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Forum

Número 1
Enero – julio de 2011
ISSN 2216-1775
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011
ISSN 2216-1775
Revista del Departamento de Ciencia Política. Facultad de Ciencias Humanas y
Económicas de la Universidad nacional de Colombia, Sede Medellín.
Vicerrectora de la Sede: Ana Catalina Reyes Cárdenas
Decano de la Facultad: Renzo Ramírez Bacca.
Director Departamento de Ciencia Política: Gerardo A. Durango Álvarez.
Director de la Revista: Gerardo A. Durango Álvarez.
Coordinador Revista impresa: Santiago Arroyave Alzate.
Estudiante de Ciencia Política.
Coordinador Revista Electrónica: Juan Camilo Grajales B.
Estudiante Ciencia Política Universidad Nacional, sede Medellín.

COMITÉ EDITORIAL
Gerardo A. Durango Álvarez. Doctor en Derecho: derechos fundamentales.
Director Departamento Ciencia Política Universidad Nacional, Sede Medellín.
Adolfo Eslava Gómez. Magíster en Economía.
Director pregrado en Ciencia Política Universidad EAFIT, Medellín.
Juan Antonio Zornoza, Doctorando en Historia. Director grupo de investigación -GPPT-
Ronald Raúl Celik Schlothauer. Doctor en Ciencia Política, Universidad Libre de Berlín.
Rainiero Jiménez Martínez. Candidato a Doctor. Profesor Universidad Nacional.
William Ortiz Jiménez. Doctor en Sociología y Ciencias Políticas. Vicedecano de
Investigación
y Extensión Facultad Ciencias Humanas y Económicas, Universidad Nacional, Sede
Medellín.
Santiago Leyva Botero. Doctor en Gestión Pública. Profesor Universidad EAFIT.
Andrés Botero. Doctor en Derecho. Profesor Universidad Medellín.
Santiago Arroyave Alzate. Estudiante de Ciencia Política Universidad Nacional, Sede
Medellín.
Juan Camilo Grajales. Estudiante de Ciencia Política Universidad Nacional, Sede
Medellín.
COMITÉ CIENTÍFICO
Edemir Carvahlo, Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Universidad Estadual Paulista,
Brasil.
Sergio Gustavo Astorga, Doctor en Ciencia Política Centro de Estudios Trasandinos y
Latinoamericanos.
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales -UNCUYO. Centro Universitario. Mendoza-
Argentina.
José María Sauca Cano. Doctor en Derecho, Profesor Universidad Carlos III de Madrid-
España.
Ronald Raúl Celik, Doctor en Ciencia Política, Universidad Libre de Berlín.
Roselly Estefanes Pacheco. Doctoranda en Derecho Universidad Pontifica de Paraná,
Brasil.
María Mercedes Molina Hurtado, Doctora en Estudios Latinoamericanos Universidad
Autónoma de México.
Director de diseño y montaje: Juan Camilo Grajales B.
Correo electrónico: ecp_med@unal.edu.co
Sitios web: http://nemesis.unalmed.edu.co/publicaciones/revistas
Precio $12.000 (Colombia)
Contenido

¿“Socialismo del siglo XXI” o viejo centrismo estatal?


Una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela.................. 13
Raúl Zelik

Justicia, Derecho e igualdad.......................................................................... 35


Gerardo Durango Álvarez

Aproximación al asunto temático de lo político......................................... 65


William Ortiz Jiménez

Political participation and social exclusion:


Latin American’s paradox convergence...................................................... 81
Hans-Jürgen Burchardt

Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos. ........ 95


Santiago Arroyave Alzate

La libertad de expresión en la jurisprudencia de la


Corte Interamericana (1985-2009)............................................................... 113
José Antonio Arcila Cano

Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina.


Los jóvenes como constructores de la paz................................................. 147
Sergio Gustavo Astorga
Revista forum
Departamento de Ciencia Política
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

Presentación
La Revista Forum surge como una propuesta académica de los estudian-
tes y docentes del pregrado de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias
Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, Sede
Medellín, tendiente a promover y difundir los productos académicos re-
sultantes de los proyectos de investigación. Con este objetivo, la revista
presenta a la comunidad académica y al público en general un conjunto
de artículos que son el resultado del desarrollo investigativo de docentes,
estudiantes y egresados, en temas claves para la interpretación del con-
texto nacional e internacional, como son: La teoría política, la democra-
cia, los movimientos sociales y los derechos fundamentales, entre otro.
La Ciencia Política está sujeta a una dinámica constante, a los cambios y
ritmos que la sociedad reclama de acuerdo con las transformaciones en
los ámbitos culturales, sociales, económicos y políticos. Esta situación es
fundamental a la hora de emprender nuevos proyectos académicos. La

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

consolidación de la política como ciencia está cimentada no sólo en su


esencia metodológica sino en la puesta en escena de nuevas investiga-
ciones, propuestas académicas, especializaciones y continuas reflexiones
sobre el quehacer del politólogo. En este orden de ideas la Revista Forum
tendría como objetivo, aunar esfuerzos de estudiantes, investigadores y
docentes para propiciar espacios de reflexión que permitan abordar te-
mas como la consolidación de la democracia, el Estado de derecho, las
opciones de la sociedad civil en la sociedad colombiana, las minorías y la
toma de decisiones políticas, los paraestados en Colombia, los derechos
fundamentales, las políticas públicas, el Derecho Internacional Humani-
tario, entre otros. Desde esta perspectiva, la Revista buscará una funda-
mentación teórica que haga posible una adecuada interpretación según
los distintos contextos en los que se desarrolla la Ciencia Política.
Como bien lo argumentó Hannah Arendt, “en la política es vital la lexis
y la praxis, sin ella no es posible la esencia de la misma ”. Estos y otros
elementos conceptuales se abordarán desde la Revista Forum . Por consi-
guiente, puede decirse que en el concepto de Forum confluyen una gama
de categorías como debate, argumentación, justificación, análisis, entre
otros, significados que apuntan a lo mismo: el ser y el deber ser de la
Ciencia Política.
En tal sentido, la Revista Forum pretende dimensionar los esfuerzos de su
personal docente, estudiantes y comunidad académica, promocionando
y publicando los trabajos de investigación, docencia y extensión. Esto
permitiría hacer más visible el Departamento de Ciencia Política ante la
comunidad académica nacional e internacional, y proponer espacios crí-
ticos y analíticos de debate académico que contribuyan al fortalecimiento
del pregrado y el posgrado, acorde con la Misión y Visión de la Univer-
sidad Nacional de Colombia.
De esta manera, el presente número ofrece una serie de artículos produc-
to del desarrollo investigativo de profesores nacionales e internacionales.
El profesor Raúl Celik en su ensayo: “¿‘Socialismo del siglo XXI’ o viejo cen-
trismo estatal?” elabora una lectura disidente de las transformaciones po-
líticas que se vienen dando en Venezuela, polarizadas por los debates en
pro y en contra no sólo en Colombia sino en el ámbito internacional. Así,
para los opositiores al régimen, la política en Venezuela es una dictadura

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comunista con tintes de caudillismo. Para otros, representa una esperan-


za de democratización y justicia social para las clases menos favorecidas.
Como dice el autor: “En realidad, un análisis serio de la ‘Revolución Bo-
livariana’ muestra un panorama mucho más complejo y contradictorio.”
El profesor Gerardo Durango Álvarez presenta el artículo “Justicia, Dere-
cho e igualdad”. Parte de la idea inicial según la cual administrar justicia
en los actuales Estados democráticos de Derecho, representa una tensión
manifiesta en la manera de administrarla, tanto en su expresión formal
como material. Expone que la justicia es un principio que está ligado a
la toma de decisiones incluyentes, principalmente en y desde la esfera
pública. La justicia se concreta, por ende, en aquellas condiciones institu-
cionales requeridas para que los miembros de una determinada sociedad
puedan exigir la garantía de sus derechos fundamentales.
Por su parte William Ortiz Jiménez nos remite su trabajo “Aproximación
al asunto temático de lo político”, en el que hace un análisis teórico sobre
este último concepto. Parte del hecho sustancial mediante el cual lo polí-
tico está relacionado con el pensamiento, esto es, las ideas que tiene cada
individuo respecto a situaciones complejas de orden social, cultural, eco-
nómico o ideológico, y que hacen de este ideal el soporte para la toma de
decisiones. Analiza, igualmente, los cambios que ha sufrido el concepto
de lo político en los últimos años, y cuáles son las propuestas para que
se consolide en un mundo cambiante y de transformación en múltiples
aspectos. La política, por lo tanto, es la forma práctica de llevar lo político
a la vida real, a una situación concreta.
El profesor Hans-Jürgen Burchardt, de la Universidad de Kessel, Alema-
nia, nos envió su colaboración “Political participation and social exclusion:
Latin American’s paradox convergence”, donde aborda la relación entre de-
rechos civiles, políticos y sociales, planteada por T.H. Marshall. El pro-
fesor Burchardt establece una relación positiva entre la democracia y la
inclusión social propia de los derechos sociales. La democracia conlleva
que los individuos reclamen activamente los derechos sociales. Expone
que, de hecho, la experiencia de Europa occidental exhibe un gran avan-
ce con respecto a la ampliación del derecho de voto, seguido por la ex-
pansión del Estado de bienestar que condujo a una marcada disminución
de las disparidades de ingresos en la sociedad europea. Para el autor, el

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ejercicio de los derechos civiles y políticos debe complementarse con los


derechos sociales, lo que confirma la noción de una relación causal entre
los derechos de participación democrática y la concesión de los derechos
sociales.
El estudiante de Ciencia Política, Santiago Arroyave Alzate, presenta su
investigación, titulada “Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias
y desafíos”. Allí expone que las políticas públicas se han consolidado
como una herramienta esencial en el ejercicio académico y práctico de la
gestión pública. Plantea que en la actualidad dichas políticas son la pla-
taforma de los planes, programas y proyectos dirigidos a resolver parte
de los conflictos sociales existentes. Sin embargo, cuestiona el hecho de
que estas se han convertido en un instrumento poco efectivo para la reso-
lución de los problemas de las comunidades, gremios y otros grupos de
interés. Igualmente pregunta si las políticas públicas se han convertido
en un elemento de legitimación electoral de la administración, con un
bajo impacto en el sistema político.
Por su parte, el Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública,
Sergio Gustavo Astorga, de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza,
Argentina) presenta su ensayo “Notas sobre las renovadas identidades socia-
les en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz”. Este trabajo
de investigación, ofrece como punto de partida, un escenario donde el
conflicto social es inherente a la constitución de las naciones latinoameri-
canas. Asegura que los proyectos de configuración estatal implican lími-
tes ideológicos y en ellos emergen disputas, tramas y luchas por el poder,
que hacen que tanto las voces juveniles como las de otros sujetos sociales
que participan en las manifestaciones de lo político sean históricamente
silenciadas e invisibilizadas.
Finalmente, el abogado José Antonio Arcila Cano desarrolla su trabajo
de investigación titulado “La libertad de expresión en la jurisprudencia de la
Corte Interamericana (1985-2009)”. Sustenta que una sociedad democrática
debe garantizar la libertad de expresión y de pensamiento, exigencia que
implica para los órganos públicos el máximo compromiso para adelantar
las reformas institucionales necesarias para el pleno disfrute del derecho
fundamental de expresión. Expone en su trabajo varios casos de viola-
ciones de derechos fundamentales a la libertad de expresión por parte

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de los Estados que pertenecen al Sistema Interamericano de Derechos


Humanos. Comenta que las sentencias que sancionan a dichos Estados
por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, son un claro
ejemplo del acompañamiento que realiza el Sistema Interamericano a las
víctimas y a sus familiares en los eventos en los cuales la justicia interna
de un país no ha reparado ni sancionado a los autores materiales e inte-
lectuales que vulneran la libertad de expresión.
La labor pedagógica desarrollada por la Corte Interamericana, enfati-
za que la sociedad debe estar informada acerca de las conductas de los
funcionarios públicos, los primeros en ser llamados a cumplir con los
mandatos legales. Asímismo, los medios de comunicación se encuentran
en la obligación de informar veraz e imparcialmente a la opinión públi-
ca sobre cualquier conducta que constituya una amenaza a los derechos
fundamentales.

Gerardo A. Durango Álvarez


Director Revista Forum

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¿“Socialismo del siglo XXI” o viejo centrismo
estatal? Una lectura disidente de las
transformaciones en Venezuela*
Raúl Zelik**

Resumen
Las transformaciones políticas en Venezuela polarizan los debates, no
sólo en Colombia. Lo que para unos es una dictadura comunista, para
otros representa una esperanza de democratización y justicia social. En
realidad, un análisis serio de la ‘Revolución Bolivariana’ muestra un pa-
norama mucho más complejo y contradictorio. Por un lado, hay impor-
tantes avances en la política social: con la recuperación de los ingresos
petroleros —que antes no salieron de la empresa estatal PDVSA— el Go-
bierno venezolano ha logrado disminuir la desigualdad social. Numero-
sas misiones en las áreas de salud, educación y vivienda han mejorado
notablemente las condiciones de vida de los más pobres. Paralelamente,
la nueva Constitución ha abierto espacios de participación ciudadana,
permitiendo la inclusión política de grupos tradicionalmente margina-
dos.

* Artículo recibido el 5 de noviembre de 2010 y aprobado el 10 de diciembre.


** Dr. Raúl Zelik, Doctor en Ciencia Política, integrante del grupo de investiga-
ción: Política y derechos fundamentales, clasificado a Colciencias, politólogo
y escritor. Docente de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.

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Por otro lado, sin embargo, hay un liderazgo cada vez más personalizado
del presidente Chávez y el país apenas ha avanzado en la transformación
de su modelo económico rentista. A pesar de una retórica alternativa e
importantes esfuerzos en políticas de desarrollo, Venezuela sigue depen-
diendo completamente de las exportaciones petroleras y de las importa-
ciones agrarias.
El autor sostiene que Venezuela necesita superar este impasse si realmen-
te quiere convertirse en una alternativa para América Latina. Para ello,
no obstante, sería necesaria la apertura de un debate abierto y autocrítico
en el país.
Palabras clave: Venezuela, Revolución Bolivariana, misiones, estado ren-
tista, desarrollo alternativo.

Abstract
The political changes in Venezuela polarized debates, not only in Colom-
bia. What for some is a communist dictatorship, for others it represents
a hope for democratization and social justice. In fact, a serious analysis
of the “Bolivarian Revolution” shows a much more complex and contra-
dictory. On the one hand, there are important advances in social policy:
the recovery of oil revenues that had not left the state company PDVSA.
The Venezuelan government has reduced social inequality. Numerous
missions in the areas of health, education and housing have significantly
improved living conditions for the poorest. In parallel, the new Consti-
tution has opened spaces for citizen participation, allowing the political
inclusion of traditionally marginalized groups.
keywords: political changes, democratization, social justice, Bolivarian
Revolution, Constitution.

Cuando se trata de la política social y de desarrollo del gobierno de


Chávez la crítica presenta repetidamente dos argumentos: el pri­mero
reza que no es ninguna obra de arte realizar programas so­ciales dados los
altos ingresos provenientes del petróleo; el se­gundo, relacionado con el

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

anterior, que la centralidad estatal de la actual política gubernamental no


hace más que agudizar los viejos problemas estructurales de la sociedad
venezolana. A ello se añade que un desarrollo autónomo de Venezuela
con perspectivas de fu­turo ha sido impedido en los decenios pasados,
sobre todo por el hecho de que prácticamente todos los sectores económi-
cos depen­dían del sistema de subvenciones, lo que impedía desarrollar
una base productiva autónoma.
El primer argumento —que juega un papel central en los medios mains-
tream— no es muy convincente, en vista de los acontecimientos reales
desde 1998. Se silencia por completo que el gobierno de Chávez por nada
tuvo que luchar tan duro como por los ingresos provenientes del sector
petrolero. El hecho de que el precio del petróleo volviera a subir en 1999,
tras un período de va­rios años de precios bajos, se debió en buena me-
dida a los esfuerzos del entonces flamante gobierno de Chávez. La ini-
ciativa venezolana permitió que la OPEP volviera a funcionar, restable-
ciéndose la disciplina de las cuotas de extracción. Esta política exterior,
sorpresivamente consciente de sí misma, deparó al gobierno de Chávez
precozmente la hostilidad de los Estados Unidos de América (EUA) y de
diversos gobiernos europeos.
Y también la capacidad de financiar programas sociales con los crecientes
ingresos petroleros (en un principio modestos) tuvo que ser con­quistada
a duras penas por el gobierno venezolano. La moviliza­ción de la oposi-
ción burguesa —que entre 2002 y 2004 organizó dos intentos para derro-
car a Chávez y un referéndum derogatorio—, no se inició por tanto con
las reformas políticas en el marco de la nueva Constitución de 1999, sino
a finales de 2001, cuando el gobierno —hasta entonces sin un claro perfil
políticosocial— procedió a la ejecución de las medidas distributivas. El
conflicto escaló cuan­do en este contexto el gobierno trató de colocar per-
sonal propio en la empresa petrolera estatal PDVSA. Mommer (2003) ha
mostrado cómo la gerencia se había esforzado hasta entonces por apartar
sistemáticamente a esta empresa estatal del control del Gobierno, y de
ocultar al Estado las ganancias (entre otros métodos, a través de negocios
con sucursales extranjeras de PDVSA). En conjunto, se ha de partir de
que la gerencia, según Mommer, se había propuesto una reprivatización
de la empresa.

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El que PDVSA entregue hoy nuevamente una gran parte de sus ganan-
cias al Estado, y que de esta manera se haya generado un margen políti-
cofiscal para programas sociales, no se puede explicar simplemente con
la vertiginosa subida del precio del petróleo desde 2002. Sin la disposi-
ción del Gobierno a enfrentarse a poderosos intereses minoritarios no
serían financiables sus programas socia­les.
De ahí que, en su contenido, me parezca más interesante el se­gundo argu-
mento que considera la actual política social como un retorno del especí-
ficamente venezolano populist system of conci­liation (Rey, 1991). De hecho,
subvenciones para alimentos, pro­gramas de vivienda, salud y educación,
financiados con medios públicos, fueron siempre en el pasado (pero so-
bre todo durante la bonanza petrolera bajo el presidente Carlos Andrés
Pérez) un firme componente integral de la política gubernamental. Tal
sistema de altos gastos públicos conducía ciertamente a una reducción
de la pobreza absoluta (Cfr. Buxton, 2003), pero al mismo tiempo servía
de mecanismo para el enriquecimiento elitario. En una entrevista con el
autor (Zelik, 2003), el antiguo Viceministro de Planificación, Roland De-
nis, calificó este fenómeno como ’modelo venezolano de acumulación’.
Como quiera que la economía descansaba sobre la renta petrolera (admi-
nistrada por el Estado), la acumulación pri­vada-capitalista tenía lugar,
consecuentemente, también dentro del Estado. El populismo era el teja-
do a cuyo cobijo se desarrollaba la apropiación de riqueza pública. Los
proyectos de infraestructura y construcciones eran calculados muy por
encima de los costes rea­les, y así es como los fondos públicos otorgados
desaparecían en bolsillos privados. Tan sólo el presidente socialdemócra-
ta (más tarde incluso vicepresidente de la Internacional Socialista) Carlos
Andrés Pérez, parece haberse adjudicado de esta guisa miles de millones
a su cuenta particular.
El puntofijismo trajo por tanto un estatalismo dominado por la corrupción
y el clientelismo, con lo que se fue erosionando ya en sus primeros años
la legitimidad de la ‘democracia modelo de Ve­nezuela’ —como errónea-
mente se la llamaba con frecuencia—. Pero en tanto que una parte de
la riqueza petrolera llegaba a los segmentos bajos de la sociedad, este
sistema se mantenía más o menos estable. Este orden se derrumbó, sin
embargo, en 1983, cuando Venezuela cayó en la trampa de la deuda y se

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

inició el círculo de la devaluación monetaria. Las élites cargaron la crisis


sobre las clases populares, y el Ca­racazo, la totalmente sorpresiva revuel-
ta de los pobres y su brutal represión por parte del Gobierno de Carlos
Andrés Pérez en 1989, puso de manifiesto la ruptura. En el vacío político
generado por esta crisis de representa­tividad es cuando se produce en la
década de 1990 el vertiginoso ascenso de Chávez, quien logra reunir en
torno suyo una amplia alianza de opositores al sistema.
Críticos de la política social chavista aducen ahora que la po­lítica social
gubernamental es en muchos aspectos asombrosamente parecida al clien-
telismo populista de Carlos Andrés Pérez. Según ellos, la subvención de
ramos completos de la economía infla nue­vamente al Estado y refuerza
existentes estructuras de corrupción y clientelismo; y, además, el Gobier-
no nada hace por enfrentarse a los peligros del alto precio del petróleo.
De hecho, Venezuela sufrió repetidamente en los decenios pasados bajo
la “enfermedad holandesa”, es decir, bajo una sobrevaloración crónica
del bolívar como consecuencia de las altas exportaciones de petróleo. Los
flu­jos de dólares hacían subir el valor del bolívar, lo cual encarecía rela-
tivamente los productos fabricados en el país. Así es como re­sultaba más
barato importar mercancías que producirlas en Vene­zuela. En esta situa-
ción apenas sí podían desarrollarse los sectores productivos.1
Para ser justos hay que señalar sin embargo que el Gobierno de Chávez
sí conoce esta relación entre riqueza de recursos, inflación del Estado y
bloqueo del desarrollo. Ya en 1999, cuando en Venezuela para nada se

1
En la agricultura, esta deformación —subdesarrollo producto de riqueza—
condujo a fenómenos particularmente absurdos: En 2000, Venezuela im-
portaba (y sigue importando hoy) un 60% de sus alimentos. La agricultura
existente está marcada por una ganade­ría extensiva lo que también tiene
consecuencias políticas: para los propietarios de las fincas ganaderas, la pro-
piedad del suelo es en primera línea una forma de inversión especulativa.
La aniquilación de la producción na­cional (como consecuencia de los altos
ingresos petroleros) corre por tanto paralela con un fortalecimiento de una
oligarquía rural políticamente reaccio­naria. Precisamente este grupo es el
que en los últimos nueve años se ha opuesto a reformas con particular ve-
hemencia. Parece absurdo pero la mayor parte de los asesi­natos políticos
cometidos en los primeros 7 años del Gobierno de Chávez se ha producido
en relación con conflictos de tierras; la gran mayoría de las víctimas procedía
de las filas del movimiento campesino, asesinadas por sicarios a sueldo de
grandes terratenientes venezolanos.

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hablaba de socialismo, Chávez se refería a la necesidad de una política


de desarrollo sostenible. Su punto de gravitación lo veía este presidente
oriundo de campesinos en la agricultura. Los ingresos estatales ya no de-
berían más seguir siendo simplemente consumidos, sino colocados para
que produje­ran. Así fue como el Gobierno puso a disposición medios
para el sistema de salud pública rural y para la reanimación de la produc-
ción agraria. Especial interés recayó aquí sobre los Llanos, las tierras bajas
del sur venezolano con escasa densidad de población.
Pero a mayor escala es sólo a partir de 2004 cuando se empieza a debatir
sobre una política alternativa de desarrollo, lo que obe­dece sin duda a
dos razones principales: por un lado, el Estado ve­nezolano superó en
este período una crisis fiscal que durante los conflictos políticos inter-
nos de 2002/3 casi había llevado a un co­lapso.2 Gracias a una exitosa
consolidación de PDVSA y del cre­ciente precio del petróleo, el Estado
venezolano disponía a partir de 2004 de medios considerables. Por otro,
se radicalizó el proceso político. Los intentos de la oposición por derrocar
al presidente, de abril y diciembre de 2002, habían mostrado claramente
que los partidos gubernamentales no eran el principal apoyo de Chávez,
sino una movilización descentralizada,3 sostenida por redes de las bases.
Fueron estas redes las que se enfrentaron en abril de 2002 al Gobierno
golpista y las que aseguraron la distribu­ción de bienes de consumo du-
rante el paro empresarial en diciembre de ese mismo año.4

2
En 2003, los empleados públicos tuvieron que esperar en parte casi medio
año a que les pagaran su sueldo.
3
Calificar a esta movilización de “espontánea” pasa por alto el hecho mismo,
ya que los barrios pobres de Caracas disponen perfectamente de formas pro­
pias de organización que han ido creciendo con el tiempo. Para evitar cono­
cidas e infructuosas discusiones en torno a las relaciones entre espontanei-
dad, organización e institución, he propuesto por ello (Zelik, 2006) discutir
el pro­ceso venezolano con base en el concepto del rhizome, desarrollado por
De­leuze/Guattari —es decir, partir de conexiones autoorganizadas, múltiples,
que se vinculan de manera no concéntrica ni obligatoriamente jerárquica.
4
En ambos casos el ejército también jugó un papel clave. Pero en última ins-
tancia fue la movilización antigolpista la que generó entre las filas de los
militares un cambio repentino de opinión.

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

Las misiones: política social y conflicto político interno


Tras estos sucesos, el Gobierno de Chávez empezó a orientar su política
más intensamente hacia la base social. Para los electores, provenientes
en su mayoría de los barrios pobres, la principal defi­ciencia de la política
gubernamental consistía concretamente —muy al contrario de lo que era
para la oposición burguesa— en que hasta entonces nada había cambia-
do en las condiciones de distribución.5
El que el Gobierno de Chávez pusiera en ejecución a partir de 2003 pro-
yectos alternativos sociales y de desarrollo respondía por tanto perfecta-
mente a las ideas de transformación de sus electores. La objeción que se
escucha frecuentemente de que estas medidas no obedecían a una estra-
tegia desarrollada y sostenible es sin duda correcta. Aunque tampoco se
ha de olvidar que la nueva política social era menos el resultado de un
proyecto gubernamental que una parte de esta di­námica de conflicto.
La historia de las misiones, de los programas sociales estatales, confir-
ma claramente este carácter. Entre los primeros programas se contaban
las misiones Barrio Adentro, Ribas, Robinson y Mercal (cfr. una visión de
conjunto en Wilpert, 2007). Aquí se trataba por un lado de satisfacer ne-
cesidades elementales (asistencia básica sanitaria; alfabetización; acceso
al sistema educativo; abasteci­miento de productos de consumo diario).
La base social que man­tenía en su cargo al Presidente desde 1998 se be-
neficiaba por pri­mera vez directamente de la política gubernamental.
Quien des­criba este hecho negativamente como mero abastecimiento de
una clientela, está ignorando el profundo significado de los programas.
Gracias a Barrio Adentro fueron atendidas por primera vez básicosanita-
riamente en Venezuela millones de personas de bajos ingresos; las misio-
nes Ribas y Sucre posibilitaron a cien­tos de miles la asistencia a la escuela
superior y la entrada a la universidad. Una política que se vuelca de esta
manera hacia los grupos de población marginalizados, políticamente pri-

5
En este sentido es correcto hablar de tres actores. Mientras que la oposición
trataba de impedir una redistribución de ingresos y posesiones, la base so-
cial del chavismo exigía exactamente esa transformación. En muchos con-
flictos, por ejemplo en los del campo en el sur y oeste venezolanos, el Go-
bierno se encontraba largo tiempo entre estas posiciones.

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

vados de sus derechos, no puede ser descalificada sin más como manio-
bra táctica electoral.
Un segundo aspecto de las misiones, no menos interesante que el ante-
rior, consiste en la movilización social que por lo menos al comienzo las
acompañaba. Hasta fines de 2003 el Gobierno de Chávez se ha­llaba en
la peculiar situación de que pese a formar el Gobierno no controlaba el
aparato del Estado ni estaba ‘en el poder’ —una situación ya discutida
ins­tructivamente por Rossanda (1975) con base en el ejemplo de Chile
bajo Salvador Allende. Pero esta situación de crisis llevó en el caso ve-
nezolano a una provisionalidad notable: el Gobierno de Chávez se vio
obligado en 2003 a gobernar al margen de su aparato admi­nistrativo— o,
como también se decía, a poner un bypass. En este sentido, las misiones
eran medidas gubernamentales improvisadas en el conflicto con la opo-
sición. Con base en el ejemplo de las tiendas Mercal, administradas por
el Estado, se puede analizar bien este hecho —incluidas también sus con-
tradicciones—.
A la creación de estas tiendas precede la crisis de finales de 2002. La huel-
ga general, apoyada fundamentalmente por empresa­rios y por la clase
media,6 condujo entonces a un colapso del sumi­nistro de bienes de con-
sumo diario, que ya no podían ser despacha­dos por el comercio al por
mayor. En Caracas surgió en esta situa­ción una especie de economía de
emergencia: el Gobierno compraba alimentos, gas de cocina y gasolina en
el extranjero, los militares transportaban los bienes a los barrios pobres y
la distri­bución era organizada por organizaciones de las parroquias como
se llaman en Venezuela. De esta manera recibieron las redes de base un
reconocimiento político que hasta entonces les había sido negado. Con la
creación de las tiendas Mercal se quería institucionalizar esta experien-
cia. Las tiendas ha­brían de garantizar un abastecimiento independiente
de grandes empresas y posibilitar al mismo tiempo una política diseñada
de compra (el objetivo era priorizar alimentos producidos por coopera-
tivas o proce­dentes de países latinoamericanos). Pero esta orientación

6
Sólo en el sector petrolero —por lo demás central— fue secundada la huelga
general de seis semanas por una mayoría de los empleados. En los otros sec­
tores fueron los empresarios mismos quienes cerraron sus negocios y parali­
zaron las plantas de producción.

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

estraté­gica apenas sí se plasmó en la práctica: aunque es cierto que algu-


nas redes comunitarias han participado en la construcción de las tiendas
estatales Mercal, ya que muchos activistas de base encontraron empleo
allí, no se ha dado la contraloría social necesaria que impidiera la confor-
mación de nuevas estructuras corruptas e ineficaces.7
La experiencia del sistema alimentario en torno de los Mercal y, a par-
tir de 2008, del plan Producción y Distribución Venezolana de Alimen-
tos (PDVAL) es ilustrativa en este sentido: la red estatal, financiada por
PDVSA, fue víctima de enormes escándalos de corrupción en 2010. Los
ejecutivos de PDVAL habían acaparado unos 1.300 contenedores de ali-
mentos en un almacén en el Estado de Carabobo; otros 800 contenedores
fueron encontrados en el estado vecino de Cojedes. Parece que los ejecu-
tivos alrededor del ex-director de PDVAL Luis Pulido habían especulado
con los alimentos —lo que llevó a su detención en 2010 (El Universal,
1.6.2010; Venezuelanalysis Online 2.6.2010). Pero también es posible que
simplemente se trató de una enorme indiferencia, nada inusual en las
burocracias estatales venezolanas, tanto de la IV como como de la V Re-
pública.
Sin embargo, es de destacar que la vinculación de redes comunitarias
existentes y el estímulo de la autoorganización social jugó un papel im-
portante en las primeras misiones. Los programas Robinson, Ribas y Barrio
Adentro, por ejemplo, fueron iniciados a partir de 2003 debido a que el
personal profesional apenas estaba dispuesto a trabajar en los barrios po-
bres que están considerados como sospechosos por las clases medias ve-
nezolanas. En el caso de los programas educativos Robinson y Ribas, por
este motivo, se recurrió a una solución provisoria. Las organizaciones de
los distritos habían de poner a disposición aulas y facilitadores, mientras
que el Estado se encargaba de proveer de libros, televisores y videos di-

7
En el barrio La Vega, empleados de Mercal informaron sobre desfalcos masi­
vos en la empresa. En general llama la atención que numerosos productos
si­gan siendo importados de los EUA —el que la política de subvenciones del
Estado venezolano venga a beneficiar, a fin de cuentas, a empresas transna­
cionales. Como aspecto positivo hay que mencionar, sin embargo, el hecho
de que las tiendas Mercal abastecen de alimentos de manera segura, tam-
bién en barrios bajos lejanos, los comedores populares (creados en el marco
de pro­gramas de salud).

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

dácticos. Es evidente que la falta de profesores especializados repercutió


nega­tivamente sobre las sotenibilidad de estos programas. Pero, por otro
lado, no se puede negar que ambas misiones despertaron un verda­dero
entusiasmo educativo entre la población pobre, lo que signi­fica realmen-
te un éxito nada despreciable: en un grupo de pobla­ción hasta entonces
espacial, política y socialmente marginado, se impuso la convicción de
que la marginación social no es algo dado por naturaleza. Incluso cuan-
do numerosos participantes de la misión Ribas abandonaron sus cursos
antes de alcanzar la madu­rez escolar —en algunos barrios se criticó con
frecuencia la falta de disciplina de facilitadores y alumnos—, no se ha de
minusvalorar el número de aquellos a quienes gracias a estos programas
se abrieron nuevas perspectivas.
Similar es el caso de la misión de salud Barrio Adentro. El discutido recur-
so a médicos cubanos también tuvo en este caso que ver con el hecho de
que el personal venezolano especializado —reclutado por regla general
entre la clase media— no estaba dispuesto a prestar sus servicios en ba-
rrios pobres o pueblos alejados. Dentro de este contexto el Gobierno de
Chávez firmó el conocido acuerdo con el Gobierno cubano. El Colegio
Médico Venezolano criticó la entrada de 10.000 médicos cubanos, cali-
ficándola no sin razón de dumping salarial. Pero también este programa
estuvo caracterizado por una notoria participación ciuda­dana. Al menos
en la fase inicial de Barrio Adentro se exigió de los vecindarios confor-
mar comités de salud que apoyaran a los médicos cubanos en su trabajo
diario. De esta manera, tan sólo en Caracas se compro­metieron miles de
voluntarios en el marco de Barrio Adentro.
Estas formas improvisadas de estatalismo alternativo han vuelto a per-
der importancia desde 2005, cuando el Gobierno volvió a consolidarse
tras los intentos de golpe y derrocamiento. El Gobierno consi­deró ma-
nifiestamente como insuficientes las estructuras surgidas durante la cri-
sis política y abogó por una institucionalización de los programas. Los
nuevos aparatos administrativos en vías de surgimiento, no obstante, ya
han empezado a mostrar que no son más transparentes y fiables que las
desacreditadas estructuras del puntofijismo.

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

‘Desarrollo endógeno’, ‘Socialismo del siglo XXI’ y estatalismo


alternativo
Con los conceptos de ‘desarrollo endógeno’ y ‘Socialismo del siglo XXI’,
el presidente Chávez definió en 2004 y 2005 unos pun­tos básicos de un
proyecto de desarrollo alternativo a gran escala. Ambos conceptos fue-
ron esbozados sólo en sus líneas generales: bajo ‘desarrollo endógeno’
se entiende en Venezuela una política de desarrollo descentralizado y
sostenible que trata de utilizar las capacidades y estructuras locales como
poten­cial. A diferencia de las estrategias de substitución de importacio­
nes (orientadas a la gran industria), que fueron dominantes en América
Latina en las décadas de 1950 y 1960, hoy se persigue un desarrollo a me-
nor escala que integra y promueve ciclos locales de autoabastecimiento
en regiones rurales, así como también en el sector informal.
El ‘Socialismo del siglo XXI’ tiende en una dirección similar. Se entiende
bajo este concepto una renuncia a las tradiciones auto­ritario-centralistas
del socialismo estatal de antaño. En las publica­ciones venezolanas ofi-
ciales se pueden identificar las siguientes características de tal socialis-
mo: a) establecimiento de una econo­mía social, no totalmente naciona-
lizada, en la que se garantiza públicamente la manutención básica y se
promueven formas de propiedad y producción solidarias, cooperativis-
tas y colectivas; b) mantenimiento y profundización de la democracia
a base de plebis­citos, referendos, presupuestos participativos, etcétera;
c) una adapta­ción conceptual del concepto de socialismo a la realidad
latinoame­ricana, en el que se recojan tanto tradiciones indígenas colecti-
vas como principios cristianos y concepciones de justicia de las guerras
de independencia y d) la búsqueda de un proyecto de integración conti-
nental propagado por Chávez bajo la denominación Alternativa Boliva-
riana para las Américas, ALBA.
Puede que este proyecto de desarrollo tenga un diseño tosco, pero las
reflexiones que lo respaldan nada tienen de evidente ni de banal. Así, la
propagación de un modelo de desarrollo des­centralizado, menos orienta-
do a la gran industria, está basada en la experiencia de que la moderniza-
ción tardía está condenada económicamente al fracaso y/o promueve la

[23]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

formación de sistemas represivos.8 También el fortalecimiento de formas


de propiedad solidarias, el fomento de una democracia participativa y la
conside­ración de tradiciones latinoamericanas, son elementos plausibles
de un programa alternativo.
El problema fundamental del proyecto chavista radica, sin em­bargo, en
el hecho de que entre las metas generales y la praxis política diaria se
abre una brecha gigantesca. Y mi objeción no apunta a que el Gobierno
de Chávez haya de aportar por arte de magia solu­ciones a problemas
fundamentales; más bien hay que constatar críticamente que el Gobier-
no se esfuerza poco por hacer transparente y discutir la complejidad del
proyecto de transforma­ción.
Edgardo Lander, crítico del Gobierno venezolano, ha llamado varias ve-
ces la atención sobre este aspecto: se propaga el socialismo del siglo XXI
sin analizar a la vez por qué motivos el anterior “socialismo realmente
existente” se desarrolló hacia un sistema autoritario, totalmente ineficien-
te en sentido económico. El discurso de Chávez se caracteriza por una au-
sencia completa de reflexiones críticas al respecto. El mantenimiento de
una economía mixta, la preservación de diferentes formas de pro­piedad,
garantías democráticas y el desarrollo de proyectos espe­cíficamente na-
cionales o regionales, es todo lo contrario de una novedad en el debate
socialista. En la antigua Yugoslavia se trató de construir a partir de la
década de 1960 un socialismo coope­rativista; en el Perú, el Gobierno del
militar Juan Ve­lasco Alvarado entregó entre 1968 y 1975 sectores básicos
de la industria a los obreros, se remitió a tradiciones indígenas y fortale­
ció asambleas comunales, o sea, a ese mismo poder popular del que hoy
se vuelve a hablar en Venezuela; participación demo­crática, identidad
latinoamericana, libertad de opinión y economía mixta fueron elementos
básicos de la política o por lo menos de la retórica sandinista en Nicara­
gua. Estos enfoques tienen en común —lo mismo que el socialismo esta-

8
En la Unión Soviética el salto al desarrollo industrial entre 1930 y 1960 co­
rrió paralelo a un autoritarismo y centralismo brutales. Es curioso que en los
exitosos Estados capitalistas del sureste asiático el desarrollo discurriera en
muchos aspectos de manera similar. Corea del Sur, por ejemplo, logró incor­
porarse a la economía global entre 1960 y 1990 bajo una así llamada dictadura
desarrollista.

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

tal de cuño soviético— que todos ellos han fracasado. Lo cual no quiere
decir necesariamente que, en principio, tal política haya de ser errónea.
Aunque sí habría que dar una respuesta a por qué estos enfoques tampo-
co se desarrollaron del modo deseado.
Y es precisamente este debate —decisivo— el que evade el Gobierno en
Venezuela. Pero no sólo eso: en manifiesta contradic­ción con su propio
discurso, el Gobierno de Chávez defiende a Cuba como modelo social.
Aquí, hasta el observador mejor intencionado, que reconoce los logros
cubanos en la manutención de servicios básicos, tiene que constatar la in-
eficacia e incrustación de la economía y la ausencia de una participación
y democracia real en la sociedad cubana.
La actitud chavista frente a Cuba es perfectamente característica del pro-
yecto del Gobierno venezolano. Los plausibles principios son contra-
rrestados regularmente por la praxis política. Se habla, por ejemplo, de
desarrollo alternativo, ambientalmente adecuado, pero se siguen otor-
gando derechos de explota­ción minera en regiones indígenas a empresas
transnacionales. Se formula una crítica conceptualmente correcta al Esta-
do pero al mismo tiempo se crean instituciones que son alarmante­mente
similares a las viejas: no transparentes, ineficientes y democráticamente
incontrolables, sirven a los nuevos funcionarios para su enriquecimiento
personal.9 Por cierto, no debe sorprender que las nuevas se parezcan a
las viejas instituciones. El carácter clientelista del Estado venezolano no
se explica en pri­mera línea por la inmoralidad del personal corrompible:
su problema ha sido siempre, y sigue siéndolo, de caracter estructural. El
hecho de que la renta petrolera sea distri­buida dentro del Estado, lo con-
forma de manera clientelista. El enriquecimiento personal sólo se podría
frenar si se produjera una democratización radical, vale decir, si se cuidara
de la transparencia del aparato y de una participación ciudadana activa.
Cierto, se habla en Venezuela de una tal contraloría social —ella es incluso
uno de los pilares de la reforma administrativa—, pero en la práctica el

9
Sobre las proporciones reales de la corrupción no disponemos de datos
segu­ros. También hay que reconocer que las quejas de la corrupción se
cuentan entre las ocupaciones preferidas de los venezolanos. Sin embargo,
no hay duda de que el control ciudadano previsto por la ley (Contraloría
Social) apenas ha mostrado efectos hasta hoy.

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

aparato estatal se muestra resistente al control. Y no en último término,


debido a que el aparato político está dominado por estructuras de lideraz-
go y redes de poder informales, cuyo surgi­miento promueve el estilo per-
sonal del presidente. Chávez juega un papel contradictorio: de un lado le
corresponde sin lugar a dudas el mérito de haber iniciado un movimiento
participativo y, de otro, en cuanto figura política realzada y líder incues-
tionable, significa un obstáculo para una de­mocratización verdadera.

‘Núcleos de desarrollo’, cooperativas, autogestión obrera


Consideremos ahora más en detalle algunos proyectos de la política eco-
nómica y de desarrollo:
En 2004/5 el Gobierno empezó a inaugurar los llamados núcleos de desa-
rrollo endógeno, una especie de plantas modelo de política de desarrollo.
La más conocida de estas plantas se halla en Catia, un barrio popular en
el oeste de la capital, Caracas. En unas instalaciones retiradas del servi-
cio, propiedad de la empresa estatal PDVSA, se ensaya en el Núcleo de
Desarrollo Endógeno Fabricio Ojeda hacer visible la vinculación entre
política eco­nómica, política social y política de desarrollo: las instalacio-
nes de abastecimiento y de producción se hallan directamente unas al
lado de otras; aparte de una clínica, instalaciones de deporte y algunas
organizaciones de vecinos, hay una fábrica de zapatos, una sastrería y
una huerta de verduras llevada por una cooperativa. Las instala­ciones
para la salud, entre las que se encuentra también una farma­cia que ofrece
medicinas a precios muy bajos, son mantenidas por el Estado y su utiliza-
ción es gratis. También las inversiones en las instalaciones de producción
fueron financiadas con fondos públi­cos. Esta planta deja bien claro que
lo importante para el Gobierno venezolano no es en primera línea un
incremento de una produc­ción orientada al mercado mundial. Por desa-
rrollo entiende más bien un proceso socioeconómico general que ha de
repercutir en beneficio de la mayoría de la población.
Simultáneamente, se ha tenido en cuenta el aspecto de la produc­ción en
la planta. Las cooperativas en la industria textil y del cal­zado fueron fun-
dadas en el marco de la misión Vuelvan Caras, un programa de educación
que hace posible la formación profesional a los adultos. Los cooperati-

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

vistas fueron formados en 2005 en la fábrica textil y de calzado para que


ellos mismos pudieran dirigir la planta autónomamente. Las inversiones
efectuadas por el Estado han de ser saldadas más tarde, al menos en la
perspectiva, por las cooperativas.
A todas luces se quiso evitar establecer nuevamente relaciones paterna-
listas entre el Estado (o sus élites) y los ciudadanos, tales como eran ca-
racterísticas del populismo de Carlos Andrés Pérez. Los fondos públicos
no han de ser simplemente consumidos, sino se invierten en la forma-
ción profesional y en instalaciones productivas. Los cooperativistas no
son alimentados, al menos teóricamente, por el Estado; éstos tienen que
amortizar sus plantas y de este modo poner fondos a disposición de otros
proyectos promocionales. Democracia y participación son entendidas
como desafíos que se plantean tam­bién en la vida económica; con ello se
amplía claramente el signifi­cado del concepto de democracia. Además se
intenta —en conso­nancia con el principio ‘endógeno’— aprovechar tam-
bién los cono­cimientos locales: Catia está considerado como un barrio
en el que existen tradicionalmente muchas fábricas textiles y de calzado.
El problema central del proyecto sigue siendo sin embargo in­discutible:
apenas sí existe un ramo donde la competencia del mer­cado mundial
sea tan brutal como en el textil y en el del calzado. Si las cooperativas no
han de competir con los sweat shops del sureste asiático en lo que respecta
a peores condiciones laborales, se verán permanentemente necesitados
del apoyo estatal. Pero de este modo, el viejo principio paternalista, que
desde siempre estuvo en el fondo del populismo clientelista venezolano,
vuelve a revivir un silencioso renacimiento. El Estado —o para decir-
lo más drástica­mente: el presidente Chávez— seguirá cuidando de las
cooperativas. Aquí poco se puede decir en contra de que la producción
local sea protegida frente a una competencia que opera con salarios bajos.
Pero cuanto más directa sea esta protección en forma de subven­ciones,
tanto más marcadas serán las expectativas de alimentación que son tan
características de Venezuela: el Estado como proveedor de ciudadanos
(tendencialmente pasivos).
Proyectos de mayores dimensiones en el sector auto­movilístico y tecno-
lógico también se ven confrontados con este fenómeno: el joint venture
iraní-venezolano Venirauto ha puesto en el mercado los primeros autos

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

de clase media, de pro­ducción nacional y ahorrativos de combustible.


Una cooperación chino-venezolana produce desde hace poco ordenado-
res a precio barato para el mercado nacional. Ambos proyectos se verán a
mediano plazo ante la alternativa de adaptarse a las condiciones interna-
cionales de producción o a tener que ser subvencionados por el Estado.
Por qué esta vinculación con el Estado es un problema —al me­nos con
frecuencia— queda claro en el caso de las cooperativas agrarias. Fox
(2007) informa en venezuelanalysis.com, una revista en línea próxima al
Gobierno pero no falta de crítica, acerca de 181.000 cooperativas que en
2007 estaban registradas en Venezuela. De todas ellas funcionan, incluso
a tenor de estadísticas oficiales, menos del 40%. Ello tiene que ver, entre
otras causas, con el hecho de que el auge cooperativista fue un resultado
de la movilización política de Chávez. El presidente logró ciertamente
desatar un movimiento social que trató de cambiar en sus fundamentos
las relaciones económicas, pero el impulso fue tan cortoplacista que ape-
nas se pudieron consolidar proyectos sustentables. En una coopera­tiva
agraria en Barinas, al sur de Venezuela, pequeños campesinos hablaban
de que en 2005 sólo habían quedado diez familias de las 100 que origi-
nariamente la formaban. Y ello pese a que el Go­bierno había cumplido
muchas de sus promesas y puesto a disposi­ción de la alejada cooperativa
algo de infrastructura —comunicación vial, casas, escuelas, etcétera—.
La situación geográfica y los conflictos inter­nos llevaron sin embargo a
muchos miembros fundadores a renun­ciar al proyecto en unos pocos
meses. A ello se añadía la dificultad de que muchos cooperativistas no
tenían mucha o ninguna expe­riencia en el campo de la agricultura. Con
el programa de forma­ción profesional Vuelvan Caras y con asesoría téc-
nica se trata de llenar estos vacíos, pero los resultados son hasta ahora
bastante frustrantes.
Desde el Ministerio de Agricultura se informa además de otros obstá-
culos. Como las cooperativas son promovidas con fondos públicos, se
producen repetidamente fundaciones de cooperativas motivadas por ra-
zones meramente financieras. En un caso, incluso un terrateniente ani-
mó a sus peones a fundar una cooperativa para así poder ellos solicitar
maquinaria agrícola. El tractor concedido a esta cooperativa y financiado
con fondos públicos fue finalmente cedido al terrateniente, previo regalo
de algunas decenas de cajas de cerveza.

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

Uno de los problemas fundamentales parecería ser que el creci­miento


cualitativo en Venezuela no puede ir al ritmo del cuantita­tivo. Este pro-
blema es todavía más grave a causa de la política de Chávez. Como ya
hemos dicho, se caracteriza por una permanente movilización política de
las clases populares. Esto es posi­tivo, por una parte: Chávez ha animado
a la participación a una población no representada, medialmente invisi-
bilizada y políticamente marginalizada. Por otra parte, no obstante, la
comunicación chavista genera una difícil dinámica pro­pia. Chávez tiene
que movilizar siempre de nuevo a la población para mantener en mar-
cha el proceso social que le sirve de soporte, lo que quiere decir que está
obligado a mostrar éxitos en sus continuas apariciones en los medios de
comunicación.
De esta manera se ha ido formando algo que se podría designar como
variante específicamente venezolana de la ‘ideología de la tonelada’:10
el crecimiento cuantitativo exhibible es más valorado que el cualitativo,
siempre más difícil de ver. Una víctima de esta política, según comentan
organizaciones comunitarias caraqueñas, fue Julio Montes, ex ministro
de la vivienda, quien presentó su dimisión en 2005. Montes, a quien se
atribuían buenas relaciones con los movimientos cívicos y comunitarios,
propuso tras la toma de posesión de su cargo ministerial un cambio ra-
dical en la política de vivienda. Congeló contratos no transparentes con
empresas privadas y estimuló una estrecha coo­peración con los Comités
de Tierra Urbana —CTU—, organizaciones populares asamblearias. Ur-
banistas alternativos hace tiempo remiten a que la participación ciudada-
na es requisito central para el logro de proyectos infraestructurales. En
Venezuela se ha tenido que hacer repetidamente la experiencia de que
urbanizaciones construidas por el Estado no fueron aceptadas por los
moradores y se desmorona­ron sin haber sido utilizadas. Además la par-
ticipación comunitaria reduce considerablemte el margen de la corrup-

10
Como ‘ideología de la tonelada’ se designaba en el socialismo de Estado la
praxis política de mostrar los éxitos económicos en magnitudes (de peso).
Esta manera de proceder aportó estrafalarios frutos: para cumplir con el ren­
dimiento previsto (definido en peso) hubo, por ejemplo, fábricas de muebles
soviéticas que se dedicaron a fabricar armarios de metal, innecesariamente
pesados, para poder así alcanzar la meta prevista con un menor número de
piezas.

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

ción: si los futuros moradores participan en los trabajos de construcción,


es más di­fícil desviar fondos o emplear materiales defi­cientes.
En este contexto, los CTU aplaudieron las propuestas del mi­nistro Mon-
tes para administrar conjuntamente medios financieros públicos en una
forma de cogobierno. Pero debido a que el mi­nistro puso en el centro la
participación y la transparencia, se construyó perceptiblemente menos
de lo originariamente planifi­cado. El presidente Chávez tomó esto como
motivo para criticar públicamente a su ministro Julio Montes en su pro-
grama Aló Presi­dente. Montes presentó acto seguido su dimisión.
Que aspectos formales y cuantificables se hallan en primer plano, es una
impresión que se tiene también en otros campos. La democratización de
la vida económica —es decir, la cogestión en grandes fábricas o la au-
toadministración de fábricas que han dado en quiebra, ocupadas por los
obreros— muestra en la práctica efec­tos sólo limitados. Con frecuencia
la cogestión se reduce a una evaluación de nuevos sindicatos chavistas
creados dentro de las fábricas, y a una retórica revolucionaria que poco
cambia en las condiciones laborales y procesos de decisión. La planta
estatal de aluminio de Alcasa, por ejemplo, se halla en régimen de co-
gestión desde 2005. La produción está sin embargo considerada como
tan perjudicial para la salud que en realidad ya debía haber sido cerrada
hace tiempo. Incluso en este proyecto de excepción se plantea por tanto
la cuestión de qué hay que entender realmente bajo autogestión y demo-
cracia. Esto llevó a que en 2008 se reconociera, silenciosamente, que la
“cogestión revolucionaria“ de Alcasa había fracasado.

Conclusión
Un juicio concluyente sobre la política social y de desarrollo del Gobierno
de Chávez no podrá ser por tanto homogéneo. El repro­che que le hacen
muchos observadores de que el Gobierno reparte los ingresos petroleros
sólo por el cálculo político de mantenerse en el poder, es con toda seguri-
dad falso. Si lo importante para el Go­bierno de Chávez fuera sólo seguir
en el poder, más fácil le sería seguir sirviendo a las élites tradicionales. En
política social, el chavismo presenta una alternativa al neoliberalismo. Ya
tan sólo esta empresa es digna de ser tenida en cuenta.

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¿“Socialismo del Siglo XXI“ o viejo centrismo estatal? – una lectura disidente de las transformaciones en Venezuela

También el reproche de que se trata de una política sin perspec­tiva de


desarrollo se apoya en supuestos falsos. El Gobierno vene­zolano sí ha de-
sarrollado esfuerzos por no consumir simplemente los ingresos, sino por
invertirlos en proyectos hacia el futuro, es decir, por incrementar la pro-
ducción nacional. Programas de formación y de salud de gran volumen,
la promoción de la agricultura y la construcción de plantas nacionales de
producción, entre ellas, empresas para la fabricación de auto­móviles y
tecnología, manifiestan este deseo de un desarrollo integral. Sin embargo
es bastante evidente que los altos ingresos petroleros y las estructuras
rentistas del Estado están bloqueando de nuevo cualquier esfuerzo desa-
rrollista, tal como siempre ha ocurrido en el pasado venezolano.
Por último, lo más problemático parece ser que se concede demasiada
poca importancia a un crecimiento cua­litativo, políticamente enmarca-
do —y en consecuencia más lento—. Los procesos de democratización,
necesarios para un control social del Estado y de la administración, son
interrumpidos por el culto a la persona de Chávez. Así ocurre que refor-
mas, en principio correctas, no se plasman en la realidad y quedan como
algo completamente formal. Que el gran proyecto alternativo que ha de
combinar justicia social, democracia y solidaridad, todavía no se haya
materializado en Venezuela, no puede ser una objeción. Una alternativa
al mercado y a la competencia tiene que contar con muchas contradiccio-
nes internas y, no en último lugar, también con una resistencia masiva
externa. Pero sí hay que criticar que en Venezuela apenas se discuta sobre
los problemas estructurales internos y sobre las desastro­sas experiencias
del socialismo real. Los temas a indagar saltan a la vista. Tras las eleccio-
nes parlamentarias de septiembre 2010, Edgardo Lander (2010), ha iden-
tificado siete problemas centrales, los ha resumido de manera tan lúcida
que los quiero reproducir aquí: 1) Modelo de desarrollo: “¿Es compatible
el ‘socialismo ecológico’, del cual hablan los textos de PDVSA, con el objetivo
de convertir a Venezuela en una Potencia Energética Mundial, definida como
una de las siete grandes directrices del Plan de Desarrollo Económico y Social
de la Nación 2007-2013?” (ibíd). 2) Soberanía alimentaria: ¿Cómo se puede
avanzar hacia ella “si los grandes programas de redistribución de tierra, finan-
ciamiento y apoyo a la actividad agrícola están siendo permanente socavados por
la importación masiva de alimentos subsidiados, a precios con los cuales no pue-

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

de competir la producción interna?” (ibíd). 3) Relación entre organizaciones


sociales, Estado y partido: “¿Es posible un proceso permanente de profundi-
zación de la democracia sin la construcción de un tejido social autónomo, si las
organizaciones sindicales y populares [...] están colonizadas por las estructuras
del Estado y del partido? ¿Son los Consejos Comunales el núcleo organizativo
democrático del conjunto de la sociedad en la construcción de un nuevo tejido so-
cial, de una nueva institucionalidad estatal que reemplace a la existente, o deben
ser los Consejos Comunales rojos-rojitos, el lugar donde se organizan los parti-
darios del chavismo aunque esto signifique excluir a la mitad de la población?”
(ibíd). 4) El papel de Chávez: “¿Es el modelo de liderazgo unipersonal y la au-
sencia de espacios colectivos de debate, de confrontación de ideas y alternativas,
compatible con la creación colectiva de una sociedad cada vez más democrática?
¿Qué consecuencias puede tener para la sociedad que se busca construir el que
se identifique la lealtad con el ‘dirigente máximo’ como la medida de cuán revo-
lucionario es cada quien?” (ibíd). 5) Pueblos indígenas: “¿Es prioritaria para
el gobierno la explotación del carbón en las minas de la Sierra de Perijá sobre los
derechos de los pueblos Yukpa y Bari, sobre la preservación de la biodiversidad
de la zona (...)? ¿No hay límite para esta lógica extractivista?” (ibíd). 6) Ges-
tión pública: “¿Es posible la transparencia de la gestión pública y la reducción
de la corrupción ampliamente extendida si no se reconocen los límites entre lo
público/estatal (lo que es de todos) y el ámbito de lo político/partidista?“ (ibíd).
7) Inseguridad: “Después de once años de gobierno en los cuales la tasa de
homicidios prácticamente se ha multiplicado por tres, convirtiendo a Caracas en
una de las ciudades más peligrosas del mundo” no es posible “seguir afirmando
que es este un problema heredado de los gobiernos anteriores o que es producto
del capitalismo.” (ibíd). 8) Mujeres: “¿Hasta cuándo va seguir siendo el tema
del aborto un tema tabú en Venezuela? ¿Cómo es posible que incluso en un país
como Colombia, con tan fuerte dominio de gobiernos de derecha, la legislación
sobre el aborto sea menos restrictiva que en Venezuela?” (ibíd).
Resumiendo, se puede constatar que los esfuerzos venezolanos de trans-
formación —que plantean cuestiones tan fundamentales como la econo­
mía alternativa, la justicia y la democracia social, temas casi olvidados
durante el único orden mundial neoliberal— deben ser valorados positi-
vamente. Por lo tanto, es de suma importancia acompañarlos de manera
crítica y abierta.

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[34]
Justicia, Derecho e igualdad*

Gerardo Durango Álvarez**

La tensión inmanente al derecho entre facticidad y validez se manifiesta


dentro de la administración de justicia como tensión entre el principio de
seguridad jurídica y la pretensión de estar dictando decisiones correctas
Habermas

Resumen
La justicia1 es un principio que está ligado a la toma de decisiones2 in-
cluyentes, principalmente en y desde la esfera pública, y relaciona ele-

* Artículo recibido el 20 de noviembre de 2010 y aprobado el 12 de diciembre.


** Doctor en Derecho: Derechos Fundamentales. Universidad Carlos III, Ma-
drid, España. Magíster en Filosofía del Derecho, Universidad Carlos III,
Madrid. Especialista en Derechos Humanos. Universidad Autónoma La-
tinoamericana, Medellín, Colombia. Profesor investigador asociado de la
Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Departamento de Cien-
cia Política. Director del grupo de investigaciones Teoría Política y Dere-
chos Fundamentales, clasificado en Colciencias. Este artículo hace parte de
la investigación financiada por la Universidad Nacional de Colombia, Sede
Medellín, titulada: Las acciones positivas en la jurisprudencia de la Corte
Constitucional colombiana. Correo: gerardodurango@yahoo.es
1
Justicia y Derecho, tienen un origen etimológico similar: Ius (derecho) y ius-
tum (lo justo). La justicia es un elemento integrante y complementario del
Derecho.
2
Se dice que una decisión es justa si ha sido tomada de conformidad con la
norma o sistema de normas consideradas vinculantes por la sociedad en
conjunto y no discrimina abiertamente a un amplio grupo de esta.

[35]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

mentos de la política, el Derecho, la Economía y la Filosofía, entre otras


disciplinas. Con razón se dice que toda sociedad incorpora de una u otra
manera una idea de justicia en sus decisiones. La justicia, por lo tanto, se
relaciona con la toma de decisiones imparciales para los afectados o be-
neficiados por las normas, bien sean estas políticas, jurídicas o morales.
Como menciona I. Young, por justicia se entiende: “Aquellas condiciones
institucionales requeridas para que los miembros de una determinada
sociedad desarrollen y ejerciten sus capacidades y participen en la de-
terminación de sus acciones”. (Young, 1999, p. 101). De esta manera, las
pretensiones sobre la justicia marcan una relación inescindible entre lo
igualitario, lo equitativo y lo imparcial, que conllevan necesariamente
la búsqueda y equiparación de los grupos e individuos excluidos social-
mente. Por consiguiente, ella hace referencia a las instituciones sociales y
a la forma como estas ejercitan mecanismos concretos para paliar la des-
igualdad social. Las teorías de la justicia deben abordar temas como la ex-
clusión social, las desigualdades sociales, los derechos de las minorías, la
injusticia, el sexo, etcétera. Como bien lo expresa Ramón Vargas Machu-
ca, “el verdadero objetivo de una concepción democrática de la justicia
es alterar las relaciones de poder para que se remuevan las situaciones de
dominación y exclusión”3 en las que viven muchos individuos y grupos.
Palabras clave: Justicia distributiva, conmutativa, transicional, derechos
fundamentales, desigualdades de facto.

Abstract
Justice is a principle that is bound to the decision making related to pub-
lic questions; in these theories take part and proposals related to the pol-
icy, the right, economy, philosophy, and so forth. Justice therefore, are
related to the impartial decision making for the affected ones or benefit-
ting by the norms or these policies, legal or morals. As Young mentions,
by justice he is understood “those required institutional conditions so
that the members of a certain society develop and exercise their capaci-

3
Ramón Vargas-Machuca, “Justicia y democracia”, en Teoría política: poder,
moral y democracia. Alianza, 2003, p. 178.

[36]
Justicia, derecho e igualdad

ties and participate in the determination of their actions”. This way, the
pretensions on justice mark an inescindible relation between egalitarian,
equitable and impartial that, necessarily entail to the search and compari-
son of the groups and the individuals that worse are surpassed socially.
Therefore, justice makes reference to the social institutions and the form
as these exercise concrete mechanisms to palliate the social inequality.
The injustice on the other hand pronounces de facto in those situations
that they promote the domination and the exclusion. As it express Ramón
Vargas Machuca, “the true objective of a democratic conception of justice
is to alter the relations of being able so that the situations of domination
and exclusion are removed” in which many individuals and groups live.
Keywords: Distributive, justice commutative, transitional justice, right
fundamental, inequalities.

1. Concepciones generales de la justicia


La pregunta ¿Qué es la justicia? no es nueva;4 los griegos la formularon
inicialmente, se cuestionaron si se podían establecer parámetros gene-
rales y racionales sobre ella. ¿Quién es un hombre justo? preguntaban.
Para Platón (428 a. C), por ejemplo, la justicia es una de sus más grandes
preocupaciones, a tal punto que le dedica gran parte de su filosofía. En
los Diálogos y en La República, trata de dilucidar qué es la justicia. Dos ele-
mentos centrales aparecen en la teoría de Platón: 1) La razón, la cual con-
trola los excesos y deseos individuales y 2) la política, que aporta aque-
llos elementos que le permiten al hombre vivir en la polis. Así, dice: “La
justicia es el bien humano por excelencia; ningún mal se hace al hombre
sino mermándole o quitándole este bien, esto es, haciéndole injusto.”5
Por ende, la búsqueda constante del hombre se erige en la consecución


4
Entre los diversos planteamientos de la justicia se encuentran los utilitaris-
tas. Ellos exponen que la justicia es un principio de utilidad basado en la ga-
nancia y la utilidad resultante para el mayor número de la sociedad “como
medida de lo justo y de lo injusto”. De lo que se deriva que los derechos
humanos, por ejemplo, se convierten en medios para la consecución de un
fin, la “mayor felicidad para el mayor número”, según la célebre frase de J.
Bentham.

5
Platón, La República, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1949, 434 c.

[37]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

de ese bien. Continúa afirmando que “la justicia es la máxima virtud del
alma y consiste en dar a cada uno lo suyo”. De esta manera, para Platón,
la justicia adecuada es la que reproduce la ley ideal. “La justicia —dikaio-
sine— es la virtud que se satisface cuando cada uno de los miembros de
esta sociedad practica la virtud y se atiene a su función que le es propia”.6
El hombre, por tanto, no podrá crear normas contrarias a ese ideal de jus-
ticia, ya que ésta regula sus dictámenes y su arbitrio; las leyes deben ser
deducidas del mundo de las ideas —que es el verdadero bien— y de la
Justicia, vividas y aplicadas dentro de la polis. En palabras de Platón, una
polis justa debe ser el resultado de la unión armónica entre las diferentes
partes de la sociedad.
Para Aristóteles7 (384 a. C), la justicia está orientada a la distribución de
beneficios que reciben los ciudadanos dentro de la polis. Se divide en:
1. General. Consiste en el cumplimiento de las leyes naturales —ordena y
va del todo a las partes—. Este autor distinguió dos clases de leyes; en pri-
mer lugar la natural, común a todos los hombres, por lo tanto es universal
y puede ser conocida por la razón; trata sobre lo que es justo e injusto
conforme a esas leyes universales. La segunda, la ley legal, trata de las
normas que cada pueblo se da a sí mismo por medio de sus gobernantes.
2. Particular. Consiste en dar a cada uno lo que le corresponde en las cir-
cunstancias concretas —principio de ponderación—. Así, la justicia pue-
de ser: a) Conmutativa —relación de individuo a individuo, igualdad
aritmética en tanto trata de establecer la igualdad en los intercambios
con un mismo valor, en el entendido que pretende dejar las cosas como
estaban antes—, si se refiere a la relación contractual entre personas; b)
Distributiva, si se refiere a la relación entre el Estado y los individuos en
el reparto de bienes, cargas, méritos, atributos, derechos, deberes y ga-
nancias. El criterio de reparto de la igualdad debe ser proporcional según

6
Ibíd, 441 c.
7
Aristóteles, La Política, III, 9, 1280 a Ed. Porrúa, México, 1994. La justicia,
para este autor, es una cualidad moral que obliga a las personas a realizar
actos justos o la que se practica en las distribuciones de honores, dinero, o
cualquier otra cosa que se reparta entre los que tienen parte en el régimen.
Ver igualmente Aristóteles, Ética a Nicómaco, v. 2, 1130 b, 23-25, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales,1989.

[38]
Justicia, derecho e igualdad

la norma pública que lo aplique.8 Por eso, para este autor el Derecho debe
ser justo y su aplicación equitativa; y c) Correctiva —judicial o de ojo por
ojo—, referida al equilibrio o proporción entre el delito y su correspon-
diente castigo o sanción. Téngase presente este concepto para cuando se
hable de justicia transicional.
No se debe olvidar que para Aristóteles el fin último de la justicia es la
igualdad. Tratar con igualdad cada caso requiere un sentido propio de
la justicia que, conforme a la naturaleza todos los seres humanos poseen
y proviene del orden objetivo, natural, que constituye la polis. Asiente
Aristóteles afirmando que “parece que la justicia consiste en igualdad,
y así es, pero no para todos, sino para iguales, y la desigualdad parece
ser justa, y lo es en efecto, pero no para todos, sino para los desigua-
les”. La justicia es, pues, “tratar igual lo que es igual y desigual lo que
es desigual”.9 De todas maneras conviene aclarar que la justicia en los
griegos traza la vida buena para todos los individuos pertenecientes a la
polis, esto es, les dice cómo deben interpretar los valores predetermina-
dos de ese modelo. Es lo que Rawls, posteriormente en su libro Teoría de
la justicia, va a criticar como doctrinas comprehensivas; en tanto que estas
promueven concepciones particulares del bien.10
De esta manera, el reconocimiento del principio de la igualdad ante la
Ley constituye una conquista histórica, fruto de la reflexión y denun-


8
Así dice Aristóteles: “Todos están de acuerdo, en efecto, en que lo justo en
las distribuciones debe consistir en la conformidad con determinados mé-
ritos…”. Ibíd., v. 3, 1131 a, 25-29. Igualmente, en La política dice: “Al decir
justas, por justicia entendemos igualdad; y esta igualdad de la justicia se
refiere al mismo tiempo al interés general de la ciudad y al interés personal
de cada ciudadano.” Ibíd., La política, IV 12, 1234 b.

9
Ibíd., La política, Op.cit., III, 10 (1280ª), 11-14. Dice el autor: “Por ejemplo,
parece que la justicia consiste en igualdad, y así es, pero no para todos, sino
para los iguales; y la desigualdad parece ser justa, y lo es en efecto, pero no
para todos, sino para los desiguales.”
10
Ésta es, por ejemplo, la discusión que se planteó en la Sentencia C-224 de
1994 cuando el Estado colombiano pretendió imponer la penalización de la
dosis mínima, sustentado en el artículo 49 de la Constitución que dice: “La
atención en salud y el saneamiento ambiental son servicios públicos a cargo
del Estado”. Esta decisión del Estado intentó desconocer el art. 16 constitu-
cional sobre el libre desarrollo de la personalidad y la libre autonomía de los
ciudadanos.

[39]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

cia de los diversos pensadores ilustrados, quienes a través de sus ideas


condujeron a las revoluciones del siglo XVIII, especialmente en Francia.
Dichas revoluciones pretendían reaccionar contra el orden social esta-
mental que había caracterizado a las sociedades europeas del ‘Antiguo
Régimen’ (Fioravanti, 1986, p. 36), configurando y estableciendo, de esta
manera, el punto de partida del derecho a la igualdad.
Este principio de igualdad, anteriormente mencionado, va del todo a
las partes y se manifiesta en el principio de imparcialidad propio de los
actuales Estados democráticos de Derecho y en sus Constituciones. En
la Constitución colombiana se traduce en la igualdad de oportunidades
consagrada en el art. 13, que establece a) tratar igual lo igual y b) tratar
desigual a los que lo necesitan cuando existan razones suficientes y fun-
dadas para ello —la salud para ancianos, niños incapacitados, despla-
zados, etcétera—. Por su parte, en la Constitución de Estados Unidos,
la justicia es un principio de igualdad, contenido en la Enmienda XIV,
párrafo 1, donde dice: “Ningún estado denegará a persona alguna bajo
su jurisdicción la igual protección de las leyes”. Este principio es conoci-
do como “Cláusula de igual protección”. Esta enmienda ha dado lugar
para que grupos discriminados —como los niños afroamericanos que no
podían entrar a las escuelas donde asistían niños blancos— acudan a este
mecanismo constitucional para demandar las equiparaciones en dere-
chos negadas históricamente.
Por consiguiente, la igualdad ante la ley se complementa con una cláu-
sula de exclusión de toda discriminación arbitraria, ya sea por parte del
juez o del legislador, entendiendo por discriminación aquella diferencia-
ción introducida sin justificación, es decir, una “diferenciación injusta”.
La igualdad ante la ley no sólo es un límite frente al legislador, sino tam-
bién un derecho subjetivo con eficacia inmediata, consistente en recibir
un trato no discriminatorio por parte de cualquier norma jurídica. Un
autor que se ha encargado de estudiar el principio de la igualdad es R.
Alexy, para quien el concepto de igualdad es relativo, por lo menos en lo
siguiente:
a. “Si no hay ninguna razón suficiente para la permisión de un
tratamiento desigual, entonces está ordenado un tratamiento
igual.

[40]
Justicia, derecho e igualdad

b. “Si hay una razón suficiente para ordenar un tratamiento


desigual, entonces está ordenado un tratamiento desigual”
(Alexy. 1993. p. 409).
Este planteamiento alexiano es claramente retomado por el Tribunal
Constitucional Federal de Alemania, que afirma: “La máxima de la igual-
dad es violada cuando para la diferenciación legal o para el tratamien-
to legal igual no es posible encontrar una razón razonable...”.11 En tal
sentido, todo trato diferente a la igualdad se torna discriminatorio12 si
carece de justificación objetiva y razonable, es decir, si no busca en tér-
minos del principio de proporcionalidad un fin legítimo entre los me-
dios empleados y el fin perseguido. Por tanto, está justificado que cuando
existen razones de fondo sustentadas, el principio de igualdad posibilita
la adopción de acciones afirmativas y políticas públicas que habilitan al
individuo o grupo a hacer realmente efectiva la garantía de la igualdad
en beneficio de sujetos que, de hecho, materialmente (Gargarella. 2007,
p. 135) no se encuentran en una situación de igualdad. En tal sentido, la
mayoría de las constituciones permiten tratar de modo diferente a una
persona siempre que dicho trato diferente esté justificado razonablemen-
te —proporcionalidad entre los medios y los fines— y no se establezcan
exclusiones ni preferencias amañadas por parte del legislador o de quien
aplica el trato diferencial.
Ahora bien, el trato igualitario no implica de facto excluir un trato dife-
rencial para aquellos que así lo requieran. Cuando ello se necesite, se
acude al mecanismo de la acción positiva ; ésta se corresponde con lo que
se denomina un trato ‘diferente’ por parte del Estado o de los operadores
jurídicos, modificando o cambiando algunas veces las disposiciones im-

11
BVerfGE 1, 14 (52). Citado por Alexy. Op. cit. p. 391.
12
La prohibición de la discriminación se encuentra en varios textos; por ejem-
plo, en el art. I de la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, se lee: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales
respecto de sus derechos”. En varios tratados internacionales tales como la
Declaración de los Derechos Humanos que en su art. 2 dice: “Se prohíbe
toda forma de discriminación por razón de sexo, raza, credo, idioma…”; en
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su art. 26 se afirma:
“Se prohíbe toda forma de discriminación por motivos de raza, sexo, reli-
gión o expresión”.

[41]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

pugnadas, con las cuales se pretende nivelar o equiparar a grupos o in-


dividuos que histórica o socialmente se encuentran desaventajados, bien
sea por criterios basados en el origen étnico —criterio estricto—, bien sea
por el criterio diferente —sexo, condiciones sociales, económicas, religio-
sas—; estas acciones son la que se conocen como acciones afirmativas13
(Rosenfeld, 1991, p. 67).
Desde la perspectiva de la igualdad material la justicia puede ser enten-
dida como un mecanismo equiparador de derechos utilizado por indivi-
duos para reclamar las garantías de los mismos,14 esto es, hacerlos justi-
ciables. La justicia, por tanto, se convierte en un mecanismo público de
solución de conflictos, asignación de recursos y beneficios sociales, me-
diante la interpretación razonada y razonable de la ley por los jueces, los
ciudadanos y el Estado en general. Según una larga tradición filosófica,
jurídica y política, la justicia delimita y armoniza aquellas pretensiones
e intereses en conflicto propios de la vida social, buscando una distri-
bución igualitaria de las cargas y beneficios, entrando en oposición con
cualquier toma arbitraria de decisiones.
Esta idea de justicia excluye, en definitiva, toda discriminación arbitraria,15
ya sea por parte del juez o por parte del legislador, siempre que por ‘dis-
criminación arbitraria’ se entienda una discriminación introducida sin

13
La Constitución Argentina de 1994 ha sido una de las primeras constitucio-
nes en América Latina que introduce de manera directa el término de accio-
nes afirmativas. Así indica en el art. 75, 23 que el Congreso debe sancionar
leyes que establezcan “acciones positivas para garantizar la igualdad real de
oportunidades y trato, y el pleno goce de los derechos reconocidos por esta
Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos”.
14
Como afirma O. Höffe: “Estas demandas se dirigen sobre todo a las institu-
ciones sociales y expresamente a las formas jurídicas y estatales (nacionales
e internacionales); se trata por tanto de una justicia política”. Justicia política,
Paidós, Barcelona, 2003, p. 49.
15
No en vano, un autor como R. Alexy ha planteado que “El Derecho (en-
tiéndase justicia) es un sistema de normas que formula una pretensión de
corrección, consistente en la totalidad de las normas que pertenecen a una
Constitución generalmente eficaz y no son extremadamente injustas, como
así también en la totalidad de las normas promulgadas de acuerdo con esta
Constitución y que poseen un mínimo de eficacia social o de probabilidad
de eficacia y no son extremadamente injustas”. Alexy, El concepto y validez del
Derecho, Gedisa, 1994, p. 86.

[42]
Justicia, derecho e igualdad

justificación racional. El respeto de esta regla de justicia —justicia for-


mal— se resuelve en la aplicación imparcial de la ley. Sobre la aplicación
de la justicia dijo Hart:
Podría decirse que aplicar con justicia una norma jurídica a
distintos casos es simplemente tomar en serio la afirmación
de que debe aplicarse en los distintos casos la misma regla
general, sin prejuicio, interés o capricho; lo que constituye
una garantía de imparcialidad u objetividad, dirigidas a ase-
gurar que el derecho será aplicado a todos aquellos casos, y
sólo a aquellos, que son iguales en los aspectos relevantes
señalados por el derecho mismo.16

Así, la justicia es un límite puesto al ejercicio del poder legislativo, en tan-


to establece que un mismo órgano no puede modificar arbitrariamente el
sentido de sus decisiones en casos sustancialmente iguales.
Estos límites al ejercicio del poder presentan las siguientes características:
1) Un estándar de conducta consistente en tratar los casos y personas
iguales de manera igual, lo que expresa un deber de no variar la decisión
tomada de manera arbitraria. Ejemplo: el caso individual C1 es igual al
caso individual C2 en aquellos casos que así lo requieran —tratar igual
lo que es igual—. Esta concepción formal se asocia a la idea de la justicia
distributiva17 de recursos como la renta, educación, salud y derechos, en-
tre otros.
2) Un criterio de excepción en la igualdad, esto es, analizar si los casos
ameritan ser considerados iguales y cuándo no. Este mecanismo es plan-
teado como ‘acción positiva’,18 entendiendo por ésta, los mecanismos es-

16
Hart, H. L. El concepto del Derecho. Buenos Aires. 1963, p. 89. Dice el autor
que “justo o injusto son formas más específicas de crítica moral que bueno y
malo, correcto o incorrecto”. Ibíd., p. 197.
17
A. Sen critica esta concepción formal de la justicia en tanto no diferencia
entre los individuos y sus necesidades en el momento de la repartición de
los recursos.
18
Según Rey Martínez las acciones positivas establecen “la adopción de me-
didas reequilibradoras de las situaciones sociales discriminatorias preexis-

[43]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

peciales que busca nivelar individuos o grupos desaventajados social e


históricamente por parte de quien ostenta el poder y por quienes toman
decisiones. La acción positiva comporta una equiparación en la igual-
dad para quien se encuentra excluido por la norma. Ejemplo: protección
especial y urgente a los desplazados según lo ordena la sentencia T-025
de 2004; garantías constitucionales a los pueblos indígenas conforme a
los art. 7, 246, 247 de la Constitución Política; prohibición de retiro del
servicio a las madres cabeza de familia en el programa de Renovación
de la Administración Pública según la Sentencia C-044 de 2004; inem-
bargabilidad sobre el único bien urbano o rural de propiedad de las mu-
jeres cabeza de familia estipulada en la Sentencia C-722 de 2004. En una
sentencia más reciente la Corte Constitucional puso en igualdad de con-
diciones los derechos y los deberes de las parejas del mismo sexo con
los de  las parejas heterosexuales conforme la Sentencia C-336 de 2008,
etcétera. Es de anotar que dichos criterios de compensación de los grupos
desaventajados han sido retomados por parte de la Corte Constitucional

tentes para lograr una sustancial y efectiva equiparación entre las mujeres,
socialmente desfavorecidas, y los hombres; para asegurar, en suma, el goce
efectivo del derecho a la igualdad por parte de las mujeres”. Rey Martínez,
F. El derecho fundamental a no ser discriminado por razón de sexo, Mc Graw-Hill,
Madrid, 1995, p. 64. La acción positiva se establece constitucionalmente en
Colombia en el artículo 13, una consagración formal del derecho fundamen-
tal a la igualdad, pero es sabido que la igualdad material está aún en ciernes,
debido especialmente a la discriminación que sufren grupos e individuos
desaventajados socialmente; dichas manifestaciones discriminatorias se
han incrustado en espacios sociales, convirtiéndose en situaciones de facto
muy difíciles de erradicar, tales como: los permisos de maternidad, acceso a
medios de comunicación, publicidad, vivienda, altos índices de desempleo
femenino, condiciones de trabajo, diferencias salariales, la participación
equilibrada de mujeres y hombres en la toma de decisiones, la violencia de
género, falta de acceso a la educación, desplazamiento, falta de oportuni-
dades de participación en la vida política, etcétera. Un ejemplo claro de lo
anterior es la sentencia C-371 de 2000, que al referirse a la discriminación
de ciertos grupos sociales estableció: “En esa medida, se puede afirmar que
existe la decisión constitucional de remediar situaciones de inferioridad fin-
cadas en estereotipos o prejuicios sociales de reconocida persistencia y que
a la prohibición de discriminar se suma la voluntad de erradicar esas con-
ductas o prácticas arraigadas, que han ubicado a personas o a sectores de la
población en posiciones desfavorables. Se impone, entonces, el compromiso
de impedir el mantenimiento y la perpetuación de tales situaciones, por la
vía de neutralizar las consecuencias de hecho que de ellas se derivan.”

[44]
Justicia, derecho e igualdad

colombiana del modelo constitucional español (Durango, 2010, p. 645).


Así, por ejemplo, en el Tribunal Constitucional español se encuentra una
sentencia que se puede catalogar como hito al respecto; nos referimos
a la STC 98/1983. En ésta se concreta el restablecimiento del derecho
vulnerado y manifiesto en una discriminación a la que se había sometido
al varón que había quedado viudo, en tanto la norma sólo reconocía la
pensión de viudedad para la mujer. El Tribunal en amparo, analiza por
qué el legislador colocó más requisitos a los hombres que a las mujeres
para obtener la pensión de viudedad, situación que llevó al Tribunal a
complementar, por medio de una sentencia aditiva, el vacío dejado por
el legislador agregando la expresión ‘hombre’ en sentido igual al de la
mujer, para reclamar la pensión mencionada.
Ahora bien, los principios anteriormente señalados han tomado varios
caminos, según la concepción de la justicia que expongan y sustenten los
principales autores. A continuación se abordarán las propuestas teóricas
más representativas sobre la justicia, tales como las de Hobbes, Rawls y
Habermas.

2. Modelos de justicia
2.1 El modelo contractual

En la modernidad el concepto de justicia no está asociado a la idea de


justicia natural, sino todo lo contrario, está asociado a la existencia de
un nuevo orden social que trae aparejada la idea del individuo racional
como pieza clave en la búsqueda y concreción de la justicia. Esta idea se
encuentra ligada, ante todo, a las categorías de libertad e igualdad. El
modelo contractual19 —formal— representa un renacimiento de la idea

19
El planteamiento contractualista se sustenta en tres elementos: a) un estado
de naturaleza, donde la ley es inexistente, lo que lleva a que no exista una
clasificación de lo que es justo; b) la necesidad de establecer un pacto sub-
jetionis por el que se establecen las condiciones de la convivencia común y,
con ellas, los criterios de justicia; c) el paso del estado de naturaleza al esta-
do civil, lo que supone la conformación de un poder soberano que debe su
poder a la delegación que hacen los individuos de su libertad y seguridad
al Estado; éste debe velar por el cumplimiento del pacto, además de ser el

[45]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

del contrato social, en el cual los individuos realizan un pacto que per-
mita salir del estado de naturaleza, en el que se presentaba una lucha de
todos contra todos, según el análisis hobbesiano. Así, este autor expone:
El único modo de erigir un poder común capaz de defen-
derlos de la invasión extranjera y las injurias de unos a otros
(asegurando así que, por su propia industria y por los frutos
de la tierra, los hombres puedan alimentarse a sí mismos y
vivir en el contento), es conferir todo su poder y fuerza a un
hombre o una asamblea de hombres, que pueda reducir sus
voluntades, con pluralidad de voces, a una voluntad. (Hob-
bes. 1992. p. 39).
Con esto buscaba proponer el paso a un Estado civil20 donde el Estado
controle el monopolio del poder. Una de las razones es que para los teóri-
cos contractualistas —Hobbes lo es—, la idea de justicia es el resultado de
un acuerdo entre los súbditos y el soberano con el fin de asegurar la pro-
piedad y la libertad. Para este autor21 la justicia es la voluntad constante
de “dar a cada uno lo suyo conforme la Ley”; de lo cual se deriva que:
1. Algo es justo si va conforme a la ley.
2. Algo es injusto cuando es contrario a la ley.
Para Hobbes, conforme a lo anterior, en el estado de naturaleza el
Derecho natural aún no tiene vigencia y no obliga a nadie, pues
en él todos los hombres son iguales pero potencialmente enemi-
gos.22 Por esta razón defendió la necesidad de construir el Estado,

encargado de ejercer por la fuerza que el hombre no vuelva al estado de


naturaleza.
20
Según Bobbio, el Estado en Hobbes representa “la unidad de la voluntad
frente a la multiplicidad de las voluntades del estado natural, la norma ob-
jetiva frente al derecho subjetivo, la obligación frente al árbitro, la autoridad
frente a la libertad...”. Bobbio, N. De Cive. F. C.E, México, 1982. p. 79.
21
Ibíd., p. 9.
22
Expone Hobbes: “Pues donde no ha precedido pacto, no ha sido transferi-
do derecho, y todo hombre tiene derecho a toda cosa y, por consiguiente,
ninguna acción puede ser injusta […] allí donde no hay república, nada es
injusto”. Ibíd., p. 10.

[46]
Justicia, derecho e igualdad

con el argumento de que la vida en el estado de naturaleza era


imposible,23 pues en tal situación existe el peligro latente de guerra
de todos contra todos, dado que la ley natural no garantiza la vida
en sociedad, razón por la cual, „aun el más débil tiene fuerza su-
ficiente para matar al más fuerte, ya sea por maquinación secreta
o por federación con otros que se encuentran en el mismo peligro
que él.”24 En el estado de naturaleza prevalece la inseguridad y ésta
es la base de la guerra de todos contra todos.
Así que todos renuncian, mediante un pacto, a toda su libertad
para instituir el poder soberano, capaz de obligar a los individuos
a su cumplimiento. La ficción del ‘estado de naturaleza’ tiene como
fundamento esencial resaltar el paso al Estado civil por medio de
un pacto subjetionis, esto es, un hombre que tiene libertad si hace
un pacto de sometimiento con el Estado —libertad condicionada
y restringida en exceso—. En este sentido afirma Macpherson que
Hobbes inaugura un discurso sobre la génesis y fundamentos del orden
político en el cual el punto de partida es la idea de un individuo libre, sin
dependencia alguna, sin obligación moral, sin pecado original ni méritos
derivados de la creación; un discurso que pone al hombre como artífice
del Estado, de la moral, de la justicia, del bien y del mal. (Macpherson,
1979, p. 139).
El soberano, entonces, crea las leyes civiles —Derecho positivo que ga-
rantiza el poder del Estado—  y todos los hombres están obligados a
obedecer. Éste es uno de los fundamentos de la justicia, que consiste en
obedecer incondicionalmente al derecho positivo convirtiéndose en una

23
Así dice: “Pues las palabras bueno, malo y despreciable son siempre usadas
en relación con la persona que las usa, no habiendo nada simple y absolu-
tamente tal, ni regla alguna común del bien y del mal que se derive de la
naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo (donde no haya Repú-
blica) o de un representante (cuando la hay), o de un árbitro o juez, a quie-
nes hombres en desacuerdo eligen por consenso, haciendo de su sentencia
regla”. Ibíd., p. 234.
24
Ibíd., p. 189.

[47]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

‘virtud’ esencialmente jurídica. Por consiguiente la creación del Leviatán


—no sin razón dice que sin la espada los pactos no son sino palabras y
carecen de fuerza para asegurar en absoluto a un hombre— ha de regu-
lar la vida, bienes y seguridad de los individuos. El autor que representa
una postura neo-contractualista y anti-utilitarista es John Rawls. (Rawls,
1974), quien entiende la idea de la justicia como la primera virtud de las
instituciones políticas parte de una pregunta fundamental: ¿Cómo sería
una sociedad perfectamente justa? Para responder a esta pregunta, Rawls
plantea que el objeto básico y esencial de la justicia es la construcción de
la estructura básica y esencial de la sociedad —cómo distribuyen los in-
gresos, derechos y deberes los modernos Estados de Derecho—. De esta
manera, para Rawls, la justicia como imparcialidad comienza con la elec-
ción de dos principios de justicia —elegidos en condiciones de igualdad,
libertad y en una situación contractual racional denominada posición ori-
ginal, en la que se buscan que los acuerdos alcanzados sean justos— que
habrán de regular las instituciones y la estructura básica de la sociedad.
De allí que para Rawls, una “concepción política de la justicia no debe ser for-
mulada en términos de doctrinas filosóficas, religiosas o morales sino en ciertas
ideas intuitivas latentes en la cultura de una sociedad democrática”.25
A este tipo de doctrinas el autor las denomina ‘doctrinas comprehensivas’, que
no pueden aunar el consenso social sobre determinadas normas sino mediante
la violencia o la coacción, lo que conlleva, en palabras de Rawls, a que exista un
profundo desacuerdo sobre los principios básicos sociales. (Piénsese, por ejemplo,
en una doctrina religiosa que imponga ciertos acuerdos sociales). En contra de
las doctrinas comprehensivas propone su teoría sobre el pluralismo razonable
que, en la terminología rawlsiana, consiste en que en el mundo contem-
poráneo existen multiplicidad de doctrinas comprehensivas —que tra-
tan de responder sobre concepciones concretas de la vida buena—, todas
válidas, lo que genera gran cantidad de problemas al tratar de concebir
quién tiene la verdad, pues no existe un orden ‘universal’ absoluto de
fundamentación. El liberalismo político (Rawls, 1996, p. 205) no pretende
erigirse como tal, cuestión ésta en la que habían caído anteriores teorías
políticas de la democracia. De allí que Rawls postule dos principios de

25
Ibíd., p. 78.

[48]
Justicia, derecho e igualdad

justicia que integran las múltiples doctrinas comprehensivas que existen


hoy, con los que busca sustentar sus teoría en un Liberalismo Político como
una opción para tratar de aunar dichas pluralidades y lograr acuerdos
más duraderos y legítimos social y democráticamente.
Dichos principios son:
1. “Todas las personas son iguales en punto de exigir un esque-
ma plenamente adecuado de libertades básicas iguales, que
sea compatible con un esquema similar de libertades para
todos; y en este esquema las libertades políticas y sólo ellas,
han de tener garantizado su valor equitativo”.
2. “Las desigualdades económicas y sociales han de satisfacer
dos condiciones: primera, deben estar asociadas a cargos y
posiciones abiertos a todos, en condiciones de una equitati-
va igualdad de oportunidades; y segunda, deben procurar el
máximo beneficio de los miembros menos aventajados de la
sociedad”.26
Estos principios son la base de la estructura de una sociedad justa en
tanto orientan las instituciones sociales, como por ejemplo los derechos
fundamentales, el Estado de Derecho, los poderes legislativos, la admi-
nistración de justicia, la regla de la mayoría, la concreción de la igualdad
y la libertad. A estos últimos Rawls los denomina esencias constitucionales
—constitutional essentials27—. Rawls le asigna a estas últimas la categoría
de razón pública,28 y entiende por tal aquellos espacios democráticos por
medio de los cuales los ciudadanos logran acuerdos básicos en la esfera
pública en tanto se consideren razonables. Es de anotar que para el autor

26
Ibíd., p. 35.
27
“De manera semejante, si bien un mínimo social que prevea para las necesi-
dades básicas de todos los ciudadanos es también un elemento esencial, lo
que he llamado el ‘principio de la diferencia’ exige más, y no es un elemento
constitucional esencial.” Ibíd., pp. 218, 262.
28
Siguiendo a Ackerman, Rawls le confiere la salvaguarda de la Razón Pública
a la Suprema Corte, afirmando que es una entidad institucional ejemplar,
por lo que se deduce que la razón pública es la única razón ejercida por
esta. Así, dice: “Los ciudadanos y los legisladores pueden votar por sus más
amplios puntos de vista cuando no estén en juego los elementos constitucio-
nales esenciales y la justicia básica.” Ibíd., Rawls, Liberalismo político, p. 224.

[49]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

en mención se excluyen de la razón pública aquellas doctrinas compre-


hensivas anteriormente señaladas, ya que una de las características de
la razón pública es que sus límites no se aplican a las deliberaciones y
reflexiones personales sobre las cuestiones políticas o al razonamiento
acerca de ellas por miembros de asociaciones tales como las iglesias y
las universidades, todo lo cual forma parte del trasfondo cultural que no
debe ser base de apoyo de la razón pública.
2.2 El modelo argumentativo de la justicia

Este modelo parte de la idea de un mecanismo que ha de conducir a un


consenso o acuerdo ideal y razonable sobre lo que es justo o injusto, a
través de las acciones comunicativas —intersubjetivas— ofrecidas en los
procedimientos democráticos y en las pretensiones de validez entabladas
argumentativamente con los sujetos participantes en el diálogo. Ejemplo:
todos los discursos presentan igual validez, nadie puede ser excluido
arbitrariamente del debate, no deben existir limitaciones exteriores que
limiten la argumentación tales como la fuerza o el dolo, etcétera. Estas
reglas de la argumentación han influido en los procesos penales y en la
conformación de los jueces de paz y conciliadores en equidad.29 Este mo-
delo sitúa la justicia en el ámbito de la comunicación humana. Un expo-
nente de esta propuesta es Chaïm Perelman, para quien un discurso real
sobre la justicia se ha de acercar a las mayores posibilidades argumen-
tativas, tanto en la vida práctica como en las decisiones judiciales. Para
Habermas las condiciones de formación de la voluntad y la participación
en la esfera pública han sido, sobre todo, desarrolladas por el republica-
nismo. Dice: “La comprensión republicana de la política pone en primer

29
Es una especie de justicia material que busca solucionar los conflictos acu-
diendo a instancias decisorias, imparciales y respetuosas de las normas le-
gitimadas previamente en los procedimientos democráticos y legalizados
mediante procesos jurídicos. En este contexto, le compete al Estado y a la
comunidad en general brindar todas las oportunidades a los afectados para
que se expresen en todas las fases del proceso y bajo condiciones reales de
oportunidad. (Conciliaciòn, mediación, amigable composición). Esto rige en
todo caso como comprobación de lo que es justo e injusto en un caso con-
creto conforme a normas positivizadas en el sistema jurídico, tal y como lo
establecen, por ejemplo, los artículos 13, 246 y 229 de la Constitución Política
de Colombia.

[50]
Justicia, derecho e igualdad

plano la conexión interna del sistema de los derechos con la autonomía


política de los ciudadanos.” (Habermas, 1998. p. 348).
De esta manera, Habermas realiza una lectura discursiva de los derechos
fundamentales y de la justicia, sustentado en el principio discursivo. La
justicia se construye en la deliberación pública, pues allí se establecen los
criterios para fundar las condiciones fácticas que van a permitir construir
la igualdad jurídica.
En tal sentido Jürgen Habermas sostiene que la argumentación discursi-
va procura reconstruir un consenso normativo que ha sido problemati-
zado o se ha roto por múltiples circunstancias. Propone la realización de
unas cualidades formales del discurso: igualdad de posibilidades para
los participantes del discurso, libertad de expresión, ningún privilegio
interno o externo en la argumentación, veracidad y ausencia de coac-
ción. Su cometido es obtener acuerdos válidos por todos los afectados
en el diálogo. Este autor explica la justicia mediante la búsqueda de un
consenso (Durango, 2006) ideal superpuesto que legitime mediante “la
fuerza del mejor argumento” aquellas decisiones democráticas más rele-
vantes para los individuos.
Esta propuesta habermasiana ha llevado a relacionar la justicia con el
reconocimiento democrático y participativo de los principios y los dere-
chos fundamentales, posibilitando de esta manera superar las limitacio-
nes de teorías realistas y escépticas de la justicia, que afirman la imposibi-
lidad racional de demostrar lo que es objetivamente justo, y que llegan a
reducir el Derecho a lo válido, aunque no sea eficaz socialmente, ni justo.
La administración de justicia se estructura a partir de aquellas pretensio-
nes de validez, más los argumentos, normas y justificaciones racionales
dados en Estados democráticos de Derecho para la toma de decisiones.
Como bien dice Habermas:
Las leyes no tienen nunca una forma semántica tal ni tam-
poco una idea determinada, tal que al juez no le quede otra
tarea que la de aplicar esas leyes en forma algorítmica (…)
las operaciones interpretativas en la aplicación de las reglas
comportan siempre operaciones constructivas que desarro-
llan el derecho (1987, p. 585).

[51]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Por consiguiente, en las decisiones judiciales el aspecto argumentativo-


justificador es de vital importancia, pues la argumentación jurídica se
sustenta en aquellas razones discursivas entabladas por los agentes ra-
cionales a través de acciones comunicativas y estratégicas que orientan a
los participantes en la argumentación a aceptar como válidos los corres-
pondientes enunciados normativos.
En este contexto, el Estado de Derecho no puede seguir siendo concebido
como un sistema de normas identificables por un procedimiento formal
y ajeno a condiciones materiales tales como los derechos fundamentales,
desconocido por las comunidades y sólo aplicable técnicamente. Acá yace
una de las falencias del positivismo, al considerar el Derecho como mero
conjunto de reglas, sin darle mucha importancia a la teoría de principios
dentro del mundo jurídico. La argumentación sobre los principios para
impartir y aplicar justicia requiere de un sistema jurídico imparcial y con-
sensuado, donde los ciudadanos puedan cuestionar aquellas decisiones
tomadas de forma irracional por quien ostenta el poder. En este aspecto
puede afirmarse que una relación actual entre Derecho y justicia, debe in-
corporar la relación entre principios jurídicos y derechos fundamentales.
Como lo sostiene Ronald Dworkin,30 los principios permiten justificar las
normas jurídicas e influir así en las decisiones que toman tanto del legis-
lador como de los operadores jurídicos, cuando solucionan, en los casos
concretos, aquellas colisiones de derechos fundamentales. (Ejemplo: el
derecho al honor y el derecho a la información). Así, afirma: “En los
casos difíciles, los principios desempeñan un papel esencial en los argu-
mentos que fundamentan juicios referentes a determinados derechos y
obligaciones jurídicas”. (Dworkin, 1999, p. 324). En tal sentido, la noción
de justicia se expresa mediante aquellos acuerdos valiosos logrados por
la comunidad de manera conjunta, racional e imparcialmente. Hablar de
justicia no es algo que esté dotado de la exactitud exigida desde una con-

30
Ante la tesis de la discrecionalidad propia del positivismo, Dworkin opone
su tesis de que las decisiones judiciales han de basarse en argumentos de
principio. “Un argumento de principio puede servir de justificación a una
decisión determinada, sólo si puede demostrar que el principio es coherente
con las decisiones del pasado y con las decisiones que está dispuesto a to-
marse en el futuro”. Dworkin, R. Los derechos en serio, Ariel, 4a reimpresión,
1999. Cap. 13. En este mismo texto, ver la réplica a sus críticos.

[52]
Justicia, derecho e igualdad

cepción no dialogada, tampoco puede considerársele como un valor o


un acuerdo que expresa lo irracional. La justicia está ligada a la búsque-
da y realización de unos contenidos mínimos sociales que respondan a
aquellos retos sociales pertinentes y válidos dentro de las comunidades,
y sin desconocer, por supuesto, aquellos principios universales. Haber-
mas se ha decantado por un concepto de justicia dado desde la “inclu-
sión democrática, política y jurídica” (Habermas, 2004, p. 23), que viene
a complementar la clásica definición aristotélica de justicia distributiva.
La justicia se concretiza, de esta manera, en la posibilidad real que tie-
nen los ciudadanos de ejercitar su libertad, en buscar acuerdos imparcia-
les, democráticos e inclusivos, elementos de la garantía de los derechos
fundamentales. Ésta es una de las razones por las que en todo proceso
democrático se deben garantizar todas las posibilidades reales para la
existencia y participación de todos los individuos y grupos excluidos de
la esfera pública, donde se toman decisiones relevantes. Podría afirmarse
que ejercitar la justicia —una persona o una autoridad pública—, es cum-
plir a cabalidad con la Constitución y la ley en tanto se ha participado
con todas las garantías en la conformación de la misma. La justicia, por
tanto, permite establecer que la validez de las reglas y principios vigentes
no sean elaborados a espaldas de quienes participan en la conformación
de las normas.
De esta manera la justicia se interrelaciona con los derechos fundamenta-
les de participación política. Los derechos fundamentales se constituyen,
en ‘triunfos’ frente a la mayoría y por esto los objetivos sociales sólo son
legítimos si respetan a aquellos. Con razón dice Dworkin:
Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia
que ni siquiera el bienestar de la sociedad en conjunto puede
atropellar. Es por esta razón por la que la justicia niega que
la pérdida de libertad para algunos se vuelva justa por el he-
cho de que un mayor bien es compartido por otros. No per-
mite que los sacrificios impuestos a unos sean compensados
por la mayor cantidad de ventajas disfrutadas por muchos.
(1999, p. 351).
Otro autor que se articula en esta propuesta de la justicia como argu-
mentación es R. Alexy, quien plantea la tesis del caso especial (Alexy,

[53]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

1989), que puede entenderse de la siguiente manera: la argumentación ju-


rídica constituye un caso especial del razonamiento práctico general. Dice el
autor que éste ha de fundamentarse desde un procedimiento discursivo
similar al propuesto por Habermas y Apel. Por consiguiente, un discurso
práctico es racional cuando satisface las condiciones de una argumenta-
ción práctica racional. Así, “las decisiones judiciales no sólo pretenden
ser correctas en el esquema del orden jurídico válidamente establecido,
sino también pretenden ser correctas en cuanto decisión jurídica” (Alexy,
1989, p. 178).
Tal corrección ha de guiar la racionalidad práctica a través de las reglas
del discurso expuestas por Alexy. Propone las siguientes: 1) la de correc-
ción estructural, esto es, “la exigencia de no contradicción, el principio de
universalidad, la claridad linguística conceptual, la verdad empírica, la
consideración de las consecuencias, y el análisis de la formación de las
convicciones morales”; 2) las reglas que garantizan la imparcialidad del
procedimiento argumentativo. Dichas reglas son: “Quien pueda hablar pue-
de tomar parte en el discurso”, “Todo hablante debe, cuando se le pide,
fundamentar lo que afirma”, “Quien pretende tratar a una persona de
manera distinta a otra está obligado a fundamentarlo”, o “Quien afirma
una proposición normativa debe aceptar las consecuencias en el evento
que le fuera aplicable”. (Alexy, 1989, p. 293). Le compete, pues, al juez
buscar dichas reglas para poder tomar así decisiones imparciales.
Por consiguiente, corresponde a los tribunales constitucionales la tarea
de construir una argumentación iusfundamental que responda a las si-
tuaciones concretas. Concluye que para dotar de seguridad a la argu-
mentación iusfundamental “es razonable la institucionalización de una
justicia constitucional cuyas decisiones pueden y requieren ser justifica-
das y criticadas en un discurso iusfundamental racional” (Alexy, 1989,
p. 295). Las propuestas argumentativas de Alexy han permitido prote-
ger, desde los presupuestos comunicativos, los derechos fundamentales
en un Estado democrático de Derecho. La manera como se argumenta,
influye notoriamente en las decisiones judiciales, pues como ha dicho
el Tribunal Español al respecto, “Es doctrina reiterada de este Tribunal
Constitucional que la tutela judicial efectiva, consagrada en el artículo

[54]
Justicia, derecho e igualdad

24.1 CE, comprende el derecho a obtener una resolución fundada en De-


recho, como garantía máxima —dada la esencia de la función jurisdic-
cional— frente a la arbitrariedad e irrazonabilidad en la actuación de los
poderes públicos”. STC 131/1990, FJ l. Por consiguiente, la argumenta-
ción judicial se concibe, en este sentido, como un ejercicio de racionalidad
tendiente a evitar decisiones arbitrarias.
Para concluir este apartado puede decirse que la justicia —con el fin de
que no se reduzca a una concepción formal elaborada por los filósofos,
los políticos y los juristas—, ha de complementarse con aquellas reglas y
principios tenidos como aceptados y válidos por las comunidades. Frente
a ésta no se debe asumir una postura escéptica como la de Alf Ross, para
quien la justicia es algo puramente formal, como dar un puñetazo sobre
la mesa.31 No es, por tanto, guía para el legislador, y sería imposible tener
sobre ella una discusión racional porque considera que quien apela a ella
nada dice que pueda ser argüido ni en pro ni en contra, y que cuando se
afirma que una norma es injusta no es más que la expresión emocional
de una reacción desfavorable respecto a ella. El desarrollo de la teoría
de la justicia no trata de dotar al Derecho de un contenido extrajurídico
—como los dogmas religiosos o políticos—, sino que aborda el horizonte
de los derechos fundamentales que son concebidos como la mediación
entre la aspiración de los principios básicos expresados en el desarrollo
de las Constituciones. Para fallar justamente en Derecho se requiere de
un respeto por los derechos fundamentales, por las razones del otro y por
el debido proceso. Como sostiene Gustavo Zagrebelsky:
También respecto al tema de la justicia en el Derecho, el ad-
venimiento de la democracia pluralista produce un cambio.
Cuando todos los componentes de la sociedad pueden par-
ticipar en la elaboración de la Constitución, se desvanece la
posibilidad de seguir considerando que el fundamento de
la justicia del orden jurídico es una cuestión prejurídica, ca-

31
Dice A. Ross que la palabra “justo o injusto tiene sentido cuando se aplican
para caracterizar la decisión hecha por un juez o por cualquier otra persona
que debe aplicar un conjunto determinado de reglas [….] Pero aplicadas
para caracterizar una regla general o una orden, las palabras justo o injusto
carecen de significado”. Sobre el Derecho y la justicia, Buenos Aires, Eudeba,
1963, p. 267.

[55]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

rente de relevancia propia desde el punto de vista interno


del Derecho vigente... La Constitución pluralista presenta la
estructura de un pacto en el que cada una de las partes impli-
cadas introduce los principios que se corresponden con sus
ideales de justicia. De este modo, dichos principios vienen
rescatados del ámbito de lo prejurídico e insertados plena-
mente como tales en el Derecho. (Zagrebelsky, 1995, pp. 96-
97)
Ante el escepticismo relativista propuesto por H. Kelsen32 sobre la justi-
cia, se viene planteando hoy día un nuevo concepto de justicia restaura-
tiva, en la intervienen la víctima, el victimario, el Estado y la sociedad
en general. En esta concepción la justicia pierde su dimensión formal y
abstracta para incorporar las exigencias igualitarias materiales propias
del Estado de Derecho.
2.3. El modelo de la justicia restaurativa

El concepto de la justicia restaurativa33 hace referencia a aquellos proce-


sos de búsqueda de la paz para conflictos de larga y compleja intensidad,
terminados o aún sin culminar, a través de espacios participativos, demo-
cráticos y jurídicos, sin desconocer la protección de las víctimas por las
violaciones de sus derechos fundamentales. El modelo de justicia restau-
rativa34 pretende garantizar la paz, verdad, justicia y reparación median-

32
Kelsen se pregunta: ¿Qué es la justicia para mí? “Dado que la ciencia es mi
profesión y, por tanto, lo más importante en mi vida, la justicia para mí se da
en aquel orden social, bajo cuya protección puede progresar la búsqueda de
la verdad. Mi justicia, en definitiva, es la de la libertad, la de la paz: la justicia
de la democracia, la de la tolerancia”. Kelsen afirmaba: “En tanto la justicia
es una exigencia de la moral, la relación entre moral y Derecho queda com-
prendida en la relación entre justicia y Derecho”. Kelsen, Hans. Teoría pura
del Derecho, segunda edición, 1997, p. 71.
33
La justicia restaurativa se presenta como un modelo alternativo de enfren-
tamiento de la criminalidad, que sustituye la idea tradicional de retribución
o castigo por una visión que rescata la importancia que tiene para la socie-
dad la reconstrucción de las relaciones entre víctima y victimario. Sentencia
C-979 de 2005.
34
Dentro de los principales mecanismos utilizados por la justicia restaurativa
para abordar el conflicto se tienen: búsqueda de la verdad de lo ocurrido
por parte de las víctimas y de la sociedad; acceso del derecho de las víctimas

[56]
Justicia, derecho e igualdad

te mecanismos deliberativos entre la víctima, sociedad y victimario, sin


desconocer las diversas instancias jurídicas de orden nacional e interna-
cional. En este sentido, los ciudadanos y el Estado deben cuidarse de no
otorgar indultos generalizados que conduzcan a la impunidad generali-
zada. Ahora bien, este tipo de justicia se puede aplicar a escala nacional,
siempre y cuando se permita para aquellas acciones que no tipifiquen de-
lito, conforme al Estatuto de Roma, de genocidio, crímenes de lesa huma-
nidad y crímenes de guerra. Ajustarse a los estándares internacionales es
una tarea compleja para el Estado, la sociedad y los administradores de
justicia, pues de un lado tienen las presiones de los levantados en armas
y, de otro, los derechos de las víctimas. De allí que las decisiones tomadas
afectan de una u otra manera la calidad de la administración de justicia
con la búsqueda de la paz —leyes de obediencia debida y de punto final
se han presentado en las pasadas dictaduras del Cono Sur, en Perú y
Brasil—. Como bien lo afirma la Corte Constitucional colombiana: “Es de
suma importancia la relevancia de los deberes del Estado en la investiga-
ción y sanción de las violaciones a los derechos humanos y los derechos
de las víctimas, como elementos para la construcción de un orden justo”.
Sentencia C-979 de 2005.
Esta concepción de justicia restaurativa35 se expuso en la Ley de Justicia
y Paz —Ley 975 de 2005— en Colombia, tendiente a buscar la reconci-
liación nacional. Si bien la Ley incluye las categorías de justicia,36 verdad

a un recurso efectivo ante la justicia penal; el derecho de las víctimas a ob-


tener reparación integral frente a las violaciones sufridas; mecanismos que
comprometan a los Estados a prevenir la repetición de las violaciones de los
derechos humanos.
35
El artículo 518 del Código de Procedimiento Penal, entiende por programa
de justicia restaurativa todo proceso en el que la víctima y el imputado, acu-
sado o sentenciado, participan conjuntamente de forma activa en la resolu-
ción de cuestiones derivadas del delito, en busca de un resultado restaura-
tivo, con o sin la participación de un facilitador. Se entiende por resultado
restaurativo el acuerdo encaminado a atender las necesidades y responsa-
bilidades individuales y colectivas de las partes y a lograr la reintegración
de la víctima y del infractor en la comunidad en busca de la reparación, la
restitución y el servicio a la comunidad.
36
Artículo 6°. Derecho a la justicia. De acuerdo con las disposiciones legales
vigentes, el Estado tiene el deber de realizar una investigación efectiva que

[57]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

y reparación para las víctimas del conflicto, los hechos han demostrado
que en la práctica la paz, verdad, reparación integral y justicia no han
tenido mayores logros en el transcurso de estos cinco años de vigencia
de la norma.37 Como se sabe, en esta Ley —uno de los principales actores
del desplazamiento y desaparición forzada—, los paramilitares obtuvie-
ron penas privativas de la libertad que oscilan entre cinco y ocho años,
acción punible que va en contravía, de manera clara, de las normas in-
ternacionales de derechos humanos y del D.I.H.38 vigentes y ratificadas
por Colombia. Ello ha llevado a un rechazo generalizado de gran parte
de la sociedad colombiana, así como de la misma comunidad internacio-
nal —a excepción de diversos individuos que la defienden a ultranza—,
quienes perciben en esta norma una manera clara de favorecer a un gru-
po al margen de la ley con penas irrisorias frente a actos sancionables

conduzca a la identificación, captura y sanción de las personas responsables


por delitos cometidos por los miembros de grupos armados al margen de la
ley; asegurar a las víctimas de esas conductas el acceso a recursos eficaces
que reparen el daño infligido, y tomar todas las medidas destinadas a evitar
la repetición de tales violaciones. Las autoridades públicas que intervengan
en los procesos que se tramiten con fundamento en la presente ley deberán
atender, primordialmente, el deber de que trata este artículo.
37
No existe hasta el momento una ley que permita reparar integralmente a las
víctimas del conficlto colombiano. Por ejemplo, sólo hasta el 23 de noviem-
bre de 2010 se dio inicio a la discusión del proyecto de ley 107 Cámara “Por
la cual se dictan medidas de atención y reparación integral a las víctimas de
violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional
Humanitario” y “Por la cual se establecen normas transicionales para la res-
titución de tierras”.
38
El Consejo Económico y Social de la ONU, el 27 de julio de 2000 expidió la
resolución 2000/14 en la que se establecen los “Principios básicos sobre la uti-
lización de programas de justicia restaurativa en materia penal”. Esta propuesta
se extiende al artículo 518 del Código de Procedimiento Penal colombiano,
definiendo la justicia restaurativa como “todo proceso en el que la víctima y
el imputado, acusado o sentenciado participan conjuntamente de forma ac-
tiva en la resolución de cuestiones derivadas del delito en busca de un resul-
tado restaurativo, con o sin la participación de un facilitador”. Igualmente
la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, estableció en la
Resolución 1999/34 del 26 de abril de 1999, la importancia de adoptar todas
las medidas posibles y necesarias para que respondan ante la justicia los
autores de violaciones de los derechos humanos y del Derecho humanitario
internacional, e insta a los Estados a que actúen respetando las debidas ga-
rantías procesales.

[58]
Justicia, derecho e igualdad

por el Derecho Internacional Humanitario.39 Producto de la adecuación


de las normas internas a los tratados internacionales sobre derechos hu-
manos, la Corte Constitucional declaró inconstitucional el principio de
oportunidad establecido en la Ley 1312 de 2009, en tanto beneficiaba a los
paramilitares desmovilizados.
Como bien lo argumenta Uprimny:
De acuerdo con este modelo, la concesión de perdones a los
responsables de crímenes atroces debe tener un carácter ex-
cepcional e individualizado, y debe estar siempre regida por
el principio de proporcionalidad. […] La concesión de indul-
tos a quienes hayan participado en el conflicto en calidad de
combatientes es plenamente posible, inclusive cuando se tra-
ta de ciertas infracciones menores al Derecho Internacional
Humanitario. En cambio, el perdón total de graves crímenes
de guerra y de delitos de lesa humanidad queda en principio
excluido por el Derecho Internacional Humanitario. Ante es-
tos casos sólo procedería la concesión de perdones parciales,
tales como la disminución de la sentencia, o la concesión de
subrogados penales, la cual estaría siempre condicionada a
una contribución efectiva del victimario a la verdad, la paz y
la reparación, que se concretaría en la confesión plena de los
comportamientos respecto de los cuales el victimario preten-
de el perdón parcial. De todas formas, el cumplimiento de
unos mínimos de pena privativa de la libertad sería siempre
exigido, en el entendido de que no parece admisible ética,
jurídica, ni políticamente que los responsables de crímenes
atroces puedan recibir una amnistía total, o puedan simple-
mente remplazar el castigo con penas alternativas. (Uprimny
& Saffon, 2005, p. 230).
La tensión entre la justicia restaurativa y la transicional se presenta cuan-
do los actores del conflicto armado, por una u otra razón, deciden entrar
en un proceso de paz con el Estado con la condición de no recibir exce-

39
A esto se le pude sumar el conocimiento e investigación por competencia
propia de la Corte Penal Internacional, en el año 2008, por intermedio de su
fiscal, visitó al Gobierno colombiano para que diera explicaciones sobre la
ley de justicia y paz.

[59]
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sivas sanciones penales, lo que implica un desconocimiento de las direc-


trices trazadas por el D.I.H.40 y la Corte Penal Internacional.41 De hecho,
a partir de la segunda posguerra, el Derecho Internacional Humanitario
ha planteado la necesidad y obligatoriedad de investigar y sancionar los
crímenes de lesa humanidad, tendencia que se evidencia con la mayor
claridad en la creación de la Corte Penal Internacional. No obstante, los
contextos en los que se han desarrollado los procesos transicionales en
esta última época han impuesto serios obstáculos prácticos a la realiza-
ción efectiva de dicha obligación, caracterizados por la necesidad de que
sus fórmulas sean aceptadas y vistas como satisfactorias precisamente por
quienes han cometido crasas violaciones de derechos humanos. Tal es el
caso, por ejemplo, de contextos tan disímiles como los de las transiciones
de regímenes dictatoriales a democracias en el Cono Sur, el de la transi-
ción post-apartheid sudafricana, o el de la transición de la guerra civil a la
paz llevada a cabo en Irlanda del Norte. ((Uprimny & Saffon. 2005, p. 234).
Una forma de manifestación de la justicia material –que en el caso de
Colombia se enfrenta al reto de administrar justicia, verdad y reparación
sin olvidar los crímenes de lesa humanidad–, se encuentra en la senten-
cia C-288 de 2002 —expedida en vigencia de la Ley 600 de 2000— de la
Corte Constitucional colombiana; allí la Corte resaltó los derechos de la
víctimas a participar activamente en el proceso penal y a constituirse en
parte civil desde la etapa de indagación. Por su parte, en las sentencias
C-454 de 2006, C-209, C-370 de 2006 y 210 de 2007, explica y fundamenta
la Corte el alcance de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y
la reparación íntegra.42 En estas sentencias la Corte Constitucional resalta

40
Colombia está obligada a investigar y sancionar a los culpables de viola-
ciones a los derechos humanos. Dicha obligación deriva de la Convención
Americana de los Derechos Humanos, arts. 1, 2, 8 y 25. De los cuatro Conve-
nios de Ginebra de 1949, art. 49 del Convenio I, art. 50 Convenio II, art. 129
Convenio III y art. 146 del Convenio IV.
41
El art. 20.3 de la CPI establece que la Corte podrá enjuiciar a una persona
condenada en un Estado cuando “el proceso en el otro tribunal obedeciera al
propósito de sustraer al acusado de su responsabilidad penal por crímenes
que son competencia de la Corte”.
42
Ver al respecto la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencias:
Caso Garrido y Baigorria, 27 de agosto de 1998, Caso de los Niños de la

[60]
Justicia, derecho e igualdad

que los derechos a la verdad y a la justicia tienden a erradicar y hacer


desaparecer las injusticias sociales y los daños ocasionados a las víctimas
por parte de los victimarios, sobre todo cuando se trata de delitos que
afectan gravemente los derechos fundamentales —léase justicia en este
caso— (Durango & Bedoya, 2009). Estas sentencias son una concreción
de la providencia Caso Barrios Altos vs. Perú, del 14 de marzo de 2001,
emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde se
dice: “Las medidas legislativas que impidieran a las víctimas de viola-
ciones a derechos humanos, conocer la verdad de los hechos, resultaban
contrarias a la Convención Americana”. En tal sentido, las víctimas tie-
nen derecho no sólo al resarcimiento económico, sino a saber la verdad,
a obtener justicia verdad y reparación. Estos elementos son tenidos en
cuenta por la Corte Colombiana cuando establece que “las amnistías no
pueden darse de manera generalizada, ya que con ello se atenta contra
las víctimas y se perpetúa la impunidad” (Sentencia C-228 de 2002).
En definitiva, el abordaje de los conflictos sociales puede ser matizado
y canalizado desde procesos dialógicos con la vigilancia de los tribuna-
les constitucionales nacionales y del Derecho Internacional Humanitario.
Para finalizar puede decirse que la justicia y los derechos fundamentales,
analizados desde todas las perspectivas y dimensiones, tendrán mucho
que aportar en el conflicto colombiano.

Calle, (Villagrán Morales y otros), 26 de mayo de 2001. Igualmente ver la


Resolución 60/147 de la ONU, del 16 de diciembre de 2005.

[61]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

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[64]
Aproximación al asunto temático de lo político*
William Ortiz Jiménez**

Resumen
El artículo hace una aproximación teórica sobre el concepto de lo políti-
co soportado en autores como Lefort, Maquiavelo, Freund, entre otros.
Parte del hecho sustancial de que lo político está relacionado con el pen-
samiento, esto es, la idea que tiene cada individuo frente a situaciones
complejas de orden social, cultural, económico o ideológico, y que hacen
de este ideal el soporte para la toma de decisiones. También se reseñan
en el ensayo los cambios que ha sufrido el concepto en los últimos años,
y cuáles son las propuestas para consolidarlas en un mundo cambiante
y de transformación en diversos aspectos. La política, por lo tanto, es la
forma práctica de llevar lo político a la vida real, a una situación concreta.
Palabras clave: Política, político, liberalismo, libertad, pensamiento.

Abstract
The article makes a theoretical approach on the concept of politically
supported on authors such as Lefort, Machiavelli, Freund, among others.
Part of the substantial fact whereby political is related thought, i.e. the

* Artículo recibido el 09 de noviembre de 2010 y aprobado el 12 de diciembre.


** Doctor en Sociología y Ciencias Políticas, Universidad de Granada, España.
Profesor asociado Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional
de Colombia, Sede Medellín. Ensayo producto de la investigación termina-
da Política y Guerra, 2010. Financiada por la DIME.

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idea that has each individual complex situations of social, cultural, eco-
nomic or ideological, and make this ideal, support for decision-making.
Also observed in the trial, the changes that the concept has undergone in
recent years, and what proposals to consolidate in the changing world
and transformation in various aspects. Policy, therefore, is the conve-
nient way to bring politics to real life, to a specific situation.
Keywords: Policy, policy, liberalism, freedom, thinking.

Introducción
En el texto El descubrimiento de lo político de Claude Lefort (Poltier, 1997)
se plantea que “la política es constitutiva de lo social, y que no existe una
sociedad humana sin poder, es decir, sin lugar donde se reflejen los prin-
cipios de su ordenamiento” (p. 29). Su formulación obedece, como bien
lo bosqueja el autor citado, a una reflexión hecha por Maquiavelo, en la
cual el pensador florentino da margen a pensar que todo el pensamiento
político occidental se encuentra dominado por un presupuesto: una so-
lución al problema de la racionalidad humana. El decir racional, significa
aceptable para cada uno, cualquiera sea la situación social y personal.
Lo que también implica que por más que el individuo haga el esfuerzo
por acallar sus pasiones irracionales, no puede, desde un punto de vista
racional o razonable, impugnar la legitimidad del acuerdo político, el
equilibrio de derechos y obligaciones de cada uno hacia sus semejantes y
hacia el Estado, como cabeza de esa solución.
Soporte fundamental para Lefort, fueron las obras del pensador italiano.
Las enseñanzas que se pueden extraer de la obra de Maquiavelo, que
bien reconoce Lefort, podrían referenciarse en el siguiente orden: la di-
visión social es contemporánea a la instauración del poder político, por
lo tanto, si la división social es irreductible, el poder de los dirigentes no
puede suprimirla; la gran fuerza de Maquiavelo es la de permitir pensar
en conjunto la división social y la dinámica política (Poltier, pp.36-37).
Igualmente, parece sugerir que la salida propiamente política del con-
flicto de clases no reside tanto en su superación como en su inscripción
en el centro mismo de la dinámica social y política.

[66]
Aproximación al asunto temático de lo político

Gran preocupación dejaron en Lefort aquellas interpretaciones del pen-


sador florentino, a tal punto que delimitó su propio enfoque, en el que
observa que “lo político será, pues, asunto del pensamiento, mientras
que la política es objeto de la ‘ciencia’ (Poltier, p.41). La ciencia como tal,
descansa en la superación del mito y las creencias, y para ello se vale de la
investigación científica. Esa es tarea, igualmente, de la política, quehacer
humano consistente en
[…] organizar lo mejor posible la sociedad para que los ciu-
dadanos puedan disponer de su libertad y beneficiarse de la
protección que garantiza el orden necesario, de modo que
las actividades consideradas como más notables puedan des-
plegarse en total libertad, cada una según su genio (Molina,
2000, p. 43).
La Ciencia Política sólo obtiene su legitimidad cuando distingue su obje-
to, el sistema político de los subsistemas sociales: el económico, el jurídi-
co, el religioso, el estético, el ético, entre otros. En cambio, lo político no
tiene que ver con un sistema particular, sino con una interrogación que
aplica, sobre todo, al advenimiento del sistema político en tanto separado
de otras esferas de actividad social. En clave del mismo Lefort, la política
designa el sistema político en tanto se plantea como separado de los otros
subsistemas sociales, y lo político remite a la formalización de la que for-
ma parte, en la modernidad, el advenimiento de una esfera de actividad
distinta de las otras. Asimismo, lo político, escribe Freund, no se define
por el objeto de la actividad política, sino por el aspecto polémico que le
confiere (Molina, 2000. p. 37). Es importante anotar que como categoría
esencial del ser, lo político pertenece a la arquitectura esencial de la na-
turaleza humana, por lo que reclama un tratamiento específico: desen-
trañar los rasgos que le constituyen como una potencia de la sociedad.
Siguiendo a Freund, es preciso considerar que lo político como realidad
idéntica a sí misma persiste en su ser, a pesar del cambio de los regíme-
nes, de los sistemas políticos y de las formas políticas. Al ser considerado
como ‘potencia’ de la naturaleza humana, puede empero actualizarse si
lo desea o no. En este caso interviene el juicio de la voluntad humana.
Con el propósito de dar sustento teórico a la propuesta del ensayo en su
título inicial, aproximación al asunto temático de lo político, es preciso

[67]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

formularnos interrogantes guía que conduzcan a despejar una inquie-


tud, a saber: ¿Qué es aquello en lo que reside propiamente lo político?
¿Qué es lo que le permite su configuración? ¿Qué es lo que posibilita
su constitución y desarrollo? En relación con este asunto, gran parte del
pensamiento moderno se centró en la reflexión sobre el poder del Estado
y las distintas acciones o formas que habrían de garantizar su conquis-
ta y preservación, partiendo del supuesto de que en él se materializa la
soberanía, es decir, en tanto en él está legitimado el uso de los medios
de coacción como condición para mantener y reproducir el orden social
mediante el cual se asegura la decisión última, presupuesto fundamental
que garantiza la paz y la seguridad a los asociados.
Esta misma idea es retomada por Carl Schmitt como punto de partida en
su texto El concepto de lo político, cuando afirma:
Casi siempre lo político suele equipararse de un modo u otro
con lo estatal, o al menos se lo suele referir al Estado. Con
ello el Estado se muestra como algo político, pero a su vez
lo político se muestra como algo estatal, y éste es un círculo
vicioso que obviamente no puede satisfacer a nadie (Schmitt,
1991, pp. 50-51).
Complementando el anterior texto con la tesis de Freund (Molina, 2000,
p. 37), encontramos que sólo hay dos posibilidades: o bien se estudia lo
político en su substancia, en su esencia, o bien hay que limitar el análisis a
distinguir cuándo un problema es o no político, separando las relaciones
políticas de otras relaciones. Lo primero, precisa Freund, “ni convenía ni
convencía a Schmitt, que siempre se sintió jurista” (Molina, p. 37), pues
“el objetivo de Schmitt, sería más preciso y modesto: determinar el crite-
rio, es decir, el signo que permite reconocer que un problema es político
o no lo es; discernir, en definitiva, lo que es puramente político, indepen-
dientemente de toda otra relación” (Molina, p. 37).
A pesar de la consistencia, rigor y sustentación alcanzadas por la Filo-
sofía Política con relación a este tópico crucial, es importante advertir
que se trata de una determinada comprensión del ejercicio del poder en
una particular forma material e histórica de su realización como lo es
el Estado y, además, que en el actual proceso de su desarrollo y dada
“la complejidad inherente a las sociedades modernas, se muestra que no

[68]
Aproximación al asunto temático de lo político

existe un poder central que pueda encauzar el orden institucional en una


dirección predeterminada por una decisión política” (Serrano, 2002, p. 8).
Las transformaciones que se vienen desarrollando en los últimos tiempos
son de tal envergadura que no existe aspecto de la realidad que no haya
sido atravesado por altos niveles de complejización y problematización.
Servan Schreiber afirma que
[…] aún en el caso de que el hombre siga en el mismo lugar,
las cosas cambian a su alrededor. Hay demasiadas ideas en-
vejecidas, situaciones terminadas, técnicas en desuso, ciuda-
des anticuadas. Y, al mismo tiempo, demasiadas ideas nue-
vas, situaciones inéditas, técnicas sin filiación, ciudades sin
raíces (Schreiber, 1998, p. 276).
La aceleración de los cambios no da respiro y exige un gran esfuerzo de
comprensión analítica y sistémica para seguirlos explicativamente en sus
distintos órdenes de racionalidad y articularlos de acuerdo con la forma
como se imbrican sus resultados e impactos en los diferentes ámbitos de
la economía, la política y la cultura. En un lapso realmente muy corto
hemos asistido al colapso de la experiencia histórica de la antigua Unión
Soviética, la profundización de la crisis en todos los países de la llamada
Cortina de Hierro o países del Este, de acuerdo con la lógica de la Guerra
Fría, que los había puesto a gravitar en el área de influencia geopolítica
de dicho centro hegemónico. Pero, igualmente, se ha venido comproban-
do el auge vertiginoso de países como Alemania y Japón que, otrora de-
rrotados y humillados, hoy evidencian unos procesos de desarrollo eco-
nómico sobre una base científica y tecnología de gran avanzada.
De otro lado es innegable el impacto que ha venido teniendo la globaliza-
ción como respuesta al proceso de agotamiento de la dinámica de indus-
trialización a gran escala, inscrita a lo largo de gran parte del siglo XX en
el modelo ‘fordista’, mediante el relanzamiento expansivo y agresivo de
economías de mercado, acotadas ya no en el espacio de los Estados Na-
cionales sino en el contexto de lo mundial y apoyadas en la Revolución
Tecnológica Informacional como uno de los soportes fundamentales de
la nueva fase expansiva del capitalismo, y ligado con este proceso, la aflo-
ración y puesta en marcha de interesantes experiencias de integración
y conformación de bloques económicos que están redimensionando los

[69]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

términos de participación de los países en el mercado mundial (CEE, UE,


NAFTA, Mercosur, ASEAN, entre otros).
¿Qué es lo que realmente está en la base de todas estas transformaciones?
¿Cómo interpretar holísticamente los fenómenos políticos, económicos y
culturales que hacen parte consustancial de esta dinámica de cambios?
¿Cómo se redefinen los límites que acotan los diferentes campos o di-
mensiones de la realidad? En síntesis: ¿Cómo asumir comprensivamente
los procesos de transformación que vienen operando en el momento ac-
tual, determinando sus impactos y alcances en los distintos órdenes del
acontecer mundial, pero muy especialmente en relación con el tópico de
la política?
Lo que se pone en evidencia es la situación de crisis generalizada por
la que viene atravesando el proyecto moderno, pero entendida no en el
sentido de la connotación peyorativa y desgastada de su agotamiento y
extinción, como se suele pensar, sino en la perspectiva de la señalización
de una serie de nuevos fenómenos que han venido irrumpiendo en la
escena del acaecer histórico contemporáneo y que ya no son subsumibles
en el encuadre teórico que se traía, por lo que se hace necesario desatar
procesos de refundación y reconceptualización que permitan su adecua-
da incorporación y apropiación explicativas.
Ya Hobsbawm había avizorado dicha crisis al señalar que “La primera
guerra mundial marcó el derrumbe de la civilización occidental” (Hobs-
bawm, 1996, p. 16). Esa civilización que “era capitalista desde el pun-
to de vista económico, liberal en su estructura jurídica y constitucional,
burguesa por la imagen de su clase hegemónica característica y brillante
por los adelantos alcanzados en el ámbito de la ciencia, el conocimiento
y la educación, así como por el progreso material y moral” (Hobsbawm,
p. 117) no consiguió cristalizarse históricamente de acuerdo con los ob-
jetivos propuestos. “Los valores que debían imperar en el Estado y en
la sociedad...como...la razón, el debate público, la educación, la ciencia
y el perfeccionamiento de la condición humana” (Hobsbawm, 1996, p.
117) poco trascendieron el umbral de las construcciones utópicas, como
tampoco lo alcanzaron los postulados axiológicos del socialismo, radi-
calizándose mucho más la tesis según la cual tal crisis no es solamente

[70]
Aproximación al asunto temático de lo político

respecto a “una forma concreta de organizar las sociedades, sino de todas


las formas posibles” (Hobsbawm, p. 21).
Entran en crisis las formas de configuración e intelección del ordena-
miento social, en tanto fenómenos como el multiculturalismo y los movi-
mientos sociales de variada índole han hecho hoy implosión, fracturando
por completo el supuesto carácter coherente y homogéneo que estaba a la
base de los proyectos societarios modernos. También se ha replanteado
el tema concerniente a la definición de las identidades, asentadas e ins-
critas, de manera dominante, en el marco de referencia de los naciona-
lismos. En el mismo sentido, las instituciones encargadas de asegurar las
condiciones de reproducción y estabilidad del orden social, igualmente
se han quedado cortas ante la avalancha y la magnitud de los cambios.
Las salidas a la crisis generalizada del proyecto civilizatorio moderno
ilustrado, en su momento más crucial, según la lectura del mismo Hobs-
bawm, se dieron de un lado y paradójicamente, a partir del aporte del
socialismo soviético a la contención de los totalitarismos en auge que
pretendían confrontar las contradicciones e inconsistencias propias del
liberalismo en su desarrollo histórico y, en segundo término, mediante
el recurso al modelo de economía de bienestar, que le asigna un papel
protagónico y sobredeterminante al Estado, en la medida de su clara y
abierta intervención en la fijación de las políticas del desarrollo económi-
co de la sociedad, trascendiendo, de este modo, el señalamiento liberal
que simplemente le había asignado la función de ser garante del contrato
social.
Siguiendo las tesis keynesianas, corresponde al Estado en las fases de
depresión del mercado y de manera temporal, intervenir abiertamente en
la reactivación de la demanda con políticas de pleno empleo que permi-
tan elevar el poder adquisitivo de los consumidores para que impacten
de nuevo la dinámica del mercado. El Estado crece y cada vez asume un
papel mucho más decisivo en la articulación de todas las esferas consti-
tutivas de la estructura social, lo que no siempre se traduce en una mayor
eficiencia respecto de las funciones que le corresponden, porque olvida
que, superada la emergencia, se debe restablecer de nuevo el mecanismo
del mercado como el espacio en que los asociados resuelven sus necesi-
dades materiales, de acuerdo con la teoría liberal.

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

En el despliegue de esta alternativa crece la burocracia, el gigantismo


estatal se desborda, aumenta el gasto público y, por efecto directo, al agu-
dizarse el déficit fiscal —especialmente en las sociedades en proceso de
desarrollo—, se produce el caos generalizado, en tanto los niveles de legi-
timación y de gobernabilidad, frágiles e incipientes aún, decrecen mucho
más porque el Estado se hace cada vez más incapaz de responder a las
demandas de los asociados.
En síntesis, puede afirmarse que en muchos casos dicho modelo repre-
sentó un jalonamiento importante en la modernización de muchas socie-
dades, no siempre acompañado de los suficientes esfuerzos en la forma-
ción de los sujetos sociales con capacidad para incidir cualitativamente
en las transformaciones en marcha. Sin embargo, en la medida en que tal
alternativa no se hizo consistente, flexible, evaluable, revisable y adapta-
ble a las nuevas condiciones y dinámicas en desarrollo, terminó agravan-
do el estado de cosas que se pretendía remediar y aceleró una vez más la
crisis del proyecto civilizatorio moderno.
Como lo afirma Max Planck, citado por Hobsbawm:
Estamos viviendo un momento muy singular en la historia.
Es un momento de crisis en el sentido literal de la palabra. En
cada rama de nuestra civilización espiritual y material pare-
cemos haber llegado a un momento crítico. Este espíritu se
manifiesta no sólo en el estado real de los asuntos públicos,
sino también en la actitud general hacia los valores funda-
mentales de la vida social y personal (Hobsbawm, p. 536).

Crisis del Estado en el mundo contemporáneo. ¿Coyuntura para


repensar el sentido de lo político?

Una de las implicaciones más importantes en este contexto generalizado


de crisis que se vive hoy es que los distintos factores asociados al nivel de
complejización de las sociedades, someramente enunciados, han provo-
cado un resquebrajamiento y un desplazamiento de la institución estatal
como referente esencial de toda la construcción del ordenamiento social
y, por consiguiente, de la función central que la modernidad le había

[72]
Aproximación al asunto temático de lo político

asignado a la dimensión política. “La sobrevaloración del Estado ha sido


sustituida por una subvaloración del mismo, así como por su escepticis-
mo y una desconfianza generalizada frente a la actividad política” (Serra-
no, 2002, p. 8). Más aún: “El Estado como modelo de la unidad política,
el Estado como portador del más asombroso de todos los monopolios,
el de la decisión política, esa joya de la forma europea y el racionalismo
occidental, queda destronado. (Schmitt, 1991, p. 40).
En la actualidad, por ejemplo, no se puede desconocer el reposiciona-
miento e impacto que viene ganando el mercado en relación con el de-
sarrollo de la dinámica social, acelerado a partir de la coyuntura gene-
rada por la profunda crisis y agrietamiento del Estado de Bienestar, en
el cual se había cimentado dominantemente el marco de referencia del
crecimiento de los países durante un buen trecho del siglo XX, tal como
se planteó anteriormente.
Niklas Luhmann, citado por Serrano Gómez, refuerza este mismo plan-
teamiento al afirmar que “la complejidad de las sociedades modernas
implica que en ellas no existe ni un centro que pueda representar la to-
talidad social, ni la posibilidad de reducir la pluralidad de las posiciones
valorativas a un consenso único” (Serrano, 2002. p. 28). Y Norbert Lech-
ner agrega: “La diferenciación funcional de la sociedad moderna condu-
ce a un conjunto de subsistemas, siendo el Estado uno más sin algún es-
tatuto privilegiado para representar al subsistema social en su totalidad”
(Lechner, 1989, p. 41).
En la medida en que el Estado ha sido afectado de manera significativa
por los procesos de transformación en marcha en el mundo contemporá-
neo, se redefinen no sólo el espacio que ocupa lo político en el entramado
de las dimensiones constitutivas de la sociedad, sino también su función,
alcance e influencia en relación con el ordenamiento social; se modifican
sus límites y se replantea el peso que tiene en los procesos de la dirección
social.
En el momento actual estamos asistiendo a formas de especialización
que modifican el posicionamiento y la manera de acercarse explicativa-
mente a los nuevos fenómenos en desarrollo. Hoy no es posible asumir
lo político como un proceso aislado e inmodificable en relación con las

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

transiciones que vienen operando. Lo que hoy se percibe es una especie


de desinstalación, un descentramiento que impacta de manera radical
no sólo la concepción de lo político sino su propia práctica. Lo que se
evidencia es la paradoja señalada por Enrique Serrano Gómez según la
cual la omnicomprensión de la política no significa ya su omnipotencia.
Edgar Morin sostiene que estamos en presencia de un fenómeno de doble
vía: por un lado, se observa un fuerte proceso de sobrepolitización de la
vida cotidiana, pero por otro se comprueba la despolitización del espacio
público, las mismas fronteras de lo público y lo privado son difusas, el
mismo futuro de la política se oscurece, se opaca.
Igualmente, los procesos de democratización inscritos en el marco del
desarrollo de la modernización tienen una profunda resonancia en la ace-
leración de esta crisis, porque ponen en evidencia una de las contradic-
ciones de la democracia liberal. Esta última, si bien señalaba la libertad y
la igualdad como los principios cohesionadores del proyecto societario,
finalmente terminó subsumiendo la segunda en función de privilegiar a
la primera. En consecuencia, la acción política esencial de los ciudadanos
se redujo a su participación por medio del voto en la elección de sus prin-
cipales cuadros dirigenciales, sin mucha preocupación por fortalecer su
participación en las otras esferas de lo social, lo económico y lo cultural,
con lo cual se va produciendo un estrechamiento de la democracia, que
sólo queda reducida a la mecánica reproducción de las estructuras buro-
cráticas del Estado, sin trascender a los ámbitos de la democracia social
y, menos aún, de la democracia económica.
Aparentemente estaba claro desde los orígenes del liberalismo en qué
consistía la trama ‘utópica’ fundante y referenciadora de la modernidad:
autofundar, autoconstruir un orden social con el concurso de individuos
libres, iguales, autónomos y racionales, que resuelven sus necesidades
materiales por la vía del mercado (economía) y sus intereses y conflictos
sociales por la vía del ‘contrato’ (política); si se quiere más concisamente,
a través del capitalismo y la democracia.
Desde tal punto de referencia teórico, los procesos modernos de autorre-
gulación y autorreproducción, asistidos, orientados y retroalimentados
de manera permanente con base en el conjunto de normas y leyes con-
venidas a través de procedimientos consensuados y haciendo posible su

[74]
Aproximación al asunto temático de lo político

despliegue razonable en términos de una relación biunívoca, de recipro-


cidad, tendrían que generar, per se, las necesarias condiciones de equili-
brio para garantizar el mantenimiento del orden social. De acuerdo con
esta tesis, a un paso en el ámbito de lo político, necesariamente tendría
que venir un adelanto o progreso en lo económico y viceversa, como si
se tratase de una relación de causalidad, como algo evidente, claro, con-
cordante; y en el caso de que no fuese así, sólo bastaba con constatar en
dónde había radicado la falla, la insuficiencia o la perversión con el fin de
proceder a corregirla, mediante la directa intervención de la institución
estatal.
Sin embargo, en el desarrollo histórico de las sociedades que caminaron a
la sombra de esta propuesta teórica, lo que muy rápidamente se puso en
evidencia es que tal relación, como se había señalado, no es fluida, no es
bidireccional, no es consecuencial, no es necesariamente implicativa. En
la medida en que dichas sociedades, en su evolución, se fueron haciendo
cada vez más complejas y problematizadas, los hechos y tensiones han
terminado por rebasar el marco conceptual en que se apoyaban.
En la mayoría de los casos, la libertad no siempre ha transitado al uníso-
no con la igualdad; por el contrario, en el orden del desarrollo del modo
de producción capitalista y siguiendo la racionalidad con la que opera el
mercado, lo que cada vez se constata con mayor claridad es la profundi-
zación de la brecha que separa a unos sectores sociales minoritarios, con
acceso privilegiado a los bienes, servicios, oportunidades y posibilidades
propias del bienestar, de la gran base social, a la que sólo se le ofrece el
reconocimiento de una democracia meramente formal y procedimental,
anclada en la defensa huera de una igualdad ante las leyes. En resumidas
cuentas, en Occidente, la democracia política no necesariamente ha sig-
nificado democracia económica, ni democracia social.
Pero también, es justo afirmarlo, en muchos otros casos históricamente
dados, en nombre de una pretendida búsqueda y concreción de la igual-
dad, la libertad fue brutalmente constreñida. El siglo pasado, como se in-
dicó en un comienzo, es el escenario en el que se descorren las contradic-
ciones propias de un proyecto civilizacional que no logra materializarse
a partir de la tensión desplegada por los presupuestos valorativos en los
que se funda sino por su marcada tendencia a la polarización y, por con-

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

siguiente, a la negación de la complementariedad, propiciando, en ese


sentido, verdaderos momentos de hecatombe y colapso, como muy bien
lo señaló Hobsbawm en la indagación que sobre la historia del siglo an-
terior trae a colación.
En este contexto aparece una posición reiterativa que, develando este
tipo de incongruencias y encrucijadas, señala la incapacidad de lo po-
lítico para continuar asumiendo el papel protagónico que había venido
desempeñando a lo largo de la modernidad, favoreciendo y, en muchos
casos, reforzando actitudes de escepticismo y pesimismo en relación con
las posibilidades reales de que esta dimensión continúe ejerciendo una
influencia decisiva sobre los demás subsistemas de la sociedad.
La complejidad de los problemas... hace aumentar también el
sentimiento de impotencia y favorece el que a diario se siga
funcionando de un modo miope, tanto más cuanto que en
todos estos problemas existe una falta absoluta de inversio-
nes intelectuales por parte de los partidos políticos (Morin,
2006, p. 21).
No se puede negar que este tipo de tesis encuentra un fuerte espalda-
razo no sólo en las formas tradicionales como se ejerce la política en so-
ciedades como la nuestra, en las cuales escasamente tal dimensión ha
cumplido siquiera con el papel de ser factor mediatizador y canalizador
del interés público, sino en cierto tipo de posiciones posmodernas, muy
en boga hoy en día, que recrean el desencanto frente a las posibilidades
concretas de que la acción política trascienda la propia realidad y pueda
impactarla en términos de direccionalidad y gobernabilidad, con lo cual
se concluye postulando, de manera simplista y equívoca, su inoperancia,
su futilidad, su inanidad.
Cabe, sin embargo, precisar que
El desencanto siempre tiene dos caras: la pérdida de una ilu-
sión (la totalidad) y, por lo mismo, una resignificación de la
realidad. La dimensión constructiva del desencanto actual
radica en el elogio de la heterogeneidad...no es un desencan-
to con la política como tal, sino con determinada forma de
hacer política y, en concreto, una política incapaz de crear
una identidad colectiva: no veo en el elogio posmoderno de

[76]
Aproximación al asunto temático de lo político

la heterogeneidad un rechazo a toda idea de colectividad,


sino por el contrario, un ataque a la falsa homogeneización
que impone la racionalidad formal ( discurso omnicom-
prensivo, controlador, objetivante, sistematizante) (Lechner,
1989, pp. 39-41).
Desde esta perspectiva queda claro que en el develamiento de la crisis
del Estado por efecto de las profundas modificaciones que se vienen des-
atando y, por consiguiente, del sentido de lo político, según la considera-
ción moderna que lo había situado en dicho espacio, no se puede colegir
la invalidez del mismo proyecto de la modernidad, cuanto la constata-
ción de que las sociedades evolucionan y se hacen cada vez más comple-
jas, generando lógicamente movimientos de flujo y reflujo que obligan a
la refundación de sus dimensiones fundamentales, lo mismo que de sus
instituciones.
Igualmente debe hacerse claridad sobre el hecho de que la crisis del Es-
tado como fenómeno característico en el mundo contemporáneo no se da
de manera uniforme y con las mismas repercusiones para todas las so-
ciedades históricamente determinadas. Lógicamente, el impacto de estas
situaciones en sociedades como las nuestras, es mayor en tanto las posi-
bilidades de configuración del Estado en el sentido moderno no se han
logrado materializar en forma conveniente y sostenida. Sin resolver los
viejos y estructurales problemas que siguen retrasando y obstaculizando
el proceso de construcción de nuestros proyectos societarios en términos
de equilibrio y viabilidad, los nuevos problemas, producto de la dinámi-
ca de transformaciones que se están dando en el momento actual con una
gran intensidad y complejidad, nos sorprenden mal situados y nos difi-
cultan la búsqueda y aplicación de estrategias para su adecuada y exitosa
confrontación y apropiación.
Los recurrentes y enquistados problemas que arrastramos existen, en la
mayoría de los casos, por la falta de democracia, el subdesarrollo eco-
nómico y tecnológico, la dependencia cultural, el desarrollo territorial
desigual, la discriminación étnica y de géneros, la violencia como forma
de vida, el clientelismo, el tráfico de influencias, el burocratismo, la in-
eficiencia del Estado y la débil construcción de lo público, por sólo citar
algunos de ellos, sumados a un cada vez mayor escepticismo y pérdida

[77]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

de sentido y de credibilidad frente a la política. Dichos problemas hacen


mucho más dramática e impactante para nosotros el escenario de la crisis
y complejizan las posibilidades de que la política reencuentre el cauce, el
sentido y la dirección que reclaman los nuevos tiempos.
Con sus diferentes matices e implicaciones para cada una de las socieda-
des la situación está exigiendo, a todos los niveles, amplios procesos de
refundación y reconceptualización, porque estamos enfrentados a una
coyuntura paradójica:
El marchitamiento de las políticas tradicionales, que no al-
canzan a concebir ni a tratar los nuevos problemas, y al mis-
mo tiempo, el auge de una política que se ocupa de todas
estas dimensiones nuevas que han entrado en su ámbito de
competencia, aunque de una forma compartimentada y de-
gradada. Nos encontramos, pues, ante un problema clave,
ante una necesidad doble y contradictoria, un doble bind,
para emplear la terminología de Bateson. Primer imperativo:
la política debe asumir la multidimensionalidad y la totali-
dad de los problemas humanos sin llegar a ser totalitaria. Y,
a la inversa, no debe dejarse disolver en lo administrativo,
en lo técnico, en lo económico, porque tiene que seguir sien-
do multidimensional. La política que ha de penetrar todas
estas dimensiones humanas no debe, por tanto, convertirse
en soberana. Hoy nada escapa a la política, pero todo lo que
está politizado mantiene algún aspecto fundamental fuera
de aquélla. La política está en todas partes, pero no todo es
política (Morin, 2006, pp. 20-21).
Este texto es significativamente esclarecedor no sólo del rumbo, la direc-
ción, sino del terreno y las fronteras o límites en que se hace necesario
hoy repensar el asunto de lo político. Una pregunta, sin embargo, bor-
dea todo el planteamiento: ¿Cómo asumir las implicaciones derivadas
de los cambios operados en el reciente decurso histórico? Lo que se pone
en escena es la recomposición del marco de racionalidad en que estaba
fundado el asunto de lo político: el nuevo espacio abierto por la emergen-
cia de la crisis y la desestabilización trasciende el ámbito modernamente
acotado entre la libertad y la autoridad, entre el poder y la fuerza, entre
la coacción y el libre albedrío y retoma el problema del ordenamiento

[78]
Aproximación al asunto temático de lo político

correcto de las sociedades, a partir de la formulación de una teoría de la


justicia que, como principio directriz, incorpore las nuevas dinámicas y
procesos de transformación que están operando en el contexto actual, in-
cluyendo de manera muy especial las referidas a los cambios que se están
produciendo en el tema de las identidades.
Para un ensayo de este tipo el corolario no podría ser otro que aquel que
llegue a feliz término con la postura inicial: la política es la forma práctica
de realizar lo político en la vida humana, según las diversas circunstan-
cias o situaciones en las cuales transcurre la historia. Y, los diferentes
regímenes, las doctrinas políticas divergentes como el conservadurismo,
el liberalismo, el progresismo, y muchas otras, cualquiera que sean las
variaciones de la actividad concreta y empírica, todas se desenvuelven
según la esencia de lo político.

[79]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

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Zarka, Y. Ch. (coord.). (2010). Carl Schmitt o el mito de lo político. Buenos Aires: Ediciones
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[80]
Political participation and social exclusion:
Latin American’s paradox convergence*
Hans-Jürgen Burchardt**

T.H. Marshall’s classic text: “Citizenship and Social Class”, in which he


discusses the interconnectedness of civil, political, and social rights, sti-
pulates a positive relationship between democracy and social inclusion.
The former provides a basis on which the losers of —socially polarizing—
market processes can claim and obtain social rights.
In fact, the experience of Western Europe exhibits an evolutionary pat-
tern with regard to the expansion of the right to vote, followed by the
expansion of the welfare state, which led to a marked decrease in income
and wealth disparities in society. Marshall’s insight that the exercising
of civil and political rights must be supplemented by additional social
rights has become an unquestioned normative tenet in the industrialized
countries. This seems to confirm the notion of a causal link between de-
mocratic participation rights and the granting of social rights.

* Artículo recibido el 05 de diciembre de 2010 y aprobado el 12 de enero de


2011.
** Hans-Jürgen Burchardt es profesor de Relaciones Internacionales de la Uni-
versidad de Kassel y Director del International Center for Development and
Decent Work (ICDD) de la misma institución. Estudió Sociología y Eco-
nomía en las universidades de Friburgo y Bremen y es Doctor en Ciencias
Políticas de la Universidad de Bremen. Desarrolla diferentes proyectos de
investigación comparativos sobre desigualdad social y estrategias de desa-
rrollo en América Latina.

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Latin America Does Not Fit the Theory of Democratic Inclusion

However, this causal link does not seem to exist in Latin America. At the
beginning of the twenty-first century and, thus, after three decades of
democracy, Latin America still has the world’s highest rates of inequality
(together with Sub-Saharan Africa). In fact, high rates of inequality can
be considered as a long-standing Latin American characteristic, encoun-
tered throughout the region (Lopez/Perry 2008).
It is true that, in recent years, there have been slight decreases in social
inequality. In 2009, however, after five years of economic prosperity, the
level of inequality was 60 percent higher in Latin America than in the
OECD countries overall. Even Costa Rica and Uruguay, for a long time
the two Latin American countries with the lowest income disparities,
considerably exceed the levels reached by highly unequal Western Eu-
ropean and East Asian states (ECLAC 2009; UNDP 2009; Bourguignon/
Morrison 2002): more than 30 percent of the population live in poverty.
Many have no or only insufficient access to medical care or education.
The 15 percent of the population who have escaped poverty in recent
years sometimes eke out a living which is barely above the poverty line
and without social protection, completely dependent on the performance
of the national economy and hence with the constant risk of once more
sliding back down the social scale (ECLAC 2009). The significant income
and asset disparities in Latin America can be related to structural factors,
which over generations have reproduced inequalities (De Ferranti et al.
2004; World Bank 2006).
Obviously, the Latin American states have not managed to ensure wi-
de-ranging social inclusion through liberal, representative democracies,
which have now been in place for three decades. This calls into question
the proposition that democracies are more sensitive to the wishes and
needs of the population. According to this proposition, the expansion of
the right to vote to a mainly poor population should have moved socio-
political issues to the center of politics. In fact, in opinion polls three-
quarters of the Latin American population regularly emphasize that the
income distribution in their countries is unfair or very unfair, yet no sig-
nificant improvements have been achieved (ECLAC 2009).

[82]
Aproximación al asunto temático de lo político Political participation and social exclusion: Latin American’s paradox
convergence

Democratic Deficit Theories Are Not Convincing

In order to explain this paradox some argue that the inequalities are due
to political regime deficits. It is maintained that political-legal equality it-
self is not fully-fledged, despite democracy. Consequently, the expansion
of social rights is also hindered. Of particular importance with regard to
this interpretation is the regime analysis approach, which is influenced by
the liberal idea of democracy in terms of which the individual quest for
freedom promotes freedom for all. In addition, Joseph A. Schumpeter’s
model of democracy (1942) and Robert A. Dahl’s concept of “polyarchy”
(1971, 1989) are taken into account. For both, institutionalized competi-
tion is decisive in guaranteeing political freedom. Therefore, this appro-
ach focuses on the quality of elections. The regime analysis approach is, fur-
thermore, influenced by Max Weber’s concept of power and the various
institutional underpinnings of legitimate rule.
Thus, much research on Latin American democracies concentrates on
the institutional design of government and on the regulation of politi-
cal participation. It focuses on actors such as elites, political parties, and
other associations. The deliberative aspects of democracy, as well as the
effectiveness of structural factors, are treated as subordinate (for a critical
treatment, see: Burchardt 2009; Carothers 2002). The focus on the formal
aspects of political participation guided decades of empirical — often
quantitative and comparative — investigation, which took Western de-
mocracies as the point of reference and by design arrived at the conclu-
sion that Latin American democracies are diminished subtypes of the
occidental model (Collier/Levitsky, 1995), that they have “defects,” and
that citizenship is of “low intensity” (O’Donnell, 1999).
But even if the quality of democracies is measured by these standards it
must be noted that Latin America performs rather well in terms of po-
litical freedom in comparison to other regions, such as Eastern Europe
(Freedom House 2009). Furthermore, the United Nations Development
Program concluded in a long-term study that most of the elections in
the region can be classified as “free and fair” and that they even include
improved opportunities of political participation for disadvantaged cate-
gories, such as women and indigenous people (PNUD 2004). Moreover,

[83]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

in some policy fields, such as participatory budgeting, the region featu-


res new forms of civil participation which can act as examples for other
regions.
While the deficient formalization and institutionalization of democratic
processes in Latin America undoubtedly affects freedom and political/
legal equality it cannot really explain the eye-catching persistence of so-
cial inequalities. An extension of the analytical focus seems necessary.
The Exclusive Character of the Latin American Welfare State

Another approach focuses on the deficits of the Latin American welfare


state. To start with, this approach has to accommodate the fact that, in a
number of countries, the creation of a welfare state began relatively early
and that in Brazil, Chile, Uruguay, and Argentina social benefits such as
health care, education, maternity protection and unemployment insuran-
ce were introduced — often with a universal design — with the begin-
ning of import-substituting industrialization in the 1930s (Wehr, 2009).
At the time, the social policies of the region were influenced by the Wes-
tern example, in particular the Bismarckian Model. They were linked to
formal wage labor and served as integrating mechanisms for the rising
classes of white-and blue-collar workers. Social security systems were
accompanied by upward social mobility and secured, in their 1950s he-
yday, social benefits and rights for up to 60 percent of the population, de-
pending on the country (Mesa-Lago 1978). Despite its later cutbacks and
retrenchments, this social policy is still present today in various aspects
(Barrientos, 2004).
Moreover, in terms of resources, Latin American welfare systems cannot
be classified as chronically underfunded. During the period of import-
substituting industrialization, a remarkable expansion of social policy
took place in many countries and was often consolidated at a high level.
After the cutbacks in the wake of the neoliberal reforms of the 1980s,
social benefits began to increase slightly again in the 1990s. Today, the
social spending of many Latin American states approximates 15 percent
of GDP and accounts for half of total public spending (ECLAC 2009).
Countries such as Costa Rica and Uruguay have a level of social spen-

[84]
Aproximación al asunto temático de lo político Political participation and social exclusion: Latin American’s paradox
convergence

ding comparable to that of Switzerland and Norway (Segura-Ubiergo,


2007; Wehr, 2009).
However, Latin American social policy has always been extremely selec-
tive. From the beginning it relied on a vertical integration strategy which
consisted of improving benefits for the already insured population ins-
tead of expanding coverage horizontally. Formally employed urban
labor benefited most from the periods of expansion, while the (mainly
rural) poor remained excluded. Additionally, vertical integration gave
rise to strong centralization, high administrative costs, and misallocation.
Furthermore, it promoted clientelistic and paternalistic policies on the
part of political parties and governments (Mesa-Lago 1985). The focus
on men as the main providers did not match the real work and living
conditions of many families, with their high incidence of female provi-
ders. Altogether, the Latin American welfare states were, even in periods
of prosperity, unable to reduce social inequality to a significant degree.
“Two-thirds societies” remained the best that could be achieved (Franco,
1996).
The neoliberal reforms of the 1980s, which emphasized directly addres-
sing the neediest were not completely unsuccessful. In modified form,
they are still in place in many countries of the region which are now
governed by left-wing governments (Burchardt 2007). Nonetheless, they
deepened even further the existing social inequalities. The reason was
that they went hand in hand with increasing flexibilization and seg-
mentation of the labor market, which drove many into the informal eco-
nomy, with its “iron law” of supply and demand — also with regard to
manpower. The rise of informality meant increasing poverty, inequality,
and political powerlessness (Mesa-Lago 1994; Perry et Al. 2007; UNDP
2004). Welfare cuts also affected parts of the middle class, while a privi-
leged few were able to maintain their social rights (Haggard/Kaufman,
2008).
To date, it is the higher income classes who have profited most from Latin
American welfare systems, which are financed to a considerable extent
by indirect taxes, burdening those outside the social security net (Huber
et al. 2009). In Europe, every social quintile receives roughly 20 percent of

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FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

social spending, while in Latin America about 70 percent of the welfare


benefits are concentrated on the top 10 percent of the population; in the
regressive pension sector the figure is 80 percent (Wehr 2009). In turn,
the poorest parts of the population do not even have guaranteed access
to basic social services. Even in the country with the most egalitarian sys-
tem, Costa Rica, the bottom income quintile receives a mere 12 percent of
social spending. Thus, the welfare system exacerbates inequalities rather
than reduces them (Goñi et al. 2008, Wehr, 2009).
This system, which tends to reproduce inequality, has been legitimized
democratically for three decades. We must therefore suspect that these
democracies’ institutional setting prevents the effective social participa-
tion of the majority of the population, in spite of political/legal equality.
Social inequality, poverty, and electoral democracy seem to generate a
specific “Latin American Triangle” (PNUD 2004), in which liberal demo-
cracy does not promote social participation but legitimizes inequality.
Now, it is known that in extremely unequal societies the socially privile-
ged exert much more influence on democratic processes than weak social
groups. This, in turn, generates the formation of authoritarian relations
(Huber et al. 2009; Nel, 2005). As a result, liberal democracy could beco-
me its own gravedigger. It is in this respect that the question of inequality
is linked to the question of democracy.
Entitlements and Endowments: The Shortcomings of Liberal Theory

Not only democracy, but also the various economic development models
applied in Latin America in the course of the twentieth century have had
a limited impact on social inequality. This suggests that the reproduction
of social inequality originates in the realm of political power, unaltered
by the existence of consolidated democracies. This once more raises the
question of how political participation and social inequality are connec-
ted.

This question has been a theme of liberal theory for some time. For Amar-
tya Sen (1997), economic entitlements, social opportunities and social ca-
pabilities jointly ensure the realization of individual liberties. He defi-

[86]
Aproximación al asunto temático de lo político Political participation and social exclusion: Latin American’s paradox
convergence

nes entitlements, opportunities and capabilities as liberties and declares


that their absence constitutes a lack of freedom. With this methodologi-
cal “sleight of hand,” Sen integrates socio-economic factors into liberal
theory.
Similar to Sen, John Rawls stresses in his political philosophy (1971) that
an individual’s opportunities depend very much on social factors, which
thus become crucial for inequality. For Rawls, it is important to have rules
that (i) guarantee procedural justice and (ii) provide “justice as fairness.”
He adds to the liberal primacy of individual freedom and political-legal
equality the dimension of a “fair equality of opportunity.”
However, such attempts to include social factors in the liberal theory of
democracy find themselves confronted by an acute problem: they still act
on the assumption that individuals act on a rational-utilitarian basis and
strive primarily for maximum freedom. The original formation of talents
or competences takes place outside the system in which distributive jus-
tice is organized. Not the emergence of competence, but its promotion is
the focus of a desirable public order. This promotion must be enabling
and provide access to positions (and perhaps resources) via democratic
procedures creating basic equality of opportunities.
Liberal approaches exclude from consideration those structural forces
that shape both individual objectives and capabilities and thus circums-
cribe the exercise of individual freedom. These forces are located to a lar-
ge extent in the domains of the family, religion, or work. The formative
power of these domains is hardly touched upon in liberal theory, with its
emphasis on procedures.
The expansion of social rights should not focus primarily on individual
enabling processes and the democratization of access, but instead on the
material and intellectual strengthening of disadvantaged milieus and
communities. Endowments are of crucial importance. Their distribution
sets a limit on what entitlements can achieve. It is in terms of material
and intellectual endowments that those power asymmetries which res-
trict the exercise of formal rights are minimized (Cohen 1995). On this
understanding, democratic participation needs redistribution so that a
“participatory parity” (Fraser 2003) can be established.

[87]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

The Concept of Social Democracy and Its Individualistic Bias

Reflections of this kind, as well as the observations of T.H. Marshall, are


also relevant with regard to the concept of “social democracy.” The basic
insight here is that human equality is not a fact and that democracy on its
own does not bring it about. “True” democracy must be conceived of as
a political constitution, which assures its citizens not only political-legal
equality, but also social inclusion (Heller 1971a, 1971b). The approach
of “social democracy” completes liberal theory with the dimension of
social participation rights. It assigns to the democratic state the duty of
guaranteeing, through social policies, the necessary distribution of cru-
cial endowments. Liberty and equality are considered as two sides of the
same coin in the concept of “social democracy.” Liberty does not ensure
equality, but a minimum level of equality is the precondition of liberty
for all.
Like their liberal counterparts, however, current notions of “social demo-
cracy” focus on the individual and the consensus reached between indi-
viduals. They must be completed by a non-essentialist understanding of
democracy and society. If the essence of (social) democracy is understo-
od not as an aggregated expression of a political consensus, which is ba-
sed on individual rationality and created for the overcoming of conflicts,
but as a special form of establishing and dealing with social antagonisms,
then the floor is open for a wide range of new theories and analyses (La-
clau/Mouffe 1985).
Going beyond the focus on the individual, democracy can be understood
as a specific relationship between different collective identities, which
implies that the — not necessarily only rational — actions of these iden-
tities have to be taken into account. On the other hand, political power
is to be considered from a dynamic perspective, as a continuous and in-
superable simultaneity of reciprocity and antagonism (Laclau/Mouffe
1985). On this view, every social order is the result of sedimented poli-
tical procedures, which are, due to their underlying antagonism, always
based on some form of exclusion. Marshall’s theory of the welfare state
provides an excellent example: according to him, the welfare state arises
as a national class compromise among originally incompatible interests.

[88]
Aproximación al asunto temático de lo político Political participation and social exclusion: Latin American’s paradox
convergence

This compromise is stabilized through political and social rights, but has
to be adjusted anew, time and time again.
Focusing on the Structures of Social Exclusion

For a full understanding of equality and inequality, the categories of “so-


cial democracy” should be integrated into an encompassing theory of
democracy. Such a theory should extend its focus beyond the democra-
tic institutions to encompass also the social mechanisms which obstruct
integration and the characteristics of the democratically organized and
legitimated exclusion of certain collectives. In reversal of Fraser, the con-
vergence between democracy and inequality in Latin America could be
understood as “participatory disparity.”
This means that evident asymmetric power relations, such as corruption
or clientism, are not simply deficit phenomena but inherent mechanisms
of power. The frequently described grey areas of democracy are not “de-
fects”; we rather find in them the crucial mechanisms that block or stimu-
late social participation. So far, Eurocentric tunnel vision (which, for that
matter, neglects post-communist Eastern Europe) has tended to exclu-
de them from consideration. A more appropriate analytical perspective
would direct attention to the question of which actors, and with which
interests, promote or constrain welfare policies and through which me-
chanisms and institutions (Wehr, 2010).
How the economy works is of considerable importance in this regard.
Over the past few decades, the view has prevailed that the interplay
of private property and the free market promotes general welfare and
should be left to its own devices (Heritage Foundation 2009; Mandel-
baum 2007). The term “market democracy” (BTI 2006) dominated the
agenda. The insight — formerly discussed by classical thinkers about de-
mocracy such as Dahl (1989) — that (economic) privacy not only protects
the individual but also can evolve into a residuum of non-democratic
power, was neglected. Economic dynamics were mainly ignored in the
analysis of democracy.
However, the empirical experience of Latin America did not validate the
promise of the free market. From the 1980s on, neoliberal reforms gener-

[89]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

ated only low growth rates and dramatically worsened the social situa-
tion of large parts of the population (Harvey 2005; Serra/Stiglitz 2008).
Poverty and social inequality increased due to the flexibilization and seg-
mentation of labor markets, the privatization of social security and cuts
in public services.
At the same time, interest representative organizations representing dis-
advantaged social groups were weakened, while the economic elite was
able to increase its political influence (Teichman 2008; World Bank 2006).
Extreme income disparities and poverty are usually correlated with
various forms of discrimination. They encourage clientism between the
privileged and the subordinate. This jeopardizes political rights and may
limit social rights (PNUD 2004).
While the question of social rights is of special importance, neither recent
democracy and inequality studies nor the actual reform policies of left-
wing governments — independently of their orientation (Roberts, 2008)
— have set noteworthy trends. Nevertheless, important steps have been
taken that may extend social rights significantly. The list includes land
reform, the support of local production structures, the extension of ful-
ly-fledged health protection to the countryside and the informal sector,
high-quality universal education, stronger regulation of foreign inves-
tors to national policies and more effective taxation of the wealthy.
Latin American tax revenues are outrageously low by international com-
parison. The elites are chronically undertaxed and in most countries tax
systems are strongly regressive. They rely heavily on indirect taxation of
consumption, with direct income or profit taxes accounting for only five
percent of tax revenues (Goñi et al. 2008).
The design of labor relations is of equal importance: the (frequently pre-
carious) access to jobs is still one of the central factors generating inequal-
ity in the region. Depending on the country, between 30 and 60 percent
of the working population works in the informal economy, without
minimum wages, work standards and social protection (ECLAC 2009).
Nevertheless, Latin American labor relations have been neglected for
more than two decades by the research community. Also of consider-
able importance in Latin America is the relationship between (frequently

[90]
Aproximación al asunto temático de lo político Political participation and social exclusion: Latin American’s paradox
convergence

deteriorating) local ecological conditions and the market and subsistence


opportunities of local producers.
In the past, economic growth and stricter regulation were often postu-
lated as a vehicle for the expansion of social rights. However, experi-
ence shows that this can lead to even more social inequality as the gap
between formal and informal labor widens. What is badly needed is a
deeper understanding of the structures and dynamics of Latin America’s
informal economy.
The need to reduce social inequality in Latin America is much more than
a normative postulate: the issue will be decisive for the future of democ-
racy in the region. This insight might facilitate coalitions (including seg-
ments of the middle class) that undertake the far-reaching structural re-
forms that so far have been successfully vetoed by the elites — in alliance
with the middle class and often enough also with urban labor. Adapted
to Latin American social reality, social democracy must be reconceived
with a strong rural bias and an emphasis on those labor and power rela-
tions that cannot be reached by conventional labor legislation.

[91]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

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[94]
Las políticas públicas en Colombia.
Insuficiencias y desafíos*
Santiago Arroyave Alzate**

Resumen
Las políticas públicas se han consolidado como una herramienta esencial
en el ejercicio académico y práctico de la gestión pública. En la actuali-
dad este tipo de políticas son la plataforma de los planes, programas y
proyectos dirigidos a resolver parte de los conflictos sociales existentes.
Ahora bien, vale preguntarse: ¿Han sido las políticas públicas un instru-
mento efectivo para la resolución de anomalías y problemáticas de las
comunidades, gremios y otros grupos de interés? O por el contrario, ¿han
sido un elemento de legitimación electoral de la administración, con un
bajo impacto en el sistema político?
Palabras clave: Políticas públicas, comunidad, Gobierno, académi-
cos, grupos de interés, programas, planes, proyectos, tecnocracia,
empoderamiento.

* Artículo recibido el 20 de octubre de 2010 y aprobado el 03 de diciembre.


** Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia,
Sede Medellín. Coordinador del grupo de investigación Gestión y Politicas
Públicas Territoriales —GPPT—, adscrito a la Facultad de Ciencias Huma-
nas y Económicas de la misma universidad. Integrante del comité editorial
de la Revista Forum. E-mail: asarroyavea@unal.edu.co.
Este articulo es el resultado preliminar del trabajo de investigacion del gru-
po mencionado sobre los desafios y las falencias de las politicas públicas
implementadas en la ciudad de Medellin, presentado en la DIME de la Uni-
versidad Nacional de Colombia.

[95]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Abstract
Public policies have been consolidated as an essential tool in acade-
mic and practical governance. Currently these policies are the pla-
tform of the plans, programs and projects aimed at resolving some of
the existing social conflicts. But worth asking. The public policy has
been an effective instrument for the resolution of anomalies and pro-
blems of communities, unions and other interest groups? Or rather,
have been an element of electoral legitimacy of the administration,
with little impact on the political system?
Keywords: Public policies, community, government, academics, interest
groups, programs, plans, projects, technocracy, empowerment.

Introducción
Actualmente las políticas públicas se han desdibujado como concepto a
consecuencia de la incapacidad de los círculos académicos y de los fun-
cionarios por crear un consenso y definir qué son, qué hacen y cómo fun-
cionan. Así mismo, el estudio e implementación de la política contiene
vacíos académicos y técnicos, resultado del poco tiempo que lleva su uti-
lización y los altos grados de empirismo con que se ejecutan. Por lo tanto,
comencemos por intentar una delimitación teórica de lo que es y lo que
no es una política pública.
Al decir de Andre Roth, “existe la política pública siempre y cuando las
instituciones estatales asuman total o parcialmente la tarea de alcanzar
objetivos estimados como deseables o necesarios, por medio de un pro-
ceso destinado a cambiar un estado de cosas percibido como problemá-
tico” (Roth, 2007, p. 27). Asimismo, Alejo Vargas establece que la política
pública es “el conjunto de iniciativas, decisiones y acciones del régimen
político frente a situaciones socialmente problemáticas” (Vargas, 2007, p.
85). Jorge Iván Cuervo señala al referirse a las políticas públicas que son
“el flujo de decisiones en torno de un problema que ha sido considerado
público y ha ingresado en la agenda del Estado” (Cuervo, 2008, p. 79).
Se entiende por políticas públicas un conjunto de instrumentos a través
de los cuales el Estado, luego de identificar una necesidad (económica,

[96]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

política, ambiental, social, cultural, entre otras), implementa un conjunto


de medidas reparadoras, construidas con la participación de los grupos
afectados por los diversos problemas. Este tipo de inclusión se puede
hacer en una doble vía: por un lado, un esquema tradicional y tecnocrá-
tico sustentado en la formulación e implementación de políticas prove-
nientes desde el Estado; procesos verticales y excluyentes como los actos
administrativos,1 donde los grupos afectados por la política son entendi-
dos como centro de análisis y legitimación del proceso, pero estos actores
diferentes al Gobierno no son tenidos en cuenta en la formulación, imple-
mentación y evaluación de las políticas. Este enfoque de inputs y ouputs,
donde la sociedad demanda y el Estado responde sin tener en cuenta las
consideraciones de la comunidad ha sido incapaz de descifrar de manera
efectiva los problemas que le corresponde solucionar, esto en gran parte
determinado por:
• La omisión de las comunidades afectadas al momento de identificar y
elaborar la política.
• La ausencia de una población que le dé vida a la política pública y la
lleve más allá del papel.
Por otro lado, están las políticas públicas formuladas y ejecutadas toman-
do como centro de construcción una interacción entre las comunidades,
la administración y los grupos de interés (ONG, gremios, sindicatos,
partidos políticos, academia y otros colectivos de la sociedad civil). En
este enfoque de política el Gobierno cumple un rol más formal, pues la
ciudadanía y los grupos de interés asumen una construcción en conjunto
de la política, y la administración se adjudica una función formal, encar-
gándose del diseño normativo, de su introducción al plan de Gobierno
o conversión en ley, y de la asignación presupuestal para su ejecución,
mientras los ciudadanos y los grupos organizados ejercen una construc-
ción social, son los que se encargan de ejecutarla y trabajar con las comu-
nidades afectadas. Ver Cuadro 1.


1
Vale aclarar que un acto administrativo no es una politica pública, pero algu-
nas se han formulado con la misma verticalidad, ejemplo de éstas son las po-
liticas decretadas por los Concejos Municipales, las Asambleas y el Congreso.

[97]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Cuadro 1. Construcción de una política pública de manera horizontal


G. Arboleda, (2008, p. 71) nos ilustra qué tipo de políticas públicas y enfo-
ques podemos encontrar, cuáles son las características generales de cada
uno, cómo se clasifican según su enfoque, campo de acción, finalidad,
procedencia, nivel de formulación, su clientela y grado de coerción. Ver
cuadro 2.

1. Desafíos teórico-prácticos

Luego de la claridad conceptual anterior es necesario medir el nivel de


eficiencia de las políticas públicas, cuáles son sus puntos de desequilibrio
y cuáles son sus retos. Para esto es necesario retomar las preguntas del
comienzo. ¿Han sido las políticas públicas un instrumento eficiente para
la resolución de las anomalías y problemáticas de las comunidades, gre-
mios y otros grupos de interés? O por el contrario, ¿han sido un elemento
de legitimación electoral de la administración, con un bajo impacto en el

[98]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

sistema político? Y de ser así, ¿qué ha pasado con las falencias políticas,
económicas, sociales, ambientales y culturales presentes en el sistema po-
lítico colombiano?
Ante estos interrogantes puede decirse que a nivel nacional, las políticas
públicas desde su implementación han mostrado grosso modo tres gran-
des retos:
Primero, en lo conceptual contienen una idea de empoderamiento, in-
clusión, horizontalidad, planeación y eficacia que, realmente, están muy
lejos de observarse en su ejecución. De ahí que en un gran número estas
políticas son resultado de actos administrativos y procesos tecnocráticos,
consecuencia de interacciones entre grupos políticos y grupos de inte-
rés que no tienen una claridad conceptual sobre lo que es y no es una
política pública, un proyecto, un programa, un acuerdo, una ordenanza
o una sentencia.2 Pareciera que lo relevante es cumplir con las obligacio-
nes jurídicas y con los compromisos políticos adquiridos en campaña.
Así, políticas públicas como la formulada para la población de lesbianas,
gays, bisexuales y transexuales —LGBT— de Medellín, son resultado de
un compromiso electoral entre sus líderes en la ciudad y el alcalde del
momento (Sergio Fajardo Valderrama). En estos procesos se prioriza el
pago de favores políticos ante la necesidad de reconocer y garantizar un
derecho a las minorías sexuales de la ciudad, a tiempo que se invisibili-
zan las bases de esta comunidad para la identificación, construcción y
ejecución de la política, y por lo general se asignan a consultores y a al-
gunos integrantes de la población LGBT amigos de la administración,3
pero que aún están lejos de una transformación cultural que solucione los
problemas a tratar.


2
Para una mayor claridad sobre cada concepto ver: Roht, A. (2010). “¿Políti-
ca, programa o proyecto?” Boletín Política Pública Hoy. En: http://sinergia.
dnp.gov.co/Sinergia/documentos/Boletin_Politica_Publica_Hoy_08.pdf

3
Para una mayor claridad sobre la política pública LGBT y su construcción
ver: Zornoza, J., Arroyave, S. & Jiménez, D. (2009). “La política de inclusión
social en Medellín: El caso colectivo LGBT.” En A. Roht & M. Wabgou (Ed.), Las
politicas públicas de las diversidades: identidades y emancipación (pp. 245-266).
Bogotá: DC. Universidad Nacional de Colombia.

[99]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Cuadro 2. Tipo de políticas públicas

Fuente: En Arboleda (2008, p.71). Adaptación del autor.

[100]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

En cuanto a la política pública para afroantioqueños, fijada en la Orde-


nanza 10 del año 2007, es un ejemplo de la debilidad que tienen las políti-
cas que son resultado de la delegación de responsabilidades consagradas
en el artículo 13 de la Constitución en consultores privados, pues estos
formulan la política, el Gobierno obtiene un documento, pero el conoci-
miento y el panorama de la problemática se va con el consultor, además
su percepción no va mas allá de la de observadores o turistas de una rea-
lidad que, generalmente, les resulta extraña. En consecuencia, con alguna
frecuencia estas políticas son resultado de abstracciones académicas que
no siempre terminan cumpliendo los objetivos.
El segundo reto de las políticas públicas se concentra en su adjetivación
como instrumento público, calificativo que pareciera ser una categoría
nominal, donde el Gobierno delega una responsabilidad constitucional
en agentes privados, pero la vinculación de las comunidades aún está
muy lejos de ser perceptible, y corresponde más a un ejercicio simbólico
de legitimación donde se vende la idea de inclusión y empoderamiento,
construcción horizontal y conjunta de las políticas entre las comunida-
des, el Gobierno y los grupos de interés, como esfuerzo colectivo para
responder a demandas insatisfechas. Ejemplo de esto, son las políticas
que tienen su origen en el Concejo, la Asamblea y el Congreso, políticas
que generalmente no vinculan a la población. En este caso se está ante
la delegación de la función pública en centros de consultoría y grupos
de contratistas (universidades, ONG, consultores privados y empresas,
entre otras), que se adjudican la función de construir e implementar las
políticas, programas, planes y proyectos que pretenden responder a las
falencias sociales o a las promesas realizadas por el Gobierno en épocas
de campaña electoral. En estos casos la participación ciudadana es mí-
nima o en algunos momentos inexistente y el impacto en los problemas
no resulta significativo. Es este conjunto de debilidades las que someten
a un problema de legitimidad a las políticas públicas, consecuencia de la
incapacidad del Estado de convertirlas en un instrumento efectivo, inclu-
yente y empoderador.
Las políticas públicas se han sustentado a nivel nacional en tres antece-
dentes: primero, la burocracia como elemento depositario de una previ-

[101]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

sión universal que trasciende los intereses particulares del ciudadano, es


decir, una forma social fundamentada en la organización racional de los
medios en función de los fines; segundo, la teoría de las organizaciones,
que busca responder a la complejidad de las sociedades modernas a tra-
vés de una organización corporativista que ha promovido la consolida-
ción del institucionalismo colombiano; y, tercero, el Management Public,
que consiste en aplicar dentro de la administración pública prácticas ge-
renciales propias del sector privado.
Lejos de sus propósitos iníciales estos antecedentes han materializado un
contexto de corrupción, clientelismo e ilegalidad, anomalías adheridas
al sistema político, como efecto de unas dinámicas clientelistas triangu-
lares, engendradas en cada uno de estos tres momentos previos, que han
dificultado el fortalecimiento de las instituciones en todos los niveles te-
rritoriales. El tercer desafío que enfrentan las políticas públicas se da por
estas relaciones entre funcionarios, políticos y empresarios. Donde los
funcionarios necesitan de los políticos para alcanzar sus cargos y man-
tenerlos, los políticos necesitan de los empresarios para poder financiar
sus campañas y los empresarios de los políticos para crear leyes que be-
neficien a sus empresas. Estas dinámicas recíprocas han sido uno de los
principales obstáculos de las políticas públicas, pues crean un triángulo
de hierro que concentra el poder y lo utiliza para el beneficio propio de
sus actores, excluyendo a la sociedad civil organizada y no organizada, e
impidiendo la construcción de una gobernanza. Ver cuadro 3.
Las políticas públicas presentan seis momentos que están articulados en-
tre sí como un proceso lineal. Abarcan desde la identificación del pro-
blema y estudio de factibilidad, hasta la evaluación ex post de la política
creada. Los momentos planteados son:
1. La identificación del problema, es decir, cuando hay una diferencia
entre lo que hay y lo que debería ser. Por su carácter programático y
permanente las políticas públicas sólo sirven para atender problemas
estructurales que exijan formulación en un mediano o largo plazo.4

4
Ejemplo de ello serían las políticas educativas. Para observar su impacto

[102]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

Cuadro 3. Triángulo de hierro

2. Luego de la identificación se adelanta un estudio de factibilidad que


define los objetivos de la política, con base en la cantidad de recursos
existentes y en las metas formuladas.
3. Posteriormente, se empodera a las comunidades y se descentralizan
las funciones, de la administracion pública a grupos de interés, lo cual
permite la vinculación de las sociedades tradicionalmente excluidas,
como es el caso de las minorías, en la formulación de las políticas que
buscan responder a sus demandas, partiendo del supuesto de que
“nadie sabe más sobre el problema que el afectado”.
4. Luego, se incluye la política pública en la agenda administrativa o se
convierte en norma, asignando unos recursos financieros y técnicos
que permitan ejecutarla de manera eficaz. Es aquí donde el Gobierno
tiene una participación más activa, pues representa la priorización del
problema en su agenda.

necesitan períodos superiores a los de los Gobiernos, y se convierten en po-


líticas de Estado.

[103]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

5. Se formula la política, lo que significa un punto de conciliación entre


las comunidades representadas por los líderes y movimientos socia-
les, y el Gobierno, para definir los parámetros y los objetivos comunes.
6. Finalmente se implementa la política y se estructura por líneas, pro-
gramas y proyectos. De forma paralela a la ejecución se hace una eva-
luación que tiene dos momentos relevantes: un momento ex ante, que
tiene lugar en la identificación e investigación de la problemática, don-
de se evalúa el estado de cosas y se define la factibilidad de la política.
Por otro lado, se ubica el período de la evaluación ex post, que se da
en la culminación de los programas y proyectos, donde se determina
cuál fue su nivel de impacto, y así finalmente hacer una reingeniería
de la política, si tiene continuidad, o construir un cuadro de resultados
que defina cuáles objetivos se cumplieron, cuáles no, y qué resultados
inesperados acontecieron.
El siguiente cuadro nos ilustra los seis momentos de la política de mane-
ra secuencial.

Cuadro 4. Momentos de las políticas públicas

[104]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

2. Desafíos electorales

Usualmente las decisiones públicas han obedecido a una decisión verti-


cal que se aplicaba automáticamente a niveles inferiores. Lindblom5 lla-
ma ‘incrementalismo’ al proceso de decisión pública como forma de ne-
gociación y arreglo mutuo entre actores, paso a paso, en el cual el decisor
modifica progresiva y continuamente el sistema a intervenir (económico,
social, político, ambiental). Dice:
Semejante enfoque desemboca en un modelo de acción en
el cual el decisor, lejos de afirmar unos objetivos fijados de
una vez por todas, no va a vacilar para modificar sus me-
tas en función de las resistencias que encuentra, ni tampoco
en hacer concesiones, multiplicar alianzas (aun cuando ello
le obligue a revisar sus ambiciones), jugar con el tiempo (lo
que implica que sea paciente), privilegiar los procedimien-
tos frente a los objetivos y contemplar las soluciones sólo
en función de los medios disponibles (…) Sin embargo, la
configuración de los actores presentes es generalmente más
compleja que lo que piensan los responsables de la reforma.
(Muller, 2006, p. 70).
Más tarde se impondrían los enfoques según los cuales la política pública
es el resultado de la interacción entre varios actores, que intentan influen-
ciar el proceso político en una dirección favorable a sí mismos (triángulo
de hierro). Pero las reformas orientadas hacia la modernización estatal,
particularmente aquéllas relativas a la descentralización y a la privatiza-
ción de las funciones sociales, posiblemente hayan transformado igual-
mente las prácticas electorales y su relación causal con la manera como
se incluyen en la agenda pública y se implantan las políticas económi-
cas, culturales, ambientales y sociales. Así, las políticas públicas obede-
cen hoy a una nueva lógica derivada de la soberanía popular y de la
democracia participativa, a la autonomía de las entidades territoriales, a
la descentralización de la función pública y a la transferencia a entidades
privadas de servicios como salud, seguridad social y algunos servicios

5
Lindblom, C. (1959). “The science of muddling-through”. Public Administra-
tion Review. Nº 19, Yale University.

[105]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

públicos domiciliarios, que hoy controlan el sistema político nacional y


en gran medida orientan los flujos y las decisiones que éste produce.
El enfoque anterior resulta contradictorio para la implementación de los
servicios sociales dado que su relación con las comunidades concretas
impone un enfoque bottom-up que consulte el interés y la necesidad direc-
ta de los grupos humanos atendidos, por encima de la asignación de re-
cursos económicos y políticos definidos desde el nivel nacional, los cua-
les, a pesar de distribuir las competencias y responsabilidades en materia
social a los territorios departamentales y locales, se mantienen centrali-
zados en lo administrativo y lo financiero, decisiones al final tomadas a
nivel nacional. Ello tiene una clara repercusión en la relación electoral de
los candidatos, en sus programas de gobierno y en las medidas públicas
adoptadas una vez acceden al poder, lo que desequilibra la relación entre
responsabilidades, necesidades y recursos.
En consecuencia, “la relación entre proceso electoral y decisiones, mide
la forma de instaurar políticas públicas a nivel territorial” (Muller, 2006).
Así, la legitimación de la acción política (presidentes, alcaldes, goberna-
dores, congresistas, concejales y demás representantes de elección po-
pular), está condicionada por una legitimidad que se les ha expresado
de manera anterior en los plebiscitos. Los códigos de esta acción política
imponen que los gobernantes tengan la necesidad de proyectar una ges-
tión eficiente que les permita conservar y aumentar sus caudales elec-
torales. Pero es “el desarrollo de las políticas públicas en el marco de la
crisis de su ‘función como tribuno’, es decir como vocero del pueblo, lo
que da una posibilidad a los gobernantes de conservar el poder” (Muller,
2006, p. 76). Ahí es donde las políticas como instrumentos eficaces al mo-
mento de solucionar necesidades insatisfechas han cobrado importancia
para la gestión pública, pues se han convertido en una herramienta de
asistencialismo que le permite al político conservar su caudal electoral,
vinculando a las comunidades en la formulación e implementación de la
política, pero sin solucionar de manera efectiva la problemática tratada.
La complejidad del proceso de política se debe a una gran cantidad de
factores tales como: que distintos actores intentan influir en el proceso,
que los actores no tienen fijadas las preferencias, que los procesos de po-
lítica son el resultado de interacciones complejas de diferentes formas de

[106]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

acción y estrategia, y que las percepciones de los problemas y solucio-


nes cambian a lo largo del tiempo (March & Olsen, 1976, citado en Klijn,
1984). Así, Klijn encuentra que el interés reciente en el concepto de redes
de políticas públicas puede verse como un intento por contextualizar el
enfoque de proceso.
No sólo la hechura de políticas tiene lugar en escenarios en
los que hay muchos actores y ambigüedades en cuanto a las
preferencias, información y estrategias tomadas, sino que
también sucede en ciertas redes inter-organizacionales de
naturaleza más duradera. Así, el enfoque de red de políticas
públicas comienza donde acaba el enfoque de proceso. Los
problemas, los actores y las percepciones no son elementos
fortuitos en el proceso de políticas, sino que están conecta-
dos con la red inter-organizacional en la que esos procesos
ocurren. ( p. 78)
Por eso es poco creíble, si no imposible, que una política pública de cual-
quier importancia pueda resultar del proceso de decisión de cualquier
actor individual. La formación e implementación de una política es, ine-
vitablemente, el resultado de la interacción entre actores separados, con
intereses, metas y estrategias divorciadas. Por eso el análisis político debe
orientarse hacia la red inter-organizacional en la cual se hacen las políti-
cas. La investigación no sólo se debe dirigir hacia interacciones específi-
cas entre las organizaciones, sino también hacia las relaciones estructu-
rales más estables entre estas (Scharpf, 1978). Los esfuerzos de Scharpf
apuntaron en primer lugar a la identificación de la situación objeto del
problema, después de lo cual las prescripciones se dirigieron a estudiar
cómo está dotada la red inter-organizacional existente para tratar el pro-
blema.
Muller, por su parte, considera que el reto político local puede definirse
como la construcción de un espacio de mediación que dé un mínimo de
coherencia a las múltiples estrategias reticulares que están actuando a ni-
vel local, pues las estrategias de redes se apoyan en formas diferentes de
relacionamiento social que no se identifican con las de naturaleza secto-
rial ni con las de naturaleza territorial, porque su principal característica
es la de ser constituida por redes. Este trabajo propone que semejante

[107]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

realidad política incida en la adopción de políticas sociales territoriales,


más allá de las reglas de juego del sistema político que se predican en
una democracia participativa o en el contexto más amplio de la soberanía
popular, y que reducen las decisiones públicas en términos de intereses
electorales, frente a los que apoyaron las propuestas del candidato hoy
en el poder.

3. Desafíos técnicos y conclusiones


Toda política pública tiene dos dimensiones: una espacial y otra tempo-
ral. La dimensión espacial la hace aplicable en un lugar y no en otros,
toda vez que responde a condiciones económicas, sociales, culturales y
políticas imperantes en el sitio de la aplicación. La dimensión temporal la
hace aplicable en un momento determinado y permite que se la compare
con la de otro momento.
Las políticas públicas tienen propósitos específicos que, en términos ge-
nerales, se pueden resumir así:
• Están definidos por las demandas sociales existentes
• Poseen un ciclo de atención y unos recursos
• Están en función del ánimo y capacidad del gobernante por percibir
dichas demandas sociales, procesarlas, priorizarlas e incluirlas en su
agenda de gobierno.
• Unos resultados específicos
Para finalizar, las políticas públicas responden a necesidades complejas
que no tienen un origen específico y representan dinámicas que no tienen
causales específicas o dinámicas claras. Así, al pretender que este tipo de
políticas solucione de manera efectiva anomalías complejas que no tie-
nen una causa particular, a su vez, generan otras problemáticas. Hay que
tener claro que la política debe ser integral y articulada con otras políticas
para poder garantizar una atención global a la problemática y a sus con-
secuencias. Pero si, por el contrario, la política tiene una orientación sec-
torial, difícilmente los problemas serán solucionados. La política pública
para la comunidad afrodescendiente o para las minorías étnicas, o los

[108]
Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

desplazados, o la de paz y convivencia, pueden ser herramientas útiles


para abordar una problemática. Pero ¿qué pasa cuando una persona es
afro, desplazada y vive en un lugar de conflicto permanente? Su atención
asume un grado de complejidad que es consecuencia de unas políticas
que en su acción son incapaces de articularse entre sí, no hay puntos
de encuentro entre las políticas que le permitan al ciudadano tener una
atención integral y, por el contrario, empieza un laberinto burocrático
que hace más critica la situación de la persona y aleja la posibilidad de
una solución a su problema

[109]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

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Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

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de Colombia

[111]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de
la Corte Interamericana (1985-2009)*
José Antonio Arcila Cano**

Introducción
Una sociedad democrática debe garantizar la libertad de expresión y de
pensamiento,1 exigencia que conlleva, por parte de los órganos públicos,
el máximo compromiso para adelantar las reformas institucionales ne-
cesarias para el pleno disfrute de este derecho. En la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) se encuentran
varios casos de Estados que han incumplido la obligación de respetar la
libertad de pensamiento y el deber de adaptar la normativa internacional
a su derecho interno conforme a las exigencias de la Convención Ame-
ricana. (Medina Quiroga, 2009). Los pronunciamientos emitidos por la

* Artículo recibido el 28 de octubre de 2010 y aprobado el 29 de noviembre.


** Abogado Universidad de Medellín. Integrante del grupo de investigación
Teoría Política y Derechos Fundamentales, clasificado en Colciencias. Este
artículo es producto de la investigación terminada: Las acciones positivas
en la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana, dirigida por el
profesor Gerardo A. Durango Álvarez.

1
El artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos expresa:
“No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirec-
tos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para
periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en
la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a
impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.”

[113]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Corte son un claro ejemplo del acompañamiento que realiza el Sistema


Interamericano a las víctimas y sus familiares en los eventos en los cuales
la justicia interna de un país no ha reparado ni sancionado a los autores
materiales e intelectuales de la vulneración de la libertad de expresión.
Se han cumplido treinta años de la creación de la Corte Interamericana
(Nash Rojas, 2007) y durante este período, a través de las decisiones de
fondo y las medidas provisionales2 adoptadas con el propósito de evitar
daños irreparables a las personas, este tribunal internacional ha realizado
un valioso aporte para la consolidación y fortalecimiento de los sistemas
democráticos en la región.
Las lecciones aprendidas en las últimas décadas han fortalecido la labor
de los tribunales nacionales3 y han facilitado el conocimiento por parte de
los defensores públicos y de la ciudadanía en general, sobre los mínimos
a garantizar en relación con la libertad de expresión, sin importar el pro-
cedimiento de elección para recibir y difundir las ideas. En este sentido,
la Corte Interamericana ha enfatizado la importancia que tiene la libertad
de expresión para todo individuo y los peligros que conllevan las medi-
das adoptadas con el fin de controlar las opiniones. A modo de ejemplo
podemos citar la opinión consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de
1985, Párr. 33, en la cual se señala: “Tampoco sería admisible que, sobre
la base del derecho a difundir informaciones e ideas, se constituyeran
monopolios públicos o privados sobre los medios de comunicación para
intentar moldear la opinión pública según un sólo punto de vista”.
En primer lugar se identificará la manera como la Corte Interamericana
ha solucionado y abordado los conflictos y tensiones presentados en re-
lación con la libertad de expresión. En este apartado se citarán los casos
contenciosos en los cuales la Corte ha decidido que un Estado parte ha
vulnerado el artículo 13 de la Convención; seguidamente se hace referen-
cia a los casos en los cuales la Corte ha considerado que un Estado no ha

2
El artículo 63.2 de la Convención Americana; El artículo 27 del Reglamento
de la Corte.
3
Courtis, Christian y Abregu, Martin (Compiladores). La aplicación de los tra-
tados sobre derechos humanos por los tribunales locales. Buenos Aires: Centro de
Estudios Legales y Sociales, Editores del Puerto, 1997.

[114]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

violado la libertad de expresión y los derechos que considera vulnerados


en ese tipo de eventos. En la segunda, se hará referencia a la primera
decisión de la Corte Interamericana, que trata abiertamente el tema de
la libertad de expresión y pensamiento. Además se enunciarán algunos
problemas jurídicos de carácter general y de índole concreta, que reflejan
las dificultades para el ejercicio de este derecho.
Palabras clave: Sistema interamericano, libertad de expresión, derechos
fundamentales, Convención Americana.

Abstract
In a democratic society must be guaranteed freedom of expression and
thought, requirement that entails, on the part of the public bodies, the
maximum commitment to advance the institutional reforms necessary
for the full enjoyment of this right. The pronouncements issued by the
Court, are a clear example of the accompaniment that performed the
inter-American system to the victims and their families in the events in
which the internal justice in a country has not been repaired or punished
the material and Intellectuals of the violation of the freedom of expres-
sion. They have met 30 years of the creation of the Inter-American Court
and during this period through the decisions of fund and the provisional
measures adopted for the purpose of avoid irreparable damage to the
people, this international tribunal has done a valuable contribution to the
consolidation and strengthening of the democratic systems in the region.
Keywords: Inter-American system, freedom of expression, fundamental
rights, American Convention

1. Fallos de la Corte Interamericana en los cuales se enuncia la


violación de los Estados al artículo 13 de la Convención
En la tabla 1 se citan sentencias en las cuales la Corte Interamericana
ha presentado razonamientos relacionados con el derecho fundamental
en estudio. Igualmente se busca conocer cuál es su línea jurisprudencial
cuando un individuo se encuentra en ciertas circunstancias y cuáles son

[115]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

las obligaciones que debe asumir el Estado en ese tipo de eventos. En


este mismo sentido, Diego López Medina sostiene que tanto los litigantes
como los ciudadanos están interesados en formular problemas jurídicos
en los que se mencione algún ‘artículo‘ o ‘derecho,’ pero vinculado con
patrones fácticos.4
La columna 1 se divide en cuatro secciones que llevan como títulos dife-
rentes modalidades en las cuales puede restringirse el artículo 13 de la
Convención Americana, y a su vez, estas se dividen en filas, en las cuales
se citan algunos pronunciamientos de la Corte. En cada caso se indica el
año de radicación y las medidas de reparación5 ordenadas por la Corte
para proteger y garantizar la libertad de expresión según las circunstan-
cias especiales de cada caso en particular.
Los casos que corresponden a temas de interés público, comparten las
siguientes características: 1) Los individuos a los cuales se les vulneró su
derecho a la libertad de expresión, analizaban temas de interés público.
Por ejemplo: la corrupción, desempeño de un funcionario en el ejercicio
de su cargo, abusos de las Fuerzas Militares, etcétera. 2) En la mayoría de
casos quien realiza las declaraciones es denunciado, acusado y senten-
ciado por atentar supuestamente contra la integridad moral. 3) Los casos
citados están relacionados con el fortalecimiento de las instituciones en
un Estado de Derecho, es decir, mediante la libertad de expresión la ciu-
dadanía es veedora de las políticas públicas, lo que contribuye al fortale-
cimiento de los mecanismos de participación ciudadana. 4) La restricción

4
López Medina, Diego Eduardo. (2007). El Derecho de los jueces. Bogotá: Legis,
cuarta reimpresión, p.61.
5
García Ramírez, Sergio. (2001). Las reparaciones en el Sistema Interamericano de
protección de los derechos humanos. En El Sistema Interamericano de protección
de los derechos humanos en el umbral del siglo XXI. Memoria del seminario.
Noviembre de 1999” Corte Interamericana, Tomo I, pp.129-158.
Martín Beristain, Carlos. Diálogos sobre la reparación. Experiencias en el
Sistema Interamericano de derechos humanos. Tomo I-Tomo II. 2008. Toma-
do de http://www.iidh.ed.cr/.
Ver Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. 2003 Corte I.D.H. No. 103. Párr.141-
144.

[116]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

a la libertad se origina en la acción u omisión de diferentes órganos de


un Estado.6
1.1. Sentencia Ivcher Bronstein vs. Perú.

En esta ocasión la Comisión Interamericana denunció ante la Corte In-


teramericana que el Estado privó arbitrariamente del título de naciona-
lidad al señor Ivcher Bronstein, ciudadano peruano por naturalización,
accionista mayoritario, director del Canal 2, con el objeto de desplazarlo
del control editorial y de coartar su libertad de expresión, la cual se mani-
festaba a través de denuncias de graves violaciones a derechos humanos
y de actos de corrupción. En razón de su incomparecencia ante la Corte,
el Estado no presentó argumento alguno sobre la supuesta violación a la
libertad de expresión.
De los planteamientos presentados por la Corte Interamericana en re-
lación con el abuso de autoridad por parte de funcionarios públicos y el
goce efectivo de los derechos fundamentales, el numeral 163 de la sen-
tencia citada, expresa:
Al separar al señor Ivcher del control del Canal 2 y excluir a
los periodistas del programa Contrapunto, el Estado no sólo
restringió el derecho de éstos a circular noticias, ideas y opi-
niones, sino que afectó también el derecho de todos los pe-
ruanos a recibir información, limitando así su libertad para
ejercer opciones políticas y desarrollarse plenamente en una
sociedad democrática.
1.1.1. Sentencia Herrera Ulloa vs. Costa Rica

La Comisión presentó la demanda con base en el artículo 51 de la Con-


vención Americana, con el fin de que la Corte decidiera si el Estado violó
el artículo 13 Libertad de Pensamiento y de Expresión, en perjuicio de los
señores Mauricio Herrera Ulloa y Fernán Vargas Rohrmoser, por cuanto
el Estado emitió una sentencia penal condenatoria en la que declaró al se-


6
Caso Ivcher Bronstein vs. Perú. 2001, Corte I.D.H. No. 74. Párr. 168; Caso La
última tentación de Cristo vs. Chile, 2001 Corte I.D.H. No.73, Párr.72 y voto
concurrente Juez Cancado Trindade párr.14; Caso Perozo y otros vs. Vene-
zuela. 2009, Corte I.D.H. No. 195. Párr.120,121,129.

[117]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Tabla 1.

AÑO CASO REPARACIÓN


Párr. 182, 183: garantizar al señor Ivcher
el derecho a buscar, investigar y difundir
2001 Ivcher Bronstein vs. Perú.
información e ideas.
Indemnización por daño moral.
Párr. 195, 197, 200: Dejar sin efecto sentencia,
Herrera Ulloa vs. Costa respetar y garantizar el derecho a la libertad
2004
Rica. de pensamiento y de expresión, reparación por
daño inmaterial.
Párr 206, 209, 210, 211: Indemnización por
Ricardo Canese vs.
2004 daño inmaterial, publicación de la sentencia,
Paraguay.
reformas en la normativa penal.
Cuadro.1 Párr. 246,248, 250,254: Indemnización por
daño inmaterial, permitir al señor Palamara
Iribarne la publicación de su libro, publicación
Palamara Iribarne vs.
2005 sentencia, dejar sin efectos sentencias
Chile.
condenatorias, adecuación del Derecho interno
a los estándares internacionales en materia de
desacato
Párr. 157, 158, 160, 161, 164: Entregar
la información solicitada por las víctimas,
TEMAS DE publicación de apartes de la sentencia, adoptar
INTERES Claude Reyes y otros vs. las medidas legislativas necesarias para hacer
2006
PÚBLICO. Chile. efectivo el derecho a la libertad de expresión,
capacitar a los órganos y agentes públicos
sobre el derecho de acceso a la información
bajo el control del Estado.
Párr. 119,123,125,128: indemnización por daño
inmaterial, dejar sin efecto sentencia
2008 Kimel vs. Argentina condenatoria, publicación de la sentencia,
corregir imprecisiones del ordenamiento jurídico
en relación con la libertad de expresión.
Párr. 195, 196, 200, 201: Dejar sin efecto
la sentencia condenatoria, publicación de
Tristan donoso vs.
2009 la sentencia, investigar y sancionar a los
Panamá.
responsables de las violaciones a los derechos
humanos de Santander Donoso.
Uson Ramírez vs. Párr. 165, 168, 173: Dejar sin efecto el proceso
2009
Venezuela penal en la jurisdicción militar, modificar norma

[118]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

Cuadro 2.
La última tentación de
Cristo (Olmedo Bustos y Párr. 97, 98: Modificar ordenamiento jurídico con
2001
otros) vs. el fin de suprimir la censura previa.
OTRAS
Chile
MODALIDADES
Cuadro 3. Párr. 201, 208, 210: Indemnización por daño
inmaterial, publicación sentencia, implementar
López Álvarez vs.
2006 un programa de capacitación en derechos
Honduras
CUERPO humanos de los funcionarios que laboren en los
HUMANO centros penitenciarios.
Párr. 415, 416: Publicación sentencia, adoptar
las medidas necesarias para evitar restricciones
2009 Perozo y otros vs.
Cuadro 4. indebidas y obstaculizaciones directas o
Venezuela.
indirectas al ejercicio de su libertad de buscar,
recibir y difundir información.
DECLARACIONES Párr. 404, 405, 406: Publicación sentencia,
DE adoptar las medidas necesarias para evitar
FUNCIONARIOS Ríos y otros vs. restricciones indebidas y obstaculizaciones
PÚBLICOS 2009
Venezuela. directas o indirectas al ejercicio de la libertad
de buscar, recibir y difundir información de las
presuntas víctimas.

ñor Herrera Ulloa autor responsable de cuatro delitos de publicación de


ofensas en la modalidad de difamación, con todos los efectos derivados
de la misma, entre ellos la sanción civil.
El periodista Ulloa publicó varios artículos, cuyo contenido supuesta-
mente consistía en una reproducción parcial de reportajes de la prensa
escrita belga que atribuían al diplomático Félix Przedborski, representan-
te ad honorem de Costa Rica en la Organización Internacional de Energía
Atómica en Austria, la comisión de hechos ilícitos graves.
Este caso es de gran importancia en el estudio de la libertad de expresión,
en él se aborda por parte de la Corte Interamericana un tema de gran in-
terés para los profesionales de la comunicación, como lo es la protección
judicial a la que están sometidos los periodistas cuando citan o recurren
a información proveniente de otras fuentes informativas, en el ejercicio
de su profesión.

[119]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

1.1.2. Caso Usón Ramírez vs. Venezuela7

Este caso se relaciona con la sentencia anteriormente citada. En esta oca-


sión, se estudia la condena de pena privativa de la libertad impuesta al
General retirado Francisco Usón Ramírez por emitir declaraciones du-
rante una entrevista televisiva sobre hechos que eran tema de contro-
versia y debate público en ese momento. En este fallo la Corte explica
en qué consiste una afirmación condicionada y en qué tipo de eventos se
encuentra protegida por la Convención Americana, y además se analiza
si es legitimo suspender el derecho a las visitas en el establecimiento car-
celario cuando el General retirado Francisco Usón envía una carta soli-
darizándose con los directivos y empleados de Radio Caracas Televisión8
por las medidas adoptadas por el Gobierno de Venezuela, y además se
aclara que el derecho a la libertad de expresión corresponde a los seres
humanos y no a instituciones como las Fuerzas Armadas.
1.1.3. Caso Tristán Donoso vs. Panamá9

La Corte Interamericana enfatiza que la sociedad debe estar informada


acerca de las conductas de los funcionarios públicos dado que éstos son
los primeros en ser llamados a cumplir con los mandatos legales y los
medios de comunicación se encuentran en la obligación de informar ve-
raz e imparcialmente a la opinión pública sobre cualquier conducta que
constituya una amenaza a los derechos humanos y al erario. Es perti-
nente señalar que en el párrafo 200 esta sentencia advierte que en el caso
Castañeda Gutman la Corte consideró oportuno llevar a cabo un reco-
nocimiento público por las violaciones a la libertad de expresión. Cabe
anotar que en el caso Gutman10 no se ordenó esta clase de reparación.

7
Ver comentarios sobre este caso: Boletín trimestral con jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Boletín especial. En http://
www.cdh.uchile.cl/
8
Caso Usón Ramírez vs. Venezuela. 2009. Corte I.D.H. No. 207. Párr.45, 86,
101.
9
Caso Castañeda Gutman vs. Estados Unidos Mexicanos. 2008. Corte I.D.H.
No. 184. Párr. 239.
10
Comentarios al respecto en: Nash Rojas, Claudio y Sarmiento Ramírez,
Claudia. Reseña de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Hu-

[120]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

1.1.4. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay

La Comisión presentó la demanda con base en el artículo 61 de la Con-


vención Americana con el fin de que la Corte decidiera si el Estado violó
la libertad de pensamiento y de expresión en perjuicio del señor Ricardo
Nicolás Canese Krivoshein, debido a la condena y las restricciones para
salir del país, como consecuencia de manifestaciones hechas mientras era
candidato presidencial. En esta oportunidad, la Corte resalta la impor-
tancia que tiene para la sociedad que los candidatos a ocupar cargos de
elección popular estén dispuestos a debatir con diferentes sectores sus
programas de Gobierno y se pronuncien sobre el desempeño de sus opo-
nentes en el transcurso de su carrera política, sin recurrir a la calumnia e
injuria como estrategias para debilitarlos.
1.1.5. Los casos Palamara Iribarne vs. Chile; Kimel vs. Argentina11

Estas sentencias son un claro ejemplo de la importancia que tienen para


la sociedad las investigaciones académicas que analizan sucesos de im-
portancia nacional y su relación con la libertad de expresión. En el primer
caso, la Comisión Interamericana sometió ante la Corte una demanda
contra el Estado de Chile, por la supuesta prohibición de la publicación
del libro Ética y Servicios de Inteligencia, que abordaba aspectos relacio-
nados con la inteligencia militar y la necesidad de adecuarla a ciertos
parámetros éticos.
En relación con el caso Kimel, la Comisión solicita que se determine el
incumplimiento de las obligaciones internacionales contraídas por el Es-
tado argentino, al condenar por calumnia al señor Kimel, el cual en ejer-
cicio de su profesión de periodista y como investigador histórico, criticó
el desempeño profesional del juez asignado para la investigación y escla-
recimiento de la masacre de San Patricio.

manos (2008) En “Anuario de derechos humanos” del Centro de Derechos


Humanos, N°5, Año 2009. En http://www.cdh.uchile.cl/publicaciones/
anuarios/anuario2009.tpl
11
Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Claude Reyes y otros vs.
Chile. Sentencia de 19 de septiembre de 2006.

[121]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

1.1.6. Caso Claude Reyes y otros vs. Chile12

Se hace referencia a la obligación de los Estados de facilitar la informa-


ción13 en su poder para la discusión y control ciudadanos, lo que debe
estar acompañado de la implementación de recursos judiciales y admi-
nistrativos que faciliten la información requerida. Debemos tener pre-
sente que en este caso la Corte recibe una denuncia de la Comisión y los
representantes de las víctimas, en la cual se da cuenta de la negativa del
Estado de brindar información en relación con un proyecto ambiental
que podría ser perjudicial para el desarrollo sostenible de Chile. En los
alegatos presentados por el Estado se afirma que los funcionarios que
recibieron la solicitud no poseían ese tipo de información o el respectivo
comité no contaba con la capacidad física ni con facultades legales para
investigar situaciones de hecho de los inversionistas.
1.1.7. Caso La última tentación de Cristo vs. Chile

En esta oportunidad la Comisión Interamericana presentó ante la Cor-


te una demanda contra la Republica de Chile por la violaciones que se
habrían producido en perjuicio de la sociedad chilena, por la censura ju-
dicial impuesta a la película La última tentación de Cristo. Se debe resaltar
que este caso además de ser el primer pronunciamiento de la Corte sobre
la libertad de expresión en el siglo XX, resalta la importancia que tiene
para sociedad y el individuo la pluralidad14 de creencias y opiniones
que deben existir sobre un tema específico. Toda persona puede escoger
libremente las películas que considere de su interés y no puede verse
restringido en sus decisiones personales porque sectores de la sociedad
consideren que sus creencias puedan verse amenazadas con determina-
da clase de películas.
1.1.8. Sentencia López Álvarez vs. Honduras

12
Acceso a la información pública: fortalecimiento de la democracia. AG/RES. 2057
(XXXIV-O/04)
13
Acerca de la relación entre caricaturas y la libertad de expresión, ver: Atien-
za, Manuel. Las caricaturas de Mahoma y la libertad de expresión. En Revista
Internacional de Filosofía Política, 30, 2007, pp.65-72.
14
Caso López Álvarez vs. Honduras. 2006. Corte I.D.H. No. 141. Párr.164, 165.

[122]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

En esta ocasión la Comisión Interamericana presentó la demanda con


el fin de que la Corte decidiera si el Estado violó el derecho a la integri-
dad personal, la libertad personal y las garantías judiciales en perjuicio
del señor Alfredo López Álvarez, miembro de una comunidad garifuna
hondureña. En esta oportunidad fueron los representantes y familiares
de la víctima quienes alegaron violaciones a la libertad de expresión en
relación con los hechos considerados en la demanda de la Comisión. Ésta
es la razón por la cual la Corte se pronunció en relación con la libertad de
expresión. En la sentencia se analizan los argumentos presentados por el
director de un centro penitenciario de prohibir a la población garifuna de
dicho centro penal, en la cual se incluía el señor Alfredo López Álvarez,
a hablar en su idioma materno, y si tal tipo de decisiones vulneraban la
libertad de expresión. Entre los planteamientos presentados por la Corte,
para decidir este caso, se consideró que “uno de los pilares de la liber-
tad de expresión es precisamente el derecho a hablar, y que éste implica
necesariamente el derecho de las personas a utilizar el idioma de su elec-
ción en la expresión de su pensamiento”.15
En este mismo fallo la Corte se refirió a la importancia que tiene para las
comunidades indígenas su lengua original, señalando que
Los Estados deben tomar en consideración los datos que di-
ferencian a los miembros de pueblos indígenas de la pobla-
ción en general, y que conforman la identidad cultural de
aquéllos. La lengua es uno de los más importantes elementos
de identidad de un pueblo, precisamente porque garantiza la
expresión, difusión y transmisión de su cultura.16
El juez Sergio García Ramírez17 en su voto razonado manifestó que en la
situación que un individuo sea conocedor de varios idiomas, los agentes
del Estado no le pueden imponer un idioma determinado, y que otra
cosa es que se trate de realizar actos jurídicos que es preciso recoger en

15
Caso López Álvarez vs. Honduras. 2006. Corte I.D.H. No. 141. Párr. 171.
16
Caso López Álvarez vs. Honduras. 2006. Corte I.D.H. No. 141, Voto razona-
do Juez Sergio García Ramírez. Párr. 49, 50.
17
Ver comentarios en: Boletín trimestral con Jurisprudencia de la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos. Boletín trimestral N., Boletín especial. En
http://www.cdh.uchile.cl/

[123]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

el idioma oficialmente aceptado para estos efectos, garantizando, si la


situación lo requiere, la presencia de un intérprete.
1.1.9. Casos Perozo y otros vs. Venezuela; Ríos y otros vs. Venezuela18

En estos casos se hace un detallado estudio sobre las declaraciones ofi-


ciales y los efectos que pueden surgir de estas al ser interpretados por
diferentes sectores de la sociedad. En ambos casos, los hechos presenta-
dos por la Comisión ante la Corte, se refieren a una serie de actos y omi-
siones ocurridos entre octubre de 2001 y agosto de 2005, consistentes en
declaraciones, actos de hostigamiento y agresiones físicas y verbales por
funcionarios públicos y particulares, en perjuicio de personas vinculadas
al canal de televisión Globovisión y RCTV. Además, en sus alegatos la
Comisión señaló falta de diligencia en la investigación de tales incidentes
y omisión de acciones de prevención por parte del Estado.
Para la Corte es muy importante que los funcionarios públicos19 se pro-
nuncien ante la opinión pública sobre temas de interés nacional, lo cual
genera confianza entre la ciudadanía y posibilita un debate abierto entre
los diferentes sectores de la sociedad. Además se señala que los servido-
res públicos deben actuar con la máxima prudencia al emitir cualquier
opinión y recurrir a los canales diplomáticos cuando las circunstancias lo
ameritan, pues de lo que se trata es de proteger los derechos de terceros
e impedir que sectores afines a un gobierno consideren que una declara-
ción es una autorización implícita para llevar a cabo acciones en contra
de sectores de oposición.
Sobre la responsabilidad internacional del Estado, en esta ocasión ad-
vierte la Corte que
[…] la mera ‘simpatía’ o carácter de ‘seguidor’ o ‘partida-
rio’ de una persona o grupo de personas hacia el gobierno
o ‘el oficialismo’ no sería causa de atribución, per se, de los
actos de aquellos al Estado. La afinidad o incluso la auto-
identificación de una persona con ideas, propuestas o actos

18
Caso Ríos y otros vs. Venezuela. 2009. Corte I.D.H. No. 194. Párr. 138-147.
19
Caso Ríos y otros vs. Venezuela. 2009. Corte I.D.H. No. 194. Párr. 135.

[124]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

de un gobierno, forman parte del ejercicio de sus libertades


en una sociedad democrática, ciertamente dentro de los lí-
mites previstos en las normas nacionales e internacionales
relevantes.20
1.2. Situaciones en las cuales no se vulnera la libertad de expresión
por parte de los Estados.

La Corte Interamericana en ocho de sus pronunciamientos ha considera-


do que no se ha vulnerado la libertad de expresión o en su defecto la vul-
neración es una consecuencia accesoria de la violación de otros derechos.
En el caso Blake vs. Guatemala,21 la Comisión Interamericana de Dere-
chos Humanos sometió ante la Corte un caso contra la República de Gua-
temala por el supuesto secuestro y asesinato del señor Nicholas Chap-
man Blake por agentes del Estado guatemalteco el 28 de marzo de 1985
y la desaparición, que se prolongó durante un período mayor de siete
años, hasta el 14 de junio de 1992. El señor Blake en varias ocasiones
escribió varios artículos periodísticos sobre la situación del conflicto in-
terno guatemalteco y al desaparecer se vulneró su derecho a la libertad
de expresión, ésta es la razón por la cual la Comisión alegó la violación
del derecho consagrado en el artículo 13 de la Convención. La Corte es-
timó que las supuestas violaciones a la expresión son consecuencia acce-
soria de la comprobada desaparición y muerte del señor Nicholas Blake.
En esta ocasión la Corte, siguiendo los criterios establecidos en los casos
Castillo Páez y Suárez Rosero, consideró que no se violó el artículo 13.1 de
la Convención Americana, sin entrar a considerar que los derechos ale-
gados por la Comisión en los anteriores fallos no tenían relación con la
libertad de expresión.
En el fallo Maritza Urrutia vs. Guatemala,22 la Comisión Interamericana
denunció ante la Corte la supuesta detención arbitraria y tortura de la

20
Ver Blake vs. Guatemala. 1999. Corte I.D.H. No. 36. Párr.105.
21
Ver Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. 2003. Corte I.D.H. No. 103. Párr.
99-103.
22
Ver Caso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú. 2005. Corte I.D.H. No.137.
Párr. 237, 243.

[125]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

que fue víctima Maritza Urrutia, al permanecer retenida en un centro


clandestino de detención durante ocho días y ser obligada a emitir a la
opinión pública un comunicado previamente preparado por sus capto-
res. Ante los hechos mencionados, la Comisión consideró en sus alegatos
que el Estado de Guatemala es responsable internacionalmente por las
actuaciones de sus agentes estatales, los cuales bajo tortura y amena-
zas de muerte, obligaron a Maritza a grabar una declaración que ella no
redactó, que contenía opiniones que no compartía e información falsa
sobre su secuestro, con la intención expresa de cubrir los crímenes per-
petrados por sus secuestradores. El Estado no presentó alegato específico
sobre la supuesta violación de la libertad de expresión. La Comisión y los
representantes de la víctima argumentaron que la libertad de expresión
debe entenderse desde su doble dimensión: la positiva, que hace refe-
rencia a la posibilidad de expresar libremente las opiniones, y la nega-
tiva, que comprende las situaciones en las cuales el individuo decide no
expresarse. Al respecto, la Corte estima que dichos hechos, en su alcance
jurídico, quedaron subsumidos en la violación al Derecho a la Integridad
Personal.
En el proceso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú,23 fueron los repre-
sentantes de las víctimas quienes invocaron ante la Corte la vulneración
a la libertad de expresión, al considera, entre otras razones, que las condi-
ciones personales de los señores Wilson García Asto y Urcesino Ramírez
Rojas, como simpatizantes de un partido de izquierda y académicos que
opinaban sobre la problemática interna del país, lo que originó la deten-
ción, acusación, procesamiento y condena por el delito de terrorismo.
El Estado no presentó argumentos en relación con el artículo 13 de la
Convención. La Corte consideró que los hechos del caso no se encuadran
dentro de los presupuestos del artículo 13.1 de la Convención Americana.
El caso Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia,24 hace referencia a la des-
aparición forzada de 37 personas así como la ejecución extrajudicial de

23
Ver Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. 2006. Corte I.D.H. No.
140. Párr. 213-220.
24
Ver Caso del Penal Miguel Castro Castro vs. Perú. 2006. Corte I.D.H. No.
160. Párr. 366,367,368.

[126]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

seis campesinos de la población de Pueblo Bello en enero de 1990, por


los grupos paramilitares en el Departamento de Córdoba y perpetrado
con la aquiescencia de agentes del Estado. En esta ocasión fueron los re-
presentantes de las víctimas quienes invocaron ante la Corte la vulnera-
ción a la libertad de expresión, al considerar que el derecho a la verdad
se relaciona también con el derecho a la libertad de expresión, ya que
por un lado toda la sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la
verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que
aberrantes delitos llegaron a cometerse. El Estado en sus alegatos finales
manifestó no haber infringido el derecho de las presuntas víctimas, de
sus familiares y de la sociedad a conocer la verdad de los hechos y la ga-
rantía del derecho a la libertad de expresión. En este fallo la Corte estimó
que el derecho a la verdad no es un derecho autónomo y por ende, en su
jurisprudencia ha analizado el derecho a la verdad dentro de los artículos
8 y 25 de la Convención.
En el caso Penal Miguel Castro Castro vs. Perú,25 se denuncian ante la
Corte Interamericana los hechos ocurridos en desarrollo del “Operati-
vo Mudanza 1” dentro del Penal Miguel Castro Castro, durante el cual
las Fuerzas Armadas, supuestamente, causaron la muerte de al menos
42 internos, hirieron a 175 internos, y sometieron a trato cruel, inhuma-
no y degradante a otros 322 internos. Los representantes de las víctimas
denunciaron que los presos eran obligados a cantar el Himno Nacional
del Perú, situación que vulneraba la libertad de expresión, al ser some-
tidos a maltratos físicos si se rehusaban a seguir las órdenes impuestas.
La Corte no entró a examinar los alegatos relacionados con la libertad de
expresión, pues consideró que los hechos que fundamentan dicha vulne-
ración, habían sido analizados en el capítulo referente a las denuncias
de torturas.
En el caso Albán Cornejo y otros vs. Ecuador,26 según los hechos invoca-
dos por la Comisión Interamericana, Laura Susana Albán Cornejo ingre-

25
Ver Caso Albán Cornejo y otros. vs. Ecuador. 2007. Corte I.D.H. No. 171.
Párr. 39, 52.
26
Ver Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia. 2008. Corte I.D.H.
No. 192. Párr. 192-196.

[127]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

só el 13 de diciembre de1987 al Hospital Metropolitano, institución de


salud de carácter privado, situada en Quito, Ecuador, debido a un cuadro
clínico de meningitis bacteriana. El 17 de diciembre de 1987 durante la
noche, la señorita Albán Cornejo sufrió un fuerte dolor. El médico resi-
dente le prescribió una inyección de diez miligramos de morfina. El 18 de
diciembre de ese mismo año, mientras permanecía bajo tratamiento mé-
dico, la señorita Albán Cornejo murió, presuntamente por el suministro
del medicamento aplicado. Los representantes de la víctima en su escrito
de solicitudes manifestaron que el Estado era responsable de la violación
a la libertad de expresión, por no proteger el derecho a la información
clínica que tienen los pacientes y sus familiares afectados. Debido a esta
omisión se produjo una espera interminable para los fines de la aplica-
ción del derecho y la justicia. Además se defendió el derecho de los fami-
liares de conocer la información contenida en el expediente médico. En
esta ocasión la Corte entró a pronunciarse sobre la falta de información
de la historia clínica, señalando que en este tipo de eventos lo que existe
es una violación a los derechos a las garantías judiciales y a la protección
judicial consagrados en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos.
En la sentencia Valle Jaramillo vs. Colombia,27 la Comisión solicitó a la
Corte que declare la responsabilidad internacional del Estado colombia-
no por la falta de investigación y sanción de los responsables del homici-
dio del defensor de derechos humanos Jesús María Valle; hecho: la falta
de reparación adecuada en favor de sus familiares. Los representantes
alegaron que el Estado no respetó ni garantizó el derecho a la libertad
de pensamiento y de expresión de Jesús María Valle Jaramillo, aunque
tenía la obligación y el deber jurídico de hacerlo. Por el contrario, obstru-
yó e impidió que él pudiera, dentro de un contexto democrático, seguir
denunciando los hechos que se venían ejecutando por parte de grupos
paramilitares en connivencia y apoyo de la fuerza pública. Además se
afirmó en los alegatos de los representantes de las víctimas que el Estado
no garantizó el derecho a la libertad de expresión de Jesús María Valle al

27
Ver Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. 2006. Corte I.D.H. No.
140. Párr. 213-220.

[128]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

ser formulada una denuncia por el presunto delito de calumnia y injuria


por sus respectivas declaraciones sobre las Fuerzas Militares. En esta oca-
sión la Corte consideró que no se ha comprobado la supuesta violación
del artículo 13 de la Convención.
En el fallo Heliodoro Portugal vs. Panamá,28 se somete a la jurisdicción
de la Corte las presuntas violaciones cometidas por el Estado Panameño
por la supuesta desaparición forzada y ejecución extrajudicial del señor
Heliodoro Portugal, la supuesta falta de investigación y sanción de los
responsables de tal hecho y la supuesta falta de reparación adecuada en
favor de sus familiares. Los representantes alegaron la violación del artí-
culo 13 de la Convención, ya que sostuvieron que la desaparición forzada
de Heliodoro Portugal fue motivada por su ideología, su filiación política
y por la manifestación de ideas contrarias al régimen militar. También se
manifestó en los alegatos presentados, que se ha impedido a los familia-
res del señor Portugal tener información sobre la supuesta desaparición
forzada y ejecución extrajudicial del señor Heliodoro. En esta ocasión la
Corte determinó que la negativa a informar acerca del paradero de la víc-
tima constituye uno de los elementos que conforman una desaparición
forzada y que el Estado violó los derechos reconocidos en los artículos 8.1
y 25.1 de la Convención Americana.

2. Libertad de expresión en la Corte Interamericana


Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus ideas;29 el Estado
debe velar y garantizar que el derecho a la libertad de pensamiento y de
expresión tenga como fundamento la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole. Así por ejemplo, temas complejos
como el aborto, los derechos de la población LGTB, la eutanasia, la dosis

28
Ver Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá. 2008. Corte I.D.H. No. 186. Párr.
119-122.
29 Acerca de la opinión que se intenta suprimir por la autoridad estatal y el de-
recho del pueblo a ejercer tal coacción, ver. Stuart Mill, John. “De la libertad
de pensamiento y de discusión”. En: Sobre la libertad. Madrid: Alianza Edi-
torial, séptima reimpresión, pp. 75-125. Berlin, Isaiah. Cuatro ensayos sobre la
libertad. España: Alianza Editorial, 1998.

[129]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

personal, la corrupción, etcétera, son temas que deben ser debatidos en


espacios en los cuales se garantice el pluralismo, la tolerancia, el derecho
a la réplica, etcétera. Sin estas garantías, necesarias para quien expresa sus
ideas, se estaría violando de acuerdo a la decisión de la Corte Interame-
ricana en la opinión consultiva OC-5/85 un “derecho colectivo a recibir
cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno”.30
A partir de la opinión consultiva OC-5/85 la Corte comenzó a referirse a
la libertad de expresión. En esa oportunidad se realizó un amplio estudio
sobre el contenido y los límites de este derecho, las circunstancias en las
cuales la Convención Americana autoriza su restricción y la correlación
que debe existir entre derechos y deberes. La Corte en la argumentación
de sus fallos sobre la libertad de expresión se ha remitido a jurispruden-
cia Europea.31 En la siguiente tabla se puede percibir la influencia del
Tribunal Europeo.
La Corte Interamericana a partir de la opinión consultiva OC-5/85 del
13 de Noviembre de 1985, ha ido construyendo una sólida base argu-
mental por medio de la cual busca proteger el derecho a la libertad de
expresión32 y dar a conocer a los Estados y a la sociedad en general cier-
tas hipótesis de las cuales pueden derivarse infracciones al artículo 13 de
la Convención Americana (Ver tabla 1). De esta manera, la Convención

30
Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de Noviembre de 1985. La colegiación
obligatoria de periodistas (Arts. 13 y 29 Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos) Párr.30.
31
Acerca de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
ver Celeste Gay Fuentes. La jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
del Hombre en materia de libertad de expresión y su aplicación por el Tribunal
Constitucional español. En “Revista de Administración Pública” Número 120.
Septiembre-Diciembre. 1989. En http://www.cepc.es/rap/Publicaciones/
Revistas/1/1989_120_259.PDF. Alexandre H. Catalá I Bas. Libertad de expre-
sión y poderes públicos en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Hu-
manos. Su recepción por el Tribunal Constitucional. En Revista de Administración
Pública En:http://www.cepc.es/rap/Frames.aspx?IDS=ut5lod45h450cee2x
sumzo45_5026&ART=1,24404,2001_156_365.PDF.
32
Interpretación de las normas internacionales sobre derechos humanos. Observacio-
nes y recomendaciones generales de los organismos de vigilancia de los tratados
internacionales de derechos humanos de las Naciones Unidas. Oficina en Colom-
bia del Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos.
Bogotá, 1ra edición, 2002, pp. 41,42.

[130]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

Americana consagra una serie de derechos que deben ser respetados por
los Estados signatarios y en el evento en que la libertad de expresión no
sea garantizada por la justicia nacional, cualquier persona33 se encuentra
facultada para acudir al sistema interamericano para que se determine
si el Estado es responsable internacionalmente por la violación de este
derecho.34 Como se sabe, las sentencias35 de fondo tienen carácter de de-
finitivas, inapelables y ejecutables, según los artículos 66, 67 y 68 de la
Convención Americana.
A continuación se abordan en términos generales los lineamientos de-
sarrollados por la Corte Interamericana en los eventos relacionados con
la censura previa, responsabilidad penal por declaraciones, deberes de
los medios de comunicación y la colisión entre la honra y libertad de
expresión.
2.1. La libertad de expresión y la censura previa. Algunos casos.

El artículo 13 de la Convención Americana, en el segundo y cuarto nu-


meral expresa:
“El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar
sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben
estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:
a) El respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o
b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la
moral públicas.

33
Convención Americana sobre Derechos Humanos, art 44. http://www.
cidh.oas.org/Basicos/Basicos2.htm. Antônio Augusto Cançado Trindade.
“La persona humana como sujeto del Derecho internacional: avances de su capa-
cidad jurídica internacional en la primera década del siglo XXI” Revista No. 46
Julio/Diciembre 2007. En http://www.iidh.ed.cr/
34
Ver Caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Adminis-
trativo”) vs. Venezuela. 2008. Corte I.D.H. No. 182. Párr. 90.
35
Sergio García Ramírez / Alejandra Gonza. La libertad de expresión en la juris-
prudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. San José, Costa Rica,
2007. En http://www.corteidh.or.cr/libros.cfm

[131]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Tabla (2)
Sentencias en las cuales encontramos los presupuestos
jurídicos enunciados por la Corte Interamericana en la
Primer pronunciamiento.
opinión consultiva OC-5/85, en relación con la libertad de
expresión y pensamiento.
OPINIÓN CONSULTIVA OC-5/85
DEL 13 DE NOVIEMBRE DE 1985
1) Caso Ivcher Bronstein vs. Perú.
- Comisión Europea de Derechos Sentencia de 6 de febrero de 2001, No.74. Párr. 146-148.
Humanos 2) Caso La última tentación de Cristo (Olmedo Bustos y
„Austria vs. Italy“, Application. No.788/60, otros) vs. Chile.
European Yearbook of Human Rights, vol.4, Sentencia de 5 de febrero de 2001, No.73. Párr.64-68.
(1961), p. 138. 3) Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica.
Sentencia de 2 de julio de 2004, No.107. Párr.108-111.
- Corte Europea de Derechos Humanos. 4) Caso Ricardo Canese vs. Paraguay.
Eur. Court H.R., Handyside case, judgment Sentencia de 31 de agosto de 2004, No.111. Párr. 77-80.
of 7 December 1976, Series A No. 24, párr. 5) Caso Palamara Iribarne vs. Chile.
49; Eur. Court H.R., The Sunday Times case, Sentencia de 22 de noviembre de 2005, No.135. Párr. 73.
judgment of 26 April 1979, Series A no. 30, 6) Caso Claude Reyes y otros vs. Chile.
párrs. 59 y 65; Eur. Court H.R., Barthold Sentencia de 19 de septiembre de 2006, No.151. Párr. 76.
judgment of 25 March 1985, Series A no. 90, 7) Caso López Álvarez vs. Honduras.
párr. 55; Eur. Court H.R., Lingens judgment Sentencia de 1 de febrero de 2006, No.141. Párr.163, 164.
of 8 July 1986, Series A no. 103, párr. 41; 8) Caso Kimel vs. Argentina.
Eur. Court H.R Müller and Others judgment of Sentencia de 2de mayo de 2008, No.177. Párr. 53,54.
24May 1988, Series A no. 133, párr. 33; y Eur. 9) Caso Ríos y otros vs. Venezuela.
Court HR, Otto-Preminger-Institut v. Austria Sentencia de 28 de enero de 2009, No.194. Párr.104,105
judgment of 20
September 1994, Series A no. 295-A, párr. 49.

Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la ley a censura pre-
via con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección
moral de la infancia y la adolescencia, sin perjuicio de lo establecido en
el inciso 2.
El tratadista Gregorio Badeni define la censura previa como “toda forma
de control o restricción, tanto anterior como posterior a la emisión del
pensamiento, e incluye a las imposiciones ideológicas generadoras de
sanciones motivadas por su incumplimiento”.36

36
Badeni, Gregorio. (2002). Tratado de la Libertad de prensa. Buenos Aires, Lexis-
Necis, Abeledo - Perrot, p. 215.

[132]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

En el caso La última tentación de Cristo vs. Chile,37 la Corte Interamericana


consideró que un Estado es responsable internacionalmente, cuando su
legislación interna38 consagra normas que establecen la censura previa en
la producción cinematográfica.
En el Caso Palamara Iribarne vs. Chile, encontramos varios actos que
constituyen censura previa.39 En esta sentencia encontramos algunos
ejemplos de restricción a la libertad de expresión, entre los cuales se pue-
den enunciar los siguientes procedimientos estatales analizados por la
Corte Interamericana en el caso en estudio: 1) la prohibición de publicar
el libro en aplicación del artículo 89 de la Ordenanza de la Armada; 2)
las diligencias con el propósito de recuperar diversos ejemplares del libro
que se encontraran en poder de varias personas; 3) orden que prohibía al
señor Palamara Iribarne “hacer comentarios críticos” sobre el proceso al
que estaba siendo sometido o sobre “la imagen” de la Armada; 4) retirar
todos los antecedentes que del libro existiera en la imprenta.
Además, señala la Corte en el caso Palamara, que hay hipótesis en las
cuales la censura previa constituye una violación radical tanto al derecho
de cada persona de expresarse libremente, como del derecho de todos a
estar informados, y esto sucede cuando el poder público establece me-
dios “para impedir la libre circulación de información, ideas, opiniones
o noticias. Ejemplos son la censura previa, el secuestro o la prohibición

37
Caso La última tentación de Cristo vs. Chile, 2001. Corte I.D.H. No.73, Párr.
71-73.
38
En relación al momento en que surge la responsabilidad del Estado, ver
Caso Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. 2006 Corte I.D.H. No. 140, Párr.
111,116; Caso La última tentación de Cristo vs. Chile. 2001 Corte I.D.H. No.73,
Voto concurrente Juez Cancado Trindade, Párr.14.
39
Al respecto ver, Damian M. Loreti. Los aportes del sistema interamericano en
materia de prohibición de la censura previa. Eduardo A. Bertoni. Libertad de ex-
presión en el hemisferio: nuevos desafíos. Ambos artículos en Revista Cejil del
Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, N 1, Diciembre de 2005. En
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sidad Nacional Costa Rica. Nro. 12, Ene - Jun.2006, pp. 133-136.

[133]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

de publicaciones y, en general, todos aquellos procedimientos que condi-


cionan la expresión o la difusión de información al control del Estado.”40
2. 1.1. Responsabilidades ulteriores

De otra parte, en los eventos en los cuales un individuo es denunciado,


acusado y sancionado penalmente por sus declaraciones, como sucede
en los eventos en que se cuestiona la conducta de algún funcionario pú-
blico, la Corte ha afirmado que toda persona que considere ser víctima
de la conducta punible de calumnia y/o injuria, está en todo su derecho
de poner en conocimiento de las autoridades judiciales toda clase de con-
ducta que atente contra su dignidad, situación ante la cual la administra-
ción de justicia debe responder con la máxima diligencia, como lo exige
el artículo 25 de la Convención Americana. En estos casos es la parte
accionante quien tiene la carga de la prueba.41
En los eventos que analizan las sanciones impuestas a quien realizó las
declaraciones, el tribunal interamericano entra a determinar si el tipo pe-
nal que describe la conducta punible cumple con los presupuestos que
limitan el ejercicio del ius puniendi. En el caso Kimel vs. Argentina, la
Corte, en relación al principio de legalidad, señaló que
[…] en la elaboración de los tipos penales es preciso utilizar
términos estrictos y unívocos, que acoten claramente las con-
ductas punibles, dando pleno sentido al principio de legali-
dad penal. Éste implica una clara definición de la conducta
incriminada, que fije sus elementos y permita deslindarla de
comportamientos no punibles o conductas ilícitas sanciona-
bles con medidas no penales. La ambigüedad en la formula-
ción de los tipos penales genera dudas y abre el campo al ar-
bitrio de la autoridad, particularmente indeseable cuando se
trata de establecer la responsabilidad penal de los individuos
y sancionarla con penas que afectan severamente bienes fun-
damentales, como la vida o la libertad.42

40
Caso Palamara Iribarne vs. Chile. 2005. Corte I.D.H. No.135. Párr. 68.
41
Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. 2004. Corte I.D.H. No.107. Párr. 132.
42
Caso Kimel vs. Argentina, 2008. Corte I.D.H. No. 177, Párr. 63; Caso Tristán

[134]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

En el caso Usón Ramírez vs. Venezuela, se denuncia la pena privativa de


la libertad impuesta al general Retirado Francisco Ramírez como con-
secuencia de declaraciones presentadas en un medio de comunicación
sobre un tema de debate público. En esta ocasión la Corte Interamericana
argumentó que recurrir a la vía penal implica por parte de las autorida-
des el deber de
[…] considerar el bien que se pretende tutelar, la extrema
gravedad de la conducta desplegada por el emisor de aqué-
llas, el dolo con que actuó, las características del daño injus-
tamente causado, las características de la persona cuyo ho-
nor o reputación se pretende salvaguardar, el medio por el
cual se pretendió causar el daño y otros datos que pongan de
manifiesto la absoluta necesidad de utilizar, en forma verda-
deramente excepcional, medidas penales.43
Este razonamiento judicial concuerda con el aforismo del principio de la
pena mínima necesaria.
Por su parte, en el caso Kimel vs. Argentina, la Corte sostuvo que la pro-
porcionalidad44 requiere del análisis del
[…] grado de afectación de uno de los bienes en juego, de-
terminando si la intensidad de dicha afectación fue grave,
intermedia o moderada; ii) la importancia de la satisfacción
del bien contrario, y iii) si la satisfacción de éste justifica la
restricción del otro. En algunos casos la balanza se inclinará
hacia la libertad de expresión y en otros a la salvaguarda del
derecho a la honra.45
Sobre las responsabilidades ulteriores la Corte Interamericana en el caso
Herrera Ulloa vs. Costa Rica advirtió que:

Donoso vs. Panamá, 2009, Corte I.D.H. No. 193, Párr. 116-118; Usón Ramírez
vs. Venezuela, 2009 Corte I.D.H. No. 207. Párr. 55,56,75.
43
Caso Usón Ramírez vs. Venezuela. 2009. Corte I.D.H. No. 207. Párr. 74; Caso
Tristán Donoso vs. Panamá. 2009. Corte I.D.H. No. 193. Párr. 119-120.
44
Bernal Pulido, Carlos. 2005. El principio de proporcionalidad y los derechos fun-
damentales. España: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2da ed.
45
Caso Kimel vs. Argentina, 2008. Corte I.D.H. No. 177, Párr. 84.

[135]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

[…] es necesario que se cumplan tres requisitos, a saber: 1)


deben estar expresamente fijadas por la ley; 2) deben estar
destinadas a proteger ya sea los derechos o la reputación de
los demás, o la protección de la seguridad nacional, el orden
público o la salud o la moral pública; y 3) deben ser necesa-
rias en una sociedad democrática.46
La razón de ser de estas limitaciones sobre la sanción penal se encuentra
en la armonización que debe existir entre los derechos consagrados en la
Convención y el bien común. Acierta el juez Sergio García Ramírez en su
voto concurrente al afirmar que “las limitaciones deben ser entendidas y
aplicadas con criterio restrictivo, sujetas a la mayor exigencia de raciona-
lidad, oportunidad y moderación”.47
2.1.2. Colisión de derechos

La Corte Interamericana en los eventos en que analiza el contexto político


en el cual se realizaron las declaraciones que cuestionan el proceder de
un funcionario público, considera que el derecho a la libertad de expre-
sión no es absoluto, por lo contrario, en su ejercicio pueden vulnerar-
se otros derechos.48 Sin importar la actividad social que desempeñe una
persona,49 ésta tiene derecho a que se respete su honra50 (Art.11), lo que
implica un límite a la injerencia del Estado y los particulares en la vida
privada de las personas.

46
Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. 2004. Corte I.D.H. No. 107, Párr. 120.
47
Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. 2004. Corte I.D.H. No. 107, voto razonado
del Juez Sergio García Ramírez. Párr.8.
48
Caso Kimel vs. Argentina. 2008. Corte I.D.H. No. 177, voto concurrente razo-
nado del Juez Diego García Sayán. Párr. 19-26; Caso Valle Jaramillo y otros
vs. Colombia. 2008. Corte I.D.H. No. 192. Párr. 196.
49
Faúndez Ledesma, Héctor. “La libertad de expresión y la protección del ho-
nor y la reputación de las personas en una sociedad democrática”. En “El
sistema interamericano de protección de los derechos humanos en el umbral del si-
glo XXI. Memoria del seminario. Noviembre de 1999” Corte Interamericana,
Tomo I, pp. 559-586.
50
Caso Tristán Donoso vs. Panamá. 2009. Corte I.D.H. No. 193.Párr.115; Caso
Usón Ramírez vs. Venezuela. 2009. Corte I.D.H. No. 207. Párr. 46.

[136]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

En el caso Ricardo Canese vs. Paraguay, un político fue sancionado por


declaraciones hechas en plena campaña presidencial contra el candidato
opositor. Al señor Canese se le restringió su derecho de salir del país
durante ocho años, lo que ocasionó un efecto inhibidor en el ejercicio de
su libertad de expresión. En esta ocasión la Corte Interamericana argu-
mentó que “…en el marco del debate público, el margen de aceptación y
tolerancia a las críticas por parte del propio Estado, de los funcionarios
públicos, de los políticos e inclusive de los particulares que desarrollan
actividades sometidas al escrutinio público debe ser mucho mayor que el
de los particulares.”51 El anterior planteamiento debe concordarse con la
distinción que acostumbra realizar la Corte en sus sentencias al expresar
que los comentarios no se asientan en la calidad del sujeto, sino en el in-
terés público de las actividades que realiza.
La jurisprudencia de la Corte en los eventos de presunta colisión de dere-
chos constituye una valiosa fuente de orientación cuando el poder guber-
namental decide restringir el derecho a la libertad de expresión. Miguel
Carbonell es claro al afirmar que lo primero que deben hacer los jueces
al conocer de conflictos entre la libertad de expresión con otros derechos
o valores de rango constitucional, es determinar “si las expresiones del
actor entraban o no en el perímetro de la protección constitucional”.52
Con lo anterior se garantiza que no serán sancionadas las iniciativas que
se aparten de los parámetros sociales impuestos por las mayorías y que
el individuo pueda tener plena certeza de que sus iniciativas artísticas,
musicales, políticas, culturales etcétera, serán respetadas y encontrarán
espacios para ser divulgadas.
2.1.3. La libertad de expresión y los medios de comunicación

En un planeta en el cual las economías de las principales potencias in-


ciden directamente en las monedas de diferentes naciones, gobernantes

51
Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. 2004. Corte I.D.H. No. 111. Párr.103.
52
Miguel Carbonell. La libertad de expresión, partidos políticos y democracia.
Comentario a la sentencia JDC-393/05 del Tribunal Electoral del Poder Ju-
dicial de la Federación. p. 12, Sección “artículos”. En http://www.miguel-
carbonell.com

[137]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

de diferentes tendencias políticas se reúnen periódicamente para tratar


temas de interés para toda la humanidad y diferentes credos religiosos
hacen llamados para que cesen las hostilidades en diferentes países, los
medios53 de comunicación social están llamados a cumplir un papel pri-
mordial. Esta libertad de poder expresar libremente las ideas y diferir de
los demás, no puede ser controlada por los poderes públicos, ni mucho
menos responsabilizar penalmente54 a quienes las emiten.
Los medios55 no pueden ceder a las amenazas del poder, ni servir a los in-
tereses de los gobiernos de turno, y en su programación deben dar espa-
cio a la pluralidad informativa y examinar los asuntos de interés nacional
con el máximo rigor profesional. Además de los medios con cobertura
nacional, las iniciativas de televisión comunitaria que resaltan persona-
jes, tradiciones y sitios históricos de las comunidades, son espacios en
los cuales diferentes sectores de la sociedad expresan sus puntos de vista
acerca de la problemática social.
Los periodistas deben contar con las garantías suficientes para el ejercicio
de su profesión. Sobre este punto la Corte ha considerado que quienes
ejercen esta actividad deben gozar de “la protección y de la independen-
cia necesarias para realizar sus funciones a cabalidad, ya que son ellos los
que mantienen informada a la sociedad, requisito indispensable para que
ésta goce de una plena libertad”.56

53
Rebollo Delgado, Lucrecio. (2008). Límites a la libertad de comunicación pública.
Madrid: Editorial Dykinson, pp. 61-143; 145-182.
Rodríguez Pardo, Julián y Rivera, Julio César. (2007). Derecho de la informa-
ción. Una perspectiva comparada de España e Iberoamérica. Madrid: Editorial
Dykinson.
Mora, Marlon. (2006). “Tonalidad en las noticias: su implicación en los de-
rechos humanos”. En Revista Dehuidela de la Universidad Nacional Costa Rica.
12, Ene - Jun., pp. 62-74.
54
Grossman, Claudio. (2007). “La libertad de expresión en el sistema intera-
mericano de protección de los derechos humanos”. En Revista del Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, 46, Julio/Diciembre. En http://www.
iidh.ed.cr/
55
Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de Noviembre de 1985. Párr. 34,55, 56
56
Caso Ivcher Bronstein vs. Perú. 2001. Corte I.D.H. No. 74. Párr. 150.

[138]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

En el caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, el tribunal interamericano, ci-


tando jurisprudencia europea sobre el tema, señala que “castigar a un
periodista por asistir en la diseminación de las aseveraciones realizadas
por otra persona amenazaría seriamente la contribución de la prensa en
la discusión de temas de interés público”.57
No sólo los periodistas en el ejercicio de sus funciones emiten juicios y
afirmaciones, todo ser humano por naturaleza expone ante sus semejan-
tes sus opiniones,58 situación valorada por la Corte Interamericana al
señalar que
[…] la opinión no puede ser objeto de sanción, más aún cuan-
do se trata de un juicio de valor sobre un acto oficial de un
funcionario público en el desempeño de su cargo. En princi-
pio, la verdad o falsedad se predica sólo respecto a hechos.
De allí que no puede ser sometida a requisitos de veracidad
la prueba respecto de juicios de valor.59

57
Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. 2004. Corte I.D.H. No. 107. Párr.134.
58
Es importar señalar que hasta la fecha de elaboración del ensayo, la Corte
Interamericana no se ha pronunciado sobre los alcances del derecho a li-
bertad de expresión en los eventos en los cuales se obtiene la información
por medios diferentes a las “fuentes abiertas”. Ver Caso Palamara Iribarne
vs. Chile. 2005 Corte I.D.H. No. 135. Párr.77 y voto concurrente del Juez
Sergio García Ramírez. Párr.19. Carvajal Martínez, Azael. “El ejercicio del
periodismo no es un derecho fundamental, es una profesión esencial en la
democracia para enriquecer la libertad de expresión”. En Revista de estudios
de Derecho de la Universidad de Antioquia. Volumen LXII, N 139, 2005, pp.
175-199.
Chirino Sánchez, Alfredo. (2006). “Alcances constitucionales del acceso a la
información”. En Revista Dehuidela de la Universidad Nacional Costa Rica.
12, Ene - Jun. pp. 47-62.
59
Caso Kimel vs. Argentina, 2008. Corte I.D.H. No. 177. Párr. 93. En la sen-
tencia T-218 de 2009, la Corte Constitucional de Colombia afirma: “El de-
recho a la opinión, pertenece al ámbito de la conciencia del quien opina y
está amparado plenamente por la Carta, por cuanto implica la expresión de
asuntos del fuero personal interno del periodista ligados con su concien-
cia moral, religiosa, política, que por consiguiente no puede ser interferidos
por terceros sin lesionar los derechos fundamentales del primero. Con todo,
cuando en una columna de opinión se mencionan hechos, existe un límite de
veracidad con respecto de la información sobre la que se soporta la columna.
En efecto, según lo sostenido en la sentencia SU-1721 de 2000 de esta Corpo-
ración, cuando una columna de opinión exprese hechos concretos es perti-

[139]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Otro de los aportes de la Corte Interamericana en este tema, se encuentra


el caso Tristán Donoso vs. Panamá,60 al señalar los efectos jurídicos de
una afirmación que es el resultado de una inexactitud fáctica.

Conclusión
Como ya se ha reiterado, la libertad de expresión se encuentra relaciona-
da con el libre desarrollo de la personalidad y los regímenes democráti-
cos de Derecho. Desde esta perspectiva se puede concluir:
- La Corte Interamericana ha sido categórica al afirmar que la libertad
de expresión no debe entrar en colisión con los demás derechos funda-
mentales, y en caso de presentarse una situación de este tipo, el juez debe
garantizar que se cumplan los presupuestos del Estado de Derecho, lo
que conlleva la obligación de garantizar en todo momento el respeto por
la integridad y dignidad de toda persona.
-La libertad de expresión facilita el seguimiento por parte de la ciudada-
nía sobre las políticas públicas; a mayores fuentes informativas es menor
la posibilidad que los intereses de los gobiernos de turno primen sobre
el bienestar general. En las consideraciones presentadas por la Corte, se
resalta la importancia que tiene para los individuos y la sociedad en ge-
neral, poder expresar libremente las ideas en los diferentes escenarios de
la comunidad y de no existir las garantías suficientes, quien divulga una
información o se distancia de las opiniones compartidas por una mayoría
se vería expuesto a sanciones de diferente índole.
-En numerosas oportunidades la Corte Interamericana a través de sus
sentencias de fondo y medidas provisionales ha definido el contenido

nente que tales expresiones sean verdaderas, por lo que una columna de esa
naturaleza, frente a los hechos que exponga, deberá cumplir sobre ellos con
el requisito de veracidad. De este modo, aunque se garantiza constitucio-
nalmente que la opinión siempre será libre y que no podrá ser alterada por
terceros por ser fundada en los valores y expresiones personales de quien
opina, cuando se incluyan hechos, éstos deben ser ciertos y si no lo son, la
rectificación debe recaer sobre las afirmaciones relativas a tales hechos que
adolecieron de certeza y no sobre las opiniones correspondientes.”
60 Caso Tristán Donoso vs. Panamá. 2009. Corte I.D.H. No. 193. Párr.124-126.

[140]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

esencial de la libertad de expresión, lo cual ha ocasionado que en los


eventos en los cuales la parte demandante relaciona la libertad de ex-
presión con el derecho a la verdad, a la información, etcétera, la Corte
declare la falta de responsabilidad internacional de un Estado.
- En los casos relacionados con las agresiones y ataques provenientes de
funcionarios públicos y de particulares simpatizantes con el gobierno,
en relación con los trabajadores de los medios de comunicación, la Corte
Interamericana recuerda la obligación de los Estados de respetar y garan-
tizar la libertad de expresión de toda persona sin importar su afiliación
política y hace un llamado para que se modifique de los ordenamientos
jurídicos, toda práctica que se oponga a las exigencias de la normativi-
dad de protección internacional61 de los derechos humanos.
- Se debe destacar el compromiso de los diferentes organismos del siste-
ma interamericano en la defensa y promulgación de los derechos funda-
mentales. El trabajo de los magistrados de la Corte Interamericana, sería
poco efectivo sin el interés de los diferentes grupos de la sociedad civil
que han logrado comprender que no basta con la consagración de un
derecho en las Convenciones Internacionales y Cartas Constitucionales
Nacionales. Además se requiere de la participación efectiva y constante
de la ciudadanía para superar toda clase de amenazas contra los regíme-
nes democráticos, y en caso de no ser atendidas sus reclamaciones por
las autoridades nacionales, acudir a los tribunales internacionales para la
protección de los derechos fundamentales.
-La Corte Interamericana debe elaborar una línea jurisprudencial unifi-
cada que permita mejorar la comprensión y análisis sobre la libertad de
expresión. Por tal razón se presentan las tablas 1 y 2 con el objetivo de fa-
cilitar el seguimiento jurisprudencial, lo cual ayudará a identificar erro-
res como los sucedidos en los casos Blake vs. Guatemala y Tristán Donoso
vs. Panamá y facilitará una mejor comprensión del derecho a la libertad
de expresión.

61
Ver Caso Claude Reyes y otros vs. Chile. 2006 Corte I.D.H. No. 151. Párr.
75-83;
Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. Serie A No. 5.
Párr. 43-48.

[141]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

- En relación con el poder punitivo del Estado, la Corte Interamericana


es reiterativa en afirmar que en los eventos en los cuales una declaración
lesione la honra de una persona, la acción penal es el último recurso al
cual se debe acudir en caso de reparación. Para la Corte es primordial
controlar el abuso de la penas privativas de la libertad, si se tiene en
cuenta que en la mayoría de los casos relacionados directa o indirecta-
mente con la libertad de expresión, se estudia la sanción impuesta para
quien emite una opinión.

[142]
La libertad de expresión en la jurisprudencia de la Corte Interamericana (1985-2009)

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Swinarski, Christophe. Principales nociones e institutos del Derecho Internacional Huma-
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Jurisprudencia
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Corte IDH. Caso La última tentación de Cristo. (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile. Fon-
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Corte IDH. Caso Ivcher Bronstein vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 6 de febrero de 2001. Serie C No. 74.
Corte IDH. Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103.

[145]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, Fondo, Re-
paraciones y Costas. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107.
Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 31 de agosto de 2004. Serie C No. 111.
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Senten-
cia de 22 de noviembre de 2005. Serie C No. 135.
Corte IDH. Caso García Asto y Ramírez Rojas vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2005. Serie C No. 137.
Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y
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Corte IDH. Caso López Álvarez vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 1 de febrero de 2006. Serie C No. 141.
Corte IDH. Caso Claude Reyes y otros vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sen-
tencia de 19 de septiembre de 2006. Serie C No. 151.
Corte IDH. Caso del Penal Miguel Castro Castro vs. Perú. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Serie C No. 160.
Corte IDH. Caso Albán Cornejo y otros. vs. Ecuador. Fondo Reparaciones y Costas.
Sentencia de 22 de noviembre de 2007. Serie C No. 171.
Corte IDH. Caso Kimel vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2
de mayo de 2008 Serie C No. 177.
Corte IDH. Caso Castañeda Gutman vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184.
Corte IDH. Caso Heliodoro Portugal vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de agosto de 2008. Serie C No. 186.
Corte IDH. Caso Valle Jaramillo y otros vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 27 de noviembre de 2008. Serie C No. 192.
Corte IDH. Caso Tristán Donoso vs. Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Repara-
ciones y Costas. Sentencia de 27 de enero de 2009 Serie C No. 193.
Corte IDH. Caso Ríos y otros vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo, Repa-
raciones y Costas. Sentencia de 28 de enero de 2009. Serie C No. 194.
Corte IDH. Caso Perozo y otros vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de enero de 2009. Serie C No. 195.
Corte IDH. Caso Usón Ramírez vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Repara-
ciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2009. Serie C No. 207.

[146]
Notas sobre las renovadas identidades
sociales en América Latina. Los jóvenes como
constructores de la paz*
Sergio Gustavo Astorga**

Resumen
Teniendo como punto de partida un escenario donde el conflicto social es
inherente a la constitución de nuestras naciones, los proyectos de confi-
guración estatal plantean límites ideológicos y emergen disputas, tramas
y luchas por el poder, las voces juveniles, así como las voces de otros
sujetos sociales que participan en las manifestaciones de lo político, han
sido históricamente silenciadas e invisibilizadas.
Palabras clave: Reconocimiento, jóvenes, participación política, migran-
tes

* Artículo recibido el 20 de noviembre de 2010 y aprobado el 09 de enero de


2011.
** Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública, Consejero Direc-
tivo 2009 - 2010 Facultad de Ciencias Políticas y Sociales - Universidad
Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina). Convocado para participar del II y
III Encuentro Iberoamericano de Juventud organizado por la Organización
Iberoamericana de Juventud y el Instituto de la Juventud de España (www.
cartajoven.org). Estudiante de intercambio académico en la Universidad del
Cauca (2005). Centro de Estudios Trasandinos y Latinoamericanos. Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales - Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza –
Argentina. sastorga@fcp.uncu.edu.ar

[147]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Abstract
Taking as a starting point a scenario where the social conflict is inhe-
rent in the Constitution of our Nations, state configuration projects pose
ideological boundaries and emerge disputes, frames and struggles for
power, youth voices, as well as other social subjects participating in the
demonstrations of the political voices have been silenced historically and
invisible.
Keywords: Recognition, young people, political participation, migrants

Introducción
En contravía, se puede advertir cómo uniones, espacios, redes, movi-
mientos, plataformas, federaciones, ilustran un presente activo de voces
que bregan por una organización juvenil gestora de reivindicaciones y de
luchas históricas. Los jóvenes son una máquina de vanguardias, tienen
preferencias y valores que les son propios, se empoderan en una lucha
constante por el reconocimiento de los derechos y de la participación po-
lítica.
El surgimiento del sujeto juventud, en tanto sector de pobla-
ción con características propias, es resultado del desarrollo
de las fuerzas productivas en Occidente, consecuencia de la
necesidad de la sociedad burguesa emergente de preparar a
los individuos para su integración efectiva a la vida produc-
tiva y social de una sociedad con características distintivas
de la feudal.1
En efecto, antes la familia constituía una unidad global de producción y
reproducción. Esto cambió con el tiempo.
La juventud es el período destinado a la educación para la
vida activa, y en la sociedad moderna la educación es la base
del desarrollo. [...] El foco debe estar en la nueva relación

1
Balardini, Sergio. 2004. Jóvenes, tecnología, participación y consumo. Po-
nencia Encuentro Internacional: La Juventud Iberoamericana desde la Pers-
pectiva Parlamentaria. Cartagena de Indias: Agencia Española de Coopera-
ción Internacional. p. 2.

[148]
Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

histórica entre individuo y sociedad, que se desarrolló en el


siglo XVIII en la era pre-industrial y, más tarde, en la socie-
dad industrializada. [...] La juventud fue la respuesta al desa-
rrollo productivo de la sociedad burguesa. El individuo bur-
gués tuvo que desarrollar sus potencialidades individuales
para encarar la vida productiva y política y para administrar
sus propios intereses en esta vida. La juventud se desarrolló
en el sistema escolar, que se volvió el principal agente del
`desarrollo de las potencialidades individuales’. [...] La vida
escolar es el contexto básico o crucial de la juventud”.2
Balardini y Hobsbawn destacan que la juventud aparece como respuesta
a la necesidad de individuación de la clase burguesa y supone el desarro-
llo de la vida familiar y afectiva, de la niñez y de la escuela. La historia no
siempre consideró a todos ni todas como parte de la juventud, será a fines
del siglo XX cuando se constituirá en un grupo social independiente.
En el contexto latinoamericano, la juventud ha participado de las gran-
des transformaciones sociales que se han producido. Recordamos las re-
voluciones de los procesos de las independencias latinoamericanas, las
generaciones que discutían sobre el surgimiento del Estado-nación, los
jóvenes inmigrantes, la célebre Reforma Universitaria, las luchas campe-
sinas e indígenas, los jóvenes obreros y trabajadores, los y las jóvenes de
la resistencia armada, el Cordobazo, las innumerables movilizaciones so-
ciales a favor de los derechos humanos y la defensa del sistema democrá-
tico, el movimiento estudiantil universitario y la defensa de la educación
pública, son algunos ejemplos que ilustran el protagonismo en nuestra
historia social y política.
En la actualidad, el auge de las nuevas tecnologías de la comunicación y
la emergencia de las redes sociales virtuales han visibilizado una mayor
participación juvenil en la discusión de lo público, también sus relaciones
con las instituciones y el consumo.


2
Ariés, Philippe; 1973. El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Ma-
drid: Taurus. 1987. Citado por: Balardini, Sergio. 2004. “Jóvenes, tecnología,
participación y consumo”. Ponencia Encuentro Internacional: La Juventud
Iberoamericana desde la Perspectiva Parlamentaria. Cartagena de Indias:
Agencia Española de Cooperación Internacional.

[149]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Los jóvenes son sujetos de derechos y claman por el reconocimiento que


les cabe en virtud de ser parte de ese Estado. No han sido, sin embargo,
a pesar del reconocimiento de la importancia en su preparación para la
vida adulta y la contribución al desarrollo y movilidad social, sujetos que
fácilmente hayan podido incidir en la formulación de las políticas públi-
cas, en la toma de decisiones políticas, etcétera.
Haciendo proyecciones y teniendo en cuenta las estimaciones de la
CEPAL, la población juvenil en América Latina se mantendrá en cerca de
200 millones durante los próximos 40 años.

Gráfico 1. Iberoamérica, América Latina, España y Portugal: estimaciones


y proyecciones de la población joven (10 a 29 años), 1950-2050.

Fuente: CELADE-CEPAL, 2007, 33.

Con respecto a la juventud se reconoce su especificidad, el estatus tem-


poral en que “no es ni niño, ni adulto”; este proceso de especificación im-
plica derechos que protegen a estas categorías de personas vulnerables
y postergadas históricamente, y con características particulares e inmo-
dificables.
Desarrollan su personalidad en un contexto de tensión, preparación e
incertidumbres (Bernales Ballesteros, 2008) para incorporarse en el mer-

[150]
Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

cado laboral, afirmar su identidad y desarrollarse autónomamente de sus


familias. A partir de estos fundamentos se sancionó en el año 2006 la
Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes (CIDJ), el primer
instrumento jurídico internacional en materia de juventud.

1. Antecedentes en el abordaje de lo juvenil


Estas renovadas identidades sociales han sido abordadas recientemente
por varios estudios de investigadores de la Sociología y la Ciencia Po-
lítica en especial, integrantes del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales (CLACSO), la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ)
y la CEPAL. Hay investigaciones que hacen hincapié en el grado de par-
ticipación de los jóvenes en las decisiones de las instituciones públicas,
otros estudios proveen indicadores de población juvenil, sobre proble-
máticas sociales, salud pública, sobre trabajo y empleo, sobre educación,
estudios de asociacionismo, migraciones, análisis de perspectivas, educa-
ción sexual y violencia. También hay estudios históricos sobre protago-
nismo político, militancia y movilización social, politización emergente,
sentidos de la participación como construcción identitaria y condición
de ciudadanía, activismo y voluntariado, nuevas generaciones y jóvenes
intelectuales.
Se puede advertir que hay un resurgir de los estudios sobre la temática y
que incluyen nuevas categorías analíticas y perspectivas. Se reconoce la
importancia del abordaje de lo juvenil, por un lado, la prolongación del
proceso educativo, las percepciones de incertidumbre económica y labo-
ral, así como las mayores aspiraciones de los jóvenes, retardan el paso a
la vida adulta; la brecha de expectativas genera en los jóvenes compor-
tamientos definidos como disruptivos o enrarecidos (Espíndola, 2008).
Pero, por el otro, las formas de protagonismo juvenil le otorgan sentido a
la participación como construcción identitaria y condición de ciudadanía.
Según la CEPAL en América Latina persisten factores de inequidad en
gran medida adscriptivos. Los más fuertes son sin duda la zona de resi-
dencia y la pertenencia a las minorías étnicas. Esto se explica por la esca-
sez de oferta secundaria en zonas rurales, y por la falta de pertinencia y
relevancia del currículo educativo.

[151]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

Gráfico 2. América Latina: logro educativo según área de residencia y per-


tenencia étnica (2005).

Fuente: CEPAL.

Frente a los cambios sociales, a los cambios en la interacción social, en la


relación Estado-Joven, en las políticas públicas, se pueden encontrar dife-
rencias y similitudes entre los países. Hay hasta situaciones heterogéneas
en un mismo país.
Siguiendo los estudios de Serna y de Krauskopf, se puede distinguir un
paradigma viejo y otro nuevo de abordaje de lo juvenil y sus expresiones
organizativas. Antes las identidades colectivas se describían con base en
ciertos parámetros socioeconómicos y político ideológicos, la estructura
organizativa era piramidal, institucionalizada con un rol representativo y
una acción colectiva masificada y hegemónica. El nuevo paradigma está
basado en parámetros ético existenciales, con una afirmación de temas
e identidades soslayadas, la estructura de la organización es horizontal
con redes vinculantes y flexibles con intervención de infraestructuras tec-
nológicas, el rol es facilitador y mediador con respecto a la diversidad y
con una actuación coordinada transitoria.
En tanto sujetos de derechos los jóvenes se adscriben a una comunidad
determinada, el marco de igualdad hace necesaria una acción pública

[152]
Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

permanente que no se ha dado, ya que son relegados a posiciones se-


cundarias o simbólicas. Son excluidos y silenciados, han sido objeto de
discriminación, con ausencia de libertad y de reconocimiento de su iden-
tidad.
El reconocimiento de las identidades juveniles no sólo implica instancias
de participación política efectiva sino además protección legal.
La hipótesis que nos habíamos propuesto se refería a “si efectivamente
estas nuevas identidades juveniles con sus expresiones organizativas en
el Cono Sur han abierto paso a una nueva realidad que emerge con una
nueva ciudadanía, nuevas instituciones estatales y el reconocimiento de
los derechos”.
Las identidades juveniles son sensibles a los desafíos comunitarios actua-
les e instan a promover una mayor participación política marcada por la
disputa del poder, la creación de alternativas políticas y la utilización de
estrategias superadoras de diferencias y ostracismos.

2. Activismo juvenil en el contexto de América Latina


La población juvenil es una de las más vulnerables en cuanto a la pobre-
za y la indigencia. La pobreza es una realidad profunda en muchos de
nuestros países, llegando a niveles elevados de indigencia para el caso de
varios países de Centroamérica (excepto Costa Rica), y algunos países de
América Latina como Bolivia, Paraguay, Perú, Colombia y Ecuador.
En cuanto al grado de institucionalidad en materia de políticas juveniles
expresadas en normas e instituciones gubernamentales dedicadas a la
población juvenil, el panorama también es variado. En muchos de los
casos, la participación juvenil a través de organizaciones permitió que
se mejoraran las condiciones de participación y se sancionaran leyes o
se ratificara la CIDJ. Por ejemplo, en el caso de Uruguay, Bolivia, Ecua-
dor, Costa Rica, Honduras y República Dominicana. En otros países ha
primado la politización de las decisiones, lo que ha hecho retardar ins-
tancias de reconocimiento de las identidades juveniles y sus expresiones
organizativas.

[153]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

En el año 2006 se aprobó la CIDJ, acontecimiento que marcó un preceden-


te relevante en al ámbito normativo y del Derecho internacional. La CIDJ
está en proceso de ratificación por los diferentes países y esto implica un
reconocimiento de una franja etaria que necesita de atención concreta por
parte del Estado. La CIDJ ha sido impulsada por la Organización Ibero-
americana de Juventud (OIJ) con Sede en Madrid.
En algunos casos España ha sido tomada como referente, en especial con
la creación del Ministerio de Igualdad y la creación de comités juveni-
les en todos los ayuntamientos del país. También hay que mencionar las
nuevas visiones en torno a las políticas públicas como la prevención de la
violencia hacia la mujer, el matrimonio igualitario, etcétera. Muchas de
estas legislaciones se han conseguido a través de una estrategia pensada
y planificada desde hace varios años, que ha tenido dos ejes: la unidad
política y la unidad en el discurso de los movimientos sociales.
Un número significativo de países no cuentan con leyes en el ámbito de
lo juvenil. Sin embargo, llevan adelante políticas y planes en la materia.
Algunas de las leyes se refieren solamente a la creación de entes guber-
namentales simbólicos. No priman las acciones nacionales de desarrollo
juvenil, sino más bien acciones de los Gobiernos subnacionales en los
Estados latinoamericanos. Así, es posible identificar acciones públicas en
varias de las ciudades latinoamericanas que intentan mejorar las condi-
ciones socio-políticas y culturales. Los casos ilustrativos son: Ciudad de
México (a través del Instituto de la Juventud de la ciudad se han desa-
rrollado algunos programas estratégicos como Prepa Sí, Jóvenes en Si-
tuación de Riesgo Social, Jóvenes en Impulso, Creación Joven, Programa
de Justicia Restaurativa para Menores Infractores, La Comuna Programa
para Jóvenes Desempleados, Niños y niñas Talento, Programa Integral de
Educación, Fábrica de Artes y Oficios, Empleo Juvenil de Verano, etcétera;
la ciudad de Concepción (Chile), el Departamento del Valle del Cauca
(Colombia); Soyapango (El Salvador); Córdoba, La Matanza, Santa Fe
(Argentina), y otras más. En Perú sobresale la Ley del Concejal Joven.
Venezuela, a través de las misiones populares, no sólo los reconoce como
actores clave sino que los hace partícipes en las propuestas gubernamen-
tales y de políticas públicas.

[154]
Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

En la esfera de la sociedad civil, las juventudes se han organizado pau-


latinamente, es numerosa la cantidad de organizaciones que podemos
observar con sus sitios Web en Internet. Si nos pusiéramos a especifi-
car las expresiones organizativas se nos haría extenso; sin embargo, es
destacable aludir a las organizaciones indígenas (en especial en Brasil,
México, Ecuador, Colombia y Chile), la organización de jóvenes rurales
o campesinos (como Paraguay, Panamá y Argentina), las organizaciones
afrodescendientes (en Brasil y Colombia) que han participado en la pro-
moción de la nueva institucionalidad en materia de juventudes en sus
respectivos países. Estas organizaciones plantean nuevas dinámicas de
discusión de lo público, así mismo mantienen vínculos comunicaciona-
les a través de sitios Web, boletines, foros electrónicos, redes, bibliotecas
virtuales, blogs, e-learning y comunidades virtuales. Las organizaciones
juveniles señaladas han emprendido una etapa de integración y de traba-
jo en red que abre la posibilidad de colaboración mutua, de intercambio
de informaciones e investigaciones y al establecimiento de sinergias en
determinados temas.
Se advierte el avance de transformaciones institucionales y la creciente
expresión organizativa de las juventudes en la región, que han participa-
do en la movilización y el cambio de una situación precaria en términos
de reconocimiento de los derechos. Es un proceso que está en marcha, en
algunos países en forma más creciente que en otros.
La globalización y la revolución tecnológica de los últimos tiempos han
impactado en la relación Estado, juventud y política, aunque hay que re-
saltar que los jóvenes han sido la vanguardia en muchos sucesos sociales
y políticos.

Balardini nos decía:


La juventud es una construcción históricosocial de carácter
relacional, es decir, que ni en todas las sociedades, ni mucho
menos en todos los tiempos, se da estrictamente en tal o cual
tramo etáreo… la juventud es, a la vez, un tiempo de tránsi-
to y un estadio específico con entidad propia, en la vida del

[155]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

individuo. Y, por plural, que cobija múltiples juventudes o


posibilidades de ser joven.
La CIDJ es el resultado de la concretización del derecho internacional de
los derechos humanos a la situación de los jóvenes. Los tratados no pue-
den, por sí mismos, garantizar la efectividad de los derechos en el plano
material. Se precisa un rol activo en la defensa de los derechos que la
Convención reconoce. Ya se ha instalado en la agenda política.
La Convención, además, debería transformarse en el elemento que cohe-
sione aún más el tejido social juvenil, brindándole ese elemento simbóli-
co común que tanto necesita (Bernales Ballesteros, 2008). La Convención
procura que a través del establecimiento de derechos civiles, políticos,
económicos, sociales y culturales se reconozca a los jóvenes de entre 15
y 24 años como sujetos de derechos, actores estratégicos del desarrollo,
personas capaces de ejercer con responsabilidad derechos y libertades,
que se visibilice su protagonismo.
Como insumo para las políticas públicas la Convención brindará soporte
jurídico al conjunto de los gobiernos para el desarrollo de políticas públi-
cas dirigidas a la promoción y el fortalecimiento de las potencialidades
de la juventud de la región. Cada uno de los Estados firmantes adoptó el
compromiso de incorporar, de manera progresiva, decisiones y medidas
concretas. Y la OIJ dará seguimiento a este desarrollo. La convención dice
sí: a la paz, a la igualdad de género, a los derechos humanos, a la objeción
de conciencia, a la propia imagen, a la libertad, a la educación sexual.
Dice no: a la pena de muerte, a la guerra, a la discriminación, a la censura,
a los abusos, al servicio militar obligatorio y a la contaminación.
La construcción de políticas públicas compete al menos a las institucio-
nes del Estado en su conjunto, con la responsabilidad de definir marcos
organizadores y comprometerse con las condiciones requeridas para su
realización: los sujetos sociales aportando, tomando decisiones y com-
prometiéndose con ellas; la sociedad civil con sus diversas organizacio-
nes y expresiones, participando, deliberando y comprometiéndose en las
decisiones.
Las estrategias avanzadas en políticas están orientadas hacia la protec-
ción integral, la inclusión social como sujetos explícitos de derechos, la

[156]
Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

intersectorialidad, la promoción, la prevención. Las juventudes, latentes


movimientos sociales, bregan y se preocupan en un contexto donde pa-
reciera dominar la fragmentación y un individualismo de nuevo cuño;
la contestación juvenil sigue atrayendo el interés de los estudiosos de lo
social y de lo político, siguen constituyendo una fuerza movilizadora del
proceso social, de indiscutible importancia.

3. Situaciones de conflicto y juventud


En la última década América Latina se ha visto eclosionada ante la de-
mocratización de los sistemas políticos. Cuestiones que antes se discutían
a puertas cerradas, hoy son objeto de debate por la mayoría de la pobla-
ción.
Sin embargo, persisten conflictos sociales y políticos ante las disputas
ideológicas y por el poder. Hay situaciones y escenarios complejos, con
cierto grado de incertidumbre, que incluye grados elevados de violencia
armada, la pobreza y la inseguridad urbanas. Estos factores condicionan
una efectiva democratización de los sistemas políticos, se plantean lími-
tes al activismo juvenil y se observa la proliferación de canales de parti-
cipación y de representación permeados por el poder, que dificultan la
construcción política democrática.
México atraviesa una etapa complicada de ebullición de los conflictos
armados y del narcotráfico. Haití, frente a su pobreza extrema, los desas-
tres naturales y la desidia de los gobernantes, pelea por la sobrevivencia.
Colombia, ante un conflicto social y político armado de más de sesenta
años de historia no ha podido canalizar por la vía pacífica una solución
negociada, los gobiernos optaron por la vía militar, la crisis humanitaria
y de derechos humanos sobrevuela un escenario de ‘lucha de todos con-
tra todos’. En este último caso se observa, por un lado, la ‘socialización’,
la resistencia y la solidaridad comprometida en auge; pero por el otro,
señales de movimientos juveniles a favor de la política de seguridad de-
mocrática promovida desde el Gobierno.
Venezuela aspira a una integración social y política, es la meta del Go-
bierno bolivariano, pero sabe que es un camino largo y difícil por recorrer

[157]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

ante la herencia recibida. Perú, Bolivia y Ecuador también fijan esta meta
a su manera. Los conflictos están latentes. Brasil y Argentina, con fuertes
políticas públicas de intervención social a los sectores excluidos, ya han
emprendido transformaciones nuevas en el Estado post-neoliberal.
¿Qué papel ha jugado la juventud? Como en otras ocasiones, en escena-
rios de conflictos sociales y políticos, se ha invisibilizado su participación
activa en pos de la integración social y política; son los actores que más
resisten y sufren. Como actores críticos ante escenarios de conflictos, se
organizan, participan y marchan al lado de sus vecinos, sus amigos; sus
familias experimentan el sufrimiento y el dolor de no poder entregar-
les el ambiente de tranquilidad para su paso por la etapa de tensiones e
incertidumbres que viven. Por naturaleza viven con tensiones e incerti-
dumbres, los conflictos agudizan ese paso, pierden sueños y esperanzas,
pero en otros casos construyen utopías.
En tanto motor del desarrollo, la juventud no se puede obviar ni invisi-
bilizar, pues en el fondo se está abandonando la esperanza y la construc-
ción de nuevas generaciones inmersas en una sociedad igualitaria y con
autonomía. A veces, cuando se analiza el tema de las adicciones, perde-
mos de vista el sentido del alcohol, del cigarrillo, de la droga, en estos
ambientes de incertidumbre juvenil y de conflictos. En otros tiempos, la
familia y la escuela eran el centro de la contención; hoy en día, debido a
que estas instituciones también atraviesan por crisis, ante la búsqueda
de certidumbre los jóvenes recurren a diversos medios, muchas veces en
detrimento de su salud.
En ambientes de conflictos sociales la participación política es recurrente,
en tanto actores de protesta, pero también como actores directamente
involucrados. Los mecanismos de protesta no sólo abarcan ámbitos de
reflexión política sino también cultural e ideológica. El baile, el deporte,
la música y el arte han sido las más representativas. Y van surgiendo
nuevas modas, objeto de la resistencia o de la apuesta al consumo. Las
redes virtuales, los blogs, las fotografías y los audiovisuales, las formas
de vestir, son ejemplos. Son ambientes dinámicos, más aún nos intiman
al acompañamiento de estos procesos culturales juveniles.
También son actores directamente involucrados. En el caso colombiano,

[158]
Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

los jóvenes que no pueden acceder a los estudios superiores son llamados
a ser parte de las fuerzas armadas. Todavía en algunos países el servicio
militar es obligatorio en determinados casos. La CIDJ plantea el derecho
de objeción de conciencia, que tengan el derecho a elegir si quieren par-
ticipar o no del servicio militar. Frente a situaciones de exclusión social,
ausencia de oportunidades de empleo y educación, a la presencia de ne-
cesidades básicas insatisfechas, se ven inmersos en situaciones degradan-
tes, de violencia y marginación social.

4. Conclusiones
Los jóvenes han jugado históricamente una participación relevante en los
procesos sociales y políticos contemporáneos y pasados. Los conflictos
persistirán pero es posible contraer los límites ideológicos que separan
los diversos sectores sociales; género, etnia y edad son variables sociales
que académicos y militantes sociales reconocen como relevantes a la hora
de generar instancias positivas de participación y acciones políticas diri-
gidas a mitigar los efectos de las violencias y asegurar mejor calidad de
vida para los ciudadanos.
Como constructores de la paz han emprendido iniciativas varias para
resistir al orden instituido y contribuir con su voz en la construcción de
una ciudadanía pluricultural, donde primen la igualdad y la autonomía,
no como meros lemas revolucionarios sino como prácticas sociales de los
sujetos que han sido excluidos e invisibilizados.
Se precisan normas de reconocimiento de los derechos, claras y concre-
tas, que contemplen esta franja, que aporten valor y sentido a las capaci-
dades humanas y respeten las identidades indígenas, afrodescendientes,
campesinas, etcétera.
En segundo lugar las instituciones públicas deben tener instancias de
participación juvenil en la discusión, diseño y formulación de las polí-
ticas públicas, para lo cual es relevante la universalización del acceso a
la educación y además la búsqueda de estrategias de calidad de la edu-
cación. Esto último básicamente se consigue con presupuesto público y
un acompañamiento de una política social que respete las identidades

[159]
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.

sociales, asegure la movilidad social y el acceso a los demás servicios pú-


blicos básicos. No sólo se mejoran las instancias de democratización sino
la calidad de las instituciones públicas democráticas.
El sentido y los valores de lo público, en una determinada sociedad, tam-
bién se fortalecen ante el reconocimiento de los derechos de los jóvenes.
En suma, la cultura política democrática e igualitaria contribuye al desa-
rrollo de esa sociedad. Los ámbitos de participación juvenil deben estar
presentes en las instituciones públicas. Sus voces, sus ideas, deben tener
cabida en el diseño de las políticas públicas. En tanto los gobiernos lo-
cales institucionalicen estos espacios de encuentro, los abran a todos los
sectores sociales, los preserven de los intereses partidarios y electora-
listas, garantizan los principios de igualdad y autonomía, reconocen los
derechos juveniles, fomentan una mayor movilidad social y respetan las
identidades y diferencias. En síntesis, consolidan una nueva cultura en
el Estado post-neoliberal.
En tanto constructora de la paz, de un mayor sentido de pertenencia co-
munitario e impulsora del valor de lo público y de los principios de ética
pública, la juventud se constituye en la clave del desarrollo y el avance
de las sociedades latinoamericanas. Tener en cuenta los procesos de la
memoria y de resistencia civil y valorizar los sujetos sociales intervinien-
tes, nos conduce a llenar los vacíos que la historia social y política de
nuestras naciones han entregado a las nuevas generaciones y a posibilitar
rumbos alternativos de la ciudadanía y de ampliación de los procesos de
democratización, tan necesarios para el afianzamiento de la igualdad y el
reconocimiento de los derechos.
En palabras de Balardini:
Aquel mundo optimista, de la movilidad social incluyente,
un mundo seguro del progreso que alcanzaría a todos, se ha
ido, afectando al significado otorgado a las cosas, que que-
dan atrapadas entre un pasado moribundo y un presente
que no termina de nacer. Ahora, en palabras de Lipovetsky,
somos todos más pragmáticos y combatimos en pequeñas
luchas. Ya no hay grandes programas ni grandes sueños,
y, sin embargo, el mundo sigue convirtiéndose demasiado
a menudo en una pesadilla. Los jóvenes, cobijados en sus

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Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

diferentes tribus, enfrentan, resisten y construyen con los


recursos que les ha tocado en suerte. Algunos los obtienen
fácil, otros disputan por ellos. La demanda de más y mejores
oportunidades para todos los jóvenes, supone la decisión de
promover su protagonismo en la vida social, política e insti-
tucional a través de acciones sustentadas en la ética del diálo-
go y la escucha, estimulando el desarrollo de su autoestima,
la creatividad y promoviendo una política de “igualdad en
la diferencia.3

5. Bibliografía
Balardini, Sergio. (2004). Jóvenes, tecnología, participación y consumo. Ponencia Encuen-
tro Internacional: La Juventud Iberoamericana desde la Perspectiva Parlamentaria. Car-
tagena de Indias: Agencia Española de Cooperación Internacional.


3
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Notas sobre las renovadas identidades sociales en América Latina. Los jóvenes como constructores de la paz

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Se terminó de imprimir en
en el mes de enero de 2011
en Todográficas Ltda.
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