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LAS ENDORFINAS Y LA RISA (ANTIDEPRESIVOS NATURALES)

QUE SON LAS ENDORFINAS.

Las endorfinas son neurotransmisores que aumentan en los momentos placenteros


de nuestra vida - la alegría, la emoción, ver programas humorísticos... y la
disminuyen en los momentos tristes, una discusión, desconformidad…

Las endorfinas: son el vehículo material del placer, la euforia, la felicidad y el alivio
del dolor. Son nuestra morfina interna. Igual que los opiáceos, una vez
experimentado el placer de la secreción endógena (que se genera adentro de
nuestro cuerpo).

Son considerados como polipéptidos o como neurohormonas, son sustancias químicas que
actúan como neurotransmisores o como vehículos hormonales en el organismo. Los
neurotransmisores son los compuestos químicos que transmiten información a través del
cerebro. Dependiendo del neurotransmisor producido, se inhiben o promueven ciertas
reacciones que son vitales para el funcionamiento psíquico y físico del cuerpo.

“Son hormonas que actúan sobre el sistema nervioso y tienen encomendada la


importante labor de conectarnos con el bienestar. Así de importante es su función”.

Esto quiere decir que cuando te ríes y te sientes feliz, cuando haces deporte y te
quedas a gusto, e incluso cuando sientes esa placentera sensación después de
comer chocolate, lo que te está pasando es que estás generando endorfinas.

Este elemento es fundamental para crear las sensaciones de placer en el cuerpo


humano, llegándosele a conocer como la portadora del placer. Este químico es
usual generarlo durante las actividades físicas, por lo que los deportistas están
siempre bien provistos de este elemento, ya que el correr genera una elevación
importante del nivel de Endorfinas y Dopaminas.

De esta apreciación surge la explicación del porqué en los atletas el dolor físico es
reemplazado por sensaciones de bienestar, optimismo y júbilo que se prolongan aún después
de concluida la actividad. Esto ocurre porque el organismo produce Endorfinas para
contrarrestar el dolor. Este neurotransmisor eleva los niveles de Dopamina, y como
consecuencia también incrementa las sensaciones placenteras del cuerpo.

Su interacción con el cerebro la asemeja a los efectos que sobre el mismo producen ciertas
drogas prohibidas, ya que reemplaza el dolor por el placer, disminuyendo el estrés y
permitiendo un estado de ánimo ideal para gozar plenamente de la sexualidad.

Las endorfinas se pusieron de moda a finales de los años setenta, cuando los fisiólogos
publicaron resultados de investigaciones que explicaban así ciertas “euforias” o momentos de
ausencia de fatiga que experimentan los corredores de maratón después de haber recorrido
muchos kilómetros.
Algunas líneas de investigación siguieron adelante, pero no se avanzó demasiado en su
conocimiento. ¿Qué sabemos realmente acerca de estas sustancias?
Las endorfinas se sintetizan en el cerebro de forma natural y su efecto principal se centra en
elevar el umbral del dolor, (en otras palabras, hacer que el estímulo del dolor tenga que ser
mucho más intenso para ser percibido) y retrasar así la llegada de la fatiga en el esfuerzo
físico. Se trata de sustancias que siempre han atraído mucho a los investigadores ya que son
compuestos similares a los derivados del opio.

Las últimas publicaciones acerca de las endorfinas nos muestran su amplio abanico de
influencias sobre las funciones humanas. Procesos como la memoria, el aprendizaje, la
regulación del apetito, la irritabilidad e incluso el tabaquismo están condicionados por el
efecto de las endorfinas. Sin embargo, al deportista le afectan especialmente dos de sus
acciones: la elevación del umbral del dolor (a mayor presencia de endorfinas, menor
sensación de sufrimiento) y la respuesta al estrés.

Es ya un hecho comprobado que el estrés derivado del ejercicio físico tiene como
consecuencia un aumento de la cantidad de endorfinas presente en la sangre y en el líquido
del sistema nervioso.

Una prestigiosa revista de Fisiología Deportiva comentaba sobre la endorfina a las que
califica como “esas misteriosas sustancias estimulantes que genera el cerebro humano”.

En concreto se investigaba su secreción en los dos sexos, como respuesta al ejercicio físico.
A pesar de que en muchas ocasiones se relacionó la producción de estas sustancias con el
ciclo menstrual de la mujer, dicha investigación concluye que no existen diferencias en la
secreción de la endorfina entre hombres y mujeres, y que en las mujeres, la fase del ciclo
menstrual tampoco afecta.

La investigación demuestra que esta respuesta al ejercicio físico es igual en ambos sexos. Es
decir, el hombre y la mujer perciben por tanto una respuesta placentera de similar
intensidad en relación con el ejercicio físico. Con razón los que corremos asiduamente,
disfrutamos de ese “placer”.

FISIOLOGÍA DE LAS ENDORFINAS EN EL SISTEMA NERVIOSO

La unidad funcional de nuestro sistema nervioso es la neurona. Las neuronas están


comunicadas entre sí por unas substancias llamadas neurotransmisores que se liberan en las
sinapsis ínter-neuronales. Su función es la de aumentar o disminuir la capacidad de
comunicación de las neuronas entre sí. Son el eslabón más importante de la conexión entre
nuestra mente y nuestro cuerpo.

Ante un acontecimiento o suceso cotidiano, nuestra mente inteligente, el cerebro,


lo procesa y lo clasifica aumentando la liberación endorfínica o disminuyéndola.

El procesamiento cerebral en términos bioquímicos supone un aumento de la liberación de


endorfinas para los sucesos agradables y una disminución para los sucesos desagradables.
Ante un suceso agradable, las endorfinas liberadas nos van a proporcionar una sensación de
bienestar que provocará un deseo irrefutable de repetir el suceso agradable. En términos
psicológicos, esta conducta, que seguramente se sustenta en un fundamento físico y
orgánico como son los neurotransmisores, se conoce como refuerzo positivo de un suceso
agradable.

Ante sucesos desagradables, la escasez de endorfinas liberadas nos va a llevar a


una situación de tristeza, hay que evitar la repetición del suceso. En términos
psicológicos, esta conducta, se conoce como refuerzo negativo de un suceso
desagradable.
Desde su descubrimiento, se han realizado numerosas investigaciones sobre su acción en el
sistema nervioso central y lo que parece claro es que gracias a ellas sentimos placer, euforia,
felicidad y alivio del dolor.

Imagina que estás enamorado, o encantado mirando algo que te gusta, o estás feliz
disfrutando de una buena comida o un buen momento. En ese momento quien te está
conectando con la felicidad son las endorfinas. Cuando estimulas tus sentidos, ya sea la
vista, el olfato, el tacto, el oído y el gusto, tu cuerpo está segregando endorfinas.

Uno de los trucos que existen para que suban las endorfinas es practicar ejercicio
físico, y, si lo has probado, verás que se produce una gran sensación de bienestar.
La risa es otro estupendo remedio contra el dolor, ya que aumenta la secreción de
endorfinas cerebrales. Y lo mismo vale el chocolate... aunque éste último no es
recomendado cuando se padecen trastornos por exceso de grasa y hepáticos.

Para que veas que el cuerpo es más listo que todo, apunta este dato: antes que las drogas
que muchos consumen para sentirse bien, estuvieron las endorfinas. Y es que éstas
estimulan el sistema nervioso y generan una respuesta tanto física como emocional muy
similar a la de algunas drogas.

De hecho, la palabra endorfina viene de endógeno (o sea,


que se produce en el interior del cuerpo) y de morfina, un
opiáceo utilizado, entre otras cosas, para mitigar el dolor
desde hace más de 100 años. En resumen, las endorfinas
son lo que algunos han llamado la química de la felicidad.

”CREA LA DIFERENCIA”

LA DEPRESION.

En los trastornos depresivos se ha detectado una disminución en la


liberación de endorfinas endógenas.

Se ha comprobado que el nivel endorfínico determina nuestro


estado de ánimo. Así, durante el embarazo, etapa
característicamente feliz para la mujer, se cuantifican niveles altos
de endorfinas, mientras que, después del alumbramiento baja la
liberación de endorfinas y se desencadena la conocida depresión
post-parto.
La infección constituye un factor estresante para el organismo.
Provoca, por tanto, una respuesta hiperactiva mediada por
neurotransmisores endógena. Las endorfinas activan la inmunidad
celular y humeral del organismo permitiendo una mejor defensa en
las enfermedades infecciosas. Parece que los individuos con
amigdalitis de repetición, catarros de vías altas, infecciones
respiratorias y otros procesos infecciosos recurrentes liberan una
menor cantidad de endorfinas.

También el cáncer, la patología crónica e incurable (ej. la artrosis, la


migraña...) o la falta de autoestima y de autoconfianza parecen
acompañarse de niveles disminuidos de endorfinas.

Síntomas psicosomáticos como abdominalgias, cefaleas


inespecíficas, y enfermedades clínicas como la fibromialgia o el
colon irritable, sin una etiología orgánica clara, también expresan
niveles bajos de endorfinas.

ENDORFINAS Y FELICIDAD.

Las endorfinas introducen un nuevo interrogante a nuestra existencia. La felicidad


que tanto buscamos, el potencial de felicidad inherente al ser humano, está dentro
de nuestro cuerpo a nivel bioquímico. Es lógico que la felicidad está modulada por
factores externos, pero, en último término, nuestro procesamiento interno permite
superar o no una tragedia o una desgracia personal.

Claves para estimular su producción: Las endorfinas tienen una vida breve y son
eliminadas por enzimas que producimos de forma natural. Se trata de una sabia
medida del cuerpo para que no queden ocultas las señales de alarma. No obstante,
podemos recargarnos de endorfinas de maneras diversas. Por ejemplo, cuando
realizamos algunas actividades que nos agradan, nuestra actitud y estado de ánimo
mejoran, lo que provoca un flujo mayor de endorfinas. El buen humor, los
pensamientos positivos, el amor al prójimo, el ejercicio físico, los estímulos
sensoriales, una vida diversificada,... aumentan nuestro nivel de endorfinas y nos
ayudan a superar nuestras pequeñas decepciones diarias. Por tanto, lo mejor es
optar por aquellas que nos resulten más beneficiosas con efectos inmediatos. A
continuación, algunas alternativas:

La risa y la carcajada son las mejores fuentes de endorfinas; así lo demuestran los
estudios realizados sobre risoterapia. Se ha comprobado la influencia que tiene la
risa sobre la química del cerebro y del sistema inmunitario. El solo hecho de
reproducir el gesto de la sonrisa ya hace segregar endorfinas, por un mecanismo
similar al que nos hace segregar saliva con sólo oler o pensar en una buena
comida.

Disfrute de la naturaleza. El contacto con el ambiente natural nos llena de energía y


buen humor. Vaya a la playa o al campo y empápese de sensaciones. La atmósfera
cargada de iones negativos estimula la secreción de endorfinas.

Deje fluir su mente. Las endorfinas se segregan en mayor cantidad y facilidad


cuando nuestra mente no está ocupada de pensamientos que nos tensan. Lo más
conveniente es practicar técnicas de relajación como el yoga, el tai chi, la
meditación o sencillamente dé un paseo con la mente reposada.
Escuche música. Se ha demostrado que la música estimula el potencial del cerebro
con más fuerza que la palabra hablada. La música melodiosa es capaz de provocar
una importante liberación de endorfinas, a tal grado que se emplea con muchísimo
éxito como terapia analgésica (contra el dolor).

Trabaje contento. Casi un tercio de las horas del día las dedicamos al trabajo, por
ello es importante que estemos cómodos con la ocupación que realizamos, los
compañeros de oficina y el ambiente que nos rodea. De este modo las endorfinas se
mantendrán a flote y nos permitirán rendir en nuestra labor.

Admire la belleza de las cosas. Siempre mire el lado bonito y positivo de todas las
cosas porque ello influye en su estado de ánimo y su salud. Las formas agradables
activan la producción endorfínica de la hipófisis.

Descubra el placer de la comida. Es muy diferente disfrutar con la comida que


disfrutar comiendo. Los alimentos nos estimulan antes de cosecharlos, luego en el
mercado, después cuando los preparamos y finalmente al saborearlos. Esta
predisposición hacia los alimentos no sólo produce placer sino que ayuda a
digerirlos mejor.

Déle sentido a su vida. La rutina destruye lentamente nuestras reservas de


endorfinas, por tanto, evite la monotonía haciendo lo que más le llene, siempre que
sea posible. La curiosidad y el interés por infinidad de temas y actividades
mantendrá sus niveles de endorfinas en buen estado.

Recuerde situaciones placenteras. En el pasado tuvimos momentos buenos y muy


agradables, en los cuales nuestra producción de endorfinas estuvo desbordante.
Evocarlos cuando nos sentimos algo deprimidos, tendrá un efecto químico similar.
Sin embargo, no hay que olvidar que lo mejor siempre está por llegar;
ensimismarnos en el pasado lo único que logrará es cerrar la puerta a lo bueno que
está por venir.

Disfrute de todos sus sentidos. Ya explicamos la necesidad de complacer al oído


con música, al paladar con la comida y a la vista con la belleza, no dejemos de lado
entonces los sentidos del olfato y el tacto. Los olores provocan en nosotros una
reacción inmediata de agrado o desagrado. Oler a césped húmedo, mar, incienso o
el perfume preferido aumenta el nivel de endorfinas. Por su parte, el contacto físico
provoca también grandes descargas de bienestar. Las terminaciones nerviosas
transmiten el rce de piel contra piel hasta el cerebro, activando la secreción de
endorfinas. Ello explica porqué con un abrazo o unas caricias, las madres alivian el
dolor de sus hijos.

Entréguese a una afición. Piense en el pasatiempo o hobby que practica con más
alegría y recurra siempre a él cada vez que sienta un bajón en sus niveles de
endorfinas. Si se acostumbra a asociar una actividad determinada con un beneficio
para sus endorfinas, el efecto será cada vez mayor y más automático.

Sea amable. Una disposición comprensiva hacia los demás resulta crucial para
mantener altos nuestros niveles de endorfinas y los de quienes nos rodean. Las
palabras afectuosas, las sonrisas, el buen humor así como una actitud receptiva y
comprensiva hacia los demás originan una emisión constante de estas hormonas de
la felicidad.
SI ELLOS PUEDEN POR QUE YO NO…

OMERO… UN ANCIANO DE 95 AÑOS… UN INVALIDO


CON FUERTE DAÑO DE LA COLUMNA VERTEBRAL…

EJERCICIO FÍSICO Y ENDORFINAS.

El ejercicio físico proporciona una subida endorfínica. Todo el mundo ha


experimentado alguna vez esa sensación de ir como “flotando”, de ir “colocado”
cuando se ha realizado un ejercicio superior a lo normal. El deportista necesita su
dosis de endorfinas diaria, está “enganchado”.

Realizar actividades físicas al aire libre ayuda considerablemente a incrementar el nivel de


endorfinas de un modo natural, sobre todo cuando se acompañan de una correcta
respiración.

Al respirar profunda y relajadamente se puede cambiar la química del cerebro y, en


consecuencia el estado de ánimo. Para alcanzar una respiración profunda es preciso relajarse
y concentrarse en la espiración. Se expulsa todo el aire de los pulmones suavemente, y
luego se afloja todo lo posible las paredes abdominales para permitir el ingreso automático
del aire. Esta adecuada forma de respirar, realizada en un ambiente fresco y limpio del
campo, puede provocar una emisión adicional de endorfinas.

De otro lado, la práctica regular de ejercicio es la mejor garantía de una respiración eficaz y
de una sobreestimulación en la producción de endorfinas. Esta dosis extra es la causa de la
energía que se experimenta al realizar ejercicio sin llegar al agotamiento, sensación similar a
la que puede producir una droga excitante. Por tanto, resulta conveniente aumentar el ritmo
y la frecuencia de actividad física, para tales fines se aconseja:

- Elegir un deporte que pueda practicarse mínimo tres veces a la semana. Es más
recomendable realizar poco ejercicio regularmente que hacer un gran esfuerzo sólo de vez
en cuando. Convienen aquellos que favorecen el trabajo aeróbico y liberan la mente de
preocupaciones como caminar largas distancias, pasear en bicicleta o nadar.

- Empezar toda rutina de ejercicios de manera suave, aumentando el ritmo lentamente y con
seguridad.

- Entrenar en pareja o con un grupo de amigos, para hacerle frente a la desmotivación de


hacer ejercicio a solas. Además, se ha observado que el contacto físico también aumenta las
endorfinas por sí mismo.
Si adquirimos el hábito de hacer deporte, el cuerpo nos pedirá hacer deporte. Echaremos en
falta el ejercicio físico cuando dejemos de practicarlo.

Por todo ello, por la subida de endorfinas que produce, el deporte es muy aconsejable en
todas aquellas enfermedades relacionadas con la “psique” (ej. el distrés, la ansiedad, la
depresión, la patología psicosomática...), en la patología orgánica crónica, en el cáncer y
para combatir todos los factores de riesgo potencialmente inductores de enfermedad.

Todos los seres humanos experimentamos felicidad, tristeza, afecto o agresividad a pesar de
nuestras diferencias.

Se han realizado investigaciones por las que ahora se conoce la existencia de centros de
placer o dolor que se activan a través de impulsos nerviosos y hormonas. En 1975 se
descubrió una serie de sustancias responsables de las sensaciones satisfactorias, a las que
debido a su parecido con la morfina se nombró Endorfina (Morfina endógena), pero que
coloquialmente se conocen como hormonas del bienestar o de la felicidad.

De acuerdo a experimentos realizados con ratones y comprobados en seres humanos, se ha


demostrado que aquellos individuos que producen baja cantidad de hormonas del bienestar,
están más expuestos al desarrollo del alcoholismo y otras adicciones, es decir, presentan
mayor inestabilidad en sus emociones. También se ha comprobado que el estrés sostenido
provoca disminución de los niveles de endorfinas.

Por lo tanto:

REIRSE.
“Está claro que es excelente para la salud. Además de
estimular el sistema inmunológico, unas carcajadas
tienen efectos beneficiosos en el tratamiento de la
depresión y la ansiedad, porque se liberan
endorfinas”.

HACER DEPORTE.
Caminar, moverse estaticamente, Correr, remar o
montar en bici al menos cuatro veces por semana es
una estupenda manera de liberar endorfinas. La
práctica regular de ejercicio también favorece la
producción de adrenalina, serotonina y dopamina,
que provocan una sensación de euforia.

“Pero lo importante es que tu


decides como segregar
ENDORFINAS, para tu bienestar
general”.

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