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lectura interactiva con el texto con base en preguntas, toma de apuntes con
restricción a dos renglones por párrafo, elaboración de resúmenes, síntesis, etc.3
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tanto serie de pasos predeterminados en secuencia fija que lleven a un resultado,
b) búsqueda heurística utilizando estrategias globales como la analogía con otros
problemas, la descomposición del problema en sus elementos, el ensayo y error
dirigido por la meta buscada, etc. La diferencia entre la solución de tipo algorítmica
y la heurística no está en el tipo de conocimiento a emplear sino en la forma de
emplearlo, por ejemplo, al aplicar una fórmula para hallar el área de una figura
geométrica se demanda del alumno saber y recordar la fórmula específica para
esa figura y las operaciones aritméticas que la fórmula dicta; pero el mismo
problema puede ser resuelto por ensayo y error guiado por la meta utilizando
conocimientos de geometría como el teorema de Pitágoras, en cuyo caso el
alumno tantea en busca de una solución pero no lo hace de manera arbitraria ni
errática. Con frecuencia la solución de problemas requiere de una combinación de
algoritmos y heurísticos en diferentes momentos del proceso.
Por otro lado, para enseñar a un alumno a resolver problemas es necesario que el
docente conozca, o cuente con un modelo del proceso, al haber observado sus
propios procesos y acciones o los de otros, y localizar momentos críticos y errores
comunes. El profesor debe observar, también, cómo sus alumnos tratan de
resolver un problema, por qué algunos se dan por vencidos y otros perseveran,
qué estrategias intentan unos y otros (analogías cotidianas, teoría de conjuntos,
álgebra, representación gráfica, etc.) e interpretarlas como representaciones tanto
de las respuestas aprendidas (base de conocimiento y experiencia del alumno)
como de la forma en que el alumno ha entendido el problema. Conocer los estilos
de solución de problemas de los alumnos facilita que el docente retroalimente y
oriente las acciones de ellos.
Si bien estos pasos implican una secuencia, durante el proceso el alumno regresa
a algunos de ellos de manera indistinta cuantas veces considera necesario y
puede variar el resultado de ellos, por ejemplo, decidiendo que el problema no es
de la clase que había pensado, encontrando datos que le permiten inferir otros
que no son explícitos, cambiando las relaciones y estructura general de los
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mismos, etc. Ningún problema por sí mismo contiene toda la información
necesaria para resolverlo, es ahí donde entra en juego la base de conocimientos y
la experiencia del alumno.
El paso de revisión de la solución requiere que el alumno cuente con criterios que
le permitan decidir por sí mismo si su solución es correcta. En ocasiones este
hecho es evidente al desaparecer el problema, pero en otras ocasiones el alumno
debe buscar esos criterios y revisar si la solución se adapta a ellos sin caer en
contradicciones. Es éste un paso difícil al que el alumno no está acostumbrado y
por ello solicita siempre que el libro o alguien le diga si dio o no con la respuesta
correcta. Pero en la vida los problemas no vienen con un catálogo de soluciones
para revisar, por lo que parte del proceso es saber determinar y manejar esos
criterios.
3. Análisis de un problema
Para ilustrar el quehacer del maestro ante los intentos de un alumno por resolver
un problema abordaré el análisis de un caso real ocurrido en un taller sobre
desarrollo cognitivo. El problema establece saber en qué hora del día se hallan
dos personas, cuando a la pregunta de una de ellas de ¿Qué hora es?”, la otra
responde con el siguiente problema:
“Si sumas una cuarta parte del tiempo transcurrido desde la medianoche de
ayer a la mitad del tiempo que falta para la medianoche de hoy, sabrás qué
horas es”.
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Enfrentado con este enunciado el alumno requiere manejar suficientemente el
lenguaje para saber el sentido de los términos “medianoche de ayer” de modo que
no confunda el lapso de tiempo que implica, así mismo, requiere saber que la
medianoche se contabiliza como las cero horas y la medianoche marca el inicio de
un nuevo conteo de horas, y que el día tiene en total 24 horas. Sin estos
elementos de la base de conocimiento el alumno no podrá resolver
adecuadamente el problema.
Algunos errores comunes cometidos por los alumnos ante este problema, y que
requieren de orientación del maestro mediante cuestionamiento de sus decisiones,
son: considerar el lapso de tiempo a emplear como de doce horas, confundir la
extracción de una cuarta parte del tiempo transcurrido como equivalente a la
cuarta parte del día o de una hora y considerar el tiempo que falta para la
medianoche siguiente, con base en un esquema de la carátula del reloj, como el
trayecto de las manecillas hacia el número doce.
15 minutos =
cuarta parte
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Vuelta completa
hasta las tres y
mitad = las nueve
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El papel del profesor será, sin asumir nunca que la respuesta es errónea ni decirlo
así, cuestionar al alumno sobre las consecuencias de su respuesta o
razonamiento y sobre datos que no ha considerado al resolver el problema, por
ejemplo:
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a. Cómo puedes saber si son las nueve de la noche o de la mañana.
b. Al dar una vuelta al reloj estás considerando doce horas solamente y no 24 que
tiene el día.
c. Al sacar como cuarta parte 15 minutos estás solo considerando una hora y no
un día (o al obtener las tres como la cuarta parte estás considerando
solamente doce horas de un día).
d. Cuál es la cuarta parte de un día.
Por otro lado, dado que el problema solicita del alumno saber qué es una cuarta
parte y una mitad, y cómo obtenerlas, algunos alumnos concluyen que se trata de
un problema matemático y buscan algoritmos que aplicar (generalmente “regla de
tres” o ecuaciones algebraicas de primer grado con una incógnita). Otros alumnos
“descubren” una tautología (razonamiento circular) en el planteamiento del
problema, ya que para obtener la hora deben sacar la cuarta parte de la hora que
buscan, es decir, requieren saber de antemano la hora para poder buscarla; y
concluyen que se trata de un problema capcioso o sin solución. Estos últimos
alumnos no llegan a comprender que el planteamiento, en apariencia circular,
contiene el criterio para saber si la respuesta encontrada es correcta.
“Un día tiene 24 horas, por lo que la hora buscada (igual a x) más lo que
falta para la medianoche (igual a 24 horas menos x) dará el día completo
(igual a 24 horas):
x + (24 – x) = 24”
En este caso el papel del profesor es hacerle notar al alumno que en ningún
momento está considerando las operaciones de obtener una cuarta parte y la
mitad de ciertas cantidades que el problema pide, y que no necesariamente su
razonamiento va por mal camino.
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Luego de estas indicaciones, algunos alumnos buscaron “traducir” uno a uno el
planteamiento del problema a símbolos matemáticos, iniciando por formular el
problema así:
¼ de la hora actual (que desconozco) más ½ del número de horas que faltan para
que sea medianoche (igual a 24 horas menos la hora que desconozco) será igual
a la hora buscada (que será la misma que desconozco).
Y “traduciéndolo” a:
¼ x + ½ (24 – x) = x
Así, podemos suponer que son las 8 o las 3 o la una… y ver que pasa con el
criterio, esto es:
Pero si son las 8 no pueden ser las 10, por lo tanto: No son las 8.
Y procediendo de esta forma se probarían las otras horas, una tras otra:
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1 11.75 13 8.75
2 11.50 14 8.50
3 11.25 15 8.25
4 11.00 16 8.00
5 10.75 17 7.75
6 10.50 18 7.50
7 10.25 19 7.25
8 10.00 20 7.00
9 9.75 21 6.75
10 9.50 22 6.50
11 9.25 23 6.25
12 9.00 24 6.00
En esta tabla vemos que hay dos casos en que el valor de las dos columnas se
aproxima (ya que buscamos que la hora supuesta coincida con el resultado), si
son las 9 o las 10, pero al no obtener el valor exacto pensamos que la hora no es
exacta sino que tiene una determinada cantidad de minutos. Este resultado se
hace evidente mediante una gráfica.
30
25
20
15
10
0
1 3 5 7 9 11 13 15 17 19 21 23
Hora Resultado
9.0 9.75
9.1 9.73
9.2 9.70
9.3 9.68
8
9.4 9.65
9.5 9.63
9.6 9.60
9.7 9.58
9.8 9.55
9.9 9.53
10.0 9.50
10.2
10.0
9.8
9.6
9.4
9.2
9.0
8.8
8.6
8.4
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
Y obtenemos que los valores que coinciden son 9.6 para ambos casos, que
corresponde a la hora buscada (el mismo resultado se obtiene de despejar la
incógnita algebraicamente). Sin embargo hemos estado trabajando con valores
numéricos y no con valores horarios, es decir ¿a qué equivale que sean las 9.6?
La respuesta es: a 9 más 6 décimas de hora igual a las 9:36. Este resultado puede
comprobarse si el procedimiento se hubiese empleado con valores horarios y no
numéricos (considerando una serie de la una hasta las 24 horas):
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En esta tabla vemos que nuevamente se aproximan entre sí dos valores (ambos
correspondientes a la hora AM). Y explorando para ese rango tenemos:
Hora Resultado
9:35:00 a.m. 9:36:15 a.m.
9:36:00 a.m. 9:36:00 a.m.
9:37:00 a.m. 9:35:45 a.m.
9:38:00 a.m. 9:35:30 a.m.
9:39:00 a.m. 9:35:15 a.m.
9:40:00 a.m. 9:35:00 a.m.
Y su confirmación gráfica:
9:41:46 a.m.
9:40:19 a.m.
9:38:53 a.m.
9:37:26 a.m.
9:36:00 a.m.
9:34:34 a.m.
9:33:07 a.m.
9:31:41a.m.
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Conclusiones
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La solución de problemas no se queda en el mero ejercicio de resolver el
problema, pero la riqueza que encierra dependerá de la creatividad del docente y
de su conocimiento sobre sus propios procesos y los de sus alumnos.
Dp = 1 / (k, e, mk)
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La forma como se relacionan los parámetros K, e, mk, así como la manera de medirlos en los
alumnos es objeto de una investigación en curso por el autor.
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Acuña E., Carlos E. (1989), El proceso de solución de problemas, en: Metacognición y estrategias de
aprendizaje, Serie sobre la Universidad, Nº 9, CISE-UNAM.
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