más amplio de productos. Es
posible desarrollar la tecnología de scoring para aplicarla al proceso de
aprobación y análisis de créditos, a visitas, cobranzas y seguimiento de
estadísticas de deserción.

Scoring estadístico con Palm Pilots y asistentes personales digitales.


Con el fin de ampliar el alcance de sus servicios, Bancosol comenzó
a utilizar tecnología de scoring estadístico, a la que se puede acceder
desde una Palm Pilot y desde un asistente personal digital. La Palm
Pilot ofrece tres tipos de estadísticas: el scoring de cobranzas en fun-
ción de la probabilidad de cumplimiento de pago, una segmentación
ligada a un límite de crédito recomendado y un scoring de selección
que aprueba o rechaza solicitudes de crédito presentadas por nuevos
clientes. Bancosol empezó a clasificar a sus clientes en función del
historial de pago y de su scoring estadístico y, al mismo tiempo, se es-
forzó por mejorar la metodología de selección, segmentación y cobro
del banco. Desde diciembre de 2002 a diciembre de 2003, las tasas de
morosidad disminuyeron de un poco más del 8% a aproximadamente
el 5% (Hernández, 2004).

Tecnología biométrica

La tecnología biométrica verifica las características físicas singulares


de los individuos, como las huellas dactilares, los rasgos faciales, los
patrones de voz y la postura, para reconocer y confirmar su identidad
(Whelan, 2003c). Esta tecnología puede ser una alternativa para las
instituciones de microfinanzas que utilizan tarjetas físicas, contraseñas
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 211

o números de identificación, a fin de proteger información guardada en

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formato electrónico, en una computadora o en un cajero automático.

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Las tarjetas inteligentes deben guardar la plantilla biométrica de un
cliente. El propósito principal de esta tecnología es obtener y guardar
información, para luego cotejarla durante procesos de verificación. Al
efectuar una verificación, el sistema analiza la biométrica del cliente y
coteja este análisis con la plantilla guardada, para aprobarla o rechazarla.
Cada vez que se intenta efectuar este cotejo, se genera un registro de
auditoría protegido.

La tecnología biométrica como solución para el ahorro. Prodem en Bolivia


es un ejemplo del uso exitoso de la tecnología biométrica en el sector de
las microfinanzas. Esta institución lanzó sus cuentas de ahorro mediante
el uso de la tarjeta inteligente y la tecnología biométrica en marzo de
2001, tras haber llevado a cabo con éxito una prueba piloto en una co-
munidad rural de 50.000 habitantes. Durante la prueba, comprendió que
sus clientes valoraban la seguridad, la condición, la cobertura, el acceso y
la facilidad del uso de las tarjetas inteligentes y la tecnología biométrica
al abrir una cuenta de ahorro. Esta solución ayudó a Prodem a sortear
una serie de obstáculos, incluso el del analfabetismo, la inseguridad y la
falta de tarjetas de identificación personal entre sus clientes. Además, la
tecnología biométrica y las tarjetas inteligentes permitieron que pudiera
ampliar su cartera de microahorro que pasó de 1.400 clientes a 12.000
en 2001, con un incremento en los depósitos de US$280.000 a US$3,6
millones. En marzo de 2003, la cartera de ahorro había alcanzado la cifra
de US$10,38 millones, con más de 38.300 cuentas y un saldo promedio
de US$271.
Prodem encomendó a un equipo de desarrollo interno la tarea
de integrar la tecnología biométrica y el software de las tarjetas con su
sistema de gestión de información. Los gerentes y oficiales de crédito
que se conectaban al sistema de gestión de información de la institución
debían identificarse por medio de sus huellas dactilares. La tecnología
redujo los casos de fraude, los errores y las transacciones rechazadas y
también mejoró la disponibilidad de personal y el servicio de atención
al cliente (Bazoberry, 2003).
212 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

La experiencia de Prodem con los servicios de ahorro es particular-

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mente esclarecedora. Esta institución de microfinanzas logró combinar

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varias tecnologías innovadoras y utilizarlas en el área rural de Bolivia,
una zona con una infraestructura de telecomunicaciones limitada. Me-
diante la integración de las tarjetas inteligentes, la tecnología biométrica
y su propio sistema de gestión de información, capitalizó su inversión
y contribuyó a aumentar la eficiencia de la organización.
Al diseñar canales de entrega como los que se describen más arri-
ba, las instituciones de microfinanzas deben analizar minuciosamente
una serie de factores, tales como la facilidad de uso, la familiaridad de
los clientes con la tecnología, la seguridad, las preferencias lingüísticas
y la alfabetización. Asimismo, deben evaluar los requerimientos para
las distintas tecnologías, ya que pueden no estar disponibles dentro de
la institución o en áreas menos desarrolladas, como en el caso del área
rural de Bolivia. Cada una de las tecnologías descritas anteriormente
requiere de algunos de los siguientes elementos: energía eléctrica confia-
ble, fácil acceso telefónico para los clientes, tarifas telefónicas asequibles,
proveedores confiables de tarjetas y lectores de tarjetas, líneas telefónicas
gratuitas, personal que se encargue de manejar los casos de tarjetas ro-
badas o extraviadas, suministro de efectivo, bases de datos protegidas,
actualizaciones frecuentes, personal interno con conocimientos tecno-
lógicos, una infraestructura para el sistema de gestión de información
que sea estable y funcione correctamente, y la capacidad de llevar a cabo
la integración del software y de mantenerla.
Ya se han extraído algunas lecciones a partir de la implementación
de nuevas tecnologías en el sector de las microfinanzas de América
Latina. La tecnología es muy costosa y se debe evaluar rigurosamente
para determinar si generará resultados positivos en el corto y en el largo
plazo. Este proceso lleva tiempo, pero es importante considerar si se debe
adquirir o desarrollar tecnología propia. Dentro de las instituciones, es
fundamental contar con el apoyo de la alta gerencia para que el proyecto
sea exitoso. También es importante capacitar a los consumidores y a los
empleados, a fin de facilitar la transición y aumentar la flexibilidad. La
tecnología debe concebirse antes de su implementación. Los programas
piloto son útiles para corroborar la viabilidad del proceso. En suma, se
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 213

debe trabajar mucho para poder garantizar que las tecnologías innova-

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doras den mayor flexibilidad a las instituciones de microfinanzas y que

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no las vuelvan más rígidas.

Conclusión

Las instituciones de microfinanzas de toda América Latina están combi-


nando nuevas tecnologías para crear paquetes exclusivos que satisfagan
sus necesidades específicas. La importancia de mantener la dimensión
personal del servicio de atención al cliente ha sido determinante en el
diseño de muchas innovaciones, como el uso de Palm Pilots y de asis-
tentes personales digitales. En cambio, la experiencia con la tecnología
de voz interactiva ha sido relativamente desalentadora y sugiere que
reducir la interacción entre los clientes y los empleados puede no dar
resultado en el sector de las microfinanzas. No obstante, la presión por
reducir el costo de las transacciones hace que la automatización de los
servicios resulte atractiva.
La inversión en tecnología de las instituciones de microfinanzas
se realiza en un contexto de capacidad limitada de gasto, por lo general,
en países o regiones con infraestructuras eléctricas y de telecomuni-
caciones relativamente poco desarrolladas. En América Latina, una
nueva generación de instituciones de microfinanzas, caracterizadas
por su rápido crecimiento y capacidad de adaptación, está tomando
la delantera en la aplicación de tecnologías innovadoras y soluciones
creativas a problemas complejos que, hasta el momento, la mayoría de
las instituciones financieras no habían logrado resolver o no estuvie-
ron dispuestas o interesadas en hacerlo. Esto, sumado a las peculiares
características del sector, ha dado lugar a que estas instituciones sean a
veces más creativas que los bancos en los países desarrollados. Es posible
que los bancos de gran envergadura estén superando la dificultad de
instrumentar canales de producción masiva que permiten estandarizar
las transacciones, pero aún no satisfacen el componente humano del
servicio de atención al cliente.
El análisis precedente sobre la tecnología y el sector bancario
demostró que la industria de servicios financieros se apartó del crédito
214 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

corporativo. En su relato sobre la evolución de los servicios bancarios,

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Mayer (1997) predice que si las tendencias actuales continúan vigentes,

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es posible que gran parte de la población de países desarrollados quede
excluida de los servicios bancarios. A medida que las instituciones de
microfinanzas especializadas (y también los bancos latinoamericanos con
un papel activo en ese sector) sigan implementando paquetes tecnoló-
gicos innovadores, en el corto plazo, los bancos de países desarrollados
podrán aprender algunas lecciones valiosas en ese sentido.
El campo de las microfinanzas tiene la gran esperanza de que la
aplicación de nuevas tecnologías contribuirá a resolver problemas de
cobertura (específicamente, brindar servicios a los pobres de áreas rurales
e incrementar la penetración en los grandes países), a ofrecer nuevos
servicios y a aportar eficiencia en las operaciones internas. Prodem en
Bolivia, a la que se hizo referencia en este capítulo, ha elaborado una es-
trategia particularmente innovadora con base en la tecnología para llegar
a los mercados rurales y ha informado que la inversión ya está generando
resultados positivos. No obstante, todas las experiencias comentadas aquí
son aún bastante incipientes y todavía no existen estudios rigurosos en
materia de costo-beneficio. Por ende, en esta instancia, sería prematuro
atribuir los grandes incrementos en la productividad a estas experiencias,
en apariencia, exitosas; aunque cabe esperar que la productividad alcance
su pico máximo cuando las innovaciones de la organización se combinen
con las inversiones en tecnología. Las instituciones de microfinanzas
siguen luchando por lograr este equilibrio. Mientras evalúan el nivel
de interacción personal necesario para mantener la lealtad del cliente y
la calidad de la cartera, seguirán experimentando la automatización de
distintas partes del proceso de prestación de servicios.
Las microfinanzas también requieren inversiones en tecnología
para optimizar la escala de sus operaciones. Sus instituciones necesitan
soluciones que se adecuen a su modelo comercial y, en algunos casos,
a su contexto geográfico. De ser posible, deberían colaborar para ga-
rantizar la normalización de las implementaciones tecnológicas, para
así poder beneficiarse de economías de escala y de alcance. Forjar una
alianza entre instituciones de microfinanzas podría contribuir a evitar
la duplicación de investigaciones sobre tecnología, reducir el costo de
LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 215

productos y servicios de este tipo, y establecer un foro en el que puedan

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elaborarse normas tecnológicas en común.

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De hecho, el reto en los grandes países de la región podría trans-
formarse en una gran oportunidad para aplicar soluciones tecnológicas
creativas. Algunos de los participantes del ámbito privado (por ejemplo,
Bradesco en Brasil) han elaborado estrategias basadas en tecnología para
llegar a un vasto mercado de clientes de bajo ingreso, incluso microem-
presarios, que no tienen acceso suficiente a los servicios financieros. Sin
embargo, estas iniciativas aún carecen del servicio personalizado y de la
impronta creativa, que constituyen el sello distintivo de las innovaciones
microfinancieras de otros países de América Latina. Además, debido a
que son incipientes, aún no se sabe a ciencia cierta si podrán gestionar
satisfactoriamente el riesgo crediticio asociado a esta nueva clientela.
La creciente integración con el sector financiero impondrá opor-
tunidades y retos tecnológicos para las microfinanzas. La presión por
mantener bajos costos y normalizar los procesos se deberá equilibrar
con la necesidad imperiosa de mantener algunos aspectos del servicio
personalizado. Si la tecnología se sigue utilizando de un modo creati-
vo, tal como se viene haciendo hasta el momento, la industria de las
microfinanzas tiene muchas posibilidades de catapultarse a nuevos
niveles de servicio de atención al cliente, de productos innovadores y
de eficiencia.
216 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Referencias

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y 17 de octubre, San José.
CAPÍTULO 7

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Más allá de las finanzas: microfinanzas y
servicios de desarrollo empresarial

Lara Goldmark

E
n América Latina, las microfinanzas han estado siempre fuertemente
vinculadas al desarrollo de empresas. En efecto, en este libro, se
las describe como “servicios financieros de pequeña escala para
propietarios y trabajadores de microempresas”; la definición destaca la
ocupación de los beneficiarios, más que cualquier característica de los
productos ofrecidos. La innovación central consiste en un conjunto de
técnicas que pueden utilizarse para gestionar los riesgos inherentes a
los préstamos para empresas pequeñas e informales, y que se utilizan en
todo el mundo desde hace decenios para ofrecer microcrédito: présta-
mos de capital de trabajo a corto plazo, destinados a microempresarios.
Sin embargo, en los primeros tiempos de las microfinanzas en América
Latina, el crédito a empresas rara vez se presentaba como un servicio
autónomo. Por el contrario, a menudo se agrupaba con otros servicios
financieros, por ejemplo, servicios de ahorro, sociales (salud y educa-
ción) o de desarrollo empresarial, como los de capacitación en gestión,
asistencia técnica y acceso a mercados.
Hacia fines de los años setenta y principios de los ochenta, cuan-
do el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) comenzó a respaldar
la expansión de microempresas a través de su Programa de Pequeños
Proyectos, la gran mayoría de los programas ofrecía servicios finan-
cieros (principalmente de crédito, pero en algunos casos de ahorro)
únicamente después de que sus clientes hubieran completado un curso
de capacitación obligatorio. Con frecuencia, la capacitación se centraba
en habilidades de gestión e incluía el desarrollo de un plan de negocios.
220 LARA GOLDMARK

En esa primera etapa, no estaba demostrado cabalmente que los mi-

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croempresarios de ingreso bajo podían cancelar sus préstamos (y que

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efectivamente lo harían). Numerosas instituciones sentían que debían
“enseñar” a los prestatarios a gestionar su dinero. Hacia mediados de
los años ochenta, algunas instituciones habían modificado esta práctica
y requerían capacitación únicamente para prestatarios que ya tuvieran
préstamos activos.1 Esta política era especialmente común en instituciones
afiliadas a ACCIÓN International, dado que utilizaban una metodología
de grupos de solidaridad, con préstamos en etapas, conforme a la cual
los clientes que volvían a contraer préstamos podían tomar sumas cada
vez mayores. A principios de los años noventa, la mayor parte de los
oficiales de crédito aún recomendaban enfáticamente a sus clientes que
participaran en los programas de capacitación; pero hacia fines de la
misma década, muchas instituciones habían eliminado gradualmente
esas actividades y también otras no financieras, debido a la adopción
del modelo de crédito minimalista.
Existen diversas excepciones. Tanto en áreas urbanas como rura-
les, muchas organizaciones consideran que es parte de su obligación
ofrecer a sus clientes algo más que servicios financieros. Pueden brindar
servicios de salud, alfabetización o legales, así como productos destina-
dos específicamente a ayudar a que se estabilice y crezca el negocio de
sus clientes; en suma, lo que hoy se denomina servicios de desarrollo
empresarial. También está el legado de una generación de programas
de apoyo a cooperativas multipropósito o asociaciones de produc-
tores, en los que el crédito era meramente una actividad secundaria,
que se ofrecía como apoyo a servicios de producción y marketing. Sin
embargo, si se observa el panorama en toda su dimensión, y se con-
sideran las tendencias y temas abordados en este libro, resulta claro
que la comercialización de las microfinanzas está íntimamente ligada
a la “segregación” del microcrédito de las actividades de desarrollo
empresarial y de otros servicios. Con la creciente especialización de
las organizaciones dedicadas a las microfinanzas en la prestación de

1
Entrevista con Carlos Castello, Vicepresidente Senior, ACCIÓN International, 2 de enero
de 2004.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 221

servicios financieros, y con el ingreso en este campo de las institucio-

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nes financieras reguladas, ha disminuido el número de programas de

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multiservicio. Sin embargo, aun los más férreos defensores del modelo
de crédito minimalista reconocen que los empresarios de todo tipo y
tamaño enfrentan diversas restricciones internas y externas, y que es
posible que necesiten acceso a otros servicios además del crédito, para
que sus empresas sobrevivan y crezcan. Uno de los retos en el cam-
po de los servicios de desarrollo empresarial radica precisamente en
identificar los elementos esenciales que están ausentes y en lograr que
pasen a estar disponibles.
La historia del modelo de crédito más servicios adicionales (cómo
se originó, por qué se lo abandonó y qué variantes existen hoy) a menudo
se ve relegada frente al tema de la comercialización de las microfinanzas.
Ciertamente, el cambio a las microfinanzas de tipo minimalista fue
importante para numerosas instituciones, pues les permitió incremen-
tar su rentabilidad. No obstante, este cambio también trajo aparejada
una menor concentración en el desarrollo empresarial en sí, conforme
a la premisa de que las instituciones sostenibles y los clientes que vol-
vían a pedir préstamos eran una manifestación cabal de los efectos de
la modificación, los cuales se harían sentir en las empresas. Hoy, sin
embargo, las microempresas de América Latina (incluso las que tienen
acceso al crédito) continúan enfrentando numerosas restricciones que
trascienden lo estrictamente financiero. A medida que las instituciones
de microfinanzas abandonaban gradualmente sus servicios no finan-
cieros, el BID y otros donantes recurrieron al campo más amplio del
desarrollo empresarial, que originalmente se ocupaba de las pequeñas
y medianas empresas, en busca de lineamientos para el desarrollo de
intervenciones que proveyeran oportunidades de crecimiento a las
empresas más pequeñas. En este capítulo, se explorará el modo en
que, en un principio, las microfinanzas y el desarrollo empresarial se
encontraban entrelazados, para luego separarse y, finalmente, volver
a converger ahora de un modo distinto. Este análisis destaca cambios
recientes en la línea de pensamiento, además de algunos experimentos
promisorios que ofrecen un panorama acerca del desarrollo futuro de
las microempresas en América Latina.
222 LARA GOLDMARK

Crédito y servicios no financieros, antes y ahora

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Servicios no financieros fue el término que se utilizó originalmente para
referirse a cualquiera de la amplia diversidad de actividades que incluían
todo bajo el sol, excepto los servicios financieros. Numerosas institucio-
nes latinoamericanas de desarrollo de microempresas los ofrecían , con
el afán de ayudar a sus clientes a llevar a cabo actividades tan diversas
como aprender a leer, a gestionar su dinero, a hacer crecer sus empresas,
a abrir nuevas, a gozar de mejor salud y a desarrollar sus comunidades.
Algunos de estos servicios aún se ofrecen hoy, pero otros son menos
comunes. A continuación, se comentan los que se brindan con mayor
frecuencia en forma conjunta con los de microfinanzas, según el grado
en el que procuren abordar aspectos sustanciales del negocio existente
del prestatario.

Los servicios de educación general incluyen alfabetización, salud, nutrición,


empoderamiento de la mujer y desarrollo comunitario. Tradicionalmente,
han ofrecido este servicio las instituciones de apoyo al desarrollo comu-
nitario o de alivio de la pobreza, principalmente, instituciones bancarias
comunales y cooperativas. Mientras que las cooperativas y las uniones de
crédito han tendido a mantener el carácter independiente y voluntario de
los programas educativos, algunos programas de banca comunal proveen
servicios de educación e incluso salud, tales como planes de vacunación
y exámenes mamarios, como parte de sus reuniones semanales. Si bien
puede argumentarse que todo el conjunto de servicios debería ayudar a
los empresarios a desarrollar y hacer crecer sus empresas, las encuestas
de satisfacción a los clientes de las instituciones bancarias comunales
han revelado que perciben los beneficios más claramente en términos de
salud y empoderamiento, y con menor claridad en términos de progreso
empresarial. Los estudios sobre efectos también han identificado cambios
de comportamiento relacionados con la salud, pero no con la gestión em-
presarial (Dunford, 2001, citado en Westley, 2004: 63; Promujer, 2004).

El servicio de educación financiera ha sido ofrecido por los micropresta-


mistas en forma casi universal, en mayor o menor medida. La orienta-
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 223

ción crediticia puede brindar información acerca de cómo obtener un

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préstamo, o bien centrarse en lo que se espera de un prestatario. Para los

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préstamos colectivos, esto incluye información acerca de las responsabili-
dades de los miembros de un grupo. Algunas instituciones especializadas
en microfinanzas, como Caja Los Andes, en Bolivia, ofrecen una charla
o presentación de 20 minutos todas las tardes a potenciales prestata-
rios. Las organizaciones de bancos comunales, como Care Guatemala
o Finca, en Haití, pueden pasar días o semanas trabajando con futuros
prestatarios en temas relacionados con la gestión de grupos. Asimismo,
numerosos programas de bancos comunales ofrecen servicios de ahorro.
Además de ayudar a los clientes a acumular activos, en muchos casos
los programas de ahorro se conciben con la meta explícita de ayudarlos
a “aprender” a ahorrar.
La educación financiera también puede incluir habilidades de tipo
práctico, como la forma de completar un cheque, el uso de una calcula-
dora financiera o aun el pago de facturas. Algunos cursos más avanzados
pueden abordar la gestión de ingresos y gastos del hogar y la empresa.
Projeto Uno, en Brasil (1972–79), fue uno de los primeros proyectos
para microempresas con educación financiera para los prestatarios.
Este proyecto pionero fue único en su época, y se destacó por otorgar
prioridad al crédito y ofrecer diversos tipos de capacitación.
Si bien la educación financiera fue muy común en los primeros
programas, en tiempos recientes ha resurgido el interés por el tema
(Sebstad y Cohen, 2003). En un entorno en que las instituciones fi-
nancieras ofrecen una amplia gama de productos a sus clientes, y en
que la mayor parte de ellos tiene otras formas de deuda, algunas han
comenzado a ofrecer servicios de asesoramiento o capacitación, para
ayudarlos a comprender la asombrosa variedad de opciones que tienen
a su alcance y a tomar decisiones financieras estratégicas. Este fenómeno
constituye un reflejo de la situación de economías más avanzadas, como
la de Estados Unidos, en que la disponibilidad de múltiples formas de
crédito, en particular el crédito personal dirigido a hogares de ingreso
bajo, ha traído aparejada una necesidad evidente de capacitación y
material sobre “alfabetización financiera”, tanto sobre los desarrollados
con fines comerciales como sobre los ofrecidos por organizaciones sin
224 LARA GOLDMARK

fines de lucro. Además, diversas empresas de gran envergadura (entre

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ellas, algunas de países en desarrollo) ofrecen educación financiera a sus

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empleados.2 En el contexto de las microempresas, los nuevos programas
de alfabetización financiera (a diferencia de los antiguos, que se centra-
ban en la gestión de las finanzas de la empresa del cliente) reconocen
explícitamente la combinación del flujo de efectivo del hogar y de la
empresa, tan común entre clientes de microfinanzas.
Los programas de desarrollo de empresas que apuntan a las pe-
queñas y medianas a menudo ofrecen enlaces con bancos u otras fuentes
de financiamiento. Habitualmente, estas empresas son algo más sofis-
ticadas que la microempresa clásica y es posible que necesiten fondos
para financiar inversiones, además de capital de trabajo. Este enfoque
es característico de instituciones que consideran inapropiado ofrecer,
ellas mismas, servicios financieros. Los enlaces incluyen, generalmente,
ayuda para preparar planes de negocios y una preselección de los so-
licitantes de préstamos. Las primeras iniciativas utilizaban fondos de
garantía, para alentar a los bancos a participar en estas asociaciones.
Desde hace más de diez años, el organismo brasileño para la promoción
de las pequeñas empresas, Sebrae (Serviço Brasileiro de Apoio às Micro
e Pequenas Empresas), opera un programa de garantías para empresas
de este tipo. En la mayor parte de los países de la región, este clase de
fondos de garantía ya no existe en gran medida .3 En la actualidad, la
mayoría de los programas limitan su participación a la preparación de
planes de negocios y cobran un cargo a los clientes si efectivamente
obtienen financiación.

2
Diversas grandes empresas de Brasil han comenzado a ofrecer alguna forma de educación
financiera a sus empleados: Coca-Cola en Rio Grande do Sul, Volkswagen en São Paulo,
Mahle (acería), Brastemp (electrodomésticos) y Mercedes Benz.
3
Las garantías se utilizan para reducir el riesgo de parte de un prestamista en caso de
incumplimiento del prestatario. Los modelos más comunes utilizados para préstamos
a pequeñas y medianas empresas, son de cartera e individuales. Estos no se consideran
una forma eficaz de facilitar los préstamos a microempresas, principalmente debido a
las pequeñas dimensiones y a los elevados costos de transacción de los micropréstamos.
Más recientemente, las instituciones de microfinanzas han podido obtener garantías
institucionales para tener acceso a fondos de bancos comerciales. Véase Young, Goldmark
y Londoño (1997).
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 225

La capacitación en gestión ha sido, posiblemente, el servicio no financiero

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más común ofrecido por los programas de microempresas urbanas en los

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años ochenta y gran parte de los noventa. Los cursos abarcaban temas
tales como gestión de inventarios, contabilidad, planificación tributaria
y marco legal. La capacitación podía comenzar en el nivel más básico,
por ejemplo, alentando a los empresarios a mantener registros escritos,
y a incluir el desarrollo de un plan de negocios o de inversión sencillo.
En los primeros días, a menudo se los agrupaba sin tener en cuenta
el sector al que pertenecían ni su nivel educativo; los cursos, además,
eran dictados por personal de las ONG, carente de gran experiencia
empresarial. En el pasado las instituciones de microfinanzas ofrecían
capacitación en gestión porque tenían la esperanza de que ayudaría a sus
clientes a gestionar mejor su dinero y, en última instancia, a devolver los
préstamos. Hoy son pocas las instituciones de microfinanzas que ofrecen
este tipo de capacitación en gestión generalizada, aunque existen algunas
excepciones. Centro Acción, de Colombia, ha desarrollado una serie de
módulos que vende a las instituciones de microfinanzas de Colombia
y de otros países de la región. Otro caso interesante es el de Financiera
Solución, que se vio motivada a ofrecer capacitación en gestión sin
cargo a ciertos clientes por la creciente saturación del mercado en Perú
(véase el recuadro 7.1).
Con frecuencia, se ha ofrecido capacitación y asistencia técnica en
el marco de programas para microempresas destinados a pequeños pro-
ductores, en sectores tales como los de artesanías, muebles y productos
textiles. El contenido del curso podía incluir técnicas de producción,
nuevos diseños y el uso de tecnología, por ejemplo. Si bien en la actua-
lidad la mayor parte de las instituciones de microfinanzas cuentan con
un núcleo de clientes dedicados al comercio urbano de pequeña escala,
algunas organizaciones han comenzado a centrarse especialmente en
los pequeños productores. FIE (Fondo Financiero Privado para el Fo-
mento de Iniciativas Económicas), en Bolivia, es un ejemplo de cierta
antigüedad; Actuar Famiempresas, en Colombia, es más reciente (véase
el recuadro 7.2).
Asimismo, en el sector agropecuario, se ha mantenido durante
decenios la tradición de combinar asistencia técnica con préstamos
226 LARA GOLDMARK

Recuadro 7.1

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Capacitación gerencial para incrementar la lealtad del cliente en

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un mercado competitivo

Financiera Solución, que fue adquirida recientemente por Banco de Crédito del Perú
(véase el capítulo 3), es una institución que otorga préstamos para consumo y que
hace poco comenzó a ofrecer microcréditos a trabajadores por cuenta propia y a pro-
pietarios de empresas informales. En un contexto de creciente competencia, creó una
serie de esquemas de incentivo para fomentar la lealtad del cliente, entre los que se in-
cluyen ofrecer capacitación gerencial de cortesía a sus clientes más exitosos. El servicio
se brinda sin cargo y la capacitación hace hincapié principalmente en la elaboración de
un plan de inversión para el beneficiario. De los clientes seleccionados por Financiera
Solución para recibir este servicio, solamente entre un 10% y un 15% finalizaron el
curso (aproximadamente 6.000 clientes). Si bien el número de personas que optaron
por tomar la capacitación es relativamente bajo, Financiera Solución sostiene que dicho
curso tiene un efecto muy positivo en cuanto a la lealtad de los clientes que sí lo han
tomado.
Fuente: Sievers y Vandenberg (2004).

Recuadro 7.2
Un enfoque integrado al desarrollo empresarial:
Actuar Famiempresas

Actuar Famiempresas es una institución con sede en Medellín, Colombia, que ofrece
crédito a un grupo de “empresas familiares” de bajo ingreso. Si bien ya se prestaban
servicios de asistencia técnica en esa ciudad, Actuar analizó el mercado y detectó
que estos servicios no satisfacían las necesidades de las empresas familiares. Dichos
servicios suponían cierto nivel de educación, no acompañaban al empresario para
determinar si los conocimientos se habían asimilado y se aplicaban, y eran demasia-
do especializados, por lo que no permitían adoptar un enfoque integrado a toda la
empresa. Actuar recibió el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones para elaborar
un programa personalizado de asistencia técnica, en el que los consultores adoptaran
un enfoque integral de las empresas. El proceso comienza con 15 horas de trabajo
de diagnóstico, seguido de 97 horas de asistencia de consultores con el objetivo de
mejorar el desempeño en una serie de áreas: procesos de producción, procedimientos
de gestión y administración, ventas, calidad de productos, canales de distribución y
posicionamiento de mercado. La asistencia técnica se centra en áreas de necesidad y
de oportunidad identificadas durante la etapa de diagnóstico, y se recurre a consultores
especializados para cada módulo. Los consultores de Actuar hacen un seguimiento para
garantizar que los conocimientos se hayan asimilado y se apliquen. Los empresarios
abonan el 60% del costo (la institución suele ofrecer crédito para cubrir estos costos), y
Actuar subsidia el 40% restante.
Fuente: García Tabuenca y otros (2004).
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 227

por montos bajos a pequeños agricultores. Recientemente, en vista del

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fracaso de los bancos estatales en las áreas rurales, donde han sido re-

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estructurados o reemplazados, los prestamistas privados han tendido a
adoptar el modelo de crédito minimalista. En muchos países, además,
se han interrumpido gradualmente los servicios de extensión ofrecidos
por organismos gubernamentales. Hoy, los más importantes prestado-
res de asistencia técnica a pequeños agricultores son, probablemente,
los proveedores de insumos o los compradores; los servicios suelen
estar incorporados en la transacción. Así, los pequeños agricultores
no necesitan desembolsar efectivo; no obstante, el costo se refleja en el
precio que el agricultor paga por los insumos o que el comprador paga
por la cosecha. Los compradores pueden ser participantes de peso en
la actividad comercial, por ejemplo, representantes de supermercados,
o bien pueden estar afiliados a organizaciones comunitarias y tener
metas de desarrollo. A través de su Programa Social para la Empresa, el
BID ha demostrado una sólida tradición de apoyo a las cooperativas y
asociaciones locales que ofrecen un paquete de servicios financieros y
no financieros a sus miembros de áreas rurales.

Los vínculos con el mercado han sido desde hace mucho tiempo una
forma muy aceptada en que las organizaciones que trabajan para las
microempresas combinan finanzas, información, habilidades y acceso
al mercado en un mismo paquete. Desde 1978, cuando se lanzó el Pro-
grama de Pequeños Proyectos (que se transformó recientemente en el
Programa Social para la Empresa), el BID apoya a grupos o asociacio-
nes de pequeños productores, en programas sectoriales que combinan
diversos elementos. Estos programas incluyen asistencia para el for-
talecimiento institucional, u otro tipo de asistencia, para organizar a
los productores (lo que incrementa su capacidad de producir a mayor
escala); para obtener acceso al crédito y/o a insumos especializados, y
acceso a asistencia técnica para producción o procesamiento (lo que
incrementa su capacidad de producir la calidad necesaria); para obtener
inversiones en infraestructura (en algunos casos, ayudándolos a realizar
funciones de valor agregado, de modo de recibir un mayor porcentaje
de las ganancias); y, por último, para lograr un fortalecimiento de las
228 LARA GOLDMARK

relaciones existentes, así como para establecer otras nuevas, con com-

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pradores (con lo que se logra diversificar sus opciones en materia de

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distribución y ventas).
Desde 1978, se han financiado docenas de estos proyectos (Meis-
sner, 1991). Muchos de ellos pertenecían a sectores agrícolas donde
los pequeños productores podían tener alguna ventaja competitiva;
por ejemplo, en los de frutas, café, miel y diversos productos orgáni-
cos.4 Algunos proyectos más recientes han modificado ligeramente su
perspectiva, pasando de un enfoque centrado en la oferta (ayudar a los
productores a generar más y mejores productos), a un enfoque centrado
en la demanda, comenzando con un diagnóstico sobre la misma en el
mercado de los productos en cuestión y trabajando en sentido inverso
para determinar si el banco debería dar apoyo a los elementos incluidos
en la propuesta de la organización local, y en tal caso, a cuáles.
El BID también dio apoyo a diversos proyectos precursores per-
tenecientes al sector de artesanías, entre ellos, algunos que lograron
crear vínculos; por ejemplo, los de Mãos de Minas, en Brasil (1994–98),
Fundación Maquita Cusunchic, en Ecuador (1994–98), y Asociación
Mexicana de Artes y Culturas Populares, en México (1996–2000). Las
organizaciones que proveen enlaces con el mercado se dedican, habitual-
mente, a agrupar a los productores y a adquirir los bienes para su reventa,
o bien a establecer un enlace entre los productores y los compradores.
Con frecuencia, la relación de intermediación entre el productor y los
servicios de marketing incluye servicios adicionales, tales como los de
capacitación y diseño de productos. En tiempos más recientes, el Fondo
Multilateral de Inversiones (Fomin) ha aprobado proyectos que apoyan
la creación de vínculos con el mercado en otros sectores; por ejemplo,
un proyecto para apoyar a pequeños talleres de sastrería, a través de
una asociación de empresas, Indepco, en Haití (1999–2002). Cabe
mencionar otras actividades llevadas a cabo en forma conjunta con las

4
Las investigaciones han revelado que los pequeños productores tienden a ubicarse en
sectores en los que tienen una ventaja competitiva: donde existen pocas economías de
escala o donde las que existen favorecen el uso intensivo de mano de obra, los bajos costos,
la mano de obra flexible o su supervisión intensiva (Tybout, 1998).
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 229

microfinanzas: iniciativas de desarrollo comunitario, con proyectos de

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infraestructura de pequeña escala; proyectos ambientales, por ejemplo,

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de energía solar; y, por último, capacitación empresarial general para
potenciales propietarios de microempresas.
En términos generales, la capacitación ha sido, sin duda, el servicio
más común ofrecido en conjunción con créditos para microempresas.
En el pasado, quienes la proveían daban por supuesto que la educación
de los prestatarios les permitiría gestionar mejor sus empresas y, en
consecuencia, reembolsar los préstamos. Estas “ansias de capacitar”, que
motivaron inicialmente tantos programas de microempresas, han sido
objeto de intensos cuestionamientos a lo largo de los años, debido a que
los gerentes de los programas advirtieron que los microempresarios rara
vez se interesaban por conocer o aplicaban las lecciones extraídas de la
capacitación formal en el aula.
La decepción con los resultados de los primeros programas de
capacitación para microempresas puede haberse debido a su baja ca-
lidad. Algunos datos recientes sugieren también que es posible que la
capacitación formal no sea la forma más útil para que los empresarios
aprendan. En su mayor parte, los empleados de micro y pequeñas em-
presas de los países en desarrollo dicen haber aprendido sus habilidades
en el puesto de trabajo. Para los propietarios, la información necesaria
suele estar “incorporada” en las transacciones comerciales; por ejemplo,
cuando se brinda capacitación en el uso de equipamiento nuevo en el
momento de la venta, o cuando se integran comentarios y sugerencias
sobre diseño al proceso de compra de artesanías. Asimismo, los empre-
sarios informan constantemente que prefieren el aprendizaje entre pares,
es decir, instruirse con la ayuda otros empresarios que ya han tenido
la misma experiencia.5 Un estudio reciente del BID resalta también la
importancia de los modelos y de las redes de contactos en el proceso
de creación de una empresa (Kantis, 2002). Así, si bien se argumenta
que el aprendizaje es esencial en el proceso empresarial (Smilor, 1997;

5
Resultados de una encuesta a empresarios con gran potencial, llevada a cabo en siete países
de América Latina. Las conclusiones son coherentes con las de investigaciones similares
en Estados Unidos y Rusia (Pegram, 2003).
230 LARA GOLDMARK

citado por Pegram, 2003), las vías más efectivas para lograrlo parecen

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ser las desarrolladas durante la interacción con los clientes, los provee-

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dores y los competidores, y las vinculadas con la experiencia cotidiana
de operar una empresa.

Los pioneros y sus modelos

La mayoría de las instituciones que obtuvieron financiamiento del BID


a fines de los años setenta y principios de los ochenta adoptaron un
enfoque integrado para el desarrollo de las microempresas. Esta sección
se ocupará de unos pocos innovadores pioneros, cada uno de los cuales
planteó una visión distinta del mundo de las microfinanzas, así como de
las necesidades de los empresarios clientes. Se presentan tres modelos:
el modelo centrado en la capacitación, el modelo de vinculación con
el mercado y el modelo integrado de crédito más servicios adicionales.
Estos tres enfoques han evolucionado en forma significativa a lo largo
del tiempo, y ello ha tenido repercusiones en los campos de las micro-
finanzas y del desarrollo empresarial.

“Los empresarios necesitan, primero, capacitación, y luego


(algunas veces) crédito”

La Fundación Carvajal, de Colombia, asociada con el BID en una etapa


temprana, es reconocida como una de las primeras organizaciones no
gubernamentales (ONG) de América Latina en desarrollar un modelo
para trabajar con pequeños empresarios y microempresarios. A fines
de los años setenta Jaime Carvajal, del Grupo Carvajal de empresas
familiares, visitó Brasil y fue testigo de las operaciones de Projeto Uno.
Este programa ofrecía un producto de préstamo relativamente sencillo
a microempresarios del estado de Pernambuco, con un éxito inesperado.
Las tasas de recuperación eran excelentes, la demanda era elevada y la
cartera de préstamos creció de manera ininterrumpida a lo largo de
varios años. El programa brasileño introducía algunas características
innovadoras que llegarían a ser la norma en las instituciones de micro-
finanzas de la región. Projeto Uno fue el primer proyecto en América
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 231

Latina en contratar oficiales de crédito jóvenes y proactivos, responsables

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de acompañar el ciclo del préstamo en todas sus etapas. Además fue el

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primero en identificar la importancia relativa que tenía la rapidez con
que se aprobaban los préstamos y se desembolsaban los fondos, así como
la poca importancia relativa de la tasa de interés, desde la perspectiva
del prestatario.6 Projeto Uno ofrecía a sus clientes un curso sin cargo
sobre “educación financiera”, que les enseñaba la forma de abrir una
cuenta bancaria, efectuar depósitos y completar un cheque. Esto revela
un principio interesante, común a los primeros programas, que luego
sería abandonado: la idea de que los programas de microcrédito son un
“terreno de capacitación”, en el que los microempresarios aprenden a
ser buenos clientes de bancos.
Jaime Carvajal regresó a Colombia para visitar y conversar con
microempresarios de su ciudad natal, Cali. Pese a lo que había visto en
Brasil, estaba convencido de que muchos de estos empresarios, en realidad,
no necesitaban crédito, sino más bien capacitación que pudiera ayudarlos
a desarrollar las habilidades necesarias para gestionar y hacer crecer sus
empresas. Carvajal contrató a un equipo para elaborar una metodología
pedagógica, y luego invitó a pequeños empresarios y microempresarios
a tomar un curso, que finalizaba con un análisis destinado a determinar
si se necesitaba inversión. A diferencia de Projeto Uno, el programa de
Carvajal se concibió principalmente como una intervención de capacita-
ción, seguida de una derivación para solicitar crédito si se la consideraba
necesaria. Aunque la organización experimentó con la gestión interna
de un fondo de préstamos, en última instancia, la junta directiva de la
Fundación Carvajal estableció una política clara para el largo plazo, se-
gún la cual las operaciones de crédito se mantendrían fuera del ámbito
de acción de la organización. A lo largo de los años, la fundación ha
trabajado en asociación con diversos bancos u organizaciones financieras
sin fines de lucro, con distintos grados de participación: algunas veces
compartiendo el riesgo y aun aportando el capital del préstamo; otras,
sencillamente, derivando a los clientes.

6
Entrevista con Maria das Graças de Andrade Borges, ex empleada de Projeto Uno y luego
superintendente de la institución de microfinanzas brasileña CEAPE-Pernambuco. Véase
también Jackelen (1982) para un análisis detallado de Projeto Uno.
232 LARA GOLDMARK

Desde un principio el BID consideró que el programa de Carvajal

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era un modelo de éxito y financió visitas a Colombia para especialistas

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de otros países. A diferencia de la mayor parte de los programas de
desarrollo para microempresas de su generación, este ha mantenido el
énfasis fundamentalmente en la capacitación, diversificando a la vez su
base de clientes, de modo de incluir a jóvenes, pequeños agricultores y
programas de desarrollo comunitario. En la actualidad, las pequeñas y
las microempresas son sólo un subconjunto de diversos grupos desti-
natarios de la capacitación de Fundación Carvajal; esta tendencia refleja
la misión de la institución, así como las características de la demanda
de los servicios de capacitación.

“Los empresarios necesitan vínculos con el mercado,


respaldados por el crédito y la capacitación”

Una de las lecciones más importantes aprendidas a través del gran número
de proyectos sectoriales de desarrollo de microempresas financiados por el
BID fue que la clave del éxito radica en comprender la naturaleza de la de-
manda del mercado y en propiciar las condiciones para que los productores
puedan satisfacer esa demanda. Como se ha mencionado anteriormente,
los primeros proyectos a menudo respaldaban a grupos de productores
agrícolas a través de cooperativas multipropósito, así como a artesanos
que producían artículos funcionales (por ejemplo, para la cocina), arte
tradicional, o recuerdos para mercados locales o turísticos.
Promotora del Comercio, en Colombia, fue una institución que
desarrolló el mercado local de producción de artesanías. Otras, como
Maquita Cusunchic, en Ecuador, intentaron penetrar en mercados de
exportación con artículos funcionales o de diseño en busca de precios
más altos y con miras a producir mayores volúmenes. Ya sea que trabaja-
ran con canales de mercado sencillos o sofisticados, todos los proyectos
que lograron establecer un vínculo provechoso tenían un elemento en
común: ayudaban a canalizar el conocimiento obtenido del compra-
dor hacia el productor, en forma constante; de este modo, el diseño y
la producción podían adaptarse rápidamente a las preferencias de los
compradores (Hagen-Wood y Mikkelsen, 1998). El gráfico 7.1 ilustra
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 233

los distintos canales de mercado y destaca este elemento esencial, el

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circuito de retroalimentación: el flujo de información y servicio de los

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mercados de compradores a los intermediarios, y de los intermediarios
a los productores.

Gráfico 7.1 Canales de mercado en el sector de artesanías


PRODUCTOS

Productores Canales Mercados

VENTA DIRECTA
Productores hogareños Interno:
• Turismo
• Minoristas

Individuos/grupos pequeños
INTERNET

Grupos de productores
Asociaciones
Cooperativas
Exportación:
VENTA INDIRECTA
• Importador
MEDIANTE INTERMEDIARIOS
• Tiendas minoristas/
Producción a escala ONG Tiendas por
(semi-industrial) Organizaciones de departamentos
comercio alternativas • Catálogos/pedidos
Mayoristas comerciales por correspondencia
• Ferias comerciales

SERVICIOS Y RETROALIMENTACIÓN

DE INTERMEDIARIOS DEL MERCADO


A PRODUCTORES A INTERMEDIARIOS
• Materias primas • Información sobre
las tendencias
• Diseño y desarrollo de producto
• Especificación de
• Capacitación y asistencia técnica productos
• Financiamiento • Tecnología
• Control de calidad
• Marketing
• Financiamiento
• Control de calidad

Fuente: Compilación del autor.


234 LARA GOLDMARK

En el caso de la mayor parte de los proyectos de artesanías, el cré-

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dito era sencillamente un mecanismo para asegurar que la producción

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no se demorara por la falta de capital de trabajo. En algunos casos, los
productores recibían adelantos de materia prima; en otros, préstamos.
No obstante, el pago se encontraba habitualmente vinculado a la conti-
nuidad de las ventas. Así, estos programas no solían encontrar problemas
de incumplimiento individual. Además de lo mencionado, al igual que
sucedía en la totalidad del campo de microempresas en los primeros
tiempos, las instituciones que no se consideraban a sí mismas entidades
financieras a menudo carecían de sistemas de seguimiento adecuados,
o bien de personal capacitado para gestionar carteras de préstamos de
rápido crecimiento.
En 1997, la Unidad de Microempresas del BID llevó a cabo una
encuesta a 100 intermediarios del mercado de artesanías en toda América
Latina (Mikkelsen, 1997). Se esperaba, entre otras cosas, que la renta-
bilidad y el alcance de los servicios fuera acorde al tipo de institución;
es decir, que las ONG y las cooperativas tendrían un mayor enfoque
social y, por lo tanto, menores márgenes de ganancias, en tanto los in-
termediarios privados podrían estar más atentos a los costos y ofrecer
menos servicios a los productores, con lo que lograrían mayor éxito
al penetrar en mercados sofisticados. Resulta interesante observar, sin
embargo, que no se detectó correlación alguna, en absoluto, entre la
estructura legal de las mencionadas entidades y su rentabilidad, el tipo
de servicios que ofrecían o el número de productores alcanzados. Al
parecer, eran factores mucho más importantes la visión del gerente y
el estilo empresarial.
Los proyectos que crean vínculos sostenibles con el mercado con-
tinúan recibiendo el apoyo de organismos donantes; algunos apuntan a
pequeñas y medianas empresas, o trabajan con toda la gama de empre-
sas de un sector. Aunque se reconoce que la función del intermediario
reviste importancia crítica, las organizaciones donantes no han llegado
todavía a un consenso acerca del mejor modo de apoyar a estas enti-
dades, de modo tal que crezcan las ventas y se beneficien los pequeños
productores.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 235

“La capacitación es una parte integral de muestro modelo de

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concesión de crédito”

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Es posible que el modelo más conocido entre los que integran la con-
cesión de crédito con la educación financiera, la capacitación y otros
servicios de desarrollo empresarial (modelo de crédito más servicios
adicionales) sea la metodología de préstamo a través de bancos comunales.
Esta metodología, de la que fue pionero John Hatch de Finca (Rhyne,
2001), en ocasión de un plan de préstamos de emergencia en Bolivia,
es similar a la utilizada por Grameen Bank en Bangladesh. Los bancos
comunales, de 20 ó 30 prestatarios (habitualmente mujeres), se organizan
en grupos a través de los cuales los miembros garantizan mutuamente
sus préstamos. Grameen Bank, al igual que las instituciones de su tipo
en América Latina, originalmente desarrolló programas de ahorro
obligatorio como producto híbrido (en parte con fines educativos, en
parte como servicio financiero). Los elementos educativos citados por
los participantes en el sistema de bancos comunales incluyen ahorro
obligatorio; capacitación para los directivos a fin de calcular los pagos
de préstamos, intereses y mantenimiento de registros; y por último,
gestión de la cuenta interna.7 Para las personas que nunca han tenido
contacto con una institución financiera, los bancos comunales les per-
miten introducirse en diversas prácticas, de modo tal que se sientan más
cómodos utilizando los servicios de un banco o una cooperativa local,
además de brindarles la oportunidad de acumular activos a través del
propio programa de ahorro.
Pese a que Finca ha hecho una transición hacia un modelo más
minimalista, utilizando la capacitación sólo en la medida necesaria
para preparar a los grupos con miras a la gestión de la distribución del
préstamo y el proceso de reembolso, diversas organizaciones de bancos
comunales de América Latina continúan ofreciendo a sus clientes servicios
de desarrollo empresarial. Promujer, una organización sin fines de lucro

7
Las cuentas internas se usan para otorgar préstamos suplementarios a miembros de bancos
comunales y, en algunos casos, para miembros externos a la comunidad. Está basada en
comisiones, multas, ingreso de intereses y varias formas de ahorro.
236 LARA GOLDMARK

de Estados Unidos, con programas en Bolivia y Perú, ofrece capacita-

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ción en el desarrollo de planes de negocios a los clientes que toman un

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préstamo por primera vez, así como orientación crediticia y educación
financiera a grupos, y capacitación en gestión a prestatarios a partir del
segundo préstamo. Además de los servicios de desarrollo empresarial, el
programa ofrece servicios de salud y derivaciones médicas.
Una de las primeras instituciones latinoamericanas, y una de
las más famosas, en adoptar la metodología de préstamo individual,
comenzó con un enfoque decididamente orientado al desarrollo. Pe-
dro Jiménez, antiguo director ejecutivo de Ademi (Asociación para el
Desarrollo de Microempresas, Inc.), explica que, si bien la mayor parte
de las instituciones de microfinanzas de América Latina contrataban a
graduados en sociología o filosofía y, a través de la metodología de grupo
de solidaridad, tercerizaban parte del análisis de riesgo a miembros del
grupo, los oficiales de crédito que contrataban tenían títulos en las áreas
de negocios o contabilidad y se esperaba que comprendieran todos los
detalles del negocio de su cliente.8 Ademi fue la primera institución de
microfinanzas de América Latina en introducir incentivos de rendimien-
to financiero para los oficiales de crédito, una práctica que hoy es casi
universal. Debido a que la paga estaba vinculada con el rendimiento de
la cartera de préstamos, los oficiales de crédito hacían todo lo posible
por asegurarse de que las empresas de los clientes fueran rentables. Por
ejemplo, una mujer que fabricara dulces podía llamar a su oficial de
crédito en Ademi cuando subía el precio del azúcar y preguntar qué
debía hacer. El oficial de crédito podía sugerir que hiciera los dulces más
pequeños. Este tipo de asesoramiento práctico caracterizaba la relación
entre el oficial de crédito y el cliente; que era denominado “asistencia
técnica”. El servicio, no obstante, jamás llevaba un precio independiente
ni era sistematizado; a medida que la institución creció y se transformó
en un banco, los oficiales se vieron obligados a reducir al mínimo el
tiempo que dedicaban a analizar los negocios de sus clientes.
A diferencia del modelo integrado, el modelo centrado en la ca-
pacitación y el de vinculación con el mercado han evolucionado princi-

8
Entrevista con Pedro Jiménez, ex director ejecutivo de ADEMI, 29 de enero de 2004.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 237

Recuadro 7.3

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El debate entre el “minimalismo” y el “maximalismo”

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A fines de los años noventa, se plantearon acalorados debates entre los expertos en
microfinanzas de todo el mundo, que tuvieron lugar en el foro de un sitio de Internet
muy visitado de la Ohio State University (devfinance). Claramente, algunos de los aca-
démicos e investigadores más prestigiosos que participaron en los debates disfrutaron
de la posibilidad de fomentarlos, poder esclarecer cuestiones relativas a la materia
(utilización del término “microdeuda”) y tratar, en general, de no dejar que el campo
de las microfinanzas se entusiasme demasiado con su propio éxito. En 1997, J. D. Von
Pischke publicó los dos poemas que se transcriben a continuación:
Minimalismo Maximalismo
A loan alone A loan alone
It can be shown It’s widely known
Will on its own Is often blown
Increase the wealth Without support
Improve the health Plans will abort
Of micro clients So show the way
No rocket science And give TA
Self-realization Building skills
God’s own creation Reduces spills

Fuente : Comunicación por correo electrónico con J. D. Von Pischke, octubre de 2004.

palmente fuera del campo de las microfinanzas y continúan existiendo


como intervenciones centrales del campo de desarrollo empresarial.
En muchos casos, las instituciones que utilizan estos modelos se han
diversificado o han ampliado su base de clientes a fin de incluir a jó-
venes, desempleados, familias de ingreso bajo, grupos comunitarios, o
pequeñas y medianas empresas. En tanto, el modelo integrado de crédito
más servicios adicionales ha sido objeto de cierto desprestigio y ya no
domina el campo de desarrollo de microempresas, como lo hacía en los
años ochenta y aun a principios de los noventa. En la siguiente sección
se analiza de qué modo y por qué se produjo el cambio al minimalismo
(véase el recuadro 7.3).

El tránsito al minimalismo

Ya a mediados de los años ochenta, las instituciones de microfinanzas de


América Latina comenzaron a ofrecer servicios rápidos y convenientes a
238 LARA GOLDMARK

microempresarios, con tasas de interés que permitían cubrir los costos.

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ACCIÓN International, después de llevar a cabo diversas encuestas, llegó

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a la conclusión de que numerosos prestatarios asistían a los cursos de
capacitación únicamente porque se les decía que debían hacerlo para
recibir el préstamo, pero no retenían ni aplicaban los conocimientos
impartidos.9 En opinión de los clientes, el tiempo que dedicaban a re-
cibir la capacitación no era más que un costo que les permitía acceder
al crédito. Las afiliadas de ACCIÓN iniciaron un proceso gradual de
eliminación de sus actividades de enseñanza. Otras organizaciones per-
cibieron un ángulo distinto de la situación y sostuvieron que sus carteras
de préstamos tenían un mejor rendimiento cuando se capacitaba a los
clientes, que se beneficiaban con lo aprendido.
Las evidencias, sin embargo, no respaldaron las afirmaciones de las
instituciones de microfinanzas acerca de la mejor calidad de la cartera de
préstamos ni de los beneficios para los clientes. Dos estudios influyentes
publicados por USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional) durante la década de 1980 argumentaron que el aspecto
no financiero de los programas de crédito más servicios adicionales no
era muy eficaz. En primer lugar, un análisis riguroso de costo-beneficio,
“Searching for Benefits”, comparó programas que ofrecían capacitación
y asistencia técnica a los prestatarios con programas que no lo hacían.
El estudio concluyó que la oferta de estos servicios no proporcionaba
beneficios adicionales, ni para clientes empresariales ni para las insti-
tuciones de préstamo mediante una mejora de la calidad de la cartera
(Kilby y D’Zmura, 1985). En segundo lugar, en 1988, USAID llevó a
cabo un análisis de gran profundidad de su experiencia en el desarrollo
de microempresas, con el fin de identificar los patrones de intervención
en proyectos con resultado exitoso. El informe “The Microenterprise
Stocktaking Report” analizó 32 proyectos y programas en 20 países. Dado
que casi todos ofrecían varios tipos de servicios, tanto financieros como
no financieros, la categorización utilizada para agrupar los programas
hacía referencia a la etapa del ciclo de vida de la empresa destinataria,

9
Entrevista con Carlos Castello, vicepresidente principal de ACCIÓN International, 2 de
enero de 2004.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 239

enfocándose en la formación, en la expansión y en la transformación

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de la empresa (Boomgard, 1989).

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Utilizando los criterios de escala, efectos y sostenibilidad institucio-
nal, los investigadores comprobaron que los programas especializados en
la prestación de servicios financieros (categorizados según el enfoque en la
expansión de la empresa) tenían mucho mejores resultados; así, postularon
que los servicios de capacitación y asistencia técnica parecían ser el eslabón
débil de la programación. Si bien el autor, James Boomgard, reconoció
que las restricciones de capital no siempre eran el principal obstáculo
que encontraban las pequeñas y microempresas, este análisis profundo
no halló evidencias de éxito entre programas que prestaran servicios de
crédito y no financieros como parte de un paquete. Boomgard (1989)
aseveró que pocos actores de la industria comprendían las necesidades
de la microempresa y que no existían grandes avances en cuanto a la
capacitación y la asistencia técnica para el desarrollo de las mismas.
Durante una serie de exámenes de programas, llevada a cabo a
principios de los años noventa, el BID comprobó también que las mi-
croempresas prestatarias no mostraban entusiasmo con respecto a los
servicios de capacitación obligatorios10, ya que no afectaban el rendimiento
de las empresas y no se advertía una gran demanda de los mismos. En
algunos casos, el desinterés parecía deberse a la mala calidad de los ser-
vicios ofrecidos, así como a la dificultad de las ONG y las instituciones
financieras para ofrecer a sus clientes capacitación pertinente.
Hacia fines de la década de 1990, los donantes se mostraban menos
dispuestos a subsidiar programas de capacitación ofrecidos por micro-
prestamistas. La Secretaría de Donantes, bajo la gestión del Consultative
Group to Assist the Poor (CGAP) del Banco Mundial, publicó pautas
recomendando que todas las organizaciones que trabajaran con micro-
empresas separaran su programa de contabilidad, a fin de identificar los
verdaderos costos e ingresos de sus programas de crédito, así como otros

10
En evaluaciones no publicadas de los primeros préstamos globales a microempresas se
señaló que los programas de capacitación se caracterizaban por las aulas vacías y/o por la
práctica común de enviar a miembros de la familia —hijos u otros familiares— a asistir a la
capacitación, de modo tal que los empresarios no debieran dejar de atender su negocio.
240 LARA GOLDMARK

servicios no financieros (Helms, 1998). La dificultad en recuperar los

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costos de capacitación, fuera a través de subsidios de los donantes o de

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cargos, combinada con el mayor énfasis en la sostenibilidad institucional
de las organizaciones de microfinanzas, llevó a muchas más instituciones
de este tipo a interrumpir sus programas de capacitación.
A medida que la tendencia minimalista cobraba impulso, las
excepciones más notables se manifestaron en las organizaciones de
banca comunal, que veían la capacitación como parte integral de su
metodología de préstamos a microempresas. Algunas con base en Es-
tados Unidos, tales como Freedom from Hunger, se han hallado entre
los propulsores más enérgicos del modelo integrado asegurando que la
banca comunal es una forma eficaz de llegar a los prestatarios más pobres
y que el servicio integrado logra los máximos efectos en el plano social
(Dunford, 2001). El modelo de Freedom from Hunger se denomina,
apropiadamente, “crédito con educación” e incluye otros servicios, tales
como alfabetización y capacitación en salud, que trascienden la esfera
del desarrollo empresarial.
En los años noventa, una nueva generación de estudios (esta vez,
evaluaciones rigurosas de los efectos de los programas de microfinanzas)
tampoco encontró pruebas de que el crédito vinculado a servicios de
desarrollo empresarial mejorara el crecimiento de las empresas. Para
desazón de algunos actores de los sistemas de banca comunal, los estu-
dios de efectos respaldaron la teoría de que las microfinanzas ayudan
a los clientes a mejorar su ingreso, pero no hallaron pruebas claras de
una metodología de préstamos que produjera resultados superiores. El
dato más sorprendente, y el más importante de señalar (por lo menos
para quienes ven a las microfinanzas como vinculadas integralmente al
desarrollo empresarial), es el hecho de que, con mayor frecuencia, los
efectos sobre los prestatarios se tradujeron en una menor vulnerabilidad
del ingreso del hogar del prestatario y en la capacidad de resistencia a
los shocks, pero no en un mejor rendimiento o crecimiento empresarial
(Snodgrass y Sebstad, 2002).
A medida que América Latina se acercaba al nuevo milenio, se vio
con mayor claridad que las microfinanzas podían ser sostenibles, lo cual
era un logro importante para el campo del desarrollo. Además, contaban
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 241

con metodologías de préstamo comprobadas y con formas claras de medir

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el éxito: indicadores cuantitativos sobre la base del rendimiento financiero

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y el alcance de los servicios. En efecto, un logro significativo del campo de
las microfinanzas, durante los años noventa, fue la definición de indica-
dores clave de rendimiento, de modo tal que ahora se pueden aplicar con
uniformidad (y comprenderse ampliamente) en los diversos programas,
instituciones y países. En retrospectiva, numerosos participantes aseveran
que la capacitación y otros servicios de desarrollo empresarial menos-
cabaron el rendimiento financiero de las instituciones de microfinanzas.
En algunos casos, la tendencia hacia la transformación y la comerciali-
zación dictaminó, literalmente, la vía minimalista: la Superintendencia
de Bancos y Entidades Financieras de Bolivia prohíbe expresamente que
los intermediarios regulados ofrezcan servicios no financieros.
Si bien las razones del cambio pueden parecer sencillas desde la
perspectiva de la prestación de servicios financieros, el debate en el
ámbito de quienes se ocupan del desarrollo empresarial es mucho más
complejo (véase el recuadro 7.4). Continúa siendo válida la esencia de
la afirmación de Boomgard en su profundo análisis de la microempresa
(Microenterprise Stocktaking Report, 1989): en el campo del desarrollo
de estas entidades, poco se comprende y menos puede probarse acerca
de qué hace crecer a las empresas más pequeñas. En efecto, el prolon-
gado período durante el cual los servicios de desarrollo empresarial
se vincularon automáticamente a la provisión de fondos puede haber
empañado un aprendizaje importante. Ciertamente, con el agrupamiento
de servicios, los administradores de programas tuvieron dificultad para
interpretar lo que deseaban los empresarios. Hasta fines de los años
noventa, la demanda de servicios de desarrollo empresarial era un tema
relativamente inexplorado.

La importancia de comprender la demanda de servicios


específicos de desarrollo empresarial

Cuando se agrupa el crédito junto a la capacitación o la asistencia téc-


nica, resulta difícil saber si los empresarios verdaderamente demandan
servicios empresariales, así como comprender cómo efectúan un juicio
242 LARA GOLDMARK

Recuadro 7.4

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La tendencia hacia el minimalismo en la región

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Ciertos estudios recientes indican que, si bien ha habido un alejamiento del modelo
que propone ofrecer servicios no financieros, el cambio no ha sido tan radical como
insinúa la retórica. Si bien la mayor parte de las instituciones líderes de la región han
adoptado un enfoque minimalista, Lynne Patterson, quien participa en la banca comu-
nal de Promujer, manifestó lo siguiente: “Simplemente hemos dejado de hablar acerca
de los servicios adicionales que ofrecemos”.
Según un estudio de 145 programas de desarrollo microempresario de América
Latina, que se llevó a cabo en 1997, la institución tipo ofrecía capacitación crediticia y
gerencial en forma integrada (Goldmark, Berte y Campos, 1997). Muchas utilizaban los
ingresos provenientes de créditos para financiar estos servicios de desarrollo empresa-
rial, recursos que complementaron con donaciones.
Según un estudio realizado por Development Alternatives, Inc. en 2002 aproximada-
mente el 20% de las 39 instituciones microfinancieras líderes de América Latina integra
servicios financieros y no financieros, mientras que en el pasado dicho porcentaje era
del 45%.
Otro estudio de pequeñas empresas y microempresas de Bolivia que se llevó a cabo en
2002 (Nisttahusz et al., 2002) indica que aproximadamente una quinta parte (21%) de
los clientes de servicios de desarrollo empresarial recibieron estos servicios mediante
algún tipo de mecanismo vinculado con el otorgamiento de crédito, ya sea como pre-
rrequisito para obtener un préstamo, como reconocimiento por ser un “buen cliente”, o
bien mediante alguna otra forma de incentivo.
Veinticinco de las 35 organizaciones sin fines de lucro que forman parte de SEEP
Network (SEEP es una organización con sede en Estados Unidos formada por 51
organizaciones sin fines de lucro internacionales, que trabajan en el área de desarrollo
de pequeñas empresas) y que llevan a cabo actividades en América Latina y el Caribe
(71%) ofrecen actualmente servicios de desarrollo empresarial y financiero, según
reveló una encuesta de 2003 (SEEP Network, 2003; las respuestas a la encuesta no se
clasificaron por región donde funcionan los programas, y algunas instituciones tienen
políticas distintas según la región). La mayor parte son programas de banca comunal,
en los que los servicios de desarrollo empresarial y crediticio se integran como parte de
las reuniones mensuales o semanales de los miembros. Los programas de agricultura
ocupan el segundo lugar e incluyen asistencia técnica a agricultores, relaciones con el
mercado y finanzas, como parte de una intervención multifacética. Existen unos pocos
programas, tales como Trickle Up, que se ocupan de empresas incipientes y ofrecen
capacitación y donaciones de capital inicial.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 243

de calidad. Muchas instituciones de microfinanzas que ofrecieron ca-

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pacitación empresarial a sus clientes lo hicieron basándose en lo que la

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ciencia de la administración sostenía que los empresarios necesitaban,
en lugar de hacerlo conforme a las demandas de los clientes o a partir
de un conocimiento cabal de los mercados en que estos operaban. En
tales circunstancias, no sorprende hallar, como lo hizo ACCIÓN en
los años ochenta, que los prestatarios sencillamente ven un curso de
capacitación como un costo de la oportunidad de obtener el crédito.
Lamentablemente, América Latina ha seguido, en ocasiones, una diná-
mica en que las instituciones de microfinanzas imponen la capacitación
(de dudosa calidad) a clientes que sencillamente no la desean. Resulta
interesante observar que, en los países desarrollados, suele presentarse
la tendencia inversa: los programas de microfinanzas y los prestamistas
comerciales han utilizado por igual la capacitación como zanahoria para
atraer clientes a sus puertas.
Existen algunos datos que indican que el grupo heterogéneo de
empresas de países en desarrollo que se denominan colectivamente
microempresas, destinatarias de micropréstamos, es a menudo el grupo
con menor probabilidad de necesitar capacitación empresarial o de de-
mandar otros servicios. Las carteras de préstamos de la mayor parte de
las instituciones de microfinanzas de América Latina están conformadas
principalmente por prestatarios dedicados a actividades comerciales de
pequeña envergadura: la compra y reventa de productos para el mercado
local. Esto es esperable, dado que el crédito tiende a ser relativamente más
importante en las actividades con uso intensivo de capital, que no requie-
ren habilidades exigentes, y en las que los vínculos entre compradores o
clientes no son problemáticos (Asian Development Bank, 1997).
En los últimos años diversos experimentos autónomos con ser-
vicios de desarrollo empresarial han arrojado resultados promisorios
al estimular la demanda de este tipo de servicios. El común denomina-
dor entre estos experimentos es el uso de las fuerzas de mercado para
promover la competencia entre prestadores de servicios, así como para
presionar a las pequeñas empresas con el fin de que mejoren sus pro-
ductos: ambos factores dan como resultado una dinámica más positiva
que el viejo modelo integrado.
244 LARA GOLDMARK

En 1995 se lanzó en Paraguay un programa innovador en el marco

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de un proyecto del BID de préstamos globales para microempresas,

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que fue desarrollado como alternativa a la fórmula clásica de crédito
más servicios de capacitación en aulas. El proyecto ofrecía fondos para
préstamos y asistencia técnica a instituciones financieras reguladas,
interesadas en crear sus propios programas de micropréstamos. Se
gestionaba un componente de capacitación desde el centro local, en
apoyo a pequeñas empresas. Allí cualquier empresario que operara una
empresa con menos de diez empleados podía obtener hasta seis vales,
por un valor de 40.000 guaraníes (unos US$20). El valor podía aplicarse
a un curso de capacitación en una de las aproximadamente cuarenta
instituciones participantes. Las instituciones financieras que participaban
en el programa de préstamos global distribuían información acerca de
la capacitación, pero los prestatarios no tenían obligación alguna de
asistir a los cursos. Además, también personas no prestatarias tenían la
opción de adquirir los vales, siempre que fueran propietarios de una
pequeña empresa y la operaran.
Una encuesta a los participantes en el programa de capacitación
con vales reveló que menos de un tercio había obtenido crédito de las
instituciones financieras participantes en el programa global (Goldmark,
Berte y Campos, 1997). Si bien algunos utilizaban otras fuentes de fi-
nanciamiento, por ejemplo, una cooperativa local, o bien familiares o
amigos, la encuesta manifestó que casi la mitad de ellos se encontraba
en las primeras etapas de operación de su empresa y aún no se habían
siquiera acercado a una entidad en busca de financiación. Este resulta-
do, en cierta medida sorprendente, continuó manifestándose en otros
programas y se ha registrado con frecuencia desde entonces: cuando
la capacitación es voluntaria, una proporción relativamente pequeña
de clientes de crédito opta por participar. No obstante, otros tipos de
microempresas muestran interés en la capacitación y otros servicios
empresariales. Esta observación plantea la interesante posibilidad de
que los perfiles de demanda de los servicios de crédito y empresariales
puedan ser bastante distintos.
Los programas de capacitación con vales atraían a un subconjunto
específico de pequeñas empresas. Con la evolución de este modelo, se
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 245

reconoció que era útil para ofrecer capacitación a microempresarios,

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siguiendo una orientación determinada por la demanda. El BID finan-

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ció diversos proyectos similares en todo el territorio de América Latina
y también otros donantes adoptaron este tipo de intervención. Tanto
Swisscontact11 como el BID intentaron utilizar un sistema de vales para
ofrecer capacitación a pequeñas y medianas empresas con el fin de mejorar
su competitividad. Estas empresas, sencillamente, no se mostraron inte-
resadas. Por el contrario, fueron las microempresas, así como los empre-
sarios de ingreso bajo que acababan de lanzar nuevos emprendimientos,
quienes recurrieron en multitudes a solicitar los vales y tomar los cursos
de capacitación, que eran de tipo práctico, por ejemplo, de pastelería, de
reparación de artículos electrónicos, de peluquería o de costura.
Los programas con vales permitieron a los observadores detec-
tar y efectuar un seguimiento de patrones claros en la demanda de
capacitación para microempresas. Los más aceptados eran los cursos
breves, prácticos y modulares, que se ofrecían por la noche o los fines
de semana y que, por lo general, se centraban más en las habilidades
técnicas que en las de gestión. Los programas con vales requerían un
copago y resulta interesante observar que los precios de los cursos no
parecían ser la variable más importante que determinaba su éxito. Para
tomar los cursos más pertinentes, aun los empresarios de ingreso bajo
estaban dispuestos a pagar más. Los atributos más valorados por la de-
manda eran la reputación del instituto de capacitación y la posibilidad
de aplicación directa del material del curso a las operaciones cotidianas
de la empresa del destinatario de la capacitación.
Otro modelo de intervención promisorio utiliza una estrategia
determinada por la demanda, cuyo objetivo es mostrar a los empresarios
qué requiere de ellos el mercado. En este tipo de iniciativa los empresarios
perciben los servicios empresariales como soluciones que llegan justo a
tiempo para sus problemas, sin las cuales el futuro de sus empresas podría
peligrar. Un programa bien documentado, del noreste de Brasil, se centra

11
Swisscontact implementa diversos programas de desarrollo de empresas en toda América
Latina y el resto del mundo. Se trata de una organización no gubernamental con apoyo
de Swiss Development Corporation.
246 LARA GOLDMARK

en una comunidad de pequeños talleres de carpintería que participan en

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un programa de adquisiciones del gobierno (Tendler y Amorim, 1996).

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Judith Tendler narra cómo las empresas se esfuerzan por mejorar su
propia capacidad cuando se sienten obligadas a producir sus artículos
puntualmente, a adherir a normas de calidad estricta y a cooperar para
completar pedidos en forma coordinada. Sebrae (Serviço Brasileiro
de Apoio às Micro e Pequenas Empresas), el organismo brasileño de
promoción de pequeñas empresas, ofrece asistencia técnica y cumple
el papel de intermediario, pues obtiene una pequeña comisión en los
pedidos que se completan correctamente. Basta que un único productor
se atrase en la entrega de su producto, para que todos los carpinteros
reciban un precio más bajo por sus artículos. De este modo, la presión
de los pares ayuda a producir la calidad adecuada y a tiempo.
De esta historia se extraen dos lecciones clave. En primer lugar, la
calidad y otros parámetros aplicados por un cliente exigente que adquiere
grandes volúmenes constituyen el estímulo más eficaz para las pequeñas
empresas, al presionarlas para mejorar su capacidad de producción en tér-
minos tanto cualitativos como cuantitativos. El resultado es, naturalmente,
una mayor demanda de servicios empresariales que puedan ayudarlas a
alcanzar estas metas. En segundo lugar, los incentivos coordinados co-
rrectamente, tales como la comisión por intermediación que percibe el
prestador del servicio (en este caso, Sebrae), y la presión de pares ejercida
entre las empresas son ingredientes adicionales importantes para mejorar las
empresas, así como su rendimiento y su crecimiento. En una intervención
correctamente concebida, que responde a la demanda (entendida como la
demanda de los productos de pequeñas empresas), la necesidad urgente de
completar pedidos cataliza un proceso dinámico en el que los cuellos de
botella se identifican y se resuelven con rapidez. Esto genera una demanda
saludable de servicios empresariales pertinentes. Este modelo se ha utilizado
también con éxito en numerosos proyectos de artesanías y agricultura.

La historia del desarrollo empresarial

La historia de los programas de crédito más servicios adicionales y


los inicios tentativos de las intervenciones de servicios de desarrollo
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 247

empresarial para microempresas representan únicamente una pequeña

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ventana que permite ver el campo más antiguo y mucho más amplio

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del desarrollo de las pequeñas empresas. La tendencia a “desagrupar”
el crédito de los servicios no financieros aparece en paralelo a un gran
cambio en el pensamiento que recientemente ha dominado el campo
de los servicios de desarrollo empresarial.

El modelo indio

Los orígenes de la promoción de las pequeñas empresas como meta


del desarrollo pueden encontrarse a mediados del siglo XX, cuando
el gobierno de la India respondió a la llamada de Mahatma Ghandi a
reconstruir la “industria aldeana” del país, dañada por la política eco-
nómica colonial. En los años cincuenta, diversos donantes (incluidos la
Fundación Ford, la Organización de las Naciones Unidas para el Desa-
rrollo Industrial, ONUDI, y el Banco Mundial) comenzaron a replicar
el modelo indio, con miras a promover la pequeña industria en diversos
países en desarrollo. Este enfoque dependía de la implementación del
gobierno y tendía a orientarse a inversiones en instalaciones grandes
y costosas, que sirvieran como base para proveer servicios sin cargo a
pequeñas empresas (por ejemplo, instalaciones de producción comu-
nes, programas de compra colectiva de insumos, vinculaciones con el
mercado y asistencia técnica).
Eugene Staley y Richard Morse (1965), investigadores de la Universi-
dad de Stanford, propiciaban este modelo, al que algunos denominan “de
la cuna a la tumba”. En su trascendental trabajo, Modern Small Industry
for Developing Countries, presentaron el principio de “combinación e
interacción” que se aplica a la productividad de las empresas. Según la
visión de estos autores, todo abordaje de las mejoras a la productivi-
dad que pusiera énfasis sobre un único factor resulta, necesariamente,
ineficaz. Por el contrario, para mejorar el rendimiento, se necesita una
combinación de factores en interacción, por ejemplo, capital, crédito,
calidad de gestión, capacitación, asesoramiento técnico, información de
mercado, diseño de productos, suministro de materias primas, espíritu
empresarial, y un clima social y político que posibilite el crecimiento
248 LARA GOLDMARK

de las empresas, entre otros factores (Staley y Morse, 1965). Asimismo,

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advirtieron que las protecciones especiales para pequeñas empresas

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podrían desalentar su crecimiento y restringir su competitividad. En la
India, por ejemplo, el gobierno protegía a una clase de empresas menos
competitivas que tenían escasos incentivos para crecer más allá de los
umbrales de tamaño definidos por el gobierno. Resulta revelador el hecho
de que, hasta hace poco, la India tuviera la mayor población mundial
de empresas de 49 personas.12
A la larga, el enfoque de la India con respecto al desarrollo de la
pequeña industria resultó ser una limitación, en el mejor de los casos,
y un gran desperdicio de recursos, en el peor. Por una parte, el sector
de pequeñas empresas se desarrolló en ese país, si bien para ello se
sacrificó la productividad durante varios decenios (véase el análisis
“Small Is Not Beautiful”, en Lewis, 2004). Por otra parte, este modelo se
replicó en varios otros países, en los que demostró ser no sólo ineficaz
sino, además, completamente insostenible en términos de los recursos
requeridos para mantener semejante sistema.

La tecnología apropiada y el “descubrimiento”


del sector informal

Con los años setenta llegó una nueva ola de pensamiento acerca del
desarrollo económico, en particular, con respecto a la función de las
empresas del sector informal. A mediados del siglo XX, los debates entre
economistas y académicos giraban en torno a una caracterización de
la economía como “tradicional” o “moderna”. Staley y Morse (1965)
argumentaban que las empresas tradicionales en sectores que parecían
no tener futuro desaparecerían gradualmente (o, como mínimo, serían
relegadas), en tanto otras podrían transformarse en unidades productivas
de la economía moderna.

12
Aunque se ha eliminado el límite de 50 empleados, en ciertos sectores continúan
existiendo algunas restricciones en cuanto al tamaño. Por ejemplo, en la actualidad, una
restricción vigente en la industria de la indumentaria limita las inversiones en activos fijos
de las fábricas a US$200.000.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 249

El influyente libro publicado por E. F. Schumacher en 1973, Small is

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Beautiful, contrarió la difundida creencia de que la “industrialización” por

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parte de las grandes empresas era inherentemente más productiva y mejor
para la sociedad, e introdujo el concepto de tecnologías apropiadas que
podían desarrollarse a fin de adaptarse a las necesidades de las empresas
más pequeñas de los países en desarrollo. Schumacher, quien había pasado
tiempo en Burma y la India, concluyó que la causa del empobrecimiento
moral y físico tenía su raíz en el efecto desmoralizador del occidente
industrializado sobre las culturas tradicionales, antes autónomas. Estaba
convencido de que el empleo útil podía cumplir una función en las áreas
rurales, aun cuando estas empresas no buscaran alcanzar parámetros de
“productividad óptima”, según la definen los economistas. Schumacher
ayudó a fundar una organización británica sin fines de lucro, Interme-
diate Technology Development Group, que desarrolló variaciones de
productos sencillos (tales como hornos y bombas de agua) adaptadas a la
vida tradicional de la aldea, nutriéndose de conocimientos tecnológicos
de avanzada. Los proyectos de tecnología apropiada que se desarrollaron
como parte del legado de Schumacher tendieron a centrarse en empresas
rurales, no pertenecientes al sector agrícola.
En tanto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) investi-
gaba los importantes matices del desempleo y el subempleo en los países
en desarrollo. El término “sector informal”, acuñado a principios de los
años setenta por el investigador Keith Hart, abarca la amplia gama de
actividades de tipo empresarial en que habitualmente se involucran las
personas pobres. Un informe muy conocido, de 1972, acerca de una
misión de la OIT a Kenia, destacó la importancia del papel que cumplían
las empresas informales al proporcionar empleo productivo e ingresos,
así como los vínculos significativos que existían entre los sectores for-
mal e informal. Este trabajo llegó a la conclusión de que los gobiernos
debían mejorar los incentivos para empresas informales, optimizando el
comercio y los procedimientos de obtención de licencias para ejercerlo,
poniendo freno a la destrucción del sector de viviendas informales, in-
crementando la investigación aplicada en el área y brindando asistencia
a las empresas informales con miras a la creación de productos aptos
para su uso en el sector informal (Moser, 1979).
250 LARA GOLDMARK

Fue así que la década de 1970 aportó un nuevo punto de vista al

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desarrollo: en lugar de ver a las empresas informales como un “residuo”

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indeseable de la economía formal, se produjo un reconocimiento gradual
de la contribución positiva y dinámica del sector informal al empleo y
al crecimiento equitativo. Investigaciones financiadas por el proyecto
PISCES, de USAID, revelaron que, pese a utilizar tecnologías sencillas,
las microempresas hacen un uso productivo de los recursos, ocupan un
nicho importante en mercados de bajo ingreso y pueden servir como
un semillero de talento empresarial. Investigaciones tempranas identi-
ficaron también las principales restricciones que enfrentan las pequeñas
empresas: acceso limitado al crédito, capacitación y asistencia técnica, y
entornos regulatorios difíciles. Los donantes alentaron a los gobiernos
de los países en desarrollo a ver a las empresas más pequeñas como
contribuyentes a un crecimiento equitativo.
Los años ochenta fueron la era del modelo de crédito más servi-
cios adicionales, como ya se ha analizado en este capítulo. En los años
noventa, numerosos donantes se centraron en el modelo minimalista
de las microfinanzas. A principios del decenio, el campo emergente
de las instituciones y los programas de servicios de desarrollo empre-
sarial autónomos se vio opacado por los logros sobresalientes en las
microfinanzas. No obstante, durante la segunda mitad de la década
de 1990 y con los inicios del nuevo milenio, se ha mostrado un reno-
vado interés en las intervenciones destinadas a apoyar el desarrollo
empresarial.

El paradigma del desarrollo de mercado

El “renacer” del desarrollo empresarial se inició a mediados de los años


noventa y surgió de una interesante coincidencia entre las visiones de
dos grupos. Los líderes de las microfinanzas comenzaron a hablar acerca
de servicios de desarrollo empresarial a un grupo de donantes europeos
y multilaterales que, tradicionalmente, habían centrado sus esfuerzos
en pequeñas y medianas empresas (PyMe), y que hasta entonces ha-
bían definido estos servicios en términos excesivamente limitados (de
capacitación y asistencia técnica). Por otra parte, como resultado de
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 251

su compromiso de aliviar la pobreza, el personal de desarrollo de mi-

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croempresas de USAID se vio tentado de volver sobre la pregunta sin

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respuesta de Boomgard: cómo llegar a las empresas cuyas necesidades
no se satisfacían con el crédito minimalista como único medio. Las
investigaciones basadas en datos empíricos mostraron reiteradamente
que tanto las microempresas como las PyMe (un grupo que, combinado,
se denomina Mipyme), en la mayor parte de las regiones con países en
desarrollo, identificaron sus dos limitaciones principales (con distinto
orden de prioridad) como falta de capital y falta de acceso a los merca-
dos (Webster, 1997). Durante este período de renovado interés en los
servicios de desarrollo empresarial, surgió una definición más amplia y
flexible, que incluye los servicios “operativos” (como fotocopiado, fax,
teléfono, Internet, publicidad y tercerización), junto con los servicios
“estratégicos”, destinados a mejorar el rendimiento y la productividad
(por ejemplo, capacitación, consultoría, acceso a la tecnología, acceso
al mercado y suministro de información).
Hacia mediados de los años noventa las lecciones aprendidas a
partir del desempeño de los programas en instituciones tales como el
Banco Mundial ya habían contribuido a una tendencia a apartarse del
apoyo directo a las empresas. Además cada vez era mayor la convicción
de que los servicios de desarrollo empresarial debían mantenerse pro-
gramáticamente independientes del financiamiento. Una generación de
proyectos para PyMe, que vinculaba el crédito con asistencia técnica en
las décadas de 1970 y 1980, había dado lugar a proyectos de mayor enver-
gadura, con componentes destinados a brindar apoyo a estas empresas.
Los mecanismos de apoyo eran indirectos e incluían proyectos de obras
públicas destinados a estimular la demanda de servicios y productos de
PyMe, fortalecimiento de la capacidad de instituciones que, a su vez,
trabajaban con estas empresas, una reforma general de políticas, que
presumiblemente tendría efectos positivos para este sector. Esta era
también aportó un nuevo enfoque centrado en la competitividad de
las PyMe, y no en los aspectos financieros.
La coincidencia entre la visión de los profesionales de las áreas
de PyMe y microempresas se formalizó cuando el Comité de Donan-
tes para el Desarrollo de la Pequeña Empresa decidió elaborar un
252 LARA GOLDMARK

conjunto de pautas para prácticas óptimas en servicios de desarrollo

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empresarial, tal como ya se había hecho para microfinanzas con exce-

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lentes resultados. Entre los desafíos se contaban las definiciones, aún
divergentes, de servicios de desarrollo empresarial, un gran número
de tipos y herramientas de intervención y un conjunto limitado de
modelos exitosos. Estos retos forzaron a los investigadores a cuestionar
principios previamente aceptados, lo que los llevó a preguntarse por qué
el rendimiento de los programas de servicios de desarrollo empresarial
había sido tan decepcionante hasta la fecha y qué lecciones podrían
extraerse de algunas de las innovaciones más recientes y promisorias.
A lo largo de tres años, entre 1997 y 2000, el Comité de Donantes dio
apoyo a una gran iniciativa de investigación, que encomendó una serie
de estudios de casos categorizados por área de servicio y un grupo de
temas que debían ser abordados, así como documentos de trabajo sobre
temas interrelacionados, tales como la medición del rendimiento y la
sostenibilidad.
El BID ha auspiciado diversos debates entre donantes y consul-
tores, de distinta procedencia, quienes anteriormente sostenían que
estaban ocupados en poblaciones muy diferentes: las microempresas,
por una parte, y las pequeñas y medianas empresas, por otra. El grupo
alcanzó un amplio consenso en cuanto a diversos principios clave para
el éxito de los proyectos de desarrollo empresarial: la importancia de
identificar claramente el fracaso (o los fracasos) de mercado que una
intervención procura abordar; un perfil más bajo de los gobiernos, do-
nantes y responsables de la ejecución de proyectos, que deberían actuar
como “facilitadores” de mercado más que como actores, junto con un
mayor papel de las empresas privadas; la eliminación de los servicios con
importantes subsidios o completamente sin cargo; y la sostenibilidad,
a través de la combinación de una mayor capacidad local y una estra-
tegia de salida cuidadosamente planificada por parte de los donantes y
responsables de la ejecución.
De la conferencia de Rio surgió un grupo motivado, decidido
a que los donantes adoptaran un enfoque más distante, en el que
los proyectos deberían apuntar a desarrollar mercados para un gran
conjunto de servicios de desarrollo empresarial. Entre los servicios se
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 253

podrían incluir los de capacitación y asistencia técnica, información

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y acceso a mercados, contabilidad, servicios legales, y tecnología de

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la información y la comunicación. Las intervenciones, no obstante,
debían limitarse a respaldar el desarrollo de productos y actividades
afines, en lugar de subsidiar la prestación directa de servicios a em-
presas pequeñas.
El cambio en la línea de pensamiento que tuvo lugar en el campo
de servicios de desarrollo empresarial entre 1997 y 2000 no se limitó
a los donantes, sino que reflejó los resultados de experimentos que
se habían estado produciendo en América Latina13, y nació de una
combinación de realismo y optimismo. En primer lugar, se reconoció
ampliamente que ni las instituciones públicas ni las ONG habían te-
nido éxito en prestar servicios de desarrollo empresarial pertinentes
o sostenibles a un número significativo de empresas, fuera o no en
forma conjunta con un crédito. En segundo lugar, existía optimismo
acerca del potencial de los proveedores privados con fines de lucro
para cumplir esta función. En tercer lugar, las definiciones flexibles y
en expansión de los servicios de desarrollo empresarial en sí exigían
un paradigma más amplio.

Ahora, ¿qué?

Desde la publicación en el año 2000 de las pautas para donantes (véase


la edición de 2001 en español en http://www.ilo.org/images/empent/
static/seed/donor/bds-donCom-gui-esp.pdf), se ha cuestionado en
cierta medida el paradigma de desarrollo de mercado. A diferencia de la
comercialización de microfinanzas, un concepto relativamente sencillo
respaldado por numerosos ejemplos, el enfoque de los servicios de de-
sarrollo empresarial que apunta a la expansión de mercados carece de
un grupo claro de “proyectos de demostración”. Los resultados positivos,
por su misma naturaleza, se encuentran más vinculados al desarrollo

13
Cabe destacar que diversos organismos gubernamentales de Chile habían comenzado
a utilizar mecanismos centrados en la demanda para financiar los programas de apoyo a
empresas a principios de los años noventa.
254 LARA GOLDMARK

y al fortalecimiento de sistemas y mercados, y por lo tanto, pueden

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parecer menos evidentes en términos de transacciones tangibles y de

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corto plazo. Las que siguen son algunas de las preguntas o críticas más
comunes y pertinentes:

• ¿Qué tipo de institución debería actuar como facilitadora? ¿Se


trata de una actividad sostenible? ¿Es posible que una misma
institución sea facilitadora y proveedora directa de servicios
de desarrollo empresarial?
• ¿Tiene sentido desarrollar el mercado de servicios de desarrollo
empresarial por sí mismo? ¿Existe una relación directa entre
el crecimiento o la competitividad de las pequeñas empresas
y el uso o la adquisición de servicios de este tipo?
• ¿Por qué, con frecuencia, es tan escasa la demanda de servicios
empresariales? ¿Son realmente el ingrediente que falta?
• Decir que los proveedores deberían ser privados y con fines de
lucro contribuye poco a hacer viable un modelo de negocios
inviable. ¿Qué debería hacerse cuando el sector privado no
responde a incentivos?

Mientras los profesionales del desarrollo se esforzaban por res-


ponder a estas preguntas, ha seguido su curso el proceso de fertiliza-
ción mutua entre profesionales de microempresas, expertos en el área
de desarrollo de PyMe y académicos. En respuesta a algunas de las
falencias aparentes del paradigma de desarrollo de mercado mediante
los servicios de desarrollo empresarial, y siguiendo el ejemplo de unas
pocas instituciones que han reorientado sus iniciativas de desarrollo
de PyMe hacia la “competitividad”, recientemente se ha ampliado el
concepto de desarrollo de mercado, que actualmente incluye la totalidad
de la cadena de valor o del subsector en el que operan las pequeñas
empresas, en lugar de incluir únicamente los mercados de servicios
empresariales.
El contexto de la globalización, así como las tendencias recientes
en la economía mundial, también han influido sobre el pensamiento
acerca de la mejor forma de catalizar el crecimiento de las pequeñas
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 255

empresas. La globalización del comercio ha traído aparejados nuevos

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desafíos y oportunidades para las empresas pequeñas. A medida que las

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multinacionales e incluso las empresas medianas en países desarrollados
globalizan su función de compras y se dedican a la tarea de coordinar,
más que producir, aumenta la adquisición de productos y componentes
fabricados en países en desarrollo. Si bien la mayor parte de los provee-
dores de grandes compradores internacionales son pequeñas o medianas
empresas, las microempresas cumplen un papel en ciertos sectores o
porciones de la cadena de valor. En las áreas de textiles y manufactura,
pueden servir como un recurso flexible de producción o mano de obra,
para empresas de países en desarrollo, que no tienen interés o no están
en condiciones de invertir en plantas permanentes, equipamiento o
capacidad de personal. En diversos sectores agrícolas con procesos de
cosecha o poscosecha, con uso intensivo de mano de obra, los pequeños
productores pueden organizarse para proveer a los grandes compradores
productos tales como café, algodón, hierbas, especias, y ciertas frutas y
verduras. En vista del mercado creciente de artículos con aspecto casero
auténtico que existe en los países en desarrollo, los compradores inter-
nacionales procuran adquirir a artesanos capacitados.
Participar en las cadenas de valor globales puede ser difícil para
las pequeñas empresas, pues los productos deben cumplir con nor-
mas mundiales de seguridad y calidad. Por lo tanto es posible que los
mercados locales y regionales sean una mejor alternativa para algunos
pequeños productores. Las pequeñas empresas que establecen enlaces
exitosos con compradores internacionales, no obstante, pueden apro-
vechar importantes oportunidades de crecimiento. Debido a que sus
compradores las presionan para que mejoren sus productos y procesos,
estas empresas tienden también a volverse más competitivas en los
mercados locales.
Para organizar un proyecto de desarrollo empresarial en torno a
estas nuevas oportunidades, se requiere una combinación de herramientas
antiguas (tales como las utilizadas en los proyectos de los años ochenta,
que establecían vínculos en el mercado) y nuevas concepciones. Más
concretamente, se recomienda que los responsables de la ejecución de
proyectos se ajusten a los siguientes principios:
256 LARA GOLDMARK

• Comprender la cadena de valor. Un proyecto que procure

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proveer oportunidades de crecimiento para pequeñas empresas

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deberá conocer a fondo la totalidad de la cadena de valor. Los
responsables de la ejecución de los proyectos deberán identi-
ficar problemas o “eslabones débiles” y encontrar soluciones
comerciales; éstas, a su vez, deberán producir beneficios que
repercutan sobre toda la cadena y que ayuden a empresas
de todo tamaño. También podrán identificarse restricciones
específicas a la participación de las empresas pequeñas.
• Comenzar con la demanda de los consumidores y trabajar en
sentido inverso para desarrollar una estrategia comercial viable.
El análisis debe incluir información específica acerca de las
características de la demanda de los consumidores. A partir
de esa información, los responsables de la ejecución pueden
trabajar en sentido inverso, de modo de desarrollar estrategias
comerciales viables para grupos de empresas pertenecientes a
la cadena, en lugar de empresas individuales. A continuación,
se enumeran algunas estrategias que han tenido éxito tanto
en estimular el crecimiento sectorial, como en incrementar la
participación de las microempresas y las pequeñas empresas
en las cadenas de valor: iniciativas de marketing y creación
de marcas en el orden nacional o regional; penetración de
nichos de mercado; desarrollo de mecanismos de terceriza-
ción creativos, mediante la vinculación de microempresas y
pequeñas empresas como subcontratistas de empresas líderes;
y concentración en los mercados locales y regionales con
demanda.
• Trabajar en forma estrecha con asociados del sector privado.
Los asociados ideales son las empresas líderes: intermediarios
privados o compradores con acceso a mercados e interés en
abastecerse a partir de pequeños productores. Un proyecto
debe ser beneficioso tanto para unas como para otros. En
lugar de evitar al “malicioso intermediario”, como intentaron
hacer algunos proyectos anteriores, este enfoque se propone
elevar al máximo el valor agregado que proporcionan los
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 257

intermediarios: información sobre el mercado, orientación

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acerca de cómo cumplir con especificaciones en la producción

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y financiamiento. En otras palabras, los proyectos deberían
procurar mejorar este tipo de “ciclo virtuoso”, tal como se ha
hecho en el sector de artesanías (véase el gráfico 7.1). Si fuera
necesario, los proyectos pueden también ayudar a las empresas
líderes a establecer asociaciones con proveedores de servicios
empresariales privados.

Algunos de estos principios, si bien no son completamente nue-


vos, posiblemente se aparten de las prácticas clásicas de los donantes.
Al centrarse en la cadena de valor más que en las pequeñas empresas
en sí, los diseñadores de los programas deben eliminar la “lente de ta-
maño” que tan a menudo los ha limitado. Las intervenciones exitosas
beneficiarán también a las empresas líderes, así como a los pequeños
productores; este resultado puede traer aparejada cierta incomodidad
para los proveedores de fondos que operen con mandatos estrictos de
promoción de las pequeñas empresas o que no piensen que se deban
utilizar los subsidios para beneficiar a los intermediarios del sector
privado. No obstante, al hacer participar a los intermediarios en el
proceso de desarrollo, y al utilizar intervenciones para fortalecer los
vínculos verticales y horizontales entre las empresas, los donantes tienen
más posibilidades de generar oportunidades sostenibles para pequeñas
empresas y microempresas.
Diversos donantes han tenido muy buenos resultados en su apoyo
a los programas sectoriales de desarrollo empresarial, conforme a estos
lineamientos.14 Tal como se ha mencionado, los proyectos apoyados

14
A lo largo de las últimas décadas, USAID ha brindado apoyo a un gran número de
proyectos sectoriales que se proponen incrementar los ingresos y el empleo para pequeñas
empresas y microempresas, en algunos casos, como intervenciones autónomas para estas
últimas y, en otros, como parte de proyectos de desarrollo del sector privado de mayor
envergadura, en las áreas de agroindustria, comercio o competitividad. Asimismo, el BID
ha seguido adelante con sus programas iniciados en los años ochenta, conforme a estos
lineamientos. Una evaluación reciente de la cartera de desarrollo empresarial del Fondo
Multilateral de Inversiones concluyó que los programas sectoriales habían sido los más
exitosos (BID, 2002).
258 LARA GOLDMARK

por el BID en los sectores de artesanías y agricultura tienen una larga

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tradición de trabajo con los intermediarios del mercado y a través de

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ellos. En casos más recientes que han seguido este modelo para sus
proyectos, se están estableciendo asociaciones con empresas privadas y
se está comenzando un análisis de la demanda del mercado, para luego
trabajar en sentido inverso, con miras a evaluar qué intervenciones o
servicios empresariales podrían ser necesarios.
Recientemente, USAID ha dado apoyo a una ONG, Action for
Enterprise, con el fin de trabajar con exportadores de Ghana y Malí.
Ambos proyectos tienen por objetivo aumentar las oportunidades de
ventas para exportadores medianos y grandes, que a su vez brindan
servicios derivados para los pequeños productores que les proveen
mercancías. En Bangladesh, el proyecto JOBS, con apoyo de USAID,
realizó la experiencia de llevar a compradores y diseñadores extranjeros
a comprar zapatos hechos a mano a pequeños productores. El rápido
éxito de este proyecto piloto motivó al personal de JOBS a comenzar
a trabajar de modo parecido con diversos otros sectores. El enfoque
de JOBS frente a la intervención determinada por la demanda consta
de tres componentes esenciales: agrupar a pequeños productores (de
modo tal que sean atractivos para grandes compradores); crear enlaces
de demanda entre intermediarios y pequeños proveedores; y, por úl-
timo, estimular la prestación de servicios integrados, de modo tal que
los pequeños productores puedan mejorar sus procesos de producción,
desarrollar nuevos productos y seguir el ritmo de la demanda del
mercado. Si bien se trata de unos pocos componentes, en ningún caso
la implementación es sencilla. El hecho de generar confianza entre los
pequeños productores, para que puedan trabajar en forma conjunta
con eficacia, puede constituir un reto considerable, ya sea que existan
o no estructuras formales de asociación o trabajo en cooperativas.
Además, proveer aportes por única vez, por ejemplo, experiencia en
diseño o una ronda de financiación, puede ser fácil, pero asegurar que
exista la capacidad institucional y humana para desarrollar nuevas so-
luciones a nuevos problemas una vez finalizado el proyecto es mucho
más complejo.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 259

La conexión financiera

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¿Qué implican las nuevas perspectivas sobre desarrollo empresarial
y la nueva oleada de proyectos sectoriales integrados para el vínculo
con las microfinanzas o las finanzas? En muchos de estos proyectos,
las finanzas constituyen tan sólo uno entre varios componentes esen-
ciales. Formar asociaciones con instituciones financieras locales o
ayudarlas a desarrollar servicios apropiados para pequeñas empresas
y microempresas (mediante el downscaling), puede ser una estrategia
que permita incrementar la disponibilidad de crédito y otros servicios
necesarios para las pequeñas empresas. En los casos en que el sector
financiero y las instituciones de microfinanzas no estén en condiciones
de proporcionar acceso al crédito sobre una base comercial rentable,
por ejemplo, en el sector agrícola, una solución común de mercado es
que los compradores provean el financiamiento (crédito de la cadena
de suministros). Con una inversión mínima, las intervenciones de los
donantes pueden ayudar a estructurar e iniciar tales mecanismos, de
formas que permitan una fuente sostenible de financiamiento más allá
de la duración del proyecto.
El crédito de la cadena de suministros puede ayudar a superar
muchos de los obstáculos tradicionales que enfrentan los préstamos a las
pequeñas empresas y microempresas. Desde la perspectiva del prestamista,
estos tipos de transacciones tienen diversas ventajas. En primer lugar,
supervisar las actividades de la cadena de valor es más sencillo que super-
visar a agricultores o empresas aislados en lugares remotos. En segundo
lugar, el flujo de efectivo para el pago del préstamo está más asegurado,
pues el prestatario puede asignar en forma irrevocable el producto de la
venta, que se pagará en forma directa al prestamista. El comprador no
garantiza el préstamo, pero agrega valor a la transacción, como paga-
dor confiable. En tercer lugar, efectuar varios préstamos pequeños con
términos idénticos reduce los costos de transacción para el prestamista.
Por el contrario, cuando los prestatarios efectivamente solicitan crédito
como grupo, pueden negociar mejores términos y precios. En cuarto
lugar, puede existir la posibilidad de proveer financiamiento a través de
otro participante en la cadena de valor, en una versión expandida del
260 LARA GOLDMARK

crédito que los proveedores ofrecen a los agricultores: un comprador

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extranjero puede coordinar la emisión de una carta de crédito que pueda

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ofrecerse como garantía del exportador.
Además del crédito de la cadena de suministros, algunos programas
han estado experimentando con arrendamientos y financiamiento de
existencias (recibos de depósitos). En la práctica, cuando las empresas
líderes tienen acceso adecuado a préstamos, capital o financiamiento
comercial, ofrecen, a su vez, alguna forma de crédito a sus pequeños
proveedores.

Conclusión

Las historias paralelas del desarrollo de las microfinanzas y las empresas


de América Latina ofrecen algunas lecciones importantes para ambos
campos. Al parecer, después de casi cuatro decenios, el debate acerca
de si agrupar o no los servicios financieros y de desarrollo empresarial
parece plantear un dilema falso. La respuesta dependerá del contexto,
así como de las metas de la institución o la intervención de desarrollo
de que se trate.

• Las instituciones de microfinanzas que deseen alcanzar niveles


de rentabilidad comerciales deberán evaluar el fundamento
comercial para prestar servicios de desarrollo empresarial.¿Es
probable que estos servicios atraigan a nuevos clientes o que
incrementen la lealtad? ¿Pueden proveerse a un costo mínimo?
¿Se cuenta con experiencia interna que podría permitir a la
institución ofrecer servicios de gran calidad? ¿Existen meca-
nismos (por ejemplo, encuestas) que permitan a la institución
medir la demanda y la satisfacción de los clientes, de modo que
al agruparlos no se pierdan de vista señales importantes? Con
una motivación comercial, atención a los costos y un meca-
nismo que permita interpretar las señales de la demanda, el
hecho de prestar servicios limitados de desarrollo empresarial
no debería apartar a una institución de microfinanzas de sus
metas de crecimiento y rendimiento superiores.
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 261

• Las instituciones de microfinanzas que tienen motivos vin-

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culados con el desarrollo para ofrecer servicios de desarrollo

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empresarial deberán evaluar detenidamente qué servicios
tienen efectos reales: ¿la educación financiera como parte del
proceso de otorgamiento del préstamo, los servicios sociales
o los destinados a mejorar el rendimiento comercial de los
clientes? En el caso de los programas de banca comunal, que
ofrecen las tres posibilidades, las pruebas más convincentes se
relacionan con los programas sociales y las más endebles, con
los servicios de desarrollo empresarial.
• Los programas sectoriales de desarrollo empresarial que
identifiquen y resuelvan limitaciones a la participación de
las microempresas en las cadenas de valor deberán analizar
si la falta de acceso a servicios financieros representa una
restricción clave y para quién; luego, deberán identificar a los
proveedores de servicios financieros existentes y decidir qué
combinación de asociaciones, fortalecimiento institucional
y desarrollo de productos podría llegar a necesitarse. En este
punto, pueden aplicarse lecciones de ambos campos. Por
una parte, la experiencia ha demostrado que una institución
no necesita ser tradicional o regulada para prestar servicios
financieros a microempresas con éxito, de forma sostenible.
Por otra parte, las leyes y los principios del financiamiento
siguen vigentes y deberán respetarse aun en un contexto de
este tipo. Los prestamistas deberán desarrollar mecanismos
para evaluar y reducir el riesgo cuando otorguen préstamos
a los prestatarios no tradicionales, poner suma atención en la
calidad de la cartera y en los costos de transacción, y evitar el
subsidio de las tasas de interés.
• Los programas sectoriales que trabajen a través de empresas
líderes o intermediarios podrán ofrecer oportunidades para que
los productores obtengan acceso a un paquete de servicios, que
podrán incluir financiamiento, asistencia técnica, capacitación
o información de mercado. Por su naturaleza, se adaptarán a las
necesidades del consumidor final del producto en cuestión. Los
262 LARA GOLDMARK

desembolsos de efectivo no son necesarios para pagar servicios,

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aunque el costo debería reflejarse en el precio de venta de los

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insumos o los productos finales, y podrá ser compartido por
las empresas líderes y los pequeños productores. Este enfoque
propone una operatoria impulsada por el mercado, para proveer
un conjunto integrado de servicios adaptado a las necesidades
de los pequeños productores.

En última instancia, comparar las microfinanzas con los servicios


de desarrollo empresarial es como comparar manzanas con un conjunto
de frutas diversas. Regresando a la definición de microfinanzas propuesta
al principio de este capítulo, “servicios financieros de pequeña escala
para propietarios y trabajadores de microempresas”, y reconociendo
que el producto original que lanzó la revolución de las microfinanzas
fue el préstamo de capital de trabajo de corto plazo, el resultado es
un producto que, por su naturaleza misma, ha sido concebido para
una clientela específica. Los términos de los préstamos, los análisis de
crédito, los procedimientos de reembolso y todo lo relacionado con el
producto esencial de las microfinanzas, así como muchas otras carac-
terísticas de otros productos que ahora también se ofrecen, han sido
diseñados específicamente para adecuarse a un grupo destinatario con
algunas pocas características en común, relacionadas con el tamaño y la
naturaleza de su actividad primaria generadora de ingresos. A medida
que el campo se expanda e incluya todo tipo de servicios, por ejemplo,
ahorros, transferencias y seguros, y a medida que los productos de prés-
tamo se tornen más variados y sofisticados, es probable que los actores
en la industria de las microfinanzas descubran nuevas oportunidades
de integrar alguna forma de desarrollo empresarial a sus productos, en
los casos en que exista una justificación comercial. El ejemplo de los
proveedores de capital emprendedor en Estados Unidos, que vinculan la
asistencia en gestión con las inversiones de capital, por ejemplo, o el de
los prestamistas de créditos personales que ofrecen educación financiera,
demuestran que aun en mercados sofisticados puede haber incentivos
comerciales para ofrecer servicios empresariales con valor agregado más
allá de lo financiero. Resulta claro, sin embargo, que han quedado atrás
MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 263

los días de afirmar que el microcrédito vinculado con los servicios de

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desarrollo empresarial mejora el rendimiento de la cartera.

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Los servicios de desarrollo empresarial, por otra parte, están
conformados por diversos productos que deben ajustarse para adap-
tarse a las necesidades de empresas de diversos tamaños y sectores.
Muchas instituciones de microfinanzas intentaron aplicar un curso de
gestión de microempresas apto para todas las necesidades, pero no han
logrado un éxito amplio. En efecto, los programas de capacitación con
vales, determinados por la demanda, han demostrado claramente que
los propietarios de microempresas se interesan específicamente por
cursos de capacitación adecuados a cada sector, pues son los que muy
probablemente les enseñen las habilidades prácticas que los ayudarán
a ganar más dinero al día siguiente. En tanto, la experiencia de organi-
zaciones tales como Fundación Carvajal, en Colombia, demuestra que
numerosos grupos de destino, como los de jóvenes, desempleados y
empresarios potenciales, tienden a responder en forma más favorable
a las oportunidades de capacitación formal que los empresarios, que
tienen muchas ocupaciones.
Sobre la base de experiencias tempranas con organizaciones de
productores, y en respuesta al entorno de negocios global de hoy, una
nueva generación de programas sectoriales en el área de desarrollo
empresarial puede ofrecer un terreno fértil para aportar soluciones
integradas, entre ellas crédito a pequeños productores a través de inter-
mediarios de mercado. En los casos en los que pueda proveerse finan-
ciamiento en forma rentable, el campo de microfinanzas observará si
los productos pueden adaptarse, incrementando la variedad y el alcance
de los servicios ofrecidos a los clientes. En otros casos, los bancos o las
instituciones de microfinanzas pueden tener la posibilidad de proveer
servicios tecnológicos o de informática a intermediarios que no sean,
por su naturaleza, instituciones financieras y que no deseen invertir en
sistemas de seguimiento de préstamos. Así, en tanto la programación
de la cadena de suministros ofrece promesas para el desarrollo empre-
sarial, el financiamiento de la cadena de suministros representa una
nueva frontera promisoria que deberán explorar los participantes en
las microfinanzas.
264 LARA GOLDMARK

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CAPÍTULO 8

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Los retos futuros de las microfinanzas
en América Latina

Robert Peck Christen y Jared Miller

L
as microfinanzas en América Latina tienen una historia larga y llena
de pormenores. Desde que se acuñó el término “microempresa”,
en Recife, Brasil, en 1972, se ha desarrollado toda una industria
destinada a ofrecer crédito a millones de personas autónomas y a mi-
croempresarios, para que puedan ampliar sus empresas, enfrentar crisis
financieras inevitables, o proveer salud y educación a sus familias. El
microcrédito está en boca de la mayor parte de los políticos nacionales y
numerosas personas creen que es una herramienta poderosa en la lucha
contra la pobreza. Sin embargo, sin desmerecer sus evidentes logros,
todavía queda mucho por escribir en la historia de las microfinanzas. En
América Latina, el campo enfrenta numerosos retos que le imprimirán
forma y carácter en el futuro. En algunos aspectos básicos, todavía no han
cumplido las promesas hechas años atrás, cuando pasaron del ámbito
del trabajo social y de beneficencia para formar parte del mundo de la
banca, si bien se trata de un tipo especial de servicio bancario.
Después de reconocer los logros de la comunidad de microfi-
nanzas de América Latina, este análisis se centrará en las tareas que
quedan pendientes para alcanzar el desafío de ofrecer una amplia gama
de servicios financieros al sector informal. A lo largo del capítulo, se
destacarán cuatro retos: la ampliación de la cobertura en los mayores
mercados de la región; un mayor alcance del servicio que incluya a los
escalones inferiores de la pirámide socioeconómica; la ampliación de
la oferta de productos no crediticios; y, por último, la consecución de
estas tres tareas bajo una creciente presión competitiva. Estos desafíos se
270 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

resumen en un mayor acceso de muchas más familias de ingreso bajo a

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los servicios financieros, con una simultánea reducción de la dependencia

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de la industria con respecto a los subsidios de donantes.
Este capítulo hace referencia a datos de dos fuentes primarias: por
una parte, el conjunto de instituciones latinoamericanas que elevan
informes regularmente para su inclusión en el MicroBanking Bulletin,
de Microfinance Information eXchange (MIX) y, por otra, el grupo de
instituciones incluidas en la encuesta global de instituciones financieras
alternativas, llevada a cabo por el Consultative Group to Assist the Poor
(CGAP, el consorcio de donantes de microfinanciamiento auspiciado
por el Banco Mundial). Los datos del MicroBanking Bulletin contienen
información detallada sobre el rendimiento de un grupo selecto de
instituciones de microfinanzas; en tanto, los datos de la encuesta global
del CGAP, que se completó originalmente en 1999 y se actualizó en
el año 2003, incluyen datos menos detallados acerca de un grupo de
instituciones más amplio. Es importante que el lector tome nota de
qué conjunto de datos se utiliza para elaborar cada cuadro o gráfico.
Por lo general, los datos del MicroBanking Bulletin se utilizan para los
indicadores de rendimiento y los del CGAP, para cuadros y gráficos que
abordan el tema general de ampliar el alcance o cobertura.
A lo largo de los últimos 30 años, el microcrédito en América
Latina ha tenido un crecimiento considerable. Durante los primeros
15 años, las ONG experimentaron con diversas técnicas de préstamo y,
en última instancia, identificaron algunas que podían generar tasas de
repago extremadamente elevadas, en comparación con las iniciativas
tradicionales de financiamiento del desarrollo. Se descartaron la asis-
tencia técnica compleja y los paquetes de capacitación que inicialmente
acompañaban al crédito, los costos se redujeron en forma notable y los
primeros pioneros advirtieron que los programas podían llegar a ser
sostenibles con tasas de interés más altas que las halladas normalmen-
te en los programas de crédito destinados a un público específico. A
partir de estos dos datos relacionados (que los pobres tenían mejores
tasas de repago que los menos pobres y que pagaban tasas de interés
más elevadas, lo que, a su vez, podía proveer una base fi nanciera para
las operaciones de la institución de préstamo) nació la convicción de
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 271

que el microcrédito podría crecer en forma exponencial y apuntalar

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el desarrollo económico y la prosperidad en el sector informal de

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América Latina.
A mediados de los años ochenta se fundaron numerosas ONG que
incorporaron esta nueva idea y buscaron, a lo largo del tiempo, llegar
a un número de clientes cada vez mayor, crear instituciones financieras
sostenibles y rentables, generar enlaces con el sector bancario comercial
como fuente de fondos, e insertar definitivamente el microcrédito en los
sectores bancarios nacionales. Desde entonces, el crecimiento ha sido
extraordinario. El conjunto de estimaciones más amplio habla de más
de cuatro millones de prestatarios en la región.
A lo largo de los últimos 15 años cada vez más instituciones han
obtenido tasas de repago notables. Un número sustancial de líderes de
la industria han gestionado carteras con un 3% o menos de préstamos
en mora (de más de 30 días). Esta marca se ha alcanzado en presencia
de desafíos importantes que nacen de la contracción generalizada de la
economía, de disturbios localizados y de la fuerte competencia en algunos
mercados. Un porcentaje aún menor ha sido castigado a pérdidas. Las
organizaciones de microcrédito muestran un rendimiento fundamen-
talmente distinto del de los proyectos tradicionales de financiamiento
del desarrollo, los que habitualmente registran tasas de repago de entre
el 35% y el 85%; rango que no permite a los prestamistas poner fin a
los subsidios existentes.
En los últimos diez años un número creciente de instituciones de
microfinanzas de América Latina han alcanzado un nivel de sostenibi-
lidad absoluta. Entre ellas se cuentan ONG, instituciones financieras
no bancarias y bancos. En el cuadro 8.1 se ilustra esta evolución. En la
primera edición del MicroBanking Bulletin, en 1997, 12 instituciones
de microfinanzas de América Latina habían alcanzado autosuficiencia
operativa. Diez lograron cubrir el costo corrosivo de la inflación sobre
su patrimonio y habrían podido autofinanciarse comercialmente. Ha-
cia mediados del año 2003, 43 de las 50 instituciones de microfinanzas
incluidas en el MicroBanking Bulletin habían podido cubrir el costo
completo de sus operaciones con ingresos por intereses y comisiones,
en tanto 28 tenían sostenibilidad absoluta en términos financieros, en
272 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Cuadro 8.1 Instituciones de microfinanzas de América Latina y el

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Caribe que informan al MicroBanking Bulletin (MBB), 1997–2003

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Noviembre de 1997 Julio de 2003

Instituciones de microfinanzas de América 20 50


Latina y el Caribe que informan a MBB
Instituciones de microfinanzas 12 43
sostenibles en términos operativos
Instituciones de microfinanzas 10 28
sostenibles en términos financieros
Prestatarios de instituciones de microfinanzas 9.847 6.633
no sostenibles financieramente (promedio)
Prestatarios de instituciones de microfinanzas 17.944 31.010
sostenibles financieramente (promedio)
Fuente: Análisis de la base de datos del MicroBanking Bulletin, 1996–2003; MicroBanking Bulletin, Número 1, 1997
(noviembre); y MicroBanking Bulletin, Número 9, 2003 (julio).

un esquema completamente comercial. Estas instituciones también


atienden a la mayoría de los clientes de microfinanzas.
Inicialmente las instituciones de microfinanzas de América La-
tina llegaron a ser rentables aplicando tasas de interés relativamente
altas (entre las más elevadas del mundo). Percibieron, correctamente,
que los clientes eran flexibles con respecto al interés que pagaban por
los préstamos, pues las fuentes de crédito alternativas del mercado de
financiamiento informal eran mucho más costosas y tenían altos niveles
de rentabilidad sobre el mayor patrimonio que representaba el micro-
préstamo. En algunos casos, las instituciones de microfinanzas aplicaban
tasas de interés incluso del 100% anual. Aquellas que participaron en la
primera edición del MicroBanking Bulletin de América Latina obtuvieron
un rendimiento promedio de su cartera del 53%. Desde entonces, las
tasas han caído, debido al incremento de las presiones competitivas. En
la actualidad, las instituciones informan un rendimiento promedio del
43,6%, en términos nominales.
En gran medida esta disminución en los rendimientos promedio se
ha visto facilitada por una mayor eficiencia en las organizaciones presta-
mistas. A través de mejoras de escala y tecnológicas, las instituciones de
microfinanzas han logrado reducir sus costos operativos a niveles que las
tornan viables a tasas de interés comercialmente aceptables. Los costos
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 273

operativos de un grupo de líderes de la industria cayeron del 39% al 18,4%

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de la cartera de préstamos, entre noviembre de 1997 y julio de 2003.

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El microcrédito se ha trasladado al sector bancario regulado, en
una medida no vista en otras regiones. Mientras que sólo unas pocas
afiliadas de ACCIÓN (líder mundial en microcrédito) habían obtenido
acceso a préstamos bancarios para financiar alguna parte de su cartera
de préstamos en 1993, cinco años más tarde, las instituciones de mi-
crofinanzas se habían tornado decididamente comerciales. Conforme
a datos del CGAP, en 1998, las instituciones financieras reguladas de
América Latina canalizaron la mitad de todos los fondos de microfi-
nanzas a aproximadamente el mismo porcentaje del total de clientes.
Alrededor de un tercio de las instituciones reguladas eran financieras no
bancarias, en tanto un quinto (el 22%) eran bancos o financieras que
prestaban servicios a una amplia gama de clientes. Para el año 2003, los
bancos representaban una proporción mucho mayor del sector regulado.
Tomado en su conjunto, el número de clientes de ONG e instituciones
de microfinanzas reguladas creció en proporciones iguales.
Muchas ONG crecieron gracias a la capitalización de recursos de
capital de bancos y otros intermediarios financieros. En julio de 2003,
21 ONG de América Latina incluidas en el MicroBanking Bulletin tenían
una deuda promedio equivalente a 1,2 veces su patrimonio. Un porcen-
taje cada vez mayor de los pasivos se fija a tasas de mercado y tiene su
origen en instituciones comerciales, no en donantes.
Pese a estos logros significativos, la comunidad de microfinanzas
debe enfrentar una serie de desafíos adicionales para cumplir su promesa.
Ampliar los límites económicos y geográficos de las microfinanzas con
servicios financieros más adecuados, en un contexto de mercados cada
vez más competitivos, es la clave para generar el nivel de efectos sociales
y económicos deseados desde hace mucho tiempo.

¿Un problema de los países grandes?

Los primeros ejercicios de análisis identificaron un problema enorme


en el acceso al microfinanciamiento en los países más grandes de Amé-
rica Latina (Christen, 2001). La población de la región se concentra
274 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

fuertemente en cinco países: Argentina, Brasil, Colombia, México y

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Venezuela representan casi tres cuartos (73%) de la población total de

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la región, unos 382 millones de personas. La pobreza también se con-
centra en estos mismos países. Cuatro de los cinco ostentan la dudosa
distinción de caer en el grupo de los 25 países con la peor distribución
de ingresos del mundo. Según diversas estimaciones, en estos países
hay entre 30 y 65 millones de personas que trabajan por cuenta propia
y microempresarios.
Tres de los programas más notables de la región (CrediAmigo en
Brasil, Compartamos en México y Cooperativa Emprender en Colom-
bia, que abarca más de 40 ONG) concentran casi medio millón de los
4,4 millones de clientes de microfinanzas en América Latina detectados
por el CGAP en su encuesta global más reciente. Sin embargo, apenas
si han logrado algún efecto en la demanda latente de los millones de
prestatarios potencialmente calificados e interesados, pese a que tanto
Brasil como Colombia y México albergaron a algunos de los primeros
líderes de la industria en los años setenta y principios de los ochenta
(véase el gráfico 8.1).
Tal vez el modelo elegido en América Latina, el de la ONG, sea
inadecuado para llegar a grandes números de clientes potenciales en los
mercados financieros relativamente bien desarrollados de la región. Por
contraste, en Asia, varios cientos de ONG de la India tienen una cober-
tura de alrededor de 8 millones de clientes, a través de una relación de
asociación con bancos comerciales y fondos de financiamiento para el
desarrollo. En Bangladesh, en tanto, 1.000 ONG ofrecen microcrédito
y más de tres cuartos del total de clientes reciben servicios de las cinco
organizaciones principales (BRAC, 3,5 millones; Grameen, 2,5 millones;
ASA, 1,5 millones; Proshika, 0,5 millones; Buro Tangail, 0,3 millones).
Ninguna institución de microfinanzas latinoamericana ha alcanzado
la escala de los cinco principales programas de ese país. En efecto, un
programa promedio de América Latina tiene menos de 15.000 clientes
y sólo unos pocos superan los 100.000. Dado el número promedio de
clientes de las instituciones de microfinanzas de Brasil con estructura
de ONG, Jaime Mezzera, de la Organización Internacional del Trabajo,
calculó que allí se necesitarían 2.358 ONG para cubrir la cantidad esti-
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 275

Gráfico 8.1 Penetración de las microfinanzas en América Latinaa

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8

6
Millones de clientes

0
Grupo 1: Bolivia, Grupo 2: Chile, Colombia, Grupo 3: Argentina, Brasil,
El Salvador, Costa Rica, República México, Venezuela
Honduras, Nicaragua Dominicana, Ecuador,
Guatemala, Paraguay, Perú

Clientes potenciales Clientes activos, 1998 Clientes activos, 2003

Fuentes: Christen (2001); Christen, Rosenberg y Jayadeva (2004).


a
Los clientes potenciales representan el 50% de la cantidad total de personas en el grupo de destino.
Este porcentaje se ha reducido habida cuenta de que algunos no desean solicitar un préstamo, otros no
son solventes y otros no viven en las áreas en las que se presta servicios.

mada de clientes que desearían obtener crédito, 13,5 millones (Mezzera,


2002). Las ONG del sur asiático han demostrado ser relativamente
poco costosas de crear; la mayoría se establece con bajos niveles de
financiamiento, de múltiples fuentes, para programas múltiples, con
múltiples propósitos. Por el contrario, las ONG de América Latina han
requerido subsidios de cientos de miles de dólares, sólo para alcanzar
el punto de equilibrio.
En última instancia es posible que la comunidad de microfinanzas
latinoamericana aún no haya desarrollado los productos apropiados
para resultar atractiva a un gran segmento de la población, en especial,
en estos cinco países de ingreso relativamente medio, donde el sector
financiero se ha desarrollado más acabadamente que en la mayor parte
276 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

del resto de la región. Cuando los productos son adecuados, cientos

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de miles de clientes nuevos se inscriben en unos meses en el sector

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financiero minorista. En Brasil, el sector de créditos de consumo se ha
desarrollado considerablemente a lo largo de las dos décadas pasadas,
pero en realidad despegó en los últimos años de relativa estabilidad
económica. En la actualidad, con una fuerza laboral de unos 80 millones
de personas, los bancos brasileños han emitido más de 40 millones de
tarjetas de crédito, han abierto 66 millones de cuentas corrientes (de
cheques), y han otorgado créditos de consumo y en cuotas por US$20
mil millones. Indudablemente, los bancos han ofrecido servicios finan-
cieros a varias decenas de millones de clientes de ingreso bajo a lo largo
del último decenio.
En México y Brasil las instituciones dedicadas en exclusiva al micro-
crédito, generalmente, han fracasado en su propósito de atraer a clientes
de las ciudades más grandes. En el año 2002, Compartamos y CrediAmigo
tuvieron menos de 15.000 clientes en Ciudad de México, Salvador, Recife y
Fortaleza, del total de 32 millones de habitantes entre las cuatro ciudades.
Si se suma la población de Río de Janeiro y São Paulo, con un total de 30
millones de habitantes, donde las ONG atendieron a unos 30.000 clientes,
el panorama no es mucho más alentador. Es posible que la población
de estas megalópolis tenga acceso a financiamiento por otros medios y
no prefiera el tipo de micropréstamos que ofrecen las instituciones de
microfinanzas. Resulta difícil imaginar que estos microempresarios, que
generalmente son más prósperos que su contraparte rural, pudieran tener
un menor interés intrínseco en el financiamiento.
Aunque no figura entre los cinco países mencionados, Chile creó
un mercado de crédito de consumo con 3,2 millones de préstamos (para
una fuerza laboral total de 6 millones de individuos) entre 1988 y 1998,
en tanto el sector dedicado en exclusiva a préstamos a microempresas
otorgó financiamiento tan sólo a 100.000. Durante este período se es-
tima que unas 300.000 microempresas obtuvieron acceso a préstamos
a través de empresas de crédito de consumo, tres veces el número que
obtuvo préstamos de instituciones de microfinanzas.
Es posible que la comunidad de las microfinanzas tenga que
reevaluar sus supuestos básicos acerca del microcrédito en mercados
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 277

en que los servicios financieros paralelos se desarrollan a una tasa ex-

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ponencialmente mayor. En las grandes economías es mucho mayor la

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proporción de la fuerza laboral que se encuentra empleada en el sector
formal, en comparación con los países en los que las instituciones de
microfinanzas tienen mayor penetración. Tal vez los microempresarios
puedan obtener acceso a financiamiento de prestamistas de créditos
de consumo a través de un miembro del hogar que reciba un salario.
También es posible que estos prestamistas y proveedores sencillamente
hayan descubierto, sin ayuda, que pueden otorgar préstamos a este sector
con un modelo similar al que utilizan con sus clientes tradicionales.
Algunas lecciones aprendidas en un banco de Perú ilustran este
punto. A fines del año 2002 Banco del Trabajo tenía unos 349.000 pres-
tatarios; de estos, alrededor de la mitad eran microempresarios. Si bien
Banco del Trabajo participó en un programa de préstamos global del
BID y recibió financiamiento a bajo costo para desarrollar su cartera
de préstamos a microempresas, lo hizo sin contar con asistencia técnica
externa ni con una tecnología de préstamos independiente. El banco
ofrece préstamos a clientes asalariados y a microempresas por igual, prác-
ticamente sin diferenciación en su enfoque. En 2002 el saldo promedio
pendiente de pago de todos los préstamos de la cartera bruta fue igual
a US$479, un monto similar al de las ONG centradas en el alivio de la
pobreza. Banefe, ahora una subsidiaria de Banco Santander, adoptó el
mismo enfoque en el mercado chileno, de menores dimensiones, donde
alcanzó a decenas de miles de empresas.
Estos ejemplos muestran que la percepción general acerca de la baja
penetración de las microfinanzas no responde enteramente a la realidad
de los países más grandes. El cálculo normal sobre penetración, incluido
el ejemplo anterior, no siempre captura la diversidad de fuentes de los
servicios financieros de pequeña escala. Una definición más amplia de
microfinanzas, que abarca a los proveedores no tradicionales (a los que
normalmente no se considera dentro del área de financiamiento para el
desarrollo) e incluye una mayor variedad de servicios, revela que el cliente
promedio de los países más grandes y ricos del hemisferio posiblemente
tenga mejor acceso a diversos servicios financieros de lo que se ha imagi-
nado hasta ahora. Los diferentes tipos y fuentes de microfinanciamiento
278 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

ofrecidos por instituciones financieras no tradicionales crean una inte-

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rrelación más compleja de oferta y demanda, incompatible con la oferta

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limitada y costosa de numerosas instituciones especializadas en el área.
En este contexto el rendimiento de las instituciones o los programas de
microfinanzas especializados no constituye un patrón de referencia útil
para medir el acceso de los pobres a los servicios financieros.

Ampliación del alcance de los servicios financieros

La combinación de los servicios de microfinanzas que se ofrecen en los


países grandes y de los nuevos conocimientos acerca de las necesidades
financieras de sus clientes demuestra que una gama de servicios am-
plia es esencial para el desarrollo del sector. En esta sección se analizan
diversos servicios en términos de la relación entre el individuo o el
hogar y las microfinanzas. No obstante, los ejemplos de las instituciones
precursoras no deben hacer perder de vista los desafíos que enfrenta el
sector en su conjunto.
Los académicos y operadores de financiamiento para el desarrollo
han llegado a un nuevo concepto importante acerca de los hogares pobres
y rurales, así como acerca de sus actividades económicas y financieras.
Contrariamente a la visión tradicional, los hogares pobres habitual-
mente tienen más de una fuente de ingresos y, en términos de estrategia
económica, se manejan más como un gerente de cartera que como una
empresa con un único producto. Según las circunstancias, emplean
diversas estrategias de ingresos; entre ellas, llevar a cabo trabajos pagos,
operar microempresas (en particular en los sectores de producción y de
comercio), cultivar sus propios alimentos, cazar y recolectar, y obtener
pequeños préstamos o subsidios (Hulme y Mosley, 1997). En efecto,
los pobres son, a la vez, racionales desde el punto de vista económico
y reacios al riesgo, tal como lo demuestran las “carteras” diversificadas
de actividades productivas (Wright, 2000).
El financiamiento cumple un papel esencial en las estrategias de
los pobres para hacer frente a su situación. Las lecciones aprendidas
en los años setenta y ochenta acerca de las familias de ingreso bajo y
su uso del financiamiento informal (sociedades de ahorro y crédito
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 279

rotatorias, préstamos de familiares y amigos, y mecanismos de ahorro

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en especie) han sido confirmadas por estudios más recientes acerca del

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vínculo entre pobreza y financiamiento en programas de microcrédito
(Adams y Fitchett, 1992). Una evaluación de los efectos del crédito a
microempresas a lo largo de cinco años, llevada a cabo por Sebstad y
Cohen (2000), enriqueció los conocimientos generales acerca de las
empresas de pequeña escala. En efecto, sus conclusiones sorprendieron
a algunos integrantes de la comunidad de microcrédito, quienes siempre
habían dado por supuesto que el propósito de este servicio era ampliar
las empresas. Los resultados de este estudio respaldan el postulado
de que el microcrédito ayuda a los clientes a protegerse de antemano
contra los riesgos.
Los clientes utilizan sus préstamos para diversos fines. Entre otras
cosas, ayudan a mejorar y “suavizar” los ingresos, a través de mejores
inversiones en la empresa y otro tipo de inversiones productivas; facilitan
la acumulación y la retención de bienes físicos, entre ellos, inversiones
en vivienda, vehículos, otros equipos y bienes utilizados como una
forma de ahorro líquido, por ejemplo, joyas o ganado. Los préstamos,
además, apoyan la acumulación de capital humano, bajo la forma de
inversiones en la educación de los niños y la atención médica familiar,
además de permitir prestar asistencia a amigos y familiares, y ayudar a
cumplir con obligaciones sociales, tales como aportes para ceremonias
relacionadas con funerales, casamientos y nacimientos. Los estudios de
campo incluidos en el Informe sobre el Desarrollo Mundial confirman
que los clientes realizan grandes esfuerzos por devolver los préstamos,
aun en tiempos de crisis. Mantener múltiples fuentes de crédito es
una estrategia clave de gestión de riesgo para gran parte de los pobres
(Sebstad y Cohen, 2000).
Los participantes en iniciativas de desarrollo están comenzando
a comprender la dinámica de la pobreza. Las familias entran y salen
de situaciones de pobreza extrema. Acumulan recursos durante algún
tiempo, mejoran en algo su situación y luego se encuentran peor, debido
a enfermedades, malas cosechas o algún otro acontecimiento de vital
importancia. El acceso a una amplia gama de servicios financieros puede
proteger a los pobres en situación vulnerable de sufrir sin atenuantes
280 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

las consecuencias de estos acontecimientos. Los estudios de efectos

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en diversos países y programas muestran los resultados positivos del

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financiamiento sobre las variables relacionadas con la reducción de la
vulnerabilidad: diversificación de las fuentes de ingresos, mayores bienes
de todo tipo (entre ellos, bienes humanos y sociales) y empoderamiento
de las mujeres.
Además de la dinámica de la pobreza, la etapa de la evolución
del sector financiero de un país puede influir sobre la naturaleza de las
necesidades de financiamiento de los microempresarios. Por ejemplo,
parece haber profundas similitudes entre los grandes mercados de Amé-
rica Latina mencionados y los mercados relativamente sofisticados de
Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, los clientes de microfinanzas
en estos dos países, generalmente, tienen acceso a una mayor gama de
servicios financieros que los clientes de países más pobres. En un estudio
comparativo, la mayoría de los clientes de microcrédito de países en de-
sarrollo no había tomado préstamos con anterioridad de ninguna fuente;
en cambio, sólo el 22% de los clientes de instituciones de microfinanzas
de Estados Unidos no había tomado préstamos de instituciones formales.
Más de la mitad de los prestatarios de instituciones de microfinanzas
de ese país había utilizado una cuenta bancaria, una tarjeta de crédito
o ambos instrumentos (Hung, 2002).
Tomados en conjunto, los grandes mercados de América Latina
presentan marcadas similitudes. Por ejemplo, el estudio más amplio sobre
el acceso a servicios financieros realizado en Brasil (Banco Mundial, 2003)
sugiere que el 43% de los brasileños con ingreso bajo (con una media de
ingresos de R$ 358 ó 1,8 veces el salario mínimo) tienen cuentas bancarias.
Un número aún mayor de clientes de ese país tienen acceso a algún tipo
de servicio de crédito a través de proveedores minoristas, entidades de
factoraje y, en particular, empresas de créditos de consumo. Los bancos
comerciales de Argentina y una red de cooperativas coordinadas por
Bansefi en México son los mayores proveedores de servicios financieros
de pequeña escala en sus respectivos países; esto incluye servicios no
crediticios, por ejemplo, de ahorro. Estas instituciones atraen menos
atención de donantes internacionales, pues movilizan sus propios fondos
y ofrecen servicios a un espectro de clientes mucho más amplio.
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 281

No resulta sorprendente que los clientes de microfinanzas de países

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más grandes, como Estados Unidos y Brasil, se encuentren entre los de

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mejor criterio del hemisferio, pues tienden a administrar un número
mayor de servicios financieros de pequeña escala, en comparación con
el cliente promedio de otros países (Nichter, Goldmark y Fiori, 2002).
Los servicios, además, son relativamente complejos. Un estudio de me-
diados de los noventa demostró que el 40% de los hogares de Estados
Unidos que se encontraban cerca de la línea de pobreza o por debajo
de ella tenían una tarjeta de crédito (Bird, Hagstrom y Wild, 1997).
Entre un cuarto y un quinto de los brasileños de ingreso bajo en áreas
urbanas utilizan tarjetas de crédito o débito. El porcentaje se incre-
menta gradualmente. Las cuentas corrientes y las tarjetas de crédito se
encuentran entre los servicios más requeridos tanto en Canadá como
en Brasil (Frankiewicz, 2001).
Las instituciones financieras de América Latina se han demorado,
con respecto a las de otras regiones, en reconocer la importancia de
ampliar el alcance de los servicios financieros para la consecución de
sus objetivos. También existen obstáculos regulatorios y estructurales.
Las instituciones de microfinanzas que están organizadas como ONG
tienen prohibido movilizar fondos. Además, la escala relativamente pe-
queña de estas instituciones reduce su atractivo para canalizar servicios
tales como seguros y remesas. Unos pocos pioneros, tales como Caja
Los Andes y Prodem, de Bolivia, negocian productos de seguro de com-
pañías externas. Otros han comenzado a experimentar con productos
concebidos para atraer remesas.
Numerosas familias de ingreso bajo no tienen cuenta bancaria. En
cambio, suelen utilizar los sistemas de transferencia de dinero del correo
local o empresas internacionales como Western Union, cuando reciben
remesas de familiares o amigos que se encuentran en el extranjero. Los
volúmenes que se mueven en tales sistemas pueden ser enormes, mu-
cho mayores que los de los préstamos para el desarrollo destinados a
esas mismas poblaciones en los mismos países (véase el recuadro 8.1 y
Terry y Wilson, 2005). Sin embargo, a diferencia de las cooperativas de
crédito de diversos países de América Central y México, las instituciones
de microfinanzas tradicionales se han demorado en ofrecer servicios
282 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Recuadro 8.1

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El potencial de las remesas

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Según el informe Global Development Finance del Banco Mundial (2003), el volumen
total de las remesas enviadas a países en desarrollo ascendió a US$80 mil millones en
2002. Este importe equivale al doble de la ayuda total que prestan los países más prós-
peros y es muy elevado, en comparación con el importe neto de US$16 mil millones
correspondiente a préstamos del gobierno y del sector bancario a esos mismos países.
De hecho, es probable que el valor de las remesas sea mucho mayor. El estudio del
Banco Mundial no contempla el valor de los fondos que se transfieren informalmente.
Para citar el caso de México, en el año 2001 solamente, las remesas realizadas por tra-
bajadores que residen en Estados Unidos alcanzó la cifra récord de US$9.900 millones,
más de lo que se recauda en turismo. Por el contrario, a mediados de 2002, el Banco
Mundial registraba préstamos activos concedidos a ese país por valor de US$11.500
millones, o un 9,4% de su cartera de préstamos. Según el gobierno de México, cerca
del 42% de estos fondos se destinó a jurisdicciones con menos de 2.500 habitantes,
al igual que la mayor parte de los ingresos por remesas. Otro estudio, realizado por
investigadores de Monterrey, indica que las remesas efectuadas desde Estados Unidos
financiaron prácticamente una quinta parte del capital invertido en microempresas en
toda el área urbana de México, por un importe total adicional de capital de inversión
acumulado de US$1.850 millones (Woodruff y Zenteno, 2001).

de remesas a sus clientes. Mientras que las cooperativas de crédito han


buscado activamente posicionarse como receptoras de las remesas des-
tinadas a áreas rurales, parece ser menor el número de instituciones de
microfinanzas que ha hecho lo mismo.
Una institución financiera de Ecuador, Banco Solidario, ha con-
cebido un programa de particular alcance, denominado “Mi familia, mi
país, mi regreso”, que atiende a emigrantes ecuatorianos en España. El
programa ofrece préstamos a los clientes que han emigrado legalmente
y que han conseguido empleo en ese país. Los productos incluyen prés-
tamos para financiar los viajes de traslado y asentamiento, y también
ofrecen productos de ahorro y préstamo, para vivienda y con fines co-
merciales. Este esquema permite a los clientes en España decidir de qué
modo utilizar los montos específicos remitidos a familiares, por ejemplo,
cuánto destinar a productos de ahorro o al reembolso de préstamos. Los
familiares que reciben remesas en Ecuador pueden cobrar los fondos que
se les envíen mediante la utilización de una tarjeta (Smartcard) emitida
por la sucursal del banco en Ecuador (Buchenau, 2003).
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 283

Si bien existe información contradictoria acerca de cuál es el

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volumen exacto de las remesas que llega a las cuentas de ahorro, diver-

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sas cuentas sugieren su magnitud. En El Salvador, los beneficiarios de
remesas que utilizan cooperativas ahorran hasta el 10% de los montos
recibidos y alrededor del 37% de las familias depositan alguna parte
(Grace, 2002). A fines de los años ochenta, el Consejo Mundial de
Cooperativas de Ahorro y Crédito (Woccu, por sus siglas en inglés)
dio apoyo a las cooperativas de crédito que se centraban en canalizar
remesas hacia áreas rurales, las cuales en conjunto, han experimentado
un crecimiento muy importante.
La transformación de las ONG en intermediarios financieros no
bancarios regulados tuvo como finalidad llevar a los pobres la posibilidad
del ahorro, dado que puede argumentarse que este es el servicio financiero
más importante para los empresarios con menos recursos (Rutherford,
2000). Aunque, 15 años atrás, el movimiento del microcrédito “descubrió”
la importancia del ahorro como fuente de financiamiento (y, en menor
medida, como servicio a los clientes), el rendimiento en esta área aún
no ha satisfecho las expectativas (Otero, 1989).
Originalmente, las instituciones de microfinanzas transformadas
utilizaban su nueva situación para movilizar fondos a través de orga-
nizaciones de primer nivel y de grandes inversionistas institucionales.
Se basaban en la premisa de que, con el tiempo, desarrollarían los sis-
temas necesarios para captar los depósitos de los pobres. De hecho, la
Superintendencia de Bancos de Bolivia ha prohibido a las instituciones
de microfinanzas transformadas movilizar ahorros del público en ge-
neral, hasta que hayan probado su capacidad para asumir este servicio.
Ninguna de las instituciones de microfinanzas especializadas de Perú
(Edpyme) ha sido autorizada aún a movilizar ahorros.
Con el tiempo, cada vez es menor el porcentaje de la deuda de
las instituciones de microfinanzas de América Latina que proviene de
préstamos de instituciones financieras. Mientras tanto, el volumen
de depósitos ha crecido en términos de porcentaje del activo total en
muchas instituciones reguladas. Los depósitos han demostrado ser
una fuente de financiamiento exitosa. En la actualidad, representan
un gran porcentaje de las carteras brutas de préstamos y de los activos
284 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

totales de las instituciones de microfinanzas latinoamericanas, si se

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los compara con los patrones de referencia internacionales (véase el

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cuadro 8.2).
No obstante, el saldo primario de los depósitos en muchas de
estas instituciones proviene de inversionistas institucionales, más que
de empresarios de pequeña escala o del público en general (Jansson,
2003). Las instituciones de microfinanzas no extienden los productos
de ahorro a los pobres en la misma escala que las de otras regiones,
pese al mayor volumen de depósitos. Las disparidades regionales en los
ahorros no responden únicamente a la escala institucional. Una muestra
de diversos intermediarios financieros de África y Asia demuestra que
el número de ahorristas supera ampliamente el número de prestatarios
(véase el cuadro 8.2). En América Latina la cantidad de ahorristas y
prestatarios es aproximadamente igual, debido a que gran parte del
volumen de depósitos proviene de unas pocas cuentas institucionales
muy grandes. Mientras que un número muy pequeño de líderes de
la industria está incrementando la prestación de servicios de ahorro,
la transición de microcrédito a microfinanzas continúa en una etapa
prematura en América Latina.

Ampliación del alcance del microcrédito

Pese a los recientes avances, continúa siendo difícil para la mayor parte
de los empresarios de las comunidades rurales, pobres y marginadas de
América Latina obtener acceso a cualquier tipo de servicio financiero
formal. La pobreza sigue sumamente concentrada en áreas rurales de
toda la región. Pocas instituciones de microfinanzas operan en estas
áreas, por ejemplo, el noreste de Brasil, el norte de México, el noroeste
de Venezuela, la costa del Pacífico y áreas centrales de Honduras y Ni-
caragua, así como las regiones del norte de Perú y Chile. La industria
del microcrédito aún tiene mucho por hacer si desea ampliar la pro-
mesa de acceso al extremo inferior del espectro económico, hacia los
que habitualmente se autoexcluyen de los programas debido a la poca
confiabilidad de sus flujos de ingreso o a los costos prohibitivos de las
transacciones.
LOS

Cuadro 8.2 Comparación regional de instituciones de microfinanzas con productos de ahorro


Depósitos Depósitos con Depósitos con Prestatarios Ahorristas Saldo Saldo promedio de
promedio respecto al respecto a activos activos promedio de préstamos por
Región (US$) activo total (%) préstamos (%) (promedio) (promedio) ahorros (US$) prestatario (US$)

América Latina 16.604.539 21 29 15.174 16.418 850 1.642


Asia 1.931.992 12 15 22.142 38.033 74 385
África 12.571.780 11 17 59.337 90.022 191 284
Fuente: MicroBanking Bulletin, número 9, julio 2003.
Nota : La muestra está formada por 27 instituciones con distinto estatus regulatorio; 13 de ellas son de América Latina. Los grupos se componen de intermediarios financieros exclusivamente y la com-
posición varía bastante con respecto a otras cifras. El ejemplo de América Latina se basa principalmente en instituciones establecidas, para evitar la distorsión que provocaría incluir programas de ahorro
RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN

que no están suficientemente desarrollados. Se excluyen valores atípicos globales.


AMÉRICA LATINA
285

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286 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Con la notable excepción de dos instituciones de microfinanzas de

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orientación comercial y reguladas, que tienen su base de clientes en áreas

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rurales, pequeñas ciudades y pueblos fuera de las capitales de provincia
(CrediAmigo, de Banco do Nordeste, y Compartamos), la mayor parte
de los líderes regulados de la industria tienen una base urbana. Las ONG
han crecido con la misma rapidez que las instituciones de microfinanzas
reguladas y hoy representan aproximadamente la misma proporción
del número total de clientes alcanzados que cinco años atrás (Christen,
2001). Muchas tienen una base firme en áreas rurales, aunque la falta
de una clasificación uniforme aplicada a clientes urbanos y rurales
impide toda estimación real sobre la penetración del mercado fuera
de las ciudades. Hay pocas evidencias que respaldarían la observación
general de que las áreas rurales cuentan con menos servicios, cuando
se las compara con sus contrapartes urbanas, y que estas áreas cuentan
en gran medida con el servicio de ONG que ofrecen microcrédito, si es
que reciben algún tipo de servicio.
Existe gran preocupación en la comunidad de las microfinanzas
con respecto a que el proceso de comercialización e integración del
microfinanciamiento podría marginar a los más pobres, aun a aque-
llos con microempresas viables. Tal como lo ilustra el gráfico 8.2, los
saldos promedio de los préstamos de las instituciones reguladas son
significativamente más altos que los de las ONG. En la actualidad, es
mucho más factible que las ONG latinoamericanas tengan un objetivo
y un programa definidos para el alivio de la pobreza, y utilicen técnicas
de focalización para llegar a los segmentos de menos recursos, que sus
pares con estrategias comerciales. Para ser justos, en un principio, la
mayor parte de las instituciones comercializadas no se involucraron
en las microfinanzas estrictamente desde la perspectiva de alivio de
la pobreza, sino más bien para respaldar la formación de empresas,
la creación de puestos de trabajo y el desarrollo y ordenamiento del
sector informal. Por lo tanto, siempre han tenido un saldo de préstamos
promedio mayor que muchas de las instituciones de microfinanzas
centradas en la pobreza que optan por seguir siendo ONG, aun en
países en los que el marco regulatorio les ofrece la oportunidad de la
transformación.
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 287

Gráfico 8.2 Saldos promedios de préstamos activos,

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instituciones de microfinanzas reguladas y ONG, 1998 y 2003

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900

800

700
Saldo promedio (US$)

600

500

400

300

200

100

0
Bancos Instituciones financieras ONG
no bancarias
1998 2003

Fuentes: Christen (2001); Christen, Rosenberg y Jayadeva (2004).

Desde 1998 el tamaño de los préstamos se ha incrementado ligera-


mente, tanto para las ONG como para los bancos comerciales (véase el
gráfico 8.2). Aunque algunas instituciones pueden mostrar un cambio de
rumbo en su misión, las variaciones en los saldos promedio agregados
se consideran movimientos esperados, congruentes con las mejoras en
la información que se obtiene con el tiempo acerca de los prestatarios.
Las evidencias no respaldan la hipótesis de que las instituciones de
microfinanzas estén pasando a ocuparse de un segmento superior del
mercado, a medida que adquieren un perfil más comercial. En efecto,
al parecer, los nuevos participantes en la industria de las microfinanzas
se encuentran en los mismos niveles, en general, que los participantes
establecidos en cualquier mercado. Numerosas instituciones trans-
formadas han incorporado con entusiasmo a empresas más grandes,
mientras sostienen que no han dejado de prestar servicios al segmento
inferior, con el que comenzaron. Por lo común no se tiene información
288 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

general sobre la composición de la cartera, lo que hace difícil medir la

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veracidad de esta afirmación.

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Pese al debate surgido recientemente acerca del papel de los ban-
cos comerciales y de la prestación de servicios financieros a clientes
de ingreso bajo, debe advertirse que su misión central nunca ha sido
prestar servicio a los pobres. Si quienes establecen políticas aceptan
prematuramente un modelo comercial de microfinanzas, antes de que
las ONG hayan establecido la viabilidad de prestar una amplia gama de
servicios de este tipo a clientes más pobres, corren el riesgo de truncar el
desarrollo de la industria y de negar a los muy pobres el acceso al sector
bancario. En Chile, Fosis (el Fondo Solidario y de Inversión Social del
gobierno) decidió, a principios de la década de 1990, que las ONG no
eran un vehículo viable para canalizar el microcrédito. Fosis trasladó
su apoyo a bancos comerciales que armaban carteras de préstamos para
microempresas. Como resultado, las ONG se encontraron sin acceso
a fondos. Hoy, atienden a menos clientes que cuando Fosis tomó esta
decisión, mientras que los bancos atienden a una base 15 veces mayor
que entonces, pero lamentablemente, dejaron de lado el 30%-50% in-
ferior del mercado de préstamos. Es probable que estos clientes queden
excluidos de los servicios, pues las ONG restantes no parecen tener la
capacidad de operar un negocio sostenible en este extremo del espectro.
Según sugieren datos esporádicos, actualmente, estos mismos bancos
pueden estar apuntando a un segmento inferior, presionados por la
competencia y la oportunidad de mercado.
Si bien los datos agregados no confirman un movimiento gene-
ralizado hacia el extremo superior del mercado o, más precisamente,
el abandono del extremo inferior por parte de las instituciones de mi-
crofinanzas reguladas, el hecho es que las no reguladas, centradas en el
alivio de la pobreza, han optado en su mayoría por no transformarse,
aun cuando tuvieran esa opción en el ámbito local. Una posibilidad es
que la estructura de costos que se impone a una institución transfor-
mada sea demasiado elevada para resultar sostenible o, sencillamente,
que estas instituciones decidan no añadir los servicios secundarios y la
infraestructura requeridos. También es posible que el enfoque “comercial”
de las microfinanzas, que los líderes de la industria en América Latina
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 289

promueven desde mucho tiempo atrás, no sea atractivo para las organi-

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zaciones que llegan al extremo más inferior del mercado, algunas de las

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cuales lo hacen en forma sostenible. Varios observadores dudan de que
las microfinanzas que llegan a este sector puedan tener una operatoria
comercial. Los datos obtenidos de Banco do Nordeste y Compartamos
sugieren que, con una escala significativa y tasas de interés bastante altas,
los programas pueden ser regulados y, a la vez, llegar a extremos inferiores
del mercado. Estos dos programas se cuentan entre los que llegaron al
extremo de más bajo ingreso en la región, a la vez que mantuvieron los
índices de rentabilidad sobre el patrimonio más elevados de América
Latina en 2002 (Miller y Fonseca, 2004).
Hasta la fecha no ha habido una regla general con respecto a la
conexión entre la situación regulatoria y la amplitud del alcance del
servicio. En el futuro los mercados rurales de ingreso bajo (llamados
mercados de frontera) podrán incluir oportunidades sociales y de
mercado que los programas e instituciones de microfinanzas especia-
lizados están en condiciones óptimas de explotar. Tales oportunidades
incluyen préstamos solidarios (destinados a prestatarios con pocos
activos), intermediación de ahorros, venta cruzada de servicios afines,
redefinición de áreas de servicio y prestación de servicios no financie-
ros, por ejemplo, apoyo de marketing o capacitación para pequeñas y
microempresas. La tradición de cooperativas con miembros del lugar,
característica del interior de México, ejemplifica las respuestas locales
al problema de la marginalización geográfica y social. Mientras que las
instituciones minoristas comerciales ofrecen servicios apropiados y
rentables a grandes segmentos de la sociedad, con una amplitud y una
eficiencia antes inimaginables, la magnitud de la brecha entre oferta y
demanda de servicios adecuados, en particular en las poblaciones a las
que es más difícil llegar, sugiere que las instituciones de microfinanzas
tradicionales deberán continuar siendo participantes importantes en
este nicho durante muchos años.
Existirá un desafío central: el de desarrollar en forma rentable las
oportunidades de los mercados de frontera. Existen pocas ONG capaces
de reunir recursos suficientes para transformarse en instituciones de
microfinanzas reguladas y ofrecer una amplia gama de servicios, tales
290 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

como ahorro, seguros o remesas, o capaces de crecer e invertir en la infra-

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estructura necesaria para llegar hasta los millones de clientes potenciales

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de ingreso bajo. Por lo tanto, quienes establecen las políticas deberían
buscar formas de alentar modelos híbridos que combinen la capacidad
de las ONG de explorar nuevos productos y servicios (y su compromiso
de prestar servicio a los clientes de ingreso bajo) con la infraestructura
y el financiamiento que puede ofrecer el sector bancario. Los funciona-
rios gubernamentales, los gerentes de instituciones de microfinanzas y
el personal de los donantes más preocupados por llegar a los extremos
más bajos del mercado con la provisión de servicios financieros deben
centrarse en este tipo de instituciones, mecanismos organizacionales y
técnicas que ofrecen una escala mayor, un costo unitario más bajo y la
posibilidad de liberarse del modelo actual.

Ampliación y profundización del alcance en un mercado


competitivo

El mayor desafío para la comunidad de microfinanzas en América Latina


será penetrar en los mercados de los países grandes que aún no reciben
servicios, llegar a extremos más bajos del mercado en áreas de la región
todavía más rurales y ampliar la gama de servicios financieros ofrecidos,
operando, a la vez, en entornos cada vez más competitivos y con un
margen de interés neto en constante descenso. En cierto modo el trabajo
realizado hasta ahora posiblemente haya sido la mitad más sencilla. En
adelante, si las microfinanzas desean materializar su potencial, deberán
penetrar más profundamente en mercados más difíciles de alcanzar y
más costosos, con un menor potencial de ganancias.
A primera vista puede parecer incoherente sugerir que exista una
gran demanda insatisfecha y que un entorno crecientemente competitivo
reducirá los márgenes de las tasas de interés. Sin duda, la competencia
adoptará diversos aspectos. En primer lugar la acumulación geográfica de
servicios básicos de microcrédito en algunos mercados urbanos da como
resultado una competencia directa entre instituciones de microfinanzas.
En segundo lugar las instituciones de otros mercados, por ejemplo, los
centros urbanos de los países más grandes, compiten con otros servicios
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 291

financieros que hacen menos atractiva la oferta limitada de productos

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de la mayoría de estas. En tercer lugar, la atención política que se ha

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prestado en tiempos recientes al microcrédito en regiones rurales o de
difícil acceso incrementará inevitablemente la oferta de planes de crédito
con motivación política, auspiciados por el gobierno, con bajas tasas de
interés y de repago: esto podría dar origen a una competencia “injusta”,
que altere el desarrollo normal de los mercados de crédito sanos. Las
instituciones bancarias grandes, del tipo que podría requerirse para dar
servicio a estas comunidades, son naturalmente renuentes a ofrecer un
programa que cobre una tasa de interés sustancialmente más alta, para
no herir sensibilidades políticas.
Aunque los clientes de microfinanzas no tienen una gran sensibili-
dad a las tasas de interés (no utilizan esta variable como factor primario
al decidir si tomar un préstamo o no), con el tiempo, la competencia
entre los proveedores sí lleva a su reducción. Las instituciones de micro-
finanzas deben ser capaces de corresponder con una reducción de costos,
o bien enfrentar una declinación de la rentabilidad. Ciertos mercados
competitivos de América Latina reflejan estos patrones.
Los gráficos 8.3 y 8.4 se nutren de un análisis del rendimiento
financiero de 17 líderes de la industria a lo largo de cinco años. Per-
miten comparar los ingresos financieros y los gastos operativos de dos
muestras. La primera está integrada por instituciones de microfinanzas
de Bolivia y Nicaragua, países que a menudo se considera que tienen
entornos nacionales más competitivos en materia de microfinanzas. La
segunda muestra está integrada por instituciones de microfinanzas de
Colombia, Ecuador, Honduras, México y Perú, países en los que existen
muchas, pero con entornos nacionales menos competitivos. En ambos
conjuntos de datos, los índices de ingresos financieros se redujeron a lo
largo de los últimos cinco años, a aproximadamente la misma tasa; en
ambos casos, se perdieron unos diez puntos porcentuales en ese período.
En cambio, en los entornos competitivos de Bolivia y Nicaragua, los
márgenes de ganancias se mantuvieron más bajos, en tanto crecieron
en el resto de la región.
En el gráfico 8.5 se muestra el efecto de la competencia sobre las
ganancias en entornos más competitivos. En Bolivia y Nicaragua, las
292 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Gráfico 8.3 Ingresos y egresos, microfinancieras seleccionadas

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en Bolivia y Nicaragua

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60

50

40
Porcentaje

30

20

10

0
1998 1999 2000 2001 2002
Razón ajustada Razón ajustada Razón ajustada Razón ajustada
gastos operativos provisiones para incobrables gastos financieros ingresos financieros

Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

Gráfico 8.4 Ingresos y gastos, instituciones de microfinanzas


seleccionadas en Colombia, Ecuador, Honduras, México y Perú
60

50

40
Porcentaje

30

20

10

0
1998 1999 2000 2001 2002
Razón ajustada Razón ajustada provisiones Razón ajustada Razón ajustada
gastos operativos para incobrables gastos financieros ingresos financieros

Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).


LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 293

Gráfico 8.5 ROA ajustado en dos muestras

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12

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10

8
Porcentaje

0
1998 1999 2000 2001 2002

ROA ajustado (Muestra sin ROA ajustado (Muestra de


Bolivia ni Nicaragua) Bolivia y Nicaragua)

Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

tasas de interés se redujeron a un punto en el que las ganancias práctica-


mente desaparecieron durante 1999 y 2000. En el año 2002 aumentaron
ligeramente, pero no llegaron a los niveles de mediados de los noventa.
En contraste, los márgenes de ganancias en la muestra de instituciones
de microfinanzas de otros países aumentaron entre 1998 y 2002, debido
a la reducción de los costos financieros. Aunque bajos, los niveles de
rentabilidad de las instituciones de microfinanzas en entornos compe-
titivos podrían ser aceptables para los bancos comerciales tradicionales
de esos mismos países.
La competencia también afecta el comportamiento de las car-
teras de préstamos, que crecen sustancialmente en cada uno de los
grupos de países representados en los gráficos 8.6 y 8.7. No obstante,
en Bolivia y Nicaragua, tal crecimiento se encuentra determinado por
un incremento considerable en el saldo de los préstamos promedio.
En otros países, estos saldos casi no crecen; el incremento en la cartera
total proviene principalmente de la incorporación de nuevos clientes.
294 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Gráfico 8.6 Comparación de crecimiento y saldos promedio

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en entornos competitivos y menos competitivos

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Saldo promedio por prestatario en
Crecimiento de préstamo y cartera términos absolutos y relativos
(Muestra de Bolivia y Nicaragua) (Muestra de Bolivia y Nicaragua)

Cartera bruta de préstamos ajustada (millones)


70 50 1.200 200

Saldo promedio / PNB per cápita (porcentaje)


Préstamos vigentes ajustados (miles)

60
40 1.000
150
50

Saldo promedio, US$


800
30
40
600 100
30
20
400
20
50
10
10 200

– – 0 0
1998 1999 2000 2001 2002 1998 1999 2000 2001 2002

Saldo promedio por prestatario en


Crecimiento de préstamos y cartera términos absolutos y relativos
(Muestra de instituciones de (Muestra de instituciones de
microfinanzas en entornos microfinanzas en entornos
menos competitivos) menos competitivos)
Cartera bruta de préstamos ajustados (millones)

70 50
1.200 200
Saldo préstamo/PNB per cápita (porcentaje)
Préstamos vigentes ajustados (miles)

60
40 1.000
50 150
Saldo promedio, US$

800
30
40
600 100
30 20
400
20
50
10
10 200

– – 0 0
1998 1999 2000 2001 2002 1998 1999 2000 2001 2002

Cartera bruta préstamos ajustados Nº préstamos vigentes ajustados

Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

Los datos sugieren una de dos posibilidades: un cambio en la misión, o


una demanda creciente y una capacidad de otorgar mayores préstamos.
Consideradas en conjunto, las instituciones que operan en mercados
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 295

Gráfico 8.7 Cartera en riesgo con morosidad mayor a 30 días

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y todos los préstamos refinanciados de cuatro instituciones

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de microfinanzas de Bolivia
12
Porcentaje de la cartera bruta de préstamos

10

0
1997 1998 1999 2000 2001 2002

Fuente: Boletines Informativos, Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras, Bolivia.


Disponible <http://www.sbef.gov.bo/fondos_financieros.php>.

menos competitivos no han dejado su segmento original de clientes;


el saldo de préstamos promedio combinado es de US$600 menos,
aproximadamente la mitad de la cifra de la muestra correspondiente a
Bolivia y Nicaragua. Aunque las instituciones de microfinanzas de estos
países sostienen que no se han desentendido de su grupo original de
destino, tales afirmaciones son difíciles de verificar. Por ello, o bien están
apuntando a un segmento de mercado más alto, con grupos de clientes
más solventes, o bien están incrementando la carga de la deuda de su
grupo de clientes original. Cualquiera de estos dos resultados conlleva
repercusiones fundamentales, no todas negativas, para el futuro de
las microfinanzas. Las instituciones de entornos menos competitivos
deberían evaluar estas repercusiones.
La competencia, además, ha influido en desmedro de la calidad de
las carteras de préstamos, por lo menos en Bolivia, donde este fenómeno
ha sido objeto de un seguimiento más cercano. La situación competitiva
de este país se vio complicada todavía más por la recesión económica
y la política gubernamental, que presionaron aún más a los clientes
296 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

de micropréstamos e incrementaron significativamente la morosidad

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por varios años, hasta que, recientemente, se revirtió la tendencia. Esta

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evolución se ilustra en el gráfico 8.7.
A lo largo del período 1998–2002, las principales instituciones de
microfinanzas de América Latina parecen haber aumentado el acceso
a los servicios, a la vez que han reducido sus costos. Ciertos índices de
eficiencia financiera han mejorado sustancialmente (véase el cuadro 8.3).
Con la maduración de los líderes de la industria, entre 1998 y 2002, los
gastos operativos cayeron del 33% al 23% de la cartera de préstamos
promedio. Las ganancias aparentes, no obstante, surgen principalmente
del crecimiento del saldo de los préstamos promedio, no de la mayor
amplitud de la base de clientes ni de la nueva tecnología. Las institu-
ciones de microfinanzas con las disminuciones más importantes en la
relación gastos operativos/cartera bruta de préstamos del período son,
casi siempre, las que tienen los saldos de préstamos promedio de más
rápido crecimiento. Asimismo, el costo unitario de administrar un
préstamo aumentó de US$96 a US$137 entre 1998 y 2002. La mejora
de la eficiencia financiera a través del incremento de los saldos de los
préstamos promedio no implicó mejores servicios para los clientes,
quienes en el año 2002 pagaron los gastos operativos por préstamo más
elevados en comparación con los registros históricos.
En conjunto, el supuesto ahorro de costos por pasar a una mayor
escala, la mayor información sobre los prestatarios, el scoring estadís-

Cuadro 8.3 Indicadores de desempeño seleccionados para


instituciones de microfinanzas líderes de América Latina
1998 1999 2000 2001 2002

Cantidad ajustada de prestatarios activos 26.174 27.526 31.155 36.128 44.559


Saldo ajustado de préstamos por prestatario 478 504 585 752 839
(US$)
Saldo ajustado por prestatario/ 43 45 54 73 84
PIB per cápita (%)
Gasto operativo ajustado/cartera bruta de 33 29 29 24 23
préstamos promedio (%)
Costo por préstamo (US$) 96 104 126 127 137
Préstamos ajustados por empleado 164 158 170 168 167
Fuente: Base de datos del MicroBanking Bulletin.
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 297

tico, las Palm Pilot y otras soluciones tecnológicas no parecen haberse

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materializado. Los índices de productividad refuerzan el mensaje. La

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notable productividad de los oficiales de crédito de América Latina no
se advirtió en el plano institucional, donde la productividad general del
personal se mantuvo en línea con los promedios globales. Los oficiales
de crédito representaron apenas el 41% de los recursos humanos de las
instituciones de microfinanzas de la región, más bajo que el patrón de
referencia global del 48,3% de todas las instituciones de microfinanzas
del mundo (Miller, 2003). Así, al parecer, las ganancias conquistadas
por el personal en contacto con el cliente se vieron neutralizadas por
las ineficiencias estructurales (o por los requisitos de información cos-
tosos) de las operaciones internas , en comparación con sus homólogas
del resto del mundo.
Numerosas instituciones de microfinanzas de América Latina parecen
haber quedado atadas a un producto de crédito demasiado costoso para
resultar atractivo como única propuesta, en el caso de que se introduzcan en
el sector bancario comercial. Pocos bancos desearían invertir fuertemente
en una tecnología cuya administración costara el 20% de su volumen de
operaciones. Mientras que los promotores de las microfinanzas han iden-
tificado claramente la eficiencia como el tema operacional más importante
que debe abordarse, los resultados de los cinco años analizados muestran
que hay mucho por hacer si se desea que las microfinanzas se incorporen
al sector financiero principal. A medida que los mercados se tornen más
competitivos, las instituciones de microfinanzas se enfrentarán aun a
más retos, en especial por parte de intermediarios financieros tales como
bancos comerciales que deseen agregar servicios en segmentos inferiores
del mercado y que puedan considerar a las microfinanzas en función de
la relación costo marginal/rentabilidad.

Innovaciones recientes

Algunas instituciones de microfinanzas innovadoras de la región están


experimentando con nuevos avances en materia de organización y
eficiencia, que pueden representar soluciones parciales al dilema de la
penetración de mercado en países grandes y en las áreas rurales de la
298 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

región con acceso insuficiente a los servicios financieros. Estas solu-

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ciones podrían generar una economía de escala real en microfinanzas.

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A diferencia de la generación anterior de innovaciones, centrada en la
metodología de crédito, los líderes emergentes están aportando nueva
tecnología que será determinante en la toma de decisiones de crédito.
Su aplicación tendrá el fin de mejorar la eficiencia, aprovechando la
infraestructura minorista existente para difundir los servicios financie-
ros y creando vehículos con fines especiales, destinados a organizar la
prestación de servicios dentro de las culturas corporativas que no están
intrínsecamente adaptadas a los requisitos del microcrédito, según las
prácticas óptimas. En este aspecto, los promotores de las microfinanzas
están trabajando estrechamente con las instituciones bancarias regula-
das, a fin de divulgar las lecciones aprendidas a través de las ONG y de
desarrollar nuevos enfoques a partir del potencial ofrecido por el sector
financiero formal.

Las asociaciones de servicio permiten a las distintas instituciones de


microfinanzas intercalar productos de otras instituciones financieras
para complementar la cartera propia de servicios. Actúan, en efecto,
como agentes de extensión de productos de otras instituciones y gene-
ran ingresos por comisiones, tal como han hecho Banco ProCredit, de
El Salvador, y Prodem, de Bolivia, al servir como oficinas de Western
Union.

Los modelos de empresa de servicios y subsidiaria llevan esta relación un


escalón más allá. Por ejemplo, Banco Estado de Chile creó una subsidia-
ria totalmente controlada, Banestado Microempresas, para gestionar su
cartera de microcrédito fuera de los confines de la cultura bancaria tra-
dicional. Banco do Nordeste, de Brasil, contrata a sus oficiales de crédito
y a sus supervisores inmediatos a través de fundaciones administradas
en forma independiente para ese mismo propósito. En el año 2002,
Credife, una empresa de servicios del banco más grande de Ecuador, se
colocó al frente de las instituciones de microfinanzas de América Latina
en términos de crecimiento de cartera (Miller y Fonseca, 2004). Supo-
niendo que los incentivos pudieran coordinarse en forma adecuada, el
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 299

modelo se adapta a los puntos fuertes de cada entidad: la institución

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de microfinanzas se especializa en la generación y seguimiento de pago

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del préstamo, en tanto el banco de apoyo suministra la infraestructura
financiera y capital a bajo costo.

Las asociaciones de infraestructura permiten a las instituciones de mi-


crofinanzas la ampliación territorial de sus servicios, ya que gracias a
ellas pueden cubrir grandes distancias y también llegar a lugares más
pequeños. En efecto, la institución de microfinanzas agrupa las tran-
sacciones en función de la infraestructura minorista existente. Para
ahorrar costos operativos, los proveedores de servicios tercerizan las
transacciones de valor alto a una infraestructura de costos más bajos.
Estos sistemas bancarios de corresponsalía son comunes entre insti-
tuciones financieras, pero ahora se los está ampliando de modo tal de
incluir a proveedores de servicios minoristas que no son bancos. Estos
locales minoristas pueden generar ingresos sobre transacciones finan-
cieras y ventas concomitantes de otros productos. Los clientes ahorran
costos indirectos de transacciones mediante una mayor proximidad a la
infraestructura financiera. Este tipo de conveniencia resulta de particular
importancia para las personas que trabajan por cuenta propia, quienes
rara vez pueden abandonar su empresa.
Las asociaciones de infraestructura son diversas. El actual gobierno
de Brasil, por ejemplo, se ha embarcado en un programa notable desti-
nado a incrementar la disponibilidad de crédito a través de dispositivos
en puntos de servicio (POS, por sus siglas en inglés). Ha creado un
microbanco virtual, Banco Popular, con el fin de distribuir pequeños
préstamos de consumo a través de dispositivos en puntos de servicio
ubicados en miles (y eventualmente, decenas de miles) de establecimien-
tos, tales como locales de venta de lotería, cadenas minoristas, bancos
y oficinas postales. Si bien no tienen como destino directo el crédito a
microempresas, parece probable que, con el crecimiento de las oficinas
de crédito en Brasil, este sistema preste servicio, en última instancia, a
los empresarios independientes.
Algunos enfoques más tradicionales también están logrando una
amplia cobertura. Nuevamente en Brasil, el programa CrediAmigo, de
300 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Banco do Nordeste, ofrece algunas transacciones en oficinas postales;

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de este modo, se multiplica por diez el número de puntos de servicio

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en los cuales los clientes del programa pueden pagar sus préstamos
al banco. En la actualidad, Caixa Econômica Federal ofrece servicios
bancarios limitados a través de casi 8.000 establecimientos de venta de
lotería. Bradesco, un banco privado, ha comenzado a ofrecer servicios
similares en las 5.532 oficinas postales del país. Así, la mayor parte de
las transacciones financieras de Brasil tienen lugar ahora en un local
minorista de servicios agrupados. Banco de Galicia, una de las institu-
ciones de Argentina de mayor captación de depósitos, comenzó a abrir
mini-sucursales en oficinas postales en 1998. En muchos otros países
se encuentran servicios de corresponsalía. No debe sorprender el hecho
de que las instituciones financieras del mundo con mayor cobertura
(como el Post Office Savings Bank, de la India, con una estimación de
124 millones de ahorristas, y el Correo Postal de China, con unos 110
millones de ahorristas) se basen en una infraestructura compartida.
Estos ejemplos demuestran que tal vez sea mejor tomar prestada la
capacidad, en lugar de generarla.

Scoring estadístico e infraestructura del sector financiero. Las principales


organizaciones continúan realizando fuertes inversiones en el sector.
Banco Estado de Chile ha desarrollado una herramienta de scoring
estadístico sumamente eficaz, para asistir en la toma de decisiones de
crédito. Esta herramienta resulta de especial importancia en un país en
que los oficiales pueden estar situados a varios cientos de kilómetros
de sus supervisores, en un mercado de destino con escasa población.
Varios países de Centroamérica están creando los organismos de cré-
dito necesarios para desarrollar estas técnicas y es posible que pronto
puedan reducir el costo de la información acerca de la solvencia de
los potenciales prestatarios. En Chile, Paraguay y Perú, las financieras
proveen un volumen de crédito sustancial a los microempresarios,
utilizando métodos de scoring y sistemas de información de crédito
desarrollados principalmente para préstamos de consumo. Según
afirman, la tasa de repago es igual a la de las instituciones de microfi-
nanzas especializadas.
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 301

En última instancia, el desarrollo de estos emprendimientos

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totalmente comerciales, como tecnologías para puntos de servicio, or-

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ganismos de crédito, técnicas de scoring estadístico e infraestructura de
pago minorista, quizá pueda proveer los medios a través de los cuales
llegar a clientes más pobres con operaciones rentables. Estas opciones
tal vez permitan a los proveedores de servicios reducir los costos de
las transacciones de microfinanzas hasta un punto en que aún la más
pequeña sea rentable, en términos de costos marginales. Es posible que
estas infraestructuras y técnicas comerciales encierren la solución que
permita a las instituciones de microfinanzas y a los bancos lograr las
economías de escala necesarias para alcanzar el sueño del acceso uni-
versal al financiamiento. El papel futuro de las ONG, los donantes y los
gobiernos, que son los depositarios de la misión de incrementar el acceso,
tal vez consista en encontrar la forma de incluir lo que se ha aprendido
acerca de los pobres, y de sus necesidades y relaciones financieras, en
una infraestructura comercial que pueda proveer servicios de la mejor
manera y a bajo costo.

Hacer realidad la promesa a las microempresas

Si la comunidad de las microfinanzas desea llevar a cabo su visión


de proveer a millones de microempresarios e individuos empleados
por cuenta propia acceso a servicios financieros, deberá superar cua-
tro grandes desafíos a lo largo del próximo decenio. En primer lugar
tendrá que penetrar en el mercado del microcrédito en los países más
grandes de América Latina. Esto equivale a incrementar la porción del
mercado cubierto en países como Argentina, Brasil, Colombia, México
y Venezuela.
En segundo lugar las instituciones de microfinanzas deberán
adoptar una gama más amplia de servicios financieros para los pobres,
las personas empleadas por cuenta propia, y las empresas informales y
sus empleados. Las entidades latinoamericanas deberán reconocer que
los pobres requieren diversos servicios financieros (desde cuentas de
depósito hasta seguros y remesas), para comenzar así a trabajar activa-
mente en la satisfacción a esas necesidades.
302 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

En tercer lugar estas instituciones deberán trabajar para asegurar

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que el proceso de comercialización e integración de las microfinanzas

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no margine a los más pobres. Las ONG que atienden a los clientes de
ingreso más bajo en el mundo del microcrédito se han demorado en
desarrollar vínculos con bancos y en transformarse en entidades regu-
ladas. Por otra parte, en las instituciones de microfinanzas reguladas, el
préstamo promedio es más alto; esto sugiere que es posible que se haya
excluido a los clientes más pobres.
En cuarto lugar, las instituciones de microfinanzas que operan
en toda la región deberán mejorar los niveles de eficiencia, incremen-
tar las ganancias y encontrar formas creativas de lograr economías de
escala. Si bien la competencia ha beneficiado a los clientes que tienen
acceso a una variedad más amplia de ofertas de productos, menores
costos de transacciones y menores tasas de interés, las instituciones de
microfinanzas que operan en entornos competitivos han visto menguar
sus ganancias debido al riesgo sistémico de cartera, a la renovación
de personal, a la falta de avances tecnológicos y a la presión sobre los
márgenes financieros. Para que las ganancias atraigan a inversionistas y
empresarios privados, y que la cobertura continúe ampliándose en los
mercados competitivos, las instituciones de microfinanzas de la región
deberán innovar más allá de las tecnologías tradicionales de préstamos
y operaciones que han utilizado hasta ahora.
Tomados en su conjunto, estos cuatro desafíos representan el paso
final hacia la concreción de la promesa de las microfinanzas de ofrecer
acceso a servicios financieros tales como préstamos, ahorro, transferencia
y seguro a millones de microempresarios, en particular los del sector in-
formal, que carecen de otras opciones. Es posible que, para estar a la altura
de estos desafíos, se requiera adoptar una solución híbrida que vincule las
lecciones aprendidas de la comunidad de las ONG acerca de los pobres
y su dinero, los principios básicos del préstamo sólido a empresarios sin
garantías, y la disciplina organizacional, con la infraestructura vital y la
capacidad de financiamiento de los sectores bancario y minorista. Unas
pocas iniciativas en toda la región apuntan en este sentido.
LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 303

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Página en blanco a propósito

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CAPÍTULO 9

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El futuro de las microfinanzas
en América Latina

Tomás Miller-Sanabria

D
os hitos marcaron el inicio del fenómeno mundial conocido
como microfinanzas en América Latina. En los años setenta, se
utilizó por primera vez el término “microcrédito” en un proyec-
to de las Naciones Unidas llevado a cabo en Recife, Brasil (Fiori et al.,
2004). En 1978, un organismo multilateral, el Banco Interamericano de
Desarrollo, comenzó a otorgar financiamiento en apoyo a proyectos de
microempresas, sin la exigencia de una garantía soberana. Entre 1978
y 2003, el Programa de Pequeños Proyectos del BID entregó US$120
millones en condiciones concesionarias, para ayudar a financiar 212
proyectos de microfinanzas (Luna y Sáenz, 2004).
El éxito de este programa y del trabajo directo con instituciones de
microfinanzas privadas incipientes se refleja en el elevado nivel de desa-
rrollo alcanzado por muchas de estas instituciones. Las organizaciones no
gubernamentales que iniciaron sus operaciones con apoyo en condiciones
concesionarias hoy operan como bancos y como intermediarios financieros
especializados, integrados en los mercados financieros y de capitales de
sus respectivos países. Hace sólo 25 años, se ponía en duda la capacidad de
los operadores de microempresas para reembolsar préstamos comerciales.
Hoy, se sabe que las microempresas no sólo devuelven sus préstamos, sino
que los cancelan en su totalidad y puntualmente, y demandan una gama
completa de servicios financieros (véase el capítulo 7).
El progreso logrado por el sector en este período resulta evidente
en el crecimiento no sólo de las entidades, sino también del tejido insti-
tucional de la industria de las microfinanzas; incluyendo por ejemplo, los
308 TOMÁS MILLER-SANABRIA

organismos regulatorios, los fondos de inversión, las agencias de califica-

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ción, los inversionistas privados e institucionales con orientación social,

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las redes internacionales y las firmas consultoras. El crecimiento de esta
intermediación financiera puede apreciarse si se compara el nivel de los
activos financieros de las instituciones con el volumen de operaciones que
manejan. En el año 2004, de 212 que habían recibido su crédito inicial
a fines de los años setenta o principios de los ochenta, las diez principa-
les desembolsaron cerca de US$500 millones en microcrédito, a través
de una amplia gama de servicios financieros que llegó a unos 660.000
prestatarios. En el capítulo 2, se describe el proceso de upgrading de las
organizaciones no gubernamentales de América Latina, mediante el cual
pasaron a ser instituciones financieras formales y supervisadas.
El nivel actual de las actividades de microfinanzas es, en parte,
consecuencia de las reformas financieras emprendidas en la mayor parte
de los países de América Latina y el Caribe en las décadas de 1980 y
1990. El propósito de estas reformas era alentar la competencia, y abrir
y desregular los mercados financieros; de este modo, han ayudado a
reducir el papel del Estado como banquero y prestamista, así como su
intervención en la determinación de precios y tasas de interés (véase el
capítulo 3). Dado que estas reformas no se vieron acompañadas por un
fortalecimiento del marco regulatorio, numerosas economías quedaron
vulnerables a los efectos externos de las crisis macroeconómicas inter-
nacionales. A mediados de los años noventa, los sistemas financieros de
varios países latinoamericanos entraron en crisis, con una contracción
del crédito y del crecimiento económico.
En este período, tanto los organismos reguladores como las ins-
tituciones bancarias otorgaron absoluta prioridad a la gestión de la
crisis del sector financiero. En algunos casos, adoptaron medidas de
rescate, efectuaron ajustes a las normas prudenciales y buscaron formas
de proteger a los depositantes. El control de crisis en las instituciones
financieras se basó en la necesidad de una gestión minuciosa del riesgo de
crédito, en la supervisión de la capacidad de pago y en la administración
de la liquidez. El desarrollo de nuevos servicios para sectores tan poco
tradicionales como las micro y las pequeñas empresas no estaba en los
planes de la mayoría de los intermediarios financieros de la región.
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 309

La crisis financiera afectó sistemáticamente a todos los intermedia-

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rios, incluidas las instituciones de microfinanzas. Los estudios de caso

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de Bolivia y Ecuador (véase el capítulo 5) muestran cómo estas institu-
ciones estuvieron a la altura de los desafíos de gestión durante una crisis
sistémica. Gracias a una selección previa adecuada, el contacto estrecho
con el cliente, el trato personal con los empresarios, la confianza mutua,
una cultura que promovía el repago total y puntual de los préstamos, y
las tecnologías financieras apropiadas, se vieron en posición ventajosa
frente a las instituciones financieras tradicionales. Las instituciones de
microfinanzas no sólo son capaces de sortear las crisis: también pue-
den salir de ellas fortalecidas. Dado que sus carteras de préstamos son
mucho menos cíclicas que las de los bancos comerciales tradicionales,
su presencia redujo la volatilidad de los sistemas financieros.
Este logro es tanto más notable a la luz de que América Latina
exhibe el mayor promedio mundial de crisis bancarias sistémicas por
país (BID, 2004). Alrededor de un tercio de los países experimentó crisis
repetidas entre 1974 y 2003. En medio de esta volatilidad, las institucio-
nes de microfinanzas se han desempeñado extraordinariamente bien:
han mostrado un crecimiento constante, han mantenido el control de
calidad sobre sus activos y, en algunos casos, han actuado como refugio
de los depositantes de otras entidades.
El desarrollo de la industria no ha sido parejo. Los países de la región
a la vanguardia de las microfinanzas son aquellos en los que el marco
regulatorio se adaptó para facilitar las operaciones de microcrédito (véase
el capítulo 4). Estas estructuras legales reconocen que tales operaciones
merecen un tratamiento distinto aunque no preferencial, compatible con
las características intrínsecas de las operaciones de crédito que se apoyan
en evaluaciones basadas en el flujo de efectivo, así como en información
informal e incompleta, sin que exista una garantía real.
Además de un marco regulatorio especializado, las microfinanzas,
para prosperar, requieren un mercado potencial amplio, así como ins-
tituciones bien administradas, con el respaldo de estructuras sólidas de
gobierno corporativo. Pese al desarrollo desparejo del sector en la región,
los buenos resultados obtenidos por las instituciones precursoras han
tenido un efecto de demostración importante. En el plano nacional este
310 TOMÁS MILLER-SANABRIA

efecto indujo a nuevos interesados a ingresar en el mercado con recursos

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adicionales, incrementando la oferta; esto llevó a una mayor competencia

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y a una gama más amplia de opciones para los empresarios. Con los
sistemas de comunicaciones actuales de avanzada y las posibilidades de
intercambio de información financiera por Internet, la transferencia de
conocimientos y la divulgación de los resultados de los proyectos han
trascendido las fronteras nacionales.
A la luz de esta coyuntura, el desafío, en términos del financia-
miento del desarrollo, en los países que han sujetado a las instituciones
de microfinanzas a regulación y supervisión preventiva, consiste en pro-
fundizar la penetración, fortalecer la capacidad financiera e institucional
de estos intermediarios, y ampliar las opciones de crédito, introduciendo
nuevos productos y servicios. En los grandes países latinoamericanos,
con poblaciones más numerosas y, por lo tanto, mayor cantidad de em-
presarios, el desarrollo del sector está siguiendo un camino distinto. Ha
evolucionado, no a partir de organizaciones no gubernamentales, sino a
partir de instituciones financieras no tradicionales, que no se especializan
en el microcrédito pero tienen la capacidad de llegar al mercado masivo
y de distribuir servicios a una gran cantidad de habitantes.
Tal como se describe en este libro, las microfinanzas en América
Latina y el Caribe se distinguen por sus altas tasas de crecimiento, la
dura competencia y la amplia integración con los sistemas financieros. El
crecimiento y la competencia contrastan significativamente con el reciente
desempeño de los sistemas en los que se insertan. En una evaluación
reciente, el BID caracterizó la oferta de crédito del sector bancario como
escasa, costosa y volátil (BID, 2004). Pese a estas limitaciones, el crédito
suministrado por este sector en la región constituye la fuente principal
de financiamiento para las empresas y los hogares latinoamericanos. En
la misma línea, el costo elevado y la falta de confiabilidad de esta fuente
de financiamiento minan el crecimiento económico y constituyen un
obstáculo para la reducción de la pobreza.
No existe un modelo único para las microfinanzas en América
Latina; en cambio, coexiste una multiplicidad de enfoques, destinados
a satisfacer la demanda de servicios financieros de unidades económicas
pequeñas. Estos formatos de operación deberían tomar en cuenta las
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 311

circunstancias de cada lugar, principalmente, el grado de desarrollo de

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los mercados financieros locales, las condiciones macroeconómicas y

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el marco regulatorio. Pese a su diversidad, los factores en común que
comparten los modelos son indicativos de una tasa de crecimiento ele-
vada en el sector, un progresivo nivel de integración con los sistemas
financieros, una mayor competitividad, la iniciativa de los interesados
locales del sector privado, y la capacidad de sobrevivir y crecer en épocas
de crisis financieras y macroeconómicas.

La competencia por servicios financieros diversificados


y estables

La competencia, la tecnología y las economías de escala han permitido


al sector de microfinanzas de la región reducir el costo de los servicios.
La competencia ha forzado a las instituciones de crédito a ajustar sus
políticas de precios de acuerdo con la demanda de servicios financieros
por parte de empresarios a cargo de unidades económicas pequeñas.
Las condiciones de mercado y el estado de la industria en cada país
inciden en la determinación de precios. Los países con escasas fuentes
de financiamiento para el sector muestran márgenes elevados, tasas de
interés superiores y menor disponibilidad de productos y servicios. En
países con una mayor penetración en el mercado, los clientes preferen-
ciales reciben un tratamiento especial; además, se han hecho esfuerzos
significativos por diversificar la gama de servicios, con miras a conquistar
la lealtad de los clientes y a evitar depender de un único producto. Las
instituciones de microfinanzas ubicadas a la vanguardia son interme-
diarios completos, que ofrecen múltiples servicios, tanto por el lado de
sus activos como por el de sus pasivos.
En América Latina, el microcrédito ha tenido una penetración en
el sector bancario formal más profunda que en cualquier otra región
en desarrollo (véase el capítulo 8). Sin embargo, en varios de los países
más populosos (Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela), la
oferta resulta insuficiente frente a la enorme demanda de servicios
financieros del sector de microempresas. La evolución de estos servi-
cios, a su vez, influye sobre el comportamiento y la demanda de los
312 TOMÁS MILLER-SANABRIA

empresarios. Así, en países en los que se utilizan ampliamente tarjetas

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de crédito y cheques, el crédito logra llegar a las microempresas a tra-

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vés de usos ingeniosos de instrumentos financieros existentes, pese a
la falta de instituciones de microfinanzas especializadas. Dado que los
fondos intermediados se movilizan localmente sin necesidad de finan-
ciamiento de organismos internacionales donantes, se desconocen las
repercusiones reales de la presencia de estos métodos de financiación
(véase el capítulo 8). Del mismo modo que los fondos que se prestan
a una microempresa pueden terminar siendo asignados a la familia
del empresario, el crédito de consumo y otros servicios financieros
extendidos a una persona y a su familia pueden terminar mejorando
la liquidez de su empresa.
En los sistemas financieros más avanzados de la región, los bancos
tradicionales están más familiarizados con el concepto de crédito de
consumo que con el microcrédito comercial. Ambos tienen numerosas
características similares, ya que se trata de préstamos pequeños con
períodos de repago breves, reducidos costos de transacción y elevados
gastos operativos para la gestión del crédito. Además, están destinados
a los sectores de ingreso mediano y bajo, y no requieren garantías. Las
evaluaciones de crédito se basan fundamentalmente en un análisis de la
información relativa al solicitante. En el caso del crédito de consumo,
la fuente de información requerida para procesar el crédito es el salario
del individuo, fácil de obtener cuando la persona tiene empleo formal.
La información para procesar el microcrédito se obtiene de un análisis
del flujo de efectivo de una actividad productiva típica de los mercados
informales. Esta información no es de fácil acceso; los procedimientos
para obtenerla de forma precisa y eficiente constituyen una parte im-
portante de la metodología de crédito (véase el capítulo 3).
Pese a sus similitudes, el microcrédito y el crédito de consumo
tienen diferencias marcadas y la capacidad de ofrecer uno de ellos
no garantiza el éxito en el manejo del otro. La aplicación errónea de
estos conceptos en forma reiterada puede conducir a crisis sistémicas
(véase el capítulo 5). La diferencia principal entre estos productos es
la tolerancia a la morosidad, y la organización y administración de los
procedimientos de análisis, desembolso y cobro. Para una institución
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 313

financiera, la característica más importante del microcrédito es el con-

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junto de procedimientos utilizados para compilar información acerca

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de la actividad productiva. Esta información, que identificará el tamaño
y el volumen del negocio generado por la unidad económica, y que
servirá como base para determinar el monto y las características del
préstamo, se actualiza en forma constante, a medida que se reciben los
datos que conformarán el historial de crédito del cliente. Con el tiempo,
las interacciones comerciales entre la institución y el cliente crecen, al
otorgarse préstamos de mayor cuantía con plazos más prolongados, y
se amplía el alcance de las operaciones financieras.
El microcrédito fue el pionero, el Ford T1 de este sector financiero,
pero ha dejado de ser el único producto. Ahora abundan el crédito, el
ahorro y otros servicios, pues numerosas instituciones ofrecen distin-
tos tipos de financiamiento para pequeñas empresas y microempresas:
créditos individuales y grupales, préstamos para inversión, préstamos
de capital de trabajo, hipotecarios y de consumo, y líneas de crédito. Las
operaciones de depósito incluyen diversos tipos de estructuras de ahorro,
cuentas con libretas de ahorro, depósitos a plazo fijo en distintas mone-
das y cuentas corrientes. Entre otros tipos de servicios, cabe mencionar
las transferencias nacionales e internacionales de remesas, el cambio de
divisas, el cobro de impuestos locales y cargos a usuarios, el descuento
de títulos valores, el cobro de servicios públicos (agua, electricidad y
teléfono) y, recientemente, servicios de microseguro.

Tecnología apropiada

A diferencia del microcrédito (que en general es específico, no dife-


renciado y se centra en un único producto), las microfinanzas ofrecen
alternativas en extremo diversas, más adecuadas a los gustos y prefe-
rencias del cliente. El costo total de la deuda de las pequeñas empresas
y microempresas incluye dos componentes: la tasa de interés y el valor

1
El Ford T fue el primer automóvil diseñado por Henry Ford. A principios de los años
veinte, 25 años después de la introducción del vehículo, su creador reconoció que había
cumplido su ciclo de vida, y lanzó el Ford A. Pronto les siguieron muchos otros.
314 TOMÁS MILLER-SANABRIA

de las transacciones. En algunos países, la competencia ha llevado a

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reducir las tasas de interés. La tecnología aplicada al microcrédito ha

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facilitado el uso de métodos específicamente diseñados para reducir los
costos de las transacciones. En combinación con mayores economías
de escala, estos dos efectos han tenido como resultado una reducción
del costo total de endeudamiento, en los sitios donde el sector se ha
desarrollado.
La prestación integrada de una gran variedad de servicios finan-
cieros ha modificado las políticas de establecimiento de precios. Dada la
elasticidad cruzada de los valores de distintos servicios de microfinanzas,
la venta de una gama de productos ha contribuido a reducir aún más
los precios de los servicios. Este efecto se intensifica cuando existe una
plataforma tecnológica apropiada que, bien aplicada, permite el diseño
de nuevos productos, un mayor espectro de canales de distribución y
una mayor productividad de los proveedores de microfinanzas.
La adopción de tecnologías modernas es una decisión económica
basada en costos y beneficios, sujeta a restricciones tecnológicas existen-
tes donde sea que la institución lleve adelante sus operaciones (véase el
capítulo 6). La tecnología por sí sola no repercutirá sobre la eficiencia
de una institución, excepto que se la utilice en combinación con innova-
ciones en la organización. Aun cuando la tecnología ayude a uniformar
procesos, no sustituye la interacción y el contacto entre el analista de
crédito y los clientes. En microfinanzas, esta relación es un factor crítico
para evaluar el carácter del cliente y su capacidad de pago.
Las microfinanzas, con su amplia gestión de datos y sus grandes
requisitos para su procesamiento, ven esta tarea enormemente facilitada
por la tecnología, que las ayuda en el manejo de elementos tan esenciales
para la gestión de riesgo como la compilación, el procesamiento y la
interpretación de la información. A diferencia del análisis de crédito
efectuado por los bancos comerciales, sobre la base de la cuantifica-
ción de la riqueza acumulada, la evaluación de riesgo de las micro y
pequeñas empresas depende del procesamiento de la información. Las
transacciones comerciales, y entre empresas y prestadores de servicios
financieros, evolucionan a un ritmo tal que resulta difícil imaginar de
qué modo se llevarán a cabo las operaciones de negocios en el futuro
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 315

cercano. Para poder adaptar los servicios que ofrecen a las necesidades

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de los empresarios, las instituciones de microfinanzas deberán mante-

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ner una mentalidad abierta, estar dispuestas a ponerse a la altura de los
cambios e introducir mejoras en forma continua. La tecnología posibilita
esta adaptación constante.
Las nuevas tecnologías plantean un amplio espectro de oportu-
nidades, que permiten a los empresarios tomar mejores decisiones en
materia de ahorro y consumo, en un momento determinado y a lo largo
de diversos períodos. La disponibilidad de más servicios financieros
posibilita los pagos, y permite trasladar el poder adquisitivo a lo largo
del tiempo y a través de la distancia física. Un ejemplo significativo es
el mecanismo de transmisión para enviar y recibir remesas familiares.
Los avances tecnológicos y las reducciones de costos están trayendo
aparejados cambios importantes que mejoran la capacidad de los ho-
gares y las empresas, por igual, de gestionar la liquidez; el resultado ha
sido una reducción en los costos de las transacciones en los mercados
de bienes y servicios, y en los mercados de los factores de producción.
En los próximos años, se verán más transformaciones y avances en
la forma en que las unidades económicas pequeñas llevan a cabo sus
operaciones de mercado.
En los países donde las microfinanzas han alcanzado un mayor
grado de madurez, la tecnología ofrece la oportunidad de incrementar la
productividad y la eficiencia, y de ampliar la cobertura a sectores donde
en la actualidad no se prestan servicios, por ejemplo, en áreas rurales y
a migrantes. Otro campo en el que la tecnología cumplirá un papel más
visible en el futuro es la integración del sector de microfinanzas con los
sistemas financieros. Sin duda, el creciente flujo de información entre
bancos, subsidiarias y centros de evaluación de riesgo creará la necesidad
de nuevas tecnologías (véase el capítulo 6).

Economías de escala

En el área de servicios financieros, resulta difícil lograr un nivel satisfac-


torio de eficiencia con un volumen de operaciones pequeño. A menos
que se alcancen los volúmenes críticos de las economías de escala, los
316 TOMÁS MILLER-SANABRIA

servicios tienden a ser altos, limitados y carentes de profundidad. Las

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entidades de este sector necesitan un monto mínimo para cubrir los

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costos de evaluación y otros gastos operativos. Las economías de escala
no solamente permiten a las instituciones microfinancieras reducir los
costos administrativos por cada unidad de crédito colocada, sino que
también hacen factible la estructuración de inversiones y operaciones
de mayor tamaño. Las instituciones de microfinanzas y los proveedores
de financiamiento pueden incrementar significativamente la escala de
las operaciones comerciales que emprenden. Las de mayor envergadura,
incluso, son capaces de diseñar y emitir instrumentos de mayor tamaño
como para atraer la inversión privada.
Para mediados del año 2005, quizá 20 instituciones de microfinanzas
de América Latina ya habían alcanzado niveles de activos superiores a
US$50 millones. Las tasas de crecimiento anual del orden del 30% al 40%
indican que el tamaño de las instituciones y de la industria en general
se duplica aproximadamente cada dos años. Este tamaño crítico, y las
correspondientes perspectivas de crecimiento, están atrayendo nuevas
fuentes de financiamiento que, hasta ahora, sólo habían tratado con el
sector bancario tradicional. Entre los nuevos inversionistas se incluyen
fondos de pensiones, bancos de inversión, y fondos internacionales de
inversión y para el desarrollo de capital. Los mayores volúmenes de acti-
vos financieros que estas instituciones han acumulado consolidarán sus
enlaces con los mercados financieros y de capitales, a través de fusiones,
adquisiciones y la titulización de las carteras de préstamos.
A medida que las instituciones de microfinanzas comienzan a
operar como instituciones financieras reguladas, se integran al sistema
financiero local y se exponen más a las oscilaciones y las inestabilidades
macroeconómicas, así como a las repercusiones de las crisis desatadas
en otras regiones. Las ventajas de la movilización de depósitos pueden
verse minadas por el incremento de los gastos operativos, sujetos a los
vaivenes de los shocks externos que escapan al control de las institu-
ciones bancarias. Así, cobran importancia las políticas sistemáticas de
gestión de crisis y de prevención, la capacidad de gestión de la liquidez en
tiempos de crisis, y la disponibilidad de mecanismos de financiamiento
de último recurso.
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 317

Microfinanzas, capital humano y gobierno corporativo

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A medida que el crecimiento se acelere y se profundice la integración
con los sistemas financieros, se incrementarán los requerimientos de
capital humano en términos de la cantidad y el grado de especialización
requerido a los gerentes de nivel superior y las juntas directivas de las
instituciones. El dinamismo de un intermediario financiero especiali-
zado en microfinanzas es más una función de su capital humano, que
de su capital financiero.
Las operaciones de crédito para microfinanciamiento crecen en
todo el sector de finanzas, como lo demuestran el número de bancos que
ingresan gradualmente en la actividad, la cantidad de instituciones de
microfinanzas existentes y rentables, y la base de clientes que atienden.
Las instituciones de microfinanzas de mayor éxito han logrado crecer
a través de sus vínculos con los mercados financieros y de capital; esto
les ha permitido integrarse sin pausa al sistema bancario. Sin duda, los
vínculos con los mercados financieros atraen más inversiones y más
financiamiento, públicos y privados. A su vez, la responsabilidad de
manejar mayores niveles de activos financieros trae aparejada la nece-
sidad de más controles y mecanismos de supervisión, los que a la vez
exigen más capital humano.
Independientemente de cómo esté conformada una institución de
microfinanzas, es importante que cuente con varios órganos de toma de
decisiones, integrados por miembros y socios, directores y gerentes. Las
normas y regulaciones en virtud de las cuales estos organismos ostentan
el poder y supervisan el control definen el gobierno corporativo de la
entidad. Tradicionalmente, la función de la junta directiva consiste en
orientar la perspectiva de un grupo de accionistas y mediar entre los
propietarios y los gerentes de una empresa. A medida que el volumen de
activos que estas instituciones administran crece a un ritmo acelerado,
se tornan más importantes y complejas las funciones y responsabilida-
des de la junta directiva. Esto resulta particularmente cierto cuando los
fondos provienen del público, contribuyentes de impuestos e inversio-
nistas. Para que un miembro de la junta directiva aporte valor agregado
a una empresa, debe contribuir con nuevas ideas, aportar experiencia
318 TOMÁS MILLER-SANABRIA

profesional pertinente y ofrecer una red de contactos, que contribuyan

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a generar nuevos proyectos o a obtener financiamiento adicional.

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Una junta que comprenda cabalmente sus responsabilidades
fiduciarias deberá proteger los intereses de todos sus accionistas, in-
cluidos los minoritarios. Debe analizar, ponderar, aprobar y estudiar
minuciosamente los planes y las propuestas de la gerencia. Los miembros
de esta toman decisiones, pero es responsabilidad de la junta aprobar-
las. Mientras la gerencia tiene la responsabilidad diaria de manejar los
recursos de una empresa, la junta directiva debe examinar y aprobar
los presupuestos, dado que ella tiene la última palabra con respecto a
la asignación de fondos y esfuerzos. Finalmente, la junta directiva debe
crear un ambiente de rendición de cuentas para evaluar sistemática-
mente el desempeño de la gerencia y medir el nivel de cumplimiento
de las metas propuestas.
Un gobierno corporativo sólido es condición necesaria en una
empresa de microfinanzas, a fin de fomentar la rendición de cuentas, la
transparencia y una conducta de negocios apropiada. El modo en que
los accionistas y la gerencia comparten el control de su institución se
define por las reglas de gobierno corporativo. Por mejor establecidos
que estén el marco regulatorio de un país y el control preventivo, nunca
pueden sustituir a directores con un sentido claro del “deber de dili-
gencia” y el “deber de lealtad”. Por el “deber de diligencia”, un director
debe actuar de buena fe, con el mismo cuidado y la misma cautela que
cualquier persona prudente demostraría en una posición similar y en las
mismas condiciones. Fiel a este principio, debe utilizar su mejor juicio
para proteger los intereses de la empresa. Por el “deber de lealtad”, los
directores deben anteponer los intereses de la empresa a los propios
(NACD, 2003).
Asimismo, conforme a este mismo principio, los miembros de
la junta directiva utilizan los activos y la información de la institución
para cumplir las metas y los objetivos declarados de la misma, jamás
para su uso personal. El “deber de lealtad” puede ponerse a prueba en
situaciones de conflicto de intereses, cuando un miembro de la junta
participa en una transacción en la cual también participa su empresa.
Las instituciones de microfinanzas pueden enfrentar conflictos de in-
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 319

tereses cuando los inversionistas cumplen simultáneamente una o dos

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funciones, por ejemplo, si son también acreedores o proveedores de

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suministros o de asistencia técnica. La transparencia, las conversaciones
abiertas y francas, y la voluntad de proveer información ayudan a reducir
las posibilidades de que exista un conflicto de intereses.
Se ha demostrado que las buenas prácticas en el gobierno corpora-
tivo tienen correlación con rentabilidades más elevadas de las empresas.
Cuando los derechos de los accionistas no son lo bastante sólidos y los
directores no los defienden, el valor de la institución disminuye, y su
desempeño operativo se deteriora (Gompers, Ishii y Metrick, 2001). Las
instituciones de microfinanzas bien establecidas necesitan directores
capaces, responsables y bien informados, que adhieran a normas éticas
básicas, y que tomen decisiones con madurez y prudencia. El marco
regulatorio es importante, pero es aún más importante poder confiar
en una junta directiva integrada por personas calificadas, con integridad
y una ética de negocios incuestionable. El volumen creciente de fondos
públicos que se han visto atraídos hacia estas instituciones requiere
una inversión significativa en capital humano, no sólo en el ámbito
gerencial, sino también en el de las juntas, pues sus miembros son, en
última instancia, responsables ante el público (depositantes, accionistas,
inversionistas, financistas y clientes) por el manejo probo de los recursos
confiados a su actuación profesional.
La rápida proliferación de instituciones de microfinanzas y el
volumen siempre creciente de activos financieros exigen una gran in-
versión en capital humano en términos de capacitación, contratación
y formación de personal calificado. El mercado está dando respuesta a
esta necesidad, ya que varias universidades han añadido programas de
microfinanzas a sus planes de estudio. La necesidad de educar y capacitar
a personal especializado se tornará cada vez más acuciante. Para que
jóvenes calificados busquen seguir carreras en microfinanzas, se necesita
hacer más inversiones en recursos humanos y personal de gestión. Hasta
la fecha, las instituciones microfinancieras han asumido la mayor parte
de este costo. A medida que el sector continúa expandiéndose, existen
argumentos contundentes a favor de compartirlos con los estudiantes
mismos y con el sector público.
320 TOMÁS MILLER-SANABRIA

El fortalecimiento continuo de habilidades y de la capacitación,

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además de la actualización profesional del personal de microfinanzas y

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de los miembros de las juntas directivas, serán factores determinantes
en la capacidad de estas instituciones de seguir atrayendo recursos para
ampliar su marco de actividades. Las instituciones de microfinanzas
necesitan directores que comprendan cómo operan los mercados de
capitales, que sepan de economía y psicología, que conozcan a fondo al
ser humano, que sean hábiles para tomar decisiones y, por encima de
todo, que conozcan cabalmente la esencia del crédito.

La globalización de las microfinanzas y las remesas

A medida que el mundo se globaliza y los mercados locales se integran


cada vez más en una economía más amplia, los mercados de trabajo y
financieros se expanden o contraen según las oportunidades disponibles.
Este comportamiento se refleja en los flujos migratorios, en las remesas,
y en las decisiones de inversión y consumo de la población de ingreso
bajo. Las microfinanzas también se han globalizado.
En tanto herramienta de desarrollo del financiamiento, las remesas
tienen mucho en común con las microfinanzas en América Latina y el
Caribe, tanto en su evolución como en sus características inherentes.
Como servicios financieros, ambos instrumentos se ofrecieron inicial-
mente fuera de los sistemas bancarios comerciales tradicionales, tal vez
porque han estado destinados a una clientela no prioritaria de estos
sistemas. El perfil de un cliente de microfinanzas es similar al del recep-
tor de una remesa: nivel socioeconómico bajo, utilización frecuente del
servicio y transacciones por montos pequeños. Además, los dos tienden
a vivir en lugares pobres, donde ha sido en extremo difícil lograr una
asignación eficaz de asistencia.
Las remesas son una herramienta de desarrollo importante porque
de ellas dependen el bienestar de millones de personas y las economías
de docenas de países (Terry, 2005). No sólo cubren las necesidades
económicas básicas de muchas familias; también proveen recursos para
invertir en las personas, en términos de educación y salud. Asimismo
suministran capital embrionario para miles de micro y pequeñas em-
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 321

presas, tanto como pagos iniciales para la compra de terrenos o casas.

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Pese a su enorme potencial de aprovechamiento, las remesas continúan

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enfrentando una escasez de canales de distribución. Las opciones de
los hogares pobres para hacer un uso óptimo de las mismas no se están
aprovechando al máximo.
Las oportunidades de negocios para que las instituciones de
microfinanzas presten servicios operativos y de distribución de estos
fondos son inmensas, aun cuando los servicios de transmisión electró-
nicos, como Western Union y MoneyGram, siguen teniendo una gran
aceptación. Igualmente, existen otros métodos de distribución menos
utilizados, por ejemplo, cooperativas, instituciones de microfinanzas,
bancos, servicios postales y operadores individuales.
En el año 2000 casi el 3% de la población mundial, de 6,1 mil
millones de personas, estaba conformado por emigrantes; más de 175
millones de individuos vivían lejos de sus hogares, todos en busca de
mejores oportunidades (Martin, 2004).2 La falta de empleo formal en
América Latina y las posibilidades de puestos mejor pagos en el norte
han conducido a la formación de un flujo de trabajadores desde el sur,
principalmente, hacia Estados Unidos. Además de esta migración hacia
el norte, también se han incrementado las migraciones intrarregionales;
en ellas, se incluyen las corrientes de bolivianos que van hacia Argentina,
de nicaragüenses a Costa Rica, de guatemaltecos a México, de peruanos
a Chile y de haitianos a la República Dominicana. Aproximadamente
el 5% de las personas que viven en Estados Unidos (14,5 millones de
personas) son inmigrantes provenientes de esta región, conforme a un
censo de población efectuado en ese país en el año 2000. Según estima-
ciones recientes, la cifra actual es de 17 millones.
Mientras millones de personas emigran del sur al norte, miles de
millones de dólares se trasladan, en remesas, del norte al sur. Anual-
mente, en América Latina y el Caribe, se recibe más dinero en remesas
que en cualquier otra región. En 2005, se enviaron más de US$54 mil

2
Estadísticas basadas en datos de la División de Población de las Naciones Unidas y los
Indicadores de Desarrollo del Banco Mundial. Se define “inmigrante” como una persona
que ha vivido fuera de su país de origen por 12 meses o más.
322 TOMÁS MILLER-SANABRIA

millones en remesas. Esta cifra supera holgadamente el total de inversión

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extranjera directa y de asistencia oficial para el desarrollo (no militar)

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que recibe la región. Pese al enorme volumen y a los efectos crecientes
de estos flujos, los efectos de la migración y las remesas sobre el desa-
rrollo todavía no han sido analizados o estudiados en forma apropiada
(Terry y Wilson, 2005).
La generación de nuevas alternativas en servicios financieros
(tales como el crédito y la transferencia de remesas y ahorros) para este
segmento de la población reduciría la dependencia e incrementaría la
variedad que se ofrece a los clientes. El suministro de servicios se elevaría
y la demanda sería más elástica. Por el mismo servicio, el cliente pagaría
un precio menor, con lo cual aumentaría su bienestar. En el año 2000,
el costo promedio de enviar una remesa a América Latina era igual al
15% del monto de la transacción. Hoy, el costo se ha reducido a la mitad,
gracias a la competencia, a los avances tecnológicos y a la disponibilidad
de más información. Las repercusiones sociales de esto son significativas,
pues los beneficiarios de remesas pertenecen a los grupos económicos
más bajos. En general, los inmigrantes pobres las envían a familiares aún
más pobres. La misma reducción de márgenes que se ha producido en la
industria de las microfinanzas se está poniendo de manifiesto también
en la transferencia de dinero. La tecnología ha permitido diseñar nue-
vos servicios y la competencia ha generado nuevas alternativas, en un
esfuerzo por diferenciarse y atraer clientes, mejorando así los servicios
y reduciendo el costo total para el cliente.
Varias docenas de instituciones de microfinanzas de América Latina
están incorporando los servicios de transferencia de remesas a la gama
de productos que ya ofrecen a sus clientes. El potencial económico de
aprovechar los efectos de estas operaciones a través de las instituciones
financieras es enorme y apenas comienza a descubrirse. El papel de las
instituciones de microfinanzas en la canalización de recursos a través
de los sistemas financieros, incrementando la movilización de depósi-
tos y el marketing del crédito a pequeñas empresas y microempresas,
indudablemente crecerá.
A través de alianzas entre las instituciones de microfinanzas, en los
países en que se reciben remesas, y entre las instituciones financieras y
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 323

quienes las envían, en los países de los que las remesas salen, ha sido po-

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sible reducir los costos de las transferencias e incrementar los montos de

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la intermediación financiera, con lo que se ha contribuido al crecimiento
económico. Con la oferta cruzada de préstamos, ahorro y transferencia
de remesas el cliente puede destinar los fondos a consumo y ahorro con
más facilidad. Un espectro más amplio de opciones de finanzas ayuda a
incrementar las oportunidades de que las empresas hogareñas del sector
informal puedan aprovechar los proyectos productivos promisorios.
En la actualidad las remesas normalmente dependen de tran-
sacciones de efectivo. Para que pasen por los bancos, debe continuar
expandiéndose el acceso de las microempresas a los servicios financie-
ros. De hecho sólo alrededor del 14% del mercado de microempresas
en América Latina recibe, en la actualidad, servicios de microfinanzas
(Marulanda y Otero, 2005). Además, numerosos beneficiarios de remesas
no están familiarizados con las instituciones financieras. Las oportu-
nidades de negocios para que bancos, cooperativas e instituciones de
microfinanzas aborden estas brechas son inmensas, tanto en los países
desde los que se envían como en los países receptores, menos desarro-
llados (Terry, 2005).
A medida que las instituciones de microfinanzas puedan identificar
la demanda legítima y real de servicios financieros por parte de micro
y pequeñas empresas, y asignar crédito al sector, los mayores flujos de
remesas a través de las mismas tendrán efectos económicos significativos
sobre el sector de las microempresas y los hogares de ingreso bajo. Pese a
que los receptores de remesas son poco propensos a ahorrar, aun montos
pequeños pueden representar una gran diferencia. El efecto acumulativo
puede mejorar significativamente las reservas de capital de las micro-
empresas, así como el bienestar (Woodruff y Zenteno, 2001).
Para ofrecer servicios de remesas, las instituciones de microfi-
nanzas deben procurar establecer lazos comerciales y asociaciones con
instituciones en los países desde donde se envíen. A fin de fortalecer
estas alianzas transnacionales y generar la confianza necesaria entre
grandes instituciones ubicadas en países distintos, se necesita un flujo
constante de información financiera fácilmente disponible. Los bancos
grandes de países desarrollados establecerán lazos y harán negocios con
324 TOMÁS MILLER-SANABRIA

instituciones de microfinanzas en países en desarrollo únicamente si el

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volumen de las transacciones es significativo, si su desempeño finan-

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ciero es satisfactorio, si las prácticas comerciales son apropiadas y si la
información es transparente.
Otra consecuencia de la globalización es el número creciente de
financistas internacionales que suministran grandes montos en préstamo
a instituciones de microfinanzas. Junto con las fuentes extranjeras, surge
la necesidad de gestionar el riesgo cambiario. La dolarización financiera
es un rasgo distintivo del sector bancario en muchos países de América
Latina y el Caribe. Las instituciones de microfinanzas que prestan dólares
a empresas que operan en el sector de bienes no transables pueden estar
cambiando riesgo cambiario por riesgo crediticio, al intentar trasladar
el desfase de las divisas de sus propios instrumentos financieros a la
clientela de la cartera de créditos (BID, 2004).
A medida que se producen avances en la industria, la necesidad de
gestionar el riesgo cambiario requiere acción en diversos ámbitos. En el
campo de las instituciones, la solución es continuar centrándose en la
movilización de ahorros y depósitos. A medida que la industria de las
microfinanzas se integre más a los mercados financieros locales y que
más bancos comerciales incorporen las microfinanzas como negocio
central, los préstamos del exterior se tornarán menos importantes. En
el ámbito de la industria, se difundirá el uso de instrumentos de cober-
tura, tales como canjes de divisas, garantías en moneda local, contratos
a término (forward contracts), y futuros y opciones sobre divisas. La
solución definitiva, no obstante, es macroeconómica: en efecto, en gran
medida, la dolarización tiene causas de ese tipo.

Expansión más allá de las fronteras

En América Latina, en los últimos años, varias instituciones de micro-


finanzas han ampliado sus actividades más allá de los límites geográfi-
cos. Conducida por empresas e instituciones que buscan expandir sus
operaciones a mercados de mayor envergadura, esta integración más
allá de las fronteras continuará creciendo y fortaleciéndose por varias
razones: como estrategia para integrar y utilizar los sistemas tecnológicos
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 325

e informáticos; como modo de diversificar el riesgo sistémico mediante

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un esfuerzo para aprovechar al máximo las operaciones internas; como

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medio para incrementar el nivel de operaciones y hacer uso pleno de los
aportes de recursos humanos y de tecnología. Esta integración regio-
nal ayudará a difundir las prácticas óptimas y los modelos de eficacia
comprobada en áreas geográficas donde las microfinanzas aún no han
encontrado terreno fértil. Las alianzas también permiten el intercambio
de productos y servicios; de esa forma, se reducen los costos de inicio
de operaciones, así como los costos de desarrollo, de transferencia de
conocimientos y de capacitación (Castello, 2004).
Aunque según las predicciones, esta expansión internacional
continuará aumentando, lo más probable es que cada institución
se siga gestionando como un banco independiente, y no como una
agencia o sucursal de una empresa transnacional. Existen dos motivos
para esta separación: la naturaleza inherente de las instituciones de
microfinanzas, que dependen de las características particulares de cada
mercado, y los distintos niveles de desarrollo de los sistemas regulato-
rios, que no están sincronizados. Los métodos que se utilizan en cada
país para hacer negocios, así como los usos y costumbres, dificultan
el establecimiento de una norma universal. No obstante, la alineación
de los marcos regulatorios y la integración de los sistemas de super-
visión contribuirán a llevar a los países a adoptar un plan de trabajo
común. Los procedimientos de supervisión uniformes ayudan a evitar
los arbitrajes regulatorios y a promover un desarrollo más equitativo
de las microfinanzas.
Algunas instituciones de microfinanzas latinoamericanas han in-
vertido en instituciones del mismo tipo en otras zonas de la región. Por
ejemplo, el Fondo Financiero Privado para el Fomento de las Iniciativas
Económicas (FIE) de Bolivia invirtió en FIE Gran Poder, en Argenti-
na, de la que es accionista mayoritario. Mibanco, de Perú, invirtió en
Bancosol, de Bolivia. El grupo bancario ProCredit tiene inversiones en
Bolivia, Ecuador, El Salvador, Haití y Nicaragua. Los bancos miembros
del Grupo Altas Cumbres operan en Costa Rica, Ecuador, Guatemala,
Perú y República Dominicana. Lo más probable es que esta tendencia
a realizar inversiones más allá de las fronteras continúe, junto con las
326 TOMÁS MILLER-SANABRIA

inversiones de accionistas en instituciones de microfinanzas locales en

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distintos países, todo ello como modo de diversificarse, expandirse y

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penetrar en nuevos mercados.
Esta expansión ya está teniendo lugar entre grupos bancarios de
América Latina, que se están propagando en la región, están rompiendo
las barreras geográficas y están forjando una integración que ya no se
limita sólo a lo político, sino que también alcanza a los ámbitos co-
mercial y empresarial. En un futuro no muy distante, las instituciones
de microfinanzas de mayor envergadura atraerán, inevitablemente, el
interés de los grupos de inversión privados, en vista de las posibilidades
de diversificar el riesgo en la región. La integración de las microfinan-
zas en los mercados financieros y de capitales latinoamericanos es una
realidad irreversible.

Servicios financieros para combatir la pobreza

Los servicios financieros permiten a los pobres diversificar sus fuentes


de ingresos, “suavizar” sus patrones de consumo a lo largo del tiempo,
y protegerse de emergencias y hechos inesperados. El acceso al finan-
ciamiento es importante no sólo porque ofrece oportunidades a las
empresas de tomar préstamos para crecer, sino también porque permite
ofrecer a los hogares pobres mecanismos de seguridad para gestionar
riesgos y reducir su vulnerabilidad (véase el capítulo 8).
En la lucha por aliviar la pobreza y lograr equidad social, es
importante reconocer las funciones y las limitaciones de los servicios
financieros. La pobreza no se reduce promoviendo servicios financieros
puntuales, como micropréstamos o flujos de remesas. Lo que se necesitan
son instituciones sólidas con la capacidad de facilitar la intermediación
financiera y la acumulación de capital en el nicho de las unidades eco-
nómicas más pequeñas. Para reducir la pobreza, es necesario contar con
instituciones fuertes que ayuden a las pequeñas empresas a acumular
reservas para hacer frente a emergencias y aprovechar oportunidades de
inversión, a administrar la liquidez, a facilitar decisiones con respecto a
si ahorrar o invertir, a transferir poder adquisitivo en tiempo y espacio,
y a asignar fondos de usos menos rentables a otros más rentables.
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 327

Las instituciones que logran brindar servicio a los pobres utili-

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zan sus relaciones estrechas con los clientes y su conocimiento de las

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circunstancias específicas para comprender el comportamiento y las
necesidades de los hogares de menores ingresos. Por ejemplo, la migra-
ción se ha convertido en una estrategia de estos hogares para intentar
evadir la pobreza; por ello, varias instituciones de microfinanzas de
América Latina han incorporado la distribución de remesas como un
servicio que pueden ofrecer a sus clientes. Sin embargo, lo importante
no es sólo ofrecer este servicio, sino proveer una gama integrada de
servicios financieros diversos a los inmigrantes y sus familias. La oferta
multifacética de transferencias de remesas, crédito y ahorro ayuda a los
clientes a distribuir sus fondos entre consumo y ahorro.
No es el suministro de un único producto, sino más bien un enfoque
integrado y la disponibilidad de una gama de opciones financieras lo
que incrementa las posibilidades de que los hogares-empresas del sector
informal puedan aprovechar los proyectos productivos. En la medida en
que las remesas puedan transferirse entre las cuentas bancarias de quien
las envía (el emigrante) y de los beneficiarios (sus familiares), los costos
de la transferencia podrán reducirse y el flujo creciente de remesas se
moverá con más eficiencia por el sistema financiero. En estos casos, los
efectos positivos de las microfinanzas para los pobres pueden ser muy
significativos.

Desafíos futuros

Las microempresas y las unidades económicas pequeñas enfrentan mu-


chos problemas y no todos ellos pueden atribuirse a la falta de crédito.
No sólo de pan vive el hombre... y una microempresa necesita algo
más que servicios financieros para desarrollarse. Aunque muchas veces
se menciona el financiamiento como una restricción clave, el factor
limitante real es la falta de acceso permanente a un espectro de servi-
cios financieros, no sólo al crédito. En este sentido, las microempresas
que operan en sectores específicos están demandando programas de
desarrollo de servicios empresariales, así como de educación financiera.
Este tipo de programas es esencial para el desarrollo de las capacidades
328 TOMÁS MILLER-SANABRIA

que el sector necesita, a fin de brindar un mejor servicio a más clientes.

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Además, persistirá el desafío de adaptar los programas de desarrollo de

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servicio empresarial accesibles, así como otros similares, a las necesidades
específicas de cada institución.
El servicio al cliente de todas las instituciones financieras conti-
núa teniendo un nivel bajo, pero está mejorando rápidamente. Debe-
rán continuar los esfuerzos por ampliar los servicios sostenibles a las
poblaciones pobres. Se deberán promover las iniciativas de los bancos
comerciales, de modo tal que sigan ingresando en el sector, cada vez
con más determinación. Los bancos privados dispuestos a ampliar los
servicios financieros para el sector de microempresas son socios natu-
rales de los organismos multilaterales tales como el Fondo Multilateral
de Inversiones (Fomin), cuyo mandato incluye brindar apoyo a planes
financieros innovadores para empresas pequeñas y microempresas.
También merecen apoyo otros tipos de instituciones de microfinanzas,
tales como ONG o cooperativas con el potencial de ser sostenibles, y que
hayan desarrollado instrumentos nuevos e innovadores para el sector
de microempresas.
Las áreas rurales, en las que vive una proporción significativa de la
población de América Latina y donde pueden encontrarse algunos de los
sectores más pobres, constituyen la frontera que habrá que conquistar en
los años venideros. Las limitaciones de la infraestructura física, la baja
densidad de población y el riesgo sistémico de las actividades rurales
requieren nuevos enfoques e innovaciones. Las organizaciones no gu-
bernamentales y las organizaciones sin fines de lucro que no movilizan
depósitos del público tienen alta tolerancia al riesgo; por ello, son un
vehículo excelente para la investigación y la experimentación de nuevos
servicios. Estas instituciones también cumplen un papel importante
en la prestación de servicios no financieros, tales como capacitación y
desarrollo de habilidades de negocios. Las relaciones estrechas con sus
clientes y la capacidad para adaptarse al mercado local les permitirán
especializarse en nichos que han sido de poco interés para los interme-
diarios financieros integrales, o que han recibido escasos servicios.
La participación de los inversionistas privados de la industria y de
los bancos tradicionales, así como de los organismos de desarrollo inter-
EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 329

nacional y de inversionistas socialmente responsables en la industria de

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las microfinanzas, continuará creciendo en los próximos años (INCAE,

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2004). Mientras que los primeros se ven atraídos por las ganancias, los
últimos buscan efectos sociales, cobertura y un mayor bienestar para los
grupos socioeconómicos menos favorecidos. La virtud de las microfi-
nanzas es que aportan resultados positivos en ambas órbitas, con lo que
atraen fondos de las dos fuentes. En suma, el crecimiento y la evolución
de esta actividad han demostrado que lo pequeño puede efectivamente
ser hermoso... y también rentable.
330 TOMÁS MILLER-SANABRIA

Referencias

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ACERCA DE LOS AUTORES

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Marguerite Berger es Coordinadora Principal de Países de la División
del Caribe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al que se
sumó en 1990. Ha sido jefa de la Unidad de Microempresas, asesora
senior y jefa interina de la División de Pequeñas y Medianas Empresas
y Microempresas. Creó y fue la primera jefa de la Unidad de Mujeres en
el Desarrollo del BID. Tiene un doctorado en economía de la American
University, y más de 20 años de experiencia en desarrollo económico en
América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Asia, con mayor énfasis en
pequeñas empresas y microempresas, instituciones financieras, mujeres
en el desarrollo y política económica. Es autora de numerosos libros y
artículos sobre microfinanzas, entre ellos, The Second Story: Wholesale
Microfinance in Latin America (Washington, D.C., Banco Interamericano
de Desarrollo, 2003).

Sergio Castello es profesor de negocios globales y economía en la Uni-


versity of Mobile. Ha publicado libros y artículos acerca de negocios
globales, multinacionales y producción internacional. También tiene
publicaciones en el área de microfinanzas de América Latina y ha
sido consultor del Banco Interamericano de Desarrollo. Ha realizado
investigaciones y tiene experiencia práctica en el área de sostenibilidad
financiera e implementación de innovaciones tecnológicas en las insti-
tuciones de microfinanzas.

Robert Peck Christen es Presidente del Boulder Institute of MicroFinan-


ce, sede del programa de capacitación en microfinanzas (Microfinance
Training Program, MFT) que capacita a líderes de la industria de todo
el mundo para la prestación de servicios financieros a los pobres del
mundo. Ha trabajado durante 25 años en el campo de las microfinanzas,
en más de 40 países; su asignación más reciente ha sido como asesor
senior del Grupo Consultivo de Ayuda a la Población Pobre (CGAP),
334 ACERCA DE LOS AUTORES

donde contribuyó a llevar las microfinanzas a los bancos comerciales.

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Es fundador y director del MicroBanking Bulletin, la publicación de

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referencia de la industria en cuanto al rendimiento financiero. Fue fun-
dador de Microfinance Information eXchange (MIX) y del Microfinance
Management Institute, (MMI). Ha asesorado a diversas instituciones de
microfinanzas líderes de América Latina en las áreas de desarrollo de
productos, estrategias y capacidad de gestión financiera.

Carlos Danel es Co-Director Ejecutivo de Compartamos, la mayor


institución de microfinanzas de América Latina, que presta servicios
a más de 400.000 microempresarios de ingreso bajo, en su mayoría,
mujeres. También es miembro del Consejo de Directores de ACCIÓN
International, y miembro del cuerpo docente del Microfinance Train-
ing Program, en Colorado. Con frecuencia se presenta como orador
en conferencias y seminarios, y ha sido nominado para participar en
el Foro de Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Mundial, en
Suiza. Se ha graduado en arquitectura en la Universidad Iberoamericana
y ha obtenido un MBA en el Instituto Panamericano de Alta Dirección
de Empresa, en México (D.F.).

Giulissa Franco es especialista en sistemas y evaluación de riesgo, y


en calificación de instituciones financieras. Su trabajo se ha centrado
principalmente en los países de América Latina. En los últimos años, ha
participado en numerosos proyectos y estudios relacionados tanto con
su área de especialidad como con los sistemas financieros en general.

Lara Goldmark es especialista senior en desarrollo e investigadora


sobre desarrollo empresarial en Development Alternatives, Inc. (DAI),
en Bethesda, Maryland. Tiene numerosos escritos y amplia experien-
cia en enseñanza acerca de microfinanzas y desarrollo empresarial;
anteriormente, trabajó para la Unidad de Microempresa del Banco
Interamericano de Desarrollo. Como asesora del Banco Nacional de
Desarrollo de Brasil, entre 1999 y 2003, elaboró un conjunto integral
de herramientas de gestión de microfinanzas en portugués y redactó
una serie de artículos que han dado forma al debate en torno al desafío
ACERCA DE LOS AUTORES 335

que las microfinanzas enfrentan en América Latina, en relación con los

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grandes países. Inauguró la filial de DAI en Brasil.

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Elsa Martín es abogada y trabaja en NODUS Consultores S.L. como
especialista senior en microfinanzas. Obtuvo un MBA con especialización
en actividad empresarial socialmente responsable, en la Universidade
de São Paulo, Brasil. Ha trabajado en numerosos proyectos de asisten-
cia técnica en América Latina y África, para organismos bilaterales y
multilaterales tales como el BID, el Fondo Multilateral de Inversiones
(Fomin), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y
el grupo alemán de cooperación financiera KfW.

Beatriz Marulanda, economista y consultora, se ha desempeñado


durante los últimos 14 años en áreas de microfinanzas, que incluyen
el análisis de sistemas financieros e instituciones que están desarro-
llando servicios financieros para personas de ingreso bajo. Ha llevado
a cabo proyectos para el gobierno de Colombia, el Banco Mundial, el
BID, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la GTZ GMbH, de
Alemania. Se ha desempeñado durante 12 años en el banco central de
Colombia, Banco de la República. En la actualidad, es presidenta de la
junta directiva de Fundación Social, propietaria de Banco Caja Social,
una institución pionera en la prestación de servicios financieros a los
pobres de Colombia.

Jared Miller es directora para América Latina de Planet Rating, una


agencia de calificación especializada en microfinanzas. Anteriormente,
fue gerente para América Latina de Microfinance Information eXchange
(MIX), donde estableció la oficina regional, condujo la expansión de
los servicios de datos regionales y redactó diversos artículos acerca del
desempeño de las instituciones de microfinanzas de la región. Se ha
graduado en geografía y español en Middlebury College.

Tomás Miller-Sanabria es oficial de inversiones senior en el Fondo Mul-


tilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Interamericano de Desarrollo,
en Washington, D.C. Con anterioridad, se desempeñó como ejecutivo
336 ACERCA DE LOS AUTORES

en la Corporación Andina de Fomento (CAF), en Caracas, Venezuela;

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como vicedecano en el Stvdivm Generale Costarricense, de San José, y en

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una agencia de bolsa en Costa Rica. En la actualidad, actúa en diversas
juntas directivas de instituciones de microfinanzas de América Latina,
así como en fondos de inversión regionales. Ha obtenido un MBA (1986)
en la University of Dallas y un doctorado (Ph.D., 1996) en economía
agrícola y de recursos en Colorado State University.

Armando Muriel es socio gerente de NODUS Consultores S.L. Desde


1993 ha trabajado en el sector financiero en diversos países de Europa,
América Latina, África y Asia; en varios organismos internacionales,
entre ellos, el BID, el Fomin, el Banco Mundial y el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), así como en KfW, GTZ,
AECI y ASDI. Es economista y tiene un MBA en administración cuan-
titativa de negocios.

Victoria Muriel es profesora en la Universidad de Salamanca, en Es-


paña, y consultora en NODUS Consultores S.L. Tiene un doctorado
en economía, y ha participado en numerosos estudios y proyectos de
asistencia técnica para microfinanzas en todo el territorio de América
Latina y Asia, para organismos internacionales tales como el Fomin y
la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).

María Otero es presidenta y directora ejecutiva de ACCIÓN Interna-


tional, que presta servicios a alrededor de 1,8 millones de clientes, con
una cartera activa de más de US$1,3 mil millones. Dirige las tareas de
esta institución en 22 países de América Latina, el Caribe y África. Es
presidenta de la junta directiva de Acción Investments in Microfinance,
SPC, una firma que invierte en instituciones de microfinanzas. Es presi-
denta de MicroFinance Network, una red mundial de 32 de las institu-
ciones de microfinanzas más respetadas del mundo. Es miembro de la
junta directiva de Bancosol (Bolivia), Mibanco (Perú) y Compartamos
(México), así como de las juntas directivas de Calvert Foundation (Es-
tados Unidos) y el U.S. Institute for Peace. Mundialmente reconocida
como una voz importante en las microfinanzas, es autora de diversas
ACERCA DE LOS AUTORES 337

monografías acerca del tema y fue coeditora de The New World of Mi-

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croenterprise Finance: Building Healthy Financial Institutions for the Poor

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(Kumarian Press, 1994).

Ramón Rosales es fundador y presidente de International Consulting


Consortium, una consultora estadounidense especializada en el desa-
rrollo de mercados financieros. Tiene más de 30 años de experiencia
en la regulación y supervisión de mercados financieros, y ha trabajado
con más de 20 organizaciones que regulan y supervisan instituciones
de microfinanzas de América Latina y el Caribe, así como de África y
Asia. Durante 17 años, se desempeñó como superintendente adjunto en
la Superintendencia de Banca y Seguros de Perú. Obtuvo un MBA en
administración de empresas y contabilidad en la Pontificia Universidad
Católica de Perú.

Gabriel Schor es miembro de la junta directiva de ProCredit Holding AG


y preside la junta de supervisión de los Bancos ProCredit de Ecuador, El
Salvador y Nicaragua, y de Banco Los Andes ProCredit de Bolivia; también
es miembro de la junta de Micro Credit National, en Haití. Desde 1990,
es director gerente de Internationale Projekt Consult GmbH (IPC), con
responsabilidad general por América Latina. Con su equipo, procura
crear incentivos prácticos para que los bancos comerciales desarrollen
productos innovadores destinados a microempresarios y pequeños
agricultores, y para que incrementen la oferta de viviendas destinadas
a personas de ingreso bajo. Después de completar sus estudios, trabajó
como asociado de investigación en la Universidad de Trier.
Página en blanco a propósito

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ÍNDICE D E M AT E R I A S

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Cuadro: c de financiamiento, 130, 140,
Recuadro: r 195, 197
Gráfico: g bancario, 135
Nota: n de intermediación (financiera),
56, 180
de microcrédito, 26, 155
A de microfinanciamiento, véase
microfinanciamiento
Acción (International), 12, 13, 18, de microfinanzas, véase
23, 45–46, 46g, 47–48, 51–52, 53c, microfinanzas
77, 78c, 79–81, 82c, 82n, 86, 88–89, de préstamo(s), 44, 58, 127, 169
107r, 112, 114, 116–117, 136, 183– de producción, 173
184, 220–220n, 238–238n, 243, 273 de productividad limitada, 128
(Investments in Microfinance), de tipo empresarial, 249
51, 81–82, 82c, 82n económica(s), 140, 278
Comunitaria, 28, 46g, 77 empresarias, 186
Empresarial, 110 financieras, 278
accionista(s), 26, 28, 68, 77, 78c, formales, 115
80–81, 82c, 85, 87n, 100, 103, 107r, grandes volúmenes de, 26
121, 145c–146, 155, 160, 172, 183, independientes, 3
186–187, 317–319, 325–326 informales, 115
mayoritario(s), 77, 83, 325 macroeconómica, 168
minoritarios, 318 microfinanciera(s), 62, 138, 143,
acreedores, 81, 130, 135, 139, 143, 162, 166
162, 319 primaria, 262
comerciales, 154 productiva(s), 27, 98, 173, 278,
actividad(es) 312–313
bancaria, 31, 152 promocionales y de publicidad,
comercial(es), 35, 131, 227, 243 185
con uso intensivo de capital, 243 rurales, 328
de captación de depósitos, 7 secundaria, 220
de concesión de créditos, 25 activos, 3, 8, 19, 33, 67, 75–76, 114,
de crédito, 48, 63, 143 127–128, 133, 139, 141, 146, 157,
de desarrollo empresarial, 220 159, 167, 180, 223, 235, 248n, 258,
de enseñanza, 238 283, 289, 308–309, 311, 316, 318
340 ÍNDICE DE MATERIAS

cartera de, 96 ahorro(s), 7, 9, 11, 14, 37, 52, 56–57,

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titularización de, 38 93–94, 94n–95, 102r, 107, 107r,

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del sistema bancario, 44, 54 120–121, 127, 143, 153, 179, 183,
de los mercados financieros, 54 211, 219, 235, 262, 283–284, 285c,
financieros, 316–317, 319 315, 322–323, 327
monetarios, 180 antecedentes de, 121
rentabilidad sobre, 73 base de, 56,
métodos de valuación de, 93 cartera de, 211
volumen de, 317 clientes de, 26
Actuar (Famiempresas), 46g, 225, como fuente de financiamiento,
226r 283
adecuación de capital, 147c, 159 cooperativas de, 150
Ademi (Asociación para el Desarrollo cuentas de, 55c, 56, 58, 75, 85,
de Microempresas, Inc.), 236 véase 102r, 103–104, 118, 143, 148,
también Banco Ademi 149c, 205, 211, 283
administración de riesgo, véase riesgo con libreta, 6, 104, 313
administradores, 80, 241 de costos, 296
Adopem, 34n, 86 en especie, 279
adquisición(ones), 246, 316 estructuras de, 313
de instituciones financieras, 23, institución de, 102r
99, 181 instrumentos de, 181
de productos y componentes, intermediación de, 289
255 interno, 140
de servicios, 254 líquido, 279
África, 2, 14, 16, 18, 199, 285c movilización del, 142, 149c, 159,
Africap Microfinance Group, 81 204, 283, 324
instituciones de, 2, 7 obligatorio, 235
intermediarios financieros de, productos de, 26, 50, 54, 56–58,
284 102–103, 107, 120, 185, 282,
Norte de, 16 284, 285c
Agencia de Estados Unidos para el programa(s) de, 2, 223, 235
Desarrollo Internacional, véase obligatorio, 235
USAID saldo promedio de, 285c
agencias, 155, 325 servicios de, 10, 12, 15, 96, 203,
de informes de crédito, 31, 162 212, 219, 223, 280, 284, 290,
internacional, 53c, 75 302, 313
privadas, 155 sociedades de, 9, 278
de los Estados Unidos para el Alemania, 9
Desarrollo Internacional, América Central, 46, 68, 281
véase USAID América Latina y el Caribe, 93–94,
de calificación, 308 144, 199, 242r, 308, 321, 324
ÍNDICE DE MATERIAS 341

el negocio de las remesas en, 58 mercado(s)

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instituciones financieras de, 91 de artesanías en, 234

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instituciones de microfinanzas competitivos de, 291
de, 272r financieros de, 88
microfinanzas en, 310, 320 locales de, 198
América Latina, 2–3, 10–12, 14–15, MicroBanking Bulletin de, 272
17, 22, 24–26, 29, 36, 39, 44, 47, 50, microempresas de, 221
72, 97, 106, 108, 119, 126, 135–136, microfinanzas en, véase
142, 153–154, 157, 160, 165–166, microfinanzas
176–177, 189, 190, 199, 215, 119, modelo elegido en, 274
229n, 235, 240, 242r–243, 245, ONG de, véase ONG
245n, 253, 260, 269, 273–274, 284, organismos de regulación y
285c, 289, 297, 301, 309–310, 322, supervisión bancaria en, 158
324 población de, 6, 328
actividad bancaria en, 31 proceso de upgrading en, véase
bancos upgrading
comerciales en, 33 sector informal de, 271
comunales de, 235 situación económica en, 17
grupos bancarios de, 326 Ampes, 46–46g, 79
comunidad de microfinanzas de, análisis
269, 290 crediticio, 132r, 174
cooperativas de crédito en, 150 de costo-beneficio, 238
crisis de liquidez y solvencia en, de crédito, 210, 262, 314
165 de la capacidad de pago, 170
desarrollo microempresario de, de la demanda del mercado, 258
242r de riesgo, véase riesgo
empleo y subempleo en, 140, del flujo de efectivo, 312
321 del mercado, 186
grandes mercados de, 280 y del entorno, 173
instituciones indicadores de, 207
de microfinanzas, véase procedimientos de, 312
microfinanzas apalancamiento, 19, 49, 76, 113, 157
especializadas en, 144, arbitrajes regulatorios, 325
149c Argentina, 13, 26, 97, 274, 275g, 280,
financieras reguladas de, 300–301, 311, 321, 325
273 Asia, 2, 5–9, 11, 14–18, 94, 176, 274,
instituciones de, 1, 147 284, 285c
microfinancieras en, véase Asian Development Bank, 243
instituciones industria microfinanciera de, 7
intermediarios financieros en, instituciones asiáticas, 2, 6, 19
32 asistencia, 116–117, 226r, 227
342 ÍNDICE DE MATERIAS

asignación eficaz de, 320 bancarias, 25

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en gestión, 262 supervisión de las, 30, 43,

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oficial para el desarrollo, 322 45
organismos de, 183 nacionales, 54
social, 37 de supervisión, 153, 176, 187
técnica, 13, 88, 108–109, 219, del sector financiero, 162
225, 226r–227, 233g, 236, regulatorias, 50, 69, 176, 187
238–239, 241, 242r, 244, monetarias, 49
246–247, 249–251, 253, 261, autorregulación, 178
270, 277, 279, 319 sistema de, 143, 146c
Asociación Mexicana de Artes y
Culturas Populares de México, 228 B
Asociación para el Desarrollo de
Microempresas, 236 balanza de pagos, 177
asociación(ones), 28, 80, 110, 112– banca, 50, 193g, 269
113, 170, 224, 231, 257–259, 261, moderna, 9
274, 323 comunal, 16, 16n, 59, 63, 222,
cooperativas, 233g 240, 242r, 261
de (pequeños) productores, 220, tradicional, 105
227 cambios en la, 34
de deudores, 158 minorista, 59, 83
de empresas, 228 de consumo, 99
de infraestructura, 299 comercial, 105
de servicio, 298 en línea, 193g, 200
locales, 227 telefónica, 200, 202
sin fines de lucro, 136 automática, 193g, 197
Asofi, 53c, 61c por Internet, 197
atención al cliente, 204, 209, 211, 213, pública, 110
215 Banco ABN AMRO (REAL), 87, 112
auditores, 144 (véase también Banco Ademi, 11, 34n, 76, 204,
auditoría) 236–236n
externos independientes, 63 Banco Agrícola, 95, 97, 109
auditoría, 130, 179 Banco Caja Social, 25, 26, 87, 102–
externas, 178 102r, 118–119
interna, 83, 175 Banco de Crédito, 28, 87–87n, 99,
registro protegido de, 211 100–101r, 109, 120
empresas de, 179 Banco de Desarrollo Especializado en
autoridades, 93, 153, 176, 177 Microcrédito (BEM), 145c, 149c
de Transporte del Área Banco de Galicia, 300
Metropolitana de Nueva York, Banco de Microfinanzas, 145c
198 Banco del Caribe, 114
ÍNDICE DE MATERIAS 343

Banco del Comercio, 198 agrícola, 8

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Banco del Trabajo, 99, 108, 118, 277 auxiliares, 111r

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Banco do Nordeste, 88, 104, 107, 116, balance del, 112
119, 286, 289, 298, 300 brasileños, véase Brasil
Banco Económico, 94–95, 116 cartera bruta de los, 180–181
Banco Estado, 104, 110–111c, 116, central(es), 134, 168, 181, 203
119, 208, 298, 300 clientes de los, 195, 231
Banco Grameen, 5, 8, 10, 11 comercial(es), 1, 8, 20, 23, 25,
Banco Interamericano de Desarrollo, 27, 44, 46–46n, 47–49, 65, 69,
véase BID 72–73, 79, 84, 86–88, 92, 100,
Banco Los Andes ProCredit, 22, 24, 102r–103, 105, 109, 113, 119–
44, 46g–47, 52, 55c, 57, 61c, 63–64, 120, 128, 132, 135, 145c–146c,
67c, 69, 72, 74, 78c, 166 148, 150, 166, 171, 224n,
Banco Mundial, 88, 104, 116, 239, 287–288, 297, 314, 324, 328
247, 251, 270, 280, 282r, 321n con plenas funciones, 46g
Banco Nordeste-CrediAmigo, 117g de Argentina, 280
Banco Pacífico, 179 de gran envergadura, 87
Banco Pichincha, 87, 96, 112, 116, especializados, 15, 136
120 locales e internacionales,
Banco Popular, 179 56
Banco ProCredit, 46g–46n, 52, 53g, tradicionales, 32, 105, 293,
55c–57, 61c, 63–64c, 67, 69, 72–74, 309
77–78c, 82c, 88–89, 100, 112, 117, comunales, 15, 223, 235–235n
120, 166, 298, 325 con capital limitado, 133
Banco Santander, 99, 277 con dificultades financieras, 177
Banco Solidario, 34n, 82c, 87, 95, con múltiples sucursales, 117g
100–101, 106–107r, 112, 120, 165n, con servicio(s) integral(es), 60,
166, 179, 181–183, 206, 208, 282 103
Banco Wiese, 28 costos del, 152
banco(s), 4, 11–15, 17, 25–28, 38, de apoyo, 299
57, 66, 77, 87–88, 93, 95–97, 100, de Ecuador, véase Ecuador
101r, 102r, 103–107, 107r, 108–110, de gran envergadura, 87, 103n,
111r, 112–118, 120–122, 126, 130, 106, 213
133–136, 141–142, 145c, 149c, 150– de gran escala, 56
154, 158–159, 159r–160, 165–166, de inversión, véase
178–184, 190, 194–198, 200–201, inversión(ones)
203, 210, 213, 224, 228, 231, 236, de países desarrollados, 214
263, 271, 273–274, 276–277, 282, de países europeos, 29
287g–288, 297, 299–302, 307, 315, de Perú, véase Perú
317, 321, 323, 325 de propiedad estatal, 9
accionista de un, 145c en Brasil, véase Brasil
344 ÍNDICE DE MATERIAS

de servicios múltiples, 103 Superintendencia de Bancos (y

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empleados del, 106 Entidades Financieras), 44n,

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en América Latina, 33 50, 134, 136, 140, 141, 155,
especializados, 93, 146c 158
en servicios financieros, 79 de Bolivia, 241, 283, 295
estatal(es), 37, 103n, 104, 169, tradicional(es), 34, 91, 96, 100,
227 105, 110, 120–121, 152, 203,
agrícola, 12 312, 328
brasileños, véase Brasil universal, 23
de desarrollo, 88 Bancolombia, 25, 87, 104
para el desarrollo agrícola, Bancosol, 18, 22, 44, 46–46g, 52, 53c,
10 55c, 56–57, 61–63, 64c, 67–67c, 69,
extranjeros, 198 72, 74, 76, 78c, 82, 169, 172, 184,
federación de, 26 208, 210, 325
formales, 119 Banestado Microempresas, 208
grandes, 96, 179, 196 Bangente, 34n, 114, 208
especializados en Bangladesh, 16, 274
financiamiento Proyecto JOBS, 258
empresario, 159 Banco Grameen, véase Banco
de países desarrollados, Grameen
323 Bank Rakyat Indonesia (BRI), 8, 12,
independiente, 325 200
integrales, 58 banquero(s), 195, 197
internacionales, 19, 97 Estado como, 308
latinoamericanos, 91, 214 italianos, 9
locales, 49 Bansefi, 280
mexicano, 198 bases de datos, 154, 155, 202, 212
microbanco virtual, 299 Basilea
minoristas, 58–59, 192 Convención de, 49
móviles, 111r Comité de Basilea sobre
pequeños, 106 Supervisión Bancaria (Basilea
personal del, 109 I), 160–161n
privado(s), 104, 300, 328 Basilea II, 161n
proactivo, 11 BCP, véase Banco de Crédito de Perú
público(s), 135, 140 Belgian Technical Cooperation
que eligen el proceso de (BTC), 183
downscaling, 26 beneficiario(s), 58, 219, 226r, 327
regulados, 47 de remesas, 283, 322–323
servicios de un, 235 sectores tradicionales, 7
sucursales de, 200
ÍNDICE DE MATERIAS 345

BID (Banco Interamericano de industria microfinanciera

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Desarrollo), 13, 28, 58n, 81, 82c, boliviana, 125

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88, 99, 100, 108, 129, 178, 219, 221, instituciones
227–230, 232, 234, 239, 244–245, bolivianas, 172
252, 257n, 258, 277, 307, 310 de microfinanzas de, véase
biométrica microfinanzas
del cliente, 211 marco(s) regulatorio(s) de, 46,
indicadores biométricos, 34 144
plantilla biométrica de un mercado boliviano, 95
cliente, 211 microempresarios de, 125
tecnología, 189, 193g, 197–198, Superintendencia de Bancos
202–203, 206, 210–211 y Entidades Financieras de,
Bolivia, 18, 22–24, 26, 29, 32, 34n, véase banco(s)
37, 44–46, 46g, 47, 50, 52, 53c, 54, bonos, 76
55c, 57, 61c, 63, 64c, 66–67, 67c, 69, denominados en moneda local,
71–72, 74–75, 80, 82c, 86, 89, 93– 87
93n, 94–95, 97, 99, 116, 126, 130, emisión de, 38, 76
135–137, 139, 144, 145c, 146–146c, locales, 77
147c, 149c, 153, 156–158, 165, operaciones con, 181
166–168, 172–173, 184, 202–203, Boston Consulting Group, 19
206, 208, 210–211, 214, 223, 225, Bradesco, 215, 300
235, 236, 241, 242r, 275g, 281, 291, Brasil, 1, 5, 10, 12, 37, 87, 88, 104,
292g, 293–293g, 294g, 295–295g, 112, 136–137, 144, 145c, 148, 149c,
298, 309, 325 167, 198, 202, 215, 223–224, 224n,
área rural de, 212 228, 230, 231, 245, 274, 275g, 276,
auge económico de, 168 280–281, 284, 298–299, 301, 307,
bolivianos, 321 311
comercio total de, 167 banco(s) estatal(es) brasileño(s),
crisis 37, 107, 136
boliviana, 168 bancos brasileños, 276
de los préstamos de institución de microfinanzas
consumo en, 69 brasileña, 231, 274
económica en, 168 los brasileños, 280, 281
en, 166 Maõs de Minas, véase Maõs de
financiera en, 30 Minas
desarrollo del microcrédito en, oficinas de crédito en, 299
156 programa brasileño, 230
economía boliviana, 167 Recife, 10, 269, 276, 307
entornos competitivos de, 291 transacciones financieras de, 300
experiencia boliviana, 27, 169 BRI, véase Bank Rakyat Indonesia
346 ÍNDICE DE MATERIAS

C de riesgo, 119

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prestatario calificado, 129

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CAF (Corporación Andina de sistema adecuado de, 121
Fomento), 76, 107r, 114 Calmeadow Foundation, 80
Caja los Andes, 46, 46g, 52, 165n, 166, Calvert, 183
170–175, 223, 281 Canadá, 80
Caja Rural de Ahorro y Crédito, 145c, canales, 168, 233g
146c bancarios, 199
Caja Sociedad de Ahorros, 102r de distribución, 14, 119, 201,
Caja(s) Municipal(es) de Ahorro y 226r, 314, 321
Crédito, 144, 145c, 146c, 147 de entrega, 35, 194, 212
Cali, véase Colombia de mercado, 232–233, 233g
calidad, 22, 71, 122, 227, 229, 246 de pago, 199
control de, véase control de producción, 190, 213
de(l) producto(s), 71, 226r tradicionales, 200
de (los) activos, 67, 114 capacidad(es), 6, 23, 30, 74, 80,
de gestión, 247 85–86, 94, 101r, 169, 172, 178, 180,
de la(s) cartera(s), 65, 67–69, 185–186, 193, 194, 199, 212–213,
118, 170, 175, 214, 238, 261, 227, 240, 246, 251–252, 255, 258,
295 283, 288, 290, 294, 300, 307, 310–
de préstamos, 44, 66, 68– 312, 315, 320, 326–328
69, 75, 150, 157, 238 de administración, 106
de los antecedentes de pago, 156 de apalancamiento, 113
de los clientes, 170 de captar ahorros, 143
de los servicios, 239 de crédito, 118
información de, 151, 157, 160, de endeudamiento, 180
208 de financiamiento, 302
juicio de, 243 de gasto, 213
normas de, 246, 255 de gestión, 59, 316
préstamos de muy buena, 50 de pago, 5, 34, 108, 117, 122,
servicios de, 260 126–128, 131, 140, 151, 160,
calificación, 170, 173, 182, 186, 308, 314
A+, 76 de realizar operaciones, 4
agencias de, 308 de recuperación, 68, 74, 106
internacional BBB-, 83 de reembolso, 169, 174
de crédito, 154 de repago, 62
impacto en las de respuesta, 5
microfinanzas de Perú y financiera, 310
Bolivia, 156 fiscalizadora, 178
de las agencias internacionales, incapacidad para satisfacer la
53c, 75 demanda, 7
ÍNDICE DE MATERIAS 347

interna, 20 aumento de, 172

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minorista, 31 circulación del, 179

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para ampliar su ámbito de compañías de, 51
acción, 49 de instituciones de
para conceder préstamos, 49 microfinanzas, 79
para diseñar instrumentos, 8 de inversión, véase
capacitación, 35, 48, 192, 212, 219, inversión(ones)
220, 223, 225, 226r, 228–232, 233g, de las instituciones financieras
235, 236, 238–239, 239n, 240–241, formales, 45
242r, 243–245, 247, 250–251, 253, de las ONG, 49
261, 263, 270, 289, 319–320, 325, de trabajo, 10, 54, 224, 234
328 micropréstamos de, 54
a microempresarios, 231, 245 préstamos de, véase
a pequeñas y medianas préstamo(s)
empresas, 245 desarrollo de, 8, 316
crediticia, 242r embrionario, 320
de clientes, véase cliente(s) emprendedor
de recursos humanos, 51, 175, proveedores de, 262
186 estructuras de, 52
empresarial, 229, 243 financiero, 317
en gestión, 219, 225, 236 fuga de, 167, 179
gerencial, 226r, 242r humano, 3, 24, 39, 317
modelo de crédito más, 12 acumulación de, 279
para microempresas, 229, 245, inversión en, 319
289 inicial, 242r
personal capacitado, 150 inversión(ones) de, véase
programas de, véase inversión(ones)
programa(s) inyección de, 13
servicios de, 232, 239, 244 latinoamericanos, 326
capital(es), 8, 28, 29, 45, 51, 79, limitado, 133
81–82, 82c, 86, 110, 131r, 149c, 161, local, 178
191, 231, 247, 251, 260, 282r, 299 mercados de, 49, 52, 75, 307,
accionario, 13, 28, 37, 87n 316–317, 320
acumulación de, 326 internacionales, 77, 84
adecuación de, 147c, 159 locales, 7, 12, 84
amortización del, 97 occidentales, 83
ampliación del, 183 mínimo, 50, 93, 131r, 133, 137,
anticipos de, 183 147–147c, 148, 149c
apalancamiento de, 49 requisito(s) de, 143, 148,
aportes de, 7, 80 160, 162
348 ÍNDICE DE MATERIAS

pago de, 129 ciclo(s), 257

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recursos de, 204, 273 de vida, 238, 313

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capitalización de, 273 del préstamo, 10, 231
requerimientos de, 178 económicos, 21r, 128
reservas de, 323 Citibank, 183
restricciones de, 239 Ciudad de México, véase México
uso intensivo de, 243 cliente(s), 1, 3–7, 10, 12, 15–18, 21r,
capitalista 24, 27, 29, 31–34, 44, 49, 50, 56,
mundo, 1, 3 59–60, 61c, 62, 64–65, 67, 69–73,
capitalización, 82, 135, 179, 212 79, 84–86, 92, 97–98, 101–101r,
de recursos de capital, 273 102r, 103–104, 107r, 108–110, 112,
mínima, 141 114–116, 117g, 118–122, 126–131,
niveles de, 140 131r, 132r, 133–135, 140, 151, 153n,
obligatoria, 25 154, 155, 160–161, 165, 169–175,
Care 180–186, 192, 194–195, 199–200,
Ecuador, 107r 202–213, 219–225, 226r, 230–231,
Guatemala, 223 235–236, 238, 240, 242r, 243, 246,
International, 183 260–261, 271–275, 275g, 276–282,
Caribe, el, véase América Latina y el 286, 288, 293, 295, 297, 299–300,
Caribe 302, 309, 311, 313–314, 319–320,
Carvajal 322–323, 327
Fundación, 12, 230, 231, 232, activos, 62–64, 73, 97, 110, 114,
263 275g
Grupo, 230 ahorristas, 120
Jaime, 230, 231 aprobados, 151
programa de, 232 atención al, 204, 209, 211, 213,
Centro Acción, 225 215
Centroamérica, 300 base de, 2, 16, 26, 34, 52, 56, 59,
CGAP (Consultative Group to Assist 63, 65, 70, 84, 92, 104, 118,
de Poor), 116, 239, 270 170, 190, 201, 202–203, 209,
Chile, 25, 26, 37, 97, 99, 104, 110, 232, 237, 239, 286, 296, 317
111r, 116, 119, 136, 153, 208, 253n, biométrica del, véase biométrica
275g, 276, 284, 288, 298, 300, 321 capacidad de pago de un, 128,
instituciones financieras de, 168 173
empresas financieras chilenas, capacitación de, 239, 243
97, 99 cartera de, 111r
mercado chileno, 104, 277 cautivos, 155
bancos chilenos, 26 de (las) microfinanzas, véase
China, 300 microfinanzas
Chispa, 22, 46g de crédito, véase crédito
ÍNDICE DE MATERIAS 349

de ingreso bajo, 56, 60, 66, 71, potenciales, 173, 274, 275g, 290

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102–103, 215, 276, 288, 290, protección al, 11

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302 reputación del, 128
de la cartera de préstamos, 62 riesgo de crédito del, 101r, 209
de la industria microfinanciera, segmento de, 2, 60, 295
4 servicio(s) a(l), 20–21, 71, 73,
de las instituciones bancarias 88, 103, 112, 129, 263, 283,
comunales, 222 296, 328
de las instituciones sobreendeudamiento de los, 27,
microfinancieras, véase 67, 99, 169
instituciones de (las) tradicionales, 111r
microfinanzas urbanos y rurales, 286
de microcrédito, véase volumen de, 117
microcrédito clientela, 5, 44, 170, 215, 262, 324
de préstamos, 53c, 102r perfil de riesgo de la, 156
del sector informal, 129 potencial, 14
demanda(s) de los, 5–7, 104, 243 codeudor(es), 98, 118
depositantes, 65 coeficiente, 149c
desempeño (histórico) del (de de morosidad, 95
los), 118, 186 de solvencia, 149c
empresariales, 238 Colombia, 12–13, 22, 25, 32, 34n,
espectro de, 15, 24, 60, 64, 280 46g, 47, 52–53, 64c, 67c, 73, 78, 87,
grupo(s) de, 11, 58, 121, 295 93, 102r, 104, 113, 118–119, 126,
historial de crédito del, véase 136, 138, 153, 208, 225, 231–232,
crédito 263, 274, 275g, 292g, 301, 311
información del, 117, 176, 185, Actuar Famiempresas, véase
204, 207 Actuar (Famiempresas)
financiera, 205, 206 Banco Caja Social, véase Banco
histórica, 207, 209 Caja Social
institucionales, 9 banco colombiano, 26
lealtad del (de los), 6, 57, 59, 70, Bancolombia, véase
170, 183, 214, 226r, 311 Bancolombia
legajo(s) del (de los), 132, 141 Cali, 7
microclientes, 65, 74 Centro Acción, véase Centro
microempresarios, 88, 215 Acción
morosos, 151 Finamérica, véase Finamérica
necesidades de los, 9, 17, 34, 103, financieras comerciales en, 136
109, 190, 230 Finansol, véase Finansol
no bancarizados, 25, 71 Fundación Carvajal, véase
pago(s) del, 140–141, 209 Carvajal
pobres, 66, 288, 301
350 ÍNDICE DE MATERIAS

instituciones de microfinanzas, de instituciones de

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véase microfinanzas microfinanzas, 73

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Medellín, 226r desleal, 21, 159r
microfinanzas de, véase empresas competitivas, 248,
microfinanzas 255
Promotora del Comercio, véase entorno(s) competitivo(s), 57,
Promotora del Comercio 65, 72, 75, 112, 174, 186, 290,
Women’s World Banking en, 7, 291, 293, 294g, 295, 302
11, 30, 87, 113 fondos competitivos, 166
Comisión Nacional Bancaria y de intensificación de la, 37, 72–73,
Valores, 47n 93
Comité de Basilea sobre Supervisión leal, 134
Bancaria, 160–161, 161n mercado(s) competitivo(s), 72,
Comité de Donantes para el 74, 77, 86, 139, 160, 226r, 273,
Desarrollo de la Pequeña Empresa, 290, 297, 302
251, 252 altamente competitivos,
compañías, 82 71, 76
de capital, véase capital de América Latina, 291
de inversión, véase inversión niveles de, 21r
de seguro(s), véase seguro(s) presiones competitivas, 269, 272
externas, 281 sobre la tasa de interés, 71
financieras, 112 productos competitivos, 72
Compartamos, 15–16, 22–24, 34n, situación competitiva, 295
46g, 47–47n, 52, 53c, 55c, 56, 59, tasas competitivas, 131r
61c, 63–64, 64c, 65, 67c, 73–74, 76, ventaja competitiva, 59, 89, 228,
78c, 208, 274, 276, 286, 289 228n
competencia, 21r, 25, 29, 31, 36–37, competitividad, véase competencia
39, 43, 65, 70–71, 86, 88–89, 92–93, compra(s), 23, 78c, 100, 178, 255, 258
95, 97–99, 101, 103, 104, 112, de artesanías, 229
120–121, 126, 130, 133, 135, 137, de la cartera de préstamos, 102
139, 160, 194–197, 226r, 243, 271, de la cartera improductiva, 113
288, 290–291, 293, 295, 302, 308, de lotes, 102
310–311, 314, 322 de materias primas, 168, 207
áreas de, 13 de préstamos productivos, 174
competidor(es), 85, 87n, 101r, de productos para el mercado
195, 230 local, 243
competitividad, 190, 192, 245, de terrenos o casas, 321
248, 251, 254, 257n, 311 de vivienda(s), 62, 181
nivel de, 190 programas de compra colectiva
condiciones competitivas, 140 de insumos, 247
contexto competitivo, 83
ÍNDICE DE MATERIAS 351

comprador(es), 174, 227–228, 232– consultores, 45, 226r, 252

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233, 243, 255–256, 259 firmas consultoras, 308

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de servicios, 227 consultoría, 251
extranjero(s), 258, 260 consumidor(es), 37, 101r, 197, 199
grandes, 255, 258 capacitación de, 212
internacionales, 255 de servicios financieros, 30
compromiso(s), 28, 48, 58, 77, 79, 80, demanda de los, 256
102r, 107r, 121, 151, 251, 290 mercados con baja penetración
financieros, 156 de, 199
social, 26, 103–105 necesidades de los, 202, 261
comunidad(es), 7, 50, 102r, 104, 182, poder, 193
195, 211, 222, 235n, 246, 284, 291 precios al, 176
de (las) microfinanzas, véase consumo(s), 168, 315, 320, 323, 327
microfinanzas banca de consumo en Perú, 99
de las ONG, 302 crédito de (para), 26–27, 37,
de microcrédito, 279 98–99, 101r, 106, 108–109,
empresarial, 156 111, 115n, 146c, 151, 154,
internacional de donantes, 48 158, 160–161, 169–170, 203,
microfinanciera mundial, 2 276, 312
concentración, 68, 75 a gran escala, 97
de la industria microfinanciera empresas de, 276, 280
en América Latina, 5 financieras de Chile,
de las instituciones financieras, 168
178 instituciones de, 67, 95,
de microfinanzas, véase 100, 176
microfinanzas masivo, 97
de poder, 143n prestamistas de, 277
del crédito, 178 financiamiento para, 73
del riesgo, 65 fondos financieros privados de,
del sector microempresario, 21 véase fondo(s)
en el desarrollo empresarial, 221 patrones de, 326
en los mercados locales, 256 préstamos de (para), 6, 49, 55c,
Conferencia de las Naciones Unidas 60, 62, 98, 100, 115, 118,
sobre las Mujeres, 11 126–128, 130, 134, 146c, 171,
Conferencia de Rio, 252 226, 299–300, 313
Confia, 46 en Bolivia, 69, 88
conflicto de intereses, 151, 160, 178, productos de, 115n
318–319 contabilidad, 30, 133, 225, 236, 253
Consejo Mundial de Cooperativas de principios de, 133, 144
Ahorro y Crédito (Woccu), 283 programa de, 239
352 ÍNDICE DE MATERIAS

control(es), 38, 68, 76, 79, 83, 200, Corporación Andina de Fomento,

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316–318 véase CAF

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crediticio, 135 Corporación Financiera
de contrabando, 168 Internacional (CFI), 29, 80
de la inflación, 168 Corporación Financiera Nacional
de(l) riesgo, 21r, 114, 121 (CFN) de Ecuador, 181
crediticio, 91, 105, 119, corrupción, 10
121, 161 Costa Rica, 275, 321, 325
del banco, 117 instituciones financieras de, 99
institucionales, 184 costo(s), 14, 21r, 25, 27, 35, 48–49, 51,
de gastos, 205 58–59, 71–73, 75, 85, 88, 92, 101r,
de calidad, 233g, 309 102r, 105–106, 107r, 111r, 112–113,
de crisis, 308 116, 118, 120, 135, 152, 155, 162,
de gestión, 83 167, 172, 175, 190, 193, 195–197,
del riesgo, 106 201, 204, 207, 212, 215, 226r, 227,
de los préstamos morosos, 130 228n, 234, 238–239, 243, 260,
de la evolución de, 172, 262, 270–271, 277, 291, 296–296c,
175 299–301, 310, 313, 315, 319, 322,
de la cartera, 175 325, 327
de los costos, 185 administrativos, 49, 152, 207,
de (los) nivel(es) de morosidad, 316
101r, 172 costo-beneficio, 214, 238, 314
de, sobre la(s) tasa(s) de interés, de (las) transacción(ones), 14,
93, 135, 140 27, 35, 75, 111r, 116, 118, 120,
del cumplimiento de pago, 134 189, 191, 201, 202, 213, 224n,
externo, 143 259, 261, 284, 299, 301–302,
interno(s), 21r, 129–130, 312, 314, 315, 323
150–151 de capacitación, 240
mecanismos formales de, 143n de desarrollo, 325
preventivo, 318 de endeudamiento, 314
sistema de, 148 de evaluación, 316
sobre la metodología del crédito, de intermediación, 91, 120
13 de la inflación, 271
sobre las instituciones de los préstamos, 208
financieras, 50 de los productos de ahorro, 58
de crédito de consumo, de los servicios, 311
176 financieros, 31, 134
societario, 153n de otorgamiento, 210
Cooperativa Emprender, 274 del modelo de upgrading, 23
Cooperativa Jardín Azuayo, 165n, 166 estructura de, 65, 72, 85, 101,
288
ÍNDICE DE MATERIAS 353

financieros, 76, 172, 293 cuantitativo y cualitativo, 54

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fiscales, 177 de la industria microfinanciera,

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indirectos, 14 29, 80
marginales, 301 del PIB, 176
mínimo, 260 económico, 93, 166, 191, 308,
operativos, 26, 70, 72, 98, 105, 310, 323
112, 180, 206, 208, 272–273, indicadores de, 1
299 poblacional, 168
relación costo marginal/ potencial de, 14
rentabilidad, 297 tasa(s) de, 74, 116, 168, 170,
unitario(s), 14, 290, 296 310–311, 316
creación CrediAmigo, 107, 274, 276, 286, 299
de canales de distribución, 14 credibilidad, 50, 57
de centrales de riesgo, 122 Credife, 87, 96–97, 112, 116, 298
de crédito, 181 crédito(s), 6, 9, 12, 24–25, 29, 48, 115,
de empleo, 10 119, 125, 127, 137, 143, 146c, 147,
de filiales, 109 156, 162, 169, 173, 220–221, 223,
de instituciones (financieras), 226r, 230, 231, 234, 240–241, 242r,
20, 43–44, 148, 150, 243–244, 247, 251, 253, 259–260,
véase también upgrading, 269–270, 275, 291, 308, 310, 312–
downscaling y greenfields 313, 320, 322–323, 327
de instituciones de a corto plazo, 125
microfinanzas, véase a empresas, 219
microfinanzas a intermediarios especializados,
de marcas, 256 92
de productos, 196, 249 a mediano y largo plazo, 181
de puestos de trabajo, 286 a microempresarios, 300
de un impuesto, 179 a microempresas, 279, 299, 322
de un marco regulatorio neutral, a pequeños productores, 263
163 a pequeños proveedores, 260
de un modelo sostenible de a tasas bajas, 10
microfinanzas, 48 a trabajadores por cuenta
de una empresa, 229 propia, 135
crecimiento, 3, 6–7, 11, 20, 26, 28, 30, acceso al, 11, 13, 29, 94, 125, 131,
56, 60, 68–69, 72–74, 80, 84–86, 94, 153, 221, 227, 238, 250, 259
96n, 97, 107–108, 117g, 120, 126, a financiamiento de
137, 157, 166, 168, 173–175, 178, prestamistas de créditos
199, 213, 221, 234, 240, 246–248, de consumo, 277
250, 254–256, 260, 270–271, 283, actividad(es) de, 48, 63, 143
293, 294g, 296, 298–299, 307–310, agencias de informes de, 162
316–317, 329 al sector privado, 14
354 ÍNDICE DE MATERIAS

análisis empresas de, 99, 276, 280

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crediticio, 132r, 174 institución(ones) de, 67,

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de crédito(s), 210, 262, 314 95, 100, 109, 168, 170,
analista(s) de, 173, 175, 314 176
antecedentes de, 4, 114, 115 masivo, 97
crediticios, 97 mercado de, 276
aprobación de, 208 operaciones de, 108, 111
asignación del, 135 programa de, 108
bancario, 93 puntos de venta de, 169
calificación de, 154, 156 sector de, 151, 276
capacidad de, 118 supervisión del, 158
capacitación crediticia, 242r de la cadena de suministros,
carta de, 260 259, 260
cartera de, 101, 146, 171, 175, de pequeña cuantía, 17
324 desarrollo crediticio, 242r
clientes de, 244 destinado al sector público, 14
colectivo, 6 dirigido, 93
comerciales, 134 disponibilidad de, 14, 259, 299
comités de, 129 empresas de, 197
con educación, 240 evaluación(ones) de, 312
concentración del, 178 de riesgo de, 33
concesión de, 2, 7, 10, 25, 54, del crédito y del riesgo,
113, 127, 132, 151, 235 131, 132r
contracción del, 308 expansión del, 13
cooperativas de, 15, 94, 136, 139, falta de, 327
146c, 150, 152–153, 153n, financiamiento del, 13
154–155, 166, 178, 181–183, fuentes de, 272, 279
222, 281–282 gestión del, 312
Consejo Mundial de historial (formal) de, 14, 102,
Cooperativas de Ahorro 118, 313
y Crédito, 283 crediticio, 115, 128, 134,
corporativo, 127, 214 157, 200
creación de, 181 incobrables, 70, 79, 132, 147c,
cultura de, 27, 105 152
cumplimiento en el pago de, 34 individual(es), 6, 313
de consumo, 26, 27, 98–99, 101r, información crediticia, 154, 157
106, 115n, 154, 160, 203, 276, informes de, 31, 154
312 institución(ones) de, 129, 141,
a gran escala, 97, 99 156, 169, 185, 311
crisis del, 99 instrumentos de, 31
ÍNDICE DE MATERIAS 355

límite(s) de, 30, 132, 140n, 145c, para la vivienda, 107r

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147 para microempresas, 37, 91, 119,

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recomendado, 210 229
líneas (permanentes) de, 6, 62, pequeños, 136
181–182, 207, 313 personal(es), 223, 262
a ONG, 113 políticas de, 130
externo(as), 76, 179 prácticas
marketing del, crediticias, 159r
a pequeñas empresas, 322 de crédito, 162
mercados de, 291 predatorio, 161
metodología(s) de, 13, 68–69, procedimientos tradicionales
95, 129, 166, 207, 298, 312 de, 115
minimalista, 251 producto(s) de, 21r, 50, 60, 71,
minorista de, 13 185–186, 297
modelo (integrado) de, 12, 35, no crediticios, 269
221, 230, 237, 250 programas de, 238–239, 246, 270
concesión de crédito, 235 promedio, 62, 63
minimalista, 220–221, 227 racionamiento del, 10
para consumo, 99 recuperación del, 122, 130
morosos, riesgo(s) de(l), 26, 49, 101r, 113,
provisiones para, 69 118, 121–122
necesidades de, 133 gestión del, 162, 308
oferta de, 310 central de, 156
oficial(es) de, 10, 34, 70, 88, 98, riesgo(s) crediticio(s), 91,
107–108, 119, 120, 128–129, 99, 105, 154, 215, 324
151, 159r, 190, 191, 196, 200, control del, 119
207–208, 210–211, 220, 231, 236, servicios de
297–298 información de,
de América Latina, 297 134, 161
oficinas de crédito en Brasil, 299 supervisión del, 161
opciones de, 310 saldos de, 209
operación(ones) de, 94, 97, 133, seguimiento de los, 129
136, 158, 182, 231, 309 servicio(s) de, 15, 36, 48, 239,
para microfinanciamiento, 244, 280
317 de información de riesgos
organismos de, 154, 300–301 crediticios, 134, 161
orientación crediticia, 223, 236 financieros de, 57, 219
otorgamiento de, 183, 242r no crediticios, 280
para empresas, 36 sistemas
para fabricantes, 174 de referencia crediticia,
para grupos organizados, 129n 162
356 ÍNDICE DE MATERIAS

de información de crédito, macroeconómica(s), 93, 99, 180,

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300 311

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sociedades de, 279 internacionales, 308
solicitudes de, 210 política, 57
solvencia crediticia, 195 sistémica(s), 32, 165, 171, 179,
tarjeta(s) de, 58, 97, 111r, 193g, 184–185, 309, 312
196–198, 206–207, 276, 280– tiempos de, 165, 175, 279, 316
281, 312 cuenta(s), 12, 53c, 55c, 83, 133, 177,
tecnificación de los procesos 179, 195, 203–205, 211, 283, 318
de, 98 bancaria, 204, 231, 276, 280–
tecnología(s) crediticia(s), 6, 281, 327
21r, 95, 150–151 corriente(s), 6, 94n, 195, 276,
de crédito, 48, 59, 89, 119, 281
128, 162 de ahorro, véase ahorro
para consumo, 37, 97 de depósito, 56–57, 301, 313
para microempresas, electrónicas, 111r
137 en monedas fuertes, 76
toma de decisiones de, 298, 300 información, 209
tradicionales, 128 institucionales, 284
unidad de, 316 interna, 235–235n
uniones de, 222 microfinancieras, 14
venta de, 134, 161 personales, 195
volatilidad del, 14 responsable de, 105
volumen de, 300 saldos de, 209
crisis, 32, 68–69, 79, 95, 99–100, titulares de, 204
165–177, 179–180, 182, 185–187, cultura de crédito, véase crédito
308–309, 316
cambiaria, 95 D
de las instituciones, 7, 172
financieras, 184, 308 demanda(s), 21r, 59–60, 132–133,
económica(s), 32, 57, 95, 97, 182 141, 166, 192, 228, 230, 232, 239,
en Bolivia, véase Bolivia 245–246, 251, 253n, 256, 260,
en Ecuador, véase Ecuador 263, 274, 278, 290, 294, 310, 312,
épocas de, 11, 57, 183 322–323, 327
financiera(s), 30, 32, 68, 74, 93– de los clientes, véase cliente(s)
93n, 96, 101r, 108–109, 147, de servicios, 7, 209, 243, 289
165, 170, 269, 309, 311 de crédito, 244
internacional, 167, 176– de desarrollo empresarial,
177, 179 241
gestión de, 184, 308, 316 de capacitación, 228
ÍNDICE DE MATERIAS 357

empresariales, 245–246, del gobierno, 181

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254 del microahorro, 28

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financieros, 3, 6, 311–312 en cuentas de ahorro, 75, 104,
microfinancieros, 15 143, 148
inalámbricos, 199 en moneda local, 56
del mercado, 157, 232, 258 funciones de, 92
análisis de la, 258 operaciones de, 6, 92, 313
enlaces de, 258 volumen de, 283, 284
externa, 167 desarrollo
intervención determinada por costos de, 325
la, 258 de capital, véase capital(s)
depositantes, 30–31, 57, 65, 113, de empresas, 219, 224, 245n
132–133, 153, 159, 170, 179, 185, de futuros y opciones, 196
309, 319 de habilidades de negocios, 328
corporativos, 59 de instituciones, 15
fondos de los, véase fondo(s) de la industria, 20, 288, 309
institucionales, 59 microfinanciera, 29, 157
pequeños, 139 de servicios
protección de los, 29, 130, 135, microfinancieros, 189
308 de la pequeña
intereses de los, 30 empresa, 36
depósito(s), 7, 14, 21r, 25–26, 30–31, industria, 248
37–38, 46g, 49, 54, 55c, 57, 95–96, de las capacidades
101r, 121, 133, 136, 140–141, 143– microfinancieras, 327
144, 148, 149c, 153–153n, 159– de las instituciones de
159r, 168, 170, 175, 179–181, 183, microfinanzas, véase
186, 195, 211, 231, 260, 284–285, microfinanza(s)
316, 322, 324, 328 de las microfinanzas, véase
a la vista, 55c, 94n, 149c microfinanza(s)
a plazo, 94n, 180, 183 de los mercados financieros, 311
fijo, 6, 149c, 313 locales, 3
base de, 30, 50, 53c, 57, 65, 73, de mecanismos de tercerización,
183 256
locales, 84 de mercado, 36, 250, 253, 254
captación de, 7, 25–26, 44, 49, de microempresas, véase
56–57, 92, 96, 115, 132, 137– microempresa(s)
138, 148, 203, 300 de nuevos servicios, 308
cartera de, 57 de pequeñas empresas, 242r, 247
certificados de, 55c, 57, 181 de planes de negocios, 219, 225,
cuentas de depósito, véase 236
cuenta(s)
358 ÍNDICE DE MATERIAS

de producto(s), 70, 233g, 253, de los mercados financieros, 308

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261 de los sectores financieros, 27

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de productos y tecnologías, 4 deuda(s), 28, 69, 83, 155, 169, 174,
de PyMe, 254 180–182, 223, 273, 283, 295, 313
de sectores condonación de, 130, 173
financieros, 43, 88 emisiones de, 75
microfinancieros, 43 financiamiento de, 75
de servicios incobrables, 68–69
empresariales, 327, 328 instrumentos de, 6
microfinancieros, 31 invertir en, 81
de sistemas morosas, 69
informáticos, 159 reprogramación de la, 185
regulatorios, 325 deudor(es), 6, 108, 140, 159r, 169–
financieros, 133 171, 182, 185
de una base de bancarios, 181
ahorros, 56 asociaciones de, véase
de depósitos, 57 asociación(ones)
de clientes leales, 57 dinero, 33, 28, 139, 159r, 182, 196,
de una cultura corporativa, 83 198, 220, 222, 225, 263, 302,
del financiamiento, 320 321–322
del microcrédito, véase transferencia(s) de, 112, 159c,
microcrédito(s) 281
del sector privado, 257 internacional, 55c
económico, 133, 248, 271 local, 55c
empresarial, 221, 226r, 230, 237, economía del, 9
240–241, 250, 252, 255, 257, préstamos de, 9
257n, 259, 263 diseñadores, 192
actividades de, 220 de programas, 257
historia del, 246 extranjeros, 258
servicios de, 35–36, diversificación, 43, 175, 186, 326
219–221, 235–236, 241, de(la) cartera(s), 108, 182, 200,
242r, 243, 247, 250–254, 278
260–263 de actividades, 13
institucional, véase de clientes, 44
institución(ones) de la base de clientes, 56, 59,
intervención de, 260 232, 237
préstamos para el, 281 de la estructura de pasivos, 75
desempleo, 96, 140, 168, 176, 249 de las fuentes de ingresos, 280,
desregulación 326
de las tasas de préstamo, 121 de financiamiento, 75, 77,
181
ÍNDICE DE MATERIAS 359

de los nichos de mercado, 95 grandes, 277

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de (los) servicios, 58 informal, 167, 169

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financieros, 311 moderna, 248
de(l) mercado(s), 25, 103, 103n mundial, 254
de productos, 25, 44, 58, 74 nueva, 189, 191, 193, 200
del riesgo, 130, 135, 326 sector(es) de la, 186
sistémico, 325 formal(es) o informal(es)
en nuevos mercados, 114 de la, 37, 98
financiera, 92 informal de la, 98, 127,
geográfica, 174 167, 169
donante(s), 2, 7, 13, 21r, 31, 37–38, real de la, 179
48–51, 56, 78c, 86, 101, 132, 137– tradicional, 248
139, 143, 162, 221, 234, 239–240, Ecuador, 23, 26, 32, 97, 99–100, 107r,
245, 247, 250, 252–253, 257, 259, 126, 136, 138, 165–166, 176, 178,
270, 273, 280, 290, 301, 312 182, 275g, 282, 291, 292g, 298, 309,
Comité de Donantes para el 325
Desarrollo de la Pequeña Banco Pichincha, véase Banco
Empresa, véase Comité de Pichincha
Donantes para el Desarrollo Banco Solidario, véase Banco
de la Pequeña Empresa Solidario
Secretaría de Donantes, 239 Cooperativa Jardín Azuayo,
downscaling, 20, 25, 27, 85, 91, 94, 96, véase Cooperativa Jardín
111r, 120–121, 190, 259 Azuayo
programa de, 111r crisis en, 176–177
estrategia de, 27–28, 86, 110, financieras en, 93n
190, 201 Finca, véase Finca
proceso de, 26, 44, 87, 146 Fundación Maquita Cusunchic,
véase Fundación Maquita
E Cusunchic
instituciones de microfinanzas
economía(s), 166, 168, 177, 223, 271, de, véase microfinanzas
308, 320 ProCredit, véase ProCredit
boliviana, 167 sistema financiero de, 177–178
de alcance, 214 Superintendencia de Bancos de,
de escala, 8, 39, 89, 111r, 117, véase banco(s)
129, 155, 196, 197, 214, 228n, Edpyme, 145c, 146c, 148, 149c, 157,
298, 301–302, 311, 314–316 209
del dinero, 9 educación financiera, 35, 222–224,
en transición, 2, 79 224n, 231, 235–236, 261–262, 327
formal, 250
360 ÍNDICE DE MATERIAS

El Salvador, 11, 13, 23, 37, 44, 46g, de gestión de cobro, 98

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53c, 55c, 61c, 63, 64c, 67c, 69, 72, de menor escala, 25

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77–79, 82c, 95, 126, 136, 144, 145c, de microfinanzas, véase
147, 149, 153, 202, 275g, 283 microfinanza(s)
Ampes, véase Ampes de pequeña escala, 279
Banco Agrícola, véase Banco de servicio(s), 27, 88, 110, 112,
Agrícola 298
Calpiá, véase Calpiá del sector informal, 248, 323
Fundasal, véase Fundasal desarrollo empresarial, véase
IPC, véase IPC desarrollo
ProCredit, véase ProCredit espíritu empresarial, 247
emisión(ones) estilo empresarial, 234
de bonos, 38, 76–77 experiencia empresarial, 225
de deuda, 75 exportadoras, 169
de tarjetas de crédito, 197 externas, 98
de títulos, 49 familiares, 226r, 230
de una carta de crédito, 260 financiamiento a, véase
empresa(s), 1–3, 16, 24, 34, 36, 51, financiamiento
102r, 107r, 112, 114, 116, 119, financiera(s), 47, 79, 178
128, 131, 138, 149c, 156, 191–192, regulada, 46
194–196, 200, 219, 221–222, 224, chilenas, 97
226r, 229–231, 234, 236, 238–239, garantías para, véase garantías
240, 242r, 244–245, 245n, 246–249, gestión empresarial, 222
251, 253–253n, 255, 257, 263, 269, grandes, 160, 169, 249 de Brasil,
277–279, 286–287, 299, 314–315, 224n
317–319, 324, 326 grupos de, 256
activos de la, véase activo(s) hogareñas, 323
asociación(ones) de, véase hogares-empresas, 327
asociación(ones) individuales, 256
capacitación empresarial, 229, inexistentes, 179
243 informales, 10, 200, 201, 219,
clientes empresariales, 238 226r, 249, 250, 301
comerciales, 88, 137 internacionales, 155, 281
controlante, 77, 109 latinoamericanas, 310
crecimiento empresarial, véase líderes, 256, 257, 260–262
crecimiento liquidez de la, 312
crédito para, véase crédito(s) locales, 195
de América Latina, 260 medianas, 255
de auditoría, véase auditoría microempresa, véase
de crédito, véase crédito(s) microempresa(s)
de finanzas chilenas, 99 modelos de, 298
ÍNDICE DE MATERIAS 361

municipales, 147 talento empresarial, 250

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pequeña(s), 6, 13, 24, 29, 33–34, tradicionales, 248

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36, 43, 54, 64, 89, 96n, 111r, transnacional, 325
127, 149c, 160, 206, 219, 221, empresario(s), 32, 35, 100, 156, 168,
223–224, 229, 241, 242r, 243– 221–222, 225, 226r, 229–229n,
244, 246–250, 254–257, 257n, 230–232, 239n, 241, 243–245, 263,
259, 308, 313–314, 322–323, 309–312, 315
326, 328 capacitación a, 230
Comité de Donantes para clientes, 230
el Desarrollo de la con menos recursos, 283
Pequeña Empresa, véase de ingreso bajo, 245
Comité de Donantes de las comunidades rurales, 284
para el Desarrollo de la de pequeña escala, 284
Pequeña Empresa financiamiento, véase
inversiones en, véase financiamiento
inversión(ones) independientes, 299
servicios a, 253 locales, 46
Serviço Brasileiro de Apoio microempresarios, véase
às Micro e Pequenas microempresario(s)
Empresas, véase Serviço pequeños, 167, 231
Brasileiro de Apoio potenciales, 263
às Micro e Pequenas préstamo a, véase préstamo(s)
Empresas privados, 302
y medianas (PyMe) 43, endeudamiento, 155, 169, 176, 180,
54, 58–59, 100–101, 314
106–107, 221, 224n, 234, en cadena, 170
237, 245, 250, 252 enfoque(s), 2–3, 13, 15, 23, 31, 35–36,
servicios a, 104 59, 85, 89, 101r, 141, 184, 224, 226r,
planificación empresarial, 35 230, 239, 247, 252–253, 256, 262,
préstamos a, véase préstamo(s) 277, 298, 310, 328
préstamos empresariales, véase centrado en el cliente, 33
préstamo(s) centrado en la competitividad,
privadas, 252, 258 251
Programa Social para la centrado en la demanda, 228
Empresa, véase Programa centrado en la oferta, 228
Social para la Empresa comercial, 9, 88, 288
rurales, 249 de la India, 248
servicio(s) empresarial(es), 241, de los organismos de regulación
244–246, 254, 257–258, 262, y supervisión, 31
327–328 integrado, 226r, 230, 327
subsidiaria, 298 integral, 226r
362 ÍNDICE DE MATERIAS

minimalista, 12, 48, 242r públicas, 155

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orientado al desarrollo, 236 regulada(s), 35, 46, 85, 201, 302

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regulatorio, 138 rentabilidad de las, 19
sin fines de lucro, 87 sin fines de lucro, 7, 142, 148
social, 234 Superintendencia de Bancos y
tradicionales, 299 Entidades Financieras, véase
Enlace, 107r bancos
Entidad de Desarrollo a la Pequeña y entorno, 29, 47, 69, 173, 174, 184,
Microempresa, 145c 223, 263
entidad(es), 2, 8, 13, 15, 19–20, 22, competitivos (menos), 57, 65,
24, 27, 31, 45, 77, 86, 87n, 92, 95, 72, 75, 112, 128, 186, 290–
107, 111, 122, 126, 129, 140n, 143, 291, 293, 294g, 295, 302
145c, 148, 149c, 155, 158, 159r, 161, informal, 141
166, 168, 174, 181–182, 185, 190, monopólicos, 86
196, 234, 241, 244, 299, 307, 309, normativo, 21, 29, 30, 47, 86
316–317 protegido, 92
bancarias, 25, 101r regulatorio(s), 21r, 24, 25, 50,
universales, 23 59, 139, 250
control de las, 83 España, 282
de depósito, 159c estabilidad, 69, 96, 130, 181
de factoraje, 280 económica, 276
de microfinanzas, véase de precios, 21r
microfinanza(s) estado(s)
especializadas, 54, 126, 129, 136, de Pernambuco, 230
142, 147, 160 financieros, 83, 94, 110, 115, 150
estatal, 110 contables, 128, 141, 200
financiera(s), 6, 14, 30, 74, 99, Estado, 8, 13, 93, 107, 121, 308
140–140n, 142, 146–147, 155, Banco Estado, véase Banco
158, 159r, 162, 178, 234 Estado
especializadas, 138, 160 Estados Unidos, 80, 193, 197–198,
formales reguladas, 49 223, 229n, 236, 240, 242r, 262,
no reguladas, 155 280–281, 282r, 321
reguladas, 47, 77 Agencia de los Estados
sin fines de lucro, 140 Unidos para el Desarrollo
supervisión de, 110 Internacional, véase USAID
jurídica, 109 estándares básicos, 193g
latinoamericanas, 301 estrategia(s), 57, 59, 77, 100, 103,
microfinanciera(s), 13, 148 108–109, 113, 116, 150, 163, 169,
multiservicio, 96 172–175, 183–186, 209, 214–215,
operativa, 79 245, 252, 256, 259, 278, 324, 327
privada(s), 2, 145c, 155 acciones estratégicas, 184
ÍNDICE DE MATERIAS 363

alianzas estratégicas, 113 Filanbanco, 179

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comercial(es), 65, 256, 286 Finamérica, 13, 22, 34n, 46g, 52, 53c,

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de downscaling, 27–28, 86, 110, 55c, 57, 60, 61c, 64c, 67c, 68, 73,
190, 201 78c, 79, 208
de gestión financiamiento, 5, 7, 8, 21r, 22, 37–38,
de crisis, 184 49, 51, 75, 80, 88, 97, 104, 109, 113,
de riesgo, 279 116, 122, 125, 128, 133, 142, 162,
de marketing, 170 173, 177, 181, 183, 208, 230, 233g,
de upgrading, 27–28, 37 251, 257, 259–261, 263, 275, 277–
decisiones estratégicas, 64, 223 280, 290, 307, 312, 316–318, 327
económica, 278 a empresas locales, 195
institucional, 187 a largo plazo, 160, 185
interés estratégico, 103 a pequeñas empresas, 194
posicionamiento estratégico, 59 acceso al, 20, 26, 44, 48, 51, 73,
rumbo estratégico, 83 77, 80, 276–277, 301, 326
servicios estratégicos, 251 actividad(es) de, 130, 135, 140,
tradicionales, 115 195, 197
ventaja estratégica, 83 bancario, 114, 135
estructura de costos, véase costo(s) base de, 30, 132
Europa, 9, 14 capacidad de, 302
del Este, 2, 6, 100 comercial, 7, 260
donantes europeos, 41 fuentes de, 75
Europa Occidental, 14, 199 de la vivienda, 2
monarquías europeas, 9 de microempresas, 128, 169
países europeos, 29 del crédito a microempresas, 13
evaluación de riesgo, véase riesgo del desarrollo, 270–271, 310
exposición al riesgo, 76, 141 del sector privado, 37
desarrollo del, 320
F disponibilidad de, 36
empresario, 159
Fedecrédito, 11 estructura de, 49
federación de bancos, 26 externo, 19, 167
FFP (fondos financieros privados), fondos de, 274, véase también
véase fondo(s) fondos
FFP FIE (Fondo Financiero Privado fuente(s) de, 7, 28, 30, 49, 77,
para el Fomento de Iniciativas 133, 157, 181, 203, 283, 310–
Económicas), véase FIE 311, 316
FIE (Fondo Financiero Privado diversificación de las, véase
para el Fomento de Iniciativas diversificación
Económicas), 45, 46, 165n, 166,
170–175, 225, 325
364 ÍNDICE DE MATERIAS

comerciales Fomin (Fondo Multilateral de

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de financiamiento, Inversiones), 13, 28–29, 80–81, 82c,

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66, 75 114, 228, 328
de refinanciamiento, Fondo Financiero Privado para
44 el Fomento de Iniciativas
del sector privado, 37, 38 Económicas, véase FIE
hipotecario, 62 Fondo Multilateral de Inversiones,
industria de, 126, 136 véase Fomin
informal, 272, 278 Fondo Solidario y de Inversión
metodologías de, 200 Social, véase Fosis
microfinanciamiento, véase fondo(s) financiero(s) privado(s)
microfinanciamiento (FFP), 30, 44, 46, 145c, 146, 149c,
para consumo, 73 157, 166, 168–170, 225
para microempresarios, 107 fondo(s), 13, 27, 28, 48–49, 52,
para pequeñas y medianas 80–81, 98, 115, 120, 133, 138, 146c,
empresas, 316 170, 172, 180–181, 183, 195, 196,
proveedores de, 316 224–224n, 231, 280–282, 282r,
volumen de, 56, 75 283, 288, 312, 317, 318, 321, 323,
Financiera Banefe, 99 326–327, 329
Financiera Calpiá, 46–46n, 52, 72, 79 administradores del, 80
Financiera El Comercio, 108 de bancos comerciales, 224n
Financiera Fassil, 116 de financiamiento, 274
Financiera Solución, 99, 100, 101r, de inversión, véase
109, 117, 225, 226r inversión(ones)
Financiera Visión, 34n, 100, 206 de los depositantes, 130
Finansol, 12, 13, 46g, 53c, 68, 79 de microfinanzas, véase
Finca, 15, 45, 86, 136, 223, 235 microfinanza(s)
Fincomún, 34n, 208 de pensión(ones), 8, 78c, 316
firma(s) de préstamos, 11, 231
consultoras, 308 irlandeses, 10
digitalizadas, 198 del gobierno, 146c
internacional, 23 depósitos de, 195
Fitch, 83 especializados, 78c, 80
flujos, 322 financieros de préstamo, 171
de caja, 98 financieros privados (FFP), 30,
de efectivo, 29, 183 44, 46, 145c, 146, 157, 166,
de ingreso, 284 168–169
de remesas, 323, 326 FIE, véase FIE
financieros, 177 Fondo Multilateral de
migratorios, 320 Inversiones (Fomin), véase
Fomin
ÍNDICE DE MATERIAS 365

Fondo Solidario y de Inversión de USAID, 76, 183

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Social, véase Fosis en moneda local, 324

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fuente de, 271 fondos de, 224
intermediarios, 312 hipotecaria, 140
oferta de, 132 institucionales, 224n
para préstamos, 244 programa de, 224
para subpréstamos, 56 real(es), 29, 127, 131, 132r, 135,
privados, 29 141, 147, 158, 162, 309
de carácter comercial, 8 requisitos de, 50, 70
proveedores de, 257 soberana, 307
provisión de, 241 gastos, 117, 135, 152, 175, 180, 205,
públicos, 319 213, 223
retiro de, 181 financieros, 292g
transferencia de, 58, 204 operativos, 67c, 291, 292g, 296–
Fosis (Fondo Solidario y de Inversión 296c, 312, 316
Social), 288 gerencia, 134, 143n, 151, 161, 212,
Francia, 80, 198 318
fraude(s), 117, 130, 206, 211 ámbito gerencial, 319
Fundación Alternativa, 107r área gerencial, 24
Fundación Carvajal, véase Carvajal cambios gerenciales, 33
Fundación Maquita Cusunchic, 228, capacidad gerencial, 161, 186
232 capacitación gerencial, véase
Fundación Social, 102 capacitación
Fundasal, 77, 82c facultad gerencial, 143
Fundes, 80 formación gerencial, 35
futuros y opciones, 196, 324 responsabilidades gerenciales,
143n
G gerente(s), 130, 139, 147, 173, 196,
211, 229, 234, 290, 317
ganancias, 152, 180, 183, 227, 291, comercial, 112
293, 297, 302, 329 de área, 129
márgenes de, 19, 37, 234, 291, de cartera, 278
293 de sucursal, 129, 151, 175
aparentes, 296 general, 112, 174
potencial de, 290 gestión, 20, 27, 39, 51, 57, 67c, 81,
garantes, 98 84, 86, 116, 129, 152, 161, 177, 210,
garantía(s), 5, 50, 102r, 118, 122, 130, 219, 223–225, 226r, 231, 235–236,
132r, 133, 183–184, 224n, 260, 302, 239, 245, 247, 262, 308–309, 314,
312 319
colectivas, 11 capacidad de, 59, 316
de mayor sostenibilidad, 8 capacitación en, 225
366 ÍNDICE DE MATERIAS

control de, 83 I

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de cartera, 27, 175

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de cobro, 98, 186 implementación tecnológica, 110,
de crisis, 184, 308, 316 119, 202, 210, 214
de información, 35, 201, 207, impuestos, 19, 115c
211–212 contribuyentes, 317
de microempresas, 263 locales, 6, 313
de recursos humanos, 71 servicios de pago de, 186
del crédito, 312 sobre la circulación del capital,
del riesgo, 106, 131, 133, 143n, 179
162, 172–174, 202, 279, 314 sobre la renta, 115
institucional, 183 incapacidad, véase capacidad
empresarial, 222 incumplimiento, 98, 121, 130, 170,
sistema de, 224n, 234
de información, 12, 21r Indepco, 228
de riesgo, 24 India, 247, 248–249, 274
giros, 206 Post Office Savings Bank, véase
Global Development Finance, 282r Post Office Savings Bank
globalización, 254, 324 índice(s)
de las microfinanzas, véase de eficiencia financiera, 296
microfinanzas de ingresos financieros, 291
de los servicios, 39 de productividad, 297
del comercio, 255 de rentabilidad, 289
Grupo Altas Cumbres, 99, 325 inestabilidad(es)
Guatemala, 99, 126, 136–137, 142, económica, 1, 3, 74
275g, 325 macroeconómicas, 316
Care Guatemala, véase Care política, 74
guatemaltecos, 321 inflación, 21r, 168, 271, véase también
hiperinflación
H Informe sobre el Desarrollo Mundial,
279
hiperinflación, 168, 198, véase informe(s), 175, 203, 205, 249, 270
también, inflación de cartera, 141
Hivos-Triodos-Fonds, 183 de crédito, 31
Honduras, 25, 32, 126, 136–139, 144, agencias de, 162
145c, 148, 149c, 152, 275g, 284, organismos de, 154
291, 292g de incumplimiento, 130
de los oficiales de crédito, 151
del Boston Consulting Group,
véase Boston Consulting
Group
ÍNDICE DE MATERIAS 367

Global Development Finance, coordinación institucional, 162

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véase Global Development crisis de las, 7

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Finance cultura institucional, 57
Informe sobre el Desarrollo de ahorro, 102r
Mundial, véase Informe sobre de América Latina, véase
el Desarrollo Mundial América Latina
The Microenterprise de apoyo al desarrollo
Stocktaking Report, véase The comunitario, 222
Microenterprise Stocktaking de crédito de consumo, véase
Report crédito(s)
institución(ones), 1–1n, 2–3, 5–7, de crédito, véase crédito(s)
11–12, 15–16, 18–18n, 20, 22–25, de finanzas, 49
27, 29–32, 34, 38, 43, 44–46, 48–52, de microcrédito, véase
53c, 54, 55c, 56–60, 61c, 63–67, 67c, microcrédito(s)
68–77, 78c, 79, 81–82, 82c, 83–86, de microfinanzas, véase
88–89, 91–95, 99, 102–102r, 104, microfinanza(s)
106, 107r, 108–109, 112–119, 122, de préstamos, véase préstamo(s)
125, 129, 133–136, 138, 140–141, de supervisión, 178
143–143n, 144, 146–148, 150, 153, del sector público nacional, 186
156–158, 161–162, 166, 169–176, depositantes institucionales, 57
178–180, 182–187, 190, 200, 203– desarrollo de, 15
204, 209, 211–214, 220–221, 224, desarrollo institucional, 51, 54,
226r, 230, 232, 234–237, 240–241, 146c
242r, 244, 250–251, 254, 260–261, desempeño de las, 66
270–272, 276, 278, 280–281, 284, especializadas, 44, 137, 142, 144,
285c, 287–288, 290, 294–295, 298, 165, 223
300, 302, 307–309, 313–314, 316– estrategia institucional, 189
320, 323–328 estructura(s) institucional(es),
afiliadas, 12 49, 105
asiáticas, véase Asia financiera(s), 5, 10, 17, 19, 23,
bancaria(s), 8, 9, 68, 93, 99, 116, 25, 27, 30, 45–46, 49, 50, 52,
195, 222, 291, 308, 316 54, 60, 69, 74, 79, 83, 84, 88,
comunales, 222 91n, 92, 95, 96n, 99, 101, 102r,
formales, 25, 50 113, 115–116, 119, 121–122,
globales, 19 126, 129n, 132, 134, 136,
reguladas, 298 138, 140–144, 145c, 148, 150,
tradicionales, 24, 28, 121 153, 156, 159–159r, 162, 168,
clientes institucionales, 9 173, 177–179, 181, 184, 190,
comerciales, 85, 273 199, 203, 204, 207, 213, 221,
comercializadas, 286 223, 235, 239, 244, 259, 263,
con fines de lucro, 23 270–271, 281–283, 298–300,
308, 322–323, 328
368 ÍNDICE DE MATERIAS

especializadas, 146c microfinanciera(s), 3, 6, 10, 13,

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en microfinanzas, 141 21r, 31, 43, 48–49, 52, 53c,

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informal, 45, 120 55c, 64, 67, 80, 89, 101r, 105,
líderes, 66 121, 131, 132r, 169, 316, 319
no bancarias, 50, 287g líderes, 242r
no reguladas, 154 de América Latina, 37
regionales, 122 modelos institucionales, 9, 15
sujetas a supervisión, 85 no financieras, 194
sostenibles, 271 orden institucional, 184
supervisada(s), 110, 308 privadas, 166
no tradicionales, 278, 310 pública, 107, 253
tradicionales, 28, 32, 91, regulada(s), 22, 37, 44, 60, 72,
309 87–88, 171, 202, 273, 283, 286
internacional(es), 29, 78c riesgo institucional, 183
formal(es), 4, 18n, 35, sin fines de lucro, 8, 12, 20, 23,
43–45, 48, 52, 86, 91–92, 25, 31, 102r, 137
103, 122, 134, 141, 157, sostenibilidad de las, 19, 24, 73,
201, 308 239, 240
regulada(s), 20, 22, 45, 50, sostenibles, 19, 221
80, 125, 154, 244, 316 tradicionales, 32
forma institucional, 143 upgrading institucional, 49
formal(es), 157, 161, 280 instrumentos financieros, 196, 312,
formalizadas, 65, 66 324
fortalecimiento institucional, Internationale Projekt Consult, véase
227, 261 IPC
gobierno institucional, 131r inversión(ones), 38, 73–74, 80–82,
incentivos institucionales, 200 168, 192, 212, 214, 224, 231, 279,
independientes, 45, 110 300, 317, 325
infraestructura institucional, 92 bancos de, 8, 316
jurídica, 110 capital de, 282
latinoamericanas, 7, 17, 19, 190, clima de, 39
201, 222, 236, 270 compañías de, 82c
Ley General de Instituciones del de capital, 13, 262
Sistema Financiero, véase Ley decisiones de, 320
General de Instituciones del en activos fijos, 248n
Sistema Financiero en bienes inmuebles, 182
líderes, 5, 8, 37, 242r en capital accionario, 13
limitaciones institucionales, 155 en capital humano, 319
mecanismo institucional, 109 en educación, 279
en el mercado inmobiliario, 180
en infraestructura, 227
ÍNDICE DE MATERIAS 369

en instalaciones, 247 inversionista(s), 13, 21, 29, 38, 45, 51,

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en instituciones de 82–82c, 112, 121, 147, 316, 317, 319

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microfinanzas, 82 comerciales, 30, 80
jóvenes, 81 del sector privado, 107r
locales, 326 extranjeros, 107r
en instituciones financieras, 99 institucionales, 283, 284, 308
en personal, 57 internacionales, 114
en recursos humanos, 319 locales, 112
en sucursales, 57 particular(es), 78c, 80
en tecnología, 34, 57, 192, 213, privados, 8, 302, 308
214 de la industria, 328
de la información, 192 sociales, 132
en vivienda, 279 socialmente responsables, 329
estructuración de, 316 socio inversionista, 112
extranjera directa, 322 IPC (Internationale Projekt Consult),
fondo(s) de, 28, 83, 96, 308 23, 45, 46–46g, 47–48, 51–52, 53c,
(especializado) en 77, 80–81, 82c, 83, 86, 89, 100, 117
microfinanzas, 80–81 Italia, 9
con fines de lucro, 96n banqueros italianos, 9
especiales de, 38
fondos internacionales de, J
8, 316
nacionales, 29 Jamaica, 153
ProFund, véase Profund JOBS (proyecto), 258
Fondo Multilateral de junta (directiva), 129, 151, 231,
Inversiones (Fomin), véase 317–319
Fomin
grado de, 83 K
grupos privados de, 326
mínima, 259 Kenia, 249
oportunidades de, 326
plan de, 225 L
préstamos para, 313
préstamos para, véase Latin American Bridge Fund, 183
préstamo(s) legislación, 137, 142, 152, 154, 178
privada, 2, 316 bancaria, 133
productivas, 279 Ley General de Instituciones del
productos de, 185 Sistema Financiero, 178
rentabilidad sobre la(s), 81, 139 liberalización, 93, 178
sociedad(es) de, 23, 81, 100 del sistema financiero, 104 de
vehículos de, 81 Ecuador, 178
370 ÍNDICE DE MATERIAS

de las tasas de interés, 38, 135 de microcréditos, véase

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de los sectores financieros, 93 microcrédito(s)

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liquidez, 75, 172, 177, 179–181, 183, desarrollo de, 36, 253–254
185, 187, 308, 312 financiero, 127
administración de la, 326 inmobiliario, 180, 182
crisis de, 165 internacional, 76
de las instituciones financieras, microempresario, 27, 87n, 95–96
181 microfinanciero, 18, 68, 137
del sistema financiero, 181 nicho(s) de, 25–26, 31, 45, 92,
gestión de la, 315–316 95, 98, 101, 103, 107r, 108,
sistémica, 179 120, 136, 256
segmento(s) de, 63, 80, 85, 96,
M 104, 132r, 138, 201, 287, 295,
297
Maõs de Minas, 228 sistema de, 121
marketing, 83, 209 tasas de mercado, véase tasa(s)
apoyo de, 289 México, 1, 5, 11, 15–16, 22, 24, 26,
del crédito, 322 34n, 37, 46g, 47, 52, 53c, 59, 64c,
estrategias de, 170 67c, 73, 126, 136–137, 140, 144,
iniciativas de, 256 145c, 148, 149c, 150, 153, 198, 202,
servicios de, 220, 228, 233g 208, 228, 274, 275g, 276, 282g, 284,
Medellín, véase Colombia 289, 291, 292g, 301, 311, 321
mercado(s), 3, 9–10, 14, 17, 21r, 26, Asociación Mexicana de Artes
38, 54, 59–60, 63–65, 68, 71–72, 76, y Culturas Populares de
80, 85–87, 89, 91–92, 94–95, 98, México, véase Asociación
100, 104–105, 109, 111r, 114–115, Mexicana de Artes y Culturas
118–119, 120, 121, 125–128, 130, Populares de México
132–134, 139, 150, 152, 157, 160, Banco del Comercio, véase
172, 173, 186, 190, 202, 215, 225, Banco del Comercio
226r, 227–228, 230, 232–233, 233g, banco mexicano, 198
234, 236, 242r, 243, 245, 247, 250– Bansefi, véase Bansefi
252, 254–255, 257–258, 261–263, Ciudad de, 11, 198, 276
272, 277, 286–290, 297, 301, 309– Compartamos, véase
311, 315, 319, 323, 325, 328 Compartamos
bursátil, 191 Fincomún, véase Fincomún
cambiario, 135 pesos mexicanos, 76
de destino, 21r, 24, 60, 300 Mibanco, 18, 22, 28, 34n, 46g, 52, 53c,
de las instituciones bancarias 55c, 56–57, 60, 61c, 62, 67c, 69, 72,
tradicionales, 24 76–77, 78c, 82c, 87n, 101r, 184, 204,
de las microfinanzas, véase 210, 325
microfinanzas microclientes, véase cliente(s)
ÍNDICE DE MATERIAS 371

microcrédito(s), 4–5, 13, 22, 26–28, producto(s) de, 33, 43, 47, 59,

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35–37, 44, 48, 63, 70, 94, 96–99, 88–89, 97, 104

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101r, 103, 105–106, 108–109, 114– programa(s) de, 100, 111, 116,
115, 115n, 121–122, 125–128, 132r, 122, 231, 279
134–137, 140–141, 143–144, 145c, regulación del, 125, 130, 135,
146c, 150–152, 154, 156–157, 158, 163
160–162, 203, 219–220, 226r, 263, rentabilidad del, 26
269, 271, 273–274, 276, 279, 283– requisitos del, 112, 298
284, 286, 288, 291, 302, 307–308, segmento de(l), 26, 98, 111r, 152
310, 312–314 servicios de, 140, 290
actividad de, 26, 155 supervisión del, 125–127, 134,
cartera(s) de, 28, 100, 110, 134, 158
146, 151, 157–159, 161–162, tecnología(s) de, 28, 101r, 106,
298 108, 116–117, 121–122, 126,
clientes de, 30, 113, 280 158
comunidad de, 279 volumen de, 1
desarrollo del, 156 microemprendimientos, 2
en América Latina, 270, 311 microempresa(s), 3–4, 14, 20, 22,
individuales, 129n 26, 37, 50, 65, 91, 103, 107r, 111r,
industria del, 284 127–128, 137, 140n, 142, 149c, 160,
instituciones de, 35, 44, 91, 94, 166, 169, 202, 206, 219, 224, 227,
276 232, 234, 239, 241, 242r, 243–245,
de microfinanzas 250–252, 254–257, 257n, 259, 261,
especializadas en, véase 269, 276, 278–279, 282, 286, 301,
microfinanzas 312, 313, 323, 327–328
instrumentos de, 15 Asociación para el Desarrollo
integración del, 106 de Microempresas, véase
marco(s) regulatorio(s) del, 38, Asociación para el Desarrollo
126, 136, 159 de Microempresas
mercado de(l), 17, 105, 150–151, Banestado Microempresas, véase
301 Banestado Microempresas
metodologías de, 162 capacitación para, véase
necesidades del, 104 capacitación
negocio del, 136 cartera de, 101r, 104–105, 107,
ONG de, 22, 136, 139 108
operación(ones) de, 29, 99, clásica, 224
104–106, 109–110, 120–121, crédito a, véase crédito
141, 152, 309 de América Latina, 221
organizaciones de, 138, 271 desarrollo de, 222, 230, 238, 251
perfil de riesgo de un, 127 empresarial para, 247
372 ÍNDICE DE MATERIAS

financiamiento de, véase financiamiento para, véase

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financiamiento financiamiento

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gestión de, 263 independientes, 101
mercado de las, véase mercado, 27, 87n, 95–96
mercado(s) necesidades de los, 27
necesidades de la(s), 122, 239 población microempresarial, 95
operadores de, 307 préstamos a, véase préstamos
préstamos, véase préstamo(s) sector, 21r, 27, 96, 100, 101–101r,
prestatarias, 6, 239 102, 102r, 103, 106, 107r, 108,
Programa de Crédito Global 111r, 119
para Microempresas, véase de destino, 97
Programa de Crédito Global de ingreso bajo, 21
para Microempresas informal, 116
programas de, véase segmento(s), 92, 100, 102r
programa(s) servicio(s) a (para), 33, 43, 94,
propietarios de, 10, 229, 263 136, 189
proyectos de, 223, 307 financieros a, 43, 127
de desarrollo de, 232 sobreendeudamiento de los, 99
recuperación de las, 68 microfinanciamiento, 140n, 152
sector de, 311, 323, 328 acceso al, 273
servicios a, 23, 26, 28, 38, 88 actividad de, 138
financieros para, 79, 261, carteras de, 158
323 comercialización del, 286
trabajadores de, 15, 219, 262 consorcio de donantes de, 270,
Unidad de Microempresas, véase véase también CGAP
Unidad de Microempresas fuentes de, 277
microempresario(s), 4, 27, 32, 48, 54, integración del, 286
59, 84, 94, 96, 101r, 105, 109, 111r, marco regulatorio para el, 140
113, 122, 125, 127–128, 132r, 137, operaciones de crédito para, 317
138, 149c, 150–151, 156, 162, 184, regulación del, 152
169, 201, 207, 219, 229, 230, 231, tecnologías de, 134
238, 269, 274, 276–277, 301–302 microfinanciera(s), 13, 20
capacitación de, véase actividades, véase actividad(es)
capacitación aplicaciones, 33
clientes, véase cliente(s) área, 27
crédito a los, véase crédito cartera, 23
de ingreso bajo, 220 comunidad, véase
del sector informal, 115 comunidad(es)
desarrollo, 242r cuentas, véase cuenta(s)
espectro, 17 entidades, véase entidad(es)
faceta, 35
ÍNDICE DE MATERIAS 373

industria, véase industria comercialización de (las), 43,

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innovaciones, 215 220–221, 253,

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instituciones, véase proceso de, 286, 302
institución(ones) comunidad de (las), 273, 276,
ONG, véase ONG 286, 301
operaciones, 28, 152, 159, 206 de América Latina, 269,
organizaciones, 45, 105, 120 290
revolución, 200 en América Latina, véase
tecnología, 27, 102r, 189, 190 de América Latina
transacciones, 204 latinoamericana, 275
microfinanzas, 1–9, 11–18, 18n, concentración de, 8
19–21, 21r, 43, 44, 46–47, 49, 54, crédito sobre las, 156
69, 73–74, 80, 84, 87–88, 91, 95, de tipo minimalista, 221
99, 104, 116, 119, 127, 137–139, de América Latina, 2, 5, 14–16,
142, 150, 166, 170, 191, 194, 202, 22, 38–39, 43, 84, 87–88, 128,
214–215, 219, 221, 229, 240, 250, 184, 199, 203, 208, 212–213,
252, 259, 262–263, 278, 284, 286, 219, 269, 274, 275g, 296, 320,
289–291, 295, 297–298, 302, 309, 322
313–315, 317, 320, 324–325 de América Latina y el Caribe,
actividad(es) de, 144, 308 310, 320, 337
actores principales de las, 86 definición de, 3, 219, 262, 277
ámbito de las, 159r, 169 desarrollo de las, 9, 11, 22, 37,
aprendizaje de las, 85 45, 108, 120, 126, 260
área de, 46 equitativo, 325
áreas paralelas de, 36 histórico de las, 5
banco de, 145c distinción entre microfinanzas y
bancos con orientación a las, 15 microcrédito, 4
campo de las, 82, 130–131, 190, efectos positivos de las, 327
214, 230, 237–237r, 241, 263 empresa de, 318
carreras en, 319 en América Latina, véase de
cartera(s) de, 8, 169 América Latina
deterioro de las, 67 en América Latina y el Caribe,
clave de las, 4 véase de América Latina y el
cliente(s) de, 15, 16, 120, 202, Caribe
224, 272, 274, 280–281, 291, en la región, 39
320 enfoque comercial de las, 288
del sector entidades de, 15, 200
mircrofinanciero, 18 estudio de las, 114
microfinancieros, 17 evolución de las, 84, 114
cobertura de las, 6, 126 éxito de las, 21r, 22, 81
comerciales, 37, 51 expansión de las, 43, 51
374 ÍNDICE DE MATERIAS

expertos en, 237r con estructura de ONG,

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financieras dedicadas a las, 15 274

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fondo(s) de inversión con fines de lucro, 136
(especializados) en, véase con orientación comercial,
inversión(ones) 77
futuro de las, 295, 307 con problemas, 68
globalización de las, 320 con una buena gestión, 20
grupos internacionales de, 80 costos administrativos de
historia de las, 39, 269 las, 207
industria(s) de (las), 1, 2, 95, creación de, 85, 137, 141
199, 215, 262, 287, 307, 322, de América Latina (y el
324, 329 Caribe), 18, 28, 33–34,
institución(ones) de (las), 1–2, 37, 62, 201, 202, 236–
5–8, 11–14, 16–19, 22–24, 237, 243, 272c, 283, 296,
27–34, 36–38, 49–52, 54, 298, 316, 327
56–57, 59–60, 65–72, 75–77, de Bolivia, 24, 291, 295g
79–81, 82c, 84–86, 88, 91, 94, de Brasil, 274
127, 130–133, 136–137, 139, de Colombia, 225, 291,
145, 147c, 159–161, 165–166, 292g
169–172, 175–176, 181–182, de Ecuador, 208, 291, 292g
184–186, 189, 201–205, 207– de Honduras, 291, 292g
210, 212–214, 221, 223–225, de la región, 230, 296
231, 238, 243, 259–261, 263, de mayor envergadura, 326
270–273, 276–277, 281–282, de mayor éxito, 317
284, 285c, 287, 290–291, 293, de México, 291, 292g
294g, 295–299, 301–302, 309– de Nicaragua, 291
310, 315–318, 320–325 de organismos no
a la vanguardia, 311 gubernamentales, 25
acciones de las, 172, 182 de orientación regional,
accionistas de las, 85 286
afiliada, 79 de Perú, 283, 291, 292g
bien administradas, 50, de prestigio, 45
158 desarrollo de las, 135
bien establecidas, 319 desempeño a largo plazo,
buen desempeño de las, 66 74
centradas en la pobreza, dinámica, 77
286 ecuatorianas, 180
clientes de (las), 169, 170, eficiencia de las, 33–34, 71
274, 280 eficientes, 73
ÍNDICE DE MATERIAS 375

empleados de, 130 mediante el

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en tiempos de crisis, 165 proceso de, 66

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especializadas, 19, 147, modificadas por el,
149c, 214, 283, 289, 312 72
en microcréditos, 131 que eligieron, 56
éxito de las, 71, 119 que han seguido un
expansión de las, 7 (el), 44–45, 52,
formalizadas, 65 53c, 58, 67–68
gerentes de, 139, 290 que ya han pasado
gestión eficaz de las, 129 por el, 45
informales, 120 surgidas de un, 22
infraestructura de las transformadas
sucursales de las, 207 mediante el, 70,
innovadoras, 297 72, 81
jóvenes, 81 proliferación de, 319
latinoamericana(s), 5, 7–9, prósperas, 129
11, 13, 32, 36, 189, 190, que implementan el
274, 284, 325 scoring estadístico, 209
líderes, 38, 58, 72, 126, 201, regulada(s), 24, 30, 38,
296 59–60, 64, 125, 176, 209,
locales, 326 273, 286, 287g, 288, 289,
mercado de las, 60 302
no reguladas, 288 rendimiento financiero de
no sostenibles, 272c las, 241
nueva(s), 43, 79 rentabilidad de las, 65, 75,
operaciones de las, 129 293
orientadas hacia la mujer, rentables, 119, 317
16 rumbo estratégico de la, 83
otros tipos de, 328 servicios de, 202
penetración de las, 65 sostenibilidad de las, 72
pioneras, 85 sostenibles, 91, 119, 272c,
políticas de las, 69 supervisadas, 85
precursoras, 54 tecnología de las, 213
préstamos de, 276 tradicionales, 281, 289
prestatarios de, 272c, 280 transformadas, 74, 75, 283
privadas incipientes, 307 viables, 202
proceso de upgrading, integración de las, 106
con, 24, 64 en los mercados
en, 58–59, 69 financieros, 326
formalizadas proceso de, 302
376 ÍNDICE DE MATERIAS

intermediario(s) de, 161 resultados de las, 14

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financiero especializado revolución de las, 262

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en, 317 secretos de, 6
latinoamericanas, 6, 32, 36, 200 sector de (las), 95, 103–104, 121,
líderes de las, 250 192–193, 203, 211–213, 311,
límites económicos y 315, 323
geográficos de las, 273 servicios (integrales) de, 94, 222,
mercado(s) de (las), 1, 15, 26, 278, 314, 323
72, 79, 86, 115, 150, 168 sistema de, 166
metodología especializada de, sostenibilidad de las, 33
101r sostenibles, 89
modelo de, 5 tecnología adecuada para las,
comercial de, 288 189
latinoamericano de, 1, 3 tecnología de las, 89
minimalista de las, 250 transacciones de, 301
sostenible de, 48 universo de las, 36, 88, 184
mundo de las, 45, 85, 230 vanguardia de las, 29, 309
negocio de las, 85, 200 micropréstamo(s), 14, 71, 95, 98, 106,
objetivo original de las, 84 109, 115, 117, 140n, 143, 222, 224,
organizaciones de, 148, 239, 243–244, 272, 276, 296, 326
240 de capital de trabajo, 54
organizaciones dedicadas a en América Latina, 108
las, 220 microprestamistas, 73
organizaciones no para la vivienda, 107r
gubernamentales microprestatarios, 157
(ONG) de, 43, 45, 49, microseguro, 4, 313
51, 83, 157 Mipyme, 251
penetración de las, 65, 202, moneda(s)
275g, 277 plazo fijos en distintas, 6, 313
personal de, 320 devaluación de la, 167
producto esencial de las, 262 el sucre, moneda nacional de
producto principal de las, 200 Ecuador, 176, 180
programa(s) (piloto) de, 99, 107, descalces de, 183
116, 118, 240, 243, 278, 319, local, 76
especializados, 289 préstamo en, 125
promotores de las, 297, 298 garantías en, 324
proveedores de, 15, 314 depósitos en, 56
proyectos de, 48, 307 bonos denominados en, 87
regulación de las, 138–139, 158 fuertes
rentabilidad en, 103 cuentas en, 76
ÍNDICE DE MATERIAS 377

mora, 67c, 147, 271 mundiales de seguridad y

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Multicredit Bank, 94, 110 calidad, 255

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relativas a la cartera, 141
N tecnológicas, 215

Nacional Financiera Boliviana O


(Nafibo), 172
negocio(s), 5, 14, 34, 68, 128, 193– obligación(ones), 129, 159r, 173, 220,
195, 201, 220, 222, 236, 239n, 288, 244
313, 318–319, 321, 323–325, 328 de préstamos, 174
bancario tradicional, 71 financieras, 183
de las microfinanzas, véase sociales, 279
microfinanzas Oikocredit, 183
de las remesas, 58 OIT (Organización Internacional del
del microcrédito, 136 Trabajo), 10, 249, 274
entorno de, 263 oligopolio, 152
línea(s) de, 23, 159, 196 Organismo de Protección del Ahorro,
modelo de, 254 179
operaciones de, 314 Organización Internacional del
plan(es) de, 219, 224–225, 236 Trabajo, véase OIT
Nicaragua, 23, 32, 46g, 47, 126, 136– Organización Privada de Desarrollo
139, 152, 202, 203, 275g, 284, 291, Financiero, 145c
292g, 293, 293g, 294g, 295, 325 Oriente Medio, 6, 16
Chispa, véase Chispa
los nicaragüenses, 321 P
ProCredit, véase ProCredit
norma(s), 21r, 30, 84, 130–132, 134, Panamá, 94, 110, 126, 136, 144, 145c,
139–140, 147, 162, 177, 308, 317 148, 149c
bancarias, 130 Paraguay, 13, 26, 93, 95, 96n, 97, 99,
contables, 30, 31, 144 136, 153, 202–203, 275g, 300
de calidad, 246 Financiera El Comercio, véase
de clasificación de carteras, 93 Financiera El Comercio
de control de riesgo crediticio, Financiera Visión, véase
121 Financiera Visión
de servicio al cliente, 88 pasivos, 75, 273, 311
de supervisión, 50 estructura de, 75
del sector bancario, 69 financiamiento mediante, 75
elaboración de, 156 reducción de los, 179
éticas, 319 pequeñas empresas, véase empresa(s)
internacionales, 51 pequeñas y medianas empresas
(PyMEs), véase empresa(s)
378 ÍNDICE DE MATERIAS

pequeños productores, véase 296–296c, 300, 302, 307, 312–313,

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productor(es) 323–324

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Perú, 1, 5, 13, 18, 22, 24–26, 28, 34n, a (para) empresas, 2, 65, 182,
46g, 47, 52, 53c, 54, 60, 67c, 72, 77, 196
82c, 86, 87, 93, 97, 99, 101r, 108, a (para) pequeñas empresas, 54,
117–118, 120, 125–126, 135–136, 62, 64, 219, 259
144, 145c, 146–147, 147c, 148, informales, 201, 219
149c, 152, 156–158, 184, 204, 209, a mediano y largo plazo, 143
210, 225, 226r, 236, 275g, 277, 284, a microempresas, 84, 127, 149c,
291, 292g, 300, 325 224n, 240, 276
crisis peruana, 100 actividad(es) de, 44, 58, 169
instituciones de microfinanzas activos, 220, 282r, 287g
de, véase instituciones de bancarios, 273
microfinanzas capital del, 231
mercado peruano, 76 cartera de, 1–1n, 13, 32, 44, 52,
microfinanzas en, véase 56–57, 61c, 62, 66, 68–69, 72,
microfinanzas 75, 100, 102r, 106–108, 110,
peruanos, 321 117g, 118, 129, 151, 168–169,
PIB (producto interno bruto) 14, 94, 178, 181, 201, 208, 230, 234,
166, 168, 176 236, 243, 273, 277, 282r, 283,
per cápita, 17, 61c, 168, 296 288, 294g, 295–295g, 296–
PIB, véase producto 296c, 309, 316
PNB per cápita, 294g diversificadas, 161
Post Office Savings Bank, 300 ciclo del, 10, 231
préstamo(s), 1, 1n, 2, 4–7, 9–11, 14, clientes de, 102r
17, 21r, 24, 31, 34, 38, 44, 48–50, comerciales, 27, 76, 98, 156, 161
52, 53c, 55c, 56, 58, 60, 61c, 62–64, corporativos, 130
64c, 65, 66n, 76, 83, 85, 97, 98, 100, de (para el) consumo, 55, 60, 62,
105–106, 107r, 108, 110, 111–111r, 69, 88, 98–99, 100, 101r, 115,
112–115, 115n, 116, 118–119, 125– 118, 126–128, 134, 146c, 171,
129, 129n, 130–131, 131r, 132r, 226r, 299–300
133–137, 139–140, 140n, 141, 145c, industria de, 100
147–147c, 150–151, 154–156, 158, de (para) capital de trabajo, 10,
159r, 160–161, 170–175, 177–181, 59, 60, 62, 63, 262, 313
183–184, 195–198, 200–201, 205, de dinero, 9
207–210, 219–221, 223, 224n, 225, de pequeña cuantía, 26
229, 231, 234–236, 238, 239n, 242r, del gobierno, 282r
244, 259–261, 263, 270, 272, 275g, del sector bancario, 282
276, 277–280, 282–283, 285c, 286– distribución de (los), 18, 18n,
287, 291, 293–294, 294g, 295–295g, 235
ÍNDICE DE MATERIAS 379

empresariales, 194 sin garantías reales, 158

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evaluaciones de, 69 sindicado, 96

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fondo(s) de (para), 10, 11, 231, Sociedad Cooperativa de Ahorro
244 y Préstamo, véase Sociedad
grupales, 159 Cooperativa de Ahorro y
hipotecarios, 128, 130, 156, 181, Préstamo
196 sociedades de, 9
incobrables, 30, 133, 146–147, solidarios, 59, 62, 146c, 289
171–172, 179, 209 para capital de trabajo, 62
individual(es), 146c, 159, 236 subsidiados, 76
institución(ones) de, 238, 270 tasas de, 121
interbancarios, 49 tecnología(s) de, 31, 118, 277
internacionales, 181 tradicionales, 302
mecanismos de cobro de, 27 tradicionales, 111r, 173
mercado de, 288 volumen, 70
metodología(s) de, 95, 235–236, Previsora, 179
240–241 Pro Crédito Bolivia, 77
micropréstamos, véase ProCredit Holding (Group AG), 23,
micropréstamos 51, 51n, 78c, 79, 81–82, 82c, 83, 86,
minoristas, 21r 100n
morosos, 67c, 130, 132r, 172, ProCredit, véase Banco Procredit
175, 208, 271 ProCrédito, 46g, 77
operaciones de, 30, 48, 71, 92 Prodem, 34n, 46, 46g, 63, 200, 206,
pago(s) de(l), 12, 27, 32, 200, 211–212, 214, 281, 298
259, 299, 309 ProFund (International), 13, 28, 80,
para el desarrollo, 281 96, 96n, 107r, 112, 114, 183
para inversión, véase Programa de Crédito Global para
inversión(ones) Microempresas del BID, 99, 100
para la vivienda, 58, 63 Programa de Pequeños Proyectos,
para pequeñas y medianas 219, 227, 307
empresas, 58, 65 Programa de promoción de
particulares, 62 viviendas, 107r
para capital de trabajo, 62 Programa Social para la Empresa,
personales, 59, 62–63, 116, 195, 227
209 programa(s), 10, 13, 106–107, 107r,
para capital de trabajo, 62 122, 219, 223–224, 227, 229–231,
producto(s) de, 54, 58, 96, 234, 244–245, 245n, 251, 257, 257n,
102–102r, 103, 107r, 120, 230, 260, 270, 274, 280, 282, 284, 286,
262, 282 289, 291, 299–300, 307, 327
reestructuración de, 68, 130, 141 administradores de, 241
servicios de, 12, 95 CrediAmigo, 299
380 ÍNDICE DE MATERIAS

de alfabetización financiera, 224 de préstamos global, 244, 277

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de movilización del ahorro, 159 de promoción de viviendas,

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de adquisiciones, 246 107r
de ahorro, 2, 223, 235–236, 238– de reforma, 29
239, 241, 242r, 244, 285c de remuneración, 116
obligatorio, 235 de servicios
de agricultura, 242r de desarrollo empresarial,
de apoyo, 220, 253n 250, 252
de asistencia técnica, 226r financieros, 239
de banca comunal, 222, 242r, educativos, 222
261 global, 244
de bancos comunales, 223 Mi familia, mi país, mi regreso,
de capacitación, 220, 229, 238– 282
239, 239n, 240 microempresario, 242r
con vales, 244, 245, 263 múltiples, 275
de Carvajal, véase Carvajal para reducir la pobreza, 4
de compra colectiva de insumos, piloto, 212
247 sectoriales, 227, 257, 257n, 261,
de contabilidad, 239 263
de crédito de consumo, 99, 108 sociales, 261
de crédito, 238–239, 246, 270 Promotora del Comercio, 232
de desarrollo proyecto PISCES, 250
comunitario, 232 Proyeto Uno, 10, 223, 230, 231, 231n
de (para) empresas, 224, prueba piloto, 106, 209, 211
232 PyMe (pequeña y mediana empresa),
de servicios empresariales, 61c, 65, 145c, 146c, 148, 149c,
327–328 250–251, 254
de downscaling, 111, 111r PyME (pequeñas y medianas
de emisión de bonos, 76 empresas), véase empresa(s)
de garantías para empresas, 224
de georreferencia, 116 Q
del BID, 277
de microcrédito, 97, 100, 116, quiebra(s), 12, 153, 170, 179, 194
122, 231, 279
de microempresas, 229 R
urbanas, 225
de microfinanzas, véase Real Microcrédito Assessoria
microfinanzas Financieira S.A., 112
de micropréstamos, 108, 244 Recife, véase Brasil
de multiservicio, 221 refinanciamiento, 44, 184
ÍNDICE DE MATERIAS 381

región andina, 88 S

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registro(s), 121, 207, 210, 225, 235

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contables, 127, 141 saldo(s), 57, 293
de auditoría, 211 ajustado por prestatario, 296c
históricos, 296 de crédito, 209
operacionales, 127 de préstamos, 286
Reino Unido, 9 promedio, 286, 293,
remesa(s), 2, 281–282, 282r, 283, 290, 295–296
301, 315, 320–323, disponible, 1
beneficiarios de, véase en cuenta, 205, 209
beneficiario(s) mínimo, 56
distribución de, 327 primario, 284
efectos en el desarrollo, 322 promedio, 56–57, 61c, 63, 211,
flujos de, 323, 326, 327 277, 285c, 286, 287g, 294g
globalización de las, 320 pendiente de pago, 277
internacionales, 6, 58, 122 en entornos competitivos
locales, 58 y menos competitivos,
nacionales, 6 294g
negocio de las, 58 por prestatario, 294g
potencial de las, 282r variaciones en los, 287
servicios de, 58, 323 vigente, 170
transferencia(s) de, 4, 313, scoring, 118, 209–210
322–323, 327 estadístico, 26, 34, 70–71, 88,
servicios de, 322 97–98, 101r, 118, 155, 189,
valor de las, 282r 193g, 197, 202–203, 209–210,
volumen de, 283 296, 300–301
República Dominicana, 11, 12, 99, Sears Roebuck, 195, 196
275g, 321, 325 Sebrae (Serviço Brasileiro de Apoio
Ademi, véase Ademi às Micro e Pequenas Empresas),
Adopem, véase Adopem 224, 246
Women’s World Banking, véase Seco (State Secretariat for Economics
Women’s World Banking Affaris), 81
reservas, 69, 179, 326 Suiza, 80
de capital, 323 Fundes, véase Fundes
para cobertura de riesgos, 184 State Secretariat for Economics
políticas de constitución de, 68 Affaris (Seco), véase Seco
restricciones, 142, 143, 221, 239, Seed Capital, 107r
248n, 250, 256, 261, 314, 327 seguros, 9, 11, 37, 55c, 111r, 192, 262,
Revolución Industrial, 9 281, 290, 301–302
Rusia, 229n compañías de, 154, 197
externas, 281
382 ÍNDICE DE MATERIAS

microseguro, véase microseguro subsidiaria(s), 47, 77, 88, 96, 101r,

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productos de, 58, 281 103, 107, 109–112, 119, 200, 208,

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venta de, 186 277, 298, 315
SIDI, 80 de servicio(s), 105, 110–111,
sobreendeudamiento, 95, 100, 155, 113, 116
157–158, 159r, 160, 170, 176 especializada(s), 112
de clientes, véase cliente(s) de microcrédito, 158
de los microempresarios, véase financiera, 105
microempresario(s) subsidio, 19, 107r, 121, 132, 135, 240,
Sociedad Cooperativa de Ahorro y 252, 257, 261, 270–271, 275, 278
Préstamo, 145c Superintendencia de Bancos (y
Sociedad de Ahorro y Crédito, 145c Entidades Financieras), véase
Sociedad Financiera Ecuatorial banco(s)
(SFE), 100, 112, 117, 120 supervisor(es), 133, 134, 139, 154,
Sociedad Financiera Popular, 145c 175, 298, 300
Sociedade de Crédito ao
microempreendedor (SCM), 145c T
SOFOL Compartamos, 46g, 53c
Sogebank, 87, 96, 103–104, 111–112 tasa(s), 5, 67c, 125, 168, 208, 277, 291
Sogesol, 18, 87, 103, 111–112, 116 de crecimiento, 168, 311
solicitud(es) de desempleo, 176
de aportes de capital, 80 de interés, 10, 14, 49, 73, 75, 93,
de crédito, 210 101r, 125, 209, 231, 291, 313
de préstamo, 98, 172, 207–209 de mercado, 7, 49, 75, 133, 273
de transacción, 204 de morosidad, 110, 116, 118
solvencia, 31, 133–134, 139, 149c, de rentabilidad, 65
161, 165, 177, 179, 195, 300 de repago, 300
clientes, 275g, 295 fija, 118, 153
personas solventes, 14 promedio, 168
propietarios solventes, 159 The Microenterprise Stocktaking
sostenibilidad, 8, 17–20, 22, 24, 44, Report, 238, 241
47–48, 56, 72–73, 85, 109, 114, 135, tipo(s) de cambio, 56, 76, 195
239, 240, 252, 271 titularización
SPC, 51, 81, 82c, 82n de activos, 38
Standard & Poors, 75 de carteras, 49
State Secretariat for Economics de préstamos, 315
Affaris (Seco), véase Seco toma de decisiones, 192
subempleo, 140 de crédito, 298, 300
subpréstamo, 56 órganos de, 317
procesos de, 71, 109, 132r
ÍNDICE DE MATERIAS 383

transferencia(s), 6, 9, 55c, 205, 262, agregado, 36, 168, 227, 256, 262,

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302, 323, 325, 327 317

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bancarias, 115 cadena(s) de, 255–256, 261
de ahorros, 322 nominal, 183
de conocimientos, 310 Venezuela, 1, 126, 136, 144–145, 148,
de dinero, 112, 281, 322 274, 275g, 284, 301, 311
de fondos, 58 Bangente, véase Bangente
electrónica, 204 Banco de Desarrollo
de remesas, véase remesa(s) Especializado en
transparencia, 21, 88, 151, 154, 157, Microcrédito (BEM),
162, 163, 179, 183, 318–319 véase Banco de Desarrollo
Trickle Up, 242r Especializado en
Microcrédito
U Corporación Andina de
Fomento (CAF), véase CAF
Unibank, 87 venta(s), 11, 49, 149c, 178, 196, 226r,
MicroBanking Bulletin, 19, 270–272, 228–229, 234, 258, 299–300, 314
272c, 273, 285c, 292g, 293g, 294g, cruzada, 289
296g de bienes o (y) servicios, 141,
Unidad de Microempresas del BID, 158
234 de créditos, 134, 161
upgrading (proceso de), 20, 22–25, de consumo, 169
27–28, 37, 43–45, 46g, 47–52, 53c, de microcrédito
54–56, 58–60, 61c, 64–64c, 65–66, equipo de, 96
67c, 68–73, 75–77, 78c, 79–81, de seguros, 186
84–86, 88–89, 120, 308 directa, 233g
USAID (Agencia de Estados Unidos fuerza(s) de, 108, 115
para el Desarrollo Internacional), indirecta, 233g
76, 109, 183, 238, 250–251, 257n, precio de, 262
258 producto de la, 259
usuarios, 92, 205–207, 313 puntos de, 107r, 205–207
de tecnología financiera representante de, 98
inalámbrica, 199 volumen de, 127
ventaja competitiva, véase
V competencia
volatilidad, 76, 309
validación, 117, 118, 204 del crédito, 14
valor(es), 1, 28, 33, 47n, 57, 60, 66n, de(l) (los) sistema(s)
76, 85, 101r, 147, 182, 196, 202, financiero(s), 32, 309
244, 254, 257, 259, 282r, 285c, 299,
313–314, 319
W
384

WWB
ÍNDICE

Western Union, 281


DE MATERIAS

Women World’s Banking, véase


11, 12, 16, 30, 45, 86, 113, 136
WWB (Women World’s Banking), 7,

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