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Normas para colaborar en la revista

Los autores que deseen ver publicadas sus obras en esta revista deberán
mandarlas en archivo word, debidamente corregidas y listas para ser
maquetadas. En el caso de entrevistas, artículos y reseñas, deberán ser
inéditos. Si los trabajos recibidos no reúnen estos requisitos nos veremos
obligados a rechazarlos. En archivo aparte también deberán enviar una
fotografía personal (primer plano o plano medio).
Por tratarse de una revista con carácter altruista, ni se cobra ni se paga
nada por las colaboraciones.
SUMARIO
EDITORIAL

PREGUNTAS CON RESPUESTA

JUAN CALDERÓN MATADOR Entrevista al Actor y Cantante


MANUEL RODRÍGUEZ
Protagonista del Musical CHICAGO

JULIA GALLO SANZ Entrevista a la Figurinista


MONTSE SANCHO
Traje de Cine

MARCOS CALLAU VICENTE Entrevista al Escritor


ROBERTO MALO
Cuentista del siglo XXI

JUAN CALDERÓN MATADOR Entrevista al Pintor


DIEGO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ
Un hombre llamado Piropo

MARIA ROSA JAÉN Entrevista a la bailaora


MARTA MURILLO JAÉN
El respeto de pronunciar la palabra Flamenco

ARTÍCULOS

REYES CÁCERES MOLINERO


El nobel de Vargas LLosa

MODESTO ANTONA CASTRO


Un día iré por Azinhaga

ANTONIA PONS COCH


Navegar con barcos nuevos

JUAN RUIZ DE TORRES


El alma del poema (1)
POESÍA

CRISTINA COCCA
Apunte de mujer que espera el alba

CARMEN RUBIO
Alegoría de la creatividad

JULIA GALLO SANZ


La estela del mártir

LOLA DE LA SERNA
Invierno

CARMEN SILVA
Súplica a Teresa

PEPA NIETO
Porque son estas fechas lo que son

ALEJANDRO MORENO ROMERO


Aullido

MILAGROS SALVADOR
Negro triunfo

BLAS MUÑOZ PIZARRO


La corbata
Proyección de la llama

FRANCISCO MIGUEL LÓPEZ JIMÉNEZ


Quién tuviera el sol

DIEGO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ


La vieja taberna

HORTENSIA HIGUERO
Mueca

FRAÇOISE ROY
Cuando era no-tuya
ÍÑIGO LAQUERRÁ
Isa, Edipo lo pide así
La desnudez del ojo es pasajera

JUAN MANUEL PÉREZ ÁLVAREZ


Llamada

REYES CÁCERES
Dibujar en tu mano

MARCOS CALLAU VICENTE


Canción de amor sin destinatario escrito

OSWALDO ROSES
Una sombra me dice amor

PABLO VOLUMEN
El bueno de Miguel

ROLANDO REVAGLIATI
A Raúl González Tuñón

MANUEL MEJÍA SÁNCHEZ


Amuna un año más, con la bandera en alto

SILVIA CAMELO
ojosoidos

PATRICIA K. OLIVERA
Conjuro

NARRATIVA

JAVIER BUENO JIMÉNEZ


Dedicado a ti

BLANCA DEL CERRO


Aquel día de lluvia

ALICIA WANDELMER
Fondo de caja
FEDERICO FAYERMAN
Marina

SILVIA CARPENA SAEZ


Alzheimer

CELIA MARTÍNEZ PARRA


Las ramas de los árboles

CONCHA GARCÍA DE LOS ARCOS


Sur al norte

JACINTO GIL
Dulce y breve
RESEÑAS
MILAGROS SALVADOR
Dos minutos y medio

ALBERTO CAMPOS
Cuentos históricos del pueblo africano

MARCOS CALLAU VICENTE


El Beso (Microrrelatos sobre el Cine)
La mirada del bosque

CARMEN SILVA
Tiempo sin edad

LOLA VICENTE
Poética de la errancia

JUAN CALDERON MATADOR


De capital pecado o la gracia de pecar
El que silba entre las cañas
Relámpagos interiores
Poetas de la Extremadura exterior (1900-2010)
Tiempo de violetas
De las pequeñas cosas

LIBROS Y REVISTAS RECIBIDOS


Raíces de Papel
Revista de la Plataforma Cultural Raíces de Papel
Nº 5 - ENERO - JUNIO - 2011

Dirección:
Javier Bueno Jiménez (Arvikis) y Juan Calderón Matador

Plataforma Cultural Raíces de Papel


C/ Benito Castro, 11 2º Izq.
28028 Madrid
raicesdepapel@gmail.com
http://raicesdepapel.blogspot.com/

Ilustración de Portada: Juan Calderón Matador


http://juancalderonmatador.blogspot.com/

Contraportada: Ayesha López Rubio


http://ayesha-thelazycat.blogspot.com/
ayesha_lr@yahoo.es

Ilustraciones diferentes secciones: José Picó


EDITORIAL

Estamos de celebración. ¡Hemos cumplido un año! Es el momento para hacer un pequeño balance
de nuestra trayectoria. Ni en el mejor de los sueños hubiésemos podido imaginar que poco más de
doce meses dieran tanto de sí. Cuando decidimos crear la Plataforma Cultural Raíces de Papel nos
propusimos ofrecer un espacio en el que tuviesen cabida muchas personas, todas aquellas que
quisieran acercarse hasta nosotros, vinculadas a la literatura y todas las ramas del arte, con la idea
de apoyar su obra, difundirla, promocionarla. Lo primero fue darle forma a nuestro blog, el segundo
paso poner en pie la revista digital Raíces de Papel, y lo hicimos con todo nuestro amor, pero
también con todo el miedo del mundo. ¿Quién nos va a leer? ¿Cómo se van a enterar los usuarios de
que existimos?, nos preguntábamos. Pues no sabemos cómo lo hemos hecho, pero lo cierto es que la
revista llega a muchos miles de personas. Quizás es que hemos trabajado con ahínco, seguro que
también por habernos rodeado de muchos y estupendos colaboradores (Gracias, de corazón, a todos
ellos, sin los que esta aventura sería imposible), sin duda porque la red brinda unas posibilidades
inmensas... Y así hemos llegado hasta este número 5 que les estamos ofreciendo. En el editorial de
la primera entrega confesábamos nuestras inseguridades, entre ellas declarábamos que la revista
tendría una periodicidad trimestral, pero que el tiempo nos aconsejaría qué cambios efectuar en el
futuro. Pues, como bien sospechábamos, el conocimiento nos indica que durante el año 2011
tendremos que bajar un poco el ritmo, y hemos decidido que aparecerán solamente dos nuevos
números, éste de Enero y el próximo en Julio. No es la falta de lectores la que nos obliga, ni
tampoco la de colaboradores, que cada día crecen más, todos ellos de gran calidad, es simplemente
falta de tiempo. Durante estos meses nos hemos entregado en cuerpo y alma al proyecto Raíces de
Papel y nos hemos olvidado un poco de nosotros mismos. Hemos sacrificado nuestra propia
creación literaria y artística, prescindido de muchas horas de ocio, familia, amigos... Por eso, ahora
que todo está encauzado, hemos decidido tomarnos un respiro.

Durante este año también han echado a andar nuestras propias colecciones editoriales, en
colaboración directa con Ediciones Cardeñoso, abiertas para todas aquellas personas que quieran
mostrar su obra desde ellas: Libros Compartidos Raíces de Papel (En la que dos autores aúnan sus
trabajos para ofrecerlos en un solo volumen, uno por el anverso, el otro por el reverso, cada cual
con su portada e ISBN independiente) En el número uno se unen los títulos "El orgasmo fluvial de
Lolita Valor", de Javier Bueno Jiménez, y "Veinte historias amables más un garbanzo negro", de
Juan Calderón Matador; Breviarios Raíces de Papel, destinados a obras de poca extensión
(alrededor de 20 páginas), la primera publicación ha correspondido a la obra "De capital pecado o la
gracia de pecar", de Julia Gallo Sanz; Raíces de Papel-Poesía, donde ha visto la luz el poemario "El
que silba entre las cañas" de Blas Muñoz Pizarro; y para finalizar, la colección Raíces de Papel-
Narrativa, a la que se asoma un libro coral, "El Beso -Microrrelatos sobre el Cine-".

Patrocinados por Ediciones Cardeñoso, hemos convocado los premios literarios Raíces de Papel: II
Certamen de Poesía "Poeta Juan Calderón Matador", y I Certamen de Microrrelatos sobre Cine
"Arvikis Dragonfly", a los que concurrieron numerosas obras, con una calidad media muy buena.
En la convocatoria de poesía obtuvo el primer premio el poeta valenciano Blas Muñoz Pizarro, por
su obra "El que silba entre las cañas". En cuanto a Microrrelatos sobre el Cine resultaron
seleccionados cuarenta y tres trabajos, que pasaron a formar parte del libro "El Beso -Microrrelatos
sobre el Cine-", encabezados por Silvia Carpena Sáez, ganadora por su microrrelato "El Beso".
Estos libros fueron presentados el pasado 12 de noviembre durante la concurrida entrega de
premios, que tuvo lugar en el Salón de Actos de Cultural Telefónica de Madrid.

Durante este tiempo nos hemos hermanado con dos grupos literarios: en Benidorm con "Redes
Culturales", y en Madrid con "Tintaviva", en los que hemos encontrado amigos con los que
colaborar y compartir vivencias, y que, a su vez, nos prestan su colaboración desinteresada. Desde
aquí les enviamos nuestra gratitud por habernos invitado a unirnos a ellos y acogido de forma tan
cariñosa.

Hemos participado en numerosos encuentros con grupos literarios, acudido a Ferias del Libro,
hecho presentaciones, recitales poéticos, y hasta una suelta de 200 volúmenes, en Madrid, para
celebrar nuestro primer aniversario, también hemos sido incluidos en antologías y libros colectivos,
nuestro blog lleva varios meses entre los diez más valorados en "The house of blogs", donde
participan 665 blogs de literatura, con picos en los que hemos ocupado el número uno. Y para que
no faltase de nada, incluso hemos sufrido un pirateo del blog, que, afortunadamente, pudimos
solucionar a tiempo. Como ya decíamos al principio, ni en el mejor de nuestros sueños hubiésemos
creído que todo esto fuese una realidad en tan poco tiempo. Ojalá no tengamos que despertar jamás
y podamos seguir adelante con la misma ilusión y entrega que hasta ahora, pero para eso os
necesitamos a todos vosotros. Por favor, seguid a nuestro lado.
Plataforma Cultural Raíces de Papel
http://raicesdepapel.blogspot.com
PREGUNTAS CON RESPUESTA
Juan Calderón Matador

entrevista a

Manuel Rodríguez

PROTAGONISTA DEL MUSICAL


CHICAGO
El musical CHICAGO, tras su paso por Madrid, ha iniciado una exitosa gira a lo largo y ancho de
nuestra geografía. Manuel Rodríguez acaba de incorporarse a la compañía defendiendo el papel
protagonista masculino de la función, en sustitución del conocido actor y, sobre todo, presentador
televisivo Carlos Lozano. Este es su primer protagonista pero su trayectoria es larga.

Manuel, a pesar de tu dilatada experiencia teatral, quizás a las personas que desconocen el
genero musical tu nombre le resulte poco conocido. ¿Podrías presentarte?

Soy madrileño, de 42 años, apasionado del teatro, de la música y del deporte, no sé muy bien el
orden, tampoco me preocupa, positivo, disfrutón, con mucha suerte, he podido vivir de mi trabajo y
conocer a gente maravillosa, incluidos personajes que me han acompañado a lo largo de mi carrera.
Mi mujer, mis hijos, y mis amigos, los tesoros que guardo más celosamente. Los necesito como el
aire.

Tu formación ha sido muy completa. Has estudiado guitarra clásica y trompeta, Expresión
corporal y Proyección de la voz, Arte Dramático, Canto lírico, y aún has tenido tiempo de
licenciarte en Psicología. Supongo que empezarías tu preparación siendo casi un niño.

Sí, de muy niño, no me acuerdo muy bien, guitarra, yo creo que con 8 años, y a cantar mi madre me
enseñó desde pequeño, pues nos pasábamos los viajes cantando en aquél renaul 5 verde, en aquellos
viajes en los que parecía que duraban parte del verano. Por lo demás no tan completo, abarqué
demasiado y ya se sabe, el que mucho abarca..., echo de menos saber más música.
Y ya por entonces diste tus primeros pasos en los escenarios formando parte de un grupo
infantil. ¿Cómo surgió aquello?

Yo me montaba conciertos en mi casa con mi guitarra, me ponía un foco enfrente y cantaba todo un
repertorio compuesto por mí, empecé a componer muy pequeñajo, con 11 años, por supuesto
también tocaba canciones de mis maestros de entonces, Serrat, Miguel Ríos, Aute, Hilario
Camacho, Víctor Manuel. Sabina llegó más tarde. El caso es que escuché por la radio que se
buscaba a un chico para un grupo y allí fui yo, tras una selección pasé y me cogieron, fueron dos
años maravillosos, ensayaba tres día por semana en Pozuelo a donde iba en bus y terminaba
tardísimo, grabamos un disco que nunca llegó a salir, pero conocí a muchísimas gente, Ana Belén y
Víctor Manuel, Miguel Ríos, Cadillac, ( ellos grababan la música, nosotros cantábamos), Joan
Bautista Humet, Pecos, Pato de Goma, Menudo, etc……y yo con 14 años codeándome con aquellos
personajes, la verdad es que fue maravilloso y aprendí un montón.
Más tarde fuiste vocalista del grupo pop-rok ESO NO IMPORTA, y del grupo rock-soul
BENSON SEÑORA, con numerosos conciertos y trabajos grabados. ¿Qué recuerdos guardas
de esa época? ¿La echas de menos?

La primera banda de música, era maravilloso, Rock, gente que nos seguía y que no se perdía un
concierto, Silicona, Rock Club, Pachá, recorrimos salas y salas.
Lo mejor de aquella época mis compañeros, seguimos siendo amigos, planeamos todos los años
volver a dar un concierto, un Cadáver-rock, quizá algún año lo hagamos.
Si, siempre se echa de menos, sobre todo cuando ves alguna foto de la época. ¡¡¡¡Que bien lo
pasamos!!!!

Tu primer trabajo como actor se remonta al año 1989 en la Comedia del Arte: "Volpone o el
Zorro", con la compañía A.C.A.T.U.A.M., donde también cosechaste tus primeros éxitos pues
la obra recibió un importante premio ¿Cual fue y como lo viviste?

Bueno, yo tenía tres frases en la obra, y el primer día las dije en el orden que no era ji ji ji, pero allí
descubrí el teatro, el TEATRO con mayúsculas, donde éramos sastres, maquinistas, transportistas,
utileros, producción, regiduría, teatro total, ganamos el certamen de teatro aficionado de la
comunidad de Madrid y entramos en la red de teatros. Trabajé con gente maravillosa, Miguel Nieto,
Silvia Lázaro, Tristán Ulloa, entre otros.

En 1992 entras por la puerta grande en el terreno de los musicales, formando parte de una
mítica producción: LOS MISERABLES, en el teatro Nuevo Apolo, de Madrid. El mundo del
teatro siempre ha estado lleno de leyendas en las que los actores se ven forzados a hacer
concesiones para conseguir trabajo ¿Fue difícil hacerte un hueco en el elenco? ¿Tuviste que
pasar por algún tipo de aro?

No, no, por ningún aro, estuve durante dos años haciendo pruebas de selección, es el musical más
maravilloso que conozco, de allí conservo todavía amigos, buenos amigos, José Sanguino, Javier
Ibarz, Joan Crosas, Andrés Navarro, Eva Diago, Paco Lahoz, en fin con la mayoría sigo viéndome.
Fue mi primer contacto con el teatro profesional, tenía 22 años, ¡Madre mía! Ya han pasado años.

Trabajar bajo la dirección de Plácido Domingo, José Tamayo, Kent Caswell y David White,
nombres tan importantes a nivel internacional, debe suponer una satisfacción inmensa pero
también una gran responsabilidad ¿Cómo fue tu experiencia con ellos?
Sí, tuve la suerte de trabajar con Tamayo y con Plácido Domingo, todo un Caballero, sencillo,
cercano y muy humano, te impresiona el primer día pero a los pocos días se convierte en algo
normal, cotidiano.

Los directores americanos fueron todo un ejemplo de trabajo, sabiduría y claridad de ideas, después
no siempre ha sido así.
Después de esta primera experiencia, tu trayectoria ha sido imparable, y has estado en casi
todos los musicales programados en España: El diluvio que viene, La maja de Goya, El
hombre de la Mancha, Memory, My Fair Lady, Cabaret, Jesucristo Superstar... En ellas, sin
duda, habrán surgido anécdotas divertidas o no tanto ¿Recuerdas algunas?

De las que puedo contar, je je , una de las mas divertidas fue en Cabaret, mi hijo mayor Lucas y mi
mujer Ana estaban viendo la función y el pequeñajo, Bruno con meses en el camerino, cuidado por
Natalia Millán, o por Marisol, la mujer de Manuel Banderas, en fin que siempre había alguien, pero
yo quedé que si lloraba, pues en escena me tocaría la oreja derecha, total que lloró y yo tocándome
la oreja. No se dieron cuenta hasta los saludos. Lo aprendí de una película sobre un doble de
Franco, este cada vez que se tocaba la oreja era un “te quiero” para su mujer.
Has trabajado con interpretes muy conocidos, incluso algunas estrellas de la canción, como
Paloma San Basilio ¿Nos puedes contar tu experiencia con ellos?

Primero que se aprende un montón, es una suerte compartir cientos, bueno miles, fueron cuatro años
trabajando con Paloma San Basilio y Pepe Sacristán. Ella un amor, , sencilla, cercana, cariñosa,
NADA DIVA, no se por que tiene fama de lo contrario, mentira. Pepe, un maestro, integro,
cascarrabias, del pueblo, es un lujo poder trabajar con él, con lo que gané no podría pagar lo que
aprendí.

Si tuvieses que escoger, entre los musicales que has interpretado, uno solo ¿con cuál te
quedarías y por qué?

MISERABLES. Es el mejor.

No solo has hecho musicales, también has interpretado zarzuelas, revistas, has actuado en
series de televisión ¿Es el cine tu asignatura pendiente, a pesar de haber protagonizado algún
corto?

Sí, pero son circuitos diferentes y es muy difícil, si trabajas en teatro constantemente, introducir
cabeza en el cine, se mueven en tiempos diferentes.

En 1998 formaste parte del elenco del grupo de teatro francés Globe Joke, realizando
numerosas actuaciones en París. ¿Cómo surgió esta oportunidad? ¿Fue complicado por el
idioma?

Me ofrecieron un trabajo de Teatro de calle en Paris porque ya había trabajado haciendo calle, era
todo gestual así que el idioma no importaba, fue un trabajo para Bayer.

En este nuevo trabajo que acabas de empezar, ese abogado americano capaz de cualquier cosa
para ganar dinero, te enfrentas a un protagonista que ya ha sido interpretado por otros
actores de peso, como Richard Gere en cine, o Manuel Banderas en esta misma producción.
¿Has tomado referencias de sus interpretaciones o has querido poner sobre el escenario tu
propia visión del personaje?
Absolutamente ninguna, no me gusta ver a otros, prefiero enfrentarme a un personaje de cero, de
echo todavía no he visto otra vez la película, creo que los actores sin querer muchas veces copiamos
y no me gusta, cada uno tiene que sacarlo de dentro de sí.

Ahora te enfrentas a una larga gira con CHICAGO ¿Es duro separarse de la familia durante
tanto tiempo? ¿Se acostumbra uno a vivir pegado a una maleta, chupando carretera?

Si, como a todo termina uno acostumbrándose a viajar, pero lo de la familia es difícil
acostumbrarse. Se les echa de menos.

¿Donde serán las próximas actuaciones de la gira?

Mañana a Granada, después Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Huelva..., hasta
Agosto casi toda España.

Manuel, solo nos queda agradecerte tu amabilidad al atendernos y desearte éxito en este
nuevo reto y en todos aquellos que faltan por llegar.
Gracias a ti, es un honor y un placer que gente como tú, artista y culta, se interese por un actor que
solo pretende distraer, entretener, remover y vivir de este sueño que es el Teatro.
Julia Gallo Sanz

Entrevista a la figurinista

Montse Sancho
TRAJE DE CINE

El vestido es un elemento imprescindible en la vida del hombre. Marcado Cultural y religiosamente


por la maldición bíblica al arrojar a Adán y Eva del paraíso, su importancia va unida a nuestra piel.
Nos vestimos para paliar las inclemencias climatológicas, por pudor, para dar una imagen, para
triunfar…; en definitiva: para que nos acepten, para que nos quieran. El vestido es un catalizador de
épocas y rango social, y hemos hecho de él un signo de identidad. El traje de escena, que es a lo que
se dedica Montse Sancho es, además de ornamento que habla por sí sólo, un esencial provocador de
emociones, lo mismo que en la vida real.
Nacida en Mérida, extremeña de nacimiento y residente balear en Menorca, vino a Madrid a
estudiar Bellas Artes que trocó por el diseño y la escenografía teatral, y diseño de moda.
Como meritoria, Montse Sancho trabajó en el Festival de Teatro Clásico de Mérida durante el
verano de 1984-85, colaborando en la confección de montajes teatrales: Edipo Rey, Calígula,
Medea…

Fotograma de la película Hotel Danubio


De su amplio e interesante currículo me limito a mencionar su trabajo de figurinista en los
largometrajes (2010-2001): Secuestrados, El Gordo, Asunto Reiner, Celda 211, Prime time, No
digas nada, Los nombres de Alicia, Hotel Danubio, Primer y último amor, Al alcance de su mano.
En cuanto a figurinista en televisión (2010-2001): Bandolera, Supercharly, Metro a metro, La sopa
boba, El pantano, Pasapalabra. Ayudante de vestuario de cine: El gran marciano, Viento del pueblo,
vida del poeta Miguel Hernández, Historia de un beso. Ayudante de vestuario de televisión: Calle
nueva, Al salir de clase, El comisario. Ha diseñado el vestuario para las obras de teatro:
Desorientados y El amor brujo, producción “FUNDACION SA NOSTRA” Menorca.
Cuenta con los premios: Nominación al Goya (2004) al mejor diseño de vestuario por Hotel
Danubio. Mestre Mateo de la Academia Audiovisual de Galicia (2009), mejor diseño de vestuario
por Celda 211.
Ha intervenido en varios spots y campañas publicitarias: Cepsa, Campofrío, Páginas amarillas, Caja
Mediterráneo, Marqués de Riscal, Pepsi, etcétera.
Co-propietaria de la galería de Arte ´Legado Social´, Madrid; Propietaria de ´La Gradisca´, tienda
de ropa, Mahón (Menorca); colaboradora radiofónica, dibujante, ilustradora, Montse Sancho es una
auténtica mujer del Renacimiento. Y es que el creador, casi siempre, no se limita únicamente a un
solo jardín.

Fotograma de Celda 211


Una de las profesiones más ligadas a la condición humana que tiene mucho que ver con lo que
llamamos vocación (médico, maestro/a, sacerdote, artista en todas las versiones, creador/a…),
es la de modista/o, en su caso figurinista, ¿es para usted vocación o medio de vida?

Es profundamente vocacional, aunque también, y espero que por mucho tiempo , mi oficio, del cual
vivo.

Cuéntenos cómo se decantó por el arte de vestir a la gente, tocando como ha tocado otros
campos profesionales, aunque ya sólo diseñe vestuario para la escena, tanto de cine como de
televisión.

Pues porque, como ya he dicho, era mi vocación. Pero este oficio es muy inestable, así que hay
que contar con otras opciones.

¿El hombre se viste o se disfraza para salir al escenario de la vida?

No tengo ni idea. Supongo que dependiendo del hombre en cuestión, Hay gente para todo.

¿Cree que la vestimenta define al individuo?

No necesariamente. Algunos se saben disfrazar muy bien.

El vestido es nuestra más inmediata tarjeta de presentación. ¿”No todo lo que reluce es oro”?

La imagen es muy importante. Resulta muy útil saber ante quien te presentas, y en función de la
impresión que quieras causar no está demás cuidar la indumentaria.

¿Hay que respetar ciertos cánones en cuanto a la mezcla de tonalidades (antes se decía que el
rojo o el azul con verde se muerde) o hacer caso a la combinación que nos brinda la
naturaleza, teniendo en cuenta que el tallo siempre es verde y las corolas de las flores de todos
los colores?
Yo personalmente soy muy amiga de las combinaciones imposibles, el verde con azul me encanta y
el rojo con el verde, pero supongo que va en gustos. En mi oficio la mezcla sí que es importante,
por aquello de enfatizar o disimular. Pero las normas están para vulnerarlas de vez en cuando.

Fotograma del film No digas nada

Efectivamente, sus trajes para la ficción han de resaltar o disimular, como bien dice; pero
sobre el vestido para ir por la vida, ¿es preciso vestir ropa cara para ir bien ataviados?

No. El mercado ofrece productos variadísimos que permiten ir estupendo sin necesidad de gastar
fortunas. Además el precio no es garantía de estilo, ni calidad.

¿La ropa denominada clásica, a veces tan prototípica, se asocia a la elegancia por seleccionar
cierta clase social?

No lo sé, supongo que hay quien piensa así, pero no es necesariamente cierto. El hecho de usar traje
y corbata no confiere elegancia al que no la tiene por sí mismo.
¿Es elegante sólo lo uniforme (traje clásico, marcas) o lo bien conjuntado y armónico?

Yo no tengo ni idea de donde radica la elegancia, no hay formulas y no creo que tenga mucho que
ver con la uniformidad. Tal vez sea lo contrario.

En época de crisis las pasarelas lucen lentejuelas, luminosidad, glamur de neón. ¿Cree que
paralelo a éstas (para algunos inalcanzables propuestas), se puede denominar moda dar la
vuelta al viejo baúl, o es un recurso para ir cada uno como quiera y pueda?

En el arte de vestir todo vale. No soy de las que sigue las tendencias de la moda, porque mi oficio
consiste en ayudar a los actores y al director a crear personajes, así que no estoy muy al tanto de
tendencias ni de pasarela. Creo que son oficios muy distintos. Creo honestamente que cada uno
debe vestir como mejor le plazca, y huir de los dictámenes de la moda, que no hacen sino
encorsetarnos y uniformarnos demasiado.

¿Hasta qué punto nos vestimos para dar una imagen?

Yo no puedo hablar en general, habrá quien lo hace y quién no. Dependerá de la importancia que le
dé cada uno a las tendencias o de sus necesidades particulares.

Usted trabaja para el séptimo arte. Ha intervenido e interviene en numerosos filmes,


programas y series de televisión. ¿Nos puede contar alguna anécdota acaecida?

Es una pregunta muy difícil de responder, porque lo que para mí puede suponer una anécdota no
tiene interés para la gente. En todos estos años ha pasado de todo, pero me permitirás guardar el
secreto profesional. No estaría bien “sacar los trapos sucios de nadie” y nunca mejor dicho.

Le agrada el término artesana o modistilla en lugar de diseñadora, según tengo entendido,


pero usted es diseñadora puesto que diseña la ropa que hace, es una creadora. ¿Se siente como
tal después de los méritos más que evidentes?
No soy una creadora ni una diseñadora tal y como se entiende la palabra. Diseño vestuario de
películas pero no creo nada que no esté ya creado. Y, bueno lo de modistilla eran otros tiempos, yo
me considero Figurinista, es decir, la persona que realiza las composiciones de vestuario para los
personajes de una producción. Los diseñadores son otra cosa, y los creadores son muy, muy
escasos. En la historia del traje no deben haber existido más de diez o doce, lo demás han seguido el
carro de los maestros.

¿Qué método sigue a la hora de plantearse el vestuario de una película o serie?

Pues el tradicional, claro, se habla con el director y en función de sus requerimientos y los propios
del guión tú haces unas propuestas. Hablo mucho con los actores, y siempre hay que tener en
cuenta la opinión del director de foto, y del director de arte, es un trabajo en el que se tienen que
valorar muchos aspectos distintos, para que luego tu trabajo se integre perfectamente con el trabajo
de los otros departamentos y demos forma al todo que el director, que es quien manda, tenga su
película.

Cuéntenos cómo fue el proceso de su trabajo en Celda 211

Trabajamos mucho con el director y los actores, y nos documentamos muchísimo sobre la vida en
los patios de las cárceles y sus habitantes. Esa es la parte más bonita del oficio: el proceso de
documentación que se ha de hacer previamente. Sin eso estaríamos disfrazando a los actores, y
nuestro cometido es ayudar a que los personajes tengan vida.

¿Cómo recuerda la gala de los Goya?

He ido a muchas y cuando tienes intereses personales la disfrutas mucho más que cuando acudes
como mera espectadora. Pero es la oportunidad de reencontrate con compañeros de profesión y
celebrar con ellos los trabajos que se han hecho durante el año.
Supongo que desde afuera se ven diferentes, con su alfombra y su fotocall, pero en realidad es una
megareunión de compañeros de trabajo que acuden a celebrar el buen hacer de los que han sido
premiados. La gala en sí misma es lo que se ve, aunque luego siempre aprovechamos para darnos
besos y abrazos con aquellos a los que no podemos ver todos los días.
Viene siendo como una cena anual de empresa, en la que aprovechas para saludar a amigos que no
sueles ver a diario, con la particularidad que vamos vestidos de noche. Y, por supuesto, el glamour
es importante para crear una imagen sólida de la industria en España. Hace que el público comparta
contigo la celebración de los premios, y estimula a seguir en la lucha.

Después de leer esta entrevista, muchas mujeres la envidiaremos por tener ante usted a esos
seres idolatrados en paños menores, esperando que su diseño los sublime más ante el público.
¿Cómo son en realidad sin el glamour que los acompaña en la pantalla?

Como tú y como yo. Y no hay motivos para envidiar a nadie por asistirles en semejantes
menesteres. Es todo muy profesional, así que, supongo que adoptamos una aptitud similar a la de
los médicos. En realidad es un trabajo como cualquier otro, con algunos tienes una relación más
cercana y con otros no, depende, como siempre del feelling que haya. Pero como te puede ocurrir a
ti con tus compañeros de trabajo que con algunos te entenderás mejor que con otros,
independientemente de que os hayáis visto o no en paños menores en los vestuarios.

Fotograma del fim Asunto Reiner


Como figurinista al pié de refriega en películas de violencia o guerras, ¿de qué forma lo vive,
ya que los escenarios no suelen ser muy acogedores?

Nunca son acogedores los escenarios, en realidad, y para que te hagas a una idea , es como currar en
un circo, trabajas en el camino, vistes en una caravana y pasas mucho frío o mucho calor en los
momentos del rodaje. El trabajo cotidiano del cine es muy poco glamouroso, de hecho es muy duro
porque las condiciones no son siempre las más adecuadas. Aquí no vamos con grandes caravanas,
aguantamos la lluvia, el frío y el calor, las noches a la intemperie, y unos horarios tremendos, Pero
no voy a quejarme, son gajes del oficio.
Aunque sí, se parece un poco al circo, así que reconozco que no sobran las comodidades, y que es
conveniente estar fuerte y en forma para aguantar el tipo.

¿Cuantas películas sobre la Guerra Civil han precisado de su diseño?

Unas cuantas, pero no tantas. Pero no me importaría hacer más. Las guerras son duras de rodar pero
dan muchas satisfacciones.

El trato directo con las personas me parece muy enriquecedor, lo he podido comprobar por
mi experiencia con mi puestecillo de venta de cuadros en Innsbruck (Austria). ¿Recuerda
usted con nostalgia su puesto dominical en la sala Revólver? ¿Trabaja para la calle por
encargo personalizado, o ya no le queda tiempo para ello?

No. No recuerdo con nostalgia casi nada, eran tiempos en los que una se buscaba la vida y por
suerte ya pasaron. Estuvieron bien, pero la vida evoluciona y los intereses cambian. Casi ni me
acordaba de eso. Lo pasamos bien, tengo amigos de entonces y fue una suerte tener esa opción,
pero por suerte, hemos evolucionado. No trabajo para la calle porque no tengo tiempo. Y porque no
merece la pena. No está pagado. Lleva mucho tiempo y no se puede competir con la industria textil.
Lo hago en casos excepcionales, aunque reconozco que casi siempre que lo hago hay implicación
personal, o son amigos, o es un encargo muy especial.

Háblenos del vestuario de la serie Bandolera, del cual es usted figurinista.


Nos lo estamos pasando genial. Es muy estimulante vestir a personajes del siglo XIX. Tenemos
poco dinero así que nos pasamos la vida cosiendo e inventado. Además, como están todo el día
montando a caballo, pegando tiros, asaltando diligencias, pues tenemos que ocuparnos de hacer
cómoda una indumentaria que no lo es en absoluto, Así que se puede decir que hay mucha
investigación, y muchos trucos secretos que no pienso contar aquí. Estoy muy contenta con el
resultado, y muy satisfecha con el apoyo de Diagonal TV, la productora que ha confiado en
nosotros para este proyecto tan complicado.

Imagen serie Bandolera de Antena 3 TV

¿En qué está ocupada en estos momentos?

Pues sigo en Bandolera, y en breve me incorporo a una película, “ Lo contrario al Amor” que
dirigirá Vicente Villanueva, un premiadísimo cortometrajista. Hugo Silva será el protagonista.
Siempre que empiezo un nuevo proyecto lo hago desde la emoción, y en este caso no será
diferente. Esperando, claro, que al público le produzca la misma emoción verla que a nosotros
hacerla.
Admiro su trabajo, a veces me atrevo a hacer pinitos con la aguja. Por la profesión de mi hija
(bailarina de ballet) he tenido el privilegio de conocer los talleres de confección de vestuario
en Alemania, Suiza, Austria… ¡es todo un mundo! ¿De no ser figurinista, a qué se dedicaría?

No tengo ni idea, supongo que cualquier cosa que me diera de comer. Esto que hago es lo que
mejor se me da y lo que más me gusta, así que supongo que tendría que ponerme a practicar otra
cosa, y a tratar de aplicarle la misma emoción que le aplico a mi trabajo de ahora.

El día 4 de diciembre, con motivo de los Premios de Cine Europeo, hasta Tallin (Estonia) llegó
nuestro cine y con él la ropa que puso Montse Sancho a los personajes de Celda 211.
Enhorabuena, le deseo todo el éxito que merece. Ha sido un placer entrevistarla, muchas
gracias.
Marcos Callau Vicente

Entrevista al escritor

ROBERTO MALO

CUENTISTA DEL SIGLO XXI

Para el número de este mes tengo el inmenso placer de traer a Raíces de Papel a mi amigo Roberto
Malo, un estupendo ejemplo del “cuentista” del siglo XXI. Roberto nació en Zaragoza en 1970, es
escritor, cuentacuentos y animador sociocultural. Ha publicado los libros de relatos “Malos sueños”
(2006) y "La luz del diablo" (2008), las novelas “Maldita novela” (2007), “La marea del despertar”
(2007) y “Los guionistas” (2009), y el cuento “Tanga y el gran leopardo” (2010). Además Roberto
ha participado en numerosas Antologías de relatos, pero son demasiadas como para nombrarlas
aquí.
Para comenzar me gustaría que él mismo se presentara así que,

¿Quién es Roberto Malo?

Un cuentista, como bien dices. Alguien que disfruta contando historias, ya sean novelas, relatos,
guiones, ya sean para adultos, para jóvenes, para niños… Un narrador al que le encantaría tocar
todos los palos posibles, y en fin, ya veremos cómo se le van dando…

Tu último libro es un cuento infantil titulado “Tanga y el gran leopardo”, con unas
estupendas ilustraciones del dibujante David Laguens, que además presenta una historia muy
aleccionadora. ¿La clave de este cuento está en que el personaje principal sea femenino en un
mundo de hombres?

El mensaje del cuento está muy claro: la igualdad, pero para ello le da una curiosa vuelta de tuerca e
invierte los roles tradicionales. Pero por encima del mensaje, es una historia de aventuras, llena de
tensión y emoción, bellamente ilustrada por ese artista fuera de serie que es David Laguens. Es un
cuento del repertorio del Grupo Galeón, creado a cuatro manos con Francisco Javier Mateos, y
desde luego esperamos sacar más cuentos ilustrados en el futuro.
Anteriormente escribiste tu tercera novela que es, en realidad, un guión cinematográfico en el
que escarbas con tu habitual sentido del humor en el mundo del cine porno. ¿Dónde
clasificarías realmente “Los guionistas”?

Creo que la has definido perfectamente. Es una novela, es al mismo tiempo un guión de cine y es, lo
mejor de todo, una obra de humor. Realmente divertida. Se puede considerar una novela en la que,
como los protagonistas son guionistas, en un claro juego metaliterario toma la estructura y el
formato de guión cinematográfico.

¿Ves viable su adaptación al cine?

Lo cierto es que no costaría nada llevarla al cine. Como hemos comentado, es un guión literario,
luego se puede llevar tal cual, sin tener que adaptar nada. Es un guión de comedia además, que es el
género más taquillero en este país, no nos engañemos, y es una historia fácil de llevar y sin
problemas raros (sería una película barata, vamos). La verdad es que sería un taquillazo; yo no sé a
qué esperan las gentes del cine…

¿Qué nos puedes contar de esa realista ambientación en Las Vegas que podemos ver en la
última parte de “Los guionistas”?

Como muchos escritores, me gusta documentarme para mis historias. “Los guionistas” trata de cine
porno, y me documenté a fondo, por supuesto, como un profesional. El final del libro transcurre en
Las Vegas, y, como mi mujer es agente de viajes, no nos lo pensamos demasiado y allí nos
plantamos para empaparnos de su aroma. Una ciudad curiosísima, sin duda.
“La luz del diablo” es una colección maravillosa de doce relatos cortos en el que está presente
tu habitual derroche de imaginación que ya nos dejaste en trabajos anteriores. Me llama la
atención “El fin de la felicidad” que, curiosamente, es el que abre el libro y rompe con el estilo
del resto. Básicamente es una historia romántica. ¿Fue tu intención “despistar” al lector con
este relato?

Como todas las historias del libro, es un relato de amor y muerte. Y creo humildemente que es buen
cuento para abrir el libro. Es romántico, muy emotivo, pero luego los demás cuentos es cierto que
van por otros derroteros. Son más gamberros, con más humor y terror.

Sé que algunas preguntas están prohibidas pero, ¿con qué relato te quedas de “La luz del
diablo”?

Mis favoritos son “La escena definitiva” y “Contactos”. Y por supuesto le tengo mucho cariño a
“Lluvia sangrienta” por haber ganado los premios Nocte e Ignotus.

“Maldita novela” fue tu primera novela, en la que nos cuentas las peripecias de un escritor
que quiere escribir su primera novela. Me llama la atención lo sorprendente y en ocasiones
surrealista de la narración. ¿Te basaste en ti mismo para escribir esta historia?

El protagonista es escritor, pero no soy yo, evidentemente. De hecho, salgo en la novela, tengo un
cameo, como para dejar claro que el protagonista solamente es un personaje.
Algo que me entusiasmó de “Maldita novela” fue la inclusión en ella del “Diario de sueños”,
una serie de poemas que, más tarde, vieron la luz en tu blog (robertomalo.blogspot.com)
como una colección aparte de la novela. ¿Tienes prevista alguna colección más expandida del
“Diario de sueños”?

La verdad es que voy a seguir con el “Diario de sueños” en el blog. Luego ya pensaré qué hago con
esos sueños nuevos…

¿Tus sueños son realmente poemas?

Yo no los considero poemas. Son obras narrativas, pero con una estructura poética.

“La marea del despertar” es tu segunda novela y probablemente la más surrealista que has
escrito. ¿Cómo influye el mundo onírico en tu historia?

Los sueños es uno de mis temas recurrentes. Tenía muy claro que antes o después me tenía que
sumergir de lleno en ellos con una novela. Y “La marea del despertar” es todo un festín onírico. Es
como un gran sueño, con diez sueños o diez capítulos en su interior. Es una novela arriesgada, con
varios planos y niveles, y me lo pasé en grande recreando los sueños del protagonista. Espero que el
lector los disfrute igualmente.
¿En qué manera influyó el cine en “La marea del despertar”?

El cine me inspira mucho, es cierto. En el caso de “La marea del despertar”, supongo que me venían
a la mente todas las escenas oníricas que había visto en películas, estudiando cómo trataban el
mundo de los sueños de una manera visual. Me gusta pensar que “La marea del despertar” es una
novela muy gráfica en ese sentido.

“Malos sueños” fue tu primera colección de relatos breves y tu primera publicación. ¿Cómo
recuerdas ese primer momento?

Un momento mágico. Todavía recuerdo la llamada de teléfono en la que se me decía que querían
publicar mis cuentos. Que no sabían quién era yo, pero que los cuentos les habían cautivado. Eso
me encantó; yo era un total desconocido, pero mis relatos se habían vendido solos.

¿Dónde te sientes más cómodo, en el relato breve o en la novela?

Me siento muy cómodo en todos los géneros, pero al cuento le tengo mucho cariño.

¿En cuántas antologías de relatos has participado?


Pues no sé…, en más de cincuenta. Pero espero participar en un montón más. Acabo de empezar en
esto como quien dice…

Al haber tenido el placer de asistir a varias presentaciones tuyas, Roberto, he podido


comprobar la buena sintonía que estableces con la gente y la manera tan cercana de llevar tu
obra hasta el público. ¿Es más que nunca en estos tiempos cuando el autor debe ser sobretodo
un “cuentista”, un animador social, que sepa transmitir su obra?

Creo que una presentación tiene que ser una actividad entretenida, simpática, ser lo más original
posible. La gente está cansada de ir a presentaciones realizadas con el piloto automático… Por otro
lado, a todo el mundo le gusta que le cuenten historias, que le propongan jugar, participar…
Supongo que ser animador viene muy bien para presentar al escritor.

Ahora me tienes que revelar un secreto, Roberto. Eres animador sociocultural y trabajas con
el grupo Galeón. Eres Cuentacuentos, escribes novelas, relatos, poemas, mantienes un blog
con asiduas actualizaciones… ¿de dónde sacas tanto tiempo?

La verdad es que saco muy poco tiempo para hacer lo que comentas, pero con lo poco que saco
espero ir apañándome.

En estos tiempos que corren y con el mundo digital desbordándonos ¿cómo ves el futuro de la
literatura? ¿Hoy en día el lector está más acostumbrado a los relatos breves que a las novelas?
Lo veo incierto. No sé si lo que escribo hoy luego saldrá en papel, en electrónico… Sin embargo,
supongo que esto me debería dar un poco igual. Yo a lo mío, a escribir, luego ya veremos…
Respecto al dilema relatos o novelas, yo creo que ahora se leen muchos relatos, pero luego me dirán
que no tengo ni idea, que solamente se leen novelas. Desde mi punto de vista, se compran novelas y
libros de relatos por igual: más bien poco.

Eres un autor que se prodiga tanto en la escritura de relatos como de novelas. ¿Quiénes son
tus influencias directas para construir esas fantásticas historias?

Supongo que todo lo que leo me influye de alguna manera. Y también el cine, la música, el teatro,
la realidad, todo influye, ciertamente, nunca sabes muy bien de dónde sale una idea.

¿De qué trabajo te sientes más orgulloso, Roberto?

Soy un iluso (y un inconsciente) y estoy muy orgulloso de todos mis libros. El lector es el que tiene
que encontrar el suyo.

Bueno, pues estoy seguro de que lo encontrarán sin mucho problema. Muchas gracias,
Roberto.
Juan Calderón Matador

Entrevista al pintor

Diego Fernández González

UN HOMBRE LLAMADO PIROPO

Durante el mes de septiembre pasado tuve la oportunidad de conocer una amplia muestra de la obra
del pintor campanariense Diego Fernández González "Piropo". Su cercanía y la proximidad de
nuestras edades, él del año 57, y yo del 52, junto a nuestras aficiones comunes: el arte y la poesía,
hicieron que se estableciera entre nosotros una corriente inmediata de entendimiento y simpatía.
Visitar su estudio, situado en la parte alta de su domicilio, en Campanario, fue toda una revelación.
Aquel hombre que aseguraba ser autodidacta me estaba mostrando una obra sólida, con un estilo
depurado, que si no procedía del aprendizaje, fruto del estudio y la dirección de unos buenos
maestros, tan solo podía ser consecuencia de un talento innato.
Diego, tengo una curiosidad ¿Por qué te llaman y te llamas "Piropo"? ¿Es quizás tu nombre
de "guerra"?

Bueno, puede decirse que, por inercia, ha llegado a serlo, aunque naciera de una broma de juventud.
Un amigo me lo llamó un día y fue tomando fuerza entre los que me rodeaban. Ya sabes que esto de
los “motes” en Campanario, como en muchos otros pueblos, tiene mucho arraigo y, aunque
tradicionalmente mi familia tenía otros, este se impuso y a mi no me importó adoptarlo.

¿Cuándo aflora en ti la vocación pictórica?

La recuerdo desde siempre, así que, supongo, nacería conmigo, aunque, por supuesto tuve que ir
desarrollándola y aún me encuentras en esos menesteres.

¿Qué lleva a un niño a cambiar los juegos infantiles por lienzos, colores, pinceles...?

En verdad, no puedo decirte que esto fuese así. En primer lugar porque nunca dejé de jugar, durante
mi infancia, cada momento que pude y, por otra parte porque para mi el dibujo y los colores, como
suele sucederles a casi todos los niños, eran un juego tan entretenido y necesario como otros; la
diferencia estriba en que yo nunca los abandoné, quizá porque ellos tampoco lo hicieron conmigo.
Los lienzos y el óleo y sobre todo la pasión artística es otra historia que vendría a engrosar todo esto
mucho después.

Cuando un niño tiene una habilidad, con frecuencia es rechazado por los otros niños, ¿Fue tu
caso? ¿Te sentiste un niño solitario?

No lo recuerdo así. Si hubo envidia no la percibí; más bien, a veces, admiración. Quizá fuese
porque nunca me gustó destacar.
Lo del dibujo era sólo algo más. Igual que otros tenían otras habilidades, yo destacaba en esa.

¿Cual era tu estilo en esos primeros tiempos? ¿Pretendías imitar a algún artista consagrado?

La verdad es que, en esos “primeros tiempos”, no sabía ni lo que eran los estilos y aún hoy sigo
encontrándome un poco perdido, sobre todo por la facilidad de inventar nombres y el vicio de
encasillar a los creadores. Conocía por encima a los que nos enseñaban en la escuela, los grandes de
siempre, y por supuesto admiraba las obras que podía ver en las fotos y a veces intentaba imitarlas,
pero nada más.
Ya en la adolescencia, cuando comencé a ampliar mis conocimientos históricos sobre el arte y los
artistas, por medio de la lectura, fui creándome una perspectiva propia y decantándome, como es
propio de esa edad, por corrientes más actuales, pero nunca me quedé mucho tiempo en ninguna de
ellas.

SOL FRÍO
¿Qué buscabas en la pintura? ¿Era una necesidad creativa? ¿Perseguías la fama, quizás?

Siempre he tenido la necesidad de crear de un modo u otro y en la pintura encaucé esa necesidad
desde muy pronto. No lo busqué, quizá lo encontrase como después lo he encontrado también en la
poesía o lo he buscado siempre en la enseñanza.
Estoy convencido de que la creación es inseparable del ser humano, lo que ocurre es que, si no
luchamos, nos la distraen de un modo u otro. Sería muy peligroso para cualquier sistema que
existiesen demasiados creadores, demasiados seres suficientemente libres.
En cuanto a lo de la fama, aunque me gusten los halagos, nunca busqué la fama, ni la busco. Otra
cosa es el deseo de un reconocimiento, más o menos en su justa medida al esfuerzo, al trabajo que
desarrollas y que quieres compartir con los demás. Eso me parece de justicia, pero ser famoso no
me gustaría.

En cualquier caso, descartaste seguir estudios de Bellas Artes y te decantaste por Magisterio.
¿Pudo más en esa decisión el deseo de enseñar o simplemente pensaste que era una salida
económica más rentable?

Es una historia algo más complicada que tiene que ver sobre todo con aspectos sociales. Nací en
una familia obrera y en Campanario, Extremadura. Comprenderás que, en aquellos años y lugares,
era difícil cursar estudios de Bellas Artes por el alto coste económico. Por entonces me hubiese
gustado, pero mis padres no podían permitírselo. Ya fue bastante el esfuerzo que realizaron para
que mi hermano y yo hiciésemos magisterio. Y ello, pese a estudiar con beca y trabajar duro
durante el verano en lo que podíamos…No, no era nada fácil y por eso no pudo ser.

En 1979, en Almendralejo, cuelgas por primera vez tus obras en una exposición, y consigues
vender, también por primera vez, dos de las obras expuestas, "La Gatera" y "Gitanos".
¿Cómo eran aquellos cuadros y que sensación te produjo el hecho de tenerte que separar de
ellos a cambio de dinero?

De esas obras recuerdo su composición y su temática, así como su técnica, óleo sobre lienzo, pero
he olvidado todo lo demás. Supongo que serían bastante torpes, como suelen ser las primeras
obras- no olvidemos que, por entonces, apenas me había iniciado en el óleo.
Cuando supe que los había vendido la sensación fue agridulce; una mezcla de alegría, pues era un
logro y un reconocimiento, y de pena por separarme de ellos. No había tenido tiempo de
degustarlos. De todas maneras lo peor fue, y aún hoy lo sigue siendo, el hecho de que en el caso del
cuadro “Gitanos” no conocí al comprador y sigo sin saber dónde pudo ir a parar.

SEQUÍA
Aquella no sería la única novedad en tu vida durante aquel año. El joven que apenas conocía
mucho más que la Comarca de La Serena se traslada a Barcelona para trabajar como
maestro. Imagino que sería como adentrarse en el País de las Maravillas, como Alicia.

Hombre, salvando muchas diferencias. No olvidemos que me fui a trabajar de maestro y el trabajo
es el trabajo. Cierto es que fue una aventura pasar del mundo rural a una gran ciudad como es
Barcelona y que, sobre todo al principio, descubrí un mundo nuevo para mi, repleto de posibilidades
y bastante deslumbrante, pero los destellos suelen ser bastante efímeros, y así ocurrió. No, no soy
yo un ser urbanita, aunque tuve que alargar esa estancia más de lo que hubiese deseado.
De todas maneras, como es natural, de los nueve años que estuve en Barcelona, guardo momentos
maravillosos que han marcado mi vida y que se reflejan en mi obra y es verdad que Barcelona me
enseñó mucho.

¿Como viviste el descubrimiento de Dalí y Miró? ¿Cambiaron tu concepto del arte?

Supongo que te quieres referir al descubrimiento de su obra en directo ¿no? Pues tanto a Dalí como
a Miró y a otros muchos artistas catalanes los había estudiado bastante a través de los libros. Sobre
todo a Dalí, por aquellos años me encantaba el surrealismo y lo seguía constantemente, pero ver su
Museo en Figueras fue para mí una experiencia inolvidable, llena de sensaciones y de nuevos
descubrimientos sobre su arte y su personalidad que me reafirmó más aún en esta corriente durante
algunos años.
En cuanto a Miró, la visita a su Fundación en Montjuic, me decepcionó bastante, excepto por el
edificio. Esperaba descubrir alguna base desde donde comprender mejor su obra y no la encontré.
Pero, en Barcelona, también me tropecé constantemente con Picasso, con Fortuny, con pintores
modernistas como Rusiñol, Casas, Anglada y con tantos y tantos otros, algunos contemporáneos e
incluso amigos, que me han enseñado mucho.

De hecho empezaste a interesarte más por el surrealismo y el realismo mágico por esa época.
¿Olvidaste para siempre el mundo realista del paisaje, el retrato...?

Bueno, ya te he dicho que mi visita a Figueras incrementó en mí el interés por el surrealismo, pero
el mundo del realismo, a pesar de que no sea por donde me muevo más, nunca lo olvidé ni lo
olvido. Tampoco hay que desechar que realismo está integrado en surrealismo ¿No?
Siendo de pueblo es, por suerte, difícil vivir de espaldas a la naturaleza y a ella siempre vuelvo
cuando estoy algo perdido. Para mi siempre fue la pintura un viaje de ida y vuelta con distintos
encuentros en el camino. Además, cabe añadir, que en Barcelona era un emigrante, aunque no fuese
a modo, y nunca olvidé mi tierra que seguía y sigue estando presente en toda mi obra, de una u otro
otra manera.

LUCHA
¿Te influyeron las formas arquitectónicas de Gaudí?

Por supuesto, y sus dibujos y su personalidad y ese amor a su trabajo que se refleja en su obra. En
Barcelona siempre que la paseas te tropiezas con Gaudí y es un gozo dejar que te hable.

¿Cómo llegaste al mundo de los decorados para teatro?

Puedo decirte que más que llegar, de vez en cuando me tropecé con ellos por diversas
circunstancias, pero no frecuento en demasía esta parcela de realizar decorados.
Mediados los setenta estuve muy vinculado al Grupo Independiente de Teatro “Muérdago”, donde
estaban muchos de mis amigos y colaboré en realización de carteles, decorados, maquillaje, etc.
También en la escuela siempre me tocó ser el decorador en fiestas, festivales y demás y
últimamente, junto a un equipo estupendo, nos encargaron la tarea desde el Ayuntamiento de
realizar los decorados de la plaza de un pueblo a tamaño casi real para la presentación de la obra “
Estupro en la casa de los diablos”.
De todas maneras no rechazo nada de esto, por que me cuesta decir que no si se trata de colaborar
con la cultura y, además, siempre se aprende de lo nuevo.

Y no solo te conviertes en decorador sino que te adentras en el universo de la pintura mural.


¿Has realizado muchos trabajos en ese sentido?

No. No soy pintor muralista y en este campo he realizado sólo incursiones esporádicas. Si es cierto
que, con el tiempo, voy adentrándome en la pintura en gran formato, pero no muralista. Ese es otro
mundo que desconozco bastante.

El flamenco, que tanto te gusta, también ha tenido algo que ver con tus pinceles ¿Nos puedes
comentar esa experiencia?

Si, es cierto. Me gusta el flamenco y siempre estuve bastante vinculado a la Peña Flamenca de mi
pueblo, de la que soy socio. En este ámbito he colaborado y colaboro en la realización de carteles,
decorados para festivales, etc. También he regalado una obra que cuelga en la sede, “Quejío”, que
consta de cuatro cuadros y es un homenaje a Camarón. Pero, aquí, quiero añadir que, por las
mismas razones, se me considera el artista particular de la Asociación Cultural “Fondo Cultural
Valeria” para la que he realizado retratos de algunos de los escritores ilustres de Campanario y,
últimamente, también retoco estandartes de las cofradías religiosas. Quiero decir con esto que
intento, desde mis posibilidades y mis dotes para la pintura, colaborar con todo aquello que se
mueva y sirva para acercar cualquier tipo de arte o cultura a los demás, es decir, compartir.

ÉXODO
Y como eres un artista plural no podías pasar, sin detenerte, ante la puerta de los cuentos,
Los Cuentos Silvestres.

Suelo decir que me considero más dibujante que pintor y la ilustración estuvo muy cercana a mi
obra en todo momento. Esta fue una experiencia que acabó impresa gracias a mi amigo Julio A.
Moreno, autor de los entrañables textos, y a la Diputación de Badajoz.
He realizado otras colaboraciones menos amplias, algunas publicadas y muchas que no han visto la
luz y supongo que vendrán otras más. Me gusta acompañar textos con dibujos y, de hecho, por ahí
va mi obra más reciente que intenta aunar pintura y poesía.

A partir del año 2000 nace una nueva línea en tu forma de afrontar la pintura. "Abrazo" es el
cuadro que abre ese otro camino que denominas "Multitudes", donde te decantas por la casi
ausencia de colores, con los ocres como protagonistas y las líneas muy simples, casi como
bocetos, pero de una gran expresividad. Esos lienzos, sin duda, encierran un mensaje ¿Que
quieres transmitir con esta nueva obra?

¡Ufff…! Siempre la pintura encierra mensajes, pero es verdad que en esta nueva línea quiero decir
más cosas que en otras pinturas mías. Ya, esos ocres, tierras, a los que haces referencia, son un claro
mensaje y esos personajes, grupos y multitudes, translucidos y opacos, que aparecen en ellas
también.
Cuando comencé con esta línea escribí algo así como que ponía en mis paisajes de La Serena a
seres que sacaba de las ciudades y les colocaba en una disyuntiva entre el blanco o negro, la verdad
o la mentira, el principio y el final... Y decía que se encontraban perdidos y que quería que
empezasen a caminar, a luchar, a ser. Debe ser algo así, hacer pensar que sólo somos tierra y para
nada vale ser tan arrogantes, tan distantes, tan fríos… De todas maneras hay que verlas, las últimas
también se leen, y cada uno deberá extraer su propio mensaje; porque seguro que yo también quise
decir otras cosas y surgieron otras muchas que no quise decir.

Tengo que confesar que es esta última producción la que más me interesa. ¿Piensas seguir por
ese camino o ya piensas en otra evolución?

Me alegro de que lo último que estoy haciendo te interese más que el resto de mi obra, es un buen
síntoma. Ahora estoy haciendo lo que has visto y percibo que es un paso adelante en el camino,
pero ya he dicho antes que el camino es de ida y vuelta y dar pasos adelante cuesta. No sé lo que
haré mañana, ni si seguiré por esta línea, lo único que puedo contestarte es que he llegado a ella y
hoy me siento a gusto aquí. Pero no suelo quedarme mucho tiempo en lo mismo; llega a ser fácil y
eso me aburre. Ya sabes bien tú, que eres creador, que este camino no tiene final.

BUSCANDO LA LUZ
¿Veremos reunida esta colección en alguna exposición próximamente?

Esa es mi idea. Estoy madurando un proyecto en el que se aunarían la pintura y la poesía que
aparecen en esas obras. En él cabrían la recitación, la música, audio de esos poemas, quizá la
dramatización… No sé, ya te digo que estoy en ello y cuando lo resuelva presentaré el proyecto a
algunas instituciones.
Quedaría resolver el problema de la financiación, esencialmente para enmarcar, ya que quisiera
hacerlo de una determinada forma que a mi, personalmente, me resultaría cara.

Cada vez me encuentro con más personas que no se conforman con desarrollar una sola
faceta. También tú, además de pintor, eres poeta. ¿Alguna de las dos actividades tiene más
relevancia?

Con lo que te he contestado anteriormente creo que también queda contestada esta pregunta. Ha
habido momentos que una ha prevalecido sobre la otra, según etapas, pero ahora lo que me interesa
es lograr que vayan de la mano porque en mi siempre han estado bastante unidas y sueño con
amasarlas en un solo cuerpo. En ello estoy.

¿Has pensado alguna vez en hacer poesía visual, que tan de moda está últimamente?

Más que pensarlo lo he hecho siempre, lo que ocurre es que no me he quedado en ello; pero, de vez
en cuando, surgen cosas que van quedando.
Admiro mucho a Brossa y me interesa la obra de Antonio Gómez, al que conozco personalmente y
que abandera desde hace mucho, mucho tiempo esta faceta por nuestras latitudes. Ninguno de ellos
lo hizo ni lo hace por moda. Ya sabes que las modas son pasajeras; la poesía, de un tipo u otro,
nunca lo fue.

Y tras esta amigable charla con Diego Fernández, en la que hemos podido conocer sus
inquietudes, proyectos y forma de asomarse a la pintura, nos alejamos de Campanario, ese
pueblo de La Serena, al que llevo en el corazón por ser el mismo que vio nacer a mi padre.
Nos llevamos el buen sabor de boca de sus gentes amables, su queso exquisito, su buen vino de
Pitarra, y los dulces, de pecado, de Las Clarisas. Y en la retina el cromatismo de la paleta de
"Piropo"
María Rosa Jaén

Entrevista a la bailaora

MARTA MURILLO JAÉN

EL RESPETO DE PRONUNCIAR LA PALABRA


FLAMENCO

Mi encuentro con Marta Murillo Jaén, una madrileña de treinta años, de pronta sonrisa y gran
conversadora; ha sido muy reciente. Hija de mi gran amiga, la escritora y poetisa María Rosa Jaén,
en alguna ocasión me había comentado las aficiones de su hija, me había dicho: Marta es bailaora,
profesora y coreógrafa, ha abierto su propia escuela de flamenco en un lugar de Asturias. Dicho así,
uno siempre tiene sus dudas sobre la opinión imparcial de una madre acerca de su hija.
Lo que de verdad me incitó a querer saber algo más de ella, fue la respuesta que dio Marta cuando
se propuso al Flamenco para ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, decía: Cuando se siente la
palabra Flamenco, se siente orgullo y respeto por el simple hecho de escribirla o pronunciarla. Mi
vida está basada en él. Ante esta declaración de amor al flamenco, quise conocerla.
MARTA MURILLO JAÉN
Tengo entendido que en tu familia no existe tradición flamenca. ¿Es así?

Mi madre me apuntó a clases de ballet, no duré más de tres meses, me aburría. Desde "chiquinina"
he sido muy rebelde. Con cierta frecuencia mi hermana y yo íbamos con mi padre al Rastro, allí lo
mismo compraba música de Camarón de la Isla, Porrina de Badajoz, Rafael Farina, Pink Floyd,
María Callas, Plácido Domingo, etc., siempre ha sido muy selecto en sus gustos musicales. Mi
madre era más de la música de los sesenta.

¿Te sentiste apoyada por tu familia cuando decidiste dedicarte al baile flamenco?

Ellos me dieron su apoyo desde el principio, explicándome las consecuencias que conllevaba, al ser
de familia trabajadora. Me afané duro para costearme las clases en academias que impartieran la
buena formación que exige el flamenco. El hecho de que me apoyaran, cuando a muchas de mis
compañeras intentaban disuadirlas u obligarlas a estudiar a su vez otro tipo de carreras, aparte de la
de flamenco, que no les permitía centrar toda su atención en él, me dio más fuerza por su apoyo. No
vi sacrificio en buscar trabajos cuyo horario fuese compatible con las clases.

¿Crees que tu sacrificio se ha visto compensado?

Rotundamente, sí. Las sensaciones que te produce el flamenco son tan desorbitadas y grandiosas,
que cuando entiendes tan sólo una pequeña parte de lo que te aporta, te consideras una privilegiada.

Me cuentan que la única vez que hiciste novillos en el instituto fue para asistir al entierro de
Lola Flores. ¿Qué significó para ti la desaparición de la Faraona?.

Entre tú y yo, ahora que no se entera nadie, je,je,je... No faltaba mucho a clase, pero algún novillo
más sí que hice, pero pocos ¡eh! Respecto a Lola Flores, era una artista excepcional, su desaparición
fue una sensación de vacío, sobre todo, la sensación de que no vas a lograr altura. Le debemos
agradecimiento por su legado.

¿A que otros personajes del mundo del flamenco admiras?

A todos, unos me gustan mas, otros menos y otros.., en fin. Sin embargo, la aportación que hacen
para que el flamenco no se pierda y dar a conocer el esfuerzo que conlleva, es digno de admiración.
Me encanta Eva Yerbabuena, cada espectáculo que realiza es un regalo, sumamente cuidado en
todos sus niveles: baile, vestuario, estética.., todo. Y qué decir de la historia que cuenta y cómo la
cuenta. Es puro disfrute.

¿Cuál fue el primer espectáculo flamenco al que asististe?.

Fue en el Teatro Real, era una reunión de casi todos los grandes: Blanca del Rey, Joaquín Ruiz,
María Pagés, Rafael Amargo y un sin fin de artistas más. Fuimos un grupo de alumnos de la escuela
donde me formaba, fue una suerte y una lástima; había demasiada gente y estábamos apiñados,
incómodos, con murmullos, una mala situación visual y acústica. No pude disfrutarlo.

Me gustaría saber, ¿qué fue lo que sentiste la primera vez que bailaste en público?.

Si me lo permites, te daré dos respuestas. La primera vez, una niña que se apunta a baile por
diversión: sentí nervios, alegría y bienestar.
La primera vez que presenté una coreografía propia y como adulta, sintiéndome bailaora en un
teatro. ¡Uff!. Miedo a que no se entendiera el mensaje, a no hacerlo todo lo bien que se merece este
arte. Una infinita pasión y una energía desbordada por tantos sentimientos. Mucho respeto.
Durante cinco o seis años has estado residiendo en Cangas de Narcea, una población asturiana
de escasa tradición flamenca, donde abriste una escuela de baile, llamada Cibayí. ¿Qué
significa esa palabra para ti?

En lenguaje caló, Cibayí, significa maravilla o maravilloso, de su significado para mí, podría estar
hablando durante horas. Te diré que, cada vez que la escucho o leo, contengo el aire y se me encoge
el alma, se me mezcla una sonrisa y una lágrima. Me ha quitado parte de vida y a la vez, ha dado
cierto sentido a la misma. Su creación coincidió con la grave enfermedad de mi padre y estar lejos
de casa, sabiendo que mi madre y mi hermana tenían que afrontarlo sin mi ayuda, fue muy duro.
Cibayí ha sido lo más grande que he hecho y logrado. Gracias a mis alumnas se convirtió en algo
tremendamente bonito y maravilloso.
Ahora tiene mas acepciones inseparables: unión, respeto, disciplina, emoción y cariño.

Coreógrafa, profesora de baile moderno, urban dance, aero-dance, baile español, sevillanas,
bailaora de flamenco etc. ¿Cómo te describirías?

Aclaro, por encima de todo, soy profesora y bailaora de flamenco.


Perfeccionista, testaruda, carismática y demasiado pasional. Doy demasiada prioridad a lo
emocional, a veces hasta dar la apariencia de despreocupación por otros ámbitos de la vida.

Tengo entendido que esa etapa de tu vida ha concluido y supongo que tu decisión ha sido
dolorosa. ¿Cuál es tu meta?

Mi meta consiste en ser feliz y hacer feliz a los míos, como ser feliz implica mantener el flamenco
en mi vida, a ser posible seguir dedicándome a él.

Supongamos que tuvieses la posibilidad de elegir una pareja de baile. ¿Con quién te gustaría?.

Con cualquier persona que lo sienta, independientemente de sus conocimientos y si puedo, me


quedo con cualquiera de mis alumnas, capaces de emocionarme por su pasión, con su sola
presencia.

Háblame de un lugar que ames y otro que desees disfrutar.


Deseo disfrutar de todos y cada uno de los lugares en los que me ponga la vida y amo a todos y cada
uno por los que he pasado, que son los que me han enseñado y formado como persona.

¿Crees haber encontrado el sentido de la vida o aún lo buscas?

El sentido de la vida es vivir y aprender de las vivencias en el largo y duro camino, ser feliz o
intentarlo.

¿A qué has tenido que renunciar por tu amor al flamenco?

Yo no diría renunciar, mas que a lo material, sino adaptar, puesto que renunciar no renuncié a nada.
Tuve que adaptarme a las situaciones con muchísimo esfuerzo y sacrificio en momentos muy duros.
Actualmente seguiré intentando la adaptación, sin renunciar a nada.

Para terminar, una frase con la que te identifiques.

“Lo importante no es haberse caído, sino levantarse después de cada caída” Y añado: Agradece
cada gesto, cada mano tendida y seguirás encontrándola a cada traspiés, consiguiendo que sea un
motor de bienestar compartido.

En resumen, Marta Murillo Jaén (Cibayí) una enamorada de la vida y del flamenco, una
mujer enérgica que lucha por llegar a las estrellas.
ARTÍCULOS
Reyes Cáceres Molinero

EL NOBEL DE VARGAS LLOSA

Un premio a la lengua castellana

El pasado 7 de octubre la Academia sueca concedió el Nobel de literatura a Mario Vargas


Llosa “por su cartografía de les estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia
del individuo, su rebelión y sus derrotas”. Es el undécimo Nobel en español. El último autor en
lengua española premiado con el nobel fue el mexicano Octavio Paz (1990) y el anterior Camilo
José Cela. Vargas Llosa se encontraba en ese momento en Nueva York dictando un curso sobre
Borges en la Universidad de Princeton y ya con su última novela “El sueño del celta” a punto de
salir al mercado. Tras conocer la noticia, bastante sorprendido y muy contento, manifestó que el
premio supone un ”reconocimiento de la lengua española”.

Hombre controvertido, polifacético y poliédrico, cambiante, liberal convencido a pesar de


sus orígenes comunistas, burgués y trabajador compulsivo en el oficio de escribir. Este hombre
recibirá el premio dotado con diez millones de coronas suecas de mano del rey de Suecia en el
auditorio de Estocolmo. Un premio a medio siglo de potente actividad literaria. Es el
reconocimiento a una vida entregada a la literatura como novelista, dramaturgo, ensayista,
profesor y periodista.
Sus orígenes
No se entendería su trayectoria sin acudir a los orígenes, allí donde se encuentra la semilla
y el motivo de muchas actitudes y decisiones. Su vida es conocida. Nace en 1936 en Arequipa
(Perú) cuando sus padres ya estaban separados. Su infancia algo tormentosa le marcó
profundamente y fue un tema recurrente en sus obras, especialmente en “Los cachorros” y en “La
ciudad y los perros”. Su juventud la mostraría en “Conversación en la Catedral” así como sus años
en Bolivia en “Pantaleón y las visitadoras”. Sometido a la presión de su padre que no aceptaba su
vocación literaria se casa con solo 18 años con su tía política, Julia Urquidi, relación que no cuajó.
Más tarde volvería a contraer matrimonio en 1965 y tuvo tres hijos: Álvaro, Gonzalo y Morgana.
Mientras estudiaba Letras y Derecho, para mantenerse, trabajó en oficios tan diversos como fichar
libros, redactar noticias, revisar tumbas del cementerio y sufrió algunas penurias económicas. Por
entonces ya participa en la política universitaria en asociaciones de signo comunista.
Se gradúa de Bachiller en Humanidades en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
con la tesis titulada “Bases para una interpretación de Rubén Darío”, es un alumno distinguido, le
conceden una beca para proseguir estudios y marcha a Madrid. Tras culminar su beca se instala a
París donde Vargas Llosa comienza a escribir intensamente. En 1971 obtuvo el Doctorado en
Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid con su tesis titulada “García
Márquez: lengua y estructura de su obra narrativa” que más tarde se publicaría bajo el título
“García Márquez, historia de un deicidio“.
Autor prolífico

Pronto recibe su primer premio, el Leopoldo Alas a su libro de relatos “Los jefes" .A partir
de ahí comienza a escribir de forma apasionada hasta llegar a un total de más de veinte novelas. “La
ciudad y los perros” ambientada en una trama militar sorprende por su vitalidad estilística y obtiene
el Premio de la Crítica entre otros. Viaja a Perú y se sumerge en la selva donde observa y toma
notas sobre el Amazonas, material que le servirá para “La casa verde” libro que escribió y
reescribió y que fue recibido con gran éxito y varios galardones.

En la década de los setenta se traslada a Barcelona, capital del elitismo intelectual en esos
momentos, convirtiéndose en un referente del boom latinoamericano que comenzaba por entonces
junto al entonces amigo Gabriel García Márquez y al amparo del editor Carlos Barral quien dijo de
Vargas Llosa que era el único escritor que “trabaja como un obrero y vive como un burgués”. A
partir de entonces el escritor vivirá siempre en distintos países de Europa obteniendo numerosos
reconocimientos y premios entre los que destacan el Rómulo Gallegos, el Ortega y Gasset, el
premio Cervantes en 1994 y el Príncipe de Asturias. Es también miembro de la real Academia,
Doctor honoris causa por las universidades de Oxford y Harvard. Actualmente es profesor visitante
en la universidad de Princeton donde importe clases de literatura. Preside la Fundación
internacional para la libertad FIL.
Desde el punto de vista narrativo, tras el ambicioso proyecto que da lugar a “Conversación
en La Catedral”, la producción de Mario V.L. se distancia de los asuntos serios como la política y
los problemas sociales e inicia una literatura de tipo más satírico reflejada en "Pantaleón y las
Visitadoras". La guerra del fin del mundo, ambientada en Brasil, es su primer intento de novela
histórica. Se va produciendo en él un giro temático hacia la conducta irracional humana.
Tras un período de intensa actividad política, publica en el 2000 "La Fiesta del Chivo”,
novela llevada al cine, libro en el que critica las dictaduras. Y unos cuantos libros más. Ahora en
las librerías ya está a la venta su última novela “El sueño del celta” inspirada en la vida del irlandés
Roger Casement, cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo de Joseph
Conrad. Novela que revela con crudeza un genocidio . Para documentarse y elaborar su denuncia
del colonialismo estuvo en el Congo como un reportero más.

Sus fuentes literarias


Vargas Llosa, gran lector desde su juventud, tuvo sus preferencias literarias que más tarde
se convertirían en grandes influencias. Uno de sus autores favoritos es Juan Carlos Onetti al que
descubre en los años sesenta. En Onetti encuentra el fecundo hallazgo de como plasma en sus
libros la situación de un hombre o una mujer con una fuerte tensión que les lleva a la ruptura y
posteriormente a la fuga, se trata de una fuga a lo imaginario que por otra parte refleja cierta
frustración de Latinoamérica. Mario V. L. bebe también en las fuentes europeas de grandes
escritores como Proust, Joyce, Faulkner, así como Stendhal, Tolstoi y Dostoievski entre otros. De
Faulkner aprende el manejo del tiempo en la narración y, a partir de ese momento, se decanta por
la literatura realista.
La tentación política

Su como hombre y como escritor no se concibe sin su compromiso con la actividad política,
anclada en su interior desde muy joven. Considerado un liberal, no siempre fue así. Tras sus inicios
comunistas en la etapa estudiantil, en 1965 viaja a La Habana y se acerca al régimen cubano,
aunque será por poco tiempo ya que en 1971 se desengaña y se distancia ideológicamente del
castrismo para ir evolucionando hacia el neoliberalismo.
Vargas Llosa siempre ha sentido la pasión política como un deber o como una tentación
que le ha apartado momentáneamente de su actividad literaria. En 1990 se presenta como
candidato a la presidencia del Perú por la coalición política de centro derecha Frente Democrático
(Fredemo). Candidato favorito para los medios de comunicación, ante la sorpresa general pierde
las elecciones frente un desconocido Alberto Fujimori. Vuelve a sumergirse en la escritura pero el
giro político le acarrea ciertas dificultades en su país y en 1993 obtiene la nacionalidad española.
Unas palabras de Octavio Paz constituyen un lúcido retrato de Vargas Llosa en esta faceta. “El
poeta Heine dijo alguna vez que prefería ser recordado no por su pluma y sus poemas sino por sus
combates en defensa de la libertad. Estoy seguro de que mañana, nuestros hijos y nietos
recordarán a Mario Vargas Llosa, al novelista, al creador de mundos tan reales y fantásticos como
la realidad misma, pero igualmente al combatiente civil y al demócrata. Saludo en él a la rara
síntesis de la imaginación literaria y la moral pública”.

El vicio de escribir
Vargas ofrece temas recurrentes en su obra desde el punto de vista ideológico: la
defensa del individuo sobre el colectivo, la proclividad hacia el liberalismo económico, la adicción
a la estética occidental, así como la rebeldía contra al poder y un afán constante de transgresión.
Siempre refleja su personal percepción de la realidad peruana, así como otras experiencias
vividas en diversos países del de mundo: Europa ha sido su referente literario. Ante todo hay en él
una genuina búsqueda de libertad. Desde algunos sectores se ha criticado su pertenencia a la
burguesía y se le ha achacado cierto oportunismo. Mario V.L es hombre de contrastes,
profundamente antirracista y antinacionalista. Puede gustar más o menos pero estamos hablando de
un escritor concienzudo, apasionado, un animal literario en el amplio sentido de la palabra. Se ha
dicho de él que es un paradigma contemporáneo, es decir un escritor representativo de muchos
otros, quizá muy diversos a él. Vargas Llosa crea conciencia con lo que escribe, se puede aceptar o
rechazar pero induce a la reflexión. Su compromiso literario ha permanecido imperturbable a pesar
de sus vaivenes ideológicos y políticos porque ve la escritura como un oficio y una obsesión.
Sus principales recursos como narrador son la gran capacidad para crear tramas complejas,
así como la sonoridad de su prosa y una exuberante imaginación que acude a elementos
asombrosos y espeluznantes. Es un maestro en el empleo de técnicas literarias sofisticadas.
Lógicamente, en su obra hay altibajos desde el punto de vista cualitativo, como existen en la de
cualquier otro escritor, pero ante todo hay una buena dosis de trabajo y tesón.
El poeta peruano Antonio Cisneros, reciente premio iberoamericano de poesía Pablo Neruda
lo define como “una persona extraordinaria y compleja, como si fuera el mismo uno de sus mejores
personajes. Son muy raras las personas que durante setentaitantos años de su vida son
consecuentes con su verdad, sin estar buscando acomodos, reacomodos, caer simpáticos. Pues eso
es Vargas Llosa”.
Modesto Antona Castro

-SARAMAGO-

UN DÍA IRÉ POR AZINHAGA

Reconozco que es una osadía por mi parte escribir sobre Saramago en una revista lite-rar ya que
no soy un estudioso de la obra narrativa del maestro, ni tampoco un conocedor profundo de su
pensamiento filosófico. Nada nuevo, por tanto, podría yo aportar al lector que tenga la cortesía de
acercarse a mi escrito. Por eso, cuando decido sumarme al homenaje que Raíces de Papel le tributa
a este portugués universal, lo más conveniente que se me ocurre es ofrecer unos retazos sobre las
impresiones y emociones que este sabio ha provocado en mí, bien sea como narrador o como
intelectual comprometido.
La primera vez que oigo hablar de Saramago es referente a su condición de “escritor comunista”,
y no como escritor excepcional. Esto último lo descubriría más tarde, cuando me topo, sin buscarlo,
con un libro suyo. Recuerdo muy bien que fue durante unas vacaciones en la costa, estando en un
centro comercial en busca de alguna prenda de vestir, cuando en la sección de librería veo La balsa
de piedra. Yo no conocía ningún título de Saramago, por tanto no tenía ninguna referencia de esta
novela, ni sabía siquiera si era o no una de sus últimas obras. Leí el comentario que venía en la
solapa del libro, me pareció un argumento muy original, y lo compré. Lo leí en aquellos días,
tumbado bajo la sombrilla, y quedé fascinado, tanto por la historia como por la simbología que en
ella subyace; pero, sobre todo por su estilo narrativo. Esa forma tan peculiar de integrar los diálogos
en la narración, que nos hace, enseguida, pensar en la literatura oral, y que es, seguramente, la
característica más singular de la escritura de Saramago. Una oralidad que él adopta de forma
consciente, pues no en vano ha llegado a recomendar a sus lectores que lo lean en voz alta. Y para
desarrollar ese estilo oral, Saramago inventa sus propias reglas gráficas, que luego respeta
escrupulosamente; pues el lector, una vez que ha leído cualquiera de sus obras, hace suyas esas
reglas, y se extrañaría que el propio autor no las cumpliera. Llama, también, la atención la ausencia
de signos interrogativos y exclamativos, que el buen lector, seguramente, no necesitará, sobre todo
si tiene ante sí la obra de un maestro. (Fue a otro maestro del lenguaje, Francisco Umbral, a quien
leí en cierta ocasión que estos signos no eran imprescindibles cuando un escritor tiene la suficiente
fuerza expresiva.) Es esa, como decía, una característica de la literatura oral: que el lector perciba
al narrador en primerísima persona, leyendo, oyendo, los diálogos, no de forma teatral, sino en boca
del narrador. Una literatura para los oídos, además de para los ojos, decía la profesora Luciana
Stegagno Picchio. Pero me estoy dejando llevar por la teorización, y no era esa mi intención.
Después de La balsa de piedra busco con avidez otras novelas de Saramago, y la primera que me
encuentro es El año de la muerte de Ricardo Reis. Además de constatar que el estilo de Saramago
es el que es, y que ese estilo, manejado por él, tiene una eficacia extraordinaria, vuelve a
encandilarme con el tema. Leyendo esta novela, uno se ve caminando por esos hermosos barrios
lisboetas, tantas veces visitados en la realidad; parece encontrarse uno en esos rancios pero
entrañables hoteles de épocas pasadas; nos da envidia no haber seducido a la camarera en una de
nuestras estancias en ellos; nos gustaría haber sido nosotros los que hubiéramos conversado con
Pessoa, cuyo heterónimo da titulo a la novela; nos fascina, en general, todo el ambiente de la bella
capital portuguesa que Saramago nos introduce a través de todos los sentidos.

La siguiente novela que cae en mis manos es Levantado del suelo. Aquí emerge de forma
explícita y rotunda la ideología del autor. Un impresionante fresco sobre las miserias del
campesinado alentejano. Pero, además, al ser su primera obra, supone una enorme innovación
dentro del género, una verdadera revolución, a juicio de algunos. Lepecki habla de ella como un
libro en el que “la creatividad de la palabra, la tensión poética del discurso, el uso peculiar de
niveles o tipos de lenguaje buscan inspiración en lo que la literatura portuguesa de más positivo ha
producido a lo largo de los tiempos”.

Después leeré El Evangelio según Jesucristo, esa obra que escandaliza a los más timoratos y
ortodoxos cristianos, pero que otras muchas personas de fe han leído sin prejuicios, sino más bien,
como el propio Saramago dice, “como una relectura de los Evangelios, como un viaje al origen de
una religión”. Porque Saramago, según sugiere Ángel Crespo en un excelente artículo sobre el
escritor, ha leído no sólo los evangelios sinópticos, sino también los apócrifos.
Luego he seguido comprando otras novelas de Saramago, sin importarme el contenido (tema),
casi siempre muy original, sino guiado más bien por su forma; pues en todo arte el cómo es el qué.
Soy consciente de que muchos lectores buscan un libro animados por su tema, y disfrutan con su
lectura sólo por esta razón, a pesar de su pobreza literaria; pero los que se hayan acercado a
Saramago siguiendo ese criterio se ha encontrado con el valor añadido de su estilo brillante y
rotundo. Además de los temas insólitos de las novelas citadas, podríamos mencionar la curiosa
tergiversación del cerco de Lisboa; las trágicas consecuencias de la ceguera colectiva; la búsqueda
desesperada de aquel funcionario de registro civil que más que un nombre parecía estar
persiguiendo al amor de su vida; el desorden causado por el masivo voto en blanco en unas
elecciones…Pero yo, que casi nunca conocía previamente el argumento de la novela, repito, iba
atraído por ese estilo exquisitamente coherente con la historia contada, estilo con el que el autor
impresionó al mundo entero justamente después de la Revolución de los Claveles. Tal vez esa
coincidencia no sea casual.

Dejemos al Saramago novelista y vayamos al pensador, si es que ambas facetas pueden


desligarse. Si el primero me pareció sorprendente, el segundo no era menos deslumbrante. Al igual
que en sus novelas era la conciencia que nos hacía dudar, reflexionar; nos provocaba, nos producía
desasosiego, en sus conferencias, entrevistas; nos pasmaba con su enorme lucidez ante los
problemas de la humanidad, haciéndonos sentir pesimistas ante esa realidad, si no nos sentíamos
instigados a actuar en una determinada dirección ideológica. Nos daba confianza verle al frente de
cualquier manifestación en favor de los derechos humanos, y defendiendo siempre las causas de los
más débiles. Qué pobres de entendimiento y qué escasos de cultura esos conservadores montaraces,
tanto laicos como clericales, que denostaron a Saramago al día siguiente de su muerte. A esas
personas nada les importa que nuestro autor sea Premio Nobel, doctor Honoris Causa por
prestigiosas universidades europeas, reconocido pensador en los círculos intelectuales mundiales…
Esos bárbaros comentarios que hicieron, sólo les descalifican a ellos, pues este portugués universal
tiene asegurado un puesto en el Olimpo de la Cultura. Saramgo será, según Cerdeira da Silva, el
continuador de ese binomio, Memoria-Historia, que inició Camões con Os Lusíadas, y que supuso
una cadena en continua construcción del discurso de la memoria cultural portuguesa. Qué honor
para el país vecino contar con un hombre de la talla de Saramago. Algún día iré por Azinhaga para,
además de disfrutar del paisaje y del paisanaje portugués, certificar cómo pueblos tan humildes son
capaces de dar grandes genios a la Humanidad.
Antonia Pons Coch

NAVEGAR CON BARCOS NUEVOS

"Educar es lo mismo/ que poner motor a una barca…/ hay que medir, pesar, equilibrar…/ y poner
todo en marcha. / Para eso, / uno tiene que llevar en el alma/ un poco de marino…/ un poco de
pirata…/ un poco de poeta…/ y un kilo y medio de paciencia/ concentrada./ Pero es consolador
soñar/ mientras uno trabaja,/ que ese barco, ese niño,/ irá muy lejos por el agua./ Soñar que ese
navío/ llevará nuestra carga de palabras/ hacia puertos distantes,/ hacia islas lejanas./ Soñar que,
cuando un día/ esté durmiendo nuestra propia barca,/ en barcos nuevos seguirá/ nuestra bandera/
enarbolada."

He querido que unos versos de Gabriel Celaya pusieran un poco de poesía a la consternación
que nos invade siempre que hablamos de la educación y formación de los más jóvenes.
Consternación derivada de la falta de respuestas a los amplios interrogantes que la cuestión siempre
plantea y de percibir como dedos acusadores señalan a diestro y siniestro responsabilidades hacia
todos los frentes, familiar, escolar, social, al mismo tiempo que. en muchas ocasiones, se eluden
estas responsabilidades por no saber la verdadera diana hacia dónde dirigirlas. Cada sector pretende
cargar el peso del trabajo, y de la culpa, sobre el resto, pero todos ellos se sienten impotentes ante la
tarea que quizás sea la más importante para las familias, para los hombres y para los pueblos: La
educación de sus miembros. Ello crea una impotencia generadora a su vez de una gran dosis de
ansiedad y sufrimiento.

Educar no es fácil, no estamos en posesión de ciencia infusa alguna, ni existen varitas ni


recetas mágicas que nos alivien del problema y se ha dicho hasta la saciedad que otro gallo cantaría,
si los niños nacieran con el libro de instrucciones bajo el brazo que llevan hasta las planchas. La
verdad, es que hay que currárselo. A pesar de ello, no estamos con las manos vacías, sino que
somos el resultado de la sabiduría, el conocimiento y la experiencia transmitida de generación en
generación, a través de siglos de esfuerzo, trabajo y estudio de todas las miles de personas que nos
precedieron. No partimos de cero y, aunque la propia evolución nos lleva a situaciones nuevas, no
son más que el resultado de las anteriores sobre las que nos basamos para crecer, así que no estará
demás que, de vez en cuando, miremos hacia atrás, no para inmovilizarnos, sino para equivocarnos
menos. Para aprovecharnos de los aciertos y eludir los errores. Y así, con esta mirada retrospectiva,
llego hasta el lejano Oeste, sí el Oeste de los spaguetti western, con sus cow boys y sus indios pieles
rojas, quienes, generalizando un refrán de los cherokees, decían que la educación de un niño es cosa
de toda la tribu. Yo creo que también. Así que vamos a dejar de escurrir el bulto y a lo castizo, no
permitir que el uno por el otro esté la casa sin barrer.
Es cierto que son muchas las variables a manejar y que el espacio no da para exponerlas
todas, pero si vamos a lo esencial y empezamos por alguna, ya se habrá iniciado una tarea y se
habrá roto la inercia del cero. Si partimos de la base que todos somos responsables, se deducirá que
todos debemos y tenemos una tarea que emprender de forma conjunta y con responsabilidades
diferentes, pero todas cruciales.
De momento, y hasta nueva orden, todos nacemos y crecemos en el seno de una familia,
tradicional, monoparental, tanto da, cada modelo tendrá que trabajar con las herramientas que
posee, pero tendrá que hacerlo. En los primeros años de vida y hasta la adolescencia, el niño se
socializa en el seno de la familia que le ha tocado en suerte, es decir, que aprende los rudimentos de
relación con el resto de los individuos que conforman la sociedad. Por lo tanto, el buen hacer de los
padres en esta formación es de capital importancia para su educación. El inicio de su escala de
valores, el aprendizaje de lo que está bien y de lo que está mal, de lo que está permitido y de lo que
no, a ser agradecidos y solidarios, a usar el por favor y gracias, a sonarse los mocos, a atarse los
zapatos…todo lo ello es aprendido en su entorno más próximo. No entiendo a las madres de niños
de cuatro años que dicen que “no puedo con él” Es decir que el niño maneja el cotarro, se pone en
lugar del adulto y es quien gobierna a la madre y, por supuesto, la vence.
Este enorme peso y responsabilidad familiar en los primeros años, hasta la adolescencia, no
es gratuita y porque sí. La capacidad de influencia de la familia sobre el niño en esta edad es de un
70%. Esto es así, porque los padres son los primeros referentes y personas de apego de los niños
que lo que más necesitan es tener las necesidades básicas y primarias cubiertas y esto lo obtienen en
el seno de la familia que va creando unos lazos que, sin perderse nunca, no se aflojarán hasta más
tarde, como veremos. Y no olvidemos la eficacia del aprendizaje vicario, el imprescindible ejemplo
del adulto que marca la pauta, la conducta del adulto, por encima de la palabra. Harán lo que vean
hacer, no lo que les digamos que hagan.

El restante 30% corresponde a la escuela y al entorno social, a pesar de que al niño se le


llene la boca en casa diciendo la “seño” eso o aquello, quien más influye, no nos equivoquemos, no
es el colegio, es lo que nosotros le instruimos y formamos en casa y lo que interioriza, envuelto en
el ingrediente básico del amor, que debe impregnar su educación para toda la vida. Es decir, que
ambas instituciones deberán asumir el reto de trabajar de forma muy coordinada, como delegado
que es el colegio de la familia en la educación de sus hijos y no un sustituto de la familia. Y la
familia no debe desentenderse de la tarea, esperando que el colegio llene su vacío. De todo ello cabe
deducir la importancia que tiene su acción educadora para el futuro en la formación de los hijos en
estos primeros años de vida.

La relación cambia en la adolescencia y, con la llegada de los niños a los institutos, más o
menos, se invierte la proporción. A partir de este momento, la mayor capacidad de influencia del
70% corresponde al entorno social y el interactuar con los pares, con los iguales, se convierte en su
mayor fuente de aprendizaje. La pandilla y el grupo de amigos adquieren un peso en sus vivencias y
decisiones que no tenía antes. Y a partir de ahí, el 30% restante corresponde a la familia. El niño
empieza a descubrir el mundo fuera de la protección de los adultos que le han cobijado hasta ahora,
para adquirir nuevas estrategias y aprendizajes que le permitirán en un futuro desenvolverse exitoso
en ámbitos más complicados y menos protectores. Si en los primeros años hemos conseguido que
tenga una base consistente y firme, con unos principios sólidos y coherentes, le daremos la
seguridad que necesita y que le falta, estará menos expuesto a influencias negativas, porque sabrá
qué, dónde y de quién elegir. Si los padres no ejercen esta función en la infancia, después, en la
adolescencia, que es cuando se convierten en más vulnerables por los cambios físicos, emocionales
y la disminución, o pérdida de influencia de los que antes han sido el todo, otros lo harán por
nosotros, con una escala de valores y una forma que posiblemente nunca hubiéramos elegido ni
desearíamos para nuestros hijos. De ahí la trascendencia de asumir esta responsabilidad de la forma
más temprana posible.
La historia de un ser humano empieza antes de su nacimiento, en la mente de los padres que
deciden afrontar el reto y la maravillosa experiencia de alumbrar una nueva vida y de verla
desarrollarse hacia el futuro en armonía.
Y esto es el qué. El cómo habría que hacerlo pertenece a otra historia.
Juan Ruiz de Torres

EL ALMA DEL POEMA (1)

Luís Rosales (de feliz memoria) nos dijo: “un buen verso salva a un mal poema”.
Esto es: un solo verso puede justificar la existencia de un poema.
Esto es: habría que eliminar de los poemas todos los versos, excepto aquél realmente notable (y
ojalá lo haya).
Esto es: lo mejor sería escribir poemas de un solo verso, pero bueno.
¿Y cómo identificar ese verso magnífico? Mejor: ¿qué es un verso “magnífico”?
Esta es mi propuesta:
Verso: unidad del poema que abre al lector una puerta ayer desconocida.
Veamos nuestro primer ejemplo:

A LA DERIVA
Su barco es un colchón tan fatigado
que apenas puede el agua
servirle de camino.

Desde su anciana proa


5 el hombre mira y mira la corriente
buscando bajo el líquido
la maraña del tiempo,
como si fuese la mirada
un sedal con anzuelo
10 donde prender al pez de los recuerdos.

Qué fue de aquella noche de cómplices palabras,


de susurros bordados en los gestos,
donde no hubo rincón
que no bañase la saliva
15 cuando incubó sus huevos el ave del amor.

De todo aquel naufragio


el hombre sólo pudo conservar
un gabán de dolor sobre la herida,
el retazo de cama
20 donde creyó sentirse amado
y que tan sólo fue el extremo
del hilo que enredaba la mujer.

Cuando ella dijo adiós,


él supo que era nave a la deriva.
(Juan Calderón Matador)
El poema es interesante, tierno. Y en él hay varios versos hermosos. Pero sólo los dos últimos nos
entregan el mensaje que esperábamos. Esos dos versos (que forman una unidad sintáctica e
indisoluble) contienen el mensaje magnífico que pedimos a un gran poema.
Esos son los versos que hay que buscar, identificar, entender, degustar, recordar.
Porque en ellos está el alma de todo el poema. Ellos son el poema.
POESÍA
Cristina Cocca

“APUNTE DE MUJER QUE ESPERA EL ALBA”

Mujer, si tejes
con hebras de dolor aquel otoño
que envejeció de golpe en tu vestido
y alimentas con hiel
aquella dulce vid de los recuerdos,
jamás podrás llenar
del todo tus arcones.
Habrá en ellos
un transcurso de lágrimas
para hilvanar de nuevo tu ajuar donde quemaste
la piel desposeída.
Guardarás inventarios con trozos de ternura,
con la noche borrada en cada beso
y la luz que el relámpago
despertó en tu memoria
la sitiada heredad de las palabras.
Y sobre tus raíces
levantarás un árbol que nunca has conocido
y querrás que no vuelvan aquellas mariposas
que algún día posaron en tus hombros
el polen saqueado de la infancia.
Y alguien te cubrirá
aquellos huecos
que habías reservado para esconder tu nombre,
vendrá para robarte
las tapas que clausuran los dietarios
donde cumples,
por orden alfabético,
tus tareas de niña que crece tras la lluvia,
niña tan regresada
como antiguo es tu espejo
y nuevo tu naufragio,
como el temor que tienes si preguntas
por qué es lenta la tarde en los columpios
y te devuelve el tiempo
los pájaros huidos de tus ojos.
Mujer, quizás prefieras
que un gorrión se te enrede en los tobillos
y huelas para siempre
el trigo en tus alforjas,
que el viento te incomode las trenzas de marfil
agrupando en el pelo la gavilla
que ofreciste deshecha a tus paisajes.
Mujer, si apagas
el girasol de fuego que se oculta en tu tacto,
el que late en la frente de los hijos,
si oyendo ese rumor
del agua que se enturbia en los arroyos
oscureces de golpe tus relojes,
jamás podrás oir
el lenguaje de brasas que te alienta.
Y hablarás por los labios tan ajenos
que alguna vez besaron tus mejillas
para dejarte
un pronunciado abismo en la mirada.
Serán los tuyos
un palomar por donde se desboca
el vuelo de otras aves,
el nombre inexpresado del olvido
y aquel mar inconcluso en tus orillas.
Desmemoriada niña que abandonas tus labios
en un canto amatorio de sirena
y en el suave quehacer de tu silencio,
orfebre de esa voz
que de tan diminuta se pierde por el aire
para que nunca puedas
gritarle a la esperanza.
Mujer, no cierres
aún esa maleta
que descansa en el fondo de tu armario.
Te cabe todavía algún rincón
por donde esperarás,
sin apenas morir desde los sueños,
que el alba llegue
por fin a despertarte.

(PRIMER PREMIO DE POESÍA “GUADIANA” 2009


CIUDAD REAL)
Carmen Rubio

ALEGORÍA DE LA CREATIVIDAD
(Acuarela)

El hombre de las lentes se estaba deshaciendo.


Con aspavientos de agua,
sus miembros chorreaban por la arena.
Habían huido de él los caracoles,
y el paraguas, igual que un barco a la deriva,
estaba amenazando con romper las normas.

Una lluvia, sin causa,


empapaban sus ojos ocultos tras las lunas
que pretendían, aún ensayar nuevas fases.
Ya no tenía tiempo de lamentar el frágil
armazón de sus huesos;
su tremebunda delgadez de huso.
Optó por lo concreto, al contemplar sus tristes
lentes -ya derogadas-
flotando en el naufragio.
Nunca podría volver
a imaginar las altas batutas de los árboles
ejecutando un réquiem.

Estiraba el pescuezo,
tratando de ocultarse en la trama de peces
que, impúdicos, habían tomado el territorio,
en bacanal absurda con la geometría.
El horizonte, puesto de talones,
alardeaba de su antigua verticalidad.

El hombre de las lentes aprovechó el despiste


de las aguas del río que lo trajinaban,
y, desde aquella plana dimensión,
logró escribir su más perentorio deseo,
en las futuras piedras
que rastreaban el fondo,
sin llamar la atención del resto del paisaje.

Y suspirando planes se perdió en las frondas


de una ola gigantesca que, sin tener idea
del protocolo se caló sus lentes
roídas por el liquen.

(De mi libro "Galería para cobijarse de la lluvia"


Premio "Eladio Cabañero" 1999. Tomelloso -C. Real-)
Julia Gallo Sanz

LA ESTELA DEL MÁRTIR

Roto el pecho,
brota del corazón un santuario
sembrado de claveles
que ascienden al olfato hasta adherirse
al cuello en mil abrazos;
huelen a mayo y gritan alboradas
desde el vientre vacío,
desde el regazo abierto en carne viva
por el parto robado:
¡bermeja carne en flor,
estirpe de heroísmo y esperanza
esgrimiendo ideales!
Mas segaron el cáliz en vendimia
de calvario y de muerte.
¡Ah, grial desbordado de calostros
amargos como el paso
que hiere en cada vuelta el pavimento
de la vía ocupada,
la que torna al medroso en combativo
convirtiéndolo en madre,
clamor, Plaza de Mayo, en rocío
y abuelas peregrinas!
Tiene la leche el nombre y apellidos
de la sangre perdida
aquel día de azufre y de grilletes
mientras ellas entonan,
en racimo, las nanas de otro tiempo
a los hijos del alba.
Cada salmo in memoriam es gemido
de invocación al borde
de la cruz, la impotencia, el arrojo
en pos de un testimonio.
Cada vuelta es un bucle en la quimera
de la foto que busca
su voz, su yo, su alma ya prescrita.
¡Qué amargo vía crucis!
¡Qué inmedible la lágrima y la pena
enquistada en el pecho!
Ya vivir significa sólo cita,
habitar los zapatos,
componer el pañuelo y la memoria
y zurcir los recuerdos
del fruto que perdieron y reclaman
las madres en la plaza,
que no entienden que un hijo se evapore,
o que un nieto se pierda.
El vacío que puebla las entrañas,
reproduce el calvario evocador
en el Gólgota propio:
mazmorras de tormento, hoy convertidas
en templo para artistas y poetas.
¡Bendita sea siempre
la silenciosa herencia de los mártires!
Lola de la Serna

INVIERNO

La huella transparente del invierno


va cubriendo tenaz montaña y valle.

Bajo la escarcha
guardado en la tiniebla de los surcos
se va pudriendo el grano.

Entre humedad y frío, lo sagrado,


después de tanta oscuridad y tanta muerte
va gestando de nuevo
el circular retorno de la vida.

Cómplice del misterio


la verdeante nana será prado de luz.
Pensil de toda especie.

Tras el renglón nevado


los árboles leñosos verdearán de nuevo.
Iluminando así la maravilla
sin fin de lo creado.

Mientras, una vez más,


la cristalina huella del invierno
cubre tenaz, con su milagro,
la majestad del Mundo.

Foto Galería de Turismo Madrid


Carmen Silva

SÚPLICA A TERESA
Aquí me tienes, TERESA ,

en una España sin luz

donde mancillan la Cruz,

Y donde ser abadesa

Es sentir que una pavesa

pasa por el tragaluz

para no sentirse presa.

Aquí la oración es vana

y ya no será aduana

para coronar tu empresa.

Qué mundo tenemos hoy

donde no siento tu aliento,

se despuebla tu convento

y no sé por donde voy.

Si en la segunda morada

me aconsejas la oración
y veo la abdicación

y tu obra teresiana

se escucha como una nana

sin atraer vocación.

En qué morada he caído


que no vislumbro el camino,

y soy como peregrino

en un mundo destruido,

oscuro, frío, aterido,

que ignora la perfección

que te otorga la oración

donde la espera es congoja

y nuestra fe se deshoja

sin proferir un gemido.

Y de pronto, mi ansiedad

y tu voz santificada

abren la cuarta morada

donde pides humildad.

Y miro la actualidad

donde la soberbia es guía

y pisar con maestría

da la mayor potestad

ignorando la verdad

que su Majestad quería.

Teresa, tú que me escuchas.

Acepta el perdón que imploro

Y con humildad yo oro

desterrando a Satanás.
Pues no existen sabandijas

si no las dejas entrar

para poder anidar,

en mi triste deterioro.

Perdón entona mi coro

queriendo rectificar.

Sé que jamás entraré

en el Castillo divino,

pues mi puesto lo adivino.

Esclava de Dios seré.

Andando siempre estaré

por tu camino perfecto

imitando sin acierto

Esa Luz que nunca engaña

Rogándote por España

y por su futuro incierto


Pepa Nieto

PORQUE SON ESTAS FECHAS LO QUE SON


porque tu nombre luzco
en todas mis agendas,
porque quizá tu gustes de este vino
que hoy abunda en mi casa,
te invito a que te quedes.

Mi casa es la de siempre,
solamente este cambio
esta degustación, esta abundancia,
en nombre de algún dios me desconcierta.

Hoy mi casa esta llena de todo o casi todo.


A ver cómo resuelvo
esta invasión de las misivas,
anónimos amantes me escriben y me adulan,
olvidando los días de miseria.

Otra cosa es tu nombre,


por encima de todo está tu nombre,
puedo entregarme a él y entregarte.

Déjame que te anuncie…


Perdóname este afán casi logrado
y a la vez intenso,
por mantener tu luz
no sólo en esta calle
familiar y estrecha
donde los niños nos conocen
y podemos jugar
a príncipes de nieve.

Después de todo,
aquí hay paz y corre el aire…
y es mucho descubrir
que nos sentemos a la mesa
y nos miremos a los ojos.
Alejandro Moreno Romero

AULLIDO

Reniego de vosotros, arcángeles de guata,


rebozados en lívida tiniebla.
Reniego de vosotros, que maulláis tibias preces
al pie de vuestros propios altares cenicientos.
De vosotros que alzáis
pretendidas banderas solidarias
sobre la muda tierra sin olla y sin albergue.
De vosotros
que cocéis vuestro pan
sobre el rescoldo de la casa ajena
que acabáis de incendiar, entre medidas
de alta seguridad y asépticas razones.
De vosotros
los que ignoráis la llaga y el hedor
y el hambre y la congoja,
la impotente miseria
y la atroz quemazón del orillado,
porque resulta de dudoso gusto
mencionarlas siquiera
en vuestras ilustrísimas estancias,
en vuestros muy sesudos conciliábulos.

Reniego de vosotros dondequiera que estéis:


entre el oro perverso,
entre la oronda púrpura,
entre el agrio chirrido de las armas,
junto al plácido fuego
de vuestras huecas, gélidas mansiones.

Pero perded cuidado,


que no tengo intención de maldeciros.

Sólo pido
que os baste la solícita pomada de indulgencia
con que os embadurnáis cada mañana
y os sorprenda la Dama, que a todos va a llamarnos,
como una sorda ráfaga
o un oscuro portón ante el vacío.
Milagros Salvador

NEGRO TRIUNFO

Triunfan los enemigos de la vida,


y su triunfo es la muerte,
y la sombra se impone
con su compacta fuerza.
¿Quién inventó el origen?

Los grandes rotativos aparecen


nutriendo nuestro miedo,
un arma poderosa
que achica la razón,
hasta nublar un manantial de sangre.

El cielo se desploma y nos envía


sus ángeles más negros,
acorazadas siluetas
entran en los hogares profanando
los ojos de la infancia,
los espacios más íntimos,
que engendró sabio el tiempo.

La desesperación es un desierto de ceniza,


no conoce frontera y se derrama
en corazones huérfanos,
crece el dolor hasta llegar al grito más estéril,
en gargantas quemadas que se hunden
entre las cicatrices.

(De 2010 Cuaderno de Bagdad)


Blas Muñoz Pizarro

LA CORBATA

IMPECABLE.
Confuso estás,
pero impecable, esta mañana. Como siempre
tiembla un poco tu mano ante el espejo. Yacen,
flotan, navegan
las paredes en sombra de la casa. Sobre el lecho,
las ropas en desorden, el goce ya dormido
de un cuerpo abandonado: Esa mujer que
levemente palpita.
Reflejos como lluvia
mojándote en penumbra. Jamás hacia el recuerdo
regresarán las aves.
Todo,
todo está ya detrás de ti,
en los ángulos grises de ese espejo,
de esas aguas, a espaldas de tu vida.
Tu mano allí parece ahogarse
pero emerge,
emerge y nada hacia la salvación
como el final inmóvil de un capriccio
de Piotr Ilich Tchaikovsky.
Por eso, nada temas.
Aunque hayas demorado tu mirada en tus manos,
aunque obsesivamente sigas
esa tu vena azul, su largo trazo
de simulada inocencia, no, nada
temas.
Acaso debes, solamente,
dar otro giro más a la derecha. Media
vuelta tan sólo: Eso es. Si ahora pasas
tu seda y tu costumbre por el hueco
que has dejado, y tiras suavemente
de tu aburrido
cansancio,
y, más que ayer, lo ajustas poco a poco a tu cuello
y, muy educadamente, aprietas,
pero no demasiado,
respirarás feliz, seguro,
y mirarás al espejo, y verás
que están bien hechos
otro nudo,
otro día, otra soga, otra corbata.

(De Naufragio de Narciso (1971-1973). Fernando Torres Editor. Valencia. 1981)


PROYECCIÓN DE LA LLAMA
es la luz; y la sombra
del cuerpo que, interpuesto,
con la luz se ilumina;
y también el temblor
difuso del contorno
que define la sombra.

En la penumbra gime
la lucidez ausente
del que calla y observa,
porque sabe que nada
existe por sí solo,
ni la luz ni la sombra
ni la propia penumbra.

La luz sólo es visible


en los seres que toca,
y sin ellos no importa
su imposible existencia,
como a mí me sucede
con esos dioses mudos
que no sé si me ignoran.

Ni siquiera la llama
que alguien tuvo en su mano
como tea en la noche
del pintor de cavernas
o antorcha para el odio
se explica por sí sola
si no hay alguien que mira.

Ese es todo el secreto:


sólo mirar nos salva
(o, mejor, ser mirados)
para estar en el tiempo,
o sólo para ser
en un pequeño espacio
algo de luz y sombra.

Para morir se nace:


el fuego se consume
mientras mata las sombras
que del fuego han surgido.
Y el círculo se cierra
aunque haya, de nuevo,
quien encienda otra llama.

Ah, los dioses. No ignoran


que una vida sin fin
sería insoportable.
Ellos son los que envidian
nuestra muerte en la sombra
porque morir le da
sentido a nuestra vida.
(Rojo)
(De La mirada de Jano, XIII Premio de Poesía «Paco Mollá» 2008 del Ayuntamiento de Petrer.
Editorial Agua Clara. Alicante. 2009)
Francisco Miguel López Jiménez

Quién tuviera el sol

que entibia el tiempo

donde no existen las horas,

vestir la sonrisa del mismo día

cicatrizando el recuerdo.

Pero, no hay un mismo sol,

las arañas tejen los momentos

de espinosos alambres,

ceñidos a la ilusión

de quien ya no es niño.

Qué grajo es el deseo

de quien ya no espera nada,

que lastre son las vivencias

en la edad de en medio.
Para quien estrena vida y sol

no se quiebra aún el horizonte,

inseguro en los que vuelven.


Diego Fernández González

LA VIEJA TABERNA

Déjame sentarme bajo la penumbra


de tu densa tristeza. Háblame
del mañana que ignoras, cuando el vino
comience a rebosar de tu boca.
Acaricia tu cuenco para descubrir
el alma del barro, mientras escuchas
sus evocaciones que te hablarán
de conocidos y desconocidos
que apagaron en él la sed de sus labios.

También son arcilla de cuencos de vino


los que desaparecieron.

Abraza una jarra de vino,


piensa en los desheredados
y confiesa en voz alta tus tibios pecados.
Deja de rezar ante los muertos desnudos,
ignora el vacío que dejaron,
lava con vino sus cuerpos y espera a que regresen
para volver a estrechar sus manos.

También son arcilla de cuencos de vino


los desheredados.

No sientas el paladar amargo


de vino amargo. Goza
con tus cinco sentidos la embriaguez
del vino dulce y del amor, para recibir
la claridad del sol y la luna;
porque te traerán en su luz
la juventud renacida de los amigos que se fueron.

Y los encontrarás mañana, sentados


con sus cuencos de arcilla, a la mesa de siempre,
en la vieja taberna del Cielo o del Infierno.

También son arcilla de cuencos de vino


los amigos muertos.

Fotografía film Crotón el Grande de Luis Colombo


Hortensia Higuero

MUECA

Hay un silencio mudo alrededor de la voz

Llevo un altar entre las piernas

con velas desahuciadas

de todas las novias

que un día fueron vírgenes

y que el lobo de caperucita

convirtió en putas

por un beso en la mejilla

y una foto de boda desgastada

de esas que adornan

la losa de los muertos

con mueca de saberse compartida

con unas flores de plástico,

donde a tientas respiramos

el único vicio

de las lágrimas.
Françoise Roy

Cuando era no-tuya


a mi madre biológica

Cuando era no-tuya aún, en el amnios de tu más profundo cuerpo, rodeada de aguamalas 
rhizostoma pulmo como nombre de gala, el pulmo me recuerda cómo inspira el “pulmón en la
tarima” del verso de Laura , tú que no tienes nombre, ¿qué aguas nos separaron como un Mar
Rojo hecho a tu medida?
Me hablaron de fallecimiento sin mencionar ataúdes. Me hablaron de tumbas sin
cementerios. Me vertieron pócimas en el conducto auditivo.
Desde el iridio de tu muerte, ¿a qué piélago sin orla retornaste, las puertas de agua cerradas
como surco de velero?
¿Qué universo interior —agua dentro del agua, cardúmenes en la galaxia del coral— cría
cúmulos de estrellas diluidas en la sal?
Iñigo Laquerrá

Isa, Edipo lo pide así

Nacerás, matarás a tu padre;


te casarás con tu madre.

Y te arrancarás los ojos


con tus manos.
¿Por qué?
Si ya estabas cegado de antemano.

La desnudez del ojo es pasajera

Los semáforos no estaban en huelga


pero sí las fuentes y el camino
hacia ellas.

Te sentía aquí aun sabiendo


que estabas tan lejos;
a muchos siglos de distancia.
Kilómetros de lágrimas dispuestas una a una
formando la caravana melancólica
de la bilis oscura.

Aquí son las trescientas horas


y mil segundos
cuando se acciona el mecanismo
de los siete ojos.
Juan Manuel Pérez Álvarez

LLAMADA

La mañana serena

sobre los campos verdes y tranquilos.

La mañana de los pájaros que cantan,

la mañana de las alegrías nuevas

en mitad del corazón de la vida

soleada, perfecta.

Coronando la piedra del firmamento

la flor de la luz, sonrisa abierta.

El mar, al fondo, música o memoria.

En el lecho divino del paisaje

el alma, lo invisible, se despierta.

(De Poemas de la Luz Invisible)


Reyes Cáceres

DIBUJAR EN TU MANO

Dibujar en tu mano
es llegar a una orilla
donde el lápiz descubre latidos
que habitan en las grutas de la noche.
Y deslizándose en tus cinco ríos
siembra un leve sendero
que taladra la piel.
Y mi voz se oscurece, ya granate
con el sol tardío.
Grafito de sombras hiere tu palma,
escribe remolinos y engendra el azabache.
Cuando los abriles me susurran
yo me cobijo allí
sin frío, ni llagas ni desierto.
Dibujar en tu mano,
mi voz granate.
Marcos Callau Vicente

Canción de amor sin destinatario escrito


(Dedicado a París)

Este día que comienza oscuro, nublado por tu lejanía


he de escribirte una canción de amor
sin decir tu nombre, a la sombra del verso
He de definir tu mirada
el brillo de tus ojos al llegar el anochecer
cuando las sombras crecen hasta estremecer

La hora en que todo el planeta duerme


tú eres el faro guía de navíos perdidos
Es así como yo acabé prendido de ti
por el viejo río de incontables puentes
Es difícil acariciar tu noche bronceada, luz del mundo,
ahora que estás a kilómetros de mí
y no te puedo tocar, sentir la suavidad de tu piel
o la caricia de tus besos
cuando sólo estoy soñando

Es un imposible la musicalidad de tu voz


cuando tu eco es ahogado y callado
por fronteras insalvables y cúspides rocosas
en las que rebota el mensaje
de tu triste acordeón

Pero si hay algo que me une a ti soy yo mismo


pues, cuando te visité por última vez,
algo de mí quedó para siempre en las sombras de tus calles
en lo más profundo del bosque
o en ese punto álgido de tu orografía
Tú eres la mancha carmín en aquel último Café
y yo soy cada uno de los faroles de gas
que apuran su llama hasta el amanecer

Déjame entonces escuchar el primer latido del gran campanario


bajo el que podría volverte a encontrar
Déjame soñar porque el ser humano
siempre necesita algo en que creer
y un náufrago, una roca que agarrar
Oswaldo Roses

Una sombra me dice amor


cuando torpe espero... sueños
ya desvanecidos;
pero me dice amor
como púa del insomnio
o como aquél grito enterrado vivo;
pero me dice amor
a ciegas de una salvaje persistencia
en fe – alucinatoria –
como tapadera o espejismo;
pero me dice amor
en el mismo centro del frío del
invierno y del adiós y del olvido;
pero me dice amor
para revelante deseo acaso,
para inédito azul,
para sangre clavada en la verdad;
pero me dice amor
en el único-último más allá,
en el río hiperdirectriz del fuego...,
en el adentro explosivo de
la mano acariciante;
pero me dice amor
desde preconcebido van gogh niñomío
de los irremediables
años...,
desde el postrer celo aferrante de la rosa,
en la esfera
mágica
del nombre impronunciado,
en la morbidez dulce de lo inmortal
– aún –, sin ácrata albur,
íntimo.
Pablo Volumen

El bueno de Miguel

Algo habría hecho bien

el bueno de Miguel

cuando existían colegios, institutos

y universidades con su nombre.

Asociaciones culturales,

fundaciones,

grupos de amigos,

poemas dedicados,

canciones escritas,

calles, homenajes.

Sin ir más lejos, ahora que recuerdo,

mis primas iban al colegio "Miguel Hernández",

un par de ellas siguen yendo,

pero el porqué del nombre de su cole


ellas no lo saben, son muy niñas,

por eso, yo les cuento algo sobre ello.

Me quedé helado

cuando un amigo mío,

un tal Juan Antonio,

me contó la historia de Miguel

una noche de verano,

después de volver solo

en mi coche desde Segovia.

No se me olvida

cuando hablaba de la vida en Orihuela,

de su gran amigo Ramón Sijé

y de la mujer de Miguel,

Josefina Manresa.

De sus viajes a Madrid,

de "El Gallo Crisis",

de "Perito en Lunas"

y de "El rayo que no cesa".

De la elegía a quien él tanto quería,

de la Guerra Civil fraticida,

de la pena, la de muerte conmutada por la de cárcel,

de las "Nanas de la cebolla"


en el "Cancionero y Romancero de Ausencias",

de la tuberculosis y el hambre.

Algo habría hecho bien

el bueno de Miguel,

algo que merecía la pena.

Algo por lo que toda esa pena

no debería haberla merecido.


Rolando Revagliati

A Raúl González Tuñón

En el fumadero

alertados por un chino

nos escaparemos de la policía

con Jerónimo y con Perecito

por el espejo con licencia de puerta al milagro

Nos recibirán

Señoritas Todavía Vivas

y desanimadas.
Manuel Mejía Sánchez

AMUMA UN AÑO MÁS, CON LA BANDERA EN ALTO


I
Un año más volvemos a este encuentro
y os quiero preguntar, ¿qué tal estáis?,
una alegría enorme a mí me dais
viéndoos aquí, ¡lo noto desde adentro!
Momentos tengo en los que me concentro
y me pongo a pensar como lucháis
contra ese leviatán, tras el que vais
haciendo a diario, que éste huya del centro
en donde horada a gusto; y no vicie
en vosotras y en vuestra superficie,
consiguiendo ganar él la partida.
Pero con vuestra unión y pertinacia
el paso le cortáis con eficacia
a ese maldito cáncer homicida.
Silvia Camelo

OJOSOIDOS

LOS OIDOS TIENEN OJOS Y LOS OJOS TIENEN OIDOS.


LES OREILLES ONT DES YEUX ET LES YEUX ONT DES OREILLES.

LOS OIDOS ESCUCHAN LO QUE LOS OJOS NO VEN.


LES OREILLES ECOUTENT CE QUE LES YEUX NE VOIENT PAS.

LOS OJOS VEN LO QUE LOS OIDOS NO ESCUCHAN


LES YEUX VOIENT CE QUE LES OREILLES N’ECOUTENT PAS

PARA OIR MEJOR LO QUE LOS OJOS VEN.


POUR MIEUX ENTENDRE CE QUE LES YEUX VOIENT.

Y OYENDO, LOS OJOS VEN QUE LOS OIDOS MIRAN


ET EN ECOUTANT, LES YEUX VOIENT QUE LES OREILLES REGARDENT

PARA ESCUCHAR MEJOR LO QUE LOS OJOS VEN.


POUR MIEUX ECOUTER CE QUE LES YEUX VOIENT.
Patricia K. Olivera

CONJURO

Yo te conjuro Afrodita,
para que me hagas nueva;
nueva de piel lujuriosa y
de curvas sin fronteras.

Haz mis pechos redondeados,


que mis pezones se yergan
y que erectos se remonten
al Olimpo en luna nueva.

Haz que mi pubis florezca


cual flor que al alba se entrega
y que mi sexo se abra cual capullo
que regala néctar.

Yo te conjuro Afrodita
para que me des piernas nuevas,
bellas piernas que se abran al deseo y al placer
y en amor se sumerjan.

Hazme hembra nueva para arrancar suspiros


con el contoneo de mis caderas,
para estallar en jadeos y gritos de pasión
cuando el clímax me aguarde en la meta.

Yo te conjuro Afrodita para que me abras,


del universo, las puertas…
las puertas de mi sexo y de mi vientre
de diosa y de mujer completa.
NARRATIVA
Javier Bueno Jiménez

DEDICADO A TI

Siempre estarás, en cada momento: En los que no se olvidan, en los más amargos y en
los más dulces.

De chiquillo construía cometas con tus hilos de colores, sin saber que el viento puede
ser vendaval y arrastrarnos hacia lo invisible.

Quiero volver a ser niño, revivir las dulces tardes de batidos de fresa y sueños en
technicolor, de sesión continua, para ver una y otra vez la película de nuestras vidas,
saltar sobre las olas con las sandalias transparentes, y llenar el cubo de sonrisas y nácar,
pisar el Mediterráneo, esperando al capitán, que viene de blanco desde el séptimo cielo
en su corcel de nubes, para trotar sin parar sobre la espuma de los días.

No me gusta el albero salpicado de sangre, pero sí los caballos con coronas de helechos.

Va cayendo la tarde, la gris, la que dobla las espaldas y empuja las agujas contra la piel
desnuda, la que deja sin norte a todas las brújulas, la que nos seca la garganta y
apergamina los labios, sedientos de tan solo una gota de ánimo.
Hay soledad sobre el lecho, sobre el fondo de armario, donde reposa tu abrigo, sabedor
del desguace.

Es como mirar al cielo esperando la lluvia, sin saber que la lluvia mana de tus ojos. Es
tiempo de sequía, de mirar a lo alto.
Blanca del Cerro

AQUEL DÍA DE LLUVIA

(Segundo premio en el IV Certamen de Relatos Ciudad de Huesca)

Tal vez, a partir de ese instante, la vida sería así, oscura, sombría, cenicienta,
empapada de arpegios inaudibles y ahogada en sombras grises, tan grises que
explotaban densas a mi alrededor y me las tenía que quitar de encima a manotazos. Lo
cierto es que empecé a ahogarme en ellas, como si se tratara de un inmenso maremoto
avanzando inquieto hasta mi soledad, esa soledad construida de distancias que él había
dejado ahora entre nuestras almas y nuestros cuerpos.
El día en que me avisaron de su muerte empezó a llover.
Me quedé con el auricular del teléfono helado entre las manos, escuchando la
siniestra noticia, mientras por mis labios se escapaba la palabra Padre, una palabra que
taladraba el aire y se hacía añicos en mi cerebro petrificado.
Las gotas de lluvia iniciaron una sinfonía de lunas tibias al compás de la mañana
y se aposentaron entre los hombres como si estuvieran a punto de poseerlos, como si
fueran a adueñarse para siempre de sus vidas, como si ya no quisieran abandonarlos
jamás.
La voz al otro lado de la línea, casi un susurro, me informó de que aquel hombre
de hierro y fuego que fue mi padre había sufrido un repentino ataque al corazón, había
sido inmediatamente trasladado al hospital y ya no pudo hacerse nada por salvarlo.
Murió enroscado en el silencio y abrazado a su soledad, dejándome a mí con la mía
propia, la de su presencia, la de su recuerdo, la de su ausencia. Una vez despojado de su
carga, el susurro me dio el pésame y colgó.
No lloré. No pude llorar porque mis ojos, sin saber las razones, se negaron.
La lluvia se había apoderado de los cristales y trazaba misteriosos caminos por
los que bailaba minuetos y boleros tristes.

Los recuerdos de toda una vida aparecieron en forma de aluviones inmensos,


como hordas a caballo del tiempo, e inundaron mi cerebro, abarcándolo hasta tal punto
que no quedó en él ni un mínimo resquicio que no fuera el ayer. Surgieron los días de
mi infancia en Huesca, nuestra ciudad, juntos los dos en aquel fastuoso jardín que
rodeaba nuestra casa, consolándonos por la desaparición de mi madre, víctima de una
embolia. Y vi cómo mi padre, de profesión jardinero vocacional, recogía cientos de
flores y cubría por completo la tumba en la que había sido enterrada su mujer,
convirtiendo aquel pedazo de tierra en un paraíso de pétalos multicolores.
La danza de la lluvia se iba transformando lentamente en una acalorada mazurca
compuesta de suspiros y sombras.
Y surgió el pasado de nuestra vida conjunta y solitaria. Nos habíamos quedado
solos los dos y teníamos que salir adelante, él con su trabajo a cuestas, yo con mis
estudios a la espalda, y ambos con la vista al frente, rodeados de ramilletes de olvido y
manojos de futuro.
Mientras tanto, mientras mi mente se trasladaba al mundo inamovible del
pasado, las gotas de lluvia bebían el aire.
Él me enseñó todo lo que sabía sobre botánica y jardines, me enseñó a
diferenciar las plantas, a distinguirlas, a clasificarlas, a ordenarlas, me enseñó los
misterios del cuidado y el abono, me enseñó el infinito universo de las flores, sus
aromas y colores, los árboles, los arbustos, las hojas, los esquejes, los pecíolos, las
vainas, los pétalos, los sépalos, los tallos, los troncos, las cortezas, un mundo fabuloso
en el que se movía a sus anchas y que le salvó del espectro oscuro de la desesperación.
El sonido de las gotas se filtraba por mis venas.
Mi padre adoraba su trabajo, amaba los jardines, todos los jardines, y me narraba
historias, cientos de historias que yo escuchaba con la boca abierta a la luz del atardecer.
Mi padre me explicaba que los árboles eran los pensamientos de los ángeles, que
tomaban forma en la tierra para repartir bondad por el mundo. Mi padre me contaba que
la luna se tragaba todas las noches el azul del mar, un azul que durante el día chocaba
con el amarillo del sol, y posteriormente lo repartía por el mundo vistiendo a las plantas
de matices verdes. Mi padre me decía que las flores nunca morían sino que, cuando se
marchitaban, los pétalos se elevaban hasta el espacio donde se iban acumulando y
acumulando, y a lo largo de los siglos habían formado lo que nosotros llamamos arco
iris el cual, en realidad, estaba compuesto por miles de millones de flores que, de tanto
en tanto, al recibir la caricia de la lluvia y el sol, mostraban todo su esplendor para
recordarnos que allí estaban y allí estarían hasta el fin de la eternidad. Y me aseguraba
que algún día, por algún motivo especial, estallarían y el mundo quedaría inundado de
flores y pétalos. A mí me gustaban sus historias y las escuchaba embelesada.
Tenía que ponerme en movimiento, tenía que salir y trasladarme hasta Huesca
donde había vivido mi padre, tan alejado de mí, tenía que hacer frente a todos los
trámites relacionados con su defunción, tenía que moverme, tenía que reaccionar, bajo
aquella lluvia que machacaba incesantemente y no dejaba de machacar las almas.
El tiempo, revestido de nostalgias y sueños, nos llevó con sus alas transparentes
por los senderos de la vida. Mi padre y yo continuamos con nuestras mutuas
obligaciones, siempre juntos, siempre unidos por un hilo fino de sentimientos, siempre
apoyándonos el uno en el otro. Una vez finalizados mis estudios, quise trasladarme a
Barcelona para entrar en la universidad. Había decidido estudiar Botánica. Y él quedó
allí, en su casa ahora casi totalmente solitaria, con sus plantas, sus flores y sus
cordilleras de nostalgias y recuerdos, cada vez más altas y más pobladas.
Preparé una pequeña maleta con lo suficiente para pasar dos días fuera y bajé al
garaje a recoger el coche. En la calle me recibió un indisciplinado ejército de gotas que
quiso avasallarme, pero no pudo. Bajo una manada inagotable de agua, y agua, y más
agua, emprendí el camino hacia la ciudad que me había visto nacer.
Mi padre y yo, en aquel entonces, nos dijimos adiós hundidos en un pozo de
tristezas y pesares. Sería la primera vez en muchos años que viviríamos separados, lejos
el uno del otro, puesto que, bajo ningún concepto, él abandonaría su querido hogar, pese
a la propuesta que le presenté de trasladarse a vivir conmigo a la ciudad que había
elegido para cursar mis estudios. Su negativa fue rotunda.
La voz de la lluvia y los limpiaparabrisas barriendo el cristal me hicieron
compañía durante el recorrido.
Poco a poco el tiempo nos cubrió de sombras y lejanías. Siempre que encontraba
un hueco —algunos fines de semana, algunos puentes, algunas vacaciones—, me
acercaba a Huesca. Mi padre continuaba con su vida de silencios ahogados, cada vez
más callado, cada vez más ausente, como si hubiera creado a su alrededor un universo
de colores únicamente compuesto de flores y plantas: su mundo particular donde ya no
tenía cabida más que él mismo y sus sueños.

Huesca se debatía entre torrentes de agua y dolores dispersos. El cielo crepitaba.


Una parte de los habitantes del barrio, no muchos en realidad, se encontraban en la casa
en la que yo había nacido y vivido hasta mi traslado a la gran ciudad. Los fantasmas de
los objetos por allí diseminados me arañaron la piel del alma y me acosaron con sus
sábanas blancas de recuerdos y olvidos. Hicimos los correspondientes preparativos para
el entierro y el funeral, que se celebrarían ese mismo día, ya que yo no tenía más
remedio que volver a Barcelona lo antes posible. El cuerpo de mi padre descansaba en
el ataúd. Parecía como si estuviera rodeado de un halo de colores, como si las flores que
tanto había amado quisieran acompañarle en su adiós eterno. Lo miré con una tristeza
sobrecogedora, lo amé como siempre y como nunca, pero no pude llorar.
Y los años sembraron nuestros cuerpos de lejanías. Nos veíamos, pero menos,
nos hablábamos, pero menos, nos recordábamos, pero menos. Mis estudios, mi trabajo,
mis amigos, mi vida social, me introdujeron en un mundo totalmente distinto en el que
el olvido iba aposentándose despacio a mi lado. Y no fue realmente olvido, pero sí
alejamiento, él en Huesca, yo en Barcelona, la distancia, el silencio, el desapego.
Siempre me decía que me echaba de menos, y yo siempre respondía que me ocurría lo
mismo, pero la vida se interpuso entre nosotros y ya nada fue igual.
Las lápidas del cementerio brillaban destilando minúsculos arroyos bajo aquella
lluvia incesante que me perseguía y me acosaba desde la mañana. Nos reunimos en
torno a la tumba destinada a mi padre, todos muy serios bajo los paraguas. El sacerdote
pronunció unas palabras que no escuché, pues lo único que pude hacer fue hablar con
mi padre en voz baja, sin lágrimas, porque no podía llorar.
“Papá, lo siento, de verdad que lo siento. Te olvidé. Olvidé tu vida, olvidé tu
existencia, olvidé tu amor, te dejé de lado. Lo siento, papá, lo siento ahora que no tiene
solución. Dime que me perdonas. Dime que me quieres. Dime que sigues a mi lado.
Dímelo de alguna manera. Aunque ahora sé que ya no puedes hacerlo. Lo siento.
Perdona, papá, perdóname”.
Mis palabras sonaban por dentro como olas plagadas de añoranza.
Una vez finalizado el entierro y la ceremonia, con las paletadas de tierra
resonando en mi cerebro empapado de lluvia y pesadumbre, nos dirigimos hacia la
iglesia a celebrar el funeral.
Entré en casa de mi padre al atardecer.
Llevaba agarrada al corazón la zozobra violeta del dolor oculto, junto con un
sentimiento rojo de culpabilidad reptando por mis venas por no haber podido o sabido
ser mejor hija. La palabra Padre se derretía sin quererlo en mi boca, ahora que él ya no
estaba.
Las nubes en el cielo continuaban destilando su macabra danza de
incertidumbres.
Todo en el interior de la casa me hablaba de él. Pasé directamente al baño y
permanecí bajo el chorro de la ducha durante mucho tiempo, como si quisiera quitarme
la tristeza con otras gotas distintas a las que me habían acompañado durante aquel día
de lluvia. Aquel día de lluvia en que mi corazón había quedado eternamente abierto y
eternamente cerrado.

Me acosté sin cenar. No sentía hambre, sólo dolor, y pena, mucha pena, y culpa,
mucha culpa. No sé si dormí. Abría y cerraba los ojos pero siempre encontraba
oscuridad, en el exterior y en el interior. Un tumulto de sombras me acarició la piel
tiñéndola de ceniza negra. La figura de mi padre me acosó en sueños, y el barrio, sus
habitantes, el sacerdote, el ataúd, los pésames, muchos pañuelos blancos hastiados de
lágrimas, el cementerio, la iglesia, el funeral, la casa que ahora me pertenecía, el jardín,
el ayer, el pasado, los dos juntos, sus cuentos impregnados de dulzura. Mi padre. Las
imágenes se apiñaban en un desfile interminable. No sé cuánto tiempo permanecí en ese
estado de duermevela, pero fue un extraño sonido el que me hizo abrir los ojos por
completo. Me incorporé y escuché. El reloj marcaba las tres de la madrugada. En un
principio pensé que sería la lluvia, pero aquello se asemejaba más a un siseo, un
zumbido suave, alas de libélulas o de mariposas.
Me levanté, me puse una bata y unas zapatillas, subí la persiana y me asomé a la
ventana del que había sido mi dormitorio a lo largo de muchos años.
Mi cuerpo quedó sacudido por un relámpago de terror y sorpresa, mientras un
tropel de temblores en forma de burbujas se adueñaba de todos los rincones de mi piel y
subía sin cesar hasta llegar a mi garganta. Mis pupilas reventaron de angustia.
Aquello no era posible. Lo que tenía delante no era posible. Lo estaba
imaginando, lo estaba soñando, todavía no había despertado, mi imaginación, seguro
que era mi imaginación, no podía ser cierto. Lo que veían mis ojos no era posible, no,
no lo era.
Seguía lloviendo.

El cielo continuaba derramando sus aullidos sobre la tierra, pero ya no caían


gotas, que seguramente se habrían agotado. Lo que el cielo estaba enviando, lo que las
nubes lanzaban, lo que zumbaba suavemente con sonido de mariposas, lo que pululaba
por el aire, no eran gotas, eran… pétalos, cientos, miles, millones de pétalos, de todos
los colores, de todas las formas, de todos los tamaños imaginables. La totalidad del
espacio circundante estaba cuajada de pétalos.
Aquello no era posible.
Y los pétalos descendían suavemente, revoloteaban entre el viento, emitían un
murmullo cálido, subían y bajaban al compás de un vals que nadie salvo ellos
escuchaban, y se posaban sobre la tierra del jardín, sobre el asfalto, sobre las aceras, un
tapiz infinito compuesto de millones de colores.
Permanecí quieta y muda, transformada en estatua de carne.
Miríadas de pétalos inundaban el césped del jardín, los balcones, los árboles, el
alféizar de mi ventana, mientras el aire se encogía repleto de aromas. Extendí la mano y
los pétalos de colores rozaron mis dedos. Eran suaves, muy suaves, y los sentí en la piel
como un milagro.
Miré al cielo, tan negro como el espectro de un ahogo infinito.
Los pétalos continuaban bailando alrededor del viento mientras aquel arco iris
iluminaba la noche.
Permanecí así mucho, muchísimo tiempo, contemplando aquella extraña lluvia
de flores que no cesaba de caer y caer, plagándome de su esencia, respirando su aroma,
desgranando mi vida, atiborrándome de recuerdos, y de ayeres, y de sueños.
— Papá… —dije.
Su nombre llenó mi boca.
El cielo, el aire, la tierra, todo lleno, todo cuajado de pétalos, millones de pétalos
cayendo.
— Papá… — repetí—. Gracias. Gracias por responderme.
Ejércitos de pétalos.
Entonces supe que él me había perdonado y que estaríamos siempre juntos.
Lluvia de pétalos
— Gracias por escucharme, gracias por no haberme olvidado, gracias por
mandarme una respuesta. Gracias por estar conmigo, papá.
Pétalos y pétalos y pétalos…
Aquel día de lluvia se convirtió en el más triste y el más feliz de mi vida.
Fue en ese preciso instante cuando empecé a llorar.

(Blanca del Cerro© Todos los derechos reservados)


Alejandro Moreno Romero

LA CENA

Asun Vasconcelos tira el abrigo sobre el sofá, pasa como un rayo por delante del espejo
– lo justo para comprobar que sigue en pie la obra de la peluquera- y se va para la
cocina. Antes de salir se dejó el pavo en el horno. Ya casi debe de estar. Asun
Vasconcelos va hablando sola pero se le puede perdonar. Y si no se le perdona da igual,
si no tiene nadie con quien hablar ¿qué va a hacer?.

- Mi marido es un santo, de eso no hay duda. Tendrá sus cosas, como todo el
mundo, pero es un santo. Porque mira que cargar con la plasta de su madre a
todas partes. ¡Ay, Germán de mi vida, la que te ha caído! A mí, la buena señora,
la verdad es que no me molesta gran cosa. La pones en un sitio y allí se queda.
¡Pero es que tiene un cuajo!
-
Asun Vasconcelos mira el reloj de la cocina.

- ¿Qué hora es?; ya tenía que haber legado el pedido. Peor es mi cuñada Anita.
Esa sí que es una buena pieza. Anda que su marido; el pobre Carlos sí que tiene
el cielo ganado. Voy a ver cómo sigue el pavo, que yo no he visto en mi vida un
bicho más pesado para hacerse.
Asun Vasconcelos se detiene en el comedor para revisarlo todo.

- Bueno, la mantelería ya está planchada, los cubiertos, listos y la cristalería,


también. Esta noche tiene que ser especial, claro, y más con la víbora de mi
cuñada Marta por medio. Y el pedido sin venir. Verás tú si al final la vamos a
pringar por culpa de eso. Los vinos tienen que estar a punto para la cena: el
tinto, “chambré”, y el blanco puesto a enfriar, no vayamos a tenerla, que el pijo
de mi hermano Ramón nos puede dar la noche con sus conocimientos
enológicos ¡qué bien me ha salido!: “e-no-ló-gi-cos”. ¿Cuándo llegará el
puñetero pedido?. ¡Ay, el pavo!
-

Asun Vasconcelos se precipita sobre el horno. Un tufillo reconfortante sale a su


encuentro. Suena el timbre de la puerta. Llega el pedido. “Déjelo allí, en la cocina.
Gracias. Adiós, adiós” Asun cierra la puerta y vuelve a la cocina.

- A ver, ¿está todo?. Los patés, los ahumados, los vinos, los quesos, las trufas de
chocolate ¡Ah! el cava, el cava, que ese sí que hay que enfriarlo. Si no,
cualquiera aguanta a Ramón.

Asun Vasconcelos abre latas, destripa envoltorios, dispone viandas, enfría vinos,
prueba el pavo, baja el horno, pone la mesa, se mira al espejo, se encuentra horrible, se
pone el gorro de plástico, se mete bajo la ducha. Respira hondo. Se seca. Se maquilla, se
viste y vuelve al comedor.

- Ahora, vamos a ver cómo nos sentamos. Mi suegra, en la cabecera, eso está
claro. A su izquierda, Carlos que es su hijo mayor. Lo suyo es que estuviera a
su derecha pero es que mi suegra, del derecho está como una tapia. A su derecha
pongo a Germán que es más callado y no le importa y así está la mamá con sus
dos niños. Yo me pondré junto a Carlos y a mi izquierda, Ramón. Así no se
pelean, porque estos dos se agarran cuando no es por el fútbol es por la política y
si no, por los vinos.

Asun Vasconcelos se queda pensando unos segundos y respinga aterrada.

- ¡Pero qué dices, Asun! Eso deja juntas a Marta y a Anita. ¡Madre mía, para qué
queremos más! Entre las dos son capaces de pegarle fuego a la casa. Quita,
quita. A ver, a ver. No, lo mejor va a ser poner a Ramón entre las dos y Germán
que se venga a mi lado. Eso, así está perfecto.
-
De pronto, la sonrisa de de Asun Vasconcelos, se funde en una mueca entre aburrida y
dispéptica. El recuerdo de veinte años comiendo frente a su hermano, sus bromitas y sus
patochadas, que vuelven en cuanto bebe dos copas, le arruga el ánimo.

- ¡Ni hablar! Ramón se queda en su sitio, y Marta en el suyo. Esa, con tal de
charlar le da igual que mi suegra la oiga o no. Germán, el pobre, no va a tener
más remedio que quedarse entre esas dos locas. ¡Qué le vamos a hacer!

Asun Vasconcelos coloca los cartelitos sobre los platos, delante de las servilletas,
dobladas como aprendió en el restaurante chino.

Suena la cerradura de la entrada. Por el pasillo, leve y gris como una pelusa, avanza su
suegra. Germán la sigue, arropándola con su corpachón.

Asun afila su mejor sonrisa:

- ¡Qué tal, mamá!.


- Pues ya ves, hija - susurra la viejecilla y se posa sobre el sofá.

Pasa un ángel.

Suena el timbre. Germán sale a abrir. Asun Vasconcelos siente a Anita, supone a
Carlos, ventea a Marta, acecha a Ramón. Compadece a Germán.

Como todos los años.


Alicia Wandelmer

FONDO DE CAJA

–Puedo entrar abuela.


–Sí cariño, pasa.
–¡Ahí va!, menuda colección, ¿me dejas verlos?
–¡Claro!, acércate.
–¡jo, abu! todos son diferentes, ¿eran tuyos?
– Algunos sí, otros son meros encuentros. Su historia ocurrió fuera de mi vida,
sólo la casualidad los puso en mi camino.
–Cuéntame la historia de alguno de los tuyos, anda.
–Elije, ¿por cuál empezamos?.
–Por ese grande de betas blancas.
–Tienes buen ojo, ese azul jaspeado que has elegido es muy valioso.
–Cuenta, cuenta.
–Pero,¿ tu no tenías muchos deberes?
–Los hago luego, ahora cuéntame por qué le tienes y porqué tienes todos los
demás, ¡menudo tesoro!
Habrás oído eso de que algunas mujeres tienen un fondo de armario ¿verdad?, bueno,
pues tu abuela Natalia tiene un fondo de caja. El marino que has elegido fue el primero
de ese fondo.
Cuando lo perdí, me asuste tanto, que intentaba disimular el ojal abierto apoyando los
libros contra mi pecho para que mi madre no descubriera su ausencia. Cuatro días
después de su falta, lo encontré en el ángulo interior izquierdo del quinto escalón entre
su descansillo y el mío. Luís, mi vecino y compañero de clase, debió arrancarlo sin
querer mientras nos besábamos y oímos el taconeo de mi madre que venía a abrir la
puerta de casa.

–Irene, los problemas. Deja de darle charla a tu abuela y ponte a estudiar.


–Sí hija, ahora se va, le he pedido yo que pasara.
–Natalia guiña un ojo a la nieta mientras cierra la puerta.
–Ahora pensará que te has ido, pero hoy sólo puedo contarte una historia más,
que tienes deberes que hacer.
–Vale, abuela.
–¿Cuál eliges ahora?
–Mira, ese de ahí.
–Te ha gustado el rojo pasión que tiene ¿verdad?
–Sí, abu, me gusta mucho ese color.
–Esta bien cariño, pero esta historia no se la puedes contar a nadie.
–Ni siquiera a mama.
–No, ni siquiera a tu madre.
–Es una historia de verano, de un verano que pasé en Italia.
–¿Tú has estado un verano completo en Italia, abu?
–Sí hija sí, pero deja de interrumpirme o no acabare nunca.
–Sigue, sigue.
–Llevaba en Roma tres semanas cuando decidí visitar Nápoles. Quería ver su
puerto y el Etna humeando delante de mis narices. Fui a la estación Termini , deje la
maleta grande en consigna y compre un billete en litera para el tren que salía a las
22,00 horas en dirección a Nápoles. El viaje, en aquellos trenes de carbonilla, era largo
y se hacía por la noche.

Estaba ya instalada en el compartimento cuando entro él. Dejo su sombrero


sobre el porta equipajes y salió con la maleta en la mano, enseguida regresó sin maleta,
con una camisa de cuadros, de lañador se llamaban, y unos vaqueros puestos. Dirigió
una mirada intranquila al sombrero y ya iba a recogerlo… cuando se apoyo sobre mis
hombros y me beso con afán. El inspector y dos caravinieri abrieron una pequeña
rendija, exclamaron un –¡perdón!–, y volvieron a cerrar la puerta.
–y, después, ¿tú no dijiste nada?.
–Qué impaciente eres querida.
Paso mucho tiempo antes de que el hombre dejara libre mis labios y, para entonces, yo
ya no deseaba que lo hiciera. Besaba suave y apasionadamente y, aunque al principio lo
que buscaba era callarme, no tendría que haber prolongado la caricia, sin embargo, lo
hizo.
Muchas estaciones después, puso su palma derecha sobre mi boca –no chillaras
cuando quite mi mano ¿verdad? –murmuro con dulzura.
–Y claro, no chillaste.
–No, no lo hice.
El resto del viaje fue muy rápido y, casi llegábamos a mi destino cuando me beso por
última vez y saltó del tren en marcha. Yo, me vestí un pantalón, no recuerdo de qué
color, y recogí del asiento ese botón rojo que cerraba la cintura de la falda que llevaba
puesta cuando subí al tren.
Cuando entré en el bar de la estación, para tomar un café, un cartel de busca y
captura de cuatro componentes de las Brigadas Rojas me devolvió su imagen de
intelectual y su sombrero.
–¡Qué historia tan romántica abuela!.
–Ahora vete a tu cuarto y haz los deberes.
–Hice los deberes ése y muchos días más hasta que una tarde, que había
discutido con Carlos, busqué a mi abuela y le pedí una nueva historia. Esa vez no elegí
yo el botón, fue ella la que escogió uno grande, marrón, de abrigo de caballero.
–Este botón lo encontré el día que nos conocimos.
–¡Ah!, ¿ ése no lo perdiste tu?.
–No cariño, con tu abuelo no lo perdí, lo encontré.
Tu abuela Natalia ya no era tan joven y había aprendido a valorar sus botones de cuatro
agujeros. Cuando lo vi en la acera me agache para recogerlo y al levantarme, con él en
la mano, el abuelo me miraba con su derecha extendida, mientras con la izquierda
sujetaba el abrigo por el ojal vacío.
Enseguida se dio cuenta de que yo deseaba el botón.
Nunca había encontrado otro como aquel y además me molestaba que su
propietario, con aquella mirada un poco burlona, me diera las gracias.
–No puedo quedarme sin esta pieza –pensé.
Cerré la mano –se me ha caído –dije con toda tranquilidad.
–¡Perdón! –exclamó, mientras sus ojos se fijaban en el verde de mi abrigo.
Separe los dedos y él recogió el botón, dejo un beso en mi palma y cerro nuevamente mi
puño.
Tu madre era una jovencita, como tu ahora, cuando el abuelo me confesó que
este botón que he elegido tampoco era suyo, que su abrigo aquel día era camel y esta
pieza de mi caja, ya lo ves, es marrón muy oscuro.
Fue la única vez que el abuelo se permitió un encuentro ladrón.

–¡Chicos1, ¡chicos!, están abriendo.


–No digas tonterías siempre estas soñando, con los años que tienes y sigues
igual de iluso, rojo más que rojo.
–Pero qué desagradable te has vuelto con la edad. Claro que con ese tono azul
desteñido, ¡qué! se puede esperar.
–Calma muchachos, calma. No discutáis.
–Pero si es que es un soñador y no se da cuenta de que ya no estamos para
bromas, que hace mucho tiempo, demasiado diría yo, que nadie nos mira ni nos acaricia,
–Tienes razón, pero no todos reaccionamos de la misma manera ante su
ausencia, déjale soñar.
–Por mí que siga soñando pero que no moleste.
–Irene deja una rama de margaritas blancas en el vaso de la habitación de su
abuela, porque está sigue siendo la habitación de la abuela. Coge la caja y la vacía sobre
el mármol de la coqueta, separa los preferidos, abre la mano y los tres amores,
sorprendidos, ven brotar de su palma tan parecida a la que ellos conocen, una estela que
desprende el hermoso y nuevo botón.
–¡Es de plata! –exclama el viejo azul.
–Es de nácar –dice quedamente el rojo y lloran sus cuatro agujeros.
–Es de ella –asevera con firmeza el gran marrón, estremeciéndose de ternura.
Irene los contempla y deposita con los demás el nuevo botón de plata, nácar y
luz, el único adorno que cerraba siempre el cuello de la blusa de su abuela. Luego los
guarda todos en la caja y acariciando su vientre musita
–Si eres niña te llamare Natalia.
Federico Fayerman

MARINA

Es de noche. En la calle llueve con furia. Un rayo la ilumina durante un instante.


Hugo se aparta de la ventana y camina hacia su viejo sillón de cuero.
Entonces truena con fuerza.
Se sienta. A la izquierda, en una pequeña mesa reposa su cachimba. La coge, la carga y
la enciende con movimientos lentos y aprendidos. Siente el calor de la madera en su
mano y le invade el olor dulzón como a chocolate del tabaco picado. Da una calada
profunda y aprieta los dientes sobre la boquilla, dejando escapar el humo poco a poco.
A la derecha del sillón, en el suelo, dentro del revistero busca la novela que está leyendo
por enésima vez. La abre ayudándose del marca páginas y lee con la yema de sus dedos.
Hace más de una hora que se ha ido la luz y según la radio, gran parte de la ciudad está
a oscuras. El lo está desde los diez años y ya tiene cuarenta. Vive solo con su gato, sus
libros y sus tinieblas. También escribe relatos con lo que se gana la vida. Al rato deja la
novela en el revistero y coge la grabadora que se encuentra al lado. Después de
encenderla empieza a grabar: - La noche del apagón-. Hugo dicta a su grabadora cuando
escucha que llaman a la puerta. Se levanta y sale al pasillo. Pichi, su gato de angora
negro se aparta para que no le pise y camina detrás de él. Antes de abrir la puerta ya
sabe que es Marina. Recién duchada y perfumada. Dior. Su perfume favorito. Se lo
pone para él; Marina está parada en el rellano de la escalera, lleva una vela encendida en
una mano y una botella de vino empezada en la otra.
- Rioja del bueno – dice él. La atrae hacia sí. Marina tiene el pelo rubio y largo. Lleva
una bata con encajes sobre el camisón de seda azul claro que le regaló él. Debajo del
camisón cuarenta años de mujer bastante bien llevados.
-Me asusta la tormenta- dice, y Hugo la hace pasar.
Por el oscuro pasillo la empuja suavemente de la cintura. Pichi se restriega contra las
piernas de Marina y ronronea feliz. Entran en la cocina. La vela encendida proyecta sus
siluetas acrecidas sobre los muebles.

Hugo la apaga. – que tal si estamos en igualdad de condiciones -– dice - .Marina cierra
los ojos y dibuja en su mente un plano de la cocina Busca en la oscuridad la vitrina de
las copas, coge dos y tira otras dos que por fortuna no se rompen. Las coloca en la
encimera de granito al lado de la botella de vino. Hugo llena las copas y le pone una en
la mano. Brindan por el apagón.
Beben y después se besan. El le lame los labios; Vino y carmín, deliciosa combinación.
–¿Como llevas la novela? – pregunta ella.
–Atascada; desde anteayer solo he escrito dos líneas, pero no estaba pensando en eso
ahora – responde Hugo.
–Te espero donde tu ya sabes – y Marina siente que el se aleja como flotando en la
oscuridad. Trata de agarrarlo pero no lo encuentra. Se concentra y percibe el roce de las
zapatillas de Hugo al fondo del pasillo. Sale de la cocina y palpa la pared. Cuenta los
huecos de las puertas mientras avanza, uno, dos, un par de pasos más y gira a la
izquierda. Pichi bufa y sale huyendo. Acaba de pisarle el rabo.
–Lo siento – se disculpa Marina.
Por fin encuentra el dormitorio. Entra despacio con los brazos extendidos hasta que sus
piernas se topan con la cama. Las manos de Hugo la ayudan a tumbarse y a partir de ese
momento no existe la oscuridad. Sus cuerpos se mueven acordes. Conocen cada
centímetro de la anatomía del otro y sin embargo vuelven a explorarse como si fuera la
primera vez.
La ropa está ya en el suelo y ellos ruedan desnudos sobre la cama. Sus bocas se
conectan en la oscuridad inundada de silencios. En la calle ha dejado de llover y las
farolas vuelven a iluminarse poco a poco. Marina se estremece. Arropa a Hugo, se
levanta y sale del dormitorio. Al pasar por la salita, tenuemente iluminada por las
farolas de la calle, descubre a Pichi acurrucado en el sillón de cuero de Hugo. Vuelve al
dormitorio con las dos copas de vino y beben. Beben y hacen el amor sin encender la
luz. Cuando se duermen, la lluvia vuelve a caer, ahora monótona, y su apagado golpeteo
es como una nana que quiere custodiar su sueño-.
Hugo para la grabadora y la deja en la mesa. La calle sigue estando a oscuras y llueve a
mares. Enciende otra vez la pipa. Están llamando a la puerta. Se levanta y sale al pasillo.
Pichi, su gato de angora negro se aparta para que no le pise y camina detrás de él. Antes
de abrir la puerta ya sabe que es Marina…
Silvia Carpena

ALZHEIMER

Aquel día, cuando me desperté, me sentía raro. Miré a mi alrededor, pero todo
estaba tal y como lo había dejado al acostarme; así que decidí restarle importancia al
asunto.
Me levanté como cualquier otro día pero tuve que ir a desayunar sin mis
zapatillas, ya que, por más que las busqué, no pude encontrarlas. Seguro que mi mujer
las había metido a la lavadora antes de que yo me despertara. ¡Qué mujer la mía! Si no
fuera por ella, la casa estaría patas arriba… Si es que, además de ser comprensiva y
afable, es preciosa y tiene unos ojos color verde mar que te enamoran desde el primer
instante que la miras.
Bueno, como iba diciendo, desayuné y después me fui a dar un paseo por el
pueblo. Anduve por donde solía caminar todos los días: vi las granjas, el ayuntamiento
y también dediqué un poquito de mi tiempo a observar, de lejos, el pinar. Éste era un
lugar muy representativo del pueblo, puesto que se contaba que allí había vivido un
duendecillo que se encargaba de que reinara la felicidad en toda la comarca. Esta
leyenda la conocían de sobra mis nietos, ya que, siempre que estaban tristes, se la
contaba y con ella lograba que se volviera a dibujar una sonrisa en sus rostros…
Tan sumido estaba en mis pensamientos que, cuando quise volver a casa, me
perdí. Me hizo gracia ser tan despistado a veces. El caso es que, al final, unos hombres
vestidos de azul y con insignias amarillas me acompañaron. Al llegar, me sorprendí
bastante de que hubiera tantos desconocidos en mi casa pero supuse que se trataría de
algún miembro de la asociación a la que se había apuntado mi mujer. Yo no sé de qué
iba esa asociación, pero creo que a mi mujer le hacía feliz pertenecer a ella.
Sonreí a todos los que allí estaban y ellos me devolvieron la sonrisa con
amabilidad. Resultaba curioso que todos supieran cómo me llamaba e, incluso, que dos
de ellos me dijeran algo así como “tío Antonio”. ¡Qué bromistas! Seguro que era una
nueva moda de esas que inventan ahora. En fin, la velada transcurrió apacible pero yo
me tuve que ir temprano a dormir, ay que me encontraba muy cansado.
Los días siguientes, recuerdo que fueron extraños pues, cada vez venía más
gente desconocida a mi casa. Incluso recuerdo un día que me quedé afónico. Por más
que lo intenté, no pude pronunciar palabra. Ese día recuerdo que vi llorar a mi mujer.
¡Cuánto me hubiera gustado decirle que no se preocupara, que ya se me pasaría!
Aunque, bueno, todo hay que decirlo pero, al final, no sé por qué, pero no volví a
hablar.
De los demás días recuerdo muy poco. Sólo que un día me caí y me di un golpe
en la cabeza. Quizá sea por eso por lo que andaba tan atontado por la casa; como sin
saber a dónde dirigirme, como sin saber qué hacer…
Finalmente llegó un día en el que vinieron cuatro niños a mi casa. Eran
encantadores y se pasaron todo el tiempo dándome abrazos y contándome historias.
Recuerdo que me pidieron que les contara no se qué sobre un duende, pero tampoco me
salieron palabras para decirles que no sabía de qué me estaban hablando. Recuerdo que
les miraba y que ellos sonreían aunque, de vez en cuando, venía una mujer y se los
llevaba. A continuación, ella se sentaba a mi lado y también me contaba historias.
Siempre tenían que ver con un tal Antonio y eso me sorprendió, pero no dije nada. Y, a
veces, ella lloraba, pero a mí no se me ocurría nada para calmarla. Por eso me sentía mal
y entonces yo también me ponía a llorar.
Una de las personas que recuerdo era una mujer, pero más mayor que la otra.
Tenía unos ojos verdes muy bonitos y era muy hospitalaria conmigo. Me lavaba, me
daba de comer, me vestía… Y yo estaba maravillado por tanta dulzura. Me hubiera
encantado escribirle un poema pero, por más que lo intenté, no logré que mis manos
hicieran lo que yo quería. Eso me molestó bastante pero tampoco dije nada. Entonces
pensé para mis adentros que seguro que todo había sido un sueño y que, cuando
despertara, podría escribir de nuevo.
Sin embargo, no fue así. Además, un día, la mujer de los ojos verdes se fue y no
volvió. Recuerdo que me hubiera gustado confesarle que tenía unos ojos preciosos y, si
no fuera porque seguro que tenía marido, le hubiera pedido que se casara conmigo. Ésta
es una de las últimas cosas que recuerdo; quizá, incluso la única.
Celia Martínez Parra

LAS RAMAS DE LOS ÁRBOLES

Las ramas de los árboles cubrían el camino. Alberto, siguió andando por la ladera de
castaños, ya de color anaranjado.
El otoño, como a todos los amantes del bosque, siempre le pareció la estación más bella
por la extensa paleta de colores que ofrecía. Esta característica, convertido en un pintor
consagrado, sabía disfrutarla como pocos mortales.
El olor a tierra mojada le invadió, trayendo prendidos los recuerdos de su infancia feliz,
jugando con los compañeros de la escuela al pilla-pilla entre estos árboles que, por
aquel entonces, accedían a convertirse, de forma esporádica, en aguerridos enemigos
contra los cuales valía la pena desenvainar con fiereza las artesanales espadas.
Más tarde, estos mismos gigantes, serían cobijo y testigos mudos de aquellos primeros
encuentros prohibidos de juventud, ahora tan lejana, pero que sentía viva y palpitante,
en una capa interna pegada a su piel curtida.
Aunque querría evitarlo, este aroma también le rescata, con increíble nitidez, la
amargura y la rabia que bombeaba su corazón, la última vez que recorrió este mismo
sendero, pero en sentido contrario, hace ahora treinta y cinco años.
Juró no volver y, encabezonado, casi lo consigue poniendo para ello mucha tierra de por
medio. Más ayer, el escueto mensaje recibido en el buzón de voz de su móvil, le hizo
olvidar su promesa y así disfrutar del bálsamo reconfortante que supone renunciar a
nuestro ego.
FIN
Concha García de los Arcos

SUR AL NORTE

En mi ciudad, allá donde el Sur se hace Norte, todos los días el Sol se sumerge
lentamente en las aguas del mar, como una doncella temerosa y púdica, su amarilla y
roja cabellera desplegada al infinito tiñe el azul de violetas, naranjas y verdes en una
orgía de sensaciones que paralizan el pensamiento y solo permiten sentir.
Destellos y colores explosionan en un telón de fondo donde las gaviotas, saetas certeras,
horadan las ondas presurosas por agotar las últimas claridades.

La lenta caída del día, el avance del oscuro oriente apoderándose despacioso del
infinito, el encendido de las estrellas y de los faros, presencia protectora de los sueños
de infancia.

Espectáculo irrepetible y repetido. Regalo gratuito que creíamos inamovible de nuestra


cotidianeidad y sin embargo…

Hoy, tan lejos.


Jacinto Gil

DULCE Y BREVE

Ya tenía ganas de salir de casa. Los últimos días los pasé muy excitada. Veía
regresar a mis hermanas mayores, tan guapas y elegantes luciendo colores discretos.
Entre correría y correría no paraban de relatar maravillas del mundo exterior. Hasta ese
momento me habían tratado muy bien. Crecí siendo un bebé gordo y blandito, de piel
blanca, como todos, y me habían atiborrado de papillas dulces para que me criara sana y
vigorosa. ¡Qué bonita era esa guardería! Cada una de nosotras en su cuna, todas iguales
y perfectamente ordenadas para aprovechar por completo el espacio. Me transformé y
fortalecí las extremidades. Estaba deseando ejercitarlas.
Corrí a la puerta. El punto de luz que servía de guía para encontrarla se iba
ensanchando a medida que me acercaba. Ya no era un punto, sino una ventana más
grande que yo. Aunque me habían descrito con gestos lo que me encontraría más allá,
no alcanzaba a imaginarlo. Llegué al umbral, miré y el paisaje no tenía fin. El horizonte
retrocedía según elevaba la vista desde el suelo y se adaptaba a la claridad y a la
distancia. Enfoqué el cielo, todo transparente y decorado con brochazos blancos
circulares. Me agaché un poco, tomé impulso y ¡allá voy!
Debería explorar, conocer el terreno antes de empezar a trabajar. O no. Era tan
amplio que nunca terminaría. Sería mejor avanzar al azar, que cada nuevo recodo
supiera a descubrimiento. Me habían dicho que, una vez fuera, me dejara guiar por mi
instinto, la voz de mis genes o como quiera que se llame lo que me ordene la naturaleza.
Llegué hasta un árbol próximo, subí a lo más alto y me detuve a extasiarme con la
excusa de decidir hacia dónde ir. Comencé a fijarme con detalle para poder elegir.
Inmediatamente delante surgía un prado verde, llano, plagado de plantas tiesas, esbeltas,
ordenadas, como soldados en formación abigarrada. A su izquierda un huerto de árboles
con las ramas cubiertas de flores, tantas que formaban un bosque rosa. Detrás de todo
ello empezaba un cerro poblado de criaturas variadas: hierbas de diversas alturas,
arbustos y algunos árboles.

Algo me dijo que mi destino estaba entre las flores. Pasé deprisa sobre el
sembrado. Adelanté a un labrador que avanzaba a ritmo fijo, dando zancadas lentas pero
largas; llevaba un bolso colgado de un hombro. A cada paso metía la otra mano en el
bolso y apretaba un puñado de granos grises; al siguiente paso los lanzaba
esparciéndolos. Él tenía que trabajar, esperar y después seguir trabajando para conseguir
alimentos.
La llegada al huerto supuso una maravilla. Había un universo de flores, más que
estrellas y mucho más bonitas, con las puntas de los pétalos redondeadas y curvadas en
forma de beso. Eran tantas que se amacollaban para caber en las ramas. Me atraían con
su color rosa pálido, como un desmayo que provoca ternura, pero cuando estuve más
cerca descubrí su arma final, un aroma delicado y profundo a la vez que colmaba los
sentidos. Imposible acudir a todas a la vez. Aterricé en la primera y absorbí el néctar del
fondo de la corola. Fue como descubrir el significado de la vida. Me produjo tanta
adicción como una droga y más placer que el éxito supremo.
¡Qué festín! Era un maná abundantísimo que estaba allí y no necesitaba esperar
su caída del cielo. Pronto empecé a notar sutiles diferencias de sabor. Unas flores
contenían un néctar más fino, otros eran más dulces y algunos llegaban a ser
empalagosos. Me sentía como un catador con varias bodegas y añadas a su disposición.
Pronto advertí que mi cuerpo se cubría de brillos dorados. No solo me ofrecían
manjares, sino que también me engalanaban.
Volví a la colmena tan llena que regurgité con gusto en los almacenes la jalea
transmutada en ambrosía. Era una modesta aportación a la opulencia familiar y me
permitía regresar de inmediato a disfrutar del mundo y sus obsequios.
Así pasé algunos días, sin variar el recorrido. En los árboles aprendí que el
néctar más sabroso era el de las flores más alejadas del tronco, brotadas al borde de los
cortes dados en la poda. Mi curiosidad juvenil me hacía descubrir rarezas en lo que
quizás solo fueran meras disparidades. Una vez encontré un individuo extraño pegado a
la madera, con la piel tan dura como una armadura y enrollada en vueltas y más vueltas
sobre sí misma. El pobre tenía que haberse descoyuntado el cuerpo al retorcérsele la
piel. Sentí tanta pena que me paré a ofrecerle ayuda. Tras mucho insistir abrió el
opérculo que sellaba su boca y me dijo que le dejase dormir. Se pasaba media vida en su
encierro voluntario y solo saldría a arrastrarse cuando los árboles tuviesen hojas. ¡Qué
desperdicio de vida!, a rastras o en sueños y siempre encorvado.
El cielo no permitía que cayera en el tedio. Cada jornada ofrecía un aspecto
diferente cambiando la luminosidad y el calidoscopio de las nubes. Un día que
amaneció con remolinos de viento, pronto acallados por el bombardeo de la lluvia, nos
quedamos todas en casa contándonos nuestras aventuras. Las hermanas de más edad
narraron lo que habían oído a sus cuidadoras cuando eran pequeñas. Les describieron un
largo período de frío y oscuridad que hubieron de pasar encerradas. Me costaba creerlo.
El mundo que yo conocía era tan bonito que esa historia sonaba a cuento de terror para
asustar a los niños.
La mañana siguiente despuntó radiante. Un sol millonario se asomó sobre el
horizonte a alumbrar el aire purificado por la lluvia y el viento. Las piedras lucían su
lustre más genuino. La hierba ofrecía unos tonos verdes variados, libres de la pátina del
polvo. La humedad del ambiente ablandaba las imágenes; ahora todo era tierno y
flexible. El río que corría cerca iba crecido y llegaba el rumor de la corriente. El huerto
en el que yo tanto había disfrutado presentaba un aspecto muy cambiado. Las flores
habían perdido casi todos los pétalos, no emitían olor y no quedaba nada de néctar. El
rosa dominante había cedido ante el empuje verde de los tiernos brotes recién
eclosionados. Llegué hasta el río, que corría turbio invadiendo las orillas. Decidí visitar
el cerro. Mi experiencia tenía que servirme para hacer fortuna en ese terreno diferente.
Subiendo la cuesta, cada breve trecho era una sorpresa. Si los frutales me habían
cautivado por su abundancia, esta flora silvestre lo hacía por su diversidad. Enseguida
encontré flores violetas que no se veían de lejos por ser pequeñas y estar próximas al
suelo. También encerraban un pequeño sorbo de zumo, pero éste tenía una pizca de
acidez que excitaba las papilas y alegraba el carácter. A ese nivel podía ver a mis primas
oscuras de cabeza gorda que iban y venían casi en fila. Ellas sí que trabajaban, con
orden, en equipo, sin un momento de respiro. No echarían de menos divisar el paisaje
desde lo alto, porque a ese ritmo frenético no se habrían distraído de su tarea aunque
pudieran elevarse. Su afán era frío y maquinal, vigilado por centinelas de mandíbulas
grandes apostados en cada esquina. Tanto control y protección no les permitiría
encontrar agrado ni emoción en lo que hacían.
Recorrí la misma zona varios días. Subía a los matorrales, esquivaba los arbustos
y me agachaba hasta casi ras del suelo. Siempre encontraba donde libar, como si las
plantas compitieran en generosidad. Un momento que me paré a descansar sobre una
piedra, apareció un monstruo acorazado, negro, con patas de alabardero. Parecía
divertirse con una pelota más grande que él a la que hacía rodar. Le pregunté si yo
también podía jugar y me dijo que con las cosas de comer no se juega. ¿Comer?, pero si
hasta olía mal. ¡Cómo podía gustarle esa bazofia habiendo un mundo lleno de azúcar!
La siguiente vez que hubo que quedarse en casa mientras la lluvia renovaba el
decorado, descubrí muchas caras nuevas. Yo estaba entre quienes contábamos las
historias más antiguas porque faltaban las veteranas. Deduje que habían dejado sitio a la
nueva generación. Yo también terminaría por desaparecer para que otras tuvieran
ocasión de disfrutar mi experiencia.
Salí dos días después con la ilusión de encontrar novedades. Esa misma
intención debía guiar a unos seres de otra dimensión; grandes como nubes, pero más
blancas porque acababan de pasar por la peluquería. Estaban dispersas en grupos de tres
en tres o de cuatro en cuatro, en tal cantidad que ocupaban todo el cerro y sonaban más
allá de la cima. Muchas se habían colgado un campanillo del cuello que al agitarlo
imitaba un zumbido que sus gargantas no eran capaces de emitir. Se dedicaban a segar
la hierba a ras del suelo con sus dientes y la engullían, con flores y todo. Pero no tenían
libertad para ir a donde quisieran. Un animal más pequeño con flequillo y orejas caídas
correteaba por los alrededores y advertía con sonoros gritos a las más inquietas que no
se alejasen demasiado. A quien no vi al principio fue a un hombre sentado en la linde
entre el ya espigado sembrado y el terreno silvestre. Con un largo bastón apoyado entre
sus piernas parecía filosofar. Filósofo de la abulia que se perdía las lecciones de la
experiencia. Estaban acabando con la primera capa de flores. Afortunadamente salieron
al rescate los arbustos pringosos a los que no se acercaban. El gesto de estos nuevos
donantes fue extraordinario. Obsequiaban las flores más grandes halladas hasta ahora.
Eran casi planas, blancas con algunos lunares negros y el corazón amarillo. Una pista de
aterrizaje excelente para mis dotes de aviador que empezaban a fallar. Ya no era capaz
de calcular bien las distancias ni podía maniobrar con la agilidad de antes.
Hice muchos viajes entre la mancha de arbustos y el hogar. Me llevaba conmigo
el olor agreste a resina. Al final las fuerzas me fallaban y tenía que esperar una brisa que
me empujase en la dirección que quería tomar. Si el viento cambiaba, iba hasta el río en
vez de al cerro. Lo que nunca imaginé es que sobre el agua también hubiera flores, pero
allí estaban. Un charco con el agua en reposo retenida por una roca larga y tersa estaba
cubierto por un entramado de flores lechosas y sus largos pedúnculos. Entre la malla
flotante asomaban parejas de ojos saltones que no se atrevían a mirar más allá de ras del
agua. El néctar de estas flores estaba aguado, algo que mi estómago agradecía incapaz
ya de aguantar los sabores fuertes. El problema era el gran esfuerzo que me costaba
despegar hacia arriba. El único consuelo era el guiño de envidia que me parecía percibir
en los grandes ojos pegados al agua.
Ya he experimentado todas las vivencias. No me quedan fuerzas para seguir
trajinando ni creo que me falte nada por conocer. Ha llegado la hora de dejar sitio a
otras hermanas más jóvenes que se deleiten de los aromas, colores y dulzores como lo
he hecho yo. Me gustaría quedar suspendida en el aire, contemplar la evolución del
paisaje sin mover un ala. ¡Oh!, la providencia me ha escuchado y ha colocado estos
hilos invisibles que me sostienen. Es un lugar ideal para permanecer inmóvil como hace
ese bicharraco de cuatro pares de patas que yace cabeza abajo. Cerraré los ojos y me
quedaré aquí para siempre.
Si alguna vez me reencarnara, quisiera volver a nacer abeja.
RESEÑAS
Milagros Salvador

DOS MINUTOS Y MEDIO

Título: Dos minutos y medio


Autora: Reyes Cáceres
Género: Poesía
Editorial: Verbum

Como digo en el prólogo, Dos minutos y medio, el título que la autora ha


elegido, para este libro, es rotundo y sugerente, dos cualidades que lo adornan, y digo
sugerente, porque “dos minutos y medio” sugiere muchas cosas, un breve plazo de la
vida que quiere rescatar la poeta, la referencia a un tiempo que se espera, o la
intensidad de un tiempo corto que se ha vivido, unido a un recuerdo, a la memoria, y
puede ser también un motivo para hacer del tiempo el protagonista del libro. Y así lo
encontramos entre sus páginas, descubriendo que se va desgranando entre sus versos.

Ya desde la portada emerge el tiempo con una imagen de reloj de sol, y su


expresiva leyenda que dice: “Señalo las horas buenas”.

El tiempo ha sido el eje trasversal de la existencia del hombre, es decir de todos


nosotros, el espacio vital inevitable, y ha aparecido en todas las épocas, aunque su
expresión se haya adaptado a cánones distintos, tema que en este caso, la autora ha
abordado con pasión y oficio.
Poesía y tiempo, unidos en este libro en el que la autora muestra la intensidad
poética y la emoción que se exige a la buena poesía, hasta llegar a conmovernos.

El primer poema es el que da título al libro, y también nos da algunas claves para
su interpretación:

“…dos minutos y medio.


Apriétalos con ansia,
como atrapas el día o la noche,
para que no se escapen.”

El día y la noche, es decir la vida entera. Como si la fuerza de retener fuese


suficiente para que la vida no pasase a ser memoria.

Las imágenes van aflorando en el libro, y digo aflorando, porque se van


asomando desde el filón poético a la superficie del poema, recogidas al amparo del
ritmo que exigen los versos.
Reyes Cáceres ha escogido un lenguaje cuidado, preciso, lírico y transparente,
para que fluya el poema con facilidad, con aparente facilidad porque la idea y la
emoción que quiere comunicar es demasiado importante para la poeta y no puede
dejarse sólo al vaivén del lenguaje puramente estético.

Un acierto que quiero destacar es la relevancia de los primeros versos, que son
los que introducen y motivan nuestra curiosidad, es la responsabilidad del primer verso,
el que asume despertar nuestro Interés y continuar la lectura. “La noche se esconde de
la noche…”, “El mar no caduca aunque su imagen…”, o “Volví la cabeza”…, son sólo
unos ejemplos.

Otro acierto es el uso que hace de los adjetivos, demostrándonos la combinación


de los recursos lingüísticos de la autora. Y como ejemplo “blanco lunar” o “piel
agazapada”, que hacen asumir el nombre de manera distinta.

En la segunda parte del poemario los poemas se personalizan más, y los


pronombres personales adquieren una mayor relevancia y una entidad propia, que añade
acento a su lírica.

Lirismo inteligente de un interesante poemario, cuyo título no deberá engañar al


lector, Dos minutos y medio, ya que necesitará leerlo con tiempo para disfrutarlo, por lo
que felicito a la autora y a los lectores que se acerquen a sus poemas.
Alberto Campos
CUENTOS HISTÓRICOS DEL PUEBLO
AFRICANO

Título: Cuentos históricos del pueblo africano


Autor: Johari Gautier Carmona
Género: Narrativa
Editorial: Almuzara
Páginas: 144
Algunos libros llegan a sus lectores de la forma la más insólita. El caso de
“Cuentos históricos del pueblo africano” de Johari Gautier Carmona (Ed. Almuzara,
2010) es uno de esos casos que me place contar en esta reseña porque ilustra la sorpresa
que he sentido al abrirlo y leerlo. Lo hallé en la librería a la que suelo ir habitualmente
junto con muchos otros libros que hablan de África, la retratan y le dan vida en nuestro
imaginario empleando todo lujo de imágenes de safari, animales exóticos, fusiles,
extensiones infinitas de tierra desértica y las típicas historias de amor en tiempos de
colones despiadados con sentimientos nostálgicos. Me pareció interesante el título:
Cuentos históricos del pueblo africano. Era evidente que aquí no se hablaba del
continente negro como fin lúdico o morboso sino de una aproximación a su gente, así
por lo menos lo entendí yo, y eso me fue confirmado al leer las citas que aparecen en su
interior. Una de ellas me marcó especialmente: “La educación es el arma más poderosa
que puedes usar para cambiar el mundo” de Nelson Mandela. Claramente, esta obra no
es un simple divertimiento literario o una ficción previsible y aburrida de un autor que
desea seguir los pasos de innumerables escritores exploradores de lugares ya mil veces
descubiertos por los africanos. Todo lo contrario.
La compra del libro se antepuso a los muchos otros que batallaban por un
espacio vital en la estantería de por sí saturada y, ya sentado con la calma que impone el
interior de mi casa, reposado sobre mi sofá aterciopelado, descubrí que la obra del autor
franco-español albergaba mucho más que cuentos de una calidad incontestable.
Representa un viaje al África humana y profunda, al continente que siempre hemos
tenido a la vista y que pocos autores han descubierto por falta de sensibilidad e interés.
Puede resultar algo sorprendente lo que plasmo en estas líneas pero Johari Gautier es un
escritor explorador que ha sabido descubrir y presentar al pueblo africano bajo otra luz,
describir su orgullo, sus encantos, su historia, y lo ha hecho porque se siente ligado a él
por algo más que la necesidad de observar su riqueza material. Su deseo de sentir esa
humanidad es notable. Son pocas las obras que rezuman tanta belleza estética y tanta
profundidad humana.
El escritor describe con 18 relatos muy interesantes y entretenidos varios
momentos claves de la historia africana, partiendo de la época de los egipcios para
llegar al movimiento de los derechos civiles de los afro-americanos en la América del
tan querido Barack Obama. Este viaje nos hace pasar por el imperio de Axum en
Etiopía, el Imperio de Malí de Sundiata Keita, el pueblo de los Lebous en Senegal, el
imperio Songhai, los Ashanti y los fanti, el pueblo zulú y, más adelante, la
conmovedora experiencia de los africanos desplazados a la fuerza a consecuencia de la
trata negrera. Cada uno de los relatos divulga una imagen nueva y sentimientos
encontrados, una sensación de poderío y de dolor, de voluntad y fatalidad.
Rápidamente, me di cuenta que iba a dedicar más horas de lo habitual al sofá de
terciopelo y eso se debía a que la obra me había seducido por completo.
Más que una lectura fascinante, “Cuentos históricos del pueblo africano” es una
obra que uno aconseja a un hijo, una mujer, un amigo, un viajero o, incluso, un
desconocido para que sienta algo nuevo y entienda el verdadero poder de un cuento.
Con esta obra, he podido comprobar que la literatura de viaje también puede transportar
a otros tiempos y a otras humanidades y que todas ellas son maravillosas. Espero leer
algo más de este autor que, sin duda, nos hace más cercano del continente africano.
Marcos Callau Vicente

“EL BESO”: Microrrelatos cinéfilos

Título: El Beso (Microrrelatos sobre el Cine)


Autor: Libro colectivo
Género: Narrativa
Editorial: Ediciones Cardeñoso - Colección Raíces de Papel- Narrativa
Páginas : 100

El primer Certamen de Microrrelatos sobre El Cine ARVIKIS-DRAGONFLY,


organizado por “Raíces de Papel”, ha originado una estupenda colección de relatos
muy breves en los que, en lo limitado de su corto espacio, los autores han dejado
muestras de su innegable cinefilia y el buen gusto por el mundo del celuloide. No podía
ser de otra forma, pues la primera base sobre la que se cimienta el arte cinematográfico
es la literatura, así que de las raíces de papel precisamente beben las mejores películas
de la historia, muchas de ellas basadas en previa obra literaria. Desde la excelente
portada, el acertado prólogo de Javier Bueno, lleno de nostalgia y añoranza por los
tiempos pasados, hasta el último relato titulado muy acertadamente “Última función” el
lector se convierte en el espectador casual de 43 cortos cinematográficos narrados en 43
microrrelatos. De estos textos se puede extraer la añoranza por los cines cerrados y casi
olvidados. Los que antes ocupaban un lugar privilegiado en la principal avenida de la
ciudad y hoy se han convertido en un tristísimo establecimiento de comida rápida. La
nostalgia por el cine clásico, el blanco y negro, por esas historias que hoy parecen no
contarse ya. La vida dentro de una auténtica sala de cine, las “manitas”, el acomodador,
la taquillera, las palomitas, el brazo por encima del hombro, las primeras caricias y el
primer beso, el beso, o ese beso que nunca se dio y, en definitiva, quizá por eso no había
mejor forma de titular este libro: “El Beso”. La antología se titula de la misma manera
que el relato ganador que inaugura el libro, escrito por Silvia Carpena Sáez. Con “El
beso” Silvia nos sumerge en el rodaje de una película con un estilo decididamente
cinematográfico, una historia romántica de un momento tan fugaz como resulta el
relato, y con un final impactante en el que el lector casi puede visualizar el letrero “The
End”, escrito a la manera clásica. No sé cómo lo leerán ustedes pero yo confieso que lo
hice en blanco y negro. Al magnífico relato ganador le sigue la mención de honor de
Eugenio Rey Huertas, titulada “Corazones solitarios”. En este microrrelato, cuyo título
ya nos remite inevitablemente a un cuento de celuloide, Eugenio nos cuenta una historia
insólita en el interior de una antigua sala de cine, con una consecuencia absolutamente
fascinante. La segunda mención de honor fue para José Daniel Palma Llera quien
ofrece en su “The byrds” una visión alternativa, cruda pero quizá no tan alejada a la
realidad, de sir Alfred Hitchcock, un auténtico homenaje a uno de las mayores figuras
que nos dejó el cine. Así podría estar todo el tiempo describiendo los pequeños
fotogramas que se nos ofrecen, uno a uno, como pequeñas películas editadas en un libro
verdaderamente imprescindible para todo cinéfilo, y en definitiva, para todo amante del
relato breve. Pero mejor será que lo descubra el lector y opine por sí mismo porque
sencillamente, creo que vale la pena cambiar una sesión de cine "palomitera" por un
ratito de lectura en el que, además, vamos a poder disfrutar muchas más historias que en
una sola película. Para mí es todo un honor, no sólo participar en el libro, sino también
realizar esta reseña. Sin más preámbulos, señor lector, ¡comienza la función!.
Desconecten los teléfonos móviles.

THE END
LA MIRADA DEL BOSQUE

Título: La mirada del bosque


Autor: Chesús Yuste
Género: Novela
Editorial: Paréntesis

Si juntamos en un libro la pasión por Irlanda, el género negro y el gusto por el


buen cine, el resultado que obtenemos es la novela que Chesús Yuste presentó el pasado
día 26 de noviembre en La Casa del libro de Madrid, “La mirada del bosque”. Lo
primero que llamó mi atención de esta novela fue el poderoso carácter cinematográfico
que la rodea desde el mismo comienzo (“Era una soleada mañana de junio. A la Sra.
Murphy le extrañó que la oficina de correos no hubiera abierto a su hora. Emily solía
ser puntual.”) hasta su inesperado final, pasando por todas esas escenas cuidadosamente
descritas. Y hablo de escenas y lo hago conscientemente porque, en mi opinión, se trata
efectivamente de que el lector no navegue por fríos capítulos donde se vayan
sucediendo los diálogos entre los distintos personajes. Más bien el lector se convierte en
espectador y fácilmente puede visualizar cada paisaje, cada personaje, cada escena,
desde diferentes planos de cámara como si de una película se tratara. Si nos movemos
en el plano cinematográfico al hablar de “La mirada del bosque” es de obligado
cumplimiento citar el claro homenaje que el autor rinde a John Ford y a su película “El
hombre tranquilo”, en un pasaje donde se recuerda claramente la llegada de Sean
Thornton (John Wayne) a la estación de Innisfree. Pero dejando un poco de lado el cine
es necesario decir que “La mirada del bosque” es una novela de intriga que sucede en
Ballydungael, un imaginario pueblo del condado de Donegal, donde tiene lugar el
primer crimen en setenta años, todo un acontecimiento para el pueblo. A partir de
entonces somos testigos de una investigación llevada a cabo por diferentes personajes
del pueblo que se reúnen todos los miércoles para cenar y discutir el caso. Pero a la vez,
el autor deja espacio para que el lector realice sus propias pesquisas, investigue y
comience a evaluar sus sospechosos habituales.

Por último me gustaría hablar de la banda sonora que, como en toda película,
existe también en “La mirada del bosque” y contribuye a reforzar ese ambiente mágico
de un pequeño pueblo de Irlanda y de sus bosques que, dicho sea de paso, juegan aquí
un papel definitivo en el descubrimiento del asesino, como si la vegetación fuera un
personaje más. Una novela dinámica, intrigante, divertida y muy ágil que deja al lector
con muy buen sabor de boca.

Como añadido es necesario decir de Chesús Yuste que es el creador del blog
“Innisfree” (innisfree1916.wordpress.com), que se ha convertido en todo un referente
para los apasionados de las tierras irlandesas en España y en todo el mundo. De hecho la
revista “Lonely Planet”, en su número monográfico de Irlanda de marzo de 2009, lo
califica como “el blog en español más completo sobre Irlanda” y lo incluye en la “guía
práctica” para quienes quieran visitar Irlanda. Suficientes datos como para que
imaginemos que Chesús es el más indicado para situar una novela y ambientarla en
Irlanda. Como él mismo diría, espero que disfruten de la novela y Sláínte!
Carmen Silva

TIEMPO SIN EDAD

Título: Tiempo sin edad


Autora: Maria del Carmen Gracia Abad
Género: Poesía
Editorial: Tintaviva

“Tiempo sin edad” es el tercer poemario de María Carmen Gracia Abad, May para los
íntimos. Conozco la forma de versificar de esta escritora desde que publicó, el primero
de sus poemarios “Siempre”, un libro espontáneo, sincero, donde la poetisa se enfrenta
sola a sus sentimientos. Después May Gracia va creciendo en estructura, en
profundidad y en estilo, empieza a buscar maestros, porque María Carmen Gracia Abad
lee mucho y tiene siempre la mente abierta para crear, es de esos poetas que captan la
sensibilidad y la insensibilidad que la rodea sin preguntar a nadie, ella mira y entiende,
tal vez sea esa la primera cualidad necesaria para enfrentarse a la poesía, comprender
nuestro entorno separándolo del sentir general. Los poetas ven el mundo de diferente
manera al resto de los mortales. En el libro que hoy analizamos, la autora derrocha
perfección y maestría en el análisis, porque eso es “Tiempo sin Edad” un recorrido por
los diferentes mundos que nos acosan. Setenta poemas cortos describen el mundo
oculto de nuestra poetisa. Existen versos desgarradores donde su buen hacer se erige
en acusadora del brutal atentado del 11M, con imágenes perfectas.
Sin desazón ni huidas/ sin gemidos y brumas/ el perro se ha marchado/ y el jazmín no
florece.
Pocas páginas después la autora se hace así misma una petición. Duda de una verdad
tangible, duda de que sus versos puedan encuadrarse en el visionario mundo de los
poetas, y es aquí donde Carmen Gracia supera el doctorado poético cum laude donde
deja de buscar maestros para crear estilo propio para depositar con humildad sus
palabras.
Si me admiten/ habré bebido la copa más dulce/ SER UNO DE ELLOS / es lo que
quiero.
“Tiempo sin edad” es un conjunto armónico de verso libre, verso blanco y sonetos, tal
vez por ellos su lectura no resulte farragosa, sino ágil, porque la autora salta de estilo y
de contenido del verso sin guardar una lógica de estructura, el amor, el desamor y el
sueño se mezclan con las letras de canciones y con sonetos de perfecta construcción.
Los temas, aunque con predominio del amor, son variados; dedica poemas a las
catedrales y a los amigos con la misma naturalidad porque los paisajes son también sus
amigos, porque lo mismo rememora los viajes exóticos para consultar metafóricamente
el desaparecido oráculo de Delfos que escribirle sonetos a Córdoba y su mezquita.
Debo resaltar, tal vez porque me haya tocado la fibra sensible, el soneto dedicado a
Tintaviva. Escribir a personas tal vez sea un cometido fácil, escribir a localidades tiene
un gran potencial de inspiración, pero escribirle a Tintaviva que es algo tan nuestro tan
incomprensible para el lector que la desconoce, como son la mayor parte de los lectores,
que hacerlo constituye una verdadera hazaña, algo a lo que May Gracia empieza a
acostumbrarnos y que esperamos que en su cuarto poemario, que pronto verá la luz, nos
llene de asombro.
Lola Vicente

POÉTICA DE LA ERRANCIA

Título: Poética de la errancia


Autor: Enrique Viloria
Género: Homenaje al poeta José López Rueda
Cuando se andan cumpliendo años y se rebasan los ochenta, seguramente el
corazón humano anda bastante ligero de inmoderaciones y sin embargo resulta más
capaz de asumir las cuestiones más arduas o penosas, y sujetarlas en sus entretelas con
sobriedad. Es decir que a mayor edad, más libertad y mayor capacidad. Pues esto
considero sucede con el profesor López Rueda, que sus facultades han ido aumentando
hasta límites mayúsculos que son precisamente los que redondean el incuestionable
valor de su obra.
Y así probablemente lo ha entendido quien ha realizado un estudio sobre sus
poemas: Poética de la errancia, Enrique Viloria Vera y lo hace público para mejor dar a
conocer al poeta, para difundir la justa precisión de su palabra, la grandeza
trascendental de sus afirmaciones y la belleza desnuda que desata con poderosas
metáforas a veces referidas a la naturaleza, como podemos ver en el soneto de Los hijos
del sol, que comienza así:

Donde esconden los cóndores su nido


y tiene el absoluto firmamento
su palacio de cumbres y de viento,
donde canta el silencio en los oídos...

El profesor de la universidad metropolitana de Caracas, Enrique Viloria Vera, ha


llevado a cabo la edición de la obra: Poética de la errancia, para rendir un homenaje a
José López Rueda, al cumplir los ochenta años de edad, y nos acerca al poeta y al
hombre, a través de una Antología mínima del propio autor y de los consideraciones que
expresan sus propios amigos como son los recuerdos que de él refieren Medardo Fraile
y Joaquín Marta Sosa, este último recientemente nombrado Académico de la lengua en
Venezuela; y la presentación de Cristian Álvarez, además de otras notas bibliográficas.
Así mismo lo que el propio Enrique Viloria Vera nos relata en su amplia
introducción y va señalando con diferentes citas a poemas, las más idóneos para
presentar las errancias de su autor, desde la americana, que tuvo treinta años de
duración, hasta la asiática, y de aquellas otras más íntimas o filosóficas, que lo
conducen por diversos continentes hasta su regreso a Madrid.
Las citas de los poemas que Enrique Viloria va comentando, nos presentan con
claridad meridiana, el quehacer a través de las errancias, de José López Rueda y estos
poemas acaban por desatar en el lector las sensaciones más dichosas y suscitan la
correspondencia, como significa José Lupiáñez en la revista nº 10 de Pliegos de
Alborán, al escritor de largo aliento, épico y visionario, promiscuo y rebelde, raro y
exótico, que apresa el misterio fácilmente en sus alejandrinos y endecasílabos y que nos
seduce con fulgurantes estampas andinas o misteriosas escenas orientales.
Pues en Madrid reside D. José López Rueda, junto a su familia y a sus muchos
amigos, al resguardo del reconocimiento de su intelectualidad, el recuerdo de sus
honorables épocas docentes y por siempre querido y respetado.
Juan Calderón Matador

DE CAPITAL PECADO
O LA GRACIA DE PECAR

Título: De capital pecado o la gracia de pecar


Autora: Julia Gallo Sanz
Género: Poesía
Editorial: Ediciones Cardeñoso - Colección Breviarios Raíces de Papel
Páginas: 20
"De Capital Pecado o la gracia de Pecar" es un ramillete de nueve poemas,
enmarcados dentro de las reglas de la décima espinela, tratados en tono satírico a partir
de los pecados capitales, así nos ofrece la autora su particular visión de Soberbia,
Avaricia, Lujuria, Ira, Gula, Pereza y Envidia. Estos magníficos poemas, acertados
retratos diría yo, se convierten en espejos acusadores al asomarnos a ellos, pero Julia
consigue conducirnos por las veredas de la sonrisa, para aliviarnos el mal trago de ver
reflejadas nuestras propias debilidades. Y es que la sátira, y hasta el humor un tanto
cáustico son las señas de identidad de este mini poemario, que además se convierte en
obra de arte paralela, pues haciendo uso de su doble faceta, poeta y pintora, ha ilustrado
cada una de las décimas con unos dibujos que no desmerecen a los versos, sino que le
añaden el poder de la imagen, para que no haya ninguna posibilidad de distorsionar el
significado de sus palabras. Si tuviese que resaltar alguna de estas ilustraciones sin duda
me decantaría por las correspondientes a la avaricia y a la ira, dos espléndidos dibujos
dentro de un conjunto excelente.
EL QUE SILBA ENTRE LAS CAÑAS

Título: El que silba entre las cañas


Autor: Blas Muñoz Pizarro
Género: Poesía
Editorial: Ediciones Cardeñoso -Colección Raíces de Papel-Poesía
Páginas: 59

En "El que silba entre las cañas", poemario ganador en la segunda edición del
certamen de poesía Raíces de Papel "Poeta Juan Calderón Matador, encontramos un
conjunto de 47 poemas, minimalistas, sugerentes, que esconden mucho más de lo que
muestran, el mejor envoltorio posible para la propia existencia del autor. Blas nos ofrece
una bellísima imagen del tiempo de la escritura, y de otros muchos tiempos, a los que
dota del poder del silbido, un silbido que hace mecer muy sutilmente el cañaveral de la
vida. En esa recreación el poeta se asoma a las composiciones orientales, aguadas de
palabras que desembocan en los dos versos finales, donde encierra la esencia de su
discurso. En principio, Blas no pretendía otra cosa que la de ponerle alas a sus palabras,
sin un objetivo claro para su libro, pero éste, poco a poco, fue levantando su propio
andamiaje, fue él quien impuso su ritmo, sus formas, su temática, hasta que al llegar a la
última expresión, esa palabra que precede al broche de oro FINAL, el poeta descubrió
que en aquellos versos espejeaba su propia naturaleza, su yo más íntimo.
RELÁMPAGOS INTERIORES

Título: Relámpagos interiores


(Antología 1984-2010)
Autora: Isabel Díez Serrano
Género: Poesía
Editorial: Editorial - Creación
Páginas: 317

Isabel Díez Serrano es una poeta de largo recorrido, son muchos los años que avalan su
labor en este campo, con treinta libros publicados, muchos de ellos premiados en
importantes certámenes, además de varios que conserva inéditos, animadora cultural,
directora de la tertulia Príncipe de Asturias y de la revista Oriflama. En este volumen, la
Editorial Creación nos ofrece una antología que abarca la obra de Isabel desde el año
1984 hasta 2010, una amplía muestra en la que nos podemos recrear los que ya
conocemos su trabajo libro a libro, y en la que podrán descubrirla aquellos que se
acerquen a sus versos por primera vez. Unos y otros encontraremos una poesía rica en
temática y formas, pues Isabel es mujer inquieta, plural, que bebe en distintas aguas.
Desde las primeras páginas nos daremos cuenta de que esas fuentes son cristalinas
siempre, de esas que sacian la sed de los amantes de la poesía. La vida interior de esta
autora es rica, muy rica, y emerge de forma lírica, espiritual, metafísica, onírica, pero
también a ras de suelo. Isabel se va vertiendo verso a verso y se hace torrentera de
imágenes, metáforas, sin una palabra de más ni de menos, hace sincera confesión de su
forma de ver, vivir y entender la vida, como si estuviese haciendo examen de conciencia
en su juicio final. No leer esta antología sería casi un pecado.
POETAS DE LA EXTREMADURA EXTERIOR
(1900-2010)

Título: Poetas de la Extremadura Exterior (1900-2010)


Autor: Ricardo Hernández Megías
Género: Antología poética
Editorial: Sial Ediciones
Páginas: 598

Ricardo Hernández Megías rinde con este libro un emotivo homenaje a los poetas
extremeños nacidos entre 1900 y 2010 que han desarrollado su obra fuera de
Extremadura. Veintiocho nombres son los seleccionados por el antólogo: Eugenio
Frutos Cortés, Asunción Delgado, Alfonso Albalá Cortijo, José María Valverde
Pacheco, Pedro Lahorascala, Pedro Cordero Alvarado, Félix Grande Lara, José Antonio
Gabriel y Galán, Juana Vázquez Marín, Lorenzo Médel Romero, Pablo Jiménez García,
Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Pablo Guerrero Cabanillas, Pureza Canelo Gutiérrez,
Ángel Sánchez Pascual, José Miguel Santiago Castelo, Manolo Romero Mancha, José
Antonio Ramírez Lozano, Lola Santiago, Juan Calderón Matador, Laura Olalla,
Theófilo Acedo Díaz, José Iglesias Benítez, Plácido Ramírez Carrillo, José María Lorite
Trinidad, Basilio Rodríguez Cañada, Ambrosio Gallego Durán, y Ada Salas Moreno.
De cada uno de ellos, Hernández ha escogido un puñado de poemas, que se ofrecen
precedidos por el estudio que ha hecho del autor. No sabemos cuáles han sido los
criterios de elección, pero son los poetas que él ha querido que estén, y entre ellos figura
mi nombre, por lo que tengo que mostrarle mi agradecimiento. Seguramente Ricardo
Hernández Megías recibirá muchas felicitaciones por este trabajo generoso, pero, sin
duda, también va a recibir algunas críticas. La labor del antólogo siempre es delicada y
habrá quien reclame la presencia de algunos poetas no incluidos, mientras de otros se
dirá que sobran en el libro, pero eso, estoy convencido de que Ricardo ya lo intuía desde
el principio. Quizás pueda contentar a todos haciendo una segunda parte. De momento
hay que agradecer el interesante volumen que nos ofrece y disfrutar de su lectura.
TIEMPO DE VIOLETAS

Autora: Graziela E. Ugarte Muñoz


Género: Novela
Editorial: Ediciones Atlantis
Páginas: 162

Tiempo de violetas es la ópera prima de Graziela E. Ugarte en el campo de la novela,


aunque ya conociésemos sus incursiones como cuentista en libros corales editados en
colaboración con el Colectivo Literario Tirarse al Folio, del que fue presidenta. La
dedicación y entrega de la autora a este duro oficio de la literatura es encomiable, ya
que, a pesar de dedicarse a él a tiempo parcial, su producción es constante.
Tiempo de violetas narra las inquietudes y desasosiegos de una mujer sobre la que
pende la terrible losa del cáncer. Durante semanas tiene que enfrentarse a la
incertidumbre de un diagnóstico dudoso, y en la espera hace balance de su vida,
salpicada al cincuenta por ciento por situaciones amargas o felices. Ante sí van
apareciendo las personas que, tras haber estado cerca de ella, han ido desapareciendo,
haciendo que esas ausencias y su propia vivencia modifiquen su forma de entender la
vida. Graziela E. nos conduce con habilidad y un lenguaje sencillo por esta historia que
se lee con agrado e interés.
DE LAS PEQUEÑAS COSAS

Título: De las pequeñas cosas


Autora: Ayesha L. Rubio
Editorial: Thule
Género: Cuento infantil
Páginas: 55

Ayesha L. Rubio, a la que los lectores de Raíces de Papel conocen bien, por ser la
artífice de las portadas de esta publicación, acaba de debutar en el circuito del libro
impreso, no solo como dibujante sino también como autora. "De las pequeñas cosas" es
el título genérico de un conjunto de cuatro cuentos: El niño murciélago, El rey sin
nombre, El hombre de la chistera, y El vendedor de lentes. Cuatro preciosas historias
que, sin duda, harán las delicias de los más pequeños de la casa, pero que, seguramente,
también encantarán a papás y abuelos. Ayesha ha vertido en estos cuentos toda su
creatividad como dibujante, consiguiendo un conjunto homogéneo y lleno de
plasticidad, dibujos sugerentes que conducirán al colectivo infantil por los senderos de
la fantasía. Le auguramos a esta autora-ilustradora un prometedor y brillante futuro.
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