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Todos los textos e imágenes publicados son propiedad de sus autores, por
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Los autores que deseen ver publicadas sus obras en esta revista deberán
mandarlas en archivo word, debidamente corregidas y listas para ser
maquetadas. En el caso de entrevistas, artículos y reseñas, deberán ser
inéditos. Si los trabajos recibidos no reúnen estos requisitos nos veremos
obligados a rechazarlos. En archivo aparte también deberán enviar una
fotografía personal (primer plano o plano medio).
Por tratarse de una revista con carácter altruista, ni se cobra ni se paga
nada por las colaboraciones.
SUMARIO
EDITORIAL
ARTÍCULOS
CRISTINA COCCA
Apunte de mujer que espera el alba
CARMEN RUBIO
Alegoría de la creatividad
LOLA DE LA SERNA
Invierno
CARMEN SILVA
Súplica a Teresa
PEPA NIETO
Porque son estas fechas lo que son
MILAGROS SALVADOR
Negro triunfo
HORTENSIA HIGUERO
Mueca
FRAÇOISE ROY
Cuando era no-tuya
ÍÑIGO LAQUERRÁ
Isa, Edipo lo pide así
La desnudez del ojo es pasajera
REYES CÁCERES
Dibujar en tu mano
OSWALDO ROSES
Una sombra me dice amor
PABLO VOLUMEN
El bueno de Miguel
ROLANDO REVAGLIATI
A Raúl González Tuñón
SILVIA CAMELO
ojosoidos
PATRICIA K. OLIVERA
Conjuro
NARRATIVA
ALICIA WANDELMER
Fondo de caja
FEDERICO FAYERMAN
Marina
JACINTO GIL
Dulce y breve
RESEÑAS
MILAGROS SALVADOR
Dos minutos y medio
ALBERTO CAMPOS
Cuentos históricos del pueblo africano
CARMEN SILVA
Tiempo sin edad
LOLA VICENTE
Poética de la errancia
Dirección:
Javier Bueno Jiménez (Arvikis) y Juan Calderón Matador
Estamos de celebración. ¡Hemos cumplido un año! Es el momento para hacer un pequeño balance
de nuestra trayectoria. Ni en el mejor de los sueños hubiésemos podido imaginar que poco más de
doce meses dieran tanto de sí. Cuando decidimos crear la Plataforma Cultural Raíces de Papel nos
propusimos ofrecer un espacio en el que tuviesen cabida muchas personas, todas aquellas que
quisieran acercarse hasta nosotros, vinculadas a la literatura y todas las ramas del arte, con la idea
de apoyar su obra, difundirla, promocionarla. Lo primero fue darle forma a nuestro blog, el segundo
paso poner en pie la revista digital Raíces de Papel, y lo hicimos con todo nuestro amor, pero
también con todo el miedo del mundo. ¿Quién nos va a leer? ¿Cómo se van a enterar los usuarios de
que existimos?, nos preguntábamos. Pues no sabemos cómo lo hemos hecho, pero lo cierto es que la
revista llega a muchos miles de personas. Quizás es que hemos trabajado con ahínco, seguro que
también por habernos rodeado de muchos y estupendos colaboradores (Gracias, de corazón, a todos
ellos, sin los que esta aventura sería imposible), sin duda porque la red brinda unas posibilidades
inmensas... Y así hemos llegado hasta este número 5 que les estamos ofreciendo. En el editorial de
la primera entrega confesábamos nuestras inseguridades, entre ellas declarábamos que la revista
tendría una periodicidad trimestral, pero que el tiempo nos aconsejaría qué cambios efectuar en el
futuro. Pues, como bien sospechábamos, el conocimiento nos indica que durante el año 2011
tendremos que bajar un poco el ritmo, y hemos decidido que aparecerán solamente dos nuevos
números, éste de Enero y el próximo en Julio. No es la falta de lectores la que nos obliga, ni
tampoco la de colaboradores, que cada día crecen más, todos ellos de gran calidad, es simplemente
falta de tiempo. Durante estos meses nos hemos entregado en cuerpo y alma al proyecto Raíces de
Papel y nos hemos olvidado un poco de nosotros mismos. Hemos sacrificado nuestra propia
creación literaria y artística, prescindido de muchas horas de ocio, familia, amigos... Por eso, ahora
que todo está encauzado, hemos decidido tomarnos un respiro.
Durante este año también han echado a andar nuestras propias colecciones editoriales, en
colaboración directa con Ediciones Cardeñoso, abiertas para todas aquellas personas que quieran
mostrar su obra desde ellas: Libros Compartidos Raíces de Papel (En la que dos autores aúnan sus
trabajos para ofrecerlos en un solo volumen, uno por el anverso, el otro por el reverso, cada cual
con su portada e ISBN independiente) En el número uno se unen los títulos "El orgasmo fluvial de
Lolita Valor", de Javier Bueno Jiménez, y "Veinte historias amables más un garbanzo negro", de
Juan Calderón Matador; Breviarios Raíces de Papel, destinados a obras de poca extensión
(alrededor de 20 páginas), la primera publicación ha correspondido a la obra "De capital pecado o la
gracia de pecar", de Julia Gallo Sanz; Raíces de Papel-Poesía, donde ha visto la luz el poemario "El
que silba entre las cañas" de Blas Muñoz Pizarro; y para finalizar, la colección Raíces de Papel-
Narrativa, a la que se asoma un libro coral, "El Beso -Microrrelatos sobre el Cine-".
Patrocinados por Ediciones Cardeñoso, hemos convocado los premios literarios Raíces de Papel: II
Certamen de Poesía "Poeta Juan Calderón Matador", y I Certamen de Microrrelatos sobre Cine
"Arvikis Dragonfly", a los que concurrieron numerosas obras, con una calidad media muy buena.
En la convocatoria de poesía obtuvo el primer premio el poeta valenciano Blas Muñoz Pizarro, por
su obra "El que silba entre las cañas". En cuanto a Microrrelatos sobre el Cine resultaron
seleccionados cuarenta y tres trabajos, que pasaron a formar parte del libro "El Beso -Microrrelatos
sobre el Cine-", encabezados por Silvia Carpena Sáez, ganadora por su microrrelato "El Beso".
Estos libros fueron presentados el pasado 12 de noviembre durante la concurrida entrega de
premios, que tuvo lugar en el Salón de Actos de Cultural Telefónica de Madrid.
Durante este tiempo nos hemos hermanado con dos grupos literarios: en Benidorm con "Redes
Culturales", y en Madrid con "Tintaviva", en los que hemos encontrado amigos con los que
colaborar y compartir vivencias, y que, a su vez, nos prestan su colaboración desinteresada. Desde
aquí les enviamos nuestra gratitud por habernos invitado a unirnos a ellos y acogido de forma tan
cariñosa.
Hemos participado en numerosos encuentros con grupos literarios, acudido a Ferias del Libro,
hecho presentaciones, recitales poéticos, y hasta una suelta de 200 volúmenes, en Madrid, para
celebrar nuestro primer aniversario, también hemos sido incluidos en antologías y libros colectivos,
nuestro blog lleva varios meses entre los diez más valorados en "The house of blogs", donde
participan 665 blogs de literatura, con picos en los que hemos ocupado el número uno. Y para que
no faltase de nada, incluso hemos sufrido un pirateo del blog, que, afortunadamente, pudimos
solucionar a tiempo. Como ya decíamos al principio, ni en el mejor de nuestros sueños hubiésemos
creído que todo esto fuese una realidad en tan poco tiempo. Ojalá no tengamos que despertar jamás
y podamos seguir adelante con la misma ilusión y entrega que hasta ahora, pero para eso os
necesitamos a todos vosotros. Por favor, seguid a nuestro lado.
Plataforma Cultural Raíces de Papel
http://raicesdepapel.blogspot.com
PREGUNTAS CON RESPUESTA
Juan Calderón Matador
entrevista a
Manuel Rodríguez
Manuel, a pesar de tu dilatada experiencia teatral, quizás a las personas que desconocen el
genero musical tu nombre le resulte poco conocido. ¿Podrías presentarte?
Soy madrileño, de 42 años, apasionado del teatro, de la música y del deporte, no sé muy bien el
orden, tampoco me preocupa, positivo, disfrutón, con mucha suerte, he podido vivir de mi trabajo y
conocer a gente maravillosa, incluidos personajes que me han acompañado a lo largo de mi carrera.
Mi mujer, mis hijos, y mis amigos, los tesoros que guardo más celosamente. Los necesito como el
aire.
Tu formación ha sido muy completa. Has estudiado guitarra clásica y trompeta, Expresión
corporal y Proyección de la voz, Arte Dramático, Canto lírico, y aún has tenido tiempo de
licenciarte en Psicología. Supongo que empezarías tu preparación siendo casi un niño.
Sí, de muy niño, no me acuerdo muy bien, guitarra, yo creo que con 8 años, y a cantar mi madre me
enseñó desde pequeño, pues nos pasábamos los viajes cantando en aquél renaul 5 verde, en aquellos
viajes en los que parecía que duraban parte del verano. Por lo demás no tan completo, abarqué
demasiado y ya se sabe, el que mucho abarca..., echo de menos saber más música.
Y ya por entonces diste tus primeros pasos en los escenarios formando parte de un grupo
infantil. ¿Cómo surgió aquello?
Yo me montaba conciertos en mi casa con mi guitarra, me ponía un foco enfrente y cantaba todo un
repertorio compuesto por mí, empecé a componer muy pequeñajo, con 11 años, por supuesto
también tocaba canciones de mis maestros de entonces, Serrat, Miguel Ríos, Aute, Hilario
Camacho, Víctor Manuel. Sabina llegó más tarde. El caso es que escuché por la radio que se
buscaba a un chico para un grupo y allí fui yo, tras una selección pasé y me cogieron, fueron dos
años maravillosos, ensayaba tres día por semana en Pozuelo a donde iba en bus y terminaba
tardísimo, grabamos un disco que nunca llegó a salir, pero conocí a muchísimas gente, Ana Belén y
Víctor Manuel, Miguel Ríos, Cadillac, ( ellos grababan la música, nosotros cantábamos), Joan
Bautista Humet, Pecos, Pato de Goma, Menudo, etc……y yo con 14 años codeándome con aquellos
personajes, la verdad es que fue maravilloso y aprendí un montón.
Más tarde fuiste vocalista del grupo pop-rok ESO NO IMPORTA, y del grupo rock-soul
BENSON SEÑORA, con numerosos conciertos y trabajos grabados. ¿Qué recuerdos guardas
de esa época? ¿La echas de menos?
La primera banda de música, era maravilloso, Rock, gente que nos seguía y que no se perdía un
concierto, Silicona, Rock Club, Pachá, recorrimos salas y salas.
Lo mejor de aquella época mis compañeros, seguimos siendo amigos, planeamos todos los años
volver a dar un concierto, un Cadáver-rock, quizá algún año lo hagamos.
Si, siempre se echa de menos, sobre todo cuando ves alguna foto de la época. ¡¡¡¡Que bien lo
pasamos!!!!
Tu primer trabajo como actor se remonta al año 1989 en la Comedia del Arte: "Volpone o el
Zorro", con la compañía A.C.A.T.U.A.M., donde también cosechaste tus primeros éxitos pues
la obra recibió un importante premio ¿Cual fue y como lo viviste?
Bueno, yo tenía tres frases en la obra, y el primer día las dije en el orden que no era ji ji ji, pero allí
descubrí el teatro, el TEATRO con mayúsculas, donde éramos sastres, maquinistas, transportistas,
utileros, producción, regiduría, teatro total, ganamos el certamen de teatro aficionado de la
comunidad de Madrid y entramos en la red de teatros. Trabajé con gente maravillosa, Miguel Nieto,
Silvia Lázaro, Tristán Ulloa, entre otros.
En 1992 entras por la puerta grande en el terreno de los musicales, formando parte de una
mítica producción: LOS MISERABLES, en el teatro Nuevo Apolo, de Madrid. El mundo del
teatro siempre ha estado lleno de leyendas en las que los actores se ven forzados a hacer
concesiones para conseguir trabajo ¿Fue difícil hacerte un hueco en el elenco? ¿Tuviste que
pasar por algún tipo de aro?
No, no, por ningún aro, estuve durante dos años haciendo pruebas de selección, es el musical más
maravilloso que conozco, de allí conservo todavía amigos, buenos amigos, José Sanguino, Javier
Ibarz, Joan Crosas, Andrés Navarro, Eva Diago, Paco Lahoz, en fin con la mayoría sigo viéndome.
Fue mi primer contacto con el teatro profesional, tenía 22 años, ¡Madre mía! Ya han pasado años.
Trabajar bajo la dirección de Plácido Domingo, José Tamayo, Kent Caswell y David White,
nombres tan importantes a nivel internacional, debe suponer una satisfacción inmensa pero
también una gran responsabilidad ¿Cómo fue tu experiencia con ellos?
Sí, tuve la suerte de trabajar con Tamayo y con Plácido Domingo, todo un Caballero, sencillo,
cercano y muy humano, te impresiona el primer día pero a los pocos días se convierte en algo
normal, cotidiano.
Los directores americanos fueron todo un ejemplo de trabajo, sabiduría y claridad de ideas, después
no siempre ha sido así.
Después de esta primera experiencia, tu trayectoria ha sido imparable, y has estado en casi
todos los musicales programados en España: El diluvio que viene, La maja de Goya, El
hombre de la Mancha, Memory, My Fair Lady, Cabaret, Jesucristo Superstar... En ellas, sin
duda, habrán surgido anécdotas divertidas o no tanto ¿Recuerdas algunas?
De las que puedo contar, je je , una de las mas divertidas fue en Cabaret, mi hijo mayor Lucas y mi
mujer Ana estaban viendo la función y el pequeñajo, Bruno con meses en el camerino, cuidado por
Natalia Millán, o por Marisol, la mujer de Manuel Banderas, en fin que siempre había alguien, pero
yo quedé que si lloraba, pues en escena me tocaría la oreja derecha, total que lloró y yo tocándome
la oreja. No se dieron cuenta hasta los saludos. Lo aprendí de una película sobre un doble de
Franco, este cada vez que se tocaba la oreja era un “te quiero” para su mujer.
Has trabajado con interpretes muy conocidos, incluso algunas estrellas de la canción, como
Paloma San Basilio ¿Nos puedes contar tu experiencia con ellos?
Primero que se aprende un montón, es una suerte compartir cientos, bueno miles, fueron cuatro años
trabajando con Paloma San Basilio y Pepe Sacristán. Ella un amor, , sencilla, cercana, cariñosa,
NADA DIVA, no se por que tiene fama de lo contrario, mentira. Pepe, un maestro, integro,
cascarrabias, del pueblo, es un lujo poder trabajar con él, con lo que gané no podría pagar lo que
aprendí.
Si tuvieses que escoger, entre los musicales que has interpretado, uno solo ¿con cuál te
quedarías y por qué?
MISERABLES. Es el mejor.
No solo has hecho musicales, también has interpretado zarzuelas, revistas, has actuado en
series de televisión ¿Es el cine tu asignatura pendiente, a pesar de haber protagonizado algún
corto?
Sí, pero son circuitos diferentes y es muy difícil, si trabajas en teatro constantemente, introducir
cabeza en el cine, se mueven en tiempos diferentes.
En 1998 formaste parte del elenco del grupo de teatro francés Globe Joke, realizando
numerosas actuaciones en París. ¿Cómo surgió esta oportunidad? ¿Fue complicado por el
idioma?
Me ofrecieron un trabajo de Teatro de calle en Paris porque ya había trabajado haciendo calle, era
todo gestual así que el idioma no importaba, fue un trabajo para Bayer.
En este nuevo trabajo que acabas de empezar, ese abogado americano capaz de cualquier cosa
para ganar dinero, te enfrentas a un protagonista que ya ha sido interpretado por otros
actores de peso, como Richard Gere en cine, o Manuel Banderas en esta misma producción.
¿Has tomado referencias de sus interpretaciones o has querido poner sobre el escenario tu
propia visión del personaje?
Absolutamente ninguna, no me gusta ver a otros, prefiero enfrentarme a un personaje de cero, de
echo todavía no he visto otra vez la película, creo que los actores sin querer muchas veces copiamos
y no me gusta, cada uno tiene que sacarlo de dentro de sí.
Ahora te enfrentas a una larga gira con CHICAGO ¿Es duro separarse de la familia durante
tanto tiempo? ¿Se acostumbra uno a vivir pegado a una maleta, chupando carretera?
Si, como a todo termina uno acostumbrándose a viajar, pero lo de la familia es difícil
acostumbrarse. Se les echa de menos.
Mañana a Granada, después Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Huelva..., hasta
Agosto casi toda España.
Manuel, solo nos queda agradecerte tu amabilidad al atendernos y desearte éxito en este
nuevo reto y en todos aquellos que faltan por llegar.
Gracias a ti, es un honor y un placer que gente como tú, artista y culta, se interese por un actor que
solo pretende distraer, entretener, remover y vivir de este sueño que es el Teatro.
Julia Gallo Sanz
Entrevista a la figurinista
Montse Sancho
TRAJE DE CINE
Es profundamente vocacional, aunque también, y espero que por mucho tiempo , mi oficio, del cual
vivo.
Cuéntenos cómo se decantó por el arte de vestir a la gente, tocando como ha tocado otros
campos profesionales, aunque ya sólo diseñe vestuario para la escena, tanto de cine como de
televisión.
Pues porque, como ya he dicho, era mi vocación. Pero este oficio es muy inestable, así que hay
que contar con otras opciones.
No tengo ni idea. Supongo que dependiendo del hombre en cuestión, Hay gente para todo.
El vestido es nuestra más inmediata tarjeta de presentación. ¿”No todo lo que reluce es oro”?
La imagen es muy importante. Resulta muy útil saber ante quien te presentas, y en función de la
impresión que quieras causar no está demás cuidar la indumentaria.
¿Hay que respetar ciertos cánones en cuanto a la mezcla de tonalidades (antes se decía que el
rojo o el azul con verde se muerde) o hacer caso a la combinación que nos brinda la
naturaleza, teniendo en cuenta que el tallo siempre es verde y las corolas de las flores de todos
los colores?
Yo personalmente soy muy amiga de las combinaciones imposibles, el verde con azul me encanta y
el rojo con el verde, pero supongo que va en gustos. En mi oficio la mezcla sí que es importante,
por aquello de enfatizar o disimular. Pero las normas están para vulnerarlas de vez en cuando.
Efectivamente, sus trajes para la ficción han de resaltar o disimular, como bien dice; pero
sobre el vestido para ir por la vida, ¿es preciso vestir ropa cara para ir bien ataviados?
No. El mercado ofrece productos variadísimos que permiten ir estupendo sin necesidad de gastar
fortunas. Además el precio no es garantía de estilo, ni calidad.
¿La ropa denominada clásica, a veces tan prototípica, se asocia a la elegancia por seleccionar
cierta clase social?
No lo sé, supongo que hay quien piensa así, pero no es necesariamente cierto. El hecho de usar traje
y corbata no confiere elegancia al que no la tiene por sí mismo.
¿Es elegante sólo lo uniforme (traje clásico, marcas) o lo bien conjuntado y armónico?
Yo no tengo ni idea de donde radica la elegancia, no hay formulas y no creo que tenga mucho que
ver con la uniformidad. Tal vez sea lo contrario.
En época de crisis las pasarelas lucen lentejuelas, luminosidad, glamur de neón. ¿Cree que
paralelo a éstas (para algunos inalcanzables propuestas), se puede denominar moda dar la
vuelta al viejo baúl, o es un recurso para ir cada uno como quiera y pueda?
En el arte de vestir todo vale. No soy de las que sigue las tendencias de la moda, porque mi oficio
consiste en ayudar a los actores y al director a crear personajes, así que no estoy muy al tanto de
tendencias ni de pasarela. Creo que son oficios muy distintos. Creo honestamente que cada uno
debe vestir como mejor le plazca, y huir de los dictámenes de la moda, que no hacen sino
encorsetarnos y uniformarnos demasiado.
Yo no puedo hablar en general, habrá quien lo hace y quién no. Dependerá de la importancia que le
dé cada uno a las tendencias o de sus necesidades particulares.
Es una pregunta muy difícil de responder, porque lo que para mí puede suponer una anécdota no
tiene interés para la gente. En todos estos años ha pasado de todo, pero me permitirás guardar el
secreto profesional. No estaría bien “sacar los trapos sucios de nadie” y nunca mejor dicho.
Pues el tradicional, claro, se habla con el director y en función de sus requerimientos y los propios
del guión tú haces unas propuestas. Hablo mucho con los actores, y siempre hay que tener en
cuenta la opinión del director de foto, y del director de arte, es un trabajo en el que se tienen que
valorar muchos aspectos distintos, para que luego tu trabajo se integre perfectamente con el trabajo
de los otros departamentos y demos forma al todo que el director, que es quien manda, tenga su
película.
Trabajamos mucho con el director y los actores, y nos documentamos muchísimo sobre la vida en
los patios de las cárceles y sus habitantes. Esa es la parte más bonita del oficio: el proceso de
documentación que se ha de hacer previamente. Sin eso estaríamos disfrazando a los actores, y
nuestro cometido es ayudar a que los personajes tengan vida.
He ido a muchas y cuando tienes intereses personales la disfrutas mucho más que cuando acudes
como mera espectadora. Pero es la oportunidad de reencontrate con compañeros de profesión y
celebrar con ellos los trabajos que se han hecho durante el año.
Supongo que desde afuera se ven diferentes, con su alfombra y su fotocall, pero en realidad es una
megareunión de compañeros de trabajo que acuden a celebrar el buen hacer de los que han sido
premiados. La gala en sí misma es lo que se ve, aunque luego siempre aprovechamos para darnos
besos y abrazos con aquellos a los que no podemos ver todos los días.
Viene siendo como una cena anual de empresa, en la que aprovechas para saludar a amigos que no
sueles ver a diario, con la particularidad que vamos vestidos de noche. Y, por supuesto, el glamour
es importante para crear una imagen sólida de la industria en España. Hace que el público comparta
contigo la celebración de los premios, y estimula a seguir en la lucha.
Después de leer esta entrevista, muchas mujeres la envidiaremos por tener ante usted a esos
seres idolatrados en paños menores, esperando que su diseño los sublime más ante el público.
¿Cómo son en realidad sin el glamour que los acompaña en la pantalla?
Como tú y como yo. Y no hay motivos para envidiar a nadie por asistirles en semejantes
menesteres. Es todo muy profesional, así que, supongo que adoptamos una aptitud similar a la de
los médicos. En realidad es un trabajo como cualquier otro, con algunos tienes una relación más
cercana y con otros no, depende, como siempre del feelling que haya. Pero como te puede ocurrir a
ti con tus compañeros de trabajo que con algunos te entenderás mejor que con otros,
independientemente de que os hayáis visto o no en paños menores en los vestuarios.
Nunca son acogedores los escenarios, en realidad, y para que te hagas a una idea , es como currar en
un circo, trabajas en el camino, vistes en una caravana y pasas mucho frío o mucho calor en los
momentos del rodaje. El trabajo cotidiano del cine es muy poco glamouroso, de hecho es muy duro
porque las condiciones no son siempre las más adecuadas. Aquí no vamos con grandes caravanas,
aguantamos la lluvia, el frío y el calor, las noches a la intemperie, y unos horarios tremendos, Pero
no voy a quejarme, son gajes del oficio.
Aunque sí, se parece un poco al circo, así que reconozco que no sobran las comodidades, y que es
conveniente estar fuerte y en forma para aguantar el tipo.
Unas cuantas, pero no tantas. Pero no me importaría hacer más. Las guerras son duras de rodar pero
dan muchas satisfacciones.
El trato directo con las personas me parece muy enriquecedor, lo he podido comprobar por
mi experiencia con mi puestecillo de venta de cuadros en Innsbruck (Austria). ¿Recuerda
usted con nostalgia su puesto dominical en la sala Revólver? ¿Trabaja para la calle por
encargo personalizado, o ya no le queda tiempo para ello?
No. No recuerdo con nostalgia casi nada, eran tiempos en los que una se buscaba la vida y por
suerte ya pasaron. Estuvieron bien, pero la vida evoluciona y los intereses cambian. Casi ni me
acordaba de eso. Lo pasamos bien, tengo amigos de entonces y fue una suerte tener esa opción,
pero por suerte, hemos evolucionado. No trabajo para la calle porque no tengo tiempo. Y porque no
merece la pena. No está pagado. Lleva mucho tiempo y no se puede competir con la industria textil.
Lo hago en casos excepcionales, aunque reconozco que casi siempre que lo hago hay implicación
personal, o son amigos, o es un encargo muy especial.
Pues sigo en Bandolera, y en breve me incorporo a una película, “ Lo contrario al Amor” que
dirigirá Vicente Villanueva, un premiadísimo cortometrajista. Hugo Silva será el protagonista.
Siempre que empiezo un nuevo proyecto lo hago desde la emoción, y en este caso no será
diferente. Esperando, claro, que al público le produzca la misma emoción verla que a nosotros
hacerla.
Admiro su trabajo, a veces me atrevo a hacer pinitos con la aguja. Por la profesión de mi hija
(bailarina de ballet) he tenido el privilegio de conocer los talleres de confección de vestuario
en Alemania, Suiza, Austria… ¡es todo un mundo! ¿De no ser figurinista, a qué se dedicaría?
No tengo ni idea, supongo que cualquier cosa que me diera de comer. Esto que hago es lo que
mejor se me da y lo que más me gusta, así que supongo que tendría que ponerme a practicar otra
cosa, y a tratar de aplicarle la misma emoción que le aplico a mi trabajo de ahora.
El día 4 de diciembre, con motivo de los Premios de Cine Europeo, hasta Tallin (Estonia) llegó
nuestro cine y con él la ropa que puso Montse Sancho a los personajes de Celda 211.
Enhorabuena, le deseo todo el éxito que merece. Ha sido un placer entrevistarla, muchas
gracias.
Marcos Callau Vicente
Entrevista al escritor
ROBERTO MALO
Para el número de este mes tengo el inmenso placer de traer a Raíces de Papel a mi amigo Roberto
Malo, un estupendo ejemplo del “cuentista” del siglo XXI. Roberto nació en Zaragoza en 1970, es
escritor, cuentacuentos y animador sociocultural. Ha publicado los libros de relatos “Malos sueños”
(2006) y "La luz del diablo" (2008), las novelas “Maldita novela” (2007), “La marea del despertar”
(2007) y “Los guionistas” (2009), y el cuento “Tanga y el gran leopardo” (2010). Además Roberto
ha participado en numerosas Antologías de relatos, pero son demasiadas como para nombrarlas
aquí.
Para comenzar me gustaría que él mismo se presentara así que,
Un cuentista, como bien dices. Alguien que disfruta contando historias, ya sean novelas, relatos,
guiones, ya sean para adultos, para jóvenes, para niños… Un narrador al que le encantaría tocar
todos los palos posibles, y en fin, ya veremos cómo se le van dando…
Tu último libro es un cuento infantil titulado “Tanga y el gran leopardo”, con unas
estupendas ilustraciones del dibujante David Laguens, que además presenta una historia muy
aleccionadora. ¿La clave de este cuento está en que el personaje principal sea femenino en un
mundo de hombres?
El mensaje del cuento está muy claro: la igualdad, pero para ello le da una curiosa vuelta de tuerca e
invierte los roles tradicionales. Pero por encima del mensaje, es una historia de aventuras, llena de
tensión y emoción, bellamente ilustrada por ese artista fuera de serie que es David Laguens. Es un
cuento del repertorio del Grupo Galeón, creado a cuatro manos con Francisco Javier Mateos, y
desde luego esperamos sacar más cuentos ilustrados en el futuro.
Anteriormente escribiste tu tercera novela que es, en realidad, un guión cinematográfico en el
que escarbas con tu habitual sentido del humor en el mundo del cine porno. ¿Dónde
clasificarías realmente “Los guionistas”?
Creo que la has definido perfectamente. Es una novela, es al mismo tiempo un guión de cine y es, lo
mejor de todo, una obra de humor. Realmente divertida. Se puede considerar una novela en la que,
como los protagonistas son guionistas, en un claro juego metaliterario toma la estructura y el
formato de guión cinematográfico.
Lo cierto es que no costaría nada llevarla al cine. Como hemos comentado, es un guión literario,
luego se puede llevar tal cual, sin tener que adaptar nada. Es un guión de comedia además, que es el
género más taquillero en este país, no nos engañemos, y es una historia fácil de llevar y sin
problemas raros (sería una película barata, vamos). La verdad es que sería un taquillazo; yo no sé a
qué esperan las gentes del cine…
¿Qué nos puedes contar de esa realista ambientación en Las Vegas que podemos ver en la
última parte de “Los guionistas”?
Como muchos escritores, me gusta documentarme para mis historias. “Los guionistas” trata de cine
porno, y me documenté a fondo, por supuesto, como un profesional. El final del libro transcurre en
Las Vegas, y, como mi mujer es agente de viajes, no nos lo pensamos demasiado y allí nos
plantamos para empaparnos de su aroma. Una ciudad curiosísima, sin duda.
“La luz del diablo” es una colección maravillosa de doce relatos cortos en el que está presente
tu habitual derroche de imaginación que ya nos dejaste en trabajos anteriores. Me llama la
atención “El fin de la felicidad” que, curiosamente, es el que abre el libro y rompe con el estilo
del resto. Básicamente es una historia romántica. ¿Fue tu intención “despistar” al lector con
este relato?
Como todas las historias del libro, es un relato de amor y muerte. Y creo humildemente que es buen
cuento para abrir el libro. Es romántico, muy emotivo, pero luego los demás cuentos es cierto que
van por otros derroteros. Son más gamberros, con más humor y terror.
Sé que algunas preguntas están prohibidas pero, ¿con qué relato te quedas de “La luz del
diablo”?
Mis favoritos son “La escena definitiva” y “Contactos”. Y por supuesto le tengo mucho cariño a
“Lluvia sangrienta” por haber ganado los premios Nocte e Ignotus.
“Maldita novela” fue tu primera novela, en la que nos cuentas las peripecias de un escritor
que quiere escribir su primera novela. Me llama la atención lo sorprendente y en ocasiones
surrealista de la narración. ¿Te basaste en ti mismo para escribir esta historia?
El protagonista es escritor, pero no soy yo, evidentemente. De hecho, salgo en la novela, tengo un
cameo, como para dejar claro que el protagonista solamente es un personaje.
Algo que me entusiasmó de “Maldita novela” fue la inclusión en ella del “Diario de sueños”,
una serie de poemas que, más tarde, vieron la luz en tu blog (robertomalo.blogspot.com)
como una colección aparte de la novela. ¿Tienes prevista alguna colección más expandida del
“Diario de sueños”?
La verdad es que voy a seguir con el “Diario de sueños” en el blog. Luego ya pensaré qué hago con
esos sueños nuevos…
Yo no los considero poemas. Son obras narrativas, pero con una estructura poética.
“La marea del despertar” es tu segunda novela y probablemente la más surrealista que has
escrito. ¿Cómo influye el mundo onírico en tu historia?
Los sueños es uno de mis temas recurrentes. Tenía muy claro que antes o después me tenía que
sumergir de lleno en ellos con una novela. Y “La marea del despertar” es todo un festín onírico. Es
como un gran sueño, con diez sueños o diez capítulos en su interior. Es una novela arriesgada, con
varios planos y niveles, y me lo pasé en grande recreando los sueños del protagonista. Espero que el
lector los disfrute igualmente.
¿En qué manera influyó el cine en “La marea del despertar”?
El cine me inspira mucho, es cierto. En el caso de “La marea del despertar”, supongo que me venían
a la mente todas las escenas oníricas que había visto en películas, estudiando cómo trataban el
mundo de los sueños de una manera visual. Me gusta pensar que “La marea del despertar” es una
novela muy gráfica en ese sentido.
“Malos sueños” fue tu primera colección de relatos breves y tu primera publicación. ¿Cómo
recuerdas ese primer momento?
Un momento mágico. Todavía recuerdo la llamada de teléfono en la que se me decía que querían
publicar mis cuentos. Que no sabían quién era yo, pero que los cuentos les habían cautivado. Eso
me encantó; yo era un total desconocido, pero mis relatos se habían vendido solos.
Me siento muy cómodo en todos los géneros, pero al cuento le tengo mucho cariño.
Creo que una presentación tiene que ser una actividad entretenida, simpática, ser lo más original
posible. La gente está cansada de ir a presentaciones realizadas con el piloto automático… Por otro
lado, a todo el mundo le gusta que le cuenten historias, que le propongan jugar, participar…
Supongo que ser animador viene muy bien para presentar al escritor.
Ahora me tienes que revelar un secreto, Roberto. Eres animador sociocultural y trabajas con
el grupo Galeón. Eres Cuentacuentos, escribes novelas, relatos, poemas, mantienes un blog
con asiduas actualizaciones… ¿de dónde sacas tanto tiempo?
La verdad es que saco muy poco tiempo para hacer lo que comentas, pero con lo poco que saco
espero ir apañándome.
En estos tiempos que corren y con el mundo digital desbordándonos ¿cómo ves el futuro de la
literatura? ¿Hoy en día el lector está más acostumbrado a los relatos breves que a las novelas?
Lo veo incierto. No sé si lo que escribo hoy luego saldrá en papel, en electrónico… Sin embargo,
supongo que esto me debería dar un poco igual. Yo a lo mío, a escribir, luego ya veremos…
Respecto al dilema relatos o novelas, yo creo que ahora se leen muchos relatos, pero luego me dirán
que no tengo ni idea, que solamente se leen novelas. Desde mi punto de vista, se compran novelas y
libros de relatos por igual: más bien poco.
Eres un autor que se prodiga tanto en la escritura de relatos como de novelas. ¿Quiénes son
tus influencias directas para construir esas fantásticas historias?
Supongo que todo lo que leo me influye de alguna manera. Y también el cine, la música, el teatro,
la realidad, todo influye, ciertamente, nunca sabes muy bien de dónde sale una idea.
Soy un iluso (y un inconsciente) y estoy muy orgulloso de todos mis libros. El lector es el que tiene
que encontrar el suyo.
Bueno, pues estoy seguro de que lo encontrarán sin mucho problema. Muchas gracias,
Roberto.
Juan Calderón Matador
Entrevista al pintor
Durante el mes de septiembre pasado tuve la oportunidad de conocer una amplia muestra de la obra
del pintor campanariense Diego Fernández González "Piropo". Su cercanía y la proximidad de
nuestras edades, él del año 57, y yo del 52, junto a nuestras aficiones comunes: el arte y la poesía,
hicieron que se estableciera entre nosotros una corriente inmediata de entendimiento y simpatía.
Visitar su estudio, situado en la parte alta de su domicilio, en Campanario, fue toda una revelación.
Aquel hombre que aseguraba ser autodidacta me estaba mostrando una obra sólida, con un estilo
depurado, que si no procedía del aprendizaje, fruto del estudio y la dirección de unos buenos
maestros, tan solo podía ser consecuencia de un talento innato.
Diego, tengo una curiosidad ¿Por qué te llaman y te llamas "Piropo"? ¿Es quizás tu nombre
de "guerra"?
Bueno, puede decirse que, por inercia, ha llegado a serlo, aunque naciera de una broma de juventud.
Un amigo me lo llamó un día y fue tomando fuerza entre los que me rodeaban. Ya sabes que esto de
los “motes” en Campanario, como en muchos otros pueblos, tiene mucho arraigo y, aunque
tradicionalmente mi familia tenía otros, este se impuso y a mi no me importó adoptarlo.
La recuerdo desde siempre, así que, supongo, nacería conmigo, aunque, por supuesto tuve que ir
desarrollándola y aún me encuentras en esos menesteres.
¿Qué lleva a un niño a cambiar los juegos infantiles por lienzos, colores, pinceles...?
En verdad, no puedo decirte que esto fuese así. En primer lugar porque nunca dejé de jugar, durante
mi infancia, cada momento que pude y, por otra parte porque para mi el dibujo y los colores, como
suele sucederles a casi todos los niños, eran un juego tan entretenido y necesario como otros; la
diferencia estriba en que yo nunca los abandoné, quizá porque ellos tampoco lo hicieron conmigo.
Los lienzos y el óleo y sobre todo la pasión artística es otra historia que vendría a engrosar todo esto
mucho después.
Cuando un niño tiene una habilidad, con frecuencia es rechazado por los otros niños, ¿Fue tu
caso? ¿Te sentiste un niño solitario?
No lo recuerdo así. Si hubo envidia no la percibí; más bien, a veces, admiración. Quizá fuese
porque nunca me gustó destacar.
Lo del dibujo era sólo algo más. Igual que otros tenían otras habilidades, yo destacaba en esa.
¿Cual era tu estilo en esos primeros tiempos? ¿Pretendías imitar a algún artista consagrado?
La verdad es que, en esos “primeros tiempos”, no sabía ni lo que eran los estilos y aún hoy sigo
encontrándome un poco perdido, sobre todo por la facilidad de inventar nombres y el vicio de
encasillar a los creadores. Conocía por encima a los que nos enseñaban en la escuela, los grandes de
siempre, y por supuesto admiraba las obras que podía ver en las fotos y a veces intentaba imitarlas,
pero nada más.
Ya en la adolescencia, cuando comencé a ampliar mis conocimientos históricos sobre el arte y los
artistas, por medio de la lectura, fui creándome una perspectiva propia y decantándome, como es
propio de esa edad, por corrientes más actuales, pero nunca me quedé mucho tiempo en ninguna de
ellas.
SOL FRÍO
¿Qué buscabas en la pintura? ¿Era una necesidad creativa? ¿Perseguías la fama, quizás?
Siempre he tenido la necesidad de crear de un modo u otro y en la pintura encaucé esa necesidad
desde muy pronto. No lo busqué, quizá lo encontrase como después lo he encontrado también en la
poesía o lo he buscado siempre en la enseñanza.
Estoy convencido de que la creación es inseparable del ser humano, lo que ocurre es que, si no
luchamos, nos la distraen de un modo u otro. Sería muy peligroso para cualquier sistema que
existiesen demasiados creadores, demasiados seres suficientemente libres.
En cuanto a lo de la fama, aunque me gusten los halagos, nunca busqué la fama, ni la busco. Otra
cosa es el deseo de un reconocimiento, más o menos en su justa medida al esfuerzo, al trabajo que
desarrollas y que quieres compartir con los demás. Eso me parece de justicia, pero ser famoso no
me gustaría.
En cualquier caso, descartaste seguir estudios de Bellas Artes y te decantaste por Magisterio.
¿Pudo más en esa decisión el deseo de enseñar o simplemente pensaste que era una salida
económica más rentable?
Es una historia algo más complicada que tiene que ver sobre todo con aspectos sociales. Nací en
una familia obrera y en Campanario, Extremadura. Comprenderás que, en aquellos años y lugares,
era difícil cursar estudios de Bellas Artes por el alto coste económico. Por entonces me hubiese
gustado, pero mis padres no podían permitírselo. Ya fue bastante el esfuerzo que realizaron para
que mi hermano y yo hiciésemos magisterio. Y ello, pese a estudiar con beca y trabajar duro
durante el verano en lo que podíamos…No, no era nada fácil y por eso no pudo ser.
En 1979, en Almendralejo, cuelgas por primera vez tus obras en una exposición, y consigues
vender, también por primera vez, dos de las obras expuestas, "La Gatera" y "Gitanos".
¿Cómo eran aquellos cuadros y que sensación te produjo el hecho de tenerte que separar de
ellos a cambio de dinero?
De esas obras recuerdo su composición y su temática, así como su técnica, óleo sobre lienzo, pero
he olvidado todo lo demás. Supongo que serían bastante torpes, como suelen ser las primeras
obras- no olvidemos que, por entonces, apenas me había iniciado en el óleo.
Cuando supe que los había vendido la sensación fue agridulce; una mezcla de alegría, pues era un
logro y un reconocimiento, y de pena por separarme de ellos. No había tenido tiempo de
degustarlos. De todas maneras lo peor fue, y aún hoy lo sigue siendo, el hecho de que en el caso del
cuadro “Gitanos” no conocí al comprador y sigo sin saber dónde pudo ir a parar.
SEQUÍA
Aquella no sería la única novedad en tu vida durante aquel año. El joven que apenas conocía
mucho más que la Comarca de La Serena se traslada a Barcelona para trabajar como
maestro. Imagino que sería como adentrarse en el País de las Maravillas, como Alicia.
Hombre, salvando muchas diferencias. No olvidemos que me fui a trabajar de maestro y el trabajo
es el trabajo. Cierto es que fue una aventura pasar del mundo rural a una gran ciudad como es
Barcelona y que, sobre todo al principio, descubrí un mundo nuevo para mi, repleto de posibilidades
y bastante deslumbrante, pero los destellos suelen ser bastante efímeros, y así ocurrió. No, no soy
yo un ser urbanita, aunque tuve que alargar esa estancia más de lo que hubiese deseado.
De todas maneras, como es natural, de los nueve años que estuve en Barcelona, guardo momentos
maravillosos que han marcado mi vida y que se reflejan en mi obra y es verdad que Barcelona me
enseñó mucho.
Supongo que te quieres referir al descubrimiento de su obra en directo ¿no? Pues tanto a Dalí como
a Miró y a otros muchos artistas catalanes los había estudiado bastante a través de los libros. Sobre
todo a Dalí, por aquellos años me encantaba el surrealismo y lo seguía constantemente, pero ver su
Museo en Figueras fue para mí una experiencia inolvidable, llena de sensaciones y de nuevos
descubrimientos sobre su arte y su personalidad que me reafirmó más aún en esta corriente durante
algunos años.
En cuanto a Miró, la visita a su Fundación en Montjuic, me decepcionó bastante, excepto por el
edificio. Esperaba descubrir alguna base desde donde comprender mejor su obra y no la encontré.
Pero, en Barcelona, también me tropecé constantemente con Picasso, con Fortuny, con pintores
modernistas como Rusiñol, Casas, Anglada y con tantos y tantos otros, algunos contemporáneos e
incluso amigos, que me han enseñado mucho.
De hecho empezaste a interesarte más por el surrealismo y el realismo mágico por esa época.
¿Olvidaste para siempre el mundo realista del paisaje, el retrato...?
Bueno, ya te he dicho que mi visita a Figueras incrementó en mí el interés por el surrealismo, pero
el mundo del realismo, a pesar de que no sea por donde me muevo más, nunca lo olvidé ni lo
olvido. Tampoco hay que desechar que realismo está integrado en surrealismo ¿No?
Siendo de pueblo es, por suerte, difícil vivir de espaldas a la naturaleza y a ella siempre vuelvo
cuando estoy algo perdido. Para mi siempre fue la pintura un viaje de ida y vuelta con distintos
encuentros en el camino. Además, cabe añadir, que en Barcelona era un emigrante, aunque no fuese
a modo, y nunca olvidé mi tierra que seguía y sigue estando presente en toda mi obra, de una u otro
otra manera.
LUCHA
¿Te influyeron las formas arquitectónicas de Gaudí?
Por supuesto, y sus dibujos y su personalidad y ese amor a su trabajo que se refleja en su obra. En
Barcelona siempre que la paseas te tropiezas con Gaudí y es un gozo dejar que te hable.
Puedo decirte que más que llegar, de vez en cuando me tropecé con ellos por diversas
circunstancias, pero no frecuento en demasía esta parcela de realizar decorados.
Mediados los setenta estuve muy vinculado al Grupo Independiente de Teatro “Muérdago”, donde
estaban muchos de mis amigos y colaboré en realización de carteles, decorados, maquillaje, etc.
También en la escuela siempre me tocó ser el decorador en fiestas, festivales y demás y
últimamente, junto a un equipo estupendo, nos encargaron la tarea desde el Ayuntamiento de
realizar los decorados de la plaza de un pueblo a tamaño casi real para la presentación de la obra “
Estupro en la casa de los diablos”.
De todas maneras no rechazo nada de esto, por que me cuesta decir que no si se trata de colaborar
con la cultura y, además, siempre se aprende de lo nuevo.
No. No soy pintor muralista y en este campo he realizado sólo incursiones esporádicas. Si es cierto
que, con el tiempo, voy adentrándome en la pintura en gran formato, pero no muralista. Ese es otro
mundo que desconozco bastante.
El flamenco, que tanto te gusta, también ha tenido algo que ver con tus pinceles ¿Nos puedes
comentar esa experiencia?
Si, es cierto. Me gusta el flamenco y siempre estuve bastante vinculado a la Peña Flamenca de mi
pueblo, de la que soy socio. En este ámbito he colaborado y colaboro en la realización de carteles,
decorados para festivales, etc. También he regalado una obra que cuelga en la sede, “Quejío”, que
consta de cuatro cuadros y es un homenaje a Camarón. Pero, aquí, quiero añadir que, por las
mismas razones, se me considera el artista particular de la Asociación Cultural “Fondo Cultural
Valeria” para la que he realizado retratos de algunos de los escritores ilustres de Campanario y,
últimamente, también retoco estandartes de las cofradías religiosas. Quiero decir con esto que
intento, desde mis posibilidades y mis dotes para la pintura, colaborar con todo aquello que se
mueva y sirva para acercar cualquier tipo de arte o cultura a los demás, es decir, compartir.
ÉXODO
Y como eres un artista plural no podías pasar, sin detenerte, ante la puerta de los cuentos,
Los Cuentos Silvestres.
Suelo decir que me considero más dibujante que pintor y la ilustración estuvo muy cercana a mi
obra en todo momento. Esta fue una experiencia que acabó impresa gracias a mi amigo Julio A.
Moreno, autor de los entrañables textos, y a la Diputación de Badajoz.
He realizado otras colaboraciones menos amplias, algunas publicadas y muchas que no han visto la
luz y supongo que vendrán otras más. Me gusta acompañar textos con dibujos y, de hecho, por ahí
va mi obra más reciente que intenta aunar pintura y poesía.
A partir del año 2000 nace una nueva línea en tu forma de afrontar la pintura. "Abrazo" es el
cuadro que abre ese otro camino que denominas "Multitudes", donde te decantas por la casi
ausencia de colores, con los ocres como protagonistas y las líneas muy simples, casi como
bocetos, pero de una gran expresividad. Esos lienzos, sin duda, encierran un mensaje ¿Que
quieres transmitir con esta nueva obra?
¡Ufff…! Siempre la pintura encierra mensajes, pero es verdad que en esta nueva línea quiero decir
más cosas que en otras pinturas mías. Ya, esos ocres, tierras, a los que haces referencia, son un claro
mensaje y esos personajes, grupos y multitudes, translucidos y opacos, que aparecen en ellas
también.
Cuando comencé con esta línea escribí algo así como que ponía en mis paisajes de La Serena a
seres que sacaba de las ciudades y les colocaba en una disyuntiva entre el blanco o negro, la verdad
o la mentira, el principio y el final... Y decía que se encontraban perdidos y que quería que
empezasen a caminar, a luchar, a ser. Debe ser algo así, hacer pensar que sólo somos tierra y para
nada vale ser tan arrogantes, tan distantes, tan fríos… De todas maneras hay que verlas, las últimas
también se leen, y cada uno deberá extraer su propio mensaje; porque seguro que yo también quise
decir otras cosas y surgieron otras muchas que no quise decir.
Tengo que confesar que es esta última producción la que más me interesa. ¿Piensas seguir por
ese camino o ya piensas en otra evolución?
Me alegro de que lo último que estoy haciendo te interese más que el resto de mi obra, es un buen
síntoma. Ahora estoy haciendo lo que has visto y percibo que es un paso adelante en el camino,
pero ya he dicho antes que el camino es de ida y vuelta y dar pasos adelante cuesta. No sé lo que
haré mañana, ni si seguiré por esta línea, lo único que puedo contestarte es que he llegado a ella y
hoy me siento a gusto aquí. Pero no suelo quedarme mucho tiempo en lo mismo; llega a ser fácil y
eso me aburre. Ya sabes bien tú, que eres creador, que este camino no tiene final.
BUSCANDO LA LUZ
¿Veremos reunida esta colección en alguna exposición próximamente?
Esa es mi idea. Estoy madurando un proyecto en el que se aunarían la pintura y la poesía que
aparecen en esas obras. En él cabrían la recitación, la música, audio de esos poemas, quizá la
dramatización… No sé, ya te digo que estoy en ello y cuando lo resuelva presentaré el proyecto a
algunas instituciones.
Quedaría resolver el problema de la financiación, esencialmente para enmarcar, ya que quisiera
hacerlo de una determinada forma que a mi, personalmente, me resultaría cara.
Cada vez me encuentro con más personas que no se conforman con desarrollar una sola
faceta. También tú, además de pintor, eres poeta. ¿Alguna de las dos actividades tiene más
relevancia?
Con lo que te he contestado anteriormente creo que también queda contestada esta pregunta. Ha
habido momentos que una ha prevalecido sobre la otra, según etapas, pero ahora lo que me interesa
es lograr que vayan de la mano porque en mi siempre han estado bastante unidas y sueño con
amasarlas en un solo cuerpo. En ello estoy.
¿Has pensado alguna vez en hacer poesía visual, que tan de moda está últimamente?
Más que pensarlo lo he hecho siempre, lo que ocurre es que no me he quedado en ello; pero, de vez
en cuando, surgen cosas que van quedando.
Admiro mucho a Brossa y me interesa la obra de Antonio Gómez, al que conozco personalmente y
que abandera desde hace mucho, mucho tiempo esta faceta por nuestras latitudes. Ninguno de ellos
lo hizo ni lo hace por moda. Ya sabes que las modas son pasajeras; la poesía, de un tipo u otro,
nunca lo fue.
Y tras esta amigable charla con Diego Fernández, en la que hemos podido conocer sus
inquietudes, proyectos y forma de asomarse a la pintura, nos alejamos de Campanario, ese
pueblo de La Serena, al que llevo en el corazón por ser el mismo que vio nacer a mi padre.
Nos llevamos el buen sabor de boca de sus gentes amables, su queso exquisito, su buen vino de
Pitarra, y los dulces, de pecado, de Las Clarisas. Y en la retina el cromatismo de la paleta de
"Piropo"
María Rosa Jaén
Entrevista a la bailaora
Mi encuentro con Marta Murillo Jaén, una madrileña de treinta años, de pronta sonrisa y gran
conversadora; ha sido muy reciente. Hija de mi gran amiga, la escritora y poetisa María Rosa Jaén,
en alguna ocasión me había comentado las aficiones de su hija, me había dicho: Marta es bailaora,
profesora y coreógrafa, ha abierto su propia escuela de flamenco en un lugar de Asturias. Dicho así,
uno siempre tiene sus dudas sobre la opinión imparcial de una madre acerca de su hija.
Lo que de verdad me incitó a querer saber algo más de ella, fue la respuesta que dio Marta cuando
se propuso al Flamenco para ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, decía: Cuando se siente la
palabra Flamenco, se siente orgullo y respeto por el simple hecho de escribirla o pronunciarla. Mi
vida está basada en él. Ante esta declaración de amor al flamenco, quise conocerla.
MARTA MURILLO JAÉN
Tengo entendido que en tu familia no existe tradición flamenca. ¿Es así?
Mi madre me apuntó a clases de ballet, no duré más de tres meses, me aburría. Desde "chiquinina"
he sido muy rebelde. Con cierta frecuencia mi hermana y yo íbamos con mi padre al Rastro, allí lo
mismo compraba música de Camarón de la Isla, Porrina de Badajoz, Rafael Farina, Pink Floyd,
María Callas, Plácido Domingo, etc., siempre ha sido muy selecto en sus gustos musicales. Mi
madre era más de la música de los sesenta.
¿Te sentiste apoyada por tu familia cuando decidiste dedicarte al baile flamenco?
Ellos me dieron su apoyo desde el principio, explicándome las consecuencias que conllevaba, al ser
de familia trabajadora. Me afané duro para costearme las clases en academias que impartieran la
buena formación que exige el flamenco. El hecho de que me apoyaran, cuando a muchas de mis
compañeras intentaban disuadirlas u obligarlas a estudiar a su vez otro tipo de carreras, aparte de la
de flamenco, que no les permitía centrar toda su atención en él, me dio más fuerza por su apoyo. No
vi sacrificio en buscar trabajos cuyo horario fuese compatible con las clases.
Rotundamente, sí. Las sensaciones que te produce el flamenco son tan desorbitadas y grandiosas,
que cuando entiendes tan sólo una pequeña parte de lo que te aporta, te consideras una privilegiada.
Me cuentan que la única vez que hiciste novillos en el instituto fue para asistir al entierro de
Lola Flores. ¿Qué significó para ti la desaparición de la Faraona?.
Entre tú y yo, ahora que no se entera nadie, je,je,je... No faltaba mucho a clase, pero algún novillo
más sí que hice, pero pocos ¡eh! Respecto a Lola Flores, era una artista excepcional, su desaparición
fue una sensación de vacío, sobre todo, la sensación de que no vas a lograr altura. Le debemos
agradecimiento por su legado.
A todos, unos me gustan mas, otros menos y otros.., en fin. Sin embargo, la aportación que hacen
para que el flamenco no se pierda y dar a conocer el esfuerzo que conlleva, es digno de admiración.
Me encanta Eva Yerbabuena, cada espectáculo que realiza es un regalo, sumamente cuidado en
todos sus niveles: baile, vestuario, estética.., todo. Y qué decir de la historia que cuenta y cómo la
cuenta. Es puro disfrute.
Fue en el Teatro Real, era una reunión de casi todos los grandes: Blanca del Rey, Joaquín Ruiz,
María Pagés, Rafael Amargo y un sin fin de artistas más. Fuimos un grupo de alumnos de la escuela
donde me formaba, fue una suerte y una lástima; había demasiada gente y estábamos apiñados,
incómodos, con murmullos, una mala situación visual y acústica. No pude disfrutarlo.
Me gustaría saber, ¿qué fue lo que sentiste la primera vez que bailaste en público?.
Si me lo permites, te daré dos respuestas. La primera vez, una niña que se apunta a baile por
diversión: sentí nervios, alegría y bienestar.
La primera vez que presenté una coreografía propia y como adulta, sintiéndome bailaora en un
teatro. ¡Uff!. Miedo a que no se entendiera el mensaje, a no hacerlo todo lo bien que se merece este
arte. Una infinita pasión y una energía desbordada por tantos sentimientos. Mucho respeto.
Durante cinco o seis años has estado residiendo en Cangas de Narcea, una población asturiana
de escasa tradición flamenca, donde abriste una escuela de baile, llamada Cibayí. ¿Qué
significa esa palabra para ti?
En lenguaje caló, Cibayí, significa maravilla o maravilloso, de su significado para mí, podría estar
hablando durante horas. Te diré que, cada vez que la escucho o leo, contengo el aire y se me encoge
el alma, se me mezcla una sonrisa y una lágrima. Me ha quitado parte de vida y a la vez, ha dado
cierto sentido a la misma. Su creación coincidió con la grave enfermedad de mi padre y estar lejos
de casa, sabiendo que mi madre y mi hermana tenían que afrontarlo sin mi ayuda, fue muy duro.
Cibayí ha sido lo más grande que he hecho y logrado. Gracias a mis alumnas se convirtió en algo
tremendamente bonito y maravilloso.
Ahora tiene mas acepciones inseparables: unión, respeto, disciplina, emoción y cariño.
Coreógrafa, profesora de baile moderno, urban dance, aero-dance, baile español, sevillanas,
bailaora de flamenco etc. ¿Cómo te describirías?
Tengo entendido que esa etapa de tu vida ha concluido y supongo que tu decisión ha sido
dolorosa. ¿Cuál es tu meta?
Mi meta consiste en ser feliz y hacer feliz a los míos, como ser feliz implica mantener el flamenco
en mi vida, a ser posible seguir dedicándome a él.
Supongamos que tuvieses la posibilidad de elegir una pareja de baile. ¿Con quién te gustaría?.
El sentido de la vida es vivir y aprender de las vivencias en el largo y duro camino, ser feliz o
intentarlo.
Yo no diría renunciar, mas que a lo material, sino adaptar, puesto que renunciar no renuncié a nada.
Tuve que adaptarme a las situaciones con muchísimo esfuerzo y sacrificio en momentos muy duros.
Actualmente seguiré intentando la adaptación, sin renunciar a nada.
“Lo importante no es haberse caído, sino levantarse después de cada caída” Y añado: Agradece
cada gesto, cada mano tendida y seguirás encontrándola a cada traspiés, consiguiendo que sea un
motor de bienestar compartido.
En resumen, Marta Murillo Jaén (Cibayí) una enamorada de la vida y del flamenco, una
mujer enérgica que lucha por llegar a las estrellas.
ARTÍCULOS
Reyes Cáceres Molinero
Pronto recibe su primer premio, el Leopoldo Alas a su libro de relatos “Los jefes" .A partir
de ahí comienza a escribir de forma apasionada hasta llegar a un total de más de veinte novelas. “La
ciudad y los perros” ambientada en una trama militar sorprende por su vitalidad estilística y obtiene
el Premio de la Crítica entre otros. Viaja a Perú y se sumerge en la selva donde observa y toma
notas sobre el Amazonas, material que le servirá para “La casa verde” libro que escribió y
reescribió y que fue recibido con gran éxito y varios galardones.
En la década de los setenta se traslada a Barcelona, capital del elitismo intelectual en esos
momentos, convirtiéndose en un referente del boom latinoamericano que comenzaba por entonces
junto al entonces amigo Gabriel García Márquez y al amparo del editor Carlos Barral quien dijo de
Vargas Llosa que era el único escritor que “trabaja como un obrero y vive como un burgués”. A
partir de entonces el escritor vivirá siempre en distintos países de Europa obteniendo numerosos
reconocimientos y premios entre los que destacan el Rómulo Gallegos, el Ortega y Gasset, el
premio Cervantes en 1994 y el Príncipe de Asturias. Es también miembro de la real Academia,
Doctor honoris causa por las universidades de Oxford y Harvard. Actualmente es profesor visitante
en la universidad de Princeton donde importe clases de literatura. Preside la Fundación
internacional para la libertad FIL.
Desde el punto de vista narrativo, tras el ambicioso proyecto que da lugar a “Conversación
en La Catedral”, la producción de Mario V.L. se distancia de los asuntos serios como la política y
los problemas sociales e inicia una literatura de tipo más satírico reflejada en "Pantaleón y las
Visitadoras". La guerra del fin del mundo, ambientada en Brasil, es su primer intento de novela
histórica. Se va produciendo en él un giro temático hacia la conducta irracional humana.
Tras un período de intensa actividad política, publica en el 2000 "La Fiesta del Chivo”,
novela llevada al cine, libro en el que critica las dictaduras. Y unos cuantos libros más. Ahora en
las librerías ya está a la venta su última novela “El sueño del celta” inspirada en la vida del irlandés
Roger Casement, cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX y amigo de Joseph
Conrad. Novela que revela con crudeza un genocidio . Para documentarse y elaborar su denuncia
del colonialismo estuvo en el Congo como un reportero más.
Su como hombre y como escritor no se concibe sin su compromiso con la actividad política,
anclada en su interior desde muy joven. Considerado un liberal, no siempre fue así. Tras sus inicios
comunistas en la etapa estudiantil, en 1965 viaja a La Habana y se acerca al régimen cubano,
aunque será por poco tiempo ya que en 1971 se desengaña y se distancia ideológicamente del
castrismo para ir evolucionando hacia el neoliberalismo.
Vargas Llosa siempre ha sentido la pasión política como un deber o como una tentación
que le ha apartado momentáneamente de su actividad literaria. En 1990 se presenta como
candidato a la presidencia del Perú por la coalición política de centro derecha Frente Democrático
(Fredemo). Candidato favorito para los medios de comunicación, ante la sorpresa general pierde
las elecciones frente un desconocido Alberto Fujimori. Vuelve a sumergirse en la escritura pero el
giro político le acarrea ciertas dificultades en su país y en 1993 obtiene la nacionalidad española.
Unas palabras de Octavio Paz constituyen un lúcido retrato de Vargas Llosa en esta faceta. “El
poeta Heine dijo alguna vez que prefería ser recordado no por su pluma y sus poemas sino por sus
combates en defensa de la libertad. Estoy seguro de que mañana, nuestros hijos y nietos
recordarán a Mario Vargas Llosa, al novelista, al creador de mundos tan reales y fantásticos como
la realidad misma, pero igualmente al combatiente civil y al demócrata. Saludo en él a la rara
síntesis de la imaginación literaria y la moral pública”.
El vicio de escribir
Vargas ofrece temas recurrentes en su obra desde el punto de vista ideológico: la
defensa del individuo sobre el colectivo, la proclividad hacia el liberalismo económico, la adicción
a la estética occidental, así como la rebeldía contra al poder y un afán constante de transgresión.
Siempre refleja su personal percepción de la realidad peruana, así como otras experiencias
vividas en diversos países del de mundo: Europa ha sido su referente literario. Ante todo hay en él
una genuina búsqueda de libertad. Desde algunos sectores se ha criticado su pertenencia a la
burguesía y se le ha achacado cierto oportunismo. Mario V.L es hombre de contrastes,
profundamente antirracista y antinacionalista. Puede gustar más o menos pero estamos hablando de
un escritor concienzudo, apasionado, un animal literario en el amplio sentido de la palabra. Se ha
dicho de él que es un paradigma contemporáneo, es decir un escritor representativo de muchos
otros, quizá muy diversos a él. Vargas Llosa crea conciencia con lo que escribe, se puede aceptar o
rechazar pero induce a la reflexión. Su compromiso literario ha permanecido imperturbable a pesar
de sus vaivenes ideológicos y políticos porque ve la escritura como un oficio y una obsesión.
Sus principales recursos como narrador son la gran capacidad para crear tramas complejas,
así como la sonoridad de su prosa y una exuberante imaginación que acude a elementos
asombrosos y espeluznantes. Es un maestro en el empleo de técnicas literarias sofisticadas.
Lógicamente, en su obra hay altibajos desde el punto de vista cualitativo, como existen en la de
cualquier otro escritor, pero ante todo hay una buena dosis de trabajo y tesón.
El poeta peruano Antonio Cisneros, reciente premio iberoamericano de poesía Pablo Neruda
lo define como “una persona extraordinaria y compleja, como si fuera el mismo uno de sus mejores
personajes. Son muy raras las personas que durante setentaitantos años de su vida son
consecuentes con su verdad, sin estar buscando acomodos, reacomodos, caer simpáticos. Pues eso
es Vargas Llosa”.
Modesto Antona Castro
-SARAMAGO-
Reconozco que es una osadía por mi parte escribir sobre Saramago en una revista lite-rar ya que
no soy un estudioso de la obra narrativa del maestro, ni tampoco un conocedor profundo de su
pensamiento filosófico. Nada nuevo, por tanto, podría yo aportar al lector que tenga la cortesía de
acercarse a mi escrito. Por eso, cuando decido sumarme al homenaje que Raíces de Papel le tributa
a este portugués universal, lo más conveniente que se me ocurre es ofrecer unos retazos sobre las
impresiones y emociones que este sabio ha provocado en mí, bien sea como narrador o como
intelectual comprometido.
La primera vez que oigo hablar de Saramago es referente a su condición de “escritor comunista”,
y no como escritor excepcional. Esto último lo descubriría más tarde, cuando me topo, sin buscarlo,
con un libro suyo. Recuerdo muy bien que fue durante unas vacaciones en la costa, estando en un
centro comercial en busca de alguna prenda de vestir, cuando en la sección de librería veo La balsa
de piedra. Yo no conocía ningún título de Saramago, por tanto no tenía ninguna referencia de esta
novela, ni sabía siquiera si era o no una de sus últimas obras. Leí el comentario que venía en la
solapa del libro, me pareció un argumento muy original, y lo compré. Lo leí en aquellos días,
tumbado bajo la sombrilla, y quedé fascinado, tanto por la historia como por la simbología que en
ella subyace; pero, sobre todo por su estilo narrativo. Esa forma tan peculiar de integrar los diálogos
en la narración, que nos hace, enseguida, pensar en la literatura oral, y que es, seguramente, la
característica más singular de la escritura de Saramago. Una oralidad que él adopta de forma
consciente, pues no en vano ha llegado a recomendar a sus lectores que lo lean en voz alta. Y para
desarrollar ese estilo oral, Saramago inventa sus propias reglas gráficas, que luego respeta
escrupulosamente; pues el lector, una vez que ha leído cualquiera de sus obras, hace suyas esas
reglas, y se extrañaría que el propio autor no las cumpliera. Llama, también, la atención la ausencia
de signos interrogativos y exclamativos, que el buen lector, seguramente, no necesitará, sobre todo
si tiene ante sí la obra de un maestro. (Fue a otro maestro del lenguaje, Francisco Umbral, a quien
leí en cierta ocasión que estos signos no eran imprescindibles cuando un escritor tiene la suficiente
fuerza expresiva.) Es esa, como decía, una característica de la literatura oral: que el lector perciba
al narrador en primerísima persona, leyendo, oyendo, los diálogos, no de forma teatral, sino en boca
del narrador. Una literatura para los oídos, además de para los ojos, decía la profesora Luciana
Stegagno Picchio. Pero me estoy dejando llevar por la teorización, y no era esa mi intención.
Después de La balsa de piedra busco con avidez otras novelas de Saramago, y la primera que me
encuentro es El año de la muerte de Ricardo Reis. Además de constatar que el estilo de Saramago
es el que es, y que ese estilo, manejado por él, tiene una eficacia extraordinaria, vuelve a
encandilarme con el tema. Leyendo esta novela, uno se ve caminando por esos hermosos barrios
lisboetas, tantas veces visitados en la realidad; parece encontrarse uno en esos rancios pero
entrañables hoteles de épocas pasadas; nos da envidia no haber seducido a la camarera en una de
nuestras estancias en ellos; nos gustaría haber sido nosotros los que hubiéramos conversado con
Pessoa, cuyo heterónimo da titulo a la novela; nos fascina, en general, todo el ambiente de la bella
capital portuguesa que Saramago nos introduce a través de todos los sentidos.
La siguiente novela que cae en mis manos es Levantado del suelo. Aquí emerge de forma
explícita y rotunda la ideología del autor. Un impresionante fresco sobre las miserias del
campesinado alentejano. Pero, además, al ser su primera obra, supone una enorme innovación
dentro del género, una verdadera revolución, a juicio de algunos. Lepecki habla de ella como un
libro en el que “la creatividad de la palabra, la tensión poética del discurso, el uso peculiar de
niveles o tipos de lenguaje buscan inspiración en lo que la literatura portuguesa de más positivo ha
producido a lo largo de los tiempos”.
Después leeré El Evangelio según Jesucristo, esa obra que escandaliza a los más timoratos y
ortodoxos cristianos, pero que otras muchas personas de fe han leído sin prejuicios, sino más bien,
como el propio Saramago dice, “como una relectura de los Evangelios, como un viaje al origen de
una religión”. Porque Saramago, según sugiere Ángel Crespo en un excelente artículo sobre el
escritor, ha leído no sólo los evangelios sinópticos, sino también los apócrifos.
Luego he seguido comprando otras novelas de Saramago, sin importarme el contenido (tema),
casi siempre muy original, sino guiado más bien por su forma; pues en todo arte el cómo es el qué.
Soy consciente de que muchos lectores buscan un libro animados por su tema, y disfrutan con su
lectura sólo por esta razón, a pesar de su pobreza literaria; pero los que se hayan acercado a
Saramago siguiendo ese criterio se ha encontrado con el valor añadido de su estilo brillante y
rotundo. Además de los temas insólitos de las novelas citadas, podríamos mencionar la curiosa
tergiversación del cerco de Lisboa; las trágicas consecuencias de la ceguera colectiva; la búsqueda
desesperada de aquel funcionario de registro civil que más que un nombre parecía estar
persiguiendo al amor de su vida; el desorden causado por el masivo voto en blanco en unas
elecciones…Pero yo, que casi nunca conocía previamente el argumento de la novela, repito, iba
atraído por ese estilo exquisitamente coherente con la historia contada, estilo con el que el autor
impresionó al mundo entero justamente después de la Revolución de los Claveles. Tal vez esa
coincidencia no sea casual.
"Educar es lo mismo/ que poner motor a una barca…/ hay que medir, pesar, equilibrar…/ y poner
todo en marcha. / Para eso, / uno tiene que llevar en el alma/ un poco de marino…/ un poco de
pirata…/ un poco de poeta…/ y un kilo y medio de paciencia/ concentrada./ Pero es consolador
soñar/ mientras uno trabaja,/ que ese barco, ese niño,/ irá muy lejos por el agua./ Soñar que ese
navío/ llevará nuestra carga de palabras/ hacia puertos distantes,/ hacia islas lejanas./ Soñar que,
cuando un día/ esté durmiendo nuestra propia barca,/ en barcos nuevos seguirá/ nuestra bandera/
enarbolada."
He querido que unos versos de Gabriel Celaya pusieran un poco de poesía a la consternación
que nos invade siempre que hablamos de la educación y formación de los más jóvenes.
Consternación derivada de la falta de respuestas a los amplios interrogantes que la cuestión siempre
plantea y de percibir como dedos acusadores señalan a diestro y siniestro responsabilidades hacia
todos los frentes, familiar, escolar, social, al mismo tiempo que. en muchas ocasiones, se eluden
estas responsabilidades por no saber la verdadera diana hacia dónde dirigirlas. Cada sector pretende
cargar el peso del trabajo, y de la culpa, sobre el resto, pero todos ellos se sienten impotentes ante la
tarea que quizás sea la más importante para las familias, para los hombres y para los pueblos: La
educación de sus miembros. Ello crea una impotencia generadora a su vez de una gran dosis de
ansiedad y sufrimiento.
La relación cambia en la adolescencia y, con la llegada de los niños a los institutos, más o
menos, se invierte la proporción. A partir de este momento, la mayor capacidad de influencia del
70% corresponde al entorno social y el interactuar con los pares, con los iguales, se convierte en su
mayor fuente de aprendizaje. La pandilla y el grupo de amigos adquieren un peso en sus vivencias y
decisiones que no tenía antes. Y a partir de ahí, el 30% restante corresponde a la familia. El niño
empieza a descubrir el mundo fuera de la protección de los adultos que le han cobijado hasta ahora,
para adquirir nuevas estrategias y aprendizajes que le permitirán en un futuro desenvolverse exitoso
en ámbitos más complicados y menos protectores. Si en los primeros años hemos conseguido que
tenga una base consistente y firme, con unos principios sólidos y coherentes, le daremos la
seguridad que necesita y que le falta, estará menos expuesto a influencias negativas, porque sabrá
qué, dónde y de quién elegir. Si los padres no ejercen esta función en la infancia, después, en la
adolescencia, que es cuando se convierten en más vulnerables por los cambios físicos, emocionales
y la disminución, o pérdida de influencia de los que antes han sido el todo, otros lo harán por
nosotros, con una escala de valores y una forma que posiblemente nunca hubiéramos elegido ni
desearíamos para nuestros hijos. De ahí la trascendencia de asumir esta responsabilidad de la forma
más temprana posible.
La historia de un ser humano empieza antes de su nacimiento, en la mente de los padres que
deciden afrontar el reto y la maravillosa experiencia de alumbrar una nueva vida y de verla
desarrollarse hacia el futuro en armonía.
Y esto es el qué. El cómo habría que hacerlo pertenece a otra historia.
Juan Ruiz de Torres
Luís Rosales (de feliz memoria) nos dijo: “un buen verso salva a un mal poema”.
Esto es: un solo verso puede justificar la existencia de un poema.
Esto es: habría que eliminar de los poemas todos los versos, excepto aquél realmente notable (y
ojalá lo haya).
Esto es: lo mejor sería escribir poemas de un solo verso, pero bueno.
¿Y cómo identificar ese verso magnífico? Mejor: ¿qué es un verso “magnífico”?
Esta es mi propuesta:
Verso: unidad del poema que abre al lector una puerta ayer desconocida.
Veamos nuestro primer ejemplo:
A LA DERIVA
Su barco es un colchón tan fatigado
que apenas puede el agua
servirle de camino.
Mujer, si tejes
con hebras de dolor aquel otoño
que envejeció de golpe en tu vestido
y alimentas con hiel
aquella dulce vid de los recuerdos,
jamás podrás llenar
del todo tus arcones.
Habrá en ellos
un transcurso de lágrimas
para hilvanar de nuevo tu ajuar donde quemaste
la piel desposeída.
Guardarás inventarios con trozos de ternura,
con la noche borrada en cada beso
y la luz que el relámpago
despertó en tu memoria
la sitiada heredad de las palabras.
Y sobre tus raíces
levantarás un árbol que nunca has conocido
y querrás que no vuelvan aquellas mariposas
que algún día posaron en tus hombros
el polen saqueado de la infancia.
Y alguien te cubrirá
aquellos huecos
que habías reservado para esconder tu nombre,
vendrá para robarte
las tapas que clausuran los dietarios
donde cumples,
por orden alfabético,
tus tareas de niña que crece tras la lluvia,
niña tan regresada
como antiguo es tu espejo
y nuevo tu naufragio,
como el temor que tienes si preguntas
por qué es lenta la tarde en los columpios
y te devuelve el tiempo
los pájaros huidos de tus ojos.
Mujer, quizás prefieras
que un gorrión se te enrede en los tobillos
y huelas para siempre
el trigo en tus alforjas,
que el viento te incomode las trenzas de marfil
agrupando en el pelo la gavilla
que ofreciste deshecha a tus paisajes.
Mujer, si apagas
el girasol de fuego que se oculta en tu tacto,
el que late en la frente de los hijos,
si oyendo ese rumor
del agua que se enturbia en los arroyos
oscureces de golpe tus relojes,
jamás podrás oir
el lenguaje de brasas que te alienta.
Y hablarás por los labios tan ajenos
que alguna vez besaron tus mejillas
para dejarte
un pronunciado abismo en la mirada.
Serán los tuyos
un palomar por donde se desboca
el vuelo de otras aves,
el nombre inexpresado del olvido
y aquel mar inconcluso en tus orillas.
Desmemoriada niña que abandonas tus labios
en un canto amatorio de sirena
y en el suave quehacer de tu silencio,
orfebre de esa voz
que de tan diminuta se pierde por el aire
para que nunca puedas
gritarle a la esperanza.
Mujer, no cierres
aún esa maleta
que descansa en el fondo de tu armario.
Te cabe todavía algún rincón
por donde esperarás,
sin apenas morir desde los sueños,
que el alba llegue
por fin a despertarte.
ALEGORÍA DE LA CREATIVIDAD
(Acuarela)
Estiraba el pescuezo,
tratando de ocultarse en la trama de peces
que, impúdicos, habían tomado el territorio,
en bacanal absurda con la geometría.
El horizonte, puesto de talones,
alardeaba de su antigua verticalidad.
Roto el pecho,
brota del corazón un santuario
sembrado de claveles
que ascienden al olfato hasta adherirse
al cuello en mil abrazos;
huelen a mayo y gritan alboradas
desde el vientre vacío,
desde el regazo abierto en carne viva
por el parto robado:
¡bermeja carne en flor,
estirpe de heroísmo y esperanza
esgrimiendo ideales!
Mas segaron el cáliz en vendimia
de calvario y de muerte.
¡Ah, grial desbordado de calostros
amargos como el paso
que hiere en cada vuelta el pavimento
de la vía ocupada,
la que torna al medroso en combativo
convirtiéndolo en madre,
clamor, Plaza de Mayo, en rocío
y abuelas peregrinas!
Tiene la leche el nombre y apellidos
de la sangre perdida
aquel día de azufre y de grilletes
mientras ellas entonan,
en racimo, las nanas de otro tiempo
a los hijos del alba.
Cada salmo in memoriam es gemido
de invocación al borde
de la cruz, la impotencia, el arrojo
en pos de un testimonio.
Cada vuelta es un bucle en la quimera
de la foto que busca
su voz, su yo, su alma ya prescrita.
¡Qué amargo vía crucis!
¡Qué inmedible la lágrima y la pena
enquistada en el pecho!
Ya vivir significa sólo cita,
habitar los zapatos,
componer el pañuelo y la memoria
y zurcir los recuerdos
del fruto que perdieron y reclaman
las madres en la plaza,
que no entienden que un hijo se evapore,
o que un nieto se pierda.
El vacío que puebla las entrañas,
reproduce el calvario evocador
en el Gólgota propio:
mazmorras de tormento, hoy convertidas
en templo para artistas y poetas.
¡Bendita sea siempre
la silenciosa herencia de los mártires!
Lola de la Serna
INVIERNO
Bajo la escarcha
guardado en la tiniebla de los surcos
se va pudriendo el grano.
SÚPLICA A TERESA
Aquí me tienes, TERESA ,
y ya no será aduana
se despuebla tu convento
Si en la segunda morada
me aconsejas la oración
y veo la abdicación
y tu obra teresiana
en un mundo destruido,
y nuestra fe se deshoja
Y de pronto, mi ansiedad
y tu voz santificada
Y miro la actualidad
da la mayor potestad
ignorando la verdad
desterrando a Satanás.
Pues no existen sabandijas
en mi triste deterioro.
queriendo rectificar.
en el Castillo divino,
Mi casa es la de siempre,
solamente este cambio
esta degustación, esta abundancia,
en nombre de algún dios me desconcierta.
Después de todo,
aquí hay paz y corre el aire…
y es mucho descubrir
que nos sentemos a la mesa
y nos miremos a los ojos.
Alejandro Moreno Romero
AULLIDO
Sólo pido
que os baste la solícita pomada de indulgencia
con que os embadurnáis cada mañana
y os sorprenda la Dama, que a todos va a llamarnos,
como una sorda ráfaga
o un oscuro portón ante el vacío.
Milagros Salvador
NEGRO TRIUNFO
LA CORBATA
IMPECABLE.
Confuso estás,
pero impecable, esta mañana. Como siempre
tiembla un poco tu mano ante el espejo. Yacen,
flotan, navegan
las paredes en sombra de la casa. Sobre el lecho,
las ropas en desorden, el goce ya dormido
de un cuerpo abandonado: Esa mujer que
levemente palpita.
Reflejos como lluvia
mojándote en penumbra. Jamás hacia el recuerdo
regresarán las aves.
Todo,
todo está ya detrás de ti,
en los ángulos grises de ese espejo,
de esas aguas, a espaldas de tu vida.
Tu mano allí parece ahogarse
pero emerge,
emerge y nada hacia la salvación
como el final inmóvil de un capriccio
de Piotr Ilich Tchaikovsky.
Por eso, nada temas.
Aunque hayas demorado tu mirada en tus manos,
aunque obsesivamente sigas
esa tu vena azul, su largo trazo
de simulada inocencia, no, nada
temas.
Acaso debes, solamente,
dar otro giro más a la derecha. Media
vuelta tan sólo: Eso es. Si ahora pasas
tu seda y tu costumbre por el hueco
que has dejado, y tiras suavemente
de tu aburrido
cansancio,
y, más que ayer, lo ajustas poco a poco a tu cuello
y, muy educadamente, aprietas,
pero no demasiado,
respirarás feliz, seguro,
y mirarás al espejo, y verás
que están bien hechos
otro nudo,
otro día, otra soga, otra corbata.
En la penumbra gime
la lucidez ausente
del que calla y observa,
porque sabe que nada
existe por sí solo,
ni la luz ni la sombra
ni la propia penumbra.
Ni siquiera la llama
que alguien tuvo en su mano
como tea en la noche
del pintor de cavernas
o antorcha para el odio
se explica por sí sola
si no hay alguien que mira.
cicatrizando el recuerdo.
de espinosos alambres,
ceñidos a la ilusión
de quien ya no es niño.
en la edad de en medio.
Para quien estrena vida y sol
LA VIEJA TABERNA
MUECA
convirtió en putas
el único vicio
de las lágrimas.
Françoise Roy
Cuando era no-tuya aún, en el amnios de tu más profundo cuerpo, rodeada de aguamalas
rhizostoma pulmo como nombre de gala, el pulmo me recuerda cómo inspira el “pulmón en la
tarima” del verso de Laura , tú que no tienes nombre, ¿qué aguas nos separaron como un Mar
Rojo hecho a tu medida?
Me hablaron de fallecimiento sin mencionar ataúdes. Me hablaron de tumbas sin
cementerios. Me vertieron pócimas en el conducto auditivo.
Desde el iridio de tu muerte, ¿a qué piélago sin orla retornaste, las puertas de agua cerradas
como surco de velero?
¿Qué universo interior —agua dentro del agua, cardúmenes en la galaxia del coral— cría
cúmulos de estrellas diluidas en la sal?
Iñigo Laquerrá
LLAMADA
La mañana serena
soleada, perfecta.
DIBUJAR EN TU MANO
Dibujar en tu mano
es llegar a una orilla
donde el lápiz descubre latidos
que habitan en las grutas de la noche.
Y deslizándose en tus cinco ríos
siembra un leve sendero
que taladra la piel.
Y mi voz se oscurece, ya granate
con el sol tardío.
Grafito de sombras hiere tu palma,
escribe remolinos y engendra el azabache.
Cuando los abriles me susurran
yo me cobijo allí
sin frío, ni llagas ni desierto.
Dibujar en tu mano,
mi voz granate.
Marcos Callau Vicente
El bueno de Miguel
el bueno de Miguel
Asociaciones culturales,
fundaciones,
grupos de amigos,
poemas dedicados,
canciones escritas,
calles, homenajes.
Me quedé helado
No se me olvida
y de la mujer de Miguel,
Josefina Manresa.
de "Perito en Lunas"
de la tuberculosis y el hambre.
el bueno de Miguel,
En el fumadero
Nos recibirán
y desanimadas.
Manuel Mejía Sánchez
OJOSOIDOS
CONJURO
Yo te conjuro Afrodita,
para que me hagas nueva;
nueva de piel lujuriosa y
de curvas sin fronteras.
Yo te conjuro Afrodita
para que me des piernas nuevas,
bellas piernas que se abran al deseo y al placer
y en amor se sumerjan.
DEDICADO A TI
Siempre estarás, en cada momento: En los que no se olvidan, en los más amargos y en
los más dulces.
De chiquillo construía cometas con tus hilos de colores, sin saber que el viento puede
ser vendaval y arrastrarnos hacia lo invisible.
Quiero volver a ser niño, revivir las dulces tardes de batidos de fresa y sueños en
technicolor, de sesión continua, para ver una y otra vez la película de nuestras vidas,
saltar sobre las olas con las sandalias transparentes, y llenar el cubo de sonrisas y nácar,
pisar el Mediterráneo, esperando al capitán, que viene de blanco desde el séptimo cielo
en su corcel de nubes, para trotar sin parar sobre la espuma de los días.
No me gusta el albero salpicado de sangre, pero sí los caballos con coronas de helechos.
Va cayendo la tarde, la gris, la que dobla las espaldas y empuja las agujas contra la piel
desnuda, la que deja sin norte a todas las brújulas, la que nos seca la garganta y
apergamina los labios, sedientos de tan solo una gota de ánimo.
Hay soledad sobre el lecho, sobre el fondo de armario, donde reposa tu abrigo, sabedor
del desguace.
Es como mirar al cielo esperando la lluvia, sin saber que la lluvia mana de tus ojos. Es
tiempo de sequía, de mirar a lo alto.
Blanca del Cerro
Tal vez, a partir de ese instante, la vida sería así, oscura, sombría, cenicienta,
empapada de arpegios inaudibles y ahogada en sombras grises, tan grises que
explotaban densas a mi alrededor y me las tenía que quitar de encima a manotazos. Lo
cierto es que empecé a ahogarme en ellas, como si se tratara de un inmenso maremoto
avanzando inquieto hasta mi soledad, esa soledad construida de distancias que él había
dejado ahora entre nuestras almas y nuestros cuerpos.
El día en que me avisaron de su muerte empezó a llover.
Me quedé con el auricular del teléfono helado entre las manos, escuchando la
siniestra noticia, mientras por mis labios se escapaba la palabra Padre, una palabra que
taladraba el aire y se hacía añicos en mi cerebro petrificado.
Las gotas de lluvia iniciaron una sinfonía de lunas tibias al compás de la mañana
y se aposentaron entre los hombres como si estuvieran a punto de poseerlos, como si
fueran a adueñarse para siempre de sus vidas, como si ya no quisieran abandonarlos
jamás.
La voz al otro lado de la línea, casi un susurro, me informó de que aquel hombre
de hierro y fuego que fue mi padre había sufrido un repentino ataque al corazón, había
sido inmediatamente trasladado al hospital y ya no pudo hacerse nada por salvarlo.
Murió enroscado en el silencio y abrazado a su soledad, dejándome a mí con la mía
propia, la de su presencia, la de su recuerdo, la de su ausencia. Una vez despojado de su
carga, el susurro me dio el pésame y colgó.
No lloré. No pude llorar porque mis ojos, sin saber las razones, se negaron.
La lluvia se había apoderado de los cristales y trazaba misteriosos caminos por
los que bailaba minuetos y boleros tristes.
Me acosté sin cenar. No sentía hambre, sólo dolor, y pena, mucha pena, y culpa,
mucha culpa. No sé si dormí. Abría y cerraba los ojos pero siempre encontraba
oscuridad, en el exterior y en el interior. Un tumulto de sombras me acarició la piel
tiñéndola de ceniza negra. La figura de mi padre me acosó en sueños, y el barrio, sus
habitantes, el sacerdote, el ataúd, los pésames, muchos pañuelos blancos hastiados de
lágrimas, el cementerio, la iglesia, el funeral, la casa que ahora me pertenecía, el jardín,
el ayer, el pasado, los dos juntos, sus cuentos impregnados de dulzura. Mi padre. Las
imágenes se apiñaban en un desfile interminable. No sé cuánto tiempo permanecí en ese
estado de duermevela, pero fue un extraño sonido el que me hizo abrir los ojos por
completo. Me incorporé y escuché. El reloj marcaba las tres de la madrugada. En un
principio pensé que sería la lluvia, pero aquello se asemejaba más a un siseo, un
zumbido suave, alas de libélulas o de mariposas.
Me levanté, me puse una bata y unas zapatillas, subí la persiana y me asomé a la
ventana del que había sido mi dormitorio a lo largo de muchos años.
Mi cuerpo quedó sacudido por un relámpago de terror y sorpresa, mientras un
tropel de temblores en forma de burbujas se adueñaba de todos los rincones de mi piel y
subía sin cesar hasta llegar a mi garganta. Mis pupilas reventaron de angustia.
Aquello no era posible. Lo que tenía delante no era posible. Lo estaba
imaginando, lo estaba soñando, todavía no había despertado, mi imaginación, seguro
que era mi imaginación, no podía ser cierto. Lo que veían mis ojos no era posible, no,
no lo era.
Seguía lloviendo.
LA CENA
Asun Vasconcelos tira el abrigo sobre el sofá, pasa como un rayo por delante del espejo
– lo justo para comprobar que sigue en pie la obra de la peluquera- y se va para la
cocina. Antes de salir se dejó el pavo en el horno. Ya casi debe de estar. Asun
Vasconcelos va hablando sola pero se le puede perdonar. Y si no se le perdona da igual,
si no tiene nadie con quien hablar ¿qué va a hacer?.
- Mi marido es un santo, de eso no hay duda. Tendrá sus cosas, como todo el
mundo, pero es un santo. Porque mira que cargar con la plasta de su madre a
todas partes. ¡Ay, Germán de mi vida, la que te ha caído! A mí, la buena señora,
la verdad es que no me molesta gran cosa. La pones en un sitio y allí se queda.
¡Pero es que tiene un cuajo!
-
Asun Vasconcelos mira el reloj de la cocina.
- ¿Qué hora es?; ya tenía que haber legado el pedido. Peor es mi cuñada Anita.
Esa sí que es una buena pieza. Anda que su marido; el pobre Carlos sí que tiene
el cielo ganado. Voy a ver cómo sigue el pavo, que yo no he visto en mi vida un
bicho más pesado para hacerse.
Asun Vasconcelos se detiene en el comedor para revisarlo todo.
- A ver, ¿está todo?. Los patés, los ahumados, los vinos, los quesos, las trufas de
chocolate ¡Ah! el cava, el cava, que ese sí que hay que enfriarlo. Si no,
cualquiera aguanta a Ramón.
Asun Vasconcelos abre latas, destripa envoltorios, dispone viandas, enfría vinos,
prueba el pavo, baja el horno, pone la mesa, se mira al espejo, se encuentra horrible, se
pone el gorro de plástico, se mete bajo la ducha. Respira hondo. Se seca. Se maquilla, se
viste y vuelve al comedor.
- Ahora, vamos a ver cómo nos sentamos. Mi suegra, en la cabecera, eso está
claro. A su izquierda, Carlos que es su hijo mayor. Lo suyo es que estuviera a
su derecha pero es que mi suegra, del derecho está como una tapia. A su derecha
pongo a Germán que es más callado y no le importa y así está la mamá con sus
dos niños. Yo me pondré junto a Carlos y a mi izquierda, Ramón. Así no se
pelean, porque estos dos se agarran cuando no es por el fútbol es por la política y
si no, por los vinos.
- ¡Pero qué dices, Asun! Eso deja juntas a Marta y a Anita. ¡Madre mía, para qué
queremos más! Entre las dos son capaces de pegarle fuego a la casa. Quita,
quita. A ver, a ver. No, lo mejor va a ser poner a Ramón entre las dos y Germán
que se venga a mi lado. Eso, así está perfecto.
-
De pronto, la sonrisa de de Asun Vasconcelos, se funde en una mueca entre aburrida y
dispéptica. El recuerdo de veinte años comiendo frente a su hermano, sus bromitas y sus
patochadas, que vuelven en cuanto bebe dos copas, le arruga el ánimo.
- ¡Ni hablar! Ramón se queda en su sitio, y Marta en el suyo. Esa, con tal de
charlar le da igual que mi suegra la oiga o no. Germán, el pobre, no va a tener
más remedio que quedarse entre esas dos locas. ¡Qué le vamos a hacer!
Asun Vasconcelos coloca los cartelitos sobre los platos, delante de las servilletas,
dobladas como aprendió en el restaurante chino.
Suena la cerradura de la entrada. Por el pasillo, leve y gris como una pelusa, avanza su
suegra. Germán la sigue, arropándola con su corpachón.
Pasa un ángel.
Suena el timbre. Germán sale a abrir. Asun Vasconcelos siente a Anita, supone a
Carlos, ventea a Marta, acecha a Ramón. Compadece a Germán.
FONDO DE CAJA
MARINA
Hugo la apaga. – que tal si estamos en igualdad de condiciones -– dice - .Marina cierra
los ojos y dibuja en su mente un plano de la cocina Busca en la oscuridad la vitrina de
las copas, coge dos y tira otras dos que por fortuna no se rompen. Las coloca en la
encimera de granito al lado de la botella de vino. Hugo llena las copas y le pone una en
la mano. Brindan por el apagón.
Beben y después se besan. El le lame los labios; Vino y carmín, deliciosa combinación.
–¿Como llevas la novela? – pregunta ella.
–Atascada; desde anteayer solo he escrito dos líneas, pero no estaba pensando en eso
ahora – responde Hugo.
–Te espero donde tu ya sabes – y Marina siente que el se aleja como flotando en la
oscuridad. Trata de agarrarlo pero no lo encuentra. Se concentra y percibe el roce de las
zapatillas de Hugo al fondo del pasillo. Sale de la cocina y palpa la pared. Cuenta los
huecos de las puertas mientras avanza, uno, dos, un par de pasos más y gira a la
izquierda. Pichi bufa y sale huyendo. Acaba de pisarle el rabo.
–Lo siento – se disculpa Marina.
Por fin encuentra el dormitorio. Entra despacio con los brazos extendidos hasta que sus
piernas se topan con la cama. Las manos de Hugo la ayudan a tumbarse y a partir de ese
momento no existe la oscuridad. Sus cuerpos se mueven acordes. Conocen cada
centímetro de la anatomía del otro y sin embargo vuelven a explorarse como si fuera la
primera vez.
La ropa está ya en el suelo y ellos ruedan desnudos sobre la cama. Sus bocas se
conectan en la oscuridad inundada de silencios. En la calle ha dejado de llover y las
farolas vuelven a iluminarse poco a poco. Marina se estremece. Arropa a Hugo, se
levanta y sale del dormitorio. Al pasar por la salita, tenuemente iluminada por las
farolas de la calle, descubre a Pichi acurrucado en el sillón de cuero de Hugo. Vuelve al
dormitorio con las dos copas de vino y beben. Beben y hacen el amor sin encender la
luz. Cuando se duermen, la lluvia vuelve a caer, ahora monótona, y su apagado golpeteo
es como una nana que quiere custodiar su sueño-.
Hugo para la grabadora y la deja en la mesa. La calle sigue estando a oscuras y llueve a
mares. Enciende otra vez la pipa. Están llamando a la puerta. Se levanta y sale al pasillo.
Pichi, su gato de angora negro se aparta para que no le pise y camina detrás de él. Antes
de abrir la puerta ya sabe que es Marina…
Silvia Carpena
ALZHEIMER
Aquel día, cuando me desperté, me sentía raro. Miré a mi alrededor, pero todo
estaba tal y como lo había dejado al acostarme; así que decidí restarle importancia al
asunto.
Me levanté como cualquier otro día pero tuve que ir a desayunar sin mis
zapatillas, ya que, por más que las busqué, no pude encontrarlas. Seguro que mi mujer
las había metido a la lavadora antes de que yo me despertara. ¡Qué mujer la mía! Si no
fuera por ella, la casa estaría patas arriba… Si es que, además de ser comprensiva y
afable, es preciosa y tiene unos ojos color verde mar que te enamoran desde el primer
instante que la miras.
Bueno, como iba diciendo, desayuné y después me fui a dar un paseo por el
pueblo. Anduve por donde solía caminar todos los días: vi las granjas, el ayuntamiento
y también dediqué un poquito de mi tiempo a observar, de lejos, el pinar. Éste era un
lugar muy representativo del pueblo, puesto que se contaba que allí había vivido un
duendecillo que se encargaba de que reinara la felicidad en toda la comarca. Esta
leyenda la conocían de sobra mis nietos, ya que, siempre que estaban tristes, se la
contaba y con ella lograba que se volviera a dibujar una sonrisa en sus rostros…
Tan sumido estaba en mis pensamientos que, cuando quise volver a casa, me
perdí. Me hizo gracia ser tan despistado a veces. El caso es que, al final, unos hombres
vestidos de azul y con insignias amarillas me acompañaron. Al llegar, me sorprendí
bastante de que hubiera tantos desconocidos en mi casa pero supuse que se trataría de
algún miembro de la asociación a la que se había apuntado mi mujer. Yo no sé de qué
iba esa asociación, pero creo que a mi mujer le hacía feliz pertenecer a ella.
Sonreí a todos los que allí estaban y ellos me devolvieron la sonrisa con
amabilidad. Resultaba curioso que todos supieran cómo me llamaba e, incluso, que dos
de ellos me dijeran algo así como “tío Antonio”. ¡Qué bromistas! Seguro que era una
nueva moda de esas que inventan ahora. En fin, la velada transcurrió apacible pero yo
me tuve que ir temprano a dormir, ay que me encontraba muy cansado.
Los días siguientes, recuerdo que fueron extraños pues, cada vez venía más
gente desconocida a mi casa. Incluso recuerdo un día que me quedé afónico. Por más
que lo intenté, no pude pronunciar palabra. Ese día recuerdo que vi llorar a mi mujer.
¡Cuánto me hubiera gustado decirle que no se preocupara, que ya se me pasaría!
Aunque, bueno, todo hay que decirlo pero, al final, no sé por qué, pero no volví a
hablar.
De los demás días recuerdo muy poco. Sólo que un día me caí y me di un golpe
en la cabeza. Quizá sea por eso por lo que andaba tan atontado por la casa; como sin
saber a dónde dirigirme, como sin saber qué hacer…
Finalmente llegó un día en el que vinieron cuatro niños a mi casa. Eran
encantadores y se pasaron todo el tiempo dándome abrazos y contándome historias.
Recuerdo que me pidieron que les contara no se qué sobre un duende, pero tampoco me
salieron palabras para decirles que no sabía de qué me estaban hablando. Recuerdo que
les miraba y que ellos sonreían aunque, de vez en cuando, venía una mujer y se los
llevaba. A continuación, ella se sentaba a mi lado y también me contaba historias.
Siempre tenían que ver con un tal Antonio y eso me sorprendió, pero no dije nada. Y, a
veces, ella lloraba, pero a mí no se me ocurría nada para calmarla. Por eso me sentía mal
y entonces yo también me ponía a llorar.
Una de las personas que recuerdo era una mujer, pero más mayor que la otra.
Tenía unos ojos verdes muy bonitos y era muy hospitalaria conmigo. Me lavaba, me
daba de comer, me vestía… Y yo estaba maravillado por tanta dulzura. Me hubiera
encantado escribirle un poema pero, por más que lo intenté, no logré que mis manos
hicieran lo que yo quería. Eso me molestó bastante pero tampoco dije nada. Entonces
pensé para mis adentros que seguro que todo había sido un sueño y que, cuando
despertara, podría escribir de nuevo.
Sin embargo, no fue así. Además, un día, la mujer de los ojos verdes se fue y no
volvió. Recuerdo que me hubiera gustado confesarle que tenía unos ojos preciosos y, si
no fuera porque seguro que tenía marido, le hubiera pedido que se casara conmigo. Ésta
es una de las últimas cosas que recuerdo; quizá, incluso la única.
Celia Martínez Parra
Las ramas de los árboles cubrían el camino. Alberto, siguió andando por la ladera de
castaños, ya de color anaranjado.
El otoño, como a todos los amantes del bosque, siempre le pareció la estación más bella
por la extensa paleta de colores que ofrecía. Esta característica, convertido en un pintor
consagrado, sabía disfrutarla como pocos mortales.
El olor a tierra mojada le invadió, trayendo prendidos los recuerdos de su infancia feliz,
jugando con los compañeros de la escuela al pilla-pilla entre estos árboles que, por
aquel entonces, accedían a convertirse, de forma esporádica, en aguerridos enemigos
contra los cuales valía la pena desenvainar con fiereza las artesanales espadas.
Más tarde, estos mismos gigantes, serían cobijo y testigos mudos de aquellos primeros
encuentros prohibidos de juventud, ahora tan lejana, pero que sentía viva y palpitante,
en una capa interna pegada a su piel curtida.
Aunque querría evitarlo, este aroma también le rescata, con increíble nitidez, la
amargura y la rabia que bombeaba su corazón, la última vez que recorrió este mismo
sendero, pero en sentido contrario, hace ahora treinta y cinco años.
Juró no volver y, encabezonado, casi lo consigue poniendo para ello mucha tierra de por
medio. Más ayer, el escueto mensaje recibido en el buzón de voz de su móvil, le hizo
olvidar su promesa y así disfrutar del bálsamo reconfortante que supone renunciar a
nuestro ego.
FIN
Concha García de los Arcos
SUR AL NORTE
En mi ciudad, allá donde el Sur se hace Norte, todos los días el Sol se sumerge
lentamente en las aguas del mar, como una doncella temerosa y púdica, su amarilla y
roja cabellera desplegada al infinito tiñe el azul de violetas, naranjas y verdes en una
orgía de sensaciones que paralizan el pensamiento y solo permiten sentir.
Destellos y colores explosionan en un telón de fondo donde las gaviotas, saetas certeras,
horadan las ondas presurosas por agotar las últimas claridades.
La lenta caída del día, el avance del oscuro oriente apoderándose despacioso del
infinito, el encendido de las estrellas y de los faros, presencia protectora de los sueños
de infancia.
DULCE Y BREVE
Ya tenía ganas de salir de casa. Los últimos días los pasé muy excitada. Veía
regresar a mis hermanas mayores, tan guapas y elegantes luciendo colores discretos.
Entre correría y correría no paraban de relatar maravillas del mundo exterior. Hasta ese
momento me habían tratado muy bien. Crecí siendo un bebé gordo y blandito, de piel
blanca, como todos, y me habían atiborrado de papillas dulces para que me criara sana y
vigorosa. ¡Qué bonita era esa guardería! Cada una de nosotras en su cuna, todas iguales
y perfectamente ordenadas para aprovechar por completo el espacio. Me transformé y
fortalecí las extremidades. Estaba deseando ejercitarlas.
Corrí a la puerta. El punto de luz que servía de guía para encontrarla se iba
ensanchando a medida que me acercaba. Ya no era un punto, sino una ventana más
grande que yo. Aunque me habían descrito con gestos lo que me encontraría más allá,
no alcanzaba a imaginarlo. Llegué al umbral, miré y el paisaje no tenía fin. El horizonte
retrocedía según elevaba la vista desde el suelo y se adaptaba a la claridad y a la
distancia. Enfoqué el cielo, todo transparente y decorado con brochazos blancos
circulares. Me agaché un poco, tomé impulso y ¡allá voy!
Debería explorar, conocer el terreno antes de empezar a trabajar. O no. Era tan
amplio que nunca terminaría. Sería mejor avanzar al azar, que cada nuevo recodo
supiera a descubrimiento. Me habían dicho que, una vez fuera, me dejara guiar por mi
instinto, la voz de mis genes o como quiera que se llame lo que me ordene la naturaleza.
Llegué hasta un árbol próximo, subí a lo más alto y me detuve a extasiarme con la
excusa de decidir hacia dónde ir. Comencé a fijarme con detalle para poder elegir.
Inmediatamente delante surgía un prado verde, llano, plagado de plantas tiesas, esbeltas,
ordenadas, como soldados en formación abigarrada. A su izquierda un huerto de árboles
con las ramas cubiertas de flores, tantas que formaban un bosque rosa. Detrás de todo
ello empezaba un cerro poblado de criaturas variadas: hierbas de diversas alturas,
arbustos y algunos árboles.
Algo me dijo que mi destino estaba entre las flores. Pasé deprisa sobre el
sembrado. Adelanté a un labrador que avanzaba a ritmo fijo, dando zancadas lentas pero
largas; llevaba un bolso colgado de un hombro. A cada paso metía la otra mano en el
bolso y apretaba un puñado de granos grises; al siguiente paso los lanzaba
esparciéndolos. Él tenía que trabajar, esperar y después seguir trabajando para conseguir
alimentos.
La llegada al huerto supuso una maravilla. Había un universo de flores, más que
estrellas y mucho más bonitas, con las puntas de los pétalos redondeadas y curvadas en
forma de beso. Eran tantas que se amacollaban para caber en las ramas. Me atraían con
su color rosa pálido, como un desmayo que provoca ternura, pero cuando estuve más
cerca descubrí su arma final, un aroma delicado y profundo a la vez que colmaba los
sentidos. Imposible acudir a todas a la vez. Aterricé en la primera y absorbí el néctar del
fondo de la corola. Fue como descubrir el significado de la vida. Me produjo tanta
adicción como una droga y más placer que el éxito supremo.
¡Qué festín! Era un maná abundantísimo que estaba allí y no necesitaba esperar
su caída del cielo. Pronto empecé a notar sutiles diferencias de sabor. Unas flores
contenían un néctar más fino, otros eran más dulces y algunos llegaban a ser
empalagosos. Me sentía como un catador con varias bodegas y añadas a su disposición.
Pronto advertí que mi cuerpo se cubría de brillos dorados. No solo me ofrecían
manjares, sino que también me engalanaban.
Volví a la colmena tan llena que regurgité con gusto en los almacenes la jalea
transmutada en ambrosía. Era una modesta aportación a la opulencia familiar y me
permitía regresar de inmediato a disfrutar del mundo y sus obsequios.
Así pasé algunos días, sin variar el recorrido. En los árboles aprendí que el
néctar más sabroso era el de las flores más alejadas del tronco, brotadas al borde de los
cortes dados en la poda. Mi curiosidad juvenil me hacía descubrir rarezas en lo que
quizás solo fueran meras disparidades. Una vez encontré un individuo extraño pegado a
la madera, con la piel tan dura como una armadura y enrollada en vueltas y más vueltas
sobre sí misma. El pobre tenía que haberse descoyuntado el cuerpo al retorcérsele la
piel. Sentí tanta pena que me paré a ofrecerle ayuda. Tras mucho insistir abrió el
opérculo que sellaba su boca y me dijo que le dejase dormir. Se pasaba media vida en su
encierro voluntario y solo saldría a arrastrarse cuando los árboles tuviesen hojas. ¡Qué
desperdicio de vida!, a rastras o en sueños y siempre encorvado.
El cielo no permitía que cayera en el tedio. Cada jornada ofrecía un aspecto
diferente cambiando la luminosidad y el calidoscopio de las nubes. Un día que
amaneció con remolinos de viento, pronto acallados por el bombardeo de la lluvia, nos
quedamos todas en casa contándonos nuestras aventuras. Las hermanas de más edad
narraron lo que habían oído a sus cuidadoras cuando eran pequeñas. Les describieron un
largo período de frío y oscuridad que hubieron de pasar encerradas. Me costaba creerlo.
El mundo que yo conocía era tan bonito que esa historia sonaba a cuento de terror para
asustar a los niños.
La mañana siguiente despuntó radiante. Un sol millonario se asomó sobre el
horizonte a alumbrar el aire purificado por la lluvia y el viento. Las piedras lucían su
lustre más genuino. La hierba ofrecía unos tonos verdes variados, libres de la pátina del
polvo. La humedad del ambiente ablandaba las imágenes; ahora todo era tierno y
flexible. El río que corría cerca iba crecido y llegaba el rumor de la corriente. El huerto
en el que yo tanto había disfrutado presentaba un aspecto muy cambiado. Las flores
habían perdido casi todos los pétalos, no emitían olor y no quedaba nada de néctar. El
rosa dominante había cedido ante el empuje verde de los tiernos brotes recién
eclosionados. Llegué hasta el río, que corría turbio invadiendo las orillas. Decidí visitar
el cerro. Mi experiencia tenía que servirme para hacer fortuna en ese terreno diferente.
Subiendo la cuesta, cada breve trecho era una sorpresa. Si los frutales me habían
cautivado por su abundancia, esta flora silvestre lo hacía por su diversidad. Enseguida
encontré flores violetas que no se veían de lejos por ser pequeñas y estar próximas al
suelo. También encerraban un pequeño sorbo de zumo, pero éste tenía una pizca de
acidez que excitaba las papilas y alegraba el carácter. A ese nivel podía ver a mis primas
oscuras de cabeza gorda que iban y venían casi en fila. Ellas sí que trabajaban, con
orden, en equipo, sin un momento de respiro. No echarían de menos divisar el paisaje
desde lo alto, porque a ese ritmo frenético no se habrían distraído de su tarea aunque
pudieran elevarse. Su afán era frío y maquinal, vigilado por centinelas de mandíbulas
grandes apostados en cada esquina. Tanto control y protección no les permitiría
encontrar agrado ni emoción en lo que hacían.
Recorrí la misma zona varios días. Subía a los matorrales, esquivaba los arbustos
y me agachaba hasta casi ras del suelo. Siempre encontraba donde libar, como si las
plantas compitieran en generosidad. Un momento que me paré a descansar sobre una
piedra, apareció un monstruo acorazado, negro, con patas de alabardero. Parecía
divertirse con una pelota más grande que él a la que hacía rodar. Le pregunté si yo
también podía jugar y me dijo que con las cosas de comer no se juega. ¿Comer?, pero si
hasta olía mal. ¡Cómo podía gustarle esa bazofia habiendo un mundo lleno de azúcar!
La siguiente vez que hubo que quedarse en casa mientras la lluvia renovaba el
decorado, descubrí muchas caras nuevas. Yo estaba entre quienes contábamos las
historias más antiguas porque faltaban las veteranas. Deduje que habían dejado sitio a la
nueva generación. Yo también terminaría por desaparecer para que otras tuvieran
ocasión de disfrutar mi experiencia.
Salí dos días después con la ilusión de encontrar novedades. Esa misma
intención debía guiar a unos seres de otra dimensión; grandes como nubes, pero más
blancas porque acababan de pasar por la peluquería. Estaban dispersas en grupos de tres
en tres o de cuatro en cuatro, en tal cantidad que ocupaban todo el cerro y sonaban más
allá de la cima. Muchas se habían colgado un campanillo del cuello que al agitarlo
imitaba un zumbido que sus gargantas no eran capaces de emitir. Se dedicaban a segar
la hierba a ras del suelo con sus dientes y la engullían, con flores y todo. Pero no tenían
libertad para ir a donde quisieran. Un animal más pequeño con flequillo y orejas caídas
correteaba por los alrededores y advertía con sonoros gritos a las más inquietas que no
se alejasen demasiado. A quien no vi al principio fue a un hombre sentado en la linde
entre el ya espigado sembrado y el terreno silvestre. Con un largo bastón apoyado entre
sus piernas parecía filosofar. Filósofo de la abulia que se perdía las lecciones de la
experiencia. Estaban acabando con la primera capa de flores. Afortunadamente salieron
al rescate los arbustos pringosos a los que no se acercaban. El gesto de estos nuevos
donantes fue extraordinario. Obsequiaban las flores más grandes halladas hasta ahora.
Eran casi planas, blancas con algunos lunares negros y el corazón amarillo. Una pista de
aterrizaje excelente para mis dotes de aviador que empezaban a fallar. Ya no era capaz
de calcular bien las distancias ni podía maniobrar con la agilidad de antes.
Hice muchos viajes entre la mancha de arbustos y el hogar. Me llevaba conmigo
el olor agreste a resina. Al final las fuerzas me fallaban y tenía que esperar una brisa que
me empujase en la dirección que quería tomar. Si el viento cambiaba, iba hasta el río en
vez de al cerro. Lo que nunca imaginé es que sobre el agua también hubiera flores, pero
allí estaban. Un charco con el agua en reposo retenida por una roca larga y tersa estaba
cubierto por un entramado de flores lechosas y sus largos pedúnculos. Entre la malla
flotante asomaban parejas de ojos saltones que no se atrevían a mirar más allá de ras del
agua. El néctar de estas flores estaba aguado, algo que mi estómago agradecía incapaz
ya de aguantar los sabores fuertes. El problema era el gran esfuerzo que me costaba
despegar hacia arriba. El único consuelo era el guiño de envidia que me parecía percibir
en los grandes ojos pegados al agua.
Ya he experimentado todas las vivencias. No me quedan fuerzas para seguir
trajinando ni creo que me falte nada por conocer. Ha llegado la hora de dejar sitio a
otras hermanas más jóvenes que se deleiten de los aromas, colores y dulzores como lo
he hecho yo. Me gustaría quedar suspendida en el aire, contemplar la evolución del
paisaje sin mover un ala. ¡Oh!, la providencia me ha escuchado y ha colocado estos
hilos invisibles que me sostienen. Es un lugar ideal para permanecer inmóvil como hace
ese bicharraco de cuatro pares de patas que yace cabeza abajo. Cerraré los ojos y me
quedaré aquí para siempre.
Si alguna vez me reencarnara, quisiera volver a nacer abeja.
RESEÑAS
Milagros Salvador
El primer poema es el que da título al libro, y también nos da algunas claves para
su interpretación:
Un acierto que quiero destacar es la relevancia de los primeros versos, que son
los que introducen y motivan nuestra curiosidad, es la responsabilidad del primer verso,
el que asume despertar nuestro Interés y continuar la lectura. “La noche se esconde de
la noche…”, “El mar no caduca aunque su imagen…”, o “Volví la cabeza”…, son sólo
unos ejemplos.
THE END
LA MIRADA DEL BOSQUE
Por último me gustaría hablar de la banda sonora que, como en toda película,
existe también en “La mirada del bosque” y contribuye a reforzar ese ambiente mágico
de un pequeño pueblo de Irlanda y de sus bosques que, dicho sea de paso, juegan aquí
un papel definitivo en el descubrimiento del asesino, como si la vegetación fuera un
personaje más. Una novela dinámica, intrigante, divertida y muy ágil que deja al lector
con muy buen sabor de boca.
Como añadido es necesario decir de Chesús Yuste que es el creador del blog
“Innisfree” (innisfree1916.wordpress.com), que se ha convertido en todo un referente
para los apasionados de las tierras irlandesas en España y en todo el mundo. De hecho la
revista “Lonely Planet”, en su número monográfico de Irlanda de marzo de 2009, lo
califica como “el blog en español más completo sobre Irlanda” y lo incluye en la “guía
práctica” para quienes quieran visitar Irlanda. Suficientes datos como para que
imaginemos que Chesús es el más indicado para situar una novela y ambientarla en
Irlanda. Como él mismo diría, espero que disfruten de la novela y Sláínte!
Carmen Silva
“Tiempo sin edad” es el tercer poemario de María Carmen Gracia Abad, May para los
íntimos. Conozco la forma de versificar de esta escritora desde que publicó, el primero
de sus poemarios “Siempre”, un libro espontáneo, sincero, donde la poetisa se enfrenta
sola a sus sentimientos. Después May Gracia va creciendo en estructura, en
profundidad y en estilo, empieza a buscar maestros, porque María Carmen Gracia Abad
lee mucho y tiene siempre la mente abierta para crear, es de esos poetas que captan la
sensibilidad y la insensibilidad que la rodea sin preguntar a nadie, ella mira y entiende,
tal vez sea esa la primera cualidad necesaria para enfrentarse a la poesía, comprender
nuestro entorno separándolo del sentir general. Los poetas ven el mundo de diferente
manera al resto de los mortales. En el libro que hoy analizamos, la autora derrocha
perfección y maestría en el análisis, porque eso es “Tiempo sin Edad” un recorrido por
los diferentes mundos que nos acosan. Setenta poemas cortos describen el mundo
oculto de nuestra poetisa. Existen versos desgarradores donde su buen hacer se erige
en acusadora del brutal atentado del 11M, con imágenes perfectas.
Sin desazón ni huidas/ sin gemidos y brumas/ el perro se ha marchado/ y el jazmín no
florece.
Pocas páginas después la autora se hace así misma una petición. Duda de una verdad
tangible, duda de que sus versos puedan encuadrarse en el visionario mundo de los
poetas, y es aquí donde Carmen Gracia supera el doctorado poético cum laude donde
deja de buscar maestros para crear estilo propio para depositar con humildad sus
palabras.
Si me admiten/ habré bebido la copa más dulce/ SER UNO DE ELLOS / es lo que
quiero.
“Tiempo sin edad” es un conjunto armónico de verso libre, verso blanco y sonetos, tal
vez por ellos su lectura no resulte farragosa, sino ágil, porque la autora salta de estilo y
de contenido del verso sin guardar una lógica de estructura, el amor, el desamor y el
sueño se mezclan con las letras de canciones y con sonetos de perfecta construcción.
Los temas, aunque con predominio del amor, son variados; dedica poemas a las
catedrales y a los amigos con la misma naturalidad porque los paisajes son también sus
amigos, porque lo mismo rememora los viajes exóticos para consultar metafóricamente
el desaparecido oráculo de Delfos que escribirle sonetos a Córdoba y su mezquita.
Debo resaltar, tal vez porque me haya tocado la fibra sensible, el soneto dedicado a
Tintaviva. Escribir a personas tal vez sea un cometido fácil, escribir a localidades tiene
un gran potencial de inspiración, pero escribirle a Tintaviva que es algo tan nuestro tan
incomprensible para el lector que la desconoce, como son la mayor parte de los lectores,
que hacerlo constituye una verdadera hazaña, algo a lo que May Gracia empieza a
acostumbrarnos y que esperamos que en su cuarto poemario, que pronto verá la luz, nos
llene de asombro.
Lola Vicente
POÉTICA DE LA ERRANCIA
DE CAPITAL PECADO
O LA GRACIA DE PECAR
En "El que silba entre las cañas", poemario ganador en la segunda edición del
certamen de poesía Raíces de Papel "Poeta Juan Calderón Matador, encontramos un
conjunto de 47 poemas, minimalistas, sugerentes, que esconden mucho más de lo que
muestran, el mejor envoltorio posible para la propia existencia del autor. Blas nos ofrece
una bellísima imagen del tiempo de la escritura, y de otros muchos tiempos, a los que
dota del poder del silbido, un silbido que hace mecer muy sutilmente el cañaveral de la
vida. En esa recreación el poeta se asoma a las composiciones orientales, aguadas de
palabras que desembocan en los dos versos finales, donde encierra la esencia de su
discurso. En principio, Blas no pretendía otra cosa que la de ponerle alas a sus palabras,
sin un objetivo claro para su libro, pero éste, poco a poco, fue levantando su propio
andamiaje, fue él quien impuso su ritmo, sus formas, su temática, hasta que al llegar a la
última expresión, esa palabra que precede al broche de oro FINAL, el poeta descubrió
que en aquellos versos espejeaba su propia naturaleza, su yo más íntimo.
RELÁMPAGOS INTERIORES
Isabel Díez Serrano es una poeta de largo recorrido, son muchos los años que avalan su
labor en este campo, con treinta libros publicados, muchos de ellos premiados en
importantes certámenes, además de varios que conserva inéditos, animadora cultural,
directora de la tertulia Príncipe de Asturias y de la revista Oriflama. En este volumen, la
Editorial Creación nos ofrece una antología que abarca la obra de Isabel desde el año
1984 hasta 2010, una amplía muestra en la que nos podemos recrear los que ya
conocemos su trabajo libro a libro, y en la que podrán descubrirla aquellos que se
acerquen a sus versos por primera vez. Unos y otros encontraremos una poesía rica en
temática y formas, pues Isabel es mujer inquieta, plural, que bebe en distintas aguas.
Desde las primeras páginas nos daremos cuenta de que esas fuentes son cristalinas
siempre, de esas que sacian la sed de los amantes de la poesía. La vida interior de esta
autora es rica, muy rica, y emerge de forma lírica, espiritual, metafísica, onírica, pero
también a ras de suelo. Isabel se va vertiendo verso a verso y se hace torrentera de
imágenes, metáforas, sin una palabra de más ni de menos, hace sincera confesión de su
forma de ver, vivir y entender la vida, como si estuviese haciendo examen de conciencia
en su juicio final. No leer esta antología sería casi un pecado.
POETAS DE LA EXTREMADURA EXTERIOR
(1900-2010)
Ricardo Hernández Megías rinde con este libro un emotivo homenaje a los poetas
extremeños nacidos entre 1900 y 2010 que han desarrollado su obra fuera de
Extremadura. Veintiocho nombres son los seleccionados por el antólogo: Eugenio
Frutos Cortés, Asunción Delgado, Alfonso Albalá Cortijo, José María Valverde
Pacheco, Pedro Lahorascala, Pedro Cordero Alvarado, Félix Grande Lara, José Antonio
Gabriel y Galán, Juana Vázquez Marín, Lorenzo Médel Romero, Pablo Jiménez García,
Juan Carlos Rodríguez Búrdalo, Pablo Guerrero Cabanillas, Pureza Canelo Gutiérrez,
Ángel Sánchez Pascual, José Miguel Santiago Castelo, Manolo Romero Mancha, José
Antonio Ramírez Lozano, Lola Santiago, Juan Calderón Matador, Laura Olalla,
Theófilo Acedo Díaz, José Iglesias Benítez, Plácido Ramírez Carrillo, José María Lorite
Trinidad, Basilio Rodríguez Cañada, Ambrosio Gallego Durán, y Ada Salas Moreno.
De cada uno de ellos, Hernández ha escogido un puñado de poemas, que se ofrecen
precedidos por el estudio que ha hecho del autor. No sabemos cuáles han sido los
criterios de elección, pero son los poetas que él ha querido que estén, y entre ellos figura
mi nombre, por lo que tengo que mostrarle mi agradecimiento. Seguramente Ricardo
Hernández Megías recibirá muchas felicitaciones por este trabajo generoso, pero, sin
duda, también va a recibir algunas críticas. La labor del antólogo siempre es delicada y
habrá quien reclame la presencia de algunos poetas no incluidos, mientras de otros se
dirá que sobran en el libro, pero eso, estoy convencido de que Ricardo ya lo intuía desde
el principio. Quizás pueda contentar a todos haciendo una segunda parte. De momento
hay que agradecer el interesante volumen que nos ofrece y disfrutar de su lectura.
TIEMPO DE VIOLETAS
Ayesha L. Rubio, a la que los lectores de Raíces de Papel conocen bien, por ser la
artífice de las portadas de esta publicación, acaba de debutar en el circuito del libro
impreso, no solo como dibujante sino también como autora. "De las pequeñas cosas" es
el título genérico de un conjunto de cuatro cuentos: El niño murciélago, El rey sin
nombre, El hombre de la chistera, y El vendedor de lentes. Cuatro preciosas historias
que, sin duda, harán las delicias de los más pequeños de la casa, pero que, seguramente,
también encantarán a papás y abuelos. Ayesha ha vertido en estos cuentos toda su
creatividad como dibujante, consiguiendo un conjunto homogéneo y lleno de
plasticidad, dibujos sugerentes que conducirán al colectivo infantil por los senderos de
la fantasía. Le auguramos a esta autora-ilustradora un prometedor y brillante futuro.
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